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Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

Extraído de El Teleoperador Enmascarado. Página de Facebook:


https://www.facebook.com/Teleoperadorenmascarado/?fref=ts

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Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ............................................................................................................ 3
OBJETIVOS ..................................................................................................................... 3
METODOLOGÍA............................................................................................................. 4
MARCO TEÓRICO Y HERRAMIENTAS CONCEPTUALES ..................................... 5
El espíritu del Capitalismo ............................................................................................ 6
Ideología ....................................................................................................................... 8
Ideología y sujeto ........................................................................................................ 10
Recapitulemos ............................................................................................................. 12
SUJETO Y DISCIPLINA EN EL CAPITALISMO CONTEOMPORÁNEO ............... 13
Crisis del sujeto en las sociedades industriales ........................................................... 13
La escuela neoclásica y el homo-económicus ............................................................ 16
La sociedad del rendimiento y la auto-explotación .................................................... 19
Utopía digital .............................................................................................................. 22
TRANSFORMACIONES DE LA IDEOLOGÍA DEL TRABAJO ............................... 23
Precedentes: el trabajo rutinario ................................................................................. 23
Breve recorrido histórico de la literatura managerial ................................................. 25
Empowerment y autonomía ........................................................................................ 27
Flexibilidad y organización en red .............................................................................. 29
ENTREVISTA GRUPAL .............................................................................................. 32
Introducción ................................................................................................................ 32
Entrevista .................................................................................................................... 33
CONCLUSIONES .......................................................................................................... 35
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................ 37

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Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

INTRODUCCIÓN
La constitución española de 1978 se reivindicaba como un Estado Social y de Derecho, España
se sumó, cuarenta años después, al tren de la Europa socialdemócrata. El reconocimiento de la
educación, la sanidad y los derechos de los trabajadores fueron la consagración de las aspiraciones
– al menos una parte de las aspiraciones - de una ciudadanía que identificaba democracia y
progreso socio-económico. Pero Europa tenía otros planes. A finales de los años 70 se estaba
consolidando un ambicioso proyecto político: el neoliberalismo. Esta ideología de mercado tuvo
que ganar espacio en un ambiente cultural claramente progresista. Mayo del 68 y otros
movimientos revolvieron las conciencias de medio mundo. Querían acabar con la represión y el
conservadurismo, exigían libertad y autonomía para los trabajadores, para los estudiantes, para
las mujeres, para las etnias y para todas las orientaciones sexuales. La revolución no era solo
contra el capital, sino contra todas las estructuras de opresión. 50 años después el neoliberalismo
es ya una realidad económica y política y hasta los partidos socialdemócratas profesan muchos
de sus principios. ¿Qué ha pasado? En este trabajo se da una explicación, desde el ámbito de “las
ideas”, que parte de ese momento de crítica al capitalismo keynesiano de los 70 para intentar
entender la estrategia discursiva y la configuración ideológica del neoliberalismo.

El trabajo se divide en tres partes. La primera es una propuesta conceptual, que establece un marco
teórico desde el que interpretar los procesos que se explican a continuación. La segunda explica
algunos cambios ideológicos en torno a las ideas de “sujeto” y “disciplina”. Y la tercera está
referida específicamente al espacio laboral, exponiendo la construcción de los valores del trabajo
promovidos por la ideología de mercado, tales como la calidad, la flexibilidad, la autonomía o la
participación.

OBJETIVOS
Partimos de la premisa de que el neoliberalismo es una forma de ideología especialmente sutil e
inteligente. Se presenta como una visión técnica, no política y opera en ámbitos distintos al
tradicional discurso político. Nuestras generaciones más nuevas han sido socializadas en una
sociedad en transición hacia el modelo neoliberal. Independientemente de los discursos y
argumentos con los que los individuos de estas generaciones se identifiquen, existe un elemento
neoliberal en su aproximación a la realidad, una lógica inconsciente que hemos llamado aquí
subjetividad neoliberal. Este trabajo pretende, por un lado, aportar las herramientas teóricas
necesarias para vincular el análisis de determinadas iniciativas económicas, culturales y sociales
con la proliferación de un tipo de subjetividad, y por otro explicar de qué elementos se compone
y como está articulada esta subjetividad. Es decir, queremos explicar qué es y en qué consiste la
subjetividad promovida desde los poderes públicos y privados vinculados al proyecto neoliberal.
Existe una amplia bibliografía dedicada a esto mismo.

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Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

METODOLOGÍA
Por supuesto el propósito enunciado es, en esos términos, aún demasiado general. Si pretendemos
explicar la “subjetividad neoliberal” deberíamos definir con mucha precisión si nos referimos a
un estudio sobre las dinámicas ideológicas existentes en un determinado ámbito que sean
funcionales a la economía de mercado - es decir, el funcionamiento concreto de la subjetividad
en un espacio - o si, por lo contrario, lo que estamos investigando son las raíces ideológicas,
teóricas y prácticas de un tipo ideal de subjetividad “neoliberal”.

La decisión es de suma importancia. Si optamos por la primera opción deberíamos utilizar una
metodología aplicada, una recopilación de hechos con el objetivo de aportar conocimiento sobre
la materia. Por explicarlo con ejemplos, a nivel metodológico esto supondría, lo primero,
establecer un ámbito de estudio (un territorio, un grupo de edad, un grupo de sexos, etc.), es decir,
establecer las cohortes que delimiten nuestro objeto de estudio. Para seguir deberíamos establecer
el modo de recopilación de esa información empírica, ya sea en un sentido cuantitativo, a través
de un cuestionario que operacionalice los conceptos estudiados en variables identificables, o en
un sentido cualitativo, a través de grupos de discusión, entrevistas, historias de vida, observación
participante, etc.

Lo que se pretende con este trabajo es otra cosa. Nos encontramos en una fase previa a ese tipo
de investigación, aún en el refinamiento conceptual, en la delimitación que nos permita
enfrentarnos a la realidad con la seguridad de contar con herramientas cognoscitivas suficientes.
Podríamos describir este proceso como un momento de ingeniería teórica, que consiste en
reflexionar sobre el concepto que queremos estudiar, reconocer todas las partes que lo integran y
la consistencia interna de esas partes, hasta llegar a una definición rigurosa que nos permita, en
un futuro, enfrentarnos a la observación con la solvencia de conocer los códigos y la capacidad
de interpretarlos con éxito.

Eso que llamamos “la realidad” es en su mayoría ininteligible mediante una aproximación
puramente intuitiva. Esa es la razón de ser del llamado “sentido común”. El sociólogo francés
Pierre Bourdieu reconoce en el sentido común una “sociología espontánea”1, enfrentada a la
“sociología erudita”. Es decir, incluso cuando el ser humano cree prescindir de todo método,
siempre utiliza algún tipo de sistema que ordene e interprete su experiencia sobre el mundo social,
eso que Pollner ha dado en llamar “razonamiento mundano” (Pollner, 2000). De este modo
cuando uno pretende acumular información empírica para entender un fenómeno, si no hace
acopio de herramientas científicas que le permitan entenderlas, acabará dejándose guiar por el

1
Bourdieu, P. (1999). Grandes pensadores del siglo XX. Paris.
https://www.youtube.com/watch?v=QjBqYZzd7s0

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Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

sentido común2. En algunas ciencias estas herramientas científicas pueden acabar cristalizando
en objetos materiales, como son, por ejemplo, los microscopios3, que permiten a físicos y
químicos observar las partículas que componen los átomos. Si no fuera por el microscopio, y por
todo el esfuerzo teórico que condensa, la observación “empírica” de la materia solo podría
confundirnos.

Las herramientas con las que contamos en sociología para medir las variables que queremos
estudiar o generar las condiciones necesarias para observar un fenómeno en profundidad son
mucho más escasas, en comparación, que las que poseen otras disciplinas. Por ello el trabajo
conceptual, la elaboración de sistemas de interpretación, el conocimiento sobre los propios límites
de la investigación social, la definición rigurosa de conceptos, etc. es para nosotros crucial, la
única forma de que la observación y la experimentación nos sea realmente útil.

Ese es el terreno en el que nos movemos, el de intentar precisar y delimitar claramente los
conceptos y la articulación de los mismos acerca del tema estudiado. Para ello nuestra
metodología será principalmente explicativa (expositiva), utilizando la revisión bibliográfica
como principal herramienta.

No obstante, hemos decidido incorporar al trabajo una sección que nos permita contribuir a la
explicación desde una perspectiva más aplicada. Con esto nos referimos a una entrevista grupal,
realizada a la plantilla de una empresa de marketing, de condiciones de empleo precarias y con
un planteamiento ideológico y organizacional típicamente neoliberal.

MARCO TEÓRICO Y HERRAMIENTAS CONCEPTUALES


El campo de estudio en el que nos enmarcamos - la relación entre la conciencia y los procesos
sociales realmente existentes - ha existido de forma dispersa durante toda la historia del
pensamiento humano. Hasta la ilustración, y durante la misma, dicha relación se ha estudiado
como parte de las propuestas ontológicas y epistemológicas de filósofos y teólogos 4. Las
diferencias entre objeto y sujeto, lo sensible y lo inteligible han sido tema de producción filosófica
para autores grecolatinos, la escolástica cristiana, la filosofía moderna y la ciencia positiva. La
preocupación por la no correspondencia entre lo sensible y la verdad, entre la forma y la esencia,
es la principal antecesora de la preocupación por la ideología. Históricamente, el debate no le
daba especial importancia al conflicto y la construcción política como principio explicativo. La
desconfianza en la realidad tal y como aparece junto con la necesidad de justificar la razón y la
fe dan lugar al racionalismo, que se manifiesta de distintas formas durante la historia y es uno de

2
Pollner denominó este error como “inductivismo ingenuo de la ciencia”
3
Ejemplo utilizado en Liria, C. y Alegre Zahonero, L. (n.d.). El orden de El capital.
4
Destaca en la Metafísica de Aristoteles, la concepción de la “sustancia” como sistema cuya razón de ser
radica en sí mismo.

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los pilares de la ilustración. El sentido metafísico de esta propuesta fue enfrentado por la escuela
anglosajona que entendía lo empírico como la base de todo conocimiento y por Kant, que
establece un sistema de juicios en el que experiencia y razón encuentran una relación armónica
(Kant, 1960).

Pero, ¿en qué momento se empezó a relacionar experiencia, conciencia y conflicto político? Uno
de los primeros que lo enunció explícitamente fue K. Marx (como veremos en el próximo
apartado), quien vio en los intereses de clase y el sistema productivo la razón de las distintas
cosmovisiones, formulado tanto como sistema, en su versión más determinista5, que, como
constatación sociológica, en obras como El 18 Brumario de Luis Bonaparte.

El espíritu del Capitalismo

Medio siglo después el sociólogo Marx Weber acuñaría el concepto de “espíritu del capitalismo”,
en su célebre libro La ética protestante y el espíritu del Capitalismo (2001). Según este autor el
ascetismo protestante, entendido como la relación individual del hombre con Dios, y la
demostración de la valía personal a través del ascenso social, la profesión y el éxito económico –
dentro de unas coordenadas morales – dieron pie al desarrollo del modo de producción capitalista,
lo que explicaría por qué Alemania e Inglaterra fueron los primeros países en consolidar su
sistema capitalista (Weber, 2001). Una espiritualidad transversal a todas las facetas de la vida,
frente a la búsqueda de “lo esencial” – el ethos católico retomado de la filosofía grecolatina- en
la vida religiosa (Boltanski, y Chiapello, 2002: 42). La dirección de la causalidad entre “el modo
de producción de la vida material” y el “proceso de la vida social, política y espiritual” (Marx,
2001) será durante el siglo XX el eje de múltiples debates.

Lo coincidente entre Marx y Weber fue establecer un claro vínculo entre los procesos culturales
(de la conciencia) y los materiales (de la producción), con la pugna política entre las diferentes
clases sociales por imponer su modelo como telón de fondo. Esta visión es, además, una
aproximación sociológica a los procesos sociales, que busca encontrar el lugar de los elementos
económicos, políticos y sociales como una “articulación” conflictiva y en movimiento (no
estanca).

El concepto de espíritu del capitalismo se ha seguido desarrollando tras la muerte de Weber,


convirtiéndose en la alocución con la que se nombra el entramado ideológico vinculado al

5
“El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base
real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas
formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida
social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el
contrario, el ser social es lo que determina su conciencia” Marx, K. (2001) Prólogo de la Crítica a la
economía política. Marxist Internet Archive.

