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Pero lo que buscaba criticar ese artículo no era el género discursivo de los artículos
académicos, lo que hubiera sido más que adecuado y digno de celebración. De lo que se
burlaba era del antirrealismo de los posmodernos, de su tendencia a pensar a los individuos
como determinados por su contexto y por el discurso, inmersos en un juego de apariencias
detrás de las cuales no hay ninguna realidad última. Sin embargo, el debate sobre el
realismo y el antirrealismo no recibió mucha atención en ese momento, sino que se ha
vuelto a activar recién en los últimos años.
La escena de la filosofía actual parece dividida en varias ramas, en las que las cuestiones
metafísicas no tienen un lugar preponderante. Una de las corrientes importantes deriva del
pensamiento nietzscheano y posnietzscheano, donde entran las ideas de autores como
Michel Foucault y Gilles Deleuze. Friedrich Nietzsche fue el que declaró la muerte de Dios y
de todas las verdades últimas en filosofía, así como también el carácter ficticio del yo. El
sujeto, para Nietzsche, no es un sustrato que permanece, sino una ficción narrativa que
hace creer que un grupo de estados "pertenece" a un mismo sujeto, es decir, se trata de
una continuidad aparente entre meros fragmentos. Así, los estudios de género o la reflexión
en torno a la animalidad, por ejemplo, buscan encontrar modos de pensar la subjetividad
en una época en que la fragmentariedad y la pluralidad -tan enfatizadas por Nietzsche- se
han vuelto fundamentales. En el marco de la filosofía política se debate en torno a la idea
de comunidad, donde el problema consiste en determinar si es posible pensar comunidades
cuyos integrantes no estén unidos por "lo común", es decir, aquello que los identifica, sino
por la diferencia.
No obstante, un punto en común entre estas dos tradiciones es que muchas veces se vuelve
necesario, para ambas, establecer relaciones con otras disciplinas: así, la filosofía dialoga
con especialistas en arte, psicoanálisis, ciencias sociales, ciencias naturales y otras
disciplinas de las humanidades. En una época signada por la superespecialización, estos
intercambios ofrecen un panorama esperanzador que acaso permita dejar atrás el
aislamiento claustrofóbico que muchos campos de estudio padecen.
En efecto, hacia fines del siglo XVIII las clásicas obras de Immanuel Kant generaron lo que
de allí en adelante se denominaría "giro copernicano" de la filosofía: para conocer el objeto
era necesario analizar el sujeto, ya que era su estructura racional la que determinaba la
presentación de los objetos para nuestro conocimiento. La "filosofía trascendental" trataba
de reflexionar sobre las condiciones de posibilidad de la experiencia, y no de la experiencia
desnuda. El llamado "sujeto trascendental" era precisamente aquella estructura que hacía
posible la experiencia.
En Después de la finitud, Meillassoux hace un recorrido por la filosofía desde Kant y afirma
que la pregunta por la relación entre nosotros y el mundo se convirtió a partir de la
Modernidad en "correlacional". Esta pregunta debía transformarse forzosamente en la
pregunta por el mundo tal como es "para nosotros", bajo la perspectiva de que es imposible
salir del pensamiento y reflexionar acerca del mundo "en sí".
El filósofo escocés David Hume se había preguntado ya en el siglo XVIII si era posible
demostrar que a ciertas causas siempre le seguían los mismos efectos. En otras palabras,
¿de dónde proviene la necesidad de las leyes de la naturaleza? Hume había respondido que
en realidad no había ninguna necesidad, sino que teníamos la costumbre de esperar los
mismos efectos de las mismas causas, dado que la experiencia sólo nos daba información
sobre el pasado y el presente, pero nunca sobre el futuro. Para Meillassoux, en cambio, hay
de hecho una necesidad: la contingencia. Lo que siempre será necesario es el carácter
contingente de las leyes de la naturaleza.
Es en este escenario, para Harman, donde el debate metafísico sobre los objetos debe
resurgir en el contexto de la filosofía continental, cuando el antirrealismo parece haber
obturado las discusiones sobre cuestiones metafísicas. Quizás el actual debate sobre
realismo especulativo y el resurgimiento de la metafísica permita volver a reflexionar acerca
de la tarea filosófica en nuestra era, y así recuperar la esperanza en la filosofía, cuyo
debilitamiento bien supo manifestar Sokal con su gesto irónico.
Fuente
Potente, C. (27.09.2015). ¿En qué están pensando los filósofos? Consultado el
12/09/2017.Recuperado de: http://www.lanacion.com.ar/1830940-en-que-estan-pensando-los-
filosofos