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D35d-.5o. .

LA SOCIEDAD
DEL ESPECTÁCULO

Guy Debord

Prólogo) traducción y notas de


]OSÉ LUIS PARDO

PRE-TEXTOS
Esta obra se beneficia del apoyo del Ministerio francés de Asuntos
exteriores y del Servicio Cultural de la Embajada de Francia en España,
en el marco del programa de Participación en la Publicación
(P. A. P. GARCÍA LORCA).

Esta obra ha recibido asimismo una ayuda a


la traducción del Ministerio de Cultura francés

PRÓLOGO

La reproducción total o parcial de este libro, no autorizada por los editores,


viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser
previamente solicitada.

Primera edición: febrero de 1999


Primera reimpresión: mayo de 2000
Segunda edición, revisada: enero de 2002
Primera reimpresión (Segunda edición): septiembre de 2003
Segunda reimpresión (Segunda edición): marzo de 2005
Tercera reimpresión (Segunda edición): enero de 2007
Cuarta reimpresión (Segunda edición): febrero de 2008
Quinta reimpresión (Segunda edición): abril de 2009

Diseño cubierta: Pre-Textos (S. G. E.)

Título de la edición original en lengua francesa:


La Société du spectacle

© Traducción y prólogo de: José Luis Pardo, 1999


© Editions Gallimard, 1996
© de la presente edición:
PRE-TEXTOS, 2008
Luis Santángel, 10
46005 Valencia

IMPRESO EN ESPAÑA / PRINTED IN SPAIN


ISBN: 978-84-8191-442-9
DEPÓSITO LEGAL: V-1572-2009

GUADA IMPRESORES- TEL. 961 519 060- MONTCABRER 26- 46960 ALDAIA (VALENCIA)

ALLEOOENY COLLEOE LIBRARY


ESPECTROS DEL 68

"A la violación de las masas, que el fascismo impone por la


fuerza en el culto a un caudillo, corresponde la violación de
todo un mecanismo puesto al servicio de la fabricación de va-
lores cultuales. Todos los esfuerzos dirigidos al esteticismo po-
lítico culminan en un solo punto. Dicho punto es la guerra ...
Fiat ars, pereat mundus, dice el fascismo, y espera de la gue-
rra, tal y como confiesa Marinetti, la satisfacción artística de lqr
1
percepción sensorial modificada por la técnica. Resulta paten-
te que esto es la realización acabada de l'art pour l'art ... La
humanidad se ha convertido ahora en espectáculo de sí mis-
ma. Su autoalienación ha alcanzado un grado que le permite
vivir su propia destrucción como un goce estético."

Walter Benjamín

LOS ESCENÓGRAFOS DE MAYO

Cada vez que se conmemora un nuevo aniversario de Mayo


del 68, vuelven a las pantallas y a las páginas ilustradas de las
revistas las mismas fotografías; los rostros de los amotinados
pueden suscitar cierta nostalgia si se repara en lo que el paso
del tiempo ha hecho de aquellos revolucionarios, pero casi to-
dos los supervivientes señalan como el fenómeno más excep-
cional del caso el clima, el ambiente, la atmósfera, el paisaje
de París en 1968. Si, como alguien ha propuesto, hemos de
imaginar el pasado como un país extranjero, la imagen sin du-
da más persistente y obsesiva de aquel paisaje, probablemente
la más expresiva de la "atmósfera 68", son las singulares pinta-
das aparecidas anónimatnente en los muros de la ciudad, testi-
9
monio del carácter insólito de las "reivindicaciones" de aquel programa anti-esteticista de las vanguardias históricas: la radi-
movimiento tantas veces descrito como una auténtica interrup- cal intención de superar el arte mediante su realización en la
ción de la historia, como un latido de la eternidad en el curso vida. Fundador, en 1952, de la "Internacional Letrista", no había
monótono del tiempo. Pero, aunque la emergencia de las ins- dejado desde entonces de promover una serie de actividades y
cripciones que señalizaban el territorio animado por esa pulsa- publicaciones (siempre en un clima de clandestinidad y com-
ción intempestiva haya parecido a veces algo milagroso (¿de plot) que representaban una suerte de alternativa al ya decré-
dónde procedía esa imaginación revulsiva, esa efervescencia lí- pito y reciclado surrealismo, aunque conservaban de éste la vo-
rica popular, esa creatividad insurrecciona! que nada tenía que luntad de reunir en un solo movimiento la marxiana "transformación
ver con la habitual retórica de la izquierda francesa de la épo- del mundo" y la consigna de Rimbaud "cambiar la vida". Pero
1
ca?), poco a poco vamos comprendiendo mejor que aquel esce- fue, sin duda, la creación de la "Internacional Situacionista" en,r
nario que entonces, inesperadamente, inundó las miradas des- Julio de 1957, y la edición a partir de entonces de la revista del
concertadas de los viandantes como un signo venido de otro mismo título, lo que dio ocasión a Debord para elaborar cui-
mundo, había sido cuidadosamente preparado por un grupo de dadosamente su propuesta teórica. Además de los ya señalados
disidentes malditos y marginales que llevaban más de quince elementos procedentes de las vanguardias artísticas, 1 Debord
años conspirando para ese momento, agazapados en la oscuri- buscó sus fuentes filosóficas en los textos del joven Hegel, de
dad y con los ojos y oídos bien abiertos, aguardando la señal. Feuerbach, del joven Marx y del joven Lukács, entre otros (es-
Eran los situacionistas. Ellos fueron los escenógrafos de esta re- pecialmente la Fenomenología del Espíritu, La esencia del cris-
volución, los principales responsables de su peculiar poética, tianismo, los Manuscritos de economía y filosofía, las Tesis so-
quienes resucitaron los nombres de Marat o de Fourier en ple- bre Feuerbach y La ideología alemana, así como los célebres
na sociedad opulenta y pasearon por las calles de París el fan- capítulos de El Capital dedicados al "fetichismo de la mercan-
tasma de la Comuna. Si hasta ese día, debido a su desvincula- cía" y los argumentos de Historia y conciencia de clase).
ción del ambiente intelectual oficial y de las actividades políticas Esta elección determinó que en la teoría situacionista cobra-
convencionales, casi todo el mundo les consideraba como un se una especial relevancia el concepto de alienación, que cons-
grupo más bien nihilista de agitadores excéntricos, románticos tituye la base intelectual sobre la cual edificará Debord su no-
y utópicos, en aquel momento parecía como si la historia les ción de espectáculo. Si Marx había "puesto sobre sus pies" la
hubiese dado la razón, como si fueran los únicos a quienes la idea hegeliana de enajenación al mostrar que su "base material"
revuelta de Mayo no había cogido desprevenidos, los únicos era la explotación económica de los trabajadores, Debord, que
que dominaban el terreno y sabían orientarse en él. vive en la Francia de la posguerra el florecimiento de la sacie-
El alma y la cabeza del situacionismo fue, más allá de toda
duda, Guy Debord, un prototipo del personaje maldito, de for- 1 Véanse, a este respecto, las compilaciones de J. González del Río, La crea-
mación heterodoxa y autodidacta, que había nacido en París el ción abierta y sus enemigos. Textos situaciones sobre arte y urbanismo, Ed. De
día de los Santos Inocentes de 1931. A través de la pintoresca La Piqueta, Madrid, 1977; y de E. Subirats, Textos situacionistas. Critica de la
figura del neo-dadaísta Isidore Isou, Debord había heredado el vida cotidiana, Ed. Anagrama, Barcelona, 1973.

10 11
dad de consumo de masas y de la industria del ocio asociada a adquisición de material de desecho -lo que ya en 1959 llama-
la economía de la abundancia, la progresiva penetración del lla- ba Adorno "seudocultura" (Halbbildung), 2 y que hoy llamamos
mado american way of life y la generalización de los medios de "cultura-basura"- con el que rellenar su vergonzoso vacío? ¿No es
comunicación audiovisual, enfoca sus análisis hacia un modo locura luchar por tener cada vez más ratos libres si luego no sa-
de alienación de los trabajadores que ya no se centra en la ex- bemos qué hacer con ellos y necesitamos toda una industria -la
plotación durante el tiempo de trabajo (tiempo que, efectiva- del show business, el negocio del espectáculo- que nos ayude
mente, tiende a disminuir), sino que coloniza el ocio aparen- onerosamente a pasar el rato? ¿No sería mejor vivir? Aquello que
temente liberado de la producción industrial y se pone como los sociólogos del establishment encontraban incomprensible
objetivo la expropiación del tiempo total de vida de los hom- de la sublevación de Mayo (¿por qué unos jóvenes bien ali-
bres, del cual el mercado internacional del capital extrae ahora mentados y con un razonable poder adquisitivo se rebelan con- ,¡1
nuevas plusvalías, y que impone la generación de todo un "seu- tra una sociedad que, lejos de padecer una crisis económica,
dotrabajo" (el sector terciario o de los servicios) para alimentar atraviesa un período de crecimiento sostenido y de bienestar?
el "seudoocio" del proletariado convertido en masa de consu- ¿De qué se quejan si ya lo tienen todo? ¿No son la pobreza y la
midores pasivos y satisfechos, en agregado de espectadores que miseria las causas de las revoluciones?), sólo estaba en condi-
asisten a su propia enajenación sin oponer resistencia alguna. ciones de explicarlo una teoría que, como la situacionista, ha-
Excepción hecha -y ello sólo en cierto modo- de la llamada crí- bía diagnosticado una nueva pobreza en el corazón de la abun-
tica radical de la cultura de masas en los Estados Unidos (Dwight dancia, una pobreza que la proliferación de mercancías conserva,
MacDonald había publicado en 1962 su Against the American envuelve y disimula pero no resuelve, a saber, la miseria de la
Grain), las posiciones de Debord son claramente pioneras con vida cotidiana de los trabajadores, de quienes han descubierto
respecto a lo que luego se convertirá en un tema explotado has- que su riqueza no lo es más que aparentemente y reclaman el
ta la banalidad por los intelectuales de izquierda (y de derecha, derecho a vivir y no sólo a pasar el rato, rebelándose, como los
si los hay): el despropósito que consiste en "liberar" una canti- antiguos ludditas, contra las máquinas que les expropian su
dad creciente de tiempo de trabajo que, al no poder ser em- tiempo de vida. La perplejidad de las autoridades políticas ante
pleado en ninguna actividad real (sino únicamente en la pasi- esta protesta se debía, pues, al hecho de que planteaba pro-
vidad de la contemplación del espectáculo mismo del consumo blemas que antes no se habrían calificado como "políticos", por-
masivo), necesita que la gigantesca industria del entretenimien- que el Estado y sus instituciones no eran en rigor ni su origen
to venga a llenarlo; los escritos situacionistas pretendían, a este ni el marco adecuado para su solución. 3
respecto, asestar un golpe a la aletargada cultura de su tiempo,
relativamente autosatisfecha con su incipiente consumismo: ¿no
2
"Teoría de la seudocultura", trad. cast. V. Sánchez de Zavala, en Adorno y
Horkheimer, Sociológica, Ed. Taurus, Madrid, 1966, pp. 175-199.
es sinrazón que nos esforcemos denodadamente en ganar tiem- 3
De la relación del movimiento del 68 con el Estado, y de la filosofía po-
po a las penosas actividades laborales, y en ganar independen- lítica que de ello se sigue, me he ocupado más extensamente en un artículo
cia con respecto a nuestros inexcusables vínculos bio-fisiológi- titulado "Máquinas y Componendas", recogido en el libro Foucault y lo polí-
cos con la naturaleza, para luego destinar esas ganancias a la tico, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1999.

12 13
Pero Debord no quería que este movimiento fuese tachado sesperación de las autoridades públicas, reivindicaba el dere-
de revolución cultural, y por ello buscó, junto con fuentes fi- cho a controlar la propia vida y abominaba de la miseria de la
losóficas para actualizar el concepto de alienación, fuentes po- cotidianidad, y que además se negaba a dejarse organizar por
líticas sobre las cuales construir la práctica revolucionaria ade- los cauces de la izquierda institucionalizada (esencialmente, el
cuada a su teoría. Y las encontró en la izquierda consejista P.C.F.) y no reconocía en los Estados de la órbita de la U.R.S.S.
alemana y holandesa y, en suma, en todas las versiones prác- foco alguno de "esperanza social". El situacionismo conoció
ticas del marxismo ajenas tanto al control de la burocracia de entonces su auténtica primavera.
la Unión Soviética como al revisionis1no social-demócrata. Si
esto constituyó el factor que podría considerarse más "utópi- VANGUARDIA Y ESPECTÁCULO
co" de su perspectiva política -Debord no admite más alterna-
tiva a la sociedad vigente que el gobierno de los soviets-, tam- Y esto fue así porque, en más de un aspecto, los escritos de
bién le facilitó la lucidez temprana con respecto a la realidad Debord conservan una notable herencia de las obras de van-
de los regímenes comunistas de la órbita de la U.R.S.S., con guardia que fueron su lejano precedente. Muy al contrario de
respecto a los cuales la izquierda oficial europea (e incluso la lo que parece suceder con las obras de las "bellas artes" o con
llamada "extrema izquierda", tanto la militante como la mera- las piezas clásicas, la obra de vanguardia no se produce con la
mente intelectual) era aún tan cómplice como complaciente. intención de ser interpretada (lo que significa, en cie1to mo-
Todas estas ideas cristalizaron en el documento situacionista do, contemplada por el público de sus espectadores, apreciada,
más importante, que puede considerarse el manifiesto del gru- juzgada, etc.) sino con la finalidad de producir un impacto y
po, y que contiene el grado más alto de elaboración alcanza- de agotarse en ese choque, al tiempo que rechaza cualquier
do por este programa: La sociedad del espectáculo (abreviada otra consideración y, especialmente, cualquier tipo de recep-
en lo sucesivo como LSS), aparecida en 1967. En algunas de sus ción basada en su "belleza" y asociada al "placer" o a la frui-
páginas, Debord detecta, en los movimientos juveniles de pro- ción, por una parte, así como, por otra, toda pretensión de
testa y en las controversias de las bases de las organizaciones quedar o permanecer más allá del instante de su emisión co-
políticas de la clase obrera con sus aparatos, lo que se anun- mo algo duradero, como parte de las "obras eternas" colec-
cia como un tercer asalto de la revolución proletaria (el pri- cionadas en los Museos. El efecto de ese golpe pretendía ser,
mero habrían sido las revoluciones del siglo XIX, y el segundo en el caso de las vanguardias históricas, la disolución de la
las de la primera mitad del XX), y ofrece la teoría situacionista frontera entre el arte y la vida, la realización del arte en la vi-
como auxilio a esas nuevas luchas prácticas que buscaban un da y, en suma, la eliminación del "arte" (o de la Estética) co-
modo de inteligibilidad y una forma de organización. Y, aun- mo una esfera cultural separada de la cotidianidad. Y Debord
que Debord decía también que la teoría revolucionaria debe no deja de llamar la atención sobre la solidaridad estructural
saber esperar, el caso es que sólo unos pocos meses después de las vanguardias históricas (dadaísmo y surrealismo) con el
de la aparición del libro estalló el movimiento del 68. Un mo- segundo asalto de la revolución proletaria (anarquismo y mar-
vimiento que, conforme a las previsiones de Debord y para de- xismo). Pues bien: así como, para Debord, hay una distinción
14 15

AtlEOHENY COLLFGE LHlRARY


entre aquellas obras artísticas que están desde el principio des- Pero ninguna primavera es eterna. Continuando con nuestro
tinadas a la interpretación, a la especulación o al juicio estéti- paralelismo entre el situacionismo y las vanguardias artísticas,
co -que serían las obras "clásicas" o "de las Bellas Artes", es podríamos decir esto: si las obras de vanguardia hubiesen con-
decir (siempre según Debord), las que aceptan la división de seguido el efecto pretendido, a saber, el Zusammenbruch de la
la sociedad en clases, la escisión entre los que trabajan y no institución cultural del arte como esfera separada de la vida (lo
disfrutan del producto de su trabajo y los que disfrutan del re- cual, previsiblemente, debería haber ocurrido al mismo tietnpo
sultado del trabajo ajeno (los que interpretan, juzgan y obtie- que el desplome final y concertado del capitalismo y del Esta-
nen "placer estético")- y aquellas otras obras que se producen do), entonces, realmente, toda interpretación estaría de más. Pe-
para terminar con esa escisión, para realizar el arte en la vida ro es el caso que ese desplome definitivo no se ha producido. Las 4 1
y abolir la separación de ambas esferas -que serían las obras consecuencias de este "fracaso" son perfectamente diagnostica-•,•
de vanguardia o de "arte contemporáneo"-, hay también una das por Debord en lo que se refiere al arte de vanguardia: sus
distinción entre aquellos escritos teóricos que se ofrecen ya productos quedan, como el paisaje después de una batalla, a
de entrada como especulación o interpretación (las filosofías modo de restos de una guerra fallida que han perdido su razón
que se piensan a sí mismas como "interpretación del mundo", de ser y que se perpetúan, insólitamente conservados, en aque~
en el léxico de la undécima tesis sobre Feuerbach), 4 y aque- lla esfera cultural separada (los museos, las galerías, las colec-
llos otros que se producen para ser puestos en práctica, es de- ciones y, en definitiva, la institución del arte) que ellos habían
cir, que se proponen la "realización de la filosofía en la histo- nacido precisamente para destruir, amparados por el entorno
ria" o la "transformación del mundo". A esta segunda categoría que detestan, derrotados en su pretensión de realizarse en la vi-
pertenece, sin duda, la obra del mismo Debord. Él confiesa da, y condenados a permanecer presos y rehenes de sus ene-
haberla escrito con la única intención de molestar a la socie- migos, colaborando contra su voluntad a la legitimación del sis-
dad del espectáculo, y Mayo del 68 es una herida notable cau- tema social contra el que se levantaron en armas. De ahí la
sada a dicha sociedad que, en parte, constituye la medida de particular impresión de desnudez, orfandad y desamparo que
su éxito práctico (que es exactamente la clase de éxito al que despiertan estos objetos, que ya no quieren ser juzgados con los
Debord aspiraba). Después, tanto la filosofía como la política cánones del juicio estético -porque han descubierto que el pla-
intentaron, de los más diversos modos, responder a la crisis cer de la belleza era una coartada bajo cuyo amable velo se ocul-
abierta en el 68, pero los situacionistas se encuentran entre los taban la devastación, el exterminio, la explotación y el sufri-
pocos que pueden decir que, al contrario, fue el 68 quien res- miento-, pero que tampoco pueden ser juzgados de ninguna otra
pondió a su llamada. El 68 estuvo a la altura de los situacio- manera. ¿Qué hacer, pues, con ellos? ¿Abandonarlos a los movi-
nistas, mientras que casi todos los demás tuvieron que procu- mientos especulativos del mercado internacional del arte y al
rar ponerse a la altura del 68. azar de las subvenciones estatales, a la espera de que el próxi-
mo ismo consiga finalmente los objetivos de esa revolución siem-
Hasta ahora los filósofos se han dedicado a interpretar el mundo; de lo que
4 pre traicionada y siempre pendiente? Dado que han perdido to-
se trata, empero, es de transformarlo. da su "efectividad", todo su sentido literal (son armas que ya no
16 17
disparan, que han mostrado su fracaso en el campo de batalla, Tanto los artistas -productores de interpretables- como los her-
y que el enemigo ha reducido, para su escarnio, a la condición meneutas -productores de interpretaciones- serían revolucio-
de piezas de museo que le recuerdan su victoria, a la condi- narios fracasados que se han quedado sin empleo por quiebra
ción de "obras de arte", de inofensivas y desgastadas metáforas), de su industria, y que viven los unos del fracaso de los otros.
la única alternativa a ese abandono es aquella otra de la que tam- Porque, por otra parte, la interpretación de un fracaso no pue-
bién querían huir: la interpretación. De modo que, en esta cla- de llevar sino a un fracaso de la interpretación (razón por la
se de objetos, hay un secreto vínculo entre fracaso e interpreta- cual todas las interpretaciones de las obras de vanguardia pa-
ción: por una parte, es comprensible el deseo del artista de recen arbitrarias y retóricas, aleatorias): cuando los artistas fra-
vanguardia de que su obra no sea interpretada, pues la mera po- casan en su intento de transformar el mundo, los filósofos tam- .
1
sibilidad de interpretación es ya el síntoma de su fracaso, por lo bién fracasan en su intento de interpretarlo. La interpretación ,J
cual la resistencia a la interpretación podría ser una simple re- es, ciertamente, el destino fatal de toda obra que no consigue
sistencia a reconocer los propios fracasos; si se puede leer, si se alcanzar por sí misma el sentido que su autor quería darle, pe-
puede interpretar, entonces es que no se ha realizado, es que no ro la interpretación misma está condenada al fracaso (esto es, a
se ha confundido con la vida, es que, a pesar de su afán sub- ser sustituida por -o a rivalizar indecidiblemente con- otras in..,
versivo, se ha vuelto legible, interpretable, es que se ha conver- terpretaciones, a veces incompatibles o inconmensurables). Así,
tido en espectáculo, es decir, en mercancía desprovista de todo Umberto Eco relataba hace muchos años las peripecias de esa
poder transformador; y ello explica también las reticencias del frustración arquitectónica llamada Brasilia: los urbanistas que la
artista hacia la hermenéutica (que ha venido a cumplir esta fun- erigieron querían dar un sentido muy preciso a sus formas, y
ción de intérprete: recuérdese, por ejemplo, la sonora y satírica esperaban que la historia -y, ante todo, sus usuarios- se adap-
resistencia de Marcel Duchamp contra todas las lecturas "cultu- taría a sus designios. Muy al contrario, sus formas se convirtie-
ralistas" de sus trabajos), pues siente al intérprete como cómpli- ron en grandes monumentos insignificantes que la historia se
ce de aquella sociedad que ha provocado su fracaso, aunque el encargó de llenar efectivamente de sentido, un sentido que re-
hermeneuta no tenga responsabilidad directa alguna en él (co- sultó ser contrario al previsto por sus diseñadores (pero cuya
mo tampoco los economistas liberales de la época de Marx te- significación final está aún por decidir). Esto es lo que les su-
nían responsabilidad directa en la represión del movimiento obre- cede a todas esas obras de vanguardia que se resisten a la in-
ro). El fracaso es la ratio essendi de la interpretación de las obras terpretación y se esfuerzan en ser tomadas al pie de la letra. 5
de vanguardia, pero la interpretación es la ratio cognoscendi de
su fracaso. Y en este double bind sigue resonando la undécima 5 Lo cual ocurre también en el caso de Debord: como recuerda oportuna-

de las Tesis sobre Feuerbach, en una nueva lectura: cuando los mente Anselm Jappe, el autor de LSS fue siempre extremadamente ca1.1to con
filósofos se dedican a interpretar el mundo -a contemplar las s1.1 obra, "una obra que no quiere ser interpretada, sino tomada al pie de la le-
tra. Durante mucho tiempo, Debord aprobó solamente aquellas lecturas de s1.1
obras de arte- es porque han fracasado todos los intentos de pensamiento cuya rigurosa literalidad se aproximaba a la pura y simple re-
cambiarlo. Si aún hay obras de arte, ello significa que el gesto producción de sus textos" (Guy Debord, trad. cast. L. A. Bredlow, Ed. Anagra-
del artista no se ha convertido en práctica vital revolucionaria .. ma, Barcelona, 1998, p. 19).

18 19
Si en Mayo del 68 se hubiese producido en Francia la liqui- tinatarios no han aceptado la imagen del mundo (y de ellos
dación del capitalismo y la sustitución del Estado francés por mismos en ese mundo) que el emisor presuponía en sus enun-
el gobierno de los soviets, entonces LSS no tendría que ser in- ciados. Si yo pregunto a alguien "¿Has leído todos los artículos
terpretada ni seguramente releída, porque se habría realizado de Fulano?", estoy presuponiendo (entre otras muchas cosas)
literalmente en la práctica revolucionaria. Pero la realidad, que que Fulano ha escrito más de un artículo. Si mi interlocutor me
al principio pareció dar la razón a la teoría, no tardó mucho contesta negativa o afirmativamente, eso implica que acepta
tiempo en desviarse de ella. Y esta es una afrenta que Debord mis presupuestos, y entonces el significado que yo pretendía
difícilmente perdonará a la realidad. Antes he utilizado como dar a mi enunciado queda consolidado; pero si, por el contra-
ejemplo la arquitectura -especialmente pertinente por ser un rio, la contestación es, por ejemplo: "Fulano no ha escrito ni
arte destinada a ser "llevada a la práctica" y por ser el territo- un solo artículo en toda su vida", entonces mi intención de sig-,,f 1
rio preferente de intervención de los situacionistas-, y ella si- nificar como locutor habría fracasado. En el caso de LSS, el in-
gue siendo un observatorio privilegiado de esas peligrosas amis- terlocutor es sin duda "el proletariado". Lo cual, dado que De-
tades entre fracaso e interpretación. La razón fundamental por bord pronostica y diagnostica una proletarización del mundo,
la cual Brasilia -el significante arquitectónico "Brasilia"- no lle- significa, al menos tendencialmente, todos los hombres. Y, del
gó a adquirir el significado que habían pretendido darle sus di- mismo modo que los arquitectos de vanguardia suelen excu-
señadores fue, esencialmente, que aquellos que tenían que lle- sarse, ante el rechazo de uno de sus edificios por parte de sus
var a la práctica ese diseño -los constructores, los financiadores, usuarios, diciendo que "no han comprendido" el significado de
los usuarios- no aceptaron dicha intención significativa. En es- su obra, los teóricos revolucionarios tienen tendencia a expli-
te ejemplo se encierra otra ley más general, que no se aplica car el fracaso de sus obras aduciendo una disculpa que a ve-
solamente a la arquitectura, a las obras de arte o a las teorías ces puede convertirse en lo que los teólogos escolásticos lla-
sociales, sino a toda acción humana con sentido, y es que un man una excusatio vulpina: el proletariado es realmente como
signo sólo llega a adquirir el significado que su emisor pretende yo digo que es, lo que sucede es que no lo sabe, y no por ca-
conferirle si el destinatario acepta esa pretensión (y Debord sualidad, sino porque se le mantiene deliberadamente aliena-
suscribe tácitamente esta ley cuando concibe el "consejo obre- do para impedir su organización revolucionaria; esto es tanto
ro" como una comunidad de diálogo entre iguales): 6 sólo el como decir: mi teoría es verdadera, es la realidad (alienada,
acuerdo de los locutores consolida y realiza un significado. Así falsificada por el espectáculo, por el Capital y por el Estado)
que, cuando una de estas obras "destinadas a la práctica" y que la que es falsa y, por tanto, de lo que se trata es de modificar la
se resisten a la interpretación se convierte en pasto de esta úl- realidad hasta que se adapte a mi teoría. Modificación que re-
tima -es decir, de acuerdo con la hípótesis de Debord, "fraca- sulta, sin embargo, indefinidamente aplazada por el hecho de
sa"-, esto no puede significar más que el hecho de que sus des- que aquellos que habrían de realizarla están, justamente, en-
gañados, alienados y, por tanto, paralizados (como alternativa,
6
A pesar de lo habermasiano de la expresión, está tomada literalmente del
tendría que ser forzada por algunos dirigentes que se erigieran
mismo Debord. en representantes de la conciencia proletaria -cosa constante-

