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“La política de los grandes números” de

Alain Desrosiéres: una historia y


sociología de la Estadística (1ª parte)
Publicado por Javier Segura del Pozo el 29 junio, 2007
Comentarios (12)
¿Qué relación tiene la estadística con la política? ¿Con la unidad de
un país? ¿Con el sistema de voto de los jurados? ¿Con los cupos
inmigratorios en EE.UU.? ¿Con las acciones criminales del nazismo?
¿Con el estado de bienestar social? ¿Con renombrar al pobre como
“desempleado”? ¿Con el certificado de defunción y la Clasificación
Internacional de Enfermedades? ¿Con el Movimiento de la Salud
Pública inglés del XIX?

El libro de Alain Desrosiéres “La política de los grandes números”,


que tiene el subtitulo de “historia de la razón estadística” (editorial
Melusina), nos aclarará estas preguntas, introduciéndonos de forma
amena y documentada en la historia y sociología de la estadística y
posibilitándonos contextualizar las herramientas estadísticas que nos
son familiares, pero que son enseñadas y usadas frecuentemente de
una forma alienada.
La estadística contextualizada

En nuestro mundo de la Salud Pública, espacio fronterizo sometido a la eterna


tensión entre “lo técnico” y “lo político”, la estadística aparece a veces
como el paradigma de “lo técnico”. Como un objeto frío alejado de “lo
subjetivo”, las opiniones o valoraciones, e inmune a las dudas y al “depende”.
Todo se podría relativizar y contextualizar, excepto los indiscutibles datos e
indicadores estadísticos. Éstos serian objetos sólidos, universales, ajenos al
vaivén de la geografía y la historia. Son los instrumentos con los que hemos
sido capaces de aprehender un mundo real externo a nosotros. Realidad
“física”, que existe independientemente del observador y no modificable por
su subjetivdad.

En las escuelas de salud pública, en las facultades de medicina o enfermería, se


nos introduce a este nuevo lenguaje de una forma peculiar. Se nos enseña su
gramática, su ortografía, su vocabulario, pero no se nos cuenta nada sobre el
país y la cultura a la que pertenece esta lengua. Sobre la circunstancia histórica
en que fue apareciendo cada palabra o cada recurso gramatical. Sobre la
pragmática que dio lugar a esta gramática y semántica. ¿Cuáles fueron los
inventores de este lenguaje? ¿Qué necesidad cubrieron para inventar este
lenguaje? ¿Qué cosas necesitaban ser nombradas? ¿Por qué se eligieron estos
significantes y no otros?

Se nos introduce en las pruebas de hipótesis, en la interpretación de


estadísticos como la p, la Chi-cuadrado o la OR, como si aprendiésemos inglés o
francés, desligados de la cultura inglesa o francesa. A veces aparecen nombres
propios: Student, Fisher, Poisson, Gauss, Kolmogorov, Galton, Pearson,
Quetelet e intuimos que hay personas detrás de estos indicadores. ¿Han sido
construidos por seres humanos? ¿O estos solos han sido los que recibieron la
inspiración divina de una verdad persistente, cual Moisés y las tablas de la Ley?
Raras veces se nos incita a dudar de si este lenguaje es un constructo social y
por lo tanto sometido a los vaivenes de la historia. O si, por el contrario, es un
instrumento técnico de descodificación universal de la realidad.

Raras veces, somos capaces de encontrar el hilo conductor entre estos


nombres. ¿Quiénes de ellos pertenecían a la misma época? ¿Quiénes se
conocían? ¿Quiénes eran aliados y quienes rivales? ¿Como vivían? ¿Qué
curiosidades tenían y cómo estaban ligadas con sus condiciones de vida?

La estadística aparece como el núcleo científico duro de la


epidemiología. Para ser buen epidemiólogo habría que controlar bien la
estadística. El epidemiólogo que no maneja el lenguaje de la estadística es un
epidemiólogo de segunda categoría. Y manejar la estadística es manejar las
matemáticas. Los epidemiólogos de mente matemática (“mathematical-
minded”, como dicen los anglos) serian los potenciales triunfadores. De hecho,
se asimila con frecuencia el método epidemiológico al método estadístico.

Por ello, me ha resultado enormemente refrescante poder leer el libro “La


política de los grandes números” de Alain Desrosiéres, que os recomiendo a
los que no lo conozcáis: Una historia y sociología de la estadística. Es
decir, desmonta la imagen antes mencionada de la estadística como un objeto
“real” ajeno a la historia y a la sociedad. Contextualiza este lenguaje. ¡Y de qué
forma!

