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Rhetorica, Vol. XXVII, Issue 4, pp. 373–403, ISSN 0734-8584, electronic ISSN 1533-
8541. ©2009 by The International Society for the History of Rhetoric. All rights re-
served. Please direct all requests for permission to photocopy or reproduce article
content through the University of California Press’s Rights and Permissions website,
at http://www.ucpressjournals.com/reprintInfo.asp. DOI: 10.1525/RH.2009.27.4.373.
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este arte en esa época, por lo tanto, es obvio. Sin embargo, dicho
estudio es muy complejo, porque la primera teorı́a retórica se nos
ha perdido por completo. Sólo podemos, en consecuencia, intentar
acceder a su conocimiento de manera indirecta. Para ello existen
básicamente tres vı́as: 1) el estudio de los primeros manuales retóricos
conservados, que datan del s. IV a.C. y que, hemos de suponer,
reelaboran, al menos en parte, la teorı́a retórica anterior; 2) el estudio
de la presencia de la retórica en otros géneros literarios, que, sin duda,
se vieron influidos por este arte; y 3) el estudio de la oratoria del
momento, que, suponemos, llevaba a la práctica lo que se enseñaba
en aquel entonces en la teorı́a.
Dada esta situación, lo que aquı́ propongo es utilizar conjun-
tamente esas tres posibilidades aplicándolas a una cuestión muy
concreta, para intentar aportar algo a nuestro conocimiento de la
retórica en su etapa inicial. Esa cuestión tiene que ver con la ter-
minologı́a retórica técnica que se emplea en los manuales del s.
IV a.C. y que podemos encontrar ya en la literatura del siglo an-
terior, aunque no necesariamente utilizada en el sentido técnico que
posteriormente tiene. Para delimitar el estudio he decidido cen-
trarme en dos términos que considero muy interesantes, a saber,
semeion (σημεον) y tekmerion (τεκμ
ριον), empleados en la primera
teorı́a retórica conservada para hacer referencia a distintos tipos
de indicios.
Según se asume generalmente, la probabilidad o argumento de
eikos es la aportación principal de la retórica en el s. V a.C. Ahora bien,
el desarrollo de esta nueva arte lleva consigo también el uso cada
vez más preciso de la evidencia. Como Lloyd apunta,2 en Homero
no hay ninguna palabra aparte de σ
μα que haga referencia a los
hechos empleados como tal e incluso ésta se utiliza de esa manera
en escasas ocasiones. Sin embargo, en los siglos VI y V a.C. surge
un rico vocabulario al respecto, en conexión con el comienzo de la
reflexión acerca de los diversos tipos de evidencia. Los dos términos
más interesantes en ese sentido son los aquı́ elegidos.
y con la acuñación de un lenguaje técnico para expresar dicha teorı́a. Esto los lleva
a situar el nacimiento de la retórica en el s. IV a.C. Sin embargo, resulta difı́cil creer
que el protagonismo que la retórica adquiere en Atenas en el s. V a.C. no generara
una reflexión teórica profunda, aunque ésta no haya llegado hasta nuestros dı́as. Ası́,
parece que Antifonte pudo escribir un tratado retórico hoy perdido; de hecho, sus
Tetralogı́as quizás puedan considerarse ası́ en cierto modo, al igual que seguramente
los discursos de Gorgias.
2
Cf. G. E. R. Lloyd, Polarity and Analogy. Two Types of Argumentation in Early Greek
Thought (Bristol: Bristol Classical Press, 1987 (19661 )), 425–30.
La evolución de algunos conceptos retóricos 375
3
Sobre los argumentos que derivan de tekmeria y semeia en el conjunto de los
oradores áticos, cf. A. Soubie, “Les preuves dans les plaidoyers des orateurs attiques
(II),” RIDA 21 (1974): 77–134 (pp. 88–97). En general, véase Soubie, “Les preuves”
sobre las pisteis entechnoi en los oradores áticos y “Les preuves dans les plaidoyers
des orateurs attiques,” RIDA 20 (1973): 171–253, sobre las pisteis atechnoi en esos
mismos autores.
