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Desde que el gobierno inició la denominada Reforma del Poder Judicial son pocos los temas que
al respecto han generado tanto consenso como la necesidad de una Academia de la Magistratura
que forme y capacite a magistrados y operadores de Derecho en general.
En realidad, la academia de la magistratura cumple una labor difícil. Detrás de la imagen del
hombre o mujer que desempeña el papel de Juez, está el ser humano que debe elevarse por
encima de los demás mortales para decidir a quién le corresponde el derecho o sobre quien se
ejercita la acción sancionadora del Estado. Por eso, la Magistratura no es solo una labor, sino
también importa un sacrificio: poner en el fiel de la balanza hacia quien se inclinará la justicia.
Una evaluación general nos permite sostener que parte de jueces y fiscales ingresan a la carrera
judicial sin la debida formación académica y, lo que es más grave, sin una preparación técnica
previa que les permita desempeñar con eficiencia el cargo. Para superar este problema y
asegurar que el Poder Judicial cuente con personal idóneo, se ha realizado diferentes ensayos,
que en las tres últimas décadas han pasado por las formas de selección de magistrados
efectuadas por el Consejo Nacional de Justicia, creado por el Gobierno del General Juan Velasco
Alvarado en 1969 y, luego, por el Consejo Nacional de la Magistratura, creado por la Constitución
de 1979, sin que los resultados hayan sido los esperados.
Sin embargo, como cualquier actividad humana, los Magistrados también tiene sus tropiezos y
errores, y porque no, el Magistrado se encuentra dentro de dicho ámbito y así como existe la
división entre lo bueno y lo malo también existe la división entre los buenos y malos magistrados.
Sin embargo, antes que satanizar los errores es necesario identificar ciertos factores que
contribuyen a la existencia de los mismos, en la búsqueda de soluciones o aportes a fin de
optimizar la administración de justicia.
En el año 1986 se propuso su creación y por Convenio 527-0303 de 25 de junio de 1986, suscrito
entre la Corte Suprema de Justicia y la Agencia para el Desarrollo Internacional AID; Se
establecieron los lineamentos de las acciones proyectadas para establecer una Academia de la
Magistratura, y la Corte Suprema por Acuerdo de Sala Plena de 10 de Julio de 1986, acordó su
creación como otra dependencia del Poder Judicial.
La Ley Orgánica del Poder Judicial, Decreto Legislativo N2 612, derogada antes de su vigencia,
consideró a la Academia de la Magistratura como órgano académico de apoyo, dependiente del
Consejo de Gobierno del Poder Judicial.
La Ley Orgánica del Poder Judicial, Decreto Legislativo N2 767, del29 de noviembre de 1991, y
que inició su vigencia el 12 de enero de 1992, igualmente consideró la existencia de la Academia,
la que así obtuvo su reconocimiento en la Ley; mas ésta ya no funcionaba, por el apartamiento
de sus autoridades.
El Decreto Ley Nº 25726, del 2 de setiembre de 1992, creó otra Escuela con el nombre de
«Academia de Altos Estudios en Administración de Justicia, dependiente del Ministerio de
Justicia, facultada para otorgar títulos a Nombre de la Nación.
Una comisión preparó el estatuto de esa Academia. Esa Academia, objetable por ser una
dependencia del Poder Ejecutivo, nunca funcionó, La Constitución Política de 1993, en su artículo
151 .
Crea la (Academia de la Magistratura), como institución integrante del Poder Judicial, que se
encarga de la formación y capacitación de los jueces y fiscales, en todos sus niveles, para los
efectos de su selección y su capacitación para el ascenso.
DESARROLLO DEL TEMA
CAPITULO I: GENERALIDADES
La Academia de la Magistratura es la institución oficial del Estado peruano, que tiene como
finalidad desarrollar un sistema integral y continuo de capacitación, actualización,
perfeccionamiento, certificación y acreditación de los magistrados del Poder Judicial y del
Ministerio Público en todas sus instancias, propiciando su formación ética y jurídica, su
conciencia creadora y la permanente reflexión sobre el rol que les compete asumir al servicio
de la administración de justicia en el proceso de desarrollo del país. Asimismo extiende sus
actividades de capacitación a los auxiliares de justicia.
A fines del año 2000 en el marco del proceso de recuperación democrática del país y en
especial del sistema de justicia, se dio la Ley N° 27367 que desactivó las Comisiones
Ejecutivas del Poder Judicial, reestableciéndose el funcionamiento de los órganos naturales
de gobierno de la Academia de la Magistratura, por lo que en diciembre de este mismo año,
se constituyó el Consejo Directivo, como expresión democrática de su Ley Orgánica.
