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1- Introducción

2- La Retirada de Atención
3- La Técnica del "Tiempo Fuera"
4- Economía de Fichas - Coste de la respuesta
5- La Intención Paradójica

1- Introducción
-Las técnicas que se describen a continuación están basadas en los principios de la Modificación
de la Conducta. Este campo de la psicología ha aportado a partir del estudio sistemático del
Aprendizaje animal, numerosas técnicas eficaces para instaurar, corregir o modificar conductas en
niños y jóvenes. Se han aplicado con éxito en diferentes campos, situaciones y personas, tanto en
población normal como en población con trastornos severos. Hoy en día, siguen siendo aplicadas en
niños con Trastornos Generalizados del Desarrollo, Autismo, etc, como forma de aliviar muchos
de los síntomas. También se aplican en centros escolares de forma individual o en grupo.

-Algunas de estas técnicas puede parecer simplistas o insuficientes pero insistimos en el amplio
soporte experimental con el que cuentan. Otra ventaja es que aportan soluciones prácticas aplicadas
en el aquí y ahora, utilizando la observación y medición de la conducta como variable fundamental y
en detrimento de otras técnicas más subjetivas. No se trata de eliminar la introspección o el análisis
de otros factores de riesgo existentes (entorno social, familiar, enfermedades orgánicas, factores
emocionales...) sino de aportar soluciones inmediatas y eficaces para el control o modificación de
la conducta, en especial cuando existen problemas conductuales específicos que provocan gran
malestar o desadaptación del niño en su entorno próximo ya sea en la escuela o en el seno de la
familia.
A modo de ejemplo podemos citar su uso por parte de educadores o maestros dentro de la clase. Es
evidente que delante un colectivo numeroso de niños, el maestro necesita pautas de actuación
concreta delante de episodios de desobediencia, agresividad, etc. En esos momentos no hay tiempo
para un análisis pormenorizado de las circunstancias de cada niño y se imponen medidas concretas.
Es aquí donde las técnicas conductuales cobran mayor importancia.

-Las técnicas que se exponen a continuación, aunque se describen de forma separada, pueden
utilizarse individualmente o en combinación, según el caso, para aumentar los resultados.

-Destacar también que hay que conceptualizarlas como herramientas puntuales (para su uso por
parte de maestros, educadores o padres en situaciones concretas) pero que a nivel de intervención
psicológica el uso de dichas técnicas debe ser complementada con un análisis más detallado del
caso en la que se incluyan todos los factores de riesgo para su debido tratamiento psicológico.

Recordemos que, ante conductas más severas, persistentes y/o con presencia de
agresividad, éstas técnicas no deben ser aplicadas sin la evaluación previa de un profesional
de la salud infantil.

2- Retirada de la Atención
Sinceramente creo que se trata de una de las técnicas más eficaces para el control de la conducta
infantil, en especial, para aquellas conductas que se manifiestan con rabietas, pataletas, lloros, pero
sin manifestaciones agresivas.

La técnica no puede ser más sencilla en su concepción: Se trata de que, ante las manifestaciones de
gritos, rabietas u otros, dejemos automáticamente de prestar atención al niño. Este modo de actuar
se justifica bajo la hipótesis de que el niño efectúa tales manifestaciones para reivindicar ciertas
demandas o llamar la atención del adulto. El niño puede estar acostumbrado a conseguir lo que
desea mediante este comportamiento (refuerzo positivo). Así, puede haber aprendido que si efectúa
cualquier petición acompañada de lloros o pataletas, la atención de los padres es mucho mayor y es
atendido antes en sus peticiones. Esto llega a convertirse en un hábito, en un circulo vicioso que
crea malestar en la familia.

Antes de poner en marcha esta técnica, hay que analizar la situación con tranquilidad y verificar que
se está produciendo realmente la conducta del niño por la supuesta demanda de atención. Para ello
podemos valorar como reaccionamos nosotros ante la demanda, en qué momentos sucede y qué es
lo que ocurre. ¿Le presta la atención y el tiempo que necesita el niño? ¿Normalmente cede ante sus
demandas? ¿Se dirige con frecuencia a él cuando se porta "bien" para decírselo y premiarlo o sólo lo
hace cuando lo castiga? Los episodios de rabietas, desobediencia, etc, son, en gran medida
aprendidos (ver causas de los problemas de conducta), y, por tanto, podemos efectuar un
desaprendizaje.

Esta técnica no es aplicable en conductas que cursen con fuerte agresividad verbal o física, con
episodios de lanzamientos de objetos o, en general, para aquellos comportamientos que signifiquen
peligro potencial para el niño u otros. En estos casos consulte siempre a un especialista antes de
actuar.

Para utilizar la técnica debemos tener claros los objetivos y el método que debemos utilizar:

1- OBJETIVO: Enseñar al niño que efectuando las peticiones de forma inadecuada (rabietas, lloros,
etc.) no va a conseguir nada.

2- MÉTODO: Si retiramos la atención que prestamos al niño (refuerzo positivo) inmediatamente


después de la aparición de las respuestas inadecuadas, éstas tenderán a desaparecer.

3-FORMA: ¿Cómo hay que hacerlo?

Cuando aparezcan las conductas inapropiadas actuar de la siguiente manera:

1- Retirar la atención inmediatamente.


Evite el contacto ocular o la emisión de cualquier recriminación, palabra o gesto. Haga como si la
conducta no estuviera ocurriendo (salvo en las conductas mencionadas anteriormente que pudieran
suponer peligro para el niño u otros). Si sucede en casa puede volverse de espaldas o salir de la
habitación o estancia donde se encuentre. En situaciones fuera de la casa, dependiendo del lugar,
deberemos adaptarnos a las circunstancias. La regla general es mantenernos a cierta distancia sin
prestar atención, pero esto dependerá si estamos en un lugar abierto con peligro potencial para el
niño (circulación de coches, paso de muchas personas, etc.) o si nos encontramos en un lugar
cerrado (tienda, supermercado, etc...). Si la rabieta tiene lugar en un sitio público donde no puede
separarse físicamente de su hijo, permanezca a su lado pero siga retirándole la atención como se ha
mencionado antes (retirada contacto ocular, sin gesticular, sin hablar).

En niños pequeños, si hay peligro de que se escape y está en vías públicas puede ser necesario
retenerlo físicamente. En estos casos, si opta por retenerlo, concéntrese sólo en ejercer la fuerza
necesaria para evitar su huida pero mantenga (aunque entiendo que es una situación comprometida)
toda la tranquilidad posible, es importante que el niño no vea al adulto alterado emocionalmente,
debemos transmitirle una sensación de que tenemos el control de la situación y que con su actitud
no va a conseguir nada. Siga sin dirigirle palabra y espere a que la situación se calme. Diríjale toda
la atención cuando el niño se tranquilice.
Una vez calmado puede entonces intentar explicarle (si el niño tiene suficiente capacidad de
comprensión verbal), y sin recriminaciones, lo que ha sucedido en tono calmado.
La idea no es transmitirle: "Te has portado mal, te desprecio y paso de ti", sino: "Puedes
conseguir algunas cosas si lo pides de otra forma".

2- Está totalmente contraindicado verbalizar cualquier manifestación de reproche, sermonearlo o


advertirle de que no le vamos hacer caso por mucho que insista. De esta forma lo estamos retando a
una discusión dialéctica y puede empeorar las cosas. Simplemente: No le diga nada. Sí puede
decirle con una frase escueta y con voz lo más calmada posible que se siente triste y
decepcionada...

3- Una vez que la conducta empiece a bajar de tono puede progresivamente prestarle atención de
nuevo.

4- Se trata de una técnica que produce efectos de mejoría de forma progresiva. Nos llevará cierto
tiempo (dependiendo de las variables propias del niño y su entorno) el conseguir resultados claros.

RECUERDE QUÉ:

1- Estamos utilizando técnicas para conseguir que el niño desaprenda hábitos mal adquiridos y este
proceso llevará un tiempo. Paralelamente debemos trabajar y potenciar las conductas alternativas
que nos interesa que el niño utilice. Insistimos en que los padres intenten mantener la calma ya que
el niño va interiorizando estos estados emocionales. Si la respuesta a sus malas conductas es sólo
más ruido y reproches fuera de tono, es muy probable que esto nos venga devuelto al ir el niño
interiorizando estos patrones.