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Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

capitalismo. Los autores que más han aportado a este desarrollo han sido Luc Boltanski y Eve
Chiapello con su libro El nuevo espíritu del capitalismo (2002). En esta obra se distinguen a lo
largo de la historia tres espíritus del capitalismo, vinculados a tres formas históricas del
capitalismo. 1) el espíritu del capitalismo previo a la segunda guerra mundial. 2) el espíritu del
capitalismo de posguerra y 3) el “nuevo” espíritu del capitalismo (a partir de los 70 y consolidado
durante los 90). Siendo la transición entre el espíritu 2 y el espíritu 3 el objeto de estudio del
citado libro.

Para desarrollar todo el corpus teórico relacionado con este “nuevo espíritu del capitalismo” la
perspectiva más utilizada ha sido el análisis de discurso aplicado a la “literatura managerial”. La
literatura managerial son todos los escritos que pretenden reflexionar, aconsejar o persuadir sobre
la gestión de las empresas y los “recursos humanos”. En las páginas de estos libros y folletos
vemos una de las declaraciones de intenciones más explícitas y sinceras sobre la ideología
capitalista. Al ser un discurso “desde la empresa” y “para le empresa”, no necesita justificar sus
premisas más que en la eficacia para cumplir los objetivos de la empresa. Por ello autores como
los antes citados Boltanski y Chiapello o Carlos Fernández Rodríguez han hecho uso de estos
libros para comprender la fisionomía de la ideología capitalista:

La literatura del management es un discurso desde la empresa, un discurso que representa


los intereses del capitalismo. Es muy homogénea en sus contenidos y estilo, y su principal
objetivo es el adoctrinamiento de los directivos y trabajadores.6
Boltanski y Chiapello elaboran su “nuevo espíritu del capitalismo” partiendo de la premisa de
“las justificaciones” necesarias para que “asalariados y capitalistas” decidan “adherirse al
capitalismo” (Boltanski y Chiapello, 2002:40). El “espíritu”, es decir el entramado ideológico
vinculado a una práctica (en este caso económica) determinada, es una condición de posibilidad
para el funcionamiento de cualquier proceso. Todo sistema económico necesita una justificación
para movilizar a los agentes involucrados en él, y más un sistema como el capitalismo, basado en
la acumulación ilimitada del capital, en un crecimiento sin límites. Mantener el compromiso
únicamente mediante la violencia es un imposible a largo plazo. “El solo hecho de que una
voluntad surja y se oponga al poderoso da testimonio de la debilidad de su poder. El poder está
precisamente allí donde no es tematizado. Cuanto mayor es el poder, más silenciosamente actúa”
(Han, 2014:27). La gran victoria del capitalismo post guerra fría, como señalara Frederic Jameson
en su libro El giro cultural es que “Hoy en día, parece que es más fácil imaginarse la completa
degradación de la tierra y la naturaleza que el derrumbe del capitalismo tardío” (Jameson,
1999:77). Boltanski y Chiapello definen el “espíritu del capitalismo” como “la ideología que
justifica el compromiso con el capitalismo” (Boltanski y Chiapello, 2002:41).

6
Fernández, C. (2007) El discurso del management. Madrid: CIS

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Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

En tanto que ideología dominante, el espíritu del capitalismo tiene, teóricamente, la


capacidad de penetrar en el conjunto de representaciones mentales propias de una época
determinada, de infiltrarse en los discursos políticos y sindicales, de proporcionar
representaciones legítimas y esquemas de pensamiento a los periodistas e investigadores,
de tal manera que su presencia es, al mismo tiempo difusa y generalizada.7
Y ¿Qué significa exactamente “ideología”? Boltanski y Chiapello pretenden trascender la
definición del “marxismo vulgar” que entiende por ideología un discurso moralizador que trataría
de ocultar intereses materiales, continuamente puestos en evidencia por las prácticas.
Acercándose a una definición más integral y compleja que contempla un conjunto de creencias
compartidas, inscritas en instituciones, comprometidas en acción “ancladas en lo real”. (Boltanski
y Chiapello, 2002:33).

Aunque con esta definición podríamos seguir trabajando, vemos necesario explicar muy
brevemente el significado del concepto de ideología, para poder desprender de él en los siguientes
epígrafes algunas de sus consecuencias.

Ideología

Como hemos visto antes Marx conecta los entramados culturales, con los “modos materiales” de
vida (Marx, 1975:19) y los conflictos político-económicos entre clases sociales. En La Ideología
Alemana Marx critica a sus compañeros neo-hegelianos por centrarse en el ámbito de la vida
espiritual de los individuos, buscando reformas en la conciencia de elementos que poco tienen
que ver con los asuntos cruciales de la sociedad alemana. Esta forma cultural, muy influida por
las ideas de Hegel, son lo que Marx denomina “ideología alemana”, contra lo que reclama un
llamado a la acción.

Sin embargo, el propio Marx también es un discípulo de Hegel, quizás el más singular y a la vez
prolífico, y sus primeras concepciones de la ideología estarán influidas por su maestro. En los
Manuscritos de Economía y Filosofía explica su concepto de “trabajo enajenado”. Marx entendía
que el modo de producción capitalista y la propiedad privada de los medios de producción
deshumanizaban a los obreros al convertirlos en mercancía y separarlos del producto de su trabajo,
así como de las decisiones sobre el proceso de trabajo. A consecuencia de este extrañamiento que
sufre el obrero, todo en el mundo empieza a parecer extraño. De esta forma lo compara con la
religión: “Lo mismo sucede en la religión. Cuanto más pone el hombre en Dios, tanto memos
guarda en sí mismo. El trabajador pone su vida en el objeto, pero a partir de entonces ya no le
pertenece a él, sino al objeto” (Marx, 2001:22). Esta visión es, sin duda esencialista, encuentra en
la negación de la potencialidad humana (de su esencia) la explicación de la conciencia “invertida”
de la clase obrera. No obstante, encierra, ante una lectura más incisiva, algunas de las semillas del

7
Boltanski y Chiapello (2002) P. 98

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Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

posterior concepto de ideología. La crítica del trabajo enajenado en los Manuscritos de 1844 es
realmente una crítica a la economía política clásica, que presupone una serie de fantasías que
pretenden dominar la conciencia del obrero (en concreto la supuesta libertad al vender su fuerza
de trabajo). De la misma manera escribe en la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, obra
del mismo año, lo siguiente:

Este estado, esta sociedad, produce la religión, una conciencia subverida del mundo,
porque ella es un mundo subvertido. La religión es la teoría general de este mundo, su
suma enciclopédica, su lógica bajo forma popular, su point d‫ۥ‬honneur espiritualista, su
entusiasmo, su sanción moral, su solemne complemento, su razón general para consolarse
y justificarse. Es la realización fantástica de la esencia humana, porque la esencia humana
carece de verdadera realidad. La lucha contra la religión es, por tanto, indirectamente, la
lucha contra aquel mundo que tiene en la religión su arma espiritual8.
Así podemos intuir que la ideología es un espacio en el que los obreros realizan su esencia (o la
subliman), ante lo que Marx los exhorta a realizarse no en la fantasía sino en el mundo real. Marx
nos ofrecerá en El fetichismo de la mercancía9 una explicación de lo que hoy llamaríamos
“naturalización”: el proceso por el cual una construcción histórica determinada (por la lucha de
clases) es percibida como algo natural.10 Más tarde Althusser definiría la ideología - contra la
interpretación canónica del marxismo, que había llevado la división infraestructura/ estructura y
las metáforas del “espejo invertido” y “la falsa conciencia” al absurdo – como “la relación
imaginaria entre el sujeto y sus condiciones reales de vida” (Althuser, 1984). Althusser acuña en
Ideología y aparatos ideológicos del estado el término de “autonomía relativa de la
superestructura” que pretendía quebrar la interpretación economicista de las cuestiones
“superestructurales”. Pero esta ideología no es simplemente “las ideas de la clase dominante”
como Marx había dicho en su Tesis sobre Feuerbach (1845), sino un elemento que genera ritos,
prácticas y en determinadas condiciones instituciones.

El momento en que el concepto de ideología llega a su máximo potencial explicativo es cuando


desde distintas tradiciones (la escuela de Frankfurt, el estructuralismo francés, el psicoanálisis) se
utilizan los conceptos de Freud para explicar su funcionamiento. Althusser compara la ideología
con el inconsciente psicoanalítico. Slavoç Zizek ha hecho un esfuerzo por adaptar los conceptos
psicoanalíticos de Lacan (como plus-de-goce, object a, el gran otro, el síntoma o lo real) a la teoría
social. Para el autor esloveno la ideología funciona cuando está ausente, cuando es un subtexto
no cuestionado. Este salto freudiano del concepto de ideología nos lleva a lo que trataremos en el

8
Marx, K., (2002). Critica de la filosofía del estado de Hegel. Madrid: Biblioteca Nueva. P. 3
9
Marx, K. (2007). El capital. México: Siglo Veintiuno Ed.
10
En este caso la relación entre productores, distribuidores y consumidores no es percibida como una
relación social entre personas, sino como una relación natural entre mercancías.

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Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

siguiente punto: la ideología se caracteriza por ser pre-reflexiva. La ideología no es el contenido


de un juicio determinado, sino el punto de partida de todo juicio11.

Esta es probablemente la dimensión fundamental de la “ideología”: la ideología no es


simplemente una “falsa conciencia”, una representación ilusoria de la realidad, es más
bien esta realidad a la que ya se ha de concibir como “ideológica” – “ideológica” es una
realidad social cuya existencia implica el no conocimiento de sus participantes en lo que
se refiera a su esencia -, es decir, la efectividad social, cuya misma reproducción implica
que los individuos “no sepan que están haciendo”. “Ideológica” no es la “falsa
conciencia” de un ser (social) sino este ser en la medida en que está soportado por la
“falsa conciencia”.12

Ideología y sujeto

Para entender hasta qué punto la ideología orienta la conciencia y la práctica de los individuos
debemos ir más allá. Como apuntábamos en el final del epígrafe anterior la ideología es algo más
profundo que el simple discurso13. Expliquemos brevemente esta cuestión.

El sujeto es una posición particular en el mundo. En tanto que “particular” encuentra su “razón
de ser” sus “rasgos característicos”, en sus determinaciones. El sujeto está definido por el otro,
por la otredad, por determinantes externos. El sujeto es, en ese sentido, una escisión de la totalidad
(de la unidad)14. Autores como Bourdieu señalan que condiciones como la clase social, el nivel
formativo de los padres, el ambiente…, generan en los individuos un “habitus”, unos márgenes y
unas coordenadas en las que se mueve el comportamiento. Pero el habitus no solo “engendra” al
sujeto, el sujeto también engendra con su práctica el habitus (Bourdieu 2001:72). Para Althusser
la subjetividad es producto de la interpelación, ¿Qué quiere decir esto?

Sugerimos entonces que la ideología "actúa" o “funciona" de tal modo que "recluta"
sujetos entre los individuos, o "transforma" a los individuos en sujetos por medio de esta
operación muy precisa que llamamos interpelación, y que se puede representar con la más
trivial y corriente interpelación, policial (o no) " ¡Eh, usted, oiga!". Si suponemos que la
hipotética escena ocurre en la calle, el individuo interpelado se vuelve. Por este simple
giro físico de 180 grados se convierte en sujeto. ¿Por qué? Porque reconoció que la
interpelación se dirigía precisamente" a él y que "era precisamente él quien había sido
interpelado" (y no otro).15
El sujeto “que literalmente significa ‘estar sometido’” (Han 2014:11) se constituye al reconocerse
parte de algo que no llega a cuestionarse. Esto es precisamente lo que explicábamos antes cuándo

11
Para ampliar conocimientos sobre esta adaptación de Lacan a lo social (y la recuperación de la
dialéctica hegeliana): Žižek, S. (1992). El sublime objeto de la ideología. México, D.F.: Siglo Veintiuno.
12
Žižek, S. (1992). El sublime objeto de la ideología. México, D.F.: Siglo Veintiuno.
13
Entiéndase “discurso” con su acepción común, no en el sentido de la teoría del discurso de Ernesto
Laclau y Chantal Mouffe
14
Badiou, A. (2009). Teoría del sujeto. Buenos Aires: Prometeo Libros.
15
Althuser, L. (1984). Ideología y aparatos ideológicos de Estado. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión

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Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

decíamos que “la ideología funciona cuando está ausente”. La transformación de los “individuos”
en “sujetos” será para Foucault el centro de sus investigaciones:

Quisiera decir en primer lugar cuál ha sido la finalidad de mi trabajo durante estos últimos
veinte años. No ha sido analizar los fenómenos de poder, ni sentar las bases para tal
análisis. Busco más bien producir una historia de los diferentes modos de subjetivación
de los seres humanos en nuestra cultura; he tratado, desde esta óptica, de los tres modos
de objetivación que transforman a los seres humanos en sujetos.16
En este empeño Foucault estudió como se dividía a los seres humanos en “sujetos de derecho” y
“sujetos delincuentes”, así como en “sujetos racionales” y “sujetos patológicos”, es decir, como
se subjetivaba a los individuos en función de su utilidad para los poderes, generando polos de
inclusión y exclusión17. En esta subjetivación el poder, la disciplina y el cuerpo jugaban un papel
fundamental. Foucault estudia cómo los cuerpos humanos reproducían un modo de
comportamiento, una disposición física, una cadencia18, etc. articulada por el poder, acuñando el
término “biopoder”. Lo fundamental de esta teoría es entender que el sujeto, es decir, la
cosmovisión particular de cada individuo, existe siempre por medio de un proceso de
subjetivación. El sujeto es sujeto en tanto que existe una estructura que lo instituye. Los medios
que hacen que este proceso de subjetivación sea inadvertido son lo que llamamos ideología. Un
dispositivo más complejo y sutil que el simple discurso público.

