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He nevado tanto para que duermas: el presagio como elemento narrativo en

la poesía de César Vallejo

David Bernal Montero

La precisión –dice Vallejo- me interesa hasta la obsesión. Si usted me preguntara


cuál es mi mayor aspiración en estos momentos, no podría decirle más que esto: la
eliminación de toda palabra de existencia accesoria, la expresión pura, que hoy
mejor que nunca habría que buscarla en los sustantivos y en los verbos… ¡ya que
no se puede renunciar a las palabras...! (Gonzáles Ruano).

Vallejo no tenía la culpa de ser el poeta que nació un día en el que Dios estaba enfermo y
quien ya tenía el recuerdo de aquél aguacero que iba a caer sobre París el día que muriera.
Dejó a la deriva infinidad de sus creaciones entre periódicos, revistas y viajes que fueron su
alivio para las duras experiencias que tuvo que sobrellevar en vida: la muerte, una férrea
incomprensión de la crítica peruana hacía sus creaciones y un exilio premeditado a Francia,
país del que nunca volvería. Ese dolor existencial tan característico de su lírica. Constructor
de utopías marginales, expresiones puras de rastros mestizos y costumbres truncadas.

Así bien, no es coincidencia las reiteradas ocasiones en que los tiempos verbales en los dos
siguientes poemas a analizar tengan expresiones constantes hacía una noción ulterior a las
acciones –función primaria del presagio-, evocando un llamado hacía una fe y al porvenir,
resultado de constantes experimentaciones líricas, enraizadas en un primer momento hacía
su influyente catolicismo -cabe recordar que en los planes iniciales de Vallejo estaba el
ejercicio del sacerdocio desde temprana edad-, que se contraponen bellamente con
panoramas desolados y nostálgicos tan inmensos como sus letras que forman universos casi
litúrgicos y tiempos que se fragmentan. En palabras de Yurkievich:

Ese tiempo histórico es el tiempo substancial que Vallejo quiere comunicar en su


poética, la ciencia contemporánea ha abandonado el tiempo bergsoniano, concebido
en si el pasado y el futuro estuviesen inscritos en todos los momentos de nuestra
existencia, sujeta así a un designio inmanente: postula un tiempo atomizado donde
todo lo real, regido por el cálculo de probabilidades, se condensa, como los átomos,
en impulsiones momentáneas. Tal es la visión que percibe y que nos comunica
Vallejo (Yurkievich, 20).

En el presente artículo se planteará el elemento narrativo de presagio y sus derivados en los


poemas de “Trilce” y “Piedra negra sobre una piedra blanca”, perteneciente a sus poemas
póstumos escritos en París, además de hacer un recuento histórico entorno al sujeto
vallejiano que este utiliza para su composición lírica.

Las metamorfosis de Dios

Para entender el proceso creativo de nuestro autor, hay que partir de un breve contexto
histórico de la región. En América Latina hubo un sentido tardío de modernidad que, para
el caso que se nos es pertinente reconfiguró los cánones estéticos convirtiendo al largo
romanticismo en movimientos de vanguardia –igualmente tardíos- importados de Europa y
haciéndolos propios: ultraísmo, surrealismo, creacionismo, nadaísmo, etc. la cual en cierta
medida –diversos autores han discrepado o afiliado ciertos matices literarios dentro de los
movimientos-1 influyeron a Vallejo entorno a sus cuestiones ideológicas y creativas, en
especial la figura del Dios cristiano dentro de su poesía y sus consiguientes etapas críticas.

Dichas metamorfosis constan de tres etapas –en donde la tercera es donde se consolida el
presagio narrativo-: en Los Heraldos Negros (1919) se encuentra a un Dios mísero, que es
denunciado por un Vallejo romántico que le hace frente a su fatídico destino. Es decir, la
negación de su muerte frente a los impedimentos que son traducidos en un dolor existencial

