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EL PAPEL DEL ADMINISTRADOR

El rol de “administrador” tiene muchos componentes, dichos aspectos varían según el


nivel en que se sitúe, por decir, deberá vivir con la rutina y con la incertidumbre diaria del
nivel operacional. Necesitará integrar la planificación, organización, dirección y control de
las actividades de su departamento o división en el que desarrolla su trabajo. Su papel
cobrará significado si en él establece medidas que le garanticen el funcionamiento de su
tarea administrativa.

Se dice también que cuanto más se preocupe el administrador para saber o aprender,
mejor ejecutará su rol, inclusive más preparado estará para actuar en el nivel operacional
en el cuál esté inserto. Cuanto más desarrolle conceptos, más capacitado estará para
actuar y desempeñar su cargo en el nivel institucional de la empresa u organización.

Se cree también que el papel del administrador cobrará mayor sentido cuanto más
conozca el contexto donde realizará su trabajo, cuanto más conozca a su equipo, cuando
se relacione, se comunique, direccione las responsabilidades, los mecanismos y
predisposiciones. Si integra todas estas directrices llevará de manera virtuosa y tendrá en
lo posible resultados óptimos en el desenvolvimiento de su papel administrativo.

También se requiere que un administrador deba conocer múltiples funciones tales como:
preparar un plan de trabajo, un presupuesto de gastos, construir un organigrama o
flujograma, saber plasmar e interpretar un balance, planificar y tener un control de la
producción, etc.

Me pregunto, si se espera que el rol del administrador cumpla, aplique, y tenga en cuenta
todos estos requerimientos en cualquier organización ¿Cómo entonces existen empresas
u organizaciones que decaen, que son estáticas y no tienen crecimiento? ¿Será que falla el
proceso administrativo? ¿Será que el papel del administrador no es competente en el
desenvolvimiento de sus funciones?

Como “Iglesia del Nazareno” somos una organización con el nivel institucional que nos
justifica y nos ampara legalmente, tenemos una personería jurídica y un fichero de culto.
Como JNI somos un departamento importante y vital de nuestra congregación y también
dentro de nuestra propia organización, contamos con la estructura y administración que
nos avala. Pero más aún es una gran verdad que tenemos una base Bíblica, la cual nos
guía y nos desafía en la “Extensión de la obra de Dios, a través del mensaje de Jesucristo”.
El interés que nos moviliza es “ser administradores de su reino”.

Si observamos en nuestras bases bíblicas, en el libro de Nehemías encontramos un


mensaje de previsión, porque para levantar los muros de Jericó había que llevar madera y
todos los componentes necesarios para abordar tremenda tarea. Si nos apropiamos de las
Epístolas Paulinas observaremos al Apóstol un hombre cabal y preparado para su época,
no sólo conocedor de la ley, sino también con una instrucción basta y capaz para trabajar
en equipo, formar pastores, una persona que empoderaba alliderazgo para responder en
distintas ciudades con el propósito de propagar y extender el reino de Dios. Si pensamos
en una persona ordenada y administrativa consideráremos a José, porque es vivo ejemplo
que se puede planificar y administrar a una gran multitud teniendo como meta: dar de
comer por 7 años a miles de personas en todo Egipto y pueblos aledaños.

Entonces al describir lo que se espera del rol de un administrador, después de reconocer


el lugar que ocupamos como ministerio juvenil en nuestra sociedad, y también al recordar
algunos personajes bíblicos, podríamos considerar que como JNI formamos parte de una
iglesia y organismo vivo. Estamos incluidos en una comunidad; por lo tanto también
podríamos afirmar las siguientes verdades:

 Somos parte de una organización y tenemos como deber administrar el reino de


Dios con objetividad.

 Somos parte de una organización e integramos un departamento base en nuestra


“Iglesia del Nazareno”

 Somos un ministerio juvenil que existe para guiar a los jóvenes hacia una relación
con Cristo que perdure toda la vida, facilitando su crecimiento como discípulos en
el servicio cristiano.

 Somos administradores del trabajo ministerial y debemos generar el


fortalecimiento, crecimiento y desarrollo del ministerio juvenil.

 Somos un departamento de nuestra Iglesia que cuenta con una estructura y


liderazgo competente, disposiciones organizacionales y administrativas, con
normas que nos rigen (Estatuto. 810-manual).

Si somos todo lo que está expuesto, podríamos conjeturar: ¿somos administradores del
ministerio juvenil que profesamos? ¿Somos líderes que trabajamos en equipo? ¿Somos
personas capaces que conocemos nuestras funciones? ¿Somos administradores que
trabajamos en función del desarrollo ministerial?

A lo largo de cien años de Iglesia, de tanto tiempo transcurrido, aún sigue jugando en mi
mente las mismas preguntas ¿somos sabios administradores del reino de Dios? ¿Cuánto
estamos satisfechos con lo que hemos alcanzado?.

Autor: Pr.Anna Melva Chávez.

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