Foucault sirve de inspiración a movimientos que buscarían organizar “micro-resistencias” a cada


forma de dominación existente. Pero la forma de entender la subjetividad como sometimiento es
previa. El marxismo tradicional reclamaría, inspirado aún por la lógica de la ilustración, la
“conciencia de clase” (una adaptación del concepto de “autoconciencia”) contra la ideología
dominante. Aspiraban a acabar con la subjetivación ideológica para componer una conciencia
objetiva. Este ensalzamiento de la razón y la ciencia frente a la política sería matizado y
transformado durante el siglo XX. El concepto de hegemonía de A. Gramsci venía a constatar
algo que en la práctica del movimiento ya operaba casi desde sus inicios: que la adhesión a un
proyecto político no podía mediarse únicamente por el pensamiento científico (o prescindir de
mediaciones como si la lucha de clases fuese un enfrentamiento transparente entre sujetos
económicos autoreflexivos), que este necesitaría de propaganda, por tanto, de mitos, símbolos,
etc. La hegemonía se refería a la capacidad de un sector social de representar la voluntad general.19
Señala Zizek en El oscuro objeto del deseo que para Althusser el aspecto ideológico del sujeto es
inevitable, negando de esta forma algún tipo de subjetividad no ideologizada:

16
Foucault, M. (1990). Tecnologías del yo y otros textos afines. Barcelona: Paidós.
17
Foucault, M. (2002). Vigilar y castigar. Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
18
Lo que para Bourdieu sería una parte fundamental del “habitus”.
19
Gramsci, A. y Sacristán (2013), Antología. Madrid: Akal

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Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

Se trata no sólo de que hemos de develar el mecanismo estructural que está produciendo
el efecto de sujeto como un reconocimiento ideológico falso, sino de que, a la vez, hemos
de reconocer este falso reconocimiento como inevitable, es decir, hemos de aceptar un
cierto engaño como una condición de nuestra actividad histórica, de asumir un papel
como agentes del proceso histórico. Según esta perspectiva, el sujeto como tal se
constituye por medio de un reconocimiento falso.
A finales del siglo XX dos autores autodefinidos como “posmarxistas”, Chantal Mouffe y Ernesto
Laclau elaborarían una teoría del sujeto basada en el concepto de hegemonía. Según expresaban
en Hegemonía y estrategia socialista, no existe un lazo esencial del hecho político con el modo
de vida material de la población. Las vivencias derivadas de ese modo de vida serían “posiciones
de sujeto”, de sujeto en tanto que puede traducirse en demandas concretas. Pero estas demandas
concretas no son pre-existentes ni pueden denominarse como “intereses”, son posiciones que
dependen de un discurso que las articule, generando una subjetividad nueva. El sujeto sería, para
estos dos autores, una construcción puramente discursiva20 que se crea mediante la articulación
de demandas, en torno a un proyecto de estado y en contra de un enemigo común.

Recapitulemos

Intentemos recapitular estos dos últimos puntos, para que la marea de ideas cumpla su propósito
en vez de apabullar al lector:

El sujeto, cuestión fundamental en el pensamiento teórico, ha sido abordado de muchas formas.


Hasta la radical vinculación de Marx entre ideología, política y economía (las últimas dos unidas
en el concepto de “lucha de clases”), el sujeto fue estudiado como entidad, en las distintas
propuestas ontológicas y epistemológicas. Marx lo estudiará, en un principio como “falsa
conciencia” o “espejo invertido” producto de la enajenación del trabajo21. Más tarde se estudiará
como producto de la subjetivación, es decir de la disciplina y la ideología, enfrentado a la
autoconciencia. Este concepto se irá matizando hasta hacerse compatible con la construcción
política en positivo (como parte de un proyecto político) de mitos y símbolos y con la psique
humana (como inconsciente colectivo inherente al ser humano), para acabar inscribiéndose en la
teoría del lenguaje (posestructuralismo) y del discurso (posmarxismo).

En este trabajo no pretendemos quedarnos con una definición u otra, ya que muchas de ellas son
contradictorias, ni articular algún tipo de propuesta sintética (lo que bien podría ocupar una tesis
entera), sino hacer un pequeño mapa de cómo ha sido trabajado la cuestión del sujeto, que nos
ayude a entender que es lo que está en juego cuando hablamos de conceptos que se desarrollarán

20
“Pura” en el sentido de que no depende más que de sí misma. Está influenciada por las condiciones
reales de vida, pero estas son contingentes. Lo real es entonces le hecho político, mientras que la realidad
material es contingencia.
21
Aunque el concepto seguirá avanzando en la obra de Marx, acercándose cada vez más a lo que hoy en
día entendemos por ideología, con conceptos como el de “fetichismo de la mercancía”.

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Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

en el cuerpo del trabajo. Por ejemplo, cuando hablemos de “subjetividad neoliberal” debemos
entender que no nos referimos a la forma de pensar de aquellos que se autodenominan
“neoliberales”, sino a una disposición estructural – pre-reflexiva y dependiente - que ordena la
práctica de todos los individuos en base a un criterio específico de racionalidad y autonomía que
determinará la administración de nuevos dispositivos disciplinales.

SUJETO Y DISCIPLINA EN EL CAPITALISMO CONTEOMPORÁNEO

Crisis del sujeto en las sociedades industriales

“El capitalismo necesita la ayuda de sus enemigos, de aquellos a quienes indigna y se oponen a
él, para encontrar los puntos de apoyo morales que le faltan”22

Luc Boltanski

El final de la segunda guerra mundial fue el mito fundacional (y el acontecimiento político) a


partir del que se desarrolló un orden político, económico y social distinto al que le precedía. La
guerra fría, los estados del bienestar en el centro capitalista y el keynesianismo fueron algunas de
sus características. Este modelo entró en decadencia a partir de fines de los años 60, principios de
los 70. Las razones son variadas y de distinto orden. Esta crisis de modelo fue también causa y
consecuencia de una crisis cultural, de un cuestionamiento de los mitos, principios y valores que
lo justificaban.

A la crítica tradicional de las organizaciones obreras, convertidas ya en verdaderas instituciones


en occidente (y en estados soberanos en oriente), se le sumó (o se le superpuso) un cansancio, un
escepticismo de uno y otro signo que señalaba el agotamiento del proyecto nacido en 1945.
Boltanski y Chiapello (2002) definen como crítica artista, aquellos discursos que durante la
década de los 60 y 70 reclamaron autonomía y libertad frente al modelo relacional imperante.
Vamos a utilizar la emblemática película dirigida por Alan Parker, The Wall23 (1982) para ilustrar
algunas de las características de esta crítica, combinándola con ideas de la sociología de su época.

Este musical, realizado a partir de las canciones de Pink Floyd, combinaba la crítica social con
una perspectiva psicológica. En ella, se nos relata la historia de un joven músico llamado Pink
que está sufriendo una fuerte crisis personal. A lo largo del film se nos va mostrando momentos
del pasado del protagonista, especialmente de su infancia, que explican cómo ha llegado a
convertirse en una persona incapaz de relacionarse o enfrentarse a su propia vida.

22
Boltanski, L., Chiapello, E. and Pérez Colina, M. (2002). El nuevo espíritu del capitalismo. Madrid
(España): Akal. P.71
23
The Wall. Dir Alan Parker, Metro-Goldwyn-Mayer, 1982

13
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

Una de las primeras escenas de la película, que se suceden como “videoclips”, explica la muerte
de su padre en la Segunda Guerra Mundial. Lejos de la épica con la que el discurso oficial - escrito
por aquella generación que forjó los grandes pactos nacionales de posguerra- trataba los
acontecimientos relacionados con ese momento histórico, en The Wall aparece como un trauma,
como un recuerdo confuso que se convierte en pieza fundamental de la personalidad patológica
del protagonista. La perspectiva parte, pues, de una generación que no vivió ese proceso y que, al
cuestionar el orden establecido, cuestiona también el relato oficial de la guerra como fuente
incombustible de legitimación.

La escuela aparece como un espacio disciplinario. Para autores como Foucault la sociedad era un
circuito cerrado de espacios en los que los individuos aprenden los márgenes y las posibilidades
de su comportamiento con a reglo a las normas sociales, incorporan de esta manera las
prescripciones que el poder transmite mediante la disciplina. En ella los niños, uniformados,
repiten fórmulas matemáticas mientras los profesores aseguran su docilidad a través de
comentarios sarcásticos y golpes de regla24. El despotismo del profesor simboliza la arbitrariedad
y la violencia de la autoridad en las estructuras jerárquicas. Este círculo de dominación bien nos
podría recordar a los estudios sobre cárceles y psiquiátricos realizados por Michel Foucault a
mediados de los 70. Mientras suena el famoso tema “Another Brick in the Wall” (Otro ladrillo en
el muro), el colegio representado se convierte metafóricamente en una fábrica, donde los niños,
que se deslizan por cadenas de montaje, son la manufactura de un sistema de adiestramiento civil.
En el baile de cadenas y engranajes podemos observar la sombra de lo que parece una hoz y un
martillo. La crítica se hace extensible a las repúblicas socialistas. El enemigo soviético, uno de
los principales dispositivos ideológicos del capitalismo, se convierte en The Wall en la otra cara
de las sociedades industriales de occidente. La visión que nos transmite la película coincide con
la de algunos importantes científicos sociales del siglo XX. Marcuse, por ejemplo, veía tanto en
occidente, como en el bloque del este, un principio de totalitarismo incrustado en el propio modelo
de producción y distribución: el industrialismo y el consumo de masas (Marcuse. 1993:33).

Pink va apilando las agresiones de las instituciones disciplinarias a modo de ladrillos, levantando
un muro psíquico que le separa del entorno social. Este “desplazamiento del yo” (en términos
freudianos), que va construyendo la personalidad de Pink mediante la represión, llega a suponer
una desconexión total de la conciencia de éste hacia su propio ser (la extrañeza del superyó)25. De

24
“We don’t need no education /We don’t need no thought control / No dark sarcasm in the classroom /
Teachers leave them kids alone” (No necesitamos educación / No necesitamos control mental / Basta de
oscuro sarcasmo en clase / Profesores dejen a los niños en paz) Pink Floyd – Another brick in the Wall
(Part II), Roger Waters, Gran Bretaña, 1979.
25
“El yo histérico se defiende de la percepción penosa con que lo amenaza la crítica de su superyó de la
misma manera como se defendería de una investidura de objeto insoportable: mediante un acto de
represión”. Freud, S. (1997). El yo y el ello y otras obras. Buenos Aires: Amorrortu. P. 53

14
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

esta forma, instituciones que eran la base del desarrollo de los individuos según autores de finales
del siglo XIX y principios del XX como Durkheim, son representados como estructuras que
agreden y moldean a los individuos hasta convertirlos en sujetos sin personalidad propia, hasta
cortar de raíz la posibilidad de toda libertad.

Las consecuencias de esta agresión son representadas en la película a dos niveles: el individual,
donde vemos a un Pink deprimido y apático, y el nivel social, donde vemos el surgimiento de un
ficticio movimiento neofascista liderado por el alter-ego de Pink. La insignia de este movimiento
es el hammer (martillo), un instrumento de trabajo que simboliza la fortaleza y la agresividad de
una mayoría que pretende universalizar sus normas eliminando cualquier otredad o disidencia.

Los hammers son militaristas, totalitarios y su ideología se basa en el odio a las llamadas
“minorías”26. La identificación de la sociedad industrial con el totalitarismo coincide con la crítica
de Bauman a la sociedad moderna. Para Bauman la ‘Solución final’ de Hitler había sido posible
gracias al modelo jerárquico y racionalizado del estado moderno, compara así los campos de
concentración con fábricas cuya materia prima eran seres humanos y su producto la muerte.27

La personalidad de Pink se convierte en patológica, su capacidad de desenvolverse en el mundo


social se ve aplastada por la rigidez y la agresividad de las formas en las que el poder es ejercido
sobre él. Siendo lo común convertirse en un cuerpo servil al poder, Pink se convierte en un cuerpo
inútil, un producto defectuoso.

