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Los riesgos que enfrenta la economía mundial en 2018


De cara a este año que empieza, son varios los organismos internacionales que han elaborado
listados de los riesgos que hay en el horizonte para la economía mundial. BBC Mundo consultó 3
experto para saber cuáles son.

Riesgos que enfrenta la economía mundial en 2018 Los riesgos que enfrenta la economía mundial
en 2018 Foto: Getty Images
BBC
Los riesgos para cualquier economía están siempre a la vuelta de la esquina.

Algunos pueden ser más difíciles de anticipar que otros, como es el caso de una guerra, el colapso
repentino de los mercados financieros o un desastre natural de grandes proporciones.

Otras veces, hay señales que alertan a los economistas de potenciales amenazas y ello hace posible
hacer previsiones a corto y medio plazo.

De cara a 2018, son varios los organismos internacionales que han elaborado listados de los riesgos
que hay en el horizonte para la economía mundial.

Pese a que se prevé una tasa de crecimiento global de 3,1% este año, hay incógnitas que persisten y
riesgos latentes.

Lea también: Los 10 principales riesgos para las empresas en la coyuntura actual

Estos son algunos de los riesgos que proyectan para 2018 expertos consultados por BBC Mundo
que se dedican a analizar la evolución de la economía mundial:

Carlos Arteta, economista líder del Grupo de Perspectivas Globales de Desarrollo del Banco
Mundial (BM)

Endurecimiento abrupto de las condiciones internacionales de financiamiento. Este riesgo podría


materializarse si los mercados financieros reevalúan la velocidad a la que los bancos centrales de las
economías avanzadas normalizarán sus políticas monetarias, por ejemplo, si la inflación en estas
economías aumenta más de lo previsto.
Rápido reajuste en los mercados bursátiles. Este riesgo ha aumentado debido a los muy altos niveles
registrados en las bolsas de valores más importantes del mundo, así como a las bajísimas tasas de
interés a nivel mundial, condiciones que podrían cambiar abruptamente y generar tensión
financiera.
Incremento de las restricciones al comercio. Este riesgo ha aumentado por las inclinaciones
proteccionistas en algunas de las economías más importantes, como Estados Unidos.
Aumento de la incertidumbre en materia de política económica. Cambios drásticos en el manejo de
la economía podrían afectar las decisiones de inversión.
Aumento de las tensiones geopolíticas. Un recrudecimiento de estas tensiones, por ejemplo, en la
península coreana o en el Medio Oriente, podría minar la confianza y perjudicar la actividad
económica.
Le recomendamos: ¿Verdadero crac o corrección pasajera? La caída del bitcóin genera dudas

José Juan Ruiz, economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
Riesgos geopolíticos y de estabilidad de las instituciones y de las reglas globales. Por ejemplo, qué
ocurrirá con la Organización Mundial del Comercio, el NAFTA, o una escalada de tensiones entre
Estados Unidos y Corea del Norte, o entre Estados Unidos y China. No estamos en zona de burbuja,
pero sí hay un aumento de riesgos geopolíticos.
Caída en el crecimiento de la productividad, tanto en los países desarrollados como emergentes. Me
refiero a la productividad en el sentido de la forma en la que combinamos las nuevas tecnologías, el
capital y el trabajo. Hay un crecimiento menor del que teníamos en el pasado. El mundo todavía no
sabe cómo utilizar las nuevas tecnologías en los sistemas productivos. Y el otro elemento que
influye es el envejecimiento de la población.
La sorpresa inflacionaria. Ahora hay un consenso amplio en el mundo de que estamos en una etapa
de inflaciones estructurales bajas, con condiciones monetarias muy amables, con mercados
exuberantes que han creado riqueza financiera con poca volatilidad. Esto ha provocado una
sincronización de la recuperación. Ahora, si la inflación sube en Estados Unidos (que es lo que se
espera), habría alzas en la tasa de interés y cambiaría el escenario.
Aumento en los altos niveles de endeudamiento del sector privado y de los países en muchas partes
del mundo. Eso implica que algunos de los recursos que se destinan a inversión o a transferencias
sociales, serán destinados a pagar el mayor costo de la deuda.
Hay un dilema moral. Las empresas tienen que apostar al bien común y no solamente a los
dividendos de los accionistas. Esto no es un riesgo, pero plantea la pregunta de cómo las empresas
pueden tener legitimidad ante sociedades más cansadas con el aumento de la desigualdad. Yo creo
que este debate puede tener un efecto importante.
No se pierda: Oportunidades de inversión para 2018

Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL)

Cambio climático. Este es el mayor desafío que estamos enfrentando. El calentamiento global, los
desastres naturales, la escasez de agua y la contaminación podrían dejar a 122 millones de personas
en la extrema pobreza, adicionalmente a las que hoy están en esa situación.
Creciente desigualdad. El aumento de la desigualdad de ingresos y la polarización social son
consecuencias adversas de la hiperglobalización, especialmente en el mundo desarrollado. Hoy
existen ocho personas que concentran una riqueza similar al 50% más pobre de la población
mundial. La desigualdad amenaza la sustentabilidad económica y social del actual paradigma de
desarrollo y sus costos amenazan el bienestar, la inversión y la innovación.
Disminución de la confianza en la democracia. Una cultura basada en privilegios transforma las
diferencias en desigualdades. Estas tensiones sociales, combinadas con la incertidumbre han
debilitado la confianza pública en las instituciones democráticas.
Crisis del multilateralismo. Los largos y persistentes desequilibrios de cuenta corriente, junto a los
cambios de localización de empresas y el empeoramiento de las condiciones laborales, han llevado
a un resurgimiento del proteccionismo en muchos países. Esto, combinado con ineficientes
negociaciones comerciales, han debilitado el sistema multilateral internacional.
Desigual impacto de la disrupción tecnológica. Más del 40% de la humanidad todavía está
desconectada, no participa, ni tiene voz en la nueva economía digital. Así como las nuevas
tecnologías redefinen los productos y los mercados laborales, la desigual distribución y el consumo
de esas tecnologías, afectan el crecimiento y crean nuevas desigualdades.
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