Revisando prejuicios sobre la estadística

El libro nos permite revisar algunos conceptos e ideas profundamente


enraizados en nuestro mundo de Salud Pública cómo:
 La estadística está y debe estar separada de la política
 La estadística aporta verdades universales
 La estadística aporta verdades inmutables con el tiempo
 La estadística esta dentro del universo de los estudios y no de la
acción
 La estadística es sinónimo de matemáticas y no tiene que ver con las
ciencias sociales
 La estadística como ayuda a las decisiones individuales (clínicas) o
como ayuda a las decisiones colectivas (políticas).
La estadística y el Estado

Si queríamos alejar la estadística de la política, resulta que no hay nada más


político que la estadística. Su misma etimología, está construida sobre el
concepto de estado (viene de la palabra alemana “Statistik”, que significa
“sobre el estado”). Nace por la necesidad del estado de medir, de contar, por
ejemplo, el número de potenciales soldados o las riquezas sobre las que puede
obtener impuestos. Y cada estado tenía diferentes maneras de contar.
Diferentes maneras de ordenar los datos.

Los estados como origen de la estadistica

La creación de las oficinas o institutos de estadística ha ido paralelo a la


creación de los estados modernos, desde finales del siglo XVIII hasta nuestros
días. A este respecto, recuerdo la importancia que ha tenido y sigue teniendo
la Agencia Central de Estadística de Palestina (PCBS, siglas en inglés) en el
intento de consolidación de un estado palestino. Y cómo fue uno de los
objetivos militares israelitas prioritarios en los ataques a las instalaciones de la
Autoridad Palestina en Cisjordania. El estado de Israel era consciente de que
las estadísticas producidas sobre población, indicadores económicos, vitales,
de salud, pueden ayudar a dar luz a ciertos elementos del conflicto y hacerlos
más fácilmente objeto de debates públicos, en losque Israel no suele
salir muy favorecido. Su “hermana”, la oficina israelita de estadística (ICBS)
cumple la misma función consolidadora respecto al Estado de Israel.

También en España, la constitución de nuevas realidades administrativas y


estatales, cómo las comunidades autónomas, fueron seguidas de la
constitución y fortalecimiento de los institutos regionales de estadística,
que proporcionan a los gobiernos autonómicos, “las cuentas” y “medidas”
requeridas para sintetizar y comprender su territorio y su población. Para
enseñar al príncipe a conocer mejor sus dominios, aunque en este caso el
príncipe se llame Presidente o Consejero. Para dotar de un lenguaje (mediante
porcentajes y cifras) a sus parlamentarios regionales, para justificar la
promulgación de nuevas leyes, para vanagloriarse del impacto de las políticas
aplicadas, para compararse entre CCAA, para solicitar más fondos al estado,
etc..

Discutir lo indiscutible para actuar

A través de Desrosieres volvemos a introducirnos en los debates científicos


entre positivistas y “relativistas”. Entre los que creen que los objetos
medidos existen realmente y los que creen que solo son una convención que
puede ser discutida.

La estadística posibilitaría construir un lenguaje estable para nombrar


nuestro “paisaje”. Sintetizarlo en indicadores, figuras indiscutibles, aceptadas
por diferentes interlocutores. Pero, con un objetivo: discutir sobre esta
“realidad”; y un fin: tomar acciones para transformarla. La estadística nos
permitiría así discutir lo indiscutible. Pensar al mismo tiempo que los
objetos medidos existen realmente (o mejor dicho, hacer “cómo si” existieran
realmente) y que se trata tan solo de una convención. A partir de este lenguaje
convenido, podemos barajar las diferentes opciones de acción.

“La racionalidad de una decisión, ya sea individual o colectiva, está vinculada


con su capacidad de apoyarse en cosas dotadas de sentido estable que
permiten establecer comparaciones y equivalencias.”

La polisemia de la palabra “medidas”. Medida para suscitar


un acuerdo.

El vínculo de la estadística con el debate y la acción, también se visualiza si


pensamos en el doble significado que tiene la palabra medida: como
descripción de la realidad y como acto de intervención sobre la realidad. La
estadística permitiría fijar esa realidad, mediante indicadores, “estadísticos”
(medidas), lo que a su vez permitiría un debate y un acuerdo para “tomar
medidas”, para actuar. Los personajes, los profesionales, protagonistas en la
historia de la estadística operan con estas “medidas: el juez resuelve con
medidas, el astrónomo y el geómetra optimizan sus medidas y el prefecto
aplica las medidas de sus ministros. Las medidas se perciben como destinadas
a suscitar el acuerdo entre litigantes, eruditos o ciudadanos.
La polisemia del termino “evidencia científica”
Este juego de palabras nos recuerda a otro, muy relacionado con el anterior: el
uso simplista que en castellano y en el universo concreto de LA MEDICINA
BASADA EN LA EVIDENCIA (MBE), se hace del término “evidence”,
dotado también de una curiosa polisemia.

A través de la MBE, no solo se establece un criterio de validez de la


producción científica en medicina y epidemiología, por el cual solo los
trabajos y conclusiones obtenidas bajo determinadas condiciones
(generalmente ensayos clínicos) y premisas y expresadas en el lenguaje
estadístico, pueden considerarse evidencias, sino que éstas pasan a consolidarse
como verdades bendecidas.

