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Teoría de la Historia

Texto: DE CERTEAU, Michel. La escritura de la Historia. (2002)

Estudiante: Milena Celis

¿Qué es y para qué sirve la Historia?

Toda investigación que realice un historiador evidencia un proceso denominado por el autor como
operación historiográfica . Esta operación, que se identifica como una práctica humana, es producto de
una relación de tres elementos que son el eje de desarrollo de las tesis de Michel de Certeau. Estas son:
el lugar, los procedimientos y el texto.

LUGAR SOCIAL

Se reconoce a la producción historiográfica como tal porque es aceptada dentro de una comunidad
científica. Este reconocimiento se otorga solo si los escritos se encuentran dentro del límite establecido
por su tradición teórica. El historiador, además de cumplir con una serie de requisitos metodológicos y
teóricos que corresponden a su formación intelectual en este campo, se ve también marcado por la
subjetividad. Tenemos entonces que el historiador produce sus escritos de acuerdo a una base
ideológica que responde a los proyectos políticos personales y de la institución a la que pertenezca.

Todo cientifico hace parte de una institución del saber conformada por pares que han trabajan en pro de
la construcción del conocimiento en un área. La asociación le permite a este grupo de personas
construir una ciencia, crea un nuevo espacio de confluencia de saberes dando lugar a un nuevo espacio
para el conocimiento. Los postulados que se han de crear en estas asociaciones responden a la
construcción de su base teórica; la institución se orienta de acuerdo a ella y se diferencia a su vez de
otras ciencias de este forma. En el campo de la historia, sus autores se identifican dentro de ese
nosotros que constituye a su comunidad científica, pues no son solo sus ideas las que se plasman en su
narración de los hechos sino que esta ha sido aprobada y coincide con las ideas que defiende su
institución. Claramente no es el público lector a quien se tendrá en cuenta para aprobar o no un texto,
tampoco se elimina su papel como receptor pero las obras historiográficas no son más celebradas por
este público que por los pares académicos. Sin tal reconocimiento por los críticos de esta disciplina una
investigación no será aprobada.

Ahora bien, si se debe encajar dentro del marco establecido por la disciplina para que esta sea
reconocida como tal es necesario llevar a cabo ciertos procedimientos establecidos por la teoría.
Entonces, el lugar social cumple la función de limitar el campo de conocimiento, se ve identificado por
una inclinación ideológica y, finalmente, el autor propone que prohibe y permite producir un análisis de
la sociedad desde un punto de vista concreto.

LA PRÁCTICA

El historiador opera como transformador de la naturaleza; a partir de vestigios del pasado construye un
relato acerca de lo ocurrido. Cada elemento de la naturaleza es susceptible de ser tomado como fuente
de información para la Historia. La transición naturaleza-cultura es el ejercicio que constantemente
lleva a cabo el científico histórico. De acuerdo a sus limitaciones ideológicas, cada campo será un
escenario de transformación de la cultura, un lugar donde se den nuevas interpretaciones a los
elementos sociales existentes en determinado contexto; la creación de desviaciones significativas, como
señala el autor.

Para transformar dichos elementos en fuentes históricas, se procede en primer lugar a crear
clasificaciones para ordenarles de tal forma que sirvan al investigador como argumento de sus
afirmaciones. De manera que es este quien tiene toda la autoridad sobre lo que dice de acuerdo a la
práctica establecida por las escuelas en que se orienta. Por otra parte, es necesario resaltar que los
límites que tiene el historiador son un elemento con el que este maniobra: es en ellos donde encuentra
nuevos elementos culturales suceptibles de análisis histórico. Tratará de combinar acertadamente teoría
y práctica para encontrar dentro de sus límites nuevas características sociales que anteriormente no se
hubiesen tenido en cuenta.

LA ESCRITURA

Por medio de la escritura el historiador trae los hechos del pasado a la contemporaneidad; es el sentido
de la relación constante entre los muerto y lo vivo. La función específica de la escritura no es contraria,
sino diferente y complementaria de la función de práctica. Dos aspectos importantes aquí son: por una
parte, la escritura desempeña el papel de un rito de entierro; exorciza a la muerte al introducirla en el
discurso. Por otra parte, la escritura tiene una función simbolizadora; permite a una sociedad situarse
en un lugar al darse en el lenguaje un pasado, abriendo así al presente un espacio: “marcar” un pasado
es darle su lugar al muerto, pero también redistribuir el espacio de los posibles, determinar
negativamente lo que queda por hacer, y utilizarla narrativa que entierra a los muertos como medio de
fijar un lugar a los vivos. La escritura sólo habla del pasado para enterrarlo. El lenguaje permite a una
práctica situarse con respecto al pasado. De hecho, él mismo es una práctica. La historiografía se sirve
de la muerte para enunciar una ley actual. Entonces, la narrativa encuentra apoyo precisamente en lo
que oculta: los muertos de los que habla se convierten en la voz de la investigación realizada.

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