2- Debemos ser constantes en la aplicación de la técnica y coherentes en su aplicación. Para ello es


necesario que ambos padres y el resto de figuras relevantes para el niño (abuelos, tíos, etc) actúen
de igual forma ante las mismas conductas.

3- Al inicio de aplicación, estas técnicas suelen producir un aumento en la frecuencia e intensidad de


las conductas que precisamente intentamos eliminar. Es un hecho normal e indicador de que vamos
por el buen camino. No se desanime tras los primeros fracasos. Necesitaremos un poco de tiempo.

POR QUÉ DEBEMOS ACTUAR:

Hay una creencia extendida de que ciertas conductas infantiles son propias de la edad y que con el
tiempo tienden a desaparecer. Ciertamente, así puede suceder en muchos casos. Sin embargo, es
muy arriesgado pasar por alto ciertos comportamientos con la esperanza de que el tiempo lo
mejorará. Una intervención en la etapa infantil, no hecha a tiempo, puede suponer la consolidación,
perpetuación y agravamiento del problema en la adolescencia. Las normas, valores y referentes
deben construirse desde la temprana infancia. Es una irresponsabilidad dejarlo en manos del futuro
para evitarnos los costes del presente.
3- La técnica del Tiempo Fuera
Esta técnica supone una variación de la anterior en tanto es una técnica que utiliza básicamente la
retirada de atención, por lo que muchos de los principios allí expuestos son válidos aquí pero con
algunas matizaciones.

Delante episodios de lloros, rabietas o travesuras más subidas de tono (por ejemplo, cuando se
produce el descontrol), puede utilizarse la técnica de "tiempo fuera", en el que el niño se le retira
físicamente del espacio actual para trasladarlo a su habitación u otro lugar, por un breve espacio de
tiempo. También pueden ser los padres los que se retiran del lugar donde esté el niño (cuando es
posible, p.e. en el comedor de la casa).

Veamos algunas orientaciones para proceder adecuadamente:

1- El sitio al que lo retiremos temporalmente debe ser un sitio en el que no tenga al alcance juegos u
otras compañías para entretenerse. No se trata de buscarle un sitio hostil sino un sitio que sea
aburrido con escasas posibilidades de que pueda hacer algo para pasar el tiempo.

2- Debemos trasladarlo inmediatamente después de aparecer la conducta o en el momento que ha


llegado a un punto insostenible (por ejemplo, discusión entre hermanos que llega a un punto de
descontrol).

3- No discuta con él, no entre en recriminaciones ni calificativos despectivos como: "Eres muy malo y
te voy a castigar" o "Me tienes harta, no tienes remedio... " Sí puede explicarle, con un tono calmado
pero seguro y imperativo, el motivo de su retirada. Para ello dígaselo concretando su queja "Como
has pegado a tu hermanito no vas a poder jugar con él". Haga caso omiso de sus protestas o
promesas. Recuerde que debe mostrarse enfadada pero no fuera de control. La idea es lanzarle un
mensaje muy claro de que ha hecho algo mal y que estamos disgustados con él. Al respecto y de
forma muy breve puede también decirle (ajustando el mensaje a la edad del niño) algo así como: "me
has decepcionado tanto que, en estos momentos no quiero estar contigo. Me siento muy triste".

4- No permita que salga antes de tiempo del lugar de aislamiento. Si lo hace adviértale de
consecuencias más negativas como que deberá estar más rato en esta situación.

5- El tiempo de aislamiento normalmente se calcula en base a un minuto por año del niño con un
máximo de 20 minutos. Sin embargo, esto debe ser valorado por los padres. No se aconsejan
tiempos más largos ya que pueden producir la conducta contraria a la que queremos eliminar.

6- Si cuando lo vamos a buscar nos vuelve a regalar con conductas inadecuadas, hay que advertirle
que si quiere salir deberá estar al menos 15 segundos sin efectuarlas. Manténgase firme en la
decisión. Si pasa la prueba es muy posible que los episodios remitan, si cede aumentarán con toda
probabilidad.

7- En el caso de que haya provocado desperfectos en el interior del habitáculo (ha desordenado o
roto alguna cosa) deberá reponerlo o corregirlo con alguna acción antes de salir.

8- Debemos tener cuidado que esta retirada física no comporte algún tipo de beneficio indirecto al
niño. Por ejemplo si el niño consigue dejar de estudiar o evitarse comer algo que no le gusta, lo que
haríamos es reforzar la conducta inadecuada.
Ésta técnica suele ser muy efectiva si se utiliza adecuadamente y con decisión. La efectividad de la
técnica, independientemente de que le estamos retirando la atención, es que estamos despertando,
contingentemente con la aparición de las conductas no deseadas, uno de los "fantasmas infantiles"
más presentes en la etapa infantil: la ansiedad de separación. Aunque el niño tenga suficiente edad
para saber que no será abandonado realmente, el hecho de hacerle revivir esta ansiedad puede
dispararle interiormente ciertas alarmas. Lo que ahora puede temer no es la separación física sino la
emotiva. De tal forma que el niño corregirá su conducta actual y futura no por las razones de los
padres sino por las suyas (temor a perder el respaldo emocional de los padres).

-Como en todas las técnicas basadas en la retirada de atención, recuerde que deben introducirse
momentos de atención hacia el niño contingentemente a la aparición de conductas deseadas. El
refuerzo verbal y físico (halagos, abrazos, manifestación de alegría, entrega de algún premio, etc.).

4- Ecomía de fichas. Coste de la respuesta


No nos ayuda nada que el niño obtenga regalos o juguetes de forma fácil pese a que presenta
comportamientos disruptivos o desobedientes. Formando parte de un tratamiento más global, la
técnica de denominada de "economía de fichas" suele funcionar muy bien para regular los refuerzos
que recibe el niño. Para obtener un premio (juguete, salida a parque temático, excursión, etc...)
deberá efectuar una serie de conductas deseadas (o dejar de hacer otras) que deben concretarse
(portarse bien, obedecer, estudiar, ordenar sus cosas, etc...).

Tras efectuar esta conducta se le dará inmediatamente un reforzador (puntos, fichas...) que el niño
ira recogiendo hasta llegar a una determinada cantidad, momento en el que se le entregará el premio
final. También se pueden pactar pequeños premios inmediatos para ciertas conductas deseadas al
tiempo que se acumulan puntos para el premio mayor (refuerzo demorado). Lo importante es
conseguir que el niño se dé cuenta que obtiene mayores beneficios y privilegios actuando de forma
correcta.

Veamos algunos puntos claves para el buen funcionamiento:


1- Dichos premios deben estar pactados de antemano, ser claros y atractivos para el niño. Busque
realmente cosas que le gusten (no sirve pretender que se gane algo que necesita, por ejemplo, unos
nuevos lápices para el colegio).

2- Asegúrese de que al principio puede ganarlos más fácilmente para motivarle. La entrega de estos
premios debe ir acompañada de un halago sincero "estoy muy contento", "lo haces muy bien...." y,
evidentemente, nunca deben ir acompañados de verbalizaciones negativas del tipo "a ver cuanto
dura..." Cuanto más pequeño sea el niño o más inquieto, más cortos deben ser los períodos en los
que se evalúa la conducta (no funcionará prometerle algo si aprueba el curso dentro de tres meses).

3- En el caso de niños hiperactivos tenga en cuenta que hay especial dificultad para posponer las
cosas. En todos estos casos, si se entrega una ficha como reforzador, ésta podrá ser intercambiada
(al menos al principio) inmediatamente por algún objeto de su deseo (pequeño juguete, golosinas,
etc...). Deberá procederse de igual modo con niños que presenten discapacidad intelectual.

4-Es importante que se cree una lista o cartel donde se puedan visualizar el estado de los puntos
obtenidos y los que le faltan para llegar al premio, cuando éste se demora según el plan establecido.
En caso de la aparición de mala conducta puede también utilizarse la retirada de alguno de los
puntos (coste de la respuesta).

