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En el baño
Andrea Wayne von Königslöw
Texto e ilustraciones de la autora.
Traducción de Clarisa de la Rosa.
Caracas, Ediciones Ekaré, 1998.
Colección El jardín de los niños.
¿Qué ocurriría si los animales tuvieran que usar el retrete? Sólo adelantaremos que, por
ejemplo, "el león pensaría que está en su trono", "la gallina imaginaría que es su nido" y el
elefante lo destrozaría al sentarse. Las otras terribles consecuencias están explicadas con
mucho humor en este libro ideal para acompañar a los niños en el aprendizaje del control de
esfínteres.
Lo interesante de este libro es que no sólo muestra las obras, sino que ofrece una suerte de
"visita guiada", haciéndonos reflexionar sobre lo que cada pieza transmite, sobre su
atmósfera, su composición, su color o sobre la intención del artista en el momento de hacerla.
Nos coloca en un rol activo como espectadores.
Por ejemplo, ante "La noche estrellada" de Vincent Van Gogh uno de los personajes le
pregunta al protagonista: "¿No te parece inquietante? ¿No sientes el color? ¿No te
emociona?" A lo que éste responde: "Sí. Parece que el paisaje está vivo".
Frente a "Estudio en rojo" de Henri Matisse leemos comentarios como "Es como una explosión
de color. Seguro que el artista lo pintó para sí mismo. !Mira qué rojo! Y fíjate en la caja de
lápices. Nos invita a ponernos a pintar".
La presentación de las obras es siempre distinta a lo largo del libro, lo que hace que el
recorrido sea dinámico y entretenido. En algunas ocasiones se muestra una obra por página,
en otras son varias, e incluso el protagonista interactúa con ellas, por ejemplo cuando se
sienta encima de la "Silla de perfil" de Verner Panton o le pregunta a esculturas de Henry
Moore y Pablo Picasso si vieron pasar a su amigo Arte.
Otro aspecto en el que vale la pena detenerse es la relación entre algunos de los personajes
con las obras que cada uno presenta. Una niña que le muestra al protagonista "Taza, plato y
cuchara" de Meret Oppenheim, viste un atuendo con una textura similar a esos objetos. Otro
señor ostenta el mismo aspecto sombrío que la pintura de Edward Hopper que está señalando
y un tercero luce un cuerpo de color y forma similar al cuadro de Milton Avery que está a su
lado.
El diseño del libro es dinámico, con una tipografía de tono suave que se achica o agranda
dando menor o mayor énfasis a determinadas expresiones. Además armoniza con los colores
de las distintas obras presentadas, sin competir visualmente con ellas. La técnica utilizada por
el ilustrador parece ser un collage que mezcla figuras con y sin contorno, con un acabado
digital.
En definitiva, estamos ante un libro (también una expresión de arte) que nos permite mirar y
admirar la creación artística.
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Lecturas: ¿Quién es el dueño de la verdad? Los problemas de la ficción en ¡La verdadera
historia de los tres cerditos! de Jon Scieszka y Lane Smith, por Cecilia Bajour
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Destacados: Los libros-álbum
Donde viven los monstruos
Maurice Sendak (texto e ilustraciones)
Traducción de Agustín Gervás.
Madrid, Editorial Alfaguara, 1977 / Buenos Aires, Editorial Alfaguara,
2007. Colección Especiales Álbum.
por Marcela Carranza
Elegido el mejor libro ilustrado en el mismo año de su aparición
(1963) y ganador de la medalla Caldecott en 1964, Donde viven los
monstruos es referencia obligada dentro de la historia de los libros ilustrados para niños.
Para dar ejemplo de su popularidad en su país de origen y en el mundo basta nombrar una de
las escenas ilustradas de El viaje de Anno (IV)del japonés Mitsumasa Anno (1), donde dos de
los entrañables monstruos de Maurice Sendak desfilan por las calles de Nueva York, o bien un
episodio en el que Los Simpson le rinden homenaje (2).
La historia es la siguiente: Max, luego de realizar toda clase de travesuras, es
llamado"¡MONSTRUO!" por su madre y enviado a la cama sin cenar.
Una vez en su cuarto emprende un viaje fabuloso hasta llegar a donde viven los monstruos.
Apelando al "truco mágico de mirar fijamente a los ojos amarillos de todos ellos sin pestañear
ni una sola vez" logra amansarlos y ser declarado rey. A lo largo de tres ilustraciones a doble
página vemos a Max divertirse con sus nuevos súbditos hasta que el niño acaba con la fiesta y
envía a los monstruos a la cama sin cenar. Sintiéndose solo y atraído por "un olor de comida
rica" el niño decide emprender el viaje de regreso hasta llegar nuevamente a su cuarto "donde
su cena lo estaba esperando y todavía estaba caliente".
