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La lleve a la playa
Se me constipó
La lleve a la casa
La niña lloro.
Brinca la tablita
Yo ya la brinque
Bríncala de nuevo
Yo ya me cansé.
En el bosque de la china
La chinita se perdió
Como yo andana perdida
Nos encontramos los dos
En el cielo o en el mar
un diamante de verdad.
En el cielo o en el mar
un diamante de verdad.
La gallina busca
el maíz y el trigo,
les da la comida
y les presta abrigo.
Caballito blanco
llévame de aquí
llévame a mi pueblo
donde yo nací
tengo, tengo, tengo
tú no tienes nada
tengo tres ovejas en una cabaña
una me da leche
otra me da lana
otra mantequilla
para la semana
levántate Juana
y enciende la vela
para ver quien anda
por la cabecera
son los angelitos
que andan de carrera
despertando al niño
para ir a la escuela
si no quiere ir
déjalo dormir
con la hierba buena
y el toronjil - jil - jil
Pin Pon
Pin pon es un muñeco,
muy guapo y de cartón, de cartón,
se lava la carita
con agua y con jabón, con jabón.
Se desenreda el pelo,
con peine de marfil, de marfil,
y aunque se da tirones
no grita y dice ¡uy!, dice ¡uy!
Pin Pon toma su sopa
y no ensucia el delantal
pues come con cuidado
como un buen colegial
Apenas las estrellas
comienzan a salir, a salir,
Pin pon se va a la cama
se acuesta y a dormir, a dormir.
La Farolera tropezó
y en la calle se cayó
y al pasar por un cuartel
se enamoró de un coronel.
Alcen las banderas
para que pase la Farolera.
Ponga la escalera
y encienda el farol.
Después de encendido
se puso a contar
y todas las cuentas
salieron cabal.
Dos y dos son cuatro,
cuatro y dos son seis,
seis y dos son ocho
y ocho dieciséis,
y ocho veinticuatro,
y ocho treinta y dos.
Ay, niña bendita,
me arrodillo en vos.
Ronda El patio de mi casa
El patio de mi casa
es particular.
Cuando llueve se moja
como los demás.
Agáchate,
y vuélvete a agachar,
que los agachaditos
no saben bailar.
Chocolate, molinillo
corre corre, que te pillo
A estirar, a estirar
que el demonio va a pasar.
Ronda Aserrín, aserrán
Aserrín, aserrán
los maderos de San Juan
piden pan no les dan
se marean y se van
Aserrin aserran
se marean y se van.
Ronda Juguemos en el Bosque
Moraleja: Los problemas tienen soluciones pero siempre ten presente que al
encontrarle, puedes estar encontrando el siguiente problema.
El Fracaso de los tres Bueyes
Érase una vez tres bueyes que pastaban juntos y que siempre permanecían muy
juntos. Durante varios días un león se mantuvo observándolos con el propósito de
devorarlo pero siempre sentía un poco de miedo porque al nunca separarse los
tres bueyes, lo ponía en desventaja si llegaba a luchar en contra de los tres.
Muy inteligente el león creo una estrategia basada en mentiras y patrañas con el
objetivo de lograr destruir esa unión entre los tres bueyes. Una vez que logró su
objetivo pudo separarlos y así comerse a cada uno de forma independiente.
Moraleja: Nunca permitas que nadie destruya la unidad que tengas con tus
amigos y familia porque solo de ese modo serás más fácil de hacer daño.
La Gran idea del pescador Egoísta
Este era un hombre que ya estaba harto de no poder conseguir pescado para
poder vivir un poco más cómodo que antes, y es por esto que decidió poner en
práctica un nuevo sistema que hace solo algunos días había inventado.
Lo que pretendía era emplear redes que al ubicarlas en el rio se impidiera que el
agua las atravesara y de este modo el rio se quedaría sin corriente que les
facilitaba el escape a los peces. Además el toque final del invento consistía en una
cuerda de cáñamo que estaba sujeta a uno de los extremos y de la que colgaba
una piedra con la que se iba golpeando el agua. Mientras esto sucedía aquel
hombre pensaba:
– Con esta idea lograré que los peces tengan tantas ganas de escapar que
acudan directamente a mi trampa.
Un pescador que pasaba por el lugar, al ver lo que estaba haciendo, muy molesto
le dijo:
– ¿No te das cuenta que con esto el agua que recibimos en el pueblo está llena de
fango porque no dejas de ensuciar el agua del río?
– Mil disculpas, me apena mucho saber que esto los molestara, pero es que esta
es la única forma que tengo de alimentarme y salir de una vez de esta pobreza –
dijo el pescador desesperado.
Había una vez una joven, hija de un granjero que iba al pueblo a vender leche, y
mientras trasladaba la vasija llena de leche, planificaba su futuro.
De repente tropezó con una piedra y cayó al suelo junto con el recipiente de leche
el cual se derramó completamente, destruyéndose también cada uno de los
planes que había hecho.
