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LA DEFORMACIÓN FRÁGIL DE LOS MEDIOS

ROCOSOS DISCONTINUO
1. INTRODUCCIÓN
Las rocas se pueden doblar y dar pliegues o boudins, aunque también existen otros tipos de deformación
dúctil. Pero igual que una rama la podemos romper si superamos su límite de rotura, las rocas también
pueden romperse si superamos dicho límite, entrando ya en su deformación frágil. Muchas veces se ha
oído la palabra falla dentro del mundo de la geología, ¿pero qué es una falla? Podríamos decir que se
trata de una “grieta” en las rocas, pero no es una grieta cualquiera, sino que para que realmente se pueda
considerar como una falla es necesario que con la fractura haya habido un desplazamiento apreciable,
es decir, uno de los dos lados (llamados labios) se ha movido con respecto al otro al menos medio
milímetro. Por lo general las fallas son estructuras que cortan espesores de decenas o incluso miles de
metros a lo largo de varios kilómetros, pero también podemos tener pequeñas fallas a escala de
afloramiento.

Ejemplo de falla normal de Guatemala (photo copyright USGS)

Los geólogos distinguen varios tipos de fallas a partir de cómo ha sido el movimiento de los labios con
respecto a su inclinación, porque al igual que es importante conocer todo lo posible de un pliegue, que
nos dará una información de cómo se formó, también para el comportamiento frágil el cómo es
importante. De esta forma tenemos tres tipos de fallas: fallas normales, si se inclinan o buzan hacia el
labio que se ha hundido; fallas inversas, si se inclinan al contrario, es decir, hacia el labio levantado; y
fallas de desgarre, si el movimiento ha sido en la horizontal y no en la vertical. Estos tres tipos son los
principales, pero es común que las fallas tengan un poquito de desgarre y de falla normal o inversa,
incluso a veces tenemos que uno de los dos labios ha rotado, haciendo que el mundo de las fallas sea
algo más complejo de lo que acabamos de describir.
Tipos de fallas según el movimiento relativo de los bloques

Un tipo particular de falla inversa con un ángulo de inclinación muy bajo son los cabalgamientos. Estos
se producen en zonas donde la compresión es tan grande que el plegamiento no es suficiente para
resolver el acortamiento que sufren los materiales, de manera que unos cuerpos de roca “montan” o
cabalgan sobre otros más modernos. Esto lo podemos ver en una gran cantidad de lugares y en
ocasiones los cabalgamientos son tan espectaculares que lo que tenemos es parte del manto
cabalgando sobre materiales de la corteza.

Cabalgamiento de Zarzuela del Monte (Segovia), donde tenemos granitos del paleozoico cabalgando
sobre areniscas terciarias (imagen modificada a partir de geocaching.com. Autor: Juan Álvarez García)

2. ESTALLIDOS DE LA ROCA Y LA TEORÍA DE LA ELASTICIDAD


Los estallidos de la roca, son fallas explosivos de la roca que se producen cuando las concentraciones
muy altas de esfuerzos son inducidas alrededor de las aberturas subterráneas. El problema es
particularmente agudo en la minería a nivel profundo en roca dura y frágil. Las minas de oro a profundidad
en la zona de Witwatersrand en Sudáfrica, las minas de oro de Kolar en la India, las minas de níquel se
centraron en Sudbury en Canadá, las minas de la zona de Coeur d' Alene en Idaho en EE.UU. y en las
minas de oro en el Kalgoorlie área en Australia, se encuentran entre las minas que han sufrido de
problemas de estallidos de la roca.
Una característica de casi todos los estallidos de la roca es que se producen en una roca con altos
esfuerzos y de característica frágil. En consecuencia, el análisis de tensiones inducidas alrededor de las
excavaciones de minería subterránea, es una clave para la compresión del fenómeno, análisis que puede
ser tratado por medio de la teoría de la elasticidad.
Gran parte de los primeros trabajos en mecánica de rocas aplicados a la minería se centró en el problema
de los estallidos de la roca y este trabajo está dominado por soluciones teóricas que asumen roca elástico
isotrópico y que no prevén el papel de las discontinuidades estructurales.

3. MACIZOS ROCOSOS DISCONTINUOS


Stini en Hoek (2007) fue uno de los pioneros de la mecánica de rocas en Europa y destacó la importancia
de las discontinuidades estructurales en el control del comportamiento de las masas de roca (Müller,
1979). Stini en Hoek (2007) estuvo implicado en una amplia gama de obras de Ingeniería Civil cerca de
la superficie del terreno y no es de extrañar que su énfasis se puso en el papel de las discontinuidades
ya que esta fue, obviamente, el problema dominante en toda su obra. Del mismo modo, el libro de texto
de Talobre (1957), el cual refleja el enfoque francés de la mecánica de rocas, reconoció el papel de la
estructura a un grado mucho mayor que lo hicieron los textos de Jaeger y Cook, Coates en Hoek (2007)
y Obert y Duvall.
La destacada labor de Londe y sus compañeros de trabajo en Francia (Londe, 1965, Londe et al, 1969
y 1970) y por Wittke (1965) en Hoek (2007) y John (1968) en Hoek (2007) en Alemania sentó las bases
para los análisis estructurales tridimensionales que se tiene disponible en la actualidad.
Ingenieros Civiles y de Minas han estado construyendo estructuras sobre o en la roca durante siglos y
los principios de la ingeniería de rocas se han entendido desde hace mucho tiempo. La Mecánica de
Rocas no es más que la expresión formal de algunos de estos principios y es sólo durante las últimas
décadas que la teoría y la práctica en esta materia se han unido en la disciplina que hoy conocemos
como Ingeniería de Rocas. Un caso particularmente importante en el desarrollo del tema fue el
surgimiento de la teoría elástica, que en su mayoría fue publicada en idioma inglés, con el enfoque de
los medios discontinuos propiciado por los europeos. El reconocimiento gradual de que la roca podía
actuar de ambas formas como un material elástico y una masa discontinua resultó en un enfoque mucho
más maduro que lo tratado anteriormente. Al mismo tiempo, se ha prestado atención y han surgido
técnicas para tratar con rocas blandas y arcillas objeto de la mecánica del suelo y se reconoció la
importancia de la teoría viscoelástica y el comportamiento reológico en materiales tales como macizos
de sal.

