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‘Terapia Familiar Gltimos titulos publicados: gman Pescondobaracudas. Pragmatic dea mpi Keeney - Ein del cambio le Shanes Puts de trp fo iar | . erscin a wi sepia ie Silverstein tn a pacer fl ‘Reade profiondas. Principio bsices de la terapia iosis de Milton Erickson * . Tracamiento de adolescentes con problemas, i fmiiar Y oxros- Las juegos pizicor em le feiia B.Papp y O. Silverstein = La red invisible ia de una insestigaciin L. Bay~ Anoresia nervosa y bulimia Lapp Servicio soll y madel smo 4 improvsacin en pscoterapia. yA Tench Tp fiir ye Y A. Treacher ~ Terapia fila naweige. hin J erinas nai fein Lynn Segal Sofiar la realidad El constructivismo de Heinz von Foerster Introduccién de Paul Watzlawick edicts PAIDOS Barcelons-Buenos Aires-México ‘Vial original: The dream ofrealin. Heine vom Foerster’ constaciviom Publicado en inglés por W. W. Norton and Company, Nueva York ‘Teaduccion de Ferran Meler Ost (Cabierea de Mario Eskenaat 1s ediin, 1994 © 1986 by Lynn Segal © de toda a ei aiciones Paidés Mariano Cub yy Editorial Pads, Defensa, 599 - Buenas Aires ISBN: 84-493-0032-0 Deptt legal: B-30.165/1994 Impreso en Hurope, SL, Recaredo, 2- 08005 Barcelona ‘Impreso en Espada - Printed in Spain SUMARIO Sobre el autor een 9 La realidad - Historia Prologo de Heinz von Foerster 13 Prélogo de Pau! Watzlawick 7 . 19 Computacién Biocomputacién . Clausura .. Apéndice: una entrevista con Heinz von Foerster Figuras y tablas, Indice analitico .. SOBRE EL AUTOR Lynn Segal, especialista en clinica soc titular del Mental Research Institute (MRD) y ‘Therapy Project de ese (Bachelor of Arts) en psicologia por la Hofstra University (1966) y se gradué (Mas- ter on Social Work) en terapia social por la Adelphi University (1968). En 1977 recibié el premio Don D. Jackson Memorial; fue uno de los organizadores y codirectores de El Cai tal Pain Program, y ha sido el presidente del cor cién del MRI Actualmente divide su tiempo profesional for- ies, investiga en psicoterapia y mantiene una consulta en Palo Alto, Ha dirigido seminarios de formacién por todos los Estados Unidos y Europa. Junto con Fisch y Weakland es autor del libro The Tactics of Change: Doing Therapy Briefly. LA REALIDAD - HISTORIA DEL DECIMOCTAVO CAMELLO Un snuliah cabalgaba en su camello hacia Medina cuando vio un pequefio rebanio de camellos y, a su lado, un grupo de tres jovenes muy afligidos. ‘, prosiguié el hermano mayor, «fue que yo recibiera la mitad de sus propiedades, el ‘mediano un tercio y el menor un noveno. Pero ya hemos inten- tado repartir estos camellos de todas las maneras y nunca resulta.» «e¢Es eso todo cuanto os aflige, amigos mios?», dijo el mu- Hah. «Tomad pues mi camello por un momento y veamos qué podemos hacer.» Entonces con dieciocho camellos el hermano mayor reci bié la mitad, es decir, nueve camellos, y quedaron nueve. El hermano mediano recibié un tercio de los dieciocho camellos, esto es, seis, y quedaron tres. Puesto que el hermano menor tenia que recibir una novena parte de los dieciocho camellos, es decir, dos, quedé un camello. Era el del mutlah, el cual vol- vié a montarlo y se alej6 cabalgando mientras con la mano se despedia sonriente de los felices hermanos. te camellos. Era todo De esta historia comenta Heinz von Foerster: «AL igual que sucede con el camello decimoctavo, necesitamos dela realidad como de una muleta que se abandona cuando se aclara todo lo demas». PROLOGO de Heinz von Foerster En el fondo el Heinz von Foerster que escribe estas lineas, iy por alls, hablando y siendo invitado por sulos de terapeutas de fami Watzlawick. ‘Conoci a mi inventor por primera vez hace mis de diez aftos \ividad profesoral en la Universidad de nois, después de treinta afios, habfa legado a su fin, y busca- ba.un lugar donde mi esposa y yo pudiéramos retirarnos con tranquilidad y pasar el resto de nuestras vidas procul negotii. se present primero por teléfono con un acento al mio, hablindome de amigos comunes, como y de intereses comunes, por ejempl te y en nuestro mutuo placer por evitar lo obvio y en poner en tela de juicio la certeza se sembraron