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ROCOSOS DISCONTINUO
1. INTRODUCCIÓN
Las rocas se pueden doblar y dar pliegues o boudins, aunque también existen otros tipos de deformación
dúctil. Pero igual que una rama la podemos romper si superamos su límite de rotura, las rocas también
pueden romperse si superamos dicho límite, entrando ya en su deformación frágil. Muchas veces se ha
oído la palabra falla dentro del mundo de la geología, ¿pero qué es una falla? Podríamos decir que se
trata de una “grieta” en las rocas, pero no es una grieta cualquiera, sino que para que realmente se pueda
considerar como una falla es necesario que con la fractura haya habido un desplazamiento apreciable,
es decir, uno de los dos lados (llamados labios) se ha movido con respecto al otro al menos medio
milímetro. Por lo general las fallas son estructuras que cortan espesores de decenas o incluso miles de
metros a lo largo de varios kilómetros, pero también podemos tener pequeñas fallas a escala de
afloramiento.
Los geólogos distinguen varios tipos de fallas a partir de cómo ha sido el movimiento de los labios con
respecto a su inclinación, porque al igual que es importante conocer todo lo posible de un pliegue, que
nos dará una información de cómo se formó, también para el comportamiento frágil el cómo es
importante. De esta forma tenemos tres tipos de fallas: fallas normales, si se inclinan o buzan hacia el
labio que se ha hundido; fallas inversas, si se inclinan al contrario, es decir, hacia el labio levantado; y
fallas de desgarre, si el movimiento ha sido en la horizontal y no en la vertical. Estos tres tipos son los
principales, pero es común que las fallas tengan un poquito de desgarre y de falla normal o inversa,
incluso a veces tenemos que uno de los dos labios ha rotado, haciendo que el mundo de las fallas sea
algo más complejo de lo que acabamos de describir.
Tipos de fallas según el movimiento relativo de los bloques
Un tipo particular de falla inversa con un ángulo de inclinación muy bajo son los cabalgamientos. Estos
se producen en zonas donde la compresión es tan grande que el plegamiento no es suficiente para
resolver el acortamiento que sufren los materiales, de manera que unos cuerpos de roca “montan” o
cabalgan sobre otros más modernos. Esto lo podemos ver en una gran cantidad de lugares y en
ocasiones los cabalgamientos son tan espectaculares que lo que tenemos es parte del manto
cabalgando sobre materiales de la corteza.
Cabalgamiento de Zarzuela del Monte (Segovia), donde tenemos granitos del paleozoico cabalgando
sobre areniscas terciarias (imagen modificada a partir de geocaching.com. Autor: Juan Álvarez García)
De acuerdo con la observación de taludes de gran altura excavados y naturales, en muchos de ellos las
estructuras geológicas están orientadas desfavorablemente y poseen buzamientos que teóricamente son
desfavorables a la estabilidad. La explicación de esta aparente situación paradógica es la existencia de
discontinuidades con ondulaciones importantes que inducen que ángulo de fricción tenga un incremento.
De acuerdo con las observaciones, la resistencia al corte de las discontinuidades en una masa rocosa,
juega un papel preponderante en el campo de la ingeniería civil.
Los primeros trabajos relacionados con la predicción de la resistencia de las discontinuidades, fueron
adelantados por Patton (1966), Byerlee (1967), Ladanyi y Archambault (1969), Jaeger (1971), Barton
(1973) y Barton (1978), Barton y Choubey (1978). Las contribuciones de estos investigadores condujeron
la obtención del primer criterio empírico para hallar la resistencia al corte pico en estructuras geológicas.
Dentro de este grupo de investigadores, Jaeger (1971), en sus investigaciones trató de considerar la
parte de las rugosidades y de la fricción básica, pero las variables con las cuales se quiso modelar el
fenómeno son de difícil obtención en la práctica.
A la par, Ladanyi y Archambault (1969), combinaron el ángulo de fricción básico, el ángulo de dilatación
o dilatancia y la forma de las asperezas en la resistencia pico de las discontinuidades, lo cual ha sido
probado en estudios con modelos físicos.
Posteriormente Goodman (1989), propuso mediciones directas en las formas de las discontinuidades y
retoma las propuestas de Ladanyi y Archambault ya mencionadas. Las investigaciones de este autor
muestran que este enfoque está entre los que mejor simulan el comportamiento de la resistencia pico y
residual al corte de las discontinuidades en un macizo rocoso.
