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Análisis 1

Como seres humanos constituidos por estructuras complejas, es justo y necesario averiguar
cómo nuestro cuerpo es capaz de emitir cada movimiento, cada pensamiento, como razona,
como percibe, como produce, en fin, como funciona. Sabemos que muchas de las
explicaciones y teorías que encontramos, y que nos enseñan desde la óptica de las ciencias
experimentales, son basadas en investigaciones hechas con animales, usualmente ratas de
laboratorio o monos, lo que llega de una u otra manera a dificultar la obtención de teorías
referidas o amparadas por el verdadero objeto en cuestión (el ser humano), y si bien es
cierto, cual ser humano en sus sentidos y completamente sano se prestaría para que lo abran
y de esta manera seguir investigando y construyendo teorías, yo creo que ninguno.

Basándome en lo que he leído e investigado, haré referencia a la asombrosa capacidad que


tiene el cerebro humano, en este caso, el cerebro con alguna alteración congénita o
adquirida, para conservar en la medida de lo posible trabajar de la mejor manera, el cerebro
está compuesto por múltiples partes que desempeñan diversas funciones, dentro de las más
importantes o mejor aún, más generales, para no quitarle merito a ninguna, según Lozano
(2009), encontramos específicamente, el cerebro inferior, medio y superior, cada uno
compuesto por otras partes. Sin embargo siento especial curiosidad por la historia y
evolución de este órgano, para ello investigare acerca de las teorías sobre la evolución del
cerebro humano.

Parece increíble que en tan solo un kilo y medio de materia se albergan cerca de un billón
de conexiones gracias a las cuales somos capaces de recordar, imaginar, crear, y un sinfín
de acciones, es también un Voraz consumidor de energía, el cerebro tan solo representa el
2% del peso de nuestro cuerpo, pero de él parten todas las órdenes que terminan regulando
nuestro organismo. De lo simple a lo complejo. Ha sido objeto de estudio desde tiempo sin
memoriales. Desde tiempos de Platón, que se sepa, se viene debatiendo cuál es el papel
jugado por la educación en nuestra inteligencia. Para el filósofo, de poco servía la
enseñanza a personas que demostraban una capacidad mental limitada. Porque, ya lo
intuían en la Antigüedad, en el cerebro, en ese armazón de poco más de un kilo de peso, se
encuentra la esencia del intelecto.

Mientras los egipcios sacaban el cerebro a sus muertos porque estaban en la creencia de que
no les serviría de nada en el otro mundo, otras culturas creían que el líquido cefalorraquídeo
que baña el cerebro era donde se albergaba el alma. Así lo pensaba el médico griego
Galeno en el siglo II después de Cristo. Los mismos griegos en la Antigüedad no tenían
claro si la mente estaba en el cerebro o en el corazón.

En el siglo XVII René Descartes, partidario de la existencia separada de cuerpo y mente,


estaba en la creencia que la segunda se alojaba en la glándula pineal. Si bien la idea dual se
mantiene en nuestros días, dependiendo de creencias religiosas, sabemos que Descartes
estaba en un error ya que esa glándula es la que se encarga de regular la vigilia y el sueño.
Cien años después, Franz Joseph Galle laboró la Teoría de la Frenología, relacionando las
funciones cerebrales y las estructuras externas del cráneo, y que intervienen en el
comportamiento del propietario de cada cerebro. Según algunos cálculos, la historia
evolutiva del cerebro se remonta cinco millones de años atrás, el momento histórico en que
seres humanos y chimpancés separan sus caminos de forma definitiva. Sea como fuere, y
siguiendo el recorrido histórico, el estudio del cerebro y de la inteligencia parte de tiempos
bastante recientes. Fue realmente Charles Darwin quien hizo que la cuestión que tratamos
cobrara pujanza, como con otros asuntos de trascendental importancia. A raíz de “El Origen
de las Especies” se puso sobre la mesa el debate de la evolución y de la selección natural
íntimamente ligada.

