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Cat´s Lair

La Guarida
de Cat
Christine Feehan
Leopardos 6

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

Para Amanda Martin, con amor

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

PARA MIS LECTORES

Asegúrense de ir a christinefeehan.com/members/ para inscribirse en mi lista de


anuncios, libro PRIVADO y descargar el libro de Postres Oscuras. Por favor,
siéntase libre de enviarme un correo electrónico a Christine@christinefeehan.com.
Me encantaría saber de usted.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

AGRADECIMIENTOS

Tengo que agradecer a Domini Walker por hacer todo lo posible para mantenerse
al día conmigo. Tengo que dar una nota de salida a todos mis socios que me
mantienen en la pista y la escritura como un demonio Y siempre gracias a Brian
Feehan por estar ahí conmigo cada vez que llamo, de día o de noche, para discutir
a fondo una escena terca, Me encanta que no le importe hablar de libros conmigo
siempre.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

Mil y una gracias a julieta9768 nuestra fabulosa traductora


quien se le midió a trabajar solita en este proyecto invirtiendo de
su tiempo y esfuerzo sin esperar nada a cambio, solo por amor a
la lectura.

Gracias a caamiilaasooleen por las horas invertidas corrigiendo


el texto a pesar de las responsabilidades con la U…

¡¡¡Son las mejores!!!

A las DarkLadys y DarkKnights que con sus comentarios y cariño


mantienen viva nuestra página…

Ustedes son la razón por las que seguimos adelante con cada
proyecto…

xoxoxox

Saga Cárpatos

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

C atarina Benoit se despertó a los gritos. Gritos terribles, y espantosos que

hicieron eco en su dormitorio.

Su corazón palpitaba y el sudor cubría su cuerpo. Su pelo largo colgaba por su


rostro con hilos húmedos.

Colocó la mano sobre su boca aún escuchando los gritos, su garganta seca mientras
sus ojos miraban en torno a la habitación. Buscando. Siempre a la búsqueda.

Buscó en los lugares altos en primer lugar, cualquier lugar en el que pudiera estar
agazapado. Viéndola. Esperando para atacar. Buscó las ventanas. El cristal estaba
cubierto de barras, pero ella sabía que no lo detendrían si él la encontraba. Nada ni
nadie nunca lo detuvo. Podía conseguir entrar a cualquier casa, a cualquier edificio.
En cualquier lugar. Rafe Cordeau, era su pesadilla.

Ella estaba a salvo. Tenía que estarlo. Vivía completamente fuera de la Red. En la
clandestinidad. Ella sólo salía de noche. La única excepción a la regla fue la noche
en que se marchó, tan sólo unas horas antes de la puesta del sol. Trabajaba en una
zona tranquila de la ciudad, en una tienda, no se le ocurriría pensar que ella
trabajaría allí. Rafe nunca se lo imaginaria, ni en un millón de años. No la podría
encontrar esta vez. Ella había planeado esto cuidadosamente. Le había robado
incluso suficiente dinero para sostenerse a sí misma en un inicio. Directamente de
su caja fuerte. La que nadie pudo descifrar. Ella lo había hecho. El no iba a
conseguir poner sus manos en ella nuevamente. Nunca más.

Se cayó hacia atrás contra las almohadas, llevando sus rodillas hacia el pecho,
haciendo de ella misma una pequeña bola, meciéndose suavemente para tratar de

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calmarse, y empujar el terror de la pesadilla. Podía sentir el sabor de la bilis en la
boca.

Tomó grandes respiraciones profundas para tratar de controlar su corazón salvaje,


pero sintió algo diferente, algo en su interior que se desplegó y se estiró. Eso
también la aterrorizó. Había algo en ella, aguardando su momento, a la espera de
una oportunidad para salir y ella temía que fuera un monstruo.

Temía que lo que había allí, de alguna manera la hiciera igual que él. Ella sabía que
no volvería a dormir. Cada una de las ventanas estaba cubierta de pesadas cortinas
para bloquear el sol, pero aún así, no sería capaz de volver a dormir. Obligó a sus
piernas a enderezarse. Le dolían. Cada músculo era un dolor terrible en la espiral
de su cuerpo. Sabía por experiencia que estaría así todo el día, como si alguien
hubiera golpeado su cuerpo con un bate de béisbol.

Se sentó y pasó a un lado de la cama, en primer lugar, como ella siempre lo había
hecho, para sentir el arma oculta debajo de su almohada. El peso sólido que
siempre le había hecho sentirse mejor. Ella trabajó, entrenó duro, incluso cuando
sabía que no tendría una oportunidad contra él si la encontraba. Aun así, ella vivía
su vida. La conservaba aún. Al mantenerse a sí misma reducía sus posibilidades.

Tomó una ducha en el pequeño baño. Era una manguera con una boquilla
acomodada sobre la parte superior de la pequeña cabina con un drenaje. No le
importaba. Estaba a salvo. Vivía en un almacén y no en su coche. Todo el almacén
estaba vacío, pero su profesor de artes marciales era dueño de la propiedad y le
había permitido rentar el espacio cuando se dio cuenta que ella estaba viviendo en
su automóvil. Él había cerrado las ventanas para ella. Había puesto las cerraduras
dobles ella misma. Había hecho todo lo necesario para sentirse segura, pero luego
había hecho un voto. Sería feliz cada segundo que estuviera viviendo sana y libre.
No se ocultaría en el almacén, aislada del mundo, viviría. Sería inteligente y
cuidadosa, pero esta vez no sería un ratón escondido. No lo había hecho muy bien
la última vez, y había perdido la poca libertad que había tenido. El precio sin duda
no había merecido la pena. Ella iba a asegurarse de que lo valiera esta vez.

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Catarina presionó sus dedos duros contra sus sienes, ella no estaba dispuesta a
volver a recordar el momento en el que la encontró la vez pasada y su terrible
castigo. Todo su cuerpo se estremeció. Había pagado un precio muy alto, pero eso
solo la había hecho más decidida a escapar permanentemente. Había estado
aterrorizada, y él pensó que el terror era su ventaja. Dejó que él lo creyera y, a
continuación, se había escapado una vez más.

Su vida había comenzado realmente con su profesor de artes marciales Malcom


Hardy, quien estaba al final de la década de los sesenta, y desde el momento en
que había entrado en su clase, parecía saber que algo andaba mal. El no hizo
exactamente preguntas, pero de alguna manera se enteró de que vivía en su
automóvil y casualmente mencionó su almacén vacío. Ese había sido el inicio de su
extraña amistad.

Catarina nunca había tenido una amistad con nadie antes, y en primer lugar,
desconfío de sus motivos. Había tomado meses para que Malcom se ganara su
confianza lo suficiente para que ella se quedara, y hablara unas palabras en
privado con él después de cada clase. No le contó su pasado, sólo que estaba
buscando un trabajo y necesitaba un hogar seguro. Ella también había utilizado la
palabra seguro con la esperanza de que él pudiera entender sin una explicación, y
lo había hecho.

Cuando se había escapado, no había tomado toneladas de dinero de la caja fuerte


debido a que no quería que Rafe tuviera más razón para venir detrás si por
casualidad decidía renunciar a ella. Esto significa que no tenía mucho dinero.
También significaba que si él hubiera renunciado a ella, enviaría su escuadrón de
la muerte tras ella. En cualquier caso no estaba segura y tenía que ser muy
cuidadosa con su dinero.

Malcom lentamente la venció con sus muchas bondades. Un día casualmente cayó
para poner las barras en las ventanas, después de que le había dicho que estaba un
poco nerviosa. Él también había sido el que le encontró un trabajo después de que
ella le dijera que ese era su sueño.

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A Catarina le encantaba su trabajo. El Café Casa y Librería era antigua y del género
en el que los poetas y escritores venia a leer sus trabajos todos los viernes. Era un
mundo de retroceso que le convenía. Los libros estaban en todas partes y la gente
se reunía para hablar, leer y mostrar su trabajo. Le gustaba que el lugar fuera un
homenaje a una época pasada y los asiduos que le frecuentaban eran leales y
definitivamente diferentes.

Se aseguraba de nunca destacarse. Se vestía con pantalones vaqueros, una camiseta


holgada. Su cabello siempre había crecido a un ritmo muy rápido y empeoraba si
se lo cortaba. Había desistido del pelo corto, por lo que se lo retiraba hacia atrás en
una coleta o trenza y a menudo llevaba sombreros. Y ya que todo el mundo que
venía a la cafetería llevaba gorras o sombreros de fieltro, no estaba fuera de lugar.
La mayoría llevaba gafas de sol, incluso por la noche, así que, lo hacía también,
escondiendo sus inusuales ojos de color cobalto.

La cafetería permanecía abierta casi veinticuatro horas, y tenía el turno que iba de
las siete de la noche hasta las tres de la mañana, cuando se cerraba la tienda. Ellos
tenían una gran afluencia de personas, mientras esperaban por bajar la bebida, o
bailar en las discotecas y bares que cerraban a las dos. No era aficionada a la
multitud, pero se había acostumbrado a ella.

Gastó una hora en la pesada bolsa de entrenamiento que Malcom había colgado
para ella y otra hora haciendo abdominales, sentadillas y flexiones. Se vistió con
pantalones holgados y salió a correr. Así mató otra hora que la acercó a la puesta
del sol. Otra ducha y se dirigió a la cafetería.

Trató de no permitir que su corazón tartamudeara un poco, al preguntarse si el


nuevo instructor que Malcom había contratado caería por ahí otra vez. Le gustaba
mirarlo. Él era un bono en el dojo1, así como en la cafetería. Ella nunca se encontró
mirando a un hombre antes, nunca se atrevió a hacerlo. Pero el era especial. Todo
en él era especial.

Dojo1 : nombre academia de artes marciales

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El había estado en el dojo un mes y ella le había mirado con la misma desconfianza
que tenia para todo aquel nuevo que entrara en su mundo. Él era absolutamente el
hombre más hermoso que hubiera visto en su vida. Era brutal cuando luchaba,
pero al mismo tiempo, elegante y fluido. Pura poesía. Era ligero en sus pies, muy
rápido, de manera suave. Estaba siempre, en absolutamente calma. Ella no podía
imaginárselo agitado por algo. Encarnaba el mundo de las artes marciales – vivía
de esa manera, no sólo en el dojo, sino fuera él.

Aún así, mantuvo su distancia, incluso cuando reparó en ella en el dojo y le sonrió
no una sino dos veces. Ella no le sonrío de vuelta. Ella no alentaría ningún tipo de
relación, ni quería una. No porque no quisiera hablar con la gente, sino porque le
hacía sentir algo que nunca había sentido antes.

Pero le gustaba mirarlo. Quizás un poco demasiado. Ella no tenía vuelos de


fantasía erótica o sueños. Su cuerpo nunca había despertado en fuego, con
necesidad y hambre. Sus pechos no se sentían hinchados y adoloridos, ni
desesperados por el toque de un hombre. No hasta que ella puso los ojos en el
nuevo instructor de Malcom.

Algo se movió en ella. Algo asumió el control e inesperadamente, por la noche,


cuando ella no estaba teniendo pesadillas, ella tenía sueños eróticos que quemaban
su cuerpo hasta que no podía respirar. Bruscamente la dejaban, y una vez que se
habían ido, su cuerpo y su cabeza estaban perfectamente bien de nuevo. Él era sin
duda una persona de la que necesitaba mantenerse alejada, pero mirarlo a él era
aceptable.

El había merodeado en el café casa hace dos semanas, después de empezar a


trabajar con Malcom. Lo había notado inmediatamente. ¿Cómo podría ella, no
hacerlo? Cuando se movía, se notaban los músculos de su cuerpo, incluso bajo su
apretada camiseta negra, hacían un tipo de ondulación que atraía cada ojo
femenino en el lugar. Ridley Cromer. El nombre era tan extraño y único como el
hombre.

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Catarina se situó fuera de la cafetería sólo mirando fijamente las ventanas, se sentía
feliz. Siempre trataba de ser feliz. Esto era importante. Se despertaba en la mañana
y siempre, siempre se decía que sería feliz ese día.

― ¡Hola, bella!

Se congeló, la sonrisa desvaneciéndose. La otra cosa extraña de Ridley Cromer, era


el hecho de que nunca le había oído cuando se acercaba a ella. Que no hiciera un
sonido. Ella escuchaba a todos. Siempre sabía cuando alguien estaba cerca de ella.
Esa era la razón por la cual se había destacado en las artes marciales, porque
siempre se anticipaba a su oponente. Era como si tuviera una especie de radar que
le decía donde estaba todo el mundo que estuviera dentro de su espacio. Todos,
menos Ridley Cromer.

Ella volvió su cabeza, respirando, y su sonrisa desvaneciéndose. Sus ojos se


reunieron con los de Ridley y el impacto fue tan fuerte, que el aire de sus pulmones
se expulsó como si la hubiera golpeado. Tenía ojos hermosos. Intensos. La forma
en que la miró fue intensa. Todo en él era intenso. Y zen. Muy zen.

Se obligó a mover la cabeza por cortesía. Ella sabía que si trataba de hablar pitaría
como un ratón y nada más. Ridley Cromer estaba bien para mirar. Para soñar
despierta. Incluso para tener sus noche de fantasías, pero no le hablaba. No habría
ninguna interacción. Nunca. Si todo el resto del mundo eran mujeres inteligentes,
adoptarían normas firmes con él.

― ¿Trabajas esta noche o simplemente buscas compañía?

Su voz era baja y sexy. Su pulso golpeó con fuerza en su garganta. Ella tragó duro.
Nunca se había enamorado de alguien en su vida, pero allí estaba él de pie delante
de ella. Elevándose sobre ella. Sus ojos sonriéndole y mostrándole sus dientes
blancos. Él debería estar encerrado para preservar la virtud de todas las mujeres.

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Ella movió la cabeza y llegó a la empuñadura de la puerta. El llegó al mismo
tiempo, colocando su mano alrededor de la de ella cuando aferró la perilla. Un
escalofrío de conciencia absoluta resbaló por su columna vertebral. Curvándose en
su vientre. Se produjo un repentino cosquilleo en sus pechos y ella sentía calor
reuniéndose en su esencia. No le gustaban sus noches de fantasías, donde su
cuerpo quemaba, pero aún así...

No retiró la mano, y ella no pudo quitar la suya del pomo de la puerta. Su toque
era ligero. Suave. Tenía que haber retirado su mano pero ella se congelo en el
lugar. El se acerco más, tan cerca que ella podía sentir el calor de su cuerpo en ella.
Él estaba caliente. Irradiando calor. Su aliento era cálido en la nuca de su cuello, y
por primera vez le hubiera gustado haberse dejado el pelo hacia abajo para
protegerse.

― Eres Cat, ¿verdad? Malcom te llama Cat. Eres su alumna favorita. Nunca he
sabido que tuviera un favorito. Soy Ridley Cromer.

Ella cerró los ojos brevemente. Un trueno rugió en sus oídos. Su cerebro estaba en
cortocircuito. Su voz era un tono tan bajo que parecía deslizarse debajo de su piel y
encontrar su camino directamente a su torrente sanguíneo como alguna extraña
droga nueva. Nunca le habían tocado. Nadie se atrevía. Había roto ese tabú. Ella
no sabía cómo sentirse.

― Eres r{pida. Muy r{pida, ― continuó, como si ella no fuera la persona m{s
grosera del mundo por no contestarle. ― No pude dejar de verte entrenar el otro
día. Estabas limpiando el piso con hombres mucho mayores que tú. Hombres con
mucha más experiencia. Era una cosa hermosa.

Una cosa hermosa. Ella tomaría eso y pensaría en ello cuando estuviera sola. Un
cumplido. Viniendo de alguien que claramente podría ser mejor que nadie en el
dojo, incluyendo probablemente a Malcom, era muy buen elogio. Sin embargo, no
podía estar parada allí como una absoluta idiota. Finalmente encontró su ingenio y
dio al picaporte un desesperado giro, dirigiendo a él, lo que esperaba fuera una
descuidada sonrisa de agradecimiento por encima del hombro, hacia él. Abrió la
puerta, pero se encontró retrocediendo directamente hacia él. Derecho en él.

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Su cuerpo estaba tan duro como una roca. Era más bien como si ella se golpeara
contra un árbol de roble. Sus brazos llegaron en torno a ella automáticamente. El
calor irradiado por él casi quemando a través de la ropa. Para su horror, la puerta
se cerró una vez más, cuando se tiró hacia delante y lejos de él. Casi chocó contra el
vidrio grueso, pero sus manos estaban de repente en su cintura, moviéndola
suavemente lejos de la puerta.

En un momento se dirigía a peligro, y al siguiente la había literalmente levantado y


la puso a un pie la puerta.

― Cat, mejor déjame hacer eso.

El color se apresuró desde su cuello a su cara. Para su eterna mortificación, podía


oír la diversión en su voz. Ella era un idiota, una idiota muda y encima parecía que
estaba loca. Todavía.

Ella tomó rápidamente aire, de la mejor manera posible. Apenas se despidiera,


esperaba que nunca volviera a mirarla. No con esos ojos. Esos hermosos ojos, oro
antiguo. ¿Quien tenía ojos de ese color? Él abrió la puerta y esperó a que ella
pasara. Afortunadamente ella encontró sus piernas y se movió más allá, una vez
más lanzando una pequeña sonrisa agradecida, hacia él sobre su hombro.

Caminó rígidamente hasta la barra y empujó sus cosas por debajo de ella, hacia el
otro lado. Estaba absolutamente segura de que alguien la necesitaba para archivar
su libro en la parte de atrás donde nadie podía verla. Alguien podría hacer el café
esta noche, mientras ella se escondía.

― Cat, genial, est{s aquí. ― David Belmont, el propietario de Poetry Slam, le tiró
su delantal. ― Manos a la obra. Todo el mundo se queja porque al parecer mi café
no tiene sabor similar al suyo. Te he observado hacerlo un millón de veces y hago
exactamente lo mismo, pero nunca sale como el suyo.

― No te gusta hacer café, David, ― Catarina respondió y se puso el delantal. Lo


que ella encontraba muy gracioso ya que era el dueño del café.

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Al momento estaba detrás de la máquina de café, David se trasladó a su posición
de tomar órdenes y cobrar. Era evidente que estaba en su elemento, charlando con
los clientes, sin olvidar sus nombres, hablando de algunos de los productos de
panadería que se vendían con el café. Incluso recordando una poesía o cuentos que
escribieron. El era increíble con los clientes, y ella era increíble con el café. Ellos
hacían un gran equipo.

No miraba hacia arriba cuando alguien ordenaba. Era parte de su estrategia para
mantenerse en el fondo. Era el ratón en la cafetería. Por desgracia, ella era muy
buena preparando cualquier tipo de bebidas de café, y los clientes eran conscientes
de ello. Ella era el actual campeón barrista, y los clientes habían comenzado a
llenar el café por las noches.

Había trabajado duro para aprender lo que necesitaba en secreto. Ella leía, miraba
innumerables vídeos y había leído libros aprendiéndoselos de memoria. Antes de
eso, había tenido que aprender a leer. Ella estaba un poco presumida sobre ello.
Rafe jamás pensaría que la encontraría en una librería/café. Nunca. Ella era la pobre
Catarina, analfabeta.

Y mantuvo su mirada en la máquina de café expreso cuando oyó a Ridley pedir su


orden en un tono suave, un tono bajo que envió un millón de mariposas volando a
su estómago. Ella ya sabía exactamente lo que quería, al igual que lo hacía con la
mayoría de los parroquianos. Él no había venido en todo este largo tiempo, pero
era consciente de cada aliento que él tomó, al igual que las otras mujeres. Sin duda
ella recordaría que café le gustaba tomar.

Sabía exactamente donde estaba sentado sin mirar. Él siempre sacaba un libro,
usualmente de meditación a ensayos de un maestro zen, mientras bebía su café.
Saboreaba café. Lo había visto hacerlo, a escondidas, por supuesto, y siempre tenía
la misma expresión en su rostro. Ella podría no ser una gran conversadora, pero
hacia un espectacular café.

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Se obligó a hacer quince cafés más, antes de que ella mirara hacia arriba. Su mirada
chocó con la de él. Oro fundido, era hermoso, perfecto. Casi se cayó en sus ojos.
Ella se sonrojó. Ella sabía que lo hizo. Ya no pudo frenar el aumento del color en
sus mejillas. Le dio una tenue sonrisa, sexy. Ella agachó la mirada, sin sonreír,
concentrándose en su trabajo. Una mirada y su estómago volviéndose en un rollo
loco. ¿Cuál era el problema con ella? Ella no tenia reacciones físicas a los hombres.
Eso no estaba bien. No podía ser lo suficientemente estúpida como para desear una
relación.

Podría hacer que alguien fuera asesinado. En cualquier caso, tenía demasiado
miedo. Y ni siquiera sabía lo qué era una relación. Pero era muy buena mirando,
reconoció con una sonrisa secreta. Muy buena.

El ritmo familiar del café asentó sus nervios. El aroma del café y los productos
recién horneados limpiaron para ella el ambiente. Una vez comenzado el certamen
de poesía, en la oscuridad. No había por lo general mucha alegría en los poemas,
pero le gustaban todos por igual.

Bernard Casey, un cliente habitual que iba generalmente en primer lugar al


micrófono, aceptó su caramel macchiato de David, tomó un sorbo, y empujó la
cabeza contra la barra, de la forma en que lo había hecho cada noche.

― Hey, mujer café. El cielo de nuevo.

Ella le dio una sonrisa. Era un lugar seguro para sonreír a Bernard. Le encantaba el
café, sus poemas y nada más.

― Hey, hombre café, me alegro que pienses lo mismo. ― Él sólo la miraba una vez
al día y era cuando le daba todas las noches el elogio. Era su saludo estándar.
Bernard saludaba y se sentaba en su mesa de siempre justo en frente del
micrófono, por lo que sería el primer y el último poeta de la noche.

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Ridley observó a Catarina por encima de la parte superior del libro, ya no tenía
ningún interés en él. Ella era hermosa y estaba asustada. Muy asustada. Pensaba
que había logrado minimizar su apariencia, pero un hombre tendría que estar
ciego para no ver a través de su ropa suelta y los intentos de dominar su pelo
salvaje.

Sus gafas no ocultaban la perfección de su piel, y cuando se las quitaba y miraba a


un hombre con sus exóticos ojos azul cobalto, o del color violeta intenso profundo
algunas veces, rodeados de esas largas pestañas oscuras… bueno, el golpe era bajo
y era simplemente pecaminoso. Y luego estaba la boca. Labios gruesos como un
arco de Cupido. En las esquinas. Su labio inferior podría hacer que un hombre
cayera sobre sus rodillas, y llenara sus noches con fantasías eróticas. Cuando sus
labios se separaron y dio una pequeña sonrisa, distraída, que significaba que ella
no estaba viéndolo, un hombre que valiera no podía dejar de tomar el desafío.
Cuando ella sonrió, como acababa de hacer a Bernard, el extraño poeta que
derramaba sus sentimientos por ella a través de sus poemas, Ridley sabía que era
una persona que mataría por ella.

No era nada como él esperaba de ella. Él la vio en el dojo con Malcom durante sus
lecciones y sesiones de capacitación. Estaba centrada. Era inteligente, lo cual, en los
combates, era importante. Era rápida, tenía buenos reflejos, y se movía con una
gracia líquida que le hacía contener el aliento. Él no era el único hombre en el dojo
que había dejado lo que estaba haciendo para verla.

Él esperaba que ella fuera una asesina de hombres. Tenía que haber sido. Tenía la
cara y el cuerpo. Tenía la voz. Tenía un suave acento sureño, apenas hay, el tipo de
acento sureño que le recordaba ir a la deriva hacia abajo en el Bayou en una noche
de verano perezoso con el cielo oscuro por encima de él, con un millar de estrellas
brillando y una mujer desnuda en sus brazos.

Debía haber tenido toda la confianza del mundo. Ella tenía confianza cuando
peleaba con cualquier hombre que Malcom pusiera su contra, y hasta el momento
los había eliminado a ellos sin importar su rango. Era rápida. Tenía confianza
detrás de las máquinas de café expreso y ella tenía razón. Tenía confianza cuando
caminaba hacia su casa a las tres de la mañana y no debería.

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Pero ella no miraba a los hombres. No hablaba con ellos. No coqueteaba. Nunca la
había visto ligar con nadie. Ni con un hombre o con una mujer. Era sin duda un
rompecabezas, y uno que quería resolver.

Deliberadamente se había aproximado, muy cerca de ella, llenando su espacio,


para ver lo que le gustaría hacer. No se había defendido ella misma. No le dijo que
se fuera al infierno. Se congeló. Sin aliento. Aterrorizada.

Había confundido el infierno fuera de él, y eso no sucedía muy a menudo. Lo


intrigaba, y eso sucedía con menor frecuencia. También había hecho algo loco a su
cuerpo. Era un hombre siempre en control. Siempre. El control lo definía. Era un
hombre y vivió su vida como un hombre. Era duro y le gustaban las cosas a su
manera, y siempre conseguía lo que quería. Era así de decidido. De esa manera.
Las mujeres, especialmente las asesinas de hombres, no eran nada para él. Pero
Catarina… En el momento en que su suave cuerpo llegó contra el suyo, en el
momento en que había tocado su piel desnuda, toda caliente y salvaje, el hambre
en él respondió. Él la quería a ella. Y la quería para sí mismo. Exclusivamente. Lo
que nunca había sucedido antes.

Miró hacia abajo a sus brazos, a los tatuajes que había adquirido tan
minuciosamente en el transcurso de los años. Era áspero y media. Él lo sabía. Le
había servido bien verse de esa forma. Deliberadamente llevaba su cabello más
largo que la mayoría de la gente.

Él mostraba a los demás hombres quién era él y de lo que era capaz. Los hombres
salían como el infierno fuera de su camino cuando iba detrás de algo.
Especialmente las mujeres. Las mujeres eran fáciles para él. No tenía que trabajar
duro como todos y eso estaba bien, pero nunca duraba más de una o dos noches,
no para él de todos modos. Pero esta mujer… quemaría en sus brazos, y, no sería
suficiente. Ya sabía eso con sólo mirarla. Como todos los demás hombres que se
acercaron a ella. La diferencia estaba, que la mayor parte de ellos, daba un paso
atrás y esperaban una señal que nunca vendría. No cabía duda de que esa no era
la manera de manejar una mujer como Catarina. Un hombre tenía que asumir y ser
decisivo acerca de ello.

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Catarina sintió el peso de la mirada de Ridley en ella. Ella sabía que estaba
mirándola sin siquiera levantar la mirada. Su cuerpo respondía como si él
estuviera de pie delante de ella. Por un momento se sintió inquieta, incluso,
adolorida. Como si algo salvaje estuviera agazapado dentro ella, estirándose. Su
piel picaba. Ella no podía respirar y sentía su cráneo demasiado apretado. Por un
momento aterrador, su piel se calentó y fue tan terrible que la quemadura comenzó
entre sus piernas. Apenas podía respirar por la necesidad y el hambre.

Horrorizada, se arrastró fuera de la barra y dijo a David. ― Necesito un descanso,


sólo uno corto. ― Incluso aquí en su santuario, un lugar en el que no podía
caminar y estar alrededor de otras personas, su pasado intentaba arrastrarla. Ella
era consciente de la atención de Ridley que se posó sobre ella al instante,
oportunamente, pero ella no le dio ni un vistazo a él. Su pasado estaba demasiado
cerca. Incluso a mil millas de distancia, la controlaba a ella. No podía mirar a otro
hombre sin que algo dentro de ella se pusiera feo.

Los libros en los pasillos los hacían estrechos, había pilas del suelo al techo. Hizo
su camino a la puerta de atrás y le impulsó. El aire nocturno le golpeo en la cara,
refrescándola, envolviéndola en su manto de oscuridad. Tomó varias respiraciones
profundas y las expulsó. El aire frío se sentía bien en su piel. Quito el sombrero de
su cabello y se hundió en los escalones que llevaban a la puerta de atrás.

Curiosamente, siempre había tenido una gran visión en la noche, y el mes pasado
se había dado cuenta que había incluso mejorado. Le gustaba que ella pudiera ver
en la oscuridad. Le encantaba la noche. Era totalmente distinto el mundo de la
noche y ella era parte de él. Eso la hacía parte de algo. Y Rafe no podía tomarlo
lejos de ella.

― ¿Cat?

Tuvo que reprimir un grito cuando ella se retorció, casi tirándose ella misma de las
escaleras. Ridley se situó detrás de ella, en la puerta de entrada, su alto cuerpo
sólido, tan aterrador como seguro. El caminó junto a ella, y cerró la puerta,
hundiéndose en el escalón junto a ella.

Saga Cárpatos
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― ¿Est{s bien? Estas muy p{lida.

Su voz podía hipnotizarla. Por lo menos, era fascinante. Ella asintió, debido a que
sus ojos se negaron a dejar su rostro, atentamente sobre ella, de repente receloso.

― ¿Tienes miedo de mí? Todo este tiempo yo sólo pensé que eras tímida, pero
tienes miedo de mí. ― Hizo el último comentario como una declaración. Ella
esperaba más de él. Por suerte todo lo que había dentro de ella que amenaza con
estallar libre, había desaparecido junto con la terrible necesidad de sentir las manos
de Ridley y su boca en su cuerpo.

Sus dedos se asentaron con suavidad en su mentón y volvió su rostro hacia él. ―
Yo no te haría ningún daño. No me conoces, pero yo nunca haría daño a una
mujer. No me gusta. Sé que eres nueva en la ciudad y sé que entrenas en el Dojo y
que haces un fantástico café, eso es todo. Yo solo quería un poco de compañía. Sólo
para hablar, Cat. Eso es todo. Final de la historia.

Era imposible mirarlo a sus ojos, y no creer en él. De cerca se podía oler, y él olía
bien. Muy agradable. Muy masculino. Sus pestañas eran largas y gruesas,
enmarcando su increíble mirada dorada. Sus tatuajes eran tan intrincados y
fascinantes como lo era él. Se extendían hasta sus brazos, llamando la atención
sobre sus asombrosos y muy definidos músculos.

Él todavía estaba mirándola y no parpadeó ni una vez. Sus dedos se mantuvieron


firmes pero suaves en su mentón. Había olvidado que había sido hipnotizada por
sus ojos. Catarina llevó aire a sus pulmones y sonrió. Antes de que ella pudiera
hablar, él sacudió la cabeza.

― He visto la verdadera cosa, Cat. Le sonreíste a Bernard. Le diste una verdadera


sonrisa de sus labios, la de alta tensión Una que puede golpear a un hombre en los
pies y tirarlo a dos centenares de metros. No quiero que finjas una sonrisa. Dame la
que es verdadera o no me sonrías como a todos. Te estoy diciendo una vez más,
que no lastimo a las mujeres.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Su voz era puro terciopelo. Le sacudieron, su tono m{s suavizado sobre su piel. ―
Lo siento. No tengo miedo de ti. ― Era una mentira descarada. ― Simplemente no
hablo mucho. ― Eso fue patético. M{s que patético. Ella era una total idiota, pero
tal vez eso le salvaría.

Los dedos de Ridley se deslizaron de su mentón. No se movió, su muslo


fuertemente apretado contra el suyo, en las estrechas escaleras. ― Por desgracia
para ti, Cat, soy muy hábil para conocer una mentira cuando la oigo. He hecho mi
mejor esfuerzo por tranquilizarla, pero hablar es fácil, supongo que tendré que
demostrarte que soy un buen muchacho.

Ella estaba segura de que no lo era. Oh, no como Rafe Cordeau. Así no. Pero era
peligroso. Ella sabía de hombres peligrosos, y este sentado a su lado no era ningún
gatito domestico. Era un tigre, con toda la materia prima y la nitidez del enfoque.
Pero él no era malo, ni peligroso. Era simplemente medio peligroso. Y un
rompecorazones.

Ella suspiró, odiando que realmente sintiera la pérdida de sus dedos sobre su piel,
odiando que cada célula en su cuerpo fuera consciente de él. Era unos buenos diez
años más de edad en años y experiencia. Había cicatrices. Allí estaban los tatuajes.
Había la confianza fresca y las líneas en su rostro que parecían sólo añadirse a su
belleza masculina. Sabía lo que veía cuando la miró. Ella siempre se había visto
joven, y tenía apenas Veintiún años. El la miraba como a alguien que tenía que
cuidar, como Malcom hacía. Ella estaba segura. Segura de que ella necesitaba sobre
todo a un hombre como este entorno a ella.

― Tal vez le tenga un poco de temor, ― llegó a admitir. ― Le he visto en el dojo y


es bastante terrorífico. ― Lo que era cierto, y si era tan hábil a la hora de leer
mentiras, a continuación, tendría que escuchar la sinceridad en su voz.

― Ese es un lugar de pr{ctica. Este es un café. A menos que vayas a pararte en


frente del micrófono y leer alguna poesía realmente mala, no creo que tengas algo
de qué preocuparte, ― aseguró. Había una ligera diversión cansina en su voz, que
hizo que ella quisiera reír con él, pero era tan "sexy" para el colmo de todo, y ella
no podía hacer ruido. Ni un solo sonido durante unos segundos.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella limpió su garganta. ― No soy buena hablando con las personas.

― Hablas muy bien con Malcom. De hecho, te ríes cuando est{s con él. Es la única
vez que he visto tu risa.

Su corazón saltó. Ella se tensó y sabía que lo sintió. Aún así, tan duro como la trató,
ella no pudo relajarse. ¿Había estado vigilándola? ¿Por qué? ¿Qué significaba esto?
Ella se mordió un poco su labio inferior, con un poco de miedo de que ella
estuviera tan paranoica que incluso una afirmación tan simple pudiera hacer que
quisiera correr.

― Malcom no es cualquier persona.

― Sé que es tu amigo, ― Ridley concedió. ― Él es muy callado en lo referente a ti


y te protege.

Ella dirigió su mirada hacia él. Fija. Centrada. Alerta. ― ¿Le ha hecho preguntas
acerca de mí?

― Por supuesto, que lo hice. Eres preciosa. Un misterio. Y una vez en el dojo,
cuando te mueves, con honestidad, Cat, nunca había visto nada igual. Eres rápida,
fluida y caliente como el infierno. Pusiste a James Marley en el piso de un
puñetazo. Uno de ellos. Le pegaste exactamente en su punto débil y le hiciste caer
como una tonelada de ladrillos. Tus ojos son increíbles, y por lo tanto lo es tu
cabello. Tienes el rostro más bello que he visto nunca. ¿Me estás diciendo que
Malcom no se pregunta acerca de ti con regularidad? Mujeres como tú no caminan
solas por las calles en la noche. Eso es simplemente buscar problemas.

Su aliento fue tirado de sus pulmones. ― ¿Me has seguido? ― Eso no podría ser.
Ella lo habría sabido.

― Cada noche que cierras y caminas hacia el almacén. ¿De verdad crees que
dejaría a una mujer caminar sola en ese momento de la noche? ¿A cualquier mujer?
¿Pero sobre todo una mujer como tú? No estoy bromeando.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Algo en sus ojos le hizo temblar. Caliente. Enojado. Un flash, sin más, y, a
continuación, rápidamente reprimido. Realmente no le gustaba que caminara sola
por la noche. Había estado en el café cada noche de las dos últimas semanas hasta
tres horas, pero no lo había visto, ni oído a él incluso caminar detrás de ella. Y eso
era malo. No podía permitirse el lujo de perderse una cola. Ella tenía un sexto
sentido sobre ese tipo de cosas, y sin embargo la había seguido cada noche.

― Me puedo cuidar yo misma.

― Cat, incluso Malcom te dir{ que no est{s siendo realista. Eres buena, no hay
duda sobre ello, pero pequeña. Si un hombre llega a poner sus manos sobre ti, ya
está hecho. Eres lo suficientemente inteligente como para saberlo. Puedes
defenderte desde la distancia, pero si él sabe lo que está haciendo, va a pasar esa
guardia y te atará. ¿Por qué no vas en tu coche? Sería mucho más seguro.

Ella estuvo a punto de decirle que por el coste del gas. Pero el no necesitaba
conocer su situación financiera personal, pero ella no malgastaría el valioso gas,
cuando podía caminar desde y hacia el trabajo. Adem{s no era tan lejos. ― No es
tu problema.― dijo ella, y sabía que había sonado nerviosa y tensa. Bien, estaba
nerviosa y tensa. Y no era su problema.
El mismo flash en sus ojos. Caliente. Enojado. Acero puro. Su estómago hizo otra
vuelta. Era tan miedoso, y sexy al mismo tiempo, una combinación de la que no
quería formar parte.

― Estoy haciéndolo mi problema, Cat, te guste o no. Después de tantas horas, la


mitad de los hombres aquí están borrachos. ¿Por qué piensas que ellos vienen
aquí?

― Por una mediana taza de café y para charlar. Para que se les pase un poco la
borrachera. Y venir a un recital de Poesía les da un tiempo para relajarse.

El hizo un sonido en la parte posterior de su garganta que la alarmó. Un estruendo.


Un gruñido. El sonido se abrió camino hacia su corazón, poniéndolo en marcha en
modo de vuelo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― No puedes ser tan ingenua, mujer. Sólo en las dos semanas que he estado
viniendo, el tráfico entre la medianoche y las tres se ha duplicado. En su mayoría
hombres. Vienen aquí porque están esperando tener suerte. Pasan todo el tiempo
mirándote y tratando de pensar en formas para lograr tenerte en sus camas.
Algunos de ellos pueden haber averiguado que caminas de regreso a su casa y
podrían hacer planes que no son de tu agrado, y no podrás hacer nada por tu
propia cuenta.

Ella se levantó de un salto rápido, pero así y todo el fue más rápido, sus dedos
largos se cerraron alrededor de su muñeca, encadenándola a él. Él estaba
demasiado cerca, por encima de ella. Sus dorados ojos feroces mirando hacia abajo
a sus azules, igual de intensos como ella recordaba, incluso más. Su mirada
cortando derecho a través de ella hasta que temía que cada uno de los secretos que
tuviera fuera descubiertos delante de él.

― No huyas de mí. Te estoy diciendo la verdad. Est{ claro que est{s viviendo en
un mundo de fantasía en lo que se refiere a los hombres y sus intenciones.

Ella inclinó su cabeza a un lado, olvidando su actitud. ― ¿Le gustaría hablarme de


cuáles son tus intenciones? ― cuestionó.

Sus ojos cambiaron inmediatamente y ella sabía que había cometido un error
terrible. Sus ojos fueron oro líquido, centrados y sin pestañar, bloqueados en ella, y
esta vez había interés. Un verdadero interés. Antes ella era la que se había centrado
en él, jugando en su cabeza con tontas fantasías, pero su motivación para seguirla
había sido cuidar realmente de ella, podía verlo ahora, o al menos ella creía que
podía hacerlo. Hasta ese momento. En ese segundo. Ella había puesto demasiada
replica en su tono. No había marcha atrás, no con la dura especulación en sus ojos.
Ella forzó el aire a través de sus pulmones quemándose y tiró de la mano para
tratar de obtener el librarse de él.

Deslizó su pulgar sobre su muñeca, justo en su pulso latiente, una simple caricia,
pero envió la sangre caliente corriendo por sus venas. Quería mirar a otro lado,
pero no había manera de escapar de la penetrante mirada de sus ojos. ― Ahora
estoy viéndote, Cat. Y tienes un poco de mordedura.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Lo suficiente para manejar a alguien si decide atacarme durante mi camino a
casa.

― Estoy de acuerdo.

― No importa, ― dijo, y tiró de la mano nuevamente. Esperando que aflojara. Él


no estaba dañándola; de hecho, la caricia de su pulgar enviaba ondas de calor a
través de su cuerpo como pequeños trazos de pulso.

― A mí me importa.

― No es su problema. ― Ahora estaba asust{ndola. No podía seguir a su


alrededor. Especialmente en su propia casa. Era por lo general hábil para detectar
y sacudirse una cola. Ella practicaba. No la podía ver practicar.

Se preguntaría lo que hacía y por qué. Ella trató desesperadamente de recordar si


había hecho tal cosa en las últimas dos semanas. Por lo general, después de
trabajar un turno completo, ella estaba agotada y no tomaba tiempo extra.

― He decidido hacerlo mi problema.

Su voz era tan baja que apenas podía recoger el sonido, pero el tono vibraba
derecho a través de su cuerpo, alterando su equilibrio. Ella se sentía casi como si
estuviera atrapada en un sueño, despertándose por primera vez, de repente
conscientes de cuál era la verdadera química entre un hombre y una mujer. Ella
estaba segura de que había sido la única que lo sintió, y aún entonces, sólo se
trataba de un conocimiento, nada dañino, al igual que sus tontos sueños sobre él.

Esto era totalmente diferente. Su conciencia de él, su reacción, era tan fuerte, casi
salvaje, reacción femenina a un hombre en la caza, lo quería, pero también
deseando correr. Tal vez necesitando la persecución para demostrar algo a los dos.
Ella vio el desafío automático en sus ojos. Era imposible no verlo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella movió la cabeza y tomó dos pasos atrás, tratando de poner distancia entre
ellos a pesar de sus dedos alrededor de su muñeca. A pesar del hecho de que ella
no podía apartar la mirada de él. ¿Cuál era el problema con ella? Su falta de control
era aterradora. Ella no podía suspirar. Ella no se atrevía.

― No tengo ningún interés en una relación con otra persona. No lo deseo ni en este
momento ni en cualquier otro. No me interesa llamar su atención o la de cualquier
otro hombre. Le estoy pidiendo amablemente que suelte mi muñeca.
Apenas logró decir las palabras. Hubo algo, una parte de ella que no había sabido
nunca que existiera, una parte que no quería alejarse de este hombre. Él era
hermoso. Sexy. Inteligente. Y Peligroso. Todo lo que una mujer podía encontrar
atractivo en un hombre. Todo lo que encontró atractivo cuando no había ni
siquiera sabido que se pudiera sentir atraída.

Él no la soltó inmediatamente. Sus increíbles ojos buscaron en los suyos durante un


largo momento. Su rostro se suavizo, y el masculino reto había desaparecido de
sus características duras como si nunca hubiera estado allí. En su lugar, él parecía
suave. Siguió sosteniendo la muñeca con una mano, él recupera su sombrero con la
otra y se lo dio a Ella.

― Realmente tienes miedo de mí, ¿no? Yo no voy a hacerte daño, Cat. No importa
lo que pienses, no te voy a lastimar. ― Su voz era puro terciopelo, golpeando sobre
su piel, baja y vibrante, todo un hombre, casi un maullido. Sus ojos la hipnotizaron
de nuevo. No pestañeó. Ni una sola vez. Ella estaba mirándolo. Estaba
absolutamente, totalmente centrado en ella y solo en ella.

Su vientre hizo un rollo lento y le dolían los pechos. Cada lugar donde las yemas
de sus dedos la tocaban, su piel se sentía como si él quemara una marca a través de
su piel hasta sus huesos.

No le gustó que ella fuera tan sensible a su voz. A sus ojos. Se retiró hacia atrás de
la manera que siempre le había servido. Dejó caer las pestañas, y asintió como si lo
entendiera. No podía manejar un hombre como Ridley. Lo sabía. No se atrevía a
darle la oportunidad de que se convirtiera en su amigo. No sabría qué hacer con él.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
La dejó marchar. En el momento en que se libró de su agarre, trajo su brazo a ella,
empujando su muñeca hacia arriba contra su cuerpo como si ella pudiera
conservar el calor de su toque. Ella le envió una mirada por debajo de sus pestañas
y se apresuró hacia el interior del local.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

C atarina miró su reloj por enésima vez y luego miró a David. Rodó sus ojos.

Él levantó las manos, con los dedos extendidos y le sonrió.

― Última llamada, todo el mundo, ― dijo David gritando. ― Si quieren un café


para el camino, vengan a conseguirlo ahora. Estamos cerrando en diez.

Ella le dedicó una pequeña sonrisa cansada. Había sido una gran noche para
Poetry Slam. El negocio era enorme. Enorme. La toma fue más de lo que nunca
habían hecho. El tarro de la extremidad estaba lleno, lo que significaba dinero
adicional para el gas. Había sido una gran noche, pero estaba agotada. Ni siquiera
había sido capaz de llevar un registro de cuántas diferentes variaciones de café
había hecho esa noche. Ella podía aguantar diez minutos más, pero más allá de
eso...

Tres hombres se pavoneaban al mostrador para dar a David sus órdenes antes del
cierre. Evitó mirarlos. Uno de los tres, un hombre al que sus amigos llamaban Jase,
había intentado dos veces participar en su conversación.

Ella le había dado una vaga sonrisa sin mirarlo a los ojos y se quedó ocupada
inventariando sus granos de café en ambas ocasiones.

― Hey, Cat. ― Jase la llamó, en voz alta.

Hizo una mueca y se obligó a no mirar hacia la esquina donde Ridley continuaba
leyendo su libro. Ella era muy consciente de que no se había perdido las dos veces
en que Jase había tratado de conversarle.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Puedo oírte, Jase, ― contestó ella, sin levantar la vista.

― ¿Qué se necesita?

Ella cometió un error al hacer una pausa mientras hacía el latte favorito de su
amigo Marty. ― ¿Lo siento? ― dijo, frunciendo el ceño un poco, tratando de
descifrar a que se refería.

Ridley se movió. Dejó el libro y miró fijamente a Jase.

― Para follarte. Dime lo que se necesita. Estamos tratando de darnos cuenta de eso
y no estamos llegando a nada.

La tienda de café quedó completamente en silencio. David se quedó helado.


Catarina parpadeó y Ridley estaba detrás de Jase, una mano en el hombro. Le dio
al hombre la vuelta y le dio un puñetazo en la cara. No retiró su brazo para
golpearlo. Fue un corto golpe, pero la cabeza de Jase colgó sobre sus hombros y las
piernas se volvieron de goma. Lo único que lo sostenía era la mano de Ridley en su
hombro.

― Ridley, ― Catarina protestó en voz baja.

― No hables, ― Ridley espetó. ― Consigue que este lugar cierre. ― Sus ojos se
movieron a cada uno de los amigos de Jase. ― ¿Cualquiera de ustedes tiene algo
que quiera decir antes de salir? Porque se van ahora.

Ambos tomaron una mirada a las líneas duras, implacables en su rostro, los
ardientes ojos dorados, y sacudieron la cabeza. Ridley, todavía sostenía a Jase
arriba, hizo un gesto hacia la puerta. Sin decir una palabra se volvieron y salieron,
Ridley detrás de ellos, arrastrando a un Jase con patas de goma con él. Empujó el
hombre hacia los otros dos y no fue suave al respecto.

Cerró la puerta con decisión, dio la vuelta y regresó a su mesa. Aplausos


estallaron. A los espectadores les gustaba su café.

Catarina miró a David, que estaba aplaudiendo junto con los otros. ― No est{s
ayudando. No lo animes. Él piensa que necesito protección.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― La necesitas, ― dijo David. ― Jase es un problema.

― Yo puedo cuidar de mí misma, ― murmuró, enviando una mirada a Ridley que


debería haberlo quemado en el acto. Pero no sólo él no pareció quemarse, sino que
parecía un poco divertido. Ella no llamaba la atención sobre sí misma. Nunca.
Gracias a Ridley toda la habitación era consciente de ella como algo más que la
barista, un cuerpo detrás de la máquina de café. Ella suspiró y comenzó el proceso
de limpieza. La cafetería cerró a las tres. Esta vez Ridley no se fue. Se sentó en la
esquina. Ella lo miró y frunció el ceño un par de veces, sacudiendo la cabeza hacia
él cuando David la miró.

― Él tiene que irse, al igual que cualquier otro cliente, ― dijo entre dientes.

― Puedo escucharte muy bien, ― dijo Ridley. ― voy a ir caminando a casa


contigo, así que acostúmbrate a ello, Cat. Justo así, termina tu trabajo para que
podamos salir de aquí.

― ¿No tienes nada mejor que hacer?, ― Le exigió.

― No. ― Él ni siquiera levantó la vista.

Ella sacudió la cabeza, exasperada. Por supuesto, Jase tendría que actuar como un
culo delante de él y usaría eso para probar su punto. Ella podría haber manejado a
Jase, sin ningún problema.

Aceptó su mitad del dinero de propina, se lo metió en el bolsillo de sus pantalones


vaqueros. Esa cantidad de dinero la hizo muy feliz. Valió la pena aguantar los
tirones de Jase hasta las tres de la mañana para tener dinero extra. Utilizaba cada
poco que tenía para recibir clases adicionales de Malcom. Ella había estado
practicando mucho con su pistola. Eso requería tiempo en el rango local, así como
municiones. No era barato.

Ridley se puso a caminar a su lado. Ella le lanzó una mirada debajo de sus
pestañas. ― Realmente no tienes que hacer esto.

― Si te sientes como si me debieras algo, di gracias.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Me siento como que me gustaría darle un golpe en la cabeza, porque es evidente
que no está escuchando, ― respondió Cat. Ella lo dijo gritando las palabras,
cuando se había prometido no hacerlo. Sin actitud. Al igual que antes, sus ojos
inmediatamente se centraron en ella. Él no se detuvo. No perdió ni un paso, pero
de repente sus ojos dorados estaban fijos en ella con la misma especulación
divertida. Interés total. Y en este momento había algo más que ardía en sus ojos.
Algo caliente y sexy que envió una ola de fuego corriendo a través de su cuerpo,
quemando a través de sus terminaciones nerviosas y centrándose de lleno entre
sus piernas como la bola de fuego más caliente imaginable.

Su respiración se enganchó en sus pulmones. Mantuvo los ojos en la acera,


conmocionada. Avergonzada. Aterrorizada. Sacaba algo salvaje en ella. Algo sin
inhibiciones. Algo de lo que ella no quería ser parte.

― Estoy escuchando, mujer. Yo siempre escucharé todo lo que tengas que decir.
Sólo estás hablando mucha mierda ahora mismo, así que estoy descartando lo que
tienes que decir como la mierda que es. Jase y sus amigos podían sólo estar
fácilmente esperando. No querrías que te siguieran a casa, y supieran dónde vives.

― Yo lo sé. Siempre lo he sabido. He sido seguida antes y lo manejé.

Se detuvo bruscamente, sus dedos asentándose alrededor de su muñeca,


arrastr{ndola a un alto. ― ¿Qué demonios acabas de decir?, ― exigió.

Ella parpadeó hacia él. Fue un gran error revelar esa información. Debería haberla
mantenido para sí misma. Se lamió los labios repentinamente secos. El corazón le
latía con fuerza. No sabía cómo desactivar su ira. En el camino estaba tranquilo,
pero ahora estaba enojado, y era más aterrador que si hubiera gritado. No era su
negocio, pero ella no iba a decirle eso.

― Algo que necesitas saber acerca de mí, Gatita. Yo no tengo mucha paciencia.
Cuando te pregunto te algo, necesito que respondas. No es malditamente difícil.
Sólo dime lo que pasó y cómo lo manejaste.

Sus ojos dorados ardían como una llama, importunos por su cuerpo. Se lamió los
labios de nuevo. Apretando sus manos.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Y deja eso. O vas a conseguir Tu culo en problemas. Sólo tienes que hablar, Cat,
dime lo que quiero escuchar.

Ella le dirigió una mirada a él. ― No es en lo más mínimo Zen, Ridley. Ni siquiera
un poco, y has aplastado una de mis fantasías. Tengo que decírtelo, eso es
simplemente triste porque pude trabajar con eso desde hace mucho tiempo.

Él parpadeó. Él nunca parpadeaba. Nunca rompía su mirada. Esa era una de las
primeras observaciones que ella había hecho de él, y él definitivamente parpadeó.
Diversión se deslizó a través de toda la ira.

― ¿Pesaste que yo era Zen? ― Él comenzó a caminar de nuevo, llevándola con él,
caminando tan cerca de ella que podía sentir el calor de su cuerpo. Él no había
renunciado a su muñeca, y su mano se deslizó por su brazo para tomar posesión
de sus dedos.

― Un maestro Zen, ― dijo, ― Lo cual, por cierto, era realmente genial, y ahora
has soplado todo al infierno.

― ¿Así que tenías fantasías sobre mí? ― La diversión definitivamente se


profundizó.

Ella le lanzó una mirada de pura reprimenda por debajo de sus largas pestañas. ―
Noticia de última hora Ridley, cada mujer tiene fantasías acerca de ti. Ese es tu
don. Pero el hecho de que sólo volaste una de las grandes partes de mis
ensoñaciones sobre ti pus su puntuación abajo de una muesca o dos. Zen era muy
"eso" para mí. Oscilabas buenas vibraciones.

― ¿Tienes fantasías y ensoñaciones sobre mí?

― No pretendas que no sabes que eres jodidamente caliente, la forma en que ves
las mujeres, no pone dudas en mi mente de que están encima de ti, y tienes ese
desdén de perro de caza.

Su ceja se alzó. ― Mujer. No puedes decirme que soy la cosa de tus fantasías en un
suspiro y decir que soy un perro de caza después.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella le dio una mirada seria. ― No son mutuamente excluyentes. ¿Tienes razón?
¿Un jugador? ¿Un perro de caza? ¿El tipo de hombre que deja una mujer en su
cama justo después de tener sexo y luego pierde su número de teléfono?

Sus ojos se reían de ella. ― Yo no tomo las mujeres en mi cama, estoy por lo
general en sus camas, y me levanto y me voy. Ellas saben la condición o no estaría
en sus camas en primer lugar.

Ella asintió con la cabeza. ― Sip. Un jugador y un perro de caza. Y para que lo
sepas, el que hayas quemado completamente mi fantasía no significa que te este
dando el visto bueno para hacer un movimiento en mí. La fantasía y la realidad
son dos cosas muy diferentes.

― Ya veo.

Catarina en secreto se abrazó a sí misma. Había olvidado que era divertido hablar
con otra persona. Ella no podía permitirse ese lujo, nunca más. Bueno, a veces con
Malcom, pero no así. Sólo decir cualquier cosa que le viniera a la cabeza. Observar
el rostro de Ridley perder el efecto de piedra tallada y ser sustituido por la risa era
divertido. Solo diversión. Se había olvidado de cómo era. O la verdad, ella no
había conocido la diversión en primer lugar.

Doblaron la esquina del segundo bloque y empezaron a bajar al tercero antes de


recordar que sostenía su mano. Antes de que se diera cuenta de que ella no había
tomado una mirada cuidadosa a su alrededor para ver que nadie estaba
siguiéndola. La sonrisa en el interior se escabulló. La vigilancia era mucho más
importante que la diversión. Realmente le gustaba Ridley, a pesar de que estaba
segura de que era demasiado hermoso para que cualquier mujer lo conservara. No
quería ser responsable de cualquier cosa que le sucediera a él.

Catarina intentó deslizar la mano de la suya, un retiro sutil, nada evidente que él se
diera cuenta. Él lo notó. Su mano se apretó alrededor de ella y él la miró de
inmediato. Tenía unos ojos que habían visto todo. Él no falló al ver su mirada
escaneando los tejados y las salidas de incendio al pasar los edificios.

― ¿Qué pasa?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Su voz era baja. Terciopelo. Tan suave y perfecta que casi cerró los ojos ante el
fascinante sonido. Estaba bastante segura de que podía gruñir, ya que lo había
oído hacerlo una vez. Ahora, pensó que podía probablemente ronronear también.
Por alguna razón, en el momento en que entró en su mente, su cuerpo reaccionó,
despertando lo femenino en ella. Decidió que era él. Ridley podía tener una
especial habilidad con las mujeres y estaba lanzando un hechizo.

― Nada. ― Ella volvió a mascullar, su sentido de la diversión desvaneciéndose


junto con su confianza.

Se sentía vulnerable y expuesta caminando a su lado. Ella debía permanecer en las


sombras, cerca del edificio sin mostrarse, sin volver a salir hacia la calle si no podía
ver directamente en los callejones y puertas. Ridley se dirigió directamente hacia el
centro de la acera, la cabeza erguida, los hombros rectos, y parecía un hombre con
el que nadie se metía. Estaba segura de que la mayoría de los hombres tomarían
una mirada en él y se escabullirían.

Rafe Cordeau no era ese tipo de hombre. Él caminaría hasta Ridley, mirándole
fijamente a los ojos, y sin una sola palabra le rajaría la garganta. O su vientre. Su
culpa. Echó un vistazo a sus manos vinculadas. Rafe lo mataría. No habría ninguna
discusión y no habría manera de detenerlo.

Su corazón empezó a latir con fuerza y ella saboreó el miedo en la boca. ― Yo no te


conozco lo suficiente como para sostener tu mano y me hace sentir incómoda.

No era una mentira, a pesar de que había disfrutado el momento con él, el
momento de la diversión que siempre recordaría. Sin embargo, no se sintió
cómoda tomados de la mano, porque le gustaba, tal vez un poco demasiado.

Pero no era una mujer que pudiera caminar abiertamente por una calle con un
hombre y sentirse cómoda. Y no era tan ingenua como para no darse cuenta de que
Ridley Cromer estaba fuera de su alcance, incluso si ella no tuviera el infierno a su
alrededor.

La mirada penetrante de Ridley buscó en su cara y luego su entorno. Sus ojos se


movieron en un patrón de búsqueda sobre lo que les rodeaba, los callejones, las
calles, los nichos y puertas. Sólo entonces los levantó hacia los tejados y las salidas
de incendio como ella había hecho.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Tienes miedo, gatita, pero no de mí. Sea lo que sea a lo que temes, sabes que
cuando estás conmigo, tú estás perfectamente segura.

Confianza Suprema. Ridley era un hombre que había estado en situaciones de


peligro, ella podía decir eso. En algunas circunstancias, probablemente era un
hombre muy atemorizante, pero no había nadie de la clase de Rafe. Ninguno. Ella
no lo podía explicar a nadie, pensarían que estaba loca. Podían encerrarla y
facilitarle a Rafe que viniera a buscarla.

¿Qué había estado pensando? había dejado que caminar con un hombre muy
atractivo anulara su buen sentido. La diversión no valía la pena de conseguir a
alguien muerto.

Envió a Ridley un rápido vistazo por debajo de sus pestañas. Estaba allí de nuevo.
La expresión que decía que ella había cometido un terrible error al revelar este lado
de ella. Lo había reprimido durante tanto tiempo, que sólo salió, tan inesperado
para ella como lo era para él.

― Estoy acostumbrada a estar sola, eso es todo. Soy cuidadosa. No quiero que
pienses que estaba coqueteando contigo, no lo hacía. ― Y ella no lo había estado
haciendo. Ni siquiera sabía cómo coquetear. No miraba a los hombres. Había
hecho un arte de la búsqueda, de mirar a todas partes, menos a cualquier hombre
en la habitación con ella. Ella misma se había entrenado desde el momento en que
ella tenía once años.

― No tienes que tratar de coquetear, Gatita. ― La voz de Ridley era suave, gentil,
incluso.

Por alguna razón, la forma en que hablaba hizo que sus entrañas se derritieran un
poco. Su cuerpo reaccionó a sólo el sonido de su voz. Se mordió el labio inferior
con fuerza para tratar de contrarrestar el efecto.

― Tú sonríes a un hombre, o lo miras con esos hermosos ojos, y él es un fracasado.


Eso es sólo la realidad misma.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella se negó a envolverse en su cumplido. Nunca le habían dicho elogios antes.
Nunca. No algo personal. Acerca de su café tal vez, pero no así. No recordaba que
nadie fuera tan divertido. Ella había tenido su primera bondad de Malcom. Ahora
tuvo su primer mejor momento con un hombre. Ella no podía mantenerlo, pero
podía tener los recuerdos, y cuando estuviera sola, entonces se envolvería a sí
misma en los cumplidos y los saborearía.

Los almacenes se alzaban en la siguiente manzana. Doblaron la esquina y cruzaron


la calle, el de pesca deportiva en el centro. Se veía viejo desde el exterior. Viejo y
cansado. Una sola luz iluminaba la pesada puerta. Había tres puertas de carga,
todas con candado. Ridley frunció el ceño a ellos.

― No me has dicho sobre el tiempo que te siguieron. Todavía estoy esperando


escuchar esa historia.

Ella coló un vistazo a su cara de debajo de sus pestañas. Era como un perro con un
hueso. No lo había distraído en absoluto. Suspiró. En voz alta. ― En serio, Ridley,
no es importante.

― Eso es mentira, Cat, y lo sabes. Tienes miedo de algo. No es tan difícil de decir.
Caminas por todas partes, lo que significa que no deseas conducir tu coche...

― No quise decir eso, ― dijo entre dientes. Ella apuñaló en el teclado numérico un
poco fuerte, puñetazos en el código para desbloquear la puerta. ― El gas cuesta
dinero.

Estaba horrorizada de haber dejado escapar la verdad. Era sólo que él tenía un
borde en su voz, como si supiera todo sobre ella. No estaba haciendo su mejor
trabajo huyendo de él y sabía que era porque se sentía sola y él la hacía sentirse
viva. Estaba bien, feliz, incluso. Allí, podía admitirlo a ella misma. Pero tenía que
parar. Hizo una pausa antes de que abriera la puerta, con la mano en el picaporte.

― Gracias por acompañarme a casa. Puedo seguir desde aquí. ― utilizó su mejor
voz desdeñosa. Tenía mucha práctica utilizando ese tono en particular, y era una
de sus mejores armas. Ni siquiera le espantó. Él siguió moviéndose, acercándose a
ella, empujándola adentro.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Ridley. En serio. Hiciste lo de caballero blanco. Estamos bien.

― No estamos bien. ¿Qué clase de hombre sería si dejara que entres en un almacén
sin echarle un vistazo primero, para asegurarme de que est{s a salvo? ― Sus
manos se posaron en su cintura y la levantó, entraron y la puso a un lado de la
puerta. ― Tú te quedas ahí.

Pasó al interior negro, la forma en que siempre era. Tenía pesadas cortinas en todas
las ventanas para bloquear cada pedacito de la luz para poder dormir durante el
día. Eso no parecía perturbarlo, aunque él juró en voz baja mientras tomaba una
mirada cuidadosa alrededor.

― ¿Interruptor de la luz?

Por alguna razón, ella pensó que tenía un súper poder y podía ver en la oscuridad.
Tal vez había sido la lenta cuidadosa lectura, del espacio vacío, pero ella se quedó
allí, sin respirar, esperando algo, con su corazón latiendo y la boca seca.

― Gatita.

Sólo dijo una palabra. Pero fue su voz. ¿O Cómo lo dijo? El tono suave, divertido.
Ella sintió su voz deslizarse sobre su piel, caer en su torrente sanguíneo y
apresurarse recta como una flecha hacia su núcleo femenino. No lo había esperado.
Al instante fue mayor su conciencia. Ella lo olió. Ese masculino, débil, y casi salvaje
olor, a montañas y selvas y tal vez a un bosque tropical o dos. Él era tan sólido,
todo músculo que fluía, sus hombros anchos y caderas estrechas. Se movía con
fluida gracia, y el calor irradiaba fuera de él, envolviéndola.

Dio un paso atrás de su enorme potencia. Su mano al instante fue a su cintura, se


deslizó para establecerse en su cadera.

― Catarina, estoy sólo asegur{ndome de que est{s a salvo.

Gracias a Dios que él pensó que estaba congelada por el miedo, no inundada de
hormonas femeninas en el peor momento posible. Se aclaró la garganta, tratando
de superar el hambre desconocida levantándose como una marea. La picazón
debajo de su piel era terrible. Llegó en una ola, subiendo y bajando, y en el fondo
algo que ella temía por encima de todo dio un salto perezoso, haciendo notar su
presencia.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Dio un paso atrás de nuevo y golpeó la pared, su aliento en una larga carrera, pero
de repente su toque era demasiado caliente, fusionándose a través de su piel y
marcando sus huesos. Ella sintió algo salvaje levantándose en él, algo salvaje,
tratando de liberarse. El momento estuvo lleno de peligros. No se movió ni habló,
aterrorizada de que si lo hacía, algo iba a pasar, que nunca podría darse la vuelta
de nuevo.

Sus dedos se clavaron en su cadera. Duro. Posesivo. Ella sintió la diferencia. El


calor le abrasó. Marcándola como mil llamas. Pasó de ser protector a depredador
en un solo momento. Cat sintió la diferencia, sintió el cambio barriendo a través de
él. Un solo sonido escapó de su garganta. Ella escucho el silencio en la bodega.
Miedo. Puro miedo.

Al instante su mano bajó de su cadera y se trasladó a la nuca de su cuello. Sus


dedos se cerraron acariciando. Suave.

― Cat. ― Su voz era puro placer. ― Nada te va a pasar. Dime donde est{ el
interruptor de la luz.

Ella estaba actuando como loca. Ella estaba dejando que el miedo la dictara, el
miedo y la imaginación. Ella no había terminado con su pasado. Nunca lo
olvidaría, y ella nunca sería verdaderamente libre. Tomó aire, forzando el aire a
moverse a través de sus pulmones ardientes.

― Justo al lado de la puerta cuando entras. Sólo alrededor de un pie por encima de
la manija de la puerta. ― Encendió la luz en forma inmediata y se encontró
mirándolo a los ojos. Se veían como el oro para ella. Oro antiguo de Florencia. Sus
ojos brillaron hacia ella. Por un momento le vio especulando. El mismo interés que
había mostrado cuando ella le dio lo enfrento, pero no hubo agresión en ellos.
Nada en el era depredador, en lo más mínimo. Sólo un hombre siendo amable con
una mujer que vivía sola. Un hombre que tomaba todo a cargo.

― ¿Est{s bien?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella asintió con la cabeza, sintiéndose como una completa idiota. Sabía cómo era el
peligro y no había ninguno que irradiara de este hombre en absoluto. Se mordió el
labio. ― Lo siento. No tengo hombres en mi espacio. ― ¿Cómo era eso de patético?

Su mano se deslizó de su sombrero de la cabeza y se la dio. ― Hay un gran espacio


aquí, gatita. Quédate aquí y déjame mirar alrededor.

Sus ojos no dejaron su cara y ella no podía moverse, solamente asentir lentamente.
Su mirada se desvió por encima de ella como si la inspeccionara cuidadosamente.
Mirándola. Viendo demasiado. Ella tenía secretos que ocultar. No eran secretos
pequeños, eran enormes. No podía permitirse un hombre como éste a su
alrededor. Tomaba demasiado. Pasando todas sus barreras. Y por alguna razón
ella no era muy buena manteniendo las cosas en secreto a su alrededor.

De repente se dio la vuelta y comenzó a caminar por el almacén. No caminaba,


merodeaba. Él se movía como un gran gato de la selva, todo músculo fluyendo,
suave y absolutamente silencioso. Era una cosa bella de ver. Se movía con absoluta
confianza, y dudaba que se perdiera algo.

Su mirada buscó en los lugares altos, así como en los bajos. Podía ver que estaba
revisando sistemáticamente cada espacio oculto y, sin embargo, al mismo tiempo,
viendo todo. No había mucho que ver. En su mayoría, el almacén estaba vacío. Era
una sola área, muy larga y muy amplia. Lo que había sido una oficina era ahora su
dormitorio.

Malcom había comenzado a trabajar en la renovación de la bodega hace algunos


años y luego se detuvo cuando él conoció a su esposa. Ella no había estado tan
enamorada de la idea de vivir en el distrito de almacenes. Él pensó que sería bueno
tener su apartamento y el dojo juntos así que había comprado el edificio. Conoció
su esposa, cuatro meses después.

Ella era muy feliz de haber conocido a Malcom y cuatro meses después de conocer
a la mujer había caído perdidamente enamorado. Eso significaba que él había
trabajado en el almacén.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella tenía un baño improvisado y un muy buen espacioso dormitorio. El área de su
cocina estaba más acabada que cualquier habitación. Tenía un fregadero, un
mostrador, una estufa y una nevera pequeña. Malcom había comenzado con una
cocina y baño, prestando más atención al hecho de que a él le gustaba comer bien
porque trabajaba mucho fuera.

― Tienes una manguera por ducha. ― Por supuesto, era normal que él se diera
cuenta de eso.

― Todavía est{ en la fase de construcción, ― admitió. Desde que estaba hablando


ahora, easumió que no estaba listo para saltar y asesinarla. Lo siguió, moviéndose
rápidamente para ponerse al día. Él estaba en su dormitorio, mirando atentamente
a su alrededor. Su mirada fijándose en todo, en la cama, en la pequeña caja fuerte
en el suelo junto a la cama y en la silla destartalada. Se negó a ser avergonzada.
Había encontrado la silla en una tienda de segunda mano y era cómoda. Haciendo
caso omiso de él se fue a la caja fuerte, la abrió y empujó su dinero de propina en el
interior.

La habitación tenía tres paredes. La cuarta estaba abierta al suelo del almacén. En
línea recta había una pesada bolsa que colgaba del techo, una colchoneta y una
bolsa de velocidad. Había pagado preciosos dólares por su equipo, pero sentía que
era un gasto necesario.

― Buena zona de entrenamiento.

Ella lo miró por encima del hombro, tratando de no verse demasiado orgullosa.
Miró toda el área de su dormitorio. Antes ella pensó que era una gran cantidad de
espacio para un dormitorio, ahora parecía pequeña.

― Me gusta hacer ejercicio.

― Eso se muestra cuando estás en el dojo.

Vagó fuera de su zona de dormitorio, hacia el espacio de entrenamiento, su mano


moviéndose sobre la bolsa pesada. Un golpe con la mano abierta. Casi una caricia.
Su corazón se agitó. Ellos tenían una cosa en común - claramente le gustaba hacer
ejercicio también.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Malcom es un buen instructor. ― Él hizo una declaración.

Catarina se sentía incierta de cómo responder. ― Eso creo. Desde luego, me ha


ayudado a aprender rápido.

― Eres una buena estudiante. Lo he visto. Él te dice algo y de una vez lo tienes. Tú
escuchas y no te molestas cuando te critica.

― Yo le pago un montón de dinero. No quiero que me diga lo buena que soy,


quiero que me diga todo lo que estoy haciendo mal para que yo pueda mejorar.

― Inusual, ― comentó, y se movió alrededor de la bolsa pesada. Su mirada


fijándose en sus cuidadosamente archivados equipos, en los guantes y en las
pequeñas pesas. ― Te tomas realmente en serio acerca de aprender.

― No me gastaría el dinero en ello, si no lo hiciera.

― ¿Por qué el arma?

Ella se puso rígida. El arma estaba oculta debajo de su almohada. Él no estaba


mirándola a ella y su voz era casual, pero ella sabía que no era una pregunta
casual.

― Cat. ― Ahora él la miró, con un brazo todavía rodeando la bolsa pesada. ―


¿Por qué el arma?

Tragó saliva. Trató de encogerse de hombros. ― Una mujer sola en un gran


almacén.

― Puedes disparar.

― Sí. Practico tanto como hago mi defensa propia. ― Eso era honesto.

― ¿De qué tienes miedo?

― No tengo miedo, ― ella lo negó, una mentira flagrante este momento. ― Soy
cuidadosa.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Sus ojos se centraron a ella. Mirando en su interior. Veía demasiado. Ella apartó la
mirada primero.

― Estoy segura, Ridley. Y la verdad es que te agradezco el que te tomaras el


tiempo para acompañarme a casa y ver el almacén, pero está bien ahora todo.

Él no se movió. No aparto los ojos de ella. Ella apretó los labios. Incluso con el
almacén tan grande como era, el ocupaba todo el espacio.

― Tienes rejas en tus ventanas. Tienes un arma. Gastas dinero que no tienes en
lecciones de defensa personal y Malcom me dijo que estás trabajando en el
entrenamiento de armas también. Cuchillos, nunchaku y palos. ¿Alguien te está
amenazando? ― Hubo un borde duro en su voz.

Extendió sus manos en frente de ella. ― Yo no te conozco.

― Me conoces bastante bien. Estoy trabajando con Malcom. Enseño a las mujeres a
defenderse. No me gusta cuando son amenazadas. O si tienen miedo. ― Era
imposible no escuchar el sonido de la verdad en su voz. Era sin duda el tipo de
hombre que protegería a su mujer por cualquier medio que necesitara.

― Sólo soy... cuidosa, ― reiteró.

― Est{ bien. Lo dejaremos en eso, pero tu sistema de seguridad es una mierda.


Necesita alarmas y cámaras en este lugar. Las puertas de carga, las ventanas,
puerta de entrada. Los detectores de movimiento. Ese es mi campo de experiencia,
e incluso con lo que has hecho, estás siendo vulnerable.

Ella lo sabía. Sólo podía hacer una cosa a la vez y tenía que priorizar. Siempre
dividía su dinero con cuidado. Pagaba las facturas y el dinero que había tomado de
Rafe era primero para estar a salvo y luego invertir en su seguridad. ― Me estoy
poniendo al día.

― Hay que llegar m{s r{pido. ― Una vez m{s hubo un borde en su voz.
Impaciencia.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella levantó la vista y su mirada chocó con la suya. Fue un error. Volvió el brillo
dorado y en realidad sentía al borde de su ira. Se humedeció los labios
repentinamente secos con la punta de la lengua y su mirada cayó a su boca y se
suavizó al instante.

Su cuerpo reaccionó de nuevo, una conciencia eléctrica extraña que sentía en sus
pechos, por sus muslos, en su vientre y entre sus piernas. Fue instantánea y
poderosa, tan fuerte que no podía moverse. Su respiración cambió. Oyó de suave ir
a entrecortada. Sus pulmones ardían en busca de aire.

Sus ojos se fundieron. Hambrientos. Dio un paso hacia ella. Catarina levanto una
mano, dando un paso atrás, sacudiendo la cabeza. Se detuvo al instante, cerrando
su puño alrededor de la cadena de suspensión de la pesada bolsa de
entrenamiento, los nudillos blancos.

― No estoy acostumbrada a tener a nadie a mi alrededor por mucho tiempo, ―


admitió en voz baja, esperando que él acabara de entender y se fuera. ― Yo no
tengo grandes habilidades sociales. Esto es difícil para mí.

― ¿Me tienes miedo? ― Quería cerrar los ojos ante el tono de terciopelo suave. Ella
lo necesitaba para bloquear la expresión de su rostro. Tallada. Hambriento. Llamas
calientes en los ojos. Sus ojos. Se sentía como si una bestia hambrienta de presas
hubiera vuelto su atención por completo en ella, centrado y mortal, y ahora que
tenía su atención, nunca iba a ser desviada.

Se tragó la mentira y fue por una verdad a medias. ― Tal vez. No lo sé. ― Ella
estaba aterrorizada de él. No tenía idea de por qué estaba allí o cómo ella lo había
dejado en este momento en su vida. No era propio de ella. Iba contra todas las
reglas que tenía. En contra del sentido común.

Había trabajado duro para llegar a un lugar donde ella podría vivir libre y
disfrutar de su vida, pero al mismo tiempo, asegurarse de que todos a su alrededor
estaban seguros. Esto no era seguro. No por cualquier tramo de la imaginación. No
tenía ni idea de cómo Ridley Cromer había terminado en su almacén, en su espacio
de vida personal. Tenía que irse. Ahora.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Su olor estaría en todo el almacén. Ni siquiera le gustaba que Malcom la visitara o
trabajara en cualquier cosa porque ella sabía que iba a dejar atrás su olor. Ridley
era mucho más agresivo... y... y estaba interesado. Trató de no entrar en pánico.

― Voy a diseñar un sistema de seguridad para ti, ― dijo, y se alejó de ella,


poniendo distancia entre ellos, estudiando los desvanes que se habían construido
para mantener la carga. ― No tendría muchas c{maras. Unos detectores de
movimiento. Nada del otro mundo.

― Estoy ahorrando, ― ella le dijo, tratando de no sonar como si se estuviera


ahogando.

― Yo no he dicho nada sobre el pago, ― espetó.

Ella hizo una mueca. Su voz era un latigazo. Realmente, realmente era terco sobre
una mujer necesitando estar segura. Ella tomó un aliento y lo dejó escapar.

― Yo sé que no lo hiciste. Est{s siendo amable y lo agradezco, pero voy a seguir


ahorrando y con el tiempo voy a ser capaz de pagar por un buen sistema de
seguridad. ― estaba orgullosa de la firmeza en su voz.

Volvió la cabeza y le lanzó una mirada de impaciencia absoluta. ― ¿Qué clase de


mierda es esa Cat? Estás viviendo aquí ahora. Me confesaste que fuiste seguida
una vez. Una mujer que mira como tu, que vive sola en un almacén en este distrito,
es simplemente loco.

― Es mi casa y sucede que me encanta. Y esta zona no es tan mala.

― La cafetería est{ situada en el borde de lo que no est{ mal. Este almacén est{ en
el sitio de lo malo. Pasamos tres bares. Pasamos una casa de empeño y dos salones
de tatuaje. Una banda de motoristas se encuentra en el tercer bloque y son ásperos
como el infierno.

Ella los había visto. Era muy atenta a los posibles problemas y por eso tenía
cuidado de mantenerse en las sombras y no caminaba por el centro de la acera
donde todos podían verla. No lo haría nunca.

― Soy cuidadosa.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Suspiró. Pasó una mano por el pelo oscuro y grueso. Tenía el pelo bonito y cuando
lo estropeó para arriba era incluso mejor.

― Tu próximo día libre es pasado mañana. Voy a estar aquí en la mañana para
instalar tu sistema de seguridad. Ya sabes cómo me gusta mi café.

Ella lo miró. ― ¿Cómo sabes cu{ndo es mi próximo día libre?

Él le dedicó una sonrisa. ― Gatita. Vamos. Presto atención. David tiene una boca
grande y estaba lamentando el hecho de que la mitad de los clientes saben cuándo
es tu día libre y no se molestan en mostrarse. Al parecer, ellos vienen por tu café.
Sé cuando es tu día de descanso porque yo voy al Poetry Slam por tu café también.

― ¿En serio? ― Su corazón empezó a latir de nuevo con normalidad. Eso tenía
sentido.

― Lo hago. Haces un café. Tenía la esperanza de que pudiera tener una máquina
aquí.

― Esas m{quinas valen miles de dólares.

― Aún así, haces un gran café. E incluso no tienes una máquina pequeña.

― Porque yo estoy ahorrando para un sistema de seguridad.

― Eso veo. Bueno, Yo te instalaré uno pasado mañana para que puedas utilizar tus
fondos para una máquina pequeña y así poder darme mi dosis mientras yo trabajo.

― No pagaré por mi sistema de seguridad.

― ¿Por qué no?

― Debido a que nada en este mundo viene sin un precio.

Por un momento, sus ojos dorados fueron otra vez brillantes y luego parecían
fundirse en masculina diversión. ― Tienes razón en eso.

Ella se puso rígida.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Mi precio es tu café, gatita. Mucho de él. Y luego, si me lo termino, podemos
entrenar un poco. Tengo algunos movimientos que pueden ayudarte.

Se dio la vuelta y se alejó de ella hacia la puerta sin mirar atrás. Se quedó allí con la
boca abierta.

― ¿Vas a bloquear esta puerta? ― Se detuvo en la puerta, girando la cabeza para


mirar por encima de su hombro, una pequeña sonrisa flotando alrededor de la
boca, iluminando sus ojos.

― Se bloquea autom{ticamente.

Él asintió con la cabeza y se acercó a cabo. Tardó tres minutos antes de que ella
estuviera respirando correctamente de nuevo. No tenía idea de lo que pasó o cómo
se suponía que debía sentirse al respecto, por lo que ella hizo lo que siempre hacía,
se perdió en su rutina regular.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

E l zumbido era persistente. Realmente persistente. Molesto, por lo que Catarina

gimió y se dio la vuelta, su cabello cayendo alrededor de su cara, derramándose


sobre la almohada y cubriendo sus ojos y nariz. El estúpido zumbador resonó a
través del almacén, como si alguien se apoyara en el. No fue diseñado para ser
musical. Era fuerte y sonaba como una alarma. Puso la almohada sobre su cabeza
y la mantuvo allí con la esperanza de ahogar el ruido, pero al parecer, el que había
poseído el almacén antes de Malcom había sido totalmente sordo.

― Muy bien, ― gritó, tirando la almohada y luchando su camino fuera de las


cobijas. Pateó varias veces, destruyendo su cama perfectamente arreglada, y se
sentó, barriendo de nuevo la masa de pelo oscuro ondulado. Estaba en todas
partes. Miró a su alrededor en busca de un clip para domar la gruesa longitud,
pero el zumbido persistió, más fuerte que nunca.

― ¿En serio?, ― Murmuró, y saltó sobre sus pies, cruzando a través del almacén
hacia la puerta principal.

Ella la abrió, frunciendo el ceño ominosamente con la visión borrosa. ― ¿Est{s


loco?, son como las tres de la mañana.

Ridley se quedó allí. Alto. Viéndose increíble. Fresco y mirada increíble. En serio
caliente y asombroso. ― Tienes Huevos. ― Ella trató de cerrarle la puerta en las
narices. Metió la bota en la puerta. ― Un paso atr{s, Gatita, voy a entrar y tengo
mis manos llenas.

Abrió la puerta, y la empujó hacia atrás. Él era más fuerte, por lo que la puerta se
abrió camino. Ella apretó los dientes y dio un paso atrás, lo que le permitió la
entrada. Llevaba cajas y bolsas, lo que significaba que sus manos estaban atadas.

― Cat, ¿por qué me miras así?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Como no tienes dos armas, podía golpearte en el muslo muy duro y darte ¿una
pierna muerta? ¿Así? ¿Y luego hacer un barrido y tomar ambas piernas de debajo
de ti? ¿Le estoy dando ese tipo de mirada? ¿Y luego rodar su cuerpo derecho fuera
por la puerta de mi casa? Porque estoy contemplando la cantidad de esfuerzo que
eso sería.

Su boca se torció. Y ella entrecerró los ojos en él.

― Por supuesto, porque eres el hombre más molesto en la tierra, yo tendría que
encontrar el alambre para cortar ese zumbido y evitar oírlo cada vez que trabaje.
Porque tú eres del tipo que se sienta en él y despierta a una chica cuando se acaba
de ir a la cama.

― Yo siempre digo, sueña en grande, si vas a hacerlo, ― dijo, en lo m{s mínimo


preocupado. ― Y no son las tres de la mañana, bebé, son m{s de las nueve.

Él la miró desde su elevada estatura, lo que sólo la molestó aún más.

― Me acompañaste a casa de nuevo ayer por la noche. Sabes cuando llegué a la


cama. Estas son mis tres de la mañana. ― Cuando él no se volvió y salió, ella tiró
sus manos al aire y luego tuvo que empujar de nuevo la masa salvaje de pelo
cayendo hasta la cintura.

― ¿Alguien te ha dicho que est{s de mal humor cuando te despiertas?

― Como no me levanto alrededor de nadie, pues no, no lo han hecho.

Sus ojos fueron de oro puro, y se movieron sobre ella en forma lenta, intensa, lo
que ella ya reconocía como su pasión en todo. Su respiración se enganchó en sus
pulmones cuando él la miró.

Ridley no podía apartar los ojos de Catarina. Sus pantalones de chándal


cabalgaban bajo en las caderas. Su corpiño moldeando sus pechos, y ella no era
delgada. Tenía curvas, y le gustaba una mujer con curvas. Las había escondido
bajo la ropa holgada, pero estaban allí, era un poco curvilínea para los estándares
normales, pero ciertamente no para los suyos.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Tenía una cintura muy pequeña y una caja torácica estrecha, lo que sólo sirvió para
hacer hincapié en la curva de las caderas, las nalgas y los pechos. Su blusa era un
poco corta, dejando al descubierto su vientre, y tenía una piel increíble. No
llevaba maquillaje, al menos nunca él la había visto. Quizás brillo de labios de vez
en cuando, pero en este momento sus labios estaban desnudos, como sus pies.

Su cabello era salvaje. Dormida era salvaje. Salvajemente atractiva. Y luego en la


parte superior de todo lo demás, tenía los ojos. Grandes, enmarcados con largas
pestañas negras gruesas, sus ojos eran increíbles, y él quería que lo mirara
directamente, cuando estuviera enterrado profundamente en su cuerpo. Quería ver
cómo esos ojos cambiaran cuando él le diera un orgasmo.

Él se juró a sí mismo. No era muy vieja, no en años, sino en sus ojos, era un millón
de años vieja. Eso no era una luz verde, lo sabía. Estaba aterrorizada,
absolutamente aterrorizada, y él detestaba eso. Ninguna mujer debería tener que
vivir con miedo. Siempre estaba en modo de vuelo. Sabía que estaba preparándose
para luchar, pero en este momento, lo único que había visto era ella ocultándose a
sí misma, su silencio, holgada ropa y ojos tristes. Eso era Catarina en pleno vuelo.

Quería ayudarla, a encontrar una manera de dejarla vivir a la luz del día. Junto con
su aspecto y esa sonrisa de ella, le hacía reír. No recordaba reír en un infierno de
mucho tiempo. Y entonces ella tenía esa actitud. Miradas, humor y actitud -
infierno - era un fracasado. Eso hacia la situación mucho más peligrosa. Lo último
que necesitaba era cualquier química entre ellos. Infierno. Él estaba jodido. Este era
un momento en que la química estaba por las nubes. No podía mentirse a sí mismo
por eso. El tenia que tener cuidado con ella. El sexo no iba a ayudar a su situación,
por lo menos no ahora.

― Dios mío, gatita, eres hermosas. Eres jodidamente hermosa. ― Él no podía


evitarlo. El tenía que decírselo, porque ella no lo sabía. Sabía que las mujeres
pensaban que eran hermosas, y ésta no tenía ni idea.

El corazón de Catarina tartamudeó. Otro elogio de Ridley, y sonaba auténtico.


Debería haber estado un poco molesta por la forma en que sonaba, como si
estuviera asombrado, pero nunca nadie le había dicho nada de eso a ella antes.
Nunca. Ella parpadeó y toda la mala actitud se desvaneció. No sabía qué decir,
por lo que le dio la espalda y se dirigió a su dormitorio.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Espera. ― Su voz era baja. Sexy.

Sintió el calor propagarse. Mirando por encima del hombro a él, ella levantó una
ceja, con miedo de confiar en su voz.

― Yo traje café. No estaba seguro de si ya estabas levantada, pero no podía


llevarlo y a las cajas. ― Dos tazas estaban sentadas justo delante de su puerta. Él
no esperó a ver si ella las conseguía, él sólo camino a través de su espacio vital y la
dejó a ella.

Catarina respiró hondo. No tenía ni idea de cómo Ridley logró superar su guardia.
Nadie nunca hizo eso, pero él ni siquiera parecía darse cuenta que tenía barreras.
No veía sus escudos y ciertamente no era invisible para él.

― ¿Tienes alguna herramienta? Debería haberte preguntado eso.

Ella abrió la puerta y había dos tazas de Poetry Slam sentadas justo delante de
donde él había dicho que estarías. Ella las trajo, tomando un sorbo de la que estaba
marcada con latte. No tan bueno como ella lo hacía, pero pasable. Necesitaba la
cafeína si iba a tratar con Ridley Cromer.

Ayer por la noche, él no había entrado, de hecho, parecía que había estado un poco
distraído. Él no había mencionado el sistema de seguridad de nuevo, por lo que
ella había esperado que él se olvidara de todo. Evidentemente, no lo había hecho.

― Herramientas, Gatita.

― Malcom puede haber dejado unas cuantas por ahí. Él mantiene la mayoría de
sus cosas en ese rincón de allá.

Agitó su mano hacia lo que consideraba el lío de Malcom. Ella no tocaba nunca sus
cosas, así que no iba cerca de ellas, o de lo contrario nunca sería capaz de detener a
sí misma de enderezar todo y arreglarlo.

La cama era su objetivo - para arreglarla, no para dormir en ella. Ella captó su
sonrisa cuando miró a su dormitorio y vio las mantas por el suelo y parcialmente
fuera de la cama.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― ¿De verdad te despiertas en un muy mal estado de {nimo?, ¿no? No puedo creer
que nadie lo haya mencionado.

Se volvió hacia él. Lanzarle el café no sólo sería infantil, sino estúpido cuando
necesitaba de él. Además, si tenía que hacerlo, siempre podía lanzarle su taza a él.

― Nunca nadie me ve en la mañana porque vivo sola.

― No puedes haber vivido sola toda tu vida, mujer. Alguien tiene que saber que
eres una gruñona. ― Diversión se deslizó en su tono.

Él busco a través de las cajas sin mirarla, una buena cosa, porque ella se puso
rígida y luego se congeló, su corazón latía en su garganta. Este tipo de cosas era
exactamente el por qué no dejaba que nadie entrara en su vida. Saboreó el miedo
en la boca. Esperó demasiado tiempo para responder y su cabeza se acercó, sus
ojos en los de ella. Vio demasiado. Él sabía que ella se había congelado, incapaz de
hablar. Podía verlo en su rostro. Ridley empujó la caja que se abrió a un lado y
cruzó el espacio hacia ella. Tenía una mirada apacible en su rostro. Él tomó su taza
de café de su mano y la alcanzó a ella con la otra, su palma deslizándose debajo de
su pelo para rizarse alrededor de la nuca.

― Est{ bien, Gatita. No estoy tratando de hacer averiguaciones. Lo que está en tu


pasado, y que te asusta como el infierno, puede permanecer allí. No era mi
intención traer fantasmas con mi broma.

¿Quién actuaba como él? Ella nunca había conocido a nadie como él en su vida y
había estado alrededor de muchos hombres. Nadie la miraba así, o le había
hablado con esa voz. Ellos no fueron amables. O cuidadosos. Siempre tenían una
agenda. Si eran amables con ella, era para ganarse el favor de su jefe. Si no lo eran,
era porque tenían miedo de que si ellos eran agradables, a su jefe no le gustara
mucho.

Intentó una débil sonrisa. Tenía que pensar que era un caso perdido. La cosa era
que ella era sólo una loca a su alrededor. El resto del tiempo, sus reglas estaban en
el lugar y llevaba una feliz y disciplinada vida.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Dime que est{s bien. Si no lo estas, vamos a hablar de esto. Y claramente no
tiene sentido cuando te despiertas. ―El afecto en su voz habría sido su perdición,
pero había logrado molestarla a ella de nuevo. ― Todo tiene perfecto sentido. Y no
me levanto de mal humor.

Él le sonrió. ― Tengo herramientas en el camión. Voy por ellas. Puedes sentarte, a


beber el café y admirar el hecho de que yo realmente tengo un perfecto sentido
cuando me despierto. Y no estoy de mal humor.

Ella lo miró. ― ¿Te acuerdas de lo que he dicho sobre patearte en el muslo y


rodarte para sacarte de aquí? Esa idea se ve mejor y mejor.

― Solo hay un pequeño problema, Gatita, ― dijo, y se apoyó en ella.

Olía tan bien como siempre. Igual que el aire libre, a selva, a selva después de la
primera lluvia. Inhaló porque tenía que hacerlo, ya que se había quedado sin aire.
Llevó su aroma profundamente en sus pulmones. Él la rodeó con calor. De cerca le
parecía aún más guapo de lo que primero había pensado. Tenía unos cinco pies de
altura, un cuello oscuro que no podía dejar de encontrar atractivo. Su pelo oscuro
estaba en contraste con sus extraños pero hermosos ojos. Tenía tres cicatrices, una
por el ojo izquierdo, una más arriba por la sien y otra más largo a lo largo de su
mandíbula. Incluso esas cicatrices no le restaron su buena apariencia y en su lugar
sólo se añadía a ella.

Ella se negó a retroceder. ― ¿Qué sería eso?

― Mis manos ya no est{n llenas, ― dijo, y le pasó los dedos por el pelo, un
deslizamiento suave que corrió todo el camino desde la parte superior de la cabeza
a los extremos en la cintura antes de que sus dedos cayeran. ― Del café me puedo
deshacer en cuestión de segundos y luego estarías en problemas.

El estómago le hizo un bucle de montaña rusa del mismo modo que un millón de
aves, revoloteando en contra de sus entrañas cuando sus dedos se movían por su
pelo. Lo había hecho casi ausente y no llamó la atención al hacerlo, pero se sentía
sexy y dulce al mismo tiempo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Y, si tuvieras éxito en arrastrarme fuera, yo no sería capaz de instalar su sistema
de seguridad. ― Él esbozó una sonrisa.

Era peligroso para todas las mujeres, pero al parecer para ella en particular. La sola
observación de él le volvió las entrañas papilla. Él le derritió, simplemente dándole
una rápida sonrisa. Ni siquiera una de alto voltaje, solo su sonrisa muy casual,
mostrando sus dientes blancos. Y luego estaba su engreída y arrogante sonrisa.
Podía tejer toneladas de fantasías pervertidas a su alrededor durante una buena
semana con sólo una de sus sonrisas.

― Bien, no voy a tratar de golpearte antes de que termines el sistema de seguridad.

― Me estoy yendo por las herramientas de mi camioneta, así que voy a estar
dejando la puerta abierta por un minuto o dos. No quisiera tener que apoyarme en
ese timbre.

― Ya estoy tentada a usar esa cosa para pr{cticas de tiro, ― admitió, pero el café
estaba haciendo su trabajo, poniendo su mejor humor. Aún así, necesitaba ropa. Su
camiseta no estaba cubriendo tanto y tan pronto como él estuviera fuera, se
apresuraría a cambiarse.

Arrastró de los cajones viejos de su habitación unos vaqueros desgastados, la ropa


interior y una camiseta suave, corrió al cuarto de baño. Se las arregló para cerrar y
bloquear la puerta antes de que escuchara la puerta pesada del frente abrirse y
cerrarse. Dio un rápido vistazo una vez más, los dientes, el pelo, la cara y se colocó
su ropa. Rara vez llevaba zapatos dentro. Mayormente sólo llevaba sudaderas para
poder hacer ejercicio cada vez que le diera la gana.

Catarina amaba sus días de descanso. Podía ser ella misma. No tenía por qué estar
en guardia a cada momento. No tenía que gastar energía manteniendo los ojos en
el suelo y escondiéndose detrás de ropa holgada y gafas de sol oscuras. Leía
mucho, escuchaba su música y pasaba horas golpeando y pateando la bolsa. Se
estiraba y comía helado. Se estiraba más y bebía café. Era libre, y disfrutaba de la
libertad.

― Necesito un poco de ayuda, Cat, ― Ridley dijo mientras salía.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él estaba en una escalera. Una escalera muy alta. No tuvo problemas invadiendo la
esquina de Malcom y confiscando todo lo que necesitaba. O tal vez había traído la
monstruosidad. De cualquier manera, él estaba casi en el más alto peldaño y sus
manos estaban sobre su cabeza, jugueteando con una montura negra.

― ¿Qué es lo que tengo que hacer?

― ¿Tienes miedo a las alturas? ― La miró por encima del hombro, sus ojos
mirándola, observando su cambio de ropa y los pies descalzos.

Catarina de repente deseó haberse puesto los zapatos. Ella podría tener fantasías
sobre Ridley, pero sabía mejor que nadie que era imposible permitir algo más que
eso, y los pies descalzos traían un poco de intimidad rara que ella no había
esperado. O tal vez fue la expresión de sus ojos cuando él hizo exactamente lo que
estaba haciendo ahora, sus ojos, como oro fundido, moviéndose sobre su cuerpo
con un toque de cosas que no entendía muy bien.

― No. No tengo miedo a las alturas.

― Bien. ― Se volvió hacia su trabajo. ― Sube detr{s de mí, bebé, y tira del
destornillador de mi bolsillo trasero. Creo que te puedes inclinar a mí alrededor y
apretar ese tornillo para mí.

Se quedó sin aliento en la garganta. Su boca de repente se le secó. ― ¿Se necesitan


dos personas para poner una de esas cositas arriba? ― Pero ya su mano se había
acurrucado alrededor de la escalera. Quería que el sistema de seguridad fuera
colocado. Lo necesitaba para arriba. No tenía ni idea de lo que iba a pagarle, pero
la idea de unas pocas cámaras y detectores de movimiento en este momento, sin
tener que esperar unos meses, era un gran alivio.

― No es como una regla. Yo estaba distraído y elegí el destornillador equivocado.


El otro está en mi espalda, en el bolsillo. Tengo esta cosa en el lugar perfecto y
puedes conseguir asegurarla para mí si no tienes miedo de las alturas. ― Diversión
y desafío. ― sabes lo que quiero decir.

Ella comenzó a subir por la escalera. Era tan segura que ni siquiera tembló.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Gatita. Nadie dice cosa. ― Le encantaba su voz. Su voz podía hacerla olvidar
todo. Incluso si era para unos pocos momentos. Tuvo que poner su mano en la
espalda y luego en el hombro para mantener el equilibrio mientras subía más allá
de él. Tirar del destornillador del bolsillo de atrás parecía más íntimo que nunca y
eso que era sólo una herramienta.

― Cosa, es aceptable si todo el mundo entiende lo que significa, ― insistió, y se


deslizó bajo el brazo de manera que podía maniobrar en su posición.

No había pensado en cómo iba a tener que estar de pie, con los pies en la escalera,
con el cuerpo en el interior del círculo de su brazo estirado hacia arriba, de manera
que su trasero estaba contra su pecho. Trató de no estar al tanto de él cuando ella
comenzó a atornillar en el techo. Fue difícil porque su cuerpo estaba caliente y el
calor se trasladó directamente a ella como una llama viva, calentando su sangre y
poniéndole todo tipo de locas imágenes eróticas en la cabeza.

― Quiero que me dejes entrar en tu vida, ― dijo, en voz baja. Tan bajo que casi no
lo oyó.

Su corazón dio un poco de tartamudeo. ― No dejo que la gente entre en mi vida.


― trató de ser honesta. Estaba tan cerca que podía olerlo, ese olor a selva limpia
que la llevó a otro lugar donde no era el peligro lo que acechaba en cada esquina.

― Ya lo sé, Gatita, ― dijo. ― Es por eso que te estoy pidiendo que me dejes entrar.

Su cuerpo estaba duro como una roca. Árbol de roble duro. Él era todo músculo
acordonado. Podía sentir sus músculos a través de su fina camisa mientras giraba
con cuidado el destornillador.

― Ridley, es demasiado peligroso dejar entrar a alguien en este momento. ― Eso


era lo que podía decir, la única advertencia que obtendría. ― No me hagas
preguntas, porque yo no puedo responder, pero no puedo dejar que nadie entre mi
vida, así sé que est{n a salvo. ― Eso fue demasiada información. Sabía que había
cometido un error por la forma en que su cuerpo se congeló.

Él no era del tipo de hombre que se alejara de una mujer en peligro. Ella lo sabía.
¿Por qué había dicho algo tan estúpido? ¿Estaba tratando de conseguir que lo
mataran?

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Él le había hipnotizado. Ella sólo espetaba cosas a su alrededor. Vamos a ver quién
era. Había roto todas las reglas que tenía. ¿Pero en serio? ¿Pedirle que lo dejara
entrar en su vida? ¿Qué sorprendente fue eso? ¿Cómo muchos hombres eran tan
dulces? Él le daba ganas de llorar y ella no lloraba. Nunca lloraba. Nunca. Esa era
una regla también, una irrompible.

― También lo sé, bebé, ― dijo. ― No voy a pedir nada, pero déjame entrar. Eso es
todo. He hecho cosas peligrosas antes y voy a tener cuidado.

Ella sintió su aliento en su cuello y cerró los ojos un instante contra la oleada de
necesidad naciente. Estaba tan sola. No tenía amigos. Nunca había tenido un
amigo. Apretó el tornillo y le entregó el destornillador. Ella no tuvo más remedio
que poner su mano sobre su hombro mientras comenzó su camino hacia abajo.

― No te quiero muerto. ― Catarina no lo miró cuando lo dijo.

Comenzó a atornillar en el otro lado. ― Yo no voy a morir. Vamos a trabajar juntos


y te puedo mostrar algunos movimientos. Tomarnos un café de vez en cuando.
Salir a cenar a escondidas, incluso si es comida para llevar. Me gusta tu compañía
de verdad, Gatita, no he tenido mucho de sonrisas, en mucho tiempo, y haces eso
por mí.

Sus pies descalzos tocaron el suelo y ella apoyó la frente en el peldaño, los puños
apretados en torno a la escalera, respirando profundo. El pánico estaba cerca. Él no
se iba. Ella se enteró de ello en su voz. Supo que él era persistente en su camino
casual de Zen. Él no se alejaría de ella, dejándola en el lío de su vida.

― No sé qué hacer contigo, Ridley.

Su risa fue inesperada. Baja, con un toque de dulzura en ella. Sintió su risa
moviéndose correcta a través de su cuerpo. Ella lo miró con el ceño fruncido. ―
¿Qué es tan gracioso?

Él la miró. ― Yo sabía que ibas a darme esa actitud.

Sus ojos estaban riendo, oro puro en esta ocasión, y en su estómago se hizo ese
rollo peculiar tan {spero que llevó una mano a él, duro, tratando de mirarlo. ― Yo
no estaba dando actitud. Era una simple pregunta. ¿Y qué tiene de gracioso lo que
dije?

― Tú eres la única mujer sobre la faz de esta tierra que es capaz de decir eso. ―
dijo.

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― ¿Tienes alguna idea de lo arrogante que eres?

― Honesto no es lo mismo que arrogante, Cat, ― señaló.

― En primer lugar, voy a golpear mi cabeza contra la pared y luego beberé el resto
de mi café y luego prepararé la comida. Creo que estás haciendo que el azúcar en
mi sangre baje a cero. O eso, o estás haciendo que mi cabeza se vuelva loca. De
cualquier manera, necesito comida. ¿Quieres?

― Absolutamente. Siempre estoy listo para comer. ¿Tienes comida? ― Ella le


dirigió una mirada que debería haberlo frito en el lugar, pero él no pareció en
absoluto perturbado por ella.

― Comenzare a golpearme la cabeza, ― dijo, y se acercó a la pared.

Él se echó a reír. ― Mujer, tú que golpeas tu cabeza en la pared y me estoy bajando


de esta escalera y no te gustará lo que suceda después de eso.

Era una amenaza, una que no entendía, así que lo ignoró y se fue directamente a la
cocina. Amaba su cocina. Lo único que le faltaba era una vista, pero si quería una
vista mientras ella cocinaba, podría colarle miradas a Ridley mientras trabajaba. A
ella le gustaba el sonido de su risa, y más, le gustaba el hecho de que pudiera
hacerlo reír. No lo quería allí porque era peligroso para él, pero aun así, lo quería
allí porque se sentía sola y necesitaba reírse con alguien. Respiró hondo y soltó el
aire. Fue cuidadosa. Muy cuidadosa. Rafe no la había encontrado todavía, y eso
sólo podría significar que finalmente había descubierto cómo evitar que la
encontrara. Nunca sería capaz de vivir al aire libre, pero estaba feliz y si podía
tener un amigo o dos, a lo mejor iba a seguir adelante.

Cerró los oídos a la voz que le dijo que estaba siendo ingenua y que no era justo
que pusiera buenas personas en peligro. Estaba tan sola que le dolía con cada
aliento que daba. No se había dado cuenta de lo solitaria que estaba hasta que
Malcom le había ofrecido su almacén. Había estado tan sospechosa de sus motivos,
pero él había sido amable con ella cuando ella lo necesitaba más. Cuando era
totalmente vulnerable. Él jamás, ni una vez le había dicho o hecho nada para
indicar que tenía un motivo más allá de eso, más allá de la simple bondad. Ella no
sabía que existía hasta que Malcom había llegado a lo largo. No conocía gente
amable. No sabía qué hacer con ellos. Se encontró sonriendo mientras se centraba
en el desayuno, de vez en cuando, echando un vistazo a la película de Ridley, muy
agradable detrás encerrado en unos vaqueros ajustados.

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Ridley trabajó duro y rápido, meticulosamente, sin embargo, en ajustar cada
cámara exactamente de la forma en que quería, de modo que cada rincón de la
bodega fuera expuesta con la excepción de su dormitorio y el cuarto de baño. No
habló más, dejándola libre para concentrarse en su cocina.

Le encantaba cocinar.

Esa había sido una de las pocas cosas que le habían permitido hacer y en la que se
había derramado a sí misma en el aprendizaje. Había sobresalido hasta el punto de
que, finalmente, Rafe prefería sus comidas a las de su cocinero fijo. Nunca le dijo
eso, pero él había disparado al chef y uno de sus hombres llegaba a ella todos las
mañana y le pedía la lista de cosas que quería de la tienda de comestibles.

Ella había usado el dinero que guardaba para un sistema de seguridad, para
comprar una máquina de café expreso ayer, una de las mejores, para poder hacerle
a Ridley su bebida favorita mientras trabajaba. Ahora, ella quería un espresso con
los buñuelos que había hecho, para ir junto con su desayuno.

― Ven a comer, ― llamó, sin levantar la vista. Estaba nerviosa. Realmente


nerviosa. Esto era importante para ella, la única cosa además de hacer café, en la
que pensaba que era buena y quería que Ridley creyera que era buena en eso
también.

No quería que él viera sus nervios. Trató de ser casual, como si no le importara
como le parecían la comida criolla, pequeños frijoles bajo dos huevos escalfados
con salsa holandesa. Y una parrillada Andouille de salchichas y croquetas de
patata picantes. El expreso estaba perfecto y los buñuelos estaban calientes, fuera
de la fritura de aceite.

Ella se sentó en la silla frente a Ridley, tan nerviosa que tuvo que torcer las manos
sobre el regazo cuando se sentó. Lo observó sin embargo. No pudo evitarlo. Sus
ojos se movieron sobre la comida y el vino y de nuevo a la cara.

― Gatita. ― Respiró su apodo para ella.

Ella había empezado odiando ese nombre, pero ahora, la manera en que lo dijo, a
ella le encantó.

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― Puedes cocinar.

― Bueno, sí. Pero ser{ mejor que lo pruebes. Espero que te guste picante. ― Se
comió varias picaduras de los granos de frijol rojo y huevo, su mirada todavía en
su rostro.

― Dios mío, mujer, necesito casarme contigo. ¿Quién te enseñó a cocinar como
esto? Eres demasiado joven para haber ido a la escuela para ello. ¿Tu mamá era
cocinera?

Ella cerró los ojos y se miró las manos. Era una pregunta inocente. Le gustaba su
comida y nadie - nadie - podría hacer la misma pregunta.

― Mi madre nunca cocinó un día en su vida, ― espetó. La mano de ella fue a la


boca, empujado contra sus labios duros. ¿Qué le pasaba? Eso fue sin duda
demasiada de ella. Nunca dijo, ni una vez una palabra a nadie sobre su madre. Su
madre estaba fuera de los límites. Ridley había echado algún horrible hechizo
sobre ella y no sabía lo que estaba haciendo o diciendo a su alrededor la mitad del
tiempo.

Su mirada se volvió especulativa como si supiera que el tema era tabú. ― Así que
si no fue tu madre, Cat, ¿Quién? ¿Dónde? Porque esto es magnífico. ― Ella se
encogió de hombros y contestó con la verdad.

― Pasé mucho tiempo matando el rato en la cocina y el chef era increíble. ― No le


importaba si ella lo estaba engañando de una manera pequeña, haciéndole pensar
que había tenido un chef mientras crecía porque su madre no cocinaba. ― Me
fascinó y vi todo lo que hacía y cómo lo hacía. Finalmente me permitió ayudarle y
luego a veces cocinaba la comida. Me encanta.

Empujó la pesada cantidad de cabello de alrededor de su cara, empujándolo hacia


atrás por encima del hombro. Calor quemando en sus ojos, convirtiéndolos a un
oro fundido tan brillante que tuvo que apartar la mirada de nuevo. Logró recoger
su espresso sin que sus manos temblaran. Estaba temblando por dentro, así que fue
una particular buena hazaña.

― Tú siempre me asombras. Nunca he tenido una mejor comida, o mejor café.


Luciendo como lo haces, me gustaría que acabaras de sentarte y dejaras que todo el

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mundo te admire, pero no, tampoco funciona así en el dojo y no estás allí para
recoger hombres.

Ella le sonrió. ― Noticia de última hora, Ridley, las mujeres en el dojo vamos a
aprender a defendernos nosotras mismas, no a recoger hombres.

― Noticia de última hora de vuelta a ti, gatita, la mayoría de ellas est{n allí para
recoger hombres. ¿Las has visto entrenando?, Malcom tiene que repetirles la
misma cosa una y otra vez. Ellas no entrenan. Ellas no practican, sólo tratan de
tener buen aspecto y batir sus pestañas. La mayoría de ellas han solicitado clases
particulares conmigo.

Ella puso los ojos en él. ― Aquí hay otra noticia de última hora para ti, Ridley.
Cualquiera que tenga ojos puede ver que eres bueno en defensa personal, en los
katas y el sparring. Así que cualquiera que quiera mejorar en serio va a tratar de
tener clases particulares contigo.

― Tú no. ― Eso trajo su cabeza subiendo. Sus ojos se encontraron y fue un terrible
error. Un muy, muy malo error. El calor se movió a través de ella. No se movió.
Corrió como una bola de fuego a través de sus venas y se asentó en la parte baja de
su cuerpo, hasta que su núcleo femenino palpitaba de deseo. Ella dejó escapar el
aliento y se tomo otro sorbo de café espresso.

― No dejo que la gente entre en mi vida. Sobre todo un hombre que el resto del
mundo va a notar.

― ¿Qué demonios significa eso?

Ella se recostó en su silla, frunciendo el ceño hacia él, levantando su tenedor en


gesto hacia él. ― Ridley, vamos, eres hermoso. Tú eres de esa clase de hombre por
el que otros hombres se pasan a un lado. Las mujeres no pueden separar los ojos de
ti. Tienes cicatrices, tatuajes y te mueves como pura poesía. Todo el mundo te mira
al entrar en una habitación. Tienes presencia. No puedo estar caminando por ahí
con eso. Así que no voy a pedir clases particulares, incluso si eres el mejor que hay.
Adem{s ― ella le sonrió ― Yo no me lo puedo permitir.

