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D35d-.5o. .
LA SOCIEDAD
DEL ESPECTÁCULO
Guy Debord
PRE-TEXTOS
Esta obra se beneficia del apoyo del Ministerio francés de Asuntos
exteriores y del Servicio Cultural de la Embajada de Francia en España,
en el marco del programa de Participación en la Publicación
(P. A. P. GARCÍA LORCA).
PRÓLOGO
GUADA IMPRESORES- TEL. 961 519 060- MONTCABRER 26- 46960 ALDAIA (VALENCIA)
Walter Benjamín
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dad de consumo de masas y de la industria del ocio asociada a adquisición de material de desecho -lo que ya en 1959 llama-
la economía de la abundancia, la progresiva penetración del lla- ba Adorno "seudocultura" (Halbbildung), 2 y que hoy llamamos
mado american way of life y la generalización de los medios de "cultura-basura"- con el que rellenar su vergonzoso vacío? ¿No es
comunicación audiovisual, enfoca sus análisis hacia un modo locura luchar por tener cada vez más ratos libres si luego no sa-
de alienación de los trabajadores que ya no se centra en la ex- bemos qué hacer con ellos y necesitamos toda una industria -la
plotación durante el tiempo de trabajo (tiempo que, efectiva- del show business, el negocio del espectáculo- que nos ayude
mente, tiende a disminuir), sino que coloniza el ocio aparen- onerosamente a pasar el rato? ¿No sería mejor vivir? Aquello que
temente liberado de la producción industrial y se pone como los sociólogos del establishment encontraban incomprensible
objetivo la expropiación del tiempo total de vida de los hom- de la sublevación de Mayo (¿por qué unos jóvenes bien ali-
bres, del cual el mercado internacional del capital extrae ahora mentados y con un razonable poder adquisitivo se rebelan con- ,¡1
nuevas plusvalías, y que impone la generación de todo un "seu- tra una sociedad que, lejos de padecer una crisis económica,
dotrabajo" (el sector terciario o de los servicios) para alimentar atraviesa un período de crecimiento sostenido y de bienestar?
el "seudoocio" del proletariado convertido en masa de consu- ¿De qué se quejan si ya lo tienen todo? ¿No son la pobreza y la
midores pasivos y satisfechos, en agregado de espectadores que miseria las causas de las revoluciones?), sólo estaba en condi-
asisten a su propia enajenación sin oponer resistencia alguna. ciones de explicarlo una teoría que, como la situacionista, ha-
Excepción hecha -y ello sólo en cierto modo- de la llamada crí- bía diagnosticado una nueva pobreza en el corazón de la abun-
tica radical de la cultura de masas en los Estados Unidos (Dwight dancia, una pobreza que la proliferación de mercancías conserva,
MacDonald había publicado en 1962 su Against the American envuelve y disimula pero no resuelve, a saber, la miseria de la
Grain), las posiciones de Debord son claramente pioneras con vida cotidiana de los trabajadores, de quienes han descubierto
respecto a lo que luego se convertirá en un tema explotado has- que su riqueza no lo es más que aparentemente y reclaman el
ta la banalidad por los intelectuales de izquierda (y de derecha, derecho a vivir y no sólo a pasar el rato, rebelándose, como los
si los hay): el despropósito que consiste en "liberar" una canti- antiguos ludditas, contra las máquinas que les expropian su
dad creciente de tiempo de trabajo que, al no poder ser em- tiempo de vida. La perplejidad de las autoridades políticas ante
pleado en ninguna actividad real (sino únicamente en la pasi- esta protesta se debía, pues, al hecho de que planteaba pro-
vidad de la contemplación del espectáculo mismo del consumo blemas que antes no se habrían calificado como "políticos", por-
masivo), necesita que la gigantesca industria del entretenimien- que el Estado y sus instituciones no eran en rigor ni su origen
to venga a llenarlo; los escritos situacionistas pretendían, a este ni el marco adecuado para su solución. 3
respecto, asestar un golpe a la aletargada cultura de su tiempo,
relativamente autosatisfecha con su incipiente consumismo: ¿no
2
"Teoría de la seudocultura", trad. cast. V. Sánchez de Zavala, en Adorno y
Horkheimer, Sociológica, Ed. Taurus, Madrid, 1966, pp. 175-199.
es sinrazón que nos esforcemos denodadamente en ganar tiem- 3
De la relación del movimiento del 68 con el Estado, y de la filosofía po-
po a las penosas actividades laborales, y en ganar independen- lítica que de ello se sigue, me he ocupado más extensamente en un artículo
cia con respecto a nuestros inexcusables vínculos bio-fisiológi- titulado "Máquinas y Componendas", recogido en el libro Foucault y lo polí-
cos con la naturaleza, para luego destinar esas ganancias a la tico, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1999.
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Pero Debord no quería que este movimiento fuese tachado sesperación de las autoridades públicas, reivindicaba el dere-
de revolución cultural, y por ello buscó, junto con fuentes fi- cho a controlar la propia vida y abominaba de la miseria de la
losóficas para actualizar el concepto de alienación, fuentes po- cotidianidad, y que además se negaba a dejarse organizar por
líticas sobre las cuales construir la práctica revolucionaria ade- los cauces de la izquierda institucionalizada (esencialmente, el
cuada a su teoría. Y las encontró en la izquierda consejista P.C.F.) y no reconocía en los Estados de la órbita de la U.R.S.S.
alemana y holandesa y, en suma, en todas las versiones prác- foco alguno de "esperanza social". El situacionismo conoció
ticas del marxismo ajenas tanto al control de la burocracia de entonces su auténtica primavera.
la Unión Soviética como al revisionis1no social-demócrata. Si
esto constituyó el factor que podría considerarse más "utópi- VANGUARDIA Y ESPECTÁCULO
co" de su perspectiva política -Debord no admite más alterna-
tiva a la sociedad vigente que el gobierno de los soviets-, tam- Y esto fue así porque, en más de un aspecto, los escritos de
bién le facilitó la lucidez temprana con respecto a la realidad Debord conservan una notable herencia de las obras de van-
de los regímenes comunistas de la órbita de la U.R.S.S., con guardia que fueron su lejano precedente. Muy al contrario de
respecto a los cuales la izquierda oficial europea (e incluso la lo que parece suceder con las obras de las "bellas artes" o con
llamada "extrema izquierda", tanto la militante como la mera- las piezas clásicas, la obra de vanguardia no se produce con la
mente intelectual) era aún tan cómplice como complaciente. intención de ser interpretada (lo que significa, en cie1to mo-
Todas estas ideas cristalizaron en el documento situacionista do, contemplada por el público de sus espectadores, apreciada,
más importante, que puede considerarse el manifiesto del gru- juzgada, etc.) sino con la finalidad de producir un impacto y
po, y que contiene el grado más alto de elaboración alcanza- de agotarse en ese choque, al tiempo que rechaza cualquier
do por este programa: La sociedad del espectáculo (abreviada otra consideración y, especialmente, cualquier tipo de recep-
en lo sucesivo como LSS), aparecida en 1967. En algunas de sus ción basada en su "belleza" y asociada al "placer" o a la frui-
páginas, Debord detecta, en los movimientos juveniles de pro- ción, por una parte, así como, por otra, toda pretensión de
testa y en las controversias de las bases de las organizaciones quedar o permanecer más allá del instante de su emisión co-
políticas de la clase obrera con sus aparatos, lo que se anun- mo algo duradero, como parte de las "obras eternas" colec-
cia como un tercer asalto de la revolución proletaria (el pri- cionadas en los Museos. El efecto de ese golpe pretendía ser,
mero habrían sido las revoluciones del siglo XIX, y el segundo en el caso de las vanguardias históricas, la disolución de la
las de la primera mitad del XX), y ofrece la teoría situacionista frontera entre el arte y la vida, la realización del arte en la vi-
como auxilio a esas nuevas luchas prácticas que buscaban un da y, en suma, la eliminación del "arte" (o de la Estética) co-
modo de inteligibilidad y una forma de organización. Y, aun- mo una esfera cultural separada de la cotidianidad. Y Debord
que Debord decía también que la teoría revolucionaria debe no deja de llamar la atención sobre la solidaridad estructural
saber esperar, el caso es que sólo unos pocos meses después de las vanguardias históricas (dadaísmo y surrealismo) con el
de la aparición del libro estalló el movimiento del 68. Un mo- segundo asalto de la revolución proletaria (anarquismo y mar-
vimiento que, conforme a las previsiones de Debord y para de- xismo). Pues bien: así como, para Debord, hay una distinción
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de las Tesis sobre Feuerbach, en una nueva lectura: cuando los mente Anselm Jappe, el autor de LSS fue siempre extremadamente ca1.1to con
filósofos se dedican a interpretar el mundo -a contemplar las s1.1 obra, "una obra que no quiere ser interpretada, sino tomada al pie de la le-
tra. Durante mucho tiempo, Debord aprobó solamente aquellas lecturas de s1.1
obras de arte- es porque han fracasado todos los intentos de pensamiento cuya rigurosa literalidad se aproximaba a la pura y simple re-
cambiarlo. Si aún hay obras de arte, ello significa que el gesto producción de sus textos" (Guy Debord, trad. cast. L. A. Bredlow, Ed. Anagra-
del artista no se ha convertido en práctica vital revolucionaria .. ma, Barcelona, 1998, p. 19).
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Si en Mayo del 68 se hubiese producido en Francia la liqui- tinatarios no han aceptado la imagen del mundo (y de ellos
dación del capitalismo y la sustitución del Estado francés por mismos en ese mundo) que el emisor presuponía en sus enun-
el gobierno de los soviets, entonces LSS no tendría que ser in- ciados. Si yo pregunto a alguien "¿Has leído todos los artículos
terpretada ni seguramente releída, porque se habría realizado de Fulano?", estoy presuponiendo (entre otras muchas cosas)
literalmente en la práctica revolucionaria. Pero la realidad, que que Fulano ha escrito más de un artículo. Si mi interlocutor me
al principio pareció dar la razón a la teoría, no tardó mucho contesta negativa o afirmativamente, eso implica que acepta
tiempo en desviarse de ella. Y esta es una afrenta que Debord mis presupuestos, y entonces el significado que yo pretendía
difícilmente perdonará a la realidad. Antes he utilizado como dar a mi enunciado queda consolidado; pero si, por el contra-
ejemplo la arquitectura -especialmente pertinente por ser un rio, la contestación es, por ejemplo: "Fulano no ha escrito ni
arte destinada a ser "llevada a la práctica" y por ser el territo- un solo artículo en toda su vida", entonces mi intención de sig-,,f 1
rio preferente de intervención de los situacionistas-, y ella si- nificar como locutor habría fracasado. En el caso de LSS, el in-
gue siendo un observatorio privilegiado de esas peligrosas amis- terlocutor es sin duda "el proletariado". Lo cual, dado que De-
tades entre fracaso e interpretación. La razón fundamental por bord pronostica y diagnostica una proletarización del mundo,
la cual Brasilia -el significante arquitectónico "Brasilia"- no lle- significa, al menos tendencialmente, todos los hombres. Y, del
gó a adquirir el significado que habían pretendido darle sus di- mismo modo que los arquitectos de vanguardia suelen excu-
señadores fue, esencialmente, que aquellos que tenían que lle- sarse, ante el rechazo de uno de sus edificios por parte de sus
var a la práctica ese diseño -los constructores, los financiadores, usuarios, diciendo que "no han comprendido" el significado de
los usuarios- no aceptaron dicha intención significativa. En es- su obra, los teóricos revolucionarios tienen tendencia a expli-
te ejemplo se encierra otra ley más general, que no se aplica car el fracaso de sus obras aduciendo una disculpa que a ve-
solamente a la arquitectura, a las obras de arte o a las teorías ces puede convertirse en lo que los teólogos escolásticos lla-
sociales, sino a toda acción humana con sentido, y es que un man una excusatio vulpina: el proletariado es realmente como
signo sólo llega a adquirir el significado que su emisor pretende yo digo que es, lo que sucede es que no lo sabe, y no por ca-
conferirle si el destinatario acepta esa pretensión (y Debord sualidad, sino porque se le mantiene deliberadamente aliena-
suscribe tácitamente esta ley cuando concibe el "consejo obre- do para impedir su organización revolucionaria; esto es tanto
ro" como una comunidad de diálogo entre iguales): 6 sólo el como decir: mi teoría es verdadera, es la realidad (alienada,
acuerdo de los locutores consolida y realiza un significado. Así falsificada por el espectáculo, por el Capital y por el Estado)
que, cuando una de estas obras "destinadas a la práctica" y que la que es falsa y, por tanto, de lo que se trata es de modificar la
se resisten a la interpretación se convierte en pasto de esta úl- realidad hasta que se adapte a mi teoría. Modificación que re-
tima -es decir, de acuerdo con la hípótesis de Debord, "fraca- sulta, sin embargo, indefinidamente aplazada por el hecho de
sa"-, esto no puede significar más que el hecho de que sus des- que aquellos que habrían de realizarla están, justamente, en-
gañados, alienados y, por tanto, paralizados (como alternativa,
6
A pesar de lo habermasiano de la expresión, está tomada literalmente del
tendría que ser forzada por algunos dirigentes que se erigieran
mismo Debord. en representantes de la conciencia proletaria -cosa constante-
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mente rechazada por Debord, quien incluso durante Mayo del falto de imaginación como de memoria (a saber, el espectácu-
68 no se privó de enunciar el orteguiano "No es esto, no es es- lo). La teoría revolucionaria es, pues, siempre verdadera y eter-
to"-, pero eso sería manifiestamente dirigismo espectacular). namente joven, porque lo real es la revolución (1968, 1936,
Debord disolvió la Internacional Situacionista en 1972. Esta 1917, 1870) y el resto nada más que ilusión y falsedad. Desde
disolución, así como la clandestinidad, el hermetismo y la in- esta posición tan radical, el propio Debord, ese "espíritu libre"
visibilidad que eligió desde entonces como su estilo vital no que no sentía pudor a la hora de citar a d'Ors y que tradujo al
son sino modalidades de ese fenómeno que antes hemos des- francés las Coplas de Jorge Manrique, se fue convirtiendo en
crito como resistencia a la interpretación, como si Debord qui- una suerte de figura fantasmal, un espíritu exiliado del Plane-
siera escapar él mismo -y salvar a su teoría- de la ley que se ta Revolución (o del Planeta Historia) condenado a vagar por
deduce de sus propias tesis, es decir, que toda obra que fra- el desierto de una sempiternidad ahistórica en el cual su voz1 •,.¡
1
casa en la práctica está condenada. a convertirse en espectá- no puede más que clamar sin ecos, como un alma "revolucio-
culo (siendo la interpretación especulativa una variante, aun- naria" accidental y trágicamente unida a un cuerpo social re-
que superior, de esa espectacularización de la cultura). Debord, formista, conservador o reaccionario, en cuyos oídos "la ver-
para quien la historia lo es todo, quiso salvarse a sí mismo y a dad" se desperdicia como en un saco roto. En 1967, Debord
su obra precisamente de la historia, de la contingencia de que compartía con muchos de sus contemporáneos una determi-
la historia posterior al 67 siguiera llenando su obra de un sen- nada "filosofía de la Historia" que, como él reconoce abierta-
tido distinto de aquel que él había intentado conferirle. En el mente, procede de Hegel (aunque haya sido corregida por
mismo prólogo que antecede a la versión de LSS que ahora pre- Feuerbach y Marx, entre otros), una filosofía según la cual hay
sentamos, Debord advierte que, veinticinco años después de (o, cuando menos, debe haber) una sola Historia, la Historia
su primera edición, del libro no necesita cambiarse ni una co- Universal de la Humanidad (esa que, según el Man?fiesto Co-
ma. Y añade con arrogancia: no soy de los que se corrigen. Lo munista, es la Historia de la lucha de clases); y, además, esta
primero significa que, para Debord, no ha pasado un solo mi- Historia tiene un sentido. Es verdad que, según declara explí-
nuto de historia desde 1967. Lo segundo que, si la realidad no citamente LSS, la Historia no tiene un fin; pero esta declaración
ha confirmado su teoría, es la realidad quien debe rectificar, no significa sino la inversión (de acuerdo con la propuesta de
no la teoría. A1nbos argumentos se justifican porque, según De- Marx) de la tesis hegeliana del fin de la Historia, puesto que
bord, las épocas "revolucionarias" no son interrupciones de la para Debord la finalidad de la Historia (a saber, su propia re a-
historia sino, al contrario, las únicas en las cuales verdadera- lización en cuanto tal) es su principio: la Historia se dirige ha-
mente transcurre la historia, las únicas en las cuales la histo- cia aquel punto en el que podrá de verdad comenzar, cuando
ria es lo que es (progreso, avance), mientras que durante el los hombres -todos los hombres- puedan ser agentes, prota-
resto del tiempo -y debido tanto a las "condiciones materiales gonistas y dueños de su historia, cuando todos los hombres
de existencia" como a sus "correlatos ideológicos"- la historia tengan historia y hagan la Historia.
permanecería frenada, obstruida, detenida y congelada en un El hecho de que LSS haya tenido que sobrevivir al 68, es de-
presente íngrimo tan carente de futuro como de pasado, tan cir, no se haya realizado plenamente, puede entenderse, desde
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luego, como una consecuencia de que vivimos en tiempos po- EL GLOBO ALDEANO
co propicios a las revoluciones: la tesis de Debord según la cual
la teoría revolucionaria debe saber esperar y no pedir milagros La mayoría de nosotros, los que hemos hecho precisamente
al proletariado podría significar, entonces, una inequívoca es- aquello que Debord no quiso hacer -sobrevivir al 68-, a fuer-
peranza de que algún día volverán esos tiempos y verificarán za de firmar compromisos más o menos vergonzosos con el es-
LSS; pero puede también significar que el interlocutor al que pectáculo dominante y con el imperio de lo falso, hemos de
Debord se dirigía ya no existe (supuesto que haya existido al- volver a leer LSS sin el rencor de quienes prefieren olvidar su
guna vez), en cuyo caso el rechazo de las tesis de Debord por contenido como si nunca hubiera existido, y sin la nostalgia de
parte de los despreciables espectadores podría indicar otra cosa quienes viven en el lamento permanente por la juventud per-
distinta que la simple falsa conciencia. 7 De estas dos posibili- dida; nos enfrentamos a la ingente tarea de aprender a enve- 1f 1
dades, es obvio que Debord eligió la primera: si la "realidad es- jecer con dignidad y con generosidad o, lo que viene a ser lo
tablecida" niega a Mayo del 68 su carácter de realidad (convir- mismo, tenemos que leer LSS desde nuestras heridas, que no
tiéndolo en un sueño infantil o en una pesadilla de estómagos son sino las heridas de la historia -toda generación tiene su he-
desagradecidos, en un delirio o en una travesura), y dado que rida histórica, su 1968, como la de nuestros padres tuvo su 1936
la realidad establecida es una realidad "invertida" y "falseada", o su 1945, y la de nuestros abuelos su 1917-, aunque ello sig-
la postura correcta consiste en invertir lo invertido y negarle a la nifique nuestra infidelidad a Debord al menos en estos dos pun-
realidad establecida el carácter de realidad, convertirla en un tos: primero, que sentimos que el valor de su obra no se ago-
sueño narcótico cuyo despertar es precisamente el 68 (todos los ta en el impacto que produjo en su fecha de nacimiento; y
sesenta y ochos pasados y futuros), y convertirse a sí mismo y segundo, que queremos pensar que no es cierto que todo lo
a LSS en una suerte de espectros del68 que, aquí y allá, apare- que fracasa en su intención revolucionaria está condenado a
cen para recordarnos la posibilidad de que se reabra la herida, convertirse en canallesco espectáculo (razón por la cual, por
para mantener viva la memoria de aquello que ahora sus pro- ejemplo, podemos aún leer con provecho el Manifiesto Comu-
pios protagonistas niegan que haya sucedido alguna vez. De es- nista). Notamos, por ello, que, a pesar de haber aparecido en
ta opción de Debord hay que decir, al menos, que él la abrazó, 1967, los fenómenos que analiza LSS, las tendencias que des-
hasta el 30 de Noviembre de 1994, con un grado de coheren- cribe y los pronósticos que realiza no han hecho más que agu-
cia y de honestidad que sólo cabe calificar de ejemplar. dizarse y confirmarse en el período transcurrido desde su pri-
mera edición. En este sentido, como en otros, la lucidez de
Debord es tan sorprendente como encomiable: el lector que se
7
acerque por vez primera a este texto encontrará sin duda lla-
Se observará que, en sus Comentarios sobre la sociedad del espectáculo, de
mativo el elevadísimo porcentaje de cumplimiento de las pro-
1988 (trad. cast. C. López y]. R. Capella, Ed. Anagrama, Barcelona, 1990, re-
ed. 1998), Debord excluye prácticamente cualquier referencia positiva al por- fecías debordianas, especialmente en sus aspectos más sinies-
venir revolucionario, centrando sus consideraciones en los aspectos negativos tros, y descubrirá, de paso, en este texto tan maldito como su
de las condiciones vigentes. autor, el origen de muchos de los argumentos que la crítica so-
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cial posterior de las sociedades "opulentas" (desde la denun- mundial, lo planetario, un concepto que los nuevos medios de
cia de la espectacularización de la política, del arte o de la cul- comunicación y transmisión han convertido hoy en realidad
tura en general, hasta la proliferación de la obscenidad emo- (aunque sea virtual).