En el siglo XIX se empieza a entender la importancia de la corteza cerebral. Se


establecieron dos tendencias: los holistas, que pensaban que la corteza era indiferenciada,
homogénea, y los localizacionistas, que creían que cada facultad está ubicada en un sitio
específico de la corteza.

En el siglo XIX Fritsch y Hitzig demuestran que la estimulación de algunas zonas de un


hemisferio cerebral (corteza motora) produce efectos en el lado opuesto del cuerpo y que
estimulaciones en sitios específicos producen efectos en partes específicas. Triunfo de los
localizacionistas. Para finales del XIX y principios del XX, Ferrier determinó que la
estimulación de la corteza frontal no produce reacciones; las lesiones de esa zona producen
apatía y pérdida de inteligencia.

En el siglo XX se plantea la estructura microscópica del cerebro y se descubren las


neuronas. Éstas tienen prolongaciones largas y cortas que se entrelazan en una maraña cuya
observación propició la creación de la teoría reticular del sistema nervioso, según la cual
los impulsos nerviosos circulan de manera indiferenciada por esa intrincada red de
filamentos.

Ramón y Cajal demostró que dicha teoría era errónea al establecer que el sistema nervioso
está formado por células individuales e independientes que se comunican entre sí de
manera unidireccional; los impulsos entran por las dentritas y salen por los axones, nunca al
revés. Esto permitió el estudio de circuitos nerviosos concretos.

Sherrington resaltó la importancia del enlace entre neuronas, al que denominó “sinapsis”;
se trata de pequeños vacíos entre el axones y dentritas.

Adrián determinó que todos los impulsos nerviosos tienen la misma fuerza; no los hay
fuertes y débiles; la neurona codifica la intensidad de la sensación mediante la frecuencia
del disparo de la señal eléctrica. Sólo hay un código eléctrico; la diferencia entre sentir frío
o calor, por ejemplo, está en el sitio del cerebro al que llega el mensaje. Las neuronas se
adaptan; perciben los cambios pero no las situaciones.

Gasser y Erlanger descubrieron que las fibras nerviosas transmiten los impulsos a distintas
velocidades dependiendo del diámetro del nervio. Las hay de tres tipos: el A es el más
grueso y corresponde a las fibras motoras; el C, de las fibras sensoriales, es el más delgado;
el B corresponde al sistema nervioso autónomo.

Cita: Lozano, A. (2009). Estilos de aprendizaje y enseñanza (2ª ed.). Distrito Federal,
México: Trillas
Análisis 2

Basándome en lo que he leído e investigado, haré referencia a la asombrosa capacidad que


tiene el cerebro humano, en este caso, el cerebro con alguna alteración congénita o
adquirida, para conservar en la medida de lo posible trabajar de la mejor manera, el cerebro
está compuesto por múltiples partes que desempeñan diversas funciones, dentro de las más
importantes o mejor aún, más generales, para no quitarle merito a ninguna, según Lozano
(2009), encontramos específicamente, el cerebro inferior, medio y superior, cada uno
compuesto por otras partes.

Parece increíble que en tan solo un kilo y medio de materia se albergan cerca de un billón
de conexiones gracias a las cuales somos capaces de recordar, imaginar, crear, y un sinfín
de acciones, es también un Voraz consumidor de energía, el cerebro tan solo representa el
2% del peso de nuestro cuerpo, pero de él parten todas las órdenes que terminan regulando
nuestro organismo. Mientras los egipcios sacaban el cerebro a sus muertos porque estaban
en la creencia de que no les serviría de nada en el otro mundo, otras culturas creían que el
líquido cefalorraquídeo que baña el cerebro era donde se albergaba el alma. Así lo pensaba
el médico griego Galeno en el siglo II después de Cristo.