A la simplificación inherente al propio modelo, se añade en castellano la que


resulta de traducir “evidence” como “la evidencia”, la única e incontestable.
Nos remite mentalmente al significado de “lo evidente”, no susceptible de
duda, de error. Cuando la palabra “evidence”, traducida cómo prueba, nos
lleva al territorio simbólico de la prueba judicial. Prueba que debe ser objeto
de debate entre las partes litigantes y estar sometida al juicio del juez y el
jurado, siempre sujeto a sus subjetividades y a un potencial “error judicial”.

la evidencia como “prueba” que debe ser


sometida a la valoración (y subjetividad) de la justicia.

La enseñanza de la estadística

Desrosires nos recuerda que “el estudiante, el investigador o el que utiliza


datos estadísticos recibe conceptos compactos, encapsulados en
formulaciones concisas y económicas, mientras que estas herramientas son el
producto de una gestación histórica repleta de dudas, retraducciones,
conflictos de interpretación. Para manejarlas el aprendiz debe plantearse y
resolver en poco tiempo cuestiones discutidas durante décadas o siglos.
Reabrir estos debates no responde a una curiosidad erudita, (…) sino que
ofrece una ayuda al proceso de comprensión y aprendizaje. (…) La historia
(de la estadística) nos hace comprender como los hechos sociales se han
transformado en cosas y, por ende, el modo de esta transformación para
cada usuario de las técnicas estadísticas”.

“La herramientas estadísticas permiten descubrir o crear entes en los cuales es


posible apoyarse para describir el mundo y actuar sobre él. De estos objetos
puede decirse a la vez que son reales y que fueron construidos, ya que son
tomados de otros ensamblados y circulan como tales, separados de su génesis,
lo que después de todo es el destino de muchos productos.”

“La historia y la sociología de la estadística permite seguir de cerca la manera


en que estos objetos son hechos y deshechos, (…) con fines de
conocimiento y acción.”

Así pues el aprendizaje de la estadística (como el de la ciencia en general),


desvinculada de su historia y sociología, es un proceso mutilado y alienador,
que no favorece la formación de profesionales críticos, capaces de innovación
y adaptación a situaciones cambiantes. Capaces de recortar e identificar
(medir) hechos sociales complejos (por ejemplo, los relacionados con la
salud), para facilitar su análisis y la propuesta de alternativas de acción para
solucionar problemas sociales del momento. Conocer las condiciones
sociales e históricas que dieron lugar a un instrumento estadistico
determinado, permite “aprehenderlo” mejor y conocer las modalidades de su
discusión y posible modificación o superación.
Estadística, lenguaje para la interacción entre ciencia y
política

El nacimiento y desarrollo de la estadística se hace en el interjuego entre dos


campos: el de la ciencia y el poder. Sus inventores (“lingüistas”) trabajan tanto
en el campo de la administración como en el de la universidad. Al principio de
forma separada. De la interacción entre Estado y Academia, se forjara la
estadística, que participara de ambas lógicas, la lógica de la ciencia y la lógica
del poder. Deambulará entre la descripción y la decisión, entre el “hay” y el
“debe haber”.

La historia nos permite comprender este interjuego, nos permite distinguir


entre objetos técnicos y objetos sociales. Distinción, que en nuestra
formación de salubrista desaparece. Nos damos cuenta, al seguir los debates
iniciales que dieron lugar a los “productos” estadísticos. Como dice
Desrosieres, en la ciencia en “caliente”, la verdad aun es un desafío, un objeto
de debate, y solo poco a poco, cuando la ciencia “se enfría”, ciertos resultados
se encapsulan y se transforman en “hechos probados” (en “evidencia”,
añadiría yo), mientras que otros desparecen.

Así pues, mediante el estudio de la estadística nos volvemos a introducir en


nuestros problemas epistemológicos. En el debate sobre si existe una ciencia
pura y autónoma de sus usos. ¿Existe “la evidencia científica” impermeable a
las contextualizaciones? ¿O la evidencia solo es un elemento (muy útil) para el
debate público?
Sergio Lander: El censo

“La objetividad que nace en el siglo XVII, con las academias de ciencias, los
científicos profesionales, las experiencias reproducibles, está ligado a la
autonomía, social y argumentativa, de un espacio nuevo de descripción, el de
la ciencia. Fundando su originalidad en su autonomía en relación con otros
lenguajes (religioso, jurídico, filosófico o político), el lenguaje científico
mantiene una relación contradictoria con estos últimos. Por una parte,
reivindica una objetividad y, por ende, una universalidad que, en caso de
triunfo de dicha reivindicación, suministra puntos de apoyo y referentes
comunes a los debates de los otros espacios: es el aspecto de ciencia
indiscutible.”

“Pero esta autoridad, que encuentra su justificación en el proceso de


objetivación y en sus exigencias estrictas de universalidad, solo puede ejercerse
en la medida que participa del universo de la acción, la decisión y la
transformación del mundo. Éste aporta el motor del proceso, aunque sólo
sea a través de cuestiones a resolver, de los esquemas mentales vinculados con
estas cuestiones y de los medios materiales para inscribir sólidamente cosas
nuevas en formas transmisibles.”

