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Enfermedades:
Al hacernos mayores tenemos más probabilidades de padecer
enfermedades crónicas que pueden interferir con nuestro sueño. Asma y otras
enfermedades respiratorias, cardiacas, articulares y el dolor son causas
frecuentes de trastornos del sueño.
Medicación:
Al padecer enfermedades crónicas se administra medicación que puede
alterar nuestro sueño. Si tomamos medicación por algún problema de salud,
debería discutir con su médico la posibilidad que dichos medicamentos tengas
efectos secundarios. Incluso un cambio ligero en la hora de administración o en
la dosis, pueden afectar al sueño y sentir una desmejora de salud durante el
día.
Depresión:
La dificultad para dormir, la fragmentación del sueño y el despertar precoz
por la mañana pueden ser síntomas de depresión, que es frecuente en la edad
adulta.
Necesidad de orinar
Si ingiere líquidos por la noche, el individuo se despertará con necesidad de
orinar
Si, porque se interrumpe el ciclo del sueño y nos levantamos más cansados, lo cual, a
largo plazo, va a quitarnos calidad de vida e traer consigo consecuencias
Consecuencias de la privación del sueño
No dormir bien tiene sus implicaciones cognitivas, así como las enumera la somnóloga
Constanza Ballesteros:
1. La falta de sueño ocasiona tendencia a dormirse durante el día
2. Labilidad (inestabilidad de carácter) emocional
3. Poca tolerancia a cualquier situación
4. Mal humor
5. Pérdida de la memoria
6. Dificultad para la concentración y memoria
7. Dificultad para desarrollar y finalizar actividades
8. En la dimensión fisiológica existen alteraciones hormonales que con el tiempo
pueden generar trastornos metabólicos, en especial cambios en el metabolismo de la
glucosa y tendencia al incremento en el peso. En adultos se tiene fuertes asociaciones
con enfermedades sistémicas de tipo cardiovascular.