cional y periodística en los últimos avances del sensacionalismo Pero -digamos al menos esto en favor del autor de La Gala-
cínico, la prensa de escándalo o el reality show -expresión que, xia Gutemberg-, su profecía escondía un veneno que, aunque
por cierto, parece tomada de los panfletos situacionistas-, pa- en 1962 fuera poco visible, no era demasiado difícil de extraer
sando por las polémicas en torno a lo global y lo local y la so- para alguien como Debord, a quien podríamos calificar, si-
ciedad de la información) no ha hecho más que reciclar, tri- guiendo con la misma terminología, como "el príncipe de los
vializar y, en buena parte, reeditar (casi siempre sin citar su apocalípticos". Quiero decir que el estribillo de la "aldea glo-
1
procedencia); el lector que, en cambio, revisite este texto des- bal" no hablaba únicamente de un proceso cuyo resultado fi-,j
pués de treinta años de relativo silencio, tendrá que admitir que nal sería la globalización, sino también, e indisolublemente, de
el propio concepto (así como el rótulo) "sociedad del espec- un proceso que desembocaría en la aldeanización de la exis-
táculo" no es menos adecuado (sino acaso mucho más com- tencia. La tendencia actual que consiste en oponer la dinámi-
prensivo), para describir el actual estado de cosas, que el tan ca de la globalización a un fenómeno descrito a menudo co-
sobado de "posmodernidad" o "sociedad posindustrial". mo resurrección de "lo local" (y presentado a veces como un
Del sociólogo canadiense Marshall MacLuhan decía Guy De- posible modo de resistencia frente a los procesos mundiali-
bord que, en la época en la que apareció LSS, era "el primer zantes) revela groseramente su desconocimiento de algo que,
apologista del espectáculo, que parecía el imbécil más con- tanto para MacLuhan como para Debord, era absolutamente
vencido de su siglo". 8 Tal es la pobre imagen dominante que necesario: me refiero a la estricta solidaridad -si no identidad-
de MacLuhan ha quedado en nuestra "memoria espectacular", entre la globalización y la aldeanización de la existencia. Co-
algo así como -recurriendo a las categorías popularizadas por rresponde, sin duda, a la línea de pensamiento representada
· Umberto Eco- "el príncipe de los integrados" en el nuevo or- por MacLuchan -y, por tanto, a los "integrados"- el mérito de
den mundial de la cultura de masas, de quien apenas conser- haber llamado la atención sobre el lado "global" de nuestro
vamos una fórmula, eso sí, repetida por doquier y hasta lasa- porvenir, y sobre el modo en que la evolución de las socieda-
ciedad: su profecía acerca de la aldea globaL De esta profecía des hacia un futuro de telecomunicación total de la informa-
-o del modo macluhaniano de anunciarla- procede, además, ción implica cambios sustanciales y decisivos en la definición
el ténnino "globalización", que hoy se ha convertido en eti- misma de lo humano, tal y como lo humano ha podido con-
queta recurrente para nuestra época de interconexión inme- cebirse en una historia de la cultura occidental que alcanza uno
diata. Este mismo hecho revela que, tanto para los partidarios de sus momentos culminantes, precisamente, en la Declaración
de las tesis de MacLuhan como para sus herederos actuales, el Universal de Derechos del Hombre. Pero corresponde, por el
factor relevante de aquella fórmula era justamente lo global, lo contrario, a la orientación crítica simbolizada por el manifies-
to de Debord -y, por tanto, a los "apocalípticos", a la cabeza
8
Comentarios sobre la sociedad del espectáculo, op. cit., p. 47. de los cuales se sitúa hoy Paul Virilio-, el mérito no menor de
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haber subrayado, en un momento en el cual el hacerlo resul- . -- al menos la información más importante- que circula en
clon-
taba harto impopular, que el mundo se encontraba en una fa- la red telemática, y privadas son las diferentes ald:as separa-
se de "reordenamiento del territorio" cuyo final sería una re- das que salpican los espacios civiles en rui~as; pnvadas son,
edición -con acentos más o menos específicos- de las viejas incluso, las guerras que ahora libran entre s1 algunas de estas
comunidades rurales de las sociedades agrarias, y que tal cosa aldeas diseminadas.
era lo que se anunciaba en expresiones aún incipientes como se ha hablado también de una "nueva Edad Media" ,9 y ello es
"sociedad posindustrial" o incluso "posmodernidad". bien comprensible. El proceso al que asistimos se parece, en
De modo que ambos autores, aunque con grado de con- fecto al proceso altomedieval de vaciamiento y abandono de
ciencia diferente y con diversos sentimientos hacia el fenóme- ~as ci~dades. Los historiadores de este período han descrito el 1
no en cuestión, se hacían portavoces de un proceso que ya m odo en que la vida se traslada desde los grandes centros. ur- J
desde principios del siglo XX se había manifestado de múlti- banos y cosmopolitas -Roma, Atenas, Babilonia, Constantmo-
ples maneras, entre las cuales tanto los totalitarismos fascista y la Alejandría- hacia las comunidades rurales -centradas en
ptorno) a la Iglesia como lugar de sa1vae1on-,
•/ y h an sena
- 1a d o que
estalinista como las llamadas "vanguardias artísticas" y las mu-
taciones en las formas literarias canónicamente modernas no esta aldeanización es la que convierte al bosque de la Europa
son el menor síntoma, un proceso que podríamos calificar sim- medieval en un equivalente del desierto cercanoriental: la es-
plemente como la desaparición de la ciudad, de la ciudad mo- pesura sombría que rodea la aldea, en ~a que. acechan los pe-
derna como tejido urbano inseparable de la escena civil de los ligros, no sólo de los salteadores de cammos, smo de los mons-
derechos de ciudadanía y del espacio público de intercambio truos y los demonios de la Noche, que son a los bosques lo
de argumentos y mercancías, indisolublemente unida a lo que que al desierto son los espejismos. Para nosotros, las ciudades
MacLuhan llamaba el hamo typographicus (es decir, el "bur- -el espacio urbano actual- empiezan a convertirse en bosques
gués" que sabe leer y escribir), a la formación de los Estados- 0
desiertos inhabitables, peligrosos y poblados de fantasmas,
nación y a la "libertad de prensa". Esta desaparición tiene, por que rodean amenazadoramente las aldeas contemporá~e~s -las
tanto, dos caras: la ciudad "superada" por las grandes unida- urbanizaciones, los barrios, a veces simplemente las v1v1endas
des supranacionales y, tendencialmente, planetarias o mun- privadas- en cuyo interior el neocampes~nado pos~ndust~ial se
diales; pero también la ciudad "disgregada" en comunidades pone a salvo conectándose a un espaClo global mtang1ble Y
aisladas (a veces constituidas por un solo individuo), disemi- -en el sentido debordiano del término- "espectacular".
nadas, dispersas y sin ningún territorio común. En cierto sen- El espacio público de la ciudad moderna no fue solamente,
tido -en el sentido jurídico y sociológico-, la "ciudad" que así como es obvio, el tranquilo escenario de la ordenada vida bur-
desaparece es lo que los teóricos del liberalismo bautizaron co- guesa, sino también el teatro de una contienda e~ la cual qui:-
mo sociedad civil, es decir, el espacio público. P1ueba de ello nes con su esfuerzo habían conseguido constrmr ese espac1o
es que tanto los territorios globales virtualmente planetarios co-
mo las aldeas locales disgregadas y dispersas son cada vez más 9 Cfr. Umberto Eco, "Hacia una nueva Edad Media", en La estrategia de la
objeto de una creciente privatización: privada es la informa- ilusión, Ed. Lumen, Barcelona, 1996, pp. 65-86.
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-los trabajadores cuya fuerza concertada por la industria libe- La célebre profecía de la aldea global, de la cual no dejamos
ró a los hombres de los ciclos naturales y les permitió fabricar de hacernos lenguas desde entonces, mostraba, desde su pro-
un espacio y un tiempo emancipados de la sangre y la tierra- pia formulación, la ambigüedad de lo que anunciaba: por una
pugnaban por el derecho a disfrutar de él. Entre otros, Walter parte, un proceso de globalización sin precedentes, sobre el
Benjamin10 ha sugerido que la ciudad es una suerte de libro en cual el propio MacLuhan cargó las tintas en su momento; y, por
el que podemos leer esa historia: la de los desheredados sien- otra parte, un proceso de aldeanización igualmente inédito
do una y otra vez rechazados hacia los miserables suburbios (cuyos mentores serían "los apocalípticos" de nuestros días),
(expulsados del espacio público), y una y otra vez intentando que Debord supo dibujar con trazo firme en sus aspectos más
ocupar la ciudad para apropiarse del fruto de su trabajo. Y el siniestros. La impresión que va abriéndose camino desde en-
1
mismo Benjamín caracterizaba las operaciones urbanísticas más tonces es, por tanto, la de que los dos extremos de esa pre- ,J
notables del final del siglo XIX como intentos de impedir que sunta alternativa (y los dos términos de la fórmula macluha-
ese programa de ocupación tuviera éxito, estrategias para ex- niana y del título de Eco), lejos de ser excluyentes, se requieren
traer las lecciones de experiencias como la Revolución del 48 y exigen mutuamente: cada progreso en el sentido de la globa-
o la Comuna de París y diseñar un espacio en el cual el movi- lízación, parece ser una regresión en la dirección de la aldea-
miento obrero no pudiera volver a instalar sus barricadas. En nización. Cuanto más completa es la integración, más cerca
algunos lugares -entre nosotros, notoriamente en la ciudad de estamos del apocalipsis, o cuanto más globales somos, tanto
Barcelona-, esta operación urbanística fue bautizada con el sig- más aldeanos (en consonancia con lo cual el ecologismo se ha
nificativo título de "El ensanche". Pues, efectivamente, se tra- convertido en la ideología de salvación del neocampesinado
taba de eso, de ensanchar las avenidas para que nadie encon- generalizado). En este sentido, LSS, lejos de ser un monumen-
trase en ellas la ocasión de atrincherarse. En la segunda mitad to del pasado cercano, es también un instrumento de ilumina-
de nuestro siglo hemos asistido a otro "ensanche" de propor- ción de nuestro porvenir.
ciones inusitadas: la amplificación de las avenidas ha llegado
esta vez a convertirlas en autopistas -de la información- cuyos JOSÉ LUIS PARDO
límites se confunden con los confines de la Tierra, un espacio
en el que nadie puede ya encontrar refugio ni levantar una ba-
rricada, que nadie -salvo las corporaciones transnacionales-
puede hacerse la ilusión de "ocupar".
10
Del mismo modo que es razonable sorprenderse por el silencio al que se
han visto sometidos los textos de Debord, también me ha resultado siempre
extraño que en LSS no hubiera una sola alusión a Walter Benjamin, quien po-
dría considerarse, a tenor de textos como el que encabeza estas líneas, el pre-
cedente más directo de la idea debordiana de una "sociedad del espectáculo".
30 31
PRÓLOGO PARA LA TERCERA EDICIÓN FRANCESA
34 35
mental como la caída del muro de Berlín, tan indiscutible co- l. LA SEPARACIÓN PERFECTA
mo el resto de las señales democráticas.
Los primeros efectos de la modernización se detectaron en
1991, con la completa disolución de Rusia. Ahí vemos expuesto, "Nuestra época, sin duda alguna, prefiere la imagen a la cosa,
con más claridad que en Occidente, el desastroso resultado de la copia al original, la representación a la realidad, la aparien-
la evolución general de la economía. El caos no es más que su cia al ser ... Para ella, lo único sagrado es la ilusión, mientras
consecuencia. En todas partes se plantea la misma terrible pre- que lo profano es la verdad. Es más, lo sagrado se engrande-
gunta, que desde hace dos siglos avergüenza al mundo ente- ce a sus ojos a medida que disminuye la verdad y aumenta la
ro: ¿Cómo hacer trabajar a los pobres allí donde se ha desva- ilusión, tanto que el colmo de la ilusión es para ella el colmo
necido toda ilusión y ha desaparecido toda fuerza? de lo sagrado." \r 1
La tesis 111, al reconocer los primeros síntomas del crepús-
culo ruso a cuya explosión final acabamos de asistir, y antici- Feuerbach (Prólogo a la segunda edición
pándose a la inminente desaparición de aquello que, como di- de La esencia del cristianismo)
ríamos hoy, se borrará de la memoria del ordenador, enunciaba
este juicio estratégico, cuya exactitud será fácil de conceder:
"La descomposición mundial de la alianza de la mistificación l.
burocrática es, en última instancia, el factor más desfavorable
para el desarrollo de la sociedad capitalista". La vida entera de las sociedades en las que imperan las con-
Este libro ha de leerse tomando en consideración que se es- diciones de producción modernas se anuncia como una in-
cribió deliberadamente contra la sociedad espectacular. Sin exa- mensa acumulación de espectáculos. Todo lo directamente ex-
geración alguna. p~rimentado se ha convertido en una representación.
30 de junio de 1992
2.
GUY DEBORD
Las imágenes desprendidas de cada aspecto de la vida se fu-
sionan en una corriente común en la cual resulta ya imposible
restablecer la unidad de aquella vida. La realidad, considerada
parcialmente, se despliega en su propia unidad general como
un seudomundo aparte, objeto de la mera contemplación. La
especialización de las imágenes del mundo puede reconocer-
se, realizada, en el mundo de la imagen autónoma, en donde
el mentiroso se engaña a sí mismo. El espectáculo en general,
36 37
como inversión concreta de la vida, es el movimiento autóno- 6.
mo de lo no vivo.
El espectáculo, entendido en su totalidad, es al mismo tiem-
po el resultado y el proyecto del modo de producción exis-
3. tente. No es un suplemento del mundo real, una decoración
sobreañadida. Es el núcleo del irrealismo de la sociedad real.
El espectáculo se presenta como la sociedad misma y, a la Bajo todas sus formas particulares -información o propagan-
vez, como una parte de la sociedad y como un instrumento da, publicidad o consumo directo de diversiones-, el espectá-
de unificación. En cuanto parte de la sociedad, se trata explí- culo constituye el modelo actual de vida socialmente dominante.
citamente de aquel sector que concentra toda mirada y toda Es la omnipresente afirmación de una opción ya efectuada en 1 1
....
conciencia. Por el hecho mismo de estar separado, este sector la producción, y su consiguiente consumo. La forma y el con-
es el lugar de la mirada engañada y de la falsa conciencia; y tenido del espectáculo son, del mismo modo, la justificación
la unificación que realiza no es más que el lenguaje oficial de la total de las condiciones y de los fines del sistema existente. El
separación generalizada. espectáculo es también la permanente presencia de esta justi-
ficación, en cuanto ocupación de la parte primordial del tiem-
po de vida que transcurre fuera del ámbito de la producción
4. moderna.
38 39
8. 11.
El espectáculo no debe oponerse en abstracto a la actividad para describir el espectáculo, su formación, sus funciones y
social efectiva, pues tal desdoblamiento está en sí mismo des- las fuerzas que tienden a su disolución, es preciso distinguir
doblado. El espectáculo, que invierte lo real, es efectivamen- artificialmente dos elementos inseparables. Al analizar el es-
te producido en cuanto tal. La realidad vivida se halla mate- pectáculo, se habla en cierto modo el lenguaje mismo de lo
rialmente invadida por la contemplación del espectáculo, y al espectacular, en cuanto se ocupa el terreno metodológico de
mismo tiempo alberga en sí el orden espectacular, otorgándole aquella sociedad que se expresa en el espectáculo. Pero el es-
su positiva adhesión. La realidad objetiva se presenta en sus pectáculo no es sino el sentido de la práctica total de una for-
dos dimensiones. Cada noción fijada de este modo no tiene mación económico-social, su empleo del tiempo. Es el momento ,JI
más sentido que la transición a su opuesto: la realidad surge histórico en que estamos inmersos.
en el espectáculo, y el espectáculo es real. Esta alienación re-
cíproca es la esencia y el sustento de la sociedad actual.
12.
15. 18.
En cuanto ornamento indispensable de los objetos produci- Allí donde el mundo real se transforma en meras imágenes,
dos en nuestros días, en cuanto exponente general de la ra- las meras imágenes se convierten en seres reales, y en eficaces
cionalidad del sistema, y en cuanto sector económico puntero motivaciones de un comportamiento hipnótico. El espectáculo,
que elabora una multitud cada vez más creciente de imágenes- como tendencia a visualizar, merced a diversas mediaciones
objetos, el espectáculo es la principal producción de la socie- especializadas, un mundo que ya no es directamente accesible,
dad actual. encuentra normalmente en la vista el sentido humano privile-
giado, papel que en otras épocas desempeñó el tacto; el senti-
do más abstracto, el más mistificable, es el que corresponde a
16. la abstracción generalizada de la sociedad actual. Pero el es-
pectáculo no debe identificarse con la simple mirada, ni siquiera
El espectáculo somete a los seres humanos en la medida en combinada con la escucha. Es más bien aquello que escapa a
que la economía los ha sometido ya totalmente. No es otra co- la actividad de los hombres, a su reconsideración y a la correc-
sa que la economía que se desarrolla por sí sola. Es el reflejo ción de sus obras. Es lo contrario del diálogo. El espectáculo se
fiel de la producción material y la objetivación infiel de los pro- constituye allí donde hay representación independiente.
ductores.
19.
17.
El espectáculo es heredero de toda la debilidad del proyec-
La primera fase de la dominación de la economía sobre la vi- to filosófico occidental, que no consistió sino en una interpre-
da social compmtó una evidente degradación del ser en tener tación de la actividad humana dominada por las categorías del
en lo que respecta a toda valoración humana. La fase actual de ver, al mismo tiempo que se apoyaba en el despliegue ince-
42
43
sante de la precisa racionalidad técnica surgida de tal pensa- haya edificado un imperio independiente me~ian:e ~1 es~ec
miento. No es que realice la filosofía, es que "filosofiza" la re- táculo, sólo es explicable porque esta potenCla practlCa s1gue
alidad. Es la vida concreta de todo hombre la que se ha de- careciendo de cohesión, se halla en contradicción consigo
gradado al convertirse en un universo especulativo. misma.
20. 23.
La filosofía, en cuanto poder del pensamiento separado, no ha Las raíces del espectáculo se hunden en la más antigua de
1
podido nunca superar por sí sola la teología. El espectáculo es las especializaciones sociales, la especialización del poder. Por..f
la reconstrucción material de la ilusión religiosa. La técnica es- ello, el espectáculo es una actividad especializada, símbolo de
pectacular no ha disipado las tinieblas religiosas en las cuales los todas las demás. Es la representación diplomática de la socie-
hombres depositaron sus propios poderes separados de sí mis- dad jerárquica ante sí misma, una sociedad de la que se ha des-
mos: se ha limitado a proporcionar a esas tinieblas una base te- terrado cualquier otra palabra. En este sentido, lo más moder-
rrestre. De ese modo, la vida más terrestre es la que se vuelve no es también lo más arcaico.
más irrespirable. Ya no se proyecta en los cielos, ahora alberga
en sí misma su recusación absoluta, su falaz paraíso. El espec-
táculo es la realización técnica del exilio de los poderes huma- 24.
nos en el más allá; la escisión perfecta en el interior del hombre.