La crisis de los regímenes políticos, económicos y sociales surgidos tras la Segunda Guerra
Mundial en Europa y EEUU se nos presenta, así, como una crisis entre individuo y sociedad, entre
sujeto y estructura.

Es importante destacar el carácter progresista, e incluso anticapitalista, de este discurso durante


los años 60 que desembocó, por ejemplo, en movilizaciones como las de mayo del 68 en Francia
Este episodio contó con dos estallidos de crítica social dirigidos hacia el sistema capitalista: por
un lado, el estallido estudiantil y, por otro, el obrero.

Desde la década de los 40 a la de los 60 se vivió en Francia un aumento espectacular de la


población estudiantil28, a la vez que una desvalorización de los títulos universitarios. Mientras en
la época anterior a la revuelta, a la universidad solo accedían sectores privilegiados de la sociedad
que iban a convertirse en los principales cuadros técnicos y directivos de una producción en clara

26
Entiéndase minoría no como un grupo humano cuantitativamente reducido, sino aquellos sectores de la
población que se encuentran fuera de la norma: migrantes, homosexuales, pobres, etc.
27
Bauman, Z. (1997). Modernidad y Holocausto. Madrid: Sequitur.
28
El número de estudiantes se quintuplicó entre 1946 y 1971, pasando de 123.313 a 596.141. (Boltanski y
Chiapello, 2002)

15
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

expansión, ahora la universidad acogía a un número mucho mayor de personas y ya no garantizaba


una salida laboral, que además debía de encontrarse con un sistema productivo en el que los
puestos de responsabilidad estaban ocupados por cuadros de generaciones anteriores. En estas
condiciones y con la influencia artística del surrealismo los estudiantes dirigieron su crítica
fundamentalmente al “poder jerarquizado”, al paternalismo y al autoritarismo (Boltanski y
Chiapello, 2002:245). Exigían la incorporación de las mujeres y los jóvenes a la vida pública y
exigían autonomía, en el sentido de una mayor independencia en el desarrollo de las competencias
que hasta ahora habían sido estrictamente controladas por las clases dominantes. En este sentido
pedían autonomía para que las universidades pudieran investigar lo que las universidades
decidieran, para que los cuadros intelectuales y los trabajadores pudiesen gestionar su propio
tiempo y pudiesen participar de la toma real de decisiones de la empresa. Más tarde el
neoliberalismo se apropiaría de estas consignas en un sentido muy distinto. Por ejemplo,
interpretarían la autonomía universitaria como la capacidad de una empresa de no depender
económicamente del estado, teniendo fuentes propias de financiación con las que competir contra
otras universidades. Este tipo de autonomía responde a una manera de entender la racionalidad
como una competición económica constante. Expondremos detalladamente los ejemplos referidos
a la autonomía laboral en los epígrafes referidos a la ideología del trabajo.

Mientras tanto, los obreros, que habían aumentado su organización y su fuerza social desde el fin
de la guerra, empezaban a notar las primeras consecuencias del estancamiento económico. El
capital, que había crecido a un gran ritmo gracias al desarrollo productivo durante las últimas
décadas, ahora crecía cada vez a menor ritmo. La clase social de los empresarios era consciente
de que el poder político y social de la fuerza de trabajo era un problema para la posibilidad de
recuperar las tasas de crecimiento aumentando las tasas de explotación. La revuelta estudiantil,
que se politizó e hizo presente en las calles, movilizó también a los obreros, que sumaron sus
demandas y consignas al movimiento. Así, los trabajadores exigían una mayor participación tanto
de los beneficios como de los procesos de producción (Boltanski y Chiapello, 2002:246).

Vemos pertinente explicar los procesos de crítica antes mencionados, porque estos dos elementos
(autonomía y participación) serán dos de las principales consignas de la ideología capitalista del
trabajo. El discurso empresarial sabrá entender las preocupaciones estudiantiles y obreras para
generar un contra-discurso a la crítica que sea capaz de incorporarla en su seno y resignificarla.
La capacidad del capitalismo de mutar ayudándose de las críticas anticapitalistas es una de sus
características fundamentales.

La escuela neoclásica y el homo-económicus

16
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

Esta crítica artística que reivindicaba la libertad del sujeto frente a una sociedad demasiado
estandarizada, es combinada por un individualismo de otro signo, que ancla su cosmovisión en la
ética utilitarista, reformulada por la escuela económica neoclásica.

Pese a la neutralidad de la que parecen hacer gala las teorías que hacen uso de la lógica formal
matemática, existe en el pensamiento neoclásico una reflexión implícita sobre la propia esencia
del ser humano, sobre la ética y la psicología cuyas derivaciones ideológicas sobrepasan la
disciplina económica introduciéndose en otros ámbitos.

La disciplina que estudia los procesos económicos es la Ciencia Económica. Por ejemplo, la
facultad en la que se estudian estos procesos en la Universidad Complutense de Madrid es la
facultad de “Ciencias Económicas y Empresariales”, el grado especializado en economía se llama
“Grado de Economía”. Sin embargo, esta realidad no siempre fue así. Hasta la consolidación de
la escuela de la “utilidad marginal”, la disciplina que estudiaba los procesos económicos era
conocida como “Economía Política”29. Sobre la Economía Política, el Manual de Historia del
pensamiento económico que hemos utilizado dice lo siguiente:

La “era de la economía política”, iniciada en 1500, empezó a suplantar a la “era de la


filosofía moral”. La atención a la economía política organizó con más coherencia el
pensamiento económico, y convirtió los fragmentos de ideas económicas en teorías
sistemáticas.30
Algunos de los autores que este manual cita como referentes de la “Economía Política” son Adam
Smith y David Ricardo. Hoy en día, la metáfora de la “mano invisible del mercado, enunciada
por Adam Smith La riqueza de las naciones se ha utilizado para justificar las políticas
neoliberales31. ¿Pero qué diferencia a Adam Smith o David Ricardo de Bentham, Stuart Mill,
Hayek o Milton Friedman?

La diferencia entre la escuela clásica y la escuela neoclásica se encuentra en las teorías del valor.
Según se nos explica en los manuales canónicos de economía, la “utilidad” es el descubrimiento
científico que resuelve el “enigma del valor” que la escuela clásica no pudo descifrar.

Smith no resolvió la paradoja del valor. Eso tuvo que esperar hasta los economistas
posteriores, para quienes fue clara la distinción entre la utilidad total de un bien y su
utilidad marginal. Smith dirigió su atención al valor de intercambio, el poder que
proporciona la posición de un bien para comprar otros bienes, su precio “natural”32

29
En la facultad de Políticas y Sociología de la UCM se sigue impartiendo la asignatura “Economía
Política”, lo cual deja entrever que existe cierto debate teórico sobre el término.
30
Brue, S., Grant, R., Meza Staines, G. ý González Molina, R. (2009). Historia del pensamiento
económico. México: Cengage Learning. P. 1
31
Pese a que en ese mismo libro Adam Smith critica la posibilidad de dejar en manos del mercado todas
las decisiones sociales.
32
Brue y más, 2009:71

17
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

Siendo la diferencia entre estas dos escuelas la teoría sobre como determinan el “valor” de una
mercancía, aún queda por explicar que es lo que hace que una teoría sea “política” mientras que
la otra sea “simplemente económica”. ¿Radica en la teoría del valor este hecho? En cierta medida
sí, ya que la teoría de la utilidad marginal depende de la capacidad de proyectar matemáticamente
las decisiones de los individuos para determinar los valores de la oferta y la demanda. ¿Y en base
a qué criterio se proyectan estas decisiones? La escuela neoclásica responde a esto con una ley
sobre el comportamiento humano expresable a través de una fórmula matemática: entre dos
productos igualmente útiles los individuos elegirán siempre aquel que sea más barato. Para ello
el sujeto deberá calcular los beneficios y los costes que cada posible acción suponga. A este
comportamiento se le denominó “comportamiento racional” (Brue y más, 2009:280). El uso de
esta ley sobre la racionalidad humana, de ser cierto, supondría el descubrimiento de “la esencia
íntima” de la decisión humana. Así lo expresaba Fernández Liria en El orden del capital:

De ahí precisamente que los manuales puedan llamarse “Economía” sin tener que
conformarse, como en cambio sí hizo Marx, con el título mucho más modesto de “El
Capital”. Marx se propone “sacar a la luz la ley económica que rige el movimiento de la
sociedad moderna”. La economía pretende, por el contrario, haber dado con la ley
económica que rige el movimiento de la historia”.33
Efectivamente, según autores como Milton Friedman el mercado debe llevarse a todos los ámbitos
de la vida, pues es el mercado es la mayor de las democracias:

Para un liberal (…) el ideal es que entre los individuos responsables haya unanimidad,
conseguida a base de discusión libre y exhaustiva. Desde este punto de vista, el mercado
(…) permite la unanimidad sin conformidad; es, entonces, un sistema de representación
proporcional efectivo. (…) Cuanto más amplio sea el número de actividades cubiertas por
el mercado, menor será el número de cuestiones en las que se requieren decisiones
expresamente políticas y, por tanto, en las que es necesario alcanzar un acuerdo.34
La teoría neoclásica resignifica uno de los términos centrales de la ilustración: la racionalidad. La
razón, definida con muchísima complejidad de distintas maneras por los autores clásicos de la
filosofía, está relacionada con la capacidad humana de llegar a comprender aquello que hace que
las cosas (o determinadas cosas) sean como son. La capacidad humana de comprender y
representar el Teorema de Pitágoras es una muestra de la facultad humana de la racionalidad. El
otro factor estudiado desde esta perspectiva es la (auto)reflexividad, es decir la capacidad humana
de “auto-conocerse”, y hacer esfuerzos por cambiar de sí, o de sus efectos en el medio, aquello
que mediante la razón se conoce de sí mismo.35 En este sentido “la razón” es lo que permite
librarnos de las determinaciones, es lo que permite la libertad. Para los neoclásicos, por otro lado,

33
(Liria y Alegre 2010:219)
34
Friedman, M. (1966). Capitalismo y libertad. Madrid: Rialp.
35
Para esta definición se tiene en cuenta el “pensamiento socrático” y el idealismo alemán, aunque
realizar una genealogía de este término requeriría un trabajo exhaustivo que no tiene sentido abordar aquí,
el objetivo es establecer muy a grandes rasgos aquello que el neoliberalismo está resignificando.

18
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

este término lo que designa es la determinación inherente de todos los individuos a verse
motivados de forma sistemática por el cálculo egoísta de costes y beneficios, la “libertad”
producto de esta “racionalidad” es el libre albedrío, la capacidad de tomar decisiones y asumir
riesgos. Al sujeto de este “egoísmo universal” es a lo que denominamos “Homo-economicus”.

El neoliberalismo hace hincapié en la singularidad de los individuos, que a través del riesgo
(asumir costes de oportunidad) compiten entre sí mejorándose los unos a los otros. Esta visión
asume también una óptica darwinista social, en el que el mercado funciona como la naturaleza,
seleccionando a los individuos y las empresas que han sido capaces de tomar las decisiones
correctas para la consecución de sus objetivos y dejando atrás a los elementos débiles de la
sociedad.

Para el pensamiento neoliberal el modelo de interpretación de la sociedad como un equilibrio (o


un conflicto) entre grupos sociales definidos por su profesión era obsoleto. Ahora la sociedad no
se puede desagregar más que en individuos (Boltanski y Chiapello 2002:405). Lo que se estaba
produciendo era un triple cambio: 1) la clase trabajadora tradicional había aumentado
sensiblemente su nivel de vida, pasando a catalogarse ahora dentro de la “clase media. 2) La
mayoría del trabajo se estaba desregulando y precarizando. Generándose una diferenciación entre
excluidos e incluidos en el sistema de bienestar. 3) los marcos de identificación y subjetivación
se complejizan. Mientras la profesión pierde capacidad de generar identidades, el consumo,
ampliamente diversificado, empieza a ser una fuente de diferenciación (y por tanto de constitución
de identidades). La reacción de una gran parte de la ciencia social fue diagnosticar una crisis de
las categorías colectivas y la necesidad de un regreso a lo individual:

El nivel salarial, el capital cultural y la categoría socio-profesional ya no encajan tan


claramente como en el pasado, lo que hace mucho menos legible la sociedad actual (…)
Ya no se trata de describir identidades colectivas, sino trayectorias individuales (…).
Cuando el rendimiento cognitivo de la gran maquinaria estadística decrece, es el momento
de volver a un nuevo uso de la monografía que permita aprehender de manera sensible lo
que podríamos denominar como el grano de lo social.36
Parece claro que existe, a partir de los años 70, un giro hacia lo individual que transforma la
concepción de una cohesión basada en equilibrios (correlaciones) de grandes grupos sociales,
por otra forma de cohesión basada en la competencia individual y la regulación social del
mercado.