4. COMPORTAMIENTO DE LAS DISCONTINUIDADES

De acuerdo con la observación de taludes de gran altura excavados y naturales, en muchos de ellos las
estructuras geológicas están orientadas desfavorablemente y poseen buzamientos que teóricamente son
desfavorables a la estabilidad. La explicación de esta aparente situación paradógica es la existencia de
discontinuidades con ondulaciones importantes que inducen que ángulo de fricción tenga un incremento.
De acuerdo con las observaciones, la resistencia al corte de las discontinuidades en una masa rocosa,
juega un papel preponderante en el campo de la ingeniería civil.
Los primeros trabajos relacionados con la predicción de la resistencia de las discontinuidades, fueron
adelantados por Patton (1966), Byerlee (1967), Ladanyi y Archambault (1969), Jaeger (1971), Barton
(1973) y Barton (1978), Barton y Choubey (1978). Las contribuciones de estos investigadores condujeron
la obtención del primer criterio empírico para hallar la resistencia al corte pico en estructuras geológicas.
Dentro de este grupo de investigadores, Jaeger (1971), en sus investigaciones trató de considerar la
parte de las rugosidades y de la fricción básica, pero las variables con las cuales se quiso modelar el
fenómeno son de difícil obtención en la práctica.
A la par, Ladanyi y Archambault (1969), combinaron el ángulo de fricción básico, el ángulo de dilatación
o dilatancia y la forma de las asperezas en la resistencia pico de las discontinuidades, lo cual ha sido
probado en estudios con modelos físicos.
Posteriormente Goodman (1989), propuso mediciones directas en las formas de las discontinuidades y
retoma las propuestas de Ladanyi y Archambault ya mencionadas. Las investigaciones de este autor
muestran que este enfoque está entre los que mejor simulan el comportamiento de la resistencia pico y
residual al corte de las discontinuidades en un macizo rocoso.
Otros enfoques de tipo estadístico fueron implementados por Wu y Ali (1978), Tse y Cruden (1978), Dight
y Chiu (1981), Maerz, Franklin y Bennett (1990) y finalmente Reeves (1985). Estos evaluaciones
estadísticas se basan al igual que la de Goodman (1989), en mediciones directas y la obtención de
parámetros adicionales como son la resistencia a la compresión inconfinada y el ángulo de fricción
básico, con los cuales se obtiene la resistencia pico de las discontinuidades. Los anteriores
planteamientos metodológicos expuestos por los autores mencionados, han tratado de racionalizar y
relacionar lo visualizado empíricamente en materia de resistencia al corte pico de las discontinuidades,
de forma estrecha con las rugosidades y asperezas de las mismas.
También se ha logrado establecer que el efecto de escala tiene una influencia preponderante en la
resistencia pico. La respuesta de la roca a cargas impuestas muestra un efecto pronunciado de acuerdo
con en el tamaño o escala de la carga y en la porción para investigación y análisis que se elija de las
discontinuidades. Se hicieron también avances importantes en establecer las deformabilidades en las
discontinuidades tanto en el sentido normal a la discontinuidad, como en el sentido del fenómeno de
corte. La propuesta sobre como cuantificar estas magnitudes, se expresa en Bandis (1993), aunque esta
propuesta ignora el efecto de los esfuerzos normales de confinamiento en la magnitud de la deformación
pico al corte en la discontinuidad estructural.
Posteriormente Asadollahi et al (2010a) y Asadollahi et al (2010b), con base en observaciones de campo
y laboratorio, modificaron la relación propuesta por Bandis (1993), e incluyeron el efecto del esfuerzo
normal de confinamiento en el estimativo del desplazamiento cortante correspondiente al esfuerzo de
corte pico en el comportamiento a la deformación de las discontinuidades estructurales.
Estas consideraciones sugieren que las especificaciones de las propiedades mecánicas de un macizo
rocoso son de vital importancia. En particular, la imposibilidad de hacer pruebas en muestras de roca
con discontinuidades estructurales, a una escala suficiente para representar la continuidad de las
mismas, indica la necesidad de postular métodos para obtener las propiedades de las discontinuidades
del macizo rocoso y sus elementos constitutivos.
5. INTERRELACIÓN ENTRE DESPLAZAMIENTOS Y RESISTENCIAS

Cuando un bloque que contiene una discontinuidad se somete a esfuerzo cortante paralelo a la misma,
puede estar sujeto a ambos desplazamientos de cortante (u) y normal (v) o de dilatación.
Si se imprime un esfuerzo de compresión normal a la junta, se tenderá a disminuir el espaciamiento o
abertura. Por el contrario, si la discontinuidad se somete a un esfuerzo de tracción, el bloque
eventualmente se separará en dos, al perderse el contacto entre paredes de la junta.
Todos estos fenómenos se expresan en conjunto en la Figura 1-1 y en la Figura 1-2. En la Figura 1-2a
se muestra la curva de compresión de la junta, la cual presenta una relación no lineal y se convierte en
asintótica al máximo estrechamiento (Vme) relativo al espesor inicial o abertura de la junta.

Figura 1-1 Desplazamientos cortante y normal


Si se tiene un bloque de roca con una discontinuidad estructural, el cual ha sido sometido a un esfuerzo
de cortante sin presión normal, la dilatación podría ocurrir como se muestra en Figura 1-2b, mientras que
el esfuerzo cortante nunca estará por encima de cero, debido a que no hay resistencia friccional, como
se muestra en la Figura 1-2c. Si la muestra es comprimida inicialmente a un valor A, B, C, ó D, el proceso
de dilatación y esfuerzo cortante contra desplazamiento, se explican por las familias de curvas en la
Figura 1-2b y Figura 1.2c. Cuando la presión normal aumenta, la dilatación se ve reducida en forma
gradual a causa de que las asperezas se ven dañadas durante el corte.
En todas las curvas de dilatación y cortante se asume que el esfuerzo normal se mantuvo constante a
través del proceso de corte.

Figura 1-2 Inter-relación entre la deformación normal, deformación cortante y dilatación


Figura: 1.3 En a y c se ilustra el caso de fuerza controlada y en b y d, se ilustra el caso de
desplazamiento controlado.

Ahora si el bloque que contiene la discontinuidad es sometido inicialmente a un esfuerzo normal (n) nulo
y no se permite la dilatación durante el proceso de corte tal como se muestra en la Figura 1-3b, se tiene
lo siguiente: con el tiempo se alcanza un desplazamiento de corte correspondiente al punto 1, como se
muestra en la Figura 1.2b y se alcanza un esfuerzo normal n=A y un esfuerzo de corte =f(n=A). En la
medida que el desplazamiento de corte incrementa, los esfuerzos de corte incrementan como lo muestra
la línea discontinua identificada con el recorrido 0-1-2, mostrada en la Figura 1-2c.

Si se analiza el caso del bloque sometido a un esfuerzo normal n=A inicial y si no se permite la dilatación
a nivel de la discontinuidad contenida en el mismo como se muestra en la Figura 1-3b, con el tiempo, si
se observa la Figura 1-2c, se alcanza un desplazamiento al corte coincidente con el punto 4 y
posteriormente se alcanza el punto 5. Los puntos señalados coinciden con los esfuerzos normales n=B
y n=C y esfuerzos de corte =f(n=B) y =f(n=C). Se observa que los esfuerzos de corte incrementan
como lo muestra la línea discontinua identificada con el recorrido 3-4-5-6, mostrada en la Figura 1-2c.
Se anota que en ambos casos existe un considerable incremento en el esfuerzo de corte en la medida
que el desplazamiento de corte sin permitir la dilatación ocurre. En ambos casos con los recorridos 0-1-
2 y 3-4-5-6, nótese que se obtuvo esfuerzo adicional considerable con la restricción del desplazamiento
normal y el comportamiento se convierte en dúctil más que en frágil. Esto ayuda a explicar por qué los
pernos tienen tanto éxito en la estabilización de taludes en roca y excavaciones subterráneas.
En ambos casos con los recorridos 0-1-2 y 3-4-5-6, nótese que se obtuvo esfuerzo adicional considerable
con la restricción del desplazamiento normal y el comportamiento se convierte en dúctil más que en frágil.
Esto ayuda a explicar por qué los pernos tienen tanto éxito en la estabilización de taludes en roca y
excavaciones subterráneas. En la Figura 3-5, se esquematiza el mecanismo de deslizamiento en el cual
no se permite la dilatación.
6. ACTIVACIÓN DE FALLAS EXISTENTES

