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Índice.
Contenido
Índice. .................................................................................................................................................. 1
Introducción. ....................................................................................................................................... 2
Sexualidad adolescente y adulta. ........................................................................................................ 3
Adolescencia. .................................................................................................................................. 3
Noviazgo. ......................................................................................................................................... 4
Hacer el amor .................................................................................................................................. 7
Educación familiar. .......................................................................................................................... 8
Educación de la castidad. ................................................................................................................ 9
Pudor. ............................................................................................................................................ 10
Matrimonio. .................................................................................................................................. 11
Sexualidad responsable................................................................................................................. 12
Placer sexual en parábola. ............................................................................................................ 13
Conclusión. ........................................................................................................................................ 14
Introducción.
El presente trabajo pretende ser una catequesis sobre sexualidad, tanto para jóvenes
como para adultos.
autónoma, deja de actuar como un niño y asume un tipo de personalidad concreta entre las
muchas opciones que se le presentan, en esto comienza a experimentar una crisis de
identidad, favorable para la constitución de la misma.
Noviazgo.
Es muy probable que en esta etapa aparezca el noviazgo. Ante esto es importante
que los padres reaccionen a, y para ello deben saber cómo hacerlo, de qué manera encarar
la situación, que medidas tomar y que cosas evitar porque muchas veces los equivocados
son los padres y no los enamorados. La elección del novio/a es una tarea personal y
profunda y es un error la intervención violenta y autoritaria por parte de los padres,
ciertamente no es malo planear cual sería la persona ideal para cada hijo o mirar a una
persona deseando que sea esa la persona que este al lado de su hijo, pero hay que ser
flexibles y aceptar que la realidad puede ser muy distinta. Deben tener en cuenta los padres
que muchos noviazgos se dan de manera provisoria y a veces la presión de los padres los
hacen durar más de la cuenta, deben saber también que en vez de gastar energías intentando
boicotear un noviazgo, es mejor buscar la forma de mostrarle al hijo como es el verdadero
amor, permitirle que comparta su noviazgo dentro de la familia, esto le permitirá ver cómo
se lleva con su pretendiente y con la familia a la vez, evaluar los resultados, para esto deben
saber que el fin del noviazgo es ser una escuela para el amor, si esto ocurre, el hijo se
llevara cada vez mejor con la familia y su pareja misma, si están más alegres hay que estar
tranquilos, pero hay que estar alertas cuando las cosas suceden de manera contraria hay que
estar atentos y ver la manera de abrirle los ojos, esto debe ser de manera prudente y
objetiva. Es indispensable siempre decir lo que se piensa poniendo la mirada en ellos y no
en uno mismo, no ser agresivo ni cerrado, ser acogedor y compartir con ellos, saber que la
decisión final es del hijo y confiar: los papas siempre han estado cerca de sus hijos que los
conocen y que han hecho lo posible por enseñarles a usar su libertad, tienen que estar
tranquilos.
Reservaran para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del
amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad” (párrafo 2351)
Que el noviazgo es una etapa para conocer a la otra persona, descubrirse iguale en
dignidad, diferentes por ser complementarios y recíprocos al mismo tiempo, es un
tiempo para verificar si hay o no un proyecto común de vida, aquí no se trata de
encontrar la “media naranja”, ya que no existen dos personas iguales, se trata de
verificar si el otro tiene al menos en algunos puntos algo en común a mi perspectiva
de vida, porque él puede ser ateo y ella súper practicante, pero ambos se inclinan
por el sí a la vida, tal vez desde diversas posturas, ambos pueden practicar la
solidaridad y el respeto, y aquí teneos un “el uno para el otro”, pero no una “media
naranja”; otro caso podría ser que él este deseoso de comprometerse, tener hijo y
demás, mientras que ella por algún tipo de ideología impuesta se cierre al valor de la
vida, le fastidien los niños, y se oponga totalmente a gestar un hijo en su vientre,
algo así es evidente que está destinado al fracaso. Hay que ver si sería posible pasar
toda la vida con esa persona.
El noviazgo es un momento para poner en practica la formación familiar que
recibieron, para ejercitar las virtudes humanas
El noviazgo es algo seria, debería ser la preparación adecuada para el matrimonio.
