BERNARDO SAGASTUME @bersagastume
VANESSA VALLEJO:
“LO MEJOR QUE LE PUEDE PASAR A UN PAÍS
ES TENER UN CAPITALISMO SALVAJE”
LA ECONOMISTA Y POLEMISTA COLOMBIANA, DE PASO POR CANARIAS PARA EL FREE MARKET ROAD
SHOW, ANALIZA EL AUGE DE CIERTAS TEORÍAS FEMINISTAS, EL PAPEL DEL MERCADO PARA AYUDAR A LOS
POBRES Y POR QUÉ BAJAR IMPUESTOS BENEFICIA A LOS QUE MENOS TIENEN.
Vanessa Vallejo se define con términos
que provocan urticaria en el consen-
so socialdemócrata de nuestros días:
“Derecha dura/reaccionaria radical.
Paleolibertaria”, dice en su cuenta
de Twitter y lo explica a quien quiera
oírla. Es, en consecuencia, libertaria y
conservadora, algo que se muestra en
no querer imponer un estilo de vida a
los demás. “Puedo ser conservadora y
no gustarme el consumo de drogas,
pero no puedo obligar a los demás
que no lo hagan. Aunque puedo ha-
cer activismo y decirle a la gente que
si se drogan les va a ir mal en la vida”,
afirma. En diálogo con La Gaveta Eco-
nómica y con motivo de su partici-
pación en el Free Market Road Show
que organizó en Tenerife el Instituto
Atlántico, Vanessa Vallejo explica por
qué es bueno bajar impuestos y dejar
de entorpecer la función empresarial.
› ¿Es salvaje el capitalismo?
Lo mejor que le puede pasar a un país
es tener un capitalismo salvaje. Enten-
dido como cero intervención estatal
en la actividad económica de los indi-
viduos. Aclaro esto porque hay quienes
creen que capitalismo es mercantilismo
y entonces con justa razón lo ven mal.
Aquellas economías en las que todo es
manejado por un pequeño grupo de
personas no son sistemas capitalistas.
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Si se quiere ver qué países son más ca-
pitalistas, una buena forma sería mirar
alguno de los índices de libertad econó-
mica. Resulta que los países con mayor
libertad económica, con un capitalismo
más “salvaje”, son los más prósperos. Y
no se benefician solo los más ricos, sino
toda la población y sobre todo los más
pobres. Entonces, bienvenido el capita-
lismo salvaje.
› Usted habla de los “progres de
mercado”. ¿A qué se refiere?
Creo, al igual que autores como
Rothbard y Mises, que para tener libe-
ralismo y prosperidad económica una
sociedad debe mantener ciertos valo-
res conservadores. El estilo de vida de
las personas depende de sus valores y
se refuerza mediante instituciones evo-
lutivas como la familia y la religión. El
capitalismo necesita individuos ahorra-
dores, trabajadores, que piensen en el
futuro y se “autocontrolen”. La izquier-
da ha entendido muy bien que una so-
ciedad sin una cultura conservadora, y
no me refiero a que todos deben ser
creyentes, sino a los comportamientos
que giran entorno a la represión y el
pensamiento largo placista, no se pue-
de mantener el capitalismo. Por eso se
han dedicado principalmente a atacar
las instituciones y a destruir los valores
que hicieron grande a Occidente. Los
Foto: Fran Pallero.
“progres de mercado” son aquellos
liberales que no advierten que el capi-
talismo no es solo instituciones finan-
cieras. No se han percatado de que se
necesitan ciertos valores, instituciones
y en general una cultura específica
para mantener lo que dicen defender.
Y como no se han dado cuenta, tienen
una agenda cultural igual a la de la iz-
quierda, hablan de bajar impuestos y
de liberalizar el mercado al tiempo que
le hacen el juego y sirven de idiotas
útiles a la nueva estrategia del socialis-
mo que es del todo cultural.
