You are on page 1of 384

Lecturas devocionales para jóvenes

#VISITAMIMURO
Lecturas devocionaies para jóvenes

fl I ¡U ¡ . 'HO
Lecturas devocionales para jóvenes

J, Vfadimsr Poíanco

Asociación
Casa Editora Av. San Martín 4555, B160ÓCDG Florida Oeste
Sudamericana Buenos Aires, República Argentina
#v¡s¡tamimuro
J. Vladimir Polanco

Dirección: Francesc X. Gelabert (APIA)


Diseño de la tapa: Giannina Osorio (ACES)
Diseño del interior: Kathy Hernández de Polanco (APIA)
Ilustraciones: Shutterstock (Banco de imágenes)

Libro de edición argentina


IMPRESO EN LA ARGENTINA - Prlnted ¡n Argentina

Primera edición
Primera reimpresión
M M X V -2M

© 2015 Asociación Publicadora Interamericana.


© 2015 Asociación Casa Editora Sudamericana.

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

ISBN 978-987-701-357-3

Polanco, J. Vladimir
Msítamimuro / J. Vladimir Polanco / Dirigido por Francesc X. Gelabert. - 1a
ed., 1a reimp. - Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2015.
384 p . ; 20 x 14 cm.

ISBN 978-987-701-357-3

1. Devocionario. Iglesia Adventista. I. Gelabert, Francesc X, dir. II. Título.


CDD 242

Se terminó de imprimir el 20 de diciembre de 2015 en talleres propios (Av. San Martín


4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su


manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros
medios, sin permiso previo del editor.

-108865-
Kathy, Liz, Hasel y Mariam,
mis primeros y más importantes lectores
Agradecimientos

Goethe, el más insigne de los escritores alemanes, tenía toda la razón del
mundo cuando escribió: “Si pudiera enumerar cuánto debo a mis grandes an­
tecesores y contemporáneos, no me quedaría mucho en propiedad”. Creo que
yo puedo decir lo mismo con respecto a #V isita mi muro .
No dispongo del espacio suficiente para mencionar a todos los que han
contribuido significativamente con este proyecto. No obstante, hay algunas
personas que merecen saber por escrito que les estoy muy agradecido.
Perla, no hay palabras que describan mi admiración y aprecio por ti.
Eres mi mayor maestro.
Daniel Rodríguez, aquí tienes el fruto de la semillita que sembraste mientras
charlábamos en el almacén de IADPA.
Jorge, tu creatividad y tu ayuda han dado un toque especial a estas reflexio­
nes. Sin ti, no lo hubiera podido lograr.
Ménica, la mejor editora del mundo. La fragancia de tu maestría al editar
impregna cada frase.
Daniel Medina, el genio de la producción de libros. Gracias por tu paciencia
y tolerancia en medio de la prisa de este proyecto.
Gela, gracias a ti he podido llegar a ser partícipe de la polimatía.
Kathy, la creatividad hecha mujer, gracias por haberme hecho la mejor
portada.
Herrera, Saúl y Moisés, ustedes me aceptan como soy.
Willy, Osiris, Alexander, Wellington, las celebridades, los mejores amigos del
mundo.
Júnior, Deimy, Melvin, Samuelito, Gabriel, Matos, Luis, Henry, Carlos, David,
Domingo, Ignacio, Batista, Pedro, Cecilio, Andrés, ustedes siempre estuvieron
ahí. Nunca se fueron.
A mis hermanos: un día todos estaremos juntos. La muerte jamás nos se­
parará.
A mis padres, gracias por su amor, apoyo y comprensión. Aquí les dejo una
pequeña muestra de la gran educación que ustedes me ofrecieron.
A mi Señor y Salvador, el único que merece la honra y la gloria; gracias,
Padre, porque tu inmenso poder se ha perfeccionado en mi debilidad.
¡Ven al muro de Jesús!

¿Qué haces cuando las personas en las que más confías no son lo que
parecen ser? ¿La frustración sacude tu corazón y sales corriendo en busca de
respuestas que la vida no logra darte? ¿A dónde vas cuando te da la impresión
de que el mundo en el que vives está patas arriba? ¿Te rebelas contra las cir­
cunstancias y gritas tu dolor?
La vida no es solo alegría, y tú lo sabes. Hay momentos en que las co­
sas parecen no tener sentido: hipocresía y mentira detrás de palabras bonitas;
incoherencia total escondida tras muchas formalidades... Y tú, como joven,
eres auténtico. O por lo menos, te gustaría serlo. Y no sabes qué hacer. A
veces te sientes solo, como si estuvieras remando contra la corriente. En esos
momentos es bueno aislarse de los demás y pensar, pensar y pensar. Dejar que
la rebeldía huya como paloma asustada, y que las ganas de vivir regresen
como golondrinas que vuelven después de un largo invierno.
Vladimir Polanco te invita en este devocional a visitar el muro de Jesús,
a oír los consejos sabios del Maestro, a entender la vida, no como los seres
humanos la entienden, sino desde la perspectiva divina del propio autor de la
vida. Solo Jesús puede explicarte por qué el ser humano de nuestros días es
capaz de conquistar la luna, pero no logra resolver sus problemas en la tierra;
cuál es la razón por la que los adultos exigen tanto de los jóvenes cuando ellos
mismos viven prisioneros de formalidades que no les permiten ser felices.
Visita todos los días el muro de Jesús. Dale a él la oportunidad de entrar
en tu mundo, de participar de tus sueños, luchas y proyectos. No camines
solo, intentando luchar con tus propias fuerzas. Necesitas a Cristo así como
la arena seca del desierto necesita las gotas del rocío matutino. No empieces
el día sin depositar en las manos de Jesús tus planes. Una cosa es luchar solo,
y otra completamente diferente es tener la seguridad de que alguien te forta­
lece en las horas más difíciles, curando tus heridas cuando la vida te golpea y
levantándote cuando por algún motivo resbalas o tropiezas.

Tu amigo,
Alejandro Bullón
Tabula rasa

P
robablemente te estés preguntando qué significan las palabras del título de la
reflexión de hoy. Tabula rasa es una expresión que los romanos usaban para
J L . referirse a una tablilla que estaba limpia, que no tenía nada escrito, algo así
como una pizarra en blanco. Como en la antigüedad los materiales para escribir eran
muy costosos, los escribas solían tomar una tablilla vieja, le borraban todo lo que se
había escrito en ella y entonces la convertían en una tabula rasa; es decir, en una
tablilla sin escribir, en una hoja limpia.
Un año nuevo es como una tabula rasa que Dios está poniendo en tus manos
para que escribas en ella cosas grandiosas. ¿Qué escribiste en la “tablilla” de tu vida
el año pasado? N o lo sé, y la verdad es que ya ni siquiera importa mucho. Pero una
cosa es cierta: Jesús está dispuesto a borrar tu pasado pecaminoso y a entregarte un
presente repleto de bendiciones. En este nuevo año el Señor, una vez más, te ofrece
un “borrón y cuenta nueva”, que es la expresión que utilizamos hoy en día para refe-
rirnos a “hacer tabula rasa". Hoy puede ser el inicio de una nueva etapa que marcará
la diferencia para el resto de tu vida.
El profeta Ezequiel, haciendo referencia concreta al día de Año Nuevo del calen-
dario de su época, escribió: “El día diez del mes, que es el día de año nuevo, el Señor
puso su mano sobre mí, y en una visión me trasladó a la tierra de Israel. Ya iban a
cumplirse veinticinco años desde que habíamos sido llevados a Babilonia, y catorce
años desde la toma de Jerusalén. En tierra de Israel, el Señor me puso sobre un mon­
te muy alto; y desde allí, vi hacia el sur, una serie de edificios que parecían una ciu­
dad” (Ezequiel 40:1, 2). En ese tiempo, la ciudad que menciona el profeta yacía en
ruinas. Sin embargo, aunque todo estaba destruido, Ezequiel pudo ver la obra de re­
construcción que Dios llevaría a cabo en medio de aquel panorama desalentador.
Es grandioso que hoy, el día de Año Nuevo, el Señor pone su mano sobre nosotros
y nos hace subir por la fe hasta su misma presencia, para que desde allí podamos con­
templar las bendiciones que serán escritas en esta tabula rasa que acabamos de recibir.
#AñoNuevo #TabulaRasa
Empezar
de nuevo

S
in duda alguna habrás oído hablar de Thomas Alva Edison, inventor de la
bombilla incandescente y uno de los genios más grandes que ha tenido la
humanidad. Edison fue tan brillante que en una etapa de su vida era capaz
de producir un invento nuevo cada dos semanas. Sin embargo, creo que su genia­
lidad radicó más en la manera en que manejó sus fracasos que en la lista de apara­
tos que inventó. Me explico.
Mientras la gente decía que la planta industrial que Edison había construido en
West Orange, Nueva Jersey, era a prueba de incendio, durante la noche del 9 de di­
ciembre de 1914 se demostró lo contrario, pues un voraz incendio acabó con seis de
los edificios de la planta. Las pérdidas superaron los cinco millones de dólares y, para
colmo, los edificios no estaban asegurados.
¿Qué habríamos hecho nosotros si nos hubiera tocado estar en los zapatos de Edi­
son? ¿Qué hizo él? A la mañana siguiente, cuando el fuego ya había sido sofocado,
volvió a la planta y, al caminar entre los escombros, encontró una fotografía en la que
se podía ver su rostro sonriente. Edison sonrió al verla. ¿Qué razón pudo tener para
sonreír en medio de aquel desastre? Él mismo nos ofrece la respuesta: “Todos nues­
tros errores se quemaron. Gracias a Dios, podemos empezar de nuevo”. Y ese mismo
día comenzó a trazar planes para reconstruir la planta.
Probablemente tú puedas llegar a ser un inventor famoso como lo fue Edison, pero
otros nunca lo seremos. ¿Eso significa que no podemos ser genios a la altura de tan
célebre inventor? Por supuesto que no. Somos genios si ante los fracasos de la vida
imitamos a Edison y seguimos adelante hasta que derrotemos las circunstancias ad­
versas que se nos presentan. En realidad, el secreto de Thomas Alva Edison consistió
en poner en práctica lo que ya había hecho el apóstol Pablo: “Más bien, una cosa
hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante,
sigo avanzando hacia la meta” (Filipenses 3:13, 14, NVI).
¿Sabes qué es lo que más me gusta de la llegada de este nuevo año? ¡Que todos los
errores que cometimos el año pasado ya son cenizas! Todo está listo para que volva­
mos a empezar y avancemos hacia la meta que tenemos por delante.
#BorrónyCuentaNueva
O
ksana Sergiyenko (1974-2011) creció en una sociedad en la que el ateísmo era
sinónimo de superioridad intelectual. Cuando se graduó de Economía viajó
a Moscú para continuar sus estudios de posgrado. Aquellos fueron días difí­
ciles para ella. Llegó sin dinero a la capital de Rusia; durante semanas apenas se man­
tenía comiendo restos de pan y un poco de agua, y en ocasiones ni siquiera eso.
En tales circunstancias, Oksana oró a Dios por primera vez. Su gran necesidad
también la indujo a leer detenidamente la Biblia. Según relató en una entrevista que
le realizaron en 2010, en la Palabra de Dios encontró la dicha que tanto había año­
rado. Poco después se unió a la Iglesia Adventista. Sin duda alguna, su esfuerzo en el
trabajo, su dedicación al estudio y su lealtad a Dios le darían muy buenos resultados
en esta vida y en la venidera.
Tras haber conseguido trabajo en el Ministerio de Finanzas, Oksana llegó a ser la
subsecretaría de Finanzas de Rusia, el puesto más encumbrado al que ha llegado un
adventista en ese país. A pesar de la crisis económica de 1998, Rusia disfrutó de al­
gunos años de prosperidad debido, principalmente, al aumento de los precios del pe­
tróleo. Oksana, basándose en la experiencia de José en Egipto (ver Génesis 41:33-
36), propuso la creación del Fondo de Estabilización de la Federación Rusa, un plan
que le permitió a Rusia ahorrar más de doscientos mil millones de dólares. Gracias a
su labor, el presidente Vladimir Putin la condecoró con la Medalla del Orden del
Servicio a la Patria.
¿Se habría imaginado Oksana, aquella mañana fría cuando se trasladó a Moscú
sin dinero, que llegaría a ser una de las economistas más distinguidas de su país? Pro­
bablemente no; sin embargo, trabajar, estudiar y confiar en Dios fueron los factores
clave de su éxito.
¿Y tú? ¿Sabes que el Dios que le concedió el éxito a esa humilde joven rusa tam­
bién te lo concederá a ti, si, con dedicación y fe, te empeñas en trabajar arduamente?
Bien lo dijo Salomón: “De todo esfuerzo se saca provecho” (Proverbios 14:23). Elena
de White agrega: “La dedicación en el estudio, el arduo trabajo y la diligencia perse­
verante obtienen victorias” (Mente, carácter y personalidad, t. 1, p. 109).
Si estudias, trabajas y confías en Dios, ¡los resultados serán grandes!

#SoyunJosé
m ■as
Los resultados
de una obra bien hecha
.....

M *
e iH í
.. '..o.,.
^ - ^_.í_-------------- - * .;.

C
ada vez que leo el versículo bíblico de hoy quedo intrigado con lo que afir­
ma Salomón. ¿Logras captar la esencia de su mensaje? El Sabio dice que
alcanzar el éxito puede provocar la envidia de tus compañeros, como les
pasó a José (Génesis 37:11), a Moisés (Números 12), a David (1 Samuel 18:5-9) o a
Daniel (Daniel 6), entre muchos otros. Pero en todos estos casos, los envidiosos
fracasaron rotundamente.
¿Crees que Oksana Sergiyenko, la joven que protagonizó la reflexión de ayer, no
tuvo que pagar el precio por realizar bien su trabajo? Gente envidiosa levantó calum­
nias en su contra para que la despidieran. El influyente periódico ruso Vek publicó
que, “según fuentes del Ministerio de Finanzas, cada semana Sergiyenko lleva a cabo
oraciones, seminarios religiosos y estudios bíblicos en su oficina”. Pero esto no fue
todo; la misma fuente también insinuó que era una espía del gobierno estadouniden­
se. El escándalo fue tan grande que Andrew McChesny, un periodista adventista,
informó que el fiscal general se vio obligado a investigar a fondo dicha denuncia.
Por supuesto, el informe del fiscal demostró la integridad de Oksana, pues no se
pudo encontrar falta alguna en su desempeño laboral. Sí, es cierto que oraba y distri­
buía publicaciones cristianas, pero ¿no formaba también parte de su trabajo servir a
Dios? A pesar de ello, su dedicación a Dios nunca puso en entredicho su desempeño
laboral ni su fidelidad a su patria.
La experiencia de esta joven rusa es parecida a la de Daniel. A pesar de que algu­
nos compañeros lo envidiaban y lanzaron graves acusaciones contra él, la Biblia dice
que “no le encontraron ninguna falta; por lo tanto no pudieron presentar ningún
cargo contra él” (Daniel 6:4). ¡Lo mismo sucedió con Oksana!
Te pregunto: ¿Eres de los que hacen bien su trabajo o eres de los que envidian a
los que alcanzan el éxito? M ientras que la envidia amarga el corazón y corroe
hasta los huesos, Dios tiene para ti una grandiosa promesa: “El que hace bien su
trabajo, estará al servicio de reyes” (Proverbios 22:29). A sí que hoy y siempre pro­
cura hacer lo mejor, especialmente cuando sirves al Rey del universo.
#RumboalExito #TrabajoBienHecho
El tema
del momento

,' A stoy seguro de que has notado algo distinto en este libro de reflexiones,
§f“ Í algo que quizás es común para ti, pero en tu celular o computadora, no en un
JillLs#? libro. Obviamente me reñero a las etiquetas o, como comúnmente se les co­
noce en informática, los hashtags. U na etiqueta o hashtag es sencillamente una ca­
dena de caracteres formada por una o varias palabras enlazadas, y precedidas por el
símbolo numeral (#). ¿Cuál es el objetivo de las etiquetas? Que los usuarios puedan
identificar rápidamente el tema alrededor del cual gira una conversación o publica­
ción en la Red. Por esa razón, al final de cada meditación he decidido resumir el tema
del día en una o varias etiquetas, para que identifiques el mensaje central y puedas
compartirlo con los demás.
Ahora bien, cuando una etiqueta se vuelve muy popular en Internet se convierte
en un tema del momento, o tendencia. A principios de 2015, Twitter preparó una
lista con las etiquetas más usadas de 2014. El secuestro de más de doscientas niñas en
Nigeria ocupó el primer lugar con la etiqueta #BringBackOurGirls; y el segundo lu­
gar se lo llevó la copa mundial de la FIFA, con la etiqueta #WorldCup. Como puedes
ver, una etiqueta puede marcar la diferencia.
Si Dios usara Twitter o Instagram, ¿cuál crees que sería su etiqueta favorita? Qui­
zás #YoteAmo o, tal vez, #DimiVidaporti. ¿Crees que el mensaje de la Biblia debiera
ser un “tema del momento” en las redes sociales o una “tendencia” en nuestras con­
versaciones? Yo creo que sí. Por una sencilla razón: el evangelio, el mensaje de la Bi­
blia, es una buena noticia. Y si hay algo que nuestro mundo necesita es escuchar
buenas noticias; la gente necesita esperanza y en Cristo hay esperanza y salvación.
Hoy, tú y yo podemos, a través de todos los medios posibles, divulgar mensajes
como la #SegundaVenidadeCristo, el #PerdóndelosPecados y #EnCristohaySalva-
ción. ¿Te animas a dar la buena noticia? Como bien dijo el profeta: “¡Qué hermoso
es ver llegar por las colinas al que trae buenas noticias!” Y ese que trae las buenas
nuevas puedes ser tú.
#BuenasNoticias #elMensajedelaBiblia
A
lguna vez has sentido temor de compartir la Palabra de Dios con otros?
Donald Knuth sabe bien a qué me refiero. El Dr. Knuth, profesor emérito
de la Universidad de Stanford, California, es en la actualidad uno de los
científicos más competentes en el ámbito de las ciencias de la computación. Es con­
siderado el padre de la programación moderna y del análisis de algoritmos. Su obra
The Art of Computer Programming [El arte de la programación de computadoras]
goza de reconocimiento a nivel mundial. Por su exitosa labor científica, el presidente
de los Estados Unidos lo condecoró con la Medalla Nacional de Ciencia en 1979. En
2010 fue galardonado con el Premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de
Tecnología de la Información, que otorga la Fundación BBVA, de España. Como
ves, estamos frente a una de las grandes luminarias científicas de nuestro tiempo.
Junto con su interés por las ciencias informáticas, el Dr. Knuth es un apasiona­
do hombre de fe que se ha esmerado en compartir la Palabra de Dios en los más
encumbrados círculos académicos. ¿Será posible que un científico de su envergadu­
ra se dedique a hablar de un libro tan antiguo como la Biblia? En un momento de
su vida, le dio vergüenza compartir el mensaje de salvación; sin embargo, logró ven­
cer su temor al darse cuenta de que eminentes matemáticos como Pascal, Newton y
Euler, también fueron hombres de fe.
La convicción de que Dios también desea salvar a los hombres de ciencia motivó
a Knuth a organizar un grupo para estudiar la Biblia a la luz de ciertos principios
científicos. En 1999 impartió una serie de charlas sobre la relación entre la fe y la
ciencia en el prestigioso Massachusetts Institute of Technology. Además, escribió un
libro titulado 3:16: Bihle Text llluminated [3:16: Arrojando luz sobre el texto bíblico],
en el que analiza todos los versículos 3:16 de la Palabra de Dios.
Knuth ha sido un faro de luz para la comunidad científica. En la Palabra de Dios
él encontró la verdadera sabiduría, esa que es capaz de llevamos más allá de los lími­
tes de esta tierra. ¿Te gustaría llegar a ser como el Dr. Knuth? ¡Pues no te avergüences
del evangelio!

#OrgullosodeSerCristiano
r ■ m

O
¿Qué hay debajo
de tu ropa?

B
eth Whaanga es dueña de una exuberante belleza. Su melena es rubia como
el sol; sus ojos azules compiten con la hermosura de una playa caribeña. A sus
33 años luce como una jovencita de veinte. Es poco menos que la mujer
maravilla. El problema es que detrás de ese esplendor externo hay algo muy distinto:
su cuerpo lleva sobre sí las marcas de su aguerrida lucha contra el cáncer.
A principios de 2014, Beth decidió mostrarle al mundo el lado oculto de su vida.
En acuerdo con su esposo, subió dos fotografías a su cuenta de Facebook. En la pri­
mera luce imponente gracias al maquillaje y al regio vestido rojo que resalta su silue­
ta; en la segunda salen a relucir las cicatrices de una mujer que ha logrado sobrevivir
a una ardua batalla contra la terrible enfermedad. A l comparar las dos imágenes, el
contraste no puede ser mayor; es como si fueran dos mujeres distintas. Lo que se ve
por fuera, no es lo que hay por dentro.
¿Qué hay debajo de tu ropa? Aunque aparentes lucir frente al mundo como
bueno y perfecto, la verdad es que por dentro somos como enfermos terminales
que sufrimos los estragos provocados por el cáncer del pecado. A l describir nuestra
condición, el profeta Isaías declaró: “De la punta del pie a la cabeza no hay nada
sano en ustedes; todo es heridas, golpes, llagas abiertas; nadie se las ha curado ni
vendado” (Isaías 1:6), Ese es el cuadro que detalla nuestra vida interior. Por eso nos
conviene acudir a Dios, sin hipocresías, y admitir nuestra verdadera condición: so­
mos pecadores.
Entonces, -te preguntarás- ¿qué hago ahora con esta enfermedad?
He aquí la solución: “Vengan, vamos a discutir este asunto. Aunque sus pecados
sean como el rojo más vivo, yo los dejaré blancos como la nieve; aunque sean como
tela teñida de púrpura, yo los dejaré blancos como la lana” (Isaías 1:18). No importa
lo que haya debajo de tu ropa, Dios está listo para quitar todas esas cicatrices que el
pecado te ha provocado. Si Satanás te acusa y te dice que eres un gran pecador, leván­
tate, alza tu voz y dile: “Sí, soy un gran pecador, pero cuento con un gran Salvador”.
#JesúsmiSalvador

1i?
“El efecto
Pinocho”

S
abías que después de la Biblia, Las aventuras de Pinocho es el libro traducido
a un mayor número de idiomas? A sí es, de acuerdo con la medición hecha por
el Index Translatorium de la U N ESC O . El relato del pequeño muñeco de
madera que quería ser un niño de verdad, en poco más de cien años se ha convertido
en una de las obras más populares del planeta. Sé que conoces muy bien los detalles
del cuento escrito por el italiano Cario Collodi entre 1882 y 1883, y supongo que es-
tás al tanto de cuál era el gran problema de Pinocho. ¿Lo recuerdas? A Pinocho le
crecía la nariz cada vez que mentía, y él mismo llegó a admitir que no podía parar de
mentir. Como lo era para Pinocho, mentir se ha tornado una práctica muy común
en nuestro medio.
Según una encuesta, en los Estados Unidos dos de cada tres jóvenes reconocie­
ron haberles mentido “a sus padres, maestros, o a alguien más en los últimos tres
meses”. U n sesenta por ciento confesó haber mentido a un amigo en el mismo
período de tiempo. Otros dijeron que habían copiado “en alguno de sus exámenes
en los últimos tres meses” (Scot McKnight, Sermón on the Mount, p. 110). ¿Te imagi­
nas qué hubiese sucedido si la nariz de estos muchachos les hubiera crecido cada
vez que recurrían a la mentira o el engaño?
El Hada tenía razón cuando le dijo a la pequeña marioneta que hay dos tipos de
mentiras: “Las que tienen piernas cortas y las que tienen nariz larga”. En otras pala­
bras, la mentira no llega lejos, siempre acaba descubriéndose; como dice Salomón:
dura “solo un instante”. De paso, la nariz puede delatarnos cuando mentimos, puesto
que entra en una fase muy activa cada que vez que engañamos. En 2013 los investi­
gadores de Psicología Experimental de la Universidad de Granada, España, publica­
ron un estudio en el que demostraban que la “temperatura de la nariz” se eleva cada
vez que mentimos. Ellos han denominado esto como “El efecto Pinocho”.
Siendo que la mentira acaba siempre descubriéndose, ¿no crees que es más prove­
choso que nos comprometamos con decir la verdad? Si, como dice la Biblia “el men­
tiroso no saldrá bien librado” (Proverbios 19:5), ¿qué sentido tiene que nos exponga­
mos al “efecto Pinocho”?
#honestidad #valores
Quiero ser...

1 salir de la iglesia, el niño miró a su madre y le preguntó:


-¿Puedo llegar a ser médico?
J L J ¡L La tierna madre, cuya piel morena había sido bañada por el sol, puso las
manos sobre los hombros del pequeño y le dijo:
- S i le pides algo al Señor y crees de todo corazón que lo hará, ¡así será!
-C reo que puedo llegar a ser médico -aseguró el niño.
-Entonces lo serás.
¿Podría ese niño llegar a hacer realidad su sueño? Le tocó vivir en una época en
la que ser negro era casi un pecado. Se crió sin su papá. Su mamá llegó a tener hasta
tres trabajos, lo cual le impedía pasar tiempo con él. La pobreza era su inseparable
hermana. Todo parecía haberse alineado en su contra. Pero desde ese día en que su
mamá le enseñó que “¡todo es posible para el que cree!” (Marcos 9:23), el niño, que
apenas cursaba el quinto grado de primaria, comenzó a pedirle a Dios que le ayudara.
Recordando aquella conversación, Ben Carson declaró: “Desde ese momento supe lo
que quería hacer con mi vida” (Corre el riesgo, p. 76).
Ese niño no solo llegó a ser médico, sino que ¡es uno de los mejores neurociru-
janos del mundo! A lo largo de su exitosa carrera Carson ha recibido numerosas
distinciones, incluyendo más de cincuenta doctorados honoris causa. En 2000 fue
nombrado por la cadena de televisión C N N y la revista Time como uno de los
veinte mejores médicos y científicos de los Estados Unidos. Ese mismo año fue se-
leccionado por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos como una de las
ochenta y nueve “Leyendas Vivientes” de la nación. En 2008 fue condecorado con
la Medalla Presidencial de la Libertad, la más alta distinción civil que se otorga en
los Estados Unidos.
Dios lo ha llevado a cumbres que Carson jamás pensó escalar. En su vida ve­
mos el cumplimiento de esta promesa: “El ideal que Dios tiene para sus hijos está por
encima del alcance del más elevado pensamiento humano” (La educación, cap. 1, p.
17). ¿Adonde quieres llegar? ¿Qué quieres ser en la vida? Si ya lo sabes, te invito a com­
partirlo en la etiqueta de hoy y a creer que con Jesús todo es posible.
#SísePuede #QuieroSer
9 Las ventajas
de creer

gy
1'

i __ :_______ ___ ____________ ..................... ifc_____________________

D
ecir que ya “leimos” un libro quizá sea una declaración bastante falsa. Uno
de mis libros favoritos es El ministerio de curación, de Elena de White. Lo he
leído de tapa a tapa en tres ocasiones. Sin embargo, cuando estaba escri-
biendo mi libro Lucas: el Evangelio de la gracia, lo volví a repasar y me encontré con
decenas de afirmaciones que me parecía nunca haber leído con anterioridad. Com­
partiré contigo esta: “El evangelio simplifica maravillosamente los problemas de
la vida” (cap. 30, p. 251). ¿Verdad que es una declaración hermosa? El evangelio es
capaz no solo de ofrecerte salvación eterna, sino que además te ayuda a lidiar con los
problemas comunes que forman parte de tu día a día. En otras palabras: creer en Je­
sús no solo te dará la oportunidad de vivir en el más allá, sino también de vivir mejor
mientras estás en la tierra. Para muestra un botón.
La revista Psichology and Psychiatry Research publicó un artículo que pone en
evidencia la fiabilidad de la declaración de El ministerio de curación. Según los inves­
tigadores que llevaron a cabo el estudio, orar y creer en Dios constituye una fuente
de mejoría para quienes padecen algún tipo de trastorno psiquiátrico. De acuerdo
con David H. Rosmarin, profesor de Psiquiatría de la Universidad de Harvard, creer
en Dios mejora el bienestar psicológico del individuo, disminuye sus riesgos de caer en
depresión y evita el suicidio. El estudio, que abarcó a ciento cincuenta y nueve pa­
cientes, puso de manifiesto que los que no creían en Dios tardaban dos veces más en
responder positivamente al tratamiento que los que admitían creer.
Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundan­
cia” (Juan 10:10). Creer en él te abrirá las puertas de la verdadera felicidad. Ahora
que estás viviendo la etapa más plena de tu vida -la juventud- puedes fomentar y
profundizar tu fe en el Señor, y así disfrutar y usar en toda su plenitud las facultades
mentales con las que Dios te ha dotado. Las palabras de Josafat siguen teniendo vi­
gencia para los que vivimos en el siglo XXI: “Confíen en el Señor, su Dios, y se sen­
tirán seguros” (2 Crónicas 20:20). Si lo haces, todo será más sencillo.
#ConfianzaenDios
Me comprometo
o

ISaiáSli^H I

A
mediados del siglo XVIII un grupo de metodistas, encabezados por John Wes-
ley, acordaron firmar y colocar en un lugar visible el siguiente pacto:

“Los signatarios de este pacto nos comprometemos a:


1. No prestar atención ni andar averiguando nada de las malas acciones cometidas
por los demás.
2. No creer inmediatamente, en caso de oír algo malo de otros.
3. Contactar, tan pronto como sea posible, al acusado para informarle de lo que
hemos oído sobre él o ella.
4. No comentar lo que hemos oído con nadie que no sea la persona acusada”.
En realidad, este pacto es una manera muy elegante de decir: No seremos chismosos. ¿Te
imaginas los problemas que evitaríamos si pusiéramos en práctica estos cuatro puntos? La-
mentablemente, en muchas ocasiones la mayoría de nosotros hace exactamente lo con­
trario. Cuando te sientas tentado a transgredir uno de estos puntos, valdría la pena que te
pongas por un instante en el lugar de la persona que está siendo objeto de las habladurías.
¿Te gustaría que la gente anduviera averiguando sobre tus pecados? ¿Desearías que creyé­
ramos todo lo que se dice de ti? ¿Te gustaría que cuando hablen mal de ti nadie te lo diga?
¿Disfrutas de que la gente ande proclamando por todos lados tus faltas?
Aunque parezca de lo más entretenido, no podemos pasar por alto que hablar mal
de los demás constituye un problema espiritual gravísimo. Una influyente escritora nor­
teamericana dice que nosotros podemos negar al Salvador “por nuestras palabras, por
conversaciones insensatas, bromas y burlas, por palabras ociosas o desprovistas de bon­
dad” (Elena de White, Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 364). ¿Cuántas veces habremos
negado al Señor por andar sacando a la luz las fallas de otros? Tomaremos una decisión
muy inteligente si nos comprometemos con el pacto de nuestros hermanos metodistas
y le pedimos a Dios que nos ayude a disciplinar nuestra lengua.
Te aseguro que siempre será más edificante y provechoso resaltar las virtudes de
los demás que explayarnos en sus fallas. N i siquiera Jesús, con toda la autoridad
moral que le otorgó vivir sin pecado en un mundo perverso, dedicó un minuto de
su tiempo a hablar de los pecados ocultos de nadie. Si él no lo hizo, yo, como dis­
cípulo suyo, tampoco lo haré.
#DiNoalChisme

•$ !! I
SÜJfCT
Él tomó mi lugar

D
os hermanos mellizos que trabajaban como taxistas en Manila, Filipinas,
eran tan parecidos que resultaba difícil poder diferenciarlos. Sucedió que
uno de ellos tuvo un accidente de tránsito que provocó la muerte de un
turista. La policía lo acusó de haber estado manejando temerariamente y, tras un
largo proceso judicial, fue sentenciado a veinte años de cárcel.
Su hermano gemelo, que era soltero, sufría mucho a causa de aquella tragedia.
A sí que un día visitó a su hermano en la cárcel y le dijo: “Tengo un plan para que sal­
gas de aquí. No puedo seguir sin hacer nada ante el dolor que tu ausencia ha causado
a tu esposa y a tus hijos. Como somos tan parecidos, nadie se dará cuenta si tú sales
en mi lugar. Ponte mi ropa y toma mi pase, yo cumpliré el resto de tu sentencia. Tu
esposa y tus hijos te necesitan, ve con ellos”. En un momento de descuido de los guar­
dias, los hermanos aprovecharon y se cambiaron de ropa. El culpable salió para estar
con su familia, mientras que el inocente se quedó encerrado pagando por un delito
que no había cometido.
¿Te parece justo que una persona inocente reciba la sentencia que recae sobre una
culpable?
Eso fue exactamente lo que Jesús hizo por todos nosotros. Tú y yo habíamos co­
metido un gran delito al pecar y transgredir la ley de Dios. Por tanto, sobre nosotros
recaía una sentencia de muerte; pero Cristo, como el hermano de la historia, decidió
tomar nuestro lugar y sufrió el castigo que merecíamos tú y yo. Su entrega constituye
la mayor evidencia del amor de Dios por los pecadores.
El profeta Isaías describe lo que Jesús hizo en favor nuestro con estas palabras:
“Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores. [...] Él
fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él re­
cayó el castigo [...], y gracias a sus heridas fuimos sanados” (Isaías 53:4, 5, NVI). Sí, el
Señor se entregó por ti, sufrió por ti, murió por ti; tomó el lugar que te correspondía a
ti. ¿Qué harás con la libertad que su sacrificio te ha otorgado?
#J esúsTomómiLugar
©
A h o ra es
1 orluno
:
bh h h i
m :
jAy y • ■ ■■•■
. •
M R

1 domingo 8 de octubre de 1871, Dwight L. Moody presentó un fervoroso


1 mensaje ante una inmensa multitud en la ciudad de Chicago. Mientras cari'
- taban el himno final, los miembros de la iglesia escucharon las sirenas de los
camiones de bomberos que pasaban a gran velocidad. A l salir del templo lograron
divisar que el fuego estaba arrasando con todo lo que se hallaba en su camino. Te­
miendo lo peor, Moody salió despavorido a salvar a su familia y luego se dedicó a
socorrer a otros. El incendio duró dos días, destruyó más de seis kilómetros cuadrados
de la ciudad, provocó la muerte de aproximadamente trescientas personas y unas
cien mil quedaron sin hogar.
Esa noche Moody había predicado sobre Mateo 27:22: “¿Y qué voy a hacer con
Jesús, el que llaman el Mesías?” Concluyó su sermón diciendo: “Me gustaría que us­
tedes se vayan meditando en esas palabras de Pilato, y que las analicen una y otra vez
durante esta semana, y el próximo fin de semana decidiremos qué haremos con Jesús
de Nazaret”. ¿El próximo fin de semana? No hubo “próximo fin de semana”. Esa no­
che la iglesia quedó destruida y algunos de los presentes perecieron por causa de las
feroces llamas. Desde entonces, Moody entendió que hoy, ahora, es el momento para
decidir qué haremos con Jesús.
¿Qué esperas para responder la pregunta de Pilato? Cuando el Maestro visitó a
Zaqueo, le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa” (Lucas 19:9). A l ladrón en
la cruz, lo consoló con estas palabras: “Te aseguro hoy, estarás conmigo en el pa­
raíso” (Lucas 23:43, NVR). En esa misma dirección Pablo escribió a los corintios:
“Ahora es el momento oportuno. ¡Ahora es el día de la salvación!” (2 Corintios 6:2).
Amigo lector, tu oportunidad para aceptar a Jesús es “ahora”, “hoy”. El destino de
tu vida espiritual solo tiene un tiempo: el presente. N o hay pasado, no hay futuro.
¡Es ahora o nunca!
Como no sabes si tendrás otra oportunidad para dar respuesta a la famosa pre­
gunta de Pilato, hoy es el día propicio para que respondas esa cuestión. ¿Qué harás
con Jesús? Acéptalo como tu Salvador y Señor. ¿Ya lo has hecho?

#HoyeselDía
@
¿Cómo ves
tu futuro?

A
l final de la Segunda Guerra Mundial hubo una gran escasez de alimentos
en algunas regiones de Noruega. Cierta familia, para evitar que su hijo de
nueve años muriera de hambre, lo entregó a un pastor, para que el niño le
ayudara a cuidar de los animales y, a cambio, el pastor le diera alimento durante el
verano. U n día, después de una larga jornada de trabajo, el pastor le ordenó al joven-
cito ir en busca de dos cabras que se habían perdido. Recordando ese momento, el
jovencito escribiría varias décadas después: “Mientras me dirigía a las colinas, me
sentí miserable... Olvidado por mi familia y seguro de que a nadie le importaba mi
suerte. [...] Llovía, y a medida que el agua me caía en la cara, se tornaba salada al
mezclarse con mis lágrimas. Estaba totalmente solo, ¡olvidado por todos!” Su inge­
nua mente infantil no le permitía entrever que más allá de las colinas donde pasta­
ban aquellas cabras, había un Dios maravilloso que estaba pendiente de él.
Con el paso de los años, aquel jovencito logró sobreponerse a las dificultades de
su niñez y se convirtió en uno de los personajes más influyentes que ha tenido la Igle­
sia Adventista. El ha trabajado como pastor, misionero, profesor y administrador. Ha
ocupado diferentes posiciones en África, Europa y Norteamérica. Consolidó su pre­
paración académica y se doctoró en una de las universidades más prestigiosas de A le­
mania: Tubinga. Finalmente, fue nombrado presidente de la Asociación General de
los Adventistas del Séptimo Día, una posición que desempeñó durante once años
(1999-2010). El niño, cuya familia no podía darle de comer, es Jan Paulsen.
¿Cómo logró el pastor Paulsen avanzar en medio de tantos aprietos? La clave de
su éxito radicó en aprender a confiar en la promesa divina: “Nunca te dejaré ni te
abandonaré” (Dejad que vuestra luz brille, p. 67). Aunque él se sintió solo, la verdad
es que Dios siempre estuvo a su lado.
Saber que la presencia divina está a tu lado será el motor que te impulsará a su­
perar tus limitaciones. Si Dios está contigo, la luz que él ha puesto en ti, brillará.
Quién sabe si él está viendo en ti un futuro presidente de...
#DiosestáConmigo
Va todo
al ganador

€€ 1 l ° s Halcones Marinos de Seatle derrotan a los Broncos de Denver en


el Super Bowl -anunció Jim Mclngvale, el dueño de una tienda de muebles
de Texas-, les devolveré lo que hayan gastado en sus compras; pero hay una
condición: la compra debe exceder los seis mil dólares”. ¿Quién se atrevería a come­
ter la locura de apostar en contra de los Broncos? En 2014 el noventa por ciento de
los estadounidenses apoyaba al equipo de Denver. Yo mismo, inducido por un amigo
y por mi admiración hacia la carrera de Peyton Manning, me fui del lado de los
Broncos. Después de todo, consideraba casi imposible que el noventa por ciento de
los norteamericanos estuviera equivocado.
Es bueno saber que en todas partes hay gente de temple, que está dispuesta a na­
dar contra la corriente y tomar una ruta distinta a la de la mayoría. Mil clientes acep­
taron el desafío de Mclngvale y cada uno de ellos gastó seis mil dólares en muebles.
Supongo que conoces el resto de la historia. Los Broncos fueron derrotados 43-8. Me
pasé toda la noche con la “cara larga” al ver la humillación a la que Seatle sometió a
Denver. Pero mi experiencia no es nada parecida a la Mclngvale, que tuvo que pagar
casi siete millones de dólares por haber apoyado al equipo equivocado.
Com o en el Super Bowl, en la vida espiritual solo compiten dos equipos: el de
Cristo y el de Satanás. ¿Qué equipo parece tener más seguidores? Creo que la res­
puesta es obvia -el de Satanás- ¿verdad? Este equipo es incontable como la arena del
mar (Apocalipsis 20:8).
Pero ojo con esto: Las Escrituras dicen que el pueblo de Dios es “tan numeroso
como las estrellas del cielo” (Deuteronomio 28:62). ¿Puedes contar las estrellas? No
creas que si te unes al equipo de Jesús, quedarás del lado que tiene menos seguidores.
Cuando Juan vio a los salvados los describió como una multitud que “nadie podía
contar” (Apocalipsis 7:9). Sí, Dios tiene millones de jóvenes y señoritas que han
apostado al equipo ganador: el de Jesús. Sin importar lo que diga el mundo, la reali­
dad es que en Cristo somos “más que vencedores”. En nuestro caso, queremos que
vaya todo al ganador, que vaya todo por Cristo.
#SoydeJesús
UT T n día D i°s se aPareció a N oé y le dijo: “Construye una barca de madera”
|| I (Génesis 6:14). Ponte por un minuto en las sandalias de Noé. Recuerda que
nunca había llovido, que él no era un ingeniero naval y, a pesar de todo
esto, el Señor le pide hacer algo que nadie había hecho nunca. ¿No te parece que
Noé tenía argumentos válidos para objetar la peculiar petición divina? Sin embar­
go, la Biblia se limita a declarar: “Y N oé hizo todo tal como Dios se lo había orde­
nado” (Génesis 6:22). Imaginemos a Noé diciéndole a la gente que va a construir un
arca; por supuesto nadie le cree y, además, comienzan a pedirle explicaciones. Morris
Venden, en Del éxodo al advenimiento, describe de esta manera el momento cuando
Noé anuncia a sus vecinos que construirá el arca:
-Señores, voy a construir un arca.
-¿Por qué vas a construir un arca?
-Porque viene un diluvio.
-¿Qué es un diluvio?
-N o lo puedo explicar hasta que lo vean. Pero entren en el arca.
-¿Por qué?
-N o se afanen por conocer los motivos, ya lo verán dentro de poco.
-Pero queremos saberlo ahora.
En ese momento llega un científico, pide la palabra y dice: “La causa es sencilla:
es la innata propulsión del reino animal reactivada por la máxima actividad de la
mente y superinducida por el brillo crepuscular de las esferas posteriores del cerebro;
sensibilizando cada chispa de la corporeidad de la creación bruta, afectando así la
translocación de sus materiales hacia ambientes más salubres” (p. 86). Tras escuchar
esta brillante intervención los antediluvianos abren los ojos y dicen:
-Tú sí sabes explicar bien las cosas. Ahora lo podemos entender.
Bueno, el caso es que “llegó el diluvio y todos murieron” (Lucas 17:27), excepto
Noé y su familia, que no se empeñaron en entender los motivos de Dios sino en obe­
decer lo que él había dicho. Cuando te exijan una explicación lógica y científica de
tu fe, no te afanes por darla. La fe no es un asunto de lógica; la fe tiene que ver con
confiar en Dios y en lo que él nos ha dicho. Eso fue lo que hizo Noé, ¿y tú, qué harás?
#ConfíoenDios
Más sobre
la fe de Noé

ndo de Noé, déjame hacerte algunas preguntas. ¿Sabes cuántos años


a N oé cuando vino el Diluvio? La Biblia declara que Noé tenía nada
y nada menos que seiscientos años (Génesis 7:6). Otra pregunta: ¡Du­
rante cuántos años anunció Noé la venida del Diluvio? Ciento veinte años (Génesis
6:3). Entonces: ¿Qué edad tenía cuando Dios le dijo que destruiría al mundo? Si
le restamos ciento veinte a los seiscientos, tenía cuatrocientos ochenta años,
¿verdad? A hora fíjate en esta declaración: “N oé tenía quinientos años cuando
engendró a Sem, a Cam y a Jaíet” (Génesis 5:32, RV95). Algunas versiones de la Bi­
blia, al traducir este pasaje, dicen que Noé, a sus quinientos años, ya era padre de sus
tres hijos. Sin embargo, a la luz de lo dicho en Génesis 11:10, sabemos que Sem nació
cuando Noé tenía quinientos dos años.
En realidad, cuando Dios le dijo a Noé que tenía que construir un arca y anun­
ciar a sus contemporáneos que solo le quedaban ciento veinte años de vida, ¡no
tenía hijos! En Hebreos 11:7 leemos que “por la fe Noé construyó la barca para salvar
a su familia”. ¡Por fe comenzó a construir el arca en la que salvaría a los hijos que to­
davía no tenía!
¿Y qué tiene que ver eso con nosotros? Creo que mucho. ¿Qué haríamos si en este
momento Dios le pusiera fecha de caducidad al mundo? ¿Cambiaríamos nuestros há­
bitos? ¿Dejaríamos de estudiar o de trabajar? ¿Perderíamos la ilusión de casarnos? Me
agrada creer que Noé, a pesar de la inminencia del diluvio, en ningún momento su­
puso que aquella era una razón válida para abandonar sus metas terrenales. Él se
casó, tuvo hijos y los educó para que ellos también entraran al arca.
El ejemplo de Noé es muy significativo para nosotros, los que vivimos en la últi­
ma etapa de la historia humana. No podemos, bajo la excusa de que Jesús viene
pronto, tener en poca estima nuestra preparación terrenal. Hemos de seguir estu­
diando, trabajando, haciendo planes a fin de conseguir una mejor vida para nosotros
y nuestros futuros hijos. Nuestra convicción respecto a los eventos que ocurrirán en
el futuro no implica que tengamos que descuidar el presente. Por lo menos así lo cre­
yó Noé.
#fe #valores
Esfuérzate
y sé valiente

C
harles M. Blow escribió un breve artículo en el diario The New York Times
en el que resaltaba el legado de Nelson Mándela. Según Blow, hubo dos fac­
tores determinantes en el éxito que tuvo Mándela en su lucha contra el apar-
theid en Sudáfrica.
En primer lugar, Mándela demostró ser un luchador. No solamente creyó en su cau­
sa, sino que trabajó arduamente para que la libertad formara parte de la vida cotidiana
de cada sudafricano, independientemente del color de su piel. Aunque su causa fue
tildada de “terrorista”, Mándela no dejó de luchar hasta conseguir su objetivo, sin im­
portar los juicios de valor que las grandes naciones hicieran contra su movimiento. En
segundo lugar, Mándela demostró ser valiente. ¿Qué era la valentía para él? El la definió
con estas palabras: “Aprendí que la valentía no es la ausencia de miedo, sino el triunfo
sobre él. El hombre valiente no es aquel que no siente miedo, sino el que conquista
ese miedo” (“A Lesson Before Dying” en http://www.nytimes.com).
Luchar y ser valiente. ¿A qué personaje bíblico evocan esas palabras? Tres mil
quinientos años antes de Mándela, Josué, el sucesor de Moisés, recibió esta orden:
“Sé fuerte y muy valiente” (Josué 1:7, NTV). Como sabrás, la tarea de Josué era in­
mensa: conquistar Canaán, derrotar gigantes, derribar murallas, repartir la tierra...
El hijo de Nun no habría podido conseguirlo si el Señor no le hubiera prometido que
estaría con él. Pero era indispensable que Josué hiciera su parte: luchar y ser va­
liente. ¿Cómo demostraría Josué que era hombre luchador y valiente?
Creo que la Nueva Versión Internacional da en el blanco al traducir Josué 1:7
de esta manera: “Solo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda
la ley que mi siervo Moisés te mandó. N o te apartes de ella para nada; solo así ten­
drás éxito dondequiera que vayas”. ¿Te fijaste bien en la declaración? Eres valiente
cuando obedeces la ley de Dios; eres un luchador cuando cumples con lo que el
Señor te ha pedido que hagas. Por consiguiente, sin obediencia no hay verdadero
éxito. Josué fue un gran personaje no tanto por sus logros bélicos, sino por su leal­
tad a la ley de Dios. ¿Quieres ser valiente y esforzado? Entonces pon tu corazón en
sintonía con las Escrituras.
#EsfuerzoyValentía #valores
p |o r qué algunas personas tienen éxito y otras no? Esta es una pregunta difícil,
y Malcom Gladwell escribió un libro, Los fuera de serie, para tratar de hallar
la respuesta. Según este autor de origen jamaiquino, aunque “el éxito es ta­
lento más preparación”, la preparación es mucho más importante (p. 46). El compro­
bó su tesis usando ejemplos que van desde músicos hasta programadores de compu­
tadoras. Déjame resumirte lo que él dice acerca de los músicos. Un estudio clasificó a
unos violinistas en tres grupos: 1) las estrellas, 2) los buenos y 3) los que llegarían a ser
profesores de música. Los integrantes de los tres grupos comenzaron a tocar violín
aproximadamente a los cinco años, y durante sus primeros años practicaron más o
menos la misma cantidad de horas: dos o tres por semana.
¿Qué marcó la diferencia entre los tres grupos? ¿Por qué algunos fueron estrellas,
otros buenos y otros maestros de música? La clave radicó en la cantidad de horas que
dedicaron a practicar. Los que llegaron a ser estrellas practicaron más de diez mil
horas; los buenos, ocho mil horas; y los profesores, cuatro mil. Por tanto, “lo que
distingue a un intérprete virtuoso de otro mediocre es el esfuerzo que cada uno de­
dica a practicar. Y eso no es todo: los que están en la cumbre no es que trabajen un
poco o bastante más que todos los demás. Trabajan mucho, mucho más” (p. 47; la
cursiva es del autor).
¿Suponías que el éxito se conseguía con tan solo tronar los dedos? No, para lo­
grarlo hay que trabajar más, mucho más. Cuando Dios le encomendó a Salomón la
gran responsabilidad de construir el Templo de Jerusalén, David le dio este valioso
consejo: “Anímate y esfuérzate, y manos a la obra; no temas ni desmayes, [...] mi
Dios, estará contigo” (1 Crónicas 28:20, RV95). ¿Cuál era la parte de Salomón? Es­
forzarse y ponerse manos a la obra.
¿Deseas ser exitoso? Pues tendrás que trabajar en ello diez, veinte, treinta mil ho­
ras. .. Y cuando creas que estás a punto de desfallecer, no olvides que, así como estu­
vo con Salomón, Dios también estará contigo.
#éxito
El león
no es más que un perro

w-T.m.
1 ¡ mm
' : ' : :1
:: ■' - Si

n la ciudad de Luohe, China, se había estado anunciando la apertura de un


J f i zoológico que, entre otras atracciones, prometía exhibir unos encantadores
J*Lss#leones africanos. Con el deseo de que su pequeño hijo de seis años conociera
al “rey de la selva”, una mujer decidió llevarlo al parque. Tras haber recorrido gran
parte del zoológico, finalmente llegaron al pabellón de los leones. Todo iba de mara-
villa hasta que en lugar de emitir un explosivo y profundo rugido, el supuesto león lo
que hizo fue ladrar. ¿Ladrar? Sí, un león que ladra; o mejor dicho: un perro que se
hacía pasar por león. “El zoológico nos está engañando -vociferó la señora- Está
tratando de hacer pasar a perros por leones”. La señora y todos los que habían ido al
zoológico fueron estafados. A l ser cuestionado sobre este asunto, el encargado del
parque afirmó que ellos tenían varios leones, pero que estaban lejos, en otra zona del
zoológico donde se estaban apareando, y que el perro pertenecía a un empleado que
sencillamente lo había dejado en la jaula del león por razones de seguridad.
Quizás te estés preguntando: ¿Cómo se puede confundir un león con un perro?
Cuando tengas la oportunidad busca en Google a un Mastín Tibetano, y verás que
hay que emplearse a fondo para encontrar las siete diferencias entre ese tipo de pe­
rros y un león.
Has de saber que en cuanto a cómo engañar a la gente, nadie le gana a Satanás.
De hecho, lo primero que hizo ese personaje cuando invadió la tranquilidad del
Edén fue engañar a Eva (Génesis 3:13). La engañó ofreciéndole hacerla como Dios
cuando lo cierto es que lo que hizo fue hacerla como él. Las promesas del diablo son
falsas ilusiones, espejismos, palabras que nos seducen y nos hacen ver un paraíso
donde lo único que hay es desgracia y dolor.
Saber de antemano que Satanás es un engañador nos da una gran ventaja sobre
él. Aunque se presente disfrazado como un ángel de luz, no podrá engañar a los es­
cogidos del Señor. Tú y yo sabemos que ese león no es más que un perro.
#AbrelosOjos
E
l pequeño vendedor de periódicos se acercó al policía y le preguntó: “Señor,
¿sabe dónde hay un lugar en el que yo pueda pasar la noche?” Cariñosamente,
el agente le dijo: “Sigue esta calle hasta que llegues al lago. Dobla a la derecha
y verás una casa pintada de blanco. Toca la puerta y cuando te abran solo di: ‘Soy
Juan 3:16’ ”.
El niño comenzó su recorrido mientras repetía una y otra vez: “Soy Juan 3:16,
soy Juan 3:16...” Cuando llegó a la casa, tocó la puerta, y le dijo a la señora que sa­
lió a recibirlo: “Soy Juan 3:16”. La dama le extendió una efusiva bienvenida y de
inmediato lo llevó junto a la chimenea para que se calentara. “No sé qué es Juan 3:16
-pensaba el chico-, pero sé que puede hacer que un niño sin techo sea recibido en
un hogar”. Luego la señora le ofreció un vaso de leche tibia y lo invitó a comer en una
mesa repleta de alimentos. “N o sé qué es Juan 3:16 -se repitió- pero sé que puede
hacer que un chico hambriento sacie su hambre”.
Cuando terminó de comer, la señora lo llevó a una tina de agua caliente, con bur­
bujas. “No sé qué es Juan 3:16, pero sé que me ha permitido darme un delicioso baño”,
pensó el muchacho. Cuando salió del baño, el niño fue llevado a una cómoda habi­
tación para que descansara. “No sé qué es Juan 3:16, pero sé que puede hacer que un
niño cansado pueda descansar”.
A la mañana siguiente, la señora le preguntó: “¿Sabes qué significa Juan 3:16?”
“No, no lo sé, pero sí sé que esas palabras pueden hacer que un niño como yo se sien­
ta amado y protegido”.
En la eternidad quizá podamos llegar a comprender por lo menos un poquito del
gran amor de Dios por nosotros. Entretanto, más que comprenderlo, ¿no consideras
que sería genial que el mundo acepte el mensaje de Juan 3:16 al contemplar el amor
de Dios reflejado en nuestra vida? Así lo hizo esta señora, así hemos de hacerlo noso-
l ros, así puedes hacerlo hoy.
#SoyJuan3:16
Un buen amigo

- ............................................... .....

L
a curación del paralítico de Marcos 2:1 al 12 es uno de los relatos más fascinan­
tes de los Evangelios. Cuenta el evangelista que cuando Jesús llegó a Caper-
naúm, una gran multitud de personas se congregó para escucharlo. El lugar
donde el Maestro estaba enseñando se llenó por completo. Entre los que no pudie­
ron entrar se hallaba un paralítico que soñaba con ver a Jesús.
Como el paralítico no podía entrar por sí mismo, sus amigos buscaron la manera
de ayudarlo. ¿Cómo lo hicieron? Rompieron el techo de la casa y lo bajaron ante la
vista atónita de todos los presentes. Dice el relato que al ver Jesús la fe de ellos, deci­
dió sanar al enfermo. ¿Quiénes eran “ellos”? Los cuatro amigos; los que decidieron
cargarlo, romper el techo, bajarlo... La suerte del paralítico consistió en tener amigos
sinceros y leales, amigos que lo apoyaron en sus momentos de mayor desesperación.
Gracias a esos buenos amigos, él recibió no solo salud física sino también espiritual.
Yo sé lo que es tener amigos como “ellos”, cuando no eres más que un “paralítico”.
En cierta ocasión quería reunirme con el presidente de IADPA; pero se me había
hecho bastante difícil concertar una cita con él. Uno de mis amigos lo contactó y le
pidió que me recibiera. Después de haber mostrado cierta reticencia, finalmente le
dijo a mi amigo que podía recibirme al concluir una reunión en la que estaba parti­
cipando. Mi amigo me llevó al lugar, pero cuando este señor salió de la reunión, le
informó que no podía atenderme porque ya tenía que irse al aeropuerto. Entonces mi
amigo le dijo: “N o hay problema, yo se lo llevo al aeropuerto, pero usted tiene que
recibirlo hoy”. El presidente me atendió y varios meses después yo estaba traba­
jando para IADPA.
Han pasado casi diez años desde entonces. Y en reiteradas ocasiones, Pablo Perla,
el presidente de mi historia, me ha dicho: “Yo quiero tener un amigo como Gabriel,
el amigo tuyo”.
U n proverbio judío dice: “Un amigo fiel es una protección segura; el que lo en­
cuentra ha encontrado un tesoro”. El paralítico y yo tuvimos la suerte de encontrar
ese “tesoro”, ¿y tú, ya lo encontraste?
#amistad
I i Eres útil!

M
is amigos no pueden entender que yo sea, al mismo tiempo, simpatizante
de los Medias Rojas de Boston y de los Yankees de Nueva York. Me gus-
tan tanto ambos equipos que hasta quisiera que intercambiaran jugadores
entre ellos; pero en nuestro tiempo eso es prácticamente imposible. Por suerte para los
Yankees, todo fue distinto al finalizar la campaña de 1919. El dueño de los Medias
Rojas por aquel entonces, Harry Frazze, determinó que Babe Ruth, su mejor jugador,
no debía permanecer en el equipo y lo envió a sus archirrivales: los Yankees. jugando
con Nueva York, Ruth implantó varios récords y se consolidó como uno de los mejo­
res jugadores que ha tenido ese deporte. Los especialistas consideran que Frazze llevó
a cabo la peor negociación de la historia del béisbol, y que cometió un grave error al
suponer que Ruth ya no sería útil para Boston.
¿Sabes quién cometió un error similar al de Frazze? El apóstol Pablo. En cierta
ocasión se enojó tanto con Juan Marcos, que llegó a creer que ese muchacho ya no
era útil para la obra de Dios. Bernabé trató de persuadirlo, pero Pablo estaba tan se­
guro de su opinión, que prefirió separarse de Bernabé antes que permitir que Marcos
formara parte del equipo misionero (Hechos 15:39). Por suerte, Marcos no le hizo
caso a la opinión de Pablo y siguió trabajando en la causa del Señor y llegó a ser el
autor del Evangelio que lleva su nombre. El jovencito que, según Pablo, no servía
para nada, se convirtió en un escritor bíblico. ¡Qué maravilloso!
¿Alguna vez alguien te ha dicho que no eres útil? Aun cuando lo diga alguien tan
influyente como Pablo, recuerda que el Señor ha puesto en tus manos talentos ex­
cepcionales. Jesús ve en ti a un futuro médico, ingeniero, maestro, predicador, can­
tante, escritor, pastor, misionero... En fin, si te pones en las manos de Dios, como lo
hizo Marcos, serás una herramienta útil. Con el paso de los años, Pablo, como buen
cristiano, reconoció su error al dudar del potencial de ese jovencito, y llegó a decir:
“Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para el ministerio” (2 Timoteo
4:11, RV95). Tú también eres útil, no lo dudes nunca.
#YosoyÚtil
¿Quién es
la persona más

r i *lu respuesta a la pregunta que da título a esta reflexión determinará en gran


i medida tu éxito o fracaso en la vida. Los psicólogos dicen que lo que piensas
«JÉ», de ti mismo está condicionado por lo que piense de ti la persona más impor­
tante de tu vida. Si él o ella dice que eres bonito, te sentirás bonito; si te tilda de
tonta, te creerás una tonta; si considera que vales mucho, tú te sentirás valioso. En
fin, esa persona es como el espejo en el que miras tus virtudes y defectos. El caso de
Albert Einstein explica muy bien lo que quiero decir.
U n día el padre de Albert le preguntó al director de la escuela qué carrera debía
estudiar su hijo. El director respondió: “Eso no importa. Albert nunca será exitoso”.
Otro maestro calificó a Einstein de “perro perezoso”. Finalmente, la junta escolar de­
terminó que ni siquiera merecía estar en la escuela, y lo expulsaron (Jess Brallier,
Who Was Albert Einstein, pp. 14, 21). Si Einstein hubiera hecho de sus maestros las
personas más importantes de su vida, el mundo hubiera perdido el privilegio de ha­
ber tenido una de las mentes más brillantes del siglo XX. Por suerte para él -y para
nosotros-, Albert supo ubicar adecuadamente el lugar de sus maestros y nunca les
dio el primer lugar en su vida.
¿Sabes por qué Albert Einstein logró descollarse por encima de todos los que
creían que no tendría éxito? Porque su madre siempre lo trató como el hombre más
inteligente que había conocido. Y como ella era la persona más importante de su vida,
Albert creyó en todo momento que era un joven brillante, sin importar lo que dijeran
sus maestros. Y eso lo indujo a ponerse por encima de la opinión de los demás.
Aunque la madre de Albert lo hizo bien, lo más conveniente es que Dios sea la
persona más importante de tu vida. Mira lo que él dice de ti: “Te amo y eres ante mis
ojos precioso y digno de honra. No temas, porque yo estoy contigo” (Isaías 43:4, 5,
NVI). ¿Te das cuenta? Eres valioso. Eres amado. Eres digno de honra. Mírate en ese
espejo. Si Dios piensa así de ti, ¡entonces tú has de ser una persona genial!
#SoyValioso #AmordeDios
Que nadie
te menosprecie

' ecesitamos que nos esculpa una estatua de mármol, en la que María sos-
tenga en sus brazos el cuerpo muerto de Jesús. Le pagaremos cuatrocien­
tos ducados de oro, y debe entregar la obra en un año a partir de esta
lecha”. Con estas palabras, el cardenal de San Dionisio le encomendó a un joven de
l an solo veinticuatro años, la elaboración de una obra escultórica que formaría parte
de la decoración de la imponente Basílica de San Pedro del Vaticano. El muchacho
no era un artista de renombre; pero ahora tenía una maravillosa oportunidad, y por
nada del mundo debía desperdiciarla. Aceptó el reto y en poco tiempo comenzó a
trabajar en el inmenso bloque de mármol, que personalmente buscó en los Alpes
Apuanos. Con una tenacidad indescriptible, trabajó arduamente día y noche, y con­
cluyó la escultura varios días antes de que finalizara el plazo.
Cuando la gente contempló la suntuosa y cuasi perfecta obra de arte, de inme­
diato comenzaron a dudar de que un joven hubiera podido esculpirla. Cuenta una
anécdota que, tras escuchar los comentarios de la gente, una noche el joven tomó su
cincel y sobre la cinta que cruza el pecho de María, escribió: “Miguel Angel, floren­
tino, lo hizo”.
Sin duda alguna, La Piedad -así se llama la escultura- es una de las máximas
expresiones artística del humanismo renacentista. Su belleza y su acabado impeca­
bles le permitieron a Miguel Ángel descollar y abrirse camino hasta consagrarse
como el artista más importante de su época. ¿Qué habría sido de él si hubiera recha­
zado el reto de llevar a cabo la obra a causa de su juventud?
Miguel Ángel tuvo una oportunidad, y la aprovechó al máximo. El esmero con
que llevó a cabo su trabajo nos sirve de ejemplo para que aprendamos cómo se pone
en práctica el consejo de Pablo: “Evita que te desprecien por ser joven” (1 Timoteo
4:12). Cada día Dios va poniendo en tu camino oportunidades, grandes y pequeñas,
que si las aprovechas sabiamente harán de ti un hombre o una mujer que nadie po­
drá menospreciar. Ponte en las manos de Dios, quizás hoy tengas la oportunidad de
iniciar la construcción de tu propia “Piedad”.
#AceptaelReto
Los frutos
de la humildad

S
u estilo de bateo, su velocidad, la seguridad de su guante, todo parecía indicar
que era el jugador que haría ganar al equipo. Solo tenía un problema: el color
de su piel. Desde 1892 estaba prohibido que los afroamericanos jugaran en la
Liga Profesional de Béisbol de los Estados Unidos. Pero Brach Rickey quería que ese
muchacho jugara para los Dodgers. Como cristiano, Rickey estaba dispuesto a poner
su grano de arena para derribar las barreras raciales que fraccionaban la nación.
Rickey sabía que contratar a un afroamericano conllevaba muchos riesgos para
el jugador, pues a lo largo de la temporada recibiría insultos, amenazas de muerte,
pelotazos de los lanzadores, ataques de sus propios compañeros... El asunto no se li­
mitaba a si los Dodgers tendrían el valor de contratar al jugador, sino si el jugador
tendría el temple necesario para pagar el precio que conllevaba romper los esquemas
de una sociedad carcomida por el racismo. Cuando Rickey le presentó los riesgos, el
jugador le preguntó: “¿Usted quiere un negro que no responda a los ataques?” Rickey
pensó un momento, y respondió: “Quiero un jugador que tenga suficientes agallas
como para no reaccionar ante los ataques”. Se necesitaba un jugador que pusiera de
manifiesto una virtud que parece estar en vías de extinción: la humildad. El mucha­
cho aceptó, y el 15 de abril de 1947 Jackie Robinson se convirtió en el primer afroa­
mericano en jugar en las Grandes Ligas.
Robinson supo manejar los ataques, y durante su carrera demostró que la sabidu­
ría y la honra acompañan a los humildes. En su primera temporada fue galardonado
con el premio Novato del Año. Dos años después ganó el título de jugador Más Va­
lioso. Además, participó en la Serie Mundial en seis ocasiones y fue exaltado al Sa­
lón de la Fama de Cooperstown. Salomón no se equivocó cuando dijo: “Para recibir
honores, primero hay que ser humilde” (Proverbios 15:33).
Rabindranath Tagore declaró: “Cuando somos grandes en humildad, estamos más
cerca de lo grande”. Si de verdad queremos llegar lejos en esta tierra, y en la venidera,
tratemos de poner en práctica el siguiente consejo de Pablo: “Sean humildes y ama­
bles; tengan paciencia y sopórtense unos a otros con amor” (Efesios 4:2).
#humildad #valores
¡Excelsior!

H
enry W. Longfellow, poeta, escritor y traductor, considerado el más ilustre
de los literatos estadounidenses de su época, hizo muchas cosas significati­
vas. Una de ellas fue realizar la primera traducción al inglés de la Divina
comedia de Dante. De todos los poemas de Longfellow, hay uno que me parece muy
interesante. El poema lleva un título muy sugerente: ¡Excelsior!, un vocablo latino
que significa “Más arriba”.
En ¡Excelsior!, Longfellow cuenta la experiencia de un joven, quizás como tú, que
se había propuesto una meta muy elevada. Con el objetivo de no dejarse intimidar
por nada, el muchacho llevaba siempre consigo un letrero que decía: ¡Excelsior!, por­
que sabía que a lo largo del camino se toparía con obstáculos que tratarían de
impedir su ascenso. Una noche, mientras ascendía por las heladas cumbres alpi­
nas, pudo ver a una familia que disfrutaba del calor de la chimenea; sintió deseos
ríe quedarse, pero se dijo a sí mismo: ¡Excelsior! Más adelante se encontró con un
anciano que le rogó: “Detente”; pero “él, con nuevo aliento, exclamó: ‘¡Excelsior!’”
Una doncella hermosa le pidió que abandonara el viaje; y con lágrimas en los ojos,
el muchacho le dijo: “¡Excelsior!"
¡Excelsior!, ir más arriba, constituye una buena meta para todo joven. Dios te
Ila llamado a crecer, a ascender a lo más alto, a llegar hasta la cumbre, él quiere que
le propongas nobles ideales. Puedes creer en lo dicho por Moisés: “El Señor te pon­
drá en el primer lugar, y no en el último” (Deuteronomio 28:13). Subraya la frase:
“El Señor te pondrá”. Tu papel es seguir adelante, no desanimarte, hacer caso omiso
a los que te quieren persuadir a no seguir “más arriba”. Dios no te fallará. Ahora bien,
1)ios tiene una condición para ponerte “en el primer lugar”. ¿Sabes cuál es? Que
“atiendas a los mandamientos del Señor” (Deuteronomio 28:13). Por tanto, tus as­
piraciones deben estar en armonía con la esencia de los mandamientos divinos:
amar a Dios y amar a tu prójimo.
¿Adonde quieres llegar? ¿Cuál es esa montaña a la que te gustaría ascender? Si
lo que quieres está en sintonía con los mandamientos de Dios, no te canses de mirar
“más arriba”, no dejes de luchar por tus sueños. ¡Excelsior!, amigo, ¡excelsior!
#excelsior ^excelencia #valores
Un grafiti
en tu corazón

I
y . ........... ...................

uiero aprovechar estas líneas para admitir públicamente que todavía vivo

Q en el planeta Tierra y que trato de mantenerme informado tanto de lo que


dijo el profeta Daniel, hace dos mil seiscientos años, como de las noticias
que trae el periódico de hoy. Por eso suelo estar bastante enterado de lo que hace o
dice el cantante Justin Bieber. Cierta noche, luego de un concierto, Bieber decidió
salir -por supuesto acompañado de guardaespaldas y un séquito de policías- a pintar
grafitis en un túnel de la ciudad de Bogotá, Colombia. Según el reporte de la cadena
Univisión, los grafitis de Bieber contenían mensajes respecto a cómo “superar las ex­
pectativas en la vida”.
N o he leído los grafitis de Bieber, pero sé que hace tres mil quinientos años,
Dios descendió al monte Sinaí y escribió sobre dos tablas de piedra el grafiti más
trascendental de la historia. Exodo 31:18 dice: “Cuando el Señor dejó de hablar
con Moisés en el monte Sinaí, le entregó dos tablas de piedra con la ley escrita por
el dedo mismo de Dios”.
¡Dios fue el primero en escribir sobre piedras! Y este grafiti divino sí contiene las
directrices que necesitamos para “superar las expectativas” de la vida. Nehemías, el
funcionario del Imperio Persa que estuvo a cargo de la reconstrucción de Jerusalén,
dice en su libro que los mandamientos de Dios “dan vida a quienes los practican”
(Nehemías 9:29). Y “dan vida” porque han sido proclamados por el Autor de la vida.
Dios quiere continuar grabando ese grafiti -su ley- en pleno siglo XXL Por su­
puesto, él no se pondrá a garabatear las paredes de nuestras grandes avenidas. Más
bien desea colocarlo en un mejor muro, uno que no sea de piedra sino de carne, ese
muro es tu corazón. ¿Te has preguntado qué espera Dios de ti? ¿Qué expectativa el
Creador se ha hecho contigo? En los Diez Mandamientos encontrarás la respuesta,
pues ellos aglutinan la más completa revelación de lo que Dios espera de cada ser
humano. Si quieres superar las expectativas de esta vida y del más allá, sigue el gra­
fiti de Dios, no el de Bieber.
ALeyDivina
Llenando nuestro
vacío infinito

B
laise Pascal ha sido uno de los genios más brillantes de la historia humana.
Yo lo recuerdo bien por todos los problemas que me causó en mi segundo año
de secundaria con su famoso “Teorema de Pascal”, y luego en mi cuarto año
con su “Principio de Pascal”. Aunque reconozco que para mucha gente el “Teorema”
y el “Principio” son vitales, no dudo de que para la gran mayoría de nosotros lo que
más nos ha impactado de Pascal es que haya inventado L a Pascalina, la primera cal­
culadora y precursora de las computadoras actuales. Ese aparato, que data de 1642, era
capaz de sumar, restar, dividir y multiplicar.
¿Sabes qué edad tenía Pascal cuando creó esa calculadora? Diecinueve años.
( lomo podrás ver, desde muy joven tuvo la disciplina de empeñarse a fondo en su
carrera profesional.
A sus treinta años Pascal era considerado una autoridad en ciencias y matemáti­
cas. Su éxito y su fama se extendían por todas partes, pero nada llenaba el vacío exis-
lencial que atormentaba al célebre científico. Por suerte, su vida tomó un rumbo
distinto desde aquel 23 de noviembre de 1654. Tras haber escuchado un poderoso
sermón, Pascal comprendió que ese abismo infinito que inquietaba su alma nada más
“puede ser lleno por Uno que es infinito e inmutable. En otras palabras solo puede
ser lleno por Dios” (Blaise Pascal, Una mente encendida, p. 97).
¿Cómo es posible que un científico como Pascal admitiera que el éxito y la fama
no llenaban el abismo infinito que había en su interior? Creo que a ti y a mí nos ven­
dría bien aprender de la experiencia de este famoso matemático. N o está de más re­
cordarte que el más encumbrado logro terrenal es incapaz de llenar ese vacío que
solo puede ser saciado con la presencia divina. Pero, como dijo Pascal, “unos buscan
su bien en la autoridad, otros en la erudición y el conocimiento, otros en el placer”.
¿'Dónde lo buscas tú?
¿Con qué quieres llenar tu vida? Si has estado procurando llenar tu vacío con
cosas terrenales, es oportuno que recuerdes estas palabras de Pascal: “Solo Dios es el
verdadero bien del hombre” (ibíd). “Solo Dios”; no necesitamos nada más para tener
i ina vida plena.
#DiosmeLlena
M
No imitemos
V
1
;
a Charlatán

ace poco leí que durante la Guerra Civil Norteamericana un hombre esta-
bastante preocupado por quedar bien con los dos bandos en conflicto,
lego de varios días tratando de encontrar la solución a su dilema, decidió
colocarse la guerrera del Norte. Sin embargo, cuando se miró en el espejo pensó que
era inapropiado pelear en contra de sus compatriotas sureños. A sí que se le ocurrió
ponerse los pantalones del Sur. Chaqueta del Norte, pantalones del Sur; según él,
esto le permitiría formar parte de los dos grupos bélicos sin poner en riesgo su vida.
Vaya sorpresa la que se llevó cuando ambos ejércitos le dispararon.
El amigo de nuestra historia me recuerda a Charlatán, el personaje de El progreso
del peregrino, de Bunyan. Charlatán era el típico cristiano que “era un santo de la
puerta para fuera, pero un demonio en la casa”. ¿No te parece que le queda muy
bien el nombre que le puso Bunyan? ¿Acaso te gustaría que, en los asuntos espirituales
o de cualquier otro ámbito, se diga de ti que eres un charlatán o una charlatana?
“¿Qué tienen en común la justicia y la injusticia? ¿O cómo puede la luz ser com­
pañera de la oscuridad?”, se preguntaba el apóstol Pablo; y él mismo responde: “No
puede haber armonía entre Cristo y Belial” (2 Corintios 6:14, 15). Otras versiones
rinden este último pasaje de esta manera: “N o hay acuerdo”, “no puede haber amis­
tad”, “no hay concordia”, “no puede haber pacto” entre Cristo y Satanás. En otras
palabras, un joven cristiano no ha de coquetear y usar una guerrera de Jesús al mis­
mo tiempo que lleva el pantalón de Satanás. Hemos de usar siempre la vestimenta
que nos identifica como soldados del ejército del Cordero de Dios.
Nuestro Señor no requiere jóvenes que nadan entre el bien y el mal, entre la igle­
sia y el mundo, entre la luz y las tinieblas. Él necesita jóvenes de fe firme, que no
claudiquen ante los ataques del enemigo. “Dios necesita soldados en su ejército. Ten­
drá hombres que, cuando deban tomarse decisiones importantes, serán tan leales al
deber como la brújula al polo” (Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 554). ¿Eres uno de
esos jóvenes? ¿O eres uno de los que imita a Charlatán?
#FeFirme #fe
Las ventajas
de leer la Biblia

U
no de los beneficios de leer la Biblia es que me ayuda a estar “enteramen­
te capacitado para toda buena obra” (2 Tim oteo 3:17, NVI). La lectura de
la Palabra de Dios no solo es provechosa para nuestro crecimiento espiri-
mal; también nos capacita para enfrentar con mayor eficacia los desafíos del día a
1 1ía. Es decir, las Escrituras no solo sirven para vivir en la vida futura, sino también
para vivir en el presente.
En su libro The Benefits of Belief: How Faith in God ¡mpacts Your Life [Los bene­
ficios de creer: Cómo la fe en Dios impacta la vida], Julián Melgosa cita una serie de
estudios que han demostrado que los jóvenes que estudian sistemáticamente la Pala­
bra de Dios desarrollan un mejor sentido de propósito para su vida, son menos pro­
pensos a caer en depresiones, poseen mejores calificaciones y, además, su conducta
es mucho mejor que la de aquellos que no la leen (pp. 40-42). Detente un momento
y respóndeme esta pregunta: ¿No te gustaría obtener todos estos beneficios?
Otra de las ventajas prácticas de leer la Biblia es que nos hace personas cultas,
t Atando Christiane Zschirnt preparó una lista con los libros que toda persona debe­
ría leer, la inició con la Biblia y, con mucho acierto, declaró: “Los conocimientos que
l ransmite la Biblia conforman el mayor sustrato común del mundo occidental” (Li­
bros: Todo lo que hay que leer, p. 27), Por su parte, el teólogo Gerhard von Rad solía
i lecir que toda persona que conociera bien las Sagradas Escrituras debía ser conside­
rada “culta, en el sentido más auténtico de la palabra”. Tras haber analizado la deuda
que tiene la literatura con la Palabra de Dios, en un artículo publicado en el presti­
gioso periódico The New York Times, Marilynne Robinson catalogó la Biblia con el
bien merecido título “Libro de los libros”.
Mejores calificaciones, mejor conducta, menos depresión, más cultura... ¿no te
gustaría tener todo esto? Sin duda alguna vale la pena leer la Palabra de Dios.
#LeelaBiblia
El precio
de la honradez - Parte i

J
ean-Baptiste Colbert, ¿te suena ese nombre? La Enciclopedia Británica, entre
otras cosas, dice que fue ministro de Finanzas, secretario de la Casa del Rey y de
Marina durante el reinado de Luis XIV de Francia, en el siglo XVII. Fue el “res-
ponsable de llevar a cabo el programa de reconstrucción económica que convirtió a
Francia en la potencia dominante en Europa”. ¿Cómo pudo este hombre, que no for­
maba parte de la aristocracia europea, llegar tan lejos?
En el libro Su palabra de honor y otros relatos se cuenta un episodio que desem­
peñó un papel vital en el devenir personal y profesional de Colbert. Durante su ju­
ventud, Colbert comenzó a trabajar en una tienda de telas. En cierta ocasión su pa­
trón le ordenó llevar tres piezas de tela a la habitación de un próspero banquero, que
se hospedaba en un lujoso hotel. “Mire -le dijo el patrón-, esta pieza marcada con el
número uno se debe cobrar a razón de seis libras la yarda; la número dos, a ocho; y la
número tres, a quince libras la yarda. No se equivoque” (p. 26).
Como era su costumbre, el joven Colbert acató la orden del jefe, se fue al hotel y
le entregó las telas al importante personaje. Luego de revisar las telas, el banquero
escogió la número dos y compró treinta yardas. Cuando Colbert llegó a la tienda, el
dueño se dio cuenta de que el joven había vendido a quince libras la yarda la tela que
costaba ocho. Es decir, ¡a casi el doble del precio real! El patrón lo felicitó y, además,
le ofreció un porcentaje de las ganancias “adicionales”.
¿Qué habrías hecho tú? ¿Habrías aceptado el soborno de tu patrón y te hubieras
quedado callado? La honradez de Colbert fue puesta a prueba, pero con mucha en­
tereza de carácter le dijo a su jefe: “¿Sabe qué? Esto no puede quedarse así. No deseo
tener dinero ajeno, prefiero ser honrado” (p. 27).
Como dijo Séneca, el filósofo moralista romano: “Lo que las leyes no prohíben,
puede prohibirlo la honestidad”. Colbert sabía que “de muy poco aprovecha el di­
nero mal ganado. Lo que vale es la honradez, pues te salva de la muerte” (Prover­
bios 10:2, TLA).
#honradez
El precio
de la honradez - Parte II

R
etomemos la historia de ayer. Cuando Colbert fue a devolverle al banquero
el dinero que le había cobrado de más, este le preguntó: “¿Y si yo le diera ese
dinero en recompensa por su honradez?” “N o deseo dinero ajeno, señor, pre-
licro ser honrado”, le contestó Colbert (Sm palabra de honor y otros relatos, p. 27).
Cuando el jovencito regresó a la tienda, su patrón lo insultó, lo tildó de tonto y,
como si todo esto fuera poco, también lo despidió. ¿Lo puedes creer? ¿Desemplear a
alguien porque es honrado? ¡Eso es un contrasentido! Quizá te preguntes: ¿Entonces
de qué sirve ser honrado si la honradez vale poco en nuestro mundo? Después de
lodo, Colbert perdió su trabajo a pesar de su entereza moral. Sí, Colbert perdió un
trabajo, pero ganó cosas mayores.
Ese mismo día, cuando supo lo que había pasado, el banquero visitó la casa de
Clolbert y le ofreció un buen trabajo en el banco. “Desde el principio gozó de la ma­
yor confianza; y como nunca dio motivos para que se dudase de él, se le dio oportu­
nidad de familiarizarse con todo el sistema bancario y posteriormente se le confió la
administración financiera de la nación” (ibíd., pp. 28, 29). La fidelidad y la honradez,
sus inseparables compañeras, lo convirtieron en el jefe de las finanzas del gobierno
francés. ¿Crees que su historia habría sido la misma si no hubiera demostrado recti-
l ud en asuntos tan nimios como unas cuantas yardas de tela? Ser honrado le costó
un empleo, sí; sin embargo, esa misma acción le abrió las puertas hacia un futuro
lleno de éxito y grandeza.
La experiencia de Colbert es un elocuente testimonio de que “al hombre honra­
do lo protege su honradez” (Proverbios 14:32). El simple vendedor de telas llegó a ser
un funcionario de primer nivel porque “los reyes aman y ven con agrado a quien ha­
bla con honradez y sinceridad” (Proverbios 16:13).
Sin duda alguna, nuestro mundo necesita jóvenes como Colbert, “que no se com­
pren ni se vendan”, “que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas” (La
educación, cap. 7, p. 54). ¿Quieres ser uno de esos jóvenes?
#FidelidadyHonradez
Derrotando
ai maligno

S
e dice que cuando se hallaba en su lecho de muerte, Lutero, el padre de la Re­
forma Protestante, tuvo un inquietante sueño, o más bien una terrible pesadi­
lla. Mientras dormía, Satanás se le apareció y le mostró una lista enorme con
todos los pecados que había cometido. Cuando Lutero vio el funesto registro quedó
sumamente preocupado y una inmensa inseguridad se apoderó de su alma. Como
cualquier ser humano, él también estaba “sujeto a pasiones semejantes a las nuestras”
(Santiago 5:17, RV95), y no podía negar la veracidad de las faltas que Satanás le es­
taba atribuyendo.
A l darse cuenta de que había logrado plantar la semilla de la inseguridad en
el alma de Lutero, el enemigo comenzó a retirarse de la habitación con aires de
triunfo. Entonces, un rayo de luz iluminó la mente de Lutero que, rebosante de gozo,
se levantó de la cama y dijo: “Satanás, hay algo que se te ha olvidado”. Con una ele­
vada dosis de fanfarronería el diablo respondió: “A mí no se me olvida nada, aquí
están registrados todos tus pecados”. Con profunda convicción Lutero declaró: “Sí,
se te olvida que ‘la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado’ (1 Juan
1:7)”. El relato termina diciendo que cuando Satanás oyó esas palabras salió co­
rriendo de la habitación.
La Biblia registra varias cosas que la sangre de Cristo ha logrado en nuestro favor.
Por ella recibimos el perdón de los pecados (1 Juan 1:7); por ella podemos estar cerca
de Dios (Efesios 2:13); por ella somos justificados (Romanos 5:9) y por ella tenemos
redención (Colosenses 1:14).
Cada vez que leo este pasaje, se apodera de mí una grata sensación de seguridad:
“Ellos lo han vencido [a Satanás] por medio de la sangre del Cordero” (Apocalipsis
12:11, NVI). Ese “ellos” también te incluye a ti. El apóstol Juan escribió: “Jóvenes, les
escribo a ustedes porque han vencido al maligno” (1 Juan 2:13). ¿Quieres vencer al
enemigo? N o te enfrentes a él confiando en tus propios méritos; si de verdad quieres
que él huya de tu vida, como lo hizo de la de Lutero, has de recordarle que tu victoria
está asegurada porque has creído en el poder purificador de la sangre de Jesús.
#LaSangredeJesús #SalvaciónyPerdón
}i El bien
siempre gana

-w J

E
n un país del sur de Asia dos misioneros cristianos fueron detenidos por unos
rebeldes. De inmediato, el jefe de la banda ordenó que los ejecutaran. A sí que
tomaron a los dos cristianos y los pusieron contra un árbol para fusilarlos.
I 'uando todo estaba listo para el “preparen, apunten, fuego.. uno de ellos pidió que
Ir concedieran un último deseo.
Los rebeldes, aunque de mala gana, aceptaron el pedido. El misionero se quitó la
chaqueta y se la regaló a uno de sus verdugos para que se cubriera, pues hacía mucho
Irío. Luego se quitó la camisa y se la entregó a otro. En fin, les obsequió todo lo que
Iii idiera ser de utilidad para ellos. Los hombres quedaron compungidos con semejan-
ir acto de bondad. “Lo vamos a matar y, a cambio, él nos hace bien”, susurró uno de
ellos. A l contemplar la increíble escena, el jefe de la banda se dio cuenta de que las
acciones de los misioneros eran mejores que las suyas, y les perdonó la vida.
Estos creyentes siguieron al pie de la letra el consejo del Sabio: “Si tu enemigo
i iene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; así harás que le arda la
cara de vergüenza, y el Señor te lo pagará” (Proverbios 25:21, 22). ¿Verdad que este
es un proverbio muy difícil de poner en práctica? Sí, parece ilógico; pero de eso se
l rata la vida cristiana, de no seguir los patrones de conducta que nos impone una
si iciedad en la que predomina la violencia, y la bondad es considerada como una
señal de debilidad. Pero la Biblia es muy clara: “N o te dejes vencer por el mal. A l
contrario, vence con el bien el mal” (Romanos 12:21). Hasta los babilonios, que
eran famosos por maltratar a sus enemigos, solían decir: “El sabio no debe devolver
mal al hombre que riñe con él” (Comentario del contexto cultural de la Biblia: Anti­
guo Testamento, p. 635).
¿Eres una persona sabia o necia? La manera en la que tratas a los que te hacen
mal pondrá de manifiesto tu nivel de sabiduría. El que hace el bien, de una u otra
manera, siempre sale ganando.
#HazelBien #VenceelMalconelBien
A
unque tengo pavor a los volcanes, no pude resistirme a visitar el Parque Na­
cional Volcán Poás, en Costa Rica. Por supuesto, esperaba que no me pasa­
ra como a los pompeyanos del 79 d.C., cuando el Vesubio, el legendario
volcán italiano, entró en erupción e hizo de Pompeya un mar de cenizas. Aunque la
lava ardiente tardó una semana en llegar a la ciudad, miles de personas murieron du­
rante la erupción. Entre los fallecidos se encontraba Plinio el Viejo, el famoso natu­
ralista romano. Según cuenta su sobrino, Plinio el Joven, su tío, que era un promi­
nente funcionario de Roma, tras divisar la nube de humo que salía del volcán, orde­
nó alistar una embarcación para observar el fenómeno más de cerca y tratar de en­
contrar una explicación satisfactoria de la erupción. Pero nunca regresó de su trave­
sía. Como al gato, lo mató la curiosidad.
Otro de los muertos célebres de aquel desastre natural ha llegado a ser conoci­
do como el Centinela de Pompeya. Gracias a las excavaciones realizadas en esa
antigua ciudad, se encontraron los restos de un soldado romano que permaneció
firme en su puesto del deber mientras la lava endemoniada destruía todo a su paso.
En el Museo de Nápoles, Italia, se exhiben el yelmo, la lanza y la coraza de este
valiente soldado, que prefirió morir antes que abandonar su posición y mancillar el
honor de un centinela romano.
Como ese centinela, tú también eres un soldado; en tu caso eres un centinela del
Señor: “Pues a ti, hombre, yo te he puesto como centinela del pueblo” (Ezequiel 33:7).
“A ti”. Sí, con tus luchas, con tus debilidades, con tus problemas; “a ti”, así como eres,
Cristo te ha escogido para que seas un centinela de la verdad y alertes al mundo de
la destrucción que se avecina. Él espera que permanezcas en tu puesto del deber,
como lo hizo el centinela de Pompeya, aunque se desplomen los cielos y la tierra.
¿Cuál es el principal deber de un centinela? El Señor lo dice en este mismo pasa­
je: “Recibir mis mensajes y comunicarles mis advertencias” (Ezequiel 33:7). ¿Estás
cumpliendo con tu deber?
#SoyunCentinela #CentineladelSeñor
E
n 2008 llegué a las oficinas de IADPA, la editorial en la que trabajo, para rea­
lizar prácticas de edición y traducción. Una mañana, Sergio V. Collins, sin
duda alguna uno de los más grandes editores que ha tenido la Iglesia Adven-
i isl a (escribió casi veinte libros y era capaz de editar en inglés, francés y español),
llegó a mi oficina y me dijo:
-Polanco, necesito que me escribas el editorial de la revista Avanzad.
-Pastor Collins, yo no trabajo aquí, simplemente he venido a practicar y recibir
entrenamiento -le respondí.
Con la sonrisa que lo caracterizaba, me dijo:
-N o hay que ser empleado de IADPA para escribir ese editorial. Es más, la per­
sona que siempre lo escribe no trabaja para nosotros.
Esa noche, al regresar al apartamento donde me alojaba, escribí el editorial. A l
día siguiente se lo entregué al pastor Collins y varias horas después, él me envió la
versión editada con esta añadidura: “J. Vladimir Polanco, redactor de IADPA”.
¿Redactor de IADPA? ¡Collins me trató como un redactor cuando yo aún no lo
era! De hecho, la andadura por el camino editorial conlleva que antes de obtener el
i írulo de “redactor o editor” hayas sido “lector de pruebas”, “editor asistente”, “editor
asociado” y, finalmente, “redactor o editor”. Collins se saltó todo ese proceso y me
11 ató como no merecía. Por supuesto, no fui a decirle que me quitara el título; más
bien disfruté de que me llamaran por lo que todavía no era.
Lo que hizo Collins conmigo es lo que Dios hace con todos nosotros: tratar­
nos como no merecemos. Cristo nos considera justos aunque somos pecadores; nos
a msidera santos aunque somos inmundos; nos ve como jóvenes salvos aunque ande­
mos por el valle de la perdición. Con razón dijo Pablo que Dios “llama a las cosas
que no existen, como si existieran” (Romanos 4:17, LBLA). No soy justo, pero me
encanta que Dios me considere justo. Me alegra saber que Jesús “no nos trata según
lo merecemos. N o nos pregunta si somos dignos de su amor; simplemente derrama
sobre nosotros las riquezas de su amor para hacernos dignos” (Hijos e hijas, p. 307).
¡Qué bueno es Dios, me trata como no merezco!
#LaGraciadeDios
Santa Cena lunar

— ...i... ...........................................

’ ouston, aquí base Tranquilidad. El Eagle ha alunizado”. Con estas pala­

“I Ti bras se anunció al mundo la llegada del hombre a la Luna el 20 de julio


»de 1969. Seis horas después, ya siendo el día 21, Neil Armstrong se con­
virtió en el primer hombre en poner sus huellas sobre nuestro satélite, entretanto que
pronunciaba su famosa frase: “Un pequeño paso para el hombre, un paso gigante
para la humanidad”. Junto con Armstrong se encontraban Edwin Aldrin y Michael
Collins. Te contaré una anécdota de Aldrin.
Aldrin era miembro de la Iglesia Presbiteriana y servía como anciano en su con­
gregación local. Cuando los astronautas preparaban los detalles finales de su trave­
sía, el pastor de Aldrin, Dean Woodruff, le recomendó llevar una copa, pan y vino a
la Luna. ¿Para qué? ¡Para celebrar la Cena del Señor en el espacio! Mientras celebra­
ban la Cena, Aldrin leyó Juan 15:5 y le agradeció a Dios por su cuidado protector
durante su recorrido sideral.
El hecho de que estos astronautas hayan decidido celebrar la Santa Cena en la
Luna pone de manifiesto el valor y la importancia de ese rito, ¿no te parece? Es que
cuando comemos del pan y bebemos del vino, símbolos de la carne y la sangre de Cris­
to, damos testimonio de que aunque hemos fallado, aunque hemos caído en tentacio­
nes, aunque hemos pecado y desobedecido la ley de Dios, confiamos en que él nos
aceptará y nos perdonará. La Cena del Señor no es para gente que se cree perfecta, sino
para los que somos imperfectos y deseamos renovar nuestro compromiso con el Salva­
dor. Jesús instituyó esa ceremonia para garantizamos que siempre será posible dar un
giro positivo a nuestra experiencia espiritual. Cuando participamos de la Cena, como
los astronautas, estamos reconociendo que sin él no podemos hacer nada.
Quizás no tengamos el privilegio de celebrar la Cena en la Luna, pero podemos
abrigar en nuestros corazones la seguridad de que muy pronto participaremos en la
mejor cena espacial del universo: “La cena de las bodas del Cordero” (Apocalip­
sis 19:9, RV95). Si quieres estar en esa cena galáctica, por favor, no dejes de renovar
tu compromiso con Dios por medio de la Santa Cena. ¡Nunca pierdas la oportuni­
dad de participar en ese rito!
#CenadelSeñor
S
e cuenta que un rey necesitaba contratar a un chófer para que lo llevara de su
palacio, que se hallaba en la cumbre de una escarpada montaña, a una peque-
ña ciudad del valle. Era preciso que el conductor supiera bien cómo manejar a
i ravés de un camino angosto y repleto de despeñaderos que intimidaban al más va­
liente de los mortales. El anuncio se esparció por toda la comarca y varios días des­
pués se presentaron tres candidatos.
Tras explicar los desafíos de aquella tarea, el rey les preguntó qué harían para evi-
Iar caer por uno de los precipicios.
-Yo manejaría el carro a tres pies de la orilla del abismo -dijo el primero.
-Yo puedo llevar el carro desde la cima de la montaña hasta el pueblo, manejan­
do a un pie de distancia del despeñadero -añadió el segundo.
El rey quedó sumamente admirado con la respuesta de aquellos hombres. Aunque
estaba seguro de que uno de ellos sería contratado, decidió preguntarle al tercero:
-Y usted, ¿cuán cerca de la orilla puede manejar?
-L a verdad es que no lo sé, su majestad. Yo prefiero pasar lo más lejos que pueda.
¿Cuál de los tres fue contratado? ¡Claro que el tercero! Él tenía una virtud que
superaba la destreza de sus compañeros: era prudente. Salomón, a quien Dios dotó
con sabiduría y prudencia, escribió: “El prudente ve el mal y se esconde, pero los in­
cautos pasan y se llevan el daño” (Proverbios 27:12, RV95). Fíjate en el cambio de sin­
gular, “el prudente”, a plural, “los incautos”. Siempre son menos los que prefieren evi-
l ar el mal, ya que la gran mayoría prefiere andar bien cerca de lo que es malo y perni­
cioso. La Biblia nos advierte: “El que no sigue una conducta prudente, irá a parar en-
l re los muertos” (Proverbios 21:16). En cambio, como dijo Epicuro: “La prudencia es el
más excelso de todos los bienes”.
En tu lucha contra el pecado, la mejor defensa que puedes exhibir es mantenerte
lejos de todo aquello que pueda empujarte hacia un profundo abismo de inmorali­
dad, y llevarte por el sendero que conduce a la muerte física y espiritual. Te invito a
que acudamos a Dios para que él nos ayude a ser prudentes en todo momento.
#PrudenciaySabiduría
La redecilla
de Elena - Parte 1

C
uán preocupado puede estar Dios por las cosas aparentemente insignificantes
que ocurren en tu vida? Aunque parezca increíble, el Rey del universo está
al tanto de todo, como ilustra la siguiente experiencia de Elena de White.
En cierta ocasión una chica que vivía en la casa de Elena de White pasó por el
dormitorio de la profetisa y quedó encantada con una redecilla para el pelo. Creyen­
do que nadie se daría cuenta, decidió tomarla y esconderla en un baúl. ¡Qué sorpresa
se llevó cuando Elena salió a buscar la prenda que le mantenía el cabello peinado y
ordenado! Después de todo, ser profetisa no era motivo para andar desaliñada.
Esa noche, la señora White reunió a los jóvenes y les preguntó por la redecilla.
Los chicos se miraban de reojo, lucían perturbados, pero nadie dijo ni siquiera una
palabra. A l día siguiente, Dios, que conocía muy bien cuán significativa era la re-
decilla para su sierva, envió un ángel para que le revelara a Elena el lugar exacto
donde se hallaba la prenda. ¡Increíble, Jesús pone en movimiento a un ángel por una
simple redecilla! Esto trae a mi mente un episodio de la vida de Eliseo, cuando el
profeta salió a buscar madera con un grupo de hombres y, mientras talaban los árbo­
les, el hacha de uno de ellos cayó al río. El pobre hombre, desesperado, gritó: “¡Esa
hacha era prestada!” (2 Reyes 6:5). Dios, a través del profeta, realizó un milagro para
rescatar el hacha de aquel leñador (vers. 6, 7).
Estas dos experiencias confirman que Jesús se interesa por todo lo que sucede en
tu vida. El Dios que lleva la cuenta exacta de cada hebra de tus cabellos sabe qué te
preocupa; está pendiente de ese examen que te quita el sueño; del dolor que te ha
provocado esa relación amorosa. El Salmista asegura que Dios recoge cada una de
tus lágrimas y las tiene anotadas en su libro (Salmo 56:8).
¿Qué te preocupa? ¿Qué te está quitando el sueño? N o importa cuán sencillo
sea tu problema, ¡Dios está al tanto! A sí que, jóvenes, pongan en práctica el con­
sejo de Pedro: “Dejen todas sus preocupaciones a Dios, porque él se interesa por
ustedes” (1 Pedro 5:7).
#DiosCuidadeMí
La redecilla
o

____ ___ ^ ______ _______________________ ______ ____

uizá la lectura de ayer te dejó con la duda respecto a qué pasó con la redecilla

Q de Elena y con la chica que la hurtó. Veamos el final y el “fin” de la historia.


Dios le mostró a la señora White que la redecilla estaba en el baúl de aquella
muchacha. Elena volvió a reunir a los jóvenes, pero nadie dijo nada. Cuando salie-
ion de la reunión, la joven quemó la redecilla para que no quedara evidencia del
n >bo. Poco después hubo una tercera reunión, se hizo la misma pregunta, y una
vez más todos callaron. Cuando salieron, Elena llamó a la joven y le dijo que Dios le
Ilabia mostrado todo lo que ella había hecho. La muchacha no tuvo más remedio que
ai linitir su pecado y arreglar cuentas con Elena y con Jesús.
¿Qué puedes aprender de esta historia? En primer lugar, no olvides las palabras de
Icsús: “N o hay nada secreto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no
llegue a saberse” (Mateo 10:26). Si bien podemos ocultar nuestras acciones de la vis-
la humana, no olvidemos que “Dios habrá de pedirnos cuentas de todos nuestros
actos [...], aunque los hayamos hecho en secreto” (Eclesiastés 12:14).
A hora bien, la cuestión fundam ental no era la redecilla, sino la salvación
de una jovencita. Dios quería guiarla a una verdadera conversión, y para ello se
valió de una redecilla, de un ángel, de una visión y de una profetisa. ¡Dios puso en
movimiento a todo el cielo con tal de guiarla al arrepentimiento! El “fin” de la his-
loria no era poner en evidencia su pecado, sino salvarla, pues lo que Dios quiere es
“que todos se salven y lleguen a conocer la verdad” (1 Timoteo 2:4).
¿Recuerdas lo que pasó con David cuando adulteró y tramó la muerte de Urías?
I >ios envió al profeta Natán para mostrarle al monarca que había actuado locamen-
Ie. Tan pronto reconoció su culpa, David admitió: “He pecado contra el Señor”, y de
inmediato el profeta le aseguró: “Sí, pero el Señor te ha perdonado” (ver 2
Samuel 12:13). Hoy Dios quiere que reconozcas tus pecados, no para avergonzarte
sino para perdonarte.
#PerdónDivino
y'í Una fábrica
de ídolos

p. ■
w l Ep ft * '• * , 'J

K; « í ': ■

Íi^tete8ÉÉÉ«i^iÉIÉaÉÍiÍáiBM áÉlBÍftfiÉiÉiÍ

U
no de los libros más interesantes y divertidos que he leído lleva un título
muy irreverente, que seguramente captará tu atención: Cartas del diablo a
su sobrino. Con el humor y el sentido común que lo caracteriza, el autor de
esta obra, C. S. Lewis, hace alusión a una serie de cartas que Escrutopo, un demonio
con mucha experiencia, le envía al joven demonio Orugario, para enseñarle a tentar
y derrotar a los más jovencitos. Según Escrutopo, todo tentador debe saber que los
seres humanos son “esclavos de lo ordinario”. ¿Será cierto? Bueno, fíjate que nosotros
somos esclavos de cosas tan comunes y pasajeras como la comida, Internet, los de­
portes, la música, los juegos de video o la moda.
A fin de confirmar lo que ha dicho, Escrutopo cuenta su experiencia con un in­
dividuo que no creía en Dios. U n día el ateo comenzó a leer un libro que presentaba
pruebas irrefutables de la existencia de Dios, lo cual hizo que el hombre comenzara
a dudar de su ateísmo. Entonces el experimentado demonio trazó un plan para im­
pedir que su súbdito siguiera leyendo el libro. ¿Qué hizo el demonio? Creó las condi­
ciones precisas para que el hombre dejara de leer en ese instante y saliera a buscar
comida. Y lo logró. El hombre no siguió leyendo y continuó atrapado en las garras
demoníacas de Escrutopo. Ese señor era esclavo de la comida. ¿No te recuerda esto
a la experiencia de Esaú, que cambió la bendición de Dios por un plato de lente­
jas? (ver Génesis 25:31-33).
¿Y tú? ¿Eres esclavo de algo tan común como un plato de comida? Satanás no pla­
nificará tu destrucción enviándote una legión de demonios que hieden a azufre. Su
plan es sencillo: mantenerte atado a los ídolos ordinarios que tu propio corazón ha ma­
nufacturado. Calvino, uno de los padres de la Reforma, dijo acertadamente que “el
corazón humano es una fábrica de ídolos”.
Considero oportuno que durante este día pongamos en práctica el consejo de
Juan: “Queridos hijos, apártense de los ídolos” (1 Juan 5:21, NVI). ¿Cómo lo harás tú?
Te recuerdo que para vencer esos pequeños ídolos ordinarios necesitas la ayuda de
un poder extraordinario: el Espíritu Santo. ¿Te gustaría recibir ese poder?
#venEspírituSanto
La meta
suprema

a tienes un objetivo para tu vida? ¿Sabes qué meta anhelas alcanzar? Me

Y encanta la siguiente declaración: “El éxito en cualquier actividad requie-


re una meta definida. El que desea lograr verdadero éxito en la vida debe
mantener constantemente en vista esa meta digna de su esfuerzo” (La educa-
i ii'm, cap. 31, p. 237). Billy Graham constituye un buen ejemplo de lo dicho en
rsia cita. Él identificó su meta: predicar el evangelio; y no permitió que nada lo
disuadiera de ese objetivo.
Harold Myra y Marshall Shelley dicen que, como Billy era muy popular y atrae-
i ivo, la Paramount Pictures le hizo una oferta para que trabajara para ellos como ac-
11 >r. La N B C le ofreció un millón de dólares para que presentara un programa televi­
sivo. El expresidente Lyndon Johnson le aconsejó que optara por la candidatura
presidencial Richard Nixon quiso nombrarlo embajador. ¡Todos fueron grandes
(>1recimientos! ¿Sabes qué hizo Graham? A todos les dijo: “Dios me ha llamado a
Iiredicar, y no tengo intención de hacer otra cosa mientras viva” (Secretos del lideraz-
l'o de Billy Graham, p. 66).
Jesús también tuvo muy presente este principio. El determinó cuál era su meta:
“Buscar y salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Desde que comenzó su mi­
nisterio, Satanás trató de desviarlo de su objetivo ofreciéndole los reinos de este
mundo (ver Mateo 4). Sin embargo, el Señor mantuvo en todo momento su mirada
lija en el objetivo: salvar a los seres humanos. Pablo escribió en su C arta a los Fi-
Iipenses: “Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndo­
me a lo que está delante, prosigo a la meta” (Filipenses 3:13, 14, RV95).
La Biblia dice que “el necio no tiene meta fija” (Proverbios 17:24); pero tú no eres
una persona necia. Y como el camino hacia la meta es largo, es mejor que comien­
ces a dar pasos concretos hacia ella. Pero nunca olvides que hay una meta que es su­
perior a todas, la más importante. ¿Quieres saber cuál es? Mira lo que dice el
apóstol Pedro: “Ustedes [...] están alcanzando la meta de su fe, que es la salvación”
( I Pedro 1:8, 9). ¿Es la salvación tu meta suprema?
#metas #ProsigoalBlanco
Dios es mi padre

__*__ __________________________i*,.;...,..:__ --------- i.....,

E
l escritor Perry Garfinkel nos regaló un hermoso cuadro del valor de un padre
cuando dijo: “Para un niño, el padre es un gigante desde cuyos hombros puede
divisar el infinito”. ¿Puedes imaginar lo que esto significaría si ese padre fuera
Dios y ese niño fueras tú? U n padre no es un concepto, una idea o un sentimiento.
Es alguien a quien podemos conocer y a quien podemos acercarnos; alguien con
quien podemos comunicamos y a quien podemos amar.
Reconozco que no siempre se tiene la suerte de contar con un buen padre. Por
tanto, es posible que en alguno de nosotros la palabra “padre” evoque recuerdos ne­
gativos. Sin embargo, Dios es el mejor Padre que existe en el universo. Si Dios es
un padre amante, entonces él es un ser personal.
Lejos de ser un personaje vengativo, la Biblia se refiere a Dios el Padre como un
ser misericordioso. A los creyentes de Efeso, el apóstol les presentó a Dios como un
ser “rico en misericordia” (Efesios 2:4, RV95); es “un Padre bueno y amoroso” (2 C o­
rintios 1:3, TLA). El texto más conocido de la Biblia lo dice con estas palabras: “Pues
Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no
se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). Me encanta esta cita de Elena de
White: “Del corazón del Padre es de donde manan para todos los seres humanos los
ríos de la compasión divina demostrada por Cristo” (El camino a Cristo, cap. 1, p. 18).
En el libro How God Changes your Brain [Cómo Dios cambia tu cerebro], los
investigadores Andrew Newberg y Mark Robert Waldman han concluido que los
que verdaderamente creen en Dios son más felices que aquellos que no lo hacen.
Disfrutemos de los privilegios que conlleva ser hijos del Padre celestial. El mismo
libro señala que creer que Dios es tu Padre te ayudará a tener relaciones familiares
mucho más sólidas, a prevenir el consumo de sustancias dañinas para la salud, y a
ser menos propenso a caer en la depresión y el suicidio. ¡Qué bueno es creer en un
Dios que también es mi padre!
#DiosesmiPadre
H
ace algunos años leí en un libro de Félix Cortés una historia que tocó pro­
fundamente mi corazón. Cuenta el pastor Cortés que un niño salió tempra­
no de su casa con el propósito de comprar un regalo para su madre. Como
.i ella le encantaban las flores, el primer lugar que el chico visitó fue una floristería.
-¿Qué deseas? -le preguntó la florista.
-Unas flores -contestó el niño.
- ¿Y para quién?
-Para mi madre. Hoy es su cumpleaños y no quiero que pase este día sin que sepa
que la amo mucho.
Dicho esto, el pequeño tomó el mejor arreglo de rosas blancas que había en la
floristería y, entregándole 80 centavos a la dependienta, le preguntó: “Señora, ¿al­
ianza con esto?” La florista, compungida por tan sublime manifestación de amor,
aceptó la cantidad y le entregó el arreglo. El niño salió corriendo; estaba tan conten­
ió que no se percató de que un automóvil se acercaba a gran velocidad. Se escuchó
un frenazo, un golpe, el grito de la gente. Cuando la florista salió, vio al niño bañado
en sangre y tratando de recoger las rosas que antes eran blancas, pero que ahora es-
iuban teñidas de rojo. Cuando él la vio, le dijo: “Señora, entréguele estas flores a mi
mamá. N o quiero que pase este día sin que sepa cuánto la amo”.
Sabes, un día, el Dios del cielo quiso que tú supieras cuánto te ama y decidió
hacerte un regalo coloreado con su propia vida. Así, cada gota de sangre derramada
Iii ir Cristo, es como un ramo de amor que el Padre celestial te ha enviado. “Dios
prueba que nos ama, en que, cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por
nosotros” (Romanos 5:8). Aunque la salvación es gratuita para nosotros, el apóstol
IVdro dice que Dios pagó un alto precio por ella: “Ustedes saben muy bien que el
n isl o de este rescate no se pagó con cosas corruptibles, como el oro o la plata, sino
ron la sangre preciosa de Cristo” (1 Pedro 1:18, 19). ¡Que no pase este día sin que
sepas lo mucho que Dios te ama!
#AmordeDios #DiosmeAma
P
robablemente hayas escuchado la historia de Sansón y hasta hayas soñado
con poseer sus “superpoderes”, pues sobre él recae el mérito de haber sido el
hombre más fuerte del planeta. No obstante, muchos ignoran que ese fornido
muchacho se encaminó hacia la desgracia porque su imprudencia a la hora de buscar
pareja era tan grande como su fortaleza física. Puedes leer su historia en los capítulos
13 al 16 del libro de Jueces.
Siendo muy joven, Sansón decidió casarse con una muchacha que tenía
creencias religiosas muy distintas a las de él. Cuando sus padres le reclamaron
por esa decisión y lo instaron a buscar compañera dentro de su propia nación,
que tuviera sus mismas creencias religiosas, él se limitó a decir: “Esa muchacha es
la que me gusta” (Jueces 14:3).
Según Sansón, a la hora de elegir pareja lo único que importa es que te guste. La
verdad es que no estaba del todo equivocado: la persona con la que piensas entablar
una relación tiene que gustarte y atraerte físicamente; pero, ojo, ¡eso no lo es todo!
Hay otras cosas que también debes considerar. ¿Qué le pasó a Sansón por llevarse
solamente del físico? Fracasó rotundamente. La mujer lo traicionó; pero como aque-
lia era “la muchacha que le había gustado” (Jueces 14:7), él regresó por ella; ¿y qué
crees? Ya se había casado con otro (vers. 20).
Pasó el tiempo y Sansón “se enamoró de una mujer llamada Dalila” (Jueces 16:4).
Esta, como la otra, no amaba ni respetaba al Dios de Sansón, y también lo traicionó.
Su atracción por ella lo llevó a la ruina moral y espiritual y, finalmente, a la muer-
te. Sansón amaba, pero amó a las mujeres equivocadas y tuvo que pagar el precio de
sus desaciertos amorosos. En su vida vemos ejemplos contundentes de que hay amo-
res que, de verdad, ¡matan! ¿En qué radicó su problema? En que sus deseos acabaron
siendo su principal enemigo.
“Ten cuidado de ti mismo”, es el consejo de Pablo para ti. ¿Por qué? Porque tu
propio corazón te puede jugar una mala pasada y, como dice la etiqueta de hoy: “No
todo lo que brilla es oro”. Así que pídele a Dios la fortaleza necesaria para vencerte a
ti mismo o a ti misma.
#NoTodoloqueBrillaesOro
La tentación
clet C IA

U
no de los anuncios más impactantes del Super Bowl 2013 sin duda alguna fue
el de Mercedes Benz. En él aparece un joven que mira atónito una valla que
publicita el modelo CLA. Mientras el chico está extasiado con esa maravilla
i Ir automóvil, se le aparece el tentador y le dice:
Es bonito, ¿verdad?
-Claro que lo es -contesta el muchacho.
Mientras le enseña su pluma, el tentador le lanza una oferta sumamente atractiva:
Muchacho, si haces un trato conmigo te daré ese Mercedes y todo lo que viene con él.
Entonces el chico se imaginó todo lo que le ocurriría si fuera el dueño de un CLA:
lo recibirían con una alfombra roja, una hermosa joven lo tomaría de la mano mientras
las luces de las cámaras fotográficas iluminarían su entrada; Usher cantaría junto a él;
viajaría a Las Vegas con el automóvil repleto de muchachas; aparecería en las portadas
i le las más aclamadas revistas; varias decenas de mujeres lo perseguirían por todas par­
les, y él correría más rápido que un Fórmula 1.
Finalmente, retorna a la realidad, y el tentador vuelve a la carga y le pregunta:
-Y, ¿qué harás?
Cuando está a punto de firmar el trato con el tentador, el joven logra ver el precio
del vehículo, y al darse cuenta de que no es tan costoso como él suponía, encara al em­
baucador y le dice:
-Gracias, pero creo que lo puedo conseguir.
De inmediato el tentador se esfumó.
Sí, hay mejores maneras de alcanzar lo que queremos en este mundo. Y David abor­
da este asunto en el Salmo 37. Luego de hacer referencia al éxito que alcanza la gente
que no cree ni respeta a Dios, el Salmista explica qué tienes que hacer si de verdad pre-
ivueles lograr grandes cosas en esta vida: 1) Confía en Dios, 2) haz el bien y 3) ama al
Señor. Si lo haces puedes reclamar el cumplimiento de esta promesa: “El cumplirá tus
i luscos más profundos” (Salmo 37:4).
Por tanto, cuando Satanás te ofrezca un CLA, dile: “Lo puedo conseguir sin tu ayuda,
Imíes cuento con la bendición de Dios”. Cuando le digas eso, el tentador se esfuma-
ia, como lo hizo en el anuncio.
^ResistelaTentación
Oraciones
que no pasan del techo

H
ace algunos años, mientras viajaba hacia la ciudad de Oklahoma para im­
partir una serie de seminarios sobre profecías bíblicas, mi vuelo hizo escala
en el aeropuerto de Dallas y decidí aprovechar mi estadía allí para almorzar.
Cuando empecé a comer, vino una persona, se sentó en mi mesa y ni siquiera me
saludó. N o me sorprendió su falta de cortesía, pero sí me llamó la atención que incli­
nara su rostro y orara en frente de mí. Cuando terminó su plegaria, le pregunté:
“¿Cómo puedes hablar con Dios a quien no puedes ver, y a mí que estoy aquí, sentado
frente a ti, me ignoraste por completo?”
Esta experiencia me hizo recordar a los fariseos, que “despojaban a las viudas de
sus casas y para disimularlo” hacían “largas oraciones” (Marcos 12:40). ¿Crees que
Dios puede aceptar una oración así? ¿Será posible que nuestras oraciones sean como
las de ellos? La oración se torna irrelevante a menos que vaya acompañada de actos
de amor y cortesía hacia los demás. De hecho, la Biblia se refiere a oraciones que son
estorbadas porque el orante no se lleva bien con sus familiares más cercanos (ver
1 Pedro 3:8). Son simples peticiones hipócritas, que no ascienden más allá del techo.
¡Sí, hay oraciones que no llegan al cielo!
No vayas a creer que la oración te da derecho a eludir tu deber y que te puedes
dar el lujo de ir por el mundo sin tomar en cuenta a quienes vivimos en él. A gus­
tín de Hipona dijo en cierta ocasión: “Haz tú lo que puedas, pide lo que no puedes,
y Dios te dará para que puedas”. Es decir, “a Dios orando y con el mazo dando”.
Elena de W hite declaró: “La oración no tiene por objeto obrar algún cambio en
Dios, sino ponernos en armonía con Dios” (Ser semejantes a Jesús, p. 21), y nadie
podrá estar en armonía con Dios a menos que lo esté con los demás. S i de verdad
quieres que tu oración pase del techo, sigue el consejo de Cristo y “ve primero a
ponerte en paz con tu hermano” (Mateo 5:24).
Recuerda que la oración tiene tanto que ver con lo que haces como con lo
que dices.
foración
Para que
te vaya bien - Parte i
E?