Una falla activa es una falla geológica que generará un sismo en algún momento en un futuro cercano.
Una falla es considerada activa si ha tenido algún evento sísmico reciente o evidencia de que haya
ocurrido algún sismo en los últimos 10.000 años.
Una falla geológica es considerada un peligro geológico y está relacionada con la generación de sismos.
La falla activa también causa movimientos en la corteza, deformaciones, deslizamientos, derrumbes,
licuefacción y tsunamis.
Las fallas cuaternarias son las fallas que se han reconocido en la superficie terrestre y de las que hay
evidencias de movimiento en los últimos 1.600.000 años. Esa es la duración del periodo cuaternario.
El estudio de las fallas activas está ligado a la geomorfología, sismología, sismología de reflexión, placas
tectónicas, la geodesia y otras disciplinas.
Las fallas activas usualmente están localizadas cerca de las bordes de las placas tectónicas, lugar donde
se hacen los estudios de los movimientos de la corteza. Recientemente, se reconoció que pueden haber
fallas geológicas activas en zonas que no están ubicadas en los bordes de las placas, conocidas como
zonas intraplaca.
Se han documentado fallas activas y/o potencialmente activas en la Cordillera de la Costa del norte de
Chile. A pesar que la naturaleza de ellas ha sido claramente vinculada al proceso de subducción, la
explicación del mecanismo de activación en el contexto de la dinámica de largo y corto plazo del margen
aún no ha sido resuelta. Por una parte, la activación de las fallas y su cinemática ha sido vinculada al
ciclo sísmico de grandes terremotos subducción, sin embargo no han sido reportadas evidencias
contundentes de desplazamientos cosísmicos coetáneos a dichos terremotos, limitando sus resultados
a modelos hipotéticos de activación. Por otra parte, la geometría y cinemática de las fallas ha sido
vinculada a la convergencia (largo plazo) que produciría tanto la flexura del bloque Costero, como la
contracción en la porción interna del Oroclino Andino, sin embargo inconsistencias entre la compatibilidad
cinemática entre fallas y el vector de convergencia no han sido aún resueltas. En este contexto, un
aspecto fundamental para mejorar el entendimiento de la naturaleza de estas fallas es entender su
capacidad sismogénica en relación y su rol dentro del acomodo de la convergencia.

7. CARACTERÍSTICAS SÍSMICAS DE LAS FALLAS

Numerosas observaciones morfológicas paleosísmicas en las fallas indican eventos episódicos de


deformación, concentrados durante cortos periodos de tiempo. Ellas incluyen escarpes de falla, el
desarrollo de talud de detritos en los bloques yacentes, la presencia de clastos fracturados en las zonas
de falla, el relleno polifásico de grietas y el desarrollo de zonas de deformación difusa asociadas a los
escarpes (Figura 2).
Las magnitudes de desplazamiento asociables a eventos individuales de activación de las fallas no son
estimables en este trabajo, sin embargo las estructuras que presentan los rasgos desplazados mejor
preservados alcanzan hasta 10,5 m. La magnitud de los terremotos de intraplaca esperables para
activación de estas fallas, considerando la longitud de la falla como indicador más conservador tendrían
una magnitud máxima esperada de (M) 6,7.
La variedad de geoformas sísmicas con grados de preservación diferentes sugiere que los mecanismos
de deformación han estado activos durante gran parte del Neógeno y en algunos casos, se observan
evidencias que permiten pensar que los mecanismos de deformación aún están activos. Dataciones de
superficies y niveles desplazados por las fallas revelan velocidades de desplazamiento mínimas que
varían entre 0,01-0,002 mm/a (error 30%), con edades máximas Pleistocenas. El desplazamiento de
drenajes y el no reequilibrio morfológico de la red fluvial actual sugiere edades Holocenas.
Por otra parte, sobre la base de la observación geodésica de una red GPS de repetición sobre la Falla
de Atacama en las inmediaciones del Salar del Carmen no es posible detectar un campo de deformación
que indique la actividad de la falla. Las mediciones fueron registradas durante tres campañas
desarrolladas entre 1991 y 2008, incluyendo el terremoto de Antofagasta Mw 8.1 del año 1995. Esto
descarta procesos de reptación asísmica y activación durante terremotos de subducción para este
segmento.
El hecho que las fallas estén relacionadas a la generación de escarpes y la construcción de frentes de
montaña locales, sumado a las magnitudes estimadas de carga y liberación de energía calculadas para
las fallas no sustenta la hipótesis de una naturaleza débil, indicando por el contrario la capacidad de
acumular y liberar esfuerzos suficientes para generar terremotos de intraplaca de magnitud 6.
La magnitud de la deformación relacionada a estas fallas no representa una porción importante dentro
del perfil orogénico, representando más bien una deformación interna difusa del bloque costero,
evidenciando su alta rigidez asociado a su baja temperatura. La inconsistencia cinemática entre la
componente paralela al margen de la convergencia y la cinemática de las fallas, rasgo que se observa
de manera repetida para todo el bloque Costero, evidencia un proceso de deformación complejo, no
ligado directamente a la cinemática de la subducción. Esto sugiere una mecánica de deformación
regional que responde más bien a procesos de rotación local de bloques, permitidos por la activación de
zonas de debilidad pre-existentes, sin representar un sistema de fallas paralelas al margen que tienen
un rol fundamental en el acomodo de la convergencia y la configuración de un “sliver”; tales como la Falla
Liquiñe-Ofqui (Andes del Sur) y la Great Sumatra Fault (Sumatra).
Figura 2. Ejemplos de geoformas sísmicas de las fallas. a) Talud de detritos en escarpe de la falla Punta
de Lobos; b) Talud de detritos en la Falla Geoglifo Sur. Se reconoce dos tipos de taludes de detritos
caracterizados por mostrar grados de alteración (hematización) diferente; lo que sugiere dos eventos de
desplazamiento en la construcción del escarpe. La flecha blanca indica la escala; c) Bloque .y clastos
fracturados en la zona de falla, evidenciando la naturaleza sísmica de la Falla salar Grande; d) Grieta
con relleno polifásico y apertura. Evidencia de actividad instantánea-episódica para el Sistema Chuculay.

8.- LOS PLANOS DE DESLIZAMIENTO EN ENSAYOS MECÁNICOS


En este tema se considerará las Fallas Conjugadas. Se entiende por fallas conjugadas aquellas fallas
contemporáneas que se han formado en condiciones de esfuerzos similares.
Estas fallas se disponen de forma simétrica en relación con los ejes principales de los esfuerzos
aplicados (Fig. 3). La dirección de deslizamiento en cada falla del sistema conjugado, suele ser normal
a la línea de intersección de las dos fallas.

Figura 3. Disposición de los ejes de esfuerzo en un sistema de fallas conjugadas, según el modelo de
Anderson, para el caso de fallas normales. Los ejes principales de la deformación son X, Y y Z. El eje
de esfuerzos máximo es vertical.

Anderson (1951) reconoció que las propiedades de las direcciones de esfuerzos principales en
combinación con la ley de Mohr ‐ Coulomb, requieren que cerca de la superficie de la tierra solo se
puedan formar fallas de deslizamiento según la dirección (desgarres), y fallas de deslizamiento según el
buzamiento (normales e inversas). Considerando que la tierra es una esfera perfecta, este autor supone
que la discontinuidad entre aire y suelo en cualquier punto de la superficie de la tierra, es un plano a lo
largo del cual el esfuerzo de cizalla es cero. Si las direcciones principales de esfuerzos cumplen que la
componente de cizalla es cero, se puede considerar la superficie de la tierra como un plano principal que
contiene dos de las tres direcciones principales de esfuerzos. La tercera, sería perpendicular a este plano
principal, y en cualquier punto, es perpendicular a la superficie de una tierra teóricamente esférica. Si las
direcciones principales de esfuerzos son verticales u horizontales cerca o en la superficie de la tierra, y
si el ángulo de fricción interna para muchas rocas es cercano a 30º, solo se pueden formar cerca de la
superficie fallas normales, inversas y desgarres. Fallas inversas cuando σ3 es vertical, desgarres cuando
σ2 es vertical y fallas normales cuando es vertical σ1.