“Así pues, la cuestión no consiste en saber si una ciencia pura y


autonómizada de sus usos impuros es simplemente concebible, incluso a
titulo de ideal-limite imposible de alcanzar. Se trata, mas bien de estudiar
cómo la tensión entre la reivindicación de objetividad y universalidad,
por una parte, y la articulación fuerte con el universo de la acción, por
otra, genera la dinámica misma de la ciencia y de las transformaciones y
retraducciones de sus esquemas cognitivos e instrumentos técnicos. La
historia del cálculo de probabilidades y de las estadísticas, relacionada
sucesivamente con la domesticación del riesgo, la gestión de los Estados, el
control de la reproducción biológica o económica de las sociedades o la
gestión de operaciones militares y administrativas, abunda en ejemplos de tales
transformaciones.”

A través de sus páginas nos sorprenderemos de la unión de ciertos nombres e


instrumentos estadísticos a ciertos hechos sociales y políticos.

El uso de las tablas cruzadas en la Alemania dividida del siglo XVIII sirve
para “cubrir con una sola mirada” la multiplicidad de las situaciones y puntos
de vista, ir describiendo el estado a partir de un lenguaje común e ir
construyendo la unidad de Alemania en el siglo XIX.

Otto von Bismarck en 1871:


La estadistica y el estado alemán unificado

La urgencia creada por situaciones de hambruna, epidemia o guerra o los


objetivos fiscales, han sido el origen de las encuestas sobre la población y
las subsistencias en los siglos XVII y XVIII.
La necesidad de calcular el reparto de escaños
y cargas fiscales proporcionales a cada estado
fue un estimulo para el desarrollo del censo en EEUU

El censo se desarrolla en EEUU para dar respuesta a varias necesidades: el


reparto proporcional de la representación política (escaños) (apportionement) y
de las cargas fiscales entre los estados de la Unión. El debate sobre los
cupos étnicos para limitar la inmigración partir de 1920 será posteriormente
otro estimulo de desarrollo estadístico.

emigración a America
a principios de siglo XX

La técnicas de encuesta por sondeo permiten cubrir la necesidad de tener


información ágil y rápida sobre el sentido de la intención de voto (en 1936
Gallup predice la reelección de Roosevelt) o sobre la situación de desempleo
que sigue a la crisis económica de 1929. La noción de representatividad se
populariza a través de la difusión de estos sondeos en los medios de
comunicación, como la radio, y gana terreno a la exhaustividad de los
censos.

Las clasificaciones y codificaciones construyen objetos nuevos, por ejemplo el


pobre pasa a ser desempleado. La crisis que sigue al derrumbe de la bolsa y
la economía en 1929 y el rápido crecimiento del desempleo hace crecer el
interés por la introducción de preguntas sobre empleo en las encuestas de
población. Nuevos constructos (desempleo, seguridad social, desigualdades entre
grupos y razas, renta nacional) se formulan basándose en definiciones y medidas
estadísticas. Las nuevas necesidades dan lugar a nuevas técnicas. Surge el
muestreo estratificado.

El amigo del pobre (los hambrientos 40)


La muerte proporciona un final pacifico a aquellos con grandes apuros economicos
Dibujo de John Leech de 1845
Desempleados franceses
de finales de la decada de 1920´

La complicación cada vez mayor de los conocimientos para contar, requiere la


presencia cada vez mayor de personas entre los estadísticos del Estado de
profesionales de formación cada vez más matemática y cada vez menos
histórica o política. Se profundiza la división del trabajo en la función
pública entre políticos y técnicos. El estadístico no discutirá sobre las causas ni
razonara sobre los efectos probables, se limitara a reunir, combinar y
comparar las clases de hechos. La eliminación de las opiniones y las
interpretaciones es el precio que deben pagar, el sacrifico que deben hacer
para que los objetos adquieran la credibilidad y la universalidad exigidas por
los políticos. ¿Pueden separarse los hechos de las opiniones sobre los
hechos?

El problema planteado y resuelto en la década de 1890 por los eugenistas


ingleses Galton y Pearson, inventores de la regresión y la correlación, es
cómo describir las relaciones, los vínculos parciales entre objetos que no son
ni independientes ni totalmente dependientes unos de otros, como es el caso
de la herencia
Galton y Pearson en 1909

La producción de Poisson a partir de la teoría de las probabilidades intenta


resolver la cuestión sobre la mayoría requerida para el veredicto de los
miembros del jurado en materia criminal (qué efecto sobre la falibilidad
del jurado tiene el que la ley cambie la mayoría requerida de siete contra cinco
a ocho contra cuatro)

Simon Denise Poisson


Jurado popular en La Rioja

Por hoy basta. Dejaremos para una 2ª parte la finalización del comentario
sobre el libro

Javier Segura del Pozo


Médico salubrista
“La política de los grandes números” de
Alain Desrosiéres: una historia y
sociología de la Estadística (2ª parte)
Publicado por Javier Segura del Pozo el 1 julio, 2007
Comentarios (1)
Continuamos con la aproximación a la historia y sociología de la estadística, a
propósito del libro “La política de los grandes números”, que iniciamos hace
un par de días (1ª parte). En esta ocasión, recordaremos la novela de “El
nombre de la Rosa”, recorreremos las discusiones entre realistas y
nominalistas, entre bayesianos y frecuentistas, el alineamiento de estadísticos
como Pearson con las políticas eugenésicas, aplicadas durante el nazismo y en
ciertas democracias liberales.