las semiilas de una amistad. Cuando con ocasién del segundo Congreso Don D. Jackson Memorial me invité a hablar ante los miembros ¢ invitados del Mental Research Institute de Palo Alto, acepté. La primera tarde fue Gregory Bateson quien dirigié su discurso alla sesién ple- naria, y yo lo hice en la segunda. En las conferencias de Bateson siempre habfa ciertos pun- tos que me impresionaban particularmente. Alguien le pregun- 16, por ejemplo, si algo determinado era 0 no la causa de otra cosa determinada, a lo que él contest6 bruscamente que «cau- sa», «miedo, etensién» y similares no son palabras apropia- das. Preguntar menologia se debe bus- car en la fisica, en la fisiologfa, en la ps ena genética, etc., es un problema i-rreal. Y entonces dijo (y cito textualmen- te): «Estas divisiones estén de moda, Pero s01 Lo que més me impresioné —y, en mi opi esencial— fue que no dijera que estas divisiones son in: 4 SSORAR LA REALIDAD # engafiosas, o callejones sin salida o cualquier otra cosa. Di que eran «insensatas», Aitadié que a lo que él apuntaba y lo que buscaba era una epistemologia en Ia cual estas categorias se entretejen elaborando el conjunto de la epistemologia Después, casualmente, of cémo algunos participantes co- mentaban la costumbre que Bateson tenia de dar respuestas enigméticas y desconcertantes a preguntas sencillas y claras. Por esta razéa empecé mi ponencia, titulada «Contradicciones, Paradojas, Circulos Viciosos, y otros Dispositivos Creativos», diciendo que el problema con las expresiones de los grandes hombres es que son demasiado transparentes. Pero, parad6ji- camente, lo que es transparente no se puede ver. En cambio, mi intencion es hacer opacas algunas de estas expresiones de modo que sean visibles, por lo menos un momento, antes de que, una vez clarificadas, desaparezcan, Al parecer esta estrategia desperté interés. Por otro lado, me puse al corriente y quedé fascinado por el abanico de los problemas que se discutieron en este congreso; tent con problemas de filosofia y de las teorias del conoci y de la comunicaci6n, problemas en los que nosotros, en logical Computer Laboratory de la Universidad de Ii tabamos muy interesados. Esencialmente se trata de prob! mas de cognicién, y era—y atin es— este punto de incumbenc: e ignorancia comunes lo que hace que el didlogo entre los psi- coterapeutas y yo sea vivo y fecundo. Ocurrié que mi amigo y colaborador, con quien acostum- broaelaborar mis pensamientos, Humberto Maturana, cl «neu- rofildsofo» como le gusta que le llamen, también particips y acentué los aspectos biolégicos de este didlogo, en el que to- das las partes reconocfan la necesidad de un lenguaje que in- cluyera al observador (terapeuta) en el proceso en curso de interaccién ¢ intervenci6n; un enfoque que no podemos adquirir mediante una estructura ortodoxa de pensamiento, basada en la independencia y la exclusién del observador, es decir, en la idea de «objetividad: En las muchas ocasiones que se presentaron més tarde para continuar este didlogo tuve finalmente la oportunidad de ob- servar a través de un espejo transhicido la terapia familiar en accién, La mayor parte del tiempo estuve sentado en mi si tenso, en la oscura sala de observacién, viendo cémo un u PROLoGO 15 verso, la familia, se desplegaba ante mi. Experimenté las diver- sas cegueras de sus miembros respecto a los demés, incluso su ceguera respecto a sus propias cegueras: no velan que no Una vez que mis colegas hubieron salido de la sala de ob- servacién y me dejaron solo, tuve una experiencia de lo més sorprendente y reveladora. Querfa saber si podria detectar me- jor las claves no habladas de la comunicacién si el sistema de audicién no estuviera en funcionamiento. Asi pues, lo apagué. ¥ lo que entonces sucedié fue en efecto muy extrafio. Habia cinco personas, sentadas tranquilamente alrededor de una mesa, que giraban sus cabezas como en camara lenta dose entre si y de vez en cuando abrian y cerraban | el nifio, completamente separado, se comia las uilas, atentamente el lugar. Se detuvo un y después continué mordi durante una eternidad de peuta apareci6, y detras de