Sin embargo la genialidad del libro de Sendak va mucho más allá de un argumento; el modo
en que ilustraciones y textos se ensamblan entre sí, el juego con la diagramación e incluso
con el formato, todo se conjuga para dar cuenta de un libro pensado artísticamente hasta en
sus mínimos detalles.
Si bien la historia aparenta ser sencilla, si la pensamos en términos espacio-temporales
surgen una serie de indefiniciones que otorgan al viaje de Max un grado de ambigüedad poco
frecuente en los libros para pequeños lectores.
Las seis primeras páginas sitúan claramente a Max en la realidad de su hogar y de su cuarto.
En este momento de la historia la diagramación cede la página izquierda al texto con frases
que se completan al dar vuelta la hoja para observar las imágenes a la derecha, enmarcadas
en el centro de la página. Solo al ver las imágenes comprendemos el sentido de las palabras
que someramente dan cuenta del comportamiento de Max. El tránsito hacia otro espacio y
tiempo, es decir del mundo de Max al de los monstruos, se produce de manera paulatina,
especialmente en la imagen, y sin que se expliquen con claridad las razones del cambio de
mundos. En ningún momento se dice, ni en el texto ni en las imágenes, que se trate de un
sueño o de una fantasía de Max, lo que en definitiva daría una explicación al extraño
acontecimiento. El niño se muestra satisfecho y en absoluto sorprendido frente al asombroso
cambio producido en su habitación.
Max emprende un viaje, y si bien para ello navega en un barco, ese otro mundo en el que Max
se interna tiene su inicio en la metamorfosis del mundo "real" inicial. Poco a poco la habitación
se va esfumando dejando lugar al bosque, desaparecen las paredes, los árboles escapan del
marco de la imagen, la ilustración se ensancha, hasta ocupar la doble página en el mismo
momento en que Max llega al lugar donde viven los monstruos.
"… y Max se marchó navegando a través del día y de la noche entrando y saliendo por las
semanas saltándose casi un año hasta llegar a donde viven los monstruos"nos dice el texto en
una fusión poética de dos dimensiones: la del tiempo y la del espacio. El barco de Max no
transita por el espacio, como es de esperarse, sino por el tiempo, no de manera lineal, sino a
los saltos. Si el cuarto del niño se metamorfosea paulatinamente en aquel otro espacio: el de
la naturaleza salvaje, el barco lleva a Max en un viaje en el que el tiempo y el espacio se
confunden.
El encuentro de Max con los monstruos está atravesado por el juego. Las palabras juegan con
los sonidos y las repeticiones (afortunadamente esto se conserva en la traducción): "...ellos
rugieron sus rugidos terribles y crujieron sus dientes terribles y movieron sus ojos terribles y
mostraron sus garras terribles" . El método de Max para dominarlos es también un juego: el
truco mágico de mirar fijamente a los ojos sin pestañear. Y una vez nombrado rey Max ordena
que comience "la fiesta monstruo". Es este instante de la historia el de mayor despliegue de la
ilustración: tres dobles páginas inolvidables en las que vemos a Max y los monstruos aullar a
la luna, bambolearse en las ramas de los árboles, desfilar en procesión.
La ilustración se hace cargo del momento central de la historia, el de mayor libertad, el del
juego salvaje, donde el desenfreno está permitido y ser un monstruo es la norma. Pero este
éxtasis lúdico es interrumpido repentinamente por el mismo niño. También a la manera de los
juegos infantiles Max repite en los monstruos la sentencia que recibió de su madre al
comenzar la historia: los envía a la cama sin cenar. La inversión de roles es clara, el pequeño,
ahora rey de los monstruos puede ejercer sobre ellos el poder que unas páginas antes debió
sufrir de los adultos. Es aquí donde "el olor de comida rica" conecta ambos mundos y Max
decide regresar. La diagramación del libro, al igual que el personaje, realiza el movimiento
inverso, y las ilustraciones comienzan a retirarse de la doble página hacia la derecha. En la
despedida de Max y los monstruos se repite el juego sonoro con las palabras que había tenido
lugar durante su encuentro.
Nuevamente la descripción del extraño viaje de Max, apela a la poética confusión espacio-
temporal sólo que en sentido inverso: "...y navegó de vuelta saltándose un año, entrando y
saliendo por las semanas atravesando el día hasta llegar a la noche misma de su propia
habitación..."