El espectáculo es el discurso ininterrumpido que el orden ac-
tual mantiene sobre sí mismo, su monólogo autoelogioso. Es
21. el autorretrato del poder en la época de su gestión totalitaria
de las condiciones de existencia. La apariencia fetichista, de
Cuando la necesidad es soñada socialmente, el sueño se ha- pura objetividad, de las relaciones espectaculares, oculta su ca-
ce necesario. El espectáculo es el mal sueño de la sociedad mo- rácter de relación entre hombres y entre clases: una segunda
derna encadenada, que no expresa en última instancia más que naturaleza, con sus leyes fatales, parece dominar nuestro en-
su deseo de dormir. El espectáculo vela ese sueño. torno. Pero el espectáculo no es el producto necesario del de-
sarrollo técnico considerado como un desarrollo natural. Al
contrario, la sociedad del espectáculo es una forma que selec-
22. ciona su propio contenido técnico. Si bien el espectáculo, con-
siderado bajo el aspecto de los "medios de comunicación de
El hecho de que la potencia práctica de la sociedad mo- masas" que son su manifestación superficial más abrumadora,
derna se encuentre separada de sí misma, el hecho de que se puede dar la impresión de invadir la sociedad a modo de un
44 45
nuevo instrumental, no hay en él nada de neutral, se trata del de las condiciones de existencia. Es su propio producto, y es él
instrumental que conviene a su entero automovimiento. Si las mismo quien establece sus reglas: es algo pseudosagrado. Ex-
técnicas no pueden alcanzar su satisfacción de no ser por la hibe lo que él mismo es: el poder separado ~~e se desarrol~a
mediación de tales instrumentos, si la administración de esta or sí solo gracias al aumento de la productividad por medio
sociedad, así como todo contacto entre los hombres, no pue- ~el incesante refinamiento de la división del trabajo _co_mo p~r
den llegar a ejercerse más que aceptando como intermediario celación de los gestos, dominados ahora por el movimiento m-
a este poder de comunicación instantánea, ello es debido a que dependiente de las máquinas y traba~ando ?.ara un merc~do am-
esta "comunicación" es esencialmente unilateral; de modo liado. Toda comunidad y todo sentido cntiCO quedan disueltos
que su concentración contribuye a centralizar en las manos de ~n este movimiento en el cual las fuerzas que hán conseguido
la administración del sistema los medios que le permiten per- acrecentarse se separan y no pueden volver a recuperarse.
petuar justamente esa administración. La escisión generalizada
del espectáculo es inseparable del Estado moderno, es decir, de
la forma general de la escisión de la sociedad, producto de la 26.
división del trabajo social y órgano de la dominación de clase.
Con la separación generalizada del trabajador y su produc-
to, se pierden todo punto de vista unitario sobre la actividad
25. realizada y toda comunicación personal directa entre los pro-
ductores. Conforme progresan la acumulación de productos se-
La separación es alfa y omega del espectáculo. La institucio- parados y la concentración del proceso productivo, la unidad
nalización de la división social del trabajo, la formación de las y la comunicación se convierten en atributo exclusivo de la di-
clases, habían constnüdo una primera forma de contemplación rección del sistema. El triunfo del sistema económico de la se-
sagrada, el orden mítico en el cual todo poder envuelve su ori- paración es la proletarización del mundo.
gen. Lo sagrado justificaba la ordenación cósmica y ontológica
correspondiente a los intereses de los amos, y explicaba y em-
bellecía todo aquello que la sociedad no podía hacer. Por tan- 27.
to, todo poder separado ha sido siempre espectacular, pero la
adhesión de todos a esa imagen inmóvil no significaba más que Debido al propio éxito de la producción separada, en cuan-
el reconocimiento común, en una proyección imaginaria, de la to producción de lo separado, la experiencia fundamental, que
pobreza de la actividad social real, sentida aún en gran medida en las sociedades primitivas se hallaba ligada a un trabajo pri-
como unitaria. El espectáculo moderno, en cambio, expresa lo mordial, tiende a desplazarse, en el polo desarrollado del sis-
que la sociedad puede hacer, pero en tal expresión lo permiti- tema, hacia el no-trabajo, hacia la inactividad. Pero esta inacti-
do es lo absolutamente contrario a lo posible. El espectáculo vidad no está en ningún sentido liberada de la actividad productiva:
mantiene la inconsciencia acerca de la transformación práctica depende de ella, constituye una sumisión atenta y estupefacta
47
46
a las necesidades y resultados de la producción; es, en cuanto pectáculo, una parte del mundo se representa ante el mundo,
tal, un producto de su racionalidad. No puede haber libertad apareciendo como algo superior al mundo. El espectáculo es
fuera de la actividad, y en el marco del espectáculo toda acti- sólo el lenguaje común de esta separación. Lo que une a los
vidad está negada, exactamente igual que la actividad real ha espectáculos no es más que su relación irreversible con el cen-
sido enteramente absorbida por la obra de edificación global tro que mantiene su aislamiento. El espectáculo reúne lo se-
de ese resultado. De modo que la actual "liberación del traba- parado, pero lo reúne en cuanto separado.
jo", el aumento del tiempo de ocio, no es en modo alguno una
liberación en el trabajo, ni una liberación del mundo confor-
mado por ese trabajo. La actividad enajenada en el trabajo no 30.
puede nunca recuperarse mediante la sumisión a los resulta-
dos de ese mismo trabajo alienado. La alienación del espectador en favor del objeto contem-
plado (que es el resultado de su propia actividad inconscien-
te) se expresa de este modo: cuanto más contempla, menos
28. vive; cuanto más acepta reconocerse en las imágenes domi-
nantes de la necesidad, menos comprende su propia exis-
El sistema económico basado en el aislamiento es una pro- tencia y su propio deseo. La exterioridad del espectáculo en
ducción circular de aislamiento. El aislamiento funda la téc- relación con el hombre activo se hace manifiesta en el hecho
nica y, en consecuencia, el proceso técnico aísla. Desde el au- de que sus propios gestos dejan de ser suyos, para conver-
tomóvil hasta la televisión, todos los bienes seleccionados por tirse en los gestos de otro que los representa para él. La ra-
el sistema espectacular constituyen asimismo sus armas para el zón de que el espectador no se encuentre en casa en ningu-
refuerzo constante de las condiciones de aislamiento de las na parte es que el espectáculo está en todas partes.
"muchedumbres solitarias". El espectáculo reproduce siempre
sus presupuestos, cada vez de un modo más concreto.
31.
35.
34.
En este movimiento esencial del espectáculo, que consiste
El espectáculo es el capital en un grado tal de acumulación en recapitular en sí mismo todo cuanto existía en la actividad
que se ha convertido en imagen. humana en estado fluido para poseerlo en estado coagulado,
en cuanto cosas que se han convertido en valores exclusivos
mediante la formulación en negativo de su valor vital, reco-
nocemos a nuestra vieja enemiga, que sabe muy bien cómo ha-
cer para presentarse a primera vista como algo trivial y auto-
evidente, cuando es, al contrario, algo tan complejo y tan lleno
de sutilezas metafísicas: la mercancía.
36.
40.
37.
El desarrollo de las fuerzas productivas ha sido la historia .,.1 1
El mundo a la vez presente y ausente que el espectáculo ha-
ce visible es el mundo de la mercancía que domina toda vi- real e inconsciente que ha construido y modificado las con-
vencia. De este modo, el mundo de la mercancía se muestra diciones de existencia de los grupos humanos en cuanto
tal y como es, pues su movimiento se identifica con el distan- condiciones de supervivencia y de ampliación de esas mis-
ciamiento de los hombres entre sí y con respecto a su pro- mas condiciones: la base económica de todas sus empresas.
En el seno de una economía natural, el sector mercantil sig-
ducción global.
nificó la constitución de un exceso con relación a la super-
vivencia. La producción de mercancías, que implica el inter-
cambio de diversos productos entre productores independientes,
38.
pudo permanecer durante largo tiempo en un estadio arte-
La pérdida de lo cualitativo en los objetos que aloja y en las sanal, frenada como función económica marginal que aún
conductas que regula -tan evidente en todos los niveles del enmascaraba su verdad cuantitativa. Sin embargo, allí donde
lenguaje espectacular- no hace más que traducir los caracteres ha encontrado las condiciones sociales del comercio a gran
fundamentales de una producción que se aísla de la realidad: escala y de la acumulación de capitales, ha conseguido do-
la forma mercancía es enteramente igual a sí misma es decir minar totalmente la economía. La economía en su totalidad
a la categoría de lo cuantitativo. Lo que ella desar:olla es 1~ se ha convertido, así, en aquello que la mercancía ya había
cuantitativo, y sólo en lo cuantitativo puede desarrollarse. demostrado ser en el curso de esta conquista: un proceso de
desarrollo cuantitativo. Este incesante despliegue del poder
económico bajo la forma de la mercancía, que ha transfor-
mado el trabajo humano en trabajo-mercancía, en trabajo
39.
asalariado, conduce, por acumulación, a una abundancia en
Este desarrollo que excluye lo cualitativo está él mismo con- la cual la cuestión primordial de la supervivencia se encuentra
denado, en cuanto desarrollo, a una transición a lo cualitativo: obviamente resuelta, pero de tal manera que tiene que re-
el espectáculo pone de manifiesto que este desarrollo ha fran- producirse constantemente: se plantea en cada ocasión en
53
52
un grado superior. El crecimiento económico libera a las so- 42.
ciedades de la presión natural exigida por la lucha inmedia-
ta por la supervivencia, pero estas sociedades no se liberan El espectáculo es el momento en el cual la mercancía alcanza
de su libertador. La independencia de la mercancía se ex- la ocupación total de la vida social. N o es únicamente que se
tiende al conjunto de la economía sobre la cual impera. La haga patente la relación con la mercancía, sino que ya no hay
economía transforma el mundo, pero sólo lo transforma en un otra cosa más que esa relación: el mundo visible es su mun-
mundo económico. La seudonaturaleza en la cual se encuen- do. La producción económica moderna amplía su dictadura
tra alienado el trabajo humano exige la continuación hasta el in- tanto en extensión como en intensidad. En las zonas menos
finito de su servicio, y este servicio, que nadie más que él industrializadas, su imperio se pone de manifiesto gracias a al-
gunas mercancías-estrella, así como en cuanto dominación im-~f
1
mismo juzga y valora, consigue, de hecho, convertir todo es-
fuerzo y todo proyecto socialmente lícito en servidor suyo. perialista por parte de las zonas del mundo que encabezan el
La abundancia de mercancías, es decir, de relaciones mer- desarrollo de la productividad. En estas zonas avanzadas, el es-
cantiles, no puede significar otra cosa que la supervivencia pacio es invadido por una superposición continua de estratos
ampliada. geológicos de mercancías. En este punto de la "segunda revo-
lución industrial", el consumo alienado se convierte en un de-
ber para las masas, un deber añadido al de la producción alie-
41. nada. Todo el trabajo asalariado de una sociedad se convierte
globalmente en la mercancía total cuyo ciclo ha de continuarse.
La dominación de la mercancía sobre la economía se ejerció Para que esto ocurra, hace falta que la mercancía total retorne
al principio de forma latente, de modo que, en cuanto base fragmentariamente a un individuo fragmentado, absolutamen-
material de la vida social, la mercancía pasaba desapercibida y te separado de las fuerzas productivas que funcionan en su
permanecía impensada, como algo familiar aunque descono- conjunto. Aquí, por tanto, la ciencia especializada de la domi-
cido. En una sociedad en la cual la mercancía concreta es es- nación tiene a su vez que especializarse: se divide en sociolo-
casa o minoritaria, la aparente dominación del dinerose pre- gía, psicotécnica, cibernética, semiología, etc., para supervisar
senta como un embajador plenipotenciario que habla en nombre la autorregulación del proceso en todas sus etapas.
de un poder desconocido. Con la revolución industrial, la di-
visión del trabajo de manufactura y la producción masiva des-
tinada al mercado mundial, la mercancía aparece efectivamen- 43.
te como un poder que viene a ocupar realmente la vida social.
La economía política se erige entonces como ciencia dominante Mientras que en la fase primitiva de la acumulación capitalista
y como ciencia de la dominación. "la economía política no ve en el proletario más que al obrero" 1 ,
56 57
47. lizada, es decir, del carácter intercambiable de múltiples bienes
cuyo uso no es comparable, el espectáculo es su complemen-
La tendencia a la baja del valor de uso, que es una constan- to moderno y desarrollado, en el cual la totalidad del mundo
te de la economía capitalista, ha desarrollado una nueva forma mercantil aparece, globalmente, como el equivalente general
de privación en el marco de la supervivencia ampliada, una de todo aquello que la sociedad puede ser y puede hacer. El
forma que no libera de la vieja escasez, puesto que exige la espectáculo es un dinero sólo para mirar, pues en él la totali-
participación de la gran mayoría de los hombres, como traba- dad del uso ya se ha convertido en la totalidad de la repre-
jadores asalariados, en la continuación indefinida de sus es- sentación abstracta. El espectáculo no es solamente un servi-
fuerzos, sabiendo cada cual que la opción es someterse o mo- dor de la seudoutilidad, es ya, en sí mismo, el seudouso de la
rir. La realidad de este chantaje, el hecho de que la utilidad bajo "d
~ a.
.,1
~
su forma más pobre (comer, habitar) ya sólo exista en cuanto
encerrada en la riqueza ilusoria de la supervivencia ampliada,
es la base real de la aceptación de la ilusión generalizada que 50.
tiene lugar en el consumo de las mercancías modernas. El con-
sumidor real se transforma en consumidor de ilusiones. Lamer- En esta fase de abundancia económica, el resultado concen-
cancía es la ilusión efectivamente real, y el espectáculo es su trado del trabajo social se torna apariencia y somete toda rea-
manifestación general. lidad a la apariencia, que ahora es su producto. El capital ha
dejado de ser el centro invisible que dirige el modo de pro-
ducción; su acumulación se exhibe, desde el centro hasta la
48. periferia, en forma de objetos sensibles. Su rostro lo constitu-
ye la sociedad en toda su extensión.
El valor de uso, que estaba comprendido implícitamente en
el valor de cambio, ha de ser ahora proclamado explícitamente,
en la realidad invertida del espectáculo, precisamente porque 51.
su realidad efectiva ha sido mermada por la economía mer-
cantil hiperdesarrollada, haciéndose necesaria una seudojusti- La victoria de la economía autónoma conlleva al mismo tiem-
ficación de esta falsa vida. po su derrota. Las fuerzas mecanizadas por ella suprimen la
necesidad económica que fue la base sobre la cual se susten-
49. taron las sociedades antiguas. Al sustituirla por la necesidad de
un desarrollo económico infinito, tiene que suplantar la satis-
El espectáculo es el reverso del dinero: el equivalente gene- facción de las necesidades humanas primarias, sumariamente
ral abstracto de todas las mercancías. Si el dinero ha domina- reconocidas, por una producción ininterrumpida de seudonece-
do la sociedad como representación de la equivalencia centra- sidades que remiten a la gran seudonecesidad: el mantenimiento
58 59
de su imperio. Pero la economía autónoma se ha separado de Ill. UNIDAD Y DIVISIÓN EN LA APARIENCIA
una vez por todas de las necesidades profundas que proceden
del inconsciente social que, aun sin saberlo, dependían de esa
economía. "Todo lo consciente se desgasta. Lo inconsciente "Una nueva polémica se desarrolla animadamente en nuestro
permanece inalterable. Pero, una vez liberado, ¿no está con- país, en el frente de la filosofía, a propósito de las fórmulas
denado también a la ruina?" (Freud). 'uno se divide en dos' y 'dos se fusionan en uno'. Este deba-
te es una contienda entre partidarios y enemigos de la dia-
léctica materialista, una contienda entre dos concepciones del
52. mundo: la concepción proletaria y la concepción burguesa. l
Quienes sostienen que la ley fundamental de las cosas es 'uno,f
En el momento en que la sociedad descubre que depende se divide en dos' están de parte de la dialéctica materialista;
de la economía, entonces la economía depende efectivamen- quienes sostienen que la ley fundamental de las cosas es 'dos
te de la sociedad. Esta potencia subterránea, que ha crecido se fusionan en uno' están en contra de la dialéctica materia-
hasta aparecer como soberana, ha perdido también su poder. lista. Ambas partes han trazado una nítida línea de demarca-
Allí donde se alojaba el ello económico, debe advenir el yo (fe]. ción entre ellas, y sus argumentos son diametralmente opues-
El sujeto sólo puede emerger de la sociedad, es decir, de la lu- tos. Esta polémica refleja, en el plano ideológico, la aguda y
cha que en ella tiene lugar. La posibilidad de su existencia de- compleja lucha de clases que tiene lugar en China y en el mun-
pende de los resultados de la lucha de clases, que se revela co- do entero".
mo productora a la vez que producto de la fundación económica
de la historia. Ua Bandera Roja de Pekín, 21 de Septiembre de 1964)
53. 54.
La conciencia del deseo, idéntica al deseo de la conciencia, Como la sociedad moderna, el espectáculo está al mismo
es el proyecto que, en su aspecto negativo, quiere la abolición tiempo unido y dividido. Como ella, edifica su unidad sobre el
de las clases, es decir, que los trabajadores se adueñen direc- desgarramiento. Pero cuando la contradicción emerge en el es-
tamente de todos los momentos de su actividad. La sociedad pectáculo, ella es a su vez contradicha por una inversión de su
del espectáculo es lo contrario, pues en ella la mercancía se sentido, de modo que la división que así aparece es unitaria,
contempla a sí misma en el mundo que ella ha creado. así como la unidad está dividida.
60 61
55. 57.
Lo que se despliega como contradicción oficial (pero que La sociedad portadora del espectáculo no domina las regio-
pertenece de hecho a la unidad real) es una lucha entre los po- nes subdesarrolladas solamente gracias a su hegemonía eco-
deres que se han constituido para gestionar el mismo sistema nómica: las domina como sociedad del espectáculo. Incluso allí
socio-económico, y ello tanto a escala mundial como en el in- donde falta aún su sustento material, la sociedad moderna ya
terior de cada nación. ha invadido espectacularmente la superficie social de todos los
continentes, definiendo el programa de sus clases dirigentes y
supervisando su constitución. Igual que presenta los seudo-
56. bienes que han de codiciarse, ofrece a los revolucionarios lo-
cales los falsos modelos de revolución. El espectáculo propio
Las falsas luchas espectaculares de las formas rivales del po- del poder burocrático detentado por algunos países industria-
der separado son también reales, en la medida en que tradu- lizados forma parte, en sentido estricto, del espectáculo total,
cen el desarrollo desigual y conflictivo del sistema, los inte- a modo de seudonegación general y de refuerzo. Así como el
reses relativamente contradictorios de las clases o de las espectáculo, considerado en sus diversas localizaciones, mues-
subdivisiones de clases reconocidas por el sistema, y en la me- tra la evidencia de sus especializaciones totalitarias de la pala-
dida en que definen su propia participación en el poder. Así bra y de la administración social, así también éstas acaban, en
como el desarrollo de la economía más avanzada comporta el el nivel de funcionamiento global del sistema, por fundirse en
afrontar ciertas prioridades en detrimento de otras, la gestión una división mundial del trabajo espectacular.
totalitaria de la economía por parte de una burocracia estatal,
o bien la condición de los países que se encuentran en la es-
fera de la colonización o de la semicolonización, se definen 58.
mediante notorias peculiaridades en cuanto a sus modalidades
de producción y poder. En el espectáculo, esta diversidad pue- La división del trabajo espectacular que conserva la genera-
de manifestarse, de acuerdo con criterios muy diferentes, a mo- lidad del orden establecido, conserva primordialmente el polo
do de formas de sociedad absolutamente distintas. Pero, con- dominante de su desarrollo. La raíz del espectáculo se hunde
forme con su realidad efectiva de sectores parciales, la verdad en el terreno de la economía que se ha convertido en econo-
de su parcialidad reside en el sistema universal que los con- mía de la abundancia, y de ella proceden los frutos que final-
tiene, es decir, en el movimiento único que ha convertido el mente tienden a dominar el mercado espectacular, desafiando
planeta en su territorio: el capitalismo. las barreras ideológico-policiales proteccionistas de cualquier
espectáculo local con pretensiones autárquicas.
