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Vallejo no tenía la culpa de ser el poeta que nació un día en el que Dios estaba enfermo y
quien ya tenía el recuerdo de aquél aguacero que iba a caer sobre París el día que muriera.
Dejó a la deriva infinidad de sus creaciones entre periódicos, revistas y viajes que fueron su
alivio para las duras experiencias que tuvo que sobrellevar en vida: la muerte, una férrea
incomprensión de la crítica peruana hacía sus creaciones y un exilio premeditado a Francia,
país del que nunca volvería. Ese dolor existencial tan característico de su lírica. Constructor
de utopías marginales, expresiones puras de rastros mestizos y costumbres truncadas.
Así bien, no es coincidencia las reiteradas ocasiones en que los tiempos verbales en los dos
siguientes poemas a analizar tengan expresiones constantes hacía una noción ulterior a las
acciones –función primaria del presagio-, evocando un llamado hacía una fe y al porvenir,
resultado de constantes experimentaciones líricas, enraizadas en un primer momento hacía
su influyente catolicismo -cabe recordar que en los planes iniciales de Vallejo estaba el
ejercicio del sacerdocio desde temprana edad-, que se contraponen bellamente con
panoramas desolados y nostálgicos tan inmensos como sus letras que forman universos casi
litúrgicos y tiempos que se fragmentan. En palabras de Yurkievich:
Para entender el proceso creativo de nuestro autor, hay que partir de un breve contexto
histórico de la región. En América Latina hubo un sentido tardío de modernidad que, para
el caso que se nos es pertinente reconfiguró los cánones estéticos convirtiendo al largo
romanticismo en movimientos de vanguardia –igualmente tardíos- importados de Europa y
haciéndolos propios: ultraísmo, surrealismo, creacionismo, nadaísmo, etc. la cual en cierta
medida –diversos autores han discrepado o afiliado ciertos matices literarios dentro de los
movimientos-1 influyeron a Vallejo entorno a sus cuestiones ideológicas y creativas, en
especial la figura del Dios cristiano dentro de su poesía y sus consiguientes etapas críticas.
Dichas metamorfosis constan de tres etapas –en donde la tercera es donde se consolida el
presagio narrativo-: en Los Heraldos Negros (1919) se encuentra a un Dios mísero, que es
denunciado por un Vallejo romántico que le hace frente a su fatídico destino. Es decir, la
negación de su muerte frente a los impedimentos que son traducidos en un dolor existencial
1
Este tema ha sido fuente de importantes polémicas en el campo con respecto si Vallejo era
o no perteneciente a alguna corriente literaria de vanguardia. Para un acercamiento al
respecto considero consultar Gilberto, Mendoça Teles y Klaus, Müller-Bergh Vanguardia
latinoamericana: historia, crítica y documentos, Tomo IV, Sudamérica: Área Ecuador –
Perú – Bolivia, (Madrid: Iberoamericana, 2005) y César, Vallejo, Correspondencia
completa, (España: Pre-textos, 2011) en especial los destinatarios Pablo Abril de Vivero,
Juan Larrea y Gerardo Diego.
que se verá hasta el final de sus días, más que su causante directo es el arquetipo de un Dios
castigador. En cuanto a Trilce (1922) como segundo momento, además del rico análisis
filológico que contiene dicho poemario, se presenta una imagen divina de carácter frágil e
indefenso ante una arrolladora transformación creativa. La modernidad había llegado e
impuso los nuevos estatutos en el ámbito literario, entre ellos una buena parte de la
concepción cristiana de Vallejo:
Como última parada antes de los Poemas de París2, Poemas Humanos y España, aparta de
mi este cáliz –cabe recordar que ambos poemarios fueron publicados póstumamente por su
esposa Georgette Vallejo- nace una etapa hasta el momento inédita en este, más que tiene
un alto impacto lírico y una transformación en cuanto a dicha figura, Dios, lejos de ser
ahora figura central es rechazado y Vallejo se vuelca hacía una doctrina humanista. Los
horrores de la guerra de una España en ruinas, y otros viajes de menor envergadura por
Europa lo iban a cambiar para siempre:
En palabras de Flores “La muerte de Dios es la ruptura decisiva que asumirá la persona
poética en sus despojamientos: la pérdida de Dios es fundamentalmente el descubrimiento
del vacío.” (Flores, 31-32). Adicionalmente Ferrari hace otra interesante aproximación al
tema entorno al carácter ontológico de la poesía vallejiana:
Así bien, la forma básica del argumento formula: el presagio entra en acción como primer
agente de cambio, el cual, inmediatamente sustituye ese vacío existencial. En segundo
lugar, como consecuencia inmediata se da la formación de utopías como método de
salvación para el hombre, y en especial para el poeta.