Los mismos griegos en la Antigüedad no tenían claro si la mente estaba en el cerebro o en


el corazón. Si bien la idea dual se mantiene en nuestros días, dependiendo de creencias
religiosas, sabemos que Descartes estaba en un error ya que esa glándula es la que se
encarga de regular la vigilia y el sueño. Cien años después, Franz Joseph Galle laboró la
Teoría de la Frenología, relacionando las funciones cerebrales y las estructuras externas del
cráneo, y que intervienen en el comportamiento del propietario de cada cerebro. Fue
realmente Charles Darwin quien hizo que la cuestión que tratamos cobrara pujanza, como
con otros asuntos de trascendental importancia. A raíz de “El Origen de las Especies” se
puso sobre la mesa el debate de la evolución y de la selección natural íntimamente ligada.
En el siglo XIX se empieza a entender la importancia de la corteza cerebral.

En el siglo XIX Fritsch y Hitzig demuestran que la estimulación de algunas zonas de un


hemisferio cerebral (corteza motora) produce efectos en el lado opuesto del cuerpo y que
estimulaciones en sitios específicos producen efectos en partes específicas.

Para finales del XIX y principios del XX, Ferrier determinó que la estimulación de la
corteza frontal no produce reacciones; las lesiones de esa zona producen apatía y pérdida de
inteligencia. En el siglo XX se plantea la estructura microscópica del cerebro y se
descubren las neuronas. Éstas tienen prolongaciones largas y cortas que se entrelazan en
una maraña cuya observación propició la creación de la teoría reticular del sistema
nervioso.

Referencia citada: Lozano, A. (2009). Estilos de aprendizaje y enseñanza (2ª ed.). Distrito
Federal, México: Trillas
Análisis 3

Como seres humanos constituidos por estructuras complejas, es justo y necesario averiguar
cómo nuestro cuerpo es capaz de emitir cada movimiento, cada pensamiento, como razona,
como percibe, como produce, en fin, como funciona.

Sabemos que muchas de las explicaciones y teorías que encontramos, y que nos enseñan
desde la óptica de las ciencias experimentales, son basadas en investigaciones hechas con
animales, usualmente ratas de laboratorio o monos, lo que llega de una u otra manera a
dificultar la obtención de teorías referidas o amparadas por el verdadero objeto en cuestión ,
y si bien es cierto, cual ser humano en sus sentidos y completamente sano se prestaría para
que lo abran y de esta manera seguir investigando y construyendo teorías, yo creo que
ninguno.

Basándome en lo que he leído e investigado, haré referencia a la asombrosa capacidad que


tiene el cerebro humano, en este caso, el cerebro con alguna alteración congénita o
adquirida, para conservar en la medida de lo posible trabajar de la mejor manera, el cerebro
está compuesto por múltiples partes que desempeñan diversas funciones, dentro de las más
importantes o mejor aún, más generales, para no quitarle merito a ninguna, según Lozano
(2009), encontramos específicamente, el cerebro inferior, medio y superior, cada uno
compuesto por otras partes.

Desde tiempos de Platón, que se sepa, se viene debatiendo cuál es el papel jugado por la
educación en nuestra inteligencia.

Si bien la idea dual se mantiene en nuestros días, dependiendo de creencias religiosas,


sabemos que Descartes estaba en un error ya que esa glándula es la que se encarga de
regular la vigilia y el sueño. Sea como fuere, y siguiendo el recorrido histórico, el estudio
del cerebro y de la inteligencia parte de tiempos bastante recientes.

En el siglo XIX se empieza a entender la importancia de la corteza cerebral. En el siglo


XIX Fritsch y Hitzig demuestran que la estimulación de algunas zonas de un hemisferio
cerebral produce efectos en el lado opuesto del cuerpo y que estimulaciones en sitios
específicos producen efectos en partes específicas.

Referencia citada: Lozano, A. (2009). Estilos de aprendizaje y enseñanza (2ª ed.). Distrito
Federal, México: Trillas.

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