20 21
mente rechazada por Debord, quien incluso durante Mayo del falto de imaginación como de memoria (a saber, el espectácu-
68 no se privó de enunciar el orteguiano "No es esto, no es es- lo). La teoría revolucionaria es, pues, siempre verdadera y eter-
to"-, pero eso sería manifiestamente dirigismo espectacular). namente joven, porque lo real es la revolución (1968, 1936,
Debord disolvió la Internacional Situacionista en 1972. Esta 1917, 1870) y el resto nada más que ilusión y falsedad. Desde
disolución, así como la clandestinidad, el hermetismo y la in- esta posición tan radical, el propio Debord, ese "espíritu libre"
visibilidad que eligió desde entonces como su estilo vital no que no sentía pudor a la hora de citar a d'Ors y que tradujo al
son sino modalidades de ese fenómeno que antes hemos des- francés las Coplas de Jorge Manrique, se fue convirtiendo en
crito como resistencia a la interpretación, como si Debord qui- una suerte de figura fantasmal, un espíritu exiliado del Plane-
siera escapar él mismo -y salvar a su teoría- de la ley que se ta Revolución (o del Planeta Historia) condenado a vagar por
deduce de sus propias tesis, es decir, que toda obra que fra- el desierto de una sempiternidad ahistórica en el cual su voz1 •,.¡
1
casa en la práctica está condenada. a convertirse en espectá- no puede más que clamar sin ecos, como un alma "revolucio-
culo (siendo la interpretación especulativa una variante, aun- naria" accidental y trágicamente unida a un cuerpo social re-
que superior, de esa espectacularización de la cultura). Debord, formista, conservador o reaccionario, en cuyos oídos "la ver-
para quien la historia lo es todo, quiso salvarse a sí mismo y a dad" se desperdicia como en un saco roto. En 1967, Debord
su obra precisamente de la historia, de la contingencia de que compartía con muchos de sus contemporáneos una determi-
la historia posterior al 67 siguiera llenando su obra de un sen- nada "filosofía de la Historia" que, como él reconoce abierta-
tido distinto de aquel que él había intentado conferirle. En el mente, procede de Hegel (aunque haya sido corregida por
mismo prólogo que antecede a la versión de LSS que ahora pre- Feuerbach y Marx, entre otros), una filosofía según la cual hay
sentamos, Debord advierte que, veinticinco años después de (o, cuando menos, debe haber) una sola Historia, la Historia
su primera edición, del libro no necesita cambiarse ni una co- Universal de la Humanidad (esa que, según el Man?fiesto Co-
ma. Y añade con arrogancia: no soy de los que se corrigen. Lo munista, es la Historia de la lucha de clases); y, además, esta
primero significa que, para Debord, no ha pasado un solo mi- Historia tiene un sentido. Es verdad que, según declara explí-
nuto de historia desde 1967. Lo segundo que, si la realidad no citamente LSS, la Historia no tiene un fin; pero esta declaración
ha confirmado su teoría, es la realidad quien debe rectificar, no significa sino la inversión (de acuerdo con la propuesta de
no la teoría. A1nbos argumentos se justifican porque, según De- Marx) de la tesis hegeliana del fin de la Historia, puesto que
bord, las épocas "revolucionarias" no son interrupciones de la para Debord la finalidad de la Historia (a saber, su propia re a-
historia sino, al contrario, las únicas en las cuales verdadera- lización en cuanto tal) es su principio: la Historia se dirige ha-
mente transcurre la historia, las únicas en las cuales la histo- cia aquel punto en el que podrá de verdad comenzar, cuando
ria es lo que es (progreso, avance), mientras que durante el los hombres -todos los hombres- puedan ser agentes, prota-
resto del tiempo -y debido tanto a las "condiciones materiales gonistas y dueños de su historia, cuando todos los hombres
de existencia" como a sus "correlatos ideológicos"- la historia tengan historia y hagan la Historia.
permanecería frenada, obstruida, detenida y congelada en un El hecho de que LSS haya tenido que sobrevivir al 68, es de-
presente íngrimo tan carente de futuro como de pasado, tan cir, no se haya realizado plenamente, puede entenderse, desde
22 23
luego, como una consecuencia de que vivimos en tiempos po- EL GLOBO ALDEANO
co propicios a las revoluciones: la tesis de Debord según la cual
la teoría revolucionaria debe saber esperar y no pedir milagros La mayoría de nosotros, los que hemos hecho precisamente
al proletariado podría significar, entonces, una inequívoca es- aquello que Debord no quiso hacer -sobrevivir al 68-, a fuer-
peranza de que algún día volverán esos tiempos y verificarán za de firmar compromisos más o menos vergonzosos con el es-
LSS; pero puede también significar que el interlocutor al que pectáculo dominante y con el imperio de lo falso, hemos de
Debord se dirigía ya no existe (supuesto que haya existido al- volver a leer LSS sin el rencor de quienes prefieren olvidar su
guna vez), en cuyo caso el rechazo de las tesis de Debord por contenido como si nunca hubiera existido, y sin la nostalgia de
parte de los despreciables espectadores podría indicar otra cosa quienes viven en el lamento permanente por la juventud per-
distinta que la simple falsa conciencia. 7 De estas dos posibili- dida; nos enfrentamos a la ingente tarea de aprender a enve- 1f 1
dades, es obvio que Debord eligió la primera: si la "realidad es- jecer con dignidad y con generosidad o, lo que viene a ser lo
tablecida" niega a Mayo del 68 su carácter de realidad (convir- mismo, tenemos que leer LSS desde nuestras heridas, que no
tiéndolo en un sueño infantil o en una pesadilla de estómagos son sino las heridas de la historia -toda generación tiene su he-
desagradecidos, en un delirio o en una travesura), y dado que rida histórica, su 1968, como la de nuestros padres tuvo su 1936
la realidad establecida es una realidad "invertida" y "falseada", o su 1945, y la de nuestros abuelos su 1917-, aunque ello sig-
la postura correcta consiste en invertir lo invertido y negarle a la nifique nuestra infidelidad a Debord al menos en estos dos pun-
realidad establecida el carácter de realidad, convertirla en un tos: primero, que sentimos que el valor de su obra no se ago-
sueño narcótico cuyo despertar es precisamente el 68 (todos los ta en el impacto que produjo en su fecha de nacimiento; y
sesenta y ochos pasados y futuros), y convertirse a sí mismo y segundo, que queremos pensar que no es cierto que todo lo
a LSS en una suerte de espectros del68 que, aquí y allá, apare- que fracasa en su intención revolucionaria está condenado a
cen para recordarnos la posibilidad de que se reabra la herida, convertirse en canallesco espectáculo (razón por la cual, por
para mantener viva la memoria de aquello que ahora sus pro- ejemplo, podemos aún leer con provecho el Manifiesto Comu-
pios protagonistas niegan que haya sucedido alguna vez. De es- nista). Notamos, por ello, que, a pesar de haber aparecido en
ta opción de Debord hay que decir, al menos, que él la abrazó, 1967, los fenómenos que analiza LSS, las tendencias que des-
hasta el 30 de Noviembre de 1994, con un grado de coheren- cribe y los pronósticos que realiza no han hecho más que agu-
cia y de honestidad que sólo cabe calificar de ejemplar. dizarse y confirmarse en el período transcurrido desde su pri-
mera edición. En este sentido, como en otros, la lucidez de
Debord es tan sorprendente como encomiable: el lector que se
7
acerque por vez primera a este texto encontrará sin duda lla-
Se observará que, en sus Comentarios sobre la sociedad del espectáculo, de
mativo el elevadísimo porcentaje de cumplimiento de las pro-
1988 (trad. cast. C. López y]. R. Capella, Ed. Anagrama, Barcelona, 1990, re-
ed. 1998), Debord excluye prácticamente cualquier referencia positiva al por- fecías debordianas, especialmente en sus aspectos más sinies-
venir revolucionario, centrando sus consideraciones en los aspectos negativos tros, y descubrirá, de paso, en este texto tan maldito como su
de las condiciones vigentes. autor, el origen de muchos de los argumentos que la crítica so-
24 25
cial posterior de las sociedades "opulentas" (desde la denun- mundial, lo planetario, un concepto que los nuevos medios de
cia de la espectacularización de la política, del arte o de la cul- comunicación y transmisión han convertido hoy en realidad
tura en general, hasta la proliferación de la obscenidad emo- (aunque sea virtual).
cional y periodística en los últimos avances del sensacionalismo Pero -digamos al menos esto en favor del autor de La Gala-
cínico, la prensa de escándalo o el reality show -expresión que, xia Gutemberg-, su profecía escondía un veneno que, aunque
por cierto, parece tomada de los panfletos situacionistas-, pa- en 1962 fuera poco visible, no era demasiado difícil de extraer
sando por las polémicas en torno a lo global y lo local y la so- para alguien como Debord, a quien podríamos calificar, si-
ciedad de la información) no ha hecho más que reciclar, tri- guiendo con la misma terminología, como "el príncipe de los
vializar y, en buena parte, reeditar (casi siempre sin citar su apocalípticos". Quiero decir que el estribillo de la "aldea glo-
1
procedencia); el lector que, en cambio, revisite este texto des- bal" no hablaba únicamente de un proceso cuyo resultado fi-,j
pués de treinta años de relativo silencio, tendrá que admitir que nal sería la globalización, sino también, e indisolublemente, de
el propio concepto (así como el rótulo) "sociedad del espec- un proceso que desembocaría en la aldeanización de la exis-
táculo" no es menos adecuado (sino acaso mucho más com- tencia. La tendencia actual que consiste en oponer la dinámi-
prensivo), para describir el actual estado de cosas, que el tan ca de la globalización a un fenómeno descrito a menudo co-
sobado de "posmodernidad" o "sociedad posindustrial". mo resurrección de "lo local" (y presentado a veces como un
Del sociólogo canadiense Marshall MacLuhan decía Guy De- posible modo de resistencia frente a los procesos mundiali-
bord que, en la época en la que apareció LSS, era "el primer zantes) revela groseramente su desconocimiento de algo que,
apologista del espectáculo, que parecía el imbécil más con- tanto para MacLuhan como para Debord, era absolutamente
vencido de su siglo". 8 Tal es la pobre imagen dominante que necesario: me refiero a la estricta solidaridad -si no identidad-
de MacLuhan ha quedado en nuestra "memoria espectacular", entre la globalización y la aldeanización de la existencia. Co-
algo así como -recurriendo a las categorías popularizadas por rresponde, sin duda, a la línea de pensamiento representada
· Umberto Eco- "el príncipe de los integrados" en el nuevo or- por MacLuchan -y, por tanto, a los "integrados"- el mérito de
den mundial de la cultura de masas, de quien apenas conser- haber llamado la atención sobre el lado "global" de nuestro
vamos una fórmula, eso sí, repetida por doquier y hasta lasa- porvenir, y sobre el modo en que la evolución de las socieda-
ciedad: su profecía acerca de la aldea globaL De esta profecía des hacia un futuro de telecomunicación total de la informa-
-o del modo macluhaniano de anunciarla- procede, además, ción implica cambios sustanciales y decisivos en la definición
el ténnino "globalización", que hoy se ha convertido en eti- misma de lo humano, tal y como lo humano ha podido con-
queta recurrente para nuestra época de interconexión inme- cebirse en una historia de la cultura occidental que alcanza uno
diata. Este mismo hecho revela que, tanto para los partidarios de sus momentos culminantes, precisamente, en la Declaración
de las tesis de MacLuhan como para sus herederos actuales, el Universal de Derechos del Hombre. Pero corresponde, por el
factor relevante de aquella fórmula era justamente lo global, lo contrario, a la orientación crítica simbolizada por el manifies-
to de Debord -y, por tanto, a los "apocalípticos", a la cabeza
8
Comentarios sobre la sociedad del espectáculo, op. cit., p. 47. de los cuales se sitúa hoy Paul Virilio-, el mérito no menor de

26 27
haber subrayado, en un momento en el cual el hacerlo resul- . -- al menos la información más importante- que circula en
clon-
taba harto impopular, que el mundo se encontraba en una fa- la red telemática, y privadas son las diferentes ald:as separa-
se de "reordenamiento del territorio" cuyo final sería una re- das que salpican los espacios civiles en rui~as; pnvadas son,
edición -con acentos más o menos específicos- de las viejas incluso, las guerras que ahora libran entre s1 algunas de estas
comunidades rurales de las sociedades agrarias, y que tal cosa aldeas diseminadas.
era lo que se anunciaba en expresiones aún incipientes como se ha hablado también de una "nueva Edad Media" ,9 y ello es
"sociedad posindustrial" o incluso "posmodernidad". bien comprensible. El proceso al que asistimos se parece, en
De modo que ambos autores, aunque con grado de con- fecto al proceso altomedieval de vaciamiento y abandono de
ciencia diferente y con diversos sentimientos hacia el fenóme- ~as ci~dades. Los historiadores de este período han descrito el 1
no en cuestión, se hacían portavoces de un proceso que ya m odo en que la vida se traslada desde los grandes centros. ur- J
desde principios del siglo XX se había manifestado de múlti- banos y cosmopolitas -Roma, Atenas, Babilonia, Constantmo-
ples maneras, entre las cuales tanto los totalitarismos fascista y la Alejandría- hacia las comunidades rurales -centradas en
ptorno) a la Iglesia como lugar de sa1vae1on-,
•/ y h an sena
- 1a d o que
estalinista como las llamadas "vanguardias artísticas" y las mu-
taciones en las formas literarias canónicamente modernas no esta aldeanización es la que convierte al bosque de la Europa
son el menor síntoma, un proceso que podríamos calificar sim- medieval en un equivalente del desierto cercanoriental: la es-
plemente como la desaparición de la ciudad, de la ciudad mo- pesura sombría que rodea la aldea, en ~a que. acechan los pe-
derna como tejido urbano inseparable de la escena civil de los ligros, no sólo de los salteadores de cammos, smo de los mons-
derechos de ciudadanía y del espacio público de intercambio truos y los demonios de la Noche, que son a los bosques lo
de argumentos y mercancías, indisolublemente unida a lo que que al desierto son los espejismos. Para nosotros, las ciudades
MacLuhan llamaba el hamo typographicus (es decir, el "bur- -el espacio urbano actual- empiezan a convertirse en bosques
gués" que sabe leer y escribir), a la formación de los Estados- 0
desiertos inhabitables, peligrosos y poblados de fantasmas,
nación y a la "libertad de prensa". Esta desaparición tiene, por que rodean amenazadoramente las aldeas contemporá~e~s -las
tanto, dos caras: la ciudad "superada" por las grandes unida- urbanizaciones, los barrios, a veces simplemente las v1v1endas
des supranacionales y, tendencialmente, planetarias o mun- privadas- en cuyo interior el neocampes~nado pos~ndust~ial se
diales; pero también la ciudad "disgregada" en comunidades pone a salvo conectándose a un espaClo global mtang1ble Y
aisladas (a veces constituidas por un solo individuo), disemi- -en el sentido debordiano del término- "espectacular".
nadas, dispersas y sin ningún territorio común. En cierto sen- El espacio público de la ciudad moderna no fue solamente,
tido -en el sentido jurídico y sociológico-, la "ciudad" que así como es obvio, el tranquilo escenario de la ordenada vida bur-
desaparece es lo que los teóricos del liberalismo bautizaron co- guesa, sino también el teatro de una contienda e~ la cual qui:-
mo sociedad civil, es decir, el espacio público. P1ueba de ello nes con su esfuerzo habían conseguido constrmr ese espac1o
es que tanto los territorios globales virtualmente planetarios co-
mo las aldeas locales disgregadas y dispersas son cada vez más 9 Cfr. Umberto Eco, "Hacia una nueva Edad Media", en La estrategia de la

objeto de una creciente privatización: privada es la informa- ilusión, Ed. Lumen, Barcelona, 1996, pp. 65-86.
29
28
-los trabajadores cuya fuerza concertada por la industria libe- La célebre profecía de la aldea global, de la cual no dejamos
ró a los hombres de los ciclos naturales y les permitió fabricar de hacernos lenguas desde entonces, mostraba, desde su pro-
un espacio y un tiempo emancipados de la sangre y la tierra- pia formulación, la ambigüedad de lo que anunciaba: por una
pugnaban por el derecho a disfrutar de él. Entre otros, Walter parte, un proceso de globalización sin precedentes, sobre el
Benjamin10 ha sugerido que la ciudad es una suerte de libro en cual el propio MacLuhan cargó las tintas en su momento; y, por
el que podemos leer esa historia: la de los desheredados sien- otra parte, un proceso de aldeanización igualmente inédito
do una y otra vez rechazados hacia los miserables suburbios (cuyos mentores serían "los apocalípticos" de nuestros días),
(expulsados del espacio público), y una y otra vez intentando que Debord supo dibujar con trazo firme en sus aspectos más
ocupar la ciudad para apropiarse del fruto de su trabajo. Y el siniestros. La impresión que va abriéndose camino desde en-
1
mismo Benjamín caracterizaba las operaciones urbanísticas más tonces es, por tanto, la de que los dos extremos de esa pre- ,J
notables del final del siglo XIX como intentos de impedir que sunta alternativa (y los dos términos de la fórmula macluha-
ese programa de ocupación tuviera éxito, estrategias para ex- niana y del título de Eco), lejos de ser excluyentes, se requieren
traer las lecciones de experiencias como la Revolución del 48 y exigen mutuamente: cada progreso en el sentido de la globa-
o la Comuna de París y diseñar un espacio en el cual el movi- lízación, parece ser una regresión en la dirección de la aldea-
miento obrero no pudiera volver a instalar sus barricadas. En nización. Cuanto más completa es la integración, más cerca
algunos lugares -entre nosotros, notoriamente en la ciudad de estamos del apocalipsis, o cuanto más globales somos, tanto
Barcelona-, esta operación urbanística fue bautizada con el sig- más aldeanos (en consonancia con lo cual el ecologismo se ha
nificativo título de "El ensanche". Pues, efectivamente, se tra- convertido en la ideología de salvación del neocampesinado
taba de eso, de ensanchar las avenidas para que nadie encon- generalizado). En este sentido, LSS, lejos de ser un monumen-
trase en ellas la ocasión de atrincherarse. En la segunda mitad to del pasado cercano, es también un instrumento de ilumina-
de nuestro siglo hemos asistido a otro "ensanche" de propor- ción de nuestro porvenir.
ciones inusitadas: la amplificación de las avenidas ha llegado
esta vez a convertirlas en autopistas -de la información- cuyos JOSÉ LUIS PARDO
límites se confunden con los confines de la Tierra, un espacio
en el que nadie puede ya encontrar refugio ni levantar una ba-
rricada, que nadie -salvo las corporaciones transnacionales-
puede hacerse la ilusión de "ocupar".

10
Del mismo modo que es razonable sorprenderse por el silencio al que se
han visto sometidos los textos de Debord, también me ha resultado siempre
extraño que en LSS no hubiera una sola alusión a Walter Benjamin, quien po-
dría considerarse, a tenor de textos como el que encabeza estas líneas, el pre-
cedente más directo de la idea debordiana de una "sociedad del espectáculo".

30 31
PRÓLOGO PARA LA TERCERA EDICIÓN FRANCESA

La sociedad del espectáculo se publicó por primera vez en la


Editorial Buchet-Chastel de París en 1967. Los disturbios de Ma-
yo la dieron a conocer. Desde 1971, el libro, del que no he
cambiado ni una palabra, ha sido reeditado por las Editions
Champ Libre que, tras el asesinato del editor en 1984, adopta-
ron el nombre de Gérard Lebovici. Las reimpresiones se suce-
dieron regularmente hasta 1971. También la presente edición
es rigurosamente idéntica a la de 1967, y esta misma regla pre-
sidirá la edición de todos mis libros en la Editorial Gallimard.
No soy de los que rectifican.
Una teoría crítica como la contenida en este libro no precisa
cambio alguno en tanto no desaparezcan las condiciones ge-
nerales del dilatado período histórico que ella fue la primera
en definir con exactitud. El desarrollo subsiguiente de este pe-
ríodo no ha hecho más que confirmar e ilustrar la teoría del es-
pectáculo cuya exposición, ahora reiterada, puede también
considerarse como histórica en un sentido más modesto: da
testimonio de la posición más extrema durante las disputas del
68 y, por tanto, de lo que ya podía atisbarse en 1968. Los más
ilusos de entonces han tenido, mientras tanto, ocasión de en-
terarse, por los desengaños que han llenado su existencia, del
significado de fórmulas como "la negación de la vida que se
33
torna visible", 1 "la pérdida de la cualidad" 2 ligada a la forma una tesitura en la cual la policía en cuanto tal es algo comple-
mercancía y la "proletarización del mundo". 3 tamente novedoso).
Por lo demás, con el tiempo he ido acumulando algunas ob- El mundo sólo pudo proclamarse oficialmente unificado por-
servaciones acerca de las novedades más importantes acae- que previamente se había producido esta fusión en la realidad
cidas en el curso ulterior de este mismo proceso. En 1979, apro- económico-política a escala mundial. Y, asimismo, si el mun-
vechando la ocasión que me brindaba un prefacio destinado a do tenía necesidad de reunificarse rápidamente, ello se debía
una nueva traducción italiana, 4 me ocupé de las transforma- a la gravedad que representaba un poder separado en la si-
ciones ocurridas en la naturaleza misma de la producción in- tuación universal a la que hemos llegado; el mundo necesita-
dustrial, así como en las técnicas de gobierno, en las cuales co- ba participar como un solo bloque en la misma organización 1
menzaba a autorizarse el uso de la fuerza espectacular. En 1988, consensual del mercado mundial, espectacularmente falsifica- ,J
mis Comentarios sobre la sociedad del espectáculo 5 dejaron cla- do y garantizado. Pero, finalmente, no habrá unificación.
ramente establecido que la antigua "división mundial del tra- La burocracia totalitaria, "relevo de la clase dominante de la
bajo espectacular" entre los imperios rivales de "lo espectacu- economía de mercado", nunca confió demasiado en su porve-
lar concentrado" y "lo espectacular difuso" había concluido con nir. Tenía conciencia de. ser "una forma subdesarrollada de da-
una fusión que dio lugar a la forma común de "lo espectacu- se dominante" ,I y aspiraba a algo mejor. Hacía ya tiempo que
lar integrado". la tesis 58 había establecido el siguiente axioma: "el espectá-
Esta fusión puede glosarse sumariamente rectificando la te- culo hunde sus raíces en una economía de la abundancia, y de
sis 105, la cual, refiriéndose a lo ocurrido hasta 1967, distinguía ella proceden los frutos que tienden a dominar finalmente el
entre esas dos formas antedichas, señalando prácticas opues- mercado del espectáculo".
tas en cada una de ellas. Al haber terminado en reconciliación Esta voluntad de modernización y unificación del espectá-
el Gran Cisma del poder de clase, habría que decir que las prác- culo es la que ha conducido a la burocracia rusa a convertirse
ticas unificadas de lo espectacular integrado han conseguido, repentinamente, en 1989, a la actual ideología de la democra-
en nuestros días, "transformar económicamente el mundo" y, cia: es decir, a la libertad dictatorial del Mercado, atemperada
al mismo tiempo, "transformar policialmente la percepción" 6 (en por el reconocimiento de los Derechos del Hombre especta-
dor. Nadie en Occidente ha hecho el menor comentario críti-
1
Ver más adelante, Capítulo I, tesis 10 (Dado que el original no contiene
co acerca de la significación y las consecuencias de tan extra-
notas a pie de página, todas las de la presente edición son del traductor, por ordinario acontecimiento mediático, lo que ptueba por sí mismo
lo que no volveremos a reiterar esta advertencia). el progreso de la técnica espectacular. Lo único que ha podido
2
Capítulo II, tesis 38. registrarse es la apariencia de una suerte de conmoción geo-
3
Capítulo I, tesis 26. lógica. Se fecha el fenómeno, considerándolo suficientemente
4
Este prefacio está hoy recogido en la reedición de 1998 de los Comenta-
comprendido, y contentándose con retener una señal tan ele-
rios sobre la sociedad del espectáculo citados en la siguiente nota.
5
Trad. cast. C. López y]. R. Capella, Ed. Anagrama, Barcelona, 1990.
6
Capítulo IV, tesis 105. 7
Capítulo IV, tesis 104.

34 35
mental como la caída del muro de Berlín, tan indiscutible co- l. LA SEPARACIÓN PERFECTA
mo el resto de las señales democráticas.
Los primeros efectos de la modernización se detectaron en
1991, con la completa disolución de Rusia. Ahí vemos expuesto, "Nuestra época, sin duda alguna, prefiere la imagen a la cosa,
con más claridad que en Occidente, el desastroso resultado de la copia al original, la representación a la realidad, la aparien-
la evolución general de la economía. El caos no es más que su cia al ser ... Para ella, lo único sagrado es la ilusión, mientras
consecuencia. En todas partes se plantea la misma terrible pre- que lo profano es la verdad. Es más, lo sagrado se engrande-
gunta, que desde hace dos siglos avergüenza al mundo ente- ce a sus ojos a medida que disminuye la verdad y aumenta la
ro: ¿Cómo hacer trabajar a los pobres allí donde se ha desva- ilusión, tanto que el colmo de la ilusión es para ella el colmo
necido toda ilusión y ha desaparecido toda fuerza? de lo sagrado." \r 1
La tesis 111, al reconocer los primeros síntomas del crepús-
culo ruso a cuya explosión final acabamos de asistir, y antici- Feuerbach (Prólogo a la segunda edición
pándose a la inminente desaparición de aquello que, como di- de La esencia del cristianismo)
ríamos hoy, se borrará de la memoria del ordenador, enunciaba
este juicio estratégico, cuya exactitud será fácil de conceder:
"La descomposición mundial de la alianza de la mistificación l.
burocrática es, en última instancia, el factor más desfavorable
para el desarrollo de la sociedad capitalista". La vida entera de las sociedades en las que imperan las con-
Este libro ha de leerse tomando en consideración que se es- diciones de producción modernas se anuncia como una in-
cribió deliberadamente contra la sociedad espectacular. Sin exa- mensa acumulación de espectáculos. Todo lo directamente ex-
geración alguna. p~rimentado se ha convertido en una representación.

30 de junio de 1992
2.
GUY DEBORD
Las imágenes desprendidas de cada aspecto de la vida se fu-
sionan en una corriente común en la cual resulta ya imposible
restablecer la unidad de aquella vida. La realidad, considerada
parcialmente, se despliega en su propia unidad general como
un seudomundo aparte, objeto de la mera contemplación. La
especialización de las imágenes del mundo puede reconocer-
se, realizada, en el mundo de la imagen autónoma, en donde
el mentiroso se engaña a sí mismo. El espectáculo en general,

36 37
como inversión concreta de la vida, es el movimiento autóno- 6.
mo de lo no vivo.
El espectáculo, entendido en su totalidad, es al mismo tiem-
po el resultado y el proyecto del modo de producción exis-
3. tente. No es un suplemento del mundo real, una decoración
sobreañadida. Es el núcleo del irrealismo de la sociedad real.
El espectáculo se presenta como la sociedad misma y, a la Bajo todas sus formas particulares -información o propagan-
vez, como una parte de la sociedad y como un instrumento da, publicidad o consumo directo de diversiones-, el espectá-
de unificación. En cuanto parte de la sociedad, se trata explí- culo constituye el modelo actual de vida socialmente dominante.
citamente de aquel sector que concentra toda mirada y toda Es la omnipresente afirmación de una opción ya efectuada en 1 1
....
conciencia. Por el hecho mismo de estar separado, este sector la producción, y su consiguiente consumo. La forma y el con-
es el lugar de la mirada engañada y de la falsa conciencia; y tenido del espectáculo son, del mismo modo, la justificación
la unificación que realiza no es más que el lenguaje oficial de la total de las condiciones y de los fines del sistema existente. El
separación generalizada. espectáculo es también la permanente presencia de esta justi-
ficación, en cuanto ocupación de la parte primordial del tiem-
po de vida que transcurre fuera del ámbito de la producción
4. moderna.

El espectáculo no es un conjunto de imágenes sino una re-


lación social entre las personas mediatizada por las imágenes. 7.

La separación forma parte, en cuanto tal, de la unidad del


5. mundo, de la praxis social global escindida en realidad e ima-
gen. La práctica social, ante la cual se erige el espectáculo en
No debe entenderse el espectáculo como el engaño de un su autonomía, es también la totalidad real que contiene el es-
mundo visual, producto de las técnicas de difusión masiva de pectáculo. Pero la escisión mutila esta totalidad, hasta el pun-
imágenes. Se trata más bien de una Weltanschauung que se ha to de que presenta el espectáculo como si fuera su finalidad.
hecho efectiva, que se ha traducido en términos materiales. Es El lenguaje del espectáculo está hecho con los signos de la pro-
una visión del mundo objetivada. ducción imperante que son, a su vez, la finalidad última de tal
producción.

38 39
8. 11.