8.1 MODELO DE DESLIZAMIENTO (MODELO DE RECHES)


Los trabajos de Reches (1983) muestran que, en el caso más general, las fallas en una región se
disponen en cuatro familias con dos direcciones y buzamientos contrarios, como resultado natural de un
campo de deformación tridimensional (Fig. 6). Las relaciones entre fallas formadas de esta manera
dependen no solo del ángulo de fricción interna de la roca, sino del radio de deformación a lo largo de
los ejes principales de la deformación, X, Y y Z. Este modelo intenta explicar el hecho de que en
condiciones triaxiales de deformación frágil, las fracturas se disponen según una simetría ortorrómbica
con respecto a los ejes fundamentales del elipsoide de deformación.
Incluye como caso particular (deformación plana) el modelo de fracturación de Anderson, que presenta
una simetría de los planos de falla de tipo monoclínico.

Figura 4. Modelo de deslizamiento de Reches para fallas conjugadas, utilizado para obtener la
orientación del máximo acortamiento horizontal. Ver texto para su explicación.

El modelo de deslizamiento se utiliza para obtener de forma directa, la orientación del máximo
acortamiento horizontal y la forma del elipsoide de deformación.

8.2 METODO DE LOS DIEDROS RECTOS

La teoría de Mohr ‐ Coulomb predice la formación de fallas en sistemas conjugados, con simetría
ortorrómbica, corroborado por experimentos de deformación triaxial. La cartografía en zonas de Intensa
deformación, muestra la existencia de cuatro conjuntos de fallas, cada una de ellas con su par conjugado.
¿Es posible que todas ellas se hayan formado en un mismo evento deformativo?
En este método gráfico, uno de los más utilizados en Geología Estructural, se trabaja con cada uno de
los planos de falla por separado. Se basa en limitar para cada falla las zonas del espacio compatibles en
compresión y en extensión, superponiendo estos campos en proyección estereográfica.
Construimos el estereograma con el plano de falla y un segundo plano, perpendicular a la falla ya su
dirección de deslizamiento, llamado plano auxiliar. Estos dos planos dividen todas las posibles
direcciones en la esfera en dos pares de cuadrantes (blancos y oscuros en la figura 5). Dependiendo del
sentido de movimiento de la falla, un par de cuadrantes opuestos delimita la posible orientación de σ1
(diedro en compresión), y el otro par, la de σ3 (diedro en extensión).
Las condiciones impuestas para obtener mejores resultados son:

 Los ejes de máxima compresión y extensión, deben ser perpendiculares.


 Ambos ejes deben estar en parejas opuestas de diedros.
Si tomamos los datos para varias fallas desarrolladas bajo el mismo campo de esfuerzos, las direcciones
de esfuerzos se pueden estimar con el siguiente método estereográfico:

 Para cada falla por separado, dibujar los círculos mayores que representan el plano de falla y el
plano auxiliar. Usando el sentido de movimiento de la falla, decidimos cuales son los cuadrantes
correspondientes a σ1 y a σ3.
 Superponemos los distintos estereogramas de cada una de las fallas y obtenemos las zonas
donde se sitúan los valores de estos dos ejes principales de esfuerzos (Fig. 5).

Figura 5. Método de los diedros rectos para fallas conjugadas. a) estereograma para la falla 1. b)
estereograma para la falla 2. c) superposición de los estereogramas anteriores.

8.3 DEFORMACIÓN SUPERFICIAL ASOCIADA A UNA FALLA DE


DESGARRE EN PROFUNDIDAD: EL EXPERIMENTO DE RIEDEL

En la naturaleza, la deformación de las rocas no se produce siempre de una forma continua (como los
pliegues) sino que frecuentemente se realiza mediante fracturación de una forma discontinua, a través
de superficies discretas en las que se pierde la cohesión original de la roca. Las estructuras resultantes
de este comportamiento frágil (frecuentemente en la corteza superior) por el cual unos bloques de roca
se diferencian de otros, son las diaclasas y las fallas (Hobbs et al., 1981). Estas últimas son
discontinuidades planas entre bloques de roca que se han desplazado uno respecto del otro en una
dirección paralela a la discontinuidad. Atendiendo al tipo de movimiento relativo de los bloques respecto
al plano de falla, se clasifican en fallas normales, inversas y direccionales o de desgarre (figura 6).
El objetivo de esta reconstrucción es analizar el efecto de cizalla producida en el movimiento de una falla
direccional en el zócalo de comportamiento frágil sobre una cobertera de comportamiento más dúctil que
la recubre. A pequeña escala, puede representar las bandas en las que se resuelve la pequeña
deformación plástica que antecede a la rotura de la roca y a la formación de una falla visible.

Procedimiento Experimental
El experimento de Riedel (Cloos, 1928; Riedel, 1929) reconstruye la deformación esperable en tales
condiciones con dos tablas (zócalo frágil), que se hacen deslizar una respecto a la otra, sobre las cuales
se coloca una torta de arcilla (cobertera de comportamiento más dúctil) de unos pocos centímetros de
espesor. El dispositivo experimental es mostrado en la figura 7 y el procedimiento experimental se basa
en realizar sucesivos desplazamientos entre las tablas. El diseño de un dispositivo similar se detalla en
el trabajo de Bonito (1997).
Para ver como progresa la deformación en la torta de arcilla es recomendable usar una serie de
marcadores débilmente impresos de forma que no controlen posteriormente la localización de las
estructuras. Estos pueden ser una serie de líneas perpendiculares a la fractura de zócalo y/o
circunferencias alineadas sobre esta última.
En cada uno de esos estadios se deberán observar las estructuras menores que aparecen en superficie
y los efectos que producen sobre los marcadores así como las variaciones que sufren las estructuras ya
formadas al progresar la deformación.

Figura 6. Tipos de fallas atendiendo al movimiento relativo de los bloques. 1) falla normal; 2) falla
inversa y 3) falla direccional sinestral. Modificada de Mattauer (1976, p. 81).

Resultados
La cizalla inducida por el desplazamiento de las tablas (basamento) se puede manifestar en la torta de
arcilla (cobertera) por la aparición de los siguientes tipos de estructuras menores (Fig. 7B y C): (1) una
familia de pequeñas fracturas, con igual sentido que el accidente de “zócalo”, que se forman a un ángulo
de 15° respecto a ésta (fracturas R de Riedel, 1929); (2) otra familia de sentido contrario, a unos 75° del
mismo (fracturas R’); (3) grietas de extensión (fracturas T) a 45° de la banda de cizalla; (4) una familia
de microfallas (P), con igual sentido de desplazamiento que la cizalla principal y con disposición simétrica
respecto a las R; (5) pliegues (p) a – 45° de la fractura principal; (6) planos de esquistosidad (S) con la
misma orientación que los pliegues (Cloos, 1928; Ramsay, 1977; Wilcox et al., 1973; Dresen, 1991). No
obstante en la mayoría de las experiencias, y dependiendo de las condiciones impuestas (esencialmente
espesos y humedad de la torta de arcilla, diferenciación o no de capas en ella y velocidad de la
deformación), sólo aparecerán algunas de las estructuras anteriores.
Figura 7. A- Dispositivo experimental utilizado en la reproducción del experimento de Riedel. B-
Estructuras más frecuentes y detalle de las mismas. C- Conjunto de estructuras que pueden aparecer
en una zona de cizalla.