La sociedad del rendimiento y la auto-explotación

Este individualismo del homo-economicus necesariamente se rebela ante el sometimiento a lo


colectivo y va generando nuevas formas de disciplina que son compatibles con la exaltación del
individualismo.

36
P. Rosanvallon citado en Boltanski y Chiapello (2002) P. 406

19
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

La “disciplina” y la jerarquía fueron dos valores del capitalismo de postguerra que se convirtieron
en eslabones débiles a partir de 1968. Aunque, como veremos, estos principios han sido capaces
de generar identidad y adhesión durante décadas. Sin embargo, las siguientes generaciones
vivieron estos valores de otra forma, criticando sus aspectos autoritarios.

Las organizaciones conservadoras vinculadas a las clases dominantes como las patronales o los
partidos tradicionales defendieron las reformas neoliberales en nombre del “progreso” y la
“modernización”, dos significantes que habían pertenecido históricamente a la izquierda. En el
debate entre la jerarquía y la flexibilidad, entre la rigidez y la fluidez, entre lo nacional y lo
internacional fue abordado por los defensores del capitalismo de mercado auto-representándose
como los portadores de un futuro más libre y menos rígido. Pero hay algo más en la ideología
neoliberal que la simple reapropiación de los significantes críticos.

Las estrategias obtención de beneficios son o la inversión en tecnologías o el abaratamiento de


los costes de producción37. El estancamiento de la producción en los años setenta exigía un
dispositivo ideológico que permitiera un abaratamiento radical de los costes mediante la caída de
los salarios de los trabajadores. Según el filósofo coreano Byung Chul-Han:

El cambio de paradigma de una sociedad disciplinaria a una sociedad de rendimiento


denota una continuidad en un nivel determinado. Según parece, al inconsciente social le
es inherente el afán de maximizar la producción. A partir de cierto punto de
productividad, la técnica disciplinaria, es decir, el esquema negativo de la prohibición,
alcanza de pronto su límite. Con el fin de aumentar la productividad se sustituye el
paradigma disciplinario por el del rendimiento.38
Lo que nos señala aquí el autor es la necesidad de un cambio de paradigma en los valores
vinculados al trabajo y la producción. El “inconsciente social” (hemos visto las connotaciones
que tiene este término en la ciencia social) hace suya la preocupación por maximizar la
producción, por asegurar el crecimiento del capital. El relato que subyace es el siguiente: para que
a los trabajadores les “vaya bien”, y para que el estado pueda invertir en servicios públicos es
necesario que “la economía vaya bien”. Este “ir bien” de la economía no significa otra cosa que
el círculo de valorización constante del capital, el aumento ilimitado e ininterrumpido de los
beneficios. ¿Por qué es necesario un cambio de paradigma para garantizar este crecimiento de los
beneficios? Porque “la negatividad de la prohibición tiene un efecto bloqueante e impide un
crecimiento ulterior” “El poder eleva el nivel de productividad producido por la técnica
disciplinaria, esto es, por el imperativo del deber” (Han, 2012:28). Lo que señala aquí Chul Han

37
Podemos encontrar la exhaustiva explicación de todos estos procesos en el Tomo I del Capital, escrito
por Marx: Marx, K. (2007). El capital. México: Siglo Veintiuno Ed.
38
(Han C., 2012 P. 27)

20
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

son las limitaciones del modelo disciplinario para obtener el máximo beneficio de la mano de
obra. La alternativa a la que el neoliberalismo nos conduce es mucho más eficiente para el capital.

“La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria. Tampoco sus habitantes se llaman ya
‘sujetos de obediencia’ sino ‘sujetos de rendimiento’. Estos sujetos son emprendedores
de sí mismos.”39
La sociedad del rendimiento responde una lógica parecida a la que estudiamos en el punto de
“homo-economicus”, concibe al individuo como una empresa40.

El exceso de trabajo y rendimiento se agudiza y se convierte en autoexplotación. Esta es


mucho más eficaz que la explotación por otros, pues va acompañada de un sentimiento
de libertad.
La motivación, elemento fundamental para el funcionamiento de cualquier sistema económico
según Boltanski y Chiapello, empuja a los individuos a buscar nuevas formas de auto-explotarse.
El famoso “trabajar más por menos” que pedía Mariano Rajoy en 201141. Esta mentalidad
autoexigente, que “dirige la agresividad hacia sí misma” ha sido señalada como causante de
enfermedades mentales como la depresión. “A la sociedad disciplinaria todavía le rige el no. Su
negatividad genera locos y criminales. La sociedad de rendimiento, por el contrario, produce
depresivos y fracasados” (Han, 2012:27). Esta circunstancia obliga a la ideología neoliberal a
buscar justificaciones y complementos ideológicos. El dispositivo cultural que busca compensar
la constante frustración de la auto exigencia es conocido como el “pensamiento positivo”.

El pensamiento positivo es una perspectiva ética promovida desde el coaching42 y los libros de
autoayuda. Lo que esta actitud vital defiende son dos elementos: La completa responsabilidad del
sujeto sobre los acontecimientos de su vida, y una conexión entre la actitud y el destino. Barbara
Ehrenreich, en su libro Sonríe o muere: La trampa del pensamiento positivo explica de dónde
proviene y como funciona este dispositivo. Su especificidad radica en el sentido “espiritualista”
y “metafísico” que toma. Según el pensamiento positivo el optimismo y la voluntad pueden ser
determinantes para conseguir objetivos tales como superar el cáncer, conseguir trabajo o prosperar

39
(Han, 2012:25)
40
“El neoliberalismo, como forma de mutación del capitalismo, convierte al trabajador en empresario
(…) Hoy cada uno es un trabajador que se explota a sí mismo en su propia empresa” (Han, 2014:17)
41
REVIRIEGO, J. (2011). "Es hora de trabajar más por menos". El Confidencial. [online] disponible en:
http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20110320/politica/hora-trabajar-menos-20110320.html [consultado 8
Junio. 2016].
42
Coaching es una actividad, normalmente remunerada, similar al “personal training” que consiste
supuestamente en ayudar o persuadir a un individuo para que consiga con éxito sus metas. Sirve como
herramienta de “educación” individualizada para personas que no se han adaptado correctamente al
sistema, una subjetivación voluntaria con el objetivo de adaptarse a los requisitos del orden social y
beneficiarse así de sus recursos.

21
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

en los negocios. Alrededor de esta idea se ha generado un millonario sector cultural, cuyas
estrellas son los “gurús”.43

Chul Han compara el pensamiento positivo con el ascetismo protestante que Weber había
señalado como principio básico del espíritu del capitalismo: “El trabajo sin fin en el propio yo se
asemeja a la introspección y al examen protestantes que representa a su vez una técnica de
subjetivación y dominación. En lugar de buscar pecados se buscan pensamientos negativos”44.

Utopía digital

“El determinismo tecnológico, en especial el marxista, tiene mala prensa. Al menos si la


tecnología es grasienta, humeante, pesada y, en general, analógica. (…) Hoy el determinismo
tecnológico ha renacido con una fuerza brutal pero restringido a las tecnologías de la información
y la comunicación”45.

La tecnología de la información es un puto nodal de la ideología del nuevo capitalismo, se imbrica


fácilmente con los valores del individualismo (homo-economicus), la libertad y el mercado. El
capitalismo neoliberal ha guardado para los países desarrollados un futuro liberado del trabajo
manual en la fábrica. En este futuro, el papel de la producción, del valor añadido, ahora recae
sobre el sector de la información. La producción analógica de manufacturas es, desde esta visión
evolutivista, una tarea de los países en vías de desarrollo, que aún no se han unido al tren del
futuro.

En el sector de la información se basan las grandes esperanzas de la clase dirigente neoliberal. Su


forma de organización, su relación con el mercado, la libertad y autonomía que permiten, lo
convierten en el catalizador de los deseos de la revolución neoliberal. Por eso se anuncia a los
cuatro vientos: vivimos en la era de la información, en la sociedad del conocimiento, en la
economía de la comunicación, en el mundo digital.

Karl Polanyi explicó en La gran transformación la deriva de las sociedades modernas hacia un
“sistema mercantil”, y la desprotección social que eso conllevaba. ¿Tiene sentido dejar en manos
de la arbitrariedad del mercado la asignación de recursos en todas las facetas de la vida humana?
César Rendueles señala lo siguiente:

A lo largo de la historia la mayor parte de las comunidades han utilizado alguna forma de
comercio para intercambiar bienes y servicios. Pero esos mercados tradicionales siempre
fueron instituciones marginales o, al menos, muy limitadas. (…) Las sociedades pre-

43
Para conocer este fenómeno: Ehrenreich, B. (2011). Sonríe o muere. Madrid: Turner.
44
Estos mecanismos auto-reflexivos promovidos por el neoliberalismo ya fueron señalados en la última
etapa de Foucault como “tecnologías del yo”: M. Foucault, Tecnologías del yo y otros textos afines,
Barcelona, Paidós, 1990, P.61 Citado en Han C., (2014) Psicopolítica, Barcelona, Herder Ed
45
Rendueles, C. (2013). Sociofobia. Madrid: Capitán Swing. P. 41

22
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

capitalistas consideraron que era una locura condicionar su supervivencia material a la


incertidumbre de la competencia.46
Conocemos ya la lógica que explica esto, para los neoclásicos el mercado es un sistema mejor
incluso que el de los parlamentos, porque representa todos los intereses, por pequeños que sean,
y los reconcilia sin necesidad de llegar acuerdos. Internet es el lugar que mejor se adapta a esta
concepción utópica del mercado. En internet todos los usuarios pueden mostrar sus preferencias.
De hecho, lo hacen de forma sistemática, sin necesidad de ser preguntados. No requieren de una
interpeleación como la que señalaba Althusser “hoy nos ponemos al desnudo sin ningún tipo de
coacción ni prescripción. Subimos a la red todo tipo de datos e informaciones sin saber quién, ni
qué, ni cuando, ni en qué lugar se sabe de nosotros” (Han 2014:25). Esto permite al poder una
nueva forma de control, el “panóptico digital”, en el que la vigilancia ya no es un esfuerzo de las
instituciones de dominación, sino que es ejercido por cada individuo de forma voluntaria.

El sector de la información es, además, un sector de creatividad. Esto es muy importante para una
ideología basada en el emprendimiento y los proyectos. Los programadores son en, muchos casos,
autosuficientes en su producción, siendo el motor de su producción la originalidad. El mercado
unido a las ciencias de la información permite la mejor articulación entre libertad, autonomía,
realización en el trabajo y distribución.

El espíritu del nuevo capitalismo ha visto en las nuevas tecnologías un soporte técnico para la
mediación social del mercado, un sustituto para el sector productivo tradicional, un espacio para
la realización personal a través del trabajo creativo y emprendedor y una forma de organización
en red que permite la flexibilidad y la libertad. Por eso apuesta por este sector como la piedra
angular del progreso social y económico.

TRANSFORMACIONES DE LA IDEOLOGÍA DEL TRABAJO

Precedentes: el trabajo rutinario

El trabajo tiene una doble condición en lo que respeta a lo humano. Es una técnica, un proceso
específico que produce bienes materiales e intelectuales, y al mismo tiempo es una forma de
expresión47. Esta manifestación ha sido considerada, además, la huella que cada civilización, o el
género humano entero, deja sobre la tierra.

Para los pensadores que vivieron la revolución industrial el problema del trabajo no giraba
únicamente en torno al salario y la propiedad, el problema era, también, sobre en qué condiciones

46
Rendueles, C. (2013). Sociofobia. Madrid: Capitán Swing. P. 22
47
: “un determinado modo de manifestar su vida [la de la humanidad], un determinado modo de vida de
los mismos” (Marx, K., 1975)

23
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

es esta actividad redentora (permite la realización personal) y en cuales es alienante (deshumaniza


al individuo).

Durante el feudalismo la casa y el trabajo no habían sido aún separados. Por el contrario, las casas
eran el núcleo de toda producción. El antropólogo Daniel Defert llamaría a este sistema
“economía del domus”48. La producción de mercancías durante el feudalismo se realizaba a través
de una producción “artesanal”, dependía de gremios profesionales en los que el conocimiento
sobre el proceso de producción se transmitía de los oficiales a los aprendices. Los artesanos y
comerciantes producían sus manufacturas con plantillas pequeñas, el dinero efectivo era solo una
pequeña fracción del salario de los trabajadores, la mayor parte del pago era la propia
manutención (techo, cama, comida). El oficio era integral, cada artesano conocía el proceso de
producción de su mercancía de principio a fin. La gran industria modificó todos estos patrones.
El trabajo se separó en el espacio del hogar, la técnica se apoderó del proceso de producción,
estableciéndose la especialización y la división del trabajo. Richard Sennett señala en su ensayo
La corrosión del carácter que estos cambios fueron interpretados de distinta forma durante los
inicios de la revolución industrial.

