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INTRODUCCIÓN
La teoría de la tectónica de placas, llamada también “De la Tectónica Global “, parte de la idea de
la “Deriva de los continentes “, cuya síntesis había realizado Wegener a comienzos de siglo. Se
puede resumir de la siguiente manera: el fondo de los océanos está recorrido por franjas
longitudinales de montañas volcánicas basálticas, los dorsales oceánicos, con una fosa en medio, el
rift. Bajo estas dorsales, la corteza terrestre o litosfera, rígida y con un espesor de 50 a 100 km,
presenta fisuras por donde asciende basalto procedente de la astenosfera. Es ésta una capa
subyacente de 700 a 800 km de espesor, recorrida por corrientes de convección, “motores“ de la
deriva, que han provocado la rotura de la litosfera y el ascenso de enormes cantidades de basalto.
Este basalto separa paulatinamente (algunos centímetros anuales según cálculos por satélites)
ambos fragmentados de litosfera, que constituyen sendas placas. Cada placa puede estar formada
únicamente por basalto solidificado, como en el centro del Pacífico, o bien soportar una masa
continental esencialmente granítica, de densidad inferior a la del basalto.
No son, pues, los continentes los que derivan, sino las placas, que se separan de las dorsales a la
manera de las alfombras rodantes. Así se forman y amplían los océanos. La corteza terrestre actual
es un mosaico de seis placas principales. Al tener el globo dimensiones constantes, partes de las
antiguas placas desaparecen en la astenosfera, hundiéndose bajo otra placa y siguiendo un plano
inclinado en las zonas de subducción
Así se explican algunos fenómenos geomorfológicos capitales: las grandes fosas oceánicas, donde
una placa puramente basáltica se hunde bajo otra que soporta o no un continente; la formación de
cadenas montañosas, allí donde chocan dos placas portadoras de sendos continentes, y los
terremotos más importantes, que se producen en las zonas de subducción.
Al terminar esta actividad debéis saber:
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II. LA TEORIA DE LA DERIVA CONTINENTAL
La teoría de la deriva de los continentes se basó, al principio, en el encaje que se observaba entre las
líneas de costa a ambos lados del Atlántico. Este encaje había sido observado y publicado por Snider en
1858 en su libro “La creación y sus misterios revelados: un trabajo que explica claramente todas las
cosas incluyendo el origen de los primitivos habitantes de América”. Es destacable que el ajuste de las
costas propuesto por Snider en 1858 (Fig.1) es perfecto, algo que ni siquiera con los modernos
ordenadores se ha conseguido todavía. No obstante, el principal defensor e impulsor de la teoría de que
los continentes se han movido unos con respecto a otros a lo largo de la historia de la Tierra fue un
meteorólogo alemán llamado Alfred Wegener. La coincidencia de las costas atlánticas fue también
inspiradora para Wegener quien, a partir de la idea inicial, se dedicó después de la 1ª Guerra Mundial a
recopilar argumentos y pruebas en favor de que los continentes habían estado juntos en el pasado y, en
1922, publicó su famosísimo libro “El origen de los continentes y océanos”. Los argumentos de
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Wegener eran de cinco tipos principales: geodésicos, geofísicos, geológicos, paleontológicos y
paleoclimáticos.
Fig. 1
Ajuste de los bordes del
Atlántico realizado por
Snider en 1858. El encaje de
las costas a ambos lados fue
un argumento importante en
favor de la deriva
continental.
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Los argumentos geofísicos:
Se basan en la teoría de la isostasia, que
surgió de la observación de que en las
grandes cordilleras, la atracción
gravitatoria no era la que cabía esperar si la
densidad de las mismas fuera igual a la de las
partes llanas de los continentes, sino menor.