4
De manera general se cree que Anaxı́menes compuso su Retórica a Alejandro
hacia 340 a.C., por lo que este manual es algo anterior a la Retórica de Aristóteles,
cuya redacción definitiva debe de datarse entre 335 y 330 a.C.; cf. Q. Racionero,
Aristóteles. Retórica (Madrid: Cátedra, 1990), 126–28; E. M. Cope, An Introduction to
Aristotle’s Rhetoric. With Analysis Notes and Appendices (London: Macmillan, 1867),
36–49. En cambio, algunos autores, como J. Wisse, Ethos and Pathos from Aristotle
to Cicero (Amsterdam: Hakkert, 1989), 53, defienden que la Retórica a Alejandro es
una obra posterior a la Retórica aristotélica. La cuestión fundamental es que existen
similitudes importantes entre los dos tratados. Éstas generalmente se han explicado
apelando al uso por parte de Anaxı́menes y Aristóteles de una fuente común,
Teodectes. Ahora bien, sabemos que la Retórica de Aristóteles fue compuesta en
diversas etapas. Basándose en ello, P. Chiron, “Les rapports entre la Rhétorique à
Alexandre et la Rhétorique d’Aristote: le ‘test’ de la brièveté,” en L. Calboli Montefusco
(ed.), Papers on Rhetoric, Vol. VI (Roma: Herder, 2004), 81–100 (p. 82), propone una
composición intercalada, en lugar de sucesiva, de ambas obras. Según él, la Retórica
a Alejandro serı́a posterior a una primera redacción de la Retórica aristotélica, pero
anterior a la redacción definitiva de ésta. Esto explicarı́a, en su opinión, la presencia
de una teorı́a del entimema en la Retórica a Alejandro y, además, la presencia de una
teorı́a del ethos y del pathos en la obra de Aristóteles.
376 RHETORICA
5
Ésta es la terminologı́a de Aristóteles, que no coincide con la empleada por
Anaxı́menes. Sin embargo, es la más usual y, por lo tanto, es la que voy a emplear.
6
Dada la definición que Anaxı́menes ofrece de los tekmeria, “deducción” parece
el término más adecuado para traducir ese concepto.
7
Sigo la traducción de J. Sánchez Sanz (ed.), Retórica a Alejandro (Salamanca:
Universidad de Salamanca, 1989).
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que dan la certeza; los mejores son los que dan la certeza; en segundo
lugar, aquellos que ayudan a formar la opinión más convincente.
Rh. Al. 12.1–2, 1430b30–39
8
En Rh. 1.1, 1354a14–18 la retórica como arte queda restringida a la argumen-
tación. Sin embargo, en Rh. 1.2, 1356a1–20, al igual que en Rh. 2.1, 1377b16–1378a29,
se incluye la llamada emocional como modo técnico de persuasión y se reconoce
también la persuasión a través del carácter. En Rh. 3.1, 1403b6–1404a39 encontramos
el mismo contraste: Aristóteles primero incorpora los tres elementos y después reduce
la retórica al pragma. Estas diferencias de opinión respecto al campo de actuación de
la retórica en diferentes pasajes de la obra se han interpretado de distintas maneras.
Al respecto, véase n. 9.
9
Aristóteles condena al comienzo de su Retórica (Rh. 1. 1, 1354a14–18) el uso de
pathe; no obstante, luego los incluye como una de las tres pisteis del arte retórica (Rh. 1.
2, 1356a1–20). Esta contradicción, que se advierte también en lo referente al ethos (cf.
n. 8), ha dado lugar a múltiples interpretaciones: 1) los diferentes pasajes pertenecen a
estadios distintos de composición y muestran una evolución en su pensamiento; 2) al
principio Aristóteles presenta una retórica ideal y luego se ciñe a la retórica real; 3) lo
que Aristóteles condena no es tanto el uso de pathe cuanto el abuso de ellos, sobre todo
cuando no guardan conexión con el caso concreto; 4) Aristóteles sólo da cabida en la
retórica a los pathe que se desarrollan mediante la vı́a argumentativa o entimemática,
mientras que condena los sentimientos que no son parte de argumentos retóricos,
sino que están provocados irracionalmente.
