You are on page 1of 15

Grupo #3

Jesús Daniel García Bocanegra


Bianny Casanova
José Reinaldo Bautista Peña
Anderson Ferley Parra Pérez
Efrén Duván Gutiérrez Hernández

MÓDULO 3: GESTIÓN DEL AGUA


3.1 Introducción
Se reconoce comúnmente que la mayoría de los impactos del cambio climático se relacionan
con el agua (ONU-Agua, 2010). Cómo es manejada el agua, que será el centro de las estrategias
de adaptación al cambio climático. Esto es particularmente verdadero en las zonas rurales y en
el sector de la agricultura, donde el agua desempeña un papel fundamental en la producción de
cultivos, animales (incluido el pescado) y el gestionamiento de los ecosistemas, incluidos los
bosques, los pastizales y las tierras de cultivo. Además, hay importancia para las acciones de
mitigación del cambio climático en la gestión del agua para la agricultura.
El impacto más inmediato del cambio climático en el agua para la agricultura, se da a través de
la mayor variabilidad de lluvia, temperaturas altas y eventos climáticos extremos asociados
como: sequías e inundaciones. De mediano a largo plazo, el cambio climático afectará los
recursos hídricos y reducirá la disponibilidad o fiabilidad de los suministros de agua, muchos
lugares ya están sujetos a la escasez de agua. Este impacto debe ser considerado el cuadro más
grande de escasez de agua y de desarrollo agrícola, en el cual otros factores conducen a cambios
en el empleo del agua a un ritmo mucho más rápido que el del cambio climático. Esperan que
el cambio climático traiga cambios adicionales sobre sistemas ya acentuados.
Hacer frente a los riesgos asociados con el cambio climático requiere una comprensión de los
impactos potenciales relacionados con el agua del cambio climático y la vulnerabilidad de
poblaciones rurales. La vulnerabilidad, la sensibilidad, la adaptabilidad, la resistencia y la
exposición varían dependiendo del sistema agrícola y la importancia de la agricultura para la
economía nacional. Estos dos factores se revisan a continuación como base para la acción.
Existe una gama de opciones de respuesta posibles para adaptarse al cambio climático. Estas
opciones pueden ser relacionadas con la política, inversiones, gestión del agua, factores
institucionales y técnicos, tanto dentro del agua como en los sectores de agricultura y muchos
más. Para tener un impacto óptimo, estas opciones se deben usar en combinaciones que son
adaptadas a diferentes contextos. El enfoque debe centrarse en los principales sistemas en
riesgo. Sin embargo, también hay una necesidad de evaluar la vulnerabilidad de las diferentes
categorías de personas rurales para identificar acciones prioritarias.
3.2 Gestión del agua en la agricultura: estatus y tendencias
Aunque la agricultura es altamente dependiente del clima. Hasta ahora, la evidencia de cambios
observados relacionados con los cambios climáticos regionales, y específicamente con el agua,
ha sido difícil de encontrar. Una de las razones es que la agricultura está fuertemente
influenciada por factores no relacionados con el clima, especialmente las prácticas de gestión,
los avances tecnológicos, los precios del mercado y las políticas agrícolas. Estos factores tienen
impactos más inmediatos en el agua que los inducidos por el cambio climático (Bates et al.,
2008). Por esta razón, es importante comprender el estado actual de la gestión del agua en la
agricultura antes de evaluar el impacto potencial del cambio climático.
En los últimos 50 años, la mayor demanda de alimentos, fibras y otros productos agrícolas se
ha cubierto principalmente con un aumento de la productividad agrícola. La expansión de la
tierra agrícola se ha mantenido relativamente limitada. El total de tierras cultivadas aumentó
solo un 12 por ciento entre 1961 y 2009, pero la productividad se duplicó con creces. La
cantidad de tierra necesaria para producir alimentos para una persona disminuyó de 0.45
hectáreas en 1961 a 0.22 hectáreas en 2009. Durante el mismo período, la extensión de la tierra
irrigada se ha más que duplicado, aumentando de 139 a 301 millones de hectáreas (FAO,
2011a). Al proporcionar a los agricultores acceso al agua, el riego ha sido un factor clave en la
intensificación agrícola. Se espera que la expansión de la tierra de cultivo continúe en el futuro,
ya que los agricultores buscarán cada vez más un mayor control sobre los factores de
producción.
Con la duplicación de la superficie terrestre apta para cultivo, la extracción de agua para la
agricultura ha ido en aumento. A nivel mundial, la extracción de agua agrícola representa el 70
por ciento de todos los retiros. Sin embargo, como los recursos hídricos están distribuidos de
forma muy desigual, el impacto de estos retiros varía sustancialmente entre países y regiones.
Un número cada vez mayor de las cuencas fluviales del mundo ha llegado a condiciones de
escasez de agua debido a la presión combinada de la agricultura y otros sectores. La FAO
(2011a) estima que más del 40 por ciento de la población rural del mundo vive en cuencas
hidrográficas que se clasifican como escasa de agua.
El alto nivel de presión sobre los recursos hídricos ha tenido serios impactos en los usuarios
del agua y el medio ambiente. La competencia por el uso del agua está creciendo en las cuencas
fluviales donde no existen medidas para el arbitraje de conflictos. La evidencia muestra que la
biodiversidad está disminuyendo más rápidamente para especies dependientes de agua dulce
que para especies de otros tipos de ecosistemas (Evaluación exhaustiva, 2007). Los sistemas
de riego de superficie públicos a gran escala construidos durante la revolución verde dominaron
el paisaje hasta principios de los años ochenta y tuvieron un profundo impacto en el flujo de
muchos ríos. En los últimos 30 años, las inversiones privadas, estimuladas por la disponibilidad
de bombas baratas y la capacidad de perforación de pozos, se han dirigido a explotar el agua
subterránea. En consecuencia, los acuíferos se están agotando en países con sistemas clave de
producción agrícola, incluidos China, la India y los Estados Unidos.
La demanda de agua de las ciudades y las industrias ha estado en auge como resultado del
rápido crecimiento económico en los países emergentes. Este crecimiento ha ejercido presión
sobre los planes de riego para liberar agua para usuarios urbanos e industriales. La
contaminación de la agricultura, las ciudades y las industrias ha afectado a los ríos y acuíferos
y ha reducido aún más la cantidad de agua disponible para su uso. Se espera que las tendencias
hacia una demanda creciente de agua de todos los sectores continúen en las próximas décadas,
ya que la población llegará a 9 mil millones de personas en 2050 y el crecimiento económico
aumenta el consumo de alimentos y productos manufacturados.
El papel que el cambio climático jugará con respecto al agua en la agricultura debe
considerarse en este contexto de rápidos aumentos en la extracción de agua, la degradación de
la calidad del agua y la competencia por el agua en todos los niveles. Las siguientes secciones
analizan el estado actual del conocimiento sobre los impactos del cambio climático en los
recursos hídricos y la demanda de estos recursos. Estos impactos se enmarcan dentro de la
perspectiva general del estado actual, las tendencias y los desafíos de la gestión del agua en la
agricultura. De particular interés son los aspectos de cambio que son específicos del clima y,
como tales, requieren respuestas específicas.
3.3 Impactos potenciales del cambio climático sobre el agua en la agricultura.
Figura 3,1
Cómo el cambio climático afecta a todos los elementos del ciclo del agua y su impacto en la agricultura.