Esto condujo a la idea de que allí donde había
una cordillera, había también una gran
acumulación de rocas ligeras, graníticas,
esencialmente constituidas por silicatos de
aluminio (SIAL) que explicaban la
anomalía, es decir, el hecho de que la
gravedad fuera menor de la esperada. Esa
acumulación debía formar una especie de raíz
de la cordillera (Fig.2)
2). Si las cordilleras tenían raíz, ésta debía compensar,
Alfred Wegener. en cierto modo, sus elevados relieves, de forma similar
a como un iceberg emerge más de la superficie del
agua cuanto mayor es su parte sumergida: el exceso
de volumen encima es compensado por el déficit
de densidad debajo. Se puede establecer un símil con
un conjunto de bloques de diferente espesor flotando
en un líquido, por ejemplo, bloques de madera en agua o de cobre en mercurio (Fig. 2). Los
bloques más gruesos tendrán su base a mayor profundidad y su parte superior a mayor altura sobre el
nivel del agua. Si superponemos un bloque sobre otro, este último se hundirá, pero el conjunto emergerá
más que antes, aunque la diferencia de alturas será menor que la altura del bloque añadido.
El principio de la isostasia
ilustrado con bloques de cobre
flotando en mercurio (izquierda)
y en los continentes, donde la
masa siálica flota sobre un
substrato fluido (en gris). Las
montañas tienen una raíz siálica
que les permite estar en equilibrio
con el substrato fluido.
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dejado a la corteza desequilibrada. El fenómeno descrito se denominó isostasia y consiste en el equilibrio
de las diferentes masas de la corteza o de la litosfera terrestre. El movimiento de Escandinavia es un
reajuste isostático tendente a alcanzar el equilibrio isostático. Ahora bien, para que la isostasia
exista, los continentes deben de estar flotando en una especie de líquido. Como de hecho se producen
reajustes isostáticos, el manto o parte de él debe de estar en un estado que le permite fluir y, entonces,
los continentes, que flotan sobre él, podrían moverse libremente. El argumento geofísico de Wegener no
es en realidad una prueba de que los continentes se muevan, pero suministra una prueba física de que
pueden moverse y cómo. Wegener mencionaba la posibilidad de que existiera el canal de baja velocidad
y de la existencia de corrientes de convección de origen térmico en el manto líquido.
Fig. 3
Las
estructuras
geológicas
son como
líneas
impresas a
través de
los
continentes.
En gris:
cratones
con más de
2000 Ma.
Rayas:
cinturones
orogénicos
más
jóvenes.
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Los argumentos paleontológicos o de tipo biológico
Se basan en la existencia de asociaciones de floras y faunas fósiles similares, en áreas continentales
que hoy están muy alejadas entre sí y aisladas por anchos mares. La explicación que los paleontólogos
daban a esas asociaciones comunes se basaba en la teoría de los puentes intercontinentales, franjas de
tierra que habían estado emergidas en algunos momentos y que habían permitido el paso de gran
número de especies de unos continentes a otros. Especialmente llamativa era la presencia en
Sudamérica y Africa de una asociación de flora y fauna Permo-Carbonífera (360-250 Ma) similar que
había sufrido, además, una evolución semejante. Wegener hacía particular hincapié en la extensión de la
flora de Glossopteris y de la familia de reptiles Mesosauridae. Más adelante, en 1937, en su libro
“Nuestros continentes a la deriva”, Du Toit propuso que había existido en esa época una masa
continental que incluía, además, Australia, la India y la Antártida. La denominó Gondwana, un
término empleado originalmente por otro de los grandes pioneros, E. Suess y derivado de un conjunto
de estratos de la India compuesto por sedimentos carboníferos a jurásicos que incluye rocas de origen
glaciar en la base y capas de carbón más arriba.
Fig. 4
Distribución de las
formaciones permo-
carboníferas con
depósitos glaciares
en la actualidad
(izquierda)
y en el Carbonífero-
Pérmico (derecha).
Las flechas indican
el movimiento del
hielo.
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Fig. 5
Distribución
de las
formaciones
con pruebas
climatológicas
en el
Carbonífero,
en un mapa
con la
posición de
los
continentes
reconstruida.
aquel momento, con lo que las rocas de origen glaciar caen en un área restringida alrededor del polo Sur.