En el experimento se va aumentando progresivamente el desplazamiento relativo de las dos tablas que


sustentan la torta de arcilla (Fig. 8). En el estadio 1 de evolución, no aparecen estructuras apreciables
en la superficie de la torta de arcilla y la deformación se resuelve internamente en ella. En el estadio 2,
aparecen la familia de estructuras de cizalla R bien desarrollada y, a continuación, la familia de fracturas
R’, normalmente menos desarrollada que desplazarán los marcadores. Más tarde, estadio 3, se
empiezan a desarrollar las microfallas P y las grietas tensionales (fracturas T). Así mismo, se podrán
generar pliegues, reflejados en el experimento como crestas y valles de la torta de arcilla, y en situaciones
especiales esquistosidad. A la vez que progresa el desplazamiento, y asociada a la cizalla inducida, las
estructuras anteriores deberían sufrir una rotación ganando ángulo respecto del plano principal. Sin
embargo, durante el procedimiento experimental este giro se realiza en sentido contrario. En el estadio
final, aparece la fractura principal, por rotura de los puentes de arcilla entre distintas fracturas, con la
misma orientación que la fractura del zócalo.
Figura 8. Experimento de deformación progresiva en una banda de cizalla. A- Gráfico esfuerzo (T)-
desplazamiento (D). B- Cuatro estadios en el desarrollo de la cizalla: estadio I, deformación interna “pre-
pico”; estadio II, estructura “de pico”; estadio III, estructura “post-pico” y estadio final, estructura residual.
Modificado de Tchalenko (1970).

Criterios de deslizamiento y orientación del deslizamiento


1. Suelen aparecer sobre cualquier tipo de falla, independientemente de la cinemática y la
escala de fallamiento. A diferencia de otras discontinuidades como las diaclasas, la ocurrencia
de los indicadores cinemáticos se da bien dentro o cerca del núcleo de la falla más no en sitios
alejados de ella; por supuesto, esto puede ser variable en función de la complejidad tectónica
del sitio que se esté observando.
2. La escala de observación a la que se les puede apreciar es bastante asequible cuya
identificación y análisis dependerá de la experiencia del observador.
3. Su identificación no debe ser subestimada. Es decir, que en la mayor parte de ejemplos
reales no es posible determinar la cinemática a partir de “escalones”, “cuñas” ni mucho menos
según el criterio de rugosidad-suavidad de la superficie frontal de la falla (Billings, 1942). Esto
es así debido a que la parte frontal de una falla suele ser más propensa a
erosionarse/alterarse lo que genera ambigüedad en el reconocimiento del sentido de la
cinemática. Por lo que para determinar el tipo de movimiento es más recomendable realizar
una vista en perfil de la falla para lograr observar la relación geométrica entre ésta y el
indicador cinemático de turno.
4. De manera fiable hacen conocer el tipo de cinemática de una falla para un tiempo de
deformación en específico. Por esta razón, es que también permiten determinar criterios de
reactivación tectónica. Sobre todo en superficies donde la cinemática no sólo puede estar
reconocida por el desplazamiento de niveles estratigráficos/diques o tal como sucede en el
uso del criterio de bloques younger-on-older y viceversa.
5. Los indicadores cinemáticos más comunes son las fracturas tipo riedel y/o las foliaciones
tectónicas. En casos más excepcionales es posible encontrar un conjunto de riedels asociados
a fibras de recristalización o a estructuras S-C. Pero es muy difícil apreciar todos los
indicadores sobre una misma superficie de falla.
6. Son elementos necesarios para la toma de datos microestructurales y por supuesto, para el
análisis poblacional de fallas.
El desplazamiento se puede expresar en metros (o cm). El valor más
completo, es por supuesto el salto total (n), que se compone de p y h. No
siempre es posible determinar en la naturaleza el salto total. En muchas
ocasiones hay que usar el desplazamiento del pendiente (p) no más.

Determinación del
desplazamiento de una falla
La determinación requiere conocer la magnitud y dirección de su desplazamiento. Algunos
rasgos indican el desplazamiento total, otros el desplazamiento parcial o aproximado.
La determinación completa del desplazamiento requiere un rasgo linear particular,
preexistente, que intersecte a la falla y sea desplazado por ésta. Los puntos del rasgo linear se
unen en el plano de falla y se obtiene el vector desplazamiento. La posición relativa permite
definir el sentido del cizalle. Ej.: vetillas, fallas, estratificación, etc.
Determinación parcial del desplazamiento
En muchos casos en que puede ser identificada una falla o zona de cizalle dúctil es posible
determinar la orientación del vector desplazamiento y el sentido del cizalle, pero no la
magnitud del desplazamiento. Este tipo de información puede ser obtenida examinando rasgos
a escala microscópica y a escala de muestra de mano (por ejemplo lineaciones).
Las lineaciones determinadas por el crecimiento de fibras minerales se orientan a un pequeño
ángulo del plano de una fractura de cizalle, de modo que una flecha que contiene a la fibra y
que apunta desde su ``punto inicial'', indica la dirección de movimiento relativo del bloque
opuesto.
Durante el fallamiento frágil, se pueden desarrollar fracturas secundarias menores a lo largo
del plano de falla a ángulos bajos a moderados con respecto a la falla. Éstas pueden ser de
extensión o de cizalle. Las de extensión son no estriadas y pueden estar rellenas con
minerales secundarios. Las de cizalle tienen estrías.
Las fracturas secundarias dan 4 criterios útiles para determinar el sentido de cizalle en la
superficie de falla:
 En una superficie de falla expuesta, fracturas de extensión cortan la superficie de falla
en dirección (rumbo) perpendicular al movimiento y se inclinan en el sentido de
movimiento del bloque que falta. Estas fracturas de extensión son las mismas que
fueron descritas como pinadas. En un perfil, sets de estas fracturas pueden formar un
arreglo en echelon (A).
 Si cuando están expuestas en el plano de falla, las fracturas de extensión tienen una
forma de luna creciente, ellas son cóncavas en el sentido del movimiento del bloque
que falta (B).
 Si hay fracturas secundarias estriadas que se extienden bajo el plano de falla principal,
entonces las fracturas mantean en el sentido del movimiento del bloque que falta (C,D).
 Algunas fracturas de cizalle no pasan bajo el plano de falla. Ellas pueden alternarse con
fracturas de extensión secundarias que si traspasan el plano de falla o pueden ser
simplemente las caras de irregularidades en el plano de falla. En estos casos, las
superficies estriadas miran en sentido opuesto al sentido de movimiento del bloque que
falta.