él, los demas. Sonreian, se apretones de mano, y toda una charada social, que loh comprensible, puso fin a la sesion. Mas tarde me enteré de que este caso tuvo una conchusién afortunada. Segin parece, debieron de haber sido los ruidos gue yo no pude ofr, que estaban modulados por el abrir y ce- rrar de los labios, los que proporcionaron un ambito a todos los participantes para reinventar sus relaciones con los demés, el mundo y la imagen que de ellos mismos tenfan. malmente me atengo a mi pre do decir. Pero en mis recapitulaciones apunto hacia una am- pliacién del contexto general dando Ia vuelta al tema, lanzando nueva luz sobre algunos puntos, inventando ejemplos diferen- tes, etc. ‘Cuando Lynn Segal decidié utilizar cintas de video y mag- netofénicas de algunas de mis conferencias, junto con mis no- tas aumentadas por las suyas propias, para presentar el ni- cleo de estas ideas en un relato bien ordenado con un comienzo, 16 SONAR LA REALIDAD un desarrollo y un final, fui escéptico. En algunas ocasiones habia presentado mis pensamientos en una serie de cuatro 0 cinco fascfeulos en los que recapitulaba los anteriores. Tave Ja impresion de que la empresa de Lynn Segal se asemejaba més a deshacer los secretos del cubo de Rubik que a relatar una historia sobre la evoluci6n de algunas ideas, Pensandolo bien, sin embargo, esta empresa podria también considerarse de invencién de una realidad. En tal caso, mi esperanza es desempefiar el papel del deci- moctavo camello. Ciertamente, sin la sabiduria del muliah el camello no jugaria ningin papel. Afortunadamente se ha en- contrado, Lynn Segal! ¥ por ello quiero felic le y darle las gracias. Hwz von Forster Febrero, 1986 PROLOGO de Paul Watzlawick Lynn Segal ha acometido la tarea extremadamente di de presentar toda la obra de un cientifico famoso, traducida enn lenguaje no técnico y legible en un volumen relativamente breve. La dificultad se ve agravada por el hecho de que Heinz von Foerster se resiste a cualquier categorizacién sencilla, pues- en la que las ciencias humanas y naturales empezarén a con- verger, yyentes y lectores por su saber enciclopé- dico, unido a la facilidad con la que establece relaciones total- mente nuevas, y nos fuerza de este modo 2 poner en tela de juicio nuestros métodos tradicionales de interpretacién con- ceptual del mundo, Se trata del proceso que Arthur Koestler denominé biosociacién, al que atribuye la capacidad creativa del hombre. Heinz von Foerster es uno de los principales miembros de aquel extraordinario y talentoso grupo de cientificos que en 1949 se unieron bajo los auspicios de la Fundacién Josiah Macy Jr.con el propésito de estudiar «los mecanismos circulares de feedback causal en sistemas bi y sociales». McCulloch, el presidente de estos encuentros, quien invit6 ra una teoria de la memoria que habia desarrollado cuando todavia se encontra- baen Vienay que, sin que entonces é! lo supiera, se construy6 sobre principios que hoy se denominan cibernéticos. Bien pronto, aquello que entonces empez6 siendo el dio de procesos dinamicos de una naturaleza general revelé su importancia especifica para la comprensién del hombre y sus interacciones sociales. Comprender que el observador, el fenémeno observado y el mismo proceso de observacién foi man una totalidad que sélo puede descomponerse en sus el 18 SONAR-LA REALIDAD mentos a riesgo de reificaciones absurdas, tiene amplias con- secuencias para nuestra comprensi6n del hombre y de sus problemas —ante todo de los métodos con los que, en ¢l senti- do «literal» de la palabra, éste «construye» su real ciona después ante ella como si existiera i de 61 «alli afuera», y finalmente quiz llega al conocimiento /perplejo de que sus reacciones son a la vez el efecto y la causa de su construccién de la realidad—. Este «espacio curvo» de Ja experiencia humana del mundo y de si mismo, esta «clau- sura» —como la denomina Heinz von Foerster—, encuentra su expresi6n simbélica en la imagen del Ouroboros, la serpiente que se muerdc la cola, y su expresi6n poética en las palabras de T. S. Bliot, para quien

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