1
Este tema ha sido fuente de importantes polémicas en el campo con respecto si Vallejo era
o no perteneciente a alguna corriente literaria de vanguardia. Para un acercamiento al
respecto considero consultar Gilberto, Mendoça Teles y Klaus, Müller-Bergh Vanguardia
latinoamericana: historia, crítica y documentos, Tomo IV, Sudamérica: Área Ecuador –
Perú – Bolivia, (Madrid: Iberoamericana, 2005) y César, Vallejo, Correspondencia
completa, (España: Pre-textos, 2011) en especial los destinatarios Pablo Abril de Vivero,
Juan Larrea y Gerardo Diego.
que se verá hasta el final de sus días, más que su causante directo es el arquetipo de un Dios
castigador. En cuanto a Trilce (1922) como segundo momento, además del rico análisis
filológico que contiene dicho poemario, se presenta una imagen divina de carácter frágil e
indefenso ante una arrolladora transformación creativa. La modernidad había llegado e
impuso los nuevos estatutos en el ámbito literario, entre ellos una buena parte de la
concepción cristiana de Vallejo:

La idea cristiana perdió su vitalidad de seguro con la difusión de la esperanza


prometeica, se debilitó en la medida en que crecía la fe de los hombre en la
capacidad de auto perfeccionamiento y de perfeccionamiento de la sociedad, su fe
ilimitada en que alzarían monumentos cada vez más gloriosos de grandeza humana
o, a fin de cuentas, depararían a la humanidad una vida de la cual se habrían abolido
el mal, el sufrimiento, la agresión los conflictos, la miseria, la discordia y la
aflicción, definitivamente (Kolakowski, 131).

Como última parada antes de los Poemas de París2, Poemas Humanos y España, aparta de
mi este cáliz –cabe recordar que ambos poemarios fueron publicados póstumamente por su
esposa Georgette Vallejo- nace una etapa hasta el momento inédita en este, más que tiene
un alto impacto lírico y una transformación en cuanto a dicha figura, Dios, lejos de ser
ahora figura central es rechazado y Vallejo se vuelca hacía una doctrina humanista. Los
horrores de la guerra de una España en ruinas, y otros viajes de menor envergadura por
Europa lo iban a cambiar para siempre:

En el mundo de Vallejo el hombre está abandonado a sus propios recursos y no


puede esperar auxilio de una fuente divina. Eso lo confirma una serie de poemas
que ponen en duda la existencia de Dios o identifican la religión con la ignorancia y
la superstición. (Higgins, 53).
Vacío, presagio y utopía

A continuación se analizarán los poemas previamente mencionados bajo la siguiente


premisa: la forma básica del argumento mediante el cual se parte es que al quedar la figura
de Dios suprimida y la angustia existencial, o bien, la razón de ser del autor, se queda sin
elementos para contraponerlos. el vacío se yuxtapone en sus letras.

En palabras de Flores “La muerte de Dios es la ruptura decisiva que asumirá la persona
poética en sus despojamientos: la pérdida de Dios es fundamentalmente el descubrimiento
del vacío.” (Flores, 31-32). Adicionalmente Ferrari hace otra interesante aproximación al
tema entorno al carácter ontológico de la poesía vallejiana:

La visión poética de Vallejo reposa en la intuición ontológica de una ausencia


esencial que afecta directa e irremediablemente el corazón del hombre. De ahí que
la realidad se presente siempre como dislocada o mutilada, como lesión. El
sentimiento de un hiato entre el hombre existente y la razón de su existencia es
generador de angustia y de inquietud (Ferrari, 21).

Así bien, la forma básica del argumento formula: el presagio entra en acción como primer
agente de cambio, el cual, inmediatamente sustituye ese vacío existencial. En segundo
lugar, como consecuencia inmediata se da la formación de utopías como método de
salvación para el hombre, y en especial para el poeta.

En “Piedra negra sobre una piedra blanca” se inicia con los siguientes versos:

Me moriré en París con aguacero,


un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París ?y no me corro?
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño (Vallejo, 339).
La primera estrofa afirma una delimitación espacial –París- e indica la acción en futuro –
morir-, a continuación el verbo tener -en presente- y la palabra recuerdo, que significa un
conjunto de hechos en el pasado, lo que da a entender un juego de tiempos en el poema.
Finalmente, cabe resaltar el “y no me corro”, haciendo alusión a un síntoma de resignación
antes su fatídico final.

La segunda y tercera estrofa dan una mayor delimitación temporal, jueves es el día que
toma para referenciar el hecho y a su vez actuar como testigo, temporal; los húmeros
puestos a la mala indican el dolor físico además de los utensilios físicos con los cuales le
pegan a “ese” César Vallejo. Por último hace énfasis en que es la primera vez que lo está
haciendo, el rememorar su vida –el camino- y verse así mismo en el final de su vida:

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso


estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo

César Vallejo ha muerto, le pegaban


todos sin que él les haga nada;
/le daban duro con un palo y duro (Vallejo, 339).

