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Perspectivas y modelos pedagógicos

Fuente: FLÓREZ, Rafael, Hacia una pedagogía del conocimiento, Bogotá, McGraw-Hill, 1995.
Un modelo es una herramienta conceptual para entender mejor un evento; es la
representación del conjunto de relaciones que describen un fenómeno. Un modelo
pedagógico es la representación de las relaciones que predominan en el acto de
enseñar, es también un paradigma que puede coexistir con otros y que sirve para
organizar la búsqueda de nuevos conocimientos en el campo de la pedagogía.
“Los estudiantes, futuros maestros, enseñarán a sus estudiantes como se les
enseñe a ellos”
Toda teoría pedagógica trata de responder de manera sistemática y coherente al
menos estas preguntas: ¿Qué tipo de ser humano se quiere formar?, ¿Con qué
experiencias crece y se desarrolla un ser humano? ¿Quién debe impulsar el proceso
educativo? ¿Con qué métodos y técnicas puede alcanzarse mayor eficacia? Diferentes
especialistas podrían responder una sola de estas preguntas; pero la especialidad del
pedagogo es abordarlas todas de forma transdisciplinaria.
Aunque en el fondo siempre se encuentra la formación como concepto clave y
unificador de toda pedagogía, a continuación se proponen cinco criterios de
elegibilidad que permiten distinguir una teoría pedagógica, de otra que no lo es:
a. Definir el concepto de ser humano que se pretende formar, o la meta esencial de
formación humana.
b. Caracterizar el proceso de formación del ser humano, en el desarrollo de las
dimensiones constitutivas de la formación, en su dinámica y secuencia.
c. Describir el tipo de experiencias educativas que se privilegian para afianzar e
impulsar el proceso de desarrollo, incluyendo los contenidos curriculares.
d. Describir las regulaciones que permiten cualificar las interacciones entre el
educando y el educador en la perspectiva del logro de las metas de formación.
e. Describir y prescribir métodos y técnicas de enseñanza que pueden utilizarse
en la práctica educativa como modelos de acción eficaces.
Toda teoría pedagógica desarrolla estos cinco parámetros o criterios de elegibilidad
de manera coherente y sistemática, como respuesta a las cinco preguntas esenciales
que se han formulado los pedagogos de todos los tiempos: ¿En qué sentido se
humaniza un individuo?, ¿cómo se desarrolla este proceso de humanización?, ¿con
qué experiencias?, ¿con qué técnicas y métodos?, y ¿cómo se regula la interacción
maestro-estudiante? Comprendido esto se está en capacidad de distinguir una teoría
pedagógica de una psicológica, sociológica, lingüística, o de la comunicación; aunque
estas últimas se ocupan en ocasiones de fenómenos educativos o de aprendizaje, ello
no las hace pedagógicas, pues la esencia del hecho educativo es la interacción
simultánea de los cinco parámetros citados.
Los modelos que representan las perspectivas teóricas de mayor difusión e
importancia contemporánea (FLÓREZ, 1995) y las formas y técnicas de evaluación
educativa que de ellas se derivan, se actualizan a continuación.
1 El modelo pedagógico tradicional
En su forma más clásica, este modelo enfatiza en la formación del carácter de los
estudiantes para moldear, a través de la voluntad, la virtud y el rigor de la disciplina,
el ideal humanístico y ético que recoge la tradición metafísico-religiosa medieval. En
este modelo el método y el contenido de la enseñanza en cierta forma se confunden
con la imitación del buen ejemplo del ideal propuesto como patrón, cuya
encarnación más próxima se manifiesta en el maestro. Se preconiza el cultivo de las
facultades del alma: entendimiento, memoria y voluntad y una visión indiferenciada
e ingenua de la transferencia del dominio logrado en disciplinas clásicas como el
latín o las matemáticas.
Gráfico 1. Modelo pedagógico tradicional.
Fuente: FLÓREZ, Rafael, Hacia una pedagogía del conocimiento, Bogotá, McGraw-Hill, 1995.
El método básico de aprendizaje es el academicista, verbalista, que dicta sus clases
bajo un régimen de disciplina con unos estudiantes que son básicamente receptores.
La ilustración ejemplar de este método es la forma como los niños aprenden la
lengua materna: oyendo, observando y repitiendo muchas veces. Es así como el niño
adquiere la herencia cultural de la sociedad, representada en el maestro como la
autoridad (FLÓREZ, 1995). (Gráfico 1).
En la primera mitad del siglo XX el enfoque transmisionista tradicional predominó
en las escuelas luego de superar el ilusorio concepto de disciplina formal que
prometía una facultad intelectual general, única y homogénea para pensar y resolver
cualquier problema. Desde la segunda mitad del siglo XX se abrió a la enseñanza
convencional de los conceptos y estructuras básicas de las diferentes disciplinas
como una manera de integrar la nueva generación a la cultura de la sociedad
moderna, y de asegurar la continuidad de la herencia de la civilización occidental. La
materia de estudio en esta perspectiva abarca no solo información y conceptos
básicos de la ciencia y la cultura sino también valores básicos de convivencia para la
socialización de los niños y su preparación para el trabajo

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