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Se define como droga aquella sustancia que actúa sobre el sistema nervioso central y
produce una serie de cambios de carácter físico o psíquico, o una percepción diferente de la
realidad.
Desde un punto de vista de la ley, se considera droga aquella sustancia que, no siendo
utilizada para un uso médico es ilegal, es decir, no puede utilizarse su producción o
consumo. Las drogas ilegales son todas aquellas que no forman parte de las de prescripción
médica, a las que se accede a través del mercado negro. Son sustancias que han convivido
con el hombre desde la antigüedad
En muchos países las drogas (de diferentes tipos) son legales o aceptadas por los gobiernos
para variadas finalidades, pueden ser usadas para fines medicinales, experimentales o
simplemente como un alucinógeno. Si bien es cierto, algunas drogas son adictivas y hasta
perjudiciales para las personas, ya sea en grandes o pequeñas cantidades. Algunos países
como: Uruguay, Holanda, Corea del Norte, etc; legalizaron el uso de drogas en
medicamentos pero solo para algunos tratamientos específicos, así como otros, legalizaron
la posesión y el consumo de Marihuana.
Estudiosos afirman que las drogas son ilegales porque son peligrosas, ya que afectan al
sistema nervioso, pero, ¿qué pasaría si al ser legalizadas, la perspectiva sobre como las
vemos, cambia?.
Existe un gran mercado que no vemos y al que no acudimos normalmente, un mercado que
afecta a la sociedad en todas sus formas, a este lugar solo se accede con fines ilegales: para
comprar productos de precios muy elevados que el gobierno de los países no aprueba dentro
de su territorio, lo cual conlleva a cometer crímenes.
El prohibir las drogas ha generado consecuencias desastrosas, y lo único que han hecho los
gobiernos alrededor del mundo es gastar dinero, luchando en vano contra un fenómeno
social que ya no tiene reversa.
No solo existen dos posturas respecto a este tema: las que están a favor o en contra, sino
que también hay algunas personas que se encuentran neutrales, o hay algunas personas
que creen que solo debería legalizarse un tipo de droga, o una droga en específico. Es más,
en muchos países alrededor del mundo la única droga que se encuentra legalizada es la
Marihuana
Las políticas prohibicionistas a lo largo de la historia han demostrado que, lejos de estar
destinadas a la salud pública fueron producto de los intereses políticos y han fracasado
rotundamente; no solo introducen sustancias de mala calidad, dificultan el acceso a
información científica y obstruyen la búsqueda de tratamiento para quienes padecen el uso
problemático.
La pelea por la legalización de todas las drogas expresa la necesidad social de buscar una
política alternativa al prohibicionismo, una salida superior que ponga en debate el derecho
que se atribuye el Estado de imponer una visión moralista alrededor de las drogas y
enfrente el control social ejercido por parte de este sobre la vida de los individuos, lo que
incluso explica cómo se consideran “legítimas” sustancias como el alcohol y el tabaco cuyo
impacto a la salud es mayor que el de otras drogas prohibidas como la marihuana. La única
salida que proponen es mayor censura y clandestinidad. Aunque, claro, es lógico entender
que estemos de acuerdo con aquellas que si usamos de manera cotidiana como por ejemplo:
medicamentos, café, alcohol, entre otras muchas.
Un ejemplo muy claro sobre esta teoría es la Ley Seca puesta en marcha en 1920 en
Estados Unidos, no redujo el consumo, sino que generó un auge desmedido de corrupción:
provocó una cifra considerable del crimen organizado. Un buen ejemplo de esto fueron Al
Capone; el tráfico de alcohol movió cientos de millones de dólares dando origen al
“gangsterismo”. Aumentaron los bares clandestinos, el precio desmedido de las bebidas y su
consumo mortal. Cuando un bien se declara ilegal, ¿quién se encarga típicamente de
distribuirlo y ofrecerlo? Como debería ser obvio, pues aquéllos expertos en saltarse la ley.
Los precios además de los bienes o productos prohibidos suben vertiginosamente, en parte
por los elevados costes de operar al margen de la ley. Así pues, con la prohibición atraemos
el crimen, la violencia, la opresión y la inseguridad.
Legalizando las drogas, cualquier persona respetuosa de la ley y el orden podría concurrir
al mercado abierto de estos bienes y productos. Como decía el Dr. Friedman, “la
ilegalización estimula la cartelización del mercado de drogas puesto que no está sometido a
una libre competencia.” Además de que la corrupción policial se ve seriamente agravada en
el actual escenario prohibicionista, y con ello la propia policía encuentra un obstáculo a
combatir más eficazmente unos bienes que de por sí son imposibles de eliminar.