Como comentario adicional cabe recordar las palabras de Lee Kang, quien declara al
respecto:

Para el poeta, la existencia se concibe como una perpetua división de sí mismo y, a


la vez, como la creación perpetua, y ambas son un progresivo empobrecimiento del
ser. Él es una amalgama de múltiples yos fragmentados que están en una
metamorfosis perpetua. Cada yo es temporal y relativo, como una experiencia no-
auténtica o falsa (Lee Kang, 113).

La cuarta y última estrofa da el recuento de los elementos previamente mencionados versos


arriba. Cabe mencionar el poema termina con puntos suspensivos, dejando abierto el poema
a elementos posteriores.
Para el segundo poema, en “Trilce” Vallejo indica tener conocimiento de un lugar
específico que, en primera instancia es tangible, más, en el siguiente verso afirma en
colectividad su acceso se verá imposibilitado: Hay un lugar que yo me sé/ en este mundo,
nada menos, /adonde nunca llegaremos (Vallejo, 295).

Segunda estrofa, continúa con el juego retórico de temporalidad y espacialidad de lo que


aparentemente se llama como el título del poema, e introduce elementos físicos y en
particular partes del cuerpo como analogía: Donde, aun si nuestro pie/ llegase a dar por un
instante /será, en verdad, como no estarse (Vallejo, 295).

Indica es cotidiano dentro de su realidad, además de expresar que dicha acción es


inminente en el sujeto narrado. Es decir, la muerte: Es ese sitio que se ve/ a cada rato en
esta vida, /andando, andando de uno en fila (Vallejo, 295).

Elemento retórico de espacialidad, es cercano a dicho espacio marcándolo consigo mismo,


que se presenta de manera imprecisa, o bien borrosa ante la vista de quien lo narra: Más acá
de mí mismo y de/ mi par de yemas, lo he entrevisto/ siempre lejos de los destinos (Vallejo,
295).

Las diferentes maneras de llegar según Vallejo. Sin embargo, reitera este lugar es ambiguo,
que no precisa una delimitación geográfica: “Ya podéis iros a pie/ o a puro sentimiento en
pelo, /que a él no arriban ni los sellos.” (Vallejo, 295).

Complemento vida y muerte, la transitoriedad de esta que nuevamente se torna inevitable y


que se puede sentir dentro del mismo sujeto, haciendo referencia entonces a las entrañas
asumiendo nuevamente términos fisiológicos como analogía. “Espejo”, como elemento que
refleja la humanidad –o al humano mismo- y “hermana” como elemento de familiaridad
hacía el lugar narrado: “-Cerrad aquella puerta que/ está entreabierta en las entrañas/ de ese
espejo. -¿Está? -No; su hermana.” (Vallejo, 295).
Inevitable y resignado se encuentra quien narra, como finalización del verso acude a la
palabra “pestillo”, definido como utensilio para cerrar puertas: “-No se puede cerrar. No
se/ puede llegar nunca a aquel sitio/ do van en rama los pestillos.” (Vallejo, 295).

Termina su poema afirmando, tener conocimiento de él. Nuevamente, el juego retórico es


herramienta fundamental en el texto: “Tal es el lugar que yo me sé.” (Vallejo, 295).

El elemento de presagio y por ende la construcción de utopía en la poesía de Vallejo, fue


una consecución narrativa que por años acarreó el autor gracias a las duras experiencias que
vivió en el entorno rural del Perú, para luego ser transformada en expresiones más maduras
y recuperadas en un yo adulto que se refleja con la llegada a la metrópoli parisina, al igual
que a la gran mayoría de artistas bohemios, la gran villa francesa le preparó un duro
comienzo en su exilio voluntario:

Su amor no fue un amor a primera vista ni tampoco el de un turista snob que se


fascina superficialmente con la moda y el vaudeville. Muy por el contrario, su amor
por París parece haber sido puesto aprueba por una pobreza y una penuria similares
a las de miles de migrantes que llegan a las grandes metrópolis sin recursos ni
comodidades (Bernabé, 240).

Así bien, gracias a estos primeros testimonios hubo fuertes cambios en nuevas experiencias
con respecto al tiempo y al espacio dados –llegando entonces a momentáneas
extraterritorialidades- y les dará nuevos enfoques entorno al como narrar la vida y la muerte
en futuras metrópolis utópicas que comenzaban a alterar la realidad de Vallejo en la última
etapa de su vida.