A
lguna vez has elevado una petición tan breve como esta: “Que hoy me vaya
bien” (Génesis 24:12)? Esta es una de las oraciones más sencillas y directas
que registra la Palabra de Dios, y fue elevada por Eliezer, el mayordomo de
Abraham. Esta breve petición expresa que la oración no está limitada al perdón de
I is pecados, a pedir victoria sobre la tentación o entendimiento al estudiar la Biblia.
I a oración está estrechamente relacionada con nuestro diario vivir. En 3 Juan 1:2,
vemos que el apóstol le dijo a Gayo, un amigo de la iglesia: “Oro para que te vaya
bien en todos tus asuntos” (NVI). La oración tiene que ver con todo, no solo con una
parte de tu vida. Jesús no solo desea tu prosperidad espiritual, sino también tu pros­
peridad material.
El Creador quiere que disfrutes de una vida de pleno bienestar y gozo. Por tanto,
Iii icdes acudir a él y pedirle a todo pulmón: “Señor, quiero que me vaya bien. Aspiro
a llegar a ser un profesional competente. Deseo ser un triunfador en los negocios.
Anhelo ser una madre o un padre ejemplar”. La Biblia no está en contra del éxito
Iicrsonal. A l contrario, la Palabra de Dios dice que a José “le iba bien en todo” (Gé­
nesis 39:3). De Salomón está escrito que “terminó con éxito el templo” (2 Crónicas
7:11). Igualmente, Ezequías “tuvo éxito en todo lo que emprendió” (2 Crónicas 32:30).
Ahora bien, ¿cuál fue el secreto del éxito de Eliezer y de los personajes que aca­
bamos de mencionar? Dejemos que sea el mismo Dios que nos dé la respuesta: “Lo
un ico que te pido es [...] que cumplas toda la ley [...]. Cúmplela al pie de la letra para
que te vaya bien en todo lo que hagas” (Josué 1:7). ¡Ahí está el secreto! Respetar y
obedecer las instrucciones que registra la Palabra de Dios constituye la única vía
pata alcanzar el éxito que excederá los aplausos de este mundo y se extenderá hasta
li is mismos confines de la eternidad.
¿Quieres que te vaya bien hoy? Pídele a tu Padre celestial que te dé valor y firme-
. a para obedecer su Palabra y él te bendecirá en todo lo que emprendas.
zdaOracióneslaClave #éxito
Para que
te vaya bien Parte 11

S
aber elegir al compañero o compañera para el resto de tu vida es funda­
mental para que te vaya bien en esta tierra. Gente brillante ha quedado
sumergida en el más terrible de los fracasos porque se equivocaron al to­
mar esta decisión. Fíjate en que, como vimos ayer, Eliezer oró para que le fuera
bien, pero el éxito de su viaje radicaba en encontrar una buena compañera para
Isaac. En esta historia hay dos elementos que hemos de tomar en cuenta a la
hora de elegir pareja y creo que ambos siguen siendo relevantes incluso para los
que vivimos en pleno siglo XXL
1. Lo primero que hizo Eliezer fue buscar la dirección divina. Dios sabe mejor que
nadie quién es la persona que más te conviene, y lo más lógico es que antes de
elegir a alguien, acudas a él y procures su dirección y aprobación. Orar es el pri­
mer paso.
2. El hecho de que hayas orado no significa que puedes olvidar que hay aspectos
que no son negociables. Por ejemplo, Abraham quería que la esposa de Isaac
formara parte de su “clan” familiar. En su libro Enamórate bien, Mike Tucker
dice que la persona con quien piensas establecer una relación amorosa debe
compartir un estilo de vida espiritual y valores similares a los tuyos. Si es dife­
rente a ti en estos aspectos, entonces no es de tu “clan”, y no será bueno ni pru­
dente que establezcas un vínculo afectivo con él o ella. Cierto predicador dijo
que quien se casa con un incrédulo, tiene al diablo como suegro. ¡Abraham no
quería eso para su hijito!
Eliezer oró y buscó a alguien que compartiera la misma fe de Isaac. ¿Sabes cómo
termina el relato? La Biblia dice que “Isaac amó mucho a Rebeca” (Génesis 24:67).
Si de verdad quieres que te vaya bien, no tengas en poca estima la elección de tu
pareja.
Acude a Dios y pídele que te dé entendimiento y sabiduría para elegir a la perso­
na adecuada. Si a Isaac le fue bien, a ti te podría ir, incluso, ¡mejor!
AElegirPareja #DiosmeGuía
e has sentido alguna vez atormentado por tus antiguos pecados? Quiero

T que sepas que no eres el único. En cierta ocasión el rey David, afligido por
el complejo de culpabilidad, consideró que su vida era “como flor marchi-
la" (Salmo 32:4); el recuerdo de sus faltas lo sumergió en una depresión tan profun­
da, que se pasaba el día llorando. Es cierto que el arrepentimiento conlleva sentir
dolor por el pecado, pero cuando hemos confesado nuestras faltas “el amor del Se-
ñor cnvuelvea los que en él confían” (Salmo 32:10), y ese amor echa fuera el temor
que nos embarga (ver 1 Juan 4:18). La siguiente ilustración te ayudará a entender
mejor esto del perdón.
Tras haber cometido un grave pecado, un joven acudió al Señor lleno de dolor y
i l isteza. Por supuesto, Dios, “que es generoso para perdonar” (Isaías 55:7), lo perdonó.
Aunque pasaron los años, el jovencito seguía angustiado por su falta. El recuerdo
i le sus malos actos se repetía en su mente como si fuera la tétrica escena de una
película. En ese tiempo llegó a su iglesia una señora que decía conversar personal-
mente con Dios. El joven, tratando de aplacar sus remordimientos, se le acercó, le
11 mtó su situación y le pidió que hablara con Dios al respecto. A l día siguiente la
llamó y le preguntó:
-Hermana, ¿habló con Dios sobre mi situación?
- S í -respondió la señora.
-¿Y le preguntó si yo había pecado?
-Por supuesto; me dijo que sí, que tú habías pecado.
-¿Y le dijo cuál había sido mi pecado?
-No. Cuando le pregunté, me dijo que no se acordaba, que ya te había perdonado.
¡Qué maravilloso! Dios no solamente te ha perdonado, sino que ¡ni siquiera se
ni nerda de lo que has cometido! Él le dijo a Isaías: “Yo, que soy tu Dios, borraré todos
i us pecadosy no me acordaré más de todas tus rebeldías” (Isaías 43:25, TLA). El “se­
pulta nuestras maldades. Arroja nuestros pecados a las profundidades del mar” (Ma­
queas 7:19). Jesús perdona y olvida. Por tanto, olvídate de tus errores y disfruta del
gozo que produce sentirse perdonado por Dios.

HYrdónDivino #DiosPerdonayO!vida
C
uenta John C. Maxwell que en cierta ocasión fue a ver un partido de fútbol
americano con un grupo de jóvenes. Mientras cenaban en el estadio, les
preguntó a los muchachos: “Si pudieran hacer algo para cambiar el mundo,
¿qué harían?” Por supuesto, los chicos no suelen meditar en este tipo de preguntas.
Varios de ellos ni siquiera se animaron a responder, pero otros hablaron de planes
grandes y complejos.
Entonces uno de ellos sorprendió a John y le preguntó: “¿Y tú, qué harías?”
La respuesta de Maxwell sorprendió al resto del grupo: Me dedicaría a enseñar “a
todos los niños del mundo a leer” (¡Vive tu sueño!, p. 101).
¿Leer? Sí, la lectura tiene un poder enorme para transformar a la gente. Déjame
ponerte un ejemplo. Después de la Segunda Guerra Mundial, Japón quedó hecho añi­
cos y sumergido en la más terrible pobreza. Sin embargo, en la actualidad Japón es uno
de los países más ricos y civilizados del mundo. ¿Cómo logró Japón en tan solo medio
siglo superar los desastres de la Guerra? Entre otras cosas, dándole importancia a la lec­
tura. Según la UNESCO , el 91% de los japoneses tiene el hábito de la lectura.
Francis Bacon dijo que “el conocimiento es poder”, y la lectura es el medio más
eficaz para obtener conocimiento. N o es casualidad que los países más ricos del mun­
do sean los que más leen.
Quizá ni tú ni yo podamos poner en práctica un programa que nos permita ense­
ñar a leer y cambiarles la vida a todos los niños del mundo. N o obstante, hay algo
que podemos hacer: transformarnos a nosotros mismos a través de la lectura. Aun­
que nuestro país no sea próspero económicamente, mediante la lectura y el conoci­
miento podemos tomar un rumbo distinto. Trata de leer todo lo que puedas sobre tu
carrera. N o te limites a la simple lectura que te asigna tu profesor. La cantidad de
libros que hayas leído marcará la diferencia entre tú y tus compañeros.
Pablo le aconsejó al joven Timoteo: “Entre tanto que voy, ocúpate en la lectu­
ra” (1 Timoteo 4:13, RV95). En otras palabras, “presta atención, dedícate, empléate
a fondo, no pares de leer”. La lectura de buenos libros cambiará tu mundo como
cambió el mío.
#lectura #BuenosHábitos
Profesionales
expertos

ué necesitas para ser un experto en tu carrera profesional? ¿Graduarte por

Q la Universidad de Harvard? Eso suena bien. Pero García Márquez no se gra-


duó de ninguna universidad y ganó un Premio Nobel. ¿Tener un padre adi-
niTado? También suena bien. Aunque Alexander Fleming, el médico escocés que
descubrió la penicilina, era hijo de un agricultor. ¿Tomar cursos avanzados de
maestrías y doctorados? ¡Estupendo! Pero Bill Gates no tiene ningún máster ni nin-
gtm doctorado. ¿Entonces qué es lo que necesitas?
Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Stanford, en
l aliíornia, ha comprobado que si dedicas entre treinta minutos y una hora diarios a
leer materiales relacionados con tu carrera, en cuatro o cinco años podrías llegar a
mm una autoridad en el tema. Te lo explico.
Si eres un lector medio, entonces tu capacidad de lectura rondará las veinticuatro
Iaginas por hora. Si lees veinticuatro páginas al día, seis días a la semana, tu promedio
i li ■ lectura será de ciento cuarenta y cuatro páginas por semana. En un año habrás leído
* asi siete mil quinientas páginas; y en cinco años cerca de cuarenta mil páginas de ma-
leí ial directamente relacionado con tu especialización. Si cada libro que leiste tuvo un
Iimmedio de doscientas cincuenta páginas, en cinco años habrás leído ciento cincuen-
i n libros. Es decir, treinta libros cada año. ¡Y todo con una hora diaria de lectura!
¿No crees que valdría la pena apartar esa horita? N o me digas que no tienes tiem­
po, porque tiempo es lo único que tienes. Todo es cuestión de dar el primer paso,
lisio podría ser tu gran año de la lectura! Ten en cuenta lo que dice el último libro
i Ir la Biblia: “Dichoso el que lee” (Apocalipsis 1:3). Aunque Juan usó esta frase para
iclrrir.se concretamente a la lectura de Apocalipsis, es innegable que la promesa del
11 io se aplica a cada lector, porque los que leen suelen ser más profundos y seguros
de sí mismos que quienes no lo hacen.
Jorge Luis Borges, que escribió más de treinta libros, y que se quedó ciego cuando
Irma cincuenta y cinco años, dijo: “Que otros se enorgullezcan por lo que han escri-
lo, yo me enorgullezco por lo que he leído”. ¿Quieres ser un digno representante
dr i ii profesión? ¡Pues a leer por lo menos una hora cada día!
//lectura #éxito
B
en nunca conoció a su padre. Como “hijo bastardo” fue discriminado y
maltratado. En la escuela nadie se sentaba a su lado y durante el recreo te­
nía que comer solo. La gente se burlaba de él y le vociferaba: “Miren, ahí va
el que no tiene padre”.
Cuando Ben tenía doce años llegó un nuevo pastor a su comunidad. En poco
tiempo el ministro se ganó el cariño de todos. Los miembros de la iglesia decían que
sus mensajes infundían esperanza hasta al más desdichado. A l oír esto Ben, que no
frecuentaba la iglesia, decidió ir y comprobar por sí mismo si era cierto lo que se de­
cía. Ese día llegó de último y salió de primero. El sermón refrescó espiritualmente su
alma sedienta. Comenzó a asistir todas las semanas: llegaba de último y salía de pri­
mero. ¿Por qué hacía eso? Para evitar que se burlaran de él. En cierta ocasión, el ser­
món lo cautivó tanto que se le olvidó salir de primero. Mientras trataba de escabu­
llirse en medio de la multitud, el pastor le puso la mano en el hombro, y le lanzó la
temida pregunta: “¿De quién eres hijo?”
En esc instante Ben deseó morir. Hubo un silencio solemne. Todos esperaban
ansiosos la respuesta del muchacho. Entonces, el pastor sonrió y le dijo: “¡Oh! ¡Yo
sé de quién eres hijo! Porque los rasgos familiares son inconfundibles. Tú eres un hijo
de Dios. [...] Es una tremenda herencia la que has recibido, muchacho. Ahora,
anda y vive de acuerdo a ella” (Zig Ziglar, Más allá de la cumbre, pp. 57, 58).
Ben no tenía un padre terrenal, pero era hijo del Dios del cielo. Estas palabras
produjeron un impacto permanente en él, le hicieron sentirse importante y lo ayu­
daron a superar todos sus miedos. Como hijo de Dios, Benjamin Hooper se propuso
alcanzar grandes metas, y llegó a ser gobernador del estado de Tennessee.
Tú también eres un hijo o una hija de Dios. Cuando sientas que la sociedad te
mira con rechazo, Dios estará a tu lado para decirte: “Te amo y eres ante mis ojos
precioso y digno de honra. No temas, porque yo estoy contigo” (Isaías 43:4, 5, NVI).
#SoyHijodeDios #DiosesmiPadre
| Un futuro
lleno de esperanza

S
upongo que habrás oído hablar del filósofo Jean-Paul Sartre (1905-1980). Ya sea
a través de un libro de literatura, filosofía, lingüística o de cultura general, le­
yendo un periódico o navegando por Internet, este personaje siempre encon-
11.11 ;í la manera de toparse contigo. Él era un ateo entre los ateos y fue un hombre
I'asíante anómalo. Fíjate que en 1964 se negó a recibir el Premio Nobel de Litera-
lina. ¡Esto te puede dar una idea de lo raro que era ese hombre! Me gustaría que tú
reflexionaras brevemente en una de las últimas declaraciones de ese pensador, escri-
a a, humanista y ateo francés.
Varias semanas antes de morir, Sartre declaró: “El mundo de hoy se nos aparece
Iii nrible, malvado, sin esperanza [...]. Pero es necesario crear un fundamento para la
esperanza” (Citado por Stephen H. Travis en í Believe in the Second Corning of ]es-
lis, p. 227). ¿Tiene razón el filósofo? ¿Acaso no es cierto que nuestro mundo es ho-
11 ¡ble y malvado? Pero ¿significa esto que no hay esperanza para quienes vivimos en
el! ¿Quién sería el fundamento de toda esperanza?
Sartre no pudo abrigar esperanza alguna ante su eminente muerte porque había
dedicado su vida a negar la existencia de Dios. Para él no había más futuro que el
Im ipio presente; lo que vale es el ahora, nada más. Por eso nunca quiso hacer del Se-
iii ir el fundamento de su esperanza. ¿Viviremos nosotros de esa manera? Cuando lle­
rau' el final de tu vida, ¿te gustaría estar tan amargado como lo estuvo Sartre?
Si depositas tu fe en el Señor, entonces puedes tener la certeza de que “hay una
esperanza para tu futuro” (Jeremías 31:17). En Jesús, tú eres dueño de una “esperanza
viva” (1 Pedro 1:3). N o necesitas crear un fundamento para tu esperanza, sino creer
ei i el cimiento que ya Dios ha puesto: Cristo. No cometas el error de Sartre, y haz de
lesiis el fundamento de tu futuro y el centro de tu vida. Como David, tú también
puedes decir: “Señor, desde mi juventud eres mi esperanza” (Salmo 71:5).
/tEsperanzaparaHoy #JesúsesmiEsperanza
(,(, omos novios, pues los dos sentimos mutuo amor profundo; y con eso ya ga-
namos lo más grande de este mundo”. A sí comienza la famosa canción de
Armando Manzanero; pero ¿te has preguntando qué conlleva ser novio/a
de alguien? Yo mismo no me había planteado el asunto hasta que leí un artículo en
el periódico El País, de España, titulado: “La indefinición de los novios”.
Según el autor, Álex Grijelmo, establecer el campo semántico de la palabra
“novio” actualmente “resulta escurridizo”. El primer diccionario de la Lengua Es­
pañola, el Diccionario de Autoridades, publicado en 1734, definía así el término en
cuestión: “El recién casado, o inmediato a casarse”. El actual Diccionario de la
Academia mantiene básicamente la misma idea al prescribir que “novio” es: 1)
“Persona que acaba de casarse”; 2) “Persona que mantiene relaciones amorosas con
fines matrimoniales”. Pero avanza un poco más y despliega este tercer significado:
“Persona que mantiene una relación amorosa con otra sin intención de casarse y sin
convivir con ella” (la cursiva es nuestra).
Como estarnos hablando entre jóvenes, y aquí no cabe la hipocresía, tenemos
que admitir que, en la práctica, la tercera definición es muy común en nuestro medio.
Sabes que no quieres, ni puedes casarte, pero insistes en mantener una relación amo­
rosa que no sobrevivirá más allá de unos cuantos pedazos de pizza y varias bolas de
helado. Siendo así, ¿será que muchas de nuestras relaciones de noviazgo se convier­
ten en una terrible pérdida de tiempo?
El diccionario de 1734 estaba en sintonía con lo que la Biblia dice cuando ha­
bla de novios. En las Escrituras el “noviazgo” alude a un pacto de amor entre per­
sonas que poseen la madurez física, mental, espiritual y financiera para entablar
una unión permanente por medio del matrimonio. Si yo te preguntara si tienes
novio/a, ¿cuál sería tu respuesta? ¿En cuál de las tres definiciones encajaría tu no­
viazgo? Si esa persona a la que llamas novio/a no tiene intención de casarse con­
tigo, ¿qué sentido tiene mantener esa relación? Pero si él o ella encaja en las prime­
ras dos definiciones del diccionario, entonces puedes terminar la canción y decir:
“Somos novios, somos novios”.
#ElegirPareja #noviazgo
Si necesitas
ayuda, llama
— .. .■..i— 5
i \ r t * ?/ \
fcy.A ?v;: vC. , .A
v W ) i
" ; . ". ■ y-úc-C-' |
I. fc - . , - M L Ü *
, *‘v !•’ 1~p
j’f y ’

L
a señora Berwick era la encargada de coordinar los trabajos sociales del Ejér­
cito de Salvación en Liverpool, Inglaterra. Tras muchos años de ardua labor,
se acogió a los beneficios del retiro y dejó de servir en la organización. Cuan­
do I.ondres estaba siendo bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial, la gen-
ir andaba desesperada buscando refugio. A un grupo de personas se les ocurrió acu­
da a la sencilla casa de la hermana Berwick porque, según ellos, era un lugar donde
podían hallar protección. ¿Sabes qué hizo la señora Berwick al ver a tanta gente en
la Iincita de su casa? Buscó una escoba y, agitándola a la derecha y a la izquierda, les
|/i ¡ló: “¡Váyanse, ya estoy retirada!” ¿Crees que hizo eso? No, claro que no. Los apoyó
y además colocó un letrero en la puerta que decía: “Si necesitas ayuda, llama aquí”.
Iin cierta ocasión el rey Ezequías estaba atravesando por una situación bastante
piave. Los ejércitos de Senaquerib, el despiadado monarca asirio, habían rodeado la
■ mdad de Jerusalén. Nadie podía entrar ni salir. Cada día los comandantes asirios
lanzaban todo tipo de insultos contra el pueblo de Dios y se jactaban de haber des-
i mido a naciones mucho más grandes y poderosas que Judá. El panorama lucía muy
desalentador. Entonces, Ezequías recordó que servía a un Dios en cuya puerta se pue­
de ver un letrero como el de la señora Berwick: “Si necesitas ayuda, llama aquí”. Fí­
lale en lo que hizo Ezequías: “En esta situación, el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo
■le Amos, oraron y pidieron ayuda al cielo” (2 Crónicas 32:20).
Lo mejor de todo es que tan pronto solicitaron la ayuda divina, de inmediato
el cielo actuó: “Entonces el Señor envió un ángel que exterminó a todos los solda­
dos, capitanes y comandantes del campamento del rey de Asiria, quien tuvo que
volverse a su país lleno de vergüenza” (2 Crónicas 32:21). ¿Alguna vez te has sen-
i id o como si te estuvieran bombardeando? ¿El enemigo te ha rodeado y todo pare-
i r indicar que no tienes escapatoria? Yo me he sentido así cientos de veces, y tengo
que decirte que en esos casos lo mejor es buscar la ayuda divina. Nosotros podemos
c lamar: “Dios es el que me ayuda” (Salmo 54:4, RV95). Hoy el Señor te dice: “Si
necesitas ayuda, llama aquí”.
'/ OraciónesPoder #AyudaDivina
H
oy quiero llamar Cu atención a uno de los pasajes más extraordinarios de
la Biblia: “Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la
muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con
su Hijo, todas las cosas?” (Romanos 8:32). Maravillosa promesa, ¿no te parece? Char­
les R. Swindoll ilustra lo dicho por el apóstol con la siguiente anécdota.
Imagina que el administrador de una prestigiosa joyería te llama para decirte que
eres el ganador de un costoso collar de diamantes. Mientras no terminas de salir del
asombro, el gerente agrega: “Lo único que tienes que hacer es venir mañana a la
tienda y recoger tu premio”. A l día siguiente la joyería ha organizado una pequeña
ceremonia de entrega. Hay invitados, fotógrafos, comida, y... por supuesto, algún
que otro curioso que desearía robarse el premio. A l finalizar la ceremonia, como
no quieres andar exhibiendo el collar, le pides al gerente que te obsequie un pe­
queño estuche para guardarlo.
¿Crees que la joyería, después de haberte dado un regalo de varios miles de
dólares, dirá: “Si usted quiere el estuche, tiene que comprarlo”? Lo dudo, puesto
que el valor “del estuche es nada comparado con el collar” (Romanos: Comentario del
Nuevo Testamento, p. 165).
Algo similar sucede con Dios. U n día él te llamó y te dijo: “He dado el mayor de
mis tesoros por ti, he entregado a mi Hijo para que tú puedas obtener la vida eterna.
Lo único que te pido es que vengas y aceptes ese regalo”. Tú decides aceptar el obse­
quio, y luego le dices al Padre: “Señor, como todavía me queda un tiempo de espera
en esta tierra, me gustaría estudiar, comprar un vehículo, casarme, tener hijos, esta­
blecer un negocio. Quiero llegar lejos, ayudar a los demás, conseguir un mejor traba­
jo. . ¿Crees que Dios se negará a concederte tales peticiones?
La respuesta es obvia. Todo esto es nada en comparación con Cristo. Enton­
ces, ¿qué es lo que más te conviene? Aceptar el regalo que Dios te ha dado en Jesús,
y por medio de él, pedirle que también te entregue todo lo demás.
#LaGraciadeDios #TodaslasCosas

-L -IU l^ Ü L J , L J. 1. . ................. - „ . . . . . . „ . --------------------- 1?------------ J . --------------


Él está a tu lado


J& r
e lS
aflaígl tía-'

U
no de mis grandes problemas es que suelo dejar encendidas las luces de mi
vehículo. A veces, alguien me lo advierte, y las apago; pero una vez nadie me
avisó, y se descargó la batería. Para colmo, ese día salí muy tarde de la oficina
V lodos mis compañeros ya se habían marchado. Afortunadamente, el seguro de mi
nulo incluye asistencia las veinticuatro horas del día. A sí que llamé a la compañía y me
enviaron un mecánico para que resolviera mi problema. Yo contaba con una póliza
que me brindaba asistencia las veinticuatro horas del día los siete días de la semana.
I'Mulla seguro de que mi seguro nunca me dejaría solo, valga la redundancia.
Antes de irse al cielo, Jesús les aseguró a sus discípulos que no los dejaría hucrfa-
iH>s, pues con ellos estaría siempre el Espíritu Santo, el “Defensor” (ver Juan 14:16,
,'(>). La palabra griega traducida como “Defensor”, o “Consolador” es paráclito, un
vi n ublo compuesto de para, que significa “al lado” y clito, “uno que es llamado”; lite-
mi mente significa “uno que es llamado para estar al lado”. En el mundo grecorroma-
tu i cuando un soldado resultaba herido, se le asignaba un compañero, un paráclito,
para que estuviera a su lado siempre. También el paráclito hacía referencia al líder
que infundía nuevas fuerzas a sus tropas. ¡Precisamente eso es lo que hace el Espíritu
' i:into con cada uno de nosotros!
Nuestro Defensor es el fiel amigo que se mantiene junto a nosotros, aun cuando
nuestra vida es un completo desastre. Él es el único capaz de ayudarnos a salir del
Mío!ladero en el que nos hemos metido. Evidentemente, para que el Espíritu pueda
ejercer las funciones propias del paráclito, no puede ser un ser indefinido e imper­
sonal -com o dijo Pablo de Sámotracia en el siglo III-, sino que ha de ser una per-
si ma real y concreta. El Espíritu tiene entendimiento (1 Corintios 2:11), voluntad
(I ( Corintios 12:11), poder (Lucas 4:14) y capacidad de amar (Romanos 15:30). Eso
,i ilo lo hace una persona.
/llenes un problema? ¿Se ha apagado la luz de tu vida? ¿Sientes que las heridas del
alma no te dejan avanzar? Si tu respuesta es sí, entonces necesitas pedir la ayuda
del Espíritu Santo ahora mismo.
#venEspírituSanto
R
eflexionemos brevemente sobre estas palabras de Gabriela Mistral, la escri­
tora chilena que ganó el Premio Nobel de Literatura:

“Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.


Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;
donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.
Sé el que aparta la piedra del camino, el odio entre los corazones
y las dificultades del problema. [...]
Aquel que critica, este es el que destruye, tú sé el que sirve.
El servir no es una faena de inferiores.
Dios, que da el fruto y la luz, sirve.
Pudiera llamarse así: ‘el que sirve’ ”.
Me encanta ese pedacito donde dice que Dios pudiera llamarse “el que sirve”. El
Creador, el Rey del universo, el Señor de señores, ¿llamarlo “el que sirve”? Sí, porque
para Dios no es denigrante servir a sus criaturas, aun cuando somos inferiores a él. El
Evangelio de Mateo registra que cuando Cristo estuvo en esta tierra sirviendo a los
demás, sanando a los enfermos, en realidad estaba cumpliendo con la profecía de
Isaías 42:1: “Aquí está mi siervo, a quien he escogido, mi amado, en quien me deleito”
(Mateo 12:18). Dios se deleitó en que su único Hijo viniera a este mundo a servir, y
Jesús era consciente de ello; incluso en cierta ocasión declaró: “Yo estoy entre ustedes
como el que sirve” (Lucas 22:27).
Si Jesús es nuestro ejemplo de servicio, ¿qué esperaría él de cada joven? Aunque
la sociedad te haya moldeado para buscar la grandeza y el reconocimiento de los de­
más, no olvides que ese tipo de paradigma no tiene cabida en el reino de Cristo. En
la esfera celestial los personajes más encumbrados son aquellos que han dedicado su
vida al servicio. ¿A quién servirás hoy? ¿A tu madre, a tus amigos, a tus compañeros?
A lo largo de este día tendrás la oportunidad de que Dios diga: “Miren a mi siervo,
me deleito en él”. N o la desaproveches, ¡sé tú el/la que sirve!
#ServicioCristiano
La familia
del cielo

U
n jovencito llamó a la iglesia a la que solía asistir el primer mandatario del
país, y preguntó: “¿Asistirá el presidente a la iglesia la próxima semana?” El
pastor le respondió: “No sé si el presidente vendrá a la iglesia la semana
I'Hixima. Lo que puedo asegurarle es que Dios sí estará en la iglesia”. ¡Qué gran ver-
' l.u I! Ya lo había dicho Jesús: “Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí
r.'.ioy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20).
I lace algunos años, científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de
I’ii i sburgh, Estados Unidos, publicaron los resultados de un estudio que revelaba que
iimnI ir a la iglesia semanalmente podía añadir tres años de vida. Según Daniel Hall,
diitrlor de la investigación, “formar parte de una comunidad como los grupos reli-
gii *S(is tiene un efecto positivo en la salud”. El ser humano no fue creado para vivir
ni solitario. Por esta razón, unirse a una iglesia-le aporta sentido a la existencia hu­
mana. Como dijo el Salmista: “¡Qué maravilloso y agradable es cuando los herma­
nos conviven en armonía!” (Salmo 133:1, NTV).
La Biblia describe a la iglesia como la “familia de la fe” (Gálatas 6:10, NVI), “la
lamilia de Dios” (Efesios 2:19). Supongo que cada uno de nosotros forma parte de
una lamilia, ¿verdad? Como te habrás dado cuenta no todos son idénticos en el seno
l.aniliar. Algunos estudiaron; otros, no; unos son más bonitos, otros somos más feí-
los. I Inos son honestos, otros son picaros. Pero, independientemente de todo, sigue
lleudo miembro de la familia.
¿Será diferente la familia de Dios? ¡Por supuesto que no! Somos su familia. So­
mos sus hijos. Somos “aceptos en el Amado” (Efesios 1:6, RV95). Eh Jesús hemos
•ai 1 1 1Lunados y elegidos para formar parte de la familia celestial. Lo importante en
i .i .i lamilia espiritual no es lo que sea cada uno de sus integrantes, sino, como dijo
I Lctrich Bonhoeffer, lo que “somos por el poder de Cristo”. ¡El Señor ha hecho
planes para que formemos parte de esta familia. Ser miembro de la familia del
i ii-L i no solo te dará tres años más de vida en esta tierra, sino miles y miles y mi-
les,.. de años en el mundo venidero.
" iglesia #laFamiliadeDios
C
on apenas cinco años, Bobby tuvo que aprender lo que significa librar una
intensa batalla contra el cáncer. La quimioterapia le arrebató su hermosa ca­
bellera, y los diversos tratamientos hicieron que la cura fuera tan terrible
como la misma enfermedad. Finalmente, tras una ardua batalla que duró poco más
de un año, Bobby obtuvo la victoria sobre la leucemia. Como era de esperarse, cada
cierto tiempo tenía que visitar a su oncólogo, el Dr. Brown, y someterse a exhaustivos
chequeos médicos. U n día, antes de comenzar, Bobby miró a su doctor y le dijo:
-Dr. Brown, mientras usted me inyecta, ¿puedo recitar el Salmo 23?
-Por supuesto -le contestó el doctor-, me parece una buena idea.
Mientras la aguja penetraba su bracito, Bobby recitó el salmo ante la vista atóni­
ta de todo el personal médico.
-¿Se dio cuenta, Dr. Brown? N o me dolió nada. Por cierto, ¿usted se sabe el Salmo
23? ¿Puede recitarlo de memoria como lo he hecho yo?
-Um m, creo que sí.
-Pues recítelo frente a nosotros.
El Dr. Brown hizo lo mejor que pudo, pero se equivocó en cada pasaje del salmo.
Entonces, dirigiéndose a todos los presentes, el encantador calvito les dijo: “Saben,
ustedes deberían aprenderse el Salmo 23 de memoria, porque cuando uno lo recita
en voz alta, Dios escucha y reconforta tu corazón todas las veces que no puedes ser
fuerte por ti mismo” (Sopa de pollo para el alma del cristiano, pp. 189, 190).
Qué maravillosa lección nos ha dejado ese valiente niño de cinco años. Cuando
no puedas por ti mismo, busca consuelo en las promesas que contiene la Palabra de
Dios. Me pregunto qué habría sido de Bobby si no hubiera aprendido de memoria el
Salmo 23. Su ejemplo constituye una buena razón para que memoricemos porciones
de la Biblia. Cuando más lo necesites, la repetición de un pasaje bíblico te dará fuer­
zas para lidiar con una situación descorazonadora y recibir un poder que nunca po­
drás conseguir por ti mismo. Como Bobby, tú y yo podemos buscar consuelo en las
Sagradas Escrituras.
#LeelaBiblia #laBibliadaConsuelo #PalabradeDios
El pececito
del automóvil

ÉiÉ

H
as visto en algunos vehículos una pegatina con un pez y el nombre de Je­
sús? ¿Te has preguntado qué tiene que ver esa imagen con el cristianismo?
Reconozco que a mucha gente no le gustan las imágenes religiosas. Mu-
■ lias son personas sinceras, que anhelan cumplir al pie de la letra el segundo manda­
miento: “N o te hagas ningún ídolo ni figura de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo
que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en el mar debajo de la tierra. No te incli­
ne-, ciclante de ellos ni les rindas culto” (Exodo 20:4, 5).
Pero el mandamiento tiene más que ver con la adoración de imágenes que con
ninguna otra cosa. El mismo Dios le ordenó a Moisés construir la imagen de una
serpiente. ¿Crees que dicha orden constituyó una violación del segundo manda­
miento? (ver Números 21:8). ¡Por supuesto que no! El problema no érala imagen,sino
i ¡ue la adoraran, como sucedió cientos de años después y fue necesario destruirla (2
Reyes 18:4). Salomón “en todas las paredes interiores y exteriores del templo labró
lígul as de seres alados, palmeras y flores” (1 Reyes 6:29) y, ¡a nadie se le ocurrió decir
i ¡ue era pecado colocar esas imágenes dentro del santuario de Dios!
( lomo los israelitas, los primeros cristianos utilizaron símbolos para expresar su
Ir. Ile todos, el más antiguo y popular era el pez. Dicho símbolo representaba la ex-
i rienda de la fe que profesaban. Quizá te preguntes: “¿Qué tiene que ver el pez con
Ic.siis?” La palabra griega que se traduce en español como pez es ichthus. Los cristia-
i ii is usaron dicho vocablo como una especie de acróstico: I (lesous: Jesús), CH (Chris-
Uiv. Cristo), T h (Theou: Dios), U (Uios: hijo), S (Soter: Salvador). De ahí que la ima­
gen del pez trasmitía el siguiente mensaje: “Jesucristo es el hijo de Dios y el Salvador”.
¿Pecaron los primeros cristianos al crear imágenes que les sirvieron para trans­
mil ir su fe? Claro que no. Dichas imágenes no fueron objetos de adoración, sino
Insi rumentos de testificación. A sí que, si hoy ves el pececito, recuerda que Jesús es
ni Salvador y procura, como lo hicieron los primeros cristianos, compartir tu fe
i un c reatividad.
") esúsmiSalvador #SoyCristiano
H a z le fre n te !

a
Í8ÉH 1

L
a vida de Elena de White no fue de color de rosa. A los nueve años, a causa
de una pedrada, se vio al borde de la muerte. El golpe afectó de tal manera su
sistema respiratorio, que durante dos años no pudo respirar por la nariz. Tuvo
problemas de concentración y grandes dificultades para escribir, pues le temblaba
mucho la mano. A los dieciséis años pasaba la mayor parte del tiempo en una silla de
ruedas. En 1844, poco después del Gran Chasco, su salud se había deteriorado tanto
que no podía hablar, tenía tuberculosis y sufría del corazón. Todo parecía indicar que
su muerte era inminente. Sin embargo, a pesar de todos esos achaques, pudo llevar a
cabo un ministerio profético que se extendió por más de setenta años.
¿Cómo pudo hacerlo? ¿Cómo logró vencer todos esos obstáculos? Ella nos deja
entrever la respuesta en un sueño que narra en su libro Mensajes selectos, t. 1, p.
240. En dicho sueño se le mostró un barco que navegaba en medio de una neblina
tan densa que resultaba casi imposible ver lo que se encontraba delante. De repen­
te, uno de los marineros gritó: “¡Iceberg a la vista!” El capitán y su equipo se turba­
ron, puesto que ya no les quedaba mucho tiempo para maniobrar y evitar el cho­
que. Me imagino que debió de ser una situación muy similar a la escena de la pe­
lícula Titanic. Entonces, una voz clamó con autoridad: “ ‘¡Hazle frente!’ [...]. El
maquinista dio marcha a todo vapor y el timonel dirigió el barco directamente
contra el iceberg”. ¿Qué crees que pasó? El golpe sacudió la embarcación, incluso
provocó daños en su estructura física, pero la nave “siguió adelante su camino”. El
iceberg no pudo hacerla zozobrar.
Como Elena, tú también tendrás que lidiar con muchos obstáculos y problemas
a lo largo de tu travesía por este mundo. ¿Qué opción tomarás, enfrentarlos o evitar­
los? Reflexiona en esta declaración de David: “¿Por qué voy a desanimarme? ¿Por qué
voy a estar preocupado? Mi esperanza he puesto en Dios, a quien todavía seguiré ala­
bando. ¡Él es mi Dios y Salvador!” (Salmo 42:5). Cuando las dificultades de la vida
llamen a tu puerta, confía en Dios y ¡hazles frente!
#HazleFrente

M,
E
n 1999, los pescadores de atún de Massachussets, Estados Unidos, estaban re­
bosantes de alegría, pues a tan solo treinta millas de Cabo Cod había un in­
menso cardumen de atún listo para ser capturado. Tan grande era el entusias-
ini i >|ue una empresa prometió pagar cincuenta mil dólares a quien pescara un atún
glande de aleta azul. La abundancia de peces y el excelente pago impulsaron a
lime líos pescadores inexpertos a unirse a la aventura. Por su inexperiencia, subesti­
maron la fortaleza y la rapidez del atún y en cuestión de días, embarcaciones como el
i hristi A m e, el Basic Instinto y el Official Business naufragaron porque no pudie-
inii lidiar con la impresionante fuerza del atún.
Qué relato tan apropiado para ilustrar lo que nos puede suceder con la tentación
y el pecado. A veces, impresionados por los placeres temporales que nos ofrece el
mui ido, nos adentramos en sus territorios, para luego naufragar ante la despiadada
embestida del pecado. Cuando minimizamos el poder del pecado terminamos derro-
l ;n los. Otras veces tenemos, incluso, la osadía de ponerle cara bonita a la tentación
y n eemos que podremos lidiar con ella y salir victoriosos. Y ahí radica nuestro pro-
Iilema. Dios le dijo a Caín: “El pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte”
(( ¡énesis 4:7, NVI). ¿Captas el mensaje? El pecado siempre está presto para atacar.
' fiendo así, ¿qué sentido tiene que nos acerquemos a su territorio?
Pablo dice que muchos “caen en la tentación como en una trampa, y se ven asal-
iados por muchos deseos insensatos y perjudiciales, que hunden a los hombres en la
i nina y la condenación” (1 Timoteo 6:9). ¿Te gustaría quedar arruinado y condena­
do? ¡Supongo que no! Aunque me parece que tiene cierta dosis de ironía, creo que
Mark Twain dio en el clavo cuando dijo: “Hay muchos excelentes medios de prote­
gerse contra la tentación, pero el más seguro es la cobardía”. Pablo le aconsejó al jo­
ven Timoteo: “Huye de las pasiones de la juventud” (2 Timoteo 2:22). Esta es la pro­
mesa divina: “Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la
( i in ¡na de la vida” (Santiago 1:12, NVI). Hoy no te enfrentes a la tentación, más
b ie n huye de ella.

/TduyedelaTentación
:
;
¿Has ayudado
a Jesús?

V n su poema “Cómo vino el gran Invitado”, Edwin Markham nos cuenta que
Conrad, el zapatero, llamó a sus vecinos y les dijo: “Amigos, cuando los gallos
J L j -asustaban
, la noche, el Señor se me apareció y me dijo que vendría a visitarme.
Así que he estado haciendo todos los preparativos, he lustrado mis zapatos, he pre­
parado la comida, para que todo esté en orden cuando Jesús llegue”. Las horas co­
menzaron a transcurrir, y el Señor no llegaba.
De repente, alguien llamó a la puerta. Conrad salió corriendo, pero al abrir se
encontró con un mendigo empapado por la lluvia. Cuando Conrad vio los pies ma­
gullados de aquel extraño indigente, se quitó los zapatos y se los regaló. Luego llegó
una anciana hambrienta con el rostro sembrado de arrugas; Conrad le dio comida.
Cuando la anciana se había ido, se le acercó un niño extraviado; Conrad le proveyó
alimento y lo llevó de vuelta a su casa. Cayó el día por el oeste y con él se desvaneció
la esperanza de que el invitado celestial llegara a la casa del zapatero.
Mientras Conrad trataba de comprender por qué el Señor no había llegado, el
Señor se le apareció y le dijo: “Anímate, porque yo he cumplido mi palabra. Tres
veces he venido a tu puerta y tres veces mi sombra cubrió tu suelo. Yo era el men­
digo de los pies heridos. Yo era la mujer a quien diste de comer. Yo era el niño ham­
briento y perdido”.
¿Alguna vez has querido ayudar a Jesús? Pues comienza ayudando a los demás
como lo hizo el zapatero. Recuerda: cuando ayudas a un amigo, cuando eres capaz de
compartir con los demás lo mucho o lo poco que tienes, es como si lo hicieras al mis­
mo Jesús. “Somos compañeros de trabajo al servicio de Dios” (1 Corintios 3:9), y ser­
vimos a Dios cuando servimos a nuestros semejantes. ¿Cómo te visitará Jesús duran­
te este día? No lo sé; pero no olvides las palabras del Maestro: “El que quiera ser gran­
de entre ustedes, deberá servir a los demás” (Marcos 10:43). Recuerda que esos “de­
más” son considerados por Jesús como sus hermanos.
#AmoralPrójimo
E
n el año 318, Arrio, un dirigente de la iglesia de Alejandría, Egipto, dijo que
Jesús no era plenamente Dios, sino un ser que había sido creado por Dios el
Padre. Basándose en conceptos neoplatónicos, Arrio interpretó errónea­
mente Colosenses 1:15, y propuso que Jesús fue un ser intermedio entre Dios y los
11, nubres. El arrianismo, aunque fue condenado en el 325 en el Concilio de Nicea,
.ipiic teniendo adeptos en la actualidad. Probablemente te habrás encontrado con
illamas personas que, citando Colosenses 1:15, enseñan que Jesús no es el Creador,
•lino un ser creado.
En ese pasaje, para explicarnos qué era Jesús realmente, Pablo acude a la más
iitblime expresión del lenguaje humano: la poesía. Aunque en español tro se perci­
bí- claramente, el texto griego de Colosenses 1:15-20 es un poema de dos estrofas.
I n la primera, Cristo es descrito como “la imagen del Dios invisible” y creador de
indo lo que hay en nuestro mundo (15-17). En la segunda, es presentado como el
agente de la nueva creación o redención (18-20). El propósito de este poema es
exaltar a Cristo sobre todo lo creado.
;Pero por qué se dice que Jesús es “el primogénito de toda la creación”? ¿No sig­
uí lica eso que él fue el primer ser creado, como decía Arrio? La palabra que se tra­
duce como primogénito (prototokos) tiene la connotación de “importancia”, “ho-
i a a ”, “dignidad” o “preeminencia”, y no necesariamente de “primero”. Por ejemplo,
i I mismo capítulo dice que Cristo es el “primogénito de entre los muertos” (Colo­
rí ises 1:18, RVC). ¿Fue Jesús la primera persona en morir? Por supuesto que no,
11 >di >s sabemos que fue Abel.
La frase “primogénito de toda la creación” lo que significa es que Cristo es el
"pi incipal”, el que tiene el mayor “honor” de la creación. ¿Por qué? Porque “todas las
11 isas por medio de él fueron hechas y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho”
(|uan 1:3, RV95). Te diré algo más. Lo más significativo no es que Jesús sea el perso­
naje más importante del universo, el Creador de todo; lo que realmente cuenta es
. ¡tic él sea el primero en tu vida; que él ocupe el lugar más importante en tu corazón.
' -i así lo consideras, comparte la etiqueta de hoy.
//JesúsesPrimero
j Llenos
del Espíritu

C
uenta Plutarco, el célebre historiador griego, que Alejandro Magno convi­
dó a muchos de sus amigos a un espléndido banquete. Por supuesto, la co­
mida, el alcohol, las mujeres... eran abundantes, y se esperaba allí un con­
sumado culto a la satisfacción propia. Dominado por la insensatez, el rey se puso
de pie y anunció:
-Vamos a celebrar un certamen de intemperancia. El ganador se llevará una co­
rona valorada en un talento.
El talento era el equivalente a más o menos veinte años de salario de un obrero.
Eso era -y sigue siendo- mucho dinero. En seguida se dio inicio a la competencia,
y la gente comenzó a beber desenfrenadamente. Tan grande fue la borrachera que
cuarenta y uno murieron en plena competencia. ¡Aquello fue un completo desastre!
Finalmente, uno de los jueces pronunció las esperadas palabras: “El ganador es Pro-
maco”. Este personaje, cuya imprudencia era tan grande como feo era su nombre,
recibió su corona, pero murió tres días después a causa de la borrachera. ¿Crees que
valió la pena conseguir ese premio?
¿Te gustaría participar en un concurso que podría acabar con tu existencia? No creas
que esas competiciones se limitaron a aquella época. En 2013 se celebró en una ciudad
española un certamen similar al que nos cuenta Plutarco. El ganador se tomó siete litros
de cerveza en tan solo veinte minutos. ¿Y qué le pasó? Murió esa misma noche.
Estos ejemplos comprueban la veracidad de la sentencia de Pablo: “No se embo­
rrachen, pues eso lleva al desenfreno” (Efesios 5:18). Conozco a mucha gente, creyen­
te y no creyente, que es lo bastante inteligente como para comprender que el alcohol
no lleva a nada bueno; gente que ha decidido ser abstemia. Pero fijémonos en que, en
el mismo pasaje, Pablo dice algo más: “Llénense del Espíritu Santo”. No es solo ne­
garte a ingerir alcohol, sino también ser lleno del Espíritu de Dios. N o vayas a
creer que te puedes llenar del Espíritu por ti mismo. No, esa obra es de Dios, y él está
dispuesto a hacerlo ahora mismo. “Pues si ustedes, [...] -dijo Jesús- saben dar cosas
buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se
lo pidan!” (Lucas 11:13). ¿No te gustaría ser lleno del Espíritu?
#VenEspírituSanto #LlénameSeñor
D
e niño siempre me gustaba jugar en el equipo ganador. Y todavía no he perdido
la costumbre de tratar de estar del lado de los triunfadores. Por ejemplo, no ten­
go problemas en ser fanático de los Medias Rojas de Boston o de los Yankees de
Nueva York. Me da igual alentar al Real Madrid o al Barcelona. Lo que quiero es estar del
lili li i del equipo ganador, pues no me gusta sufrir la agonía de la derrota.
lin su libro Apocalipsis: Una historia de amor, el pastor Larry Lichtenwalter hace refe-
ii neia a un viejo bedel que diariamente salía al patio para ver a los estudiantes jugar
miel liras leía su libro favorito. Cierto día, un joven se le acercó y le preguntó:
¿Qué está leyendo?
La Biblia.
Sí, sé que es la Biblia, lo que pregunto es qué libro de la Biblia está leyendo usted.
Apocalipsis.
¡Apocalipsis! ¿Y lo entiende?
( ülaro.
Asombrado de que el anciano fuera capaz de entender tan indescifrable documento,
1 1ji iven volvió a cuestionarlo:
Si es así, dígame, ¿qué significa ese libro?
( ion una sonrisa en los labios y lleno de alegría, el viejito le dijo:
I lijo, Apocalipsis significa ¡que ganamos!
¿Que ganamos? ¿Y a quién hemos ganado? Lichtenwalter nos dice que gana­
mos “sobre nuestros temores, sean los que sean; sobre nuestros enemigos, sean
quienes sean” (p. 124). Aristóteles solía decir que la victoria más difícil es la victo-
i la sobre uno mismo. ¿Cuáles son esas batallas contra ti mismo que no has podido
vencer? Quizá sea la avaricia, el resentimiento, el amor al dinero o a los place­
les. Tal vez estés luchando con algún impulso o tendencia pecaminosa que te im-
I>ide glorificar a Dios y hace que te sientas perdido, solo y sin fuerzas para continuar.
Ciuando el enemigo parece derrotarte, te invito a consolarte con esta maravillosa pro­
mesa: “El Señor su Dios está con ustedes; él luchará contra los enemigos de ustedes y les
ilaní la victoria” (Deuteronomio 20:4). La victoria es un regalo que Dios nos otorga, no
Iii iri|iie la merezcamos, sino porque nos ama, porque somos sus hijos. Hoy podemos dar
"gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios
I 'i:S7); hoy podemos decir: ¡Ganamos! A sí que comparte este sentimiento con los que
le rodean usando la etiqueta del día.
■ /MásqueVencedores #VictoriaenCristo
C
alderón de la Barca escribió en Las armas de la hermosura un verso que, a
pesar de haber sido escrito hace más de tres siglos, sigue teniendo vigencia
para nosotros:
“Aunque te aconsejes tarde,
mira, oh joven imprudente,
que ser con ira valiente
no es dejar de ser cobarde”.
Básicamente, lo que quiere decir el verso es que si te dejas dominar por la ira,
en realidad estás siendo cobarde. El enojo es un enemigo declarado de la razón.
Ben Carson entendió muy bien esto cuando tenía catorce años. U n compañero de
la escuela no paraba de molestarlo, y Ben ya no encontraba qué hacer. ¿Qué harías
tú si estuvieras en una situación similar? Mira lo que hizo Ben. U n día se encontró
con el muchacho en el baño y, sin pensarlo dos veces, lo arrinconó contra la pared,
sacó su cuchillo y le lanzó una puñalada directamente al estómago. Ben perdió el
control de sí mismo, y la ira lo llevó a la frontera de la desgracia. Pero lo que ocu-
rrió aquel día cambió radicalmente la vida de Ben Carson. Dios obró un milagro
en el baño y, en lugar de que la estocada fuera directamente al estómago, el golpe
lo recibió la gruesa hebilla del cinturón del acosador. De ese modo Dios se inter­
puso y evitó que Ben se convirtiera en asesino.
Ben no podía creer lo que había pasado. A l ver la manera en la que Dios lo había
librado, se arrodilló y oró: “Oh, Señor, quítame este mal genio. Yo sé que tú puedes
hacerlo. Confío en que lo harás”. ¿Y qué hizo Dios? Escuchó el grito desesperado de
ese jovencito, y lo convirtió en una nueva criatura. ¿Significa esto que Carson ya no
se enoja? No lo creo; pero sí aprendió a canalizar su enojo. Y esas manos que estuvie­
ron dispuestas a matar, el Señor las ha usado para salvar la vida de miles de niños.
A l meditar en esta experiencia de Ben Carson, uno no puede más que seguir al
pie de letra el consejo del Sabio: “N o dejes que el enojo te haga perder la cabeza”
(Eclesiastés 7:9, RVC) y pedirle a Dios, como dice la etiqueta de hoy, que nos dé
dominio propio.
#DameDominioPropio #valores
m w j
La carrera
« ¡i? más ilógica i

H
ay una carrera en la que gana quien haya recorrido la menor distancia po­
sible antes de que suene el disparo final. Por lo general, en una competen­
cia gana el que primero llegue a la meta; pero en la India hay una carrera
que contradice todos los parámetros que conocemos. Es una carrera de bicicletas
en la que los participantes deben tratar de mantenerse en equilibrio, sin avanzar
mucho, ya que el ganador será el que esté más cerca de la línea de salida tras el dis­
paro final. ¿No te parece que se sale de lo común? Sin duda alguna, en dicha carre-
i a ganará el que tenga más paciencia y, a la vez, sepa mantener el equilibrio movién-
i li ise lo menos posible.
Iai Biblia también habla de una carrera que va en contra ríe nuestra lógica, por­
que en ella no obtiene la victoria el que corra con mayor rapidez, ni el que exhiba
la mejor condición física. Me refiero a la carrera de la vida eterna. De hecho, el
autor de Hebreos nos recomienda “correr con paciencia” en esa carrera (Hebreos
12:1, RV95). Nuestro gran dilema es que muchas veces suponemos que la carrera
Itacia el cielo es como cualquier competición terrenal, y que en ella ganará el me­
tí ir. Pero en la carrera de la vida eterna se cumple al pie de la letra lo dicho por
i ialoinón: “No son los veloces los que ganan la carrera” (Eclesiastés 9:11). ¿Enton-
i es quiénes son los que ganan?
Juan describe con estas palabras el momento cuando logra ver a los que han al-
i atizado el galardón divino:
“1después de esto miré, y vi una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas
las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Estaban delante del trono y en la presencia
i leí Cordero, vestidos de ropas blancas y con palmas en sus manos. Clamaban a
gran voz, diciendo: ‘¡La salvación pertenece a nuestro Dios, que está sentado en el
i roño, y al Cordero!’ ” (Apocalipsis 7:9, 10, LBLA).
¿Lo has leído con detenimiento? La salvación no es algo que yo consigo a base
de mi propio esfuerzo. La salvación, la vida eterna, viene de Dios, pertenece a Dios,
es tm regalo de Dios. Jesús te llevará hasta la meta si dejas que él se encargue de pe­
dalear tu vida.
#ProsigoalBlanco #paciencia
C
uánto pagarías por obtener un ejemplar del libro de Salmos? ¿Darías más de
catorce millones de dólares para adquirir esa maravillosa colección de poe­
mas? En 2013 un coleccionista pagó esa suma de dinero para adquirir una
edición muy especial de ese maravilloso conjunto de poemas hebreos. ¿Qué tenía
esa edición que la hacía tan costosa? Pues el mérito de haber sido el primer libro
impreso en la América británica, en 1640. Actualmente solo quedan once ejempla­
res de los mil setecientos que se imprimieron en ese primer tiraje, y la Antigua Iglesia
del Sur, en Boston, decidió subastar uno de los dos ejemplares que tenía. David
Redder, director de libros de Sotheby’s, la empresa encargada de subastar la obra,
dijo que ese manuscrito de los Salmos desempeñó un papel fundamental en la fo­
mentación de la libertad religiosa y política y en la fundación de los Estados Unidos
de América. ¡Qué maravillosa es la Palabra de Dios!
¿Por qué los puritanos ingleses escogieron específicamente el libro de Salmos
como el primer libro que imprimirían? Una de las razones es que los salmos eran los
himnos que se utilizaban en el culto a Dios en el santuario de Israel. A l imprimir esta
obra, los creyentes ingleses querían asegurar que el nombre de Dios continuara sien­
do alabado en el Nuevo Mundo. Querían seguir las pisadas de nuestro Señor, porque
la única vez que las Escrituras mencionan que Jesús cantó (Mateo 26:30), probable­
mente debió de haber cantado los Salmos 115 al 118, que eran los que se entonaban
al final de la cena pascual.
Una cosa es cierta: los salmos son valiosos no por el hecho de que ese ejemplar
haya costado catorce millones de dólares, sino porque a través de su lectura podemos
enriquecer, profundizar y personalizar nuestra relación con Dios. Y tú puedes leerlos
gratuitamente, sin tener que pagar nada.
¿Cuándo fue la última vez que leiste algún salmo? Te propongo que leas ahora
mismo un capítulo completo de dicho libro. N o te preocupes, no te tomará mu­
cho tiempo, puesto que es el capítulo más corto de la Biblia: Salmo 117: “Naciones y
pueblos todos, alaben al Señor, pues su amor por nosotros es muy grande; ¡la fideli­
dad del Señor es eterna! ¡Aleluya!”
#laPalabradeDios #alábalo
El centro
de todo

L
eonardo da Vinci (14524519) es, sin duda alguna, uno de los grandes genios
que ha tenido la humanidad. Sus habilidades le permitieron incursionar
exitosamente en distintas áreas del conocimiento. Fue músico, escultor, ma-
lemán ico, astrónomo, ingeniero, arquitecto, pintor... Como pintor nos legó varias
obús ríe arte que han sido consideradas por los especialistas como de las mejores
41 mundo. Una de estas pinturas es La Última Cena, un mural que pintó entre
I I')') y 1497.
I 'arante esos tres años, da Vinci dedicó toda su concentración, algo muy raro en
el, a la realización de una sola obra. No escatimó esfuerzo alguno para asegurar la
peí lección de cada detalle: los rostros de los personajes, la vestimenta, la posición del
i uerpo, etcétera. Se cuenta que cuando ya había dado por terminado el fresco, se lo
mu imró a un amigo para que este le diera su opinión. Cuando el amigo lo vio no pudo
em * mder su asombro ante la belleza del cuadro, y con mucha emoción le comentó:
"lI cnnardo, el cáliz es muy hermoso! A l verlo, la gente no podrá quitar los ojos de
i I", Tras escuchar ese comentario, da Vinci tomó un pincel y desfiguró el cáliz. Cuan-
4 1 su compañero le reclamó por semejante acto, el artista se limitó a decir: “Nada
debe llamar más la atención de la gente que Cristo”.
V tenía razón. Cristo debe ocupar el centro de nuestra atención. A veces nos de-
1.111 ii is distraer por muchas cosas buenas, incluso para muchos jóvenes el núcleo de su
i;l>la cristiana gira en tomo a las actividades de la iglesia. Otros, un poco más “reli-
pii isos”, suponen que hacer obra misionera, dar diezmos, o llegar temprano al culto,
i» ti i K>s aspectos más vitales de su fe. Aunque todo eso tiene su lugar, no olvides que
I i íslo es lo más importante, o mejor dicho, lo verdaderamente importante.
1:1 autor de Hebreos, después de resaltar las acciones de decenas de personajes
maravillosos, nos exhorta a fijar “nuestra mirada en Jesús, pues de él procede núes-
11 a le” (Hebreos 12:2). Quizá te preguntes: ¿Cómo puedo lograr que mi vida diaria
■ a.i centrada en Jesús? Lo harás si le das “a Cristo, en todo, el primero, el último y
i I mejor lugar” (Mente, carácter y personalidad, t. 1, p. 218). ¿Te gustaría hacerlo a
pai i ir de este momento?
UesúseselCentro #Fij alaVistaenJesús
El pecado
que no tiene perdón

IP S P

S
upongo que al leer el texto que da inicio a la lectura de hoy te da curiosidad por
saber cuál es ese pecado que Dios no puede perdonar. Sin embargo, quizás ha-
yas pasado por alto que lo primero que Cristo dice es que “todo pecado [...] será
perdonado". Estas palabras son claras y contundentes. Nunca debes creer que has
cometido un pecado, por grave que sea, que está fuera de los límites del perdón di­
vino. Todo pecado será perdonado por lo menos setenta veces siete (Mateo 18:22); es
decir, cada vez que acudas a Dios en busca de su perdón. Dios perdonó la traición de
Pedro (Juan 21:15-19), el adulterio y el asesinato cometidos por David (2 Samuel
12:13), todas las atrocidades de Manasés (ver 2 Crónicas 33); por lo tanto, él también
te perdonará todas las veces que te arrepientas de tus pecados.
Sí, sé que de todas formas quieres saber cuál es el pecado contra el Espíritu Santo.
El pecado contra el Espíritu no es un acto, sino un estado. La Biblia dice en Hechos 5:3
que la mentira es un pecado contra el Espíritu Santo; pero nadie duda que Dios pue­
de perdonar al mentiroso. En Efésios 4:30 Pablo nos advierte que nuestras acciones
pueden entristecer al Espíritu Santo, lo cual implica que, en realidad, no existe un
pecado que no sea cometido contra el Espíritu. Pero la declaración de Jesús no se re­
fiere a actos, sino a una condición de permanente rechazo a la voluntad de Dios.
Mateo dice que los fariseos y escribas rechazaron la obra que el Espíritu estaba ha­
ciendo por medio de Jesús y se la atribuyeron a los poderes de Satanás (12:24). El peca­
do de ellos consistió en permanecer en un estado de incredulidad y desprecio contra
Cristo. Aunque los fariseos pecaron contra el Espíritu, como vemos en Mateo 12:24-31,
la Biblia dice que muchos de ellos recapacitaron, entregaron su vida a Cristo y se unie­
ron a la iglesia (Hechos 15:5). No permanezcas en tu pecado. Ven a Jesús. El te perdo­
nará, como dice la etiqueta de hoy.
#PerdónDivino #JesúsPerdona
e has preguntado alguna vez cuánto vales? Si determinas lo que vales por

T los materiales que integran tu cuerpo, como el agua, el hierro, el calcio, la


grasa y demás elementos, ¡vales menos de cincuenta dólares! Pero hay otra
11 l a n e r a de calcular tu valor. Según Keith Knoche tu cuerpo está compuesto de apro-
\ 1111:idamente un septillón de átomos, lo que equivale a un 1 seguido de 27 ceros. Para
ayudarnos a entender esa cifra, Knoche usa esta ilustración.
Imaginemos un diluvio de semillas que caen del cielo. Cuando el suelo de todo el
estado de Pennsylvania (de casi ciento veinte mil kilómetros cuadrados) esté cubier­
to por una capa de un metro de alto de semillas, habrá caído un cuatrillón de se­
millas. Pero todavía faltan nueve ceros, así que necesitamos más semillas. Procede-
un is entonces a cubrir toda la superficie de la tierra, incluyendo los océanos, con una
i apa de un metro de semillas. Aparte de eso, salimos al espacio exterior y cubrimos
i li «cientos cincuenta planetas del mismo tamaño de la tierra con una capa de un
niel ro de semillas. Tendríamos un sixtillón de semillas. Es decir, todavía nos faltan
lies ceros para alcanzar el septillón. Tenemos que adentrarnos en el cosmos y conse­
guir doscientos cincuenta mil planetas más del tamaño de la tierra y cubrirlos con
iii ni capa de un metro de semillas. Eso sería un septillón de semillas, el mismo núme-
n 11 le átomos que tenemos en nuestro cuerpo.
;C?ómo podemos calcular el valor de todas esas semillas? Knoche dice que los áto­
mos del cuerpo tienen el potencial de generar once millones de kilovatios/hora por
libra. Es decir, si pesas cien libras y la compañía de electricidad te da siete centavos
de dólar por kilovatio/hora, ¡tu valor potencial en electricidad es de setenta y siete
millones de dólares! Por supuesto, tendrías que morir para poder cobrar ese dinero.
iI'si arias dispuesto a dar tu vida por setenta y siete millones de dólares?
( ion este intrincado cálculo matemático lo que te quiero decir es que nadie pue-
i Ir ponerle precio a lo que eres. Para Dios, tú vales mucho; vales tanto, que Cristo dio
su vida por ti.

/AosoyValioso#JesúsmedaValor
El rostro de Dios

r¡D._

A
lbert Schweitzer dijo en cierta ocasión: “Con veinte años todos tienen el
rostro que Dios les ha dado; con cuarenta, el rostro que les ha dado la vida;
y con sesenta, el que merecen”. Supongo que tú debes de estar en el primer
grupo; yo voy con pasos firmes hacia el segundo. Y ambos estamos preparando el ros-
tro que tendremos cuando lleguemos a los sesenta.
Quizás te estés preguntando: ¿Qué significan las palabras que dan inicio a nues­
tra reflexión? El Dr. Schweitzer quiso decir algo como esto: “Muchacho, ahora
que eres joven, tienes en tus manos un envidiable potencial físico, mental y espi­
ritual. Eres dueño del vigor necesario para alcanzar los más encumbrados logros.
Vives la etapa en la que puedes hacer ‘todo lo que te venga a mano’ (Eclesiastés
9:10, RV95), porque los jóvenes ‘son fuertes’ (1 Juan 2:14), porque como dijo Salo­
món: ‘la gloria de los jóvenes radica en su fuerza’ (Proverbios 20:29, NVI). En esta
etapa de tu vida eres capaz de llevar a cabo todo lo que te propongas”.
El poeta nicaragüense Rubén Darío inició su Canción de otoño en primavera
con esta frase: “Juventud, divino tesoro”. ¿En qué estás gastando ese tesoro que el
Creador ha puesto en tus manos? ¿En qué estás invirtiendo tu tiempo? ¿En qué uti­
lizas tus energías? ¿Qué estás haciendo con el “rostro que Dios te ha dado”? Aun­
que a tu edad, el pasó del tiempo no parece ser un tema relevante, no olvides que
lo que hagas ahora determinará dónde estarás mañana. Es decir, hoy, en este mo­
mento, estás gestando tu futuro.
Joven, este es el tiempo en que debes esforzarte al máximo. Aprovecha cada
oportunidad para llegar a ser una persona culta, refinada, sabia, diferente del mon­
tón. U n ejercicio que te ayudará a sacarle mayor provecho a este tiempo en el que
disfrutas del privilegio de tener “el rostro que Dios te ha dado” consiste en leer
constantemente el libro de Proverbios. ¿Por qué ese libro? Porque el objetivo de ese
genial libro es muy concreto: dar “a los jóvenes inteligencia y cordura” (Proverbios
1:4, RV95). Con esas dos compañeras, extenderás el rostro de Dios a las siguientes
etapas de tu vida.
#juventud #decisiones
La grandeza
de un hombre

E
l rey Jorge III del Reino Unido, archienemigo de la Revolución estadouniden­
se de finales del siglo XVIII, refiriéndose a George Washington, declaró: “Ese
señor se convertirá en el hombre más grande del mundo”.
¿Qué lo indujo a hacer tal declaración? Washington era su rival, le había quitado
al rey su hegemonía sobre la América británica, había sido el líder de un grupo de
Iii imbres que se propuso independizarse del régimen británico. Sin embargo, a pesar
i le todo eso, el rey lo consideró “el hombre más grande del mundo”. ¿Por qué? Porque
Washington logró ganar una de las batallas más difíciles para cualquier ser humano:
la batalla contra el poder.
¿Cómo lo hizo? En 1783, cuando la guerra ya había concluido, un influyente gru-
I« i de militares, encabezados por Lewis Nicola, comenzó a propagar que era necesa­
rio quitarle los poderes al Congreso, establecer un nuevo sistema de gobierno para las
Irece Colonias y nombrar a Washington como el rey Jorge de América. Nicola cla­
maba a voz en cuello que si esto no se llevaba a cabo, la América de la posguerra se
11 invertiría en un completo desastre.
¿'Washington rey? El hombre se lo merecía. Había dedicado su talento, sus recur-
mis y su vida, a la libertad de sus conciudadanos del dominio inglés. Nadie se había
sacrificado tanto como él en favor de la nación. Es más, sin él no se hubiera podido
i■<mcretar la emancipación. Si la propuesta de Nicola era acogida, a partir de enton­
ces lo llamarían: “Su Excelencia”, “Su Majestad”. Aquello era como un afinado
canto de sirena a los oídos de cualquier mortal. Pero no lo fue para Washington.
( mando supo lo que se estaba tramando, se negó rotundamente a ser partícipe de
e llo . Consideró que su proclamación como rey acabaría siendo dañina para su país.
Washington renunció a ascender al trono. Cuando Jorge III se enteró de su acto de
abnegación, tuvo que reconocer la grandeza de ese valiente personaje.
¿Te atreverías a cambiar el poder por hacer lo correcto? Eso fue lo que hizo gran­
de a Washington. Rechazó la realeza, pero se convirtió en el primer presidente de los
INados Unidos. En él se cumplió lo dicho por el Sabio: “Riquezas, honor y vida son
el premio de la humildad” (Proverbios 22:4, RV95).
Humildad #valores
Mi guardaespaldas

A V

............................ f...................

E
n enero de 1843, con apenas veintidós años, James W hite salió en medio
del crudo invierno para predicar el evangelio en una región donde no se cono­
cía el mensaje del regreso de Cristo. Sin dinero ni ropa apropiada, este valiente
jovencito recorrió ciento sesenta kilómetros a caballo hasta llegar al lugar donde im-
partiría su campaña de evangelización. Cuando llegó a su destino, de inmediato co­
menzó a prepararlo todo para dar inicio a su labor.
Cierta noche, una turba rodeó la capilla donde se estaban celebrando las reunio­
nes y, cuando James inició la predicación, comenzaron a lanzarle bolas de nieve.
Su Biblia y su ropa quedaron empapadas, pero el humilde siervo de Dios continuó
con su sermón ignorando la actitud de aquellos incrédulos. Momentos después, la
multitud quedó atrapada por su poderoso mensaje: “Alguien me arrojó este clavo
anoche. Deseo que Dios lo perdone. Anhelo que esa persona sea tan feliz como lo
soy yo en este momento. ¿Por qué habría de tener resentimientos por este insulto
cuando mi Maestro recibió un clavo como este en sus manos?” Con lágrimas en los
ojos, exhortó a los pecadores a entregar su vida a Cristo, y más de cien personas acep­
taron el llamamiento del Señor aquella gélida noche.
Cuando concluyó la reunión, alguien lo tomó de la mano y lo guio mientras atra­
vesaba la muchedumbre. James no sabía quién era su acompañante, pero le parecía
alguien familiar. Everett Dick dice en su libro Fundadores del mensaje que tan pron­
to James hubo dejado atrás aquella turba “echó de menos a su compañero, y nunca
descubrió la identidad de este protector enviado del cielo” (p. 110).
¿Quién crees que estuvo allí cuando la multitud enardecida ridiculizaba tanto al
mensaje como al mensajero? Dios estuvo a su lado y envió a un ángel para que fuera
el guardaespaldas de su esforzado discípulo. “El ángel del Señor acampa en torno a
los que le temen” (Salmo 34:7, NVI). ¡Tú también tienes un ángel guardián que ha
vigilado tus pasos y que te ha librado de muchos peligros! Aunque no lo veas, tu án­
gel te cuidará, como dice la etiqueta de hoy.
#ProtecciónDivina #MiÁngelmeCuida
E
sopo, el genial fabulista de la antigüedad, relata una experiencia bastante ins-
tructiva. Cierto día su amo lo llamó y le dijo:

-Toma esta bolsa de monedas, vete al mercado y cómprame el mejor plato de


comida.
A l cabo de un tiempo la comida estaba lista. Para su sorpresa, el amo encontró
i |iie solo había lenguas en la mesa. Intrigado, le pidió a Esopo que explicara por qué
había elegido lengua como el mejor plato. Esopo respondió:
-M i querido señor, la lengua nos une; con ella expresamos nuestro cariño y nues-
no amor. Gracias a la lengua han quedado inmortalizados los versos de los poetas,
con ella cantamos, oramos, enseñamos. ¡No hay nada mejor que una buena lengua!
A l oír esto, el amo le encomendó otra tarea: que le sirviera la peor comida del
mundo. Una vez más Esopo se fue al mercado. ¿Sabes qué compró? ¡Lenguas! Lleno
>le curiosidad, el amo le preguntó la razón por la cual la lengua era la mejor y la peor
comida al mismo tiempo. Con sencillez, Esopo le dijo:
-M i señor, no hay nada en este mundo peor que la lengua. Con ella esparcimos
1 1 chisme y la intriga, la lengua ha separado a los pueblos y ha dividido a los seres
humanos; con ella maldecimos, blasfemamos, mentimos, herimos. Por todo esto, no
Iiay nada peor que la lengua.
Tu lengua puede ser un instrumento para bien o para mal, todo depende de ti.
Salomón escribió que “de la lengua de los sabios brota sabiduría; de la boca de los
necios, necedades” (Proverbios 15:2) y que “la vida y la muerte dependen de la len­
gua” (Proverbios 18:21). Jesús Ben Sirá, un maestro judío, solía decir a sus discípu­
los que “la honra y la vergüenza se hallan en la conversación; y en la lengua del
hombre está su caída”.
¿Cómo estás usando ese pequeño órgano? ¿Es tu lengua un medio de bendición o
i le maldición? Quizá te vendría muy bien recordar el consejo inspirado: “Quien quie-
la amar la vida y pasar días felices, cuide su lengua” (1 Pedro 3:10). La pregunta del
millón es: ¿Lo harás?
#C u idatuLengua
Mtí

i
Hoy como ayer

___

E
l 6 de agosto de 1945 fue uno de los días más fatídicos de la historia de la
humanidad. A las 8:45 a.m. se lanzó sobre la ciudad de Hiroshima la bom­
ba nuclear Little Boy. Todos los que vivían en un radio de cuatro kilómetros
quedaron calcinados y más de ciento cuarenta mil personas perecieron a causa de la
explosión. ¿Qué sucedió con los adventistas que vivían en esa ciudad?
Asako Furunaka quiso conocer la respuesta y entrevistó a los adventistas que vi­
vieron en Hiroshima. Asako escuchó el testimonio de Hiroko Kainou, que cuando
oyó la explosión cayó de rodillas y se puso a orar. Iwa Kuwamoto le contó cómo salió
arrastrándose en medio de los escombros para salvar a sus hijos. Tomiko Kihara, una
médico adventista que se encontraba a menos de un kilómetro de la explosión, salió
ilesa y durante una semana trabajó sin descanso ayudando a las víctimas. A sa­
ko descubrió que ningún adventista murió cuando cayó la bomba. ¡Eso fue un gran­
dioso milagro! Tras escuchar esos testimonios, Asako decidió entregar su vida a Jesús
y ahora es miembro activo de la Iglesia Adventista (Adventist World, agosto 2011,
pp. 18, 19). ¡El Dios que obró un milagro en Hiroshima fue el mismo que produjo el
milagro del nuevo nacimiento en la vida de Asako!
Cuán diferente fue la actitud del faraón cuando vio que ninguna de las plagas
que cayeron sobre Egipto perjudicó a Israel. El monarca pagano, en lugar de reco­
nocer la bondad del Señor, endureció su corazón. La experiencia de Asako y la del
faraón han quedado en el pasado, ahora lo que importa es lo que hagas tú. Es evi­
dente que Jesús te ha protegido y te ha brindado un cuidado especial hasta aquí.
¿Acaso lo ha hecho porque eres mejor que los demás? ¡Claro que no! Como dice
Jeremías: “Sé que no hemos sido destruidos porque Dios nos tiene compasión” (La­
mentaciones 3:22, TLA).
El Dios que obró milagros en Egipto y en Hiroshima es el mismo que en la actua­
lidad sigue realizando maravillas en tu favor. ¿Sabes por qué? Porque él “es siempre el
mismo: en él no hay variaciones” (Santiago 1:17), y nada ni nadie hará que cambie
su gran amor por ti.
#ProtecciónDivina #DiosNoCambia
¿Resucitará
un cristiano que

ohn Wiclef, considerado el lucero de la Reforma Protestante, murió el 31 de di­

J ciembre de 1384. Sus restos fueron sepultados en el patio de la Iglesia de Lut-


terworth, y allí permanecieron durante cuarenta años. Sin embargo, en 1428, en
cumplimiento del decreto emitido en 1414 por el Concilio de Constanza, su tumba
lúe abierta, sus restos fueron exhumados y quemados, y sus cenizas esparcidas en el
pequeño río Swift. Según los dirigentes católicos de aquella época, la cremación ga­
rantizaba que Wiclef nunca más volvería a la vida.
Experiencias como la que acabo de contar han inducido a algunos cristianos a
suponer que si son cremados, no resucitarán cuando Cristo vuelva. No se dan cuen-
la de que la cremación simplemente acelera la sentencia ineludible que pesa sobre
nosotros: “Polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:19, NV1). ¡Qué más da que
volvamos al polvo en quince minutos o en cien años!
A veces olvidamos que nuestro Dios no está condicionado por la materia. El creó
lorio lo que existe de la nada, simplemente con su palabra. Pablo dice que “lo que se
ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11:3, RV95). Pasamos por alto que en la
irsurrección habrá una completa transformación de nuestro cuerpo “en un instante,
en un abrir y cerrar de ojos”, y que cuando resucitemos tendremos “un cuerpo espiri-
i nal”; esto sucederá “cuando lo corruptible se revista de lo incorruptible, y lo mortal,
de inmortalidad” (1 Corintios 15:52, 44, 54, NVI). Cuando la “trompeta de Dios”
suene, “los muertos en Cristo resucitarán” (1 Tesalonicenses 4:16, RV95). Juan con-
lempló el instante cuando el “mar devolvió sus muertos” (Apocalipsis 20:13, NVI).
I V hecho, los que murieron en el mar ni siquiera dejaron cenizas.
¿Que un cristiano que haya sido cremado no resucitará? C om o dice Pabilo en
I Corintios 15:36: “¡Qué tontería!” (NVI). Si quemar un cuerpo lo descalifica para
que resucite, ¿qué sucederá con los mártires que perecieron incinerados en el fuego
iiiquisidor? Clamemos junto con Job: “Yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se le­
vantará sobre el polvo, y que después de desecha esta mi piel, en mi carne he de ver
a Dios” (Job 19:25, 26, RV95).
Resurrección #esperanza #elPoderdeDios
Aprovecha
el tiempo

D
icen que cuanto peor uso das a tu tiempo, más te quejas de su brevedad. En
ese sentido me impresiona mucho un episodio de la vida de William Carey
(1761-1834), el padre de las misiones modernas. Orlando Boyer, en su libro
Biografía de grandes cristianos, p. 91, transcribe esta carta escrita por William:
“Me levanté hoy a las seis, leí un capítulo de la Biblia hebrea; pasé el resto del tiem­
po, hasta las siete, orando. Luego, con los sirvientes asistí al culto matinal en ben-
galí. Mientras me traían el té, leí un poco en persa [...]; leí también, antes de desa­
yunar, una porción de las Escrituras en indostánico. Luego, después de desayunar,
me senté con un erudito que me esperaba para continuar la traducción del sánscri­
to al ramayuma. Trabajamos hasta las diez. Entonces fui al colegio para enseñar
hasta casi las dos de la tarde. Al volver a casa leí las pruebas de traducción de Je­
remías al bengalí, y acabé justo cuando ya era hora de comer. Después de la comi­
da, y ayudado por un profesor, me puse a traducir al sánscrito la mayor parte del
capítulo ocho de Mateo. En esto estuve ocupado hasta las seis de la tarde. Después
de las seis me senté con un erudito de Telinga, para traducir del sánscrito a la len­
gua de él. A las siete comencé a meditar sobre el mensaje de un sermón que iba a
predicar a las siete y media. [...] Todos los que asistieron al culto se fueron a las
nueve de la noche; me senté entonces para traducir el capítulo once de Ezequiel al
bengalí. Acabé a las once, y ahora estoy escribiendo esta carta”.
Impresionante, ¿verdad? Quizás estés pensando: Vladimir, ¿quieres que yo me
pase todo el día leyendo la Biblia? No. El asunto clave aquí es la necesidad que todos
tenemos de crear un plan diario que nos permita aprovechar al máximo cada minu­
to del día. El ejemplo de William Carey pone de manifiesto cuán veraz es la decla­
ración de Paul Claudel: “N o es tiempo lo que nos falta, sino que nosotros le falta­
mos al tiempo”. Te invito a que aproveches adecuadamente esa materia prima de
nuestra existencia: el tiempo.
#AprovechatuTiempo
l día de A ño Nuevo de 1929, el equipo de fútbol de Georgia Tech se enfren­

E taba a la Universidad de California. Antes de que concluyera la segunda mi­


tad del partido, Roy Riegels, defensa del equipo de California, atrapó el balón
y corrió más de sesenta yardas en la dirección equivocada. Benny Lom, un jugador
i le su mismo equipo, tuvo que detenerlo antes de que anotara un touchdown en favor
i leí equipo contrario. Cuando llegó a su camerino, Riegels no paraba de llorar; su en-
i leñador, Nibbs Price, lo llamó y le dijo: “Levántate, ponte de pie y vete a jugar. Ape­
nas estamos en la mitad del partido”.
Qué doloroso es tener un mal comienzo, ¿verdad? Durante su primer mes de con-
i rato con Los Angelinos de Anaheim, Albert Pujols no pudo conectar ni siquiera un
cuadrangular. Toda la prensa comenzó a criticarlo. En cierta ocasión Pujols le dijo a un
Ileriodista: “Lo que importa no es cómo se empieza, sino cómo se termina”. Al final de
la temporada disparó más de treinta cuadrangulares y remolcó más de cien carreras.
¿Recuerdas algunos personajes bíblicos que comenzaron mal su carrera? Por
ejemplo, ¿conoces el historial de Manasés? ¡Ese sí que fue malo! Tan malo que la Bi­
blia dice que “el Señor le habló a Manasés” y el rey no le hizo caso (2 Crónicas 33:10).
¿Y Jonás? Su libro inicia diciendo que el profeta rechazó abiertamente cumplir la or­
den que había recibido de Dios. ¿Qué hizo el Señor con estos que comenzaron tan
mal? ¡Les dio una segunda oportunidad! Las Escrituras registran que Manasés “se
humilló profundamente ante el Dios de sus antepasados. Y cuando oró, Dios lo aten­
dió, escuchó sus súplicas” (2 Crónicas 33:12, 13).
¿No has tenido un buen comienzo de año? Probablemente la sensación de fra­
caso te ha quitado el deseo de seguir adelante. Como Manasés o como Albert Fu­
ji ils, todos podemos tener malos comienzos. Si ese es tu caso, memoriza esta pro­
mesa de Job 8:7: “Tu pasado será insignificantecomparado con tu glorioso futuro”
(BLPH).
El juego de tu vida no ha concluido, todavía puedes levantarte y ser la persona
i ¡ue Dios quiere que seas. Jesús ha rogado ante al Padre para que recibas “otra opor-
i unidad”, ¿qué harás con ella?
#EmpezardeNuevo #SegundasOportunidades
La verdadera
belleza

. ............. .............. ________________ á

E
n una sociedad dirigida por los medios de comunicación de masas, la obsesión
por alcanzar la perfección física se ha convertido en el pan nuestro de cada
día. Según un estudio citado en un artículo de la revista Glamour, cada día las
mujeres suelen tener por lo menos trece pensamientos negativos respecto a su físico.
En el mismo artículo se alude a otro estudio realizado por la Universidad Central de
Florida, que reveló que a la mitad de las niñas de tres a seis años, ¡les gustaría cam­
biar algunas partes de su cuerpecito!
Por supuesto, no hay nada de malo en llegar a formar parte de la lista de los cin­
cuenta más bellos de la revista People. La Biblia, por ejemplo, se refiere a Sara, Rebe­
ca, Raquel, Abigail, Betsabé, Tamar, Ester y otras, como mujeres muy hermosas. In­
cluso de Ester se dice que Hegai la sometió “a un tratamiento de belleza” (Ester 2:3).
Elena de White dice que “tenemos que ser cuidadosos de la impresión que dejamos
en otros acerca de nuestro arreglo personal” (Hijas de Dios, p. 156).
El problema es que muchos han considerado que el físico es lo primordial, y han
olvidado que “la belleza no es más que ilusión” (Proverbios 31:30), que se pierde con
el paso de los años. Creo que nos conviene fijarnos en la definición de belleza de la
ganadora del Oscar, Lupita Nyong’o. Ella no cumple con los cánones tradicionales
de belleza que imperan en nuestra sociedad. Su piel “oscura como la noche”, como
ella misma la define, le hacía sentirse acomplejada y llena de temores. Cada noche le
pedía a Dios que le blanqueara la piel y soñaba que al amanecer su tez sería más cla­
ra. Pero nada externo cambió. A sí que Lupita comprendió que “la belleza es algo que
no se puede adquirir, es algo que hay que ser. N o puedes depender de cómo lucir para
sobrevivir en la vida. La verdadera belleza es la compasión”.
Parece que Lupita conocía las palabras de Pedro: “Que la belleza de ustedes no
sea la externa. [...] Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo
íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Esta sí que tiene mucho
valor delante de Dios” (1 Pedro 3:3-5, NVI).
#BellezaInterior #el!nterioresloqueCuenta
Y no
se cumplió,

A
l darse cuenta del potencial que tenía el joven de tan solo diecisiete años, el
respetado tío no se contuvo y le hizo una grandiosa oferta:

-John, te enviaré a una de las mejores universidades. Puedes escoger entre


Vale, Harvard o Darmouth. Tendrás una carrera esplendorosa e, incluso, podrás ocu­
par mi puesto en el Congreso.
-Ummm, ¿eso afectará a mis creencias cristianas? -preguntó el joven.
-C reo que puedes aceptar mi oferta y seguir siendo cristiano -respondió el tío.
-Tu oferta es muy generosa -dijo John-, pero sigo preguntándome si afectaría a
mis convicciones personales con respecto a la verdades bíblicas.
-Quizás tengas que echar a un lado, aunque sea momentáneamente, algunas de
i us creencias -agregó el tío.
-Pues lo siento. N o cambiaría la verdad por nada; no estoy dispuesto a abando­
n a r mis principios.
-John, si lo que quieres es ser un predicador del sábado, conmigo no cuentes. Ha­
ll i, pero te advierto que nadie sabrá quién eres.
El tío de nuestra historia es Charles Andrews, un miembro del Partido Demócra-
la, que en 1851 fue elegido a la Cámara de Representantes. ¿Habías escuchado algo
i Ir este hombre antes de haber leído estas líneas?
¿Sabes cómo se llamaba el sobrino que según él nadie conocería? J. N. Andrews.
Aunque John tenía todas las cualidades necesarias para haber sido un destacado po-
Iil ico, cuando tenía quince años decidió convertirse en predicador del evangelio.
/Quién es más conocido, el tío Charles o el sobrino John?
J. N. Andrews se convirtió en un brillante autor, erudito y evangelista de la Igle­
sia Adventista. Fue uno de los primeros adventistas en escribir un libro sobre el día
i Ir reposo: Historia del sábado y del domingo. Además, fue el primer misionero en-
viado a Europa, En honor a él, el más importante centro de entrenamiento teoló-
gico de la Iglesia Adventista lleva su nombre: Andrews University.
I Ioy, J. N. Andrews es conocido en todo el mundo. En el servicio al Señor encon-
11 o la verdadera fama, aquella que traspasa los umbrales terrenales y se adentra en el
mismo trono del Rey del universo. La profecía de su tío no se cumplió.
'¿ServicioCristiano #laVerdaderaFama
C
«| uenta la leyenda que un día se reunieron la lluvia, la tierra, el viento y la roca.
La conversación fue amena y gratificante hasta que el orgullo de la roca salió a
S flote: “Yo soy más fuerte que ustedes”. Mientras el resto concordó con las pala-
bras de la roca, la lluvia alzó la voz y dijo: “Creo que estás equivocada. Yo soy mu­
cho más fuerte que tú”. Todos los presentes en aquella reunión comenzaron a bur­
larse de la lluvia:
-Es imposible que seas más poderosa que yo. ¿No te das cuenta de que eres un puñado
de insignificantes gotas de agua? -dijo con arrogancia la roca.
-Mis gotas de agua son tan poderosas que podrían abrir un agujero en ti -respondió
la lluvia.
Lentamente la lluvia comenzó a caer sobre la roca. Gotita a gotita iba golpeando al
imponente peñasco. Pasaron los días, las semanas, los meses y nada sucedía. El viento dijo
a la lluvia:
-Mira todo el tiempo que ha pasado y no hay ningún agujero en la roca. Olvídalo, no
podrás lograrlo.
-Ten paciencia y verás -respondió la lluvia.
Finalmente, ocurrió lo inesperado. Un día la roca, llena de desesperación, gritó:
- ¡La lluvia me ha hecho un agujero!
-¿Cómo lo hiciste? -le preguntaron a la lluvia.
-Bueno, no crean que el agujero se hizo solo. Mi caída constante y permanente logró
perforar a la imponente roca.
El mensaje es claro: la lluvia venció a la roca, no por su fuerza, sino por su perseveran­
cia. Aunque reconozco que la perseverancia no es una virtud muy común en los jóvenes,
no puedo dejar de decirte que es la continua repetición de pequeños esfuerzos lo que te
ayudará a alcanzar grandes logros. De hecho, hace algunos años un grupo de sicólogos
preparó una lista con las características comunes de los hombres de éxito y, ¿sabes qué?
¡Todos eran perseverantes! Virgilio, el célebre poeta latino, declaró: “Persevera, y espera
un mejor mañana”. Ese mejor mañana no solo incluye tu vida terrenal, pues de acuerdo
con Jesús: “El que persevere hasta el fin, este será salvo” (Mateo 24:13, RV95). ¿No te
gustaría ser más perseverante?
#perseverancia #GotaaGota
F
ederico II el Grande (1712-1786), el tercer rey de Prusia, se encontró con un
anciano que deambulaba por las calles y le preguntó:

-¿Quién eres?
Soy un rey -contestó el anciano.
¿Un rey? ¿Y sobre quién ejerces tu señorío? -preguntó con ironía el monarca
I>i iisia.no.
- Sobre mí mismo. Yo soy mi propio rey -dijo el anciano.
La respuesta del anciano me hizo recordar el relato de Juan 8:31-46. Los judíos,
que en ese tiempo se hallaban bajo el régimen romano, es decir, eran siervos de
Ki una, tuvieron la osadía de decirle a Cristo: “Nosotros [...] nunca hemos sido escla-
vi is de nadie” (vers. 33). Probablemente, al igual que el anciano de nuestro relato de
Iniy, y que los judíos del tiempo de Cristo, tú también te creas que eres dueño de tu
v nla, y que no tienes que dar cuentas a nadie. Te sientes libre de actuar en conformi­
dad con tus deseos y sentimientos; te consideras el rey de tu vida.
Pero la realidad es bien distinta. Todos, de una u otra manera, somos siervos de
alguien. Cristo declaró: “Les aseguro que todos los que pecan son esclavos del peca-
i li i ’ (vers. 34). El pecado es un despiadado monarca que ejerce su dominio sobre to-
■ 1 i.s. A eso se debe que de vez en cuando haces cosas que no quieres, que van en
11 mtra de tu voluntad, porque estás cumpliendo la orden de tu amo, que es el pecado.
¡'Ches a quién le sucedía algo parecido? Nada más y nada menos que al gran apóstol
Pablo. Desnudando su lucha frente a todos, Pablo confesó: “A sí que ya no soy yo
■ Hlien lo hace, sino el pecado que está en mí” (Romanos 7:17).
La buena noticia es que gracias a la obra de Cristo, podemos ser libres del poder
ili-l pecado (Juan 8:36; Romanos 7:24-25). Cuando nos entregamos al Señor, le csta-
mi is ofreciendo nuestro “cuerpo como instrumento para hacer lo que es justo ante él”
(humanos 6:13) y entonces llegamos a vivir al “servicio de la justicia, con el fin de
llevar una vida santa” (Romanos 6:19). Si la gente hoy te pregunta quién eres, con
■ irgiillo puedes responder: ¡Soy un siervo de Cristo!
/tSiervodeCristo

¡¡i'Yjíj j íi*y f,r f w v r * iw t ¥ f iHD'Tj


¿Es Pedro \- 1
| la Roca?