Moraleja: No debes desear tener una fortuna mayor pues nada de lo que tengas
te parecerá suficiente. No pienses en el futuro sin antes haber asegurado tu
presente pues solo así tu futuro tendrá resultados.
El León y el Ciervo
Temido por todos los animales de la selva un fiero león empezó a rugir con fuerza,
sin conocerse el motivo del barullo.
Un ciervo que pasaba por allí lo vio y manteniendo una distancia prudencial
afirmó:
– ¡Pobre de nosotros los animales de esta selva, que ya cuando veíamos al león
tranquilo y sereno le temíamos! ¿Ahora qué haremos?
Tanto el ciervo como el resto de los animales comprendieron que siempre puede
haber un mal mayor y a partir de ese escándalo del león comenzaron a pensar
mejor antes de quejarse por sus problemas cotidianos. Asimismo, fueron lo
bastante inteligentes como para mantenerse lo más a salvo posible cada vez que
el fiero animal se proyectaba de esa forma.
El Deseo de Luisa
Hace mucho tiempo, existió un pueblito pequeño de nombre Tristonia, cuyos
habitantes eran muy pobres, tan pobres, que apenas tenían para comer o para
vestir. Sin embargo, a pesar de la pobreza, eran personas muy bondadosas, que
compartían todo cuanto tuviesen, incluso la tristeza.
En aquel pueblito, vivía una dulce muchacha llamada Luisa, que se levantaba
cada mañana bien temprano a trabajar la tierra para poder obtener comida, y
brindarla a los más pobres de Tristonia. Las tierras de Luisa no eran buenas, y la
pobre campesina debía trabajar día y noche para lograr abundante comida.
Finalmente, llegó el último día del año, y todos esperaban impacientes la aparición
del hada mágica para que concediera un deseo. Cuando todos comenzaban a
impacientarse, se abrió una luz en el cielo, y descendiendo hizo su entrada la
noble figura del hada. Tras mirar a todos los ciudadanos, decidió que el deseo
sería para la buena de Luisa, y ¿Saben lo que Luisa pidió?
Pues más tierras para cultivar, y así dar de comer a todos los niños de la ciudad.
Las persona aplaudieron emocionadas, y Luisa pudo ver su deseo hecho realidad.
El Príncipe y la cebolla
Cuando los príncipes aún libraban doncellas atrapadas en castillos, y las brujas
vivían en los bosques y tenían mucho poder, existió un reino lejano, cuyo príncipe
quería encontrar el amor, tener muchos hijos y volverse un rey justo.
Un hada que andaba de paso quiso ayudar al príncipe, se trataba del Hada
Distraída, y le prometió que al regresar a su reino, encontraría al gran amor de su
vida, sentada junto al trono esperando su llegada. El príncipe volvió sobre sus
pasos a toda velocidad, pero al llegar al castillo descubrió que le esperaba una
cebolla gigante.
Cuando las dos hadas hermanas nacieron, se formaron en una gotica de rocío
mañanero que se quedó en los pétalos de una hermosa rosa blanca. Allí crecieron
las dos hadas, envueltas y seguras en el interior de la flor. Y aunque la curiosidad
les motivaba a salir al exterior, ninguna de las dos se atrevía a hacerlo por temor a
lo que pudieran pensar de ellas las otras hadas.
Fiorina y Pionina pensaban que eran horrorozas y tontas, y que jamás serían
tratadas con amabilidad. Vivían con tanto temor que no se les ocurría salir de la
flor. Un buen día, Fiorina quiso salir, sin importarle lo que pudieran pensar de ella:
“Si soy tonta y horrorosa, al menos seré de buen corazón, y trataré a todas las
hadas con amabilidad para que me acepten entre ellas”.
Había una vez, un lugar especial donde habitaban todos los seres mágicos del
mundo. Desde horribles ogros, hasta elfos de oreja puntiaguda. Por supuesto, las
hadas también vivían en aquel lugar, donde reinaba la paz y la armonía.
Entre las hadas, existía una muy pequeña y de blancos cabellos que, a diferencia
de sus hermanas, no podía volar, pues había nacido sin alas. Inés, como se
llamaba la pequeña, había crecido con mucha tristeza al ver como el resto de las
hadas se alzaban hasta el cielo y reían de placer volando entre las ramas de los
árboles y empinándose hasta las nubes.
Sin embargo, como sólo podía caminar, poco a poco se hizo de grandes amigos
que no habitan en las alturas, como las ranas y los conejos, y estos le enseñaron
todos los escondrijos y pasadizos secretos de aquella tierra mágica.
Un buen día, mientras transcurría una hermosa mañana llena de tranquilidad, los
humanos irrumpieron de la nada con espadas y con odio, y sembraron el caos
entre todos los habitantes mágicos del lugar. Las hadas, desesperadas, corrieron
para salvar sus vidas, pero los hombres más altos lograban capturarlas y
encerrarlas en sus jaulas.