El lugar y el tiempo nuevamente se confunden en el punto de llegada. Todo parece indicar que
esa noche es la misma que la de la partida, dado que, como señalan las palabras finales sin
ilustraciones que cierran la historia: la cena aún estaba caliente. Pero Sendak no deja lugar a
la certeza en términos temporales; la luna que se ve a través de la ventana del cuarto de Max
en la última ilustración es una luna llena, la misma que aparece por primera vez en la fiesta de
los monstruos, a diferencia de la luna menguante que dominó el cielo en la escena de la
habitación al comienzo de la historia e incluso a largo de cinco ilustraciones más.
De este modo la historia del viaje de Max aparenta ser circular, pero se trata de un círculo que
no se cierra exactamente en el punto donde se inicia. Un encantador desafío para los lectores
pequeños y grandes que durante décadas han tenido la oportunidad de seguir disfrutando de
este clásico.
Notas de Imaginaria
(1) Anno, Mitsumasa. El viaje de Anno (IV). Guión e ilustraciones del autor. Barcelona,
Editorial Juventud, 1983. Este libro integra una serie de cuatro títulos: El viaje de Anno
I (Europa del Norte), El viaje de Anno II (Italia), El viaje de Anno III (Inglaterra) y El viaje de
Anno IV (Estados Unidos). Más información sobre este tema en el artículo "Maurice, Max y los
Monstruos homenajeados", aquí.
(2) Se trata del episodio The Girl Who Slept Too Little (La niña que dormía demasiado poco),
el segundo de la temporada número 17 de la serie, emitido originalmente el 18 de septiembre
2005. Durante el episodio Lisa Simpson lee el libro The Land of the Wild Beasts en referencia
paródica a Where The Wild Things Are (título original deDonde viven los monstruos) y hay una
breve aparición de estas criaturas, dibujadas —en claro homenaje— siguiendo el estilo de
Sendak. Más información sobre este tema en el artículo "Maurice, Max y los Monstruos
homenajeados", aquí.
Artículos relacionados:
Autores: Maurice Sendak
Galería: Maurice, Max y los Monstruos homenajeados
Eventos: Christine Nöstlinger y Maurice Sendak fueron los ganadores de Premio Internacional
de Literatura Infantil en Memoria de Astrid Lindgren 2003
Galería: Un seguro lugar salvaje (contiene una ilustración de Maurice Sendak)
El libro también es fuente de inspiración y objeto de homenaje para muchos artistas, a veces
explícito, a veces a modo de guiño intertextual dirigido al lector atento.
En esta galería presentamos algunos de los lugares en donde viven los Monstruos... y Max
también.
El viaje de Anno (IV), de Mitsumasa Anno (guión e ilustraciones del
autor; Barcelona, Editorial Juventud, 1983).
Una carroza con dos de los monstruos de Sendak desfila por las
calles de Manhattan. (Ver el detalle más abajo.)
Gato Guille y los monstruos, de Rocío Martínez (texto e
ilustraciones de la autora; Pontevedra, Kalandraka Editora, 2000).
Gato Guille escucha ruidos extraños en la sala de su casa, siente
miedo y sale en busca de su madre. En el sillón, el libro Donde viven
los monstruos está abierto en la página en que Max domina a los
monstruos con el "truco mágico de mirar fijamente a los ojos amarillos
de todos ellos sin pestañear ni una sola vez". (Ver el detalle más
abajo.)
¿Qué crees?, de Mem Fox (texto) y Vivienne Goodman
(ilustraciones) (México, Fondo de Cultura Económica, 1999).
La ilustración muestra la colección de sombreros de Sara Malacara,
protagonista del libro. Arriba del armario, a la izquierda, hay un
peluche de Max; abajo, tirado en el piso, hay otro peluche de uno de
los monstruos. (Ver los dos detalles más abajo.)
Se presenta a Sara Malacara como una "vieja bruja, estrafalaria y charlatana". Sara luce un
pin de uno de los monstruos en la solapa derecha de su abrigo. (Ver el detalle abajo.)
Los Simpson, de Matt Groening. Episodio The Girl Who Slept Too Little (La niña que dormía
demasiado poco) (Temporada N° 17, 2do. episodio, emitido originalmente el 18 de septiembre
2005).
Durante el episodio Lisa Simpson lee el libro The Land of the Wild Beasts en referencia
paródica a Where The Wild Things Are (título original de Donde viven los monstruos) y hay
una breve aparición de estas criaturas, dibujadas —en claro homenaje— siguiendo el estilo de
Sendak.
Artículos relacionados:
Reseñas de libros: Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak
Autores: Maurice Sendak
Eventos: Christine Nöstlinger y Maurice Sendak fueron los ganadores de Premio Internacional
de Literatura Infantil en Memoria de Astrid Lindgren 2003
Galería: Un seguro lugar salvaje (contiene una ilustración de Maurice Sendak)
7 | RESEÑAS DE LIBROS | 28 de abril de 2004
Se puede comenzar por cualquiera de ellos, eligiéndolo al azar entre los cuatro que integran la
colección. Luego habrá que abrirlo (en cualquier página, también al azar) y allí estará una
sorpresa, esperando al lector. Y a la vuelta de la página... ¡otra más!