El espectáculo no debe oponerse en abstracto a la actividad para describir el espectáculo, su formación, sus funciones y
social efectiva, pues tal desdoblamiento está en sí mismo des- las fuerzas que tienden a su disolución, es preciso distinguir
doblado. El espectáculo, que invierte lo real, es efectivamen- artificialmente dos elementos inseparables. Al analizar el es-
te producido en cuanto tal. La realidad vivida se halla mate- pectáculo, se habla en cierto modo el lenguaje mismo de lo
rialmente invadida por la contemplación del espectáculo, y al espectacular, en cuanto se ocupa el terreno metodológico de
mismo tiempo alberga en sí el orden espectacular, otorgándole aquella sociedad que se expresa en el espectáculo. Pero el es-
su positiva adhesión. La realidad objetiva se presenta en sus pectáculo no es sino el sentido de la práctica total de una for-
dos dimensiones. Cada noción fijada de este modo no tiene mación económico-social, su empleo del tiempo. Es el momento ,JI
más sentido que la transición a su opuesto: la realidad surge histórico en que estamos inmersos.
en el espectáculo, y el espectáculo es real. Esta alienación re-
cíproca es la esencia y el sustento de la sociedad actual.
12.

9. El espectáculo se presenta como una enorme positividad in-


discutible e inaccesible. No dice más que esto: "lo que apare-
En el mundo realmente invertido) lo verdadero es un mo- ce es bueno, lo bueno es lo que aparece". La actitud que por
mento de lo falso. principio exige es esa aceptación pasiva que ya ha obtenido
de hecho gracias a su manera de aparecer sin réplica, gracias
a su monopolio de las apariencias.
10.

El concepto de espectáculo reúne y explica una gran diver- 13.


sidad de fenómenos notables. Su diversidad y sus contrastes
son las apariencias de esta apariencia socialmente organizada, El carácter fundamentalmente tautológico del espectáculo se
que debe ser en sí misma reconocida en su verdad general. deriva del hecho simple de que sus medios son, al mismo tiem-
Considerado en sus propios términos, el espectáculo es la afir- po, su fin. Es el sol que nunca se pone en el imperio de lapa-
mación de la apariencia y la afirmación de toda vida humana, sividad moderna. Recubre toda la superficie del mundo y se
o sea social, como simple apariencia. Pero la crítica que alcanza apoya indefinidamente en su propia gloria.
la verdad del espectáculo lo descubre como la negación visi-
ble de la vida, como una negación de la vida que se ha torna-
do visible.
40 41
14. ocupación total de la vida social por los resultados acumula-
dos de la economía conduce a un desplazamiento generaliza-
La sociedad que reposa en la industria moderna no es es- do del tener al parecer, del cual extrae todo "tener" efectivo su
pectacular fortuita o superficialmente: es fundamentalmente prestigio inmediato y su función última. Al mismo tiempo, to-
espectaculista. En el espectáculo, imagen de la economía rei- da realidad individual se ha hecho social, directamente de-
nante, el fin no es nada y el desarrollo lo es todo. El espectá- pendiente del poder social, elaborada por él. Sólo se le per-
culo no conduce a ninguna parte salvo a sí mismo. mite aparecer en la medida en que no es.

15. 18.

En cuanto ornamento indispensable de los objetos produci- Allí donde el mundo real se transforma en meras imágenes,
dos en nuestros días, en cuanto exponente general de la ra- las meras imágenes se convierten en seres reales, y en eficaces
cionalidad del sistema, y en cuanto sector económico puntero motivaciones de un comportamiento hipnótico. El espectáculo,
que elabora una multitud cada vez más creciente de imágenes- como tendencia a visualizar, merced a diversas mediaciones
objetos, el espectáculo es la principal producción de la socie- especializadas, un mundo que ya no es directamente accesible,
dad actual. encuentra normalmente en la vista el sentido humano privile-
giado, papel que en otras épocas desempeñó el tacto; el senti-
do más abstracto, el más mistificable, es el que corresponde a
16. la abstracción generalizada de la sociedad actual. Pero el es-
pectáculo no debe identificarse con la simple mirada, ni siquiera
El espectáculo somete a los seres humanos en la medida en combinada con la escucha. Es más bien aquello que escapa a
que la economía los ha sometido ya totalmente. No es otra co- la actividad de los hombres, a su reconsideración y a la correc-
sa que la economía que se desarrolla por sí sola. Es el reflejo ción de sus obras. Es lo contrario del diálogo. El espectáculo se
fiel de la producción material y la objetivación infiel de los pro- constituye allí donde hay representación independiente.
ductores.

19.
17.
El espectáculo es heredero de toda la debilidad del proyec-
La primera fase de la dominación de la economía sobre la vi- to filosófico occidental, que no consistió sino en una interpre-
da social compmtó una evidente degradación del ser en tener tación de la actividad humana dominada por las categorías del
en lo que respecta a toda valoración humana. La fase actual de ver, al mismo tiempo que se apoyaba en el despliegue ince-
42
43
sante de la precisa racionalidad técnica surgida de tal pensa- haya edificado un imperio independiente me~ian:e ~1 es~ec­
miento. No es que realice la filosofía, es que "filosofiza" la re- táculo, sólo es explicable porque esta potenCla practlCa s1gue
alidad. Es la vida concreta de todo hombre la que se ha de- careciendo de cohesión, se halla en contradicción consigo
gradado al convertirse en un universo especulativo. misma.

20. 23.

La filosofía, en cuanto poder del pensamiento separado, no ha Las raíces del espectáculo se hunden en la más antigua de
1
podido nunca superar por sí sola la teología. El espectáculo es las especializaciones sociales, la especialización del poder. Por..f
la reconstrucción material de la ilusión religiosa. La técnica es- ello, el espectáculo es una actividad especializada, símbolo de
pectacular no ha disipado las tinieblas religiosas en las cuales los todas las demás. Es la representación diplomática de la socie-
hombres depositaron sus propios poderes separados de sí mis- dad jerárquica ante sí misma, una sociedad de la que se ha des-
mos: se ha limitado a proporcionar a esas tinieblas una base te- terrado cualquier otra palabra. En este sentido, lo más moder-
rrestre. De ese modo, la vida más terrestre es la que se vuelve no es también lo más arcaico.
más irrespirable. Ya no se proyecta en los cielos, ahora alberga
en sí misma su recusación absoluta, su falaz paraíso. El espec-
táculo es la realización técnica del exilio de los poderes huma- 24.
nos en el más allá; la escisión perfecta en el interior del hombre.
El espectáculo es el discurso ininterrumpido que el orden ac-
tual mantiene sobre sí mismo, su monólogo autoelogioso. Es
21. el autorretrato del poder en la época de su gestión totalitaria
de las condiciones de existencia. La apariencia fetichista, de
Cuando la necesidad es soñada socialmente, el sueño se ha- pura objetividad, de las relaciones espectaculares, oculta su ca-
ce necesario. El espectáculo es el mal sueño de la sociedad mo- rácter de relación entre hombres y entre clases: una segunda
derna encadenada, que no expresa en última instancia más que naturaleza, con sus leyes fatales, parece dominar nuestro en-
su deseo de dormir. El espectáculo vela ese sueño. torno. Pero el espectáculo no es el producto necesario del de-
sarrollo técnico considerado como un desarrollo natural. Al
contrario, la sociedad del espectáculo es una forma que selec-
22. ciona su propio contenido técnico. Si bien el espectáculo, con-
siderado bajo el aspecto de los "medios de comunicación de
El hecho de que la potencia práctica de la sociedad mo- masas" que son su manifestación superficial más abrumadora,
derna se encuentre separada de sí misma, el hecho de que se puede dar la impresión de invadir la sociedad a modo de un
44 45
nuevo instrumental, no hay en él nada de neutral, se trata del de las condiciones de existencia. Es su propio producto, y es él
instrumental que conviene a su entero automovimiento. Si las mismo quien establece sus reglas: es algo pseudosagrado. Ex-
técnicas no pueden alcanzar su satisfacción de no ser por la hibe lo que él mismo es: el poder separado ~~e se desarrol~a
mediación de tales instrumentos, si la administración de esta or sí solo gracias al aumento de la productividad por medio
sociedad, así como todo contacto entre los hombres, no pue- ~el incesante refinamiento de la división del trabajo _co_mo p~r­
den llegar a ejercerse más que aceptando como intermediario celación de los gestos, dominados ahora por el movimiento m-
a este poder de comunicación instantánea, ello es debido a que dependiente de las máquinas y traba~ando ?.ara un merc~do am-
esta "comunicación" es esencialmente unilateral; de modo liado. Toda comunidad y todo sentido cntiCO quedan disueltos
que su concentración contribuye a centralizar en las manos de ~n este movimiento en el cual las fuerzas que hán conseguido
la administración del sistema los medios que le permiten per- acrecentarse se separan y no pueden volver a recuperarse.
petuar justamente esa administración. La escisión generalizada
del espectáculo es inseparable del Estado moderno, es decir, de
la forma general de la escisión de la sociedad, producto de la 26.
división del trabajo social y órgano de la dominación de clase.
Con la separación generalizada del trabajador y su produc-
to, se pierden todo punto de vista unitario sobre la actividad
25. realizada y toda comunicación personal directa entre los pro-
ductores. Conforme progresan la acumulación de productos se-
La separación es alfa y omega del espectáculo. La institucio- parados y la concentración del proceso productivo, la unidad
nalización de la división social del trabajo, la formación de las y la comunicación se convierten en atributo exclusivo de la di-
clases, habían constnüdo una primera forma de contemplación rección del sistema. El triunfo del sistema económico de la se-
sagrada, el orden mítico en el cual todo poder envuelve su ori- paración es la proletarización del mundo.
gen. Lo sagrado justificaba la ordenación cósmica y ontológica
correspondiente a los intereses de los amos, y explicaba y em-
bellecía todo aquello que la sociedad no podía hacer. Por tan- 27.
to, todo poder separado ha sido siempre espectacular, pero la
adhesión de todos a esa imagen inmóvil no significaba más que Debido al propio éxito de la producción separada, en cuan-
el reconocimiento común, en una proyección imaginaria, de la to producción de lo separado, la experiencia fundamental, que
pobreza de la actividad social real, sentida aún en gran medida en las sociedades primitivas se hallaba ligada a un trabajo pri-
como unitaria. El espectáculo moderno, en cambio, expresa lo mordial, tiende a desplazarse, en el polo desarrollado del sis-
que la sociedad puede hacer, pero en tal expresión lo permiti- tema, hacia el no-trabajo, hacia la inactividad. Pero esta inacti-
do es lo absolutamente contrario a lo posible. El espectáculo vidad no está en ningún sentido liberada de la actividad productiva:
mantiene la inconsciencia acerca de la transformación práctica depende de ella, constituye una sumisión atenta y estupefacta
47
46
a las necesidades y resultados de la producción; es, en cuanto pectáculo, una parte del mundo se representa ante el mundo,
tal, un producto de su racionalidad. No puede haber libertad apareciendo como algo superior al mundo. El espectáculo es
fuera de la actividad, y en el marco del espectáculo toda acti- sólo el lenguaje común de esta separación. Lo que une a los
vidad está negada, exactamente igual que la actividad real ha espectáculos no es más que su relación irreversible con el cen-
sido enteramente absorbida por la obra de edificación global tro que mantiene su aislamiento. El espectáculo reúne lo se-
de ese resultado. De modo que la actual "liberación del traba- parado, pero lo reúne en cuanto separado.
jo", el aumento del tiempo de ocio, no es en modo alguno una
liberación en el trabajo, ni una liberación del mundo confor-
mado por ese trabajo. La actividad enajenada en el trabajo no 30.
puede nunca recuperarse mediante la sumisión a los resulta-
dos de ese mismo trabajo alienado. La alienación del espectador en favor del objeto contem-
plado (que es el resultado de su propia actividad inconscien-
te) se expresa de este modo: cuanto más contempla, menos
28. vive; cuanto más acepta reconocerse en las imágenes domi-
nantes de la necesidad, menos comprende su propia exis-
El sistema económico basado en el aislamiento es una pro- tencia y su propio deseo. La exterioridad del espectáculo en
ducción circular de aislamiento. El aislamiento funda la téc- relación con el hombre activo se hace manifiesta en el hecho
nica y, en consecuencia, el proceso técnico aísla. Desde el au- de que sus propios gestos dejan de ser suyos, para conver-
tomóvil hasta la televisión, todos los bienes seleccionados por tirse en los gestos de otro que los representa para él. La ra-
el sistema espectacular constituyen asimismo sus armas para el zón de que el espectador no se encuentre en casa en ningu-
refuerzo constante de las condiciones de aislamiento de las na parte es que el espectáculo está en todas partes.
"muchedumbres solitarias". El espectáculo reproduce siempre
sus presupuestos, cada vez de un modo más concreto.
31.

29. El trabajador no se produce a sí mismo, produce un poder


independiente. El éxito de esta producción, su abundancia, re-
El origen del espectáculo es la pérdida de unidad del mun- torna al productor como abundancia de la desposesión. Todo
do, y la expansión gigantesca del espectáculo moderno expresa el tiempo y el espacio de su mundo se le vuelven extraños mer-
la totalidad de esa pérdida: la abstracción de todo trabajo par- ced a la acumulación de productos alienados. El espectáculo
ticular y la abstracción generalizada de la producción global se es el mapa de este nuevo mundo, un mapa que cubre ínte-
encuentran perfectamente traducidas en el espectáculo, cuyo gramente su territorio. Las mismas fuerzas que se nos escapan
modo concreto de ser es precisamente la abstracción. En el es- se nos aparecen con toda su potencia.
48 49
32. IL LA MERCANCÍA COMO ESPECTÁCULO

El espectáculo constituye la producción concreta de la alie-


nación en la sociedad. La expansión económica es, ante todo, "Pues es en tanto que categoría universal del ser social como la
la expansión de esta producción industrial concreta. Lo que mercancía ha de comprenderse en su auténtica esencia. Sólo en
crece con la economía que se autoalimenta no puede ser otra este contexto la reificación surgida de la relación mercantil ad-
cosa que la alienación que se encontraba justamente en su nú- quiere una significación decisiva, tanto para la evolución obje-
cleo original. tiva de la sociedad como para la actitud de los hombres respecto
de ella, para la sumisión de su conciencia a las formas en las ¡
1
cuales se expresa esta reificación ... Esta situación aumenta aún 'J
33. más con el crecimiento de la racionalización y la mecanización
de la producción, pues la actividad del trabajador pierde su ca-
El hombre separado de su producto produce, cada vez con rácter de actividad para tornarse en una actitud contemplativa."
mayor potencia, todos los detalles de su mundo, y de ese mo-
do se halla cada vez más separado de su mundo. Cuanto más Lukács (Historia y conciencia de clase)
produce hoy su propia vida, más separado está de ella.

35.
34.
En este movimiento esencial del espectáculo, que consiste
El espectáculo es el capital en un grado tal de acumulación en recapitular en sí mismo todo cuanto existía en la actividad
que se ha convertido en imagen. humana en estado fluido para poseerlo en estado coagulado,
en cuanto cosas que se han convertido en valores exclusivos
mediante la formulación en negativo de su valor vital, reco-
nocemos a nuestra vieja enemiga, que sabe muy bien cómo ha-
cer para presentarse a primera vista como algo trivial y auto-
evidente, cuando es, al contrario, algo tan complejo y tan lleno
de sutilezas metafísicas: la mercancía.

36.

El principio del fetichismo de la mercancía -la dominación


50 51
de la sociedad a manos de "cosas suprasensibles a la par que queado el umbral de su propia abundancia; aunque esto no
sensibles"- se realiza absolutamente en el espectáculo, en el es aún cierto más que en algunos puntos, ya es verdadero en
cual el mundo sensible es sustituido por una selección de imá- la escala universal que constituye la referencia original de la
genes que existen por encima de él, y que se aparecen al mis- mercancía, una referencia verificada por su movimiento prác-
mo tiempo como lo sensible por excelencia. tico, que ha convertido la Tierra en mercado mundial.

40.
37.
El desarrollo de las fuerzas productivas ha sido la historia .,.1 1
El mundo a la vez presente y ausente que el espectáculo ha-
ce visible es el mundo de la mercancía que domina toda vi- real e inconsciente que ha construido y modificado las con-
vencia. De este modo, el mundo de la mercancía se muestra diciones de existencia de los grupos humanos en cuanto
tal y como es, pues su movimiento se identifica con el distan- condiciones de supervivencia y de ampliación de esas mis-
ciamiento de los hombres entre sí y con respecto a su pro- mas condiciones: la base económica de todas sus empresas.
En el seno de una economía natural, el sector mercantil sig-
ducción global.
nificó la constitución de un exceso con relación a la super-
vivencia. La producción de mercancías, que implica el inter-
cambio de diversos productos entre productores independientes,
38.
pudo permanecer durante largo tiempo en un estadio arte-
La pérdida de lo cualitativo en los objetos que aloja y en las sanal, frenada como función económica marginal que aún
conductas que regula -tan evidente en todos los niveles del enmascaraba su verdad cuantitativa. Sin embargo, allí donde
lenguaje espectacular- no hace más que traducir los caracteres ha encontrado las condiciones sociales del comercio a gran
fundamentales de una producción que se aísla de la realidad: escala y de la acumulación de capitales, ha conseguido do-
la forma mercancía es enteramente igual a sí misma es decir minar totalmente la economía. La economía en su totalidad
a la categoría de lo cuantitativo. Lo que ella desar:olla es 1~ se ha convertido, así, en aquello que la mercancía ya había
cuantitativo, y sólo en lo cuantitativo puede desarrollarse. demostrado ser en el curso de esta conquista: un proceso de
desarrollo cuantitativo. Este incesante despliegue del poder
económico bajo la forma de la mercancía, que ha transfor-
mado el trabajo humano en trabajo-mercancía, en trabajo
39.
asalariado, conduce, por acumulación, a una abundancia en
Este desarrollo que excluye lo cualitativo está él mismo con- la cual la cuestión primordial de la supervivencia se encuentra
denado, en cuanto desarrollo, a una transición a lo cualitativo: obviamente resuelta, pero de tal manera que tiene que re-
el espectáculo pone de manifiesto que este desarrollo ha fran- producirse constantemente: se plantea en cada ocasión en
53
52
un grado superior. El crecimiento económico libera a las so- 42.
ciedades de la presión natural exigida por la lucha inmedia-
ta por la supervivencia, pero estas sociedades no se liberan El espectáculo es el momento en el cual la mercancía alcanza
de su libertador. La independencia de la mercancía se ex- la ocupación total de la vida social. N o es únicamente que se
tiende al conjunto de la economía sobre la cual impera. La haga patente la relación con la mercancía, sino que ya no hay
economía transforma el mundo, pero sólo lo transforma en un otra cosa más que esa relación: el mundo visible es su mun-
mundo económico. La seudonaturaleza en la cual se encuen- do. La producción económica moderna amplía su dictadura
tra alienado el trabajo humano exige la continuación hasta el in- tanto en extensión como en intensidad. En las zonas menos
finito de su servicio, y este servicio, que nadie más que él industrializadas, su imperio se pone de manifiesto gracias a al-
gunas mercancías-estrella, así como en cuanto dominación im-~f
1
mismo juzga y valora, consigue, de hecho, convertir todo es-
fuerzo y todo proyecto socialmente lícito en servidor suyo. perialista por parte de las zonas del mundo que encabezan el
La abundancia de mercancías, es decir, de relaciones mer- desarrollo de la productividad. En estas zonas avanzadas, el es-
cantiles, no puede significar otra cosa que la supervivencia pacio es invadido por una superposición continua de estratos
ampliada. geológicos de mercancías. En este punto de la "segunda revo-
lución industrial", el consumo alienado se convierte en un de-
ber para las masas, un deber añadido al de la producción alie-
41. nada. Todo el trabajo asalariado de una sociedad se convierte
globalmente en la mercancía total cuyo ciclo ha de continuarse.
La dominación de la mercancía sobre la economía se ejerció Para que esto ocurra, hace falta que la mercancía total retorne
al principio de forma latente, de modo que, en cuanto base fragmentariamente a un individuo fragmentado, absolutamen-
material de la vida social, la mercancía pasaba desapercibida y te separado de las fuerzas productivas que funcionan en su
permanecía impensada, como algo familiar aunque descono- conjunto. Aquí, por tanto, la ciencia especializada de la domi-
cido. En una sociedad en la cual la mercancía concreta es es- nación tiene a su vez que especializarse: se divide en sociolo-
casa o minoritaria, la aparente dominación del dinerose pre- gía, psicotécnica, cibernética, semiología, etc., para supervisar
senta como un embajador plenipotenciario que habla en nombre la autorregulación del proceso en todas sus etapas.
de un poder desconocido. Con la revolución industrial, la di-
visión del trabajo de manufactura y la producción masiva des-
tinada al mercado mundial, la mercancía aparece efectivamen- 43.
te como un poder que viene a ocupar realmente la vida social.
La economía política se erige entonces como ciencia dominante Mientras que en la fase primitiva de la acumulación capitalista
y como ciencia de la dominación. "la economía política no ve en el proletario más que al obrero" 1 ,

' Marx, Manuscritos de economía y filosofía, "Primer manuscrito" (en la trad.


cast. de F. Rubio Llorente, Ed. Alianza, Madrid, 1968, p. 59).
54 55
que debe recibir el mínimo indispensable para la conservación 45.
de su fuerza de trabajo, sin considerarle jamás "en su ocio, en su
humanidad", esta mentalidad de la clase dominante se invierte Con la automatización, que es al mismo tiempo el sector más
tan pronto como el grado de abundancia alcanzado por la pro- avanzado de la industria moderna y el modelo que resume a
ducción de mercancías exige una colaboración suplementaria por la perfección su práctica, el mundo de la mercancía se dispo-
parte del obrero. Este obrero, repentinamente liberado del total ne a superar esa contradicción: la mecanización técnica que su-
desprecio que hacia él manifestaban ostensiblemente todas las prime objetivamente el trabajo debe a la vez conservar el tra-
modalidades de organización y control de la producción, se en- bajo como mercancía y como único lugar de origen de la
cuentra diariamente a salvo de ese desprecio y aparentemente mercancía. Para que la automatización, u otras formas menos
tratado como una persona relevante, con una atenta gentileza, extremas de aumento de la productividad del trabajo, no dis- 1f 1
bajo su disfraz de consumidor. En este punto, el humanismo de minuyan efectivamente el tiempo de trabajo socialmente ne-
la mercancía se hace cargo del "ocio y la humanidad" del tra- cesario a escala de toda la sociedad, es preciso crear nuevos
bajador, simplemente porque la economía política puede y de- empleos. El sector terciario (los servicios) constituye una in-
be ahora dominar estas esferas en cuanto economía política. Así, mensa avanzadilla de las líneas del ejército de la distribución
la "perfecta negación del hombre" ha alcanzado a la totalidad y del elogio de las mercancías actuales, una movilización for-
de la existencia humana. zosa que encuentra oportunamente, en la misma facticidad de
las urgencias relativas a tales mercancías, la necesidad de la or-
ganización del trabajo en la retaguardia.
44.

El espectáculo es una permanente guerra de opio cuyo ob- 46.


jetivo es conseguir la aceptación de la identificación entre bie-
nes y mercancías, así como entre la satisfacción de necesidades El valor de cambio sólo pudo formarse por delegación del
y la supervivencia ampliada según las leyes de la mercancía. valor de uso, pero, al haber derrotado a este último con sus
Pero la supervivencia consumista es algo que siempre debe am- propias armas, ha creado las condiciones para una dominación
pliarse, porque no deja de contener la privación. No hay un autónoma. Al haber conseguido movilizar toda necesidad hu-
más allá de la supervivencia ampliada, ningún límite de de- mana, y al haber obtenido el monopolio de su satisfacción, ha
tención del crecimiento, porque ella misma no se encuentra terminado erigiéndose en rector del uso. Todo uso posible se
más allá de la privación, sino que es la privación misma enri- identifica así con el proceso de intercambio, y pone a aquél a
quecida. su merced. El valor de cambio es un subalterno al servicio del
valor de uso que ha terminado haciendo la guerra por cuenta
propia.

56 57
47. lizada, es decir, del carácter intercambiable de múltiples bienes
cuyo uso no es comparable, el espectáculo es su complemen-
La tendencia a la baja del valor de uso, que es una constan- to moderno y desarrollado, en el cual la totalidad del mundo
te de la economía capitalista, ha desarrollado una nueva forma mercantil aparece, globalmente, como el equivalente general
de privación en el marco de la supervivencia ampliada, una de todo aquello que la sociedad puede ser y puede hacer. El
forma que no libera de la vieja escasez, puesto que exige la espectáculo es un dinero sólo para mirar, pues en él la totali-
participación de la gran mayoría de los hombres, como traba- dad del uso ya se ha convertido en la totalidad de la repre-
jadores asalariados, en la continuación indefinida de sus es- sentación abstracta. El espectáculo no es solamente un servi-
fuerzos, sabiendo cada cual que la opción es someterse o mo- dor de la seudoutilidad, es ya, en sí mismo, el seudouso de la
rir. La realidad de este chantaje, el hecho de que la utilidad bajo "d
~ a.
.,1
~
su forma más pobre (comer, habitar) ya sólo exista en cuanto
encerrada en la riqueza ilusoria de la supervivencia ampliada,
es la base real de la aceptación de la ilusión generalizada que 50.
tiene lugar en el consumo de las mercancías modernas. El con-
sumidor real se transforma en consumidor de ilusiones. Lamer- En esta fase de abundancia económica, el resultado concen-
cancía es la ilusión efectivamente real, y el espectáculo es su trado del trabajo social se torna apariencia y somete toda rea-
manifestación general. lidad a la apariencia, que ahora es su producto. El capital ha
dejado de ser el centro invisible que dirige el modo de pro-
ducción; su acumulación se exhibe, desde el centro hasta la
48. periferia, en forma de objetos sensibles. Su rostro lo constitu-
ye la sociedad en toda su extensión.
El valor de uso, que estaba comprendido implícitamente en
el valor de cambio, ha de ser ahora proclamado explícitamente,
en la realidad invertida del espectáculo, precisamente porque 51.
su realidad efectiva ha sido mermada por la economía mer-
cantil hiperdesarrollada, haciéndose necesaria una seudojusti- La victoria de la economía autónoma conlleva al mismo tiem-
ficación de esta falsa vida. po su derrota. Las fuerzas mecanizadas por ella suprimen la
necesidad económica que fue la base sobre la cual se susten-
49. taron las sociedades antiguas. Al sustituirla por la necesidad de
un desarrollo económico infinito, tiene que suplantar la satis-
El espectáculo es el reverso del dinero: el equivalente gene- facción de las necesidades humanas primarias, sumariamente
ral abstracto de todas las mercancías. Si el dinero ha domina- reconocidas, por una producción ininterrumpida de seudonece-
do la sociedad como representación de la equivalencia centra- sidades que remiten a la gran seudonecesidad: el mantenimiento
58 59
de su imperio. Pero la economía autónoma se ha separado de Ill. UNIDAD Y DIVISIÓN EN LA APARIENCIA
una vez por todas de las necesidades profundas que proceden
del inconsciente social que, aun sin saberlo, dependían de esa
economía. "Todo lo consciente se desgasta. Lo inconsciente "Una nueva polémica se desarrolla animadamente en nuestro
permanece inalterable. Pero, una vez liberado, ¿no está con- país, en el frente de la filosofía, a propósito de las fórmulas
denado también a la ruina?" (Freud). 'uno se divide en dos' y 'dos se fusionan en uno'. Este deba-
te es una contienda entre partidarios y enemigos de la dia-
léctica materialista, una contienda entre dos concepciones del
52. mundo: la concepción proletaria y la concepción burguesa. l
Quienes sostienen que la ley fundamental de las cosas es 'uno,f
En el momento en que la sociedad descubre que depende se divide en dos' están de parte de la dialéctica materialista;
de la economía, entonces la economía depende efectivamen- quienes sostienen que la ley fundamental de las cosas es 'dos
te de la sociedad. Esta potencia subterránea, que ha crecido se fusionan en uno' están en contra de la dialéctica materia-
hasta aparecer como soberana, ha perdido también su poder. lista. Ambas partes han trazado una nítida línea de demarca-
Allí donde se alojaba el ello económico, debe advenir el yo (fe]. ción entre ellas, y sus argumentos son diametralmente opues-
El sujeto sólo puede emerger de la sociedad, es decir, de la lu- tos. Esta polémica refleja, en el plano ideológico, la aguda y
cha que en ella tiene lugar. La posibilidad de su existencia de- compleja lucha de clases que tiene lugar en China y en el mun-
pende de los resultados de la lucha de clases, que se revela co- do entero".
mo productora a la vez que producto de la fundación económica
de la historia. Ua Bandera Roja de Pekín, 21 de Septiembre de 1964)

53. 54.