62 63
59. peñadas en un nivel global. Encarnan el resultado inaccesible
del trabajo social, mimetizando los subproductos de ese tra-
El movimiento de banalización que, bajo las brillantes di- bajo que son mágicamente proyectados sobre él como si fue-
versiones del espectáculo, domina mundialmente la sociedad sen su objetivo: el poder y las vacaciones, la decisión y el con-
moderna, domina asimismo en cada uno de aquellos puntos sumo, que se encuentran al principio y al final del proceso
en los cuales el consumo desarrollado de mercancías ha multi- incuestionado. Si, de una parte, el poder gubernamental se
plicado aparentemente las funciones y objetos elegibles. La per- personaliza como una seudoestrella, de otra, las estrellas del
vivencia de la religión y de la familia -que sigue siendo la for- espectáculo del consumo son objeto de plebiscito en cuanto
ma principal de transmisión del poder de clase-, y por ende seudopoder sobre las vivencias. Pero, así como estas activi- j .
de la representación que ambas garantizan, pueden combinar- dades de las estrellas no son realmente globales, tampoco son,T ·
se, como si se tratase de la misma cosa, con la afirmación re- realmente diversas.
dundante del goce de este mundo, un mundo que sólo se pro-
duce, justamente, como el seudogoce que conserva en su seno
la represión. La rebelión meramente espectacular puede, así, 61.
coexistir con la beata aceptación de lo establecido, también co-
mo si se tratase de lo mismo: así se pone de manifiesto el he- El representante del espectáculo unificado (la estrella del es-
cho de que la propia insatisfacción se ha convertido en mer- pectáculo) es lo contrario del individuo, el enemigo del in-
cancía desde el momento en que la abundancia económica se dividuo tanto para sí mismo como para los demás. Al despla-
ha vuelto capaz de ampliar su producción hasta el tratamiento zarse hacia el espectáculo como modelo de identificación, el
de esa materia prima. individuo ha renunciado a toda cualidad autónoma para iden-
tificarse con la ley general de la obediencia al curso estable-
cido de las cosas en cuanto tal. Las estrellas del consumo, sien-
60. do exteriormente la representación de diversos tipos de
personalidad, muestran cada uno de estos tipos como si tuvie-
La representación espectacular del hombre aglutina toda es- ran acceso igualitario a la totalidad del consumo, encontrando
ta banalidad al concentrar en sí la imagen de un posible papel en ello su felicidad de maneras similares. La estrella de la de-
que desempeñar (la estrella). La condición de estrella del es- cisión ha de poseer el stock completo de cuanto ha sido ad-
pectáculo es la especialización de la vivencia aparente, objeto mitido como cualidad humana. Las divergencias oficiales entre
de identificación con la vida aparente y sin profundidad que estas estrellas del espectáculo pueden quedar anuladas por su
ha de compensar la fragmentación de las especializaciones pro- semejanza oficial, que es la presuposición de su total excelen-
ductivas efectivamente experimentadas. Las estrellas del es- cia. Jruschov se convirtió en General porque decidió la batalla
pectáculo existen como figuras de diversos tipos de estilos de de Krousk, no en el campo de batalla, sino en su vigésimo ani-
vida y de comprensión de la sociedad, libres para ser desem- versario, cuando era Jefe del Estado. Kennedy siguió siendo
64 65
orador después de muerto, llegando a pronunciar su propio que imperan y las que son jóvenes, las que se desechan y sus-
elogio ante su tumba, dado que Theodor Sorensen continuó tituyen entre ellas.
en todo momento redactando los discursos de su sucesor en
aquel estilo que tanta importancia adquirió a la hora de hacer
reconocible la personalidad del desaparecido. Los personajes 63.
admirados, en quienes se personifica el sistema, son bien co-
nocidos por no ser lo que son; se han convertido en grandes Lo que las oposiciones del espectáculo ocultan es la unidad
hombres a fuerza de descender por debajo del umbral de la de la miseria. Las distintas formas de la misma alienación com-
más mínima vida intelectual, y ellos lo saben. baten bajo la máscara de la elección total, debido a que se eri-
1
gen sobre la ocultación de las contradicciones reales. El es-:J
pectáculo existe en una forma concentrada o en una forma
62. difusa, de acuerdo con las necesidades del estado peculiar de
escasez que él mismo desmiente tanto como mantiene. En am-
La falsa elección de la abundancia espectacular, elección que bos casos, sólo se trata de la imagen de una unificación feliz,
se concreta en la yuxtaposición de espectáculos concurrentes rodeada de desolación y de espanto, en el tranquilo centro de
y solidarios, así como en la yuxtaposición de papeles (primor- la desgracia.
dialmente significados por -y apoyados en- objetos) que al
mismo tiempo son exclusivos y están mutuamente implicados,
se desarrolla en una lucha de cualidades fantasmales destinadas 64.
a presentar como apasionante la trivialidad de lo cuantitativo.
Renacen de este modo las falsas oposiciones arcaicas, regio- Lo espectacular concentrado pertenece esencialmente al ca-
nalismos o racismos, que se encargan de transfigurar en supe- pitalismo burocrático, aunque puede importarse, como técni-
rioridad ontológica fantaseada la vulgaridad de las posiciones ca de poder estatal, a economías mixtas más retrasadas o, en
jerárquicas del consumo. Así se recompone la serie interminable ciertos momentos críticos, al capitalismo más avanzado. La pro-
de ridículos enfrentamientos que movilizan un interés sublú- piedad burocrática está, en efecto, concentrada en sí misma,
dico, desde las competiciones deportivas hasta las elecciones. en el sentido de que el burócrata individual no puede rela-
Allí donde se ha instalado la abundancia consumista, el primer donarse con la posesión de la economía global si no es por
plano de los roles más falaces ha sido ocupado por una opo- mediación de la comunidad burocrática y en cuanto miembro
sición espectacular entre la juventud y los adultos: pero no exis- de tal comunidad. Además, la producción de mercancías, al
te en parte alguna el adulto, el hombre dueño de su vida, mien- estar menos desarrollada, se presenta también de forma con-
tras que la juventud, la existencia cambiante, no es la propiedad centrada: la mercancía característica de la burocracia es el tra-
de unos hombres que serían hoy jóvenes, sino del propio sis- bajo social total, y lo que la burocracia revende a la sociedad
tema económico, del dinamismo capitalista. Son las cosas las es su supervivencia en bloque. La dictadura de la economía
66 67
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burocrática no puede dejar a las masas explotadas ningún mar- ma problemática) que se supone corresponde al consumo de
gen significativo de elección, ya que debe elegirlo todo ella la totalidad de las mercancías, queda inmediatamente falsifi-
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misma, pues cualquier otra elección distinta (ya concierna a cada, pues el consumidor real sólo puede acceder directamente
1~11 la alimentación o a la música) sería la elección de su destruc-
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a una sucesión de fragmentos de esa felicidad mercantil, frag-
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ción total. Debe, pues, ir acompañada de una permanente vio-
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talitaria. Todo el mundo debe identificarse mágicamente con 66.
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esta estrella absoluta o, de lo contrario, desaparecer. Se trata
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del Amo del no-consumo de este tipo de sociedad, así como Cada mercancía determinada lucha por su cuenta, no puede
de la imagen heroica que confiere un sentido aceptable a la reconocer a las demás, pretende imponerse en todas partes,
explotación absoluta que es, de hecho, la acumulación origi- como si fuera única. En consecuencia, el espectáculo es el him-
naria acelerada por el terror. Cada chino debe imitar a Mao y, no épico de esta gesta que no detendrá la caída de ninguna
si es posible, ser Mao, porque no puede ser otra cosa. Allí don- Ilión. El espectáculo no canta a los hombres y a sus armas, si-
de domina lo espectacular concentrado, domina también la no a la mercancía y a sus pasiones. En esta lucha ciega, cada
policía. mercancía, siguiendo sus inclinaciones, realiza inconsciente-
mente algo en efecto más grande: la conversión de la mercan-
cía en mundo, que es también la conversión del mundo en
65. mercancía. De esta manera, por medio de una astucia de la ra-
zón mercantil, lo particular de la mercancía se desgasta en ese
Lo espectacular difuso acompaña siempre a la abundancia combate, pero la forma mercancía progresa hacia su realiza-
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de mercancías, es decir, al desarrollo imperturbable del capi- ción absoluta.
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jli talismo moderno. En él, cada mercancía particular recibe su
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justificación de la magnitud de la producción total de objetos,
ji!, cuyo catálogo apologético es el espectáculo. En el escenario 67.
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70. de producción capitalista. Lo que obliga a los trabajadores a
participar en la edificación del mundo es lo mismo que les se-
El carácter de impostura de una satisfacción se autodenun- para de él. Aquello que relaciona a los hombres, liberándoles
cia mediante su relevo por otra nueva, de acuerdo con el in- de sus limitaciones locales o nacionales, es lo mismo que les
cesante cambio de los productos y de las condiciones genera- aleja a unos de otros. Lo mismo que obliga a profundizar en la
les de producción. Aquello que impúdicamente afirmaba su racionalidad alimenta la irracionalidad de la explotación jerar-
excelencia definitiva es sustituido, tanto en el espectáculo con- quizada y de la represión. Y aquello mismo que constituye la
centrado como en el difuso, de modo que lo único continua- potencia abstracta de la sociedad constituye su no-libertad con-
mente permanente es el sistema: los mismos que impusieron creta.
a Stalin se dedican después a denunciarle, como se hace con
las mercancías pasadas de moda. Cada nueva mentira de la
publicidad es asimistno un desengaño con respecto a la men-
tira anterior. La caída de una figura del poder totalitario revela
lo ilusorio de la comunidad que hasta entonces la aprobaba
unánimemente, y que no era sino un agregado de soledades
desilusionadas.
71.
72.
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IV. EL PROLETARIADO COMO SUJETO Y COMO REPRESENTACIÓN
73.
74.
76 77
miento práctico; y la práctica del proletariado como clase re- 80.
volucionaria no puede ser sino la conciencia histórica que ac-
túa sobre la totalidad de su mundo. Todas las corrientes teóri- La inversión efectuada por Marx para salvar el pensamiento
cas del pensamiento obrero revolucionario proceden del de las revoluciones burguesas mediante su "transposición" no
enfrentamiento crítico con el pensamiento hegeliano, tanto en consistió en la mera sustitución del recorrido del Espíritu hege-
el caso de Marx como en los de Stirner o Bakunin. liano -cuya objetivación se identificaba con la alienación-, que
caminaba hacia sí mismo en el tiempo sin que las heridas his-
tóricas le dejasen cicatrices, por las fuerzas productivas. Cuan-
79. do la historia se torna real, ya no tiene fin. Marx destruye la po-
sición separada de Hegel frente al conocimiento, así como la ,,f 1
Si la teoría de Marx es inseparable del método hegeliano, ello contemplación de un agente supremo y exterior, sea quien fue-
se debe a que el propio método hegeliano es inseparable del re. La teoría ya no conocerá más que aquello que ella misma
carácter revolucionario de la teoría, es decir, de su verdad. Es- hace. Por el contrario, la contemplación del movimiento de la
ta relación esencial ha sido generalmente ignorada o mal com- economía, en el pensamiento que domina la sociedad actual,
prendida, incluso denunciada como la debilidad de aquello en es la herencia no invertida del aspecto no dialéctico de la ten-
lo que acabó falazmente convirtiéndose, en una doctrina mar- tativa hegeliana de conseguir un sistema circular; es una afir-
xista. Bernstein/ en su obra Socialismo teórico y socialdemo- mación que ha perdido la dimensión del concepto y que no ne-
cracia práctica, revela perfectamente este vínculo entre el mé- cesita ya de ningún hegelianismo para justificarse, puesto que
todo dialéctico y el compromiso con la historia, cuando deplora el movimiento que intenta describir no es más que un área sin
las poco científicas previsiones del Manifiesto de 1847 sobre la pensamiento del mundo, cuyo desanollo mecánico domina efec-
inminencia de la revolución proletaria en Alemania: "Este tipo tivamente la totalidad. El proyecto de Marx es el proyecto de
de auto-sugestión histórica, tan errónea que podríamos atri- una historia consciente. El ciego desarrollo cuantitativo alcan-
buírsela al primer visionario político advenedizo, sería incom- zado por las fuerzas productivas en lo meramente económico
prensible en Marx, que a estas alturas ya había estudiado se- debe transformarse en apropiación cualitativa histórica. La crí-
riamente Economía, si no fuera porque en ella se traslucen los tica de la economía política es el primer acto de este final de la
restos de la dialéctica hegeliana de la antítesis, de la cual Marx, prehistoria: "De todos los instrumentos de producción, la pro-
como le sucedió a Engels, nunca pudo desprenderse por com- pia clase revolucionaria es la mayor potencia productiva".
pleto. En aquellos momentos de generalizada efervescencia,
esto fue para él una fatalidad".
81.
2
Eduard Bernstein (1850-1932), ideólogo de la socialdemocracia alemana,
editó en el exilio (Zurich y Londres) el boletín Sozialdemokrat, antes de re- Lo que vincula estrechamente la teoría de Marx con el pen-
gresar a Alemania como diputado del Reichstag en 1901. samiento científico es la comprensión racional de las fuerzas
78 79
realmente efectivas de la sociedad. Pero se trata, esencialmen- 83.
te, de algo que va más allá del pensamiento científico, y que
sólo lo conserva en cuanto superado: se trata de una com- Las corrientes utópicas del socialismo, aunque histórica-
prensión de la lucha, no en absoluto de la ley. "No conocemos mente sustentadas en cuanto tales en la crítica de la organi-
más que una ciencia, la ciencia de la historia", decía La ideo- zación social imperante, pueden ser calificadas de utópicas
logía alemana. sólo en la medida en que rechazan la historia -es decir, la lu-
cha real que se desarrolla, así como el movimiento del tiem-
po al margen de la inmutable perfección de la imagen de la
82. sociedad feliz-, pero no porque rechacen la ciencia. Es más
bien lo contrario: los pensadores utópicos están completa-11 \(
La época burguesa, que aspiraba a fundar científicamente la mente subyugados por el pensamiento científico tal y como
historia, se olvidó de que esta ciencia tuvo que ser fundada ella se impuso en siglos anteriores. Esperan la realización de ese
misma históricamente, al mismo tiempo que la economía. En sistema racional generalizado: no se consideran en absoluto
consecuencia, la historia no depende esencialmente de ese cono- como profetas desarmados, pues creen en el poder social de
cimiento sino en la medida en que la historia se mantiene como la demostración científica e incluso, en el caso del saintsimo-
historia económica. La vanidad de los cálculos de los socialistas nismo, en la conquista del poder por la ciencia. Sombart3 de-
que creyeron haber establecido la periodicidad exacta de las cri~ cía: "¿Cómo pretenden obtener mediante la lucha algo que
sis del capitalismo, muestra hasta qué punto el papel de la his- debe ser demostrado?". Sin embargo, la concepción cientifi-
toria en la propia economía -el proceso global que modifica sus dsta de los utopistas no alcanza al conocimiento que los gru-
propios datos científicos fundamentales- queda olvidado cuan- pos sociales tienen de sus propios intereses en una situación
do se elige el punto de vista de la observación científica; desde concreta, de las fuerzas que los mantienen y de las formas de
el momento en que la constante intervención del Estado ha lo- falsa conciencia que corresponden a tales posiciones. Se si-
grado compensar los efectos de las tendencias a la crisis, el mis- túan, pues, más acá de la realidad histórica de la propia evo-
mo tipo de razonamiento ha querido ver en este equilibrio una lución de la ciencia, que en buena parte se ha orientado por
armonía económica definitiva. Pero, en la medida en que el pro- la demanda social resultante de dichos factores, y que no so-
yecto de una superación de la economía, el proyecto de apropia- lamente selecciona lo que puede admitirse, sino también lo
ción de la historia, quiera conocer -y reclamar para sí- la cien- que puede investigarse. Los socialistas utópicos quedaron pre-
cia de la sociedad, no puede él mismo pretender ser científico. sos del modo de exposición de la verdad científica, concibie-
El punto de vista revolucionario de este último movimiento, que ron esta verdad conforme a su mera imagen abstracta, tal y
cree dominar la historia actual gracias a un conocimiento cien- como se había impuesto en una etapa social muy anterior.
tífico, sigue siendo un punto de vista burgués.
3
Werner Sombart (1863-1941): profesor de Economía Política en la Univer-
sidad de Breslau, autor de El socialismo y los movimientos sociales del Siglo XIX.
80 81
Como indicó Sorel, 4 los utopistas intentaban descubrir y de- cuencia ser educada. "La historia nos ha refutado a nosotros, y
mostrar las leyes de la sociedad tomando como modelo la as- a todos los que pensaban como nosotros. Nos ha mostrado con
tronomía. La armonía que preveían, una armonía hostil a la toda claridad que la fase de desarrollo económico del conti-
historia, deriva de un intento de aplicar a la sociedad la ciencia nente aún está muy lejos de haber alcanzado la madurez", di-
que menos depende de la historia. Pretendían alcanzar el re- ría Engels en 1895. Durante toda su vida, Marx mantuvo la pers-
conocimiento con la misma inocencia experimental que el sis- pectiva unitaria de su teoría, pero la exposición de su teoría se
tema de Newton, y el destino feliz que constantemente pos- llevó a cabo en el ten-eno del pensamiento imperante, concre-
tulan "desempeña en su ciencia social un papel análogo al tándose en forma de críticas a disciplinas particulares, princi-
que corresponde a la inercia en la mecánica racional" (Mate- palmente en la crítica de la ciencia fundamental de la sociedad
riales para una teoría del proletariado). burguesa, la economía política. Esta mutilación, aceptada lue- 1f 1
go como definitiva, fue lo que dio lugar al "marxismo".
84.
85.
El aspecto determinista -científico del pensamiento de Marx
fue precisamente la brecha por la cual se dejó penetrar por el El defecto de la teoría de Marx es, naturalmente, el defecto
proceso de "ideologización", incluso durante la vida del pro- de la lucha revolucionaria del proletariado de su época. La cla-
pio Marx, y mucho más después, en la herencia que legó al se obrera no decretó la revolución permanente en la Alema-
movimiento obrero. El advenimiento del sujeto de la historia nia de 1848; la Comuna fue aislada y vencida. Por tanto, la teo-
siempre queda aplazado para más tarde, y la ciencia histórica ría revolucionaria no podía alcanzar su propia existencia plena.
por excelencia, la economía, tiende cada vez más a garantizar Verse reducido a la obligación de tener que defenderla y pre-
la necesidad de su propia negación en el futuro. Pero, de este cisarla en la separación del trabajo intelectual, en el British
modo, la práctica revolucionaria -única verdad de esa nega- Museum, implicaba ya una derrota para la propia teoría. Las
ción- se desplaza fuera del campo de visión de la teoría. Así, justificaciones científicas extraídas de la evolución futura de la
lo importante termina siendo estudiar con paciencia el des a- clase obrera, y la práctica organizativa asociada a tales justifi-
rrollo económico, admitiendo incluso el sufrimiento con hege- caciones, se convertirían luego en obstáculos para la conciencia
liana tranquilidad; por ello, en cuanto a sus resultados, no de- proletaria en una etapa más avanzada.
ja de ser "el cementerio de las buenas intenciones". Se descubre
así, de acuerdo con la ciencia de las revoluciones, que la con-
ciencia llega siempre demasiado pronto, debiendo en conse- 86.
4
Georges Sorel (1847-1922): sindicalista y promotor de la violencia revolu- Toda la insuficiencia teórica de la defensa científica de la re-
cionaria, autor de La descomposition du marxisme. volución proletaria puede resumirse, tanto en su contenido co-
82 83
mo en su forma de exposición, en la identificación del prole-
roo en el período medieval de debilitamiento del Estado, en el
tariado con la burguesía desde el punto de vista de la conquis-
momento de su fragmentación feudal en poderes equilibrados.
ta revolucionaria del poder.