5- Sea constante en la aplicación de ésta técnica y no se deje llevar por la frustración en el primer
contratiempo. Se necesita tiempo para cambiar hábitos mal adquiridos y no hay soluciones mágicas
al respecto.

6-Recuerde que cuando dé instrucciones a su hijo, debe hacerlo de forma clara y concreta, sin
contradicciones y de forma que sean comprensibles para su edad. Procure no hacerlo acompañado
de contacto físico instigador (la utilización de la instigación ha demostrado ser un gran potenciador
del incumplimiento).

-Estas técnicas suelen ser muy efectivas para el control de las conductas tanto en el ámbito familiar
como en el escolar. No se trata de que el niño aprenda a funcionar siempre a base de premios sino
de darle, al principio, motivos para iniciar un cambio en sus conductas. Lo que se espera en el futuro
es que las conductas adecuadas se mantengan no por los premios sino por lo que llamamos
"reforzadores naturales". Por ejemplo, un niño puede empezar a no efectuar determinadas conductas
disruptivas por ganarse el premio, pero este cambio de comportamiento puede hacer que funcione
mejor con sus amigos y esto convertirse a medio plazo en un reforzador más potente que el premio
inicial. Las conductas pasan a ser controladas por las consecuencias positivas que se generan en su
entorno.

Pulsar aquí para ver la Economía de Fichas aplicada en el aula

5- La intención paradójica
-Es una técnica que bien utilizada puede tener un efecto fulminante sobre la conducta que queremos
cortar. Explicado en pocas palabras se trataría de pedrirle al niño o al alumno que haga aquello que
precisamente queremos evitar. Imaginemos una situación en un aula donde un niño se niega
sistematicamente a efectuar cualquier actividad escolar. El niño cada día entra en una dinámica de
provocación hacia al maestro, sometiéndolo a una dura prueba de paciencia.
¿Qué ocurriría si un día el maestro le dice: "Hoy quiero que no hagas nada, te voy a dar permiso
para que estés todo el tiempo sin hacer ninguna actividad. No quiero ni que me escuches. Sólo
debes permanecer callado y sin hacer ruido en tu sitio".

-Unas instrucciones de este tipo pueden crear en el niño una situación de perplejidad, aunque al
principio pueda vivirlo de forma gratificante. El hecho de que se inviertan los roles, es decir, siempre
la desobediencia se producia para dejar de hacer la actividad concreta. Ahora para no hacer la
actividad debo de obedecer las instrucciones, con lo cual el niño pasa a perder su papel de
desobediente.
Para este día podemos planificar unas actividades gratificantes para el resto de los niños y en las
que no podrá participar el niño que tenemos bajo las instrucciones de "no hacer nada". Debemos
procurar que se aburra lo máximo posible e incluso si interviene en alguna atividad recordarle que él
no puede hacer nada ese día.

Con esta actuación es de esperar que el niño haga un cambio de planteamientos y que sus
conductas negativistas en el aula disminuyan.
Evidentemente la técnica tiene sus limitaciones y debe valorarse antes su idoneidad según el perfil
del niño. Suele funcionar bien en niños de entornos problemáticos pero con un perfil cognitivo
normal.

1- Resumen de la técnica
2- Fundamentos teóricos
3- Descripción
4- Su funcionamiento
5- Limitaciones y precauciones en su uso
6- Casos prácticos

1- Resumen de la técnica:

Ámbito de aplicación: Estas técnicas se suelen utilizar puntualmente en casos concretos


y especialmente cuando otros recursos más habituales no han
funcionado. Puede utilizarse para contrarestar conductas
disruptivas de desobediencia, negativismo o de tipo desafiante-
oposicionista. Principalmente cuando estas conductas suponen
además intentos para acaparar la atención de los demás sean
compañeros o maestros.

Edad: Puede utilizarse a cualquier edad con los ajustes pertinentes. En


alumnos de escuela ordinaria y de educación especial que tengan
el nivel cognitivo suficiente.

Puntos fuertes: Supone un recurso alternativo cuando otras estrategias más


convencionales no han acabado de funcionar. Introducen
elementos nuevos no esperados en las consecuencias de las
conductas disruptivas y provocan en los niños o jóvenes un
cortocircuito en el círculo habitual acción-reacción.

Limitaciones: No hay patrones fijos a seguir. Depende de la creatividad de la


persona que lo utiliza y la elección del momento y la situación.
Puede provocar, si no se utiliza adecuadamente, un efecto
reforzador de la conducta que intentamos controlar. Una vez
utilizada una estrategia determinada ésta deja de ser
sorprendente y no tendrá un efecto tan contundente como cuando
se utilizó por primera vez.

2- Fundamentos teóricos
Las estrategias que vamos a plantear en esta página suponen una adaptación de algunos de los
principios de la llamada Intención Paradójica expuesta originalmente por el Dr. Victor Frankl en
1.936 y 1.946. Desde entonces han sido aplicados en diferentes contextos y situaciones dentro de la
Modificación de Conducta.

3- Descripción

Esta técnica recibió la denominación de “paradójica” dado que los procedimientos se construyen
para sorprender. Son contrarios a las expectativas de los pacientes, a sus propias expectativas de lo
que se espera de ellos y, en definitiva, ocurre un cambio drástico en la forma de sentir y afrontar el
problema.
En general, las técnicas paradójicas en psicología, implican pedir al paciente que haga o aumente la
frecuencia precisamente de lo que se quiere evitar.
Los mejores resultados se dieron en personas en las que asociados al problema que había de
tratarse, presentaban ansiedad anticipatoria. Por ejemplo, a un niño que no podía dormir (insomnio),
se le pedió que preparara su habitación para no dormir durante toda la noche. Así el niño disponía
sus juguetes preferidos para entretenerse y eliminaba la tensión que le producía el hecho de pensar
que se acercaba la noche y no podría conciliar el sueño. El resultado es que se quedaba dormido.

Pero lo que nos interesa aquí de la técnica es su efecto sorprendente, novedoso, no esperado.
Muchas conductas disruptivas, tanto en casa como en el colegio, tienden a cronificarse. Los mismos
hechos se repiten una y otra vez en un círculo vicioso en el que los diferentes protagonistas ya
conocen el final. Existe una especie de “acomodación” a los hechos y circunstancias pese a que
sean dolorosas para todos. Estos episodios cíclicos pueden intentar romperse precisamente con
estrategias paradójicas, aprovechando su poder para cambiar las contingencias habituales y
esperadas.

4- Su funcionamiento
Luis era un niño de 10 años que presentaba numerosas conductas disruptivas. Sus padres estaban
especialmente preocupados por la actitud del niño que cada vez que se enfadaba se subía a un
armario. Dentro de un programa más estructurado en el que se incorporó la economía de fichas, se
le dijo al niño que si se subía al armario debería permanecer allí un determinado tiempo, en caso
contrario perdería puntos.

Por qué funciona:

1º- Las instrucciones resultan paradójicas (no esperadas para el niño). Se le pide que haga justo lo
que él está acostumbrado a hacer para llamar la atención y provocar el enfado de los padres. Ello
supone un cambio de contingencias en la situación.

2º- Si el niño está acostumbrado a ser desobediente, le provocamos una situación de perplejidad,
dado que ahora la desobediencia sólo se puede dar en sentido contrario, es decir para desobedecer
a sus padres debería bajar inmediatamente del armario.

3º- Por otra parte, el hecho de subirse al armario se convierte en aversivo ya que si efectúa la
conducta ya no se le obliga a bajar (no hay enfado de los padres) y además tiene que estar un
tiempo allí si no quiere perder puntos.

En resumen, el poder de la técnica se basa en su capacidad de sorprender y cambiar las


contingencias de las situaciones, en especial, aquellas que se han cronificado.

5- Limitaciones y precauciones en su uso

Como limitaciones hay que señalar que no se trata de una técnica estructurada sino de un principio
teórico basado en la intención de crear un cambio de perspectiva. Por tanto, cada intervención
depende mucho de la persona que lo aplica, su creatividad, idoneidad en el momento y el tiempo
preciso para que ejerza efectos positivos.