La Fig.5 muestra otra reconstrucción para el Carbonífero, con los diferentes tipos de roca indicadores
del paleoclima: Gl-tillitas y cantos estriados de origen glaciar. C-carbón. D-rocas de origen desértico,
con cantos facetados producidos por el viento. S-sal gema. Y-yeso.
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Fig. 6
La Pangea (arriba) y
la deriva continental
tal como fue
propuesta por
Wegener en 1922.
Las áreas punteadas
representan mares de
poca profundidad
sobre corteza
continental.
Fig. 7
Hipótesis de
Holmes de
las corrientes
de
convección
en el manto
para explicar
continental.
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corrientes de convección térmica en el manto, una idea apoyada por el geofísico Vening Meinesz, uno de
los pocos que aceptó la teoría. La Fig.7 muestra la hipótesis de Holmes. Según ella, las corrientes de
convección ascendentes y divergentes provocarían la separación de la masa continental siálica (rayada) y
entre las masas separadas se produciría la efusión de rocas basálticas formando una capa simática (gris
oscuro). Las corrientes descendentes y convergentes llevarían hacia abajo parte de la capa simática, la
cual se transformaría en eclogita (negro) por efecto de la presión.
Fig. 8
Esquema del
campo
magnético
dipolar
terrestre
(izquierda) y
posición real
de los polos
magnéticos
en la Tierra
(derecha).
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corrientes helicoidales, llamadas ciclónicas.
Según el principio de la dínamo, un conductor
que se mueve dentro de un campo magnético
produce corrientes eléctricas, pero éstas, al
circular por el núcleo, producirían también un
campo magnético. Por eso se denomina
autoexcitable, porque las corrientes producidas
por el campo magnético existente contribuyen
a su vez a crearlo o mantenerlo. El campo
magnético original, necesario para “poner en
marcha” la dínamo, puede deberse a corrientes
eléctricas muy débiles creadas por
termoelectricidad: corrientes producidas por
dos conductores que están en contacto y a
diferente temperatura, lo que puede ser el caso
del núcleo externo e interno.
Ilustración de la orientación del campo magnético en la Tierra.
Se llama declinación magnética al ángulo
que forman las líneas que unen un determinado punto de la Tierra con el norte magnético y con el norte
geográfico o, dicho de otra forma, al ángulo que se desvía la brújula en ese punto con respecto al norte
geográfico. La declinación puede ser hacia el este o hacia el oeste y su valor para los diferentes puntos
del globo puede apreciarse en a Fig.9. Inclinación magnética es la inclinación de las líneas de flujo
en cada punto y sus valores pueden verse en la Fig. 10. En principio, su valor sería cero en el ecuador
magnético, aumentando progresivamente hacia los polos magnéticos hasta valer 90° en ellos (Fig.8 ).
Como puede apreciarse en las Figs. 9 y 10, las líneas de igual declinación e inclinación son irregulares y
esta última no coincide con los paralelos magnéticos, lo que sería de esperar si la Tierra fuera un imán
dipolar perfecto. En realidad, el campo magnético terrestre no corresponde a un dipolo perfecto, debido
Fig. 9
Distribución de las
líneas de igual
declinación
magnética en
1945.
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Fig. 10
Distribución de las líneas de
igual inclinación magnética en
1945.
a causas como la diferente permeabilidad magnética de las rocas y a la existencia de rocas magnetizadas
cerca de la superficie terrestre, cuyo campo interfiere con el producido en el núcleo. El campo magnético
terrestre puede describirse como formado por dos componentes: el campo dipolar, que es teórico y
representa la media del campo terrestre, y el campo no dipolar, también llamado anomalía magnética,
que es la diferencia entre el campo teórico y el campo real en cada punto.