La propuesta anterior sólo es una de las maneras posibles para abordar estos libros. Cada
lector encontrará la suya.
Así son los Cuentijuegos, libros para leer, por supuesto, pero también para jugar leyendo o
leer jugando (como se prefiera). Cada uno contiene poesías, canciones, adivinanzas,
enigmas, juegos, pequeñas historias, recetas de cocina, curiosidades, manualidades, chistes.
Distintas piezas sueltas que sorprendentemente forman un todo a medida que se avanza con
la lectura. Pero no un bloque uniforme sino una construcción multifacética que deleitará al
lector. Los Cuentijuegos son ideales para compartir: un niño con un adulto o entre varios,
poco importan las edades.
Se buscó un artista diferente para ilustrar cada título. El acierto en la elección de los
ilustradores brinda a la colección una diversidad de estilos que se traduce en dibujos frescos,
sugestivos e innovadores. Además, el magnífico diseño gráfico armoniza textos e ilustraciones
transmitiendo al lector el espíritu lúdico y festivo del contenido.
Recomendados a partir de los 4 años.
Roberto Sotelo
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Autores: Michael Ende
Durante unas vacaciones en las playas griegas Pit y Lena viven un encuentro increíble.
Desobedeciendo al Gafas y a la Hormiga (sus padres) se alejan de la playa, y luego de sortear
obstáculos, alcanzan una isleta en cuyo centro hay una cueva. Guiados por voces que se
asemejan a un pedido de auxilio descubren a un anciano extraño de largos cabellos y barba,
vestido con una túnica, que huele a musgo y caléndulas.
"Su rostro bajo el gorro negro estaba agrietado como la corteza de un árbol, en la barba tenía
líquenes e incluso los restos de un nido de pájaros. Su túnica gris estaba gastada y
agujereada. La llevaba sujeta por una cuerda como un monje, y calzaba unas extrañas
sandalias de juncos trenzados."
Zervan, que así se llama el anciano mago, oculta su rostro de las miradas hasta que los niños
descubren el motivo de su vergüenza y deciden ayudarlo.
Éste será el comienzo de un maravilloso relato de aventuras que combina la fantasía del vuelo
en alfombras mágicas y los hechizos de transformación con una descripción aguda y crítica
del mundo real.
"En ellos (en los libros) trato de combinar la fantasía y el realismo. Parece que a los lectores
les gusta que les cuente historias en las que se une la vida cotidiana de los chicos y chicas de
hoy con el misterio y la intriga, sin dejar de lado mi punto de vista crítico sobre lo que no me
gusta de la sociedad." —señala Hartmann en un breve reportaje al final del libro.
El tío Otto, famoso cirujano plástico dispuesto a toda costa a operar a Zervan con la frialdad
del desafío profesional, es también Damasístratos, el enemigo encarnizado que practica la
magia negra.
Tal vez —opina Zervan— con tanta "magia" tecnológica, ya no haya lugar para un verdadero
mago entre los hombres. Pero los niños enseñarán al viejo hechicero que, en asuntos muy
especiales como son los afectos, los humanos seguirán necesitando siempre de la magia.
Hartmann nos divierte con la caricatura de personajes como el Gafas, padre obsesivo y
autoritario; la Hormiga, ama de casa resignada a un marido difícil; tío Otto, tía Isolde y la prima
Thea, familia de exitosos, superficiales y enriquecidos profesionales; o el comisario Hirzel que
tendrá por destino unas vacaciones y un minucioso examen psicológico, dado que insiste en
afirmar que dos niños y un anciano huyeron por la ventana de su despacho en una alfombra
voladora.
Pit y Lena se turnan en la narración de su aventura, el punto de vista varía y el relato cobra
dinamismo. Pero por sobre todo nos da la posibilidad de observar el mundo de los adultos
desde la mirada humorística y mordaz de los niños. El libro que ellos escriben (este libro), nos
informa Pit en el último capítulo, sólo será leído por los demás cuando Zervan haya
desaparecido de su lado. Un libro para no olvidar y un libro para enseñar magia a los niños,
esos son los dos objetivos que los protagonistas se plantean al escribirlo.
La ilustraciones de Susann Opel-Götz, centradas en los tres personajes principales de la
historia, reflejan el mismo humor de trazo simple y agudo del texto logrado por Hartmann.
Una nariz muy larga recibió en 1995 el Premio Nacional de Literatura Juvenil de Suiza.
Recomendado a partir de los 10 años.