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Ridley tomó otro bocado de los huevos escalfados cubiertos en salsa holandesa.
Ella lo estaba matando. Le dijo completamente lo que una mujer nunca debe
decirle a un hombre sin saber si él está interesado en ella y lo hizo con total
naturalidad, sin coqueteo. No creía que lo estuviera felicitando, simplemente
declarando un hecho.

Durante todo el tiempo que lo hizo, su pelo rebelde cayó en olas como una
cascada. Tenía la cara animada, sus increíbles ojos azules cobalto, tan oscuros que
eran geniales, parecía ser la clave para el paraíso. Un hombre desearía verse en sus
ojos, mirarlos cambiar, ponerse encima mientras que él se enterraba a si mismo
duro y profundo dentro de ella.

Ella era sexy sin tratar. Inocente sin saber que lo era. Letal como el infierno para
cualquier hombre con ojos en la cara. Y miedo de su mente. Aún así, él estaba
sentado frente a ella desayunando en su mesa, comiendo el desayuno más increíble
de su vida, y él estaba haciendo su camino. Poco a poco. Con cuidado. Pero
definitivamente en su camino.

― Tú no necesitas dinero para conseguir clases particulares conmigo, Gatita. Tu


comida siempre será suficiente para un justo intercambio. La mitad del tiempo
como en un restaurante o de una caja. No soy cocinero.

― ¿Qué eres? ¿Qué haces?

― Seguridad. ― Se encogió de hombros, un levantamiento ocasional de sus


hombros. ― Trabajo para una empresa y consigo ser enviado a diferentes tipos de
puestos de trabajo.

Ella frunció el ceño. La encontró adorable pero se abstuvo de decirlo.

― ¿Al igual que la seguridad de estar en un edificio de oficinas mirando a los


monitores de un ordenador para asegurarse de que no uno no se robe algo? ¿Ese
tipo de seguridad? ¿O del tipo que se pone en el camino de una bala porque está
cuidando a otra persona? ― Los ojos azules de Catarina se movieron sobre su
cara, y todo su cuerpo se tensó. Letal como el infierno que era. Su cuerpo estaba
lleno y duro, sólo por una mirada debajo de sus largas pestañas.

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― Me encargo de instalar sistemas de vez en cuando, ― admitió, ― pero nunca he
hecho lo de sentarme frente a un monitor en un edificio de oficinas.

Ella deslizó sus labios sobre su tenedor, un gesto completamente inocente, pero su
ingle palpitaba en respuesta.

― Así que tomar una bala por alguien es tu tipo de seguridad. ― Se encogió de
hombros, concentrándose en la respiración.

Ella negó con la cabeza. ― Est{s loco, sabes. Tomar balas por otras personas es una
locura simplemente. ¿Esa otra persona vale m{s que usted? No. ― Eso era firme.
Ella se inclinó hacia él, haciendo un gesto con el tenedor de nuevo. ― La respuesta,
Ridley, es no. No lo es. No me importa lo rico que sea o cómo de famoso. Ellos no
son más importantes de lo que eres tú. No tienes por qué arriesgar tu vida de esa
manera.

― La paga es buena.

Ella se echó el pelo sobre su hombro. ― Ahora est{s tratando de obtener un


aumento de mí. ― Ella se sentó otra vez y tomó un sorbo de su café espresso,
observándolo cuidadosamente sobre el borde de la taza.

― Bueno. Sí. Tengo que admitir que pueden tener que dispararme, soy un
fracasado para ti. Eso hace para mí el camino Zen y también lo hace para ti.

Ella se echó a reír. ― Come un buñuelo, Ridley, y tus fantasías realmente se van a
disparar. Son mejor que mi actitud. ― Se encontró riendo con ella. Ella era aún m{s
hermosa cuando se reía. El sonido era suave y musical, y sus ojos se iluminaron. El
perfecto arco de su boca atrajo su atención, y sus fantasías se volvieron totalmente
eróticas allí sentado en la mesa del desayuno. Él se enganchó con un buñuelo. El
azúcar, grumosa en el postre todavía estaba caliente, el sabor se mezcló con el café
en la boca, y él sabía que lo haría. Nunca olvidaría ese momento, sentado frente a
ella, riendo y comiendo la mejor comida de su vida.

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Nunca nadie le había brindado el tipo de preocupación que ella, se preocupada por
lo que hacía para ganarse la vida, y maldita sea, eso la hizo tan bella que su
corazón le dolía. Ella había levantado sus piernas en la silla y estaba sentada a la
moda sastre mientras comía su desayuno. Era la primera vez que la había visto en
su vida verdaderamente relajada. No estaba pensando en tener miedo. Por esos
pocos minutos, se habían alejado las sombras de sus ojos, y le gustaba ser el que lo
había hecho.

Él era mayor que ella, y nunca se había establecido con una mujer, pero había
tenido un montón de ellas. Más nunca se había sentado al otro lado con una de
ellas a tomar el desayuno, tan relajado, y eso era decir mucho. Nunca compartía su
desayuno con mujeres. Se utilizaban el uno al otro y luego se iban. Una etapa. No
dormía en la misma cama, sin desayuno por la mañana. Él ya se habría ido.

― Tengo que volver al trabajo, pero esto fue fant{stico, Cat. Aprecio que te
tomaras tantos problemas. ― Él se levantó y empujó su silla hacia atr{s.

Ella inclinó la cabeza hacia él, sus ojos azules se movieron sobre su cara como si
memorizara cada detalle. ― Gracias, Ridley, por el sistema de seguridad.
Realmente me va a ayudar. No te imaginas cuánto.

Sus ojos eran suaves. Su boca perfecta le sonrió. Su hermoso cabello derramado su
alrededor como una cascada de seda oscura. Su mano se movió antes de que
pudiera pensar. No tenía idea de lo que le poseía, pero no podía detenerse a sí
mismo, y él era un hombre que sabía todo sobre el control y la disciplina. Sus
dedos se enterraron en toda esa seda y lo empuño allí, tirando hasta que su cabeza
estaba de vuelta. Se inclinó y coloco un besó sobre su boca. Rodó su estómago. Su
polla se endureció. Con un solo toque. Un Jodido Toque. Electricidad crepitaba y
su pulso tronó en sus oídos. Cayó un rayo a través de sus venas por lo que su
sangre corría caliente.

Se apartó y se volvió sin decir nada, sin mirarla a la cara, sin atreverse a ello. El
podía simplemente haberlo echado a perder a lo grande, pero ahora tenía su gusto
en la boca y era mucho más dulce y más sabroso que el buñuelo.

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Catarina cerró los ojos y apretó los dedos a los labios temblorosos. Él la había
besado. La besó. Sabía que para él, era sólo un pequeño gesto de agradecimiento,
algo así "de nada", dependiendo. Probablemente no había sentido nada en
absoluto. No era como que fuera un beso de verdad, con la boca abierta y la lengua
en cuestión. El fue breve. Apenas existió. Pero no le importaba. Fue un beso. Y de
Ridley. Podía pervertirse con eso por meses.

Se arriesgó a mirarlo y le vio de vuelta instalando cámaras, por lo que se levantó y


lavó los platos, abrazando el momento para sí misma. Su momento perfecto. Nadie
podía quitarle eso a ella. Ni siquiera si todo iba mal y era encontrada y arrastrada
de vuelta o asesinada, tendría ese momento.

Ella estaba mal para ser amiga de él. Por arriesgarlo. Pero tal vez, si tenía cuidado,
podía mantener el riesgo a un mínimo.

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― V amos a tener que contratar ayuda si las multitud se hace m{s grande, ―

anunció David.

Catarina levantó la vista desde detrás de la máquina de café. La multitud que


competía por el café era de tres metros de largo. Ella podría acelerar, pero la
m{quina no podía. ― Lo siento, David, sólo que no puede funcionar tan r{pido, ―
le dijo.

― No, esto es bueno. Esto me encanta, ― dijo David. ― Tu novio ha vuelto.

La cabeza de Catarina se levantó y miró alrededor del Poetry Slam. Estaba lleno de
gente, pero ella sabía siempre, siempre, cuando Ridley estaba en una habitación, y
él no había llegado. Pasaban un montón de tiempo juntos, sobre todo en su
almacén. Su último trabajo fue el embaldosado de la ducha y la puesta de la
plomería.

― Yo no tengo un novio, ― negó.

David tomó otra orden y luego le dio un codazo. ― En serio, Cat, sus malos
poemas enamorados están haciendo difícil el aceptarlo. Todo eso del amor no
correspondido derramando para que el mundo lo vea. Tienes que sacar al hombre
de su miseria e ir a una cita con él.

Ella respiró. Él no estaba hablando de Ridley. Ridley venia todas las noches para
acompañarla a su casa, pero se quedaba en la esquina después de que él ordenaba
su café, leyendo. Se aseguraba de que estaba segura caminando a casa, pero nunca
actuó interesado en ella públicamente. Y aparte de un breve beso en el desayuno,
no había hecho otros movimientos.}

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Él entrenaba mucho con ella. Sabía que estaba mejorando. Le mostró todo tipo de
movimientos de autodefensa. Era un maestro exigente y no le gustaba que se
lastimara. Él fruncía el ceño a veces hacia ella, sus ojos dorados brillando con ira.

― Estar{s muerta si no haces el movimiento correcto. Presta atención a lo que estás


haciendo, Cat. Si tu cabeza no está en el juego, podemos hacer esto otro día―.
Siempre le decía. Ella siempre le prestaba más atención y se esforzaba más.
Mantuvo a su rutina, trabajaba por su cuenta, corría antes de trabajar, iba al campo
de tiro tan a menudo como le permitía hacerlo el dinero. Dormía mucho mejor con
el sistema de seguridad. Ridley había colocado el monitor para ella cerca de la
cama para que cuando se activara el sistema, pudiera ver cada área individual que
las cámaras cubrían. Ella podría acercarlas y grabar.

Ridley siempre caminaba con ella a su casa, y él nunca le permitía entrar hasta que
había comprobado el lugar primero. Había sido un poco incómodo cuando él iba a
su habitación las primeras veces, pero se había acostumbrado a su forma de
proteger a las mujeres. Claramente, era quien era. Y ella le gusta quién era.

Dos veces le dio un mal momento, porque había dejado su caja fuerte abierta y el
dinero en efectivo a la vista. Ambas veces le había preocupado que alguien hubiera
estado allí, pero ella sólo había olvidado que cuando ella cerró la puerta tuvo que
golpearse con su puño para regañarse por la estupidez de no cerrar todo en el
camino. Había encontrado la caja fuerte en una tienda de segunda mano, era vieja
y un poco insegura. Aún así, funcionaba muy bien para ella.

― Cat, no te quedes en silencio conmigo, ― le advirtió David. ― Sólo estoy


tratando de evitar que el corazón de Bernard no sea arrancado cuando las masas se
levantan y arranquen el micrófono fuera de sus manos.

― ¿Bernard? ― Catarina le entregó a David otra bebida, ésta un simple latte


mocha, una de las bebidas m{s f{ciles de los que la multitud pedía. ― ¿Crees que
me voy a ir a una cita con Bernard? ¿Nuestro principal poeta? ¿Se supone que es
mi novio mítico? ― Ella susurró a David. ― Yo no salgo. Y nunca lo hare. ¿Estás
loco? Él ni siquiera me nota. A mi café sí, a mí no.

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David pidió dos órdenes más y entregó el latte mocha antes de que él pusiera los
ojos en ella. ― ¿Para quién crees que son todos esos poemas de amor que escribe?
¿Oda a mi Rina? ¿No es eso un indicio?

Si ella no tuviera una audiencia tan aguda, nunca habría sido capaz de escucharlo
por el zumbido de la multitud. Ella levantó la vista de nuevo. Bernard estaba en la
fila, en la segunda fila de atrás. Él le sonrió y agitó los dedos. Ella esbozó una
sonrisa de vuelta.

― En serio, no se ve como si un amor no correspondido estuviera sucediendo en


su vida, David. Has estado en la sección de libros románticos de nuevo, ¿no es así?

Él dio un pequeño resoplido y arrojó tres órdenes m{s a ella. ― No tienes ni un


hueso romántico en tu cuerpo, ― anunció, y se alejó de ella, con la nariz en el aire.

Ella trató de no reírse. No se reía en el trabajo, pero en realidad, las pocas


intervenciones de David eran histéricas, especialmente cuando suponía
incorrectamente que alguien estaba fijándose en ella. A Bernard le gustaba ser el
centro de atención, así de simple. Le encantaba escribir su poesía y quería que
todos lo escucharan y lo admiraran. Y como regla general, todo el mundo lo hacía.
En realidad era bastante bueno.

Ella hizo un par de copas más, trabajando rápido, tratando de atender a la


multitud cuando sintió el primer hormigueo de su radar. La piel de gallina se
levantó en su brazo. Una picazón curiosa bajo su piel llegó como una onda y
retrocedió. Tomó aire y no cometió el error de mirar de inmediato. Alguien estaba
observándola. Lo sentía. No como la gente normal, pero alguien interesado en ella.

Las alarmas chillaban hacia ella, pero respiraba a través de ellas. Durante los años
había adquirido disciplina y ella la utilizó, por lo que con calma preparó otra
bebida y se la entregó a David. Él le guiñó un ojo para demostrarle que había
terminado de molestarla. David no sabía cómo sostener un rencor y si él conseguía
irritarse, por lo general era porque necesitaba comer algo. Si él se ponía tan mal,
dejaba su puesto, marchando alrededor del mostrador a su lado y le arrojaba un
muffin. Esta no era una de esas veces.

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Catarina levantó la vista al igual que hacía siempre, dejando que su mirada
escaneara la multitud durante un breve momento. Era buena en tomar cada
detalle. Ella misma se había entrenado en eso también. Observando el enemigo.
Había estudiado en realidad, las formas de Rafe y había aprendido de él. Había
aprendido de memoria todos los detalles de todos y cada uno de sus soldados, los
que estaban más cerca de él, en los que él confiaba la mayoría de veces y los que
pertenecían a este círculo íntimo.

Tomó tantos rostros en la multitud ahora mucho más delgada, que pudo con esa
mirada casual. Ninguno era familiar, pero la mirada de un hombre se deslizó fuera
de ella cuando se fijó en él. Ella siguió su camino, no cometería el error de permitir
que sus ojos se asentaran en él, pero sin duda había estado observándola y
tratando de ser discreto.

No se veía como si él fuera de Nueva Orleans. Demasiado suave. Manos


demasiado suaves. La mayoría de los soldados de Rafe habían nacido y crecido en
torno a Argel y habían trabajado en el río o cazado en los pantanos antes de que él
los hubiera contratado. Ella hizo varias copas más.

Bernard tomó su macchiato de caramelo, y como siempre, lo levantó en el aire en


una especie de saludo. ― Hey, Dama del café.

― Hey, Poeta.

― Sabe a gloria. ― Él mostró su sonrisa. Ella brindó una de vuelta y tomó nota de
que el hombre que la miraba se volvió hacia Bernard y tenía un teléfono celular
con él. Ella se puso rígida. ¿Estaba tomando una foto? Si era así, nadie que fuera
amable con ella estaba a salvo. Siguió trabajando, su mente corriendo, pero hizo
todo lo posible por mantener la calma. El pánico no la llevaba a ninguna parte.
Podría cometer errores si entraba en pánico, pero envió una oración silenciosa
para que Ridley no viniera a la sala de café y fuera de cabeza a hablar con ella.

― David, ― dijo entre dientes y debajo del mostrador sólido, torció su dedo.

David no dudó, vino derecho a ella. Acercándose. Se inclinó. ― Obtén el nombre


del siguiente hombre, en la medida de lo posible. De alguna manera. ― Ella
mantuvo su voz a un susurro, se aseguró de que estuviera oyéndolo. ― Voy al
baño de mujeres. ― Se puso el delantal de libre.

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David frunció el ceño. ― ¿Est{s bien?

Ella asintió con la cabeza. ― Solo descansaré de esto.

Él asintió con la cabeza y gritó: ― Siguiente.

Le dio la espalda a todo el mundo, totalmente desinteresada, y se dirigió hacia la


parte trasera donde estaban los pasillos de los libros. Miró al espejo en la pared del
fondo, de donde podía ver los clientes en el mostrador.

David se inclinó hacia el hombre. ― Nombre. Estoy tomando tantos pedidos como
pueda hasta que ella vuelva. Dame un nombre que pueda gritar.

― Frank. Frank Tuttle. ― El hombre sacó su billetera y empujó a algunos billetes


en la mano de David.

David cogió una taza y lo escribió en el lado junto con el pedido. Hizo lo mismo
con los cuatro siguientes clientes y le dieron sus nombres también. Catarina
observó a Tuttle a través del espejo. Su cuello se estiró varias veces mientras
trataba de verla. Incluso caminó hasta la mitad del pasillo que había tomado. Se
agachó en el baño de mujeres y se lavó las manos, las secó con cuidado y volvió a
salir.

No sabía el nombre de Frank Tuttle, no es que Rafe no contrataría a alguien fuera


de sus soldados para encontrarla. Él tenía conexiones en todas partes y a la
mayoría de la gente le encantaría hacerle un favor y que así les debiera una deuda.
Pero aun así, Tuttle no se sentía como Rafe. Él despedía vibras, pero no vibras
peligrosas. Tal vez espeluznantes. Definitivamente del tipo de ambiente del que
quería mantenerse al margen, pero no del ambiente de Rafe. Todavía.

Ella hizo las próximas cinco bebidas, una tras otra, sin levantar la vista. No quería
que Frank Tuttle supiera que sabía de él, pero ella lo vio caminar a la silla frente a
la registradora y hundirse en ella, empujando los periódicos a un lado. Una vez
que se sentó, él sacó su teléfono y comenzó a desplazarse a través de él. Sí. Él la
estaba mirando.

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Las horas pasaron rápidamente porque estaban ocupados. El teatro empezó y los
clientes se dispersaron. Ridley llegaba tarde. Tuttle no se iba. No quería caminar a
casa sola con Tuttle alrededor, ni tampoco quería caminar a casa sola. No podía
evitar que su mirada se desviara hacia la puerta cada pocos minutos, pero él no
llegó. Durante dos semanas la había seguido a su casa todas las noches. Dos
semanas más que había entrado en su casa todas las noches. Ahora, la única noche
en que alguien estaba acechándola, él no se mostraba.

La gente del bar entró. David y ella recaudaron el dinero y el tarro de la


extremidad se desbordó. Dinero en serio esta vez. Estaba feliz de ello. Había estado
ahorrando la mitad de sus ingresos para devolver el dinero que había robado de
Rafe para su seguridad. Por supuesto que no podía caminar hasta él y dárselo,
pero ella quería tenerlo sólo en caso de que la encontrara. La ganancia de esta
noche sin duda ayudaría a su causa.

Tuttle se levantó y se fue cuando David gritó que faltaban diez minutos para el
cierre y que era la última llamada para el café. Cuatro clientes se acercaron al
mostrador. Les hizo bebidas y vio cuando David los escoltó a la puerta. Cerró con
llave para que pudieran limpiar y contar la ganancia de la noche. Catarina vigilaba
la puerta. Ridley no se presentó, pero estaba segura de que Tuttle estaba por ahí.

― David. Esa persona Tuttle me asustó. Permaneció horas, pero no habló con
nadie y sólo bebió dos cafés. Él no estaba leyendo libros o escuchando la poesía
tampoco. Se fue cuando anunciaste la hora de cierre, pero eso no quiere decir que
se haya ido.

― ¿Quieres que te acompañe a casa? ― David preguntó inmediatamente.

Ella negó con la cabeza. ― No, pero me gustaría salir por la puerta trasera, antes
de que salgas por la parte frontal, ¿me puedes dar una ventaja de quince minutos?
Puedo pasar por el callejón de atrás y salir por el bloque. Es probable que no sea
nada, pero prefiero no correr ningún riesgo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Él te estaba mirando. Después que pediste su nombre, mantuve mis ojos en él,
― David admitió. ― Trató de ser sutil sobre ello, pero incluso cuando recogió el
periódico, no estaba leyéndolo. Estaba mirándote por la parte superior del mismo.

― Él es probablemente inofensivo, ― Catarina le aseguró. ― Pero realmente no


quiero saberlo. Estoy cansado esta noche y la idea de tener que patear su culo es
demasiado agotadora.

David se echó a reír. ― La idea de que pienses que puedes hacerlo es gracioso. El
viejo Tuttle es bastante fornido. Él tiene unas cien libras sobre ti, Cat, tal vez más.

Ella levantó sus puños. ― Soy luchadora.

Echó la cabeza hacia atr{s y rió m{s fuerte. ― Muy bien. Estoy a favor de que te
agaches por la parte trasera, aunque, si prefieres, puedes llamar un taxi.

Ella negó con la cabeza. ― No es necesario. Puedo llegar a casa. Sólo dame mi
salida.

― La tienes. Textéame cuando estás en casa segura.

― ¡David, cuántas veces tengo que decirte, que no tengo un teléfono celular y no
voy a conseguir uno!

― Oh. Sí. Se me sigue olvidando que est{s viviendo en la Edad Media.

Ridley le había dicho lo mismo y se ofreció a conseguirle un celular. Ella se había


negado, por supuesto. Aparentemente nadie realmente podría existir sin un
teléfono. Se las arreglaba bastante bien. Los móviles generaban facturas y las
facturas eran un rastro de papel. Ella no quería eso.

La primera vez que había sido contratada en Poetry Slam, apenas subsistía. La
mayoría de los días sólo unos pocos clientes venían en forma regular a menos que
fuera la noche de la poesía, luego se puso un poco concurrida. David no podía
darse el lujo de pagarle un poco más. Una vez que se corrió la voz de que la nuevo
barista era muy buena en su trabajo, los clientes comenzaron a llegar, y David le
había ofrecido más dinero y la oportunidad de modernizarse. Tomó el dinero
extra, pero se negó a cambiar. No habría rastros de papel.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Catarina se dirigió a la parte de atrás, David la siguió, como lo hacía cada noche
para poner el dinero y recibos en un lugar seguro hasta que David pudiera ir al
banco. Catarina se deslizó por la puerta trasera.

David esperó en silencio hasta que ella camino por el callejón para asegurarse de
que nadie estuviera al acecho allí. Le dio el pulgar hacia arriba y comenzó a correr
de nuevo hacia el distrito de almacenes.

El callejón se redujo a dos cuadras y salió en una calle transversal. No hizo un


sonido cuando se movió, y se movió rápido. Quería estar casi en casa antes de que
David cerrara la puerta delantera. Si Tuttle la estaba esperando allí, ella estaría en
su casa, encerrada a cal y canto antes de que pudiera encontrarla. El peligro, por
supuesto, seria que él ya supiera dónde vivía y estuviera esperando por ella, pero
cruzaría ese puente si llegaba al mismo. Cuanto más corría, más estaba segura de
que Tuttle no estaba con Rafe. Él la asustó, desató su radar, pero no de la manera
en que los hombres de Rafe lo hacían.

Aminoró el paso, ya que necesita ahorrar energía. Mientras se acercaba el final del
callejón, sacó una pequeño rociador de avispa de su bolso y lo transfirió a la mano
izquierda. Se detuvo en el borde del callejón y se trasladó a la calle, permaneciendo
en las sombras. Había unos pocos arbustos desordenados tratando de vivir sin
agua, muy cerca a la larga hilera de edificios. Algunos eran casi tan altos como ella.
Ninguno había sido podado y encontró bastante fácil deslizarse bajo las ramas y
permanecer dentro del área plantada que corría junto a la acera.

Un Suv cruzó lento y ella se quedó inmóvil. Un movimiento se dibujó en el ojo.


Trató de mezclarse con los arbustos alrededor de ella. Afortunadamente, siempre
llevaba ropa oscura al trabajo, sólo en caso de que tuviera que desaparecer. Creía
en estar preparada y había funcionado hasta este momento. Siempre había sabido
que era un riesgo instalarse en un solo lugar. No creía que Frank Tuttle fuera un
soldado de Rafe, pero estaba demasiado interesado en ella y no se atrevió a darle
una oportunidad, no cuando se preocupaba por la gente que la había ayudado
mucho.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
El Suv tenía oscurecidas las ventanas y no podía distinguir al conductor, ni
siquiera con su superior visión nocturna. El vehículo no tenía placas del gobierno,
pero su garganta se secó. Tuttle tenía que ser un poli. Su radar se había activado.
Estaba sin duda mirando. Estaba casi segura de que él no era uno de los soldados
de Rafe. Pero un policía era igual de malo.

Se llevó una mano a su estómago, duro, y tomó respiraciones profundas. En


ninguna parte había nada permanente en su vida. Nada. Eso era lo que tenía que
ser. Ella lo sabía. Simplemente le gustaba allí. Le gustaba Malcom. Le gustaba
David. Le encantaba su trabajo, el almacén y sobre todo su amistad con Ridley.

Corrió a casa, observando con cuidado, explorando no sólo los tejados y escapes de
incendios, los balcones, y cada otro lugar alto, fuera de las calles, callejones y
edificios de los alrededores. Se tomó su tiempo, no quería cometer otro error.
Acercarse a la bodega era siempre lo más difícil. Era terreno abierto. Comprobó
todo en busca de cualquier furgoneta estacionada, todoterrenos, coches o camiones
cerca. Sabía el ritmo del lugar, del tráfico, y era muy poco. Todos los vehículos
estacionados eran con los que ella estaba familiarizada. Se lanzó al otro lado de la
calle, por lo que en las sombras entre los edificios se detuvo de nuevo y aspiró
tratando de encontrar cualquier olor desconocido. No había ninguno. Se acercó a la
puerta y rápidamente golpeó el teclado para desbloquearlo y dar un paso dentro.

La oscuridad la encerró. Eran casi las cuatro de la mañana, afuera la luz empezaba
a tratar de atravesar la oscuridad. En el interior, aclamó su capullo de la oscuridad.
Corrió a su habitación y se lanzó en la cama, el corazón latiendo rápido, los puños
apretados con fuerza. Sus ojos ardían, pero no había lágrimas. Ella nunca lloraría
de nuevo. Nunca jamás.

La vida era todo acerca de aceptación. Había sabido, cuando había logrado
escapar de Rafe, que si él la cogía de nuevo, había una posibilidad enorme de que
él la matara. Y también sabía que si no lo hacía, él nunca la dejaría escapar de
nuevo.

Todas las vías de escape se cerrarían. A decir verdad, dudaba que fuera a
encontrar el coraje de ir contra él de nuevo. Catarina apretó los dedos a los ojos.
Así que tenía que irse. Tenía que irse y dejar todo atrás.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Había negociado mal para una vida semi y tenía que ser suficiente. Enderezo los
hombros, se sentó y sacó su bolsa de viaje de debajo de la cama. Tenía dos de ellas.
Una estaba vacía, y la otra era su bolsa de emergencia. Tenía dinero y ropa
suficiente para darse un comienzo en algún lugar. Dejó la bolsa de emergencia en
la puerta de su habitación y comenzó a llenar la vacía. Tenía que elegir con
cuidado.

Sus ropas eran todas de tiendas de segunda mano. No iba a los centros comerciales
o en cualquier lugar donde uno podría comprar un nuevo par de jeans, pero
siempre le encantaron los artículos que compró. Aún así, la velocidad con que
viajaba siempre era la clave. Odiaba dejar atrás sus botas. Sólo tenía un par y había
pagado mucho dinero por ellas, más de lo que había pagado por la mayor parte de
su ropa combinada. Pero tenía que viajar con poco peso.

Cuando tuvo la bolsa de viaje casi llena, abrió la caja fuerte y contó el dinero.
Había salvado casi mil dólares para la deuda que le debía a Rafe. Con eso y su
propio dinero, además de su fondo de emergencia, tenía suficiente para llevarla a
unos estados de distancia.

Catarina se cambió a su ropa de dormir y camiseta. No podía salir a la luz del día,
ya que sería un desastre. De alguna manera tenía que dormir. Mientras se tumbó
en la cama, la alarma de la puerta sonó, un largo y horrible ruido, que la hizo saltar
fuera de su piel.

Ella miró el monitor y vio Ridley cubierto contra la pared. Viéndose perezoso, con
los brazos cruzados sobre el pecho, la cabeza inclinada hacia la cámara. Se veía
hermoso. Perfecto. El corazón le dio un familiar poco alboroto y ella golpeó el
timbre para permitirle la entrada. Al menos ella podía verlo por última vez.

― ¿Dónde est{s? ― Él golpeó el interruptor de la luz.

― En el dormitorio. Es mi tiempo de dormir, ¿recuerdas? ― Ella le contesto a él.

Catarina se sentó, levanto sus rodillas y apoyó la barbilla en la parte superior de


ellas. Le gustaba verlo caminar. Él era extremadamente tranquilo y parecía fluir
por el suelo. Había pasado suficiente tiempo con él en el dojo y ahora aquí en su
casa para saber que podía respaldar la confianza que mostraba.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él fluyó en su espacio, sus ojos dorados barriendo a través de su dormitorio,
observando todo antes de fijarse en su rostro. ― ¿Qué diablos est{ pasando? ¿Qué
pasó?

― ¿Acaso David te llamó? ― Debido a que Ridley no se presentó a las cinco de la


mañana, el cierre de la tienda de café, hizo su camino a casa y embaló, ya estaba
lista entonces. Él tampoco se acercó a su casa o se acercó desde el principio en sus
días de descanso.

Se encogió de hombros. ― Prefiero que tú me digas lo que pasó.

― Alguien entró en Poetry Slam hoy. ― Había cansancio en su voz, pesar,


tristeza, incluso, en su tono. A nadie más ella se lo permitiría, pero Ridley era
diferente. Muy diferente. Ella podía haberle amado con cada célula de su cuerpo.

― ¿Alguien? ― Le solicitó, y llegó justo a la cama.

El corazón le dio un vuelco. Era tan grande. De huesos grandes, fuerza bruta,
apretados músculos. Le encantaba mirarlo, sobre todo su rostro. En este momento,
existía preocupación abierta. Por ella. Ella nunca había tenido eso.

― Me has dado tantas primeras veces, Ridley, ― admitió, porque se lo merecía. ―


Gracias. Yo realmente aprecio tu amistad. Me hiciste sentir que importaba.

― Gatita. ― Él se sentó en la cama y se pasó los dedos por el pelo. ― Ya no


importa. Dime que pasó.

Ella le sonrió. ― No se puede arreglar esto, Ridley. Él era un policía. Estoy seguro
de ello. Él tenía que serlo.

― ¿Est{s corriendo de la policía? Pensé que podría ser de otra persona. Alguien
malo. Un acosador, tal vez. ― Él miró hacia la bolsa en la puerta y a la bolsa llena y
luego a la que estaba llenando. ― Y est{s haciéndolo de nuevo.

Ella se frotó la barbilla en la parte superior de las rodillas. ― Realmente no importa


quién sea, no puedo tomar ninguna posibilidad. Me tengo que ir. Me alegro de que
hayas venido, así puedo decir adiós.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― ¿Podrías haberte ido sin hablar conmigo primero? ― Había un reborde en su
voz. Sus ojos extrañamente pasaron de whisky al oro y el oro se fue derritiendo en
una brillante y feroz mirada que la dejó sin aliento.

― Ridley, no tengo un teléfono. Yo no tengo un número para llamarte. No sé


dónde vives. No hay manera de comunicarme contigo. Te deje entrar, ¿no? ― Para
ella significaba más que lo que dejaba en su edificio. Lo había dejado entrar en su
vida. Había confiado en él cuando ella nunca había confiado a otro ser humano.
Lo había dejado en su interior.

Estudió su rostro. Las yemas de sus dedos se acercaron a su piel, como si estuviera
enjugándose lágrimas. ― Tienes que decirme que est{ sucediendo, bebé, puedo
ayudarte.

Ella negó con la cabeza. ― Hay algunas personas en el mundo contra las que no se
puede luchar. Él es uno de ellos. Terminarías muerto. Todo el mundo termina
muerto. No voy a correr el riesgo contigo. No estoy arriesgando tampoco a
Malcom o a David. Sabía que eventualmente tendría que irme. Me duele, pero aún
así, yo sabía esto, te tuve, y a ellos, por un rato y nunca los voy a olvidar.

― Est{s rompiendo mi corazón. Si este hombre es tan malo, ve a la policía, no


huyas de ellos. Vamos a terminar esto.

Se mordió el labio. No había explicación cualquiera con Rafe Cordeau,


especialmente no a un hombre como Ridley, quien creía que podía arreglar
cualquier cosa.

― Ridley, tienes que irte. Necesito dormir, pero antes de hacerlo, ¿podrías
besarme? No he tenido mucho de primeras veces y yo prefiero que me beses a
alguien m{s. ― Le costó mucho a ella pedírselo. Había estado cuid{ndose de no
tocarlo inapropiadamente, pero nunca había tenido a un hombre que la besara y
ella quería a Ridley. Tenía que ser él.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Gatita. ― Sólo el escuchar esa voz, fue a la derecha a través de su piel y se
envolvió alrededor de su corazón y apretó. Sus ojos fueron suaves y sus manos
llegaron por ella, tirando de ella en su regazo. Su estómago inmediatamente realizo
una serie de volteretas. Él era fuerte, tan fuerte que levantó su peso casualmente,
como si no pesara más que una pluma. Su calor la envolvía. Sus brazos. Por
primera vez en su vida, se sentía segura. Ese fue otra primera vez que le había
dado.

Sus manos ahuecaron su barbilla e inclinó la cabeza hacia arriba. Sus ojos se
encontraron. ― ¿Me est{s diciendo que nunca has besado a otro hombre?

La forma en que sus ojos se movieron sobre su cara, en posesión masculina, esa
intensidad climatizada, envió llamitas de deseo lanzándose hacia arriba y abajo de
sus muslos.

― Nunca.

Inhalo fuertemente. Sus ojos cambiaron de nuevo, pero ella no podía leer su
expresión porque su boca estaba sobre la de ella. Suave. Persuadiendo. Las
mariposas revoloteaban. Su corazón se derritió.

― Abre para mí, Gatita, déjame entrar. ― Su voz era tierna infinitamente y su
lengua, bromeó los bordes de su boca.

Él ya estaba tan profundo que no sabía si alguna vez podía sacarlo, pero por suerte
no lo hizo, lo sabía. Había probado lo prohibido y sabía que debía dejar las cosas
así, pero sus labios eran firmes y cálidos y su cuerpo caliente y fuerte y ella quería
saber. Tenía que saber. Abrió los labios.

Caliente. Mojado. Él sólo barrió y perdió el control. El mundo cayó lejos y ella se
agarró a sus hombros, aferrándose a él para tener algo sólido, un ancla para traerla
de vuelta. Él podía besarla. Y así lo hizo. Una y otra vez. Robando su aliento,
robando su corazón, convenciendo a su cuerpo, primero con suavidad, a
continuación, con agresión, luego, con tierna y luego con aspereza.

Se fundió en él. Se convirtió en parte de él. Déjalo avanzar aun más. Levantó la
cabeza, con esos ojos asombrosos brillando hacia ella, y no había duda de la
estampa de posesión en el rostro.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― No me puedes dejar, Catarina. Vamos a resolver esto. Sé que estás cansada y
tienes miedo, pero vamos a encontrar un camino. Siempre hay un camino. Te
quiero aquí, no en la carretera donde me preocuparía cada minuto de todos los
días si estas viva o segura. ― Él presionó su frente contra la de ella. ― Te estoy
pidiendo que esperes un día o dos, voy a tratar de encontrar algo mejor, así no te
pierdo.

No iba a discutir con él, tratando de hacerlo entrar en razón cuando no podía
explicarle quien era Rafe Cordeau a él. No podía mencionar su nombre. Un
hombre como Ridley iría de cabeza a cabeza con Rafe, y Ridley perdería. No lo iba
a perder. Así no.

Se acurrucó en el calor de Ridley para no tener que mentirle. Él era un experto en


la lectura de mentiras, y quería que él pensara que esperaría.

― Eres un muy buen besador, Ridley, ― dijo, tocando sus dedos a los labios. ―
Sólo en caso de que ninguna de tus muchas mujeres se lo mencionara.

Lo sintió relajarse. Pensó que había ganado. La tensión salió de todo el músculo
apretado. ― Bebé, si soy tu primer beso, ¿cómo lo sabes? ― Diversión tiño el
terciopelo suave de su voz. Afecto. Lo dejó arrastrarse sobre y dentro de ella,
tirando la memoria en una parte secreta de sí misma que iba a mantenerse para
siempre.

― Solo lo sé, ― dijo con firmeza.

Él se pasó a la cama. Se acurrucó a su lado y se sorprendió un poco cuando él se


estiró a su lado. Él parecía ocupar toda la cama. Tomo su misma posición y él la
deslizó hasta el borde, relajado y luego la metió en su costado. Sus manos se
deslizaron por detrás de la cabeza, como si no pudiera confiar en no tocarla.

― La cama es demasiado pequeña.

― Yo encajo en ella ― estaba obligada a señalar.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Sí, gatita, lo sé. Pero no es lo suficientemente grande. Cuando lleguemos al
punto en que me vaya a quedar, vas a tener que quedarte en mi casa, vamos a
necesitar una cama más grande.

Cerró los ojos, deseando que hubiera esa posibilidad, sabiendo que nunca tendría
otra ocasión de compartir la cama con él. Quería saborear cada segundo.

― Est{ bien. ― Eso era lo mejor que podía hacer. Incluso entonces su voz tembló.

Ridley cambió la posición de nuevo, girando sobre su lado, deslizando una mano
alrededor de su cintura para tirar de ella hacia él, y luego instaló la mano, con los
dedos extendidos de ancho, en la tira de piel desnuda no cubierta por su blusa.
Sintió la mano y cada uno de sus dedos como una marca ardiente. Su respiración
se enganchó en sus pulmones. Su garganta se sentía cruda. Cerró los ojos para
mantener cualquier lágrima a raya. No quería que nada estropeara este momento,
ni siquiera el conocimiento de que nunca lo vería a él otra vez. Dejaría que él
tuviera su fantasía. Le pertenecía a Ridley Cromer y estaba locamente enamorado
de él.

― No te vayas a dormir todavía, bebé, ― dijo Ridley suavemente. Su mano


empezó a moverse en círculos lentos en su vientre. ― Quiero asegurarme de que
entiendas a dónde va esto.

Volvió la cabeza y lo miró. Sus ojos eran extraños. Diferentes. Tenía la misma
mirada centrada que la hacía sentir como si ella fuera la única persona en el
planeta. La única en su radar. Aún así, sus ojos eran diferentes. El iris era
totalmente oro. Incluso brillaban un poco como si su visión nocturna fuera tan
buena como la de ella.

― No lo entiendo.

― Este hombre que te est{ persiguiendo. Los policías. No tienen nada que ver con
nosotros. A pesar de cualquier cosa que suceda, gatita, sigue siendo entre tú y yo.
Vamos a encontrar el camino a través de todo esto, juntos. No tengo ningún
problema en ir contigo a la policía. Le puedo encontrar un buen abogado. No me
importa lo que cueste, Cat, no te estoy perdiendo por esto.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Tragó saliva y volvió la cara lejos de él. Su mano se movió hasta la barbilla y él le
volvió la cara posterior.

― Lo digo en serio, Catarina. Sé que piensas que todo el que sepa de este hombre
va a salir de tu vida en mal estado. Que él es Invencible. Pero tú sólo conoces mi
lado dulce. Te mereces lo dulce así que siempre te lo muestro a ti, pero eso no es
quien soy. Mírame, bebé. Realmente mírame. Tengo cicatrices por una razón.

Su mirada se deslizó por su rostro. Lo había memorizado, por supuesto. Cada


línea. Las pequeñas líneas de expresión alrededor de sus ojos. Las cicatrices que
sólo servían para hacerlo a él más guapo para ella. Tenía la cara de un hombre, no
de un niño. Incluso cuando sus ojos eran suaves, su cara estaba dura, tallada en
piedra. Tenía una fuerte mandíbula y con un poco de vello, como si no importara
cuántas veces se afeitara, su pelo insistía en crecer.

― No soy dulce y amable con nadie, y nunca lo seré. Puedo conseguir este hombre
fuera de tu vida, pero tienes que dejarme entrar para que yo pueda hacer mi
trabajo.

― Te dejo entrar, ― dijo en voz baja. Se inclinó hacia él y le rozó un beso en la


boca. ― Yo nunca deje que nadie me tocara. Entraste. Sólo tú. ― Eso era todo lo
que tenía que darle, porque no lo dejaría morir. Hablar con él acerca de Rafe haría
eso, y Ridley Cromer necesitaba estar vivo y bien en algún lugar del mundo para
que ella pudiera seguir adelante. Ahora tenía una razón para estar sola y solitaria.
Ahora tenía una razón para permanecer en la sombra. Y ello se tendió a su lado,
duro como una roca, tan dulce como los buñuelos que amaba de su estado natal.

― Así que habla conmigo.

― Necesito m{s tiempo. No puedo tomar una decisión sin tener en cuenta todas
las ramificaciones. Y estoy cansada. Yo no tomo decisiones cuando estoy cansada.
― Tenía que dejarlo ir antes que hiciera algo así como hablar con él acerca de Rafe.
Eso era lo más lejos que podía ir. Eso era por lo mucho que lo quería. Pero incluso
a mitad de camino en el amor, o tal vez a causa del, ella no iba a arriesgar su vida.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él suspiró, pero la renuncia estaba en su voz y en su rostro. ― Te voy a dar un par
de horas para dormir y luego voy a volver, Cat, y si te gusta o no, vamos a hablar.

― Bésame otra vez.

Movió su cuerpo a medio camino del de ella, con las manos enmarcando su rostro,
y atrajo su boca abajo. Este fue un beso totalmente diferente. Éste dijo que de
ninguna manera la dejaría ir. Éste dijo que le pertenecía a él y a nadie más y que
habría muchas más primeras veces que él podría darle.

Catarina le devolvió el beso lo mejor que pudo, siguiendo su ejemplo, todo el


tiempo guardando cada detalle en la memoria. Se quedó a su lado mientras ella
flotaba, sintiéndose cálida y segura. Apenas despertó cuando se desprendió a sí
mismo de ella y rozó su boca a través.

― Te veré esta noche, Cat.

Murmuró una respuesta suave y se entregó a dormir y a sus sueños de él


llevándosela. Se despertó en algún momento más adelante con un latido del
corazón. Supo al instante que no estaba sola. Alguien estaba en su almacén y no
era Ridley. Le había rozado otro beso en la frente y a la izquierda de ella mientras
iba a la deriva. Ella había estado envuelta en un capullo de seguridad, de algo
parecido al amor, y ahora se sentía amenazada en todos los niveles.

Llevó la mano debajo de la almohada para tomar el arma justo cuando ella se
volvió hacia el monitor para comprobar las cámaras. El monitor estaba oscuro. Y
no había ningún arma. Maldiciendo en voz baja, se deslizó fuera de la cama y
busco por el suelo de su arma. La había vez derribado más de una vez de la cama
cuando ella se movía en sus sueños. Antes de que pudiera encontrarla, las luces
irrumpieron a través del almacén, de cada bombilla encendida.

Se puso en pie mientras los hombres se entraban en su habitación. Armas


apuntándole. Chalecos sucesivamente. Rostros sombríos. Fue sorprendida por un
hombre que la cogió y tiro boca abajo en su cama. Luchó, tratando de volverse,
pero él le atasco una rodilla en la espalda y arrastro primero una y luego la otra
mano detrás de ella. Sintió la mordedura de las esposas. Las puso con fuerza. Aún
así, la adrenalina corría por su cuerpo y ese monstruo dentro de ella se despertó.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Catarina yacía boca abajo mientras los hombres fueron a través de su almacén,
destrozándolo, lanzando cosas, lanzando la ropa de sus cajones.

― ¿Catarina Benoit? Tenemos una orden de registro para este almacén y su coche.
Estamos llevándola al centro para ser interrogada.

Reconoció la voz. Frank Tuttle. Por supuesto. Ella había imaginado que era un
policía. No podían tener nada en ella.

― ¿De qué se me acusa? ― Su voz fue ahogada contra el colchón. Tenía el pelo en
todas partes. No podía ver a través de las masas de filamentos cayendo en sus ojos
por lo que ella se obligo a sí misma a permanecer inmóvil. Su piel le picaba
horriblemente y el pánico estaba cerca. No podía detener el movimiento de sus
manos, tratando de encontrar una manera de soltarse de las esposas.

Tuttle la agarró del brazo y tiró de ella a sus pies. ― ¿Va a alguna parte?

― A visitar a mi madre, ― le espetó. ― Y no es que sea de tu incumbencia.

― Tu madre muerta, ― espetó, y la empujó hacia la puerta.

Catarina tropezó deliberadamente y cayó al suelo. No tenía manos para


amortiguar la caída y ella aterrizó duro. El lado de su cara se golpeó tan fuerte que
por un momento vio las estrellas y la mejilla se sintió como si se hubiera roto algo.
Pero la mano esposada encontró la pequeña pluma tendida en el suelo a su lado de
la bolsa volcada. Cerró el puño a su alrededor.

― Maldita sea, ― dijo Tuttle. Agach{ndose junto a ella. ― ¿Est{s bien?"

Ella no se dignó contestar. El silencio era un arma poderosa, había aprendido esa
lección temprano, y cerró su boca, negándose a mirarlo siquiera cuando él la ayudó
a levantarse. Sus manos eran suaves, pero el horrible monstruo dentro de ella
detestaba su toque y arañó y se paseo en su vientre, exigiendo que tomara
represalias.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Catarina mantuvo sus ojos en el suelo cuando Tuttle la ayudó a levantarse.
Reteniendo la posesión de su brazo, camino a su derecha, fuera de su zona de
seguridad en plena luz del día. Podía ver los coches de policía alrededor de su
almacén. No había manera de que esto no fuera a volar su tapadera de un modo u
otro. Su corazón comenzó a golpear con fuerza y su boca se secó. No tenía en lo
más mínimo miedo a la policía. Pero la policía había llamado la atención sobre ella.
Y la atención era mala. Muy, muy mala.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

C ATARINA se frotó las muñecas debajo de la mesa, manteniendo los ojos

hacia abajo. Sus muñecas dolían horriblemente, al igual que su rostro cuando ella
había caído. Las esposas habían sido retiradas, pero mantuvo la pluma escondida
por dos razones. Era un arma si necesitaba una y podía usarla para salir de las
esposas si se las ponían de nuevo.

Había sido paciente, no inclinó su mano para ver si podía soltarse. tenía
hematomas porque no podía mantener sus manos quietas aún con sus muñecas
cerradas con tanta fuerza en el metal. Tuttle la había dejado deliberadamente
sentada sola en la sala de interrogatorios durante algún tiempo. Sabía que él
pensaba que la tornaría más agitada y asustada. Desafortunadamente para Tuttle,
no se asustaba. Sabía de monstruos, y él no era uno.

La puerta se abrió y él entró en la habitación. No levantó la vista. ¿Cuál era el


punto? no tenía nada que decirle, así que mientras esto iba a durar, y ella pensó
que sería un tiempo muy largo, que perduraría.

No le habían permitido tomar un suéter y tenia frío, y se sentía un poco expuesta,


pero se imaginó que también era parte del plan.

― ¿Sra. Benoit? Soy el detective Frank Tuttle. Estamos investigando a un hombre


llamado Rafe Cordeau. Yo creo que lo conoces.

Tuttle estaba vestido con pantalones y una chaqueta, parecía demasiado


resbaladizo para ser otra cosa que de la DEA. Lo que no la sorprendió. Llevaba una
carpeta y la puso sobre la mesa, haciendo gala de la misma. La cosa era, que sin
importar lo que dijera, no tenía nada de ella y que tendría que hacer algo, o tendría
que dejarla ir.

Permaneció en silencio. No había una pregunta en su declaración.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― ¿Sra. Benoit? ― La voz de Frank había ido a aguda.

― Lo siento. ― le lanzó una breve mirada de debajo de sus pestañas. ― Yo no


sabía que su declaración requiriera una respuesta de mi parte.

― ¿Est{ familiarizada con Rafe Cordeau?

― Es obvio que cree que lo estoy. Ya que volvió el lugar donde vivo al revés. No
tengo ni idea de lo que estaban buscando, porque nadie tuvo la cortesía de
decirme.

― Eso no es una respuesta.

Ella se encogió de hombros. ― Como yo no sé lo que están buscando en el camino


de las respuestas, no puedo ayudarle.

― ¿Usted sabe quién es de hecho Rafe Cordeau?, ― Tronó.

― ¿Es aquí donde se supone que debo hacer una mueca y echarme a llorar? ― El
sarcasmo goteaba de su voz. Rafe podría obligarla a hacer una mueca de dolor sin
siquiera levantar la voz, pero ni siquiera él podía hacerla llorar. Y ciertamente,
ningún policía podría.

Empujó la pesada caída del pelo sobre su hombro y, por primera vez miró a Tuttle
a los ojos. Ella incluso se inclinó hacia él. ― Todo el que se crió en Argel, sabe
quién es Rafe Cordeau o al menos sabe de él. Si dicen que no lo hacen, están
mintiendo. Sí. Para responder a su pregunta, sé quién es Rafe Cordeau.

― Y usted vivió con él durante varios años.

Lo miró directamente a los ojos y estaba muy centrada. Intensa. Esperó. Era buena
esperando. Bueno en el juego del silencio. Había sido enseñada por un maestro y
había seguido esas lecciones con experiencias. Podía decirle a Tuttle que estaba
obteniendo en su edad. Ella era joven. Apenas veintiuno. Había tenido su
cumpleaños el mes pasado. No parecía difícil, parecía vulnerable. No tenía ni idea
de que las experiencias que había vivido la habían envejecido prematuramente.

Suspiró. ― Sra. Benoit, estoy tratando de averiguar qué sabes de Cordeau.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Lo siento. No es muy bueno en esto, ¿verdad? Una vez más, no sé qué quiere
que conteste, y no puedo adivinar lo que quiere de mí.

Tuttle hizo una mueca. Mantuvo la mirada en la cámara, donde seguramente había
otros policías viendo en una pantalla en una sala de control. Tuttle iba a recibir
algunas bromas sobre ese comentario.

― Me entregaron a él cuando yo tenía once años de edad.

― ¿En calidad de qué?

Ella asintió con la cabeza. ― Soy su pupila. Fui criada en su casa.

― Y usted est{ comprometida para casarse con él.

Por primera vez, su corazón se volvió loco, golpeando en su pecho con tanta fuerza
que temía que en realidad se rompería - o podía oírlo. Se obligó a mantener los ojos
fijos en los suyos.

― ¿Por qué piensa eso?

― Hubo un relato en el periódico de Nueva Orleans en la sección de la sociedad


que hablaba sobre su compromiso con Rafe Cordeau. ¿Estás diciendo que la
información no es correcta? ― Nadie se atrevería a escribir un artículo sobre
Cordeau sin su consentimiento. Ninguno. Ni siquiera un reportero que quisiera un
nombre para sí mismo. Rafe había plantado ese artículo y estaba enviándole un
comunicado directamente a ella.

Ella negó con la cabeza, pero no dijo nada, su mente acelerada.

― ¿Es su novia?, ― Preguntó Tucker, su voz un látigo.

Ella se encogió de hombros. ― Si eso es lo que alguien escribió en un periódico,


supongo que debe ser verdad.

Irritación cruzó su rostro. Él frunció el ceño. ― No estás ayudándote a ti misma


dándotelas de lista.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella levantó una ceja. Sus muñecas palpitaban. Su pulso se aceleró, y tenía un gran
dolor de cabeza que casi de caía en el suelo. No quería sentarse durante horas en la
sala de interrogatorios. Cada minuto que pasaba era un momento en que ella debía
estar en el camino.

― No estoy tratando de ser una lista, Sr. Tuttle...

― Detective, ― le corrigió.

Ella respiró hondo y dejó escapar un suspiro. ― Detective Tuttle, ― dijo ella. ―
Sólo quiero que me diga de que se trata esto, para así poderme ir.

― Se trata de su relación con Rafe Cordeau, ― espetó.

― Ya le he dicho lo que es mi relación con él. Pero usted parece tener otra
información de todos modos. Si eso es todo lo que quería saber, me gustaría irme.

Su puño golpeó la mesa. Podía haber dicho silencio, era mucho más eficaz.
Silencio. Mirar fijamente. Y los ojos fríos como el hielo. Golpear en la mesa no le
asustaba nada. Se quedó quieta y lo miró.

― ¿Cu{ndo fue su último contacto con Cordeau?

― Me fui cuando cumplí los veinte años.

― Así que hace un año.

Eso no merecía una respuesta. Podía hacer cuentas matemáticas. Ella se limitó a
mirarlo. Esperando que él llegara a ella.

― No fue la primera vez que te fuiste. ― Tuttle sabía m{s de lo que ella pensaba
que alguien fuera consiente. Alguien estaba alimentando a la DEA con información
sobre Cordeau, un juego muy peligroso de jugar. Tenía que ir con cuidado, ya que
significaba que tenían a alguien en su organización.

― No, no es así.

Esperó unos momentos, pero cuando ella no prosiguió, se inclinó hacia ella. ― Tú
escapaste cuando tenías catorce años. Una mujer con el nombre de Abril Harp te
ayudó. Ella fue asesinada junto con toda su familia, y estabas de vuelta en la casa
de Cordeau.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Era una acusación. Ella sabía que su rostro se había vuelto blanco. Su estómago dio
un vuelco y debajo de la mesa se retorció los dedos. Había algunos recuerdos que
nunca desaparecían y algunos hechos para los que no había redención.

― Sí, eso es cierto, ― susurró.

― ¿Por qué huías?

― Quería ver a mi madre.

― Ella ya estaba muerta.

― Yo no sabía eso, ― dijo Catarina. ― Él no me había dicho.

― Él la mató. Dos días después de que ella la entregó a él, ella murió de una
sobredosis que el médico forense dijo que no se dio a sí misma.

― Eso no es noticia, Detective Tuttle. Me dieron esa información después de que


me llevaron de nuevo a Cordeau, aunque cómo se puede atribuir la muerte de mi
madre a Rafe, no lo sé. Una vez más, parece que tiene información que yo no.

― ¿Fue llevada de regreso? ¿Usted no fue voluntariamente? ― Él se abalanzó


sobre eso.

Ahora estaban pisando terreno peligroso. Ella no dijo nada, simplemente lo


observaba. Él querría que presentara cargos de secuestro contra Cordeau.

― ¿Acaso Cordeau mató a abril Harp? ― Exigió. ― ¿Él ordenó a sus hombres que
la mataran a ella y a su familia?

Ella permaneció en silencio.

― ¿Sabía usted que si la ayudaba, Cordeau la matarla?

Su estómago se sacudió de nuevo. ― Si usted est{ diciendo soy responsable de su


muerte, creo que lo soy, sí. Yo no la mató, pero me fui. Sabía que habría
consecuencias pero yo estúpidamente pensé que iban a ser para mí, no para otra
persona.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― ¿Estaba allí cuando ella murió? ― No había ningún estatuto de limitaciones
sobre el asesinato. Vio a dónde iba y sacudió la cabeza.

― No hay manera, bajo ninguna circunstancia, de que pueda, o quiera declarar


contra Rafe Cordeau. Ninguna, Si eso es lo que busca como resultado final,
entonces hemos terminado aquí.

Tuttle se recostó en su silla. ― ¿Sabe lo que es? Usted sabe que él mató esas
personas. Muchas personas. Él corre drogas. Prostitutas. Armas de fuego. Sin
embargo, usted no está dispuesta a ayudarnos a encerrarlo.

― Usted ha sabido que cuantas personas estén dispuesta a ayudarle a encerrarlo,


están todas muertas, Detective Tuttle. Usted no puede protegerlos de él. Por cierto,
no será capaz de protegerme de él. Es dueño de hombres como usted. Él tiene
conexiones en todas partes. Usted no va a encerrarlo y claramente no con mi
testimonio.

― Usted lo vio matar a abril Harp. Estaba ahí.

― Me mantuve ahí, ― escupió. ― Tenia catorce años. Todo lo que quería hacer era
ver a mi madre. Eso era todo. Vi un cuchillo entrar en el vientre de mi amiga y le
cortó todo el camino hasta el esternón. Entonces mis manos fueron empujadas a la
herida abierta para que yo siempre recordara que su sangre estaba en mis manos.
Escuché los disparos que mataron a su familia, pero yo no vi nada más. No podía
ver nada más. Yo estaba de rodillas gritando y ni siquiera podía cubrir mi cara
porque mis manos estaban cubiertas de su sangre.

Nunca olvidaría el horror de ese momento. Rafe sosteniéndola enfrente de él. Su


hombre, Marcel, sosteniendo a Abril. Catarina había sido incapaz de mirar hacia
otro lado, ni siquiera cuando Rafe hundió el cuchillo en Abril y abriéndola. La
sangre salpicaba por todo ella, pero eso no fue suficiente para Rafe. El quería que
aprendiera una lección.

Rafe empujo tranquilamente sus manos dentro de la horrible herida y le susurró al


oído. ― tu hiciste esto, mi pequeña Catarina. Su sangre está en tus manos. No
vuelvas a ser tan tonta como para dejarme de nuevo.― La memoria era tan aguda,
tan viva, que ella tenía miedo de vomitar allí mismo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Rafe habló en voz baja. Nunca tenía que levantar la voz. Él simplemente miró a sus
hombres e hizo un gesto hacia el desastre que había sido una mujer viva, ahora
algo que él considera basura para ellos eliminar.

Abril había limpiado su casa, y Catarina la había seguido a todas partes. Había
sido una de las pocas personas que habían sido amables. Incluso había ayudado a
Catarina a aprender a leer y escribir, y Catarina había conseguido que la mataran.

― ¿Quién la mató, Sra Benoit?, ― Preguntó Tuttle. ― No dijo quien la llevó allí y
empujó el cuchillo en Abril.

Ella levantó los ojos afligidos hacia él. ― No lo sé. No vi su rostro.

Suspiró. ― Ahora me est{ mintiendo.

― Estaba de espaldas a él. Llevaba guantes. Guantes negros. Nunca vi su rostro. ―


Eso era verdad. Ella no había necesitado ver su rostro. Reconoció su olor. Su
cuerpo duro. Su voz que nunca cambiaba. Él la aterrorizaba.

― Le voy a traer un poco de agua.

Ella se sorprendió por la compasión en la voz de Tuttle. Salió de la habitación


brevemente, el tiempo justo para que ella presionara su mano temblorosa contra su
boca. Aspiró una y otra vez, tratando de evitar vomitar. Tenía pesadillas y no había
manera de evitarlo algunas veces después de recordar esa escena en la cabeza, pero
hablar era mucho peor. Los detalles. El olor. El horror de la misma. Y todo el
tiempo su madre había estado muerta. Rafe dijo casualmente la verdad. Ese era él.
Él no ocultaba lo que era de ella. Él no le mintió a ella. Él siempre dijo la verdad.
Ella había sido tan estúpida como para preguntarle si él había matado a su madre.

― Ella era una puta, Catarina, ― había explicado pacientemente. ― Ella no tenía por
qué hacerlo, pero te entregó a mí porque no podía vivir sin drogas. La adicción es una
terrible debilidad. Ella le vendió a mí por los medicamentos. Su hijastra, debería haberla
amado y protegido. No podía dejar que te tocara. No podía nunca permitirle a esa mujer que
te hiciera daño a través de su adicción. Regresó queriendo más drogas. Ella amenazó con
llevarte de regreso y venderte a hombres. Afirmó que la había engañado y que tenía que
mantenerla, habrías sido una fuente inagotable de ingresos para ella.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Catarina sabía que decía la verdad, porque siempre lo hacía. La cruda verdad.
Nunca trató de ablandárselo. No había cosas tales como mentiras piadosas. Su
madre, o más bien madrastra, realmente habían hecho todas esas cosas. Era la
única madre que Catarina había conocido. Catarina, por cualquier razón, estaba
bajo la protección de Rafe. había sido amenazada y había eliminado la amenaza.
Sólo de esa manera.

Esa no había sido la única vez que la había "protegido" de ella. Había tenido
dieciséis años y se había convertido en un poco rebelde. No con Rafe. Nunca con
él. Pero ella siempre tenía sombras en ella. Hombres que iban a todas partes donde
ella lo hacía. Había ido a ver una película y se había deslizado en el baño de
mujeres y se había quedado allí deliberadamente por un tiempo muy largo, lo que
obligó a uno de los dos hombres a entrar para recuperarla.

Detestaba a Marcel. Él había sido el que ayudó a matar a Abril. Marcel la había
arrastrado a la salida y se negó a permitirle ver el resto de la película. Se había
armado un alboroto. En público, una ruptura grave de las normas. La había
abofeteado en el momento en que estaban lejos de miradas indiscretas. Nunca dijo
nada a Rafe, pero sabía que él se enteraría antes de que ella llegara a casa. Él estaba
allí y su ira llenó la habitación. Lleno de ella. Se puso de pie frente a él, inclinando
la cabeza, aterrorizada de su ira, pateándose a sí misma por ser tan estúpida.
Odiaba tener hombres siguiéndola a todas partes. No tenía amigos para asistir a
películas, y escuchó a los dos hombres hablando de lo patética que era. Ella había
sido aplastada.

Rafe cogió la barbilla con dos dedos y alzó la cara para arriba para su examen.
Apretó la palma en la mejilla que Marcel había abofeteado. Luego había alzado los
ojos a Marcel y señaló con la cabeza a dos de sus guardaespaldas personales. Lo
último que había visto de Marcel, era que estaba luchando mientras era arrastrado
de la casa.

― No le hagas daño, Rafe. Yo estaba molesta con ellos, algo que dijeron de mí, y
actué estúpidamente.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Nadie tiene el derecho de poner sus manos sobre ti, solo yo. Nunca, Catarina, ni
por cualquier razón. No lo toleraré. Si tienes que ser castigada, esa es mi decisión,
de nadie m{s. Si cualquier hombre, te toca, Dímelo. ― Esa había sido la primera
vez que la había tocado suavemente. Su mano había limpiado su cara y después se
había trasladado a su pelo. Sus ojos, por lo general tan fríos, alabaron algo por un
breve momento que no podía entender. Pero sabía que nunca, nunca le diría a Rafe
si alguien la golpeaba, le daba una bofetada, o ponía sus manos en ella. Sabía que
era una sentencia de muerte.

Tuttle regresó con el agua y Catarina la bebió y luego sacó los pies sobre la silla
debajo de la mesa, sentado a la moda sastre. Se meció suavemente, tratando de
calmarse lo suficiente para pasar a través de esto.

― Siento esas cosas que le sucedieron a usted, Sra. Benoit. ― Tuttle incluso sonaba
como si lo sintiera. Tenía los ojos suaves. ― ¿Est{s segura de que no vio el rostro
del hombre que mató a Abril Harp?

Ella se tragó los recuerdos dolorosos y sacudió la cabeza. ― Me vi obligada a


enfrentarme a ella en todo momento. ― Rafe no había intentado consolarla
después. La había llevado directamente a su habitación y la encerró en ella, con las
manos ensangrentadas y todo. Había pasado horas en la ducha, deslizándose por
la pared y llorando mientras se fregaba las palmas de sus manos hasta que se le
vio la carne en bruto. Al final, no podía decir si era sangre de Abril o de sus
propias manos.

― Usted se escapó otra vez cuando tenías diecisiete años.

― Sí.

― ¿Por qué?

― Tenía miedo de lo que Rafe quería de mí. Me miraba de manera diferente. Él me


miraba todo el tiempo. No sabía por qué y me daba miedo. Así que decidí tratar de
alejarme de nuevo, pero sin que nadie me ayudara. ― Esa no era la única razón,
pero ella no iba a contarle el resto. Ella no tenía pruebas. Ella nunca tenía pruebas,
pero ella sabía.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Rafe entró en su habitación por la noche, sus ojos en ella. Mirándola. Totalmente
centrado en ella. Esperando por algo. No tenía idea de lo que era, pero podía
decirse que se estaba impacientando. No se había ido por eso. Ella lo había dejado
a causa de las otras mujeres. Por las noches llegaba a su habitación, merodeando
alrededor, con los ojos brillantes, había contenido la respiración, expectante. No le
había puesto la mano encima. Pero luego, después de que se iba, un coche llegaba
y una mujer salía. No sabía porque, pero nunca vio la misma mujer dos veces, y
nunca las vio salir. Ni siquiera cuando esperó despierta toda la noche.

― Yo no llegué muy lejos. Rafe tenía ojos en todas partes. Me encontró en cuestión
de horas. ― Fue m{s que eso, pero no iba a revelar los secretos que conseguirían
encerrarlo. Sabía que Tuttle podría intentar encerrarla por no denunciar el
asesinato de Abril, pero había sido un prisionero virtual y eso no funcionaria.
Ambos lo sabían. ― Estaba enojado conmigo.

― ¿Que hizo? Y ¿por qué no ir directamente a la policía?

― Yo estaba a su cargo, ― le recordó. ― Tenía todo el derecho de volver a


cogerme. Él no me estaba secuestrando. Y era dueño de la mitad del departamento
de policía. ― lo sabía. Había visto los sobres de dinero que eran entregados.

― ¿Qué hizo? ― Tuttle persistió, no pudo negar que Rafe tenía policías de su
propiedad. Era del conocimiento común. Se humedeció los labios repentinamente
secos. Por primera vez, no podía mirarlo. Por lo que miró hacia abajo a sus
muñecas. Ya los moretones se estaban formando. Tenía muy buena piel y siempre
se había marcado fácilmente.

― Digamos, que yo no le desafíe de nuevo hasta que estuve muy, muy segura de
que podría escaparme y que él no sería capaz de realizar un seguimiento de mi.

― Usted vivió con él todos estos años, Sra Benoit. Tenía que haberlo visto cometer
un delito. Nosotros necesitamos que sea sincera con nosotros.

― Nadie ve a Rafe cometer delitos, detective, y menos yo. No puedo ayudarle. Yo


realmente no puedo. Si usted no tiene alguna otra pregunta, me gustaría irme
ahora.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Tengo sólo unas pocas m{s para usted, ― dijo Tuttle, d{ndole una mirada
exasperada. ― Usted hace entender que este hombre es un señor del crimen. no
tiene ninguna razón para sentir lealtad hacia él. Asesinó a su madre. Él ya había
asesinado a Abril Harp y a su familia, o que ordenó ese golpe. Rafe Cordeau debe
estar tras las rejas.

― Si todo eso es cierto, detective, ¿por qué alguna vez no encontró alguna
evidencia? ¿O testigos?

― Los testigos desaparecen.

― Exactamente. Ese es mi punto. Nunca fui una parte del negocio de Rafe. Yo era
una niña que crecía en su casa.

― No hay ningún registro de que fuera a la escuela. ― Eso la avergonzaba y ella


sospechaba que él había querido humillarla. Detestaba que Rafe no la hubiera
enviado a la escuela o que le asignara tutores. Tuvo la tentación de mentir, pero
levantó la barbilla.

― No, yo no fui a la escuela. Y extrañamente, nadie vino a preguntar por qué.

― ¿Él no la educó en la casa?

Ella negó con la cabeza. ― No, nunca fui educada en casa. No me gradué. Yo no
fui a la universidad. De hecho, detective, ― añadió un poco desafiante, ― apenas
puedo leer desde hace un tiempo muy corto. ¿Qué tiene que ver eso con Rafe y sus
crímenes?

― Yo diría que sería considerado una injusticia en su contra, ― Tuttle señaló.

Catarina se encogió de hombros. Cada segundo que pasaba era un segundo más
que Rafe tenía para encontrarla. Tarde o más temprano, un oficial de policía en la
toma le notificaría.

― Haga sus preguntas. No tengo mucho tiempo.

Frunció el ceño. ― ¿Qué significa eso?

Saga Cárpatos
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― Eso significa que tarde o temprano, una palabra va a salir de que me tiene en
una sala de interrogatorios. Y Rafe puede moverse rápido cuando lo necesita. Creo
que es mejor si me he largado antes de que llegue aquí.

― Le estamos ofreciendo custodia de protección a cambio de su testimonio contra


Rafe Cordeau. ― Ella lo miró por un momento y luego se echó a reír, y pensó que
podría estar al borde de la histeria.

― ¿No ha oído ni una de las palabras que le he dicho a usted? No voy a declarar
contra él. No tengo ninguna información que le ayude. Y la gente en su custodia
protectora no están a salvo de él. Él sería capaz de encontrarme. Una vez que este
aquí y tenga mi olor, seguirá mi rastro, y me va a encontrar. Mataría a todos y a
cada uno de ustedes y sus familias para llegar a mí. Mataría a todos los oficiales
que me resguarden. Y entonces él me mataría.

Tuttle se hundió en su silla, sonriendo. ― Así que él es Superman con poderes


increíbles. ¿Puede volar a través del aire, o algo así?

― Quiero irme. Usted no me est{ acusando de cualquier cosa, así que quiero irme.

― Él ya sabe dónde se encuentra.

Tuttle dejó caer las palabras en voz tan baja que casi se le perdieron. Por un
momento, sus pulmones se encogieron. Un nudo en la garganta. Ella lo miró
fijamente. Afligida. Horrorizada. Y entonces lo supo.

― Le dijo. Tiene a alguien en su organización tratando de subir de puesto y le dio


la información a su hombre para que ganara un punto con Rafe. Me vendió y luego
espera ponerme en sus manos. ― Ella susurró. Sabía que tenía razón. Había
escuchado una vez que había algo de información que tenía sobre ella la DEA y
que tenían un hombre encubierto. Debia haberle dado su ubicación para que él se
ganara el favor de Rafe. Ellos le dijeron dónde estaba. La policía. Los que se
suponía que iban a servirle y protegerla. Ellos la habían puesto directamente en la
línea de fuego. Se tragó el terror y lo miró.

― ¿Hace cu{nto tiempo Rafe obtuvo esa información?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Tuttle la miró, observó sus manos temblorosas y trató de no sonreír. ― Podemos
protegerle. Conseguiremos una casa de seguridad.

Ella se levantó, empujó hacia atr{s su silla. ― No hay una casa de seguridad,
idiota. No hay tal cosa. ¿Cuánto tiempo hace que le informaron de mi paradero?

Tuttle miró su reloj. ― Un par de horas antes de que le trajéramos.

Ella negó con la cabeza. ― Usted no tiene idea de lo que ha hecho. Ha matado a
por lo menos tres buenos hombres. Usted necesita asegurarse de ponerlos en algún
lugar lejos de aquí. David Belmont de Poesía Slam. Malcom Hardy en el estudio de
las artes marciales. Y Ridley Cromer. Él va a matarlos a todos para llegar a mí. Para
darme una lección. No puede colgarlos como cebo y esperar que lo haga para
poder construir un caso en su contra. Nunca sabrá que era él. Dios. Tu gente. No lo
entiende.

― Creo que se puede arreglar si decide declarar.

― Maldita sea, ¿se oyes a ti mismo? ¿Est{ realmente dispuesto a arriesgar a los
tres? Yo no estoy testificando. No tengo nada de lo que pueda acusarle. Yo no
tengo una sola cosa que pueda ayudarle a colgarlo. Ni una.

― Él ha estado bajo investigación durante más de dos años.

― Y no tiene nada de él. Usted no va a conseguir nada de él. Fue investigado antes
de eso y lo será de nuevo después. ¿Qué pasa con usted para que le dijera dónde
estoy? ¿O después de pensarlo se le ocurrió por una vez que estaba poniendo mi
vida en peligro? ¿O no le importa?

― Siéntese, señora Benoit.

― Quiero irme.

― Siéntese. Se est{ agitando.

Colocó ambas manos sobre la mesa y lo miró. ― Yo. Quiero. Irme.

― Dije que se siente. Si me obliga, le voy a poner de nuevo las esposas.

Saga Cárpatos
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― Quiero un abogado.

― No est{ acusada de un crimen. ― Se pasó una mano por el pelo desplaz{ndolo.


― Sea razonable, Sra. Benoit. Hay una buena probabilidad de que Cordeau ya esté
en camino para encontrarle. No podemos protegerla de él a menos que usted se
comprometa a la custodia protectora.

― Usted no me puede proteger, y yo no le ayudaría ahora ni aunque mi vida


dependiera de ello. Usted no es mejor que él.

― Yo soy policía, Sra Benoit, ― recordó Tuttle. ― Es mi trabajo atrapar


delincuentes, especialmente los que son tan malos como Rafe Cordeau.

― Usted no tuvo ningún problema lanz{ndome debajo del autobús, para poderle
dar a su hombre encubierto una ventaja con Rafe. Usted sabía que si Rafe me
encontraba él me podría matar, pero eso era de poca importancia para usted, ¿no?

― Eso no es cierto. Podemos protegerte.

Catarina apuntaló un dedo hacia él. ― Estaba tan petulante, estaba seguro de que
llegaría corriendo en busca de su ayuda. ¿Era eso porque no tengo la educación y
pensó que era estúpida y fácilmente manipulable?

Podía decir, por la forma en que su rostro se quedó inmóvil que había golpeado
muy cerca de la verdad. Tuttle negó con la cabeza. ― Por favor, siéntese, Catarina.
La conclusión en este momento es que su vida muy bien podría estar en peligro.
Tomemos o no una decisión equivocada es un punto discutible. Tenemos que
mantenerte viva. Eso es lo que importa ahora. ― Su voz se había ido calmando.

Ella respiró hondo. ― No tengo nada m{s que decirle. Me gustaría irme. No tiene
nada de que acusarme. Nada de nada.

― ¿Usted entiende que si deja esta sala no puedo garantizar su seguridad?

― Yo entiendo que si me quedo aquí, me voy a morir. Quiero irme.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
El argumento se prolongó durante dos horas más. De ida y vuelta hasta que
finalmente Catarina cayó en silencio y Tuttle levantó las manos en el aire, dándose
cuenta de que no iba a obtener su cooperación. Él juró por lo bajo y se levantó.

― Espera aquí. ― Su voz era lacónica. Enojada. No era como si ella pudiera ir a
alguna parte, una vez que cerró la puerta de la sala de interrogatorios. Catarina
comenzó a pasearse de un lado a otro. Habían intentaron atraparla. No tenían ni
idea de cómo la había encontrado la policía a ella, pero no iban a ayudarla o a
protegerla. Estaban buscando una manera de forzar su cooperación. Rafe le había
dicho, de manera casual, que la policía era tan corrupta como todo el mundo.
Utilizaban personas. Informantes y soplones. Drogadictos y prostitutas. Nada les
importaba acerca de cómo los ataban a ellos, solo que arriesgaran sus vidas. Por lo
menos, eso le había dicho, y él jugaba justo.

Una parte de ella siempre había pensado que había mentido, aunque nunca le
había mentido a ella, a pesar de que su voz sonó con la verdad. Ahora sabía que
era verdad. La DEA había intentado forzarla a testificar contra Rafe poniendo su
vida en la línea. No les había importado que estuvieran poniendo la vida de sus
amigos allí derecho junto con la de ella.

No tenía otra opción ahora, no si quería salvarlos a todos. Todos los policías que
habían buscado en el almacén habían dejado su olor detrás, un olor que una vez
Rafe descubriera nunca olvidaría. Tenía que llegar afuera rápido y tratar de que
Rafe la siguiera de inmediato si quería asegurarse de que Ridley nunca fuera
tocado por Rafe. Su olor estaba por todo el almacén. Rafe podría ignorar la
presencia de Malcom porque era el dueño del almacén, pero Ridley era un asunto
diferente.

Ella se quedó inmóvil. Ridley había estado en su cama. Su olor estaría en las
sábanas y fundas de su almohada. Rafe no esperaría para saber si Ridley la había
tocado o no. Él lo buscaría primero y lo mataría, incluso antes de que él fuera tras
ella. Tenía que llegar a Rafe primero. Él podría querer verla muerta, pero ella lo
había dejado antes y él no la había matado.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Eso significaba que él todavía la querría en su vida. Ella podía negociar con él. Era
un riesgo, pero para proteger a Ridley ella lo intentaría. Podría ofrecerse a él. Se
quedaría con él hasta que no la quisiera más, y nunca volvería a tratar de escapar
de él, siempre y cuando Ridley estuviera vivo y bien. No podía solo especificar a
Ridley. Tenía que incluir los otros dos hombres para que no pareciera que Ridley
era más importante para ella que los demás.

Respiró hondo y soltó el aire. Estaría intercambiando su vida por la de ellos. Sea
cual sea lo que Rafe quería de ella, él se estaba impacientando de esperar. Tenía la
sensación de que lo que estaba esperando estaba dentro de ella, la entidad que
sentía de vez en cuando, la que tenia dientes y garras, esperando por emerger.
Mientras ella estaba lejos de Rafe, había sido capaz de mantenerla bajo control,
pero sabía que si volvía a él, era sólo cuestión de tiempo y entonces sería como él
era.

Tuttle regresó y se dio la vuelta para mirarlo. Le entregó un teléfono celular y una
tarjeta. ― Yo quiero que usted utilice este celular si cambia de opinión.

― Yo no voy a usarlo, ― dijo y mantuvo las manos a los costados.

― Tómelo de todos modos. Creo que usted lo necesitará. La gente en la calle dice
que Cordeau está en movimiento hacia aquí.

― Eso no es una sorpresa, detective. Necesito un taxi.

― Yo puedo conseguir que uno de mis hombres la lleve a su casa, ―dijo Tuttle.

― Prefiero un taxi. Por favor, sólo llame uno para mí.

― Esto es un suicidio, ― Tuttle de repente silbó. ― Est{ cometiendo suicidio.

Catarina tomó el teléfono celular y la tarjeta de él sólo para callarlo. No tenía un


bolsillo trasero por lo que los mantuvo en su puño. ― Esa es una manera de verlo.
Otra sería que usted y sus compañeros policías me asesinaron.

Ella pasó junto a él en el pasillo. Tuttle indicó que se fuera a su izquierda y lo hizo.
Al instante ella estaba rodeada por el ruido. Conversaciones. El timbre de los
teléfonos. Escritorios y computadoras, personas estudiando minuciosamente los
informes. Todo normal mientras su mundo se hizo añicos. Caminaba con la cabeza
arriba, negándose a reconocer que ella estaba en sus pantalones de chándal y una

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camiseta sin mangas y nada más. Sabía por el silencio repentino que todos los
oficiales en la sala sabían quién era y por qué estaba allí.

Catarina pasó junto a ellos como una reina. Había sido criada en la casa de Rafe
Cordeau. Todos los años creciendo junto a sus soldados la había tratado de manera
diferente de la que tenían otras mujeres. Había aprendido a estar compuesta en
todo momento y le salvó la compostura ahora.

Caminó por los escritorios sin mirar a ninguno de ellos. Echando un vistazo a la
señal de salida por encima de una escalera, se dirigió a ella, haciendo caso omiso
de los ascensores. Tenía aversión a los ascensores, y tenía que moverse de todos
modos. Su mirada recorrió las oficinas y se detuvo en seco. Congelada. Todo en
ella se calmó. Se encontró mirando a unos ojos de oro. Él la estaba mirando a través
del cristal. Ridley Cromer. Su Ridley. Vestido como lo había estado la noche
anterior cuando se había colocado en su cama. Cuando él la había besado. Un beso
que ella le pidió. Cuando ella puso su alma desnuda ante él. Cuando ella había
confiado en él. No pudo moverse por un momento. No podía pensar. El estómago
se le soltó y ella se encontró vomitando por todo el suelo. No le importaba. Nada
importaba. Junto con sus blue jeans desteñidos y su apretada camiseta, llevaba una
insignia, una insignia brillante grande y gorda.

El sentimiento de traición, de dolor, era peor que cuando su madre la había


vendido a Rafe. Algo dentro se rompió, se rompió a pedazos. Sintió que se iba.
Sintió el cuchillo torcer en su corazón. Lo había dejado entrar. Había confiado en
él. Le había dado todo lo que podía para él. Habría cambiado su vida por la de él.

Vomitó otra vez y se limpió la boca después de que ella escupió varias veces, y
luego tiró el teléfono celular y la tarjeta derecho a Tuttle en medio del vómito. Que
la DEA coordinara con eso. Silencio la rodeó, pero en su cabeza, podía oírse
gritando. Crudos y terribles gritos, que se levantaron como un gemido de entre los
muertos. No había conocido a otro ser humano que pudiera herirla tan
profundamente.

Sintió el movimiento y se dio la vuelta y se dirigió directamente hacia las escaleras.


No se había sometido. Se negó a darle esa satisfacción.

Saga Cárpatos
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Detr{s de ella, oyó la voz de Ridley. ― Ella no puede irse. ¿Qué demonios pasa,
Frank? Tiene que estar en custodia protectora. Usted sabe que él la matará. ¿Y qué
le pasó a su cara? ¿A sus muñecas? Maldita sea, mierda te voy a matar con mis
propias manos.

Dejó que la puerta se cerrara detrás de ella y luego salió corriendo, bajo las
escaleras de dos en dos, y luego tres. Era rápida, más rápida de lo que nunca había
sido como si eso dentro de ella le ayudara ahora, se presentara cuando ya no era
Catarina. Ridley había arrancado sus entrañas. Su corazón. No había dejado nada
en absoluto, solo una cáscara vacía.

― Cat. Deténgase.

Ella oyó su voz y eso sólo la impulsó hacia adelante. Salió de la construcción y
corrió a la línea de taxis al final de la calle. No tenía dinero consigo, pero era de
esperar que la policía hubiera dejado la que estaba en su escondite. Apenas podía
hablar para darle al conductor la dirección. Dios. Dios. Había sido una tonta. No
había manera de que su nombre fuera Ridley Cromer. Debería haber sabido que no
estaría interesado en una mujer que nunca había besado en su vida. Se había dicho
a sí misma, que él era un jugador, y con ella jugó muy bien. Había besado a un
hombre por primera vez, y ni siquiera sabía su nombre real.

Tenía que haber desconectado su sistema de seguridad. Había tomado su arma. La


había dejado indefensa. Él había tratado de obtener información acerca de Rafe de
ella, y cuando su sondaje suave no funcionó, les había dicho a los demás que la
detuvieran. Hundió la cara entre las manos y mantuvo la respiración dentro y
fuera. Tenía que mantenerse respirando para evitar que el terrible vacío negro en
su interior se la tragara.

Por primera vez en su vida deseó estar de vuelta con Rafe. Él nunca le había
mentido, ni una sola vez. Y nunca trató de utilizar sus propias emociones en su
contra. Él no ocultó quién era o qué era. No sabía que pensar. O hacer. No sabía
cómo seguir siendo Catarina.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

E n el momento en que Catarina pagó al conductor y regresó al almacén, se dio

cuenta de que la puerta principal estaba intacta. Ridley sabía la combinación para
entrar. La había observado abrir la puerta muchas veces, y él debía habérsela dado
a la policía para que no hicieran ningún ruido en la entrada.

La ira se construyó y construyó en su pecho. Tanta violencia. Su corazón herido. Su


alma herida. Sus ojos quemaban y su garganta se hinchó. Oyó gritos. Gritos Reales.
Crudos. Triturando sus cuerdas vocales al gritar. Ella gritó por su madre muerta.
Por April y su familia. Por Marcel, que había abofeteado su cara. Por el terrible
precio que había pagado por tratar de escapar cuando tenía diecisiete años.

Mayormente ella gritó para tratar de encontrar una salida de la terrible herida que
la atravesaba como un cuchillo.

Se encontró de rodillas, con la garganta tan viva que tenía miedo de que estuviera
sangrando. Se arrastró a través de la oscuridad de su habitación sobre sus manos y
rodillas con la vaga idea de que debía recoger su ropa e irse.

Sabía que estaba en estado de shock, su cuerpo se negaba a funcionar, cuando no


pudo encontrar la fuerza o el deseo de empujarse a sí misma desde el suelo y
ponerse a trabajar. Se arrastró hasta la esquina y se metió a sí misma allí, recogió
las rodillas y envolvió los brazos alrededor de ellas, meciéndose hacia adelante y
hacia atrás. Y ella lloró.

Las lágrimas no eran en absoluto silenciosas - eran con su cuerpo sacudiéndose


completamente en sollozos - su alma desgarrada, agonizando en sollozos. Dolía
llorar. Su abusada e inflamada garganta protestó por lo que tuvo que toser entre la
asfixia al llorar. No podía parar una vez que ella había iniciado. Tenía veintiún
años de pena de lágrimas para llorar y ella quería derramarlas todas.

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Cat´s Lair
Eli Pérez se metió en el almacén. En el momento en que abrió la puerta la oyó. Los
gritos muriendo lejos para ser sustituidos por una mujer llorando. Ni siquiera
podía llamarlo llorar. Nunca había oído tales gritos angustiados o tal corazón roto,
sollozos que destruían el alma. Él había hecho eso. No lo dudó en su mente.

Maldiciendo en voz baja, se dirigió rápidamente a través del almacén hacia la


habitación. Tenía los ojos de un gato y podía ver fácilmente en la oscuridad. Él se
movió rápidamente hacia el lado abierto de la habitación.

Su primera mirada fue a la cama. Las sábanas y las mantas habían sido arrancadas
a pedazos, destrozado la forma en que había destrozado el corazón de Catarina. Él
se dio la vuelta, escudriñando cuidadosamente el almacén. Ella no había tenido
tiempo de rasgar esas sábanas y mantas, ni de rasgar el colchón en pedazos. Había
estado un paso por detrás de ella y había escuchado sus gritos de angustia y luego
el llanto. Ella no había tocado esas mantas. Lo que sólo podía significar una cosa.
Rafe Cordeau ya había encontrado a Catarina, y el problema que era Rafe Cordeau
era mucho peor de lo que cualquiera de ellos jamás sospechó.

Él no la vio a ella en primer lugar en la esquina. Ella estaba oculta parcialmente por
el viejo tocador. Se había enrollado pequeña y se presionó contra la pared, en una
bola protectora, que le rompió el corazón. Le había hecho eso a ella. Él sabía que lo
había hecho. Juró de nuevo.

― Cat.

Su cuerpo se sacudió como si la hubiera golpeado. Hizo una mueca y cruzó la


distancia que los separaba agachándose delante de ella.

― Cat. Bebé. No es seguro aquí. Él ha estado aquí.

No miró hacia arriba o reconoció el haberlo oído. Se quedó exactamente dónde


estaba. Él sabía ahora, que ella podía mantener silencio durante largos períodos de
tiempo, y ellos no tenían mucho tiempo.

― Él es un leopardo. Un cambia formas. ¿No es así? ― Él quería impresionarla.


Obtener un poco de respuesta de ella, cualquiera tipo de respuesta.

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Catarina levantó la cabeza, y su corazón tartamudeó. Sus ojos estaban
absolutamente en blanco. Muertos. Desprovisto de todo calor o sentimiento. ―
Vete, quienquiera que seas.

― Eli, mi nombre es Eli Pérez, ― dijo él, d{ndole la verdad. ― Sabes que no
puedo permitir que te quedes aquí, ― añadió suavemente. ― Mira tu cama. Él ha
estado aquí. Él es un leopardo, y eso significa que puede seguir tu olor ― pero tú
ya lo sabes, ¿no?

― Yo sabía que él había estado aquí en el momento en que entre, ― admitió.

Su voz era tensa y ella tuvo que aclararse la garganta. Había hecho algo de daño
gritando su angustia. Quería tomarla en sus brazos, pero se había alejado de él, no
acercado. Se mantuvo centrado, bajo control. Tenía que manejar la situación sin
emoción si él iba a conseguir sacarla de ese infierno a la seguridad. Era evidente
que estaba esperando a que Rafe la encontrara. No iba a correr después de todo.

― Voy a esperar por él aquí. Volver{ por mí. Él siempre viene por mí. ― Ella
confirmó sus sospechas, frotándose la barbilla en la parte superior de las rodillas.
― Es probable que te esté buscándote a ti.

De eso, Eli estaba seguro, era la verdad. Si hubiera estado en el lugar de Rafe,
habría estado fuera buscando al hombre que dormía en la cama de su mujer.

― Tienes que venir conmigo ahora, Cat, ― reiteró.

― Vete al infierno.

Ella no iba a escuchar razones y de verdad, no podía culparla, pero estaba seguro
que no iba a dejarla allí. Su tono dulce no funcionó. Suave no funcionó. Extendió la
mano y la enganchó con la mano de Cat, sacudiendo su cuerpo hacia el suyo.

Ella estalló en acción, conduciéndose hacia él con la cabeza. Plantó la parte


superior de su cráneo duro en sus entrañas, utilizando la fuerza en las piernas para
golpear el viento fuera de él cuando lo llevó abajo. A caballo sobre él, ella le dio un
puñetazo y golpeó duro. Tres golpes malvados a su rostro. Uno en su mandíbula.

Ella saltó cuando iba a enganchar sus muñecas, y le dio una patada cuando se
alejó, un golpe duro en su muslo.

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Él cogió su tobillo y lo retorció, haciéndola rodar sobre su estómago. No quería
hacerle daño, pero ella era salvaje, tratando de levantarse. Él la inmovilizó con su
peso, cogió una de sus muñecas e inmovilizó los puños alrededor.

― C{lmate, Cat. Yo no te voy a dejar aquí para que él te encuentre. Te vienes


conmigo.

― No tienes nada de mí. No puedes arrestarme.

― No voy a arrestarte, te voy a sacar de aquí. Deja de luchar o voy a tener que
golpear tu culo. ― Eso sólo sirvió para hacer más dura su lucha. La agarró con su
otra mano de la muñeca, atrapando su brazo y arrastrándolo a la espalda,
bloqueándolo con las esposas.

― Tú sigues así y te vas a romper tu propio brazo. Se inteligente, ― espetó, usando


su más dura voz sin complicaciones. Fue deliberadamente áspera con ella. Ella
esperaba que él se fuera y él no le iba a dar eso a ella. Era imperativo que
consiguiera moverla rápido y la única manera de hacerlo iba a ser él mismo.

Nunca había sido amable y gentil en su vida hasta Catarina. No estaba en su


naturaleza. Él era áspero alrededor de los bordes, utilizado todo para salirse con la
suya, y cuando él tomaba una decisión, la gente se movía. Ella no estaba haciendo
nada de eso, y todavía le miraba con los ojos en blanco como si estuviera
totalmente muerta por dentro.

Él le dio un tirón a sus pies, la arrastró al otro lado de la cama, donde recogió su
ropa y la metió en su bolsa de viaje. ― ¿Hay cualquier otra cosa importante para
ti?, ― Espetó.

Ella no respondió. Dejó el dinero detrás y la arrastró a través del almacén oscuro
hacia la puerta. Intentó darle patadas dos veces por lo que la levantó, y la lanzó por
encima del hombro. Ella hundió sus dientes en él. Le dolió como el infierno, pero él
siguió caminando directamente a su camioneta.

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Él la dejó en el carro, abrió sus esposas, y la enganchó a su cinturón de seguridad y
bloqueó la mano libre con el otro puño. Luego cerró las esposas al pequeño perno
que había instalado en su asiento. Ella estaría obligada a inclinarse hacia adelante,
con la cabeza hacia abajo para que no pudiera ser vista. Echó un vistazo a los
cuatro tejados y a los lugares altos mientras se apresuraba entorno al asiento del
conductor.

Un leopardo podría realizar un seguimiento de su camión. Él lo sabía porque era


un cambia formas y podía rastrear casi cualquier cosa, incluyendo vehículos.
Tendría que haberlo adivinado. Golpeó la palma de la mano contra el volante. Rafe
Cordeau tenía que ser un cambia formas.

Eli miró a Catarina, estrechando su mirada. Centrado. No tenia reacciones a


mujeres como la que había tenido con ella. Su leopardo no toleraba una mujer
durante más de una noche o dos, pero con Catarina había sido diferente. Cuando
él había estado con ella, su leopardo había estado contenido. Una o dos veces,
incluso se había levantado cerca de la superficie como si quisiera estar cerca de
ella. El hecho de que su leopardo la reconociera significaba que el leopardo de Cat,
tenía que estar cerca de emerger. ¿Qué quería Rafe Cordeau con ella? Ya sabía, él lo
descubrió, pero quería la confirmación. ― Él te llevó cuando tenías once años de
edad. ¿Ya habías tenido tu primer período?

Ella le lanzó una sola mirada. Esa mirada en blanco. Quería sacudirla.

― Maldita sea, respóndeme. ¿Crees que te estoy preguntando por mi salud? ―


Escupió la cuestión en ella, permitiendo que su ira llenara la cabina. Ella no podía
saber que su enojo era para sí mismo, por el daño que le había hecho, y con Rafe,
por lo que había hecho con ella. Era un inocente, atrapada entre dos potentes
hombres que jugaban para subsistir. Tenía un mal presentimiento de que ella
continuaría atrapada entre ellos.

― Yo no voy a preguntar de nuevo. Respóndeme ahora.

No parecía asustada. Se veía...rota, y se sentía como un maldito puto matón,


pateando una niña que cayó allí mismo, en el patio de juego.

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― Sí. Tuve mi primer período a los once. Pero Rafe no podía saber eso. Mi madre
era una drogadicta y ella me llevó y me ofreció a él.

Él negó con la cabeza. ― Piensa de nuevo. No sucedió así. Él tenía que haber
llegado a tu casa cuando eras más joven. Tenía que haberte conocido. Decidió por
ti. Él fue quien primero hizo el enfoque. Hay una razón por la que te quiere.

Había quitado los ojos de la carretera el tiempo suficiente para ver su cara cuando
él le dijo la verdad. Él vio que había anotado. Tragó saliva y miró hacia otro lado.
Odiaba no poder consolarla. Él odiaba haberla esposado a su camión y sus
muñecas estaban ya magulladas. Tenía un moretón en su mejilla y la cara hinchada
por el llanto. No podía tirar de ella a sus brazos y abrazarla.

En primer lugar, tenía que llegar a un lugar seguro, y no le importa si ella quería
estarlo. Él tenía que ponerla a salvo. No sólo porque él ayudó a ponerla en esta
posición, sino porque era una compulsión y maldita sea al infierno, se había
metido bajo su piel.

Esperó, con la esperanza de que la curiosidad ganara y que le hiciera preguntas,


pero no lo hizo. No lo miró de nuevo tampoco. Mantuvo la mirada fija en el suelo.
Su cabeza había estado abajo de la misma manera, su pelo por todas partes cuando
se inclinó para vomitar en la estación de policía. Eso fue por él también. Eso casi lo
había matado. Quería sacar la mierda de Frank con los puños desnudos. Quería
sacar la mierda de Rafe Cordeau. Mayormente quería devolver todo lo que había
sucedido y jugar todo de otra manera.

Él entró en el túnel de lavado. Quería un lavado a fondo y eso significaba pasar


dos veces. No tenía ninguna duda de que Rafe había seguido el olor de Catarina al
departamento de policía. El estaba agradecido, al menos, de que el almacén había
sido allanado Rafe sabría que no se había ido voluntariamente. Si lo que
sospechaba era verdad, Rafe nunca mataría a Catarina. Él podría hacerle daño,
pero nunca la mataría a ella.

― ¿Qué sabes de los cambia formas?, ― Preguntó.

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Ella miró al suelo, pero sus hombros se encogieron. Su pelo le cubría la cara, y
tenía las manos esposadas.

― Sabes, Rafe es un leopardo. Yo también Y sospecho que tú lo eres.

Eso le hiso dar un giro a cabeza. Sus ojos azules eran tan oscuros que parecían
violetas, pero de nuevo no había vida real en ellos. Ni siquiera el interés que él
había esperado.

― Es por eso que esperó para reclamarte, Cat. Un cambia formas femenina no
necesariamente sentiría a su leopardo de inmediato como un hombre lo hace. Ella
no puede surgir hasta que tanto el ser humano como el leopardo entran juntos al
mismo ciclo. ― Mantuvo los ojos en los de ella. ― En calor. Ambas tienen que ser
fértiles, al mismo tiempo. Cuándo ella surja, vas a necesitar mucho sexo. Caliente y
salvaje y para nada inocente.

Ella parpadeó, pero de nuevo, no hubo respuesta en sus ojos. Ella volvió la cabeza
otra vez.

― ¿Te marcó? ¿Has visto el leopardo? ¿Te mordió o rastrilló con sus garras? ― Se
incorporó rápidamente, balanceando ambos puños a su cara, los estrelló contra su
mandíbula, mandando su cabeza hacia atrás. Una mano desenganchó el cinturón
de seguridad mientras que la otra se movió a la puerta de la camioneta y tiró,
intentando abrirla. Había sido lo suficientemente inteligente como para activar los
bloqueos y ese segundo le demoró. Él agarró su pelo en el puño y tiró de ella con
fuerza de nuevo a él, por lo que cayó de lado, con el cuerpo atravesado a través de
él, la cabeza boca abajo en su regazo.

Ella gritó y ambas manos fueron a la suya. No aflojó su agarre, pero él aflojó el
duro agarre.

― ¿Hablamos en serio en este momento, Cat?, ― Le espetó.

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Estaba casi seguro por su reacción que nunca nadie la había maltratado antes, no
como él, y pudo ver la sorpresa en su rostro. El miedo. Bueno. Finalmente estaba
llegando a ella. Tenia temor por... nada. ― Yo soy m{s grande y m{s fuerte. Sé
todos tus movimientos. ― Él estaba secretamente orgulloso de ella por liberarse
de las esposas. Vio el lápiz roto en la alfombra del piso.

Ella se quedó inmóvil, con los ojos azules buscando en su rostro. Detestaba el
moretón en la mejilla. Él realmente odiaba los moretones que circundaban sus
muñecas. Aflojó su agarre de su cabello, sus dedos deslizándose más profundo,
masajeando su cuero cabelludo, tratando de aliviar el dolor que había causado
cuando la había tirado al otro lado del camión hacia él. Ella no se movió. Casi no
respiraba. Ella se limitó a mirarlo como si fuera un extraño, no el hombre que le
había dado tantos momentos importantes, como su primer beso. El único que aún
podía saborear en su boca.

― Gatita, ― dijo en voz baja.

Eso le consiguió una mirada de ella. Sus ojos le habían mirado sólo con una pizca
de miedo, empujando esa mirada en blanco, muerta, lejos. En el momento en que
había pronunciado el nombre cariñoso que había elegido para ella, el nombre con
que la llamaba cuando estaba suave por dentro, queriendo tirar de ella hacia sí y
abrazarla para siempre, la mirada pasó de casi blanco a pura furia. Sintió el
ascenso de su gato y su gato subió a encontrarse con el suyo, arañando y rastrillar
en su vientre por la libertad. Él vio el brillo delator en sus ojos, sintió el calor de su
cuerpo. Reaccionando, duro, el gato macho en él creciente al reto de una mujer
negándose a someterse.

Ella abrió la boca y apretó las dos manos sobre su estómago, dejando caer la cabeza
para respirar profundo. Él sabía lo que estaba haciendo y por qué. Catarina Benoit
estaba aterrorizada de su leopardo. Estaba petrificada. Ella no quería el regalo y
estaba haciendo todo en su poder para mantenerlo a raya.

Elí deslizó la mano por el pelo de Cat y la ayudó a sentarse, a la vez que respiraba
para tener al leopardo de nuevo bajo control.

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― No me llames así. Nunca más. No eres dulce y amable. No utilices esa voz, esa
mentirosa voz. Esto es lo que eres. Violento. Duro. Y un asesino. ¿Crees que no
puedo verlo en tus ojos? Los leopardos son máquinas de matar. Eso es lo que
hacen. Cazan, matan y eso es todo.

Su leopardo estaba demasiado cerca para una conversación como ésta. Peor aún
así, estuvo cerca de la verdad misma y eso le hizo enojar también. ― Te volviste
una loca de mierda, Cat, ― gruñó. ― Los leopardos tienen montones y montones
de mucho sexo.

Se puso de espaldas en el asiento del pasajero y alcanzó las esposas. Ella se había
puesto muy pálida y se contrajo contra el asiento, con los ojos rodeados de círculos
oscuros. Ella todavía parecía rota y vulnerable a pesar de su repentina furia. Su
cólera había desaparecido por completo. Ella parecía derrotada. Completamente
derrotada. Él no había querido esa reacción tampoco.

Ella puso las dos manos en el aire. ― Por favor. No otra vez. ― Ella no lo miró.

Él volvió a respirar hondo, estudiando la larga extensión de sus pestañas. ― Cat,


no puedo correr ningún riesgo contigo. Te puedo esposar a mí o al perno. Tu
eliges. ― Era lo mejor que podía hacer. Tenía la sensación de que planeaba saltar
de la camioneta en la carretera cuando fuera a una velocidad alta.

Estaban casi fuera del túnel de lavado. ― Elige, bebé, y date prisa.

Extendió el brazo más cercano a él, volviendo la cabeza para mirar por la ventana.
― Eso sí, no me hables más. Yo no puedo m{s. ― Ese fue un duro golpe. Podía
sentir su temblor a través de la conexión de metal.

― Vamos a llegar a un lugar seguro donde podamos dormir, ― dijo. ― Sin casa
de seguridad o tratando de llegar a testificar. Solo dormir.

Ella tragó saliva y asintió con la cabeza una vez. Eli suponía que era una respuesta
mejor que nada. Había ganado la lucha con ella, pero ella estaba maltratada y
golpeada emocionalmente. Él apretó los dientes y pasó por el lavado de coches por
segunda vez. En el momento en que estaban limpios, golpeó la carretera.

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Él los llevó fuera de la ciudad. ― Malcom y David est{n seguros. Yo les dije a
ambos que salieran de la ciudad por un rato y que tomaran unas largas vacaciones.
Ambos dijeron que lo harían.

― Gracias. ― No había esperado eso. Ella sonaba como si lo dijera en serio.

― Yo no sabía que habían conseguido avisarle a Cordeau. Yo no tenía ni idea de lo


que pretendían.

Ella no respondió. Solo mantuvo la cabeza apartada de él y temía que las lágrimas
empezaran a caer de nuevo. Ella no hizo ningún sonido, pero eso sólo lo hizo peor.
La forma en que se sostuvo a sí misma, sabía que ella no aceptaría la comodidad de
él.

― Metí la pata, Catarina. Grande. Totalmente la cagué contigo. ― Ella tragó de


nuevo, pero permaneció en silencio. Conducía rápido, en dirección a una de las
tres casas que tenia por cuestiones de seguridad. Nadie sabía de ellas, ni siquiera
sus amigos. Ésta se encontraba en unas ciento veinticinco hectáreas y era bastante
remota. Su rancho bordeaba otro mucho más grande. El rancho estaba bajo el
apellido de soltera de su madre.

Catarina estaba dormida en el momento en que conducía por un laberinto de


caminos a la pista de tierra que llevaba a la casa. Estaba agradecido por ello. Ella
no se despertó, ni siquiera cuando aparcó y se sentó en la cabina simplemente
inhalando su olor.

Había algo acerca de ella que lo atrajo desde el primer momento en que le había
puesto los ojos. A menudo trabajaba de encubierto. Era bueno en eso. Él era
leopardo y podía olfatear la mentira y el rastro de la gente sin problema. Catarina
tenía razón cuando dijo que los leopardos eran máquinas violentas, ásperas y
asesinas. Él podría matar rápido y eficientemente cuando era necesario, pero sin
duda no mataba indiscriminadamente. Había elegido el lado de la ley por sus
terrenos de caza.

Los Leopardos también eran rápidos y astutos, y él era bueno en cada una. En
algún lugar de la parte posterior de su cabeza había sospechado que Rafe Cordeau
era un cambia formas. No podía dejar escapar exactamente esa información a su
equipo. Ellos probablemente se asustarían si sabían sobre los cambiadores en

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general, y mucho menos que uno estaba en su medio. Él debería haber sumado dos
y dos en el momento en que conoció a Catalina.

Todas las señales estaban allí. En el dojo cuando la conoció, ella era un poco más
rápida de lo normal. Ella tenía fuerza cuando daba un puñetazo o una patada, su
poder real. Su pelo, seda salvaje que caía por su espalda como una cascada, crecía
grueso, mucho más grueso de lo normal.

Eli no abofetóo su mano y se bajo de la camioneta para pasear por el lado del
pasajero. Él realmente debería haber puesto todo junto cuando había reaccionado a
ella. No sólo físicamente, sino también emocionalmente.

Eso nunca le había sucedido a él. Ni una sola vez. No en una misión y no con
ninguna de las mujeres que tomó en su cama.

El hecho de que su leopardo no hubiera protestado fue el mayor signo de todos.


Era simplemente todo tan inesperado, que se encontró envuelto en ella. Pensaba en
ella día y noche. Todo el tiempo. Él no podría entrar en una habitación que
ocupara sin que su cuerpo reaccionara. Ese lado suave que no sabía que tenía,
había salido cuando ella lo miró con sus hermosos ojos tristes, exóticos, se había
hecho cargo y el policía y el leopardo se habían desvanecido.

― Ven aquí, bebé. Vamos a llevarte dentro. Nadie te molestar{ aquí, ― murmuró
en voz baja.

Se despertó lo suficiente para empujar su hombro, cuando él se inclinó sobre ella,


consiguió un brazo bajo sus rodillas y uno alrededor de su espalda.

― Yo sólo voy a llevarte al interior, Gatita, ― él habló. ― Eso es todo. Y a ponerte


en la cama.

La levantó en sus brazos. Ella no pesaba mucho. Ella tenía curvas, hermosas,
exuberantes curvas, y había estado mirando que sus pechos empujaban contra la
fina tela de su blusa por las últimas horas. Podía ver sus pezones dibujarse allí. Su
pelo estaba en todas partes, rozando su rostro mientras la acunaba apretada contra
su pecho. No pudo resistirse a enterrar su cara en todo ese pelo e inhalarla
profundamente en sus pulmones.

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Catarina no protestó, ni mantuvo su cuerpo lejos del suyo. En todo caso, el calor de
su cuerpo se derritió en el infierno del suyo. Ese tipo de calor que le decía por lo
general que era mejor que tuviera sexo pronto o los bordes ásperos comenzarían a
deshilacharse. Ella había hecho eso. Ella había tomado su disciplina y control y
había hecho un lío de todo.

Lo único que le quedaba a él era mantenerla a salvo. Y él iba a hacer eso, así a ella
le gustara o no. La llevó a la casa. No había estado allí por un tiempo, pero tenía un
vecino mujer que miraba todo por él y la había llamado para decirle que iba a
venir. Había tenido el termostato encendido por lo que las habitaciones no estaban
heladas. Ella siempre abastecía su nevera para él cuando llamaba, y él sabía que
habría comida.

Llevó a Catarina a través de la gran sala abierta hacia la habitación principal. La


cama estaba hecha e hizo una nota mental de hacer algo especial para su vecina y
así agradecerle a ella.

― Cariño, vas a tener que despertar. ¿Es necesario que uses el baño antes de que te
vayas a la cama?

Ella asintió con la cabeza en su hombro y él la llevó hasta el baño principal y la


puso en sus pies, con un brazo alrededor de su cintura para sostenerla constante
hasta que logró el equilibrio. Se tambaleó un poco y se aferró por un minuto,
mirando a su alrededor mientras se quitaba las esposas de su muñeca. Sus largas
pestañas barrieron de arriba abajo, parpadeando, y algo se removió en su pecho.
Era hermosa y sexy, allí de pie medio dormida. Sin siquiera intentarlo ella estaba
bajo su piel y se había envuelto alrededor de su corazón.

Eli empujó el pelo de la cara quit{ndolo y se inclinó hacia ella. ― ¿Estarás bien,
Cat, si te dejo aquí? Hay cepillos de dientes nuevos en el segundo cajón. Y también
pasta de dientes. Voy a buscar las maletas si prometes no caer de cabeza después
de que me haya ido.

Ella asintió y se levantó el pelo de la parte posterior de su cuello, dejando al


descubierto su espalda. Su aliento atrapado en sus pulmones y su leopardo golpeó
con tanta fuerza contra él, que sintió el animal en su garganta. Arañando.

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Gruñendo. Rugiendo de rabia. Loco de necesidad por ser libre. Las manos de Eli
apretaron a Catarina sólo por un momento.

Un cambia formas la había marcado a ella. La reclamó. Un leopardo. Podía ver la


parte superior de una marca de rastrillo. La cicatriz inconfundible de dos heridas
punzantes cerca de su hombro. La había marcado de una insensible, fea y brutal
manera. Su marca. Su propio leopardo respondió, rugiendo contra otro hombre
tratando de tomar su hembra.

Eli lo supo entonces sin duda. Él lo sabía por su propia reacción. Por la reacción de
su leopardo. Catarina Benoit era para él. Ella le pertenecía. Cordeau se había
asegurado que su leopardo lo reconociera, lo aceptara cuando emergiera, pero ella
no era la compañera de Cordeau. Era la de Eli.

Catarina parpadeó adormilada hacia él. ― Realmente necesito estar sola durante
unos minutos.

Ella no tenía ni idea. Dejó caer las manos, y era una cosa difícil de hacer con su
leopardo tan cerca. Él no habló porque sabía que su voz sería demasiado parecida
a un gruñido. Estaba agotada y había querido meterla en la cama. Ahora tenía una
cosa más que hacer, y no le iba a gustar. Se apartó de ella y se apresuró a salir de la
casa para recuperar sus maletas y poner el camión en el garaje.

El surgimiento de Catarina estaba cerca. Ella estaba en su tiempo, él Han Vol Dan
de su pueblo, donde se reunían los ciclos del gato y la humana y, lo que permitiría
que el leopardo emergiera. Eso no podía suceder hasta que supiera que su
leopardo le aceptaría como su compañero.