El momento para fundar los cimientos que sostendrán el futuro matrimonial.
Es necesario advertirles sobre los riesgos de las relaciones sexuales
prematrimoniales:
Impiden el autodominio de los impulsos, indispensable para vivir una
sexualidad sana en el matrimonio, esperando a la mujer que posee otros
ritmos de excitación.
No ayuda a practicar la abstinencia, y en caso de viajes o enfermedad, se
corre el riesgo de la infidelidad. La abstinencia desarrolla la capacidad de
demostrar el amor en sus formas, este es el método anticonceptivos más
eficaz.
Ahogan otras áreas de conocimiento de los novios, centrándose solo en lo
físico.
Embarazos no buscados, donde se corre el riego de abandono por parte del
novio, jugando así con la vida de una tercera persona, lo cual no tenemos
derecho.
Para poder vivir una paternidad responsable, regulando los embarazos según
los siclos fértiles de la mujer, lo cual supone vivir plenamente el matrimonio
en sus fines unitivos y procreativos
Por otra parte la espera da seguridad también a los padres, y libertad a los novios, ya
que las relaciones prematrimoniales crean tenciones familiares, atan y condicionan a los
novios, por la fuerte capacidad unitiva que tienen las relaciones sexuales, esto hace que
lleguen al matrimonio sin libertad, y que después de un tiempo se den cuenta de que no son
“el uno para el otro”, lo cual desemboca en el divorcio.
Podre darle a mi futuro esposo/a, un tesoro nunca nadie tendrá, la castidad, y con
ella mi dignidad, mi persona, mi cuerpo que busca ser uno con el tuyo.
No tendré el trauma que sufren muchos por haberse acostado con diferentes
personas.
He adquirido una enorme cantidad de respeto por mí mismo/a.
He aprendido a contenerme, no soy esclavo de mis impulsos.
No hay que ver a la espera como algo anticuado, y esto es necesario transmitirlo a la
juventud. Vale la pena esperar, el noviazgo es un tiempo para conocerse, compartiendo lo
cotidiano, amarse a modo de novios, hacer el amor a modo de novios.
Hacer el amor
Según Max Scheler el amor es un acto objetivo perfecto, porque en él salimos
completamente de nuestros intereses.
Esta expresión “hacer el amor” es muy bella, pero, según mi punto de vista, no
debería reducirse solo al acto sexual, pues podríamos decir que hacer el amor es amar, y no
solo los adultos o esposos aman, el amor es la vocación fundamental e innata de todo ser
humano, también un niño, y este puede hacer el amor (amar) cuando está aprendiendo a
caminar, cuando dice sus primeras palabras, cuando abraza a su mama y le dice te quiero,
también un sacerdote puede hacer el amor (amar) cuando celebra la misa, cuando confiesa,
cuando bautiza, cuando da una unción, cuando une a dos personas en matrimonio, cuando
abraza a un pobre o enfermo, también puede hacerlo un hijo cuando le hace bromas a sus
padres, cuando se enoja con sus padres, cuando entra en confianza con sus padres, también
un anciano cuando cocina lo mejor que le sale para agasajar a sus hijos y a sus nietos,
cuando le cuenta historias a sus nietos, y estos a su vez pueden cuando los escuchan con
interés, cuando una mujer soltera decide gestar a su hijo, aunque no tenga un padre que lo
reconozca, el simple hecho de decirle si a la vida es un grandísimo acto de amor. De la
misma manera los novios, sin recurrir al acto sexual pueden hacer el amor, cuando
comparten estudios, trabajo, familia, fe, cuando se besan como novios, estableciendo
limites que permitan vivir la castidad, cuando lloran juntos, cuando se ríen juntos, cuando
se pelean con o sin causa, ya que lo difícil ayuda a crecer en un amor maduro, y en amor
solo se puede crecer amando, cuando dialogan para solucionar sus problemas. El dialogo es
clave de una buena relación de novios, ayuda a descubrir las semejanzas y diferencias, lleva
a conocer los tiempos de cada uno y a confiar, y a amar al otro tal como es, sin
comunicación no se puede construir un “nosotros”, su ausencia genera grietas difíciles de
reparar, de apoco se desmorona la relación.