¿i * \ f
V “'r ~
t-' .CCv-f ¿jL A • ' ■ •-

E
l 18 de julio de 1870, el Concilio Vaticano I emitió la siguiente declaración:
“Por lo tanto, si alguien dijere que el bienaventurado Apóstol Pedro no fue
constituido por Cristo el Señor como príncipe de todos los apóstoles y cabeza
visible de toda la Iglesia militante [...]: sea anatema”.
Esta declaración se fundamenta en una interpretación errada de Mateo 16:18.
Tras la confesión de Pedro en Cesárea de Filipos, Jesús le dijo: “Tú eres Pedro, y sobre
esta roca edificaré mi iglesia” (Mateo 16:19, RV95). Según algunos creyentes, esto
significa que Pedro es el fundamento de la Iglesia y, por lo tanto, el apóstol de mayor
autoridad, puesto que recibió “las llaves del reino” a fin de atar y desatar tanto en la
tierra como en el cielo.
Es innegable el papel protagónico de Pedro en el Nuevo Testamento. Su nombre
aparece 152 veces, solo lo supera el de Jesús. En todas las listas de los apóstoles, su
nombre es el primero. Ganó miles de almas, realizó grandes milagros: sanó cojos y
paralíticos, resucitó muertos.
La Biblia también destaca el lado humano de Pedro. Confiaba mucho en sí mis­
mo, negó al Señor, era muy agresivo. Pablo lo reprendió por ser un simulador e hipó­
crita. Sus defectos constituyen un eco de su nombre, cuyo significado es “piedra pe­
queña”. Cristo no fundaría su iglesia sobre una piedra pequeña, sino sobre la “Roca”.
En el Nuevo Testamento la metáfora de la roca/piedra se aplica a Cristo en mu­
chas ocasiones. El mismo Pedro nos dice que Cristo es la “piedra viva”, la “principal”
(1 Pedro 2:4; Hechos 4:11). Moisés llamó a Dios “la Roca, cuya obra es perfecta”
(Deuteronomio 32:4, RV95), y Pablo dice que esa “roca era Cristo” (1 Corintios 10:4).
Por lo tanto, “nadie puede poner otro fundamento [...] el cual es Jesucristo” (1 Corin­
tios 3:11, RV95). Aunque la iglesia se apoya en las enseñanzas de los apóstoles, la
“piedra principal” es el Señor (Efesios 2:20, 21), no Pedro.
Tú, Pedro y yo tan solo somos “piedrecitas” cuyo valor depende de estar adheridos
a la Roca que es Jesús. No es nada conveniente que edifiquemos nuestra vida sobre
un ser humano. Lo mejor es colocar a Jesús como nuestro sólido fundamento.
#miRocaesJesús
i La misma §§ ¡i

oración

: ?■ v.róóitcyr Ó

H
ace un i ¡culpo leí una anécdota contada por el pastor H. R. Charles. Según
él, había una señora que siempre que asistía a la iglesia repetía la misma
oración: “Oh, Señor; gracias, Jesús”. Cuando la gente la veía llegar al tem­
plo sabían de memoria que ella diría: “Oh, Señor; gracias, Jesús”.
Intrigado por esta situación, un hermano se acercó a la dama y le preguntó:
-¿Por qué usted siempre hace la misma plegaria: “Oh, Señor; gracias, Jesús”?
Ella sonrió y le dijo:
-L o que hago es combinar dos oraciones. Yo vivo en una zona donde se cometen
muchos delitos. Por las noches las balas vuelan por encima de mi casa, y tengo que
proteger a mi hija con mi propio cuerpo. En esos momentos solo atino a decir: “Oh,
Señor”. Pero cuando el sol entra radiante por mi ventana y veo que seguimos con
vida, que el Señor nos ha protegido, entonces oro: “Gracias, Jesús”. Luego, cuando
salgo de mi casa a trabajar y me despido de mi hija ignorando si podré volver a verla,
clamo: “Oh, Señor”; pero cuando llego a la casa por la tarde y encuentro a mi niña
sana y salva, mi oración es: “Gracias, Jesús”. Estas son mis dos oraciones. Cuando
asisto a la iglesia lo que hago es unirlas en una sola frase: “Oh, Señor; gracias, Jesús”.
Ella clamaba al Señor, y cuando el Señor atendía su clamor, ella le agradecía.
El Señor declaró: “Clam a a mí y yo te responderé” (Jeremías 33:3, RV95). ¿No te
parece una promesa maravillosa? Sí, puedes clamar al Señor; acudir a él, procurar
su auxilio. No te canses de repetir tu clamor ante su presencia. Dios no está inte­
resado en la estructura sintáctica ni morfológica de tu plegaria; él está pendiente
de lo que dice tu corazón. Más que palabras, él quiere escuchar el ruego mudo de
tu corazón, aunque siempre sea el mismo: “Oh, Señor...” Pero cuando Jesús haya
escuchado tu petición, entonces no te olvides de mostrarle tu agradecimiento; acu­
de a él y dile: “Gracias, Jesús”.
Orar no es complicado. Solo necesitas hablar con Dios con fervor y sinceridad,
como si lo estuvieras haciendo con tu mejor amigo.
#oración
Seamos
compasivos

i estás pensando preparar una lista de las personas más influyentes del mundo,
creo que Jeff Bezos no puede faltar. ¿Sabes quién es? Es el fundador y director
ejecutivo de Amazon, una de las empresas más exitosas del planeta. Son mu­
chas las cosas que han contribuido al éxito profesional de Jeff. U na de ellas es que
desde niño fue un voraz lector de libros. Pero otro de los factores determinantes de
su exitosa carrera lo aprendió de su abuelo.
Cuenta Jeff que, un día, mientras viajaba con sus abuelos, como la travesía era
muy larga se dedicó todo el camino a leer los letreros, a calcular los kilómetros que
daba cada galón de combustible, y la cantidad de dinero que habían gastado en co­
mida. En fin, a mantener la mente ocupada en algo. Hasta que vio una valla publici­
taria con un mensaje que le impactó mucho: “Cada fumada te quita dos minutos de
vida”. De inmediato, comenzó a calcular: “Dos minutos por cada fumada, veinte fu­
madas por cigarrillo, veinte cigarrillos por caja, una caja al día durante treinta años”.
Entonces, soñando con recibir un buen elogio por su audaz inteligencia, Jeff se colo­
có entre los asientos delanteros, tocó el hombro de la abuela y le dijo: “Has perdido
dieciséis años de tu vida por estar fumando”.
Para sorpresa de Jeff, la abuela comenzó a llorar desconsoladamente. El abuelo se
detuvo, le pidió que bajara del auto y comenzaron a caminar a paso tranquilo por la
carretera. Cuando llevaban un minuto caminando, el veterano hombre le dijo: “Jeff,
algún día aprenderás que es mucho más difícil ser compasivo que inteligente”.
Reflexionando sobre aquella ocasión, Bezos escribió: “Con estas palabras y la dul­
zura con que me las dijo, mi abuelo me dio una lección fundamental para mi vida.
[...] De aquello que realmente uno puede enorgullecerse es de la compasión con la
que elige aplicar su inteligencia” (Mario Thomas, Las palabras precisas en el momen­
to oportuno, p. 21).
Haz de la compasión tu compañera y, como a Bezos, te irá bien. Sigamos el con­
sejo de Pablo: “Revístanse de sentimientos de compasión, bondad, humildad, man­
sedumbre y paciencia” (Colosenses 3:12) y tengamos en cuenta las palabras de
Beethoven: “No conozco ningún otro signo de superioridad que la bondad”.
#bondad #valores
/* ' % uién es el personaje más famoso y querido de las islas Bermudas? Para mi
j| K sorpresa no es el gobernador ni el primer ministro. Tampoco lo es la reina
/ Isabel II. El hombre más popular de esa encantadora isla del Atlántico Ñor-
ic es Johnny Barnes. El señor Barnes no es político ni deportista, ni actor, ni cantan-
le. Sin embargo, su fama se ha extendido por cada rincón de ese hermoso territorio
británico de ultramar.
¿Cómo se ha ganado Barnes la admiración de la gente? Sin importar que esté
lloviendo o relampagueando, él llega a las 3:45 de la mañana a la rotonda de Crow
I.ane; se queda allí hasta las diez de la mañana, y dedica ese tiempo a decirle a la
gente: “Buenos días, les deseo que tengan un feliz día. Los amo, los amo, los
am o...” C on ello, según expresó él mismo en el video Mr. Happy Man, se propone
Ilacer saber a la gente “que la vida es dulce, es hermosa. No importa lo que pase en
la vida. Siempre es hermoso estar vivo. Disfruten el sol, las flores, los pájaros, ellos
están felices”.
Barnes se define a sí mismo “como un pequeño instrumento en las manos de
I )ios”. Pararse en ese cruce de vehículos y tratar a la gente con bondad y cortesía es
la manera en la que él realiza su obra para el Señor. En cierta ocasión un extranjero
se le acercó y le dijo: “Johnny, llevo tres años viviendo en este país y tú eres la única
I'crsona que me ha dicho que me quiere con una sonrisa en los labios”. Actualmente,
Ilames tiene más de noventa años. En cualquier momento dejará de estar en ese rin­
cón y de saludar a la gente. Por eso, a fin de perpetuar su obra, se ha colocado en la
rotonda una imponente escultura en su honor.
El ejemplo de Barnes ha de inspiramos a tener una actitud positiva en todo mo­
mento. Ante los desafíos que enfrentarás lo largo de este día tendrás que decidir en-
i re ser feliz o cargar con el peso de tus frustraciones. Creo que a todos nos conviene
seguir el ejemplo de Barnes y poner en práctica el consejo de Pablo: “Estén siempre
contentos”.
#SiempreContentos #optimismo
¿ P e rd o n a r...?

m
r ’U

: ........ — ..................... .........................................................- ..............................

ras concluir la batalla de Gettysburg, un hombre se acercó al jovencito de


catorce años y le preguntó:
-¿Estás seguro de que quieres ir a la guerra?
-Por supuesto.
-¿Y ya le comentaste a tu padre la decisión que has tomado?
-Claro que no. Ayer él mató a mi perro sin decirme nada; me iré a la guerra sin
decirle nada a él. Nunca le perdonaré que haya matado a mi mascota,
-Estuvo muy mal lo que hizo tu padre, pero creo que tienes que hacer algo más.
-¿Algo, como qué? -preguntó el joven.
-Nunca olvides todo lo bueno que tu padre ha hecho por ti. Aunque supongo que
el mal que te ha hecho supera con creces lo bueno que él ha sido contigo, ¿verdad?
El jovencito meditó un instante en esas palabras, y luego agregó:
-Perdonar es difícil, pero lo perdonaré, porque los momentos en los que él ha sido
bueno conmigo son más y mejores que esas ocasiones en las que me ha hecho, daño.
-M e alegra oírte decir eso. De hecho, me has ayudado a decidir qué haré con un
grupo de hombres que han desertado del ejército. Como Comandante en Jefe de las
Fuerzas Armadas había determinado fusilarlos, pero ahora considero que ellos han
hecho muchas cosas buenas por nuestro país, así que los perdonaré. Toma mi tarjeta,
si algún día me necesitas, con gusto te ayudaré.
¿Quieres saber quién fue el hombre que habló con aquel muchacho? Nada más y
nada menos que Abraham Lincoln, presidente de los Estados Unidos de América.
Si deseamos mantener una relación sana con nuestros familiares y amigos, he­
mos de aprender a perdonar. Cuando alguien te ofenda y supongas que esa persona
no merece tu perdón, detente un minuto a considerar si esa ofensa es superior a
todos los momentos agradables que has vivido con ella. Cuando te sientas ofendido
por tu padre o por tu madre y pienses que ellos se han extralimitado, reflexiona en si
esa presunta ofensa supera todas las evidencias de amor que ellos te han manifesta­
do, y ten tu corazón listo para perdonarlos. No olvides las palabras de Jesús: “Perdo­
nen, y Dios los perdonará” (Lucas 6:37).
#AprenderaPerdonar
La bebida
del perdido
y del amargado

?
i

H
ay quienes dicen que no tiene nada malo ingerir alcohol si se hace con mo­
deración. Uno de los pasajes bíblicos que se usan para justificar esa posi­
ción es Proverbios 31:6 y 7, donde se le prescribe al rey dar alcohol a los
lecaídos y deprimidos: “¡Que beban y no vuelvan a acordarse de su pobreza y sufri-
mientos!” ¿Qué quiso decir el proverbista en ese pasaje?
Proverbios 31 es un poema escrito por el rey Lemuel. Según Lemuel, hay dos co­
sas que pueden destruir la capacidad de un rey de actuar rectamente: las mujeres
y el vino. Como sus responsabilidades son muy significativas, y no puede exponerse
a dar un veredicto a favor de la impiedad, el vino no es para gente como él, sino para
aquel que no tiene ninguna responsabilidad en la vida. La Biblia de Jerusalén tradu­
ce el versículo 6 de la siguiente manera: “Dad licor al perdido y el vino al amargado”.
¿bies tú un perdido? ¿Eres un amargado? El alcohol es para los derrotados, para los
1leprimidos, para los que no tienen nada por lo cual luchar. Pero si eres hijo, estu­
diante, empleado, médico, ingeniero, constructor, profesor, si todavía tienes que to­
mar decisiones que definirán tu futuro, entonces huye del alcohol. Quizá digas: “Es
que, como dice el texto, bebo para olvidar mi pobreza y mis sufrimientos”. Sí, pero
cuando se pasan los efectos del alcohol serás más pobre, y tu sufrimiento habrá au­
mentado. El alcohol no es la solución a tus problemas.
La bebida te llevará a la insolencia y al desorden (Proverbios 20:1). Proverbios
2 1:31 al 35 dice que el vino se desliza suavemente (la primera copita), pero al final
muerde como una serpiente (te lleva al alcoholismo); provoca que veas o te imagines
cosas absurdas y, finalmente, hará que tu vida sea como un objeto que yace en alta
mar. ¿Y sabes cómo comenzó la debacle? Con una simple “copita social”.
Los que “se emborrachan se olvidan de la ley” (Proverbios 31:5, TLA ); pero el
i leseo de Dios es que meditemos siempre en ella (Salmo 1). Tú no eres un perdido, no
eres un amargado. Eres un príncipe, una princesa; un hijo o una hija del rey del uni­
verso. ¡El alcohol no es para ti!
#NoalAlcohol #temperancia #DominioPropio
¿Amas
lo que haces?
H

MMMMOmMiMéMMi

H
ts oído hablar de Subrahmanyan Chandrasekhar? Ya sé que es un nombre
lifícil de pronunciar. Mejor usemos el diminutivo con el que sus amigos so­
tan llamarlo: Chandra. El fue un científico y matemático indio muy brillan­
te. Completó su doctorado en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, y durante casi
sesenta años fue profesor de la Universidad de Chicago, Estados Unidos. Cuando ape­
nas tenía diecinueve años, Chandra calculó el valor de lo que actualmente se conoce
como el Límite de Chandrasekhar. En 1983 recibió el Premio Nobel de Física por sus
investigaciones astrofísicas. Sin embargo, para lo que Chandrasekhar no tenía límites
era para compartir apasionadamente sus conocimientos científicos.
Durante el invierno de 1947 fue invitado a dar un seminario de Astrofísica a
ciento sesenta kilómetros de distancia de su casa en Wisconsin. Aquel fue un invier­
no muy duro. Las carreteras estaban cubiertas de nieve. Precisamente, las condicio­
nes climáticas impidieron que muchos alumnos se matricularan en el curso. De he­
cho, solo dos jóvenes se inscribieron. ¿Viajaría el doctor Chandrasekhar tan largo
trayecto por solo dos alumnos? Sí. Porque él amaba lo que hacía. Cuando uno ama lo
que hace, el trabajo se convierte en una experiencia sumamente placentera. U n
elemento fundamental a la hora de elegir una carrera universitaria es preguntarte:
¿Me gusta esa carrera? Chandra descubrió desde muy joven su pasión por la física y
se dedicó con entusiasmo a ella.
Por esos dos alumnos, Chandrasekhar desafió el invierno e impartió su clase con
mucha profesionalidad. ¿Y qué fruto produjo? Según un artículo publicado el 15 de julio
de 1999 en el News Office de la Universidad de Chicago, los dos alumnos fueron Chen
Ning Yang y Tsung Dao Lee, los ganadores del Premio Nobel de Física de 1957.
¿Se imaginaba Chandra que de aquella gélida clase saldrían dos premios nobeles?
Probablemente no. Pero él cumplió con eficacia y denuedo su labor, y el tiempo le
permitió ver la cosecha que generó su arduo esfuerzo.
Este episodio de la vida de Chandra ha de recordarnos que Jesús viajó desde el
cielo a la tierra para cumplir su pasión: salvar al perdido. Cristo no vino a este mun­
do por dos personas, vino por ti. Porque, para salvarte a ti, ¡Dios no tiene límites!
#AmarloqueFlaces #PasiónpormiTrabajo
¿Sabes quién es
David Hewitt?
i!Ñ

^ i ' ’/i

avid Hewitt es un personaje poco conocido. Incluso me parece que nunca has
escuchado su nombre, ¿verdad? Creo que sería bueno que sepas quién fue.
Tras el Chasco de 1844, los que siguieron creyendo en la pronta venida de
( Iristo y guardaban el sábado fueron identificados por algunos como “gente del séptimo
día” u “observadores del sábado”; otros se mofaban y los llamaban “cerradores de
puertas del séptimo día” o “puerta cerrada y sábado del séptimo día y aniquilado­
res”. ¿Te gustaría que alguien se refiriera a tu Iglesia con algunos de esos calificati­
vos? Como ves, era preciso encontrar un nombre apropiado para el remanente del
movimiento millerita.
En 1854 se propuso el nombre “la Iglesia de Dios”, que le gustó mucho a James
White, uno de los pioneros más influyentes; sin embargo, a otros les pareció que sona­
ba muy pedante. Años después se eligió una comisión de diecinueve personas para que
propusieran un nombre para nuestra Iglesia. A hí es que entra en acción David Hewitt.
El era el representante de los laicos en aquella comisión, y fue el que dijo: “Propongo
i |ue nos llamemos adventistas del séptimo día”. ¡Es un nombre precioso! Pero ¿por qué
adventistas del séptimo día? Porque, como dijo Elena de White, dicho nombre “anun­
cia las verdaderas características de nuestra fe” (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 204).
David Hewitt ocupa un lugar significativo en la historia de la Iglesia Adventista por
haber asumido con responsabilidad su papel en aquella comisión. Con razón Joseph
Bates lo consideraba el hombre más honesto de Battle Creek. Aunque Hewitt no es
lan famoso como otros, el nombre que propuso ha recorrido todos los rincones de
nuestro planeta. ¿Te imaginas qué habría ocurrido si David no hubiera tomado en serio
su función en aquella histórica comisión? ¡Quizá todavía seguiríamos buscando un
nombre para nuestra iglesia! Es cierto que pocos de nosotros recordamos y valoramos
la obra de Hewitt; sin embargo, cerca de veinte millones de personas nos identificamos
con su propuesta y ¡somos adventistas del séptimo día!
Aunque muchos desconozcan la significativa labor de Hewitt y de otros pioneros,
en él y en la vida de muchos héroes anónimos se cumple la promesa de Apocalipsis
14:13: “Sus obras con ellos siguen” (RV95).
^responsabilidad ^valores

« ff*
uántas palabras supones que saldrán de tu boca a lo largo de este día? De
acuerdo con un estudio publicado en la revista Scientific American, en pro­
medio, hoy saldrán de nuestros labios unas dieciséis mil palabras. ¿Y quié­
nes escucharán esas dieciséis mil palabras? Entre siete y quince personas. El ochenta
por ciento de las palabras, es decir cerca de trece mil, serán dirigidas directamente a
solo cinco personas, que pueden ser: tus amigos, tus compañeros de trabajo o tus fa­
miliares; en fin, los que forman parte de tu círculo íntimo. Por tanto, has de pensar
muy bien qué les dirás, porque son los más allegados a ti. A propósito del uso de las
palabras, el apóstol Pablo aconseja que nuestra “conversación debe ser siempre agra­
dable y de buen gusto” (Colosenses 4:6). Por supuesto, para ello debemos tener una
lengua controlada por el Espíritu de Dios.
El estudio dejó entrever otra realidad: que esas cinco personas que escuchan dia­
riamente tus trece mil palabras, te dirigen diariamente sesenta y cinco mil palabras
a ti. Esa es la cantidad de palabras que tiene un libro de más o menos doscientas pá­
ginas. Así que tus conversaciones con esas personas equivalen a leer un libro cada
día. ¿Logras percibir la importancia que tiene saber quiénes son tus amigos más cer­
canos? Si ellos van a bombardear tu mente con miles y miles de palabras, ¿no crees
que te vendría bien rodearte de gente que te ayude a ser mejor persona? Esas cinco
personas han de ser para ti como un buen libro: han de ayudarte a crecer, a expandir
tu vocabulario, a tener nuevas y edificantes experiencias. ¿Puedes identificar esas
cinco personas en tu vida?
No hay duda: la gente con la que nos asociamos influye en nosotros para bien o
para mal. Y así como las conversaciones de un día pueden ser enriquecedoras, de
igual modo pueden acarrear nuestra mina. El apóstol Pablo, citando a Menandro, un
comediante ateniense que vivió en el siglo IV a. C, declaró: “Las malas conversacio­
nes corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33, RV95). Elige bien las pa­
labras que usarás en este día. De las dieciséis mil, una podría bastar para sanar o he­
rir un corazón.
#elPoderdelasPalabras
M

¿Qué hay ü -tsP' ü 1

en tu entorno?
Ü ¡i
i
|

■- .....
A. - "
■ rjjy¡3| 4

E
n su libro No manches tu vida, el pastor David López narra una experiencia que
tuvo mientras manejaba por uno de los residenciales más ricos de Phoenix, Ati­
zona. Aunque había quedado anonadado por las mansiones de aquella zona,
una casa captó su atención de manera especial.
La casa era modesta en comparación con las de su entorno, no estaba pintada,
necesitaba mantenimiento y lucía vieja. Además, tenía un letrero que anunciaba
i |ue estaba a la venta. El pastor supuso que, debido a su condición externa, el precio
del inmueble sería una bagatela. A sí que detuvo su auto y tomó la información de la
empresa inmobiliaria.
Poco tiempo después llamó a la agencia de bienes raíces y preguntó por el precio de
la “humilde” vivienda.
-Esa casa vale setecientos mil dólares.
¡David no podía creer lo que estaba oyendo!
-¿Por qué vale tanto dinero si su aspecto es tan deprimente? -preguntó.
El agente le respondió: “Es por su ubicación. Las casas y las cosas que la rodean le
agregan valor” (p. 55).
El valor de la casa no radicaba en ella misma, sino en los elementos que la rodeaban.
¿Cuánto vales tú? Cuando el rey David se detenía a considerar lo que él era, no te-
nía más remedio que declarar: “Cuando veo el cielo que tú mismo hiciste, y la luna y
las estrellas que pusiste en él, pienso: ¿Qué es el hombre? ¿Qué es el ser humano?” (Sal­
mo 8:3,4). Y él mismo responde en el Salmo 144:4: “El hombre es como un suspiro; su
vida pasa como una sombra”. ¿Cuánto vale un suspiro? ¿Qué valor tiene una sombra?
¡Eso es lo que somos! Por nuestra propia cuenta, nuestro valor es insignificante.
Ahora bien, tú eres un ser valioso no por lo que te crees que eres ni por lo que digas
lener; eres valioso porque estás relacionado con el ser más majestuoso del universo: Je­
sús. Estar con Jesús, permanecer en Jesús, caminar con Jesús, hacer que Jesús adorne
nuestro entorno, ¡eso es lo que nos hace valiosos! Es la relación con Jesús lo que
Ilena de valor y sentido nuestra existencia. Cuéntame, ¿qué hay en tu entorno? La res­
puesta determinará tu valor.
#CuántoVales #SoyValioso
¿Ser el mejor?
?
ÍSv^j?* $swé?k ■ I
%

,i
I

S
u maestra lo consideraba presumido, arrogante, incapaz, sin potencial suficien­
te para ser exitoso. Un día, mirándolo directamente a los ojos, lo sentenció con
estas palabras: “Nunca llegarás a ser alguien”. ¿Cómo te sentirías si te dijeran
esas palabras? Todo esto le fue dicho a un jovencito de apenas doce años. Por suerte,
él no hizo caso. Incluso, a esa edad, a los doce años, determinó que sería el mejor
boxeador del mundo.
¿Y qué pasó después? A los diecisiete años ganó dos guantes de oro. A los diecio-
cho obtuvo la Medalla de Oro en los Juegos Olímpicos celebrados en Roma en 1960,
y cuatro años después, en 1964, llegó a ser el campeón mundial. ¿Estamos hablando
del niño que nunca llegaría a ser alguien? Sí, de ese mismo. Nada más y nada menos
que de Cassius Clay, mejor conocido como Mohamed Alí.
Recordando aquel episodio, A lí cuenta que “la maestra de la escuela que dudó de
mí, me dio toda la motivación que necesitaba para transformarme en ¡el mejor de
todos los tiempos! Supe que lo sería desde que tenía doce años” (Las palabras precL
sas en el momento oportuno, p. 3).
Criarse en la sociedad estadounidense de mediados del siglo XX, en la que la se­
gregación racial tenía rango de ley, no fue nada sencillo para un jovencito de piel
negra. Y las cosas empeoran si tu propia maestra, de tu mismo grupo étnico, es capaz
de denigrarte y ve en ti a un “don nadie”. Sin embargo, nada impidió que A lí consi­
guiera su meta: Ser el mejor de todos.
¿Cuál es la moraleja? ¿Que te hagas boxeador? ¡Claro que no! Lo que quiero es
que no permitas que las personas que no creen en ti sean las que definan qué serás o
qué harás en esta vida; y más cuando solo te auguran fracaso. Dios te ha dotado de
talentos y capacidades muy especiales, que si los usas adecuadamente pueden lle­
varte a conseguir lo que te propongas. Es cierto que, como Alí, tendrás que vencer
los obstáculos que impone una sociedad en la que impera la desigualdad; pero no
debes desmayar por ello. No te desanimes, persevera, tú también puedes ser el mejor.
#perseverancia #éxito
La metamorfosis

E
n 1912, Franz Kafka escribió su novela La metamorfosis, donde narra las vici­
situdes del joven Gregorio Samsa. El problema de Gregorio comenzó cuando
un día despertó siendo un insecto. Sorprendido por su estado, decidió no salir
i le su habitación. Y aunque su familia y su jefe insistían en que les abriera la puerta,
( ¡regorio se negaba a hacerlo.
Después de un largo intercambio de palabras, Gregorio abrió la puerta. Cuando
su jefe lo vio, se llevó “la mano a la boca [...], y retrocedía como si una mano invisi­
ble lo empujara. La madre [...] primero miró al padre con las manos unidas, implo­
rantes, luego dio pasos en dirección a Gregorio para en seguida derrumbarse en un
remolino de faldas. El padre, con expresión hostil, apretaba los puños, como si qui­
siera empujar a Gregorio de vuelta a la habitación” (pp. 45, 46). Nadie quiso ver de
cerca tan repugnante cuadro. Finalmente, abandonado por sus propios familiares,
l iregorio exhaló un débil y último suspiro. Murió siendo un insecto.
¿Sabías que con la entrada del pecado, el ser humano experimentó la mayor me-
lumorfosis que alguna vez haya ocurrido en el universo? ¿Qué haría Dios al saber que
sus hijos se habían transformado en algo que el universo detestaba? ¿Tomaría la mis­
ma actitud que adoptó la familia de Gregorio Samsa?
El Señor no se quedó de brazos cruzados; se propuso revertir la obra del diablo y
llevar a cabo otra metamorfosis. Refiriéndose a ello, el apóstol Pablo escribió: “No se
amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su
mente” (Romanos 12:2, NVI). Hay dos cosas que necesitamos: no conformarnos y ser
transformados. No hay muchas opciones: o te conformas a tu estado de insecto, o
decides ser transformado en algo mejor. Precisamente la palabra griega que ha sido
l inducida como transformados en Romanos 12:2 es metamorfusthai. Dios quiere pro­
ducir una metamorfosis en nosotros y transformarnos en nuevas criaturas.
¿Cómo ocurrirá esa transformación? A veces suponemos que iniciará por fuera;
pero Pablo habla de una transformación de nuestra mente. En otras palabras, nuestra
metamorfosis espiritual debe ocurrir, primero que nada, en nuestro interior. No tie­
nes que conformarte con tu condición; si acudes a Jesús, él podrá transformarte.
^metamorfosis #NoteConformes
En pocas

___ ,_________

S
e dice que Ernest Hemingway declaró que podía escribir una novela con tan
solo seis palabras. Los oyentes pusieron en duda lo dicho por el gran escritor,
y lo desafiaron a demostrarlo. Hemingway tomó un pedazo de papel y escri­
bió: “Vendo: zapatos de bebé, sin estrenar”. Tomando como base esta anécdota de
la vida del célebre escritor, la revista digital Smith pidió a sus lectores que resumie­
ran su vida en no más de seis palabras. Bajo el eslogan Todos tienen una historia, miles
de lectores se animaron a aceptar el reto. El diluvio de frases fue tan grande, que se
publicó un libro Not Quite What I Was Planning, uno de los más vendidos según la
lista del New York Times. He aquí algunas de las frases que enviaron los lectores:
“U n largo tren en la oscuridad”.
“Nací en el desierto, sigo sediento”.
“Maldito con cáncer; bendecido con amigos”.
“Asustado de vivir, atemorizado de vivir”.
“No soy buen cristiano, pero trato”.
Piensa por un momento en esto: Si tuvieras que resumir tu vida en seis palabras,
¿qué dirías? N o es una tarea fácil, ¿verdad? Sin embargo, es bueno que tengamos una
frase que resuma lo que somos o lo que estamos viviendo. Mientras creamos nuestra
propia frase, compartiré contigo una que Pablo usó al resumir la vida de los creyentes
que vivían en Roma. Y como lo bueno, si es breve, dos veces bueno, Pablo no usó seis
palabras, sino solamente tres: “Dios los ama” (Romanos 1:7). La Reina-Valera 95 tra­
dujo esa frase con las siguientes palabras: “Amados de Dios”. Sí, tu vida se resume en
que Dios te ama. Comentando la declaración bíblica, el Dr. Pablo Perla declaró por
escrito: “Eso es lo que en esencia somos: ¡Amados de Dios! No existe nada más gran­
de, ni nada mejor, que esta realidad” (Amados de Dios, p. 9).
Si no has podido encontrar tu propio resumen, creo que lo dicho por el apóstol ha
de ser más que suficiente para ti. En medio de todos los cambios de tu vida, lo único
que se mantiene invariable es que eres un ser amado por Dios. A hí se resume todo.

#AmadodeDios #DiosmeAma #miVidaenPocasPalabras


La espada viva |’5^ F| |

f rv , I
~; ■ : * . •■. . - --
i IIP I I
: -
' ''' - :
^,, m
, ' ' •>' -
' ■ "!

L
a coronación de Carlomagno como emperador del Sacro Imperio Romano mar­
có un hito en la historia occidental. Dicha ceremonia, auspiciada por el
papa León 111, lo ratificó como el monarca más poderoso de Europa y lo cata­
pultó como el paladín de la cristiandad Dedicó su espada a conquistar nuevos terri­
torios e imponer sus creencias religiosas. En sus dominios era de obligado cum­
plimiento la observancia del domingo como día de reposo, y la predicación del evan­
gelio debía hacerse en la lengua vernácula del pueblo. Sin duda alguna blandía su
espada para hacer evidente su poder político y religioso.
Su Joyosa, como le llamaban a su espada enjoyada, llegó a ser tan venerable que
se difundieron distintos mitos en torno a ella. Un poema medieval titulado el Cantar
de Roldan proclamaba que “nunca hubo una espada comparable; su color cambiaba
treinta veces al día”. Otro mito aseguraba que la Joyosa poseía vida propia y que en
su empuñadura se hallaba una de las reliquias más importantes del cristianismo: uno
de los clavos que se usaron en la crucifixión de nuestro Señor.
Es lamentable que la espada de Carlomagno haya impuesto la norma de conduc­
ta y doctrina de miles de personas durante ese período de oscurantismo que vivió
Occidente. Sin embargo, hay mucha gente que todavía sigue permitiendo que
distintas “espadas” modelen su estilo de vida y determinen sus valores morales.
Para nosotros solo hay una espada que puede prescribir la ética regulatoria de
nuestras vidas: la Palabra de Dios. El apóstol Pablo se refirió a la Biblia como “la es­
pada del Espíritu” (Efesios 6:17). Esa “espada” no pertenece a ningún ser humano, es
“del Espíritu”; y, a diferencia de la Joyosa, esta sí es una espada “viva”. Elena de Whi-
ie expresó una gran verdad cuando escribió: “Aquel que por fe recibe la Palabra, está
recibiendo la misma vida y el carácter de Dios” (Palabras de vida del Gran Maestro,
p. 20). Es decir, cuando recibimos la Palabra de Dios nos apropiamos de los nutrien­
tes necesarios para crecer en gracia y santidad. Te animo a que puedas blandir por ti
mismo esa sagrada espada, que es más poderosa que la de Carlomagno.
#laPalabradeDios #LeelaBiblia
Un Dios
que me entiende

E
n su libro La gran comisión: Estrategias para cumplirla, Mark Finley cuenta la his­
toria de un niño que vendía periódicos en una zona rural de los Estados Unidos.
Mientras pedaleaba su bicicleta, el niño se topó con este letrero: “Se venden pe­
rritos”. Como siempre había soñado con tener un perro como mascota, entró al lugar y
le preguntó al encargado:
-Señor, ¿puedo ver los perritos?
-Claro que sí -le contestó el señor.
En seguida el señor le mostró cuatro cachorritos. Mientras el chico los veía, un quin­
to perrito llegó cojeando.
-¿Cuánto cuestan, señor?
-25 dólares cada uno.
-¿Qué le pasó a ese perrito que camina cojeando?
-E s un defecto de nacimiento. N o puede correr, no puede jugar, no creo que te
sea muy útil.
-Señor, ese es el que yo quiero. Le pagaré cincuenta centavos cada semana, hasta
que le pague todo el dinero.
-¿Y por qué quieres ese cachorro? -le preguntó.
“El niño se levantó el pantalón de una de las piernas para mostrar un soporte de
metal y una correa, señales de una pierna deforme. ‘Señor, ese perrito necesita a alguien
que lo comprenda, ¡y yo sí puedo!’ ” (pp. 22, 23).
Es una verdad universal que todos acarreamos un defecto de nacimiento: nuestra
naturaleza está inclinada hacia lo malo. Nos gusta seguir nuestros malos deseos y cum­
plir los caprichos de nuestra naturaleza pecadora. A l que crea lo contrario, lo animo a
tirar la primera piedra. ¿Cómo tratas a tu amigo que ha cedido a su cojera y ha caído en
el pecado? ¿Lo condenas? ¿Lo rechazas? ¿Olvidas que tú también estás cojo? El “cojo” no
necesita una mano acusadora, ¡sino un corazón solidario! Eso fue lo que hizo Jesús.
“Nuestro Sumo sacerdote [Jesús] puede compadecerse de nuestra debilidad, porque
él también estuvo sometido a las mismas pruebas que nosotros” (Hebreos 4:15). En lugar
de burlarse o criticarte por tus debilidades, mi Señor tendrá compasión de ti; él conoce
por experiencia propia las luchas a las que tú te enfrentas día tras día, pues él también
las enfrentó. Si hoy te sientes solo o crees que nadie te comprende, te sugiero mirar a
Cristo, mira las marcas de los clavos en sus manos y recuerda que él sí te entiende.
#DiosMeEntiende
E
l Titanic fue el barco de pasajeros más grande de su tiempo. ¿Pero qué inspiró
la creación de ese majestuoso trasatlántico? A principios del siglo XX se ba­
ilaba en pleno apogeo el dinamismo comercial entre Europa y los Estados
Unidos. Esto suscitó una gran demanda de viajes trasatlánticos y generó una amplia
competencia entre las empresas navieras. La compañía Cunard revolucionó el mer­
cado con sus cruceros gemelos Lusitania y Mauretania. El Lusitania tenía capacidad
para dos mil doscientos pasajeros y viajaba a 46 kilómetros por hora. Sus salones y
restaurantes de primera clase estaban al nivel de los hoteles más lujosos de Europa.
¿Qué hizo la White Star Line para poder competir con Cunard? ¡Creó el Titanic!
El Titanic tenía capacidad para recibir más pasajeros, era más grande, más lujoso y
exhibía mejores salones que el Lusitania. Tenía ascensores, salas de ocio, bibliotecas,
salones para fumadores, gimnasio y piscina. Su avanzada tecnología le permitía dis­
frutar de gran seguridad. Su descomunal casco de acero estaba sellado por tres millo­
nes de remaches; poseía diecisiete sectores independientes el uno del otro para impe­
dir su hundimiento en caso de que se abriera una vía por donde entrara el agua; su
sistema de comunicación estaba equipado para informar cualquier eventualidad que
se presentara en alta mar. C on razón se atribuye a sus constructores haber dicho
que “ni Dios sería capaz de hundirlo”.
Sin embargo, el “insumergible” naufragó en las heladas aguas del Atlántico en su
primera travesía. El orgullo de toda una generación quedó sumergido en lo más pro­
fundo del mar. El Titanic es un ejemplo contundente de lo que sucede cuando la
gente se llena de orgullo y se olvida de su Creador. “Tras el orgullo viene el fracuNi >;
iras la altanería, la caída” (Proverbios 16:18).
El Titanic solo quería competir, exhibir su grandeza, imponerse sobre los demás;
por eso terminó solo, hundido. Como dijo Amado Ñervo: “Si eres orgulloso convie­
ne que ames la soledad; los orgullosos siempre se quedan solos”. ¿Es eso lo que quieres
liara tu vida?
Fija en tu mente el versículo de hoy: “No hagas nada por rivalidad o por orgullo".
No sigas la ruta del Titanic.
^humildad #valores
Lo que no se hundió
con el Titanic

C
uando el Titanic zarpó, el 14 de abril de 1912, la era de progreso, el bienestar
y el positivismo parecían haberse consumado. La imponente embarcación
era símbolo del optimismo que caracterizaba el inicio del siglo XX. Para mu­
chos “la edad dorada” de la historia humana acababa de empezar. El hombre por fin
tenía fe en el hombre. Por fin la civilización había llegado a un momento cuando las
guerras no existirían más. Sin embargo, todas esas expectativas estaban a punto de
desplomarse, porque junto con el naufragio del Titanic también se hundió el creci­
miento económico, se fue a pique esa sociedad que se sentía segura y confiada, los
tambores de guerra comenzaron a propagar su sangriento sonido, y dos años después
el mundo se sumergió en la Primera Guerra Mundial.
Entonces, ¿qué no se hundió con el Titanic? La experiencia de Robert Norris Wi­
lliams nos ayudará a encontrar la respuesta.
Robert y su padre viajaban en la cabina de primera dase del Titanic. Cuando el
gran buque colapso, él vio morir a su progenitor. Tras pasar seis horas sumergido en
las gélidas aguas del Atlántico, finalmente, Robert fue rescatado. Como sus piernas
estaban amoratadas y congeladas, los médicos recomendaron la amputación inme­
diata, pero el valiente joven se opuso.
Robert no solo logró sobrevivir al Titanic y recuperar la movilidad de sus piernas,
sino que cuatro meses después, ¡ganó el Abierto de Tenis de los Estados Unidos! En
1924, con un tobillo torcido, se alzó con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos
de París. Con el Titanic se hundieron muchas cosas, pero no el deseo que Robert
tenía de volver a empezar, de recibir una segunda oportunidad, de transformar sus
fracasos temporales en éxitos inamovibles.
¿Has caído en algún vacío? ¿Estás sumergido en el fondo de algún vicio? ¿Has
pensado que las aguas turbulentas y frías de esta vida están acabando con tus sueños?
Si ese es tu caso, medita en esta promesa: “Los que confían en el Señor tendrán
siempre nuevas fuerzas y podrán volar como las águilas” (Isaías 40:31). Como Robert,
tú también puedes empezar de nuevo. Tan solo tienes que confiar en Dios.
#ConfíaenDios #persevera
Viene el fin!

: ' _ /, ;

rey . ;

f if " v „ , c f\ e s í-,.»
.
i, ' í / V í 4, A. í \
% «r 1

S
abía Edward J. Smith, el capitán del Titanic, que corría el peligro de encon­
trarse con icebergs aquella fatídica noche? Sí, lo sabía. Incluso, esa noche le
ordenó al sexto oficial realizar un cálculo preciso del tiempo en que se cru­
zarían con los témpanos. La tripulación de la nave era consciente de que existía el
peligro real de colisionar con un bloque de hielo, pero nadie ordenó reducir la ve­
locidad del barco.
Aunque el mar tenía una relativa calma, esa noche el radiotelégrafo recibió va­
rias advertencias. A las nueve de la noche, el Mesaba envió este mensaje a la cabina
del Titanic: “Vistas numerosas masas compactas de hielo y gran número de enormes
icebergs, también campos de hielo. Tiempo bueno”. Parece que Jack Philips, el tele­
grafista del Titanic, obvió la primera parte del telegrama y se conformó con la últi­
ma, “tiempo bueno”, pues nunca comunicó al puente de mando dicha notificación.
Más tarde llegó otro aviso del Californian en el que decía que había tenido que de­
tenerse porque estaba rodeado de bloques de hielo. Pero nadie le hizo caso.
A las once de la noche, la mayor parte de los pasajeros dormía plácidamente;
pero a las 11:30 se oyó el fatídico anuncio: “¡Iceberg a la vista!” Ignorar los mensajes
i le advertencia condenó al Titanic a perecer en las frías aguas del océano.
El profeta Ezequiel escribió hace muchos años: “¡Viene el fin, el fin viene; se ha
despertado contra ti; ciertamente que viene!” (Ezequiel 7:6, RV95). Por muchos
años hemos escuchado este mensaje, por todas partes vemos las señales que nos
advierten que el fin del mundo “está a las puertas” (Marcos 13:29); pero ¿qué acti-
i nd hemos tomado ante tales advertencias? ¿Las hemos ignorados como hicieron
los tripulantes del Titanic?
No sé cuánto tiempo le queda a nuestro planeta antes de que sea destruido. Una
cosa sé: el profeta dice que el fin “se ha despertado contra ti”; es decir, más que global,
el fin del mundo tiene una connotación personal. Tú y yo tenemos que estar prepa­
rados para cuando ese momento llegue. ¿Cómo lo haremos? Colocando nuestra vida
en las manos de Dios. ¿Cuándo? Pablo nos lo dice: “Ahora es el momento oportuno.
¡Ahora es el día de la salvación!” (2 Corintios 6:2).
#VieneelFin #AsegúrateconJesús
A
unque entre pasajeros y tripulantes, el Titanic tenía capacidad para más
de tres mil personas, los botes salvavidas solo podían alojar a poco más
de mil pasajeros. ¿Por qué no hicieron provisión para salvarlos a todos en
caso de una emergencia? Porque nadie creía que pudiera naufragar. ¿Para qué tener
botes de rescate si “ni Dios” podía hundir el majestuoso buque?
Casi a media noche, cuando la gran mayoría dormía plácidamente, sonó la
alarma de emergencia anunciando que era necesario la evacuación de los pasaje­
ros. Se puso en marcha el protocolo que establecía que las mujeres y los niños de­
bían subir primero a los botes salvavidas. Esto dejó en franca desventaja a todos los
hombres. Pero también se impuso un protocolo que no estaba escrito: hay que pro­
teger la vida de los más adinerados. Según la comisión que investigó el naufragio,
de las 1.514 personas que murieron, el 8% eran pasajeros de primera clase; el 12%
eran pasajeros de segunda, y el 35% de tercera; el resto eran miembros de la tripu­
lación. Sin duda alguna, en el Titanic la salvación dependió de la cantidad de di­
nero que tuviera el pasajero.
¿Qué pasaría contigo si Dios decidiera llevar al cielo únicamente a las mujeres y
a los niños? ¿Y si tu salvación dependiera de tu posición económica? Probablemente,
muchos de nosotros estaríamos condenados a bracear hasta nuestro último suspiro
en el lago de fuego y azufre que se menciona en Apocalipsis 20. Pero, a diferencia de
los directivos del Titanic, nuestro amante Padre celestial ha hecho provisión para
que todos, independientemente de nuestro sexo, edad o posición social, podamos te­
ner entrada al reino de los cielos. ¡Hay un bote salvavidas que espera por ti y por mí!
Este mundo se encamina a su final, ¿supondrás que lo que ahora conoces nunca
será destruido? ¿Aceptarás la salvación divina que te ofrece la oportunidad de vivir
eternamente? Pablo escribió: “Porque él se entregó a la muerte como rescate por la
salvación de todos” (1 Timoteo 2:6). Jesús quiere rescatarte, anhela llevarte al cielo y
ha hecho todo lo necesario para que vivas junto a él por la eternidad.
#1a(”¡ra ria d e D irts ^ S a lv a r ió r A in T
¿Verdad bíblica
o divina comedia?

i

i ' f s or mí se va a la ciudad doliente, al abismo del tormento fiero, a vivir con


j ™ # los perdidos [...]. Antes de yo existir no hubo creación: Solo la eternidad,
JL y duro la eternidad; ¡Ah, los que entran aquí, pierden toda esperanza!”
Con estas palabras describe Dante en L a divina comedia, su llegada al infierno. Su
1ibro ha popularizado una de las creencias religiosas más antibíblicas: la existencia de
un lugar donde los malos serán atormentados eternamente.
Dejemos claro que la Biblia sí dice que los malos serán castigados (Juan 3:18); que
los incrédulos serán exterminados (Salmo 37:9); que de los soberbios no quedará “ni
raíz ni rama” (Malaquías 4:1, RV95); que todo el que peque morirá (Ezequiel 18:4).
Jesús enseñó que los malos serán lanzados al fuego (ver Mateo 13:30) y que este cas­
tigo será eterno (Mateo 25:46).
Para muchos jóvenes el problema radica en la última parte: el castigo eterno. Si
es un castigo eterno, ¿significa que los malos arderán para siempre en lo que Dante
denominó “infierno”? Te lo explicaré con un ejemplo. La Biblia enseña que Sodoma
y Gomorra fueron destruidas con fuego, y que constituyen un ejemplo de lo que ocu­
rrirá durante el fin del mundo (2 Pedro 2:6). Judas 1:7 dice que ambas ciudades “su­
frieron el castigo del fuego eterno”. ¿Todavía están ardiendo esas ciudades? Claro que
no. El fuego es eterno no porque arderá por la eternidad, sino porque destruye todo,
solo deja cenizas. Pablo lo llama “destrucción eterna” (2 Tesalonicenses 1:9). Enton­
ces, el fuego es eterno porque sus llamas acabarán para siempre con el mal.
Muchos jóvenes se asustan ante la idea de un castigo eterno. ¿Te da pavor a l ¡
también? No tienes que preocuparte por eso. Dios no ideó ese castigo para ti, sino
para el diablo y sus ángeles. Fíjate bien en esta declaración de Jesús: “Dios no envió
a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él”
(Juan 3:17). El plan de Dios para ti es salvarte. El tormento eterno no es una verdad
bíblica, es -com o el libro de D ante- una triste comedia.
#DivinaComedia #YoVoyalCielo

i | jM ' WBj
El padre
que te carga

aML May

as oído hablar de Yu Xukang? Estoy casi seguro de que no sabes nada de él,
ya que el señor Xukang no es un encumbrado político, no es un artista
- famoso, no es un empresario de éxito, ni es un conocido líder espiritual.
Sin embargo, Yu Xukang es más que todo eso: es un padre que ama a su hijo, y esto
lo hace digno de mención.
El hijo de Xukang, que sufría de parálisis y no podía caminar, fue rechazado en
todas las escuelas de su comunidad debido a su problema físico. Esto lo condenaba
no solo a la inmovilidad física, sino también a la mental; sin embargo, Xukang estaba
convencido de que su pequeño tenía un cerebro saludable y anhelaba darle una buena
educación. ¿Pero qué se puede hacer cuando ningún maestro quiere tener a un para-
lítico entre sus alumnos?
¿Sabes qué hizo Xukang? N o se rindió y siguió buscando un centro educativo
donde su hijo fuera aceptado. Finalmente, lo encontró. Solo que había un problema:
la escuela se hallaba a veintiocho kilómetros de distancia de donde vivía Xukang.
“Bueno -pensarás para tus adentros- eso se resuelve fácil: ¡qué vaya en autobús!”
Pero Xukang no tenía dinero para pagarlo. Y aquí es donde ocurre lo maravilloso:
Xukang preparó una cesta de mimbre para llevar a su hijo diariamente, sin faltar
nunca, a la escuela. ¿Y cómo lo hace? ¡Caminando con él sobre sus hombros! ¡Qué
buen padre es Xukang! No se rindió, procuró por todos los medios un mejor futuro
para su hijo. ¿Te gustaría tener un padre así?
Si alguna vez te has sentido denigrado a causa de tu condición, o has creído que
tus maestros te rechazan, o supones que no tienes un padre como el de Xukang que se
empeñe en ayudarte, recuerda siempre que tienes un Padre en el cielo que en todo
momento está listo para llevarte sobre sus hombros, que no te dejará abandonado por
las limitaciones físicas, emocionales o espirituales que pueda haber en tu vida.
Como el hijo de Xukang, deja que sea Dios el que cargue contigo. “Entrégale tus
cargas al Señor, y él cuidará de ti” (Salmo 55:22, NTV).
#PadreCelestial #DiosCuidadeMí
Goza
W tu vida eterna ahora
E?

S
e dice que Pirro, el rey de Egipto, y su amigo Cineas sostuvieron la siguiente con­
versación:

-Pirro, ¿qué harás si conquistas Roma?


-Iremos tras Sicilia.
-¿Y qué harás cuando conquistes Sicilia?
-Iremos a Africa y saquearemos Cartago.
—¿Y después de Cartago?
-Entonces le llegará el turno a Grecia.
-Pirro, ¿y cuál será el fruto de todas esas conquistas?
Pirro pensó un momento y luego respondió:
-Cuando hayamos completado todas estas expediciones, entonces podremos sen­
tamos y disfrutar de la vida.
En ese momento Cineas le preguntó:
-¿Acaso no podemos disfrutar de la vida desde este momento?
Tengo que admitir que a los jóvenes no hay que decirles más de una vez que tomen
tiempo para disfrutar de la vida, ¿verdad? Pero en este caso lo que quiero es pedirte
que disfrutes de la vida eterna ahora, no cuando llegues al cielo. Muchos consi­
deramos que nuestra experiencia espiritual es una inacabable guerra contra las tenta­
ciones, las fuerzas del mal y nuestras perversas inclinaciones, al punto de que hemos
perdido de vista que Jesús vino para darnos vida abundante aquí y ahora.
Sí, sé que hay muchas batallas que ganar, muchos pecados que vencer, reconozco
que cada día tendremos que hacer frente a un conflicto distinto; pero no permitamos
que todas esas luchas quiten de nosotros el gozo que nos ofrece ser hijos de Dios. Me
fascina esta oración de David: “Hazme sentir de nuevo el gozo de tu salvación” (Salmo
51:12). Y esa salvación no está en contra de que disfrutemos de nuestra estadía terrenal.
La Palabra de Dios dice: “Yo sé que nada hay mejor para el hombre que alegrarse y hacer
el bien mientras viva; y sé también que es un don de Dios que el hombre coma o
beba, y disfrute de todos sus afanes” (Eclesiastés 3:12, 13, NVI). Alegrarte, comer, dis­
frutar, todo eso es, como la salvación, un regalo que Cristo diariamente te ofrece. Por
tanto, comienza a disfrutar aquí la vida que vivirás en el cielo. No tienes que esperar,
puedes hacerlo desde este preciso momento.
#elGozodelaSalvación #DisfrutalaVida
¿Fracaso?

A
los siete años, su familia fue desalojada y él tuvo que trabajar para poder vi­
vir. Cuando tenía nueve años murió su madre. A los veintidós lo despidieron
del trabajo. Cuando intentó estudiar leyes en la universidad, lo rechazaron
porque no cumplía con los requisitos necesarios. A los veintitrés puso un negocio con
otra persona, pero tres años después su socio murió y él quedó con una deuda que le
tomó muchos años pagar. A los veintisiete sufrió una crisis que lo dejó postrado en
cama durante seis meses. Tras haber tenido un noviazgo de cuatro años, le propuso
matrimonio a su novia, ¿te imaginas lo que le respondió? La respuesta fue: nooooooo.
Después de haberlo intentado tres veces, por fin a los treinta y siete años fue elec­
to congresista. A los cuarenta y cinco se lanzó como candidato a senador, pero per­
dió las elecciones. A los cuarenta y siete fue candidato a la vicepresidencia de la na­
ción, y no ganó. Con cuarenta y nueve años se postuló nuevamente a la senaduría, y
volvió a perder. ¿Habrá seguido insistiendo?
Por suerte, no se dejó vencer por esas derrotas y a los cincuenta y uno ganó la
presidencia de los Estados Unidos, y se convirtió en el primer presidente republicano
de esa nación. ¿Ya sabes de quién te hablo, verdad? De Abraham Lincoln, uno de los
más grandes líderes que ha tenido el mundo.
¿Sabes por qué muchos fracasan donde Lincoln triunfó? Porque no han apren­
dido a perseverar ante la adversidad, obviando que cada vez que caigan pueden
volver a comenzar. A l visualizar los retos a los que tendría que hacer frente como
presidente, Lincoln dijo en cierta ocasión qué lo confortó a lo largo de su vida:
“Sin la ayuda del Ser Divino, [...] no podré alcanzar el éxito. Con su ayuda, no fra­
casaré”. Todos los “fracasos” momentáneos en realidad lo que hicieron fue prepa­
rarlo para un éxito perdurable.
¿Cuántas veces te has caído? ¿Cuántas veces te tocará fracasar en esta vida? No
lo sé; lo que sí sé es que el Dios que estuvo con Lincoln también estará contigo. Gra­
ba con letras de fuego en tu mente esta maravillosa promesa bíblica: “A todo puedo
hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
#ConDiosNohayFracaso #TodoloPuedoenCristo
¿Doble idei

f
i

s muy probable que conozcas a alguno de estos personajes: Clark Kent, Bruce
Wayne y Peter Parker. ¿Te suenan familiares? Quizá los conozcas por estos
JL «¿n o m b res: Superman, Batman y Spiderman. ¿Qué tienen en común estos tres
superhéroes? Entre otras cosas, que tienen una doble identidad. En un momento son
simples humanos, y en otro, son superhéroes. Su comportamiento varía dependiendo
de cuál sea la situación con la que tengan que lidiar.
A primera vista, eso de tener una doble identidad parece una experiencia muy
divertida, por lo menos así lo es en la vida de los personajes de tiras cómicas. El asun­
to es que muchos de nosotros pretendemos vivir nuestra experiencia cristiana como
si fuéramos superhéroes cuya identidad ha de estar condicionada por lo que más nos
convenga en el momento. Cuando vamos a la iglesia nos resulta cómodo aparentar
que somos cristianos: cantamos, oramos, decimos amén. Sin embargo, la campana
suena diferente cuando estamos jugando con nuestros amigos o hablando con nues­
tras amigas; porque cuando nadie de la iglesia nos ve, a veces actuamos como si no
fuéramos hijos de Dios. ¿Por qué lo hacemos? ¿Acaso merece nuestro Dios que rene­
guemos de él ante la gente que desconoce nuestra identidad cristiana?
¿A quién engañamos cuando tratamos de estar con Dios y con Satanás? ¿Crees
L[ue nadie se dará cuenta de nuestra hipocresía espiritual? Me parece que siempre he­
mos de tener pendiente esta declaración bíblica: “N o se engañen ustedes: nadie pue­
de burlarse de Dios” (Gálatas 6:7). Ponerle un antifaz a tu experiencia cristiana cons­
tituye un engaño contra ti mismo. Aunque logres burlarte del pastor o del anciano o
de tus padres, no olvides que “nadie puede burlarse de Dios”. Por tanto, no debes
suponer que puedes ser cristiano y al mismo tiempo seguir los parámetros del mundo
en asuntos que contradicen abiertamente lo que Dios ha dicho en su Palabra. El con­
sejo de Juan sigue siendo relevante para los jóvenes del siglo XXI: “No amen al mun­
do, ni lo que hay en el mundo” (1 Juan 2:15).
A ti y a mí nos corresponde decidir que “somos de Dios”; por ende, hemos de vi­
vir como lo que somos: jóvenes que profesan creer en Cristo.
#VivoelEvangelio #SoydeCristo
Rescatando
ai soldado,..

R
escatando al soldado Ryan es una de las películas más impactantes que he
visto. El filme gira en torno al rescate de James Francis Ryan, que junto con
sus tres hermanos se alistó para ir a los campos de batalla durante la Segun­
da Guerra Mundial. Cuando el general George Marshall se enteró de que tres de los
cuatro hermanos Ryan habían muerto ya en el frente de batalla, tomó las medidas de
lugar para que un escuadrón de élite de seis soldados, bajo las órdenes del capitán
John Miller, saliera a rescatar a James, el único sobreviviente de los cuatro hermanos.
Solo había un pequeño problema: James había desaparecido en combate en algún
lugar de Normandía, Francia, y nadie sabía dónde se hallaba.
¿Por qué arriesgar la vida de seis hombres para salvar a una persona? Porque la
condición de Ryan, como el único hijo que le quedaba vivo a su madre viuda, lo ha­
cía un personaje muy especial. Miller inició su tarea y salió a buscar al joven en me­
dio de feroces combates. El rescate demandó mucho sacrificio, tiempo, recursos y
valor. ¡Todo por salvar a un hombre que ni siquiera conocían! En un momento de­
terminado, Miller le dijo al resto del equipo: “Yo espero que ese Ryan haga algo que
merezca la pena”. Todos los miembros del equipo de rescate, incluyendo a Miller,
perdieron la vida; pero al final lograron rescatar al soldado Ryan.
¿Sabías que, como el soldado Ryan, tú eres un personaje muy especial? Por eso,
cuando caíste en las manos del enemigo, Dios movilizó todo el cielo para rescatarte.
Finalmente, el Hijo de Dios en persona, Jesús, descendió a este horrible campo de
batalla y pagó el precio de tu rescate muriendo en la cruz.
¿Acaso no espera Jesús, como el capitán Miller, que hagamos algo valioso con la
vida que hemos recibido por su muerte? “Él se entregó a la muerte por nosotros, para
rescatarnos de toda maldad y limpiarnos completamente, haciendo de nosotros el
pueblo de su propiedad, empeñados en hacer el bien” (Tito 2:14)-
Ahora que hemos sido rescatados, el Señor anhela que nos empeñemos en algo
que valga la pena: hacer el bien.
#HazelBien #JesúsMeRescató
} Los cuatro
absolutos

| " 1 ric Liddell es conocido en el mundo básicamente por dos razones: 1) por haber
i i ganado la medalla de oro en los 400 metros durante los Juegos Olímpicos de
i, 1924; 2) por su fidelidad a Dios y su entrega a la causa de Cristo. ¿Qué factores
influyeron para que Liddell se convirtiera en un gran deportista y en un gran cristia­
no? Creo que algo determinante en su vida fue asumir un compromiso con los cuatro
absolutos que promovía el Grupo de Oxford: 1) honestidad absoluta; 2) pureza abso­
luta; 3) generosidad absoluta y 4) amor absoluto.
En realidad lo que el Grupo de Oxford hizo fue modelar a los jóvenes basándose
en la experiencia de José, el hijo de Jacob. Según Génesis 39, cuando Potifar “lo
nombró su ayudante personal y mayordomo de su casa, y dejó a su cargo todo lo que
tenía”, José manejó adecuadamente todas las posesiones de su amo. Su honestidad
era absoluta. Cuando la esposa de Potifar lo sedujo y lo invitó a tener relaciones se­
xuales, José declaró: “¿Cómo podría yo hacer algo tan malo, y pecar contra Dios?” Su
pureza era absoluta. Cuando José se convirtió en la mano derecha de faraón, diseñó
un plan para contrarrestar la hambruna que habría de azotar al mundo. Sin embar­
go, su programa de abastecimiento no solo incluía a los egipcios, sino a “todos los
países”. Su generosidad era absoluta. Y, finalmente, cuando sus hermanos, los que lo
arrojaron al pozo, los que lo vendieron, los que anunciaron su muerte, creyeron que
él se vengaría por el mal que le habían hecho, José “se puso a llorar” y les dijo: “Por
favor, no se aflijan ni se enojen con ustedes mismos por haberme vendido, pues Dios
me mandó antes que a ustedes [...] para salvarles la vida de una manera extraordina­
ria” (Génesis 45:2, 5, 7). Su amor era absoluto.
Lo que le funcionó a José hace tres mil quinientos años, y a Liddel hace casi cien,
también puede funcionarte a ti hoy. Lo que realmente importa es que “en todo caso,
lo mismo si comen, que si beben, que si hacen cualquier otra cosa, háganlo todo para
la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). Glorificar a Dios, ese es nuestro gran absoluto.
#losCuatroAbsolutos

..._ jpppupippi pp | | m
De todo corazón

C
uenta una antigua leyenda que un discípulo fue donde su maestro una tarde
calurosa de verano y le dijo: “Maestro, quiero encontrar a Dios”. El maestro
sonrió, y como hacía mucho calor, invitó al joven a acompañarlo a darse un
baño en el río. Cuando el joven se zambulló, el maestro lo agarró y lo sostuvo por la
fuerza debajo del agua durante un rato.
El joven luchó por algunos instantes, pero cuanto más luchaba, más lo hundía el
maestro. Luego de mucho forcejeo perdió las fuerzas, y entonces el maestro lo dejó
volver a la superficie. Aunque el muchacho estaba bastante molesto, el maestro, con
mucha calma, le preguntó:
-¿Qué era lo que más querías mientras te hallaba debajo del agua?
-E l aire -respondió el discípulo.
-Podrás encontrar a Dios -dijo el maestro-, cuando lo busques con la misma in­
tensidad con la que buscas el aire. Pero si no tienes ese deseo ardiente, de nada te
servirán tus esfuerzos y tus libros. N o podrás encontrar a Dios, si no lo deseas como
el aire para respirar.
¿Has buscado a Dios de esa manera alguna vez? A veces parece que nos cree­
mos C oran Colak. ¿Has oído hablar de él? Es un joven croata que, al momento de
escribir esta reflexión, tenía el record Guinness por haber durado 22 minutos y 32
segundos debajo del agua sin respirar. Para que tengas una idea de la magnitud de
tal proeza, tú y yo nada más podemos durar unos tres minutos sin aire. Ahora bien,
sin Dios no podemos vivir ni un instante. Hemos de tener un encuentro con él. En
el libro del profeta Amos, el Señor nos hace esta promesa: “Búsquenme y vivirán”
(Amos 5:4, NVI).
El texto que da inicio a la lectura de esta mañana nos asegura que cuando bus­
quemos a Dios de todo corazón, con toda seguridad lo encontraremos. Es más, Dios
está tan cerca de ti que, aunque sea a tientas, lo puedes encontrar, porque él “no está
lejos de cada uno de nosotros” (Hechos 17:27). Hoy empieza un nuevo día, una nueva
oportunidad para buscar a Dios con todo el corazón, y él te acompañará en todo lo
que emprendas.

#BuscaralSeñor #DiosestáCerca
El poder

ierto joven se acerca al pastor de la iglesia y le dice:


-Pastor, quiero con todas mis fuerzas llegar a ser un buen cristiano. Mi pro-
blema es que estoy completamente seguro de que volveré a pecar. ¡No podré
a sistirme ante la tentación!
El pastor trata de consolarlo y le explica que de una u otra manera todos tenemos
i |iie lidiar con esa triste situación.
-Es más -le dice el pastor-, lo que Dios realmente dice en su Palabra es que “si
■ Irdmos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no hay verdad
en nosotros” (1 Juan 1:8). Que seamos pecadores no es una razón válida para no acu­
dir a Jesús. Permíteme ilustrártelo. Hace unos meses atrás una de las hermanas de la
iglesia fue sometida a una operación. La operación era muy riesgosa, pero ella no te­
nía una mejor opción para poner fin a su enfermedad. ¿Crees que ella no ha tenido
■ >i ras complicaciones? Claro que las tuvo. Pero te diré lo que hizo: cada vez que tuvo
mi problema, sin pensarlo dos veces acudió a su médico. ¿Y qué hacía el médico? ¡Le
Isiseaba una solución!
¿Entiendes? Mientras estemos en esta tierra el pecado nunca dejará de ser un pro-
1Jema para los hijos de Dios. Si antes de acudir a Cristo esperas vencer todos tus pe­
cados, entonces nunca lo harás. Si tu problema es el pecado, el mejor lugar para ti es
(leinde se halla el único médico que puede dar solución a todas las enfermedades es­
pirituales que provoca el pecado. Jesús declaró: “Yo no he venido a llamar a los jus­
tos, sino a los pecadores” (Mateo 9:13). ¿Eres pecador? ¿Estás luchando por vencer
alguna tendencia pecaminosa? ¿Sientes que estás agonizando espiritualmente? ¡Ven
al Señor! Él está esperando gente como tú, no para condenarla, sino para limpiarla y
otorgarle la salvación.
Cuando sientas que ya no puedes continuar con tu experiencia cristiana por
i us constantes caídas, recuerda las palabras del himno de Lewis Jones: “¿Quieres ser
salvo de toda maldad? Tan solo hay poder en mi Jesús [...]. Hay poder, sí hay po-
i ler, en Jesús, quien murió”. El poder no está en ti, está en Cristo.
#DiosT ieneelPoder #JesúseslaSolución
El poema de Dios

iinn suele sorprender al mundo con sus excentricidades escultóricas,


la vez que talló una escultura de su propia cabeza y la rellenó con
litros y medio de sangre extraída de su cuerpo. Pero la obra con la
que nos dejó a todos alucinados es “Sirena”, una escultura de oro macizo de la super-
modelo Kate Moss. Esta estatua de oro tiene el mérito de ser la más grande que
se ha fabricado desde los tiempos de los faraones egipcios. Pesa más de cincuenta
kilos y vale el módico precio de tres millones de dólares.
¿Pero qué pensaba Quinn al exhibir tan costosa obra de arte? He aquí la respues­
ta que dio a la cadena británica BBC: “Pensé hacer una escultura de la persona que
representa el ideal de belleza del momento”.
Bueno, no sé tú, pero yo estoy seguro de que no concuerdo con “el ideal de belle­
za” de Quinn; así que estoy resignado a perder las esperanzas de que este gran escul­
tor inglés haga un tallado de mi asimétrica figura. Ahora bien, no vayas a creer que
eso me deprime. ¡En absoluto!
Aunque no reunamos las condiciones exigidas por Quinn, somos la obra de arte
del más maravilloso artista que existe en el universo: Dios. Así lo dijo el apóstol Pablo:
“Porque somos hechura de Dios” (Efesios 2:10, NVI). Me llama mucho la atención la
palabra griega que ha sido traducida como “hechura” en nuestro pasaje. Pablo usó el
vocablo póiema. ¿Te suena ese vocablo? Sí, el término “poema” deriva de póiema.
¡Somos un poema escrito por la misma mano del Señor! Tus familiares y amigos
pueden leer a través de tu vida la más preciosa poesía escrita por el Dios del cielo.
“Somos hechura suya”, por tanto, nuestra vida, nuestra respiración, nuestros pensa­
mientos, todo ha de declamar al mundo la gracia divina.
Como criaturas del Señor, nuestro valor es infinito, porque somos una obra de
arte de la majestad divina. Somos la imagen misma de Dios en este marchitado pla­
neta. William Shakespeare expresó lo singulares que somos con estas palabras:
“¡Qué obra de arte es el ser humano! ¡Cuán noble en razón! ¡Cuán infinito en facul­
tades! ¡Cuán expreso y admirable en forma y movimiento!”
#SoyHijodeDios #HechoaSuImagen
N
o se sabe quién lo hizo, ni por qué lo hizo, pero el mensaje plasmado sobre
la nieve amontonada en el edificio de parqueo del hospital, llamó la aten­
ción de todos. Angela Washek, una enfermera que trabajaba en la unidad
ile cuidados intensivos, relata que una chica, cuya madre no había despertado de la
i iperación a la que había sido sometida, comenzó a llorar tan pronto lo leyó.
Deb Song, portavoz del centro médico, declaró que aquellas palabras transmitie-
lon consuelo, esperanza y amor, tanto a los enfermos como a los médicos y enférme­
las que laboran en el hospital. “Estamos tratando de averiguar quién escribió el men­
saje, ya que ha puesto una sonrisa en el rostro de muchos miembros del personal y
pacientes”, dijo.
¿Quieres saber cuál era el contenido del mensaje? Era este: “Que Dios le bendiga”.
No hay que apropiarse de expresiones rebuscadas ni frases grandilocuentes para que
la gente que nos rodea reciba una palabra de aliento. Un simple y sincero “Dios te
bendiga” encierra el poder que se necesita para cambiar el rumbo de una persona
para siempre y dibujar una agradable sonrisa en su rostro.
Uno de los pasajes más significativos y hermosos de la Palabra de Dios es la ben­
dición sacerdotal de Números 6:24-26. ¿Sabes cómo comienza el texto? Comienza
así: “Que el Señor te bendiga”. Como puedes ver, el sujeto de la oración es Dios.
Aunque las palabras de bendición salen de nuestra boca, hemos de saber que el Se-
iu >r es el único capaz de dar bendición. Él es la fuente; tú y yo únicamente somos los
i anales a través de los cuales fluye esa bendición.
Comienza este día teniendo en mente que eres hijo de un Dios que se deleita en
bci ulecir. Hoy, el Dios del cielo va a derramar sobre ti “la más rica bendición” (Mala-
quías 3:10), y a través de ti llevará su bendición a otros. U n “Dios te bendiga” que
salga de tus labios o que sea escrito por tu mano, será suficiente para llenar de espe-
lanza un corazón angustiado. Eres un agente de bendición del Dios todopoderoso.
//DiosteBendiga #EsperanzayÁnimo

i,1
¿Una vida
de sacrificio?

1 :

ué futuro le puedes augurar a un niño de diez años que día tras días tiene

Q que trabajar en una fábrica de telas de seis de la mañana a seis de la tarde?


A primera vista parece poco promisorio el destino de este muchacho,
¿verdad? Y si ese niño, mientras trabaja en su máquina de algodón, lee un libro,
cuando sale del trabajo va directo a la escuela, y cuando sale de la escuela se dedi­
ca a estudiar las clases del día siguiente hasta muy tarde en la noche, ¿cambiaría
para bien la vida de ese chico?
Ese jovencito alcanzó una posición importante dentro de la fábrica en la que tra­
bajaba, concluyó sus estudios secundarios, se matriculó en la Facultad de Medicina
de la Universidad de Glasgow, Escocia, y sin recibir ayuda de nadie completó sus es­
tudios universitarios. ¿Y sabes qué hizo después? En lugar de ejercer su profesión en la
comodidad de su país, se embarcó como misionero a Africa para evangelizar, educar
y curar a los nativos. Mientras servía como embajador de Cristo se enfermó de muer­
te varias veces, vio morir a su esposa y un león casi le arrancó un brazo.
¿De quién te estoy hablando? De Sir David Livingstone, el célebre misionero y
explorador. Quizás estés pensando: “¡Este hombre sí que se sacrificó!”
Si es así, entonces considero oportuno compartir contigo un párrafo del discurso
que Livingstone pronunció en 1857 ante un grupo de estudiantes de la Universidad
de Cambridge:
“La gente habla del sacrificio que yo he hecho en pasarme gran parte de mi vida en
Africa. ¿Es sacrificio pagar una pequeña parte de la deuda, deuda que nunca podre­
mos liquidar, y que debemos a nuestro Dios? ¡Es sacrificio aquello que trae la ben­
dita recompensa de la salud, el conocimiento de practicar el bien, la paz del espíri­
tu y la viva esperanza de un glorioso destino? ¡No hay tal cosa! Y lo digo con énfa­
sis: ¡No es sacrificio! [...] ¡Nunca hice un sacrificio! No debemos hablar de sacrificio,
si recordamos el gran sacrificio que hizo Aquel que descendió del trono de su Pa­
dre, de allá de las alturas, para entregarse por nosotros”.
Nuestros sacrificios, sin importar lo grandes que parezcan, no podrán compensar
el sacrificio que Cristo hizo por todos nosotros.
#servicio #dedicación
La diferencia
está en Jesús

E
l día en que Livingstone fue sepultado en la abadía de Westminster, miles de
personas se congregaron en aquel lugar. Entre los presentes había un hombre
que no paraba de llorar. Cuando otro de los asistentes le preguntó por qué 11o-
uha tan desesperadamente, este respondió: “Es porque Davicito y yo nacimos en la
111 isma aldea, estudiamos en el mismo colegio [...]; trabajábamos en la misma fábrica
de telas. [...] Pero ahora es honrado por la nación, mientras que yo soy despreciado,
■ lesconocido y deshonrado. El único futuro para mí es el entierro del borracho” (Or-
lando Boyer, Biografía de grandes cristianos, p. 159).
Dos jovencitos, con el mismo origen, del mismo lugar, pero uno alcanzó el éxito
y el otro desapareció sin dejar rastro. ¿Dónde estuvo la diferencia en la vida de estos
i li >s muchachos? Dejemos que sea el mismo Livingstone el que nos diga por qué logró
vencer todos los obstáculos con los que tuvo que lidiar durante su juventud: “No ten­
dría ningún valor nada de lo que poseo o llegara a poseer, si no tuviese relación con
el reino de Cristo. Si algo de lo que poseo puede servir para tu reino, Jesús, te lo daré
a t i, a quien debo todo en este mundo y en la eternidad” (ibíd., p. 154).
Livingstone se lo dio todo a Cristo. Él honró a Dios, y Dios lo honró a él. En
.11 experiencia se cumple al pie de la letra esta declaración divina: “Honraré a los
que me honren” (1 Samuel 2:30). Desde que era niño abrigó su deseo de honrar a
I 'ios por medio de la obediencia a su Palabra. Cuando tenía nueve años se ganó
un Nuevo Testamento por citar de memoria el capítulo más largo de la Biblia: el
Salmo 119.
Si Cristo marcó la diferencia en la vida de Livingstone, ¿no podría hacerlo en la
luya? ¡Por supuesto que sí! Y si tú se lo permites, lo hará. “¿Cómo podrá el joven lle­
var una vida limpia? ¡Viviendo de acuerdo con tu palabra!” (Salmo 119:9). Cuando
rni iendas que todo lo que eres y lo que tienes se lo debes a Cristo, harás de tu vida
una vida digna de ser vivida.

/rTodoseloDeboaÉl #MiVidaesdeJesús
Un amor eterno

j W 0 % l É C ’s f j

, .. ■ .. .

ífT?' res un gran muchacho, sé que cualquier chica sería feliz contigo, pero creo

ti' que ya no podemos seguir siendo novios”. ¿Te suenan familiares estas pa-
1labras? Las chicas siempre se las ingenian para -con toda la cortesía del
mundo- hacer pedazos nuestros corazones. ¿Alguna vez te han dicho algo parecido?
Hace unos días quedé muy impactado tras leer la amarga experiencia sentimental
que tuvo Víctor Czerkasij.
De hecho, las palabras con las que inicié la reflexión de hoy fueron las que usó la
novia de Víctor para decirle que a partir de ese momento solo serían “amigos”. El co­
razón del joven quedó devastado, sus ojos se convirtieron en un mar de lágrimas, la
vida pareció no tener sentido para él. Recordando su estado, escribió: “Nadie en
el mundo entero, en aquel momento, podría estar sufriendo más que yo. Podría oír
de un tifón barriendo a Bangladesh, o de un país africano herido por el hambre y
pensar que aquello era triste, pero...” (Tu vida: el viaje más emocionante, p. 59).
¿Sabes a quién culpó Víctor de su tragedia amorosa? Pues nada más y nada menos
que a Dios. Según él, si Dios sabía que él era feliz con aquella muchacha, entonces
no debió permitir que ella pusiera fin a la relación. ¿Pero tendría sentido que Dios
interviniera para mantener un noviazgo en el que una de las partes no se sentía có­
moda? Como bien lo proclama el título de un libro: Novios: cosa de dos. Si uno de los
dos no se siente bien, entonces hay que poner fin a la relación.
Debes saber que mientras vivas en este planeta tendrás que lidiar con ocasiones
en las que amar duele. Sin embargo, no creas, como Víctor, que eres el único que
sufre por amor. El que más sufre por amor en todo el universo es Dios. Él ama a
gente que lo desprecia; ama a quienes lo ignoran; ama a los que rechazan su amis­
tad. Jesús conoce bien el dolor que provoca amar a quien no te ama. Sin embargo,
el amor de Cristo se mantiene invariable a pesar de nuestro rechazo e indiferencia.
A ti, el Señor te dice: “Yo te he amado con amor eterno” (Jeremías 31:3). ¿Corres­
ponderás a ese amor?
#AmordeDios #DiosmeAma #AmorEterno
E
l sueño de todo pelotero es llegar a las Grandes Ligas. Para lograrlo, se someten a
una exigente rutina de ejercicios, dietas y entrenamientos. Así lo hizo Adam Gre-
enberg; y después de estar en las ligas menores de los Cachorros de Chicago, lo
lianíaron a formar parte del equipo grande. El 5 de julio de 2005 disputó su primer partido.
( Ihicago jugaba contra los Marlins cuando, en la novena entrada, Greenberg sa­
ín i como bateador emergente. Este era su primer turno. Por fin su sueño se había he­
dió realidad. Recordemos ese momento: El lanzador Valerio de los Santos se prepa-
in; Greenberg, espera. A quí viene el lanzamiento; es una recta a 92 millas por
IHna que rebota en su cabeza.
Su sueño acabó siendo una pesadilla. El pelotazo le provocó vértigo, dolores ríe
■ al reza intensos, aturdimientos, fatiga, hipersensibilidad a los estímulos y pérdida de
11 mcentración permanentes. Su carrera como beisbolista llegó a su final antes ríe ha­
ber comenzado, puesto que ese turno no quedó registrado como un turno oficial.
Sin embargo, siete años después, el 2 de octubre de 2012, Greenberg apareció en
la caja de bateo para enfrentar a Rick Dickie. ¿Qué hizo Greenberg para volver al me-
ji ii béisbol? ¡Absolutamente nada! ¿Entonces cómo lo logró? Lo consiguió porque al­
guien se propuso recolectar miles de firmas para que un equipo de Grandes Ligas le
diera la oportunidad de completar su sueño. Y tras haber conseguido más de veinte
mil firmas, los Marlins decidieron contratarlo por un día. Greenberg volvió a la Gran
( irpa no porque estuviera capacitado para jugar, sino porque hubo un grupo de hom-
bres y mujeres que generosamente se unieron para darle otra oportunidad.
La experiencia de Greenberg me hace recordar las palabras de Charles Swindoll:
"lin el cielo no habrá testimonios que suenen muy espirituales y que capten la aten-
' i i í n hacia los logros supercolosales de alguna persona. ¡Nada de eso! Todos tendrán
i-m rito en su vida la palabra GRACIA.
¿Cómo llegaste aquí?
¡Por gracia!
¿Qué lo hizo posible?
-La gracia” (El despertar de lagracia, p. 35).
’ Tú y yo estaremos en el cielo, no porque estemos preparados o porque lo merezca­
mos, sino porque la gracia del Señor lo hizo posible. Por su amor hacia nosotros, él nos
i ' ii iccderá otro turno. ¿Lo quieres aprovechar?
ttLaGraciadeDios #SalvoporGracia

f t f p m r
i!
m

E
l mensaje fue bascante claro: “Cuando llegues, el Mediterráneo se dividirá para
que pases con tu ejército”.

“¿Por qué dudar de estas palabras? ¿Acaso no dice el profeta Joel que en los úl­
timos días ‘los jóvenes [verán] visiones’ (Joel 2:28)?” Estas eran las preguntas que revolotea­
ban en la cabeza de Esteban, un joven pastor de ovejas que vivía en Vendóme, Francia.
Según él, Jesús le prometió abrir las aguas del mar si reclutaba a niños y jóvenes y los hacía
marchar hacia Jerusalén, para asesinar a los musulmanes que dominaban la ciudad.
Tras recorrer varias naciones de Europa, y reunir a miles de niños, en 1212 Esteban
dio inicio a la Cruzada de los Niños. Los católicos de esa época creían que el fracaso de
las antiguas cruzadas se había debido a la impureza de los soldados adultos; pero que la
pureza de los niños garantizaba que el Señor les daría el triunfo.
Los chiquillos salieron cantando, recitando pasajes bíblicos, confiando en que
serían los vencedores porque estaban cumpliendo la voluntad divina. ¿Qué pasó con

esos jovencitos que creían obedecer al pie de la letra un mandato del Señor? Muchos
murieron de hambre cuando intentaron cruzar los Alpes. Como el mar no se abrió,
una gran cantidad pereció tras zozobrar las embarcaciones que los llevarían a Jerusa-
lcn; entre estos se hallaba Esteban, el chico de la visión. Otros fueron vendidos como
esclavos a mercaderes árabes. Sin duda alguna, la Cruzada de los Niños ha quedado
registrado como uno de los capítulos más atroces de la historia cristiana.
Una religión enfermiza, desprovista de la gracia de Cristo, provocó la destrucción
de los sueños e ilusiones de esos ingenuos muchachos. Y todo sucedió bajo el lema:
“¡Dios lo quiere!” No prestes atención a ningún mensaje que contradiga la voluntad
revelada de Dios en su Palabra. A hí radicó el problema de Esteban, ¿cometeremos no­
sotros el mismo error?
A nosotros nos conviene unirnos a David y decirle al Señor: “Llévame por el
camino de tus mandamientos, pues en él está mi felicidad” (Salmo 119:35). Y si nos
parece muy complicado hacer de tales mandatos nuestra voluntad, entonces pode­
mos arrodillarnos y pedirle a Jesús: “Enséñame a hacer tu voluntad” (Salmo 143:10),
y él nos enseñará.
#CumploTuVoluntad
©
¿ N e g a tiv a
y o positiva?

t r' :' ; :■ t ' ,,

U
n jovencito que se hallaba a punto de concluir sus estudios secundarios co­
menzó a buscar trabajo para pagar su carrera universitaria. Decidió probar
suerte en el periódico de la ciudad donde residía. Cuando se entrevistó con
1 1editor, este de inmediato le preguntó:
-¿Eres capaz de hacer buenos resúmenes?
-Claro, señor. Puedo resumir cualquier cosa --contestó el joven.
Mirando al muchacho por encima de sus desgastados lentes, el editor le pidió que
leyera Exodo 20:1 al 17 y que hiciera un resumen de lo leído.
Luego de leer el texto, con la ilusión de un simple aprendiz, el joven contestó:
-Es fácil resumir esto. Todo queda enmarcado en una sola palabra: No.
Impresionado con tan lacónica respuesta, el editor le dijo: “El trabajo es tuyo”.
¡Qué triste es creer que la ley de Dios no es más que un código de imposiciones
iu-gativas! Cuando Jesús resumió la ley, lo hizo desde una perspectiva muy positiva:
11'Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente’,
lisie es el más importante y el primero de los mandamientos. Pero hay un segundo,
Iurecido a este; dice: ‘A ma a tu prójimo como a ti mismo’. En estos dos mandamien-
ios se basan toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37-40). Es decir, la ley se resume en
una palabra: Amor. ¿Hay algo más positivo que el amor?
En un maravilloso poema, David expresa una visión muy positiva de la ley de
I >i<is. Mira lo que escribió el dulce cantor de Israel:
“La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento.
El mandato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo.
Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón.
El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos” (Salmo 19:7, 8, NVI).
( lomo ves, todo lo que Dios pide en su ley es para tu beneficio. Durante este día
ten en cuenta que “amar a Dios consiste en obedecer sus mandamientos; y sus man-
i l.imientos no son una carga” (1 Juan 5:3).

MaLeydeDios #unaLeydeAmor
Disponible 24/7

C
uando el pastor de cierta iglesia aceptó ir a trabajar a otro lugar, los dirigentes
de la Asociación consideraron oportuno conocer la opinión de los miembros
de la iglesia en cuanto a las características que debía tener el nuevo pastor, a fin
de estar en condiciones de decidir adecuadamente quién debía ser el pastor de allí.
Ni corta ni perezosa, la gente comenzó a expresar su parecer al respecto.
-Queremos que sea un predicador dinámico, que le guste hacer la obra de evan-
gelización y que conozca muy bien la Biblia.
Otro se levantó y dijo:
-M e parece que lo que esta iglesia necesita es un pastor joven, que tenga hijos en
edad escolar y que nos ayude a alcanzar a las nuevas generaciones.
De inmediato, otro saltó de su banco y replicó:
-Señores, aquí lo que necesitamos es un pastor de experiencia, uno que pueda
lidiar con diferentes tipos de personas.
En fin, la lista de los requisitos seguía creciendo más y más.
Finalmente, tras escuchar todas las opiniones, un hermano se puso de pie y dijo:
-Hermanos, me parece bien todo lo que ustedes están pidiendo, pero el único
que reúne todos estos requerimientos es el Señor Jesús.
En ese momento se escuchó una voz dentro de la iglesia que anunciaba:
-El está disponible. ¡Escójanlo como su pastor!
¡Qué gozo es saber que Jesús puede, en todo momento, en cualquier circunstan­
cia, ser el pastor de nuestras vidas! ¡El siempre estará disponible para ti!
De hecho, él se refiere a sí mismo como “el buen pastor” (Juan 10:11). ¿No te pa­
rece grandioso que el mismo Jesús sea “el buen pastor” de tu vida? Como buen pastor,
él sabrá escucharte, cuidarte, estar a tu lado cuando más lo necesites.
Lo que hace de Cristo un pastor sumamente bueno y diferente es que entregó su
vida por ti, porque eres una de sus ovejas más valiosas. Y ahora, gracias a su muerte,
vive siempre para interceder por ti (ver Hebreos 7:25). Él sueña con que la promesa
de Ezequiel 34:11 alcance su pleno cumplimiento en tu propia vida.
¿Quieres un buen pastor? ¡En Cristo tienes uno disponible 24/7!
#JesusEsMiPastor
El pobre
ni liona rio

as miserias de un millonario”. Ese era el título de un artículo de la revista


Historia y vida, sobre Jean Paul Getty, uno de los hombres más ricos que
JlL«¡s/han vivido en esta tierra. ¿Pero por qué viviría en la miseria un hombre
i lile en su tiempo había sido el más rico del planeta? Dos experiencias de su vida te
ayudarán a comprenderlo.
Getty no tuvo suerte en el amor. Se casó cinco veces, casi siempre con jóvenes
■i las que doblaba en edad. En cierta ocasión, cansado de sus fracasos amorosos y
de que las mujeres solo quisieran su dinero, se fue a vivir a Italia, donde falsificó su
identidad y trabajó vendiendo seguros. A l cabo de un tiempo conoció al amor de
mi vida, una bonita joven italiana, y entabló una relación con ella. Por primera vez

1 ietfy tenía en sus brazos a una mujer que lo quería a él y no a sus posesiones,
i Inundo estaban a punto de casarse, la joven descubrió la verdadera identidad de
mi prometido. A l verse descubierto, Getty dedujo que ella ya no lo quería por lo

i|iir él era, sino por lo que tenía, y decidió abandonarla. Su obsesión por el dinero
Ir impidió estar con la mujer que amaba.
Gomo tenía tanto dinero que no era capaz de contarlo, se volvió un blanco ape-
Iri ible para los secuestradores. En 1973 secuestraron a su nieto Paul III y pidieron un
ir:,cate de diecisiete millones de dólares. Getty se negó a pagarlo, entonces le corta-
mHi una oreja al jovencito y se la enviaron al tacaño abuelo. A l ver que esa gente no
i .1 aba bromeando, Getty decidió pagar 2,8 millones; pero antes se aseguró de que el
hijo se comprometiera a devolverle el dinero con un interés del 4%.
En la vida de este magnate petrolero se cumplió la sentencia bíblica: “Porque el
amor al dinero es raíz de toda clase de males” (1 Timoteo 6:10). No es malo tener
dinero; pero sí es muy peligroso amarlo por encima de todo. Como bien dijo
Alexandre Dumas, el autor de Los tres mosqueteros: “El dinero [...] es un buen sier-
vi i y un mal amo”.
¿Qué pasaría contigo si Dios te hiciera tan rico como lo fue Getty?
/tCiíidadoConelDinero
El bien

i
M
aria Sklodouska demostró que estaba destinada a la grandeza cuando tan solo
era una adolescente. Aunque su codicíente intelectual era mucho más elevado
que el de cualquiera de los estudiantes más destacados de Polonia, el motivo de
su grandeza no tenía nada que ver, en principio, con su aguda inteligencia, sino con otro
aspecto de su personalidad. Cuando su madre murió, Bronya, la hermana mayor de María,
se hizo cargo de la familia. Su precaria situación financiera no les permitió ingresar a la
universidad, y ambas chicas tuvieron que trabajar arduamente para cubrir sus necesidades
básicas y ahorrar un poco de dinero a fin de trasladarse a París.
En cierta ocasión, Maria se acercó a Bronya y le dijo:
-A este ritmo, ninguna de las dos podrá estudiar. Por tanto, te daré todos mis ahorros
para que vayas a París; te seguiré enviando dinero y, cuando termines la universidad, en-
tonces yo comenzaré a estudiar.
Bronya se opuso, porque consideraba que Maria debía ir primero porque era mucho
más inteligente.
-N o -le dijo Maria-, tú eres la mayor. Has trabajado mucho y has esperado un largo
tiempo. Tú irás primero.
Maria constituye un ejemplo vivo de cómo se lleva a la práctica el consejo bíblico de
no “buscar mi propio bien sino el de los demás” (1 Corintios 10:33). Pero en una sociedad
tan competitiva como la nuestra, ¿darán resultado esas milenarias palabras? Veamos el res­
to de la historia.
Bronya se fue a París y se matriculó en la facultad de Medicina. Cuando se graduó man­
dó a buscar a Maria, que de inmediato comenzó a estudiar Física y Matemáticas. Pasados
algunos años Maria, a quien ahora llamaban Marie, se casó con Pierre Curie. En 1903 Ma-
rie Curie se convirtió en la primera mujer en ganar el Premio Nobel de Física, y en 1911
ganó el Nobel de Química, convirtiéndose en la primera persona en ganar dos premios No­
bel. También fue la primera mujer en ser profesora en la prestigiosa Universidad de París.
Entonces, ¿valió la pena que Marie Curie colocara el bien de su hermana por
encima del propio? La respuesta es obvia. La pregunta del millón sería: ¿Te atreve­
rías a seguir su ejemplo?

#AmoralPrójimo #sacrificio #entrega


as oído el eslogan “¡Sí, se puede; sí, se puede!” ? Barack Obama lo popula­
Í rizó durante su campaña a la presidencia de los Estados Unidos en 2008.
Pero el primero en utilizar dicha frase como agente de cambio social fue
i .esar Chávez, un agricultor de origen mexicano y defensor de los campesinos lati­
nos que trabajaban en los campos estadounidenses. Su lucha pacífica logró que me­
joraran las condiciones salariales, migratorias y laborales de los agricultores. El im­
pacto de su lucha queda manifiesto en que su natalicio, el 31 de marzo, es un día
lestivo en California desde el año 2000. Don César demostró que ¡sí, se puede!
No obstante, creo que antes del señor Chávez, en la Biblia tenemos un contun­
dente ejemplo de un “sí, se puede”. Lo encontramos cuando el pueblo de Israel se
hallaba en las fronteras de la Tierra Prometida, a un paso de conquistarla. Dios or­
denó que se enviara a doce “hombres de autoridad entre los israelititas” a explorar la
i ierra (ver Números 13). Después de explorar durante cuarenta días, este fue el infor­
me que presentaron:
“Fuimos a la tierra a la que nos enviaste. Realmente es una tierra donde la leche y
la miel corren como el agua, y estos son los frutos que produce. Pero la gente
que vive allí es fuerte, y las ciudades son muy grandes y fortificadas. Además de
eso, vimos allá descendientes del gigante Anac” (vers. 27, 28).
A l oír esto, el pueblo comenzó a desanimarse, a reclamar, a quejarse; entonces
aparece Caleb, que los manda a callar y, sin mucha palabrería, declara: “¡Nosotros
podemos conquistarla!” (vers. 30). Por supuesto, ese “nosotros” que menciona Caleb
no se limitó a los hombres del pueblo, sino que incluía al pueblo y al Dios del pueblo,
t ialeb creía que se podía conquistar la tierra, porque confiaba en el Dios que ya había
dicho que sí se podía conquistar (ver Deuteronomio 1:21).
Mientras que otros espías fijaron su atención en los gigantes, Caleb se centró en
el Dios que podía derrotar a los gigantes. ¿No crees que nos vendría bien imitar a
( ialeb y, en lugar de ver los problemas, fijar nuestra mirada en ese Dios todopodero-
s<i? Con Cristo podemos decir: ¡Sí, se puede!
#SíSePuede #optimismo
Un esqueleto
en el armario

E
l 24 de marzo de 2013, la coalición rebelde Séléka dio un golpe de estado en
la República Centroafricana, apoderándose del palacio presidencial. El en­
tonces presidente, Framyois Bozizé, no tuvo más alternativa que procurar asilo
político en la República Democrática del Congo.
Los rebeldes revisaron todos los rincones de la mansión presidencial. U n grupo
corrió hacia la habitación de Bozizé con la esperanza de encontrar allí algún teso­
ro valioso. Mientras buscaban, uno de ellos supuso que si había algún objeto de
valor habría de estar guardado en el clóset. Ilusionado, abrió las puertas del arma­
rio, pero ¡qué sorpresa se llevó al ver que en el clóset no había ningún tesoro, sino
dos horribles esqueletos! Bozizé sí que conocía muy bien el dicho: “Tiene un esque­
leto en el armario”.
Aunque nos parezca un tanto aberrante el secreto de Bozizé, la verdad es que, de
una u otra manera, todos tenemos algún “esqueleto” escondido. ¿Qué quiero decir
con esto? Que tanto tú como yo abrigamos secretos, pecados, vicios, debilidades, que
permanecen ocultos ante los ojos de los demás, bien guardados en el interior de
nuestras almas. ¿Cuál es tu esqueleto? ¿Hay algo en tu vida que no quisieras que na­
die descubriera nunca?
Parafraseando a Jesús, podríamos decir: “El que no tenga un esqueleto en el clóset
que tire la primera piedra” (ver Juan 8:7). No tiene sentido que critiquemos a Bozizé;
lo que hemos de hacer es liberarnos de nuestro esqueleto antes de que alguien lo des­
cubra. La pregunta clave aquí es: ¿Cómo puedo sacarlo de mi vida?
La mejor manera es seguir este sabio consejo de uno que tuvo que lidiar con va­
rios esqueletos en su vida: el rey David. He aquí sus palabras: “Te confesé sin reservas
mi pecado y mi maldad; decidí confesarte mis pecados, y tú, Señor, los perdonaste”
(Salmo 32:5). ¿Qué es una confesión “sin reservas” ? Es aquella en la que se cuenta
todo a Dios, que “es siempre de carácter específico y reconoce pecados concretos” (El
camino a Cristo, cap. 4, p. 59). ¿Alguna vez has hecho este tipo de confesión? ¿Algu­
na vez le has dicho a Dios que saque ese esqueleto de tu armario? ¿Qué te parece si
lo haces ahora?

#LimpiatuArmario #perdón
S e ñ a le s • l
para creer
1

“J
W
:Cxf P ' I
m WS
i» Wím
S « fe k ^

C
ómo puede.) saber cuál es la voluntad ele Dios para mi vida? Sin duda alguna
esta es una ele las preguntas más acuciantes para cualquiera de nosotros. Por
suerte, hasta Gcdcón, uno de los héroes de la fe, t uvo que lidiar con las du­
elas que suscita este interrogante.
U n día el ángel del Señor se le apareció y le dijo: “¡El Señor está contigo, hombre
Inerte y valiente!”, y a renglón seguido le ordenó: “Usa la fuerza que tienes, para ir a
salvar a Israel del poder de los madianitas. Yo soy el que te envía” (Jueces 6:12, 14).
Como Gedeón no podía creer lo que estaba oyendo, pidió una señal que le con­
firmara que realmente esa era la voluntad divina: “Si de veras me vas a usar para
salvar a Israel, como tú mismo has dicho, voy a poner el cuero lanudo de una ove­
ja en el lugar donde se trilla el trigo. Si por la mañana la lana está mojada de rocío,
pero la tierra está seca, sabré que de veras vas a usarme para salvar a Israel, como tú
mismo has dicho” (vers. 36, 37). Efectivamente, Dios permitió que la tierra que­
dara seca, pero el pedazo de lana quedó empapado de agua.
N o conforme con esto, Gedeón pidió una segunda señal: “N o te enojes conmi­
go si vuelvo a insistir. Pero quiero hacer una sola prueba más. Esta vez harás que la
lana quede seca y que el rocío humedezca la tierra” (vers. 39). ¡Y Dios una vez más
lo complació! Ahora la lana estaba seca mientras que la tierra había quedado mo­
jada. ¡Asombroso!
Quizás te preguntes: ¿Por qué Jesús no hace lo mismo conmigo? Creo que este
es un momento oportuno para que respondas estas interrogantes: ¿Dudas de la pa­
labra poderosa de Dios? ¿Consideras que es sabio imitar a Gedeón y pedirle al Se­
ñor pruebas adicionales que nos confirmen que su presencia está con nosotros? ¿No
le parece que es más conveniente estar entre los dichosos “¡que creen sin haber
visto!” (Juan 20:29)?
En lugar de pedir señales, te recomiendo que ores como lo hizo Moisés: “Hazme
saber tus planes [Señor], para que yo pueda tener confianza en ti y pueda seguir con­
tando con tu favor” (Éxodo 33:13),
#ConfíaenDios #fe
m

A
•* natole France, el escritor francés ganador del Premio Nobel de Literatura
en 1921, decidió escribir su primer libro cuando tenía siete años. Tras mu­
cha reflexión, lo primero que hizo fue definir el título de la obra: Quién es
Dios. Lleno de emoción, le comunicó a su padre sus planes literarios. Sin querer des-
motivar al escritor en ciernes, el papá le dijo que dicho título, en realidad, era dema­
siado ambicioso y le sugirió que lo planteara en forma de pregunta: ¿Quién es Dios?
-¿Por qué? -le preguntó Anatole.
-Pues porque creo que tú no sabes quién es Dios y, como quieres saberlo, lo mejor
es formular tu deseo a manera de pregunta.
En tono desafiante, la reacción del pequeño no se hizo esperar:
-¿Y quién te ha dicho que no lo sé?
- S i lo sabes, entonces dime, ¿quién es? -le dijo el padre.
-Bueno, esa es una pregunta difícil y no se puede responder con pocas palabras.
Tendrás que leer mi libro si quieres conocer la respuesta.
">S La verdad es que Anatole nunca llegó a escribir Quién es Dios; pero la cuestión
que pretendía responder sigue ocupando un lugar significativo en la mente humana.
¿Quién es Dios? Podemos decir que Dios es un ser que quiere vivir cerca de sus
hijos; él no está ausente ni alejado de nosotros, sino que se halla presente y activo en
nuestro medio. El Dios de la Biblia no es un ser impersonal que se mantiene distan­
ciado tanto de su creación como de sus criaturas. Las Escrituras contienen inconta­
bles referencias a la presencia histórica de Dios tanto en el planeta como en la vida
de los seres humanos. Según el apóstol Pablo, el Dios trascendente, el Creador de
todo el universo, “en verdad no está lejos de cada uno de nosotros” (Hechos 17:27);
incluso está tan cerca que, a tientas, podemos encontrarlo. Ese ser maravilloso, que
los cielos de los cielos no lo pueden contener, es el mismo que se hizo hombre, a fin
de llegar a ser “Dios con nosotros” (Mateo 1:23).
#unDiosCercano #DiosConNosotros
Perdió la cabeza

L
os entendidos en materia futbolística saben que Zinedine Zidane ha sido uno
de los mejores jugadores de la historia. Pelé lo incluyó en su lista de los más
grandes jugadores vivos. Ganó el título de mejor jugador del mundo en 1998,
A10O y 2002. En 1998 su equipo ganó la Copa Mundial. En 2004 fue elegido como el
mejor futbolista europeo de los últimos cincuenta años. En 2006, siendo el capitán
ilela selección francesa, anunció que, tras el mundial de Alemania, se retiraría como
liigador. N o hay duda de que Zidane tuvo una carrera sumamente exitosa.
Pero hagamos un viaje al pasado y detengámonos en el Estadio Olímpico de Ber­
lín, donde se han dado cita casi setenta mil espectadores. Francia e Italia disputan la
linal de la Copa Mundial. A los siete minutos, Zidane marca un gol que le da la de­
lantera a su equipo 1-0. Doce minutos más tarde Italia empata el encuentro; y así
11 incluyen los primeros noventa minutos. Los fanáticos saben que la presencia de
Zidane es vital para los galos. Llegamos al segundo tiempo suplementario. El par-
i ido sigue empatado. Estamos ante uno de esos momentos cuando cada jugador tiene
que demostrar que su temple es de hierro. Mira, Marco Materazzi está intercambian-
■ 1 1 palabras con Zidane. ¿Qué se estarán diciendo? No lo sabemos; pero el francés no
luí podido controlar su ira y le avienta un cabezazo en el pecho al jugador italiano,
l uis observar dicha acción, el árbitro argentino, Horacio Elizondo, levanta la tarjeta
11 ija y Zidane es expulsado del partido.
¡Inaudito! En el partido más importante de su vida Zidane se mostró incapaz de
dominarse a sí mismo, y ese “cabezazo” llenó de tinieblas lo que pudo haber sido
un glorioso retiro. Aprendamos la lección: un momento de ira puede arruinar
nuestras más acariciadas metas y tirar por la borda años de esfuerzo. Sigamos el
consejo de Salomón: “Más vale vencerse uno mismo que conquistar ciudades”
(Proverbios 16:32). Tan importante es el dominio propio, que Pablo dice en el tex-
i<i que encabeza la reflexión de hoy que Dios es el que lo otorga. Si lo necesitas, él
rs iá listo para dártelo.

HdominioPropio
A
ctuarías diferente de como normalmente lo haces si supieras que alguien
te está vigilando? Según dos estudios científicos, la respuesta es un con­
tundente “sí”. El primer estudio fue llevado a cabo en 2006 con profeso­
res universitarios. El experimento fue muy simple: los profesores entraban a un
restaurante, se servían ellos mismos y luego tenían que depositar el pago en una
caja. Durante diez semanas los investigadores colocaron dos afiches bastante cerca
de la caja de pago. En una etapa pusieron un afiche adornado con hermosas flores;
en la segunda etapa instalaron un afiche de un par de ojos observando. ¿Qué crees
que pasó? El dinero que se depositó en la caja durante las semanas en las que estu­
vo el afiche de los “ojos” fue el triple de lo que se recogió durante las semanas del
afiche de las “flores”.
En 2012 se realizó un segundo estudio. Los investigadores colocaron en la Uni­
versidad de Newcastle, Inglaterra, afiches con un par de ojos amenazantes y este
mensaje: “Ladrones de bicicletas: los estamos vigilando”. Tras monitorear los robos
de bicicletas durante dos años, descubrieron que, donde se colocó el afiche, los robos
disminuyeron en un sesenta y dos por ciento. Sin embargo, en otras zonas de la uni­
versidad los robos se dispararon en un sesenta y cinco por ciento. Es decir, los ladro­
nes siguieron robando bicicletas, simplemente se trasladaron a otro lugar donde no
los “acecharan”. Los letreros con ojos amenazantes disminuían los robos, pero no
transformaban a los ladrones.
Dios nos está mirando. No hay nada que quede oculto ante sus ojos. El Salmista
declara que desde el cielo el Señor “atentamente observa al ser humano; con sus pro­
pios ojos lo examina” (Salmo 11:4, NVI). Nada puede escapar de su presencia. ¿Sabe­
mos que Dios todo lo ve? ¡Claro que lo sabemos! Entonces, ¿por qué seguimos ha­
ciendo lo malo? Porque no hemos asimilado que si bien le duele ver que seguimos
hundidos en el pecado, Dios nos ama con un amor eterno. Cuando correspondamos
a ese amor nos costará hacer lo malo, no porque él nos vigila, sino porque habremos
aprendido a amar al Señor. Lo que necesitamos no es un letrero externo, es un cam­
bio interno, una renovación de nuestra mente.
transform ación #DiosMeVe

...- ........ — .............- ... — ....- .... * .." ™ ............................. ~ ...... ..........................................
' ' ' ' :l ■ I ■
¿Quién
es más dichoso?

H
as oído la historia de Frano Selek? Cuando leí acerca de él en un artículo
publicado en la página Web de la BBC, me quedé con la boca abierta. Re­
sulta que Frano se ha ganado la fama de ser considerado como el hombre
más dichoso del mundo. Su “dicha” comenzó en 1962 cuando el tren en que viajaba
se descarriló y cayó en un río. A causa del accidente muchas personas perdieron la
\ ida, pero Frano salió nadando del río con apenas algunos rasguños. A l año siguien-
le, en 1963, nuestro amigo abordó un avión. El viaje fue placentero hasta que uno de
I is motores dejó de funcionar. Cuando el avión iba en picada, la puerta se abrió y
liano salió disparado de la aeronave poco antes de que esta se estrellara. Todos los
Iiasajeros murieron. ¿Y Frano? Pues al salir despedido de avión cayó sobre una pila de
limo y logró sobrevivir.
En 1966 el autobús en que viajaba se precipitó a un río, pero Frano una vez más
1 igró ganarle la partida a la muerte. Sobrevivió también en dos ocasiones en que su
.mío estalló en llamas. En 1995 fue arrollado por un autobús, pero nada de gravedad.
AI año siguiente perdió el control de su vehículo, cayó por un despeñadero y el au-
inmóvil explotó. ¿Y Frano? Se salvó al quedar enganchado de un árbol. No creas que
iodo termina ahí. En 2003 ganó casi un millón de dólares en la lotería.
Al leer su historia, me he preguntado: ¿Quién ha sido más dichoso Frano o yo?
I le volado decenas de veces y nunca he tenido problema con ningún avión. He re-
11 irrido cientos de miles de millas en automóvil y hasta ahora no he tenido un solo
accidente. Como no soy adicto a los juegos de azar, jamás he gastado un solo centavo
en un boleto de lotería. Sí, creo que Frano ha sido dichoso; pero yo me considero más
alortunado porque nunca me he visto en una situación que atentara contra mi vida.
¿I las pasado por peripecias como las de Frano? Creo que tanto tú como yo tenemos
inmensas razones para sentirnos gente dichosa.
Pero nuestra mayor dicha radica en que seguimos confiando en el cuidado pro-
iactor de Jesús.
#SoyDichoso #TengoBuenaSuerte #DiosMeProtege
rr 1e gustaría llegar a ser una persona sumamente rica? No te sientas mal en
caso de que tu respuesta sea un rotundo “sí”. N o hay nada de malo en que­
rer ser rico. La Biblia dice que Abraham, el padre de la fe, “era muy rico”
(Génesis 13:2). Además, es el Señor “quien te da el poder para adquirir las riquezas”
(Deuteronomio 8:18, RV95). Pero debes saber que un manejo inadecuado del dinero
puede hacer de ti una persona muy desdichada. Los sociólogos nos explican por qué.
El 19 de febrero de 2012 Britt Peterson publicó un artículo en The Boston Globe,
cuyo tema central era: “¿Puede el dinero cambiar a los seres humanos?” Según Peter­
son, la mayoría de la gente dice que si llegara a ganar mucho dinero no cambiaría su
personalidad. Sin embargo, varias investigaciones desmienten tal afirmación.
Kathleen Vohs y sus colegas de la Facultad de Administración Carlson de la Uni­
versidad de Minnesota, han demostrado que los que se empeñan en conseguir más
dinero, se convierten en personas menos agradables, menos sensibles a los demás y
más propensas a considerar a sus semejantes como seres inferiores. Es decir, en su
afán por las riquezas llegan a ser sumamente egoístas.
Otro estudio dirigido por Michael Kraus, Paul Piff y Dacher Keltner, profesores
de la Universidad de California, en Berkeley, concluyó que los ricos tienden a ser
menos compasivos, puesto que consideran que su encumbrada posición socioeconó­
mica ha sido el resultado de sus méritos personales, y que los demás son pobres por­
que no han trabajado como lo han hecho ellos.
Entonces, si llego a tener dinero, ¿qué debo hacer para no transformarme en una
persona insensible? Peterson concluye su artículo con la respuesta que dan los psicó­
logos: Compartir lo que tengo. A un joven rico, que no era feliz con lo que tenía,
Jesús le dijo: “Vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres” (Lucas 18:22). ¿Sabes
qué pasó? “Cuando el joven oyó esto, se fue triste, porque era muy rico” (Mateo
19:22). Prefirió ser rico e infeliz, antes que compartir lo que tenía con los más nece­
sitados. ¿Harías lo mismo en caso de que llegaras a tener mucho dinero? Comparte
con otros tu respuesta, usando la etiqueta del día.
#SiYoFueraRico
Más amigo
de la verdad

orno es sabido por muchos de nosotros, Aristóteles no solo fue el discípulo


más aventajado de Platón, sino también un gran amigo del sabio filósofo. Sin
embargo, en algún momento el alumno comenzó a diseminar ideas que pa-
iccían contradecir las enseñanzas básicas de su maestro y amigo. Por ejemplo, mien-
i ras Platón promovía el racionalismo, Aristóteles era partidario del empirismo.
Cuenta la historia que un día alguien se le acercó y le dijo:
-Aristóteles, si eres amigo de Platón, ¿por qué te la pasas haciendo afirmaciones
i |iie no armonizan con las enseñanzas de tu maestro?
Aunque Aristóteles admiraba a su maestro, quería a su amigo, y respetaba la pro-
lundidad del pensamiento platónico, no dudó en dar esta respuesta:
-Soy amigo de Platón, pero soy más amigo de la verdad.
En la vida tendrás que decidir entre tus amigos y tus convicciones religiosas, ¿qué
liarás cuando llegue el momento? ¿Conoces a alguien que prefirió ser fiel a un maes-
l rei antes que a la verdad?
Los jóvenes adventistas que estudian en instituciones educativas no cristianas
saben muy bien de lo que estoy hablando. Reflexionemos un momento en el tema de
I;i creación del mundo. Tu profesor tiene una cosmovisión distinta a la tuya. Tú acep-
las por fe que Dios es el creador de todo lo que existe; sin embargo, tu profesor no se
considera a sí mismo como el resultado de la obra de un Dios de amor, más bien se
cree el producto final de un largo proceso evolutivo en el que los más fuertes se im­
ponen sobre los más débiles. Mientras tú crees que eres producto de la artesanía di­
vina, él se considera el último eslabón de una cadena repleta de animales. ¿Qué ha­
rás? ¿Creer en tu maestro o aceptar la verdad?
Muchas veces tendrás que decirle a más de una persona: “Te aprecio, te respeto,
me considero tu amigo, pero soy más amigo de la verdad”. Y es que, como dijo Epic-
leto, “la verdad siempre triunfa por sí misma”. Finalmente, no olvides un asunto: la
verdad no es una cosa, no es una doctrina, la verdad absoluta es una persona, la ver­
dad es Jesús (ver Juan 14:6). Ser amigos de la verdad es ser amigos de Cristo.
#SoyAmigodelaVerdad
Trabaja, trabaja
t i d Del j a
* " «*> •“ % >í

E
l negrito del batey es una canción muy popular en los países caribeños. El tema
lo grabó por primera vez en 1954 mi compatriota Alberto Beltrán, que en ese
entonces residía en Cuba. En la primera estrofa, el “negrito” dice lo siguiente:
“A mime llaman el negrito del batey.
Porque el trabajo para mí es un enemigo.
El trabajar yo se lo dejo todo al buey.
Porque el trabajo lo hizo Dios como castigo".
¿Será cierto lo que dice el “negrito”? N o podemos pasar por alto que varias gene­
raciones de jóvenes crecieron bajo la influencia de estas palabras. Precisamente,
ideas como esas son las que han mantenido sumergidas en la pobreza extrema tanto
a naciones como a individuos.
Contrario a lo que dice el “negrito del batey”, la primera mención del trabajo en la
Biblia nada tiene que ver con el castigo. De hecho, el trabajo es una de las responsabi­
lidades que se le dieron al hombre antes de la entrada del pecado. Mira lo que dice Gé­
nesis: “Dios el Señor puso al hombre en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo
cuidara” (2:15). Aunque el Edén era un lugar perfecto, Adán tenía que trabajar a fin de
mantenerlo en buen estado. Comentando Génesis 2:15, David Atkinson hace esta ati­
nada declaración: “La plenitud humana incluye su creatividad aplicada al trabajo” (Gé­
nesis 1-11, p. 79). En otras palabras, el trabajo es un medio a través del cual tú y yo po­
demos darle plenitud a nuestra existencia, puesto que al trabajar damos expresión a
nuestros mejores talentos.
El trabajo no es una maldición, es una bendición. Incluso, el cuarto mandamiento
es muy claro al decir: “Trabaja seis días” (Éxodo 20:9). Salomón nos asegura que “el que
hace bien su trabajo, estará al servicio de reyes” (Proverbios 22:29). Y Pablo categórica­
mente declara: “El que no quiera trabajar, que tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:10).
¿Te imaginas qué sucedería con muchos de nosotros si se aplicara esta sentencia?
Jerónimo de Estridón tenía toda la razón cuando dijo: “Trabaja en algo para
que el diablo te encuentre siempre ocupado”. N o le creas al “negrito del batey”, el
trabajo no es tu enemigo. El trabajo es un aliado indispensable para todo el que
quiera un mejor porvenir.

#AmigodelTrabajo #esfuerzo
¿Le preguntarás
a Jonás?

E
l pastor se le acerca a una niña de su iglesia y le pregunta:
-¿Qué tienes debajo de tu brazo?