Otros enfoques de tipo estadístico fueron implementados por Wu y Ali (1978), Tse y Cruden (1978), Dight
y Chiu (1981), Maerz, Franklin y Bennett (1990) y finalmente Reeves (1985). Estos evaluaciones
estadísticas se basan al igual que la de Goodman (1989), en mediciones directas y la obtención de
parámetros adicionales como son la resistencia a la compresión inconfinada y el ángulo de fricción
básico, con los cuales se obtiene la resistencia pico de las discontinuidades. Los anteriores
planteamientos metodológicos expuestos por los autores mencionados, han tratado de racionalizar y
relacionar lo visualizado empíricamente en materia de resistencia al corte pico de las discontinuidades,
de forma estrecha con las rugosidades y asperezas de las mismas.
También se ha logrado establecer que el efecto de escala tiene una influencia preponderante en la
resistencia pico. La respuesta de la roca a cargas impuestas muestra un efecto pronunciado de acuerdo
con en el tamaño o escala de la carga y en la porción para investigación y análisis que se elija de las
discontinuidades. Se hicieron también avances importantes en establecer las deformabilidades en las
discontinuidades tanto en el sentido normal a la discontinuidad, como en el sentido del fenómeno de
corte. La propuesta sobre como cuantificar estas magnitudes, se expresa en Bandis (1993), aunque esta
propuesta ignora el efecto de los esfuerzos normales de confinamiento en la magnitud de la deformación
pico al corte en la discontinuidad estructural.
Posteriormente Asadollahi et al (2010a) y Asadollahi et al (2010b), con base en observaciones de campo
y laboratorio, modificaron la relación propuesta por Bandis (1993), e incluyeron el efecto del esfuerzo
normal de confinamiento en el estimativo del desplazamiento cortante correspondiente al esfuerzo de
corte pico en el comportamiento a la deformación de las discontinuidades estructurales.
Estas consideraciones sugieren que las especificaciones de las propiedades mecánicas de un macizo
rocoso son de vital importancia. En particular, la imposibilidad de hacer pruebas en muestras de roca
con discontinuidades estructurales, a una escala suficiente para representar la continuidad de las
mismas, indica la necesidad de postular métodos para obtener las propiedades de las discontinuidades
del macizo rocoso y sus elementos constitutivos.
5. INTERRELACIÓN ENTRE DESPLAZAMIENTOS Y RESISTENCIAS
Cuando un bloque que contiene una discontinuidad se somete a esfuerzo cortante paralelo a la misma,
puede estar sujeto a ambos desplazamientos de cortante (u) y normal (v) o de dilatación.
Si se imprime un esfuerzo de compresión normal a la junta, se tenderá a disminuir el espaciamiento o
abertura. Por el contrario, si la discontinuidad se somete a un esfuerzo de tracción, el bloque
eventualmente se separará en dos, al perderse el contacto entre paredes de la junta.
Todos estos fenómenos se expresan en conjunto en la Figura 1-1 y en la Figura 1-2. En la Figura 1-2a
se muestra la curva de compresión de la junta, la cual presenta una relación no lineal y se convierte en
asintótica al máximo estrechamiento (Vme) relativo al espesor inicial o abertura de la junta.
Ahora si el bloque que contiene la discontinuidad es sometido inicialmente a un esfuerzo normal (n) nulo
y no se permite la dilatación durante el proceso de corte tal como se muestra en la Figura 1-3b, se tiene
lo siguiente: con el tiempo se alcanza un desplazamiento de corte correspondiente al punto 1, como se
muestra en la Figura 1.2b y se alcanza un esfuerzo normal n=A y un esfuerzo de corte =f(n=A). En la
medida que el desplazamiento de corte incrementa, los esfuerzos de corte incrementan como lo muestra
la línea discontinua identificada con el recorrido 0-1-2, mostrada en la Figura 1-2c.