Marcela Carranza
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El diseño usa elementos de Statement by Blog Oh! Blog, adaptados para Imaginaria.
En "El pozo y el péndulo" quien narra, no es el criminal sino la víctima. El cuento nos sitúa en
el Toledo inquisitorial, y el protagonista relata sus terribles vivencias en manos de los
verdugos. Sofisticadas técnicas de tormento y muerte son narradas desde la indefensión y el
terror de quien las padece.
En "Entierro prematuro" el terror, no a la muerte sino a algo peor: el ser enterrado vivo, es el
tema de quien cuenta sus experiencias, un enfermo cataléptico. En su relato los "casos reales"
poseen la fuerza de la ficción.
Las impactantes (y en algunos casos humorísticas) ilustraciones de Scafati, donde los cuerpos
vivos parecen crispados cadáveres, los rostros están desencajados, la muerte sonriente
asoma a lo que parece nuestro propio ataúd… dan cuenta mediante el lenguaje de las
imágenes, de esos mundos creados por los narradores desquiciados de Poe; mundos en los
que emerge lo criminal, lo inaceptable, lo oculto detrás de la supuesta realidad amable y
cotidiana.
El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, con ilustraciones de Mauro Cascioli y traducción de
Elvio Gandolfo, es una reedición, ahora en forma de libro con tapas cartoné, del fascículo de
los "Libros Ilustrados" publicados junto con el diario La Nación.
Robert Louis Stevenson (1850-1894) es autor de uno de los escritos literarios más famosos
acerca de la dualidad (o multiplicidad) del ser humano. Esta es la historia de un honorable
hombre de ciencias, el Dr. Jekyll, capaz de disociar a través de métodos científicos los seres
contrarios que cohabitan en su persona. Como La metamorfosis, la novela de Stevenson trata
de una transformación, pero a diferencia de aquélla, aquí el cambio es provocado (al menos
inicialmente), tiene su razón y explicación racional y científica.
Como señala Pablo De Santis en el breve texto que acompaña al fascículo de La Nación, la
transformación del hombre en animal o viceversa es tema propio del género de horror. "Pero
al doctor Jekyll le toca soportar una conversión singular: es un hombre que se transforma en
un hombre. Porque esta historia nada tiene que ver con el título con que se suelen reducir sus
peripecias y titular sus films: El Hombre y la Bestia. Es en realidad la historia del Hombre y el
Otro."
Las ilustraciones de Cascioli recrean de modo realista, los personajes victorianos en sus
habitaciones, o transitando por las nocturnas calles de Londres. Prevalecen los retratos,
destacándose entre ellos el de Hyde, que ocupa la tapa del libro. Se podría criticar a esta
representación de Hyde (lo mismo que a muchas representaciones cinematográficas) la
exageración de rasgos monstruosos del personaje. Hyde (lo escondido) no es un monstruo, y
en ningún lugar del texto es descrito como tal. Al contrario, el narrador destaca su fuerza y
vitalidad, incluso su mayor juventud respecto a Jekyll. El doctor admira este paradójico amor
por la vida de su doble, y como lo expresa en sus declaraciones, se apiada de él cuando el fin
de ambos está próximo:
"Pero su amor por la vida es maravilloso. Diré más aún, yo que me enfermo y me hielo ante la
mera idea de él, cuando recuerdo la abyección y pasión de este apego, y cuando sé cómo
teme mi poder de apagarlo mediante el suicidio, no puedo dejar de apiadarme de él de todo
corazón."
Los demás se estremecen ante este hombre, único en su especie en el que habita el mal en
estado puro. Pero Hyde es también la energía vital, instintiva, la pasión por la vida sin límites,
incluso los impuestos por la moral.
Marcela Carranza
(*) Texto del ilustrador Luis Scafati para la edición de La Metamorfosis de Ediciones de la
Urraca (Buenos Aires, 1997).
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El diseño usa elementos de Statement by
Juan Lima
Texto, ilustración y diseño del autor.
Buenos Aires, Editorial Atlántida, 2008.
por Cecilia Bajour
¿Objeto poético visual o libro? Disyuntiva que, como un sortilegio, se desvanece ante la
cautivante experiencia de lectura a la que invitan la tapa y contratapa de El Mercado de las
Pulgas. Auspiciosa ambigüedad la de tener ante la vista y entre manos un objeto de arte-
libro escrito, ilustrado y diseñado por Juan Lima: desde el comienzo suscita el encuentro del
espectador-lector con una estética afín al espíritu de reciclado propio de un “mercado de
pulgas” (1). Una caja poética con aire de antigüedad más allá del tiempo es la obertura de un
original modo de leer que será a la vez visita guiada al Mercado, salto y poética detención (2).
