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Un mensaje a García (A Message to Garcia en el inglés original), también conocido

como La carta a García o simplemente Carta a García, es un texto de autosuperación


escrito por Elbert Hubbard en 1899.

En él, en primer término relata brevemente la anécdota del soldado estadounidense


Rowan, que es llamado para entregar de parte del presidente de Estados Unidos, un
mensaje al jefe de los rebeldes, oculto en la sierra cubana, en el curso de la Guerra
hispano-estadounidense a fines del siglo XIX.

Hubbard resalta el hecho de que Rowan recibe el mensaje y se limita a entregarlo a pesar
de que nadie le proporcionó información ni medios para encontrar a García, para lo cual
Rowan recorre a pie la isla de Cuba de costa a costa. Ante esto, Hubbard propone por
medio de otros varios ejemplos, que la aplicación para cumplir inmediatamente con la
tarea encomendada, sin reticencias y sin vacilaciones, es el principal valor para conseguir
el éxito, sobre todo en el trabajo, aún más que el talento o la erudición.

Concluye sosteniendo que el mundo necesita «muchos Rowan» y que existen pendientes
por entregar muchos «mensajes a García», en aplicación de la máxima «hacer bien lo que
se tiene que hacer». De acuerdo con el lingüista Charles Earle Funk, «carta a García» ha
sido usada en la cultura popular como una expresión que incita a realizar tareas difíciles.

En general, es un escrito que destaca la importancia capital del compromiso y de la


voluntad de ejecutar las tareas que uno asume en el trabajo y en la vida. Sin embargo
también existen personas que piensan que sobrevalora el poder de la autoridad y asume
la sabiduría de aquellos que están arriba en la pirámide social.1

Sin embargo, investigaciones históricas precisan que, aunque inspirado por el hecho real,
la mayor parte del relato es una recreación hiperbolizada de lo que realmente sucedió.
Rowan en ningún momento tuvo que recorrer la isla a pie como se dice, sino que fue
recibido en la enseñada de Mora por varias decenas de luchadores independentistas
cubanos conocedores de las costas de la provincia oriental y de los territorios liberados.
En sentido general, este ensayo se califica como un intento de minimizar la participación
cubana en la llamada Guerra Hispano Cubana Norteamericana y al mismo tiempo
presentar a los estadounidenses como libertadores de una isla que para ese entonces ya se
encontraba prácticamente en poder de las fuerzas independentistas.2
La importancia de la historia del mensaje radica en el valor educativo que ella
tiene. Rowan fue solícito, responsable y eficiente en su misión, no se detuvo a
hacer las mil preguntas torpes, ni a esperar que se le diera mil detalles
consabidos. No pensó en los obstáculos para pretextar en ellos pereza o
impotencia.

Rowan obró con ganas, con decisión, armado de su propia creatividad. Eso
justamente era lo requerido para su cometido.

Es una positiva historia para educar en el sentido de que no se debe esperar que
las cosas las hagan los demás, que partan de otros. Que lo que se debe hacer
ya, no se puede dejar para mañana.

Es el mensaje para que la juventud entienda el sentido de la eficiencia y la


imbecilidad de las disculpas. Cuando llegan las disculpas es porque no se hizo
o no se supo hacer lo que se debía. Que si se asumen responsabilidades, ellas
no deben dejarse en manos de otras personas.

El “se me olvidó”, “no es mi problema”, “otro día”, “no tuve tiempo” y tantas
disculpas más, terminan por crear un hábito laxo, para no responder por lo que
se tiene que responder.

Quienes son capaces de llevar la “Carta a García”, son aquellos que no hacen
las cosas a medias, los que están liberados de la mediocridad, los que toman
con resolución las cosas, los que abren caminos en lugar de cerrarlos, los que
miran los hechos por el lente de la positividad, los que del fiasco aprenden una
lección, los que no desfallecen ante la dificultad.

Este mensaje tiene potencia para enseñarnos que debemos tener fe en nosotros
mismos, que no debemos alzarnos de hombros en ademán de impotencia para
dejar que surja la negatividad y la lamentación. Que hay que saber dudar y
confrontar las realidades.

Lástima grande que este portentoso mensaje no sea conocido por nuestros
Bachilleres, que no lo tengan a mano nuestros maestros. Las secretarías de
educación y de promoción a la comunidad, deberían divulgarlo profusamente.

Es una bella ocasión para inculcar la positividad a la juventud. La positividad que


tanta falta le hace a nuestra clase dirigente.
así demuestra un carácter que muchas personas hoy en día no tienen que es la de realizar las
tareas que nos dejan y hacerlas de forma inmediata sin cuestionar o quejarse de porque se le
deja a uno mismo y no a otra persona, el al aceptar de manera directa la tarea nos muestra el
cómo no se tiene que utilizar un tono de voz más alto, o la intimidación para que se efectúen las
tareas al momento de que nos la piden.

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