Si se analiza el caso del bloque sometido a un esfuerzo normal n=A inicial y si no se permite la dilatación
a nivel de la discontinuidad contenida en el mismo como se muestra en la Figura 1-3b, con el tiempo, si
se observa la Figura 1-2c, se alcanza un desplazamiento al corte coincidente con el punto 4 y
posteriormente se alcanza el punto 5. Los puntos señalados coinciden con los esfuerzos normales n=B
y n=C y esfuerzos de corte =f(n=B) y =f(n=C). Se observa que los esfuerzos de corte incrementan
como lo muestra la línea discontinua identificada con el recorrido 3-4-5-6, mostrada en la Figura 1-2c.
Se anota que en ambos casos existe un considerable incremento en el esfuerzo de corte en la medida
que el desplazamiento de corte sin permitir la dilatación ocurre. En ambos casos con los recorridos 0-1-
2 y 3-4-5-6, nótese que se obtuvo esfuerzo adicional considerable con la restricción del desplazamiento
normal y el comportamiento se convierte en dúctil más que en frágil. Esto ayuda a explicar por qué los
pernos tienen tanto éxito en la estabilización de taludes en roca y excavaciones subterráneas.
En ambos casos con los recorridos 0-1-2 y 3-4-5-6, nótese que se obtuvo esfuerzo adicional considerable
con la restricción del desplazamiento normal y el comportamiento se convierte en dúctil más que en frágil.
Esto ayuda a explicar por qué los pernos tienen tanto éxito en la estabilización de taludes en roca y
excavaciones subterráneas. En la Figura 3-5, se esquematiza el mecanismo de deslizamiento en el cual
no se permite la dilatación.
6. ACTIVACIÓN DE FALLAS EXISTENTES
Una falla activa es una falla geológica que generará un sismo en algún momento en un futuro cercano.
Una falla es considerada activa si ha tenido algún evento sísmico reciente o evidencia de que haya
ocurrido algún sismo en los últimos 10.000 años.
Una falla geológica es considerada un peligro geológico y está relacionada con la generación de sismos.
La falla activa también causa movimientos en la corteza, deformaciones, deslizamientos, derrumbes,
licuefacción y tsunamis.
Las fallas cuaternarias son las fallas que se han reconocido en la superficie terrestre y de las que hay
evidencias de movimiento en los últimos 1.600.000 años. Esa es la duración del periodo cuaternario.
El estudio de las fallas activas está ligado a la geomorfología, sismología, sismología de reflexión, placas
tectónicas, la geodesia y otras disciplinas.
Las fallas activas usualmente están localizadas cerca de las bordes de las placas tectónicas, lugar donde
se hacen los estudios de los movimientos de la corteza. Recientemente, se reconoció que pueden haber
fallas geológicas activas en zonas que no están ubicadas en los bordes de las placas, conocidas como
zonas intraplaca.
Se han documentado fallas activas y/o potencialmente activas en la Cordillera de la Costa del norte de
Chile. A pesar que la naturaleza de ellas ha sido claramente vinculada al proceso de subducción, la
explicación del mecanismo de activación en el contexto de la dinámica de largo y corto plazo del margen
aún no ha sido resuelta. Por una parte, la activación de las fallas y su cinemática ha sido vinculada al
ciclo sísmico de grandes terremotos subducción, sin embargo no han sido reportadas evidencias
contundentes de desplazamientos cosísmicos coetáneos a dichos terremotos, limitando sus resultados
a modelos hipotéticos de activación. Por otra parte, la geometría y cinemática de las fallas ha sido
vinculada a la convergencia (largo plazo) que produciría tanto la flexura del bloque Costero, como la
contracción en la porción interna del Oroclino Andino, sin embargo inconsistencias entre la compatibilidad
cinemática entre fallas y el vector de convergencia no han sido aún resueltas. En este contexto, un
aspecto fundamental para mejorar el entendimiento de la naturaleza de estas fallas es entender su
capacidad sismogénica en relación y su rol dentro del acomodo de la convergencia.
Figura 3. Disposición de los ejes de esfuerzo en un sistema de fallas conjugadas, según el modelo de
Anderson, para el caso de fallas normales. Los ejes principales de la deformación son X, Y y Z. El eje
de esfuerzos máximo es vertical.