El agua es el canal principal a través del cual se sentirán los impactos del cambio climático en
los ecosistemas del mundo y en los medios de subsistencia de las sociedades. El cambio
climático tendrá un impacto en todos los elementos del ciclo del agua (ONU-Agua, 2010). La
agricultura se verá afectada por el aumento de la demanda de evaporación, los cambios en la
cantidad de lluvia y las variaciones en la escorrentía del río y la recarga de aguas subterráneas,
las dos fuentes de agua para el riego (Figura 3.1). Estos impactos se describen en más detalles
a continuación.

Impacto en el suministro y la demanda de agua


Se predice que un aumento global de las temperaturas atmosféricas afectará la productividad
agrícola. Particularmente afectadas serán las áreas en latitudes bajas, donde las temperaturas
ya son altas. En estas áreas, las olas de calor afectarán tanto a los cultivos como a los animales.
Un aumento en las temperaturas provocará una mayor demanda de agua para la
evapotranspiración por los cultivos y la vegetación natural, y conducirá a un agotamiento más
rápido de la humedad del suelo. Este escenario, combinado con los cambios en los patrones de
lluvia (ver a continuación), puede conducir a fallas de cosecha más frecuentes.
Se prevé que el ciclo hidrológico acelerará a medida que aumenten las temperaturas en aumento
de la evaporación de la tierra y el mar (Turral et al., 2011). Las predicciones acerca de los
patrones de cambio de la precipitación anual todavía están en su infancia, pero los modelos
tienden a estar de acuerdo en que habrá cambios sustanciales a nivel regional, incluyendo una
fuerte reducción de la precipitación en las zonas ya escasas de agua, incluyendo el
Mediterráneo, el sur de África, el oeste de los Estados Unidos, México y Australia (Figura 3,2).
Figura 3,2
Cambios relativos a gran escala en la escorrentía anual para el período 2090 – 2099, en relación con 1980 – 1999.

Se esperan cambios en la distribución de la precipitación, con períodos más largos entre los
eventos de lluvia y precipitaciones más intensas. Esto puede llevar a una mayor ocurrencia de
fenómenos meteorológicos extremos, incluyendo inundaciones y sequías. Se espera que los
hechizos secos, los períodos cortos de déficit de lluvia durante la estación de cultivo aumenten
en duración y frecuencia. Esto afectará directamente a la humedad del suelo y a la
productividad de los cultivos de secano. Estos cambios se sentirán principalmente en áreas que
ya están sujetas a la variabilidad climática, como en las zonas semiáridas y subhúmedas del
África subsahariana y en el sur de Asia, donde, en ausencia de fuentes alternativas de agua, el
riesgo de aumento de la frecuencia de los fracasos de los cultivos es alto.
Las reducciones de las lluvias en áreas áridas y semi-áridas se traducirán en una reducción
mucho mayor en el escurrimiento del río (en términos relativos). En Chipre, por ejemplo, los
análisis han demostrado que una reducción del 13 por ciento en la precipitación se traduce en
una reducción del 34 por ciento en la escorrentía (Faurès et al., 2010). En los ríos que reciben
su agua del glaciar o del derretimiento de la nieve (cerca de 40 por ciento de la irrigación del
mundo es apoyada por los flujos que originan en el Himalaya), el tiempo de los flujos cambiará,
con los altos flujos que ocurren a principios de año. Sin embargo, la escorrentía media anual
puede ser menos afectada.
Es difícil predecir el impacto del cambio climático en la recarga de las aguas subterráneas. La
recarga local dependerá de las características del acuífero, de los procesos de recarga y de los
cambios en las precipitaciones. Sin embargo, es probable que la recarga del acuífero se reduzca
en áreas áridas y semi-áridas, donde la escorrentía disminuirá (Bates et al., 2008; Turral et al.,
2011).
Por último, el aumento previsto de los niveles del mar afectará a la agricultura en las zonas
costeras, especialmente en los deltas fluviales. Los niveles de mar más elevados combinados
con los cambios de aguas arriba (variaciones en la distribución del escurrimiento, inundaciones
más frecuentes) darán lugar a una mayor incidencia de inundaciones y de intrusión de agua
salada en estuarios y acuíferos.
Efectos combinados del cambio climático y el desarrollo
Como se mencionó anteriormente, los rápidos incrementos en el uso del agua para la agricultura
y otros fines han modificado el agua equilibrio en muchas cuencas hidrográficas y acuíferos.
Los efectos combinados de la retirada de agua y la contaminación afectando a los ecosistemas
y a las poblaciones rurales en un número cada vez mayor de lugares. La medida en que el clima
el cambio afectará al ciclo del agua y la agricultura debe ser considerada a la luz de estos
acontecimientos.
En las zonas áridas y semiáridas, el cambio climático será una carga adicional sobre los
recursos hídricos ya estirados. Sin embargo, la agricultura primero tendrá que responder a los
retos que plantea el aumento de las presiones humanas sobre estos recursos. En otros lugares,
el cambio climático será el principal motor de cambio y requerirá respuestas relacionadas con
el cambio climático específico. Tabla 3.1 es un intento de presentar la importancia relativa del
cambio climático y el desarrollo en la oferta y demanda de agua para la agricultura. Los
impactos relativos del cambio climático variarán de un sistema agrícola a otro, pero es
importante que las estrategias de adaptación tengan en cuenta el contexto general en el que se
llevarán a cabo.
De particular relevancia es el marco de tiempo para el cambio climático y su relación con la
velocidad de cambio impulsado por el desarrollo. Se espera que los cambios anuales en la
escorrentía y la recarga debido al cambio climático que se produzca a un ritmo más lento que
los cambios causados por la demanda humana de agua. Sin embargo, los cambios en la
variabilidad y eventos extremos asociados al cambio climático ya puedan estar teniendo efectos
y merecen una atención especial a las respuestas de corto a medio plazo.
Tabla 3.1
El cambio climático y el desarrollo: cómo influyen en la oferta y la demanda de agua.
Elementos de la impacto de
El ciclo del
agua Actividades de desarrollo Cambio climático

