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CAPTITULO VI<br />LA EDUCACIÓN DEL HOMBRE BURGES<br />(Segunda Parte : <br />desde la revolución al Siglo
XVIII)<br />

29. Las grandes palabras se desvanecían; los ideales “magníficos” dejaban al descubierto la pobre realidad mezquina.<br
/>La Revolución que se había iniciado con un llamado clamoroso a los “hijos de la patria”, había terminado en beneficio
exclusivo de los “hijos de la industria<br />La ruina del mundo feudal liberaba sus siervos, como la ruina del mundo
antiguo liberó sus esclavos.<br />

30. En la forma de apropiación llamada por Marx, “capitalista”, el obrero ya no se apropia el fruto de su trabajo.<br
/>Los cimientos de un nuevo régimen aparecieron: un régimen en el cual lo que el capitalista da al obrero en cambio de
lo producido por su fuerza de trabajo es extraordinariamente inferior a lo que lo producido<br />Es decir, el capitalista
se apodera, sin retribuirla, de una parte considerable del trabajo ajeno, y el salario con el cual dice que “paga” a sus
obreros sólo sirve a éstos para mantener su propia vida<br />

31. El fin de la educación consistía, según él, en formar “ciudadanos del mundo y en prepararlos a una existencia útil y
feliz”.<br />¿Cómo se preparaban esos “ciudadanos del mundo”?<br />Distinguía, ante todo, dos tipos de escuelas: una,
para los pobres; otra para los hijos de los más eminentes ciudadanos.10 “Sin inconvenientes se pueden separar las
escuelas grandes (populares) de las pequeñas (para ricos y clases medias) porque es muy grande la diferencia de hábitos
y de condición entre las clases a las cuales van destinadas.<br />

32. En las “grandes escuelas”, dice después, los maestros deben enseñar no sólo a leer, escribir y contar, sino también
los deberes propios de las clases populares”<br />Pero como en esas escuelas un solo maestro debía atender a la
instrucción de numeroso escolares de edades muy distintas, y surgían por lo tanto graves dificultades de orden
técnico,<br />en las escuelas populares la instrucción, “por fortuna”, debía ser exigua; en las otras por el contrario, se
castigaban los vicios o los defectos, “transformando una hora de estudios en una hora de trabajo manual”<br />

33. El Estado burgués no sólo dejó correr algunas lágrimas sobre la desgraciada causa de la infancia, sino que echó sobre
“el abandono culpable de los padres” la responsabilidad de lo ocurrido.<br />¡Como si antes de decidirse a “proteger”
con leyes nunca cumplidas el desamparo de los niños obreros, no hubiera sido esa misma burguesía la que destruyó
primero las antiguas condiciones familiares!<br />Faltaba, con todo, una hipocresía más: en el mismo siglo en que Jules
Simon publicaba en libro con este título terrible: L’ouvrier de huitans; en el mismo siglo.<br />

34. CAPITULO VII<br />LA NUEVA EDUCACION (Primera Parte)<br />

35. La escuela laica no fue, sin embargo, una victoria; apenas si llegó a ser una transacción.<br />Tan feroz que provocó
a su vez, de parte de la burguesía liberal, un odio contra la Iglesia casi tan ardiente como en las horas primeras de la
Revolución<br />Después de la Revolución Francesa, la restauración monárquica se acompañó en todas partes de una
reacción feroz en las escuelas.<br />

36. La burguesía era enemiga de la Iglesia pero la necesitaba; enemiga en cuanto aspiraba a conducir sus propios
negocios sin la presencia de aquel socio de mala fe dispuesto siempre a quedarse con las mejores tajadas; pero era
aliada además en cuanto veía en ella, y con razón, un instrumento poderoso para inculcar en las masas obreras la
sagrada virtud de dejarse esquilmar sin impaciencias<br />Y tan es así que cuantas veces los propios campeones de la
ley se vieron obligados a descubrir su pensamiento, quedó éste muy atrás del que había sido expresado, un siglo antes,
por el ala izquierda del “tercer estado”.<br />Las tentativas que la burguesía liberal comprendió desde entonces para
arrebatar otra vez a la Iglesia la hegemonía pedagógica, estuvieron trabadas por contradicciones muy graves.<br />

37. Desde entonces hasta hoy ha transcurrido medio siglo. Por declaración expresa de sus mismos teóricos<br />la
burguesía no ha sido capaz de procurar a las masas durante ese lapso de tiempo ni siquiera la enseñanza mínima que
estaba en su interés asegurarles. Si se toma como índice de la eficacia de la escuela el porcentaje de alumnos que
recorren íntegramente el ciclo primario se llega a comprobar que sólo un número reducidísimo está en condiciones de
trepar todos sus grados:<br />Por boca de sus mismos ministros, la burguesía reconoce siglo y medio después de la
Revolución que sus escuelas no aseguran a las masas el mínimo necesario de enseñanza.<br />