Hubo una vez en el mundo, un invierno crudo y feroz, que hacía temblar de frío
todas las criaturas del bosque, en especial los pájaros pequeños. La nieve cubría
la tierra, y llenaba de fría escarcha las ramas de los árboles. De esta manera, era
imposible para las avecillas buscar comida con que alimentar a sus crías.
Con el tiempo, los alimentos comenzaron a escasear también para los hombres, y
la aldea vecina decidió atacar el poblado donde vivía Caperucita con el fin de
arrebatarle todas sus provisiones. “Nos superan en número. Debemos pedir ayuda
al Rey” gritó uno de los habitantes, pero otro dijo “Es imposible. Los caminos están
cubiertos por la nieve”.
Había una vez una sirena que vivía en el fondo del mar. A pesar de que su vida se
encontraba en las profundidades, ella anhelaba salir a la superficie y vivir una vida
humana.
Cuando cumplió dieciocho años hizo un trato con una hechicera que le dio el poder de
convertirse en humana durante las noches. Pero la magia de este hechizo solo surtía
efecto hasta el amanecer, debía ser muy cuidadosa de regresar antes al agua.
Esa misma noche decidió visitar el pueblo cercano, donde celebraban unas fiestas. Salió
de la orilla convertida en una hermosa doncella, de cabellera rubia y espesa. Tomó
prestado un vestido que encontró cerca y caminó hacia el lugar del que provenía la
música.
Entre la multitud distinguió un joven alto y apuesto, que la miraba con el mismo interés
que ella lo hacía. Para su sorpresa el joven la tomó de la mano y la invitó a bailar.
Bailaron toda la noche sin parar, a pesar de que la sirena nunca antes lo había hecho.
La cuarta noche la sirena acudió a la cita acordada, pero para su sorpresa el joven no
apareció en el muelle. La sirena preguntó desconsolada a todos los que encontraba a su
paso, hasta que un anciano pescador que había sido testigo de las citas de los
enamorados le dijo: – “Ese joven era un príncipe de una tierra lejana, su padre se lo llevó
esta tarde con muchas prisas y no se sabe si regresará. Te buscó durante horas”.
Eran los últimos días de verano y David había sido invitado a la celebración del
cumpleaños de uno de sus primos mayores. El festejo fue enorme, había una gran tarta,
una búsqueda del tesoro y muchísimas diversiones más. Después de corretear por toda la
casa y participar en sus juegos favoritos, David y los otros niños fueron hacia el jardín, a
donde se había trasladado la fiesta.
Mientras los adultos conversaban, los niños seguían corriendo y haciendo travesuras. De
repente llamó la atención de David una enorme fila de diminutas hormigas, que iban muy
atareadas transportando pequeñas cantidades de comida.
Se quedó mirando fijamente a las hormigas durante algunos segundos, hasta que agarró
una para verla más cerca y casi de inmediato intentó aplastarla entre sus dedos.
Afortunadamente para la hormiga, la madre lo llevaba observando un buen tiempo y en
cuanto se dio cuenta de sus intenciones, lo detuvo.
David miró a su madre con cara de desconcierto, al igual que los demás niños que habían
presenciado la escena y se agrupaban alrededor. La madre con tono dulce le dijo al niño:
– ¿Por qué las lastimas, acaso te han hecho daño? ¿No ves lo duro que están trabajando
para recolectar comida para el invierno? – La madre se volvió y dijo al resto de los niños
que la miraban con atención.
– Nunca debemos intentar dañar a un animal solo porque podemos. En cambio debemos
cuidarlos e intentar aprender de ellos. Las hormigas por ejemplo, a pesar de ser tan
pequeñas, son de los insectos más laboriosos y fuertes que existen en la naturaleza. ¿No
ven cómo colaboran todas juntas para transportar cargas mucho más grandes que su
tamaño?
David de inmediato se sintió arrepentido por la mala acción que casi había cometido y
prometió a su mamá que nunca más intentaría dañar a un animal, por pequeño que este
fuese. Sus amigos, al igual que David, aprendieron aquel día una valiosa lección que
recordarían toda la vida.
El Rescate en la Nieve
Érase una vez un campesino que habitaba con sus dos hijos en un lugar muy distante,
cercano al paso de una montaña. El campesino siempre había tenido mal carácter, pero
con los años este había empeorado e incluso se había vuelto cruel con sus animales, a
los que maltrataba sin razón, en especial a los perros a los cuales golpeaba y apedreaba.
Un día de invierno, sorprendió a uno de los hijos que regresaba del pueblo, una gran
tormenta de nieve. El clima era terrible y el joven perdió el camino de regreso a su cabaña
en medio de las montañas nevadas, por lo que vagó sin rumbo hasta caer inconsciente en
la nieve.
Estaba a punto de morir congelado, cuando sintió en su rostro un aliento cálido y húmedo
que lo hizo despertar. Frente a él se encontraba un vigoroso perro de robusta
constitución, que llevaba una manta en el lomo. De inmediato el joven se apresuró a
envolverse en la manta y con un poco de esfuerzo se tumbó sobre la espalda del animal,
que con mucho trabajo logró trasladarlo el resto del camino.