Espera que aumente a nivel mundial


durante el siglo 21, con
Precipitación anual No o impacto menor
potencialmente grandes variaciones
espaciales
Las variaciones
interanuales en Sin impacto Espera que aumente por doquier
precipitaciones
la variabilidad
estacional de las Sin impacto Espera que aumente por doquier
lluvias

impacto limitado: algunas prácticas estrés de humedad para aumentar


tensión de la agrícolas pueden agotar la humedad generalmente como resultado del
humedad del suelo del suelo más rápido que la aumento de la variabilidad de la
vegetación natural distribución de las precipitaciones
(sequías) (períodos más largos sin lluvia) y
temperaturas crecientes
impacto moderado: la intensidad de
Aumentado como resultado del
las inundaciones y el impacto pueden
aumento de la frecuencia e
inundaciones ser exacerbados por los cambios en el
intensidad de los eventos extremos
uso del suelo y el desarrollo no
de precipitación
planificado en las llanuras aluviales
Impacto limitado a través de depósito aumento de las temperaturas
de contaminantes y el cambio en el conducen a la nieve acelerado y
Nieve y fusión
poder reflectante de la superficie glaciar fundir con incrementos
glaciar
(albedo) iniciales en el caudal del río seguido
por disminuciones
Alto impacto en agua áreas escasos, Aumento de la variabilidad como
donde la construcción del depósito y consecuencia de los cambios en los
de desviación de agua para la patrones de lluvia. Los cambios en la
agricultura y otros usos están nieve y el deshielo inducir cambios
descarga de los ríos modificando los regímenes de en los patrones estacionales de
escorrentía y la reducción de flujo escorrentía. Los cambios en la
anual. las medidas de conservación de escorrentía anual espera que varían
agua a gran escala también tienen un de región a región (ver Figura 3.2)
impacto en el caudal de los ríos
De alto impacto: el desarrollo a gran Varía en función de los cambios en
El agua escala de los recursos de aguas los volúmenes y distribución de las
subterránea subterráneas en muchas regiones ya precipitaciones. El impacto es
están poniendo en peligro la compleja, con inundaciones que
sostenibilidad de los acuíferos en contribuyen al aumento de la
muchas áreas secas recarga, y las sequías que
representan un aumento de bombeo

impacto limitado en la agricultura:


algunos cultivos tienen tasas de Aumenta como una función de la
evapotranspiración
evapotranspiración más altos que los temperatura aumenta
sistemas naturales, otras menos
La calidad del agua Alto impacto de la contaminación en Impacto moderado a través de
(ríos, lagos y zonas muy desarrolladas aumentos de la temperatura
acuíferos)
Potencialmente de alto impacto en el
Alto impacto de la extracción de agua
La salinidad en los aumento del nivel de agua de mar se
en zonas altamente desarrollados
ríos y acuíferos combina con la escorrentía reducida
(sobre todo en regiones áridas)
y el aumento de la retirada
Fuente: adaptado de un análisis comparativo de Turral et al, 2011; Evaluación Integral de 2007