› ¿Cree, a la luz del aniversario de
Karl Marx, que vivimos en el mun-
do del marxismo cultural? Que la
izquierda ha virado a posiciones cul-
turales, porque en el terreno econó-
mico se les hace más difícil defender
el marxismo.
Totalmente, esa es la estrategia actual
de la izquierda y ellos lo ha entendido
perfectamente. Lo dicen de manera
abierta. Hace poco estuvo en Colom-
bia Juan Carlos Monedero, de Pode-
mos, y en un auditorio lleno de gente
aclamándolo dijo que se estaba en-
tendiendo mal a Marx. Que si viviera
hoy, diría que hay que buscar nuevos
sujetos revolucionarios. Ya no hablarán
de liberar al obrero, porque el obrero
lo que ahorita quiere es que lo contrate

una multinacional. Por eso en el campo
económico están arruinados. Lo vino a
entender bien Gramsci al mismo tiem-
po que la escuela de Frankfurt, que em-
piezan a hablar de la mujer, de los ne-
gros, de los indígenas. A mí me queda
bien claro, basta que lo mires en estos
autores que acabo de citar, que la es-
trategia que utilizan es cultural y la han
ganado por todos los medios. Lo que
me preocupa es que los que estamos
del otro lado no nos demos cuenta y
lo sigamos negando, creyendo que es
una exageración o no es cierto.
› Algunos sostienen que mayo del
68 terminó de fracasar en 1989 con
la caída del muro de Berlín, pero
otros creen que no, que ha triunfa-
do, precisamente, con estas batallas
culturales. ¿Cómo lo ve, ahora a 50
años de aquello?
Es que así ha sido. Mientras uno no iden-
tifique al enemigo, no lo puede atacar y
no lo puede vencer. Por eso me duele
que no nos demos cuenta. Es como lo
de Fukuyama, todo el mundo creyó que
era el fin de la historia, pero no. No se
acabaron las ideas del marxismo, y no
hemos entendido que el capitalismo y la
cultura occidental tiene su base en valo-
res y en instituciones que tenemos que
defender. Hay quien dentro del liberalis-
mo cree que esto no importa tanto y se
centran solo en las instituciones econó-
micas, pero no es cierto. Los países que
fueron prósperos y con sistema republi-
cano no caerían en eso, pero así ha ocu-
rrido en Venezuela. Si no entendemos
eso será muy difícil triunfar, porque no
estamos reconociendo los ataques de
los enemigos.
› ¿Debe asustarnos el populismo de
Donald Trump?
Yo no creo que el populismo sea algo
malo per se, sino que se puede usar
para algo bueno o para algo malo. Si
llega un libertario populista al poder y
lo que hace es bueno, nos tendremos
que felicitar. Creo que Trump tiene una
habilidad para hablar de sentimientos,
para ser un líder carismático, pero a la
vez impulsa una gran reforma tributaria,
VANESSA VALLEJO
que ha recibido críticas desde el libera-
lismo, que sostienen que no se puede
bajar impuestos sin antes bajar el gas-
to. Yo les digo que si vas a esperar que
bajen el gasto, te quedarás sentado
esperándolo.
› La guerra comercial con China pa-
rece que perjudica a todos.
Él está jugando una guerra de posi-
ciones. Pensemos que en la época de
Obama, Estados Unidos fue el país del
G20 que más subió los aranceles, pero
nunca nadie dijo nada, nadie dijo que
Obama estaba iniciando una guerra
comercial. En parte, porque a Obama
se le quería más y porque los subió sin
hacer de ello un escándalo. Trump sí
hace un escándalo, porque lo que está
reclamando es que los demás bajen
los aranceles. Por eso lo veo como una
guerra de posiciones, pensemos en
que China ya ha dicho que los bajará.
› El muro con México impide la libre
circulación de personas.