El uso de estas técnicas es más adecuado cuando los métodos tradicionales ya se han agotado o
nos encontramos ante una situación complicada o imprevista y tenemos que buscar un elemento
novedoso para salir de la situación lo mejor posible.

Imaginemos una clase con 25 adolescentes y un joven que se muestra muy desafiante y se niega a
abandonar el aula tras ser expulsado por el maestro. La situación es tensa y el joven puede explotar
si es obligado a salir. Por otra parte el maestro no cuenta, en ese momento de ayudas externas. El
joven sigue afirmando que no va a salir del aula bajo ningún concepto y va a permanecer en ella
pase lo que pase. La autoridad del maestro está siendo puesta en evidencia.

¿Cómo pueden ayudarnos aquí las estrategias paradójicas?

En esta situación, necesitamos urgentemente hacer un requiebro, lanzar una bola de humo y
cambiar el guión de las contingencias esperadas. El joven probablemente espera entrar de lleno en
el conflicto. Es su decisión frente a la del maestro. Sin embargo, esto va a cambiar. El maestro
decide aceptar la decisión del joven de quedarse en el aula a toda costa, pero a la vez, mantiene que
éste debe seguir separado del grupo por lo que maestro y resto de alumnos abandonan el aula y van
a dar la clase a otro recinto.
Evidentemente esta actuación depende de las posibilidades del colegio y, en todo caso, no exime al
alumno agresivo de recibir posteriormente las consecuencias correspondientes previstas por la
dirección del Centro. Lo que nos interesa es que maestro y compañeros han salvado la situación de
la mejor manera posible ante un hecho imprevisto. Pese a que se puede pensar que el alumno
desafiante puede entonces reaccionar siguiendo a los alumnos en su salida de clase, esto ocurre
raramente ya que, de entrada, el primer efecto suele ser la perplejidad por el cambio de las
contingencias habituales.

Otra de las limitaciones de las estrategias paradójicas es que a medida que las utilizamos pueden ir
perdiendo su capacidad “sorpresiva” y las situaciones se vuelven de nuevo a ser previsibles. Por
tanto, es importante la creatividad e ir introduciendo factores novedosos en función del caso.

6- Casos prácticos

Ejemplo 1
P. es un adolescente de 14 años que asiste regularmente al colegio pero no muestra ningún interés
por aprender. Pertenece a un grupo étnico y social de riesgo con carencias económicas. A ello se le
une la pérdida por enfermedad de la figura paterna. En la escuela se niega sistemáticamente a
trabajar creando un problema a los maestros en el aula. Con frecuencia desatiende sus instrucciones
no siguiendo las actividades correspondientes.

Como parte de la estrategia de intervención, se aconsejó a los maestros de P. utilizar estrategias


paradójicas en el aula. Se le dio permiso al joven para no hacer nada durante toda la jornada.
Quedaba exento de efectuar cualquier actividad, sólo debía permanecer callado y quieto en su sitio.
Al mismo tiempo se le recordaba que no debía hacer nada en el caso de intentar sumarse a
cualquier actividad por su cuenta. La idea era tenerlo muerto de aburrimiento y que fuera el niño
quien tuviera la necesidad de solicitar incorporarse al trabajo en el aula.

Ahora las contingencias habían cambiado. P. se daba cuenta que era peor (menos reforzante) no
hacer nada, que ir efectuando las actividades, a pesar de que algunas de ellas no le gustaban. No se
le imponía trabajar sino que era él mismo quien lo decidía como mal menor.

Ejemplo 2
Rafa es un niño de 7 años que tiene algunos problemas de conducta, especialmente, con su madre.
Con frecuencia al salir del colegio y cuando lo viene a buscar se niega a subir al coche y comienza
todo un repertorio desafiante. El niño se niega a ir a casa. La madre intenta convencerle con todo
tipo de promesas, mientras que el niño sigue ignorándola..........Diferentes adultos que están cerca
del niño intentando convencerle de que obedezca a la madre lo que no hace sino incrementar su
rebeldía al sentirse el centro de la atención. Definitivamente el niño no obedece a razones de nadie.

En este caso, la maestra que observó la situación, lo que hizo fue dirigirse a la madre invitándola a
que no prestara atención al niño. Acto seguido ambas se dirigieron, tranquilamente y hablando entre
ellas, al coche de la madre situado a unos 30 metros de donde estaba el niño. Subieron al mismo y
cerraron las puertas mientras seguían sin prestarle atención. El niño perplejo lo miraba desde lejos
pero no comprendía qué pasaba y por qué ya nadie le decía nada. La siguiente instrucción de la
maestra fue que pusiera en marcha el motor e hiciera la intención de arrancar. El niño no tardó en
subir al coche voluntariamente pero con cierta desorientación acerca de lo que había ocurrido dado
que el guión cotidiano se había roto.

El hecho de que su madre y la maestra le dejaran de prestar atención ante su mal comportamiento y
se subieran al coche sin obligarle a él, creó en el niño una descolocación total al ser elementos
novedosos y que no obedecían a la secuencia habitual.
Evidentemente no se trata de hacer cada día un número.
Muchos pueden pensar que al niño se le puede sorprender sólo una vez. No obstante, este tipo de
recursos, ante situaciones puntuales, creados con imaginación, y formando parte de un tratamiento
más estructurado, pueden contribuir a su éxito ya que ayudan a romper los círculos viciosos.

1- Resumen de la técnica
2- Fundamentos teóricos
3- Procedimiento básico
4- Procedimientos para aumentar la conducta
5- Procedimientos para disminuir la conducta:
A) La Extinción
B) El Castigo
Tiempo Fuera y Coste de la Respuesta

6- Variantes técnicas operantes: Sobrecorrección


7- Ventajas e inconvenientes técnicas operantes

1- Resumen de la técnica:

Ámbito de aplicación: Comprenden un conjunto de técnicas que utilizadas individual o


colectivamente pueden aplicarse en gran diversidad de
situaciones y trastornos. Se ha utilizado ampliamente en
educación, en trastornos graves de conducta (autismo, retraso,
esquizofrenia, etc.) y también en el mundo de la salud y el
deporte, entre otros.

Edad: Abarcan todos los niveles de edad y cursos escolares.


Especialmente útiles en el ámbito de la educación especial.

Puntos fuertes: Técnicas muy concretas, centradas en el aquí y ahora. Basadas


en el análisis funcional de la conducta y su modificación. Ideal
para entornos educativos donde se necesiten respuestas
inmediatas para controlar ciertas conductas.

Limitaciones: Las técnicas actuan sobre la conducta manifiesta y no tienen en


cuenta otros factores como los emocionales, genéticos o
ambientales que pueden ser también origen de las conductas
disruptivas.

2- Fundamentos teóricos
Podemos afirmar que métodos operantes han existido de una u otra forma a lo largo de toda la
historia y, probablemente, se retrotraigan a épocas prehistóricas, cuando los humanos se dieron
cuenta, por primera vez, que podían controlar la conducta por medio de la recompensa y el castigo.
No obstante, el estudio científico de la recompensa y castigo empezó con los estudios de Edward L.
Thorndike (1.898) sobre el aprendizaje animal y su conocida Ley del Efecto.
Otros autores como Watson, fundador de la escuela psicológica del conductismo (1.913), o el propio
Paulov con el Condicionamiento Clásico (1.927) contribuyeron en gran medida al conocimiento de
los principios fundamentales del aprendizaje que habían de aportar luz sobre como se instaura y
modifica la conducta en los seres humanos.
Fue, no obstante, B. F. Skinner (a partir 1.938) quien formula los fundamentos conceptuales y
empíricos de los métodos operantes a partir de los principios del Condicionamiento Operante o
Instrumental.

Los procedimientos operantes se preocupan por aumentar, disminuir o mantener la conducta en


situaciones particulares. La conducta se define como algo que hace un individuo y que puede –al
menos en principio- medirse y, por tanto, verificar tras la intervención el posible éxito de la misma.