Teniendo como referente el perfil del magistrado, la Academia de la Magistratura debe fijar
con claridad sus objetivos y el contenido curricular. Del acierto que se tenga en ello,
dependerá en mucho abordar exitosamente los aspectos centrales del proceso de
capacitación de los magistrados. Naturalmente se hizo una encuesta entre algunos jueces,
preguntándoles a su concepto qué debía enseñarse en la Academia.
Todos pidieron cursos de Derecho. Esto fue considerado muy revelador. No, la Academia no
será otra facultad de Derecho, ni doctorado ni maestría.
Para eso están las Universidades. Los tratadistas reconocen en una escuela judicial dos
funciones fundamentales:
Las facultades de Derecho de las universidades del país forman abogados. La currícula de
esas facultades está orientada al conocimiento del Derecho y de la ley.
En el pasado, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, a iniciativa del doctor Mario
Alzamora Valdez, estableció una escuela judicial, pero hace mucho que se desactivó. Países
de América, como Uruguay, Brasil, Colombia, Costa Rica y Estados Unidos ya cuentan con
escuelas judiciales. Chile, Paraguay y Perú ya están preparando la propia.
Naturalmente, cada academia debe adecuarse a su realidad. Habrá que enseñar aquello que
falta y, si hay que suplir algo, es necesario hacer un examen para determinar lo que se debe
hacer. Entonces se comienza por un diagnostico
CAPITULO II: MARCO TEÓRICO
1.- EL MAGISTRADO:
La palabra magistrado designa a aquellos jueces que forman parte de los tribunales de orden
superior en cada país, es decir, tribunales no ordinarios (tribunales superiores de justicia,
constitucionales y otros órganos similares). Hay que tener en cuenta que en la mayoría de
naciones (singularmente las occidentales), el poder judicial es independiente del poder
legislativo y el ejecutivo y para que la independencia de la justicia se mantenga se crean
instituciones con este propósito (en Italia sería el Consejo Superior de la Magistratura, en
Estados Unidos la Corte Suprema y en España el Tribunal Superior de Justicia).
Como norma general, la palabra magistrado designa a aquellos jueces que forman parte de
los tribunales de orden superior en cada país, es decir, tribunales no ordinarios (tribunales
superiores de justicia, constitucionales y otros órganos similares). Hay que tener en cuenta
que en la mayoría de naciones (singularmente las occidentales), el poder judicial es
independiente del poder legislativo y el ejecutivo y para que la independencia de la justicia
se mantenga se crean instituciones con este propósito (en Italia sería el Consejo Superior
de la Magistratura, en Estados Unidos la Corte Suprema y en España el Tribunal Superior
de Justicia).
Los magistrados que forman parte de estos órganos de la justicia tienen competencias
diversas: actúan como tribunales extraordinarios para resolver un recurso de casación, se
pronuncian en relación con controversias legales relacionadas con tribunales de orden
inferior y deciden en última instancia sobre asuntos de interés general.
La Reforma Jurisdiccional no debe concebirse sólo como la optimización del Magistrado del
presente, sino que implica, fundamentalmente, la formación del Magistrado del próximo
milenio. Este enfoque prospectivo es particularmente importante en el contexto de
provisionalidad que atraviesa la magistratura en el ámbito nacional.
Con una personalidad definida, cuya autonomía para la toma de decisiones sea
incuestionable. Dispuesto a conservar su autoridad neutral frente a los intereses en
conflicto.
Honesto, con solidez ética irreprochable, cuya prudencia y honestidad sean bien
conocidas por su trayectoria personal y profesional, de manera que el Magistrado
aumente su autoridad y sea un difusor efectivo de los valores constitucionales.
Eficiente y con espíritu de servicio, capaz de lidiar con altas cargas de trabajo. Experto
en priorizar los casos que merecen mayor atención para su estudio y resolución. Hábil
para administrar eficientemente su tiempo y cumplir las demandas de una fuerte carga
procesal.
Inteligente para facilitar los medios a fin que su potestad jurisdiccional llegue a los
justiciables en forma expedita y oportuna, sin trabas burocráticas ni impedimentos.
Dispuesto a escuchar las críticas que le formulen y rescatar de ellas los elementos que
le permitan mejorar su función.