Cordeau estaría frenético por llegar a ella. Eli sabía que iba a hacer todo lo posible
para encontrarla. Eli sabía porque, de nuevo, Catarina tenía razón acerca de él. Era
como Cordeau de alguna manera y si un hombre tomaba a su mujer, iba a cazar a
ese hombre hasta los confines de la tierra. Eli sabía que si quería mantener a
Catarina Benoit, tendría que matar a Rafe Cordeau, y podría sin duda mantener a
Catarina.

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Ella estaba de pie en medio de la habitación mirando a su alrededor un poco
impotente cuando se devolvió. Se acercó a ella y le cogió las manos, dándoles la
vuelta para examinar el anillo magullado en su piel. ― Maldito Tuttle, puso las
esposas demasiado apretadas, ¿no?

Ella dio un intento a medias de poner sus manos a distancia, pero se calmó cuando
él apretó los dedos alrededor de los suyos. Ella asintió con la cabeza.

― Voy a sacar la mierda de él.

Deslizó la yema del pulgar ligeramente sobre los moretones en el interior de su


muñeca. Ella se estremeció. Ella definitivamente no era inmune a él. Era tan
consciente de él como él lo era de ella, pero a ella no le gustaba. Tenía que
encontrar una manera de cambiar eso. En este momento, ella tenía demasiado
sueño, estaba demasiado agotada para protestar por todo lo que hacía, por lo que
tomó el máximo provecho.

Trajo sus muñecas a la boca y dio un beso sobre cada una. Sus ojos azul cobalto se
ampliaron. Más oscuros. Con sombras violeta. De nuevo sintió su tirón y dejó que
sus dedos se deslizaran. Ella presionado ambas muñecas a sus muslos, pero no
froto sobre sus besos. Extendió la mano y metió hebras de pelo detrás de la oreja.

― Hay que subir en la cama, cariño. Estás tan agotada que estas a punto de caerte.
― Mantuvo su voz suave. La ternura se deslizó dentro y ello le sorprendió. No
sabía que él sabía ser tierno. Se desnudó, mirándola, el terrible moretón
destacándose crudamente en su piel pálida.

― Algo est{ mal en mí. ― Ella susurró la confesión a él, sus ojos evitando los
suyos. Él perfume de ella. La llamada de vejez. La necesidad creciente de ella. Sus
pechos levantados, sus pezones alcanzaron su punto máximo por debajo de la
delgada blusa. Sus piernas se movían sin descanso y el color se extendió por su
cuerpo.

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En el momento en que ella lo admitió, tensión llenó la habitación. Casi gimió en
voz alta. Su gato rugió en él, desesperado por llegar a su compañera. Su cuerpo
inundado por el hambre, la necesidad tan fuerte que lo sacudió. Se habían besado
una vez; él no estaba a punto de hacerlo de nuevo por que le quitaría la ropa de su
cuerpo y golpearía en ella.

Respiró y obligó a su leopardo a tranquilizarse. ― No es malo, gatita, es el Han


Vol Dan. Es tan natural como respirar. Estás cerca de emerger y ella te está dando
una pequeña muestra de lo que será y como.

― No lo quiero.

Hizo una mueca. Al negar al leopardo negaba quién era y lo que era. El leopardo
era pura libertad. Una vez que ella experimentara eso, nadie, ni siquiera su
compañero, podría tomarlo de ella.

― No lo quieres porque no lo entiendes. Tu experiencia con los cambia formas no


ha sido buena, pero te equivocas. No somos todos asesinos. Podemos matar
cuando tenemos que hacerlo, pero podemos elegir no hacerlo. No cazamos por
diversión. Los que lo hacen son considerados pícaros, que viven fuera de nuestras
leyes. Nuestra clase va detrás de ellos y los elimina de la sociedad. Al igual que la
policía iba a hacer. ― Sólo que un poco m{s de forma permanente, pero no añadió
como.

La tomó de la mano y tiró suavemente, llevándola a la cama. Con una mano retiró
la cubierta. ― Entra, Cat. Ella va a calmarse en un minuto y esa necesidad se ir{.
Sólo respira.

― Es fuerte. Muy fuerte. ― Ella frunció el ceño y levantó la mirada hacia él.

Él contuvo el aliento ante lo que vio allí. Hambre brillaba en el azul profundo de
sus ojos. La especulación.

― Lo sé porque estoy mir{ndote y de repente me preguntaba lo que sería tenerte


toc{ndome, ― continuó con honestidad. ― Y te desprecio. No confío en ti. No
quiero tener nada que ver contigo. Pero todavía me estoy preguntando.

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Ella siempre había sido honesta, o al menos intentado serlo. Esa era una de las
cosas que admiraba en ella. Había sido franca sobre lo que estaba pasando con ella
cuando no había podido compartir mucho más de su vida. Él barrió la mano por el
pelo. ― Lo sé, bebé. Puede ser así. Sólo respira. Ella va a calmarse y podr{s
dormir.

Ella se metió en la cama.

― Esta en su panza, Gatita.

― No me gusta que me llames así.

Sonaba tan herido su corazón que le dolía. ― Lo sé. No tienes una defensa, pero
esto no va a parar. Y sé que piensas que nada de eso era real entre nosotros, pero
estás equivocada acerca de eso también. Yo no te culpo por no creerme, pero eso
no hace que mis sentimientos por ti sean menos cierto, menos fuertes.

― Tienes razón, yo no te creo.

― Sólo quédate sobre tu barriga para mí. ― Él empujó un poco m{s de orden en su
voz. Sus manos fueron hasta los hombros, instándola a ceder.

Catarina estaba demasiado cansada para luchar contra él, demasiado estresada y el
leopardo en su interior demasiado cerca. Ella estaba aterrorizada por el monstruo
emergiendo de ella, pero ahora, con el calor entre sus piernas y el calor corriendo a
través de su cuerpo, ella temía que pudiera arrojarse a este hombre aunque no
sabía si le gustaba y ella nunca, nunca, superaría esa humillación.

Yacía sobre su vientre, sus manos debajo de su rostro, sus ojos cerrados, dejándolo
fuera a él. Estaba muy excluida. Tomó espacio. Una gran cantidad de espacio. Y él
no era menos hermoso. Ella pensó que si no lo veía como alguien se convertiría en
feo para ella, pero no había sucedido con Ridley - Eli – o como sea.

Ella estaba al tanto de todos los detalles acerca de él. Sobre todo su aroma. El
llamaba algo salvaje en ella. Algo necesitado y tan caliente. Ella quería retorcerse
alrededor de las sabanas, y le tomó toda su disciplina no ceder a esa necesidad. A
ella le gustaba la amplia anchura de sus hombros y la forma en que se movía,

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El desarrollo de sus músculos y la forma en que sus ojos se cambiaban de ámbar a
oro y entonces fundidos. Incluso se había atrevido por un segundo supremamente
aterrador a dejar caer su mirada al frente de sus pantalones vaqueros. Era
imposible pasar por alto el impresionante bulto allí y se asustó que simplemente
saliera.

Ella sintió su peso en la cama mientras él se sentó a su lado. Su corazón empezó a


latir con fuerza. No podía simplemente tumbarse allí con él a su lado, no se sentía
de la manera que era. Sus pezones estaban en llamas, moviéndose contra la blusa y
sabanas con cada pequeño desplazamiento de su cuerpo. No podía mantener las
caderas alejadas de sus movimientos inquietos tampoco.

Su mano se deslizó por su espalda. ― Yo sólo voy a echar un vistazo a lo que te


hizo. Esto fue tu castigo por correr de él, ¿no?

Trató de no reaccionar a la mano. Se sentía bien, casi una caricia, y no quería nada
bueno de él. No quería suavidad o dulzura. Quería que el fuera media brusco para
que nunca pudiera asociarlo con el hombre de fantasía del que se había
enamorado.

― Ya lo has oído. Me viste. ― Ella hizo una acusación. Por supuesto que había
escuchado a Tuttle interrogarla.

― Cordeau lo hizo porque te escapaste de él, ¿no? Él te mostró su leopardo. ―


Ignoró su acusación.

Ella no pudo detener el estremecimiento que había pasado por su cuerpo. Quería
saberlo, pues ella le diría la cruda verdad. ¿Qué importaba de todos modos?

― Se desnudó allí mismo, delante de mí, su duro cuerpo desnudo, con los ojos
brillantes. Yo estaba aterrorizada de que tuviera la intención de violarme. No
podría hacer nada para detenerlo.

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Eli juró en voz alta, mordiendo las palabras feas entre los dientes, pero su mano ni
una sola vez detuvo su suave caricia. Tal vez solo quería sorprenderla. Tal vez sólo
quería saber por qué despreciaba esa entidad dentro de ella. De cualquier manera,
ella le dijo la verdad.

― Su cuerpo se contorsionó horriblemente y entonces él era todo dientes, garras y


piel, me acechó a través de la longitud de mi dormitorio. Traté de correr, pero el
leopardo me atrapó con facilidad, me llevó abajo como una presa. Yo sentí el
aliento caliente contra mi piel y sabía que estaba muerta, que me iba a matar.

Volvió la cabeza para mirar a Eli. ― Lo extraño era, que no me importaba si lo


hacía. Quería que todo terminara. Pero él no me mató. Él me lastimó muy mal. ―
Ella volvió la cara en la almohada. ― Tan mal, ― ella susurró.

Su mano se movió debajo de su blusa, sobre su piel desnuda, sus dedos


encontrando cada cicatriz de rastrillo, cuando él empujó la blusa todo el camino
hacia arriba y fuera de su camino. Movió el pelo de la espalda para exponer las
cicatrices aún más. Sintió la caricia de su boca contra cada marca y las lágrimas
quemaron de nuevo. Quería darse la vuelta, empujarlo, pero ella no podía
moverse.

Su cuerpo ya no era suyo. El toque de sus manos y su boca demostraban que no


tenía verdadera defensa contra él.

― Lo que él hizo estuvo mal, cariño. ― Se estiró a su lado, con las manos continuo
masaje{ndole la espalda y los hombros. ― Todos los leopardos machos se ven
afectados cuando una mujer entra en la dinastía del Han Vol Dan, pero no toman
lo que no les pertenece. Él sabe las reglas. Sabía que era lo mejor.

Mantuvo los ojos cerrados. Sus manos se sentían maravillosas y esa necesidad
terrible quemando fue cediendo tal y como había dicho que haría. Sintió que él
cambio de posición de nuevo, moviéndose al punto donde terminaba la parte
superior de la espalda, y ahora la boca besaba sobre las marcas del rastrillo de
nuevo. Ella debería haberlo detenido, pero ella no lo hizo. Ella no pudo. Sentía la
tensión enrollándose y apretado dentro de ella. Sintió el leopardo dentro de ella
saltando hacia él.

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Se deslizo de la piel contra su piel desnuda. Sintió el aliento caliente contra la nuca
de su cuello. Todavía no podía moverse, ni siquiera cuando el leopardo hundió sus
dientes en su hombro en la picadura de celebración de su especie. Su leopardo se
lanzó hacia delante, hacia el macho y sintió la respuesta del macho más grande.

Su cuerpo ardió en llamas mientras su mujer se acercaba a la superficie en


respuesta a la llamada del macho. Ella gritó, retorciéndose debajo de él, pero él
movió un fuerte muslo sobre ella, inmovilizándola abajo, sosteniéndola hasta que
su mujer aceptó su macho. Más lágrimas calientes empaparon la almohada. Pasó
de no llorar a una inundación que no podía parar.

La piel había desaparecido, reemplazada por la boca de Eli, moviéndose sobre la


picadura con pequeños besos y una relajante lengua. Él no se molestó en tratar de
ocultar el hambre urgente en su cuerpo por ella.

― ¿Qué hiciste?, ― Susurró.

― Lo que tenía que hacer. Se acabó. No hay necesidad de hacerte daño, Catarina.
Tu hembra va a aceptar mi macho. Ella va a surgir, le guste o no, y necesitara un
hombre, un cambia formas de sexo masculino para que cuide de ti.

Ella rodó entonces, esperando que él se alejara de ella, pero no lo hizo. Él pasó un
brazo alrededor de su cintura y tiró su cuerpo hacia el suyo. Ella sostuvo la cabeza
hacia atrás, mirándolo.

― Si tengo que elegir entre ti y Rafe, elegiré a Rafe. ― Ella ignoró los dedos
clavándose en su vientre. Hizo caso omiso de la advertencia en sus ojos
resplandecientes. ― Por lo menos es honesto. Yo sé lo que voy a conseguir. Eres
todo engaño, y no te preocupas por mí más de lo que él lo hace. No es mi elección
ideal, pero más vale malo conocido que el que no lo es.

Sus ojos dorados se movieron sobre su cara. Malhumorado. Asustándola. Se


encontró conteniendo el aliento.

― Por suerte para mí no te estoy dando una opción, ― dijo. ― Cuando el leopardo
emerja voy a ser quien te ayude. ― Hubo satisfacción en su voz. ― Ahora ve a
dormir. Estás tratando de conseguir meterte bajo mi piel y, gatita, sólo para tu
información, ya estás allí. No presiones a tu suerte.

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Algo en su tono, en el conjunto de su mandíbula y en sus ojos fundidos le impidió
cavar en él, aunque era tentador. En cambio, ella se apartó de él y cerró los ojos,
atravesando rápidamente todo el camino hasta el borde de la cama, deseando que
se fuera. No lo hizo. Él sólo la acercó a su cuerpo, en posición cuchara con ella. Una
pierna se deslizó por encima de la de ella, y su cabeza se inclinó para presionar en
su cabello.

Ella se puso rígida, odiando la forma en que su sangre corría tan caliente. Odiando
que ella fuera tan consciente de él. Odiaba el hecho de que ella no pudiera luchar,
demasiado cansada, demasiada llena de cicatrices.

― Sólo tienes que ir a dormir, gatita, ― dijo en voz baja.

Era esa voz. La que ella amaba. Si gritaba de nuevo, iba a pegarle. Ella sintió el roce
de su boca en su pelo y de alguna manera la tensión se drenó fuera de ella y ella se
dejó llevar lejos.

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C ATARINA despertó con su cuerpo insoportablemente caliente. Sus pechos se

sentían hinchados y doloridos. Había un tremendo ardor entre sus piernas. Era
absolutamente imposible permanecer quieta. Su cuerpo se retorcía a lo largo de las
sabanas frescas. Era imposible detenerse, incluso con el conocimiento de que
estaba pegada a Eli Pérez. Su cuerpo había de alguna manera llegado a ser
envuelto alrededor de ella, su rodilla íntimamente entre sus piernas y su mano dio
forma a su pecho.

Intentó respirar lejos del fuego, pero la tensión se enrolló apretando más. Eli estaba
caliente, su piel quemaba a través de la ella. Se dio cuenta de que en algún
momento de la noche se había quitado sus botas y ropa. Él sólo llevaba una
delgada sudadera de cordón y se presionaba firmemente contra sus nalgas. Se
sentía...delicioso.

El corazón le latía con fuerza y su respiración se hizo entrecortada. Ella lo deseaba.


Su toque. La sensación de sus dedos en su piel. La boca en la de ella. Necesitaba
que le gustara. Probar su beso. Su piel. Sentir su pesada erección en su palma, en la
boca, muy dentro de ella. El ansia creció hasta que un trueno rugió en sus oídos.

Intentó obligar a su mente. A orar. A luchar contra la caótica, quemadura increíble


que la quemaba. Que exigía. Ansiaba. Las llamas parecían quemar su piel y el
material de la sabana de hecho dañaba su piel.

Ella tuvo que quedarse quieta, pero era imposible. Ella le necesitaba, y él estaba
allí. No podía luchar contra esa terrible quemadura desesperada un segundo más.

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Se dio la vuelta y se arrastró hasta su cuerpo. Buscando. Necesitaba su cuerpo
apretado contra el de ella por lo que pudo sentir el latido de su pene contra su
montículo. Reaccionó con un gemido y su erección creció más dura y más gruesa.
Perfecto. Sólo la sensación de tenerlo allí alimentó el fuego que ardía entre sus
piernas y ella lo besó en el pecho, deslizando su boca sobre sus pezones y luego
hacia abajo a su vientre plano. Trazó cada costilla con su lengua.

Su ropa lastimaba su piel y ella levanto una mano para apartar la camiseta de su
cuerpo, tiro de ella sobre su cabeza.

La picazón se levantó como una ola terrible, pero esta vez fue peor, encendiendo
pequeñas llamas en cada terminación nerviosa. Sus sudores quemaron a través de
sus poros. ― Baja mi sudadera. Oh Dios. De prisa. Tienes que conseguir retirarla.
― Oyó la súplica en su voz. Necesitaba el material fuera de ella, pero no podía
dejar de probar su piel. Era una adicción ahora, una a la que no podía renunciar, ya
que la necesitaba para sobrevivir.

― Gatita. ― Su voz era cruda, con necesidad. ― Esto no es una buena idea.

Ella apenas podía oírlo con su sangre rugiendo en sus oídos. Ella se movió más
abajo, empujando a su sudadera, su puño envolviéndose alrededor de su polla
mientras ella bajó la cabeza aun más para establecer la lengua por la cabeza
aterciopelada. En el momento en que sus labios le tocaron y ella probo su sabor en
la boca necesitaba más. Mucho más.

Una mano empujó el material causándole dolor real, la otra permaneció apretada
alrededor de su eje, apretando suavemente. Su mano cubrió la de ella y él movió su
mano hacia arriba y luego hacia abajo, mostrándole a ella sin palabras lo que podía
hacer.

― Est{ bien, nena, est{ bien. Tenemos esto, ― dijo en voz baja, sus manos
engancharon la parte inferior de su sudadera y la empujó fuera de su cuerpo. Pateó
para conseguir sacarla de sus piernas y él los tiró lejos. El alivio fue enorme, pero el
ansia empeoró. ― Necesito esto, ahora mismo. Necesito esto. Dime qué hacer.

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Sus manos en la forma de su trasero por un momento, deslizándose sobre su
músculo firme y entonces él envolvió su pelo en la mano. ― Llévame a tu boca,
cariño. Usa tu lengua. ― Su puño en el pelo empujó su cabeza hacia abajo.

Catarina le obedeció al instante, llevándolo al calor escaldado de su boca. Eli casi


pierde el control en ese momento. Ella no necesitaba saber lo que estaba haciendo,
su cuerpo instintivamente lo hizo por ella. Su lengua se deslizó sobre y abajo, ella
se amamantó, endureciendo la succión a su alrededor y luego deslizando la boca
arriba y abajo todo el tiempo que lo trabajaba con el puño apretado.

El aliento se estrelló fuera de él. Estaba tan caliente que quemaba en su contra.
Podía sentir su leopardo rugiendo y brincando y su propio cuerpo era tan fuerte, la
demanda más urgente que nunca había experimentado. Hubo un pensamiento
fugaz para tratar de detenerla, pero se había ido en el feroz fuego lamiendo su
cuerpo.

― Por favor, por favor, ― rogó en contra de su eje, las palabras suaves vibrando a
través del órgano sensible de modo que él echó la cabeza hacia atrás y con un
gruñido bajo la atrajo fuera de él.

Antes de que pudiera protestar, él le dio la vuelta y tomó posesión salvaje de su


boca. Ella era suya. Le gustara o no. Habría consecuencias por esto, pero no podía
parar a menos que el mismo se pegara un tiro. Él la besó con fuerza, una y otra vez,
su lengua gobernando su boca.

Dejó caer su mano al pecho, sintiendo el peso suave y luego rodo su pezón entre el
índice y el pulgar, tirando agresivamente. Su cuerpo se arqueó y el aliento silbó
fuera de ella. Al instante cubrió su pecho con la boca, tirando de la suave carne
muy dentro. Ella supo a gloria.

Su cuerpo se sentía como pecado. Aquellas exuberante curvas dulces igual de


suaves y perfectas como él sospechaba. Trabajó primero un pecho y luego el otro,
utilizando el borde de los dientes, el calor de su boca y sus dedos para impulsarse
rápido. Ella sollozó en su hombro, cantando el mismo pequeño alegato desigual.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Por favor, por favor, por favor.

Se movió por su cuerpo, besando, mordiendo con sus dientes, sus manos llegando
a los muslos para poder separarlos. Podía oler su hermoso aroma exótico de
especias y miel llamándolo a él y él encajo los hombros entre sus muslos, llevando
sus piernas sobre él. No le dio un momento para recuperarse. Para respirar. Inclinó
la cabeza y hundió su lengua profundamente. Ella grito. Ella era un horno,
quemando más caliente que cualquier cosa que él jamás había conocido. Su sabor
era adictivo y él no podía tirar de la miel con suficiente rapidez con la lengua. Él la
mantuvo inmóvil mientras la devoraba vorazmente, olvidándose de todo, menos
de la necesidad de alimentarse de esa terrible adicción, tosca que crecía en él. Sabía
que nunca tendría suficiente. Ella le saciaría por un corto tiempo, y tendría que
volver a tenerla una y otra vez.

Era bueno en el sexo. No, él era genial en el sexo y él lo sabía. Puede que no fuera
capaz de atarla a él de otra manera hasta que su leopardo surgiera, pero podía
atarla de esta manera. Él la llevó más alto y después aún más alto, su boca
despiadada exigiendo. Ella se vino con fuerza, con la voz ronca de su dolor de
garganta.

Él no la dejó ir, la empujó de nuevo, lactando en su clítoris sensible, acariciándolo


con el pulgar, usando su lengua para apuñalar profundo y extraer la sal y la miel
que se derramaba fuera de ella. Ella era salvaje. Primitiva. Fuera de control. Ella se
vino por segunda vez, su canal caliente en espasmos, su vientre ondulando. Lo
sintió en sus muslos.

Haciendo caso omiso de sus súplicas jadeantes, se trasladó sobre la parte superior
de ella y empujó la cabeza de su polla en ese infierno ardiente y luego se detuvo.

― Mírame, Cat.

Ella mantuvo la cabeza apartada de él, sus ojos cerrados con fuerza. Él esperó.
Paciente mientras su cuerpo palpitaba y quemaba alrededor de su eje. Se lamió los
labios y él quería lamerlos a ellos también. Finalmente cedió a él mirándolo con su
amplia, mirada azul.

Saga Cárpatos
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― Me miras. No gires la cabeza. Cuando yo te doy esto, quiero que sepas quién
soy. Ni una sola vez me has llamado por mi nombre, y vas a hacerlo cuando este
enterrado dentro de ti. ¿Me entiendes? Si deseas esto, dime que entiendes y utiliza
mi maldito nombre cuando lo hagas.

Él era casi más leopardo que humano en ese momento. No su cuerpo, pero si en su
mente. Esta era su mujer. Su compañera. Tenía que someterse a él. Para saber que
ella le pertenecía. Incluso si ella no podía aceptar en su cabeza el hecho, su cuerpo
necesitaba saberlo.

Sus ojos le rogaron. Sacudió la cabeza, apretando los dientes. Ella se retorció.
Retorciéndose. Trató de forzar que él se empalara en ella. Se negó a moverse, a
pesar de que le costó. Su sangre latía con necesidad. Se sentía salvaje. La mitad
enojado, y la otra medio desesperado.

― Di mi nombre y dime que entiendes lo que te estoy diciendo.

― Dios. Est{ bien. Eli. Sólo por favor haz algo.

― Eres mía. Lo sabes ahora, ¿verdad? Mía. Nadie más pone su polla o su boca
dentro de tu cuerpo. Eso me pertenece. Me perteneces.

Ella apretó los labios contra otro sollozo. No podía soportar el fuego abrasador de
su polla. Él se empujo duro y profundo, conduciéndose más allá de la barrera
delgada de su inocencia por lo que ella gritó ante la picadura impactante de dolor,
arqueando sus caderas hacia arriba y cerrando los ojos.

Él se quedó quieto, mirando su rostro, esperando a que sus ojos se volvieran a él.
Sus pestañas se levantaron y se vio reflejado allí. Las líneas talladas profundo, el
rostro cerca de la brutalidad, del salvajismo despiadado. Él leopardo estaba de
acuerdo, pero eso no significaba que él no fuera bueno para ella. Perfecto para ella.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él comenzó a moverse dentro de ella, empujando a través de sus apretados,
pliegues abrasadores, ese infierno de fuego que él sabía que siempre anhelaría.
Durante todo el tiempo él observaba su rostro. Veía la tensión pulsando en ella.
Miró la belleza de necesidad indefensa. Le encantaba la forma en que su
respiración era tan desigual y la forma en que sus ojos se volvían vidriosos. Sus
labios se separaron, y debajo de él su cuerpo se elevó para igualar su ritmo.

La tomó fuerte, golpeando duro, yendo lo más profundo posible, enterrándose


hasta la raíz, chocando el cuello del útero, queriendo ir tan profundo que podía
albergarse en su vientre. La tomó de nuevo, amando la manera en que arrojo la
cabeza sobre la almohada y su cabello se derramó alrededor de ella como vivo,
respirando seda.

Él era implacable, negándose a dejarla ir por el borde de nuevo, llevándola más y


más alto hasta que vio la propagación de su alarma y ella se aferró a sus hombros,
sus uñas mordiendo profundo.

― Pídelo, Gatita. Di mi nombre y pídemelo. ― Ella tenía que saber que era Eli
Pérez, no el mítico Ridley Cromer o un bastardo como Rafe Cordeau.

Eli estaba allí con ella, no cualquiera de ellos. Y ella era suya. Ella siempre sería
suya, porque ya podía ver que se había establecido el ansia, esa terrible adicción
que sabía venía con ser un leopardo.

Por un momento trató de resistir, pero el miedo se deslizó por su espalda. Podía
leerlo en su salvaje mirada azul. Mirándolo fijamente a los ojos, deslizó el pulgar
hacia ella y apretó contra su clítoris. Ella se quedó sin aliento. Quitó el dedo pulgar
e inclinó sus caderas para darle el ángulo perfecto para que la fricción golpeara en
ese botón pequeño y dulce.

― Eli. Necesito esto.

― De mí, ― incitó.

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Ella asintió con la cabeza, luego hablo de nuevo. Desesperada. Caliente.
Necesitada. Asustada. ― De ti. De Eli. ― Golpeó a casa, llev{ndola con él en ese
viaje loco, y salvaje. Él sintió que su cuerpo lo apretaba al punto del
estrangulamiento, pero no dejó de conducirse en ella. Ella grito. Su cuerpo casi
apresado y entonces el orgasmo la atravesó duro y rápido, un poderoso terremoto
que persistió cuando era arrastrado con ella. El toque de su semilla caliente y fuerte
le dio un sismo de gran alcance adicional.

Enterró la cara en su cuello mientras las ondas continuaron y se quedó dentro de


ella, montando sobre ella. Sus pechos se sentían suaves y erguidos contra su duro
pecho. Su cuerpo era pequeño, pero encajaban perfectamente. Él había sido brutal
en su posesión de ella, y ella iba a estar adolorida. Tenía que asistirla a ella, y sabía
que iba a estar avergonzada y enojada cuando ella bajara de las alturas.

Levantó la cabeza y apretó su boca en la esquina de la de ella. ― ¿Est{s bien?

Ella respiró hondo y cerró los dedos en su pelo, mirándolo confundida. Su mirada
empezó a deslizarse pero él le cogió la barbilla.

― No, gatita. Estamos m{s all{ de eso. Nos estamos moviendo hacia adelante, y no
vamos a estar avergonzados de lo que hicimos juntos.

― Ni siquiera me gustas, ― susurró. ― Ni siquiera te conozco y yo estaba encima


de ti. Esto no es tu culpa. Es mía. Hice esto. No podía ayudarme a mí misma.

Le alisó el pelo, prodigándole pequeñas caricias suaves sobre su cuero cabelludo.


― Va a estar todo bien.

― No lo est{, sin embargo. Te utilicé. Yo ni siquiera trate de controlarme. El fuego


era terrible. Mi piel dolía, todo dolía. Yo no pensé en ti, sólo en mí misma y en
alguna manera de tratar de detenerlo. ― Parecía a punto de llorar. Rozó besos en
cada párpado y luego arrastró más a la esquina de su boca. Todavía sentía su
apretada vaina rodeándolo. Tendría que haber estado vacío. Terminado. Pero él
todavía estaba duro. Todo ese fuego abrasador, toda la miel y especias. Pero ya
estaba hecho. Ella necesitaba cuidado. Era hora de llegar a un acuerdo con lo que
pasó entre ellos.

Saga Cárpatos
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― Esto no es tu culpa, Catarina. Simplemente es así. Somos diferentes. No
pedimos ser cambia formas, y esto viene con el territorio. Sé que tienes miedo de
ella. De tu leopardo, pero no tienes por qué tenerlo...

― ¿Est{s bromeando? Yo nunca te hubiera atacado, ni en un millón de años. Ella lo


hizo. Ella me hizo una puta.

Sus manos se apretaron sobre ella y le dio una pequeña sacudida. ― Nunca te
llames así a ti misma, Cat. Ella no hizo otra cosa que lo que se suponía debía hacer.
Es mi compañera. Reconoció a mi leopardo y el mío reconoció a la suya. Es así de
simple. Ella te dará una libertad que nunca has tenido, que nadie puede tomar de
ti. Cuando cambies en esa forma, no hay nada igual en el mundo, a excepción de
esto. Lo qué tenemos juntos.

Se obligó a rodar fuera de ella. En el momento en que estuvo fuera de su cuerpo, se


sintió solo otra vez, un dolor al instante, la necesidad de estar conectado
físicamente a ella. Era todo lo que tenía con ella y él lo sabía.

Tener relaciones sexuales, aunque fuera buen sexo con ella, no significa que sus
problemas estaban resueltos. Él la había traicionado y la traición se había hecho
profunda.

― Voy a prepararte un baño. Si no te remojas en agua caliente, sentir{s dolor. ―


Ella iba a sentir dolor de todos modos. El sexo Leopardo era salvaje. Brutal la
mayor parte del tiempo. Su leopardo arañó y se paseo por su compañera. Ella no
estaba lista, pero eso no impidió que el gato feroz condujera a Eli para consolidar la
relación. ¿Quién era él bromeando? Él era un hombre rudo y le gustaba el sexo
duro y salvaje.

Él se subió los pantalones y caminó por la habitación hacia el baño principal. Dejó
la puerta abierta, manteniendo los ojos puestos en ella mientras corría el agua tan
caliente como él pensó que ella podía soportar. Ella no habló, pero él sintió que sus
ojos en él.

― ¿Qué pasa, nena?, ― Preguntó con el mayor cuidado posible.

Saga Cárpatos
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Se veía molesta, y él no la culpaba. Ella estaba tratando con demasiadas cosas a la
vez.

― ¿Por qué? ¿Por qué me usaste de esa manera?

Por un momento pensó que estaba hablando sobre el sexo, pero cuando miró la
expresión de su cara, el dolor primando allí, él sabía lo que quería decir. Su
pregunta era una bomba en potencia. ¿Cómo podría él contestarle sin que se
sintiera aún más traicionada? Él la había traicionado.

Eli era muy consciente de lo que había dicho acerca de hacer la elección entre
Cordeau y él. Ella quería honestidad. Ella incluso merecía honestidad. Se sentó en
el borde de la bañera y mantuvo la mirada en su cara, incluso mientras una mano
se desvaneció en el agua para asegurarse de que no estaba demasiado caliente para
ella.

― Ser de la manera que soy, Cat, {spero y cruel, me da una cierta ventaja en el tipo
de trabajo que hago. Ser un leopardo me ayuda a tener una mejor tasa promedio en
arrestar y procesar a hombres muy malos. Lo que estoy diciendo es, que trabajo de
encubierto mucho. Yo vivo encubierto durante meses a la vez. La mayor parte es
mala. La mayor parte es un asco. Tu viviste bajo tierra el tiempo suficiente, bebé, y
eso se te contagia.

― Pero tú crees en lo que haces. ― Ella se apoyó en un codo, observ{ndolo tan de


cerca como él la estaba mirando.

Él se sorprendió de ese discernimiento. Aun más, estaba sorprendido por su


interés. Siguió su camino con cuidado, con miedo de que estuvieran haciendo un
pequeño baile y él todavía no supiera los pasos. Sin embargo, él no iba a mentirle a
ella. No otra vez. Ella le hizo una pregunta, y ella iba a conseguir una respuesta, así
fuera o no la que ella quería oír - o quisiera darle.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Es a lo que he dedicado mi vida. Mis padres fueron asesinados porque estaban
en el lugar equivocado en el momento equivocado. Habían ido a visitar a viejos
amigos, tomaron un giro equivocado y quedaron atrapados en medio de un
negocio de drogas que salió mal. Yo era sólo un niño, pero supongo que eso fue lo
que primero que me hizo decidir que quería trabajar en el cumplimiento de la ley.

Ella se había cubierto con la sabana pero apenas cubría sus pechos. Podía ver sus
curvas pálidas hinchadas y había algunas marcas allí. Sus marcas. ¿Si ella no
hubiera sido una virgen habría mandado al infierno el baño y empezaría todo de
nuevo? Su polla se sacudió ante la idea de enseñarle las cosas que le gustaban. Al
pensar en hacer cosas a su cuerpo que le iban a gustar.

― ¿Así que es parte de tu trabajo seducir mujeres?

Mierda. Mierda. Hijo de puta. ¿Cómo demonios iba a responder a eso? ― Yo no te


seduce, Cat. Yo fui muy cuidadoso de mantener mis manos lejos de ti, y no fue
fácil. Desde el principio supe que eras diferente. Te metiste debajo de mi piel. Yo
no iba a ir allí contigo. No contigo.

Ella atrapó su labio inferior entre sus dientes, al instante mirándolo fijamente,
recordándole que él quería morder ese el labio inferior por sí mismo. Ella era
hermosa, con moretones y todo. Incluso con sombras oscuras debajo de los ojos y
con la sospecha y el dolor en todo ese azul salvaje.

― Así que la respuesta es sí, haz seducido a otras mujeres como parte de tu
trabajo.

Él asintió con la cabeza lentamente. ― Por desgracia sí. No es una parte del trabajo
que me guste, pero a veces es el único camino dentro de una organización en la
que estoy infiltrado, o la única manera en que se puede obtener información.

― ¿Qué te hace diferente de una prostituta? Ellas comercian sexo por dinero, y tú
comercias sexo por información.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Hizo una mueca y se acercó a cerrar los grifos. ― Nunca le pensé así. Nunca es
cómodo, Catarina, y no estoy particularmente orgulloso de ello, pero hice mi
camino aparentando ser un humano que tenía una red de tráfico, por eso tuve que
acostarme con una puta perra que adquiría a las jóvenes. Cerré esa mierda. ¿Lo
siento por tener que acostarme con la perra? ¿Me gustaría no haber tenido que
hacerlo? Claro que sí. Pero cerré la operación y un montón de chicas jóvenes
fueron rescatadas y más salvadas de ser forzadas a ese tipo de vida.

Trabajó en mantener el borde de su voz, pero no le gustaba tener que justificarse a


sí mismo y a sus decisiones. Caminó por la habitación y tiró de las mantas, dejando
al descubierto su cuerpo desnudo. Para él fue la primera vez que era capaz de
mirar realmente su cuerpo. La evidencia de su poder estaba en sus muslos, junto
con hilos de sangre.

Ella tenía un cuerpo magnífico. Sus curvas eran definitivamente exuberantes y


suaves. Tenía la piel de satén, con el pelo de seda. Incluso los pequeños rizos en la
unión de sus piernas parecían suaves y sedosos. Ella se sonrojó y cogió la sábana.
Agrupó el material en el puño y le impidió tirar de él sobre ella.

― Te voy a poner en la bañera, mujer. Tienes que acostumbrarte a estar desnuda a


mí alrededor. ― Él la atrapó, acunándola cerca de él. Sus aromas combinados, le
hizo poner duro de nuevo. A él le gustó la forma en que olía a juntos, caliente,
primordial y directamente de una selva tropical.

Ella se vio obligada a volverse de espalda y enganchar su cuello con un brazo. La


acción levantó su pecho hacia su boca. Bajó la cabeza y lamió el pezón. Envió un
temblor por todo el cuerpo y la respiración de ella salió a corrientes, de sus
pulmones.

Él la dejó, con los pies primero, en la bañera y se hundió, manteniendo la masa


espesa de pelo fuera del agua. Había olvidado que su pelo estaría en todas partes.
Dio un paso detrás de ella, reuniendo la pesada carga en la mano y con destreza
ato un nudo flojo en la parte superior de su cabeza.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Creo que tenemos que mantener algo en claro, ― dijo ella, sin mirarlo de nuevo.

― Eli, ― Recalcó.

Su mirada azul se lanzó a la suya. Ella hizo una mueca. ― Eli, entonces. Es
importante que sepas, que incluso aunque estoy totalmente jodida, eso no cambia
nada. Era sexo. Eso es todo. Sexo. No hay razón para que consiga estar cómoda
desnuda a tu alrededor. No pienso estar desnuda a menudo. De hecho, prefiero
que no estés en la habitación mientras estoy tomando un baño.

Él no apartó los ojos de su cara todo el tiempo que hizo su pequeño discurso.
Sentía una lenta diversión empezar en algún lugar en las proximidades de sus
entrañas, subirle al pecho haciendo que su corazón se sintiera más ligero y una
pequeña sonrisa finalmente llegara a su boca.

― ¿He dicho algo gracioso? Porque est{s riendo y no es muy agradable.

― Sí, haz dicho algo gracioso. ¡Gatita, no acabamos de tener relaciones sexuales!.
Eso fue fuera sexo fuera de serie. Tú lo sabes. Te miro y consigo ponerme duro. Me
miras y quema entre tus piernas. ¿Crees que no puedo saber cuando una mujer me
quiere? Vamos a tener relaciones sexuales, ya que tan delicadamente lo pones, a
menudo y en formas que no puedes imaginar ni en tus sueños más salvajes. Así
que es muy importante que te sientas cómoda estando desnuda a mí alrededor. Y
cómoda hablando de sexo, lo que te gusta y lo que no lo hace.

― No me gusta que estés sonriendo y que estés tan seguro de ti mismo, ― dijo.
Sus ojos azules brillaron de un profundo violeta que sólo la hizo aun más atractivo
para él.

― Por lo menos sabes que tú pareja sabe qué demonios está haciendo. Estás en
buenas manos.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella suspiró y cerró los ojos, apoyando la espalda en la bañera. ― Yo no confío en
ti, Eli. Realmente. Yo no quiero estar con alguien en quien no confío. Fue un error
tener relaciones sexuales contigo. No lo pude evitar. Asumo toda la
responsabilidad por tirarme a ti, pero eso no significa que quiera repetir la
experiencia. ― Él hizo un sonido bajo en su garganta, en algún lugar entre un
gruñido y una risa. Su mirada saltó a la suya. ― No sé. Tal vez mi cuerpo lo hace.
No voy a mentirte acerca de eso, pero eso no significa que no pueda mostrar
moderación y aprender control.

― Si haz eso, bebé, ― dijo, todavía divertido. No tenía idea de lo mucho que lo
estaba divirtiendo con sus tonterías. Ella no sabía nada acerca de un incendio
forestal fuera de control, y eso era lo que ellos eran juntos. Pero tenía que aprender
e iba a divertirse enseñ{ndole. ― Mientras tanto, mientras estamos aquí en esta
casa, puedes perder las bragas y estar muy cómoda.

Ella volteo los ojos. ― Puedo ver que va a ser difícil.

― No estoy tratando de ser malo, Cat, pero en serio, ¿Crees que esto es un tiro de
una sola vez?

Ella asintió con la cabeza lentamente.

― Así que cuando ponga mi boca entre tus piernas, ¿no vas a empezar a rogarme
por estar dentro de ti?, ― exigió.

El color se arrastro por el cuello para aparecer en su rostro un rosado fuerte. Sus
ojos eran brillantes. Hambrientos. Sus piernas se movieron sin descanso bajo el
agua. ― No espero que pongas tu boca entre mis piernas.

― No puedes dar a un hombre el sabor de toda esa miel, bebé, y luego tratar de
llevarla lejos de él. Eso o funciona de esa manera. Quiero comerte viva. Tengo tu
sabor en mi boca y no va a desaparecer. Yo voy a ser capaz de estar lejos de ti por
un rato, unas horas o un día o dos pero eso no significa que no pueda saciar mi
deseo de tu gusto. Y vas a aprender qué hacer con mi polla en tu boca.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Yo no soy tu esclava sexual, Eli, ― le espetó. ― Te lo dije. No te quiero. No
confío en ti. Ni siquiera sé quién eres.

― Bueno, est{s descubriéndolo r{pido, ¿no es así, Gatita, ― dijo.

Eli apoyó la cadera contra el lavabo y cruzó los brazos sobre su pecho. Vapor se
levantó de la bañera, envolviéndola en misterio. Un ligero brillo cubría su piel,
dándole un resplandor. Su leopardo había disminuido de momento. Él lo sabía
porque su leopardo no le estaba empujando tan duro. Un leopardo hembra
ascendente varias veces cerca de la superficie y luego la solución era bastante
estándar.

Eso era duro para la contraparte humana femenina, pero tenía la intención de
cuidar bien de ella. Ya que el, mientras tanto, tenía mucho para compensar.

― ¿Tienes hambre?

― ¿Puedes cocinar?

― En realidad no. ― Él admitió con una sonrisa. ― Te dije la verdad. Traté de


darle quién era yo realmente, Catarina, no una mierda inventada del hombre. Voy
a tratar de cocinar para ti sin embargo.

Ella sonrió con una sonrisa sincera por primera vez. ― ¿Realmente tienes
comestibles?

― Llamé a mi vecina y le pedí el favor para ello. Le pregunté si podía comprar


también una máquina de café bien buena y algunos granos de café.

― Dame unos minutos más y voy a ver lo que tienes. Me gusta cocinar, y espero
que dejes de pensar en el sexo el tiempo suficiente para que yo pueda razonar
contigo.

― Lo dudo, pero estoy dispuesto a darte una oportunidad, ― él estuvo de


acuerdo, sobre todo porque ella realmente parecía como si ella quisiera hacer el
desayuno. Y le gustaba su forma de cocinar.

― ¿Por qué hiciste eso?, ― Repitió.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Suspiró. ― Te lo dije, nena. Es mi trabajo. En realidad, nadie sabía lo que iba a
hacer Cordeau. Ninguno sabía por qué estabas en su casa o por qué te fuiste. Había
rumores y especulaciones. Creo que la mayoría de la gente pensaba que eras parte
de su organización, o por lo menos su amante. Sabía desde la primera vez que te vi
que no estabas bien.

― Sin embargo, viniste por mí. Me mentiste. Pensé que eras mi amigo. Trabajaste
duro para ganar mi confianza y luego me traicionaste.

― Sé que te sientes de esa manera, ― dijo, ― Y lo siento. Te dije que había metido
la pata contigo, y lo hice. Me gustaba estar contigo mucho más de lo que debería
estar. En el momento en que me di cuenta de que eras inocente, estaba cuidando de
ti. Yo quería, tal vez incluso lo necesitaba, tu amistad más de lo que tú lo hacías.

Sus pestañas revolotearon y ella inclinó la cabeza hacia un lado. Una vez más, su
labio inferior estaba entre sus dientes. Su corazón dio un salto mortal y su polla se
sacudió. Que le importaba, su admisión de necesidad. Él tenía que darle algo de sí
mismo.

― Un hombre de mi posición, Cat, no tiene familia y tiene muy pocos amigos. Ni


siquiera en el departamento. Yo trabajo hasta las rodillas en el lodo y me olvido a
veces de por qué demonios estoy trabajando. Yo no recuerdo la última vez que me
reí, no hasta que estuve contigo. No puedo recordar la sensación de luz y
comodidad, e incluso de felicidad, no hasta ti. Yo no podía dejar de involucrarme
contigo. Cada día me dije que tenía que parar, que me estaba metiendo en zonas
profundas y no era justo para ti, pero juro por Dios, gatita, que no pude detenerme.

Su voz sonó con honestidad, porque era la verdad. Ella recogió sus rodillas y se
frotó la barbilla en la parte superior de ellas, colocando sobre él sus ojos azules. A
ella le gustó lo que escuchó, podía verlo. Ello no era la redención, pero le dio algo
en que pensar.

― No me habrías besado si no te lo hubiera pedido, ¿verdad? ― Ella persistió.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― ¿Segura? Me gustaría pensar que habría sido un hombre mejor que eso. Yo no
sabía acerca de la decisión de decirle a Cordeau dónde estabas, lo juro por Dios,
Catarina, pero yo sabía que estabas corriendo, viendo detrás de ti a Tuttle. No sólo
pensándolo. Traté de hablar de ello, pero sabía que habías tomado una decisión.

Se pasó la mano por la cara. ― Maldita sea, yo no quería perderte. Me di cuenta


de lo que hice por lo que necesitaba que estuvieras a salvo de Cordeau. Sabía que
no estarías de acuerdo en testificar en su contra. No pensé realmente, no sabía
cómo pensaban usarte. Para cualquier otra persona usaría esa excusa, que te quería
a salvo de él, pero con verdadera honestidad yo no quería perderte. Sabía que si te
ibas, yo nunca te volvería a ver.

Ella contuvo el aliento, con los ojos clavados en su rostro.

― Eso es todo. Esa es la verdadera razón. Yo no soy el caballero blanco. No soy


incluso un buen agente de la DEA. Soy un hombre y por primera vez en mi vida
quería una mujer para mí. No sabes cómo es mi vida, Cat. Estoy solo todo el
tiempo. No tengo la menor idea acerca de una relación real. Soy un leopardo, un
cambia formas, así que estoy de mal humor siempre y se puede decir que a veces
me pongo violento. Yo puedo ser tan frío como el hielo o tener una rabia ardiente.
Esa es la vida de un cambia formas. Hay pocos de nosotros y la mayoría optan por
permanecer dentro de nuestra especie, en guaridas. No tengo una guarida. No
tengo amigos. Hago mi trabajo y soy muy bueno en eso, no me arrepiento. Hasta
que llegaste tú.

― Eli, ― susurró. ― Deja de hablar. No puedo procesar m{s. Tengo que pensar en
todo lo que me has dicho. Estoy muy herida y confundida y sintiéndome violenta.
Estoy avergonzada de tirarme sobre ti, y las cosas de las que hablas asustan la
mierda de mí.

Frunció el ceño. ― No estoy tratando de asustarte, nena. Estoy tratando de hacer


que veas en mi lo que hay en mi cabeza.

― No es por eso. Es acerca del sexo. Tú y yo. Eso me asusta.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Lo sé, ― dijo suavemente.

― Dijiste que no me harías daño, y lo hiciste.

― Lo sé, ―repitió, bajando la voz una octava. ― Tienes que salir de allí antes de
que el agua se enfríe. Yo realmente no quiero que te duela.

No tenía ni idea de cuando su leopardo elegiría empujar cerca de la superficie de


nuevo, o peor aún, emerger completamente. No podía estar adolorida durante ese
evento. Sería salvaje y desinhibida, una unión primitiva y tanto el humano como el
leopardo reclamarían sus respectivos compañeros. No habría vuelta atrás una vez
que el leopardo de Catarina hiciera su elección.

Saco una toalla de un cajón y la levantó. ― Lev{ntate.

― Yo realmente prefiero hacer esto sola, ― dijo.

― Lo sé. ― Pero él se quedó donde estaba, sosteniendo la toalla para que pudiera
salir de la bañera y poder secarla.

― Deja de decir 'Lo sé," porque no dices realmente nada en absoluto, ― le espetó,
exasperada. ― Tú solo haces lo que quieres, ¿no?

― M{s o menos, sí. ― Él esbozó una pequeña sonrisa. Él amaba su descaro. La Cat
rota le rompió el corazón. La Catarina llena de actitud hizo que su cuerpo se
volviera de piedra. ― Es la única forma contigo. Aprendí eso viéndote en el dojo.
No eres previsible en absoluto. Al igual que cuando me atacaste en tu dormitorio.
Fue el último que me esperaba. Y lo hizo bastante bien. Yo estaba orgulloso de ti.

Ella sacó el tapón en la bañera, claramente renunció a estar allí para siempre, lo
que no era cierto. Si ella no se hubiera levantado, habría acarreado su culo fuera de
allí y luego la hubiera secado.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Yo estuve orgulloso de ti cuando saliste de las esposas también. No eres fácil de
convencer, Cat, y no puede ser una presa fácil con un hombre como yo, pero,
cuando se trate de tu seguridad o tu salud, no vas a ganar.

― Has vuelto a ser un idiota arrogante.

Él la envolvió en la toalla y empezó a frotar el material sobre la piel con el fin de


eliminar el agua. Mientras lo hacía, le inspeccionó las marcas y los moretones. Se
agachó y toco sus piernas, una parte de ella temblaba.

― Pon tu mano en mi hombro, bebé. Sólo quiero asegurarme de que est{s bien. Yo
no voy a hacer algo que no vaya a gustarte.

― Eso no es lo que me da miedo, ― dijo con sinceridad.

Envolvió su mano alrededor de su pantorrilla y luego pasó la palma de la mano


hasta el interior de su muslo. Él no podía imaginar otra mujer estando en su puesto
y ser tan abierta con él. Pero entonces, lo había hecho todo el tiempo con el cuándo
se trataba de sus emociones. Ella podría haber ocultado su pasado con Cordeau,
pero ella no se frenaba cuando el tema era de ella y lo que pensaba o sentía.

Le acarició el interior de su muslo y se permitió a inhalar su aroma. Miel y


especias. Él que siempre sabía que querría. No. El que siempre había anhelado.

― Me gustaría hacer el desayuno ahora. ― Su voz era firme. Claramente estaba


nerviosa.

― Te daré una de mis camisas de vestir. Es c{lida y te cubrir{ f{cilmente. Creo que
si dejas que el aire te alcance podrás sanar más rápido.

Ella consideró su oferta. Al final, ella tomó su camisa de franela cuando él se la dio.
Era suave y cálida, demasiado grande para ella, encajando más como un vestido
corto que una camisa. Se arremangó las mangas y caminó hacia la cocina.

― No tienes un teléfono en cualquier lugar que yo pueda ver, ― observó.

Eso le dijo que ella había estado buscando uno. La única persona que se le ocurrió
que podría llamar era Cordeau. Eso no le cayó bien a él, pero mantuvo la boca
cerrada.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Yo vivo fuera de la red aquí. Totalmente autosuficiente. El agua es alimentada
por gravedad. Paneles solares para la electricidad. Tengo un jardín y pago para
que lo mantengan. Siembro la mayoría de mis propias verduras. Yo no estoy aquí a
menudo, pero cuando dejé el trabajo, aquí es donde tengo la intención de
retirarme. Mi leopardo tiene espacio para correr libremente, y yo amo la
tranquilidad.

― Me gusta la tranquilidad también, siempre y cuando tenga mi café.

Él le dedicó una pequeña sonrisa, aún preguntándose a quién demonios quería


llamar y considerando esposarla a su cama sólo para asegurarse de que no fuera a
Cordeau. ― Me gusta tu café también.

― Voy a hacerlo de primero, ― dijo. ― Y luego voy a mirar en la nevera y los


armarios para ver que tienes para la comida.

― Emma es bastante concienzuda, ― dijo Eli, todavía distraído. Atrapó el respaldo


de una silla, la hizo girar alrededor y se sentó a horcajadas, inclinándose un poco
hacia delante para mirarla a los ojos. ― ¿Vas a decirme por qué estabas en busca
de un teléfono? ¿Todavía crees que vas a elegir a Cordeau como tu elección de
pareja y a mí no?

No había manera de alejar el gruñido de su voz. Había pasado de suave a enojado -


estaba allí en su tono - y francamente, le importaba un comino si la asustaba o no.
Tenía que ver la rabia en sus ojos. Se revolvía en su estómago. ― ¿Quieres decirme
algo, Cat?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

C ATARINA se volvió para mirar a Eli. Él había estado en lo cierto acerca de su

leopardo y su temperamento. Las líneas en su rostro se cortaron profundamente.


Había un conjunto duro en su mandíbula. Tenía los ojos de gato amarillos y fijos
en ella con intensidad. Ella sacudió la cabeza y se volvió hacia la máquina de café,
concentrándose en hacer esa primera taza. Ella lo necesitaba si se iba a enfrentar a
él después de rasgar sus propias ropas y saltar sobre él. Obviamente lo necesitaba
para tranquilizarse.

― Y dices que soy malhumorada por la mañana, ― murmuró.

― ¿Qué demonios acabas de decir?, ― Exigió.

Ella puso los ojos en la m{quina de café. ― Que est{ claro que tú eres el de
malhumor por la mañana, no yo. Estoy siendo tan dulce para hacerte una taza de
café y estás gruñendo como una furiosa bestia salvaje.

― Noticia de última hora, Gatita. Soy una furiosa bestia, gruñendo. ¿Quieres
responder a la maldita pregunta?

― No particularmente. Al menos no hasta que tenga dos o tres sorbos de café en


mi haber y tenga una taza llena. No seas gruñón.

― No me vengas con esa actitud, bebé, no cuando me siento así, ― advirtió, con
un gruñido sordo en la garganta.

― No me des esa actitud, cuando estoy haciendo una obra maestra, ― le


respondió. Ella lo miró por encima del hombro.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Tenía el pelo por todo el lugar, y a ella le gusta que fuera así. No sabía exactamente
qué pensar ya que ella no quería pensar demasiado acerca de cualquier cosa. Él
había roto su corazón, la había devastado, básicamente secuestrado y luego abrió
su corazón a ella - si es que ella lo podía creer.

Allí estaba el problema, por lo que lo veía. ¿Podría realmente creer algo de lo que
le dijo? Era un buen actor. Se había enamorado de él, sin matices, y él la había
traicionado. Ella se esforzó por mantener su mente abierta. Al principio no quería
oír nada, dijo. Entonces ella quería que fuera Ridley de nuevo. Eli no era Ridley,
pero parecía ser que una parte de él lo era.

― Mujer, si continúas así, vas a encontrarte en problemas.

― Tal vez. ― Ella se dio la vuelta de nuevo, y esta vez tenía una taza perfecta en
sus manos. ― Pero esto simplemente puede comprar mi manera de salir de ellos.
― Ella le pasó el café. ― Bebe, señor gruñón en pantalones, y ve si no mejora tu
disposición.

Su mirada se movió sobre su rostro con una mirada melancólica, ella trató de no
pensar que estaba caliente y sexy, pero por supuesto ella realmente lo hizo. Ella
comenzó a hacer su propia taza de café, con necesidad de hacer algo más que
mirarlo. Mirarlo no ayudaba a su confusión.

― Est{ bien. Tomare un poco de café. ¿Ahora vas a decirme por qué estás
buscando un teléfono?

Ella se echó a reír. Ella no pudo evitarlo. Era como un perro con un hueso. Él no iba
a dejarlo caer, pero entonces ella estaba empezando a darse cuenta de que no
dejaba nada que fuera importante para él.

― ¿Te gusta a tu manera?, ¿no? ― Preguntó.

― En todas las cosas, Gatita. Será mejor que te acostumbre a ello, ― advirtió. ―
Ahora responde a la pregunta de mierda, antes de que te eche sobre mi hombro y
arrastre tu culo de vuelta a mi cama para mostrarte de quien se supone que eres, te
voy a dar una pista, su nombre es Eli Pérez.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Catarina exhaló un suspiro exagerado. ― ¿En serio, Eli? ¿Vas a amenazarme con el
sexo cada vez que no consigas lo que quieres?

Oyó cuando puso la taza de café hacia abajo, y la silla raspó. El corazón le dio un
salto y se dio la vuelta para mirarlo. Él se puso de pie, acosándola a propósito. Ella
levantó una mano para protegerse, riendo a pesar del miedo repentino corriendo
por su cuerpo. El miedo y la emoción.

― ¿Quién diablos dijo algo sobre sexo? Estoy pensando en algo completamente
diferente.

Ella no quería ponerlo a prueba y ella retrocedió hasta que chocó con el mesón. ―
Tú sabes, que tu comportamiento me está causándome una gran decepción, Eli.
Sostuve la esperanza para mi fantasía Zen, y la has enterrado profundo.

― Catarina. ― Gesticulo su nombre con los dientes apretados.

― Me di cuenta de que no tenías un teléfono. Era una observación, eso es todo.


Rafe sería el último hombre en la tierra que yo llamaría en esta situación. ― Se
detuvo, por encima de ella, en su espacio. Podía sentir el calor de su cuerpo y ella
recordó cómo se sentía al derretirse contra él. No cerró los ojos y pero mantuvo ese
recuerdo con ella, pero ella lo quería y eso la confundía aún más.

― ¿Una situación como esta?, ― Hizo eco.

― Te mataría, Eli. Incluso podría matarme, leopardo o no leopardo. O por lo


menos, él me haría pagar con la sangre de la gente que me importa.

Su mirada dorada buscó la suya azul. Una mano tomó el lado de su cara, su pulgar
desliz{ndose sobre su piel. ― Eso es todo. ¿Observaste que no tenía teléfono y
necesitaba confirmación en voz alta?

Ella asintió con la cabeza. ― Y no te olvides de la parte en la que derribaste


totalmente mi fantasía Zen.

Su sonrisa fue lenta en llegar pero era genuina y calentaba sus ojos. ― Voy a tener
que ver lo que puedo hacer sobre la sustitución de ella con otra cosa.

Sintió un escalofrío a través de ella. Ella quería ver si podía hacerlo sonreír así. Él
podría ser el peor gruñón en el mundo de la mañana sin café y sin duda había

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
destrozado el sueño que tenía de un maestro Zen, pero él era precioso y todo un
hombre de pie en su espacio, oliendo como selva tropical y sexo. Mirándola
sombríamente sensual, e intensamente masculino.

― Una cosa m{s, Gatita, ― Eli añadió, sus dedos le rozaban la barbilla con la
mismo suave caricia, rob{ndole el aliento. ― Yo no apostaría el banco en que
Cordeau pudiera matarme tan fácilmente.

Ella se estremeció de nuevo, esta vez porque sonaba como que lo decía en serio.
Incluso dio un paso atrás, pero chocó contra el mostrador. No había manera de
apartar la mirada de su mirada enfocada. Ella fue capturada allí, la boca seca, el
corazón latiéndole con fuerza. Su cualidad peligrosa estaba de vuelta, aferrándose
a él como una segunda piel. Él no era el mismo tipo de peligroso como Rafe, pero
podía ver el depredador en él ahora. Veía el leopardo, y no había duda en su
mente que él podría matar si lo necesitaba. Que él mataría si lo necesitaba.

― No lo hagas. ― Dijo la palabra en voz baja. Ella no podía respirar. Ella lo miró,
sacudiendo la cabeza, sin tener idea de lo que quería decir.

― No me mires así. No vuelvas a tener miedo de mí. Tomaste un paso atrás y me


miraste como si pensaras que podría golpearte. Eso nunca podría suceder, bebé.

Agarrando la taza de café, levantó la mano a su cuero cabelludo, el recuerdo de su


comportamiento en el almacén y en el lavado de camiones sobre ella. ¿Qué había
estado pensando? ¿Qué él era en realidad Ridley Cromer sólo porque habían
tenido relaciones sexuales? Su cuerpo le dolía todo. Ella tenía marcas en su piel.
Ellos no habían hecho el amor. Habían tenido sexo. Sexo duro. Ella se había
sentido repentinamente toda dulce y suave en el interior. Lo que no cambiaba
quién o qué era.

― Gatita. ― Él gimió suavemente, y sus dedos fueron a su cuero cabelludo,


masaje{ndola suavemente. ― Yo no te golpeé. Recuérdelo cuando me estés
condenando. Me atacaste más de una vez y te contuve, pero no te golpeé. En el
camión, tenía que detenerte. Un leopardo puede realizar un seguimiento por
medio del olfato. Tu aroma podía no estar en ese terreno. Sabías que él era
leopardo y sabías que te estabas arriesgando a que te encontrara.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Quería alejarme de ti, ― admitió en voz baja.

Odiaba la forma en que su cuerpo entró en crisis con su toque. Eso la confundía
más que cualquier cosa. Ella debería haber estado gritándole a él que no la tocara,
pero en cambio, cuando lo hacía, incluso de una manera tan simple, quería estar
más cerca de él. Tal vez ella no estaba cachonda, pero sin duda lo estaba el
leopardo en su interior, eso tenía que ser.

― Soy muy consciente de que querías alejarte de mí, Cat, ― dijo Eli, con una voz
totalmente desprovista de sentimiento.

Su mirada saltó a la suya. Sus encapuchados, y sensuales ojos, volvieron a moverse


sobre su rostro pensativo. Ella apretó los labios y luego levantó la barbilla,
obligándose a mirarlo directamente a ellos.

― Eli, ¿qué pasa si no quiero todo esto? ¿Y si mi leopardo elige tu leopardo, pero
no te elijo a ti? ¿Qué sucede entonces?

Su rostro se suavizó. ― El leopardo ya ha elegido, Gatita. También lo ha hecho el


mío. Soy el único hombre que ha estado siempre dentro de ti y yo soy el único
hombre que siempre lo hará. Si su elección no soy yo en este momento, voy a
trabajar un infierno de mucho m{s duro para asegurarme de que lo es. ― Su
pulgar estaba de nuevo moviéndose suavemente sobre su piel. ― Demasiado ha
sucedido y demasiado rápido para que seas capaz de siquiera tener la oportunidad
de saber lo que quiere o lo que desea. Es por eso que estamos aquí. Cordeau no te
encontrará aquí y tampoco lo hará la DEA. Tú tienes tiempo para averiguarlo.

Ella no quitó su mirada de la de él. ― Eli, eres de la DEA.

― Aquí no, no lo soy.

― ¿Cómo puedo saber lo que es real y lo que no contigo? ― Su corazón latía con
fuerza cuando ella le preguntó, pero miró su rostro, con la esperanza de una pista.

― No lo har{s al principio, ― dijo. ― Eso es algo que tengo que demostrarte. Pero
lo que estoy pidiendo es que me des la oportunidad de demostrártelo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Mantuvo los ojos en los suyos. ― No has contestado a mi pregunta, Eli. ¿Y si mi
leopardo te elige a ti y yo no lo hago? ¿Qué pasa?

Se quedó en silencio por un largo tiempo. No creía que le fuera a contestar. Su


pulgar se deslizó sobre sus labios y luego hasta la barbilla. Con suavidad extrema.
Ella sintió su toque hasta el final de su núcleo más femenino. Su cuerpo temblaba,
pero más el punto, sintió el calor húmedo súbito entre sus piernas. Se mordió la
parte baja de los labios y luego abruptamente inhaló cuando su mirada se posó
allí. Sólo el pequeño acto de respirar le levantó los pechos debajo de su camisa de
franela y se volvió muy consciente de que no llevaba nada debajo de ella. ¿Porque
tenía ella que ser tan estúpida?

Él estaba cerca. Tan cerca que sintió el calor que irradiaba de él. Lo sentía cada vez
que respiraba. Ella sintió su hambre. Estaba tan cerca de la superficie, y estaba allí
en el oro brillante de sus ojos. Intensa. Potente. Muy centrado en ella. Sólo tenía
que tomar un pequeño paso y ella estaría en sus brazos. Ella quería estar en sus
brazos y eso era humillante.

Él tenía toda la experiencia y ella no tenía ninguna. El sexo podría ser otra forma
de controlarla. ¿Y si él la interrogaba mientras estaban teniendo relaciones
sexuales? Probablemente le diría todo. Ella nunca sería ninguna especie de espía,
eso era cierto.

Abruptamente Eli retrocedió lejos de ella, pasando los dedos por el pelo. ― Mujer,
tienes que dejar de pensar tanto. Tu cara es un libro abierto. Yo sé que me
equivoqué contigo y estoy haciendo mi mejor esfuerzo para compensar eso, pero
me duele como el infierno cuando me miras de esa manera. Voy a tomar mi ducha
y tú preparas el desayuno. Eso nos dará un poco de tiempo lejos el uno del otro.

Ella asintió con la cabeza. Agradecida y decepcionada al mismo tiempo. Lo qué de


nuevo, era una locura totalmente humillante. Ella no parecía tener ningún
autocontrol a su alrededor.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― En cuanto a tu pregunta, honestamente no tengo una respuesta a eso. Yo no lo
hago, Cat. Yo no había ni siquiera considerado que una mujer no quiera el mismo
hombre que la leopardo quiere porque por regla general, son compañeros. Los
seres humanos son lo que son los leopardos.

― Así que es posible que todavía pueda irme si mi leopardo no acepta al tuyo, ―
ella persistió. Necesitaba saber. Tenía que saber que ella tenía una opción.

― Creo que sería improbable que pasara, pero yo creo que cualquiera de nosotros
puede irse si decidimos que no queremos lo que tenemos. ― Dio un paso en su
espacio de nuevo, con los dedos en la barbilla, inclinando la cabeza para poder
mirarla a los ojos, ojos que eran de gato puro. ― En cuanto a si me convertiría o no
en Cordeau sin ti, no puedo decirlo honestamente. ― Dejó caer la mano
bruscamente y dio la vuelta y caminó fuera de la habitación.

Catarina se encontró temblando. Se acercó a la silla de la cocina con su café, se


sentó y preparó sus piernas. ¿Qué había querido decir con esa extraña afirmación?
Él no podía convertirse en Rafe. Eli podría ser leopardo, pero no sería una parte de
la DEA si pudiera cometer los tipos de delitos que Rafe hacia. La organización de
Rafe se extendía por tres estados. Tenía una gran red, y fue creciendo cada día. Ella
no podía ver a Eli vendiendo armas o manteniendo prostitutas en línea o creando
un imperio de droga. Matar tal vez, pero el resto de ello, de ninguna manera.

¿Cómo iba a querer tanto a un hombre cuando ella no confiaba en él? Ella era muy
honesta consigo misma. Eli no era Ridley pero estaba todavía muy atraída por él.
Su química estaba por las nubes. Aún así, el sexo no era hacer el amor. Mucha
gente conectaba todo el tiempo para un buen sexo, ¿no? ¿No podía simplemente
visualizarla con eso? Él sabía de la pequeña pícara en su interior. Pero podía
esperar un tiempo hasta que su leopardo hiciera presencia, y utilizar a Eli para el
buen sexo y luego si las cosas iban mal, sólo irse.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella tomó un sorbo de su café, sorprendida al descubrir que estaba tibio, no
caliente. Ella siempre había sido buena en entender las cosas. Ella sólo tenía que
llegar más allá del agujero horrible en su corazón. Todavía se sentía como si
hubiera sido rasgado en pedazos, destrozado por dentro y dejado el vacío. El
problema era, que ella sólo sentía así cuando estaba sola, cuando Eli no estaba justo
al lado de ella, y eso, lo sabía, era una muy mala señal.

Con un pequeño suspiro, se levantó y comprobó la nevera y los armarios y luego


encontró las ollas de Eli y los sartenes. A ella le gustaba la cocina y las vistas que
tenía. Podía mirar por las ventanas anchas mientras ella cocinaba y ver el viento
jugando entre los árboles. Era un hermoso país. Ella había elegido venir a Texas
porque estaba seguro de que el Estado era tan grande que Rafe no sería capaz de
encontrarla allí.

Este campo era precioso, con muchos más árboles de lo que ella esperaba. Eli dijo
que su leopardo podía correr libre aquí. Se preguntó qué sería eso. Lo que se
sentiría. De pronto tuvo el deseo de correr libre como un leopardo, sólo para
experimentarlo. Tenía miedo, porque ella había visto el leopardo de Rafe y sabía
que el animal era aún más peligroso que el hombre.

Incluso cuando era un adolescente, Catarina se dio cuenta de que el leopardo


conducía a Rafe duro y que tomaba una gran cantidad de disciplina y energía
mantener esa parte de él bajo control. Los rasgos del leopardo estaban
definitivamente infundidos en el hombre y ahora, después de ver a Eli y sabiendo
lo que había dentro de él, ella sabía que su leopardo lo conducía también.

Se detuvo en el acto de agitar su salsa para presionar una mano al estómago. Su


leopardo la manejaba también. Ella había sido violenta con Eli dos veces. Más, ella
prácticamente le había forzado a tener relaciones sexuales con él.

Ella ganó un poco de simpatía por Rafe. Su salsa burbujeaba y rápidamente


comenzó a moverse de nuevo. Los leopardos, como las personas, tenían que tener
su propia personalidad, y algunos tenían que ser más difíciles que otros. Más
propensos a la violencia. Más alfas.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Miró hacia el arco abierto que conducía hacia el dormitorio principal. El agua se
había apagado. Eli estaría con ella de nuevo pronto. Su leopardo era un alfa puro,
lo mismo que el leopardo de Rafe tenía que serlo. No podía imaginar que los dos
hombres se unieran en cualquier tipo de acuerdo. Cada uno vería al otro como una
amenaza y sentiría la necesidad de neutralizar esa amenaza.

Arregló dos platos, organizándolos artísticamente, porque para ella, no era sólo
una muy buena comida, sino una buena presentación también. Recordando la
expresión del rostro de Eli cuando él había dicho que perderla hizo latir su corazón más
rápido.

Él entró cuando ella estaba poniendo los platos en la mesa. Se veía bien. Él olía
bien. Y cuando le sonrió, él la dejó sin aliento.

Ella se dejó caer en la silla en la mesa frente a él, se detuvo con los pies descalzos y
se sentó moda sastre. ― Yo espero que te guste. Nos hice un desayuno de huevos
con jamón al sartén con croquetas de patata y galletas del país. Los buñuelos
acaban de salir del aceite y están muy calientes, y tienes café fresco.

Eli dirigió otra sonrisa y algo dentro de ella le respondió con un cálido resplandor.
― No tienes idea de la delicia que es oler la cocción de alimentos en esta casa.
Compré el lugar y casi la queme la primera vez que utilice esa estufa.

― Algún día voy a tener mi estufa de ensueño, Eli, ― dijo. ― Siempre he querido
un vikingo. ― Hizo una pausa para comer dos bocados de los huevos.

― Esto es el cielo. Cada vez que te metes en una cocina produces un milagro para
el paladar.

Ella rió. ― ¿Milagro para el paladar'? No acabas de decir eso, ¿verdad?

Se encogió de hombros y siguió comiendo. ― Basura. A veces, incluso cursi es la


única cosa que un hombre puede decir porque es la puta verdad.

― Juras mucho.

― ¿Te molesta?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― ¿Cómo podría? Yo crecí en la casa de Rafe y todos sus hombres acostumbran
lenguaje soez.

― La casa, ― le corrigió. ― Usted creció en su casa. Eso no fue un hogar, Cat, no


más que un hogar de acogida para los que estamos fuera de nuestros hogares.

Ella no sabía que había estado en hogares de acogida. Sus padres habían sido
asesinados, pero él no había dicho qué pasó con él después de eso. ― Lo siento, Eli,
no me di cuenta.

― Era una casa.

― Fue mi casa, ― dijo. ― Yo no conozco otra forma de vida.

― ¿Lo amas?, ― Preguntó, a mitad del camino de su tenedor a la boca. Su cuerpo


quieto. Completamente inmóvil. Sus ojos en su rostro. Algo se movió bajo su piel,
rodando a través de ella como una ola. Dejó detrás pinchazos como si hubiera
agitado sus terminaciones nerviosas.

― ¿Cat?, ― Le solicitó.

― Yo no estoy enamorada de él, si es eso lo que quieres decir. Nunca fue así entre
nosotros. No me besó ni me mostró afecto, al menos no como los demás. No sé si
Rafe es capaz de realmente de amar a alguien. Creo que él me quiere, y si lo hace,
soy probablemente la única persona a la que lo hace.

Puso un bocado de comida en la boca, aún mir{ndola a su manera constante. ―


Eso no es una respuesta. ¿Tú lo amas? ¿Sientes lealtad hacia él?

Su primera reacción fue un rotundo "no", pero algo la detuvo. Él no estaba


preguntándoselo como la DEA, sino como Elí, sentado frente a ella en la mesa del
desayuno. Al menos ella pensó que eso es lo que era.

― No. ¿Siento por él?, si lo hago. No sé lo que su vida fue cuando era un niño,
pero no era bueno. Creo que su leopardo es difícil de controlar y disfruta de la
violencia. Pero él hace cosas que están mal. Moralmente incorrecto. Más que eso.
Tan malo que no hay redención.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― ¿Est{s segura? Lo pregunto porque las apariencias engañan a menudo, sobre
todo cuando se trata de cambia formas.

― A mí no. Pero las mujeres que eran llevadas a la casa, las prostitutas, siempre en
sus días malos. Él venía primero a mi habitación y me miraba. Siempre tuve
miedo. Algo en sus ojos, era salvaje. No correcto.

Ella se estremeció y dejó el tenedor. Sus muslos se estremecieron. Quemando. Se


frotó las palmas hacia abajo por ellas.

― ¿te decía algo?

Ella negó con la cabeza. ― Nunca. No esas noches. Se iba y luego la prostituta
venía. Él pasaba horas con ella y luego se marchaba al pantano en su forma de
leopardo. ― Su voz se redujo a un susurro. ― Creo que él las cazaba y luego las
mataba.

Se inclinó hacia ella. ― ¿Por qué piensas eso?

Ella respiró. No importaba lo que ella le dijera, ella no podía probar nada de eso y
tampoco podía la DEA. ― Me gustaba ver los avisos de las personas
desaparecidas clavados a los postes de teléfono y a los lados de los edificios. Yo
reconocí a más de una de ellas. Yo simplemente no creo que pudiera ser una
coincidencia. ― No había manera de explicar a Rafe y la forma en que era, o la
diferencia en él cuando venía de vuelta de sus viajes a la ciénaga. Él estaba más
relajado durante un corto período de tiempo, es menos probable que respondiera
con violencia por alguna infracción entre sus conocidos de negocios o sus hombres.

Ella empujó la pesada caída del cabello que le colgaba por la espalda. Debía
hacerlo. La habitación estaba demasiado caliente. Ella levantó la pesada masa de su
cuello y sintió el aumento de sus senos. Sus pezones se frotaron contra la franela y
el aire abandonó sus pulmones en un jadeo cuando una ola de calor se precipitó
sobre ella para asentarse entre sus piernas. Quemándola. El fuego llegó rápido,
caliente y feroz, un hambre, levantando ampollas que la encendieron antes de que
pudiera recuperar el aliento. Sus pechos parecían hincharse por una necesidad
dolorosa, sus pezones presionando contra la franela, le gustaba la sensación del
material empujando contra sus puntas endurecidas.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Su mirada fue a Eli a la mesa frente a ella, mirando sus anchos hombros, su grosor,
a su grande y musculoso pecho. Todo en ella la instó a deslizarse de la silla y
meterse debajo de la mesa, tirar de sus sudadera y darse un festín con su premio.
Su boca realmente regada, recordando el sabor y la sensación de él.

Ella quería ser quien lo llevara fuera de control, ser quien le trajera hasta el mismo
borde y empujarlo más. Agarró el borde de la mesa, con fuerza. Ni siquiera sabía
darse un festín en él, y sin embargo las imágenes eróticas estaban en su cabeza
negándose a desaparecer. Le dolía la piel, el peso de la camisa le presionaba en las
terminaciones nerviosas primas. Estaba pasando de nuevo y esta vez se sintió aún
peor. Tenía que ser capaz de mantener el control.

Bajó la cabeza y respiró hondo varias veces, luchando con la necesidad de agarrar a
Eli, arañarlo, derribarlo, devorarlo. Su cuerpo se estremeció y sus piernas se
movieron inquietas, incapaz de detener ese terrible ardor que exigía ser saciado.
Ella no era así. Ella no estaba ahí. No sabía nada sobre el sexo y no lo quería así.
No sin amor. No sin cuidado. Sólo golpeando el uno al otro, un apareamiento
duro, salvaje, que no significaba nada en absoluto. No podía hacer esto.

― Bebe. ― Su voz era suave. ― Vas a estar bien. Nos encargaremos de ello.

Él lo sabía. Veía su estado, probablemente olió su llamado. Él sabía, lo que era aún
más humillante estar tan fuera de control.

Ella negó con la cabeza. ― No se trata de mí. No soy yo.

Incluso su voz era diferente. Sensual. Baja. Un susurro de terciopelo distinto,


diseñado para jugar con los sentidos de un hombre. Quería gritar. Rastrillar la
mesa con sus garras. Morder el labio inferior de Eli y rasgar los sudores de su
cuerpo.

Su piel se sentía demasiado apretada. Sus pechos dolían tan mal que era doloroso.
Su respiración era en jadeos entrecortados. Sabía que en otro momento ella se
retiraría la camisa de su cuerpo y se arrastraría hacia Eli. No podía hacer eso otra
vez. Saltó y corrió hacia la puerta. No tenía idea de a dónde iba, pero tal vez podía
correr tan rápido y tan lejos, que el fuego tan caliente de su interior se fuera.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Había dado tres pasos cuando los dedos de Eli se asentaron alrededor de su
muñeca. Se dio la vuelta hacia él, con una baja gruñido de advirtiendo escapando,
con una mano deslizándose hacia su cara. Estaba preparado y se movió justo a
tiempo, las garras fallando por una escasa pulgada.

En el momento en que la toco, sabía que estaba perdida. Sus dedos quemaron una
marca en su piel. Siguió tratado, tratando de combatir su naturaleza, a la criatura
desinhibida que ni siquiera reconoció, pero ya era demasiado tarde, ya había
despertado a Eli.

Su cara estaba estampada con pura sensualidad masculina. Sus ojos se habían
fundido, intensos, llegando a la lujuria coincidiendo con la suya. Atrapó el frente
de su camisa de franela y tiró hacia abajo. Los botones estallando y él la despojo de
ella. El aire le golpeó la piel, avivando las llamas aún más, empujando la terrible
necesidad más alto. No podía pensar, no con el rugido en su cabeza.

― Me tengo que ir, ― fue todo lo que pudo decir. Pero ella no se iba. Sus manos ya
se deslizaban por el pecho para encontrar el dobladillo de su camisa.

Él le cogió la cara entre las manos, tirando de su barbilla. ― Mírame, Catarina. No


puedes escapar de esto. Ella está demasiado cerca. Cuando estás así, me necesitas.
― Cat no sabía si iba a gritarle o a llorar. No podía quedarse quieta, no con la
temperatura ambiental barriendo a través de ella como una tormenta de fuego
fuera de control. ¿Qué pasaba si cuando hiciera un cambio estaba en público? Era
horrible. Más allá de lo que jamás había imaginado, y mucho, mucho peor que la
primera vez. Ella tenía a quién recurrir. Solo a él. Sólo a Eli. No importaba que él la
hubiera traicionado, o que pudiera estar mintiendo. Que él la hubiera llevado a su
casa sin su consentimiento. Sólo estaba Eli, y él tenía que saber qué hacer, pero
porque no lo hacía.

― Eli. ― Respiró su nombre, mirando hacia él, sintiéndose impotente y vulnerable.

Eli la miró a la cara de Catarina. Era tan hermosa y ella se veía tan asustada. Él la
arrastro hacia sí, apretada contra él, encajando su cuerpo mientras sus manos
sostenían su rostro inclinado hacia arriba hacia él. Tomo su boca suavemente.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
No se sentía suave, pero necesitaba este momento. El necesitaba ser suave y tierno.
La besó con amor. Él incluso la probó en su propia lengua. No tenía ni idea de
cuándo sucedido, tal vez la primera vez que se encontró riendo con ella, pero sin
duda lo sabía cuando él se tendió a su lado y tiró de su cuerpo en su cama. El no
dormía con mujeres. No tenía problemas de mierda, pero luego se había ido. Él se
había ido. No las llevaba a casa, especialmente aquí no.

Todo cambió en el momento en que Catarina entró en su casa - todo - porque se


sentía diferente. Se sentía como en casa en lugar de una casa. Así que se contuvo, y
tomó un montón de restricciones controlar el desenfreno salvaje dentro de él. La
besó una y otra vez, su lengua acariciando, burlándose y en duelo con la de ella
hasta que su respiración era entrecortada y sus manos estaban frenéticas.

Entonces él la devoró con un apetito insaciable que no conocía fronteras. Él tomó


su boca como el gato salvaje que era, le mordió el labio inferior, el que él no podía
dejar de pensar. Amaba su boca y él se aseguró de que ella lo supiera íntimamente.

Salió de su boca para quemar besos por su garganta. Le gustaba que ella estuviera
desnuda y él totalmente vestido. Había algo muy decadente en eso. Mantuvo sus
manos tirando de su camisa. En su lugar, dejó caer las manos a la cintura de su
sudadera y los empujó hacia abajo sobre sus caderas.

Su mirada cayó. Se quedó sin aliento. Él amplió su postura mientras agrupaba su


largo cabello en su puño. Su leopardo se levantaba cerca de la superficie de nuevo,
y todo lo que quería era darle el tiempo para sanar, sólo había una manera de
detener la terrible quemadura.

― Arrodíllate, bebé, ― dijo, manteniendo su voz baja, un l{tigo de autoridad.

― Necesito...― Se interrumpió.

― Yo sé lo que necesitas, arrodíllate, rodillas abiertas. Quiero ver que estas


húmedo y lista para mí. Quiero ver que disfrutas de darle a tu hombre placer. ―
Fue lo suficientemente sutil, estaba allí, sabiendo que en su estado altamente
excitado, ella no se daría cuenta de que él se había llamado a sí mismo su hombre.
Ella se había acostumbrarse a él sin embargo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Se humedeció los labios y casi gimió. era sexy sin tratarlo, su cuerpo se sonrojó,
sus pechos se balanceaban con cada movimiento que hacía. Quería tocarla, pero no
se lo permitió. Eso llevaría a otras cosas, y en este momento, él quería que ella
aprendiera sobre agradarle.

Él mantuvo su mirada en la de ella, no dándole ni una pulgada cuando ella vaciló,


y finalmente, dejó caer sus ojos a su polla totalmente excitada y luego se hundió
lentamente de rodillas. Ella era elegante, hermosa, con el pelo oscuro un fuerte
contraste con su piel clara. Sus pechos atrajeron su atención, completos, redondos y
altos, sus pezones tensos, esperando su boca.

Sus manos se deslizaron hasta sus muslos y luego ella ahueco su saco y quería tirar
la cabeza hacia atrás y rugir con necesidad primaria, pero atravesó su camino a
través de ella, con la mano en el pelo para tirar la cabeza por encima de él.

― Esto es lo que necesitas, Cat, justo ahí. Aprendiste un poco la noche anterior.
Vas a aprender m{s en este momento. ― Él ejerció presión sobre la cabeza. Su
lengua lamió su eje y luego hacia arriba y sobre la cabeza ensanchada. Su aliento
abandonó sus pulmones en un apuro. Ella comenzó a lamerlo como un gato. Sobre
sus bolas, debajo de ellas, su eje y hacia abajo y, a continuación, estaba dentro de su
boca caliente y húmeda, le chupaba, la lengua seguía bailando. Ella tenía buenos
instintos y los usaba. La dejó explorar por su cuenta hasta que pensó que podría
perder su mente.

Respirando profundo, él cogió el pelo a ambos lados de la cabeza y la mantuvo


inmóvil. Esperó hasta que sus ojos se encontraron. El azul cobalto se había ido un
color violeta oscuro y él podía ver que el leopardo estaba cerca. Tan cerca. Ella
estaba salvaje y necesitada. Él perfume llamaba a su gato, y el sabor de la miel y
especias ya estaba en su lengua.

― Eso es bueno, gatita, muy bueno. En este momento, voy a empujar un poco m{s
profundo. Quiero que tomes una respiración y te relajes, déjame entrar. Voy a
contar hasta diez y toma otro respiro. ― Esperó hasta que ella cumplió y luego
tomo el control, no permitiendo que se moviera mientras él suavemente empujó
más profundo con sus caderas.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Por un momento pensó que iba a luchar. Observó su rostro con cuidado. Su mirada
no la dejó y la vio hacer el esfuerzo para relajar la boca y la garganta para él. Se
acercó más en el túnel de opresión insoportable. Se echó hacia atrás y dejo que ella
tomara aire antes de que él empujara de nuevo. El placer era exquisito. Perfecto. Se
empujo tres veces más, sin aprovecharse, sin deslizarse más profundo.

― Iremos quince cuentas, nena, ― le espetó. Salió m{s como un gruñido. No pudo
evitarlo. Ella era hermosa de rodillas, con la boca apretada alrededor de su
miembro, con las piernas abiertas para que pudiera ver la aceptada humedad
recogiéndose en su entrada.

Ella asintió con la cabeza y él la vio tomar otro aliento. Se deslizó más profundo en
ese momento, todavía suave, todavía cuidadoso.

― Succiona duro, bebé, utiliza tu lengua. ― Le encantaba que ella accediera, que
ella no lo cuestionara o luchara contra él. Sus manos ahuecando sus bolas, se
deslizó sobre sus muslos, siempre mantuvo contacto con él mientras se empujaba
suavemente, profundamente en su boca. El fuego en su vientre crecía, llamas
saltando y quemando, su polla se sentía quemándose en el incendio, envuelto en el
infierno de su boca. Se retiró antes de que fuera demasiado tarde, y la atrajo a ella
sobre sus pies, ya no tan suave. Ella lo había expulsado de su mente con la boca y
él la quería a su manera.

La levantó con facilidad, plantó su trasero en el borde del mostrador, tiró sus
rodillas separadas, empujando una mano en su vientre por lo que se vio obligada a
inclinarse hacia atrás, obligada a sostenerse a sí misma en los codos. Eso le dio
acceso a todo lo que él quería. Él bajó la cabeza y se la comió. Vorazmente.
Ferozmente. Un hombre muerto de hambre. Era despiadado. Implacable. Esto era
suyo y era adicto a ella. Miel y especias, un abrasador caldero apretado, todo suyo.
Ella gritó el orgasmo cuando, él la tomó rápidamente, pero apenas oyó el rugido en
su cabeza y el estruendo de su sangre en sus oídos. Él chupó, lamió, utiliza los
dedos y el pulgar, el borde de los dientes y siguió devorándola a través de un
segundo y tercer orgasmo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Te necesito. Por favor, te necesito ahora.

Su súplica en sollozos finalmente penetró. Él lamió la miel de sus muslos y levantó


la cabeza, otra vez esperando.

― Dime lo que necesitas, y usa mi nombre. ― Su aliento siseó, sus ojos destellando
con la mirada. Arrastró su culo justo al lado del mostrador, sus piernas por encima
del hombro, con la boca apretada entre sus piernas, alimentándose, sin importarle
que ella se retorciera luchando. Obligó otro a orgasmo, fue tan poderoso que gritó
a través de él. No se detuvo.

― ¡Eli! Por favor. Eli. ― Ella sonaba a punto de llorar, no llorando de placer, pero
l{grimas de verdad. Ella no pregunto, dijo. ― Te necesito dentro de mí. Por favor.

Él la recompensó al instante, tirando de ella hasta el final de la encimera. ―


Envuelve tus piernas alrededor de mí, Gatita. Engancha los tobillos. ― Él estaba
lleno. Estallando incluso. Su polla se sentía como si fuera a explotar. Su cuerpo
estaba más caliente que Hades y relámpagos parecían desembolsar por sus venas.

Ella hizo exactamente lo que le instruyó y él no perdió el tiempo – empujándose


cuando él forzó sus caderas hacia abajo. Fuego rayando a través de él. Su polla
conduciéndose a través de pliegues apretados y calientes, lo que obligó a su cuerpo
a acomodar su tamaño. Su canal apretado a él y la fricción apretó aun mas,
mientras golpeaba en ella, lo que lo volvió más salvaje.

Necesitaba más, y él la llevó al piso, bombeando en ella, incluso cuando estaba


derribado sobre ella. No había ninguna elasticidad, nada para amortiguar su
cuerpo, para que pudiera entrar más profundo y más duro. Ella usó sus pies para
empujar hacia arriba, inclinando sus caderas para permitir la penetración aún más
profunda. Sus uñas en los hombros, arañando su la espalda y la mordedura del
dolor sólo se agrego al frenesí de necesidad. Él se dejó perder el control. No quería
parar nunca. Él nunca quería separarse de ella, y él no iba a dejar que ella creyera
que podría vivir sin él. Sin esto.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él no tenía otra manera de atarla a él, pero él tenía esto. Esto era bueno. Él podría
decir y hacer las cosas mal, pero él la ataría a él de esta manera. Se movía en ella y
la Tierra se movía alrededor de él. Inclinó la cabeza contra su pecho, succionando
con fuerza, utilizando el borde de los dientes y sintiendo el lavado como agua
caliente de especias de miel bañando su polla mientras él se sumergía en ella una y
otra vez.

Ella se vino otra vez y luego otra vez, respirando con dificultad, sus ojos
sorprendidos y aturdidos, lo que sólo le espoleaba. Él sacó su brazo debajo de sus
caderas, levantándola más, golpeando profundo como el fuego a la vista de sus
piernas, irrumpió a través de sus muslos y tomó su polla en una tormenta de
coronación. Su cuerpo se sujeto abajo, un tornillo de banco vicioso en torno a él,
cerrándolo allí cuando se vació dentro de ella, la fricción limítrofe sobre el dolor. El
calor quemando desencadenó un poderoso sismo en ella, barriendo a través de
todo su cuerpo, un largo orgasmo, duro que parecía como si nunca fuera a
desaparecer.

Respiró, el pelo húmedo, con el cuerpo cubierto de sudor, pero por una vez en su
vida, él estaba completamente saciado, flácido y relajado. Se dejó cubrir su cuerpo
más pequeño, descansando sobre sus curvas suaves, sintiendo que su corazón latía
con fuerza, casi tan duro como el suyo. Era pesado, demasiado pesado para ella, y
él se apalanco a sí mismo, permaneciendo enterrado en ella.

Estaban encerrados apretados, sus cuerpos conectados y quería quedarse allí.


Empujó su cabello. Ella no lo miró. Guardo su rostro, se volvió y cerró los ojos con
fuerza. Sintió el poco enganche en su aliento. Iba a llorar, y no se trataba de placer
o necesidad, esto era algo totalmente diferente. Se trataba de vergüenza.

― No lo hagas. ― Él ordenó. Lo dijo en serio.

Sus manos se cerraron en sus hombros. Ella ejerció presión. Él no se movió. Se


decidió por la honestidad.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Estoy tratando de pensar en algo que decir, que te ayudar{ a entender lo que
está pasando, bebé, pero todo en lo que puedo pensar es en lo mucho que me
encanta estar dentro de ti. Estás abrasadoramente caliente y apretada, envuelta a
mí alrededor y me siento como si estuviera en el paraíso. Yo no quiero que esto
termine. Dime cómo te sientes tú. ― Pequeñas réplicas seguían yendo fuera y
sintió cada una de ellos. Sus músculos se apretaban hacia abajo con la avaricia
caliente, todavía tratando de ordeñarlo.

― Esta no soy yo.

― Eres tú, Cat. Esta eres tú. No sólo te gusta el sexo, lo amas. Tienes m{s pasión en
tu dedo meñique que la mayoría de la gente en todo el cuerpo.

― Estoy desnuda en el suelo de la cocina.

― Así es, bebé, y fue el cielo. Quiero hacerlo en cada puta habitación que tengo.
Afuera. En el interior. Infiernos, hasta en el techo.

― Esta no soy yo, ― ella lo negó, mordiéndose el labio inferior.

Se inclinó y lamió a lo largo de su labio para calmar el escozor. La acción provocó


otra serie de réplicas y se quedó sin aliento.

― Se trata de ti, Catarina. Fueron tus ganas de complacerme cuando te dije que te
pusieras de rodillas. No tenías que hacerlo, pero querías. ― Él vio la verdad en su
cara. Ella había querido. Él se acercó más y rozó su boca sobre la de ella. ― Te
apuesto a que mi sabor se encuentra todavía en tu boca. Tú querías todo eso, ¿no?
No querías parar. Ningún sonido escapó de su garganta. Sus pestañas
revolotearon.

― No se trataba de lo que podrías obtener de mí. Te arrodillaste frente a mí y


estabas mojada, chorreando con la boca alrededor de mi polla. Esa eras tú. Toda tú.
No hay nada malo en ser esa persona. De hecho, debes estar regocijada. La gente
va toda su vida sin tener lo que acabamos de tener.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Yo no quiero que esta sea yo. Quiero tener el amor de mi vida. Quiero ser
amada. Yo no quiero ser el tipo de persona que usa un hombre para el sexo y lo
deja usarme.

El enmarco su cara otra vez y le dio un beso en sus labios. ― Cariño, he aquí una
pequeña noticia de última hora para ti. No hay manera en el infierno, de que un
hombre pueda estar contigo y no caer enamorado.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

C atarina se sentó en una silla muy cómoda en el porche de la casa del rancho

de Eli. Ella estaba todavía caliente de la bañera que había tenido y cómoda en otra
de sus muy caras camisas de franela. Él se hizo cargo de ella. Tenía que admitirlo,
quisiera o no.

Tendida en el suelo de la cocina, totalmente desnuda, se sintió humillada de que lo


había asaltado de nuevo, y esta vez fue mucho, mucho peor que la última vez,
porque ella realmente era adicta al gusto de él. Y a su cuerpo. Y para su
mortificación absoluta, le gustaba el sexo duro. En el suelo. En la cocina.

Apretó los dedos a los ojos para tratar de aliviar el dolor de cabeza del que no
podía deshacerse. Su cráneo se sentía demasiado apretado, como si ya no encajara
dentro de su piel. Lo peor era saber que Eli sabía la verdad sobre ella. Había
querido arrodillarse a sus pies. le gustaban sus manos duras en el pelo, guiando su
boca. Le gustaba su voz baja, casi suave que llevaba el mando absoluto cuando le
dijo lo que quería.

Gimió suavemente tratando de conseguir evitar los sonidos de sus propios


lamentos y súplicas de su cabeza. En ella, tenía los sueños más salvajes que nunca
había imaginado, donde terminaban desnudos en el suelo de la cocina, salvajes y
fuera de control.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Sabía que si hubiera estado con Rafe desnuda en el suelo, habría terminado de
manera muy diferente. En lugar de la celebración a la manera de Eli, él la habría
dejado allí tendida, sin importarle que estuviera molesta y confundida. Sin
importarle que su cuerpo se sintiera un poco magullado y maltratado, aunque muy
saciado.

Eli se había tomado el tiempo para hablar con ella. Él había sido honesto, tal vez
incluso brutalmente, pero lo hizo en una manera que la hacía sentir que le
importaba y que él sólo quería que entendiera y aceptara quién era. Él obviamente,
no creía que algo andaba mal con ella.

Había sido suave, llevándola hasta el cuarto de baño, preparándole un baño


caliente, diciéndole que se limpiara y que él le traería otra camisa. Había recogido
los platos y el café recién hecho en el momento en que ella estuvo fuera. Luego la
llevó al porche y le dijo que tomara un pequeño descanso, él estaría de vuelta
pronto.

Rafe no hubiera hecho nada de eso. No se oía nada, pero supo el instante en que Eli
cruzó la puerta al porche. ― Te traje un par de buñuelos para ir con el café, gatita,
― dijo, y se inclinó para frotar un beso a través de su boca. Puso el café y el
pequeño plato de postre junto a ella en la pequeña mesa final y luego se detuvo en
una silla detrás de ella.

― ¿Qué est{s haciendo? ― miró por encima del hombro para verlo tendido en una
silla, con las piernas extendidas hacia fuera y alrededor de su silla.

― Tu pelo te est{ molestando. Voy a trenzarlo para ti.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Su corazón tartamudeó. Había tanto pelo que era duro controlarlo con sus brazos,
cuando iba a trabajar a menudo lo amarraba atrás o lo llevaba recogido en una
coleta.

― Apoya la espalda, bebé.

Allí estaba de nuevo, su tono de mando bajo. Lo utilizaba a menudo. Ahora que lo
pensaba, Ridley lo había usado también.

― No tienes que trenzarme el pelo, Eli. Hay mucho de él.

― Estoy familiarizado con tu cabello, Cat. Cuando un hombre está loco por el
cabello de su mujer, él es consciente de cada mechón en su cabeza. Estoy loco por
tu cabello. Me encanta la forma en que se ve cuando estás despertando. Me encanta
la forma en que se siente en mi cuerpo cuando tienes mi polla en la boca. Me gusta
la manera en que cae por la espalda como un maldito cascada con mucho brillo,
que a veces pienso que va a cegarme.

Sus dientes tiraron de su labio inferior. ¿Qué podía decir a eso? Absolutamente
nada. Ése era el tipo de cosas que ella quería recordar y tomar de vez en cuando en
secreto y escuchar de nuevo.

Eli le daba elogios igual que Ridley, solamente que tal vez mejor. Inclinó la cabeza
hacia atrás. El cepillo recorrió por el pelo, una carrera larga lisa. Era maravilloso en
su cuero cabelludo. Se tomó su tiempo cepillándole el pelo, parecía disfrutar de
ello. El cepillo tirando a través de su cabello era casi hipnótico. Cerró los ojos por
unos minutos y apenas se dejó disfrutar de ello, la paz se apoderó de ella. La vista
era increíble, y por primera vez en su vida se sentía como si ella estuviera en casa.
Catarina no trató de analizar el por qué, sólo se permitió disfrutar del momento.
Bebió café y comió uno de los buñuelos. No eran tan buenos como cuando estaban
frescos y calientes, pero era azúcar e iban muy bien con el café fuerte. Era perfecto.

― ¿Dejas que tu leopardo corra libre muy a menudo?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Dividió su cabello en tres partes. ― Yo trato de hacerlo todos los días, pero
cuando estoy en el trabajo, a veces eso no siempre es posible.

― ¿Te vas por mucho tiempo a trabajar?

Tiró suavemente. ― Si me est{s preguntando si voy a estar lejos de mi compañera


ahora que la he encontrado, la respuesta es no. No necesito trabajar. Heredé un
montón de dinero. Fue un fideicomiso y no podía tocar la mayor parte de él hasta
que cumpliera los treinta y uno. Yo trabajo porque quiero. Ahora ya no lo hago.
Voy a entregar mi renuncia.

Trató de volver la cabeza, pero sus manos en su pelo le impidieron hacerlo. ― Eli.
No puedes hacer eso. Amas tu trabajo, y todavía te sientes muy confundido. ― Sus
pestañas barrieron hacia abajo. ― No sé si yo siempre puedo confiar en ti. Fue
bastante difícil la primera vez. Sigo preguntándome si estás seduciéndome con el
fin de conseguir que hagas lo que quiera.

― Por supuesto que sí. Quiero que te quedes conmigo. Sé que no vas a declarar
contra Cordeau. Pero tú eres mía, Cat, y yo no te dejare ir. Es natural que tengas
miedo, y voy a tener que trabajar en obtener tu confianza de nuevo, pero lo haré.

― Me mentiste.

― Sólo por mi nombre. El hombre que estaba contigo en el almacén era yo. Tal vez
no tan mandón o duro como puedo ser, pero era yo. Te di lo que era.

― ¿Dónde estabas ese día? Siempre venias a acompañarme a casa, pero no lo hizo
ese día. Fue Tuttle, no tú.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Es un idiota. Él no hace trabajo de encubierto y seguro como el infierno no
puede seguir a alguien sin que ellos lo noten. Yo había oído que iban a pasar por ti
y yo quería detenerlos. Pasé el día discutiendo. Durante la reunión me enteré de
que tal vez alguien había avisado a Cordeau y que necesitaban tenerte bajo
custodia. Si eso era cierto, planeaba contarte la cosa entera a ti yo mismo.

Catarina tragó saliva. ― Eli, no quiero que cambies tu vida ante la posibilidad de
que yo pueda querer quedarme. No sé si puedo conseguir confiar en ti de nuevo.
Ni siquiera sé lo que está pasando aquí entre nosotros. ¿Es esto sólo hasta que mi
leopardo emerja? ¿Se supone que esto es un acuerdo de toda la vida y no tengo
nada que decir en ello? Yo no puedo decir que me quedaré.

― Te quedarás. Los leopardos se aparean de por vida, Cat. Tú te quedarás.

Ella se estremeció, temiendo que él tuviera la razón. Si su leopardo sólo tenía dos
opciones, Eli o Rafe, y ella no podía incluso saber si Rafe la llevaría de vuelta o la
mataría, ella sabía que prefería estar con Eli. Él podía nunca amarla, pero él se
preocupaba lo suficiente para cuidar de ella después de que tuvieron sexo salvaje y
loco. Ella se sonrojó de nuevo sólo de pensarlo.

― ¿Duele?

Se humedeció los labios. Le dolía el cuerpo de los golpes en el suelo, y en el fondo


cada movimiento, ella todavía lo sentía, pero era una especie de delicioso dolor. A
ella le gustó. Le gustaba saber cómo llegó a estar adolorida.

― ¿Bebe? ― Insistió.

Ella asintió con la cabeza, le gustaba la forma en que sus manos se movían en el
pelo. ― No est{ mal. El baño ayudó. Aunque yo creo que tengo marcas de
neumáticos en mi trasero.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Creo que el leopardo est{ muy cerca, Cat. Cuando ella salga, voy a tener que
dejar que mi leopardo lo haga. Nos pondremos ver afectados por su pasión muy
desenfrenada.

Podía decir que había elegido sus palabras con cautela. El corazón le dio un salto y
sintió una repentina oleada de húmedo calor ante la idea de lo que era la pasión
desenfrenada. Pensó que habían sido bastante desenfrenados sin restricciones.

― No estoy segura de lo que me est{s diciendo. ¿Esto va a empeorar?

Se rió en voz baja y tiró de la trenza. Se inclinó y mordisqueó la parte blanda


donde su cuello y el hombro se reunieron.

Sus manos se transfirieron desde el pelo hasta los hombros y comenzó un masaje
lento, facilitando la tirantez de los músculos doloridos. Se sentía casi como si se
estuviera derritiéndose en la silla. Sus dedos eran fuertes y luego se trasladó a su
cuello, por la espalda hasta los hombros y por la espalda. Nunca se había sentido
más cuidada en su vida y no sabía cómo pensar o actuar de modo que ella no hizo
nada en absoluto. De nuevo, ella sólo se permitió disfrutar del momento.

Se detuvo en la más cómoda tumbona junto a la de ella y se dejó caer en ella,


buscando su café.

Ella lo miró. ― No me respondiste. ¿Va a empeorar? ¿El sexo?

― Eres muy inocente. No es peor, Gatita, mejor. Te va a gustar. ― Dijo con


confianza.

― Sólo dices eso porque has descubierto que soy una pervertida, ― dijo. Había
una parte de ella que quería reír y otra parte que quería llorar.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él rió. ― Mujer, si por eso eres una pervertida, yo soy todo para ello. ― Él se
inclinó sobre el extremo pequeño de la mesa y cerró los dedos alrededor de la nuca
de su cuello. ― Est{s sentada junto a quien realmente lo es, y yo puedo decirte,
que en absoluto, la verdad, tú no estás allí. Y no me importará tratar de llevarte en
esa dirección. Porque en el momento en que me senté, pensaba sentado aquí, en
ver la puesta de sol con una taza de tu café y sentarte aquí entre mis piernas, con la
boca muy ocupada.

Su ceja subió. ― Yo creo que tienes una fijación oral. ― Tenía que hacerle una
broma a él, ya que, honestamente, en el momento en que se sentó, deseaba que él
no llevara pantalones de chándal y poder practicar todo lo que quería. Y su
desvergonzada leopardo estaba a la vista.

Él le sonrió. ― ¿Eso crees? No te preocupes, cariño, te gustar{.

A ella ya le gustaba, pero no estaba segura de que quisiera que le gustara tanto.
Debido a que estaba hablando al respecto y que estaba pensando en ello, sólo tenía
que preguntarle. Estaba muy agradecida que tener una excusa para mirar hacia
adelante. ― hmm Eli. ¿Por qué el conteo?

Él no respondió de inmediato y ella pensó que no le había dado suficiente


información, pero en realidad, ¿que se suponía que iba a decir? ¿Que quería ser
muy, muy buena en ello y que a él le complació obviamente su boca sobre él?

― Yo no quería que te cundiera el p{nico cuando no podías respirar, bebé. Tienes


que aprender a respirar por la nariz e incluso entonces, cuando estoy
profundamente en tu boca, si no te relajas y confías en mí, todavía podría pensar
que te vas a ahogar o a estrangular. En primer lugar, yo no iba a dejar que eso
sucediera, y segundo, apenas está aprendiendo. No quiero que cualquier cosa que
hagamos te asuste.

Su voz era una aclaración de hechos. Podrían haber estado discutiendo el clima.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Una vez que aprendí a leer, me encontré con unos cuantos libros sobre el sexo,
― admitió, porque él hizo f{cil el hablar con él sobre cualquier cosa. ― No me
atreví a ir al internet y mirar nada porque siempre él había revisado el ordenador y
revisado mi historial y todo lo demás. Yo sabía que él controlaba las pulsaciones de
teclado en mi equipo, así que utilizaba el suyo. Él nunca lo supo. ― Ella lo dijo con
aire de suficiencia. Sintiéndose presumida sobre eso.

Él esbozó una sonrisa ante ella. ― Eres muy lista.

― Sí.

― ¿Entonces leíste sobre el sexo en un libro?

― Tenía miedo de que Rafe pudiera querer eso de mí en algún momento. Había
comenzado a entrar en mi habitación algunas noches y sólo me miraba. De hecho,
fui tan lejos como para espiar a algunas de las novias de los soldados más cercanos
de Rafe, cuando estaban hablando acerca de las cosas que habían hecho con sus
hombres.

Eli gimió suavemente. Rozó una caricia por su cabello. ― Gatita. Realmente lo
hiciste.

Ella se sonrojó por ninguna razón. ― Me has dado m{s instrucción y experiencia
en veinticuatro horas de lo que leí en los tres libros o escuchado de una forma muy
gráfica y bastante ebria conversación.

― Quiero que el sexo sea bueno para ti. Cada vez. Ya sea {spero o suave o si te
estoy haciendo rogar, quiero que siempre sea fuera de serie para ti. Te voy a
enseñar las cosas que necesitas saber y si tienes preguntas, sólo tienes que
preguntar. Si hay algo que no te guste, dímelo. Hablaremos de ello. Si hay algo que
quieras, lo dices y es tuyo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella apretó los labios. Había tomado la decisión hace mucho tiempo de que iba a
ser tan honesta como fuera posible. Era buena en el engaño, o al menos pensó que
lo era, pero no le gustaba.

Quería ser del tipo de persona que se ocupaba con algo y luego lo acababa. Y
quería honestidad. Aún así, Eli era muy contundente cuando se trataba de sexo.
No le gustaba que ella no supiera mucho. Ni siquiera sabía si era bueno para él.

― ¿Qué pasa, nena?, ― Preguntó suavemente, su mano encresp{ndose alrededor


de su nuca, sus dedos masajeando los músculos allí. ― Una de las cosas que más
te admiro es la forma en que me preguntas o respondes cuando te pregunto. No te
avergüences. No tienes de que estar avergonzada conmigo.

Ella respiró hondo. ― Dices que no es sólo mi leopardo quien me vuelve tan loca
cuando se trata de sexo. Pero no puedo parar. No puedo controlarme cuando
sucede. No lo entiendo. Yo nunca he sido así en mi vida. Nunca he querido a otro
hombre, pero contigo, tengo que tener mis manos y mi boca sobre ti. No puedo
esperar a que me toques. No tiene sentido, porque yo todavía no sé si me gustas o
no. No confío en ti. Si soy yo y no sólo ella, ¿por qué no sé porque no me sucedió a
mí antes?

― Cat, te puedo decir que tengo experiencia. Conozco de mujeres y sé lo que les
gusta o necesitan. En caso de que no hayas estado prestando atención, me gusta el
control. Me gusta mi mundo de la manera que quiero. Necesito sexo a menudo y
de una forma determinada. Supe en el momento en que puse los ojos en ti que
serías compatible conmigo. Incluso mi leopardo te reconoció y eso fue antes de que
tu leopardo hiciera aparición. Si no fueras capaz de jugar en la cama, de ser lo que
te necesito que seas, yo nunca te hubiera tocado.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella frunció el ceño, tratando de negarse a sí misma que le gustaba el sexo con él.
Esa era una locura. Le encantaba el sexo con él. Le gustaba la forma en que tomaba
el mando. Le gustaba lo duro que podía ser y cómo la cuidaba después.
Mayormente amaba cómo podía poner su cuerpo en llamas. No había sabido que
podría ser así.

Catarina se mordió el labio. Había algo de lo que estaba diciendo. No podía


esconderse del hecho de que incluso ahora, y sin que sintiera cerca la leopardo,
imágenes eróticas jugaban por su mente.

― No sé lo que estoy haciendo, Eli, ― admitió. ― Tú lo haces bueno para mí, pero
yo no quiero que sexo sea todo sobre mí. Necesito saber que es bueno para ti
también. ― Estaba tan confundida. Ni siquiera sabía por qué le importaba si el
sexo era bueno para él también. Sólo estaba usándolo a él, ¿verdad? no tenía ni
idea de lo que estaba haciendo o por qué, pero su respuesta le importaba a ella.

Se hizo silencio. El corazón le latía con fuerza.

― Cat. Mírame. Ahora. Mírame. ― Apenas podía hacer girar la cabeza hacia él. Su
cara estaba roja, pero era la verdad. Ella quería hacerle sentir las mismas cosas que
sentía.

Él le cogió la cara entre las manos, con los pulgares deslizándose sobre su
mandíbula. ― Yo no soy un hombre que quisiera que pretendieras saberlo, incluso
si pudieras. Si no sabes nada acerca de mí, tienes que saber eso. Por favor mírame,
bebe. Mírame por favor.

Sus ojos se deslizaron fuera de él. Él gruñó bajo en su garganta. ― Gatita. Dije
mírame, que significa que tus ojos estén mirando a la derecha cuando estamos
hablando de esto.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Catarina suspiró, pero se obligó a mirarlo a los ojos de nuevo. ― Es un poco
embarazoso, Eli. No sé lo que estoy haciendo, me tienes que decir todo.