3- Procedimiento básico

La mayoría de los programas de condicionamiento operante, en general, se componen de los


siguientes pasos:

1º- Identificar la conducta objetivo que ha de aumentar o disminuir


2º - Registrar la conducta tan objetivamente como sea posible, estableciendo una línea base con
respecto a la cual evaluar los efectos del procedimiento.
3º- Introducir un programa creado para producir el aumento o la disminución deseados en la
conducta.
4º- Modificar el programa si no ocurre el aumento o la disminución deseados en la conducta.
5º- Asegurar la generalidad del cambio de conducta; es decir, que el cambio ocurra en el lugar
escogido, que se generalice a otras conductas deseables y que continúe o se mantenga después de
la terminación del programa.

Un programa operante implica el aplicar procedimientos que la investigación y la teoría indican que
probablemente serán efectivos. La mayoría de estos programas, tanto en el ámbito clínico como en
el escolar, comprenderán una combinación de los procedimientos que se detallan a continuación, de
manera que se adapten de la forma más eficaz para tratar con el problema a que nos enfrentamos
ya sea un individuo o un grupo.

Podemos agrupar los diferentes procedimientos en dos grandes grupos:

a) Procedimientos para aumentar la conducta


b) Procedimientos para disminuir la conducta

4- Procedimientos para aumentar la conducta


El uso de Reforzadores:

Por reforzador positivo entendemos cualquier estímulo que aumente la probabilidad de una
conducta o respuesta a la que le sigue temporalmente.
Se trata, pues, de aumentar conductas positivas o deseadas (estudiar, obedecer al maestro, no
hablar en clase...).
No está especificado el tiempo que tiene que tardar el reforzador en seguir a la respuesta con el fin
de aumentar su probabilidad de ocurrencia; sin embargo, normalmente se supone que la efectividad
de un reforzador decae rápidamente conforme aumenta el tiempo que transcurre entre la respuesta y
el reforzador. Esto es especialmente cierto a medida que los niños son más pequeños o presentan
déficits cognitivos más severos (retraso mental, autismo, etc...).

Un reforzador puede ser verbal en forma de halago (“lo has hecho muy bien”; “estoy muy contento de
tu comportamiento”...) o puede concretarse con la entrega de algún objeto del agrado del niño
(golosinas, pequeños juguetes, cromos, etc.). Muchas veces no es suficiente sólo con las palabras
pero éstas siempre deben acompañar la entrega de un reforzador.

En clase, la entrega de reforzadores debe estructurarse ya que se suelen introducir para controlar a
los niños más problemáticos pero es todo el grupo el que debe tener acceso a ellos.
Una forma de hacerlo es mediante la Economía de Fichas.

Hay otros tipos de reforzadores que también podemos utilizar en la escuela (dependiendo del perfil
de los alumnos) como son el negociar un aumento extra de la nota, disponer de más tiempo en
ciertas actividades de su interés, etc.
El “parte positivo” puede ser también un buen reforzador. Se trata de una comunicación escrita del
maestro y/o educador dirigida normalmente a la dirección de la escuela y en la que se explican
conductas positivas llevadas a cabo por un niño o grupo. Estas comunicacciones pueden también, a
criterio de cada colegio, comportar algún tipo de beneficio extra para los alumnos que los obtengan.

De todas formas, debemos tener muy claro que un reforzador lo es en función de que motiva
a la persona o grupo que lo recibe a modificar su conducta en el sentido deseado.

Existe también el denominado reforzador negativo. Se trata de cualquier estímulo cuya eliminación
después de una respuesta aumenta la probabilidad de esa respuesta. Normalmente se trata de un
estímulo aversivo o no deseado que no se presenta si se produce la respuesta adecuada. Por
ejemplo, si un niño ha provocado una pelea puede escapar de un castigo más severo si muestra
arrepentimiento y pide perdón.
Podemos también pedir a un niño que ha insultado en clase a su maestro que le pida perdón delante
de todos para evitar un expediente sancionador.

En general, siempre es más aconsejable la utilización del reforzador positivo que el negativo ya que
este último implica la inclusión de elementos aversivos, sin embargo, muchas veces es necesaria su
utilización para el control de conductas disruptivas en el aula.

No siempre los reforzadores positivos o negativos están controlados por la voluntad de las figuras
educativas o parentales. Hay situaciones en la que se pueden presentar reforzadores positivos no
controlados y que pueden mantener las conductas desadaptadas. Es el caso de ciertos niños que
con sus conductas logran ser el centro de atención de los demás. El sentirse protagonista, aunque
sea de forma no adecuada, puede tener cierta capacidad de reforzamiento para ese niño que no
puede lograrlo por otros medios. Una forma de actuar en estos casos es mediante la técnica de
la Retirada de Atención que se expone más adelante.
5- Procedimientos para disminuir la conducta

A) La Extinción

La extinción es probablemente el método operante más utilizado para disminuir la conducta.


El procedimiento pasa, en primer lugar, por averiguar qué es lo que está reforzando a la conducta
objetivo y luego eliminar ese reforzador.
Muchos pueden ser los motivos (reforzadores) que pueden incitar y mantener las conductas
disruptivas. Así el niño puede obtener algunos privilegios como no hacer alguna tarea, ser el
protagonista del grupo en ese momento (aunque sea de forma desadaptada), reafirmar su liderazgo,
etc.
En ocasiones, la conducta no deseable puede ser muy persistente aunque el reforzador que la
mantiene puede ocurrir de forma tan infrecuente que es difícil de descubrirlo.
Sea como fuere si identificamos qué es lo que realmente mantiene la conducta podremos controlarla
mejor.

Las técnicas basadas en la extinción además de disminuir la conducta suele tener varios efectos
importantes que debemos conocer:

1-La conducta que está sometida a extinción puede aumentar en intensidad, frecuencia y duración
(las rabietas pueden hacerse más violentas, frecuentes y duraderas) al inicio.
2-La extinción puede provocar conducta emocional (llorar, conducta destructiva, etc.)
3-La conducta objetivo, una vez extinguida y que ya no es reforzada puede, ocasionalmente, volver a
ocurrir.

Veamos una aplicación práctica de la extinción:

La Retirada de Atención
Esta técnica supone una aplicación del principio de extinción, en especial para aquellas conductas
que se manifiestan con desobediencia, desafío o también (en niños más pequeños) con rabietas,
pataletas, lloros, etc. pero sin llegar a ser manifestaciones excesivamente agresivas.

Por ejemplo, un niño pequeño que está acostumbrado a ser el protagonista (todos los adultos le
prestan atención) cuando efectúa una rabieta, es muy probable que si se le deja de prestar atención
(salvo caso de fuerza mayor) y su escenificación pasa por no tener espectadores, dicha conducta
tienda a reducirse o a desaparecer.

Muchos niños en clase pueden desarrollar recursos desadaptados para llamar la atención del
maestro/a. En caso de conseguirla éste quedará muy reforzado.
Es posible que se trate de niños con carencias afectivas y que demanden mayor atención sin saber
manifestarlo de otra forma. La mejor solución es obviar las conductas no deseadas (dentro de lo
posible) con la retirada de atención para ir dándosela a medida que la conducta vaya mejorando.

La idea no es transmitirle: "Como te portas mal no me interesas”, sino: "Si haces las cosas
correctamente puedo estar más contigo.".

Este tipo de actuaciones puede tardar un tiempo en surtir efecto y suelen cursar, en un primer
momento, con el aumento de la conducta que queremos controlar. No obstante, ello significa que
vamos por el buen camino siempre y cuando seamos capaces de prestar atención debida a las
conductas deseadas.

Hay situaciones en las que la retirada de atención, tal como se ha planteado, no puede ser aplicable
dado que van acompañadas de conductas más subidas de tono como lanzamientos de objetos o
deambulación por el aula. En ese caso deberán complementarse con otras medidas como el tiempo
fuera, el castigo y, evidentemente, las medidas disciplinarias y/o correctoras establecidas en el
centro educativo.
De todas formas, en general, el mantener la compostura durante un incidente, sin prestar atención a
las conductas disruptivas (salvo necesidad de contención o riesgo para terceros), emplear un tono de
voz calmado pero firme, sin estridencias, es una buen método para ayudar a su extinción (el niño no
encuentra respuesta emocional en el adulto en base a su conducta).