-U n libro que habla de la historia de Jonás y la ballena -contestó la pe­


queña.
-A h, qué bien. ¿Y tú te crees esa historia que dice que Jonás estuvo tres días den-
i u i de una ballena?
-Por supuesto que la creo.
-¿De verdad crees que un hombre puede durar todo ese tiempo en el vientre de
mía ballena y luego salir de allí como si nada?
- ¡Sí, lo creo, porque esa historia está en la Biblia!
-¿Podrías probarme que esa historia es cierta? -le preguntó el pastor.
La niña quedó pensativa por un momento, y luego le dijo:
-Ahora no puedo probárselo, pero le prometo que cuando llegue al cielo buscaré
,i Jonás, le preguntaré y entonces podré demostrarle que la historia era cierta.
El pastor no se daba por vencido y otra vez la cuestionó:
-¿Y si cuando vayas al cielo Jonás no está allí?
-En ese caso creo que tendrá que preguntárselo usted mismo.
Aunque este diálogo es humorístico, no deja de enseñar una terrible realidad:
I )udar de la fiabilidad histórica de los relatos bíblicos es un boleto sin escala para pa­
sarte la eternidad en cualquier otro lugar que no sea el cielo. Debo aclararte que
ij texto original no dice “ballena”, sino “gran pez”. De hecho, no conozco ninguna
versión bíblica que haya traducido como “ballena” la expresión dag gadol. La “ba-
llena” no es más que un gesto de creatividad de parte de las maestras para que los
más pequeños entiendan la historia, puesto que para ellos la ballena resulta una
excelente candidata para haber sido el “gran pez” que se tragó a Jonás.
En cuanto a la historicidad del relato no olvides que en Mateo 12:40 Jesús consi-
i leró la experiencia de Jonás como un hecho verídico y la comparó con su propia
muerte y resurrección. ¿Crees en la muerte y en la resurrección de Cristo? ¡Entonces
i icnes que creer en la experiencia de Jonás, a menos que no quieras estar en el cielo!
#SePuedeConfiarenlaBiblia

" "" —
Jonás y nosotros

S
igamos hablando de Jonás. Me encanta ese personaje porque siento que se
parece a muchos de nosotros. Aunque era un desobediente, malcriado, rebel­
de, egoísta, envidioso y arrogante, el hombre llegó a ser un profeta del Señor.
Es decir, sus defectos no evitaron que Dios decidiera usarlo para llevar el mensaje
de salvación a Nínive. ¡Qué maravilloso es saber que Dios nos puede usar a pesar
de nuestras imperfecciones!
Analicemos más detalladamente algunas cosillas del hermano Jonás. Dios le dio
una orden y él, “en lugar de obedecer, trató de huir del Señor” (Jonás 1:3). Sin em­
bargo, el viento y el gran pez sí obedecieron a su Creador (vers. 4, 17). Más adelante,
en el capítulo 4, la calabacera, el gusano y el viento también cumplen los designios
divinos (vers. 6-8). A propósito de esto, Job nos exhorta: “Pregunta a las bestias o a
las aves: ellas te pueden enseñar. También a la tierra y a los peces del mar puedes pe­
dirles que te instruyan” (Job 12:7, 8). En el libro de Jonás todos los seres irracionales
están prestos a obedecer a Dios. ¿Ya te diste cuenta de que Jonás, el profeta, es el úni­
co que no quiere obedecer?
Como los elementos de la naturaleza no tienen voluntad propia, cumplen al pie
de la letra lo que les ordene el Señor. N o obstante, el caso de Jonás es distinto, pues­
to que él ha sido dotado con una capacidad especial: la de decidir por sí mismo, la de
ejercer su voluntad como mejor le parezca. Como dice Pablo en 1 Corintios 7:37,
cada quien es “dueño de su propia voluntad” (RV95). Lo triste del caso es que usemos
ese don especial para justificar nuestra rebelión contra el que nos ha dado dicho don.
Sí, Dios nos ha dado una voluntad propia, pero lo que más nos conviene es someter
nuestra voluntad a la de Cristo.
Ojalá que, a diferencia de Jonás, tú y yo estemos listos para que Dios “haga de
nosotros lo que él quiera” (Hebreos 13:21). Aunque me guste Jonás, tengo claro que
no debo seguir pareciéndome a él.
#LibreAlbedrío #obediencia
T
e contaré una anécdota de Arthur Schopenhauer, el destacado filosofo ale­
mán, que ha llegado a ser muy famoso a causa de su recalcitrante pesimismo.
Un día, mientras enseñaba filosofía en la Universidad de Berlín, el renom­
brado erudito les dijo a sus estudiantes:
-Oigan, muchachos, me gustaría saber cuántos de ustedes conocen a fondo mi
ensayo sobre el poder que ejerce la mentira en las relaciones humanas.
De inmediato, varios de los alumnos levantaron sus manos, y orgullosamente
afirmaron haber leído detenidamente el ensayo de su maestro.
-¡Muy bien! -exclamó Schopenhauer-. Gracias a ustedes podré abordar el tema
con conocimiento de causa. Sin embargo, la verdad es que yo nunca he escrito nada
s( ibre el poder de la mentira...
El noveno mandamiento es muy claro: “N o digas mentiras” (Exodo 20:16). En
uno de sus grandes consejos el sabio Salomón agrega: “Evita el decir cosas falsas;
apártate de la mentira” (Proverbios 4:24). Lo primero que hizo Satanás cuando habló
con Eva en el Edén, fue mentirle al asegurarle que si ella comía del fruto prohibido
llegaría a ser como Dios. Satanás es mentiroso desde la fundación del mundo. Por eso
Jesús lo identificó como “el padre de la mentira” (Juan 8:44). Cuando prestamos
nuestros labios para extender tan solo una mentira, tengamos en cuenta que al ha­
cerlo nos estamos identificando como hijos de ese “infernal padre”. ¿Es eso lo que
quieres para ti? ¡Me imagino que no!
Quizá la mentira de los estudiantes de Schopenhauer parezca un hecho insigni­
ficante, incluso hasta la podríamos considerar como una “mentira piadosa o blanca”.
No obstante, tienes que saber que uno de los problemas de esos pequeños deslices es
<|ue, como dice un proverbio judío, “el castigo de un mentiroso es que aun cuando
diga la verdad, no se le escucha”. O como lo expresara el tristemente célebre Frie-
drich Nietzsche: “Lo que me preocupa no es que hayas mentido, sino que de ahora
en adelante ya no podré creer en ti”.
Hay mucho en juego aun en la mentira más inocua. Pídele al Señor que te ayude
a ser como los ciento cuarenta y cuatro mil, que “no se encontró ninguna mentira en
sus labios” (Apocalipsis 14:5).
#CuidadoconlaMentira
E
n un artículo publicado en el sitio de Internet Slate.com, Nathaniel Rogers y
Chris Kirk analizaron los discursos de los ganadores de los premios Oscar en
las categorías de mejor actor y actriz principales y secundarios en los últimos
doce años (2002-2014)- Querían averiguar a quiénes le expresaron su agradecimiento
tras haber recibido la estatuilla. De los cuarenta y ocho actores y actrices premiados,
la gran mayoría agradeció a la industria, a los productores, a los directores, a los com­
pañeros, a la Academia, a los nominados... La persona que más agradecimientos re­
cibió fue Meryl Streep, que fue mencionada por cuatro ganadores. ¿Sabes cuántos le
dieron gracias a Dios? ¡Solo tres! ¡Es decir, Meryl Streep recibió más agradecimientos
que el Creador del universo! De hecho, por debajo de Dios solo quedó el elenco de la
película, que nada más recibió el agradecimiento de una persona.
Para nuestros amigos de Hollywood, Dios no tiene nada que ver con sus logros.
Quizás alguno se dirá a sí mismo: “¿Por qué tengo que agradecerle a Dios si en todo
caso yo soy un dios para mis admiradores? Esta es mi noche, no la de Dios. ¡Que
me adoren a mí!”
El apóstol Pablo declara: “Doy gracias a aquel que me ha dado fuerzas, a Cristo
Jesús nuestro Señor” (1 Timoteo 1:12). ¿Quién es el que le ha dado a Pablo la capa­
cidad, la fuerza, para seguir adelante? Todo lo que Pablo hizo a lo largo de su mi­
nisterio se debió a que el Señor le dio la fortaleza para que pudiera hacerlo, y por
eso le debía tributar su agradecimiento a Cristo. Elena de White escribió: “Nada
tiende más a fomentar la salud del cuerpo y del alma que un espíritu de agradeció
miento y alabanza” (El ministerio de curación, cap. 18, p. 166). ¡Ser agradecidos nos
viene bien a todos!
¿Quieres saber quiénes fueron los tres personajes que públicamente hicieron
un reconocimiento a Dios tras recibir su premio? En 2002 Denzel Washington dijo
en su discurso: “Dios es grande”. En 2007 Jennifer Hudson declaró: “Veo lo que Dios
puede hacer”. Forest Whitaker pronunció estas palabras cuando recibió su premio en
2007: “Agradezco a Dios en primer lugar”. Ya lo dijo La Bruyére: “Solo un exceso es
recomendable en el mundo: el exceso de gratitud”; y más si es de gratitud hacia Dios.
#gratitud #TodoseloDeboaÉl
U
n astuto vendedor de globos andaba ofreciendo su producto por las ates-
tadas calles de la ciudad de Nueva York. Por lo general, le solfa ir muy
bien; pero cada vez que sentía que se desaceleraba la venta de los globos,
como estrategia de mercadeo soltaba uno al aire. Cuando la gente veía el globo
Ilutar, de inmediato se le acercaban y compraban más esféricos. A sí lo hacía cada
vez que notaba que los transeúntes estaban perdiendo el interés. A veces el globo
era rojo; otras, amarillo, azul...
Un día, se le acercó un cliente y le pregunté):
-Amigo, ¿por qué usted no suelta globos de color negro? ¿Cree que los globos de
ese color no se elevarán?
El vendedor fijó su mirada en el cliente y le dijo:
-Señor, lo que hace ascender el globo no es su color externo, es lo que lleva por
dentro.
¿No te parecen muy acertadas las palabras del vendedor? A veces creemos que
nuestro ascenso en la vida está condicionado por lo que suceda en nuestro entor­
no: de dónde vengo, de qué color es mi piel, de quién soy hijo. Y sí, no te puedo
negar que hay factores que no podemos controlar, que se hallan fuera de nuestro
alcance, y que de una u otra manera pueden incidir en nuestro futuro. Sin embar­
go, es lo que llevamos dentro lo que finalmente nos permitirá alcanzar las metas
i |ue nos hayamos propuesto. Lo que hace de ti un ser único no es lo que aparentas
por fuera, sino lo que eres. Y lo que eres depende de lo que lleves en tu interior.
¿Qué hay dentro de ti? Yo no lo sé. Pero sí te puedo recomendar que sigas este
consejo de Pablo: “Que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes” (Cu­
li isenses 3:16, NBLH). Si de verdad quieres ascender más y más, no hay nada mejor
que atesorar en tu corazón las riquezas que contiene la Palabra de Dios. Te puedo
asegurar que seguir los principios bíblicos no solo te ayudará a ascender más allá
de tus perspectivas terrenales, sino que, sobre todo, te guiará a alcanzar las alturas
del más allá.
#el!nterioresloqueCuenta
Maestros
incrédulos

na de mis declaraciones favoritas de Elena de White es la siguiente: “Como


la luna y los planetas del sistema solar brillan por la luz reflejada del sol, así,
hasta donde su enseñanza es verdadera, los grandes pensadores del mundo
reflejan los rayos del Sol de justicia” (El Deseado de todas las gentes, cap. 51, p. 439).
Es una afirmación sumamente impactante. El hecho de que alguien no comparta
tu fe, o de que sus costumbres entren en contradicción con tus creencias, no es una
razón válida para rechazar lo que esa persona diga; porque si hay algo de verdad en
sus palabras, no es resultado de su sabiduría, sino de que está reflejando la sabiduría
que procede del “Padre de las luces” (Santiago 1:17, RV95). A l escuchar o leer lo que
ha dicho una persona que no profesa tus ideales, en lugar de levantar un muro de
prejuicios lleva a la práctica el consejo de Pablo: “Sométanlo todo a prueba y reten­
gan lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21).
Veamos un ejemplo paulino. Mientras se hallaba en el Areópago, en el mismo
lugar donde Sócrates había sido acusado por Melito, Pablo dijo lo siguiente: “Por­
que en Dios vivimos, nos movemos y existimos; como también algunos de los poe­
tas de ustedes dijeron: ‘Somos descendientes de Dios’ ” (Hechos 17:28). Las dos
declaraciones que hace el apóstol provienen de poetas paganos. ¿San Pablo citando
a escritores idólatras y paganos? A sí es. La primera parte del pasaje: “Porque en Dios
vivimos, nos movemos y existimos”, es la cuarta línea de un poema atribuido a Epi-
ménides de Creta, un poeta que vivió seiscientos años antes que Pablo. De hecho,
Pablo vuelve a citar al mismo poeta, aunque un poema diferente, en Tito 1:12. La
segunda parte: “Som os descendientes de Dios” es la quinta línea de un poema
escrito por A rato (315-240 a.C.), un coterráneo de Pablo.
¿Por qué Pablo citó las palabras de estos incrédulos? Porque sus afirmaciones eran
correctas; por tanto, ellos estaban reflejando la luz verdadera, esa que alumbra a to­
dos los seres humanos. Aprovecha cada instante de este día para que la luz de Dios
ilumine tu sendero, independientemente de quién sea el instrumento que la irradie.
#SabiduríaDivina #DiosesmiLuz
¿Adoraremos
a Steve Jobs?

s
Q
uién no ha oído hablar de Steve Jobs? Su nombre ha quedado grabado en la
mente de todos, y si por alguna razón no sabemos quién fue, sí sabemos qué
hizo: iPod, iPhone, iPad... Su talento y creatividad marcaron una nueva eta­
pa en la informática, la música, la telefonía, el cine animado, las tabletas y la edición
digital. Tan grande ha sido el impacto de Jobs en la tecnología, que hasta se déba­
le en distintos círculos si el hombre fue un santo. Incluso pululan en Internet ca­
ricaturas en las que Jobs aparece enseñando a San Pedro a usar el iPad.
Tratando de encontrar la respuesta a ese fenómeno “religioso”, C N N entrevistó
a cuatro especialistas en religión y en tecnología, para que dieran su parecer en cuan-
lo a si el genio de Sillicon Valley estaba cerca de ser entronizado en un altar.
Uno de los entrevistados fue Gary M. Laderman, director del Departamento de
Religión de Emory University. Según este teólogo, la veneración de la cual estaba
siendo objeto Jobs a pocos días de su muerte era “religiosa hasta la médula”, y que
aquello era resultado de “una cultura religiosa que crecerá en importancia e influen­
cia en los próximos años: la adoración a los famosos”.
¿Será posible que nosotros hayamos cambiado las estatuas y los cuadros para ado­
rar a dioses de carne y hueso, a gente como Steve Jobs? Aunque para la mente mo-
ilerna la palabra “idolatría” es vetusta y anacrónica, lo que David Clarkson, un pre­
dicador inglés del siglo XVII, dijo respecto a ella sigue teniendo vigencia en el siglo
X XI: “Aunque pocos lo acepten así, no hay nada que sea más corriente” que la ido­
latría. Quizás tú y yo no hemos llegado al punto de creer que debemos adorar al señor
Jobs; pero ten en cuenta que todo aquello que sea más importante que Jesús en núes-
l ra vida es un ídolo para nosotros.
Si has caído en la adoración de las cosas terrenales, fíjate en estas palabras del
apóstol Pablo: “Busquen las cosas del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de
I líos. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra” (Colosenses 3:1, 2). No
caigas en los lazos de la idolatría contemporánea. N o dejes de fijar tus ojos en Cristo.
#Fij atusOj osenCristo #BuscalasCosasdelCielo

■: ' " : > ,! f i s ;¡ -> i f-'n c li lili 4 H ¡ ¡


U
na multitud se paró frente a la iglesia con letreros que decían: “¡Cristianos
afuera! ¡Cristianos afuera!” U n transeúnte se detuvo y le preguntó a uno de
ellos:
-Amigo, ¿qué te han hecho los cristianos? Esa gente no le hace mal a nadie.
-L o sé. Yo no tengo nada contra los cristianos. De hecho, estamos aquí porque re­
conocemos que no son malos.
-Entonces, ¿por qué estás proclamando en ese cartel: “¡Cristianos afuera!”?
-Porque queremos que salgan de sus casas y de sus templos y nos enseñen el evan­
gelio de Jesús.
A pesar de que Jesús dijo que nosotros somos la luz del mundo, y que es nuestro
deber llevar el mensaje de salvación a todos los habitantes del planeta, siempre ha
habido jóvenes que se las han arreglado para poner un velo a su vida cristiana y
evitar que los demás conozcan de su fe. Muchos se convierten en ermitaños. El
primer ermitaño cristiano fue Pablo de Tcbas (228-342 d.C.), Cuando apenas tenía
22 años, Pablo se encerró en una cueva y permaneció en ella hasta el 340. ¡Vivió
más de noventa años sin relacionarse con los demás! Simeón el estilita es otro
ejemplo clásico de este tipo de creyentes. Después de haber sido un anacoreta du­
rante algo más de diez años, Simeón “se subió a una columna de setenta y dos pies
de altura por cuatro de diámetro” y vivió sobre ella casi cuarenta años. U n monje
llamado Acepsimio se había alejado tanto de la sociedad, que cuando salió de su
encierro estaba tan encorvado y con un aspecto tan salvaje, que un pastor lo con­
fundió con un lobo y lo mató.
La orden de Jesús fue “vayan por todo el mundo”, no “ocúltense de todo el mun­
do”. Él desea que salgamos a compartir con “todos la buena noticia” del evangelio. El
apóstol Pablo le dijo al joven Timoteo: “Tú anuncia el mensaje de Dios en todo mo­
mento” (2 Timoteo 4:2, TLA). ¿Acaso tendrán que decirte tus compañeros de estu­
dios, de trabajo, de equipo deportivo, que dejes de ocultarte tras el velo y que les
prediques? En tus manos llevas el mensaje de salvación, ¿abrirás las manos para en­
tregarlo a otros antes de que te griten “¡Cristianos afuera!”?
testificación #ComparteelEvangelio
E
n una ciudad vivía un hombre en la más terrible pobreza. Su ropa era hara­
pienta y sucia. Pasaba días completos sin comer ni siquiera un pedazo de pan.
N o tenía casa, vivía expuesto a las inclemencias del tiempo. Cerca de él vivía
un personaje muy rico. Su casa era una mansión, en su mesa se servían los más deli­
ciosos manjares y su ropa era espléndida y muy costosa.
U n día, el rico se enteró de la paupérrima condición de su vecino y decidió ayu­
darlo.
-Am igo -le dijo- tu condición es muy lamentable. Es necesario que tengas un
lugar donde vivir, que te alimentes y que te cambies de ropa. Sé que no tienes nada,
así que te invito a que vengas a mi casa y yo me encargaré de que tengas de todo.
-Gracias, pero no puedo ir a su casa -contestó el pobre- Mi vestimenta no es la
adecuada, si voy a tu mansión tus amigos se burlarán de ti por haberme llevado, y de
mí por haber aceptado tu invitación. N o soy digno de entrar en tu casa.
-N o te preocupes -agregó el rico- Yo no te estoy pidiendo que te bañes y te cam­
bies de ropa antes de venir a mi casa. Lo que quiero es que aceptes mi invitación, y
yei me encargaré de ponerte la vestimenta que te permitirá entrar a mi hogar. Tu pa­
pel es aceptar mi invitación, yo me encargo del resto.
¿Qué harías si estuvieras en el lugar del hombre pobre? Aceptarías la invita­
ción, ¿verdad? ¿Sabías que tú eres ese hombre pobre, y que Dios es el rico? En tu
condición de pecador no puedes entrar al cielo, tus obras son malas, tu vida está
contaminada por el pecado, estás condenado a muerte; sin embargo, Dios por “las
abundantes riquezas de su gracia” ha decidido invitarte a morar con él; si aceptas
él te dará las “vestiduras blancas” que necesitas para entrar al cielo (Efesios 2:7;
Apocalipsis 3:5, RV95).
Eres un joven dichoso, ¡Cristo te ha invitado a vivir en las mansiones celestiales!
Sí, es cierto que no reunimos las condiciones para estar allí, pero el Señor nos dará
su manto de su justicia. ¿Aceptarás su invitación?
#AceptalaInvitación

■. - . . ...................... r-wq...... i ........ . ■ ■.• *. c «»>*


La conversión
de Harry Orchard
Parte 1

H
arry Orchard no tuvo muy buena reputación. Se dice que asesinó a unas
veintiséis personas. Su historial delictivo incluyó haber participado en la
explosión de una estación de tren en la que murieron trece personas, haber
atentado contra el gobernador de Colorado y haber intentado matar a miembros de
la Corte Suprema del estado. En 1903 se convirtió en bigamo y el 30 de diciembre de
1905 asesinó a Frank Steunenberg, el exgobernador de Idaho.
Dos días después del asesinato, Harry fue capturado. En la cárcel tuvo tiempo
para meditar en lo que estaba haciendo con su vida. U na de las preguntas más acu­
ciantes que revoloteaban en su mente era: “¿Perdonaría Dios mis pecados?” Cuando
fue trasladado a la cárcel del estado de Idaho, en Boise, Harry tuvo contactos con el
detective James McParland, a quien le confesó todos sus delitos.
Tras leer sobre Harry en un periódico, David Paulson decidió enviarle una Biblia,
con el objetivo de que el reo conociera más de la misericordia divina. Según nos
cuenta James R. Nix, en un artículo publicado en Adventist Review (8 de mayo de
2014, pp. 19-22), tan pronto recibió la Biblia, Harry comenzó a estudiarla junto con
otro recluso que había estado recibiendo estudios bíblicos de un adventista del sépti­
mo día. Mientras estudiaba las Escrituras, Harry Orchard comprendió que Jesús ha­
bía dado su vida para salvar a criminales como él, y que el Dios de la Biblia está dis­
puesto a perdonar al peor de los pecadores. Comprendió que nadie es tan malo ni ha
llegado tan lejos, que no pueda ser transformado por el amor de Dios. La gracia de
Cristo tocó su corazón y se produjo en él la experiencia del nuevo nacimiento.
Sentirse perdonado por Dios impulsó a Harry a declararse culpable de todos los
cargos que se le atribuían. Como su confesión disipó cualquier duda sobre su culpa­
bilidad, el juez lo sentenció a la pena de muerte. Su abogado apeló y logró que le re­
bajaran el castigo a cadena perpetua. Harry Orchard comprendió que “donde abun­
dó el pecado, sobreabundó la gracia” (Romanos 5:20, NVI). Aunque estaba preso,
llegó a ser un hombre libre en Cristo Jesús.
#laGraciadeDios #conversión
La conversión
>
’¿e Harry Orchard
Parte II

U
n joven de veintiún años se presentó ante la celda de Harry Orchard y le
dijo: “Soy Julián, el hijo de Frank Steunenberg, el hombre que usted ase­
sinó”. Harry quizás pensó que el chico estaba allí para reclamarle por todo
<j daño que le había hecho a su familia. No obstante, la visita de Julián no tenía
tomo meta recriminar a Harry por su delito, sino entregarle varios libros cristia-
i ii is, entre ellos un ejemplar de El camino a Cristo. Junto con esos materiales, Julián
i ambién le entregó una carta escrita por su madre, Eveline Steunenberg. En la car­
ia la señora Steunenberg exhortaba a Harry a que leyera aquellos libros y le entre-
cara su corazón a Cristo.
Eveline Steunenberg era consciente del poder de la literatura cristiana, porque
ella había conocido el mensaje adventista a través de la revista American Scntincl,
una publicación especializada en el tema de la libertad religiosa. Esta revista se en­
viaba al despacho del gobernador Steunenberg, y luego el gobernador la llevaba a su
casa. Leyendo American Sentinel la señora Steunenberg aceptó la verdad del sábado
y se hizo miembro de la Iglesia Adventista.
Tener el amor de Cristo fluyendo en su corazón fue lo que hizo que la familia Ste-
unenberg no abrigara rencor contra Harry Orchard. Y como el mismo Harry dijo
años después: el amor y la misericordia manifestados por los Steunenbergs desempe­
ñaron un papel clave para que él aceptara a Jesús como su salvador personal y cono-
ricra el mensaje adventista. Gracias al tierno ejemplo de esa familia, el 1° de enero
de 1909 Harry fue bautizado por el pastor W. W. Steward, que era el presidente de la
Asociación de Idaho.
Un joven de veintiún años fue el instrumento que Dios usó para comenzar a im­
partir una vislumbre del amor divino a un consumado criminal. Julián Steunenberg
era un muchacho cuya vida estaba controlada por el amor de Cristo. ¿Qué en cuanto
a i i y a mí? Quizás nosotros no seamos grandes evangelistas, probablemente no tenga­
mos deslumbrantes talentos, pero tenemos a nuestro alcance la mayor fuerza transfor­
madora del universo, la única que podía cambiar la vida de Harry: el amor de Dios.
#elAmordeDios #DiosPuedeTransformarte
No vendas
tus plumas

os gusanos eran el plato favorito de cierta paloma; pero le disgustaba tener


que cazarlos. Un día, estando en el parque, escuchó a un señor que anunciaba:
“¡Cambio plumas por gusanos! ¡Cambio plumas por gusanos!” La paloma, cu­
riosa, se acercó y le preguntó al caballero por su oferta. “Fabrico sombreros -le dijo el
señor-, y utilizo las plumas para decorarlos. Si me das una de tus plumas, te daré a
cambio un jugoso gusano”.
A la paloma le encantó la oferta y de inmediato se quitó una pluma y se la entre­
gó al sombrerero, mientras este le daba un gusano. “Qué maravilloso -pensaba la
paloma-, ya no tendré que cazar gusanos”. A sí que cada vez que quería comer un
gusano, aquella paloma iba al parque y canjeaba una pluma por un gusano. No pasó
mucho tiempo hasta que las demás palomas le advirtieron: “N o sigas vendiendo tus
plumas, pronto vendrá el invierno y tendremos que emigrar”; pero la paloma hizo
caso omiso al consejo. Cuando llegó el invierno, las aves empacaron sus pertenen­
cias y emprendieron el vuelo hacia tierras cálidas, pero cuando nuestra protagonista
quiso emigrar... ¡no pudo! ¡Había perdido demasiadas plumas!
Muchos de nosotros solemos creer que en la vida todo es blanco o negro. Con
bastante frecuencia nos preguntamos si algunas prácticas son “buenas” o “malas”,
y queremos encasillar todo en una de esas categorías. N o pretendo elaborar una
lista exhaustiva de lo que, como cristianos, podemos o no hacer, pero la fábula que
acabo de compartir contigo me ha enseñado que a veces, aun lo que no es “malo”,
puede que tampoco sea “bueno”. ¿Era pecado cambiar plumas por gusanos? No.
Pero recuerda que aunque “uno es libre de hacer lo que quiera [...], no todo convie­
ne” (1 Corintios 10:23).
Durante este día ten presente que Dios te ha dado alas para volar: tu tiempo,
tus capacidades mentales, tus recursos... Por tanto, ¡no desperdicies tus plumas! No
pierdas la oportunidad de un futuro mejor a cambio de los gusanos que el mundo
te ofrece. Hoy, como dijo el Sabio, quiero que te diviertas, pero recuerda que esta
vida no lo es todo. ¡No vendas tus plumas! Muy pronto las necesitarás para emigrar
a un lugar mejor.
#NoVendastusPlumas
E
n 1902 Bliss Perry, editor de The Atlantic Monthly, la prestigiosa revista fun­
dada en 1857 hoy conocida como The Atlantic, envió una carta a un joven
que deseaba convertirse en escritor. También le reenvió el fajo de poemas que
el aprendiz había enviado. La carta decía: “En nuestra revista no hay lugar para sus
versos”. Estas palabras fueron un duro golpe para aquel muchacho. Solo tenía dos
caminos: seguir tratando de convertirse en escritor o creerle a Bliss Perry y rendirse.
El joven era Robert Frost. ¿Quién es él? Frost es considerado uno de los fundado­
res de la moderna poesía estadounidense, con razón le llaman “El Bardo America-
ni >”. En su famoso poema “El camino no elegido”, escribió: “Dos caminos divergían
en el bosque, y yo, yo tomé el menos transitado. Eso marcó toda la diferencia”.
En 1890, un profesor de retórica agregó este comentario en la tarjeta de califica­
ciones de uno de sus alumnos de tan solo dieciséis años: “Como orador, un rotundo
li acaso”. El muchacho siguió practicando y llegó a ser uno de los oradores más influ­
yentes del siglo XX: Winston Churchill.
Guardando las distancias no puedo dejar de decir que en 2007 yo escribí
diez artículos para la revista Prioridades. ¿Sabes cuántos fueron publicados? ¡Nin-
gimo! En lugar de desanimarme me dediqué a leer libros de redacción y estilo y,
por supuesto, fijé mi vista en los grandes autores de la literatura española. Ahora
lengo el privilegio de ser el director de Prioridades.
¿Significa esto que Bliss se equivocó al considerar mala la poesía de Frost; o que
el maestro de Churchill fue un tonto al no darse cuenta de la capacidad del chico; o
que me trataron injustamente al no publicar mis artículos? Nada de eso. El punto
clave aquí es que en lugar de lloriquear por nuestros fracasos, hemos de verlos como
parte esencial de nuestro crecimiento y de nuestra ruta hacia el éxito.
Dios te ha prometido: “Yo te llevaré por el camino de la sabiduría: te haré andar
por el buen camino” (Proverbios 4:11). Sí, el camino de Dios siempre será “el menos
i musitado”, pero ese el camino que “marcará toda la diferencia”.
^perseverancia #éxito
No importa
el lugar

i
íl ;

C
ada año, millones de personas llevan sus peticiones de oración al famoso
Muro de las Lamentaciones, en Jerusalén. Muchas de estas plegarias son es­
critas en papelitos, que luego se colocan entre las piedras del muro. Dos ve­
ces al año un rabino recoge todos los papelitos y los entierra en el cementerio del
Monte de los Olivos. ¿Por qué tanta gente viaja hasta Jerusalén para llevar sus peti­
ciones de oración? Porque se basan en el texto de 2 Crónicas 6:40 que hemos citado
arriba. Ellos creen que toda oración que se haga desde el Templo, será respondida. De
ahí que estas personas consideran que es indispensable que lleven sus plegarias a lo
que queda del destruido Templo de Salomón.
El problema de este tipo de práctica religiosa radica en que atribuye el milagro al
lugar y no a Dios. Es innegable que el Señor le prometió a Salomón que escucharía
las oraciones hechas desde allí; sin embargo, eso no significa que si una persona ora
desde otro lugar, su oración no será atendida. Para escuchar las oraciones de sus hijos,
nuestro Creador no está condicionado a un espacio concreto. Matthew Henry hizo
una afirmación muy acertada: “Dondequiera que Dios encuentre un corazón que ora,
este corazón hallará un Dios que escucha la oración”.
El Señor oyó a Jonás cuando el profeta rebelde estaba en el vientre del pez (Jo-
nás 2:1-10). Escuchó a Pedro mientras el apóstol oraba en la azotea de su casa (He­
chos 10:9). Atendió la petición de Nehemías cuando este hablaba con el rey (Ne-
hemías 2:4). En fin, tú puedes orar dondequiera que te encuentres, y puedes estar
seguro de que nuestro Dios no “se ha vuelto tan sordo como para no poder oír” lo
que tengas que decirle (Isaías 59:1). En cada momento de tu vida tienes una opor­
tunidad de viajar hasta el trono de Dios y llevarle por fe todas tus peticiones. ¡Qué
bueno es saber que no tenemos que ir hasta Jerusalén para que Dios nos oiga!
Podemos acercarnos, desde cualquier lugar, “con confianza al trono de nuestro
Dios amoroso, para que él tenga misericordia de nosotros” (Hebreos 4:16). ¿Te gusta­
ría hacerlo ahora mismo?
#UnDiosqueEscucha #NoimportaelLugar
E
rnest Hemingway, el ganador del Premio Nobel de Literatura en 1954, escri­
bió en su cuento La capital del mundo, lo siguiente:

“Hay en Madrid infinidad de muchachos llamados Paco, diminutivo de Fran­


cisco. A propósito, un chiste de sabor madrileño dice que cierto padre fue a la ca­
pital y publicó el siguiente anuncio en las columnas personales de El Liberal: ‘Paco,
ven a verme al Hotel Montaña el martes a mediodía, estás perdonado, papá’; des­
pués de lo cual fue menester llamar a un escuadrón de la Guardia Civil para dis­
persar a los ochocientos jóvenes que se habían creído aludidos”.
Parece que hay mucha gente que necesita escuchar la frase: “Estás perdonado”.
Sabiendo esa necesidad, Jesús colgó un letrero escrito con su propia sangre que dice:
"Vuelve a casa. Estás perdonado”. No hay razón para seguir huyendo de Dios, tus pe­
ón los han sido borrados. Las palabras que Jesús dirigió al paralítico también son para
11: “Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados” (Mateo 9:2, RV95). ¡No te des­
uní ines! Ya no tienes que vivir recordando tus caídas, ya no tienes que seguir siendo
iiiormentado por ese complejo de culpa que te mantiene en constante agonía.
En El camino a Cristo, uno de los clásicos de la literatura cristiana, Elena de Whi-
lo escribió: “Tú también eres pecador. N o puedes expiar tus pecados pasados, no pue­
des cambiar tu corazón y hacerte santo. Mas Dios promete hacer todo esto por ti
mediante Cristo. Has creído en esa promesa. Has confesado tus pecados y te has en-
Iregado a Dios. Quieres servirle. Tan ciertamente como hiciste todo esto, Dios cum-
Idirá su palabra contigo. Si crees la promesa, si crees que estás perdonado y limpiado,
I 'ios lo da por hecho” (cap. 6, pp. 77, 78).
¿No te parece maravillosa esa declaración?
Ahora, a todos los que hemos aceptado ese perdón, Dios nos pide: “Hablen
ion ternura a Jerusalén y díganle que se acabaron sus días tristes y que sus peca-
i li is están perdonados” (Isaías 40:2, N T V ). Es nuestro deber decir a los demás que
yal dios los perdonó, que para ellos tam bién hay lugar en la casa del Padre. ¿Crees
i |itc durante este día por lo menos ochocientas personas acudirán a Dios al saber
que ya están perdonadas?
HDiosOfrecePerdón #MisPecadosEstánPerdonados
E
n su libro SoulSalsa, el pastor y predicador Leonard Sweet cuenta la manera
en que una tribu americana prueba el valor de sus jóvenes. Durante los prime­
ros trece años de su vida, el padre se asegura de que el chico nunca haya esta­
do lejos de la tribu ni de la familia; pero la noche cuando celebra su cumpleaños
número trece, el padre toma al muchacho, le venda los ojos y se lo lleva a un lugar
oscuro, lejos de la familia y lo “deja” allí.
Cuando el joven se quita el vendaje, se da cuenta de que lo han abandonado en
un bosque denso, solitario y tenebroso, rodeado de bestias salvajes. Oye ruidos extra­
ños, escucha el aullido de los lobos en medio de la oscuridad, el sonido del viento le
parece un ruido siniestro. Indiscutiblemente, esa es su peor noche. Pero debe quedar­
se ahí, porque si huye será considerado como un cobarde.
Finalmente, los primeros rayos del sol comienzan a alumbrar el día y el chico pue­
de mirar todo lo que tiene a su alrededor: flores, árboles, un estrecho camino. ¿Será
que había algo más? Sí, el joven queda gratamente sorprendido al descubrir que no
estaba solo. A pocos metros de distancia se encontraba un hombre armado con un
arco y una flecha, listo para defenderlo (pp. 23, 24).
¿Quién era ese personaje misterioso que lo había cuidado durante toda la noche?
¡Era su padre! El siempre había estado allí.
Nuestro Padre celestial es como ese padre. Aunque a veces te resulte difícil creer­
lo, quiero que sepas que en cada momento de tu vida Dios ha estado a tu lado. Esta
promesa es para ti: “El amado del Señor vive tranquilo; el Altísimo lo protegerá siem­
pre. ¡Vivirá bajo su protección!” (Deuteronomio 33:12). ¡Y tú eres uno de sus amados!
En uno de sus momentos más angustiantes, el profeta Jeremías clamó: “Señor,
fuerza y protección mía, mi refugio en el momento de peligro” (Jeremías 16:19). ¡Qué
privilegio el nuestro, podemos contar con la protección de un Dios que nos ama!
Aunque su presencia física quede oculta de tu mirada, puedes creer que tu Padre ce­
lestial está junto a ti, incluso en la noche más oscura.
#DiosEstáJuntoaMí
E
l padre se acercó a su hijo de veintidós años y le dijo: “Hijo, como ya somos
una familia de clase media es indispensable que te cases con una buena mujer
y que te matricules en Derecho”.
Id joven quedó encantado con la oferta del papá, pues su futuro como jurista lu-
i ía bastante prometedor. Sin embargo, había algo que le mantenía en permanente
i cobra: les temía a los demonios y le aterraba la idea de verse de pie frente al tri­
bunal divino. Una mañana de 1505, poco antes de que comenzara a estudiar Dere-
* lio, imprevistamente un tempestuoso viento y una violenta lluvia desataron su furia
■ .ubre el temeroso joven. Creyendo que ese sería su último día en la tierra, Martín
I ulero se tiró al suelo y clamó: “Santa Ana, ayúdame. Te prometo que seré monje”.
Uuince días después ingresó al monasterio.
Allí se propuso salvar su alma y derrotar al pecado llevando una vida piadosa y
haciendo buenas obras. A ños más tarde, cuando visitó Roma por primera vez, su­
bió la “santa escalinata” de rodillas y repitió el Padrenuestro en cada uno de sus
veintiocho escalones; además visitó todas las iglesias de la ciudad. N o obstante,
aunque se afanaba por conseguir la santidad sin la cual nadie verá al Señor me­
diante el cumplimiento de estrictos ejercicios espirituales, Lutero no lograba al-
i alizar la paz interior.
Afortunadamente, toda su angustia concluyó cuando, mientras repasaba la Epís-
i• da a los Romanos, se encontró con este pasaje: “El justo por la fe vivirá” (Romanos
1:17). Leyendo Romanos, Lutero comprendió que ser justo, más que el cumplimiento
i le un código ético, conlleva vivir un cristianismo basado en que somos salvos por fe,
y no por nuestras obras. En Romanos 1:17 encontró el aliciente que necesitaba para
i lanquilizar su consciencia pecadora. Ya no tenía que recurrir a Santa Ana, ni a los
ic-zos, ni a las indulgencias, ni a sacrificios de rodillas... solo tenía que creer que era
salvo por la fe en Cristo Jesús.
Si, como Lutero, te sientes espiritualmente fracasado, entonces es urgente que te
adueñes del mensaje de Romanos 1:17. Tu futuro eterno no radica en lo que tú hagas,
ano en creer y aceptar lo que Jesús hizo por ti.

■ "elJustoViviráporlaFe #JustificaciónporlaFe
¿Amor
o fascinación?

ii r s j
> LW ’’ Q - '

i,...... _ .............................. .... A íi M m ú Í U

E
n el muro de Facebook de la Revista saludable encontré un video que me lla­
mó mucho la atención, y que comienza con esta frase: “Tres de cada diez ado­
lescentes denuncian que sufren violencia en el noviazgo”. Como este no es un
problema que solamente afecta a los matrimonios, hay ciertos detalles que debes to­
mar en cuenta ahora, a fin de definir si tu relación actual está fundamentada en el
amor o en la fascinación. El video dice:
Que te controle... no es amor.
Que te haga escenas de celos... no es amor.
Que no te deje hacer lo que te gusta... no es amor.
Que te obligue a hacer cosas que no quieres... no es amor.
Si te grita, te insulta o te amenaza... no te culpes.
¿Y qué debes hacer si tu noviazgo es débil en cualquiera de estos detalles? Pues la
solución que ofrecen los creadores del video es esta: “Corta la violencia apenas co­
mienza. El amor no duele”. No caigas en la trampa mortal de creer que esos escollos
quedarán solucionados cuando te cases. La solución no es esperar que el otro cambie
en el matrimonio; la solución es poner fin a esa relación enfermiza que te podría lle­
var a la misma tumba.
Si tu novio/a te está dando más dolor que amor, probablemente esa sea una rela­
ción cuya base sentimental radique en la fascinación. Me gusta esta frase de Gabriel
García Márquez: “Ninguna persona merece tus lágrimas, y quien las merezca no te
hará llorar”. A sí que si esa relación te hace sufrir, entonces esa persona no te merece.
En medio de una serie de consejos relacionados con las parejas, Pablo deja claro que
“Dios nos ha llamado a vivir en paz” (1 Corintios 7:15, NVI).
En su libro Novios: cosa de dos, Nancy Van Pelt explica que “el amor tiene un
efecto positivo sobre la persona; extrae lo mejor de ella. Proporciona nuevas energías,
ambiciones e intereses en la vida. Promueve la creatividad y el desarrollo personal, así
como el interés en causas nobles. [...] La fascinación, por el contrario, tiene un efec­
to negativo sobre la persona. Se vuelve menos eficaz, menos capaz de alcanzar su ver­
dadero potencial” (p. 99). Tomando en cuenta la declaración anterior, intenta res­
ponder esta pregunta: ¿Estás enamorado/a o fascinado/a?
#AmorVerdadero #noviazgo
V. •<. ’jt iPfMy
El precio
de la gracia

A óVó >> f !*

usto antes de que Hitler llegara al poder, Dietrich Bonhoeffer escribió: “No de­

J bemos sorprendemos si volvemos a tiempos en que se exija de nuestra Iglesia la


sangre del martirio”. Esta declaración constituye un adelanto de lo que le ocurrí-
i ia a Dietrich el 9 de abril de 1945, cuando su nombre fue agregado a la funesta lista
dr personas que morirían bajo el régimen totalitario del Tercer Reich. Ese día Bon-
Iii icffer fue ahorcado en Flossenbürg. El médico del campo de concentración, el Dr.
Mscher-Hüllstrung, describió los últimos minutos de la vida de Bonhoeffer con estas
palabras: “Vi al pastor Bonhoeffer, poco antes de salir de su celda, arrodillado y oran-
i li i lervorosamente a su Dios. [...] En el mismo lugar del suplicio elevó una breve ora-
i ion y después subió valiente y sereno las escaleras que lo llevaban a la horca. |.. .| En
mis cincuenta años de actividad profesional como médico no he visto a nadie morir
i .111 completamente sometido a la voluntad de Dios”.
Bonhoeffer fue uno de los personajes más influyentes del mundo cristiano du-
iimte el siglo XX. Su libro El precio de la gracia, publicado en 1937, ha sido consi­
derado como uno de los cien libros cristianos más importantes del siglo XX. Per-
mil eme compartir contigo esta declaración de dicho libro: “Toda llamada de Cris-
11 > conduce a la muerte. Todo mandamiento de Jesús nos ordena morir a todos
nuestros deseos y apetitos” (p. 56).
La lucha de Bonhoeffer contra Hitler terminó con la muerte. Asimismo, nuestra
Imi alia contra las fuerzas del mal concluirá también con nuestra muerte: la muerte al
V i, al viejo hombre, al mundo y a sus deseos. Tiene que llegar el momento en que nos

i ilvidemos de nuestros gustos y le demos prioridad a la voluntad de Dios. ¿Es difícil?


lluro que lo es! Porque nuestra humanidad es proclive a complacerse a sí misma.
IVm podemos contar con la ayuda divina.
Hoy es un momento oportuno para hacer nuestras las palabras de Annie Jo-
Imson Flint: “Su gracia es mayor si las cargas aumentan; su fuerza es mayor si la
pi iicba es más cruel; si es grande la lucha, su gracia es mayor; si más son las penas,
mayor es su paz”.
«tlPreciodelaGracia
¿Quieres
ser sano?

C
asey Cease nació en un hogar cristiano. De niño asistía cada semana a la
iglesia; cantaba, oraba y estaba seguro de que tenía un lugar reservado en el
cielo. Sin embargo, todo esto cambió cuando llegó a la adolescencia y supuso
que creer en Dios se había tornado en una práctica irrelevante. Su crisis espiritual
devino en una aguda depresión; se sentía infeliz y buscó llenar su vacío interior con
el alcohol. A los diecisiete años un trágico accidente marcaría un punto de inflexión
en su vida. Mientras celebraba una fiesta en su propio hogar, Casey decidió salir de
la casa y conducir su Camaro Z28. Sus amigos trataron de impedirle que manejara,
pero él no les hizo caso.
Tras haber manejado varias cuadras, decidió volver a la fiesta, pero ya el alcohol
tenía control absoluto de sus facultades. Cuando John, uno de sus amigos, vio que
Casey se acercaba dando tumbos, se puso en medio de la calle y alzó los brazos para
que se detuviera. Pero en lugar de detener el automóvil, Casey arrolló a su amigo.
Si antes del accidente su vida ya no tenía sentido, ahora lo único que quería era
morir. El complejo de culpabilidad lo asediaba noche y día. H asta que escuchó a
un predicador contar la historia del paralítico de Juan 5. Y como si le estuviera ha­
blando directamente a Casey, el predicador citó Juan 5:6: “¿Quieres ser sano?” Re­
cordando esc momento, Casey escribió: “Esa noche no hice una oración especial.
[...] Pero sí le pedí a Cristo que me sanara. Fue un momento íntimo entre Dios y
yo, pero esc día él comenzó a abrir mis ojos, a abrir mis oídos y a ablandarme el
corazón. Me hizo suyo”.
En la actualidad, Casey Cease se desempeña como pastor de iglesia y se dedica a
ayudar a los jóvenes a alejarse de los vicios y acercarse a Jesús. Dios lo restauró física,
mental y espiritualmente. Si Cristo sanó a Casey, también puede sanarte a ti, por
muy grave que sea tu caso. Hoy puedes escuchar su voz diciéndote: “¿Quieres ser
sano?” Por favor, dile que sí.
#QuieroserSano #J esúsEslaSolución
1El Padre $l§¡lSí§8$0Sí

nos ama

T
odavía lo recuerdo y no sé cómo explicar lo que me ocurrió. Debí poner pri­
mera, y puse reversa; debí frenar, y lo que hice fue acelerar. Como resultado
de mi desacierto destruí la cerca de una casa, estuve a punto de atropellar a
una mujer y arruiné la parte trasera de la camioneta. Por supuesto, me puse muy ner­
vioso, pero no solo por la camioneta, la casa de la vecina y la señora, sino especial­
mente por la reacción de mi padre cuando se enterara de lo sucedido.
Cuando llegué a la casa, él se estaba bañando. Con voz temblorosa, lo llamé:
"l’api...” El tono de mi voz le dio a entender que algo malo había ocurrido; así que
.mtes de que terminara de hablar, me preguntó: “¿Chocaste la camioneta?” 1)e inme­
diato salió. Yo creí que me iba a dar una buena regañada, pero lo único que atinó a
i lucir fue: “¿Estás bien? ¿Hay que llevarte al médico? ¿Te pasó algo?"
En ese instante su preocupación no era la camioneta, ni los daños que podía ha-
Iier causado a terceras personas. Toda su atención se centró en mí, en su hijo. Así son
l<is padres. Para un verdadero padre no hay nada más importante que su hijo. ¿Será
nuestro Padre celestial peor que nuestro padre terrenal? ¡Claro que no! “El Señor es,
11 >n los que lo honran, tan tierno como un padre con sus hijos” (Salmo 103:13).
Sin embargo, por razones que no logro entender, en ocasiones suponemos que
nuestro Padre celestial es un personaje arbitrario, malhumorado, siempre listo para
castigamos. No. Ese Padre fue el que entregó a su Hijo a fin de salvarnos a todos. Él
es! á preocupado por nosotros, más que por nuestras acciones. Él nos ama a pesar de
nuestras caídas. El texto más conocido de la Biblia lo describe muy bien: “Dios amó
lauto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no mue­
la, sino que tenga vida eternal” (Juan 3:16). Ya lo dijo Elena de White también: “Del
((irazón del Padre es de donde manan para todos los seres humanos los ríos de la
■ i mipasión divina demostrada por Cristo” (El camino a Cristo, cap. 1, p. 18). ¡Qué
grandioso Padre tenemos!
#elPadremeAma #AmordeDios
El placer

■ 8 iu liik 1

T
omemos un momento para reflexionar en una frase de Gandhi, el famoso
abogado que dedicó su vida a conseguir la paz entre la India y los británi­
cos. En cierta ocasión le preguntaron cuáles son las cosas más destructivas
para el ser humano. Toma nota de la respuesta que dio Gandhi: “El placer sin com­
promiso, la riqueza sin trabajo, la sabiduría sin carácter, los negocios sin moral, la
ciencia sin humanidad y la oración sin amor”.
Gandhi no era cristiano. Es más, tenía cierta reticencia hacia nuestra religión a
causa de la hipocresía de algunos creyentes; sin embargo, ¿alguien se atrevería a decir
que su respuesta no encierra verdades incuestionables? Sus palabras no son más que
un reflejo contundente de la sabiduría divina que alumbra a todos los seres humanos,
sin importar cuál sea su afiliación religiosa.
Quiero que reflexionemos en la primera parte de su respuesta: “El placer sin com­
promiso”. El placer no es malo en sí mismo. De hecho, aunque en nuestro ambiente
solemos asociarlo con cosas negativas, el diccionario lo define como algo sumamen­
te positivo. Entonces, ¿por qué el placer sin compromiso nos está destruyendo? Por­
que el placer sin compromiso solo procura la satisfacción propia sin importar las
consecuencias que pueda tener sobre los demás, porque es un placer que no busca a
Dios (2 Timoteo 3:4), porque es un placer engañoso (2 Pedro 2:13), porque mientras
lo practicas te sientes realizado pero al final te deja un profundo vacío, ya que es un
placer pecaminoso y no ofrece nada duradero.
El verdadero placer, el placer con compromiso, primero que nada, se encuentra
en seguir a Jesús. Como dijo Salomón, los caminos del Señor “son placenteros y en
sus senderos hay paz” (Proverbios 3:17, NVI). Sí, hay placer en poner nuestra vida
bajo la dirección de nuestro Creador. ¿Por qué? Porque “el amor a Dios purifica y en­
noblece todo gusto y deseo, intensifica todo afecto y da realce a todo placer digno”
(Mensajes para los jóvenes, cap. 85, p. 186).
Mi estimado amigo, mi querida amiga, solo hay dos opciones: el placer sin com­
promiso o el placer digno. El primero te llevará a la ruina; el segundo, a la verdadera
vida. ¿Con cuál te quedarás?
#PlacerconCompromiso
El mejor

S
i participaras en una competencia y finalizaras en el puesto número 57, ¿te con-
siderarías un triunfador? Antes de que respondas creo que es bueno que conoz-
cas la historia de John Akhwari. En 1968, John viajó de Tanzania a México
Itara participar en los Juegos Olímpicos. En esa competencia Akhwari pasó a la his-
11 >ria como uno de los maratonistas más famosos. ¿Qué fue lo que hizo? Haber llega-
■ lei último en una competencia en la que terminaron 57 corredores. Incluso en su
país lo declararon héroe nacional. ¿Cómo puede alguien que llegó en el puesto nú­
mero 57 haber recibido tanta cobertura mediática?
Cuando Akhwari recorría el kilómetro 19 se lesionó la pierna derecha, y esto
echó por tierra sus posibilidades de ganar. Sin embargo, no se rindió, y siguió co-
i riendo con la rodilla vendada. Cuando llegó a la meta, casi una hora después del
ganador, la ceremonia de premiación había concluido. A l cruzar la línea, un perio­
dista le preguntó: “¿Por qué no abandonaste la carrera?” John Akhwari le respondió:
"I \ irque mi país no me envió a cinco mil millas de distancia para empezar una carre-
la, me envió para terminarla”.
¡Qué digno ejemplo de lo que es la carrera cristiana! En nuestro viaje al cielo, lo
unís importante no es llegar primero, sino acabar la carrera. No se trata de conseguir
li is primeros lugares, ni de ser un buen líder, un excelente predicador, o un afamado
cantante. Independientemente de en qué lugar quedemos, Dios espera que acabemos
la carrera espiritual que tenemos por delante.
Pablo lo sabía muy bien y por eso escribió: “He peleado la buena batalla, he lle­
garlo al término de la carrera, me he mantenido fiel. Ahora me espera la corona rae-
reclda que el Señor, el Juez justo, me dará en aquel día. Y no me la dará solamente a
ini, sino también a todos los que con amor esperan su venida gloriosa” (2 Timoteo
4:7, 8). Aunque te hayas lastimado en el camino, ten siempre presente que Dios no
ir lrajo al mundo para que te quedes postrado y herido en este planeta; estás aquí
Itara concluir la carrera y para que, al final, recibas la corona de justicia.
>rTerminalaCarrera ^perseverancia
/
S “Te perdono,
pero...

uenta la historia que un par de vecinos habían discutido durante treinta


años respecto a la colocación de una cerca. Estando en su lecho de muerte,
y procurando poner fin al largo distanciamiento, uno de ellos llamó a su es­
posa y le dijo:
-Por favor, avísale a Abner de que ya me voy a ir, y quiero hablar con él antes de
mi inminente partida de este mundo.
Cuando Abner entró a la habitación, con voz temblorosa, el moribundo le dijo:
-Vecino, llevamos enfrentados más de tres décadas. Reconozco que he dicho mu­
chas barbaridades sobre ti; pero antes de morir quiero que sepas que lo lamento, que
me gustaría ser tu amigo y que necesito que me perdones.
-Por supuesto que te perdono -le dijo Abner- Yo también te he ofendido mucho
a lo largo de todos estos años; así que de igual manera preciso que me perdones.
Tras un emotivo apretón de manos todo parecía haberse resuelto; sin embargo,
cuando Abner estaba saliendo de la habitación, el enfermo lo señaló y le dijo:
-¡Abner, aunque te he perdonado, te advierto que si llego a levantarme de esta
cama, es mejor que te olvides de todo lo que he dicho, pues tú sabes bien que yo ten­
go la razón en lo que a la cerca se refiere!
Lo cierto es que el perdón solicitado y ofrecido por ese hombre fue muy superfi­
cial y dista mucho de lo que Dios espera de nosotros. Jesús nos enseñó a orar con
estas palabras: “Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos
a todos los que nos han hecho mal” (Lucas 11:4). Si yo quiero que Dios me perdone,
entonces me toca estar dispuesto a perdonar a mis semejantes. Es más, el perdón que
yo recibiré de Dios será proporcional a la manera en la que yo perdone a los demás.
Por eso, si espero que el perdón de Dios hacia mí sea infinito, yo tengo que estar dis­
puesto a perdonar a mi hermano por lo menos “setenta veces siete” (Mateo 18:22).
¿Cómo está tu capacidad de perdonar? ¿Eres de los que dice: “Te perdono, pero...”?
Si Dios no tiene “peros” para regalarte su perdón, ¿consideras sabio que tú los tengas
a la hora de perdonar a quien te ha agraviado?
#perdón #AprendeaPerdonar
Amigos

E
n un artículo publicado en Adventist Review, De Witt S. Williams destacó
el papel fundamental que desempeña la amistad en la vida de los seres hu-
manos. De Witt hace referencia a varias investigaciones, entre ellas la que
llevó a cabo el Dr. Lester Breslow, decano de la Facultad de Salud Pública de la
I Iniversidad de California. El Dr. Breslow estudió a siete mil participantes durante
( asi una década. “Cuando comenzó el estudio, preguntó a cada uno de los partici­
pantes cuántos amigos cercanos tenían. Al final del periodo de nueve años, descu­
brió una relación directa entre la cantidad de participantes que murieron y el nú­
mero de amigos cercanos que tenían. La comparativa mostró que, dentro de cada
grupo de edad, morían el triple de personas de las que tenían menos amigos que ele
las que tenían más amigos cercanos”. Parece que para tener una gran vida se re­
quiere que tengamos grandes amigos.
¿Por qué? ¿Qué poder tienen los amigos que son capaces de extendernos la vida?
lames Lynch, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland,
dice que “la falta de amor y la soledad” son factores que desembocan en enfermeda­
des coronarias y muerte prematura. Ahora puedes comprender la razón por la que en
el principio, aunque todo lo que había creado era “bueno en gran manera”, Dios dijo:
“No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 1:31; 2:18, RV95). Los amigos son
uno de los mejores medios para erradicar esa soledad que no genera nada bueno.
En su libro Cómo ser un mejor amigo de por vida, John Townsend nos dice cuáles
son esos amigos que tienen la capacidad de prolongar tus años de vida: son los que
saben dónde vives, en qué trabajas, los que conocen tu historia, qué te gusta y qué
no te agrada, los que están al tanto de tus sueños y de tus heridas; son esos que de­
sean pasar tiempo a tu lado, con los que compartes lo que te pasa, sea bueno o malo.
Son tu “anestesia para superar los momentos difíciles” (p. 25). Son los que cumplen
estos requisitos: “U n amigo es siempre afectuoso, y en tiempos de angustia es como
un hermano” (Proverbios 17:17). ¿Tienes amigos así? ¿Eres un amigo así?
#UnAmigoValeOro #amistad
Vacante
para una profetisa

S
upongamos que eres gerente general del Departamento de Profetas del cielo y
tienes una vacante, pues necesitas urgentemente un profeta para el tiempo del
fin. Mientras revisas los currículum vitae que te han enviado por correo electró­
nico encuentras el de una jovencita que dice lo siguiente:
• Tengo dieciséis años y estoy soltera.
• Apenas sé leer y escribir, pues no terminé el tercer curso de primaria.
• Mi médico dice que tengo tuberculosis, que mis pulmones están muy enfermos
y que además tengo problemas cardíacos. El está seguro de que moriré en cual­
quier momento.
• Durante varias semanas no he podido pronunciar más que un susurro.
• No puedo escribir mucho debido a que mi sistema nervioso no funciona adecua­
damente.
• Estoy postrada en cama y me cuesta caminar.
• Los frecuentes ataques de tos y las hemorragias pulmonares me han dejado con
pocas fuerzas.
¿Te animarías a darle el trabajo a esta jovencita? Te seré sincero: yo no se lo daría.
Por suerte, yo no soy el responsable de designar profetas; eso le corresponde a Dios, y
él sí es capaz de tomar a esa jovencita y transformarla en una profetisa cabal. ¡De he­
cho, lo hizo! El cuadro que te acabo de mencionar no es resultado de mi imaginación,
es la descripción que da ]. N. Loughborough, el primer historiador adventista, en su
libro The Great Secnnd Advent Movement, de la condición en la que se encontraba
Elena de White antes de recibir su primera visión en diciembre de 1844-
¿Cuántos años vivió Elena después de esa visión? Setenta y uno. ¿Cuántas pá­
ginas escribieron esas manos temblorosas, incapaces de dominar un lápiz? Más de
cien mil. ¿De qué escribió esa joven semianalfabeta? De salud, psicología, filosofía
de la educación, teología, escatología, familia, y muchos temas más. ¿Cuántos ser­
mones predicó? Se estima que pronunció diez mil sermones y discursos mientras
viajó por América, Europa y Australia.
Pablo escribió: “Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer su buena obra
en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese” (Fili-
penses 1:6). Si Dios pudo hacerlo en la vida de Elena de White, ¿no podrá hacerlo
en la tuya?

#elDiosdelosMilagros #PoderdeDios
on toda la ingenuidad del mundo, el niño se acerca a su padre y le dice:

C -Papá, ¿es Satanás más grande que yo?

-Sí, mi niño -respondió el papá.


-¿Es más grande que tú? -preguntó el niño.
-Sí, hijo mío, es más grande que yo.
Muy sorprendido de la respuesta, el niño queda pensativo y formula una nueva
cuestión:
-¿Es más grande que Jesús?
-N o, hijo mío -contestó el papá-, Jesús es más grande que él.
Entonces, con una sonrisa en sus labios, el niño exclamó:
-¡Pues no le tengo miedo!
Tú tampoco tienes que tenerle miedo al diablo. Satanás es un enemigo que ya fue
derrotado. Jesús describe ese cuadro en estos pasajes de Lucas: “Mientras el hombre
fuerte [Satanás] y armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. Pero cuando
viene otro más fuerte [Jesús] que él y lo vence, le quita todas las armas en que con­
fiaba y reparte el botín” (Lucas 11:21, 22, RV95). El “hombre fuerte” no solo ha sido
derrotado por Jesús, también ha sido desarmado y sus despojos han sido repartidos.
Para dejar claro cuán avasallante fue la victoria de Jesús sobre Satanás, el doctor
Lucas usa una palabra griega muy conocida en su época: panoplian; de ella deriva el
vocablo castizo “panoplia”. La panoplia no era una parte de la armadura, era la arma-
dura completa. Satanás había confiado en sus armas durante miles de años; pero
( Yisto ha echado por tierra todas sus infernales artimañas, le ha quitado la armadu­
ra y ha desvelado el carácter malvado del enemigo de los seres humanos.
Las palabras de Lucas me hacen recordar este pasaje de Pablo: “Y [Cristo] despo­
jó a los principados y a las autoridades y los exhibió públicamente, triunfando sobre
ellos en la cruz” (Colosenses 2:15, RV95). ¿Cómo que lo “despojó”? Sí, eso significa
que el Señor le quitó “la vestimenta” al diablo; lo dejó desnudo; le quitó la armadura.
Aunque no podemos obviar el hecho de que el diablo sigue siendo un enemigo muy
peligroso, no olvides que tú eres hijo del “más fuerte”, es decir, de Cristo. Y el poder
i le Jesús te dará la victoria sobre las fuerzas del mal.
#SoyHijodelFuerte #VictoriaenJesús

k i
Aif MUÑI
U
n día como hoy, en 1939, se inauguró el salón de la fama del béisbol en la
ciudad de Cooperstown, Nueva York. Su finalidad es conservar la historia
del béisbol, exhibir objetos importantes de la historia de ese deporte y, so­
bre todo, honrar a los mejores jugadores, dirigentes y personalidades relacionados
con el béisbol. El lema del salón es: “Preservar la historia, honrar la excelencia, co­
nectar generaciones”. Ese día, los primeros cinco jugadores en ingresar al salón de la
fama fueron: Ty Cobb, Babe Ruth, Honus Wagner, Christy Mathewson y Walter
Johnson. En 2014 los dominicanos celebramos por todo lo alto la llegada a ese pabe­
llón del estelar lanzador Pedro Martínez.
¿Sabías que la Biblia también tiene un “salón de la fama”? Lo puedes encontrar
en el capítulo 11 de Hebreos. En dicho capítulo se conserva la historia de los grandes
héroes de la fe, que hoy nos sirven de ejemplo. También honra la excelencia de los
que, por fe, “conquistaron reinos, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuo­
sos, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga
ejércitos extranjeros” (Hebreos 11:33, 34, RV95). Y, sobre todo, conecta las genera­
ciones pasadas con el presente, ya que el poder de Dios que obró en esos gigantes de
la fe está a nuestra disposición hoy.
Te diré algo más con respecto al “salón de la fama” de los hijos de Dios: la cere­
monia de premiación no se ha realizado. ¿Por qué? Porque Dios todavía tiene espacio
para que tú y yo formemos parte de esa galería espiritual. Nosotros tenemos la opor­
tunidad de formar parte del salón de la fama de los hijos de Dios. A sí que desde hoy
debes proponerte marcar la diferencia, procurar la excelencia en todo lo que empren­
das y, sobre todo, no dejes de colocar a Jesús en primer lugar en tu vida. Si lo haces,
podrás recibir la recompensa junto a Abraham, David, Daniel y el resto de los héroes
de la fe en la gran ceremonia de premiación en el reino de los cielos. ¡Te espero!
#SalóndelaFamaEspiritual
C
uando la autora alemana Christiane Zschirnt preparó una lista con los libros
que toda persona debería leer, la inició con la Biblia y, con mucho acierto,
declaró: “Los conocimientos que transmite la Biblia conforman el mayor
sustrato común del mundo occidental”. No puede ser casualidad que las más encum-
liradas obras literarias de nuestra civilización estén en deuda con las Sagradas Escri-
i liras. La Biblia es omnipresente en libros como El Quijote de Cervantes o El paraíso
perdido de Milton. Lo mismo puede decirse de La divina comedia de Dante, Los her­
manos Karamazov de Dostoievski; por no hablar de los poemas de Amado Ñervo,
( ¡abriela Mistral o Rubén Darío. Hace algunos años se publicó un artículo en el
prestigioso periódico The New York Times que catalogó la Biblia con el bien mereci­
do título “Libro de los libros”.
La Biblia también inspiró la fundación de las más prestigiosas universidades. Por
ejemplo, en 1636, la Iglesia Congregacional fundó la Universidad de Harvard, quizá
la más acreditada del mundo, como un centro para estudiar Teología. La Universi­
dad de Yale fue fundada como una institución cuyo propósito principal era preparar
pastores. La Universidad de la Sorbona, en París, inició como un centro de estudios
especializados en las Sagradas Escrituras. De hecho, hasta muy avanzado el siglo
XIX, los grandes centros de educación superior de Occidente casi siempre fueron ad­
ministrados dentro de los parámetros presentados en la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios también desempeñó un papel vital en el establecimiento de
hospitales, en la correcta estimación de la dignidad humana, en la ciencia, en la abo­
lición de la esclavitud, en el arte, en la música, en la educación de la mujer, en la
lormación de ideales de libertad para todos, en el respeto de los derechos humanos,
lis innegable que la Biblia es el libro que transformó y estableció las bases de nuestra
civilización. La lectura de la Biblia te ayudará a “hacer toda clase de bien”, porque la
Palabra de Dios no solo es un libro inspirado, sino ¡también un libro inspirador!
#unLibro!nspirador #laPalabradeDios!nspira
¡%r ¡ Dime cómo
te vistes y te diré...

i c & uegos mentales: A veces una bata blanca no es solo una bata blanca”. A sí ti-
I tuló la periodista Sandra Blakeslee un artículo publicado en The New York
J r Times. El escrito gira en torno a un estudio que apareció en la página web de
The Journal of Experimental Social Psychology. En dicho estudio se analizó el papel
que desempeña la vestimenta en lo que los neurocirujanos llaman “cognición corpo-
ral”. Según el Dr. Adam D. Galinsky, de la Northwestern University, “nuestra vesti­
menta afecta a la forma en la que nos perciben los demás y a lo que pensamos de
nosotros mismos”.
Para comprobar esto el Dr. Galinsky hizo varios experimentos. Por ejemplo, reu­
nió a cincuenta y ocho estudiantes y los dividió en dos grupos. A un grupo les pidió
que usaran ropa de trabajadores de la calle; y al otro grupo les puso una bata blanca
de laboratorio. Después llevó a cabo una prueba de atención. ¿Y qué crees? La prueba
puso de manifiesto que los estudiantes con atuendo de científicos cometieron un cin­
cuenta por ciento menos de errores que el otro grupo.
En otro estudio, Galinsky utilizó a setenta y cuatro estudiantes. Tomó el mismo
número de batas, pero a un grupo le dijo que eran batas de pintores y al otro le dijo
que eran batas de médicos. Tras realizar la prueba, el grupo que creyó tener la bata
de médico fue considerablemente superior al que creía que tenía la bata de pintor. La
conclusión del estudio es que la forma en que la gente se viste cambia su estado psi­
cológico. Entonces, ¿tiene importancia la vestimenta? Claro, porque constituye un
reflejo de lo que realmente eres y de lo que representas. Como dice el Dr. Galinsky:
“La ropa invade el cuerpo y el cerebro”.
¿Creías que la ropa solo era un pedazo de tela que nada más servía para cubrir o
resaltar alguna parte de tu cuerpo? Tu vestimenta es más significativa de lo que su­
pones. Sin embargo, como ese tema es bastante complejo, concluyo con estas pala­
bras: “Vestios, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable miseri­
cordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia” (Colosenses 3:12,
RV95). ¡Esa es la mejor vestimenta!
#VistoComoCristiano AEst ilodeVida

■ ' , ........................... -r. ; r'jl "!i ' : ............................. ¡ r ' —I........................................... — i - , ‘ . 1 ir ,’ Ul^ i
B ie n v e n id o
a casa, Jesús

" |P 1 | obby Robins sirvió como piloto de las Fuerzas Aéreas durante la primera gue-
h C rra contra Irak. Tras completar trescientas misiones, se le informó de que
JL %> podía dejar la base y regresar a casa. Como quería sorprender a su esposa e
Ilijos, no les avisó de su llegada, sino que le pidió a uno de sus amigos que lo recogiera
en el aeropuerto y lo llevara a su casa. Después del largo viaje en avión, Robby reco-
i rió un extenso trayecto por tierra que duró toda la noche. Cuando su amigo lo dejó
líente a la casa, justo después de salir el sol, se encontró con un inmenso letrero que
decía: “¡Bienvenido a casa, papá!”
¿Cómo había sabido su familia que Robby estaba de regreso si nadie los había lla­
mado para avisar? Dejemos que Robby nos dé la explicación:
“Cuando entré en la casa, los niños, que se estaban preparando para ir a la escuela,
gritaron, ‘¡Llegó papá!’ Susan, mi esposa, salió corriendo por el pasillo, peinada, ma­
quillada y ataviada con un deslumbrante vestido amarillo. ‘¿Cómo sabías que hoy
llegaría a la casa?’, le pregunté. ‘No lo sabía -respondió Susan mientras lloraba de
alegría- Cuando nos enteramos de que la guerra estaba por terminar, sabíamos que
ibas a volver en cualquier momento. Por tanto, para que tu venida no nos tomara
por sorpresa, decidimos estar preparados en todo momento’ ”,
¿No crees que nos vendría bien seguir el ejemplo de esta familia y estar prepara­
dos todos los días para el regreso del Señor? Por supuesto, esa preparación no implica
que hemos de perder el interés por los asuntos de esta tierra. No es dejando de traba­
jar, ni de estudiar, ni teniendo una actitud negligente hacia nuestros deberes terrena­
les como demostramos que estamos listos para recibir al Señor.
El Evangelio de Lucas se refiere a una de las cosas que ponen de manifiesto si no­
sotros estamos haciendo los arreglos necesarios para recibir al Señor en su segunda
venida: “Estén ustedes preparados, orando en todo tiempo, para que puedan escapar
de todas estas cosas que van a suceder y para que puedan presentarse delante del
I lijo del hombre” (Lucas 21:36). ¿Cómo podemos estar listos para el regreso del Se­
ñor? “Orando en todo momento”. Y una excelente oración sería esta: “Bienvenido a
i u casa, Jesús, te abro la puerta de mi corazón”.
#EsperandoSuVenida #OrandoSinCesar
Una cruz
en tu nombre

C
uenta una historia que, desde antes de ascender al trono de Francia, el rey
Luis XII, conocido como el “Padre del pueblo”, tenía muchos adversarios.
Tan pronto fue entronizado como rey, llamó a sus consejeros y les ordenó
preparar una lista con el nombre de todos sus opositores y enemigos. Tras recibir el
documento, el rey marcó con una cruz el nombre de todos los integrantes de la lista.
Cuando esta noticia llegó a oídos de sus enemigos, estos trataron de huir, pues
dieron por sentado que aquella cruz era sinónimo de una sentencia de muerte. A l
enterarse del miedo de sus detractores, Luis XII decidió entrevistarse con cada uno
de ellos y explicarles que la cruz no era un símbolo de castigo, sino de perdón. Lue­
go les dijo que dicha marca le permitía poner en acción el ejemplo dejado por Cris­
to, cuando exclamó en la cruz del Calvario: “Padre, perdónalos, porque no saben
lo que hacen” (Lucas 23:34).
Con este gesto de perdón, Luis XII puso de manifiesto su grandeza como monar­
ca y como ser humano. Sin duda, Napoleón Bonaparte estaba en lo cierto cuando
dijo: “El perdón nos hace superiores a los que nos injurian”. Cristo mostró su superio­
ridad al perdonar a quienes le ocasionaron la muerte, y sigue dando evidencia de su
grandeza cuando día tras día pone su perdón al alcance de todos. El, que nunca pecó,
ha colocado su cruz al lado de tus pecados, no para condenarte, sino para salvarte.
Por su muerte en la cruz tú puedes recibir “el perdón de los pecados y una herencia
en el pueblo santo de Dios” (Hechos 26:18).
Si, como me suele ocurrir a mí, tú también has pecado, has faltado a la norma
divina y has pisoteado los mandamientos del Rey del universo, la solución no es huir
de la presencia del Monarca celestial, sino acudir a él y, como el hijo pródigo, decirle:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti” (Lucas 15:21, RV95). Puedes confiar
plenamente en estas palabras: “Hijitos, les escribo a ustedes porque Dios, gracias a
Jesucristo, les ha perdonado sus pecados” (1 Juan 2:12). A l lado de tu nombre, Dios
ha colocado una cruz. No lo olvides nunca.
#UnaCruzenmiNombre #PerdónDivino
C
uando tenía nueve años, Rachel Beckwith logró salvar la vida de sesenta
mil personas. Sin embargo, doy por sentado que no habías escuchado ab­
solutamente nada de esa gran hazaña, ¿verdad? Lamentablemente, los me-
dios de comunicación suelen resaltar cualquier simpleza que se halle asociada con
la política o con la farándula, mientras que los grandes héroes del mundo pasan
desapercibidos ante nosotros.
Poco antes de celebrar su cumpleaños número nueve, Rachel se enteró de
• |ue, debito a la falta de agua potable, millones de niños africanos perecían antes de
i iimplir los cinco años. ¿Qué puede hacer una niña por esos niños? La respuesta ob­
via pudiera ser: ¡Nada! No obstante, Rachel hizo más de lo que ella misma piulo ha­
ber imaginado. Lo primero que determinó fue unirse a Charity Water y comenzar a
uraudar fondos para llevar agua potable a los niños de Africa. En la página electró­
nica de Charity Water publicó este anuncio: “Les pido a todos mis conocidos que
i li uien dinero para mi campaña en vez de hacerme regalos de cumpleaños”.
Rachel Beckwith no pudo contemplar el cumplimiento de su sueño. Mientras su
lumilia viajaba por una autopista de Seatle, una colisión de trece vehículos puso fin
a la vida de esta niña. A l enterarse de la noticia, muchos de sus conciudadanos co­
menzaron a depositar dinero en la cuenta de Charity Water. Luego se les unió gente
i le l odo el estado de Washington, de toda la nación y de otros países. Gracias a la
i ampaña iniciada por Rachel, Charity Water recaudó más de un millón cuatrocien-
los mil dólares. Actualmente, por la iniciativa de Rachel, más de sesenta mil perso­
nas reciben agua potable y miles de niños se libraron de una muerte segura.
Rachel se empeñó en conseguir agua para satisfacer la sed, una sed física, de mi­
les de personas. ¿No te preocuparás tú por compartir el “agua de vida” con aquellos
que mueren a causa de su sequía espiritual? Es tarea nuestra proclamar esta invita­
ción: “Y el que tenga sed, y quiera, venga y tome del agua de la vida sin que le cueste
nada” (Apocalipsis 22:17). Imitemos a Rachel. No dejemos que el mundo muera sed,
i Icmosle el “agua de vida”.
#ComparteelAguadeVida #ComparteaJesús
A
pesar de que solo tenía seis años, todavía recuerdo con emoción el momento
cuando mi mamá me regaló un radiocasete portátil. Junto con el radiocasete
. venía una casete (en ese tiempo no existían los CD) de un cantautor español.
Una de las canciones que más impresionó mi mente infantil tiene un título bastante
simple: “Dime”. Narra la historia de un individuo que, cansado de tanta maldad, acude
a Dios y le hace una serie de preguntas:
Dime.
¿Por qué la gente no sonríe?
¿Por qué las armas en las manos?
¿Por qué los hombres malheridos?
Dime, Dime.
¿Por qué los niños maltratados?
¿Por qué los viejos olvidados?
¿Por qué los sueños prohibidos?
Entender en toda su plenitud las razones de por qué sufrimos no está a nuestro
alcance. Pero sí podemos hallar la respuesta a una pregunta más certera y con
mucho más sentido: ¿Para qué, Señor? Después de todo, el porqué es algo que no
podemos evitar.
Preguntemos para qué; es decir, con qué fin. Pablo nos ayuda con el para qué
sufrimos en dos pasajes de su segunda C arta a los Corintios. El comprendió que
todo le había sobrevenido:
“Para que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios” (2 Corintios 1:9, RV95).
Todos los ataques de Satanás, todo lo malo que le ocurrió a Pablo mientras libraba el
gran conflicto en su propia vida, en lugar de destruir su fe, lo que hizo fue confirmarla.
Como dice Elena de White: “Los mismos obstáculos y dificultades que encontremos
servirán para fortalecer nuestra fe al vencerlos” (Sermones escogidos, t. 1, cap. 5, p. 42).
“Para que podamos también consolar a los que están en tribulación, por medio de la
consolación con que nosotros somos consolados por Dios” (2 Corintios 1:4, RV95).
A sí como Dios nos consuela con su amor, con su misericordia, nosotros hemos de
llegar a ser el medio que él utilice para consolar a otros. Dios aprovecha las circuns­
tancias difíciles de la vida para desarrollar en nosotros la sensibilidad necesaria que
nos permitirá tender la mano a los demás. ¿Estás pasando por un momento doloroso?
No te desesperes y pídele a Dios que te ayude a entender el para qué...
#PropósitoDivino #TodoTieneunaRazón
Más
que palabras

M
uchos de nosotros hemos crecido repitiendo de memoria la oración modelo
que el Señor Jesús les enseñó a sus discípulos: el Padrenuestro. ¿Pero nos he­
mos detenido tan siquiera un momento para reflexionar en lo que dice di-
i ha plegaria? Hace un tiempo encontré el siguiente mensaje que compartiré contigo:
No puedo decir “Padre” si no intento diariamente vivir como su hijo.
No puedo decir “Nuestro” si solo vivo para mí mismo.
No puedo decir “Que estás en los cielos” si solo me importa lo terrenal.
No puedo decir “Santificado sea tu nombre” si no lo honro.
No puedo decir “Venga tu reino” si solo pienso en la grandeza de este mundo.
No puedo decir “Hágase tu voluntad” si no la acepto en mi vida.
No puedo decir “En la tierra como se hace en el cielo” si para mí no es relevante.
No puedo decir “Danos hoy el pan que necesitamos” si no tengo interés en los demás.
No puedo decir “Perdónanos el mal que hemos hecho” si guardo rencor a mi prójimo.
No puedo decir “N o nos expongas a la tentación” si deliberadamente me someto
a la voluntad del pecado.
No puedo decir “Líbranos del maligno” si no estoy dispuesto a poner sobre mí la
armadura del Espíritu.
No puedo decir “Porque tuyo es el reino” si él no es el rey de mi vida.
No puedo decir “El poder” si no recibo su fortaleza.
No puedo decir “La gloria” si nada más procuro mi propio honor.
No puedo decir “Por los siglos de los siglos” si el horizonte de mi vida se limita al
“aquí” y “ahora”.
No puedo decir “Amén” si no puedo decir todo lo demás.
En resumen, la oración no es una práctica que se limita a recitar una retahila de
palabras, a veces inconexas. Más que tus expresiones, en la oración cuenta mucho lo
i |iie haces en tu diario vivir. Y es que todo lo que hagas, de una u otra manera, cons-
i ituye una oración. A eso se refirió el apóstol cuando declaró por escrito: “Oren en
indas partes” (1 Timoteo 2:8); “oren en todo momento” (1 Tesalonicenses 5:17) y “no
i lejen nunca de orar” (Romanos 12:12). ¿No te gustaría que hubiera siempre coheren­
cia entre lo que dices cuando oras y lo que practicas en tu diario vivir?
#OraciónModelo
*

U
rías Smith fue uno de los pioneros de la Iglesia Adventista. Es muy conoci­
do por sus exposiciones sobre profecías, su papel durante los debates en el
Congreso de 1888 y su protagonismo en el desarrollo doctrinal de nuestra
iglesia. También fue un fiel detensor de la separación de la iglesia y el estado y un
aguerrido opositor de la esclavitud; pero ¿sabías que Urías Smith también desta­
có como inventor?
Cuando tenía trece años, a Smith le amputaron la pierna izquierda. Aunque en
la actualidad este tipo de operaciones quizá no tenga mayores complicaciones, a me­
diados del siglo XIX las cosas eran muy distintas. Como bien lo ha descrito George
R. Knight en su obra Introducción a los escritos de Elena G. de White, en esa época
las atenciones médicas eran muy precarias. Los médicos apenas recibían una forma­
ción académica que duraba entre cuatro y ocho meses. No había enfermeras de pro­
fesión, los hospitales parecían mataderos y todavía no se había popularizado el uso
de la anestesia (pp. 465-471). Cortar una pierna sin ningún paliativo para el dolor
tenía que ser algo espantoso. Así, sin anestesia, le cortaron la pierna a Smith. El doc­
tor Amos Twitchell llevó a cabo la operación en no más de veinte minutos.
¿Qué hizo Smith con su infortunio? ¿Se fue a pedir a la calle? ¿Consideró que
Dios había sido injusto al permitir que le amputaran esa parte de su cuerpo? Nada de
eso. En lugar de poner límites a su desarrollo personal, su discapacidad llegó a ser una
bendición para su vida, puesto que le impulsó a buscar alternativas creativas para
sobrellevar su situación. Como la tosca pierna artificial que le ofrecieron no le gustó,
además de que le resultaba bastante incómodo moverse con ella, inventó una que
tenía mucha más flexibilidad en la rodilla y en el tobillo. Patentó el invento en 1863,
y lo vendió en grandes cantidades durante la Guerra Civil Norteamericana.
Salomón dijo: “Quien se rinde ante un problema, no demuestra fuerza ni carác­
ter” (Proverbios 24:10, TLA). Urías no se rindió. Ante la adversidad demostró la
fuerza de su carácter. Tú cuentas con toda la ayuda divina; por tanto no te rindas
ante la adversidad. ¡Quién sabe si hará de ti un inventor!
#NoTeRindas
S
é que no me puedes oír, pero hoy tengo un deseo irresistible de hablarte. Tu
ausencia me ha enseñado tantas cosas. La última vez que te vi, quise abrazar­
te, como siempre lo hacía. No pude. Estabas en la cama, no te pedí que te
levantaras. Pensé que tendríamos muchas oportunidades para abrazarnos después.
¡( luán equivocado estaba! Fue otra la que te abrazó. La muerte súbitamente te
lomó en sus brazos, y no te soltó. No quiero volver a cometer ese error. Aprendí a
nunca más dejar de lado la oportunidad de abrazar y besar a un ser querido. Maña­
na probablemente no llegará.
Tus sueños se esfumaron. Tus metas se derrumbaron de imprevisto. Ni siquie-
ni viste crecer a tu niño. C uán diferente ha sido mi vida. Sigo soñando, sigo al­
canzando metas. Mis hijos reciben mis besos y abrazos. Tu muerte me enseñó a
ser agradecido.
Tus travesuras dejaron una pequeña cicatriz en mi frente; pero tu partida dejó
una herida incurable en mi corazón. Recordar tu amplia sonrisa todavía me pro­
duce una agradable sensación de paz; tu muerte ha hecho que la tristeza siga ape­
gada a nuestras almas como una enredadera. Tú eras el centro de atención de todos
en la familia, ahora nuestro centro se llena de tu ausencia.
Eras temeroso de la oscuridad y de la soledad. Y te dejamos en esa tumba vacía,
Iría, oscura. Por suerte, no sabías que te estábamos dejando allí; pues hubieras pata­
leado y llorado, como ahora lloramos nosotros.
José, mis lectores son gente como tú: jóvenes, con sueños, con iniciativas. Mu-
i bachos que viven sin pensar que la vida se les puede escurrir en un instante, ahora
mismo; suponen que sus días no terminarán ni hoy, ni mañana... Ignoran que la
muerte, esa insaciable enemiga, siempre está al acecho, esperando el momento pre­
ciso para lanzar su último ataque.
Cuando te dejamos en la tumba, hice mías las palabras que pronunció Elena de
White en el funeral de su esposo: “Te encomiendo mi tesoro, Señor, hasta la mañana
i Ir la resurrección”. La oscuridad y la soledad que te rodean darán paso a un mundo
rn el que ya no habrá más muerte ni dolor. A llí podré volver a abrazarte.
#esperanza Resurrección
Una pequeña...

IH É
2 S S ; S S ¿ ‘£ í í í ^

E
l 8 de octubre de 1871 ha pasado a la historia como un día inolvidable para la
ciudad de Chicago. Esa noche un voraz incendio arrasó con ese gran centro
urbano. ¿Cómo se originó dicha llamarada? No hay una versión oficial sóbre­
lo que provocó esa inmensa tragedia.
U na de las versiones dice que todo comenzó con una vaca. ¿Una vaca? ¡Sí, con
una vaca! Cuentan que la vaca estaba en su establo cuando se le ocurrió patear una
lámpara de queroseno. Como el establo se hallaba repleto de paja, de inmediato se
encendió. En ese tiempo, Chicago atravesaba una terrible y larga sequía y, en un
abrir y cerrar de ojos, el viento extendió las llamas a los campos secos.
Otra versión asegura que todo comenzó mientras un grupo de hombres se en­
contraban jugando a los dados en un lugar repleto de paja. Como en ese tiempo los
juegos de azar estaban prohibidos después de la puesta del sol, el grupo de amigos
se refugiaba allí y jugaban alumbrados por una lámpara de gas. Esa noche un señor
de apellido Cohn golpeó la lámpara, el pajar se incendió y el fuego se propagó por
todas partes.
Sea cierta una u otra versión, el caso es que las llamas se extendieron hacia el
norte y también hacia el sur. Como las casas eran de madera, e incluso hasta las ca­
lles estaban pavimentadas con madera de pino, literalmente las calles ardían. Los
bomberos tardaron tres días en apagar las infernales llamaradas. Los resultados
fueron devastadores: casi veinte mil casas, escuelas y fábricas quedaron hechas ce­
nizas; más de trescientas personas murieron y otras cien mil lo perdieron todo.
Y todo comenzó con una simple lámpara de gas. ¡Qué gran poder de destruc­
ción tiene el descuido de las cosas pequeñas! U n proverbio judío dice que “el que
descuida las cosas pequeñas terminará en la ruina”. N o hay pecado pequeño. No
hay transgresión insignificante. A sí como una tijera pequeña puede cortar el lazo,
ese pequeño error, esa “zorra pequeñita”, ese simple pecado que atesoras en el co­
razón puede echar a arder todo en tu vida. Aléjate de esa “pequeña locura”. Tú
sabes a cuál me refiero.
#CuidalasCosasPequeñas #LosDetallesImportan
El complejo
de Narciso

S
egún los psicólogos, tú yo vivimos en “la era de Narciso”. ¿Quién es Narciso?
Según una antigua la leyenda, Narciso era un hombre muy apuesto. Un día se
inclinó en un manantial para beber agua y, tras haber contemplado la belleza
i le su propio rostro reflejada en el agua, se enamoró de sí mismo. U na de las versiones
i le la leyenda dice que cuando Narciso vio su silueta en el agua, al sentirse el hom-
Is e más lindo del mundo, quiso abrazarse y besarse, y se ahogó en el intento.
¿Eres como Narciso? ¿Estás enamorado de ti mismo o de ti misma? Probable­
mente dirás que no; no obstante, las estadísticas revelan datos verdaderamente
Iaeocupantes.
Un estudio realizado entre 1982 y 2006, que abarcó a más de quince mil estudian-
íes universitarios, puso de manifiesto que ese sector de la población se ha tornado in-
m'portablemente narcisista. Según la investigación, los jóvenes tienden a considerarse
superiores al resto de los mortales. A l llenar el formulario denominado “Inventario de
I\ ■rsonalidad N arcisista”, los estudiantes afirmaron: “Si yo gobernara el mundo sería un
li igar mejor”, “Creo que soy alguien muy especial”, o “Yo puedo vivir mi vida como me
Iilazca”. ¿Acaso no han salido de tu boca esas mismas expresiones?
Hablando a los Narcisos de hoy, el amigo Pablo nos advierte: “Por el encargo que
I 'ios en su bondad me ha dado, digo a todos ustedes que ninguno piense de sí mismo
más de lo que debe pensar” (Romanos 12:3). Alguien podría suponer que el apóstol
está atentando contra la autoestima. Por supuesto que no; sin embargo, la línea de-
mamatoria entre la autoestima y la exaltación propia es muy delgada. La Reina-Va-
lera de 1995 dice en Romanos 12:3 que cada quien debe pensar “de sí con cordura”.
I.a palabra griega traducida “cordura” es sofrenéo, y significa “estar en sus cabales”,
“pensar con sabiduría”. Cuando yo tengo un concepto de mí mismo más allá del que
debo tener, estoy fuera “de mis cabales”; por ende padezco un trastorno psicológico:
el complejo de Narciso.
¿Cómo se cura el complejo de Narciso? Reconociendo que todo lo que somos o
I'i idamos llegar a ser, es resultado de la gracia divina y no de nuestras cualidades
personales.
#PiensaconSabiduría #humildad
cs 1° más importante en tu vida?” Con esa pregunta Albert Pujols,
¿I f i a estrella de Los angelí nos de Anaheim, recibe a cada jugador que
/ ^ j^ d lc g a a la primera base. Cuando los jugadores cuestionan a Pujols en
cuanto a por qué les plantea esa cuestión, él responde: “Te lo pregunto porque hay
algo más que el juego”.
En la primera etapa de su vida, jugar al béisbol era lo más importante para Pujols,
pero como él mismo nos cuenta, su perspectiva cambió radicalmente:
“No quiero que la gente me recuerde como un jugador de béisbol. Para mí es más
importante mi manera de ser fuera del campo que lo que hago dentro del campo.
Sí, quiero ser un gran jugador de béisbol, pero también quiero ser un papá y un es­
poso piadoso, así como un ejemplo para mis hijos.
“Si me hubieras preguntado esto hace veinte años, te hubiera dicho que se trataba
de mí. Sin embargo, todo cambió cuando encontré el amor y a alguien que llenó
•-f ese vacío que sentía: Jesucristo, que murió en la cruz por mis pecados. Y por eso
puedo decir que yo soy segundo” (Yo soy segundo, p. 77).
Pujols lia ganado el premio al Jugador Más Valioso en tres ocasiones. Ha sido ele­
gido nueve veces al juego de estrella. Es el único jugador en la historia de las Grandes
Ligas en batear treinta jonrones y empujar más de cien carreras en sus primeros diez
años como profesional. La revista Sport Illustrated lo nombró jugador de la década
(2000-2010). Sin duda alguna, Albert es un atleta de primer nivel; no obstante, su
mayor grandeza radica en decir de sí mismo: “Yo soy segundo”. ¿Por qué? Porque para
él el primero es Dios, y lo más importante es Jesús.
¿No te parece que nos vendría muy bien hacer de Jesús lo más importante de
nuestra vida? Ya lo dijo Pablo: “Cristo es el principio de rodas las cosas. Por eso él fue
el primero en resucitar, para que ocupe el primer lugar en todo” (Colosenses 1:18,
TLA). Jesús resucitó para ocupar el primer lugar en tu vida; por tanto, él es lo más
importante. Todo lo demás queda relegado a un segundo plano.
“ Primerojesús =YoSoySegundo
Toda la ley

C
uenta el Talmud que un pagano que anhelaba convertirse al judaismo deci­
dió entrevistarse con Hillel y Shamay, los dos grandes rabinos de la época. El
gentil se acercó primero a Shamay, y le dijo:
-Quiero que me enseñes toda la ley en el tiempo en que yo puedo sostener mi
11 icrpo con un solo pie.
Shamay, que era carpintero, agarró un pedazo de madera y salió detrás del paga-
i» i para golpearlo por haber dicho algo tan estúpido.
Luego, el inquieto gentil visitó a Hillel y le lanzó el misino reto. El sabio rabino
Ir dijo:
-Aquello que te resulta desagradable, no se lo hagas a nadie. En esto se cumple
inda la ley. Lo demás no es más que su comentario.
Si le preguntáramos a Jesús cuál es la quintaesencia de la ley, el Maestro repetiría
mi Regla de Oro, que es una versión positiva de la de Hillel: “A sí pues, hagan ustedes
i ' >n los demás como quieran que los demás hagan con ustedes; porque en eso se re-
munen la ley y los profetas” (Mateo 7:12). Evidentemente, la propuesta de Cristo tiene
mayor alcance que la de Hillel, porque ser bondadosos conlleva más que no hacer
mal a los demás. El amor a Dios y a nuestro prójimo es lo que nos identifica como
cristianos genuinos. Mientras que Hillel exige lo mínimo, no hacer el mal, Jesús de­
manda lo máximo: haz el bien, ama a los demás. A hí radica la diferencia entre un
i l istiano y un simple moralista: en el amor. Con razón el apóstol dijo: “El que tiene
amor no hace mal al prójimo; así que en el amor se cumple perfectamente la ley”
(Romanos 13:10).
Tertuliano, un defensor de la religión cristiana, escribió a principios del siglo
111 d.C. que algunos murmuraban a los cristianos porque estos se amaban mutua­
mente. Según él, los no creyentes, llenos de envidia, vociferaban: “Miren cómo se
aman los cristianos unos a los otros, mientras nosotros nos aborrecemos. Miren
i timo cada uno está dispuesto a morir gustosamente por el otro, mientras nosotros
estamos más dispuestos a matar” (Apología XXXIX). Hoy no te limites a no hacer
mal; procura hacer el bien.
#AmoralPrój imo
:
i La mentira
más grande dei monde
MjWjMIMp
* *

E
n 1994 siete ejecutivos de las principales empresas de tabaco de los Estados Uni­
dos comparecieron ante el House Energy Subcommittee on Health. Cuando se
les preguntó si creían que la nicotina era adictiva, aunque se hallaban bajo ju­
ramento todos declararon que no creían que la nicotina fuera adictiva, a pesar de que
sabían perfectamente “que sus empresas habían hecho todo lo posible para aumentar
los poderes adictivos de la nicotina en los cigarrillos que vendían” (Robert Feldman,
Cuando mentimos: Las mentiras y lo que dicen de nosotros, p. 19).
Decir que la nicotina no es adictiva constituye una mentira de enormes proporcio­
nes, pero ¿será esa la mentira más grande del mundo? Se cuenta que cierto rey quería
averiguar la respuesta a dicha pregunta. Y para ello ofreció darle la posición más impor­
tante de su reino a quien pudiera contarle la mejor mentira. El día señalado, los aspirantes
se presentaron delante del rey y narraron sus respectivas quimeras. Cuando hubo escu­
chado a todos los participantes, el monarca aseguró que no había oído la mentira más
grande del mundo. Mientras reflexionaba en el asunto, le informaron de que uno de sus
consejeros más preparados y confiables no había participado en el evento.
El rey lo mandó a llamar y le preguntó:
-¿Por qué no participaste en la competencia?
-Majestad, lo lamento mucho, pero no puedo tomar parte en un evento de esa na­
turaleza -contestó el consejero.
-¿Por qué no? -preguntó el rey.
-Porque yo nunca miento.
¡Esa sí es una gran mentira!
La Biblia dice cuál es la mentira más grande del mundo: “Si decimos que no tene­
mos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no hay verdad en nosotros” (1 Juan
1:8). El verbo “pecar” lo conjugamos a diario. Yo, tú, él..., todos pecamos. Salomón, un
gran pecador, dijo: “No hay nadie en la tierra tan perfecto que haga siempre el bien y
nunca peque” (Eclesiastés 7:20). ¿Nadie? Nadie.
Todo hijo de Dios, y tú eres uno, es proclive a cometer pecado. En lugar de preten­
der engañar a los demás y a nosotros mismos, nos será más provechoso que aceptemos
la verdad: todos somos pecadores y, precisamente por eso, necesitamos al Salvador.
#NecesitoaJesús
El médico
de los leprosos

A
l ver las manos de Sadan enfermas de lepra, uno de sus amigos le dijo: “Sa-
dan, hay un nuevo doctor en Vellore que ha estado haciendo investigacio­
nes sobre cirugías reconstructivas en las manos y los pies de los leprosos;
I« >r favor, ve a verlo”.
Sadan se puso en marcha hacia Vellore. Cuando la gente veía sus manos y pies
1 1 mtaminados por la lepra, se burlaban de él, lo insultaban y lo repudiaban; pero

Sadan seguía su camino. Estando en Vellore supo que tenía que recorrer cuatro
millas más hasta llegar al Hospital del Colegio Médico Misionero. Se fue a la pa­
lada de autobuses y cuando intentó subir al que le llevaría hasta el hospital, el en­
cargado se lo impidió, pues no permitía leprosos en su vehículo. ¿Te imaginas los
pies de Sadan, ensangrentados y purulentos, haciendo el recorrido? No tenía otra
i ipción más que caminar o perder para siempre la oportunidad de que lo curaran.
Así que decidió caminar.
Finalmente, el Dr. Paul Brand, líder mundial en el tratamiento de leprosos, lo
alendió y le aseguró que muy pronto su piel recobraría la salud. Colocando su mano
mihre los hombros enfermos de Sadan, le dijo: “Duerme bien ahora”. Según Phillip
Yancey, “esta era la primera vez en muchos años que Sadan dormiría bien, no solo
■ lohido a que en su desesperada condición halló esperanza, sino porque cuando nadie
li i había tratado con bondad, por fin aparecieron personas que lo hicieron. Lo trata-
u >n como un ser humano” (Ten Fingers for God: The Life and Work of Dr. Paul
Ihand, p. xviii). En la actualidad, Sadan es un hombre sano y feliz, y sus ojos irradian
gratitud cuando habla del hombre que lo sanó.
En sus tareas como médico, el Dr. Brand supo emular el ejemplo de Jesús. De he­
cho , poner en práctica la compasión del Maestro fue lo que hizo eficaz su labor por
lt >s leprosos de la India.
¿Sabías que así como Paul Brand curó a Sadan de la lepra, Jesús quiere curarte a
i i de la lepra mortal del pecado? Él solo está esperando que tú acudas a él y, como el
leproso de la antigüedad, le digas: “Señor, si quieres, puedes limpiarme” (Lucas 5:12).
Ic aseguro que de inmediato te dirá: “Sí, quiero”.
#JesúsQuiereSalvarte
L
as madres siempre se las arreglan para ayudar a sus hijos a memorizar los tex­
tos de la Biblia. Un ejemplo de ello es la madre de Barry Black. Ella ofrecía a
sus hijos una moneda por cada pasaje de las Escrituras que memorizaran. Al
principio el único interés que Barry tenía en grabar las porciones de las Escrituras era
conseguir dinero para comprar golosinas; sin embargo, con el paso del tiempo las
cosas tomaron un rumbo diferente.
Cuando tenía trece años le tocó aprender de memoria Proverbios 1:10: “Si los
pecadores quieren engañarte, ¡no se lo permitas, hijo mío!” Precisamente, el mismo
día que Barry aprendió dicho versículo, dos jóvenes del barrio le pidieron que les ayu­
dara a darle un “escarmiento” a otro muchacho. Recordando aquella ocasión, Barry
cuenta que sintió que “el poder de Proverbios 1:10 centelleaba en los rincones de mi
alma, y con el poder de ese pasaje rehusé ir con ellos”. A l día siguiente se enteró de
que los muchachos no solo le dieron un “escarmiento” sino que asesinaron al otro jo-
vencito. Uno de los dos jóvenes le confesó a Barry que él no hizo nada, que el otro
había sido el asesino. Sin embargo, ambos fueron condenados a cadena perpetua.
¿Qué libró a Barry de pasar toda la vida entre rejas? Atesorar en su corazón las
preciosas gemas de la Biblia. Memorizar y obedecer lo dicho en Proverbios 1:10 le
salvó de ir a la cárcel. Hoy, el Dr. Barry Black es el 62° capellán del Senado de los
Estados Unidos. Es el primer afroamericano y, hasta ahora, el único adventista del
séptimo día en ocupar tan encumbrada posición.
En ese episodio de la vida de Barry Black nos topamos de frente con el cumpli­
miento de la declaración del Salmista: “¿Cómo podrá el joven llevar una vida limpia?
¡Viviendo de acuerdo con tu palabra!” (Salmo 119:9). A l almacenar en nuestra men­
te las hermosas promesas de Dios, nos apropiamos de las armas más eficaces para
derrotar todas las artimañas satánicas.
Tú siempre tendrás dos opciones: dejarte engañar por los pecadores o vivir según
los dictados de las Sagradas Escrituras. ¿Qué decidirás?
#ElPoderdelaBiblia
si,Ai í
La obra maestra n m i
"’Ai suprema
i
i ¡gg!|s

■j ár .«I#gyflIB
'Y-
ü$
-imalfil v ./

E
n su libro Un minuto para el absurdo, Anthony de Mello cuenta la historia del
maestro que le dice al pintor:

-Cualquier pintor que quiera triunfar ha de trabajar incansablemente duran-


te infinidad de horas. Pero solamente a unos pocos les es dado liberarse de su ego
mientras pintan. Y cuando esto sucede, surge la obra maestra.
Un rato después, uno de sus discípulos se acercó al maestro y le preguntó:
-¿Quién es un maestro?
Y el maestro respondió:
-Cualquiera a quien le sea dado liberarse de su ego. Y, a partir de entonces, la
vida de esa persona será una obra maestra.
¿En qué estás empeñado tú? ¿En “pintar una obra maestra” o en hacer de tu “vida
una obra maestra”? Para pintar bien nada más hay que trabajar “incansablemente
i lurante infinidad de horas”. Sin embargo, “liberarse” del ego es un asunto un tanto
más complejo. El problema es que el ego es tan “bueno” que nadie se libera de él por
su propia fuerza e iniciativa. Y es que liberarme del ego implica independizarme de
mí. ¿Y quién quiere ser independiente de sí mismo? “Ten cuidado de ti mismo”, le dijo
1’ablo al joven Timoteo (1 Timoteo 4:16). Mi principal enemigo soy yo; por ende ten­
go que “salir de mí mismo”, de mi ego, para que mi vida se convierta en una obra
maestra. La pregunta es: ¿Cómo lo hago?
He aquí la respuesta: “C on Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo,
mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de
Ifios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20, RV95). El ego
l iene que ser crucificado. ¿Cómo sabemos que nuestro ego ha sido crucificado? Cuan­
do la fuerza motora de nuestra vida no es nuestra voluntad, sino la de Cristo. A l cru­
cificar nuestro “yo” permitimos que nuestra vida sea vivida por aquel que murió por
nosotros. Y cuando Cristo vive en nosotros, nuestras acciones se convierten en una
gran obra maestra, al punto de que llegamos “a ser un espectáculo para el mundo,
para los ángeles y para los hombres” (1 Corintios 4:9).
Cristo, viviendo en nosotros, hará de nuestra vida la más excelsa obra de arte.
#CrucificaelYo
Me gusta

S
abes qué significa la frase pollice verso? Sin saberlo, la usas más de lo que po­
drías suponer. Es una expresión latina que significa “con el pulgar hacia arri­
ba”. Dicha locución se empleaba en los combates entre gladiadores para defi­
nir la sentencia de un gladiador que había sido derrotado. Hoy, en pleno siglo XXI,
el pulgar hacia arriba tiene una connotación completamente distinta. Si eres uno de
los más de mil millones de miembros activos de Facebook, entonces resulta muy pro­
bable que te hayas esforzado por poner en tu muro una frase extraordinaria, o te ha­
yas tomado una fotografía graciosa, con la intención de conseguir que tus amigos
hagan clic en el pollice verso, es decir, en el “me gusta”.
El “me gusta” permite valorar si el contenido es del agrado del usuario, al mismo
tiempo que notifica a la persona que expuso el tema si es del agrado de alguien más.
Ahora quiero hacerte una pregunta: Si hoy Dios decidiera echarle un vistazo a tu
vida, a tus conversaciones, a tus pensamientos o a tus preferencias, ¿crees que le daría
a “me gusta”? ¿Crees que tus intereses y los de Dios tienen algún punto de convergen­
cia? Para un gladiador de la antigua Roma el pulgar hacia arriba o hacia abajo deter­
minaba si vivía o moría; para nosotros, jóvenes modernos, debería también ser un
asunto de vida o muerte honrar a Dios en nuestros gustos y preferencias.
En el versículo de hoy Pablo declara que le gusta la ley de Dios. ¡Qué maravilla si
de cada joven pudiera decirse lo mismo! ¡Cuán diferente sería nuestra vida si nues­
tras elecciones tuvieran como objetivo que Dios nos diera un “me gusta”! Cuando
era joven solía recitar la Legión de Honor de los Jóvenes Adventistas en las distintas
actividades juveniles de la iglesia, ¿te acuerdas de ella? Aquí la comparto contigo
para que hoy y siempre la motivación de tus acciones sea:
Honrar a Cristo en lo que escoja ver.
Honrar a Cristo en lo que escoja oír.
Honrar a Cristo en la selección de mis compañeros.
Honrar a Cristo en la selección de mis palabras y pensamientos.
Honrar a Cristo en el cuidado esmerado del templo de mi cuerpo.
¿No te gustaría que Dios pusiera un “me gusta” en todo lo que hagas hoy?
#MeGustalaLeydeDios

15
A dónde vas
■/
,

D
e todas las anécdotas que he escuchado sobre Albert Einstein, hay una que
siempre me hace reír y reflexionar al mismo tiempo. Dicen que en cierta
ocasión el científico estaba sentado cómodamente en el tren cuando un jo-
ven se le acercó y le pidió el boleto del viaje. El connotado hombre de ciencia lo bus-
i ó en todos sus bolsillos, pero no pudo encontrarlo. A l ver la desesperación que se
■ lilmjaba en el rostro del Dr. Einstein, el muchacho le dijo:
-N o se preocupe. Sé que usted compró su boleto.
Cuando el tren estaba a punto de salir, el joven recorrió una vez más los pasillos
.1 lin de confirmar que todos los pasajeros tenían su boleto. Al percatarse de que
liinstein seguía buscando el ticket, el muchacho le dijo:
-Doctor, no se preocupe. Todos sabemos quién es usted.
A lo que el reconocido físico agregó:
-Sí, yo también sé quién soy. El problema es que no sé hacia dónde voy.
El dilema del Dr. Einstein se repite constantemente en la vida de muchos jóve-
iíes. ¿Hacia dónde vas? ¿Cuáles son tus metas a corto o medio plazo? Probablemente
.apongas que las circunstancias adversas de la vida se han aliado en tu contra. Si ese
es l u caso, has de saber que Helen Keller, que tuvo el infortunio de ser sorda y ciega,
dijo: “No puedo hacer todo, pero sí puedo hacer algo, y me niego a dejar de hacer
aquello que pueda hacer”. ¿Ya sabes qué es eso que puedes hacer?
No tienes que esperar al inicio de un nuevo año para reenfocar el destino de tu
vida; puedes trazarte una meta concreta ahora, aunque ya el año va avanzando.
Ibdavía estás a tiempo de definir a dónde quieres llegar. Como dijo el Sabio: “Más
vale un buen final que un buen principio. El que tiene paciencia llega a la meta”
(liclesiastés 7:8, TLA). Creo que en las palabras de C. S. Lewis hemos recibido un
consejo muy atinado: “Si tu meta es el cielo, también conseguirás la tierra. Si tu
meta es la tierra, no conseguirás ni la tierra ni el cielo”. Por tanto, independiente-
mente de a dónde quieras llegar en esta tierra, por favor, comienza buscando el
camino que lleva al cielo.
#LaMetaeselCielo
-iS:
| on ustedes cristianos? -preguntó el joven camarero a Craig Groeschel y a
i su esposa al verlos orar antes de comer.
Ante la respuesta positiva de la pareja, el joven comenzó a dar testimonio de
su agradecimiento por lo que Jesús había hecho en su vida. En medio de la emoción del
momento, Craig le preguntó si acudía a una iglesia, a lo que el joven contestó:
-N o, no voy a ninguna. La religión organizada no funciona para mí.
-¿De verdad? Pareces muy entusiasmado con tu fe. ¿Por qué no vas a ninguna
iglesia?
La respuesta del joven fue simple, pero categórica:
-Porque las iglesias en las que he estado no se parecen en nada a lo que leo en las
Escrituras. Creo que puedo ser un mejor cristiano sin la iglesia que con ella.
De hecho, una de las principales objeciones que la gente esgrime para no unir­
se a la iglesia es que los cristianos son hipócritas. Precisamente la hipocresía de
muchos cristianos profesos fue lo que llevó a Ghandi a decir: “Me gusta tu Cristo, no
me gustan tus cristianos. Tus cristianos son muy diferentes a tu Cristo”. A las perso­
nas que afirman creer en Dios, pero no en su iglesia, Craig Groeschel las considera
“cristianos ateos” (El cristiano ateo, pp. 211, 212).
¿Tiene razón Groeschel? ¿Se puede ser cristiano sin formar parte de la iglesia? En
última instancia, ¿para qué sirve la iglesia?
La iglesia fue instituida por Jesús para dar continuidad a su obra, esto es, “buscar
y salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Por tanto, la iglesia ha de ser amiga
“de publicanos y pecadores” (Mateo 11:19, RV60). Es el hogar de los que no tienen
hogar. Es el hospital donde Dios “sana a los que tienen roto el corazón y les venda las
heridas” (Salmo 147:3). Es el mesón donde recibirán atención los que han sido heri­
dos por el pecado. ¿Eres pecador? Entonces la iglesia es el lugar preciso para ti. Es en
la iglesia donde aprenderás a disfrutar de “la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”
(Hebreos 12:14, NVI).
#AmolaIglesia

###■
Rasca donde
ntüb
>. C
piLa
¡r'% 1 / “ * **)k

C
uenta Eduardo Galeano, el prestigioso escritor nacido en Uruguay y fallecido
el año pasado, que un pastor llamado Miguel Brun sostuvo una conversación
muy interesante con un cacique de los indios del Chaco, en Paraguay. Na-
i raudo el momento final del encuentro, Galeano comenta que “el cacique, un gordo
' |iiicto y callado, escuchó sin pestañear” el mensaje que le leyeron en su propia len-
gnu. Luego de un momento de reflexión, emitió su opinión en cuanto a lo que habían
dicho los misioneros: “ ‘Eso rasca. Y rasca mucho, y rasca muy bien’. Y sentenció:
Tero rasca donde no pica’ ” (El libra de los abrazos, p. 16).
¡Qué triste es que la gente llegue a suponer que lo que decimos es irrelevante para
mi vida! Sí, es cierto que anunciamos una gran verdad, pero muchas veces nuestro

mensaje rasca donde realmente no pica. Cuando hablamos de la salvación por medio
i le Cristo, ese es un tema que siempre rasca, y rasca bien, y rasca donde más nos pica,
puesto que pone de manifiesto nuestra inmensa necesidad: somos grandes pecadores
que precisamos de un gran Salvador. La sangre de Cristo rascará en los ámbitos más
recónditos de nuestras almas. Penetrará donde nada ni nadie podrá hacerlo. No vale
la pena seguir negando nuestra verdadera condición, ni escondernos detrás de una
mera religiosidad; la sangre de Jesús puede, no solo “perdonar nuestros pecados”, sino
lambién “limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
¿Será que necesitamos hacer algo para recibir esa salvación? Mira lo que dice la
biblia: “Y nos salvó. Pero no lo hizo porque nosotros hubiéramos hecho algo bueno,
sino porque nos ama y quiso ayudarnos” (Tito 3:5, TLA). ¿Qué hicimos? ¡Nada! ¿Y
por qué nos salvó? ¡Porque nos ama!
Me encanta esta declaración de Elena de White:
“Cristo murió por nosotros. Satanás dice: ‘Eres pecador y no puedes mejorarte a ti
mismo’. Sí, soy pecador, y necesito un Salvador. Me aferró a los méritos de Jesucris­
to para que me libre de toda transgresión. Nos lavamos en la fuente que ha sido
preparada para nosotros y somos limpiados de toda impureza de pecado” (Sermo-
nes escogidos, t. 1, cap. 26, p. 218).
Ese es el mensaje que rasca donde más nos pica.
#EvangelioParaHoy

....... : v " ■ *^ *5 ' ■»¡re Y Mi»


El joven rico
m ío m iñ •8C“r

i e acuerdas del desenlace que tuvo el encuentro entre Jesús y el joven rico?
Déjame resumirte el relato. El muchacho se acercó a Jesús y le preguntó:
¿Ti “Maestro, ¿qué cosa buena debo hacer para tener vida eterna?” El Señor fue
al punto: “Si quieres entrar en la vida, obedece los mandamientos”. El jovencito ex­
plicó que había guardado los mandamientos desde que era niño. Sin embargo, a pesar
de haber cumplido con los requerimientos de la Ley, sentía que le faltaba algo. Y
como Jesús conocía lo que había en su interior, le recomendó: “Vende lo que tie­
nes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme”. Cuan­
do el joven oyó eso, se fue triste, porque era muy rico (ver Mateo 19:16-22). Sí, se que­
dó con su dinero, pero también con su tristeza.
Cientos de años después, en el siglo XVIII, nos encontramos con otro joven rico
que le dijo “sí” a Jesús. Me refiero a Nicolaus Ludwig, el conde de Zinzendorf, Alema­
nia (1700-1760). Nicolaus nació en el seno de una de las familias más acreditadas de
Europa y era descendiente directo del emperador Maximiliano I de Habsburgo. Tras
graduarse de Derecho en la prestigiosa Universidad de Wittenberg, se dedicó al ser­
vicio diplomático y más tarde sirvió en la corte de Dresden. A l percibir que el racio­
nalismo estaba minando la fe protestante, decidió impulsar un despertar espiritual
entre sus correligionarios. Tras renunciar a sus funciones públicas fundó, en la comu­
nidad de Herrnhut, un centro de entrenamiento espiritual y misionero.
En 1732 salieron de Herrnhut los primeros misioneros moravos enviados al Nue­
vo Mundo, que se asentaron en las Islas Vírgenes y en Guyana. En 1735 enviaron
predicadores a evangelizar a los nativos de Norteamérica; y luego establecieron mi­
siones en Sudamérica, África y la India, donde llegaron a tener más de cien misione­
ros. El 9 de mayo de 1760, Nicolás llamó a John, su hijo adoptivo, y le dijo: “Estoy
listo para morir. He cumplido con la voluntad de Dios para mi vida, y él está satisfe­
cho conmigo”. John comenzó a cantar: “Señor, despide en paz a tu siervo”. Esa mis­
ma noche Nicolaus murió con la satisfacción de haberle dicho “sí” a Jesús cuando
todavía era un joven rico.
#DileSíaJesús
Solo hay
dos clases de personas

H
ace poco vi en Internet una publicación titulada: “Solo hay dos clases
de personas”. Según esta publicación, tú y yo caemos en uno de dos grupos:

Los que toman té o los que toman café.