― Cariño, Me encanta entrenarte. Me encanta que ningún hombre haya estado


dentro de ti y que tú seas toda mía. Me encanta que puedo enseñarte las cosas que
me agradan y que estés tan dispuesta a aprender. Eso es importante para mí, que
desees complacerme.

― No te acostumbres demasiado a ello, ― aconsejó. ― Quiero patearte m{s a


menudo de lo que quiero complacerte.

Echó la cabeza hacia atrás y rió. ― Yo intimido a todos, especialmente a las


mujeres. ¿Qué diablos fue mal contigo?

― Si me intimidas, ― admitió. ― Pero eso sólo me producen ganas de patearte


aun más duro.

El estiró las piernas hacia delante de él y miró hacia la tierra ligeramente ondulada.
― Caí enamorado de este lugar la primera vez que lo vi, ― dijo. ― Pero nunca se
sintió bien. Nunca me sentí como en casa. No hasta que entramos por la puerta.

A Catarina no le gustó la forma en que su corazón se derritió en su declaración. El


sexo era bastante malo, pero era sólo sexo. Ella podía manejar el sexo solo sin
ninguna emoción que se le atribuyera. No quería que le gustara mucho y menos la
forma en que hablaba con ella, las cosas que él decía, incluso la forma en que la
miraba, la hacía sentir especial.

― Creo que estaba esposada y tal vez fui obligada, ― señaló.

― Sí. Como he dicho, me sentí como si estuviera regresando a casa por primera
vez.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Su voz había bajado una octava más bajo, deslizándose sobre su piel como el toque
de los dedos, y ella sacudió la cabeza. El problema era, que Eli era un hombre muy
sensual y en este momento, a ella le gustaba encontrarlo sensual. Incluso lo
ansiaba. Así que Eli era algo irresistible para ella.

― Necesito un poco m{s de suministros de la ciudad. ― Cambiar el tema era lo


único seguro que podía hacer. ― Para cocinar. Algunas especias m{s, sólo algunas
cosas.

― Te gusta cocinar, ¿verdad?

Ella se encogió de hombros. ― Te dije que lo hacía.

― Haz una lista, voy a conseguir todo lo que necesites. Me gusta el hecho de que
tengo la oportunidad de cosechar los beneficios, especialmente si estás en la cocina,
en una de mis camisas.

Ella lo miró de reojo y se dio cuenta que él estaba tomándole el pelo. Ella respiró.
Oh Dios. No debía ni por un minuto confiar en este hombre lo suficiente como
para sentirse como sus entrañas estaban derritiéndose, pero lo hacía, ella no era
más que agua por dentro y eso no auguraba nada bueno para mantenerlo a
distancia.

― Mi camisa y sin ropa interior, ― añadió.

Su lengua salió para humedecer el labio inferior. Por supuesto que tenía que
recordarle que había sido un loco pervertido, en el suelo, por el amor de Dios. En el
suelo.

― Bebe. ― Su voz se suavizó y sus dedos se cerraron alrededor de la nuca de su


cuello. ― Deja de estar avergonzada. Lo que hicimos fue hermoso. Sé que estás
asustada ahora mismo, pero yo me ocuparé de ti, pasaremos a través de esto.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― ¿Qué suceder{ cuando Rafe se presente?, ― Preguntó porque ... bueno ... Rafe la
encontraría. Él siempre la encontraba una vez que tenía un punto de partida.

― Catarina, no me hagas preguntas si no quieres respuestas, ― dijo Eli, y su voz


era dura. Daba miedo.

Giró la cabeza para mirarlo de nuevo. Siempre había pensado en él como dulce.
Peligroso tal vez, pero todavía dulce. No había nada dulce sobre Eli en ese
momento. Peligro irradiaba de él.

Él dio una vibración cada pedacito tan temible como lo hizo Rafe. Ella atrapó su
labio inferior entre sus dientes. Tal vez era el leopardo en ellos, pero de repente, se
sintió un poco como presa, atrapada entre dos potentes depredadores. Eli lo
escondía mejor que Rafe, pero él era muy letal.

― No lo hagas.― Le dijo en voz baja.

― No, ¿qué?

― Tener miedo de mí. Soy un cambia formas y mi leopardo es difícil de manejar a


veces, pero lo manejo. No mato a las personas a no ser que no tenga otra opción.
No soy Cordeau. No rozo la espalda de mi mujer para castigarla o morderla tan
jodidamente profundo que tenga cicatrices. No me mires así, como si tuvieras
miedo de mí.

― Te temo a veces, ― dijo Catarina honestidad. ― En este momento es la primera


vez que realmente vi en ti. El sello de peligro significa que has luchado y ganado
un millón de veces y no te has arrepentido nunca.

― ¿Por qué te habría eso asustado? Estás bajo mi protección.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Su cuerpo se sacudió. Ella sabía que él lo vio, porque sus ojos se estrecharon y se
movió sobre la cara. ― Yo estaba bajo su protección. Me lo dijo un millón de
veces.

― Cat. Ven aquí.

Su mirada voló a la suya. ― Aquí estoy.

― Ven aquí. ― Lo dijo en voz baja. La orden en su voz estaba allí y su corazón
latía más rápido. Catarina se deslizó de la silla antes de que pudiera detenerse y
fue a pararse frente a él.

Él le cogió la muñeca y tiró de ella hacia abajo sobre su regazo. Su brazo se deslizó
alrededor de su cintura y la atrajo apretada contra su cuerpo.

― Rel{jate, bebé. Sólo déjame abrazarte por un minuto. ― Otro minuto pasó. Ella
trató de aguantar. Era una locura sentarse en su regazo y permitir este tipo de
intimidad. No se trataba de sexo en absoluto. Esta era de comodidad. Cuidado.
Ella no podía hacer eso con él.

― Rel{jate, Gatita, ― Eli insistió, sus dedos aliviando la tensión de su cuello.

Cuando lo hizo, le masajeó el cuello y los hombros, se volvió masilla en sus manos.
Se encontró fundiéndose en él a pesar de su determinación de mantenerse algo
alejada de nuevo.

― Esa es mi chica, ― susurró, y rozó su boca a lo largo de su cuello y luego detr{s


de la oreja.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Cordeau debe haber estudiado tu familia y se dio cuenta de que había una
buena probabilidad de que fueras un cambia formas. Las hembras son difíciles de
encontrar. Debo saberlo, he viajado por todo el mundo, por todas las selvas
tropicales, donde quiera que sabía que había grupos de nosotros. ― Le acarició el
pelo, y ella encajó la cabeza con mayor comodidad en su hombro. Era un hombre
grande con los músculos agrupados de su especie, y él la hacía sentir muy segura.
Sabía que no debería permitirlo, pero ella nunca había tenido ese lujo de seguridad
antes.

― Él no hizo ningún esfuerzo para pasar tiempo contigo, o construir una relación.
Se fue a sus negocios, y cuando necesitabas un poco de amor y guía, te hizo daño.
Él es un pícaro. Tú no entiendes ese término y tal vez nunca lo harás. A los pícaros
no se les permite vivir. Otros leopardos los cazan a ellos. Tenemos nuestra propia
fuerza policial para eso.

― ¿Eres parte de ella?, ― Preguntó.

Él no contestó la pregunta. ― Sé que te asusto, Gatita, pero yo no soy como


Cordeau. Nunca como él. Entiendes?

No estaba segura de que ella lo hiciera. ― ¿Qué quieres decir cuando dices que tu
leopardo es difícil de manejar a veces?

Suspiró. ― Sus estados de {nimo son feroces y apasionados. Obviamente me


afectan. Me pongo de mal humor y no le gusta nada. Tengo que mantener una
fuerte influencia sobre él todo el tiempo.

Ella se movió para liberarse y se sorprendió cuando él la dejó ir. Sorprendida y tal
vez un poco decepcionada. Se deslizó en su silla y cogió su taza de café de nuevo.
El café estaba frío, pero le dio algo que hacer.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Quiero verlo. Tu leopardo. Y quiero verlo correr. ― En el momento en que ella
soltó la solicitud, su corazón empezó a latir con fuerza. No había querido decir
eso, se le escapó. Había estado pensando en ello, pero no estaba segura de que
estuviera preparada para ello.

La sonrisa desapareció de su rostro. Tomó la taza de café de su mano y la puso


sobre la mesa y levanto las dos manos para enmarcar su cara. ― Catarina, est{s
aterrorizada de mi leopardo. ¿Por qué querrías verlo?

No había manera de evitar sus ojos. Todos ámbar. Cuando él la miraba, siempre se
sintió como si fuera la única mujer en su mundo y que no veía nada ni a nadie más
que a ella. Esa no era la verdad porque él siempre era consciente de todo lo que le
rodeaba, pero aún así, él la hacía sentirse de esa manera.

― Tengo miedo, Eli, no voy a mentir. Pero sólo he visto uno rabioso y me lastimó.
Dolió por una semana. Tengo pesadillas con su leopardo. Realmente pensé que iba
a morir. Y luego en la parte superior de eso, creo absolutamente que permite al
leopardo cazar y matar a seres humanos. La gente desaparece y él es sospechoso de
deshacerse de ellos, pero nadie puede demostrarlo. Estoy aterrorizada y yo tengo
uno en mí. No quiero ser un monstruo. No quiero vivir como un monstruo o
sabiendo que estoy viviendo con uno.

Se inclinó hacia delante hasta que sus labios rozaron los de ella. ― Entiendo.
Conozco a un montón de cambia formas, Cat. Voy a presentarte a unos pocos
algún día. Son buena gente. Ellos arriesgan sus vidas para ayudar a la gente en
problemas. Sus leopardos no cazan y matan todo lo humano, ni el mío lo hace.
Nunca permitiría que mi leopardo cazara y matara por deporte. ― Su corazón
estaba haciendo esa cosa extraña de agitarse de nuevo, sólo porque él era tan
amable con ella. Su beso fue de una suavidad extrema, apenas allí, pero ella lo
sintió todo el camino hasta los pies.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Me lo mostraras entonces?

― ¿Por qué quieres verlo correr libre?

Ella tomó un profundo aliento, lo dejó escapar. Él todavía estaba sosteniendo sus
ojos y no podía apartar la mirada, por lo que vería lo importante que era para ella.
― Nunca he sido verdaderamente libre. Si mi leopardo puede hacer eso, podría ser
la cosa más grande en el mundo.

El corazón de Eli dio un vuelco. Ella tenía razón, lo supiera o no. No estaría libre
de él, nunca. Él no la dejaría ir. Si trataba de dejarlo o correr, iba a encontrar una
manera de hacerla quedar y trabajaría horas extras para tratar de encontrar un
equilibrio con ella. No entendía todavía acerca de la forma en que los leopardos se
acoplaban para la vida. Ella estaba sosteniéndose a sí misma detrás de él. Sabía que
ella no confiaba en él, pero él iba a trabajar en eso. Sin embargo, ella no iba a
dejarlo. Él sabía la clase de hombre que era. No trató de esconderse de ella ahora.
Él era la cabeza en su casa. El hombre. Eso no era políticamente correcto, pero no
podía ser otra cosa que quién era. Él era alfa hasta el final. Le gustaba ser el
dominante en todas las cosas, incluso en la cama. Disfrutaba cuidando de Catarina.
Le gustaba hacer pequeñas cosas para ella y quería que ella se sintiera especial.
Quería que ella hiciera de su casa un hogar, su hogar. Más tarde, en el camino,
cuando se casaran y tuvieran varios niños, cuando él supiera que no iba a tener un
pie en la puerta, tallaría un signo y lo colgaría en la puerta. La Guarida de Cat. Él
ya lo había hecho en su mente.

― Puedes correr libremente en tu forma de leopardo, ― dijo. ― Y estar{s allí con


ella. Lo experimentarás con ella. Y te va a encantar, Catarina; Lo hará.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Dejó caer las manos lejos de ella porque él la deseaba de nuevo y ella necesitaba
sanar. Rápido. Su leopardo estaba empujando a flor de piel todo el tiempo ahora,
consciente de que su leopardo estaba cerca de emerger.

― ¿Lo har{s entonces? ¿Déjame verlo?

― Si estoy en forma de leopardo, no voy a ser capaz de estar delante de ti y


protegerte del miedo si me acerco demasiado, pero si dices mi nombre, me moveré
hacia atrás de inmediato.

Sus ojos se iluminaron, aunque sus manos temblaban, sus dedos retorciéndose con
nerviosismo. ― Entonces, realmente lo vas a hacer, Eli? ¿Me dejaras verlo?

Él asintió con la cabeza. ― Bebe, escúchame. Mi leopardo es grande. Él es un alfa.


Pero nunca, bajo cualquier circunstancia te lastimaría. Llevas a su compañera
dentro de ti. Eres parte de su pareja. Él lo sabe y él sabe que eres mía. No estoy
diciendo esto muy bien, hablar, explicar las cosas, no es mi fuerte – pero tú nos
perteneces a nosotros. A los dos, y él moriría para protegerte.

Su pequeña lengua salió y se humedeció los labios. ― ¿Cu{ndo?

― Ahora. Tienes tu coraje arriba, así que vamos a hacerlo ahora.

La vio tomar un respiro, pero ella se puso de pie. Su Catarina. Sí, ella tenía miedo,
pero no dejó que eso la detuviera.

― hmmm Eli. No estoy vestida. Ni siquiera tengo los zapatos.

― No necesitas zapatos o ropa. No vas más que a sentarse en el camión y ver.

― ¿Qué pasa si quiero tocarlo? ¿Puedo hacer eso?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella lo estaba matando. ― Sí, nena, si quieres tocarlo, sin duda puedes hacerlo. ―
Él tenía las llaves del camión y se volvió a ella, extendiendo la mano. Ella vaciló,
pero la tomó.

― Voy a llevarnos al centro de la propiedad, Gatita. De esa manera ningún vecino


podrá detectarnos accidentalmente. No sucede a menudo, pero yo no corro riesgos.
Siempre hay que recordarlo, tú tampoco puedes correr riesgos, una vez que ella
haya surgido. Ella es tu responsabilidad. Tienes que controlarla y protegerla.

Abrió la puerta del lado del pasajero y cuando ella se acercó, su mano se deslizó
sobre su parte inferior, acariciando su trasero, un pequeño gesto de posesión
masculina. Él no lo hizo sobre la larga camisa sobre su parte inferior, solo deslizó
su mano debajo del material para acariciar la piel desnuda. Ella reconoció el gesto
por lo que era. La calidez de su mano envió calor corriendo por su cuerpo, rayando
a través de sus venas como una droga. Una vez que estuvo en el asiento, se inclinó
para sujetar el cinturón de seguridad.

― Sabes que soy perfectamente capaz de ponerme el cinturón de seguridad, ―


dijo ella, sobre todo porque su cabeza se frotó contra sus senos, enviando chispas
de electricidad directo a su canal femenino.

― Por supuesto que lo sé, ― dijo Eli. ― Pero no me iba a perder una oportunidad
de oro. ― Sus dedos h{bilmente desabotonaron dos de sus botones y su boca se
cerró sobre el pecho, sobre todo porque no podía resistirse a ella, pero también
para ver su reacción.

Ella se quedó sin aliento y sus brazos fueron alrededor de su cabeza, acunándolo.
Esa era toda su Cat, no la leopardo. No se dio cuenta de que ella debería haberle
empujado lejos. Si hubiera estado enojada como el infierno. Ella no debería haber
estado acunando su cabeza hacia ella mientras su boca le chupaba el pecho y
rozaba su lengua en su pezón. Utilizó el borde de los dientes y la sintió temblar.
Perfecto. Ella nació para él. Si hubiera tenido cualquier duda, que él no lo tenía,
esto habría demostrado su punto. Ella le pertenecía.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
De mala gana, él levantó la cabeza y le rozó un beso en la boca antes de cerrar la
puerta con firmeza. Ella parecía un poco aturdida, pero era una mirada que él
había llegado a conocer y que siempre querría ver en su rostro. Era hermosa, su
Cat, y ella no tenía ni idea.

Sus dedos fueron a los dos botones que había abierto cuando se puso al volante. ―
Déjalos, bebé. Me gusta mirarte. ― Una vez m{s, ella debería haber le dijo que se
fuera al infierno y darle una bofetada, pero en cambio, colocó sus manos en su
regazo, sus dedos torciéndose juntos. Su camisa estaba abierta casi hasta el
ombligo. Él podía ver la curva de ambos senos y el pezón más oscuro de uno.

― Joder, eres hermosa, ― susurró mientras encendía el camión. Y no era todo


acerca de su aspecto, aunque ella era hermosa. Ella le convenía. Ella no alejaba su
cuerpo de él a pesar de que no estaba seguro de ellos juntos. No había pensado que
fuera posible encontrar a una mujer que lo aceptaría a él como era.

Él se acercó y capturó su mano, llevándola a su muslo. Él la mantuvo allí,


necesitando la cercanía, deseando que entendiera que no era sólo sobre el sexo con
ella. Sabía que lo hacía parecer como eso, pero la verdad, todo en ella apelaba a él
ya la deseaba desde el momento en que había fijado sus ojos en ella.

Un hombre podría ir toda su vida a la espera de encontrar a alguien perfecto, la


mayoría se rendía y se asentaba. Él no se asentaría. Ella era la única. Lo había
sabido instintivamente, incluso antes de que supiera que era leopardo. Ahora
estaba absolutamente seguro. También era cierto, que si él fuera Rafe Cordeau, no
la dejaría.

Él estaría a la caza de ella. Cordeau venía. Tarde o temprano iba a encontrarlos,


pero ella no estaría indefensa más. Eli planeaba enseñarle a la leopardo cómo
luchar igual que él estaba enseñando a la mujer. Y Cordeau tendría que pasar por
él y su leopardo para llegar a Catarina.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Condujeron a lo largo de un camino estrecho hacia el centro de la propiedad. Él
quería que ella viera cómo de hermosa la tierra era. Era importante para él que a
ella le gustara. Sería su casa y su leopardo querría correr libre aquí. Una vez que
ella se relajó, su mirada estuvo en la ventana y estaba bastante seguro de que le
gustaba lo que veía.

― Estamos bien aquí, bebé, ― dijo en voz baja, cuando el camión se detuvo.
Mantuvo la posesión de su mano, llev{ndola hasta el calor de su boca. ― No
quiero que tengas miedo. Abriremos la puerta ...

Ella negó con la cabeza. ― Quiero estar fuera. Con el leopardo.

Eso lo sorprendió. Era evidente que ella tenía miedo. Estudió su rostro. ― Gatita,
no hay necesidad de que me pruebes nada a mí.

Ella levantó la barbilla. ― Me pediste que confiara en ti, Eli. Voy a estar fuera con
un leopardo, y si me ataca sabré que estás lleno de mierda.

No pudo evitar sonreír. ― Eso no es incluso lógico. Un leopardo puede matar en


cuestión de segundos. Tú lo sabes. ¿Por qué ponerte en peligro, solo para ver si es
o no verdad lo que te estoy diciendo?

No le respondió. De hecho, su mirada se deslizó fuera de la suya. Su corazón


tartamudeó en su pecho y él juró por lo bajo. Pensaba que estaba arriesgando su
vida, y si no le estuviera diciendo la verdad, no le importaba a ella. No tenía
adónde ir, y después del sexo que habían compartido, sabía que no compartiría eso
con Cordeau. Ella preferiría estar muerta. Enganchó su mano alrededor de la parte
posterior de la cabeza y la atrajo cerca de él.

―Te estoy diciendo la verdad, Cat, pero tu pensamiento es totalmente jodido. Lo


sabes, ¿no? Siempre hay una salida.

― No con Rafe, no la hay. Vamos a hacer esto, Eli, antes de que vomite todo el
asiento.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Se inclinó y la besó. Ella sabía tan dulce como siempre. No iba a vomitar, pero tenía
miedo, podía sentir su cuerpo temblar. ― Vamos a hacer esto, entonces, bebé, y
verás que todo va a estar bien.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

E lí dejó que sus manos se deslizaran lejos de Catarina y, curiosamente, sintió la

pérdida. Lo hizo reír más de lo que nadie había hecho jamás. Ella cocinaba para él.
Cuando llegó a su espacio y puso su boca en su pecho, a le acunó la cabeza hacia
ella. Le encantaba la vacilación tímida en sus ojos y la forma en que ella era tan
honesta sobre el deseo de agradarle. Detestaba que él alguna vez la hubiera hecho
dudar.

Eli abrió bruscamente la puerta. Ella ya tenía fuera el cinturón de seguridad. No


había acomodado los botones, los había dejado tal como él pidió. Su corazón
tartamudeó de nuevo. ¿Quién tenía a una mujer como ésta? Sus manos se
extendieron a la cintura y la levantó del asiento para llevarla a su alrededor a la
cama del camión.

― Toma mi camisa, Cat, ― instruyó. ― Un leopardo tiene que guardar la ropa


alrededor de la propiedad por si acaso. Tengo que estar desnudo para cambiar.

Sus ojos saltaron a los suyos. Se lamió los labios, y él gimió.

― Bebe. Necesito quitarme la camisa. Tienes que sentarte en el portón trasero y yo


no quisiera que tu culo este en ese frío, y sucio metal.

Un atisbo de sonrisa rodó a los ojos, lo que le dio ganas de gemir de nuevo. Ella se
inclinó lejos de él para que pudiera tirar de su camisa hacia arriba y sobre la
cabeza. Primero un brazo fue libre y luego el otro. Abrió la puerta trasera y puso la
camisa abajo antes de depositarla allí. Ella no retiró sus ojos fuera de su cara.

― El cambio con una erección es mucho m{s difícil, ― gruñó.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Su insinuación de una sonrisa se amplió a la cosa real. Se volvió en un pie descalzo.
― Estoy segura de que est{s haciendo la tarea.

― Podrías ayudarme..., ― sugirió, no como una orden, simplemente burla.

Ella movió los dedos imperiosamente hacia él para que siguiera adelante. Eli le
sonrió y se quitó las botas y los calcetines y luego sus manos cayeron al cordón de
su sudadera. Ella no apartó la mirada. Él se colocó cerca de ella, acuñando sus
caderas entre sus piernas, empujando sus muslos abiertos con los suyos.

― En realidad, Gatita, si quieres ver a mi leopardo puedes hacer esto por mí.

Ella inclinó la cabeza. ― ¿Crees que no lo haré?

Le temblaban las manos, pero fueron al instante a su cordón. Ella lo aflojó y luego
lo abrió, sus dedos trabajando con destreza en la cintura para empujar el material
fuera de sus caderas. Eli quería tirar la cabeza hacia atrás y rugir cuando el
leopardo se levantó. Ella era su compañera, cada maldita pulgada de ella. Él estaba
empezando a darse cuenta de que todo el tiempo que había estado tratando de
abrazarla a él, ella estaba llevándose a sí misma alrededor de su corazón. Era más
que la mitad enamorado de ella – estaban los dos enamorados.

Su mano bajó a su muslo. Su piel era cálida y suave, al igual que él sabía que sería.
Él tuvo el sabor de ella en su boca y su cuerpo ya reconoció la sensación de ella.
Pasó la palma hacia arriba por su muslo y luego alrededor en el interior. Él sintió
su calor increíble radiante, haciéndole señas.

― ¿Est{s mojada para mí?, ― Murmuró.

― No te distraigas. Me est{s mostrando tu leopardo, ― susurró ella, pero su mano


estaba enroscada sobre su polla.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Su cuerpo se estremeció. ― Pero tú no est{s ayudando. ― Él no pudo resistir verlo
por sí mismo. Sus dedos encontrado su núcleo caliente y sí, ella estaba mojada por
él. Asustada de su leopardo y todavía húmeda por él. Perfecto para él. Perfecto.

Él la besó con fuerza, saqueando su boca, obteniendo la lengua y tomando el


mando. Ella cedió a él, su boca moviéndose bajo la suya, siguiendo su ejemplo,
tentativa, pero aún así abierta a él. Él le dio un momento para que consiguiera
mantenerse a sí misma bajo control, para sentir el pequeño temblor de su cuerpo.
Cuando el levantó la cabeza, su mirada se movió de inmediato y retiró las manos.

― No, cariño, no hagas eso. ― Él le cogió la barbilla con la mano y le levantó la


cara. ― No estés avergonzada porque me quieres. No hay nada malo en ello.

Ella asintió con la cabeza, apretando los labios, pero sus ojos no acababan de
encontrar los suyos.

― Catarina. Ya sabes lo que quiero. ― Su mano fue a la nuca de su cuello, sus


dedos moviéndose suavemente en sus músculos llenos de tensión.

Eli esperó hasta que sus ojos estaban fijos en los suyos. Él asintió con la cabeza. ―
Gracias, Cat. Mantuvo su voz suave con un esfuerzo. ― Ahora habla conmigo.
¿Qué está pasando en tu cabeza ahora mismo?

― Tal vez yo no quiero hablar de eso, Eli.

― Yo entiendo. ― Él no estaba acostumbrado a curiosear en las cosas de la gente.


Rara vez preguntaba dos veces y muy pocos hombres discutían con él, dejaba las
mujeres solas. La mayoría reconocía el alfa, sin comprender nunca una buena parte
de lo que era su leopardo. Reconoció el leopardo y ella todavía luchaba contra su
autoridad. ― Lo hago, gatita. Pero esto es acerca de llegar a un acuerdo con
nuestro futuro. Si no hablamos, no analizamos las cosas a la luz en común, ¿cómo
sé que vamos a resolver las cosas entre nosotros?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Acabas de seguir empuj{ndome, Eli, ― dijo. ― Necesito un poco de espacio
para respirar. Es difícil llegar a un acuerdo, con todo esto.

― ¿Crees que no lo sé? ― Eli se pasó una mano por el pelo. ― Te daría todo el
tiempo en el mundo si lo tuviéramos, Cat, pero no lo hacemos. Ella está tan cerca, y
mi leopardo se vuelve loco. Tenemos que estar de acuerdo, tú y yo, sólidos. Tienes
que saber que puedes contar conmigo. Porque si le tienes miedo no sabrás qué
hacer. Voy a ayudarte a través de esto y quiero que sea lo más fácil posible. Así que
habla conmigo.

Sus ojos se movieron de nuevo. Él esperó. En realidad contaba cada uno de sus
latidos. Él no podía permitirle ganar esta. Era demasiado importante. Ella se
merecía todo el tiempo del mundo, pero ellos no lo tenían y eso era un hecho. Él
permaneció en absoluto silencio y todavía, centrando sus ojos en ella, su voluntad.

Catarina suspiró y levantó la mirada hacia él una vez m{s. ―No entiendes. Me di
cuenta de que no puedo volver con Rafe, no después de todo lo que hubo entre
nosotros, lo que esencialmente significa que voy a quedarme contigo. Pero me
haces daño. Te dejo entrar tan profundamente, y yo ni siquiera sabía que lo estaba
haciendo. Me has hecho daño mucho peor de lo que él nunca lo hizo. Tengo que
llegar a un lugar donde pueda dejar eso atrás. Yo no quiero ser el tipo de persona
que trae a colación el pasado y lo tira en la cara de alguien, y eso significa que
tengo que tratar con ello y perdonarte o yo no poder estar contigo. Más, tengo que
confiar en ti de nuevo. Para hacer eso, me gustaría estar dando todo, despojarme a
mí misma, desnudarme. Y si hago lo ... ― Se interrumpió.

Mantuvo su cara en blanco, pero ese fue un duro golpe. Me has hecho daño peor de
lo que él nunca hizo. Él quería rugir de rabia. Había manejado todo el camino
equivocado con ella. Yo no quiero ser el tipo de persona que trae a colación el
pasado y lo tira en la cara de alguien, y eso significa que tengo que tratar con él y
perdonarte.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Se lo había dicho en su pequeña voz, como una suave confesión como si ella fuera
la que hubiera pecado, no a él. Dándole todo. Entregándose a mí misma desnuda.

Ella iba, sin duda va a matarlo si seguía diciendo cosas como esa en esa voz que
penetró a través de todas sus armas y le perforó directamente a través del corazón.
Presionó una mano contra su pecho, esperando que no estuviera teniendo un
ataque al corazón y fuera simplemente la penitencia por traicionarla. Ella había
sido tan malditamente inocente y lo había arrancado lejos de ella también.

― Si confío en ti otra vez, Eli, podrías destruirme. Eso es lo que estaría d{ndote. El
poder de destruirme. Eso es lo que realmente est{s pidiendo de mí. ― Allí estaba.
Ella vio lo que estaba pidiendo, no, exigiendo de ella. Ella sabía lo que el último
precio sería. Ella iba con los dos ojos abiertos, no había color de rosa como ella
había tenido en el almacén. Ella sabía lo que era y ahora, de lo que era capaz. Aún
así, Catarina sostenía el mundo para él. Esa fue la única pieza que no conseguiría.
Lo que le estaría dando a él.

Ella le podría traer de rodillas sin siquiera intentarlo. Él no la merecía. Él tenía un


infierno de muchos pecados en su alma, y lo hacía. Estaba limpio y bien y maldita
sea, él la mantendría de todos modos, aun cuando sabía que no debería. Ese no era
su leopardo conversando, era el hombre.

― Yo sé, bebé, sé lo que estarías entreg{ndome a mí. Todo lo que puedo hacer es
decirle que aprecio ese regalo.

Se sirvió de la sinceridad en su voz. Ella era leopardo lo suficiente para escucharlo.

― No quiero ser como él. ― Ella pasó a la segunda confesión, las palabras cayendo
r{pidamente. ― Si soy como él, quiero que tu leopardo me mate. Yo, Eli. No quiero
esa parte de él dentro de mí.

― Cat. ― Él enmarcó su cara con las dos manos. Ahora su corazón se rompió por
ella. ― No eres m{s como él. Tampoco es el leopardo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― No puedes saber eso. Dijiste que hay pícaros. ¿Y si mi leopardo es así? La
primera vez que estuve contigo, me dolía. Realmente duele y yo ni siquiera lo tomé
despacio. Y entonces yo quería más. Eso no es normal, y no importa lo que me
digas, sé que no lo es. ― Hizo una mueca. Allí estaba otra vez. Cat culp{ndose a sí
misma por algo que él hizo. Su primera vez debió haber sido lenta y suave, no
gobernada por dos leopardos llegando tan cerca de la superficie. Él era el que se
suponía iba a tener el control. Él era el que tenía toda una vida de experiencia en el
trato con su salvaje, brutal, y muy alfa leopardo. Catarina aún no tenía forma de
saber qué esperar, y mucho menos aprender a lidiar con la leopardo.

― Gatito, si no escuchas cualquier otra cosa que tenga que decirte esta tarde, oye
esto. Eres dulce, amable y buena. Eres un inocente en todo esto. Ese leopardo
dentro de ti, ella está tan confundida y asustada como tú. Ella está siendo
impulsada por la naturaleza de la manera que está en este momento. Vas a
controlarla porque tienes que hacerlo. Sentirás sus necesidades y tomaras el
cuidado de ella. Y ella va a hacer lo mismo por ti.

Sus dientes tiraron de su labio inferior y se detuvo a sí mismo de gemir, obligando


a su cuerpo a no reaccionar. Necesitaba cuidado. Manejo suave. Mientras se
disipaban sus leopardos, él sabía que el tiempo era el que tendría que darle esas
cosas.

― Todo esto me pasó a mí, por ella, por mi leopardo. Todo ello. Mi madre me
entregó a Rafe. Rafe mato a April y a los otros. Tú tomando un trabajo en el dojo y
ofreciéndome amistad. Todo ello, a causa de ella.

Él negó con la cabeza. ― No, nada de eso era su culpa. Eso fue todo culpa de Rafe
Cordeau y de tu madre.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él no iba a enjabonar nada de eso para ella. Su madre era tan culpable como Rafe.
― Ella te vendió a un hombre que tuvo una oportunidad de ver lo que eras. No
podía saberlo con certeza y es por eso que tuviste más libertad al principio, pero
empezó a verte más de cerca a medida que fuiste creciendo.

― Si no hubiera surgido mi leopardo, me habría cazado en el pantano. ― Por


alguna razón, Eli no se atrevía a creer eso. No estaba seguro de que Cordeau fuera
tan carente de sentimientos por ella como ella creía. Cordeau había mostrado
instintos de protección, no sólo posesivos. La DEA tenía un archivo bastante largo
del hombre, que se remontaba a cuando era sólo un niño.

Había subido a un árbol, un árbol alto y había tomado una mala caída. Cordeau
había estado llevando a cabo una reunión de negocios con dos de sus
distribuidores locales y se había lanzado de su silla, corriendo para amortiguar la
caída. Tenían una serie de fotografías y dos de ellas mostraban su cara muy
claramente. No había sido la cara de un hombre que no le importaba nada, pero Eli
no iba a decírselo. Ahora no, quizá nunca, y eso lo hacía a él un hijo de puta aún
más grande. Extrañamente, los distribuidores habían desaparecido unos dos meses
más tarde, ni los cuerpos se habían encontrado.

― No lo sabes con certeza, Cat.

Ella se encogió de hombros. Captó la parte delantera de su camiseta en sus puños y


tiró de ella más cerca mientras se inclinaba y posaba un beso reconfortante a través
de su boca.

― Voy a cambiar. Puedo ir rápido o lento. De cerca o de lejos. Dime cómo lo


quieres, Cat, y es tuyo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella parpadeó. Se dio cuenta de que ella no esperaba ninguna concesión de él. Sus
ojos azules cobalto profundo buscado su cara durante mucho tiempo como si
estuviera buscando algo. Le tomó unos momentos y luego respiró hondo. ― De
cerca y rápido. Rafe estaba al otro lado de la habitación y se movió muy
lentamente. ― A Ella le pareció tortuoso y temible. ― Nunca he estado tan
asustada de nada en toda mi vida.

Frunció el ceño y se acarició la mano por el lado de su cara, más que calmarla
porque quería sentir la suavidad de su piel, y él realmente quería sentir lo suave
que era. ― ¿Por qué de cerca y r{pido?

Su barbilla subió. ― Me dijiste que lo que quisiera era mío, que solo lo dijera.

Estudió su rostro un minuto m{s. ― Sólo di mi nombre, ― le recordó.

Catarina asintió, y Eli se movió. No era sólo rápido, él cambió con asombrosa
velocidad. Fue tan rápido que estuvo a punto de perdérselo porque ella parpadeó.
En un momento era un hombre intimidante grande y al siguiente, él era un gran
leopardo. La cabeza del macho parecía casi tan grande como ella.

No hubo tiempo para entrar en pánico, ni siquiera de gritar, su respiración se


capturó en sus pulmones y la mantuvo allí, atrapada. Ojos de oro fijos en ella,
ardientes, pupilas dilatadas. Así el oro parecía ser puro fuego. Centrado en ella. Sin
pestañear. Absolutamente inteligente. Los ojos de Eli. Ella los reconocería en
cualquier lugar.

El leopardo era todo músculo cordado y gruesa piel oscura, una pantera negra
grande. Él se veía...poderoso. Invencible. Hasta tan cerca que podía ver las rosetas
oscuras estampadas profundamente en la piel oscura.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Reconoció una máquina de matar muy eficiente cuando lo vio. Contuvo el aliento,
al oír el rugido del trueno cuando su sangre latía en sus oídos. Ella sintió que su
corazón martilleó duro en su pecho. Extrañamente, no sentía el terrible temor que
todavía la despertaba de su sueño, sobre el otro leopardo gruñendo, corriendo
hacia ella, los ojos fijos en ella como presa. Este leopardo era tan mortal, pero
también era Eli. Podía ver la evidencia en la forma en que sus ojos la miraban, muy
de cerca.

Eli siempre la miraba con la misma intensidad. La forma en que la miraba, tan
concentrado, como si pudiera ver en su alma, siempre emocionándola y
aterrorizándola. Sintió ambas emociones en ese momento también. El leopardo de
Eli dio un paso hacia ella, no del tipo de la imagen de un leopardo cazando, sino
uno lento, un paso medido que trajo el gato grande directamente delante de ella.
La forma en que se posicionó, era casi como si fuera un centinela, un tutor,
tratando de mantenerla a salvo. No entendía por qué este animal, igual de grande e
intimidante como el leopardo de Rafe, podría hacer que se sintiera tan diferente.

Por primera vez, una vez que el animal había tomado lugar enfrente de ella,
rompió su mirada con ella, volviendo la cabeza y levantándola hacia el aire. Ella
sabía lo que estaba haciendo, todos esos pelos, profundamente incrustado en el
tejido rodeado de terminaciones nerviosas transmitían datos a su cerebro. Como
un sistema de guía, la información le daba la ubicación exacta de la vegetación y
otros obstáculos para que el leopardo pudiera moverse silenciosamente en la
oscuridad. El sistema de radar también le permitía encontrar e identificar enemigos
o presas bastante fácilmente.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Al igual que Eli pudo. O podía. Siempre había sabido que no era sólo de gran
visión nocturna, que otra cosa le permitía moverse con tanta facilidad en el
almacén de tono negro sin caerse sobre un obstáculo, ella sólo sabía dónde estaba
todo. Sabía que podía porque había practicado. Ella no había sabido porque
funcionaba para ella, sólo que lo hacía, pero su sistema de alerta era un poco
irregular a veces. Parecía estar creciendo más fuerte y ella pensó que era porque
practicaba mucho, pero ahora pensó que tal vez era porque su leopardo se estaba
acercando a la superficie todas esas veces.

Era imposible estar tan cerca de un gato tan grande, un depredador, y no sentir el
inmenso poder y el misterio. Sí, él era definitivamente una máquina de matar, la
parte superior de la cadena alimentaria, pero era hermoso, magnífico incluso.
Catarina cambió de posición con cuidado, tirando de sus pies lentamente hacia la
puerta trasera. Ella trato de ser silenciosa y sigilosa, para no llamar la atención del
gato. Ella quería que se quedara de espaldas a ella para que pudiera disfrutar de su
belleza asombrosa, sin ningún temor, pero en el momento en que avanzó un pie,
giro su cabeza y la mirada de fuego de oro se encerró con la propia.

Ella se quedó inmóvil. Su corazón tartamudeó a su fin y su aliento una vez más
quedó atrapado en sus pulmones. Se miraron uno al otro a los ojos por un largo
tiempo. Tiempo suficiente para que sus pulmones se quemaran por aire. Muy
largo. Aun así, no podía apartar la mirada, hipnotizada por la belleza y centrarse
allí.

El leopardo cambió su peso y de su posición de sentado, saltó fácilmente a la parte


posterior de la camioneta con ella. Aterrizó en silencio, justo a un lado de ella, pero
todo ese músculo era pesado y ella sintió la cama de la camioneta enderezarse por
un momento.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
No iba a ser una cobarde y decir el nombre de Eli. Se sentía demasiado a rendición
y ya había entregado su cuerpo al hombre. Ella no rendiría su coraje. Se quedó
muy quieta. Parecía tan curioso como ella por el gran leopardo, él estaba igual de
curioso sobre ella, extendiendo la cabeza hacia ella. La cabeza parecía mucho más
grande de cerca de lo que parecía cuando el animal había estado en el suelo.

El leopardo cambió de posición e involuntariamente, su cuerpo se sacudió. El


animal tuvo que haber registrado su corazón latiendo fuera de control. Sin
embargo, ella no cedería, no pronunciaría el nombre de Eli. Sintió la caricia del
cuerpo del animal contra su hombro mientras se movía detrás de ella hasta que lo
perdió de vista completamente. Ella se congeló de nuevo, todo su cuerpo casi
apoderarse de miedo. Ella cerró los ojos, esperando el terrible momento cuando
ella sentiría sus garras rastrillar su espalda, sus dientes perforar su piel.

El leopardo hizo un sonido resoplando suavemente. Estaba tranquilo. No


amenazante. Ella no abrió los ojos. El animal se movió contra su espalda, frotando
su piel sobre la camisa que llevaba, su barbilla encima de la cabeza de ella. Ella se
vio obligada a tomar un respiro antes de que ella se desmayara. Podía olerlo a él,
su salvaje, y exótico aroma, salvaje llenando sus fosas nasales.

Ella deseaba la leopardo. Ella oró por la leopardo. ― Te he traído aquí por lo que
podrías estar con él. Ir a él. Dejarte ir, ― le susurró al gato dentro de ella. ―
Sálvame.

Eli no había adivinado lo que ella estaba haciendo. Ella necesitaba que su leopardo
surgiera allí mismo. En ese mismo momento. Saber que podía sacarla y mantenerla
fuera, Catarina Benoit podía desaparecer y ella no tendría que enfrentar a
cualquiera de los poderosos depredadores que la amenazaban.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella no le había dicho a Eli toda la verdad acerca de Rafe. Rafe era un hombre
extremadamente violento. Su temperamento era feroz, rápido y explosivo. No tan
apasionado y ardiente. Él era todo hielo, incluso cuando explotaba. No, él en
realidad nunca la golpeó o incluso maltrato en la forma en que Eli hacía, pero
ciertamente no era igual con cualquier otro ser viviente, hombre o mujer, en su
hogar.

Dos veces había perforado la pared a pulgadas de su cara durante una de sus
transgresiones. Él no le había dicho ni una palabra a ella. No le había levantado la
voz. Había acechado por la habitación y abierto un agujero a través de la pared, sin
dejar de mirarla a los ojos. Ella había ido a nadar en la piscina, como ella hacia
todos los días, y él se deslizó en la cubierta mientras nadaba, lo suficiente cerca
para perder el equilibrio.

El accidente fue extraño. De alguna manera se había acurrucado sobre sí misma y


golpeado el hombro contra el lado de la piscina, apenas fallando la cabeza. Ella
tenía un rasguño desagradable por el lado del hombro y el brazo. En el momento
en que se lo dijo, que fue al instante en que regresó a su casa, había acechado hacia
ella, y golpeado la pared. Todavía podía oír el sonido del golpe y ver el veneno
concentrado en sus ojos. Había estado enfurecido con ella. Durante un accidente.
Ese era Rafe. Esa era su otra opción. No podía imaginar tener un hijo con él y si él
quería una hembra leopardo, tenía que ser porque quería un niño, otro cambia
formas que heredara su negocio.

― Vamos a hacerlo, ― susurró a su mujer. Invitando. Declaró. ― Aquí est{ tu


gran oportunidad, chica. Él está justo ahí y él se ve muy guapo. Ustedes dos
pueden escapar juntos y vivir libres toda la vida. Vívelo en grande. Sólo para mí.
― Nada. Aquí estaba el compañero de la mujerzuela, y ella no demostraba ni un
poco de interés, ni siquiera con él haciendo el tipo de resoplido suave que debería
haber ganado el corazón de una chica leopardo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Catarina suspiró y bajó la cabeza. Tiempo para otro plan. Rafe estaba fuera. Él sólo
lo estaba. Ella no podía tener el tipo de relaciones sexuales con él que había tenido
con Eli de buena gana y luego pedirle que la tratara de la forma en que lo haría.
Ella no sería nada más que un medio para conseguir un heredero, y él nunca
volvería a permitirle escapar. Sería una pena de cadena perpetua en el infierno con
un hombre que tenía un imperio comprado y pagado con armas, drogas y
prostitutas. Con el asesinato. No era una gran elección, no importaba lo que ella le
hubiera dicho a Eli.

Ella dejó escapar el aliento por segunda vez, esta vez más duro que el primero. En
la segunda opción, que, realmente apestaba porque había algunas cosas buenas de
Eli. Podía besar. Realmente besar. De acuerdo, el hombre era realmente bueno en
los besos. Caliente, en los gráficos de besos, y en el momento en que él puso su
boca sobre la de ella, ella no tuvo un cerebro más. Todo en la cabeza simplemente
se frito.

Ella miró por encima del hombro para mirar a los ojos de oro del gato. La cabeza
del gato estaba a pulgadas de ella, sus ojos se enfocaron a la derecha de ella. El
impacto fue terrible para tomar. Era hermoso y mortal. Ella lo vio con tanta
claridad. Y esos ojos eran los ojos de Eli. Ella no iba a fingirse a sí misma que Eli no
era casi tan peligroso como Rafe lo era. Podía ser violento, y él gobernaría su vida.
Esa era seguro.

No podía pensar en los pros y los contras de su estancia con Eli, no con el enorme
leopardo cerniéndose sobre ella. Señaló a la vasta extensión de tierra. ― Corre . ―
Al igual que ella podría ordenarle a un leopardo alrededor. No podía ordenarle al
hombre alrededor. Ella claramente no podía cuidar de sí misma, incluso después
de todo el esfuerzo que ella puso en aprender. ― Hazlo o simplemente muérdeme
muy duro. No debe tomar mucho tiempo matarme, así que haz eso o ve a correr.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Eli. Cualquier relación que tuvieran sería todo sobre el sexo. No por un bebé
cambia forma, sino para crudo, loco, abrasador calor, ardiendo en el infierno para
siempre el sexo. Ella estaría totalmente consumido por él. Totalmente. Su sola voz
la hacía estremecer. Él sabía cómo utilizar las manos, la boca, la lengua y lo más
definitivo, su polla. Era brillante en eso.

Ella sabía que él era duro y un poco salvaje. Tenía tatuajes que quería pasar horas
estudiando detenidamente y tal vez incluso rastrearlos con la lengua. Lo había
considerado que en el almacén antes de que él la hubiera besado a ella. Ojos
asombrosos. Su cuerpo era duro y de gran alcance y simplemente caliente, como su
sexo.

Quería golpear su cabeza contra una pared. Su opción número dos no estaba
mucho mejor que su opción número uno, porque cuando Rafe decidió terminar la
relación acabaría de matarla. Cuando Eli optara por acabar con ella, él la destruiría
y la dejaría con vida.

El gato se frotó contra ella un poco más duro, resoplando un poco más suave y
dándole un codazo a un lado, ya que saltó al suelo.

La tercera opción, la muerte por el leopardo, parecía escasa. El gato no iba a saltar
sobre ella y matarla. Se estiró lánguidamente, y con una mirada más por encima
del hombro, él se echó a correr. El gato era una cosa bella, los músculos ondulando
sin esfuerzo debajo de la piel, corriendo en silencio. El gato definitivamente parecía
la libertad personificada.

Se mordió el labio inferior, mirando el leopardo hasta que desapareció en el follaje.


Estaba sola. El espacio alrededor de ella se llenó de sonidos. Pájaros. Insectos.
Incluso una rana, que indicaba que el agua estaba muy cerca. Sus manos cayeron a
los botones de la camisa y ellos se deslizaron de su lugar.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Así que eso significaba que tenía que llegar a la opción cuatro. Sólo tenía que ser
lógica y realmente pensar en atravesar todo el camino. Ella había conseguido
escapar de Rafe. Se había escapado cuando todo el mundo le había dicho que era
imposible. ¿Cómo la DEA la había visto, no tenía ni idea, pero aún así, ella era
inteligente.

La gente no creía que ella fuera inteligente debido a su falta de educación formal.
No se le había ocurrido a nadie que ella podría ser capaz de aprender a leer por su
cuenta. Había espectáculos infantiles en televisión. Incluso programas de idiomas.
Y ella había visto cada uno de ellos una y otra vez. De niños a programas
educativos. Ellos habían salvado su vida.

Una vez que ella pudo leer lo suficiente, había utilizado la Internet para encontrar
lugares para aprender matemáticas y ciencias. Para lecciones de historia. Pero
siempre, siempre, leyó. Periódicos, revistas, todos los libros en la casa de Rafe.
Leyó diccionarios y las etiquetas de las latas. Leyó los ingredientes de todo lo que
llegaba a la casa. No quería que Rafe supiera que podía leer y ella se aseguró de
nunca cometer un error en frente de él

Ella sabía que él seguía su ordenador, leyendo todo lo que hacía en él, aprendiendo
adondequiera que iba, por lo que ella utilizó su ordenador, el de su oficio sagrado,
el que nunca considero que podría tocar. Ella había usado su propia computadora
para educarse a sí misma y lo había hecho delante de sus narices.

En el momento en que supo que Rafe era un cambia formas, trató de averiguar más
acerca de ellos, pero no había realmente información en cualquier lugar, así que
leyó sobre los leopardos y estudió su comportamiento. Claramente los leopardos
eran diferentes. Los leopardos eran solitarios, no vivían en grupos como Eli dejó
entrever que algunos cambiadores hacían.

Los leopardos tenían múltiples compañeros y las hembras criaban sus hijos solas.
Tenían los cambia formas los mismos sentimiento, ella no lo sabía. Era una
posibilidad y tenía que abordarlo en algún momento sin alejarse de Eli.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Podía hacer esto. Ella podría pensar su manera de salir de esto, o al menos pensar
en algún tipo de plan. Parte del problema era Eli. Él hacía más que fundir su
cuerpo cada vez que la miraba. Ella todavía recordaba lo pacífico que era. Peor
aún, todavía suspiraba por él. Él la trataba como si realmente importara. Él no
necesitaba cuidar de ella como lo hacía, pero ya lo había hecho antes, atrayéndola,
sólo para pisar sobre ella. Eli tenía mucha experiencia cuando se trataba de sexo,
ella al menos lo reconocía. Sabía que podría ser un tanto sumisa. Era imposible no
serlo, planteó la forma en que ella era, pero no tenía sentido que encontrara su voz
de mando tan absolutamente convincente. Cada vez que él le daba una orden, en
un tono bajo y atractivo, su cuerpo estallaba en llamas. ¿Tendría algo que ver con
ser un cambia formas? ¿Su gato dominaba sobre el de ella? Ella no lo sabía. No
sabía por qué le gustaba cuidar de él tanto. ¿O por qué a ella le gustaba que le
obedeciera cuando tenían sexo salvaje. Ella no lo sabía. Se deslizó por la puerta
trasera, cogió su ropa y la llevó con ella de nuevo a la cabina. Su mirada se deslizó
a la ignición. Había dejado las llaves en el camión. Había estado bastante seguro de
que ella se había dado cuenta de ese pequeño detalle, y si ella lo notó, el también.
Así que, ¿A qué estaba jugando? ¿Probándola a ella? Si era así, debería viajar de
regreso a la casa y dejarlo caminar. Se mordió el labio, por primera vez,
encontrando un poco de humor en la situación. Eso era, si podía encontrar la casa y
si podía encontrar la manera de conducir.

Ella subió a la calidez relativa de la cabina. El sol brillaba a través de las ventanas,
calentando el interior de cuero. Ella tomó las llaves del encendido y las miró, antes
de doblar cada elemento de su ropa cuidadosamente y colocarlos en el asiento
trasero, a la vista.

Estaba agotada de todo el sexo y tratando de averiguar un futuro. Su leopardo no


había ayudado, dormía o algo en lugar de darle alguna pista en cuanto a qué hacer.
Fue a través del compartimento de la guantera y encontró un juego de esposas,
pero nada más que pudiera darle algo para obtener una ventaja sobre Eli.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Catarina se encontró temblando ante la idea. Él no era del tipo de hombre con el
que cruzar. No de la misma manera que Rafe; no iba a matar a alguien y a decirle
que su sangre estaba en sus manos, pero le haría saber que no estaba contento. Ella
no estaba segura de querer saber cómo.

El leopardo estiró sus piernas, corriendo a lo largo de la carretera y mirándola


través de los árboles, pero siempre en un círculo cerrado que mantuvo el camión
en el centro. Él se desvió cuando sintió el aroma de tres hombres que reconoció al
borde de la línea de su propiedad. Su tierra colindaba al lado con Jake Bannaconni.
Su vecino era un multimillonario con aceite en su propiedad, y en dos ocasiones él
le había mencionado a Eli que estaba seguro de que había petróleo en su propiedad
también.

Eli no le había importado mucho de una manera u otra. No entonces. Tenía un


montón de dinero en su fideicomiso y un trabajo que lo mantenía fuera la mayor
parte del tiempo. Aún así, si Bannaconni decía que había petróleo, probablemente
lo había.

Había conocido al hombre a través de un amigo común, Drake Donovan. Eli había
pasado semanas con Drake en la selva tropical de Borneo, y Drake le había
enseñado más sobre cambiadores en esas pocas semanas de lo que su padre nunca
había tenido la oportunidad de enseñarle.

Bannaconni le había seguido de alguna manera, ― explica Drake ― Explic{ndole


que era necesario un injerto óseo de un cambia formas, y que si él no conseguía
uno pronto, nunca cambiaría de nuevo y lo perderían a él. Eli se había ofrecido de
inmediato para la prueba y había sido compatible, agradecido por poderle pagar a
Drake por su amistad y el conocimiento.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Se había negado a tomar la suma considerable de dinero que Bannaconni le había
ofrecido, pero él le había dejado saber que estaba interesado en una tierra donde su
leopardo pudiera correr libremente, y que lo llamara si tropezaban con algo
adecuado. Bannaconni contactó con él en el instante en la propiedad junto a la suya
se puso su a la venta.

Eli tenía un gran respeto por Jake Bannaconni. Él podría haber comprado la
propiedad primero y haberla añadido a la que ya tenía, especialmente
sospechando aceite en ella, pero él había dejado que Eli supiera que iba a ponerse a
la venta y cuando Eli se intereóo había dispuesto en silencio la venta y la escondió
bajo múltiples capas de sus propias corporaciones.

Emma era la esposa de Jake, a quien enviaba un correo electrónico cuando se


dirigía a la propiedad. Ella personalmente no abastecía su nevera, él lo sabía mejor
que nadie, pero tenía los suministros comprados y entregados. Los Bannaconnis
eran buenos vecinos y Jake sin duda merecía saber de antemano que tenían un
pícaro eventualmente llegando a su pradera.

Se movió mientras se acercaba. Como regla un cambia formas no era en lo más


mínimo modesto, pero él siempre tenía cuidado de saber quién estaba cerca antes
de que él se dejara ver.

― ¿Jake?, ― Gritó en el momento en que identificó a dos hombres de Jake con él.

Joshua Tregre y Elías Lospostos eran dos del grupo de cambia formas de Jake. Eli
los conocía a los dos bastante también. Habían venido de Borneo con Drake a
trabajar para Jake. Eli sabía que Drake ahora estaba viviendo en Nueva Orleans,
pero todavía mantenía contacto estrecho con Jake y estos dos hombres.

― ¿Eli? ― Jake llamó. Los tres hombres se acercaron a la línea de la propiedad.

― He estado fuera corriendo, ― Eli les advirtió.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
No dudaron. ― Tengo un paquete de repuesto, ― dijo Joshua. ― ¿Quieres un par
de pantalones vaqueros?

― Parece una tontería sólo para una corta visita. Tengo mi compañera en el
camión y ella podía decidir irse en cualquier momento, ― dijo Eli.

― No est{ contenta con ser tu compañera, ¿no es así?, ― dijo Jake, dando un paso
a través del follaje. Él era un hombre grande, como Eli. Al igual que todos ellos,
estaban construidos con el poderoso músculo cordada, de su clase.

― No, no se puede decir que lo esté. Ella tiene un pícaro tras ella. No sólo es muy
peligroso, sino que ha construido por sí mismo una red de delincuencia general. Él
es dueño de suficientes policías para obtener información muy rápidamente.

― ¿Tienes un nombre?, ― Preguntó Bannaconni.

― Rafe Cordeau.

Elías hizo un sonido suave, una especie de gruñido de advertencia en la parte


posterior de su garganta. ―Es malo, jefe, ― dijo. ― El rumor es que le gusta llevar
a sus enemigos al pantano y dejar que los case su leopardo. Yo oí un susurro de
que él perdió su posesión m{s preciada. ¿Ella est{ contigo? ― Sus ojos mercurio se
encontraron con los de Eli. ― Porque si esa mujer es la que él ha estado buscando,
va a venir tras de ti, con todo lo que él tiene para recuperarla.

― Soy muy consciente de eso. He estado persiguiendo a este bastardo durante m{s
de dos años con la DEA y no han conseguido nada con que acusarlo. Cada vez que
lo tuvimos, nuestro testimonio desapareció derecho de debajo de nuestras narices.
Cada casa de seguridad en la que los pusimos fue encontrada y penetrada, nada ha
funcionado. Ahora sé por qué. No tenía idea de que era un cambia formas.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Él sabe que debe mantenerse alejado de la guarida de Drake y de los chicos
Boudreaux en los pantanos y ciénagas. Todos ellos hacen cumplir la ley en una
cierta capacidad y Cordeau no quiere saber nada de ellos, ― dijo Elías. ― Drake
se casó con esa familia, y él dirige un grupo apretado. He tenido un par de
encuentros con Cordeau. Fueron tensos, por decir lo menos. Mi tío estaba en el
poder en ese entonces. Los dos hicieron negocios juntos. Desde que he regresado a
los Estados Unidos, he puesto unos cuantos sensores.

― Tengo que atraparlo, ― dijo Eli. ― Si no lo hago, mi mujer nunca va estar


tranquila de nuevo.

― No puedes mantener un cambia formas encerrado, ― dijo Jake, mirandolo de


cerca.

― No tengo intenciones de encerrarlo, Jake, ― dijo Eli, sabiendo que sus ojos se
habían vuelto fríos y vigilantes. Su gato subió cerca. Había estado cerca todo el
tiempo, pero la idea de reunirse con Cordeau y detenerlo de forma permanente
tuvo su gato rastrillando por la libertad.

― ¿Quieres patrullas adicionales all{? ¿M{s ojos en tu mujer? ― Jake ofreció.

Inmediatamente su leopardo rugió un desafío y tuvo que luchar para mantenerlo


bajo control. ― Su femenina no ha surgido todavía y mi macho es difícil en el
mejor de los tiempos. No quisiera dar fe de él ahora mismo. Ella está cerca sin
embargo.

― Una vez que surja, ― dijo Jake, ― tr{ela a reunirse con Emma.

― Jake. ― Tanto Eli como Elías dijeron su nombre al mismo tiempo y en el mismo
tono de advertencia.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Mata a familias enteras. Cualquier persona que se haga amiga de Catarina, ―
dijo Eli. ― Te doy las gracias por tu oferta, pero yo no quiero poner en peligro a
Emma, sobre todo ahora. He oído que está esperando de nuevo.

Un músculo palpitó en la mandíbula de Jake. ― Emma podría utilizar a una


amiga. Estamos listos para cualquier cosa y mis hombres no tendrán problemas
para proteger a una mujer. Tráela. Te voy a mostrar mi configuración. Tu mujer
puede sentirse cómoda con nosotros y si las cosas van mal, ella sabe que tiene un
lugar a donde ir.

Eli estudió el rostro de Jake durante mucho tiempo. Él quiso decir cada palabra. Eli
asintió. ― Te lo agradezco. El único cambia formas que ha conocido fue Cordeau,
y él la aterrorizaba. Está marcada con cicatrices, y lo hizo a propósito. Mató a una
mujer, una amiga suya, y la obligó a poner sus manos en la sangre. Ella era una
niña. A este hombre, le gusta hacer daño a las personas, Jake. Él se excita con eso.

― He conocido a algunos de ellos, Eli. No podemos permitir que tu mujer piense


que así somos todos los cambiadores. Tráela una vez cambie. Vamos a cerrar filas
aquí. Ella sabrá que está protegida.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

C ATARINA paró en la estación de policía mirando con horror a Eli. Estaba de

pie con sus amigos, riendo, diciéndoles lo fácil que era manipularla a ella, cómo
estaba tan caliente por él, que ella haría cualquier cosa por él. La risa la rodeaba,
diversión masculina horrible ante lo débil y estúpida que era para caer por él otra
vez.

Ella trató de correr, pero sus pies se congelaron. No podía moverse, encerrada allí
escuchando. Eli volvió la cabeza y la vio allí de pie, escuchando cada palabra. Él le
envió una sonrisa arrogante y se volvió hacia sus amigos.

Ella luchó para moverse, derrotar el horror congelado para que pudiera funcionar.
Incluso abrió la boca para gritar, pero ningún sonido surgió. Cuando miró de
nuevo, en lugar de Eli, una pantera negra gigante se puso de pie dónde había
estado. Ella se dio la vuelta para correr y se encontró cara a cara con un gran
leopardo, sus labios retraídos en un gruñido, ya avanzando hacia ella.

Se quedó sin poder hacer nada en medio del pasillo, una presa indefensa atrapada
entre dos leopardos y no había ningún sitio donde ir.

― Gatita. Despierta ahora. Es sólo un mal sueño. Despiértate. ― Se aferró a la voz,


anclándose a ella. Trayéndola de vuelta desde el borde de la locura.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Bebe ― La suave voz de Eli penetrando, y esta vez ella lo escuchó. Lo sintió
entonces, sus brazos alrededor de ella, llevándola cerca de él. La terrible parálisis
terminó y ella fue capaz de luchar. Ella usó todos los trucos que sabía, todo lo que
Malcom y Eli le habían enseñado para liberarse, pero Eli los conocía todos también.
Luchó en silencio, con ferocidad, sucio, utilizando los dientes y las uñas. Sabía que
había marcado un par de veces cuando juró.

Entonces ella estaba de espaldas, Eli encima de ella, sujetándola por ambas
muñecas, en una de sus manos, los brazos estirados por encima de la cabeza.

― Fue una pesadilla, gatita, eso es todo. Sólo una pesadilla. Est{s a salvo aquí
conmigo. ― Su rostro era oscuro, líneas grabadas profundo. Mir{ndole duro e
invulnerable e incluso causándole un poco de miedo.

Ella no se relajó debajo de él, ni siquiera cuando se dio cuenta de que tenía razón.
― Déjame levantar. ― susurró la demanda, con el corazón palpitante. Era tan
tonta. Quería creerle y sólo hacer caso omiso de toda la evidencia.

― Yo no lo creo, nena. Tienes que decirme lo que est{ pasando en esa cabeza tuya.
Puedo ver que esa pesadilla no tenía nada que ver con Cordeau y todo que ver
conmigo. ― Con su mano libre, apartó los mechones de pelo de su cara.

Trató de no dejar que su toque llegara a ella. Era tan fácil para él, un golpe en su
piel con las yemas de sus dedos y ella se perdía. Todo su cuerpo se estremeció. No
quería sentir nada por él. Quería acurrucarse en una pequeña bola fetal y
simplemente llorar hasta que la habitación se inundara de lágrimas y ella se
ahogara.

― Esto es jodido, ― señaló. ― No dejé que Cordeau… ― susurró. ― Solo fuiste


tú. Te deje solo a ti.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Su mano se movió suavemente sobre su cara. ― Sé que lo hiciste, Gatita. Sé que te
duele. No puedo tomar eso devuelta. Sólo puedo decirte que no volverá a suceder.

― ¿Cómo lo sé? ¿Cómo sé que no me est{s manteniendo aquí para que puedas
ganar mi confianza de nuevo y convencerme de declarar contra Rafe?

Se inclinó y rozó un suave beso en sus labios. ― Tú no sabes eso, pero el leopardo
lo hace. Tu leopardo sabe que es una mentira cuando la escucha. Cuando emerja,
escúchala. Ella te dejará saber si digo algo que no le gusta.

Eli estudió su rostro. Se veía tan joven, y muy agotada. Había vuelto a su
camioneta, medio esperando que se hubiera ido, pero la encontró dormida en su
asiento, las llaves aferradas en su mano. Sus ropas estaban dobladas
cuidadosamente en el asiento trasero. Había algo conmovedor sobre el hecho de
que ella se hubiera tomado el tiempo para recuperar su ropa y doblarla antes de
meterse en la calorosa cabina.

Habían tenido una noche tranquila juntos y ella había tomado otro largo baño
caliente antes de acostarse. Pensó que había resuelto todo, pero era evidente que su
sueño había renovado sus dudas.

― Cat, sé que tienes miedo. Sé que te hice esto y tengo que aceptarlo, pero vas a
tener que conseguir olvidar el pasado para que podamos trabajar juntos. Tengo
que enseñarte a pelear con él, por si acaso yo no estoy contigo cuando él
reaparezca. Mi macho tiene que enseñar a su mujer cómo luchar por la misma
razón. Tenemos que ser un equipo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
La besó suavemente de nuevo, empujando hacia atrás el cabello largo y sedoso que
se había salido de la trenza gruesa. Prefería soltarlo, derramándolo a su alrededor
en las almohadas. Él siempre quiso sábanas blancas, ahora, sólo quería ver el
contraste de su cabello oscuro cayendo a su alrededor. Su cuerpo se estremeció de
nuevo, un escalofrío que sintió moviéndose a través de él. Ya que estaban
conectados en el camino de los cambiadores. El vínculo no era fuerte sin embargo,
pero él estaba uniéndola a él, atándolos juntos con pequeños hilos que nunca sería
capaz de romper.

Sus brillantes ojos azules buscaron los suyos. No podía ver una pizca de su gato.
Tenía los ojos exóticos, como la mayor parte de su especie. Él había empezado poco
a poco a aprender a identificar a los cambia formas por sus ojos. Los suyos eran
preciosos y muy distintos en color y forma. Su leopardo podía haber retrocedido,
era de esperar que descansando para el gran evento, pero sus ojos serían siempre le
delatarían. Debería haberlo sabido al momento en que la había visto.

Él se había sentido atraído por ella, incluso al leer su archivo, pero él todavía no la
había conocido.

Drake había fruncido el ceño hacia él y sacudido la cabeza con irritación.

― Tengo tanto miedo. ― La admisión salió suavemente. ― Yo apenas sé quién


soy. Me siento perdida y yo solo, no tengo a nadie en quien pueda confiar.

Cada palabra que dijo fue un importante golpe al cuerpo. Odiaba que él le hubiera
hecho eso a ella. Su voz tembló con dolor. Era imposible no sentirlo. La peor parte
era que él no podía decirle que lo dejara ir, que olvidara lo sucedido y que confiara
en el de nuevo, pero no sabía cómo.

― Lo sé, cariño. Sé quién eres, pero no voy a ninguna parte. Nunca. Si quieres un
maldito anillo ahora mismo, vamos a ir a conseguir uno y encontramos a alguien
para que esto legal. Haría cualquier cosa para que se sientas que tienes a alguien
que va a quedarse y luchar por ti. ― Él le mordisqueó la barbilla. Su dulce mentón

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
que a veces levantaba desafiante y le ponía duro sólo de ver el minúsculo gesto. La
amaba rebelde. La amaba dulce. Él amaba todo cuanto ella le daba.

― Sabes, Gatita, tú aun confías en mi un poco. Cuando hago el amor contigo, te


entregas totalmente a mí. Siempre. Siempre te entregas a mí.

Ella sacudió la cabeza, frunciendo el ceño un poco. ― Ese eres tú , o quizá ella. Esa
no soy yo.

La besó en el cuello. Besó el pulso oscilante allí mismo, en la garganta. No podía


alejarse a sí mismo, tenía que sentirlo bajo sus labios, el pequeño lugar que
confirmaba que estaba viva, que era suya, allí tendida bajo él, mirándolo con sus
hermosos ojos.

― Eso es todo para ti, Catarina. Tu cuerpo sabe que estoy aquí para quedarme.
Déjame entrar de nuevo, cariño. Dame otra oportunidad. ― Besó su camino por el
valle entre sus pechos, sintiéndola temblar de nuevo cuando la sombra en su rostro
raspó contra su piel sensible.

― Esto no est{ bien, Eli. ― Sus manos se cerraron alrededor de sus hombros y ella
empujó, sin realmente ejercer mucho esfuerzo.

― ¿Que bebe? ¿Que no est{ bien?

― Esto. Tú. Esto es diferente. ― El miedo se deslizó en su voz. Barrió la mano por
su cuerpo, su palma absorbiendo el calor de su piel satinada. Ya habían gotas de
rocío en los rizos apretados que custodiaban el tesoro. Deslizó el dedo
profundamente. Ella estaba apretada. Ella estaba siempre apretada. A veces, pensó
que tal vez no podía caber dentro de ella, ya que era tan condenadamente
apretada. Pero siempre, siempre, ella estaba resbaladiza, caliente y lista para él.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él acarició su pecho suavemente, utilizando los pelos ásperos y largos de su
mandíbula para estimularla aún más. Él amaba la forma en que su cuerpo era tan
sensible. Él estaba ahogándose. Había estado tan ocupado tratando de convencerla
para que cayera enamorada por él, que él no se había dado cuenta de que él ya
había caído. No pudo evitarlo.

Él usó las dos manos para dar forma a su cuerpo, para deslizarse sobre cada curva
exuberante y rastrear todas las costillas a lo largo de su caja torácica estrecha. Ella
era suya. Toda suya. Podía ser que ella tuviera miedo, y ella podría estar a punto
de correr, pero cuando él la tenía debajo de él, ella le pertenecía.

Tendría que haberla manejado con cuidado la primera vez. Como esto. Tal vez por
eso era que ella temía lo que estaba haciendo. El áspero y sexo duro por el que
podía culpar a sus gatos, pero esto, esto eran todo ellos. El hombre. La mujer. Y
esto la aterrorizaba. No separo su mirada de la de ella y cada emoción estaba allí
para que él la viera. Dolor. Miedo. Necesidad. Hasta los inicios del amor que había
visto antes, en el almacén. Que era lo que la asustaba. Eso es lo que tenía sus
manos empujando sus hombros. Podía aceptar sus órdenes. Ella podía tomarlo
áspero. Ella no podía manejarlo dulce o suave.

― Eli. Esto no est{ bien, ― susurró de nuevo.

― Esto es exactamente correcto, Cat. Esto es lo que te mereces. Lento, suave y


amoroso. ― La besó a su manera en la boca. Una boca de dulce fantasía que lo
dejaba sin aliento y le daba demasiadas imágenes eróticas que jugaban en su
cabeza todo el tiempo.

Sus ojos se agrandaron por la sorpresa y el miedo. Ella negó con la cabeza
frenéticamente. ― No quiero esto.

― Bebe. ― Diversión masculina suave. No pudo evitarlo. ― Ya est{s mojada y


caliente para mí. ¿Qué clase de hombre sería yo al dejarte así?

El p{nico se extendió en sus ojos. Tragó saliva. ― Lo sé. Es sólo que no puedes
hacerlo así.

Saga Cárpatos
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Le encantaba eso de ella también. Su admisión suave. ― Lo sé.― Ella no pensaba
negar su estado a él. Ella simplemente lo admitió sin siquiera parpadear. Y luego
su suave temblor. ― No puedes hacerlo así. ― Ella no pudo decir que y no quiso
decir hacer el amor. Y eso fue todo. Él no quería su mierda. Quería hacer el amor
con ella.

Él la besó. Amaba su boca y le encantaba besarla. Vertió su amor por su garganta.


Su amor. Áspero, no era tan fácil vivir con él, pero el amor todo lo abarca. Él
nunca se había dado a sí mismo a menos a una mujer antes y nunca imaginó que
en realidad lo haría. Tenía alguna estúpida idea loca de que la encantaría y de que
él podría amarla. Cuidaría de ella. No había vuelta atrás y ni siquiera sabía cuándo
sucedió. Pero a él no le importó. La besó con amor. Su amor. Él sabía que ella lo
sabría, porque él lo hacía. Ella lo bebió su garganta, dejándolo reposar en torno a
su corazón. Dudaba que ella supiera lo que significaba, o lo que iba a cambiar entre
ellos, pero no le importaba tampoco. La besó una y otra vez, siempre, dándole
besos que lo dejaron al desnudo, completamente desnudo y vulnerable a ella.

Mostrándole lo que ella significaba para él. Sin palabras. Nunca había sido bueno
conversando, pero podía usar su boca, sus manos y su cuerpo para mostrarle lo
que era para él. Ella lo era todo. Su boca se movió bajo la suya. Aceptándolo.
Incendiándose. Dejando que él tomara una especie de rendición. Él persistió. Él
sólo no quería rendirse. La deseaba. A Catarina Benoit. A la mujer que se ocultaba
dentro de una chica asustada. Su pequeño fugitiva. Ella había sido arrancada de su
infancia y expuesta a un monstruo. Y luego, cuando ella había tomado una
oportunidad, abriéndose a él, Eli la había traicionado.

― Bebe, estoy tomando de vuelta. Quiero tu corazón y esta vez, voy a


salvaguardarlo para ti, te lo prometo. ― Vertió su promesa en su garganta y en su
cuerpo, así, junto con su amor. Él se detuvo siendo tan amable con sus besos que al
momento ella le respondió, y al momento comenzó activamente a participar en
devolverle el beso.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella nunca le había devuelto un beso. No como este, no moviendo su cuerpo más
profundo debajo de él, sus manos deslizándose alrededor de su cuello, sus dedos
encontrando su cabello. Su lengua se deslizó a lo largo de él, bailando y batiéndose
en duelo, haciendo sus propias demandas.

Ella se iluminó para él como una llama. Se había iluminado y él se incendió. El


calor se extendió por su cuerpo, convirtiendo en roca dura. No era sólo su polla la
que se veía afectada, era todo su cuerpo. Podía sentir la necesidad de ella en cada
célula, en cada músculo individual. Su corazón latía con fuerza y el trueno rugió en
sus oídos. Podía sentir la sangre caliente bombeando a través de sus venas,
rugiendo como el leopardo hacia cuando estaba exigiendo a su compañera.

Todo esto era el hombre, no el gato salvaje. Todo esto era Eli, necesitando a
Catarina. Amándola a ella. Se tomó su tiempo, besándola, haciendo un arte de ello,
alimentándose de su sabor, grabándose la forma y la sensación de ella en su
memoria. Sus labios eran suaves, cálidos, casi indescriptibles para él. Era un
hombre táctil y amaba pasarle la lengua por los labios y tirar de su labio inferior.
Con pequeños pellizcos. Pequeños bocados. Dios ella era preciosa.

Amaba los pequeños sonidos suaves que salían de su garganta. Ella nunca sería
una amante silenciosa. Ella hacía mucho ruido. Mucho de él. Pequeños gemidos
entrecortados. Pequeñas súplicas suaves. Una especie de ronroneo casi lo llevó
fuera de su mente, y cuando ella llegó, ella gritó, y coreaba su nombre. No estaba
avergonzada por el sexo. Ella estaba más avergonzada de no saber mucho sobre
ello.

Él no podía decirle lo excitante que era para él saber que ningún otro hombre había
estado en el interior de ella. Tal vez eso era machista de él, y muy injusto, pero no
le importaba, le encantaba que nadie más hubiera estado en su boca o en su
cuerpo. Ese había sido su primer beso, su primer todo. Ella le pertenecía solo a él.
Nadie más tenía incluso una pequeña parte de ella. No en su corazón. No en su
alma. Sólo él.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Nunca he tenido nada que yo quisiera como mío, ― admitió suavemente contra
su garganta. Su mano barrió a su pecho izquierdo. Le encantaba que su pecho le
llenara la palma de su mano. Tenía curvas y él era un hombre que apreciaba las
curvas, especialmente las de ella.

Sus dedos encontraron su pezón y tiró, recuperando el aliento en su boca.


Cogiendo su entrecortado y pequeño gemido. Sus pezones eran sensibles. A él le
gustaba eso. Le gustaba que ella pudiera tomarlo áspero, pero que se viniera con
suavidad. Besó su camino hacia su pecho derecho, moviendo su pezón con la
lengua antes de cubrir la aureola oscura, y perfecto con la boca y succionar con
fuerza.

Su cuerpo se arqueó, presionando su pecho más profundo en su boca, y cuando él


rodó y tiró del pezón izquierdo, estaba tan en sintonía con ella, que sintió la
electricidad por sí mismo, una línea recta desde el pecho a su caliente y húmedo
canal. Sus piernas se movían sin descanso y ella empujo sus caderas.

― Eso es, nena, ― murmuró en voz baja, tomando sus pechos rellenos. Cambió de
uno a otro, utilizando el borde de los dientes y la palma de la lengua para conducir
a levantarse. ― Vente por mí, gatita. Todo el camino por mí.

Ella hizo un pequeño sonido, como un maullido suave y las pequeñas puntas
afiladas de sus uñas se clavaron en su espalda. Él paso tiempo en sus pechos, de la
manera que lo hizo con su boca, a veces áspero y luego de vuelta a suave, nunca
dejándose encontrar un ritmo. Lo mantuvo hasta que su respiración se hizo en
pequeños jadeos suaves. Deslizó su mano entre sus piernas, sus dedos empujando
en su apretada vaina.

Él levantó la cabeza para mirarla. Ella estaba tumbada, con los ojos en su rostro
mientras sus dedos acariciaban profundamente en su interior.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Yo voy a...― se interrumpió, sus caderas ondulantes, tronzando, necesitando.

― Eres tan jodidamente caliente cuando te vienes para mí, ― susurró, lo que
significaba que le encantaba verla venirse. ― Eso es lo que quiero, cat. D{melo.
D{melo todo a mí. ― Siempre era el momento en que era m{s honesta con él
porque ella se lo daba a él. A Eli. A nadie más. Ella se venía para él. Su pasaje,
resbaladizo y caliente, sujetaba con fuerza sus dedos, tan fuerte, que sintió la
mordida a través de su polla. Se estremeció, gritó su nombre, sus manos
deslizándose por su propio cuerpo, a los lados de sus pechos, a lo largo de las
costillas y el vientre para enmarcar su mano con la suya. Todo el tiempo sus ojos se
aferraron a los suyos, mientras su cuerpo se chupó los dedos, latiendo alrededor de
ellos, los músculos tensos por el trabajo de atraerlo más adentro.

Se inclinó y chupó su pezón profundamente en su boca caliente al igual que su


cuerpo se estaba asentando. Siempre tan suavemente que trajo sus dientes allí,
mordiendo lo suficientemente fuerte que ella estalló de nuevo, su cuerpo
convirtiéndose en un tornillo de banco, mientras sus dedos trabajaron a través de
su segundo orgasmo.

Le encantaba ver la expresión aturdida, impotente en su rostro. Le encantaba la


forma en que decía su nombre, o, a veces, como ahora, no podía decirlo. Su
nombre apenas se formó allí en sus labios y se quedó muda a través de su punto
culminante. ¡Qué hermoso y caliente fue eso¡

No le importaría usar su boca en ella y degustar toda la miel derramando de su


cuerpo, pero él no podía esperar. Necesitaba estar dentro de ella, y ella estaba lista
para él. Muy caliente. Así resbaladiza. Así lista. Empujó sus rodillas, por el que
cada pie cayó sobre el colchón, abriendo sus muslos. Él solamente se metió en un
rápido y fuerte empujón, llevándose a su manera, a través de esos pliegues
imposiblemente ajustados. Esta vez quería que ella se sintiera. Para saber que
estaba en su interior. Eli estaba en ella, no sólo su polla.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Dejó que la corona de su polla entrara en su resbaladizo, y húmedo infierno. Su
cuerpo se estremeció ante la apretada sujeción. Sus ojos volaron hacia él, su cuerpo
casi vibrando con la sensación. Ella tiró de su labio inferior entre los dientes. Casi
gimió. No podía detenerse, se inclinó para utilizar su lengua donde sus dientes
simplemente habían sido. La acción empujó su polla sólo un poco más profundo,
lo suficiente paraqué el sintiera las ondulaciones de su último orgasmo que le
llamaba, haciéndole señas.

― ¿Puedo contar contigo, gatita? ¿Te vas a entregar a mí esta vez? Quiero todo de
ti. Permíteme tenerte, bebé. ― Ella estudió su rostro por lo que pareció una
eternidad. Él no se movió, simplemente dejó que su cuerpo lo apretara y quemara
el infierno sobre su corona sensible. Su arma palpito y se sacudió, pero el resto de
su cuerpo se mantuvo completamente inmóvil. Lo vio por primera vez en sus ojos.
La entrega lenta. Su corazón latía más rápido. Su boca se secó. La conocía. Sabía
que si esta vez Catarina se entregaba a él de nuevo, era un acuerdo hasta que más o
menos la jodiera, y entonces él nunca podría tenerla de nuevo. Esto era todo.
Ahora o nunca. Observó a su pequeña lengua tocar el labio donde había sido.

― ¿Puedo contar contigo, cariño?, ― Preguntó de nuevo. Suavemente. Dejando


que ella lo viera. Lo que sentía dentro de él. ― Entrégate a mí.― Porque él nunca
iba a meter la pata con ella de nuevo.

Ella asintió lentamente, su mirada aferrándose a la suya. Una vez más, sus dientes
tiraban con fuerza del labio inferior, una señal de la decisión trascendental que
estaba haciendo. Había una súplica en sus ojos que le rompió el corazón. Ella se
estaba entregando a sí misma una vez más y estaba aterrorizada de las
consecuencias. Ella le estaba dando el perdón y la oportunidad de empezar de
nuevo. Era monumental y su decisión le humilló. No lo merecía, pero él estaba
tomándola.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Se inclinó hacia delante de nuevo y tomó su boca. Suavemente. Con reverencia.
Ante el temor de ella y el regalo que ella le daba. Lentamente levantó la cabeza,
corriendo una mano detrás sobre su pecho, por su vientre al lugar donde se unían.
― Mío, ―susurró en voz baja. ― Gracias.

Empujó un poco más y se encontró jurando en voz baja, sus dientes se unieron
cuando su caliente, canal dulce se cerró alrededor de la primera pulgada de él
como un tornillo de banco. ― Jodidamente apretado, bebé, ― susurró, y se hundió
otra pulgada, de manera que toda su corona estaba totalmente rodeado por un
puño apretado de llamas abrasadoras.

Ella le quitó el aliento, empujó hasta la última gota de aire fuera de sus pulmones.
Obligó a su cuerpo a mantenerse lento, no queriendo ser duro con ella, pero ella lo
estaba matando. Matándolo con una especie de éxtasis que amenazaba con tomar
la parte superior de la cabeza.

Estaba tensa, sus músculos tensos, y deslizó suavemente sus manos sobre sus
muslos. ― Abre para mí, Gatita. Rel{jate y abre para mí. Déjame tenerte. ― Ella
asintió con la cabeza, pero se tomó un momento para tomar una respiración
consciente y abrir sus rodillas más amplias para él. Le frotó la parte interna de sus
muslos con un suave movimiento circular, a la espera de que los músculos en su
interior se aliviaran un poco para él. Eso no sucedió. Ella misma se había dado a él,
pero dejar que la tomara era harina de otro costal.

Eli se retiró y se quedó sin aliento, la decepción quemando en sus ojos. ― Estoy
tratando, Eli, ― susurró. ― Realmente lo hago.

― Lo sé, bebé. Yo sólo quiero que esto sea bueno para ti. Dime lo que est{ pasando
dentro de esa hermosa cabeza tuya. Y Siempre h{blame a mí. ― Él empujó dos
dedos dentro de ella, estirándola suavemente, encontrando su clítoris para
acariciarlo con la misma mansedumbre.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Tengo tanto miedo de esto. Si tu eres duro... ― Se interrumpió cuando él negó
con la cabeza.

― Quiero hacer el amor contigo, justo como esto. Quiero sentir cada pulgada de ti
con mi cuerpo, y yo quiero que me sientas. Esto se trata de darnos el uno al otro,
sin tomar el placer tan alto como puede ir. Esto es acerca de mí adorando tu
cuerpo. Porque, gatita, eso es exactamente lo que estoy haciendo.

― Lo sé.― Las l{grimas brillaban en sus ojos. ― Puedo sentirlo, y eso me asusta,
Eli. Darme a ti me asusta mucho.

― Sé que lo hace, ― dijo, mirando su rostro mientras sus dedos seguían


acariciándola y trabajando. Él observó el placer indefenso comenzar a alejar la
tensión en su rostro. ― Pero no est{s prestando atención, cariño. Yo me voy a dar a
ti. Nunca me he entregado a una mujer antes. Nunca me he tomado un tiempo
para amarla. Para estar así con ella. Este soy yo, entregándome a ti. ― Lo último de
la tensión desapareció de su cara y ella parpadeó rápidamente para empujar las
lágrimas.

― Entonces, Eli, tienes que estar dentro de mí donde perteneces, ― susurró en voz
baja. ― Porque me siento vacía sin ti.

Cerró los ojos por un momento. ― Maldita sea, bebé, est{s jodidamente
mat{ndome aquí, diciéndome cosas como esas. ― Reemplazó los dedos con la
cabeza de su pene, empujando hasta sentir el puño de seda capturarle y tratar de
tirar de él más profundamente en sus profundidades calientes. El tornillo de banco
le quitó el aliento, pero aún así, no pudo resistirse a lamer la miel de sus dedos. Su
sabor era tan adictivo, que lo perdió.

No pudo pasar a través de sus pliegues apretados, pero resbaló en un incremento a


la vez, una pulgada lenta, tomando una respiración cada vez, sintiendo su cuerpo
combatir la invasión, pero poco a poco dando un paso, al igual que la mujer lo
había hecho. Centímetro a centímetro. Dejando que él la llevara. Dejando que la
tuviera.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella abrió la boca, los ojos muy abiertos por la sorpresa de lo extendida que se
sentía. Con escozor y ardor cuando su gruesa y larga polla sin descanso avanzaba
poco a poco, dejándose caer en ella. Él gimió, una fina capa de sudor cubriéndolo a
él. El sudor en su frente. No estaba del todo seguro de que pudiera sobrevivir el
tiempo suficiente para enterrarse todo el camino dentro de ella.

Nunca había visto algo tan hermoso como la vista de Catarina clavada debajo de
él, empalado por su polla, estirándola, tomándola por su propia cuenta. Sus pechos
se balanceaban con el corto y poco ritmo de balanceo en que se había dejado caer
para tenerla a ella. Su pene estaba en el cielo o en el infierno, no podía decidirlo. El
placer era tan intenso que estaba cerca de doler, su cuerpo tan abrasadoramente
caliente que lo rodeaba con tanta seda que sopló sobre él, ya que lo estranguló.

Puso una mano justo debajo de su ombligo, con los dedos abiertos de ancho. ― No
te muevas, cariño. Yo quiero que esto dure más de cinco segundos, y ahora, por
primera vez desde que tengo trece años, no puedo saber si eso es posible.

― Eli.― Su voz le suplicó. ― No creo que me pueda quedar quieta. Realmente no.
― Su aliento entro en jadeos desiguales y sus caderas trataron de empujar, para
obligarlo todo el camino al interior. ― Quiero hacer lo que pides, pero...

― Pero lo har{s, ¿verdad, gatita? Por mí. Porque yo lo indique. Porque quieres
complacerme. Permanecer{s quieta para mí. ― Su voz se había ido baja, como el
terciopelo y el acero. Su mirada buscó la suya y vio el momento exacto en que
obligó al aire pasar a través de sus pulmones en un esfuerzo para hacer lo que le
pedía. Sus pechos se levantaron y cayeron. Su cuerpo se quedó inmóvil alrededor
de su canal caliente, y húmedo, sujetó con mucha fuerza a su alrededor.

Su mujer. Al escucharlo. Le encantaba eso. Necesitaba de su mujer. Necesitaba


saber que él le importaba y que le daba el placer que necesitaba. Su pulgar
encontró su clítoris e hizo un lento círculo perezoso, viendo el placer indefenso
llevarla encima. Más miel derramándose a su alrededor, en fuego caliente.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él no iba a ser capaz de prolongar esto mucho más tiempo. Envolvió sus dedos
alrededor de la pantorrilla delgada de su pierna y la trajo alrededor de su cintura.
La acción le permitió hundirse más profundo. Cerró los ojos un momento,
absorbiendo el placer. Él coloco su segunda pierna arriba. ― Bloquea los tobillos,
bebé, ― instruyó en voz baja. ― Ag{rrate a mí.

Ella lo hizo, deslizando sus brazos alrededor de él, la confianza que necesitaba de
ella en sus ojos. La atrapó con un brazo alrededor de sus caderas y empujó dentro
de ella. Sus pliegues apretados le dieron paso, y su boca se abrió mientras tomaba
un respiro y empujaba por segunda vez. Entonces él estaba allí, hasta sus bolas
profundas, la punta de su polla golpeando el cuello del útero. Estaba rodeado por
el fuego, en un túnel de seda, un puño con tanta fuerza que amenazara con
estrangularlo.

Él decidió que era el paraíso. Pura mierda de paraíso. Él juró que podía sentir cada
musculo envuelto alrededor de su pene. Su cuerpo vibraba y la sensación irradiaba
por su eje, casi soplando esa corona ultrasensible justo al lado de él. Las lágrimas
estaban de vuelta en sus ojos. Se sentía pequeña bajo él, su profundo canal
demasiado apretado, pero ahora su cuerpo recordaba la sensación de moverse en
ella, siendo parte de ella.

Inclinó la cabeza y besó su vientre, luego comenzó un lento deslizamiento hacia


fuera, retirándose casi hasta la empuñadura, amando la forma en que sus ojos se
abrieron y sus labios protestaron. Él empujó hacia atrás hasta la empuñadura.
Rápido. Conduciéndose a través de los pliegues apretados para reclamarla.

Ella se quedó sin aliento, con las piernas apretando a su alrededor. Él le sonrió. ―
Te gusta eso, ¿verdad, gatita? Te gusta cuando me muevo duro.

Su lengua lamió los labios. Ella asintió con la cabeza. ― Por Favor. Sí. Eli, por
favor.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él le dio un golpe más duro, moviéndose más rápido, y se retiró muy lentamente,
mirando su ceño fruncido, sintiendo sus caderas mientras trataba de recuperarlo.

― Vamos a ver si te gusta esto, ― dijo en voz baja. Estableció un ritmo mucho más
lento, profundizando, pero empujándose poco a poco para que pudiera sentir la
forma en que sus músculos se agarraban a él. Bloqueados sobre él. Moviéndose de
una forma lenta, un casi ritmo perezoso, mostrándole que lento y perezoso podía
ser bueno de una manera diferente. Apretó sobre el pequeño botón, manteniendo
la fricción allí, observando la propagación de color sobre su cuerpo como un rubor
rosa suave.

― Sí, nena, te gusta eso también, ¿no?, ― Susurró. Manteniendo su atención


exactamente donde tenía que ser, justo por encima de su maravilloso y pequeño
lugar dulce, tan avaro, tan necesitado. Mantuvo un loco ritmo pausado, sintiendo
el poder en su cuerpo, reuniéndose, sus bolas apretando. Los dedos del deseo, de
necesidad, bailado de arriba abajo por sus muslos.

Sintió una fuerza reuniéndose en su cuerpo mientras le rodeaba. Sus muslos se


tensaron, su aliento, su brazos a su cerraron más cerca incluso cuando sus
delicados músculos interiores, encerraron su polla. Se retiró y entro de un golpe
duro. Una vez. Dos veces. Tres veces.

Catarina gritó cuando ella se vino, el orgasmo lagrimeando a través de ella, él


tomando con ella por lo que ambos se fueron volando. El seguía manipulándola,
una vez, dos veces, otra vez, y luego fue imposible mientras su cuerpo fue arrojado
en alguna parte en el subespacio y él sólo floto allí en el cielo por un tiempo.

Eli se derrumbó sobre ella, abrazándola con fuerza a él. Se sentía tan pequeña, tan
frágil, y sin embargo su cuerpo podía tomar el suyo. Era un hombre grande e
incluso en su momento más dulce, sabía que no había sido el camino que otros
hombres estarían con ella. Su corazón latía con fuerza junto con el de ella. Él tomó
el pulso frenético alrededor de su eje y su propio latido del corazón palpitando en
su polla.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Soy demasiado pesado para ti, nena. Probablemente te esté aplastando. Pero no
me puedo mover. ― Él no quería moverse. Quería quedarse bloqueado con ella al
igual que lo estaba.

Ella lo abrazó fuertemente, con las piernas y los brazos todavía envolviéndolo
como si fuera un regalo atesorado.

Enterró la cara contra su hombro y cuello, acariciándolo con su boca para que
pudiera tomar en el sabor de su piel.

― Eres la mujer m{s hermosa que he visto en mi vida, ― susurró, lo que significa
que, apenas era capaz de decir las palabras en voz alta porque en el fondo se había
venido abajo. Necesitaba unos minutos para tirar de él hacia atrás juntos. No había
esperado que sus sentimientos por ella fueran tan intensos, tan abrumadores. Para
él, comiéndoselo de adentro hacia afuera.

― Nunca nadie me lo dijo antes, ― susurró. ― No tienes que decirlo.

Su corazón dio un vuelco. Él levantó la cabeza para mirarla, sus ojos buscando los
de ella. Su leopardo. Oyó el sonido de la verdad, pero aún así, ¿era Rafe Cordeau
realmente un idiota? ¿Cómo podía mirar esta mujer, tenerla en su casa, y no decirle
que era hermosa?

― Bebe. ― Fue una reprimenda. ― Los leopardos no mienten a sus compañeros.


Tu lo sabrás si lo hago. Realmente eres la mujer más hermosa que he visto en mi
vida.

Ella parpadeó. Sus largas pestañas abanicando hacia abajo y luego hacia arriba. ―
Probablemente no, pero al menos crees que lo soy. ― Una lenta sonrisa suavizó su
voz aún m{s de lo habitual. ― Y eso es decir algo teniendo en cuenta toda la
experiencia que pareces tener. ― Sus piernas se deslizaron de vuelta al colchón,
como si ella estuviera de repente demasiado cansada para sostenerse a su
alrededor.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Rodó, llevándola con él, por lo que aún estaba cerrada con llave dentro de ella,
pero ella estaba tumbado sobre él, encima de él. Era pequeña y ligera, pero cálida y
suave. Le pasó las dos manos por la espalda hacia la pendiente de su trasero. Él
amaba a su culo. Suave. Fuerte. Con pequeñas hendiduras. Sus dedos las
encontraron y él las froto.

― ¿Alguna vez has pensado en hacerse un tatuaje?

Ella levantó la cabeza, apoyando la barbilla en su pecho, con una ceja levantada. ―
¿Un tatuaje? ¿De qué? ¿Dónde?

Sus manos se deslizaron hasta su trasero redondeado para encontrar la curva en la


parte baja de su espalda. Acariciando allí. ― Aquí. Algo sexy como tú. De esta
forma cuando te tome sobre tus manos y rodillas, puedo verlo.

Su sonrisa llegó a sus ojos. ― ¿Piensas en algo más, además de sexo?

Él le sonrió. ― Lo hice hasta que llegaste tú. Tu perdiste mi mente, gatita, así que
ahora eso es en todo lo que pienso.

Ella se rió y volvió la cabeza para descansar su mejilla en su pecho. Sus manos se
volvieron a posar sobre su piel suave. Haciéndola suya. Memorizando la forma y
la sensación de ella. Su cuerpo disfrutando de la réplica ocasional cuando su
cuerpo comenzó a relajarse todo, su piel derritiéndose ante el calor del suyo.

Nunca había tenido una mujer de esta manera. Así íntimamente. Nunca había
considerado que pudiera ser un hombre que quisiera abrazar a una mujer, pero él
la quería cerca de él. Quería abrazarla. Quería estar dentro de ella el mayor tiempo
posible físicamente.

― ¿Has oído hablar de un hombre llamado Jake Bannaconni?, ― Preguntó.

― Todo el mundo ha oído hablar de él, Eli.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Él es nuestro vecino m{s cercano. Él y su esposa, Emma, son los propietarios del
rancho al lado. Tienen dos niños y otro en camino, y nos han invitado a venir a
cenar con ellos. ¿Tú crees que estarás lista para la compañía en unos días?

Ella se quedó en silencio, las yemas de sus dedos trazando pequeños patrones
sobre sus costillas. Ella parecía lánguida, con somnolencia, sus pestañas cubriendo
sus ojos. ― Es peligroso, Eli. Por supuesto que me gustaría conocer a nuestros
vecinos, pero Rafe nos encontrará con el tiempo. Y tú lo sabes o no me habrías
sugerido entrenar a mi leopardo. Sabes que él va a venir por mí.

― Jake y Emma son cambia formas. Su rancho tiene cerradas muy apretadas y sus
hombres son todos cambiadores. Han tratado con pícaros antes y tiene mucha
gente, dulce, para proteger a su familia. Me gustaría que le eches un vistazo a él, y
él quiere que sepas que tienes un lugar para ir en caso de emergencia. ― Él tuvo
cuidado de mantener su tono de información solamente. No quería presionarla de
una manera u otra. Él ya estaba presionando demasiado en muchas otras áreas.

― Voy a pensar en ello. ― Su voz era somnolienta, de sensual sueño, su cuerpo se


tensó de nuevo. Eso estaba bien con él. A Él no le importaba tanto que ella fuera a
la deriva con su pene todavía enterrado dentro de ella. Si él no tuviera la polla allí,
estaría tentado de poner sus dedos dentro de ella y luego ella realmente estaría
sorprendida.

― Le he pedido a la tienda de comestibles tu lista y un poco de ropa. Necesitarás la


ropa para que aprendas a deshacerte de ella rápidamente para cambiar. Cuanto
más rápido te quites la ropa, más rápida es la capacidad de cambiar para correr.

― Dejaste mis botas. Pagué mucho dinero por ellas. ― Su voz tenía sueño y él
sabía que ella iba un poco a la deriva.

― ¿Tus botas?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Me encantan esas botas.

Hizo una nota mental para reemplazar sus botas con algo que le encantaría igual.
― Siento lo de las botas, bebé. ¿Est{s despierta lo suficiente para escuchar?

Ella asintió con la cabeza, pero sus pestañas persistieron en la deriva hacia abajo.

― Mantendremos ropa extra en vehículos y también alrededor de la propiedad.


Los hombres de Jake hacen lo mismo en su propiedad. ¿Eres bastante buena en leer
mapas?

Sintió su asentimiento de cabeza, pero ella no le respondió en voz alta. Sabía que
estaba perdiendo ante su sueño. Ella lo necesitaba y necesitaría dormir más en los
próximos días. Una vez que su leopardo surgiera, tendrían el doble de trabajo.

Acarició la mano por su pelo, sus dedos deslizándose en la gruesa trenza. Casi la
había perdido. Había estado tan cerca. Todavía tenía que atar cabos sueltos con su
trabajo. Él ya había enviado su resignación. Sabían que estaba enojado por la forma
en que el caso había sido manejado, y en el momento en que su jefe le había
informado de que le había dicho a Rafe Cordeau sobre el paradero de Catarina,
todos en el edificio sabían que lo habían perdido como agente. Casi había llegado
al otro lado de la mesa y dado un puñetazo a su jefe en la cara. Sabía que nadie se
sorprendería de su renuncia, pero tratarían de convencerlo para quedarse.

Ya había tenido varios mensajes de correo electrónico de su jefe, Brady O'Connell,


tratando de darle marcha atrás. Envolvió sus brazos más apretados alrededor de
su mujer y se volvió a un lado mientras su polla finalmente se relajaba lo suficiente
para deslizarse libre. La hizo rodar apretándola contra él y cerró su brazo
alrededor de ella, sosteniéndola a él. Deslizó un muslo entre los suyos y empujó
contra sus nalgas, haciendo una madriguera entre los blandos globos firmes, por lo
que su pene tenía un lugar de descanso suave y cálido.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Buenas noches, cariño, ― dijo en voz baja. ― No m{s malos sueños.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

C atarina se ocupó de hacer el desayuno. Por regla general, cuando ella estaba

en la cocina, ella podría perderse allí. La cocina había sido su lugar favorito, su
refugio. Rafe a menudo vagaba cuando se iba a preparar la comida para ambos o a
hornear algo para más adelante.

A Eli le gustaba sentarse en la cocina y beber su café. Su presencia ocupaba toda la


habitación, a pesar de que era amplia. También parecía absorber todo el aire fuera
de ella también. No parecía saberlo, con calma mirando por el amplio panel de
ventanas al exterior, donde la vista era preciosa.

Coló otra mirada a él. Estaba demasiado guapo para la paz de la mente de ella, en
una forma puramente masculina. No había ningún rasgo juvenil en Eli. Él era todo
un hombre, cada ángulo de corte fuerte, las líneas en su rostro tallado profundo. Su
mandíbula era fuerte, su recta nariz, y sus hombros eran lo suficientemente
amplios como para llenar una puerta.

La hacía sentir pequeña y muy femenina. Justo en este momento, se sentía un poco
tímida. Eso tenía algo que ver con la forma en que la miraba. Él estaba diferente
esta mañana. Siempre que su mirada se posó sobre ella, él se centró, al igual que
antes, mirando como si pudiera ver a través de ella su alma, pero era más. Era la
forma en que se centraba en ella. Se humedeció los labios y trató de no asustarse
cuando se cambió. El roce de la silla la tenía contemplando saltar de la suya. Había
ido de estar sentado detrás de la mesa a hacer todo el camino alrededor del mesón,
su cuerpo mucho más grande inmovilizándola contra el fregadero.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― ¿Qué est{s haciendo, Eli? ― Odiaba sonar tan sin aliento. Como si fuera una
chica en vez de una mujer. Él siempre estaba tan seguro de sí mismo, y se sentía
muy seguro. Su corazón estaba todo oscilante – ella todavía estaba tan asustada de
que él la desgarrara y destruyera, realmente se sentía frágil.

― Gatita. ― Lo dijo en voz baja. Solo eso. Su mano se acercó a enmarcar su cara, su
pulgar desliz{ndose suavemente sobre su piel suave. ― No me has mirado a mí ni
una vez esta mañana. Ni una sola vez.

― Lo he hecho. ― negó toda prisa. ― Te he mirado un montón. ― no podía


conseguir obligarse a sí misma a mirar sus ojos debido que iba a ver esa mirada. A
sabía que estaba allí y sabía lo que significaba. Se había entregado a él ayer por la
noche de una manera que no podía tomar de nuevo. Había hecho un compromiso,
y ahora ella estaba aterrorizada.

― Te est{s escondiendo de mí.

Su voz era tan suave. Terciopelo que alisaba sobre su piel y envió escalofríos de
calor hacia abajo por su columna vertebral. Era un puro y absoluto infierno, estar
tan afectada por la voz de un hombre. Su aroma la rodeaba, una salvaje selva
tropical, un aroma primario cuando ella respiró, se sentía como si ella lo llevara
dentro de ella.

― Estoy trabajando, trato de hacer el desayuno. Y antes de eso hice el café.

― No me besaste de los buenos días tampoco.

Ahora había humor en su voz. Suave y divertida. No podía tomar la combinación,


no en una taza de café.

― Eli, lo digo en serio, vas a arruinar nuestro desayuno. ― Una vez m{s, sin llegar
a elevar la mirada hacia la de él, trató de caminar a su alrededor. Eli era una pared
sólida. No pudo moverlo incluso cuando puso su mano en su pecho y empujó. Ni
siquiera su dura espalda.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― En este preciso momento, bebé, me importa un comino el desayuno. Quiero que
me mires.

― Bueno, yo no puedo. ― La admisión estalló fuera de ella. No podía contenerlo.


Siempre parecía dejar escapar la verdad a su alrededor, no importaba lo que se
prometiera a sí misma.

― ¿No puedes?, ― Hizo eco, sonando m{s divertido que nunca.

― No, yo no puedo. Así que ve a sentarte y déjame terminar de hacer el desayuno.

Catarina sonaba insolente. Eli no recibió su irritación muy bien, estaba bastante
segura de ello, sobre todo cuando una mano se movió de la sartén en la estufa de la
hornilla y el otro brazo se envolvió alrededor de la cintura de ella.

― Gatita, no voy a estar toda la mañana sin un beso. Cuando nos despertamos,
tienes dos opciones. Su boca puede estar en la mía, o puede estar en mi polla. No
es tan difícil. Tú no tenías tus labios alrededor de mi polla cuando me desperté, así
que estoy esperando mi beso. ― Eso fue un poco chocante. No debería estar
sorprendida porque sonara como el arrogante, y mandón Eli, ya que debía haberse
familiarizado con él. Ya que el mandón, arrogante, y dominador Eli, era mucho
más familiar que el dulce Eli.

― ¿Esas son mis dos opciones?

― Sí. Y algunos días, voy a esperar los dos.

― Qué suerte la mía. Realmente, Eli, ¿qué otras reglas tienes? No me gustaría
romper ninguna. ― A pesar de su repentina y extraña timidez, él la había hecho
molestar lo suficiente para que ella se arriesgara a mirar hacia arriba. Gran error. Él
podía sonar divertido, pero él no parecía divertido. Sus ojos color ámbar se habían
ido a dorados. Oro bruñido. Casi líquido, lo que ella sabía que era una mala señal.
Su mano se instaló en su largo pelo, empuñándose allí. La empujo la cabeza hacia
atrás, usando su agarre en su cabello. Fuerte. Nada, en absoluto suave. Una

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
mordida de dolor en su cuero cabelludo enviando calor corriendo por sus venas
como lava caliente que fluía directamente de más profundo núcleo femenino.

Oh Dios. ¿Por qué tenía que encontrar todo sobre él abrasador y caliente? Ella dio
una protesta suave, ― Eli. ― Su estómago hizo un giro divertido. Podía hacer que
ella lo quisiera con un solo toque. Una mirada. Él le hacía aterrorizar el tiempo que
pasaba con él. ¿Qué había hecho? ¿Cómo había hecho ese estúpido compromiso?

― No conseguir{s alejarte de nuevo. Tú te me entregaste anoche, ― dijo, con los


ojos en llamas ferozmente. Podía ver el leopardo en él, un feroz, animal salvaje,
que estaba al acecho cerca de la superficie, necesitando que su pareja se sometiera a
él.

― No voy a alejarme, ― susurró, impresionado por el poder que sentía corriendo a


través de él. Su cuerpo era duro y caliente, su fuerza apenas contenida.

― Entonces, ¿qué demonios est{s haciendo?, ― Exigió.

Ella contó sus latidos. Oyó su pulso golpeando en sus oídos. Una mano era una
endeble defensa, allí en el pecho. Podía sentir sus músculos definidos en espiral de
tensión por debajo de su palma.

― Estoy... ah... teniendo un tiempo de espera. ― Él dejó escapar el aliento en un


lento siseo de molestia. Su mano no aflojó en su cabello, evitando que moviera la
cabeza.

― ¿Un tiempo de espera?

Se humedeció los labios, y por primera vez, ella realmente lo miró. Lo miró a los
ojos. E inmediatamente se encontró atrapada y mantenida allí, presa en todo ese
oro. Tragó saliva.

― Yo no voy a alejarme, Eli. Estoy abrumada. No sé cómo actuar. Todavía estoy


un poco asustada y lo siento si eso te molesta. ― Él la miró sin pestañear, con la
mirada enfocada del leopardo en lo que pareció una eternidad. Su rostro se
suavizó, aunque el control sobre su pelo no lo hizo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Gatita. No te puedes ocultar de mí con esto. Si estás asustada, me hablas. Si
estás abrumada, me lo dices. Yo no soy el tipo de hombre de adivinar lo que está
pasando con mi mujer. Tienes que venir directo a mí y decírmelo.

Ella tragó saliva de nuevo. ― Bueno.

― Voy a besarte de buenos días, ― dijo en voz baja. ― Eso es todo, sólo besarte.
Eso no debería asustarte. Tú me has besado antes, así que ¿por qué te asusté esta
mañana?

― Nunca nos detenemos en solo besos, y yo necesito tiempo para procesar todo.
Tú me confundes, Eli. No puedo pensar cuando me estás besando o tus manos
están en mí, y me parece que hago las cosas más locas.

Sus labios susurraban contra los suyos, el más ligero de los toques, pero parecía ser
que también había enviado una llameante flecha recta entre sus piernas.

― Me encanta cómo de honesta eres, Cat, ― dijo en voz baja, con la boca sobre la
de ella.

La forma en que lo hizo, hablando sobre su boca, la dejó tan caliente como si él la
hubiera besado. Bueno quizás ella estaba equivocada acerca de eso porque
entonces él la besó y la tierra se movió de debajo de los pies de ella. La habitación
dio vueltas. Su cuerpo se fundió con el suyo. Ni siquiera sintió cuando la mano se
aflojo en el pelo. Sus brazos se deslizaron hasta su pecho y se cerraron alrededor de
su cuello para llevar la cabeza más cerca. La besó y luego ella lo devoró como si
fuera todo lo que quería para el desayuno.

Eli rompió el beso y miró a los ojos aturdidos. Su corazón tartamudeó en su pecho.
Ella era hermosa para él. No sólo por el embalaje exterior, sino por la forma en que
ella se entregaba a él cuando la tocaba. La forma en que ella le respondía de
manera honesta, incluso si ella estaba revelándole cosas a él, que prefería mantener
ocultas.

Saga Cárpatos
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Sus labios estaban separaron sólo un espacio mínimo, parecían hinchados por sus
besos, húmedos, suaves e invitándolo de nuevo. No trató de resistirse a la
invitación, a pesar de que él le había prometido que sólo la besaría. Sabía que ella
no llevaba nada debajo de la camisa, porque él le había pedido no usar nada más.
Su mujer siempre hacia lo que le pedía, porque por alguna razón, si le importaba,
le importaba a ella. Incluso cuando era duro para ella.

Como esta mañana. Abrumada por su compromiso con él, pero no retirándolo de
nuevo. Levantó la cabeza y pasó la mano suavemente sobre su cara. ― ¿Est{s bien
ahora, nena? ¿Tenemos que hablar más?

Un toque de diversión se arrastró en el azul violeta oscuro de sus ojos. ― ¿Es a


esto a lo que llamas eso? ¿Hablar?

― Es la forma en que mejor hablo. Digo buenos días a mi mujer. Dicho esto, est{s a
salvo conmigo. ¿Lo sentiste?

― No lo sé. Todavía estoy tratando de apagar el fuego que comenzaste. Siempre


desordenando mi cerebro. ― Pero ella estaba sonriendo. Mir{ndolo. Antes había
sido solo miedo, ni siquiera la casualidad de una mirada. Eli dio la vuelta lejos de
ella antes de que fuera demasiado tarde. El rondó por la habitación, iba y venía
para liberar la energía acumulada en su cuerpo. Él era un hombre que necesitaba
sexo, un montón de sexo, pero ahora, con ella tan cerca de él, lo necesitaba todo el
tiempo. Su leopardo era un puñetero en el mejor de los días, pero con el cuerpo de
Eli dolorosamente duro, por lo que parecía cada minuto del día, el leopardo estaba
rugiendo por presentarse a Catarina.