B) El Castigo

Probablemente el castigo es uno de los métodos tradicionales que antes asoman en la mente de
personas que tienen ante sí la necesidad de reducir o eliminar conductas en niños. Se trata de un
método controvertido que tiene defensores y detractores pero que, sin duda, debería estar en la cola
de las diferentes posibilidades de respuesta ante conductas disruptivas. A pesar de ello, parece
haber algunas situaciones en las que tiene que recurrirse al castigo, ya que otros procedimientos no
funcionarán con la suficiente rapidez. Es el caso de conductas que cursan con violencia, agresividad
verbal o física hacia otros compañeros o maestros. En estos casos necesitamos de procedimientos
inmediatos y contundentes.

En general, hay dos clases de castigo:

1º/ La presentación de un estímulo aversivo contingente a la mala conducta.


Justo después de producirse la conducta disruptiva se introduce el estímulo aversivo. Éste puede
tomar diferentes formas y adaptarse a diferentes colectivos. Por ejemplo, en niños autistas que
presentaban graves episodios auto-lesivos se ha llegado a utilizar una pequeña descarga eléctrica
inocua pero dolorosa como estímulo aversivo contingente a la conducta auto-lesiva para erradicarla.
En situaciones más habituales cualquier reprimenda verbal o los azotes que antiguamente
abundaban pueden también considerarse elementos que el niño vive de forma desagradable y que si
se aplican después de la conducta en cuestión tienden a reducir su frecuencia.
Evidentemente no podemos aconsejar el uso del castigo físico, si bien, debemos estar
especialmente atentos, cuando vayamos a responder con el castigo a una conducta no deseada, de
encontrar aquello que para el niño es realmente desagradable.

No resulta cómodo para el niño tener que ir al despacho del director o recibir lo que se denomina
“parte negativo”, es decir, una comunicación por escrito a sus padres de su mal comportamiento en
la escuela y la posibilidad de apertura de un expediente disciplinario. Ello puede comportarle otras
consecuencias no deseadas.

Cada niño tiene sus debilidades al respecto y el castigo será más efectivo cuanto más doloroso sea
para el niño las perdidas que le produzca.
2º/ La retirada de un reforzador positivo contingente a la mala conducta.
Consiste en que el niño pierde un reforzador positivo tras la emisión de la conducta disruptiva.
Existen dos formas generales para la supresión del reforzador positivo:

1º- Tiempo Fuera


2º- Coste de la Respuesta

Tiempo fuera y Coste de la respuesta


Tiempo Fuera:
Esta técnica supone una retirada física del niño a un lugar que esté exento de cualquier tipo de
reforzador.
Cuando un maestro expulsa del aula a un alumno o lo ubica en un lugar de la clase separado de sus
compañeros está utilizando esta técnica. En los casos de niños con trastornos más severos en
centros de internamiento puede producirse su aislamiento temporal en habitaciones habilitadas al
respecto.
Lo que se intenta con este modo de proceder es retirar al niño a un espacio poco interesante y
alejado de otras actividades. Lo ideal sería que fuera un lugar en el que el niño no tuviera ningún otro
tipo de posibilidad que no fuera aburrirse soberanamente. Se trata de aislarlo de posibles refuerzos
positivos (hablar con sus compañeros, dejar de hacer alguna actividad interesante, etc...).

Hay algunas discrepancias entre diferentes especialistas de la conducta acerca de cual debe ser el
tiempo máximo del aislamiento del niño. Es evidente que ello dependerá, entre otros, de la gravedad
y tipo de conducta castigada, la edad del niño y posible trastorno que padezca. No es lo mismo
corregir mediante estas técnicas las rabietas de un niño autista que las de un niño sin trastorno pero
desobediente.
En general, para niños del espectro autista o niños pequeños (hasta 5/6 años de edad) los tiempos
de aislamiento son menores y se situarían alrededor de 5 o 6 minutos máximo y en los que se fija el
criterio de que, al menos, durante los últimos 30-60 segundos deberá permanecer tranquilo (en caso
de que se castigue una rabieta).

En niños de escuela ordinaria, sin trastornos clínicos, el tiempo fuera o expulsión puede alargarse a
criterio del maestro según circunstancias y teniendo en cuenta que:

1º- Hay que asegurarse que el niño no reciba ninguna atención o refuerzo durante el tiempo fuera
(hablar con otros compañeros, observar alguna actividad que pudiera entretenerle, tener a mano
algún objeto de distracción: teléfono móvil, etc...). Debemos asegurarnos de que el niño “se aburre”
durante ese tiempo.
2º- Para algunos niños, el estar fuera de clase puede ser altamente motivante si con ello pueden
eludir ciertas materias o actividades que no son de su agrado. Si este es el caso hay que buscar
otros recursos.
3º- Cualquier separación del alumno de la clase y de sus compañeros supone la perdida temporal de
posibilidades de aprendizaje y, por tanto, debe valorarse la frecuencia de su uso y el tiempo de
aislamiento. Tiempos excesivamente largos suelen ser contraproducentes. Por lo general, no se
recomienda más de 15/20 minutos para niños en escuela ordinaria.

Coste de la Respuesta:
Cuando se producen conductas disruptivas en clase, éstas deben generar consecuencias para el
autor o autores de los hechos. Podemos discutir acerca del tipo de actuaciones más idóneas pero
nunca pasar los hechos por alto si no queremos perpetuarlos.
Una forma de introducir consecuencias negativas ante una conducta no deseada es el llamado Coste
de la Respuesta. El principio es simple: Contingentemente a la aparición de la conducta se aplica
una consecuencia inmediata (la conducta va a tener un coste para el niño).
A diferencia del castigo, aquí no introducimos un estímulo aversivo sino que retiramos total o
parcialmente un reforzador. La consecuencia para el niño que efectúa la conducta es la pérdida de
algo positivo y que ahora ya no está disponible.

Por ejemplo para un niño puede resultar muy desagradable quedarse sin patio durante unos días, no
poder jugar a fútbol con su equipo del colegio o perderse la clase de informática para repasar
matemáticas

Una conocida técnica con la que también puede aplicarse el coste de la respuesta es la Economía
de Fichas, donde al niño se le retiran algunos puntos o fichas que son intercambiables por
reforzadores naturales (golosinas, juguetes, etc...).

Pautas generales y consideraciones para la aplicación del castigo:


1º- En general es preferible el castigo que supone la pérdida de un reforzador positivo que el castigo
que introduce estímulos aversivos. Este último debería limitarse a los casos más graves y
persistentes.

2º- El castigo sólo se puede utilizar para suprimir la conducta, es decir, para indicarle aquello que no
tiene que hacer, pero no introduce explícitamente una enseñanza acerca de lo que sí se tiene que
hacer. Por tanto, es importante que el castigo se utilice conjuntamente con el refuerzo positivo para
indicar al niño el camino correcto.

3º- Otro de los problemas que presenta el castigo es que convierta en aversiva no tan sólo la
conducta castigada sino la situación. Es decir, un niño castigado reiteradamente por una
determinada conducta puede finalmente desarrollar una aversión hacia la propia escuela, aula o
actividad.

4º- Todo castigo implica consecuencias emocionales para quien lo sufre. En algunos niños
especialmente sensibles o con antecedentes de malos tratos o carencias afectivas pueden generar
una exaltación de las conductas a combatir.

6- Variantes técnicas operantes: Sobrecorrección

Este procedimiento fue desarrollado inicialmente por Foxx y Azrin en 1.973. Su objetivo era encontrar
una alternativa al castigo físico para reducir conductas agresivas, perjudiciales e inapropiadas en las
personas con problemas de desarrollo. Una de las virtudes que se le atribuyen es que minimiza las
propiedades negativas que conlleva el castigo.

La técnica es simple en su aplicación. Se trata de que el niño, tras efectuar la conducta disruptiva, no
tan sólo tenga que reponer los elementos dañados o rotos sino efectuar un trabajo complementario.
El niño deberá corregir más componentes de los que fueron perturbados por la conducta
inapropiada.

