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Convenio de Estocolmo

Consciente de que los COP plantean peligros importantes y cada vez mayores a la salud humana y
el medio ambiente, en 1995, el Consejo de Administración del Programa de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (PNUMA), pidió que se iniciara un proceso de evaluación de una lista
inicial de 12 COP y que el Foro Intergubernamental sobre Seguridad Química (FISQ), elaborara
recomendaciones respecto de la adopción de medidas a nivel internacional, incluido un
instrumento internacional jurídicamente vinculante.

El Convenio de Estocolmo es un tratado internacional que tiene como finalidad proteger la salud
humana y el medio ambiente frente a los Contaminantes Orgánicos Persistentes, fijando para ello
medidas que permitan eliminar, y cuando esto no sea posible, reducir las emisiones y las descargas
de estos contaminantes.

Asimismo, el Consejo de Administración del PNUMA pidió que el Comité Intergubernamental de


Negociación (CIN), estableciera un grupo de expertos para elaborar criterios y un procedimiento
para determinar otros COP como sustancias propuestas para futuras medidas a nivel internacional.

El Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP) es un tratado


mundial para proteger la salud humana y el medio ambiente de los contaminantes orgánicos
persistentes (COP). Los COP son productos químicos que permanecen intactos en el medio
ambiente por largos períodos de tiempo, son ampliamente distribuidos geográficamente, se
acumulan en los tejidos grasos de los organismos vivos y son tóxicos para los seres humanos y la
vida silvestre. Los contaminantes orgánicos persistentes circulan a nivel mundial y pueden causar
daños dondequiera que viajen. En la aplicación del Convenio, los gobiernos deben adoptar
medidas para eliminar o reducir la liberación de contaminantes orgánicos persistentes en el medio
ambiente.

El Convenio de Estocolmo fue adoptado y abierto a la firma en una Conferencia de


Plenipotenciarios, celebrada del 22 al 23 de mayo de 2001 en Estocolmo, Suecia. Entró en vigor el
17 de mayo de 2004.

El Convenio de Estocolmo tiene como objetivo eliminar o reducir las emisiones de 12


contaminantes orgánicos persistentes, la llamada "Docena Sucia". Establece un sistema para hacer
frente a otros productos químicos inaceptablemente identificados como peligrosos. Reconoce que
un esfuerzo especial puede a veces ser necesario para eliminar algunos productos químicos de
ciertos usos y trata de asegurar que este esfuerzo se realize. Asimismo, canaliza los recursos para
la limpieza de los vertederos y las existencias de contaminantes orgánicos persistentes que dañan
el paisaje mundial. En última instancia, el Convenio señala el camino a un futuro libre de
contaminantes orgánicos persistentes peligrosos y promete reconfigurar nuestra dependencia
económica de las sustancias químicas tóxicas.

El Convenio de Estocolmo es tal vez mejor interpretado a través de sus cinco objetivos esenciales:

Eliminar los contaminantes orgánicos persistentes peligrosos, comenzando por los 12 peores

Apoyar a la transición a las alternativas más seguras

Seleccionar los COP adicionales para los cuales deben tomarse medidas

Limpiar las existencias obsoletas y equipos que contengan COP

Trabajar juntos para un futuro libre de contaminantes orgánicos persistentes


El fondo para el Medio Ambiente (FMAM) es el mecanismo financiero provisional designado del
Convenio de Estocolmo.

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