― Estoy haciendo otro café, ― anunció. ― ¿Quieres uno?

― Claro. Eso estaría bien, ― se aventuró.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella se quedó allí, de espaldas a la barra, su largo cabello reluciente como una
cascada después de medianoche, con los ojos todavía un poco aturdidos y si ella no
se apuraba, él iba a sentarla en el mostrador, y a poner su boca entre sus piernas y
tenerla para el desayuno.

― Bebe. ― Suspiró con cariño.

― ¿Mmm?

Su polla se sacudió. Amenazando con estallar a través de sus pantalones vaqueros.


― Sirve nuestro desayuno.

― Oh. Sí. Yo sabía que estaba haciendo algo.

Eso le hizo sonreír y el borde feroz de su temperamento había desaparecido así


como así. Se dirigió a la m{quina de café y comenzó el proceso. ― Quiero
asegurarme de que entiendas la regla que tenemos pasando en esta casa. ― Él se
mantuvo de espaldas a ella. Podía oírla cortando las verduras y ella era rápida en
ello. No había ni un segundo de vacilación. Ella sería buena con un cuchillo de
lanzar.

― ¿Regla?, ― Murmuró, distraída.

No quería que estuviera distraída. ― Cat, mírame. ― Volvió la cabeza para mirarla
por encima del hombro, esperando por el impacto total de sus hermosos ojos
azules en los suyos. ― Cuando te despiertes, ¿Adónde ir{ su boca?

― ¿Es en serio, Eli? Eso no puede ser una regla.

― Es una regla.

― Yo podría tener que tomar una respiración en la mañana. O voy a tener que ir al
baño. O yo podría querer despertarme antes y sentarme en el porche con una taza
de café. Eso no puede ser una regla, ― protestó.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Se quedó allí, haciendo un gesto con el cuchillo, con el ceño un poco fruncido en su
rostro. Tenía los ojos más azules que el más profundo mar, y su pelo estaba en
todas partes, cayendo en cascada a la cintura. Su belleza le quitó el aliento.

― Es una regla, ― repitió. ― Te despiertas, y tu boca pertenece cualquiera de esos


dos lugares. Después de esto, puedes hacer cualquier maldita cosa que quieras.

― Qué suerte la mía. ― Ella se volvió a seguir picando.

Se encontró sonriendo. Ella no discutió con él y estaba bastante seguro de que


había hecho su punto.

― Hablando de besar, Gatita, ― dijo, prestando m{s atención a la m{quina de café.


No lograba entender por qué su café era mucho mejor. Él seguía las instrucciones a
la letra, pero simplemente no salió exactamente igual. ― Esa misma regla se aplica
en la noche cuando vamos a la cama.

― ¡Oh, por el amor de Dios. ¿Y tu boca? ― Él se rió suavemente y tomo una silla
para poder sentarse a horcajadas sobre ella mientras la observaba trabajar. ― Es
justo si la misma regla se aplica a mí. Me despierto, mi boca está en la tuya o entre
tus piernas. Cualquiera que sea lo que mejor funcione en el momento.

Ella casi se ahoga. El rubor rodando desde dentro de la camisa hasta el cuello. ―
Ya veo, ― se las arregló para decir.

Le gustaba verla cocinar. Ella lo disfrutaba. No había duda en su mente, ella sería
feliz en su casa, por lo que sería un hogar para ellos. Le gustaba sentarse en su
cocina con el aroma del café y el desayuno rodeándole. Le gustaba tener su olor en
sus pulmones y su sabor en la boca. A él le gustaba especialmente tener su cuerpo
desnudo, caliente y suave, envuelto en su camisa mientras ella trabajaba. Se sentía
cómodo burlándose de ella, y viendo su rubor rodar hasta el cuello y en la cara.

― ¿Creías que iba a descuidarte? ― Insistió.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella entrecerró los ojos. ― Deja de tratar de distraerme. Estoy trabajando aquí.

― Yo sólo quería asegurarme de que sabes que yo no soy del todo un bastardo
egoísta. Bueno, ahora que lo digo, a lo mejor no es cierto. Tal vez lo soy. Me gusta
mi boca entre tus piernas, tomando todo la dulce miel de ti. Es mía, ¿no? Me
pertenece. Un hombre debe ser capaz de cosechar la miel en cualquier momento
que quiera, ya que le pertenece a él.

― Tengo un cuchillo en la mano, ― le recordó. ― Y est{s tratando de


avergonzarme.

― Gatita, ― dijo en voz baja. ― Estoy haciendo un trabajo muy bueno de ello.

Ella se echó a reír, y al instante la cocina se inundó con calidez. Ella no se reía a
menudo, no como esto, no realmente y el sonido se sentía un poco como música.

― Lo haces, ― admitió. ― Estoy casi terminando. Los pastelitos est{n casi hechos
y las tortillas están perfectas. Yo no tengo mucho con que trabajar. Realmente
necesitamos víveres, Eli, y podré hacerlo mucho mejor.

Ella organizó su tortilla y croquetas de patata mezcladas con jamón en el plato y lo


puso delante de él con sus cubiertos. La forma en que organizó todo con tal
cuidado hizo que su corazón se derritiera por todo el borde. A ella le gustaba
cuidar de él. No hubo nadie que quisiera hacerse cargo de él desde que sus padres
habían muerto cuando él era un niño. A ella le gustaba. Podía decirlo por la forma
en que ella acomodo una servilleta para él, comprobó su café y le puso la canasta
de pastelitos calientes, frescos frente a él antes de que ella se instalara con su
propia comida frente a él.

― Nunca voy a renunciar a ti, Catarina, ― dijo con firmeza. ― Nunca. Voy a
cuidar muy bien de ti

, así nunca querrás dejarme.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella le envió una pequeña sonrisa y se apartó el pelo de la cara, tirando los largos
mechones sobre su hombro en un gesto puramente femenino. Ella era sexy sin
siquiera intentarlo. Sin embargo, ella tenía una expresión que le decía que no
estaba segura de que quisiera decir lo que estaba diciendo.

Eli se inclinó sobre la mesa hacia ella. ― Somos cambiadores, Cat. Los leopardos
se aparean de por vida y más allá. Tenemos que encontramos el uno al otro, una y
otra vez, a veces incluso podemos recordar cosas sobre uno u otro. Los leopardos
huelen las mentiras y eso hace que sea imposible para los compañeros mentirse o
engañarse, los unos a los otros.

Ella frunció el ceño. ― ¿Por qué no supe yo que eras un policía?

― Debido a que tu gato no estaba lo suficientemente cerca como para reconocer al


mío. Yo no sabía que eras leopardo y tú no sabías que lo eras. Pero somos
compañeros. Tú lo sabrás por tu leopardo. No te estoy diciendo mentiras cuando te
digo que creo que eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida. O la más
sexy. O que quiero tenerte cada maldito momento en que pongo los ojos en ti. O
cuando te digo que nunca voy a renunciar a ti.

Sus ojos lo miraron durante mucho tiempo. ― Entonces creo que tomé la decisión
correcta. Creo que eres tan hermoso que te llevas mi aliento. ― Trató de no dejar
que el sonido de su voz y la forma en que dijo las palabras, el anillo de la verdad
absoluta llegara a él, pero lo hizo. Su corazón dio un vuelco. Su vientre se anudó y
su polla estaba dura como una maldita roca. El amor y la lujuria mezclados en una
terrible combustión química, a la espera de una oportunidad.

― Bebe. Los hombres no son hermosos.

― Tú lo eres. La forma de moverte. Tus ojos. Tu boca. Especialmente tu voz. ―


Ella le dio otra pequeña sonrisa. ― No duele que tengas un cuerpo muy picante y
sepas cómo usarlo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Sus ojos se encontraron con los suyos. Era todo lo que podía hacer para no saltar a
la mesa y arrastrarla a sus brazos. Él tenía la sensación de que se estaba
enamorando más y más profundamente de ella. Ella aún no estaba lista. Necesitaba
un poco de espacio y ella lo dejado hecho claro. Quería dárselo a ella. Él respiró
hondo, levantó el tenedor y le saludó. ― Gatito, eres la mejor cocinera por la que
he estado alrededor. Voy a comer esto, vi todos los ingredientes que pusiste en él,
pero nunca he comido huevos como este. Nunca. Debes ser maga.

Ella le miró complacida. ― Espera hasta que realmente tenga algunas especias y
cosas con que trabajar. Me encanta esta cocina, Eli. Es hermosa.

― Me alegro. Cualquier cosa que quieras cambiar, h{zmelo saber y voy a ver qué
puedo hacer al respecto. Te lo dije, no soy un cocinero, pero puedo asar un filete a
la parrilla. ― Se obligó a sonar brusco. Él no quería asustarla a ella, pero él
conseguiría todo lo que ella le pidiera. Tiraría hacia abajo la maldita luna para ella
si ella se la pedía.

― Eso es bueno, porque no siempre tengo ganas de cocinar, ― admitió, a


escondidas dándole un pequeño vistazo a él por encima de su café.

Eli frunció el ceño. ― No tienes que cocinar para mí, Catarina. No te he traído aquí
para que estuvieras preocupada por mí. Cada vez que no tengas ganas de cocinar,
sólo dilo. Voy a tomar el relevo o vamos a comer fuera.

― No podemos comer fuera, Eli. Incluso tú no puedes comer fuera. ― Ella levantó
la cabeza, sus ojos azules reuniéndose con los suyos, ansiosos.

A Eli le gustaba que ella lo mirara alarmada. Por él. No por ella. Ella estaba
preocupada por él. ― Yo no tengo miedo de Cordeau, bebé, ― dijo en voz baja.

Ella negó con la cabeza. ― Eli, él sabr{ que estoy contigo ahora, y al momento en
que te dejes ver en algún lugar, él te encontrar{, ― le advirtió Catarina, eligiendo
cuidadosamente sus palabras, tratando de no sonar como si ella lo estuviera
desafiando. O dándole órdenes.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Su corazón dio un vuelco. Puso su mano sobre la de ella, su pulgar deslizándose
por la piel desnuda de su muñeca interna. ― Vamos a estar listos para él. No
pretendo que nos escondamos para siempre. Sólo el tiempo suficiente para que tu
leopardo haga su aparición, y que estemos listos.

Catarina inclinó la cabeza hacia un lado y su largo cabello reluciente cayó


alrededor de su hombro y por la espalda haciendo saltar su polla. Le encantaba ese
pequeño gesto simple y lo hacía mucho cuando su pelo estaba suelto. Le gustaba el
pelo suelto.

― Simplemente ¿cómo nos prepararemos para un hombre como Rafe Cordeau?

― En una pelea, gatita, a veces todo se reduce a un acondicionamiento. Sé que


suena simple, pero quien está en forma, a veces va con el pie izquierdo. Así que
vamos a comenzar en el campo de entrenamiento hoy. Vamos a correr, a trabajo en
las bolsas, las patadas, los puñetazos, las abdominales, las flexiones y el balón
medicinal. Te quiero enseñas a disparar un arma durante todos los días y tengo un
par de cuchillos de práctica que podemos utilizar. Si logras un golpe con uno,
planteas un infierno de roncha y sabes que podrías conseguir cortar.

― Suena divertido, ― dijo, y dio otro sorbo de su café.

Sus ojos se estrecharon en su rostro. ― Esto no es un juego que estemos jugando


con Cordeau.

― No me estoy quejando. Yo ya estaba entrenando, ― señaló. ― Es sólo que,


bueno, no puedo verme superando a Rafe en un combate cuerpo a cuerpo.

Eli frunció el ceño. Había crecido con Rafe siendo la única autoridad a su
alrededor. Todo el mundo tenía miedo del hombre. Todo el mundo. Especialmente
Catarina. Para ella, Cordeau era el último, monstruo invencible. Eli cazaba
monstruos, tanto humanos como cambiantes. Él había estado haciendo un buen
trabajo, y los otros cambia formas sabían que había estado haciéndolo incluso más
tiempo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Él no es invencible, Cat. Es peligroso, pero no es invencible. He conocido a un
buen número de hombres y pícaros como él. Todavía estoy vivo y ellos no lo están.
Pongo a los seres humanos en jaulas si puedo y a los cambia formas en el suelo,
porque no nos podemos permitir un pícaro suelto en el mundo. ― Dejó caer una
mano debajo de la mesa donde podía ver su mano frotando con ansiedad su
muslo.

― Sé que eres todo machista, Eli. Incluso puedo decir que sabes cómo luchar. Pero
él no está bien. No lo está. Yo nunca realmente quise mirarlo demasiado de cerca
porque es todo lo que tenía, pero hay algo que no está bien en él.

Sabía lo que quería decir. Rafe Cordeau era un sociópata, y todo en él era peor ya
que era un cambia formas. Su leopardo ansiaba cazar seres humanos y Cordeau le
daba eso a él. Disfrutaba de disponer de la vida y la muerte de los que le rodeaban.
No podía imaginar lo que había sido para una chica joven crecer en la casa de
Cordeau. O el valor que debía había tomado para poder irse.

― Estoy verdaderamente arrepentido de que los bastardos le dieran tu ubicación,


Cat. No estaba de acuerdo con la decisión, pero aún así, Yo era parte de ello.

Ella se encogió de hombros. ― Yo estaba muy cómoda allí. Al final me habría


quedado demasiado tiempo, y habría cometido un error. Esa es la peor parte,
averiguar cuando se tiene que hacer un movimiento, después de todo el tiempo y
esfuerzo que has puesto en una nueva vida.

― No aquí, ― dijo. ― Ahora no. Este va a ser su hogar. Aquí. La guarida de mi


Cat. Es todo suya, Catarina, también puedes hacer lo que quieras en ella.

― ¿Quieres decir eso, ¿no?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Quiero un hogar. Me imagino que sabes un infierno de mucho m{s que yo que
hacer en ese departamento. Y bebé, cuando trabajabas en la tienda de café, no
importaba que ropa llevaras, cada hombre a una milla estaba haciendo cola
tratando de averiguar cómo conseguir meterse en tus pantalones. Con tu cara, ese
cuerpo y todo ese pelo, infiernos mujer, los hombres salían del bar temprano para
llegar a la cafetería solo para verte. La mayoría de ellos se hicieron pajas en el baño
ante el sonido de tu voz, y la imagen de ti en sus cabezas.

Ella se quedó sin aliento. ― Eso no es cierto. Yo estaba volando bajo el radar. Y los
hombres no me veían así.

― Yo soy un hombre, gatita. ¿Qué diablos crees que estaba haciendo todas las
noches después de dejarte a ti?

Ella se sonrojó de nuevo. ― En serio, Eli, tu forma de hablar conmigo es tan cruda
a veces.

Mantuvo los ojos en su rostro. ― ¿Eso te molesta, bebé? ¿Mi forma de hablar?

Ella abrió la boca para decir algo de forma rápida, una respuesta rápida, pero
luego se detuvo y sacudió la cabeza. ― En realidad no.

― Creciendo como lo hiciste, me imaginé que tal vez mi forma de hablar no te


molestaría tanto. Voy encubierto durante meses a la vez, Cat. Los lugares a los que
voy, la gente con la que me codeo, ellos no son de la clase de hablar educado.
Hablo de esta manera porque si no lo hago de esta manera, soy un hombre muerto.

― Entiendo. No me molesta. Yo nunca pensé en términos de que un hombre que


me mirara, tuviera la necesidad de ir a un baño para... um... aliviarse.

― Es la verdad. No habrías durado dos semanas m{s sin drama. Iba a tener que
patear algunos culos, y no habría sido bastante.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― ¿Tu habrías pateado culos por mí?

― Nena, mataría por ti. El hombre que te toque, no va a vivir mucho tiempo. Ni
entonces ni ahora.

― No digas eso, Eli. Te lo dije. Yo no quiero que digas eso nunca m{s.

― Lo sé, Cat, sé que lo dijiste, pero me refiero a una manera diferente. Me refiero a
cualquier hombre que trate de dañarte.

Ella dejó escapar el aliento lentamente, claramente no queriendo continuar con el


tema. ― ¿Por qué mi leopardo se ha vuelto tan tranquila, de repente? ¿Podría
haber perdido su ventana emergente? Yo no quiero que aparezca. Tal vez la
reprimí con todas mis dudas.

― No sé si eso es realmente posible, Cat, ― admitió. No había pensado en eso. ―


Pensé que ella estaba descansando para el gran evento. ― Terminó lo que quedaba
en el plato porque de ninguna manera iba a dejar un bocado de comida que
Catarina había cocinado para él. Se echó hacia atrás en su silla y cogió un pastel
para acompañar su café.

― Eso espero. Ahora que he visto el leopardo y que no trato de comerme ni nada,
me gusta la idea de ella.

― Ella va a ser difícil de manejar al principio, pero eres fuerte y tienes coraje. Lo
vas a hacer bien con ella.

Ella lo miró por debajo de sus largas pestañas. ― ¿Sabes cu{ntas veces me has
dicho cosas buenas sobre mí, Eli?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Alguien debería haberte estado diciendo cosas agradables durante tu vida
entera, gatita. No debiste tener una drogadicta por madre, o a Rafe por guardián.
Debiste haber crecido en una casa llena de amor. No puedo hacer nada acerca de
su pasado, pero puedo malditamente asegurarme de que te sientes amada en tu
futuro. Y cuando tengamos niños, vamos a estar diciéndoles cosas buenas a ellos
un centenar de veces al día.

Su mirada se aferró a la suya. Una vez más vio esperanza allí y el miedo mezclado
con él, como si tuviera todavía miedo de creer, pero dispuesta a intentarlo. ― Voy
a lavar los platos. Te vistes para hacer ejercicio. ¿Has subido antes?

― Subido, ¿de qué manera?

― Hasta una montaña. Una roca. Un muro de escalada. Nada en absoluto.

― Ellos no tienen montañas de donde vengo, y Rafe nunca me habría permitido ir


a un lugar donde hubiera un muro de escalada. Tenía hombres siguiéndome
alrededor todo el tiempo.

― ¿Cómo lograste alejarte de él la última vez?

― Él tenía sensores en las ventanas y puertas. Se olvidó del piso. Tuve cuidado, así
que no había evidencia de que yo estaba tirando de las tablas del suelo, así que
tenía un espacio lo suficientemente grande para caber debajo. No hizo poner
cámaras en los baños o en las habitaciones, excepto en la mía. Sólo tuve que
tomarme mi tiempo. Me las ingenie para encontrar la manera de vencer la
combinación de su caja fuerte, así tuve dinero para salir corriendo. Aprendí a leer
viendo espectáculos infantiles. Podía oírlos y eso sólo reforzó su creencia de que no
era demasiado brillante.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― ¿Cordeau no quería que fueras educada? ― Estaba empezando a detestar el
hombre. Sintió el leopardo elevarse cerca de la superficie en respuesta directa a su
creciente carácter. Sabía que sus ojos brillaban porque podía ver las olas de calor en
franjas a través de su visión. Cordeau quería una adolescente tan atrapada y que
no tuviera amigos en ninguna parte a su vez. También se aseguró de que se
sintiera mal consigo misma, inferior a él.

Se lamió los labios, llamando su inmediata atención. ― No, le pregunte una vez si
podía tener un tutor y él se enojó conmigo. No loco, pero me dio miedo. Tú eres la
única persona que puede hacer eso. ― Ella estaba retirando los cubiertos de la
mesa y él se acercó para poner su mano sobre la de ella, aquietando esos dedos
inquietos.

― ¿Qué quieres decir, con 'loco de miedo'?

― Cuando est{s enojado, Eli, puedes entrar en la sala y te siento, el ataque


repentino de calor es aterrador, intenso, muy potente. La energía es tan fuerte, que
a veces pienso que podrías noquear a alguien más con ella.

Él sabía de lo que estaba hablando y no podía negarlo. Él podría callar una


habitación llena de hombres machistas con su ira. No era tan difícil sentir la
presencia de su gato, un cambiante, melancólico, y vicioso animal, de mal carácter
que podría romper un hombre en cuestión de segundos.

― Lo sé, cariño, ― admitió en voz baja. ― Puedo conseguir eso. Puedo ser malo.
Tengo un temperamento. Pero por ti, voy a tratar de mantenerlo a raya, pero si se
pone feo, tienes todo el derecho de decirlo. Eso sí, no de abandonarme. Si digo algo
que te duela, me lo haces saber. No lo guardes dentro. Tienes que aprender a vivir
conmigo y yo no te estoy diciendo que va a ser fácil. Te lo dije, me gustan las cosas
a mi manera, y yo no estoy tomando ningún riesgo con su seguridad. Supongo que
vamos a chocar cabezas un par de veces.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Cuando dices que soy tu mujer, Eli, ¿qué significa eso exactamente? Para mí.
Qué esperas y qué puedo esperar?

Su pulgar se deslizó sobre la parte interior de su muñeca, comprobando su pulso.


El corazón le latía un poco demasiado rápido. Estaba asustada, pero estaba
decidida.

― Cuando digo que eres mía, quiere decir que eres mi compañera en cuanto al
cambia formas. Mi esposa en términos humanos. Nosotros construiremos una vida
juntos. Eso es lo que vamos a hacer. Voy a tener cubierta tu espalda y tú la mía.

― Así que es una asociación.

Vio al instante hacia donde iba esta conversación. Tenía que ser honesto con ella
sobre quién era. Él no iba a cambiar, no con su leopardo tan dominante. No con
tantos años de ser el hombre en el que se había convertido. A él le gustaba la forma
en que era. Era importante que ella supiera la verdad de él, incluso si era un poco
arriesgado por lo temprano en su relación.

― Sí y no, bebé. Te lo dije, me gusta todo a mi manera. Mis reglas, a mi manera.


Eso es lo que es. Haré seguro de que eres feliz. Al igual que mi forma de hablar a
veces. No siempre te gustara, pero estas de acuerdo con ella. Creo que estás en
peligro, entonces vas a hacer exactamente lo que te diga y cuando te lo diga. Es así
de simple.

― Veo. Así que en realidad es una dictadura.

Se encogió de hombros. ― Me importa un bledo cómo desees etiquetarlo, Gatita.


La conclusión es que trabajaremos fuera. Si no te gusta algo, me lo dices. Vamos a
trabajar por ello.

― ¿Nosotros, Eli? ¿Vas a escucharme?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Oyó el ligero temblor en su voz. Estaba siendo muy valiente, tratando de tener una
idea de su futuro con él. No quería mentirle a ella y pintar un cuadro bonito. Él no
iba a ser fácil para vivir, pero había estado con ella lo suficiente como para saber
que ella encajaba con él. Ella no lo sabía todavía, pero ya lo iba a hacer. Él lo sintió.

Se llevó la mano a la boca y lentamente abrió sus dedos. Presionando su boca en el


centro de la palma y la miró a los ojos azules brillantes. Ella estaba realmente
tratando por él y él lo apreciaba. Su corazón dio un vuelco, como solía hacer
cuando se veía tan frágil. Había crecido en un hogar terrible y ella sabía lo que era
el mundo de la delincuencia, pero en muchos aspectos había estado protegida.
Cordeau no quería que ella supiera demasiado sobre cualquier cosa en el mundo
para que cuando su leopardo surgiera, ella fuera totalmente dependiente de él para
cualquier cosa, incluyendo la información que iba a necesitar.

¿Habría Cordeau planeado transformarla a ella en la clase de compañero que


necesitaba para su leopardo asesino? ¿Tratado de forzarla a cazar seres humanos
con él? Si ella lo hubiera hecho aunque fuera una sola vez, pensando en todos los
cambiadores que lo hicieron, la vergüenza y la culpa la tendrían atada a Cordeau
por toda la eternidad.

― Voy a escucharte, Catarina, te lo prometo. Yo voy a asegurarme de que seas feliz


aquí. Me he dado cuenta de que no se necesita mucho para hacerte feliz. La risa, la
música, un café y una cocina. Y botas. Yo tengo que comprarte unas botas
asesinamente sexys. ― Fue recompensado por recordarlo, con una sonrisa r{pida y
comprometido a hacerlo bien en la búsqueda de las botas para ella.

Tomó aire, estudiando su rostro, sus ojos buscando en los suyos. Él sabía que ella
estaba buscando esperanza.

― ¿De verdad crees que tenemos una oportunidad de vivir una vida aquí, Eli?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Por un tiempo. Tenemos tiempo. Él no nos puede seguir hasta aquí. El rancho
no se puede vincular a mí. Incluso la DEA no sabe nada de él. Cordeau tiene ojos y
oídos, pero estamos fuera. Mi vecino cerrará filas con nosotros, y una vez que su
leopardo emerja vamos a ser capaces de averiguar nuestro próximo movimiento.

― Me dijiste que nos gustaría visitar el vecino después de emerger mi leopardo.


¿Por qué no antes?

Él dirigió una mirada hacia ella. ― Bebe. ¿En serio? Y cuando llegue
repentinamente cerca de la superficie y me necesites cabalgándote duro, ¿vamos a
hacerlo en el suelo de la cocina del vecino?

Ella se sonrojó de nuevo y suavemente retiró su mano para empujar su pelo largo.
― ya veo. No había pensado en eso. Supongo que pensé que iba a ganar el control.

― No hay control en un calor de acoplamiento del gato, no importa lo mucho que


ambos podamos quererlo. Cuando ella decida mostrarse, estarás caliente. Voy a
estar caliente y nuestros gatos lo estarán. Sólo tenemos que tomarnos el uno al otro
siempre que lo deseemos y sobrellevarlo.

Ella tiró de su labio inferior entre sus dientes. ― ¿Cu{nto tiempo m{s?

― No lo sé. Nadie lo sabe. Un cambia formas masculina es consciente de su


leopardo casi desde el nacimiento, pero la hembra no sabe absolutamente nada
hasta que el ciclo humano coincide con el ciclo del leopardo.

― Um... Eli, ― dijo en voz baja. ― No has estado usando un método


anticonceptivo.

― No funciona en cambiadores. Puede que quedes embarazada o no lo hagas.

― ¿Y los condones? ― Ella levantó la ceja.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Me has visto, nena, cómo estoy construido, y acabamos de tener relaciones
sexuales. Tenemos sexo duro. Yo nunca he conocido condones que funcionen para
un cambia formas, ya sea.

― ¿Qué pasa cuando tienen relaciones sexuales con una mujer que no es cambia
formas?

― El control de natalidad funciona en los seres humanos. ― Él se empujó fuera de


la mesa. ― Vístete, Gatita, vamos a empezar nuestro acondicionamiento.

Ella lo miró por unos cuantos minutos, como si ella pudiera protestar por la
verdad de lo que decía. Pero era la verdad, y no tenía más que dársela a ella. Él
quería tiempo a solas con ella, pero si llegaba un bebé, estaba bien con eso.
Esperaba que no fuera demasiado.

― Podrías haberme advertido, ― señaló.

― ¿Habría hecho ninguna diferencia cuando el leopardo estaba cerca?

Ella negó con la cabeza. Honesta. ― No, creo que no.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

A tardecer . El cielo se volvió naranja y rojo, mientras trotaban juntos, girando

hacia la casa.

El viento cambió sutilmente y Eli sintió al instante el perfume de los hombres.


Estaban cerca. Demasiado cerca. Él quería que Catarina supiera donde estaban los
límites de su propiedad para que se familiarizara con la forma del rancho vecino,
pero no había esperado que conociera a nadie en el camino.

Estaba demasiado reprimida sexualmente. Su leopardo merodeaba demasiado


cerca. Maldijo en voz baja, sabiendo que no tenía más remedio que presentar a
Catarina a la gente de Jake.

― ¿Qué pasa?, ― Preguntó en voz baja.

Su voz sólo se sumó a la creciente frustración. Trabajar con una permanente


erección estaba volviéndose casi imposible. Le dolía como el infierno. Cada
músculo de su cuerpo herido gracias al hambre arrastrándose a través de él,
rastrillando en él. Y ahora esto.

― Vamos. Ellos nos escucharon y pidieron una reunión. Quédate cerca de mí, ¿me
oyes? ― Él gruñó las palabras hacia ella, sus características establecidas en líneas
duras.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― ¿Est{s enojado conmigo?

Él estaba totalmente enojado. Pero no con ella, sino con la situación. Consigo
mismo por haberse permitido ir tan lejos. Demonios, parecía un adolescente. Él
había pasado semanas sin sexo antes de que él la hubiera conocido. A Él no tenía
que gustarle, pero lo hizo. ¿Y ahora no podía pasar cuatro putos días sin que sus
estribos se le fueran de las manos? ¿Qué clase de mierda era esta?

Eli apretó los dientes y se dirigió lentamente hacia la valla, dejando caer su brazo
alrededor de Catarina y tirando de ella hacia su costado. Su mano se deslizó por
debajo de la cintura a la curva de su trasero. Mantuvo su palma allí, sabiendo que
él estaba haciendo un espectáculo de ser propietario, y sin importarle que a ella no
pudiera gustarle. No quería ningún otro cambia formas a su alrededor, no cuando
la emergencia de su leopardo estaba tan cerca.

― ¿Eli?, ― Preguntó de nuevo, volviendo su rostro hacia él, tratando de leerlo.

El cuarto día de su formación y acondicionamiento iba muy bien. Él no se podía


quejar del gato para ninguna cosa. Ella hizo cada cosa que él exigió de ella y él la
empujó. Empujó con fuerza. Ellos corrieron juntos largas distancias e hicieron
carreras. Trabajó en sus movimientos de autodefensa con ella y se entrenó con ella.
Él no siempre tomó con calma las cosas con ella. Si algo de lo que le exigió fue
duro, ella nunca se quejó.

― Sólo quédate cerca, ― le advirtió.

Ella había subido su primera piedra y sus manos le dolían, la piel fue arrancada de
un par de sus dedos. Ella no dijo una palabra. Pasaban varias horas al día en el
campo de tiro, disparando una variedad de armas, y era una muy buena en ello.
Sin embargo, se negó a aflojar. Él empujó con tanta fuerza, que cada noche la veía
agotada. Se quedaba dormida en la bañera grande y el la cuidaba, la secaba y la
llevaba a la cama.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
En este momento se veía molesta. Herida. Hermosa. Él iba a acompañarla hasta
tres hombres, tres cambiadores solteros con ella viéndose vulnerable. Su
temperamento media estaba volviéndose más malo y convirtiéndose en un
problema.

Ella lo besó en la mañana. No envolvió sus labios alrededor de su polla. Lo besó.


Ahora, viendo a los tres hombres que la miraban, fue una maldita lástima que no
hubiera sido de otra manera. Él debería haber pasado más tiempo asegurándose de
que ella supiera a quien ella pertenecía. Tendría que haber pasado mucho más
tiempo asegurándose de que estaba muy cansada reclamándola en todos los
sentidos que podía. Su leopardo estaba montando sobre él con tanta fuerza que
apenas podía hablar sin gruñir. Ahora, sólo podía ponerse de pie y ser amable
cuando quería gruñir y rugir.

Se acercó a la valla y se detuvo a un lado de ella, sujetando su brazo alrededor de


Catarina, sus dedos presionando contra su trasero. Ella temblaba. Obligó a su
mano a suavizarse y frotarla con suavidad, tratando de transmitirle que no estaba
enfadado con ella, sólo con la situación. Ella no lo habría entendido incluso si
tratara de explicárselo a ella.

― Cat, estos son Joshua Tregre, Elías Lospostos y Trey Sinclair. Trabajan para la
seguridad de Jake Bannaconni. ― Sabía que Trey venía de la selva tropical. El
hombre había llegado recientemente a trabajar en los Estados de Bannaconni.

Elí oyó el gruñido en su voz, la advertencia que venía de cada cambia formas de
sexo masculino cuando su mujer estaba cerca del Han Vol Dan. Afortunadamente
para todos ellos, el leopardo de Catarina estaba siendo muy terco, ocultándose
lejos de ella, de lo contrario habría alertado a todos los varones en los alrededores.

Sintió el tirón del cuerpo de Catarina. Ella en realidad se tensó, se acercó a él, con
los ojos de repente abatidos.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Caterina y yo nos hemos visto antes, ¿no?, ― Dijo Elías, su voz suave.

Eli entrecerró los ojos, su mirada decidiéndose por Elías. Cuando ellos habían
hablado unos días antes, Eli había mencionado a Rafe Cordeau, y Elías había
admitido que su familia había hecho negocios con él. La familia de Elías estaba
sumida profundamente en el tráfico internacional de drogas. Él no estaba
sorprendido de que Elías y Cordeau hubieran tenido trayectorias cruzadas, pero se
sorprendió y no estaba demasiado feliz de que Elías y Catarina ya se hubieran
conocido.

― Es curioso, usted no lo mencionó el otro día cuando les hable sobre Catarina. ―
Eli mantuvo su voz neutral. Elías era un buen amigo de Drake y había trabajado
con el equipo de Drake por un largo tiempo.

― Yo estuve en m{s de una reunión de las que mi familia tuvo con Cordeau, ―
dijo Elías. ― Pero sólo una vez en su casa. Ahí es donde conocí a Catarina.

Cat no dijo nada, pero de nuevo sintió un pequeño escalofrío correr por su cuerpo.
― Él no es uno de ellos ― Eli fue obligado a decir. ― Su familia es parte de un
cártel, pero Elías no está en ese negocio. Él no es un amigo de Cordeau. Estás a
salvo aquí.

Ella no dijo nada. Ella no miró a ninguno de ellos. Era evidente que ella pensaba
que había perfeccionado el arte de desaparecer en su entorno simplemente por
permanecer en silencio y sin mirar a ninguno de ellos. Él sabía mejor. Ella era una
mujer hermosa. Tenía exuberantes curvas y seda brillante por cabello. Se lo tiró
hacia atrás y lo dejó en la nuca de su cuello, pero ahí estaba desordenado y sexy e
imposible de ignorar.

Su gato gruñó. Rasguñando en su vientre. ― ¿Qué se dice en la calle?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él sabía que era para lo que había sido llamado a la valla. Elías había escuchado
algo y le pasaba la información.

― Cordeau paró todos sus trabajos, reclaó todos los favores. Él está cazando, Eli. Él
está empujando hasta el final, desde el miembro de mayor rango al más bajo de su
red, a aquellos en las calles a los favores de otros jefes del delito. Él incluso golpea
a los policías en la nómina de todos. Oí que tiene a alguien en su rama, así; que está
amenazando a todo el que sabe para obtener información. Hay una fuerte
recompensa. He oído que era alrededor de un millón. La gente mataría a sus
propias madres por esa cantidad de dinero.

Eli asintió. No había esperado nada menos de Cordeau. Habría hecho lo mismo si
él tuviera el dinero y los recursos, y hubiera perdido a Cat por otro hombre. Otro
escalofrío recorrió el cuerpo de Catarina. Él la miró. Su rostro estaba
completamente inmóvil. Congelado. Ni una sola vez alzó los ojos hacia los tres
hombres. Parecía casi como si ella estuviera en shock.

― ¿Gatita? ― Él utilizó una voz suave y apacible. Indagando. Ella no parpadeó.


No lo miró. ― ¿Est{ todo bien, verdad?

Ella estaba aterrorizada, y tenía algo que ver con la visión de Elías Lospostos. Es
evidente que ella creía que era un amigo de Cordeau.

― Cariño, te lo digo, Elías est{ limpio.

― No estoy limpio, ― Elías negó. Su voz tenía el anillo de la verdad. ― Soy un


Lospostos. Mi familia va mucho más allá de la industria de la delincuencia. He
trabajado duro para salir, pero eso no significa que no tuviera que hacer unas
cuantas cosas que eran ilegales en el camino. Cordeau estaba en la cama con mi tío.
Mi tío mató a mi padre. No soy amigo de Cordeau. No tienes nada que temer de
mí, Catarina.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
A Eli le gustaba la forma en que estaba apretada contra él, casi debajo de su
hombro, como una madriguera cercana, buscando su protección, pero a él no le
gustaba que tuviera miedo. No había manera de salvar la situación, no con Elías
tan cerca.

― ¿Tú tenías, unos, quince años? ¿Dieciséis? Hiciste la comida esa noche. Le dijo a
mi tío que habías cocinado todo para nosotros por ti misma. El pidió a conocerte.
Eso era inusual, ¿no? ― Persistió Elías. ― Era inusual y la asustó.

Durante un largo momento, Eli no pensó que Catarina contestaría.

― Él quería asustarme. Tu tío. Quería que Rafe supiera que sabía quién era yo. ―
Ella habló en bajo tono.

Eli frunció el ceño. Catarina se había criado en la casa de Rafe Cordeau. Era lógico
que la hubiera mantenido lejos de su negocio. En realidad, nadie pensó, incluso él
que ella pudiera conseguir testificar sobre otra cosa que no fuera el asesinato de
April Arpa. Se decía que Catarina había estado allí. Algo en la forma en que ella
reveló que sabía la motivación del tío de Elías para pedir su encuentro, hizo que Eli
repensara su posición sobre Catarina dentro de ese lugar.

Ella había aprendió a leer. Había aprendido a cómo hacer café. No sólo hacer el
café, ya que se convirtió en un barista líder, alguien que era genial en lo que hacía.
Ella estaba en silencio, y le restó importancia. Ella escuchaba. Realmente escuchaba
cuando otros estaban hablando. Se veía tan joven. Había aprendido a jugar a eso
también. Sólo cuando su cuerpo la traicionó con sus exuberantes curvas fue
necesario que ella escapara.

Maldijo por lo bajo. Había sido un tonto. Todos ellos lo habían sido. La pequeña y
agradable Catarina Benoit no era sólo dulce, frágil y sin educación, ella era muy
inteligente. Fuera de las listas de inteligentes. Probablemente sabía más sobre el
negocio de Cordeau que Cordeau. Había estado allí, un fijo en su hogar, uno que
tenía la intención de mantener, un hermoso trofeo que pretendía moldear a su
semejanza.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Catarina había sido la compañera elegida por Cordeau. Ella había sido una esponja
en la casa de Cordeau, absorbiendo todo lo que oía, aprendiendo lo más que podía.
Había aprendido educación sexual por escuchar a las novias de los hombres de
Cordeau hablando. Si hubiera habido una pared cercana, Eli hubiera estado
tentado a aplastar su cabeza en ella. Había sido tan lerdo, comprando la imagen
que proyectaba.

Él apretó su brazo alrededor de ella, sin saber si quería sacudirla, o besarla. Ella era
condenadamente brillante. Pero si él tenía razón y Catarina sabía todo lo que había
que saber sobre los negocios de Cordeau, eso significaba que sabía que todo el
mundo estaba en la cama con él. A sus socios no les gustaría eso. Ellos no querrían
a nadie corriendo suelto, fuera de su control.

Elí comprendió por que el precio del millón de dólares. Esto no era todo sobre
conseguir a Catarina de vuelta, también era sobre la protección de ella. Ella no
estaba donde Cordeau podía evitar que sus compañeros llegaran a ella y él estaba
dejándoles saber que todavía estaba bajo su protección.

Elías asintió con la cabeza. ― Sí, mi tío necesitaba algún tipo de ventaja frente a
Cordeau. Cordeau no tenía ninguna debilidad.

― Con la excepción de Catarina, ― dijo Eli. ― Ella era la única cosa que le hacía
vulnerable en un mundo de otros tiburones.

Junto a él, ella se agitó, la tensión apretando con más fuerza. Mantuvo sus ojos en
ella, pero ella no levantó la mirada a él, estaba mirando a Elías.

― Dejó en claro ese día que yo no era nada para él.

El vientre de Eli se anudó. ¿Había dolor en su voz? Por supuesto que había. Había
sido una niña y a su espalda, no tenía a nadie más que a Cordeau. Si él había
mostrado frente a la empresa que ella no era nada para él, ella siempre se sentiría
como si nada.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Lo hizo, ― dijo Elías.

― ¿Cómo?, ― Preguntó Eli.

Ella se estremeció. Duro. Por primera vez trató de apartarse de él. Sus dedos se
clavaron en la cintura de ella, manteniéndola quieta, sujetándola a él. Su mano se
deslizó sobre él, los dedos tratando de quitar el agarre que tenía sobre ella.

― Insistió en que leyera para nosotros, y cuando ella tropezó a través de un paso,
todo el mundo se echó a reír. Él rió más fuerte y dijo algo acerca de Catarina siendo
una cabeza vacía pero decorativa.

Eli sintió el calor repentino en su cuerpo mientras ella se sonrojó con un rosa
profundo. Ella fue humillada de nuevo. No lo había esperado, pero era lógico. Las
experiencias de la infancia marcaban a todo el mundo.

La infancia de Catarina no sólo había sido traumática, sino que había crecido
pensando que no valía la pena para nadie. Estaba empezando a luchar activamente
contra él, luchando, no con él, sino con su pasado. Elías había traído demasiado
cerca los recuerdos feos y oscuros que inundaban su mente.

Eli se inclinó hacia abajo, su boca un susurro en su oído. ― Olvídalo, ― aconsejó


en voz baja. ― Todo esto es una mierda. Se acabó. No estás con él, y no eres lo que
él dijo que eras.

Trasladó una mano a la parte posterior de la cabeza, dando forma a su cráneo con
la mano, empujando su cara en la caja torácica y manteniéndola allí. ¿Era posible
que todos ellos hubieran mal interpretado a Cordeau y Catarina significara mucho
más para él de lo que él dejó ver? Que todo el tiempo, que él se tomó en convencer
a todos a su alrededor, Catarina incluida, de que ella no significaba nada, incluso
avergonzándola a ella, ¿estuviera realmente Cordeau protegiéndola de sus
asociados?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Eli no quería pensar que sí. No quería ver a Cordeau teniendo ninguna cualidad
redentora, pero la verdad era que no había nadie unidimensional. Durante todo
ese tiempo, Cordeau podría haber estado fingiendo indiferencia para protegerla.
Trató de no pensar en el incidente en el que se había caído del árbol y Cordeau casi
había perdido la razón. ¿Había sido el acto de un hombre indiferente?

― Ni siquiera era una pieza difícil, ese poema, ― dijo Catarina, su voz carente de
toda emoción. ― Cualquier niño podría haberla leído. ― El corazón de Eli sangró
por ella.

― Vamos a casa, nena. Ha sido un largo día. Todavía tenemos un largo camino por
correr esta tarde antes de que terminemos. ― Ella se dio la vuelta de inmediato, sin
mirar de nuevo a Elías, ni a los otros dos hombres. Tan pronto como estuvieron
lejos de la cerca, ella se alejó de él y comenzó a correr hacia atrás en dirección de la
casa del rancho.

Eli la siguió con la mirada por un momento y luego se volvió para saludar a los
tres hombres. Elías levantó la mano en saludo. Los tres hombres llevaban
expresiones sombrías. Eli no podía culparlos. Era imposible no sentir el dolor que
irradiaba de Catarina. Ella había sido cortada profundamente más de una vez.
¿Cuántos cortes podía una persona tomar antes de que su alma fuera arrancada?

Él se puso a caminar detrás de ella, corrió fácilmente, cubriendo el suelo con las
piernas más largas para ponerse al día con ella. Nunca había tenido una
oportunidad. Ni una sola oportunidad. Era hermosa e inteligente y tan dulce que
quería comérsela como un caramelo, pero nunca tuvo ni tenía alguna opción real.
Si fuera cualquier otro tipo de hombre, él la dejaría ir y esperaría que ella volviera
a él, pero la dinastía Han Vol Dan estaba demasiado cerca y su leopardo nunca
permitiría que su pareja estuviera fuera de su vista. ¿Eso le hacía casi tan malo
como Cordeau? ¿Qué demonios hacia eso de él?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Le tomó una buena media hora llegar a casa, y eso que ellos estaban haciendo buen
tiempo. Catarina se puso a sí misma en un ritmo agotador. Dos veces había tratado
de frenar su carrera, pero ella ni siquiera reconoció sus advertencias. Él la dejó ir
cuando normalmente la habría forzado a detenerse. Sí. Era esa clase de hombre.
Controlaba las cosas. Se salía con la suya. Cuidaba de lo suyo. ¿Sería igual que
Cordeau? ¿Eso haría que ella lo viera de esa manera?

Maldijo con cada paso que daba. La oscuridad surcando el cielo de color naranja en
capas largas, apilándose cada una en la parte superior de la otra, primero
intercalando el naranja y luego apretando lentamente hasta que el color se había
ido. Él pensó que tenía un gatito en sus manos, y en realidad había adquirido un
pequeño tigre. Porque Cordeau le había enseñado en esencia que ella no era nada,
pero no reconoció que era un tigre, no un gatito.

La casa estaba a oscuras cuando llegaron, pero ni encendieron las luces. Catarina se
mantuvo a sí misma lejos de él, apartando la cara cuando llegó junto a ella para
abrir la puerta de la cocina. Dio un paso atrás para permitir que ella entrara.

― Voy a tomar un baño, ― anunció.

No le sorprendió. Pasaba mucho tiempo en la bañera y sabía que era una forma de
escape.

― No es cierto lo que dijo, ― se limitó a asentir con la cabeza. Él la vio marcharse,


su corazón hundiéndose. ¿Qué tipo de hombre era? Apretó los dientes. Él ya lo
sabía. Él había tomado la decisión casi al momento en que había puesto los ojos
sobre Catarina. Una parte de él la reconoció y lo que significaba para él. Ella se
había dado a él, en el compromiso de su vida en común. Tal vez no era perfecta esa
decisión, pero no había otra opción real para ella. Sin otra opción.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él abrió la nevera y sacó dos botellas de agua. Él la necesitaba. Su cuerpo
necesitaba el de ella. Le dolía, y no de la carrera o por su ascenso o el trabajo en la
bolsa. Le dolía, porque todos los músculos en su cuerpo se sentían estrechos y
apretados. Catarina Benoit le pertenecía a él y él no iba a renunciar a ella. Ni
incluso por todas las razones correctas, porque, maldita sea, él no era un buen
hombre y la verdad, que como la mierda no le importaba.

Entró en el dormitorio y miró hacia el baño principal. La puerta estaba cerrada. El


sonido de agua corriendo fue amortiguado. El aroma de la madreselva a la deriva
debajo de la puerta lo envolvió.

Al instante, el sabor de ella estaba en su lengua, en su boca y su polla se hinchó de


forma alarmante. Había esperado ella que él viniera. ¿Era realmente tan
condenadamente duro? Él había estado pegado a su cuerpo todas las noches. Ella
no podía dejar de leer los signos, pero ni una vez hizo un movimiento. Incluso sus
besos matutinos eran efímeros y castos. Ella no estaba saliéndose con esa basura
más.

Había esperado por ella, por que hiciera su movimiento y trató de controlarse a sí
mismo hasta el agotamiento mientras esperaba. Ella tenía su cuerpo en nudos. Él
no fue hecho para ser el chico bueno.

Sintió los bordes de su temperamento expandirse. Ya estaba de mal humor. Él


caminó hacia la puerta y la encontró cerrada. Su temperamento se encendió al
instante, caliente y violento. No llamó. Él no le hizo preguntas, sólo pateo la puerta
con fuerza. El marco de la puerta se rompió al instante y la puerta se abrió. Él
entró.

Se puso de pie desnuda junto a la bañera, con las manos sobre su cabeza mientras
se recogía el pelo. Sorprendida, ella se dio la vuelta, sus pechos balanceándose
tentadoramente, los ojos muy abiertos por la sorpresa. ― ¿Eli? ― Sus dientes
mordiendo su labio menor.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― No cierres la puta puerta otra vez, ¿me oyes? ― Él dio un paso hacia ella, sus
ojos ardiendo con fuego. ― Ni ahora, ni nunca. Me importa un bledo lo enojada o
molesta que estés, no cierres con seguro ninguna habitación en la que estés.

Ella no se inmutó. Ella se mantuvo firme. ― Supongo que esa es otra regla.

― Maldita sea que lo es, y ser{ mejor que la recuerdes.

― Tal vez podrías decirme todas las reglas, así no sigo cometiendo errores.

Estudió su rostro. Sus brillantes ojos cobalto. ― ¿Est{ siendo una listilla de culo en
este momento? ¿Tú crees que eso es realmente sabio? ― Era difícil juzgar su
estado de ánimo. Más que nada se veía desafiante. Él no manejaba lo desafiante
muy bien y a su leopardo le gustaba aún menos. Forzó el gato bajo control cuando
se levantó gruñendo y rastrillándola con la mirada con exigentes garras.

Ella se encogió de hombros y se metió en la bañera. Estaba lo suficientemente cerca


para ver el pequeño escalofrío que recorría a través de su cuerpo. Ella no estaba tan
segura de sí misma o de él. Él se acercó a ella. Muy cerca. Lo suficientemente cerca
para que ella viera el bulto luchando contra sus pantalones, pero entonces ella lo
había estado viendo todos los días, durante cuatro días y noches largas y no había
hecho absolutamente nada al respecto.

― Tienes veinte minutos y luego te quieres fuera de aquí. Voy a estar en el porche
de la cocina. Yo quiero que te unas a mí.

― Estoy cansada. Pensé en ir a la cama.

Su mirada le cortó la cara. ― Estoy estableciendo algo aquí, Cat. Sigue así y te vas
a encontrar en problemas y créeme, bebé, cuando digo que no te gustará el
problema en el que te estás metiendo. Únete a mí en veinte minutos y no llegues
tarde. ― Él empujó la botella de agua hacia ella. ― Y bebe esto. ¿Cu{ntas veces
tengo que decirte que debes hidratarte después de hacer ejercicio?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella tomó la botella de agua, sus ojos buscando en su rostro. Mantuvo sus
características duras. Implacables. No dándole. Él no se sentía como para dar. Se
sentía como para tomar. Ya estaba harto de esperar a que ella viniera a él. Ella no
iba a hacerlo, a menos que quisiera esperar a que su leopardo reacio emergiera, él
nunca iba a tener su cuerpo suave rodeándolo con su calor y fuego. Se volvió y
repentinamente se marchó.

Catarina retorció lentamente la tapa de la botella de agua, manteniendo al mismo


tiempo su mirada en la puerta vacía. El corazón le martilleaba demasiado rápido.
Demasiado duro. Demasiado alto. ¿La había oído hablar? A Ella no le sorprendería
si lo había hecho y si lo había hecho, no le había importado lo suficiente como para
hacer algo al respecto. La historia de su vida. Ella había planeado un buen y largo
llanto, un partido de compasión allí mismo, en la bañera.

Elías tenía que decirle esa horrible, e historia humillante a Eli. Apretó la botella de
agua fría sobre su cara caliente. Como tentadora, ella era un completo fracaso. No
tenía ni idea de cómo atraer a Eli para que la tocara a ella. Ella no quería dar el
primer paso porque se sentía incómoda.

¿Dónde estaba la desvergonzada de su leopardo cuando la necesitaba? Eli casi se


había retirado de ella. Él estaba enojado, pero no estaba segura de por qué. Había
hecho todo lo que le había pedido a ella, no importaba lo difícil, no importaba lo
agotador. Sólo podía adivinar que él la quería a ella tan cansado que no tuviera
que tocarla.

Ahora, después de escuchar lo que Elías había dicho, él realmente no querría


tocarla, pero necesitaba sexo todo el tiempo, por lo que era bastante útil tenerla
alrededor. Eli estaba casi siempre duro alrededor de ella. Ella no podía evitar notar
el estado de su cuerpo, sin embargo, ni siquiera trató de tener relaciones sexuales
con ella, ni siquiera cuando yacían desnudos en la cama y su polla estaba
presionando apretada contra ella. ¿Era realmente tan horrible? ¿O era porque el
reto se había ido? Ella se había dado a él y, desde entonces, la había rechazado.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella levantó las rodillas apretadas contra su pecho. Eli había estado de mal humor,
mal humor e incluso con ella desde la primera mañana después. Ella nunca había
sido capaz de llamar la atención de Cordeau, ni cuando era una niña, ella lo había
intentado. Había estado desesperada por tener a alguien, pero nadie en absoluto
tomo interés en ella. Él nunca lo tuvo. Había sido atendida de la manera que él se
preocupaba por los objetos en su casa. Ahora tenía el mismo problema con Eli. No
sabía cómo conseguir su atención. Eli había utilizado esa voz, la que la hacía
temblar. La que la hacía sentirse caliente. La que siempre enviaba un baile de fuego
entre sus piernas. ¿Sabía lo que esa voz le hacía a ella? ¿Se daba cuenta
simplemente de que hablar con ella de esa manera la hacía sentirse débil, con
necesidad? Ella suspiró y apretó los dedos a los ojos.

Ella sabía que estos últimos cuatro días, hizo lo que siempre hacía cuando no sabía
qué hacer. Se retiró. Se retiró. Eli había dejado que lo hiciera. Había actuado casi
desinteresado en ella. Él estaba más preocupado sobre lo rápido que corría y hasta
qué punto. No se había quejado, ni una sola vez, no importaba lo que a ella le
doliera o lo mal que le doliera cuando estaban combatiendo. Había hecho cada
cosa que él le pidió y había cocinado las mejores comidas que podía imaginar. Sin
embargo, no había sido suficiente para él.

Eli había estado de mal humor todos los días. Ella no sabía lo que había hecho o lo
que se suponía que debía hacer. Ella sólo sabía que no era lo suficientemente
buena. Nada de lo que hacía era lo suficientemente bueno. Ella contemplo
desafiarlo, pero no valía la pena el esfuerzo. Ella realmente estaba cansada de todo.
Ella sólo quería ir a la cama y tirar de las mantas sobre su cabeza y simplemente
ocultarse.

Catarina se secó lentamente y se puso una camisa de franela de Eli. Por lo menos se
sentía limpia y viva de nuevo después de su entrenamiento. Ella entró en la cocina.
Los platos estaban todavía en el fregadero para que ella los enjuagara y comenzó a
ponerlos en el lavavajillas.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Gatita. Ven aquí. Ahora.

Catarina oyó la aspereza en su voz. Su sensual, gruñido sexy que siempre la hacía
ponerse húmeda. Su cuerpo reaccionando con hambre. Con anticipación. Emoción.
Al mismo tiempo, ella estaba cansada de ser ordenada por un hombre al que no le
importaba lo suficiente como para hablar con ella. Para explicar nada. Ella no se
merecía su humor de perros.

Ella se acercó a la cortina, la abrió con una mano y se puso de pie en la puerta
mirándolo a él. Se había sentado en las sombras, en su sillón favorito, su pelo
húmedo por la ducha y los ojos del todo como el gato. Y tal vez ese era el
problema. Él era m{s leopardo que hombre. ― ¿Qué es lo que quieres de mí, Eli?
― le preguntó en voz baja. ― ¿M{s sexo? Esa parece ser todo lo que quieres de mí,
pero sólo cuando lo deseas. Yo no lo hago en este momento.

Sus ojos se estrecharon. Furia quemando. No le importaba. Ella se mantuvo firme.


Ella no se echó para atr{s. ― ¿Crees que no sé cuándo mi mujer me quiere?

― Est{s hablando de mi cuerpo, Eli, que en sentido estricto no es todo de mí. Mi


cuerpo te quiere. No estoy negando eso. Pero yo no. Yo. La mujer. Me has hecho
daño. No te diste cuenta, o no te importó. Tú exiges todo el tiempo que te hable,
que yo te diga todo lo que pasa por mi mente, pero no te molestas en darme esa
misma cortesía. Te pregunté si estabas enojado conmigo y te negaste a responder.
No tengo idea de lo que he hecho para que me dejaras fuera y francamente, justo
en este momento, ni siquiera me importa.

Eso era una mentira. Ella se preocupaba. Le dolía tenerlo molesto. Había confiado
en él una vez más. Dándose a él. Declarando que se quedaría con él y comenzarían
su relación a largo plazo. Sabía que iba a llorar y que eso le molestaría más. Esos
ojos de leopardo mirándola sin pestañear, volviéndose oscuros como lo hicieron,
eran aterradores. Pero ella se negó a dar marcha atrás.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Pues debería empezar a preocuparte, Cat, ― le espetó.

― ¿Por qué? ¿Para que podamos tener relaciones sexuales y puedas ser un hombre
feliz de nuevo? Eso es todo lo que le importa, ¿no es así, Eli? Si lo hubieses dejado
allí habría estado bien, podríamos haber tenido sexo y podrías estar en control y yo
solo lo aceptaría, porque realmente, ante tus ojos, eso es para todo lo que soy
buena.

― ¿De verdad crees que para lo único que te valoro es para el sexo? ― preguntó,
Su voz áspera.

― ¿Por qué me valoras incluso para el sexo? ― Le espetó. ― Yo no sé nada al


respecto. Tú me dijiste que pusiera mi boca en ti en las mañanas cuando me
despierto y lo hiciste sabiendo que no podía posiblemente hacer más que darte un
breve beso. Eso es una trampa, algo así como cuando Rafe me obligó a leer ese
poema para que pudiera burlarse de mí. Para ti, yo no soy más que un cuerpo que
puedes utilizar, y si no lo hago exactamente como dices, te enojas.

Su rostro cambió. La ira brilló en sus ojos, y las líneas de su rostro se endurecieron
más. Él estaba enfurecido, cruzando la distancia entre ellos tan rápido que casi no
vio que se moviera. Él era intimidante de cerca. Olía a silvestre. Salvaje. Sus manos
desmentían su olor y esos ojos de oro. Él la alcanzo y apretó su cuerpo reacio
contra el suyo y él era gentil cuando la tocaba, lo que la sorprendió.

―Catarina, no entiendo cómo puedes pensar que significas tan poco para mí. O
que yo sería capaz de burlarme de ti cuando haces algo tan hermoso como
despertarme en una manera amorosa por las mañanas. ― Ella se puso roja. Sintió
el color barriendo desde su cuello a la cara. Por la noche, imágenes eróticas
jugaban por su mente. Su calor corporal le quemó. Ella lo podía saborear en su
boca. Sentirlo en su piel. A veces ni siquiera lo sentía dentro de ella. Quería ser
capaz de igualarlo en todos los sentidos, pero ella no sabía lo que estaba haciendo.
Él lo sabía.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― ¿Por qué est{s enojado conmigo, Eli? Y no digas que no lo estas. ― Fue doloroso
preguntarle. Había hecho todo lo posible para complacerlo y no fue suficiente. Ella
no parecía ser suficiente, por mucho que lo intentara.

Su mano se movió por su pelo, como si estuviera calmándola, pero sus ojos
seguían todos depredadores viéndola como una presa. ― Te he dado todas las
oportunidades para pensar en ello, pero decidiste no tomar ninguna de ellas. ― El
borde en su voz aumentó y sus ojos pasaron de ámbar a un líquido dorado feroz,
tomando su aliento.

― No sé lo que eso significa, Eli, ― admitió.

― Significa, bebé, que he terminado con la puta mierda. He querido esos labios
tuyos envueltos a mí alrededor cada puta mañana, pero no han sido exactamente
cooperativos.

― ¿Tú querías tu polla en mi boca?, ― Le hizo eco, pensando en todas las mañanas
cuando ella había estado demasiado tímida para hacer lo que quería, que al
parecer era lo que había estado esperando. ― ¿Tú estabas esperando que yo...
um...lo iniciara?

Su expresión se suavizó. ― Sí, Gatita. Eso es lo que estaba esperando. Yo siempre


soy el que inicia el sexo. Por una maldita vez me gustaría saber qué me quieres
para variar. ― La cruda soledad en su voz la dejó sin aliento. ¿Cómo podía no
saber que ella lo quería a él?

― Yo te ataqué primero. M{s de una vez, ― dijo. El siempre parecía tan confiado,
arrogante incluso. Pero en ese momento parecía casi inseguro.

Él negó con la cabeza. ― No es la misma cosa, bebé, y lo sabes. Eso fue por el calor
del leopardo en su mayoría. Pero entonces, hace unos días, te entregaste a mí y
entonces te distanciaste. Colgando el paraíso frente a un hombre hambriento,
dándole un sabor y luego quitándoselo, eso pone furioso a cualquiera y no va a
aceptar fácilmente la pérdida.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella no entendía y eso lo hacía sentirse más frustrado que nunca. Él la abrazó a su
lado, su brazo alrededor de su cintura. Su lenguaje corporal, la cara y los ojos,
mostraban ira, pero la manera apacible con que la sujetaba decía algo totalmente
diferente.

― Mis padres murieron y mi vida se volvió una mierda total, bebé. No como la
tuya. Ni siquiera cerca, pero yo tenía este leopardo y el que viajara conmigo era
duro, luchando por el control. Siempre estuve en peleas. No importaba donde yo
estuviera, lo juro por Dios, o lo mucho que quisiera quedarme allí, no podía
detener las peleas. Y la necesidad de follar. Todo el tiempo. Nunca se rendía. Si yo
no se lo daba y encontraba a alguien para montar duro, yo estaba golpeando la
mierda de alguien. Yo era un adolescente, sin dirección y un leopardo que
necesitaba del sexo y la violencia todo el tiempo. Por eso me echaron de una
docena de casas en unos años muy cortos. También me enfrenté contra los
hombres adultos en los hogares en los que me he alojado. Eso significaba puños y
golpes destinados a ni y me obligaban a mantener mi leopardo espalda. Una vez...
― Cerró los ojos un instante. Cuando los abrió de nuevo, ella pudo ver el leopardo,
salvaje y feroz, con hambre y necesidades propias. Contuvo el aliento y el puño se
retorció en su camisa suelta.

― No sólo una vez, ― confesó, las palabras sonando como si cada una fuera
amarga y desagradable. ― Muchas veces, tuve que luchar contra mi propia
naturaleza. Mi leopardo quería que le soltara la rienda. Yo era joven y se sentía
como protección, pero él habría matado. Yo sabía que lo haría. No podía permitir
que él lo hiciera y eso sólo hizo más difícil tomar esas palizas cuando sabía que
podía dejarlo suelto y todo estaría terminado.

Ella respiró hondo, su compasión natural, corriendo para alcanzarla.

― Yo nunca le he dicho a un alma esta maldita y puta mierda, nena, ― confió. Su


mano se deslizó bajo la barbilla e inclinó su rostro hacia él. ― Sólo a ti. Porque
confío en ti. Debido a que haces digna mi vida de algo. Haces que todos esos años
valieran la pena de luchar y ser fuerte, aprendiendo sobre control. Sé que soy muy

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
controlador. Sé lo que eso puede significar. Estoy tratando, gatita. Realmente. Mi
vida tiene que tener un control. No puedo tomar demasiado caos, ya que como he
crecido más fuerte, igual lo ha hecho él.

Ella se apretó más a él. No sabía qué decir. ― No tengo ni idea de cómo hacer que
tu vida valga la pena, Eli.

― ¿Est{s jodidamente bromeando, Catarina? ― Él casi le gruñó. ― Mira a tu


alrededor. Mira nuestra casa. Has hecho de este lugar un hogar. Cuidando de mí.
Nadie ha hecho eso por mí. No es porque cocines para mí, es que te encanta
cocinar para mí y puedo probarlo en cada bocado que tomo. Cuando das de ti
misma para mí, es entrega total. Todo. Toda tú. En las mañanas cuando me
despierto, estas abrazada toda junto a mí, suave y cálida y siempre sonríes.
Siempre. El sol sale justo ahí. Sé que mi día va a ser buena porque me sonreíste.
Podría darte un millón de razones más, y yo sé que estoy siendo maldita egoísta
porque te quiero, no necesito que hagas un movimiento en mí. Tengo que saber
que no vas a quedarte conmigo porque yo te obligué a ello.

Dios. Él estaba dándole todo. Despojándose de orgullo. De su ego. De la confianza


arrogante, controlando el hombre que era. Cayó un poco más enamorada de él.
¿Cómo no iba a hacerlo?

― No sé lo que estoy haciendo, ― admitió, avergonzado. No sólo avergonzado,


humillado. Casi tan humillado como cuando Rafe había insistido en que leyera un
poema a sus visitantes. ― Y es mortificante.

― Eres tan experimentado, Eli, y no me gusta hacer nada malo delante de ti


porque no quiero que pienses que soy estúpida.

― Bebe, ― dijo suavemente, ahuecando la parte posterior de su cabeza en su


mano. Sus ojos se suavizaron. Su cara se suavizó. Deslizando el pulgar por sus
labios. ― ¿Es por eso por lo que has tenido miedo? Eso no lo haría ¿verdad? Y
nunca, nunca sucederá, creo que me gustaría que fueras estúpida.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Soy muy consciente de lo inteligente que eres. No sólo burlaste a Cordeau, sino
que tú me engañaste una vez o dos veces. ― Su cabeza se agachó hacia la suya, sus
labios pos{ndose suavemente sobre los de ella. ― ¿Realmente no hiciste un
movimiento sobre mí, porque tenías miedo que no hacer algo bien? Nena, no hay
manera correcta.

Ella asintió con la cabeza, miserable. ― Odio no saber lo que se supone que debo
hacer. Y puede que no haya una manera correcta, pero hay una manera que te
gusta. Esa es la forma en que yo quiero hacerlo.

― ¿Qué te dije sobre eso, Cat? Cuando necesites algo, habla conmigo. ¿Quieres
información, especialmente sobre algo tan importante como esto, me hablas.
Gatita, me gusta todo lo que puedo conseguir de ti. Cualquier cosa. Cualquier
manera. Necesito saber que estás conmigo porque quieres estar conmigo, no
porque tienes que hacerlo. ― Él le pasó una mano por el pelo, jugando con él.

Le gustaba su cabello desordenado. Ya que su cuerpo estaba calentándose.


Necesidad. Hambre de él. Dejó que esto ocurriera porque esta vez iba a preguntar.
Si lo que necesitaba saber era si lo deseaba tanto como él la deseaba, podía
mostrárselo.

― Pensé que atarte a mí con el sexo sería una buena idea, Catarina, ― confesó. ―
Pero al final, lo único que ha hecho es hacer que pienses que es todo lo que quiero
de ti. Tengo que admitirlo, soy muy sexual, es importante. No estoy diciendo que
no lo es. Pero todo lo demás, todo lo que me das, la forma en que me lo das, su
entrega a mí, poniéndose al día con mi mierda, eso hace que lo físico pase a un
segundo plano. ¿Me entiendes? ¿Entiendes lo que estoy diciéndote, nena? Debido a
que es importante que lo sepas.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella asintió con la cabeza. Tomó una respiración. Tomando la decisión. ― Voy a
conseguirte tu café. Quiero que te quites la ropa y te sientes en tu sillón favorito y
me esperes. Voy a regresar en un minuto y voy a esperar un poco de orientación.

Sus ojos dorados buscaron los de ella durante mucho tiempo. Un fuego lento se
arrastró en ellos. El hambre. Deseo. La lujuria. Ella observó todo construirse. Ella
había puesto esa mirada allí. Le gustaba el control, pero ella se estaba haciendo
cargo y le gustaba eso también.

― No demores mucho tiempo, nena. Ya estoy muriendo aquí un poco.

Se inclinó y tomó su boca en un beso largo, lento que sólo se añadió al fuego que
ardía caliente en sus venas. Cuando levantó la cabeza, ella lo vio. Amor, duro y en
bruto. Él la dejó sin aliento, pero luego siempre fue así. Se volvió a la cocina,
necesitando un poco de espacio para recogerse a sí misma. Ella había domado el
leopardo. Era potente y estimulante. Había hecho su punto, y la había escuchado.
Él se había compartido a sí mismo con ella. Le había dado su infancia y sus luchas.
Cuando ella hizo su café favorito, se dio cuenta de que tenía la misma lucha todo el
tiempo que Rafe tenía. Su leopardo era un macho dominante, feroz y salvaje. Rafe
había perdido el control, pero Eli había tomado el control. Que era por lo qué
estaba tan al borde sobre el control en el mundo que había creado para sí mismo.

Se quitó la camisa y se acercó a él desnuda. Ella salió al porche e inmediatamente


lo vio a él en las sombras. Se sentó en su silla, siguiendo sus instrucciones,
desnudo, su polla ya dura y gruesa. Una mano empuñando la longitud y poco a
poco, casualmente se movía arriba y abajo en un tobogán fascinante. Su boca se
hizo agua. Le encantaba verlo hacer eso. Esa simple acción la excitaba aún más.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Dejó el café sobre la pequeña mesa junto a él. Su valor estaba empezando a fallar
un poco. Ella aún no sabía lo que estaba haciendo. ― No estoy seguro de que vaya
a ser capaz de beber ese café con tu boca envuelta alrededor de mí, bebé, ― él le
confío, en voz baja. Ronca. Sexy. ― Creo que podría ser demasiado de una
distracción para disfrutar del café. Pero, nena, si eso es lo que quieres, entonces eso
es lo que haré. O voy a tratar.

Ella se encontró sonriendo. Ella sabía que él estaba tratando deliberadamente de


tranquilizarla. ― Pensé que, al principio, me podrías dejar que... ― Se interrumpió,
vacilante. Esperó, y ella suspiró. ― Explorar.

Él le sonrió. ―Yo entiendo. Voy a sentarme y beberé mi café. No tenemos ninguna


prisa, aunque esto podría matarme. No hay manera correcta o incorrecta en estos
momentos. Yo quiero que hagas lo que quieras, que explores. Lo que sea que te
haga sentir bien. Conozca la forma y la sensación de mí, sabrás lo que me gusta y
lo que no lo hace. No me va a gustar la sensación de tus dientes, pero voy a amar
tu lengua.

Tomó aliento, sus ojos buscando su rostro por un largo rato. Él era muy paciente.
Su mirada cayó a su polla todavía envuelta en su mano. Era grande. Largo y
grueso. La corona era amplia y se veía sedosa. Le encantaba mirarlo. Él era todo
músculo, todo poder y peligro. Su polla hacía juego con el resto de él.

― Mantente diciéndome qué hacer, Eli. Cuando oigo tu voz, es tranquilizador para
mí. Necesito saber que estas ahí. Me gusta cuando me das orientación. ― Esa era
su confesión. Su rendición. Ella esperaba que él entendiera lo que quería decir.

Por supuesto que lo sabía. De inmediato accedió, usando ese tono bajo de mando
que amaba. La que vibraba entre sus piernas y la hacía poner más caliente.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
―Arrodíllate, Gatita, con las rodillas abiertas. Eso me permite ver que te gusta lo
que estás haciendo. Eso es importante para mí, saber que estás disfrutando tu
misma. ― Se movió en su posición entre las piernas. Su piel estaba caliente y olía
un poco salvaje, feroz, definitivamente primitivo. A ella le gustaba la forma en que
olía. Había dos perlas cayendo sobre la cabeza de seda de su polla y ella se apoyó
en él para lamerlas y retirarlas mientras abría sus rodillas amplias.

Su sabor era adictivo. No sabía si era de esa manera natural o si era por las cosas
que él decidía comer, solo que le encantaba el sabor de él y siempre anhelaba más.
Para ella, este momento era enorme. Quería saber que ella le podría agradar como
a él le gustaba. Necesitaba sentirse al mismo nivel con él, que él la quería sólo por
la forma en que ella lo quería, y que nadie más lo haría. Y que necesitaba saber que
ella le podría traer hasta el mismo borde de su control, o incluso, posiblemente,
llevarlo más allá del. A ella le gustaba que le importara lo suficiente como para
darle ese poder. Y ella sabía que esto era muy potente.

Eli dejó caer la mano en la parte superior de la cabeza de Catarina y rozó una
caricia sobre su pelo con una mano, mientras que llegó casualmente por la taza de
café con la otra. Había algo muy decadente en sentarse en su porche en la noche,
con una taza de café en la mano y su mujer arrodillada entre sus piernas, sus
manos acariciando sus cojones, su lengua deslizándose sobre la corona de su polla.

Se veía tan ansiosa que se maldijo a sí mismo por no haber visto el problema. Él
debía de haber sabido que ella no iba a tener la confianza de iniciar el sexo, sobre
todo chupando su polla a principios en las horas de la mañana. Quería gemir en
voz alta en la idea de que ella lo miraba y se preguntaba qué hacer.

Ella acarició su lengua sobre su eje, y luego la arrojó debajo de la cabeza ancha. Su
cuerpo se estremeció y el fuego corrió por su eje a irradiar en el vientre. Sus bolas
quemándose. Tal vez esto no era tan buena idea. Él no iba a ser capaz de durar
mucho tiempo, no cuando había pasado tanto tiempo sin ella.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Tómate tu tiempo, nena, ― murmuró en voz baja. Necesitaba saber que lo que
estaba haciendo era perfecto, aunque eso lo estuviera matando.

Ella pasó sus labios hacia arriba y abajo de él, sobre sus bolas y la espalda hasta la
corona, aprendiendo su forma y a sentirlo a él con la boca y las manos.

― Eso es todo. Presta atención a las señales que te doy. Los cambios en mi
respiración. Si pongo mi cabeza hacia atr{s o apretó los muslos. ― Tomó un sorbo
de café y la vio lamerlo con la lengua como si fuera un cono de helado. Eso fue
suficiente para hacerle gemir.

― Mas profundo, bebé, tómame m{s profundo, ― animó.

Catarina hizo lo que dijo, y dejó su taza de café. A ella le gustó mucho que él dejara
la taza ya que así supo que ya le tenía, que lo que estaba haciendo llegar. Encontró
que si ella succionaba con fuerza y hacia un pequeño gemido por su cuenta, la
sensación realmente llegaba a él. Encontró la mayoría de los puntos sensibles, y
ella los trabajo, disfrutando de cada estremecimiento de su cuerpo.

― Eso es perfecto, bebé, ― alabó. ― Tú ya eres una maestra en esto, ¿y quiere


saber por qué? Debido a que es importante para ti, ya que de verdad quieres
complacerme. Eres hermosa, Cat, tan jodidamente hermosa. ― Le encantaba la
escofina en su voz. La forma en que siempre era tan concluyente y dominante. Ella
amaba que la alabara cuando ella hacia algo bien. Amaba su boca sobre él. Su
gusto. La forma en que su cuerpo se estremecía de placer. Y a ella le encantaba
especialmente que ella fuera la que le daba el placer.

― Eso es tan bueno, gatita, pero creo que ya estoy listo para que te hagas cargo.
Voy a ir un poco más duro y un poco más profundo que la última vez que hicimos
esto. Cuando vaya profundo, podrías contar veinte segundos en lugar de diez y
puedes comenzar a entrar en pánico. Quiero que tus ojos estén en mí todo el
tiempo. De esa manera puedo ver si estás en pánico, pero puedes tomarlo o pánico
y tenemos que parar por un par de minutos. ¿Entiendes?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella asintió con la cabeza, demasiado atrapada en lo que estaba haciendo para
prestar realmente atención.

Él entrecerró los ojos. ― Nena, no quiero que tengas miedo. Si comienzas a entrar
en pánico, necesito saberlo. Tengo que ser capaz de leerte. Dime todo lo que
sientas.

Ella reprimió una sonrisa. Él estaba m{s ansioso en su nombre que ella. ― Sí, Eli,
entiendo, voy a mantener mis ojos en los tuyos.

― Quiero que me chupes y uses tu lengua mientras yo voy profundo. Relájate para
mí, al igual que antes. ― Ella estaba tan húmeda entre sus piernas, que sus muslos
se sentían cremosos. Su cuerpo se estremeció de pies a cabeza. Su boca en agua. No
podía apartar los ojos de él, de la oscura intensidad de su hambre. Él la miro
oscuramente sensual, sus facciones talladas con lujuria, sus ojos encapuchados y
con hambre.

― Esta vez, yo no voy a parar. ¿Tú entiendes?

Tragó saliva. Él la estaba asustando un poco, pero ella estaba emocionada al mismo
tiempo. ― Yo entiendo, no vas a parar. ― Sus manos fueron a su pelo,
empuñándolo a cada lado de la cabeza.

― Inclina la cabeza y mantén los ojos sobre mí. No mires hacia otro lado. Y pon las
dos manos sobre mis muslos y mantenlas allí. ― Se puso de pie, elev{ndose sobre
ella, la cabeza de su polla en sus labios.

Ella dio un beso a la cabeza sedosa y luego lamió de nuevo las gotas blancas que le
dijeron que estaba haciendo bien su trabajo. Ella apretó las palmas de sus muslos,
sintiéndose un poco vulnerable sin la capacidad de controlar la profundidad con
que se conducía en ella. Aún así, eso en sí mismo se añadía a la emoción y
sensualidad del acto.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él empujó su polla en su boca, sosteniendo su cabeza inmóvil, con los ojos de gato
puro. Centrados. Sin pestañear. Se llenó la boca, conduciéndose más profundo de
lo que había estado nunca, y tenía razón, tenía un poco de miedo, pero ella no
apartó la mirada de sus ojos y se mantuvo firme. El fuego entre sus piernas creció.
Caliente. Necesitado. Urgente. Le encantaba esto también.

Ella utilizó su lengua cuando pudo. Ella aspiró con fuerza cuando él iba profundo.
Dos veces estuvo a punto de luchar, con miedo de no poder respirar y de
estrangularse hasta la muerte. Las dos veces él la calmó. Estuvo a punto de olvidar
todo y estirar sus manos para detenerlo, pero se recuperó en ambas ocasiones sin
tener que recordárselo a ella y eso la hizo aún más feliz.

― Baby, lo est{s haciendo muy bien. ― Su voz era ronca. Su cabeza estaba de
vuelta. Podía ver sus músculos sobresalir. Un brillo cubría su pecho. ― Un par de
segundos más. Respira por la nariz. Este es el paraíso. Me estás dando un jodido
paraíso.

Ella quería darle el paraíso y podía verlo en su rostro. Sus ojos estaban
completamente fundidos, con el rostro esculpido con pura sensualidad. Él estaba
frenándose para ella y ella no quería que lo hiciera. Los puños en el pelo recogido
en su cuero cabelludo con una mordedura de dolor y sintió la prisa respondiendo
con un líquido caliente entre sus piernas. Decidida, ella le chupó tan duro y tan
fuerte como pudo.

Cuando se conducía profundo, forzó el aire por la nariz y trató de relajar su


garganta. Los sonidos que hizo, largas gruñidos salvajes, le llenaron su mente con
lujuria. Sus pechos heridos estaban adoloridos. Los temblores se agolpaban en su
cuerpo y ella estaba segura, absolutamente segura de que si ella dejaba caer una
mano y empujaba su dedo entre sus piernas ella explotaría, pero no lo hizo, porque
quería darle esto, al igual que él le había dado tanto placer.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Fue otra vez más profundo. Él estaba más caliente que antes. Más grueso. Ella
sintió su polla brincar. Latir. Utilizó su lengua a lo largo de la parte inferior de la
copa amplia y chupó con fuerza, ahuecando sus mejillas, con ganas de todo lo que
él podía darle. Echó la cabeza hacia atrás y rugió a la noche. Su cuerpo se
estremeció. Ella sintió el músculo de sus muslos apretar, bailar con placer cuando
él entró en erupción.

Sus puños manteniendo su cabeza inmóvil mientras él se corría por su garganta, la


gruesa longitud caliente de él llenándola. Los sonidos sensuales desatando una
serie de mini-terremotos en su cuerpo por lo que su vagina se contrajo con fuerza y
su vientre también.

Muy lentamente sus manos se aflojaron en el pelo. Sus ojos brillaban abajo en los
de ella. Se veía con hambre suficiente para devorarla, y era casi tan emocionante
como saber que había puesto esa mirada en su rostro.

― Muy bien, gatita. Perfecto.

Su voz era de terciopelo áspero que le hizo temblar el estómago. Ella sintió que sus
piernas temblaban cuando otro estremecimiento recorrió su cuerpo. Él no la soltó,
ni siquiera cuando se sentó.

Se recostó en la silla, relajado, incluso cerrando los ojos mientras se inclinaba hacia
él, lamiéndolo suavemente con su lengua. A ella le gustaba la forma en que la
tensión se deslizaba de su rostro mientras ella se tomaba su tiempo, cuidando de él
mientras ella tenía la oportunidad.

Su mano se dirigió a la parte superior de su cabeza. ― Eres la mujer m{s increíble


del mundo, Gatita. Yo ni una sola vez imagine que alguna vez tendría una mujer
como tú.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

c atarina Benoit sería siempre su obsesión. Su amor. Eli no hubiera sabido que era

posible sentir de la forma en que ella lo hacía sentir. Estaba totalmente en paz. No
podía recordar un momento, desde el momento en que había entrado en la
pubertad, que alguna vez se hubiera sentido en paz. Cada músculo de su cuerpo
estaba caliente y relajado. Apenas podía abrir los ojos, lo suficiente para verla. Para
observarla. Ella era la más bella, y exótica mujer en la tierra. No había esperado
que cuidara de él, no en las formas en que ella le mostraba cuidado. La minuciosa
atención a los detalles. Ella era meticulosa a la hora de esforzarse en prodigar
atención en él.

Se las arregló para deslizar su mano de su muslo para deslizar los dedos de nuevo
en su pelo largo y oscuro. Había pasado una buena parte de su vida viajando por
el mundo en busca de la mujer adecuada y había estado cerca de rendirse. Había
sólo una. Lo había sabido desde el momento en que comenzó a tener relaciones
sexuales con mujeres. Había sabido porque su leopardo era doblemente peligroso
para las mujeres y que no siempre se podía fiar de que podía controlar al animal.

En el momento en que había puesto los ojos en Catarina, todo había sido diferente,
incluso el sexo. Especialmente el sexo. Había tenido buen sexo antes, pero nunca
había imaginado los lugares que su cuerpo podía tomar. En su mayoría, nunca se
imaginó la profundidad de la emoción que podría crear en su interior.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él era un hombre difícil. Él se conocía a sí mismo muy bien. Los leopardos tenían
que tener el control en todo momento, especialmente los machos. Vivía para el
control, y sabía que era dominante. Siempre había sido una parte de él que temía
que una mujer no sería capaz de tomar, su insistencia en bruto en la dominación.
Más, él era áspero y le gustaba su sexo de esa manera. Desde luego, no esperaba
que una mujer pudiera aceptar su tipo de sexo y devolverlo en la forma en que
ella lo hizo.

Estudió su rostro. Su hermoso rostro impecable. Sus largas pestañas y sus ojos
magníficos. Su perfecta boca pecaminosa. No parecía posible que ella pudiera ser
suya. Tenía que cuidar mejor de ella. En lugar de dejar arder su mal temperamento
durante el día, debería haber reconocido que iba a ser tímido con él. Eso realmente
no se le había ocurrido, ya sea porque ella había estado completamente
desinhibida cuando tenían sexo. Él sabía que la amaba. La terrible sensación en su
interior no podía ser otra cosa que amor. Le consumía y le daba un aspecto de sí
mismo, la verdad de mirar quién y qué era. Con ella, él tenía que ser mejor. Él
quería ser mejor. Ella se merecía algo mejor.

― No puedo decirte lo mucho que significas para mí, Catarina, ― dijo. Él tuvo que
aclararse la garganta cuando su mirada saltó a la suya y casi cayó en los ojos. Su
voz gruñó, sus emociones tan fuertes, tan intensas que casi se sacudió con ellas.

Ella se sentó sobre sus talones, sus ojos suaves. Otra cosa también estaba allí y su
vientre se anudo rápido.

Ella tenía definitivamente miedo de sus sentimientos por él, pero ella los tenía. Por
lo menos el comienzo de sentimientos, y él quería nutrirlos, asegurarse de que
crecieran. Se agachó y la atrajo suavemente hacia él, abrazándola en su regazo. Su
cuerpo era muy cálido, a pesar de la noche fría. Ella encajaba. En su regazo.
Envuelta en sus brazos. Ella encajaba. Alcanzó la botella de agua que tenía
asentada al lado de su café y se la entregó a ella, acariciándole la parte superior de
la cabeza.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Me he enamorado de ti. ― Él miró por encima de su cabeza hacia la noche,
cuando hizo la confesión.

Su corazón se retorció en nudos. Su sangre se apoderó de su cuerpo, una descarga


de adrenalina ante la cruda, cruda admisión que nunca pensó que jamás haría a
cualquiera. Se sentía como si estuviera desnudando su alma, y tal vez el lo estaba
haciendo. ― No sé cómo sucedió, gatita. Estaba tan ocupado preocup{ndome por
la reacción de tu leopardo ante mi leopardo, cuando de repente me encontré a mí
mismo completamente obsesionado contigo.

Pudo sentir el cambio en ella al instante. Se quedó muy quieta. No se apartó.


Catarina se quedó acurrucada contra él, una parte de él, acurrucada como un
pequeño gato en su regazo, pero no movió un músculo, ni siquiera para llevar el
agua a la boca.

Él inclinó la cabeza hacia arriba para forzar que su mirada se encontrara con la
suya. ― Es cierto. Te quiero m{s que a nada en esta tierra. No se trata de los
leopardos. Me importa un comino Rafe Cordeau o la DEA. Para mí, no puede
haber nadie más que tú.

Sus ojos azules buscaron en su rostro por un largo tiempo. Parecía a punto de
llorar.

― Cariño, no estoy pidiendo nada de ti, ― dijo en voz baja. ― Sé que aún no est{s
allí. Aún no tienes razón para confiar en mí, pero te has comprometido conmigo
hace un par de noches. Tú misma te entregaste a mí, te pusiste detrás en la línea, y
ni una vez en los últimos cuatro días has traído a colación el hecho de que te mentí
cuando nos conocimos. Ni una sola vez. Tú has sido fiel a tu palabra y estás
tratando de dejarlo atrás. ¿Tú sabes lo grande que es ese regalo para mí? ¿Lo que
me diste? ¿Tienes alguna idea de lo que eso significa para mí? ― Ella era la mujer
más inusual en la tierra. No podía imaginar otra mujer perdonándolo y
poniéndose en peligro una vez más, no como eso. Y sin tirárselo a la cara en cada
oportunidad.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Llegó a su alrededor para tomar la tapa de la botella y la mano a ella. ― Bebe.
Tienes que ser sed después de todo eso. Tengo la intención de tomar mejor
cuidado de ti. El tipo de atención que me das, Cat. Tú haces que me sienta amado,
lo sepas o no.

― Nunca he tenido alguien que me ame. ― Ella hizo la admisión en un hilo de


voz, temblorosa e inmediatamente tomó un trago. Su mano temblaba mientras
sostenía la botella a la boca, por lo que él sujetó la mano de ella con la suya.

Su corazón dio un vuelco. Derretido. ― Eso no es cierto.

― No. Eso es verdad. Mi madre biológica murió al tenerme. Mi padre volvió a


casarse cuando tenía dos años. Murió un año después. No recuerdo mucho de él y
nada acerca de mi madre biológica. Me dejó con Tracy y por todo el tiempo que
puedo recordar, ella se drogaba y bebía. Fue la única madre que he tenido alguna
vez, la única persona con la que había crecido, pero estaba definitivamente en su
camino. Y entonces ella me dio a Rafe.

Llevó la mano a la nuca de su cuello, sus dedos trabajando en sus músculos allí. ―
¿Tracy Benoit no era su madre biológica? ― ¿Por qué nadie tenía esa información?
No estaba en su archivo. Lo que realmente quería saber era su reacción a su
admisión - su confesión. Ella parecía un poco conmocionada. Su Catarina podría
aceptar que él fuera áspero, mandón y arrogante mucho más fácil que cuando él
era cariñoso y amable con ella. Ahora sabía por qué. Nunca había tenido a nadie
cariñoso y amable. Ella no sabía qué hacer con eso.

Catarina negó con la cabeza. Ella se sorprendió. Como atontada. No podía procesar
lo que Eli le había dicho. Oyó el sonido de la verdad en su voz. Su leopardo podía
estar tranquilo, pero sus sentidos ya estaban acercándose al gato. Eli la amaba.
Quería envolver sus brazos alrededor de ella y abrazarla ante esa declaración.
Instintivamente sabía que él no era un hombre de usar la palabra amor, si no lo
decía en serio. Incluso ante lo que significaba, decirlo sería difícil.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Yo nunca le he dicho a una mujer que la amaba, porque no era cierto, ― dijo Eli.
― Ni siquiera cuando estaba encubierto. Me negué a llegar siempre tan lejos. Yo
sabía que si alguna vez tenía la oportunidad de decirlo, me gustaría que fuera sólo
para la única mujer que realmente me encantara. De alguna manera se sentía como
si al decirlo cuando no era cierto, eso haría abaratar la mujer que amaba. Así que
ahí está, bebé. Eres tú. Solo tú.

El corazón le dolía realmente, un dolor físico. Ella no podía decirlo de regreso


porque no sabía honestamente lo que sentía. Ella todavía tenía miedo de él, de
ellos. No, esa no era la verdad. Tenía miedo de sí misma. No entendía de relaciones
y estaba recelosa de comprometer su corazón y el alma demasiado lejos. Había
acabado de abrirse a sí misma a él cuando él la había traicionado y la había herido
tan mal. Si se permitía realmente sentir todo por él, la forma en que quería que su
relación fuera, esa intensidad, tan fuerte, y ella lo perdía, ella estaría totalmente
destruida. Ella era demasiado frágil.

― Gracias por decírmelo, Eli, ― susurró. ― Quiero que trabajemos. No quiero


que nuestra relación sea sólo sobre nuestros leopardos o sexo. ― ni siquiera sabía
si eso era la verdad. Una parte de ella quería que fuera sencillo. Solo leopardos.
Sexo. Eso no dolería tanto si lo perdía. Pero la mayor parte de ella quería el cuento
de hadas. Quería lo que Eli estaba sosteniendo para ella. No sabía si era lo
suficientemente valiente como para agarrarlo con las dos manos.

― Vamos a llevarte dentro antes de que haga m{s frío.

― No me siento con frío. ― Le gustaba estar tan apretada acurrucada en sus


brazos. Se sentía íntimo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Lo sé, pero todavía tengo un par de cosas que me gustaría hacer esta noche y ya
es tarde. Tenemos que trabajar fuera mañana. Sé que te estoy presionando, Gatita,
pero si vamos a estar listos para Cordeau, entonces es necesario acondicionarnos y
que aprendas a defenderte. Todavía piensas en él como un monstruo invencible.
No quiero que te permitas congelarte cuando llegue el momento. Si la defensa
propia está arraigada en ti, se tratara de un reflejo automático, así tendrás la
oportunidad de alejarte de él si alguna vez pone sus manos en ti otra vez. ― Un
pequeño estremecimiento pasó por su cuerpo al pensar en Rafe encontrándola.
Encontrándolos. Rafe querría matar a Eli. Estaba empezando a creer que matar a
Eli, resultaría ser mucho más difícil de lo que primero pensó. Vivir con él hacía
imposible no ver el peligro de lo rodeaba. Él era tan letal como Rafe, sólo que de
una manera diferente.

Ella había equiparado su gentileza con ella como una debilidad. Estaba
aprendiendo que Eli no tenía una debilidad, a menos que fuera ella. Se había hecho
vulnerable diciéndole que la amaba. No había esperaba eso y sus ojos ardían.
Había un nudo en la garganta amenazando con ahogarla en el sonido de su suave
voz susurrándole. Diciéndole esas cosas que ella sabía que nunca había dicho a
nadie más.

― Supongo que pienso en Rafe esa manera. Es tan grande en mi mente. Tan
temible. Su palabra es ley. ― Ella se alejó lo suficiente para inclinar la cabeza y
mirarlo. ― De la clase de manera que tu esperas que tu palabra sea ley. ― Él le
sonrió, tomándolo como que ella le estaba tomando el pelo.

― Me gusta que no tengas miedo de entrenar un poco conmigo, bebé, ― dijo. ―


Todo el mundo está aterrorizado a darme un mal rato o de discutir conmigo. Tú no
llegaste allí.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― No me gustaría que pensases que vas a salirte con la tuya en todas las cosas, ―
dijo. Eso no era del todo cierto. Quería hacerlo feliz. No sabía por qué era
importante para ella, pero quería ser quien mantuviera la mirada suave en su cara.

Su sonrisa se ensanchó. ― Voy a salirme con la mía, Gatita. Puedes contar con eso.
Pero voy a asegurarme de que disfrutes tu misma cuando lo haga. ― Ella se
sonrojó. El calor dentro de su cuerpo parecía crecer hasta que ella pensó que su piel
podía estar resplandeciente. O tal vez ella estaba radiante porque él le había dicho
que la amaba.

Eli se rió en voz baja y se levantó con ella en sus brazos. Ella sintió que sus
músculos ondulaban pero el movimiento fue fluido y sin esfuerzo. Caminó hacia el
interior sin siquiera respirar con dificultad, como si su peso no fuera nada para él.
La llevó a través de la casa, sin encender ninguna luz, pero luego rara vez lo hacía
por la noche. Él tenía una excelente visión nocturna y siempre lo hizo así.

Su corazón empezó a latir con fuerza cuando entraron en el dormitorio. Había algo
muy decidido en su manera de caminar. Él la arrojó sobre el colchón, sobre su
espalda. Ella aterrizó justo en el medio, tendida. Se puso de pie sobre ella, alto y
ancho de hombros, su rostro una máscara de sensualidad. Él tomó su aliento. Ella
lo sabía por su expresión. Sus ojos se habían ido al oro líquido, el oro
extendiéndose hasta casi cubrir la superficie de sus ojos.

― Pon tus manos sobre tu cabeza, bebé, ― le instruyó. ― Agarre el cabecero para
mí. ― Su voz se había ido brusca. Gutural. Baja. Al mando. Al instante, el calor
inundó su cuerpo. Sólo su voz. Eso fue todo lo que hizo. Observando la forma de
sus ojos, su cuerpo cobró vida, estaba perdido. Poco a poco se acercó, sin apartar la
mirada de su rostro. Ella amaba el aspecto que tenía, el enfoque de una sola cosa
en su mente, implacable en su expresión, la construcción del calor y la lujuria en
sus ojos. Reconoció la tercera emoción, amor, mezclado con el hambre allí. Sus
manos agarraron las barras gruesas encima de su cabeza. Ella tuvo que estirar los
brazos todo el camino para lograrlo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Esa es mi mujer. Me encanta cómo te ves en este momento. Abre las piernas
anchas para mí. ¿Ya estas mojada? ¿Sabes lo que necesito en este momento?

Se humedeció los labios con la punta de la lengua. Su corazón empezó a latir con
fuerza. Sintió el pulso constante en el canal caliente, húmedo. ― Yo ya estoy
mojada, ― admitió.

Se arrodilló entre sus piernas y, sin soltar su mirada, deslizó un dedo dentro de
ella. Al instante el cuerpo codicioso se agarró a él y trató de tirar de él más
profundo.

― Me gusta que te mojes para mí. Así resbaladiza y caliente. Toda esa miel. Sueño
con la forma en que sabes. A veces me despierta. Quiero dejarte dormir. Estas toda
acurrucada junto a mí como un gatito soñoliento, y no me gusta molestarte, pero
no puedo volver a dormir pensando en devorarte. A veces sólo quiero comerte,
bebé. Nunca parar. Ver toda la cantidad de miel que pueda cosechar antes de ir
hacia arriba en llamas.

Sus pezones se brotaron. Un pequeño temblor envió un espasmo a través de su


canal. Empujó otro dedo dentro de ella, ellos en tijera para estirarla. Lo hizo
casualmente, sin dejar de mirar su rostro, sosteniendo su mirada cautiva con la
suya. Una pequeña quemadura mientras él la extendía envió calor en espiral a
través de su vaina, meciéndola a ella. Estaba apenas tocándola y ella pensó que
podría hacerla explotar.

Sus caderas ondulaban, presionándose en su mano mientras ella trató de montar


dedos. Él los retiró inmediatamente. ― Quédate inmóvil para mí, nena. Voy a
comerte. Hacerte lo que yo he querido hacer cada noche que hemos estado juntos
en la cama. ― Sus ojos la quemaron, eran tan calientes, mientras se movían por
encima de su cuerpo. Su cara era un estudio en crudo, belleza masculina. Ella
amaba a su cara, especialmente cuando él la miraba con tal necesidad, tan cruda
sensualidad.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él era el epítome de sexy para ella. Su tono áspero junto con su intención explícita
envió más miel y especias derramándose de su cuerpo en anticipación. Ella tiró de
su labio inferior entre sus dientes en un esfuerzo por mantener sus caderas quietas
para él, queriendo sus dedos hacia atrás. Con dolor de boca.

― Cuando me despierto necesito mi boca entre tus senos, entre tus piernas, gatita,
¿sabes lo que decidí que iba a hacer al respecto a partir de ahora?

Ella negó con la cabeza. Temblaba toda ahora. Mucho calor. Así necesitada, y
todavía ni siquiera, realmente la había tocado.

― Yo voy a hacer lo que el infierno que quiero hacer, ― dijo en voz baja y agarró
sus caderas en sus manos.

El aliento se estrelló fuera de ella. Ella en realidad comenzó a sentir un poco de


fiebre. Un poco desesperada por él. Ella quería suplicarle que dejara de hablarle y
llegara a ella, pero sabía que si lo hacía, la haría esperar más tiempo, construyendo
esa tensión que ya arrollaba con tanta fuerza su cuerpo.

Sus ojos encapuchados se movieron sobre él su continuación, sus rasgos esculpidos


estampados con posesión. Sus manos siguiendo su mirada, bajando desde los
hombros hasta sus pechos. Esperó, conteniendo la respiración, con la necesidad de
mamar, de prodigar atención, de tirar y rodar sus pezones como lo hizo, pero sus
palmas justo se deslizaron por sus curvas y se trasladó por su caja torácica hasta la
cintura y luego bajo a su vientre.

― Me gustaría ver un tatuaje en ti, nena, ― dijo. ― En la parte baja de la espalda,


pero aquí, me gustaría un pequeño anillo para que yo pudiera poner una cadena
alrededor de su vientre y jugar con él cuando me haga el amor.

Él la estaba matando. Le tomó cada onza de autocontrol, no permitir que sus


piernas se desplazaran inquietas, o sus caderas se movieran. Él la estaba matando
con el suave roce de sus dedos y sus eróticas imágenes.

― ¿Harías eso por mí?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Si me lo pidieras a mí, ― admitió. Debido a que ella haría cualquier cosa por él
para hacerle feliz. Si eso era realmente algo que le importaba, entonces a ella le
importaba. No le importaba tatuarse. De hecho, a ella le encantaba. Ella nunca
había pensado en piercings, pero un pequeño anillo en el vientre podía ser sexy.

― ¿Si yo t

e pidiera qué?, ― Repitió, con las manos desliz{ndose en el interior para enmarcar
su montículo y luego deslizarse a barrer sobre sus muslos internos. Él frunció el
ceño un poco.

― Quise decir, si yo pensara que es importante para ti, ― se apresuró a explicar.


Era difícil pensar con claridad cuando su cuerpo estaba en llamas. ― Nunca he
considerado hacerlo, y me gustan mucho los tatuajes. No había pensado sobre un
anillo del vientre, pero podría ser bueno.

― ¿Tú lo harías por mí, si me importara?

Sus ojos estaban de vuelta en los de ella y su estómago hizo un giro loco. Ella había
dicho lo correcto, lo pudo ver en lo contento que estaba. Su respuesta le importaba,
lo hiciera o no. Le encantaba que ella hubiera puesto esa mirada en sus ojos.

― Claro. Me gusta hacer las cosas por ti, ― admitió.

Su sonrisa la dejó sin aliento. Se estiró en la cama, boca abajo y puso sus piernas
sobre sus hombros. Su respiración se enganchó de nuevo. Se veía tan sexy, su
mirada centrada ahora, durante este tiempo en la unión entre sus piernas. La miró
con hambre, como un animal depredador a punto de darse un festín. La
sensualidad fue tallada profundamente en las líneas de su rostro y en sus ojos. Su
cuerpo latía y latía, sin más estímulo que su mirada enfocada, más especias caliente
se deslizó fuera. Sus manos acariciaron sus muslos y su temperatura se elevó hasta
que sintió como si la misma sangre en sus venas se hubiera incendiado.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Cerró los ojos cuando sintió su cálido aliento primero. La más pequeña de las
cosas, sin embargo, sus músculos internos reaccionaron, pulsando con necesidad.
Se sentía como si el tiempo se hubiera detenido. Oyó su latido del corazón. El reloj
tic-tac. El viento en los árboles. Tenía que hacer algo o se iba a morir. Hizo un solo
sonido, bajo en su garganta, como un gruñido o rugido de un leopardo a punto de
devorar a una comida que había capturado. Su corazón casi estalló y ella apretó los
puños alrededor de los hombros gruesos para anclarse.

Su lengua se deslizó a través de sus calientes, y resbaladizos pliegues como una


caricia y su cuerpo entero se sacudió. Un grito bajo escapó de su garganta antes de
que pudiera detenerlo. Sus ojos saltaron a su cara, una mirada caliente de oro que
le advirtió a ella que no se moviera, que no lo molestara, que iría a su propio ritmo.

Catarina obligó a su cuerpo a no torcerse todavía. Para darle todo el control. Se dio
cuenta en ese momento de que él ya estaba en control de ella, pero no tanto de sí
mismo. Él era verdaderamente uno con su leopardo, y quería su festín e iba a
tomarlo. El frenesí primigenio estaba sobre él y eso sólo hizo su deseo más caliente
para él.

Eli empezó a lamer su regazo como un gato un plato de crema. Su lengua raspaba
una y otra vez dentro de ella, enviándola casi fuera de control al primer toque. Las
corrientes eléctricas corrieron a sus pechos como pequeños relámpagos,
haciéndolos sensibles y adoloridos. Los músculos del estómago enrollados con
tanta fuerza que dolieran. Ella luchó por aire cuando sus pulmones quemaron,
recordándole que tenía que respirar.

El brazo de Eli la sostuvo inmovilizada, sus anchos hombros asegurándose de que


ella estaba abierta para él. Se mantuvo lamiendo la miel que se derramaba fuera de
su cuerpo, un ritmo pausado implacable, siempre un gato disfrutando de su
comida. No cambió su ritmo, pero ella nunca supo donde la lengua se iba a
deslizar al siguiente momento.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Pero por mucho que lo intentó, era imposible que permaneciera inmóvil. Mantuvo
la mitad inferior de su cuerpo exactamente donde él quería, pero su cabeza
violentamente goleó en el colchón y los nudillos se pusieron blancos aferrándose a
la barra de la cabecera. Sus músculos se contrajeron de nuevo, enviando una
cantidad infinita de crema caliente picante a su boca golosa.

Todo su cuerpo casi se convulsionó de placer. Fuertes, olas ondulantes


comenzaron profundo de su núcleo y se extendió por todo su cuerpo, por sus
muslos, desde su vientre hasta sus pechos. En el momento en que el terremoto
comenzó, en lugar de dar marcha atrás, Eli la atrajo más, tomando las especias,
controlando el líquido caliente en su lengua, empujando en sus profundidades por
más. Sus dientes arañaron su clítoris y ella gritó, estallando por segunda vez,
pisando los talones de la primera vez.

Su cuerpo estaba tan caliente ahora, que no podía soportarlo. Aún con su boca
sobre ella, su lengua malvada, sin detenerse, forzando otro orgasmo, los dientes,
los dedos y la boca tan voraces que no podía encontrar una manera de respirar,
pero ello no impidió que el fuego comenzara a difundirse a través de ella como un
reguero de pólvora.

Bajo, el grito de lamento de Catarina atravesó el caos reinante en la mente de Eli.


Estaba perdido en su cuerpo, en el dulce sabor de ella, en su necesidad de poseer lo
que sabía que era suyo. En su codicia por el tesoro que era todo suyo. Catarina
quería complacerlo y tenía que sacar el máximo provecho.

Su mirada saltó a la cara. Había miedo crudo, casi un importe de terror.


Desesperación. Hambre. Sus ojos brillaban, y él se dio cuenta de que su cuerpo
estaba muy picante. No sólo su canal femenino sino su piel. Toda ella. Su leopardo
se movió dentro de él, saltó hacia la superficie, gruñendo, rastrillando con garras,
rugiendo por la dominación. El animal casi loco de deseo, arañando por la libertad,
desesperado y salvaje.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Los ojos de Catarina brillaban en él, pasando de un cobalto brillante a un color
violeta oscuro. Su piel era casi translúcida, ardiendo como los ojos del gato exótico.
Ella nunca se había visto tan seductora o apasionada. Su mirada lo devoró, caliente
y hambrienta, su necesidad tan primordial como la suya. Su sangre subió
acaloradamente, fluyendo como lava en sus venas. Su cuerpo ya había estado en el
fuego, pero ahora, bebiendo en las feromonas de su cuerpo estaba lanzándose
fuera y al ver una mirada de tal hambre enmarcando su cara, que no había vuelta
atrás. Sin parar.

― Eli. ― Catarina sonaba asustada. ― Estoy ardiendo. En serio ardiendo y te


necesito en mi interior, en este momento. ― La desesperación próxima a su voz.

No podía dejar de moverse, retorcerse, frotando sus muslos juntos. Una mano flotó
hacia abajo más allá del vientre de ella a la unión entre sus piernas. Podía ver las
diminutas gotas de miel que seguían humedeciendo su montículo y regando por
sus muslos. Ella cerró los dedos en ella, mientras trabajaba con los pequeños
pantalones suaves.

Su otra mano fue a su pecho izquierdo, el índice y el pulgar tirando de su pezón.


Ella echó atrás la cabeza, un gemido escapando. Elí pensó que podría explotar
simplemente mirándola. Todavía la saboreaba en su boca. Él tomo su olor en sus
pulmones, la llamada del calor, de una sirena necesitada, de un olor a madreselva
y especias. Era salvaje, retorciéndose en la cama, rogándole, y nunca había visto
nada más hermoso.

Se levantó bruscamente y agarró su muñeca, la mano en el pecho. Él tiró de ella


hacia arriba, justo al lado de la cama y su boca descendió sobre la de ella. Duro.
Brutal. Salvajemente. Oyó su propio gruñido salvaje cuando él tomó su boca,
compartiendo el gusto con ella, besándola una y otra.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Era salvaje, un incendio forestal fuera de control. Devoró su boca. Alimentándose
de ella. No le dio ninguna oportunidad de respirar o pensar. Se sirvió a ella, cada
pedacito de sí mismo, dándole todo lo que era o que nunca sería. Sus manos eran
ásperas deslizándose sobre su piel, disculpándose con ella, enterrando los dedos en
profundidad.

Los pequeños ruidos desesperados que hacía, un lamento proveniente de su


garganta casi lo volvió loco. Él podía sentir sus pezones, duros y erectos,
presionado firmemente contra su pecho. Con cada respiración entrecortada, sus
pechos crecieron, arrastrando las puntas rígidas de sensibilidad contra sus
músculos. Él la empujó contra la pared, con las manos llegando a capturar el suave
peso de sus pechos, acariciándolos mientras inclinaba la cabeza para poner su
pecho izquierdo profundamente en su boca. Usó sus dedos despiadadamente,
tirando y rodando su pezón derecho, de modo que las descargas eléctricas se
propagaran de los dedos directamente a su clítoris.

Ella levanto a la cabeza, arqueando la espalda como un gato, sosteniéndolo con ella
mientras sus gritos llenaban el aire. Ella gimió y se retorció, acunando su cabeza
hacia ella mientras él se alimentaba de sus pechos. Utilizó el borde de sus dientes
para raspar sus pezones y cortar las curvas dulces y blandas. Utilizó su lengua sin
piedad, a lo plano y ancho y después de largo, lamidas lentas aliviando cada dolor
antes de que se amamantara lo suficientemente fuerte como para provocar jadeos y
gritos. Ella era ultrasensible al tacto de sus manos y su boca, su piel ardiendo
contra la suya. Ella irradiaba calor y se incendió. Una pierna herida alrededor de
su cadera y presionó su sexo contra su muslo tratando de bajarlo, frenética en
busca de alivio. Sus caderas empujando contra él, un sollozo ahogado en su
garganta mientras se retorcía en sus brazos. Era la cosa más caliente, y más sexy
que jamás había presenciado. Ella era como una llama viva, incapaz de contenerse,
incapaz de apagar el calor abrasador.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Catarina estaba en llamas. Cada célula inflamada en su interior, estaba tan caliente
que creía que podría morir. Su cuerpo no se sentía como si le perteneciera a ella en
absoluto. Cada pulgada de ella era tan sensible que dolía. Ella estaba desesperada
por el cuerpo de Eli contra el de ella, sin embargo, incluso eso parecía causarle más
dolor. Su piel estaba demasiado apretada. Sus articulaciones le dolían. Su cabello
era demasiado pesado para la cabeza y el cráneo se sentía como si pudiera
explotar.

Lo peor era el terrible calor quemando a través de ella como una tormenta de
fuego. Ella no podía respirar por su deseo de Eli. Su mente era un caos, la
necesidad tan terrible que ella pensó que podría volverse loca. No podía parar las
ondulaciones de su cuerpo, o la necesidad de presionarse sobre el muslo y moler
hacia abajo duro. Sus manos estaban por todas partes, tocándolo con los dedos
extendidos para tomar tanto de él como fuera posible. Su boca se movió sobre el
pecho, el vientre, a lo largo de la caja torácica. Ella no podía tener suficiente de
tocarlo.

El latido de su corazón era una locura. Sentía el latido entre sus piernas, golpeando
con urgencia, un salvaje, toque del tambor primordial del hambre implacable. No
podía detenerse, lamiendo su piel, llegando para él con desesperación.

― Haz algo, Eli, ― ella declaró, tan loca por él, que incluso su voz no era la suya.
― Te necesito toc{ndome. Tu boca. Sus dedos. Necesito que me llenes. Llévatelo.
Tienes que hacer que se detenga.