3.4 Vulnerabilidad al cambio climático y a la resiliencia: una variedad de situaciones


El impacto potencial del cambio climático en los sistemas agrícolas y en las poblaciones rurales
depende de una combinación de exposición y sensibilidad. También depende del nivel de
resiliencia de estos sistemas en relación con los posibles cambios en el suministro y la demanda
de agua. El riesgo relacionado con el cambio climático varía sustancialmente de un sistema a
otro. La tabla del anexo (a. 3.1) presenta los principales sistemas agrícolas en riesgo, su
exposición al cambio climático, su sensibilidad y capacidad de adaptación, así como los
elementos de las estrategias de respuesta que se necesitarían como parte de cualquier programa
destinado a fortalecer la adaptación al cambio climático.
La tabla se basa en la sección "sistemas de tierra y agua en riesgo", del estado de los recursos
hídricos y de tierra para la alimentación y la agricultura (FAO, 2011A).
La tabla a. 3.1 muestra que la vulnerabilidad de un sistema agrícola está directamente
relacionada con su dependencia relativa de los elementos del ciclo del agua y, en particular, la
variabilidad de las precipitaciones. Con o sin cambio climático, las sociedades agrícolas más
vulnerables son aquellas que dependen exclusivamente de la agricultura para su sustento, tienen
poco margen de diversificación y están muy expuestas a la variabilidad climática. La mayoría
de las respuestas que se necesitan para aumentar la resiliencia de estos agricultores no son
necesariamente específicas del cambio climático. Las acciones que construyen resiliencia
incluyen: mejor conservación de la humedad del suelo (en particular a través de la mejora de
la capacidad de retención de agua del suelo o acceso a riego suplementario); mejor
almacenamiento de grano; y un mejor acceso a los mercados y a los regímenes de protección
contra la sequía. El cambio climático sólo representa una justificación adicional para las
acciones que ya son necesarias.
La distinción entre los sistemas de producción de secano y de regadío dictará los impactos y
los riesgos asociados al cambio climático. Los sistemas de secano en zonas tropicales
subtropicales y semi-áridas se verán afectados principalmente por cambios en los patrones de
lluvia y temperaturas. Estos cambios darán lugar a una mayor frecuencia de fallas en los
cultivos como resultado de mayores variaciones en la humedad del suelo. En las zonas
montañosas, la agricultura de secano en áreas marginales también se verá afectada por el
impacto de eventos extremos, incluyendo lluvias intensas, inundaciones y erosión. Las áreas
pastoriles sufrirán de un secado más frecuente de los puntos de agua y una mayor variabilidad
en la alimentación animal disponible
Los sistemas de irrigación están mejor protegidos contra la variabilidad de las precipitaciones.
Pero estos sistemas requerirán cada vez más capacidad de almacenamiento para responder a
sequías e inundaciones más frecuentes y cambios en la distribución anual de la escorrentía.
Para los sistemas de superficie o de agua subterránea que ya están siendo sobreexplotados, el
cambio climático agregará una carga adicional a la gestión del agua y generalmente conducirá
a una reducción de la disponibilidad de agua y una mayor competencia por los recursos
hídricos.
Los sistemas acuáticos y las pesquerías de captura se verán afectados por los cambios en la
cantidad y la calidad del agua dulce, lo que repercutirá en la producción. Muchas especies
acuáticas dependen del tiempo de las lluvias y de los eventos de inundación para importantes
Migraciones (por ejemplo, desove y alimentación). Los cambios en la precipitación pueden
interrumpir estas migraciones o forzar a estas especies a hacer adaptaciones en sus patrones de
historia de vida. Los sistemas integrados de irrigación (por ejemplo, arroz y pescado) podrían
ver cambios en los componentes del sistema a medida que el cambio climático altera la
idoneidad del medio ambiente (por ejemplo, más o menos agua puede requerir diferentes
especies de peces). Un mayor almacenamiento de información (es decir, más o más depósitos)
podría promover la integración de la piscicultura a través del cultivo en jaulas y mejorar la
producción pesquera (véase también el módulo 10 sobre pesca y acuicultura).
3.5 Evaluación del riesgo, preparación de respuestas
Muchos gobiernos y agencias de desarrollo han desarrollado herramientas para evaluar el
riesgo asociado con el cambio climático en relación con los cambios esperados y la
vulnerabilidad de las poblaciones (OCDE, 2009). Los ejemplos incluyen Oportunidades y
Riesgos del Cambio Climático y Desastres (ORCHID), Herramienta de Evaluación de Riesgos
basada en la Comunidad - Adaptación y Medios de Vida (CRisTAL), y herramientas
desarrolladas por CARE y la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la
Media Luna Roja. Estas herramientas se pueden clasificar por el tipo de enfoque que utilizan.
Hay dos tipos de enfoques: un enfoque de arriba abajo se centra en los cambios potenciales en
el ciclo del agua como resultado del cambio climático, y diseña opciones de respuesta para
anticipar y prevenir los impactos negativos de estos cambios. Por naturaleza, este enfoque
favorece las respuestas a largo plazo. El otro enfoque consiste en evaluar la vulnerabilidad de
las poblaciones rurales y diseñar soluciones que ayuden a aumentar su resistencia a los shocks
externos. Este enfoque de abajo hacia arriba es más genérico, no específico para el cambio
climático (sino para cualquier shock o crisis) y generalmente considera respuestas a corto y
medio plazo. Ambos enfoques son necesarios cuando se diseñan respuestas de gestión del agua
en relación con el cambio climático. Se necesita un enfoque basado en los impactos para
asegurar que las inversiones a largo plazo, como el desarrollo del riego, tengan en cuenta los
cambios previstos en el suministro y la demanda de agua.
Las infraestructuras hídricas generalmente tienen una vida de 30-50 años. Por lo tanto, las
nuevas inversiones o la rehabilitación de antiguas infraestructuras están sujetas a cambios
climáticos. Esto tiene serias consecuencias para las personas y las finanzas. En particular, la
frecuencia y la intensidad cambiantes de las sequías, las inundaciones y las olas de calor
afectarán el suministro y la demanda de agua y exigirán una mejor protección de la tierra y los
activos socioeconómicos.
La mejora de la resiliencia de la infraestructura del agua a los shocks y eventos extremos
relacionados con el cambio climático es una parte vital de cualquier planificación efectiva de
la inversión hídrica. El concepto de toma de decisiones robusta en la planificación del agua
(Groves, 2006) reconoce que es muy difícil predecir el futuro, y hace un uso extensivo de
escenarios para resolver decisiones que son robustas bajo una variedad de futuros alternativos
(recuadro 3,1). En términos prácticos, las estrategias de afrontamiento resilientes son las que
tienen el potencial de ser razonablemente eficaces bajo el mayor rango posible de escenarios.
Esto debería complementarse con la gestión adaptativa de las infraestructuras hídricas
existentes y futuras, lo que pone el énfasis en las respuestas flexibles y requiere un fuerte
monitoreo y sistemas de gestión de la información que permitan la actualización periódica de
planes y actividades de gestión (PNUD, 2004).
Cuadro 3,1
Planificación bajo incertidumbre
El nivel actual de incertidumbre asociado con el impacto del cambio climático en la