Quizá hay que verlo con una óptica
como la que me comentaba hace unos
días un hombre que vive en Texas: “Si
alguien va a pasar por tu propiedad,
a disfrutar de tu dinero a través del
estado del bienestar y lo tienes que
mantener y darle salud gratis… ¿no
querrías que se frenase esa inmigra-
ción descontrolada? Por eso, esto hay
que verlo con sus luces y sus sombras.
Porque en el liberalismo creemos que
las fronteras deben ser abiertas y que
cualquiera puede pasar por donde
sea. Pero cuando tienes un estado del
bienestar tan grande es normal que
haya gente protestando.
› Algunos sectores de la familia li-
beral están con posiciones de este
tipo, que preguntan dónde acaban
sus impuestos y no tanto en un bien
mayor, que es la libre circulación de
las personas.
Esta discusión es de vieja data.
Rothbard afirmaba que en el fondo
lo que hay en juego son derechos de
propiedad. Me gustaría que se pen-
sara en este aspecto, porque si hay
derechos en juego tú deberías poder
impedir el paso de las personas.
¿Es necesaria una equiparación sala-
rial entre hombre y mujer?
Esas posiciones se basan en una pre-
misa falsa, que es la idea de que ha-
ciendo el mismo trabajo la mujer gana
menos que el hombre. La brecha sa-
larial se logra combinando peras con
manzanas. Una enfermera siempre
ganará menos que un ingeniero y por
eso cuando se hacen los promedios
resulta que los hombres ganan más
que las mujeres. Esto se debe a que
los hombres tienden a estudiar carre-
ras que son más valoradas por el mer-
cado, porque no tienen que parar de
trabajar un año por embarazos ni cui-
dar niños. Por eso es falso el resultado,
porque si se descartan estos factores,
una mujer ingeniera ganará lo mismo
que un hombre ingeniero si están en
las mismas condiciones de prepara-
ción y trayectoria.
› Y entonces, ¿por qué tanta polémica?
Todo esto se hace para decirle a las
mujeres que son unas víctimas y en-
tonces sancionar leyes en su favor, que
solo siguen el juego a las feministas.
› Pero suscitan hoy una gran adhe-
sión, parece.
Muchas mujeres suelen creer que
estas leyes las terminan benefician-
do, pero lo que muestran estudios al
respecto es que las perjudican. Si »
Trump
empezó
a decir lo que
nadie se atrevía
a decir,, pero
la mayoría
quería
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por ley se obliga a pagar lo mismo a
hombres y mujeres y además sumarle
los permisos por maternidad, o unos
minutos para que amamante, o poner
guarderías… a los empleadores se le
están dando incentivos para que evi-
ten contratar mujeres. Si no hubiera
legislación que obligase a pagar un
determinado salario, podría negociar
libremente con ella cuánto puede pa-
garle y será cosa de ella que acepte o
no. Cuando se obliga por ley a que se
les pague igual el resultado es la discri-
minación, porque se las evita a la hora
de contratarlas.
› Entiendo que está contra los cupos.
Es una humillación hacia la mujer,
porque si solo me contratan por llenar
una cuota se está reconociendo que
no ha sido por mis méritos y que me
ofrecen un trabajo porque así lo dice
la ley. En segundo lugar, provoca un
terrible problema de ineficiencia, ya
que determinadas posiciones las ocu-
pan personas que no están capacita-
das, pero que han sido puestas por-
que son mujeres. Además, estamos
nivelando la sociedad hacia abajo, por
ocupar lugares con personas que no
tienen las habilidades necesarias.
› ¿Qué puede contestar a quienes
justifican toda subida de impuestos
en la necesidad de prestar servicios
sociales?