Anderson (1951) reconoció que las propiedades de las direcciones de esfuerzos principales en
combinación con la ley de Mohr ‐ Coulomb, requieren que cerca de la superficie de la tierra solo se
puedan formar fallas de deslizamiento según la dirección (desgarres), y fallas de deslizamiento según el
buzamiento (normales e inversas). Considerando que la tierra es una esfera perfecta, este autor supone
que la discontinuidad entre aire y suelo en cualquier punto de la superficie de la tierra, es un plano a lo
largo del cual el esfuerzo de cizalla es cero. Si las direcciones principales de esfuerzos cumplen que la
componente de cizalla es cero, se puede considerar la superficie de la tierra como un plano principal que
contiene dos de las tres direcciones principales de esfuerzos. La tercera, sería perpendicular a este plano
principal, y en cualquier punto, es perpendicular a la superficie de una tierra teóricamente esférica. Si las
direcciones principales de esfuerzos son verticales u horizontales cerca o en la superficie de la tierra, y
si el ángulo de fricción interna para muchas rocas es cercano a 30º, solo se pueden formar cerca de la
superficie fallas normales, inversas y desgarres. Fallas inversas cuando σ3 es vertical, desgarres cuando
σ2 es vertical y fallas normales cuando es vertical σ1.
Figura 4. Modelo de deslizamiento de Reches para fallas conjugadas, utilizado para obtener la
orientación del máximo acortamiento horizontal. Ver texto para su explicación.
El modelo de deslizamiento se utiliza para obtener de forma directa, la orientación del máximo
acortamiento horizontal y la forma del elipsoide de deformación.
La teoría de Mohr ‐ Coulomb predice la formación de fallas en sistemas conjugados, con simetría
ortorrómbica, corroborado por experimentos de deformación triaxial. La cartografía en zonas de Intensa
deformación, muestra la existencia de cuatro conjuntos de fallas, cada una de ellas con su par conjugado.
¿Es posible que todas ellas se hayan formado en un mismo evento deformativo?
En este método gráfico, uno de los más utilizados en Geología Estructural, se trabaja con cada uno de
los planos de falla por separado. Se basa en limitar para cada falla las zonas del espacio compatibles en
compresión y en extensión, superponiendo estos campos en proyección estereográfica.
Construimos el estereograma con el plano de falla y un segundo plano, perpendicular a la falla ya su
dirección de deslizamiento, llamado plano auxiliar. Estos dos planos dividen todas las posibles
direcciones en la esfera en dos pares de cuadrantes (blancos y oscuros en la figura 5). Dependiendo del
sentido de movimiento de la falla, un par de cuadrantes opuestos delimita la posible orientación de σ1
(diedro en compresión), y el otro par, la de σ3 (diedro en extensión).
Las condiciones impuestas para obtener mejores resultados son:
Para cada falla por separado, dibujar los círculos mayores que representan el plano de falla y el
plano auxiliar. Usando el sentido de movimiento de la falla, decidimos cuales son los cuadrantes
correspondientes a σ1 y a σ3.
Superponemos los distintos estereogramas de cada una de las fallas y obtenemos las zonas
donde se sitúan los valores de estos dos ejes principales de esfuerzos (Fig. 5).
Figura 5. Método de los diedros rectos para fallas conjugadas. a) estereograma para la falla 1. b)
estereograma para la falla 2. c) superposición de los estereogramas anteriores.
En la naturaleza, la deformación de las rocas no se produce siempre de una forma continua (como los
pliegues) sino que frecuentemente se realiza mediante fracturación de una forma discontinua, a través
de superficies discretas en las que se pierde la cohesión original de la roca. Las estructuras resultantes
de este comportamiento frágil (frecuentemente en la corteza superior) por el cual unos bloques de roca
se diferencian de otros, son las diaclasas y las fallas (Hobbs et al., 1981). Estas últimas son
discontinuidades planas entre bloques de roca que se han desplazado uno respecto del otro en una
dirección paralela a la discontinuidad. Atendiendo al tipo de movimiento relativo de los bloques respecto
al plano de falla, se clasifican en fallas normales, inversas y direccionales o de desgarre (figura 6).
El objetivo de esta reconstrucción es analizar el efecto de cizalla producida en el movimiento de una falla
direccional en el zócalo de comportamiento frágil sobre una cobertera de comportamiento más dúctil que
la recubre. A pequeña escala, puede representar las bandas en las que se resuelve la pequeña
deformación plástica que antecede a la rotura de la roca y a la formación de una falla visible.