Que mejor manera de practicar el amor que vivir un noviazgo en Cristo, con la fe
puesta en Él se podrá atravesar momentos difíciles, de crisis y demás dificultades, que en
un futuro harán más fuerte la unión matrimonial.
Educación familiar.
Antes que a la escuela y a la iglesia es a los padres a quien corresponde la tarea de
educar a sus hijos, es más se dice que la primera escuela y la primera catequista es la
familia. En esta tarea los padres deben invertir grandes cantidades de paciencia, afecto,
simpatía, ejemplo y ayuda. Deben esforzarse por conocer a sus hijos con la inteligencia del
corazón, día a día, dentro de cada etapa de desarrollo, especialmente en la adolescencia.
Hay que prestar atención en el modo de exigir y hacer que obedezcan, en las cosas que se le
exijan y de cuando y como lo hará, en el modo de escucharlos y de conocer sus razones, y
dar buenos fundamentos de los sí y los no.
Durante el periodo crítico que trascurren los adolescentes, para conocerlos bien, es
necesario que los padres dediquen tiempo a observarlos, por separado, para luego compartir
lo que cada uno noto en el hijo, además es necesario:
También deben saber que existen modos de decir las cosas, que pueden favorecer la buena
relación con los hijos, así el dialogo debe ser:
Amable, sin herir, sin ironías, optimista y animante, con una visión positiva de las
cosas.
Nada de sermones interminables y antipáticos.
Oportuno, teniendo en cuenta las circunstancias de lugar y tiempo, no corregir
cuando se está enojado, o lo está él, para evitar decir cosas de las cuales luego haya
que arrepentirse.
Coherente, es decir, no corregir hoy si y mañana no, pues no lo entenderá y le
faltara una certeza educativa, de la cual tiene necesidad.
Respetuoso, para no contradecir al otro conyugue, y menos cuando este no se
encuentra presente.
Educación de la castidad.
Gracias al don de la inteligencia y voluntad, las personas tienen la capacidad
de postergar la satisfacción de sus impulsos, esta capacidad deberá ser cultivada y educada.
El trabajo de la educación sexual en los hijos resultara menos arduo en tanto los
mismos adolescentes hayan cultivado, gracias a los padres, la capacidad de postergar sus
impulsos.
Los adultos deben estar bien informados, y para que esa información sea útil, debe
ser verdadera y completa. Por ejemplo: al distribuir información sobre anticonceptivos, se
debe dar cuenta también de las deficiencias que pueden generar en la salud, y del porcentaje
de su efectividad. La información que realmente sirve es la que promueve conductas y
posturas de vida responsable y sana, estos son los valores, que más que aprenderlos en
sermones se aprenden por testimonio, ser sexólogos no es la cuestión, simplemente es
transmitir valores, sostener límites, fomentar el esfuerzo, contagiar la alegría, sobre la base
de afecto y el cariño. El rol de los padres en esto es muy importante, deben ser ellos los que
primero hablen de estas cuestiones con sus hijos, porque otros pueden ocupar este lugar de
una manera muy dañina, siendo que este tema está plagado de cuestiones mal encaradas,
que se encuentran generalmente en los ambientes en donde el adolescente se recrea, y en
los medios de comunicación, donde sabemos que el mercado de la pornografía, altamente
destructiva, está a un clic de ser consumida, y distorsionar la verdadera imagen de la
entrega sexual, también la TV puede distorsionar la verdadera imagen que deberían tener
los jóvenes con respecto al amor, y así podemos encontrar una novela titulada “dulce
amor”, donde evidentemente una persona instruida mínimamente en el tema, puede darse
cuenta de la falsedad de estos espacios televisivos, porque en primer lugar no promueven la
dulzura del amor, y en segundo lugar tampoco promueven el amor, pues sus escenas tratan
sobre mujeres de la alta sociedad casadas con empresarios exitosos, pero a la ves deseosas
de pasar una noche con el jardinero o el chofer, y a la vez el empresario deseoso de
Pudor.