Esta honda problemática espiritual nacen entonces como objetivos de una rebeldía que ora
como sujetos de veneración revelando entonces el dilema de una evangelización presente
como sustrato profundo en su vida, más no a flor de piel como para cubrir toda la existencia
de este. Una ambivalencia razonable, de ecos fatalistas y animistas que subjetiviza lo
desconcertante, injusto e irracional del hombre a partir de una deidad. (Martinez, 200).
Por lo tanto, estos dos poemas son claros ejemplos que proponen las premisas adecuadas
para establecer el presagio y por ende la utopía en la lírica de Vallejo. “Piedra blanca sobre
una piedra negra” como la adivinación de hechos tales como su muerte en determinadas
circunstancias, que, marcan a su vez la pérdida de corporeidad dando la siguiente pauta: los
objetos narrados tales como palos o sogas están destinados en la narración para “darle
duro”, expresión naciente de un dolor físico hacía quien lo recibe al igual que sus humeros
que ese día jueves se había puesto a la mala. Dicho sufrimiento y desesperanza, presentado
en vida, bajo la forma de un cuerpo físico, concluye con la adjudicación su muerte misma,
no sin antes recrear una nueva justificación ontológica. La creación de una utopía dentro de
su imaginario narrativo de nombre Trilce.

Ahora bien, ¿Por qué imaginada o bien irrealizable? Porque crea un juego de temporalidad
a la vez que una fuerte ambigüedad geográfica al describir tal lugar, solo se tiene como
referencia la introducción de elementos fisiológicos -las yemas de sus dedos, llegar a pie, o
decir que ni los sellos llegan ahí-. Sin embargo, es un lugar que se alcanza a entrever dentro
de la cotidianidad. Por lo tanto, ¿No será entonces se busca relacionar una codependencia
en términos territoriales –partes del cuerpo- que son los responsables directos de su
impedimento para llegar a su paraíso terrenal, por lo que solo la muerte -una ya anunciada-
le da llegada a su destino? Dios quedó a la zaga en su narrativa, más los elementos
cristianos fueron –y serán- fundamentales para el entendimiento de su vida y obra, tanto en
Perú como en París.

Que esta noche nieve, para que Vallejo pueda dormir.


Bibliografía

- Bernabé, Mónica. “Vallejo en París”. Cuadernos de literatura. No. 32, (2012): 208-251.
Web. Recuperado el 10 de mayo de 2017
http://revistas.javeriana.edu.co/index.php/cualit/article/view/4069/3054

- Ferrari, Américo. El universo poético de César Vallejo. Caracas: Monte Ávila, 1986.
Impreso.

- Flores, Ángel, “la poética de la personal confesional”, en Aproximaciones a César


Vallejo, New York, Las Américas Publishing Co., 1971, pp. 17-42. Impreso

- Gonzáles Ruano, César, "La entrevista que no conocías de César Vallejo: Trilce no quiere
decir nada" Portal Perú (2015). Recuperado el marzo 24 de 2017 a las 19:08
http://portalperu.pe/nota/116-la-entrevista-que-no-conocias-cesar-vallejo-trilce-no-quiere-
decir-nada

- Leszek Kolakowski, La modernidad siempre a prueba. México: Vuelta, 1990. Impreso.

- Lee, Kang.“¡Poeta de lluvia! ¡nadie llorará por ti! (La condición humana en la obra
poética de César Vallejo), Tesis para optar al grado de: Maestro en letras (Lit.
iberoamericana), UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, 1995”. Impreso

- Higgins, James, “La posición religiosa a través de su poesía”, recuperado el 14 de mayo


de 2017 a las 18:44 http://www.jstor.org/stable/40849696
- Martínez, Juan Manuel “Dios en la poesía de Vallejo.” Anales de Literatura
Hispanoamericana. No. 26 I. (1997): 195-201. Impreso.

- Leszek Kolakowski, La modernidad siempre a prueba. México: Vuelta, 1990. Impreso.

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- Vallejo, César. Obra poética completa Colección archivos, IV. Coor., Américo Ferrari.
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- Yurkievich, Saúl, Fundaciones de la nueva Poesía latinoamericana: Vallejo, Huidobro,


Borges, Neruda, Paz. Barcelona: Seix Barral, 1971. Impreso.

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