10
El entimema es un silogismo retórico. Atrás quedó ya la interpretación que veı́a
el carácter defectivo como su rasgo distintivo, aunque es cierto que la mayorı́a de los
entimemas carecen de uno de sus elementos, debido a la predilección por el entimema
que favorece una inferencia breve y directa. Ahora sabemos que el rasgo esencial del
entimema es que no funciona con verdades universales sino con probabilidades, y
esto es ası́ por la propia naturaleza de los temas de los que se ocupa la retórica,
que giran esencialmente en torno al comportamiento humano, sobre el que es harto
difı́cil hacer afirmaciones de validez universal; cf. F. Cortés Gabaudan, “Formas y
funciones del entimema en la oratoria ática,” CFC 4 (1994): 205–26 (pp. 207, 210–11);
W. M. A. Grimaldi, Studies in the Philosophy of Aristotle’s Rhetoric (Wiesbaden: Steiner,
1972), 87–91.
11
El entimema aparente no lleva a un conocimiento probable. Más bien, se trata
de un entimema defectuoso que no conduce más que a una afirmación falsa. Cuando
en Rh. 2.24 Aristóteles expone las fuentes de las que el argumento aparente es
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derivado, sucede que los tópicos aportados son fuentes que ocasionan una falacia
formal o material; cf. Grimaldi, Studies, citado en n. 10, p. 96.
12
Sobre lo eikos y el semeion como fuente de la argumentación retórica en
Aristóteles, cf. Grimaldi, Studies, citado en n. 10, pp. 104–15. Sobre los semeia y
tekmeria en Aristóteles, cf., entre otros, Grimaldi, Studies, pp. 110–15; W. M. A. Gri-
maldi, “Semeion, Tekmerion, Eikos in Aristotle’s Rhetoric,” AJPh 101 (1980): 383–98; H.
Weidemann, “Aristotle on Inferences from Signs (Rhetoric I 2, 1357b1–25),” Phronesis
34 (1989): 343–51.
13
La traducción es de M. Candel Sanmartı́n, Aristóteles. Tratados de lógica (Órga-
non), II (Madrid: Gredos, 1988).
La evolución de algunos conceptos retóricos 379
14
A. Suppl. 55, 271, A. 332, 352, 1366, Ch. 205, Eu. 447, 485, 662, Pr. 826.
15
A. Suppl. 218, 506, A. 1355, Pr. 842.
16
A. Pers. 479, 819, Suppl. 245, A. 26, 293, 497, 969.
17
Como destaca A. Iriarte, Las redes del enigma. Voces femeninas en el pensamiento
griego (Madrid: Taurus Humanidades, 1990), 115–18, en el Agamenón de Esquilo se
reflexiona sobre el carácter incierto de la comunicación entablada mediante signos.
380 RHETORICA
18
El verbo semaino implica dar a entender algo a partir de signos o indicios.
Cuando éstos son palabras, es natural llegar a un significado de “decir,” pues indicar
con palabras no es otra cosa que hablar.
La evolución de algunos conceptos retóricos 381
19
También -σημα en A. 1596 tiene un sentido similar, aludiendo a un signo fı́sico.
20
Sigo la traducción de B. Perea Morales, Esquilo. Tragedias (Madrid: Gredos, 1993
(19861 )).
382 RHETORICA
21
Sigo la edición de D. Page, Aeschyli septem quae supersunt tragoedias (Oxford:
Clarendon Press, 1972).
22
En este caso concreto la traducción es mı́a.
384 RHETORICA
23
S. El. 774, 904, 1109, OC 1510.
24
S. Ant. 257, 998, OT 710, 1059, El. 23–24, 885–86, OC 94.
25
S. OT 916.
26
S. Aj. 32, 688, Tr. 345, 870, Ant. 242, 1208, OT 79, 226, 933, 957, 1050, Ph. 37,
OC 320, 366, 1669.