Por ejemplo, un niño que deliberadamente ha lanzado un objeto en clase puede quedarse en clase a
la hora del patio, recoger el objeto u objetos lanzados y además barrer toda la clase.
Otro alumno que ha lanzado comida (pan, agua u otros) en el comedor puede quedarse después de
comer a limpiar no tan sólo lo que haya podido ensuciar sino todas las mesas del comedor.

Se trata pues de presentar contingentemente a una conducta disruptiva una consecuencia


desagradable para el niño con un coste superior al inicialmente producido. Con ello el niño debería
adquirir la noción de que este tipo de conductas puede acarrearle un alto coste.

En ocasiones, se introduce en la sobrecorrección un segundo componente denominado Práctica


Positiva. Se trata de efectuar muchas repeticiones de una conducta alternativa deseable que
compita con la conducta inapropiada

Por ejemplo, el niño que se dedica a efectuar pintadas en la fachada de la escuela podría someterse
a un determinado plan de dibujo sobre papel.
Al que rompa libros se le puede asignar la lectura obligada de algunos de ellos.
El niño que suele insultar se le puede concretar un plan para que pida perdón a todas las personas
presentes.

Pautas generales y consideraciones para la aplicación de la Sobrecorrección

 Debe relacionarse la conducta reparadora con la conducta incorrecta. Si un alumno ha estado


rompiendo libros se le enseñará a pegarlos y arreglarlos. Si ha lanzado objetos al suelo tendrá que
recoger todos los objetos del suelo, etc...

 La corrección de la conducta debe llevarse a cabo lo más rápido posible después del episodio
disruptivo.

 La aplicación de la sobrecorrección debe llevar asociado la retirada total de cualquier tipo de


reforzador (no hay que dar explicaciones, no debe de recibir atención o ayuda de sus compañeros,
no puede efectuar otras conductas: comer, hablar, etc...).

 La sobrecorrección no debe plantearse como un juego y es sólo el niño que ha presentado el


episodio quien debe sufrir las consecuencias de la reparación del entorno.

 Un problema con el que podemos encontrarnos es la negación por parte del niño de efectuar la
sobrecorrección. En este caso deberá valorarse la estrategia a seguir según el caso.

 La sobrecorrección puede necesitar un tiempo extenso (hasta 20 minutos o más). Cuanto más
tiempo dure mejor pueden ser sus efectos. Sin embargo, las limitaciones de recursos humanos y de
tiempo pueden hacerla inviable en muchas ocasiones como técnica en un aula ordinaria.

7- Ventajas e inconvenientes técnicas operantes


Ventajas:
1- Sin duda, las más importantes son la posibilidad de aplicarlas inmediatamente para dar respuesta
a conductas indeseadas o disruptivas. Son técnicas basadas en el aquí y ahora sin entrar en
especulaciones acerca de los posibles orígenes de las mismas. Ello las hace especialmente
interesantes para ser utilizadas en entornos institucionalizados (escuelas, centros de educación o
asistenciales, talleres ocupacionales, etc...)
El centro de atención se dirige hacia la conducta como elemento objetivo de cuantificación y
susceptible de modificación.

2- Cuentan además con un amplio soporte experimental avalado por multitud de estudios en terreno
de la Psicología del Aprendizaje y, en especial, de los derivados del Condicionamiento Operante
(Paulov) y el Instrumental u Operante (Skinner).

3- Se pueden aplicar individualmente o en grupo. Es decir, podemos trabajar sobre toda una clase o
sobre un niño.

4- Son especialmente utilizados en el terreno del Retraso Mental, Autismo, T.G.D, Síndromes
Genéticosy la Esquizofrenia, entre otros, para la instauración de hábitos y minimización conductas
indeseadas. Aunque los métodos operantes no pueden modificar estos factores biológicos, sí que
pueden mejorar sus efectos debido a la interacción que existe entre la biología y el ambiente con
respecto a la conducta.

Inconvenientes:
1-La crítica más frecuente hace referencia a que los modelos operantes ignoran o no conceden
suficiente importancia a los aspectos subjetivos de los humanos en general, y a la propia identidad
personal de cada individuo, en particular, limitándose a estudiar la conducta externa.

2-Otra crítica hace referencia a que el modelo operante y/o conductual sólo es aplicable o válido para
solucionar problemas relativamente simples y restringidos a ciertas manifestaciones de la conducta.

3-Finalmente, señalar la crítica centrada en la aplicabilidad de muchos de los principios del modelo
conductual, derivados de investigaciones en laboratorio con animales a la explicación y modificación
de conducta humana. A este respecto, hoy en día, no existe ninguna duda, que la modificación de
conducta ha dotado a la Psicología Clínica de valiosos instrumentos de intervención aplicada que
son realmente útiles en diferentes ámbitos si no los únicos que nos pueden ser realmente útiles en el
día a día de muchos trastornos.

1- Introducción
2- ¿Cómo funciona?
3- Su utilización en población infantil y juvenil
4- Ejemplos prácticos
5- Conclusiones y limitaciones de la técnica

1- Introducción

La intención paradójica es uno de los métodos más rápidos, más poderosos y menos comprendidos
para cambiar la conducta. Mediante una serie de instrucciones que llamamos “paradójicas” se han
conseguido éxitos significativos en trastornos concretos como pueden ser la dificultad para dormir, el
morderse las uñas y el tartamudeo (disfemia) entre otros.
Los principios teóricos se basan originalmente en las técnicas de la Terapia Breve del psiquiatra
Milton H. Erickson y la logoterapia de Victor Frankl.

La denominación de “paradójica” no es gratuita sino que delata la auténtica naturaleza del sistema.
Se trata de pedirle al paciente que haga precisamente lo que es objeto de malestar psicológico. Si
una persona no puede dormir le pediremos que deje de hacerlo durante un tiempo o unas horas
determinadas. Si un niño se muerde las uñas le exigiremos que lo haga durante más tiempo o
durante intervalos más largos. Si un joven tartamudea y eso le crea gran ansiedad, le obligaremos a
que tartamudee con mayor frecuencia y durante más tiempo de forma voluntaria.

Son procedimientos construidos para sorprender. Son contrarios a las expectativas de los pacientes
sobre su visión de la naturaleza de la función de la terapia.

La técnica parece de entrada irresponsable y contraria al sentido común. No se entiende como


potenciando lo que se intenta erradicar se va a solucionar el problema. Esta es la gran paradoja de la
técnica que a continuación exponemos.

2- ¿Cómo funciona?
La eficacia de la Intención Paradójica se basa en el principio fundamental de que los pacientes
intenten llevar a cabo la conducta que están evitando. De esta manera, el proceso circular, que se
mantiene a sí mismo, se rompe, puesto que el intentar realizar la conducta no deseada es
incompatible con la ansiedad anticipatoria y, por tanto, la neutraliza.

Imaginemos una persona que sufre insomnio. Se acuesta puntualmente pero no logra conciliar el
sueño hasta una determinada hora de la madrugada. Ello le comporta problemas para despertarse
por la mañana. Además, cada día, al acercarse la hora de ir a dormir, manifiesta mucha ansiedad ya
que anticipa su fracaso en el intento de dormir. Pues bien, la técnica consiste precisamente en
pedirle, como parte del tratamiento, que no trate de dormirse hasta más tarde de lo que lo hace (las
horas deben concretarse según las circunstancias). ¿Qué conseguimos con ello? De entrada
situamos el origen del problema en una causa externa al paciente (ahora ya no duerme debido a que
no logra conciliar el sueño, sino porque así se le ha exigido). El primer efecto es disipar la ansiedad
de anticipación con lo cual es muy probable que el resultado sea la aparición del sueño antes de lo
esperado.

En el caso de las disfemias (tartamudeos) al permitir e incitar a que el niño tartamudee


voluntariamente, durante un tiempo controlado, puede tener también unas consecuencias reductoras
de la ansiedad y producirse una mejora.

