You are on page 1of 3

PLANTEAMIENTO

Como artista he adoptado las caminatas como una práctica para ampliar mis
relaciones con diferentes espacios y acercarme a comprensiones sobre los
diferentes lugares que produce el ser humano. Al acerarme a la geografía como
disciplina, me propuse contextualizar dos acciones estéticas de recorridos
fotográficos por dos ciudades, atendiendo no solo a mi experiencia espacial sino
a su relación con el paisaje que vivo en ese tiempo y las condiciones sociales
que dialogan con mi manera de ver. El resultado de este ejercicio es un
storymap a modo de ensayo fotográfico y geográfico. Manera de ver:
IMPLICADA. Caminata 20H y Ruta 10H. http://arcg.is/1Xrvnm

Caminar es una práctica corporeizada (embodied) que experimentamos de


manera muy amplia y se encuentra informada por sus dimensiones objetivas
(biológicas, físicas, estructurales) y socioculturales. Así que en el análisis
espacial de las caminatas, se tiene en cuenta al caminante como un sujeto, al
caminar como un evento y a la caminata/marcha como una experiencia de la
corporalidad (Cresswell, 2010; Lorimer, 2016). La experiencia es un término que
cubre diferentes modos en los que una persona conoce y construye la realidad
(Tuan, 1977, p.8). Esta construcción de la realidad a través de diferentes
experiencias tiene en cuenta la percepción de todos los sentidos; la forma en la
que vivimos y objetivamos nuestro cuerpo, las dimensiones sociales que
informan nuestra práctica, así como lo que pretendemos simbolizar con ella
(Tuan, 1977; Csordas, 1990). La experiencia es necesaria para aprender a vivir
y habitar un lugar. El habitante de calle en Bogotá requiere de tiempo y práctica
para saber cómo habita el espacio y especialmente cómo se mueve
permanentemente entre calles y lugares, negociando su presencia, permanencia
y apropiación de espacios.

Estoy entendiendo el espacio abandonando la creencia de uno preexistente,


siendo más bien una construcción continua y en proceso, como resultado de la
agencia de todo lo presente en una materialidad (Thrift, 2003, p.86). La teoría del
espacio de Lefebvre procede desde una concepción relacional del espacio y
tiempo, identificando tres momentos: práctica espacial, representaciones de
espacio y espacios de representación. La práctica espacial corresponde a la
dimensión material de la actividad social y se enfoca en la simultaneidad de
actividades; las representaciones de espacio indican una manera de definirlo,
concebirlo; los espacios de representación corresponden a la dimensión
simbólica del espacio, se refiere a la producción de significado. La mirada
relacional demuestra cómo la percepción no tiene lugar solo en la mente, sino
que sucede desde y en una materialidad concreta y producida (Schmid, 2008, p.
33-41). De modo que la producción de lugares corresponde a la apropiación del
espacio, a dotarlo de significado, sin olvidar que sucede en un contexto de poder
y negociación.

La movilidad es un aspecto fundamental en el análisis espacial por su


importancia en la experiencia de estar en el mundo. Nos movemos no
únicamente con un propósito funcional de llegar de un punto a otro; lo que pasa
en el evento del movimiento es profundamente vital y se refiere a prácticas entre
tres aspectos: la acción física de moverse, la representación del movimiento con
un significado común y la experiencia corporeizada de la acción (Cresswell,
2010, p.19). Las diferentes formas de movilidad y sus aspectos acontecen en
una materialidad histórica, se encuentran implicadas en la producción del poder
y en las relaciones de dominación. La movilidad es un recurso con un acceso
diverso y Cresswell (2010) indica seis aspectos importantes a tener en cuenta en
sus análisis: punto de partida, velocidad, ritmo, rutinas, experiencia y fricción.
Cada aspecto es importante en la creación de un mundo moderno móvil y
demuestra cómo hay una estética de la movilidad mezclada con una política de
la movilidad, despliega cómo en tiempos y espacios particulares se han ido
constituyendo unas jerarquías del movimiento. (Cresswell, 2010;Cresswell,
2011)