Procedimiento Experimental
El experimento de Riedel (Cloos, 1928; Riedel, 1929) reconstruye la deformación esperable en tales
condiciones con dos tablas (zócalo frágil), que se hacen deslizar una respecto a la otra, sobre las cuales
se coloca una torta de arcilla (cobertera de comportamiento más dúctil) de unos pocos centímetros de
espesor. El dispositivo experimental es mostrado en la figura 7 y el procedimiento experimental se basa
en realizar sucesivos desplazamientos entre las tablas. El diseño de un dispositivo similar se detalla en
el trabajo de Bonito (1997).
Para ver como progresa la deformación en la torta de arcilla es recomendable usar una serie de
marcadores débilmente impresos de forma que no controlen posteriormente la localización de las
estructuras. Estos pueden ser una serie de líneas perpendiculares a la fractura de zócalo y/o
circunferencias alineadas sobre esta última.
En cada uno de esos estadios se deberán observar las estructuras menores que aparecen en superficie
y los efectos que producen sobre los marcadores así como las variaciones que sufren las estructuras ya
formadas al progresar la deformación.
Figura 6. Tipos de fallas atendiendo al movimiento relativo de los bloques. 1) falla normal; 2) falla
inversa y 3) falla direccional sinestral. Modificada de Mattauer (1976, p. 81).
Resultados
La cizalla inducida por el desplazamiento de las tablas (basamento) se puede manifestar en la torta de
arcilla (cobertera) por la aparición de los siguientes tipos de estructuras menores (Fig. 7B y C): (1) una
familia de pequeñas fracturas, con igual sentido que el accidente de “zócalo”, que se forman a un ángulo
de 15° respecto a ésta (fracturas R de Riedel, 1929); (2) otra familia de sentido contrario, a unos 75° del
mismo (fracturas R’); (3) grietas de extensión (fracturas T) a 45° de la banda de cizalla; (4) una familia
de microfallas (P), con igual sentido de desplazamiento que la cizalla principal y con disposición simétrica
respecto a las R; (5) pliegues (p) a – 45° de la fractura principal; (6) planos de esquistosidad (S) con la
misma orientación que los pliegues (Cloos, 1928; Ramsay, 1977; Wilcox et al., 1973; Dresen, 1991). No
obstante en la mayoría de las experiencias, y dependiendo de las condiciones impuestas (esencialmente
espesos y humedad de la torta de arcilla, diferenciación o no de capas en ella y velocidad de la
deformación), sólo aparecerán algunas de las estructuras anteriores.
Figura 7. A- Dispositivo experimental utilizado en la reproducción del experimento de Riedel. B-
Estructuras más frecuentes y detalle de las mismas. C- Conjunto de estructuras que pueden aparecer
en una zona de cizalla.
Determinación del
desplazamiento de una falla
La determinación requiere conocer la magnitud y dirección de su desplazamiento. Algunos
rasgos indican el desplazamiento total, otros el desplazamiento parcial o aproximado.
La determinación completa del desplazamiento requiere un rasgo linear particular,
preexistente, que intersecte a la falla y sea desplazado por ésta. Los puntos del rasgo linear se
unen en el plano de falla y se obtiene el vector desplazamiento. La posición relativa permite
definir el sentido del cizalle. Ej.: vetillas, fallas, estratificación, etc.
Determinación parcial del desplazamiento
En muchos casos en que puede ser identificada una falla o zona de cizalle dúctil es posible
determinar la orientación del vector desplazamiento y el sentido del cizalle, pero no la
magnitud del desplazamiento. Este tipo de información puede ser obtenida examinando rasgos
a escala microscópica y a escala de muestra de mano (por ejemplo lineaciones).
Las lineaciones determinadas por el crecimiento de fibras minerales se orientan a un pequeño
ángulo del plano de una fractura de cizalle, de modo que una flecha que contiene a la fibra y
que apunta desde su ``punto inicial'', indica la dirección de movimiento relativo del bloque
opuesto.
Durante el fallamiento frágil, se pueden desarrollar fracturas secundarias menores a lo largo
del plano de falla a ángulos bajos a moderados con respecto a la falla. Éstas pueden ser de
extensión o de cizalle. Las de extensión son no estriadas y pueden estar rellenas con
minerales secundarios. Las de cizalle tienen estrías.