Las oníricas guardas anticipan una de las propuestas gráficas del libro: la de las pequeñas
figuras en blanco y negro, sutiles, de catálogo antiguo. Luego en las páginas de crédito, en la
portada y particularmente en los puestos del Mercado, estas imágenes, algunas con toques de
color, serán objeto de ingeniosas y surrealistas combinaciones. Arte de ensamble y asociación
visual trabajado por Lima con tal ajuste que genera la ilusión de que esas curiosas
invenciones no tienen origen: siempre estuvieron ahí.
Una evidencia de que la belleza reside en lo inesperado es la aparición de un quirquincho
sobre un sillón rojo en el centro de la hoja blanca que precede a la entrada al Mercado.
El texto escrito de la página que le sigue, como si se tratara de un cartel trashumante (la
tipografía usada aquí y a lo largo del libro lo sugiere), da la bienvenida rodeado de raros
objetos que unen lo posible con lo imposible. Anuncia un paseo por el Mercado que será
conducido por quien allí se presenta, un tal Juan autodefinido como “poeta, mandamás y
portero” en letras rojas. Los textos en rojo distribuidos sobriamente en la escritura de El
Mercado de las Pulgas de aquí en más aparecerán siempre condensando hallazgos poéticos,
gráficos e insólitos.
La voz del Guía pone en juego sus artes de seducción enunciadas ante un lector-paseador
plural con “pasen y vean”, fórmula abierta al deseo de lo imprevisto, contraseña del asombro
ante lo mágico y lo humorístico.
En su peculiar conjugación de funciones este personaje arma un recorrido por los diversos
puestos. Pero las leyes de este mercado escapan a lo predecible. El “mandamás” no abruma
con la totalidad ni con la lógica secuencial numérica que ordenaría al modo clásico correlativo
los puestos del mercado, siempre sorprendentes. No. Selecciona, hace poesía con el uso
“saltarín” de la serie numérica. En El Mercado de las Pulgas el Guía-poeta da paso a la posible
irreverencia del respingo lector. Y desde el comienzo irrumpe con un salto: el primero es el
“Puesto N° 4″ y luego habrá otros brincos, además de los que quiera hacer quien lea.
En ese primer puesto la vejez de los muebles en venta es receptáculo de lo insólito y eso es
revelado por sutilezas del diseño, una de las claves de este objeto de arte-libro. Como el caso
de fantasmas que empañan viejos espejos, acción literalizada y señalada gráficamente por la
ubicación de las palabras (en rojo) enmarcadas por el espejo empañado.
Le sigue el Puesto de las nubes. Aquí (3) el Guía trama un texto que cruza el discurso de
venta con la delicadeza: argucia exacta para ofertar nubes pasajeras. Encerrado en un atinado
paréntesis se lee el verso “Las nubes pasan, el cielo queda” y en diálogo con el texto volátil unas
nubes aparecen bellamente enmarcadas a la espera de ser “envueltas para regalo en papel
barrilete”.
Un salto audaz de texturas sobreviene en todos los sentidos: se trata del Puesto
hiperbólicamente espinoso de los cactus. Este chispeante puesto inaugura la codicia lectora
de la otra propuesta plástica que caracteriza al arte de Lima en este libro: el de las cajas
poéticas.
Se trata de objetos de poesía visual que manifiestan la potencialidad expresiva de los
materiales usados en una estética inusual en libros para niños (esto es valorizado aun más
por la impecable calidad de la fotografía) (4). En la mayoría de los puestos que los incluyen se
produce un diálogo poético de lenguajes diversos con el texto precedente. Como ocurre con la
caja que atesora manos mágicas tras el Puesto de trucos en que el Guía se precia de
que “Somos representantes exclusivos de la palabra Abracadabra”. Aquí, al hechizo temático se le
suma el encantamiento gráfico con que Lima juega en la totalidad de este libro con los
tamaños de las palabras y su ubicación reveladora en el espacio: cada alteración tipográfica o
espacial es un signo abierto a la lectura de múltiples sentidos. Así es el juego visual de
cascada con el que concluye el texto poético de este puesto (con una imagen sutilísima de
“paloma-conejo”):
“Y de un mar de lágrimas
podemos hacer
cataratas
de espuma.”
El Puesto del eclipse de Sol entabla un diálogo con un objeto poético en el que la estética
propia de las figuras de catálogo antiguo contrasta con el uso sorprendente de los materiales
que representan la magnificencia del fenómeno solar. Tal contraste protagonizado por la figura
de un observador que mira con su catalejo más allá del espacio de la caja opera de perfecto
prólogo al Puesto de sombras que sigue.
