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Fase de excitación: comienza la erección, el escroto engorda, los pezones crecen y aumentan
la tensión muscular y el ritmo cardiaco. Al mismo tiempo que el pulso se acelera y la presión
sanguínea aumenta, el hombre puede sentir el latido del corazón. Esto causará que el pene
crezca y lata al mismo ritmo que el pulso. El glande del pene sigue hinchándose y su color se
oscurece, volviéndose casi morado. Los incentivos visuales son muy importantes para el
hombre.
Fase de meseta: la erección es más rígida, puede aparecer líquido pre-eyaculatorio en el pene,
el glande aumenta de tamaño, los testículos incrementan su volumen y se acercan al cuerpo,
también pueden aparecer contracciones del esfínter rectal.
Orgasmo: la tensión sexual culmina en la tercera fase, en orgasmo y eyaculación. Mientras
más se eleven los testículos al perineo, más cerca se está de la necesidad de eyacular. Se
inician una serie de contracciones rítmicas e involuntarias de la próstata, vesículas seminales,
recto y pene. El semen sale en unas 3 a 8 sacudidas, con intervalos ligeramente inferiores a un
segundo. El semen está compuesto de células de esperma que provienen de los testículos y
líquido seminal que proviene de la próstata y de otras glándulas cercanas. La próstata está
situada debajo y detrás de la vejiga, en la parte inferior del abdomen. Tiene la medida de una
castaña, y se abre en la parte superior de la uretra para permitir que salga el semen.
Tras el clímax sensorial del orgasmo, llega la fase de resolución. Se pierde la erección del
pene, los testículos disminuyen de tamaño y se sitúan en su posición normal, desaparece la
erección de los pezones y los músculos se distienden. Es una fase de relajación.
¿PUEDE EL HOMBRE TENER VARIAS RELACIONES SEXUALES SEGUIDAS?
En la fase de resolución en el hombre, se da también en él un periodo refractario, es decir, un
periodo durante el cual no es posible una nueva erección y eyaculación. Esta situación no ocurre
en el caso de la mujer, en quien una adecuada excitación le permite volver rápidamente a la
situación de meseta y tener varios orgasmos seguidos.
El periodo refractario en el hombre es muy variable según la persona y la edad. Es más fácil volver
a disponer de una erección tras un orgasmo cuanto más joven se es. También influyen el grado
de satisfacción que haya generado la relación que ha finalizado y el tipo de nueva estimulación
que se utilice.
1. Lo primero de todo, localiza el músculo Pubocoxígeo (PC). Cuando estés orinando intenta
parar o ralentizar la orina, si puedes hacerlo, puedes hacer estos ejercicios. Cuando hagas esto
te darás cuenta que automáticamente estás utilizando los músculos pélvicos, en concreto, el
músculo pubocoxígeo. El PC se encuentra ubicado entre el escroto y el ano.
2. Incrementa la erección. Trata de ejercer la misma presión que en el caso anterior, pero esta
vez mientras tienes una erección. Si lo haces correctamente el pene se endurece durante unos
segundos, se tensa, y se mueve sin tocarlo mediante las contracciones musculares.
3. Una vez localizado el suelo pélvico, podemos empezar a realizar varias repeticiones sin forzar
en ningún momento los músculos. Aprovecha cada vez que vayas a orinar para cortar el flujo
durante unos segundos y, en cada ocasión, realiza una repetición más y aumenta la duración
de las contracciones unos segundos.
KEGEL INVERSO
Siéntate igual que en el ejercicio anterior, con las piernas separadas y las manos sobre las
rodillas.
Contrae el suelo pélvico y, a continuación, detén la contracción.
Es ahora cuando deben intentar relajar al máximo el músculo pubocoxígeo, es decir, todo lo
contrario a lo que hacíamos en el ejercicio anterior. Para que te hagas una idea, se trata de
realizar el mismo esfuerzo que cuando queremos defecar. En vez de contraer hacia dentro los
músculos lo que hacemos es presionarlos hacia fuera como si quisiéramos expulsar algo de
nuestro cuerpo.
La intensidad de la contracción y el tiempo son los dos indicares claves para saber cuán
fortalecidos tienes el suelo pélvico.