El Magistrado no debe ser un mero aplicador de la ley, sobre todo, frente a casos difíciles
en los que el sistema legal no ofrece una respuesta inmediata a primera vista. Su
capacidad de interpretación sobre las normas debe incorporar una apreciación respecto
a los valores sociales regulados por la Constitución y las leyes, teniendo a su vez,
conciencia de que su sentencia significa una toma de decisión en el marco de diferentes
opciones interpretativas que el espectro normativo ofrece.
g) Un Magistrado eficiente y con espíritu de servicio, capaz de lidiar con altas cargas
de trabajo, capaz de priorizar los casos que merecen mayor atención para su estudio y
resolución y con la habilidad de administrar eficientemente su tiempo para cumplir con
las demandas de una fuerte carga procesal. Pero, a su vez, como servidor debe facilitar
los medios para que su potestad jurisdiccional llegue a los justiciables en forma expedita
y oportuna, sin trabas burocráticas ni impedimentos; debe estar dispuesto a escuchar las
críticas que se le formulen y a rescatar de ellas los elementos que le permitan mejorar
su función.
Para alcanzar este perfil, el Magistrado debe ser titular de una serie de características que
son condición necesaria, mas no suficientes, de un cumplimiento exitoso de su misión. Al
menos, podemos mencionar las siguientes:
a) Condiciones psicológicas.-
b) Condiciones axiológicas.-
Sentido de Justicia,
Sentido de igualdad,
Sentido de libertad,
Prudencia,
Probidad,
Espíritu de servicio,
Defensa de los derechos fundamentales,
Defensa de los valores constitucionales y
Defensa de la autonomía e independencia de la función jurisdiccional.
c) Condiciones intelectuales.-
Conforme a la Resolución Administrativa del Titular del Pliego del Poder Judicial Nº 333-98-
SE-TP-CME-PJ, del 14 de Agosto de 1998, los cursos de formación de aspirantes se llevan
a cabo en 24 meses. Seis se destinan a la formación general, y es común para los aspirantes
a Jueces y Fiscales. Seis, se destina al dictado de cursos teóricos de especialización, los
cuales se realizan por separado a los aspirantes a Jueces y Fiscales. Finalmente, 12 meses
para la ejecución de prácticas y tutorías.
Segundo Año: Prácticas y Tutorías para aspirantes a Magistrados del Poder Judicial y del
Ministerio Público.
CONTENIDO CURRICULAR
• Derecho Civil
• Derecho Penal
• Derecho Procesal
• Medicina Lega
l • Derecho Financiero
• Derecho de Menores
• Derecho Tributario
• Derecho Comercial
• Derecho Internacional
• Derecho de Aguas
• Derecho de Transporte
• Etica Profesional
• Contabilidad
• Administración Organizacional
• Lógica Jurídica
• Sociología
• Criminología
La superación del tema de la provisionalidad de los Magistrados es, seguramente, el que mayor
atención merece de la AMAG. Es por ello que, en el presente ejercicio presupuestal, se ha
destinado la mayor parte de los recursos a la Formación de Aspirantes al Poder Judicial y al
Ministerio Público; de esta manera, la AMAG en 1999 contará con un promedio de un millar de
alumnos, que estarán en condiciones de postular ante el Consejo Nacional de la Magistratura.
Sin embargo, nuestra preocupación no se agota en la tarea de formar aspirantes, sino que
también venimos desarrollando gestiones al más alto nivel a efectos de reducir los plazos de
formación sin desmedro de la calidad académica. Con esta finalidad se viene procurando la
normatividad que faculte la convalidación del año de prácticas del PROFA, para los aspirantes
que se encuentren desempeñando el cargo de Jueces Suplentes por más de un año.
Con el mismo objeto se ha solicitado a los niveles correspondientes que se designe como Jueces
Suplentes a los aspirantes aprobados en los cursos generales del PROFA.
CONCLUSION :
La Academia de la Magistratura es la institución oficial del Estado peruano, el cual tiene como
finalidad desarrollar un sistema integral y continuo de capacitación, actualización,
perfeccionamiento, certificación y acreditación de los magistrados del Poder Judicial y del
Ministerio Publico en todas sus instancias, propiciando su formación ética y jurídica, su
conciencia creadora y la permanente reflexión sobren el rol que les compete asumir al servicio
de la administración de la justicia en el proceso de desarrollo del país. Asimismo extiende sus
actividades de capacitación a los auxiliares de justicia.
BIbliogracias
http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/libros/csociales/gadministrativa/a_magistratura.htm
http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/libros/csociales/festructurales/academia.htm
http://estudiojuridicodantecervantes.blogspot.pe/
http://www.amag.edu.pe/en/node/18
http://elperuano.pe/noticia-academia-de-magistratura-23-anos-docencia-57828.aspx
http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechoysociedad/article/viewFile/14285/14905
https://docs.peru.justia.com/federales/leyes/26335-jul-20-1994.pdf
http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/libros/csociales/festructurales/academia.htm