― Te tengo, Gatita, ― Eli le aseguró, tomándola del mentón para poder tomar su
boca de nuevo. Era adicto al gusto de ella, su miel corría todo el camino por su
garganta e invadía todos los órganos de su cuerpo. La mezcla de madreselva y las
feromonas se extendió a través de su sistema como un reguero de pólvora hasta
que fue marcado en su lengua, en sus pulmones y hasta en sus huesos.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella sollozó su nombre una y otra vez, un maullido desesperado de lamento, y no
podía soportarlo otros minutos. Él le dio la vuelta y la inclinó sobre la cama,
presionando su cabeza hacia abajo con una mano dura en medio de la espalda
hasta que su cabeza tocó el colchón, la acción empujo los firmes globos de sus
nalgas al aire.

Cuando su mano fue entre sus piernas, él las cogió con firmeza y estiró ambos
brazos, por lo que sus manos se vieron obligadas a agarrar los lados opuestos de la
cama. No esperó. Él no podría. No con ella gritando frenética y la forma en que ella
empujaba contra él, frotando sus nalgas a lo largo de su eje adolorido.

Él la cogió por las caderas con un brazo fuerte y se estrelló contra ella. Ella gritó y
al instante tomado medidas drásticas contra él, agarrando con sus músculos
apretados, y en espasmos. Su orgasmo fue largo y salvaje y golpeo en él una y otra
vez.

― M{s Fuerte. Eli, m{s duro, ― sollozó, sin aliento.

Sus embestidas eran brutales y duras. La tomo más o menos salvajemente,


mientras el fuego rasgó a través de ellos, tanto que ninguno podía respirar por el
placer. La tensión enrollándose más y más fuerte, frenéticamente conduciéndolos
fuera de la cordura, ya que cada uno se alimentó de la lujuria del otro.

Sus manos eran brutales, clavándose en sus caderas cuando él se alimentó en ella
una y otra, enviando rayos a estrellarse a través de su cuerpo. Dos veces más ella
se deshizo, pero él no se detuvo ni siquiera aminoró el ritmo feroz. Cada empuje
salvaje sacudió su cuerpo, conduciendo su cabeza en el colchón mientras forzaba
sus caderas más altas para que pudiera ir más profundo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él era implacable, despiadado, provocándole más y más altos gritos y súplicas,
instándole por más. Siempre por más. Su mente no creía que pudiera soportarlo.
Ella pensó que podría volverse loca con el frenesí de lujuria creciente entre ellos,
pero su cuerpo se negó a ser saciado, no importaba cuántas veces la envió a
estrellarse sobre el borde. Él era tan grueso y duro, un ariete que se abrió camino a
través de su apretado canal para que la fricción aumentara hasta el punto que
temía que ambos se habían quemado del contacto ardiente.

Se estrelló contra ella una y otra vez, sacudiendo su cuerpo para cumplir con
empuje de sus caderas. Su cara era una máscara de furia sensual, de absoluta
determinación. Él no se detendría. No podía parar. Un sollozo escapó y el miedo se
deslizó por su espalda, pero ella seguía pidiendo más, necesitaba más. Ella no
quería que se detuviera incluso si la mataba, porque si él no calmaba el terrible
ardor entre sus piernas y se detenía, moriría de todos modos.

El fuego convertido en un infierno rugiente, extendiéndose a través de su cuerpo


como una tormenta de fuego, aumentando la velocidad hasta que sintió como
vientos huracanados barrían las llamas a través de cada parte de ella. La tensión
enrollándose más y más fuerte. Lo sintió hincharse, llenándola más allá de su
capacidad para llevarlo, estirándola, ardor y escozor hasta que todo fue arrastrado
en un torbellino de pasión intensa.

Su polla se hinchó más. Pulsando. Imprimiéndose a sí mismo en sus músculos


internos, dejando su marca allí con él. Con Eli. Ella se puso rígida mientras su
cuerpo se apretó con saña, estrangulando su polla, obligándolo a lanzarse a la
fricción mientras su cuerpo seguía invadiendo el de ella con golpes duros. Sus
músculos agrupados. Conduciéndose profundo de nuevo, una vez, dos veces y
luego chorro tras chorro de líquido caliente golpeó las paredes tiernas de su vaina
y la llenó de su semilla ardiente, marcando su interior una vez más como de él.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Su cuerpo todavía no lo dejaría ir, lo ordeño con avidez por cada gota nacarada,
apretándolo y sujetándose a su alrededor duro. No podía dejarlo. Simplemente no
podía. Él tenía que permanecer dentro de ella y grabarse en ella porque no se
detenía. Ondulación tras ondulación, terremoto tras terremoto y todavía su cuerpo
exigía más.

Catarina se dejó caer sobre el colchón, con las manos apretando las sábanas duro.
Saboreó sangre en su labio donde había hundido sus dientes profundamente. Si no
fuera por el brazo de hierro de Eli sosteniendo sus caderas hacia arriba, ella
simplemente se derrumbaría. Todo lo que quería hacer era llorar. El fuego entre
sus piernas no se había ido. Incluso después de todo eso. Era peor aún, su piel
estaba caliente, y demasiado apretada. Su cabello era demasiado pesado, tirando
de su cuero cabelludo. Todo dolía. Cada articulación. Su mandíbula. Sus dedos,
incluso los dedos de los pies. Eli no salió de ella, ni siquiera se ablando su polla.
Permaneció en ella, estirándola, y cuando él se inclinó sobre ella, la longitud
pesada de él frotó a lo largo de su clítoris y su cuerpo estalló de nuevo. Él lamio las
diminutas gotas de sudor en la espalda, su lengua acariciando a lo largo de su
columna vertebral. Su corazón golpeó y empujó de nuevo hacia él, apretada, un
pequeño sollozo escapo.

― Est{ bien, nena, te tengo, ― susurró contra su hombro. ― Estoy aquí contigo.
No tengas miedo de esto. Deje que se lo lleve. Deja que suceda. ― Ella la sintió
entonces, su leopardo, subiendo hacia el calor y el fuego. Subiendo hacia el
salvajismo que ella detectaba en Eli. Una ola se levantó justo debajo de su piel, una
terrible comezón, empujando desde abajo, determinada esta vez, conectando a
tierra el fuego que ardía entre sus muslos.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Ella quiere salir. No sé cómo dejar que lo haga, ― Catarina susurró en el
colchón, en el mismo borde de la desesperación. Si el leopardo no salía de ella, iba
a estallar en llamas y a volverse cenizas. No podía soportar el calor o el terrible
ardor que se negaba a desaparecer entre sus piernas. Ella ni siquiera sabía ya si era
ella la que se quemaría o el leopardo, sólo que tenía que encontrar una manera de
ayudar a la otra a liberarse.

― Yo sé cómo debes llamarla, gatita. Confía en mí ahora. Déjame hacer esto por ti.
― Siempre volvía a Eli, todo. Ella lo necesitaba. Ella lo quería a él y Dios, la
ayudara ella lo amaba. Ella sabía que él la guiaría a través de esto.

― Por favor, Eli, por favor ayúdame con ella. ― De inmediato lo sintió
aproximarse a la piel por su hombro. Una ráfaga de aire caliente la golpeó y luego
hundió los dientes en profundidad. Se obligó a respirar, a aceptar la mordedura,
sabiendo que su leopardo llamaba al suyo. Era Eli con las manos en ella, su cuerpo
encontrándose con el de ella, pero de alguna manera se las había arreglado para
cambiar la cabeza y permitir que su leopardo llamara a la hembra. Ella no podía
creer que tenía ese tipo de control.

Catarina respiró para quitar el dolor al sentir el salto femenino hacia el leopardo
macho. A la vez, Eli se deslizo fuera de ella, y dio un paso atrás, sin soltarla ni
levantarse.

― Tenemos que salir a la calle. ¿Puedes caminar? ― Su voz era {spera. Gruñendo,
ya a los animales. Su estómago apretándose y se deslizó hasta el suelo en cuatro
patas. El dolor estaba de vuelta en todas las articulaciones, y su piel picaba tan mal
que quería gritar. Eli no le preguntó de nuevo, él la levantó, acunándola contra su
pecho y corrió por la casa con ella.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Respira profundo y no trates de retenerla. Tu no vas a desaparecer, bebé, a
pesar de que la primera vez es aterrador y doloroso. Vas a estar con ella y sentirás
una sensación de libertad que es increíble.

― Yo quiero esto. ― Ella trató de decirle pero su voz era diferente. ― Por ti, por
estar contigo. ― Ella quería que él supiera. Tenía miedo, y sí, le dolía, pero sabía
que el leopardo de Eli necesitaba su mujer, de la manera que Eli la necesitaba y ella
lo necesitaba.

Para el momento en que Eli había saltado desde el porche con ella en sus brazos, su
cuerpo había comenzado a contorsionarse. El sudor en su piel, perfumado por la
criatura salvaje. El leopardo hembra tenia tanto miedo como ella tenía y eso la
hacía más decidida a asegurarse de que pudiera cambiar de forma adecuada.

― Dime qué hacer.

― Respira y relájate. Deja que suceda. No luches contra el cambio, bebé. Voy a
estar aquí contigo. Todo el tiempo, estaré a tu lado. ― Ella le creyó. Sabía, sin
sombra de duda que Eli se quedaría con ella y que la protegería a ella en cualquier
forma que se encontrara. Sólo lo sabía. Ella respiró profundamente, tratando de
empujar a través del dolor para relajar su cuerpo lo suficiente para aceptar el
cambio. Ella incluso cantó en voz baja a la mujer leopardo, persuadiéndola a
hacerlo.

Su cuerpo se contrajo de nuevo, haciendo estallar las articulaciones. Crujido. Dolor


entró por ella, pero ella lo ignoró. Ella se obligó a tomar más aire a través de los
dientes que eran demasiado grandes para su boca, a través de la mandíbula y del
alargamiento de sus manos que desaparecieron bajo la piel y las garras. Dolor
irradiado a través de cada parte de su cuerpo cuando la piel ondulo sobre ella. Sus
pulmones ardían y miró hacia el suelo y luego a sus miembros.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Donde había sido una mujer, ahora había un leopardo, un pequeño y femenino
cuerpo cubierto de pelaje rojizo. Eufórica, volvió la cabeza para mirar a Eli. En su
lugar estaba el gran leopardo negro y sus ojos estaban sobre ella como si fuera a
devorarla en cualquier momento. La pequeña mujer se volvió y con un
movimiento de la cola en advertencia, echó a correr.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

S e despertó sintiéndose cómo si tuviera resaca. Su cabeza golpeaba y su cuerpo

dolía. Se movió e inmediatamente fue consciente del peso ligero en su vientre.


Estaba de espaldas, el cuerpo de Catarina encrespado contra él, su cabeza
descansando un poco más abajo de su ombligo. Tenía un brazo arrojado sobre ella.
Su salvaje pelo estaba en todas partes, formando un manto de seda sobre su polla y
sus muslos.

Su cuerpo instantáneamente se agitó por la intimidad de su posición. Respiró lenta


y profundamente, trayendo su olor a sus pulmones. Su mano se enhebró
inmediatamente a través de su cabello antes de que incluso pensara en ponerla allí.
Se encontró sonriendo. Le encantaba todo lo relacionado con esta mujer,
especialmente la forma en que se volvía loca cuando tenía su cuerpo bajo el suyo.

Catarina Benoit estaba llena de sorpresas. Sabía que ella tenía miedo de cambiar.
Todo el mundo tenía miedo de la primera vez. Era doloroso y desgarrador para
todos los huesos en el cuerpo de uno. Ella lo había mirado con los ojos muy
abiertos, azul, confiando en él para ayudarla a través. Confiando en él. Eso fue
todo lo que valía la pena allí para él. Ella lo escuchó e hizo tal como él dijo. Su
leopardo y su macho habían aumentado rápidamente. Podía oler su miedo, pero
ella no dudo y cambió bastante rápido debido a su determinación.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Eli pasó los dedos por el pelo grueso y sedoso de Catarina. Ella se movió un poco y
un suave gemido escapó. Empujó la sábana que cubría su cuerpo y tomó un buen
vistazo. Había moretones y marcas por todo el cuerpo. Sobre todo de él, de sus
manos y la boca durante el frenético rito de los Han Vol Dan.

Cerró los ojos por un momento para bloquear la vista de su suave piel cubierta de
manchas oscuras. Definitivamente era pequeña para un leopardo, aunque llevaba
las curvas y el pelo, pero su tipo de cuerpo la hacía parecer demasiado frágil para
el sexo duro y el apareamiento de los cambia formas. Los leopardos habían estado
juntos toda la noche. Su macho había reclamado la hembra bastante rápido, lo que
permitió que corriera por un corto tiempo antes de tomar posesión. Él fue rápido y
vicioso, serio sobre el replanteó de su afirmación. Él era tan áspero como Eli y e
igual de controlador, más aún.

Los dos leopardos habían jugado duro y áspero a través de la noche y la mayor
parte del día siguiente. El macho había estado con la hembras cada quince minutos
más o menos, usando su cuerpo más pesado para sostenerla en su lugar y sus
dientes en su hombro para obligarla a ceder. La fiesta de amor se había prolongado
durante horas, como ocurría a menudo con los leopardos, toda la noche, toda la
mañana y parte de la tarde. Cuando Eli había conseguido finalmente convencer al
macho y a la hembra de regresar a la casa del rancho, ya era casi la puesta del sol.

Eli alisó su mano sobre su cabello oscuro. Catarina estaba exhausta, tanto
emocional como físicamente. Él la había llevado a la casa y se había quedado
dormida en sus brazos. Había preparado un baño caliente y realmente se metió en
la bañera para sostenerla en el agua, con la esperanza de que le ayudaría a reducir
el dolor. Había despertado un par de veces para cambiar la posición y cada vez
que se movía, gemía suavemente.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él la abrazó mientras ella se cepilló los dientes y luego él la había deslizado debajo
de la sábana y se metió en la cama junto a ella, sosteniéndola cerca de él. En algún
momento de la noche, ella había lanzado un brazo a su alrededor y puso su cabeza
en su vientre. Le gustaba despertarse con ella allí. Le gustaba tener sus piernas
enredadas íntimamente juntas y su boca a un suspiro de su polla. Le gustaba su
calidez y su risa.

― Soy un fracasado, bebé, ― dijo suavemente, en voz alta.

Ella se movió, y se extendió lo suficiente para gemir de nuevo y parar cuando su


cuerpo protestó. Su brazo apretado alrededor de él. Sintió el roce de sus dedos a lo
largo de sus costillas, y el calor de su aliento en su piel. Incluso sintió el aleteo de
sus largas pestañas sobre su vientre.

― No es por la mañana, ¿no?, ― Murmuró.

― Est{ empujando la noche, Gatita. Los leopardos estuvieron jugando toda la


noche anterior y la mayor parte de hoy. Nosotros hemos dormido un par de horas.
¿Tienes hambre?

Las yemas de sus dedos hacían círculos perezosos lo largo de su cadera. El tacto no
estaba destinado a ser sexual, pero era íntimo. Trazó a lo largo de su hueso y luego
en el músculo no definido.

― En realidad no, pero si tu quieres, puedo hacer algo. ― Eli sonrió, felicidad
estallando a través de él. Le dolía el pecho en las proximidades de su corazón, y
por un momento se encontró con un nudo en la garganta tan grande que no podía
hablar. Él tragó y dejó caer su mano a la nuca de su cuello, masajeando
suavemente.

― No me vas a arreglar cualquier cosa para comer, bebé. Te vas a sentar aquí y a
descansar. Yo estaba ofreciendo arreglar algo para ti.

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Cat´s Lair
Ella volvió la cabeza lo suficiente para presionar un beso en el vientre. Su polla se
sacudió en reacción. Su vientre anudado y su aliento silbó entre dientes. Muy
dentro de su corazón tartamudeó.

― Esa es una cosa agradable para ofrecer, Eli. Gracias. ― Catarina apoyó la mejilla
contra su vientre.

Su mano se deslizó bajo, sus dedos alisando largo de la columna de su muslo. ―


Estoy tan cansada que no puedo realmente pensar. Me gusta estar aquí. Eres
caliente, y cuando estoy contigo de esta manera, no tengo miedo.

Esta vez, ella volvió la cabeza para mirarlo. Se veía somnolienta. Cómoda.
Hermosa. Sus pestañas eran más de lo que había pensado primero, del mismo
brillo oscuro que su pelo, enmarcando sus increíbles ojos. No podía creer que
estuviera cubierta sobre él, sus dedos acariciando desde su muslo hasta sus brazos
cruzados mientras ella iba a la deriva, todavía un poco aturdida por la experiencia
del desplazamiento. No podía creer que ella fuera suya.

― ¿Tenias miedo?, ― Preguntó con suavidad. Le gustaba que no tuviera miedo


cuando estaba con él. Eso le decía mucho. Con Cordeau ofreciendo dinero de la
recompensa por información sobre ella, tenía mucho que temer. Probablemente
había tenido miedo la mayor parte de su vida.

― Sí. Pero yo sabía que me ayudarías a través de todo. Y yo quería que ella saliera.
Quería asegurarme de que ella no era una asesina.

Su mano se movió de nuevo a su cuerpo y una vez más volvió la cabeza para darle
un beso a su vientre. Sintió el barrido de su cabello sedoso sobre su vientre, a lo
largo de sus muslos, y Dios lo ayudara, enredándose sobre su polla. El calor se
movió a través de sus venas directamente a su entrepierna. Tenía que admitir que
le gustaba despertarse así.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Ella no es una asesina, ― dijo.

― No, no lo es. Ella estaba tan asustada como yo. Su macho se parece mucho a ti.
― Hubo un poquito de censura en su voz y se encontró sonriendo. Estaba sin duda
molesta en nombre de su leopardo.

― Me di cuenta, ― él estuvo de acuerdo. Su mano se apretó en su pelo. ― Él sabe


que tiene que mantener a su mujer en línea porque ella es un poco testaruda.

Su risa fue amortiguada por su estómago. Sintió sus labios suaves arrastrando
pequeños besos a lo largo de su vientre. Besos perezosos. Suaves. Apenas
existentes.

― ¿Est{s insinuando que soy testaruda?

Volvió de nuevo la cabeza para mirar hacia él. Su mirada azul moviéndose por su
cara, y su cuerpo en totalidad se tensó. Sus dedos se enredaron en su pelo otra vez,
esta vez un poco más fuerte, un poco más posesivamente.

― Tan hermosa, Cat, y toda esa belleza, todo lo atractiva que es, es mía. Un
hombre encuentra una mujer como tú y él camina sobre el agua para mantenerla.
Entiendes eso, ¿no? entiendes que voy a amarte con todo en mí. Pero te estoy
manteniendo. No me puedes mostrar esto, este tipo de despertar. No me lo puedes
dar y luego esperar que viva sin él.

― Entiendo que no me oyes cuando estoy hablando contigo, ― murmuró, y su


boca estaba de nuevo en su vientre, su lengua acariciando, una caricia antes de que
sus labios enviaran una llamarada de fuego desde su vientre hacia su polla.

Su boca se deslizó sobre él. Caliente. Estrecha. Húmeda. Como un puño de


terciopelo. Su cabello cubriendo su regazo y sus muslos, derramándose a través de
la sabana como una cascada oscura. Su cabeza explotó. Fuego corrió a través de él.
Su corazón explotó. Una tormenta de emociones. Él la escuchó. Alto y claro. Él la
escuchó. Sus ojos ardían y ese bulto estaba de vuelta en su garganta.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Muy gentilmente tiró de su pelo para levantar su boca de él. Fue una de las cosas
más difíciles que había hecho nunca, dejar el refugio de su boca. Él la atrajo por
encima de su cuerpo y rodó suavemente para meterla debajo de él. Él sintió su
gesto de dolor y otro pequeño sonido escapó, un gemido que fortaleció su
resolución.

Sus manos enmarcaron su cara y miraron hacia abajo a sus increíbles ojos cobalto.
Ahora eran de un azul profundo con tonos de violeta y ella lo miró con una
expresión amorosa tan suave que casi perdió su determinación con la necesidad de
unir sus cuerpos juntos. No había mejor lugar que dentro de ella.

― Nena, te escucho fuerte y claro. M{s que nada quiero tu boca sobre mí,
haciéndome saber cómo se siente. No puedes saber cuánto significa eso para mí,
pero aún más que eso, quiero cuidar de ti. Estás agotada. Necesitas descansar. Me
conformo con besos esta noche. Y luego me voy a alimentar de ti y a masajearte.
Los leopardos van a querer salir de nuevo pronto y necesitarás resistencia. Cuándo
consigan algo erótico, nosotros también. Nuestras emociones están unidas.

Antes de que pudiera decir nada tomó su boca con lo poco de dulce y tierno que
tenía en él. No era mucho, pero todo eso era de ella. Se sirvió el amor en la boca,
con la esperanza de que pudiera oírle. Estaba hablando con ella como ella había
estado hablando con él. Levantó la cabeza y vio que las lágrimas nadaban en sus
ojos. Sí. Ella lo escuchó.

― ¿Me necesitas para ayudarte a entrar al cuarto de baño?, ― Preguntó en voz


baja.

Ella negó con la cabeza. Un dedo se acercó para trazar su mandíbula. Entonces sus
labios. Su toque era ligero, apenas allí, pero lo sintió como una marca en sus
huesos. Abrió la boca y sacó el dedo de profundidad. Sus ojos fueron amplios,
entonces sexy.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Bbe ― le lamió el dedo con la lengua y luego la soltó - ― Te hice una pregunta.
Yo pensé que habíamos establecido que me gustan las respuestas.

Ella sonrió de nuevo. Su sonrisa podía mover montañas. ― Eso no es justo, que me
distraigas, probablemente a propósito para que puedas utilizar ese tono mandón.

― ¿Te gusta mi tono mandón?

― Es cierto. Pero me hace poner toda caliente y mojada, y dejaste en claro que no
vamos a ir allí ahora, por lo que no puedes usar ese tono.

Su sonrisa se ensanchó hasta que la sintió en sus entrañas. Ella lo hizo. Había
traído sol a su vida, incluso allí en la noche. Él le dio un beso en la boca sólo
porque no pudo resistirse.

― ¿Mi tono mandón te hace poner toda caliente y mojada?

― Tú sabes que lo hace.

Sí. Él sabía. ― Estas húmeda para mí en este momento, ¿no es así? Miel caliente y
resbaladiza y goteando.

Ella arqueó una ceja. ― Probablemente.

Eso fue un claro desafío. Ella no iba a decírselo. Le estaba tomando el pelo.
Burlándose de él. A Él le gustó demasiado. Su palma en la forma de su pecho, su
pulgar se deslizó sobre su pezón. Sintió la respuesta temblando en su cuerpo y sus
ojos se volvieron violeta. Su mano siguió su camino, por su caja torácica hasta la
cintura. Su dedo sumergido en su ombligo y luego lo rodeó antes de deslizarse
hacia el nido de rizos.

Saga Cárpatos
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El temblor se convirtió en un terremoto. Tiró de su labio inferior entre sus dientes.
A él le gustaba esto. Jugar suave. Se sentía mucho como amor. Hundió dos dedos
en ella. Ella estaba caliente. Ella estaba resbaladiza. Y había un montón de especias
llamándolo a él. Su mujer era tan perfecta como pudo conseguir. Ella se retorció
debajo de él, su aliento entrecortado. Él le sonrió.

― Lo estas. Agradable y caliente también. Es una maldita cosa buena que sea un
hombre fuerte. ― Deliberadamente trajo los dedos a la boca y les lamió de
inmediato, haciendo gala de ello. ― Tu sabor es tan jodidamente bueno, Gatita,
que podría pasar toda la vida comiéndote.

Eso envió un escalofrío por su cuerpo completo. Él salió de ella antes de que fuera
demasiado tarde. Burlarse era una cosa, pero no estaba poniendo a prueba su
disciplina, no cuando se trataba de ella. ― Toma tu baño, Cat, y ven a la cocina. Yo
voy a hacer para nosotros un sándwich.

― Café, ― murmuró, sin moverse cuando se levantó.

Se puso de pie sobre ella simplemente mirándola. Tanto amor. La intensidad fue
abrumadora. Ella no se había movido. Yacía de espaldas, mirándolo a él, su cabello
se derramaba a su alrededor como un halo, su cuerpo magullado y maltrecho,
viéndose más sexy que nunca. Tuvo que admitir, que había una parte primitiva y
salvaje en él, que le gustaba ver su huella en ella.

Ella levantó una mano, rozando su pene con dedos l{nguidos. ― Me gusta esta
parte de ti, Eli. Realmente eres un hombre hermoso.

Su toque hizo que un escalofrío recorriera su cuerpo. ― Me alegro de que lo creas,


cariño, ― dijo. ― Puesto que te pertenece. ― Él debería haberse movido, pero
algo le detuvo allí. Nunca había tenido esta tranquila intimidad. Ambos sabían que
no estaba en condiciones para el sexo, especialmente para su clase de sexo y este
amor se sentía perfecto. Él amaba que ella fuera suya.

Saga Cárpatos
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― Yo creo que sí. Todo tú. Cada pulgada. Y me alegro de que cada pulgada me
pertenezca. ― Su voz era suave. Un hilo de sonido, pero hizo su camino dentro de
él. Sus ojos se encontraron. Sus dedos aún se movían contra él, acariciando su eje
con caricias amorosas, suaves. ― Sólo mío, Eli.

―¿Verdad? Eso es lo que quieres decir. Yo sé que no sé lo que estoy haciendo


todavía, pero soy un aprendiz rápido. ― Ella le quitó el aliento. Se entregó a él.
Admitiendo, a su manera, que lo amaba, pero que todavía no estaba segura de él.
Todavía no estaba segura de sí misma. Maldito Cordeau por hacerla pensar que
no era nada.

― Sólo tuyo, Catarina. ¿Cómo podría yo querer a otra mujer después de tenerte a
ti? Sería imposible. Ahora empieza a moverte y deja de intentar tentarme. Estoy
cuidando de ti, ¿recuerdas?

Ella se inclinó hacia él y lamió su eje como un gato lamiendo crema. Su lengua se
burló y bailó bajo la corona sensible. Fuego disparó a través de su cuerpo. No había
nada suave sobre la reacción de su cuerpo cuando su boca se deslizó sobre él como
un guante apretado. Ella se amamantó, su lengua bailando. Un gemido se le
escapo, vibrando a través de su polla. Luego ella se fue, sus ojos azules bailando
con picardía.

― Sólo estaba asegur{ndome de que había oído bien, ― dijo ella.

― Eso te valió una paliza.

Ella rió. ― Estoy muy asustada. ― No parecía en lo m{s mínimo con miedo.

Se dio la vuelta y dio un paso atrás antes de que sus manos pudieran alcanzar su
objetivo previsto. Había estado medio burlándose en la medida de lo que podía
tomar, y él sabía que estaba dolorido e hinchado. Quería besar la pequeña sonrisa
justo al lado de la cara, pero sin duda eso llevaría a otras cosas.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Apúrate, ― gruñó, sabiendo que había perdido esta batalla. Incluso si él la
pusiera sobre sus rodillas, tenía un sentimiento de que ella lo voltearía a favor de
ella y se convertiría en algo erótico.

Él se enganchó un par de pantalones de chándal suaves en su manera de salir de la


habitación. Su risa sólo hizo que su cuerpo se pusiera más duro y sabía que ella
había usado su suave tono sexy a propósito. Se reía cuando llegó a la cocina. Su
vida siempre había sido sombría. Estaba de acuerdo con eso.

Él hacia su trabajo y era bueno en eso, y había satisfacción en atrapar a los


delincuentes. Pero aún así, era una vida sombría. Incluso después de haber viajado
por el mundo en busca de otros cambia formas. Después de que había encontrado
a Drake Donovan y se había unido a los hombres que cazaban los renegados,
capturando a los criminales a lo largo del mundo. Leopardos que podía admirar.
Leopardos que le enseñaron las reglas. Incluso entonces, su mundo era sombrío.
Hasta Cat. Cat cambió todo y no sabía que lo había hecho hasta que ya estaba
hecho.

Miró alrededor de su cocina. Era la misma, sin embargo, diferente. Había flores en
un florero en la mesa. Ollas y sartenes colgadas en el estante, pero estaban
arregladas por tamaño y estaban impecablemente limpias. Las diferencias eran
pequeñas y sutiles, pero estaban allí. Ella ya había puesto su toque en las cosas,
especialmente en la cocina. Había establecido una estación de café con los
ingredientes de la lista de la compra. Josué había traído los alimentos y la ropa que
habían pedido y ella había estado extasiada. Él no le había mostrado la ropa
todavía, ni las botas que había pedido, pero ella se había abalanzado sobre las
bolsas de comestibles, oliendo y examinando todos los objetos, especialmente los
artículos de café. Podía hacer sus bebidas favoritas y cuando lo hizo, era todo tan
impresionante como lo recordaba desde la tienda de café.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Sacó la carne, pavo para ella y carne asada para él. Rodajas de queso, aguacate y
condimentos. Supo el momento exacto en que entró, pero no levantó la vista. Él la
olió, el aroma de la madreselva que lo volvía loco. Ella no hizo ningún sonido
cuando anduvo descalza directamente hacia la máquina de café.

― ¿Quieres uno?

― Gatita.

Ella rió. ― Es increíble lo mucho que puedes transmitir con una sola palabra.

Se acercó a ella, en silencio también. No supo que él estaba detrás de ella hasta que
ya estaba en ella, envolviéndola en sus brazos, tomando un puñado de pelo para
tirar la cabeza hacia atrás. Él tomó su boca. Áspero. Duro. Posesivo. Replanteando
su afirmación en términos muy claros. Cuando levantó la cabeza para mirarla a los
ojos cobalto, vio que ella lo entendió. Sabía su forma de hablar. Él sonrió y le rozó
los labios suavemente con los suyos. Al mismo tiempo, su mano se deslizó bajo el
dobladillo de la camisa que llevaba para encontrar su trasero desnudo. Acarició los
firmes globos con sus palmas antes de caminar al otro lado de la habitación al
centro de la isla, poniéndolo entre ellos.

― Nuestra comunicación parece estar mejorando.

Catarina se echó a reír. Se tocó la boca temblorosa y se preguntó si sus piernas


temblorosas podían sostenerla. Felicidad entró por sus venas como burbujas de
champán. Tenía un sentido de humor bajo toda esa tontería de leopardo alfa
machista que encontraba más caliente que cualquier cosa. Que era desafortunado
porque se salía con la suya en todo. A ella simplemente le gustaba cuidar de él.

― ¿Crees eso?, ― Se impulsó a moler el café que le gustaba.

― Llevas mi camisa y estas sin ropa interior. Y sabes cu{ndo te estoy diciendo que
me perteneces. Así que, sí, la comunicación es cada vez mejor.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― No estoy tan asustada todo el tiempo, ― admitió. Se mantuvo de espaldas a él
mientras hacia su favorita taza de café. Le gustaba de caramelo. Había estado
sorprendida de que él fuera un hombre de caramelo, pero cuando tenía algo dulce,
como el café y el caramelo, le gustaba con dos disparos de eso. Ella tuvo la
precaución de hacerlo perfecto para él.

― Gatita.

Su voz volcó su corazón otra vez. Era increíble para ella lo que el tono podía hacer.
Inmediatamente se dio cuenta de sus pechos porque le dolían y sus pezones
rasparon contra la franela de la camisa que llevaba. Los pequeños dedos de deseo
burlando sus muslos, y si él le preguntaba, tendría que admitir que había
conseguido ponerla húmeda para él. Con sólo su voz. ¿Hasta dónde había ido para
hacerle eso a ella?

― Bueno, es cierto. Me haces eso, Eli. He estado tan asustada por tanto tiempo que
casi no sé cómo no estarlo. Pero tú detuviste eso... sobre todo. ― tuvo que añadir
la última, porque estaba siendo estrictamente honesta con él. Ella todavía no podía
darle un vistazo a él.

― Yo no quiero que nunca vuelvas a tener miedo, Cat. No m{s. Te mantendremos


a salvo. Cuanto más sepas acerca de auto-defensa, y entre más mejores con una
pistola y otras armas, más sentirás que estás en condición, de protegerte sola. Mi
macho le enseñará a su mujer cómo protegerse a sí misma, pero siempre, siempre,
sabrás que voy a defenderte y protegerte hasta mi último aliento.

Ella lo miró por encima del hombro. Lo vio, invencible. Tal vez era esa fuerza en él.
Lo vio desnudo, todo el poder fluyendo, los músculos acordonados y la manera
fácil y fluida en que se movía. Él era rápido, y cuando se movía, podría hacerlo a la
carrera. Su presencia la hacía sentir segura, pero más que eso, a ella le gustaba que
era importante para él que ella aprendiera a defenderse. La deseaba fuerte. Él
quería que se sintiera como si pudiera sobrevivir a un ataque. Eso significaba algo
para ella.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Catarina se aclaró la garganta. ― Realmente no hay ninguna información sobre
cambia formas, por lo que después de que me enteré de Rafe, estudié los
leopardos. Se aparean y luego la hembra levanta su joven hijo sola―. Eli no hizo
un sonido. Esperó en silencio. Sabía que era un esfuerzo por parte de ella, él podía
decirlo por la forma en que su cuerpo se puso rígido, pero se obligó a dar la vuelta
y enfrentarse a él, a caminar hacia él con su café, pero estudiadamente miró al
suelo mientras lo hacía.

― ¿Bebe, me estás haciendo una pregunta? Porque si es así, necesito tus ojos en los
míos. ― Su voz fue baja, pero mantuvo una orden clara.

Sus pestañas revolotearon y luego su mirada se puso en la suya. Tomó el café. Olía
casi tan bueno como ella lo hacía. No pudo resistirse a suavizar su mano sobre su
trasero desnudo de nuevo. El solo hecho de tenerla de pie tan cerca le hizo ponerse
duro. Él sabía que no era todo acerca de cómo se veía, ni siquiera el hecho de que
ella era un gato salvaje en la cama. No, había mucho más que eso.

Era esto. Su culo desnudo, sin ropa interior bajo su camisa porque le había pedido
que ella lo hiciera. Era su inexperiencia, su timidez, sin embargo, su voluntad de
aprender de él, para que él la guiara y le enseñara las cosas que quería aprender.
Su confianza en él, dándole su cuerpo, confiando, a pesar de su anterior traición a
ella. ¿Cómo podía no estar tan enamorado de ella que le dolía? ¿Cómo podía estar
con ella y no saber que era su mundo y que siempre lo sería?

― Supongo que lo estoy. ¿Cómo los cambia formas manejan ese tipo de cosas?

― Los leopardos se aparean de por vida. Una y otra vez. Ellos se encuentran entre
sí y se eligen entre sí. Por lo que yo nunca te dejaría, ni tomaría a otra mujer.
Cuando lleves a mi hijo en tu vientre, bebé, sólo harás que te quiera más. Yo no
voy a ninguna parte.

Sus ojos comenzaron a alejarse de él y hacia el piso. Tiró de su labio inferior entre
sus dientes.

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― Mantén tus ojos en los míos. Te escondes cuando evitas los ojos de alguien. Haz
practicado lo suficiente, durante años, obviamente, pero no hay una razón para
ocultarse más. Quiero saber lo que estás pensando, porque no me miras a mí y si al
suelo.

― Estoy pensando que eres muy mandón, ― le espetó, sus ojos volviendo a los
suyos. Azul profundo. Coqueteando con ira. Eso le hizo ponerse duro también. La
había visto de un montón de maneras, pero la ira no era realmente una de ellos.
Adolorida, sí, la ira no tanto.

Él le sonrió y luego tomó un sorbo de café. ― Mi mujer prepara una gran taza de
café, y ella tiene un temperamento.

― ¿Por qué eso te haría feliz?

― El mejor tipo de sexo que hay, bebé. Aderezo para el sexo. ― Su sonrisa se
ensanchó cuando sus ojos se volvieron de un azul profundo y brillaron en él. No
era más que un atisbo de sonrisa en medio de su locura.

― Sabes que puedes ser molesto, ¿verdad?, ― Le preguntó.

― Creo que estás un poco gruñona, porque no has tenido tu café y te acabas de
despertar.― Él se acercó a ella, uniéndose a ella, inhalando su aroma. Ella podía
despojarlo a él, desnudarlo, derecho a su alma, con sus ojos. Ella no lo sabía y él
pensó que era mejor que nunca lo hiciera. ― ¿Qué es lo que tienen los bebés que
te asusta, gatita? Háblame. Déjame ayudarte con eso.

Sus pestañas revolotearon, pero sus ojos no dejaron los de él y hubo un instante de
fusión alrededor de la región de su corazón. Admiraba su coraje.

― Yo nunca he mantenido un bebé, Eli, y mucho menos cuidado de uno. Nunca he


estado en torno a un niño. Yo no sé nada sobre la crianza de niños.

Saga Cárpatos
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Ella no lo sabía, pero la forma en que su mirada se aferró a él, la expresión de su
rostro, lo miró a él como si él fuera su línea de vida. Quería ser su salvavidas.
Quería que lo mirara siempre a él cuando estaba asustada o confundida. Dio un
paso aún más cerca de ella, un brazo deslizándose alrededor de su cintura para
bloquearla a él, la otra mano dejando el café para poder dar forma a la cara con la
palma.

― No tengas miedo de un niño, bebé. Vamos a resolver eso juntos. Los dos somos
inteligentes. No vamos a lastimar a nuestros hijos. Serás dulce cuando estés con
ellos, derramándolos con todo ese amor que tienes, y yo voy a gruñir y gruñir y a
protegerlos. Vamos a amarnos unos a otros y a ellos tanto, que van a estar nadando
en el amor.

Sus ojos buscaron su rostro. Tragó saliva dos veces antes de contestar. ― Eli,
tienes que tener en cuenta que ni siquiera puedo decir esa palabra

― Cuando se trata de ti, gatita, nada se me escapa. No siempre. ― Su pulgar se


movió suavemente a lo largo de su mandíbula. ― Fuiste hecha para el amor,
Catarina. Para amar a tu hombre. Para amar a sus hijos. Y por ello te quiero.

Ella parpadeó, claramente sorprendida. Un leve rubor robó sus mejillas. ― Dices
las cosas más increíbles para mí, Eli.

Ella nunca sabía qué hacer cuando él cuando estaba dándole elogios. Calculó que
tendría una vida para acostumbrarse a ello, porque tenía la intención de dárselos
de manera regular.

― Sólo porque son de verdad. Los dos sabemos que soy brutalmente honesto. ―
Inclinó la cabeza y rozó un beso en sus labios. ― Has tu café, bebé, y vamos a
comer.

― Est{ bien. ― Ella le sonrió.

Saga Cárpatos
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No pudo resistirse a otro beso, esta vez deslizo su lengua a lo largo de la costura de
sus labios en una silenciosa orden para que se abriera a él. Deslizó ambas manos
bajo el dobladillo de la camisa de franela a la taza de los desnudos globos firmes de
su culo. Ella tenía un trasero perfecto. Le encantaba verla caminar. Le encantaba
alisar sus palmas sobre esa curva maravillosa. Le encantaba mirar su trasero
cuando ella estaba en su vientre en su cama, o estaba en sus manos y rodillas. Al
igual que su polla reaccionó, luchando contra el material de su sudadera.
Hambriento. Codicioso. Ella no se apartó de él. Si algo peso fue que se apretó más
contra él. Esa era otra cosa que amaba. Ella le daba acceso a su cuerpo cuando
necesitaba o quería tocarla. Ella no hacia un problema sobre ello, ella sólo lo hacía.
Cuidaba de él. Lo amaba sin palabras. La oia hablar, incluso si era en silencio. La
oyó fuerte y claro.

― Después de la cena, Catarina, voy a ver qué puedo hacer al respecto de esos
músculos muy doloridos tuyos. En primer lugar el jacuzzi, después una ducha
caliente y luego te doy unos masajes.

Ella volvió la cara hacia él, sus ojos azules buscando en su rostro. Una lenta sonrisa
que le quitó el aliento.

― ¿Masaje? ― Ella se lamió los labios. ― Eso suena divertido. ¿Tengo que darte
un masaje también?

Ella lo estaba matando. Se aclaró la garganta. ― ¿Eso te haría feliz?

― Sí. Me gusta tocarte.

La forma en que se hizo la admisión, por lo honesta, hizo su corazón tartamudear.


A veces, sólo mirarla lo lastimaba, ella era tan hermosa. Pero esto, su forma de
moverse en él cuando la tocaba, la forma en que permitía que sus manos vagaran
sobre ella con tan buena voluntad, y su confesión preparada, lo que significaba,
que le gustaba tocarlo a él, casi lo hizo caer de rodillas.

Saga Cárpatos
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Él no le respondió de inmediato, estaba demasiado ocupado luchando por aire.
Luchando por mantener sus manos fuera de ella y la polla lejos de ella, mientras
sanaba.

Ella tiró de su labio inferior de nuevo con sus dientes. ― Tus músculos tienen que
doler demasiado, Eli. Tú te estás acondicionando como yo, y tu leopardo estaba
loco anoche. Pero si no me quieres...

Él la detuvo con otro beso. ― Quiero que. Café. Comer. Bañera de hidromasaje.
Vamos a conseguir que se haga todo, para que yo pueda sentir tus manos en mí,
gatita.

Él la golpeó en su trasero desnudo y luego deslizó la palma de la mano sobre la


piel caliente. Sus ojos se ampliaron. Él le sonrió. ― Yo te debía eso, recuerdas.

― No creo que se sentiría como si realmente lo hiciera, ― ella dijo.

― Bebe, me encanta ver esa mirada salvaje en tus ojos. Me encanta lo salvaje que
vuelve a tu cuerpo y luego tu cuerpo lo hace al mío. Voy a pensar en todo tipo de
formas creativas para mantener esa mirada allí. ― Él la dejó ir, dando un paso
atrás porque era eso o levantarla a sus brazos y llevar de golpe su cuerpo abajo
duro en contra de su polla palpitante.

Catarina regresó a la máquina de café y puso los bocadillos en la mesa. Había


empezado a ponerlos en platos, pero en el último momento los puso en servilletas.
A caballo entre la silla, él enganchó uno de los sándwiches de carne asada y se lo
comió, todo mientras el gato miraba hacia la máquina de café. Era una cosa bella
verla trabajar, la concentración en su rostro.

― Deja de mirarme. ― Ella no se dio vuelta.

Eli se encontró sonriendo. Sus sentidos de leopardo se estaban volviendo agudos.


O eso, o ella era realmente consciente de él. De cualquier manera, era una buena
cosa. ― Me gusta mirarte. Especialmente cuando est{s haciendo café.

Saga Cárpatos
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Ella rió. Le encantaba reír. La observó mientras comía su segundo sándwich y ella
delicadamente recogido el de ella. Definitivamente ella disfrutó del café y su
miraba se hizo más suave. Se alegró de que no tomara una segunda taza para
llevar con ellos a la bañera de hidromasaje. Ni siquiera había dicho una sola
palabra acerca de las servilletas frente a los platos, a pesar de que había levantado
sus cejas y su sonrisa era muy divertida. Él no quería que su sonrisa desapareciera
cuando él le dijera que no quería que bebiera más de una taza de café.

― ¿Te gusta mi voz mandona?, ― anunció.

Estuvo a punto de escupir el café. ― ¿A qué viene eso? ― Ella entrecerró los ojos
en él. ― Estas pensando en darme ordenes de nuevo, ¿no?

― Paso mucho tiempo pensando en ordenarte de todo, ― admitió, sin


arrepentimiento. ― Es una buena cosa que te guste.

― Creo que el cambio en tu leopardo ayer te ha puesto un poco loco. Sólo bebe el
resto de tu café, y vas a estar bien. ― Echó la cabeza hacia atr{s y rió. Ella también
lo hacía feliz en formas que no había imaginado.

Ella apenas comió su sándwich y la dejó salirse con la suya porque podía ver que
seguía estando agotada y quería que fuera al jacuzzi. Enjuagó las tazas de café
antes de que ella lo hiciera y arrojó las servilletas antes de agarrarla de la mano y
llevarla al piso inferior, donde estaba la bañera.

― Yo no tengo un traje de baño, ― Cat señaló mientras le miraba levantar la


cubierta con incertidumbre.

Él la miró. ― Gatita. ― Divertido. ― No me gustaría en ti de todos modos. ¿Note


has dado cuenta, que una de las mayores alegrías de mi vida es mirarte desnuda?

Ella le sonrió. ― Supongo que me perdí eso.

Caminó hacia ella, cogió el dobladillo de la camisa y la puso sobre su cabeza sin
desabrocharla. Había muy poca luna, pero podía ver su exuberante cuerpo. Su

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marca estaba todavía en todas partes, las manchas de los dedos y las pequeñas
marcas de mordeduras. Le pasó la mano por su pecho izquierdo, observando su
rostro.

Ella estaba sensible. Un escalofrío la recorrió ella y sus ojos se calentaron.

― Entra, antes de decidir que te necesito en este momento.

Su mirada cayó a su polla totalmente erecta mientras se quitó su sudadera. ―


Cada vez que me necesites, Eli, te quiero. Tienes que saber eso. Yo nunca voy a
estar demasiado cansada o demasiado adolorida.

Ella arrastró sus dedos sobre él y su polla se sacudió en respuesta. Su vientre se


tensó. Esa era su mujer. ― Mira hacia mí, bebé, ― él ordenó en voz baja.

Su mirada saltó a la suya. Vio el calor. El fuego. La atracción. Casi gimió en voz
alta, no creyendo el milagro que era Catarina.

― Lo digo en serio. No sólo por ti, sino por mí también. ― Lo último fue admitido
en voz baja, pero su mirada no vaciló en la suya.

― Yo sé lo que significa, gatita. Me encanta a lo que te refieres. Deja de tentarme y


metete en la tina caliente.

Ella se rió en voz baja y se metió. Él la miró, sacudiendo la cabeza, seguía teniendo
un tiempo duro para lograr aceptar en su cabeza el hecho de que ella era suya.
Observó su rostro cuidadosamente mientras se hundía con un poco de cautela en
el agua caliente. Ella hizo una mueca lo suficiente para que él supiera que había
tenido razón al asegurarse de que no tenía una rotura. Ella todavía parecía
agotada, y él tomó la decisión de que pospondría su masaje en un esfuerzo para
llegar a relajarse y volver a dormir. Si ella ponía sus manos sobre él, dudaba que
tuviera la disciplina para evitar poseerla. Y sabía que se le había ofrecido porque
ella era más que generosa.

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La noche era lo suficientemente fría para que el vapor se elevara en la superficie
del agua. Ajustó los chorros en su cuerpo, y se sentó en uno de los asientos más
bajos por lo que los chorros podrían golpear la parte posterior de su cuello y
hombros. Catarina tenía razón cuando dijo que tenía que dolerle demasiado. Se
sentía como si hubiera luchado con su leopardo y hubiera perdido.

Catarina puso su cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Se le dio la oportunidad de
estudiar su perfil. Era hermosa de cualquier manera en que la mirara. Sus largas
pestañas aseadas en la curva de su mejilla, los altos pómulos y la barbilla
suavemente redondeada, todo su brillante pelo había sido atado en un intrincado
nudo.

― Est{s mir{ndome otra vez. ― Ella mantuvo los ojos cerrados.

― Te lo dije, me gusta mirarte, especialmente cuando est{s desnuda y con el culo


desnudo a dos pies de distancia de mí.

― Todo este tiempo pensé que era cuando estaba haciendo café.

― Gatita. ― Esperó a que sus pestañas revolotearan y se levantó lo suficiente para


que él pudiera ver sus ojos azules.

― Me gusta mirarte todo el tiempo.

Ella se rió en voz baja y cerró los ojos de nuevo.

Saga Cárpatos
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― T u mujer tiene una hermosa sonrisa, ― indicó Jake Bannaconni.

El sonido de la risa de Catarina se sintió similar a un poco de música. Eli inclinó la


silla hacia atrás, sus enormes piernas en frente de él, la botella de cerveza en la
mano. Podía escuchar su risa todo el día y nunca cansarse. Ella sonaba
despreocupada. Feliz. Sabía que tenía una mano en su felicidad y eso le hizo sentir
todo más dulce.

― Estas ido, Eli. Eres un fracasado total. Esa mujer te ha envuelto alrededor de su
dedo meñique, y nunca vas a conseguir soltarte.

Él sonrió a Jake Bannaconni. Su vecino parecía relajado tumbado a su lado en la


larga y amplia terraza, fuera de la cocina.

― Catarina no sabe que tiene la sartén por el mango y tengo la intención de


aprovechar eso al máximo y saborear cada momento del tiempo como pueda, antes
de que se dé cuenta de que haría cualquier cosa por ella.

Jake se rió y le saludó con la botella de cerveza.

― Estaba aterrorizada de venir aquí, pero Emma la tranquilizó. No puedo


agradecerle lo suficiente por ello. Catarina tiene que saber que puede tener amigos.
Piensa que va a conseguir que todos a su alrededor mueran, ― dijo Eli
suavemente.

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― Eso no va a suceder, ― dijo Jake, y había un borde duro en su voz. ― Esta no va
a ser la primera vez que nos hemos enfrentado a este tipo de cosas, un pícaro que
viene detr{s de una de nuestras mujeres. Emma lo aclarara todo con ella. ― Él
tenía fe absoluta en la capacidad de su esposa para aliviar la mente de Catarina.

― Cuento con eso, ― admitió Eli. ― ¿Has sabido algo de Rafe Cordeau?

Jake asintió. ― Est{ relacionado con una familia de la zona de Nueva Orleans.
Una mujer estaba matando usando un leopardo. Él es un primo de ella. Los
leopardos pueden ser viciosos, como tu bien sabes, y si no se mantienen a raya,
pueden tomar el control. Cordeau es un asesino muy vicioso. Estoy sorprendido de
que Catarina lograra escapar de él. Por lo que entiendo, ha reclamado cada favor
tratando de encontrarla.

― Ella es inteligente, Jake. Y quiero decir muy inteligente. Mantuvo un perfil bajo
en su casa, aprendió a convertirse a sí misma en un pequeño ratón. No quería que
se educara y se las arregló para conseguir una correcta educación bajo su nariz.
Rompió su caja fuerte. Y utilizaba la computadora de él cuando descubrió que la
suya era rastreada, así él no sabía lo que ella estaba haciendo. Y se alejó de él. Aún
estaría bajo su radar si no hubiera sido avisado de donde estaba. ― Eli no se
molestó en mantener alejada la admiración de su voz.

― Tenía que ser muy inteligente para sobrevivir en su casa y salir intacta. ¿Sabes
algo sobre su linaje? Hice averiguaciones después de que me dijiste que Tracy
Benoit no era su madre biológica.

Drake sabía de la línea de su madre. Ella era de la selva tropical de Borneo, y él


sabía de su familia. Su padre todavía estaba siendo rastreado, pero él creía que
provenía de una rama de cambia formas alrededor de Panamá.

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Otra ola de risas vino de la cocina, captando la atención de los hombres. Catarina
había discutido con él acerca de venir. Se había quedado en silencio una vez que
ella se dio cuenta de que estaba insistiendo, y su vientre había sido atado en nudos.
Sabía que ella esperaba que la esposa de un multimillonario fuera arrogante y la
denigrara por su falta de educación. Incluso lo había murmurado al inicio de la
conversación, antes de que se hubiera distraído con los temores de Cordeau
averiguándolo.

Su falta de confianza en sí misma parecía provenir de nuevo de su educación no


formal. Su risa aliviaba algo en él que no sabía que estaba tan tenso. No podía dejar
de escuchar su conversación. Sabía, que en algún momento en el futuro, si aún era
importante para ella, él se aseguraría de que pudiera ir a la escuela y obtener una
educación más avanzada. No es que él pensara que ella la necesitaba, ella había sin
duda continuado con la adquisición de conocimientos, pero él quería que tuviera
lo que fuera importante para ella.

― Me encanta esta estufa, ― dijo Catarina a Emma. ― Amor, Amor, la amo. La vi


en una revista una vez y luego la busqué y leí todo acerca de ella. Tengo que
admitir que codicio esta estufa, aunque yo no necesite una así de grande. Siempre
ha sido mi estufa de ensueño.

― Yo necesito una m{s grande, ― dijo Emma. ― Muy a menudo los chicos llegan
a la casa a comer, así que debo asegurarme de que hay un montón de comida. Y yo
estoy de acuerdo contigo, esta es la mejor cocina de todas.

Eli miró a Jake. Estaba escuchando también, y él tenía una leve sonrisa en su rostro.
Cuando él cogió a Eli mirando, su sonrisa se amplió aun más. Esa sonrisa le dijo
que estaba leyendo la mente de Eli y sabía que Catarina conseguiría una nueva
estufa muy pronto.

― Emma siempre alimenta a mi equipo. Eso es sólo su manera.

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― ¿no tienes un chef? ¿O un ama de llaves? ― Eso sorprendió a Eli. La casa era
muy grande, y se rumoreaba que Emma tuvo un momento difícil teniendo a su
último bebé.

― Contrato gente todo el tiempo. Emma les dispara. Bueno, ella es demasiado
dulce para disparar a nadie, pero se niega a permitir que cualquier otra persona
cocine las comidas o mire a los niños. Tenemos gente que viene un par de veces en
la semana para hacer la mayor parte de la limpieza, pero eso es todo lo lejos que
puedo conseguir de ella. La mujer no tiene en lo más mínimo miedo de mí.

Jake lo dijo en pasado, como si hubiera fallado miserablemente. Eli escondió su


sonrisa. Jake, como Eli, necesitaba un control, especialmente alrededor de los que
amaba, pero él no parecía demasiado molesto de que Emma quisiera manejar su
hogar.

Eli se sorprendió de que Emma insistiera en hacer la cocina para su familia. A él le


gustaba eso. A él le gustó que le importara, y pudo ver que a Jake le gustaba
también. Jake parecía un hombre feliz, y cuando descansó la oscura mirada en su
esposa, la intensa mirada de amor y posesión estaba crudamente allí en su cara
generalmente inexpresiva.

― Somos hombres afortunados, ― Eli observó. ― A Catarina le gusta cocinar para


mí también. Aquí están nuestras mujeres y la forma en que se preocupan por
nosotros. ― Él tocó el largo cuello de la botella de cerveza de Jake con la suya.

Jake le sonrió. ― Me gusta que tu mujer cocine. Han estado hablando sin parar
sobre recetas y marcas de ollas y sartenes y ahora de estufas durante la última
hora. Emma suena feliz.

― He estado tomando notas, ― Eli admitió, con una pequeña sonrisa. ― No me


olvido de mucho, y cuando se trata de algo que Cat quiere, en especial presto
mucha atención. Ella quiere esa estufa. La ha mencionado un par de veces ahora.

Saga Cárpatos
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Jake se echó a reír. ― Sabía que estarías pidiendo para ella la estufa.

― Ella la quiere, ella la consigue.

― Lo tienes mal, Eli.

― No tienes ni idea, ― admitió, sorprendido de que no le importara que Jake


supiera que Catarina de alguna manera se había convertido en su mundo.

La sonrisa desapareció del rostro de Jake y él miró hacia la cocina. ― Emma es mi


vida. Sin ella, no tengo nada. Mataría para protegerla, y lo disfrutaría. Entiendo el
concepto de darle lo que quiera, porque a cambio ella me da todo. No es fácil para
las mujeres que viven con hombres nosotros, Eli. Tu mujer es frágil en este
momento. Puedo ver eso. Ella está aprendiendo lo que son los cambia formas y lo
que los impulsa. Hago caso omiso de Emma a veces y ella lo maneja porque sabe
cómo.

― Escucho lo que dices, ― dijo Eli. ― Mi leopardo me monta muy duro,


especialmente cuando se trata de Catarina. No puedo perderla, y ella está
definitivamente en peligro. Estoy tratando de enseñarle tanto de autodefensa como
puedo y mi macho está trabajando con su mujer. Ha conseguido un par de golpes
en las últimas semanas, pero nunca se queja.

― He cometido un montón de errores con Emma, ― Jake admitió. ― Tuve suerte


de que ella no terminara allí conmigo.

Los ojos de Eli se reunieron con los de Jake. ― No me gusta el hecho de que
Catarina nunca tuviera una opción, porque nunca voy a saber si yo soy su elección,
pero yo nunca la dejaría ir. No me importa que lo necesite, pero me gustaría
encontrar una manera de mantenerla. A veces me pregunto cuánto de eso me hace
como Cordeau ante sus ojos. ― Admitió la verdad en voz baja.

Saga Cárpatos
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Jake estudió su cara durante mucho tiempo y luego se tomó un largo trago de
cerveza. ― Yo nunca me rendiría con Emma. Si tuviera que hacerlo, la encerraría
en mi casa y trabajaría día y noche para averiguar dónde la embarré y cómo
arreglarlo, pero no la dejaría ir. Ella lo sabe. Acepta eso de mí. Acepta un montón
de cosas en mí. Debido a que ella lo hace, yo trabajo duro para asegurarme de que
es feliz y que se mantiene de esa manera. Cuando algo es importante para ella,
cedo, incluso si va en contra de todo lo protector en mí.

Eli frunció el ceño. ― ¿Cómo?

― A ella le encanta el rancho, pero estamos aislados. Creo que va a ayudar el que
Catarina este cerca, dada las cosas que tienen en común. Pero de vez en cuando e
quiere ir a dar un paseo por ella misma, o entrar en la ciudad para ir de compras.
No gasta dinero y siempre está un poco sorprendida cuando le doy extravagantes
regalos, pero a ella le gusta ser lo que ella llama, normal.

― Por supuesto que no se puede. Tu tienes enemigos.

Jake asintió. ― No, no puede. Pero quiero hacer eso por ella, ya que es importante.
Me mata dejarla ir en un coche por sí misma. Tengo un grupo de seguimiento por
ella y en ella. Y mis hijos están a su alrededor. Ella lo sabe, pero siempre y cuando
no parezca obvio, ella no pelea conmigo. Cuando va de compras, está rodeada por
un equipo. Es lo mejor que puedo hacer por ella. A ella no le gusta, pero sabe que
tiene que ser de esa manera. Nunca objeta cuando se trata de la seguridad de los
niños, pero es mucho más difícil de aceptar cuando es para sí misma.

Eli se agitó inquieto. ― ¿Tú la dejas ir de compras a la ciudad sin ti? ¿Y conducir
su coche alrededor sin rumbo?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― ¿Alguna vez tratas de imaginar lo que es para nuestras mujeres vivir con
hombres como nosotros, Eli? No somos fáciles y nunca vamos a serlo. No me gusta
tenerla fuera de mi vista. Eso puede sofocar una mujer común. Yo soy el que tiene
el control, a pesar de que he hecho todo lo posible para asegurarme de que ella
siente que está en igualdad conmigo, pero ambos sabemos que la conclusión es que
nunca la dejaría ir. Ella es mi mundo. Te lo juro por Dios, yo pierdo a esa mujer y
yo estaré perdido, con niños o sin niños. Y yo amo a mis hijos con todo en mí.

Eli se pasó la mano por el pelo. Ya había conocido lo que Jake le estaba diciendo. Él
no era un hombre fácil, y no tenía muchas amistades. Era rudo, arrogante, mandón
y le gustaba el control. Sus emociones estaban generalmente bajo control, hasta que
Catarina llegó a su vida. De repente todo era diferente. Sus sentimientos por ella
eran intensos, rayaban en la obsesión. Dejarla ir, incluso un poco, era aterrador. No
sabía si era tan fuerte.

― Me entiendes, Eli?, ― Dijo Jake en voz baja. ― Ella tiene que saber que es tu
mundo si va a ser tuya. Tienes que permitir que ella vea a todo de ti, incluso las
peores partes. Tiene que aceptar y amar esas partes también. Entonces es su
elección. Se queda porque ella te ama no importa lo que seas.

― No tienes ni idea de lo jodido que me puedo poner, Jake, ― dijo Eli. ― Ella ya
ha experimentado algunas de ello.

Jake se encogió de hombros. ― Somos cambiadores. Eso no es una excusa para


tratar a nuestras mujeres áspero, o salirnos con la nuestra mierda, porque estamos
en control de nuestros leopardos, y eso significa estar en control de nosotros. Pero
siempre vamos a meter la pata. Catarina es fuerte o ella nunca habría sobrevivido
en la casa de Cordeau. Ella puede asumirlo y dominar la naturaleza cuando deba.
Déjala. Dale eso. Estoy hablando de la experiencia. Esto no es nada fácil, y Emma,
bueno... ― Se calló y miró hacia la cocina, donde otro estallido de risa los calentó a
ambos.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Emma me ama como soy. Sabe lo que necesito y está dispuesta a dármelo. A
cambio le doy cada maldita cosa que se me ocurre que podría hacerla feliz. ― Él
vaciló. ― Incluyendo ese bebé que est{ llevando. Yo no quiero que se arriesgue.
Estuvo a punto de morir la última vez y yo había terminado con ello. Tenemos dos,
Kyle, que está a punto de cumplir cuatro, y Andraya, que es ocho meses más joven.
― No dio explicación de cómo los niños podían ser tan cercanos en edad. ― Los
amamos, y en lo que a mí respecta estábamos completos. Quiere un par más. Me
tomó mucho tiempo darme cuenta de lo que le importaba. Así que me di por
vencido, pero no me gusta.

― ¿La idea de tener m{s hijos, o que Emma este en riesgo? ― Eli le observaba de
cerca. Él quería tener hijos. Muchos de ellos. Siempre había querido una familia, y
quería esa familia con Catarina. Y realmente no se le había ocurrido que un
hombre podría perder a su mujer en el parto. Era evidente que Jake se había
enfrentado a esa pesadilla ya con Emma.

― Me encanta la idea de tener m{s hijos, pero yo quería usar un sustituto. Emma
quería tenerlos por ella misma. Emma ganó, pero yo no duermo tan bien en la
noche en estos momentos. A veces me quedo allí a su lado y la escucho respirar. ―
Mientras Jake hablaba, miraba a través de la puerta corredera de cristal a su mujer.

Había amor desnudo allí para que el mundo lo viera. Eli se preguntó si tenía la
misma expresión en su rostro cuando miraba a Catarina. Desde luego, lo sentía. Se
sintió despojado, desnudo, expuesta su alma, desnuda y vulnerable, lo que no era
un estado cómodo de la mente para un hombre como él. Se dio cuenta de que fue
cuando se sintió más agresivo. Más dominante hacia Catarina.

Ya no le gustaba estar demasiado lejos de ella, pero disfrutaba viéndola mientras se


inclinaba para comprobar algo en el horno y las dos mujeres inmediatamente
entraron en una discusión sobre cómo la humedad del asado, por el sabor de las
setas con las patatas que ya estaban asándose en los jugos naturales. Era todo en
griego para él, pero él amaba la forma en que la voz de Catalina era suave,
emocionada y feliz.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Andraya, la niña de Jake, llegó corriendo a la cocina, agarrando un leopardo de
peluche. Ambas mujeres inmediatamente se volvieron hacia ella, Catarina
cerrando automáticamente la puerta del horno y bloqueándolo con su cuerpo
mientras se agachó para estar cara a cara con la niña. Eli se encontró sonriendo.
Ella no creía que fuera buena con los niños, pero instintivamente había protegido a
la niña y se agachó para saludarla. Sí, su mujer iba a ser excelente con sus hijos.

― Drake me dijo que los cambia formas en la selva tropical hablan con sus hijas
sobre sus leopardos y cómo funciona todo. Ellos no quieren que tengan miedo, y
ellas no se esconden de los hombres que pasan cerca de ellas. Hemos decidido
hacer lo mismo con nuestros hijos. Andraya ya nos ha visto a los dos cambiar y no
muestra miedo cuando cualquiera de nuestros leopardos se introduce en una
habitación con ella. Sabe que nunca debe hablar de ello con alguien más. Lo mismo
sucede con Kyle.

― Creo que tengo que estar de acuerdo contigo en eso, ― dijo Eli. ― Sin saber lo
que iba a pasar con ella y pensando que su leopardo sería un asesino como el gato
de Cordeau, hizo a Cat temerosa. ― Tomó otro trago de su cerveza, sin dejar de
mirar a Catarina sonriendo y aceptando el pequeño leopardo de peluche, con el
rostro animado cuando conversaba con la niña. ― Ella es tan valiente. Me siento
orgulloso de ella.

Jake se rió. ― Eli, en serio. No tienes que decirme eso. Puedo verlo en tu cara. Te
conozco y sé que crees necesario darme las gracias por la invitación a cenar, pero te
debo una. Estoy viendo a Emma y ella es realmente feliz. Necesita una amiga,
sobre todo ahora. Me preocupa que el médico la ponga en reposo en la cama. A
Ella no le gusta a nadie cuidando de nosotros. Con su rancho justo al lado del
nuestro, los dos pueden ir y venir, y será especialmente bueno tener a Catarina
ocupando su tiempo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Cat ama los libros. Tienes una biblioteca entera. He ordenado una serie de
libros para sorprenderla junto con un escritorio y una computadora portátil. Josué
y Trey est{n organizando todo para mí ahora ya que estamos aquí, ― dijo Eli,
sabiendo que Jake sabía exactamente lo que su tripulación estaba haciendo. Aún
así, le gustaba la idea de decirlo en voz alta. Su sorpresa secreta para Catarina. ―
A Ella le va a encantar, pero cuando vea su biblioteca, me imagino que estaré
añadiendo una a mi casa a lo grande.

Jake se rió. ― Voy a dejar en claro que ella puede usarla en cualquier momento, a
ella le gustaría. Emma pinta. Ella es muy buena. La primera vez que hizo algo para
mí, fue un regalo de cumpleaños. Tuvo a los chicos ayudándola a armar un estudio
en el granero y pintaba allí en secreto. Yo estuve un poco celoso cuando me enteré
― Él sonrió ante el recuerdo. ― Esa mujer mía tiene un temperamento. No lo deja
volar a menudo, pero cuando ella lo hace, es impredecible.

Eli aceptó la cerveza fría que Jake le tendía. ― La mía tiene uno también. No sabía
eso, pero tengo que decir, que me gusta. Tiene actitud, y viene de forma
inesperada.

― Intimido a hombres poderosos y a otros cambia formas, ― Jake se lamentó. ―


Pero no es mi esposa. Ella rueda ojos hacia mí.

Eli sonrió. ― Catarina no est{ allí todavía. Todavía está descubriendo que no tiene
que ocultar quién es, pero ya llegara. ― Él tomó un largo trago de la cerveza, con
los ojos todavía en su mujer, en la niña y en la forma en que las dos se rieron
juntas.

Catarina se enderezó bruscamente y señaló a la niña que debía alejarse de la estufa.


Ella recogió los tazones más pesados y los llevó a la mesa, evitando que Emma los
levantara. Lo hizo sin problemas, por lo que Emma no se dio cuenta. Miró a Jake.
Jake se dio cuenta.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Tu mujer es observadora, ― Jake reflexionó.

― Sí. Presta atención a los detalles.

― ¿Crees que prestó atención a los detalles en la casa de Cordeau mientras estaba
creciendo?

― Eso es lo m{s loco. Tan inteligente como yo sé que ella es, con esos recursos, no
fue hasta hace un par de semanas, cuando nos encontramos con tu equipo en la
línea de la cerca y estábamos hablando con Elías, que me di cuenta de que
probablemente ella lo sabía todo acerca de su negocio y de la gente con que los
hacía. Antes, bajo el techo de Cordeau, ella estaba fuera de los límites, y todos ellos
pensaban que era sólo un ratón sin educación. Ahora, están más propensos a
pensar que es una amenaza para ellos.

― Ella es una amenaza para ellos si puede dar nombres e identificar a quién est{
tratando. Hay un sendero, Eli. Ella podría ser la clave para seguirle el rastro.

― No estoy us{ndola para obtener a Cordeau. Dejé mi trabajo sobre esa mierda y
no est{ sucediendo de nuevo. ― Había un borde duro en su voz. Le gustaba Jake,
pero que no iba a dar marcha atrás. Ni siquiera por él. El protegería a Catarina aún
a riesgo de su amistad con Jake y los otros cambia formas.

Jake se rió. ― Eres demasiado parecido a mí. Eso no es lo que quise decir. Tu
todavía está pensando como un agente de la DEA. Tienes que pensar como un
cambia formas.

― Voy a matar a Cordeau cuando venga detr{s de Catarina. No perder{ el sueño


por esto y no dudare.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Yo entiendo. Cualquiera de mis hijos o yo haría lo mismo. Es un pícaro. Él tiene
que morir. Probablemente tendrá un par de tenientes que son picaros también.
Tendremos que averiguar cuáles. Soy un hombre de negocios. Yo voy detrás de la
riqueza y las empresas y así tomó a mis enemigos hacia abajo, en esa dirección. Si
tu mujer sabe sus cuentas de banco y sus socios, si sabe el tipo de ofertas que
ofrece, Elías, tu y yo podemos tomar su imperio y apartar a Cordeau un poco. Los
hombres que están en la cama con él, no lo verán venir y no sabrán qué los golpeó
hasta que sea demasiado tarde. Ellos a su vez se volverán los unos contra los otros.
Siempre lo hacen cuando de repente hay una irrefutable evidencia de su
culpabilidad en todos los periódicos y los agentes están a sus puertas.

Jake se inclinó hacia Eli, sus ojos repentinamente decididos. Graves. Quemando.
― Cazamos, Eli, al igual que tú lo has hecho, pero lo hacemos a nuestra manera.
Únete a nosotros. Vamos a empezar con Cordeau y sus socios. Puedes preguntar a
Catarina, y ver si estaría cómoda ayudándonos. Si ella no lo está, todavía podemos
acabarlo. Tomará un poco más, pero lo haremos. Tu no va a sentarte en tu culo en
esa casa del rancho, eso te volverá loco.

― ¿Estas ofreciéndome un trabajo?

Jake sonrió y se acomodó. ― Como quieras. Es realmente la operación de Drake.


Soy el hombre de la información.

Eli sabía que Jake Bannaconni era mucho más que un hombre de la información.
Era un policía motorizado y distribuidor. Era muy conocido en los círculos
empresariales y hombres adultos lloraban cuando volvía su mirada hacia ellos.

― Voy a hablar con Cat, pero no voy a presionarla. Ella tiene que tomar sus
propias decisiones. Yo le prometí que nunca la pondría en esa posición y tengo la
intención de mantener esa promesa.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Jake asintió con la cabeza y los dos hombres dejaron sus cervezas cuando Emma
abrió la puerta corredera de cristal. La mirada de Jake estaba en su rostro de
inmediato. Se fue derecho a él, se inclinó y rozó un beso suave en toda la boca. ―
La cena esta lista. Cat preparó un par de sorpresas. Hemos intercambiado recetas.
Me divertí mucho. ― Su tono era honesto y claramente estaba transmitiéndole algo
a Jake.

Eli tuvo la sensación de que quería que tuviera un cuidado especial con su
invitado. Jake tenía razón cuando dijo que Emma era muy astuta. Había sentido
cuando se sintió cómoda Catarina y se dedicó a facilitárselo. Eli se levantó y fue
directamente a Catarina. Su mirada saltó a la suya mientras caminaba por la
habitación hacia ella, en movimiento estrecho. Posesivamente. No había estado
alejado de ella durante tanto tiempo desde que la había llevado a su rancho. Su
mano tomó su cara, el pulgar se deslizó sobre su cálida, y satinada piel.

― Te extrañe, me he acostumbrado a tenerte a mi lado.

Ella le sonrió y se inclinó hacia él. Dándole su cercanía. Sus dedos se cerraron en su
pelo en la parte posterior de su cuello y él estaba de repente muy contento de que
el pelo de leopardo creciera tanto y de que la mayor parte del suyo estuviera un
poco demasiado largo. Le gustaba sentir sus dedos allí.

― Me estoy divirtiendo, Eli. Gracias por convencerme de venir. Emma...es genial.

― Quiero tu boca.

― No estamos solos, ― le recordó en voz baja, su mirada yendo desde su azul


increíble al más azul violeta.

― Quiero tu boca, y me importa un carajo quién est{ alrededor, ― gruñó,


igualmente en voz baja.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Su boca se curvó y ella volvió su rostro hacia él. Era amable, sus labios rozando los
de ella con ternura, su lengua burlándose por un momento antes de que él se
retirara, satisfecho con ella. Ella le daba lo que necesitaba, en público o no. Dejó
que los demás supieran que él era su hombre y todo lo que significaba para él,
aunque él estaba convencido de que casi había conseguido un golpe en el ojo, de
ella.

Cuando levantó la cabeza, sus ojos brillaban de felicidad en él. ― ¿Puedes ver esta
cocina, Eli? La estufa es la mejor, aunque es muy comercial. Ese horno de
convección es perfecto. Y tiene doble horno. Amo eso. ― Su mano barrio por toda
la habitación. ― Emma me permitió hacer algunas cosas en la cocina y qué tipo de
comparación de salsas y panes. Sus panes son asesinos, pero ella nunca había
hecho buñuelos antes. Ella tiene una freidora regia. ― Las palabras cayeron
rápido, casi corriendo una tras la otra.

Le resultaba interesante que hablara en voz baja, como si compartiera un secreto


con él. Había alegría en su voz, y él sabía que Emma y Catarina habían conectado y
en condiciones de subordinación casi de inmediato. Ambas estaban solas. Ambas
tomaron el cuidado de sus hombres. Ambas fueron encadenados a cambiadores
dominantes. Se entendían una a la otra. Pero ella seguía teniendo cuidado, sin
querer hablar demasiado alto acerca de hacer un nuevo amigo.

― ¿Emma cocina también?, ― Preguntó, invitando a la conversación. Quería que


hablara con él acerca de Emma sin tener miedo.

Permitió que su mirada barriera por la cocina, tomando nota de la estufa, en


particular, y las ollas y sartenes que él la había oído diciendo que siempre había
querido. En realidad él no entendía o le importa un comino qué sartén u olla sería
mejor para cocinar que otro y en realidad no le importaba, excepto que era para
Catarina, y que para ella era importante. Él no quería volver a pasar por alto algo
importante para ella.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Ella es una muy buena cocinera. Y hornea también. A mucha gente le encanta
hacer una u otra cosa, pero al igual que yo, ella disfruta tanto. Tiene algunas
grandes recetas. Cocinamos cosas diferentes, porque yo soy de Nueva Orleans y
ella es del oeste, pero cuanto más hablamos recetas, más nos dimos cuenta de que
nos gustaban las mismas cosas. Hemos decidido intercambiar recetas.

Él le rodeó la nuca con la palma de su mano. ― Creo que eso es genial, Gatita.

Catarina miró por encima del hombro a Jake y a Emma, que se reían juntos, ya que
caminaban dentro de la mano. ― Espero que si tiene que ir a reposar en cama a
ella no le importaría que traiga algunas comidas para ayudar. Es inflexible en que
no quiere a nadie cuidando de Jake y de los niños. ― Ella levantó los ojos hacia él.
― Yo la entiendo. No me gustaría que alguien m{s estuviera cuidando de ti.

Su corazón tartamudeó. Su admisión fue en voz baja, casi como si tuviera miedo de
que estuviera molesto. Inclinó la cabeza hacia la de ella. ― Yo no quiero que nadie
más cuidando de mí. Soy aficionado a la forma en que lo haces.

Eso la hizo sonreír.

― ¿Ustedes dos est{n listos?, ― Preguntó Emma, cuando Jake llamó a Kyle y a
Andraya de nuevo a la habitación. Ella indicó las dos sillas frente a la puerta
corredera de cristal por lo que tendrían la vista.

Jake colocó a los niños en asientos elevados y les aseguró, dejando caer besos en su
cabeza antes de sentarse al lado Andraya. Emma se sentó junto a Kyle.

― Mam{ va a tener otro bebé, ― Kyle anunció solemnemente.

Catarina le sonrió. ― ¿En serio? Eso es maravilloso. ¿Qué quieres, un hermano o


una hermana?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Una hermana, ― dijo Kyle con firmeza. ― Las hermanas son realmente buenas,
pero tienes que tener cuidado de ellas, ¿verdad, papá?

― Así es, hijo, ― Jake estuvo de acuerdo, poniendo asado y patatas en el plato de
Andraya y luego en el suyo.

Andraya frunció el ceño. ― No, los hermanos son mejor, ― anunció. ― No me


gustan las hermanas. Los hermanos son los mejor.

― Que bueno que pienses así, Draya, ― dijo Emma suavemente, ― pero no
importa si tenemos un niño o una niña, todos nosotros vamos a amarla y a cuidar
bien de ella, ¿no? Hablamos de ello juntos. La bebé será de todos nosotros para
proteger y un tesoro.

Las cejas de Kyle se juntaron. Volvió los ojos hacia Eli. Eli podría ver el leopardo
que ya estaba fuerte en el niño pequeño. Los ojos eran definitivamente los de Jake.

― ¿Te gusta besar las chicas?, ― Preguntó.

― Kyle, ― Emma amonestó.

Jake sonrió y tosió cuando Emma lo miró.

― Me gusta besar a Catarina, ― Eli confesó. ― Me gusta besarla mucho. Pero yo


no beso otras chicas.

― Pap{ únicamente besa a mam{, ― Andraya anunció con conocimiento. ― Y a


nosotros.

― Tu pap{ es un hombre muy sabio, ― dijo Eli.

― Yo creo que sí, ― dijo Emma, su voz llena de risas.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Catarina parecía estar concentrada en el asado. Miró a Emma. ― Yo no creo que
pueda alguna vez hacer una salsa como esta. Es maravillosa.

Jake se palmeó el vientre plano. ― Tengo que hacer un montón de...um... ejercicio
para mantenerme en forma con Emma en la cocina.

Emma puso los ojos, un leve rubor rodando desde el cuello hacia sus mejillas ante
la obvia implicación.

Eli se echó a reír. No pudo evitarlo. Catarina se veía tan feliz de llegar a conectar
con ella. Sabía que no lo hacía a menudo, pero era quien era, y ella nunca perdía la
mente, ni siquiera delante de otros. Sus dedos se asentaron alrededor de la nuca de
su cuello y se quedaron allí por un momento.

Le gustaba deslizar sus dedos alrededor de su cuello hasta la garganta, directo


sobre su pulso y sentir su corazón golpeando en su mano. En este momento, se
contentaba con sólo la nuca. Se había recogido el pelo en alguna complicada trenza
con la que se veía hermosa, pero que desharía en el momento en que estuvieran en
el camión y en el camino a casa.

― ¿No es esto bueno? ― Preguntó Catarina, su mirada parpadeo un momento


cuando su mano se instaló alrededor de su cuello. Él se quedó muy quieto. Ella lo
supo. Ella sabía que tenía que tocarla. Podía ver el conocimiento en sus ojos. No
era sólo una compulsión. No era porque él estuviera creando intimidad o
estableciendo la propiedad. Necesitaba hacerlo y ella lo sabía. Ella lo aceptaba.

Sus ojos se calentaron, se volvieron una sombra más profunda del violeta por todo
ese azul. ― ¿Bebe? Emma me dio la receta. ¿Te gusta?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Bebé. Ni una sola vez se había referido a él como algo más que Eli. Ni una sola vez.
¿Un cariño? Aunque ella estaba haciendo eco a uno de los suyos por ella. Estaba
agradecido por la mesa para ocultar la respuesta de su cuerpo, pero tenía que
poner la otra mano en su regazo para no mostrar el temblor repentino en sus
manos. Él la amaba. Así de simple y cada día, cada hora, ella le daba más razones
para amarla. Estaba casi seguro de que podía pasar el resto de su vida concentrado
en solo Catarina y nunca saber todo de ella.

― Creo que es excelente, gatita. No tengo dudas de que puedes reproducir est{
muy buena salsa. Yo nunca he tenido una sola comida que hayas hecho para mí,
que yo no quisiera comer en exceso. Las comisuras de sus labios se volvieron y ella
negó con la cabeza. Miró a Emma.

― Él hace mucho eso. Él me da los mejores elogios, y yo nunca sé muy bien qué
hacer. ― Ella tragó. ― Él es dulce.

Eli gimió. ― No, gatita, no soy dulce. No digas 'dulce', sobre todo delante de otro
hombre. Soy áspero, duro y aterrador.

Incluso los dos niños se rieron. El resto de la noche transcurrió con mucha risa y Eli
disfrutó porque la mayoría de las veces él estaba viendo a Catarina divertirse.
Parecía sorprendida por el hecho de que podía divertirse, y cada pocos minutos su
mirada azul se trasladaba a su rostro y a sus rasgos que se suavizaban y se
calentaban más de lo normal. Mayormente prestó atención a lo cansada que se
veía. Ambos habían estado trabajando duro en el acondicionamiento y en su
defensa personal, en su mayoría mano a mano, pero pasaba tiempo en el campo de
tiro también. No era fácil para ella, a pesar de las largas noches de sexo
desenfrenado y sus leopardos siendo igual de locos, conduciéndose los dos sin
piedad. En el momento en que la vio sofocar un bostezo, tomo su mano e hizo su
despedida.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Catarina se quedó charlando con Emma, prometiendo otra visita pronto cuando
atrapó el segundo bostezo. Él la tiró lejos de sus amigos, caminando hacia la
camioneta. Antes de que pudiera protestar, él la cogió por la cintura y la levantó a
la cabina, se inclinó sobre ella para ajustar su cinturón, cerrando la puerta y
caminando hacia el lado del conductor. La risa de Jake lo siguió cada paso. No
había duda de que el hombre sabía exactamente lo que estaba pensando, pero a Eli
no le importaba.

El se agitó mientras conducía hacia fuera, más allá de los guardias en la puerta y
hacia la carretera que conducía de regreso a su casa.

― Eso fue divertido, ― dijo Catarina. ― No esperaba que lo fuera. Gracias por
presentarme a Emma. Ella es maravillosa. Y sabe tanto de los cambia formas.

Él la miró. ― Todo lo que quieras saber sobre cambiadores, bebé, sólo tienes que
preguntármelo.

― Lo sé. Siempre contestas mis preguntas, Eli, y me encanta eso de ti. No te puedo
decir cómo de importante es para mí que te importe lo suficiente para responder a
mis preguntas. ― Ella miró por la ventana hacia la noche. ― Has hecho mi vida
tan diferente.

― Yo quiero que tu vida sea todo lo que siempre has soñado.

Su cabeza se volvió hacia él. Sus ojos eran suaves. ― Nunca soñé con nada m{s
que alejarme de Rafe. No creo que sepa lo que es normal, pero estoy feliz. Muy,
muy feliz, y tú lo has hecho. ― Él extendió la mano y tiró de su trenza, un
recordatorio de que a él le gustaba el pelo suelto. ― Yo quiero que te sientas a
salvo, Cat. No me gusta que todavía tengas miedo de conocer a nuestros vecinos
porque pensaras que Cordeau podría hacerles daño.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
No había duda. Ninguna en absoluto. Cuando las manos de Catarina subieron a su
pelo y ella comenzó la eliminación de las clavijas hasta que la trenza gruesa cayó
libre, serpenteando por el hombro a la piscina en el asiento. Ella comenzó a trabajar
por liberarlo, con aire ausente, como si no estuviera prestando la menor atención.
― Tenía miedo. Creo que es una reacción automática, pero se está haciendo menos
frecuente. Yo no estaba tan paranoica como para negarme a ir.

― Podrías hacerlo, ― dijo Eli. ― Tú lo sabes, ¿verdad? No tienes que hacer todo
lo que digo.

Sus ojos se ablandaron. ― ¿En serio? Eli, yo lo sé. Me gusta hacer las cosas por ti,
pero si yo quisiera, ¿podría hacértelo saber? Nos sostenemos porque te gusta tu
manera, pero me gustaría poder mantenerme firme. No tendría miedo de decirlo.
― Él abrió la boca para responder, pero se detuvo, repasando lo que acababa de
decir. Reproduciendo todas las inflexiones de su voz. No tengo miedo de ti. Eso no
era una declaración de inactividad. Ella le estaba dando algo más. Algo
importante. Algo sagrado. Algo grande, y necesitaba conseguirlo.

― Nunca tengas miedo de mí, bebé. No importa lo mucho que te gruño a ti, o lo
que vaya a suceder. Yo no soy siempre agradable. Los dos sabemos eso, pero yo
nunca te haría daño, ni en un millón de años.

― Yo sé eso, Eli. Realmente lo sé. ― Sus manos aflojaron el tejido de la trenza. ―


No tengo miedo en nuestra casa en absoluto. Yo estaba feliz con Emma, porque
creo que he tenido miedo durante tanto tiempo que no podía ayudarme a mí
misma.

Él se acercó y le tomó la mano, tirando de ella en el muslo y manteniéndola allí. ―


El tiempo va a arreglar eso, Gatita. Me alegro de que te hayas divertido con Emma.
Jake se preocupa por ella. Estuvo a punto de morir durante su último embarazo, y
ella todavía quería otro bebé.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Llevo la mano a la boca y mordisqueó las yemas de los dedos por un momento
antes de volver la palma a su muslo. ― Jake quería un sustituto, pero Emma
insistió en llevarlo. Él lo aceptó. ― Él respiró hondo y la miró. ― Yo no podría,
bebé. Quiero darte a cada maldita cosa que quieras, pero yo no habría sido capaz
de darte eso.

Quería que ella entendiera. Había pensado mucho sobre lo que dijo Jake, y
comprendió que había que dar concesiones a ella cuando las cosas importaban. Él
sabía eso y lo haría. Pero no cuando se tratara de su salud. No cuando podría ser
de vida o muerte. Ella estaba tan dentro de él que sabía que no tendría una vida sin
ella. Nada tendría sentido. Sucedió tan rápido que ni siquiera había sabido que él
no estaba viviendo hasta que ella le sonrió. Hasta que se echó a reír con él. Hasta
que lo miró con confianza en sus ojos.

― Eli, no voy a tener problemas para llevar a los bebés. Emma estuvo en un
terrible accidente automovilístico. Ella hablo conmigo al respecto. Me dijo que
sabía que tendría que estar en reposo en cama, pero el médico le aseguró que no
debía tener los mismos problemas en el parto. Ellos van a tener al bebé temprano,
haciendo una cesárea.

Entró a la carretera privada que llevaba a su casa. ― Sin embargo, tienes que saber
que hay algunas cosas que no te puedo dar. No importa lo mucho que quiera, no
voy a arriesgar tu vida por cualquier razón.

Sintió sus ojos en él, pero él no la miró. Él no podía. Él todavía estaba dentro.
Esperando. Este momento era demasiado importante para él. Su aceptación de
quién y qué era. Quería darle el verdadero Eli, el bien y el mal, y la dejaría hacer su
elección, ella estaba viéndolo ahora. Él sería implacable, inmovible, cuando se
trataba de asuntos de seguridad y salud. Tenía que ver quien era él. Él haría caso
omiso de ella y ganaría, incluso si eso significaba perderla al final.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Est{ bien, Eli. Lo entiendo, ― dijo en voz baja. ― Vamos a trabajar sobre ello.
Siempre me dices que hable contigo cuando las cosas sean importantes para mí o si
tengo preguntas. Estoy aprendiendo a hacer eso. Tienes que prometerme que harás
lo mismo. No me ordenaras nada cuando se trate de un tema importante para ti.
Háblame de él, así entenderé lo que significa para ti.

El puro alivio le hizo apretar los dedos alrededor de los suyos. ― Esa es una
promesa, bebé. ― Ella era suya. Era perfecta para él. Ella "lo tenía" y lo tomó de la
forma que era. No siempre le gustaría y ella tenía un temperamento inesperado
que le gustaba, pero todavía lo estaba eligiendo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

― E lí. ― Catarina se detuvo abruptamente mientras caminaban hasta la puerta

principal. Su corazón se sacudió con fuerza y comenzó a latir rápido. Saboreó el


miedo en la boca. ― Alguien ha estado aquí. ― Incluso su leopardo se había
alertado. El brazo de Eli serpenteaba alrededor de su cintura y tiró su cuerpo
contra el suyo, apoyó la barbilla sobre su hombro y puso sus labios contra su oído.

―Buena niña. Tenía la esperanza de que lo sintieras. Inhala y deja que tu leopardo
se sienta libre. Dime quien ha estado aquí.

Catarina empujó hacia abajo el miedo. Eli no la estaba empujando detrás de él


como él haría normalmente si algún tipo de peligro los rodeara. Hizo lo que le dijo,
respiró hondo. Inmediatamente el leopardo se elevó para ayudarla. Había tres
olores distintos. Todos varones. Leopardos. Su hembra lo sabía. Ella los había olido
a ellos antes.

― Joshua, ― dijo.

Él asintió con la cabeza y rozó sus labios contra su oído. ― Bien, bebé, él estuvo
aquí. ¿Quién más?

Ella hizo una mueca, a pesar de que su cálido elogio hizo su interior resplandecer.
― Elías.

― Él no es parte del mundo de la delincuencia, Cat.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Oyó la paciencia tranquila en su voz. ― Él es la cabeza de un importante sindicato
del crimen, Eli. Tú no tienes que creerme.

― No voy a negar que es parte de esa familia y él heredó el manto, pero ha estado
trabajando para conseguir que todos sus negocios estén fuera de debajo de todo lo
ilegal. Los primeros en irse fueron los medicamentos. Ése era el más difícil para él.
El suministro de medicamentos hace un montón de dinero, y su pueblo no quería
renunciar a ellos. Tenía que encontrar maneras de hacer el dinero para ellos sin las
drogas. Hubo una guerra y una gran cantidad de personas murieron. Tuvo un
precio sobre su cabeza durante mucho tiempo, de algunos de su propio pueblo.

Ella no le respondió porque ella no sabía lo que era verdad. Sabía que Eli creía que
los leopardos podían oler la mentira, pero ella había visto a Elías allí en casa de
Rafe, haciendo un trato con él. Eso la hacía sentir inquieta, saber que había
conocido a Rafe. Rafe Cordeau ni una sola vez había invitado a una persona
decente a su casa. Cada hombre o mujer que había venido, y algunos habían sido
policías, estaban sucios. Ellos manejaban armas, drogas o redes de prostitución.
Asesinaban a sueldo. Ningún crimen era demasiado grande o demasiado pequeño.
Pero todo el mundo que venía a la casa era un criminal de alguna manera u otra.

Uno incluso había sido un sacerdote católico que tenía debilidad por las
prostitutas. Rafe pudo haber comenzado con él, chantajeando, honestamente no lo
sabía, pero él venía a menudo a contarle los grandes pecados de su congregación
cuando en algo le favorecía.

― El tercer hombre es Trey. ― Ella volvió la cabeza para mirarlo por encima del
hombro, sus labios apenas un susurro lejos de los suyos. ― ¿Qué estaban haciendo
aquí? Evidentemente, lo sabes.

― Tengo una sorpresa para ti, ― dijo. ― En la casa.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella se quedó inmóvil. Su corazón dio un poco de contracción divertida, casi
haciéndole daño. ― ¿Una sorpresa? ¿Qué tipo de sorpresa?

― Gatita. ― Dijo con diversión Masculina. Lo dijo en voz baja en el tono que
siempre le derretía sus entrañas y se burlaba de sus muslos y vaina femenina tan
bellamente. ― Si te dijera, no sería una sorpresa, ¿o lo sería?

Todavía no se movió, a pesar de que su cuerpo se presionó a ella para dar un paso
adelante. ― ¿Tú planeaste algo para mí? ¿En realidad planeaste esto tú mismo?
Voy a llorar. No puedo evitarlo.

― Ni siquiera sabes lo que es todavía.

― No importa lo que es. Pensaste en hacer algo por mí, Eli. Nadie ha hecho eso
antes.

Eli se rió en voz baja. ― Tienes que acostumbrarte a ello, bebé. Tengo la intención
de sorprenderte con bastante frecuencia. Vamos a entrar.

Ella parpadeó para contener las lágrimas, y él tuvo que llegar a ella y tirar de su
mano para ponerla en movimiento.

En el momento en que abrió la puerta y entró, se sintió como si hubiera vuelto a


casa. Había estado en el rancho varias veces el último par de años, pero él nunca
realmente sintió esa emoción en particular, hasta este momento.

Esperaba que Catarina le preguntara dónde estaba su sorpresa, pero no lo hizo.


Apretó los dedos en torno suyo, y en realidad disminuyó sus pasos hasta el punto
de arrastre. Podía sentir un temblor corriendo a través de su cuerpo.

Eli la atrajo a cal y canto en su contra. ― Esta es una buena cosa, Gatita. Nada malo
va a suceder.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella volvió la cara hacia la suya y su corazón tartamudeó en su pecho. Ella parecía
deprimida, vulnerable. Asustada aún. ― Es una gran cosa, Eli, algo dulce, no
importa lo que es y no sé qué hacer con eso.

Él pasó el pulgar por la mejilla, trazando su hermosa estructura ósea, y luego bajó
la cabeza para rozar un beso tranquilizador sobre su boca. Sus labios temblaban. Él
no pudo evitar tirarla hacia el apretado refugio de su cuerpo. En el momento en
que lo hizo, ella se fundió en él, con los brazos dando vueltas alrededor de su
cintura, sus manos agrupándose en su camisa mientras lo sostenía con fuerza.

― Catarina, escúchame. Te amo. No son sólo palabras para mí. Eres importa para
mí. Importas más de lo que puedo expresar con palabras. Me gusta darte cosas. Me
gusta que me permitas demostrarte cómo de hermosa y especial eres para mí. Esto
nunca va a parar. ― Su palma acunó la parte posterior de la cabeza y mantuvo el
rostro hacia él. ― Esto no se supone que te angustie.

― Lo sé. Se eso, Eli, ― dijo ella, su voz amortiguada por su camisa. Tomó aire,
enderezó los hombros y dio un paso atr{s para darle una sonrisa tentativa. ―
Muéstrame. Estoy realmente entusiasmada con ello, acabo de ponerme un poco
emocional por un minuto.

Parecía que estuviera siendo llevado a su perdición, pero no lo señaló. Ella era
demasiado adorable, tratando de aparentar otra cosa, cuando era evidente que
estaba a punto de llorar.

Él la llevó a través de la casa, sin molestarse con las luces hasta que llegó a la parte
de atrás, donde su oficina había quedado. La habitación era grande, construida en
roble claro. Cuando accionó el interruptor de las paredes parecían de oro.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella había estado en su oficina antes, y comentó que parecía un poco desolada con
sólo su escritorio y computadora en ella. La oficina había sido completamente
remodelada. Había de piso a techo estanterías en dos de las paredes. En el centro
de la habitación, dos escritorios se enfrentaron uno al otro. En uno, su ordenador y
su habitual pila de papeles y recibos, que nunca podía conseguir poner al día. El
otro con una caja cerrada con un portátil para estrenar en ella. Los libros detrás de
su escritorio eran en su mayoría de referencia, libros sobre la selva tropical y de
diversos países. Libros que había elegido porque pensó que le gustarían ellos. En el
suelo, junto a la silla estaban las botas de suma importancia. Suaves, de cuero gris,
cordones hacia arriba con volantes de cuero a ambos lados del cordón. Él las había
elegido porque le recordaban las que le había visto usar. Más había pagado una
fortuna por ellas, pero esperaba compensarla por las que había dejado atrás.

Se puso de pie con incertidumbre en la puerta, su mirada barriendo la habitación.


Parecía aturdida. Eli se aclaró el nudo de la garganta que se había formado sin
razón aparente.

― El portátil nunca se ha utilizado. Quería que lo sacaras de la caja tu misma, y lo


configuraras con tu propia contraseña para que sepas que tienes una total
privacidad y la capacidad de ir a cualquier lugar en Internet y aprender acerca de
todo lo que te guste. Vamos a configurar las cuentas en un par de librerías en línea
de modo que puedas pedir cualquier libro que te guste.

Ella no dio ni un solo paso en la habitación. Su mano se aferró al marco de la


puerta como si fuera la única cosa que la sostuviera. Tenía lágrimas en los ojos y
sacudió la cabeza, sus dientes tirando de la parte baja del labio.

Él bajó la cabeza de nuevo, esta vez para acariciar la parte superior de la de ella
con otro beso tranquilizador. Ella estaba matándolo con su reacción. Nunca en su
vida nadie le había dado nada. No había considerado la enormidad de eso.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Catarina se llevó la mano a la boca. ― Eli, no puedo hacer nunca nada como esto
para ti. No tengo nada que darte. No hay nada de lo que tengo que jamás pueda
pensar, o siquiera comenzar a comparar con tu regalo. ― Hizo un gesto hacia las
botas y luego hacia arriba a la computadora portátil. Un suave sonido de angustia
surgió.

Usó sus pulgares para tratar de borrar las l{grimas que corrían por su rostro. ―
Nena, se supone que esto debe hacerte feliz, no triste. Tú me das mucho más de lo
que podría pagar. ― Su mano se movió a través de su cabello.

― Así no. Nunca como esto.

― Te importo, Cat. Me lo demuestras, en todo lo que haces. Te importa. No creo


que le haya importado a alguien desde que perdí a mis padres. Haces las cosas que
te pido, incluso cuando estás cansada o agotada. Nunca te opones cuando tengo
que besarte o tocarte. ¿Tienes alguna idea de lo que significa para un hombre como
yo que te guste cocinar para mí? ¿O que hagas de esta casa un hogar? ¿El que
vengas a mis brazos cada vez que te toco? Tú misma te me diste, me diste de vuelta
tu confianza después de que la traicione y nunca me los has recordado de nuevo.
Siempre, sin importar cuando, o en donde te quiera, me das tu cuerpo y me haces
consciente de que lo disfrutas. No hay muchas mujeres que tengan ese tipo de
atención con su hombre.

Sus manos fueron a la parte delantera de su camisa, estableciéndose allí. Ella negó
con la cabeza. ― No es lo mismo, Eli. Así no. Esto es enorme. Yo ni siquiera tengo
dinero para tratar de comprar un regalo. Dejaste todo lo que tenía en el almacén.
Agarraste mi bolso, pero no tomaste un centavo del dinero y la caja fuerte estaba
abierta.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Porque estabas ahorrando para envi{rselo a Cordeau. Sé lo que estabas
haciendo. No tienes que decírmelo, pero habías empezado a ahorrar dinero y se lo
ibas a enviar a él. Nunca estarías bien con robar, y no estabas usando el dinero,
incluso para el gas, por lo que tenías que estar ahorrándolo para pagarle de vuelta.
Había estado allí y él iba a volver. Cuando te fuiste de ese lugar y yo no quiero que
le debas una maldita cosa.

Ella apoyó la cabeza contra su pecho y deslizó sus brazos alrededor de su cintura.
― No sé qué hacer contigo cuando haces cosas como estas, Eli.

― ¿Te gusta, entonces? ―, Le impulsó suavemente.

― Sabes que yo lo amo. ¿Cómo no iba a hacerlo? ¿Un ordenador port{til en una
caja sin abrir? Mis botas. Me encantan las botas. Son perfectas. Escucho lo que
dices, Eli, y yo te digo que no sé qué hacer con esta especie de dulzura. Confío en
ti, ya lo sabes. No eres Rafe. No pensaría nunca que habrías aparejado mi
ordenador para ver lo que estoy haciendo.

― Yo quiero que confíes en mí, Cat, que nunca te lo preguntes. Sé que soy como él
en algunos aspectos y que tiene que pensarlo dos veces acerca de una relación
conmigo.

Su mirada saltó a la suya. Ella negó con la cabeza. ― No es así, ya lo sabes.

― Hice te quedaras conmigo, Catarina. Como si fueras una prisionera.

Una lenta sonrisa trajo una curva en su suave boca. ― ¿Es eso lo que piensas?
¿Que no tuve otra opción en todo esto? Sopese todas las opciones con cuidado, Eli.
Si no fueras mi elección, podría ser intrigante y planificaría la forma de escapar, no
importa lo que dijera o hiciera. No me acurrucaría cerca de ti en las noches, o ni
siquiera cocinaría para ti. Me entregué a ti debido a quién y qué eres. A causa de lo
que siento por ti. ¿No lo sabes todavía?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Llevó su boca a la de ella, hambriento de ella. Voraz. Era adicto al gusto de ella. A
su calor. En la forma en que su cuerpo se fundía en el suyo y deslizó sus brazos
alrededor de su cuello para retenerlo más cerca. La besó una y otra vez, largos
besos, calientes que tomaron su respiración por lo que tuvo que respirar por ellos.
Sin embargo, no fue suficiente. Quería más. Más de todo. Con un suave gemido
tras entrar en contacto con la boca. Sus ojos estaban aturdidos, los labios hinchados
e invitando, y ella se movió contra él sin descanso. Le encantaba su pelo por todo
el lugar, viéndose como si ya hubieran tenido sexo salvaje.

Normalmente la habría tomado allí mismo, en el suelo, o en el escritorio, pero


quería mucho esta noche con ella. La levantó, acunándola cerca de él mientras él
los llevó a través de la casa hacia el dormitorio.

Eli la dejó en el suelo junto a la cama. ― Quitate la ropa, bebé. De prisa.

Sus cejas y la boca inclinadas en las esquinas. Sus manos fueron a los botones de su
blusa, pero ella no se movió rápido. En cambio, inclinó la cabeza hacia un lado al
tiempo que barría el pelo desliz{ndolo por encima del hombro. ― ¿Date prisa?
¿Quieres que me quite la ropa rápido?

Él gruñó juguetón, la burla en la nota en su voz, acechándola desde el otro lado de


la habitación y tomo el frente de su blusa.

― No, ― dijo ella.

Era muy tarde. Le quitó la blusa justo al lado de ella, llegó a su alrededor por los
cierres de su sujetador y lo retiro, derramando sus pechos en sus manos. Su cabeza
descendió de inmediato, y colocó un suave montículo en el calor de su boca.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella gritó, sus brazos inmediatamente acunando su cabeza hacia ella mientras él
succionaba. Mientras que él utilizaba la palma de la lengua y el borde de los
dientes. Él crecía salvaje y no le importaba. Necesitaba esto. La necesitaba.
Necesitaba la dulce, miel picante derramándose de su cuerpo. Él ya se tambaleaba
sobre el control, pero ella era su mujer, y su mujer siempre era capaz de manejar la
situación cuando su hambre le habia vencido.

― Me gustaba esa blusa, ― murmuró, pero sus manos estaban en su cabello, sus
dedos curvándose a través de los extremos bastante largos en la nuca de su cuello.

Levantó la cabeza lo suficiente para mirarla en advertencia. Sabía que sus ojos
estaban brillantes, mostrando el gato en él. El gato salvaje. Un leopardo al borde de
lo salvaje y peligroso. ― Te voy a comprar otra. Quítate los zapatos. ― Él gruñó la
orden y volvió a devorar sus pechos.

Sus dedos tiraron y rodaron su pezón, áspero, duro, de modo que ella se retorció y
gimió. Él la sostenía a ella, olfateando su llamada, inhalando la necesidad en ella
que sólo alimentaba su hambre más. Ella fue obediente, eliminando los pequeños
zapatos que habían sido parte del paquete de ropa que Emma le había enviado,
ropa que permitía el retiro rápido cuando tenías que cambiar o cuando su amante
exigía que se librara de ella rápidamente.

Ella jadeó contra su hombro, dejando caer la cabeza allí, sus caderas moviéndose
sin descanso contra su cuerpo. Él empujó su polla hinchada apretada contra ella, y
una vez más levantó la cabeza.

― Deshazte de los pantalones vaqueros. Los necesito fuera en este momento. A


partir de ahora, creo que tendrás que usar faldas largas. O cortas. Pero sin bragas.

Sus manos cayeron instantáneamente a la cintura de sus pantalones vaqueros y ella


r{pidamente los desabrochó y bajo la cremallera. ― Tengo que usar ropa interior,
que loco.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Usó sus dientes de nuevo, pellizcando a lo largo del lado inferior de su pecho, y
luego sobre la curva, su lengua aliviando el dolor. Quería su huella en ella. Le
encantaba eso. Le encantaba ver sus huellas en su piel.

― ¿Por qué? No veo ninguna razón en absoluto para las bragas, ― respondió,
medio en serio.

Empujó la mezclilla sobre sus caderas y él la dejó darle un tirón hacia abajo. En el
momento en que ella dio un paso fuera de ellos, él la cogió por la cintura y la arrojó
sobre la cama. Ella golpeó el colchón, con los brazos y las piernas extendidas. No
esperó a que ella se recuperara, fue por encima de la parte superior de ella, a
caballo entre sus caderas, estando completamente vestido. Capturo sus muñecas,
estiró los brazos por encima de la cabeza y los clavó al colchón. Inclinándose, abrió
el cajón junto a la cama y retiró sus esposas.

― Eli. ― Por un momento el miedo se deslizó a través de sus ojos. El miedo y la


emoción. ― ¿Qué est{s haciendo?

Él la esposó y luego enganchó los puños a la cabecera. ― ¿Qué es lo que parece,


bebé? Yo te quiero a mi merced.

― Siempre estoy a tu merced. ― Sacudió un poco sus brazos. ― No estoy seguro


de que me guste esto. Ciento... ― Se interrumpió cuando se trasladó por su cuerpo.

― ¿Vulnerable? ¿Desamparada? ― Él usó sus manos para tirar de sus muslos,


acuñando su cuerpo entre ellos, extendiéndola abierta. ― Así es como yo quiero
que te sientas. Vulnerable. Mía. Su cuerpo es mío. Me gusta de esa manera y yo
voy a asegurarme de que te guste también. ― Si bien explicó, sacó su camiseta
sobre su cabeza y lo arrojó a un lado.

Sus ojos en los de ella, se quitó los zapatos. ― Quiero pasar tiempo contigo esta
noche. A mi manera.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Sacudió de nuevo las manos, sus pechos agitados, meciéndose tentadoramente. Le
gustaba mirarla allí, extendida sobre su cama, completamente indefensa y expuesta
a él. Sus pezones parecían tensos guijarros, duros y erectos, y su respiración se
torno en pequeños jadeos desiguales.

― Siempre a tu manera, Eli, ― susurró ella, con la cabeza ladeada un poco. ― Pero
yo no sé nada de esto.

Su mano se deslizó por su vientre a su montículo. Dos dedos se deslizaron dentro


de su túnel caliente. Estaba húmeda y resbaladiza. Él los retiró, los levantó para
que ella los viera. ― Sí, gatita, te gusta esto. ― Él lamió los dedos, disfrutando de
su gusto, sabiendo que habría mucho más para él.

Todo el tiempo la miraba a los ojos. Ella tenía ojos hermosos, muy expresivos y ella
se estaba calentando por minutos. Ella podría estar un poco nerviosa, pero se
estaba aumentando la escalada de calor en ella.

― ¿Qué vas a hacer?

― Cualquier cosa que quiera, pero voy a asegurarme de que lo disfrutas. Siempre
me he preguntado cuántas veces puedo hacer que te vengas. Tenemos toda la
noche. ― Él deslizó sus pantalones vaqueros fuera de su cuerpo, su pene duro y
erecto.

Su mirada se redujo a la pesada erección, su aliento capturado en su garganta. Él


no la culpaba. Él era largo y grueso y parecía demasiado grande para su pequeño
cuerpo. Pero él encajaba perfectamente. Ella se hizo para él. Él anhelaba su
apretado, túnel de días calurosos y la forma en que ella se agarraba a él tan
ávidamente con esos músculos de seda.

― Eli. ― Sólo su nombre.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Fue 'bebé' antes. Ahora, de repente soy Eli de nuevo. Me pregunto lo que va a
tomar que llegues a llamarme cariño. ― Se estiró, sus hombros abriendo sus
muslos aún más amplios. Sus manos sosteniéndola abierta para él. ― Una
hermosa y pequeña flor, y toda mío. Es mía, ¿no es así, Catarina? Todo esto es mío.

Su tono exigió una respuesta y esperó, soplando aire caliente sobre su entrada
resbaladiza. Hubo un momento de silencio. Él no la miró. Miró a la fiesta que
estaba a punto de devorar. Pero él esperó.

― Sí. ― Su voz era tan baja que apenas captó el sonido, incluso con su fino oído.

― Ningún hombre ha tocado esto. Comprobado. Es todo para mí. Cada maldita
pulgada de ti. Todo para mí. ¿No es eso verdad, bebé? Todo esto es mío.

Bajó la cabeza y tomó un delicioso golpe con su lengua, arrastrando la miel que
anhelaba. Se detuvo al instante, dejando que se disolviera en su boca mientras
esperaba su respuesta.

― Sí.

― Sí, ¿qué?

Ella vaciló de nuevo, y él tomó otra muestra. Su cuerpo se estremeció de placer y


sopló más aire caliente sobre ella. Espera. Él le hizo saber que estaba esperando
pero no apartó la mirada de su premio.

― Sí, eso es todo tuyo. Soy todo tuya. Cada pulgada de mí.

― Me pertenece. Su boca de oro. Tales pechos perfectos. Un culo que puede llevar
a los hombres sobre sus rodillas. Y esta hermosa, flor perfecta. Me pertenece.

Él no le permitía mucho movimiento, pero se las arregló un poco. Sus caderas se


resistieron de nuevo. Sus piernas se movieron inquietas.

― Sí, ― susurró. ― Eli.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Estaba empapada. Él quería eso. Incluso lo necesitaba. Su olor lo llamó a él, y el
ansia creció más allá de lo que aún había conocido.

― Soy adicto a tu sabor, Gatita, ― admitió. ― Creo que podría comerte toda la
noche y nunca sería suficiente. Esta vez, quiero mi polla en ti, espero que estés bien
preparada para entregarme todo de ti. Algo que necesito de ti.

― ¿Qué? ― Ella abrió la boca con la palabra. ― Eli, dimelo.

― Tú te dar{s cuenta, Cat. Tal vez después de que me hayas dado diez o quince
orgasmos, podrás averiguarlo.

No esperó. Él no podría. Ni siquiera por el placer de torturarla a ella lentamente,


sabiendo que a cada momento en que la tenía abierta, que con cada palabra de su
boca sólo estaba haciéndola sentir más caliente. Solamente causando tensión, para
golpear más y más fuerte en ella. Él la necesitaba. Y la necesitaba ahora. Su boca
cubrió su entrada caliente y sumergió su lengua profundamente. Ella gritó, trató
de moverse, pero sus brazos estaban cubiertos abajo, negándose a permitir que ella
se alejara o incluso se meneara hacia él. Esto era suyo. Esto era para él. Él estaba
tomando lo que le pertenecía a él. Lo que ella le dio.

