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LOS COMIENZOS DE LA REFLEXIÓN TEOLÓGICA EN EL MISTERIO DE

JESUCRISTO
En el nuevo Testamento encontramos todo lo que sabemos sobre la vida de
Jesucristo, es en esos escritos, junto con los primeros testimonios orales y
posteriormente registrados donde podemos centrar toda la reflexión en torno a la
persona de Jesús. Gracias a las primeras comunidades cristianas que fueron
acompañadas por los apóstoles podemos ahora conocer a Jesucristo. Es también
de precisar que estos conocimientos parten desde la experiencia de la fe y los datos
registrados parten desde la resurrección.
Esto también fue posible gracias a la actividad misionera de los apóstoles, vale
resaltar la figura de Pablo como eje central de la evangelización. Los testimonios de
los primeros cristianos fueron puestos por escrito por la necesidad de preservar y
registrar la vida de Cristo. Fundamental fue la tarea de los primeros padres de la
Iglesia que supieron responder a las dudas y herejías que se desarrollaban. Por
mencionar la primera y más conocida herejía encontramos el arrianismo, donde se
afirmaba que Jesús no tenía la misma condición Divina que Dios Padre.
Fue gracias a la fe popular de los primeros cristianos y a la reflexión teológica de
los padres de la iglesia que se pudo mantener la verdadera fe enseñada por los
apóstoles y sobre todo reafirmada en las cartas pastorales de Pablo. Esta
experiencia de la Iglesia donde reflexionaban a la persona viva de Cristo es parte
de la tradición que rescatamos hasta hoy.
No podemos reflexionar sobre la persona de Jesús ni sobre los escritos del nuevo
testamento si no nos remontamos al contexto de estas elaboraciones doctrinales.
En primer lugar destaca el judaísmo. Esta religión influye sobre todo en la misma
persona de Jesús y su entorno. Jesús, María, José y los apóstoles eran judíos, su
concepción sobre Dios y la fe marcaron los primeros textos; además, a inicios del
cristianismo hablamos de comunidades judeocristianas. Los judíos que se
convertían fueron los que impulsaron el crecimiento del cristianismo.
La dificultad más grande que podían encontrar es justamente ver a Jesús como el
Cristo, como le Hijo de Dios. No entendían la Trinidad, para ellos la verdadera fe era
monoteísta. Es claro también que muchos escritos judíos no fueron incluidos en el
canon por no tener claridad o por no resultar de una comunidad con referencia
apostólica. Un tema judío superado por el llamado “primer concilio” fue el de la
circuncisión. Desde ese acontecimiento ya podemos hablar de una apertura hacia
el mundo no judío.
Aparece otra herejía con la doctrina del gnosticismo, esta doctrina afirmaba que se
podía llegar a la salvación solamente por el conocimiento humano, a la propia
autoconciencia. Por este conocimiento llegaban al secreto de todas las cosas. La
influencia de los filósofos como Platón o Aristóteles también influyó en los
comienzos de la reflexión teológicas, con la salvedad que la influencia de estos dos
pensadores perduró hasta la edad media.
También encontramos la herejía del docetismo, ellos mencionan que la materia es
mala y que el cuerpo de Jesús no era real, su cuerpo es solo apariencia. En otras
palabras: la humanidad de Jesús no era verdadera. Es así que aparecen los padres
de la Iglesia para responder teológicamente a las herejías que iban desarrollándose.
Una figura principal es la Ignacio de Antioquía; el insistió que en la misma persona
de Jesús encontramos una doble naturaleza: la humana y la divina, también
defendió la presencia real de la carne y sangre de Cristo en la Eucaristía; responde
a los docetas y a los judaizantes.
La literatura cristiana aparece para responder a dudas y herejías, se quiere enseñar
a los que no son cristianos cuál es la verdad de nuestra fe y sobre todo la verdad
acerca de Jesucristo. Otro padre de la Iglesia es san Justino, él presenta a Jesús
como hijo de Dios y fundador de la Iglesia, su exposición de nuestra fe viene desde
un razonamiento, da muchas definiciones sobre temas teológicos, se dirige a judíos
y a paganos.
En el siglo II encontramos a comunidades cristianas auténticas, que gracias a la
instrucción directa de los apóstoles y a la unidad con sus obispos desarrollaron una
fe sencilla. Las expresiones externas litúrgicas no eran lo esencial, sino su
experiencia de fe que como culmen era la fracción del pan. Ellos si creyeron en
Jesús como verdadero Dios y verdadero hombre. He querido resaltar en esta
recensión la importancia de los apóstoles para mantener la unidad de la fe y la
defensa doctrinal del pueblo de Dios.
Esta unidad no se entendía como uniformidad, esto lo observamos en la discusión
de los apóstoles sobre las normas para los judíos que querían convertirse al
cristianismo y que mencioné en párrafos anteriores. Los apóstoles supieron aceptar
y sacar provecho a la diversidad cultural, Pablo usó su ciudadanía romana y su
formación helénica para hablar de Cristo a diferentes tipos de personas. Somos una
iglesia plural y diversa cuyo núcleo es el Evangelio de Cristo que siempre mostró
apertura a todos, especialmente a los más necesitados.

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