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Hace ya mucho tiempo que los motores de plasma salieron de las páginas de la ciencia ficción
para meterse en los laboratorios. El problema es que llevan décadas sin conseguir salir de allí.
Ahora estamos siendo testigos de un nuevo avance que promete meterlos, por fin, en los
aviones.
Y, aunque aún es pronto, tiene muy buena pinta.
Los reactores tradicionales son máquinas fascinantes. Utilizan una combinación de
aire y combustible: al producirse la combustión, el aire caliente se expande y sale por la parte
de atrás empujando el motor hacia delante.
En el fondo, la idea que sostiene su funcionamiento es muy sencilla, pero (como podéis ver en
el vídeo) hemos conseguido cosas increíbles con ellos. Lo que pasa es que, sencillamente, los
motores de plasma, son mejores.
Un motor de este tipo
utiliza la energía para generar campos electromagnéticos y convertir el gas en plasma (el
cuarto estado de la materia). Y de esta forma, plasma mediante, emplean el motor para
propulsar la aeronave.
Suena bien, pero poco más. La idea ha estado ahí durante décadas, pero no hemos sido
capaces de crear modelos que nos permitieran usarlos dentro de la atmósfera. En los últimos
años, si hemos conseguido hablar de algo, ha sido de motores de plasma en exploración
espacial.
Pero eso puede estar a punto de cambiar, según han publicado en el Journal of Physics
Conference Series, un equipo de la Universidad Técnica de Berlín, dirigido por Berkant Göksel,
ha conseguido un motor de plasma que pueda trabajar en la atmósfera.
De hecho, como explicaba el propio Göksel a New Scientist, "somos los primeros en producir
chorros de plasma rápidos y potentes a nivel de suelo". Chorros que puede alcanzar una
velocidad de hasta 20 kilómetros por segundo.
La idea es desarrollar motores que puedan operar a nivel de suelo, sí; pero, sobre todo, a más
de 30 kilómetros de altitud donde los reactores normales no acaban de funcionar. Es decir,
estos motores de plasma podrían conectar las aeronaves normales y los transportes
aeroespaciales.
¿Cómo funciona?
El mecanismo usa una sucesión rapidísima de descargas eléctricas muy cortas (de
nanosegundos de duración). Se trata de la idea de los motores de combustión de detonación
por pulsos pero llevados al mundo del plasma. Lo mejor de esta técnica es que reduce los
recursos necesarios de forma muy significativa.
No obstante, aún hay varios problemas a resolver. Algunos, como el
tamaño de los reactores (que son muy pequeños), tienen "fácil" solución. El equipo calcula que
con pocos centenares de minireactores de este tipo se podría mover un avión pequeño sin
problema. Aunque, reconocen, es posible que nos obligaran a repensar el diseño de las
aeronaves actuales.
El problema principal de este tipo de motores, sin lugar a dudas, es la batería. Las cantidades
de energía necesarias para ponerlos en marcha son descomunales. Tanto que el equipo de
Göksel espera que se dé un avance en los reactores de fusión para hacerlos más pequeños y
eficientes; y, así, poder usarlos dentro de una aeronave.
En definitiva, aún estamos lejos de ver aviones impulsados por reactores de plasma: pero no
tan lejos como podríamos creer. Es más, mucho más cerca que hace solo unos meses. Este tipo
de avances permiten que soñemos con toda una revolución aeroespacial que integre el aire y
el espacio y que cambie, para siempre, la forma que tenemos de volar.