Pero el Estado moderno, que con el mercantilismo comenzó a
apoyar el desarrollo de la burguesía, y que finalmente se con-
virtió en su Estado en la fase del "laisser faire, laisser passer",
87.
se revelará después como dotado de un poder crucial en la ges-
tión calculada del proceso económico. Marx, no obstante, llegó
La tendencia a sustentar la demostración científica de la le-
a dibujar, al hablar del bonapartismo, un esbozo de esta buro-
gitimidad del poder proletario sirviéndose de la repetición de
cracia estatal moderna, fusión de Estado y Capital que consti- ¡
experiencias del pasado oscurece, ya desde el Manifiesto, el 1
tuye un "poder nacional del Capital sobre el trabajo, una fuer.1 4
pensamiento histórico de Marx, obligándole a mantener una
za pública organizada para la servidumbre social", mediante la
imagen lineal del desarrollo de los modos de producción em-
cual la burguesía renuncia a toda existencia histórica distinta
pujado por la lucha de clases, que en todo caso terminaría "en
de la reducción a la historia económica de las cosas, y se quie-
una transformación revolucionaria de la sociedad en su con-
re a sí misma "condenada a la misma aniquilación política que
junto o en la mutua destrucción de las clases en lucha". Pero,
las demás clases". Aquí están ya sentadas las bases sociopolí-
en la realidad histórica observable, de la misma manera que,
ticas del espectáculo moderno, que define negativamente al
según el propio Marx constató en otro lugar, "el modo de pro-
proletariado como el único aspirante a una vida histórica.
ducción asiático" ha conservado su inmutabilidad a pesar de
todos los enfrentamientos de clases, así también los motines
de los siervos nunca acabaron en la derrota de los nobles, ni
88.
las revueltas de esclavos en la Antigüedad consiguieron jamás
vencer a los hombres libres. El esquema lineal pierde de vista,
Las dos únicas clases que responden efectivamente a la teo-
sobre todo, que la burguesía es la única clase revolucionaria
ría de Marx, las dos clases puras a las cuales se refiere todo el
que ha salido victoriosa, al mismo tiempo que es la única da-
análisis de El Capital, la burguesía y el proletariado, son tam-
se para la cual el desarrollo económico se ha convertido en
bién las dos únicas clases revolucionarias de la historia, pero
causa y consecuencia de su dominio sobre la sociedad. Esta
ambas en condiciones muy distintas: la revolución burguesa ya
misma simplificación fue la que llevó a Marx a desdeñar el pa-
está hecha; la revolución proletaria es un proyecto nacido so-
pel económico desempeñado por el Estado en la gestión de
bre la base de aquélla otra revolución anterior, pero un pro-
una sociedad de clases. Si la burguesía ascendente parecía li-
yecto que difiere de ella cualitativamente. Cuando se desdeña
berar la economía de las manos del Estado, ello sucedía úni-
la originalidad del papel histórico desempeñado por la bur-
camente en la medida en que el Estado antiguo se confundía
guesía, se oculta también la originalidad de este proyecto pro-
con el instrumento de la opresión de clase en una economía
letario, que sólo puede triunfar defendiendo sus propios colo-
estática. La burguesía desarrolló su poder económico autóno-
res y tomando conciencia de "la inmensidad de sus tareas". La
84
85
burguesía accedió al poder por ser la clase de la economía en 90.
desarrollo. El proletariado no puede convertirse en cuanto tal
en un poder salvo si llega a ser la clase de la conciencia. Este La fusión del conocimiento y la acción ha de realizarse en la
poder no está garantizado por la maduración de las fuerzas pro- propia lucha histórica, de tal modo que la garantía de verdad
ductivas, ni siquiera mediante el atajo que constituye la des- de cada uno de los términos está depositada en el otro. La cons-
posesión creciente que ese proceso implica. La conquista jaco- titución de la clase proletaria como sujeto no es sino la orga-
bina del Estado no puede ser su instrumento. Ninguna ideología nización de las luchas revolucionarias y la organización de la
puede servirle para enmascarar sus metas parciales como si fue- sociedad en el momento revolucionario: ahí es donde deben
sen objetivos generales, pues no puede conservar ninguna rea- buscarse las condiciones prácticas de la conciencia, aquellas ¡
1
lidad parcial que sea efectivamente suya. condiciones en las cuales la teoría de la praxis se confirma ah4
convertirse en teoría práctica. Sin embargo, esta cuestión cen-
tral de la organización fue la menos tenida en cuenta por la
89. teoría en la época fundacional del movimiento obrero, es de-
cir, en la época en que esta teoría conservaba aún el carácter
Aunque Marx, en un determinado período de su participación unitario procedente del pensamiento histórico (y que ella se
en las luchas del proletariado, esperase demasiado de las pre- había dado como tarea precisamente desarrollar hasta conver-
visiones científicas, hasta el punto de que creó las bases inte- tirlo en una práctica histórica unitaria). La inconsecuencia de
lectuales de las ilusiones economicistas posteriores, sabemos esta teoría consiste, pues, en admitir y retomar unos métodos
con certeza que él no sucumbió personalmente a tales ilusio- de aplicación estáticos y jerarquizados procedentes de la re-
nes. En una célebre carta del 7 de Diciembre de 1867, que acom- volución burguesa. Las formas de organización del movimien-
pañaba a un artículo en el cual él mismo hacía la crítica de El to obrero que se desarrolló a partir de esta inconsecuencia te-
Capital (artículo que Engels debía hacer llegar a la prensa co- órica han tendido, a su vez, a impedir que se mantuviese una
mo si procediese de un adversario), Marx expuso claramente teoría unitaria, disolviéndola en distintos conocimientos espe-
los límites de su propia ciencia: "La tendencia subjetiva del au- cializados y parciales. La teoría, alienada ideológicamente de
tor (que quizás le viene impuesta por su posición política y por este modo, es ya incapaz de plantearse la realización práctica
su pasado), es decir, la manera en que él mismo se represen- del pensamiento histórico unitario al que ha traicionado, in-
ta y presenta a los demás el resultado último de los movimientos cluso cuando tal realización surge en la lucha obrera espontá-
actuales, no guarda relación alguna con la realidad de sus aná- nea; tan sólo puede contribuir a reprimir tanto su manifesta-
lisis". De este modo, Marx, al denunciar él mismo las conclu- ción como su memoria. Sin embargo, estas formas históricas
siones tendenciosamente extraídas de su análisis objetivo, y que aparecen en la lucha son exactamente el medio práctico
mediante la ironía de un "quizás" relativo a las opciones ex- que a la teoría le faltaba para ser verdadera. Son una exigencia
tracientíficas que se le habían impuesto, muestra al mismo tiem- de la teoría, pero una exigencia no formulada teóricamente. El
po la clave metodológica de la fusión de ambos aspectos. soviet no fue un descubrimiento de la teoría. Ya antes, la más
86 87
elevada verdad teórica de la Asociación Internacional de Tra- desde esa perspectiva: "Como pilotos invisibles en medio de
bajadores, consistió en su propia existencia en la práctica. la tempestad popular, deberemos dirigirla, pero no mediante
un poder ostensible, sino mediante la dictadura colectiva de
todos los aliados. Una dictadura sin uniformes, sin títulos, sin
91. derechos oficiales, pero tanto más poderosa cuanto que no
se presenta bajo ninguna apariencia de poder". De este mo-
Los primeros éxitos de la lucha de la Internacional la lleva- do se oponían dos ideologías de la revolución obrera cada
ron a liberarse de las confusas influencias de la ideología do- una de las cuales contenía una crítica parcialmente verdadera
minante que aún subsistían en su seno. Pero las derrotas y la de la otra, y así perdían la unidad del pensamiento histórico, 4 1
represión, con las cuales chocó de inmediato, hicieron quepa- instituyéndose ellas mismas como autoridades ideológicas. Or- •J
sase al primer plano el conflicto entre dos concepciones de la ganizaciones muy poderosas, como la socialdemocracia ale-
revolución proletaria, dos concepciones que contenían una di- mana o la Federación Anarquista Ibérica, sirvieron fielmente
mensión autoritaria que condujo al abandono de la autoe- a una y otra ideología, y el resultado fue siempre bien distin-
mancipación consciente de la clase trabajadora. En efecto, la to de lo esperado.
disputa finalmente irreconciliable entre marxistas y bakuni-
nistas era doble: se refería tanto al futuro poder en la socie-
dad revolucionaria como a la organización presente del mo- 92.
vimiento obrero, y las posiciones de los adversarios sufrían
una inversión al pasar de uno de estos aspectos al otro. Ba- El considerar como inmediatamente presente el objetivo de
kunin combatía la ilusión de una abolición de las clases so- la revolución proletaria constituye la grandeza y, al mismo
ciales mediante el uso autoritario del poder estatal, previendo tiempo, la debilidad de la lucha anarquista (pues, en sus va-
la reconstrucción de una clase burocrática dominante y la dic- riantes individualistas, las pretensiones del anarquismo son ri-
tadura de los sabios (o de quienes se consideran tales). Marx, dículas). Lo único que el anarquismo colectivista retiene del
quien creía que la maduración asociada a las contradicciones pensamiento histórico de las luchas de clases modernas es su
económicas y la educación democrática de los obreros redu- conclusión, y la exigencia absoluta de esta conclusión se tra-
cirían el papel del Estado proletario a una simple fase de le- duce inmediatamente en un total desprecio por el método. Por
galización de las nuevas relaciones sociales que se impondrían ello, su crítica de la lucha política es una crítica abstracta, mien-
objetivamente, denunciaba en Bakunin y en sus seguidores el tras que su opción a favor de la lucha económica está única-
autoritarismo de una élite conspiratoria deliberadamente si- mente en función de la ilusión de una solución definitiva ob-
tuada por encima de la Internacional, con el extravagante de- tenida en ese terreno de una sola vez, en el momento de la
signio de imponer a la sociedad la irresponsable dictadura de huelga general o de la insurrección. Los anarquistas tienen que
los más revolucionarios (o de quienes se autodesignasen co- realizar un ideal. El anarquismo es una negación todavía ideo-
mo tales). Y, en efecto, Bakunin reclutaba a sus partidarios lógica del Estado y de las clases sociales, es decir, de las pro-
88 89
pias condiciones sociales de la ideología separada. Es la ideo- minación informal sobre todas las organizaciones anarquistas,
logía de la libertad pura, que todo lo iguala y que descarta to- de los propagandistas y defensores de su propia ideología, es-
talmente la idea de un revés histórico. Este punto de vista, en pecialistas tanto más mediocres por cuanto su actividad inte-
el que se apoyan todas las exigencias parciales, confiere al lectual se propone, como regla general, la repetición de pre-
anarquismo el mérito de representar el rechazo de las condi- suntas verdades inamovibles. En las organizaciones mismas, el
ciones establecidas para el conjunto de la sociedad, en lugar respeto ideológico a la unanimidad de las decisiones ha favo-
de centrarse en una crítica que privilegie aspectos especiali- recido más bien la autoridad incontrolada de los especialistas
zados; pero, al considerar esta totalidad en términos absolu- de la libertad; el anarquismo revolucionario espera del pueblo
tos, según el capricho individual y antes de su realización efec- liberado ese mismo tipo de unanimidad, obtenida por los mis-
tiva, se condena a una incoherencia demasiado fácilmente mos medios. Por otra parte, su negativa a tener en cuenta la
constatable. El anarquismo se limita a repetir y a replantear en oposición efectiva entre una minoría agrupada en torno a la lu-
cada lucha su misma conclusión absoluta, pues esta conclu- cha real y la sociedad de los individuos libres, ha alimentado
sión primordial se identifica desde el principio con el resulta- una separación permanente de los propios anarquistas a la ho-
do total del movimiento. Así, Bakunin podía escribir, en 1873, ra de tomar decisiones comunes, como lo prueba el caso de
cuando abandona la Federación Jurasiana, lo siguiente: "En los las innumerables insurrecciones anarquistas en España, frena-
últimos nueve años, se han desarrollado en el seno de la In- das y aplastadas a escala local.
ternacional más ideas de las que hacen falta para salvar al mun-
do, y no creo que nadie sea capaz de inventar ya una idea
nueva. Pero no es momento de ideas, sino de hechos y de ac- 94.
ciones". Obviamente, esta concepción conserva la certeza de
que las ideas han de convertirse en prácticas, que procede del La ilusión, más o menos explícitamente mantenida, del anar-
¡: pensamiento histórico del proletariado, pero abandona el te- quismo auténtico es la ilusión de la inminencia permanente de
¡/
rreno histórico al su poner que las formas adecuadas para la la revolución, que deberá dar la razón a la ideología y a la for-
puesta en práctica de las ideas están ya descubiertas y son in- ma de organización práctica derivada de esa ideología, reali-
mutables. zándose de modo instantáneo. En 1936, el anarquismo dirigió
·.1.
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realmente una revolución social y lideró el esbozo de poder
proletario más completo que jamás se haya producido. Pero
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93. conviene reconocer, primero, que, en aquella situación, la se-
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ñal de la insurrección general vino impuesta por el pronun-
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Los anarquistas, que se distinguen patentemente del resto del ciamiento5 del ejército y, segundo, que aquella revolución no
l!¡ movimiento obrero por su grado de convicción ideológica, re- pudo realizarse ya desde sus principios, al existir en la mitad
11¡ producen en su mismo movimiento esa separación de compe-
,¡
tencias, y de ese modo establecen el terreno favorable a la do- 5
En castellano en el original.
90 91
del país un poder franquista fuertemente apoyado desde el ex- distinta ponerse al servicio de esa necesidad" (El capital fi-
terior, y al haber sido ya derrotado el movimiento proletario in- nanciero). Quienes no comprendieron que el pensamiento
ternacional, así como debido a la persistencia de las fuerzas unitario de la historia, para Marx y para el proletariado revo-
burguesas y de otros partidos estatalistas de la zona republica- lucionario, no era otra cosa que la adopción de una actitud
na; en esas condiciones, el movimiento anarquista se reveló in- práctica, estaban determinados a convertirse en víctimas de
capaz de extender las "victorias a medias" de la revolución e aquella práctica que habían adoptado al mismo tiempo que su
incluso de defenderlas. Sus líderes más reconocidos se con;ir- teoría.
tieron en ministros, rehenes del Estado burgués que destruía la
revolución para perder la guerra civil.
96.
92 93
cia de esa incompatibilidad, la historia parecía desmentirla a lar el programa correspondiente a esta nueva alienación: "Ser
cada instante. socialista significa trabajar mucho".
97.
98.
Bernstein, que fue el socialdemócrata más ajeno a la ideolo-
g~a P?lítica Y el más abiertamente ligado a la metodología de la Como pensador marxista, Lenin no fue más que un kauts-
e1enc1a burguesa, tuvo la honestidad de intentar mostrar la rea- kistafiel y consecuente, que aplicó la ideología revolucionaria
lidad de esta contradicción -también el movimiento reformista de ese "marxismo ortodoxo" a las condiciones de Rusia, unas
de ~os obrer?s ingleses, al prescindir de la ideología revolucio- condiciones que no permitían la práctica reformista que la Se-
nana, la h~b~a .puesto de manifiestcr-, aunque sólo el propio de- gunda Internacional consideraba como pertinente. La dirección
sarrollo ~1st~nco la demostraría de forma irrefutable. Aunque externa del proletariado, actuando mediante un partido clan-
lleno de 1lus10nes en otros sentidos, Bernstein había neo-ado la destino y disciplinado, sometido a unos intelectuales a quienes
p~sibilidad de una crisis de la producción capitalista qu~ diera se había convertido en "revolucionarios profesionales", había
milagrosamente la victoria a los socialistas, quienes no querían dado lugar a una profesión que no estaba dispuesta a negociar
~eredar la revolución si no era mediante tal consagración legí- con ninguna otra de las profesiones dirigentes de la sociedad
tu~a. Aunque. el momento de conmoción profunda que se pro- capitalista (y, por otra parte, el régimen zarista no tenía mar-
duJo con la Pnmera Guerra Mundial fue fértil en cuanto a la con- gen alguno para ofrecer una apertura basada en un poder bur-
cienciación, demostró doblemente que la jerarquía socialdemócrata gués avanzado). De ese modo, se convirtió en la profesión de
no había educado revolucionariamente a los obreros alemanes la dirección total de la sociedad.
~ue no les había convertido en teóricos: primero, cuando un~
mmen~a mayoría del Partido se alió con la guerra imperialista;
despues, tras la derrota, cuando aplastó a los revolucionarios 99.
espartaquista~. El exobrero Ebert8 creía aún en el pecado, pues
7
~onfesaba odtar la revolución "como al pecado". Este mismo di- El radicalismo ideológico autoritario de los bolcheviques se
n~_ente ~pa.rece como un excelente precursor de la representa- desplegó a escala mundial con la gue11a y gracias al hundimiento
czon soczalzsta que poco después se constituiría como enemigo de la socialdemocracia internacional frente a la guerra. El san-
absoluto del proletariado ruso y del de otros lugares, al formu- griento final de las ilusiones democráticas del movimiento obre-
ro convirtió al mundo entero en una Rusia, desde la cual el bol-
Miembros ele 1~ liga Spartacus, fundada por Rosa Luxemburgo y Karl Lieb-
7
knecht en Alemanta, tras la Revolución Rusa ele 1905. chevismo -dueño y señor de la primera ruptura revolucionaria
8
Fri:clrich Ebert 0871-1925): Presidente del Partido socialdemócrata alemán fruto de esta época de crisis- ofrecía al proletariado de todos
Y Prestclente ele la República de Weimar en 1919, tras la abdicación ele Gui-
llermo II.
los países su modelo jerárquico e ideológico, para "hablar en
ruso" a la clase dominante. Lenin nunca reprochó al marxismo
94
95
de la Segunda Internacional que fuese una ideología revolu- blecido, el imperio social de las apariencias, en el cual ya no
cionaria, sino únicamente que hubiera dejado de serlo. podía plantearse ninguna "cuestión central" "abierta y hones-
tamente". En esta fase, la representación del proletariado re-
volucionario se convirtió al mismo tiempo en el principal fac-
100. tor y en el resultado central de la falsificación general de la
sociedad.
El mismo momento histórico en el cual el bolchevismo triun-
fó por sí mismo en Rusia, y en el cual la socialdemocracia com-
batía victoriosamente en el viejo mundo, señala el perfecto na- 102.
cimiento del orden establecido que se encuentra en el núcleo
de la dominación del espectáculo moderno: la oposición radi- La organización del proletariado según el modelo bolchevi-
cal de la representación obrera contra la clase obrera. que, nacida de la regresión rusa y del abandono de la lucha
revolucionaria por parte del movimiento obrero de los países
desarrollados, encontró de ese modo en tal regresión todas las
101. condiciones que conducían a esta forma de organización a su
inversión contrarrevolucionaria, que ya estaba contenida en ella
"En todas las revoluciones anteriores", escribía Rosa Luxem- desde su germen original; y esta reiterada dimisión del grueso
burgo en la Rote Fahne 9 del 21 de Diciembre de 1918, "los com- del movimiento obrero europeo ante el Hic Rhodus, hic sal-
batientes se enfrentaban a cara descubierta: clase contra clase, ta del período de 1918-1920, dimisión que incluyó la destruc-
programa contra programa. En la actual revolución, las tropas ción violenta de su minoría radical, favoreció el desarrollo com-
de protección del antiguo régimen ya no combaten bajo la ban- pleto del proceso, con el resultado de que se presentó falazmente
dera de las clases dirigentes, sino bajo la de un 'partido so- ante el mundo como la única solución proletaria. La conquis-
cialdemócrata'. Si la cuestión central de la revolución -capita- ta del monopolio estatal de la representación y de la defensa
lismo o socialismo- se plantease abiertamente para la gran masa del poder obrero, que justificaba al partido bolchevique, le obli-
del proletariado, no habría posibilidad alguna de duda o de va- gó a convertirse en lo que era, el partido de los propietarios del
cilación". Unos días antes de su destrucción, la corriente radi- proletariado, eliminando en lo esencial todas las formas pre-
cal del proletariado alemán descubría el secreto de las nuevas cedentes de propiedad.
condiciones creadas por todo el anterior proceso (y a las cua-
les había contribuido en gran medida la representación obre-
ra): la organización espectacular de la defensa del orden esta- 103.
