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Mateo 12:31-32

Cristo sienta aquí el ejemplo para que los hijos de los hombres estén dispuestos para perdonar las
palabras que se dicen contra ellos. Pero los creyentes humildes y conscientes son tentados, a veces,
para que piensen que han cometido el pecado imperdonable, mientras los que más se aproximan a eso,
rara vez tienen algún temor por ello. Podemos tener la seguridad de que los que indudablemente se
arrepienten y creen el evangelio, no han cometido este pecado o algún otro de la misma clase; porque el
arrepentimiento y la fe son dones especiales de Dios que no otorgaría a ningún hombre si estuviera
decidido a no perdonarle; los que temen haber cometido este pecado, dan una buena señal de que no. El
pecador tembloroso y contrito tiene en sí mismo el testimonio de que no es así en su caso (Matthew
Henry).

La palabra “blasfemia” propiamente quiere decir “detracción” o “calumnia”. En el NT, así como en
este pasaje, se refiere a la vituperación dirigida contra Dios y contra los hombres; y en este sentido ha
de entenderse como una forma agravada de pecado. “Bien”, dice nuestro Señor, “todo pecado, sea en
sus formas ordinarias o en las más agravadas, hallará perdón de parte de Dios”. No hay pecado alguno,
según parece, del cual se pueda decir: “Ese no es un pecado perdonable”. Esta gloriosa seguridad no es
limitada por lo que sigue; sino, por lo contrario, lo que sigue está explicado por dicha verdad. mas la
blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada a los hombres. 32. Y cualquiera que hablare
contra el Hijo del hombre, le será perdonado; mas cualquiera que hablare contra el Espíritu Santo, no
le será perdonado, ni en este siglo, ni en el venidero
¿En qué consiste, pues, este pecado contra el Espíritu Santo, el pecado imperdonable? Una cosa
está clara: Lo imperdonable de él no puede provenir de la naturaleza del pecado mismo; puesto esto
sería una contradicción evidente a la declaración enfática del versículo 31, que dice que toda manera de
pecado es perdonable. Y ¿no es ésta la verdad fundamental del evangelio? (Véase Hechos 13:38-39;
Romanos 3:22, Romanos 3:24; 1 Juan 1:7, y sig.) Entonces, cuando se dice que hablar contra el Hijo
del Hombre o blasfemar de él es perdonable, pero blasfemar contra el Espíritu Santo no es perdonable
(v. 32), no puede entenderse que esto resulte de alguna santidad mayor de la una Persona sobre la otra.
Estas observaciones limitan la cuestión de tal manera que el verdadero sentido de las palabras de
nuestro Señor parece revelarse en seguida. Calumniar al “Hijo del Hombre” en su condición velada
(como hombre) y obra sin terminar, lo que podría hacerse “con ignorancia, en incredulidad” (1 Timoteo
1:13), y calumniar a la misma Persona bendita después del haber contemplado el resplandor de gloria
con el cual el Espíritu Santo pronto había de envolver sus títulos, son dos casos muy distintos. Esto
último sería calumniarlo con los ojos abiertos, o hacerlo “con contumacia”. Blasfemar contra Cristo en
su condición anterior—cuando aun los apóstoles tropezaban en muchas cosas—los dejaba con la mente
abierta para convencerse cuando viniera una luz más completa; pero blasfemar contra él en una luz más
clara, y resueltamente excluir esta luz, naturalmente hace imposible la salvación (Véase el comentario
sobre Hebreos 10:26-29). Los fariseos todavía no habían hecho esto último; pero al acusar a Jesús de
estar en liga con el infierno, ellos estaban manifestando de antemano una decisión maligna de cerrar
sus ojos ante toda evidencia, estaban acercándose al pecado imperdonable, y en espíritu lo estaban
cometiendo (Jamieson-Fausset-Brown).

Los fariseos rechazaban deliberadamente la verdad al atribuir a Satanás los milagros de los cuales ellos
eran testigos, sabiendo que sólo por el Espíritu Santo se podían realizar (Comentario La Biblia de las
Américas).

Los fariseos difamaron al Espíritu Santo atribuyéndole al diablo conscientemente su obra, cometiendo
así «el pecado imperdonable». Su pecado no era una acción impulsiva o fruto de la ignorancia, sino el
resultado de un continuo y obstinado rechazo de la verdad concerniente a Jesús. Era un pecado contra
el conocimiento espiritual, porque tenían amplia evidencia de la verdad por las palabras y los hechos de
Jesús. Al escoger deliberadamente el insulto contra el Espíritu, perdieron el derecho de que sus vidas
fueran ministradas por él, y ello no les será perdonado (Comentario Biblia Plenitud).

El pecado contra el Espíritu Santo es la obstinación voluntaria en el mal que, al rechazar la invitación
de Jesús, excluye por sí misma de la salvación (Martín Nieto).

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