Algunas sustancias sufren una imantación cuando son sometidas a un campo magnético, es decir,
desarrollan su propio campo magnético. Se llaman sustancias ferromagnéticas a aquellas que se imantan
de forma que su extremo próximo al polo N del campo externo se convierte en polo S del imán que se
forma en ellas y viceversa. Son ejemplos de este comportamiento metales como hierro, níquel y cobalto
y minerales como magnetita y hematites. Sustancias paramagnéticas son las que se imantan como las
anteriores pero muy débilmente, y sustancias diamagnéticas son las que se imantan en sentido contrario
a la ferromagnéticas: el extremo próximo al polo N se imanta como polo N, con lo cual son repelidas por
el campo magnético externo. Ejemplos de estas últimas son metales como cobre, plomo, plata y oro y
fluidos como el agua y el dióxido de carbono. La imanación diamagnética suele ser de muy débil intensidad.
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Las rocas contienen a menudo minerales
ferromagnéticos, los principales de los cuales son
magnetita, titanomagnetita, hematites y
titanohematites. Estos minerales pueden emanarse
a causa del campo magnético terrestre existente
en un momento dado. El magnetismo que
adquieren se denomina magnetismo natural
remanente (NRM) y puede permanecer
siempre que la roca no sufra otro campo
magnético de igual o mayor intensidad y sentido
contrario o que se caliente. Las sustancias
imanadas pierden su magnetización por encima
de una T determinada, que se llama punto de Fig. 11Deriva polar aparente del polo Norte para
Europa desde el Precámbrico.
Curie y que es de alrededor de 500°C para las
rocas. Una roca que esté a mayor T y se enfríe,
al pasar justo por debajo del punto de Curie
adquiere una magnetización que es mucho más
intensa que el NRM y que se denomina
magnetismo termorremanente (TRM). El
magnetismo termorremanente se adquiere a partir
del campo magnético terrestre y la intensidad con
que se imantan las rocas es menor que la del
propio campo. No obstante, es muy superior en
intensidad al magnetismo natural remanente y no
se borra con un campo igual y de sentido
contrario a no ser que las rocas estén de nuevo
cerca de su punto de Curie.
Fig. 13. Deriva polar aparente del polo Norte para los
principales continentes desde el Precámbrico.
En consecuencia, las rocas volcánicas, que
salen a la superficie a temperaturas muy superiores a su punto de Curie y se enfrían rápidamente, adquieren
una magnetización intensa que depende del campo magnético terrestre en ese punto en el momento de su
efusión. Con la ayuda de aparatos sensibles se puede medir la magnetización de las rocas y deducir cúal
era el campo magnético en el momento de su efusión. Como, por otra parte, se pueden datar
radiométricamente las rocas, podemos conocer cómo era el campo magnético en la antigüedad. El
estudio del campo magnético terrestre en el pasado se denomina paleomagnetismo y su utilidad es
extraordinaria. La determinación del campo magnético en una roca de determinada edad nos dice en
qué dirección se encontraba el polo N magnético y, gracias a su inclinación magnética, a qué distancia
aproximada. Varias determinaciones en rocas de igual edad en puntos separados de un continente nos
dan varias direcciones que convergen en un punto, lo que ayuda a precisar mucho la posición de los
polos para esa edad. Cuando se estudian rocas de distintas edades se van obteniendo una serie de
Fig. 13. Inclinación magnética a lo largo de una transversal (izquierda) y su aplicación al caso de la India (centro
y derecha). La flecha a trazos en la figura del centro, arriba, es una paleoinclinación que indica la posición de la
India en el Jurásico.
posiciones de los polos que, una vez unidas, dan una curva que se llama deriva polar aparente. La
Fig. 11 muestra la curva correspondiente al polo N de Europa desde el Precámbrico Superior hasta la
actualidad.