27
E. Schmalzriedt, “Sophokles und die Rhetorik,” Rhetorik 1 (1980): 89–110 (pp.
95–97), analiza la presencia en Sófocles de ciertos términos retóricos, concretamente
eikos, tekmerion y kairos, y basándose en la presencia mayor de estos conceptos en las
tragedias tardı́as del autor llega a la conclusión de que existe una influencia retórica
creciente en su obra.
La evolución de algunos conceptos retóricos 385
28
Cf. mi trabajo “Crisótemis y Electra. Pisteis entechnoi y atechnoi en conflicto,”
Actas del XII Congreso Español de Estudios Clásicos (en prensa).
29
Semaino aparece una vez en esta tragedia, concretamente en el v. 37, pero se
utiliza sencillamente como un verbo de “decir.”
30
Aj. 688, Tr. 345, 870, Ant. 242, 1208, OT 226, 933, 957, 1050, Ph. 37, OC 366.
386 RHETORICA
31
La traducción está tomada de A. Alamillo, Sófocles. Tragedias (Madrid: Gredos,
1992 (19811 )).
32
El hecho de que Crisótemis emplee la expresión σαφ3 σημεα enfatiza su
convicción de que las pruebas que tiene del regreso de Orestes son incuestionables.
Esto hace que resulte aún más paradójico y llamativo el modo en que posteriormente
Crisótemis, a pesar de su certidumbre, abandona su opinión convencida por las
palabras de su hermana.
33
La cuestión de las diferentes pruebas en Electra merece, sin duda, una atención
mucho más amplia que la que aquı́ podemos ofrecer. Aunque breve, remitimos a
nuestro trabajo recogido en la n. 28.
La evolución de algunos conceptos retóricos 387
34
C. Segal, Sophocles’ Tragic World. Divinity, Nature, Society (Cambridge: Harvard
University Press, 1995), 149, advierte el doble contenido en el término semeion: de
un lado, el indicio que implica una deducción humana y, de otro, la señal que
denota la intervención de los dioses en la vida de los hombres. Edipo sabe utilizar
su intelecto para la obtención de conclusiones, pero no sabe interpretar las señales
divinas. Ası́, la utilización del término semeia o familiares en Edipo Rey se produce,
según Segal, en aquellos momentos en que la comunicación entre los hombres implica
algo desconocido y potencialmente peligroso de origen divino.
35
Encontramos un ejemplo de σ1μα en Sófocles (en Esquilo no habı́a ninguno) en
OC 1512. Al igual que semeion designa las señales recibidas de los dioses.
388 RHETORICA
36
Fijémonos en que en OC 1510 Teseo utiliza el término tekmerion para designar
las señales que anuncian la muerte de Edipo y éste responde, a continuación (vv.
1511–12), designando esas mismas señales como semata.
La evolución de algunos conceptos retóricos 389
37
Semeion aparece en E. Alc. 717, Hipp. 514, Hec. 1009, Ion 1157, Ph. 142, 1111,
1114, 1332, IA 255, Rh. 529 y tekmerion en Med. 517, Hipp. 925–26, HF 714, Ion 237,
329, 349, El. 575, IT 808, 822, Rh. 94.
38
Eurı́pides es el autor trágico más estudiado desde el punto de vista retórico
y todos aquellos autores que se han detenido en el estudio de la influencia retórica en
el género trágico no han podido dejar de advertir el predominio de la influencia de
ese arte en las obras de este autor.
39
E. Heracl. 488, 799, Hipp. 857, 1155, 1306, Andr. 265, 1048, 1238, Hec. 217, 512,
529, 983, 999, 1003, Supp. 1064, HF 1218, 1230, Ion 529, 750, 945, El. 765, IT 237, 1203,
1233, 1305, 1312, 1410, Hel. 151, 892, Ph. 623, 955, 1441, Ba. 976, IA 1538, Rh. 275, 632,
741, 754, 880. La forma compuesta προσεμανω la encontramos en Med. 725, Supp. 213.
40
E. Alc. 240, Hipp. 280, Ph. 180, Rh. 705.
390 RHETORICA
41
En estos dos pasajes σαφ
ς ocupa bien el final del verso bien el principio,
ocupando tekmerion justo la posición contraria en cada caso. Es decir, ambos términos
aparecen en lugares métricamente destacados. Lo mismo sucede en S. El. 23–24 y
885–86, solo que aquı́ el mismo adjetivo acompaña a semeion.