Cinemática de fallas en un medio rocoso fracturado


Las rocas sometidas a un régimen de esfuerzos que excede su resistencia mecánica tienden a
deformarse permanentemente a lo largo de zonas de deformación más o menos tabulares y
con límites, ya sean abruptos o graduales, reconocibles y cartografiables. Dependiendo de
la composición química, el contenido de agua, la temperatura, y la presión confinante, el
mecanismo de deformación puede ser cristal-plástico, o bien puede ser quebradizo. También
se puede dar el caso de que simultáneamente algunos minerales se deformen plásticamente,
mientras otros se deformen por fractura.
Para documentar el sentido de desplazamiento de bloques rocosos separados por zonas de
cizalla, es necesario contar con herramientas de observación que nos permitan identificar el
sentido de movimiento relativo de los bloques.
Indicadores cinemáticos de fallas
Los indicadores cinemáticos son las evidencias físicas de campo que permiten conocer la
cinemática (movimiento) de una falla. En sí, corresponden a una serie de evidencias
tangibles que suelen aparecer a lo largo de cualquier superficie donde haya ocurrido algún tipo
de desplazamiento tectónico. De hecho, la aparición de los indicadores cinemáticos es muy
independiente del sentido de movimiento de una falla, además de que pueden aparecer tanto
en ambientes frágiles como en dúctiles. Una de las ventajas más interesantes de su uso en
temas de cartografiado geológico es que pueden encontrarse en casi toda ubicación
geográfica, de forma que sirven como buen soporte para el mapeo estructural.

En estricto, y tal como dice su


nombre, el indicador cinemático
permite determinar el movimiento de una falla. Para entender a cabalidad esto, primero es
necesario conocer cómo es que se genera una falla, para esto se recurrirá al modelo de
ruptura clásico de un macizo rocoso. Aquí es posible ver que una falla no corresponde a un
plano 100% uniforme que corta a una roca, sino que realidad está compuesta por una serie de
fracturas con cinemáticas propias que pueden llegar a interconectarse dando lugar a la falla en
sí.
Modelo de ruptura ideal para
un macizo rocoso a lo largo de
un plano de falla sinestral
según los trabajos de Cloos
(1928) y Riedel (1929).

ESTRIAS
Estrías son líneas finas encima de un plano tectónico donde ha ocurrido un movimiento o
desplazamiento tectónico significativo.
Existen varias formas de detectar una falla tectónica en terreno. Una de los indicadores más
confiables son las estrías, que se forman a causa del movimiento relativa en las rocas.
Con estrías se reconoce fácilmente una falla.
Son marcas del movimiento encima de un plano de falla. Las estrías sirven como indicador
directo de una falla, además indican dirección del movimiento y sentido del desplazamiento.
Con mucha sensibilidad se puede detectar con el dedo la dirección del movimiento. La
dirección que marca menos resistencia (poquito más liso) es la dirección del movimiento. Pero
cuidado: Solo se detecta la última dirección del movimiento - no la dirección principal. Además
la poca sensibilidad de los dedos humanos no permite un análisis muy confiable. (Sí se repite
el procedimiento con varias personas no siempre llegan las mismas resultados)
INDICADORES CINEMATICOS DE FALLAS
a) Modelo de riedels:
Observando un poco más de cerca, dichas fracturas, conocidas como del tipo riedel, tienen
relaciones geométricas bien definidas según ángulos oblicuos respecto a la traza de la falla
principal. De este modo, por ejemplo en el modelo de riedel (Cloos, 1928; Riedel, 1929) se
plantea que el sentido del movimiento del bloque que no alberga a los ángulos oblicuos es el
mismo hacia donde estos ángulos.
Sentido del movimiento (según las flechas en rojo) que está determinado de acuerdo
a la relación geométrica oblicua entre la superficie de falla y el plano de riedel.

Convenientemente, las relaciones geométricas del


modelo de riedel son bastante frecuentes en
afloramientos rocosos de reología frágil. Es más, las
fracturas tipo riedel (representadas por R) se forman
durante la generación y evolución de la falla. Aparecen
de forma “escalonada” o “en-echelon”, es decir que
ocurren de forma repetida y paralela; así como poseen
la misma cinemática que la falla principal. Entonces,
para la correcta determinación cinemática de una falla
es imprescindible que las relaciones geométricas entre
la falla y los riedels lleguen validarse en campo para
luego verificar su comportamiento según el modelo de
cizalla de Ramsay (1967)

Vista en planta del modelo de cizalla de Ramsay (1967)


en el que se aprecia entre las relaciones geométricas de
los planos de riedel (R)tectónicas
b) foliaciones y el fallamiento principal de
cinemática dextral. Nótese que según este mecanismo
de deformación es posible tener diferentes tipos de
movimientos tectónicos
Por otro lado, se para un mismo
tiene tiempo, además
a las foliaciones tectónicas. Las cuales se les pueden reconocer de
que las fracturas tipo riedel y el fallamiento principal
manera similar que a las fracturas tipo riedel. Se hace énfasis en la descripción de foliación
comparten el mismo
“tectónica” paratipo de cinemática
poder (dextral).
diferenciarlas de las que se forman en procesos volcánicos tal como
sucede por ejemplo en la intrusión de domos o formación de diatremas. La diferencia más
resaltante de las foliaciones con respecto a las fracturas tipo riedel es que las primeras poseen
superficies flexionadas mientras que las segundas son rectas.
Planos de foliaciones tectónicas (señaladas por las flechas en blanco) que
tienen superficies flexionadas y que son oblicuas al plano de movimiento
principal (main slip plane) de cinemática dextral dentro de las rocas de la
Formación Pisco

c) fibras de recristalizacion:
Las fibras de recristalización o conocidas también en inglés como slickenfibers son fibras de
mineral de origen tectónico. El tipo de mineral en estos casos puede ser de cualquier tipo,
aunque los ejemplos más ideales se presentan en calcitas. Un detalle a tomar en cuenta sobre
tales fibras es que aparte de aparecer sobre la misma falla también ocurren sobre planos de
recristalización que son oblicuos a ella.. Es decir que el movimiento del bloque que no alberga
a los ángulos oblicuos es en sentido contrario respecto a la dirección de inclinación de los
ángulos oblicuos formados entre los planos de recristalización y la falla. En la Cordillera
Occidental del centro del Perú, las calizas de la Formación Jumasha exhiben excelentes
ejemplos de fibras y planos de recristalización tectónica.

Gráfico esquemático de fibras y planos de recristalización. Nótese que la relación geométrica entre el
plano de recristalización y la superficie de la falla también es según un ángulo oblicuo. Aunque a
diferencia de lo que sucede con la determinación cinemática utilizando planos de riedel, en este caso
el sentido del movimiento es en 180º respecto a la dirección de inclinación de los planos de
recristalización.

d) Estructuras S-C (S-C fabrics)


Son zonas de cizalla que pueden desarrollar algún tipo de desplazamiento neto por lo que a
veces es posible observarlas como fallas propiamente dichas. La zona de cizalla principal
donde ocurre el movimiento se le conoce como “C”, mientras que las estructuras “S”
corresponden a las esquistosidades que yacen dentro y a lo largo de las trazas de C. Es
importante recalcar que la relación geométrica entre C y S suele ser bastante notoria. De
modo que no es posible que su identificación sea confundida con otras relaciones geométricas
que puedan parecer similares tal como es el caso de fracturas tipo riedel y/o foliaciones
respecto a la zona de cizalla principal. Así, la regla establece (Allmendinger, 1987; McClay,
1987) que la traza de las esquistosidades (S) tiende a ser perpendicular a la dirección de
compresión máxima (sigma 1), siendo esta última oblicua respecto a C por lo que este tipo de
convergencia determina el sentido del movimiento según sea el caso.