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La Fig. 13 representa las líneas de flujo del campo magnético en una sección de la Tierra y, en el centro,
dos posiciones sucesivas de la India, en el Jurásico (210-145 Ma) y en la actualidad. Mientras que
en la actualidad la inclinación magnética es de unos 20°N, en el Jurásico (J) era de unos 40°S y,
ahora, en su posición actual, las rocas volcánicas jurásicas tienen un campo magnético remanente
con una inclinación de unos 40°S (flecha a trazos), lo que permite calcular su paleolatitud. Las
inclinaciones magnéticas se mantienen siempre que la roca no se deforme ni se caliente por encima del
punto de Curie, lo que permite calcular sus paleolatitudes aun en el caso de que los continentes
hayan girado. Las orientaciones de un continente en la antigüedad se calculan a partir de la dirección
de los paleopolos. No pueden calcularse paleolongitudes porque lo que se obtiene es la orientación y la
latitud, pero el continente en cuestión pudo estar, en principio, en cualquier longitud dentro de esa
latitud. Para calcular paleolongitudes se utilizan criterios adicionales como conocimientos sobre las
posiciones relativas de los continentes entre sí y con respecto a los océanos.
La Fig. 14 muestra una de las reconstrucciones más conocidas de la Pangea carbonífera, realizada por
Bullard y sus colaboradores en 1965 utilizando un ordenador para buscar el mejor ajuste entre los
continentes. En lugar de utilizar las líneas de costa para el ajuste, usaron las isobatas (curvas de igual
profundidad) de 1.000 m, que se supone que marcan el borde de la corteza continental. Como puede
apreciarse, el ajuste no es perfecto, existiendo superposiciones (en negro) y huecos. La Fig. 15 muestra
una reconstrucción reciente de las sucesivas posiciones de los continentes a lo largo del Fanerozoico
(540 Ma hasta la actualidad). La serie de mapas de la izquierda corresponde a la deriva durante el
Paleozoico o Era Primaria (540-250 Ma) y es menos exacta, por la mayor escasez de datos, que la serie
de la derecha, correspondiente al Mesozoico o Era Secundaria (250-65 Ma), y Cenozoico o Eras
Terciaria y Cuaternaria (65-0 Ma). Al final del Paleozoico, prácticamente todas las masas continentales
se unieron, formando la Pangea, rodeada de un único océano denominado Pantalasa. La Pangea
carbonífera no es probablemente la única que ha existido en la historia de la Tierra. Hay ya evidencias de
que al final del Precámbrico, justo antes del comienzo del Fanerozoico, la mayor parte de las masas
continentales también estaban juntas, siendo el Cámbrico (540-505 Ma) un periodo de dispersión. Esto
ha dado lugar recientemente a la llamada teoría del supercontinente según la cual, las masas continentales
terrestres se unen periódicamente y, a continuación, se dispersan rompiéndose, a veces por las viejas
suturas y, a veces, a lo largo de nuevas líneas.
A partir de hace unos 180 Ma, en el Jurásico, comenzó la última dispersión continental. Primero, hasta
hace unos 120 Ma, se separaron, por un lado, Sudamérica, Africa, la Antártida, la India y Australia, que
formaban la gran masa continental denominada Gondwana y, por otro, Laurasia, contiente compuesto por
Norteamérica, Europa y Asia (el continente Norteamericano se suele denominar Laurencia a partir de
una cadena de montañas que se formó hace unos 1.000 Ma en su parte oriental: las Montañas de
Laurencia). Esta evolución es similar a la propuesta por Du Toit en 1937 en su libro “Nuestros
continentes a la deriva”. La apertura del Atlántico se efectuó en el Cretácico (145-65 Ma) y continúa
en la actualidad. La Antártida, la India y Australia se separaron, migrando las dos últimas hacia el norte.
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Fig. 15- La deriva continental a lo largo del Fanerozoico.
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La migración de la India es de las más espectaculares, pues este continente recorrió unos 5.000 km
desde hace 180 hasta hace 55 Ma, momento en el cual chocó
con Asia comenzando a formar la cordillera del Himalaya.
Se observa en este caso y en muchos otros, que la inversión se realiza de modo que el campo
magnético terrestre disminuye su intensidad y, al mismo tiempo, cambia la posición de los polos y,
después, aumenta de nuevo a la vez que la posición de los polos vuelve a ser aproximadamente la misma.