42
Podrı́a parecer que en este autor y en este caso tekmairomai es empleado del
mismo modo que lo es semaino en pasajes de otros autores, ya que no son pocos
los momentos, señalados en este trabajo, en que este último verbo es empleado
en referencia a una deducción derivada del aspecto fı́sico de un personaje. Ahora
bien, Hipp. 280 es un caso un tanto especial, porque Fedra intenta ocultar su mal y
consecuentemente la deducción a partir de su aspecto, contradicha por otras de sus
acciones, implica un proceso de inferencia menos claro.
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43
Sigo la traducción de A. Medina González, J. A. López Férez, Eurı́pides. Tragedias
I (Madrid: Gredos, 2003 (19771 )).
392 RHETORICA
44
Traducción tomada de J. L. Calvo Martı́nez, Eurı́pides. Tragedias II (Madrid:
Gredos, 1995 (19781 )).
La evolución de algunos conceptos retóricos 393
45
Antifonte 1.10, 1.11 (dos veces), 1.12, 2.4.10, 4.4.2 (dos veces), 4.4.3, 5.8, 5.38
(dos veces), 5.61, 5.63, 5.81, 5.83, 6.27 (dos veces), 6.30, 6.31, 6.41, 6.43.
46
Antifonte, 2.2.5, 2.3.8, 4.3.3, 5.14, 5.27, 5.28 (tres veces), 5.45, 5.81, 5.84 (dos
veces), 6.2, 6.43.
47
El verbo σημανω lo encontramos en los discursos de Antifonte en dos ocasiones
(3.3.1, 4.3.3) y τεκμαρομαι en ninguna.
48
La cuestión es que τεκμαρομαι tiene un significado retórico siempre, de ahı́
que su uso sea escaso en la tragedia, mientras que σημανω, en cambio, se utiliza en la
tragedia habitualmente sin un significado retórico especı́fico, de ahı́ que su empleo
sea más prolı́fico en ese género y que en la oratoria de Antifonte, en la que se utiliza
sólo con sentido retórico, se utilice mucho menos.
49
La terminologı́a retórica está bien desarrollada y diferenciada en los oradores
ya desde Antifonte, como afirma G. H. Goebel, Early Greek Rhetorical Theory and
Practice: Proof and Arrangement in the Speeches of Antiphon and Euripides (Ann Arbor:
394 RHETORICA
University of Wisconsin, Diss., 1983), 13–55, tras su estudio del sistema de pruebas en
este orador.
50
Ha existido, y aún existe, aunque en menor medida, una enconada discusión
respecto a la autorı́a de las Tetralogı́as, ya que, en opinión de muchos autores, las
diferencias entre estos discursos y los discursos reales de Antifonte son demasiadas
como para considerar que los dos conjuntos son obra de un mismo autor. No
obstante, parece que el hecho mismo de pertenecer a géneros diferentes podrı́a
explicar satisfactoriamente las divergencias, sin recurrir necesariamente a una autorı́a
distinta. Sobre esta cuestión, cf., entre otros, M. Gagarin, Antiphon the Athenian. Oratory,
Law, and Justice in the Age of the Sophists (Austin: University of Texas Press, 2002), 52–62.
51
Sobre la argumentación en los discursos reales de Antifonte, véase el estudio
de B. Due, Antiphon. A Study in Argumentation (Copenhagen: Museum Tusculanum,
1980).
La evolución de algunos conceptos retóricos 395
52
El hecho de que la propia cualidad de la probabilidad se pueda predicar en
este pasaje de los tekmeria prueba, en opinión de Goebel, Early Greek Rhetorical Theory
and Practice, citado en n. 49, p. 21, que esta palabra se refiere a todo el proceso de
la inferencia, más que a la evidencia en la que se basa.