Lo primero es echar abajo esa falsa
idea de que los impuestos son para
ayudar a los más pobres. Es muy difícil
lograr que la gente se niegue a pagar
impuestos tan altos si siguen creyendo
que “el Estado somos todos” y que nos
ayudamos entre todos. Con un ejerci-
cio sencillo como mirar el presupuesto
general de la nación, queda claro que
la mayor parte de los impuestos no va
a los pobres, sino a los políticos. La
mayor parte de lo que nos quitan va
a engordar los bolsillos de los políti-
cos. Antes, cuando era el Rey el que
recaudaba los tributos, había revuel-
tas constantes y la gente se negaba a
pagar subidas de impuestos, porque
entendían lo evidente: los impuestos
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VANESSA VALLEJO
son un robo dedicado a mantener a
la clase política. Hoy, los políticos han
encontrado una manera más fácil de
sacarnos nuestro dinero sin que pro-
testemos, nos dicen que es para ayu-
darnos entre todos, se quedan con la
mayor parte del dinero y destinan un
porcentaje ínfimo a “ayudas sociales”.
Lo siguiente que hay que entender es
que no hay mejor política social que la
creación de empleo y que si el Estado
no nos robara casi el 50% de lo que
trabajamos todos estaríamos mucho
mejor. La gente no debe exigir que
nos quiten más dinero para luego dar-
nos migajas, debe exigir que dejen de
robarnos y de entorpecer la función
empresarial para que tengamos una
sociedad próspera y llena de empre-
sarios. Una sociedad de propietarios.
› ¿La corrupción justifica evadir
impuestos?
La corrupción, el sentido común y la
ética. Los impuestos son robo, si al-
guien se niega a pagarlos se meterá en
problemas. El Estado actúa tal y como
una banda de criminales que piden
una cuota para no hacerte daño. Hay
que recordar que no todas las leyes
son justas y que cuando uno cree que
algo es una injusticia tiene incluso el
deber moral de luchar para acabar-
lo. Ahora bien, es claro que muchos,
aunque reconozcan que los impuestos
son robo, están dispuestos a pagar
algo para mantener ciertas funciones
del Estado como justicia y seguridad,
pero eso está totalmente alejado de lo
que ocurre hoy. Somos prácticamen-
te esclavos, los políticos se quedan
con la mitad de nuestro trabajo, los
empresarios son expoliados sistemáti-
camente por el Gobierno por generar
valor. Afortunadamente la tecnología
ha llegado para tumbar al Estado, no
sé si por completo pero estoy segura
que en unos años el Estado, tal y como
lo conocemos, no va a existir. Hoy yo
puedo pedir que mi jefe me pague en
Bitcoin y así evitar que el Estado se
quede con el 30% de mis ingresos.
También puedo contratar empleados
y pagarles en Bitcoin mucho más de
Foto: Fran Pallero.
lo que les podría ofrecer en dinero fidu-
ciario porque no tengo que dejarle una
gran parte al Estado. La gente, gracias a
tecnologías como las usadas por Uber o
Bitcoin se ha dado cuenta que el Esta-
do le hace la vida imposible, pero ahora
además tiene una opción para escapar
de ese robo sistemático y evadir.
› ¿Bajar impuestos solo beneficia a
los ricos?
Todo lo contrario, a quien más benefi-
cia unos impuestos bajos es a los traba-
jadores. Si en un país se suben tanto los
impuestos que los empresarios deciden
irse en busca de un lugar mejor, quie-
nes quedarán sumidos en la miseria
son los trabajadores. Los empresarios
tienen la experiencia y las redes para
empezar sus negocios en otros lugares
donde sí entiendan la importancia de la
función empresarial. Entonces no solo
es que los trabajadores se beneficien de
impuestos bajos sino que son, además,
los que más se perjudican cuando los
impuestos son muy altos. Como dije
anteriormente la mejor política social
es la creación de empleo. Un país con
impuestos bajos y un ambiente agra-
dable para los empresarios es un lugar
donde la gente puede progresar y salir
adelante, donde la movilidad social es
alta y la gente prospera si se esfuerza.
Y eso es lo que la mayoría quiere, vivir
bien gracias a su trabajo, no vivir pre-
cariamente de unos subsidios y migajas
que da el Gobierno por cuenta de los
elevados impuestos. ▨