Vista de una estructura S-C, nótese que la compresión principal máxima (sigma 1)
tiende a ser perpendicular a la traza de la esquistosidad (S).

e) Stepovers o Jogs
Son estructuras que se forman a lo largo de zonas de cizalla dextrales o sinestrales. De forma
general, como producto de una compresión o extensión a una escala más restringida respecto
a la escala en la que se produce la cinemática correspondiente a la zona de cizalla principal.
Por ello es que durante su formación desarrollan formas romboédricas muy definidas que bien
pueden estar abiertas o rellenadas por mineral. Para esta descripción, se hará hincapié en
cómo luce un stepover formado por extensión. Donde en un inicio, dos de los cuatro lados del
romboedro son oblicuos respecto a la zona de cizalla subvertical. A la vez que son paralelos al
sigma 1 por lo que actuaron como fallas normales que dieron lugar a la apertura de la
estructura romboédrica.
Stepover extensional visto en los alrededores
de Balmorhea-Texas. Nótese que la
cinemática extensional se corrobora a partir
del salto y rechazo de la capa delgada que
yace directamente encima de la estructura
romboédrica ubicada en el centro de la
imagen

Stepover extensional cuya zona de


cizalla es subvertical y de inclinación
hacia la derecha. La estructura
romboédrica posee dos bordes que
tienden a ser paralelos al sigma 1
los cuales también coinciden con el
área de apertura del stepover.

Criterios relevantes usados la identificación de indicadores cinemáticos


Asimismo, podemos hacer una breve lista con los criterios más relevantes que se necesitan
tener en mente al momento de realizar la identificación de indicadores cinemáticos:
1. Suelen aparecer sobre cualquier tipo de falla, independientemente de la cinemática y la
escala de fallamiento. A diferencia de otras discontinuidades como las diaclasas, la ocurrencia
de los indicadores cinemáticos se da bien dentro o cerca del núcleo de la falla más no en sitios
alejados de ella; por supuesto, esto puede ser variable en función de la complejidad tectónica
del sitio que se esté observando.
2. La escala de observación a la que se les puede apreciar es bastante asequible cuya
identificación y análisis dependerá de la experiencia del observador.
3. Su identificación no debe ser subestimada. Es decir, que en la mayor parte de ejemplos
reales no es posible determinar la cinemática a partir de “escalones”, “cuñas” ni mucho menos
según el criterio de rugosidad-suavidad de la superficie frontal de la falla (Billings, 1942). Esto
es así debido a que la parte frontal de una falla suele ser más propensa a
erosionarse/alterarse lo que genera ambigüedad en el reconocimiento del sentido de la
cinemática. Por lo que para determinar el tipo de movimiento es más recomendable realizar
una vista en perfil de la falla para lograr observar la relación geométrica entre ésta y el
indicador cinemático de turno.
4. De manera fiable hacen conocer el tipo de cinemática de una falla para un tiempo de
deformación en específico. Por esta razón, es que también permiten determinar criterios de
reactivación tectónica. Sobre todo en superficies donde la cinemática no sólo puede estar
reconocida por el desplazamiento de niveles estratigráficos/diques o tal como sucede en el
uso del criterio de bloques younger-on-older y viceversa.
5. Los indicadores cinemáticos más comunes son las fracturas tipo riedel y/o las foliaciones
tectónicas. En casos más excepcionales es posible encontrar un conjunto de riedels asociados
a fibras de recristalización o a estructuras S-C. Pero es muy difícil apreciar todos los
indicadores sobre una misma superficie de falla.
6. Son elementos necesarios para la toma de datos microestructurales y por supuesto, para el
análisis poblacional de fallas.

En conclusión, muy aparte de que la identificación de indicadores cinemáticos pueda parecer


una tarea sencilla, es imprescindible tener en cuenta que en la mayor parte de situaciones
reales no se presentarán de forma ideal. Para contrarrestar esta dificultad es válido
recomendar que una buena metodología de identificación siempre comienza por el
conocimiento teórico y luego va sujeta a
 La observación minuciosa de campo
 La toma de rumbos y buzamientos para el establecimiento de las debidas relaciones
geométricas entre fallas (o zonas de cizalla) y los indicadores cinemáticos.
 La correcta determinación cinemática de cada estructura en particular
 La asociación geométrica-cinemática de la estructura observada con respecto a otras
que afloren cerca de ella. De esta manera, cualquier mapeo geológico estructural podrá
quedar bien establecido independientemente del área geográfica que se pretenda
estudiar.
CRECIMIENTO DE FALLAS
¿Qué causa una falla? Para poder entender las causas de la formación de fallas, primero es
necesario entender los conceptos de Stress y Strain, los que se definen respectivamente como
la fuerza (por unidad de área) ejercida sobre un cuerpo particular de roca. La unidad básica de
estrés es el Pascal (Pa), con 1Pa = 1 N / m2. Un Pascal es muy pequeño, por lo que a
menudo el cuerpo particular de roca. La unidad básica de estrés es el Pascal (Pa), con 1Pa =
1 N / m2. Un Pascal es muy pequeño, por lo que a menudo el estrés se mide en
megapascales (MPa) o kilopascales (kPa). A modo de comparación: la presión atmosférica es
de aproximadamente 100 000 Pascal. Mientras tanto el Strain es una medida del cambio en
tamaño y forma (la deformación) que ha sufrido un cuerpo particular de roca, también
expresado como el cambio de longitud e = (l-l0) / L0

A partir de la interacción de éstas fuerzas se crean unos esfuerzos


que pueden ser de tipo compresionales, tensionales o cizallantes.
El Stress tensional es raro dentro de la corteza terrestre, pero hay
muchas otras estructuras extensionales como lo son el Stress o
Presión Litostática y el Stress desviatorio. El Stress Litostático es
la presión que funciona igualmente en todos los lados por el peso
de la roca suprayacente, de una manera similar a la presión
hidrostática o presión de aire, mientras que el Stress desviatorio es
la componente de esfuerzo que no es igual en todas las
direcciones: se empuja o tira en una dirección particular

Todos estos complicados procesos dan origen a la formación de una Falla, envolviendo todo
un desarrollo posterior que crea una zona donde se dan múltiples microfracturas, las cuales
eventualmente se conectan entre sí pero teniendo en cuenta las diferencias que se dan de
acuerdo al tipo de roca que se encuentra sometido a estos procesos. Es por esto que al
analizar las fallas en rocas no porosas, su origen proviene
de pequeñas fracturas de cizalla en una fase de intenso
microfracturamiento que aprovechan los planos de
debilidad de la roca hasta que ésta alcanza el nivel crítico y
la factura principal se expande hasta comunicarse con
otras microfracturas siguiendo planos favorablemente
orientados que permiten su desarrollo. Esta zona de
microfracturas se le llama Zona de Proceso

En rocas porosas y sedimentos, el proceso de formación de una


falla es algo diferente, los espacios que tienen los poros de los
granos brindan una oportunidad característica para reorganizar su
estructura. Si los granos en una arenisca están débilmente
cementados podría haber rotación y el grano se deformaría por la
fricción durante este deslizamiento, en otros casos los granos
también pueden romperse internamente. Al finalizar la deformación
es probable que se generen unas estructuras en zonas o bandas
estrechas conocidas como bandas de deformación, a éste proceso
lo procede una deformación secuencial en nuevas bandas
adyacentes a la inicial. Esto significa que se va haciendo más fácil
formar nuevas bandas junto a la existente si se mantiene el
cizallamiento de la banda primaria. Todo esto da como resultado
una zona de banda de deformación, y este desarrollo se explica
comúnmente en términos de endurecimiento de la roca por efecto
de ésta misma
El crecimiento de bandas de deformación y/o fracturas ordinarias antes de la formación de una
superficie de deslizamiento en el plano de Falla, tiene ciertas implicaciones ya que la zona
circundante de estas estructuras se convertirá en la zona de daño, éstas zonas son el
resultado de la deformación frágil a lo largo de dicha zona donde se forman fracturas en varias
direcciones en respuesta al Stress.
 Wing Cracks: Extensión asociada con pequeños desplazamientos.
 Horsetail Splay: Ocurren a lo largo de las fallas más grandes y crean una serie de
fracturas de cizalla secundarias.
 Syntethic Branch Faults: Cuando la deformación en un extremo de la falla, hace que
la cizalladura tome el mismo sentido del movimiento de la falla.
 Antithetic Branch Faults: Se da cuando la deformación en un extremo de la falla hace
que la cizalladura del sentido opuesto actúe de la misma forma como la falla principal.
Esto genera una rotación del bloque en la zona de daño.
Estas estructuras de las zonas de daños se pueden desarrollar antes, durante y después de la
formación de la superficie de deslizamiento de la falla.
Si adyacente a la falla se encuentran capas de sedimentos, éstos pueden curvarse en la
dirección de movimiento del bloque opuesto flexionandose en lo que se denominan Pliegues
de Arrastre, provocados por la fricción a lo largo de la falla plegando la capa opuesta como un
bloque que se arrastra a lo largo del otro