Utilizó su lengua sin piedad, devorándola con codicia como dijo que lo haría. Su
sabor mejor de lo que recordaba. Más caliente. Más dulce. Más picante. Él la comió
como si se estuviera muriendo por su gusto, porque él lo estaba haciendo. Había
tenido el gusto de ella en su boca desde el momento en que había oído su risa en la
cocina con Emma.

Oyó su respiración entrecortada, el pequeño maullido desesperado llorando


mientras la comía. Amaba sus gritos, eran música para sus oídos. Él amaba su
cuerpo, y le pertenecía. Le encantaba que cuanto más que tomara de ella, la crema
dorada más se derramaba.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él sintió que su cuerpo se enrollaba. ― Eso es, nena, ― murmuró, con el rostro
enterrado en ella. ― D{melo. Yo lo quiero ahora. D{melo. ― Él presionó su boca
sobre su clítoris y succionó, usando su lengua como mariposa para acariciar y
estimular su interior.

Ella gritó y se volvió loca a su alrededor, las caderas realmente cortando,


retorciéndose su cuerpo, sacudiendo la cabeza. Él podía sentir el orgasmo
poderoso barriendo a través de su cuerpo, los músculos tensos de apretar con
fuerza. Él fue despiadado, negándose a detenerse, a darle descanso.

― M{s, ― exigió. ― Quiero m{s de ti.

Su lengua se tiró por el oro fundido, por toda la dulzura que su cuerpo le dio.
Hundió dos dedos profundamente y utilizo la lengua y el borde de los dientes para
conducirla a otro orgasmo fuerte y rápido. Le encantaba las sensaciones, sus gritos.
Todo.

La soltó el tiempo suficiente para levantar un poco la cabeza y hacer su demanda.


― Dame m{s, nena. No he terminado. Quiero m{s. ― Él era codicioso sobre ello.
Por su miel y sus orgasmos. Para era musical maullando gritos. Por la forma en
que ella cantó su nombre, por lo entrecortada. Así necesitada. Su lengua estaba de
vuelta inmediatamente, tirando más del sabor de ella. Podía oír los casi salvaje
gruñidos viniendo de lo más profundo de su garganta, retumbando en su pecho.
Su polla se hinchó hasta el punto de ruptura, adolorido y duro con su propia
demanda. Todavía no podía parar, lamiendo y chupando y una vez más usando
sus dientes y dedos.

Su cuerpo se puso rígido. Se estremeció. Sintió la abrazadera gratificante de sus


músculos, un tornillo de banco alrededor de sus dedos. Su grito fue más bajo, más
moderado, pero sacado de algún lugar profundo dentro de ella. Esta vez el
orgasmo fue aún más fuerte, como un poderoso tsunami que cobró fuerza, ya que
sacudió a través de su cuerpo. Cabalgó a cabo, para controlar el líquido
derramándose, agitando su clítoris sensible con la lengua, acariciando sus muslos y
usando sus dedos para presionar profundamente en ese canal estrecho.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Eli. ― Ella jadeó su nombre. ― Tienes que parar. No puedo m{s.

― Sí puedes. Y lo har{s. Su cuerpo fue hecho para esto. Para el Sexo. Para el
Pecado. Para todo lo que yo quiera. Te va a encantar, bebé. Llegarás a necesitarlo,
al igual que yo hago.

Ella tiró de las esposas, tratando de torcer su cuerpo, tratando de desalojar su boca,
pero él ya había tomado medidas drásticas de nuevo, llevándola encima, tomando
lo que él quería, llevándola de vuelta duro y rápido. Despiadadamente.
Brutalmente. Oyó su aliento en un sollozo, pero su cuerpo aún se derramaba su tan
caliente y adictiva crema de oro líquido en su boca.

Catarina tenía miedo ahora, el miedo deslizándose como diminutas huellas por la
espalda, aterrorizada de que pudiera perder la cabeza. Él no lo sabía, pero ella ya
necesitaba esto. Necesitaba su boca y sus manos y su polla. No podía imaginar su
vida sin él. Pero él estaba yendo demasiado lejos, tomándola demasiado alto. Ella
pensó que podría volverse loco, perder la cabeza en el placer derramándose a
través de ella, superándola a ella, empujándola tan alto que temía que nunca
volvería.

Su cuerpo no pertenecía a ella nunca más. Pertenecía a él. No podía pensar o


razonar cuando estaba tocándola. Su mente era un caos total y la tensión en su
cuerpo simplemente se enrollaba más apretado y con más fuerza. Necesitaba otro
orgasmo. Desesperadamente. Sólo que no llegó. Ella se acercó, tratando de
alcanzarlo, y él se echó atrás, moviendo su lengua hasta que ella quería gritar de
deseo.

― Eli. ― Apenas podía recordar su nombre.

― ¿Hmmm? ― Él no levantó la vista. No dejo de atormentarla. Le pasó la lengua


una vez más. Sus manos enmarcando la entrada para que pudiera sumergir su
lengua dentro de ella una y otra vez mientras ella se retorcía debajo de él. ― ¿Ya
sabes lo que quiero de ti?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
No podía pensar. No había manera de pensar. No hay manera de recordar lo que
quería. Le daría todo. Haría cualquier cosa. Le dejaría hacer lo que quisiera. ¿No
era eso suficiente? Ella reprimió un sollozo de frustración cuando una vez más se
puso tan cerca, el fuego entre sus piernas casi explotando, y luego levantó la
cabeza como si supiera y probablemente lo hacía. Le pasó la lengua a lo largo de la
parte interna de sus muslos. Fragmentos de deseo arañaron y rastrillaron en ella.
Rayas de fuego corrieron de sus pechos a su núcleo. Ella lo necesitaba. Estaba
ardiendo por esa necesidad. No podía quedarse quieto. La boca y los dedos eran
implacables. La empujó más y más arriba hasta que pensó que iba a explotar y
nunca juntarse de nuevo, pero justo antes de que pudiera hacer esa caída,
desaceleró su fiesta y la dejó jadeando y suplicante.

― No, ― admitió, con voz temblorosa, con la mente en tal caos que quería gritar
de frustración o sollozar de necesidad, ― no sé lo que quieres.

Tomó otro largo, y golpe lento con su lengua y ella casi se hizo añicos. Casi. Ella se
salió de la cama, o trató de hacerlo, pero no podía mover sus manos ya que él la
había inmovilizado y abierto completamente para él.

― Quiero m{s 'Eli' de ti. Y yo quiero que me digas, con palabras, lo que sientes por
mí ― Su voz era una orden. Una amenaza. Una promesa. Ella se quedó inmóvil. Su
corazón retumbando en su pecho. Su boca fue derecho sobre su entrada primorosa,
su lengua hundiéndose profundamente, y ella sollozo cuando el placer empujó
hasta el punto de dolor. Necesitaba venirse. Necesitaba romperse.

― Cariño, por favor. ― Eso era lo mejor que podía hacer. Lo mejor que podía
llegar cuando su cuerpo no era el suyo y su cerebro no podía pensar. ― Por Favor.
Por favor. Por favor.

― Por favor, ¿qué?, ― Murmuró, sin levantar la cabeza. Comenzó a lamer


perezoso, lánguidamente su cuerpo. Sacudiendo su lengua. El uso de los dientes y
los dedos y luego se retiraba cuando iba sin sentido y sin hueso, justo antes de que
pudiera volcarse por el borde.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Te necesito en mí. ― Ella estaba pidiendo y ya no le importaba.

― Necesito algo de ti, nena. Lo necesito m{s de lo que necesitas de lo que te puedo
dar, por lo que vamos a negociar. ― Otra vez él no la miró. Estaba demasiado
ocupado con su lengua inteligente y sus dedos explorando.

Se tragó el miedo. Este hombre de ella la volvía loca, no había duda de ello, pero él
era de ella. Ella misma se había entregado a él por una razón. Él era su elección y
así había sido desde el primer momento en que ella incluso lo había visto en el
dojo, instruyendo a los estudiantes avanzados. Ella había sabido entonces que
podía pertenecerle a él.

Ella nunca había dado su confianza a otro ser humano. Nunca. Eli había sido la
primera persona a quien ella se la había dado incluso una parte de sí misma y
ahora quería todo. Reclamaba todo, que era igual que él.

― ¿Bebe?, ― Le impulsó suavemente. ― D{melo. Necesito oírlo.

Esta vez, levantó la cabeza, los ojos de su gato brillando de pronto, centrados por
completo en los de ella. Su corazón latiendo con más fuerza. Saboreó el miedo.
Saboreó el amor. Ella no quería amarlo. Quería pertenecerle a él, pero ella no
quería amarlo. Amarlo era aterrador. Él ya tenía demasiado de ella, ¿y qué pasaba
si ella desaparecía cuando acababa de encontrarse a sí misma? ¿Y si ella no podía
hacer frente a él? Era un macho dominante y lo seria aun más si él sabía.

― ¿Bebe?, ― Trato de convencerla una vez m{s, su mirada sosteniendo la de ella


cautiva. ― Dilo. Dímelo. Dame lo que necesito.

L{grimas cayendo por sus mejillas. ― ¿Qué pasa si no puedo?

― Puedes. Tienes miedo. Dilo de una vez. Dame eso a mí. ― Con su mirada
todavía en la suya, apretó como si una pequeña mariposa la besara por sus muslos,
su lengua lamiendo la sal derramada recubriendo allí, revoloteando por su piel
hasta que pensó que podría arder en llamas.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Catarina se tragó el miedo. Él lo sabía. Él ya lo sabía. ¿Qué más daba decirlo en voz
alta? ¿Por qué estaba evitando decirlo? Se obligó a mirarlo realmente a él, para
conseguir ir más allá de la bruma del hambre y de la lujuria que la conducía.

Su rostro estaba esculpido con líneas de necesidad, La nariz recta, El conjunto de


su mandíbula, con tercas y duras características que eran puramente masculinas.
Pero fue allí, en sus ojos dorados, ojos que se habían fundido y eran casi los del
leopardo. Ella vio la verdad allí. La necesidad. Él no estaba jugando algún juego
sexual, ni la obligaba a obedecerle. Él le estaba diciendo la verdad absoluta y
rígida. Necesitaba escuchar las palabras de ella. Ellas significaban algo para él.

Ella exhaló y no sabía que había estado conteniendo el aliento. Él le había dicho
que la amaba de primero. Se había puesto a sí mismo por ahí, pero de alguna
manera, ella no había considerado que era realmente fuera cierto. ¿Cómo podría
serlo? ¿Qué le daba ella? Ni siquiera tenía un diploma de escuela secundaria.
¿Cómo podría él posiblemente amarla? ¿Cómo podía él decirlo de la forma en que
sus ojos lo decían tan crudamente?

― Maldita sea, Cat, dímelo. ― Ahora se trataba de una demanda. Un gruñido. La


dominación ganando a través de toda su fachada de sensualidad perezosa.

Le había dado dos orgasmos pero su cuerpo era tan codicioso que necesitaba más.
Ella estaba en llamas. Un infierno. La demanda gruñendo casi la envió por encima
del borde. Le encantaba su voz. Le encantaba cuando entrecerraba los ojos y se
concentraba con furiosa ferocidad. Su cuerpo siempre respondía, poniéndose
caliente, su sangre corriendo por sus venas. Ella volvió a la vida.

Sus manos se apoderaron de la cabecera con fuerza. Necesitaba aferrarse a algo. A


cualquier cosa. Porque lo que estaba a punto de hacer era enorme para ella. El
último trozo de ella. El que ella había guardado para sí misma. El que ella protegía.
Él estaba exigiéndoselo. Él sabía. De alguna manera sabía y quería todo de ella.
Quería la última pieza de ella que había estado guardando. Manteniendo a salvo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Se humedeció los labios. ― Lo hago, Eli. Sabes que lo hago.

― ¿Haces que, Catarina? Dímelo, maldita sea. ¿Crees que voy a aceptar menos de
ti? Dilo en voz alta. Ahora. Y sabré lo que significa. ― Su voz se había vuelto
áspera. Baja y hosca. Terciopelo suave, pero llena de hierro. Acero. Él no iba a dar
marcha atrás y su boca y sus manos mantenían el fuego en su interior rugiendo.

Catarina sabía que iba a darle lo que quería. Lo que él exigía. No había ningún sitio
para esconderse. Él no la dejaría hacerlo. Se sentía despojada. Desnuda.
Completamente vulnerable, y no tenía nada en absoluto que ver con la forma en
que tenía su cuerpo abierto para él. Ella fácilmente podría darle a su cuerpo.
Incluso tal vez su corazón. Pero exigía su alma.

Sus dientes pellizcaron. Un, dolor punzante, agudo. Todo el tiempo esos ojos de
oro brillaban en los de ella. Intensa mirada. La mirada de un leopardo cuando
capturo su presa.

Tragó saliva de nuevo y lo dejo ir. Se dejó caer. ― Te amo, Eli. Sabes que yo lo
hago. Te amo con todo en mí.

Vio sus ojos cuando lo dijo. La miró sin piedad. Despiadado. En el momento en
que las palabras estaban a la intemperie entre ellos, esos ojos se ablandaron. Se
derritieron. Vio la absoluta vulnerabilidad y la inundación de amor allí. Ella nunca
lo había visto así, ni lo imaginaba así. Desnudo para que ella lo viera. Su estómago
se apretó. Su canal dio espasmo, y el corazón le dio un vuelco. Necesitaba
sostenerse a él, puso sus brazos alrededor de él y llego lo más cerca posible. Quería
llorar al ver la expresión de su cara porque en sus sueños más salvajes, nunca
imaginó que realmente sentía de esa manera hacia ella. Su alma calentándose hasta
lo más profundo.

― Esa es mi gatita, ― susurró en voz baja. ― Muy valiente.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
No podía parar el cálido resplandor que se extendió por ella, ante la idea de poner
esa mirada en su rostro, al darle algo que, obviamente, era todo para él.

Eli se trasladó, rápido, acercándose encima de ella, cubriéndola por completo,


sujetándola debajo de él. Su boca se fue directa a su pecho, su mano deslizándose
entre sus piernas para posicionarse en su entrada. Ella se esforzó para empujar
contra él, por empalar a sí misma en su precioso, y erguido eje, pero su peso le
hacía imposible moverse. Él la sostuvo allí, observando el placer indefenso en su
rostro. Amaba eso.

― Eli, cariño, quiero abrazarte. Quiero ser capaz de tocarte. ― Ella susurró, medio
desesperada por sentir su piel con las manos.

Sin dudarlo, tomó la llave en la mesita de noche y hábilmente estiró un brazo hasta
desbloquear sus manos. Él las dejó a un lado junto con la llave y tomó sus muñecas
para mirarlas rápidamente.

Ella no se preocupaba por las muñecas. Ella lo quería dentro de ella. Quería sentir
su piel caliente bajo sus palmas para que ella lo envolviera hasta lo más rápido que
podía, lo más fuerte que podía. Sus brazos. Sus piernas. Ella enganchó sus tobillos
alrededor de sus caderas, su respiración entrecortada, mientras sus pezones se
frotaban apretados contra los fuertes músculos de su pecho.

Le pasó las manos por su pecho hasta los hombros, a lo largo y luego por la
espalda, tomándolo, acercándolo más. Ella no podía tener suficiente de él.

― Cariño, tienes que estar dentro de mí, ― le susurró contra su pecho, su lengua
lamiendo su piel. Su sabor silvestre. Masculino. Al igual que las selvas tropicales.
Su puño cerrado en su pelo por un momento, tirando de su cabeza hacia atrás. Se
sintió salvaje de placer, con hambre. ― Te necesito en mi interior, Eli.

Sus ojos brillaban como los del leopardo. Calientes. Fuego de oro. Perforando su
alma. El era suyo, tan salvaje y primitivo como un hombre podría ser. Un cambia
formas. Peligroso y oscuro, pero él la amaba. Y él podría llevarla al éxtasis.

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Cat´s Lair
Su polla golpeó profundamente en ella, conduciéndose duro, obligando a sus
delicados músculos tensos a dar paso a su intrusión. Al principio, como siempre lo
hacía, su canal femenino se resistió, pero no había frenado contra tal fuerza.

Ella sabía que él pensaba que la tenía prisionera, al igual que había hecho Rafe,
pero ella sabía que podía salirse de Él. Y que nunca le haría daño. Nunca mataría
para obligarla a quedarse. ― Tú me salvaste, ― ella susurró. ― Eli, cariño, me
salvaste.

Su cabeza se echó hacia atrás, esos hermosos ojos dorados ardiendo de calor.
Luego, su capacidad de pensar se fue del todo. Él empujó duro y profundo, una y
otra vez, una toma primitiva y salvaje, un reclamo. Ella lo reconoció, pero su
cuerpo estaba haciendo una subida, la tensión bobinando y las llamas corriendo.

Elí observaba su rostro cuidadosamente mientras pisoneaba en su cuerpo con


golpes profundos y duros. Ella le dio todo. Entrego todo para él. Ella le dio el
control de su cuerpo, confiando en él para darle su placer, para asegurarse de que
nunca se hacía daño. Ella le dio tanto que la única manera que podía retribuirle era
con esta salvaje, fuerza motriz dentro de él de poseerla. Para amarla. Para darle
más placer que cualquier otro hombre fuera posible.

La tomó salvajemente, casi brutal, sintiendo su salvajismo, sintiendo su espiral


fuera de control. Le encantaba ver la mirada aturdida en sus ojos, el rubor en su
cuerpo. Sus pezones como pequeños guijarros duros tentándolo.

Era hermosa todo el tiempo, pero sobre todo cuando ella se deshacía en sus brazos.
Él la sintió rodeándolo con su cuerpo suave. Sus brazos. Sus piernas. Su dulce
canal, caliente exprimiendo la vida fuera de él.

Amaba sus súplicas suaves, desiguales. Su jadeo, sus gritos rotos. Su música sólo
se agregaba al agonizante placer a través de cada célula de su cuerpo. Ella
desnudando su alma al mundo, y ella no tenía idea de que ella lo hizo. Necesitaba
el hambre desesperada que fluía por su cuerpo tanto como él necesitaba el aire

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Cat´s Lair
para respirar. Él podía darle esto. Tanto placer. No tenía idea de qué tan alto que
podía tomarla, pero él se apartó del límite sólo un poco más cada vez.

Su cuerpo no era el suyo más. Pertenecía a ella. A Catarina. Estaba duro cada
maldita vez que él la miraba. Sus necesidades y antojos solamente crecieron con su
adicción a sus gritos suaves, a su apretado y caliente cuerpo y al placer que corría
por ella ante su toque.

― Eli.

Una súplica. Música. Tal necesidad. Dicha rendición. Ella nunca escondía nada de
él, ni siquiera sus emociones, ni siquiera cuando temía que ellos estuvieran juntos.
Ella le daba y le daba. Necesitaba darle de igual manera. Más. Se sirvió a su
amante. Llevándola tan alto como pudo, viendo su cara en busca de señales, de
cuando el placer era demasiado para ella, su cuerpo demasiado sensible y la
necesidad demasiado grande.

Sus ojos se abrieron. Su boca se abrió en un grito largo de llanto que lo envió a
estrellarse sobre el borde.

Amaba que su cuerpo lo apretara como una prensa de seda ardiente, le ordeño,
agarrando con tanta fuerza su polla que estaba estrangulándolo, en seda húmeda y
caliente. Sintió el inicio de su explosión, un éxtasis salvaje, en algún lugar de los
dedos de los pies, disparando a través de su cuerpo, directamente a su cráneo. Su
polla se hinchó, haciendo retroceder a los músculos, un tornillo de banco apretado,
que se extendía y lo quemaba hasta el punto que llegar al dolor y el placer juntos
en un solo punto para hacerlo estallar en otro sismo salvaje, un temblor de tierra en
su cuerpo.

Esta vez, ella lo llevó con ella, sus gritos y susurros de aliento casi destrozándolo
con la envoltura caliente sobre él y su dulce declaración de amor y entrega, él la
tenía. Echó la cabeza hacia atrás, con ganas de rugir con el placer impactante.
Nunca había sido así, una pasión que lo consumía todo, que lo retorció de adentro
hacia afuera.

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Ningún otro hombre la había tenido a ella. Él era el único ser dotado con una
mujer tan sensual, para enseñarla, para moldear su amante en lo que quería y
necesitaba. Ella le correspondía, el fuego para el fuego. Cerró sus ojos y hundió la
cara en su cuello, sosteniéndola con fuerza, sintiendo su cuerpo, sus réplicas
rodeándolos a ambos. Su respiración entrecortada. Sus manos en su pelo,
apretando y acariciando cuando su apretado músculo delicado hizo lo mismo a su
eje.

― Dios, gatita, es una maldita cosa buena que no tengas idea de lo mucho que Te
amo, ― susurró en su piel suave. Sintiendo el pulso. Sintiendo su apretado
espasmo en el canal femenino, alrededor de su pene ante la admisión. Ella lo podía
destruir. Así de fácil. Así, con mucha facilidad.

No tenía idea de cuánto se había entregado en cuerpo y alma a ella, pero en algún
lugar a lo largo de la línea había sucedido. Nunca se había sentido más despojado
y vulnerable con un ser humano, pero necesitaba oírlo. Necesitaba el consuelo, y él
no estaba dispuesto a permitir que el orgullo o el ego de conseguirlo estorbara el
camino de darle todo lo que ella necesitaba.

Ella no lo dijo de nuevo, no lo susurrar a su oído, pero sus brazos se tensaron


alrededor de él posesivamente y su suave boca se movió sobre su pecho,
besándolo. Rodó, llevándola a su lado, sin querer dejarla ir.

― Me gusta abrazarte, bebé, ― dijo en voz baja. ― Piel con piel. Como una parte
de mí. ― Fue una pequeña advertencia. Él no iba a permitir que ella se escapara de
él y se envolviera en esa pequeña bola como a veces lo hacía.

― ¿Me entiendes?

Ella lo sorprendió con su risa suave. ― ¿Otra regla Eli?

― Por supuesto.

― Est{s haciendo m{s reglas a medida que esto avanza, ¿no es así?

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La risa en su voz lo mantuvo semiduro, lo suficiente para que su cuerpo se
quedara conectado al suyo.

― Me da la ventaja. ― Él acarició la palma hacia abajo, por la curva de su columna


vertebral hasta la curva de sus nalgas, posesión en su toque.

― Siempre tienes las de ganar. ― No había quejas en su voz.

― Me alegro de que lo creas, Cat, ― reconoció.

― Eli. ― Su voz fue grave. ― Gracias por hoy. Por Emma. Por el ordenador
portátil y los libros. Por mis botas preciosas. Principalmente gracias por la
comprensión de lo que algo como hoy, significa para mí.

Su corazón se sacudió. Le rozó la sien con un beso. ― Ve a dormir, Catarina.


Necesitas tu descanso. No quería agotarla a ella, pero si ella no paraba de hablar,
estaria haciendo el amor con ella de nuevo. Lento. Cómodo. Perezosamente. Hasta
que se volviera áspero y salvaje como lo hizo en su mayoría de veces. Necesitaba
cuidados. Amor. Descanso. Él tomaba eso en serio, incluso si eso significaba que
yacería junto a ella tan duro como una roca.

A Eli ni siquiera le importaba eso. Le gustaba abrazarla, con el cuerpo vivo,


escuchar su suave respiración. Sabiendo que era suya.

― Buenas noches, cariño, ― susurró.

Cerró los ojos. Saboreando el momento. Ella estaba casi allí. Ella estaba tratando,
por él. Él la amó a ella aún más por eso. Él le respondió con un beso reconfortante,
también se atragantó hasta decir otra maldita palabra.

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L a tormenta salió de la nada. Los relámpagos iluminaban el cielo y los truenos

se estrellaron con rotundos resonantes, sacudiendo la casa. La lluvia caía, los cielos
se abrieron para derramar una gran cantidad de agua a través de la tierra,
golpeando los árboles y la hierba, donde se acumulaba en pequeños charcos por
todas partes.

Vestida con una camisa de franela de Eli, su vestuario de elección a altas horas de
la noche, Catarina vagó hacia el porche con su café, disfrutando de la demostración
de la naturaleza. El tiempo turbulento le recordaba a Eli. Salvaje e indomable.
Feroz. El trueno y el relámpago también correspondían con su estado de ánimo
inquieto.

Había sentido la acumulación desde hace un tiempo, la tensión reuniéndose que se


había extendido a través del cielo, coincidiendo con los nubarrones funestos, las
horquillas irregulares de un rayo y el trueno rugiente. Él estaba viniendo. Él estaba
cerca. Las pesadillas habían comenzado de nuevo, igual que ellas siempre lo
habían hecho antes de que él la encontrara la última vez que se escapó. Rafe iba a
venir, y su mundo de ensueño perfecto estaba a punto de ser destrozado.

Saga Cárpatos
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Estaba tan enamorada de Eli. Podría tener dificultades para articular sus
emociones en voz alta, pero ella hacia todo lo posible para demostrárselo. Los días
pasaron y nunca pensaron en irse. El rancho se había convertido en su hogar, un
hogar real. Se encontró sonriendo la mayor parte del tiempo. No podía hablar de
algo que le gustaba o querer cualquier cosa sin que el objeto apareciera un par de
días más tarde. A Eli le gustaba darle cosas. Le gustaba sorprenderla, y lo hacía a
menudo.

Su cocina se había transformado. Una nueva estufa reluciente, el modelo exacto


que había soñado, fue instalada allí. Junto con la estufa había un conjunto de ollas
y sartenes, colgando ahora de la cremallera por encima de la isla. Ella había pedido
unos libros y habían llegado y estaban en los estantes detrás de su escritorio.

Emma la llamó dos veces. Una amiga. Habían charlado y reído e hicieron planes
para el café en la casa de Emma. La vida había sido buena, hasta ahora. Hasta que
esta terrible tensión había comenzado a enredarse en su intestino.

Hasta las pesadillas habían comenzado de nuevo y no podía dejar de preguntarse


cuando iba a perder todo, porque ella lo haría. Él vendría. Rafe vendría por ella.
Sospechaba que Eli sabía algo de Rafe. Hace tres días, Eli se había encerrado, se
había hecho más tranquilo, más vigilante, su comportamiento oscuro, melancólico
y temperamental haciéndola sentir más nerviosa que nunca. Ella había esperado
que él dijera algo, cualquier cosa, pero él se mantuvo obstinadamente en silencio y
eso sólo se había añadido a los terrores que rodeaban sus noches.

Hace apenas una media hora, se había despertado de su pesadilla, con los brazos
de Eli a su alrededor, su voz suave, sus manos acariciándola, sus labios suaves en
la frente. Ella se aferró a él, a su protección, al refugio de su cuerpo, él se había
vuelto a dormir, pero ella no podía olvidar los ecos del terrible momento en que el
rostro de Rafe, hecho una máscara de furia fría por encima de la suya, había puesto
sus manos en una mujer moribunda, manchándola de sangre por todas partes.

Saga Cárpatos
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Emma. Eli. Los hijos de Emma. Si Rafe sabía de ellos, vivirían bajo una sentencia de
muerte, no había duda en su mente. Eli conducía su día y su noche, sobre todo esta
última semana, determinado a ponerla en forma, para poder luchar en cualquiera
de las formas, humano o leopardo, como si creyera que podía derrotar a Rafe.

No conocía a Rafe. Nunca había visto el leopardo de Rafe. Nunca había visto los
ojos brillantes y malignos de Rafe, o la locura en ellos. La rabia. La vida no había
sido amable con él, y ella sabía que estaba tan torcido que la única paz que jamás
encontró fue en el dolor de los demás. Disfrutaba viendo sufrir a los demás.

Tomó otro sorbo de su café y se acercó hasta el borde de la terraza, al mismo borde
de la tormenta. Las gotas de lluvia golpeaban contra el suelo y sintió el spray
cuando el viento cambió justo lo suficiente para empujar las gotas bajo el techo.

Rafe solamente la había mirado con locura un par de veces, esos momentos en los
que había escapado de su control, aunque sea por unas horas. Él la había herido en
formas increíbles. Matando a los demás. Hiriendo a los demás frente a ella.
Mostrándole su leopardo. Rastrillando su espalda y mordiéndola en el hombro.
Pero nunca la había sometido o la había golpeado. Había sido cuidadoso con ella.
A veces, cuando él la había mirado, pudo en realidad ver afecto agitándose detrás
de la máscara que llevaba.

Ella suspiró y dejó el café para rodear la columna del porche con un brazo,
apoyando la frente sobre este. No podía negar que Rafe tenía algunos sentimientos
por ella. Ellos estaban en alguna parte de lo normal, pero eran retorcidos como él
era, pero él los tenía. Tal vez si hubiera sido mayor podría haber sido capaz de
ayudarlo a él, pero ella era demasiado joven y aterrorizada de sus represalias.

― Gatita. ― Los brazos de Eli a su alrededor. ― ¿Qué est{s haciendo aquí? Son
las tres de la mañana.

Saga Cárpatos
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Ella nunca lo había oído caminar. Era un hombre grande y debía ser capaz de
escuchar al menos una pisada. Él tiró de ella en sus brazos para que su espalda
estuviera en su frente, con las manos entrelazadas en su cintura. Su pecho estaba
desnudo, pero él se había puesto unos pantalones de cordón de algodón suave.

― No quise despertarte, ― Catarina se disculpó. ― Tú casi no duermes.

Frotó la cara en su pelo. ― Duermo cuando est{s en mis brazos, bebé, ― dijo en
voz baja. ― Dime lo que est{ mal.

Ella volvió la cabeza para mirarlo por encima del hombro. ― Tú me dices eso. ―
Sus ojos se encontraron. ― ¿Crees que no te conozco lo suficiente para saber que
has estado escondiendo algo de mí por los últimos tres días? En realidad, inició
antes de eso. Cuando fuimos a ver a Jake y a Emma, has estado pensativo desde
entonces.

Ella sintió su respuesta más que verla. Su expresión se mantuvo igual. Su mirada
centrada tanto como el parpadeo, pero en algún lugar dentro de ella, lo sintió
estremecerse.

― Debería haber sabido que no podía ocultar nada de ti, Cat. ― Él suspiró y dejó
caer las manos de su cintura para deslizar su mano por su brazo para coger su
muñeca.

Siempre se sentía encadenada cuando sus dedos se establecían allí. Como grilletes
y luego cosquillas cuando acariciaba en el interior de su muñeca tan suavemente.
Se fue hacia las sillas. Ella lo siguió porque no tenía verdadera opción en la
materia. Cuando Eli se movía, se movía con él.

― Siéntate, gatita. Tienes razón, por supuesto. He escuchado algunas noticias y he


estado considerando la mejor manera de decírtelas.

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Cat´s Lair
Nudos Diminutos se formaron en su vientre. Sentía cada uno como un pico de
sedimentación profunda. Ella supo. Sabía que era malo. Y sabía que era de Rafe. El
corazón le latía con fuerza, lento y duro, golpeando en su pecho, como si tratara de
destruirla. El sabor cobrizo del miedo estaba en su boca. Se dejó caer en la silla,
agradecida de que los dedos de Elí estuvieran alrededor de su muñeca, sujetándola
a él. Necesitaba la conexión, necesitaba su fuerza y confianza. Había una razón Eli
era arrogante.

― Sólo dímelo, Eli. Cuando Rafe está involucrado, no hay manera bonita de
decirlo.

Su mano se extendió por su pelo. Sus ojos se ablandaron. ― No, no hay. Quería
ahorrártelo, Cat, pero a mí tampoco me gusta ocultarte cosas. Me huele a engaño, y
te prometí que no volvería a engañarte no importaba cuál fuera el problema.
Incluso si eso significaba que nos enfrentáramos por ello.

Estaba agradecida de escuchar eso. Ella sabía que él estaba molesto y melancólico.
― Prefiero saber todo cuando se trata de Rafe. Probablemente lo conozco mejor
que nadie. Si alguien puede predecir sus movimientos, soy yo.

― Cordeau encontró la tienda de café. A Poetry Slam.

Cambió de posición, la mano deslizándose de su muñeca, la conexión perdida. Ella


se oyó a sí misma gritar. El sonido nunca salió de ella, pero estaba allí dentro, un
largo y bajo gemido de dolor.

― ¿A quién mató? ¿A Cu{ntos? ― Ella se miró las manos. ¿Cu{nta sangre tendría
ella allí? ¿Cómo podía lavarla? Fregar la piel no funcionaba, ella lo había intentado.
La piel se había desprendido, pero no la sangre.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― A David Belmont, y a Bernard Casey. También mató al hombre, a Jase Fulton,
quien hizo un pase a ti una noche. David tenía que haberse ido de vacaciones. Yo
le advertí. Él dijo que lo haría, pero él no lo hizo. Supongo que tenía miedo de
perder su negocio y regresó después de un par de días. Malcom está seguro. No
había considerado que Cordeau podría pensar que Bernard o Fulton eran alguna
amenaza para su dominio sobre ti.

Ella negó con la cabeza. ― Lo dices tan suavemente como si él solo hubiera
robado en sus habitaciones, el ángel silencioso de la muerte, y sólo les hubiera
abatido en su sueño. Él les torturó, ¿no? ― Ella levantó la vista, su mirada
cumplimiento con la suya. ― ¿Acaso no es cierto?

Vio la respuesta en sus ojos. La cautela. La tristeza. Estaba pendiente ella, sabiendo
cómo se sentía. Ella esperó. Sabía, pero espero de todos modos. Los gritos
silenciosos siguieron llegando pero nadie los oía, solo su oído.

― Sí, Cat, ― dijo en un suave suspiro. ― Él les torturó.

El corazón le dio un salto. Dolor. Magullado. Le dolía el pecho. ― ¿Qué tan cerca
está él de nosotros? ¿De Jake, Emma y sus hijos?

― Él no puede tocarlos. Ya le advertí a Jake. Él no nos va a encontrar.

― Él nos encontrar{. Sabes que lo hará, Eli. Él está cerca. Lo puedo sentir. Tenemos
una conexión. Su leopardo y el mío. Sé que no quiere escuchar eso, pero sabes que
él se aseguró de nuestra conexión. Ella salió ahora. Le deja correr todos los días. Su
leopardo le enseñó cómo luchar. Su leopardo la siente y viene detrás de mí de esa
manera. Es la única forma que tiene, pero él la est{ usando. ― Ella lo sabía con
absoluta certeza.

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Cat´s Lair
Eli hizo una mueca. No le gustaba saber acerca de la conexión entre los dos
leopardos. No le gustaba saber que cualquier hombre o su bestia tenían un hilo con
su mujer. Estaba haciéndole daño. Él sabía que ella lo haría. Quería protegerla de
él, pero engañarla la habría lastimado más.

― Dime el resto, Eli. Conociendo a Rafe, el que haya matado a tres personas a
causa de mí no tiene que ser lo peor de todo, tan sólo dime el resto. Que te dijo
Jake.

Eli estudió su rostro. Parecía frágil. Vulnerable. Quería abrazarla y protegerla de


todo, pero ella se sostenía a sí misma demasiado quieta. No quería su toque. No lo
quería cerca. Su cuerpo estaba rígido y sus ojos demasiado brillantes. Sus dientes
tiraban con fuerza del labio inferior, mordiéndose hasta que temía que se extrajera
sangre.

― Le dije lo inteligente que eres, Catarina, ― admitió. ― Cuando est{bamos


hablando en la valla con Elías, dijiste algo que me hizo darme cuenta de cuán
inteligente eres en realidad. Te educaste a ti misma bajo la nariz de Cordeau. Fuiste
capaz de entrar en su caja fuerte, y se las arregló para escapar de él más de una
vez. Viviste con él, Cat. Justo ahí. Te hiciste desaparecer y nadie se dio cuenta, pero
estabas allí, escuchando, aprendiendo y sabes cada conexión que tiene. Todo el
mundo que hace negocios con él. Sabes cuál de sus hombres son leopardos y los
que no lo son. Apuesto que sabes sus ofertas y cómo seguir el rastro de su dinero.

La observó atentamente mientras hablaba. Esta era la peor para él. Ella sabía lo que
venía, era demasiado inteligente para no saberlo. Él vio la reacción de sus ojos. La
desconfianza y la sospecha. Él no había querido hablar de esto con ella por esa
misma razón. Él no quería volver a ver esa mirada en sus ojos. No dijo nada. Siguió
mirándolo.

Saga Cárpatos
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Eli suspiró y se pasó los dedos por el pelo. ― Bebe, yo no quiero tener esta
conversación contigo. Sé que no puedes dejar de pensar que estoy hablando en
nombre de la DEA, pero no lo estoy haciendo. Rafe Cordeau nunca puede ser
puesto bajo custodia. No puede haber ninguna acusación. Cuando él sea
encontrado, tiene que morir y su cuerpo quemado. Es leopardo. Un cambia formas.
Un pícaro. No tenemos más remedio que darle caza. Eso es lo que hemos estado
haciendo. Los hombres de Jake y yo, tratando de conseguir una línea sobre su
paradero. Tenemos que encontrarlo antes que la ley piense que tiene lo suficiente
sobre él para detenerlo.

Ella siguió mirándolo. Al verlo. Ella no parpadeaba y él podía ver su leopardo allí.
La quietud. El foco. Eli maldijo en silencio. Maldito Jake. Se maldijo a sí mismo por
los siglos de mal manejo de la situación con ella. Por traicionar su confianza.

― Jake va por negocios. Él los lleva aparte. Él caza y destruye de manera diferente
a la ley. Él puede derribar los socios comerciales de Cordeau y encontrar el dinero
con su ayuda. Es eso. Eso es todo. No me gusta, pero se puede hacer si deseas
cooperar. No estamos hablando de un tribunal de justicia aquí. Sólo estamos
diciendo que podemos acabar con que toda la red que Cordeau construyó para que
nadie más pueda retomar sus zapatos cuando se haya ido.

Sus pestañas barrieron abajo, ocultando la mirada en sus ojos, pero su rostro estaba
p{lido. ― No puedo respirar bien ahora.

Su corazón tartamudeó. Extendió la mano para tocarla, pero ella retrocedió,


sacudiendo la cabeza. ― Gatita. Deja que te ayude.

Ella negó con la cabeza. ― No puedo respirar. Simplemente no puedo.

Saga Cárpatos
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Su corazón se rompió por ella. De repente, Catarina se puso de pie, con un
movimiento fluido, todo de gato. Sacó la camisa por la cabeza y la arrojó sobre la
silla mientras saltó del porche bajo la lluvia. Fue rápida. Él era más rápido. Corrió,
desnuda, cambiando a la carrera al igual que Eli le había enseñado. Una cosa bella.
Una criatura que había venido en su rescate. Estaba corriendo en sus pies descalzos
en un momento y en cuatro patas al siguiente.

Se movió con ella, manteniendo el ritmo justo detrás de ella, bajo la protección de
su macho, pero quedándose atrás para dejar trabajar su mente. Eli supo que se
había sumergido a sí misma en la pequeña hembra. Necesitaba tiempo para
procesar lo que le había dicho. Deseó que se hubiera arrojado a sus brazos y se
aferrara a él, pero lo que ella necesitaba, incluyendo el espacio, se lo
proporcionaría. A Él no tenía que gustarle, pero lo haría.

La lluvia se deslizó de su piel, sentía miles de dedos rozando sobre su grueso


abrigo. Catarina se hundió profundamente en el interior de su leopardo,
simplemente permitiendo que las sensaciones penetraran. Su pequeña mujer
estaba feliz de correr libre, para darle tiempo al humano para procesar todo. Corrió
para proteger a Catarina del dolor abrumador y del miedo. Catarina podía sentir la
determinación de su leopardo rodeándola y manteniéndola a salvo de todo y de
todos, incluyendo el gran macho merodeando detrás de ellas.

― Est{ bien, ― Cat susurró al leopardo. ― Él me da tiempo. Él sabe que necesito


esto. No está más que asegurándose de que estamos a salvo. ― El lo estaba. Ella
sabía que tenía razón. Eli no estaba tratando de presionarla para que dijera todo lo
que sabía de Rafe. ¿Por qué entonces, estaba tan reacia a ayudar a los demás a
destruirlo? Él había matado a tres seres humanos inocentes que no sabían
absolutamente nada acerca de su paradero. Los había torturado y mataría a otros
para encontrarla. Bernard y Jase no tenían nada realmente que ver con ella. Habían
intercambiaron unas pocas palabras. Pero David... Quería gritar de angustia.

Saga Cárpatos
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¿Qué le pasaba a ella que ella no saltaba a la oportunidad de ayudar a Jake y a Eli?
Tenía que saber por eso, que algo estaba mal con ella que no podía apartarse
completamente de Rafe cuando sabía que nada, ni nadie, podría salvarlo.

Corrió bajo la lluvia, escuchando el sonido de las gotas que golpeaban las hojas y el
suelo. Allí había un ritmo que la tranquilizó. Incluso dentro de su leopardo,
sosteniendo a sí misma aún mientras esperaba que su corazón se ralentizara y sus
ojos dejaran de quemar, la lluvia le alcanzó y le calmó.

Rafe no tenía a nadie más. No había nadie que le amara. Nadie a quien le
importara si estaba vivo o muerto. Nadie leal a él, no sin su dinero y el miedo de él.
Estaba solo. Había sentido el peso de eso desde que era una niña. Había intentado
duramente conseguir que se preocupara por ella. Nada lo había logrado, por lo
menos había pensado que nada lo hizo, no cuando era una niña y necesitaba a
alguien para cuidar de ella.

Su leopardo despejó un tronco de árbol grande abajo a través de la ruta de acceso.


Sin problemas. Fácilmente. Aterrizaje ligera y sin hacer ruido. Eli le había
enseñado cómo moverse a través de la espesa maleza en silencio, sigilosamente,
tirando de cada bit de información de lo que la rodeaba podía darle. Él quería que
ella tuviera todas las ventajas.

La había preparado. No se había golpeado en el pecho y le dijo que se quedara en


la casa en la seguridad, en cambio, él había sido duro con ella. Acondicionándola,
corriendo con ella todos los días, enseñándole artes marciales. A disparar. A usar
todo tipo de armas. A escalar rocas.

Su formación no se había detenido allí. Él trabajó con ella en el cambio rápido. El


cambio a la carrera. A cómo deshacerse de la ropa en un tiempo récord,
prácticamente cuando ella cambiaba, así que tenía todas las ventajas. le hizo
practicar una y otra vez, cientos de veces hasta que ella era absolutamente ágil y
rápida en ello.

Saga Cárpatos
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Aún había más. Su macho le había enseñado a su hembra cómo maniobrar, a
abordar a su oponente, a evitar el estrangulamiento de sus dientes. Cómo usar sus
garras a su favor, a su vez en el aire y en la tierra en una posición defensiva u
ofensiva. A Eli le había importado lo suficiente para prepararla. Aún así, cuando le
dijo con renuencia que Jake y él podrían traer a Rafe abajo con su ayuda, se había
sentido enferma por dentro. Parte de ella, admitió, era que Eli había tratado de
forzarla a ayudarle cuando trabajaba para la DEA. Una pequeñísima parte de ella,
tenía miedo de que él hubiera puesto en brazos de nuevo para eso. Pero ella lo
sabía mejor. En el fondo, lo hacía. Pero el pequeño monstruo persistente de ella le
dijo, que Eli no podía amarla, levantando así su fea cabeza. Sin embargo, dejando
todo eso de lado, era claramente su pequeño tema triste, ¿por qué era que sentía la
necesidad de proteger a Rafe? Él era un asesino. Tenía que ser llevado ante la
justicia. Cada minuto que estaba suelto en el mundo, gente inocente podría ser
asesinada sólo por su placer. Su disfrute. Le gustaba cazarlos a ellos. Él quería
matar. Él volvía de sus viajes a la ciénaga casi eufórico. Y él no había sido el único.
Ella sabía, que aunque Eli y Jake lograran matar a Rafe, había al menos otros tres
hombres bajo su mando que cazaban víctimas sueltas en el pantano con él. Mujeres
en su mayoría, pero de vez en cuando a alguien que traicionaba a Rafe.

― Mi pequeño leopardo, ¿puedo quedarme aquí, escondida en la seguridad de tu


protección, y nunca salir otra vez? ― Si hubiera podido, habría puesto la mano en
el animal y se abrazaría a él. Necesitaba algo a lo que aferrarse. Alguien a quien
aferrarse. Para sostenerla. Para decirle que estaba bien hacer lo correcto y detener a
Rafe. Que ella no sería abandonada como cuando se había sentido sola.

Su garganta le dolía. Sus ojos ardían. El pequeño leopardo vaciló. Se detuvo. Se


puso de pie, la cabeza hacia abajo en medio del camino, temblando. La lluvia
continuó cayendo. A la vez que el macho se acercó, frotando su pelaje largo del
lado de la hembra. Acariciándola. Oliendo suavemente en investigación. Extendió
su cuello, la barbilla en la parte superior de la cabeza de manera protectora.

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Cat´s Lair
Rafe había matado a David Belmont, a causa de ella. A ella le había gustado David
mucho. Era dueño de su propia cafetería y estaba orgulloso de ello. Él era divertido
e inteligente, y le había dado una oportunidad. Le gustaba Bernard también.
Escribía gran poesía y vivía en un mundo de fantasía, otra época, pero aún así, era
único y un hombre maravilloso y él no merecía morir a manos de un loco. No sabía
de Jase, sólo que una vez él había hecho borracho un pase hacia ella y eso mostraba
su muy mal juicio. Eli se había ocupado de la situación y debería haber sido el final
de lo mismo. El hombre probablemente ni siquiera sabía su nombre, y ciertamente
no merecía morir sólo porque él se había cruzado con ella.

Si ella no ayudaba a Jake y a Eli llevar el negocio de Rafe abajo, alguien más podría
ocupar su lugar. Ellos no cazaban en el pantano, pero mataban a su manera,
mediante las drogas y las armas. Golpeando y engañando a las prostitutas que
trabajaban para ellos. O dando a las mujeres a hombres como Rafe quien los
asesinaba.

No tenía otra opción. No había otra opción. Su corazón le dolía y se sentía


culpable, pero incluso si ella fuera tan tonta como para pensar que podría ayudar a
Rafe yendo de nuevo a él, sabía que no podía. El había ido demasiado lejos. Lo que
le había ocurrido en su infancia, lo que sea, lo había transformado en un monstruo
que tenía un asimiento en él y no lo dejaría ir. No lo podía salvar. Sacrificar su
felicidad y a Eli, no resolvería nada.

Se movió en el camino, necesitando los brazos de Eli a su alrededor. Necesitando el


peso sólido de su cuerpo rodeando el suyo. No intentó ponerse de pie, la cabeza
pesada del varón aún estaba sobre la de ella, pero ella no sintió miedo. Su piel
estaba resbaladiza por la lluvia, pero suave y reconfortante contra su piel desnuda.
Entonces Elí estaba allí, su cuerpo envuelto alrededor de ella. Su pecho estaba
sobre su espalda y su aliento era caliente en la nuca de su cuello. Un brazo se
deslizó alrededor de su cintura.

― ¿Qué es, gatita?, ― Preguntó en voz baja. ― Dime lo que necesitas.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Dime lo que necesitas. Su voz estaba allí para sostenerla. Un suave susurro de
verdad. Todo lo que tenía que hacer era decirle que quería, que deseaba, y Eli
movería cielo y tierra para proveer para ella.

― A ti. Te necesito, Eli, ― respondió ella, mirando por entre los {rboles, a la
oscuridad. Ella debería haber tenido miedo, sobre sus manos y rodillas bajo la
lluvia, a la intemperie en un camino estrecho, con un rayo bifurcándose en la
distancia y truenos en voz alta. Ella debería haber sentido frío, pero ella no lo
hacía.

Sus manos le contestaron. Sus palmas acariciaron sus pechos, les ahueco, sus dedos
encontraron sus pezones haciéndolos rodar y tirar hasta que el fuego surco su
apretada vaina. La sensación era increíble con el fresco de la lluvia y el calor
repentino de su cuerpo.

Su boca susurró sobre su espalda, por su columna en pequeños besos. Su lengua


lamió las gotas de agua, hasta que encontró los hoyuelos justo por encima de la
curva de sus nalgas.

― Aquí mismo, nena. Tienes que conseguir ese tatuaje. Me est{ matando. Puedo
verlo, y saber que me perteneces, cada vez que lo vea.

Volvió la cabeza y luego, su mirada ardiente en la suya. ― ¿De verdad quieres que
consiga un tatuaje? ― Ella lo observaba de cerca.

― Sólo si quieres uno. ― Sus ojos sobre ella por un momento antes de que él
bajara la cabeza para seguir un arroyo de lluvia a lo largo de la ladera de una
mejilla firme.

Su lengua se sentía como terciopelo caliente. Él la lamió a ella, empujó la parte


interna de sus muslos para obligarlos a abrirse más amplios para poder sumergir
la cabeza y saborearla. No sólo saborearla. Eli no sólo la saboreo. La devoró a ella.
Se convirtió en voraz con la primera inmersión de la lengua, y los sonidos que
hacía eran los de un animal depredador, reclamando su parte de la oferta de
alimentos y declarando al mundo que él lucharía a la muerte por ello.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Sus manos se movieron sobre su cuerpo posesivamente, fuerte. Tan fuerte. Le
encantaba eso de él, la enorme fuerza que sentía cada vez que la tocaba. Podía
contar con ello. Necesitaba eso ahora mismo. La acarició, amaso y masajeo, todo el
tiempo con su inteligente boca, la lengua y los dientes engatusado más y más miel
de ella.

Cuando ella estaba jadeando, y sus gritos maullando llenaron el aire, de repente
arrastró sus caderas hacia atrás hacia él, golpeando su polla en su fiereza,
obligando su manera a través de sus delicados pliegues apretados para enterrarse a
sí mismo en profundidad. El aliento salió de golpe de sus pulmones y su grito
suave se mezclo con otro más duro.

― No pares. Por favor, Eli. Te necesito.

Ella no tuvo que preguntarle dos veces. Él subió a ella una y otra tan duro que lo
único que la sostuvo fue el brazo, una banda apretada alrededor de su cintura.
Golpeó en ella, la exquisita fricción, ya que la lluvia los bañó en gotas frías, casi
silbando sobre su piel caliente. Se sentía viva. Ella se sentía amada. Ella sabía
exactamente adonde pertenecía y a quién. Eli era su hombre, y le encantaba ser su
mujer. Ella amaba que si ella le pedía que la tomara en medio del camino, él ni
siquiera había dudado.

Se arrodilló en el césped, pero el agua estaba a una buena pulgada alrededor de


sus rodillas y las piernas y a Eli no le había importado. Su cuerpo era una máquina
feroz, rayando el fuego a través de ella. Las llamas corrieron por su piel.
Electricidad arqueo de su piel a la de ella. Las sensaciones simplemente
construidas, una en el otro. Nunca la dejó, una fuerza implacable llevándola a
levantarse más y más alto hasta que supiera que de un momento a otro momento
ella volaría en pedazos, rompiéndose en un millón de piezas. No importaba,
porque Eli encontraría cada pieza rota de ella y la pondría de nuevo juntas. Su
aliento silbó de sus pulmones. Tenía que volar. Quería hacerlo. Alcanzando ello.

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Cat´s Lair
― Todavía no, bebé. Esta vez conmigo. ― Él no la dejo. Él siguió su camino,
obligándola a ir con él.

― Yo no creo que pueda esperar, ― se quedó sin aliento, con la voz en medio de
súplica. Pero ella lo haría. Esperaría. Ella haría como él exigió, porque estaba con
Elí y le encantaba él. Le encantaba que él la llevara en un viaje salvaje, loco que
apenas podía comprender. Era Eli y no importaba que el placer amenazara con
matarla, ella haría lo que él quisiera, incluyendo obtener su tatuaje para él. Porque
ella amaba complacerlo y movería cielo y tierra para darle lo que quisiera.

Su respiración se convirtió en sollozos, desaliñados y cortos y la tensión creció en


espiral más y más fuerte hasta que pensó que ella podría volverse realmente loca
con la necesidad de explotar. Apretó los dientes, usando cada onza de disciplina y
autocontrol que tenía que contener el orgasmo que estaba tan cerca, amenazando
con rugir a través de ella. Su cuerpo se estremeció con el esfuerzo.

Eli llegó alrededor y atrapó su pezón entre el pulgar y el dedo, medidas drásticas
para que el placer rayara su clítoris, al mismo tiempo su polla se abalanzó mientras
empujaba profundo.

― Ahora, bebé, ― él ordenó en voz baja. ― Esta vez conmigo. Juntos. Vuela
conmigo.

Su voz era ronca, insistente, lo que provocó el terremoto masivo en su cuerpo.


Rodó a través de ella, espasmo duros hasta su estómago. No había una sola célula
de su cuerpo que no sintiera la fuerza de la onda de la marea, que la atravesó. Ella
abrió la boca para gritar su placer, pero incluso la garganta de ella se convulsionó.

Su cuerpo voló aparte, no con el suyo, pero él estaba allí, en torno a ella,
manteniéndola cerca de él, su cálido aliento sobre su espalda, sus labios contra el
lugar cómodo donde quería el tatuaje. Él la acarició con su áspera, mandíbula
ensombrecida.

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― ¿Es mejor, gatita? ¿Necesitas m{s? Porque puedo darte m{s. ― Ella respiró. Ella
necesitaba más de él. No del sexo. No hacer el amor, y él había hecho el amor con
ella, tan áspero y tan agresivo como era, lo sintió.

― Dime, nena. Nunca tengas miedo de preguntarme cualquier cosa que necesites,
― susurró. Sus dientes cogiendo la nuca de su cuello. Su lengua siguió, facilitando
el ligero dolor.

― Abr{zame por un minuto, Eli. Quiero que me abraces mientras te digo esto. Y
no me pidas que te mire. Sé que prefieres que mis ojos estén en los suyos, pero no
puedo hacer eso, no cuando te diga esto. Me da... vergüenza.

Elí permitió que su cuerpo se deslizara del de ella. Ella se estremeció cuando su
polla se arrastró sobre su sensible brote, el nudo de nervios que ya estaban
gritando de felicidad. Se puso de pie con cuidado y se agachó por ella, levantando
su rostro por un momento a la lluvia. La tormenta había disminuido en fuerza, el
relámpago moviéndose hacia el sur. Aún así, su pelo estaba pegado a la cara, el de
ella por la espalda en una larga caida.

Él la tomó en el refugio de su cuerpo suavemente, sosteniendo su cara contra su


pecho. ― Nunca tienes que avergonzarte de todo lo que sientes, Catarina, ― le
aseguro. ― Sólo habla conmigo. Deja que te ayude.

Presionó su rostro quemando en los músculos cortados tan profundamente en su


abdomen. Sus brazos rodearon su cintura y ella se aferró con fuerza.

― No quiero hacerle m{s daño del que ya le he hecho. Esta tan solo, y me rompe el
corazón que yo no pudiera hacerlo diferente. Yo no podía hacerlo mejor. Yo no era
lo suficientemente fuerte o lo suficiente inteligente. Nada de lo que hice le ayudó, y
trate. Yo sé que no soy responsable de las terribles cosas que ha hecho, pero aún
así, siento que si yo hubiera sido un poco mejor en el cuidado de él, yo podría
haberlo ayudado. Esa es la razón. Es por eso que no quiero ayudar a alguien a
dañarlo. ― Ella hizo la confesión en voz, apagada. Eli podía oír las lágrimas.

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― Yo quería que me quisiera. Él era todo lo que tenía. Lo intente tan duro, pero
nunca pude hacer nada bien y nunca pude quitarle la rabia que siempre ardía justo
debajo de la superficie. Solo el herir a otros alguna vez lo hacía. Cuando sabía que
iba a salir y que algo terrible iba a suceder, trataba de detenerlo. Pero nunca
funcionó. Lo hacía poner peor, se agitaba, gruñendo, asustándome y a todos los
demás. Eventualmente se iba y cuando regresaba, era la única vez que se veía en
paz. Relajado. Nunca duraba. ― Eli mantuvo la boca bien cerrada, con ganas de
que le dijera todo. El nivel de confianza que sentía por él estaba creciendo o ella
nunca le habría dicho una emoción tan profundamente privada y de la que estaba
claramente mortificada de tener.

― Me siento culpable y avergonzada de que yo no lo pude evitar. Él me


necesitaba, Eli. Realmente lo hacía. No me importa lo que diga nadie. Él me
necesitaba y yo le defraudé. Todas esas personas murieron porque no pude
ayudarlo. ― Bueno. Eso fue suficiente. Él cogió la barbilla con firmeza en la mano e
inclinó su rostro hacia él aun cuando inclinó la cabeza. Él capturó su boca,
silenciándola efectivamente a ella. La besó una y otra vez. Largamente, con besos
calientes, exigiendo su respuesta. Él no la dejó respirar. En vez respiro para ambos,
intercambiando aire, intercambiando alientos. Haciendo el amor con ella con la
boca. Diciéndole que esa era una de las pocas maneras en que era bueno en
expresar su amor.

Cuando levantó la cabeza, sus rostros estaban mojadas y él supuso que era la
lluvia, a pesar de que sospechaba de que era algo totalmente diferente.

― Te amo, Catarina, debido a la amable, y generoso alma y corazón que tienes.


Cordeau te ama a su manera, pero tú y yo sabemos que está más allá de la
prudencia. Un niño podría haberse salvado pero nunca el adulto que es ahora.

Saga Cárpatos
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Permitió que su leopardo obtuviera la ventaja, probablemente cuando él era muy
joven y las cosas que fueron sucediendo a su alrededor no las podía controlar. El
abuso no es una excusa para cualquiera de nosotros. Podemos sentir tristeza por la
persona, pero hay muchas personas maltratadas que optan por no ir por ese
camino. No puedes sacrificarte, Gatita, sería inútil. Él no va a cambiar y no lo hizo,
tal vez no podía, cuando eras una niña.

― ¿Cómo lo sabes?

― Porque sabía que tú eras un leopardo. Una cambia formas. Una hembra. Él tenía
un tesoro, un raro tesoro, precioso y si iba a detener ese tipo de comportamiento, él
lo habría hecho entonces. Él sabía, en el fondo, que no podía tener ambas cosas. Tú
no eres corrupta. Tú no tienes una pizca de locura en ti. Eres dulce, amorosa y
generosa. Eres demasiado compasiva para tu propio bien y eso quería decir que el
leopardo era de la misma manera. Él lo sabía. Lo vio y aun así no se detuvo. Él
nunca lo hará, y su comportamiento, sus opciones, no tienen nada que ver contigo.

Eli le rozó la boca hacia arriba suavemente. ― No tienes que ayudarnos a


tumbarlo, Cat. Ese es mi trabajo, no el tuyo.

Ella se acercó aún m{s al calor de su cuerpo. ― Se siente invencible. Aterrador. Yo


no te quiero en cualquier lugar cerca de él. ― Ella se estremeció contra él.

Eli tomó la larga extensión del pelo en la mano, envolvió la masa gruesa alrededor
de su muñeca y tiró la cabeza hacia atr{s, oblig{ndola a mirar hacia él. ― Tú
insistes en pensar en él como lo hiciste cuando eras una niña. Ya lo superaste. ¿Te
das cuenta? Eres más lista. ¿Tienes alguna idea de lo inteligente que tienes que ser
para hacer eso? Viviste en su casa, delante de sus narices, y te educaste tú misma
usando su computadora personal y nunca sospechó nada.

Saga Cárpatos
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Ella abrió la boca para refutar su declaración y él tiró de su cuero cabelludo hasta
que se calmó. ― ¿Tienes alguna idea del valor que tienes? Hombres adultos no
dejaron su organización porque le tenían miedo. Los testigos se negaron a declarar
contra él, porque le tenían miedo. Tú escapaste, más de una vez. Lo intentaste en
varias ocasiones. Arriesgaste todo cuando los demás se negaron. ¿Qué dice eso
sobre ti, Catarina?

Se humedeció los labios y luego tiró de su labio inferior entre sus dientes. No tenía
más remedio que barrer la lengua por esa tentación.

― Gatita, cuando él venga para ti, y trate de intimidarte, intentará hacerte sentir
inferior a él, mírale a los ojos y cree en ti misma de la forma en que creo en ti.
Mírate a ti misma de la forma en que te veo. No vas a tener nada de que temer.
Estas preparada. Y te prometo, que voy a estar viniendo a ayudarte. Voy a venir
por ti.

Ella sabía que iba a venir. Vio el conocimiento en sus ojos. Ella asintió con la cabeza
lentamente. ― Te dije todo esto, Eli, porque yo sé que tengo que ayudarte y a Jake.
Gracias por no decir que tengo que hacerlo, pero sé que lo hago. No puedo
permitir que él continúe matando gente. Los negocios de él son bastante malos, y
los hombres con los que se asocia son igualmente horribles. La conclusión es, que
tengo que ayudarte o seré tan mala como él es. Dile a Jake que le voy a dar
nombres, fechas y tantas ofertas como pueda recordar. Tengo números de cuentas
bancarias, también.

Eli sintió una oleada de orgullo por ella. Sabía lo difícil que había sido la decisión
que había tomado. Suavizó con los dedos su pelo, moviéndose a través de los hilos
de seda para aliviar el dolor en su cuero cabelludo.

― Bebe, cuando te pedí, que nos ayudaras, no fue por haber sido un agente. No
quiero que pienses eso, ni por un momento, que yo cambiaría lo que tenemos por
nada. O que lo utilizaría en tu contra. Yo te quiero. Si no puede hacer esto, lo
entiendo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Vio cómo cambiaban sus ojos. Pasaron de un hermoso azul suave a un cobalto
profundo, casi violeta. La vio tan claramente. El gato en ella. El amor en ella, por él.
Su corazón se sacudió con fuerza y su estómago se retorcido. Llevó su boca a la de
ella, a la vez que miraba en sus ojos. En el último momento, sus pestañas barrieron
abajo, medias lunas gruesas que velaban su alma, pero ya era demasiado tarde. Él
ya había visto. Él ya sabía.

Ella le había dado un regalo. Ella seguía dándole a él. Eli la besó suavemente, y
luego con fuerza. Ferozmente. Al igual que el leopardo macho primordial que era.
Dominante y agresivo, él tomó su boca, sirviéndose en ella. Él era posesivo y él lo
sabía. Podía ser celoso y tenía un infierno de temperamento. Pero él tenía esto para
ella. Amor tan intenso, tan apasionado, cada vez que la miraba a los ojos, la
emoción lo abrumaba. Y continuaba creciendo en él.

Sus brazos rodaron alrededor de su cuello, su boca moviéndose bajo la suya. Allí,
en la lluvia, la tomo de nuevo, levantándola, instando a sus piernas alrededor de
su cintura, colocando encima de su polla, su funda abrasadora, un apretado guante
de seda envolviéndole de la forma en que sus piernas hicieron.

Él era un poco salvaje. Un poco fuera de control. Le encantaba sentir sus pechos
apretados con tanta fuerza contra él. Su cabeza inclinada hacia atrás y su pelo
largo, ahora empapado de agua, colgado por la espalda como una piel oscura. La
lluvia crepitaba en su piel sensible y caliente, dando la sensación de un millar de
lenguas suave oleando sobre ellos.

Ella igualó su salvajismo, fuera del estado de ánimo de control, montándolo duro.
Rápido. Sus pequeños y suaves gritos, música en sus oídos mientras él subía al
paraíso una y otra vez, el ritmo casi frenético. Él pensó que aguantaría mucho
tiempo, pero la había tomado sólo unos minutos antes y por lo general tenía un
gran control, pero las pequeñas espirales descendentes, la forma en que sus
músculos delicados lo agarraron y ordeñaron lo tuvo perdiéndose en su momento
demasiado rápido.

Saga Cárpatos
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Sintió la construcción en sus dedos del pie y en movimiento a través de sus
piernas, explotando. Sus dientes se asentaron en su piel, la unión perfecta blanda
entre el hombro y el cuello. Mordió y todo su cuerpo se estremeció, apretó hacia
abajo como un tornillo de banco en el suyo y la apretó. Él rugió su nombre cuando
ella lo llevó con ella, cuando chorro detrás de chorro de su semilla caliente salpicó
profundamente en ella.

Él supo al instante. A pesar de que su cuerpo se estremeció y se balanceó. A pesar


de que ella se apoderó de él y lo ordeño. Él sabía. Que esta vez, allí mismo, en la
lluvia, habían creado algo hermoso y precioso entre ellos. Él levantó la cabeza para
mirarla. Sabía que sus ojos se habían ido al leopardo. Posesivo. Satisfecho. ¿Cómo
podía evitarlo? Ella era suya y siempre sería suya.

― ¿Qué?, ― Murmuró adormilado. Ella besó su hombro y luego su garganta. Aún


bloqueado en su interior, rodeado de ella, en poder de ella, le dio un pequeño
gruñido.

― Dame tu boca.

Ella obedeció al instante, inclinando la cabeza para poder besarlo. Así podría
perderse allí. Ella era sagrada. La madre de su hijo. Su amante.

― C{sate conmigo, Catarina. ― No era una pregunta. Él quería que lo fuera, pero
no salió de esa manera. Era una demanda. Una orden. Hizo la orden contra sus
labios suaves. Él sintió que su boca se curvo contra la suya. Sacó la cabeza hacia
atrás para mirarla a los ojos, mientras él alivio sus pies al suelo. Odiaba salirse de
su cuerpo, perdiendo la íntima conexión entre ellos.

― ¿Me est{s pidiendo u orden{ndome?, ― Respondió ella, con las manos alisando
sus brazos.

Saga Cárpatos
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Estudió su rostro. ― Eso depende. Est{s diciendo que sí, entonces lo estoy
pidiendo. Pero si estas vacilando, entonces estoy orden{ndolo. ― Él era honesto.
¿Cómo no iba a serlo? Era la verdad. Quería su anillo en su dedo y su nombre en el
suyo. Ella le pertenecía. A él. Más, él era de ella, en cuerpo y alma.

Ella se rió en voz baja. ― Ese eres tú, Eli. Tan rom{ntico.

Miró a su alrededor, a la lluvia que caía de manera constante, a los árboles


sedientos levantando las hojas hacia las gotas.

― Esto es rom{ntico.

― Me casaré contigo, cariño. Alguien tiene que cuidar de ti adecuadamente.

Su voz estaba llena de amor. Ella no declaró su amor, pero en ese momento no
necesitaba hacerlo. Lo oyó en su respuesta suave. La euforia barrió a través de él.
Él la habría tomado de nuevo, pero allí, no podía acostarla en la hierba mojada, y
parecía agotada.

― Inmediatamente. Inmediatamente. ― Sin duda, una orden. Acompañado por un


gruñido.

Ella se rió y cambio, su pequeño leopardo hembra salto lejos de él, corriendo hacia
la densa arboleda. Él corrió tras ella, desplazándose a la fuga, sintiendo su risa
contestarle. Respondiendo a la felicidad. No sabía cómo se las arregló, sabía que no
la merecía, pero ella era todo suya y sabía que haría cualquier cosa para
mantenerla.

― Te amo, Gatita, ― susurró desde lo m{s profundo, dentro de su macho.

La hembra bromeó y coqueteó con el leopardo macho una y otra vez y él lo


permitió, permaneciendo cerca, fretándose a lo largo de su piel, acercándose con
cautela cuando se agachó tentadoramente y salto hacia atrás cuando ella sin
entusiasmo lanzó una pata hacia él. Cayeron juntos, rodando en la hierba, jugando,
pero siempre, el macho se movía con su mujer hacia él. Hacia la casa del rancho.

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El macho mucho más pesado la llevó hacia el porche, sujetándola en el camino del
leopardo macho, encerrándolos juntos, fijando su reclamo.

Eli dejo que su macho tuviera su tiempo con su pareja, pero una vez que había
terminado y simplemente frotando con amor a lo largo de su piel, mientras yacía
jadeante y exhausto, le obligó a retroceder y se movió.

La pequeña mujer no se movió. Dejó caer su mano en su gruesa piel. ― Cambia


ahora, Cat. ― Ordenó en su voz.

Ella obedeció automáticamente, pero ella no se movió del suelo. Se agachó y él


levantó su cuerpo agotado, acunándola contra su pecho.

― A dormir hasta la mañana y luego vamos a cuidar de ella.

Frotó la cara somnolienta contra su pecho. ― ¿Tener cuidado de qué?

Entró en la casa. ― Ve a dormir. Permíteme cuidar de ti. Nos encargaremos del


papeleo y nos casaremos donde Jake.

Ella se acurrucó m{s cerca. ― Creo que estoy siendo injustamente comprometida.

Se rió en voz baja. ― Apuesta tu vida en ello, bebé. No voy a perder el tiempo y a
darte la oportunidad de cambiar de opinión.

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C atarina se apartó de su escritorio, se puso de pie y se estiró. Ella amaba esta

habitación. Su oficina compartida. Había mucho espacio. Era agradable sentarse


frente a Eli, mirándolo de vez en cuando desde su portátil para ver sus ojos
dorados en ella. La forma en que la miraba siempre la hacía temblar en
anticipación. Él siempre la miraba como si fuera a devorarla en cualquier
momento. De hecho, era cierto.

Más de una vez le había pedido desnudarse y subir a su escritorio. Más de una vez
se había atrevido a gatear debajo de su escritorio y abrir sus vaqueros para
conseguir lo que quería.

Amaba los libros que poco a poco fueron llenando los estantes vacíos. Sabía que
gastaba demasiado en libros, pero era la única cosa en que ella gastaba dinero.
Echó los brazos y giró en un círculo, incapaz de contener su felicidad. El miedo
seguía allí, en el fondo de la boca del estómago y en pesadillas que habían
aumentado, por lo que sabía que Rafe estaba más cerca que nunca de ella, pero no
podía dejar de ser feliz.

Tal vez no gastaba dinero en sí misma, pero Eli la mantenía provista de ropa,
especialmente de ropa interior, Camisolas de encaje sedosos. Le gustaba
especialmente el rojo en ella. Tenía un montón de encaje rojo. Ella nunca podría
realmente entender por qué, ya que nunca había estado en ellos más de unos pocos
minutos, pero a ella le gustaba llevar la seda y el encaje debajo de su ropa,
especialmente la ropa de todos los días, sólo para burlarse de él. Él siempre
preguntaba.

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Eli la hacía reír. Él era mandón, incluso arrogante, no había duda de ello. Era súper
controlador, pero, lo aceptaba, sobre todo cuando se trataba de sexo o de su
seguridad o de su salud. En todos las demás zonas, era amable con ella y parecía
querer que creciera con confianza y extendiera sus alas.

Tenía más botas en su armario de lo que posiblemente podría usar en una semana.
Nunca las pidió. Tenía cuidado, incluso, de no mirar nada demasiado tiempo en
cualquiera de las tiendas que había encontrado en Internet, pero las botas
siguieron llegando y ella le encantaba cada par. No las usaba a menudo, pero Eli
siempre le aseguró, que cuando el peligro hubiera pasado, consideraría salir a
menudo y que podía llevar sus queridas botas.

― Gatita, ¿dónde diablos est{s? ― Eli sonaba irritado y mandón. Sólo le gustaría.

No gritó su respuesta de nuevo a él, porque sabía por experiencia que detestaba
eso. Cuándo él la llamaba, la deseaba. Justo ahí. Frente a él. Y cuando entraba en la
habitación quería que ella lo besara.

Catarina se movió rápidamente por el pasillo hasta la cocina, donde Eli se paseaba
con una mueca en su cara. En el momento en que ella entró, se dio la vuelta y se
dirigió hacia ella, viéndose agresivo, un leopardo al acecho. Su corazón
tartamudeó, tal como siempre lo hacía cuando ella lo miraba.

Alto, de hombros anchos, con el cuerpo cortado con músculos definidos pesados.
Su cara era la de un hombre, sin características infantiles en absoluto. En este
momento su mandíbula se estableció apretada y sus ojos estaban muy centrados,
depredadores. Ella fue directamente a él, encontrándose en el medio de la cocina,
levantándose de puntillas para presionar su boca suavemente a su ceño fruncido.

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Él siempre respondía de la misma manera. En el momento en que sus labios
tocaban los suyos, su boca se hacía cargo, su lengua exigiendo la entrada. Él metió
la mano debajo de la camisa a la búsqueda de un pecho, su pulgar deslizándose
sobre su pezón mientras su boca se encontró con la de él. No estaba segura de por
qué siempre la tocaba tan íntimamente cuando ella lo besaba, pero a ella le
gustaba, casi como si fuera su marca personal de propiedad.

Tenía una marca propia. Cuando ella dio un paso atrás, permitió que su mano se
deslizara por el pecho, sintiendo los músculos apretados, cortando su abdomen y
luego acaricio suavemente sobre su pesada y gruesa polla. El estaba casi siempre
semi-erecto o completamente después de besarla. A veces se preguntaba si él
estaba siempre en un permanente estado de excitación.

― ¿Dónde diablos estabas cuando te fuiste de mi cama esta mañana sin


despertarme? ¿Y por qué?

Esta vez, su mano no cayó lejos de su pecho cuando ella dio un paso atrás. Su
pulgar y el dedo cogieron su pezón y tiró con fuerza. Lastimando de forma
deliberada. El fuego se disparó directamente a su centro. Quemando.

Su mirada saltó a su cara.

― Solo fui al porche y me senté por un rato, Eli, ― ella dijo, perpleja.

― ¿Y a ningún otro sitio? ― Era una demanda. Él no soltó su pecho, pero él tomó
el peso suave y el pulgar se suavizó, acariciandola allí deliberadamente.

Saga Cárpatos
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Se humedeció los labios con la punta de la lengua, tratando de pensar qué otra
cosa que había hecho. ― Yo practiqué cambiando, ― admitió, aún sin entender
por qué estaba molesto. Ella practica cada vez que podía. Él le había dicho que lo
hiciera. Incluso en el dormitorio a veces trataba de mejores sus tiempos de
extracción y el cambio de ropa.

― ¿Que te dije anoche?

Manos duras se clavaron en su cintura. Él la levantó bruscamente y la dejó en la


mesa, con fuerza. Una mano fue a su camisa, tirando de ella abierta, sin
preocuparse de que los botones volaran en todas direcciones. Sus pechos
derramándose a través de los bordes abiertos. Puso una mano sobre su pecho y
empujó, obligándola a inclinarse hasta que tuvo que cogerse con sus manos.

― No lo sé. ¿Qué pasa? Me est{s asustando un poco, Eli. No puedo pensar con
claridad.

― Te dije que no fueras a ningún lado sin mí. Te dije que no era seguro.

Su corazón tropezó duro. Sintió a Rafe cerca. El miedo le hizo la boca seca. Tenía
un sabor metálico que siempre la asustó. Habían tenido casi un mes desde que le
había dado la noticia de David y los otros. Se había permitido vivir en un mundo
de ensueño de nuevo, dejándose llevar por una falsa sensación de seguridad
porque mucho tiempo había pasado.

― Los ojos en los míos, ― Eli ordenó. ― Si vas a tener miedo de alguien, m{s vale
que sea de mí, no de ese bastardo.

Estaba muy enojado, se dio cuenta. En realidad nunca había estado enojado con
ella antes. Impaciente tal vez, pero no enojado. ¿Qué había dicho? Que él tenía un
temperamento. Que Él podría decir y hacer cosas y que necesitaba ser capaz de
superarlo. ¿Qué significa eso?

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
De mala gana, levantó la mirada hacia él. Sus ojos dorados brillaban abajo hacia los
de ella. ― Sabías maldita sea, que se suponía que no dejarías mi lado.

Negó con la cabeza. Un ligero temblor sacudió su cuerpo. Era realmente aterrador
de pie sobre ella con la mirada furiosa. Estaba completamente vestido, y ella estaba
tumbada delante de él por completo vulnerable. Trató de cambiar de posición un
poco, para cerrar las piernas, para darse cualquier tipo de apoyo que pudiera.

Su mano golpeó a un lado de las nalgas, un fuerte sonido. El fuego se extendió a


través de ella. Ella no pudo evitar al pequeño grito que escapó. Su palma estaba
allí, frotándole, calmante, cuando deslizó la otra mano entre sus piernas para sentir
la emoción del líquido húmedo.

― ¿Puedo decir 'ouch'?, ― Preguntó.

― Di la jodida cosa que quieras decir, Cat, pero no te muevas.

Dos bombas en una sola frase. Era evidente que él estaba muy enojado.

― Sólo entendí mal, Eli. Yo pensé que querías decir aquí, en nuestra casa. En
nuestra casa. Yo no lo hice, incluso ni lo pensé.

― ¿Dónde diablos m{s puedes ir, Catarina? A ninguna parte sin mí. Así que si te
digo que no es seguro, no vas a cualquier sitio sin mí, eso significa que a cualquier
lugar.

Quería rodar sus ojos, pero ella se lo pensó mejor. Él no estaba calmando. Si ella se
movía de posición quizá le podía tocar, conseguir poner una mano sobre él, pero
por la forma en que la había obligado a descansar, ella necesitaba ambas manos
para sostenerse a sí misma.

― Lo siento, Eli.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Tú no lo haces. ¿Crees que no te puedo leer como un libro de mierda, Cat? Est{s
tratando de pensar en lo que hay que decir o hacer, pero todavía no lo consigues.
¿Todavía no crees que necesitas escuchar cuando te acoso con una norma para tu
seguridad?

Bueno, eso era cierto. Su casa se sentía segura. Tenían un sistema de seguridad.
Conocía cada sombra, el diseño de los muebles, donde colocó todas las armas,
dispersas alrededor de la casa, en cada habitación, grabadas debajo de los muebles
y en pequeñas grietas y debajo de los cojines de los sillones más suaves y en el sofá,
por todas partes en su casa. Se sentía segura, porque incluso si iba al porche, todo
lo que tenía que hacer era llamarlo y sabía que Eli vendría.

Su dedo se deslizó dentro de ella, arrancando líquido caliente, y comenzó un lento


y tortuoso círculo alrededor de su clítoris. ― Teníamos un acuerdo, Cat. Sabía
desde el principio qué tipo de hombre soy y lo que yo espero de mi mujer. Si digo
que por ninguna mierda te vas de mi lado, entonces no lo hace. Si le digo que se
desnude y baile sobre la maldita mesa porque me gusta verte ahí arriba lo haces.
Sobre todo, cuando te digo que tenemos problemas, problemas que pueden
conseguirte herido, violada o asesinada, me escuchas.

Su furia superó su voz y él explotó, tirando de sus piernas sobre los hombros,
metiendo la cabeza bajo. Su boca se cerró sobre ella y comenzó a devorarla,
comiéndola como si ella fuera su última comida. Su boca era un arma de
destrucción total y sabía exactamente cómo manejarla. Ella no podía moverse. No
podía parar. Su lengua se hundió, un poco los dientes, pequeños pellizcos que
picaban, pero enviaban ráfagas de radiante estrellas que estallaban a través de su
cuerpo como un rayo blanco.

El aliento abandonó sus pulmones en un apuro. Él la empujó por encima del borde,
rápido y alto, ella sintió la recolección de su cuerpo. Construyéndose. Ella se alzó
por ello. Necesitándolo. Un sollozo escapó. Luego se fue. Levantando la cabeza.
Dejándola desesperada. Dejándola en necesidad.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Sus ojos brillaban de amenaza. Más Cat se derramó en él. La demanda
conduciéndola a dominar. Su rostro brillaba con la evidencia de su necesidad.
Trató de encontrar cualquier lugar para moler contra algo, pero por la forma en
que levanto sus piernas por encima del hombro le impidió encontrar su liberación,
pero la dejó abierta para él.

― Deberías haber aprendido ya, Gatita, yo no soy un hombre con quien cruzarse.
No cuando se trata de su seguridad. ― Su voz era baja. Gruñendo. Dos veces sintió
el roce de la piel cuando su mano acarició desde su vientre hasta su montículo.

― Por favor, Eli. ― Ella trató de no sonar como una loca, como se sentía. Como si
se quemara. Tenía una expresión en su rostro que la asustó más que nada. Podía
torturarla lentamente y él disfrutaría de cada segundo de ello. Ella podía ver la
intención oscura en su cara.

Sopló sobre ella. No enfriando el calor en absoluto; en todo caso, su cálido aliento
avivó las llamas. Su cuerpo entero se sacudió. Antes de que pudiera recuperar el
aliento, no dijo nada, no prometió nada, él agachó la cabeza una segunda vez,
apretando su boca sobre ella, sólo que esta vez, agregó dedos.

Su pulgar acarició su clítoris y luego su lengua le siguió, agitando y palpitando


contra ese sensible haz de terminaciones nerviosas. Ella casi se cayó de la mesa.
Ella cayó hacia atrás, incapaz de sostener su peso, pero con la necesidad llegando
al límite. Sus manos fueron hacia su cabello.

Levantó la cabeza al instante, los ojos brillantes moviéndose sobre su rostro


pensativo. Él estaba todavía enojado. Estaba allí, en el conjunto de la boca, la
mandíbula. ― ¿Mierda, por nada me toques, ― gruñó. ― Tienes suficientes
problemas sin que lo empeores. Si tienes que aferrarte a algo, cógete al borde de la
mesa y mantén las manos sobre ti misma.

Eso dolió. Él no quería que ella lo tocara. A ella le gustaba tocarlo. Ella necesitaba,
esa cercanía e intimidad entre ellos.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Eli, por favor, ― le engatusó suavemente. ― No te enojes conmigo. No me
gusta.

Elí observaba su rostro con atención. Durante todo el tiempo que ella le suplicó,
sus caderas ondulaban, tronzado en voz baja, en necesidad. Su cuerpo se recubrió
con una fina capa de transpiración. Él la había impulsado rápidamente, y ella
estaba allí. Quería que ella estuviera allí, justo en el borde, pero incapaz de caer.
No sin que se lo dijera. No sin su consentimiento.

Su leopardo se sentía casi tan mal como él lo hacía, no estaba dispuesto a ceder ni
un ápice en este tema. Ambos podrían haber perdido lo único que necesitaban más
allá de todo lo demás. Rafe Cordeau podría destruirlos, no sólo su vida, sino a Eli y
su leopardo. Sólo de pensar en la posibilidad tenía a Eli gruñendo de nuevo.
Bandas de color, coloreando su visión, rayando con rojos y amarillos. Hizo un
intento a medias para empujar el leopardo abajo mientras inclinaba la cabeza para
su festín una vez más.

Cuando su lengua se hundió, llevó las manos a sus pechos, sus suaves montículos,
llenos, tirando sin piedad en los pezones. Pinchazos y balanceos, deliberadamente
ásperos. Ella se retorció violentamente. Rogando. Él sentía su cuerpo tenso.
Inmediatamente levantó la cabeza, mirando a su premio tirado tan lindamente
para él. Sacó las piernas de sus hombros suavemente, la mantuvo abierta para él,
abrió los pantalones vaqueros para liberar su polla palpitante y posiciono la cabeza
derecho en su entrada.

Se tomó un momento para disfrutar de la vista de ella, la anticipación, sabiendo la


quemadura que vendría y que ella lo necesitaría aún más. Golpeó en casa,
enterrándose hasta sus propios huevos. Las llamas surcando su cuerpo, y ella gritó,
agarrándose a los bordes de la mesa hasta que los nudillos se volvieron blancos.

― Mírame, ― exigió, tirando lentamente. ― En este momento, dame tus ojos.


Quiero verte. ― Él esperó hasta que ella accedió. Estaba aturdida y con su mente
en medio de su necesidad, su necesidad de él.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― ¿De verdad crees que te dejare salir de esto f{cilmente?

Salió de ella y ella gritó. Gimió. Sacudió la cabeza hacia atrás y hacia adelante, sus
caderas intentando seguirlo, para atraparlo y obligarle de nuevo en ella. Él le sentó
a horcajadas en cambio, agradecido de que cuando había comprado la mesa, se
había asegurado de que era gruesa y resistente. Estaba desnuda, desnuda a él, y él
estaba todavía vestido, sus muslos vestidos de jean presionando alrededor de sus
caderas.

Su mirada se aferró a su miedo y se deslizó allí. No de él. Por el placer que estaba
forzando en ella. Obligándola a que ella tomara su camino. Obligándola a aceptar
cualquier cosa que quisiera darle. O hacerle. Ambos sabían que todo lo que tenía
que hacer era decir basta, pero ella no lo haría. Ella estaba más allá de eso.
Necesitaba lo que él le estaba dando tan desesperadamente como necesitaba
dárselo a ella.

Sus manos atraparon esos pechos suaves, tan llenos. Tan tentadores. Inclinó la
cabeza y tomó posesión, reclamando su cuerpo por su propia cuenta. Él no
necesitaba hacerlo, ella ya era suya. Ella quería ser suya. El era áspero, los dientes,
la lengua y la boca mamando a su derecha patinado a lo largo de ese borde de
dolor, pero el reguero de pólvora ya estaba ahora fuera de control, cada poderoso
tirón de su boca sobre sus pezones y senos enviaba ondas de choque a través de su
cuerpo.

Extendió una mano y cogió una botella de aceite perfumado que había dejado
sobre la mesa detrás de ella. Sus ojos ardientes hacia ella, él inclinó la botella y
vertió el contenido entre sus pechos. Ella abrió la boca cuando el aceite fresco se
derramo en su piel caliente.

Eli usó sus manos para difundir el aceite hacia arriba y sobre las curvas de sus
pechos, amasándolo en su suave piel, frotándolo en sus pezones. Con cada golpe
de sus manos, el aceite se calentaba, por lo que su piel se estremeció y luego
comenzó a enviar aún más llamas sobre ella. La sensación pareció hundirse en sus

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
poros, haciendo su camino en su cuerpo, viajando a través de ella cuando la
sensación aumentó.

Él agarró su polla con las manos engrasadas, viendo sus ojos como platos.
Sensuales. No podía alejar sus ojos de sus manos y el eje grueso brillante cuando él
mismo lo empuño y apretó lentamente y libero hasta que cada parte de él se
revistió con el aceite caliente, resbaladizo. Él cambió de posición, todavía a caballo
sobre ella.

― Abre la boca. No muevas las manos. Mantente a la derecha de esa manera.

No podía quedarse quieta. Demasiado Estaba demasiado lejos, el rubor y la


necesidad marcando su rostro. Sus caderas se movían continuamente y sus
pequeños y suaves gemidos y súplicas no se detuvieron, ni por un momento. Ella
estaba desesperada por su liberación. Él sólo estaba agregando más necesidad,
creando más hambre, con su exhibición erótica. Ella quería que su polla dentro de
ella.

Él empujó sus pechos juntos, formando un túnel suave, clavando su polla allí,
rodeada de suavidad. Él empujó hacia adelante con sus caderas mientras ella
inclinó la cabeza hacia arriba, con la boca cerrándose sobre la corona, atrayéndolo a
ese calor, a ese refugio húmedo. Echó hacia atrás la cabeza por un momento,
saboreando la sensación del paraíso. Ella hizo la mayor parte de la pausa,
desesperada por tenerlo, tan hambriento estaba de ella que había tenido que
cooperar. Dejó su lengua en él, mamando y luego, cuando sintió la tensión en sus
bolas, retrocedió y comenzó a deslizarse a través del aceite caliente. Una y otra vez.
Dejándose encontrar el borde del control. Llevándose a sí mismo a su caliente boca
ansiosa y luego privándose de ella, hasta que soltó una mano de la mesa.

Al instante se detuvo. Retrocediendo. Haciéndole saber a sus ojos que todo iba a
parar si ella no le obedecía.

― Eli, por favor, ― dijo en voz baja. ― Te necesito.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Así es, bebé. Lo sé. Y cuando digo por alguna mierda que hagas algo, quiero que
lo hagas. ― A pesar de que él gruñó hacia ella, se dejó sentir la cuna suave, de su
boca caliente una vez más. ¿Quién demonios podía resistirse?

― No puedes usar el sexo en mi contra, ― se lamentó.

― ¿Eso es lo que estoy haciendo? ― De pronto soltó sus pechos y se deslizó fuera
de ella, arrastrando su cuerpo al final de la mesa de nuevo, enojado otra vez.

Sintió su aumento del leopardo hacia la superficie, tan enojado como estaba, la
necesidad de dominación superaba el buen sentido. El tobogán en su piel brillo por
un momento tan cerca que en realidad tuvo que luchar contra él. Cuando él le dio
la vuelta, arrastrando sus caderas sobre el borde por lo que empujó su pequeño
culo dulce hacia él, él la golpeó más duro de lo que pretendía, sus nalgas
ruborizándose de un rojo intenso inmediatamente.

Ella intentó ponerse de pie, jadeando en estado de shock, volviendo la cabeza, pero
él levantó las caderas y la penetró. Ella gritó, casi convulsionándose con el placer.
Él la inmovilizó allí, empujando fuerte y rápido, pisoneando sobre el pequeño
paquete de terminaciones nerviosas súper sensibles, a un ritmo brutal implacable,
obligando cuerpo a aceptarlo. El aceite se añadido a la quemadura y el
estiramiento a lo largo de su vaina, podía decir por la forma de moverse, como si
sus músculos delicados trataban de retirarse, pero ella tenía hambre por él,
desesperada lo suficiente para empujar de nuevo en él con cada empuje hacia
delante de su cuerpo.

Él cedió a su temperamento, a los estribos del macho, y con cada tercer golpe
profundo de su polla dejo una huella de la mano en su trasero bonito. Luego él la
calmó con su palma de la mano, aunque ella no se lo merecía. Quería que
recordara este momento, que recordara que él no iba a tolerar que su mujer se
pusiera en peligro por cualquier razón.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Al final, Eli no estaba seguro de si su método funcionaría. Con cada caída de su
mano, líquido caliente bañaba su polla y sus gritos maullando un crescendo.
Catarina sintió la reunión de sudor sobre su cuerpo. No había una célula en ella
que no estuviera en fuego, que no estuviera en necesidad. Apenas podía respirar,
incluso sus pulmones ardían. Eli la rodeaba, estaba en ella. Más le había abierto
alguna parte secreta que había mantenido oculta del mundo, una primitiva, salvaje
y desinhibida mujer que se deleitaba en todo lo que le hizo a ella. ¿Quién necesita
más? Quería más. Él lo quería. Todo esto. Salvaje y fuera de control para que
coincidiera con el salvaje y fuera de control que era él.

Ella no tenía ni idea de en donde comenzó y cuando ella lo dejó. Parecían ser una
persona en lugar de dos. Ella sintió su placer con tanta seguridad como ella sintió
el propio. Se quemó a través de ella como una tormenta de fuego, corriendo por
sus venas, arrastrando sobre sus terminaciones nerviosas hasta que su mente ardía
con tanta necesidad que pensaba que ella podría morir de placer. Ella lo sintió con
ella, moviéndose en ella, pero más, moviéndose en su mente, como si él de alguna
manera los hubiera fusionado en un solo ser.

― Te quiero tanto, Eli, ― susurró ella, sabiendo que era verdad. Sabiendo que a
pesar de lo que había sucedido entre ellos en el pasado, él era el hombre para ella.

― Oh, Dios, bebé, ― él gimió. ― Tú me derrotas cada maldita vez.

Su entrega. Ella lo escuchó en su voz. Ella lo sintió en la forma en que sus manos e
acariciaban el cuerpo. La forma en que su polla se hinchó dentro de ella, caliente y
dura, llenándola con... él.

Ella cerró los ojos y se entregó a él, entregando todo. El maremoto rasgó a través de
ella con la fuerza de un huracán, barriéndolos a ambos por encima del borde de la
cordura por unos pocos momentos, echándolos al sub-espacio donde flotaba, sin
miedo, en pura felicidad, anclada a él, a Elí.

Se desplomó sobre la parte superior de ella, presionando sus labios en la nuca de


su cuello. ― Vas a llevarme en un baile, Gatita.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Voy a amarte tanto, miel, que no te importar{, ― susurró ella.

Sus brazos rodearon su cintura, sosteniéndola con él. ― Yo ya te quiero tanto que
no me importa, ― admitió.

Giró la cabeza para mirarlo por encima del hombro. ― ¿Desnudos y bailando
sobre la mesa? ¿En serio? ― Ella se rió en voz baja.

Él le sonrió. ― Valió la pena intentarlo.

― Bueno. Podría considerarlo para tu cumpleaños, ― dijo. ― Déjame subir.


Todavía necesito mi ducha.

― Hazme café primero. El mío nunca sabe tan bien como el tuyo. ―Eli no se
movió.

Ella empujó contra él sólo para sentir las m{s deliciosas réplicas. ― Estoy cubierta
de aceite. Creo que una ducha es m{s importante que tu café. ― Ella iba a hacer el
café porque ella disfrutaba de atenderlo a él. Él estaba por lo general de mal humor
por las mañanas hasta que ella colocaba la taza en sus manos y él tomaba su
primer sorbo. Entonces él la miraba como si ella fuera la más maravillosa mujer, la
más perfecta que jamás hubiera nacido. Ella no perdería eso, ni siquiera para
ducharse primero.

― Entonces tendremos que permanecer aquí, encerrados juntos, ― murmuró


contra su espina dorsal. ― Porque no me puedo mover sin mi café.

Catarina se echó a reír ante su tono gruñón. ― Eres un bebé, Eli.

Oyó la capitulación de su voz. ― Vas a hacer mi café, ¿no es así, gatita?

― No debería. No después de que me golpeaste en el trasero.

Se frotó la mejilla izquierda con movimientos suaves. ― Yo no te hice daño.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Si me hubieras hecho daño, Eli, yo tendría que soltar mi leopardo y estarías
desgarrado un poco, ― Catarina aseguró.

― Eso es bueno, Cat, eso es lo que quiero de ti. Ponte firme frente a mí cuando me
pongo demasiado malo. ― Él bajó hacia ella y una vez m{s se inclinó para besar la
base de su columna vertebral.

Ella no iba a decirle cuando él era de malo, su gato estaba involucrado, y podría no
ser el mejor momento para desafiarlo. Los Leopardos machos definitivamente
insistían en el dominio con sus mujeres. Ella lo estaba domando lentamente, pero
ella iba a conseguirlo, tal como Emma le había asegurado a ella.

Tirando de los bordes de la camisa a su alrededor, se enderezó. Las manos de Eli al


instante fueron a su cintura, estabilizándola. Le encantaba eso de él. Las pequeñas
cosas que hacía, incluso más que las cosas grandes, por ellos ella le amaba más. Él
siempre veía su comodidad, sobre todo después de hacer el amor.

Él inclinó la cabeza y la besó lentamente, suavemente, sus ojos dorados casi


líquidos, ya que permanecían en los de ella. ― Yo te amo, Catarina, ― dijo en voz
baja. ― M{s que a mi propia vida. Te quiero.

Ella se apoyó en él. Su fuerza la rodeaba. La protegía. Se dio cuenta en ese


momento, eso es lo que Eli hizo. Se aseguró de que estuviera protegida, pero le
permitió respirar por su cuenta. Él quería que ella estuviera segura de sí misma y
en su capacidad de sobrevivir a cualquier situación sin él. Más él había estado
trabajando hacia ese fin casi desde el momento en que se conocieron.

― Me encanta eso, ya que yo te amo de la misma manera, Eli, ― dijo en voz baja.
― M{s que a mi propia vida. ― Ella renunciaría a todo, por saber que estaba a
salvo. Vivo. Saludable.

Él bajó la cabeza como si fuera a besarla de nuevo, pero sus labios se desviaron a
su oído. ― Haz mi café, mujer.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella fue directamente a la m{quina de café, riendo mientras lo hacía. ― Voy a
limpiar y va a estar listo cuando vuelvas.

Puso amor extra en su bebida de caramelo favorita. Ella siempre se burlaba de él,
diciéndole que el caramelo lo endulzaba. Dijo que era la última palabra extra de
expreso. Sea lo que fuera no importaba, sólo esa sonrisa que le daba cuando
tomaba su primer sorbo.

Eli regresó viéndose informal en sus pantalones de cordón y camisa ligera. Ella
sabía que él los llevaba, como la mayoría de los cambiadores, para ser capaz de
salir de ellos rápidamente. Su brazo se abalanzó por la cintura mientras tomaba el
café de ella. Ella lo observó mientras él tomaba ese primer sorbo y luego la miró.

― Eres un puto milagro, Catarina, ― dijo, lo que significa que fuera.

Ella le dio un beso sobre su mandíbula. ― Cuando tengamos hijos, Eli, vas a tener
que ver cuidar de tu boca. Pero esta vez, voy a admitirlo, me gusta más ser tu puto
milagro.

Él parpadeó. Su boca se torció. Se inclinó y rozó otro beso sobre sus labios. ― No te
pongas a jurar. No suena igual. Y para tu información, he estado atenuándolo.

Ella se echó a reír de nuevo. ― De ninguna manera. Dejaste ir dos bombas en una
sola frase. Eso no es atenuar.

― Dos excepciones, Gatita. ― Acarició la parte superior de la cabeza con la


barbilla. ― Cuando me haces enojar quiero agitarla hasta hacer sonar sus dientes,
o ponerla sobre mis rodillas y pegarle para que no se pueda sentar por una semana
o dos, y dejar caer tantas bombas como sean necesarias para evitar que lo hagas
mal.

Ella reflexionó aun m{s. ― Bueno. Estoy de acuerdo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Esa fue una excepción.

― Eso fueron dos. Batir mis dientes. No sentarme por una semana. Dos.

― Haces que me dan ganas de hacer las dos cosas al mismo tiempo, por lo que es
uno, ― argumentó, bebiendo m{s de su café.

Ella puso los ojos. ― Bien, esa es una. ¿Cu{l es la segunda?

Su sonrisa le hizo enrollar el estómago. Sacó un millón de mariposas. Levantó la


mano para acariciar las almohadillas de sus dedos hacia abajo por la mandíbula,
con el corazón dando vueltas.

― Cuando me vuelves tan loco, tan caliente, pierdo mi mente cuando estoy dentro
de ti, por lo que no puedo hacer nada más.

Sus dedos se cerraron en su cabello. Trazando caricias. Anclado allí. Le encantaba


que su pelo fuera un poco largo y pudiera engarzar el puño allí. ― Me gustas loco
y ardiente.

― Fuera de mi mente, ― le recordó, en su voz caliente y pecaminosamente.

― Eso también, ― admitió Catarina. Ella miró hacia arriba, a sus ojos. Am{ndolo.
Ella sabía que él podía verlo y ella no lo ocultó de él.

Él gimió suavemente. ― Ve a tomar su ducha, bebé, antes de empezar todo de


nuevo. Eres tan condenadamente tentadora, a este ritmo, nunca voy a hacer nada.
Se supone que debería estar trabajando en el rancho.

Ella se rió de nuevo, sólo porque ella estaba tan feliz. ― En realidad no tenemos
ninguna ganadería, sin embargo, Eli, no podemos llamar exactamente a esto
trabajar en un rancho. Vas a ir a sentarte en tu silla favorita en el porche mientras
me baño.

― Bueno. Eso es cierto, ― concedió. ― Pero yo estoy pensando.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Catarina negó con la cabeza y lo dejó en la cocina. No se atrevió a besarlo otra vez
porque ella sabía que si lo hacía, no se detendría y que necesitaría otra ducha. Ella
nunca había considerado, mientras crecía, ni una vez, que alguien pudiera hacerla
tan feliz.

Coloco música, su lista de reproducción favorita, mientras se duchaba. Esa era otra
cosa que Eli había hecho. Otro regalo. En el momento en que descubrió que amaba
la música, le había dado un iPod y le mostró la manera de llenarlo con las
canciones que ella disfrutaba. Había un pequeño altavoz que había adjuntado, por
lo que era fácil escuchar su música mientras se duchaba.

A ella le gustaba el agua caliente, y se puso de pie durante mucho tiempo bajo el
agua pesada, sintiendo la forma en que el agua caliente empapaba su piel y la
hacía sentirse lánguida y perezosa. realmente no le importaría desnudarse y bailar
sobre la mesa si usaba aquella atractiva, voz de mando cuando le dijera que se lo
hiciera. Ella estaba definitivamente haciéndose un tatuaje en la espalda baja,
simplemente porque le gustaba acariciarla allí. Él a menudo presionaba sus labios
allí.

No quería quedarse demasiado tiempo allí en la ducha. Ya estaba pensando en lo


que había para cocinar su desayuno. Disfrutaba cocinando para él también. Le
daba tanto y esa era una forma en que ella sabía que podía darle algo. Disfrutaba
de las comidas que ella hacía para él. Ella y Emma habían intercambiado recetas y
estaba experimentando con algunas de ellos para que fueran aún mejores.

Ella envolvió su cabello en una toalla y lo secó, tomándose su tiempo. Su cuerpo


todavía se sentía sensual y sensible, especialmente en sus pechos. Ella estaba un
poco adolorida entre sus piernas, pero eso no era inusual. Eli era grande y grueso y
se volvía un poco loco a veces. Le gustaba áspero y por lo general era muy áspero.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Sin embargo, esos pequeños matices sólo servían para recordarle su posesión. Le
encantaba ser poseída por él. Se vistió con cuidado, eligiendo la ropa que saliera
rápido y fácil. Había repuestos dispersos alrededor del rancho, tal como lo hizo Eli.
Era algo que la mayoría de los cambia formas hacía, en caso de que fueran
capturados en algún lugar y la ropa y los suministros fueran necesarios. La ropa
que todos los días llevaban, eran ropas que podían arrojar lo más rápido y
eficientemente como fuera posible.

Amaba sus botas. Las amaba. Los leopardos no llevaban botas a menudo porque
eran mucho más difíciles de quitar. Sin embargo, ella las amaba, y cuando Rafe
estuviera fuera de su vida, tenía la intención de usar todos los pares alineados en
su armario. Ese pensamiento la hizo muy feliz.

Se puso una falda, tirando a sus caderas. La banda era amplia y cómoda, el
material cayendo en graciosos volantes a sus tobillos. La falda era una de sus
favoritas, tan amplio y cómodo, muy femenino. Sabía que a Eli le gustaba. Él lo
había elegido para ella cuando habían ordenado la ropa de uno de sus sitios
favoritos de Internet. Lo había mirado todo el tiempo, pero en realidad nunca
ordenó nada hasta que Eli la había alentado.

Cuando todo con Rafe se resolviera finalmente, quería conseguir un trabajo en la


ciudad y ganar su propio dinero para que no dependiera de Eli, de sus fondos.
Sabía instintivamente que sería una pelea. Eli era un macho alfa y creía que debía
mantener a su mujer.

Se miró en el espejo mientras desenvolvía su pelo y este caía hasta la cintura.


Amaba su pelo largo. Amaba llevarlo suelto. Siempre lo hacía en la casa, sólo para
complacerlo, pero cuando salía a correr con él o escalaba, lo amarraba. Es cierto
que era conveniente amarrarlo, pero la mayoría de tiempo, lo llevaba suelto. Le
encantaba la forma en que lo hacía, todo impaciente, el ceño fruncido en su rostro
y luego sus manos estarían en su pelo, sus dedos enroscándose a través de los hilos
de manera posesiva.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Se cepilló todos los enredos, tomándose su tiempo, mirando a la mujer en que se
había convertido. Hace algunos meses nunca podría haber mirado su cuerpo y
haberse sentido tan confiada y orgullosa de sí misma. Se había avergonzado de su
falta de educación formal. Había encontrado faltas en cada curva. Llevó las manos
hasta sus pechos. Ahora, a ella le encantaba la vista del cuerpo que agradaba a Eli
tanto. Adoraba su cuerpo.

Eligió una camisola blanca de encaje que usar para no tener que usar un sostén de
apoyo. La camisola encajaba cómodamente alrededor de sus pechos y estaba
apretada alrededor de su caja torácica. Era corta, dejando al descubierto una tira de
su vientre, la cual era la verdadera razón por la que la eligió. Eli no podía resistir la
tentación de tocar su piel desnuda. La cremallera en el lado le permitía salir de ella
rápidamente, así que sabía que si se decidía a practicar el cambio, lo haría mucho
más rápido de lo que podría pensar y ella en realidad podría ser mejor que él.

Rara vez llevaba bragas en casa, especialmente cuando sabía que estaría
cambiando. Era una prenda más de ropa de la cual deshacerse, ralentizando su
cambio. Un tanga o pantalones cortos podrían costarle un precioso segundo, al
igual que un sostén podía hacerlo. Hizo una nota mental para consultar con Emma
acerca de lo que hacía cuando llegaba a la ropa.

Dejó el pelo suelto para que se secara, se cepilló los dientes a fondo y se dirigió a la
cocina para empezar a cocinar. Por supuesto Eli estaba fuera en el porche. Estaba
amaneciendo. Le encantaba ver las rayas de luz en la oscuridad. Hizo la masa para
los buñuelos antes de que ella hiciera su propio café. Eli se había encariñado con el
convite caliente con su café después del desayuno y ella siempre los hacía frescos.

Se tomó su tiempo haciendo su café, mirando alrededor de su cocina. Eli le había


dicho que podía hacer todo lo que quisiera con ella y lo había hecho. Le había
comprado la estufa, las ollas y los sartenes, el resto era su diseño y los detalles que
hacían la vida más fácil para ella cuando estaba trabajando. Los detalles que hacían
que se sintiera como si la cocina verdaderamente le perteneciera.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Eli le había dado eso también. El amor brotó. Abrumándola. Ella lo necesitaba.
Necesitaba estar cerca de él. Cada vez se encontraba más atraída por él. Al igual
que esto. Le dolían los pechos y ella descubrió que era una sensación maravillosa,
porque el pensamiento de que Eli puso eso allí. Su núcleo femenino golpeó con el
calor, y otra vez, ella amaba el dolor que venía de la polla gruesa de Eli, el
estiramiento y la quemadura. Se alegró de que con cada paso que daba, pudiera
sentirlo.

Abriendo la puerta mosquitera, ella salió. Todavía estaba oscuro, la luz apenas
filtrándose a través, pero sobre todo la causa era unas nubes negras agitadas en el
cielo por encima.

El olor de la sangre la golpeó justo cuando su mirada recorrió el porche. Al otro


lado del porche, lejos de la puerta, algo pesado colgaba de cadenas. Balanceándose.
Su corazón se detuvo por un momento y luego comenzó a latir con fuerza. Quería
correr al cuerpo oscilante, y era un cuerpo, ella podía verlo ahora. No cualquier
cuerpo, era Eli.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

C atarina se congelo. Obligó a todos los músculos para que encajaran en su

lugar. No había manera de evitar la mirada horrorizada de oro de Eli. Su rostro


estaba hinchado. Su sangre manchaba no sólo su cara y cabeza, sino su pecho
también. Es evidente que mientras ella había estado duchándose, soñando
despierta, Eli había sido torturado.

Los ojos de Eli se habían cerrado después de un breve reconocimiento de su


presencia, pero tenía la sensación de que estaba alerta. Listo. Preparado para
golpear. Ella no sabía cómo podía ser posible, y tal vez era sólo porque estaba tan
aterrorizada y necesitaba creerlo, pero lo hacía. Eso le dio la confianza necesaria
para mirar a su alrededor.

Sabía que él estaría allí. Había pensado que iba a venir solo, pero no lo había
hecho. Sus tres primeros tenientes, todos leopardos, estaban con él. Se quedaron en
el suelo, justo detrás del cuerpo de Eli. Uno sostenía unos cables en sus manos, otro
la manguera. Sintió el aumento de su leopardo. Furia la sacudió, sustituyendo el
terror. Pero no movió ni un músculo. Sólo sus ojos se movieron.

Él estaba allí en alguna parte, esperando en silencio, queriendo que su terror la


cubriera. Podía sentir su ira. El peso de ella aplastándola, tal como la había
aplastado cuando había sido una niña indefensa buscando el amor y la aprobación
en su casa. No podía permitirse el lujo de ser aplastada por él. Ahora no. No
cuando Eli colgaba de cadenas y los tres tenientes leopardo, obviamente, habían
tenido carta blanca para torturarlo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Levantó la barbilla, inhalo, y supo de inmediato dónde estaba. Se apartó de Eli,
odiando perderlo de vista, pero tenía que enfrentar a Rafe.

En el momento en que su mirada lo encontró, en el extremo opuesto del porche, de


pie en las sombras, dio un paso hacia ella. Era un hombre grande. Construido
fuerte y poderoso. Sus rasgos eran cortados por el mismo patrón de gran alcance.
Su mirada fría podría detener a un hombre adulto en el modo de batalla,
advirtiéndole de mover una pulgada hacia él, incluso si tenían un arma en su
mano. Había visto eso suceder más de una vez. Rafe Cordeau tenía ese tipo de
poder. Era guapo. Ella nunca se había realmente dado cuenta de eso antes. Y tenía
carisma. Se había dado cuenta de eso.

― Así que me encontró de nuevo, ― saludó en voz baja.

― Te dije que siempre te iba a encontrar, Catarina, ― respondió, su voz igual de


suave. El tono la hizo temblar. Él nunca sonaba enojado. No como Eli. Rafe no
regalaba emociones.

Su expresión estaba en blanco, sus ojos fríos y su tono bajo y cargado, pero sin
ninguna inflexión de una manera u otra.

― Rafe, espero que me crea cuando le digo que si le hace más daño, o si lo mata, es
decir, que no le puede hacer nada en absoluto a él, o voy a matarme a mí misma.
Nunca me tendrá. Nunca tendrá alguna parte de mí. Ya he terminado con usted
gobernando mi vida, hiriendo a los demás.