Otro ámbito de aplicación puede ser en el de la cama mojada (enuresis). ¿Qué sucedería si le
diéramos permiso o le pidiéramos a un niño que se hiciera pipi cada día durante un tiempo?
Probablemente si ese problema va asociado a unos altos niveles de ansiedad por parte del niño, el
sentirse liberado del mismo podría significar una mejora.

No estamos afirmando que esta sea una técnica milagrosa sino que tiene una gran capacidad
terapéutica si se sabe utilizar con creatividad y en combinación con otras técnicas mas usuales.
Evidentemente tiene sus límites. El principal es que su mayor eficacia está condicionada a que junto
con el problema que queremos tratar se de un cierto nivel de ansiedad en la persona o niño. Como
se ha expuesto la técnica incide directamente sobre las propias cogniciones al invertir los roles.

Otra limitación importante es que debe utilizarse con preferencia en aquellos casos en que las
técnicas convencionales han resultado inútiles. Por ejemplo, en un caso de insomnio, donde se ha
podido utilizar un entrenamiento en relajación con mal resultado, podría ser un buen candidato a la
intención paradójica. Ahora no hablaríamos de intentar dormirse relajándose progresivamente sino
preparar la habitación con la intención de mantenerse el máximo tiempo despierto posible. En
concreto, los máximos beneficios se lograrán en aquel tipo de paciente que experimente “esfuerzos
para dormir” y que padecen una ansiedad considerable sobre las consecuencias negativas de la
perdida de sueño.

En general, pues, podemos afirmar que la técnica funcionará mejor con personas con
preponderancia de síntomas cognitivos que no con aquellos en los que predominen los
conductuales.

3- Su utilización en población infantil y juvenil

No está muy documentada su utilización en niños por lo que debemos ser muy prudentes al
respecto.

Se han apuntado ya intervenciones concretas en el caso de las disfemias, enuresis, morderse las
uñas, etc. En el caso de niños mayores hay alguna referencia a tratamientos de fobias específicas en
donde los principios de intervención coinciden o se complementan con las denominadas técnicas de
inundación.

Sabemos de las peculiaridades y limitaciones de la intervención psicológica con población infantil y


juvenil. Las técnicas paradójicas, dentro de este contexto, pueden aportarnos en casos y momentos
concretos soluciones ingeniosas para problemas puntuales. No se trata tanto de una aplicación
estándar de la técnica sino de aprovechar sus principios como una herramienta más dentro del cajón
de sastre que constituyen todas las técnicas de intervención, en especial, cuando las habituales
resultan ineficaces.

Con frecuencia nos encontramos con conductas disruptivas de menores que obedecen a la
necesidad de comunicar algo o efectuar una demanda. A veces es la costumbre que ha impuesto un
repetido quehacer diario que aunque desadaptado y no deseado se mantiene en un circulo vicioso
difícil de romper. En otras ocasiones la situación o el contexto no nos permite actuar de la forma
convencional y necesitamos de la creatividad. Es en todos estos casos cuando la intervención
paradójica adaptada puede aportarnos alguna salida.

A continuación se exponen algunos casos en los que se podría valorar la inclusión de estas técnicas.
Sin embargo, se insiste en la necesidad de entenderlas como un instrumento complementario y
dentro de un marco terapéutico más amplio (vamos a tratar básicamente síntomas). Por lo tanto, en
población infantil, lo entenderemos como intervenciones puntuales cuando las necesidades de la
situación lo requieran y técnicas más convencionales no acaban de funcionar.

Además deberá valorarse la edad del niño, su nivel cognitivo y las posibles consecuencias negativas
de su aplicación a la que más adelante nos referiremos.

4- Ejemplos prácticos
Veamos algunos ejemplos prácticos susceptibles de la aplicación de la técnica :

Ejemplo 1:
Supongamos que J. es un niño de 9 años con buen nivel intelectual pero con muchas limitaciones en
su funcionamiento social debido a que presenta obsesiones recurrentes acerca de lo bien o mal que
realiza sus actividades. De forma repetitiva necesita de la aprobación constante del adulto y si no la
obtiene o considera que ésta no ha sido suficientemente clara le crea un gran desasosiego y
ansiedad. Aquí la intervención iría encaminada a pedirle al niño que ejecute mal deliberadamente
alguna actividad, a que deje de ser por un momento perfeccionista. En definitiva, a que se enfrentara
con sus temores de una forma controlada y que aprendiera que no se producen las temidas
consecuencias catastróficas.

Ejemplo 2:
P. es una niña con 7 años de edad. Su nivel intelectual es normal pero ha aceptado muy mal la
separación de sus padres. Su rendimiento escolar ha bajado mucho hasta el punto que su profesora
está muy preocupada. Han aparecido ciertos comportamientos disruptivos y autolesivos que antes
no estaban presentes en el repertorio de la niña. Actualmente sigue un tratamiento cognitivo-
conductual, pero una de las conductas que más preocupa a sus padres, es la de morderse los dedos
o uñas de la mano hasta el punto de provocarse erosiones. Es evidente que la intervención
psicológica se está produciendo a diferentes niveles, sin embargo, en la conducta concreta de
morderse las uñas (si no hay avances) podemos intentar una solución drástica con la intención
paradójica.

En una situación controlada, vamos a pedirle que no deje de morderse los dedos (siempre vigilando
la intensidad de la misma y en el caso de que no haya contraindicación médica o lesiones en la zona
afectada) durante períodos cada vez más largos. Se le recriminará si deja de hacerlo antes del
tiempo previsto. El acto deja de convertirse en voluntario, pierde su capacidad de llamar la atención y
se vuelve desagradable. Es posible que su frecuencia disminuya después del tratamiento si se han
seguido los tiempos y las formas adecuadas.

Ejemplo 3:
F. Es un niño de 8 años. Presenta enuresis primaria y no parece haber factores orgánicos o
ambientales que justifiquen el mantenimiento del problema. El niño es muy responsable y lo vive con
mucha angustia. Teme especialmente que sus compañeros se enteren y se rían de él. Además las
colonias están cerca y su nivel de ansiedad ha aumentado anticipando las posibles consecuencias.
El tratamiento habitual no está resultando eficaz y dado el alto componente de ansiedad asociado
parece un buen candidato a la intención paradójica. Como parte del tratamiento vamos a darle
permiso para que se haga pipi en la cama durante un tiempo (los padres deberán tomar las
precauciones pertinentes). Es más, vamos a insistirle que creemos que para poder ayudarle seria
importante que se le escapara alguna noche. De lo que se trata no es de que voluntariamente lo
haga en la cama (en caso que se despertara con la necesidad de ir al servicio así debería hacerlo)
sino que si se le escapa no tan sólo no pasa nada sino que es un señal que estamos avanzando en
la solución.

En la base de esta paradoja está la intención de descargar emocionalmente al niño de la culpabilidad


de hacerse pipi en la cama. La ansiedad anticipatoria en esos días no tiene razón de existir. En estas
circunstancias es muy posible que el niño disminuya los episodios de cama mojada y que afronte con
mayor éxito posteriormente el tratamiento convencional.

5- Conclusiones y limitaciones de la técnica


 1- La técnica está orientada principalmente a atenuar síntomas. Debe, pues, utilizarse básicamente
como una herramienta complementaria dentro del marco general del tratamiento.

 2- Es especialmente útil cuando hay un componente de ansiedad anticipatoria asociado ya que la


ataca directamente. En niños debe utilizarse con prudencia ya que mal empleada podría comportar
un aumento de las conductas no deseadas al fomentar directamente la que queremos eliminar.

 3- Debe valorarse a fondo las peculiaridades de cada niño antes de utilizarlas.

 4- Su uso está más justificado cuando las técnicas convencionales no acaban de funcionar.

 5- No tenemos actualmente estudios rigurosos que nos orienten en cuanto a su eficacia, ámbito de
aplicación y otros aspectos sobre las diferentes variantes de su uso en niños.

 6- A pesar de estas limitaciones, creo que la intención paradójica resulta especialmente interesante,
dado que el niño lo vive de forma novedosa, contrario a sus expectativas, pero a la vez puede
motivarle mucho hacia la solución de problema.

 7- Estas técnicas sólo pueden ser utilizadas bajo la supervisión de profesionales


especializados.

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