La conciencia del deseo, idéntica al deseo de la conciencia, Como la sociedad moderna, el espectáculo está al mismo
es el proyecto que, en su aspecto negativo, quiere la abolición tiempo unido y dividido. Como ella, edifica su unidad sobre el
de las clases, es decir, que los trabajadores se adueñen direc- desgarramiento. Pero cuando la contradicción emerge en el es-
tamente de todos los momentos de su actividad. La sociedad pectáculo, ella es a su vez contradicha por una inversión de su
del espectáculo es lo contrario, pues en ella la mercancía se sentido, de modo que la división que así aparece es unitaria,
contempla a sí misma en el mundo que ella ha creado. así como la unidad está dividida.

60 61
55. 57.

Lo que se despliega como contradicción oficial (pero que La sociedad portadora del espectáculo no domina las regio-
pertenece de hecho a la unidad real) es una lucha entre los po- nes subdesarrolladas solamente gracias a su hegemonía eco-
deres que se han constituido para gestionar el mismo sistema nómica: las domina como sociedad del espectáculo. Incluso allí
socio-económico, y ello tanto a escala mundial como en el in- donde falta aún su sustento material, la sociedad moderna ya
terior de cada nación. ha invadido espectacularmente la superficie social de todos los
continentes, definiendo el programa de sus clases dirigentes y
supervisando su constitución. Igual que presenta los seudo-
56. bienes que han de codiciarse, ofrece a los revolucionarios lo-
cales los falsos modelos de revolución. El espectáculo propio
Las falsas luchas espectaculares de las formas rivales del po- del poder burocrático detentado por algunos países industria-
der separado son también reales, en la medida en que tradu- lizados forma parte, en sentido estricto, del espectáculo total,
cen el desarrollo desigual y conflictivo del sistema, los inte- a modo de seudonegación general y de refuerzo. Así como el
reses relativamente contradictorios de las clases o de las espectáculo, considerado en sus diversas localizaciones, mues-
subdivisiones de clases reconocidas por el sistema, y en la me- tra la evidencia de sus especializaciones totalitarias de la pala-
dida en que definen su propia participación en el poder. Así bra y de la administración social, así también éstas acaban, en
como el desarrollo de la economía más avanzada comporta el el nivel de funcionamiento global del sistema, por fundirse en
afrontar ciertas prioridades en detrimento de otras, la gestión una división mundial del trabajo espectacular.
totalitaria de la economía por parte de una burocracia estatal,
o bien la condición de los países que se encuentran en la es-
fera de la colonización o de la semicolonización, se definen 58.
mediante notorias peculiaridades en cuanto a sus modalidades
de producción y poder. En el espectáculo, esta diversidad pue- La división del trabajo espectacular que conserva la genera-
de manifestarse, de acuerdo con criterios muy diferentes, a mo- lidad del orden establecido, conserva primordialmente el polo
do de formas de sociedad absolutamente distintas. Pero, con- dominante de su desarrollo. La raíz del espectáculo se hunde
forme con su realidad efectiva de sectores parciales, la verdad en el terreno de la economía que se ha convertido en econo-
de su parcialidad reside en el sistema universal que los con- mía de la abundancia, y de ella proceden los frutos que final-
tiene, es decir, en el movimiento único que ha convertido el mente tienden a dominar el mercado espectacular, desafiando
planeta en su territorio: el capitalismo. las barreras ideológico-policiales proteccionistas de cualquier
espectáculo local con pretensiones autárquicas.

62 63
59. peñadas en un nivel global. Encarnan el resultado inaccesible
del trabajo social, mimetizando los subproductos de ese tra-
El movimiento de banalización que, bajo las brillantes di- bajo que son mágicamente proyectados sobre él como si fue-
versiones del espectáculo, domina mundialmente la sociedad sen su objetivo: el poder y las vacaciones, la decisión y el con-
moderna, domina asimismo en cada uno de aquellos puntos sumo, que se encuentran al principio y al final del proceso
en los cuales el consumo desarrollado de mercancías ha multi- incuestionado. Si, de una parte, el poder gubernamental se
plicado aparentemente las funciones y objetos elegibles. La per- personaliza como una seudoestrella, de otra, las estrellas del
vivencia de la religión y de la familia -que sigue siendo la for- espectáculo del consumo son objeto de plebiscito en cuanto
ma principal de transmisión del poder de clase-, y por ende seudopoder sobre las vivencias. Pero, así como estas activi- j .
de la representación que ambas garantizan, pueden combinar- dades de las estrellas no son realmente globales, tampoco son,T ·
se, como si se tratase de la misma cosa, con la afirmación re- realmente diversas.
dundante del goce de este mundo, un mundo que sólo se pro-
duce, justamente, como el seudogoce que conserva en su seno
la represión. La rebelión meramente espectacular puede, así, 61.
coexistir con la beata aceptación de lo establecido, también co-
mo si se tratase de lo mismo: así se pone de manifiesto el he- El representante del espectáculo unificado (la estrella del es-
cho de que la propia insatisfacción se ha convertido en mer- pectáculo) es lo contrario del individuo, el enemigo del in-
cancía desde el momento en que la abundancia económica se dividuo tanto para sí mismo como para los demás. Al despla-
ha vuelto capaz de ampliar su producción hasta el tratamiento zarse hacia el espectáculo como modelo de identificación, el
de esa materia prima. individuo ha renunciado a toda cualidad autónoma para iden-
tificarse con la ley general de la obediencia al curso estable-
cido de las cosas en cuanto tal. Las estrellas del consumo, sien-
60. do exteriormente la representación de diversos tipos de
personalidad, muestran cada uno de estos tipos como si tuvie-
La representación espectacular del hombre aglutina toda es- ran acceso igualitario a la totalidad del consumo, encontrando
ta banalidad al concentrar en sí la imagen de un posible papel en ello su felicidad de maneras similares. La estrella de la de-
que desempeñar (la estrella). La condición de estrella del es- cisión ha de poseer el stock completo de cuanto ha sido ad-
pectáculo es la especialización de la vivencia aparente, objeto mitido como cualidad humana. Las divergencias oficiales entre
de identificación con la vida aparente y sin profundidad que estas estrellas del espectáculo pueden quedar anuladas por su
ha de compensar la fragmentación de las especializaciones pro- semejanza oficial, que es la presuposición de su total excelen-
ductivas efectivamente experimentadas. Las estrellas del es- cia. Jruschov se convirtió en General porque decidió la batalla
pectáculo existen como figuras de diversos tipos de estilos de de Krousk, no en el campo de batalla, sino en su vigésimo ani-
vida y de comprensión de la sociedad, libres para ser desem- versario, cuando era Jefe del Estado. Kennedy siguió siendo
64 65
orador después de muerto, llegando a pronunciar su propio que imperan y las que son jóvenes, las que se desechan y sus-
elogio ante su tumba, dado que Theodor Sorensen continuó tituyen entre ellas.
en todo momento redactando los discursos de su sucesor en
aquel estilo que tanta importancia adquirió a la hora de hacer
reconocible la personalidad del desaparecido. Los personajes 63.
admirados, en quienes se personifica el sistema, son bien co-
nocidos por no ser lo que son; se han convertido en grandes Lo que las oposiciones del espectáculo ocultan es la unidad
hombres a fuerza de descender por debajo del umbral de la de la miseria. Las distintas formas de la misma alienación com-
más mínima vida intelectual, y ellos lo saben. baten bajo la máscara de la elección total, debido a que se eri-
1
gen sobre la ocultación de las contradicciones reales. El es-:J
pectáculo existe en una forma concentrada o en una forma
62. difusa, de acuerdo con las necesidades del estado peculiar de
escasez que él mismo desmiente tanto como mantiene. En am-
La falsa elección de la abundancia espectacular, elección que bos casos, sólo se trata de la imagen de una unificación feliz,
se concreta en la yuxtaposición de espectáculos concurrentes rodeada de desolación y de espanto, en el tranquilo centro de
y solidarios, así como en la yuxtaposición de papeles (primor- la desgracia.
dialmente significados por -y apoyados en- objetos) que al
mismo tiempo son exclusivos y están mutuamente implicados,
se desarrolla en una lucha de cualidades fantasmales destinadas 64.
a presentar como apasionante la trivialidad de lo cuantitativo.
Renacen de este modo las falsas oposiciones arcaicas, regio- Lo espectacular concentrado pertenece esencialmente al ca-
nalismos o racismos, que se encargan de transfigurar en supe- pitalismo burocrático, aunque puede importarse, como técni-
rioridad ontológica fantaseada la vulgaridad de las posiciones ca de poder estatal, a economías mixtas más retrasadas o, en
jerárquicas del consumo. Así se recompone la serie interminable ciertos momentos críticos, al capitalismo más avanzado. La pro-
de ridículos enfrentamientos que movilizan un interés sublú- piedad burocrática está, en efecto, concentrada en sí misma,
dico, desde las competiciones deportivas hasta las elecciones. en el sentido de que el burócrata individual no puede rela-
Allí donde se ha instalado la abundancia consumista, el primer donarse con la posesión de la economía global si no es por
plano de los roles más falaces ha sido ocupado por una opo- mediación de la comunidad burocrática y en cuanto miembro
sición espectacular entre la juventud y los adultos: pero no exis- de tal comunidad. Además, la producción de mercancías, al
te en parte alguna el adulto, el hombre dueño de su vida, mien- estar menos desarrollada, se presenta también de forma con-
tras que la juventud, la existencia cambiante, no es la propiedad centrada: la mercancía característica de la burocracia es el tra-
de unos hombres que serían hoy jóvenes, sino del propio sis- bajo social total, y lo que la burocracia revende a la sociedad
tema económico, del dinamismo capitalista. Son las cosas las es su supervivencia en bloque. La dictadura de la economía
66 67
11

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11

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l.
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burocrática no puede dejar a las masas explotadas ningún mar- ma problemática) que se supone corresponde al consumo de
gen significativo de elección, ya que debe elegirlo todo ella la totalidad de las mercancías, queda inmediatamente falsifi-
i 1
misma, pues cualquier otra elección distinta (ya concierna a cada, pues el consumidor real sólo puede acceder directamente
1~11 la alimentación o a la música) sería la elección de su destruc-
i•!
ij•!
a una sucesión de fragmentos de esa felicidad mercantil, frag-
,!!
ción total. Debe, pues, ir acompañada de una permanente vio-
l
1

mentos de los cuales siempre, como es natural, está ausente la


:¡lt!¡;¡ lencia. En este espectáculo, la imagen impuesta del bien re- cualidad que se le presupone al todo.
!,¡11 cubre la totalidad de lo que existe oficialmente, y normalmente
!1
se concentra en un solo hombre, el garante de su cohesión to-
1

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talitaria. Todo el mundo debe identificarse mágicamente con 66.
11

1
esta estrella absoluta o, de lo contrario, desaparecer. Se trata
!

del Amo del no-consumo de este tipo de sociedad, así como Cada mercancía determinada lucha por su cuenta, no puede
de la imagen heroica que confiere un sentido aceptable a la reconocer a las demás, pretende imponerse en todas partes,
explotación absoluta que es, de hecho, la acumulación origi- como si fuera única. En consecuencia, el espectáculo es el him-
naria acelerada por el terror. Cada chino debe imitar a Mao y, no épico de esta gesta que no detendrá la caída de ninguna
si es posible, ser Mao, porque no puede ser otra cosa. Allí don- Ilión. El espectáculo no canta a los hombres y a sus armas, si-
de domina lo espectacular concentrado, domina también la no a la mercancía y a sus pasiones. En esta lucha ciega, cada
policía. mercancía, siguiendo sus inclinaciones, realiza inconsciente-
mente algo en efecto más grande: la conversión de la mercan-
cía en mundo, que es también la conversión del mundo en
65. mercancía. De esta manera, por medio de una astucia de la ra-
zón mercantil, lo particular de la mercancía se desgasta en ese
Lo espectacular difuso acompaña siempre a la abundancia combate, pero la forma mercancía progresa hacia su realiza-
i,ili
1 1
de mercancías, es decir, al desarrollo imperturbable del capi- ción absoluta.
1!
jli talismo moderno. En él, cada mercancía particular recibe su
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justificación de la magnitud de la producción total de objetos,
ji!, cuyo catálogo apologético es el espectáculo. En el escenario 67.
1

del espectáculo unificado de la economía de la abundancia, se


1!1'1.',:
''1
plantean afirmaciones irreconciliables; asimismo, diferentes mer- Puesto que el uso de la mercancía abundante no puede pro-
''¡ cancías-estrella sostienen simultáneamente sus proyectos con- porcionar satisfacción, ésta se busca en el reconocimiento de
1.1
[[il, tradictorios de organización de la sociedad: el espectáculo de su valor como mercancía: tal es la utilidad de la mercancía que
1'
¡.'.·.1 los automóviles exige una circulación perfecta que destruya las se basta a sí misma; tal es, para el consumidor, la efusión reli-
viejas ciudades, mientras que el espectáculo de la propia ciu- giosa hacia la libertad soberana de la mercancía. Oleadas de
dad necesita barrios-museo. Por ello, la satisfacción (en sí mis-
1

entusiasmo por un producto determinado, sostenidas y pro-


68 69
movidas por todos los medios informativos, se propagan de es- do comporta en todos los órdenes la falsificación de la vida
te modo a gran escala. De una película surge un estilo de ro- social.
pa; una revista lanza tales o cuales clubes de aficionados, que
a su vez ponen en circulación toda una panoplia de fetiches.
El gadget expresa el hecho de que, cuando la masa de mer- 69.
cancías se aproxima a lo aberrante, lo aberrante en cuanto tal
se convierte en una mercancía específica. Por ejemplo: en los En la imagen de la unificación feliz de la sociedad mediante
llaveros publicitarios -no comprados, sino obsequiados como el consumo, la división real está siempre suspendida hasta una
un suplemento que acompaña al objeto prestigioso vendido, o próxima no-realización en lo consumible. Cada producto indi-
1
que se intercambian en su propia esfera- podemos reconocer vidual representa la esperanza de un veloz atajo para accedet¡f
la manifestación de un modo místico de abandonarse a la tras- por fin a la tierra prometida del consumo total y, al mismo tiem-
cendencia de la mercancía. El coleccionista de llaveros que se po, se presenta como la singularidad decisiva. Pero, como su-
fabrican para ser coleccionados acumula las indulgencias de la cedió con la difusión instantánea de la moda de los nombres
mercancía, un signo glorioso de su presencia real entre los fie- aristocráticos (que han terminado por llevar casi todos los in-
les. Gracias a estos fetiches, el hombre reificado exhibe la prue- dividuos de la misma edad), el objeto del cual se espera una
ba de su intimidad con la mercancía. Como en los arrebatos de potencia singular no llega a proponerse como objeto de ado-
los posesos, o de quienes eran sanados milagrosamente por el ración para las masas sino a condición de ser producido en un
viejo fetichismo religioso, el fetichismo de la mercancía tam- número de ejemplares lo suficientemente elevado como para
bién alcanza momentos de excitación fervorosa. Pero, incluso poder ser objeto de consumo masivo. El carácter prestigioso
en esos momentos, el único goce que se expresa es el goce de este producto cualquiera procede del hecho de haberse
elemental de la sumisión. situado, por un instante, en el centro de la vida social, como si
fuese la revelación del misterio de la finalidad de la produc-
ción. El objeto que fue espectacularmente prestigioso se torna
68. vulgar en cuanto entra en casa de un consumidor, porque en
ese mismo momento entra en las casas de todos los demás con-
Cie1iamente, sería un error contraponer a esta seudonecesi- sumidores. Revela entonces (cuando ya es demasiado tarde) su
dad impuesta por el consumo moderno una necesidad o un· pobreza esencial, que procede de las miserables condiciones
deseo auténticos, que no fueran ellos mismos producto de la de su producción. Y para entonces ya ha aparecido otro obje-
sociedad y de su historia. Sin embargo, la abundancia mer- to que se ha conve1iido en justificación del sistema y que exi-
cantil supone una ruptura absoluta con el crecimiento orgáni- ge ser reconocido.
co de los bienes sociales. Su acumulación mecánica pone en
marcha lo artificial ilimitado, ante lo cual el deseo vital que-
da desarmado. La potencia acumulativa de lo artificial ilimita-
70 71
11

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70. de producción capitalista. Lo que obliga a los trabajadores a
participar en la edificación del mundo es lo mismo que les se-
El carácter de impostura de una satisfacción se autodenun- para de él. Aquello que relaciona a los hombres, liberándoles
cia mediante su relevo por otra nueva, de acuerdo con el in- de sus limitaciones locales o nacionales, es lo mismo que les
cesante cambio de los productos y de las condiciones genera- aleja a unos de otros. Lo mismo que obliga a profundizar en la
les de producción. Aquello que impúdicamente afirmaba su racionalidad alimenta la irracionalidad de la explotación jerar-
excelencia definitiva es sustituido, tanto en el espectáculo con- quizada y de la represión. Y aquello mismo que constituye la
centrado como en el difuso, de modo que lo único continua- potencia abstracta de la sociedad constituye su no-libertad con-
mente permanente es el sistema: los mismos que impusieron creta.
a Stalin se dedican después a denunciarle, como se hace con
las mercancías pasadas de moda. Cada nueva mentira de la
publicidad es asimistno un desengaño con respecto a la men-
tira anterior. La caída de una figura del poder totalitario revela
lo ilusorio de la comunidad que hasta entonces la aprobaba
unánimemente, y que no era sino un agregado de soledades
desilusionadas.

71.

Todo lo que el espectáculo presenta como perpetuidad se


basa en el cambio, y debe cambiar al mismo tiempo que cam-
bia aquello en lo que se basa. El espectáculo es absolutamen-
te dogmático, pero al mismo tiempo no puede desembocar en
ningún dogma sólido. Para él, nada se detiene, tal es su esta-
do natural; y, sin embargo, es también el estado más contrario
a sus inclinaciones.

72.

La unidad irreal proclamada por el espectáculo enmascara la


división en clases en la cual se apoya la unidad real del modo
72 73

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IV. EL PROLETARIADO COMO SUJETO Y COMO REPRESENTACIÓN

"El derecho igualitario de todos a los bienes y goces de este


mundo, la destrucción de toda autoridad, el rechazo de todo
freno moral: tal es, en el fondo, la razón de ser de la insu-
rrección del 18 de Marzo y el fundamento de la temible aso-
ciación que le ha suministrado un ejército."
1
(Investigación parlamentaria sobre!
la insurrección del 18 de Marzo)

73.

El movimiento real que suprimió las condiciones del antiguo


régimen gobierna la sociedad a partir de la victoria de la bur-
guesía en lo económico, y ostensiblemente desde la traducción
política de esta victoria. El desarrollo de las fuerzas producti-
vas ha hecho estallar las antiguas relaciones de producción, y
todo lo estático se ha hecho añicos. Todo lo que era absoluto
se ha tornado histórico.

74.

Arrojados a la historia, obligados a participar en el trabajo y


en las luchas que constituyen esa historia, los hombres se ven
constreñidos a contemplar sus relaciones de manera realista.
La historia carece de otro objeto que no sea el que ella misma
realiza obrando sobre sí, aunque la última visión metafísica in-
consciente de la época histórica haya podido concebir el pro-
greso de la producción, a lo largo del cual se ha desplegado
75
esa historia, como si se tratase de su objeto. El sujeto de la his- tales revoluciones. "Incluso como filosofía de la revolución bur-
toria sólo puede ser el existente humano que se autoproduce, guesa, no expresa todo el proceso de esa revolución, sino tan
haciéndose dueño y señor de su mundo, que es la historia, y sólo su conclusión final. En ese sentido, no es una filosofía de
sólo puede existir como conciencia de su actividad. la revolución, sino una filosofía de la restauración" (Karl Korsch, 1
Tesis sobre Hegel y la revolución). Hegel es el último pensador
que ha hecho labor de filósofo: "la glorificación de todo cuan-
75. to existe", pero lo que existía para él ya no podía ser sino la to-
talidad del movimiento histórico. Al mantenerse el pensamien-
Las luchas de clase de la dilatada época revolucionaria inau- to en una posición de hecho exterior, sólo podía enmascararse
gurada por el ascenso de la burguesía se desarrollan, como en un proyecto previo del Espíritu, héroe absoluto que hace lo1f 1
si se tratase de una sola corriente, junto con el pensamiento que quiere y quiere lo que hace, y cuya realización coincide
histórico -la dialéctica-, ese pensamiento que no se queda con el presente. De este modo, la filosofía que muere con el
en la búsqueda del sentido de los entes, sino que se eleva nacimiento del pensamiento histórico no puede ya glorificar su
hasta el conocimiento de la disolución de todo lo que es y mundo más que negándolo, pues tiene que suponer ya termi-
que, en ese movimiento, disuelve toda separación. nada esta historia total en la cual lo ha sumido todo, tiene que
suponerlo así para poder tomar la palabra y cerrar la sesión del
único tribunal que puede dictar la verdad.
76.

Lo que Hegel interpreta no es ya el mundo, sino la tranifor- 77.


mación del mundo. Al limitarse a interpretar la transformación
del mundo, Hegel no representa más que el acabamiento filo- Cuando el proletariado manifiesta con actos y con su propia
sqfico de la filosofía. Quiere comprender un mundo que se ha- existencia que este pensamiento histórico no está olvidado, ello
ce a sí mismo. Este pensamiento histórico no es todavía más que confirma el método al mismo tiempo que desmiente la con-
una conciencia que llega demasiado tarde y que enuncia una clusión.
justificación post festum. En esa medida no ha superado la se-
paración más que en el pensamiento. La paradoja consiste en
que, al mismo tiempo que suspende la realidad del sentido de 78.
ese acabamiento histórico, revela el modo en que ese sentido
se autoconstituye como acabamiento de la historia, y tal para- El pensamiento histórico sólo puede salvarse como pensa-
doja deriva del mero hecho de que el pensador de las revolu- 1
Teórico marxista alemán (1889-1961), destacó el triple carácter del marxis-
ciones burguesas de los siglos XVII y XVIII no buscaba, con su mo -filosófico, científico y político- y se opuso a sus interpretaciones mecani-
filosofía, otra cosa que una reconciliación con los resultados de cistas o proféticas, en un sentido muy próximo al defendido aquí por Debord.

76 77
miento práctico; y la práctica del proletariado como clase re- 80.
volucionaria no puede ser sino la conciencia histórica que ac-
túa sobre la totalidad de su mundo. Todas las corrientes teóri- La inversión efectuada por Marx para salvar el pensamiento
cas del pensamiento obrero revolucionario proceden del de las revoluciones burguesas mediante su "transposición" no
enfrentamiento crítico con el pensamiento hegeliano, tanto en consistió en la mera sustitución del recorrido del Espíritu hege-
el caso de Marx como en los de Stirner o Bakunin. liano -cuya objetivación se identificaba con la alienación-, que
caminaba hacia sí mismo en el tiempo sin que las heridas his-
tóricas le dejasen cicatrices, por las fuerzas productivas. Cuan-
79. do la historia se torna real, ya no tiene fin. Marx destruye la po-
sición separada de Hegel frente al conocimiento, así como la ,,f 1
Si la teoría de Marx es inseparable del método hegeliano, ello contemplación de un agente supremo y exterior, sea quien fue-
se debe a que el propio método hegeliano es inseparable del re. La teoría ya no conocerá más que aquello que ella misma
carácter revolucionario de la teoría, es decir, de su verdad. Es- hace. Por el contrario, la contemplación del movimiento de la
ta relación esencial ha sido generalmente ignorada o mal com- economía, en el pensamiento que domina la sociedad actual,
prendida, incluso denunciada como la debilidad de aquello en es la herencia no invertida del aspecto no dialéctico de la ten-
lo que acabó falazmente convirtiéndose, en una doctrina mar- tativa hegeliana de conseguir un sistema circular; es una afir-
xista. Bernstein/ en su obra Socialismo teórico y socialdemo- mación que ha perdido la dimensión del concepto y que no ne-
cracia práctica, revela perfectamente este vínculo entre el mé- cesita ya de ningún hegelianismo para justificarse, puesto que
todo dialéctico y el compromiso con la historia, cuando deplora el movimiento que intenta describir no es más que un área sin
las poco científicas previsiones del Manifiesto de 1847 sobre la pensamiento del mundo, cuyo desanollo mecánico domina efec-
inminencia de la revolución proletaria en Alemania: "Este tipo tivamente la totalidad. El proyecto de Marx es el proyecto de
de auto-sugestión histórica, tan errónea que podríamos atri- una historia consciente. El ciego desarrollo cuantitativo alcan-
buírsela al primer visionario político advenedizo, sería incom- zado por las fuerzas productivas en lo meramente económico
prensible en Marx, que a estas alturas ya había estudiado se- debe transformarse en apropiación cualitativa histórica. La crí-
riamente Economía, si no fuera porque en ella se traslucen los tica de la economía política es el primer acto de este final de la
restos de la dialéctica hegeliana de la antítesis, de la cual Marx, prehistoria: "De todos los instrumentos de producción, la pro-
como le sucedió a Engels, nunca pudo desprenderse por com- pia clase revolucionaria es la mayor potencia productiva".
pleto. En aquellos momentos de generalizada efervescencia,
esto fue para él una fatalidad".
81.
2
Eduard Bernstein (1850-1932), ideólogo de la socialdemocracia alemana,
editó en el exilio (Zurich y Londres) el boletín Sozialdemokrat, antes de re- Lo que vincula estrechamente la teoría de Marx con el pen-
gresar a Alemania como diputado del Reichstag en 1901. samiento científico es la comprensión racional de las fuerzas
78 79
realmente efectivas de la sociedad. Pero se trata, esencialmen- 83.
te, de algo que va más allá del pensamiento científico, y que
sólo lo conserva en cuanto superado: se trata de una com- Las corrientes utópicas del socialismo, aunque histórica-
prensión de la lucha, no en absoluto de la ley. "No conocemos mente sustentadas en cuanto tales en la crítica de la organi-
más que una ciencia, la ciencia de la historia", decía La ideo- zación social imperante, pueden ser calificadas de utópicas
logía alemana. sólo en la medida en que rechazan la historia -es decir, la lu-
cha real que se desarrolla, así como el movimiento del tiem-
po al margen de la inmutable perfección de la imagen de la
82. sociedad feliz-, pero no porque rechacen la ciencia. Es más
bien lo contrario: los pensadores utópicos están completa-11 \(
La época burguesa, que aspiraba a fundar científicamente la mente subyugados por el pensamiento científico tal y como
historia, se olvidó de que esta ciencia tuvo que ser fundada ella se impuso en siglos anteriores. Esperan la realización de ese
misma históricamente, al mismo tiempo que la economía. En sistema racional generalizado: no se consideran en absoluto
consecuencia, la historia no depende esencialmente de ese cono- como profetas desarmados, pues creen en el poder social de
cimiento sino en la medida en que la historia se mantiene como la demostración científica e incluso, en el caso del saintsimo-
historia económica. La vanidad de los cálculos de los socialistas nismo, en la conquista del poder por la ciencia. Sombart3 de-
que creyeron haber establecido la periodicidad exacta de las cri~ cía: "¿Cómo pretenden obtener mediante la lucha algo que
sis del capitalismo, muestra hasta qué punto el papel de la his- debe ser demostrado?". Sin embargo, la concepción cientifi-
toria en la propia economía -el proceso global que modifica sus dsta de los utopistas no alcanza al conocimiento que los gru-
propios datos científicos fundamentales- queda olvidado cuan- pos sociales tienen de sus propios intereses en una situación
do se elige el punto de vista de la observación científica; desde concreta, de las fuerzas que los mantienen y de las formas de
el momento en que la constante intervención del Estado ha lo- falsa conciencia que corresponden a tales posiciones. Se si-
grado compensar los efectos de las tendencias a la crisis, el mis- túan, pues, más acá de la realidad histórica de la propia evo-
mo tipo de razonamiento ha querido ver en este equilibrio una lución de la ciencia, que en buena parte se ha orientado por
armonía económica definitiva. Pero, en la medida en que el pro- la demanda social resultante de dichos factores, y que no so-
yecto de una superación de la economía, el proyecto de apropia- lamente selecciona lo que puede admitirse, sino también lo
ción de la historia, quiera conocer -y reclamar para sí- la cien- que puede investigarse. Los socialistas utópicos quedaron pre-
cia de la sociedad, no puede él mismo pretender ser científico. sos del modo de exposición de la verdad científica, concibie-
El punto de vista revolucionario de este último movimiento, que ron esta verdad conforme a su mera imagen abstracta, tal y
cree dominar la historia actual gracias a un conocimiento cien- como se había impuesto en una etapa social muy anterior.
tífico, sigue siendo un punto de vista burgués.
3
Werner Sombart (1863-1941): profesor de Economía Política en la Univer-
sidad de Breslau, autor de El socialismo y los movimientos sociales del Siglo XIX.