Es uno de los elementos que hacen a la castidad. No es un mero ocultamiento del
cuerpo, es la tendencia a no querer exteriorizar lo que debe permanecer en la intimidad de
la persona y el matrimonio. En algunas ocasiones podría darse este fenómeno por
vergüenza, pero no debe ser confundido con esta. El pudor es una muestra de la existencia y
el valor de la interioridad e intimidad de la persona. El pudor sexual, es el pudor del cuerpo
respecto de las partes y órganos que determinan el sexo, estos órganos tienden a ser
ocultados a los ojos de los demás, particularmente a las personas del sexo opuesto, en
efecto la mirada del otro puede invadir o expropiar la intimidad sexual, ya que el cuerpo es
lo más visible de la persona. Para evitar que el otro confunda lo que ve con lo que soy, nace
este movimiento que tiende a cubrir las partes del cuerpo que caracterizan a la persona
como hombre o mujer. Lo que busca el pudor es que el otro vea a la persona como una
persona sexuada y no como un cuerpo sexuado. El pudor sexual se manifiesta también en la
tendencia a ocultar a la mirada de terceros las manifestaciones del amor entre el hombre y
la mujer, en particular su unión sexual, a fin de proteger el valor del amor. La vida sexual
exige cierta discreción.
Una persona pudorosa no es una persona que se escandaliza por todo, híper
escrupulosa, moralista, tímida, sino que es respetuosa, honesta y discreta en acciones y
palabras.
Matrimonio.
Nos dice el catecismo que Dios es amor. Creando a la humanidad a su imagen y
semejanza, inscribe en el hombre y la mujer una vocación, y la capacidad y la
responsabilidad del amor y de la comunión, para llevar a la plenitud dicha vocación. Enseña
también el catecismo que “cada uno de los dos sexos es, con una dignidad igual, aunque
de maneras distintas, imagen del poder y la ternura de Dios. La unión del hombre y de la
mujer en el matrimonio es una manera de imitar en la carne la generosidad y la
fecundidad del Creador” (párrafo 2335).
Es en el matrimonio donde el amor puede dejarse ver de manera más clara, es este el
momento propicio para las relaciones sexuales, que son expresión del amor de un hombre y
una mujer, de la donación, es aquí cuando se abandonan los propios intereses, el otro ya no
es un bien para sí, sino que se le desea el bien hacia ese otro; los dos se dan definitiva y
totalmente, ya no son dos, ahora forman una sola carne. Esta donación es propia solamente
de las personas, que no buscan tener relaciones sexuales por un mero instinto, sino por
amor, por voluntad, en la intimidad, para fortalecer los lasos y no por una etapa de celo,
típica de animales, o por una mera subsistencia de la especie. La donación conyugal se da a
través de tres características esenciales de la persona: el cuerpo físico, la unidad del cuerpo
vivo, y el yo y el alma. La intimidad corporal de los esposos es un signo y garantía de la
comunión espiritual de ellos. Los actos sexuales de los esposos son honestos y dignos,
cuando ambos consientes en ello, realizados de manera verdaderamente humana, fomentan
y afianzan la reciprocidad de la donación. Dice Pio XII que “el Creador estableció que en
esta función los esposos experimentase un placer y una satisfacción del cuerpo y el
espíritu”. El mismo creador doto de la capacidad de excitación y goce sexual al hombre y a
la mujer, es por tanto el sexo conyugal una forma de alabar a Dios, porque en él se expresa
el amor, el sexo intensifica el amor conyugal, y hasta el mismo amor se hace una realidad
distinta de los conyugues en el momento en que el espermatozoide se introduce en el ovulo
para gestar una nueva vida, y he aquí que se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de
los esposos y la transmisión de la vida. El amor conyugal tiende a ser fecundo, ya que un
hijo brota del corazón mismo de ese don reciproco, del que es fruto y cumplimiento.