La inversión se realiza de forma relativamente rápida, en unos pocos miles de años y, una vez efectuada,
el campo permanece con su polaridad estable durante varios centenares de miles de años. La media de
los periodos “normales”, es decir, con la polaridad actual, es de 420.000 años y la de los periodos
“inversos” de 480.000. Sin embargo, el actual periodo “normal” dura ya 700.000, lo que puede indicar
que un cambio está próximo. Dentro de los periodos también se registran algunas inversiones cortas, de
unos 10.000 años de duración.
La Fig. 17 muestra la historia del campo magnético desde el Cretácico Superior hasta nuestros días,
con las franjas en negro representando la polaridad actual y las blancas la inversa. El cambio de
polaridad debe tener que ver con cambios en las corrientes dentro del núcleo externo. El hecho de que
la situación de los polos se mantenga aproximadamente igual aunque se invierta su polaridad, se debe a
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que las corrientes están en gran parte condicionadas por el movimiento del núcleo interno, sólido, con
respecto al manto inferior, que se comporta como un fluido de enorme viscosidad, casi un sólido. El
movimiento está relacionado con la rotación diurna de la Tierra y probablemente se debe a un cierto
retraso en la rotación del núcleo interno con respecto al manto, que es favorecido por la baja viscosidad
relativa del núcleo externo. La causa del retraso o precesión parece ser que la elipticidad del núcleo
interno es diferente de la de la Tierra en su conjunto. La atracción solar y
lunar produce entonces una especie de frenado en el núcleo, que no es ni
una esfera ni un elipsoide aplastado perfecto y que puede moverse bastante
libremente en el interior. Eso genera corrientes toroidales o ciclónicas en
el núcleo externo, con el eje de las espirales orientado aproximadamente
norte-sur. El retraso en el giro de núcleo es responsable, además, de la
variación secular del campo magnético, con su giro de unos 0’18° por
año. Aparentemente, el ecuador del núcleo interno gira hacia el oeste varios
metros al día con respecto a la superficie de la Tierra.
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Las corrientes ciclónicas, por su parte, no son
estables, sino que cambian lentamente pero de forma
continua, con lo cual, el campo magnético se modifica:
a veces se mueven de forma que el campo magnético
que crea se suma al existente y a veces de forma que
se restan. En este último caso, el campo magnético va
disminuyendo en intensidad hasta desaparecer. Apartir
de ese momento, el campo magnético que se crea es
de polaridad opuesta y va aumentando en intensidad,
por el mecanismo de la dínamo autoexcitable, hasta
que alcanza un valor más o menos estable durante un
cierto intervalo de tiempo.
En 1961, R.S. Dietz introdujo el concepto de la expansión del fondo oceánico, basándose en una
idea original de H.H. Hess. Dado que las anomalías se distribuían simétricamente, en bandas paralelas y de
la misma anchura a ambos lados de las dorsales y que se sabía que cada varios cientos de miles de años
se producían inversiones en la polaridad magnética, Hess intuyó que la corteza de los océanos se
formaba de manera continua en las dorsales. La corteza se formaría porque en las dorsales el manto
peridotítico saldría a la superficie en las dorsales y se hidrataría, serpentinizándose, lo cual no es correcto,
como más adelante veremos. Pero lo importante es que, una vez formada, la corteza se iría separando
progresivamente de la dorsal, a medida que se formaba nueva corteza oceánica en ella y, en cada
momento, se imantaría según la polaridad del campo magnético. La Fig. 20 representa el modelo de
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Fig. 20- El modelo de expansión del fondo oceánico de Hess.
Hess y la Fig. 21 la formación de corteza en la dorsal a partir de material del manto y el alejamiento
progresivo hacia los dos lados de la dorsal que sufre la corteza recién creada. También se muestran, con
bandas negras y blancas, las anomalías magnéticas, producidas por las inversiones periódicas del campo
terrestre. Aunque Hess llegó a su conclusión de una forma perfectamente científica, las consecuencias de
la misma le asustaban un poco, por lo que él mismo se defendía, cuando explicaba su modelo, diciendo
que era geopoesía.