También veremos diferentes acercamientos, desde la estadística y la política, al


problema de la pobreza en el XIX en Inglaterra. Y cómo ciertos elementos,
aparentemente “técnicos” y “neutrales”, cómo la cumplimentación del
certificado de defunción y el diseño de la Clasificación Internacional de
Enfermedades, están determinados con las concepciones vigentes sobre la
causalidad de la enfermedad y la muerte, y la voluntad de intervención pública
sobre ellas.

La persona colectiva
Las controversias entre realistas y nominalistas (Guillermo de Occam) en el
siglo XIV (mencionado en sentido figurado en “EL nombre de la rosa” de
Umberto Eco), ya nos introducen en la idea de “lo colectivo”. Posiciones
opuestas afirman o niegan la posibilidad de que existan personas colectivas
distintas de las personas singulares.
El libro “El nombre de la Rosa”
de Umberto Eco y “los nominalistas”,
seguidores de Guillermo de Occam

Pero ciertas regularidades apuntan a la persona colectiva, al homre medio. Así,


la observación de la regularidad de las tasas anuales de nacimientos,
defunciones, matrimonios, crímenes o suicidios de un país, estimulan la
investigación sobre estas semejanzas asombrosas entre las formas de
distribución de un gran número de medidas. El astrónoma belga Adolphe
Quetelet (1796-1874) ve en estas regularidades una manifestación de un
orden divino. Mediante el cálculo de la media de estos valores descubrimos
el hombre medio ideal, que posee los atributos (físicos y morales) deseados
por el creador.
Adolphe Quetelet

Dibujo original de Quetelet sobre una distribución normal

La causalidad de las distribuciones

La explicación del origen de estas regularidades va a generar diferentes


enfoques de la causalidad. Para algunos, la distribución de los atributos de una
población se debe al propósito divino de reproducir un modelo perfecto (el
caso de Quetelet). Para otros va a ser consecuencia del efecto del entorno
material, climático o geográfico (modelo hipocrático e higienista del siglo
XVIII). Para los darvinianos (seguidores de Darwin) va a ser la consecuencia
de la selección natural y finalmente para los sociólogos del siglo XX,
consecuencia del medio social y cultural.

Pearson, las correlaciones y el agnosticismo metodológico

La noción de causalidad va a ser rechazada por los eugenésicos como Karl


Pearson, que inventa la noción y el instrumento estadístico de la correlación
entre hechos observados. La correlación es un sinónimo de asociación. Es la
relación parcial entre dos fenómenos, intermedia entre dos limites,
independencia absoluta y dependencia absoluta.
Karl Pearson

Dibujo original de Pearson sobre la regresión

La epistemología de Pearson se opone a la de Quetelet ya que hace hincapié


en los individuos y sus variaciones (actualmente diríamos que se interesa
más en las medidas de dispersión que de tendencia central) y niega toda
realidad de los agregados y las causas primeras (las famosas “causas
constantes”).
“Las variaciones son únicamente constatadas, medida por correlaciones para
apoyar las propuestas de futuro. Las cuestiones de realidad y de causalidad de
los objetos son metafísicas”.

Este agnosticismo metodológico se convertirá en un rasgo definitivo de la


práctica estadística y determinara el futuro de “la cultura estadística”. Ello
explica la diferenciación actual en el mundo de la Salud Pública y la
Epidemiología, tan influida por esta cultura, entre los que, por un lado, están
pegados al método (los metodólogos) y se limitan a medir y contar, y, por otro
lado, los que son más dados a abstracciones causales y son acusados de
“insuficientemente científicos” por filosofar (¿los filósofos?) y relativizan el
método.

El problema de la pobreza en la Inglaterra industrial del XIX


La pobreza creciente en la Inglaterra victoriana del siglo XIX estimulara
diferentes acercamientos políticos y filosóficos, que a su vez intentarán
apoyarse en diferentes medidas estadísticas.

Grabado que representa el sistema de


asistencia social a los pobres (“outdoor relief”)
en la Inglaterra del XIX

Francis Galton, primo de Darwin, dirige su atención hacia la diferencia entre


los atributos de los individuos, utilizando las leyes de distribución normal y
binomial para representar ordenadamente atributos como la estatura o la
pertenencia a una clase social. Asimilará, desde este uso estadístico, un valor
genético con un valor cívico. El objetivo ya no es encontrar al hombre medio
(como Quetelet), sino al hombre ideal. Al fin y al cabo, el hombre medio
estadístico no es más que un hombre vil que no quiere pagar sus impuestos ni
ir a la guerra. Las herramientas estadísticas tienen como objetivo medir y
descomponer el efecto de la herencia. Mediante la eugenesia se seleccionaría
los más aptos y se mejoraría la raza. Cualquier política de ayuda a los pobres, a
los menos aptos seria rechazada, pues iría en contra de esta labor de mejora de
la raza, no solo por la selección natural, sino por una intencionada selección
social mediante la “ingeniería” eugenésica.