80 81
Como indicó Sorel, 4 los utopistas intentaban descubrir y de- cuencia ser educada. "La historia nos ha refutado a nosotros, y
mostrar las leyes de la sociedad tomando como modelo la as- a todos los que pensaban como nosotros. Nos ha mostrado con
tronomía. La armonía que preveían, una armonía hostil a la toda claridad que la fase de desarrollo económico del conti-
historia, deriva de un intento de aplicar a la sociedad la ciencia nente aún está muy lejos de haber alcanzado la madurez", di-
que menos depende de la historia. Pretendían alcanzar el re- ría Engels en 1895. Durante toda su vida, Marx mantuvo la pers-
conocimiento con la misma inocencia experimental que el sis- pectiva unitaria de su teoría, pero la exposición de su teoría se
tema de Newton, y el destino feliz que constantemente pos- llevó a cabo en el ten-eno del pensamiento imperante, concre-
tulan "desempeña en su ciencia social un papel análogo al tándose en forma de críticas a disciplinas particulares, princi-
que corresponde a la inercia en la mecánica racional" (Mate- palmente en la crítica de la ciencia fundamental de la sociedad
riales para una teoría del proletariado). burguesa, la economía política. Esta mutilación, aceptada lue- 1f 1
go como definitiva, fue lo que dio lugar al "marxismo".

84.
85.
El aspecto determinista -científico del pensamiento de Marx
fue precisamente la brecha por la cual se dejó penetrar por el El defecto de la teoría de Marx es, naturalmente, el defecto
proceso de "ideologización", incluso durante la vida del pro- de la lucha revolucionaria del proletariado de su época. La cla-
pio Marx, y mucho más después, en la herencia que legó al se obrera no decretó la revolución permanente en la Alema-
movimiento obrero. El advenimiento del sujeto de la historia nia de 1848; la Comuna fue aislada y vencida. Por tanto, la teo-
siempre queda aplazado para más tarde, y la ciencia histórica ría revolucionaria no podía alcanzar su propia existencia plena.
por excelencia, la economía, tiende cada vez más a garantizar Verse reducido a la obligación de tener que defenderla y pre-
la necesidad de su propia negación en el futuro. Pero, de este cisarla en la separación del trabajo intelectual, en el British
modo, la práctica revolucionaria -única verdad de esa nega- Museum, implicaba ya una derrota para la propia teoría. Las
ción- se desplaza fuera del campo de visión de la teoría. Así, justificaciones científicas extraídas de la evolución futura de la
lo importante termina siendo estudiar con paciencia el des a- clase obrera, y la práctica organizativa asociada a tales justifi-
rrollo económico, admitiendo incluso el sufrimiento con hege- caciones, se convertirían luego en obstáculos para la conciencia
liana tranquilidad; por ello, en cuanto a sus resultados, no de- proletaria en una etapa más avanzada.
ja de ser "el cementerio de las buenas intenciones". Se descubre
así, de acuerdo con la ciencia de las revoluciones, que la con-
ciencia llega siempre demasiado pronto, debiendo en conse- 86.

4
Georges Sorel (1847-1922): sindicalista y promotor de la violencia revolu- Toda la insuficiencia teórica de la defensa científica de la re-
cionaria, autor de La descomposition du marxisme. volución proletaria puede resumirse, tanto en su contenido co-
82 83
mo en su forma de exposición, en la identificación del prole-
roo en el período medieval de debilitamiento del Estado, en el
tariado con la burguesía desde el punto de vista de la conquis-
momento de su fragmentación feudal en poderes equilibrados.
ta revolucionaria del poder.
Pero el Estado moderno, que con el mercantilismo comenzó a
apoyar el desarrollo de la burguesía, y que finalmente se con-
virtió en su Estado en la fase del "laisser faire, laisser passer",
87.
se revelará después como dotado de un poder crucial en la ges-
tión calculada del proceso económico. Marx, no obstante, llegó
La tendencia a sustentar la demostración científica de la le-
a dibujar, al hablar del bonapartismo, un esbozo de esta buro-
gitimidad del poder proletario sirviéndose de la repetición de
cracia estatal moderna, fusión de Estado y Capital que consti- ¡
experiencias del pasado oscurece, ya desde el Manifiesto, el 1
tuye un "poder nacional del Capital sobre el trabajo, una fuer.1 4
pensamiento histórico de Marx, obligándole a mantener una
za pública organizada para la servidumbre social", mediante la
imagen lineal del desarrollo de los modos de producción em-
cual la burguesía renuncia a toda existencia histórica distinta
pujado por la lucha de clases, que en todo caso terminaría "en
de la reducción a la historia económica de las cosas, y se quie-
una transformación revolucionaria de la sociedad en su con-
re a sí misma "condenada a la misma aniquilación política que
junto o en la mutua destrucción de las clases en lucha". Pero,
las demás clases". Aquí están ya sentadas las bases sociopolí-
en la realidad histórica observable, de la misma manera que,
ticas del espectáculo moderno, que define negativamente al
según el propio Marx constató en otro lugar, "el modo de pro-
proletariado como el único aspirante a una vida histórica.
ducción asiático" ha conservado su inmutabilidad a pesar de
todos los enfrentamientos de clases, así también los motines
de los siervos nunca acabaron en la derrota de los nobles, ni
88.
las revueltas de esclavos en la Antigüedad consiguieron jamás
vencer a los hombres libres. El esquema lineal pierde de vista,
Las dos únicas clases que responden efectivamente a la teo-
sobre todo, que la burguesía es la única clase revolucionaria
ría de Marx, las dos clases puras a las cuales se refiere todo el
que ha salido victoriosa, al mismo tiempo que es la única da-
análisis de El Capital, la burguesía y el proletariado, son tam-
se para la cual el desarrollo económico se ha convertido en
bién las dos únicas clases revolucionarias de la historia, pero
causa y consecuencia de su dominio sobre la sociedad. Esta
ambas en condiciones muy distintas: la revolución burguesa ya
misma simplificación fue la que llevó a Marx a desdeñar el pa-
está hecha; la revolución proletaria es un proyecto nacido so-
pel económico desempeñado por el Estado en la gestión de
bre la base de aquélla otra revolución anterior, pero un pro-
una sociedad de clases. Si la burguesía ascendente parecía li-
yecto que difiere de ella cualitativamente. Cuando se desdeña
berar la economía de las manos del Estado, ello sucedía úni-
la originalidad del papel histórico desempeñado por la bur-
camente en la medida en que el Estado antiguo se confundía
guesía, se oculta también la originalidad de este proyecto pro-
con el instrumento de la opresión de clase en una economía
letario, que sólo puede triunfar defendiendo sus propios colo-
estática. La burguesía desarrolló su poder económico autóno-
res y tomando conciencia de "la inmensidad de sus tareas". La
84
85
burguesía accedió al poder por ser la clase de la economía en 90.
desarrollo. El proletariado no puede convertirse en cuanto tal
en un poder salvo si llega a ser la clase de la conciencia. Este La fusión del conocimiento y la acción ha de realizarse en la
poder no está garantizado por la maduración de las fuerzas pro- propia lucha histórica, de tal modo que la garantía de verdad
ductivas, ni siquiera mediante el atajo que constituye la des- de cada uno de los términos está depositada en el otro. La cons-
posesión creciente que ese proceso implica. La conquista jaco- titución de la clase proletaria como sujeto no es sino la orga-
bina del Estado no puede ser su instrumento. Ninguna ideología nización de las luchas revolucionarias y la organización de la
puede servirle para enmascarar sus metas parciales como si fue- sociedad en el momento revolucionario: ahí es donde deben
sen objetivos generales, pues no puede conservar ninguna rea- buscarse las condiciones prácticas de la conciencia, aquellas ¡
1
lidad parcial que sea efectivamente suya. condiciones en las cuales la teoría de la praxis se confirma ah4
convertirse en teoría práctica. Sin embargo, esta cuestión cen-
tral de la organización fue la menos tenida en cuenta por la
89. teoría en la época fundacional del movimiento obrero, es de-
cir, en la época en que esta teoría conservaba aún el carácter
Aunque Marx, en un determinado período de su participación unitario procedente del pensamiento histórico (y que ella se
en las luchas del proletariado, esperase demasiado de las pre- había dado como tarea precisamente desarrollar hasta conver-
visiones científicas, hasta el punto de que creó las bases inte- tirlo en una práctica histórica unitaria). La inconsecuencia de
lectuales de las ilusiones economicistas posteriores, sabemos esta teoría consiste, pues, en admitir y retomar unos métodos
con certeza que él no sucumbió personalmente a tales ilusio- de aplicación estáticos y jerarquizados procedentes de la re-
nes. En una célebre carta del 7 de Diciembre de 1867, que acom- volución burguesa. Las formas de organización del movimien-
pañaba a un artículo en el cual él mismo hacía la crítica de El to obrero que se desarrolló a partir de esta inconsecuencia te-
Capital (artículo que Engels debía hacer llegar a la prensa co- órica han tendido, a su vez, a impedir que se mantuviese una
mo si procediese de un adversario), Marx expuso claramente teoría unitaria, disolviéndola en distintos conocimientos espe-
los límites de su propia ciencia: "La tendencia subjetiva del au- cializados y parciales. La teoría, alienada ideológicamente de
tor (que quizás le viene impuesta por su posición política y por este modo, es ya incapaz de plantearse la realización práctica
su pasado), es decir, la manera en que él mismo se represen- del pensamiento histórico unitario al que ha traicionado, in-
ta y presenta a los demás el resultado último de los movimientos cluso cuando tal realización surge en la lucha obrera espontá-
actuales, no guarda relación alguna con la realidad de sus aná- nea; tan sólo puede contribuir a reprimir tanto su manifesta-
lisis". De este modo, Marx, al denunciar él mismo las conclu- ción como su memoria. Sin embargo, estas formas históricas
siones tendenciosamente extraídas de su análisis objetivo, y que aparecen en la lucha son exactamente el medio práctico
mediante la ironía de un "quizás" relativo a las opciones ex- que a la teoría le faltaba para ser verdadera. Son una exigencia
tracientíficas que se le habían impuesto, muestra al mismo tiem- de la teoría, pero una exigencia no formulada teóricamente. El
po la clave metodológica de la fusión de ambos aspectos. soviet no fue un descubrimiento de la teoría. Ya antes, la más
86 87
elevada verdad teórica de la Asociación Internacional de Tra- desde esa perspectiva: "Como pilotos invisibles en medio de
bajadores, consistió en su propia existencia en la práctica. la tempestad popular, deberemos dirigirla, pero no mediante
un poder ostensible, sino mediante la dictadura colectiva de
todos los aliados. Una dictadura sin uniformes, sin títulos, sin
91. derechos oficiales, pero tanto más poderosa cuanto que no
se presenta bajo ninguna apariencia de poder". De este mo-
Los primeros éxitos de la lucha de la Internacional la lleva- do se oponían dos ideologías de la revolución obrera cada
ron a liberarse de las confusas influencias de la ideología do- una de las cuales contenía una crítica parcialmente verdadera
minante que aún subsistían en su seno. Pero las derrotas y la de la otra, y así perdían la unidad del pensamiento histórico, 4 1
represión, con las cuales chocó de inmediato, hicieron quepa- instituyéndose ellas mismas como autoridades ideológicas. Or- •J
sase al primer plano el conflicto entre dos concepciones de la ganizaciones muy poderosas, como la socialdemocracia ale-
revolución proletaria, dos concepciones que contenían una di- mana o la Federación Anarquista Ibérica, sirvieron fielmente
mensión autoritaria que condujo al abandono de la autoe- a una y otra ideología, y el resultado fue siempre bien distin-
mancipación consciente de la clase trabajadora. En efecto, la to de lo esperado.
disputa finalmente irreconciliable entre marxistas y bakuni-
nistas era doble: se refería tanto al futuro poder en la socie-
dad revolucionaria como a la organización presente del mo- 92.
vimiento obrero, y las posiciones de los adversarios sufrían
una inversión al pasar de uno de estos aspectos al otro. Ba- El considerar como inmediatamente presente el objetivo de
kunin combatía la ilusión de una abolición de las clases so- la revolución proletaria constituye la grandeza y, al mismo
ciales mediante el uso autoritario del poder estatal, previendo tiempo, la debilidad de la lucha anarquista (pues, en sus va-
la reconstrucción de una clase burocrática dominante y la dic- riantes individualistas, las pretensiones del anarquismo son ri-
tadura de los sabios (o de quienes se consideran tales). Marx, dículas). Lo único que el anarquismo colectivista retiene del
quien creía que la maduración asociada a las contradicciones pensamiento histórico de las luchas de clases modernas es su
económicas y la educación democrática de los obreros redu- conclusión, y la exigencia absoluta de esta conclusión se tra-
cirían el papel del Estado proletario a una simple fase de le- duce inmediatamente en un total desprecio por el método. Por
galización de las nuevas relaciones sociales que se impondrían ello, su crítica de la lucha política es una crítica abstracta, mien-
objetivamente, denunciaba en Bakunin y en sus seguidores el tras que su opción a favor de la lucha económica está única-
autoritarismo de una élite conspiratoria deliberadamente si- mente en función de la ilusión de una solución definitiva ob-
tuada por encima de la Internacional, con el extravagante de- tenida en ese terreno de una sola vez, en el momento de la
signio de imponer a la sociedad la irresponsable dictadura de huelga general o de la insurrección. Los anarquistas tienen que
los más revolucionarios (o de quienes se autodesignasen co- realizar un ideal. El anarquismo es una negación todavía ideo-
mo tales). Y, en efecto, Bakunin reclutaba a sus partidarios lógica del Estado y de las clases sociales, es decir, de las pro-
88 89
pias condiciones sociales de la ideología separada. Es la ideo- minación informal sobre todas las organizaciones anarquistas,
logía de la libertad pura, que todo lo iguala y que descarta to- de los propagandistas y defensores de su propia ideología, es-
talmente la idea de un revés histórico. Este punto de vista, en pecialistas tanto más mediocres por cuanto su actividad inte-
el que se apoyan todas las exigencias parciales, confiere al lectual se propone, como regla general, la repetición de pre-
anarquismo el mérito de representar el rechazo de las condi- suntas verdades inamovibles. En las organizaciones mismas, el
ciones establecidas para el conjunto de la sociedad, en lugar respeto ideológico a la unanimidad de las decisiones ha favo-
de centrarse en una crítica que privilegie aspectos especiali- recido más bien la autoridad incontrolada de los especialistas
zados; pero, al considerar esta totalidad en términos absolu- de la libertad; el anarquismo revolucionario espera del pueblo
tos, según el capricho individual y antes de su realización efec- liberado ese mismo tipo de unanimidad, obtenida por los mis-
tiva, se condena a una incoherencia demasiado fácilmente mos medios. Por otra parte, su negativa a tener en cuenta la
constatable. El anarquismo se limita a repetir y a replantear en oposición efectiva entre una minoría agrupada en torno a la lu-
cada lucha su misma conclusión absoluta, pues esta conclu- cha real y la sociedad de los individuos libres, ha alimentado
sión primordial se identifica desde el principio con el resulta- una separación permanente de los propios anarquistas a la ho-
do total del movimiento. Así, Bakunin podía escribir, en 1873, ra de tomar decisiones comunes, como lo prueba el caso de
cuando abandona la Federación Jurasiana, lo siguiente: "En los las innumerables insurrecciones anarquistas en España, frena-
últimos nueve años, se han desarrollado en el seno de la In- das y aplastadas a escala local.
ternacional más ideas de las que hacen falta para salvar al mun-
do, y no creo que nadie sea capaz de inventar ya una idea
nueva. Pero no es momento de ideas, sino de hechos y de ac- 94.
ciones". Obviamente, esta concepción conserva la certeza de
que las ideas han de convertirse en prácticas, que procede del La ilusión, más o menos explícitamente mantenida, del anar-
¡: pensamiento histórico del proletariado, pero abandona el te- quismo auténtico es la ilusión de la inminencia permanente de
¡/
rreno histórico al su poner que las formas adecuadas para la la revolución, que deberá dar la razón a la ideología y a la for-
puesta en práctica de las ideas están ya descubiertas y son in- ma de organización práctica derivada de esa ideología, reali-
mutables. zándose de modo instantáneo. En 1936, el anarquismo dirigió
·.1.
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1
realmente una revolución social y lideró el esbozo de poder
proletario más completo que jamás se haya producido. Pero
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93. conviene reconocer, primero, que, en aquella situación, la se-
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ñal de la insurrección general vino impuesta por el pronun-
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Los anarquistas, que se distinguen patentemente del resto del ciamiento5 del ejército y, segundo, que aquella revolución no
l!¡ movimiento obrero por su grado de convicción ideológica, re- pudo realizarse ya desde sus principios, al existir en la mitad
11¡ producen en su mismo movimiento esa separación de compe-

tencias, y de ese modo establecen el terreno favorable a la do- 5
En castellano en el original.

90 91
del país un poder franquista fuertemente apoyado desde el ex- distinta ponerse al servicio de esa necesidad" (El capital fi-
terior, y al haber sido ya derrotado el movimiento proletario in- nanciero). Quienes no comprendieron que el pensamiento
ternacional, así como debido a la persistencia de las fuerzas unitario de la historia, para Marx y para el proletariado revo-
burguesas y de otros partidos estatalistas de la zona republica- lucionario, no era otra cosa que la adopción de una actitud
na; en esas condiciones, el movimiento anarquista se reveló in- práctica, estaban determinados a convertirse en víctimas de
capaz de extender las "victorias a medias" de la revolución e aquella práctica que habían adoptado al mismo tiempo que su
incluso de defenderlas. Sus líderes más reconocidos se con;ir- teoría.
tieron en ministros, rehenes del Estado burgués que destruía la
revolución para perder la guerra civil.
96.

95. La ideología de la organización socialdemócrata significó el


poder de los profesores que educaban a la clase obrera, y la
El "marxismo ortodoxo" de la Segunda Internacional es la forma de organización adoptada se adecuaba a este aprendi-
ideología científica de la revolución socialista, que identifica zaje pasivo. La participación de los socialistas de la Segunda
su verdad total con el proceso objetivo de la economía y con Internacional en las luchas políticas y económicas fue sin du-
el progresivo reconocimiento de esta necesidad por parte de da una participación concreta, pero profundamente acrítica.
la clase obrera educada por sus organizaciones. Esta ideolo- Se llevaba a cabo en nombre de la ilusión revolucionaria, pe-
gía reproduce aquella confianza en la demostración pedagó- ro de acuerdo con una práctica manifiestamente reformista.
gica que había caracterizado al socialismo utópico, pero la De este modo, la ideología revolucionaria se veía refutada por
combina con una referencia contemplativa al curso de la his- los propios éxitos de sus agentes. La separación entre diputa-
toria. Esta actitud ha perdido, sin embargo, aquella dimensión dos y periodistas del movimiento inclinaba hacia el modo de
hegeliana de la historia total, así como la imagen inmóvil de la vida burgués a quienes habían sido ya reclutados de entre las
totalidad que estaba presente en la crítica utopista (y, más que filas de los intelectuales burgueses. La burocracia sindical con-
en ningún otro, en Fourier). De esta actitud cientificista, que no virtió a quienes, por el contrario, habían sido reclutados a par-
podía por menos que promover oposiciones éticas simétricas, tir de las luchas de los obreros industriales y de entre las filas
proceden las simplezas de Hilferding, 6 cuando observaba que de éstos, en managers de la fuerza de trabajo, convertida a su
el reconocimiento de la necesidad del socialismo "no propor- vez en mercancía en venta a cambio de un precio justo. Para
ciona indicación alguna sobre la actitud práctica que habría que la actividad de todos ellos hubiera conservado algo de re-
que adoptar. Una cosa es reconocer una necesidad, y otra muy volucionaria, habría sido preciso que el capitalismo, por su
parte, hubiera sido capaz de tolerar económicamente este re-
6
formismo que aceptaba en lo político, en cuanto a su agita-
Rudolph Hilferding: economista socialdemócrata alemán, fue dos veces Mi-
nistro de Hacienda y publicó en 1916 la obra citada por Debord.
ción legalista. Aunque su propia ciencia aseguraba la existen-

92 93
cia de esa incompatibilidad, la historia parecía desmentirla a lar el programa correspondiente a esta nueva alienación: "Ser
cada instante. socialista significa trabajar mucho".

97.
98.
Bernstein, que fue el socialdemócrata más ajeno a la ideolo-
g~a P?lítica Y el más abiertamente ligado a la metodología de la Como pensador marxista, Lenin no fue más que un kauts-
e1enc1a burguesa, tuvo la honestidad de intentar mostrar la rea- kistafiel y consecuente, que aplicó la ideología revolucionaria
lidad de esta contradicción -también el movimiento reformista de ese "marxismo ortodoxo" a las condiciones de Rusia, unas
de ~os obrer?s ingleses, al prescindir de la ideología revolucio- condiciones que no permitían la práctica reformista que la Se-
nana, la h~b~a .puesto de manifiestcr-, aunque sólo el propio de- gunda Internacional consideraba como pertinente. La dirección
sarrollo ~1st~nco la demostraría de forma irrefutable. Aunque externa del proletariado, actuando mediante un partido clan-
lleno de 1lus10nes en otros sentidos, Bernstein había neo-ado la destino y disciplinado, sometido a unos intelectuales a quienes
p~sibilidad de una crisis de la producción capitalista qu~ diera se había convertido en "revolucionarios profesionales", había
milagrosamente la victoria a los socialistas, quienes no querían dado lugar a una profesión que no estaba dispuesta a negociar
~eredar la revolución si no era mediante tal consagración legí- con ninguna otra de las profesiones dirigentes de la sociedad
tu~a. Aunque. el momento de conmoción profunda que se pro- capitalista (y, por otra parte, el régimen zarista no tenía mar-
duJo con la Pnmera Guerra Mundial fue fértil en cuanto a la con- gen alguno para ofrecer una apertura basada en un poder bur-
cienciación, demostró doblemente que la jerarquía socialdemócrata gués avanzado). De ese modo, se convirtió en la profesión de
no había educado revolucionariamente a los obreros alemanes la dirección total de la sociedad.
~ue no les había convertido en teóricos: primero, cuando un~
mmen~a mayoría del Partido se alió con la guerra imperialista;
despues, tras la derrota, cuando aplastó a los revolucionarios 99.
espartaquista~. El exobrero Ebert8 creía aún en el pecado, pues
7

~onfesaba odtar la revolución "como al pecado". Este mismo di- El radicalismo ideológico autoritario de los bolcheviques se
n~_ente ~pa.rece como un excelente precursor de la representa- desplegó a escala mundial con la gue11a y gracias al hundimiento
czon soczalzsta que poco después se constituiría como enemigo de la socialdemocracia internacional frente a la guerra. El san-
absoluto del proletariado ruso y del de otros lugares, al formu- griento final de las ilusiones democráticas del movimiento obre-
ro convirtió al mundo entero en una Rusia, desde la cual el bol-
Miembros ele 1~ liga Spartacus, fundada por Rosa Luxemburgo y Karl Lieb-
7

knecht en Alemanta, tras la Revolución Rusa ele 1905. chevismo -dueño y señor de la primera ruptura revolucionaria
8
Fri:clrich Ebert 0871-1925): Presidente del Partido socialdemócrata alemán fruto de esta época de crisis- ofrecía al proletariado de todos
Y Prestclente ele la República de Weimar en 1919, tras la abdicación ele Gui-
llermo II.
los países su modelo jerárquico e ideológico, para "hablar en
ruso" a la clase dominante. Lenin nunca reprochó al marxismo
94
95
de la Segunda Internacional que fuese una ideología revolu- blecido, el imperio social de las apariencias, en el cual ya no
cionaria, sino únicamente que hubiera dejado de serlo. podía plantearse ninguna "cuestión central" "abierta y hones-
tamente". En esta fase, la representación del proletariado re-
volucionario se convirtió al mismo tiempo en el principal fac-
100. tor y en el resultado central de la falsificación general de la
sociedad.
El mismo momento histórico en el cual el bolchevismo triun-
fó por sí mismo en Rusia, y en el cual la socialdemocracia com-
batía victoriosamente en el viejo mundo, señala el perfecto na- 102.
cimiento del orden establecido que se encuentra en el núcleo
de la dominación del espectáculo moderno: la oposición radi- La organización del proletariado según el modelo bolchevi-
cal de la representación obrera contra la clase obrera. que, nacida de la regresión rusa y del abandono de la lucha
revolucionaria por parte del movimiento obrero de los países
desarrollados, encontró de ese modo en tal regresión todas las
101. condiciones que conducían a esta forma de organización a su
inversión contrarrevolucionaria, que ya estaba contenida en ella
"En todas las revoluciones anteriores", escribía Rosa Luxem- desde su germen original; y esta reiterada dimisión del grueso
burgo en la Rote Fahne 9 del 21 de Diciembre de 1918, "los com- del movimiento obrero europeo ante el Hic Rhodus, hic sal-
batientes se enfrentaban a cara descubierta: clase contra clase, ta del período de 1918-1920, dimisión que incluyó la destruc-
programa contra programa. En la actual revolución, las tropas ción violenta de su minoría radical, favoreció el desarrollo com-
de protección del antiguo régimen ya no combaten bajo la ban- pleto del proceso, con el resultado de que se presentó falazmente
dera de las clases dirigentes, sino bajo la de un 'partido so- ante el mundo como la única solución proletaria. La conquis-
cialdemócrata'. Si la cuestión central de la revolución -capita- ta del monopolio estatal de la representación y de la defensa
lismo o socialismo- se plantease abiertamente para la gran masa del poder obrero, que justificaba al partido bolchevique, le obli-
del proletariado, no habría posibilidad alguna de duda o de va- gó a convertirse en lo que era, el partido de los propietarios del
cilación". Unos días antes de su destrucción, la corriente radi- proletariado, eliminando en lo esencial todas las formas pre-
cal del proletariado alemán descubría el secreto de las nuevas cedentes de propiedad.
condiciones creadas por todo el anterior proceso (y a las cua-
les había contribuido en gran medida la representación obre-
ra): la organización espectacular de la defensa del orden esta- 103.