Con un inquietante fondo gris sincopado con figuras negras de sombras chinescas y
murciélagos el Guía desafía a los lectores a animarse con “sombras de una variedad
asombrosa”, algunas “para usar de día, otras sólo de noche”.
El salto de esa extraña atmósfera a la siguiente plantea una ruptura en cuanto a la ubicación
de los poemas visuales que hasta el momento hacían su aparición luego del texto escrito. En
el Puesto de las piedras, la precedencia de la caja poética con respecto al texto destaca la
belleza visual del objeto a la vez que desacomoda saludablemente al lector-paseador, a esta
altura sabio en saltos.
El saltarín que se detenga en el “Puesto N° 21″ se encontrará con un homenaje aAlicia en el
País de las Maravillas. El arte de lanzar preguntas sin respuesta hace un guiño a personajes y
figuras propias del mundo de Carroll que se sentiría a sus anchas paseando por este
Mercado.
El último puesto apaga las voces a la vez que poéticamente mantiene encendido el asombro:
aquí es presentada la “Máquina Para Hacer Silencio”. Invento donde las“partículas ruidosas”,
desorientadas, quedan listas para hacer “s i l e n c i o” (graficado también en el estiramiento
de la palabra). Los últimos versos de este poema auguran que “desde ahora, el ruido puede ser
amigo”, palabra final que sugestivamente queda enlazada con la curiosa máquina silenciosa.
El cierre de este paseo por El Mercado de las Pulgas tiene un tono festivo y audaz: se despide
dando la bienvenida. Un texto enmarcado por desgastadas columnas incluye la figura de un
viejo instrumento que determinaba las coordenadas celestes de los astros; invita a comparar
el renovado paseo por “El Mercado de las Pulgas” con el viaje extrañado de los antiguos
viajeros por las quimeras de este mundo y por la sorpresa siempre abierta de quien curiosea
una estrella.
Notas
(1) No es ocioso detenerse en el significativo artículo “las” del título. A la vez que recuerda el
lugar genérico (el “mercado de pulgas”), al incluir el artículo inventa algo nuevo al emparentar
lúdicamente al lector en esta visita con algunas condiciones de la pulga: saltar, vagar, pasear,
juguetear, picar. Y de ese modo habilita una posible polisemia en la acepción de “pulgas”:
pulgas-bichos/pulgas-objetos varios e insólitos hallables en este mercado.
(2) Es destacable la decisión de editar con tal calidad y cuidado propuestas poéticas que
como El Mercado de las Pulgas intentan nuevos y originales caminos en los modos de decir y
mostrar. En el panorama de la poesía editada para niños, las que dialogan con los lenguajes
de las vanguardias tanto en la palabra como en lo visual como es el caso de este libro, siguen
siendo todavía escasas.
(3) Nota de Imaginaria: En la sección Ficciones de este número -por gentileza y con
autorización del autor y los editores- publicamos una selección de páginas de El Mercado de las
Pulgas.
(4) Nota de Imaginaria: En los “Agradecimientos” el autor menciona a Verónica Roca, “por sus
impecables aportes gráficos”; y a Gabriel Reig, “por sus fotografías de las piezas”.
Artículos relacionados:
Ficciones: Un paseo por El Mercado de las Pulgas de Juan Lima
Galería: Juan Lima
Reseñas de libros: La hormiga que canta, de Laura Devetach (textos) y Juan Manuel Lima
(ilustraciones)
Destacados: Poesías
6. Aniano dice:
7. H.J. dice:
8. verónica dice:
9. florviton dice:
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Nombre (requerido)
Website
Historias de ratones
Arnold Lobel
Ilustraciones del autor.
Traducción de Xosé Manuel González.
Pontevedra, Kalandraka Editora, 2000.
Colección Libros para soñar.
Dentro de la literatura infantil actual hay libros (un pequeño porcentaje entre los miles que se
editan) que ya tienen lugar asegurado en los estantes de una "biblioteca ideal" del género.
"Libros de culto" para decirlo de otra manera. Las Historias de ratones, de Arnold Lobel,
pertenecen —sin duda— a esta categoría.
La primera edición del libro (Madrid, Editorial Alfaguara, 1978) era inhallable por encontrarse
agotada y descatalogada. Hasta ahora, porque Kalandraka Editora ha decidido editarla
nuevamente (en impecable edición en cartoné) para deleite de chicos y grandes.
"—Papá, ya estamos todos en cama —dijeron los ratones—. Anda, cuéntanos un cuento.
"—Haré algo mejor —dijo Papá—. Os contaré siete cuentos, uno para cada uno de vosotros,
si prometéis dormiros en cuanto haya terminado.
"—Te lo prometemos —respondieron ellos.
"Y Papá empezó..."