En “Piedra negra sobre una piedra blanca” se inicia con los siguientes versos:
La segunda y tercera estrofa dan una mayor delimitación temporal, jueves es el día que
toma para referenciar el hecho y a su vez actuar como testigo, temporal; los húmeros
puestos a la mala indican el dolor físico además de los utensilios físicos con los cuales le
pegan a “ese” César Vallejo. Por último hace énfasis en que es la primera vez que lo está
haciendo, el rememorar su vida –el camino- y verse así mismo en el final de su vida:
Como comentario adicional cabe recordar las palabras de Lee Kang, quien declara al
respecto:
Las diferentes maneras de llegar según Vallejo. Sin embargo, reitera este lugar es ambiguo,
que no precisa una delimitación geográfica: “Ya podéis iros a pie/ o a puro sentimiento en
pelo, /que a él no arriban ni los sellos.” (Vallejo, 295).
Así bien, gracias a estos primeros testimonios hubo fuertes cambios en nuevas experiencias
con respecto al tiempo y al espacio dados –llegando entonces a momentáneas
extraterritorialidades- y les dará nuevos enfoques entorno al como narrar la vida y la muerte
en futuras metrópolis utópicas que comenzaban a alterar la realidad de Vallejo en la última
etapa de su vida.
Esta honda problemática espiritual nacen entonces como objetivos de una rebeldía que ora
como sujetos de veneración revelando entonces el dilema de una evangelización presente
como sustrato profundo en su vida, más no a flor de piel como para cubrir toda la existencia
de este. Una ambivalencia razonable, de ecos fatalistas y animistas que subjetiviza lo
desconcertante, injusto e irracional del hombre a partir de una deidad. (Martinez, 200).
Por lo tanto, estos dos poemas son claros ejemplos que proponen las premisas adecuadas
para establecer el presagio y por ende la utopía en la lírica de Vallejo. “Piedra blanca sobre
una piedra negra” como la adivinación de hechos tales como su muerte en determinadas
circunstancias, que, marcan a su vez la pérdida de corporeidad dando la siguiente pauta: los
objetos narrados tales como palos o sogas están destinados en la narración para “darle
duro”, expresión naciente de un dolor físico hacía quien lo recibe al igual que sus humeros
que ese día jueves se había puesto a la mala. Dicho sufrimiento y desesperanza, presentado
en vida, bajo la forma de un cuerpo físico, concluye con la adjudicación su muerte misma,
no sin antes recrear una nueva justificación ontológica. La creación de una utopía dentro de
su imaginario narrativo de nombre Trilce.
Ahora bien, ¿Por qué imaginada o bien irrealizable? Porque crea un juego de temporalidad
a la vez que una fuerte ambigüedad geográfica al describir tal lugar, solo se tiene como
referencia la introducción de elementos fisiológicos -las yemas de sus dedos, llegar a pie, o
decir que ni los sellos llegan ahí-. Sin embargo, es un lugar que se alcanza a entrever dentro
de la cotidianidad. Por lo tanto, ¿No será entonces se busca relacionar una codependencia
en términos territoriales –partes del cuerpo- que son los responsables directos de su
impedimento para llegar a su paraíso terrenal, por lo que solo la muerte -una ya anunciada-
le da llegada a su destino? Dios quedó a la zaga en su narrativa, más los elementos
cristianos fueron –y serán- fundamentales para el entendimiento de su vida y obra, tanto en
Perú como en París.
- Bernabé, Mónica. “Vallejo en París”. Cuadernos de literatura. No. 32, (2012): 208-251.
Web. Recuperado el 10 de mayo de 2017
http://revistas.javeriana.edu.co/index.php/cualit/article/view/4069/3054
- Ferrari, Américo. El universo poético de César Vallejo. Caracas: Monte Ávila, 1986.
Impreso.
- Gonzáles Ruano, César, "La entrevista que no conocías de César Vallejo: Trilce no quiere
decir nada" Portal Perú (2015). Recuperado el marzo 24 de 2017 a las 19:08
http://portalperu.pe/nota/116-la-entrevista-que-no-conocias-cesar-vallejo-trilce-no-quiere-
decir-nada
- Lee, Kang.“¡Poeta de lluvia! ¡nadie llorará por ti! (La condición humana en la obra
poética de César Vallejo), Tesis para optar al grado de: Maestro en letras (Lit.
iberoamericana), UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, 1995”. Impreso
- Lee, Kang.“¡Poeta de lluvia! ¡nadie llorará por ti! (La condición humana en la obra
poética de César Vallejo), Tesis para optar al grado de: Maestro en letras (Lit.
iberoamericana), UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, 1995”. Impreso
- Vallejo, César. Obra poética completa Colección archivos, IV. Coor., Américo Ferrari.
México: Conaculta, 1988. Impreso.