disponibilidad de agua sigue siendo alto. La downscaling de los modelos de circulación global
y las evaluaciones locales y regionales de los patrones de precipitación producen grandes
variaciones en la evaluación del escurrimiento y recarga de acuíferos. Cuando se combinan con
los diferentes escenarios presentados en el informe especial sobre escenarios de emisiones del
Panel Intergubernamental sobre el cambio climático (IPCC), el rango de resultados muestra
grandes incertidumbres en la predicción de futuros patrones de escorrentía. Un enfoque basado
en el riesgo que utiliza una amplia gama de escenarios es necesario y debe ser utilizado
sistemáticamente en las evaluaciones hidrológicas.
Los enfoques de abajo hacia arriba dan la oportunidad de abordar las necesidades de resiliencia
y desarrollo de las poblaciones vulnerables. Al reconocer que la resiliencia está estrechamente
relacionada con el estado de desarrollo de la población, el nivel de diversificación económica
y la solidez de sus activos de subsistencia, los programas de respuesta al cambio climático
basados en la comunidad ofrecen la oportunidad de construir progresivamente una capacidad
para reducir los riesgos relacionados con cambios climáticos. La mayoría de las opciones que
se considerarán sobre la base de enfoques ascendentes no se diferenciarán de las opciones de
desarrollo agrícola clásico para reducir la pobreza y aumentar el nivel de vida de las
poblaciones rurales. El desafío en este caso es evitar la mal adaptación (es decir, diseñar
acciones de desarrollo que son excesivamente sensibles al cambio climático y, por lo tanto,
aumentar la vulnerabilidad de los beneficiarios). El concepto de inversiones "a prueba de
clima" es fundamental para el diseño de programas para reducir los riesgos relacionados con
el cambio climático. Será necesario mantener una perspectiva clara de la resiliencia cuando se
criban los programas de desarrollo del agua. Al diseñar políticas de desarrollo será necesario
considerar sistemáticamente cómo las políticas pueden verse afectadas por el cambio climático
(OCDE, 2009).
3.6 Opciones de adaptación al cambio climático
Las opciones de adaptación al cambio climático necesariamente combinarán inversiones,
gestión mejorada o adaptativa, y modificaciones o desarrollo de políticas, instituciones y
desarrollo de capacidades. Dichas opciones deberán aplicarse a diferentes escalas: en campos
y granjas; en los regímenes de riego (especialmente en los regímenes grandes); en cuencas
hidrográficas o acuíferos; en las cuencas fluviales (incluidas las cuencas fluviales
transfronterizas); y a nivel nacional. La tabla 3,2 enumera las opciones típicas de respuesta e
indica su relevancia para diferentes escalas.
La mayoría de estas opciones no son nuevas para los programas de desarrollo. Las opciones
para la conservación del agua en la granja se han promovido durante mucho tiempo como
respuesta a la escasez de agua y a la variabilidad climática. Opciones para abordar el aumento
de la escasez de agua mediante una mejor cogestión del agua en la cuenca hidrográfica, se
necesitan niveles de acuíferos y cuencas fluviales en muchas zonas con estrés hídrico. Aunque
existen superposiciones entre la adaptación y el desarrollo del cambio climático, también se
requerirán actividades con un enfoque explícito en la adaptación y el cambio climático. La
casilla 3,2, adaptada de la OCDE (2009), propone cuatro categorías de respuestas, desde las
respuestas al desarrollo para reducir la vulnerabilidad general de las comunidades rurales a
todo tipo de shocks, hasta las opciones de adaptación al cambio climático
Caja 3,2 un continuo de actividades de adaptación: del desarrollo al clima changespecific
acciones de adaptación las actividades que abarcan el continuum del desarrollo al cambio
climático se pueden organizar en cuatro categorías. La primera categoría incluye actividades
que se refundan fundamentalmente en el fomento del desarrollo humano. Estas actividades se
centran en reducir la pobreza y abordar los factores que hacen a las personas vulnerables al
daño, independientemente de la causa. La segunda categoría de actividades se centra en la
creación de capacidad de respuesta. En su mayor parte de un carácter de fomento de la
capacidad, estas actividades tienden a involucrar la creación de instituciones y enfoques
tecnológicos adaptados de los esfuerzos de desarrollo. La tercera categoría implica actividades
para gestionar el riesgo climático. Las actividades en esta categoría se centran específicamente
en los peligros y los impactos y siguen el concepto de gestión del riesgo climático. La cuarta
categoría incluye actividades para confrontar el cambio climático. Se centran casi
exclusivamente en abordar los impactos del cambio climático. Las actividades en esta categoría
tienden a orientar los riesgos relacionados con el cambio climático que están más allá de la
variabilidad climática histórica.
Fuente: McGray et al., 2007 en OCDE, 2009
Frente a la escasez de agua en muchas cuencas fluviales, la escasez de agua es ya el principal
desafío que enfrenta la agricultura. En las zonas donde escasea el agua, se prevé que el cambio
climático exacerbará las tensiones y aumentará la competencia por el agua. Si la agricultura va
a seguir satisfaciendo la demanda de alimentos y otros productos básicos, se necesitarán
esfuerzos tanto en el lado de la oferta como en el lado de la demanda. El mejoramiento de la
oferta incluye: mayor acceso y mejor manejo de los recursos hídricos convencionales;
rehabilitación del hábitat; operaciones de la presa; reutilización de agua de desagüe y aguas
residuales; transferencia de agua entre cuencas fluviales; desalación y control de la
contaminación. La gestión de la demanda se define como un conjunto de acciones que
controlan la demanda de agua, ya sea aumentando la eficiencia económica general de su uso
como recurso natural, o operando la reasignación intra e intersectorial de los recursos hídricos.
Las opciones para hacer frente a la escasez de agua en la agricultura pueden considerarse como
un espectro desde la fuente de agua hasta el usuario final (el agricultor y el pescador), y más
allá, al consumidor de bienes agrícolas (FAO, 2012). Se necesita una combinación de opciones
técnicas, administrativas, legales y de inversión para ayudar a los agricultores a producir más
con menos agua. Estas opciones tienen que estar respaldadas por un marco de políticas e
incentivos que alerte a los agricultores sobre la escasez de agua y recompense el uso más
productivo del agua a nivel de la granja.
El aumento de la fiabilidad y la flexibilidad del acceso al agua para los agricultores es de
primera importancia. Muchos comportamientos derrochadores en las granjas están vinculados
a la incertidumbre asociada con las prácticas de distribución de agua que no permiten a los
agricultores optimizar la aplicación del agua o elevar la productividad de sus cultivos. El
almacenamiento de agua, y el uso combinado de agua subterránea y de irrigación del canal,
pueden recorrer un largo camino hacia la mejora de la productividad del agua utilizada para el
riego. Los incentivos económicos, en particular el uso de subvenciones para el bombeo, deben
diseñarse de manera que promuevan el uso eficiente del agua y eviten el despilfarro de energía
y recursos hídricos.
Construyendo resiliencia desde una perspectiva de subsistencia, la construcción de resiliencia
implica reducir la exposición de los agricultores o la sensibilidad a los shocks, o aumentar su
capacidad de respuesta. De importancia primordial es la capacidad de aumentar la capacidad