Para Diderot, autor de La Enciclopedia (1751), en las fábricas industriales se podía ver un síntoma
de progreso, no solo a nivel tecnológico y económico, sino también humano. El orden, la
participación equivalente de cada trabajador en el proceso de producción, el objetivo colectivo de
la fábrica, eran para Diderot condiciones que propiciaban un sentimiento de igualdad y fraternidad
entre los trabajadores. Para él, la repetición rutinaria de una actividad sencilla no rebajaba la
integridad del obrero, por el contrario, veía en la repetición una posibilidad de perfeccionamiento
de la técnica.

Para Emile Durkheim (1995) el distanciamiento entre unas actividades y otras no provocaba un
desapego, el hecho de que un obrero no conozca el trabajo que hacen el resto de obreros, o cómo
funciona el diseño del producto en el que él trabaja debe provocar una “solidaridad orgánica”. La
especialización del trabajo requiere una fuerte interdependencia entre los “especialistas”49. Esta
interdependencia en una sociedad – o en un ámbito de la sociedad – con objetivos comunes debe
ser la base de la cohesión social. Henry Ford promovió una administración científica del proceso
productivo. La división y especialización del trabajo en cadena fue un modelo que se hizo
hegemónico a finales del siglo XIX. Esto supuso la ruptura total entre el trabajo manual y el
trabajo intelectual. Incluso a nivel espacial, la administración y dirección y diseño de los

48
Citado en Sennett, R. (2000). La corrosión del carácter. Barcelona: Editorial Anagrama. P. 33

49
Especialistas no el en el sentido de “expertos” o “cualificados” sino de “especializados”, vinculados a
una actividad específica.

24
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

productos se trasladó a núcleos alejados de las fábricas. Esto para Marx era una consecuencia del
capitalismo y no del avance científico, siguiendo su razonamiento la tecnología debía ser una
herramienta que sirviese para reducir la jornada laboral, dando lugar a tiempo libre para el ocio,
la cultura y la vida familiar.

Adam Smith, uno de los padres de la economía política clásica, escribió en La riqueza de las
naciones su preocupación por la rutina monótona del trabajo especializado en la producción
industrial. Esta actividad cuya técnica consistía en la mera repetición, y que no requería ningún
tipo de saber más que el de la propia disciplina, representaba para Smith el peligro de mantener a
los trabajadores en un estado mental tan plano como el propio proceso de trabajo:

En el curso de la división del trabajo, la función de la mayor parte de aquellos que viven
de su trabajo termina reducida a unas pocas operaciones muy sencillas; por lo general,
una o dos. (…) El hombre que se pasa toda la vida dedicado a pocas operaciones (…)
suele volverse todo lo estúpido e ignorante que puede volverse un ser humano.50
El problema, finalmente, no es entre monotonía y trabajo creativo, pues ambos elementos son
inherentes a cualquier actividad laboral. La cuestión es, ¿Qué organización del trabajo y qué
modelo productivo es capaz de permitir la mayor cantidad de “realización personal” posible para
cada actividad?

Breve recorrido histórico de la literatura managerial

La literatura sobre “gestión de empresas” ha existido desde comienzos del capitalismo vinculado
a la necesidad de establecer pautas que ayuden a posibles empresarios a administrar bien su
proyecto empresarial. La racionalización y la voluntad de adaptar la empresa a los avances
científicos y tecnológicos fue lo que llevó a Taylor y Ford a escribir un gran número de textos
centrados sobre todo en las empresas de tipo industrial. La influencia de Estados Unidos en la
debilitada Europa occidental tras la segunda guerra mundial provocó un proceso de
“americanización” de Europa, basado en una fuerte “conciencia de mercado” que favoreció el
surgimiento de una nueva clase “gerencial”, no propietaria, cuya especialidad era la
administración de empresas en tanto que “sistemas políticos de gestión de la racionalidad técnica
y económica” (Fernández 2007:22). Se produce una transformación desde el burgués patrimonial
y autoritario de las fábricas de finales del XIX y principios del XX, al manager como “líder” que
gestiona grupos humanos y que, en vista de una mejora de la producción, busca cierta armonía en
el centro de trabajo, una mayor participación de los trabajadores y un énfasis en las relaciones
humanas y la psicología. El paso de un hard management a un soft management (Bourdieu,
1998:312)51. Una gran influencia para este proceso fue la Escuela de Recursos Humanos de Elton

50
Citado en Sennett, R. (2000) P.37
51
Citado en Ferández 2007 P.23

25
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

Mayo. El gigantesco crecimiento de la producción y los beneficios de este modo de producción


permitió concesiones a la clase obrera en cuanto a salario y derechos laborales. Los cuadros
medios toman un papel muy relevante durante esta época: “el problema residía en cómo poner al
servicio del capitalismo a los mejores retoños de la burguesía” (Boltanski y Chiapello 2002:104).

El modelo de la gran corporación fordista entró en crisis en el mundo occidental a finales de los
sesenta. A la gran industria occidental, gigantizada y burocratizada, le surgió un competidor
internacional: los llamados “Tigres Asiáticos”. Se produce un momento de inestabilidad en el
capitalismo occidental52. Esta sensación de inestabilidad es el momento perfecto para el cambio
de paradigma empresarial hacia el modelo que conocemos hoy en día:

Sólo una crisis – real o percibida – da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis
tiene lugar las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el
ambiente. Creo que ésa ha de ser nuestra función básica: desarrollar alternativas a las
políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente imposible
se vuelve políticamente inevitable53
La literatura managerial buscó respuestas en otras culturas organizativas: sobre todo, la de Japón.
Destacan autores como Deming y Juran, creadores del sistema de “calidad total” o Taiichi Ohno
y su modelo “just in time” (Fernández 2007:28). La idea principal de este modelo es apostar por
pequeños núcleos de producción, con una relación más frágil entre el resto de sectores, ajustar la
producción de forma radical a la demanda, eliminando la planificación y los stocks, y desregular
los derechos de los trabajadores, generando una plantilla “flexible”. Estos fueron los primeros
visos de lo que será la futura literatura managerial, pero no es lo más difundido de la época.
Durante los años setenta las publicaciones sobre gestión de empresas toman un tono pesimista,
centrado en criticar la burocratización y ensalzar la figura del emprendedor.

La tercerización de la economía pos-fordista se va haciendo un hecho por el propio desarrollo de


los mercados, lo que revierte en la desregularización y la precarización de las condiciones de
trabajo. Es el momento del triunfo de Reagan, Thatcher y Pinochet, los primeros gobernantes
occidentales estrictamente neoliberales. El pacto social y el industrialismo es duramente
confrontado con reformas laborales, reconversión industrial y privatización de servicios públicos.
Es el momento también de la “globalización” acrecentada por la tecnología informática y la
expansión de los mercados mundiales. Se acuña el término “sociedad del conocimiento”.

52
“Durante los años setenta, la sensación persistente de inestabilidad y el declive de la economía
norteamericana favorecieron la aparición de una literatura centrada en los shocks del futuro: no solo se
trata de obras como las de Alvin Toffler, que anticipan “… la muerte del industrialismo y el nacimiento
de una nueva civilización” (Toffler 1982 P.12); también las de algunos autores de las filas del
management clásico como Peter Drucker, que contempla la llegada de una “era de discontinuidad” en la
que se multiplican los riesgos y también las oportunidades (Drucker, 1969)” Citado en Fernández 2007 P.
27
53
Friedman 1966, Citado en Klein N., 2007 P. 5

26
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

La literatura managerial vive un gran auge y una diversidad de paradigmas. Hacia los años
noventa se estabiliza un tipo de management centrado en el “coaching” (Fernández 2007:34), el
entrenamiento a cuadros medios, emprendedores y trabajadores en la búsqueda del éxito.
Destacan gurús manageriales como Tom Peters o Peter Drucker. Los ejes temáticos durante esta
época, que dura hasta nuestros días son: 1) La metáfora de la red. 2) La competencia: el marketing
y las estrategias de venta toman especial relevancia. 3) el misticismo: se incorporan elementos
filosóficos y religiosos provenientes de oriente y del utilitarismo que buscan una concepción
integral del sujeto, la acción, el azar y el destino.

Empowerment y autonomía

La gestión empresarial debe hacerse cargo de la “necesidad de autonomía” para que los cuadros
medios estén más motivados y sean más productivos. La respuesta neoliberal54 es la concepción
de cada cuadro como un empresario de sí mismo:

Ningún dirigente trabaja probablemente con tanto empeño y de manera tan eficaz como
aquel que dirige su propio negocio. Demuestra entusiasmo y determinación (…) Lo
importante es el resultado, no el esfuerzo. El problema para la gran empresa consiste, por
lo tanto, en crear las condiciones de trabajo en las cuales el cuadro sea, en la medida de
lo posible, su propio patrón. Las mejores empresas lo logran situando a cada cuadro en
una situación en la que éste sea plenamente responsable de sus actos y de sus resultados.55
Esta “mayor libertad” para los cuadros medios se considera un avance con respecto a los modelos
jerárquicos y disciplinales del pasado. El cuadro medio vive una situación de “Empowerment”
(empoderamiento), ha ganado peso en el proceso de producción. La relación entre jerarquías se
modifica. El cuadro que cumple objetivos ya no ejecuta órdenes, la autoridad no es ejercida sobre
cada una de sus decisiones, sino sobre el resultado global de su trabajo. La legitimidad de cada
cuadro medio está siempre en cuestión. No están contratados por “sus capacidades” sino por “sus
resultados”. El trabajo por objetivos instituye un estado psicológico de alerta constante, una
concentración permanente. Esta entrega ayuda a aumentar la producción, incluso sin reducirse los
salarios, pues la disposición psicológica y el compromiso con los objetivos de la empresa hace
que el cuadro trabaje “más” por la misma nómina. Los problemas en la producción o en los
productos ya no son problemas para la empresa, situaciones que la empresa debe diagnosticar y
modificar. Ahora esos problemas afectan al cuadro medio, a la posibilidad de cumplir sus
objetivos. Esta dinámica no solo es aplicada a los “cuadros medios”, a los “últimos eslabones de
la dirección de la empresa” o sus “enlaces con la plantilla”, se aplica también a los propios
trabajadores.

54
Como ya anticipamos en los puntos de “La escuela neoclásica y el homo-económicus” y “La sociedad
del rendimiento y la autoxplotación”
55
Gelinier, 1966. Citado en Boltanski y Chiapello 2002 P. 109

27
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

El empowerment de los trabajadores se presenta como una cultura organizativa basada en la


implicación actitudinal de los trabajadores. El profesor Arturo Lahera Sánchez realizó un estudio
sobre la aplicación de estas medidas en fábricas de máquinas herramientas en el país vasco durante
los primeros años del siglo XXI. El discurso con el que se implementó este modelo de gestión de
los recursos humanos fue el de la “calidad” y la “participación”.

El gigantismo, la burocratización y el blindaje de los derechos laborales ha convertido el proceso


de trabajo, según la ideología de gestión, en algo demasiado rígido. Las consecuencias de esto
son dos: 1) el acomodamiento en procesos de producción que no se renuevan ni adaptan a la
“realidad cambiante” y 2) unas estructuras que permiten que haya trabajadores poco implicados
que no cumplan con las exigencias del trabajo.

En este sentido la “calidad total” es entendida como la acumulación del trabajo individual de cada
miembro de la empresa. Se concibe como una situación injusta para sus compañeros cuándo un
trabajador no cumple con sus funciones:

La responsabilidad de hacer las cosas bien hechas por uno mismo y por respeto a los otros
compañeros; si cada persona hace sus tareas y trabajos con Calidad, no carga a otros
compañeros con trabajo extra; no es justo asumir y responsabilizarse del trabajo mal
hecho por otros; la Calidad Total es un compromiso de todos y también un derecho a
ejercer las funciones propias de su cargo, dedicando energía a la superación personal en
lugar de dedicar tiempo a la triste y desmotivante tarea de repetir las cosas mal hechas;56
El trabajador tiene que tener capacidad para mejorar el proceso, corregir errores, incorporar
cambios y responsabilizarse de los resultados. En este sistema el trabajador encuentra motivación
en sentirse parte importante del proceso en constante cambio. Se cambia así del modelo taylorista
del “one best way” o procedimiento óptimo, a un modelo de “producción ligera”, en el que los
procedimientos se están reinventando sistemáticamente (Lahera Sánchez 2004:69). Las
consecuencias de este cambio no solo se cristalizan en el producto, la propia estructura de la
empresa cambia, redefiniéndose las relaciones entre fuerza y capital. Los trabajadores, ahora auto-
responsables de su trabajo se comportan “como si fueran propietarios de la empresa”. Esto supone
una cultura empresarial nueva, en el que no se aceptan los antagonismos, hasta ahora reinantes en
la “cultura empresarial débil” de las décadas anteriores. La Calidad no es solo un criterio de
eficiencia, es principalmente una exigencia de compromiso, un requerimiento actitudinal. Hasta
tal punto que “la actitud” se convierte en una cualidad diferencial, para promocionar o incluso
para adquirir un trabajo.