Francis Galton

Karl Pearson también reivindica un mayor poder social para los individuos
más competentes, seleccionados por la enseñanza superior, contra la
aristocracia bien instalada y conservadora. Será el creador de una red de
laboratorios, cuya influencia llega hasta nuestros días: uno de estadística
aplicada con su hijo Egon Pearson, otro eugenésico con Ronald Fischer y
otro genético con Haldane.

La postura radicalmente contraria la representan el Movimiento de Salud


Pública (Public Health Movement), fundado en los trabajos, entre otros,
de William Farr (1807-1833). A partir de las herramientas estadísticas para
describir agregados como la media de Quetelet, van calculandose
supervivencias medias, tasas de mortalidad y esperanzas de vida. Se empieza a
comparar estas tasas de mortalidad entre clases sociales y entre cuidades. La
publicación de estas diferencias en las tasas de mortalidad general e
infantil, permiten hacer ver a la sociedad el efecto de las condiciones de vida
(la miseria ligada a la industrialización y el urbanismo anárquicos) de las clases
pobres en la salud. La mejora en las tasas de mortalidad tendría que pasar por
la mejora de las condiciones ambientales, laborales y de alimentación de estas
clases desfavorecidas.

William Farr

Edición original de “English Life Table”


(La tabla de vida inglesa)
de William Farr, publicado en 1864

Lo que es más interesante es que ligarán desde el principio la elaboración de


esta información a partir de datos sobre defunciones (de los censos
parroquiales locales) a la acción pública, a través de la
prevención. Establecen una alianza con las autoridades locales (a quienes
“estimulan” mediante la publicación de las diferencias en las tasas de
mortalidad entre las ciudades) y favorecen la creación de comisiones
parlamentarias de estudio, que producen nuevas leyes para abordar el
problema creciente de la pobreza.

Las leyes sobre pobres de Inglaterra y Gales. 1835

Otro importante efecto indirecto, será el desarrollo de los instrumentos


censales y de las estadísticas sociales a través de la GRO (General Register
Office) y su sucesora la OPCS (Office of Population, Census and Surveys).
Como ya veremos en otros textos de este blog, sus estudios fueron pioneros
en la consolidación de la Epidemiología Social moderna.
Anagrama del General Register Office of England
(Oficina del Censo de Inglaterra)

Las clasificaciones propuestas de las enfermedades y sus causas (“endémicas”,


“epidémicas” o por otras causas.) van a estar asociados a la acción preventiva
o “atenuante” y se desvía de una clasificación científica o clínica, fundada en el
examen de casos singulares por el médico preocupado por curar a “su”
enfermo. La GRO preparará el transito a una nueva función del estado, de
una más autoritaria a la del Welfare State (estado de bienestar) del siglo XX

La imagen de modernidad: Eugenésicos vs. Higienistas

La imagen de modernidad científica de la época esta asociada con el


darwinismo que se enfrenta a las ideas conservadoras de la iglesia. Frente al
conservadurismo de la aristocracia, surge el reformismo social de los
eugenésicos, que tratan de formular leyes generales de la herencia en sus
laboratorios por medio de nuevos métodos matemáticos. Forjan alianzas
políticas al más alto nivel, merced a su prestigio cómo ciencia moderna.
Mientras que la imagen de sus adversarios, los higienistas, ligados al
Movimiento de Salud Pública, resulta más anticuada: la asistencia social está
todavía relacionada con la caridad, las Iglesias y la tradición conservadora de
resistencia a la ciencia y al progreso. Los higienistas además no centran su
atención en la búsqueda de instrumentos estadísticos sofisticado.

Por ultimo, la revolución bacteriológica acabará de “tumbar” el prestigio


social de los higienistas, al ligarse, en el imaginario colectivo y en la acción
política, la lucha contra las enfermedades al descubrimiento del
microorganismo responsable, y su erradicación al desarrollo de la tecnología
sanitaria, a través del descubrimiento de vacunas o antibióticos. La
preocupación por el papel del medioambiente urbano y de las condiciones de
vida de las clases pobres, insuficientemente teorizado a través de la teoría
miasmática, quedará en niveles marginales de la ciencia y la política.

Solo la aplicación política posterior (exterminios y esterilizaciones


selectivas por criterios étnicos, ideologicos, de orientación sexual, de estado
de salud, etc) de las elaboraciones filosóficas y científicas del eugenismo en el
siglo XX, especialmente por el nazismo y otros “fascismos”, aunque tambien
en otro grado por las democracias liberales (no nos olvidemos los recientes
escándalos por el descubrimiento de la practica prolongado de esterilizaciones
selectivas en países como Suecia, Canadá o los EEUU), y sus criminales
consecuencias, contribuirá a despojarles de este velo de “modernidad”.

