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El arte de la verborrea

Cuando paso al paso el tiempo de la bandera, hay algunos soliloquios que cambian dos
tres en cuatro. Esa vez estaba borracho. Pero no era fuego lo que me pedían. El príncipe
Harry seguía tomando, mientras yo y mis amigos no nos quisimos enterar de que se
casaba, era de los nuestros, ahora sólo un vestigio liberal en medio de su familia
reptiliana. Cuando caigan los horrores en la cabeza de la gente, ya no serán permitidas
las armas ni locuras, nuestra muerte será a mano, otra vez.

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