Aquí es necesario abrir un paréntesis para expresar un punto de vista. Decimos que
un hijo es fruto de la unión sexual de un matrimonio, es decir, es fruto del amor, ahora bien,
sabemos que no todos los niños vienen al mundo por una relación matrimonial,
especialmente en estos tiempos en que las relaciones sexuales se tienen fuera del
matrimonio y a temprana edad, que podemos decir de una noche de mera satisfacción de los
impulsos de dos personas que ni siquiera están en compromiso, muchos de estos casos
terminan en embarazos accidentales, es evidente que esta relación sexual no surge del
amor, pero no por eso podemos decir que ese niño que va a nacer no es fruto del amor, pues
la madre, con todas las ofertas e ideologías abortistas que se nos imponen, podría optar por
el aborto, y aun así, sin un hombre que la acompañe, ha optado por la maravillosa
responsabilidad de gestar a su hijo, y este si a la vida no puede surgir más que del amor de
una mujer, aunque no lo percibamos, este acto de amor esta influyendo en los nueve meses
de gestación.
Sexualidad responsable.
El amor no es solo una tendencia humana, sino y por sobre todo una unión entre dos
personas, es una síntesis inter-personal de gustos, deseos y benevolencia. Consiste en el
don de la persona, esa es su esencia, donar el propio yo. La plenitud de esta donación es el
matrimonio. Tanto el hombre como la mujer tienen formas distintas de donarse
recíprocamente, en el caso del hombre la donación se lleva a cabo dando, y en la mujer se
lleva acogiendo.
Hay un abismo enorme entre una relación sexual y una mera penetración. La
relación sexual surge a partir de dos que se aman y que se han conocido lo suficiente como
para encarar una práctica tan enriquecedora, surge de un encuentro de respeto, donde
priman los sentimientos y expresiones corporales exclusivas para ese/a que se ama, surge
de una noche de felicidad matrimonial, del deseo de darle lo que uno es a la otra persona,
de dejar parte de uno en esa persona, surge de caricias sensuales, pero profundamente
amorosas entre el marido y la esposa, de palabras que se convierten en poesías que pueden
endulzar el corazón y despertar los más profundos deseos de donación, que trasciende lo
físico, surge del consenso de ambos, del respeto, surge de haber recorrido juntos un camino,
que comenzó en el noviazgo, con seriedad y responsabilidad, la relación sexual tiene su
origen en el amor, el cual planifica a las personas. En cambio la mera penetración surge del
egoísmo, de la ceguera, de la imposibilidad, por falta de educación, de dominar los
impulsos, surge de una falta de respeto hacia el otro y hacia uno mismo, de un impulso
descontrolado de una noche, de la fugacidad viene y a la fugacidad va, surge de personas
que no encuentran su lugar en el mundo, por eso migran de una persona a otra buscando lo
que nunca le hará feliz, surge de personas que no tienen objetivos claros, surge de las
presiones sociales y culturales, de la falta de formación, de la obligación, esta práctica solo
deja vacíos, chatarras sentimentales, las cuales son difíciles de limpiar; hay que estar
atentos porque de esto no está exento el matrimonio, es necesario que prime el respeto y la
espera, ya que hay días en los que no se está de ánimo, sea por el trabajo, la rutina, o el
propio periodo de la mujer.
El sexo es una de las mejores capacidades del hombre, solo que este es sumamente
enriquecedor cuando se lo tiene “como se debe”, sin medios artificiales para evitar la
responsabilidad, “cuando se debe”, en el matrimonio, de lo contrario se pasa de cuerpo en
cuerpo dejando en cada uno una parte de si, “con quien se debe”, con la persona amada, esa
de la que se está seguro que va a compartir la vida solo y exclusivamente con uno.
Conclusión.
Concluimos afirmando que el adolescente, por las características propias de su edad,
no está preparado para un acto del calibre de acto sexual, en efecto este todavía no ha
madurado lo suficiente, no ha desarrollado lo suficiente su personalidad, además de que las
relaciones sexuales tienen el fin de afianzar el matrimonio, compromiso que el adolescente
todavía a no ha afrontado, ni está apto para afrontar, como así también tiene la finalidad de
generar vida, responsabilidad para la cual el adolescente tampoco está preparado.
Es importante que los padres sean los educadores primarios de su hijo, porque fuera
de la familia, en materia de sexualidad todo esta distorsionado, es necesario que ellos se
echen al hombro esta semejante responsabilidad, si quieren ver a sus hijos felices, porque
la sexualidad es una riqueza que debe ser bien cuidada, bien administrada, bien valorada,
para poder explotarla cuando se deba, con quien se deba, y como se deba.