El nazismo se apoyó en el eugenismo


para justificar su dictadura y sus crimenes masivos
“Wir stehen nicht allein” (no estamos solos). Cartel de la Alemania Nazipara justificar
su ley de esterilización selectiva para mejorar la raza (1933).
Las banderas que aparecen en el cartel indican los países que según esta propaganda nazi
tenían legislaciones o prácticas parecidas.Estas prácticas fueron posteriormente
confirmadas, descubriéndose su vigencia, incluso durante décadas posteriores al fin de la
Segunda Guerra Mundial y en países tan “democráticos” cómo Suecia o EE.UU.

Clasificar y codificar

“El trabajo estadístico pretende mantener unidas cosas en principio


singulares, y dotar así de realidad y consistencia objetos más complejos y más
amplios. Para la objetivación estadística hace falta un trabajo previo de
equivalencia, codificación y clasificación”… que también ésta determinado
por el contexto social y político.

Mediante la clasificación delimitamos la variedad de la realidad (definimos


clases de equivalencia) y mediante la codificación se atribuye un caso a una
clase. En el libro vamos recorriendo la construcción social de diferentes
clasificaciones de gran importancia en la Salud Pública, como son la
clasificación de profesiones y la clasificación internacional de
enfermedades (CIE).

A partir del vínculo entre ambas clasificaciones, aparece la profesión como


un factor de riesgo (clasificación de enfermedades profesionales o la
nomenclatura de causas de incapacidad laboral). Surgen preguntas
fundamentales en cuanto a la codificación del acta de defunción: ¿Quién
debe hacer el acta de defunción? ¿Qué tipo de causas registrar (causa inicial,
causa concomitante, causa inmediata)?. Y otras preguntas en cuanto a la
clasificación: ¿clasificar las enfermedades por causa inicial (principio
etiológico) o por el tipo de síntomas y la localización anatómica de la
enfermedad (principio topográfico)?

La construcción negociada de una clasificación internacional de las


enfermedades muestra como la medicina (y la Salud Pública) se encuentran en
tensión permanente entre el tratamiento en singular y el tratamiento
general. Sus maneras de observar y generalizar esclarecen numerosos
momentos de la práctica estadística: selección de los rasgos pertinentes,
constitución de categorías, modelización con miras a la acción. No nos
olvidemos que muchos de los estadísticos del siglo XIX eran médicos (Farr,
Bertillón)
Modelizar y ajustar. Keynes vs Pearson
Mediante la confluencia de varias areas científicas, cómo la Estadistica y la
Economia politica, y el surgimiento de nuevos instrumentos “de
medida”, sugen los modelos macroeconómicos. “Intentan reducir la
complejidad inagotable de la producción y del intercambio de los bienes a un
pequeño número de hipótesis simples, comparables a las leyes físicas”.

El libro nos introduce en como “esta construcción fue posible por la


confluencia previa de varios factores, desde el desarrollo de nuevos
instrumentos estadísticos, como las series temporales, a la necesidad política
de intervenir el estado en la situación de crisis económica y social de
entreguerras. El creciente interés en los registros sobre renta y contabilidad
nacional se inscriben en esta idea de que el estado puede intervenir sobre la
economía y tiene una responsabilidad en la reducción del desempleo y las
desigualdades. Figuras como Keynes aportarán los instrumentos técnicos y
filosóficos necesarios para estas políticas.

John Maynard Keynes


Edición original de una de las obras fundamentales de Keynes:
“La teoria general de los intereses del empleo y el dinero”. 1936

En esta época asistimos a interesantes controversias, cómo la que se da entre


Kart Pearson y Keynes, a propósito de un estudio del primero intentando
demostrar que el alcoholismo de los padres no influye en las aptitudes físicas e
intelectuales de los hijos. Se empieza a denunciar el uso del análisis de las
correlaciones múltiples sin haber determinado previamente una lista
completa de las causas determinantes. También Keynes llama la atención
sobre la dificultad de incluir factores determinantes pero no mensurables
como las variables psicológicas, políticas o sociales o los estados de confianza.
Despierta sensación de familiaridad y cierta ternura la lectura en el libro de
una cita, que nos cuenta cómo Keynes otorgaba más confianza a la intuición
que a las cifras que suministraban los estadísticos. Si la cifra no le convenía, la
modificaba, y si por casualidad le satisfacía, se asombraba: “¡vaya, habéis
dado con la cifra buena!”

Responsabilidad individual o responsabilidad pública

Decíamos al principio que la Salud Pública esta sometida a la tensión entre lo


técnico y lo político. El otro eje de tensión es entre lo individual y lo
colectivo. “La estadística es una alquimia que ha permitido transformar el
azar individual en objetos colectivos estables, susceptibles de ser evaluados y
debatidos públicamente. (…) Transforma los actos individuales libres y
aleatorios en agregados determinados y estables. (…) Suministra puntos de
referencia, objetos transmisibles al debate porque son exteriores a las
personas”. Objetos colectivos para la acción colectiva, es decir, para la acción
política.