Las fracturas o bandas de deformación que se dan en estas zonas de arrastre, generalmente
aumentan en densidad y en la misma dirección de la falla. La aparición de fracturas
mesoscópicas o bandas de deformación indica que estamos en la zona de daño de la falla,
dónde los pliegues de arrastre anteriormente descritos están bien desarrollados, esta zona
tiende a ser más ancha que la zona de daño, si bien la situación opuesta también se produce.
Algunas fallas, en particular en rocas metamórficas, muestran pliegues de arrastre, ya que al
examinar más detenidamente el proceso, se evidencia que son controlados por mecanismos
de acción deformable en un medio plástico y por tanto son zonas de cizalla alrededor de las
fallas que podrían haberse formado de una variedad de maneras, generalmente en la zona de
transición frágil-plástica

CRECIMIENTO DE FALLA/SISTEMAS ROLLOVER


Los sistemas de Rollover son estructuras comunes de cuencas sedimentarias, en particular de
deltas y márgenes pasivos. Estas estructuras se desarrollan frecuentemente en rocas
incompetentes como la anhidrita, halita y arcillas poco compactadas.
Las Fallas de crecimiento normales, están asociadas con los sistemas de Rollover, éstas
generalmente reciben el nombre de Fallas Lístricas; estas fallas son cóncavas hacia la
superficie y un poco horizontales a profundidad, presentan una geometría constante a lo largo
del tiempo. Es por esto que las estructuras Rollover presentan un excelente registro de
deformación/sedimentación a lo largo de la historia.
Los modelos clásicos de fallamiento lístrico generalmente se refieren a un desplazamiento
relativo entre el Footwall (indeformable) y el Hanging Wall, en algunos aspectos estos modelos
podrían aplicarse a las fallas de crecimiento sintéticas que se sumergen en el sentido del
desplazamiento con respecto a la basal.
El crecimiento de Fallas/Sistemas Rollover, algunas veces resulta de interacciones complejas
entre sedimentos frágiles y dúctiles (sal, arcillas), que implican la interacción entre
deformación y sedimentación

Rollover en el Hanging Wall,


relacionados con la curvatura de
la falla principal. La zona de daño
es inusualmente amplia debido a
las complicaciones que presenta
la curva de la falla. En colores se
representan las bandas de cizalla
sintéticas y antitéticas.

El resultado del crecimiento de falla/Rollover es el mecanismo de inestabilidad el cual es


controlada por el acoplamiento de la capa basal (dúctil) y la fuerza de la cubierta sedimentaria;
este acoplamiento inicial se produce cuando la capa es gruesa y dúctil o el ángulo de la
pendiente basal es bajo.
El desarrollo de un sistema de crecimiento de falla/Rollover durante el deslizamiento comprende
tres etapas (nacimiento, crecimiento y decaimiento), cuya duración dependerá del aumento
progresivo del acoplamiento durante el deslizamiento. Estas tres etapas caracterizan la vida
crítica de un sistema de falla y en la mayoría de los casos el nacimiento corresponde al
desarrollo de un graben simétrico que más tarde evoluciona de forma asimétrica

 Las zonas de proceso en rocas no porosas trabajan para debilitar la roca original,
incrementando la porosidad y así generando fracturas. En contraposición las zonas de
proceso de bandas de deformación en rocas porosas trabajan para endurecen la roca
original, así decrece la porosidad por la superficie de deslizamiento. Por ejemplo: en
rocas de alta porosidad (areniscas), el crecimiento de las fallas tienen diferentes formas
de fracturar y hacer falla.
 En rocas no porosas las pequeñas fracturas de cizalla pueden formarse en rocas de
baja porosidad, debido a que hay tres puntos de debilidad que pueden ser: Interface de
capas, diques y/o fallas pre-existentes (Fossen, 2010).
 Los "joint system" son el caso más probable para dar origen a las fallas, ya que estos
tienden hacer estructuras débiles no cohesivas: estas fracturas (micro-meso), pueden
conectarse y crear fallas.
 El crecimiento de las fallas/Rollover, algunas veces resulta de la interacción entre
sedimentos frágiles y dúctiles. Esta interacción favorece al origen de las fallas normales,
llamadas generalmente falla lístrica.
Zonas de transferencia

Son zonas a lo largo de las cuales se produce la transferencia del desplazamiento


desde un sistema de fallas a otro sistema de fallas (figura 3.13a).
Por ejemplo, una falla transcurrente oblicua, denominada falla de transferencia,
puede conectar partes de un mismo sistema de fallas normales, con desplazamientos
en el mismo sentido, en el borde de un graben (figura 3.13b).

Figura 3.13: Fallas de transferencia. (a) Falla con vector-desplazamiento oblicuo


(1) que transfiere los movimientos de dos sistemas de fallas normales (2) y (3). (b)
Fallas de transferencia T conectando fallas normales N en el borde de un graben.

Notar en este último caso, el vector rechazo oblicuo de la falla de transferencia.


También se distinguen zonas de transferencia ubicadas entre fallas normales con
manteos opuestos, pero que comparten una misma línea de rumbo (figura 3.14).
Figura 3.14: Falla de transferencia transcurrente conectando fallas normales
lístricas con distinto sentido de manteo. (1) Corteza frágil. (2) Nivel de corteza dúctil.

En este caso, la transferencia se realiza a lo largo de una falla de rumbo que separa
dos geometrías lístricas con sentidos opuestos. Finalmente, la transferencia puede
realizarse según una zona de ramificación de fallas normales conjugadas que nacen
respectivamente de dos fallas maestras de mayor dimensión y que se unen en
profundidad (figura 3.15).

Figura 3.15: Transferencia entre dos juegos de fallas con sentido de manteo
opuesto. (a) Mapa. (b) Perfil estructural AA’.
Rampas de relevo

Ocurren en la zona terminal de dos fallas de rumbo paralelo. En


superficie, el desplazamiento en cada una de las fallas decrece hacia
un punto en que se hace igual a cero. Sin embargo, en profundidad,
las dos fallas se resuelven en una sola falla lístrica. Por este motivo,
la sola presencia de una rampa de relevo en superficie es indicativa
de una falla lístrica en profundidad (figura 3.16).

Figura 3.16: Rampas de relevo. (a) Rampa de relevo entre dos fallas
en escalón de igual rumbo, (1) Punto extremo de cada una de las
fallas. (b) Rampa de relevo con una falla secundaria adelante. (c)
Rampa de relevo con una falla atrás.
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