Según las Naciones Unidas, el tráfico de drogas genera $400.000 millones anuales, lo cual
representa un 8% del comercio mundial, comparable con la industria de textiles. Teniendo
esto en cuenta, entendemos lógicamente que si se legaliza la droga, entonces ya no se
despilfarrará dinero en la lucha contra los carteles, mejorando la economía del país
Con la legalización, muchos países comenzarían a ser más seguros, ya que se dejaría de
alimentar económicamente a diferentes mafias u organizaciones con la venta, producción o
tráfico de drogas clandestino, lo cual reduciría considerablemente el índice de violencia y de
opresión en nuestra sociedad actual; también se podrían restablecer algunas libertades
civiles pasadas por alto, dejarían que los tribunales se encargaran de los verdaderos delitos
y no tuvieran que estudiar y echar un caso más al saco. Además, desactivará la bomba de
tiempo en la que se ha convertido Latinoamérica, especialmente países como Ecuador,
Bolivia y Colombia. En este último, las guerrillas financiadas por el narcotráfico manejan
miles de millones de dólares en equipos militares de primera línea, y amenazan con
extender su lucha a países como Panamá, Brasil y Venezuela.
Una de las principales consecuencias de la legalización de las drogas que quiero exponer en
este ensayo es la reducción de su consumo, aunque al principio podría parecer extraño, el
efecto de atractivo que crea la prohibición en la población concuerda con la realidad. Por
ejemplo, de acuerdo a un estudio sobre adicción a las drogas en Europa de 2009, los
holandeses están entre los que menos tasas tienen de consumo de cannabis a pesar de estar
legalizado en su país. El ser humano es tan complejo al momento de tomar decisiones que
este comportamiento se ha visto reflejado en diferentes casos a lo largo de la historia; la
psicología señala claramente que el prohibir, hace que algo se vea más atractivo para el
punto de vista de una persona, hace que esa persona quiera descubrir, el por qué está
prohibido, que tiene de especial y despierta la ansiedad de querer probar una experiencia
nueva.
Tal vez aquí yace la razón por la cual la guerra contra las drogas se intensifica año con
año. Este negocio ha estado relacionado con diferentes figuras políticas importantes a lo
largo de los años, y los operativos antidrogas que se practican en cada país del globo, solo
sirven para eliminarles la competencia que enfrentan, las grandes mafias, por parte de los
pequeños y medianos distribuidores.
Si hoy las drogas son accesibles incluso en las áreas de máxima seguridad de las prisiones,
ni siquiera convirtiendo a nuestros países en cárceles vamos a lograr mantener a las drogas
fuera del alcance de aquellos que quieran consumirlas.
La legalización conducirá a que la sociedad aprenda a convivir con las drogas, tal y como lo
ha hecho con otras sustancias como el alcohol y el tabaco. El proceso de aprendizaje social
es sumamente valioso para poder disminuir e internalizar los efectos negativos que se
derivan del consumo y abuso de ciertas sustancias. Sin embargo, políticas como las de la
prohibición, al convertir a los consumidores en criminales, desincentivan la aparición de
comportamientos y actitudes sociales necesarios para poder lidiar con los problemas de la
adicción y el consumo tempranero de dichas sustancias
Cada persona tiene un derecho fundamental que señala que cada uno elige como quiere
llevar la vida, y esto incluye la obligación del estado de respetar la decisión del ciudadano
sobre las sustancias que decida utilizar o consumir
Prohibir sustancias que existen en la naturaleza es ridículo en tanto que no van a dejar de
existir. El único modo de saber convivir con estas sustancias es legalizarlas, del mismo
modo que el alcohol podría verse como perjudicial para la salud pero su prohibición sólo
lleva (y ha llevado) a todas las consecuencias mencionadas. Igual que sabemos convivir con
el alcohol, debemos saber convivir con cualquier otra sustancia.
Nadie niega lo perjudicial que pueden ser las drogas. La cuestión es reconocer que todo lo
probablemente malo en ellas pasa a ser ciertamente peor con su prohibición.
Para todo pro, hay un contra que está esperando para atacar, pero este es un asunto que se
debe reflexionar y por lo que vale la pena cambiar de pensamiento si es necesario, un
asunto que afecta a nuestra sociedad actual y a nuestro futuro, pero en vez de preocuparnos
criticando y yendo en contra de una decisión o de una idea (en este caso como la legalización
de las drogas) seamos nosotros quienes logremos lo que queremos, nosotros tenemos la
potestad de hablar con nuestros hijos sobre lo que deben y no deben hacer, nosotros
tenemos el poder de cambiar el futuro de nuestro mundo y hacerlo mejor para nuestros
seres queridos.