“El calculo de las medias y el examen de las estabilidades formulado por


Quetelet hacia 1830, fue un instrumento central en esta transformación. Las
cuestiones de higiene publica, epidemiología, delincuencia implican medidas
(en el sentido de decisiones) administrativas y políticas, cuya discusión y
justificación pueden apoyarse en medidas (en el sentido de cuantificaciones)
de los fines a alcanzar y los medios que le son consagrados”.

Merced a la estadística de los accidentes laborales, éstos pasan en el siglo


XIX de la responsabilidad individual definida por el código civil a la
responsabilidad de la empresa, basada en cálculo de probabilidades y
medias. Los sistemas de seguros y protección social están fundados en
esta domesticación del azar.

Los debates entre frecuentistas y bayesianos

A través del libro también podemos ver como el actual debate entre
frecuentistas y bayesianos tiene mas de 200 años de existencia.

Ya entonces existían dos formas de acercarse al lenguaje de las


probabilidades. La primera, llamada subjetiva (o bayesiana), dominante en
el siglo XVIII y especialmente en Bayes y Laplace, aborda la probabilidad
como un estado mental, una “razón para creer”, una estimación del grado de
la confianza que merece una aseveración incierta referida tanto al pasado (por
ejemplo, la culpabilidad del acusado), como al futuro.

La segunda, en cambio, llamada objetiva (o frecuentista), ve en la


probabilidad un estado de la naturaleza, observable tan solo mediante la
reiteración frecuente de un mismo suceso.

Thomas Bayes (1702-1761)

El impacto que tienen los trabajos de Quetelet y la generalización del uso de


la ley gaussiana dejan los enfoques bayesianos en segundo plano en el siglo
XIX. En particular la idea de la “probabilidad a priori”, que implica el
razonamiento bayesiano para evaluar la probabilidad de una causa teniendo en
cuenta un efecto observado, es rechazad como arbitraria. En el siglo XX las
formulaciones probabilísticas solo reaparecen en el momento en que las
hipótesis que fundamentan la perspectiva frecuentista (es decir “los grandes
números”) son manifiestamente irrealistas. Especialmente con Gosset
(llamado Student) y Fisher, que trabajan sobre problemas que implican un
numero limitado de observaciones.
William S. Gosset, de sobrenombre “Student”,
nació en Canterbury en el año de 1876 y
falleció el 16 de octubre de 1937.

Gráfico de una edición original de Student que representa la curva de


frecuencia de la Distribución de las Desviaciones Estandar de muestras de 10
tomadas de una población normal
Ronald Aylmer Fisher, (17 de febrero de 1890 – 29 de julio de 1962)
Estadístico, biólogo evolutivo y genetista inglés

Los productos estadísticos se basaron en una u otra visión: test de hipótesis


(frecuentista), estimación de parámetros (subjetivo), etc.

Alain Desrosières
Para acabar de “contextualizar”, terminaremos con unas notas sobre el autor
del libro. Nacido en Lyon, Francia (1940). Se diplomó en la Escuela
Politécnica en 1960 y en la Escuela Nacional de Estadística y Administración
Económicas (ENSAE) en 1965. En ese mismo año pasó a formar parte del
Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos francés (INSEE),
para el que ha dirigido numerosas investigaciones y del que todavía es
miembro activo. Desde 1973 a 1974 fue redactor jefe de la revista Economie et
Statistique del INSEE y de 1983 a 1987 fue director de la Divisón de Estudios
Sociales de esta misma entidad.

De entre sus publicaciones, destacan Les catégories socioprofessionnelles (1988),


escrita en colaboración con Laurent Thévenot, y La política de los grandes
números. Historia de la razón estadística (1993), además de numerosos artículos y
ensayos para revistas especializadas como Economie et Statistique, Courrier des
Statistiques, Critiques de l’économie politique, Revue Française de Sociologie, La Nouvelle
Revue Socialiste, Raisons pratiques, Autrement, Genèses, International Statistical
Review…

Actualmente es profesor de historia de la estadística en ENSAE (desde 1992),


y responsable de la coordinación estadística y relaciones internacionales del
INSEE (desde 2001). También es investigador del Centro de Investigación en
Economía y Estadística y participa en las actividades del Grupo de Sociología
Política y Moral (École des Hautes Études en Sciences Sociales y CNRS).

Desde 1989 es miembro del Instituto Internacional de Estadística. Si quereis


saber más de él o entrar en contacto por e-mail, teneis este enlace:

http://www.koyre.cnrs.fr/article.php3?id_article=284

Alain Desrosiéres

Espero que estas lineas, hayan sido suficientes para despertar las ganas de leer
el libro a algunos/as de vosotros/as. No os arrepentiréis. Si queréis más
información sobre el libro, leeros esta reseña:
http://www.melusina.com/rcs_gene/5-001.pdf

Javier Segura del Pozo


Médico salubrista

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