Hoy en día, un discurso que amenaza con ser dominante en poco tiempo, presenta la
implicación, el involvement, como un rasgo necesario de la cualificación de los
trabajadores (…) Un rasgo organizativo y actitudinal se eleva a categoría funcional: así,

56
Senlle y Stoll (1995) P. 88 citado en (Sánchez 2004).

28
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

trabajadores cualificados serán aquellos confiados, implicados o integrados en los valores


empresariales.57
Se despolitiza la relación entre empresa y trabajadores, los conflictos sindicales o económicos se
hacen impensables, interpretados como una falta de compromiso con la empresa, con una
irresponsablidad. La disciplina funciona aquí de varias formas, mediante la auto-explotación del
sujeto de rendimiento, y como sanción sobre el compromiso, la actitud y la cultura “de empresa”
de los trabajadores.

La disciplina, característica del Taylorismo no es paliada por la ingeniería managerial, sino


intensificada. Algo similar ocurre con la burocracia y la libertad. El empowerment, al prescindir
de la supervisión requiere una mayor estandarización del trabajo. La autonomía acaba motivando
una mayor burocratización de los procedimientos. Así, la actividad de cada trabajador y cuadro
medio es debidamente estipulada y difundida en “documentos” que pautan cada paso de la
producción. Para que los trabajadores y cuadros medios puedan “hacer efectivo” su poder de
decisión sobre el proceso deben informar a sus superiores. Una vez estos den el visto bueno se
incorporan las modificaciones al documento.

La implantación de la calidad total origina una reactualización de la estricta división entre


concepción y ejecución taylorista, puesto que son la gerencia y la ingeniería de
producción las que definen detalladamente, por escrito y documentalmente, las tareas los
procedimientos que deben seguir obligatoriamente los trabajadores para conseguir los
criterios de calidad, también construidos y establecidos “monopólicamente” por la
gerencia.58
La autonomía se muestra así, no tanto como una libertad del trabajador y cuadro medio para
decidir sobre el proceso de trabajo, sino como una rearticulación de la responsabilidad y la
disciplina, en la que las exigencias se individualizan y cada trabajador debe responder ante la
empresa por su “participación en la Calidad Total”. La participación del trabajador es, con
respecto a la concepción previa, fundamentalmente una participación en los valores de la empresa.
Así mismo, más que un cambio radical frente al modelo taylorista lo que vemos es una
radicalización de sus objetivos, sumado a la implementación de dispositivos disciplinales y a la
exigencia de una “vinculación moral” del trabajador con la empresa.

Flexibilidad y organización en red

Richard Sennett señala una paradoja en la acepción que ha tomado la palabra “flexibilidad” desde
los años noventa, que demuestra un proceso de significación del término que ha acabado por
transformar completamente su significado anterior:

57
Castillo (1997) P. 93 citado en (Lahera Sánchez, 2004:73).
58
Lahera Sánchez, 2004:79

29
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

La palabra flexibilidad entró en el idioma inglés en el siglo XV; su sentido original


derivaba de la simple observación que permitía constatar que, aunque el viento podía
doblar un árbol, sus ramas volvían a la posición original. Flexibilidad designa la
capacidad del árbol para ceder y recuperarse, la puesta a prueba y la restauración de su
forma. (…) Hoy la sociedad busca vías para acabar con los males de la rutina creando
instituciones más flexibles. No obstante, las prácticas de la flexibilidad se centran
principalmente en las fuerzas que doblegan a la gente59.
¿De dónde sale esta exigencia de flexibilidad? Desde los ochenta se va a haciendo hegemónico el
modelo “toyotista” de producción. Uno de los pilares de este sistema es la adaptación de la
producción a la demanda. El fordismo producía un número regular de mercancías al año,
generándose de esta manera “stocks”. El toyotismo pretende establecer formas organizacionales
menos rígidas (que expondremos en el siguiente punto), a la vez que evitar el “stock” (la
sobreproducción), para ahorrar costes. La racionalidad científica vinculada a la productividad
pierde su lugar dentro de la empresa en favor de la lógica del mercado. La función de la empresa
no es “ofrecer algo” al mercado, sino a adaptarse a las demandas de ese mercado. A los
argumentos basados en la libertad se le suman otros nuevos. Uno de ellos consiste en “propugnar
que la empresa se encuentra al servicio de los consumidores (siempre ha sido más legítimo decir
que la empresa sirve a sus clientes que afirmar que enriquece a sus propietarios)” (Boltanski y
Chiapello 2002:142). De aquí pasamos a uno de los elementos más importantes de la ideología
de mercado, “el miedo” y la necesidad de “sobrevivir” como motores de cambio:

La cuestión del progreso económico, tercera justificación clásica, está, por el contrario,
menos presente, sin duda debido a que la mayoría de los autores de gestión empresarial
de nuestros días no pueden evitar sentirse molestos al invocarla con firmeza en un
contexto de crecimiento del paro. Por este motivo, esta última se reorienta hacia el
argumento de la supervivencia en una situación de competencia exacerbada (las
transformaciones propuestas son justificadas por la necesidad).60
Sennett identifica esto con la “inestabilidad de la demanda”, una inestabilidad que requeriría de
una especialización flexible de la producción. Es decir, adecuar la producción a los rápidos
“cambios de la demanda”. Esta alza de la flexibilidad, como cualidad, encierra dificultades para
el discurso empresarial. La estabilidad, aunque criticada por autoritaria, permite la “seguridad”.
Una vez descubierta la falta de libertad en la estabilidad fordista se enfrentan dos argumentos
incompletos. Libertad versus seguridad61. El reto para el neoliberalismo será vincular el
significante “flexibilidad” no sólo con la libertad, sino también con la seguridad. Esa es la razón
del término flexicurity (flexiseguridad). El concepto fundamental para realizar este puente

59
Sennet 2000:47
60
Boltanski y Chiapello 2002:142
61
Que podríamos reproducir así: “Es verdad que antes no podías moverte de las rígidas estructuras
burocráticas y jerarquizadas, pero al menos sabías que podías contar con un salario digno y que ibas a
poder pagar la universidad a tus hijos”, frente a “Es verdad que ahora no puedes contar con una
seguridad a largo plazo, pero al menos tienes la posibilidad de realizar trabajos que realmente te
realicen como persona y en los que tú seas tu propio jefe”.

30
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

ideológico es el de empleabilidad62. Tal y como explican Boltanski y Chiapello, el modelo que


permite evitar la rigidez es aquel que no se hace eterno, sino que es cambiante, por eso el mundo
productivo debe moverse en proyectos. “Las personas de valor son (…) aquellas que se muestran
abiertas y flexibles cuando se trata de cambiar de proyecto” (Boltanski y Chiapello 2002:142).
Esta destreza acumulativa en la flexibilidad, denominada “empleabilidad”, es el equivalente a
neoliberal a la profesión. La empleabilidad de un individuo es algo más que “experiencia” o
“cualificación”, es un “activo”, un “capital” con el que cuenta el trabajador y que se va forjando
en el desempeño que este realice en los distintos proyectos en los que ha participado. El concepto
de empleabilidad es, también, una crítica a la idea de desempleo como un producto de la
economía, para la ideología de mercado la responsabilidad del desempleo está en la acción de
cada individuo.

La flexibilidad es presentada, además, como una necesidad que, de ser censurada por el estado,
genera desempleo. El potencial despido es la condición de posibilidad de la contratación. Para
Richard Sennett, esta nueva modalidad de vida, flexible y cambiante, tiene efectos nocivos sobre
la psique de los trabajadores. Mientras que las generaciones anteriores pudieron extraer lecciones
de su experiencia vital, generarse una identidad vinculada a su profesión y elaborar discursos
moralizantes para su descendencia; las generaciones socializadas en el neoliberalismo viven con
el complejo de una identidad fragmentada, inconsistente. Son víctimas de la corrosión del
carácter. No tienen la posibilidad de generar una identidad en base a su profesión, que es
cambiante.

Los efectos de estos fenómenos sobre la estructura de las empresas son determinantes. Todo su
sistema organizativo ha cambiado. También han cambiado sus representaciones simbólicas, las
metáforas y los discursos que la explican desde el punto de vista organizacional. Tom Peters en
Reinventando la excelencia (1992) busca ir más allá de la idea de excelencia y flexibilidad para
redibujar el sistema organizativo que debe regir las empresas modernas. Señala el “absurdo” en
el que caen empresas, que el mismo considera punteras, como Motorola, al seguir publicando
organigramas con las distintas responsabilidades de la dirección de la empresa. ¿Puede, acaso,
simplificarse en un organigrama el complejo entramado que dirige esta empresa?

Tom Peters defiende tres conceptos (Fernández 2007:228): 1) La organización horizontal, frente
a la vertical: en la que las relaciones entre los distintos sectores de la empresa no son a través de

62
“La noción clave en esta concepción de la vida en el trabajo es la empleabilidad, noción que designa la
capacidad de la que deben estar dotadas las personas para que se cuente con ellas en los proyectos. El
paso de un proyecto a otro es la ocasión para que crezca la empleabilidad de cada cual. Esta constituye
el capital personal que cada uno debe gestionar y que consta de la suma de sus competencias
movilizables. Se considerará que una empresa ofrece una cierta forma de seguridad cuando, a falta de
poder evitar los despidos y de prometer posibilidades de promoción, no destruye la empleabilidad de
sus asalariados, sino que, por el contrario, la desarrolla”. Boltanski y Chiapello 2002:154

31
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

enlaces jerárquicos, sino que son tan inmediatas como sea necesario. 2) Percepción del cliente
frente a organización funcional: es decir, se adapta la organización a las demandas “exógenas”
del mercado, y no a necesidades “endógenas” de la racionalidad productiva. 3) La tela de araña
frente a la pirámide. Boltanski y Chiapello expresan esto de la siguiente manera:

El término red es (…) el más frecuentemente utilizado para interconectar elementos muy
dispares entre sí, no sólo en la literatura de gestión empresarial, sino también, por
ejemplo, en microeconomía y en sociología. [Siendo un claro ejemplo de esto los textos
de Manuel Castells]. (…) La recuperación del término red se ha determinado gracias a
una coyuntura particular caracterizada, principalmente, por el desarrollo de las redes
informáticas que han abierto posibilidades de trabajo y colaboración a distancia, pero a
tiempo real, y por la búsqueda en el seno de las ciencias sociales de conceptos para
identificar estructuras escasamente (…) jerárquicas, flexibles y no limitadas por fronteras
establecidas a priori.63
Es común en la literatura managerial la utilización de términos de las ciencias sociales. Así ocurrió
con anterioridad con términos como “estructura, tecnoestructura, energía, entropía, evolución,
dinámica y crecimiento exponencial” (Boltanski y Chiapello 2002:155). La realidad que pretende
describir, y a su vez generar, la ideología empresarial, es la de una empresa en la que no existen
departamentos estancos cuyo crecimiento está mediado por la burocracia. En la red se generan
núcleos dispersos, en constante crecimiento, que trabajan de forma simultánea. La interacción
entre estos núcleos es la “conexión”. No requiere de una relación institucional entre los
departamentos, la conexión es breve, aunque reactivable. Este modo dinámico de organización,
sumado al impulso del avance de las tecnologías informacionales, se exporta a todos los ámbitos
de la vida.

PROBANDO EXPLORATORIAMENTE EL MARCO TEÓRICO: UNA ENTREVISTA


GRUPAL

Introducción

El miércoles 15 de Junio se realizó en el laboratorio de Métodos Cualitativos de la Facultad de


Ciencias Políticas y Sociología de la UCM, la entrevista grupal que se adjunta como anexo. Para
la entrevista se reunió a un grupo de 4 trabajadores de la misma empresa. El grupo estaba
compuesto por 2 hombres y 2 mujeres, todos entre los 20 y los 28 años. El objetivo de incluir esta
entrevista grupal hacer una tentativa de observar cómo operan los artilugios ideológicos aquí
descritos en la mentalidad de los trabajadores. Para entender este proceso en profundidad sería
necesario construir un proyecto de investigación aplicada que combinara grupos de discusión,
observación participante y entrevistas abiertas. El objetivo de este punto se acerca más a realizar
el ejercicio de interpretar un caso concreto a modo de ilustración sobre lo que hemos teorizado.

