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otro lado de la cruz

El poder negativo de los pecados y maldiciones es solo un aspecto de la herencia


que recibimos de nuestros antepasados. La promesa de Dios en Éxodo 20:5,6
continua: “Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso... cuando me aman y cumplen
mis mandamientos, les muestro mi amor por mil generaciones”.

“Reconoce, por tanto, que el Señor tu Dios es el Dios verdadero, el Dios fiel, que
cumple su pacto generación tras generación, y muestra su fiel amor a quienes lo
aman y obedecen sus mandamientos” (Deuteronomio 7:9).

“Si realmente escuchas al Señor tu Dios, y cumples fielmente todos estos


mandamientos que hoy te ordeno, el señor tu Dios te pondrá por encima de
todas las naciones de la tierra. Si obedeces al Señor tu Dios, todas estas
bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre: Bendito serás en la
ciudad, y bendito en le campo. Benditos serán el fruto de tu vientre...”
(Deuteronomio 28:1-4).

La gracia y la misericordia de Dios que fluyen en mi vida y mi familia nunca deja


de sorprenderme. Ante los ojos de quienes no son espirituales, nuestras vidas
parecen tener “suerte”. Para los espirituales, está claro que hemos sido
grandemente bendecidos. Nuestro matrimonio es fuerte, nuestros hijos siguen al
Señor y nunca han caído en actitudes o comportamientos rebeldes, tenemos una
bonita casa llena de comida, más ropa de la que necesitamos, y vehículos
cómodos. Nunca nos hemos visto involucrados en accidentes que nos hayan
causado lesiones personales ni hemos sufrido enfermedades serias. Mark,
Charity y Joshua se han visto implicados en situaciones que podían haber tenido
graves consecuencias, o incluso la muerte, y han pasado por ellos sin sufrir
ningún daño. Hemos tenido la oportunidad de viajar por todo el mundo,
bendiciendo y recibiendo bendiciones de nuestros hermanos y hermanas en el
Señor.

A menudo, solía mirar nuestra maravillosa vida y compararla con la de otros


cristianos sinceros que parecían ir de la crisis a la catástrofe. Cuando la gripe
afectaba a sus familias, nuestra familia tenía una salud perfecta; cuando sus
nuevos electrodomésticos se rompían con angustiosa regularidad, nuestros viejos
aparatos seguían funcionando bien; cuando ellos trabajaban diariamente en un
trabajo sin aliciente ni porvenir, nosotros vivíamos cómodamente haciendo las
cosas que nos gustaba hacer y teniendo un horario muy flexible. Sin embargo, su
fe era tan fuerte como la nuestra, su devoción al Señor tan sincera como la
nuestra y su santificación, al menos tan grande como la nuestra. No había nada
en nuestras vidas que nos hiciera merecer las bendiciones de Dios más que ellos.

Finalmente, nos dimos cuenta de que Mark y yo teníamos la bendición de una


fuerte herencia espiritual. Los dos fuimos criados en hogares cristianos por
padres verdaderamente cristianos que vivieron su fe, tanto en el hogar como
públicamente. Tres de nuestros cuatro padres también tuvieron padres que
fueron cristianos comprometidos. Nuestras bendecidas vidas hoy son el
resultado directo de las buenas decisiones y la manera de vivir de nuestros
antepasados.

Habíamos notado un patrón entre nuestros amigos que no habían recibido los
principios de los pecados y las maldiciones generacionales y, por tanto, están
caminando en la mezcla de bendiciones y maldiciones en la que han nacido.
Nuestros amigos creyentes, nacidos en familias cristianas que se casaron con
creyentes que también tenían una herencia cristiana, han tenido buenas vidas.
Han pasado por algunas dificultades pero, básicamente, están limitadas a un
área de sus vidas cada vez, ya sea económica, física, de relación o emocional.
Quienes se han casado siendo la primera generación de creyentes, no importa lo
dedicados y sinceros que sean, todos han luchado con toda clase de dificultades
físicas, económicas, emocionales, en la iglesia, en la empresa y en la familia. Cada
paso hacia delante que consiguen ha sido a base de sangre, sudor y lágrimas;
nada les llega nunca de una manera fácil.

Las buenas noticias son que no importa la herencia que hayas recibido,¡ puedes
pasar una buena herencia a tus hijos y a los hijos de tus hijos! Tú puedes ser
quien aplique la fe en la cruz de Jesús para poner fin a los pecados y maldiciones
que han plagado tu familia. Empezando contigo, se puede plantar un nuevo
árbol genealógico que sea fuerte y saludable, y cuyos frutos sean una vida de
gozo y paz para todos los que vengan después. Tus hijos no tienen que sufrir por
los pecados de sus padres, ni tú tampoco. Han sido redimidos de la maldición de
la ley y, si escuchas diligentemente y obedeces la voz del Señor tu Dios, las
bendiciones te seguirán y te perseguirán en cada área de tu vida.

“Bendito serás en el hogar, y bendito en el camino... El Señor bendecirá tus... todo


el trabajo de tus manos... El Señor te establecerá como su pueblo santo... Todas
las naciones de la tierra te respetarán al reconocerte como el pueblo del Señor...
El Señor te concederá abundancia de bienes: multiplicará tus hijos, tu ganado y
tus cosechas en la tierra... El Señor abrirá los cielos, su generoso tesoro... para
bendecir todo el trabajo de tus manos. Tú les prestarás a muchas naciones, pero
no tomarás prestado de nadie. El Señor te pondrá por cabeza, nunca en la cola.
Siempre estarás en la cima, nunca en el fondo, con tal de que prestes atención a
los mandamientos del Señor tu Dios que hoy te mando, y los obedezcas con
cuidado” (Deuteronomio 28:1-14).

“Todas las promesas que ha hecho Dios son “sí” en Cristo” (II Corintios 1:20).

¡Esa es la herencia que tú puedes establecer hoy para tus hijos! Puedes dejar la
pizarra limpia, librarles del castigo de generaciones pasadas, para que puedan
entrar en el pacto con Dios sin ningún equipaje pesado que les debilite. Podrán
ser libres para tomar sus propias decisiones sin temor de las energías de pecado
negativas de sus antepasados. Qué gran libertad puedes ofrecerles a tus hijos y,
también, qué gran responsabilidad. Nunca serán capaces de utilizar la excusa de
una debilidad familiar para justificar su pecado, y tú tampoco. Todos serán
capaces de recibir la gracia de Dios tan libre y ávidamente como deseen. Su éxito
y sus fallos serán solo los que cometan ustedes.

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