Las fracturas secundarias dan 4 criterios útiles para determinar el sentido de cizalle en la
superficie de falla:
En una superficie de falla expuesta, fracturas de extensión cortan la superficie de falla
en dirección (rumbo) perpendicular al movimiento y se inclinan en el sentido de
movimiento del bloque que falta. Estas fracturas de extensión son las mismas que
fueron descritas como pinadas. En un perfil, sets de estas fracturas pueden formar un
arreglo en echelon (A).
Si cuando están expuestas en el plano de falla, las fracturas de extensión tienen una
forma de luna creciente, ellas son cóncavas en el sentido del movimiento del bloque
que falta (B).
Si hay fracturas secundarias estriadas que se extienden bajo el plano de falla principal,
entonces las fracturas mantean en el sentido del movimiento del bloque que falta (C,D).
Algunas fracturas de cizalle no pasan bajo el plano de falla. Ellas pueden alternarse con
fracturas de extensión secundarias que si traspasan el plano de falla o pueden ser
simplemente las caras de irregularidades en el plano de falla. En estos casos, las
superficies estriadas miran en sentido opuesto al sentido de movimiento del bloque que
falta.
ESTRIAS
Estrías son líneas finas encima de un plano tectónico donde ha ocurrido un movimiento o
desplazamiento tectónico significativo.
Existen varias formas de detectar una falla tectónica en terreno. Una de los indicadores más
confiables son las estrías, que se forman a causa del movimiento relativa en las rocas.
Con estrías se reconoce fácilmente una falla.
Son marcas del movimiento encima de un plano de falla. Las estrías sirven como indicador
directo de una falla, además indican dirección del movimiento y sentido del desplazamiento.
Con mucha sensibilidad se puede detectar con el dedo la dirección del movimiento. La
dirección que marca menos resistencia (poquito más liso) es la dirección del movimiento. Pero
cuidado: Solo se detecta la última dirección del movimiento - no la dirección principal. Además
la poca sensibilidad de los dedos humanos no permite un análisis muy confiable. (Sí se repite
el procedimiento con varias personas no siempre llegan las mismas resultados)
INDICADORES CINEMATICOS DE FALLAS
a) Modelo de riedels:
Observando un poco más de cerca, dichas fracturas, conocidas como del tipo riedel, tienen
relaciones geométricas bien definidas según ángulos oblicuos respecto a la traza de la falla
principal. De este modo, por ejemplo en el modelo de riedel (Cloos, 1928; Riedel, 1929) se
plantea que el sentido del movimiento del bloque que no alberga a los ángulos oblicuos es el
mismo hacia donde estos ángulos.
Sentido del movimiento (según las flechas en rojo) que está determinado de acuerdo
a la relación geométrica oblicua entre la superficie de falla y el plano de riedel.
c) fibras de recristalizacion:
Las fibras de recristalización o conocidas también en inglés como slickenfibers son fibras de
mineral de origen tectónico. El tipo de mineral en estos casos puede ser de cualquier tipo,
aunque los ejemplos más ideales se presentan en calcitas. Un detalle a tomar en cuenta sobre
tales fibras es que aparte de aparecer sobre la misma falla también ocurren sobre planos de
recristalización que son oblicuos a ella.. Es decir que el movimiento del bloque que no alberga
a los ángulos oblicuos es en sentido contrario respecto a la dirección de inclinación de los
ángulos oblicuos formados entre los planos de recristalización y la falla. En la Cordillera
Occidental del centro del Perú, las calizas de la Formación Jumasha exhiben excelentes
ejemplos de fibras y planos de recristalización tectónica.
Gráfico esquemático de fibras y planos de recristalización. Nótese que la relación geométrica entre el
plano de recristalización y la superficie de la falla también es según un ángulo oblicuo. Aunque a
diferencia de lo que sucede con la determinación cinemática utilizando planos de riedel, en este caso
el sentido del movimiento es en 180º respecto a la dirección de inclinación de los planos de
recristalización.
Vista de una estructura S-C, nótese que la compresión principal máxima (sigma 1)
tiende a ser perpendicular a la traza de la esquistosidad (S).
e) Stepovers o Jogs
Son estructuras que se forman a lo largo de zonas de cizalla dextrales o sinestrales. De forma
general, como producto de una compresión o extensión a una escala más restringida respecto
a la escala en la que se produce la cinemática correspondiente a la zona de cizalla principal.