de amortiguación de los sistemas agrícolas frente a suministros más variables de agua de lluvia.
Esto requiere una mayor capacidad para almacenar agua en el suelo, en embalses de superficie
o en embalses subterráneos. Cualquier acción que aumente la capacidad de acceso al agua
cuando sea necesario aumentará la resiliencia a la variabilidad climática. Estas acciones
incluyen: recolección de agua en la granja; el aumento de la capacidad de la tierra para
mantener la humedad (ver también el módulo 4 en los suelos); retención de agua en la granja e
infiltración mejorada; y, cuando sea posible, un acceso más sistemático a las aguas
subterráneas. La irrigación suplementaria en períodos críticos de la estación de cultivo puede
reducir las pérdidas y aumentar la productividad.
La resiliencia está estrechamente vinculada a un mejor acceso a la tierra y al agua. El
fortalecimiento de los derechos sobre la tierra y el agua tendrá un impacto positivo en la
resiliencia, ya que alentará a los agricultores y a otras personas rurales a invertir en sus tierras
y a construir los activos necesarios para aumentar la productividad y la diversificación.
adaptación a nivel de campo y granja muchas adaptaciones a nivel de granja serán espontáneas
y se realizarán en respuesta al cambio, pero no necesariamente diseñadas para el clima. Otras
adaptaciones deberán planificarse, a menudo con apoyo externo. Los agricultores favorecerán
tecnologías de riego más eficientes que reduzcan las pérdidas por evaporación. Estas acciones
pueden combinarse con enfoques de riego deficitario para maximizar la productividad por
volumen de agua aplicada en lugar de por área de tierra. La selección de cultivos y los cambios
en los calendarios de cultivo ayudarán a los agricultores a adaptarse a nuevas temperaturas y
patrones de lluvia. Se preferirá el uso de cultivos o variedades con mejor resiliencia a los
hechizos secos. (cabe señalar sin embargo que hay pocas perspectivas de avances en el
desarrollo de cultivos resistentes a la sequía en un futuro próximo.) El aumento de la
diversificación agrícola, incluyendo una mejor integración de árboles, cultivos, peces y ganado
reducirá el riesgo y aumentará la resiliencia de los sistemas agrícolas. En particular, el cultivo
y la pesca de especies acuáticas que no requieran migraciones extensivas y que tengan amplias
tolerancias medioambientales ayudarán a la acuicultura y la captura de pesquerías a adaptarse
a nuevas condiciones climáticas. Los agricultores también tendrán que adoptar medidas más
sistemáticas para responder al aumento de la frecuencia de las inundaciones y de las lluvias
más intensivas. Se necesitará una combinación de acciones de control de la erosión y mejores
capacidades de drenaje.
adaptación a nivel de esquema de irrigación las acciones para adaptarse al cambio climático en
los sistemas de irrigación deben ser consideradas en el contexto general de la modernización
del riego. Los sistemas de irrigación modernos requieren mejores mecanismos de asignación
de agua, la transmisión clara de alertas sobre la escasez de agua a los agricultores y la
adaptación de la infraestructura y la gestión para una entrega más flexible y confiable del agua
(FAO, 2007). El almacenamiento intermedio dentro del sistema de irrigación y, cuando sea
posible, el acceso a las aguas subterráneas son parte de las opciones para construir la resiliencia
y la fiabilidad del suministro de agua y deben ser considerados en planes de adaptación para
sistemas de irrigación. Los precios del agua y el establecimiento de mercados de agua a menudo
se defienden como herramientas de gestión de la demanda para promover un mejor uso del
agua y reducir el despilfarro de agua. Si bien estas opciones han demostrado ser eficaces en
algunos lugares, a menudo son difíciles de aplicar para una combinación de razones técnicas,
institucionales y políticas. Hay otras opciones, tales como limitar las asignaciones estacionales
a los usuarios o a grupos de usuarios, que pueden ser más simples y más eficaces para inducir
un comportamiento más productivo del uso del agua. La caja 3,3 proporciona un ejemplo de
un programa de adaptación al cambio climático de la irrigación en China. Ilustra cómo las
actividades de adaptación están estrechamente vinculadas a los programas generales de
modernización del riego.
adaptación en cuencas hidrográficas, cuencas fluviales y niveles nacionales la adaptación al
cambio climático a niveles más altos implicará una combinación de ajustes de políticas e
inversiones en infraestructura y gestión. En las cuencas fluviales, el aumento de la frecuencia
y la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos requerirá ajustes en la capacidad de
almacenamiento y manejo de presas y obras de protección fluvial. Más que en el pasado, los
planes de manejo de inundaciones necesitarán combinar upgrades de infraestructura con
enfoques no estructurales y ricos en información que puedan mitigar mejor el impacto de las
inundaciones mediante una combinación de planificación de tierras, alertas tempranas y planes
de seguros. Asimismo, será necesario pasar de la respuesta de emergencia a la sequía a los
planes de gestión de la sequía que incluyan la prevención, la preparación, el socorro y la
rehabilitación y las medidas a largo plazo para mitigar los impactos de las sequías (FAO y
NDMC, 2008).
En todos estos casos, los enfoques de adaptación a las inundaciones y a las sequías utilizadas
por los administradores de agua y las comunidades agrícolas deberían considerarse
sistemáticamente. Entre los ejemplos se incluyen la mitigación de inundaciones mediante el
cultivo de variedades de arroz que responden de manera diferente a los diferentes niveles de
inundación, o el cultivo combinado de variedades de frijoles con diferente resistencia a las
sequías. También se necesitará ingeniería de hábitat y rehabilitación para reducir la severidad
de los impactos de las inundaciones y proporcionar control de la erosión, nutrientes, sombra y
oxígeno. Esto también creará ambientes adecuados para la producción de pescado.
La gestión integrada de los recursos hídricos en las cuencas fluviales será cada vez más
importante, ya que la combinación de un mayor uso del agua y la ocurrencia de eventos
extremos aumentará la interdependencia de las personas y comunidades que viven en las
cuencas fluviales, y como las acciones en una parte de una cuenca tendrán repercusiones para
las personas que se encuentran más abajo. En los lugares donde el cambio climático contribuye
al aumento de la escasez de agua, será necesario considerar todo el paquete de opciones de
mejoramiento de la oferta y gestión de la demanda (FAO, 2012). Se requerirá una mejor
gobernanza de la tierra y el uso del agua para acomodar los múltiples usos del agua, incluyendo
el ganado y el pescado.
La previsión meteorológica mejorada y la monitorización hidrológica se convertirán en un
elemento crítico de las estrategias modernas de adaptación (Faurès et al., 2010). Actualmente
la previsión meteorológica fiable todavía se limita a unos pocos días. Sin embargo, las mejoras
progresivas en el tiempo y la fiabilidad de los pronósticos estacionales ofrecen nuevas
oportunidades para las comunidades agrícolas (más sobre evaluaciones en el módulo 12). A
medida que los esfuerzos se centran en mejorar la precisión de estos pronósticos, se debe dar
más énfasis a la mejora de la manera en que se transmite la información a los agricultores y a
la creación de su capacidad para hacer el mejor uso de la información climática (Gommes et