Los que usan Mac o los que usan Windows.
Los que se comen el borde de la pizza o los que no.
Los que prefieren el ketchup o los que prefieren la mostaza.
Los que prefieren Marvel o los que prefieren IXL
Jocoso, sin embargo, hasta cierto punto, está muy cerca de la verdad. En lo que
iespecia a teléfonos móviles el mundo también se ha polarizado: los que usan iOS de
Apple y los que usan Android de Google. Cada sistema tiene sus ventajas, pero
las comparaciones y competencias entre sus usuarios están a la orden del día. Los
que usan Android (caracterizado por ser un sistema de código abierto) dicen que tie­
nen mayor libertad para hacer lo que desean con sus dispositivos, mientras que los
que usan iOS argumentan que Apple les brinda una mejor protección a su privaci­
dad y que Google “vende” la información personal de sus usuarios. En última instan-
eia todo es cuestión de tus preferencias personales.
Lo interesante del caso es que siempre hay una tercera opción. Si no te gustan ni
il )S ni Android puedes usar BlackBerry o Windows Phone; si no te gustan ni las
11 nnputadoras Mac ni las que usan Windows, siempre puedes usar Linux; si no tomas
i alé ni té puedes tomar jugo; si no te gustan ni el ketchup ni la mostaza, puedes usar
mayonesa o mantequilla (o ninguna). Siempre habrá una opción para ti.
Pero -y sabías que este “pero” vendría-, en lo que respecta a tu vida espiritual
m>lc) hay dos opciones, no existe una tercera; solo hay dos grupos: el de Cristo y el de
' iutanás, el bien y el mal, la vida y la muerte, la bendición y la maldición. “Escoge,
pues, la vida, para que vivas” (Deuteronomio 30:19, RV95). Solo hay dos clases de
personas, los que siguen a Cristo y los que siguen a Satanás; espero que tú, al igual
que Josué, escojas servir al Señor.
#SolohayDosGrupos
A m ig o s ...

• • '• ---" - -it--'••i?-**-,

1 ¡’
it I@ :
MI*

C
uenta John Maxwell en su genial obra El talento no es suficiente, que el desta-
cado orador Joe Larson dijo en cierta ocasión: “Mis amigos no creían que yo
pudiera convertirme en un conferenciante exitoso. Así que hice algo al respec­
to: fui y busqué nuevos amigos”.
¿Consideras acertada la decisión de Larson? ¿De qué nos sirven esos amigos que vi­
ven dudando de nuestra capacidad y burlándose de nuestras aspiraciones? Absoluta­
mente de nada. Entonces tiene mucho sentido tratar de tener cerca de nosotros a gen
te que nos motive a lograr nuestros sueños. De ahí que es muy determinante para tu
éxito en la vida saber escoger a las personas que formarán parte de tu círculo íntimo.
Me encanta lo que dice Baltasar Gracián en su obra cumbre El criticón:
“Tres somos y un solo corazón tenemos, que el que tiene amigos buenos y verdaderos,
mucho conocimiento adquiere: Sabe por muchos, obra por todos, conoce y discurre
con la sabiduría de todos, ve a través de varios ojos, oye por varios oídos, obra me­
diante varias manos. [...] La amistad es un alma con muchos cuerpos”.
Más adelante, agrega: “Cada uno muestra lo que es, en los amigos que tiene”.
Creo que ya tenemos suficiente con los afanes que conlleva vivir en un mundo de
pecado, como para que también tengamos que compartir los pocos años de vida en
esta tierra con personas que no aportan nada a nuestro desarrollo físico, mental y espi­
ritual. Mira lo que dice Salomón: “El hierro con hierro se afila, y el hombre con el ros­
tro de su amigo” (Proverbios 27:17, RV95). Por ello resulta extremadamente peligroso
rodearnos de gente hueca e ignorante. Nuestros amigos han de ser instrumentos que
nos ayuden a ser personas más refinadas y cultas, que consoliden nuestro crecimienti i
espiritual; ellos están llamados a cooperar en todos los sentidos para que salga a relucir
la mejor versión de nosotros mismos. Nuestras relaciones nos definen porque influyen
en nuestra formación. ¿Están contribuyendo a tu crecimiento personal los que dicen
ser tus amigos?
Aunque siempre es gratificante tener buenos amigos terrenales, recuerda que nadie
supera la amistad de Jesús. Él demostró que es un verdadero amigo: “El amor más gran­
de que uno puede tener es dar su vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos” (Juan
15:13, 14). ¡Qué privilegio tenemos!
#AmigodeJesús #amistad

m P •
S; * n 'líM
C
uenta la leyenda que una víbora perseguía a toda marcha a una luciérnaga con el
objetivo concreto de almorzarse al pequeño insecto. La persecución se prolongó du-
rante varios días porque la luciérnaga siempre encontraba la manera de escabullirse
■ Id implacable depredador. Un día, exhausta por el cansancio, se detuvo y le dijo al ofidio:
-Sé que me vas a comer, pero antes déjame hacerte tres preguntas.
Repleta de orgullo, la víbora dijo:
-N o suelo dar concesiones; sin embargo, como te voy a comer de inmediato, te daré la
n| x irtunidad.
-¿Soy parte de tu cadena alimentaria?
-No.
-¿Te he hecho algo malo?
-Claro que no.
-Y entonces, ¿por qué quieres comerme?
-¡Porque tú brillas!
Es evidente que la víbora envidiaba a la luciérnaga.
La envidia es tan vieja que fue la causa del primer homicidio perpetrado en nuestro
Iilaneta. Caín mató a Abel porque lo envidiaba. José fue vendido por sus hermanos porque
"le tenían envidia” (Génesis 37:11). Los sacerdotes entregaron a Jesús para que lo crucifica-
tan porque lo envidiaban (Mateo 27:18). Como podrás ver, la envidia no es algo que hemos
ile tomar con ligereza, pues en cualquier momento puede llevarnos a cometer acciones ho-
11 ¡pilantes. José Ingenieros escribió que “cuando la envidia le corroe, puede atornasolarse
i le agridulces perversidades” (El hombre mediocre, p. 71). Lutero solía decir que la envidia es
11 >mo un perro rabioso cuya mordida deja profundas heridas. Por eso no podemos permitir
i|ue la envidia amargue nuestro corazón (Santiago 3:14).
¿Pero cómo podemos evitar que la envidia introduzca su mortal veneno en noso-
i tos? Me parece que una de las muchas maneras que tenemos para mantener los pies
sobre la cabeza de la envidia es usar adecuadamente nuestro sentido común y reco­
nocer que si Dios me ha dotado a mí con talentos excepcionales, también lo ha he­
cho con otros. No podemos vivir a plenitud mientras estemos envidiando la excelen­
cia ajena. Por tanto, cuando veamos al compañero brillar, en lugar de romper sus fa­
los, saquemos provecho de la luz que emiten.
Un antiguo proverbio judío declara: “No me dejaré guiar por la podrida envidia, pues
isida tiene que ver con la sabiduría”. Aprovechemos este momento para pedirle a Dios que
iii >s ayude a no ser envidiosos.
#DiNoalaEnvidia
| ^ / j ¿Víbora
o luciérnaga? - Parte íl

S
iguiendo con el relato de ayer, me gustaría plantear una pregunta: ¿Qué pudo
haber hecho la luciérnaga para evitar que la víbora la envidiara? La respuesta
podría ser muy obvia: si el problema era su brillo, entonces dejar de brillar era
lo más razonable. Sin embargo, si la luciérnaga hubiera tomado esa opción habría
actuado en contra de su propia naturaleza, puesto que irradiar luz es una virtud iu
herente de este tipo de insectos. Deponer su luz nunca será una iniciativa viable para
esos diminutos miembros de la familia de los lampíridos.
¿Y nosotros? ¿Dejaremos de cumplir esmeradamente nuestra labor por temor a
suscitar la envidia de los demás? Ser jóvenes luminosos es una de las características
de los seguidores de Jesús. El nos dice: “Ustedes son la luz de este mundo” (Mateo
5:14). Iluminar lo que esté a nuestro alcance no es una simple opción, ¡es nuestro de­
ber! Ya lo dice el cantito: “Brilla en el sitio donde estés”. Y eso no solo tiene que vi-i
con los asuntos de índole espiritual, sino también con los aspectos más sencillos de
la vida diaria. A l cumplir con excelencia nuestros quehaceres rutinarios estamos
dando muestras de que brillamos en este mundo. Elena de White declaró: “Puede
hallarse verdadera excelencia en la más humilde responsabilidad; las tareas más co­
munes, si se realizan con amorosa fidelidad, resultan hermosas a la vista de Dios” (La
educación, cap. 12, p. 102). No tienes que esperar a que te asignen una tarea que luz­
ca importante ante los ojos de los demás; más bien todo lo que te venga a la mano,
grande o pequeño, empéñate en hacerlo bien, como para el Señor.
¿Qué seremos tú y yo? ¿Una víbora que envidia a los demás o una luciérnaga
que expande su luz por dondequiera? Cuando te sientas tentado a caer en las ga­
rras de la mediocridad, recuerda esta promesa bíblica: “El Señor te pondrá en el
primer lugar, y no en el último; siempre estarás por encima de los demás, y nunca
por debajo” (Deuteronomio 28:13). Si, como dijo el profeta Daniel, quieres brillar
como las estrellas durante toda la eternidad, has de comenzar brillando hoy en el
sitio donde estés.
#HazqueBrilletuLuz #BrillaDondeEstés
La inminencia
de la Segunda Venida

f§ J p |
¡ijf¡1
f§i •1

E
n la última reunión que Jesús tuvo con sus seguidores, poco antes de su muer­
te, les hizo esta alentadora promesa: “N o se angustien. Confíen en Dios, y
confíen también en mí. En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no
luna así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. Y si me voy y se
li i preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté. Us-
iriles ya conocen el cam ino para ir adonde yo voy” (Juan 14:1-4, NVI).
Los discípulos esperaban que este glorioso acontecimiento se produjera mientras
ellos vivían (Hechos 1:6). Pedro escribió: “Ya se acerca el fin de todas las cosas”
(I Pedro 4:7). Santiago también creía que Jesús regresaría pronto, y por esa razón
amonestó a los creyentes a que fueran pacientes “porque la venida riel Señor se acer-
. a" (Santiago 5:8, 7, RV95).
A los cristianos de Corinto, Pablo les escribió diciéndoles que “nos queda poco
i lempo” (1 Corintios 7:29). En Filipenses fue muy enfático al decir que “el Señor está
i rica” (Filipenses 4:5). Juan creía que vivía en la “hora final” (1 Juan 2:18, NVI). En
Apocalipsis, el mismo Juan nos dice que “el tiempo está cerca”, que Jesús viene
"pronto” (Apocalipsis 1:3; 22:7, 12, 20).
¿Se equivocaron todos ellos al creer que la venida de Jesús estaba cerca? ¿Por qué
rale énfasis en la inm inencia de la venida? Por una cuestión práctica: porque hemos
i Ir vivir como si la ven ida de Jesús fuera a ocurrir hoy mismo. Aceptar que la ve­
nida del Señor “está a las puertas” nos constreñirá a no descuidar nuestra vida espi-
i it nal y a cumplir con diligencia la obra que el Señor nos ha encomendado. Como
iii i sabemos cuándo term inará nuestro tiempo de vida en esta tierra, hemos de estar
Iisl os para esperar a Jesús hoy mismo y vivir “en este siglo sobria, justa y piadosamen-
le” (Tito 2:12, RV95). N o s toca poner en práctica las palabras de Lord Shaftesbury,
el gran reformador inglés, que dijo: “N o creo que en los últimos cuarenta años haya
vivido una sola hora consciente en la que no haya sido influenciado por el pensa­
miento de la Segunda V enida de Cristo”. ¡Maranata!
#CristoViene #SegundaVenida
E
rnie Chamberí, senador estatal de Nebraska, Estados Unidos, presentó una de­
manda contra Dios en la que lo acusaba de ser el causante de las “espantosas inun­
daciones, violentos terremotos, horrendos huracanes, terroríficos tornados, perni­
ciosas plagas, feroces hambrunas, devastadoras sequías y guerras genocidas” que ocurren
en el mundo y que han provocado “muertes masivas y destrucciones, y que han aterrori­
zado a millones y millones de habitantes”.
Que alguien pretenda hacer comparecer a Dios frente a un tribunal y atribuirle la
muerte de millones de personas parece una locura. Pero Chambers no es un lunático. Por
el contrario, es un ciudadano honorable de su comunidad. Quizás tú no hayas pensado
llevar a Dios al banquillo de los acusados, pero con seguridad la duda te sobrecoge cuandi >
lees, escuchas o sufres las consecuencias de una catástrofe natural. Todos en algún mo­
mento nos hemos preguntado: ¿Es Dios culpable de estas tragedias?
En Mateo 13 Jesús narró la historia de un hombre que sembró buena semilla en su
campo. Pero cuando todos estaban durmiendo “llegó un enemigo, sembró mala hierba
entre el trigo y se fue”. En consecuencia, junto con el trigo bueno “apareció también la
mala hierba” (vers. 25, 26). Pero el culpable de que apareciera “la mala hierba” fue el “ene­
migo” que la sembró.
Es Satanás el que suscita “espantosas inundaciones, terremotos, horrendos huracanes,
terroríficos tornados, perniciosas plagas, feroces hambrunas, devastadoras sequías y gue­
rras genocidas”. Es Satanás el que está envenenando la atmósfera y alterando los elemen­
tos de la naturaleza. Y hace todo esto usando a sus agentes demoníacos, pero también se
aprovecha de nuestra ambición y de nuestro egoísmo para continuar destruyendo nuestro
planeta. Por todas partes el enemigo anda sembrando su “mala hierba”. Así que en lugar
de demandar a Dios por todo lo malo que sucede en el mundo, hagamos preparativos para
irnos a vivir con él en el cielo.
Muy pronto Dios liberará a su creación de todos los males que el pecado ha provoca­
do. Él nos ha prometido llevarnos a vivir a un “cielo nuevo y una tierra nueva” (Apoca­
lipsis 21:1, RV95) donde no habrá terremotos ni ciclones, ni enfermedades ni muerte.
Cuando llegue ese momento, tú, Dios y yo nos sentaremos a juzgar a todos aquellos que
atribuyeron a Dios lo que había hecho Satanás.
#DiosesBueno
I Conectados 24/7

MÉMm
qué red social estás conectado? La mayoría de nosotros forma parte de los
más de mil millones de personas que constituyen la red de Facebook, la
madre de las redes sociales. Otros más están conectados a Twitter, que se
distingue por la rapidez en que pone a circular la información. Si eres un profe-
sional y deseas cambiar de trabajo o conocer gente de tu misma profesión, enton-
ces habrás de conectarte con Linkedin. Si eres aficionado a compartir videos o foto­
grafías, Instragram será tu mejor opción para mantenerte conectado. En fin, de una
ii otra manera vivimos conectados a las redes sociales.
Todo esto ha generado una nueva adicción: la adicción a las redes sociales. En su
libro Disconnected, Nicole M. Radziwill escribió lo siguiente:
“He oído decir que el primer paso para solucionar un problema es admitirlo. Así
que tengo que confesar que soy adicta a las redes sociales. Examinándome a mí
misma descubrí que: 1) revisaba Twitter cada ocho minutos mientras estaba des­
pierta; 2) revisaba Twitter cada cuarenta y ocho minutos durante mis horas de sue­
ño. Como duermo unas ocho horas diarias, eso indica que me despertaba diez ve­
ces a revisar Twitter, y lo revisada ciento veinte veces al día” (p. 3).
No vayas a suponer que esto es un problema exclusivo de Nicole. En 2011 el Cis­
co World Technology Report reveló que la mitad de los jóvenes consideraba que “no
podría vivir sin Internet”; que uno de cada tres jóvenes preferiría “la conexión a In-
lernet en lugar de un automóvil” y el cuarenta y tres por ciento admitió que las redes
sociales le interrumpen sus estudios tres o cuatro veces cada hora. Por supuesto, las
redes sociales no son malas en sí mismas; lo malo es el uso inadecuado y desmedido
i pie hacemos de ellas.
Ahora bien, si queremos usar sabiamente la conexión que nos brindan las redes
seiciales, entonces hemos de conectarnos a Jesús. El Señor dice en su Palabra: “Sigan
unidos a mí” (Juan 15:4). Es la conexión con Cristo la que realmente alimentará
nuestra mente y nuestro corazón. Si nos conectamos a la red del cielo por medio de
la oración y del estudio de la Palabra de Dios tendremos una vida fructífera. ¿No qui­
sieras estar conectado a Jesús 24/7?
#ConectadoaJesús
Sidlow Baxter escribió en su libro Awake, My Heart: “¿Cuál es la diferencia

J entre un obstáculo y una oportunidad? Nuestra actitud. Toda oportunidad en-


w cierra una dificultad, y toda dificultad encierra una oportunidad”. ¿Será cierto?
Mientras leía los anuncios del periódico, un joven creyó haber encontrado el tra­
bajo de sus sueños. Cuando llamó para solicitar el puesto, le informaron de que tenía
que presentarse en la oficina a las diez de la mañana para ser entrevistado. A l día
siguiente, aunque salió bien temprano de su casa, nueve candidatos llegaron antes
que él a la oficina. C on cierta decepción anotó su nombre en la lista, y comenzó a
fijarse en todos los presentes. Tras un momento de atenta observación determinó
que los demás candidatos eran más competentes que él y supuso que no había posi­
bilidad de que él consiguiera el trabajo.
Sin embargo, en lugar de rendirse, decidió aprovechar la oportunidad que tenía
por delante. Escribió una nota y le dijo a la secretaria que era urgente que el jefe la
leyera en ese preciso instante. La nota decía: “Estimado señor: Yo soy el joven
que está en el décimo lugar de la fila. ¡Por favor, no tome ninguna decisión antes
de verme!” Cuando el jefe leyó la nota, admirado por semejante actitud, decidió
contratarlo.
Es innegable que en nuestra ruta hacia el crecimiento personal, las dificultades y
las oportunidades parecen ser dos caras de la misma moneda. ¿Te acuerdas de Za­
queo? La Biblia dice que quería tener la oportunidad de ver a Jesús, pero había un
problema: “La multitud se lo impedía, pues era de baja estatura” (Lucas 19:3, NVI).
Él no podía cambiar su tamaño y tampoco podía quitar de en medio a la multi­
tud; pero sí podía determinar qué actitud tomaría frente a los obstáculos que le im­
pedían aprovechar la oportunidad de ver al Maestro, Si de verdad quería ver al Se­
ñor, Zaqueo tenía que manejar creativamente su dificultad. ¿Y qué hizo? Se subió a
un árbol y desde allí pudo lograr su objetivo. De hecho, Zaqueo no solo vio a Jesús,
sino que Jesús se hospedó esa noche en su casa (vers. 5-7).
Las dificultades son oportunidades que te ayudarán a seguir desarrollando la me­
jor versión de ti mismo. Sigue el ejemplo de Zaqueo y vence tus obstáculos.
#VencetusObstáculos Oportunidades
Un justo
entre las naciones

E
l 29 de marzo de 1971 YaclVashcm, una insritución israelita dedicada a investigar
el tema del Holocausto, reconoció a Georg Ferdinand Duckwitz como un “justo
entre las naciones”. En la literatura judía dicho título se aplicaba a un extranje­
ro que había sido solidario con los descendientes de Abraham. Georg Ferdinand Duc-
l<witz fue uno de los muchos que brindaron su apoyo y solidaridad a los judíos mientras
los nazis perpetraban las más terribles atrocidades en los campos de concentración.
¿Pero qué hace especial la ayuda provista por Duckwitz? Pues que él era un fun­
cionario del Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania con asiento en Dina­
marca. Sus funciones como diplomático le permitían sostener permanente comu­
nicación con Werner Best, uno de los personajes más encumbrados del Tercer
Reich. El 28 de septiembre de 1943 Best informó a Duckwitz de que los siete mil
quinientos judíos residentes en Dinamarca serían llevados al campo de concentra­
ción de Theresienstadt entre el 1° y el 2 de octubre. Duckwitz, en lugar de guardar
si lencio y esperar pasivamente el exterminio de miles de hombres, mujeres y niños,
informó del plan - a riesgo de su propia vida- a los líderes del Partido Socialdemó-
crata de Dinamarca, quienes avisaron a los dirigentes judíos para que tomaran me­
didas de inmediato.
El 2 de octubre de 1943, cuando la Gestapo quiso poner en marcha su fatídico
plan, más de siete mil judíos fueron llevados secretamente y durante la noche a Sue­
cia. El mensaje dado por Duckwitz les salvó la vida.
Día tras día, el enemigo de los seres humanos, Satanás, está encerrando a millo­
nes de personas en el campo de concentración más letal que jamás haya existido: el
del pecado. Por tanto, tenemos que anunciar al mundo el mensaje de salvación que
conocemos. “¿Dónde están las manos extendidas para sacar a los pecadores de la
muerte? ¿Dónde están los que con humildad y perseverante fe ruegan a Dios por
ellos?” (Patriarcas y profetas, cap. 12, p. 119). ¿Dónde están los jóvenes que, como
i ieorg Ferdinand Duckwitz, no se callarán y darán aviso de lo que se avecina sobre
nuestro planeta? ¿Cuántas personas se salvarán de la destrucción eterna gracias a
nuestra predicación del evangelio? ¿Eres tú un “justo entre las naciones”?
#AmoralPrójimo #JustoEntrelasNaciones

flm v
'

l onde nació el Almirante de la Mar Océana y Gobernador General de las


¡Indias Occidentales don Cristóbal Colón? La respuesta a esta pregunta
constituye uno de los grandes misterios de los últimos quinientos años.
Desde 1940 ha predominado la tesis de Ramón Menéndez Pidal que, basándose en
lo dicho por el propio Almirante, sostuvo que Colón era Genovés. Sin embargo,
también se afirma que nació en España o en Portugal. Los que apoyan la teoría del
natalicio español, por ejemplo, dicen que nació en Ibiza, en Cataluña, en Mallorca,
en Extremadura y ¡también en Galicia! Colón es culpable de ese mar de confusión
porque, según su hijo Hernán Colón, el propio descubridor no quería que se cono­
cieran su origen ni su patria.
Lo que Colón sí quería que supiéramos es que era cristiano y que creía que la Bi­
blia era la Palabra se Dios; y se aseguró de dejarnos un retrato de su experiencia es­
piritual en su Libro de las profecías. En dicha obra, Colón deja entrever su convicción
de que el Señor lo preparó para llevar a cabo el descubrimiento de las Indias y que su
travesía fue un milagro divino. También hace manifiesta su fe en la Segunda Venida
cuando afirma: “Las Sagradas Escrituras, por boca de sus profetas en el Antiguo Tes­
tamento, y por boca de Jesús en el Nuevo, dan testimonio de que este mundo llegará
a su fin. Las señales de todo esto ya fueron predichas por Mateo, y Marcos, y Lucas;
los profetas también ya lo habían profetizado”.
Colón tampoco nos ocultó que era un hombre de oración al escribir: “Dios,
que mueves los corazones de los hombres sin el sonido de las palabras y sin traba­
jo, que haces expeditas las lenguas de los balbuceantes, que estás presente en
todo tiempo oportuno: Mira lo que hay en nuestra mente y sé propicio a nuestra
petición. A nosotros, que no somos expertos en tu Palabra, concédenos tu poder.
Feliz el hombre al que tú instruyes, Señor, y al que orientas acerca de tu ley. Haz,
pues, te rogamos, que entendamos las palabras, los libros y las profecías que se
escribieron de ti. Amén”.
Aunque no sepamos dónde nació el Almirante, hoy podemos hacer nuestra su
vida de fe y de oración.
#UnaVidaDeFeYOración
j Perdón
3
presidencial

l
S
e cuenta que, en cierta ocasión, el presidente de un país estaba evaluando a los
candidatos a recibir el “perdón presidencial”. Procurando tomar una decisión sa­
bia, el mandatario entrevistó a cada aspirante. A todos les hizo la misma pregun-
la: ¿Por qué estás en la cárcel?
-Estoy aquí porque me calumniaron y me acusaron injustamente, -dijo el primero.
-M e encarcelaron porque dicen que robé, pero es mentira, -argumentó el segundo.
Así fueron pasando uno tras otro sucesivamente, todos asegurando que estaban
m la cárcel por delitos que no habían cometido, que eran inocentes. Finalmente, llegó
el último de la lista. Se le hizo la misma pregunta, y con toda sinceridad contestó:
-Estoy aquí porque asesiné a un hombre. Él atacó a mi familia, yo perdí el control
y lo maté. Pero sepa, señor presidente, que me he dado cuenta de que lo que hice estu­
vo mal y estoy arrepentido.
El presidente quedó pensativo por un momento. Luego se levantó y dijo:
-L e otorgo mi perdón a este hombre.
Los demás presos quedaron desconcertados. Ninguno podía creer lo que acababan
ile oír. Uno de ellos preguntó:
-¿Por qué lo va a liberar a él si le acaba de decir que es un asesino?
El presidente contestó:
-L a condenación está reservada para los que intentan ocultar sus faltas, pero mi
perdón es para quienes admiten sus errores y se arrepienten de ellos.
El proceder del presidente sigue el mismo patrón establecido por Dios para los
i |ue anhelamos recibir el perdón de nuestros pecados. El Señor no puede perdonar
a los que, aun sabiéndose culpables, insisten en no confesar sus pecados. La realidad
que se impone en tu caso y en el mío es que todos somos pecadores (Romanos 3:23);
por tanto, todos somos culpables. De ahí que no es aconsejable que vayas a Dios y
le digas: “Señor, soy inocente”. En lugar de ello es tu privilegio seguir el ejemplo de Da­
vid y admitir: “He pecado contra ti, pero estoy arrepentido” (ver Salmo 51:4). Cuando
li >hagas, Jesús te dirá: “Tampoco yo te condeno; ahora vete y no vuelvas a pecar” (Juan
M:II, RV95). Dios está listo para perdonarte. Y tú, ¿has decidido confesar tus pecados?
#PerdónDivino
Eres el templo
de Dios
:

S
e dice que cuando Dwight L. Moody no era más que un jovencito escuchó a
alguien que decía: “El mundo todavía no ha visto lo que Dios puede hacer con
una persona que se consagre por completo a él”. Cuando Moody oyó estas pa­
labras se propuso llegar a ser un hombre completamente consagrado a Dios. En cier­
ta ocasión, los dirigentes de una iglesia debatían respecto a una cam paña de
evangelización. Como no lograban ponerse de acuerdo, algunos pidieron que
llamaran a Moody para escuchar su opinión sobre el tema. U no de los presentes
dijo con tono muy alterado:
-¿Acaso Moody tiene el monopolio del Espíritu Santo?
-Claro que no -fue la respuesta- Nadie cree eso. Lo que sí creemos es que el Es­
píritu Santo tiene el monopolio sobre la vida de Moody.
Quizás supongas que Moody era un tipo especial, mientras que tú no lo eres. Pero
fíjate bien en esta declaración: “En Cristo, todo el edificio va levantándose en todas
y cada una de sus partes, hasta llegar a ser, en el Señor, un templo santo. En él tam­
bién ustedes se unen todos entre sí para llegar a ser un templo en el cual Dios vive
por medio de su Espíritu” (Efesios 2:21, 22).
¡Grandioso! No tenemos las piedras preciosas que adornaban el tabernáculo
del desierto; no ostentamos la majestuosidad del templo de Salomón; sin embargo,
el Dios del cielo ha decidido establecer su morada en nosotros, simples pecadores,
gente llena de debilidades y defectos. ¡Qué afortunados somos! Dios puede vivir en
ti por medio de su Espíritu. No eres cualquier cosa, eres “el templo del Espíritu san­
to”; y por tanto, eres propiedad de Jesús. Es parte de nuestra función en la tierra
que “el universo celestial y la raza apóstata puedan ver que somos templos del Dios
viviente” (Dios nos cuida, p. 325).
Es bueno que reflexiones en estas preguntas: ¿Gobierna Dios tu alma? ¿No te gus­
taría que de ti también se diga que el Espíritu Santo tiene el monopolio total de tu
vida? ¿Quieres aceptar que Dios es tu único dueño?
#QuieroSerunTemplodelEspíritu
i Cuentos tontos

C
onoces a alguien que sea especialista en limnología? ¿Limno... qué? La lim­
nología estudia las condiciones y características físicas, químicas, meteoro­
lógicas, biológicas y ecológicas de los lagos. Yo tampoco sabía qué significa­
ba esa palabra. La aprendí hace algunos años cuando leí el artículo “¿Hay una expli­
cación paleolimnológica para el ‘caminar sobre las aguas’ en el Mar de Galilea?” Lo
escribió el Dr. Doron Nof, un limnólogo de la Universidad Estatal de Florida, junto
con otros colaboradores. Ellos procuraban explicar científicamente por qué los Evan­
gelios aseveran que Jesús caminó sobre las aguas (ver Mateo 14:22-33).
Según estos investigadores, en el Mar de Galilea se formaban capas de hielo
cuando la temperatura descendía a -4 °C. Como a cierta distancia esos pedazos de
hielo flotante son difíciles de discernir, por eso los discípulos creyeron que Jesús ca­
minaba sobre las aguas cuando en realidad estaba “surfeando” sobre un témpano de
hielo. De acuerdo con el artículo, estas capas aparecían una vez cada mil años y es
prácticamente imposible que dicho fenómeno vuelva a repetirse.
Leyendo estudios como el de N of y sus asistentes considero que lo dicho por el
apóstol hace casi dos milenios sigue teniendo vigencia para nosotros: “Guarda lo que
se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas y los argu­
mentos de la falsamente llamada ciencia” (1 Timoteo 6:20, RV95). ¿Podría el Dr. N of
explicarnos por qué Pedro, que era un aventajado conocedor del Mar de Galilea, no
pudo “surfear” sobre el hielo como lo hizo Jesús? ¡Evidentemente caminar sobre las
aguas fue un maravilloso milagro!
La Biblia dice: “N o hagas caso de cuentos mundanos y tontos. Ejercítate en la
piedad” (1 Timoteo 4:7). Aunque no comparto las opiniones de N of y sus asociados,
eso no significa que tenga el derecho de mandarlos al lago de fuego y azufre del Apo­
calipsis. Me apena saber que el Dr. N of haya recibido cientos de mensajes en los que
profesos cristianos expresaron su odio hacia él. ¿Quién está más lejos de Dios, el cien-
l ífico que rechaza el milagro o el cristiano que odia a los que no creen en el milagro?
Aunque hemos de rechazar los “cuentos tontos” relatados por muchos científicos,
(ambién nos compete poner en práctica la piedad respetando a quienes no creen en
lo que creemos nosotros.
#YoCreoenlosMilagros
Elena de White
y la Guerra Civil.
Parte i

E
lena de White recibió varias visiones relacionadas con el conflicto que casi
provocó el desmembramiento de los Estados Unidos. En Testimonios para la igle­
sia, t. 1, pp. 264-268 se describe una de las más amplias. Contra todos los pro­
nósticos de aquel entonces, el 12 de enero de 1861 ella profetizó el inminente
inicio de la guerra. La fecha de la visión es muy importante, puesto que la con­
flagración comenzó el 12 de abril, tres meses después de su visión.
Ese día se estaba dedicando el templo de Parkville, Michigan, James White, Ele­
na de White, E. J. Waggoner y Urías Smith asistieron a la ceremonia. Después del
sermón predicado por el pastor White, Elena presentó una poderosa exhortación.
Más tarde ella entró en visión y J. N. Loughborough nos cuenta lo que ella describió:
“No hay nadie en este lugar que tan solo haya soñado con las dificultades que ven­
drán sobre nuestra nación. La gente ha prestado poca importancia a la orden de
secesión emitida por Carolina del Sur, pero a mí me ha sido presentado que un
gran número de estados se le unirán, y entonces habrá una terrible guerra. [...] Al
terminar la guerra se me mostró el campo de batalla, estaba lleno de muertos y
moribundos. [...] Luego me fueron mostrados los hogares de los que habían perdi­
do a sus esposos, hijos y hermanos durante la guerra. Vi en esos hogares angustia
y dolor. [...] Veo en este lugar personas que perderán a sus hijos en la guerra” (Rise
and Progress of Seventh-day Adventist, pp. 236, 237).
¿Se cumplió la profecía? Cuatro años de guerra; casi un millón de muertos y más
de cuatrocientos mil heridos fue el saldo final de la secesión iniciada por Carolina del
Sur. Lo dicho por Elena de White se cumplió al pie de la letra.
Y si echas un vistazo al libro Las asombrosas profecías de Elena G. de White, es­
crito por Herbert Douglass, te maravillarás al descubrir cómo mensajes que tienen
un siglo de antigüedad se han cumplido delante de nuestros propios ojos. Yo creo en
los profetas de Dios. ¿Y tú?

#YoCreoEnLosProfetas #DondeProfecía

. lj|,.|iiL lio ¡ i ' i( ’||l|i 'ijU jU j..( jfl 'Í 'k lk lk M Í | í| # i|


Elena de White
y la Guerra Civil
Parte i!

V
olvamos al relato de ayer. Cuando Elena de White recibió la visión de la
Guerra de Secesión, la posibilidad de que ambos bandos terminaran en un
conflicto sangriento era sumamente inverosímil. A mediados de febrero de
1H61, Thomas Cobb expresó lo siguiente: “Casi todo el mundo cree que no habrá
guerra”. El presidente Lincoln declaró el 4 de marzo del mismo año: “Creo que está
Illenamente justificado que haya llegado a la conclusión de que la crisis, el pánico y
la ansiedad de la nación, es artificial” (Herbert Douglass, Asombrosas profecías de
Plena G. de White, p. 10). Incluso los periódicos más importantes de la época decían
i |i le un puñado de ancianas eran capaces de ir a Carolina del Sur y acabar con la re­
belión. Sin embargo, la predicción de la señora White se cumplió al pie de la letra.
Cuando ella tuvo la visión en la Iglesia de Parkville, el juez Osborne y el señor
Shelhouse escucharon lo que había dicho. Ambos pusieron de manifiesto su rechazo
al contenido de la visión y se negaron tajantemente a creer esta frase: “Veo en este
lugar personas que perderán hijos en esta guerra”. U n año después el pastor Lough-
borough regresó a predicar a Parkville, allí se enteró de que cinco familias de la igle­
sia habían perdido a sus hijos durante la guerra, tal y como había predicho la visión.
I as familias de Osborne y Shellhouse se hallaban en esa funesta lista. “Uno había
perdido a su único hijo en la guerra; el otro había perdido un hijo en una batalla di-
lerente y tenía otro que en ese momento era prisionero de guerra en el sur” (Asom­
brosas profecías, p. 16).
Aunque el cumplimiento de la visión de la Guerra Civil lucía improbable para
l<is gobernantes de la nación estadounidense, la historia confirmó con exactitud lo
que Dios había dicho a través de su profetisa. Creer o no creer en los profetas, ¿qué
liaremos nosotros? En un tiempo cuando la mayoría suele no creer en los mensajes
I li nfáticos, el consejo de Josafat es oportuno para ti y para mí: “¡Crean en el Señor

'ui Dios, y serán invencibles; crean en sus profetas, y obtendrán la victoria!” (2 Cró-
nicas 20:20, RVC).
#YoCreoEnLosProfetas #DondeProfecía
Bástate
mi gracia

Mmmmmm

E
l violinista Itzhak Perlman subió al escenario para iniciar su concierto en el
Lincoln Hall de Nueva York. Como había padecido de poliomielitis, tenía
que subir con la ayuda de soportes y muletas. Se sentó, colocó las muletas a
un lado, desprendió los soportes y tomó su violín. La audiencia esperaba en silen­
cio mientras Perlman se preparaba, le daba la señal al director y empezaba a tocar.
Pero ese día algo salió mal. A l terminar la introducción de una de las piezas, se
rompió una de las cuerdas de su violín. El público se horrorizó. Todos esperaban
ver al violinista colocarse los soportes, apoyarse en sus muletas y salir a buscar otri >
violín o a reemplazar la cuerda rota. Sin embargo, Perlman cerró los ojos y le indi­
có al director que iniciara de nuevo. La orquesta inició y Perlman continuó tocan­
do con pasión y vehemencia.
Dicen que no se puede tocar una pieza sinfónica con solo tres cuerdas, pero esa
noche Itzhak Perlman se negó a reconocer ese dicho. La multitud se asombró al ver­
lo recomponiendo la pieza, cambiando los arreglos y la cadencia, modulando y sa­
cando sonidos que daban la impresión de que no existían hasta aquel momento. Al
finalizar, la audiencia se volcó en ovaciones y loas. Entonces Perlman levantó su
arco en señal de silencio y dijo: “¿Saben? A veces es tarea del músico descubrir
cuánta música puede hacer con lo que queda”.
Tú y yo somos instrumentos imperfectos, violines de tres cuerdas, en las manos
del Violinista divino. Si te sientes incompleto e imperfecto, recuerda que Noé se em­
borrachó, que Abraham era muy viejo, que Jacob era mentiroso, que David fue un
asesino, que Jonás huyó de Dios, que Pedro negó a Cristo, que Eutico se durmió en
la iglesia, en fin... La verdad es que todos tenemos una cuerda rota...
Mira lo que dice Pablo: “Gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades,
para que permanezca sobre mí el poder de Cristo” (2 Corintios 12:9, NVI). Es decir,
aceptaré mis limitaciones para que la gracia divina actúe poderosamente en mí. Sí,
soy un violín al que le falta una cuerda; pero estoy en las manos del mejor Maestro:
Cristo Jesús. El trabajará con lo que queda de mí.
#FuerteEnMisDebilidades #SoyunInstrumentoDeDios
odría una frase milenaria servir de parámetro para el éxito comercial en el
siglo XXI? Según el empresario John McConnell la respuesta es “S í”. En 1955
John consiguió un préstamo de seiscientos dólares y fundó la empresa meta­
lúrgica Worthington Industries. En 1976 la compañía vendía cien millones de dóla­
res anuales. Y según un informe presentado en la página electrónica de la empresa,
en el primer trimestre de 2014 las ventas fueron tic casi novecientos millones de dó­
lares. ¿Cuál ha sido la filosofía empresarial ríe Mc( lonnell?
Dejemos que él mismo nos diga en qué ha radicado su secreto: “Somos una com­
pañía basada en la reglada oro. Para mí, esa es la manera ríe vivir para rodos. La idea
es que si puedes cambiar tu manera de pensar y ver las cosas desde la perspectiva ele
la otra persona, aunque a veces sea difícil lograrlo, los problemas desaparecerán”.
La regla de oro que tanto provecho económico le ha dado a McConnell, la esta­
bleció Jesucristo en su famoso Sermón del Monte: “A sí que en todo traten ustedes a
los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes” (Mateo 7:12, NVI).
¡( ireías que esto solo tenía que ver con lo espiritual? Pues no. Aquí tenemos un prin­
cipio válido para todos los ámbitos de la vida: haz con el otro lo que quieras que ha­
gan contigo. ¿Solo en algunas situaciones? El Maestro dijo “en todo”. N o hay nada
que quede fuera del alcance de esta regla.
Evidentemente, Jesús conocía la versión negativa que enseñaban los rabinos.
Por ejemplo, el libro de Tobías registra: “N o hagas a nadie lo que no quieres que te
Ilagan” (4:15). ¿Es eso lo que tú sueles hacer? ¿Te limitas a no dañar al otro? Pero eso
no fue lo que dijo Jesús. Fíjate que Jesús proclama una versión positiva del dicho.
¿Quieres felicidad? Haz feliz a quienes te rodean. ¿Quieres amor? A m a a tus seme­
jantes. ¿Quieres éxito? Ayuda a los demás a conseguirlo. ¿Quieres obtener ganancias
en tus negocios? Permite que tus empleados también reciban beneficios. ¿Quieres ir al
cielo? Ayuda a otros a prepararse para ese viaje espacial. La experiencia de McCon­
nell proclama que la abnegación siempre rinde mejores resultados que el egoísmo.
#RegladeOro
Pensar y hacer

B
ob Moffitt dijo en cierta ocasión: “Todas las personas han sido creadas para
estampar su firma en el universo”. Es decir, hemos venido al mundo porque
Dios tiene un propósito, una misión, para cada uno de nosotros. Mira cómo
lo dice Pablo: “Él nos ha creado en Cristo Jesús para que hagamos buenas obras, si­
guiendo el camino que él nos había preparado de antemano” (Efesios 2:10).
La palabra que ha sido traducida como “obra” es el vocablo griego ergon. Este es
un término muy rico que posee matices muy significativos y que tienen que ver con
nuestro diario vivir. Mira cómo Jesús usa esta palabra en Marcos 13:34: “Deben ha­
cer como en el caso de un hombre que, estando a punto de irse a otro país, encargó
a sus criados que le cuidaran la casa. A cada cual le dejó un trabajo, y ordenó al por­
tero que vigilara”. Según Jesús, a todos se nos ha asignado “un trabajo”, una obra, que
hemos de completar durante nuestra estadía en este singular planeta.
Quizá te estés preguntando: ¿Cómo puedo saber cuál es el “trabajo” que Dios tie­
ne para mí? Es una pregunta muy compleja. A veces Dios decide hacerte un llama­
miento personal a través de un sueño o una visión. A sí lo hizo con Moisés, con Pe­
dro o con Pablo. Pero lo cierto es que son pocos los que han tenido ese privilegio. Es
probable cine tú no hayas tenido una revelación divina; pero eso no significa que
Dios no te haya revelado lo que quiere para ti. Ten en cuenta que “cada ser humano,
creado a la imagen de Dios, está dotado de una facultad semejante a la del Creador:
la individualidad, la facultad de pensar y hacer. Los hombres en quienes se desarrolla
esta facultad son los que llevan responsabilidades, los que dirigen empresas, los que
influyen sobre el carácter” (Reflejemos a Jesús, p. 147).
Por supuesto, siempre será más fácil esperar que se nos diga cuál ha de ser nuestra
tarea en la vida. Sin embargo, tenemos “la facultad de pensar y hacer”. Es un don que
nos pertenece. Después de todo, como señala John Stott, “creer es también pensar”.
#PensaryHacer #propósito
M
ediante un diálogo imaginario con Dios, el filósofo Fernando Savater dice
en su libro Los Diez Mandamientos en el siglo XXI: Tradición y actualidad
del legado de Moisés: “Pese a tus exigencias, esa justa idea de honrar a los
I'adres ha tenido, en ocasiones, consecuencias muy negativas. Yo no sé si tú habrás
ido mucho al cine, pero, si eres aficionado al séptimo arte, recordarás una película
excelente de Alfred Hitchcok que se llama Psicosis. Allí se muestran con toda con-
uindencia los problemas que le pueden generar a un pobre chico el excesivo amor
I««■ su madre. De modo que, aunque no voy a negarle que la ¡dea es buena, creo que,
11 uno todas, hay que matizarla” (p. 71).
Sí, no podemos negar que hay padres que han llevado a sus hijos a la ruina. De
allí que la obediencia a nuestros padres está supeditada a la voluntad revelada de
I >ios. Como el Señor nos pide que obedezcamos sus mandamientos “para que nos
vaya bien” (Deuteronomio 10:13), la autoridad de nuestros padres tiene que estar
orientada hacia nuestro beneficio temporal y eterno. Ese no es el caso del ejemplo
que pone Savater cuando alude a la película Psicosis.
En la Biblia hallamos un buen ejemplo de cuándo los hijos no deben seguir las
pisadas de sus padres. Tras la rebelión de Coré contra Moisés, Dios ordenó que los
que quisieran vivir tenían que apartarse del rebelde. Momentos después la tierra se
abrió “y se tragó a todos los hombres que se habían unido a Coré” (Números 16:32).
¡Y qué pasó con sus hijos? La Palabra de Dios declara que “los hijos de Coré no mu-
i ieron” (Números 26:11). Evidentemente, decidieron separarse de su padre antes que
desobedecer al Señor.
En ocasiones se nos olvida que la “autoridad” nada tiene que ver con el autorita-
i ¡sino. “Autoridad” deriva del término latino auctoritas, que a la vez proviene de auc-
inr, y este de augere, que significa “aumentar, promover, hacer progresar”. El que tiene
"autoridad” lo que hace es ayudarnos a crecer, a ser mejores personas. Es ese tipo
i le autoridad paternal la que nosotros hemos de honrar siempre. Independiente­
mente de lo que diga Savater, esa autoridad nunca generará resultados negativos.
#HonraaTusPadres
T
ras escuchar al predicador G. Campbell Morgan, un minero se le acercó y le dijo:
-Pastor Morgan, yo daría todo por creer en lo más profundo de mi cora
zón que Dios es capaz de perdonar todos mis pecados. Pero me cuesta mucho
aceptar que con nada más confesarlos y arrepentirme, es suficiente. El perdón no pue­
de ser tan barato.
-¿Estuvo usted trabajando en la mina? -le preguntó Morgan- ¿Cómo salió de ella?
-Bueno, como siempre: entré al elevador y me subieron.
-¿Cuánto pagó para salir de ella?
-N o pagué nada -respondió el minero.
—¿No le dio miedo el elevador? ¿Acaso no era barato para que usted subiera en él!
-Pastor, lo que usted no sabe es que aunque yo subía gratis, ese elevador costó
mucho dinero a los dueños de la compañía.
-Pues lo mismo sucede con el perdón de los pecados -le dijo Morgan- El hecho
de que sea gratis para usted, no quiere decir que Dios no haya tenido que pagar un
precio elevado para que usted pudiera obtenerlo.
¡Esa es una gran verdad! El perdón de nuestros pecados es gratuito e inagotable
para nosotros. Jesús dijo en Mateo 18:22 que Dios es capaz de perdonar el mismo peca­
do no menos de “setenta veces siete”; es decir, ¡cuatrocientas noventa veces! Lo que
Jesús está diciendo es que Dios estará listo a perdonarte cada vez que tú estés dispuesto
a confesarte y arrepentirte. ¿Significa esto que nuestra redención del pecado no tiene
un costo elevado para el Padre celestial? Pedro declaró en su primera Carta: “Ustedes
saben muy bien que el costo de este rescate no se pagó con cosas corruptibles, como el
oro o la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo” (1 Pedro 1:18, 19).
¿Sabes bien que fue Dios el que pagó por tu salvación? Si lo sabes, ¿lo saben tus
amigos, tus compañeros? El Hijo de Dios derramó su sangre para que todos tengamos
acceso a una fuente inagotable de gracia en la que podamos sumergirnos cada vez
que salgamos sucios de la mina del pecado. Y lo mejor de todo es que no tenemos que
pagar nada para darnos ese baño de limpieza y purificación espirituales.
#CompradoconSangre #LaSalvaciónesGratis
Tu an ti vi rus

ohn McAfee declaró en una entrevista para la revista Mensa Bulletin, que él fue

J el primero en desarrollar un programa de protección antivirus para nuestras


computadoras. Por supuesto, mucha gente está agradecida a John por habernos
ayudado a resguardar nuestras computadoras. Sin embargo, él también se ganó el
iIrsprecio de un grupo concreto de personas: los hackers. Desde entonces, él ha sido
uno de los objetivos más apetecibles para los piratas informáticos. A fin de prote­
gerse de un despiadado ataque cibernético, McAfee tiene que registrar sus aparatos
,i nombre de otros, tiene que cambiar varias veces al día la dirección ll1ríe su com­
putadora y tiene que conectarse usando seudónimos, porque si se descuida será
i lest ruido por los hackers.
¿Sabías que tú y yo estamos siendo buscados por el hacker más peligroso de todas
las épocas? Mira lo que dice la Palabra de Dios: “Sean prudentes y manténganse des-
Iliertos, porque su enemigo el diablo, como un león rugiente, anda buscando a quien
■ levorar” (1 Pedro 5:8). Ese hacker conoce bien cada una de las debilidades de nuestro
sistema operativo y procura por todos los medios infectar nuestras vidas con el más
terrible de los virus: el pecado. Ante un hacker de esa naturaleza no hay mucho que
I« triamos hacer por nosotros mismos. Quizá no tenemos más alternativa que clamar:
"Ahora, ¿quién podrá defendernos?”
El libro de Hebreos registra estas confortadoras palabras: “Por tanto, teniendo un
gran sumo Sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos núes-
tra profesión. N o tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nues-
l ras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin
pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:14-16, RV95).
Mientras Satanás se aprovecha de nuestras debilidades para destruirnos, Jesús se
( i mipadece de nuestra vulnerabilidad. Cuando sientas que el virus del pecado se
i |i i¡ere apoderar por completo de tu vida, acude a Jesús; él te dará el socorro que ne-
i csitas; te enviará “ayuda desde el santuario” (Salmo 20:2, RV95). Su gracia es el an-
i i\' irus más poderoso del universo.
#LaGraciadeDios #JesúsEsMiAntivirus
Lo que hace
un plato de comí

E
n mi país tenemos un dicho muy popular: “El ‘malcomió’ no piensa”. Con elle i
queremos decir que una persona con hambre no es capaz de tomar buenas
decisiones. Mucho antes de que los dominicanos acuñáramos esa frase, ya la
Biblia nos había proporcionado un ejemplo contundente de la veracidad de la misma
a través de un episodio de la vida de Esaú.
Como nació antes que su hermano gemelo, Jacob, a Esaú le correspondían los pri
vilegios de la primogenitura. Aunque para nosotros no es nada relevante, en los tiem
pos bíblicos ser el primogénito constituía un gran honor. El primogénito era quien su­
cedería al padre como jefe de la familia; heredaría una porción doble de los bienes del
padre y, lo más importante, recibiría una bendición especial de parte de Dios.
U n día, tras haber tenido una larga jornada de trabajo en el campo, Esaú regresó
con mucha hambre a la casa. Su hermanito Jacob había preparado un delicioso gui­
so y cuando ya estaba a punto de servir, se aparece Esaú y le dice: “Por favor, dame
un poco de ese guiso rojo que tienes ahí, porque me muero de hambre” (Génesis
25:30). Jacob, aprovechándose del hambre de su hermano, le dijo: “Primero dame a
cambio tus derechos de hijo mayor”. Entonces Esaú cometió el error de su vida al de­
cir: “Como puedes ver, me estoy muriendo de hambre, de manera que los derechos
de hijo mayor no me sirven de nada” (Génesis 25:31, 32).
Quizás en algún momento no sirva de nada ser el jefe de la familia o recibir el
doble de la herencia. Pero, Esaú, dime lo siguiente: ¿La bendición divina es inservi­
ble? ¿Cambiarías las ventajas que te otorga la primogenitura por un plato de comida?
¿Estarías dispuesto a cambiar lo perdurable por algo tan pasajero? Esaú me mira a los
ojos y descaradamente, mientras se lleva la cuchara a la boca, me responde: “Sí”.
Con razón la Biblia nos amonesta a no ser como Esaú (Hebreos 12:16), a no per­
mitir que la satisfacción de nuestros apetitos carnales supere nuestro interés eterno.
Como dijo Jesús: “La vida no consiste solo en comer” (Lucas 12:23, TLA ). Cono­
ciendo nosotros la experiencia de Esaú, ¿cometeremos el mismo error?
#NoSolodePariVivelaGente
ué es la vida? Si le preguntamos a Gabriel G arda Márquez, pondrá en boca

Q del Coronel que “la vida es la cosa mejor que se ha inventado”. De hecho,
vivir es tan bueno, que ni los que queremos ir al cielo deseamos morir; y en
i aso de que muramos hemos adquirido un seguro, al aceptar a Jesús, que nos garan-
liza la vida eterna. Pero ¿qué es la vida para ti? Probablemente a tu edad ni siquiera
le has planteado seriamente esa pregunta. Teresa de Calcuta ha dado una inestima­
ble respuesta a dicha pregunta, y vale la pena reflexionar en cada una de estas frases:
La vida es una oportunidad, aprovéchala.
La vida es una belleza, admírala.
La vida es un sueño, conviértelo en realidad.
La vida es un desafío, enfréntalo.
La vida es un deber, cúmplelo.
La vida es un juego, juégalo.
La vida es valiosa, cuida muy bien de ella.
La vida es una riqueza, consérvala.
La vida es amor, gózalo.
La vida es un misterio, decúbrelo.
La vida es una promesa, cúmplela.
La vida es tristeza, supérala.
La vida es un himno, cántalo.
La vida es un combate, acéptalo.
La vida es una tragedia, enfréntala.
La vida es una aventura, arriésgate.
La vida es felicidad, merécela.
La vida es vida, defiéndela.
¿Qué le podría faltar a esta maravillosa respuesta? Una sola declaración: La vida
es Jesús, entrégate a él. A su lado la vida será más sabrosa, más divertida, más plena.

#LaVidaEsJesús
W M ¡ j> J ;

Una promesa
para ti

í í f ""'*t* alguien tiene un hijo desobediente y rebelde, que no hace caso de lo que
* Sil le dicen sus padres, y que ni siquiera cuando lo castigan los obedece, sus
padres deberán llevarlo ante el tribunal de los ancianos de la ciudad, y de­
cirles: ‘Nuestro hijo es desobediente y rebelde; no nos obedece en nada, es un perver­
tido y un borracho’. Entonces todos los hombres de la ciudad lo matarán a pedradas"
(Deuteronomio 21:18-21).
Aunque a primera vista esta ordenanza podría parecemos muy arbitraria, déjame
darte una de las razones por las que la violación de ese mandato ameritaba una con­
dena tan severa. En primer lugar: faltar al respeto a los padres implicaba deshonrar a
Dios, puesto que él fue quien ordenó que cada hijo debía honrar a sus progenitores
(Exodo 20:12). Por tanto, tal transgresión suponía la comisión de blasfemia contra su
Padre celestial y ese pecado demandaba la lapidación (Levítico 24:16).
Hace algunos años John McCaslin publicó un artículo en el Washington Times
en el que narra un incidente que tuvo lugar cuando George Bush -en aquel entonces
presidente de los Estados Unidos- visitó a sus padres. El mandatario se levantó tem­
prano y se sentó a compartir con la familia. Cuando la conversación se había torna­
do bastante amena, el presidente subió los pies sobre el sofá. Indignada por semejan­
te acción, su madre, Barbara Bush, le ordenó que bajara de inmediato los pies del
sillón. Su padre, el expresidente George Bush, miró a la señora y le dijo: “Por
Dios, Barbara, él es el presidente de los Estados Unidos”. Entonces doña Barbara
respondió: “No me importa que sea el presidente, tiene que bajar sus pies ahora
mismo”. El presidente sonrió y solo atinó a decir: “Bueno, incluso los presidentes
tienen que obedecer a su madre”.
Aunque en estos tiempos nadie es apedreado por rebelarse contra sus padres,
todos tenemos el solemne deber de amarlos y respetarlos. Y hay una buena razón
para hacerlo. Este es el único mandamiento que contiene una promesa: “Honra a
tu padre y a tu madre, para que vivas una larga vida en la tierra” (Éxodo 20:12). Esa
promesa es para ti.
#HonraATusPadres
1| JT e alegré mucho al leer lo que hizo el alcalde de Ingeniero Jacobacci, una
| / a ciudad de la Provincia de Río Negro, en Argentina. Sucede que Mario del
JL # JL C a rp io Melgar, el alcalde, que es médico de profesión, tuvo que dejar mo­
mentáneamente sus funciones como líder de la comunidad para ponerse la bata de
' ímjano cuando se presentó una emergencia en el hospital. Aunque en el centro
médico trabajan dos cirujanos, esc día ninguno se hallaba presente. Tras recibir una
II: imada de emergencia, el alcalde salió de su despacho y se fue a operar aún a pacien-
le. Al concluir exitosamente la cirugía, Mario del ( ¡arpio expresó estas palabras: “Es-
lauros para servir; antes que alcalde soy médico y antes que eso, soy persona”.
Lo que hizo este alcalde me recuerda la obra realizarla por Jesús mientras estuvo
en esta tierra. Durante tres años y medio el Rey del universo se despojó de sus ves-
i iiluras regias, se puso la bata de médico y se dedicó a restaurar la salud de hombres
y mujeres. Es innegable que Cristo ha sido el mejor médico que ha pasado por
nuestro planeta. ¿Un ciego de nacimiento? Cristo lo sanó (Juan 9). ¿Un hombre
paralítico durante treinta y ocho años? Jesús lo restauró (Juan 5:1-18). ¿Una mujer
a la que un espíritu maligno la tuvo jorobada dieciocho largos años? Cristo la en­
derezó (Lucas 13:10-17). ¿Cuatrocientos años sin que nadie curara a un leproso?
¡l á isto lo hizo! (Lucas 5:12-15).
Como el alcalde argentino, el Hijo de Dios consagró su vida a servir a los demás
(Marcos 10:45). Tan abarcante fue su obra como médico que “había aldeas enteras
■ l<mde no se oía un gemido de dolor en casa alguna, porque él había pasado por ellas
y sanado a todos sus enfermos” (El camino a Cristo, cap. 1, p. 11). Pero sus más impre­
sionantes milagros de sanidad rebasan los linderos físicos y alcanzan el ámbito del
alma, pues Jesús es el único que puede sanar a “los quebrantados de corazón” (Lucas
4:18, RV95). Él conoce esas heridas que el pecado te ha provocado y que te hacen
sufrir día y noche. Llámalo; dile que es una emergencia; él vendrá de inmediato y te
dirá: “Amigo, tus pecados quedan perdonados” (Lucas 5:20). Eso no lo puede hacer
el alcalde; pero Cristo sí.
#ElMejorMédico
U
n viajero visitó al rabino Hofetz Chaim y quedó muy impresionado al vol­
que el hogar del maestro era una habitación repleta de libros, con una mesa
vieja y una pequeña silla como único mobiliario. A l ver la sencillez do
Chaim, el turista le preguntó:
-Maestro, ¿dónde están sus muebles?
-¿Dónde están los tuyos?
-¿Los míos? Qué pregunta tan extraña... yo estoy aquí de paso.
-Yo también. Este no es mi hogar, solo estoy aquí de paso.
Este relato resume muy bien nuestra situación: somos “extranjeros de paso
este mundo” (Hebreos 11:13). Este no es nuestro hogar. Jesús dijo que no pertenece­
mos a este mundo (Juan 17:16) y Pablo declara: “Nosotros somos ciudadanos del cie­
lo” (Filipenses 3:20). Siendo así, no podemos darnos el lujo de colocar todo nuestro
interés en bienes que se esfumarán ante el paso inexorable del tiempo. ¿Aspiramos a
tener herencia en un mundo que será destruido?
En Apocalipsis 21 y 22 el profeta Juan describe nuestro futuro hogar: “Después vi
un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra habían
dejado de existir, y también el mar. Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba
del cielo, de la presencia de Dios. Estaba arreglada como una novia vestida para su
prometido. Y oí una fuerte voz que venía del trono, y que decía: A quí está el lugar
donde Dios vive con los hombres. Vivirá con ellos, y ellos serán sus pueblos, y Dios
mismo estará con ellos como su Dios’ ” (Apocalipsis 21:1-3).
El profeta Isaías, que también había contemplado la tierra redimida, escribió:
“Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra. De lo pasado no habrá
memoria ni vendrá al pensamiento” (Isaías 65:17, RV95). En la tierra nueva todo será
felicidad y gozo (vers. 18); el lloro y el clamor no existirán allí (vers. 19). El profeta,
incluso, anuncia que Dios “destruirá a la muerte para siempre” (Isaías 25:8, RV95).
¿No te gustaría vivir en ese mundo muevo? ¡Ese es tu verdadero hogar! Y ahí es don­
de perteneces. A l trabajar, estudiar, planificar tu bienestar en esta tierra, ten en
cuenta que Jesús te espera en tu verdadero hogar: el cielo.
#MiCasaeselCielo
T
ras haber naufragado, un hombre llegó a una isla desierta. Motivado por su
tragedia preparó dos listas, una para resaltar las cosas malas; y otra, para
las buenas. He aquí lo que escribió: “Estoy solo en una isla. Eso es muy
malo. Sin embargo, tengo para comer; lo cual es muy bueno. N o tengo ropa para
i ubrir mi cuerpo, lo cual es malo. ¡Ah!, pero la isla es tan caliente que no necesito
11 >pa, lo cual es bueno. Si me ataca un animal no tendré armas para defenderme,
¡eso sí que es malo! Lo bueno es que a lo largo de la playa no he visto ningún ani­
mal salvaje”.
Parece que este individuo siempre tuvo un motivo específico para estar agradeci­
do y contento en medio de su infortunio. De hecho, cuando usamos nuestras ener­
gías para quejarnos por lo “injusta” que es la vida, estamos echando por la horda un
liempo valioso que bien podríamos haber dedicado a dar gracias a Dios por todo lo
Iicrmoso y bueno que existe a nuestro alrededor.
¿Te has fijado en lo que hacen los perros cuando se acercan a una flor? No se que-
ilan extasiados por el color, el aroma o la hermosura de la flor. Los perritos, en lugar
de disfrutar del aroma de la flor, se dedican a rastrear el olor de otros perros. No creas
que somos muy distintos a ellos en este asunto. Los seres humanos solemos concen-
i rar nuestra atención en las espinas de las rosas, a pesar de que las espinas son mucho
más pequeñas que los espléndidos pétalos.
Te pregunto: ¿Tienes razones para hablar de la bondad de Dios y de su poder? El
aire, la vida, la naturaleza, los amigos, la familia, tu juventud; fíjate que las cosas más
valiosas de la vida te llegan completamente gratis. Dios ha sido bueno, por eso aun­
que “parece que no tenemos nada”, la verdad es que en Cristo “lo tenemos todo” (2
( iorintios 6:10), pues Dios “nos llena de alegría el corazón” (Eclesiastés 5:20). Hoy
i ledícate a ver el lado positivo de todo lo que ocurre en tu vida y usa la etiqueta del
día para agradecer algo en concreto.
ADoyGraciasPor
Un compañero
para el viaje

A
unque durante muchos años había relegado los principios bíblicos a un segundo
plano, parece que William Wilberforce, el genial político y filántropo inglés,
nunca llegó al punto de ser un “insolente”. ¿Por qué digo esto? Porque en
1784 William decidió ir a vacacionar a Francia e Italia. Tal desplazamiento implicaba
un recorrido de mil novecientos kilómetros por las serpentinas sendas de los Alpes,
en un carruaje tirado por caballos. Cuando ya tenía todo arreglado le sobrecogió una
gran preocupación: ¿Quién lo acompañaría durante ese trayecto? Equivocarse en ese
punto podría dar al traste con el descanso que tanto anhelaba.
Un día Wilberforce se encontró con un antiguo amigo: Isaac Milner. Aunque hacía
mucho que no se veían, Milner estaba al tanto de los éxitos políticos de Wilberforce; y
Wilberforce conocía muy bien el prestigio académico de Milner. Así que, contrario a lo
que hace el “insolente”, Wilberforce creyó que el “sabio” Milner habría de ser un exce­
lente compañero para su viaje, y lo invitó. ¿Quién era Isaac Milner? Era el inventor y
matemático inglés que servía como profesor lucasiano en la Universidad de Cambrigde.
Quizá te preguntes: ¿Y qué es eso de “profesor lucasiano”? Es uno de los títulos aca­
démicos más prestigiosos del mundo. La Cátedra Lucasiana fue fundada en 1663 por el
reverendo Henry Lucas, del cual deriva el término “lucasiano”. Los que han ocupado
esa posición se cuentan entre las personas más destacadas de la historia. Para que ten­
gas una idea: Isaac Barrow, Isaac Newton, Paul Dirac y Stephen Hawkins han sido pro­
fesores lucasianos. Actualmente, el profesor Lucasiano de Cambrigde es el físico britá­
nico Michael Boris Creen.
Lo que quiero que fijes en tu mente es que William Wilberforce supo elegir a su
compañero de viaje. Tan acertada fue su decisión, que las conversaciones sostenidas
durante aquellas vacaciones produjeron un cambio perdurable en su vida.
¿Quiénes son tus compañeros en este viaje que se llama “vida”? ¿Cuáles son las
personas con las que pasas tu día a día? ¿Te rodeas de gente prudente, que hace gran­
des aportes a tu crecimiento personal? ¿O eres un “insolente” que prefiere huir de las
buenas compañías? Reflexiona en estas preguntas. Mañana seguiremos hablando de
estos dos hombres.

#EscogeBienaTusCompañeros #amigos
Eres un buen
compañero?

P
or supuesto, durante las vacaciones, Wilberforce y Milner hablaron de políti­
ca, historia, ciencia, religión... ¿Religión? U n eminente científico y un influ­
yente miembro del Parlamento inglés, ¿hablando de religión? Wilberforce se
crio escuchando sermones de George Whitefield, John Wesley y John Newton. De
ji iven su vida había sido moldeada por los principios bíblicos, pero cuando su abuelo
■se enteró de que Wilberforce se estaba tomando muy en serio el cristianismo, lo
amenazó con desheredarlo. Eso hizo que Wilberforce se alejara de la iglesia y,
como dice uno de sus biógrafos, Eric Mefaxas, “bebiera de las aguas culturalmente
aceptables de la indiferencia y el escepticismo hacia todo aquel que se tomase la fe
cristiana en serio” (Siete hombres y el secreto de su grandeza, p. 39).
Sin embargo, su amigo, Wilner, tenía una actitud totalmente distinta. Aunque
era considerado el más celebre científico inglés de su tiempo, siempre fue un apa­
sionado creyente en Dios y en su Palabra. Sus conocimientos matemáticos afianza-
ii >n en él la certeza de la frase galeliana: “Las matemáticas son el alfabeto con el cual
I )ios ha escrito el universo”. Nunca dudó del relato bíblico de la Creación. Creyó en
la salvación por medio de Cristo; e hizo del Señor la fuente de su conocimiento.
Uno podría preguntarse: ¿Qué hace un creyente vacacionando con un escépti-
co? Milner pudo haber razonado: “Yo soy cristiano. Todos sabemos que la vida de
Wilberforce es un completo desastre; creo que no daría un buen testimonio si la
gente me viera viajando con él”. Pero Milner sabía que él era “la sal de la tierra”. Si
la vida de Wilberforce había perdido sabor, como cristiano Milner tenía el sagrado
• leber de ayudarlo. Y eso fue lo que hizo. Aprovechó las vacaciones para hablarle a
Wilberforce del amor de Dios. A l final del viaje, el político quedó convencido de
que “el Dios de la Biblia existía, de que Jesús fue un personaje histórico real y de
i pie era el Mesías prometido, y de que las Escrituras no eran viejos cuentos tontos,
sino la verdad misma” (ibíd., p. 44).
El científico cumplió su labor, porque “cualquiera que hace volver al pecador de
mi mal camino, lo salva de la muerte y hace que muchos pecados sean perdonados”
(Santiago 5:20). Isaac Milner fue un compañero de salvación para Wilberforce. ¿Eres
ni un compañero o una compañera así?
#CompañerodeSalvación

t
El gran cambio

L
a etapa que siguió a su encuentro con Milner, Wilberforce la definió como
“el gran cambio”. Desde entonces su vida no estuvo gobernada por el deseo
de ascender en el ámbito político. Lo que sí le importaba era ser un ejemplar
servidor de Jesús desde el sitial que ocupaba en el Parlamento. Wilberforce creyó
con todas sus fuerzas que Dios lo tenía allí para que realizara una gran obra. La
pregunta era: ¿Cuál?
Uno de los negocios más lucrativos del Imperio Británico era la trata de escla
vos africanos. Cerca de tres millones de africanos fueron separados de sus familias
y sometidos a inhumanas condiciones en los territorios dominados por Gran Bre­
taña. Tras varios años de estar reflexionando y orando sobre el asunto, Wilberforce
llegó a la conclusión de que la abolición de la detestable trata de esclavos era uno
de los objetivos que Dios quería lograr a través de él. Los intereses de Wilberforce'
cambiaron. En lugar de competir por el puesto de Primer Ministro, se empeñó en
una causa que iba en detrimento de su popularidad como político. La batalla sería
ardua y agotadora. A fin de animarlo, John Wesley le escribió: “Siga adelante, en
el nombre de Dios y con el poder de su fuerza, incluso hasta que la esclavitud ame­
ricana (lo más vil que nunca vio el sol) se desvanezca ante ella” (Siete hombres y el
secreto de su grandeza, p. 50).
Gracias a su viaje con Milner, Wilberforce descubrió cuál sería su legado al mun­
do. En 1791 sometió su primer proyecto ante la Cám ara de los Comunes tratando de
conseguir la suspensión de la trata de esclavos. Pero su propuesta fue saboteada una
y otra vez. No obstante, como declaró triunfante el apóstol Pablo: “¡Si Dios está a
nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros!” (Romanos 8:31). Nadie podría evi
tar que Wilberforce cumpliera con la misión que Dios le había asignado. Tras diecio­
cho largos años de debate, en 1807 los británicos abolieron la trata de esclavos.
Un viaje. U n amigo. Una conversación. Nada es trivial. Nada es insignificante.
Cualquiera de estas cosas puede ser determinante para tu futuro y para el bienestar
de los que te rodean. Tú podrías ser el próximo William Wilberforce.
#CambiaElMundo
©
La v e rd a d e ra
fortaleza

lili

D
urante cuarenta años, los israelitas habían permanecido bajo el dominio de
los filisteos porque “volvieron a hacer lo malo a los ojos del Señor” (Jueces
13:1). En medio de aquella debacle moral y religiosa, Dios tuvo compasión de
mi pueblo y suscitó un personaje para que los librara “del poder de los filisteos” (Jue­
ces 13:5). ¿Sabes a quién me refiero? ¡Por supuesto que a Sansón!
A l repasar la historia de Sansón en Jueces 13-16 no dejo de asombrarme por
li >s contrastes que se manifiestan en la vida de ese legendario superhéroe. Sansón
pudo dominar a los filisteos, pero nunca pudo dominarse a sí mismo, y constante­
mente caía preso en las redes de sus propios deseos. Aunque llegó a ser juez en Is­
rael, la Biblia nunca lo presenta trabajando mano a mano con su pueblo; más bien
era un ser individualista, egocéntrico, que todo lo hacía solo. Era capaz de prender
luego a los campos de trigo del enemigo, en tanto que no podía dominar el fuego
interior que consumía cada rincón de su alma. Más de una vez pudo romper las
ataduras de los filisteos, pero siempre fue dominado por los grilletes del pecado.
I’udo matar a un león con sus propias manos, pero nunca acabó con el desenfreno
que rugía indomable en su interior. Su fortaleza física era tan grande como lo era
su debilidad espiritual.
¿Para qué sirve tener tanta fuerza si somos incapaces de usarla en algo bueno y
duradero? Por otro lado, tras analizar la vida de Sansón nos damos cuenta de que
lo recordamos por todo lo que destruyó, y no por lo que construyó. ¿Te gustaría ser
recordado así?
Aprendamos de la experiencia de ese fornido amigo. Aunque no viene mal ser
robustos en términos físicos, no podemos olvidar que la fortaleza interior, la espiri­
tual, es mucho más relevante. Por eso en todo momento hemos de solicitarle a núes-
tro Padre celestial que nos dé el privilegio de “ser fortalecidos con poder en el hom­
bre interior por su Espíritu” (Efesios 3:16, RV95). ¿Cómo puede Dios fortalecer “el
hombre interior”? Lo hace a través del poder y de la presencia del Espíritu Santo en
nuestra vida. ¿No te gustaría recibir ese poder? El Señor puede hacernos fuertes en lo
i ¡iie Sansón era débil.
#FortalezaInterior
C
uenta la historia que en un lugar muy cerca de tu casa vivía un príncipe que
padecía una grave deformación física: era jorobado. Para que te hagas una
idea, su corcova era muy parecida a la de Quasimodo, el famoso jorobado de
Notre Dame. Un día su padre, el rey, le preguntó a nuestro protagonista: “Hijo, ¿qué
quieres de regalo de cumpleaños?” Los ojos del joven se iluminaron, con mucho es­
fuerzo se enderezó y, completamente erguido, le respondió: “Quiero una estatua di'
mí mismo; pero sin joroba”.
Como era de esperarse, el rey encomendó la labor al mejor escultor del reino. Al
cabo de unos meses se colocó la esbelta estatua en el jardín privado del príncipe.
Cada mañana el joven fijaba sus ojos en la escultura, y se esforzaba por parecerse a
ella; día tras día estiraba su espalda. Su meta era llegar a tener un porte tan regio
como la estatua. Con el paso del tiempo la gente del pueblo comenzó a decir: “¿Han
notado que la espalda del príncipe se ha ido enderezando?” “Es cierto, ya no está tan
jorobado como antes”. ¿Sabes qué hizo el joven cuando supo de estos comentarios?
Redobló sus esfuerzos. ¡Y un día ocurrió el milagro! El príncipe heredero se puso de
pie, se enderezó, se estiró, y notó que ya era tan esbelto como la hermosa estatua del
jardín. A l contemplar la imagen, el jorobado se había ido transformando.
Tú eres un príncipe del Rey celestial. Sin embargo, ¿te has sentido avergonzado
por tus defectos y faltas espirituales? ¿Sientes el pecado como una joroba sobre tus
espaldas? Entonces tengo buenas noticias para ti: no te desanimes, fija tu mirada en
Jesús, pues el Espíritu Santo, cual divino artista, realizará una obra que transformará
tu vida. ¿Recuerdas la experiencia de Moisés? Él, a pesar de todas sus imperfecciones
y fracasos, “siguió firme en su camino porque tenía los ojos puestos en el Invisible”
(Hebreos 11:27, NTV). Pablo agrega que al contemplar a Cristo “vamos transfor­
mándonos en su imagen misma” (2 Corintios 3:18) hasta que adquiramos “la estatu­
ra de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13, RV95).
A l iniciar este nuevo día recuerda que si dejas de concentrarte en tus defectos y
comienzas a fijar tu mirada en Jesús, la gente empezará a decir: “Miren, ese joven se
parece a su Señor”.
#MiraaCristo
Ti i n su libro El canto del pájaro, Anthony de Mello hace referencia al dilema de
dos monjes. A veces los integrantes de ciertas órdenes religiosas se compro-
1 -J meten a no tocar a ninguna mujer bajo ninguna circunstancia. Pero estos
monjes, cuando regresaban a su monasterio, se encontraron con una hermosa mujer
a la orilla de un río. Tanto los monjes como la dama tenían que cruzar; sin embargo,
como el río había crecido mucho la mujer necesitaba ayuda para poder llegar al
i >i ro lado. Y ese era el dilema: cómo ayudar a la mujer sin tener que tocarla.
Uno de ellos fue derrotado “por la tentación” y determinó que ayudar a la señora
era mucho más significativo que cumplir con un insípido voto religioso. Se echó a la
mujer en la espalda, cruzó el río y la dejó al otro lado.
A l ver esto, el otro monje se escandalizó y durante horas estuvo criticando, cen­
surando y recriminando a su compañero: “Has olvidado la regla; cómo te atreviste a
locar a una mujer; qué dirá la gente de ti; has desacreditado la religión”. Finalmente,
el acusado no aguantó más y le dijo: “Hermano, yo he dejado a aquella mujer en el
río. ¡Eres tú quien la lleva ahora!” (p. 143).
¿Captas el mensaje? Hay gente que supuestamente no transgrede la Ley divina,
I'ero se regodea en vivir recordando los pecados que otros han cometido. Por lo ge­
neral, suelen olvidar que el que juzga y condena a los demás, con su crítica está asu­
miendo el pecado del cual probablemente hace tiempo que otros se han apartado. En
tinto que Dios ya ha perdonado al pecador y lo ha declarado libre de su falta, mu­
llios seguimos bajo condenación al vivir cargando en nuestros labios y en nuestra
mente el pecado de nuestros semejantes.
Si en algún momento te sientes, como el monje de la historia, en condición de
criticar lo que hagan los demás, te recomiendo que medites en este texto bíblico:
"¿Quién eres tú para criticar al servidor de otro? Si queda bien o queda mal, es asun-
lo de su propio amo. Pero quedará bien, porque el Señor tiene poder para hacerlo
quedar bien” (Romanos 14:4). El pecador no tiene que darte cuenta a ti, sino a Dios.
#NoCondenes #NoJuzgues #NoCritiques
Un libro digno
de confianza

7
7/
m Ü i IÜM 1 81

E
s probable que no sepas quién fue William Mitchell Ramsay, pero estoy se
guro de que te interesará escuchar su historia. Ramsay (1851-1939) fue un
arqueólogo c historiador inglés, ateo hijo de ateos, que intentó demostrar
que la Biblia no es un documento serio y que todas las aseveraciones históricas que
hace son falsas. A sí que acudió a dos libros, el Evangelio de Lucas y los Hechos
de los Apóstoles, ya que en estos libros de la Biblia se mencionan muchos lugares,
nombres y fechas que pueden ser fácilmente corroborados o desmentidos por las
fuentes históricas seculares.
Para lograr su objetivo, Ramsay recorrió detenidamente las tierras bíblicas y se
dedicó a investigar en ellas durante veinticinco años. Le resultó sorprendente com­
probar por medio de sus excavaciones arqueológicas que 32 países, 54 ciudades y 9
islas mencionadas por Lucas en su segundo libro eran lugares reales. ¡Imagina la sor­
presa que se llevó cuando se dio cuenta de que Hechos es un libro históricamente
fiable! En su vejez escribió: “Me propuse buscar la verdad en la frontera entre
Grecia y Asia y la encontré allí [en los Hechos de los apóstoles]. Las narraciones
de Lucas son más confiables que las de cualquier otro historiador y pueden sopor­
tar el escrutinio más minucioso”.
Después de su experiencia, William Ramsay, antiguo crítico de la Biblia, se de­
dicó a defender la veracidad del Nuevo Testamento, y su nombre ha pasado a la
historia como uno de los grandes arqueólogos de todos los tiempos.
¡Cuánto poder tiene la Biblia! Puede transformar a los incrédulos en creyentes, y
no solo eso, también puede hacerte apto para la salvación. La Biblia no es un libro
de fábulas ni cuentos, es la Palabra de Dios. Si Ramsay fue transformado por las Es­
crituras, hoy puedes pedir a Dios que te transforme a través de la lectura de su Pala­
bra. “Repite siempre lo que dice el libro de la ley de Dios, y medita en él de día y de
noche” (Josué 1:8). La Palabra de Dios es un libro eficaz. Léela y serás sabio; créela y
serás salvo; practícala y serás santo.
#ElPoderdelaBiblia #PalabradeDios
¡ ¡ P u e d e s d e c ir
W “no”, pero...

D
icen que Lord Byron, el célebre poeta inglés, no fue muy exitoso en su vida
amorosa. Sin embargo, se presentaba a sí mismo como un héroe del roman­
ce. Aunque era un personaje de muy buena apariencia física, Byron tenía
un pequeño problema: era cojo de nacimiento. Y uno de sus fracasos sentimentales,
que tuvo como protagonista a la joven Mary A nn Chaford, tuvo mucho que ver con
la deformación de su pie derecho. Mary Ann no ocultaba el cariño especial que sen-
i ía por Byron. Le encantaba escucharlo narrar, con su alucinante prosa poética, los
relatos de sus viajes. Pasaban horas y horas en inagotables conversaciones. Creyendo
que Mary A nn deliraba por su amor, Byron le declaró sus sentimientos. Pero ella,
con mucho enojo, lo miró fijamente a los ojos y le dijo: “¿Cree usted que yo puedo
querer a un cojo?”
Una respuesta como esa le rompe el corazón a cualquiera. ¿Alguna vez te han
dicho algo parecido? ¿Cómo hubieras tratado a Mary A nn si tú fueras Lord Byron?
Varios días después, como si nada hubiera pasado, Mary A nn se le acercó y le pidió
que le contara uno de sus fascinantes relatos. Entonces Byron le dijo:
“Hace muchos años, antes de que naciéramos tú yo, Dios le dijo a un joven que
sería muy afortunado; sabría narrar como nadie y poseería unas características ex­
cepcionales. El joven le pidió a Dios que le dijera cómo sería la mujer que contem­
plaría tanta hermosura. Dios le dijo: ‘Tu amada será de hermoso aspecto, su talen­
to y brillantez cautivarán a todos los que la conozcan; tendrá todas las cualidades
imaginables. Solo tendrá un defecto, será coja...’ jOh! Señor, no lo permitas... [le
dijo el joven] dame su cojera a mí” (Rubén Gil, Diccionario de anécdotas, p. 50).
Mientras Mary A nn recurrió al insulto, Byron transformó el rechazo del cual ha­
bía sido objeto en un hermosa historia.
N o hay nada de malo en finiquitar una relación, o en rechazar una propuesta
amorosa. Lo que sí podría ser malo son las palabras que escojas para decir “N o”.
( litando tengas que dar respuesta a las pretensiones amorosas de alguien, recuerda
que “manzana de oro con adornos de plata: ¡eso es la palabra dicha cuando convie­
ne!” (Proverbios 25:11, RVC).
#PalabrasPrudentes

ffH f 1F...* .............. ’................ ... ..... ..........


¿Eres
casquivano?

....... — j

E
n su libro El mago de Oz, Lyman Frank Baum relata la conversación que sos­
tuvieron el Espantapájaros y el Hombre de Hojalata, cuando el primero
cayó en un hoyo.
-¿Por qué no esquivaste el hoyo? -le preguntó el Hombre de Hojalata.
-M e falta inteligencia -fue la alegre respuesta- Tengo la cabeza llena de paja, ¿sa­
bes?, y por eso voy a ver a Oz para que me dé un cerebro.
-¡A h !, ya entiendo. Pero, al fin y al cabo, un cerebro no es lo mejor que hay en
el mundo.
-¿Tú lo tienes? -preguntó el Espantapájaros.
-N o, mi cabeza está enteramente vacía -respondió el Hombre de H ojalata-.
Pero en un tiempo tuve cerebro, y también corazón y, como he tenido ambos, pre­
fiero el corazón.
El Espantapájaros mantuvo firme su decisión:
-Yo pediré un cerebro en vez de un corazón, pues un tonto sin cerebro no sabría
qué hacer con su corazón si lo tuviera.
En el libro de Proverbios, capítulo 7, Salomón cuenta la historia de un joven que,
como el Espantapájaros, parece que no tenía cerebro. En el versículo 7 describió al
mozalbete como un individuo falto “de juicio”, “de sensatez”, “de sentido”. La versión
Palabra de Dios para todos se refiere al joven como alguien “especialmente torpe”. En
realidad, Salomón está describiendo a un joven “casquivano, falto de seso”.
¿Por qué le faltaba “cerebro” a ese muchacho? ¿Tenía malas calificaciones? No. ¿Te­
nía una mala memoria? No. A l muchacho le faltaban “los sesos” porque no pudo con­
trolar su apetencia por el sexo. El sexo si es lícito, es bueno; pero el joven de Prover­
bios, como no supo usar bien su cerebro, fue a parar al lecho de una prostituta; por
tanto, era “como un buey rumbo al matadero, como un ciervo que cae en la trampa y
al que luego una flecha le parte el corazón” (vers. 22, 23). El uso inadecuado del
sexo terminará partiéndote el corazón.
El hoyo en el que cayó el joven de Proverbios 7 fue el sexo ilícito, ¿cuál es el tuyo?
¿En qué hoyo te encuentras en este instante? Si, como al Espantapájaros, te hace falta
un cerebro, ¡pídeselo a Dios, que él te lo dará! No seas casquivano.
#PideSabiduría
Unir los puntos

V
olvamos a hablar de Steve Jobs. Cuando tenía veinte años, junto a Steve
Wozniak, fundó la compañía Apple. Mientras, por ejemplo, Bill Gates se pro­
puso poner un ordenador en cada hogar, con la creación del iPod, el iPhone y
el iPad, Steve Jobs colocó un ordenador en la mano de cada uno de nosotros.
Ahora bien, hoy quiero llamar tu atención a un episodio concreto de la vida de
|obs. En 2005 fue invitado a presentar el discurso ante los graduandos de la Univer­
sidad de Stanford. En una parte de su disertación motivó a los muchachos a “unir los
puntos” de sus vidas. Y puso un ejemplo personal de lo que quería decir con eso de
“unir los puntos”. Diez años antes de fundar Apple, él tomó clases de caligrafía. “En
aquel entonces -dijo-, no sabía que eso me ayudaría”. Pero mientras trabajaba en la
creación de la primera Macintosh todo cobró sentido. Entonces agregó: “No puedes
unir los puntos hacia adelante, solo hacia atrás”.
¿Alguna vez has jugado a unir los puntos? Estoy seguro que sí. Cuando miras la
página nada parece tener sentido, cuando observas un punto en específico parece no
lener relevancia, pero cuando empiezas a unir los puntos notas cómo la imagen se va
formando. Creo que la experiencia de José constituye un buen ejemplo de cómo
“unir los puntos”. Sus hermanos lo tiraron a un pozo. Lo vendieron como esclavo.
Trabajó como mayordomo en la casa de Potifar. Lo encarcelaron por un delito que
uo cometió. ¡Su vida parecía estar fuera de control! Sin embargo, tras “unir los pun­
ios”, pudo decir: “Dios me envió, él tenía un plan y hoy todo tiene sentido”.
Tu vida es como un juego de “unir los puntos”. Aunque ahora sientas que nada
va bien, más adelante descubrirás que todo forma parte del plan que Dios tiene para
1 1. Si estás atravesando por un momento difícil, no dejes de confiar en Jesús. No pue­
des unir los puntos hacia adelante, solo hacia atrás. Aunque te tomará un poco de
i iempo ver el cuadro completo, no pierdas la fe. Dios está al control.
#DiosEstáalControl #UnelosPuntos
H
ace un tiempo leí la historia de un rey que no era feliz, mientras que uno de
sus sirvientes se pasaba todo el día cantando. Intrigado por la felicidad del
siervo, el monarca le preguntó: “¿Por qué eres tan feliz?” “Porque mi familia
y yo nos conformamos con lo que tenemos”, respondió de inmediato el siervo.
Más tarde, el rey llamó a su consejero y le preguntó por qué si él lo tenía todo
no podía ser feliz; sin embargo, su sirviente, que era muy pobre, irradiaba felicidad
en todo momento. “Su Majestad -dijo el consejero-, creo que el sirviente nunca
ha sido parte del Club 99”. “¿Qué es eso?”, preguntó el rey. “Para saber qué es El
Club 99, usted debe colocar 99 monedas de oro en una bolsa y dejarla en la puerta
de la casa del sirviente”.
El rey hizo lo que le había dicho el consejero. Cuando el siervo vio la bolsa, la
recogió y, tras abrirla, dio un gran grito de alegría y comenzó a contar las mone­
das. Después de contar varias veces comprobó que solo había 99 monedas en la
bolsa; pero ahora él quería tener 100. Pasó todo el día buscando la moneda que
faltaba. Como no la halló, decidió trabajar más que nunca para ganar otra mo­
neda de oro y llegar a 100. “¡Cuando tenga las 100 monedas seré un hombre fe­
liz!”, se dijo a sí mismo.
Desde entonces, su vida cambió completamente. Trabajaba sin descansar, se
convirtió en una persona gruñona, maltrataba a su familia y dejó de cantar mien­
tras cumplía con sus deberes.
A l percibir tan radical cambio, el rey le preguntó a su consejero la razón del mis­
mo. “Su Majestad -dijo el consejero-, el siervo ahora es miembro del Club 99. A di­
cho club pertenecen los que tienen lo necesario para ser felices, pero que nunca lo
son porque siempre están deseando lo que no tienen. Son los que se dicen a sí mis­
mos: ‘Si yo tuviera... sería feliz’ ”.
¿Eres feliz o formas parte del Club 99? U n joven feliz vive con gozo su presente,
no se lamenta por lo que no tiene, disfruta lo que tiene y confía completamente en
Dios. Ya lo dijo el Salmista: “Este es el día en que el Señor ha actuado:
¡estemos hoy contentos y felices!” (Salmo 118:24).
#ElClub99 #ConfórmateconloqueTienes
R
obert Fulton estaba loco. Todo el mundo lo decía. El pobre hombre pensaba
que un barco podía moverse utilizando el vapor. Hasta 1807, el año en que
Fulton hizo su demostración inicial, los motores de vapor habían movido las
lubricas de telas, pero no las embarcaciones. La idea de que otro recurso que no fue­
ra el viento pudiera mover un barco era ridicula, absurda y sencillamente descabella­
da. Cuando la gente hablaba del barco de Fulton no se refería a él por nombre, sino
que lo llamaban el “disparate de Fulton”.
Cuando Fulton comenzó a hacer pruebas ríe su proyecto, sus amigos y familia­
res tenían la impresión de que el barco iba a explotar. Como diría años después el
mismo Fulton, en sus rostros se leía la palabra “desastre”. Fulton no les hizo caso y
el viaje inicial salió desde Nueva York para llegar a Albany, en contra de la co­
rriente del río Hudson.
El “disparate de Fulton” no tenía la forma de un elegante yate. Era de fondo plano
ion una popa cuadrada y unas ruedas con paletas instaladas a ambos lados a la altu­
ra de la mitad del casco. Cuando “el disparate de Fulton” zarpó en su primer viaje, la
gente dijo que parecía un aserradero al que se le había prendido fuego y que había
sido instalado encima de una balsa.
El “disparate” avanzó por el río durante veinticuatro horas antes de detenerse
en Clermont, allí los pasajeros pasaron la noche. A l día siguiente continuaron río
arriba hasta llegar a Albany, donde los recibió una entusiasta multitud. El “dispa­
rate de Fulton” había logrado lo imposible: recorrer más de doscientos kilómetros
en aproximadamente treinta y dos horas, con una velocidad promedio de ocho ki­
lómetros por hora. En aquella época, un barco de vela demoraba cuatro días para
recorrer la misma distancia.
Nadie creía que el vapor movería un barco, hasta que Fulton demostró lo con-
i rario. Nadie creía que el Mar Rojo podría abrirse, hasta que Moisés demostró lo
contrario. Nadie creía que con una piedra se podía derrotar a un gigante, hasta que
David demostró lo contrario. ¿Sabes por qué lo lograron? Porque tuvieron fe en
I í¡os. Si ellos pudieron, tú también podrás. La pregunta que has de responder es
esta: ¿Estás hoy dispuesto a iniciar tu “disparate”?
#PersiguetuSueño #metas
Aprendamos
le Hawking

D
icen que Stephen Hawking es el físico más importante desde los tiempos de
Albert Einstein. Pero a diferencia de Einstein, Hawking considera que la fe
es un elemento irrelevante para los seres humanos. En 2014, en una entre­
vista publicada en el periódico español El Mundo, Hawking hizo evidente su ateísmo
y subrayó que no cree en milagros porque “no son compatibles con la ciencia”. Cu­
riosamente, su propia experiencia constituye un ejemplo fehaciente de que los mila­
gros siguen ocurriendo.
Cuando Stephen tenía veintidós años los médicos le informaron de que padecía
esclerosis lateral amiotrófica (ELA). La ELA ataca directamente al sistema nervioso
central y, debido a la degeneración de las células que regulan nuestros movimientos,
provoca una parálisis completa. Por si ya lo has olvidado, la ELA fue la enfermedad
que en 2014 suscitó la campaña del desafío del cubo de hielo, en la que tomaron par­
te activa más de mil millones de personas en todo el mundo.
Tras evaluar detenidamente el avance de la enfermedad, los médicos informaron
a Stephen de que nada más le quedaban dos o tres años de vida. ¿Sabes cuántos años
han pasado desde entonces? ¡Más de cincuenta! Aunque Hawking no lo crea, su vida
comprueba que los milagros son posibles. ¡Él es un milagro viviente!
Como creyente en el relato bíblico de la creación tengo que estar en desacuerdo
con la versión de Hawking en cuanto al origen de la vida. Sin embargo, no puedo
dejar de reconocer que él posee una virtud digna de admirar: ¡Hawking no se rinde!
A pesar de su enfermedad, se casó, tuvo tres hijos, continuó sus estudios de Astro­
física. Cuando ya no podía caminar, impartía sus clases y charlas desde una silla de
ruedas. Cuando perdió la capacidad de hablar en 1985, usó un sintetizador de voz
para seguir llevando a cabo su labor. Aunque la vida de Hawking nos parezca tan
lúgubre como los agujeros negros, él ha sabido sobreponerse a su tragedia.
La Palabra de Dios dice: “Examinen todo y quédense con lo bueno” (1 Tesaloni-
censes 5:21, PDT). Podemos debatir con Hawking sobre cosmogonía, pero aun de un
ateo como él hay lecciones que deben ser aprendidas. Hawking nos ha enseñado que
Dios sigue haciendo milagros y que nunca hemos de rendirnos.
ANoteRindas
S
i un ateo como Stephen Hawking ha logrado mantenerse de pie a pesar de las
adversidades, ¿no indica eso que, después de todo, creer en Dios no marca nin­
guna diferencia? En realidad, para entender parte de lo que dijimos ayer preci­
samos conocer más sobre la vida de ese genio del siglo XXL Para ello hemos de con­
siderar esta declaración del propio Hawking: “He sufrido una enfermedad de las
neuronas motoras prácticamente toda mi vida adulta. Sin embargo, no me ha impe­
dido tener una familia muy atractiva, y tener éxito en mi trabajo. Esto es gracias a la
ayuda que he tenido de Jane, de mis hijos, y de un gran número de personas y organi­
zaciones”. Me quiero detener en la frase: “Gracias a la ayuda de Jane”.
Jane, una profesa cristiana, fue la primera esposa del científico. Y gracias a la per­
severante fe de esta mujer, Stephen pudo sobrevivir a uno de los momentos más críti­
cos de su vida. En 1985, mientras se hallaba en Ginebra, Suiza, un ataque de neumo­
nía puso a Hawking en los brazos de la muerte. Los médicos llamaron a Jane para que
luera de inmediato al hospital. Cuando ella llegó le dijeron que ya no había nada que
hacer, que solamente estaban esperando que diera la autorización para desconectar a
Hawking de las máquinas que lo mantenían con vida. Jane pensó para sus adentros:
“¡Qué final más ignominioso para una lucha tan heroica por la vida! ¡Qué negación
de todo por lo que también yo había luchado! Mi respuesta fue rápida: Stephen debe
vivir”. ¿Sabes qué hizo Jane en ese momento? Acudió a Dios en oración y le dijo: “¡Por
favor, Señor, que Stephen siga con vida!” Y Dios preservó la vida del científico incré­
dulo. El ateísmo de Hawking no evitará nunca que Dios lo ame.
En una entrevista Jane declaró que el ateísmo de Hawking "no podía ofrecer
consuelo, bienestar ni esperanza respecto a la condición humana”. Pero que la fe sí
podía hacerlo. A sí que Jane rechazó el ateísmo y abrazó la fe con la que le dio con­
suelo, bienestar y esperanza a su marido no creyente. ¿Estás usando tu creencia en
Dios para atacar o para consolar al que no cree como tú? N o olvides nunca que
Dios también ama al ateo.
#DiosAmaAlAteo #DiosEsAmor
La m e jo r
herencia

S
egún el testamento de la princesa Diana, al momento de su muerte toda su for­
tuna, que incluía dinero, joyas, vestidos y otros objetos personales, se repartiría
en partes iguales entre sus dos hijos: Guillermo de Cambridge y Enrique de
Gales. Cuando la princesa murió el 31 de agosto de 1997 en un trágico accidente en
la ciudad de París, su fortuna ascendía a más de veinte millones de dólares. Pero los
herederos no recibirían su herencia hasta que cumplieran treinta años. Guillermo, el
hijo mayor, tendría que esperar hasta el 2012 para recibir su parte; y Enrique hasta el
2014. Durante todos esos años las inversiones y los intereses de los veinte millones se
convirtieron en más de treinta millones. En el momento preciso, cada príncipe reci­
bió lo que le tocaba.
Lo cierto es que no estaría nada mal que de cumpleaños pudiéramos recibir una
herencia de millones de dólares. Pero eso puede resultar muy difícil para cualquiera
de nosotros. Sin embargo, todos los seres humanos tenemos derecho a una herencia
que sobrepasa infinitamente el valor de cualquier herencia terrenal. Como hijos de
Dios, cada uno de nosotros puede recibir una herencia eterna, “la cual no puede des­
truirse, ni mancharse, ni marchitarse” (1 Pedro 1:4).
La Biblia nos da un adelanto de lo que recibiremos los hijos de Dios. Juan lo ex­
presa con estas palabras:
“Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera
tierra habían dejado de existir, y también el mar. Vi la ciudad santa, la nueva Jeru-
salén, que bajaba del cielo, de la presencia de Dios. Estaba arreglada como una no­
via vestida para su prometido. Y oí una fuerte voz que venía del trono, y que decía:
‘A quí está el lugar donde Dios vive con los hombres. Vivirá con ellos, y ellos serán
sus pueblos, y Dios mismo estará con ellos como su Dios’ ” (Apocalipsis 21:1-3).
Luego, en el versículo 7, el apóstol agrega: “El que salga vencedor recibirá todo
esto como herencia”. ¿No es eso más que una fortuna de treinta millones? ¿Pero sabes
qué es lo mejor? Que cuando recibamos la herencia, nuestro Padre celestial no estará
muerto; él estará con nosotros por toda la eternidad.
#LaMejorHerencia
Un minuto basta

U
no de mis programas favoritos de Radio Amanecer Internacional era “Un mi-
ñuto basta para fijar una buena idea”. En dicho programa, su presentador,
Ornar Medina, se las ingeniaba para, en menos de sesenta segundos, dejar en
la mente de sus oyentes un concepto capaz de transformar su vida. Escuchar ese progra­
ma impactó mi manera de concebir el valor de un minuto, puesto que comprendí que ese
era un lapso suficiente para aprender algo valioso. De hecho, son muchas las cosas que
suceden cada vez que transcurren sesenta segundos. Por ejemplo, según The Atlantic
cada minuto: 25 estadounidenses obtienen su pasaporte, 52 aviones despegan en todo el
mundo, 58 parejas contraen matrimonio, 144 personas se mudan a un nuevo hogar,
11.319 paquetes son entregados por UPS y 243.000 fotografías son subidas a Facebook.
¿No te parece que cada minuto está lleno de acontecimientos muy signiíical ivos?
En reiteradas ocasiones la gran diferencia entre alguien que alcanza el éxito y otro
que ha fracasado radica en la manera en la que usaron los 1.440 minutos que tiene
cada día. Gandhi declaró acertadamente: “Un minuto que pasa es irrecuperable.
( Conociendo esto, ¿cómo podemos malgastar tantas horas?” Cada vez que transcu­
rren sesenta segundos, se nos está yendo de las manos un trozo de nuestro futuro.
;Qué estás haciendo con tus minutos?
La autora cristiana Elena de White escribió una declaración que hemos de grabar con
letras doradas en nuestra mente: “Del correcto aprovechamiento de nuestro tiempo depen­
de nuestro éxito en la adquisición del conocimiento y cultura mental [...]. Un propósito re­
suelto, un trabajo persistente y el uso sabio del tiempo capacitarán a los hombres para ad­
quirir los conocimientos y la disciplina mental que los calificarán para ocupar cualquier
posición de influencia y utilidad” (Palabras de vida del gmn Maestro, pp. 278, 279).
La moraleja no es nada compleja: si no le sacas el mayor provecho a cada minuto
habrás perdido mucho. Por tanto, ten en cuenta el consejo de Pablo y aprovecha “al
máximo cada momento” de tu vida (Efesios 5:16). Un minuto es tan valioso que no
necesitas más que eso para entregar tu vida a Jesús. ¿Te gustaría aprovechar este mi­
nuto y pedirle a Dios que te regale la salvación?
#UnMinutoBasta
El maratonista
feliz

E
n una competencia en la que los primeros tres ganadores reciben respectiva-
mente medallas de oro, plata y bronce, ¿quién se supone que habría de ser el
menos feliz de los tres? Probablemente la respuesta más obvia sería: el que se
llevó la presea de bronce. Sin embargo, un estudio citado por Fernando Zabala pone
de manifiesto que, entretanto que el ganador del oro es el más feliz de todos, sorpre­
sivamente el menos feliz es el ganador de la medalla de plata. ¿Y a qué se debe esa
reacción? El Dr. Zabala cita la respuesta que dio Scott Huettel, un investigador de la
Universidad de Duke: “Mientras el medallista de bronce razona: ‘Casi me quedo fue­
ra, ¡pero qué bueno es estar entre los ganadores!’; el medallista de plata está pensan­
do: ‘Oh, si no hubiera cometido este o aquel error, habría ganado la de oro’ ” (Saber
vivir: qué hacen las personas felices, p. 35).
Sin embargo, el último día de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, el mara­
tonista Abel Kirui nos dio un ejemplo de que se puede ser feliz incluso cuando se
gana la medalla de plata. En 2009 Kirui se convirtió en campeón mundial tras
ganar el Maratón de Berlín; y en 2008 estableció un record mundial cuando ganó
el Maratón de Viena. Pero en Londres las cosas no salieron como él esperaba. A
pocos minutos de cruzar la línea de meta, Stephen Kiprotrich adelantó a Kirui y
obtuvo la medalla de oro.
Aunque quedó en segundo lugar, Kirui no abrigó sentimientos de tristeza en
su alma. Más bien se arrodilló, juntó sus manos, inclinó su cabeza y oró a Dios.
¿Y por qué oró? Él mismo da la respuesta: “C ada vez que termino una carrera,
digo: ‘Gracias, Dios’ ”. Abel Kirui, el maratonista olímpico, es un miembro de la
Iglesia Adventista que corre para exaltar a su Señor. Sentir que es un atleta de
Cristo, que su vida está en las manos de su Creador, le permite estar contento y
agradecido sin importar en qué lugar quede en la carrera.
Kirui sabe “que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman”
(Romanos 8:28), y en ocasiones Dios dispondrá que no ganemos el oro en esta tierra,
pero nos promete un “gran premio en el cielo”.
#SéFeliz #TodoObraParaBien
Vivir
corno Dios manda
i
......._ ...j
V -i - Jp l
1 J hyi P P M ffl

G
racias al aeropuerto que lleva su nombre, muchos hemos oído de Fiorello La
Guardia. Hasta sabemos que fue el pian alcalde de la ciudad de Nueva York
de 1935 a 1945. Sin embargo, muchos ignoramos que La Guardia se desem­
peñó como juez de una corte policial. Uno de esos días le llevaron el caso de un hom­
bre que había robado una barra de pan. A l ser cuestionado por su delito, el imputado
reconoció su falta y aseguró que lo había hecho, no porque fuera un delincuente,
sino porque necesitaba alimentar a su familia. Tras escuchar el testimonio del la­
drón, La Guardia lo declaró culpable y le impuso una multa de diez dólares.
Si el hombre no tenía dinero ni siquiera para comprar un pedazo tic pan, ¿cómo
pagaría la multa? En ese punto fue donde la grandeza de La Guardia se puso de ma­
nifiesto. Sacó de su billetera diez dólares y, dirigiéndose al hombre, le dijo: “Yo voy a
pagar tu multa”. Luego ordenó al alguacil cobrar cincuenta centavos a todos los pre­
sentes en la sala y que entregara el dinero al hombre para que ya no robara más. ¿Por
qué hizo eso? Porque para La Guardia todos eran culpables de que alguien tuviera
que robar para poder sobrevivir.
La Guardia hizo dos cosas: 1) pagó la multa del ladrón y 2) le proveyó los recur­
sos para que no volviera a robar. El juez sabía que aquel pobre hombre no precisaba
de un discurso sobre ética, sino de una solución material a su problema. ¿No es eso
lo que hace Dios con nosotros?
Todos hemos sido acusados ante el tribunal divino. Se nos incrimina de haber
transgredido la Ley de Dios. ¡Y es cierto, somos infractores! No podemos negar lo que
realmente somos. No obstante, en lugar de castigar nuestro delito, Dios decidió pagar
el precio de nuestra transgresión, y entregó a su Hijo amado por todos nosotros. Por
ese acto de misericordia él perdonó todos nuestros pecados.
Pero el Señor no solo nos ha perdonado, sino que además nos ha otorgado su po­
der para que seamos victoriosos, y “nos ha concedido todas las cosas que necesitamos
para vivir como Dios manda” (2 Pedro 1:3, NVI). Sí, ¡podemos vivir como Dios quie­
re que lo hagamos!
#VivirComoDiosManda #SíSePuede

f *
Moviendo
“la roca”

E
n su libro Ilustraciones inolvidables, Wayne Rice cuenta la historia de un niño
que jugaba plácidamente en la arena. Tenía camiones, automóviles, un cubo
de plástico y, por supuesto, una pala. Se había pasado todo el día creando ca-
rreteras y túneles en la arena, hasta que se encontró con una roca en medio del ca­
mino. El niño cavó alrededor de la roca, y logró moverla un poco mientras la empu­
jaba con sus pies. Pero no podía quitarla de allí.
El pequeño hizo todo lo que pudo para mover la enorme piedra; no obstante,
cada que vez que creía haber avanzado se daba cuenta de que la roca seguía en el
mismo lugar. El chico “gruñó, luchó, empujó, pero lo único que consiguió” fue lasti­
marse sus manitas. Entonces, cuando ya no pudo más, se echó a llorar.
Durante todo ese rato su padre lo había estado observando a lo lejos. Cuando vio
al niño llorar, se le acercó y le preguntó:
-Hijo, ¿por qué no usaste toda la fuerza que tienes a tu alcance?
Sollozando, el pequeño respondió:
-Papá, lo intenté, lo intenté una y otra vez. Usé todas mis fuerzas.
-N o, hijo. No utilizaste toda la fuerza de la que disponías. No me llamaste a mí.
En ese instante el papá se agachó, cargó la roca y, en un abrir y cerrar de ojos, la
quitó del camino.
Si eres como yo, me imagino que tú también te has topado con “rocas” que tratan
de impedir tu avance en el camino hacia el cielo. ¿Cuál es tu “roca”? ¿Has intentado
quitar los obstáculos de tu vida con tu propia fuerza? ¿Has luchado con toda tu alma
pero al final descubres que caes una y otra vez en el mismo pecado?
Si estás cansado y frustrado por tu incapacidad para mover esos pecados de tu
vida, entonces este es el momento preciso para pedir la ayuda de tu Padre celestial.
Dile a Jesús que venga y quite esa “roca” inamovible que hay en tu corazón. Mientras
le pides al Señor que quite esa roca de tu camino, puedes imaginar su tierna voz di-
ciándote: “N o tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo
te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa” (Isaías 41:10).
¿OiosMueveLasRocas #DiosMeDaFuerzas
La Biblia
de Gutenberg

