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LA FIESTA DEL BURRITO SOMOTEÑO

Omán David Díaz

Ser asno, borrico, pollino o burro, ha significado desde siempre haber nacido para el
maltrato, el trabajo sin descanso, llevar por los caminos pesadas cargas, vivir mal
alimentado e incluso soportar el mal genio del patrón. En las ciudades, aún hoy el burro es
tomado como metáfora para referirse a los niños y personas que son consideradas en
general torpes, ignorantes y tardos para los estudios. Y esto casi en cualquier lugar del
planeta. No obstante, poco a poco, con el paso del tiempo estas prácticas deshumanizadas
y conceptos peyorativos han cedidos a concepciones más afables referentes a cuidar y
evitar el maltrato a los animales, y Nicaragua no es la excepción.
La gente del pacífico del país ha llamado despectivamente a Somoto, “la ciudad de los
burros”, lo que entrañaba los sentidos de lugar montaraz, indómito y habitado por este
famoso cuadrúpedo. Actualmente, no nos sentimos ofendidos si alguien nos recuerda
nuestra procedencia, porque agregamos: “…pero también venimos de la gran ciudad de las
rosquillas, del cañón, y del pueblo que vio nacer a Carlos Mejía. ¡…Y con mucho orgullo!”
Profundizando en las andanzas del burro, su corazón y alma, creo que no es ninguna
casualidad que el antaño Somoto Grande se caracterizara por su elevada población de
borricos. Es más, me atrevo a afirmar que este animal noble y amigable se asentó en estas
tierras porque simpatizaba con la gente, y sentía (¿¡!?) que podía llegar a ser parte de
nuestra idiosincrasia; y sí, lo logró, porque se ha convertido en uno de los figuras más
representativas de nuestro municipio. Entiendo que esta historia puede ser material para
un cuento. Ah, casi olvidaba decirles que como parte de estas indagaciones, un día me
encontré con un sabio chamán (médico brujo) del campo quien me reveló un secreto: “El
burrito es casi como el nagual de cada somoteño, y es el espíritu de la ciudad. ¡Chitón, que
quede aquí!”.
Y qué bueno que el asno de somoteño ha sido elevado a la categoría de ciudadano (palabra
que encuentro idónea en este contexto), ya que finalmente se le ha reconocido como
elemento esencial de nuestra cultura. Aquí debemos aplaudir el trabajo, empeño y virtud
compasiva del grupo Los Burritos-Somoto. Efectivamente, gracias a las iniciativas y
objetivos que ha planteado y realizado esta asociación, hoy los burros del municipio de
Somoto, pueden gozar del aprecio, amistad y cuidado no sólo de sus dueños, sino de todo
este pueblo. Recordemos que en noviembre del año pasado la agrupación mencionada
anunció un Concurso de fotografía con la temática del burro, evento exitoso que culminó
con la premiación y la exposición de las mejores fotos. El primer lugar le correspondió a
Irlanda López Molina. Antes, sus entusiastas miembros, habían abierto una cuenta en
Facebook, la que podemos visitar para darnos cuenta de la visión, objetivos y próximas
actividades de esta cofradía.
Hace algunos meses por gestiones y pedido de Alex Herrera, Eddy Barreda, Noel Garache y
Vanessa Bertrand de Los Burritos-Somoto, el Honorable Concejo Municipal aprobó en
sesión memorable la Ordenanza que establece el primer sábado de julio de cada año, como
el Día del Burrito somoteño. Así, con el apoyo de la Alcaldía Municipal e INTUR, el pasado
04 de julio de 2015, se celebró el primer festival del borrico con un desfile de montados
que recorrió las principales calles de la ciudad; luego, se pasó al parque central donde se
premió la apasionada dedicación de doña Timotea Moreno de Quebrada de Agua, y quien
gusta de participar en este tipo de eventos. Vinieron a continuación los concursos y premios
del rucio mejor engalanado, del pollino bailarín, del asno más inteligente, etc. El festival
finalizo con el concurso de canciones con temas dedicados a este simpático animal, lo que
llevó a definir la canción representativa de este personaje-símbolo de nuestra cultura.
El tema musical ganador fue el son nica “Aparejos y cojines” del Profesor Ernesto
Valladares, cuyo contenido expresa la hermandad que existe entre el campesino y su fiel
rucio. El segundo lugar les correspondió al músico Iván Herrera y al Lic. Rolando Bertrand,
con la cumbia “Historia del burrito somoteño”. El tercer lugar lo obtuvo quien escribe este
artículo, con el corrido “Mi burro Tayacán”. En mi caso participé con dos temas, dado que
se podía participar con las canciones que se quisiera según la convocatoria; pero el jurado
decidió por cuenta propia, que la canción número dos no entraba en la competencia.
porque esto significaba ventaja sobre los otros autores, todo esto sin contar con el visto
bueno de Los Burritos-Somoto y de este servidor. Pero así son las cosas todavía. Si se me
hubiera pedido escoger, como debía ser, hubiese preferido participar con el tema
desechado “La fiesta del rebuzno” (son nica, con letra de la profesora Xóchitl Caldera y
Omán Díaz, autor también de la música. Los arreglos musicales estuvieron a cargo del
excelente tecladista Leonel Molina Paniagua). He aquí algunos trozos expresivos de las
canciones ganadoras (excepto del segundo lugar porque no tenemos en nuestras manos la
letra):
El estribillo de “Aparejos y cojines dice así: Ay burrito, compañero, de alegrías y dolor
Paso y trote, ya llegamos a la casa de mi amor,
Ay burrito, compañero, de alegrías y dolor,
Por tu amor y tu trabajo este pueblo floreció.

El Estribillo del corrido “Mi burro tayacán” expresa el trabajo constante del borrico, y hace
un llamado a protegerlo y solidarizarnos con él en estos términos:
Así es mi burro, todo un tayacán
Del campo al barranco, luego a la ciudad,
Por eso mi canto te dice:
(Bis): ¡Arriba somoteños en plan de igualdad!
¡Salvemos al burrito, busquemos su amistad!

La saga del burro no para aquí, y es factible que veamos una presentación de sus esfuerzos,
lamentos, sentires y gracias en el Teatro Nacional Rubén Darío este año, Dios mediante. Por
ahora esta historia continuará.

Logo de agrupación Los Burritos-Somoto.

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