al., 2010). El monitoreo y la alerta temprana durante la temporada de cultivo siguen siendo una
prioridad para ayudar a los agricultores a tomar decisiones informadas.
Los seguros representan una solución potencial que también debería considerarse
sistemáticamente como parte de las estrategias de adaptación. Hay un interés renovado en
varios tipos de seguros de cultivos, así como en los seguros de acuicultura y pesca, que podrían
adaptarse a los países en desarrollo. En algunos países se han ensayado planes nacionales de
seguro de cultivos, pero enfrentan importantes desafíos en términos de costos y entornos
institucionales. Hasta ahora, pocas compañías de seguros comerciales han encontrado que es
una oportunidad de negocio atractiva. Roberts (2005) se centró en la necesidad de suavizar las
tensiones entre los seguros que se ejecutan como negocio de beneficio comercial y la
protección de los pequeños agricultores que se encuentra en el interés nacional estratégico. Las
compañías de seguros necesitan ser sólidas y respaldadas. El reaseguro internacional podría
desempeñar un papel estabilizador importante y proporcionar apoyo a las empresas nacionales
emergentes. El papel de los gobiernos nacionales en la promoción de los seguros de cultivos
debe reflejar los intereses nacionales y, al mismo tiempo, garantizar el buen funcionamiento de
las compañías de seguros privadas. Esto debe basarse en el concepto de riesgo compartido entre
productores, compañías de seguros y gobiernos.
Un tipo de seguro que se ha aplicado recientemente en los países en desarrollo se conoce como
seguro basado en índices. En los productos basados en índices, la indemnización se abona al
asegurado si se excede el umbral acordado de un índice. Los índices deben definirse de forma
que tengan una relación directa con el rendimiento del producto asegurado. El seguro basado
en índices es difícil de aplicar a los peligros de pequeña escala, pero parece tener un buen
potencial para los peligros con impactos regionales como huracanes o sequías (Gommes et al.,
2010).
3.7 Priorizar las opciones teniendo en cuenta las categorías vulnerables de personas
La combinación de evaluaciones de vulnerabilidades, evaluaciones de impacto y cribado de
opciones de respuesta usualmente produce una larga lista de posibles acciones. USAID (2007)
ha propuesto un proceso de cribado para estas acciones usando una serie de criterios. La
efectividad de una opción debe evaluarse como una solución a un problema derivado del
cambio climático y medirse en función de su costo y del tamaño del grupo beneficiario. Cuando
sea posible, deben seleccionarse acciones con impactos en grupos grandes, con bajos costos
por beneficiario y altos niveles de efectividad. Actualmente, estas evaluaciones raramente se
hacen. Las opciones de adaptación a menudo se discuten sin una clara comprensión de posibles
intercambios entre costos y efectividad. En este campo se necesitará un enfoque mucho más
sistemático de la adaptación.
Los criterios para evaluar los impactos del cambio climático y las opciones de adaptación
también deben incluir consideraciones de equidad. Debería centrarse especialmente en las
categorías más vulnerables de la población rural. Debe tenerse en cuenta el acceso de las
mujeres al agua, tanto en lo que respecta al impacto del cambio climático como a las opciones
de respuesta. Asegurar los derechos de agua de una manera que sea efectiva y equitativa será
cada vez más importante a medida que aumente la escasez de agua.
En los esquemas de irrigación, los agricultores situados al final de los canales de irrigación,
suelen sufrir más que otros agricultores durante la escasez de agua y las inundaciones. En las
cuencas fluviales, los usuarios de aguas abajo sufren de una excesiva retirada de agua de los
usuarios. Las tecnologías y políticas para la adaptación al cambio climático no son neutrales
en términos de equidad. Por lo tanto, es importante que se analicen en función de su impacto
en los diferentes grupos de personas vulnerables y que se eliminen las medidas que aumenten
las desigualdades de los programas de adaptación al cambio climático.
La adopción de un enfoque de subsistencia para la adaptación relacionada con el agua es una
manera útil de asegurar que las acciones propuestas sean beneficiosas para las personas a las
que se supone que deben servir. Sullivan et al. (2008) consideran cuatro dimensiones
fundamentales de las condiciones relacionadas con el agua de los medios de subsistencia
rurales: el acceso a los servicios básicos de agua; seguridad de los cultivos y del agua ganadera;
ambiente limpio y sano del agua; y un derecho de agua seguro y equitativo. El uso de tales
puntos de entrada para evaluar el impacto de las opciones de adaptación garantiza que se
evaluarán de maneras que estén en consonancia con las preocupaciones y prioridades de las
poblaciones rurales.
La facilidad de implementación considera posibles barreras para la implementación de una
opción determinada que podría retrasar o reducir su impacto. Tales barreras podrían ser
políticas, estructurales, institucionales o sociales. Las barreras sociales están relacionadas con
la aceptabilidad de las acciones propuestas por las partes interesadas locales. Es posible que se
requiera una política o asistencia técnica específicas para superar estas barreras. Otros criterios
relevantes incluyen la viabilidad técnica y el plazo de ejecución.
La suficiencia para el clima actual es un criterio importante a considerar. Aquí, las posibles
opciones deben analizarse en términos de su "nivel de arrepentimiento". Las opciones de bajo
arrepentimiento o de no arrepentimiento son aquellas que son válidas si los impactos del
cambio climático se esperan o no. En general, estas opciones aumentan la resiliencia de las
poblaciones rurales y reducen su vulnerabilidad a los shocks relacionados con el agua. En
cambio, muchas opciones, en particular las opciones relativas a la infraestructura, pueden
considerarse opciones de alto arrepentimiento: serían válidas para escenarios climáticos
futuros, pero no necesariamente para la situación climática actual. Por lo tanto, implicarían
mayores costos y tendrían posibles consecuencias negativas en las condiciones climáticas
actuales, y requerirían una consideración cuidadosa en términos de análisis de riesgos.
Todas las opciones deben ser consideradas en relación con la incertidumbre asociada con las
predicciones del cambio climático. Su robustez en términos de los criterios mencionados
anteriormente (en particular la efectividad y la adecuación para el clima actual) debe evaluarse
con diferentes escenarios de cambio climático y modelos de circulación global (véase el
módulo 18 sobre evaluaciones y seguimiento).
3.8 Condiciones para una adaptación satisfactoria
En los países en desarrollo, los programas destinados a promover la gestión sostenible del agua
enfrentan el mayor número de obstáculos para la adopción exitosa de las prácticas de
adaptación al cambio climático. En la mayoría de los casos, existe el potencial para adaptarse
al cambio climático, mejorar la situación de los medios de subsistencia de las comunidades
rurales y promover prácticas sostenibles. El logro de estos objetivos exige que se establezcan
ciertas condiciones para eliminar las limitaciones y fortalecer la resiliencia y la flexibilidad
(FAO, 2011B), entre ellas: mejoramiento de la tenencia de la tierra y acceso garantizado al
agua; fortalecimiento y colaboración en las instituciones de tierra y agua; servicios de apoyo