― Él te tocó. Él ha estado dentro de ti. Ningún hombre vive, si él ha estado dentro


de ti, ― dijo Rafe.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Entonces no voy a vivir tampoco. ― no levantó la voz, o perdió el control. Esto
era demasiado importante. Si Rafe había pasado todo este tiempo y dinero
cazándola, era para disponer de ella para sí mismo, o para matarla. Si él la quería a
ella, tenía que hacerle creer que no podía mantenerla con vida si él mataba a otra
persona que le importara. ― No puedo vivir así. Yo no podía vivir con usted
sabiendo lo que le había hecho a Abril.

― Yo no le hice eso a abril, lo hiciste tú. Siempre has sabido las consecuencias de
escaparte, y lo hiciste de todos modos.

Ella negó con la cabeza. ― Yo era una niña, Rafe. Usted me hizo tomar esa
responsabilidad y la culpa pero no era mía para tomarla. Ese fue usted. Usted
eligió hacerle daño. Usted tomó el placer en hacerle daño. Sabía que ella era mi
amiga y la mató delante de mí. ¿Creía que me gustaría quedarme con usted
después de eso?

Dio otro paso hacia ella, se deslizó de forma fluida, como si fuera un leopardo. Ella
vio su leopardo ahora en sus ojos. La necesidad de dominar porque ella estaba
discutiendo, desafiándolo. Sus ojos brillaban, se centraron sobre ella como lo haría
en una presa.

― No importa lo que quieras, Catarina. Me perteneces. Siempre lo ha hecho. Desde


el momento en que supe que la perra mujer tenía algo tan precioso, yo sabía que
iba a tomarla de ella y a protegerte. ― Una vez m{s no había ninguna inflexión en
la voz.

El sonido del agua y luego a Eli gritando la tuvo girando a su alrededor. Fue
impactante, ver correr la electricidad a través de su cuerpo mojado. Se obligó a
permanecer inmóvil. Levantando una mano desplazando sólo su brazo y la mano,
una hazaña difícil que había tenido semanas de práctica de lograr. Una pata
formándose donde sus dedos habían estado, garras largas y curvas afiladas
surgiendo fuera de ellas.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella no dudó, corto con la garra la arteria de su cuello. La sangre goteó. Rafe saltó
hacia ella, cubriendo la distancia entre ellos en un abrir y cerrar de ojos, tirando de
su brazo hacia abajo y lejos de su yugular.

― Usted no va a ser capaz de detenerme, Rafe. Si lo lastima, lo haré. Voy a


matarme a mí misma. Voy a encontrar una manera. Ese es el trato.

Rafe juró, el primer signo de emoción que había mostrado. Levantó la mano y al
instante el agua cortó y Eli dejó de torcerse y sacudirse.

― Por favor, suéltame. ― Su toque la confundió. Su agarre sobre ella era suave, no
duro. La agarró del brazo con firmeza pero sin ninguna fuerza. Ella no pudo
sostener el cambio a una sola parte del cuerpo y su leopardo disminuyó,
manteniéndose justo por debajo de la superficie en caso de que Catarina la
necesitara de nuevo.

― Prométeme que no tratará de hacerse daño. Vamos a llegar a un acuerdo.

Ella asintió con la cabeza. ― Siempre y cuando no lo mates o tortures, o le causes


cualquier daño o a cualquier otra persona que me importe, voy a escuchar lo que
tienes que decir, Rafe.

Rafe saludo a sus tres lugartenientes, garantizando la seguridad de Eli por el


momento. ― Vamos a ir a la cocina a hablar, ― dijo, lo que sonó como una orden.

― No confío en ellos para mantenerse alejados de Eli. B{jalo de allí, en primer


lugar.

― No es una posibilidad, Catarina. Te estoy dando ésta concesión. Vamos a la


cocina donde podemos hablar a solas.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Giró su cuerpo hacia la puerta de la casa, lo que le permitió a su mirada barrer
sobre Eli. Tenía la cabeza abajo como si estuviera derrotado, pero sus ojos se
habían reducido a rendijas. Ella vio el resplandor del poder allí y ello la estabilizó.
Él tenía un plan. También lo tenía ella.

Catarina levantó la barbilla. ― Dame tu palabra de que no le van a tocar y


entraremos en la casa, Rafe.

― ¿Me creerías?

Ella bajó sus pestañas. ― Siempre te creí, Rafe. Eres todo lo que he tenido.

Podría decirle que él sabía que era preciosa y que quería protegerla, pero él sabía
que ella era un leopardo mucho antes de que la sacara de esa casa de drogas y
dolor. Su casa, cualquier hogar habría sido mejor para una niña que en el que se
crió. Pero él la había dejado allí hasta que ella tuvo su primer período. Hasta que él
temió que su leopardo pudiera emerger. Él no había tomado ningún riesgo,
obligándola a vivir con él entonces.

Ella sabía que él podría habérsela llevado antes, pero no había querido el
inconveniente de una niña pequeña. Él habría tenido que contratar a una niñera,
alguien que podía sospechar lo que hacía. Pero y ella sospechaba que era la
verdadera razón, él no quería correr el riesgo de que conectara con cualquier otra
persona.

Catarina sabía que la declaración suave de, Siempre te creí, había llegado hasta
Rafe. Vio en sus ojos el cambio, el leopardo retrocediendo un poco.

― Nadie le har{ daño. ― Rafe levantó la cabeza y clavó los ojos en sus
lugartenientes, fríos y acerados.

― No quiero que se sienta cómodo, pero no hagan nada m{s hasta que les dé la
orden.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella vaciló. Había algo en lo que él dijo que ella había perdido. ¿Qué habría él
querido decir? Ella no estaba segura de qué hacer. Tenía que cumplir con las
exigencias de Rafe, hacerle creer que estaba escuchándole, que había una
posibilidad de que fuera en paz con él, pero ahora tenía miedo a irse y dejar solo a
Eli con los lugartenientes cambiadores de Rafe.

Miró de nuevo a Eli por el rabillo del ojo. Su gesto fue casi imperceptible,
significante sólo para ella. Ella enderezó los hombros y se movió de inmediato,
hasta situarse en la puerta. Esperando. Obligando a Rafe a que la abriera para ella.
Reconociendo que ella era una mujer adulta y tenía que ser tratada con respeto. Eli
abría las puertas para ella, Rafe tenía que hacer lo mismo.

Se quedó allí casi un minuto antes de que la mano de Rafe pasara junto a ella y de
un tirón abriera la puerta. Ella camino delante de él como si fuera de la realeza.

― ¿Quieres un café? Puedo hacer casi cualquier cosa.

Su mirada recorrió la estancia, aterrizó en la masa que tenía lista para hacer los
buñuelos. Él inhalo profundamente, arrastrando el aroma del sexo. No podía dejar
de notarlo. Furia quemó a través de su expresión, haciéndola temblar, y luego se
había ido y su máscara fría estaba de vuelta en su lugar.

― Siéntate, Catarina, ― dijo. Era una orden, pero como de costumbre, la dijo en
tono bajo y suave. Quería construir su terror. Ella podía ver que era importante
para él que ella le temiera. La mayoría de sus empleados estaban asustados de él
por una buena razón. Si hacían algo que no le gustara, él los llevaba a ellos a una
habitación y los asustaba como el infierno fuera de ellos sin siquiera levantar la
voz. Si lo hacían de nuevo, desaparecían, para nunca más ser vistos, y el leopardo
de Rafe era un cazador muy satisfecho.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella obedeció, moviéndose a la silla al final de la mesa. Ella debería haber sabido
que no iba a funcionar el tratar de mantener una distancia de él. Simplemente tomó
una estrecha silla y se sentó a horcajadas, cara a cara con ella, sus ojos de demonio
ardiendo dentro de ella.

― Te fuiste de nuevo. Te dije lo que pasaría. ¿Por qué me dejaste?

― Mataste a April.

― ¿Eso es todo? ¿Esa es la razón?

Ella apretó los labios y luego tiró de su labio inferior entre sus dientes brevemente
para mostrarle que estaba nerviosa. ― No me gustas mucho, Rafe. He intentado
tan duro y no importa lo que yo hiciera, siempre me empujaste lejos de ti. Odiaba
lo que le hiciste a abril, pero incluso después de eso, trate de cuidar de ti de la
única manera que sabía, pero entonces... ― Deliberadamente se fue apagando.
Agachó la cabeza. Miró sus manos, retorciéndose los dedos juntos en la manera
que ella sabía que no le gustaba.

Rafe prefería la quietud y había estado en ella todo el tiempo aprender a estar
absolutamente quieta. Ahora, ella se dio cuenta de que había estado preparándola
a ella por su leopardo a su manera.

Él extendió la mano y la puso suavemente sobre la de ella para detener el


movimiento de sus dedos. ― Estate quieta, Catarina, ― dijo, en el mismo tono
bajo, pero su leopardo macho dominante se retiró incluso un poco más.

Sin el leopardo manejándolo a él para dominar o matar, Rafe sería más fácil de
manipular. Ella asintió con la cabeza y permitió que sus manos se relajaran bajo las
suyas. Recordó sus manos forzando la suya en el pozo de la sangre de April y
estuvo a punto de apartarse de él, la memoria era tan vívida que ella en realidad
pudo oler la sangre por un momento, pero ella las sostuvo juntas.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Esto fue por Eli. Podía hacerlo porque Eli la hizo consciente de su propia fuerza.
Había burlado a Rafe una vez y podría hacerlo de nuevo, porque no importaba en
ese momento que no estuviera formalmente educada. Eso no significaba que no era
lo suficientemente inteligente como para girar la mesa en Rafe Cordeau. Ella sabía
que lo era.

― ¿Me dejaste porque piensas que no te quiero?

Tragó saliva. Era difícil decirle, porque era la verdad. Había intentado tan duro y
se había sentido tan sola y sin amor. Había tratado de ver su madrastra, con la
esperanza de que los recuerdos de su infancia estuvieran distorsionados y tal vez
la mujer amara. Entonces había perdido a April, y se había retirado de todos,
horrorizada, avergonzada y culpable. Había necesitado de Rafe para tranquilizarla.
Para que llegara a ella y la abrazara. Para que hiciera las cosas bien, aun cuando
intelectualmente sabía que no había tenido derecho a lo que había hecho. Él no lo
había hecho. La había dejado sola con sus pesadillas, la culpa y la vergüenza.

Ella sabía que Rafe podía oír el sonido de la verdad en su voz, ella podía verlo en
sus ojos, en la forma en que la miraba. Su pulgar se deslizó sobre el dorso de la
mano.

― No te detengas, Catarina. Necesito saberlo todo. Necesito entender. Si entiendo


lo que sucedió, lo que te alejó de mí, me ayudará a determinar cómo termina todo
esto y si ese hombre vivirá su vida de forma segura o no.

Sus músculos abdominales se apretaron. Nudos duros formándose. Tomó un gran


control de ella, respirar normalmente y no ceder al deseo de sacudirse las manos a
distancia. Lo peor de todo era que sentía pena por él. Él parecía tan solo y ella le
había hecho daño. No quería ver eso, pero lo hizo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― ¿Te acuerdas de la cena que tuviste con la familia Lospostos? Yo estaba tan
preocupada. Quería que estuvieras orgulloso de mí. Es más, yo quería que se viera
bien para ellos. Elegí cada plato con tanto cuidado y los preparé para ellos. Tardé
horas. Incluso el pan estaba hecho de cero. Todo era perfecto. A ellos les encantó.
Les encantó el postre. Y luego me obligaste a leer ese poema. Sabías que no podía
leer. Querías burlarte de mí. Peor aún, querías que se burlaran de mí.

La memoria trajo calor a su cara. Ella nunca sería capaz de mirar hacia atrás, hacia
esa noche sin sentir la vergüenza de su falta de educación. Rafe lo había hecho a
propósito, y no importaba lo que dijera ahora, nunca podría tomar el momento de
regreso.

― Dijiste que yo era buena en la cocina, pero que no era buena para mucho más.
Te oí. Te reíste. Ellos se rieron. Implicaste que tenía un coeficiente intelectual
mediocre y que no podía aprender nada en la escuela.

Permitió que sus pestañas se levantaran porque sabía que él iba a ver el dolor
genuino allí. No quería mostrárselo a él. La única persona en quien confiaba lo
suficiente para ver su vulnerabilidad era a Eli, pero esto era por Eli.

Los dedos de Rafe se apretaron alrededor de su mano. ― No tenía otra opción,


Catarina. Ninguna. Ellos se habrían dado cuenta. Hicieron demasiadas preguntas y
querían conocerte. Yo no podía tenerlos especulando sobre si significabas o no algo
para mí. Eso te habría puesto en peligro.

― ¿Quieres que me creas que me humillaste delante de sus amigos porque de


alguna manera eso haría que me mantuviera fuera de peligro? ― Catarina vertió
incredulidad en su voz.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella mantuvo su mirada sin desplazarse hacia la puerta de la cocina a través de
pura fuerza de voluntad. Tendría que comprobar a Eli pronto. No podía soportar
no saber si estaba bien o no. Había habido algo en la mirada de Rafe cuando se
había dirigido a sus hombres sobre abandonar a Eli solo. No creía que Eli estuviera
totalmente seguro.

― Ellos no son mis amigos, ― dijo, inclin{ndose hacia ella, con los ojos fijos en los
de ella. ― Son peligrosos, gente con la que me veo obligado a hacer negocios.
Tengo una debilidad. Sólo una. Tú me haces vulnerable. Si otros lo saben,
especialmente una familia del crimen tan peligrosa como los Lospostos, puedes ser
utilizada como un arma contra mí. Lo que esto significa, Catarina, es que pueden
tomarte y torturarte. Te pueden enviar de vuelta a mí en pedazos. Yo no estaba
dispuesto a correr el riesgo por tu orgullo.

Oyó la verdad en su voz y no quería hacerlo. Su corazón ya sangraba por él, por
este hombre perdido en su pasado, por unos padres que abusaron y lo
corrompieron. No había redención, no había vuelta atrás de lo que había hecho.

Se lamió los labios, lo que obligó a su mente a permanecer en Rafe y lejos de Eli.
Sabía que Eli tenía un plan y tenía que confiar en él, a pesar de que lo que podría
hacer colgado de cadenas con tres leopardos machos que obviamente habían
cazado seres humanos con Rafe en el pantano estaba más allá de su comprensión.

― Rafe, crecí en tu casa.

― Es tu casa también, Catarina. ― Su tono, seguía siendo bajo, pero era muy firme
y decidido.

― Soy mucho m{s inteligente y observadora de lo que nunca me diste el crédito


correspondiente.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Soy muy consciente de que, a pesar de que siempre he sabido que eras muy
inteligente, pude haberte subestimado. Pensé que si yo no te mandaba a la escuela,
reduciría la velocidad de tu enseñanza. En su lugar, la acelere. Ese fue mi error y
no voy a hacerlo de nuevo contigo.

Ella no sabía si eso era una alabanza o una advertencia. ― El punto es, que utilicé
tu ordenador para mi educación, no el mío. Te hackeé. Sé cuál es tu negocio. Yo sé
lo que haces.

― Soy muy consciente de eso. ― Ahora él sonaba orgulloso de ella.

Ese orgullo le hizo doler el corazón aún m{s. ― Sé de los acuerdos de armas. Las
ofertas de drogas. Las prostitutas e incluso el contrato que organizaste para
matarme. Yo sé dónde está tu dinero. Soy un peligro para ti y para cada socio de
negocios que tienes.

― He sido consciente de eso durante algún tiempo, Catarina. ― Él se echó hacia


atr{s, por primera vez alej{ndose de ella. ― Pero nunca, ni una vez cooperaste con
las fuerzas del orden. No fuiste a ellos. Te negaste a darles algo esta vez, aun
cuando sabías que iba a averiguar dónde estabas al momento en que te trajeron a
una estación de policía. Sabías que iba a venir después. Y sabías que te
encontraría. Aún no aceptaste su oferta. Eso no es miedo, Catarina. Eso es lealtad.
Nunca he tenido una vez alguien leal a mí. Cualquier persona que mire hacia fuera
por mí. No, a menos que les pague. Tu me diste eso a mí.

No era del todo una mentira. No había más verdad en su declaración de lo que
quería creer. Más le mató, y todavía había una parte de ella que lo protegía y que
no entendía por qué. Que la mantenía pensando que podría encontrar una manera
de salvarlo. Había crecido en lo que sólo podría haber sido un mundo de pesadilla,
pero conoció a Jake Bannaconni. Jake había encontrado una moral, las líneas que
nunca cruzaría; Rafe había recurrido a matar para aliviar su propio dolor.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― ¿Qué pasa con esa gente que permites que tu leopardo cace en el pantano, Rafe?,
― Le preguntó en voz baja.

Sus ojos parpadearon, oscureciéndose. Ella vio la amenaza de su leopardo allí. La


concentración, la mirada penetrante del cazador. ― Yo no maté a esas personas,
Catarina. Mi leopardo lo hace. Es la única manera en que puedo contenerlo a él.
Cada uno de ellos era un enemigo.

― Has traído mujeres a nuestra casa para dormir contigo. Las cazaste. ¿Cómo
podrían ser el enemigo?

― Estás yendo demasiado lejos, ― dijo entre dientes. ― ¿Tienes alguna idea de lo
peligroso que esta conversación es para ti?

― Quiero entender las cosas que no hice cuando era niña. Las cosas de ti que me
asustan. Estoy dándote todas las razones por las que me escape de ti, Rafe. Tú eras
todo para mí. Toda mi vida. No hubo nadie más. Solo tú. No me sostuviste. No me
tranquilizaste cuando lo necesitaba. Traté de aguantar. Yo traté de entender. Pero
yo sabía lo que estabas haciendo y me asusté, especialmente cuando la sentí. Mi
leopardo. Tenía miedo de que ella fuera a cazar con el tuyo. Que fuera una asesina.

Estudió su rostro. Él extendió la mano y le tocó el pelo suavemente. Con cuidado.


Sus dedos se deslizaron a través de la longitud de seda y luego se lo metió detrás
de la oreja. Se dio cuenta de que él realmente pensaba que podía convencerla de
que dejara a Eli y volviera con él. Para hacer eso, él tenía que saber que tendría que
matar a Eli. Eli nunca la dejaría ir, y si había algo en lo que Rafe era bueno, era en
leer otros hombres. Por lo que sabría eso. Pero en algún lugar de la mente de Rafe,
creía que podía hacerle ver que era lo correcto a hacer. La idea de que Rafe se había
ido tan lejos la entristecía.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Tu no entiendes sobre leopardos, cariño. Ellos necesitan la libertad para ser
quienes son y lo que son. Están en la parte superior de la cadena alimentaria. Si no
dejo que el mío corra libre y cace de la forma en que estaba destinado a hacer, su
estado de ánimo me afecta y me convierte en peligroso. Mejor una prostituta que
una mujer inocente.

― ¿Tu leopardo cazó a mi madre?

― Ella no era tu madre. Tenía la intención de utilizarte para la prostitución. Ella


me lo dijo a mí, cuando regresó exigiendo más dinero por ti.

Su corazón tartamudeó en su pecho. Ella no pudo evitarlo. Envolvió sus brazos


alrededor de su cuerpo y se meció suavemente hacia atr{s y hacia adelante. ―
Necesito un trago de agua, Rafe.

― Voy a por él. Esto es mucho para asimilar. ― Se puso de pie, con los ojos en ella
por si acaso, y caminó hacia el fregadero. Esperó a que llenara un vaso con agua
antes de sentir rápidamente bajo la mesa el arma guardada allí. Al momento en
que sus dedos la encontraron, dejó caer las manos a su regazo, retorciendo los
dedos juntos. Sabía que iba a centrarse en eso. Odiaba que no pudiera mantenerse
quieta cuando estaba nerviosa o agitada.

Rafe fijó el agua delante de ella. ― Tú naciste para mí. Cada leopardo tiene un
compañero, y tú eres la mía. Yo siempre lo he sabido. Este hombre que entró en tu
vida, no puedo entender por qué podría pensar que lo necesitabas, pero no es para
ti. Nunca fue para ti. Sin embargo, entiendo que cuides de él.

― Rafe, has matado a mucha gente que me importa. A David Belmont y Bernard
Casey que no sabían ni una cosa sobre mí. Están muertos. Algún extraño fue
asesinado también. Yo ni siquiera sé su nombre.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Algunas cosas son necesarias, Catarina. Ya tienes edad suficiente y eres lo
suficientemente inteligente como para comprender eso. Tienes tus explicaciones.
Es hora de volver a casa ahora.

― ¿Y si no quiero ir?

― Ir{s. Vas a ir porque perteneces allí. Vendrás conmigo, porque si no lo haces, ese
hombre allí se va a morir.

― Los dos sabemos que vendr{ detr{s de mí. ― Lo dijo en voz baja, mirando su
rostro.

Él la golpeó. La golpeó con fuerza, en su cara, derecho a través de la silla con la


mano abierta. Estrellas reventaron a través de sus ojos. El dolor irradiaba de su
mejilla hacia la parte superior de su cráneo y hacia abajo a través de su mandíbula.
Golpeó el suelo con tanta fuerza que quedo sin aliento por lo que no podía tomar
aire.

Rafe a menudo había estallado en violencia, en un momento absolutamente frío y


controlado y al siguiente, duro, cruel, y capaz de asesinar. Él estuvo encima de ella
tan rápido que no tuvo tiempo siquiera de moverse. Enterró la punta de su zapato
en su costado, pateando varias veces.

El dolor corrió a través de su cuerpo. No podía pensar. No se pudo levantar. No se


pudo escapar del salvaje ataque. Fue tan rápido, tan inesperado, que lo único que
pudo hacer fue envolverse en un ovillo y tratar de proteger su estómago y costillas.
Instintivamente, las dos manos cubrieron su abdomen mientras sus rodillas se
recogieron para mayor protección.

Se agachó junto a ella, agarrando su pelo y tirando la cabeza hacia él. Él le dio una
palmada tres veces más, el sonido fuerte, los golpes duros. Cuando se las arregló
para mirarlo, sus ojos eran todos del gato, su leopardo cerca.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Tú dejaste que te jodiera, aquí mismo. Justo en esta sala donde le cocinas
comidas que debían haber sido mías. ¿Creías que no los olería a ustedes dos? Dejas
que te toque. Sabías que me pertenecía a mí. No tenías derecho a permitirle poner
sus manos sobre ti y mucho menos su polla en ti. Permitiste que su leopardo
reclamara el tuyo. Tu leopardo pertenecía al mío. ¿De verdad crees que por un
momento, yo dejaría que el hombre viviera? ― Gruñó las preguntas hacia ella,
pero su expresión no cambió.

Ella no se movió. No se atrevió. Estaba demasiado lejos en su mundo de violencia


y locura. Cogió aire, y oró para que Eli hubiera ejecutado de alguna manera su
plan y se hubiera librado de los lugartenientes de Rafe.

Rafe extendió la mano debajo de la mesa para encontrar la pistola guardada allí. La
sacó y se la mostró a ella.

― ¿Estabas buscando esto? ¿Estabas pensando en matarme, Catarina? ― Él la


abofeteó de nuevo. Duro. Una vez, dos veces. Su expresión nunca cambió. Lo había
visto entregar este tipo de castigo a los que trabajaban para él, pero nunca había
sentado una mano en ella. Sabía por qué todo el mundo estaba tan aterrorizado de
él. Cuando la maldad se presentaba de manera distante y fría era peor que
cualquier enojo que podía mostrar.

Sintió el aumento de su leopardo cerca de la superficie, su piel empujando a su piel


cuando el animal trató de salvarla. Todavía no. Todavía no. Trató de calmar a la
pequeña hembra. Necesitaba unos pocos minutos más. Rafe no iba a matarla. Él
planeaba matar a Eli, probablemente frente de ella, ya que sería de la única manera
en que estaría satisfecho. Tomaría cualquier castigo que Rafe le diera con el fin de
dar a Eli la oportunidad que necesitaba para escapar.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

Rafe la arrastró por el pelo. ― Tú vienes a casa conmigo. Ese hijo de puta se va a
morir, y será un tiempo muy largo antes de que yo perdone lo que has hecho. No
vuelvas a poner en peligro tu propia vida de nuevo, Catarina. Yo puedo hacerte
daño en formas que ni siquiera puedes imaginar, y lo haré si tengo que hacerlo.
Hay otras personas que no quieres muertas. Piensa acerca de ellas antes de que
hagas algo como esto otra vez.

El dolor se estrelló a través de ella. Apenas podía pensar. Le permitió empujarla


hacia la puerta, manteniendo sus manos envueltas alrededor de su cintura, sus
dedos deslizándose por la cremallera lateral de su camisola. Había practicado. Era
rápida. Muy rápida. Eli había sido implacable, en la práctica de desnudarse y
cambiar a la carrera una y otra vez durante horas cada día. Había pensado que era
un poco exagerado, pero ahora estaba agradecida.

Rafe mantuvo sus dedos alrededor de su brazo. Duro. Excavando en su carne. Un


tornillo de banco del que sabía que no podía simplemente dar un tirón para
alejarse. Pero su leopardo podía. Sólo tenía que encontrar una manera de librarse
de la camisola.

Abrió la puerta y la empujó fuera, llegando justo detrás de ella, sin perder nunca el
contacto. El amanecer había extendido luz a través de la oscuridad. Su mirada se
dirigió directamente a Eli, su cuerpo todavía colgando, maltratado y manchado de
sangre. Por un momento, su corazón latió con fuerza. Pensó que estaba muerto.
Reprimió un grito de negación.

Rafe la empujó hacia el extremo del porche. Tropezó, manteniendo su mirada en


Eli. Cuando ella tropezó, Rafe la soltó. Rompió la cremallera hacia abajo y arrancó
la camiseta sobre su cabeza, empujó la falda de las caderas y dio una patada a la
basura cuando ella saltó pasando uno de los lugartenientes de Rafe que estaba
sentado absolutamente quieto en la silla en el porche, ni siquiera lo había
registrado en su visión antes.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ya estaba cambiando, para encontrar el olor de la sangre, de la muerte. Dio un
salto y aterrizó en la amplia baranda de madera justo en frente de Eli. Sólo que no
era Eli colgando allí. Era otro de los lugartenientes de Rafe. Ella lo vio un instante y
sabía que el que estaba sentado tan quieto también estaba muerto.

Euforia barrió a través de ella cuando ella saltó del porche y cruzó el patio abierto
hacia los árboles. Conocía cada pulgada del camino entre su propiedad y la de Jake
Bannaconni. También sabía que Eli tendría que luchar contra el tercero leopardo, lo
que significaba que su mujer tendría que correr más que el macho de Rafe.

No miró hacia atrás. La pequeña hembra valientemente corrió hacia la valla que
bordeaba las dos propiedades. Sabía que los hombres de Jake, las tres cambia
formas, habían estado trabajando para reparar una línea de la cerca rota por lo que
su ganado permanecería en sus tierras. Se dirigió a ese lugar, con la esperanza de
los hombres hubieran conseguido una temprana mañana de inicio y la ayudarían.

Corrió rápido, pero no había contado con el daño que Rafe había infligido a su
cuerpo. Cada paso la hería. Tuvo que luchar para respirar. Definitivamente había
herido sus costillas, y sentía cada patada viciosa que él le había infligido a ella. No
era lo suficientemente rápida y lo sabía. Con un pequeño sollozo, empujó la
hembra más fuerte.

Algo grande se estrelló contra el costado del leopardo hembra, enviándola en


giros, rodando una y otra vez. Aterrizó sin aliento, moviendo la cabeza, tratando
de llegar a sus pies. El macho más pesado estaba en ella rápido, demasiado rápido.
Sus dientes mordieron con fuerza, levantándola, sus garras rastrillando en su
vientre. Se acurrucó para protegerse a ella misma. Sacudió su cuerpo mucho más
pequeño y la dejó caer al suelo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
El Leopardo de Catarina rodó, se puso de pie y se agachó evitando el ataque del
macho, cortando a los costados con una garra, rasgándole cuando ella saltó hacia
un lado del camino. El macho gruñó, sus ojos iban del verde al amarillo. Su
leopardo lo miró con cautela. Se miraron el uno al otro, la mujer tratando de
recuperar el aliento.

No podía correr más rápido que él. No podía pelear con él. Pero podría ser capaz
de superarlo. Era mucho más pequeña, y tenía un par de movimientos masculinos
que Eli le había enseñado. La clave era no entrar en pánico y no desperdiciar
energía.

El macho cargó, estallando en acción. Ella se mantuvo firme hasta el último


segundo posible, saltando en el aire, deslizándose a los ojos con una garra, girando
en el aire a la tierra a unos pocos pies de distancia y detrás del macho aullando.
Sangre manchada su costado, no una herida de muerte, probablemente sólo poco
profunda, pero había anotado allí. Ahora sangre manchaba el rostro, y vio que un
ojo fue dañado.

El macho volvió lentamente la cabeza y su corazón casi se detuvo. Rafe no estaba


en control de la bestia y su leopardo, era una verdadera máquina de matar,
dirigido para la matanza. Podía ver la rabia y la furia en sus ojos. Él no iba a
simplemente a exigir su rendición, iba a aniquilarla.

Elí observó a Catarina entrar en la casa con Cordeau. Se veía tan asustada. Así, sola
y vulnerable. Mantuvo la cabeza baja, pero sus ojos estaban sobre los tres hombres
que habían estado teniendo un buen tiempo torturándolo. Habían cometido varios
errores. Deberían haberlo noqueado. Deberían haber atado sus pies. Las cadenas
envueltas alrededor de sus muñecas. Y pensaron que siendo tres contra uno las
probabilidades estaban a su favor.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Uno vino a él desde el frente, con los brazos y las piernas de un leopardo. Dejó que
el hombre se acercara, y lo dejó rastrillar sus garras por el pecho, un veteado, fuego
doloroso, pero sus piernas se levantaron y atraparon el cuello del hombre entre sus
poderosos muslos en un agarre vicioso, evitando el desplazamiento, evitando
cualquier cosa menos que intentara sobrevivir. Él no iba a hacerlo. Eli lo mató
antes de que el segundo leopardo pudiera saltar la distancia para tratar de acudir
en ayuda de su amigo.

Eli levantó su cuerpo hacia arriba, se impulsó con fuerza para elevarse por encima
del gancho y liberarse de sus cadenas. Se dejó caer al suelo y cogió el segundo
teniente alrededor del cuello con las cadenas, girando con su enorme fuerza,
implacable, brutal, tomando el aire de él, cortándolo, estrangulándolo con las
esposas que habían utilizado para atarlo después de que lo habían aturdido.

El otro teniente se recuperó de su sorpresa momentánea y rasgó su ropa de su


cuerpo, cambiando mientras lo hacía. Eli volteó al moribundo para enfrentar el
leopardo gruñendo, dando al animal un objetivo. El leopardo saltó sobre él, su
cuerpo golpeando a su amigo con alarmante fuerza, rompiéndole el pecho, y
golpeando a Eli y al hombre ahora muerto. Cuando él permitió que el cuerpo
cayera al suelo, Eli tomó la oportunidad de arrojar las cadenas y su ropa en
segundos. Se movió, su gran leopardo macho ya en modo de combate, frente al
leopardo que había aterrizado con fuerza y estaba sacudiéndose.

La gran pantera negra de Eli cargó hacia el leopardo manchado ligeramente. El


macho saltó a un lado con cegadora velocidad y giró para tratar de saltar sobre la
espalda de Eli. Su pantera se reunió al leopardo en el aire, rastrillando y arañando,
utilizando sus dientes para tratar de asegurar un asimiento sofocante, pero el
leopardo era demasiado experimentado y se retorció en el último segundo. El
corrió. Eli lo siguió.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Eli sabía que no tenía más remedio que matar al leopardo antes de que Cordeau
regresara para matarlo. Y él lo haría. No había duda, no importaba lo que le dijera
a Catarina. Cordeau sabía que no debía dejarlo vivo. El leopardo de Cat era la
compañera del leopardo de Eli. Cat era la compañera de Eli. Cordeau tendría que
acabar con él con el fin de tener algún derecho sobre Catarina o sobre el leopardo
de ella. Él sabía que si estaba vivo Elí, Eli nunca se detendría, que vendría detrás
de él y Catarina estaría impulsada a tratar de encontrarlo.

El leopardo de Cordeau tenía que ser brutal. Había conducido el hombre loco.
Algunos leopardos, al igual que sus amos, estaban de mal humor y con un filo un
poco hacia la locura. Claramente, el leopardo de Rafe había necesitado una fuerte
correa en él, pero él había permitido que la personalidad se lo llevara de nuevo. Se
había convertido en un reflejo de su leopardo, un asesino.

Eli conocía cada pulgada de su propiedad. Siguió de cerca al leopardo, hasta que se
dio cuenta de que el animal estaba deliberadamente llevándolo lejos de la casa del
rancho y Catarina. De inmediato se dio la vuelta y corrió hacia atrás. Era mejor
enfrentarse a dos leopardos que permitir que Cordeau se llevara a Cat lejos. Sabía
que el lugarteniente de Cordeau estaría de vuelta de nuevo para ayudar a su jefe,
pero no importaba. Tenía que asegurarse de que Cordeau no tuviera la
oportunidad de llevarse a Catarina.

Cuando se acercaba a la casa del rancho, oyó el murmullo de voces procedentes del
interior. Cordeau sonaba suave y engatusador, como si estuviera tratando de
persuadir a Catarina de elegirlo a él sobre Eli. Él no se atrevió a ir a enfrentar a
Cordeau, no cuando él podría utilizar a Catarina como un escudo. Tenía que dejar
que ellos vinieran y retirarse. Cordeau querría que Cat viera la muerte de Eli. Él
querría que ella tuviera la culpa sobre sí misma. Eso le dio a Eli tiempo para crear
una escena que separaría a Catarina de Rafe, lo suficiente para permitir que Eli
pudiera atacar y aún garantizar la seguridad de Catarina.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Sabía que había sido condenado a su suerte, por eso había matado a los dos
primeras cambia formas rápido, antes de que ninguno hubiera hecho sonar una
alarma. El tercer leopardo había estado tan decidido a matarlo, que no le había
advertido Cordeau ni con un rugido. Eli se movió y rápidamente colocó el cuerpo
del primer hombre que había matado en su silla en el porche, utilizando un cable
para sostenerlo en posición vertical. Una mirada superficial podría engañar a
Cordeau por un momento. Usando las cadenas, colgó al segundo cambia formas en
la posición que él había ocupado recientemente.

El viento cambió ligeramente y tuvo tiempo para cambiar sólo parcialmente e ir


vertical, saltando recto hasta el techo cuando el leopardo llegó por detrás. Terminó,
cambiando al aterrizar y rápido, se lanzó en un ataque en silencio sobre su
perseguidor. Aterrizó en el extremo posterior del leopardo, golpeándolo en el
suelo, barriendo con las garras y conduciendo sus dientes en el cuello del leopardo.
El leopardo, usando su columna vertebral flexible, se volvió con una demostración
de fuerza, y rastrilló en su rostro, rodando para tratar de conseguir posicionarse en
su espalda. Golpeó a Eli duro en el suelo, con tanta fuerza que Eli perdió su agarre
en el cuello y se vio obligado a defender su propio vientre.

Ambos leopardos rodaron y llegaron a sus pies, levantándose sobre las patas
traseras, rozando y mordiendo a su oponente. El leopardo se retiró primero, para
volver a caer a unos pasos, los lados agitados y sangrientos. Elí lo observaba con
cautela. Rodeándolo lentamente hacia la izquierda. El leopardo parecía estar a
favor de uno de los lados, abajo cerca de sus patas traseras, como si cuando Eli
cayó desde el techo, se las hubiera arreglado para dañar el leopardo musculoso.

El lugarteniente de Cordeau de repente hizo una carrera hacia la casa, tratando de


pasar la grande y negra pantera de Eli. Eli se dio cuenta de inmediato de lo que
estaba haciendo. Quería advertirle a Cordeau que Eli había matado a los otros dos
leopardos y que era mucho más fuerte y más experimentado en combate de con lo
que cualquiera de ellos había contado.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Eli le interrumpió, golpeándolo en el suelo. El leopardo rodó hacia la línea de
árboles y Eli lo siguio, rastrillando en el extremo posterior lesionado de nuevo,
tratando de cortarlo con garras viciosas. Mantuvo empujándolo lejos de la casa del
rancho, conduciéndole de nuevo hacia los árboles. Con cada golpe de sus garras,
cavando más profundo, haciéndole más daño hasta que el leopardo no tuvo más
remedio que escudarse y defenderse.

Eli estaba en él en un segundo, usando su fuerza y velocidad superior, se alzó para


arriba, rastrillando el vientre del leopardo y consiguiendo un bocado de
estrangulamiento en el cuello de su oponente. Condujo sus dientes profundos en
su garganta, y lo mantuvo allí. El leopardo se retorcía, saltó, luchó, pero Eli se negó
a renunciar a su mortal agarre. En ningún momento pudo el leopardo hacer un
sonido para advertirle a su jefe, y Eli se dio cuenta de que había una cicatriz
profundo en la garganta del leopardo, como si hubiera sufrido una lesión allí.

Le tomó mucho tiempo que la lucha saliera del leopardo leonado. Paro, jadeando,
con los ojos desorbitados, el conocimiento de su inminente muerte en sus ojos. Eli
lo sostuvo y observó la fuga de la vida de él, incapaz de tener una oportunidad de
poder advertir a Cordeau que Eli estaba suelto y a la caza.

Cuando estuvo seguro de que el leopardo estaba muerto, Eli le dejó caer al suelo,
se movió lo suficiente para comprobar el pulso y luego giró para correr hacia la
casa. Supo al momento en que puso su pata en el porche, que Cordeau y Catarina
habían desaparecido. La pantera olio a la hembra y al macho tratando de tomar su
compañera. Dejó escapar un rugido de desafío. El sonido reverberó a través del
temprano aire de la mañana.

Eli empujo la puerta para oler la sangre. La sangre de Catarina. Ella resultó herida.
La pantera negra giró y corrió tras su compañera, corriendo a toda velocidad,
siguiendo el olor del miedo crudo y de la sangre.

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Cat´s Lair

C atarina calmó el interior de la pequeña hembra mientras veía al mucho más

grande, y brutal agacharse bajo, sus ojos fijos en ella con intención mortal. El ojo
que había herido llorando sangre, pero en lugar de verse dañado, el gran gato
pareció el mal. Invencible.

Ella se negó a dar la vuelta y correr. Si iba a morir, moriría luchando, manteniendo
a Rafe lejos de Eli por el tiempo que fuera capaz. Es, más, si lo hirió, estaría
ayudando a Eli, porque sabía, sin lugar a dudas en su mente, que Eli vendría por
ella. Él había querido que aprendiera a luchar para que pudieran separarse y huir,
o si eso fallaba, para que se mantuviera con vida el tiempo suficiente para que Eli
pudiera venir por ella.

Catarina miró desafiante a los ojos verde-amarillos del macho. En su interior muy
profundo, sintió que su pequeña hembra se movía. Alistándose. Esperó en silencio
absoluto, nada de la inquietud que Rafe odiaba tanto.

La inquietud conseguiría que la matara. Tenía que ver cada matiz, cada cambio en
la expresión de él, cuando la atacara, iba a tratar de ponerle fin rápido, o al menos
poner fin a su rebelión.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Sus músculos cordados se agruparon bajo la piel suelta. Se arrastró, vientre bajo a
tierra, escabulléndose una pulgada o dos y luego se congeló de nuevo. Su hocico
recogido en una mueca gruñendo, mostrando sus dientes. Sus oídos habían ido
planos, tirados a un lado de la cabeza para protegerse durante una pelea.

Los ojos nunca cambiaron. Nunca salieron de la pequeña hembra. Con el corazón
desbocado, Catarina esperó, forzando el aire a través de los pulmones, sosteniendo
a su hembra en el lugar, calmándola con el conocimiento de que su compañero
estaba vivo y que vendría muy pronto. Eli la había preparado para esto. Su macho
había preparado a su mujer. Sólo tenía que hacer exactamente lo que le había
estado enseñando, y eso significaba conquistar el terror que amenazaba con
agarrarla, y amenazaba con congelarla en su lugar.

La cola del macho de Rafe cambió. El viento le alborotó el pelo. Vio sus ojos. El
odio y la ira retrocedían un poco, y Catarina sabía que Rafe estaba luchando por el
dominio. El gato quería de su mujer sumisión. A Rafe no le importaba golpearla o
permitir que su macho le diera una paliza a la mujer leopardo, pero él todavía no
la quería muerta, y eso era una ventaja, una pequeña, pero aún así una ventaja.

El macho se lanzó hacia ella. Su velocidad era impresionante. La hembra intentó


saltar alrededor, fuera del camino, pero el leopardo anticipó su movimiento y
estaba en ella en un segundo, golpeándola al suelo con el cuerpo pesado, sus
garras rasgando en sus lados, rastrillando profundo cuando sus dientes se
hundieron en su hombro, justo por detrás de su cuello.

El dolor era insoportable. Su leopardo se quedó inmóvil. Temblando. Ella era


demasiado nueva en esto, demasiado inexperta, y el macho era aterrador.
Terrorífico. Ella simplemente desapareció, lo que le permitió a su humana tomar su
lugar.

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Cat´s Lair
El cambio fue tan rápido, tan suavemente que por un momento, Catarina no se dio
cuenta de lo sucedido. El dolor atravesó su cuerpo. Olía a sangre. Sentía que le
corría por la espalda y a los lados de su cuerpo. Sintió el viento caliente del aliento
del leopardo, el peso de su cuerpo mientras la inmovilizó al suelo, sometiéndola.
Desesperada, colocó ambas manos sobre su estómago, tratando de acurrucarse, de
agarrar a sus rodillas, cuando las garras trituraron la piel hasta el hueso, pero el
leopardo se mantuvo sin piedad en su lugar.

Ella iba a morir y no había nada que pudiera hacer al respecto. El Leopardo de
Rafe mató incontables mujeres. Oyó gritos, gritos horribles de dolor y el miedo
creciente en el viento. Le tomó un momento darse cuenta de que era su voz. Su
agonía. Sus terribles garras cortaron y quemaron a través de su cuerpo. Ni siquiera
podía acurrucarse en una pequeña bola sin importar cuánto lo intentara. No había
manera de proteger la cabeza.

― ¿Est{s bien, Catarina?

La voz de Rafe era ronca. Sonaba tan asustado como ella. El peso del leopardo
macho se había ido, pero ella no podía moverse. Ella levantó las rodillas debajo de
ella, tratando de encontrar una manera de respirar. La sangre estaba en todas
partes, manchando su cuerpo. Le dolía por todas partes, como si el pesado
leopardo le hubiera maltratado, y tal vez él lo había hecho.

― Catarina, tengo que mirarte. ― Rafe inyecto orden en su voz.

Obligó a su cabeza para volverse hacia él, estremeciéndose con el dolor de tan sólo
ese pequeño movimiento. Su hombro y el cuello se sentían desgarrados. Los ojos
de Rafe estaban oscuros por la preocupación.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― No puedes permitir que tu leopardo nunca enfrente a otro leopardo, ― él dio
una conferencia en un tono duro. Se dio cuenta de inmediato que había sido
aterrorizada por ella. Como Catarina, Rafe había temido que su leopardo la matara
antes de que pudiera llegar al gran gato y tenerlo bajo control. Rafe controlaba sus
temores yendo a un lugar frío y estéril donde nada le tocaba. Nada más que
Catarina.

Sus manos se movieron sobre su cuerpo para inspeccionar las heridas salvajes
sobre su lado derecho. ― Estas son profundas. Vas a necesitar puntos de sutura.
La infección es un problema con este tipo de herida. Te pondremos una IV de
antibióticos de inmediato. ¿Puedes moverse un poco para que pueda mirar tu otro
lado? ― Ahora que estaba haciendo algo para ayudarla, su tono se había ido a los
hechos de materia a un paso ligero y su lapso momentáneo se había ido y Rafe
estaba una vez más en completo control.

Ella apenas podía respirar y mucho menos responderle. Las lágrimas corrían por
su rostro, aunque no estaba segura de si ella estaba realmente llorando o si era una
reacción involuntaria al dolor. Nunca había sentido una agonía como esto en su
vida. No sabía que una persona podía vivir con tanto dolor.

Rafe no esperó a ver si podía moverse por su cuenta. Él la agarró por los brazos
para cambiarla de un lado a otro, pero sus manos se deslizaron a través de la
sangre y cayeron. Maldijo y miró a la punción de heridas en su hombro. Estaba
perdiendo mucha sangre allí también. Su gato había sido salvaje en establecer el
dominio sobre la pequeña hembra. En el momento en que el pequeño leopardo
había desaparecido y su macho tenía un humano bajo él, su instinto fue matar.
Rafe había utilizado hasta la última gota de su propia fuerza y la voluntad de
hierro para retirar el leopardo de vuelta y permitirse cambiar.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Vamos a salir de aquí. Tengo un vehículo a las afueras de la línea de árboles.
Necesitas atención médica, Catarina. Te va a doler cuando te levante. Si sientes
que vas a desmayarse, sólo házlo. ― Ella se sorprendió por la dulzura de su voz.
Nunca había sido un hombre amable, pero temía por ella. Sabía que estaba en
problemas por sólo su voz.

Puso sus brazos alrededor de ella y la levantó. Ella gritó cuando pura agonía la
atravesó. Sus lados se sintieron como si alguien los hubiera destrozado, dejando al
descubierto los huesos y los órganos al aire.Rafe repentinamente maldijo y casi la
tiró lejos, pero en el último minuto fue abajo en una rodilla y la empujó lejos de él.
Ella golpeó duro y rodó, dejando manchas de sangre en la hierba. La acción se
llevó lo que quedaba de poco de aire en sus pulmones por lo que ni siquiera pudo
gritar. Pero ella lo vio. La enorme pantera negra cargando hacia ellos. Sus ojos
dorados eran mortales y estaban centrados totalmente en Rafe. Ya Rafe estaba
cambiando, corriendo hacia el leopardo negro mientras lo hizo, le dio su impulso
al leopardo. Estaba totalmente convertido para el momento en que los dos
hombres se reunieron en un terrible choque de cuerpos pesados.

Rugidos de desafío llenaban el aire. Los sonidos eran terribles. Piel voló. Las gotas
de sangre rociaron alto en el aire y rodearon a los dos combatientes. Ellos se
levantaron sobre sus patas traseras como dos bestias primitivas, rastrillando con
garras ganchudas y mordiendo con terribles dientes. Dejándose caer aparte y
atacándose de nuevo, saltando en el aire, el cambio de dirección en el aire,
empleando sus espinas flexibles para tratar de conseguir una posición de asesinato
el uno sobre el otro.

Ambos eran combatientes experimentados y hombres fuertes. Los fuertes


músculos se movieron de manera fluida por debajo de la piel suelta que los
protegía de los dientes y las garras de sus adversarios. Ellos se golpeaban entre sí
de modo duro, conduciendo primero a Rafe y luego a Eli en sus pies, un sonido
horrible cada vez que colisionaban sus cuerpos, como dos trenes de carga
chocando. El suelo tembló a veces.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Catarina estaba lejos de los dos gruñendo, luchando como leopardos, sus ojos en
ellos, pero su visión era turbia. Ella había pensado que tendría miedo de Eli
cuando llegara este momento. Siempre había sabido que vendría. Siempre. Eli y
Rafe lucharían hasta la muerte, allí mismo, delante de ella. Antes, ella había estado
absolutamente segura del resultado, segura de que Rafe mataría a Eli.

Ahora, ella no tenía miedo por Eli. Ella parpadeó varias veces en un intento de
aclarar su visión. Le tomó un momento darse cuenta de que se estaba hundiendo
en la inconsciencia. No quería hacer eso. Tenía que saber que Eli sobrevivía. Sintió
una abrumadora tristeza por Rafe, pero incluso al final, cuando pudo haberle
gritado fácilmente a Elí, que ella estaba en problemas y necesitando atención
médica de inmediato, había elegido luchar como un leopardo porque prefería que
ella muriera a permitirle estar con alguien más. Eso no era amor. Eli habría
permitido que Rafe llegara en su ayuda si esa era la única manera de mantenerla
con vida.

No sabía la condición en que estaba, y no quería que él lo supiera. Se había


sacrificado por ella. Tenía que sujetarse, porque ella no estaba perdiendo un
hombre como Eli. Sabía que iba a derrotar a Rafe y encontrar una manera de
llevarla a un lugar seguro.

― Catarina. ― La voz la sobresaltó.

Volvió la cabeza lejos de los leopardos que luchaban y parpadeó varias veces para
enfocar. Jake Bannaconni se agachó a su lado. Su pecho estaba desnudo, y ella no
miro más por su cuerpo. Mantuvo los ojos en su rostro.

― Dios, Dulce. He llamado a nuestro helicóptero. Te llevaremos a un hospital.


Tienes que agarrarte de mí.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Ella lamió sus labios. Probando la sangre. No podía hablar y se preguntó si el
leopardo había arrancado su garganta. Su mirada se dirigió de nuevo a los
hombres que luchaban. Sangre surcando sus abrigos de piel. Su respiración estaba
agitada, desesperada por aire. Otros leopardos estaban allí, observando los dos
machos y

se dio cuenta de que sus gritos y los rugidos de los tigres habían sido llevados por
el viento al rancho de Jake y que ellos habían llegado.

― Voy a tratar de detener esta hemorragia, Cat, ― dijo Jake. ― Puede doler, pero
tengo que conseguir que se detenga. ― Ella asintió con la cabeza, o por lo menos
pensaba que lo hizo. Su cuerpo se estremecía con escalofríos. Tenía frío y su
cerebro no estaba funcionando muy bien. No podía pensar, y la voz de Jake sonaba
como si viniera desde una gran distancia. Sintió sus manos sobre su lado,
presionando algo en las heridas, presionando tan duro que su cuerpo parecía
desgarrarse debajo de la presión. No podía gritar. Abrió la boca, pero ningún
sonido salió. Lo hizo por segunda vez. Entonces por tercera. Bordes negros
cubriendo su visión.

― Lo siento, cariño, ― susurró Jake, su voz canturreando.

Ella no sabía que podía soñar tan dulce, no a menos que él estuviera hablando con
Emma o sus hijos. Él no usaba esa voz con nadie, al menos no lo creía. Él mantenía
su distancia de la mayoría de personas. Pensó que él la toleraba por Emma, pero su
voz indicaba afecto.

― Voy a girarte. Esto va a doler.

Había disgusto en su tono, como si la idea de hacerle más daño fuera


absolutamente aborrecible para él. Sus manos eran suaves mientras le dio la vuelta,
el grupo de leopardos viendo la terrible batalla. El movimiento la hizo enfermar.
Sabía que iba a vomitar.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Jake estaba de repente ahí, sosteniendo su cabeza hacia un lado, tirando de su pelo
fuera del camino. En el momento en que vació su estómago, él la llevo lejos del
caos y una vez pulsó de nuevo algo profundo en la herida de su lado. Quería
desmayarse. Incluso alcanzar el olvido, pero no fue así. Sintió la terrible presión de
nuevo, como si se hubiera derramado gasolina en el fuego que ardía en su lado.

― Te rastrillo ambos lados, ― explicó Jake. ― Él te alcanzó con sus garras. Tres
rastrillos profundos en cada lado. Sé que duele como el infierno y que estás
perdiendo mucha sangre, pero él no golpeó nada vital. ― Su voz la estabilizó.
Estaba escuchando los sonidos de la batalla entre los dos grandes hombres en su
lucha primordial a muerte. Eli. Y Rafe. Sólo uno podría salir con vida, ella lo sabía.
Ninguno interferiría en la batalla entre los dos leopardos. Esa era la forma en
cambia formas. Esa era su justicia.

Pero Rafe era un pícaro, y estos cambia formas lo matarían, incluso si ganaba la
batalla con Eli. Deseó que acabaran de una vez. No entendía el código extraño de
los cambia formas, ni le importaba hacerlo, no cuando se ponía la vida de Eli en la
línea.

― Tengo que mirarte el hombro y el cuello, dulce. ― Él ya estaba sentado en


brazos, moviendo su cuerpo contra el suyo. Era extraño estar en tal íntima posición
con un hombre que no fuera Eli. Tampoco llevaba ropa, y sin embargo, no sintió
nada, ni siquiera vergüenza. No pensó en ello ni una vez más que cuando el
pensamiento se movió a través de su cabeza. Con Jake sosteniéndola en sus brazos,
al menos podría ver de nuevo a los dos leopardos.

Rafe estaba a poca distancia de Eli, los ojos malvados de su leopardo fijos en la
pantera negra. El leonado con la cabeza abajo, los lados subiendo y bajando,
mientras el leopardo trataba desesperadamente de arrastrar el aire. Dio un paso y
se instaló. El leopardo de Eli le golpeó rápido, duro, conduciéndolo a sus pies. La
pura barbarie del ataque la dejó sin aliento.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Incluso a través del calor y la bruma de la batalla, la rabia negra elevándose como
un maremoto, Eli olía la sangre de Catarina. El olor era insoportable, repugnante.
No podía correr a su lado y ver el alcance de sus lesiones, no con el leopardo de
Cordeau, una máquina de matar decidido a arrancarle a piezas.

El macho de Eli era casi tan malo. La lucha fue feroz. Brutal. Aplastante. Su macho
no quería sólo matar al leopardo leonado, quería que sintiera cada golpe
demoledor. Cada profunda cuchillada y el rastrillo de sus garras. Cada
mordedura. Los leopardos iban tras las partes blandas del cuerpo en una pelea,
incluyendo los genitales, y el macho de Eli sabía todos los trucos en el libro.

El macho de Cordeau se basaba en la fuerza bruta. Él había cazado seres humanos.


Seres humanos sin pistolas o armas de cualquier tipo. Los seres humanos perdidos
en el pantano. Sobre todo mujeres que estaban aterrorizadas. El macho de Eli había
perfeccionado sus habilidades de combate en las selvas tropicales, luchando con
los equipos para extraer los secuestrados. Juegos bruscos. Simulando batallas.
Técnica y siempre, siempre acondicionándose y aprendiendo.

Hubo una inmensa satisfacción en cada golpe que repartió al leopardo pícaro.
Cada lesión brutal que le otorgó a la bestia. Hasta que Jake y los otros habían
llegado, todos en forma de leopardo, y sin embargo, Jake se habían apresurado,
cambiando a su forma humana y se precipitó al lado de Catarina. Eso significaba
que algo andaba mal. Como la mayoría de los leopardos viajaban, Jake habían
mantenido un paquete pequeño alrededor de su cuello con la ropa, sin embargo,
no había tomado el tiempo para ponérsela. Eso significaba que Catarina estaba en
circunstancias extremas.

Entonces oyó a Jake llamar al helicóptero. Había vacilado en esa fracción de


segundo y fue una condenada suerte que Cordeau estaba luchando para
mantenerse en pie. Tendría que haber abordado el golpe mortal en ese momento,
pero Eli apenas podía respirar por el miedo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
No podía perder Catarina. No había considerado que podría suceder. Él tenía toda
la confianza de que iba a derrotar a Cordeau. No había otra opción.

Cordeau no podía tener Catarina. Ella era un tesoro y el hombre no la había


protegido, e incluso Ahora, cuando él podría haber dicho a Eli que necesitaba
ayuda, había elegido luchar en su lugar. Eso significaba que no repartiría más
castigo. Eso significaba que mataría a Cordeau rápido. La pantera negra entendió,
sabía que su compañera estaba en problemas y al instante cargó contra el leopardo
que había intentado llevarla lejos de ellos.

Él golpeó un lado del gato grande y le pasó por encima, sintiendo algo dañarse en
el otro animal. El leopardo gritó de dolor y rabia. Con miedo. La pantera negra
más pesada no lo dudó. Arrancó la parte inferior sin protección del leopardo
leonado, atacó las partes masculinas expuestas más suaves dibujando ríos de
sangre. Cuando el leopardo no tuvo más remedio que entregar su desesperación,
Eli estaba en él, conduciendo sus dientes profundos y sosteniéndolo allí en el
dominio asesinato de su especie.

Desesperado, el gato de Cordeau luchó para liberarse, huyendo hacia arriba en su


mente ahora. El instinto de conservación finalmente había pateado. El macho
leonado utilizó sus últimas fuerzas restantes para intercalar unos pasos, tratando
de desalojar el leopardo negro, pero el macho de Eli lo reprimió con más saña,
decidido a ponerle fin a la lucha. Determinado a destruir a su rival. Decidido a
llegar a su compañera para ver lo mal que sus lesiones eran.

La piel del macho de Cordeau estaba oscura con sangre. Luchó un momento más
salvaje, tratando de girar, de usar su columna vertebral flexible para conectar sus
garras en el macho de Eli, pero el leopardo negro contrarrestó el movimiento con
su mordedura implacable. Cortó la vía aérea y simplemente aguantó, una muerte
cruel, despiadada. Eli no sintió remordimiento y aún menos compasión.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Sabía que Catarina estaría lastimada sobre esta matanza, pero también sabía que
era necesario. Cordeau había permitido que su leopardo se volviera un pícaro, y al
hacerlo, la misma locura le infectó. Ningún leopardo podía permitir eso.

Ningún cambia formas lo permitiría. Cazar hombres o mujeres humanos en el


pantano era absolutamente un asesinato y todos lo sabían. Estaba prohibido, en
contra de todas las leyes que tenían.

Cordeau no podía ver el interior de una sala de audiencias. Él tenía que morir y su
cuerpo tenía que ser quemado y luego enterrado profundamente en donde nadie
nunca encontrara la evidencia. Sus tres tenientes tenían que unirse a él.

A Catarina podría no gustarle, pero ella lo entendería. Tenía que entender, porque
él no estaba perdiéndola a ella por la muerte de Cordeau y su parte en ella.

El gran macho de Cordeau dio otro estremecimiento y luego se relajó. La pantera


de Eli sabía que no debía soltarlo. Mantuvo sobre él una presión despiadada e
implacable, un dominio que sofocó el otro gato, pero no podía dejarlo ir demasiado
pronto, a pesar de que la necesidad de llegar a su compañera era casi abrumadora.

Eli tenía disciplina y utilizó cada onza de ella. Esperando. Sintiendo el desagüe de
vida del gato hasta que era completamente un peso muerto. Todavía le aferró. El
leopardo de Elías se aventuró cerca. Eli luchó contra la solicitud de atacar, dándose
cuenta de que su leopardo estaba todavía en el modo de batalla. Elías debió haber
entendido, porque él tuvo cuidado de acercarse con precaución. Movió apenas su
brazo y la mano, comprobando las señales de vida en el animal de Cordeau. Su
gato negó con la cabeza, y Eli sabía que Cordeau se había ido.

Su pantera negra soltó el otro gato y se dio la vuelta, sin preocuparse de sus
heridas. Indiferente al agotamiento por la intensa, y brutal batalla entre los dos
leopardos machos. Se movió como si él corriera, llegando a Jake, alcanzando a
Catarina.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Su corazón tartamudeó en su pecho cuando la vio. El casi se detuvo. El terror vivió
y respiró en él. No había conocido el terror. Ni siquiera cuando era un niño cuando
sus padres habían muerto. Luto. Tristeza abrumadora. Pero no terror. Así no.

― Vístete r{pido, el helicóptero est{ en camino. Voy a ir contigo al hospital, ― Jake


instruyó, evitando que Eli arrebatara a Catarina de sus brazos. ― Date prisa. Te
necesito vestido. Los muchachos van a limpiar aquí.

Elías le arrojó un paquete, y Eli tiró de los pantalones vaqueros libres,


arrastrándolos a lo largo de sus caderas. Sólo entonces se dio cuenta de que su
cuerpo estaba manchado de sangre también. No había sentido los golpes. Ninguno
de ellos, pero por supuesto, el gato de Cordeau había anotado en su macho. No se
molestó con los zapatos o una camisa, tomó a Catarina, necesitando mantenerla
junto a él.

Ella gritó cuando su lado entró en contacto con él, un grito involuntario que hizo
parecer todo peor. Su rostro se retorció de dolor y su piel se sentía fría y húmeda.
Los leopardos siempre estaban calientes y sentir el frío en su piel se añadió a su
creciente miedo.

― Ha perdido mucha sangre, ― dijo Jake, su voz tranquila mientras se ponía sus
vaqueros y ponía una camisa sobre su cabeza. ― He puesto vendajes de presión
sobre las heridas en sus lados, pero ella ya había perdido mucha.

Los ojos de Catarina se cerraron. Eli inclinó la cabeza hacia ella. ― Mírame, gatita.
Quiero ver tus ojos. ― Utilizó su voz de mando, la que siempre la hizo temblar.
La que ella obedeció sin cuestionar.

Sus pestañas revolotearon y se levantaron. Su corazón disparado. Nudos apretados


formándose en sus entrañas. Ella se estaba desvaneciendo lejos de él.
Instintivamente sus manos se apretaron sobre ella, sujetándola a él. Inclinó la
cabeza, con los ojos perforando los de ella.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― No me vas a dejar. Entiendes, Catarina. No me vas a dejar. Necesito saber que lo
entiendes. ― Su tono era implacable. No iba a perderla. No permitió el miedo en
su voz, pero estaba allí, en el fondo, comiéndoselo. Apenas podía respirar por el
terror superando su mente. ― Dilo. Dímelo en este momento.

Sus pestañas revolotearon, pero ella no se movió lejos de él. Su mirada se aferró a
la suya como si él fuera su ancla, y pretendiera prenderse. Sabía que algunos
leopardos que habían compartido un pasado, con el tiempo podrían estar tan cerca
que estaban conectados psíquicamente. Apretó en su mente. Utilizó su macho
descaradamente para presionar en la mente de su mujer. Tenía que encontrar una
manera de mantenerla a su lado, mantener un hilo irrompible entre ellos.

Oyó el helicóptero ahora, la whop-whop de las hélices, ya navegando por el aire


para llegar a ellos. Jake estaba en la radio dando órdenes. Nada de eso importaba.
Ella no le había contestado.

― Catarina, maldita sea, prométemelo ahora. No me vas a dejar.

Ella le dio la más débil de las sonrisas y se le rompió el corazón. Su lengua tocó sus
labios. Claramente solo moverse le hería, pero para él, ella buscó su voz. ―
¿Puedo prometer eso?

― Puedes hacerlo. ― Él era inflexible. Exigente. Arrogante, incluso. ― Si me das tu


palabra, sé que podrás mantenerla.

El helicóptero estaba abajo, y Eli la acunó su tan cerca cómo fue posible para evitar
sacudirla mientras corrió con ella a través de los arboles hacia el campo abierto.
Sus dientes se juntaron y podía ver el dolor en sus ojos, pero ella no gritó de nuevo.
Ella estaba floja, una muñeca de trapo, sin sostenerse a sí misma, los brazos y las
piernas demostraban claramente, que toda fuerza se había ido.

Él empujó hacia abajo el miedo cuando Jake se subió al helicóptero y extendió los
brazos por ella. Eli sacudió la cabeza y dio un salto, aterrizando en cuclillas,
Catarina contra su pecho. Eli no podía tomar la posibilidad de perder contacto con
ella.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Casi antes de que él estuviera sentado, el helicóptero estaba en el aire, girando en
un amplio círculo de vuelta hacia la ciudad y el hospital. Jake estaba en la radio,
llamando con antelación por una sala de operaciones y sus médicos de confianza.

― Sé que duele como un infierno de mierda, Gatita, ― susurró Eli, la cabeza


inclinada a la de ella, su boca contra su oído. ― Sé que est{s sufriendo y se siente
más fácil dejarse ir. Te estoy pidiendo que no lo hagas. Te lo digo yo, te necesito.
Para mí. Tienes que vivir, ¿me oyes, bebé? Te necesito. No quiero hacer esto sin ti.
― A él le importaba un comino si estaba desnudando su alma a ella. El infierno,
era la cruda verdad. No podía vivir sin ella. Él no había estado vivo hasta que llegó
a su mundo. Su risa le había traído a la vida. Maldita sea, ella no iba a dejarlo en
paz ahora que ella estaba envuelta con tanta fuerza alrededor de su corazón.

Se humedeció los labios de nuevo. ― Te escucho, Eli, ― susurró. ¿Esa era ella que
le susurraba? ¿Oyó su suave susurro en su mente? ¿Había logrado encontrar una
forma de conectarlos? Si era así, quería sostenerla con ambos puños y abrazarla tan
cerca que no hubiera manera para que ella se escapara.

El helicóptero aterrizó en la plataforma en el techo del hospital. La camilla estaba


esperando, al igual que Jake había instruido. Eli era reacio a colocar su cuerpo en
ella, sabiendo que la alejarían de él, pero no tenía otra opción. Corrió con la
camilla, con la mano dura en torno de ella, sus ojos en los de ella, exigiendo.
Forzando su cumplimiento.

Mantuvo los ojos abiertos, pero había tanto dolor que se sentía enfermo. Ella estaba
tan fría que él la sentía escapando. Su pulso bajo sus dedos, era tenue y débil. ―
No me dejes, nena. Quédate para mí. Te necesito. Te necesito tanto.

Ella se había ido. La llevaron a través de puertas dobles, lo que le obligó a quedarse
atrás. Él sintió su deslizamiento lejos de él. Sintió el aliento abandonar su cuerpo.
Sintió el momento en que su corazón dejó de latir y el pulso quedó en silencio en
su cuerpo. Sintió que ella lo abandonaba.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Sabía que no lo estaba haciendo, cuando oyó voces gritando instrucciones, todo un
ambiente tranquilo, pero una lucha frenética por su vida. Ello casi lo perdió,
empujando los dos hombres que se paraban delante de él, pero Jake estaba allí, una
restricción, su mano en su brazo.

― Que hagan su trabajo, Eli, ― Jake aconsejó. ― Tanto los cirujanos como su
equipo son muy conscientes de lo que ella es.

― Ella est{ embarazada. Yo sé que ella lo est{. No les dije a ellos. ― Eli metió
ambas manos por el pelo en agitación. ― Tal vez un mes.

Jake inmediatamente se acercó a uno de los dos hombres que no habían dejado a
Eli entrar en la sala de cirugía. El hombre se volvió y corrió a través de las puertas
dobles.

― Van a tener cuidado de él, ― Jake aseguró de nuevo.

Había estado allí con Emma. La misma sala de espera. Recordó colocarse delante
de la ventana, su mundo triste y gris. Esperando saber. A la espera de saber si
estaba viva. Había orado por primera vez en su vida. Él sabía lo que Eli estaba
sintiendo, un dolor desgarrador. Un miedo agonizante. El terror de que la única
persona que conformaba su mundo pudiera ser alejada de él.

Eli estaba agradecido con Jake por estar allí, pero no podía hablar. Necesitaba
tranquilidad. Tenía que encontrar el hilo invisible que le había unido
psíquicamente con Catarina. Nadie había venido a decirle que estaba muerta, así
que debieron haber conseguido que respirara de nuevo. Él sabría si trataba de
desaparecer de nuevo, y él haría todo lo posible para detenerla. Ella tenía que
amarlo tanto. Lo suficiente como para soportar lo que fuera necesario con el fin de
quedarse con él.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él no iba a sobrevivir a su pérdida. No intacto. Era imposible. Había hecho su
manera en su corazón. Se coló cuando él no estaba mirando. Era imposible estar
con ella y no caer profundamente, locamente enamorado de ella. Pero eso no
hubiera sido suficiente. Ella había tomado su alma.

Su garganta se sintió destrozada. Dolor agudo. Ni siquiera sabía por qué. Sus ojos
ardían y su cuerpo dolía, sobre todo el pecho. Echó un vistazo a su reflejo. Un
hombre se quedó allí. Un desconocido. Su grueso pecho estaba manchado de
sangre. No llevaba zapatos, solamente un par de pantalones vaqueros azules
suaves que se establecían bajo en sus caderas. Su pelo salvaje. Su rostro estaba
hinchado de múltiples cortes y contusiones y en su pecho había una marca
rastrillada por sus músculos pesados. Sus ojos...sus ojos se habían vuelto de un oro
oscuro, todo tristeza. Todo miedo.

Él había olvidado que Cordeau y sus lugartenientes lo habían torturado antes de


que hubiera conseguido liberarse. Eso no importaba ahora. Las enfermeras y el
médico que se acercaron a él caminaron hacia atrás cuando barrió su mirada fría
sobre ellos. Sabía que asustó a los demás allí en la pequeña sala de espera, pero no
le importaba. A él no le importaba nada más que mantener viva a Catarina.

Estaba sudando frío ante la idea de perderla, con las tripas retorcidas por el miedo.
Sabía que Jake estaba cerca, probablemente por temor a que si algo salía mal, el
leopardo macho se haría cargo en un esfuerzo por proteger a Eli. No podía
imaginar qué daño un leopardo macho en duelo haría en la pequeña sala de espera
del hospital.

Sintió cerca a su leopardo y lo que debería haber sido un consuelo, lo único que
hizo fue hacer que se sintiera más desolado, más solo. ¿Cuándo había ocurrido?
¿Cómo? Desde el primer momento en que había entrado en el dojo y visto su
encargo, algo dentro de él, algo que siempre había sido clausurado, apagado del
sistema, roto, había de repente cobrado vida. Ella era esa vida. Su calidez. Su risa.
Su inteligencia. La forma en que se hacía cargo de él. La forma en que se deleitaba
en cuidar de él.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Su mano agarró el borde de la ventana hasta que sus nudillos se pusieron blancos.
Ninguna mierda se la llevaría de él. Él ni siquiera sabía quién era él sin ella. Él
había caminado a través de su vida, sin sentir alegría. Sin felicidad. ¿Cómo podría
volver allí?

Hubo una pequeña conmoción en la entrada de la sala de espera y volvió la cabeza.


Emma entró. El rostro de Jake se convirtió inmediatamente en una máscara de
furia. A su alrededor en un escudo sólido estaban Josué, Trey y Elías. Tenían el
aspecto de guardaespaldas y las dos personas que habían permanecido en la
habitación huyeron.

Emma ignoró a Jake y fue directamente a Eli. No podía tragar el repentino nudo
que se alzaba en su garganta. La visión de su cuerpo de embarazada le atragantó.
Tal vez fue la compasión en su rostro. Él le dio a ella la mirada de la muerte, la que
siempre mantuvo a todo el mundo lejos de él, pero ella seguía viniendo, haciendo
caso omiso su advertencia en silencio, al igual que ella ignoró la ira de Jake porque
ella no estaba en casa, donde él esperaba que estuviera. Los ojos de Eli escaldados
y volvió la cabeza hacia atrás para mirar a la ventana. Aún podía ver su reflejo en
el cristal, que hermoso rostro, le recordaba exactamente lo que podía perder.

― Eli, va a luchar. Eso es lo que ella es.

Sacudió la cabeza, presionando sus dedos a sus ojos ardientes. ― Tú no la viste


ella, Emma. Ella estaba rota. El golpeó a la mujer antes de que el leopardo
consiguiera alejarse de ella. Ella es tan pequeña. Vulnerable. Debería haber llegado
a su ayuda más rápido.

― No lo hagas. ― Ella presionó su cabeza contra la suya, sin hacer caso de la


sangre. Sus dedos rodeando suavemente su antebrazo. ― No entiendes la mujer.
Yo lo hago. Ella te ama con cada aliento de su cuerpo. Va a luchar por ti. No es
débil y frágil. Es fuerte. Lo he escuchado en ella cuando me habló de vivir en esa
casa con él. Ningún niño debería haber sobrevivido a esa pesadilla, pero no sólo
sobrevivió, se educó a sí misma y encontró una manera de escapar.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Eso tomó coraje, sobre todo después de las cosas que Jake me dijo que le había
hecho, matando a un amigo en frente de ella y convenciéndola de que la sangre
estaba en sus manos. Catarina es valiente. Es una luchadora. No se detendrá.
Tienes que creer en ella y confiar en ella en este momento.

Él sabía que ella estaba tratando de ayudar. Y tal vez le ayudó. Estaba agradecido
de tener amigos que se tomaran el tiempo para venir y ver cómo Catarina lo estaba
haciendo. Se obligó a mirar hacia abajo al rostro de Emma, sabiendo que iba a ver
su angustia. Su dolor. El dolor desgarrador que se avecina. Él estaba totalmente
vulnerable en ese momento, absolutamente desnudo y le importaba un comino.

― Estoy seguro de que est{ embarazada. No mucho tiempo, pero... ― Se metió la


mano por el cabello en agitación. ― No me importa mucho por mí. En este
momento lo que importa es que ella vive, pero se va a destrozar a sí misma
pensando que debería haber hecho algo más para proteger a nuestro hijo.

― Eli.― La voz de Emma era suave. ― Tú lo sabes mejor que nadie. Entiendes que
no se puede controlar lo que está sucediendo en esa sala de operaciones, y estás
volviéndote a ti mismo loco. Tú y Jake piensan que pueden controlar todos los
aspectos de su entorno, y simplemente no se puede. No pienses en las cosas que
pueden o no suceder. Sólo tienes que enviarle tu fuerza. Envíale tu amor.

Él no le respondió. Ella tenía razón, por supuesto. Él quería el control de todo en su


medio ambiente, especialmente de Catarina. Sus padres le habían besado, dicho
adiós y salieron de la casa, riéndose. El se había situado en la ventana
despidiéndose. Ellos nunca llegaron a casa y su vida cambió por completo. No fue
que hubiera estado en malas viviendas. Acababa de ser movido de casa en casa, y
nadie se preocupaba por él después de eso. Él no se había preocupado después de
eso. No se permitió que le importara. Hasta Catarina. Ella encontró su manera de
entrar en su corazón, en su alma, y ahora estaba de pie en una sala de espera de
mierda porque no la había mantenido lo suficientemente segura.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
La espera parecía interminable. Jake caminó por la habitación y tiró de Emma lejos
de él, poniéndola en una silla, y arrastrando una segunda cerca para que pudiera
poner los pies en alto. Josué le entregó una toalla mojada sin decir una palabra. Eli
la utilizó, haciendo una mueca mientras se limpiaba las marcas rastrilladas en el
pecho. Las barras eran profundas y sin embargo no se había dado cuenta de que se
lesionó.

Era inútil ponerse la camiseta que le habían traído, no con la sangre manando de
las distintas heridas en su cuerpo. No le importaba. Nada lo hacía. Él mantuvo su
mirada en las puertas dobles donde se la habían llevado a ella. Esperaba. Su
corazón en la garganta. Oyó las pisadas medidas que venían hacia ellos desde el
pasillo que conducía a la sala de cirugía. Su pulso tronó en sus oídos. Sintió la bilis
en el estómago revuelto. Sin embargo, él no se movió, todos los músculos
bloqueados en su lugar. Su leopardo empujó cerca, demasiado cerca de la
superficie. Debajo de su piel una ola envió una picazón corriendo a través de él.
Sus ojos se alzaron al gato, con bandas de calor. Cada aroma viniendo a él,
vertiéndose en el médico mientras salía por la puerta. Su sangre. Su olor. Él no iba
a ir hacia el médico. No podía dar un paso, no sin que su gato forzara un cambio
para protegerlo.

― ¿El Sr. Pérez?

Eli asintió. Eso fue todo lo que pudo hacer. El resto de su cuerpo estaba bloqueado
en su lugar. Congelado por el miedo. En espiral y listo para atacar.

― Soy el Dr. Mulligan. Jake me llamó para ayudar con Catarina. Ella está viva y
está haciéndolo muy bien. La mujer es una luchadora. ― Había satisfacción en su
voz.

Todo el cuerpo de Eli parecía atrancado. Tenía miedo de que pudiera colapsar en
realidad. El trueno en sus oídos rugió fuerte y pequeños martillos neumáticos se
dispararon contra su cráneo. Obligó a su cuerpo bajo control porque el médico
continuó hablando y necesitaba escuchar.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Hubo una pérdida severa de sangre. Costillas rotas. Fue golpeada, pero protegió
al bebé. No había ni siquiera un moretón en el estómago o en el abdomen. Sus
costillas, caderas y espalda llevaron la peor parte de los ataques. No teníamos
escasez de sangre. Jake llamó rápido, y el Dr. Mason y yo estábamos listos para
ella. Va a estar dolorida y débil por un tiempo, pero va a estar bien.

Eli miró alrededor de la habitación. Había sólo cambia formas. ― ¿Su leopardo?

― Estoy seguro de que el leopardo est{ bien también. No había señales de que
hubiera algún daño, pero por supuesto no teníamos manera de examinar su gato.

― Gracias. ― Él apenas podía pronunciar las palabras. Miró a Jake, que estaba
sosteniendo a Emma cerca de él. ― Gracias a los dos. ― El Dr. Mason había hecho
la cirugía de Drake, y Eli lo recordaba de esa operación. Estaba agradecido de que
Jake hubiera llamado a los médicos de los cambia formas para tratar de salvar a
Catarina.

Jake le dio un pequeño saludo, que dijo que "par que somos los amigos." Emma
lloraba con alivio, y eso es lo que realmente le importaba. Jake la convirtió en el
refugio de su cuerpo y la abrazó suavemente. Él podría estar enojado porque ella
vino, pero sólo había dulzura en su toque.

― Tengo que verla. ― Eli hizo una demanda.

― Ella est{ en recuperación en estos momentos. En un par de horas...

― Tengo que verla, ― dijo Eli de nuevo. Esta vez su voz era un gruñido. Su
leopardo necesitaba verla también.

Mulligan era un leopardo. Sabía los signos de un hombre en su límite. Él asintió


con la cabeza. ― Voy a mostrarte el camino.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Elías se quedar{, ― dijo Jake. ― Él va a tener todo lo que necesitas, Eli. Deja
que Liam cuide de tus heridas mientras están con Catarina en recuperación. Estás
asustando el personal del hospital como estas. ― Él no podía responder. No podía
respirar sin ella. Necesitaba verla. Eso era todo lo que importaba. Hasta que lo
hiciera, su leopardo merodeaba demasiado cerca. Hasta que él lo hiciera, el aire no
se movería a través de sus pulmones. Él asintió con la cabeza un poco secamente a
Jake para indicar que entendía y salió por las puertas dobles y por el amplio
pasillo.

El Dr. Mulligan corrió tras él. ― Ella es fuerte, Sr. Pérez.

― Eli. Cualquier hombre que salva la vida de Caterina puede usar mi nombre.

Mulligan sonrió por primera vez. ― No estoy del todo seguro de que fuera el que
le salvó la vida. Ella es una mujer muy determinada.

Abrió una puerta, y Eli en realidad se agarró del marco de la puerta para mantener
las piernas debajo de él. Sólo Catarina podía hacerle débil. Ella yacía en una cama
de hospital, por lo pálida estaba casi tan blanca como las sabanas blanqueadas en
las que estaba. Tenía los ojos cerrados, sus largas pestañas dos grosores de medias
lunas plumosas destacándose crudamente contra su piel blanca.

Tenía moretones por todas partes. Su cara estaba hinchada y sombreada con azul y
negro. Estaba envuelta en vendas. Pero respiraba. Por dentro y por fuera. Él se
hundió allí, agarrando el marco de la puerta para evitar deslizarse hasta el suelo.
Respiraba. Estaba inquieta, luchando contra el sueño, o tal vez reviviendo el
ataque, su cuerpo en constante movimiento como si tratara de huir. Las sombras se
dibujaron en su rostro. La enfermera desviviéndose por ella, hablándole con
dulzura, pero eso no le impedía hacer los movimientos agitados.

― Vamos a limpiarte, ― dijo Mulligan enérgicamente. ― Las enfermeras de aquí


son muy limpias. Si te vas a quedar, no puedes estar sangrando por todo el suelo.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Él asintió con la cabeza. Él iba a quedarse si les gustaba o no, pero podía cooperar
ahora, su Catarina respiraba. Ignorando el médico y la enfermera se sentó tan cerca
de su mujer, Eli cruzó la distancia hacia ella. Él puso su mano suavemente sobre su
pequeño, guardándola otra vez bajo la sabana. Ellos seguían dándole sangre y
antibióticos por vía intravenosa. Ya que los leopardos llevaban veneno y bacterias
en sus garras. El necesitaría una ronda de antibióticos también.

Se inclinó, sin importarle en ese momento que el médico y la enfermera pudieran


ver el amor crudo y fuerte que tenía por Catarina tan desnudo en su cara. ―
Gatita, estoy aquí ahora. Sólo relájate y deja que yo me ocupe de las cosas. Te tengo
ahora.

Sus pestañas en realidad revolotearon. Contuvo el aliento. Unos ojos azul cobalto
lo miraron por un momento y después todo el color salvaje se había ido. Pero su
cuerpo se relajó. Agarrándola todavía. Debajo de su mano la de ella se relajó y
permaneció agarrándola debajo de la sabana.

― Así es, bebé, ― dijo en voz baja. ― Sólo descansa para mí.

La enfermera le sonrió por primera vez. Mulligan se acercó a él con la mirada de


un leopardo, amenazando con echarlo si no cooperaba. Eli cooperó.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair

C atarina se despertó con la sensación de unas manos moviéndose sobre su

cuerpo. Casi desde el momento en que había regresado a casa desde el hospital, Eli
le había despertado con su necesidad de sentir cada pulgada de su cuerpo. Él
siempre era suave, pero a medida que pasaba el tiempo, su toque le traía mucho
más que la reafirmación de su amor.

Lo necesitaba en su interior. Dominando su cuerpo. Dándole el fuego abrasador


que siempre traía su placer más allá de la creencia. Había sido tan cuidadoso con
ella, obligándola a permanecer en cama durante los primeros días después de su
estadía en el hospital y luego la llevaba a la terraza o a la sala de estar, colocando
pilas de libros a su lado. Esperaba a su mano y en pie. Cada noche, la abrazaba con
fuerza, con tanta fuerza que apenas podía respirar. Siempre, en algún punto, en el
medio de la noche, se despertaba con las manos moviéndose sobre su cuerpo para
sentir su corazón sonar. Para asegurarse por sí mismo que estaba viva.

Ella se relajó en su toque cuando las yemas de sus dedos se movieron sobre su
cara, trazando la estructura de su hueso. Sus labios besando cada ojo y
arrastrándose a lo largo de su mejilla hasta la comisura de su boca. Eso era nuevo.
Ella lo miró, mirándolo en la oscuridad. Su rostro masculino, líneas talladas
profundo. Viéndose muy masculino. Sus ojos ya habían pasado de un whisky
oscuro a oro puro.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Al instante su cuerpo se movió. Llegó a la vida. Cada terminación nerviosa
despertó. Ella sintió una quemadura chisporroteando eléctrica por sus venas. Sus
labios se movieron sobre los de ella con el mismo toque tierno, de ida y vuelta,
frotándose a lo largo de sus labios como si tuviera todo el tiempo del mundo.

Ella se estremeció bajo su toque. Ella no pudo evitarlo. No importaba qué tan
suave era, había una sensación posesiva inconfundible en sus manos. Él conocía su
cuerpo, y él lo conocía íntimamente. Incluso el más ligero de los toques podría
traer fuego a su cuerpo, y mucho más con el dulce asalto a sus sentidos que había
sido realizado todas las noches.

Su boca se movió contra la de ella, esta vez persuasión. Un poco más firme. Más
demanda. Su lengua corrió a lo largo de la costura de sus labios, mientras sus
dedos se posicionaban sobre sus pechos, una palma directamente sobre su corazón
para que pudiera sentirlo latir en su mano.

Abrió la boca a la suya y el mundo cambió a su alrededor. Sus besos siempre


habían sido capaces de traerla a sus rodillas, pero ahora, después de esperar lo que
parecía ser para siempre, su lengua encendido una tormenta de fuego dentro de
ella. Sintió la quemadura vertiéndose por su garganta, directamente a sus pechos
hinchados, doloridos, irradiando hacia el exterior para bajar a través de su cuerpo
hasta la ingle. Al instante su vientre se apretó. Su vaina en espasmo. Ella estaba
húmeda y un poco desesperada, el fuego sin dolor dulce, pero un monstruo
rugiente de hambre y necesidad.

Eli la besó una y otra vez, cada beso más agresivo, más apasionado y más
primitivo que el último. Todo el tiempo su mano quedó sobre su corazón. Su otra
mano no estaba tan quieta. Sus dedos acariciaron la curva de su pecho. Las yemas
de sus dedos rodearon su pezón, vueltas y vueltas hasta que quería gritar de
frustración. Intentó moverse lo suficiente para que su mano errante se pudiera
deslizar sobre su tenso pezón necesitado, pero la mantuvo atrapada con una pierna
pesada cubierta sobre sus muslos y su pecho parcialmente sujetándola al colchón.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Sus besos enviaron más llamas lamiendo a lo largo de sus terminaciones nerviosas
hasta que ella le estaba besando de nuevo ferozmente, exigente. Casi tan primitiva
como él. Entonces sus besos cambiaron y más líquido se derramo de su cuerpo. Se
fue a dominante, exigente, tomando en lugar de pedir. Le encantaba ese rasgo más.
La forma en que su boca estaba hambrienta de la de ella, la forma en que la
devoraba, comiéndosela a ella como si fuera su última comida.

Su boca era malvada. Pecadora. Hermosa. Un milagro. Sus dedos encontraron su


pezón y tiro. Al instante, la actual e impactante electricidad corrió a su clítoris. Sus
caderas se resistieron con fuerza contra él.

Eli levantó la cabeza y la miró, sus ojos dorados, brillando en la oscuridad hacia
ella. Predatorios. Posesivos. Casi todo gato. Debería haber tenido miedo, pero ella
no lo tenía. Sólo hambre de él. Desesperado por su toque. Lo quería áspero y
rápido, pero bajó la cabeza y la besó desde el fondo de su barbilla hasta su
garganta.

Su boca cubrió su pulso allí. Su lengua acarició el ritmo. Él la besó de nuevo, sus
labios frotando de un lado a otro al ritmo de sus latidos. No pudo evitar el
pequeño sonido que escapó de su garganta.

― Despacio, bebé, ― murmuró contra su pulso. ― Quiero un largo viaje. Quiero


sentir cada puto pulso en tu cuerpo, con mi mano. Quiero sentir los latidos de tu
corazón en la palma de mi mano y en mi boca. Tú simplemente te quedó allí y lo
tomas, porque tienes miedo de sacar el santo infierno fuera de mí y necesito esto.

No había un Eli corriendo cuando él no quería ser apresurado. Su tono era de


nuevo el del Eli que ella conocía y amaba. Rough. Dominante. Absolutamente
arrogante y confiado. Ella iba en llamas, y él simplemente se tomó su tiempo. Ella
sabía lo que estaba haciendo, reclamando su cuerpo por su propia cuenta. Ella
sintió su posesión en cada golpe de sus dedos, en cada toque de su mano.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Eli ignoró su desplazamiento, el cuerpo inquieto y procedió, arrastrando besos de
su garganta a la cueva del esternón. Hizo una pausa para sumergir su lengua allí.
Trazó la curva de ambos pechos y luego pasó la lengua en el profundo valle. Su
cuerpo se estremeció de placer. Ella quería sus manos sobre ella. Sus pechos
estaban calientes y doloridos. Ella ansiaba la sensación de su boca y dientes, la
atracción y el masaje de sus grandes, manos ásperas.

Su cabeza se tiró sobre la almohada. No podía dejar de retorcerse. Su cuerpo


goteando por el suyo. Mojado y salvaje y en el mismo borde del control. Él podía
hacer eso sin siquiera intentarlo. Ella sintió la gruesa y dura longitud, de su polla,
justo fuera de su alcance, apretó fuertemente contra su cadera. Ella sintió la
pequeña perla de gotas fugarse en su piel y en su boca regarse.

― Eli. Déjame….

― Shhh, bebé. Todavía no. No puedes tomar esto de mí. Necesito esto. ― El
levantó la cabeza para mirar hacia ella. Ella vio la advertencia en sus ojos de
leopardo. Lo que solo hizo más fuerte su necesidad, aumentar su deseo. Ella amaba
esa mirada. Le encantaba saber que él estaba tan hambriento y necesitado como
ella. Ella amaba empujarlo derecho sobre el borde de su control. Sus advertencias
sólo sirvieron para darle más incentivo.

Ella tenía sus manos sobre él y las llevó a su pelo, enredando los dedos en la masa
peluda cuando su boca finalmente, por fin, se trasladó a sus pechos. Ella gritó de
placer caliente cuando este corrió a través de ella.

Su boca se posó sobre su pecho izquierdo, en un torbellino de calor abrasador. Su


lengua azotó su pezón, moviéndose hacia atrás y adelante. Utilizó el borde de los
dientes y quería llorar de necesidad. Su cuerpo lo hizo por ella, derramando más
néctar a lo largo de sus muslos.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Sin previo aviso, el pulgar y el dedo índice atraparon su pezón derecho, en un
agarre duro que envió sensaciones de puro fuego chisporroteando través de su
cuerpo. El placer rayando en el dolor y haciendo una línea recta hacia la vaina de
ella que casi se convulsionó con su embestida. Su boca se movió sobre sus senos,
los dientes pellizcando y luego la lengua lavando. Quería más, siempre más, y ella
arqueó su cuerpo, ofreciéndole los pechos, deseándolo impúdicamente allí. Él
chupó, primero su pezón, y luego a lo largo de su delicada piel, dejando su marca
en todas partes, dejando sus huellas e incluso la pequeña quemadura de sus
dientes. Ella se deleitaba en su reclamo, acunando su cabeza cerca de ella,
entregándose a él.

Exigió una entrega total y ella se la dio a él, casi sollozando de alivio mientras lo
hacía. Su cuerpo estaba tan apretado y caliente, la tensión construyéndose sin
tregua. Le pasó la lengua sobre su corazón. Presionando su oído allí, mientras sus
dedos y el pulgar se deslizaron hacia atrás y adelante sobre su pezón en el mismo
ritmo.

Ella sintió el tirón de su polla contra su cadera, una palpitación de latidos entre
ellos. Su femenino canal apretó desesperadamente por ser llenado. ― Eli, estoy
ardiendo.

― Yo sé, ― susurró, sus labios contra la parte inferior de su pecho derecho. ―


Vamos a llegar allí. Sólo tienes que sentir que estás viva.

― Estoy viva, pero si no te das prisa eso podría cambiar.

Él se rió suavemente, su aliento caliente contra su pecho izquierdo. Sintió el


pellizco escozor de sus dientes y la caricia lenta de su lengua. ― Mi pequeña gata
tan impaciente. Vamos a hacer esto a mi manera.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
En secreto, se alegraba de que su Eli estuviera de vuelta con todo su dominio
arrogante. Había estado demasiado dulce para ella, también controlando todos sus
movimientos. En la cama era una cosa, fuera de ella, sabía que si seguía haciéndolo
así, ella finalmente le daría una patada en la espinilla, lo golpearía en la cabeza y
totalmente lo desafiaría, corriendo libremente cuando él quería que se sentara en el
porche y leyera.

Eli besó su camino hacia abajo de sus pechos a su ombligo. Hizo un viaje de lado,
explorando cada marca rastrillada en sus lados sobre sus costillas. Seis en total. Su
toque era magia. Sanación. Su lengua calmante. Podía hacerle olvidar las cicatrices
crueles y el terrible momento en que ella había estado segura de que iba a morir
bajo los dientes y las garras del leopardo pícaro.

Aún así, en el camino pausado la lamió y besó su cuerpo, bebiendo de ella como si
fuera un vino fino, acariciando su piel con el roce de terciopelo de su lengua como
un leopardo podría hacer, conduciéndola a la locura con deseo. Estaba empapada.
Caliente. Necesitada.

Eli enmarcaba su vientre con las manos y lo besó una y otra vez. ― Salvaste a
nuestro hijo, Gatita. Podrías no haberlo sabido, pero instintivamente mantuviste
nuestro bebé seguro. Va a ser hermoso, igual que tú.

Ella cerró los ojos. Ella no lo sabía. Su leopardo todavía era demasiado inexperto
para decirle, y ella no había sentido el embarazo, pero Eli había sabido el momento
en que la había dejado embarazada. Ella llevo la mano a la cara y miró el anillo allí.
Jake y Emma habían venido con un juez de paz y Eli la había casado una semana
después de que ella había llegado a casa.

Catarina parpadeó para contener las lágrimas y alcanzó una vez más la masa
sedosa del pelo de Eli. ― Te quiero tanto a veces que no sé qué hacer con ello, ―
admitió, el sonido tan bajo que apenas existía.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
Nadie en su vida le había dado cumplidos hasta Eli. Nadie le había dicho que la
amaba hasta Eli. El amor y la admisión de amor eran todavía extrañas y terribles
cosas maravillosas todavía, al igual que la sensación lo era. Fue abrumador para
ella a veces. Como ahora. En este momento. Cuando Eli estaba reclamando cada
pulgada de ella.

Cuando estaba amando cada pulgada de ella, mostrándole lo que ella significaba
para él. Ella casi sentía como él adoraba su cuerpo mientras a la vez la reclamaba.
Ella nunca sabia que hacer con su dulzura y siempre, siempre, quería acurrucarse y
mantener a sí misma lejos del temor de que ella podría perderlo. No podía
imaginar cómo se sintió esperando saber si ella estaba viva o muerta. Ella le
permitiría tener lo que quisiera sólo por eso.

Eli levantó la cabeza de donde había estado comunicándose con su hijo. No tenía
idea de si el bebé era un niño o una niña. Él lo sabría muy pronto porque su
leopardo se lo diría al suyo. Pero en este momento, ahora, su corazón estaba lleno,
rompiéndose con su admisión suave, sabiendo lo difícil que era para ella decírselo
a él. Sus ojos se encontraron con los suyos. Catarina. Todos sus ojos cobalto y su
pelo largo y sedoso. No tenía idea de que un hombre pudiera amar a una mujer
tanto. Sabía que estaba volviéndola loca con sus atenciones, con sus manos
controlándola, pero hasta que esa sensación de ser incapaz de respirar lo dejara,
ella iba a tener que darle tiempo.

― Eres todo para mí, Cat, ― le dijo. Era cierto. Lo había descubierto cuando él
pensó que la perdía. ― No puedo respirar sin ti. Todavía estoy tratando de
recuperar el aliento.

Ella se quedó inmóvil bajo sus manos. Sus ojos adquirieron una tonalidad vibrante
del color violeta oscuro. Ella lo entendió. Ella sabía lo que necesitaba y por qué. Él
sintió que su cuerpo asentía, aunque su respiración seguía siendo desigual. Se
inclinó para besar su vientre donde su hijo se acurrucó.

Saga Cárpatos
Cat´s Lair
― Eres un milagro. Un jodido y verdadero milagro, Cat.

Ella rió. ― Cariño, en serio, tienes que limpiar tu lenguaje un poco. No se puede
decir milagro y soltar una bomba al mismo tiempo.

Le encantaba el sonido de su risa. Llenaba la habitación con calidez y alegría. Ella


le daba cosas que eran tan intangibles que no podía decirle a nadie más
exactamente lo que eran, pero no podría vivir sin ellas. Sin ella.

― Se me salieron unas pocas de esas bombas cuando estaba suplicando por tu vida
en esa sala de espera, ― gruñó, testarudo. Dejó caer la cabeza hacia atrás a la
importante cuestión de la audición y sintiendo su corazón latiendo en cada parte
de su cuerpo.

― ¿No lo hiciste? ― Su respiración se enganchó cuando cambió su cuerpo para


deslizarse bajo.

― Lo hice.― Él empujó sus muslos y miró a su cuerpo. ― Eres tan


condenadamente hermosa, Catarina, que a veces no puedo creer que seas
realmente mía.

― No me gusta ser la que te lo diga, pero estoy cubierta de cicatrices.

Eli tenía cicatrices también. Los tenientes de Cordeau lo habían llevado abajo con
una pistola eléctrica, le encadenaron y Cordeau había utilizado sus garras
rastrillando desde el pecho a su vientre y luego ordenó a sus hombres que
empezaran a trabajar en la verdadera tortura.

― Eres hermosa, Cat, con o sin ellas. Jake ha encontrado un cirujano plástico, un
cambia formas, uno de nosotros, así que lo veremos.

― Estoy embarazada. ― Al instante sus manos cubrieron su vientre, estaba plano,


su cuerpo todavía no mostrando su secreto. ― No quiero la cirugía estética lo
suficiente como para poner en peligro a nuestro hijo.

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Cat´s Lair
La amaba por eso. ― Vamos a hacer lo que quieras, cariño. ― Él bajó la cabeza
para trazar su hueso de la cadera, para encontrar la sangría suave donde podía
sentir su corazón latiendo a través de su cuerpo. Él cerró los ojos, saboreando el
sonido y la sensación de la vida.

Su aliento silbó de sus pulmones mientras acuñaba sus hombros con firmeza entre
sus muslos, estirando las piernas con su anchura, dejándola abierta y vulnerable a
él. Él olía su perfume, la llamada de su compañera. Y el sabor de ella estuvo en su
boca. Aún así, necesitaba sentir cada punto del pulso. Por el momento se contentó
con solo sentir su corazón allí. Esperándolo.

La besó en la otra cadera, lamió la pequeña hendidura y luego besó su camino por
sus muslos. Primero uno, luego el otro.

― No. Eli. ― Catarina lamentó su protesta. Ella levantó sus caderas como si tratara
de seguirlo. ― Me haces convertir en una loca.

― Siempre con tanta prisa, ― murmuró, levantando la pierna, dobl{ndola,


presionando besos a la parte posterior de su rodilla. Se sentía allí. Vida. Él volvió a
respirar y sus pulmones se expandieron. A veces, cuando despertaba a su lado, él
se estaba ahogando, sus pulmones ardiendo. Pero allí estaba, el aire que necesitaba.
Ella. Catarina.

Besó la forma de su pie. Lo levantó, le dio un beso a la planta y luego hizo lo


mismo con la otra pierna. Ella temblaba. Se retorcía. Aquí estaba viva, su mujer.
Así de atenta a todas sus caricias. Así de impaciente. Se tomó su tiempo en el
interior de sus muslos. Aspiró, teniendo su esencia profundamente en los
pulmones. Tal vez si podía mantener su olor en sus pulmones lo suficiente, él
creería que estaba a salvo y que nadie intentaría llevarla de él, ni siquiera la
muerte. Pasó la lengua por el interior de su muslo y descubierto el sabor dulce,
picante, único de ella, su adicción. Él anhelaba su gusto. Soñaba con ella. Se
despertaba con ella en su lengua.

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Él disfruto de su sabor, tomándose su tiempo, sintiendo el latido de su propio
corazón en su pene, diciéndole que estaba viva porque fue por ella. Él levantó la
cabeza para mirarla cuando una vez más encajada sus muslos abiertos con el
amplio ancho de sus hombros.

Sus ojos azules brillaban violetas en él. Él se rió suavemente ante su mirada y bajó
la cabeza para soplar aire caliente en la hirviente, abrasadora y caliente funda que
lo esperaba para rodearlo como un puño apretado.

Su cuerpo reaccionó, temblando ante la idea de tanto placer. Él hundió su lengua


profundamente y ella se deshizo como él sabía que lo haría. Le encantaba el
abandono, la forma en que se entregó a él, sin reservas. Así de sensible. Tan
sensible. Así dispuesta a dejar que la llevara al paraíso. Él amaba darle eso. Le
encantaba ver su placer. Él lo amaba más que cuando ella se lo daba a él, y le
estaba diciendo algo. Él lamió la miel derramándose de su cuerpo, su reserva
privada de néctar.

Se tomó su tiempo, cambiando su ritmo, lamiendo y chupando lentamente,


lánguidamente, sin prisa, y luego cuando sus caderas estaban impotentes girando,
usó su lengua para invadirla, para empujar profundo. Él utilizó su boca en su
clítoris, lactándose, meneando su ancha lengua plana, añadiendo el borde de los
dientes hasta que estuvo gritando por su liberación.

Eli no se la dio a ella en esta ocasión. Quería estar dentro de ella. Rodeado de ella.
Sabía que cuando se introdujera ella se vendría al instante, destrozando su
alrededor, y la forma en que sus músculos delicados trabajaría su polla sería
exquisito. Necesitaba eso. Necesitaba sentir esa pequeña muerte y el renacimiento.

Se movió rápido, sorprendiéndola, ahuecando su trasero, arrastrándola contra él


mientras se arrodillaba entre sus piernas. Él entró en ella en un rápido, y duro
movimiento, pasando por los suaves pliegues, sintiendo su amplificación para
acomodar la gruesa invasión, duro. Su aliento silbó de sus pulmones.

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Ella gritó cuando su cuerpo reprimió como un torno en torno suyo, que lo rodeo
con un agarre de terciopelo apretado, caliente. Sus músculos ordeñándolo a él,
agarrándolo con avidez, con avidez.

Echó la cabeza hacia atrás y obligó a su cuerpo a estar bajo control cuando quería
dejarse ir y volar libre con ella. Se retiró, inhalando cuando la fricción de su
apretada vaina envió fuego corriendo por su cuerpo.

Se empujo hacia adelante de nuevo, se abrió paso a través de la ondulación,


estremeciéndose los músculos, presionando hacia abajo a lo largo de su clítoris
sensible. Ella gritó de nuevo y se aferró a él, sus uñas conduciéndose a sus brazos.
Soltó su control y la tomó el camino que había necesitado estas últimas dos
semanas. Duro. Hambriento. Primitivo. Marcando su cuerpo por su propia cuenta.
Él era más duro de lo que pretendía, pero le gustaba áspero, y duro y él se
introdujo más profundo en ella, dándole más de sí mismo. El líquido caliente le
rodeaba, su vaina apretada y exquisita, por lo que sabía que iba a arder en el
infierno o en el cielo. No importaba cual, sólo que se quemaría.

Sintió las llamas lamiendo junto a sus piernas, abrasando sus muslos, subiendo
como un muro de fuego para quemar a través de sus bolas. Su cuerpo se puso más
caliente, alimentando esas llamas, tomado medidas drásticas tan duro, tan
inesperadamente, estrangulando su polla con la quemadura, con el placer-dolor.
Ni siquiera podía separar las dos sensaciones, estaban tan atados juntos. Éxtasis.
Paraíso. Infierno. Era todo lo que había en el milagro de su cuerpo, ya que
ordeñaba al suyo, exigiendo su semilla.

Sintió el rugido de la misma, la escucho tronando en sus oídos, las llamas de fuego
que lo consumía cuando él se vació a sí mismo en ella. Él la tomó con él en el
fuego, por lo que su cuerpo se estremeció con su liberación violenta. Tomó todo lo
que estaba a su cuidado, y le dio todo lo que él era.

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Sabía que nunca sería el mismo. No quería serlo. Esta mujer había cambiado su
vida de maneras que él no sabía que podía, pero no volvería a vivir de nuevo sin
ella. La besó más y más. Dejó su marca en su cuello. Sus pechos. Pequeños fresas
que se destacaron en su piel pálida, pequeñas marcas de su posesión.

Eli enterró la cara en su cuello, sosteniéndola con fuerza, su cuerpo sobre el de ella,
brazos, caderas, pecho y piernas, alineadas lo mejor que pudo. Se quedó allí por un
largo rato, sintiendo que su corazón latía con fuerza contra el suyo, sabiendo que
tenía que moverse, pero hay algo que no le permitiría.

Ella envolvió sus brazos alrededor de él en lugar de empujar su cuerpo pesado


fuera de ella. El ovillo de miedo muy dentro de él, el que siempre en algunos
momentos lejos de amenazar con consumirlo, descongelaban los alrededores de los
bordes. Esa era su Catarina. Ella lo aceptaba a él, a su control, dominándola de
muchas maneras. Él sabía que tenía que aflojar un poco. Podía ver a los pequeños
signos de la inminente rebelión, pero aún así, estaba allí con él, tratando de darle
tiempo para ponerse de acuerdo con su miedo a perderla.

Sus manos se deslizaron por su espalda. Fue por su cabello. Sus dedos se
enroscaron en los hilos sedosos, a continuación, acaricio y tiró. Había una
sensación de satisfacción mientras estaba acostado con ella, su cuerpo fundiéndose
en el suyo. Su aroma envolviéndolo y sus manos moviéndose sobre él tan
suavemente.

― Cariño. ― Catarina volvió la cabeza para que pudiera presionar besos a lo largo
de su cara. ― Nada va a pasarme. Estoy a salvo ahora.

― No lo est{s, y lo sabes. ― Él levantó la cabeza, de mala gana desliz{ndose fuera


de ella. Inmediatamente regreso a su lado y la acerco, la apretó con fuerza contra
él, con el brazo, una banda de hierro alrededor de su cintura. ― Cordeau tenía
socios. Sólo saben que desapareció. Ellos podrían decidir que eres una amenaza
para ellos. Lo más probable es que lo hagan.

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― Ya hemos decidido que vamos a dejar que Jake y su grupo los enfrente a ellos,
― respondió en voz baja. ― Eli, estoy viva. Estoy contigo, exactamente donde
quiero estar. Tenemos nuestra casa, un bebé en camino y las cosas están bien.

Eli se apartó el pelo largo de la nuca y la besó allí. Besó todo el camino desde su
hombro hasta las cicatrices más pequeñas que Cordeau había dejado atrás.

― Mi leopardo te necesita para funcionar. Ella necesita su compañero. Y necesito


cocinar el desayuno. Eso es importante para mí, cariño. Quiero usar sus camisas de
franela y nada más. Tengo que ser yo otra vez. Y tú necesitas ser tú de nuevo. Una
vez que nuestro bebé este aquí, no habrá mucho tiempo para la cocina, para el bar
o para la tina o para la diversión afuera en el porche. Tenemos que aprovechar
cada minuto.

Él sonrió contra su hombro. Ella tenía una pequeña voz sexy que lograba convertir
las terminaciones nerviosas en fuego sin mucho esfuerzo.

― Me voy a comprar m{s franelas.

― Tu no tendrías que hacerlo si dejaras de rasgar todos los botones de cierre.


Definitivamente tengo que aprender a coser.

La diversión en su voz lo calentó. Todavía. Suspiró. ― Gatita, no sé cu{nta


libertad te puedo dar en este momento. Compré un jeep para ti, con tracción en las
cuatro ruedas. Ellos van a entregarlo en cualquier momento. Quería que te
sintieras como que podrías ir a cualquier lugar que quisieras ir, pero
honestamente, yo no te puedo dejar fuera de mi vista.

Él esperó. Conteniendo la respiración. Odiaba que él fuera el necesitado. Pero él


sabía que debía darle todo lo que ella quería, incluida la libertad. Ella se lo merecía.
Ella se había ganado con creces el derecho a tomar cada decisión. Pero no podía
respirar sin ella.

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Eli supo cuando sucedió, el momento exacto en que el aire había dejado sus
pulmones y no volvió a ellos. Ellos se la habían llevado de él. Se la llevaron
corrieron por las puertas dobles y él había sentido la parada cardíaca. Sintió el
aliento dejar sus pulmones. Él le sentía el pulso todavía. Había estado allí dentro
de él. Él sabía que estaba siendo tomado de él, y su mundo había cambiado. Todo
había cambiado.

Enterró la cara contra su hombro, inhalando el olor femenino sutil que era único y
sólo de ella. Dios, la amaba. La amaba con todo lo que era. Con cada célula de su
cuerpo. Sabía que si la mantenía tan controlada, tan cerca, ella eventualmente
lucharía. ¿Cómo no iba a hacerlo? ¿Dónde estaba su control y la disciplina ahora?

― Eli, soy tuya. ― Ella dijo lo que simplemente era elocuente. Se dio la vuelta en
sus brazos para mirarlo. Sus dedos trazaron las líneas de su rostro. ― Te
pertenezco a ti, de la manera en que me perteneces. Cuando necesito algo, lo
proporcionas para mí. Cuando necesite algo, te lo proporciono. Eso no quiere decir
que siempre vaya a ser fácil, pero cuando amas a alguien, eso es lo que haces.

Buscó su mirada azul, el fondo abandono de su estómago. Sus rasgos eran tan
delicados. Parecía frágil. Vulnerable. Pero ella tenía acero en su interior. Su mujer
era inoxidable.

― Si necesitas que me quede cerca de ti, entonces eso es lo que voy a hacer. No hay
ningún lugar al que quiera ir ahora mismo. Me encanta estar en casa contigo. Pasar
tiempo contigo. En cuanto a ti. ― Ella se apartó para besar su mandíbula. ― Pero
me encanta cuidar de ti también. Quiero cocinar otra vez para ti. Tengo que hacer
eso. Hacer tu café. Quiero que te despierte con mi boca alrededor de tu polla. Me
encanta tu cuerpo tanto como te gusta el mío. No necesito permanecer en una silla
o en la cama más. Pero tampoco necesito estar lejos de ti.

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Sólo su voz podría endurecer su cuerpo, pero cuando ella empezó a hablar de
despertarlo con la boca, las imágenes en su cabeza se volvieron eróticas, y su polla
volvió a la vida. Se encontró sonriendo. Respirando. Feliz. Ella lo entendía y lo
amaba lo suficiente como para darle las cosas que necesitaba, incluso si se sentía un
poco asfixiada por un tiempo.

― Estoy deseando llegar para tomar una taza de tu café. Y desayunar. No he


tenido una comida decente desde que has estado guardada, ― admitió. Su voz
sonaba un poco peligrosa por la emoción, pero él ya estaba con ganas desde la
mañana. Sabía que iba a hacer exactamente lo que dijo. Había despertado esa sexy
manera, caliente de la de ella. Su polla se sacudió en anticipación.

― Me encanta la idea del Jeep, Eli, ― dijo. ― Pero no sé cómo conducir una caja de
cambios.

La abrazó a él. ― Tenemos un rancho grande, bebé, y me gusta enseñarte cosas


nuevas. ― Él se aseguró de que no sonaba como si estuviera hablando de la
conducción, porque él no lo estaba haciendo.

Su sonrisa iluminó sus ojos. ― Me encanta aprender cosas nuevas. Me puedes


enseñar en cualquier momento, Eli. ― Y M{s que nada, le gustaba que lo dijera en
serio.

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