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La voz qi, o espíritu, resumía la presencia del Tao en la pintura. Si un artista tenía qi, todo lo
demás lo conseguía por añadidura; pero si le faltaba qi, no había parecido, adornos, técnica
ni siquiera genio que pudiesen evitar que la obra resultase inanimada. ¿Cómo explicar qué
era qi? Los chinos han escrito exhaustivamente sobre el tema, tratando de definir este
misterio interno que a sus ojos encerraba el secreto del valor artístico.
En la fase ideacional pre-Tang de la historia, Xie He lo definió con la célebre pero difusa
expresión qi-yun sheng-dong (espíritu-resonancia vida-movimiento); en la época en que el
humanismo y la filosofía Song imponían sus dictados sobre el pensamiento, qi era un
concepto aislado en la enumeración que Jing Hao hizo de los «Seis fundamentos»de la
pintura; finalmente, Han Zhuo acabó identificándolo con el Tao al decir que «la pintura opera
con las "fuerzas creadoras" y comparte la misma energía del Tao». En otras palabras, el
espíritu del arte se identificaba con el espíritu del universo. Todo artista, ya sea de oriente o
de occidente, busca la realidad que hay tras la apariencia, pero esa búsqueda se halla teñida
por su enfoque del espíritu y la materia. Hasta qué punto los estudiosos occidentales no han
sabido captar el concepto que encierra qi es algo que puede verse bien en su traducción
como «vitalidad rítmica» .
Li o principios universales
Los chinos, al tratar de explicar la misteriosa realidad del arte, hablaban de li o de los
principios universales que subyacen tras todas las cosas. Dado que el término era similar al
que utilizaban los neoconfucianistas para indicar el funcionamiento del Tao en la esfera
«por encima de la forma» , algunos críticos han asociado el li a las «ideas» griegas.
La nota viva del tipo ideal occidental dependía de la forma orgánica plástica, a la que se
apartaba de la naturaleza por su perfección, en tanto que la vitalidad de las formas chinas
procedía del movimiento rítmico de los contornos de pincel, los cuales, por mor de su
abstracción, sugerían lo no físico. Tanto li como las «ideas»griegas hacían referencia a los
principios universales pero diferían en su punto de aplicación. Un cuchillo se compone de un
mango y una hoja, siendo su función la de cortar. Aunque ambos aspectos eran reconocidos
tanto en oriente como en occidente, los griegos resaltarían el tipo genérico del cuchillo como
una idea integrada por mango y hoja, mientras que los chinos se concentrarían más en la
nota de cortar.
Para los chinos la verdad esencial de un sauce es su grácil balanceo, el li que le confiere la
existencia, y sobre semejante fundamento no se transigía ni siquiera cuando se especulaba
acerca del carácter general del sauce. La noción de li exigía, sin duda, ser fiel a los
principios naturales pero suponía también un ahondamiento en tales principios hasta dar con
el espíritu esencial de la idea.
Como es habitual en el pensamiento chino, una constelación de principios iba asociada a li,
todos ellos referidos a la concepción general. Baste mencionar tres de ellos. Zhang Yenyuan
hablaba de la «idea directriz»(li yi), que aludía, al parecer, a la motivación dominante en la
pintura. Jing Hao introdujo el principio colateral de «percepción»(si), que, significaba la
omisión de todo salvo los fundamentos básicos. Se trataba de un principio selectivo según el
cual la idea era despojada de todas las notas temporales y accidentales y se prescindía de
todos los accesorios descriptivos hasta quedar sólo la desnuda realidad de su esencia. Por
ejemplo, en la famosa pintura Song en que se ve a un monje chan cortando una caña de
bambú con un cuchillo, cada pincelada sugiere la «idea» de cortar. Por último, los chinos nos
hablan de la concepción del artista (yi), esto es, de la transformación de la idea en manos de
un determinado pintor que era el instrumento que la transmitía: «Para expresar una idea o
reproducir un objeto debidamente, debe pensarse mucho en ello hasta que llega a
confundirse con el alma».