V
erifiquemos cómo están tus conocimientos de cultura general. ¿Qué sabes
de la Biblia de Fust y Schoffer? ¿Seguro que no sabes nada? Piensa un poco
más. ¿Ya te acordaste de algo? Bueno, parece que no. Mejor te haré otra
pregunta: ¿Qué sabes de la Biblia de Gutenberg? Si no has oído nada de ella, en-
lunces presta atención.
Gutenberg fue un voraz lector de libros. Pero en la época en la que él vivió, leer
era un hábito muy costoso, pues un libro podía costar lo que valía una granja. Como
los escribas tenían que transcribir a mano cada libro, eso limitaba mucho la cantidad
ile ejemplares que podían circular y ponía el precio de los libros por las nubes. Gu-
lenberg se propuso hacer que el libro fuera asequible a cualquier ciudadano. Ifespués
de treinta años de lidiar con el asunto, finalmente creyó tener la solución: el libro
debía imprimirse en una imprenta de tipos móviles. Lleno de emoción escogió el pri­
mer libro que sería impreso: la Biblia. ¡Qué elección más acertada! Ahora Gutenberg
solamente tenía que resolver un pequeño problema: no tenía dinero. Sin pensarlo
dos veces buscó el financiamiento de Johann Fust. A Fust le encantó el proyecto de
Gutenberg y decidió prestarle ochocientos florines, no sin antes advertirle de que si
no le pagaba, le quitaría todo.
C on el dinero en la mano, Gutenberg comenzó a fabricar la imprenta en 1450.
Trabajó arduamente, día tras día, pero al cabo de cinco años, en 1455, todavía no
había logrado imprimir la Biblia. Como Gutenberg no tenía dinero para pagar, en
noviembre de 1455 Fust se adueñó de la máquina, y logró imprimir la Biblia el 13
de marzo de 1456. Durante varios años, Fust y su socio Schoffer recibieron el cré­
dito de haber impreso el primer libro. Sin embargo, hoy nadie los recuerda. Todos
sabemos que el mérito legítimamente pertenece a Gutenberg.
Siempre habrá gente al acecho, buscando la manera de aprovecharse de tu esfuerzo
y de tu trabajo; pero la vida de Gutenberg establece con suma claridad que “todo es­
fuerzo tiene su recompensa” (Proverbios 14:23, NVI). Fust y Schoffer han quedado en
el olvido; Gutenberg es conocido como uno de los prohombres de la historia.
#LaRecompensaDelEsfuerzo #BibliaDeGutenberg
La cura divina

C
uando Danny cursaba el segundo año de la universidad se propuso que tic
alguna manera formaría parte del equipo de baloncesto Virginia Cavaliers,
El 16 de marzo de 2014 los Cavaliers jugarían el partido del campeonato con­
tra la Universidad de Duke; por tanto esta era la última oportunidad de Danny para
unirse al equipo. La pregunta era: ¿cómo lo haría? A l darse cuenta de que la plantilla
de entrenadores siempre vestía de traje oscuro y corbata naranja, Danny fue a Wal-
mart, se compró un traje oscuro y una corbata naranja, y se vistió como si fuera uno
de los asistentes del entrenador principal ¿Y qué crees? Cuando concluyó la primera
mitad del partido comenzó a caminar hacia la cancha y se sentó junto a los jugares
del equipo. Como iba vestido de entrenador nadie puso en duda que lo era.
A l finalizar el partido un sonriente Danny estaba celebrando con los jugadores,
estrechando las manos del entrenador de Duke y con la camiseta del campeonato
encima de su traje. Finalmente, un guardia de seguridad se dio cuenta de que el
muchacho era un farsante, pero antes de que de lo capturaran Danny logró esca­
bullirse entre la multitud.
Danny lucía como un miembro del equipo, pero no lo era. ¿Será que hemos creí­
do que ser cristiano es algo así como ser parte de los Cavaliers? Es decir, que podemos
simular lo que realmente no somos. ¿Es ese tu caso? Si es así, entonces estás pade­
ciendo una terrible enfermedad conocida como hipocresía espiritual. Sin embargo,
quiero que sepas que hay una poderosa cura contra ese mal: “Yo te aconsejo [...] que
de mí compres ropa blanca para vestirte y cubrir tu vergonzosa desnudez, y una me­
dicina para que te la pongas en los ojos y veas” (Apocalipsis 3:18).
Para ser cristiano no tienes que ir de compras a una tienda ni imitar la manera de
vestir del hermano José ni de la hermana María. Si de verdad quieres estar en el
equipo de Cristo, entonces tienes que acudir a él para que coloque sobre ti el manto
de su justicia. ¿Sientes que no mereces que Dios te reciba? Entonces recuerda lo que
dijo Jesús: “Los que vienen a mí, no los echaré fuera” (Juan 6:37).
#LaCuraDivina
C
lara Barton, la fundadora de la Cruz Roja Estadounidense, se encontraba en
la cubierta del barco Mattie Bell supervisando una operación en el Río Mis-
sisipi. Cuando ya estaban a punto de zarpar, un extrañó se le acercó y le dijo:
-Señora Barton, ¿me da premiso para ir con ustedes en el barco?
-Permiso denegado -respondió Clara.
Más tarde Clara se dio cuenta de que el hombre estaba a bordo, y le dijo al capi-
ián del barco que lo bajara inmediatamente. Por suerte el capitán ignoró la orden.
( luando llegó la noche, la niebla dificultó la navegación por el río. El capitán no lo­
graba ver nada y la embarcación corría un gran peligro. Aterrorizada por aquella si-
i nación, Clara comenzó a orar. Entonces el extraño personaje se le acercó y le dijo:
-Dentro de unos momentos el barco se hallará frente a una grieta mortal. Vaya
y dígale al capitán que se detenga.
Impresionada por las palabras del hombre a quien ella le había negado el permiso
de subir al barco, Clara habló con el capitán y anclaron el barco en la orilla. A l día
siguiente se dieron cuenta de que iban directo a una grieta de quinientos pies. Cuando
salieron del asombro, Clara ordenó que buscaran al hombre. ¿Y sabes qué pasó? Tras
haberlo buscado cuidadosamente, uno de los marineros le dijo:
-Señora Clara, ese hombre no está en el barco.
Desde ese día, hasta que murió el 12 de abril de 1912, Clara Barton creyó que un
ángel había salvado el Mattie Bell.
En Daniel capítulo 6 se cuenta la historia del profeta que fue lanzado al foso de
los leones. Dios no impidió que su siervo fuera enviado al foso; más bien decidió li­
brarlo cuando Daniel ya se encontraba en el foso. ¿Cómo lo hizo? Fíjate bien en lo
que dice el texto bíblico: “Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones
para que no me hicieran daño” (Daniel 6:22).
Quizás tú no has tenido una experiencia tan asombrosa como la que tuvo Clara
Barton; pero lo cierto es que día tras día Dios ha enviado su ángel para protegerte de
los ataques de Satanás. Sin duda alguna, hoy también lo hará.
#UnAngelMeProtege #DiosMeCuida
jóvenes...

n su libro Vivir para triunfar, Félix Cortés cuenta que en la época del Lejano

E Oeste llevar correspondencias era un trabajo bastante peligroso. Dicha la­


bor era tan desafiante que'cuando se quería contratar a alguien para que la
realizara, en las calles se colocaba el siguiente anuncio: “Se necesitan hombres jó­
venes, curtidos y fuertes, que no tengan más de dieciocho años, consumados jine­
tes, que estén dispuestos a exponerse diariamente a la muerte, preferiblemente
huérfanos” (p. 15).
Lo extraño del caso es que nunca faltaron jóvenes valientes, dispuestos a aceptar
los desafíos que conllevaba desempeñar esa espinosa tarea.
Dios también necesita hombres y mujeres jóvenes que estén prestos para llevar el
mensaje de salvación al mundo. El necesita hombres como José, que en los tiempos
de crisis sepan enfrentar el desafío y mantenerse leales a los mandatos del Creador.
Él busca mujeres como Ester, que llegado el momento preciso no teman arriesgar su
vida por el pueblo de Dios. Jóvenes como Sadrac, Mesac y Abed-nego, que estén lis­
tos para descender al horno de fuego ardiente antes que mancillar el buen nombre
de su Dios. Sí, seguir a Jesús tiene un precio, y él anda buscando jóvenes que estén
dispuestos a sobrellevar su destino como hijos de Dios.
Esta declaración de Elena de White es como un anuncio que Dios ha colocado
en la encrucijada de tu vida:
“Cristo llama a los jóvenes a que se ofrezcan voluntariamente para llevar la luz al
mundo. Se necesitan jóvenes espirituales y firmes, que sean capaces de identificar
la misión que les corresponde, porque la han estado buscando. La iglesia necesita
nuevos obreros que impartan energía a sus filas: jóvenes para estos tiempos, aptos
para luchar con sus errores. Jóvenes que inspiren un celo renovado a los desfalle­
cientes esfuerzos de unos pocos obreros; jóvenes cuyos corazones estén encendidos
con el amor cristiano, y cuyas manos anhelen realizar la misma obra del Maestro”
(El colportor evangélico, p. 22).
La pregunta vital es: ¿Eres tú uno de esos jóvenes? ¿Te gustaría dar una respuesta
positiva y, como Isaías, decirle al Señor: “Aquí estoy yo, envíame a mí” (Isaías 6:8)?
#RespondeaLaInvitación
Al cielo
en primera dase

A
principios de julio de 2014 la actriz Amy Adams acaparó la atención de los
medios informativos. En realidad, tengo que reconocer que no es extraño que
la imagen de una persona famosa sea objeto de noticias. Lo curioso es que la
aparición de Amy no tuvo nada que ver con su exitosa carrera, ni con la filmación de
la esperada película Batman y Superman. Ella acaparó la atención de los medios por un
gesto de humildad.
Cuando se preparaba para abordar el avión que la llevaría de Detroit a Los Ángeles,
Amy tomó una sorpresiva decisión: renunció a su asiento en primera clase y lo cedió a
un soldado de las fuerzas armadas estadounidenses. Adams, que ha sido nominada cin­
co veces a los Oscars, prefirió viajar durante cinco horas en la sección económica del
avión, para que el soldado recibiera los privilegios de viajar en primera clase. ¿No te pa­
rece que ese fue un gran ejemplo de humildad?
Ahora bien, sin desmeritar la acción de Amy, no hemos de olvidar que el gesto más
grande de humildad que alguna vez haya conocido el universo lo hizo Jesús. Pablo lo
expresa en esta declaración:
“Tengan unos con otros la manera de pensar propia de quien está
unido a Cristo Jesús, el cual:
Aunque existía con el mismo ser de Dios,
no se aferró a su igualdad con él,
sino que renunció a lo que era suyoy tomó naturaleza de siervo.
Haciéndose como todos los hombres
y presentándose como un hombre cualquiera,
se humilló a sí mismo,haciéndose obediente hasta la muerte,
hasta la muerte en la cruz” (Filipenses 2:5-8).
Cristo “renunció a lo que era suyo”: dejó su trono celestial, su igualdad con Dios y
“se humilló a sí mismo”. Él no renunció a su condición divina en el cielo para descender
a la tierra y recibir -por lo menos- los honores de un monarca terrenal. No. El cambió
su posición en el cielo para venir a la tierra y morir en una cruz. Cambió su vida por
nuestra muerte; ocupó nuestro lugar para que recibiéramos lo que no merecíamos. Su
Immillación hizo posible que se nos abrieran las puertas de la exaltación eterna. Gracias
a él, tú puedes viajar al cielo como un pasajero de primera clase.
#AlCieloEnPrimeraClase
El reloj
de la muerte

L
a muerte no es un tema atractivo para los jóvenes. Sin embargo, nadie está
exento de verse cara a cara con ella, no importa cuál sea su edad. Por tanto, no
es muy sensato suponer que ella nada tiene que ver contigo, porque si eres pe­
cador ya tienes una sentencia de muerte sobre ti. En ese caso, si supieras el año, el mes,
el día y la hora exacta de tu muerte, ¿cómo vivirías el resto de tu vida? Tratando de fa­
cilitar la respuesta a esta pregunta, Fredrick Colting, un científico sueco, ha diseñado
el Tiliker, el reloj de la muerte. Según Colting este reloj puede decirle a su dueño el
tiempo que le queda de vida.
¿Cómo lo hace? Pues a través de un proceso nada complejo. El dueño va contes­
tando una serie de preguntas relacionadas con su historial médico y su estilo de vida:
qué enfermedades padece, qué come, cuánto pesa, si fuma, si bebe, etcétera. Depen­
diendo de la respuesta que dé, la persona va acumulando cierta cantidad de puntos,
y tras el recuento de estos puntos el usuario tendrá la fecha de su muerte. Como pue­
des ver, los factores que determinan tu tiempo de vida tienen que ver con la manera
en que estás viviendo ahora.
¿Qué motivó a Colting a llevar a cabo este proyecto? En un artículo publicado en
el diario A BC, de España, él declaró: “La idea de desarrollar este experimento me
vino después de la muerte de mi abuelo, que me hizo reflexionar sobre la caducidad
de la vida y me hizo entender la importancia de disfrutar de cada momento, porque
si todos fuéramos conscientes de que se aproxima nuestro fin tomaríamos segura­
mente mejores decisiones”.
Por supuesto, el reloj de Colting no va a predecir la fecha de la muerte de nadie,
pues la llegada de la muerte es como la venida de Cristo, que “el día y la hora” preci­
sa nadie la sabe. Por eso lo mejor que podemos hacer es apropiarnos de esta oración
del Salmista y decirle a Dios: “Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nues­
tra mente alcance sabiduría” (Salmo 90:12). Como cada día de tu vida puede ser el
último, entonces debes aprovecharlo para tomar las “mejores decisiones”, incluyendi>
la mejor de todas: entregar tu corazón a Jesús.
#CristoEsLaMej orDecisión #VidaSeguraEnCristo
El valor
de diez centavos

E
l Tabernáculo de Batlle Creek es uno de los templos más famosos de la histo­
ria adventista. Según los registros, en 1898, cada sábado tenían la asombrosa
cantidad de ¡183 clases de Escuela Sabática! En ese lugar se celebraron algu­
nas de las reuniones más trascendentales de nuestra iglesia, entre ellas el memorable
( Congreso de 1901. Dwight L. Moody y su cantante Ira David Sankey se presentaron
en él. ¿Cómo se construyó ese suntuoso e histórico lugar?
La sugerencia de erigir un edificio que sirviera como templo y auditorio para las
reuniones de la iglesia fue hecha por Jaime White y su hijo Edson. El asunto se lle­
vó a la Junta de la Asociación General en marzo de 1878, y dicho comité acordó
iniciar la construcción. Solo tenían que resolver un pequeño problema: la iglesia
no tenía dinero. Sin embargo, como Dios es el dueño de la plata y del oro (1 lageo
2:8), él buscó la manera de proveer los recursos necesarios para la construcción.
¿Y cómo lo hizo? Los hermanos crearon un plan que consistía en separar men­
sualmente una dime -u n a moneda de diez centavos- y donarla para el proyecto.
¿Tan poco? Sí, solo diez centavos al mes. El 19 de agosto de 1879 se dio inicio a la
construcción y al año siguiente fue inaugurado. ¿Cuánto se invirtió en esa magní­
fica edificación? La friolera suma de 26.275 dólares. Y todo comenzó con una mo­
neda de diez centavos. Por eso el Tabernáculo de Batlle Creek también fue cono­
cido como el Tabernáculo de Dime.
¿Cuánto puedes dar en este momento para el avance de la obra de Dios? ¿Solo
diez centavos? No te preocupes, el Señor lo recibirá como si tu donación fuera de un
millón de dólares. ¿Recuerdas la historia de la viuda? Mientras muchos daban gran­
des cantidades del dinero que les sobraba, Jesús consideró la ofrenda de ella como
superior a todas. ¿Y qué dio ella? “Dos moneditas de cobre” que era “todo lo que te­
nía” (Lucas 21:2, 4).
Quizás en estos momentos no puedas dar una cuantiosa cantidad de dinero para
el desarrollo de la iglesia; pero lo que importa no es la cantidad, sino la intención de
i u corazón. Sea poco o mucho, no dejes de dar “lo que tienes” al Señor.
#DaLoQueTengas #DaParaDios

______ _
H
abía una vez dos hermanos que vivían en granjas contiguas. Durante más de
cuarenta años trabajaron juntos, compartieron sus equipos y se ayudaban mu­
tuamente. Un día, un pequeño malentendido devino en un gran problema,
que finalmente explotó en un intercambio de insultos. Duraron meses sin cruzar ni una
palabra entre ellos.
Pasado el tiempo, Julio, el hermano mayor, se hallaba en su granja cuando llegó un
hombre con una caja de herramientas.
-Estoy buscando trabajo -dijo el hombre- ¿Tendrá usted algo en lo que pueda
ayudarlo?
-Pues la verdad, sí -respondió Julio- ¿Ve usted esa zanja que está allá? Ese es el lími­
te entre mi granja y la de mi hermano. Él la mantiene profunda para evitar que yo cruce.
Quiero que me construya una cerca tan alta que nadie pueda mirar la granja de mi re­
pugnante hermano.
-Muy bien, amigo, de inmediato comenzaré a trabajar. Solo necesito que me consiga
una pala para abrir los hoyos en la tierra y comenzar la obra.
Cuando el hombre se puso a trabajar, Julio se fue a la ciudad. A l regresar, se quedó
pasmado al ver lo que había hecho. En lugar de una cerca, el carpintero había construí
do un puente; y del otro lado del puente estaba el hermano menor, que al ver llegar a su
hermano extendió sus brazos y dijo:
-Hermano, después de todo lo que te he hecho en los últimos meses, me parece in­
creíble que aún quieras reconciliarte conmigo. Es hora de dejar todo atrás.
Los hermanos se encontraron en la mitad del puente y se abrazaron. Y el carpintea i
se alistaba para marcharse con su caja de herramientas.
-¡Espere! N o se vaya, quédese unos días, tengo más proyectos para usted -dijo
Julio.
-M e encantaría quedarme -respondió el carpintero-, pero tengo más puentes que
construir.
¿Qué nombre le darías al carpintero de esta historia? Yo lo llamaría “El pontífice”,
pues esta palabra significa “el que hace puentes”. Tú y yo hemos sido llamados por Dios
a hacer puentes, a restaurar relaciones, pues nuestro Pontífice, Jesús, construyó un puen­
te para acercarnos a Dios. ¿Qué esperas? Empieza hoy a edificar puentes que nos unan
con los demás.
#SoyUnPontífice #ConstruyendoPuentes
¡ Vó tengo
un sueño

C A Í S Á Jí
1 ?u“ ' :

; c V ¡ÍV. 31

PKKminá’nssus süeñml férreas? 37:19; 2&TNvff

uando escuchas la frase “Yo tengo un sueño” supongo que inmediatamente

C llega a tu mente el nombre de Martin Luther King. El 28 de agosto de 1963


él pronunció su famoso discurso titulado “I have a dream” [yo tengo un sue-
ño], uno de los discursos más influyentes de toda la historia. ¿Cuál era el sueño que
perseguía Luther King? La igualdad de derechos para todos en los Estados Unidos.
Él comenzó a trabajar por su sueño en 1955. Se estima que entre 1957 y 1968,
King recorrió casi diez millones de kilómetros, se dirigió al público más de dos mil
quinientas veces, fue arrestado en más de veinte ocasiones y fue agredido física­
mente al menos en cuatro. ¡Pero nada lo hizo desfallecer!
Tal vez, como Martin Luther King, tú también tienes sueños que deseas ver rea­
lizados. La Biblia relata la historia de José, un joven que tuvo sueños. Sus hermanos,
en vez de apoyar a José, tramaron matarlo; como el hermano mayor no lo permitió
lo vendieron como esclavo, y le dijeron: “¡A ver en qué terminan tus sueños!” Años
después José se convirtió en la mano derecha del faraón, el gobernante de la nación
más poderosa de la época. ¿Cómo explicar lo sucedido? El mismo José dice a sus her­
manos: “No se aflijan más ni se reprochen el haberme vendido, pues en realidad fue
If ios quien me mandó delante de ustedes para salvar vidas. [...] Dios me envió delan-
ic de ustedes: para salvarles la vida de manera extraordinaria y de ese modo asegu­
rarles descendencia sobre la tierra. Fue Dios quien me envió aquí, y no ustedes. El me
ha puesto como asesor del faraón y administrador de su casa, y como gobernador de
lodo Egipto” (Génesis 45:5-8).
No importa cuál sea tu sueño, en este día te animo a colocarlo en las manos de
I )ios. En este mundo cruel hallarás personas que tratarán de hacerte fracasar, pero al
igual que José, que Martin Luther King y que otros tantos soñadores, si confías en
I )ios tu sueño se hará realidad.
#sueña CYoTengoUnSueño
(SJ

Hacer el bien
sin mirar a quien

......

E
l 28 de enero de 2014 las intensas nevadas paralizaron muchas ciudades de los
Estados Unidos y tornaron caótico el tránsito en las principales zonas metro*
politanas de la nación. Ese día el Dr. Zenko Hrynkiw se encontraba trabajan
do en el Centro Médico de Brookwood, en Birmingham, Alabama, cuando lo lla­
maron del Centro Médico Trinity y le solicitaron que se trasladara a dicho hospital
para llevar a cabo una operación de emergencia. Com o no había otro cirujano en
la zona capaz de lidiar con una lesión traumática cerebral, y las probabilidades de
que el paciente falleciera rondaban el noventa por ciento, solo había una opción:
Zenko tenía que ir al Trinity.
Encendió su vehículo y salió rumbo al Trinity. ¿Cómo llegaría al hospital si las
autopistas estaban cubiertas de nieve? Tras avanzar varias cuadras, Zenko tuvo que
tomar medidas drásticas si de verdad quería estar en el hospital antes de que el pa­
ciente muriera. A sí que se abrigó, se puso sus botas y ¡comenzó a caminar hacia
Brookwood! ¿Sabes qué distancia había entre un hospital y el otro? ¡Casi diez kiló­
metros! Durante el camino Zenko se cayó y rodó por una colina; en otro tramo ayu­
dó a algunos conductores que estaban varados en la nieve. Finalmente, llegó al hos­
pital, hizo la operación y salvó la vida del paciente.
El Dr. Zenko Hrynkiw es un ejemplo notable de que no todo está perdido en
este mundo. Aunque los medios de comunicación pretenden hacernos creer que la
bondad y el amor están más extinguidos que los dinosaurios, no es así. Todavía
queda en nuestro planeta mucha gente buena, altruista, digna de ser imitada. Y
Zenko es uno de ellos.
Para salvar a ese desconocido, el honorable médico no solo caminó una milla ex­
tra, sino casi diez kilómetros. Dios nos pide que procuremos “la manera de ayudarnos
unos a otros a tener más amor y a hacer el bien” (Hebreos 10:24). ¿No fue eso lo que
hizo Zenko? El hizo todo lo que pudo para ayudar a esa persona, y le hizo un gran
bien al salvarle la vida. Hoy podemos aprovechar cada oportunidad para hacer el
bien, sin mirar a quien.
#HazelBien
I “ W ^ o d o parecía indicar que la funesta plaga finalmente alcanzaría su extraña
1 meta: que la gente olvidara. Pero ¿que olvidara qué? Nos cuenta Gabriel
J I L García Márquez en su obra Cien años de soledad, que la meta era olvidar “el
nombre, la noción de las cosas, y por último la identidad de las personas y aun la
conciencia del propio ser”. Pero el coronel Aureliano Buendía encontró la forma de
contrarrestar los efectos de la plaga del olvido luego de olvidar el nombre del yun­
que que utilizaba para laminar los metales. Cuando su padre le dijo el nombre del
instrumento, lo escribió en un papel para que no se le olvidara. Varios días después
se dio cuenta de que todo se le estaba olvidando, entonces procedió a ponerle un
letrero a todo.
Cuando recorría ese pueblito, la gente se encontraba con letreros como este:
“Esto es un chivo”. “Esto es un carro”. “Esto es una casa”. En la medida en que la en-
lermedad se tornaba más grave fue necesario colocar no solo el nombre del objeto,
sino también cómo se usaba. Por ello resultaba común toparse con letreros de este
tipo: “Esta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche
y la leche hay que hervirla”. Sin embargo, el mejor letrero, el más grande, fue colo­
cado en la calle principal y decía: “Dios existe”.
¿Dios existe? Sí, y hoy tenemos más pruebas que nunca de su existencia puesto
que nos ha dejado un letrero que día tras día hace evidente la existencia de un Crea­
dor: la naturaleza. El Salmista lo expresó con estas palabras: “Los cielos cuentan la
gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos” (Salmo 19:1, RV95).
Solo en nuestra galaxia, la Vía Láctea, hay más de mil millones de estrellas de un
tamaño aproximado al de nuestro Sol. ¡Y nuestro Sol es más de cien veces mayor que
la Tierra! ¿Cómo puede preservar el orden un universo tan grande? El universo nos
habla de una Mente maestra, de un Diseñador inteligente.
Es tanta la evidencia de la existencia de Dios, que la Biblia dice que solo un necio
puede negar que Dios existe (Salmo 14:1). Y ni tú ni yo somos necios.
#DiosExiste
Seamos

E
l profesor Petera estaba almorzando en el comedor de la Universidad cuando
Gandhi se sentó junto al renombrado perito. Con mucha fanfarronería, Pe­
tera le dijo: “Joven Gandhi, ¡tú parece que no entiendes! Un puerco y un pá­
jaro no se sientan a comer juntos”. Gandhi sonrió tímidamente, y le contestó: “No
se preocupe, en este momento saldré volando del comedor y lo dejaré aquí”.
Peters, verde de la rabia, se propuso vengarse y procurar por todos los medios
que Gandhi no pasara el siguiente examen. Sin embargo, para sorpresa del pro­
fesor, el día del examen el brillante alumno respondió correctamente a todas las
preguntas. A fin de ridiculizarlo frente al resto de la clase, el profesor le preguntó:
“Gandhi, si un día vas caminando y te encuentras con una bolsa que contiene
sabiduría y mucho dinero, ¿con cuál de las dos te quedas?” Gandhi respondió sin
titubear: “¡Profesor, me quedo con el dinero!” Entonces Peters agregó: “Yo, en tu
lugar, hubiera tomado la sabiduría”. A renglón seguido el estudiante declaró: “Cada
uno toma lo que no tiene, profesor”. Peters, muy molesto, antes de devolverle la
hoja del examen a Gandhi, escribió en ella: “Idiota”, y se la entregó. ¿Qué haría
Gandhi ante este nuevo insulto? Te diré lo que hizo: tomó la hoja, se sentó, y tras
un momento de reflexión, se acercó al maestro y le dijo: “Profesor Peters, ha pues­
to su firma en la hoja, pero no me puso la nota”.
Las acciones de Gandhi evocan en mi mente estas palabras de Cristo: “¡Miren!
Yo los envío a ustedes como ovejas en medio de lobos. Sean, pues, astutos como ser­
pientes, aunque también sencillos como palomas” (Mateo 10:16). Por todas partes
encontraremos lobos que buscarán por todos los medios hacernos más difícil la vida.
Jesús nos aconseja que ante tales personas seamos “astutos”. Aunque en español “as­
tucia” conlleva la idea de “habilidad para engañar”, el vocablo griego que usó Jesús,
frónimos, significa prudencia, sentido común, sabiduría; más que una virtud huma­
na, esa “astucia” es un don divino.
Probablemente hoy tendrás que enfrentarte con “lobos” que pretenderán abusar
de tu “sencillez”. Por tanto, cuando te veas frente a ellos no dudes en pedirle a Dios
la “astucia” de la cual habló Jesús.
#SéAstuto #SentidoComún
as oído hablar de alguna obra arquitectónica cuya construcción haya de­
morado 632 años? Parece un poco exagerado, ¿verdad? La Catedral de
Amiens, en Francia, se concluyó en 8 años; la de Burgos, en España, en 39
años. Bueno, la de Notre Dame, en Francia, duró un poco más: 182 años. Pero ¿632
años? Sí, y te diré cuál fue.
Federico II, emperador del Sacro Imperio Romano, se propuso construir la cate­
dral más alta del mundo. Para ello convocó a los mejores arquitectos y especialistas
en construcción de catedrales de Europa, y en 1248 se dio inicio a la construcción de
la Catedral de Colonia, en Alemania. Luego de seis siglos de trabajo, la catedral fue
inaugurada en 1880.
La Catedral de Colonia es una obra maestra del arte gótico medieval y fue el edi-
licio más alto del mundo hasta 1884. Su valor es incalculable; y en 1996, la U N ESC O
la declaró patrimonio de la humanidad tomando en cuenta tres criterios:
1. Por ser un excepcional ejemplo de la creatividad y el genio humanos.
2. Porque se inició durante el apogeo de las construcciones góticas y su dedicación
marcó la culminación de ese tipo de monumentos arquitectónicos.
1. Porque su construcción es un ejemplo fehaciente de la fuerza y perdurabilidad del
cristianismo durante la Edad Media.
Todos estos siglos de construcción demuestran que el trabajo perseverante
siempre producirá buenos resultados. La obra de tu vida no se podrá completar en
dos meses, ni en tres años. No te desesperes. Creo oportuno que tomemos en cuen-
i a las palabras de Francisco de Sales: “Ten paciencia con todas las cosas, pero sobre
iodo contigo mismo”.
El crecimiento en cualquier ámbito de la vida requiere un proceso continuo, que
en ocasiones ni siquiera seremos capaces de prever cuándo concluirá. N o permi-
las que la frustración domine tu vida. No dejes que la impaciencia te lleve a renun­
ciar a tus sueños. Y, sobre todo, a pesar de que sientas que las cosas no van a la velo­
cidad que tú esperabas, recuerda esto: “Estoy seguro de que Dios, que comenzó a
hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesu­
cristo regrese” (Filipenses 1:6). Espera, y verás los resultados de esa maravillosa obra.
#perseverancia #NoTeRindas
fiu .
V | “Te perdonamos”

N
uestra mentalidad no es capaz de razonar ni de aceptar que un inocente
reciba el castigo de un culpable. Este sentido de indignación ante la posibi­
lidad de que un culpable sea perdonado no es nada nuevo. Anselmo de
Canterbury, el teólogo medieval, comentó: “Qué hombre no sería juzgado digno de
condenación si condenara al inocente para dejar ir al culpable”.
Precisamente eso es lo que hace extraño lo que te voy a contar. El 1° de diciembre
de 1997, Michael Carneal, un jovencito de catorce años, irrumpió en su escuela con
un rifle y asesinó a tres compañeras que formaban parte del grupo de oración de su
escuela. Cuando terminó de disparar, Carneal le pidió a gritos a Bill Strong, uno de
los miembros del grupo de oración, que lo matara. “Mátame, por favor. N o puedi >
creer lo que he hecho”, le dijo.
¿Qué habrías hecho tú si hubieras estado en el lugar de Bill? ¿Matar al culpable?
¿Sabes qué hicieron los muchachos del grupo de oración que sobrevivieron a la tra­
gedia? Aunque nos parezca increíble, prepararon un letrero enorme que decía:
“Mike, te perdonamos”.
Basándose en la acción de estos jovencitos, Dennis Prager escribió un artículo
para la revista Reader’s Digest titulado When Forgiveness is a Sin [“Cuando perdonar
es pecado”], en el que dejaba muy claro que los compañeros que sobrevivieron al ata­
que de Carneal no tenían derecho a perdonarlo, y que dicha declaración de perdón
era tan pecaminosa como los asesinatos perpetrados por Carneal. También conside­
ró inapropiado que un pastor cristiano pidiera a los estadounidenses que perdonaran
a Timothy McVeigh, el autor del ataque contra el edificio federal Alfred P. Murrah
de Oklahoma City, en 1995.
Ahora bien, te haré una pregunta: ¿Te parece lógico que Jesús, siendo inocente, hay: i
recibido el castigo que te tocaba a ti? El apóstol Pedro dice que “él era inocente, pero
sufrió por los malos” (1 Pedro 3:18). Y lo peor de todo es que nosotros fuimos los culpa­
bles de la muerte del Hijo de Dios. Por ende, somos reos de la condenación divina. Sin
embargo, en lugar de vengar la sangre de su Hijo, el Padre celestial extendió un le­
trero que cubre a todo el universo y contiene este mensaje: “Te perdonamos”.
#DiosMePerdona #PerdónDivino

Ü é ■
[ ames Stewart es considerado el actor estadounidense más querido del siglo XX.
¡| Tal vez la razón radique no tanto en que haya sido un buen actor, sino en su par­
id?1 ticipación durante la Segunda Guerra Mundial. Stewart se alistó en la fuerza
área y llevó a cabo veinte misiones, que justificaron su ascenso de soldado a coronel,
y finalmente a general de brigada. En marzo de 1941, cuando hacía los preparativos
para irse a la guerra, su padre le entregó una carta que decía lo siguiente: “Mi querido
Jim: Poco después de que leas esta carta estarás en camino a tu más grande peligro.
Por eso te he adjuntado una copia del Salino 91. Este salmo ocupará el lugar del
lemor y la preocupación”. Amparado en las promesas riel Salmo 91, Stewart se sintió
seguro durante la guerra y regresó sano y salvo a casa.
¿Sabías que tú y yo también formamos parte de una guerra? Esta guerra que nos
afecta es la madre de todos los conflictos bélicos. Estamos involucrados en una lucha
que ha provocado todas las muertes de la historia, todas las enfermedades, todos
los desastres naturales... Nuestro mundo es el campo de batalla donde se enfrentan
dos grandes poderes. Sin querer o queriendo, todos formamos parte de una guerra
cuyas repercusiones rebasan las más lejanas fronteras del planeta y alcanzan al mis­
mo cielo. Me refiero al gran conflicto entre el bien y el mal.
Por tanto, como hizo James Stewart, si queremos salir bien librados de esa ba-
l alia cósmica, hemos de refugiarnos en las promesas de protección que Dios nos ha
hecho en el Salmo 91. Allí, el Salmista menciona una serie de peligros que nos ace­
chan en todo momento: trampas ocultas, plagas mortales, peligros nocturnos, flechas
lanzadas de día, plagas que destruyen en la oscuridad y a pleno sol. La verdad es que
el enemigo está bien armado. ¿Estamos listos para esos ataques?
A causa de todos los peligros que menciona el Salmo 91, me parece que tú y yo
necesitamos una póliza de seguro que nos proteja de todas esas cosas. Lo mejor de
lodo es que esa póliza es gratuita. Si lo deseas, Dios “mandará que sus ángeles
le cuiden por dondequiera que vayas” (Salmo 91:11). Y, como Stewart, llegaremos bien
a nuestra casa, esa casa que está en el cielo.
#ProtecciónDivina
¡Dile no
a í.Jerodías!

A
lguna vez has hecho algo que no querías, y lo hiciste simplemente para
complacer a otra persona? La Palabra de Dios cuenta la historia de una jo
ven que tuvo que enfrentarse a eso: Salomé, la hija de Herodías (ver M ata i
14:1-12). Sí, sé que la Biblia no menciona su nombre, pero según Flavio Josefo, un his­
toriador judío de la época, así se llamaba la hijastra de Herodes.
Mateo se refiere a Salomé como una “muchacha”, quizás porque tenía unos 13 o
14 años. ¿Qué hace una niña de esa edad en una fiesta donde la inmoralidad y la
complacencia sensual no tenían límites? Ella estaba allí porque sería el peón que sil
propia madre utilizaría para divertir a los camaradas de Herodes. La literatura roma­
na de la época describe ese tipo de fiestas como orgías desenfrenadas de sexo, gloto­
nería y alcohol. Y ahí se hallaba Salomé, haciendo todos esos exóticos y rítmicos
movimientos que embrujaron a los presentes. Herodes fue el primero en quedar he­
chizado por la cadencia del baile de la jovencita. La embriaguez física del monarca
puso de manifiesto su embriaguez espiritual y, como premio por la buena actuación
de la joven, prometió darle lo que ella pidiera. De inmediato, la madre, como expct-
ta titiritera, comenzó a controlar los movimientos de su hija y la convenció de que
pidiera la cabeza de Juan el Bautista.
A sí como Herodías dominó a Salomé, Satanás quiere tener dominio sobre ti. Por
supuesto, no lo hace directamente sino que utiliza a otras personas: las malas com­
pañías, quizás un compañero de trabajo y quién sabe si hasta un familiar; en fin, el
enemigo se vale de cualquier instrumento. El hará cuanto pueda para convertirte en
una marioneta manejada por los gustos e intereses de los demás.
Cuando tengas que lidiar con gente que quiere que tú complazcas sus peticione»,
recuerda que como cristiano no debes preguntarte: “¿Qué hace la gente de mi edad?
¿Qué le gustaría a la mayoría? ¿Qué debo hacer para obtener la aprobación de mis
compañeros? ¿Qué es lo que más le gusta al mundo?” La pregunta más relevante es
esta: “¿Qué ha dicho Dios?” Como José, preguntémonos: “¿Cómo podría yo hacer
algo tan malo, y pecar contra Dios?” (Génesis 39:9). Es mejor obedecer a Jesús y ¡de­
cirle no a Herodías!
#NoALaPresiónDeGrupo #NoAlPecado
E
n la Campana de la Libertad, que cuelga en el centro de Filadelfia, se encuen­
tra grabada esta frase: “Anunciarán libertad para todos los habitantes del
país” (Levítico 25:10). La Campana se fabricó para celebrar el quincuagésimo
aniversario de la Carta de Privilegios redactada por William Penn, el fundador del
listado de Pensilvania. En dicho documento, Penn expone el derecho que todos te­
nemos a: la libertad de conciencia, la igualdad social, la equidad material, las líber-
lades civiles, etcétera. La Campana también guarda una estrecha relación con la
Independencia de los Estados Unidos, pues su toque el 8 de julio de 1776 convocó a
los ciudadanos para la lectura de la Declaración de Independencia. Y en 1817 fue el
símbolo oficial contra la abolición de la esclavitud. La Campana se ha conven ido en
un icono internacional de la libertad.
Pero tú y yo necesitamos más que un símbolo, precisamos de un verdadero líber-
lador. En Lucas 4:18, 19 Jesús se presentó como el que había venido a dar libertad a
los habitantes del mundo. Según Jesús su obra de liberación comienza “hoy”, ahora
mismo. Por supuesto, más que liberación física, Jesús nos ofrece la libertad que otor­
ga saber que Dios ha perdonado nuestras faltas.
Elena de White nos asegura que “el perdón de Dios no es solamente un acto ju­
dicial por el cual nos libra de la condenación. No es solamente el perdón por el peca­
do, sino también una redención del pecado. Es la efusión de amor redentor que
i ransforma el corazón” (La fe por la cual vivo, p. 131). Jesús es el que nos libera del
poder del pecado. Es el perdón que Cristo nos ha dado lo que nos ha liberado “del
poder de las tinieblas” y nos ha hecho partícipes “del reino” de Dios (Colosenses 1:13,
IIV95). No eres un esclavo del pecado; hoy Jesús te ha declarado libre.
En este preciso instante, mientras tus ojos se pasean por estas líneas, Jesús vuel­
ve a proclamar libertad a todos los cautivos del pecado. ¿Te gustaría aceptar al Se­
ñor como tu libertador personal? Esta promesa mantiene toda su vigencia: “A sí
que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán verdaderamente libres” (Juan 8:36).
¿Quieres esa libertad?
#LibertadEnCristo
Cartas de Cristo
i
i

■*.... ............. -■_____ _ i


E
n la lápida de una antigua tumba hay una inscripción que registra las siguien­
tes palabras:

“Aquí yace Lem S. Frame, que mató a ochenta y nueve indios durante toda
su vida. Tenía la esperanza de llegar a cien a fines de este año cuando durmió
en Jesús, en su casa de Hawks Ferry”.
¿Qué concepto de Cristo adquirieron estos “indios” al saber que su verdugo pro­
fesaba creer en el Señor?
En la película Doce años de esclavitud, Edwin Epps es un hombre cuyo principal
mérito es su gran capacidad para “quebrar” a los esclavos negros. En una de las es­
cenas, el señor Epps, mientras celebra el culto con sus siervos, va leyendo lo que según
él dice la Biblia: “Y aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepa­
ró ni obró según la voluntad de su señor, recibirá muchos azotes. ¿Oyeron eso? Azotes,
El negro que no obedece a su señor, es decir, a su amo, recibirá muchos azotes. ‘Mu­
chos’ significa una gran cantidad: cuarenta, cien, ciento cincuenta azotes”. Y luego,
alzando su Biblia, declara: “A sí lo dice la Escritura”.
¿Qué imagen de Cristo se grabó en la mente de aquellos esclavos al oír las cosas
que su amo atribuía a la Palabra de Dios?
Ghandi dijo en cierta ocasión: “Me gusta tu Cristo, no me gustan tus cristianos.
Tus cristianos son muy diferentes a tu Cristo”. Como Ghandi conocía las enseñanzas
de Jesús, logró diferenciar lo que Jesús había dicho de lo que hacían sus seguidores;
pero no siempre será así.
Antes de que emitas un juicio de valor sobre Frame y Epps, piensa en esto: Cuando
la gente percibe nuestro egoísmo, cuando nos escucha hablar mal de nuestro compa­
ñero de trabajo, cuando tratamos con severidad a quienes nos rodean, ¿qué piensan
ellos no de ti ni de mí, sino de Jesús? Pablo dice que nuestro testimonio es como una
carta que “todos conocen y pueden leer” (2 Corintios 3:2). Somos la carta que Cristo
ha enviado al mundo, a nuestros familiares y amigos, a la comunidad en la que vivi­
mos, y el Señor espera que cuando la gente lea el mensaje que emitimos a través de
nuestras palabras y acciones puedan conocer a un Dios que los ama con amor eterno.
#SomosCartasAbiertas #RepresentantesDeCristo

ü
Apariencia
de piedad

SÉlllll■MbMII
n hombre iba manejando plácidamente su automóvil en compañía de su esposa
y de su suegra, cuando de repente un policía se colocó detrás de él. A l notar la
presencia del guardia, se propuso conducir con gran cuidado. No obstante, en el
11 lomento en que menos lo esperaba, el policía encendió las centellas y le ordenó detenerse.
Cuando el agente se le acercó, el conductor le dijo:
-Señor, ¿por qué me detiene? No he transgredido ninguna ley. Como usted habrá no-
lado he manejado prudentemente.
-Tiene toda la razón -comentó el agente- Usted ha conducido su vehículo de un
modo ejemplar; no lo estoy deteniendo porque haya cometido alguna irregularidad. Lo que
sucede es que estamos premiando a los que manejan con prudencia, a los que respetan las
leyes de tránsito, y su manera de conducir ha demostrado que usted es uno de ellos. Por
tanto, me complace entregarle este premio de quinientos dólares.
El chofer, que no podía creer lo que estaba escuchando, lleno de emoción le
dijo al policía:
-¡Gracias, agente! Usaré este dinero para pagar mi permiso de conducir, porque toda­
vía no lo tengo.
La esposa, tratando de remediar la situación, vocifera:
-N o le haga caso, señor agente; él habla tonterías cuando conduce bajo los efec­
tos del alcohol.
Como el policía ya estaba listo para proceder al arresto, la suegra le puso la tapa al
pomo, y prorrumpió:
-Yo sabía que este carro robado nos iba a dar problemas.
¿Te das cuenta? ¡Este personaje había hecho creer al policía que era un ciudadano ejem­
plar cuando, en realidad, era todo lo contrario! ¿Cuántos de nosotros caemos en el error de
aparentar lo que no somos? La Biblia habla de individuos que “tendrán apariencia de pie­
dad, pero negarán la eficacia de ella” (2 Timoteo 3:5, RV95). Quizá podamos engañar a un
policía, a un hermano o a un amigo, pero ¿y a Dios? A él no lo podemos engañar.
La vida cristiana no se limita a dar la apariencia de que somos cristianos, va mucho
más allá. El mismo Señor nos advierte: “No se trata de lo que el hombre ve; pues el hom­
bre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón” (1 Samuel 16:7). A propó­
sito de eso, ¿cómo está tu corazón?
#LasAparienciasEngañan
Las neuronas
espejo

ace unos meses, en una cadena de noticias española, vi un reportaje acer­

H ca de un niño británico de cuatro años que, por causa de una parálisis


cerebral, estaba confinado a pasar toda su vida en una silla de ruedas. Sin
embargo, algo imprevisible hizo que la vida del niño tomara un rumbo distinto. Ln
madre llevó a la casa un patito que había sido desechado en la granja debido a que
tenía rota una de sus patas. Así, en la casa cohabitaban un niño discapacitado y un
pato cojo. Cuando el niño se fijó en los esfuerzos que el pato hacía por caminar a
pesar del problema en su pata, comenzó a imitar los movimientos del pato y, mol i
vado por los logros del ave, logró dar sus primeros pasos. Los médicos y especialis­
tas a cargo, al ver la milagrosa recuperación del niño, decidieron usar al pato en el
proceso de rehabilitación.
Este relato nos enseña que no hay nada malo en imitar al que nos ayude a crecer.
De hecho, según Giacomo Rizzolatti, profesor de Neurobiología de la Universidad de
Parma, Italia, la imitación es un proceso natural en los seres humanos debido a las
neuronas espejo. La función de esas células es reflejar en nuestra propia experiencia
las actividades que estamos mirando. ¿Te has fijado que cuando alguien bosteza, tai
también lo haces? ¿O que cuando alguien se limpia el ojo, de inmediato te entran
deseos de hacer lo mismo? ¿O que cuando acabas de ver una película sientes la adre­
nalina como si fueras uno de los protagonistas? Estas acciones son provocadas por las
neuronas espejo. A l ver al pato, las neuronas espejo del niño se activaron y por eso
comenzó a imitar los movimientos del ave. Hemos sido creados para imitar. Y lo ad­
mitamos o no, ¡todos vivimos imitando!
El problema no es la imitación, sino a quién estamos imitando. Pablo no tuvi i
ningún complejo al decirles a los creyentes de Corinto: “Imítenme a mí, como yo
imito a Cristo” (1 Corintios 11:1, NVI). Si ponemos nuestra atención en Cristo nues­
tras neuronas espejo se activarán y terminaremos reflejando en nuestras vidas las
acciones de Jesús.
Siendo que de forma natural somos proclives a repetir lo que vemos, ¿no te pare­
ce que hemos de ser sumamente cuidadosos con lo que ven nuestros ojos?
#ImitaACristo #MiraAJesús
La belleza F«®i
issssffij
de Sócrates
u
?
SK I r.jr- s |P | rv r¿-¥*1

iTlfllil

S
e dice que Sócrates, el padre de la filosofía griega, era feo con todas las letras en
mayúsculas. Sus biógrafos lo describen con la nariz chata y ancha; sus labios eran
exageradamente gruesos; sus ojos, grandes y brotados; y, por si fuera poco, poseía
una enorme barriga. Como hacen las personas sumamente inteligentes, Sócrates nunca
se sintió acomplejado de la asimetría de su físico. Es más, una vez hasta se presentó a un
“concurso de belleza”. Como sabía que no ganaría, se encargó de ridiculizar la supuesta
belleza de Cristóbulo, que resultaría ganador del concurso.
Sócrates le preguntó a Cristóbulo:
-Cris, ¿para qué sirven los ojos?
-Para ver.
-Entonces -le dijo Sócrates- los míos son más lindos que los tuyos, puesto que al
lenerlos más grandes veo mejor que tú.
-Pero mi nariz es más bella que la tuya-dijo Cristóbulo.
-Nunca. Porque la nariz se hizo para oler, y como mis hoyos son inmensos mi capa­
cidad para percibir olores es superior a la tuya.
-N o diré nada de la boca -agregó Cristóbulo- porque si esta se hizo para morder, tú
lei puedes hacer mejor que yo.
Como era de esperar Sócrates no ganó, aunque sí impugnó los resultados del con­
curso porque se consideraba más bello que el resto de los participantes. Evidentemente,
él se sentía dotado de una belleza que no tenía nada que ver con lo externo, sino con su
colosal educación. Si bien era deficiente físicamente, por lo menos se aseguró de tener
una mente bien equipada.
El patriarca Job se refiere a personas cuya “belleza se pierde con ellos, y mueren sin
haber adquirido sabiduría” (Job 4:21, RV95). ¿Qué sabías de Cristóbulo? Él es un vivo
ejemplo de que la belleza se pierde, y hasta cansa; en cambio la sabiduría trasciende las
Irenteras del tiempo.
Por otro lado no olvides que tu cuerpo, tal y como es en este preciso instante, es el
templo del Espíritu Santo. Tus ojos, oídos, nariz, boca, manos, o pies han de estar con­
sagrados plenamente a glorificar a Dios. Quizá nunca obtengamos la corona de un con­
curso de belleza terrenal, pero podemos creer que muy pronto todos “seremos transfor­
mados” (1 Corintios 15:52) y recibiremos “la corona de justicia” (1 Timoteo 4:8, NVI).
#VerdaderaBelleza #SeremosTransformados
Espera
un poco más

E
n 2012 la señorita Lolo Jones ya era famosa por haber ganado tres títulos de
la N C A A y por coronarse campeona mundial en los sesenta metros valla
en pista cubierta en dos ocasiones: 2008 y 2010. No obstante, sus mayores
niveles de popularidad los alcanzó por las declaraciones que hizo durante una en­
trevista de televisión.
En una diálogo que sostuvo con Bryant Gumbel, del programa Real Sports de
HBO, Lolo declaró lo siguiente:
“Quiero esperar al matrimonio para perder mi virginidad. Es un regalo que le
quiero dar a mi esposo. No es fácil. Es lo más duro de mi vida. Más que entrenar
para los Juegos Olímpicos, más que graduarme en la Universidad de Louisiana.
Me he sentido tentada muchas veces. Varios jóvenes me han dicho que si tengo
sexo y dejo de ser virgen, voy a correr más rápido. [...] Les he dicho que no lo haré
hasta que me case”.
Como puedes ver, la virginidad no es una idea tan descabellada, o que haya pa­
sado de moda en el siglo XXL Hay personas que, como Lolo, todavía se apegan a la
moral bíblica y creen que las relaciones sexuales son un don reservado para el matri­
monio. No caigas en el juego de “si me amas, entonces...” Si esa persona te ama, su­
pongo que podrá esperar.
¿Es fácil mantenerse puro sexualmente? No, no es nada fácil; tal vez sea la prueba
más dura de tu vida; pero si Lolo Jones pudo alcanzar la victoria sobre la tentación
de tener sexo antes del matrimonio, desde luego tú también podrás. Mira lo que dice
Pablo de cada uno de nosotros: “Ustedes no han pasado por ninguna prueba que no
sea humanamente soportable. Y pueden ustedes confiar en Dios, que no los dejará
sufrir pruebas más duras de lo que pueden soportar. Por el contrario, cuando llegue
la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que puedan so­
portarla” (1 Corintios 10:13). A veces la salida que Dios te da para vencer la tenta­
ción consiste en poner fin a la relación.
Si, como Lolo Jones, quieres conservar tu pureza sexual, entonces te conviene,
como lo expresa Mike Tucker, “entregar tu vida sentimental y tu sexualidad a Jesús”
(Enamórate bien, p. 125).

#YoPrefieroEsperar
A
zar, Jaacán, Sobab, Uri, Maaca, Itream, Arnán, Acub, C o s... ¿Habías escu­
chado alguno de estos nombres? Estos son nueve de los más de seiscientos per­
sonajes que se mencionan en las genealogías de 1 Crónicas 1-9. El cronista no
ila detalles, solo se limita a decir: “Fulano engendró a Zutano; Zutano engendró a Men­
gano. ..” Sin embargo, de repente el narrador rompe la monotonía y declara:
“Jabes fue más famoso que sus hermanos, y su madre le puso por nombre Jabes,
porque dijo: ‘En verdad lo he dado a luz con dolor’. Jabes oró al Dios de Israel,
diciendo: ‘Te ruego que me des tu bendición y un territorio muy grande, que
me ayudes y me libres de males, para que yo no sufra’. Y Dios le concedió lo
que le había pedido” (1 Crónicas 4:9, 10).
Mientras que de otros no sabemos nada, de Jabes se nos dice que “fue más famo­
so que sus hermanos”. ¿Por qué Jabes superó a los demás? ¿Porqué fue más ilustre, más
importante, más honorable que sus compañeros?
Probablemente la razón haya sido esta: era una persona que tenía aspiraciones.
El texto dice cuáles eran sus metas: “Ser bendecido por Dios, tener mucha tierra y
no sufrir”. Te pregunto, ¿hay algo de malo en esto? ¿No te gustaría recibir esas tres
cosas? Lamentablemente, a veces creemos que la “mediocracia”, el clima de la me­
diocridad, como la definió José Ingenieros, constituye el ámbito natural de los hi­
jos de Dios. Quizá se deba a que solemos confundir humildad con mediocridad.
Jabes supo diferenciarlas, y por eso no tuvo vergüenza de expresarle abiertamente
a Dios cuáles eran los objetivos de su vida.
Lo cierto es que la verdadera humildad, en lugar de abogar por un “Yo voy para
el cielo, tener metas terrenales no me sirve de nada”, nos impulsa a decir: “Con la
ayuda de Dios lo puedo hacer. Con la bendición de Dios lo haré. No lo podría hacer
por mí mismo pero con la ayuda de Dios lo haré” (Rick Warren, Respuesta a las difi­
cultades de la vida, p. 44).
Jóvenes, seamos humildes, no mediocres. La experiencia de Jabes demuestra que
no hay nada de malo en tener aspiraciones, especialmente si crees que Dios puede
concedértelas.

#metas #excelencia
¡Lo que Dios
ha hecho!

uego de más de una década de arduo trabajo, finalmente, el 24 de mayo de

L 1844, Samuel Morse estaba preparado para compartir con el mundo el pri­
mer mensaje enviado a través del telégrafo. Sus palabras fueron sencillas,
pero contundentes: “¡Lo que Dios ha hecho!” Morse, un fiel creyente en Dios, no
consideró su invento como el resultado obvio de sus incontables noches de desve­
lo. El mundo tenía que saber que aquello era “¡Lo que Dios ha hecho!” ¿Sabes de
dónde sacó Morse esa frase?
Tres mil quinientos años antes de que Morse escribiera esas palabras, Moisés le
había dicho al pueblo de Israel: “Contra Jacob no hay brujería que valga, ni valen las
hechicerías contra Israel. De Jacob y de Israel se dirá: ‘¡Miren lo que Dios ha hecho!’”
(Números 23:23, NVI). ¿Y qué había hecho Dios? Había librado a su pueblo de la es­
clavitud egipcia, de la magia de los sacerdotes paganos, de los ejércitos del faraón. El
los protegió, los cuidó y los amó mientras cruzaban el desierto y avanzaban hacia la
Tierra Prometida. Uno de los hechos más asombrosos es que durante toda la travesía
de Israel hacia Canaán, que duró cuarenta años, nunca ni su ropa ni su calzado en­
vejecieron (Deuteronomio 29:5). Es decir, la vestimenta y los zapatos crecían junto
con su dueño, sin deteriorarse. ¡Qué maravilloso es nuestro Dios! ¡Está pendiente de
cosas tan humanas y tan materiales como nuestro arreglo personal!
Me fascina cómo la versión Dios Habla Hoy ha traducido la última parte de Nú­
meros 23:23: “¡Cuántas maravillas ha hecho Dios contigo!” ¿No crees que este es un
texto para ti? Si bien es cierto que Dios obró milagros portentosos en favor de Israel,
no menos cierto es que sigue realizando maravillas en personas como tú. ¿Qué ha
hecho Dios en tu vida? ¿Qué milagro ha hecho Jesús en ti? Probablemente has estad( >
esperando que él te abra el Mar Rojo, ¿pero te has dado cuenta de todas las puertas
que parecían cerradas para ti y que milagrosamente se abrieron delante de tus ojos?
¿Quieres un milagro más grande que seguir con vida?
Jesús le dijo al endemoniado de Gadara: “Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que
Dios ha hecho por ti” (Lucas 8:39). Él espera que tú vayas y hagas lo mismo.
#CuentaLoQueDiosHaHecho #ComparteTusBendiciones

,'ií‘v i í 'w a j 1U i'L f i f i


TSk ¿ ifientras el pequeño miraba a su papá, que yacía sin vida en el ataúd, se

f
acercó a una señora y le preguntó: “¿Cuándo va a despertar mi papá?” La
señora le dio una respuesta realista, aunque cruel: “Nunca”. En aquel mo­
mento, el niño no entendió lo que significaba “nunca”; sin embargo, años después, la
vida se encargó de enseñárselo: “Su padre no volvió”.
¿Qué crees que pasó con la vida de ese niño? Ese “Nunca” lo llevó a entender que
tenía que investigar, escribir, dirigir empresas, dejar un legado en el mundo. Entendió
que tenía que comenzar en el mismo momento en que conoció el significado de esa
palabra, porque si no lo hacía, “Nunca” también le llegaría a él.
Posiblemente habrás escuchado acerca de un libro titulado Los siete hábitos de la
gente altamente efectiva. ¿Sabes quién escribió ese libro? ¡El niño de nuestra historia!
Stephen R. Covey. En la actualidad ya se han vendido más de veinticinco millones
de ejemplares y ha sido traducido a casi cuarenta idiomas. Tan influyente ha sido esta
obra que a Stephen R. Covey lo llamaban “el Sócrates americano”.
Como bien dijo Winston Churchill: “Si el presente trata de juzgar el pasado,
perderá el futuro”. N o podemos dedicar nuestra vida a quejarnos por las malas ex­
periencias que hemos tenido, puesto que en esta tierra solo hallaremos lo que bus­
quemos. Hay dos realidades ineludibles para cada uno de nosotros. La primera es
que solo podemos vivir el presente. El pasado quedó atrás, el futuro no ha llegado.
Tenemos que comenzar a hacer lo que queremos hacer. Es ahora o nunca. La se­
gunda es que “¡nadie puede vivir y no morir nunca! ¡Nadie puede librarse del po­
der de la muerte!” (Salmo 89:48).
Alguien dijo que en los cementerios yacen los sueños que nunca se hicieron
realidad por una razón concreta: porque quienes los tuvieron nunca comenzaron a
vivir y a trabajar por esos sueños. Comienza desde ya a prepararte para tu carrera; co­
mienza a planificar ese negocio que estás acariciando; comienza a practicar esc depor­
te que te encanta. Y sobre todo: “Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven y que
aún no han llegado los tiempos difíciles; ya vendrán años en que digas: ‘No me trae
ningún placer vivirlos’. Hazlo ahora” (Eclesiastés 12:1, 2). No esperes más.

#AhoraoNunca #Prepárate
Contradicciones
ambulantes

o:¡ i e has sentido frustrado cuando un creyente acaba haciendo cosas que con­
tradicen lo que profesa? Recuerdo el rostro de una chica, estudiante de la
Universidad de Linda Vista, en México, cuando me dijo que nunca se casa­
ría con un teólogo. A l preguntarle el porqué, me dijo: “Los teólogos hacen cosas que
no deben”. Yo más bien diría que los seres humanos hacemos cosas que no debemos.
Todos somos proclives a contradecir con nuestras acciones lo que anunciamos con
nuestros labios. Creo que Lewis Smedes nos definió acertadamente cuando afirmó
que somos “un conjunto de contradicciones ambulantes” (Shame and Grace, p. 98).
Piensa en esto: ¿Hay una contradicción más grande que el hecho de que Adán,
un hombre que “era bueno en gran manera” (Génesis 1:31, RV95), cediera ante el
pecado? La experiencia de Adán no es un caso aislado. Noé, “un hombre muy bueno,
que siempre obedecía a Dios” (Génesis 6:9), se emborrachó y se quedó desnudo en
medio de su tienda. David, “un varón conforme al corazón” de Dios (1 Samuel 13:14),
cometió adulterio y asesinato. El hermano Pedro, tras haber estado durante tres años
a los pies del Maestro, seguía teniendo graves problemas con su carácter, y fue capaz
de cortarle la oreja a un soldado. Lutero, el padre de la Reforma, en tanto que acusa­
ba a Roma de hostigar a los verdaderos cristianos, fue perseguidor de los judíos.
Lo cierto es que nuestros héroes espirituales tuvieron sus momentos de sombras.
¿Sabes por qué? ¡Por ellos eran como nosotros! Es decir, eran simples mortales que
cargaban en su cuerpo los genes del pecado. Lo dicho por Pablo hace dos mil años
debería de ayudarnos a entender nuestras contradicciones: “Yo sé que en mí, es decir,
en mi naturaleza débil, no reside el bien; pues aunque tengo el deseo de hacer lo bue­
no, no soy capaz de hacerlo” (Romanos 7:18).
Debido a nuestra perfecta imperfección, lo más natural es que la gente, incluso la
que dice ser buena, haga cosas malas. Por esa razón es que hemos de fijar nuestra mi­
rada en el único que ha podido armonizar completamente sus palabras con sus he­
chos: Cristo Jesús. El nunca nos defraudará. En él no hay contradicciones.
#JesúsNoTeDefraudará
El malabarista
imprudente

uego de haber trabajado durante toda su vida, un malabarista decidió aban­

L donar el oficio. Vendió todas sus posesiones, juntó sus ahorros, se compró un
hermoso diamante y se embarcó de regreso a su ciudad. Mientras viajaba, se
aseguró de guardar muy bien la preciada piedra.
Pero en un momento de ocio decidió enseñarle a un niño algunos de sus trucos y
comenzó a hacer malabares con varias manzanas. Mientras el hombre hacía gala de
sus habilidades, la gente se fue aglomerando alrededor de él. Los aplausos comenza­
ron a escucharse en toda la cubierta. Como la oportunidad era propicia para elevar
el nivel del espectáculo, fue a su camarote, buscó el diamante y comenzó a realizar
malabares con la valiosa gema. En una de esas lanzó el diamante tan lejos, que la
multitud perdió el aliento; pero la joya regresó a las manos riel malabarista. Fue un
truco tan arriesgado, que la gente le suplicó que no lo volviera a hacer. Sin embargo,
haciendo caso omiso, el hombre lanzó el diamante hacia el cielo ante la vista atóni­
ta de los espectadores y volvió a caer en sus manos. Una vez más los presentes le ro­
garon que ya no siguiera haciendo trucos con el diamante, que ya estaban convenci­
dos de su impresionante talento.
¿Y qué crees? El malabarista una vez más lanzó el diamante, esta vez se elevó
tanto que se perdió de vista por un instante. Cuando ya venía descendiendo, el
barco realizó un movimiento brusco y la preciosa piedra fue a parar al fondo del
mar y se perdió para siempre.
Reflexionando sobre este relato, Billy Graham escribió: “Igual que el hombre del
relato, algunos de nosotros estamos haciendo malabarismo con nuestras almas. [...]
Con frecuencia hay personas alrededor que nos ruegan que dejemos de correr riesgos
porque reconocen el valor de nuestra alma. Pero seguimos jugando con ella una vez
más, sin saber que el barco cabeceará y perderemos nuestra oportunidad para siem­
pre” (En aguas refrescantes, p. 252).
A alguien que supuso que tenía mucho tiempo para seguir jugando con el “dia­
mante” de su vida, cuando menos lo esperaba recibió este mensaje: “Necio, esta no­
che vienen a pedirte tu alma, y lo que has guardado, ¿de quién será?” (Lucas 12:20,
RV95). No hagas malabares con tu vida. Ese juego te podría salir muy caro.
#CuidaTuVida #EntrégateaJesús
S
abes qué es un BC? Si usas aplicaciones de mensajería instantánea como
Whatsapp, BBM o Line, entonces sé que estás familiarizado con este tipo de
mensajes. El término BC es un apócope de la palabra inglesa Broadcast, que
significa “transmisión”. Un BC, entonces, no es más que una transmisión, un men­
saje que envías a todos tus contactos.
U n BC puede ser algún chiste, alguna noticia importante o un mensaje que de­
seas que todos tus conocidos vean. A veces este tipo de mensaje puede ser impor­
tante, como cuando cambias tu información de contacto o si ocurre una emergencia
y necesitas difundir un mensaje con rapidez entre un grupo específico de personas.
Otras veces, un B C puede ser irritante, pues quizás el mensaje no sea significativo
para ti, pero simplemente te llegó porque estabas en la lista de contactos del emisor.
En el texto bíblico de hoy Pablo dice que Dios nos ha encargado que demos a co­
nocer el mensaje de que Dios reconcilió al mundo consigo mismo a través de Cristo.
¿Se tomó don Pablo esa comisión en serio? Si lees el libro de los Hechos de los após­
toles podrás participar, mientras vas leyendo la narración de Lucas, del avance del
cristianismo a lo largo y ancho del Imperio Romano. Si Pablo hubiese tenido un te­
léfono inteligente, con toda seguridad habría enviado varios BC con mensajes como:
“El pago que da el pecado es la muerte, pero el don de Dios es vida eterna en unión
con Cristo Jesús, nuestro Señor” (Romanos 6:23); o “A sí pues, ahora ya no hay nin­
guna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús” (Romanos 8:1). “Dios es
tan misericordioso y nos amó con un amor tan grande, que nos dio vida juntamente
con Cristo” (Efesios 2:4, 5); o “Reconcilíate con Dios”, como dice el texto de hoy.
El fervor misionero de Pablo llegó a tal punto que escribió: “De manera que des­
de Jerusalén y por los alrededores hasta el Ilírico, todo lo he llenado del evangelio
de Cristo” (Romanos 15:19, RV95). Wao, qué seguridad. ¿Podemos tú y yo decir lo
mismo? ¿Estás tú compartiendo el evangelio con todos tus contactos? Espero que tu
respuesta sea un rotundo “S í”.

#ComparteelEvangelio #DaleBCalMensaje
:,:\K ...

I m i t e m o s

al Maestro
j¡¡ 1 jj g g g H Q Ip f M ¡g p § J g | ¡ p j

■ ' S

*j | S j l i p a jS f m

E
n su D isam o LV sobre Homero y Sócrates, el fumoso orador y escritor roma­
no, Dion Crisóstomo, también conocido como Dion de Prusa, sostuvo que
Sócrates fue un aventajado discípulo de Hornero. Para justificar su argumen­
to, Dion dice que Sócrates vivía como Homero, seguía la humildad de Homero;
como Homero despreció la acumulación de riquezas; como Homero amaba las virtu­
des y repudiaba los vicios. En resumen, fue discípulo de Homero porque vivió como
lo hizo Homero.
Imitar al Maestro: ese es el punto clave de le ética cristiana. Si bien tenemos que
imitar al Maestro, nunca hemos de creernos que nosotros somos los maestros. Es
muy común ceder a la tentación de pensar que los verdaderos discípulos han de vivir,
comer, hablar y andar como yo supongo que deben hacerlo. Si no lo hacen, entonces
no pueden ser considerados discípulos. No vayas a creerte que eres el dueño de la
conciencia de los demás; tú no eres el Maestro, nada más eres un discípulo.
Aunque jamás podrás ser el Maestro, si logras ser “perfeccionado” puedes llegar a
ser “como” el Maestro. ¿Qué conlleva esa “perfección”? ¿Es esa “perfección” sinónimo
de impecabilidad? La palabra griega que usa Lucas, katertisménos, nada tiene que ver
con ese tipo de perfección.
En el Nuevo Testamento el verbo katartizo posee matices muy interesantes. Por
ejemplo, en Gálatas 6:1 tiene que ver con “restaurar”, “ayudar” al hermano que ha caí­
do. En Efesios 4:12 aparece vinculado con la “preparación”, la “capacitación” que el
discípulo necesita para llevar a cabo su ministerio. Somos “perfeccionados” como dis­
cípulos cuando nos empeñamos en ayudar a los demás, en servir a nuestro prójimo,
cuando estamos listos para cumplir con la tarea que Dios nos ha encomendado.
Ser “perfeccionado” o ser “como el Maestro” implica tratar a la gente como lo
hizo Jesús. Somos como Jesús cuando amamos como lo hizo él, cuando nos solida­
rizamos con el pecador como lo hizo él, cuando entregamos todo a la causa como lo
hizo él, cuando nos empeñamos en el bienestar de los demás como lo hizo él. Si quie­
ro ser como Dios, y él es amor, entonces lo que tengo que llegar a ser es una persona
que abrigue el amor de Dios en su corazón. ¡Imitemos a Jesús!
#ImitemosaJesús
T
ras el ataque japonés a la base de Pearl Harbor, Joe Rochefort logró descifrar
los códigos de comunicación de la armada nipona. Estacionado en una base
de inteligencia en Oahu, Joe predijo que los japoneses atacarían Midway el
3 de junio de 1942, y así sucedió. Gracias a su predicción, Estados Unidos le propinó
a la armada japonesa su primera derrota en trescientos cincuenta años. Japón perdió
cuatro navios, un crucero, dos mil quinientos hombres, trescientos veintidós aviones
y a sus mejores pilotos.
Lo extraño es que Rochefort nunca recibió un reconocimiento por su estupenda
labor. De hecho, algunos personajes con influencia en Washington falsificaron in­
formes y se quedaron con el crédito, a pesar de que le correspondía a Rochefort. El
gobierno cerró los casos durante cuarenta años y Rochefort jamás recibió el reconoci­
miento que merecía. Lo retiraron del servicio de inteligencia y fue asignado a un di­
que flotante en San Francisco.
En el libro Deceit at Pearl Harbor [El engaño de Pearl Harbor], Ken Landis, Rex
Gunn y Robert Andrade citan una nota que Rochefort dejó en su escritorio. La nota
decía: “Podemos lograr cualquier cosa siempre y cuando no nos preocupe recibir
el crédito”. Y los autores agregan: “Esa fue la actitud que hizo que se ganara la batalla
de Midway”. En 1985 Rochefort fue galardonado postumamente con la Medalla del
Servicio Distinguido de la Marina, en 1986 recibió la Medalla Presidencial de la Li­
bertad y en 2000 entró al Salón de la Fama de la Agencia de Seguridad Nacional.
Si no recibes el reconocimiento que supones merecer, no te desesperes. ¿Recuer­
das lo que le pasó a Mardoqueo? Cuando él descubrió la conspiración de Bigtán y
Teres (ver Ester 2:19-23), nadie reconoció su trabajo. Mucho después, por esas cosas
maravillosas que les ocurren a los hijos de Dios, el rey se enteró de lo que había pa­
sado y Mardoqueo, finalmente, recibió su recompensa (Ester 6:1-14). Dios sabe por
qué permite ciertas cosas.
Como no es seguro que en esta vida puedas recibir todo el mérito por tu trabajo,
te recomiendo que hagas planes para que, en ocasión de la Segunda Venida, recibas
el máximo galardón, la vida eterna.
#HéroesAnónimos

*4
La imagen

o i te pidieran que relacionaras la palabra “amor” con una imagen, ¿cuál sería?
'1;% Esa fue la asignación que una maestra les puso a sus alumnos al ordenarles que
K j salieran al patio de la escuela y que cuando regresaran al aula compartieran
con sus compañeros con qué vincularían el “amor”. Llenos de entusiasmo, los peque­
ños salieron a toda máquina a buscar la imagen del amor. Cuando regresaron al sa­
lón de clases, la maestra les pidió que mostraran lo que habían conseguido.
Uno dijo: “Yo he traído una flor. Es lo más bello que he encontrado”. Otro agregó:
“Y yo una mariposa. Lucía hermosa mientras volaba entre las flores”. “Maestra -dijo
otro niño-, yo vi un nido de gorriones; eran tan bonitos que me traje uno”. Cuando
ya estaba a punto de terminar el ejercicio, la maestra se dio cuenta de que una niña
no había participado en la dinámica. Entonces le preguntó:
-¿No has encontrado nada que te ayudara a definir el amor?
Con mucha timidez, la niña respondió:
-Maestra, vi una flor y sentí su aroma; pero no quise cortarle la vida. Luego me
topé con una mariposa y disfruté al ver sus colores, su elegancia y su ternura; pero
como era feliz preferí dejarla libre. Mientras buscaba me topé con un nido de gorriones,
me sentí tentada a traer una de las crías; pero supuse que su madre se entristecería
cuando no viera a su pichón en el nido.
-Entonces -agregó la maestra-, ¿con qué relacionas el amor?
-C o n el perfume de la flor, la libertad de la mariposa y la alegría de la mamá al
volver al nido.
¿Y tú ya sabes con qué lo relacionarías? Quizá con un beso de la persona amada,
o con la dulce sonrisa de un bebé. Probablemente, con los bellos paisajes de la natu­
raleza. En fin, hay muchas cosas que pueden evocar en nuestra mente la imagen del
amor. Sin embargo, la imagen más grande, infinita e inagotable del amor la encon­
tramos en Dios. ¿Por qué? Por que él es el amor hecho persona. El amor es la materia
prima de su ser. La Biblia lo define así: “Dios es amor” (1 Juan 4:8). Cuando quieras
una imagen pura del amor, piensa en él.
#DiosEsAmor
Lo que Dios
piensa de mí

ace un tiempo vi en el muro de Facebook de un buen amigo, una imagen

H bastante reveladora. En ella aparecen un hombre, una mujer, un niño y un


burro. En el primer recuadro de la imagen la gente dice: “Miren qué abusa-
dores son esos tres, todos están encima del burro”. A fin de evitar que la gente los acu­
sara de maltratar al animal, decidieron subir solo al niño en el burro. Entonces en un
segundo gráfico la gente dice: “Qué niño más malcriado, en lugar de dejar que vaya la
madre, tiene el descaro de ir encima del burro”. Tras oír esto decidieron que la mujer
cabalgara en el burro. “Qué mala es esa mujer-comentó entonces la gente- Ese po­
bre hombre se ha pasado todo el día trabajando y tiene que caminar mientras ella
viaja placenteramente”. Una vez más, para complacer a los demás, decidieron que el
hombre cabalgara sobre el burro. A l verlo, la gente comentó: “Miren a ese hombre,
tiene a la mujer y al niño caminando y él viaja despreocupado sobre el burro”. Final­
mente, decidieron ellos mismos cargar al burro. ¿Y qué dijeron ahora? “Qué brutos
son, en lugar de ir sobre el burro, ellos cargan al animal”.
La moraleja de la historia es esta: por favor, no te preocupes más de la cuenta por
la opinión que los demás tengan de ti, pues su boca siempre estará presta a proferir
palabras en tu contra. Como no puedes complacer a todos, lo más sabio es que vivas
para complacer a Dios, incluso sin preocuparte de lo que Dios piensa de ti. ¿Por qué?
Fíjate en lo que dice Elena de White en esta declaración inspirada: “No debemos
inquietarnos por lo que Cristo y Dios piensan de nosotros, sino que debe interesar­
nos lo que Dios piensa de Cristo, nuestro Sustituto. Somos aceptos en el Amado.
Dios muestra a la persona arrepentida y creyente, que Cristo acepta la entrega del
alma para moldearla según su propia semejanza” (Mensajes selectos, t. 2, p. 36).
Independientemente de lo que digan los demás, si has entregado tu vida a Jesús,
Dios pensará respecto a ti lo mismo que piensa de Cristo. ¿No te parece maravilloso?
#LoQueDiosOpinaDeMí #HijosDeDios
La grandeza
de lo pequeño
!

E
l 22 de julio de 1962 la N A SA llevó a cabo el lanzamiento del cohete espacial
Mariner 1. El propósito de la misión consistía en poder sobrevolar la órbita de
Venus, el segundo planeta de nuestro sistema solar. Todo parecía indicar que
la operación se llevaría a cabo exitosamente. Sin embargo, poco después de haberse
hecho el lanzamiento, los científicos se dieron cuenta de que el cohete había tomado
una trayectoria equivocada y no pudo llegar a su destino. ¿Qué pasó?
El problema en la orientación del cohete lo provocó la falta de un guión (-). A
alguien se le olvidó colocar un guión en el código matemático que regulaba el desti­
no del cohete, y ese simple desliz provocó que los dieciocho millones de dólares que
había costado el aparato se esfumaran en el espacio.
¿Cómo es posible que la simple falta de un pequeño guión destruya un cohete
tan caro? Benjamín Franklin, el político y científico estadounidense, lo ilustra de
esta manera: “Por un clavo se perdió una herradura, por esta un caballo, y por este
el jinete, que fue capturado y murió a manos del enemigo”. U n clavo, un guión,
una palabra, una tarea, un gesto, ¡cualquier cosa puede ser determinante para tu
destino terrenal y eterno! Como solemos olvidar la grandeza de las cosas pequeñas,
es útil que memoricemos y llevemos a la práctica esta maravillosa declaración de
Elena de White: “N o menosprecien nunca la importancia de las cosas pequeñas.
Las cosas pequeñas proporcionan la disciplina real de la vida” (Mensajes para los
jóvenes, cap. 60, p. 141).
Me gusta la frase final: “Las cosas pequeñas proporcionan la disciplina real de la
vida”. ¿Cuáles son esas cosas pequeñas? ¿Lavar los platos? ¿Arreglar la cama? ¿Orde­
nar tu ropa? ¿Limpiar el piso? Tal vez sientas que mereces hacer algo más significati­
vo; pero esa pequeña tarea que tienes en tus manos, si la cumples con eficacia Dios
la usará para darte “la disciplina real de la vida”.
Si te propones hacer bien las cosas pequeñas, muy pronto escucharás a Jesús de­
cirte: “Bien hecho, mi buen siervo fiel. Has sido fiel en administrar esta pequeña can­
tidad, así que ahora te daré muchas más responsabilidades. ¡Ven a celebrar conmi­
go!” (Mateo 25:21, NTV).
#SéFielEnLoPoco #AtendiendoLasCosasPequeñas
La carta
do Lincoln

H
a circulado por Internet una carta que se le atribuye a Abraham Lincoln,
decimosexto presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. La auten­
ticidad de la carta, que supuestamente había sido enviada al maestro de su
hijo, ha sido cuestionada, ya que no aparece en los registros oficiales del expresiden-
te. Sin embargo, haya sido o no escrita por Lincoln, a todos nos hará bien reflexionar
en su contenido:
“Estimado profesor: Él tiene que aprender que no todos los hombres son justos, no
todos son verdaderos, pero por favor dígale que para cada villano hay un héroe,
para cada egoísta hay también un líder dedicado. Enséñele que para cada enemigo,
allí también habrá un amigo. Enséñele que es mejor obtener una moneda ganada
con el sudor de su frente que una moneda robada.
“Enséñele a perder, pero también a aprender a disfrutar de la victoria. Háblele de
la envidia y sáquelo de ella; dele a conocer la profunda alegría de la sonrisa silen­
ciosa, y permítale maravillarse con los libros, pero deje que aprenda también con
el cielo, las flores, las montañas y los valles. En las bromas con amigos explíquele
que más vale una derrota honrosa que una victoria vergonzosa. Enséñele a creer en
sí mismo, incluso si está solo frente a todo el mundo. Enséñele [ ..J a nunca entrar
en un tren solo porque otros entraron.
“Enséñele a escuchar a todos, pero a la hora de la verdad a decidir solo; enséñele a
reír cuando esté triste y explíquele que a veces los hombres también lloran. Ensé­
ñele a ignorar a las multitudes que claman sangre y a luchar solo contra todo el
mundo, si piensa que es justo. Trátelo bien, pero no lo mime, ya que solo en la prue­
ba de fuego se sabe que el acero es real.
“Transmítale una fe sublime en el Creador y fe también en sí mismo, porque solo
entonces podrá tener fe en los hombres. Sé que pido mucho, pero vea lo que puede
hacer, querido profesor”.
¡Cuántas frases valiosas contiene esta misiva! Sin importar quién la haya escrito,
tomar en cuenta los valores que transmite nos llevará a transitar el camino de la ex­
celencia y a hacer de este mundo un lugar mejor para todos.
#valores

'' j ,'lViW; ...... . "


¡Il>l llnííljí j lltoJ1{lililí, ¿íl
D
ebo confesar que admiro profundamente a Jennifer Lawrence; pero no va­
yas a creer que soy el único, ¡muchos lo hacen! Si el nombre no te suena
muy familiar te contaré un poco de la carrera de Lawrence. En 2011 in­
terpretó el papel de Mistyque en la película X-Men: Primera generación y ganó un
O scar por su papel protagónico en el filme Silver linnigs playbook (2012). Pero tal
vez la conoces mejor por interpretar a Katniss Everdeen en la famosa franquicia
cinematográfica Los juegas del hambre. Es la actriz más joven en obtener tres nomi­
naciones al Oscar, y la segunda más joven en recibir uno como mejor actriz. ¡Y
apenas tiene 26 años!
U na belleza exótica y exuberante, talento, juventud, dinero, fama. ¡Qué más
puede pedir Jennifer Lawrence? Sabes que ahora viene un “pero”, ¡cierto? Pero aun
teniendo todo lo que una persona joven desearía tener, la vida de Lawrence dista
mucho de ser perfecta. Jennifer, desde muy joven, viene librando una ardua batalla
contra la ansiedad y la inseguridad.
En una entrevista que le hicieron en 2014 ella declaró: “Mientras estaba en la es­
cuela sentía la presión de mis compañeros. Ellos te juzgan, nunca eres lo suficiente­
mente buena, nunca vistes adecuadamente, nunca dices lo que esperan. Como joven
quería caerle bien a todo el mundo, ¿quién no? Luego creces y te haces famosa y te
das cuenta de que es la misma situación pero mil millones de veces más intensa”.
Jennifer cuenta que cuando se vio a sí misma en un programa de televisión tuvo un
ataque de pánico: “De repente me sentí como si un tren me hubiese atropellado al
darme cuenta de la cantidad de gente que me estaba viendo”.
¿Alguna vez te has sentido así? Si tu respuesta es afirmativa entonces lo que tú
y Jennifer Lawrence necesitan es paz, una paz que trascienda tus miedos e insegu­
ridades, una paz distinta a la que ofrece el mundo. En pocas palabras, necesitas a
Cristo. La buena noticia es que él quiere darte su paz; sus palabras para ti hoy son:
“N o te angusties ni tengas miedo, yo estoy contigo”. Vive hoy una vida plena en
compañía de Cristo.
#LaPazdeCristo
E
n cierta ocasión el científico suizo Louis Agassiz y su hermano menor tenían
que llevarle algo a su padre. Sin embargo, para poder cumplir la orden de su
progenitora, tenían que atravesar un lago que estaba hecho todo un bloque de
hielo. Tras haber analizado la situación, decidieron lanzarse a la aventura bajo la mi­
rada protectora de su madre. Cuando casi estaban llegando al lado opuesto, la madre
logró divisar una grieta muy amplia que se hallaba delante de ellos. Louis no tuvo
problemas para saltar la brecha del lago; no obstante, su hermano menor era muy
pequeño y no tenía la capacidad de cruzar la abertura por sí mismo como lo había
hecho su hermano mayor. La madre, que veía con expectación lo que estaba pasan­
do, solo atinó a exclamar: “¡El pequeño caerá en el agua y se ahogará! No puede dar
un salto tan largo”.
Entonces, sucedió lo inesperado: Louis se extendió por encima de la grieta y
logró fijar sus manos hasta donde se encontraba su hermano menor. Su cuerpo sir­
vió de puente para que el más pequeño cruzara, y de esa forma evitó que su herma-
nito cayera en las gélidas aguas (Samuel Vila, Enciclopedia de anécdotas e ilustracio­
nes, p. 60).
No me cabe la menor duda de que Louis constituye un noble ejemplo de altruis­
mo. ¿Qué significa esa palabra? El Diccionario de la Real Academia la define así:
“Diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio”. Muchos no tenemos
problemas en hacer bien a los demás; sin embargo, si ayudar a otros pone en riesgo
nuestra propia seguridad, ¿estaríamos dispuestos a seguir adelante? Eso fue lo que
hizo Louis. Procuró el bien de su hermano al tratar de evitar que este cayera en el
lago; pero para hacerlo se arriesgó él mismo a caer en el lago.
Para ser altruista hay que quebrar el poder que tiene el “Yo”. Elay que aceptar y
poner en práctica la instrucción bíblica: “Ninguno de nosotros vive para sí mismo”
(Romanos 14:7). Es una declaración tajante, absoluta, clara. No hagas de ti mismo el
centro de tu propia existencia. Más bien procura hoy y siempre ser un ejemplo vi­
viente de altruismo, como lo fue Jesús.
#altruismo #valores
Amigos
inseparables

N
icholas Morosoff es un personaje que merece nuestra admiración. Él era el
editor de la revista revolucionaria rusa Tierra y Libertad, cuando, en enero
de 1881, fue arrestado y acusado de conspirar contra el régimen ruso. Tras
haber sido condenado a cadena perpetua, lo enviaron a la cárcel de Schlüsselburg.
Nicholas era un poeta; un eterno enamorado de la literatura. ¿Qué haría un hombre
como él el resto de su vida en una cárcel? Pasó de poeta a científico. ¿Cómo lo hizo?
Bueno, estando en la mazmorra, como ya no tenía mucho en qué ocuparse, llamó
a los guardias de la prisión y les pidió que, por favor, le llevaran libros para tranqui­
lamente dedicarse a leer. Como ellos sabían que la especialidad de Nicholas era la
literatura nada más le proporcionaron libros de física, matemáticas y astronomía.
Nicholas pudo haberse enojado, frustrado, acusado a los guardias de injustos; pero lo
único que hizo fue leer atentamente todos aquellos libros. Ifin ante esos años aumen­
tó extraordinariamente sus conocimientos de astronomía, al punto que, estando en
la cárcel, escribió el libro Astronomical Interpretación of the Apocalypse. Tras la Re­
volución de 1905 fue absuelto de los cargos que había en su contra; y cuando salió de
la cárcel lo nombraron director de un observatorio espacial. Nunca dejó de leer y vio
los resultados de su perseverancia.
Nicholas es un vivo ejemplo del dicho: “Si del cielo te caen limones, aprende a
hacer limonada”. Es decir: hay que sacar el mejor partido de las circunstancias que
nos toque afrontar. N o podemos dejar pasar por alto que Nicholas mejoró su futuro
gracias a 1a. lectura. Los libros estuvieron con él antes de que fuera encarcelado, du­
rante su encarcelamiento y después de su liberación. Es innegable que la lectura le
proporcionó las fuerzas necesarias para soportar todos esos años que pasó en prisión.
Como dijo Rubén Darío, el célebre poeta nicaragüense: “El libro es fuerza, es poder,
es alimento, es antorcha del pensamiento y manantial de amor”. Por eso son muy
buenos compañeros.
Con razón Pablo, a pesar de que ya había sido sentenciado a muerte, le hizo este
pedido al joven Timoteo: “Cuando vengas, tráeme [...] los libros, y especialmente los
pergaminos” (2 Timoteo 4:13). Imitemos a Pablo y a Nicholas Morosoff: hagamos de
los libros nuestros inseparables amigos.
#AmigodelosLibros #LecturaEsExito

...
Un extraordinario
obsequio

E
fesios 2:8 es uno de mis pasajes favoritos de la Biblia: “Porque por gracia uste­
des han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es
el regalo de Dios” (NVI). Me alegra saber que mi salvación no es resultado de
mi obediencia, puesto que tengo que ser sincero conmigo mismo y reconocer que no
siempre he sido obediente. Por eso la salvación es un obsequio que Dios me da por su
“gracia”. ¿Entiendes el significado de esa palabra, “gracia”? El siguiente relato nos ayu­
dará a entenderlo.
Cuenta el pastor H. M. S. Richards en su libro The Promises of God [Las Prome­
sas De Dios] que el hijo de una mujer fue condenado a muerte por haber cometido
una grave fechoría. Tratando de salvar al muchacho, la señora se presentó ante Na­
poleón y le dijo:
-L e ruego que perdone a mi hijo.
-N o puedo -contestó el monarca- La justicia demanda que su hijo muera irre­
misiblemente.
-¡N o le pido justicia! -exclamó la mujer— Lo que le pido es misericordia.
-Es que a raíz del delito que ha cometido -le dijo Napoleón-, su hijo lo que me­
nos merece es misericordia.
- S i la mereciera no sería misericordia. Por favor, tenga misericordia de mi hijo.
El emperador se conmovió ante la súplica de la madre y declaró:
-S u hijo es culpable, merece morir; pero tendré misericordia de él. Su hijo ha sido
perdonado.
Napoleón lo trató con “gracia”; es decir, le otorgó lo que no le tocaba. Pablo dice
que la salvación es “el regalo de Dios”. Es un presente que Cristo ha puesto al alcance
de cada ser humano. ¿Significa eso que todos nos vamos a salvar? Lamentablemente,
no. ¿Por qué? Porque hay mucha gente que por creer que puede ganarse la salvación a
base de sus propios méritos, no la ha querido aceptar como lo que realmente es: un re­
galo. ¿Es ese tu caso? ¿Pretendes llegar al cielo apoyado en tu buena conducta?
La Biblia dice que a cada miembro de la raza humana “Dios les perdona sus pe­
cados y les da la salvación” (Lucas 1:77). ¿Leiste bien? “Les da la salvación”. Por fa­
vor, acepta el regalo divino. Tú puedes disfrutar la salvación a partir de este mismo
momento.
#SalvaciónEnCristo #GraciayPerdón
E
n su obra Los miserables, Víctor Hugo nos cuenta la historia de Jean Val-
jean, un hombre que fue condenado a diecinueve años de cárcel por haber
robado un mendrugo de pan. Después de ser liberado, nadie quería ayudar­
lo porque era un expresidiario. Entonces se encontró con un obispo que se com­
padeció de él. Dice el relato que el obispo “instaló a su huésped en la alcoba”.
Pero dormir era lo menos importante para Valjean.
Tras saber que el obispo y su hermana dormían, Valjean sigilosamente se levantó
y les robó la cubertería de plata. A la mañana siguiente, la primera en darse cuenta
del hurto fue la señora Maglorie, que corrió a dar aviso al obispo. Maglorie todavía
no había terminado de hablar cuando tres policías llegaron a la casa junto con Val­
jean. Cuando el obispo salió a la puerta todos se sorprendieron al oír sus palabras:
-¡A h, has regresado! -dijo mirando a Jean Valjean-. Me alegro ríe verte. Te ha­
bía dado también los candeleras, que son de plata, y que pueden valer también
doscientos francos. ¿Por qué no te los llevaste con los cubiertos?
Jean Valjean abrió los ojos y miró al venerable obispo con una expresión que no
podría pintar ninguna lengua humana.
-Monseñor -dijo uno de los policías-. ¿Es verdad entonces lo que decía este
hombre? Lo encontramos como si fuera huyendo, y lo hemos detenido. Tenía
esos cubiertos...
-¿Y les ha dicho -interrumpió sonriendo el obispo- que se los había dado un
hombre, un sacerdote anciano en cuya casa había pasado la noche? Ya lo veo. Y
lo han traído acá.
-Entonces -agregó el policía-, ¿podemos dejarlo libre?
-Sin duda -dijo el obispo.
Aquella mañana Valjean tuvo un encuentro cara a cara con el perdón. El ladrón
fue tratado como si no lo fuera. Conservó los utensilios como un recuerdo de la bon­
dad de aquel anciano y desde entonces dedicó su vida a ayudar a los necesitados. El
perdón lo transformó.
¿Qué sería de nosotros si Dios nos tratara como merecemos a causa de nuestros
pecados? No sé tú, pero yo hoy voy a disfrutar de estas palabras: “El Señor es tierno
y compasivo [...]; no nos ha dado el pago que merecen nuestras maldades y pecados”
(Salmo 103:8-11).
#PerdóndeDios ¿TransformadoporelPerdón
El perdón
que transforma

f e S F a®, W í ü

...

U
n aspecto significativo del relato que te comenté ayer, es que el perdón del
obispo obró un cambio permanente en la vida de Jean Valjean. Aunque
donde abunda el pecado, también sobreabunda la gracia, eso no quiere dedi­
que hemos de tomar con ligereza la misericordia divina. Jesús me perdona, y espera
que ese perdón surta un efecto positivo en mi vida. La destacada autora Elena de
White dice lo siguiente: “El hecho de que haya cometido algún error no lo hace menos
querido por Dios, porque cuando el creyente toma conciencia de su falta, regresa, y
vuelve a fijar sus ojos en Cristo. Sabe que está en comunión con su Salvador, y cuan­
do es reprochado por su equivocación en un asunto de juicio, no camina de mal hu­
mor quejándose de Dios, sino que transforma su error en una victoria. Aprende la
lección de las enseñanzas de su Maestro, y presta más atención para no ser engañado
nuevamente” (La oración, cap. 7, pp. 80, 81; la cursiva es nuestra).
Sí, nuestro Padre sabe muy bien que somos culpables, sabe que hemos fracasa­
do, sabe que hemos errado en nuestra andadura espiritual; pero no se deleita en
restregarnos nuestras faltas y delitos, sino que anhela que acudamos a él y oremos:
“Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la
nieve” (Salmo 51:7).
Podemos acercarnos a Jesús y hacer nuestras las palabras del epitafio de la tum­
ba de Copérnico: “N o pido las bondades que recibió Pablo. N i tampoco la gracia
concedida a Pedro. Solo te pido, con toda mi alma, el perdón que tú diste al ladrón
crucificado”.
A sí como el obispo perdonó a Valjean, y Jesús perdonó al ladrón, Dios está dis­
puesto no solo a perdonarnos, sino también a transformarnos. Solo hemos de acu­
dir a él y reconocer nuestra verdadera condición. “El perdón de Dios no es sola­
mente un acto judicial por el cual libra de la condenación. N o es solo el perdón por
el pecado. Es también una redención del pecado” (Así dijo Jesús, cap. 5, p. 176; la
cursiva es nuestra).
William Shakespeare dijo una vez que “nada envalentona tanto al pecador como
el perdón”. Hoy puedes sentirte valiente, porque eres un pecador y para ti Dios tiene
perdón y transformación.
#PerdónQueTransforma
f
< No esperes
a Google
mm

oogle ha hecho mucho por nosotros. Con solo que tecleemos dos o tres pa-
•labras, pone ante nuestros ojos una vasta cantidad de información. El Gm ail
nos permite disfrutar de una cuenta de correo con gran capacidad de alma-
cenamiento. Google Maps nos explica paso a paso cómo llegar a cualquier lugar, sin
importar dónde nos encontremos. Con Google Earth podemos realizar un viaje vir­
tual por el mundo y disfrutar de espléndidas imágenes de satélites, paisajes, edifi­
cios...; incluso tenemos acceso a una guía turística de maravillas de la naturaleza y
de monumentos famosos. Estoy seguro de que en más de una ocasión el Google
Transíate nos ha dado una mano ayudadora. Parece que la capacidad de innovar de
Google no tiene límites. Ya están haciendo pruebas del programa Sclf-Ihiving ( Jars,
para que los autos se puedan conducir sin necesidad de un choler.
Sin embargo, cuando recogí en mi buzón el número de septiembre de 2013 de
la revista Time no pude ocultar mi asombro ante el titular ele- la portada: “¿Puede
Google resolver el problema de la muerte?” Lleno de curiosidad comencé a leer el
artículo. Según Larry Page, cofundador de Google, la empresa está empeñada en
trabajar seriamente para extender la vida de los seres humanos. Para ello fundaron
Calicó, una compañía que se dedicará al tema de la salud y del envejecimiento. En
una misiva publicada en Google+, Page afirmó: “Las enfermedades y el envejeci­
miento afectan a nuestras familias. Con nuestras investigaciones a largo plazo en
salud y biotecnología creemos que podremos mejorar millones de vidas”. Ese “largo
plazo” se tomará de diez a veinte años.
Me parece loable que Google se preocupe por nuestra calidad de vida. Pero en
lo que llega ese “largo plazo” te recomiendo que aproveches el tiempo y tomes en
cuenta la siguiente declaración si de verdad quieres alagar tu vida: “El aire puro,
el sol, la moderación, el descanso, el ejercicio, una alimentación equilibrada, el
agua y la confianza en el poder divino son los verdaderos remedios” (Ser seme-
jante a Jesús, p. 281). Usar adecuadamente estos ocho recursos te permitirá añadir
años a tu vida, y vida a tus años. No tienes que esperar a Google; puedes comenzar
desde ahora a ponerlos en práctica.
#ViveMejor #SaludyBienestar
Contento
: con lo que tengo
5

B M M ri

C
omo mucha gente de nuestra época, Juan no estaba conforme con su trabajo
de picapedrero. Su salario era muy bajo; su casa no era grande; no tenía auto.
Vivía codiciando lo que otros tenían. Una noche se le apareció la Ambición
y le dijo: “Juan, te daré lo que quieras, solo tienes que pedírmelo”. Ni corto ni pere-
zoso, el picapedrero respondió: “Quiero ser rey”. De inmediato su deseo se hizo reali­
dad, y apareció viviendo en un suntuoso palacio.
U na tarde, mientras recorría los espléndidos jardines de su residencia, los rayos
del sol le golpeaban enérgicamente. Juan llamó a la Ambición y le dijo: “Quiero ser
el Sol”. De inmediato se convirtió en el astro rey. Sin embargo, al ver que una nube
bloqueaba sus rayos, Juan se entristeció y le hizo otro pedido a la Ambición: “Debido
a que la nube puede tapar mi luz, ahora quiero ser una gran nube”.
Poco tiempo después la nube se deshizo y cayó en forma de agua sobre una gran
roca. Juan, admirado por la fortaleza de la roca, le pidió a la Ambición que lo trans­
formara en una gran roca. La Ambición aceptó su pedido y Juan se convirtió en una
inmensa y fuerte roca. Por fin todo le había salido como él quería, ya sí se sentía con­
forme consigo mismo. Sin embargo, cuando pasaron varios días llegó un picapedrero
y comenzó a picar la roca. El pobre Juan gritó con desesperación: “¡Quiero ser un
picapedrero!” Desde entonces nunca más volvió a quejarse de su situación.
Lo que Juan precisaba no era aspirar a ser algo mejor, sino aprender a estar con­
tento con lo que tenía. A veces, en nuestro legítimo deseo de aspirar a más de lo que
tenemos, no disfrutamos lo que ya tenemos. Creo que nos vendría bien aplicarnos el
consejo bíblico: “He aprendido a contentarme con lo que tengo” (Filipenses 4:11).
Cuenta William Barclay que alguien se acercó al rey Enrique VI y le preguntó dón­
de estaba su corona; su majestad respondió: “Mi corona está en mi corazón, no en mi
cabeza; no adornada de diamantes y de piedras de la India; no se puede ver; mi corona
se llama contentamiento” (Comentario al Nuevo Testamento, 17 tomos en 1, p. 832). ¿Tie­
nes esa corona? Si es así comparte la etiqueta de hoy:
#SoyFelizConLoQueTengo
E
l 20 de diciembre de 2013 la Asamblea General de las Naciones Unidas acor­
dó en su sesión número 68 declarar el 2015 como el Año Internacional de la
Luz. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educa­
ción, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), “la luz desempeña una función central en
las actividades humanas. A l nivel más fundamental, por medio de la fotosíntesis, la
luz se encuentra en el origen de la vida misma, y las numerosas aplicaciones de la luz
han revolucionado la sociedad a través de la medicina, las comunicaciones, el ocio,
el arte y la cultura”.
Por supuesto, la U N E SC O se centra en los beneficios que aporta la luz genera­
da por los astros celestes y por la tecnología humana. Sin embargo, hay una Luz
que es la fuente de toda luz. Esa Luz no solo es capaz de alumbrar e impactar en el
ámbito material, sino también en el espiritual.
U n día, mientras transitaba por un mundo lleno de tinieblas físicas y espirituales,
Jesús, el Maestro de Galilea, se identificó a sí mismo con estas palabras: “Yo soy la luz
del mundo; el que me sigue, tendrá la luz que le da vida, y nunca andará en la oscu­
ridad” (Juan 8:12). A l proclamarse como “la luz”, Cristo pone de manifiesto su natu­
raleza divina, puesto que la luz es el símbolo por excelencia para referirse a Dios.
Textos como Salmo 27:1; Isaías 60:19 y Miqueas 7:8 son algunos de los pasajes en los
que Dios se presenta a sí mismo bajo la figura de la luz.
Aunque la luz irradiada por Cristo “alumbra a toda la humanidad” (Juan 1:9), no
podemos pasar por alto que es quien decida seguir al Señor el que tendrá “la luz que
da vida” (Juan 8:12). La palabra griega que Juan utiliza para hablar del “seguimiento”
es akoluthein. Los griegos solían usar dicha expresión para aludir al soldado que obe­
dece las órdenes de su capitán. Seguir a Cristo conlleva que decidamos obedecerle
como el Gobernante de nuestras vidas. Él es la luz del cielo que guiará nuestras pisa­
das aquí en la tierra.
¿Estamos en oscuridad? Pedro nos dice que ya es hora de “salir de la oscuridad
para entrar en su luz maravillosa” (1 Pedro 2:9).
#JesúseslaLuz
¡ El collar

G
uy de Maupassant (18504893) escribió un cuento titulado El collar, donde
narra la historia de Madame Loisel, la esposa de un empleado de oficina de
clase media. Ella soñaba con ser rica. Lo que más deseaba era tener ropa y
joyas hermosas. A sí que se sintió muy triste cuando a su esposo lo invitaron a una
fiesta, pero ella no tenía nada que ponerse.
Su esposo le entregó el dinero que tenía ahorrado para un viaje, para que pudiera
comprar un vestido bastante caro; sin embargo, ella seguía inconforme porque no
tenía las hermosas joyas que debían acompañar al vestido. Finalmente, decidió pedir
prestadas algunas alhajas a una amiga rica. Escogió un hermoso collar de diamantes
de la colección de su amiga y se lo puso para la fiesta.
De regreso a casa, algo terrible sucedió: el collar desapareció. Madame Loisel y su
esposo lo buscaron durante varios días, pero no lo hallaron. Fueron a una joyería
donde encontraron uno exactamente igual, ¡aunque costaba mucho más de lo que
ellos podían pagar!
Sacaron del banco todos sus ahorros y, como les faltaba dinero, tuvieron que recu­
rrir a buscar el resto valiéndose de prestamistas usureros. Le llevaron el collar a la
amiga, que no notó la diferencia; pero ahora los Loisel tenían que pagar una exorbi­
tante deuda. Eso los llevó a que tuvieran que vivir como pobres. Las manos de la se­
ñora Loisel se arruinaron de fregar pisos y lavar ropa a mano.
Después de diez años de pobreza y penurias terminaron de pagar lo que debían.
U n día, la señora Loisel estaba paseando por el parque. Los años de miserias la ha­
cían verse como una pobre anciana. De repente vio a su amiga rica. Se dirigió a don­
de ella estaba para saludarla. Su amiga se asombró al verla y le preguntó qué le había
sucedido para que cambiara tanto. La señora Loisel le contó la historia. Su amiga la
miró sorprendida, con una mirada de lástima en sus ojos. “¡Debiste habérmelo dicho!
-le dijo- El collar no era legítimo. Era una imitación y no tenía gran valor”.
¡Qué triste, pero aleccionadora, experiencia! Espero, querido joven, que no de­
sees vivir de las apariencias; puede que corras una suerte similar a la de la familia
Loisel.
#AmoralDinero
¿Gente del balcón
o del sótano?

S
egún la autora Joyce Landorf Heatherly, en el mundo hay dos tipos de perso­
nas. Tú y yo estamos en uno de esos grupos: el de la gente del balcón o el de la
gente del sótano. ¿Sabes qué significan esas expresiones?
La primera, “gente del balcón”, hace referencia a los que te apoyan, los que te mo­
tivan, los que siempre tienen una palabra para reconocer tus triunfos. Son aquellos
que se gozan en tus victorias, y están dispuestos a ayudarte en la consecución de
tus metas. La gente del balcón se sienta a escuchar tus problemas y trata de ayu­
darte a encontrar una solución. Son los que aspiran a verte arriba, en el balcón.
El otro grupo, “los del sótano”, se distinguen por no ayudar a nadie, por siempre
tener una palabra de reproche en sus labios. Son los que te dicen que no podrás
lograrlo, los que se burlan de tus sueños, lo que consideran que no llegarás muy
lejos, los que dicen que es muy difícil, que nadie lo ha logrado... En fin, son los que
procuran de una u otra manera desanimarte o sembrar la duda en tu mente.
Conoces gente de ambos grupos, ¿no es cierto? Te sugiero que hagas una lista
con los que han sido la gente del balcón en tu vida. Llámalos. Dales las gracias.
Muéstrales cuán dichoso has sido al poder contar con su ayuda y con sus valiosos
consejos. Hazles saber que son importantes para ti. Eso te convertirá a ti mismo en
una gente del balcón para ellos.
Quizás quieras preguntarme: “¿Y qué hago con los del sótano?” No seas como ellos.
Me conforta saber que Jesús es la mejor persona del balcón que he conocido. Él
me ama, me considera muy valioso y digno de honra. A pesar de mis debilidades, mi
Señor siempre tiene palabras de ánimo para mí. Cuando siento que estoy cayendo al
sótano, le escucho decirme: “Yo te saqué del extremo de la tierra, te llamé desde el
rincón más alejado y te dije: ‘Tú eres mi siervo’. Yo te elegí y no te he rechazado. No
tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas,
yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa” (Isaías 41:9, 10).
#GentedelBalcón
La perfección
de nuestras
imperfecciones

.....■ .......... .............- .......

N
o puedo dejar de admirar a Nick Vujicic. El nació sin brazos ni piernas. Hay
gente que supone que Nick es el ejemplo vivo de una persona que vino al
mundo para ser castigado por Dios. Constantemente la gente le pregunta si
puede ser feliz a pesar de todas sus limitaciones físicas, y esta es su respuesta:
“Encontré felicidad cuando me di cuenta de que, aunque imperfecto, soy el Nick
Vujicic perfecto. Soy la creación de Dios, de acuerdo con su plan para mí. Eso no
significa que no haya cosas por mejorar. ¡Siempre intento ser mejor para servirle a
él y al mundo!” (Un corazón sin fronteras, p. 15).
¿No te parece una respuesta bastante genial? Quiero que retomemos una frase de
esa respuesta: “Aunque imperfecto, soy el Nick Vujicic perfecto”. Aunque luce con-
tradictoria, lo cierto es que contiene una gran verdad: no eres perfecto, pero eres la
mejor versión que Dios pudo haber hecho de ti mismo; en ese sentido eres perfecto.
Es decir, eres como Dios quería que fueras.
¿Es imperfecto Nick Vujicic? Por supuesto que lo es; pero él ha aceptado que Dios
lo trajo al mundo con un fin concreto: “Inspirar y guiar a otros”. Sus limitaciones son
el medio que Jesús ha utilizado para infundir ánimo y esperanza en miles de personas
que no tienen ningún tipo de discapacidad física, sino emocional o espiritual. Cuan­
do lo veo, siento que en él se cumplen con exactitud las palabras del Salmista: “¡Gra­
cias por hacerme tan maravillosamente complejo! Tu fino trabajo es maravilloso,
lo sé muy bien” (Salmo 139:14, NTV).
Dios todo lo hace bien, incluyendo nuestras imperfecciones. En cierta ocasión le
preguntaron a Jesús por un hombre que había nacido ciego. Los discípulos querían
saber si la ceguera era resultado del pecado del ciego o de sus padres. Jesús les respon­
dió: “Ni por su propio pecado ni por el de sus padres; fue más bien para que en él se
demuestre lo que Dios puede hacer” (Juan 9:3). Tu total incapacidad es lo que te ca­
pacita para que Dios concluya lo que puede hacer en ti y por medio de ti. Te invito a
que hoy mismo compruebes que tus imperfecciones son perfectas para inspirar y
guiar a otros.
#PerfectamenteImperfecto
¿ ..................