9
Boletín espartaquista dirigido por Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Am- Todas las condiciones para la liquidación del zarismo, que
bos fueron detenidos y asesinados el 15 de Enero de 1919. venían siendo consideradas desde hacía veinte años en el de-
96 97
bate teórico siempre insatisfactorio de las diferentes tendencias mente a los dirigentes comunistas de los sindicatos y a todo el
de la socialdemocracia rusa -la debilidad de la burguesía, el partido, hasta su última cúspide jerárquica. En el X Congreso,
peso de la mayoría campesina, el papel decisivo de un prole- mientras el soviet de Cronstadt era abatido por las armas y se-
tariado concentrado y combativo, pero extremadamente mi- pultado bajo las calumnias, Lenin pronunció, contra los buró-
noritario en el país- desvelaron finalmente su solución me- cratas izquierdistas organizados en torno a la "oposición obre-
diante un dato que no estaba presente en ninguna de las hipótesis: ra", una conclusión cuya lógica Stalin sabría luego ampliar hasta
al apoderarse del Estado, la burocracia revolucionaria que di- alcanzar una perfecta división del mundo: "Iremos a dónde ha-
rigía al proletariado sometió a la sociedad a una nueva domi- ga falta con nuestros fusiles, pero nunca con la oposición ... Ya
nación de clase. La revolución burguesa en sentido estricto era hemos tenido bastante oposición".
imposible, la "dictadura democrática de los obreros y los cam-
pesinos" era una fórmula vacía de sentido; el poder proletario
de los soviets no podía mantenerse, porque tenía en su contra, 104.
al mismo tiempo, a la clase de los campesinos propietarios, a
11!
la reacción "blanca" nacional e internacional y a su propia re- La burocracia, convertida en única propietaria de un capita-
¡1¡

ili '
presentación exteriorizada y alienada en el partido obrero de lismo de Estado, aseguró primero su poder interior mediante
los amos absolutos del Estado, de la economía, de la expresión una alianza provisional con el campesinado, después de Cron-
y, muy pronto, del pensamiento. La teoría de la revolución per- stadt, y gracias a la "nueva política económica"; luego, defen-
manente de Trotsky y Parvus, 10 a la cual Lenin se sumó efecti- dió ese poder en el exterior utilizando a los obreros discipli-
vamente en Abril de 1917, era la única que podía verificarse en nados por los partidos burocráticos de la Tercera Internacional
los países atrasados carentes de un desarrollo social burgués, como fuerza de apoyo de la diplomacia rusa para sabotear to-
pero ello únicamente ocurriría tras la introducción de este nue- do movimiento revolucionario y mantener en el poder a go-
vo e inesperado factor: el poder de clase de la burocracia. En biernos burgueses cuyo apoyo necesitaba para su política in-
las numerosas discusiones de la dirección bolchevique, Lenin ternacional (el poder de Kuo-min-tang11 en la China de 1925-1927,
defendió con todas sus consecuencias la concentración de la el Frente Popular en España y en Francia, etc.). Pero la socie-
dictadura en las manos de la suprema representación de la ideo- dad burocrática tuvo que proseguir su propia realización me-
logía. En todo momento, Lenin tuvo razón contra sus adversa- diante la práctica del terror sobre el campesinado, para llevar
rios, pues defendía una solución que ya estaba implícita en las a cabo la acumulación capitalista primitiva más brutal de la his-
opciones anteriores del poder absoluto minoritario: la demo- toria. Esta industrialización de la época de Stalin desvela la rea-
cracia, negada estatalmente a los campesinos, debía negárse-
les también a los obreros, lo que significaba negársela igual- 11
"Partido Nacionalista del Pueblo", organización formada por intelectuales
chinos educados en Europa y defensores del ideario de la Revolución Francesa,
10
Seudónimo del político ruso Alexander Helphand (1869-1924), organiza- primero como sociedad secreta y luego como partido organizador de la Revo-
dor del partido socialdemócrata alemán. lución de 1911 contra la dinastía Men Chu. Aliados de los soviéticos hasta 1927.

98 99
lidad última de la burocracia: es la continuación del poder de la realidad como los objetivos quedan disueltos en la procla-
la economía, que rescata lo esencial de la sociedad mercantil ma ideológica totalitaria: todo lo que se dice es todo lo que
y mantiene el trabajo-mercancía. Ello prueba que se trata de hay. He aquí un primitivismo local del espectáculo, que sin em-
una economía independiente, que domina la sociedad hasta el bargo desempeña un papel esencial en el desarrollo del es-
punto de que recrea, para sus propios fines, la dominación de pectáculo mundial. La ideología así materializada no ha trans-
clase de la que precisa: lo que equivale a decir que la burgue- formado económicamente el mundo, como sí lo ha hecho el
sía ha creado un poder autónomo que, en tanto subsista su au- capitalismo que ha alcanzado su fase de abundancia, simple-
tonomía, puede incluso prescindir de la propia burguesía. La mente ha transformado policialmente la percepción.
burocracia totalitaria no es "la última clase propietaria de la his-
toria" en el sentido de Bruno Rizzi, sino solamente una clase
dominante suplente para la economía mercantil. La propiedad 106.
privada capitalista, desfallecida, es sustituida por un subpro-
ducto simplificado, menos diversificado, y concentrado como La clase ideológico-totalitaria en el poder es el poder de un
propiedad colectiva de la clase burocrática. Esta forma sub- mundo invertido: cuanto más fuerte es, más afirma que no exis-
desarrollada de clase dominante expresa asimismo un subde- te, y su fuerza le sirve ante todo para afirmar su inexistencia.
sarrollo económico, y no tiene más perspectiva que la repara- Sólo en este sentido es modesta: su inexistencia oficial debe
ción de este atraso en ciertas regiones del mundo. El partido coincidir con el nec plus ultra del desarrollo histórico, que al
obrero, organizado de acuerdo con el modelo burgués de la mismo tiempo debe ser pensado como debido a su infalible
separación, ha proporcionado el marco jerárquico-estatal ne- mandato. Propagada por todas partes, la burocracia ha de ser
cesario para esta versión complementaria de la clase dominante. la clase invisible para la conciencia, de tal modo que toda la
Anton Ciliga reparaba, preso en una cárcel de Stalin, en que vida social se enloquece. La organización social de la mentira
"las cuestiones técnicas de organización han demostrado ser absoluta deriva de esta contradicción fundamental.
cuestiones sociales" (Lenin y la Revolución).

107.
105.
El estalinismo fue el imperio del terror en la propia clase bu-
La ideología revolucionaria, la coherencia de lo separado, de rocrática. El terrorismo fundado por esta clase debe también
la cual el leninismo constituye eltnás elevado esfuerzo volun- afectarla a ella misma, pues no posee garantía jurídica alguna,
tarista, y que detenta la gestión de una realidad que le repele,· carece de existencia reconocida como clase propietaria, y por
retorna a la verdad de su incoherencia con el estalinismo. En lo tanto no puede extenderla a todos y cada uno de sus miem-
ese momento, la ideología deja de ser un arma para convertir- bros. Su propiedad· real está disimulada, no habiéndose con-
se en un fin. La mentira no contradicha se torna locura. Tanto vertido en propietaria más que por medio de la falsa concien-
100 101
cia. Y la falsa conciencia sólo puede mantener su poder abso- ciencia no existe un espíritu superior. "El soberano del mundo
luto mediante un terror absoluto, que termina por perder todo posee la conciencia efectiva de lo que es -el poder universal
motivo genuino. Sólo colectivamente tienen los miembros de de la efectividad- en la violencia destructiva que ejerce contra
la clase burocrática un derecho de posesión sobre la sociedad, el yo [soi] de los sujetos con quienes se compara". Al mismo
en la medida en que participan de la mentira fundamental: es tiempo que es el poder que define el campo de la dominación,
preciso que representen el papel de proletariado dirigente de es "el poder que asola ese campo".
una sociedad socialista, que, como actores, sean fieles al guión
de la infidelidad ideológica. Pero la efectiva participación en
esta existencia engañosa ha de verse a sí misma reconocida co- 108.
_,¡
mo participación verídica. Ningún burócrata puede defender \4
individualmente su derecho al poder, pues probar que es un Cuando la ideología, convertida en absoluta por la posesión
proletario socialista sería manifestarse como lo contrario de del poder absoluto, se ha transformado de conocimiento par-
un burócrata; y probar que es un burócrata es imposible, pues- cial en mentira totalitaria, el pensamiento histórico es aniqui-
to que la verdad oficial de la burocracia es su inexistencia. Así lado de modo tan total que la propia historia deja de existir en
pues, cada burócrata se encuentra en una relación de depen- el nivel más empírico de la conciencia. La sociedad burocráti-
dencia absoluta con respecto a una garantía central de la ideo- ca totalitaria vive un presente perpetuo en el cual todo lo que
logía, que reconoce una participación colectiva en el "poder ocurre existe únicamente gracias a ella, como espacio accesi-
socialista" de todos aquellos burócratas a quienes no aniquila. ble a su policía. El proyecto, formulado por Napoleón, de "di-
Aunque los burócratas, colectivamente considerados, son quie- rigir monárquicamente la energía de los recuerdos", encuentra
nes lo deciden todo, la cohesión de su propia clase sólo puede su concreción más perfecta en la manipulación permanente del
garantizarse mediante la concentración de su poder terrorista pasado, no solamente en cuanto a su significado, sino incluso
en una sola persona. En esta persona reside la única verdad en cuanto a los hechos mismos. Pero el precio que ha de pa-
práctica de la mentira que ocupa el poder: la fijación indiscuti- garse por esa ·liberación de toda realidad histórica es la pérdi-
ble de su frontera perpetuamente rectificada. Stalin, sin apela- da de la referencia racional indispensable para la sociedad ca-
ción posible, decide quién ha de ser finalmente un burócrata pitalista histórica. Es conocido el coste que la aplicación científica
propietario, es decir, quién ha de ser considerado como un de la ideología enloquecida ha llegado a tener para la econo-
"proletario en el poder", y quién es un "traidor a sueldo de Mi- mía rusa, como lo prueba el caso Lyssenko. 13 Esta contradic-
kado12 y de Wall Street". Los átomos burocráticos no encuen-
tran la esencia común de su derecho más que en la persona
13 Trófimo D. Lyssenko, científico ruso que pretendió refutar la genética men-
de Stalin. Stalin es el soberano del mundo que, por tanto, es deliana y sustituirla por otra doctrina (el "micurinismo"), supuestamente deri-
consciente de ser la persona absoluta, aquella para cuya con- vada del materialismo dialéctico. Ensalzado por el P.C.U.S. a la categoría de
genio, la puesta en práctica de sus tesis mostró su completa falsedad. Vid. El
12
Emperador del Japón. caso Lysenko, Ed. Anagrama, Barcelona, 1974.

102 103
ción -una burocracia totalitaria que administra una sociedad arcaicos: la raza, la sangre, el Caudillo. El fascismo es el arcaís-
industrializada, atrapada entre su necesidad de racionalidad y mo técnicamente armado. Su ersatz descompuesto del mito se
su rechazo de lo racional- constituye una de las principales de- reconstruye en el contexto espectacular y con los más moder-
ficiencias con vistas al desarrollo capitalista normal. Del mis- nos medios de condicionamiento y de ilusión. Por ello, se tra-
mo modo que la burocracia es incapaz de resolver la cuestión ta de uno de los factores de la formación de lo espectacular
agraria al modo en que lo hace el capitalismo, también es de- moderno, al mismo tiempo que su papel en la destrucción del
finitivamente inferior a él en lo referente a la producción in- antiguo movimiento obrero hace de él una de las potencias
dustrial, planificada autoritariamente en función del irrealismo fundamentales de la sociedad actual; pero, dado que el fascis-
y de la mentira generalizada. mo se ha revelado también como la forma más costosa de man-
tener el orden capitalista, era natural que abandonase el pri-J' 1
mer plano de la escena ocupada por el protagonismo de los
109. Estados capitalistas, eliminado por formas más fuertes y racio-
nales de este mismo orden.
El movimiento obrero revolucionario, en el período de en-
treguerras, fue aniquilado por la acción concertada de la bu-
rocracia estalinista y el totalitarismo fascista, que tomó su for- 110.
ma de organización del partido del totalitarismo experimentado
en Rusia. El fascismo fue un modo extremista de defensa de la Una vez que la burocracia rusa consiguió deshacerse de los
economía burguesa, que se sintió amenazada por la crisis y por restos de propiedad burguesa que obstruían su imperio sobre
la subversión proletaria, una reacción contra el estado de sitio la economía, una vez que desarrolló esa economía para su
de la sociedad capitalista, mediante la cual esta sociedad con- propia utilidad, y una vez que obtuvo el reconocimiento ex-
siguió salvarse, dándose una primera racionalización de ur- terior, siendo considerada como una más entre las grandes po-
gencia al hacer intervenir masivamente al Estado en su gestión. tencias, quiso disfrutar tranquilamente de su propio mundo y
Pero este tipo de racionalización estaba viciada en sí misma eliminar de él ese aspecto de arbitrariedad que padecía ella
por la inmensa irracionalidad de sus medios. Aunque el fas- misma: entonces, denunció sus orígenes estalinistas. Pero es-
cismo se aprestó a defender los dogmas principales de la ideo- ta denuncia no dejó de ser estalinista, arbitraria, inexplicable
logía burguesa que se había vuelto conservadora (la familia, la e incesantemente rectificada, porque la mentira ideológica de
propiedad, el orden moral, la nación), reuniendo en torno a su origen no puede jamás desvelarse. Por ello, la burocracia no
ellos a la pequeña burguesía y a los desempleados afectados puede liberalizarse cultural ni políticamente, porque su in-
por la crisis o decepcionados ante la impotencia de la revolu- existencia como clase depende de su monopolio ideológico,
ción socialista, sus raíces no eran ideológicas. Se presentó co- que es, con todo su peso, su único título de propiedad. Cier-
mo lo que era: una resurrección violenta del mito, que exige tamente, la ideología ha perdido la pasión de la afirmación po-
la participación en una comunidad definida por seudovalores sitiva, pero en su perviviencia trivializada e indiferente con-
104 105
serva aún la función represiva de prohibir toda rivalidad, de La descomposición mundial de la alianza de la mistificación
mantener cautivo al pensamiento en su totalidad. En conse- burocrática, añadida a las manifestaciones de resistencia inte-
cuencia, la burocracia está ligada a una ideología en la que ya rior que comenzaron a producirse públicamente con la revuelta
nadie cree. Lo que antes fue terrorismo se ha convertido hoy obrera de Berlín Oriental, que se enfrentó a los burócratas pa-
en irrisión, pero incluso esta irrisión necesita, para mantener- ra exigir "un gobierno de metalúrgicos" (que ya alcanzaron una
se, conservar ese trasfondo de terrorismo del que le gustaría vez el poder en los consejos obreros de Hungría) es, en últi-
deshacerse. Por ello, en el mismo momento en que la buro- ma instancia, el factor más desfavorable para el actual desa-
cracia intenta mostrar su superioridad en el terreno del capi- rrollo de la sociedad capitalista. La burguesía está a punto de
talismo, se revela como un pariente pobre del capitalismo. Así perder al adversario que objetivamente la justificaba, aquel que
1
como su historia efectiva está en contradicción con sus dere- unificaba ilusoriamente toda negación posible del orden esta-.1
chos, su ignorancia impúdicamente perpetuada contradice sus blecido. Cuando los papeles seudorevolucionarios se reparten,
pretensiones científicas, y su proyecto de rivalizar con la bur- esa división del trabajo espectacular toca a su fin. El elemento
guesía en la producción de la abundancia mercantil choca con- espectacular de la disolución del movimiento obrero se acerca
tra el hecho de que esa abundancia conlleva su ideología im- cada vez más a su propia disolución.
plícita en su interior, y se nutre habitualmente de una libertad
ilimitada de falsas opciones que sigue siendo incompatible con
la ideología burocrática. 112.

A la ilusión leninista no le quedan actualmente más bases


111. que las distintas tendencias trotskistas, en las cuales la iden-
tificación del proyecto proletario con una organización je-
En este momento del desarrollo, el título de propiedad ide- rárquica de la ideología ha conseguido inquebrantablemen-
ológico de la burocracia está hundiéndose a escala internacio- te sobrevivir a la experiencia de todos sus resultados. La
nal. El poder, establecido a nivel racional pero a modo de mo- distancia que separa al trotskismo de la crítica revoluciona-
delo fundamentalmente internacionalista, debe admitir que ya ria de la sociedad actual explica la propia distancia que el
no puede intentar mantener su falsa cohesión más allá de las trotskismo mantiene con respecto a unas posiciones que ya
fronteras nacionales. El desarrollo económico desigual quepa- eran falsas cuando fueron utilizadas en la lucha real. Hasta
decen las burocracias con intereses convergentes, las que han 1927, Trotsky se mantuvo, en lo fundamental, solidario de la
conseguido establecer su "socialismo en más de un solo país", cúpula burocrática, esperando apoderarse de ella para obli-
ha conducido al enfrentamiento público y total entre la menti- garla a reiniciar una acción auténticamente bolchevique en
ra rusa y la mentira china. A partir de este momento, cada uno el exterior (es conocido que, en ese momento, y para pro-
de los candidatos a ese poder heredado por algunas clases na- curar disimular el famoso "Testamento de Lenin", Trotsky lle-
cionales del período estalinista, debe seguir su propio camino. gó a desmentir calumniosamente a su partidario Max East-
106 107
man, 14 que lo había divulgado). Trotsky fue condenado por evaluar a todos los intelectuales en este siglo: aquello que
su perspectiva fundamental, pues en cuanto la burocracia se respetan da la justa medida de lo despreciable de su propia
reconoce a sí misma en sus resultados como clase contrarre- realidad. Sin embargo, Lenin no había acariciado casi nunca
volucionaria en el interior, debe también optar por ser efec- este tipo de ilusiones sobre su actividad, pues reconocía que
tivamente contrarrevolucionaria en el exterior, en nombre de "un partido político no puede examinar a sus miembros pa-
la revolución, del mismo modo que lo es en su propio terri- ra determinar si existen contradicciones entre su filosofía y
torio. La lucha posterior de Trotsky a favor de una Cuarta In- el programa del partido". El partido real, cuyo retrato soña-
ternacional contiene la misma inconsecuencia: durante toda do había presentado Lukács a destiempo, sólo era coheren-
su vida se negó a reconocer en la burocracia el poder de una te en función de un objetivo concreto y particular: la con-
1
clase separada, porque durante la segunda revolución rusa quista del poder del Estado. ~f
se convirtió en incondicional defensor de la forma bolchevi-
que de organización. Cuando Lukács, en 1923, encontró en 113.
esta forma la tan buscada mediación entre la teoría y la prác-
tica, en la cual los proletarios dejaban de ser "espectadores" La ilusión neoleninista del trotskismo actual, al verse a cada
de los acontecimientos ocurridos en su organización para em- instante desmentida por la realidad de la sociedad capitalista
pezar a vivirlos consciente y deliberadamente, describía co- moderna, tanto la burguesa como la burocrática, encuentra su
mo mérito del partido bolchevique todo aquello que el par- campo de aplicación natural y privilegiado en los países "sub-
tido bolchevique no era. No obstante la profundidad de su desarrollados" formalmente independientes, en los cuales las
trabajo teórico, Lukács era aún un ideólogo que hablaba en clases dirigentes locales manipulan conscientemente la ilusión
nombre del poder más groseramente exterior al movimiento de alguna variante del socialismo estatal y burocrático como me-
proletario, creyendo y haciendo creer que él mismo, con to- ra ideología del progreso económico. En la composición híbrida
da su personalidad, se encontraba en ese poder como si fue- de estas clases se da una gradación más o menos nítida que re-
se su propio poder. Como a continuación se vio el modo en corre el espectro burguesía-burocracia. A escala internacional,
que este poder desmiente y aniquila a sus lacayos, Lukács, su oscilación entre estos dos extremos del desarrollo capitalis-
desmintiéndose sin cesar a sí mismo, mostró con nitidez ca- ta establecido, así como los compromisos ideológicos -sobre
ricaturesca qué era exactamente aquello con lo que se había todo con el islamismo-, que expresan la realidad mixta de su
identificado: lo contrario de sí mismo y de lo que había de- base social, han acabado por privar a este último subproducto
fendido en Historia y conciencia de clase. Lukács es una es- del socialismo ideológico de toda seriedad que no sea mera-
pléndida verificación de la regla fundamental que sirve para mente policial. En algunos casos, la formación de la burocracia
ha sido posible al precio de enmascarar con ella la lucha na-
14
Trotskista norteamericano que estuvo presente en el XII Congreso del
cional o la revuelta agraria de los campesinos: a partir de ese
P.C.U.S. El documento conocido como "Testamento de Lenin" no sería oficial- momento, como en China, se ha tendido a aplicar el modelo
mente divulgado por el Kremlin hasta el XX Congreso del Partido. estalinista de industrialización a sociedades menos desarrolla-
108 109
das aún que la Rusia de 1917. En otros casos, como sucedió en 114.
Egipto, se consiguió constituir una burocracia capaz de indus-
trializar la nación a partir de los mandos pequeñoburgueses del En este desarrollo complejo y terrible, que ha llevado la épo-
ejército que detentaba el poder. En otros lugares, como en Ar- ca de las luchas de clases a unas condiciones nuevas, el prole-
gelia tras su guerra de independencia, la burocracia, constitui- tariado de los países industrializados ha perdido completamen-
da como dirección paraestatal durante la lucha, ha buscado el te la positividad de su perspectiva autónoma y, en última instancia,
punto de equilibrio de un compromiso para fusionarse con la sus ilusiones, pero no su razón de ser. No ha sido eliminado. Si-
débil burguesía nacional. Finalmente, en las antiguas colonias gue existiendo, irreductiblemente, bajo la alienación intensifi-
del África negra, que siguen abiertamente vinculadas a la bur- cada del capitalismo moderno: se trata de la inmensa mayoría.
guesía occidental -americana y europea-, se ha constituido (a de los trabajadores, que han perdido todo poder sobre el uso qe/
menudo a partir del poder tradicional de los líderes tribales) una sus vidas, y que, puesto que lo saben, se redefinen como el prole-
burguesía mediante la posesión del Estado: esos países, en los tariado, como la negación efectiva de esta sociedad. Este proleta-
cuales el imperialismo extranjero ha permanecido como dueño riado se ha visto reforzado objetivamente por la desaparición del
y señor de la economía, han llegado a una fase en la cual los campesinado y por la extensión de la lógica del trabajo fabril,
compradores 15 han recibido, como compensación por la venta que se aplica a una gran parte de los "servicios" y de las profe-
de los productos indígenas, la propiedad de un Estado indíge- siones intelectuales. Este proletariado está subjetivamente aleja-
na, independiente de las masas locales pero no del imperialis- do de su conciencia práctica de clase, no sólo en el caso de los
mo. En estos casos, se trata de una burguesía artificial, incapaz empleados, sino en el de los obreros, que aún no han descu-
de acumular, y que se limita a dilapidar tanto la plusvalía del bierto más que la impotencia y la mistificación de las viejas po-
trabajo local que recolecta como las subvenciones extranjeras líticas. Ello no obstante, cuando el proletariado descubre que su
de los Estados o monopolios que ofician como sus protectores. propia fuerza, exteriorizada, contribuye al refuerzo permanente
La evidente incapacidad de estas clases burguesas para cum- de la sociedad capitalista, no solamente con su trabajo sino tam-
plir la función económica normal de la burguesía les ha en- bién mediante los sindicatos, los partidos y poderes estatales que
frentado a una subversión que sigue el modelo burocrático, más había constituido para emanciparse, descubre también, por su
o menos adaptado a las particularidades locales, y que pugna propia experiencia histórica concreta, que es una clase totalmente
por obtener su herencia. Pero incluso el éxito de una burocra- enemiga de toda exteriorización inmóvil y de toda especializa-
cia, en su proyecto fundamental de industrialización, contiene ción del poder. Es portador de una revolución que no puede de-
necesariamente la perspectiva de su fracaso histórico: al acu- jar nada fuera, de la exigencia de la dominación permanente
mular capital, acumula proletariado en un país en el cual aún del presente sobre el pasado y de la crítica total de la separa-
no existía tal cosa, dando así lugar a su propia refutación. ción; y es en ella en donde ha de encontrar la forma de acción
adecuada. Ningún paliativo cuantitativo de su miseria, ninguna
15
En castellano en el original (debe leerse más bien en el sentido de "los ilusión de integración jerárquica, remediará de forma duradera
vendedores"). su insatisfacción, pues el proletariado no puede reconocerse ve-
110 111
razmente en una ofensa concreta que hubiera sufrido ni, por tan- 116.
to, en la reparación de una ofensa concreta, ni siquiera de un
gran número de ofensas, sino únicamente en la qfensa absoluta "La forma política, al fin descubierta, en la cual puede reali-
de haber sido expulsado al margen de la vida. zarse la emancipación económica del trabajo" ha adquirido en
nuestro siglo una figura clara mediante los Consejos obreros re-
volucionarios, concentrando en ellos todas las funciones de de-
115. cisión y ejecución, y federándose mediante delegados respon-
sables ante sus bases y revocables en cualquier momento. Su
De los nuevos signos de negación que, incomprendidos y existencia real no ha sido hasta ahora más que un tenue esbo-
1
falsificados por la instalación espectacular, se multiplican en los zo, rápidamente combatido y derrotado por las diversas fuerzas ,1
países económicamente más avanzados, es posible extraer ya defensivas de la sociedad de clases, entre las cuales hay que
la conclusión de que se ha inaugurado una nueva época: tras la contar a menudo la de su falsa conciencia. Pannekoek17 insistía,
primera tentativa de subversión obrera, ahora es la abundan- con razón, en que la opción a favor de los consejos obreros
cia capitalista la que ha fracasado. Cuando las luchas antisin- "plantea problemas" más que aportar soluciones. Pero este po-
dicales de los obreros occidentales son reprimidas ante todo der es justamente el lugar en el cual los problemas de la revo-
por los sindicatos, y cuando los movimientos de rebeldía de la lución proletaria encuentran su verdadera solución. Es el lugar
juventud expresan una nueva protesta informe, que implica sin que reúne las condiciones objetivas de la conciencia histórica;
embargo un rechazo inmediato de la vieja política especializa- la realización de la comunicación activa y directa, que pone fin
da, del arte y de la vida cotidiana, nos encontramos en ambos a la especialización, a la jerarquía y a la separación, lugar en el
casos con una nueva lucha espontánea que comienza bajo una cual las condiciones de existencia se convierten "en condiciones
apariencia criminal. Son los signos que anuncian un segundo de unidad". Ahí puede el sujeto proletario emerger en su lucha
asalto proletario contra la sociedad de clases. Al reaparecer en contra la contemplación: su conciencia se identifica con la or-
este dominio, que aunque se ha transformado sigue siendo el ganización práctica de la que se dota, pues esta conciencia mis-
mismo, la avanzadilla de aquel ejército sigue a un nuevo "Ge- ma es inseparable de la intervención coherente en la historia.
neral Ludd" 16 que, en esta ocasión, les empuja hacia la des-
trucción de las máquinas de la permisividad consumista.
117.

En el poder de los Consejos, que debe sustituir internacio-


nalmente a cualquier otro poder, el movimiento proletario es
16
"Ludd" es el nombre legendario atribuido al obrero que inició, en la In-
su propio producto, y este producto es el propio productor. Es
glaterra del Siglo XIX, la rebelión de los trabajadores contra las máquinas que
les hurtaban sus empleos. 17
Dirigente de la izquierda consejista holandesa.

112 113
su propio fin para sí mismo. Sólo entonces la negación espec- ría práctica. La propia práctica es la generalización de la co-
tacular de la vida queda, a su vez, negada. municación y de la coherencia de las luchas. En el momento
revolucionario de la disolución de la separación social, esta or-
ganización debe reconocer la necesidad de su propia disolu-
118. ción en cuanto organización separada.

La aparición de los Consejos fue la realidad más elevada del


movimiento proletario del primer cuarto de siglo, una realidad 121.
que sigue pasando inadvertida o que se tergiversa, debido a que
La organización revolucionaria no puede ser más que la crí- ~f
1
ha desaparecido junto con el resto del movimiento que la to-
talidad de la experiencia histórica de aquel momento desmen- tica unitaria de la sociedad, es decir, una crítica que no pacta
tía y aniquilaba. En esta nueva fase de la crítica proletaria, su con ninguna forma de poder separado, en ningún lugar del
recuerdo retorna como el único elemento invicto de un movi- mundo, y una crítica que se pronuncia globalmente contra to-
miento derrotado. La conciencia histórica, que sabe que tiene dos los aspectos de la vida social alienada. En la lucha de la
en él su único medio de existencia, puede ahora reconocerlo, organización revolucionaria contra la sociedad de clases, las ar-
no ya en sus repliegues periféricos, sino en el mismo centro mas no son otra cosa que la esencia de los propios comba-
emergente. tientes: la organización revolucionaria no puede reproducir en
su seno las condiciones de escisión y de jerarquía propias de
la sociedad dominante. Debe luchar permanentemente contra
119. su deformación por parte del espectáculo imperante. El único
límite para participar en la democracia total de la organización
Toda organización revolucionaria establecida antes del po- revolucionaria es el reconocimiento de la auto-apropiación efec-
der de los Consejos (y que deberá encontrar su propia forma tiva, por todos sus miembros, de la coherencia de su crítica,
en la lucha) sabe, por todas estas razones históricas, que no re- coherencia que debe probarse en la teoría crítica propiamente
presenta a la clase. Únicamente debe reconocerse como una dicha y en la relación de ésta con la actividad práctica.
separación radical con respecto al mundo de la separación.

