Es 1982 y está sentado en un claro en mitad de la selva siendo entrevistado por
Juan Guillermo Ríos. Se presenta vestido de verde militar, con bigote y pelo desordenado. Le preguntan acerca de la financiación del M19, responde sin muchas ganas de ahondar en la respuesta. La amnistía del presidente Betancourt lo puso al frente de la discusión política y social. Nunca dejó de ser el comandante. Habla de desigualdad social, de corrupción política y de la posibilidad de la paz. “En este país hay una guerra, entremos a discutir (…), pero no el M19 y el gobierno, sino el gobierno y el pueblo”, dice a Ríos. Llevo semanas escuchando su nombre en las plazas públicas. Jaime Bateman Cayón, nacido en Santa Marta en 1940, y muerto en un accidente aéreo en 1983, fue hijo de militantes liberales. “Es paradójico, brutalmente paradójico, que debamos optar por la guerra, el procedimiento más autoritario y menos democrático para imponer el pluralismo, la democracia, pero es la realidad”, dice a Molano en entrevista para Cromos. La guerrilla, a sus ojos, fue la vanguardia de la protesta social en el país. Su vida expresa una pregunta que hoy llena la boca en el debate nacional: ¿Qué es la paz ante el cese de la guerra? La justicia social, responde. Dibuja una sonrisa y ve a los ojos a su interlocutor. Treinta y cinco años de su muerte, Bateman vuelve a estar en la plaza.