Y de la boca de ese "Papá Ratón" irán saliendo las siete pequeñas historias que contiene el
libro.
Los cuentos de Arnold Lobel son mínimos, brevísimos, y es en esos pequeños espacios
donde el talento del autor se expande y ocupa todos los rincones de cada relato. Esto ocurre
también en el plano gráfico pues sus delicadas viñetas aparecen en los lugares justos,
logrando así el acabado brillante de la obra. Este manejo de la síntesis y la sencillez narrativa,
acompañadas por la ingenuidad y el humor cándido, son elementos que se hallan presentes
en toda la obra de Lobel y que alcanzan un punto de máxima expresión en Historias de
ratones.
Los lectores podrán apreciar lo descripto en el cuento "El viaje" que reproducimos en forma
íntegra (texto e ilustraciones) en la sección "Ficciones" de este número deImaginaria.
Historias de ratones es un libro maravilloso, para ser leído una y otra vez. Un verdadero
"clásico" contemporáneo.
Recomendado a partir de los 4 años.
Roberto Sotelo
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"El viaje", un cuento del libro "Historias de ratones", de Arnold Lobel
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Como se aprecia en la imagen, las ilustraciones de Gonzalo García Rodríguez —con estilo y
elementos propios del género de la historieta (globos de texto, onomatopeyas, aplicación
plana del color, etc.)— realzan el tono divertido de los textos y facilitan su compresión.
Tampoco faltan las anécdotas históricas y los datos curiosos relativos a la actividad cultural de
los seres humanos, que funcionan como un refuerzo a la amenidad general que tiene el libro.
Ambos títulos son recomendados a partir de los 8 años.
Roberto Sotelo
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Reseña del libro "Preguntas que ponen los pelos de punta 3"
Reseña del libro "Esas no son mis patas"
La Bruja Berta puede hacer muchas cosas con su varita mágica. Cambiar las estaciones, por
ejemplo. Fastidiada por el frío invierno, que cubrió de nieve su jardín y escarchó los techos y
ventanas de su casa, decide —mediante un pase mágico— traer el verano. Y así, sólo para
ella y su gato Bepo, vuelven el sol radiante y el calor. Entonces comienzan los problemas: el
buen tiempo atrae a los vecinos molestos y a otros personajes no deseados. Berta resuelve
muy bien la situación y descubre que el invierno también tiene sus encantos. Al igual que en
su primera aparición, La Bruja Berta (Buenos Aires, Atlántida, 1994), el personaje tiene la
simpatía y el encanto como para atraer a chicos y grandes por igual.
Recomendado a partir de los 4 años.
R.S.
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11 | LIBROS | 3 de noviembre de 1999
Miguel Ángel Palermo, un antropólogo y escritor argentino que —desde hace varios años— se
dedica a la difusión de las culturas aborígenes latinoamericanas en libros y revistas infantiles,
explica en la nota introductoria del libro:
Los wichís —a los que algunos llaman "matacos"— son uno de los pueblos indígenas más
característicos del oeste de la región chaqueña argentina.
Durante largo tiempo, y junto con otros pueblos aborígenes, ellos fueron los dueños de esa
parte del país. Es una tierra de montes calurosos, siempre a medias entre la sequía y la
inundación, que llega cuando se enloquecen sus ríos perezosos.
En muchos siglos de aprender a vivir en el Chaco, los wichís crearon una cultura propia, una
manera de entender el mundo, que aparece en gran cantidad de historias. Son mitos
religiosos, en los que se cree como una verdad de los dioses, pero también cuentos,
inventados por el simple gusto de divertirse. Hay historias de soles que tratan con la gente, de
animales que hablan, de robos del fuego, de burladores burlados, de héroes.
Y ahora, por esas vueltas de la vida, esas historias se abren paso en un libro, lejos de los
fogones chaqueños, más allá de las palabras de los viejos, hacia otras partes del mundo.
En las siete historias que contiene Lo que cuentan los wichís, el estilo narrativo del autor
convierte a estas versiones recogidas de la tradición oral en amenos relatos que deleitarán al
lector urbano.
Merecen destacarse las ilustraciones de María Rojas, producto de un laborioso y magnífico
trabajo plástico.
Los lectores interesados en estas temáticas, podrán encontrar en la colección Cuentamérica
(Premio Destacados de ALIJA 1999) otras obras de Miguel Ángel Palermo: Lo que cuentan
los onas, Lo que cuentan los guaraníes y Lo que cuentan los tehuelches.
Recomendado a partir de los 9 años.
Roberto Sotelo
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El diseño usa elementos de Statement by Blog Oh! Blog, adaptados para Imaginaria.
Marcela Carranza
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lector es el niño que uno solía ser, es el niño que uno lleva consigo siempre."
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