122.
120.
Cuando la realización, cada vez más pujante, de la alienación
La organización revolucionaria es la expresión coherente de capitalista a todos los niveles, al hacer cada vez más difícil que
la teoría de la praxis que entra en una comunicación no unila- los trabajadores nombren y reconozcan su propia miseria, les
teral con las luchas prácticas, orientándose en ellas hacia la teo- sitúa ante esta alternativa: o bien rechazar la totalidad de su
114 115
miseria) o bien no rechazar nada, entonces la organización re- V. TIEMPO E HISTORIA
volucionaria debe comprender que ya no puede combatir la
alienación bajo formas alienadas.
"Oh, caballeros, la vida es corta ... Si vivimos, lo hacemos pa-
ra marchar sobre las cabezas de los reyes."
123.
Shakespeare (Enrique IV)
La revolución proletaria depende enteramente de esta nece-
sidad: que, por vez primera, la teoría en cuanto inteligencia de
la práctica humana, debe ser reconocida y vivida por las ma- 125.
sas. Ello exige que los obreros se conviertan en dialécticos e
inscriban en la práctica su pensamiento; esta revolución exige El hombre, "el ser negativo que sólo es en la medida en que
a los hombres sin atributos mucho más de lo que la revolución suprime el Ser", es idéntico al tiempo. La apropiación de su
burguesa exigió a los hombres cualificados en los cuales dele- misma naturaleza por parte del hombre es a la vez su conquista
gó su ejecución, pues la conciencia ideológica parcial erigida del conjunto del universo. "La historia misma es una parte real
por una parte de la clase burguesa tenía como base una parte de la historia natural, de la transformación de la naturaleza en
central de la vida social, la economía, en la cual tal clase se en- humanidad" (Marx). Por su parte, esta "historia natural" sólo al-
contraba ya en el poder. El desarrollo mismo de la sociedad de canza su existencia efectiva a través del proceso de la historia
clases hasta la organización espectacular de la no-vida, lleva al humana, la única de sus partes que reúne ese todo histórico,
proyecto revolucionario a convertirse visiblemente en lo que como un telescopio moderno cuyo alcance capta en el tiempo
ya era esencialmente. la fuga de las nebulosas hacia la periferia del universo. La his-
toria ha existido siempre, pero no siempre de forma histórica.
La temporalización del hombre, tal y como ha sido efectuada
124. por mediación de la sociedad, se identifica con la humaniza-
ción del tiempo. El movimiento inconsciente del tiempo se ma-
La teoría revolucionaria es ahora enemiga de toda ideología nifiesta y se hace verdadero en la conciencia histórica.
revolucionaria, y sabe que lo es.

126.

El movimiento propiamente histórico, aunque todavía ocul-


to, comienza con la lenta e insensible formación de "la natu-
raleza real del hombre", esa "naturaleza que nace en la histo-
116 117
ría humana -en el acto generador de la historia humana", pe- sustento mismo del retorno. El mito es aquella construcción
ro la sociedad que en ese momento se adueña de la técnica y unitaria del pensamiento que garantiza la permanencia de la
del lenguaje, aun siendo ya un producto de su propia historia, totalidad del orden cósmico en torno al orden que la sociedad
sólo tiene conciencia de un presente continuo. Todo conoci- ya ha realizado de hecho en el interior de sus fronteras.
miento, limitado por la memoria de los más ancianos, es un
conocimiento del cual los seres humanos son portadores. La
muerte y la procreación no se interpretan como una ley del 128.
tiempo. El tiempo permanece inmóvil, como un espacio ce-
rrado. Cuando una sociedad más compleja alcanza a tomar con- La apropiación social del tiempo, la producción de la huma-
1
ciencia del tiempo, su quehacer consiste más bien en negarlo, nidad mediante el trabajo humano, se desarrolla en una soci~
pues no ve en el tiempo aquello que pasa, sino lo que retor- dad dividida en clases. El poder así constituido se libera de la
na. Las sociedades estáticas organizan el tiempo de acuerdo escasez de las sociedades de tiempo cíclico, y la clase que or-
con la experiencia inmediata de la naturaleza, según el mode- ganiza este trabajo social y se apropia de su plusvalía limitada,
lo del tiempo cíclico. se apropia igualmente de la plusvalía temporal de su organiza-
ción del tiempo social: ella posee, en exclusiva, el tiempo irre-
versible de la vida. La única riqueza que puede subsistir, con-
127. centrada en el círculo del poder para ser materialmente derrochada
en celebraciones suntuarias, se encuentra, de este modo, dila-
El tiempo cíclico dominaba ya la experiencia de los pueblos pidada como gasto del tiempo histórico de la superficie de la so-
nómadas, que encontraban siempre las mismas condiciones en ciedad. Los propietarios de la plusvalía histórica detentan el co-
todos los momentos de su andadura: como observó Hegel, "el nocimiento y disfrute de la vivencia de los acontecimientos. Este
errar de los nómadas es únicamente formal, pues se limitan a tiempo, separado de la organización colectiva del tiempo que
espacios uniformes". La sociedad que, al asentarse localmente, predomina en la producción monótona que está en las bases
llena el espacio de contenidos mediante la disposición de lu- de la vida social, se escapa de su propia comunidad estática. Es
gares individualizados, se encuentra, por ello mismo, presa en el tiempo de la aventura y de la guerra, en el cual los amos de
el interior de esa localidad. El retorno temporal a lugares se- la sociedad cíclica recorren su historia personal; y es también
mejantes es, entonces, el puro retorno del tiempo a un mismo el tiempo que aparece en los enfrentamientos con las demás
lugar, la repetición de una serie de gestos. La transición del pas- comunidades, trastornando el orden inmutable de la sociedad.
toreo nómada a la agricultura sedentaria es el final de una li- La historia sobreviene así, ante los hombres, como un factor ex-
bertad perezosa y vacía de contenido, y el principio del traba- traño, como aquello que no han querido y como aquello con-
jo [labeur]. El modo de producción agrario en general, dominado tra lo cual se creían inmunes. Pero, por este atajo, retorna asi-
por el ritmo de las estaciones, es la base del tiempo cíclico ple- mismo la inquietud negativa de lo humano, que estaba en el
namente constituido. La eternidad está en su interior: tal es el origen mismo de todo el desarrollo inadvertido.
118 119
129. dición del hierro, acaece en el umbral de un período que no
conocerá ya grandes modificaciones hasta la aparición de la in-
El tiempo cíclico es, en sí mismo, el tiempo sin conflicto. Pe- dustria, y es también el momento en el que comienzan a di-
ro el conflicto se instala en esta infancia del tiempo: la historia solverse los vínculos de consanguineidad. Así, la sucesión de
lucha ante todo por ser historia en la actividad práctica de los las generaciones abandona la esfera del ciclo puramente natu-
Amos. Esta historia crea lo irreversible en su superficie, sumo- ral para convertirse en un acontecimiento orientado, en una su-
vimiento constituye el tiempo mismo en el cual se agota, en el cesión de poderes. El tiempo irreversible es el tiempo del que
interior del tiempo interminable de la sociedad cíclica. reina, y las dinastías son su primer instrumento de medida. La
escritura es su arma. Con la escritura, el lenguaje alcanza su
1
plena realidad independiente de la mediación entre las conr;f
130. ciencias. Pero esta independencia coincide con la indepen-
dencia global del poder separado, como mediación constituti-
Las "sociedades frías" son las que han ralentizado hasta el ex- va de la sociedad. Con la escritura hace su aparición un tipo
tremo sus componentes históricos, las que han mantenido en de conciencia que ya no es adquirida y transmitida en la rela-
un constante equilibrio su oposición al entorno natural y hu- ción inmediata entre los seres humanos, sino que se trata de
mano y sus propias oposiciones internas. Aunque la extrema una memoria impersonal, la de la administración de la socie-
diversidad de las instituciones creadas con esta finalidad prue- dad. "Los escritos son los pensamientos del Estado; los archi-
ba la elasticidad de la autocreación de la naturaleza humana, vos son su memoria" (Novalis).
esta prueba no se pone de manifiesto más que para un obser-
vador externo, para el etnólogo llegado desde el tiempo histó-
rico. En estas sociedades, el cambio ha quedado excluido gra- 132.
cias a una estructuración definitiva. El conformismo absoluto
de las prácticas sociales establecidas, con las cuales se identi- La crónica es la expresión del tiempo irreversible del poder
fican de una vez para siempre todas las posibilidades huma- y, a la vez, el instrumento que mantiene la progresión volun-
nas, no tiene más limitación externa que el miedo a regresar a tarista del tiempo a partir de sus huellas anteriores, pues la
la animalidad sin forma. Para seguir siendo humanos, los hom- orientación del tiempo se desvanece con la caída de cada po-
bres deben seguir siendo los mismos. der particular, retornando al olvido y la indiferencia del tiem-
po cíclico, único que conocen las masas campesinas, para las
cuales nada cambia con el hundimiento de los imperios y sus
131. cronologías. Los dueños de la historia han dado al tiempo un
sentido: una dirección que es también una significación. Pero
El nacimiento del poder político, que parece guardar relación esta historia se despliega y sucumbe apatte, mientras la socie-
con las últimas grandes revoluciones de la técnica, como la fun- dad profunda permanece inmutable, pues la historia es preci-
120 121
samente lo que existe al margen de la realidad ordinaria. Por acontecimientos como su actividad propia y como su lugar de
ello, para nosotros, la historia de los imperios de Oriente se morada -su época-, nace la lengua general de la comunicación
confunde con la historia de las religiones: esas cronologías es- histórica. Aquellos para quienes existe el tiempo irreversible
cuálidas no parecen haber dejado tras ellas otra cosa que la his- descubren en él, de una sola vez, lo memorable y la amenaza
toria, aparentemente autónoma, de las ilusiones con las cuales del olvido: "Herodoto de Halicarnaso presenta aquí los resul-
se envolvieron. Los Señores, que detentan la propiedad priva- tados de su investigación, para que el tiempo no aniquile los
da de la historia bajo la protección del mito, la detentan ante trabajos de los hombres."
todo en forma de ilusión: en China y en Egipto, tuvieron du-
rante mucho tiempo el monopolio de la inmortalidad del alma,
así como sus primeras dinastías reconocidas fueron la encar- 134.
nación imaginaria del pasado. Pero esta posesión ilusoria de
los Señores es, en ese momento, toda la posesión posible con El razonamiento histórico es, indisolublemente, un razona-
respecto a la historia común y a su propia historia. La amplia- miento acerca del poder. Grecia fue el momento en el cual el
ción de su poder histórico efectivo lleva aparejada una vulga- poder y sus cambios entraron en discusión y alcanzaron su
rización de la posesión mítica ilusoria. Todo ello se deriva del comprensión, la democracia de los dueños de la sociedad. Allí
simple hecho de que, en la misma medida en que los Amos se encontramos totalmente invertidas las condiciones del Estado
encargan de garantizar míticamente la permanencia del tiem- despótico, donde el poder nunca da cuentas a nadie más que
po cíclico, como sucede en los mitos estacionales de los em- a sí mismo, en la inaccesible oscuridad de su punto de mayor
peradores chinos, ellos mismos están relativamente liberados concentración: mediante la revolución palaciega, cuyo éxito o
de esa clase de tiempo. fracaso la sitúan por igual al margen de toda discusión posible.
El poder compartido de las comunidades griegas, al contrario,
sólo existía en el exceso de una vida social en la cual la pro-
133. ducción permanecía separada y estática en la clase servil. Só-
lo quienes no trabajan viven. Tanto en la división de las co-
Para superar el umbral de estas cronologías escuetas y sin munidades griegas como en la lucha por la explotación de las
explicaciones, propias de un poder divinizado que habla a sus ciudades extranjeras, se exteriorizó el principio de separación
súbditos y que no quiere ser interpretado más que como eje- que gobernaba interiormente en cada una de ellas: Grecia, que
cución terrestre de los mandamientos del mito, para que esas ya había soñado con la historia universal, no consiguió unirse
cronologías se convirtiesen en historia consciente, hizo falta contra la invasión, ni siquiera unificar los calendarios de sus
que la participación real en la historia fuese experimentada por ciudades independientes. En Grecia, el tiempo histórico se hi-
grupos humanos muy amplios. De esta comunicación práctica zo conciencia, pero no aún conciencia de sí mismo.
entre quienes se reconocen como dueños de un presente sin-
gular, pues han experimentado la riqueza cualitativa de los
122 123
135. trata de una espera, a contra reloj, del acceso al otro mundo
verdadero, la espera del Juicio final. La eternidad es la salida
Tras la desaparición de las condiciones localmente favorables del tiempo cíclico, es su más allá. Este es el elemento que ero-
que conocieron las comunidades griegas, la regresión del pen- siona la irreversibilidad del tiempo y suprime la historia en la
samiento histórico occidental no se vio acompañada por una historia misma, situándose como un punto en el cual el tiem-
reconstrucción de las antiguas organizaciones míticas. Tras la po cíclico es reintroducido a la vez que queda abolido al otro
confrontación de los pueblos mediterráneos, tras la formación lado del tiempo irreversible. Todavía Bossuet 1 podía escribir:
y hundimiento del Estado romano, aparecieron las religiones "Por medio del tiempo que pasa, penetramos en la eternidad
semihistóricas, que se convirtieron en factores fundamentales que no pasa".
1
de la nueva conciencia del tiempo y del nuevo andamiaje del !
poder moderno.
137.

136. La Edad Media, ese mundo mítico inacabado que tenía su


perfección fuera de sí mismo, es el momento en el cual el tiem-
Las religiones monoteístas constituyeron un compromiso en- po cíclico, que hasta entonces regulaba la parte principal de la
tre el mito y la historia, entre el tiempo cíclico que dominaba producción, comienza a ser erosionado por la historia. A todos
aún la esfera de la producción y el tiempo irreversible en el los individuos se les reconoce una cierta temporalidad irrever-
cual los pueblos se enfrentaban y se recomponían. Las reli- sible (en la sucesión de las edades de la vida, en la vida con-
giones procedentes del judaísmo son el reconocimiento uni- siderada como un viaje, como una transición sin retorno por
versal, en abstracto, del tiempo irreversible, que se democra- un mundo cuyo sentido está en otra parte): el peregrino es el
tiza y se abre a todos, aunque sólo sea de forma ilusoria. El hombre que abandona este tiempo cíclico para convertirse efec-
tiempo se orienta enteramente hacia un solo acontecimiento tivamente en ese viajero del cual cada uno es signo. La vida
final: "El reino de Dios está cerca". Estas religiones nacieron histórica personal encuentra siempre su cumplimiento en la es-
en el suelo de la historia, y en él se establecieron. Pero, in- fera del poder, en la participación en las luchas por el poder y
cluso en este suelo, se mantuvieron en una radical oposición en las disputas del poder; pero, bajo esta unificación general
frente a la historia. La religión semihistórica establece un pun- del tiempo orientado de la Era Cristiana, el tiempo irreversi-
to de partida cualitativo como origen del tiempo -el nacimiento ble del poder está infinitamente dividido en el mundo de la fe
de Cristo, la huida de Mahoma-, pero su tiempo irreversible, armada, un mundo en el cual el juego de los Señores gira al-
que introduce una efectiva acumulación, que en el Islam to-
mará la forma de una conquista y en el cristianismo reforma- 1 ] . B. Bossuet (1627-1704), orador e historiador francés, autor de las Varia-

do la del crecimiento del capital, está de hecho invertida en ciones sobre las Iglesias protestantes, combatió el quietismo y fue preceptor del
el pensamiento religioso como si fuera una cuenta atrás: se Delfín.

124 125
¡l!.i
rededor de la fidelidad debida y de su traición. La sociedad feu- de la realización del paraíso en la Tierra sitúa en primer pla-
t¡t: dal, nacida de la convergencia entre "la estructura organizati- no lo que estaba ya en el origen de las religiones semihistóri-
¡'
'·'1:!:!!1
va del ejército conquistador tal y como ésta se desarrolla du- cas: tanto las comunidades cristianas como el mesianismo ju-
rante la conquista" y "las fuerzas productivas existentes en el daico del que procedían, para responder a los problemas y al
país conquistado" (La ideología alemana) -y el lenguaje reli- malestar de la época, esperan la inminente realización del Rei-
gioso debe considerarse como una parte de la organización de no de Dios, añadiendo un factor de inquietud y subversión a
esas fuerzas productivas- dividió la dominación social entre la la antigua sociedad. El cristianismo, que había llegado a com-
Iglesia y el poder estatal, subdividido a su vez en las comple- partir el poder del Imperio, desmintió en su momento, como
jas relaciones de señoríos y vasallaje de los poderes territoria- si se tratase de una mera superstición, lo que quedaba de es-
1
les y de los municipios urbanos. En esta diversidad de posibi- ta esperanza: tal es el sentido de la afirmación agustiniana, ar- 1f
lidades de vida histórica, cuando la gran empresa oficial de quetípica para todos los satisfecit de la ideología moderna, se-
aquel mundo fracasó en las Cruzadas, el tiempo irreversible, gún la cual la Iglesia establecida era ya, desde tiempo atrás,
que inconscientemente se desplegaba en las profundidades de ese reino de Dios del que tanto se hablaba. La revuelta social
la sociedad, el tiempo experimentado por la burguesía en la del campesinado milenarista se define naturalmente, ante to-
producción de mercancías, en la fundación y expansión de las do, como una voluntad de destrucción de la Iglesia. Pero el
ciudades y en el descubrimiento comercial de la Tierra -la ex- milenarismo se despliega en el mundo histórico, no en el te-
perimentación práctica que destruye definitivamente toda or- rreno del mito. Al revés de lo que cree haber demostrado Nor-
ganización mítica del cosmos-, este tiempo se reveló paulati- man Cohn en La Porsuite du Millénium, 2 las esperanzas revo-
namente como el trabajo ignoto de la época. lucionarias modernas no son una continuación irracional de
la pasión religiosa milenarista. Es al contrario: el milenarismo
-la lucha de clases revolucionaria que habla por última vez en
138. un lenguaje religioso- es ya una tendencia revolucionaria mo-
derna, que carece aún de la conciencia de ser únicamente his-
Al final de la Edad Media, la conciencia ligada al viejo or- tórica. Los milenaristas tenían que fracasar porque no podían
den siente el tiempo irreversible que invade la sociedad como reconocer la revolución como obra suya. El hecho de que es-
una obsesión por la muerte. De ahí la melancolía de la diso- perasen, para actuar, un signo exterior de la decisión divina,
lt;ción del último de los mundos en el cual la seguridad del expresa, en clave de pensamiento, una práctica según la cual
mito era todavía capaz de contrarrestar la historia; en este sen- los campesinos insurrectos seguían a unos líderes proceden-
timiento melancólico, todo lo terrenal se encamina únicamente tes de fuera de sus filas. La clase campesina no podía alean-
hacia su decadencia. Las grandes revueltas de los campesinos
europeos son, por su parte, una tentativa de responder a la 2 The Porsuit ofthe Millennium, Londres, 1957 y 1962 (trad. fr. Lesfanati-

historia, que les despertaba violentamente de su sueño pa- ques dell'Apocalype, 1962; trad. cast. En pos del Milenio, Barcelona, Seix-Ba-
triarcal garantizado por la tutela feudal. La utopía milenarista rral, 1972).

126 127
zar una conciencia adecuada del funcionamiento de la socie- tórica por parte del Estado de la monarquía absoluta, que cons-
dad ni de la forma en que debía ser ejecutada su propia lu- tituye una forma de transición hacia la plena dominación de la
cha; carecía de las condiciones de unidad de conciencia y de clase burguesa, hace aparecer en toda su verdad lo que será el
unidad de acción precisamente porque expresaba su proyec- nuevo tiempo irreversible de la burguesía. La burguesía está li-
to y organizaba sus guerras de acuerdo con la imaginería del gada al tiempo del trabajo, por vez primera liberado de lo cí-
paraíso terrenal. clico. Con la burguesía, el trabajo se convierte en trabajo que
transforma las condiciones históricas. El trabajo es un valor, y
la burguesía, que suprime todo privilegio, que no reconoce va-
139. lor alguno que no derive de la explotación del trabajo, ha iden-
tificado justamente su propio valor como clase dominante con ! 1
La nueva posesión de la vida histórica, el Renacimiento que el trabajo, ha hecho del progreso del trabajo su propio pro-
encuentra en la Antigüedad su pasado y su derecho, lleva en greso. La clase que acumula mercancías y capital, modifica con-
sí una ruptura forzosa con la eternidad. Su tiempo irreversible tinuamente la naturaleza al modificar el trabajo mismo, desen-
es el de la infinita acumulación de conocimientos; la concien- cadenando así su productividad. Toda la vida social se había
cia histórica procedente de la experiencia de las comunidades concentrado ya en torno a la sobriedad ornamental de la Cor-
democráticas y de las fuerzas que las arruinaron recuperará, te, aderezo de la fría administración estatal que culmina en el
con Maquiavelo, el razonamiento sobre el poder desacraliza- "oficio de Rey"; toda libertad histórica debe consentir, enton-
do, es decir, lo inconfesable del Estado. En la exuberante vida
ces, en su propia desaparición. El libre juego del tiempo irre-
de las ciudades italianas, en el arte festivo, la vida se presenta
versible de los Señores feudales se consume en sus últimas ba-
como goce del paso del tiempo. Pero este goce del tiempo pa-
tallas perdidas en las guerras de La Fronda o en la sublevación
sajero tenía que ser él mismo pasajero. La canción de Lorenzo
escocesa de los tiempos de Carlos-Eduardo. El mundo ha cam-
de Médicis, que Burkhardt3 considera expresión del "espíritu
biado de base.
propio del Renacimiento", es el elogio que esta frágil celebra-
ción de la historia pronuncia sobre sí misma:"¡Qué bella es la
juventud, que tan aprisa huye!".
141.

140. La victoria de la burguesía es la victoria del tiempo histórico


profundo, el tiempo de la producción económica, que trans-
La constante tendencia a la monopolización de la vida his- forma constantemente y de parte a parte la sociedad. Mientras
tórica por parte del Estado de la monarquía absoluta, que cons- la producción agraria siguió siendo el trabajo primario, el tiem-
po cíclico, que seguía presente en el fondo de la sociedad, ali-
3
Jakob Burkhardt: eminente historiador del Renacimiento, autor, entre otros mentaba las fuerzas concertadas de la tradición, que intenta-
muchos trabajos, de La cultura del Renacimiento italiano. ban frenar el movimiento. Pero el tiempo irreversible de la
128 129
economía burguesa extirpó en todo el mundo estas resisten- 143.
cias. La historia, que hasta entonces se había presentado como
un movimiento exclusivo de los individuos de la clase domi- De este modo, la burguesía ha dado a conocer -y ha im-
nante, y que por tanto se había escrito como historia de los puesto- a la sociedad un tiempo histórico irreversible, pero re-
grandes acontecimientos, se comprende a partir de este mo- chazando su uso. "Ha habido historia, pero ya no la hay", por-
mento como el movimiento general, un movimiento a cuya im- que la clase de los poseedores de la economía, que no puede
portancia se sacrifican incluso los individuos. La historia, al des- romper con la historia económica, debe también repritnir co-
cubrir que su base es la economía política, descubre la existencia mo una amenaza inmediata cualquier otro empleo del tiempo
de lo que hasta entonces era su inconsciente, pero que no obs- irreversi~le. La clase dominante, formada por esp~cialistas en
1
tante sigue siendo aún inconsciente, sigue siendo algo que no la posesion de las cosas que, por serlo, son ellos m1smos pose- .,f
puede sacar a la luz. Esta prehistoria ciega -una fatalidad que sión de las cosas, debe vincular su suerte a la continuidad de
nadie domina- es lo único que ha democratizado la economía esta historia reificada y a la permanencia de una nueva inmo-
mercantil. vilidad en la historia. Por primera vez, el trabajador, base de la
sociedad, no es materialmente extraño a la historia, pues aho-
ra la sociedad se mueve irreversiblemente gracias a esa base.
142. Al reivindicar vivir el tiempo histórico que fabrica, el proleta-
riado encuentra el centro insoslayable de su proyecto revolu-
La historia, presente en la profundidad de la sociedad, tien- cionario; y cada una de sus tentativas de ejecución de este pro-
de a desaparecer en su superficie. El triunfo del tiempo irre- yecto, hasta ahora abortadas, marca un posible punto de partida
versible es también su metamorfosis en tiempo de las cosas, para una nueva clase de vida histórica.
pues el arma de su victoria fue precisamente la producción en
serie de objetos de acuerdo con las leyes de la mercancía. El
principal producto que el desarrollo económico ha logrado ex- 144.
traer de la escasez suntuosa y llevar al consumo generalizado
es, pues, la historia, pero únicamente como historia del movi- El tiempo irreversible de la burguesía dueña del poder se pre-
miento abstracto de las cosas, que domina todo uso cualitati- senta propiamente, ante todo, como un origen absoluto, como
vo de la vida. Mientras que el tiempo cíclico precedente había el año I de la República. Pero la ideología revolucionaria de la
sido compatible con una parte creciente de tiempo histórico libertad general, que consiguió abatir los últimos residuos de
experimentado por algunos individuos y algunos grupos, la do- la organización mítica de los valores y de toda reglamentación
minación del tiempo irreversible de la producción tenderá a la de la sociedad, deja ya traslucir la voluntad real que había dis-
eliminación social de ese tiempo vivido. frazado con esos ropajes romanos: la libertad comercial gene-
ralizada. La sociedad de la mercancía, al descubrir así su nece-
sidad de reconstruir aquella pasividad cuyos fundamentos había
130 131
tenido que combatir para establecer su propio imperio abso- VI. EL TIEMPO ESPECTACULAR
luto, "encuentra en el cristianismo, y en su culto al hombre
abstracto, el complemento religioso más conveniente" (El Ca-
pital). La burguesía sella entonces un compromiso con esta re- "Nada tenemos salvo el tiempo, del que goza incluso quien ca-
ligión, que se expresa asimismo en la presentación del tiem- rece de morada."
po: aunque había abandonado su calendario, su tiempo irreversible
vuelve enseguida a acomodarse a la era cristiana, cuya suce- Baltasar Gracián (El criticón)
sión continúa.

147.
145.
El tiempo de la producción, el tiempo-mercancía, es una acu-
Con el desarrollo del capitalismo, el tiempo irreversible se ha mulación infinita de instantes equivalentes. Es la abstracción
unificado mundialmente. La historia universal se ha converti- del tiempo irreversible, del cual cada segmento debe manifes-
do en realidad porque el mundo entero se ha unido bajo el tar su igualdad meramente cuantitativa en el cronómetro. En
despliegue de este tiempo. Pero esta historia, que es la misma toda su realidad efectiva, este tiempo es lo que es en la medi-
en todas partes a la vez, no es aún más que el rechazo intra- da en que es intercambiable. Bajo esta dominación social del
histórico de la historia. El tiempo de la producción económi- tiempo-mercancía, "el tiempo lo es todo, el hombre no es na-
ca, segmentado en fragmentos abstractos e iguales, es lo que dá~ es, todo lo más, la cáscara del tiempo" (Miseria de la filo-
se manifiesta en todo el planeta como uno solo y el mismo día. sofía). Es el tiempo devaluado, la total inversión del tiempo co-
El tiempo irreversible unificado es el del mercado mundial y, mo "terreno de desarrollo humano".
consecuentemente, el del espectáculo mundial.