9
Boletín espartaquista dirigido por Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Am- Todas las condiciones para la liquidación del zarismo, que
bos fueron detenidos y asesinados el 15 de Enero de 1919. venían siendo consideradas desde hacía veinte años en el de-
96 97
bate teórico siempre insatisfactorio de las diferentes tendencias mente a los dirigentes comunistas de los sindicatos y a todo el
de la socialdemocracia rusa -la debilidad de la burguesía, el partido, hasta su última cúspide jerárquica. En el X Congreso,
peso de la mayoría campesina, el papel decisivo de un prole- mientras el soviet de Cronstadt era abatido por las armas y se-
tariado concentrado y combativo, pero extremadamente mi- pultado bajo las calumnias, Lenin pronunció, contra los buró-
noritario en el país- desvelaron finalmente su solución me- cratas izquierdistas organizados en torno a la "oposición obre-
diante un dato que no estaba presente en ninguna de las hipótesis: ra", una conclusión cuya lógica Stalin sabría luego ampliar hasta
al apoderarse del Estado, la burocracia revolucionaria que di- alcanzar una perfecta división del mundo: "Iremos a dónde ha-
rigía al proletariado sometió a la sociedad a una nueva domi- ga falta con nuestros fusiles, pero nunca con la oposición ... Ya
nación de clase. La revolución burguesa en sentido estricto era hemos tenido bastante oposición".
imposible, la "dictadura democrática de los obreros y los cam-
pesinos" era una fórmula vacía de sentido; el poder proletario
de los soviets no podía mantenerse, porque tenía en su contra, 104.
al mismo tiempo, a la clase de los campesinos propietarios, a
11!
la reacción "blanca" nacional e internacional y a su propia re- La burocracia, convertida en única propietaria de un capita-
¡1¡
ili '
presentación exteriorizada y alienada en el partido obrero de lismo de Estado, aseguró primero su poder interior mediante
los amos absolutos del Estado, de la economía, de la expresión una alianza provisional con el campesinado, después de Cron-
y, muy pronto, del pensamiento. La teoría de la revolución per- stadt, y gracias a la "nueva política económica"; luego, defen-
manente de Trotsky y Parvus, 10 a la cual Lenin se sumó efecti- dió ese poder en el exterior utilizando a los obreros discipli-
vamente en Abril de 1917, era la única que podía verificarse en nados por los partidos burocráticos de la Tercera Internacional
los países atrasados carentes de un desarrollo social burgués, como fuerza de apoyo de la diplomacia rusa para sabotear to-
pero ello únicamente ocurriría tras la introducción de este nue- do movimiento revolucionario y mantener en el poder a go-
vo e inesperado factor: el poder de clase de la burocracia. En biernos burgueses cuyo apoyo necesitaba para su política in-
las numerosas discusiones de la dirección bolchevique, Lenin ternacional (el poder de Kuo-min-tang11 en la China de 1925-1927,
defendió con todas sus consecuencias la concentración de la el Frente Popular en España y en Francia, etc.). Pero la socie-
dictadura en las manos de la suprema representación de la ideo- dad burocrática tuvo que proseguir su propia realización me-
logía. En todo momento, Lenin tuvo razón contra sus adversa- diante la práctica del terror sobre el campesinado, para llevar
rios, pues defendía una solución que ya estaba implícita en las a cabo la acumulación capitalista primitiva más brutal de la his-
opciones anteriores del poder absoluto minoritario: la demo- toria. Esta industrialización de la época de Stalin desvela la rea-
cracia, negada estatalmente a los campesinos, debía negárse-
les también a los obreros, lo que significaba negársela igual- 11
"Partido Nacionalista del Pueblo", organización formada por intelectuales
chinos educados en Europa y defensores del ideario de la Revolución Francesa,
10
Seudónimo del político ruso Alexander Helphand (1869-1924), organiza- primero como sociedad secreta y luego como partido organizador de la Revo-
dor del partido socialdemócrata alemán. lución de 1911 contra la dinastía Men Chu. Aliados de los soviéticos hasta 1927.
98 99
lidad última de la burocracia: es la continuación del poder de la realidad como los objetivos quedan disueltos en la procla-
la economía, que rescata lo esencial de la sociedad mercantil ma ideológica totalitaria: todo lo que se dice es todo lo que
y mantiene el trabajo-mercancía. Ello prueba que se trata de hay. He aquí un primitivismo local del espectáculo, que sin em-
una economía independiente, que domina la sociedad hasta el bargo desempeña un papel esencial en el desarrollo del es-
punto de que recrea, para sus propios fines, la dominación de pectáculo mundial. La ideología así materializada no ha trans-
clase de la que precisa: lo que equivale a decir que la burgue- formado económicamente el mundo, como sí lo ha hecho el
sía ha creado un poder autónomo que, en tanto subsista su au- capitalismo que ha alcanzado su fase de abundancia, simple-
tonomía, puede incluso prescindir de la propia burguesía. La mente ha transformado policialmente la percepción.
burocracia totalitaria no es "la última clase propietaria de la his-
toria" en el sentido de Bruno Rizzi, sino solamente una clase
dominante suplente para la economía mercantil. La propiedad 106.
privada capitalista, desfallecida, es sustituida por un subpro-
ducto simplificado, menos diversificado, y concentrado como La clase ideológico-totalitaria en el poder es el poder de un
propiedad colectiva de la clase burocrática. Esta forma sub- mundo invertido: cuanto más fuerte es, más afirma que no exis-
desarrollada de clase dominante expresa asimismo un subde- te, y su fuerza le sirve ante todo para afirmar su inexistencia.
sarrollo económico, y no tiene más perspectiva que la repara- Sólo en este sentido es modesta: su inexistencia oficial debe
ción de este atraso en ciertas regiones del mundo. El partido coincidir con el nec plus ultra del desarrollo histórico, que al
obrero, organizado de acuerdo con el modelo burgués de la mismo tiempo debe ser pensado como debido a su infalible
separación, ha proporcionado el marco jerárquico-estatal ne- mandato. Propagada por todas partes, la burocracia ha de ser
cesario para esta versión complementaria de la clase dominante. la clase invisible para la conciencia, de tal modo que toda la
Anton Ciliga reparaba, preso en una cárcel de Stalin, en que vida social se enloquece. La organización social de la mentira
"las cuestiones técnicas de organización han demostrado ser absoluta deriva de esta contradicción fundamental.
cuestiones sociales" (Lenin y la Revolución).
107.
105.
El estalinismo fue el imperio del terror en la propia clase bu-
La ideología revolucionaria, la coherencia de lo separado, de rocrática. El terrorismo fundado por esta clase debe también
la cual el leninismo constituye eltnás elevado esfuerzo volun- afectarla a ella misma, pues no posee garantía jurídica alguna,
tarista, y que detenta la gestión de una realidad que le repele,· carece de existencia reconocida como clase propietaria, y por
retorna a la verdad de su incoherencia con el estalinismo. En lo tanto no puede extenderla a todos y cada uno de sus miem-
ese momento, la ideología deja de ser un arma para convertir- bros. Su propiedad· real está disimulada, no habiéndose con-
se en un fin. La mentira no contradicha se torna locura. Tanto vertido en propietaria más que por medio de la falsa concien-
100 101
cia. Y la falsa conciencia sólo puede mantener su poder abso- ciencia no existe un espíritu superior. "El soberano del mundo
luto mediante un terror absoluto, que termina por perder todo posee la conciencia efectiva de lo que es -el poder universal
motivo genuino. Sólo colectivamente tienen los miembros de de la efectividad- en la violencia destructiva que ejerce contra
la clase burocrática un derecho de posesión sobre la sociedad, el yo [soi] de los sujetos con quienes se compara". Al mismo
en la medida en que participan de la mentira fundamental: es tiempo que es el poder que define el campo de la dominación,
preciso que representen el papel de proletariado dirigente de es "el poder que asola ese campo".
una sociedad socialista, que, como actores, sean fieles al guión
de la infidelidad ideológica. Pero la efectiva participación en
esta existencia engañosa ha de verse a sí misma reconocida co- 108.
_,¡
mo participación verídica. Ningún burócrata puede defender \4
individualmente su derecho al poder, pues probar que es un Cuando la ideología, convertida en absoluta por la posesión
proletario socialista sería manifestarse como lo contrario de del poder absoluto, se ha transformado de conocimiento par-
un burócrata; y probar que es un burócrata es imposible, pues- cial en mentira totalitaria, el pensamiento histórico es aniqui-
to que la verdad oficial de la burocracia es su inexistencia. Así lado de modo tan total que la propia historia deja de existir en
pues, cada burócrata se encuentra en una relación de depen- el nivel más empírico de la conciencia. La sociedad burocráti-
dencia absoluta con respecto a una garantía central de la ideo- ca totalitaria vive un presente perpetuo en el cual todo lo que
logía, que reconoce una participación colectiva en el "poder ocurre existe únicamente gracias a ella, como espacio accesi-
socialista" de todos aquellos burócratas a quienes no aniquila. ble a su policía. El proyecto, formulado por Napoleón, de "di-
Aunque los burócratas, colectivamente considerados, son quie- rigir monárquicamente la energía de los recuerdos", encuentra
nes lo deciden todo, la cohesión de su propia clase sólo puede su concreción más perfecta en la manipulación permanente del
garantizarse mediante la concentración de su poder terrorista pasado, no solamente en cuanto a su significado, sino incluso
en una sola persona. En esta persona reside la única verdad en cuanto a los hechos mismos. Pero el precio que ha de pa-
práctica de la mentira que ocupa el poder: la fijación indiscuti- garse por esa ·liberación de toda realidad histórica es la pérdi-
ble de su frontera perpetuamente rectificada. Stalin, sin apela- da de la referencia racional indispensable para la sociedad ca-
ción posible, decide quién ha de ser finalmente un burócrata pitalista histórica. Es conocido el coste que la aplicación científica
propietario, es decir, quién ha de ser considerado como un de la ideología enloquecida ha llegado a tener para la econo-
"proletario en el poder", y quién es un "traidor a sueldo de Mi- mía rusa, como lo prueba el caso Lyssenko. 13 Esta contradic-
kado12 y de Wall Street". Los átomos burocráticos no encuen-
tran la esencia común de su derecho más que en la persona
13 Trófimo D. Lyssenko, científico ruso que pretendió refutar la genética men-
de Stalin. Stalin es el soberano del mundo que, por tanto, es deliana y sustituirla por otra doctrina (el "micurinismo"), supuestamente deri-
consciente de ser la persona absoluta, aquella para cuya con- vada del materialismo dialéctico. Ensalzado por el P.C.U.S. a la categoría de
genio, la puesta en práctica de sus tesis mostró su completa falsedad. Vid. El
12
Emperador del Japón. caso Lysenko, Ed. Anagrama, Barcelona, 1974.
102 103
ción -una burocracia totalitaria que administra una sociedad arcaicos: la raza, la sangre, el Caudillo. El fascismo es el arcaís-
industrializada, atrapada entre su necesidad de racionalidad y mo técnicamente armado. Su ersatz descompuesto del mito se
su rechazo de lo racional- constituye una de las principales de- reconstruye en el contexto espectacular y con los más moder-
ficiencias con vistas al desarrollo capitalista normal. Del mis- nos medios de condicionamiento y de ilusión. Por ello, se tra-
mo modo que la burocracia es incapaz de resolver la cuestión ta de uno de los factores de la formación de lo espectacular
agraria al modo en que lo hace el capitalismo, también es de- moderno, al mismo tiempo que su papel en la destrucción del
finitivamente inferior a él en lo referente a la producción in- antiguo movimiento obrero hace de él una de las potencias
dustrial, planificada autoritariamente en función del irrealismo fundamentales de la sociedad actual; pero, dado que el fascis-
y de la mentira generalizada. mo se ha revelado también como la forma más costosa de man-
tener el orden capitalista, era natural que abandonase el pri-J' 1
mer plano de la escena ocupada por el protagonismo de los
109. Estados capitalistas, eliminado por formas más fuertes y racio-
nales de este mismo orden.
El movimiento obrero revolucionario, en el período de en-
treguerras, fue aniquilado por la acción concertada de la bu-
rocracia estalinista y el totalitarismo fascista, que tomó su for- 110.
ma de organización del partido del totalitarismo experimentado
en Rusia. El fascismo fue un modo extremista de defensa de la Una vez que la burocracia rusa consiguió deshacerse de los
economía burguesa, que se sintió amenazada por la crisis y por restos de propiedad burguesa que obstruían su imperio sobre
la subversión proletaria, una reacción contra el estado de sitio la economía, una vez que desarrolló esa economía para su
de la sociedad capitalista, mediante la cual esta sociedad con- propia utilidad, y una vez que obtuvo el reconocimiento ex-
siguió salvarse, dándose una primera racionalización de ur- terior, siendo considerada como una más entre las grandes po-
gencia al hacer intervenir masivamente al Estado en su gestión. tencias, quiso disfrutar tranquilamente de su propio mundo y
Pero este tipo de racionalización estaba viciada en sí misma eliminar de él ese aspecto de arbitrariedad que padecía ella
por la inmensa irracionalidad de sus medios. Aunque el fas- misma: entonces, denunció sus orígenes estalinistas. Pero es-
cismo se aprestó a defender los dogmas principales de la ideo- ta denuncia no dejó de ser estalinista, arbitraria, inexplicable
logía burguesa que se había vuelto conservadora (la familia, la e incesantemente rectificada, porque la mentira ideológica de
propiedad, el orden moral, la nación), reuniendo en torno a su origen no puede jamás desvelarse. Por ello, la burocracia no
ellos a la pequeña burguesía y a los desempleados afectados puede liberalizarse cultural ni políticamente, porque su in-
por la crisis o decepcionados ante la impotencia de la revolu- existencia como clase depende de su monopolio ideológico,
ción socialista, sus raíces no eran ideológicas. Se presentó co- que es, con todo su peso, su único título de propiedad. Cier-
mo lo que era: una resurrección violenta del mito, que exige tamente, la ideología ha perdido la pasión de la afirmación po-
la participación en una comunidad definida por seudovalores sitiva, pero en su perviviencia trivializada e indiferente con-
104 105
serva aún la función represiva de prohibir toda rivalidad, de La descomposición mundial de la alianza de la mistificación
mantener cautivo al pensamiento en su totalidad. En conse- burocrática, añadida a las manifestaciones de resistencia inte-
cuencia, la burocracia está ligada a una ideología en la que ya rior que comenzaron a producirse públicamente con la revuelta
nadie cree. Lo que antes fue terrorismo se ha convertido hoy obrera de Berlín Oriental, que se enfrentó a los burócratas pa-
en irrisión, pero incluso esta irrisión necesita, para mantener- ra exigir "un gobierno de metalúrgicos" (que ya alcanzaron una
se, conservar ese trasfondo de terrorismo del que le gustaría vez el poder en los consejos obreros de Hungría) es, en últi-
deshacerse. Por ello, en el mismo momento en que la buro- ma instancia, el factor más desfavorable para el actual desa-
cracia intenta mostrar su superioridad en el terreno del capi- rrollo de la sociedad capitalista. La burguesía está a punto de
talismo, se revela como un pariente pobre del capitalismo. Así perder al adversario que objetivamente la justificaba, aquel que
1
como su historia efectiva está en contradicción con sus dere- unificaba ilusoriamente toda negación posible del orden esta-.1
chos, su ignorancia impúdicamente perpetuada contradice sus blecido. Cuando los papeles seudorevolucionarios se reparten,
pretensiones científicas, y su proyecto de rivalizar con la bur- esa división del trabajo espectacular toca a su fin. El elemento
guesía en la producción de la abundancia mercantil choca con- espectacular de la disolución del movimiento obrero se acerca
tra el hecho de que esa abundancia conlleva su ideología im- cada vez más a su propia disolución.
plícita en su interior, y se nutre habitualmente de una libertad
ilimitada de falsas opciones que sigue siendo incompatible con
la ideología burocrática. 112.
112 113
su propio fin para sí mismo. Sólo entonces la negación espec- ría práctica. La propia práctica es la generalización de la co-
tacular de la vida queda, a su vez, negada. municación y de la coherencia de las luchas. En el momento
revolucionario de la disolución de la separación social, esta or-
ganización debe reconocer la necesidad de su propia disolu-
118. ción en cuanto organización separada.
122.
120.
Cuando la realización, cada vez más pujante, de la alienación
La organización revolucionaria es la expresión coherente de capitalista a todos los niveles, al hacer cada vez más difícil que
la teoría de la praxis que entra en una comunicación no unila- los trabajadores nombren y reconozcan su propia miseria, les
teral con las luchas prácticas, orientándose en ellas hacia la teo- sitúa ante esta alternativa: o bien rechazar la totalidad de su
114 115
miseria) o bien no rechazar nada, entonces la organización re- V. TIEMPO E HISTORIA
volucionaria debe comprender que ya no puede combatir la
alienación bajo formas alienadas.
"Oh, caballeros, la vida es corta ... Si vivimos, lo hacemos pa-
ra marchar sobre las cabezas de los reyes."
123.
Shakespeare (Enrique IV)
La revolución proletaria depende enteramente de esta nece-
sidad: que, por vez primera, la teoría en cuanto inteligencia de
la práctica humana, debe ser reconocida y vivida por las ma- 125.
sas. Ello exige que los obreros se conviertan en dialécticos e
inscriban en la práctica su pensamiento; esta revolución exige El hombre, "el ser negativo que sólo es en la medida en que
a los hombres sin atributos mucho más de lo que la revolución suprime el Ser", es idéntico al tiempo. La apropiación de su
burguesa exigió a los hombres cualificados en los cuales dele- misma naturaleza por parte del hombre es a la vez su conquista
gó su ejecución, pues la conciencia ideológica parcial erigida del conjunto del universo. "La historia misma es una parte real
por una parte de la clase burguesa tenía como base una parte de la historia natural, de la transformación de la naturaleza en
central de la vida social, la economía, en la cual tal clase se en- humanidad" (Marx). Por su parte, esta "historia natural" sólo al-
contraba ya en el poder. El desarrollo mismo de la sociedad de canza su existencia efectiva a través del proceso de la historia
clases hasta la organización espectacular de la no-vida, lleva al humana, la única de sus partes que reúne ese todo histórico,
proyecto revolucionario a convertirse visiblemente en lo que como un telescopio moderno cuyo alcance capta en el tiempo
ya era esencialmente. la fuga de las nebulosas hacia la periferia del universo. La his-
toria ha existido siempre, pero no siempre de forma histórica.
La temporalización del hombre, tal y como ha sido efectuada
124. por mediación de la sociedad, se identifica con la humaniza-
ción del tiempo. El movimiento inconsciente del tiempo se ma-
La teoría revolucionaria es ahora enemiga de toda ideología nifiesta y se hace verdadero en la conciencia histórica.
revolucionaria, y sabe que lo es.
126.
do la del crecimiento del capital, está de hecho invertida en ciones sobre las Iglesias protestantes, combatió el quietismo y fue preceptor del
el pensamiento religioso como si fuera una cuenta atrás: se Delfín.
124 125
¡l!.i
rededor de la fidelidad debida y de su traición. La sociedad feu- de la realización del paraíso en la Tierra sitúa en primer pla-
t¡t: dal, nacida de la convergencia entre "la estructura organizati- no lo que estaba ya en el origen de las religiones semihistóri-
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va del ejército conquistador tal y como ésta se desarrolla du- cas: tanto las comunidades cristianas como el mesianismo ju-
rante la conquista" y "las fuerzas productivas existentes en el daico del que procedían, para responder a los problemas y al
país conquistado" (La ideología alemana) -y el lenguaje reli- malestar de la época, esperan la inminente realización del Rei-
gioso debe considerarse como una parte de la organización de no de Dios, añadiendo un factor de inquietud y subversión a
esas fuerzas productivas- dividió la dominación social entre la la antigua sociedad. El cristianismo, que había llegado a com-
Iglesia y el poder estatal, subdividido a su vez en las comple- partir el poder del Imperio, desmintió en su momento, como
jas relaciones de señoríos y vasallaje de los poderes territoria- si se tratase de una mera superstición, lo que quedaba de es-
1
les y de los municipios urbanos. En esta diversidad de posibi- ta esperanza: tal es el sentido de la afirmación agustiniana, ar- 1f
lidades de vida histórica, cuando la gran empresa oficial de quetípica para todos los satisfecit de la ideología moderna, se-
aquel mundo fracasó en las Cruzadas, el tiempo irreversible, gún la cual la Iglesia establecida era ya, desde tiempo atrás,
que inconscientemente se desplegaba en las profundidades de ese reino de Dios del que tanto se hablaba. La revuelta social
la sociedad, el tiempo experimentado por la burguesía en la del campesinado milenarista se define naturalmente, ante to-
producción de mercancías, en la fundación y expansión de las do, como una voluntad de destrucción de la Iglesia. Pero el
ciudades y en el descubrimiento comercial de la Tierra -la ex- milenarismo se despliega en el mundo histórico, no en el te-
perimentación práctica que destruye definitivamente toda or- rreno del mito. Al revés de lo que cree haber demostrado Nor-
ganización mítica del cosmos-, este tiempo se reveló paulati- man Cohn en La Porsuite du Millénium, 2 las esperanzas revo-
namente como el trabajo ignoto de la época. lucionarias modernas no son una continuación irracional de
la pasión religiosa milenarista. Es al contrario: el milenarismo
-la lucha de clases revolucionaria que habla por última vez en
138. un lenguaje religioso- es ya una tendencia revolucionaria mo-
derna, que carece aún de la conciencia de ser únicamente his-
Al final de la Edad Media, la conciencia ligada al viejo or- tórica. Los milenaristas tenían que fracasar porque no podían
den siente el tiempo irreversible que invade la sociedad como reconocer la revolución como obra suya. El hecho de que es-
una obsesión por la muerte. De ahí la melancolía de la diso- perasen, para actuar, un signo exterior de la decisión divina,
lt;ción del último de los mundos en el cual la seguridad del expresa, en clave de pensamiento, una práctica según la cual
mito era todavía capaz de contrarrestar la historia; en este sen- los campesinos insurrectos seguían a unos líderes proceden-
timiento melancólico, todo lo terrenal se encamina únicamente tes de fuera de sus filas. La clase campesina no podía alean-
hacia su decadencia. Las grandes revueltas de los campesinos
europeos son, por su parte, una tentativa de responder a la 2 The Porsuit ofthe Millennium, Londres, 1957 y 1962 (trad. fr. Lesfanati-
historia, que les despertaba violentamente de su sueño pa- ques dell'Apocalype, 1962; trad. cast. En pos del Milenio, Barcelona, Seix-Ba-
triarcal garantizado por la tutela feudal. La utopía milenarista rral, 1972).