63
Boltanski y Chiapello 2002

32
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

La empresa es una empresa de marketing, es contratada por otras empresas para realizar estudios
de mercado sobre sus productos. Los trabajadores entrevistados son los encargados de parar en la
calle a las personas que den con el perfil buscado y persuadirles de colaborar en la encuesta. El
tipo de contrato es por “obre y servicio” suele tener una duración de una o dos semanas. El salario
es íntegramente por objetivos. Normalmente cada encuesta se paga alrededor de los 3 euros. La
empresa garantiza un “sueldo fijo” equivalente a un número de encuestas consideradas como “el
(lo) mínimo”. Este mínimo tiene el valor de 4 encuestas (lo que suele rondar los 12 euros). De tal
manera que si un trabajador no consigue hacer 4 encuestas en un día seguirá recibiendo los 12
euros, aunque esta cortesía de la empresa debe ser compensada por el trabajador inhibiéndose de
cobrar un número de comisiones equivalente en los días que supere “el minimo”. Así, si un día
un trabajador hace 3 encuestas y al siguiente hace 5 no cobrará 27 euros (12 + 15), sino 24 (12 +
12), pues la quinta encuesta del segundo día debe compensar el no haber llegado a las cuatro
encuestas el día anterior64.

Entrevista

Para guiar la entrevista grupal se han ido lanzando preguntas abiertas sobre 1) la actividad laboral
2) la relación con los jefes 3) el modelo de trabajo por objetivos 4) los efectos emocionales del
trabajo.

Durante la entrevista, los participantes expusieron sus opiniones sobre temas muy diversos, aquí
vamos a reproducir los que consideramos más relevantes para la investigación:

1) Disciplina y relación con los jefes: Todos señalan la ambivalencia como la mejor
característica de un jefe. La capacidad de administrar la autoridad y la empatía (la
disciplina y la participación) es lo que los entrevistados mejor valoran. Pedro hace una
diferencia entre los responsables de grupo que son “[gente]tremendamente dura” sobre
cómo se debe llevar a cabo el trabajo (“no pares, no pares… y gente separada”) y los que
permiten mayor libertad “te dejan que vayas a tu ritmo (…) que… tomes aire”. Roberto,
al ser preguntado por cómo se podría mejorar el trabajo responde “más control”. Gema y
Azahara hablan de las dotes de liderazgo de los jefes y su capacidad de incorporar la
opinión de los trabajadores. Una de las formas en que se transmite la disciplina en este
trabajo es através de la auto-exigencia producto de la estructura del salario (a destajo/por
objetivos): Desde la investigación se les pregunta si “llegar al mínimo es una exigencia”.
Pedro contesta que “sí”, “no puedes permitirte a lo mejor, dos estudios, tres, no llegar al
mínimo”.

64
Ejemplo utilizado por Pedro durante la entrevista grupal.

33
Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

2) Autonomía: Para el grupo la posibilidad de gestión del tiempo y la actividad por parte de
cada trabajador es un elemento positivo. Gema diferencia entre jefes “buenos” y “malos”
según la libertad que dan a sus empleados. Al ser preguntados sobre cómo influye la
estructura del salario “por objetivos” en su libertad y autonomía Gema responde que “no
es libertad individual” que “tú dependes de la gente que pase”. Retomando la idea antes
expresada por Pedro: “no depende de ti, depende de otros factores”. Azahara vuelve a
reforzar esta idea “Si fuera un trabajo por objetivos que dependa de lo que tú haces…
(…) eso lo veo justo”. Según Pedro esto “incita al engaño (…) incita a hacer trampas”.
Es decir, de cara a conseguir el objetivo marcado, los trabajadores realizan encuestas a
personas que no dan el perfil. Azahara explica una lógica discursiva de la empresa que le
ha llegado a generar “agobio”, esta es muy similar a las que hemos estudiado aquí como
“pensamiento positivo”: “te lo venden un poco… no te lo dicen así... pero es como… si
los demás pueden porque tu no”, luego te das cuenta de que “es una estafa”, “es demasiada
competencia”.
3) Calidad y participación: Los trabajadores hacen un diagnóstico sobre por qué la calidad
del producto de la empresa es tan bajo: Todos coinciden en que este nivel de auto-
exigencia es pasajero. Pasado el tiempo, los trabajadores relativizan el sistema de
objetivos, entendiendo que no depende de su esfuerzo conseguirlos. También afirman que
“no es el trabajo de nuestras vidas”, en el sentido de que el miedo a perder el trabajo no
es una motivación para ellos. El trabajo por objetivos y la competitividad no ha
contribuido a una especie de “bien común”, sino que fragmenta más la empresa, aislando
a cada individuo en su propia auto-exigencia. Todos coinciden en que una mejora en las
condiciones laborales (salario, horario y contrato) junto con una mayor participación (en
las decisiones no en el “espíritu de empresa”) serían las claves para mejorar la calidad del
producto. Si el contrato fuera mejor “dirías, igual no subo a 15 personas, pero a las que
subo las subo bien”. Todos vinculan la calidad del trabajo con sueldos que motiven al
trabajador a comprometerse

Para finalizar la entrevista se les pregunta qué cosas valoran en un trabajo, y qué condiciones
tendría que tener un trabajo para que lo consideraran un buen trabajo. Gema empieza defendiendo
la “flexibilidad” en cuanto a horario y gestión del tiempo, para que la autonomía revierta sobre la
empresa. En este sentido pide que “no solo se le exija flexibilidad al trabajador, sino también a la
empresa”. También valora “el grupo” (la plantilla) como un elemento importante. Roberto califica
de ventajas la estabilidad de “saber que no vas a perder el trabajo”. Gema y Azahara hablan de
las dotes de liderazgo de los jefes y su capacidad de incorporar la opinión de los trabajadores.
Para Pedro el trabajo “perfecto sería ser autónomo”. Todos hablan para defender que la realización
es lo más importante en el trabajo, “sentir que estás haciendo algo”.

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Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

CONCLUSIONES
Estas conclusiones recogen tanto la parte teórica como el trabajo de campo realizado.

Una de los elementos más relevantes de El espíritu del nuevo capitalismo de Boltanski y Chiapello
es la insistencia en el papel de la crítica y de las ciencias sociales para la construcción del discurso
de las clases dominantes. Este tema es crucial para entender, no solo la lógica del neoliberalismo,
sino la derrota ideológica que los movimientos progresistas han experimentado frente a él. La
ideología de mercado ha sabido tematizar todos los elementos que son relevantes para los
trabajadores y para la comunidad política y movilizarlos en su favor. Las exigencias de libertad y
autonomía no son producto de una invención teorética de la escuela de Chicago. Responden a una
necesidad material65, la de sociedades que, mientras avanzaban en cultura, vivían un proceso de
burocratización y estancamiento. Estos problemas estructurales del fordismo son reales.
Seguramente el sector que más vivió este fenómeno fue la juventud, que jugó un papel secundario
en la producción mientras las generaciones anteriores seguían ocupando los puestos de
responsabilidad en la vida pública y privada. El neoliberalismo aborda estas problemáticas
buscando soluciones originales.

En Europa la ideología de mercado está lejos de ser hegemónica en lo cultural, la sociedad civil
sigue teniendo una gran consideración por las instituciones que “protegen” a la ciudadanía,
muchas de las reformas neoliberales han necesitado imponerse mediante la autoridad y la
violencia, como señala Naomi Klein en La doctrina del shock (2007). Pero existen campos
discursivos, cruciales para la sociedad, que ya han sido colonizados por la lógica del mercado. La
ciencia económica, elevada ahora al mayor grado de legitimidad científica, se ha convertido en
una ciencia de la administración empresarial, donde la escuela neoclásica es absolutamente
hegemónica. Este núcleo de producción ideológica provee de “expertos” a partidos, empresas,
gobiernos y medios de prensa. Así es como hemos llegado al “pensamiento único”, a la idea de
una supuesta objetividad de las premisas económicas neoliberales. Hoy en día “déficit público”
es un equivalente a “paro” en el imaginario colectivo, del mismo modo que se identifica egoismo
con racionalidad. Los problemas económicos y sociales generados por las reformas neoliberales
son presentados como la razón para radicalizar esas mismas medidas. “Dado que el paro no para
de crecer es necesario abaratar el despido”. “Dado que el mercado no asimila el valor generado
en el pensamiento científico-filosófico-artístico debemos adaptar la universidad a sus exigencias”.
Lo llamativo de este fenómeno es que se reproduce con mayor intensidad en el inconsciente social
que en los discursos pronunciados. ¿Qué quiere decir esto?

65
Incluso podríamos decir a una necesidad intrínseca al proceso de producción.

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Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

Cuando escuchamos a nuestros políticos hablar sobre la sociedad todos parecen coincidir en una
serie de valores que podemos denominar “socialdemócratas” o propios del “estado del bienestar”.
Así, todos los partidos en nuestro país defienden, al menos discursivamente, la sanidad, la
educación y las pensiones públicas. Incluso el Partido Popular, de ideología liberal-conservadora,
defiende los recortes en tanto que “medidas necesarias para garantizar nuestro sistema de
bienestar”. Donde opera con más fuerza la razón neoliberal es en el inconsciente, y lo hace,
además, desde una identidad forjada en el “momento estructural” del enfrentamiento contra el
modelo fordista-keynessiano. Una cosa que he observado con deprimente asiduidad ha sido que
estudiantes del grado de Sociología, que se dicen en contra del plan Bolonia, aseguran que el
modelo de “evaluación continua” es mejor que el de las “clases magistrales” y que es “necesario
adaptar la universidad a la sociedad, para garantizar salidas laborales”. Este discurso se apoya en
los mismos argumentos que usa el plan Bolonia para legitimarse y restringe la crítica a la denuncia
del aumento en los costes de las matrículas. Lo mismo ocurre en la entrevista grupal cuando los
trabajadores se muestran favorables a la “flexibilidad” o con la expansión totalizante del
“pensamiento positivo”.

El éxito del espíritu del nuevo capitalismo es, aparte de un esfuerzo ideológico, académico y
propagandístico, la capacidad de articular una serie de demandas de los trabajadores (autonomía,
libertad creativa, participación) desde una perspectiva aparentemente progresista o modernizante,
capaz de constituir sujetos inscritos, sin saberlo (de forma inconsciente) en esta lógica ideológica.
La izquierda se ha centrado en criticar las demandas que el neoliberalismo no satisface, es decir,
fundamentalmente las que atañen a la “protección” y la “seguridad”. Sin embargo, este ataque es
tachado con facilidad de económicamente ineficiente o de utópico. ¿Cómo se va a conseguir el
dinero para todos los servicios públicos que la izquierda desea? ¿Es posible competir contra países
como China y Estados Unidos en el contexto de una inestabilidad estructural de la demanda con
ese tipo de propuestas? Los movimientos progresistas parecen defender valores obsoletos: la
industria en países post-fordistas (incluso pos-industriales), la inversión en la época de la
disminución del déficit, una rígida legislación laboral en una época líquida y fluida.

El grave problema de este planteamiento es que no ha sido capaz de “hacer el duelo” sobre el
fordismo. No obstante, su potencialidad consiste en que, si es capaz de hacer propuestas no
mercantilistas para administrar la autonomía y la participación de los trabajadores, las
posibilidades de articular las demandas de seguridad/protección y libertad/autonomía le son
favorables frente al neoliberalismo, que por su propia consistencia tiende a no tematizar los
problemas de seguridad. En la entrevista grupal se puede observar que los trabajadores coinciden
en las temáticas con el neoliberalismo, sin embargo, sus demandas siguen sin ser resueltas. El
neoliberalismo no ha reducido la disciplina, la ha intensificado, tampoco ha dado libertad a los
trabajadores, les ha hecho dependientes de las decisiones arbitrarias del mercado. Los proyectos

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Ideología y disciplina del trabajo en el capitalismo contemporáneo

político-económicos emancipadores, y los dispositivos ideológicos que pretenda movilizar tienen


el reto ante sí de encontrar las inconsistencias del neoliberalismo para hacer una propuesta
superadora que no puede ser el regreso a un pasado “ideal” (en este caso representado por la
Europa social posterior a la Segunda Guerra Mundial). Para eso es fundamental escuchar a los
propios trabajadores, conocer sus demandas y como expresan (cuando lo hacen) sus vivencias.

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