eficientes (incluyendo intercambio de conocimientos, investigación adaptativa, finanzas
rurales); y cambios en los marcos de incentivos que eliminan las subvenciones ineficaces y se
centran en los incentivos que fomentan la resiliencia, mejoran la productividad e inducen
comportamientos sostenibles.
La adaptación al cambio climático debe integrarse tanto en los programas de desarrollo rural
como de escasez de agua (FAO, 2011A; FAO, 2011B) y no se llevan a cabo en una pista
separada. Las políticas de agua, tierra y alimentación deben estar más alineadas y consideradas
a través de la perspectiva del cambio climático. En particular, los objetivos de agricultura y
desarrollo rural deben ser llevados a la planificación del agua y tener en cuenta otros sectores
del uso del agua. También se deben hacer vínculos con las estrategias de gestión del riesgo de
desastres, que están en gran parte directamente relacionadas con la gestión del agua (véase el
módulo 15 sobre la reducción del riesgo de desastres).
3.9 Gestión del agua para la mitigación del cambio climático
La agricultura irrigada representa sólo el 20 por ciento del área de la agricultura global, pero
es más manejada intensivamente. En promedio, la agricultura de regadío utiliza mayores
cantidades de fertilizantes inorgánicos y otros productos agroquímicos que la mayoría de los
sistemas de secano. En consecuencia, es probable que los esfuerzos para reducir los gases de
efecto invernadero mediante mejores prácticas de manejo de los cultivos tengan más impacto
en las tierras de regadío que en las zonas de secano.
El agua subterránea se utiliza para la irrigación en 38 por ciento de toda la tierra irrigada. El
uso de las aguas subterráneas se está expandiendo tanto en términos absolutos como relativos
(Siebert et al., 2010), y esto está aumentando el uso de combustibles fósiles y aumentando los
costos de energía del suministro de agua. A nivel regional, el consumo de energía para el riego
de aguas subterráneas puede ser significativo. En China, el consumo de energía en esta área es
significativo, lo que representa 16 – 25 millones de toneladas de emisiones de carbono. En la
India, es responsable del 4 al 6 por ciento de las emisiones totales nacionales (Shah, 2009).
En el balance, las opciones para la mitigación directa del cambio climático a través del riego
son las mismas que las de la agricultura en su conjunto. Es probable que exista un mayor
potencial en áreas de riego intensivo de aguas subterráneas. Las posibilidades se rigen
principalmente por la mayor intensidad del riego, lo que permitirá un mayor potencial de
secuestro de carbono en condiciones tropicales y mayor productividad, pero puede ser
compensado por un uso más intensivo de insumos (Turral et al., 2011).
Las emisiones de metano agrícola (CH4) representan más del 50 por ciento de las emisiones
de CH4 de las actividades humanas. Un tercio de estas emisiones provienen de la producción
de arroz inundado (28-44 teragramos de CH4 por año). Más del 90 por ciento de la producción
mundial de arroz se concentra en el área del monzón del sur y sudeste asiático. Dado que el
área del arroz irrigado está creciendo relativamente lentamente, se espera que los aumentos
futuros en las emisiones de CH4 de los campos de arroz sean pequeños. Además, los campos
de arroz se convierten al menos parcialmente de los humedales naturales, que también emiten
CH4, y se extienden sobre una zona mucho más grande a nivel mundial. No se ha estudiado
bien el crecimiento efectivo de las emisiones netas derivadas de la transformación de los
humedales en el arroz irrigado. Sin embargo, cuando se toman en cuenta las emisiones de los
humedales naturales, las estimaciones de emisiones brutas son probablemente
considerablemente menores que las emisiones netas efectivas (HLPE, 2012).
Las emisiones durante la temporada de crecimiento pueden reducirse utilizando diversas
prácticas de manejo del agua, tales como cultivar arroz aeróbico y, cuando las condiciones lo
permitan, alternar la humectación y el secado. Evitar la saturación de agua cuando el arroz no
se cultiva y acortar la duración de las inundaciones continuas durante la temporada de cultivo
de arroz son opciones eficaces para mitigar las emisiones de CH4 de los campos de arroz.
Actualmente, los verdaderos rendimientos de arroz aeróbico tienden a ser pobres (menos de 2
toneladas por hectárea), y esto es un fuerte desincentivo para la adopción incluso cuando las
condiciones naturales de drenaje son favorables (evaluación comprensiva, 2007). Promovido
en muchos países productores de arroz, el sistema de intensificación del arroz (Sri) es una
práctica que tiene como objetivo aumentar la productividad del arroz irrigado cambiando el
manejo de las plantas, el suelo, el agua y los nutrientes. Debido a que Sri reduce la cantidad de
inundaciones de arroz irrigado, también es probable que reduzca las emisiones de CH4.
También ahorra el agua y puede reducir posiblemente las emisiones del óxido nitroso (HLPE,
2012). Sin embargo, aún no se dispone de datos bien cuantificados sobre las reducciones de la
emisión de CH4.
En la pesca interior y la acuicultura, se puede promover la restauración o creación de hábitat
ribereño para absorber el carbono y crear ambientes adecuados para la producción de peces de
captura. La modernización de las instalaciones pesqueras y acuícolas también tiene el potencial
de contribuir a los sistemas de ahorro de combustible (LIFE) de bajo impacto (véase el módulo
10 sobre pesca y acuicultura).
Las pasturas irrigadas son importantes en algunas áreas del mundo, y su importancia está
aumentando a medida que aumenta la demanda de piensos para animales. Una mejor gestión
de los pastos, combinada con el uso de aditivos alimentarios que inhiben la fermentación de
CH4 en rumiantes, puede reducir sustancialmente las emisiones de CH4 del ganado (Turral et
al., 2011).
3. 10 Conclusiones
La mayoría de los impactos de la agricultura del cambio climático y los medios de subsistencia
rurales se espera que resulten de los cambios en el ciclo del agua. La variabilidad de las
precipitaciones y el subsiguiente aumento de la frecuencia de los fenómenos meteorológicos
extremos, incluidas las sequías y las inundaciones, combinados con una aceleración creciente
del ciclo del agua a través del aumento de la evapotranspiración, tendrán un impacto en todos
los elementos de ecosistemas agrícolas: cultivos, ganadería, árboles, peces, comunidades
rurales e infraestructuras físicas. Por esta razón, las estrategias de adaptación al cambio
climático para la agricultura tendrán que verse a través de una "lente de agua".

Muchas de las actividades de desarrollo para mejorar las condiciones socioeconómicas en las
zonas rurales tendrán un impacto positivo en la adaptación al cambio climático, ya que reducen
la vulnerabilidad de las comunidades locales a los shocks y aumentan su capacidad de
recuperación. Sin embargo, los nuevos programas deben ser más estratégicos. La resiliencia de
estas poblaciones al cambio climático debe evaluarse sistemáticamente para evitar la mal
adaptación y aumentar la robustez de los programas de desarrollo. Además, las acciones
específicas de adaptación al cambio climático tendrán que diseñarse e integrarse en los
programas de desarrollo.
Dado que la mayoría de las prácticas agrícolas intensivas con potencial para la mitigación del
cambio climático utilizan alguna forma de irrigación, existen algunas posibilidades para las
acciones de mitigación que abordan cómo se administra el agua en la agricultura.

You might also like