Por ello es que durante su formación desarrollan formas romboédricas muy definidas que bien
pueden estar abiertas o rellenadas por mineral. Para esta descripción, se hará hincapié en
cómo luce un stepover formado por extensión. Donde en un inicio, dos de los cuatro lados del
romboedro son oblicuos respecto a la zona de cizalla subvertical. A la vez que son paralelos al
sigma 1 por lo que actuaron como fallas normales que dieron lugar a la apertura de la
estructura romboédrica.
Stepover extensional visto en los alrededores
de Balmorhea-Texas. Nótese que la
cinemática extensional se corrobora a partir
del salto y rechazo de la capa delgada que
yace directamente encima de la estructura
romboédrica ubicada en el centro de la
imagen
Todos estos complicados procesos dan origen a la formación de una Falla, envolviendo todo
un desarrollo posterior que crea una zona donde se dan múltiples microfracturas, las cuales
eventualmente se conectan entre sí pero teniendo en cuenta las diferencias que se dan de
acuerdo al tipo de roca que se encuentra sometido a estos procesos. Es por esto que al
analizar las fallas en rocas no porosas, su origen proviene
de pequeñas fracturas de cizalla en una fase de intenso
microfracturamiento que aprovechan los planos de
debilidad de la roca hasta que ésta alcanza el nivel crítico y
la factura principal se expande hasta comunicarse con
otras microfracturas siguiendo planos favorablemente
orientados que permiten su desarrollo. Esta zona de
microfracturas se le llama Zona de Proceso
Las fracturas o bandas de deformación que se dan en estas zonas de arrastre, generalmente
aumentan en densidad y en la misma dirección de la falla. La aparición de fracturas
mesoscópicas o bandas de deformación indica que estamos en la zona de daño de la falla,
dónde los pliegues de arrastre anteriormente descritos están bien desarrollados, esta zona
tiende a ser más ancha que la zona de daño, si bien la situación opuesta también se produce.
Algunas fallas, en particular en rocas metamórficas, muestran pliegues de arrastre, ya que al
examinar más detenidamente el proceso, se evidencia que son controlados por mecanismos
de acción deformable en un medio plástico y por tanto son zonas de cizalla alrededor de las
fallas que podrían haberse formado de una variedad de maneras, generalmente en la zona de
transición frágil-plástica
Las zonas de proceso en rocas no porosas trabajan para debilitar la roca original,
incrementando la porosidad y así generando fracturas. En contraposición las zonas de
proceso de bandas de deformación en rocas porosas trabajan para endurecen la roca
original, así decrece la porosidad por la superficie de deslizamiento. Por ejemplo: en
rocas de alta porosidad (areniscas), el crecimiento de las fallas tienen diferentes formas
de fracturar y hacer falla.
En rocas no porosas las pequeñas fracturas de cizalla pueden formarse en rocas de
baja porosidad, debido a que hay tres puntos de debilidad que pueden ser: Interface de
capas, diques y/o fallas pre-existentes (Fossen, 2010).
Los "joint system" son el caso más probable para dar origen a las fallas, ya que estos
tienden hacer estructuras débiles no cohesivas: estas fracturas (micro-meso), pueden
conectarse y crear fallas.
El crecimiento de las fallas/Rollover, algunas veces resulta de la interacción entre
sedimentos frágiles y dúctiles. Esta interacción favorece al origen de las fallas normales,
llamadas generalmente falla lístrica.
Zonas de transferencia
En este caso, la transferencia se realiza a lo largo de una falla de rumbo que separa
dos geometrías lístricas con sentidos opuestos. Finalmente, la transferencia puede
realizarse según una zona de ramificación de fallas normales conjugadas que nacen
respectivamente de dos fallas maestras de mayor dimensión y que se unen en
profundidad (figura 3.15).
Figura 3.15: Transferencia entre dos juegos de fallas con sentido de manteo
opuesto. (a) Mapa. (b) Perfil estructural AA’.
Rampas de relevo
Figura 3.16: Rampas de relevo. (a) Rampa de relevo entre dos fallas
en escalón de igual rumbo, (1) Punto extremo de cada una de las
fallas. (b) Rampa de relevo con una falla secundaria adelante. (c)
Rampa de relevo con una falla atrás.
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