E
s muy probable que uses o hayas oído hablar de la famosa red social Twitter; y
si no la usabas tal vez con las etiquetas de este libro te habrás animado a pro­
barla. En Twitter tienes la oportunidad de compartir lo que desees, siempre y
cuando lo hagas usando menos de 140 caracteres. Esa cantidad de letras y espacios
parece pequeña, pero permíteme decirte que ha sido suficiente para desencadenar
acontecimientos trascendentes como la revolución egipcia del 2011, la revolución
tunecina, las protestas electorales en Irán y las protestas en Moldavia de 2009.
Como puedes ver, una red social puede cambiar el mundo. ¿Podríamos los cristia--
nos aprovechar Twitter para compartir el evangelio? Hace algún tiempo me reí
bastante cuando el ventrílocuo y comediante cristiano Taylor Masón dijo, a través
de uno de sus muñecos, que resumiría la Biblia en un tuit. Cuando el comediante le
preguntó a la marioneta cómo resumiría los Diez Mandamientos, esta respondió que
con una sola palabra: “No”. Cuando se le preguntó cómo resumiría el Apocalipsis,
dijo que lo haría con dos palabras: “Oh, oh”.
Quizás te estás riendo, ahora permíteme contarte que alguien sí resumió la Bi­
blia en Twitter. Me refiero a Chris Juby. Este tuitero, bajo la cuenta @biblesumary,
resumió la Biblia en 1.189 tuits, uno por cada capítulo. Permíteme compartir algu­
nos de sus tuits.
Génesis 1: Dios creó los cielos, la tierra y todo cuanto vive. El creó al ser humano
a su imagen y lo puso a cargo del mundo.
Éxodo 20: Yo soy Jehová, tu Dios. Honra al Señor sobre todas las cosas, guarda el
sábado, honra a tus padres y no hagas nada malo a tu prójimo.
Romanos 8: La ley del Espíritu nos ha libertado. Somos hijos de Dios y coherede­
ros con Cristo. Nada nos puede separar del amor de Dios.
Apocalipsis 22: El río de la vida fluye desde el trono de Dios. “Ciertamente vengo
en breve”. ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!
¡Qué bueno que Dios no está limitado por 140 caracteres! Tenemos la Biblia y su
mensaje de esperanza, perdón y salvación. Tú puedes poner en práctica ese mensaje,
como lo hizo el Salmista, o compartirlo, así como Chris Juby, ya sea en 140 caracte­
res o en más. ¿Qué esperas?
#CompartelaPalabra
A
yer compartí contigo el proyecto de Claris Juby de resumir la Biblia en Twii
ter, un tuit por capítulo cada día. Debo decir que más de treinta mil personas
siguieron dicho proyecto en las redes sociales y la cadena de noticias CNN
lo nombró la persona más interesante del día el 17 de agosto del 2010.
Cuando leí sobre este proyecto quedé maravillado, y a la vez sentí curiosidad por
saber cómo resumiría algunos de los capítulos más relevantes de la Biblia en no más
de 140 caracteres. Como bien sabes, ese es el límite de una publicación en Twittcr.
De manera particular un tema me intrigaba: el amor de Dios. ¿Cómo resumir el tema
más importante de la Biblia en un tuit? Permíteme compartir dos resúmenes más de
la cuenta @biblesummary donde se menciona el amor de Dios:
Salmo 136: Den gracias al Señor, porque su amor es eterno. El extendió la tierra,
porque su amor es eterno. Él sacó de Egipto a los israelitas, porque su amor es eterno,
1 Juan 4: Cualquier espíritu que confiesa a Cristo es de Dios. Dios es amor. Él en ­
vió a su Hijo como sacrificio por nuestros pecados. Si vivimos en amor, Dios vive en
nosotros.
Por lo visto, en un tuit podemos expresar que el amor de Dios es eterno, que Dios
es amor, pero ¿es esto todo? No, el amor de Dios por ti y por mí abarca mucho más.
Su mejor demostración se encuentra en la Cruz, su alcance se extiende más cada día.
Con cada segundo que transcurre transforma más y más vidas, y cuando el Gran
Conflicto llegue a su fin será el tema de estudio de los redimidos por los siglos de los
siglos. Como bien dice el famosísimo himno:
Si fuera tinta todo el mar
Y todo el cielo un gran papel
Y todo hombre un escritor
Y cada hoja un pincel
Para expresar su gran amor
No bastarían jamás
¡Oh amor de Dios! Brotando estás, inmensurable, eternal
Por las edades durarás, inagotable raudal.
No podemos resumir el amor de Dios en un mensaje de Twitter o una publica­
ción de Facebook, pero sí podemos compartirlo con aquellos que lo necesitan. Hoy
puede ser el día en el que compartas a Jesús con tus amigos.
#AmorInagotable #UríTuitNoBasta
j La mejor it é i•
ClJ i
venganza
i
. -
. Jljj
- i g ' ,/• ifi '

r ' i orno si ignorara que ya era la hora de la salida, el anciano se acercaba a paso
lento a la puerta de entrada del tren. A l vedo caminar agarrado de su bastón
e j . / y con una maleta en la mano, el joven a cargo de la máquina vociferó:
-¡Oye, viejo cojo, apúrate o te aseguro que no abordarás este tren!
Unos minutos después del abordaje, el joven se dispuso a recoger los boletos de
cada pasajero. Cuando llegó adonde estaba el anciano, este le dijo:
-joven, yo no pago cuando viajo con esta empresa.
-¿Cómo que usted no paga? ¿Quién se cree usted que es?
-M i querido amigo -agregó el señor-, no tengo que pagar.
Sin la menor consideración, el muchacho agregó:
-Pues se tendrá que bajar en la próxima estación. En este tren nadie viaja gratis.
Mientras seguía recogiendo los boletos de los demás pasajeros, uno de ellos le pre­
guntó al muchacho:
-¿Sabes quién es el señor que anda con el bastón en la mano y al que, despecti­
vamente, te referiste como “viejo cojo”?
-N o lo sé, ni quiero saberlo -respondió el joven.
-M e parece que si yo fuera tú -adujo el pasajero- sí me importaría, puesto que
ese “viejo cojo” es Peter Warburton.
Cuando escuchó ese nombre, las rodillas del bravucón comenzaron a temblar
como la gelatina. Rojo de vergüenza se acercó al señor Warburton, le entregó el re­
gistro de las cuentas y le dijo que renunciaba al trabajo.
El anciano lo miró con ternura, y agregó:
-Siéntate, muchacho. No es necesario que renuncies, no pretendo vengarme por
tu rudeza y falta de cortesía. Si bien podría despedirte en este momento, prefiero que
aprendas a ser cortés con todos los pasajeros. No olvides que todos los seres huma­
nos, independientemente de cuál sea su apariencia, merecen tu respeto. Todos mere­
cen ser tratados con bondad.
Cuando leí esta historia recordé las palabras de Pablo: “Si tu enemigo tiene ham­
bre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; así harás que le arda la cara de
vergüenza” (Romanos 12:20). La lección está clara: Si quieres vengarte de alguien,
entonces trátalo con bondad.
#LaMejorVenganza
“Para el Señor
vivimos”

E
n junio del 2001, me trasladaron a un nuevo distrito pastoral. Como un jo­
ven e inexperto pastor, yo tenía que ir y presentar mis “credenciales” anle
dos de los personajes más influyentes de una de mis iglesias: el hermano X y
el hermano Z.
Tratando de lidiar eficazmente con el eterno verano de mi país, una tarde de
cidí visitar a X y a Z en camisa de manga corta y sin corbata. Mientras visitaba al
hermano X, en algún momento de la conversación, este me dijo: “Pastor, su cami­
sa denota que usted es un hombre sencillo, que se identifica con los miembros en
su vestimenta. Me gusta verlo así, jovial, ligero, y no con esa tbrmalidad impene­
trable de los pastores”.
Lleno de ánimo salí hacia la casa del hermano Z. La verdad es que me parece
que no fui bien recibido por él. Siempre he pensado que el “servicio informativo"
del hermano Z le hizo saber que yo había visitado primero al hermano X, y eso le
restó puntos a mi visitación. Minutos después de haberme presentado como su
nuevo pastor, el hermano Z arremetió contra mí: “Ese es el problema de los pasto­
res de ahora, no son formales. Usted no debe visitar a los hermanos en camisa de
manga corta. Usted tiene que andar de saco y corbata siempre, marcando la dife­
rencia entre el líder y los dirigidos”.
¿Cuál de los dos tenía razón? ¿A quién debía complacer? ¿Al hermano X o al her­
mano Z? ¿De verdad era competencia de ellos determinar de qué largo debían ser las
mangas de mi camisa?
El Evangelio de Lucas dice que la gente criticaba a Juan el Bautista porque ayu­
naba demasiado, y al mismo tiempo reprochaba a Cristo porque comía (ver Lucas
7:33, 34). Es decir, ya sea de un lado o de otro, siempre tendremos que tratar con per­
sonas que criticarán todo lo que hagamos. ¿Qué hemos de hacer en esas situaciones?
¿Afanarnos para que los demás cambien su opinión respecto a nosotros? ¡Imagínate
que ni siquiera Jesús pudo lograrlo!
Más bien nos conviene entender que “ninguno de nosotros vive para sí [...]. Si
vivimos, para el Señor vivimos” (Romanos 14:7, 8). Si vivo para el Señor, entonces
mi mayor preocupación nunca debe ser qué opinan X o Z de mi camisa, sino qué
opina Cristo.

#VivoParaCristo
‘ j í ”"l 1 5 de octubre de 1789, cinco meses antes de terminar su período presidencial,
¡¡*“1 George Washington visitó la New York Society Library y tomó prestado el
L t o m o 12 del libro The Laui ofNations, de Emmerich de Vattel. Aunque tenía
que entregarlo el 2 de noviembre de ese mismo año, Washington nunca devolvió el
libro a la biblioteca. ¿Quién se atrevería a decirle que tenía que devolver ese ejem­
plar? Después de todo, él era un héroe nacional, el padre de la patria, el primer pre­
sidente de la nación. Quizás, debido a sus muchas ocupaciones, el asunto se le había
olvidado. Durante más de doscientos años el libro permaneció en su casa, que ahora
es un museo, en Mount Vermont.
¿Sabes a cuánto llegó el recargo acumulado por todos esos años? ¡A trescientos
rail dólares! Esa era la multa que había que pagar por el yerro del presidente. No obs­
tante, Mark Bartlett, el director de la biblioteca, dijo que estarían dispuestos a per­
donar la deuda si el libro regresaba a Nueva York. Ante semejante oferta de perdón,
¿qué crees que hizo el personal del Mount Vermont? ¡Devolvió el libro y arreglaron
sus cuentas con la biblioteca!
Hace casi tres mil años que Dios hizo este llamamiento: “Vengan, pongamos las
cosas en claro -d ice el Señor-. ¿Son sus pecados como escarlata? ¡Q uedarán
blancos como la nieve! ¿Son rojos como la púrpura? ¡Quedarán como la lana!”
(Isaías 1:18, NVI).
¿No te gustaría aclarar las cosas entre tú y Dios? Él te está invitando a “venir”, a
tener una cita con él. Sin importar lo que hayas hecho, ni cuán hondo hayas caído,
ni por cuánto tiempo hayas estado aplastado por el más sucio de los pecados, Dios,
hoy, ahora mismo, quiere hacer las paces contigo. Ven, él no tomará en cuenta la
“multa” que hay en tu contra, más bien perdonará todos tus pecados.
¿A cuánto asciende la deuda generada por tus pecados? No lo sé. Lo que sí sé es
que Dios pagó un precio infinito, la sangre de Jesús, a fin de que hoy tú quedes ab­
suelto y puedas disfrutar de una nueva experiencia en tu relación con él.
#PazConDios #PerdónDivino
'Al infinito

H
as visto la película animada Toy Story? Ese filme constituyó un hito cine-
matográfico, puesto que fue la primera cinta animada con efectos digitales
tridimensionales en la historia del cine. Por supuesto, si tenía que ver con
computadoras no resulta extraño que Steve Jobs, el fundador de Pixar, la empresa
que desarrolló el programa que se usó en la película, haya sido un personaje funda­
mental en esta nueva etapa del cine animado.
Toy Story gira en torno a dos personajes principales, el vaquero Woody, que sien­
te que su papel como juguete favorito de un niño corre peligro tras la llegada del as­
tronauta Buzz Lightyear. En la biografía de Jobs, escrita por Walter Isaacson, se resu­
me la trama central en este párrafo: “Todo el mundo ha pasado por la traumática
experiencia infantil de perder un juguete. Nuestra historia arranca desde el punto de
vista del juguete, que pierde y trata de recuperar lo único que le importa: que los ni­
ños jueguen con él. Esta razón fundamenta la existencia de todos los juguetes” (Ste-
ve Jobs, p. 362). Me gustó ese concepto: el juguete es feliz cuando cumple el objeti­
vo para el cual fue creado: que el niño juegue con él. Esa es la esencia de todo jugue­
te. Y es lo que anhelaban los juguetes de nuestra historia.
Todo objeto que haya sido creado tiene una función específica. La lavadora es útil
cuando lava. El lápiz cumple la meta para la cual fue creado cuando escribe. En fin,
todo objeto, por simple que parezca, halla su plenitud en realizar el trabajo para el
cual fue diseñado.
Thomas Carlyle dijo: “U n hombre sin propósito es como una barca sin timón, un
soplo, un nadie, no es un hombre”. ¿Cuál es el propósito para el cual Dios nos creó?
“Yo los he creado para que me adoren” (Isaías 43:7, TLA). Por supuesto, eso no signi­
fica que tienes que pasarte todo el día cantando en la iglesia, sino que todo lo que
hagas tiene que honrar a tu Creador. Serás feliz cuando cumplas ese propósito. ¿Y qué
más ganarás si llevas a cabo la obra para la cual has sido creado? Sentirás que podrás
llegar, como Buzz Lightyear, “al infinito... y más allá”.
#CreadosConUnPropósito #AdoraciónAlCreador
l e has preguntado quién es el personaje más rico que alguna vez ha vivido
sobre la tierra? Según el New York Times fue John D. Rockefeller. Desde
z T :muy jovencito Rockefeller determinó la filosofía de su vida: “N o trabaje por
el dinero, permita que el dinero trabaje por usted”. A los veintitrés años ya era millo­
nario. A los cincuenta tenía miles de millones de dólares y se le conocía como “el
hombre más rico del mundo”. Llegó a controlar el noventa por ciento de la extrac­
ción, refinado, transporte y distribución de petróleo de los Estados Unidos.
Sin embargo, en su búsqueda de riquezas y éxito, sacrificó su salud. Cuando tenía
cincuenta y tres años estaba tan enfermo que los médicos le pronosticaron menos de
un año de vida. Su problema de salud tenía origen en su manera ele ver la vicia. Que­
ría acapararlo todo, sin compartir nada con los demás. Su lema en los negocios era:
“La competencia es un pecado, por eso procedemos a eliminarla”. Su absorbente co­
dicia lo estaba destruyendo.
Durante esta crisis, Rockefeller reevaluó su vida. Decidió que daría una parte de
su fortuna a los demás. Comenzó a contribuir con iglesias, hospitales, a patrocinar
investigaciones médicas. Fundó la Universidad de Chicago y la Universidad Rocke-
feller en Nueva York. Muchos descubrimientos significativos de la medicina moder­
na son resultado del dinero donado por la Fundación Rockefeller. Lo más significati­
vo, sin embargo, fue el impacto que tuvo esta actitud sobre la salud misma del millo­
nario. Cuando se dedicó a dar más que a recibir, su salud mejoró de manera asombro­
sa. Su generosidad probó ser terapéutica. John D. Rockefeller vivió hasta los 97 años.
Las palabras de Cristo tienen hoy en día el mismo valor que cuando las pro­
nunció: “Hay más dicha en dar que en recibir”. Vivir una vida de servicio abnegado
no solo beneficia a los demás, también nos hace bien a nosotros mismos. Sería bue­
no que ahora, desde joven, decidas que compartir con los demás sea un aspecto
fundamental de tu estilo de vida. U n día como hoy podemos determinar tener un
espíritu dadivoso. Dar nos hace bien; el amor de Dios se manifestó al dar a su úni­
co Hijo por nosotros.
#EsMej orDarQueRecibir
S
iendo muy joven, William Carey determinó cuál sería la pasión de su vida: lle­
var el evangelio a las naciones que no conocían a Cristo. De hecho, William
estaba completamente convencido de que era la voluntad del Señor que él so
dedicara por completo a la evangelización de las naciones paganas.
Cuando alguien le oyó hablar de la necesidad de ir a tierras lejanas a llevar el
mensaje de Cristo, esa persona lo miró a los ojos y le dijo: “¡Muchacho, siéntate, sien
tate! N o se puede negar que tienes mucho entusiasmo, pero cuando a Dios le com­
plazca convertir a los paganos, él sabrá hacerlo sin consultarte a ti ni a mí’’. Sin em­
bargo, Carey creía que él podía ser un colaborador de Dios. Motivado por ese sentirlo
de misión, en 1792 escribió el libro Una investigación sobre la obligación de los cristia­
nos de usar medios para la conversión de los paganos. Y en 1793 se fue a la India, pese
a que las autoridades de ese país habían prohibido la llegada de misioneros. Trabajó
durante más de cuarenta años en el Lejano Oriente y ayudó a traducir la Biblia a más
de treinta idiomas.
Por supuesto, esa inmensa labor fue el resultado de años y años de preparación.
Cuando tenía doce años William Carey aprendió latín; a los catorce ya sabía griego;
y antes de cumplir los veinte también dominaba el hebreo. Todo eso lo fue preparan­
do para la gran obra de traducción que Dios le había asignado. Como dijo Bill Brad-
ley: “La ambición es el camino al éxito. La persistencia es el vehículo en el que lle­
gas”. William tuvo una ambición, sí, pero también tuvo persistencia.
¿Crees que fue sencillo para Carey poder alcanzar la pasión de su vida? No lo fue.
Pero a pesar de las adversidades, nunca se desanimó. Ante el desafío de una gran ta­
rea, Dios le dijo a Josué: “N o tengas miedo ni te desanimes”. El mismo mensaje le
dio David al joven Salomón: “¡Ten valor y firmeza; no te desanimes ni tengas mie­
do!” (1 Crónicas 22:13). ¿Sabes por qué Josué, Salomón y William Carey no desma­
yaron en su labor? Porque Dios estuvo con ellos. Y si hoy tú lo deseas, ¡también pue­
de estar contigo!

#ValoryFirmeza #DiosEstáConmigo #LaPasióndeMiVida


O
ra et labora. Esta locución latina significa: ora y trabaja. Sin duda ambas pa­
labras van atadas la una a la otra. Oración sin trabajo es indolencia; trabajo
sin oración es blasfemia. En un artículo publicado en The Review and He-
raid el 7 de septiembre de 1905, Elena de White hizo esta poderosa declaración: “De­
bemos trabajar, orar y creer”. Ese sería un buen lema para cada joven que abriga en
su alma grandes aspiraciones.
¿Por qué es importante trabajar? Porque:
“El que trabaja su tierra tiene abundancia de pan” (Proverbios 12:11).
“Trabaja, y triunfarás” (Proverbios 12:24, TLA).
“El que trabaja, prospera” (Proverbios 13:4).
“El que trabaja [...], siempre duerme a gusto” (Eclesiastés 5:12).
Sin embargo, nada de eso tendría sentido si olvidamos cuál es nuestro primer tra­
bajo: “Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33, NVI). Es
decir, mi primer compromiso laboral consiste en tener un encuentro con Dios.
Cuando lo hago estoy listo para hacer frente a las tareas de mi día a día. U n libro
clásico de la literatura cristiana expresa la misma verdad con las siguientes palabras:
“Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primera tarea. Sea tu ora­
ción: ‘Tómame, ¡oh Señor!, como enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus
pies. Usame hoy en tu servicio. Mora conmigo, y sea toda mi obra hecha en ti’. Este
es un asunto diario” (El camino a Cristo, cap. 8, p. 104).
Fíjate bien en lo que dice la declaración. No es que dejes de tener planes, es que
pongas tus planes en las manos de Dios. No es que no trabajes, es que podrás realizar
tu trabajo contando con la presencia divina. Daniel era un hombre de oración, pero
siempre cumplió con su labor de atender los “asuntos del gobierno de la nación” (Da­
niel 8:27). Nehemías fue un hombre de oración, pero a la vez desempeñó cabalmente
su función como copero del rey (Nehemías 1-2:4). Pablo era un hombre de oración, y
conseguía su sustento diario trabajando en la fabricación de “tiendas de campaña”
(Hechos 18:3). Si ellos oraron y trabajaron, tú y yo también podemos hacerlo. Así
que Ora et labora.
#Trabaj arOrary Creer #OraEtLabora
Compártelo

H
oy quiero compartir un poco más sobre las redes sociales y cómo han cam­
biado nuestras vidas. Antes, una noticia podía tomar meses en llegar de un
continente a otro. Enviar una fotografía de una ciudad a otra podía tam
bién tomar días o semanas. Hoy, con solo hacer clic en un botón podemos divulgar
una información o enviar una fotografía. Me refiero a lo que comúnmente denomi­
nados “compartir”.
Por ejemplo, Facebook posee una opción llamada “compartir”, y con ella cual
quier contenido que otra persona publica aparece también en mi muro y es visible
para todos mis amigos. En Twitter esta opción se llama retweet [retuitear] y también
me permite participar en la transmisión de las informaciones. Hasta hace poco Ba-
rack Obama tenía el record del mensaje más compartido. ¿Sabes qué mensaje es el
más compartido en la historia hasta ahora que escribo esto? La famosa fotografía que
subió Ellen DeGeneres la noche de entrega de los premios Oscars de 2014- En dicha
foto aparece Ellen rodeada de famosos como Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Ju­
lia Roberts, Meryl Streep, Brad Pitt, Angelina Jolie, Channing Tatum, Kevin Spa-
cey y Lupita Nyong’o y fue compartida ¡más de 2.300.000 veces!
Algunas personas comparten o retuitean todos los chistes habidos y por haber;
otros suelen propagar noticias grotescas y amarillistas. ¿Qué compartes tú en las re­
des sociales? Pero más importante aún: ¿Qué compartes en el “muro” de tu vida?
Quizás te gusta hacer eco de los comentarios de política, de tecnología, de deportes,
de la farándula... Ahora bien, debes saber que hay un mensaje especial que necesita
ser compartido, un mensaje que todos tus amigos deben conocer, una buena noticia
que todos necesitan retuitear: Dios ama sin límites a cada ser humano.
En el texto de hoy Moisés promete compartir con su cuñado “todo lo bueno” que
Dios les daría. Piensa por un instante: ¿Cuántas cosas buenas te ha dado Dios? Aho­
ra quiero pedirte que no te quedes con esas buenas noticias, compártelas, retuítéalas.
El mundo necesita conocer más acerca del amor divino, y tú puedes ser un instru­
mento en esa cadena. Hoy puedes ser un colaborador de Dios, un heraldo de las bue­
nas nuevas de salvación.
¿Ha hecho Dios alguna maravilla en tu vida? ¿Has experimentado su gracia sal­
vadora? No te quedes con el mensaje, ¡compártelo!
#ComparteTuExperiencia #RetuiteaTuTestimonio
E
l campus de la Azusa Pacific University irradiaba una inusual felicidad. Dis­
tintas generaciones de graduandos se habían reunido para recibir con los bra­
zos abiertos a los nuevos profesionales que egresarían de ese prestigioso centro
académico. Uno de los momentos más memorables de la celebración fue la interven­
ción del rector de la universidad, el Dr. Jon Wallace. Mientras impartía su discurso,
el Dr. Wallace llamó la atención del auditorio hacia tres de los graduandos. ¿Qué
tenían aquellos jóvenes que merecían que la gente se fijara en ellos? ¿Eran acaso los
mejores estudiantes de la universidad? No. ¿Eran hijos de padres influyentes? No.
¿Habían conseguido los mejores trabajos? Tampoco. Lo que los hacía especiales era
su decisión de servir en lugares muy pobres durante varios años. Su mayor interés no
era conseguir el más alto de los salarios. Su primera meta consistía en servir y ayudar
a los más necesitados.
Tras pedirles que subieran a la plataforma, el rector se dirigió a los estudiantes
y les dijo: “Alguien que ustedes no conocen ha escuchado lo que están haciendo. El
quiere que sean capaces de servir a las personas del lugar al que van sin ningún im­
pedimento. A sí que les ha dejado un regalo. Pidió permanecer en el anonimato,
pero esto es lo que ha hecho por ustedes”. John Ortberg, que estaba presente en
aquella graduación, dice que el Dr. Wallace llamó al primer estudiante y le dijo: “Tu
deuda de ciento cinco mil dólares ha sido saldada”. Luego le dijo al segundo estu­
diante: “Tu deuda de setenta mil dólares ha sido saldada”. A la tercera persona le dijo:
“Tu deuda de treinta mil dólares ha sido saldada” (El ser que quiero ser, p. 183).
Es legítimo que estudies para tener un mejor trabajo. Es loable que aspires a me­
jorar tu condición financiera. ¡Qué bueno sería que tengas el honor de pronunciar el
discurso de graduación de tu clase! Pero nada más podrás alcanzar la mejor versión
de ti mismo si, primero, te preparas para servir. Antoine De Saint Exupery, autor de
El principito, tenía toda la razón del mundo cuando dijo: “Si queremos un mundo de
paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor”.
Eso fue lo que hicieron los graduandos, y eso les generó una buena recompensa.
#VivirParaSer vir

*“
Las cinco pelotas

B
ryan Dyson, el argentino que sirvió como presidente de Coca-Cola de 1986
a 1991, presentó un discurso que le tomó menos de un minuto impartir, pero
lo que dijo vale para toda la vida. El tema central de la disertación es que
cada joven debe concentrarse en cinco elementos que serán determinantes en lo
personal y en lo profesional. He aquí una parte del discurso:

“Imagina la vida como un juego en el que estás haciendo de malabarista con cinco
pelotas que tienes que mantener en el aire. Estas son: tu trabajo, tu familia, tu sa­
lud, tus amigos, y tu vida espiritual. Pronto te darás cuenta de que el trabajo es
como una pelota de goma. Si la dejas caer, rebotará y regresará. Pero las otras cua­
tro: familia, salud, amigos y vida espiritual son frágiles, como de cristal. Si dejas
caer una de ellas, inevitablemente saldrá astillada, marcada, mellada, dañada e
incluso rota. La pelota nunca volverá a ser lo mismo. Debes aprender a apreciar y
esforzarte por conseguir y cuidar lo más valioso. ¿Cómo? [...].
No tengas miedo de admitir que no eres perfecto. Ese es el frágil hilo que nos une
a todos. No tengas miedo de correr riesgos. Corriendo riesgos es como aprende­
mos a ser valientes. [...]
Haz ejercicio, come y descansa adecuadamente. Y sobre todo... crece en tu vida
interior, en lo espiritual, que es lo más trascendental, porque es eterno”.
El trabajo, la familia, los amigos, la salud, son pelotas vitales para nuestro éxito;
pero ¿te fijaste en la que Dyson considera la pelota más importante? Sobre todo hay
que crecer en lo espiritual, en lo que es eterno. ¿Por qué? Porque crecer en la vida in­
terior significa que “aunque por fuera nos vamos deteriorando, por dentro nos reno­
vamos día a día” (2 Corintios 4:16). Y esa renovación espiritual es lo que nos ayuda a
lidiar con las otras cuatro pelotas. A esto se refirió Jesús cuando dijo: “Busquen el
reino de Dios por encima de todo lo demás [...], y él les dará todo lo que necesiten”
(Mateo 6:33, NTV). La pelota de tu vida espiritual es la que, en realidad, dará senti­
do y dirección a las otras cuatro. ¡Por favor, no la dejes caer!
#CuidaTuVidaEspiritual #BuscaelReinodeDios
¡*T5]

Un m ártir
dei siglo XXS

E
ric Walsh es graduado de la Universidad Adventista de Oakwood, de la Uni­
versidad de Miami y de la Universidad de Loma Linda. Es director del Depar­
tamento de Salud de la ciudad de Pasadena, California. Su salario anual es de
aproximadamente doscientos cincuenta mil dólares. Además, es profesor de la Uni­
versidad de Loma Linda y de la Universidad de California en Irvine. Es miembro del
Consejo Asesor Presidencial Estadounidense del VIH. Es presidente de la Asocia­
ción de Medicina Preventiva de California y es uno de los principales candidatos
para dirigir el Departamento de Salud del Norte del Estado de ( ieorgia. Eso es lo que
se llama una carrera profesional repleta de éxitos.
Sin embargo, durante la primavera de 2014, rodo eso se derrumbó como si fuera
un castillo de naipes. ¿Qué pasó? El Dr. Walsh fue invitado a presentar el discurso de
graduación del Pasadena City College [PCC], En realidad, el orador invitado era el
guionista y ganador de un Oscar, Dustin Black; pero cuando circularon en Internet
varias fotografías en las que Black aparece manteniendo relaciones sexuales con su
novio, las autoridades del PCC cancelaron la invitación.
Para Dustin Black aquello fue un acto discriminatorio. U n integrante del movi­
miento estudiantil Justicia Social se dedicó a buscar la manera de descalificar a
Walsh. ¿Y qué hallaron? Unos sermones en los que el Dr. Walsh decía que la homo­
sexualidad es pecado. Esto fue suficiente para que lo acusaran de fomentar el odio
contra los homosexuales. El PC C canceló la participación de Walsh en la gradua­
ción y por unanimidad decidió pedir disculpas a Dustin Black, y nuevamente lo in­
vitaron a pronunciar el discurso de graduación. La ciudad de Pasadena suspendió a
Walsh de su cargo y el estado de Georgia le retiró la oferta que le había hecho.
¿Qué habrías hecho tú si hubieras estado en el lugar de Walsh? Pablo se pregunta:
“¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la
persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta?” Y lue­
go ofrece la respuesta: “Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor
de Dios” (Romanos 8:35, 38). Pablo y Walsh estaban convencidos de que nada podía
separarlos de Dios. ¿Estás tú convencido de eso?
#AmordeDios
ineludible

no de los descubrimientos más interesantes de las excavaciones que se han


estado llevando a cabo desde 1998 en un cementerio de la Edad de Bronce
situado en Pella, la capital del reino macedónico en los tiempos de Alejan'
dro Magno, es el de un guerrero del siglo VI a.C. Dicho personaje tenía en su tumba
un ajuar funerario que incluía “un casco de bronce, una placa de oro, armas y joyas”
(Historia y vida [enero 2011], p, 14).
Todo parece indicar que ese guerrero desconocido tenía planes de seguir pelean­
do contra sus enemigos en “el más allá”. Tales concepciones también eran tenidas en
Oriente. Por ejemplo, la dinastía imperial Han, que gobernó durante unos cuatro­
cientos años, enterraba a sus miembros con atuendos adornados con piedras de jade
y con un ejército de figuras de hombres hechas a base de barro, para que los defen­
dieran de sus archienemigos terrenales: el reino de Nanyue. Según ellos, el jade era
el elemento que los protegería de los ataques de los demonios y evitaría que estos se
quedaran con sus cuerpos. Pero lo cierto es que ni el jade ni los guerreros de ultra­
tumba pelearon con nadie en la ultratumba. Y los ajuares no sirvieron de nada a
aquellos muertos ilustres. De hecho, solo han servido para alimentar la codicia de los
saqueadores de tumbas y para engalanar nuestros museos. Y, por supuesto, ninguno
de ellos se ha dado cuenta de lo que ha pasado.
Da Biblia dice que “los vivos saben que han de morir; pero los muertos nada saben
[...]. Su memoria cae en el olvido” (Eclesiastés 9:5, RV95). Cuando los seres humanos
mueren “también perecen su amor, su odio y su envidia; y ya nunca más tendrán par­
te en lo que se hace debajo del sol” (Eclesiastés 9:6, RV95). Lo que los guerreros grie­
gos y chinos no sabían es que, cuando murieron, ese mismo día “se desbarataron] sus
planes” (Salmo 146:4, NVI).
Los muertos no salen, no pelean, no están al tanto de nada de lo que pasa aquí
en la tierra. Para salir triunfante de la muerte no tienes que refugiarte en costosos
ajuares funerarios, sino entregar tu vida al Señor de la vida, al único que tiene in­
mortalidad, a Cristo Jesús.
#SeguridadenCristo #JesúsVenciólaMuerte
“Esto es todo” 1
ÍZ J 1
i
1i
"cr. \. c;
- " ,, , , '?
' ' - ' • , '■ . ..............•• U . . 1 .

:ú 'í ]• é O iv L t - : p i- ú jK C y

L
o llamaban “el rey del pop”, y verdaderamente fue un rey. El talento y la dedi­
cación de Michael Jackson lo hicieron pasar a la historia como el cantante
más premiado de todos los tiempos. Cuando falleció, el 25 de junio de 2009,
se encontraba inmerso en un proyecto que incluía un nuevo álbum y una gira de con­
ciertos, ambos titulados “This is it” [Esto es todo]. Luego de su muerte se estrenó la
película titulada “Michael Jackson: This is it”. Este filme presenta los últimos ensayos
de la gira que Jackson estaba preparando y es todo un despliegue del talento que tenía.
Lo interesante de esta producción cinematográfica es que, como menciona De-
Von Franklin en su libro Produced hy Faith [Producido por fe|, “si prestamos atención
nos daremos cuenta de que Michael Jackson aparece con ropas ridiculas y combina­
ciones de colores horribles. Después de todo, era un simple ensayo, ¿verdad? Nadie-
vería esas grabaciones...” Lo que el rey del pop no sabía era que dicho ensayo se con­
vertiría en lo último que la gente vería de él. Si lo hubiera sabido quizás el ensayo
hubiese sido diferente.
¿Cuándo tendrás el último ensayo de tu vida? N o lo sé. Lo que sí puedo decirte es
que en nuestro diario vivir, cuando algo sale mal no podemos gritar: “¡Corten!, va­
mos a repetir la escena”. Cada día es único y lo que hagamos o dejemos de hacer
puede ser determinante. Solo tenemos una vida que vivir y solo tenemos un momen­
to que aprovechar, y ese momento es ahora. Lo que te toque hacer hoy, hazlo como
si fuera tu última obra. No confíes en un: “Mañana lo haré mejor”.
Hoy, Dios te ofrece un nuevo día. Hoy, tendrás nuevas oportunidades para hacer
brillar tu talento y poner en acción los dones maravillosos que el Señor te ha hado.
Hoy, puedes tomar la decisión de llenar de luz y esplendor cada momento de tu vida.
¿Qué esperas?
#HoyEselDía
íentr as John Wesley caminaba con uno de sus amigos, este le comentaba
nombrado predicador que se hallaba muy angustiado, que tenía mu-
problemas y que sentía que ya no le quedaban ganas de vivir. Wesley
se detuvo, y le dijo a su compañero:
-M ira esa vaca. ¿Sabes por qué ese animal está mirando por encima del muro de
piedra?
-N o -contestó el amigo.
-L o hace porque no puede ver a través de él. Y precisamente eso es lo que debes
hacer con el muro de tus problemas: mirar por encima de él.
Probablemente has creído que tus problemas son enormes. Ya no aguantas la pre­
sión de tus estudios, te angustia no tener un par de zapatos nuevos, sufres la pérdida
de un ser querido... en fin, son muchas las cosas que pueden llevarnos a la angustia.
Pero no fijes tu mirada en todos tus problemas, eleva la vista más allá de ellos. Sea lo
que fuere que estés viviendo, lo cierto es que en algún momento esa tormenta pasará
y que Dios te ha dado las fuerzas necesarias para salir adelante.
No olvides que el apóstol Pedro les dijo a sus lectores que era “necesario que du­
rante un poco de tiempo pastaran] por muchas pruebas” (1 Pedro 1:6). ¿Necesario
que pasemos por pruebas? Sí, porque en un mundo de pecado es inevitable que ten­
gamos que hacer frente a situaciones adversas. Además, las pruebas, cuando las
afrontamos con la actitud correcta, forman parte del proceso mediante el cual Dios
va puliendo la mejor versión de cada uno de nosotros, a fin de que, como la vaca,
aprendamos a mirar por encima de nuestra propia situación.
Cuando Pedro dice que nos toca pasar por “muchas pruebas”, la palabra traducida
como “muchas” es poikilos, un vocablo griego que significa “de muchos colores”. Es de­
cir, las dificultades le darán distintos matices a nuestra vida. La misma palabra aparece
en 1 Pedro 4:10 para aludir a la “multiforme [poikilos] gracia de Dios” (RV95). Si tus
problemas son de diversos colores, para cada uno de ellos hay una tonalidad de la gra­
cia divina. No te angusties, mira más allá, fija tu mirada en la gracia del Señor.
#FuerzaParaVencer #laGraciadeDios
í Derrota
tus miedos

unca fui fanático de Larry Bird, pero sería un torpe si no reconociera que
Larry llegó a ser uno de los mejores jugadores de la historia del baloncesto
proiesional. Sin embargo, ahora que conozco un poco más de su historia
personal, he llegado a creer que es un personaje que merece la admiración de todos.
Bird se crió en medio de una terrible pobreza en una zona rural de Indiana. Su padre
se quitó la vida cuando Larry era un adolescente. Esto hizo que su madre llevara so-
bre sus hombros la responsabilidad de la manutención de toda la familia. Aquellos
fueron días en los que la precariedad era un miembro más tic la casa.
Gracias a su gran tamaño -poco más de dos metros- y a sus habilidades deporti ­
vas, Larry obtuvo una beca para jugar en la prestigiosa Universidad de Indiana. El
problema es que vivía en un pueblito de unos dos mil habitantes, ¡pero en la univer­
sidad convergían más de treinta mil personas! A l ver tanta gente en un mismo lugar,
Larry se asustó y volvió a su pueblo a trabajar recogiendo basura. Acostumbrado a su
vida pueblerina, tenía miedo de lidiar con una multitud de gente. Si Larry quería sa­
lir adelante tenía que enfrentar su miedo. ¡Y todos sabemos que lo hizo!
Bird es el único personaje de la historia del baloncesto que ha conseguido ganar
los premios de mejor novato, mejor jugador, mejor dirigente y mejor ejecutivo. ¿Pue­
des creer que una persona con semejante éxito haya tenido miedo? U n poco de mie­
do no es del todo malo, de hecho hasta nos resulta natural tener miedo. Tener miedo
no te hace un cobarde; decidir no hacerle frente a tus temores, sí. Alonso de Ercilla
y Zúñiga, el autor de La Araucana, dijo: “El miedo es natural en el prudente, y el sa­
berlo vencer es ser valiente”. Y eso fue lo que hizo Bird: vencerlo.
¿Tienes miedo? ¿Sientes la presión de que no podrás lograr el sueño de tu vida? El
Salmista le dijo al Señor: “Cuando tengo miedo, confío en ti” (Salmo 56:3). Tener
miedo nos ofrece la maravillosa oportunidad de confiar en el Dios todopoderoso. Él
puede ayudarte a derrotar tus más grandes temores. ¡Confía en él!
#DerrotaTusMiedos

í * f
i
; Me encanta
ser adventista

T
ras no ver a su padre en casa, el pequeño le preguntó a su madre: “Mamá,
¿cuándo volveremos a ver a papá”. La señora Fitch, con una sonrisa en los
labios, le dice al pequeño: “Dentro de pocos días, cuando Jesús regrese, papá
despertará y estará con nosotros para siempre”. El señor Fitch murió el 14 de octubre
de 1844 y creía que jesús regresaría el 22 de octubre de ese mismo año. ¡Solo una se­
mana más y los niños podrían besar el rostro de su padre!
El martes 22, la familia Fitch se reunió con otros milleritas. Desde que ama­
neció estaban cantando, orando, alabando a Dios. Pasó la mañana, Jesús no
vino. Se acabó la tarde, Jesús no vino. “Las sombras de la noche se extendieron
y el fresco cayó sobre la tierra. Las horas nocturnas pasaron con lentitud. En me­
dio del desconsuelo, los relojes dieron las doce de la medianoche en los hogares
de los milleritas. El 22 de octubre había terminado. Jesús no llegó” (C. Mervyn
Maxwell, Dilo al mundo, p. 31).
La burla y el escarnio no se hicieron esperar. Las ilusiones de miles de personas
quedaron hechas añicos. El 22 de octubre de 1844 ha llegado a ser conocido como el
día del Gran Chasco. ¿Y qué resultó de tan fatídico acontecimiento? Algunos deja­
ron de creer para siempre en Dios; otros siguieron fijando distintas fechas para la Se­
gunda Venida. Sin embargo, un pequeño grupo que siguió estudiando la Biblia com­
prendió que Daniel 8:14 no se refería a la venida de Cristo a la tierra, sino a la puri­
ficación del santuario celestial. Ese grupo fundó en 1863 la Iglesia Adventista del
Séptimo Día.
Hoy, los adventistas somos más de veinte millones de creyentes esparcidos por
todo el mundo. Nuestra organización tiene más de ochenta mil iglesias en 216 países.
Administramos una red educativa que abarca a más de siete mil escuelas y 113 uni­
versidades. Anualmente las clínicas y hospitales de nuestro sistema de salud reciben
a más de dieciocho millones de pacientes. ¡Quién habría creído aquel 22 de octubre
de 1844 que de allí surgiría una Iglesia que ha irradiado al mundo con la luz del evan­
gelio! Me encanta ser adventista porque somos gente que convierte el fracaso en pe­
rennes victorias.
#MeEncantaSerAdventista #YoSoyAdventista
“Ocúpate
de nosotros”

P
or lo general, las personas jóvenes suelen creerse muy autosuficientes; es decir,
suponen que no necesitan a nadie más, que les basta con ellos mismos. A cau­
sa de esto sé que a algunos de ustedes les resultará bastante fuera de lo normal
la conducta de un joven llamado William Jack. U n día, a William le tocó viajar al
lado del conocido escritor Max Lucado. Tan pronto se sentó en el avión fijó sus ojos
en Max y le dijo: “Soy William Jack, tengo catorce años y voy a casa a ver a mi papá.
Necesito que alguien se ocupe de mí. Me confundo mucho”.
Cuando ya estaba a punto de ponerse el cinturón, William se dirigió a una aza­
fata y le dijo: “N o se olvide de mí, recuerde; yo me confundo". Luego siguió hablan­
do con Lucado y haciéndole preguntas de todo tipo. Entonces se dio cuenta ele que
venía la azafata y una vez más le dijo: “No olvide ocuparse de mí". Cuando le sir­
vieron la comida, volvió a repetir: “No olvide ocuparse de mí". Al momento de­
servir la bebida, otra vez le recordó a la azafata: “No olvide ocuparse de mí”.
Recordando el incidente, Lucado escribió: “No puedo recordar ningún momento
en el cual William no le recordó a la tripulación que él necesitaba atención. [...] Si
el avión hubiese tenido problemas durante el viaje, habría recibido asistencia inme­
diatamente. Las azafatas no hubieran olvidado sus peticiones. ¿Por qué? Él mismo se
había puesto bajo el cuidado de alguien más fuerte que él” (Historias de aliento para
corazones afines, p. 26).
Es probable que para algunas cosas no cuentes con más ayuda que tus propios
brazos; sin embargo, no olvides que, como William Jack, tú estás inmerso en un via­
je para ver a tu Padre celestial. Y si quieres tener ese encuentro con tu Creador, en­
tonces debes entender que no podrás hacerlo por ti mismo, que tu autosuficiencia no
bastará. Te invito a que hoy le digas al Señor: “N o olvides ocuparte de mí”. Dios se
encargará de ti, velará por ti, estará cerca de ti. Cuidarte no será gravoso para él. Ha­
ríamos bien en hacer nuestra una antigua oración judía: “Míranos, Señor, desde el
lugar santo en que vives, y ocúpate de nosotros”.
#DiosNosCuida #JesúsSeOcupadeNosotros
¡entras va caminando por las atestadas calles de la ciudad de Nueva York,
A. J. Jacobs escucha que la gente le dice: “Hey, ¡Gandalf!” Entonces les
.tiene que aclarar que no es el legendario personaje de El señor de los anillos
y El hobbit, que más bien el largo de su barba tiende a asemejarlo a Moisés, el autor
de los primeros cinco libros de la Biblia. Según cuenta en su libro La Biblia al pie de
la letra, Jacobs dio inicio a una aventura con las Escrituras, que le llevaría a leerlas de
tapa a tapa. Mientras lo hacía iba anotando “cada norma, cada directriz, cada suge-
rencia, cada consejo” (p. 15). A l final tenía un documento de setenta y dos páginas
y más de setecientas reglas. ¿Y por qué lo hizo? Lo hizo porque quería vivir durante
todo un año siguiendo al pie de la letra las ordenanzas bíblicas tales como: apedrear
a los adúlteros, no usar ropa con distintas telas, tocar la trompeta el primer día de
cada mes, etcétera. Por suerte, no llegó a tomar en cuenta el texto de nuestra medi­
tación, ¡pues se hubiera amputado una mano!
A primera vista suena bien la idea de Jacobs. Sin embargo, para aplicar la Biblia
al diario vivir hay que tener sentido común. Frecuentemente olvidamos que “debe­
mos guiarnos por la teología verdadera y el sentido común” (Elena de White, Con­
sejos para los maestros, padres y alumnos, p. 244). No siempre una “teología verdade-
rá” es relevante para el día a día. Te pondré un ejemplo. Dice Levítico 21:5 que los
sacerdotes “no deberán raparse la cabeza, ni afeitarse la barba”. Esa declaración
encierra “teología verdadera”, fue una prescripción ordenada por Dios. Pero el
hecho de que sea “teología verdadera”, y que ahora nosotros seamos un “real sa­
cerdocio”, ¿significa que no debo afeitarme?
Hay muchos preceptos bíblicos que ya no tenemos que seguir al pie de la letra;
pero hay algunos que son muy claros y que hemos de empeñarnos en cumplirlos. Te
diré el que para Jesús sigue siendo el más importante: “Amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Y [...] a tu prójimo como a
ti mismo” (Mateo 22:37-39, RV95).
#AmoraDios #AmoralPrójimo #TeologíaVerdadera
¡No a la injusticia!

A
unque la Declaración de Independencia del 4 de julio de 1776 anunció “que
todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de
ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la
búsqueda de la felicidad”, lo cierto es que durante el periodo de segregación racial
(1866-1953) la sociedad estadounidense no vivió en armonía con dicha declara­
ción. En esa época las leyes prohibían que blancos y negros estuvieran juntos. Ha­
bía baños para negros y baños para blancos. El restaurante de los negros no era el
restaurante de los blancos. Los blancos tenían sus propias iglesias, y los negros
también. En los autobuses los primeros asientos estaban reservados para los blan­
cos. Si por alguna razón el autobús ya estaba lleno, cuando un blanco llegaba, un
negro tenía que ponerse de pie y darle su lugar.
Sin embargo, el 1° de diciembre de 1955 las cosas comenzaron a cambiar. Tras
haber trabajado arduamente durante todo el día, Rosa Parles entró al autobús y se
sentó. Cuando el vehículo se llenó y varias personas blancas no tenían asiento, el
chofer del autobús ordenó a cuatro personas negras, incluyendo a Rosa, que se levan­
taran y dieran sus asientos a los blancos. Tres negros se levantaron, pero Rosa rehusó
hacerlo. ¿Por qué no lo hizo? ¿Porque sus pies estaban cansados? No, ella dijo lo si­
guiente: “Estaba cansada de que me trataran injustamente”. Por no darle su asiento
a un blanco Rosa Parks fue detenida, acusada de violar la ley. Motivados por la he­
roica acción de la sencilla dama, la gente de color suscitó un boicot en la ciudad de
Montgomery, Alabama, y durante más de un año no usaron los autobuses públicos.
El impacto de la obra de Parks fue tan grande que el 21 de diciembre de 1956 la Cor­
te Suprema de Justicia de los Estados Unidos declaró ilegal la segregación racial en
los autobuses. Es sencillamente asombroso que un acto tan sencillo haya tenido una
repercusión de tanta trascendencia.
Nuestro mundo necesita más gente como Rosa Parks. Gente que no tolere la in­
justicia y que haga un coro silente ante la indiferencia de la mayoría. ¿Seremos como
Rosa Parks?
#JusticiaeIgualdad
Houdini y
la superjaula

íes p o r.la bondad de Dios h«

de nada” (Efesios 2:8, 9)

uién no ha escuchado hablar de Houdini, el famoso cerrajero y mago que se

Q jactaba de que podía salir de cualquier jaula? Pues bien, un pequeño pueblo
de Inglaterra se jactaba de tener una superjaula de la que nadie podía esca­
par. Los habitantes de ese lugar invitaron a Houdini a que intentara escapar de la
jaula, y él aceptó el desafío.
Llevaron al mago hasta la jaula y lo dejaron allí para que tratara de escapar. Lo
primero que Houdini hizo fue quitarse la correa, puesto que en ella escondía una va­
rilla flexible que usaba para destrabar las cerraduras, y de inmediato empezó a traba­
jar en su escape. Después de horas de intentos infructuosos, el gran Houdini se re­
costó exhausto contra la puerta de la reja; entonces la puerta se abrió e hizo que el
supuesto mago cayera sobre el frío piso de piedra. El gran maestro del escapismo no
se percató de que ¡la reja había estado abierta todo el tiempo!
Quizás te ríes de la suerte de Houdini. Pero hoy quiero que reflexiones en la ex­
periencia del mago, porque quizás estamos repitiendo su conducta. ¿Cuántas veces
has procurado “ganarte” la salvación? Es probable que tú, querido joven o señorita,
hayas “tratado” por todos los medios de abrir la puerta de la jaula que te confina, y
precisamente ahí ha radicado tu problema. Estás, al igual que Houdini, tratando de
abrir una puerta que ya está abierta; una puerta que Cristo ha abierto para ti por me­
dio de la gracia. ¡Y está de más decirte que no se puede abrir una puerta abierta!
Hoy quiero suplicarte que dejes de intentar salir por ti mismo de la jaula del
pecado. Sí, así como lo oyes; no trates de salir de ella valiéndote de tus propios tru­
cos. Ríndete. Tus esfuerzos son vanos porque la reja que está frente a ti ya fue
abierta por Jesús. N o tienes que “ganarte” tu escape, ya Cristo lo ganó para ti. Sal,
vive una vida plena, disfruta la libertad que el Señor te ofrece.
#LibreenJesús
Tiro al blanco

U
n día Charlie Brown, el famoso personaje de las Ciras cómicas, se hallaba en
el patio trasero de su casa practicando tiro al blanco con su arco y sus fle­
chas. Estiraba el arco y lanzaba la flecha en cualquier dirección. Entonces,
iba donde había caído la flecha y dibujaba un blanco a su alrededor. A sí lo hizo de­
cenas de veces. A l ver lo que estaba haciendo, Lucy, la malhumorada y cínica niña
de ocho años, cuyo principal trabajo es intimidar a los demás chicos, le dijo:
-Charlie, no puedes practicar tiro al blanco de esa manera. Primero tienes que
dibujar el blanco, y luego tirar la flecha.
Con la rapidez de una saeta, Charlie le contestó:
-L o sé, pero si lo haces a mi manera, ¡nunca fallarás!
Lamentablemente, muchas personas conducen sus vidas como Charlie lo hace
con las flechas. Nunca dibujan un blanco, por tanto nunca fallan al blanco; pero
tampoco nunca dan en uno.
¿Cuál es el blanco de tu vida? De hecho, según el psiquiatra Viktor Frankl, tener
un objetivo concreto y personal le da sentido a nuestra vida. Frankl nos cuenta qué
lo motivó a salir con vida del horrendo campo de concentración de Auschwitz en el
que estuvo preso: “De pronto me vi de pie en la plataforma de un salón de conferen­
cias bien iluminado, agradable y caliente. Frente a mí tenía un auditorio atento, sen­
tado en cómodas butacas tapizadas. ¡Yo daba una conferencia sobre la psicología de
un campo de concentración!” ¿Lo puedes creer? El hombre estaba hundido en el
lodo, con la amenaza de perder la vida en cualquier instante; pero él no se veía a sí
mismo en esa triste condición, no moriría en un campo de concentración porque
tenía un propósito para su vida: ser un conferencista internacional. Y lo logró.
¿Dónde te ves tú en el futuro? ¿Cómo te visualizas a ti mismo? ¿Hacia dónde estás
tirando tus flechas?
Como dijo Martin Luther King: “Si no puedes volar entonces corre. Si no puedes
correr entonces camina. Si no puedes caminar entonces arrástrate. Pero sea lo que
hagas, sigue moviéndote hacia delante”. Avanza hacia el blanco que te has propues­
to. Y no olvides que “los planes bien pensados y el arduo trabajo llevan a la prosperi­
dad” (Proverbios 21:5, NTV).
#AlcanzaTusMetas #ApuntaAlto
1

Él me adoptó

C
uando me bauticé, el 28 de marzo de 1992, el sermón previo a la ceremonia
bautismal lo predicó Robert S. Folkenberg, que era el presidente de la A so­
ciación General en aquel entonces. Ese día el pastor Folkenberg contó una
ilustración que todavía recuerdo vividamente, a pesar de que han pasado más de
veinte años.
U n grupo de bomberos estaba haciendo todo lo posible para apagar las voraces
llamas que estaban destruyendo una casa, cuando de repente se dieron cuenta de que
en el segundo piso, se hallaba un niño de cinco años mirando por la ventana. Los
padres habían muerto en el incendio y la escalera que llevaba al piso superior había
sido consumida por el fuego. Todo parecía indicar que el niño no tenía ninguna es­
peranza de sobrevivir. Entonces, un transeúnte, al ver lo que estaba pasando, subió
hasta el segundo piso trepando por un tubo de metal que se había sobrecalentado
por causa de las llamas, entró a la habitación y salvó al niño.
U n año después se debatía en un tribunal la adopción del muchachito. Varios
candidatos se presentaron y esgrimieron las razones por las que ellos merecían ser los
padres adoptivos del niño. Médicos, maestros, abogados, enfermeras, todos estaban
listos para recibirlo; pero el niño se negaba a vivir con ellos. Mientras debatían el
asunto entró un hombre a la sala y dijo:
-Señoría, yo quiero adoptar al niño. No tengo dinero, no soy profesional, pero
quiero adoptarlo.
El juez lo miró y le dijo:
-Pero si usted se ha presentado aquí, alguna buena razón tendrá para creer que
merece que se le dé la adopción.
El hombre, con lágrimas en los ojos, se limitó a enseñar sus manos quemadas, y
luego agregó:
-Esta es la prueba de mi amor por ese niño.
Cuando el niño lo vio, lo reconoció, lo abrazó con la mayor ternura y pidió que
lo dejaran con el que se había sacrificado para salvarlo.
Fiace más de dos mil años, por su muerte en la cruz, por sus manos laceradas,
Cristo ganó el derecho de adoptarnos como sus hijos. Él nos libró del fuego eterno.
#SoyHijodeDios #DiosMeAdoptó
A
lguna vez has hecho algo malo solo por “quedar bien” con el grupo? Si tu
respuesta es afirmativa, entonces te damos la bienvenida al grupo de Aa-
ron. Aarón es el perfecto ejemplo de una persona que sabe lo que es bueno,
pero termina cometiendo actos malos nada más por granjearse la aprobación de los
demás. En Éxodo 32 tenemos un relato completo de una de sus experiencias. Te re­
comiendo que leas el relato bíblico, a fin de que obtengas un cuadro completo del
asunto.
Como Moisés estaba tardando mucho en bajar del monte, el pueblo llamó a A a­
rón y le dijo: “Anda, haznos dioses que nos guíen, porque no sabemos que le ha pa­
sado a este Moisés que nos sacó de Egipto” (vers. 1). En lugar de rechazar la propues­
ta, Aarón les dijo que se quitaran los aretes de oro. Cuando le entregaron los aretes
él mismo ‘fundió el oro, y con un cincel lo trabajó hasta darle la forma de un becerro.
Entonces todos dijeron: “¡Israel, este es tu dios, que te sacó de Egipto!’ ” (vers. 4).
Cuando Moisés descendió y vio lo que estaba haciendo el pueblo, se enojó mu­
cho. Le reclamó a Aarón por ese pecado tan grande; pero fíjate en las palabras de
Aarón: “Ellos me dijeron: ‘Haznos un dios que nos guíe, porque no sabemos qué
pudo haberle pasado a este Moisés que nos sacó de Egipto’. Yo les contesté: ‘El que
tenga oro, que lo aparte’. Ellos me dieron el oro, yo lo eché en el fuego, ¡y salió este
becerro!” (vers. 23, 24). ¡Qué cínico y patético fue Aarón! Él fue el que talló el be­
cerro, y ahora dice que el ídolo salió por “generación espontánea” de la fogata. El
pecado ejerce una fascinación tan grande en la vida del pecador, que nos lleva a
racionalizar y justificar nuestra falta de lealtad a las instrucciones divinas.
¿Sabes cuántas personas murieron por ese desliz de Aarón? ¡Tres mil! Si él se hu­
biera mantenido firme y no hubiera cedido a la presión del grupo, habría evitado esa
matanza. Constantemente le recuerdo a Hasel, mi hijo, este texto: “Si los pecadores
quieren engañarte, ¡no se lo permitas!” (Proverbios 1:10). Memorízalo. Te será de mu­
cha ayuda para derrotar la presión del grupo.
#CuidadoConlaPresióndeGrupo #VoluntadFirme
C
omo editor de libros he quedado cautivado por la imagen que usa Thomas
Gataker para describir la condición en la que nos encontramos. Según este
teólogo puritano, el ser humano es como “un libro que se ha echado a perder
por los errores y las faltas”. Hace un tiempo una de mis compañeras me comentaba
sobre un libro cuyo contenido le pareció muy interesante, pero luego hizo una decía-
ración bastante chocante: “Comencé a leerlo; sin embargo, no he podido disfrutar la
lectura debido a la mala edición del texto”.
¿Y qué tiene esto que ver con nosotros? Lamentablemente, el texto de nuestra
vida ha sido manchado por la tinta negra de nuestros pecados y delitos, porque “to­
dos cometemos muchos errores”. ¿Habrá algún experimentado editor que pueda
corregir todos los “muchos errores” que han llegado a formar parte de la redacción
de nuestra existencia?
La Biblia declara que, al entregar nuestra vida al Señor, llegamos a ser “una carta
escrita por Cristo” (2 Corintios 3:3). Sí, esa vida atiborrada de errores, Cristo la ha
convertido en una hermosa carta, que ahora podrá ser leída por los demás. Porque
cuando aceptamos la redención por medio de la fe en Jesús, nuestra vida comienza
a ser editada, corregida, guiada por Dios. El se encargará de enmendar todos los erro­
res que hemos cometido.
Veamos esto usando a Pedro como ejemplo. Los Evangelios registran un error
grandísimo en la vida de ese apóstol. ¿Recuerdas lo que hizo? ¡Negó tres veces que era
amigo de Jesús! Tres veces en una misma noche. Esa era una mancha muy fea. ¿Qué
hizo Jesús con Pedro? Editó la vida de su amado apóstol, lo perdonó, le asignó una
misión. Hablando de ese Pedro que anteriormente había puesto de manifiesto su co­
bardía, el libro de los Hechos declara: “Entonces viendo la valentía de Pedro [...], se
admiraban” (Hechos 4:13, RV95).
Dios tachó la palabra “cobardía” de la vida de Pedro, y en su lugar puso “valen­
tía”. Es decir, en aquello en lo que Pedro era débil, por la acción correctora de Cris­
to llegó a ser fuerte. ¿Qué necesitas cambiar en tu vida? ¿En qué eres débil? ¿Cuál
es el error que tiene que ser corregido en tu vida? ¡Cristo puede editar todo lo que
sea defectuoso en ti!
#CristoMiEditor
Di me si amas,
fV„ \W - ¡. / /■
""" y te diré qué eres

a ¿ o ómo podemos saber cuándo acaba la noche y empieza el día?” Esa fue la
?a pregunta que un maestro le hizo a un grupo de jóvenes. De inmediato
*■' los muchachos comenzaron a expresar sus opiniones.
-E l día comienza cuando de lejos uno puede distinguir a una perro de un cordero
-dijo uno de los alumnos.
-Esa no es la respuesta -le dijo el maestro.
-Maestro -dijo otro-, el día comienza cuando uno es capaz de distinguir un ce­
rezo de una higuera.
-N o -dijo el maestro.
-Cuando distingo un blanco de un negro.
-Tampoco, replicó el maestro.
Entonces, fijando su arrugada mirada en los muchachos, les dijo:
-Sabem os cuándo acaba la noche y empieza el día cuando al mirar a un ser hu­
mano, sin importar quién sea, somos capaces de ver en él a un hermano. Si no veo a
mi prójimo como lo que es, mi hermano, entonces mi corazón yace en la más abyec­
ta oscuridad. Es más, Juan nos dirá lo que somos dependiendo de si amamos a nues­
tros semejantes: “Si alguno dice que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía
está en la oscuridad. El que ama a su hermano vive en la luz, y no hay nada que lo
haga caer. Pero el que odia a su hermano vive y anda en la oscuridad, y no sabe a
dónde va, porque la oscuridad lo ha dejado ciego” (1 Juan 2:9-11). “Nosotros hemos
pasado de la muerte a la vida, y lo sabemos porque amamos a nuestros hermanos” ( I
Juan 3:14). “Si alguno dice: ‘Yo amo a Dios’, y al mismo tiempo odia a su hermano, es
un mentiroso. Pues si uno no ama a su hermano, a quien ve, tampoco puede amar a
Dios, a quien no ve” (1 Juan 4:20).
Es decir, si no amo a mis semejantes vivo en oscuridad, estoy muerto en vida
y, además, soy un mentiroso. Si Dios es amor, y yo digo que soy un hijo de Dios, ¿no
debería eso reflejarse por medio del amor que profeso hacia mis semejantes? Hoy es
un buen día para que demuestres que eres capaz de saber cuándo comienza el día y
termina la noche.

#DiosEsAmor

G
Comienzos
pequeños

I
sé h m &

E
n otra reflexión ya te hablé de Jeff Bezos, pero como quizás no lo recuerdes, te
diré que es muy probable que alguna vez hayas usado los servicios de su com­
pañía: Amazon. A l principio, Amazon solo vendía libros, luego incluyó C D ’s
y DVD’s, artículos electrónicos, juguetes, ropa, muebles...
Esto puede parecerte un crecimiento sorprendente, pero fue solo el principio. En
el 2007 Amazon lanzó su dispositivo de lectura de libros digitales, el Kindle; en el
2011 sacaron al mercado su propia tableta, el Kindle Fire; en el 2014 un reproductor
y miniconsola, el Amazon Fire TV; y también en el 2014 su primer teléfono inteli­
gente, el Fire Phone. Pero a principios del 2015 escuché la noticia que me motivó a
volver a hablarte de Jeff. Ahora Amazon ofrece, en algunos lugares, un servicio de
entrega en tan solo una hora. Eso quiere decir que puedes estar trabajando o comien­
do, colocas un pedido y en pocos minutos el repartidor llamará a tu puerta para en­
tregarte lo que ¡acabas de comprar! Simplemente sorprendente.
Gracias al crecimiento de Amazon, Jeff Bezos fue declarado por la revista Time
el personaje del año en 1999. En 2014 los ingresos de su empresa llegaron a casi no­
venta mil millones de dólares. ¿Sabes cómo comenzó Jeff esa compañía que hoy es
multimillonaria? En un garaje, con su esposa Mackenzie y tres computadoras.
Si hay alguien que sabe qué significa comenzar desde abajo, ese es Jeff Bezos.
Cuando pienso en su compañía, en cómo comenzó y en lo imprescindible que se
ha vuelto para mí, recuerdo la parábola de la semilla de mostaza, en la que una pe­
queña semilla se convierte en un gran árbol que da muchos beneficios. Jesús dijo
en Marcos 4:27 que el crecimiento de las plantas es casi imperceptible, pero al final
rinde sus frutos.
¿Cuál es tu proyecto para la vida? ¿Lo ves lejano e imposible? Recuerda que Jeff
empezó con tres computadoras; José comenzó como esclavo y llegó a ser el primer
ministro de Egipto; Jesús comenzó con doce discípulos y hoy cientos de millones le
siguen. No te desanimes, no te rindas, sigue intentándolo y, con la ayuda de Dios,
triunfarás; con el poder del Eterno tendrás tu propio “Amazon”.
#ComienzosPequeños
L
a marcha de la muerte de Bataán es considerada como uno de los más infames
crímenes perpetrados contra la humanidad. Todo comenzó el 3 de abril de 1942,
cuando las fuerzas filipinas y estadounidenses se rindieron ante la embestida
despiadada de la armada japonesa. Más de setenta mil prisioneros de guerra, soldados
y civiles, fueron obligados a caminar más de cien kilómetros, bajo una serie de abusos.
Muchos murieron durante la travesía, algunos ejecutados de forma sumaria. El resto
fueron finalmente confinados en un campo de concentración de Filipinas. El estado
de estos prisioneros era deprimente. Las constantes golpizas, la falta de alimentación
y las enfermedades, los debilitaron por completo física y emocionalmente.
En enero de 1945, la guarnición japonesa que estaba asentada en el campo de con­
centración se retiró del lugar, dejando en completa libertad a los prisioneros. Sin em­
bargo, los cautivos rehusaban creer lo que ya era evidente: que eran libres. Creyeron
que era un truco, un engaño. Supusieron que si intentaban escapar serían fusilados pol­
los soldados japoneses que seguramente estaban escondidos entre los matorrales.
N o fue hasta el 28 de enero de 1945 cuando se dieron cuenta de que su libertad
era real. U n comando especial de soldados estadounidenses entró al campo y libe­
ró a los rehenes. Pero algunos, como el capitán Bert Bank, que se había quedado
ciego, seguían dudando de la libertad que habían recibido. Bert no quería salir de su
confinamiento. Según cuenta Matt Heard en su libro Life with a Capital L, un sol­
dado se acercó a Bert y le dijo: “ ‘¿Qué le pasa? ¿No quiere ser libre?’ Bank, que se
había criado en Alabama, reconoció el típico acento sureño. Sonrió y, lleno de gozo,
comenzó su viaje hacia la libertad” (pp. 80, 81).
Como Bert Bank, nosotros necesitamos creer que somos libres; que ya no somos
esclavos de Satanás; que ya no somos rehenes de las fuerzas del mal. No obstante,
algunos no lo creemos; necesitamos sentir y escuchar esa voz que nos diga que ya so­
mos libres. En el libro de Gálatas ha quedado registrado este maravilloso mensaje:
“Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo,
que clama ‘¡Abba! ¡Padre!’ Así que ya no eres esclavo sino hijo; y como eres hijo, Dios
te ha hecho también heredero” (Gálatas 4:6-7, NVI). No eres un esclavo del mal,
¡eres un hijo del Rey del universo!

#LibreenJesús #LibertaddelPecado
H
ace ya un tiempo que se difundió por la Red un video filmado en Bruse-
las, Bélgica. U n grupo de personas montó una carpa en una de las zonas
más concurridas de la ciudad, luego invitaron, al azar, a varios transeún­
tes a entrar en la carpa, para “leerles la mente”. Dentro de la carpa se encontraban
con un personaje vestido de blanco llamado Dave, que tras saludarlos procedía a
“leerles la mente”.
A una de las participantes le dijo a qué universidad había asistido, a otra le dijo
que tenía dos mariposas tatuadas en la espalda, y a un joven le dijo que tenía una
motocicleta color naranja. A medida que la entrevista avanzaba, las “lecturas” se
hacían más y más personales. Les decía el nombre de su mejor amigo/a, con quién
estaban saliendo (¡una participante salía con cuatro a la vez!), qué enfermedades
habían padecido; pero Dave solo estaba calentando motores... Luego les dijo cuál
era la situación financiera de cada uno de ellos, las deudas de tarjetas de crédito
que tenían, sus balances negativos, cuánto habían gastado el mes anterior y en qué
lo habían gastado.
¿Cuál era el secreto? ¿Cómo podía Dave saber tanto sobre aquella gente? En un
momento de la sesión, cuando ya los participantes no podían creer lo que presencia­
ban, se descorría el telón que había detrás de Dave y quedó al descubierto un grupo
de personas con computadoras y enormes pantallas que contenían toda la informa­
ción de los participantes. ¡Los especialistas buscaban la información en Internet y la
transmitían a Dave a través de un auricular inalámbrico! Luego de unos segundos,
para que pasara el choque producido, apareció un mensaje en la pantalla principal
que decía: “Tu información está en línea, y puede usarse en tu contra. Ten cuidado”.
Si un simple clarividente callejero, con la ayuda de la informática, puede descu­
brir tus más oscuros secretos, ¿habrá algo oculto a la vista del Dios del cielo? Salomón
dice que un día todos tendremos que rendir cuentas aun de las cosas que hayamos
hecho en secreto. ¿Qué podemos hacer frente a semejante desafío? Encomendarnos
en las manos de nuestro abogado “que es Jesucristo, y él es justo” (1 Juan 2:1).
#JesúsMiAbogado #CuidaTuInformación
La ambición
de Paióm

Q
ué cantidad de tierra necesita una persona? Esa es la pregunta que responde
León Tolstoy en su cuento Cuánta tierra necesita un hombre. La trama gira
en torno a Pajóm, un granjero que soñaba con ser dueño de una gran can­
tidad de tierra. U n día Pajóm se enteró de que la tribu de los baskires le podía vender
mil trescientos acres de tierra por tan solo mil rublos. Motivado por la bagatela, Pa-
jóm se alistó y salió a ver a los baskires.
A l llegar al lugar se dio cuenta de que la oferta era mejor de lo que pensaba. El
jefe de la tribu le dijo que por mil rublos le vendería todo el terreno que Pajóm reco­
rriera durante un día. Solo había una condición: tenía que volver al punto de partida
antes del anochecer o perdería el dinero. Pajóm se levantó temprano y salió a reco­
rrer la tierra. Cuidadosamente iba clavando estacas que delimitaban el terreno que
llegaría a ser de su propiedad. Cada paso significaba más tierra. Ya era mediodía, lo
lógico era que Pajóm regresara al punto de inicio y reclamara la tierra que había ca­
minado. Pero quería más. Así que siguió avanzando para apoderarse de una porción
en la que había un hermoso arroyo.
Como ya estaba haciendo mucho calor y se le había acabado el agua, decidió re­
gresar. Pero en el camino dio varias vueltas a fin de conseguir un bosque repleto de
árboles, del cual obtendría la madera que necesitaría para construir su nueva casa.
Cuando ya el sol estaba en franca decadencia, Pajóm aceleró el paso, soltó sus uten­
silios y corrió lo más rápido que pudo. Mientras se acercaba a la meta, los aldeanos
comenzaron a vitorearlo; por fin sería dueño de una inmensa finca. Sin embargo,
cuando llegó a donde estaba sentado el jefe, Pajóm cayó muerto. El sirviente cavó
una tumba y lo enterró. Tolstoy concluye el relato con estas palabras: “Dos metros de
tierra era todo lo que necesitaba”.
¿Cuál es la moraleja de la historia? La ambición humana, el deseo de tener más a
cualquier costo, lo único que hace es llevar a la gente a la tumba. Jóvenes, nunca re­
leguen a un segundo plano esta advertencia de Cristo: “Cuídense ustedes de toda
avaricia” (Lucas 12:15).
#CuidadoconlaAvaricia
H
as conocido a alguien que es muy bueno memorizando pasajes bíblicos? Yo
conozco a varios, pero ninguno se compara a estos. Por ejemplo, Jeróni­
mo, el traductor de la Biblia al latín, que vivió muchos años en Palestina,
se quedaba maravillado al ver cómo los judíos de su época podían repetir todos los
nombres registrados en los libros de Crónicas en el mismo orden que habían sido es­
critos por el cronista. Según Jerónimo, conoció a muchos que se sabían de memoria
la Torá y los Profetas. ¡Esto es casi la mitad del Antiguo Testamento! Pero eso no
es nada en comparación con lo que se le atribuye al rabino Vilna Gaon. De acuerdo
con el libro Aunque usted no lo crea de Ripley, p. 79, Gaon memorizó por completo
dos mil quinientos libros, entre ellos la Biblia. Se dice que J. N. Andrews era capaz
de reproducir el Nuevo Testamento palabra por palabra.
Lo bueno de memorizar pasajes bíblicos es que estos se convierten en nuestra me­
jor ayuda en los momentos más apremiantes, como lo hace manifiesto la experiencia
del pastor Gordon MacDonald. El pastor escribió un artículo publicado en la revista
Leadership, en el que cuenta que cuando era jovencito le tocó tomar clases con el
respetado profesor Frank Gaebelein. El Dr. Gaebelein exigía que cada estudiante
memorizara no menos de trescientos pasajes bíblicos cada año. A veces podía ser solo
un versículo, como Juan 13:34; pero en ocasiones era una sección completa, como
Mateo 5:1-16; o todo un capítulo, como Romanos 8. Uno de los pasajes que el pastor
MacDonald llegó a memorizar fue el Salmo 46.
Pasaron los años. U n día el médico llamó al pastor MacDonald para informarle
que tenía un tumor en la cabeza y que era necesario operarlo. ¿Sabes qué recordó el
pastor MacDonald en este instante? Las palabras del salmo que había memorizado
en su juventud: “Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; nuestra ayuda en momentos
de angustia. Por eso no tendremos miedo, aunque se deshaga la tierra” (Salmo 46:1,
2). Acordarse de esa porción bíblica le proporcionó las fuerzas necesarias para en­
frentar su situación de salud.
N o necesitas memorizar toda la Biblia; pero cada pasaje que aprendas podría des­
empeñar un papel vital ante los desafíos que te depare la vida.
#MemorizalaBiblia
El joven
que quería
predicador
|1 8 ¡«

¿ ' ‘ i3S
, :- . . . . . r y. ■■
I ííí IÍW H M IIBH KB^^Í^W ÍM Í!
M '

T
ras leer detenidamente la Review, su corazón se llenó de un gozo inefable
cuando sus ojos se posaron sobre el escueto, pero impactante, anuncio: “Se
busca un voluntario que sirva como jefe de carpa en el campestre de Texas.
Los interesados, por favor, escriban al pastor R. M. Kilgore”. Mientras leía el anuncio,
una estampida de preguntas asaltó su mente: “¿Será esta mi oportunidad para servir
al Señor en su causa? ¿Me convendría dejar mi trabajo e irme de voluntario a un lu­
gar desconocido? ¿Valdría la pena contactar al pastor Kilgore?” De hecho, este joven
aún no había olvidado aquel día en que había solicitado trabajar como pastor en
Iowa y la junta de la Asociación lo rechazó debido a sus graves limitaciones para ha­
blar con propiedad. Su deficiencia era tan evidente que la primera vez que predicó un
sermón en píiblico no pudo hablar ni siquiera quince minutos.
N o obstante, con la seguridad de que Dios se haría cargo no solo de sus dudas
sino también de sus necesidades, decidió contactar al pastor Kilgore. Lo más sor­
prendente es que no lo hizo a través de una carta. Lo que hizo puso de manifies­
to la determinación y la firmeza que lo caracterizarían a lo largo de su ministerio:
se levantó, compró un pasaje y emprendió el viaje para encontrarse personal­
mente con el hermano Kilgore.
Cuando se entrevistó con Kilgore, con toda franqueza le dijo: “Pastor, como us­
ted habrá notado, tengo problemas para hablar. Sin embargo, estoy seguro de que el
Señor quiere que yo trabaje en su obra, y estoy dispuesto a hacer todo lo que usted
me diga que haga”. La respuesta de Kilgore le confirmó al joven su llamamiento: “No
hay un mejor lugar para aprender que trabajar en un campestre”, y luego agregó:
“Aquí tendrás buenas oportunidades para predicar”.
Este joven tenía las mismas limitaciones que tuvo Moisés: era torpe para ha­
blar. Sin embargo, varios de los discursos que mayor influencia han tenido en el
devenir de la humanidad, salieron de los labios de Moisés. Dios puede tomar una
debilidad y convertirla en una gran fortaleza. No importa cuán limitadas sean tus
habilidades, lo cierto es que Dios siempre te dará la oportunidad de ser útil en su
causa. N o te desanimes.
#elDiosdelasOportunidades
El jo v e n
que quería ser
predicador - parte II

uizá te hayas preguntado quién era el joven del cual hablamos en la reflexión

Q de ayer, ¿verdad? Ahora te daré la respuesta. El 11 de julio de 1878, Kilgore


publicó este informe en la revista oficial de la iglesia: “El hermano A. W. Jen-
son había trabajado como jefe de la carpa. Ahora su lugar lo ocupa el hermano A. G.
Daniells, de Iowa, que ha venido a trabajar con nosotros”.
¡Como jefe de carpa y con inmensos problemas para hablar en público! A sí co­
menzó su labor uno de los más grandes y carismáticos líderes que ha tenido la Igle­
sia Adventista en toda su historia; el responsable de haber guiado a la iglesia en
medio de los más imponentes desafíos teológicos y administrativos, el presidente
mundial que mayor influencia ha ejercido en el desarrollo del adventismo: Arthur
G. Daniells.
Daniells era un trabajador incansable. Como muchos de los personajes más in­
fluyentes de su época, Lincoln, Miller o Twain, no obtuvo una educación formal;
pero esto no impidió que llegara a ser un ávido lector, al punto que “devoró todos
los libros que pudo conseguir”. Con denodado empeño y mediante una ardua ruti­
na de ejercicios vocales, logró superar, en gran medida, su problema de dicción.
Te daré un ejemplo. El 13 de noviembre de 1886, él llegó a Nueva Zelanda. En su
primer esfuerzo misionero más de ochenta personas aceptaron el evangelio. A l cabo
de tres años, organizó una Asociación con 250 miembros. En octubre de 1888, Da­
niells se trasladó a Napier. Allí impartió una campaña de evangelización que se ex­
tendió durante tres meses. Predicó noche tras noche. A l final del esfuerzo misionero,
el Espíritu Santo añadió 28 miembros a la iglesia. Para fines de 1889, en ese grupo se
congregaban 75 observadores del sábado. El que había sido tartamudo, ahora, por la
acción que el Espíritu había realizado en él y a través de él, se había convertido en un
gran evangelista.
La experiencia de Daniells me hace recordar lo que el Señor le dijo a Jeremías
cuando lo llamó al ministerio profético: “N o digas que eres muy joven. [...] No ten­
gas miedo de nadie, pues yo estaré contigo para protegerte. Yo, el Señor, doy mi pa­
labra” (Jeremías 1:7, 8).
#DiosMeAcompaña #perseverancia
m
1 # F a c e tim e
O
-2

j ; con Dios 1f

IffiiSlóf
*2 \ | S
¡| | ’i ‘ " i i , ^ } J 0 1
tsi I <a> t il
; í *
' * 1

C
ómo cambia el mundo! Hace tan solo doscientos años la mejor manera de co­
municarse con alguien era a través de cartas, que podían tardar meses en lle­
gar de un país a otro. Luego se inventó el teléfono, que hizo posible la comu­
nicación instantánea. Hoy la telefonía ha evolucionado hasta la videollamada.
El primer servicio de videoconferencia vendido a las empresas provino de Pictu­
reTel Corp, en 1984; pero no fue sino hasta la década de 1990 que se hizo posible
realizar llamadas de video en computadoras personales y de oficina. Hoy, en pleno
siglo XXI y gracias a aplicaciones como Skype y Facedme, podemos ver a la persona
con la que nos comunicamos solo con tener una conexión a Internet. Esto añade
un toque más personal y facilita la comunicación, pues definitivamente no es lo
mismo solo escuchar a alguien que verlo y oírlo al mismo tiempo.
Pero no importa cuánto avance la tecnología o si el próximo paso es la conversa­
ción a través de hologramas -cosa que me gustaría experimentar-, nada supera una
conversación cara a cara.
Ahora bien, mucho antes de que existiera Facetime o Skype ya alguien había
sostenido una videollamada, ¡y no con cualquier persona! Cuando pienso en una
conversación cara a cara no puedo evitar recordar la experiencia de Moisés. Él
conversó con Dios “como quien habla con un amigo”. ¡Qué tremendo privilegio!
Antes de que te apresures a pensar que ese fue un privilegio que solo Moisés tuvo,
permíteme decirte que Jacob vio a Dios cara a cara (Génesis 32:30) y todo el pue­
blo de Israel también tuvo ese privilegio (Deuteronomio 5:4). Pero eso no es todo.
Dios ha prometido que en la eternidad, cuando el Gran Conflicto haya terminado,
lo veremos cara a cara, su nombre estará en nuestras frentes, él será nuestro Dios y
nosotros seremos su pueblo (Apocalipsis 22:4).
Otra buena noticia es que no tienes que esperar a la eternidad para hablar con
Dios de forma íntima y cercana. Hoy puedes hacerlo a través de la oración; y aunque
quizás no puedas verlo cara a cara, sí puedes tener la seguridad de que él está ahí con­
tigo, pues la oración nos eleva hacia Dios. ¿Ya oraste para comenzar este día?
AHablarConDios #oración

* f ' ......."■ ..— — •


....1W *» ''IPT"*"?’" n w
El problema
de Pilato

E
n 1962 un grupo de arqueólogos italianos participaban en una importante
expedición arqueológica en Cesárea, una cuidad construida por Heredes el
Grande en honor a Augusto César. A llí descubrieron una inscripción en la
que aparece el nombre de Poncio Pilato. Aparte de ser un texto que confirma la exis­
tencia histórica de ese personaje, la inscripción parece describir la dedicación que
hace Pilato de un edificio en honor al emperador Tiberio. Todo esto armoniza per­
fectamente con la declaración de Lucas 3:1, que dice que Pilato fue gobernador du­
rante el mandato de Tiberio César.
El amigo Pilato no tenía muy buena fama. Según Heredes Antipas, Pilato era un
hombre “violento, rapaz, extorsionador y tirano”. Tácito, el bien conocido historia­
dor romano, que registró en sus Anales que Cristo fue crucificado por orden de Pon­
cio Pilato, tildó a Pilato de “arbitrario y despiadado”; una opinión similar expresaron
los escritores judíos Flavio Josefo y Filón de Alejandría.
Además de todo lo dicho, Pilato tenía un grave defecto: un carácter débil. Pilato
sabía que el proceso en contra de Cristo estaba impulsado por la envidia (Marcos
15:10); sabía que el Señor no había cometido ningún delito (Lucas 23:14); había reci­
bido un mensaje de su esposa que le advirtió que no se metiera con Cristo, porque el
Hijo de Dios era un “hombre justo” (Mateo 27:19); sin embargo, sabiendo todo esto,
Pilato condenó a Cristo a la muerte de cruz. ¿Por qué lo hizo? Fíjate en esta declara­
ción bíblica: “Entonces Pilato, como quería quedar bien con la gente, dejó libre a Ba­
rrabás; y después de mandar que azotaran a Jesús, lo entregó para que lo crucificaran”
(Marcos 15:15).
A Pilato no le importaba el destino de Jesús; solo quería proteger sus intereses
personales y “quedar bien con la gente”. Seguramente ya has estado ante la disyuntiva
de mantener tu fe o tratar de “quedar bien con la gente”; ¿qué has hecho? No dejemos
a Cristo de lado para complacer a los demás. Cuando nos toque elegir entre la justi­
cia y la injusticia, entre la verdad y la mentira, entre el bien y el mal, pidámosle al
Señor que nos ayude a mantenemos “firmes, sin dudar, en la esperanza de la fe que
profesamos” (Hebreos 10:23).
#JuventudDecidida #FirmesenlaFe
0
No saltes hacia
*•' nruíndo ' j
' 1
-iW

U
n día, un pez se dice a sí mismo que está cansado de estar en el agua, que la
vida en el océano le parece aburrida y monótona. A sí que decide salir del
agua y se lanza sobre la tibia arena de la playa. ¿Qué le pasaría al pez? ¿Crees
que el pobrecito estaría feliz viviendo fuera del agua? La respuesta es obvia: un pez
fuera del agua se muere en poco tiempo, porque no ha sido creado para vivir en la
arena. Y aunque él crea que su felicidad se encuentra fuera del agua, si sale de allí lo
único que hallará será una inevitable muerte.
Hay jóvenes que suponen que su felicidad radica en hallar un mejor trabajo,
ganar más dinero, conseguir un mejor carro... lis decir, han creído que su felicidad
consiste en “tener más”. Curiosamente, las naciones más ricas del mundo son las
que registran el mayor número de suicidios y las tasas más elevadas de depresión.
Tiene razón el psicólogo israelí, Daniel Kahneman, que sin ser economista ganó
en 2002 el Premio Nobel de Economía, cuando declaró: “El dinero no compra la
experiencia de la felicidad”.
¿Sabes por qué no somos realmente felices en este mundo? En su libro Cuando
Dios susurra su nombre, M ax Lucado nos da la respuesta: “N o somos felices aquí
porque este no es nuestro hogar. N o somos felices aquí porque no se supone que
seamos felices en este lugar. Somos ‘como extranjeros y forasteros en este mundo’
(1 Pedro 2:11, N V I)”. ¿Viste lo que somos? No somos de este mundo. Estamos aquí
de paso. Para nosotros, vivir aquí es como para un pez vivir fuera del agua. Este
planeta no es nuestro hogar definitivo. Nuestra felicidad se encuentra en Jesús.
A gustín escribió en sus Confesiones una frase que bien podría ser de cada uno
de nosotros: “Oh, Señor, tú nos creaste para ti y nuestra vida no será feliz hasta
que no descanse en ti”. N o seremos felices mientras nos apeguemos a las cosas de
este mundo, porque no hemos sido creados para vivir en esta tierra de pecado.
¿Entonces qué hacemos aquí? Bueno, como dice Pablo en el texto de hoy, esta­
mos aquí esperando que venga Jesucristo y nos lleve a vivir junto a nuestro Padre
celestial.
#MundoTemporal #elCieloesM iHogar
as oído hablar alguna vez del Decálogo de los “N o puedes”? Es una lista
publicada en 1916 por el reverendo William J. H. Boetcker, y que se hizo
■ muy popular cuando Ronald Reagan la citó en un discurso pronunciado
en 1992. La lista registra diez cosas que, en opinión de Boetcker, no se pueden hacer:
1. No se puede crear prosperidad desalentando el ahorro.
2. No se puede fortalecer al débil debilitando al fuerte.
3. No se puede ayudar a los pequeños aplastando a los grandes.
4-No se puede ayudar al pobre destruyendo al rico.
5. No se puede elevar al asalariado presionando a quien paga el salario.
6. No se puede salir de los problemas financieros si se gasta más de lo que se gana.
7. No se puede promover la fraternidad de la humanidad admitiendo e incitando el
odio entre grupos sociales.
8. N o se puede garantizar una adecuada seguridad con dinero prestado.
9. N o se puede formar el carácter y el valor de un ser humano quitándole su inde­
pendencia, libertad e iniciativa.
10. N o se puede ayudar a las personas permanentemente haciendo por ellas lo que
ellas pueden y deben hacer por sí mismas.
¿No te parece que tenía razón Boetcker? Prestar atención a cada uno de esos “No
se puede” te ayudará mucho en tu desarrollo personal.
Sin embargo, el “no se puede” más importante y que mayor satisfacción dará a tu
vida, fue dicho hace más de dos mil años, y salió de los labios de Jesús: “Sin mí no
pueden ustedes hacer nada” (Juan 15:5). Aunque vivimos en una época en la que
están de moda la independencia y el individualismo, el Señor anhela que seas un
joven que dependa por completo de él. Y es que lo realmente perdurable en esta vida,
y en la venidera, es lo que puedas conseguir como resultado de una buena relación
con tu Dios. No vayas a suponer que con Cristo se vive una vida infructífera, pues el
que permanece unido al él tendrá muchos frutos. ¿Quieres esos frutos?
#TodoloPuedoenCristo
í Inmortalidad

U t e a :

E
n un artículo publicado en la página Vallewng.pau-ker.com, se recoge el deseo
de cinco multimillonarios: derrotar a la muerte y convertir a los seres huma­
nos en inmortales. ¿Cómo lo lograrán?
Peter Thiel, cofundador de PayPal, ha invertido una gran cantidad de dinero en
la SEN S Research Foundation. En su página electrónica, SEN S deja bien claro que
cree que es posible que podamos vivir sin enfermedades, y para ello se ha dedicado a
investigar el rejuvenecimiento a través de la biotecnología.
William Andregg, el fundador de Halcyon Molecular, una empresa dedicada a
la investigación nanotecnológica, se propuso encontrar la manera de que vivamos
millones y billones de años.
Según Sergey Brin, cofundador de Google, ahora tenemos la oportunidad de
legitimar la búsqueda de la vida eterna. Para ello Google ha invertido cientos cíe
miles de dólares en Singularity University.
El multimillonario ruso, Dmitri Itskov ha puesto en marcha el Programa 2045.
El objetivo de dicha iniciativa es darle a la humanidad la victoria .sobre la muerte
antes del año 2045.
Sin duda alguna el que más empeñado está en el proyecto de sacarle partido a la
muerte es Larry Ellison, el quinto hombre más rico del mundo. El señor Ellison ha in­
vertido más de cuarenta millones de dólares en la Ellison Medical Foundation, a fin de
encontrar la mejor manera de extender la vida.
Es loable la intención de extender las expectativas de vida de cada ser humano. Pero
de ahí a pretender que la ciencia y la tecnología puedan poner fin al dilema de la muerte,
hay una gran distancia. Sin importar cuán ricos sean estos personajes, les vendría bien
saber que su dinero nunca podrá comprar la inmortalidad, porque la inmortalidad es una
cualidad que solo tiene Dios, por que él “es el único inmortal” (1 Timoteo 6:16).
Como joven debes entender que mientras haya pecado en el mundo, habrá muerte;
por tanto, no estás exento de ella. Dada esa irrefutable realidad, es mi deseo que puedas
repetir estas palabras del Salmista: “Siempre estoy en peligro de muerte, pero no
me olvido de tu enseñanza” (Salmo 119:109). Si de verdad queremos ser inmortales
y obtener la victoria sobre la muerte, entonces hemos de acudir a Dios, y él nos re­
galará la inmortalidad. ¿Cuándo ocurrirá? Cuando el Señor Jesús regrese y nos sa­
que de este mundo de muerte.

#VidaenJesús #JesúseslaVida
I
"% redecir el futuro puede ser una actividad arriesgada. Déjame compartir conti-
go algunas declaraciones “proféticas” de personajes muy brillantes, que resul-
taron rotundamente equivocadas.
Una comunicación interna de la compañía Western Union, fechada en 1876, decía:
“Ese aparato llamado ‘teléfono’ presenta demasiadas deficiencias para que pueda consi­
derarse un medio de comunicación. Es algo que no tiene valor alguno para nosotros”.
Lord Kelvin, presidente de la Royal Society, dijo en 1895: “Los aparatos voladores
más pesados que el aire no son factibles”.
El Parlamento Inglés dijo del bombillo eléctrico: “No merece la atención de hom­
bres de ciencia prácticos”. Hoy no imaginamos la vida sin ese instrumento.
Thomas Watson, presidente de la IBM, dijo en 1943: “Pienso que existe un merca­
do mundial para quizá unas cinco computadoras”. Yo estoy escribiendo este mensaje en
una de las más de mil millones que hay en circulación.
La revista Mecánica Popular, en 1949 afirmó: “En el futuro, las computadoras pe­
sarán a lo sumo una tonelada y media”. La mía pesa menos de cinco libras.
Ken Olson, presidente y fundador de Digital Equipment, dijo en 1977: “No existe
razón alguna para que alguien desee tener una computadora en casa”. Yo llevo una en
mis manos todo el día.
Charles H. Duell, director de la Oficina de Patentes de EE.UU., comentó en 1899:
“Todo lo que podía haberse inventado ya ha sido inventado”. Ni siquiera comentaré lo
que dijo ese hombre.
Solo hay una persona capaz de predecir el futuro con exactitud: Dios. ¡Y lo ha he­
cho! Si pones tu vida bajo su dirección, él te promete que estarás en primer lugar, no
en último (Deuteronomio 28:13), ninguna arma prosperará contra ti (Isaías 54:17), co­
rrerás y no te cansarás (Isaías 40:31), tu trabajo prosperará (Deuteronomio 28:12). En
fin, tendrás “cien veces más ahora” (Marcos 10:30). ¿Y en la eternidad? Pues Dios ha
dicho que vivirás con él, en un lugar en el que no habrá muerte, ni clamor ni dolor.
Verás a Dios cara a cara y su nombre estará escrito en tu frente (Apocalipsis 21:3, 4;
22:4). Y lo mejor de todo es ¡que las predicciones de Dios sí se cumplen!
#FuturoGloriosoenJesús
A
lguna vez has escuchado hablar de Ray Tomlinson? En 1971 este persona­
je fue el primero en usar la arroba (@) en el campo de la informática.
Tomlinson usó la arroba para crear la primera dirección de correo electró­
nico: tomlinson@bbn-tenexa. Desde entonces este símbolo se utiliza para especificar
en qué servidor se aloja tu cuenta.
Pero la @ también tiene otro uso. En las redes sociales, especialmente en Twitter,
la arroba es el prefijo de tu nombre como usuario, y es muy común usarla para aludir
a ciertas personas en un comentario en particular. Por ejemplo, cuando quieres decir
que estás con alguien utilizas la @ para etiquetar a esa persona, y de ese modo ella
podrá tener acceso a la información que estás transmitiendo. ¡í árales son las perso­
nas que más etiquetas en tus publicaciones? Obviamente han de ser tus amigos más
cercanos, tus familiares o tal vez tus compañeros de trabajo, debido a que con ellos
pasas la mayor parte de tu tiempo.
Según el relato de Marcos 5, después de que Jesús expulsó a los demonios que go­
bernaban la vida del gadareno, el exendemoniado quiso acompañar al Señor. Sin
embargo, Jesús se negó a aceptar tal petición. ¿Por qué? Porque el Señor tenía un plan
especial para ese hombre: “Ve a tu casa, con tus parientes y cuéntales todo lo que el
Señor te ha hecho”. Si el gadareno hubiese tenido Twitter tal vez hubiese dado su
testimonio de la siguiente manera: @Jesús me sanó y me salvó. También lo puede
hacer contigo @papá @mamá ©hermanos @primos etcétera.
Nuestra vida en sí misma es la mejor red social en la que hemos de publicar todo
lo que Dios ha hecho con nosotros. ¿Con quién te gustaría compartir tu testimonio
personal? Probablemente quieras gritar a los cuatro vientos las bendiciones que has
recibido del Señor. Tal vez has soñado con irte de misionero a tierras lejanas y luego
contar tu maravillosa experiencia. Todo eso está muy bien; pero ten en cuenta que
puedes ser misionero “en tu casa”, con tu gente cercana, con tus amigos. Ellos nece­
sitan conocer tu historia. Así que compártela con ellos. Cuéntales cómo Dios ha
tenido compasión de ti.
#ComparteTuTestimonio #TestimonioPersonal

H
La lista de Cristo

L
a mayoría de nosotros ha oído hablar de la lista de Oskar Schindler, el alemán
que salvó de los hornos crematorios nazis a más de mil judíos. Sin embargo,
muy pocos conocemos a Chiune Sugihara.
Chiune fue cónsul del Imperio Japonés en Lituania durante la Segunda Guerra
Mundial. Cuando Hitler invadió Polonia el Io de octubre de 1939 muchos judíos
escaparon a Lituania. Pero cuando los nazis invadieron Lituania en 1940 la situa­
ción de los judíos en ese país se tornó bastante desalentadora. Es en ese momento
oscuro de la vida de los descendientes de Jacob cuando entra en acción Chiune
Sugihara. Aprovechando su cargo, Sugihara ayudó a miles de judíos a salir de Li-
tuania, otorgándoles visados de tránsito para que pudieran viajar a Japón. Por su­
puesto, ayudar a los judíos puso en riesgo la carrera de Chiune y la seguridad de su
familia, puesto que lo hizo contrariando las órdenes del gobierno japonés. Final­
mente, tras haber otorgado visas a miles de judíos, el Ministerio de Relaciones Ex­
teriores lo depuso de sus funciones consulares.
Cuando se le preguntó por qué había desafiado a su gobierno sabiendo que le cos­
taría su exitosa carrera, Sugihara dijo: “Porque los judíos eran seres humanos que
precisaban ayuda. [...] Estoy contento de haber hallado la fuerza que necesitaba para
ayudarlos” (The Greatest Stories Never TolcL, p. 174).
Como a Chiune Sugihara, en algún momento nos tocará a nosotros escoger en­
tre lo que nos conviene o lo que es correcto. Más de una vez un acto de nobleza con­
llevará un elevado precio para quien lo practica. Jesús es el vivo ejemplo de esto. El
Maestro pudo haberse quedado en el cielo y disfrutar las comodidades del paraíso en
comunión con los ángeles. Sin embargo, no se quedó de brazos cruzados viendo
cómo el dominio de Satanás estaba condenando a los seres humanos a la perdición
eterna. El Hijo de Dios descendió a la tierra, se humanó, y entregó su vida para que
el nombre de cada uno de nosotros quede inscrito “en el libro de la vida del Cordero
que fue sacrificado” (Apocalipsis 13:8).
Aunque no formamos parte de las listas de Schindler y Sugihara, sí podemos for­
mar parte de la lista de Cristo, la lista de los salvados.
#laListadeCristo #SalvaciónenJesús
©
El niño
§?' que pudo hacerlo
'wmsm

m
i

uenta la historia que dos niños patinaban alegremente sobre un lago helado
cuando, de pronto, el hielo se rompió y uno de ellos cayó al agua. La corriente
interna lo arrojó varios metros por debajo de la parte helada. La única mane­
ra de salvarlo era rompiendo la capa de hielo que lo cubría.
El otro niño comenzó a gritar pidiendo ayuda, pero como nadie le respondía bus­
có una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas una y otra vez. Gol­
peó, golpeó y golpeó hasta que finalmente se hizo una grieta. Entonces metió el bra­
zo, agarró a su compañero y logró salvarlo de una helada muerte.
Varios minutos después llegaron los bomberos. Cuando el pequeño héroe les con­
tó lo que había ocurrido y cómo había logrado salvar a su compañero, los rescal isl as
no paraban de preguntarse cómo aquel niño tan pequeño había sido capaz de romper
una capa de hielo tan gruesa.
-E s imposible que lo haya logrado con sus pequeñas manos; no es posible, no tiene
la fuerza suficiente. ¿Cómo ha podido conseguirlo? -comentaban entre ellos.
U n anciano que estaba por los alrededores, tras escuchar la conversación de los
bomberos, se acercó a ellos y les dijo:
-Yo sí sé por qué lo logró -dijo.
-¿Por qué? -preguntaron sorprendidos.
-Porque no había nadie a su alrededor que le dijera que no podría lograrlo.
La Biblia está repleta de personajes que alcanzaron el éxito porque nadie les
dijo que no podían lograrlo. Hicieron cosas asombrosas, que humanamente ha­
blando parecerían imposibles de realizar. Por ejemplo, José llegó a ser primer mi­
nistro de Egipto porque nadie le dijo que no podría lograrlo; Gedeón derrotó a los
madianitas porque nadie le dijo que no podría lograrlo; Ester salvó a su pueblo por­
que nadie le dijo que no podría lograrlo; Zaqueo pudo ver a Jesús porque nadie le
dijo que no podría lograrlo.
¿Alguien te ha dicho que no puedes alcanzar esa meta que te has propuesto? ¡No
le hagas caso! Afórrate a lo que dice el texto de hoy: “¡Todo es posible para el que
cree!” (Marcos 9:23), para el que deja de confiar en sus propios talentos y decide creer
que unido a Dios hará lo que de otra manera le es una imposibilidad. Si el niño de
nuestro relato pudo, ¡tú también podrás!
#SíSePuede #TodoEsPosibleparaelqueCree
Tu música

íi'ir.íl íi'Jofiiti"
; r .-O 1 • <

E
n el año 2000 se popularizó el uso de Napster, un sistema de distribución de
archivos MP3. Napster inició una “revolución musical” que cambió la indus­
tria de la música para siempre. El 22 de octubre del año 2001 Steve Jobs sor­
prendió al mundo al anunciar el reproductor MP3 de Apple, mejor conocido como
iPod. Este revolucionario dispositivo le “puso la tapa al pomo” de la revolución mu­
sical iniciada por Napster. Desde su salida al mercado hasta el presente se han ven­
dido más de doscientos millones de iPods en el mundo, haciéndolo el reproductor de
música más vendido de la historia.
U na de las ventajas del iPod es que te permite no solo reproducir música, sino
también crear tus propias listas de reproducción con tu música preferida. Para algu­
nas personas sus listas de reproducción son tan personales que compartirlas es lo
mismo que divulgar un secreto íntimo.
Muchos jóvenes organizan sus listas de reproducción dependiendo de su estado de
ánimo, pues se ha demostrado que la música influye directamente en nuestro ánimo.
¡Imagínate el poder que tiene la música! No sé si te has fijado, pero siempre tenemos
una canción en la punta de la lengua dependiendo de la situación. Cantamos cuando
nos enamoramos, cuando celebramos un cumpleaños, cuando adoramos, cuando esta­
mos atravesando una situación difícil... En fin, tenemos música para todo.
Los niños de nuestras iglesias suelen recitar lo que se conoce como “Ley del
Conquistador". Dicha ley dice que siempre debo “conservar una canción en mi
corazón”. A sí que hoy quiero preguntarte, querido amigo, querida amiga: ¿Qué
canciones hay en tu corazón? ¿Qué tipo de música tienes en tu lista de reproduc­
ción? ¿Cuáles son las canciones que influyen en tu estado de ánimo? N o sé tanto
de música como me gustaría, pero a juzgar por el texto bíblico de hoy una cosa es
cierta: la música tiene tanto poder que puede incluso ahuyentar a los espíritus
malignos, o atraerlos agregaría yo. A sí que hoy elige bien la música que te acom­
pañará, y no olvides honrar a Dios en lo que escojas escuchar.
#UnaCanciónenMiCorazón
©
La meta
de William

STO?
í ¡f# J -i
Illil f

' ' . S S É ft

l $ át**^ 1 Dios me Permite> algún día haré posible que un joven que maneja el
arado en Inglaterra, sepa más de la Escritura que el papa mismo”. Esa fue
la meta que se propuso William Tyndale en una época cuando la Palabra
de Dios nada más podía ser leída por los miembros de la élite sacerdotal y los inte­
grantes de la nobleza que podían pagar una pequeña fortuna por adquirir el ejem­
plar de un libro.
Tras haber leído el Nuevo Testamento Griego de Erasmo, William se dio cuen­
ta de la radical diferencia que había entre las verdaderas enseñanzas bíblicas y lo
que él mismo había aprendido como sacerdote católico. La única manera de reme­
diar esa situación era poniendo la Palabra de Dios al alcance de la gente común.
Ilusionado con el proyecto, William se entrevistó con el obispo. Con mucha elo­
cuencia le planteó al prelado la imperiosa necesidad de que las Sagradas Escrituras
llegaran a cada hogar de Inglaterra. Sin embargo, el obispo se opuso al plan y le
prohibió tajantemente llevar a cabo dicha tarea. William tenía dos opciones: 1)
seguir luchando por alcanzar su meta de que la Biblia llegara a todos; 2) obedecer
a su superior. Por supuesto, para él era más importante que “la Palabra del Señor
corra” (2 Tesalonicenses 3:1, RV95); es decir, ¡que el mensaje de salvación llegara
a los ingleses en su propio idioma! A sí que bajo la dirección del Espíritu de Dios se
propuso seguir adelante con el proyecto.
William Tyndale abandonó Inglaterra y se trasladó a la ciudad de Worms, en
Alemania. A llí completó la traducción del Nuevo Testamento al inglés, y en 1526
imprimió tres mil ejemplares. Desde entonces se desató una feroz persecución contra
ese noble hijo de Dios. El 21 de mayo de 1535 fue arrestado en Bruselas y el 6 de oc­
tubre de 1536 fue ahorcado y luego su cuerpo incinerado. ¿Su delito? Proponerse que
los jóvenes de habla inglesa leyeran y comprendieran la Palabra de Dios.
Hoy, cuatrocientos ochenta años después de su muerte, me pregunto: ¿Valió la
pena el sacrificio de Tyndale? ¿Eres tú un joven “que enseña debidamente el mensaje
de la verdad” (2 Timoteo 2:15)?
ALeelaBiblia #elMensajedelaVerdad
No te distraigas

H
erbert Hoover, presidente de los Estados Unidos desde 1929 hasta 1933, era
un apasionado fanático del béisbol, que solía hacer el primer lanzamiento
del primer partido de los Senadores de Washington. Públicamente llegó a
decir que “la religión y el béisbol son las instituciones que mayor impacto han tenido
en la vida americana”. De hecho, entre el 24 de enero y el 22 de marzo de 2015, el
Museo Presidencial Hoover puso en exhibición su colección privada, que incluye
aproximadamente ciento ochenta pelotas firmadas por jugadores estelares de la épo-
ca, incluyendo a Babe Ruth.
Su pasión por el béisbol era tan grande que en 1931, en medio de la Gran Depre­
sión que aquejaba al país, viajó en tren desde Washington hasta San Luis para reali­
zar el primer lanzamiento del primer partido de la Serie Mundial entre Filadelfia y
San Luis. Según nos cuenta Kay D. Rizzo, cuando el presidente llegó al estadio fue
rodeado por los periodistas. Preguntas, fotos, risas... todo estaba saliendo de maravi­
lla. Como la gente le insistió en que se hiciera fotos mientras lanzaba algunas pelo­
tas, el presidente se demoró en entrar al estadio y el partido tuvo que comenzar sin
él. “A pesar de los esfuerzos que había hecho para tener el privilegio de hacer el pri­
mer lanzamiento, Hoover perdió la oportunidad: se dejó distraer de su objetivo” (En
la cima, p. 230).
Como puedes notar, dejarte distraer del objetivo que tienes para tu vida no te
dará buenos resultados. En eso tenemos mucho que aprender de Cristo. Nada ni na­
die lo pudo distraer de la meta que se propuso lograr cuando descendió a este mundo
de pecado. Satanás, los fariseos, incluso sus propios discípulos intentaron disuadirlo
de su misión, pero no lo lograron. Su mente siempre estuvo enfocada en esto: “Yo no
he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se vuelvan a Dios” (Lu­
cas 5:32); “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”
(Juan 10:10). A l despreciado Zaqueo, le dijo: “El Hijo del hombre ha venido a buscar
y salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).
Jesús está empeñado día y noche en una solo cosa: ¡Salvarte! Nada podrá dis­
traerlo de esa maravillosa misión.
#NoTeDistraigas #SalvaciónenJesús
Conságrate a Dios

L
e preguntaron a un ancianito cómo había sido su consagración a Dios.
Tras pensar por unos segundos, el hombre dio esta respuesta:

-Yo acostumbraba a ser comparativamente puro, relativamente honesto, y más


o menos consagrado.
Sin duda su ejemplo es lo que podríamos llamar una vida cristiana a tiempo par­
cial. ¿Es eso lo que Dios espera de ti? Claro que no. Jesús espera una consagración
completa. Pero ¿en qué consiste la consagración? La respuesta a esa pregunta puede
ser la causa de la mayor parte de nuestros problemas espirituales. Hay quienes supo­
nen que la consagración es una experiencia mística, un don especial que solo han
recibido unos pocos; otros piensan que la consagración tiene que ver con experien­
cias paranormales, que van más allá de lo que realmente es posible para seres comu­
nes y corrientes como somos nosotros. ¡Pero no es así! Tú y yo podemos llegar a ser
gente consagrada.
Creo" que la siguiente ilustración de Dwight L. Moody nos ayudará a entender
lo que estamos diciendo. Cuenta Moody que en cierta ocasión se le preguntó a un
humilde trabajador qué hacía para mantenerse firme en los caminos del Señor. El
hombre respondió con estas palabras: “Me acerqué al Salvador, me recibió y nunca
le dije adiós”.
Eso es consagración: Mantenernos cerca del Señor en todo momento. Te acon­
sejo que memorices esta archiconocida declaración inspirada:
“Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primera tarea. Sea tu ora­
ción: ‘Tómame, ¡oh Señor!, como enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus
pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo, y sea toda mi obra hecha en ti’. Este
es un asunto diario. Cada mañana, conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus
planes a él, para ponerlos en práctica o abandonarlos, según te lo indique su provi­
dencia. Podrás así poner cada día tu vida en las manos de Dios, y ella será cada vez
más semejante a la de Cristo” (El camino a Cristo, cap. 8, p. 104).
¿Crees que es posible para ti poner en práctica lo que dice esa maravillosa decla­
ración? Si lo haces, serás, como dice el texto de hoy, “un objeto precioso, consagrado
y útil al Señor, apropiado para cualquier cosa buena”.

#ConságrateaDios
á S Itte ,

Un juego mortal

E
n su libro Finding God, Phillip Yancey cita un relato del historiador y crítico
de arte Robert Hughes. Según Hughes, un hombre que había sido condenado
a pasar el resto de su vida en la cárcel fue enviado a un penal de máxima se­
guridad en una isla australiana. Un día el convicto, sin haber recibido ningún tipo
de provocación, se levantó y asesinó a uno de sus compañeros.
Cuando compareció delante del juez, el asesino narró sin remordimientos cómo
había asesinado al otro preso. Tras haberlo oído con atención, el juez le preguntó:
-¿Por qué lo hiciste? ¿Qué te motivó?
-Porque estoy cansado de vivir en un lugar como este -respondió el asesino.
-Sí, lo entiendo. En ese caso pudiste lanzarte al mar y acabar con tu propia vida.
¿Pero por qué asesinar a otro?
-Bueno, lo que pasa es que soy católico. Si yo me suicidio iré directamente al in­
fierno. Pero si asesino a otro, antes de que ustedes me ejecuten yo podré confesarme
ante un sacerdote y Dios me perdonará.
Entonces, Yancey se pregunta: “¿Por qué no asesinar, como lo hizo ese prisionero
australiano, si tú sabes de antemano que recibirás el perdón?” (p. 180).
¿Alguna vez has pecado de esa manera? ¿Es decir, con alevosía y premeditación
porque sabes que cuando pidas perdón Dios te perdonará? Solemos creer que todo se
resuelve cuando recibimos el perdón divino, pero el problema de jugar con el pecado
es que al final puede llevarte a un punto en que no querrás recibir el perdón. Te pon­
dré un ejemplo. ¿Podía Jesús perdonar la traición de Judas? ¡Claro que sí! Sin embar­
go, Judas consideró que la solución a su problema era ahorcarse. ¡Y eso fue lo que
hizo! ¿Crees que Judas planificó ahorcarse? No, lo que él planificó fue traicionar a
Jesús. Pero el pecado logró dominarlo de tal manera que el traidor ya no quiso pedir
perdón por su pecado.
Aunque la Biblia dice que “cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”
(Romanos 5:20, RV95), hemos de cuidarnos de no seguir pecando porque contamos
con un Dios de amor. Precisamente porque servimos a un Dios que nos ama es que
debemos apartarnos del pecado.