38. Mas la nueva técnica no se redujo a eso<br />Tal como la escuela se mostraba hasta hace poco, y sigue siendo
todavía, no había en ella ni un asomo de trabajo colectivo. <br />Como en los primeros tiempos de la manufactura en
que el patrón agrupaba a los obreros bajo un mismo techo para ahorrar así local, luz, etc.<br />pero dejaba a cada uno
continuar aisladamente su labor, así también en la escuela los treinta o cuarenta niños apretados en un aula seguían
siendo, no obstante la comunidad local, algo así, permítaseme la metáfora, como “productores independientes”.<br />
39. Los técnicos de la nueva didáctica recogieron esa sugestión sin que ellos mismos tal vez lo sospecharan, y en vez de
los niños que estudiaban cada cual su lección y realizaban por separado sus deberes, se aspiró a reunirlos alrededor de
“centros de interés” y <br />a asociarlos mediante trabajos en común: después del individualismo de la vieja escuela, la
socialización de la nueva escuela.<br />Las cuatro reformas aludidas fueron el contragolpe en la educación de un
proceso económico mediante el cual una sociedad aristocrática y agrícola retrocedía sin claudicar frente a una sociedad
comerciante e industrial<br />

40. CAPITUOLOXVII<br />LA NUEVA EDUCACION(Segunda Parte)<br />

41. Pero si ese es el postulado fundamental elevado a la categoría de un principio, ya hemos visto que el respeto a la
personalidad del niño no debía ser entendido en el sentido individualista, porque la nota dominante en la nueva
“didáctica” consistía, precisamente, en sustituir el trabajo escolar individualpor el trabajo colectivo<br />“Cuanto más
claramente se ve que el sentido de la educación es autónomo –escribe Spranger- tanto más se estructurará la escuela
del Estado no sólo en el grado universitario sino en todos los grados, en formas de administración que aseguren a la
educación frente a la presión espiritual de los poderes del Estado.<br />La corriente “metodológica”, dijimos, descansa
fundamentalmente –para emplear las palabras de Cousinet-en el máximo respeto “a la actividad libre y espontánea de
los niños”.<br />

42. “Si educación –dice- es transformación de una realidad en el sentido de cierta idea mejor que poseemos, y la
educación no ha de ser sino social, tendremos que la pedagogía es la ciencia de transformar sociedades”.<br />Esta
confianza en la educación como una palanca de la historia, corriente entre los teóricos de la nueva educación, supone
como ya vimos en la clase última un desconocimiento absoluto de la realidad social.<br />Por intermedio de un filósofo
ilustre, el pensamiento de la burguesía contemporánea sobre la “nueva educación” queda expresado con una nitidez
que no se presta a confusiones<br />

43. Desde la escuela del primer grado hasta la Academia de Ciencia sólo hay en Rusia esa misma aspiración tenaz:<br
/>perfeccionar las técnicas del trabajo colectivo para asegurar a cada hombre que trabaje, una vida digna, liberada y
culta. Ningún obstáculo que impida a las masas el acceso a la cultura; ninguna sabiduría monopolizada por un grupo en
detrimento de los más.<br />El ambiente de las fábricas, que el capitalismo convirtió en una fuente pestilencial de
depravación y servidumbre, se ha transformado bajo el control del poder obrero en una fuente magnífica de desarrollo
humano.<br />

44. La escuela activa de que tanto habla el bueno de Alfredo Ferriere, ¿no enseña también a ver en la gendarmería y el
ejército los protectores y guardianes de la sociedad y la familia?<br />“Sería un crimen contra el sagrado misterio del
alma infantil –se dice- llevar hasta ella nuestras preocupaciones y nuestros odios.”<br />La llamada “neutralidad
escolar” sólo tiene por objeto substraer al niño de la verdadera realidad social: la realidad de las luchas de clase y de la
explotación capitalista; capciosa “neutralidad escolar” que durante mucho tiempo sirvió a la burguesía para disimular
mejor sus fundamentos y defender así sus intereses<br />Para un niño que asiste a cualquiera de nuestras escuelas,
¿cuál es, por ejemplo, la causa de la desocupación? Si reúne las mil “explicaciones” que ha recibido a través de las
fábulas, “lecturas libres”, conversaciones de moral, etc.<br />

45. La llamada “neutralidad escolar” sólo tiene por objeto substraer al niño de la verdadera realidad social: la realidad
de las luchas de clase y de la explotación capitalista;<br />Es capciosa “neutralidad escolar” que durante mucho tiempo
sirvió a la burguesía para disimular mejor sus fundamentos y defender así sus intereses<br />Cada lección de literatura,
o de derecho, de sociología o de economía ¿no concurre a demostrar con insistencia infatigable que es necesario,
absolutamente necesario, que subsista y se afiance la sociedad capitalista? Las horas que el niño pasa en la escuela sólo
significan, además, un momento de su vida<br />

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