126 127
zar una conciencia adecuada del funcionamiento de la socie- tórica por parte del Estado de la monarquía absoluta, que cons-
dad ni de la forma en que debía ser ejecutada su propia lu- tituye una forma de transición hacia la plena dominación de la
cha; carecía de las condiciones de unidad de conciencia y de clase burguesa, hace aparecer en toda su verdad lo que será el
unidad de acción precisamente porque expresaba su proyec- nuevo tiempo irreversible de la burguesía. La burguesía está li-
to y organizaba sus guerras de acuerdo con la imaginería del gada al tiempo del trabajo, por vez primera liberado de lo cí-
paraíso terrenal. clico. Con la burguesía, el trabajo se convierte en trabajo que
transforma las condiciones históricas. El trabajo es un valor, y
la burguesía, que suprime todo privilegio, que no reconoce va-
139. lor alguno que no derive de la explotación del trabajo, ha iden-
tificado justamente su propio valor como clase dominante con ! 1
La nueva posesión de la vida histórica, el Renacimiento que el trabajo, ha hecho del progreso del trabajo su propio pro-
encuentra en la Antigüedad su pasado y su derecho, lleva en greso. La clase que acumula mercancías y capital, modifica con-
sí una ruptura forzosa con la eternidad. Su tiempo irreversible tinuamente la naturaleza al modificar el trabajo mismo, desen-
es el de la infinita acumulación de conocimientos; la concien- cadenando así su productividad. Toda la vida social se había
cia histórica procedente de la experiencia de las comunidades concentrado ya en torno a la sobriedad ornamental de la Cor-
democráticas y de las fuerzas que las arruinaron recuperará, te, aderezo de la fría administración estatal que culmina en el
con Maquiavelo, el razonamiento sobre el poder desacraliza- "oficio de Rey"; toda libertad histórica debe consentir, enton-
do, es decir, lo inconfesable del Estado. En la exuberante vida
ces, en su propia desaparición. El libre juego del tiempo irre-
de las ciudades italianas, en el arte festivo, la vida se presenta
versible de los Señores feudales se consume en sus últimas ba-
como goce del paso del tiempo. Pero este goce del tiempo pa-
tallas perdidas en las guerras de La Fronda o en la sublevación
sajero tenía que ser él mismo pasajero. La canción de Lorenzo
escocesa de los tiempos de Carlos-Eduardo. El mundo ha cam-
de Médicis, que Burkhardt3 considera expresión del "espíritu
biado de base.
propio del Renacimiento", es el elogio que esta frágil celebra-
ción de la historia pronuncia sobre sí misma:"¡Qué bella es la
juventud, que tan aprisa huye!".
141.
147.
145.
El tiempo de la producción, el tiempo-mercancía, es una acu-
Con el desarrollo del capitalismo, el tiempo irreversible se ha mulación infinita de instantes equivalentes. Es la abstracción
unificado mundialmente. La historia universal se ha converti- del tiempo irreversible, del cual cada segmento debe manifes-
do en realidad porque el mundo entero se ha unido bajo el tar su igualdad meramente cuantitativa en el cronómetro. En
despliegue de este tiempo. Pero esta historia, que es la misma toda su realidad efectiva, este tiempo es lo que es en la medi-
en todas partes a la vez, no es aún más que el rechazo intra- da en que es intercambiable. Bajo esta dominación social del
histórico de la historia. El tiempo de la producción económi- tiempo-mercancía, "el tiempo lo es todo, el hombre no es na-
ca, segmentado en fragmentos abstractos e iguales, es lo que dá~ es, todo lo más, la cáscara del tiempo" (Miseria de la filo-
se manifiesta en todo el planeta como uno solo y el mismo día. sofía). Es el tiempo devaluado, la total inversión del tiempo co-
El tiempo irreversible unificado es el del mercado mundial y, mo "terreno de desarrollo humano".
consecuentemente, el del espectáculo mundial.
148.
146.
El tiempo general del no-desarrollo humano existe también
El tiempo irreversible de la producción es ante todo la me- bajo el aspecto complementario de un tiempo consumible des-
dida de las mercancías. Así pues, el tiempo que se afirma ofi- tinado a la vida cotidiana de la sociedad, a partir de esta pro-
cialmente en toda la extensión del planeta como el tiempo ge- ducción determinada, como un tiempo seudocíclico.
neral de la sociedad, y que no tiene más significación que la
de los intereses particulares que lo constituyen, no es más que
un tiempo particular.
132 133
149. sumible que reúne todo lo que hasta entonces podía distin-
guirse, tras la fase de disolución de la antigua sociedad unita-
El tiempo seudocíclico no es, de hecho, más que el disfraz ria, como vida privada, vida económica o vida política. Todo
consumible del tiempo-mercancía de la producción. Reprodu- el tiempo consumible de la sociedad moderna es tratado en
ce sus características esenciales: se compone de unidades ho- ella como materia prima de nuevos productos diversificados
mogéneas intercambiables, y excluye la dimensión de lo cua- que se imponen en el mercado como usos del tiempo social-
litativo. Pero, al ser un subproducto de aquél tiempo, y al estar mente organizados. "Un producto que ya existe bajo una for-
específicamente destinado a la esclerotización de la vida coti- ma que lo hace apto para el consumo puede, no obstante, con-
diana concreta -y a la perpetuación de tal esclerosis-, debe es- vertirse a su vez en materia prima de otro producto" (El Capital).
1 1
tar cargado de seudovaloraciones y aparecer en una serie de ~f
151.
153.
El tiempo seudocíclico es un tiempo que ha sido transfor-
mado por la industria. El tiempo que se basa en la producción El tiempo seudocíclico consumible es el tiempo espectacu-
de mercancías consumibles es él mismo una mercancía con- lar, a la vez como tiempo de consumo de imágenes en sentido
134 135
restringido, y como imagen del consumo del tiempo en toda económico, no conducen sino a la decepción, siempre com-
su extensión. El tiempo del consumo de imágenes, medium de ,.~~~~----- por la promesa de una nueva decepción. El tiempo
todas las mercancías, es, inseparablemente, el terreno en don- la supervivencia moderna debe vanagloriarse tanto más os-
de se ejercen plenamente los instrumentos del espectáculo y tentosamente en el espectáculo cuanto más se reduce su valor
el objetivo que éstos presentan globalmente como lugar y fi- de uso. La realidad del tiempo ha sido sustituida por la publi-
gura de todos los consumos particulares: se sabe que el aho- cidad del tiempo.
rro de tiempo que la sociedad moderna persigue constante-
mente -ya se trate de la velocidad de los medios de transporte
como de las sopas instantáneas- se traduce positiva1nente, pa- 155.
ra la población de los Estados Unidos, en el hecho de que só-
lo la contemplación de la televisión ocupa una media de entre Mientras que el consumo del tiempo cíclico de las socieda-
tres y seis horas diarias. La imagen social del consumo del tiem- des antiguas estaba en consonancia con el trabajo real de tales
po, por su parte, está exclusivamente dominada por los mo- sociedades, el consumo seudocíclico de la economía desarro-
mentos de ocio y vacaciones, momentos representables a dis- llada se encuentra en contradicción con el tiempo abstracto
tancia y postulados como deseables, como toda mercancía irreversible de su producción. Mientras el tiempo cíclico era el
espectacular. Esta mercancía se ofrece aquí, explícitamente, co- tiempo de la ilusión inmóvil, realmente vivido, el tiempo es-
mo el momento de la vida real cuyo retorno cíclico hay que pectacular es el tiempo de la realidad que se transforma, pero
esperar. Pero incluso en estos momentos reservados para la vi- vivido ilusoriamente.
da, lo que se reproduce y se ofrece a la vista no es más que el
espectáculo, que alcanza así un grado más intenso. Lo que se
representa como la vida real se revela simplemente como la vi- 156.
da más realmente espectacular.
Aquello que el proceso de producción de las cosas tiene de
renovación pemanente no se recobra en el consumo, que no
154. es más que el retorno ampliado de lo mismo. Puesto que el tra-
bajo muerto sigue dominando sobre el trabajo vivo, en el tiem-
Esta época, que exhibe ante sí misma su tiempo como si fue- po espectacular el pasado domina sobre el presente.
ra el retorno precipitado de una multitud de festividades, es
también una época sin fiestas. Lo que en el tiempo cíclico era
el momento de participación de una comunidad en la dilapi- 157.
dación lujuriosa de la vida, es imposible en una sociedad sin
comunidad y sin lujo. Cuando sus seudofiestas vulgarizadas, Como un aspecto más de la deficiencia de la vida histórica
parodias del diálogo y del don, incitan a un exceso de gasto general, la vida individual no tiene aún historia. Los seudo-
136 137
acontecimientos que se presentan en la dramatización espec- 160.
tacular no han sido vividos por aquellos a quienes se informa
de ellos; además, se pierden en la inflación de su precipitada La parte biológica irreductible que sigue habiendo en el tra-
sucesión, en cada pulsación de la maquinaria espectacular. Por bajo, tanto en lo que se refierere a la dependencia de los ci-
su parte, lo que ha sido vivido realmente carece de relación clos naturales del sueño y la vigilia, como en lo relativo a la
con el tiempo irreversible oficial de la sociedad, y se encuen- evidencia del tiempo irreversible individual de desgaste de
tra en oposición directa con el ritmo seudocíclico del subpro- la existencia, aparece, a los ojos de la producción moderna,
ducto consumible de este tiempo. Estas vivencias individuales como algo simplemente accesorio; y estos elementos se olvi-
de la vida cotidiana separada carecen de lenguaje y de con- dan en cuanto tales en las proclamas oficiales del movimiento
1
cepto, carecen de acceso crítico a su propio pasado, que no se de la producción y en los trofeos consumibles que constituye!\f
consigna en parte alguna. No se comunican. Permanecen in- la versión accesible de sus incesantes victorias. Inmovilizada
comprendidas y olvidadas en beneficio de la falsa memoria es- en el centro del falso movimiento de su mundo, la conciencia
pectacular de lo no memorable. espectadora no contempla ya, en su existencia, transición al-
guna hacia su realización ni hacia su muerte. La publicidad de
los seguros de vida se limita a insinuar la culpabilidad de quien
158. muere sin haber asegurado la regulación del sistema tras esa
pérdida económica, y la del american way of death insiste en
El espectáculo, como organización social establecida de la su capacidad para mantener, incluso en ese trance, la gran ma-
parálisis de la historia y de la memoria, del abandono de la his- yoría de las apariencias de la vida. En el resto del frente del
toria erigido sobre la base del propio tiempo histórico, es la bombardeo publicitario, el envejecimiento está severamente
falsa conciencia del tiempo. prohibido. Se trataría de que cada cual economizase su "capi-
tal-juventud" que, al no haber sido empleado más que de mo-
do mediocre, no podría por ello llegar a adquirir la realidad
159. duradera y acumulativa del capital financiero. Esta ausencia so-
cial de la muette es idéntica a la ausencia social de la vida.
La condición previa para elevar a los trabajadores al estatu-
to de productores y consumidores "libres" del tiempo-mercan-
cía fue la expropiación violenta de su tiempo. El retorno es- 161.
pectacular del tiempo no es posible más que a partir de esta
primera desposesión de los productores. El tiempo, como mostró Hegel, es la alienación necesaria, el
medio en el cual el sujeto se realiza perdiéndose a sí mismo,
alterándose para convertirse en la verdad de sí mismo. La alie-
nación dominante es justamente la contraria: la que padece el
138 139
productor de un presente ajeno. En esta alienación espacial, la 164.
sociedad, que separa de raíz al sujeto de la actividad que le
usurpa, le separa ante todo de su propio tiempo. Esta aliena- El mundo posee ya el sueño de un tiempo del que ha de al-
ción social controlada es precisamente la que ha impedido y canzar ahora la conciencia, para vivirlo realmente.
petrificado las posibilidades y los riesgos de la alienación viva
en el tiempo.
162.
163.
165.
143
V1I. LA ORDENACIÓN DEL TERRITORIO
165.
143
166. absoluta, puede y debe ahora reconstruir la totalidad del es-
pacio como su propio decorado.
Desde ese momento, el espacio libre de la mercancía se mo-
difica y se reconstruye a cada instante, para hacerse cada vez
más idéntico a sí mismo, para alcanzar más perfectamente su 170.
monotonía inmóvil.
La necesidad capitalista satisfecha por el urbanismo como
congelación visible de la vida, puede expresarse -por decirlo
167. en términos hegelianos- como el predominio absoluto de "la
apacible coexistencia del espacio" sobre "el inquieto deveni(
Esta sociedad, que suprime la distancia geográfica, concen- de la sucesión del tiempo".
tra una distancia interior a modo de separación espectacular.
171.
168.
Aunque todas las fuerzas técnicas de la economía capitalista
Al ser un subproducto de la circulación de mercancías, la cir- deben interpretarse como fuerzas de separación, en el caso del
culación humana considerada como consumo, el turismo, re- urbanismo encontramos el material básico general: el ordena-
mite fundamentalmente al ocio que consiste en visitar aquello miento del suelo que conviene a su despliegue, es decir, la téc-
que se ha vuelto banal. La ordenación económica de la fre- nica misma de la separación.
cuentación de lugares diferentes es ya, por sí sola, la garantía
de su equivalencia. La modernización no ha extinguido única-
mente el tiempo de los viajes, les ha hurtado también la reali- 172.
dad del espacio.
El urbanismo es la realización moderna de la tarea ininte-
rrumpida que salvaguarda el poder de clase: el mantenimien-
169. to de la atomización de los trabajadores, que las condiciones
,1 ¡
urbanas de producción habían reunido peligrosamente. La lu-
Dado que esta sociedad modela todo su entorno, ha erigido cha constante que se ha tenido que librar contra todas las fa-
una técnica especial para elaborar la base concreta de todo es- cetas de esta posibilidad de encuentro y reunión ha hallado en
11,!,
11
te conjunto de tareas: su propio territorio. El urbanismo es la el urbanismo su terreno privilegiado. El esfuerzo de todos los
1 conquista del entorno natural y humano por parte de un capi- poderes establecidos, tras la experiencia de la Revolución Fran-
11!
talismo que, al desarrollarse según la lógica de la dominación cesa, para aumentar los medios de mantener el orden en las
145
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11
11,
calles, ha cuhninado finalmente en la supresión de la calle. "Con que se consideran atrasados en este contexto, la nueva arqui-
los medios de comunicación de masas a grandes distancias, el tectura aparece, en cuanto tal, como el terreno adecuado para
aislamiento de la población se ha revelado como una forma de el nuevo tipo de existencia social que se trata de implantar. Con
control mucho más eficaz", constata Lewis Mumford en La ciu- la misma claridad que en las cuestiones relativas al armamen-
dad en la historia, describiendo "un mundo que ya sólo tiene to termonuclear o a la natalidad -alcanzando ya la posibilidad
un sentido único". Pero el movimiento general de aislamiento de manipular las vivencias-, el urbanismo muestra el umbral
que es la realidad del urbanismo, debe también contener un~ que se ha franqueado con el aumento de poder material de la
reintegración controlada de los trabajadores, conforme a las ne- sociedad y, al mismo tiempo, el retraso de la dominación cons-
cesidades de planificación de la producción y del consumo. La ciente de ese poder.
integración en el sistema debe recomponer a los mismos in-
dividuos a quienes aísla en cuanto individuos, debe mante-
nerles aislados y juntos: tanto las fábricas como los centros cul- 174.
turales, tanto los lugares de vacaciones como las "grandes
superficies" se organizan espacialmente de cara a los fines de El momento actual es ya el de la autodestrucción del medio
esta seudocolectividad que acompaña también al individuo ais- urbano. La explosión de las ciudades sobre el campo, cubier-
lado en su célula familiar; el uso generalizado de receptores to de "masas amorfas de residuos urbanos" (Lewis Mumford)
del mensaje espectacular hace que su aislamiento esté habita- está presidida por los imperativos inmediatos del consumo. La
do por imágenes dominantes, imágenes que sólo adquieren su dictadura del automóvil, producto-piloto de la primera fase de
pleno poder gracias a ese aislamiento. la abundancia mercantil, se inscribe en el territorio con el do-
minio de la autopista, que disloca los antiguos centros urba-
nos y pone en marcha una dispersión siempre creciente. Al
173. mismo tiempo, los momentos de reorganización parcial del te-
jido urbano se polarizan provisionalmente en torno a esas "in-
La arquitectura, que en todas las épocas anteriores estuvo dustrias de la distribución" que son los supermarkets gigan-
reservada para la satisfacción de las clases dominantes, está tescos, edificados en descampados, sobre un pedestal de
por vez primera destinada directamente a los pobres. La mise- parkings; y estos templos del consumo acelerado están ellos
ria formal, así como la gigantesca extensión de esta nueva ex- mismos en fuga permanente, incluidos en el movimiento cen-
periencia del habitat, proceden ambas de su carácter masivo, trífugo que les desplaza a medida que se convierten a su vez
implícito tanto en su destino como en las condiciones moder- en centros secundarios sobrecargados, pues han provocado
nas de construcción. La decisión autoritaria, que dispone abs- una recomposición parcial de la aglomeración. Pero la orga-
tractamente el territorio como territorio de la abstracción, es nización técnica del consumo no es más que el primer nivel
obviamente el centro de estas condiciones modernas de cons- de la disolución generalizada que ha llevado a la ciudad a con-
trucción. En cuanto comienza la industrialización de los países sumirse a sí misma.