53
Goebel, Early Greek Rhetorical Theory and Practice, citado en n. 49, pp. 13–55,
analiza el sistema de pruebas en Antifonte y concluye que en este autor el semeion
es un signo obvio, es decir, que sugiere una inferencia obvia, mientras que el tekmerion
es un indicio que implica un empleo más sutil de la probabilidad. En ocasiones este
último término se transfiere del indicio en que se basa la inferencia probable a todo el
proceso de la inferencia (p. 21). Sus semeia son en su mayorı́a signos fı́sicos y están li-
396 RHETORICA
que no son sensu stricto fı́sicos, los únicos en los que el término semeion
se emplea acompañado de un adjetivo, y ese adjetivo en todos los
casos tiende a reforzar su fortaleza y seguridad. Como en la tragedia,
también en el caso de Antifonte semeion tiende menos que tekmerion a
utilizar un adjetivo y curiosamente, cuando lo hace, es precisamente
cuando su significado menos se separa de ese otro concepto y para
remarcar su caracterı́stica principal de infalibilidad.
En este mismo sentido, es importante señalar que el término
semeion es empleado también en Antifonte para designar la señal
infalible por excelencia, a saber, la señal divina, al igual que sucedı́a
en las tragedias de Sófocles. En los dos casos en los que encontramos
este significado (5.81, 5.84) el contexto enfatiza el hecho de que estas
evidencias de origen divino, denominadas semeia, se consideran de
la mayor fiabilidad. Ası́, en 5.81 el orador argumenta que “habéis de
gobernar con seguridad ($σφαλς) los asuntos públicos de la ciudad si
confiáis al máximo en dichas señales”55 y en 5.84 designa a estos semeia
como “la más evidente garantı́a” (πστιν σαφεστ την).
El tekmerion, por su parte, como ya he anticipado, no se refiere
en ningún caso a evidencias meramente fı́sicas, sino que alude a
acciones, comportamientos, etc. de los que se extrae una inferencia.
Por ejemplo, en 1.10 el hecho de que el adversario no haya aceptado
la πρκλησις ες β σανον56 del orador se interpreta como evidencia o
tekmerion, de un lado, de la buena disposición e inocencia del orador
y, de otro, de la mala fe y culpabilidad del adversario (cf. 1.11–12).
El comportamiento del adversario es también un tekmerion en otros
pasajes (5.8, 5.61, 6.41), ası́ como los hechos acaecidos en el pasado
55
Reproducimos la traducción de J. Redondo Sánchez, Antifonte. Andócides. Dis-
cursos y Fragmentos (Madrid: Gredos, 1991).
56
El testimonio de los esclavos sólo se admitı́a en los tribunales de justicia
atenienses si era bajo tortura. Pero para que la evidencia que proporcionaba un esclavo
bajo tortura fuese válida debı́a darse con el consentimiento de ambas partes, por lo que
habı́a que recurrir siempre a un desafı́o o πρκλησις. El procedimiento era el siguiente:
cuando en un litigio entre dos partes una de ellas querı́a introducir el testimonio de
un esclavo, entonces planteaba un desafı́o a su oponente. En él se ofrecı́an todos los
detalles respecto a cuándo o dónde se llevarı́a a cabo el interrogatorio e incluso qué
preguntas se harı́an. El testimonio del esclavo consistirı́a tan solo en responder sı́
o no a las preguntas planteadas. La parte desafiada podı́a aceptar o no el desafı́o
o hacerlo con modificaciones. Si las dos partes llegaban a un acuerdo, se llevaba
a cabo el interrogatorio; cf. A. R. W. Harrison, The Law of Athens. Procedure (Oxford:
Clarendon Press, 1971), 148–50; M. Gagarin, “The Torture of Slaves in Athenian Law,”
CPh 91 (1996): 1–18 (pp. 3–4). No obstante, aunque el procedimiento estaba claramente
regulado, no hay evidencia de que se usara de manera habitual e incluso hay quien,
como Gagarin, opina que se trataba fundamentalmente de una ficción legal.
398 RHETORICA
57
Cf. Goebel, Early Greek Rhetorical Theory and Practice, citado en n. 49, p. 38; M.
Gagarin, Antiphon. The Speeches (Cambridge: Cambridge University Press, 1997), 243.
