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Como seres humanos constituidos por estructuras complejas, es justo y necesario averiguar
cómo nuestro cuerpo es capaz de emitir cada movimiento, cada pensamiento, como razona,
como percibe, como produce, en fin, como funciona. Sabemos que muchas de las
explicaciones y teorías que encontramos, y que nos enseñan desde la óptica de las ciencias
experimentales, son basadas en investigaciones hechas con animales, usualmente ratas de
laboratorio o monos, lo que llega de una u otra manera a dificultar la obtención de teorías
referidas o amparadas por el verdadero objeto en cuestión (el ser humano), y si bien es
cierto, cual ser humano en sus sentidos y completamente sano se prestaría para que lo abran
y de esta manera seguir investigando y construyendo teorías, yo creo que ninguno.
Parece increíble que en tan solo un kilo y medio de materia se albergan cerca de un billón
de conexiones gracias a las cuales somos capaces de recordar, imaginar, crear, y un sinfín
de acciones, es también un Voraz consumidor de energía, el cerebro tan solo representa el
2% del peso de nuestro cuerpo, pero de él parten todas las órdenes que terminan regulando
nuestro organismo. De lo simple a lo complejo. Ha sido objeto de estudio desde tiempo sin
memoriales. Desde tiempos de Platón, que se sepa, se viene debatiendo cuál es el papel
jugado por la educación en nuestra inteligencia. Para el filósofo, de poco servía la
enseñanza a personas que demostraban una capacidad mental limitada. Porque, ya lo
intuían en la Antigüedad, en el cerebro, en ese armazón de poco más de un kilo de peso, se
encuentra la esencia del intelecto.
Mientras los egipcios sacaban el cerebro a sus muertos porque estaban en la creencia de que
no les serviría de nada en el otro mundo, otras culturas creían que el líquido cefalorraquídeo
que baña el cerebro era donde se albergaba el alma. Así lo pensaba el médico griego
Galeno en el siglo II después de Cristo. Los mismos griegos en la Antigüedad no tenían
claro si la mente estaba en el cerebro o en el corazón.
Ramón y Cajal demostró que dicha teoría era errónea al establecer que el sistema nervioso
está formado por células individuales e independientes que se comunican entre sí de
manera unidireccional; los impulsos entran por las dentritas y salen por los axones, nunca al
revés. Esto permitió el estudio de circuitos nerviosos concretos.
Sherrington resaltó la importancia del enlace entre neuronas, al que denominó “sinapsis”;
se trata de pequeños vacíos entre el axones y dentritas.
Adrián determinó que todos los impulsos nerviosos tienen la misma fuerza; no los hay
fuertes y débiles; la neurona codifica la intensidad de la sensación mediante la frecuencia
del disparo de la señal eléctrica. Sólo hay un código eléctrico; la diferencia entre sentir frío
o calor, por ejemplo, está en el sitio del cerebro al que llega el mensaje. Las neuronas se
adaptan; perciben los cambios pero no las situaciones.
Gasser y Erlanger descubrieron que las fibras nerviosas transmiten los impulsos a distintas
velocidades dependiendo del diámetro del nervio. Las hay de tres tipos: el A es el más
grueso y corresponde a las fibras motoras; el C, de las fibras sensoriales, es el más delgado;
el B corresponde al sistema nervioso autónomo.
Cita: Lozano, A. (2009). Estilos de aprendizaje y enseñanza (2ª ed.). Distrito Federal,
México: Trillas
Análisis 2
Parece increíble que en tan solo un kilo y medio de materia se albergan cerca de un billón
de conexiones gracias a las cuales somos capaces de recordar, imaginar, crear, y un sinfín
de acciones, es también un Voraz consumidor de energía, el cerebro tan solo representa el
2% del peso de nuestro cuerpo, pero de él parten todas las órdenes que terminan regulando
nuestro organismo. Mientras los egipcios sacaban el cerebro a sus muertos porque estaban
en la creencia de que no les serviría de nada en el otro mundo, otras culturas creían que el
líquido cefalorraquídeo que baña el cerebro era donde se albergaba el alma. Así lo pensaba
el médico griego Galeno en el siglo II después de Cristo.
Para finales del XIX y principios del XX, Ferrier determinó que la estimulación de la
corteza frontal no produce reacciones; las lesiones de esa zona producen apatía y pérdida de
inteligencia. En el siglo XX se plantea la estructura microscópica del cerebro y se
descubren las neuronas. Éstas tienen prolongaciones largas y cortas que se entrelazan en
una maraña cuya observación propició la creación de la teoría reticular del sistema
nervioso.
Referencia citada: Lozano, A. (2009). Estilos de aprendizaje y enseñanza (2ª ed.). Distrito
Federal, México: Trillas
Análisis 3
Como seres humanos constituidos por estructuras complejas, es justo y necesario averiguar
cómo nuestro cuerpo es capaz de emitir cada movimiento, cada pensamiento, como razona,
como percibe, como produce, en fin, como funciona.
Sabemos que muchas de las explicaciones y teorías que encontramos, y que nos enseñan
desde la óptica de las ciencias experimentales, son basadas en investigaciones hechas con
animales, usualmente ratas de laboratorio o monos, lo que llega de una u otra manera a
dificultar la obtención de teorías referidas o amparadas por el verdadero objeto en cuestión ,
y si bien es cierto, cual ser humano en sus sentidos y completamente sano se prestaría para
que lo abran y de esta manera seguir investigando y construyendo teorías, yo creo que
ninguno.
Desde tiempos de Platón, que se sepa, se viene debatiendo cuál es el papel jugado por la
educación en nuestra inteligencia.
Referencia citada: Lozano, A. (2009). Estilos de aprendizaje y enseñanza (2ª ed.). Distrito
Federal, México: Trillas.