146 147
175. la falta de subordinación de la economía a la conciencia his-
tórica y la falta de una unificación de la sociedad mediante la
La historia económica, que se ha desarrollado en su totalidad cual ésta recupere los poderes de los que ha sido separada.
en torno a la oposición campo-ciudad, ha llegado a tal grado
de éxito que ha anulado los dos términos al mis1no tiempo. La
actual parálisis del desarrollo histórico total, en beneficio de 177.
la mera continuación del movimiento independiente de la eco-
nomía, convierte el momento en el cual el campo y la ciudad "El campo se caracteriza justamente por lo contrario: aisla-
comienzan a desaparecer, no en la superación de su escisión miento y separación" (La ideología alemana). El urbanismo que
sino en el hundimiento simultáneo de ambos. El desgaste re~ destruye las ciudades erige un seudocampo en el cual desapa-
cíproco del campo y de la ciudad, producido por la debilita- recen tanto las relaciones naturales del campo antiguo como
ción del movimiento histórico que debería haber superado la las relaciones sociales implicadas directa o indirectamente en
realidad urbana actual, se pone de manifiesto en esta mezcla la ciudad histórica. Las condiciones del hábitat y del control es-
ecléctica de sus elementos descompuestos que recubre las zo- pectacular de la actual "ordenación del territorio" han produ-
nas más avanzadas de la industrialización. cido un nuevo campesinado: la dispersión espacial y la men-
talidad limitada, que desde siempre impidieron al campesinado
emprender acciones independientes y afirmarse como un po-
176. der histórico creador, vuelven a ser las características de los
productores -el movimiento del mundo que fabrican queda tan
La historia universal nació en las ciudades, y alcanzó su su- lejos de su alcance como lo estaba el ritmo natural de los tra-
perioridad con la decisiva victoria de la ciudad sobre el cam- bajos en la sociedad agraria-. Pero cuando el campesinado,
po. Marx consideraba como uno de los mayores méritos revo- que fue la firme base del "despotismo oriental" (y cuya propia
lucionarios de la burguesía el hecho de haber "sometido el disgregación se compensaba con la centralización burocrática),
campo a la ciudad" y a su atmóifera emancipatoria. Pero si la reaparece como producto de las condiciones de crecimiento
historia de la ciudad es la historia de la libertad, ha sido tam- de la burocratización estatal moderna, su apatía es ahora una
bién la de la tiranía, la de la administración estatal que controla apatía históricamente fabricada y mantenida; la ignorancia na-
tanto el campo como la propia ciudad. Hasta ahora, la ciudad tural ha sido sustituida por el espectáculo organizado del error.
se ha limitado a ser el escenario de la contienda por la liber- Las "nuevas ciudades" del seudocampesinado tecnológico se
tad histórica, pero no ha llegado a ser el terreno de su pose- inscriben claramente en el terreno de la ruptura con el tiempo
sión. La ciudad es el elemento de la historia por ser, al mismo histórico, que es el terreno en el que se construyen; su divisa
tiempo, una concentración de poder social que posibilita la em- podría ser: "Nada ha pasado aquí nunca, y nunca pasará na-
presa histórica, y una conciencia del pasado. La actual tendencia da". Naturalmente, si las fuerzas de la falta de historia comienzan
hacia la liquidación de la ciudad expresa, pues, a su manera, a componer su propio y exclusivo paisaje, es porque la histo-
148 149
ria de la que hay que dotar a las ciudades no les ha sido aún VIII. LA NEGACIÓN Y EL CONSUMO DE LA CULTURA
concedida.
150 151
rencia entre los sistemas de Fichte y Schelling). Cuando alcan- un progreso hacia su disolución. Como le sucedió a la filoso-
za independencia, la cultura inicia un movimiento de enrique- fía cuando alcanzó su plena autonomía, toda disciplina que se
cimiento imperialista que es, al mismo tiempo, el ocaso de su hace autónoma debe caducar, primero como pretensión de ex-
independencia. La historia que produce la autonomía relativa plicación coherente de la totalidad social, y después como ins-
de la cultura y las ilusiones ideológicas asociadas a esa auto- trumento particular, en el ámbito de su utilidad propia. El dé-
nornia, se expresa asimismo como historia de la cultura. Toda ficit de racionalidad de la cultura separada es el elemento que
la historia ascendente de la cultura puede entenderse como la la condena a desaparecer, pues en ella está ya presente, como
historia de la revelación de su insuficiencia, como el trayecto exigencia, la victoria de lo racional.
hacia su autosupresión. La cultura es el lugar de la búsqueda
de la unidad perdida. En esta búsqueda de la unidad, la cultu-
ra, como esfera separada, está obligada a autoaniquilarse. 183.
156 157
la razón fundamental de su desmovilización. Aunque históri- za de la disolución de lo comunicable, la tendencia más mo-
camente vinculados, el dadaísmo y el surrealismo se contra_ derna de la cultura espectacular -y la más ligá'da a la prácti-
ponen. En esta contraposición, que para cada uno de ellos ca represiva de la organización general de la sociedad- in-
constituye asimismo la parte más consciente y radical de su tenta recomponer, mediante "trabajos en grupo", un medio
contribución, se muestra la insuficiencia interna de su crítica neoartístico complejo, a partir de elementos descompuestos,
que uno y otro desarrollan exclusivamente en una dimensión: esecialmente en el caso de las investigaciones integradoras de
El dadaísmo quiso suprimir el arte sin realizarlo, el surrealis- residuos artísticos o de híbridos tecno-estéticos urbanísticos.
Ello es el reflejo, en el plano de la seudocultura espectacular,
mo realizar el arte sin suprimirlo. La posición crítica elabora-
da luego por los situacionistas puso de manifiesto que la su- del proyecto general del capitalismo avanzado, que se orien-
presión y la realización del arte son dos aspectos inseparables ta hacia el restablecimiento del trabajador aislado como "per-
de una misma superación del arte. sona bien integrada en un grupo", tendencia descrita por los
3
últimos sociólogos norteamericanos (Riesman,Z Whyte, etc.).
En todas partes se trata de un mismo proyecto de reestructu-
192. ración sin comunidad.
contetnplación de lo escrito en sí mismo. Por otra parte, jun- men colectivo Industrialism and Industrial Man (Harvard University Press,
to a la mera proclamación de satisfacción referida a la belle- 1961)
159
158
la primera representó el automóvil y en la segunda mitad del parte, la crítica espectacular del espectáculo llevada a cabo por
siglo XIX los ferrocarriles. la sociología moderna, que estudia la separación exclusiva-
mente con los recursos e instrumentos materiales y concep-
tuales de la propia separación; por otra parte, la apología del
194. espectáculo se constituye como pensamiento del no-pensa-
miento, del olvido inducído de la práctica histórica, en las di-
El conjunto de conocimientos que actualmente continúa de- versas disciplinas en las cuales hunde sus raíces el estructura-
sarrollándose como pensamiento del espectáculo debe justificar lismo. No obstante, y en la medida en que se trata de pensamientos
a una sociedad que carece de justificaciones, constituyéndose sumisos, no hay diferencia entre la falsa desesperación de la crí- 1
como ciencia general de la falsa conciencia. Esta ciencia está tica no dialéctica del espectáculo y el falso optimismo de la pu- ,f
enteramente condicionada por el hecho de que no puede ni ra publicidad del sistema.
quiere pensar que su propia base material reside en el sistema
del espectáculo.
197.
Quienes denuncian el carácter absurdo o peligroso de la in- La sociología cree poder aislar del conjunto de la vida social
citación al despilfarro de la sociedad de la abundancia econó- una racionalidad industrial que funcionaría separadamente, y
mica, ignoran para qué sirve el despilfarro. Condenan ingrata- por eso llega a considerar las técnicas de reproducción y trans-
mente, en nombre de la racionalidad económica, a los buenos misión independientemente del movimiento industrial global.
guardianes de lo irracional sin los cuales se vendría abajo el Por este motivo, Boorstin diagnostica que la causa de los re-
poder de la racionalidad económica. Por ejemplo, Boorstin, que sultados que describe no sería sino la desdichada coinciden-
describe en La Imagen el consumo mercantil del espectáculo cia, casi fortuita, de un aparato técnico de difusión de imáge-
americano, no llega jamás a alcanzar el concepto de espec- nes excesivamente grande y una atracción, igualmente excesiva,
táculo, pues cree que puede salvar de esa desastrosa exagera- de los hombres de nuestra época hacia lo seudosensacional.
ción la vida privada o la noción de "honestidad mercantil". No En consecuencia, la causa del espectáculo sería que el hombre
comprende que es la propia mercancía la que dicta las leyes moderno es demasiado espectador. Boorstin no compren-
cuya "honesta" aplicación debe dar como resultado tanto la rea- de que la proliferación de "seudoacontecimientos" prefabrica-
lidad específica de la vida privada como su posterior recon- dos que denuncia se deriva del mero hecho de que los hom-
quista mediante el consumo social de imágenes. bres en la realidad masiva de la vida social actual, no viven en
abs~luto los acontecimientos. La propia historia atormenta a la
sociedad moderna como un espectro, y por ello encontramos,
199. en todos los niveles del consumo vital, una seudohistoria cons-
truida para preservar el equilibrio inestable del actual tiempo
Boorstin describe los excesos de un mundo que se nos ha congelado.
hecho extraño como si se tratase de excesos ajenos a nuestro
mundo. Pero la base "normal" de la vida social, a la cual se re-
fiere implícitamente cuando califica el reino superficial de las 201.
imágenes -en términos de juicio psicológico y moral- como
producto de "nuestras extravagantes pretensiones", carece de La afirmación de que la congelación del tiempo histórico de
toda verosimilitud, tanto en su libro en particular como en su este breve período es su definitiva consolidación, consciente o
época en general. Boorstin no puede comprender en toda inconscientemente proclamada, constituye la base innegable
su profundidad la sociedad de la imagen porque la supuesta de la actual tendencia hacia una sistematización estructuralis-
vida humana real de la que habla sólo existe en el pasado, un ta. El punto de vista en el que se sitúa el pensamiento antihis-
pasado que incluye la resignación religiosa. La verdad de esta tórico del estructuralismo es el de la presencia eterna de un sis-
sociedad no es otra cosa que la negación de esta sociedad. tema que no ha sido creado ni será destruido. El sueño de la
dictadura de una estructura previa e inconsciente sobre toda
162 163
la praxis social procede de una abusiva generalización a partir dez transhistórica de la sociedad del espectáculo; es, al con-
de los modelos estructurales elaborados por la lingüística y la trario, la sociedad del espectáculo la que se impone masiva-
etnología ees decir, por el análisis del funcionamiento del ca- mente como una realidad que sirve para confirmar el gélido
pitalismo), modelos ya abusivos en sus propias circunstancias sueño del estructuralismo.
Y tal generalización ha sido posible gracias a un pensamient~
universitario de mandos intermedios tempranamente satisfe-
chos, un pensamiento íntegramente anclado en el elogio ma- 203.
ravillado del sistema establecido, y que por tanto remite llana-
mente toda realidad a la existencia del sistema. No cabe duda de que el propio concepto crítico de espectá-
culo puede también vulgarizarse y convertirse en parte de esas
fórmulas huecas de la retórica socio-política, así como ser utili-
202. zado de forma abstracta para explicar y denunciar cualquier co-
sa, poniéndose así al servicio de la defensa del sistema espec-
Como en toda ciencia social e histórica, es preciso siempre tacular. Pues es evidente que ninguna idea puede llevar más
tener en cuenta, para comprender las categorías "estructuralis- allá del espectáculo actualmente vigente, sino tan sólo más allá
tas", que las categorías expresan condiciones y formas de exis- de las ideas existentes sobre el espectáculo. Para destruir efec-
tencia. Y así como no ha de medirse el valor de un hombre por tivamente el espectáculo hacen falta hombres que pongan en
el concepto que él tiene de sí mismo, tampoco puede valorar- práctica una fuerza operativa. La teoría crítica del espectáculo
se -ni admirarse- esta sociedad concreta considerando abso- no será verdadera más que si se unifica con la corriente prácti-
lutamente verídico el lenguaje que utiliza para hablar de sí mis- ca de negación de la sociedad, y esta negación (al servicio de
ma. "Las épocas de transformación no pueden evaluarse conforme la lucha de clases revolucionaria) tomará conciencia de sí mis-
a la conciencia de sí que tienen tales épocas; al contrario, hay ma cuando desarrolle la crítica del espectáculo, que es la teo-
que explicar la conciencia a partir de las contradicciones de la ría de sus condiciones reales, de las condiciones prácticas de la
vida material" .5 La estructura es hija del poder establecido. El actual opresión, y que desvela parcialmente el secreto de lo que
estructuralismo es el pensamiento garantizado por el Estado podría llegar a ser. Esta teoría no espera milagros de la clase
que piensa las actuales condiciones de la "comunicación" co- obrera. Se plantea la nueva formulación y la realización de las
mo si fueran un absoluto. Su forma de estudiar el código de exigencias proletarias como una tarea de larga duración. La dis-
los mensajes en cuanto tal no es sino el producto y el recono- tinción entre la lucha teórica y la lucha práctica es artificial, da-
cimiento de una sociedad en la cual la comunicación existe ba- do que, sobre la base aquí definida, tanto la constitución como
jo la forma de una cascada de señales jerarquizadas. De modo la comunicación de tal teoría no puede siquiera concebirse sin
que no es que el estructuralismo sirva para demostrar la valí- una práctica rigurosa; lo cierto es que el oscuro y difícil cami-
no de la teoría crítica deberá también formar parte de un mo-
5
Marx y Engels, La ideología alemana. vimiento práctico que actúe a escala de toda la sociedad.
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204. genitivo -que fue considerada como la clave del estilo epigra-
mático de Hegel- es la expresión de las revoluciones históricas
La teoría critica debe comunicarse en su propio lenguaJ·e que ha quedado consignada en la forma del pensamiento. Al
. d . ./ , que
es e 11enguaJe e la contrad1ec10n; una contradicción que ha d preconizar la sustitución del sujeto por el predicado, el joven
se~ .tan dialéctica en su forma como lo es en su contenido. E~ Marx, siguiendo el uso sistemático que de ella había hecho
cnt1ca de la totalidad y critica histórica. No es un "grado cer0 Feuerbach, llega al uso más consecuente de este estilo insu-
de la escritura" sino lo contrario. No es la negación del estil 0 rreccional, que extrae la miseria de la filosofía a partir de la fi-
sino el estilo de la negación. ' losofía de la miseria. 6 Este desplazamiento subvierte las con-
clusiones críticas anteriores, que se han convertido en verdades
respetables, es decir, que se han transformado en mentiras. Kier-
205. kegaard ya hizo un uso deliberado de esta subversión, aña-
diendo incluso su denuncia: "Pues, así como la confitura ter-
Expresada en su propio estilo, la exposición de la teoría dia- mina siempre en la fresquera, terminarás por dejar que se deslice
léctica es un escándalo y una abominación, si la medimos con- una palabrita que no es tuya, y que inquieta por el recuerdo
forme a las reglas del lenguaje dominante y del gusto educa- que revela" (Migajas filosóficas). La obligación de marcar una
do en ellas, puesto que, cuando los conceptos vigentes se distancia con respecto a lo que ha sido falsificado como ver-
emplean de modo positivo, este empleo incluye tanto la com- dad oficial determina este uso de la subversión del genitivo, que
prensión de su fluidez recobrada como la de su necesaria des- Kierkegaard describe también en el mismo texto: "Todavía una
trucción. últim8_ observación acerca de tus numerosas alusiones en las
que te quejas siempre de que mezclo en mi discurso palabras
ajenas. No lo niego, ni oculto tampoco que lo hice deliberada-
206. mente: en la continuación de este escrito, si alguna vez llego a
redactarla, tengo intención de llamar a las cosas por su nombre
y de revestir el problema con un ropaje histórico".
Este estilo, que contiene su propia critica, debe expresar el
dominio de la critica presente con respecto a todo su pasado. De
acuerdo con esto, el modo de exposición de la teoría dialécti-
207.
ca debe indicar el espíritu negativo que habita en ella. "La ver-
dad no es como esos productos en los que no queda huella al-
guna del útil" (Hegel). Esta conciencia teórica del movimiento Las ideas pueden mejorarse. El sentido de las palabras parti-
cipa de esa mejora. El plagio es necesario. Está implícito en el
en la que debe estar presente la propia huella histórica de es~
movimiento, se manifiesta en la inversión de las relaciones es-
tablecidas entre los conceptos, así como en la subversión de to-
6
Miseria de la filosofía es, en efecto, el título de una obra que Marx escri-
bió como respuesta a la Filosofía de la miseria del socialista "utópico" P. ].
das las adquisiciones de la critica anterior. La permutación del Proudhon.
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cipa de esa mejora. El plagio es necesario. Está implícito en el to con la acción histórica y con la corrección histórica, que es
progreso. Se ciñe estrictamente a la frase de un autor, se sirve su verdadera fidelidad.
de sus expresiones, borra una idea falsa y la sustituye por otra
adecuada.
210.
209.
212.
213.
214. 216.
La ideología, conducida por su propia lógica interna hacia la Contrariamente al proyecto resumido en las Tesis sobre Feuer-
"ideología total" en el sentido de Mannheim, es decir, como bach (la realización de la filosofía en la praxis, que supera la
despotismo ejercido por un fragmento que se impone como seu- oposición entre materialismo e idealismo), el espectáculo con-
dosaber de un todo petrificado, como visión totalitaria, se serva a la vez que impone, en lo seudoconcreto de su uni-
encuentra hoy realizada en el espectáculo inmóvil de la de- verso, los caracteres ideológicos del materialismo y del idea-
tención de la historia. Su realización es asimismo su disolu- lismo. La dimensión contemplativa del materialismo antiguo,
ción en el conjunto de la sociedad. Con la disolución prác- que concibe el mundo como representación y no como activi-
tica de esta sociedad debe desaparecer también la ideología, dad -y que termina por idealizar la materia- se cumple en el
última sinrazón que obstaculiza el curso de la historia. espectáculo, pues en él las_ cosas concretas se convierten au-
tomáticamente en dueñas de la vida social. Al mismo tiempo,
la actividad soiiada del idealismo se realiza igualmente en el
215. espectáculo, con la mediación técnica de los signos y señales
que terminan por materializar un ideal abstracto.
El espectáculo es la ideología por excelencia, porque expo-
ne y manifiesta plenamente la esencia de todo sistema ideoló-
gico: empobrecimiento, servidumbre y negación de la vida real. 217.
El espectáculo es, materialmente, "la expresión de la separa-
ción y del alejamiento de los hombres entre sí". La "nueva po- El paralelismo entre ideología y esquizofrenia establecido por
tencia del engaño" concentrada en su base, en torno a esta pro- Gabel (La falsa conciencia) debe enmarcarse en este proceso
ducción mediante la cual "con la masa de objetos, crece también económico de materialización de la ideología. La sociedad se
el nuevo dominio de los seres extraños a los que el hombre ha convertido en aquello que ya era la ideología. La exclusión
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de la praxis y la falsa conciencia antidialéctica que la acompa- sedad que garantiza la organización de las apariencias. Quien
ña, es lo que se impone en todo momento en la vida cotidia- sufre pasivamente una suerte con frecuencia sentida como aje-
na sometida al espectáculo, que hay que entender como orga- na es, pues, arrastrado hacia una locura que realimenta iluso-
nización sistemática del "socavamiento del derecho de reunión" riamente esa misma suerte, recurriendo a técnicas mágicas. El
sustituido por un hecho social alucinatorio : la falsa concienci~ reconocimiento y el consumo de mercancías están en el cen-
de reunión, la "ilusión de reunión". En una sociedad en la cual tro de esta seudorespuesta a una comunicación que no admi-
nadie puede ser reconocido por los demás, cada individuo ter- te respuesta. La necesidad de imitación experimentada por los
mina siendo incapaz de reconocer su propia realidad. La ideo- consumidores es, justamente, una necesidad infantil, condicio-
logía está en su sitio, la separación ha construido su mundo. nada por todos los aspectos de su fundamental desposesión.
En los términos que Gabel aplica en un nivel patológico muy ,J 1
diferente, diríamos que "la necesidad anormal de representa-
218. ción compensa en este caso un sentimiento torturante de ha-
llarse al margen de la existencia".
"En los cuadros clínicos esquizofrénicos", dice Gabel, "en-
contramos al mismo tiempo una degradación de la dialéctica
de la totalidad (cuya forma extrema es la disociación) y una 220.
degradación de la dialéctica del devenir (cuya forma extrema
es la catatonia)". La conciencia espectadora, prisionera de un Si la lógica de la falsa conciencia no puede conocerse verí-
universo plano, limitada por la pantalla del espectáculo, tras dicamente a sí misma, la búsqueda de la verdad crítica acer-
el cual ha sido deportada su propia vida, sólo encuentra in- ca del espectáculo debe también ser una crítica verdadera.
terlocutores ficticios que la alimentan unilateralmente con sus Tiene que luchar prácticamente junto a los enemigos irre-
mercancías y con la política de sus mercancías. El espectácu- conciliables del espectáculo, y avenirse a estar ausente allí
lo, en toda su extensión, es su "signo especular". Tal es la fal- donde ellos estén ausentes. Las leyes del pensamiento domi-
sa salida del autismo espectacular. nante -el punto de vista exclusivo de la actualidad- se re-
conocen en la abstracta voluntad de eficacia inmediata, tan-
to cuando cae en los compromisos del reformismo como
219. cuando se orienta hacia las acciones corrientes de los seudo-
revolucionarios residuales. En ambos casos, las mismas posi-
El espectáculo, que es el desvanecimiento de la distinción ciones que pretendían combatirlo reconstruyen el delirio. La
entre el yo y el mundo por destrucción del yo asediado por la crítica que va más allá del espectáculo debe, por el contrario,
presencia-ausencia del mundo, es también el desvanecimiento saber esperar.
de la distinción entre lo verdadero y lo falso por represión de
toda verdad vivida en beneficio de la presencia real de la fal-
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PRÓLOGO···································································· 7