La evolución de algunos conceptos retóricos 399
58
Cf. Gagarin, Antiphon. The Speeches, citado en n. 57, p. 214.
400 RHETORICA
4. Conclusión
ocupa el lugar que habitualmente está reservado al otro (p. ej. E. Med.
517), esto suele coincidir con una excepcionalidad también en el nivel
del contenido.
Existen también entre los tres autores trágicos ciertas similitudes
respecto a los adjetivos que utilizan para calificar estos términos.
Esquilo sólo califica tekmerion y lo hace con los adjetivos πιστν y
μ)γα. Sófocles califica los dos sustantivos. Él utiliza πιστς y μφαν)ς
para tekmerion pero, además, emplea σαφ)ς para calificar el término
semeion. Eurı́pides, que califica igualmente los dos conceptos, utiliza
para tekmerion el adjetivo σαφ)ς y añade $σφαλ)ς. Además, él emplea
por primera vez el superlativo (σαφ)στατον) aplicado en su caso a
semeion. El análisis realizado muestra que simplemente en función de
la adjetivación se percibe una diferencia entre los dos términos que
nos ocupan. El hecho de que el término semeion no sea habitualmente
calificado o que, cuando lo es, el adjetivo tienda a remarcar su
fiabilidad incide precisamente en esa concepción de éste como una
evidencia obvia. Por el contrario, que el término tekmerion asuma con
más frecuencia un adjetivo, que alude a un grado determinado de
credibilidad, está en consonancia con el empleo de este concepto para
designar una evidencia más cuestionable.
Esta diferencia se advierte, como es lógico, de manera aún más
perceptible al analizar el contenido de la evidencia designada en
cada uno de los casos concretos. En un principio pudiera parecer
que ambos sustantivos se utilizan, sobre todo, para designar signos
fı́sicos perceptibles. Esto no es extraño porque ambos remiten al
campo léxico de términos, σ1μα y τ)κμαρ respectivamente, que se
utilizan en ese sentido. Es al desarrollarse la retórica y al entrar a
formar parte del vocabulario técnico de ese arte cuando se produce
una especialización de esos términos, claramente perceptible ya en
los trágicos.
Ası́, la realidad es que, aunque ambos pueden designar signos
fı́sicos, lo más habitual es que éstos sean considerados semeia, mien-
tras que, por el contrario, el tekmerion se refiere preferiblemente a
indicios basados en comportamientos, acciones, etc. Pero el rasgo
principal que distingue entre ambos conceptos es el hecho de que el
semeion designa un signo obvio, en tanto que el tekmerion conduce
de manera menos segura a una conclusión.
En A. Eu. 485 encontramos, además, un significado especial
para tekmerion, ya que en ese pasaje este concepto se emplea en un
sentido más amplio para aludir a todo el proceso de la inferencia,
representando a las pisteis entechnoi por oposición a las atechnoi.
Este significado no vuelve a aparecer en la tragedia, pero sı́ lo
hace en Antifonte. El hecho de que se halle en Esquilo y no en los
402 RHETORICA
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Dado que Esquilo y el Sófocles temprano se sitúan en un perı́odo en el que
la teorización retórica está comenzando, mientras que, por el contrario, el Sófocles
tardı́o y Eurı́pides prácticamente en su totalidad son posteriores al año 427 a.C. (año
de la llegada de Gorgias a Atenas) y, por tanto, pertenecen a un momento en el que,
sin duda, hay una mayor reflexión teórica sobre la retórica, debemos entender que
la diferenciación entre semeion y tekmerion que se observa ya en los autores tempranos
puede haber influido en los rétores posteriores, pero no al revés. Probablemente los
primeros manuales retóricos se basan en la práctica ya existente, que posteriormente,
tras ser retóricamente reelaborada, influye en otros autores.
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M. Gagarin, “The Nature of Proofs in Antiphon,” CPh 85 (1990): 22–32, pone
de relieve el carácter innovador de Antifonte en el empleo de la argumentación y
subraya el hecho de que Antifonte fue el primer ateniense que aplicó las nuevas
técnicas retóricas a casos reales o, al menos, el primero que hizo un uso extenso de
ellas.