El habitante de calle es un sujeto móvil controversial, la movilidad es central en


su experiencia del mundo y en su representación como población vulnerable
(Cresswell, 2011). Los vagabundos han estado caminando el espacio desde el
medioevo y su lugar en el desarrollo de la movilidad, la vigilancia y una política
del espacio público en el mundo moderno, responden a la controversia de su
experiencia y uso del espacio, a la vaguedad de su práctica y a los complejos y
múltiples significados presentes en su práctica espacial. La marginalidad social
que experimenta lo ha hecho central en el desarrollo de un ordenamiento
espacial de las ciudades y en el establecimiento de mecanismos de vigilancia y
control a los sujetos movimiento. En el Decreto 560 de 2015 por medio del cual
se adopta la Política Pública Distrital para el Fenómeno de Habitabilidad en
Calle, se tienen en cuenta los componentes de Movilización ciudadana y
Desarrollo urbano incluyente. A pesar de ser un acuerdo que atiende al bienestar
y al restablecimiento del ejercicio de la ciudadanía en los habitantes de calle, la
consideración de su cualidad móvil y la implicación en su identidad no son
evidentes. El espacio público es siempre una negociación, es lugar de continuas
transacciones entre la naturaleza de lo público y la democracia, es en si mismo
un producto de esas negociaciones (Mitchell, 1997, p.25).

Me interesa entonces acercarme a la movilidad de los habitantes de calle en


Bogotá, a través del análisis espacial de las prácticas de movimiento de un
grupo de ellos entre las localidades Mártires y Teusaquillo, atendiendo a cómo
su condición móvil transforma la experiencia espacial y producción de lugares.
Propongo el análisis con una perspectiva fenomenológica a su corporalidad para
dar cuenta de cómo su cuerpo está informado e informa espacialmente de
manera continua. Me gustaría trabajar con el apoyo del profesor Luis Sánchez,
quien trabaja en movilidades y geografías del poder, al encontrar afinidad de la
investigación con su área y conocer sobre este planteamiento.

Santiago González Hernández

Bibliografía

. Cresswell, T., & Merriman, P. (Eds.). (2011). Geographies of mobilities:


Practices, spaces, subjects. Ashgate Publishing, Ltd..
Cresswell, T. (2004). Defining Place. En Cresswell, T. . Place: A Short
Introduction. USA: Blackwell, 1-14.
Cresswell, T. (2010). Towards a politics of mobility. Environment and planning D:
society and space, 28(1), 17-31.

Cresswell, T. (2011). The vagrant/vagabond: The curious career of a mobile


subject. Geographies of mobilities: Practices, spaces, subjects, 239-254.

Lorimer, H. (2016). Walking: new forms and spaces for studies of pedestrianism.
In Geographies of mobilities: Practices, spaces, subjects (pp. 31-46). Routledge.

Middleton, J. (2010). Sense and the city: exploring the
embodied geographies of


urban walking, Social & Cultural Geography, (11) 6, 575-596, DOI
10.1080/14649365.2010.497913

Mitchell, D. (1997). The annihilation of space by law: the roots and implications of
anti‐ homeless laws in the United States. Antipode, 29(3), 303-335.

Thrift, N. (2003). Space: the fundamental stuff of geography. Key concepts in


geography, 2, 85-96.


Schmid, C. (2008). Henri Lefebvre’s theory of the production of space: Towards a


three- dimensional dialectic. In Space, difference, everyday life (pp. 41-59).
Routledge.

Tuan, Y. 1977. Introduction. En Y. Tuan, Space and Place: The Perspective of


Experience. Minneapolis: University of Minnesota Press, p. 3-7.
Tuan, Y. 1977. Experiential Perspective. En Y. Tuan, Space and Place: The
Perspective of Experience. Minneapolis: University of Minnesota Press, p. 8-18.

You might also like