Según el modelo, la corteza oceánica debía ser muy joven cerca de las dorsales y más vieja lejos de
ellas, lo que enseguida se comprobó. La Fig. 22 muestra, en gris, la corteza oceánica formada
durante el Terciario y el Cuaternario (más joven de 65 Ma) a ambos lados de las principales dorsales
(líneas negras en el centro): la del Pacífico, que se prolonga hacia el suroeste por la del Indico, y la del
Atlántico. Las líneas negras paralelas a la dorsal son isocronas, es decir, líneas que unen puntos de la
corteza oceánica de igual edad, dibujadas cada 10 Ma. Puede apreciarse que en el Atlántico están más
próximas entre sí que en el Pacífico, lo que implica que la corteza del Atlántico se crea más lentamente.
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Geología Estructural y Dinámica Global Tema 8- Deriva Continental y Tectónica de Placas
Universidad de Salamanca José Ramón Martínez
CursoCatalán
2002/2003
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Geología Estructural y Dinámica Global
José Ramón Martínez Catalán
Fig. 22- Corteza oceánica más joven de 65 Ma (gris). Las dorsales son las líneas negras en medio de la corteza
joven y las líneas paralelas a ellas son isocronas cada 10 Ma.
Fig. 23- Migración anual del frailecillo oceánico (izquierda) y su explicación (derecha).
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No menos interesante es el caso de las anguilas
que, desde las costas de Europa y Norteamérica, van a
desovar al Mar de los Sargazos, situado al oeste de la
dorsal Atlántica en la latitud de Florida
aproximadamente. Las larvas, llamadas leptocephalos,
efectúan una migración de miles de kilómetros a través
del Atlántico, durante la cual se transforman en angulas,
estando dotadas de un instinto preciso que las hace llegar Fig. 24- Anguilillas cerca de Aguimaga
pregonándose cuánto falta para llegar a la costa.
a la desembocadura de los mismos rios en los que se
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desarrollaron sus madres para, a su vez, introducirse en ellos y desarrollarse a lo largo de varios años hasta
que les llegue el momento de la procreación. Las larvas descendientes de anguilas americanas no tienen
problemas, pero las descendientes de las europeas encuentran cada año la costa un poco más lejos de
donde la dejaron sus madres, debido a la expansión del fondo del Atlántico, que se realiza en la dorsal, es
decir, entre el Mar de los Sargazos y Europa. Por esa razón muestran esa cara de despiste cuando se
encuentran cerca de la costa (Fig. 24).
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III. CONCLUSION
Hemos llegado a la conclusión de que la tectónica de placas se ha dado a conocer tras varias teorías y
prácticas, resolviendo grandes dudas y cuestiones sobre el principio de los continentes, mares y océanos.
Además, nos ha servido de gran ayuda para comprender como pudo ser la tierra hace muchos años y
como ha llegado a ser en la actualidad aunque este en continuo cambio.
El tectonismo es sumamente importante en lo que respecta a las disolaciones experimentadas por la
corteza terrestre esta ciencia es fundamental en lo que respecta en zonas continentales, las diferentes
teorías son interesantes, en conclusión estas teorías son fundamentales en el desarrollo de la información
y conocimiento
podemos concluir, que las capas internas de la tierra divididas según sus características físicas
serian: núcleo interno y externo, mesosfera, astenosfera y litosfera y las capas divididas según sus
características químicas son: núcleo, manto y corteza.
También podemos concluir que la tierra posee placas en la litosfera, y ellas debido a su
movimiento modelan el relieve y ocasionan desastres naturales.
se puede concluir que la tierra se fue solidificando con el tiempo formando la corteza, que la
atmosfera fue evolucionando hasta llegar como está ahora, que la tierra paso por cuatro etapas
antes de ser como es en la actualidad: la era Arcaica, la era paleozoica, la era ,mesozoica y la era
cenozoica.
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