#UnJuegoPeligroso #NoJueguesconelPecado
C
| on lágrimas en los ojos se acercó a su madre y le dijo: “Mamá, el entrenador
me ha dejado fuera del equipo”. Como no estaba dispuesto a renunciar a la
* posibilidad de jugar al baloncesto, un día fue a la cancha y le dijo al entrena­
dor: “Por favor, déjeme acompañar al equipo”.
El entrenador se lo negó en varias ocasiones, pero ante tanta insistencia, una vez
le dijo: “La única manera en que podrás ir con el equipo principal es si estás dispues­
to a cargar los uniformes de los jugadores”. La reacción del muchacho no se hizo es­
perar: “Si eso es lo que usted necesita, lo haré”.
Desde entonces se propuso llegar a ser un gran jugador de baloncesto. Trabajó día
y noche a fin de mejorar su rendimiento. Tan arduo fue su esluerzo, que en tan solo
un año creció de 1.77 a 1.90 m. Luego comenzaron a llegar los momentos buenos.
Recibió una beca para estudiar en la Universidad de Carolina del Norte, en la que
brilló como uno de los mejores jugadores de la N C A A .
Llegó el Draft de 1984. La primera selección pertenecía a Houston. ¿A quién eli­
gieron? A Hakeen Olajuwon. La segunda selección le correspondía a Portland. En
aquel entonces brillaban los jugadores de gran estatura, así que Portland optó por ¡|
seleccionar a Sam Bowie. Finalmente, Chicago seleccionó al joven de nuestra histo­
ria en la tercera posición del Draft. I
Pero no todo termina ahí. El gran sueño de ese jovencito era firmar un contrato
con Adidas, la marca de ropa deportiva más prestigiosa de la época. En cambio, Adi- |
das lo rechazó porque era muy “pequeño” y preferían jugadores “más grandes”. Nues­
tro chico tuvo que conformarse con firmar con Nike. Hoy los consumidores hacen
filas enormes para conseguir sus tenis.
Rechazado en la secundaria, rechazado como la primera opción del Draft, re­
chazado por Adidas... ¿Ya sabes de quién te estoy hablando? De Michael Jordán, el
número 23 de los Chicago Bulls. Muchos dudaron de que Michael pudiera llegar a
convertirse en un gran jugador. La experiencia de Jordán nos enseña que no deja
de tener vigencia el consejo dado por Jesús: “N o juzguen ustedes por las aparien- ¡
cias” (Juan 7:24). Hoy tendremos maravillosas oportunidades para poner en prác­
tica el consejo del Maestro. ,¡
■ HasAparienciasEngañan -^perseverancia
23 - Parte II

finales de la década de 1980 y durante gran parte de los noventa era muy
común escuchar al narrador de la N B A decir: “Y ahora, desde Carolina del
j L I k , Norte, midiendo 1.98, su majestad del aire, ¡Michael Jeffrey Jordán!” Enton­
ces Jordán entraba a la duela con el número 23 en su camiseta. Jordán es considerado
el mejor deportista del siglo XX. Fue seis veces campeón de la NBA, seis veces juga­
dor más valioso de las finales, participó catorce veces en el juego de las estrellas,
ganó en cinco ocasiones el título Jugador Más Valioso de la temporada y ganó dos
medallas de oro en las olimpiadas.
Aunque no lo creas, si hay alguien que también conoció el fracaso ese es Jor­
dán. Ayer te conté que cuando tenía quince años lo descartaron del equipo de ba­
loncesto porque, comparado con su estatura (1.80 metros), era “débil y frágil”.
¿Cómo superó Jordán ese impedimento y se convirtió en la superestrella que todos
admiramos? Perseverando. Una de sus frases célebres reza: “He fallado una y otra
vez en mi vida y por eso triunfé”.
La perseverancia de Jordán es casi legendaria. Se dice que cada día lanzaba dos
mil tiros en su cancha personal. En la postemporada de 1996-1997, los Bulls de
Chicago se enfrentaban a los Jazz de Utah, en el quinto juego de una serie de siete.
La serie estaba empatada a dos. Jordán jugó 44 de los 48 minutos del partido, ¡pero
lo hizo con fiebre! Y aun así anotó 38 puntos y le dio la victoria a su equipo. Final­
mente ganaron toda la serie. Una de sus frases más famosas pone de manifiesto su
filosofía de vida: “Algunas personas quieren que algo ocurra, otras sueñan con que
ocurra, otras hacen que suceda”. Sin duda alguna, él es de los que hacen que las
cosas sucedan.
La perseverancia de “su majestad del aire” lo llevó a la cima; él no se rendía, siem­
pre se mantenía en la cancha dando lo mejor de sí hasta el último segundo del juego.
Es mi deseo que tú también perseveres en tu trabajo, en tus estudios, en tus relacio­
nes interpersonales, y sobre todo en tu relación con Dios, no olvides que “el que per­
severe hasta el fin, este será salvo” (Mateo 24:13, RV95).
#perseverancia VNoTeRindas
E
l 21 de marzo del 2015 me encontré con Sandy Rodríguez. Sandy no es un
personaje famoso, no ha hecho un descubrimiento científico. Es un joven
como tú y como yo. Entonces, ¿por qué quiero hablarte de Sandy?
Ese día nos juntamos un grupo de amigos, y él contó a los presentes que yo le ha-
bía sacado la decisión al bautismo cuando él estaba borracho. Todos me miraron con
asombro, y yo les dije que era cierto, que convencí a Sandy de que se bautizara cuan­
do se hallaba bajo los efectos del alcohol. Todavía recuerdo vividamente el lugar
exacto donde hablé con él. En aquel tiempo Sandy tenía 14 o 15 años. ¿Qué futuro
podría tener un jovencito de su edad, sumergido en las garras del alcohol? Su condi­
ción era tan deplorable que yo no podía esperar más tiempo. Solo el evangelio de
Jesús le daría una mejor esperanza de vida. Así que no me contuve, le prediqué y le
pedí que se bautizara. ¡Y él aceptó!
Por supuesto, varios se me acercaron para cuestionar mi decisión de bautizarlo.
Decían que Sandy no estaba preparado, que esa decisión no sería permanente, que
yo tenía que esperar a que diera “frutos”. En fin, una retahila de argumentos que pro­
curaban. evitar que Sandy entrara a las aguas del bautismo. No les hice caso, y lo
bauticé. ¿Y qué ha pasado con Sandy? Por supuesto, ya no consume alcohol. Ahora
Sandy es un líder de la iglesia. Aprendió inglés, está terminando la carrera de Inge­
niería Electromecánica y, al mismo tiempo, está cursando una licenciatura en Mate­
máticas. El Espíritu de Dios transformó a Sandy en otro hombre.
La experiencia de Sandy evoca en mí estas palabras: “Pero Dios es tan misericor­
dioso y nos amó con un amor tan grande, que nos dio vida juntamente con Cristo
cuando todavía estábamos muertos a causa de nuestros pecados” (Efesios 2:4-5). ¿Te
fijaste bien cuándo fue que recibimos la vida? ¡Cuando estábamos muertos, es decir,
sumergidos, en nuestros pecados!
Apreciado lector, independientemente de cuál sea tu condición, tu vicio, tu pe­
cado, tú puedes entregarle tu vida a Jesús ahora mismo. Y el Dios que transformó a
Sandy, también te trasformará a ti. No tienes que esperar más. Hazlo ahora, y no te
arrepentirás.
#VidaNueva #JesúsPuedéTransformarte

H
:lebra en los Estados Unidos el famoso “Viernes Negro”. N o vayas
íer que dicho nombre ha de encerrar algún significado macabro,
en lo demoníaco. Nada que ver. Se suelen dar dos explicaciones
en cuanto al origen de la frase. Algunos proponen que “Viernes Negro” fue el tér­
mino que acuñaron los policías debido a la gran cantidad de gente y de vehículos
que ese día abarrotan los centros comerciales y las calles de las principales ciuda­
des de los Estados Unidos.
Por otro lado, como el “Viernes Negro” da inicio a la temporada de compras na­
videñas, hay quienes sugieren que el nombre se debe a que los registros de contabili­
dad de los establecimientos comerciales pasan de rojo (déficit) a negro (superávit).
Como las tiendas ofrecen grandes descuentos, la gente sale a comprar desde antes de
la medianoche a fin de aprovechar las ofertas inigualables que únicamente podrán
conseguirse ese día. Tanto por los significativos descuentos corno por la cantidad de
personas que moviliza, el “Viernes Negro” ha llegado a ser un día que muchos espe­
ran con ansias. En 2014 las compras superaron los sesenta mil millones de dólares.
Hace dos mil años hubo un “viernes negro”, el más negro de la historia. Lucas
nos cuenta que aquel viernes, mientras el Hijo de Dios se hallaba clavado en la
cruz, “toda la tierra quedó sumida en oscuridad” (Lucas 23:44, NVI). Ese día Dios
hizo la mayor oferta que alguna vez hayan recibido los seres humanos: puso la sal­
vación, de forma gratuita, al alcance de todos nosotros. Además, aquel renegrido
viernes en el Gólgota, Dios no solamente hizo un simple descuento en nuestra
deuda, ¡sino que la pagó por completo!
Ese “viernes negro” el Señor llevó sobre sus hombros el peso de tu culpa, cargó
con tus pecados, para que hoy pudieras disfrutar de vida eterna. ¡Qué amor tan ma­
ravilloso! ¿Sabes qué es lo mejor del negocio? Que no necesitas hacer una larga fila,
durante varias horas, para aprovechar esa extraordinaria oferta salvífica. La invita­
ción está abierta: “¡Vengan a las aguas todos los que tengan sed! ¡Vengan a comprar
y a comer los que no tengan dinero! Vengan, compren vino y leche sin pago alguno”
(Isaías 55:1, NVI).
#JesusSalva
Polimatía

F
ritz Kreisler es uno de los más grandes violinistas de la historia. Aunque la
edad mínima para entrar al Conservatorio de Música de Viena era catorce,
Fritz se convirtió en el alumno más joven al ser aceptado como estudiante de
música a los siete. A los diez ya se había graduado. El 10 de noviembre de 1888, con
apenas trece años, debutó en los Estados Unidos dando un concierto en el Steinway
Hall de la ciudad de Nueva York. En su tiempo se llegó a decir que no había “un so­
nido más perfecto en el mundo que el violín de Fritz Kreisler”.
La siguiente anécdota contada por José llic Toro en Memorias de un médico rural
hace evidente el sitial de Fritz en la historia de la música. “En un café se encuentran
juntos Jascha Heifetz y Mischa Elman. El mozo trae una misiva que dice en el sobre:
‘Para el más grande violinista del mundo’. La recibe Mischa Elman y se la pasa a Jas-
cha Heifetz. Este modestamente se la devuelve diciendo: ‘No. Usted es el violinista
más grande del mundo’. Y en esto están un rato atribuyéndose uno al otro la suprema
maestría del violín, hasta que deciden abrir el sobre, que trae una carta cuyo encabe­
zamiento dice: ‘Querido Fritz’ ” (p. 67).
Fritz no solo llegó a ser un gran violinista, también se destacó como pianista y
compositor, pintor y médico. ¿Cómo perfeccionó todos sus talentos? Pues solo tenía
una manera: usándolos. Innegablemente Fritz tenía el don de la polimatía. ¿Y qué es
eso? Es la capacidad de dominar distintas materias.
Tú también posees alguna habilidad excepcional, y si la usas adecuadamente lle­
garás a ser experto en distintas disciplinas. Nada más tienes que poner en práctica el
talento que Jesús te ha dado. N o importa cuál sea, ni que sientas que es pequeño; no
olvides que todos tenemos distintos dones. El secreto para multiplicar el talento que
ya tienes radica en que lo uses tanto en tu propio crecimiento como en el de los que
te rodean. Eso lo enseñó Jesús en la parábola de los talentos de Mateo 25. No entierres
el don que hay en ti. Practica, trabaja, perfecciónalo. Si eres bueno con uno, puedes
estar seguro de que serás bueno con dos, con tres...
^polimatía #UsaTusTalentos
Éxito

1® |M ?1® Ü 1SSÍ1Ü
III

’ H 1’ _LrJ‘ I i 1 ÉÍ

Q
uizás ya te habrás dado cuenta de que admiro a Steve Jobs. Cuando falleció,
el mundo perdió a un gran hombre de visión. Hoy quiero que hagamos un
recorrido por los aportes más reconocidos de Steve Jobs al mundo de la tec­
nología.
El 22 de octubre del 2001 Jobs presentó al mundo el iPod, el reproductor de ar­
chivos MP3 que ha vendido más de doscientos millones de dispositivos, y que revo­
lucionó la forma como escuchamos música. El 29 de junio de 2007, tras varios meses
de rumores, Steve Jobs anunció el iPhone, un teléfono inteligente con pantalla táctil,
que desde su salida ha marcado la pauta en cuanto a teléfonos inteligentes y fue de­
nominado el invento del año en 2007. Por último, el 27 de enero de 2010, en una de
sus últimas presentaciones como presidente de Apple, Jobs presentó al mundo la que
ha sido hasta el momento la tableta más vendida: el iPad.
¿Sabes qué es lo curioso de todo esto? Steve Jobs no inventó el reproductor de
MP3. El primer MP3 player fue el MPMan FIO de Saehan Information Systems, una
empresa coreana. Jobs tampoco inventó el teléfono inteligente, el primero fue el IBM
Simón Personal Comunicator, cuyo prototipo apareció en 1992 y cuya venta comen­
zó en 1994. Por último, Steve tampoco inventó las tabletas, la primera fue la Micro­
soft Table PC, que salió a la venta en el 2001. ¡Casi diez años antes que el iPad!
¿Por qué te cuento todo esto? Sé que estás buscando el éxito, que quieres destacar
y triunfar en la vida, y puede que te preguntes cómo se logra. Pues Salomón dice
que no tienes necesariamente que ser el más veloz para ganar la carrera, ni el más
valiente para ganar la batalla. Steve Jobs te diría que no tienes que ser pionero en
inventar algo para triunfar, solo tienes que perseverar y hacer lo mejor con lo que
tienes a mano pues “el tiempo y la suerte les llegan a todos”. Elena de White dijo
que “Dios da las oportunidades, el éxito dependerá del uso que hagas de ellas”.
¿Aprovecharás tu oportunidad?
#éxito #perseverancia
Uno más
poderoso

..

U
n amigo me contó una experiencia muy singular. Mientras impartía una
campaña de evangelización, una visitante le mandó decir que le urgía verlo.
Mi amigo buscó al pastor de la iglesia, y juntos visitaron a la señora. Cuando
llegaron a la casa, ella comenzó a llorar y no pudo susurrar ni siquiera una palabra.
Como la situación no mejoraba, ambos decidieron abandonar el lugar.
Pasado un tiempo, el pastor de la iglesia volvió a hablar con la señora. Le pre­
guntó por qué no había parado de llorar aquel día. “Pastor -dijo ella-, yo mandé a
buscar a su compañero porque el diablo me lo ordenó; y me dijo que cuando su
compañero entrara a mi casa, yo debía matarlo. Pero cuando él entró, a su lado es­
taba uno más poderoso que Satanás. Y no pude hacerle daño. Lloraba por no haber
podido cumplir mi labor”.
Siempre me he preguntado qué habría sido de mi amigo si “Uno más poderoso”,
nuestro Señor Jesucristo, no hubiera estado a su lado aquel día. Los jóvenes suelen
tener en poca estima el hecho de que mantenemos una lucha “contra malignas fuer­
zas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre el mun­
do de tinieblas que nos rodea” (Efesios 6:12). Tenemos un enemigo real, repleto de
poderes especiales. Él es mucho más peligroso que Loki o que Thanos. Él dirige una
liga de las tinieblas que diariamente siembra dolor y sufrimiento en nuestro planeta
mucho peor que en Batman Begins.
No te quedes ahí esperando a que Los guardianes de la galaxia o los A vengers ven­
gan a auxiliarte. Jesús es el único que puede defenderte de Satanás y de su ejército de
demonios. Cristo es el personaje más poderoso del universo. Mientras estuvo en esta
tierra, él derrotó día tras día a las fuerzas especiales del mal. Él pudo enmudecer el
mar con tan solo una palabra; él curó enfermedades incurables; su voz expulsó a los
más temibles demonios; sus manos multiplicaron panes y peces; en fin, Jesús es el
único superhéroe que ha conocido la historia humana.
Aunque no te des cuenta, hoy estarás expuesto a los más fieros ataques del ene­
migo de los seres humanos. Vas a necesitar que “Uno más fuerte” que Satanás esté
de tu lado. Hoy necesitarás la ayuda de Jesús.
#JesúsMásÉuertequeTodo #JesúselUnicoSuperHéroe
Imaginación
V transpiración

F
élix María Samaniego fue un escritor del siglo XVIII que ha llegado a distin-
guirse por sus fábulas escritas en verso. En uno de sus relatos describe los sue­
ños de “la lechera”, una ilusa joven que vendía leche en el mercado. U n día,
mientras llevaba el cántaro de leche en la cabeza, comenzó a imaginar lo que haría
cuando vendiera la leche. Con el dinero se compraría “un canasto de huevos”, del
cual nacerían cien pollos. A l vender los pollos adquiriría un cerdo. Cuando el cerdo
estuviera tan gordo que la barriga le pegara al suelo, lo vendería y entonces se com­
praría “una robusta vaca y un ternero, que salte y corra toda la campaña, hasta el
monte cercano a la cabaña”. Mientras se imaginaba todo eso, la joven tropezó y
“adiós leche, dinero, huevos, pollos, lechón, vaca y ternero”. A renglón seguido, Sa­
maniego escribe: “¡Oh loca fantasía! ¡Qué palacios fabricas en el viento!”
Sí, a veces nuestras metas son puras fantasías cimentadas en el viento. N o vas a
alcanzar tus metas si lo único que tienes es una buena imaginación. La imaginación
es útil solo en la medida en que vaya acompañada de una buena dosis de transpira­
ción. El día que escribí esta reflexión leí la historia de Tom Toro, uno de los carica­
turistas de la revista The New Yorker. De joven siempre soñó con ver sus caricaturas
en The New Yorker. Mandó la primera caricatura, se la rechazaron. La segunda, tam­
bién. .. La caricatura número trescientos, rechazada. ¿Qué más podía hacer? Visitó
personalmente a Bob Mankoff, el editor de la revista. ¿Y qué le dijo Mankoff? Le dijo:
“Amigo, sus dibujos no están listos”. Pero Toro no desistía. Recordando aquel mo­
mento declaró en una entrevista: “Regresé a mi casa, saqué un papel en blanco, y
traté de dibujar con el corazón”. Es decir, se empeñó en seguir trabajando. U n día,
tras haber enviado a The New Yorker seiscientas diez caricaturas, recibió un correo
de la revista que decía: “Hemos comprado su caricatura”.
La crítica de Mankoff indujo a Tom Toro a trabajar con mayor entusiasmo. Su
caso hace palpable lo dicho por Salomón: “Con el tiempo, más se aprecia
al que critica que al que alaba” (Proverbios 28:23). El esfuerzo de Toro redundó en la
consecución de su sueño. ¿Qué ejemplo seguiremos? ¿El de Toro o el de la Lechera?
#perseverancia
U
no de los aportes más significativos que la tecnología ha hecho a nuestro
día a día es la mensajería instantánea. Aunque ya los mensajes de texto
existían antes del Internet y los teléfonos inteligentes, la aparición de estos
últimos ha abaratado los costos y permite enviar mucho más que mensajes. Hoy, gra­
cias a aplicaciones como iMessage, BBM, Line, Tango y otras puedes enviar mensajes
a todos tus contactos de forma rápida y segura.
En el año 2014 sucedió algo muy interesante con la aplicación de mensajería
más usada, WhatsApp. Resulta que anteriormente podías ver cuando un mensaje
había sido recibido por la otra persona, aunque esto no significara que dicho men­
saje había sido leído, gracias a dos “palomitas” ( / / ) verdes que aparecían junto al
mensaje. A partir de mediados del 2014, cuando la otra persona leía el mensaje
esas “palomitas” cambiaban a azul. Esto desató una oleada de comentarios, chistes,
quejas, bromas y demás. ¿Por qué tanto escándalo por eso? Bueno, supongo que sa­
brás lo que se siente que le envíes un mensaje a un amigo, sepas que lo recibió, te
des cuenta de que lo leyó y aun así no te conteste. Frustrante, ¿verdad?
Ahora quiero que reflexiones conmigo por un momento. Tú y yo hemos recibido
la Biblia, la Palabra de Dios. Nos ha llegado gracias al sacrificio de muchas personas
a lo largo de la historia, y cada día podemos descubrir a través de su lectura muchas
bendiciones, entre las que se encuentra el conocimiento de la salvación. Pero al igual
que un mensaje de WhatsApp, no basta solo con leerla, su Autor también espera una
respuesta de nuestra parte. En algunos pasajes su intención es clara: “Dame, hijo
mío, tu corazón” (Proverbios 23:26, RV95); “Yo estoy llamando a la puerta; si alguien
oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos” (Apocalipsis 3:20)
o “Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los
haré descansar” (Mateo 11:28).
Hoy has leído el mensaje de Dios para ti, ahora él espera tu respuesta. No dejes el
mensaje solo en “visto”, el Señor anhela escuchar tu respuesta.

#RespondealMensaje #DiosEsperaTuRespuesta
E
n su libro Hot lllustrations for Youth Talks, Wayne Rice hace mención a la
portada de una revista que exhibía una foto de Michelle Pfeiffer cuando la
popular actriz estaba en pleno apogeo de su carrera. Junto con la foto se ha­
llaba esta frase: “¿Qué necesita Michelle Pfeiffer? ¡Absolutamente nada!”
U n periodista, intrigado por la foto, decidió averiguar si era cierto aquello de
que Michelle no necesitaba nada para lucir tan bella. Mientras indagaba el asun­
to recibió la factura del estilista que había trabajado con Michelle antes de que le
tomaran aquella fotografía. Según la factura, la mujer que no necesitaba nada
para lucir bien tuvo que hacerse: “Limpieza de cutis y cuello, eliminación de vello
facial, ojeras y bolsas, estiramiento de las comisuras de los labios, reducción de bar­
billa, tratamiento de las arrugas del escote, aplicación de pintura labial y colorete
en los pómulos, selección y puesta a punto de aretes y vestuario, estilización de la
figura, ajustes de color en el pelo y añadido de pelo postizo, eliminación de pliegues
en la ropa y añadido de costuras en el lado derecho del vestido”. ¿Cuánto cobró el
estilista por hacer todo esto? Nada más y nada menos que 1.525 dólares.
La realidad es que con una inversión de mil quinientos dólares en estilismo,
¡hasta yo me vería espectacular! Quizá la frase de la revista pudo haber sido: “¿Qué
necesita Michelle Pfeiffer para verse tan linda? ¡Nada más que 1.525 dólares!” No
hay nada de malo en procurar la belleza física. Lo malo sería llegar a suponer que el
físico lo es todo en la vida y que no se necesita nada más. Eso fue lo que creyó la
mujer de Ezequiel 16. La Biblia dice que ella confiaba tanto “en su belleza” que ter­
minó haciendo de su hermosura física “algo detestable” (Ezequiel 16:15, 25).
Dios, que como nosotros es amante de lo bello, procura encontrar en nuestras
vidas una belleza de mayor trascendencia que la que podemos ver con los ojos. El
“sobre todo aprecia la belleza del carácter” (El camino a Cristo, cap. 10, p. 126). Esa
nada más se consigue honrando al Señor.
#BellezadeCarácter
D
avid Servan Schreiber era un médico francés a quien, mientras estudiaba Psi-
quiatría en la Universidad de Pittsburgh, con apenas 31 años, le diagnostica­
ron un tumor cerebral maligno. Tras la operación, lo sometieron a un estricto
tratamiento de quimioterapia. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos de la ciencia,
la enfermedad reapareció. Con mucha preocupación le preguntó al cirujano qué podía
hacer para evitar que la enfermedad siguiera propagándose. El médico le dijo clara­
mente que no había nada que la ciencia pudiera hacer por él.
Como David tenía acceso a las bases de datos de la Universidad de Pittsburgh, se
dedicó a investigar en la bibliografía científica cómo podía curar el cáncer. Viajó por
muchos países estudiando sus costumbres y la incidencia del cáncer en sus poblacio­
nes. Su intención era encontrar el modo de prevenir y sanar los tumores malignos.
Documentó su búsqueda y sus hallazgos en el libro que tituló Anúcáncer. Posterior­
mente, su obra fue traducida a 35 idiomas y vendió más de un millón de ejemplares.
Entre sus hallazgos se destaca el papel del azúcar:
• “Se ha demostrado que el metabolismo de los tumores malignos depende en gran
medida del consumo de glucosa. La explosión del consumo de azúcar contribuye a
la reciente epidemia de cáncer”.
• “Nuestro cuerpo no está adaptado a unos niveles de azúcar tan elevados como los
que se consumen actualmente”.
• “El azúcar funciona como fertilizante para los tumores, haciendo que crezcan más
rápidamente por medio de la angiogénesis, que es la proliferación de vasos sanguí­
neos en los tumores, lo que les permite crecer más rápido”.
¿Por qué son relevantes estas declaraciones? Pues porque varias décadas antes ya
Elena de White había escrito: “El consumo abundante de azúcar en cualquier forma
tiende a recargar el organismo, y con frecuencia es causa de enfermedad” (Consejos so­
bre alimentación, cap. 11, p. 165). Elena nunca pretendió ser científica, aunque sus con­
sejos sobre salud, educación, psicología y otros temas han demostrado ser más que con­
jeturas o teorías de la época. Investigaciones recientes, como las observaciones de Da­
vid Servan Schreiber, confirman que las declaraciones de Elena son ciertas. ¿La razón?
Ella obtuvo sus conocimientos de la Fuente de la ciencia: Dios. Por eso, como adven­
tista, me siento orgulloso de decir: “Elena tenía razón”.
#CreoenlosProfetas #Ojoconel Azúcar
Déjate
acompañar

\m
lili

T
engo un amigo que suele usar estas palabras: “Para mí, el peor momento de
mi vida es cuando tengo que comer solo”. Es innegable que la soledad es
como un demonio que toma posesión de nosotros a pesar de que estamos
rodeados de gente y tenemos cientos y cientos de “amigos” en nuestra cuenta de
Facebook. ¿Cómo es posible que en un mundo tan conectado nos sintamos tan
desconectados? Es como si cuanta más gente vive en el mundo más solitarios nos
sentimos. La frase de A lbert Schweitzer sigue siendo cierta: “Todos estamos muy
juntos, pero todos nos estamos muriendo de soledad”. Paradójico, ¿verdad?
En el capítulo 2 de su libro Todos somos normales hasta que nos conocen, el pas-
tor John Ortberg aborda el tema de la soledad. Ortberg cita varias sugerencias que
hicieron un grupo de niños respecto a cómo hemos de lidiar con la soledad.
“La gente debería buscar a los solitarios y preguntarles su nombre y dirección.
Después pedirles el nombre y la dirección a los que no se sienten solitarios. Cuando
haya dos cantidades iguales, una de cada grupo, entonces les deben asignar personas
solitarias a las no solitarias en el periódico”, dijo uno.
“Que inventen una comida que le hable a uno cuando se la coma. Por ejemplo,
diría: ‘¿Cómo estás?’ y ¿Qué tal te fue hoy?’ ”, agregó otro.
Otro niño no dudó en dar este consejo:
“Entona una canción. Pisa fuerte. Lee un libro. (A veces parece que nadie me
quiere, así que hago una de esas cosas)” (p. 32).
¿Alguna vez te has sentido así? No eres el único. El patriarca Job dijo de sí mismo:
“Mis parientes y amigos me han abandonado; los que vivían en mi casa me han ol­
vidado. Mis criadas me tienen por un extraño; ya no me reconocen” (Job 19:14, 15).
Si te sientes así, si la soledad rehúsa huir de tu vida, reclama esta promesa: “El
Señor no abandonará a su pueblo, ni dejará solos a los suyos” (Salmo 94:14). Dios
nunca se irá de tu lado. Si te sientes solo es porque tú te has alejado de él. La solución
para tu soledad tiene un nombre: Jesús. Déjate acompañar por él.
#DejaqueDiosTeAcompañe #MiCompañeroFiel
C
uando uno repara en la vida del joven Jonatán, tiene que concluir que ese
muchacho es de los personajes de mayor nobleza de carácter que registra la
Biblia. ¿Por qué lo digo?
Como ya sabrás, Jonatán era el primogénito de Saúl, el primer rey de Israel.
Como hijo mayor, Jonatán se crió siendo consciente de que a él le tocaría legítima­
mente sentarse en el trono de la nación. Y él tenía las cualidades para ser un buen
rey. Era un hombre muy valiente, un hábil guerrero y un instrumento por medio del
cual Dios obró maravillas en favor del pueblo (ver 1 Samuel 14).
Sin embargo, Jonatán nunca pudo ascender al trono. ¿•Hizo algo malo? No. ¿Lo
desechó el Señor? No. Simplemente tuvo que sufrir las consecuencias de las torpezas
de su padre. El único culpable de que Jonatán no llegara a ser el rey de Israel l úe Saúl.
Cualquiera que hubiera estado en el lugar de Jonatán, probablemente se habría re­
sentido mucho con Saúl. Sin embargo, no encontramos en las Escrituras ningún
indicio de que Jonatán haya abrigado algún rencor contra su padre. Y esto a pesar de
que Saúl, su propio padre, lo insultó (1 Samuel 20:30) y lo atacó con una lanza (1
Samuel 20:33). Tan leal fue este jovencito, que lo último que la Biblia dice de él es
que murió peleando al lado de su padre (1 Samuel 31:2).
De la experiencia de Jonatán podemos extraer lecciones muy aleccionadoras.
A quí mencionaré dos. En primer lugar, nos guste o no, lo cierto es que corremos
el riesgo de sufrir las consecuencias de los actos de nuestros padres. Jonatán lo perdió
todo, incluyendo la vida misma, por los desaciertos de Saúl su padre. Como estamos
expuestos a triunfar o fracasar por lo que nuestros padres decidan, lo mejor que po­
demos hacer es orar por ellos; pedirle al Dios del cielo que ilumine sus mentes, de tal
manera que las decisiones que tomen sean de bendición para nosotros.
En segundo lugar, un padre nunca deja de ser padre. Hemos de amarlo indepen­
dientemente de que sus acciones nos hayan lastimado. Jonatán nunca dejó de amar
a Saúl; nunca lo irrespetó. Siempre mantuvo un trato amable y deferente hacia su
progenitor.
#N oblezadeCarácter #CeroRencor
I
Madiba

v" * ;
Ü IB 1

n día como hoy el mundo fue sacudido por la noticia del deceso de Roli-

U
hlahla Mándela, conocido en la escena internacional como Nelson Mande-
la, y en su país como Madiba (el nombre de su clan). Faltaría espacio para
explayarnos en su vida y obra. Fue el principal opositor del Apartheid, régimen racista
que gobernó Sudáfrica desde 1948 hasta 1992. Por dicha oposición pasó veintisiete
años en la cárcel. Sin embargo, mira lo que sucedió: en 1990 fue liberado, en 1993
recibió el premio Nobel de la paz por evitar una guerra civil y en 1994 se convirtió en
el primer presidente negro de Sudáfrica y en el primer mandatario sudafricano electo
a través del voto universal.
La vida de Mándela se caracterizó por la defensa del perdón. Logró unificar
un país devastado por el racismo, abrazó a las mismas personas que lo habían en­
carcelado y se dedicó por completo a trabajar a favor de la verdadera reconcilia­
ción de Sudáfrica. Para ello creó la Comisión para la Verdad y la Reconciliación.
El fue un digno ejemplo de este pasaje bíblico: “Revístanse de sentimientos de
compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia” (Colosenses 3:12). Ri­
chard Stengel dijo que Mándela quizá haya sido “el último héroe puro” que que­
daba en el mundo.
Probablemente no estés interesado en una carrera política, ni en puestos admi­
nistrativos u otras metas similares; pero todos dejamos una marca en el mundo, to­
dos dejamos un legado. En Apocalipsis 14:13, la Palabra de Dios declara que incluso
después de la muerte nuestras obras nos acompañan; es decir, nuestro legado seguirá
vivo. Por tanto, nuestra vida no se mide por la cantidad de años que vivimos, sino
por el impacto que tengamos en quienes nos rodean.
Hoy estás vivo, tienes la oportunidad de marcar la diferencia, de ser una luz en la
oscuridad. Hoy tus acciones pueden ser determinantes en la vida de otros. Deja que
la luz que Dios ha colocado en ti ilumine a los que te rodean por medio de la bondad.
En palabras de Madiba: “La bondad de un hombre es una llama que se puede ocultar,
pero no extinguir”.
#MarcalaDiferencia #HazBrillarTuLuz
amento tener que molestarlo, señor Müller. Pero tengo que decirle que los
niños están esperando el desayuno y no tenemos nada que darles”. Con
u vj LxJ íestas palabras comenzó el día para George Müller, “el padre de los huérfa­
nos”. Müller se levantó y comenzó a caminar hacia el comedor. En el comedor se
encontraban trescientos niños, sentados a la mesa, frente a un plato vacío. Cuando
una de las niñas le preguntó por la comida, Müller le dijo: “Dios proveerá”.
Entonces pidió a los niños que inclinaran la cabeza y oró: “Querido Dios, te
damos gracias por lo que nos vas a dar de comer. Am én”. George no tenía idea de
dónde saldría la comida, pero confiaba en que Dios les enviaría el desayuno. En
ese momento alguien llamó a la puerta. Cuando Müller abrió, allí estaba el pa­
nadero. “A noche no pude dormir pensando que ustedes necesitaban pan”, le dijo.
Pocos minutos después, una vez más llamaron a la puerta. Ahora era el leche­
ro: “Señor Müller, se me ha descompuesto la rueda de mi carreta. Necesito que sus
muchachos me ayuden. Aquí tiene diez cántaros de leche que ustedes pueden uti­
lizar”. Efectivamente, ¡Dios proveyó el desayuno para los niños usando al panadero
y al lechero!
Durante todo su ministerio Müller sirvió como padre de unos diez mil huérfanos.
¿Cómo pudo hacerlo? He aquí la respuesta que, según Janet y Geoff Benge, ofreció
un diario británico: “El señor Müller ha manifestado al mundo que todo fue en res­
puesta a la oración. El racionalismo de la época se burlará de esta declaración, pero
los hechos permanecen” (Padre de huérfanos, p. 196).
La oración es el medio que Dios nos ha dado para que alcancemos lo que nos pa­
rece imposible. N o te canses de orar. N o te canses de pedir. No te canses de creer. Es
cierto que, para muchos, orar es un rito anticuado e irracional, pero los resultados de
la oración son evidentes. El Dios que estuvo con Müller es el mismo que estará con­
tigo y que te dará todo lo que necesites. Si “para Dios todo es posible” (Mateo 19:26),
entonces no dejes de acudir a él y pedirle todo lo que necesites. Así quedarás conven­
cido de que recibirás lo que ahora no puedes ver.
#DiosloPuedeTodo #elPoderdelaFe
A
l pobre Publio Ovidio no pudo pasarle nada peor: tener problemas con el
César. Por haber escrito algunas cosas que no cayeron bien en los oídos del
emperador Octavio Augusto, Ovidio fue exiliado a la ciudad de Tomis, en
la remota Rumania. Desde allí escribió a varios amigos para que intercedieran por
él ante el emperador. Finalmente, escribió su obra Las tristezas, que no es más que
un canto a la nostalgia, al dolor, al fracaso que le proporcionó el exilio. En Las tris­
tezas Ovidio le pide perdón a Octavio. Lee atentamente las palabras que le escribió
al emperador:
“Te suplico, ¡oh clementísimo César!, que leyendo mis versos depongas tu rencor.
Confieso que es legítimo; no niego que lo merecí; el pudor no huyó hasta ese pun-
to de mis labios; pero sin mi falta, ¿qué merced podrías otorgarme? Mi culpa te ha
dado motivo para el perdón”.
¿Sabes qué hizo el César? No lo perdonó y Ovidio pasó el resto de su vida en el
destierro.
Cuán distinto es Dios. Le hemos ofendido una y otra vez. Hemos pecado vez tras
vez. Le fallamos continuamente. Sin embargo, a diferencia de Augusto, Dios siempre
estará presto para perdonarnos todas las veces que acudamos a él y reconozcamos
nuestros delitos y pecados. Moisés declaró que Dios “por mil generaciones se mantie­
ne fiel en su amor y perdona la maldad, la rebeldía y el pecado” (Exodo 34:7). El Sal­
mista dijo: “Pero te confesé sin reservas mi pecado y mi maldad; decidí confesarte
mis pecados, y tú, Señor, los perdonaste” (Salmo 32:5). El profeta Miqueas no se que­
dó atrás y exclamó: “No hay otro Dios como tú, porque tú perdonas la maldad y ol­
vidas las rebeliones” (Miqueas 7:18). Dice Elena de White que “cuando veas la enor­
midad del pecado, cuando te veas como eres en realidad, no te entregues a la
desesperación, pues es a los pecadores a quienes Cristo vino a salvar” (El camino
a Cristo, cap. 3, p. 52).
Parafraseando a Ovidio podría decirte: “Tu pecado le ha dado a Dios la oportu­
nidad que él necesitaba para poder perdonarte”. “Hijitos, les escribo a ustedes porque
Dios, gracias a Jesucristo, les ha perdonado sus pecados” (1 Juan 2:12).
#PerdónDivino #DiosPerdona

sf - *Ss
S
abes quién es Lance Futch? ¿No? No Ce preocupes, hasta hace poco yo tam­
poco lo sabía. Pero a principios del 2015 su nombre apareció en varios medios
de comunicación. Lance Futch, de 26 años, es un empleado de la compañía
de energía solar Vivint, y es miembro de la Guardia Aérea Nacional de los Estados
Unidos. Ahora bien, lo que hizo que Lance apareciera en los medios fue una reunión
que sostuvo en la base aérea de Utah. ¿Qué ocurrió allí? Permíteme compartir con­
tigo la noticia.
Lance Futch se presentó en la base aérea de Utah vistiendo un polo arrugado.
Según él, había llegado a ese lugar para impartir una charla sobre cómo J ;lr tn/ls
oportunidades a los veteranos del ejército para trabajar. Sin embargo, cuando llegó
al lugar lo llevaron a una oficina privada con el senador de Utah, Orrin 1lateh, y
el congresista Rob Bishop. ¡Pero cuál sería su sorpresa cuando poco dcspu¿s Hef>ó
nada más ni nada menos que el presidente Barack Obama! “Me dijeron que serfa
una reunión informal -dijo Futch-, A sí que cuando el presidente Obama entró a
la oficina me quedé mirando mi polo blanco y arrugado. De haberlo sabido hubie­
ra usado mi uniforme militar o saco y corbata, me sentí mal vestido para la oca­
sión”. ¡Qué vergüenza pasó!
¿No te recuerda la historia de Lance a la parábola de las bodas (Mateo 22:1-14)?
Lance Futch debe de haberse sentido como el personaje que sacaron de las bodas por
no hallarse vestido para la ocasión. Obama no sacó a Lance de la reunión, pero en
la parábola sí expulsaron al hombre que no tenía la ropa adecuada para la ocasión.
En la Biblia, la vestimenta suele ser un símbolo de nuestra naturaleza, Je nues­
tras acciones o nuestra condición. ¿Cómo saldrás “vestido” hoy a la calle? ¿Qu¿ tipo
de acciones y hábitos conforman tu “ropa”? En el texto de hoy Pablo nos urge,
pues el tiempo es corto, a vestirnos de luz. Dios es luz, así que procura hoy reflejar
en tu vida un carácter semejante al de Jesús, pues solo así estarás siempre “vestido
para la ocasión”.

#VestidoparalaOcasión #RopasdeLuz
U
no de mis salmos preferidos es el Salmo 5, y me encanta escucharlo con la
modificación que tiene la versión cantada del grupo M arañadla Music:
“Escucha, Señor, mi oración; considera mis pensamientos; atiende a la voz
de mi clamor, mi Rey y mi Dios. Porque a ti oraré. Oirás mi voz de mañana. Oh,
Dios, de mañana me presentaré y ante ti esperaré”. Es una oración hermosa. Sin em­
bargo, parece que mucha gente supone que elevar este tipo de plegarias no marca
ninguna diferencia.
En nuestra época, son muchos los que esgrimen la misma pregunta que hizo
Séneca, el filósofo, político y orador romano: “¿Qué sentido tiene elevar las manos
al cielo?” ¿De verdad no tiene sentido orar? Creo que la historia de Louis Jordán
responde estas preguntas.
Como solía hacerlo, Louis salió a pescar en su velero por las inmediaciones de las
costas de Carolina del Norte. Fue entonces cuando ocurrió lo inesperado: el mástil
del barco se rompió, se dañó el sistema eléctrico y la embarcación se volcó. Todo esto
ocurrió el 29 de enero de 2015. Ese mismo día la familia lo reportó como desapareci­
do y una brigada de rescate de la Guardia Costera peinó toda la zona y envió men­
sajes de alerta a todos los puertos. Pero Jordán no apareció. Luego de diez días, las
autoridades decidieron abandonar la búsqueda.
Es ahí donde entra en escena la oración. Durante más de dos meses la familia de
Jordán había estado orando día y noche por su ser querido. Y sesenta y seis días des­
pués de la tragedia, un barco alemán rescató con vida a Louis Jordán. ¿Cómo logró
sobrevivir durante todo ese tiempo? Dejemos que sea él mismo quien nos dé la res­
puesta: “Durante un largo tiempo estuve muy sediento y apenas tenía agua, y cada
día oraba ‘por favor, Señor, manda algo de lluvia, algo de agua’ ”. ¿Te imaginas cuán
fervorosas habrán sido las oraciones de Jordán?
¡Dios escuchó el clamor de Jordán! Y estoy seguro de que también prestará aten­
ción al tuyo. Te invito a que durante este día oremos como lo hizo Jordán; que ore­
mos como si de ello dependiera nuestra vida. Te invito a que traigas tu clamor a Je­
sús. Ya verás que orar sí tiene sentido.
#elPoderdelaOración foración
©
I
j ® lg¡
üi El problema
de tos gatos
WBUf p
v á A T T Íy iS
■HpSd'
< ■
-j&g

E
n marzo de 201 5 la pá” ina de Interner de Science oj Us publicó el artículo: ‘‘17
cosas que sabemos en cuanto al perdón”. El escrito señalaba que, por lo gene­
ral, somos menos propensos a perdonar a las figuras públicas; que no nos lo
solemos creer cuando los famosos piden perdón por algún fallo que cometieron; que
los niños perdonan más fácilmente que los adultos; que necesitamos perdonar si de
verdad anhelamos tener un corazón más sano.
Hubo una declaración que me llamó mucho la atención. Según el artículo es un
hecho comprobado que los gatos nunca perdonan. De acuerdo con estudios científi­
cos se ha observado que los gorilas, los chimpancés, las cabras, las hienas, todos han
dado muestras de actitudes conciliadoras tales como besar o abrazar a otros animales
tras haber tenido un pleito. Sin embargo, la única especie que en ningún estudio ha
dado evidencias de tener ese tipo de actitud son los gatos.
¡Qué triste debe de ser vivir como un gato! Es decir, aglutinar en el corazón todo
tipo de resentimientos hacia gente que en algún momento nos ha hecho mal. A todos
nos conviene fijar con letras de fuego estas palabras en el corazón: “No seas vengativo
ni rencoroso” (Levítico 19:18). Creo que Fray Luis de León, el famoso profesor de la
Universidad de Salamanca, España, ilustra muy bien lo que dice Moisés en ese pasaje.
Fray Luis hizo una traducción de El Cantar de los Cantares. No obstante, en
aquella época el Concilio de Trento había prohibido que la Biblia llegara a la gente
en otro idioma que no fuera el latín. Por tanto, cuando ciertos dirigentes se dieron
cuenta de lo que había hecho Fray Luis, movidos por una gran envidia lo sacaron del
aula y lo acusaron ante la Inquisición. Después de haber pasado cinco años en la cár­
cel, fue declarado inocente. Cuando salió de la cárcel y retomó su labor como profe­
sor, Fray Luis volvió a su antiguo salón. Todos sus estudiantes esperaban que arreme­
tiera contra los que le habían hecho tan gran mal. Sin embargo él, cuando comenzó
a hablar, se limitó a decir: “Como decíamos ayer...” En otras palabras, no guardó
rencor contra sus detractores.
Fray Luis no era un gato, él sí sabía perdonar y olvidar. ¿Qué seremos nosotros?
Ojalá que no seamos como los gatos.
#PerdonaryO!vidar #perdón
M
aría había trabajado incansablemente para lograr un objetivo muy concre­
to: ahorrar dinero para comenzar sus estudios universitarios. Cuando te­
nía suficiente dinero se matriculó en la universidad. Llena de emoción
comenzó a tomar las primeras clases. En principio todo era color de rosa. Le emocio­
naba cada cosa nueva que aprendía. No obstante, en la medida en que las lecturas,
los exámenes y los trabajos de investigación aumentaban, también fue disminuyendo
el interés de María por sus estudios. Comenzaron a llegar los desvelos, las tensiones
entre el trabajo y la universidad... Todo esto suscitó un gran desánimo en María. Lu­
chó consigo misma y trató una vez más de sentir pasión por sus estudios; pero a la
hora de hacer la tarea, su mente divagaba en otros temas. Cansada de sus fracasos
académicos y de su falta de concentración en la vida estudiantil, María regresó a su
pueblo y abandonó la universidad.
¿Fue correcta la decisión de María? La pobre chica no pudo comprender que es
normal que en nuestro proceso por obtener un título universitario vivamos momen­
tos de alegría y de tristeza, de triunfos y derrotas, de sueños y frustraciones. U n día te
irá bien en un examen, y otro día te irá mal. Pero ¿de verdad tenemos que dejar la
universidad por esas tensiones? Más bien lo que tenemos es que perseverar y seguir
estudiando hasta que llegue el gran día de la graduación.
El crecimiento en la vida espiritual es como una carrera universitaria. Tendrás
altos y bajos. En algún momento sentirás que no vale la pena leer la Biblia; que cuan­
do decides orar, tu mente dista mucho de las palabras que salen de tu boca. Pero no
por ello hemos de desistir en nuestros esfuerzos de ser mejores creyentes. No debemos
renunciar a que Dios siga construyendo la mejor versión de cada uno de nosotros. La
solución a nuestros fracasos espirituales no es alejarnos de Dios, sino acercarnos más
decididamente a él.
Sería grandioso que al final de los tiempos, se diga de ti y de mí lo que Juan regis­
tró con respecto a la Iglesia de Éfeso: “Has sufrido, has sido perseverante, has trabaja­
do arduamente por amor de mi nombre y no has desmayado” (Apocalipsis 2:3, RV95).
^persevera #elquePerseveraTriunfa
í
. I

El secreto
- de Carver

asta dónde piensas llegar en la vida? ¿No te parece que esta es una cues„
tión que vale la pena saber responder? Tras haber reflexionado mucho so­
bre ello, George Washington Carver nos legó algunas pautas de las cuales
depende en gran medida la respuesta a nuestra pregunta. Supongo que has oído ha­
blar de Carver, ¿verdad? Creo que mejor te cuento un par de cosas sobre la vida de
ese gran personaje.
George era un esclavo que vivía en la casa de Moses Carver. Como esclavo le
tocaba estar gran parte del tiempo trabajando en los campos, donde meditaba sobre
cuál sería el plan que Dios tenía para él. Carver se propuso ser más que un recolector
de algodón y comenzó a asistir a la escuela. Mientras estudiaba trabajó como cocine­
ro, sirviente, sastre... Tras años de esfuerzo y dedicación completó sus esrudicxs en el
lowa State College. Luego de su graduación, Carver comenzó a trabajar en el Insti­
tuto Tuskegee, donde se destacó por sus habilidades en la agricultura y en la química
Sus inventos fueron tantos que en 1941 la revista Time se refirió a ¿j como el “Leo­
nardo negro”. Solo en relación con el maní se le atribuyen más de c¡en descubrimien­
tos. Tan grande fue su fama que se convirtió en el primer estadounidense al que se le
construyó un monumento nacional sin haber sido presidente de la nación ¡George
Washington Carver llegó muy lejos!
Retomemos la pregunta del inicio leyendo la siguiente declaración de C arver
“Hasta dónde llegarás en la vida depende de que 1) seas amable con los niños 2) pa­
ciente con los ancianos, 3) comprensivo con los que sufren, 4) tolerante con el débil y
con el fuerte, porque en algún momento de tu vida habrás sido todo eso”.
¿Hasta dónde quieres llegar en la vida? Un hombre que alcanzó las posiciones
más encumbradas de este mundo te ha dado la receta: sé generoso y compasivo con
los demás. En el epitafio de la tumba de Carver se encuentra la siguiente inscripción-
“Pudo haber agregado fortuna a su fama, pero como no le interesaba ni la una ni la
otra, encontró la felicidad y el honor siendo útil al mundo”. Si sigues el secreto de
Carver, seguro llegarás tan lejos como lo hizo él.
#SéCompasivo #valores
E
l pasaje con el cual inicia la reflexión de hoy es uno de los textos más motiva-
dores y desafiantes de la Palabra de Dios. Pablo dice que “Dios nos escogió”.
¿Has pensando en lo maravillosa que es esa declaración? Si Dios te escogió es
porque considera que eres una persona sumamente valiosa, y porque tú podrías llegar
a ser un medio de bendición para todos los que te rodean. Dios te escogió porque en
ti hay facultades latentes que precisan ser desarrolladas. Dios te escogió para que seas
una persona “sin defecto”, “sin mancha” (NVI). ¿Qué significa ser “sin defecto”?
Te lo explicaré usando un ejemplo bíblico. Lucas 1:6 dice que el sacerdote Zaca­
rías era “intachable”. U n día le tocó celebrar el rito de la oración en el altar del in­
cienso que se encontraba en el Lugar Santo del Santuario. Mientras Zacarías se ha­
llaba dentro del Templo, un ángel del Señor se le apareció y le anunció que sería el
padre de Juan el Bautista. Lo que llama la atención es que, a pesar de que Zacarías
era una persona “sin defecto”, no creyó lo que el ángel le dijo. Incluso, como castigo
por su incredulidad, Zacarías quedó mudo durante un tiempo. Es decir, cuando Dios
dice que nos escogió para que seamos “sin defecto” no está diciendo que no comete­
remos errores. Podemos ser “intachables” y, al mismo tiempo, quedar manchados pol­
la incredulidad, como le sucedió a Zacarías.
Si ser “sin defecto” no implica que ya no pecamos, ¿qué significa entonces ser “sin
defecto”? En nuestro pasaje Pablo usó la palabra griega amoríos. En aquellos tiempos
cualquier animal que había sido destinado a ser ofrecido en sacrificio en el Templo
tenía que ser amoríos; es decir, no tener defectos. ¿Por qué? Porque sería dedicado por
completo a Dios. Por eso Pedro dice que el sacrificio de Cristo fue amoríos, “sin de­
fecto” (1 Pedro 1:19).
Eres escogido por Dios para que tu vida sea dedicada totalmente, como un sacri­
ficio, a tu Salvador. En realidad, actúas como una persona “sin defecto” cuando te
empeñas en ofrecerle a Dios lo mejor a ti. Aunque eres imperfecto, Dios te ha esco­
gido para que hagas una entrega perfecta, completa, de tu vida a Jesús.
#SinDefecto #PerfectamenteImperfecto
La aprobación
del Maestro

o busco la aprobación de los hombi

■ sino la aprobación de Dios, n 0 bu


uedar bien con los hombres. ¡Si yoquis!

S
e dice que cuando Verdi concluyó su primer concierto, la gente le ofreció una
gran ovación. Aplaudían y aplaudían, pet0 Verdi no mostraba ninguna expre­
sión de júbilo ante la algarabía del público. Sin embargo, de repente, comenzó
a sonreír y a disfrutar de los aplausos. ¿Qué le hizo cambiar de actitud? Verdi sabía
que su labor no estaría completa hasta que tuviera la aprobación de su maestro. Y
cuando su maestro le sonrió y le aplaudió, Verdi comprendió que todo había salido
bien. El estaba esperando la aprobación de su maestro.
¿Quién es el maestro de tu vida? ¿De quién esperas la suprema aprobación? Vivi­
mos en una época donde es común el intercambio de adulaciones. Yo te adulo a ti y
tú me adulas a mí. ¿Soy yo el maestro de tu vida? ¿Eres tú el maestro de la mía? El
único que puede ayudarnos a vivir sabiamente la viJa es el único que ha podido vi­
virla así: jesús. Por tanto, él debe ser el Maestro de la vida de cada uno de nosotros.
Y por ello, todo lo que hagamos durante nuestra existencia en la tierra ha de tener
como meta suprema conseguir una sonrisa de l0s labios del Maestro de los maestros.
En su Carta a los Corintios Pablo declaró: “Porque el hombre digno de aproba­
ción no es el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien el Señor alaba” (2 Corintios
10:18). ¿Te fijaste en quién es digno de aprobación? “Aquel a quien el Señor alaba”.
Esa es una declaración maravillosa. U n día nuestro Salvador, el Rey de reyes y Señor
de señores, se levantará delante de todo el universo para alabarte a ti, para reconocer
delante de todos que lo hiciste bien, que aprovechaste tu vida, que has sido un exce­
lente alumno. ¿Te puedes imaginar el gozo de ese momento?
El barco de tu vida no tiene que acomodar sus velas a los supuestos del mundo.
No confíes en el falso amor que brinda la aprobación humana. Haz que tu vida se
centre en obtener la aprobación divina. Vive de tal manera que tus acciones hagan
sonreír al Maestro.
#ViveParaCristo
La disciplina
de CR7

U
n periodista le preguntó a la estrella del Real Madrid, Cristiano Ronaldo
(CR7), cuál era la clave de su éxito. Según CR7, radica en la dedicación y el
trabajo. Luego agregó: “Para tener éxito debemos tener reglas y disciplina. Si
no hay compromiso y dedicación, por mucho talento que tengas no podrás ganar”.
¿De verdad lleva Ronaldo una vida dedicada a la disciplina y al trabajo? He aquí
algunos datos que leí en un artículo relacionado con el tema:
• Ronaldo es el primero que llega a los entrenamientos y el último que se va. Fabio
Coentráo asegura que “hoy Cristiano sigue trabajando igual que el primer día”.
• Ronaldo descansa religiosamente diez horas diarias. “Sus salidas a fiestas son
un mito. N o se le ve en locales nocturnos de la ciudad, ni siquiera en fiestas
dentro de casa”.
• Ronaldo lleva un régimen alimentario muy estricto. “Come habitualmente pes­
cado, verduras, arroz, frutas y zumos naturales”.
Como puedes ver, no es resultado de la casualidad que CR7 esté posicionado
como el mejor jugador del mundo. La disciplina y el trabajo le han producido bue­
nos dividendos.
¿Y qué tiene que ver eso contigo y conmigo? Fíjate en lo que dice Pablo:
“Ustedes saben que en una carrera todos corren, pero solamente uno recibe el pre­
mio. Pues bien, corran ustedes de tal modo que reciban el premio. Los que se prepa­
ran para competir en un deporte, evitan todo lo que pueda hacerles daño. Y esto lo
hacen por alcanzar como premio una corona que en seguida se marchita; en cambio,
nosotros luchamos por recibir un premio que no se marchita” (1 Corintios 9:24-25).
En este pasaje Pablo alude a los Juegos Istmicos, que se celebraban cada dos años
en la ciudad de Corinto. Si CR7 se ha esforzado por vivir de tal manera que pueda
conseguir la grandeza terrenal, ¿qué en cuanto a nosotros, que procuramos el premio
celestial? A propósito de esto, se nos dice lo siguiente: “Debemos usar cada nervio
espiritual y cada músculo espiritual en la competencia por la corona de la vida. Na­
die que haga lo mejor que pueda, fracasará en este certamen” (Elena de White, M a­
nuscrito 74, 1903). ¿Estás haciendo lo mejor?
#esfuérzate #elCieloeslaMeta
^ __
No te equivoques ¡S jjj

O
rfa y Rut se hallaban en la misma situación: ambas eran moabitas, ambas se
habían casado con hombres israelitas, ambas habían enviudado y ambas
eran nueras de Noemí. Sin embargo, su final fue completamente distinto.
Orfa ha quedado varada en las aguas del olvido. No sabemos qué ocurrió con su vida.
¿Se volvió a casar? ¿Tuvo hijos? ¿Dónde murió? De un momento a otro su nombre se
esfumó de la pluma del escritor bíblico.
En cambio de Rut sabemos que se fue a vivir a Belén con su suegra; que se casó
con Booz; que tuvo un hijo al que llamó Obed. Obed fue el padre de Isaí, que a su
vez fue el padre de David. De manera que Rut llegó a ser la bisabuela del rey David.
Es más, es una de las dos mujeres cuyos nombres sirven de título a dos libros bíblicos:
Rut y Ester. Pero lo más grandioso es que Rut es mencionada en la genealogía del
mismo Cristo (Mateo 1:5).
¿Qué hizo tan distintas la vida de estas dos jóvenes? ¿Por qué el futuro de Rut
fue tan diferente al de Orfa? Todo radicó en una decisión. Cuando murieron sus
hijos, Noemí les dijo a Orfa y a Rut: “Vuelvan a sus casas”. Pero ellas le dijeron:
“¡No! ¡Nosotras volveremos contigo a tu país!” Noemí insistió: “Váyanse, hijas
mías [...]. Anden, vuelvan a su casa. [...] Ellas se pusieron a llorar nuevamente. Por
fin, Orfa se despidió de su suegra con un beso”. Como Rut insistía en quedarse con
ella, Noemí le dijo: “Mira, tu concuñada se vuelve a su país y a sus dioses. Vete tú
con ella. Pero Rut le contestó: ‘¡No me pidas que te deje y que me separe de ti! Iré
a donde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será
mi Dios’ ” (Rut 1:13-16).
Orfa se fue a sus dioses. Rut aceptó al verdadero Dios. Esa fue la decisión que de­
finió el rumbo y el futuro de sus respectivas vidas. ¿Qué harás tú? ¿Quién será tu
Dios? Rut es un noble ejemplo de lo que sucede cuando una persona decide que el
verdadero Dios será su Dios. Imitémosla. Tomemos la mejor decisión. Hagamos de
Jesús el dueño de nuestra vida.
#SigueaCristo
Obediencia
absoluta

I
mpresionado por la obediencia de los monjes de un monasterio que se hallaba
dentro de sus dominios, un rey decidió unirse a ellos. Se acercó al encargado del
recinto y le preguntó:
-¿Podría quedarme aquí y llevar una vida contemplativa como lo hacen ustedes?
- Su Majestad, ¿es consciente de lo que significa hacer un voto de obediencia?
- S í -contestó el rey-, y estoy decidido a ser obediente.
-Muy bien, su Majestad, en ese caso usted solo tiene que hacer una cosa: vuelva
a su palacio y desde allí sirva con fidelidad a su pueblo y obedezca a Dios.
El rey captó la lección y desde entonces se convirtió en un mejor monarca.
Dios no precisa de una obediencia limitada a cuatro paredes. El respeto a los
mandamientos del Señor no se muestra encerrándonos a orar todo el día en una
habitación. Jesús espera una obediencia dinámica, activa, que se haga evidente no
solo en la iglesia, sino en nuestro puesto del deber. Hemos de ser obedientes en el
trabajo, en la casa, en la escuela, en la universidad... A llí donde día a día cumplimos
con nuestras responsabilidades diarias.
¿Te acuerdas de Saúl, el primer rey de Israel? Era el típico creyente que supone que
una apariencia de religiosidad es suficiente. A sí que un día, Dios le envió este men-
saje: “Más le agrada al Señor que se le obedezca, y no que se le ofrezcan sacrificios y
holocaustos; vale más obedecerlo y prestarle atención que ofrecerle sacrificios y gra­
sa de carneros” (1 Samuel 15:22).
La obediencia genuina es lo que Dios espera de cada uno de nosotros. Pero no ha
de ser una obediencia solo de apariencia, como la de Saúl. Ha de ser una obediencia
que cale en lo más profundo de nuestro corazón, de tal manera que podamos derri­
bar “argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y lle­
vando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5, RV95).
¡El Señor espera que seamos obedientes hasta con el pensamiento!
Sin embargo, aunque Jesús anhela que seamos obedientes en nuestro diario vivir,
ha de quedar bien claro que nuestra salvación no depende de nuestra obediencia. La
vida eterna la tenemos garantizada por la obediencia de uno (Romanos 5:19). ¿Sabes
quién es ese “uno”? ¡Jesús!
#SerObed ¡entes #valores
¡La grandeza i

nuestra pequenez! 1
i

>■: ~r"f'

( ¿ V - M A w , un nuevo enemigo le ha declarado la guerra”. “¿Quién es.'”, pregun-


tó Hirler. “Es Trujillo, el presidente de la República Dominicana”. Se dice
Jb*. que Hirler pidió un mapa, y tras una larga búsqueda encontró un petlaci-
to de tierra en medio del Mar Caribe. Tomó un lapicero y borró del mapa ese pe­
queño punto.
Los astrónomos dicen que este gran planeta, desde lejos parece una burbuja
azul que flota en el universo. ¿Y qué somos nosotros en medio de ese espacio sideral?
Para que tengas una idea haz lo siguiente: toma la cabeza de un alfiler y ponía al lado
de una pelota de baloncesto. ¡Eso es la tierra frente al Sol!
El Sol nada más es uno de los cien millones de estrellas que forman parte de
nuestra Vía Láctea. Según Ariel A. Roth, “las cuatro estrellas del trapecio de la cons­
telación de Orion tienen diez veces la masa (cantidad de materia) del Sol y fulguran
con un resplandor miles de veces mayor que él”. Y luego agrega que “a nuestro Sol le
llevaría aproximadamente 250 millones de años dar una vuelta completa en torno a
nuestra galaxia” (La ciencia descubre a Dios, pp. 47, 48). A sí que el Sol es apenas un
punto de nuestra Vía Láctea.
Pero no vayas a creer que la Vía Láctea es lo más grande del universo. De acuerdo
con lo que hasta ahora los científicos han podido conocer, nuestra galaxia es una de
las más de cien mil millones que hay en ese pedacito del universo que ha sido explo­
rado por nuestros telescopios.
Ahora podrás entender por qué el Salmista, al contemplar la grandeza del espa­
cio, se emocionaba y decía: “Cuando veo el cielo que tú mismo hiciste, y la luna y las
estrellas que pusiste en él, pienso: ¿Qué es el hombre? ¿Qué es el ser humano? ¿Por
qué lo recuerdas y te preocupas por él?” (Salmo 8:3, 4).
Sí, el Dios que administra los miles y miles de millones de estrellas, ¡también se
ocupa de ti! Aunque eres un punto pequeñito en medio de la infinidad del universo,
el Señor está pendiente de ti, te conoce por nombre, está al tanto de tus alegrías y
tristezas. Aunque eres muy pequeño puedes contar con la atención personalizada de
un Dios grande.
#DiosNosCuida #SomosValiosos
Dios no sufre
de hipertimesia

stamos llegando al final del año, cuando recordamos los sucesos más impor­

E tantes del 2016 y hacemos preparativos para el 2017. ¿Puedes recordar todo lo
que te ha pasado, los lugares que has visitado y la gente nueva que has cono­
cido? Hay personas que tienen esa habilidad, que se conoce como hipertimesia. Las
personas con hipertimesia poseen una memoria autobiográfica tan grande, que les
permite recordar cada día de sus vidas, en qué día de la semana cayó una fecha espe­
cífica, con qué personas interactuaron, cómo estaba el clima y muchos otros detalles
que para la mayoría de nosotros serían triviales.
A sí es Jill Price, el primer caso documentado y estudiado de hipertimesia. Ella
misma declara que “desde el cinco de febrero de 1980 lo recuerdo todo. Ese día fue
un martes”. En septiembre de 2012 Jill concedió una entrevista donde habló sobre
cuán difícil ha sido su vida al no poder olvidar nada. Yo mismo, cuando leí sobre Jill,
quise tener esa capacidad. Si tú también quisieras tener hipertimesia primero re­
flexiona en esto: ¿Imaginas lo difícil que sería deshacerte de un recuerdo doloroso o
de un momento traumático? ¡Si no puedes olvidar tampoco puedes perdonar!
Estoy seguro de que al finalizar este año deseas pasar página y dejar atrás los erro­
res que has cometido. Sé que quisieras borrar algunos días del calendario, y vivir
como si nunca hubiesen sucedido. Si ese es tu caso te tengo una buena noticia: Dios
no sufre de hipertimesia, ¡él sí olvida! En Miqueas 7:19 Dios promete arrojar al fondo
del mar todos nuestros pecados y en Isaías 43:25 asegura que no se acuerda más de
tus pecados. ¡Qué hermosa promesa! Todos los errores que cometimos en este año,
todas esas palabras que no debimos decir, ya Dios las arrojó al fondo del mar, no se
acuerda de ellas.
A esta altura del año no importa lo que hayas hecho, la misericordia de Dios
siempre será mayor que tu pecado. Ahora Dios te abre una nueva puerta, te está ofre­
ciendo la oportunidad de iniciar un año nuevo y, por qué no, una vida nueva en
Cristo Jesús. Después de todo, ya Dios olvidó tus errores pasados.
#DiosO!vida
L
uego de una violenta pelea, un joven decidió vengarse de su vecino. Una no-
che entró “en el sembrado del vecino y esparció en él una gran cantidad de
semillas de una temible cizaña; una variedad que crece y se extiende rápida-
mente y que, una vez arraigada, exige mucho trabajo extirparla”. Luego de concluir
su funesta labor, el muchacho se sintió muy satisfecho con lo que había hecho.
Por esas cosas de la vida, el joven se enamoró de la hija de su vecino. Logró ha­
cerse novio de la joven y, al cabo de un tiempo, le propuso matrimonio. Como rega­
lo de boda el papá de la novia “le obsequió al muchacho nada menos que ese mismo
campo que él había estropeado con la cizaña”. ¡Ya te puedes imaginar la sorpresa que
esto representó para el recién casado! No tenía más alternativa que aceptar el terre­
no y trabajar arduamente a fin de poder restaurar lo que él había dañado. A l verse
frustrado por sus acciones, no pudo más que decirse “a sí mismo con dolor: ‘Estoy
cosechando lo que sembré’ ” (Enrique Chaij y Francesc X. Gelabert, Aprenda a pen­
sar en positivo, pp. 79, 80).
¡Cuánta razón tuvo este muchacho! Y yo me pregunto: ¿Qué has estado sem­
brando en el terreno de tu corazón? ¿Cuáles son los hábitos que has estado cultivan­
do? Sin importar cuál sea tu respuesta a estos interrogantes, debes saber que lo
que estés haciendo con tu vida ahora producirá resultados que impactarán tanto tu
presente como tu futuro.
Hace dos mil años el apóstol Pablo escribió en la Carta a los Gálatas: “Lo que se
siembra, se cosecha. El que siembra en los malos deseos, de sus malos deseos recoge­
rá una cosecha de muerte. El que siembra en el Espíritu, del Espíritu recogerá una
cosecha de vida eterna. A sí que no debemos cansarnos de hacer el bien; porque si no
nos desanimamos, a su debido tiempo cosecharemos” (Gálatas 6:7-9).
Si el joven de nuestro relato hubiera seguido el consejo de Pablo, habría recibido
como dote nupcial un terreno fructífero. Pero su egoísmo lo arruinó. Reflexiona en
lo que has sembrado en tu vida a lo largo de este año y responde esta pregunta: ¿Qué
tipo de cosecha obtendrás?
#SiembraelBien #NoSeasVengativo
U
n joven que le tenía miedo a la muerte, fue reclutado durante la Segunda
Guerra Mundial. ¿Cómo protegerse de morir en el campo de batalla? Esa
era la pregunta que le atormentaba día y noche. Para evitar que su temor se
volviera realidad, el muchacho llevaba en su cuello una imagen de “Buda de oro. En
cada mano llevaba tres anillos de la suerte. De la cinta del casco pendían 22 billetes
de la buena suerte. Pegado a la pierna izquierda llevaba un encantamiento contra las
mordeduras de serpiente y la malaria. Finalmente, en los bolsillos del uniforme lie-
vaba catorce pedazos de seda con palabras mágicas que tenían que protegerlo de las
balas enemigas” (Renee Coffee, El viaje increíble, p. 163). El tipo se había blindado.
¿Y crees que todo eso lo protegió? ¡Claro que no! El pobre murió acribillado en medio
de una gran balacera. Sus amuletos no pudieron protegerlo.
Este relato evoca en mi mente lo que pasó en los tiempos del profeta Isaías. En
aquella época una gran cantidad de personas abandonaron al Creador y adoraron a
los dioses fabricados “con sus manos, con sus propios dedos” (Isaías 2:8). No obstan­
te, cuando el Señor decidió castigar a los idólatras, estos se escondieron en sus refu­
gios y desde adentro lanzaban sus “ídolos de oro y de plata” (vers. 20); pero estos no
pudieron protegerlos de la inminente destrucción.
En nuestra época miles y miles de personas no salen de sus casas sin antes tener
la anuencia de las “estrellas”. Suponen que la astrología les brinda la seguridad que
tanto anhelan. Pero sabemos que no hay amuleto en esta tierra que pueda librar­
nos de los poderes del mal. Lo mejor es acudir a Dios y decirle: “Señor, mi Dios, en
ti busco protección; ¡sálvame de todos los que me persiguen! ¡Líbrame, pues son
como leones; no sea que me despedacen y no haya quien me salve!” (Salmo 7:1, 2).
Qué bueno sería que cada uno de nosotros dijera: “Tú, Señor, desde mi juventud
eres mi esperanza y mi seguridad” (Salmo 71:5). Si lo hacemos, disfrutaremos para
siempre de esta promesa: “El amado del Señor vive tranquilo; el Altísimo lo protege­
rá siempre. ¡Vivirá bajo su protección!” (Deuteronomio 33:12).
#DiosNosProtege
¿I__ _ i , ____ _____ —

uál es el título de la reflexión de esta mañana? Por favor, no me digas que


no sabes cuál es. Es más, estoy casi seguro de que sonreiste al ver el “título”.
Lo que he usado para llamar tu atención se conoce comúnmente como
emoticón o emoticono (una contracción de emoción e icono). Aunque los emoticonos
se han puesto de moda recientemente, sobre todo gracias a las redes sociales y a los
servicios de mensajería electrónica, son más antiguos que las mismas computadoras.
Ya en 1881 la revista satírica estadounidense Puck publicó cuatro emoticonos tipo­
gráficos. Para ver la similitud entre el emoticón y un rostro humano solo debes girar
la cabeza hacia la izquierda.
Los emoticonos se han ido desarrollando a lo largo de los años, principalmente,
para imitar las expresiones faciales y las emociones, para vencer las limitaciones de
tener que comunicarse únicamente mediante palabras y frases, ya que estos sirven
como abreviatura. En los primeros cinco meses del 2013, en Twitter se usaron ¡1.700
millones de emoticonos!
Por medio de este lenguaje se puede expresar: alegría :-) tristeza :-( sorpresa :-o
confusión :-s sueño indiferencia._. mandar besos reírte a carcajadas xD mos­
trar que usas anteojos 8-) sacar la lengua :-p guiñar un ojo ;-) el clásico corazón <3 y
un sinnúmero de emociones y gestos que solo quedan limitados por tu creatividad.
¿Por qué decidí compartir esto contigo? Porque los emoticonos no son más que un
reflejo de nuestra humanidad. Somos seres emocionales, necesitamos expresar lo que
sentimos y que otros lo comprendan. Los psicólogos han demostrado que cuando
vemos un emoticón en un mensaje de texto nuestro cerebro reacciona de la misma
manera que cuando vemos un rostro humano; por eso no es lo mismo escribir “estoy
feliz” que simplemente :-)
Ahora bien, ¿cómo te sientes al saber que Dios te ama, te protege y acompaña,
que dio a su Hijo por ti y que pronto vendrá a buscarte? Expresa esas emociones,
compártelas con tus amigos, como el Salmista lo hubiese dicho en el texto de hoy si
en su tiempo hubieran existido los emoticones: “Toda mi vida te bendeciré, y a ti le­
vantaré mis manos \ 0 / en oración”. ¡Alaba a Dios y sé feliz, él te ama! :-)
#ExpresaTusEmociones #AlabaaDios
“;E:
I res de verdad?”, le preguntó una joven al presidente Obama cuando se
topó con el mandatario en un parque de la ciudad de Washington. Mien­
t r a s caminaba hacia el Departamento de Interior, el presidente se detuvo
y saludó a la gente, felicitó a algunos que cumplían años, les preguntó el nombre a
varios, regaló chocolates a un par de niñas y saludó a vendedores ambulantes. Pue-
des ver el video en el canal oficial de YouTube de la Casa Blanca. Uno de los momen­
tos más emocionantes del video tiene lugar cuando una señora, al posar para una
fotografía con el mandatario estadounidense, exclamó eufórica: “¡Dios mío, es el
mejor día de mi vida! La gente va a creer que estoy con una estatua de cera”.
¿Cómo reaccionarías si te encontraras con Barack Obama? ¿Qué le dirías si lo
vieras por la calle?
Ahora quiero que pienses en lo siguiente. U n día el Rey del universo, el Creador
de todo lo que existe, la Majestad del cielo, decidió hacer un recorrido por nuestro
mundo. La Biblia lo dice de esta manera: “Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre
nosotros” (Juan 1:14, NVI). Pablo se refirió a ese acontecimiento con estas palabras:
“Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en car­
ne” (1 Timoteo 3:16, RV95). Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros, caminó
entre nosotros, vivió entre nosotros. Y hoy, dos mil años después, Cristo todavía si­
gue recorriendo nuestras ciudades, nuestros barrios, anhela que la gente se detenga y
lo reciba, que hablen con él, que le cuenten sus problemas. Si hoy te encuentras con
Cristo, con toda seguridad vas a tener el mejor día de tu vida.
Es sorprendente que Obama haya caminado por un parque de Washington, pero
es más admirable que Cristo se haya hecho semejante a nosotros y durante 33 años
haya experimentado en carne propia lo que significa ser humano. “Y como él mismo
sufrió y fue puesto a prueba, ahora puede ayudar a los que también son puestos a
prueba” (Hebreos 2:18). El Dios que se hizo hombre es capaz de entender todo lo que
estás pasando. El también fue como tú.
#JesússeHizoHombre #JesúsmeComprende
#El milagro
de una aerolínea
p M E 1HH 3mm M 1r" :
• ................. - ;
8
¡jp

N
unca he utilizado los servicios de la línea aérea Westjet, pero te confieso que
me gustaría hacerlo al ver lo que esta empresa hizo durante la Navidad de
2013. En una de las puertas de embarque de un aeropuerto colocaron un San­
ta digital para que preguntara a los pasajeros qué querían de regalo navideño. En el
video que la aerolínea subió a Youtube se puede ver cuando la gente, tras haber esca-
neado sus boletos, con mucho gozo le contaba al Santa vestido de azul lo que querían
para Navidad. Unos pidieron cámaras digitales, otros juguetes; unos pidieron calceti­
nes, otros celulares y tabletas. Unos solicitaron libros, otro pidió una inmensa televi­
sión inteligente. En fin, adultos y niños se animaron a expresar sus deseos.
Probablemente muchos creyeron que no era más que un juego de la compañía.
Quizá cuando abordaron el avión ya ni recordaban lo que habían pedido. Finalmen­
te, luego de varias horas de vuelo, el avión aterrizó, y todos los pasajeros salieron ha­
cia el carrusel donde recogerían su equipaje. Esa sección de la terminal estaba her­
mosamente decorada. Luces, música, papelitos blancos que caían como nieve. Lo
único que desentonaba era que el equipaje se demoraba más de lo normal. Después
de un momento de espera el carrusel comenzó a girar, pero en lugar de salir maletas,
sobre él desfilaban hermosas cajas de regalos. ¡Qué sorpresa se llevaron al ver que la
aerolínea les había obsequiado lo que habían pedido!
¿Sabes? Dios ha prometido que si tú le pides, él te dará. Sin embargo, a diferencia
de Westjet, que únicamente recibió pedidos y entregó regalos durante la Navidad, el
Señor está listo para darte buenos obsequios todos los días de tu vida. ¿Será que tu
problema ha sido pedirle calcetines cuando podrías haberle solicitado algo más gran­
dioso? ¿Acaso no tienes fe en ese Dios que te puede conceder todo? Pide, pide, pide.
Tu trabajo es pedir, el de Dios es darte. Por supuesto, para pedir bien tienes que orar,
pasar tiempo hablando con Dios, para que él mismo te ayude a solicitar lo que en
realidad es conveniente para ti y para tu vida.
¿Qué le pedirás al Señor? Sea lo que sea, no olvides seguir este consejo: “Tiene[s]
que pedir con fe, sin dudar nada” (Santiago 1:6). Hoy Dios te puede conceder ese mi­
lagro.
#fe #PideyDiosDa
E
n cierta ocasión Tony Campólo, el antiguo asesor espiritual del presidente Bill
Clinton, escuchó que se habían robado al Jesús que adornaba el pesebre del
ayuntamiento de la ciudad de San Luis, Misuri. El episodio tuvo tanta tras­
cendencia que un presentador de noticias, al reportar el incidente, realizó el siguien­
te llamado: “Alguien se robó a Jesús. Anoche alguien fue hasta el pesebre que está
frente al ayuntamiento y se robó al niño Jesús. Hoy, Jesús no está. Si alguien tiene
información en cuanto a dónde podríamos encontrarlo, por favor, póngase en con­
tacto con esta emisora. Necesitamos realmente recuperar a Jesús y devolverlo al lugar
que le corresponde” (Historias que alimentan tu alma, p. 24).
¿Has visto al Jesús del pesebre? El Jesús del pesebre vino para salvar “a su pueblo
de sus pecados” (Mateo 1:21). Si dudas de que Dios puede perdonar tus pecados, en­
tonces necesitas buscar al Jesús del pesebre. El Jesús del pesebre es “Emanuel, (que
significa: ‘Dios con nosotros’)” (Mateo 1:23). Si crees que Dios es un ser distante, en­
tonces necesitas buscar al Jesús del pesebre. El Jesús del pesebre es “Santo e Hijo de
Dios” (Lucas 1:35). Si supones que Cristo no es más que un sabio maestro, otro ilu­
minado de los muchos que han recorrido este mundo, entonces debes buscar al Jesús
que nació en el pesebre y aceptarlo como el Hijo de Dios.
Tal vez lo de San Luis no sea más que un simple cuento. Pero ¿sabías que no im­
porta que tu vida esté tan sucia como el establo de Belén, Jesús quiere nacer hoy en
tu corazón? Una pregunta más: ¿Se han robado a Jesús de tu corazón?
El canto que resonó en las colinas de Belén ahora es para nosotros: “No tengan
miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para
todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo
el Señor” (Lucas 2:10, 11, NVI). Te invito a que traigas a Jesús de vuelta a tu vida. Si
te lo han robado, ven y dile al Señor: ¡Jesús, yo soy tu pesebre!

#NomeRobenaJesús #JesúsSoytuPesebre
T
res hombres traían siempre consigo dos sacos: uno lo llevaban atado al cuello
y el otro, en la espalda. Cuando les preguntaron por qué lo hacían, el prime­
ro respondió:
“En el saco que llevo en mi espalda tengo guardado todo lo bueno que he recibi­
do de parte de mis familiares y amigos. En el saco del frente atesoro todas las cosas
malas que me han ocurrido. Cada cierto tiempo me detengo, abro el saco del frente,
busco esas cosas malas, las examino, las recuerdo, pienso en ellas... y me lamento
por todo lo que he pasado”.
El segundo declaró:
“En el saco del frente se encuentran todas mis buenas obras. Me encanta dete­
nerme, abrirlo, mirar lo bueno que soy y contarles a otros mis buenas obras. En el
saco de la espalda he guardado todas mis equivocaciones; pesan mucho, detienen mi
crecimiento personal, sin embargo, no puedo deshacerme de ellas".
Entonces el tercero sonrió y dijo:
“Le contaré que el saco del frente es todo una maravilla. En él únicamente guar­
do todas las cosas positivas que he encontrado en los demás, todas las bendiciones
que he recibido, las maravillas que la gente ha hecho conmigo. Créame que este saco
no me pesa llevarlo. ¿Qué cargo en el saco de la espalda? Si se fija bien, se dará cuen­
ta de que no tengo nada. Como ese saco está roto, ahí tiro todas las cosas malas”.
¿Con cuál de estos tres personajes te identificas? ¿No crees que sería muy triste
vivir como los primeros dos hombres? N o tendría ningún sentido que a esta altura
del año decidas amargar tu vida recordando detalladamente las malas experiencias
que has tenido. Te sentirás mucho mejor si meditas, piensas, reflexionas y dedicas
tiempo a recordar y darle gracias a Dios por todas las cosas buenas que has recibido.
El simple hecho de que puedas leer esta página sugiere que todavía tienes en tus ma­
nos un regalo muy valioso: el don de la vida.
A l final del año sería muy oportuno que mis lectores “piensen en todo lo verda­
dero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo
lo agradable, en todo lo que tiene buena fama” (Filipenses 4:8).
#PiensaBienyAcertarás
La cosas
no siempre son

ulí 31
as apariencias engañan”, dice el viejo y conocido adagio. Hace algún tiem­
po la compañía Ameriquest lanzó una serie de anuncios bastante gracio­
F
JL^S' s o s que giraban en torno a esta premisa. En uno de los anuncios dos doc­
tores conversaban sobre el progreso de un paciente. “Mañana le podremos dar de
alta”, dijo uno. Mientras hablan, una mosca empieza a molestar en la habitación y el
doctor toma el desfibrilador y usa la corriente para matar al molesto insecto, que cae
sobre el pecho del paciente. En eso vienen entrando la esposa y la hija del paciente,
ven el desfibrilador en manos del doctor y solo escuchan esta frase: “Bueno, eso lo
mató”. El televidente sabe que se refiere al insecto, pero obviamente la mujer y la
niña creen que se refiere al padre... ya te puedes imaginar su reacción.
Este cómico video encierra una gran verdad: “Las cosas no siempre son lo que
parecen”. Esto lo entendí muy bien cuando vi una de las películas más taquilleras del
2014, Guardianes de la galaxia. En una de las escenas el famoso Yondu le dice al pro­
tagonista: “Parezco un ángel, pero no lo soy”. Y esas palabras describen a la perfec­
ción la naturaleza de nuestro enemigo y adversario, el diablo. A l principio sus moti­
vos parecen puros, se presenta como tu aliado, tal como hizo con Eva. Aparenta
preocupación por tu futuro y por tu bienestar; sin embargo, cuando menos lo esperas
te traiciona y te hunde en el pantano del pecado, destruyendo tu vida por completo.
¿Qué podemos hacer para no dejarnos engañar por este “camaleón” espiritual?
Hay que orar y estudiar la Biblia constantemente. Solo haciendo eso podremos dis­
tinguir la verdad del error, incluso cuando este último parezca sumamente atractivo.
Durante su tentación en el desierto Cristo contestó tres veces al demonio con un
“Escrito está”. El ejemplo de Jesús nos ayuda a entender por qué el Salmista pregunta
y al mismo tiempo contesta: “¿Cómo podrá el joven llevar una vida limpia? ¡Vivien­
do de acuerdo con tu palabra!” (Salmo 119:9). Lee tu Biblia, atesora su mensaje en tu
corazón y te aseguro que no serás engañado por los deleites temporales que te ofrece
un demonio que tiene cara de ángel.
#CuidadoConelPecado #LeelaBiblia

' : ,,,,,, .
................ .
i i yo te preguntara quién dirige tu vida, ¿cuál sería tu respuesta? Vivimos en un
i tiempo cuando los jóvenes aseveran ser dueños de su libertad. Muchos supo-
' nen que ejercen el control absoluto sobre sus vidas y que ellos mismos son los
amos y señores de sus decisiones. Lo cierto es que en el más amplio sentido de la fra-
se, la libertad siempre será utopía para criaturas como nosotros. No hay un solo ins­
tante de nuestra vida en que no estemos bajo la autoridad de alguien o de algo.
La realidad es que hay dos poderes que día tras día luchan por dirigir tu vida. Uno
de ellos es el pecado. Jesús dijo: “Les aseguro que todos los que pecan son esclavos el
pecado” (Juan 8:34). El pecado es el peor amo que existe en el universo. Nos maltra­
ta, nos oprime, nos obliga a hacer lo que no queremos y, por si esto fuera poco, nos
da la muerte como salario por los años que hemos trabajado para él. ¿Dejarás que ese
sanguinario señor continúe dirigiendo tu vida?
Si no queremos ser “esclavos del pecado”, entonces hemos de llegar a ser “siervos
de Dios” (1 Pedro 2:16). Es decir, tenemos que permitir que Dios sea el que dirija
nuestra vida. ¿Pero por qué es importante y nos conviene que Cristo sea el que deci­
da sobre nuestra manera de actuar? Porque por nosotros mismos somos incapaces de
saber encaminar nuestros pasos por la senda del bien. Salomón se preguntó: “¿Cómo
puede el hombre entender su propio camino?” Nadie nos conoce mejor que aquel
que nos creó. Por ello es necesario que “los pasos del hombre los dirij [a] el Señor”
(Proverbios 20:24, NVI).
¿Y cuándo debe Jesús comenzar a dirigir tu vida? He aquí la respuesta: “Acuérda­
te de tu Creador ahora que eres joven y que aún no han llegado los tiempos difíciles;
ya vendrán años en que digas: ‘N o me trae ningún placer vivirlos’. Hazlo ahora”
(Eclesiastés 12:1, 2). Si lo haces ahora te darás cuenta de que “no tiene límite la uti­
lidad de aquel que, poniendo el yo a un lado, da lugar a que obre el Espíritu Santo en
su corazón, y vive una vida completamente consagrada a Dios” (Testimonios para la
iglesia, t. 8, p. 26).
#DiosEsmiLíder #JesúsEsmiCapitán #PoderIlimitado
E
l apóstol Pablo alude a gente que se pasa la vida golpeando el aire; y Santia­
go se refirió a los que son como las nubes, que el viento los lleva en cualquier
dirección porque ellos no saben hacia dónde van. Es decir, no tienen nin­
gún plan para su vida.
Justo antes de morir, un ateo preparó su testamento y decidió dejarle un gran
terreno al diablo. Tras analizar cuál sería la mejor manera de cumplir con ese in­
usual pedido, se determinó que la forma más eficaz de entregar la propiedad al
Maligno era dejándola abandonada, y no impedir que la mala hierba se apodera­
ra de la tierra. En la vida personal ocurre lo mismo. Cuando no hacemos algo
productivo con nuestra vida, estamos dejando el espacio libre para que Satanás
haga lo que quiera.
Dice Elena de White que “el éxito en cualquier actividad requiere una meta defi­
nida. El que desea lograr verdadero éxito en la vida debe mantener constantemente
en vista esa meta digna de su esfuerzo” (Mente, carácter y personalidad, t. 1, p. 349; la
cursiva es nuestra). ¿Ya sabes cuál es la meta de tu vida? ¿A qué te vas a dedicar? No
puedes dejar que los años transcurran sin que sepas hacia dónde quieres enfocar tu
destino. Tienes que fijarte una meta, contemplarla, soñar con ella, llevarla contigo a
todas partes, tienes que mirarla fijamente.
Si no sueñas con algo nunca lo verás hecho realidad. Woodrow Wilson, el expre­
sidente de los Estados Unidos, dijo en cierta ocasión que los seres humanos “crece­
mos mediante los sueños. Todos los individuos exitosos son grandes soñadores”. Y J.
C. Penny señaló: “Dente un hombre común que tenga una meta, y le devolveré un
hombre que hace historia. Deme un hombre que no tiene metas, y le devolveré un
hombre común” (Robert Jeffress, Secretos de Salomón, p. 23).
Por supuesto, no basta con saber qué quieres hacer en la vida. Tienes que poner
en las “manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán” (Proverbios
16:3, NVI). Además, no debes pasar por alto que “el que trabaja, prospera” (Prover­
bios 13:4). Fija tu meta, ora por ella y trabaja incansablemente hasta lograrla. Re­
flexiona en esta pregunta: ¿Qué será de ti en los próximos diez años?
#FijaTuMeta #SoyunSoñador
¿Con quiénes
vivirás tu vida?

T
ras haber completado su maravillosa creación, el Señor expresó abiertamen­
te que “no es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2:18). No es posible
disfrutar de la vida mientras actuemos como “islas” que flotan separadas del
resto del mundo. Dios nos creó como entes sociales. La vida se disfruta más si tene­
mos gente con la que compartir nuestras alegrías y nuestras tristezas. ¿Ya sabes con
quiénes vivirás tu vida?
La respuesta a esta pregunta incluye tres aspectos: 1) Tu familia inmediata; es decir,
tus padres y tus hermanos. Elegir a tu familia no está en tu mano. Cuando naciste ya
estaban ahí. De ese círculo no te puedes alienar bajo ninguna circunstancia. Lo que sí
puedes decidir es 2) quiénes serán tus amigos y 3) quién será tu esposa o esposo.
¿Cómo saber quiénes son amigos de verdad? Una respuesta sencilla la aprendí
con el cantante español Víctor Manuel. Los verdaderos amigos “nunca piden nada y
siempre dan”. A sí fue la amistad de David y Jonatán. Así es la amistad que Jesús te
ofrece. Baltasar G radan escribió en su obra cumbre, El criticón: “El que no tiene
amigos no tiene pies ni manos, manco vive, a ciegas camina”, y que “cada uno mues­
tra lo que es en los amigos que tiene”. ¿Cómo son tus amigos?
Hay pocas decisiones tan significativas como la de elegir un cónyuge. C on esa
persona vivirás la mayor parte de tu vida. Con ella dormirás ocho horas diarias y
es la que te ayudará en la crianza de tus hijos. Con ella tendrás que sentarte a co­
mer. ¿Te imaginas tener que estar cincuenta años de tu vida con alguien que no te
gusta, que no comparte tus valores morales y espirituales, que no coincide con tu
visión del mundo? ¡Eso sería un calvario! Y para calvarios ya es suficiente con el de
Cristo. No creas eso de que tienes que casarte con tu novio/novia porque ya esta­
blecieron un compromiso. Los noviazgos se pueden romper en cualquier momento;
los matrimonios..., dan muchos problemas cuando se rompen. Si no estás seguro,
no te apresures a dar ese paso.
¿Te acuerdas de Job? Cuando le sobrevino la desgracia su mujer lo dejó y sus ami­
gos no lo ayudaron. Su única esperanza era esta: “Yo sé que mi Redentor vive” (Job
19:25).
#EligeBienaTuPareja
^*1
¡ # p En las manos
1Ím$SS£S§££ÍÍÍÍÍP

del Padre y'_•

cabo de leer un artículo publicado en Adventist Review, escrito por Calvin


Kim. El contenido del mismo gira en torno a las últimas palabras de algu­
nos personajes célebres. Elvis Presley, el rey del rock, estaba disfrutando de
una agradable conversación con su novia cuando le dijo: “Voy al baño a leer”. A l ver
que Elvis se demoraba mucho ella fue a buscarlo, y lo encontró muerto.
Yo tengo que escribirte mis últimas palabras. Pero como no quiero que esto sea lo
último que leas de mí, me apropiaré del mensaje final que nos dejaron algunos de los
personajes más encumbrados que ha tenido este mundo. Más que frases de muerte,
estas palabras han de ser lemas por los cuales hemos de vivir.
Las palabras de Jonathan Edwards siguen teniendo toda la vigencia del mundo:
“Confíen en Dios y no tengan miedo”. Thomas Hobbes, el filósofo inglés, justo antes
de morir dijo lo siguiente: “¡Amigos míos, voy a dar un gran salto en la eternidad!”
Immanuel Kant, el célebre pensador germano, declaró confiadamente: “N o temo a
la muerte, sabré morir. Les aseguro ante Dios que la siento venir esta noche. Alza­
ría las manos y diría: ‘¡Bendito sea Dios!’ ” Una de las que más me han impactado es
la de Don Marcelino Menéndez y Pelayo, que mientras afrontaba la etapa final de
una cirrosis atrófica, le dijo a su médico: “¡Qué lástima morir cuando me queda tan­
to que leer!” ¡Es que leer es bueno, es saludable, es agradable, es un regalo del cual
podemos disfrutar los vivos! El 16 de julio de 1915, mientras agonizaba en su lecho
de muerte, Elena de White dijo: “Yo sé en quién he creído”.
Sin duda alguna, las últimas palabras de Cristo constituyen el más noble ejemplo
de cómo vivir: “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!” (Lucas 23:46). Estas
palabras nos enseñan que él murió de la misma forma que había vivido: dependiendo
de su Padre. Esta frase nos habla de entrega, de sumisión, de rendir no solo lo que tene­
mos, sino todavía más: lo que somos. ¿En las manos de quién te encuentras tú? ¿En las
manos de quién están tus sueños? ¿En qué manos has depositado tu esperanza?
Es mi deseo que hoy, el último día del año, tú puedas decirle a Jesús: “En tus ma­
nos encomiendo mi vida”.
#MisUltimasPalabras #MiVidaesdelPadre
r
Guía para el Año Bíblico
en orden cronológico

ENERO FEBRERO

□ l.G én. 1,2 □ 1. Éxo. 14-17


□ 2. Gén. 3-5 □ 2. Éxo. 18-20
□ 3. Gén. 6-9 □ 3. Éxo. 21-24
□ 4. Gén. 10, 11 □ 4. Éxo. 25-27
□ 5. Gén. 12-15 □ 5. Éxo. 28-31
□ 6. Gén. 16-19 □ 6. Éxo. 32-34
□ 7. Gén. 20-22 □ 7. Éxo. 35-37
□ 8. Gén. 23-26 □ 8. Éxo. 3-8-40
□ 9. Gén. 27-29 □ 9. Lev. 1-4
□ 10. Gén. 30-32 □ 10. Lev. 5-7
□ 11. Gén. 33-36 □ 11. Lev 8-10
□ 12. Gén. 37-39 □ 12. Lev. 11-13
□ 13. Gén. 40-42 □ 13. Lev 14-16
□ 14. Gén. 43-46 □ 14. Lev 17-19
□ 15. Gén. 47-50 □ 15. Lev 20-23
□ 16. Job 1-4 □ 16. Lev. 24-27
□ 17. Job 5-7 □ 17. Núm. 1-3
□ 18. Job 8-10 □ 18. Núm. 4-6
□ 19.Job 11-13 □ 19. Núm. 7-10
□ 20.Job 14-17 □ 20. Núm. 11-14
□ 21. Job 18-20 □ 21. Núm. 15-17
□ 22. Job 21-24 □ 22. Núm. 18-20
□ 23. Job 25-27 □ 23. Núm. 21-24
□ 24. Job 28-31 □ 24. Núm. 25-27
□ 25. Job 32-34 □ 25. Núm. 28-30
□ 26. Job 35-37 □ 26. Núm. 31-33
□ 27. Job 38-42 □ 27. Núm. 34-36
□ 28. Éxo. 1-4 □ 28. Deut. 1-3
□ 29. Éxo. 5-7 □ 29. Deul. 4, 5
□ 30. Éxo. 8-10
□ 31. Éxo. 11-13
M ARZO A B R IL

□ 1. Deut. 6, 7 □ 1. 1 Sam. 21-24


□ 2. Deut. 8, 9 □ 2. 1 Sam. 25-28
□ 3. Deut. 10-12 □ 3. 1 Sam. 29-31
□ 4. Deut. 13-16 □ 4. 2 Sam. 1-4
□ 5. Deut. 17-19 □ 5. 2 Sam. 5-8
□ 6. Deut. 20-22 □ 6. 2 Sam. 9-12
□ 7. Deut. 23-25 □ 7. 2 Sam. 13-15
□ 8. Deut. 26-28 □ 8. 2 Sam. 16-18
□ 9. Deut. 29-31 □ 9. 2 Sam. 19-21
□ 10. Deut. 32-34 □ 10. 2 Sam. 22-24
□ 11. Jos. 1-3 □ 11. Sal. 1-3
□ 12. Jos. 4-6 □ 12. Sal. 4-6
□ 13. Jos. 7-9 □ 13. Sal. 7-9
□ 14. Jos. 10-12 □ 14. Sal. 10-12
□ 15. Jos. 13-15 □ 15. Sal. 13-15
□ 16. Jos. 16-18 □ 16. Sal. 16-18
□ 17. Jos. 19-21 □ 17. Sal. 19-21
□ 18. Jos. 22-24 □ 18. Sal. 22-24
□ 19.Juec. 1-4 □ 19. Sal. 25-27
□ 20. Juec. 5-8 □ 20. Sal. 28-30
□ 21. Juec. 9-12 □ 21. Sal. 31-33
□ 22. Juec. 13-15 □ 22. Sal. 34-36
□ 23. Juec. 16-18 □ 23. Sal. 37-39
□ 24. Juec. 19-21 □ 24. Sal. 40-42
□ 25. Rut 1-4 □ 25. Sal. 43-45
□ 26. 1 Sam. 1-3 □ 26. Sal. 46-48
□ 27. 1 Sam. 4-7 □ 27. Sal. 49-51
□ 28. 1 Sam. 8-10 □ 28. Sal. 52-54
□ 29. 1 Sam. 11-13 □ 29. Sal. 55-57
□ 30. 1 Sam. 14-16 □ 30. Sal. 58-60
□ 31.1 Sam. 17-20
MAYO J U N IO

□ 1. Sal. 61-63 □ 1. Prov. 1-3


□ 2. Sal. 64-66 □ 2. Prov. 4-7
□ 3. Sal. 67-69 □ 3. Prov. 8-11
□ 4. Sal. 70-72 □ 4. Prov. 12-14
□ 5. Sal. 73-75 □ 5. Prov 15-18
□ 6. Sal. 76-78 □ 6. Prov. 19-21
□ 7. Sal. 79-81 □ 7. Prov. 22-24
□ 8. Sal. 82-84 □ 8. Prov. 25-28
□ 9. Sal. 85-87 □ 9. Prov. 29-31
□ 10. Sal. 88-90 □ 10. Ecl. 1-3
□ 11. Sal. 91-93 □ 11. Ecl. 4-6
□ 12. Sal. 94-96 □ 12. Ecl. 7-9
□ 13. Sal. 97-99 □ 13. Ecl. 10-12
□ 14. Sal. 100-102 □ • 14. Cant. 1-4
□ 15. Sal. 103-105 □ 15. Cant. 5-8
□ 16. Sal. 106-108 □ 16. 1 Rey. 5-7
□ 17. Sal. 109-111 □ 17. 1 Rey. 8-10
□ 18. Sal. 112-114 □ 18. 1 Rey. 11-13
□ 19. Sal. 115-118 □ 19. 1 Rey. 14-16
□ 20. Sal. 119 □ 20. 1 Rey. 17-19
□ 21. Sal. 120-123 □ 21. 1 Rey. 20-22
□ 22. Sal. 124-126 □ 22. 2 Rey. 1-3
□ 23. Sal. 127-129 □ 23. 2 Rey 4-6
□ 24. Sal. 130-132 □ 24. 2 Rey. 7-10
□ 25. Sal. 133-135 □ 25. 2 Rey. 11-14:20
□ 26. Sal. 136-138 □ 26. Joel 1-3
□ 27. Sal. 139-141 □ 27. 2 Rey. 14:21-25;
□ 28. Sal. 142-144 Jon. 1-4
□ 29. Sal. 145-147 □ 28. 2 Rey. 14:26-29;
□ 30. Sal. 148-150 Amos 1-3
□ 31. 1 Rey. 1-4 □ 29. Amos 4-6
□ 30. Amos 7-9
J U L IO AGOSTO

□ 1. 2 Rey. 15-17 □ 1.2 Rey. 20, 21


□ 2. Ose . 1-4 □ 2. Sof. 1-3
□ 3. Ose . 5-7 □ 3. Hab. 1-3
□ 4. Ose . 8-10 □ 4. 2 Rey. 22-25
□ 5. Ose . 11-14 □ 5. Abd. yjer. 1, 2
□ 6. 2 Rey. 18, 19 □ 6. Jer. 3-5
□ 7. Isa. 1-3 □ 7. Jer. 6-8
□ 8. Isa. 4-6 □ 8. Jer. 9-12
□ 9. Isa. 7-9 □ 9. Jer. 13-16
□ 10. Isa. 10-12 □ 10. Jer. 17-20
□ 11. Isa. 13-15 □ 11. Jer. 21-23
□ 12. Isa. 16-18 □ 12. Jer. 24-26
□ 13. Isa. 19-21 □ 13. Jer. 27-29
□ 14. Isa. 22-24 □ 14. Jer. 30-32
□ 15. Isa. 25-27 □ 15. Jer. 33-36
□ 16. Isa. 28-30 □ 16. Jer. 37-39
□ 17. Isa. 31-33 □ 17. Jer. 40-42
□ 18. Isa. 34-36 □ 18. Jer. 43-46
□ 19. Isa. 37-39 □ 19. Jer. 47-49
□ 20. Isa. 40-42 □ 20. Jer. 50-52
□ 21. Isa. 43-45 □ 21. Lam.
□ 22. Isa. 46-48 □ 22. 1 Crón. 1-3
□ 23. Isa. 49-51 □ 23. 1 Crón. 4-6
□ 24. Isa. 52-54 □ 24. 1 Crón. 7-9
□ 25. Isa. 55-57 □ 25. 1 Crón. 10-13
□ 26. Isa. 58-60 □ 26. 1 Crón. 14-16
□ 27. Isa. 61-63 □ 27. 1 Crón. 17-19
□ 28. Isa. 64-66 □ 28. 1 Crón. 20-23
□ 29. Miq. 1-4 □ 29. 1 Crón. 24-26
□ 30. Miq. 5-7 □ 30. 1 Crón. 27-29
□ 31. Nah. 1-3 □ 31. 2 Crón. 1-3
SEPTIEMBRE OCTUBRE

□ 1.2 Crón. 4-6 □ 1. Est. 4-7


□ 2. 2 Crón. 7-9 □ 2. Est. 8-10
□ 3. 2 Crón. 10-13 □ 3. Esd. 1-4
□ 4. 2 Crón. 14-16 □ 4. Hag. 1,2;
□ 5. 2 Crón. 17-19 Zac. 1, 2
□ 6. 2 Crón. 20-22 □ 5. Zac. 3-6
□ 7. 2 Crón. 23-25 □ 6. Zac. 7-10
□ 8. 2 Crón. 26-29 □ 7. Zac. 11-14
□ 9. 2 Crón. 30-32 □ 8. Esd. 5-7
□ 10. 2 Crón. 33-36 □ 9. Esd. 8-10
□ 11. Eze. 1-3 □ 10. Neh. 1-3
□ 12. Eze. 4-7 □ 11. Neh. 4-6
□ 13. Eze. 8-11 □ 12. Neh. 7-9
□ 14. Eze. 12-14 □ 13. Neh. 10-13
□ 15. Eze. 15-18 □ 14. Mal. 1-4
□ 16. Eze. 19-21 □ 15. Mat. 1-4
□ 17. Eze. 22-24 □ 16. Mat. 5-7
□ 18. Eze. 25-27 □ 17. Mat. 8-11
□ 19. Eze. 28-30 □ 18. Mat. 12-15
□ 20. Eze. 31-33 □ 19. Mat. 16-19
□ 21. Eze. 34-36 □ 20. Mat. 20-22
□ 22. Eze. 37-39 □ 21. Mat. 23-25
□ 23. Eze. 40-42 □ 22. Mat. 26-28
□ 24. Eze. 43-45 □ 23. Mar. 1-3
□ 25. Eze. 46-48 □ 24. Mar. 4-6
□ 26. Dan. 1-3 □ 25. Mar. 7-10
□ 27. Dan. 4-6 □ 26. Mar. 11-13
□ 28. Dan. 7-9 □ 27. Mar. 14-16
□ 29. Dan. 10-12 □ 28. Luc. 1-3
□ 30. Est. 1-3 □ 29. Luc. 4-6
□ 30. Luc. 7-9
□ 31. Luc. 10-13
NOVIEMBRE DICIEMBRE

□ 1. Luc. 14-17 □ 1. Rom. 5-8


□ 2. Luc. 18-21 □ 2. Rom. 9-11
□ 3. Luc. 22-24 □ 3. Rom. 12-16
□ 4. Juan 1-3 □ 4. Hech. 20:3-22:30
□ 5. Juan 4-6 □ 5. Hech. 23-25
□ 6. Juan 7-10 □ 6. Hech. 26-28
□ 7. Juan 11-13 □ 7. Efe. 1-3
□ 8. Juan 14-17 □ 8. Efe. 4-6
□ 9. Juan 18-21 □ 9. Fil. 1-4
□ 10. Hech. 1, 2 □ 10. Col. 1-4
□ 11. Hech. 3-5 □ 11. Heb. 1-4
□ 12. Hech. 6-9 □ 12. Heb. 5-7
□ 13. Hech. 10-12 □ 13. Heb. 8-10
□ 14. Hech. 13, 14 □ 14. Heb. 11-13
□ 15. Sant. 1,2 □ 15. 1 Ped. 1,2
□ 16. Sant. 3-5 □ 16. 1 Ped. 3-5
□ 17. Gál. 1-3 □ 17. 2 Ped. 1-3
□ 18. Gál. 4-6 □ 18. 1 Tim. 1-3
□ 19. Hech. 15-18:11 □ 19. 1 Tim. 4-6
□ 20. 1 Tes. 1-5 □ 20. Tito 1-3
□ 21. 2 Tes. 1-3; □ 21. 2 Tim. 1-4
Hech. 18:12-19:20 □ 22. 1 Juan 1, 2
□ 22. 1 Cor. 1-4 □ 23. 1 Juan 3-5
□ 23. 1 Cor. 5-8 □ 24. 2 Juan;
□ 24. 1 Cor. 9-12 3 Juan;
□ 25. 1 Cor. 13-16 Judas
□ 26. Hech. 19:21-20:1; □ 25. Apoc. 1-3
2 Cor. 1-3 □ 26. Apoc. 4-6
□ 27. 2 Cor. 4-6 □ 27. Apoc. 7-9
□ 28. 2 Cor. 7-9 □ 28. Apoc. 10-12
□ 29. 2 Cor. 10-13 □ 29. Apoc. 13-15
□ 30. Hech. 20:2; □ 30. Apoc. 16-18
Rom. 1-4 □ 31. Apoc. 19-22
/ / A I leer las reflexiones
/ ”\d e Vladimir, enfrenta­
rás, como joven, el mayor
desafío intelectual: comprender
la relevancia de la #Pa!abra de
Dios para descubrir tu misión y, de
esta manera, darle #sentido a tu exis­
tencia. #Conecta la Biblia con tu vida cotidiana...
#Lee este devocional... Es la tendencia de este
año''-lsmae¡ Castillo, rector de la Universidad de
Montemorelos, México.
"Vivim os en la era digital, donde nos comunicamos por medio de
e-mail, Facebook,Twitter, Instagram y un largo etcétera de redes socia­
les que hacen que la comunicación esté permanentemente activa, sin
un segundo de descanso. Por eso, es muy común escribir en el muro
de un amigo para decirle lo que pensamos, sentimos y queremos. #V¡-
SIT A M ÍM U R O es un devocional que te ayudará a visitar, mañana tras
mañana, el 'm uro' del Creador. Disfruta de cada una de sus inspirado­
ras páginas para que empieces el día de la mano del MaestroV-Jonatán
Tejel, director mundial de los Conquistadores.
"Vladimir Polanco te invita, en este devocional, a visitar el muro de
Jesús; a oír los consejos sabios del Maestro; a entender la vida, no
como los seres humanos la entienden, sino desde la perspectiva divina
del propio Autor de la vida'.'-Alejandro Bullón, escritor y evangelista.

J. Vladimir Polanco actualmente es editor de libros en IADPA


y director de la revista Prioridades. Ha trabajado como profesor
universitario, y publicó varios libros con ese mismo sello edito­
rial.Tiene tres hijos: Lizangelis, Hasel y Mariangelis.

s 978-98 7-70 1-357-3


ISBN

I
||ll!lllllllll|lllllll!lll
9ll789877ll013573
ák

You might also like