148.
146.
El tiempo general del no-desarrollo humano existe también
El tiempo irreversible de la producción es ante todo la me- bajo el aspecto complementario de un tiempo consumible des-
dida de las mercancías. Así pues, el tiempo que se afirma ofi- tinado a la vida cotidiana de la sociedad, a partir de esta pro-
cialmente en toda la extensión del planeta como el tiempo ge- ducción determinada, como un tiempo seudocíclico.
neral de la sociedad, y que no tiene más significación que la
de los intereses particulares que lo constituyen, no es más que
un tiempo particular.

132 133
149. sumible que reúne todo lo que hasta entonces podía distin-
guirse, tras la fase de disolución de la antigua sociedad unita-
El tiempo seudocíclico no es, de hecho, más que el disfraz ria, como vida privada, vida económica o vida política. Todo
consumible del tiempo-mercancía de la producción. Reprodu- el tiempo consumible de la sociedad moderna es tratado en
ce sus características esenciales: se compone de unidades ho- ella como materia prima de nuevos productos diversificados
mogéneas intercambiables, y excluye la dimensión de lo cua- que se imponen en el mercado como usos del tiempo social-
litativo. Pero, al ser un subproducto de aquél tiempo, y al estar mente organizados. "Un producto que ya existe bajo una for-
específicamente destinado a la esclerotización de la vida coti- ma que lo hace apto para el consumo puede, no obstante, con-
diana concreta -y a la perpetuación de tal esclerosis-, debe es- vertirse a su vez en materia prima de otro producto" (El Capital).
1 1
tar cargado de seudovaloraciones y aparecer en una serie de ~f

instantes falsamente individualizados.


152.

150. En su área más avanzada, el capitalismo concentrado se orien-


ta hacia la venta de bloques de tiempo "totalmente equipados",
El tiempo seudocíclico es el del consumo característico de la cada uno de los cuales constituye una sola mercancía unifica-
supervivencia económica moderna, la supervivencia ampliada, da que integra cierto número de mercancías diversas. Así ha po-
cuya experiencia cotidiana sigue estando privada de toda de- dido aparecer, en la economía en expansión de los "servicios"
cisión y sometida, no ya al orden natural, sino a la seudonatu- y del ocio, la fórmula del "todo incluido", para el habitat es-
raleza desarrollada por el trabajo alienado; así pues, este tiem- pectacular, para los seudodesplazamientos colectivos de las va-
po, naturalmente, recupera el viejo ritmo cíclico que regulaba caciones, para el abono al consumo cultural, y para la venta de
la supervivencia en las sociedades preindustriales. Este tiempo la propia sociabilidad en forma de "apasionantes conversacio-
seudocíclico se apoya en las huellas naturales del tiempo cí- nes" y "encuentros con personalidades". Esta especie de mer-
cliclo, y a la vez compone con él nuevas combinaciones ho- cancía espectacular, que no puede obviamente circular más que
mólogas: el día y la noche, el trabajo y el descanso semanal, la gracias a la creciente escasez de las realidades correspondien-
llegada de los períodos de vacaciones, etc. tes, figura, también obviamente, entre los artículos-piloto de la
modernización de las ventas, al ser pagadera a crédito.

151.
153.
El tiempo seudocíclico es un tiempo que ha sido transfor-
mado por la industria. El tiempo que se basa en la producción El tiempo seudocíclico consumible es el tiempo espectacu-
de mercancías consumibles es él mismo una mercancía con- lar, a la vez como tiempo de consumo de imágenes en sentido

134 135
restringido, y como imagen del consumo del tiempo en toda económico, no conducen sino a la decepción, siempre com-
su extensión. El tiempo del consumo de imágenes, medium de ,.~~~~----- por la promesa de una nueva decepción. El tiempo
todas las mercancías, es, inseparablemente, el terreno en don- la supervivencia moderna debe vanagloriarse tanto más os-
de se ejercen plenamente los instrumentos del espectáculo y tentosamente en el espectáculo cuanto más se reduce su valor
el objetivo que éstos presentan globalmente como lugar y fi- de uso. La realidad del tiempo ha sido sustituida por la publi-
gura de todos los consumos particulares: se sabe que el aho- cidad del tiempo.
rro de tiempo que la sociedad moderna persigue constante-
mente -ya se trate de la velocidad de los medios de transporte
como de las sopas instantáneas- se traduce positiva1nente, pa- 155.
ra la población de los Estados Unidos, en el hecho de que só-
lo la contemplación de la televisión ocupa una media de entre Mientras que el consumo del tiempo cíclico de las socieda-
tres y seis horas diarias. La imagen social del consumo del tiem- des antiguas estaba en consonancia con el trabajo real de tales
po, por su parte, está exclusivamente dominada por los mo- sociedades, el consumo seudocíclico de la economía desarro-
mentos de ocio y vacaciones, momentos representables a dis- llada se encuentra en contradicción con el tiempo abstracto
tancia y postulados como deseables, como toda mercancía irreversible de su producción. Mientras el tiempo cíclico era el
espectacular. Esta mercancía se ofrece aquí, explícitamente, co- tiempo de la ilusión inmóvil, realmente vivido, el tiempo es-
mo el momento de la vida real cuyo retorno cíclico hay que pectacular es el tiempo de la realidad que se transforma, pero
esperar. Pero incluso en estos momentos reservados para la vi- vivido ilusoriamente.
da, lo que se reproduce y se ofrece a la vista no es más que el
espectáculo, que alcanza así un grado más intenso. Lo que se
representa como la vida real se revela simplemente como la vi- 156.
da más realmente espectacular.
Aquello que el proceso de producción de las cosas tiene de
renovación pemanente no se recobra en el consumo, que no
154. es más que el retorno ampliado de lo mismo. Puesto que el tra-
bajo muerto sigue dominando sobre el trabajo vivo, en el tiem-
Esta época, que exhibe ante sí misma su tiempo como si fue- po espectacular el pasado domina sobre el presente.
ra el retorno precipitado de una multitud de festividades, es
también una época sin fiestas. Lo que en el tiempo cíclico era
el momento de participación de una comunidad en la dilapi- 157.
dación lujuriosa de la vida, es imposible en una sociedad sin
comunidad y sin lujo. Cuando sus seudofiestas vulgarizadas, Como un aspecto más de la deficiencia de la vida histórica
parodias del diálogo y del don, incitan a un exceso de gasto general, la vida individual no tiene aún historia. Los seudo-

136 137
acontecimientos que se presentan en la dramatización espec- 160.
tacular no han sido vividos por aquellos a quienes se informa
de ellos; además, se pierden en la inflación de su precipitada La parte biológica irreductible que sigue habiendo en el tra-
sucesión, en cada pulsación de la maquinaria espectacular. Por bajo, tanto en lo que se refierere a la dependencia de los ci-
su parte, lo que ha sido vivido realmente carece de relación clos naturales del sueño y la vigilia, como en lo relativo a la
con el tiempo irreversible oficial de la sociedad, y se encuen- evidencia del tiempo irreversible individual de desgaste de
tra en oposición directa con el ritmo seudocíclico del subpro- la existencia, aparece, a los ojos de la producción moderna,
ducto consumible de este tiempo. Estas vivencias individuales como algo simplemente accesorio; y estos elementos se olvi-
de la vida cotidiana separada carecen de lenguaje y de con- dan en cuanto tales en las proclamas oficiales del movimiento
1
cepto, carecen de acceso crítico a su propio pasado, que no se de la producción y en los trofeos consumibles que constituye!\f
consigna en parte alguna. No se comunican. Permanecen in- la versión accesible de sus incesantes victorias. Inmovilizada
comprendidas y olvidadas en beneficio de la falsa memoria es- en el centro del falso movimiento de su mundo, la conciencia
pectacular de lo no memorable. espectadora no contempla ya, en su existencia, transición al-
guna hacia su realización ni hacia su muerte. La publicidad de
los seguros de vida se limita a insinuar la culpabilidad de quien
158. muere sin haber asegurado la regulación del sistema tras esa
pérdida económica, y la del american way of death insiste en
El espectáculo, como organización social establecida de la su capacidad para mantener, incluso en ese trance, la gran ma-
parálisis de la historia y de la memoria, del abandono de la his- yoría de las apariencias de la vida. En el resto del frente del
toria erigido sobre la base del propio tiempo histórico, es la bombardeo publicitario, el envejecimiento está severamente
falsa conciencia del tiempo. prohibido. Se trataría de que cada cual economizase su "capi-
tal-juventud" que, al no haber sido empleado más que de mo-
do mediocre, no podría por ello llegar a adquirir la realidad
159. duradera y acumulativa del capital financiero. Esta ausencia so-
cial de la muette es idéntica a la ausencia social de la vida.
La condición previa para elevar a los trabajadores al estatu-
to de productores y consumidores "libres" del tiempo-mercan-
cía fue la expropiación violenta de su tiempo. El retorno es- 161.
pectacular del tiempo no es posible más que a partir de esta
primera desposesión de los productores. El tiempo, como mostró Hegel, es la alienación necesaria, el
medio en el cual el sujeto se realiza perdiéndose a sí mismo,
alterándose para convertirse en la verdad de sí mismo. La alie-
nación dominante es justamente la contraria: la que padece el

138 139
productor de un presente ajeno. En esta alienación espacial, la 164.
sociedad, que separa de raíz al sujeto de la actividad que le
usurpa, le separa ante todo de su propio tiempo. Esta aliena- El mundo posee ya el sueño de un tiempo del que ha de al-
ción social controlada es precisamente la que ha impedido y canzar ahora la conciencia, para vivirlo realmente.
petrificado las posibilidades y los riesgos de la alienación viva
en el tiempo.

162.

Bajo las aparentes modas, que se anulan y recomponen en


la fútil superficie del tiempo seudocíclico contemplativo, el gran
estilo de la época reside siempre en aquello que se orienta por
la secreta y evidente necesidad de la revolución.

163.

La base natural del tiempo, el dato sensible del transcurso


del tiempo, se hace humana y social cuando existe para el
hombre. El estado limitado de la práctica humana, el trabajo
en sus diferentes facetas, ha sido hasta ahora lo que ha hu-
manizado y deshumanizado el tiempo como tiempo cíclico y
como tiempo irreversible separado característico de la pro-
ducción económica. El proyecto revolucionario de una socie-
dad sin clases, de una vida histórica generalizada, es el pro-
yecto de una debilitación de la medida social del tiempo en
beneficio de un modelo lúdico de tiempo irreversible indivi-
dual y grupal, modelo en el cual están presentes, simultánea-
mente, tiempos independientes federados. Es el programa de
una realización total, en el elemento del tiempo, del comu-
nismo que suprime "todo lo que existe independientemente
de los individuos".
140 141
VIl. LA ORDENACIÓN DEL TERRITORIO

"Y quien pasa a ser Señor de una Ciudad acostumbrada a vi-


vir libre y no la destruye en ningún aspecto, que se disponga
a ser destruido por ella, pues se refugiará siempre, para sus
rebeliones, en el nombre de la libertad y de sus viejas cos-
tumbres, jamás olvidadas ni por el paso del tiempo ni a cam-
bio de beneficio alguno. Por mucho que se haga, y por mu-
qf
chas previsiones que se tomen, si no se disgrega y dispersa 1
sus habitantes, jamás olvidarán aquel nombre ni aquellas ins-
tituciones."

Machiavelo (El Príncipe)

165.

La producción capitalista ha unificado el espacio, que ya no


está limitado por sociedades exteriores. Esta unificación es un
proceso a la vez extensivo e intensivo de banalización. La acu-
mulación de mercancías producidas en serie para el espacio
abstracto del mercado no solamente tuvo que vencer todas las
barreras legales y regionales, así como todas las restricciones
corporativas medievales que defendían la calidad de la pro-
ducción artesanal, sino que también tuvo que disolver las cua-
lidades y la autonomía de los lugares. Esta potencia de homo-
geneización es la artillería pesada que ha dern1mbado la muralla
china.

143
V1I. LA ORDENACIÓN DEL TERRITORIO

"Y quien pasa a ser Señor de una Ciudad acostumbrada a vi-


vir libre y no la destruye en ningún aspecto, que se disponga
a ser destruido por ella, pues se refugiará siempre, para sus
rebeliones, en el nombre de la libertad y de sus viejas cos-
tumbres, jamás olvidadas ni por el paso del tiempo ni a cam-
bio de beneficio alguno. Por mucho que se haga, y por mu-
\.
chas previsiones que se tomen, si no se disgrega y dispersa a 'f 1
sus habitantes, jamás olvidarán aquel nombre ni aquellas ins-
tituciones."

Machiavelo (El Príncipe)

165.

La producción capitalista ha unificado el espacio, que ya no


está limitado por sociedades exteriores. Esta unificación es un
proceso a la vez extensivo e intensivo de banalizacíón. La acu-
mulación de mercancías producidas en serie para el espacio
abstracto del mercado no solamente tuvo que vencer todas las
barreras legales y regionales, así como todas las restricciones
corporativas medievales que defendían la calidad de la pro-
ducción artesanal, sino que también tuvo que disolver las cua-
lidades y la autonomía de los lugares. Esta potencia de homo-
geneización es la artillería pesada que ha derrumbado la muralla
china.

143
166. absoluta, puede y debe ahora reconstruir la totalidad del es-
pacio como su propio decorado.
Desde ese momento, el espacio libre de la mercancía se mo-
difica y se reconstruye a cada instante, para hacerse cada vez
más idéntico a sí mismo, para alcanzar más perfectamente su 170.
monotonía inmóvil.
La necesidad capitalista satisfecha por el urbanismo como
congelación visible de la vida, puede expresarse -por decirlo
167. en términos hegelianos- como el predominio absoluto de "la
apacible coexistencia del espacio" sobre "el inquieto deveni(
Esta sociedad, que suprime la distancia geográfica, concen- de la sucesión del tiempo".
tra una distancia interior a modo de separación espectacular.

171.
168.
Aunque todas las fuerzas técnicas de la economía capitalista
Al ser un subproducto de la circulación de mercancías, la cir- deben interpretarse como fuerzas de separación, en el caso del
culación humana considerada como consumo, el turismo, re- urbanismo encontramos el material básico general: el ordena-
mite fundamentalmente al ocio que consiste en visitar aquello miento del suelo que conviene a su despliegue, es decir, la téc-
que se ha vuelto banal. La ordenación económica de la fre- nica misma de la separación.
cuentación de lugares diferentes es ya, por sí sola, la garantía
de su equivalencia. La modernización no ha extinguido única-
mente el tiempo de los viajes, les ha hurtado también la reali- 172.
dad del espacio.
El urbanismo es la realización moderna de la tarea ininte-
rrumpida que salvaguarda el poder de clase: el mantenimien-
169. to de la atomización de los trabajadores, que las condiciones
,1 ¡
urbanas de producción habían reunido peligrosamente. La lu-
Dado que esta sociedad modela todo su entorno, ha erigido cha constante que se ha tenido que librar contra todas las fa-
una técnica especial para elaborar la base concreta de todo es- cetas de esta posibilidad de encuentro y reunión ha hallado en
11,!,
11
te conjunto de tareas: su propio territorio. El urbanismo es la el urbanismo su terreno privilegiado. El esfuerzo de todos los
1 conquista del entorno natural y humano por parte de un capi- poderes establecidos, tras la experiencia de la Revolución Fran-
11!
talismo que, al desarrollarse según la lógica de la dominación cesa, para aumentar los medios de mantener el orden en las
145
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calles, ha cuhninado finalmente en la supresión de la calle. "Con que se consideran atrasados en este contexto, la nueva arqui-
los medios de comunicación de masas a grandes distancias, el tectura aparece, en cuanto tal, como el terreno adecuado para
aislamiento de la población se ha revelado como una forma de el nuevo tipo de existencia social que se trata de implantar. Con
control mucho más eficaz", constata Lewis Mumford en La ciu- la misma claridad que en las cuestiones relativas al armamen-
dad en la historia, describiendo "un mundo que ya sólo tiene to termonuclear o a la natalidad -alcanzando ya la posibilidad
un sentido único". Pero el movimiento general de aislamiento de manipular las vivencias-, el urbanismo muestra el umbral
que es la realidad del urbanismo, debe también contener un~ que se ha franqueado con el aumento de poder material de la
reintegración controlada de los trabajadores, conforme a las ne- sociedad y, al mismo tiempo, el retraso de la dominación cons-
cesidades de planificación de la producción y del consumo. La ciente de ese poder.
integración en el sistema debe recomponer a los mismos in-
dividuos a quienes aísla en cuanto individuos, debe mante-
nerles aislados y juntos: tanto las fábricas como los centros cul- 174.
turales, tanto los lugares de vacaciones como las "grandes
superficies" se organizan espacialmente de cara a los fines de El momento actual es ya el de la autodestrucción del medio
esta seudocolectividad que acompaña también al individuo ais- urbano. La explosión de las ciudades sobre el campo, cubier-
lado en su célula familiar; el uso generalizado de receptores to de "masas amorfas de residuos urbanos" (Lewis Mumford)
del mensaje espectacular hace que su aislamiento esté habita- está presidida por los imperativos inmediatos del consumo. La
do por imágenes dominantes, imágenes que sólo adquieren su dictadura del automóvil, producto-piloto de la primera fase de
pleno poder gracias a ese aislamiento. la abundancia mercantil, se inscribe en el territorio con el do-
minio de la autopista, que disloca los antiguos centros urba-
nos y pone en marcha una dispersión siempre creciente. Al
173. mismo tiempo, los momentos de reorganización parcial del te-
jido urbano se polarizan provisionalmente en torno a esas "in-
La arquitectura, que en todas las épocas anteriores estuvo dustrias de la distribución" que son los supermarkets gigan-
reservada para la satisfacción de las clases dominantes, está tescos, edificados en descampados, sobre un pedestal de
por vez primera destinada directamente a los pobres. La mise- parkings; y estos templos del consumo acelerado están ellos
ria formal, así como la gigantesca extensión de esta nueva ex- mismos en fuga permanente, incluidos en el movimiento cen-
periencia del habitat, proceden ambas de su carácter masivo, trífugo que les desplaza a medida que se convierten a su vez
implícito tanto en su destino como en las condiciones moder- en centros secundarios sobrecargados, pues han provocado
nas de construcción. La decisión autoritaria, que dispone abs- una recomposición parcial de la aglomeración. Pero la orga-
tractamente el territorio como territorio de la abstracción, es nización técnica del consumo no es más que el primer nivel
obviamente el centro de estas condiciones modernas de cons- de la disolución generalizada que ha llevado a la ciudad a con-
trucción. En cuanto comienza la industrialización de los países sumirse a sí misma.
146 147
175. la falta de subordinación de la economía a la conciencia his-
tórica y la falta de una unificación de la sociedad mediante la
La historia económica, que se ha desarrollado en su totalidad cual ésta recupere los poderes de los que ha sido separada.
en torno a la oposición campo-ciudad, ha llegado a tal grado
de éxito que ha anulado los dos términos al mis1no tiempo. La
actual parálisis del desarrollo histórico total, en beneficio de 177.
la mera continuación del movimiento independiente de la eco-
nomía, convierte el momento en el cual el campo y la ciudad "El campo se caracteriza justamente por lo contrario: aisla-
comienzan a desaparecer, no en la superación de su escisión miento y separación" (La ideología alemana). El urbanismo que
sino en el hundimiento simultáneo de ambos. El desgaste re~ destruye las ciudades erige un seudocampo en el cual desapa-
cíproco del campo y de la ciudad, producido por la debilita- recen tanto las relaciones naturales del campo antiguo como
ción del movimiento histórico que debería haber superado la las relaciones sociales implicadas directa o indirectamente en
realidad urbana actual, se pone de manifiesto en esta mezcla la ciudad histórica. Las condiciones del hábitat y del control es-
ecléctica de sus elementos descompuestos que recubre las zo- pectacular de la actual "ordenación del territorio" han produ-
nas más avanzadas de la industrialización. cido un nuevo campesinado: la dispersión espacial y la men-
talidad limitada, que desde siempre impidieron al campesinado
emprender acciones independientes y afirmarse como un po-
176. der histórico creador, vuelven a ser las características de los
productores -el movimiento del mundo que fabrican queda tan
La historia universal nació en las ciudades, y alcanzó su su- lejos de su alcance como lo estaba el ritmo natural de los tra-
perioridad con la decisiva victoria de la ciudad sobre el cam- bajos en la sociedad agraria-. Pero cuando el campesinado,
po. Marx consideraba como uno de los mayores méritos revo- que fue la firme base del "despotismo oriental" (y cuya propia
lucionarios de la burguesía el hecho de haber "sometido el disgregación se compensaba con la centralización burocrática),
campo a la ciudad" y a su atmóifera emancipatoria. Pero si la reaparece como producto de las condiciones de crecimiento
historia de la ciudad es la historia de la libertad, ha sido tam- de la burocratización estatal moderna, su apatía es ahora una
bién la de la tiranía, la de la administración estatal que controla apatía históricamente fabricada y mantenida; la ignorancia na-
tanto el campo como la propia ciudad. Hasta ahora, la ciudad tural ha sido sustituida por el espectáculo organizado del error.
se ha limitado a ser el escenario de la contienda por la liber- Las "nuevas ciudades" del seudocampesinado tecnológico se
tad histórica, pero no ha llegado a ser el terreno de su pose- inscriben claramente en el terreno de la ruptura con el tiempo
sión. La ciudad es el elemento de la historia por ser, al mismo histórico, que es el terreno en el que se construyen; su divisa
tiempo, una concentración de poder social que posibilita la em- podría ser: "Nada ha pasado aquí nunca, y nunca pasará na-
presa histórica, y una conciencia del pasado. La actual tendencia da". Naturalmente, si las fuerzas de la falta de historia comienzan
hacia la liquidación de la ciudad expresa, pues, a su manera, a componer su propio y exclusivo paisaje, es porque la histo-
148 149
ria de la que hay que dotar a las ciudades no les ha sido aún VIII. LA NEGACIÓN Y EL CONSUMO DE LA CULTURA
concedida.

"¿Viviremos lo suficiente para asistir a una revolución política


178. nosotros, los contemporáneos de estos alemanes? Amigo mío,
usted cree en lo que desea ... Si juzgo a Alemania de acuerdo
La historia, que amenaza a este mundo crepuscular, es asi- con su historia presente, usted me objetará que toda su histo-
mismo la fuerza que puede someter el espacio al tiempo de la ria está falseada y que toda su vida pública actual no repre-
vida. La revolución proletaria es la crítica de la geografía hu- senta el estado real del pueblo. Lea usted los periódicos que
mana a través de la cual los individuos y las comunidades han quiera, convénzase de que nadie deja de celebrar -y me con- ,f 1
de construir los emplazamientos y acontecimientos correspon- cederá usted que la censura no le impide a nadie hacerlo- la
dientes a la apropiación, no ya únicamente de su trabajo, sino libertad y la felicidad nacional de las que disfrutamos."
de su historia toda. En este terreno de juego móvil (terreno de
variaciones de las reglas del juego libremente elegidas) puede Ruge 1 (Carta a Marx, Marzo de 1843)
recuperarse la autonomía del lugar sin reintroducir un vínculo
exclusivo con la tierra, y así restablecer la realidad del viaje y
de la vida entendida como un viaje que contiene en sí mismo 180.
todo su sentido.
La cultura es la esfera general del conocimiento y de las re-
presentaciones de la experiencia propia de la sociedad histó-
179. rica dividida en clases; esto equivale a decir que se trata de un
poder de generalización que existe por separado, como divi-
La más grande idea revolucionaria acerca del urbanismo no sión del trabajo intelectual y como trabajo intelectual de la di-
es urbanística, ni tecnológica, ni estética: es la decisión de re- visión. La cultura se desprendió de la unidad propia de la so-
construir íntegramente el territorio de acuerdo con las necesi- ciedad del mito "cuando el poder de unificación desapareció
dades del poder de los Consejos de Trabajadores, de la dicta- de la vida humana y los contrarios perdieron su relación y su
dura antiestatal del proletariado, del diálogo ejecutorio. Y el interacción viva, adquiriendo autonomía por separado" (Dije-
poder de los Consejos obreros, que no puede realizarse si no
se transforma la totalidad de las condiciones actuales, no po-
1 Arnold Ruge (1803-1880). Notable publicista alemán, de ideas liberales y
drá asumir una tarea menos importante que ésa, si aspira a ser
no siempre bien avenido con los socialistas de su tiempo, a menudo chocó
reconocido y a reconocerse a sí mismo en su propio mundo. con la censura; editó diferentes revistas en Francia y Alemania, de entre las
que destaca el boletín Die Reform. Amigo de Reine, participó con Mazzini en
el Comité de Propaganda Europea formado en Inglaterra en 1850.

150 151
rencia entre los sistemas de Fichte y Schelling). Cuando alcan- un progreso hacia su disolución. Como le sucedió a la filoso-
za independencia, la cultura inicia un movimiento de enrique- fía cuando alcanzó su plena autonomía, toda disciplina que se
cimiento imperialista que es, al mismo tiempo, el ocaso de su hace autónoma debe caducar, primero como pretensión de ex-
independencia. La historia que produce la autonomía relativa plicación coherente de la totalidad social, y después como ins-
de la cultura y las ilusiones ideológicas asociadas a esa auto- trumento particular, en el ámbito de su utilidad propia. El dé-
nornia, se expresa asimismo como historia de la cultura. Toda ficit de racionalidad de la cultura separada es el elemento que
la historia ascendente de la cultura puede entenderse como la la condena a desaparecer, pues en ella está ya presente, como
historia de la revelación de su insuficiencia, como el trayecto exigencia, la victoria de lo racional.
hacia su autosupresión. La cultura es el lugar de la búsqueda
de la unidad perdida. En esta búsqueda de la unidad, la cultu-
ra, como esfera separada, está obligada a autoaniquilarse. 183.

La cultura procede de la historia, que disolvió el tipo de vi-


181. da del viejo mundo pero, en cuanto esfera separada, no es aún
otra cosa que una interpretación y una comunicación sensible
La lucha entre tradición e innovación, que es el principio in- que sigue siendo parcial, en una sociedad sólo parcialmente
terno de desarrollo de la cultura en las sociedades históricas histórica. Es el sentido de un mundo demasiado insensato.
sólo puede continuar merced a la permanente victoria de la in~
novación. Sin embargo, la innovación cultural depende única-
mente del movimiento histórico total que, al cobrar conciencia 184.
de su totalidad, tiende a superar sus propios presupuestos cul-
turales y se orienta hacia la supresión de toda separación. El fin de la historia de la cultura se manifiesta de dos mane-
ras contrarias: en el proyecto de su superación en la historia
total, y en la organización de su perpetuación como objeto
182. muerto de la contemplación espectacular. La suerte del prime-
ro de estos movimientos está ligada a la crítica social, la del
La expansión de los conocimientos de la sociedad, que im- otro a la defensa del poder de clase.
plica la comprensión de la historia como núcleo de la cultura,
tiene un punto de no-retorno en su autoconciencia, que se ex-
presa en la destrucción de Dios. Pero esta "primera condición 185.
de toda crítica" es también la primera obligación de una críti-
ca interminable. Allí donde ninguna regla de conducta puede Cada uno de estos dos aspectos del fin de la cultura existe
mantenerse establemente, cada resultado de la cultura implica de forma unitaria, tanto en la totalidad de las facetas del co-
152 153
nacimiento como en todas las representaciones sensibles (en derno de todo arte, su anulación formal. Lo que negativamen-
lo que fue el arte en su sentido más general). En el primero se te expresa este movimiento es el hecho de que tal lenguaje co-
contraponen, por una parte, la acumulacion de conocimientos mún debe recuperarse, pero no en la conclusión unilateral que,
parciales, que se han convertido en inútiles porque la aproba- como sucedía en el arte de la sociedad histórica, llegaba siem-
ción de las condiciones existentes debe finalmente renunciar pre demasiado tarde, y que hablaba a los otros de algo vivido
a sus propios conocimientos y, por otra parte, la teoría de la sin que hubiese un diálogo real, admitiendo su falta de vida;
praxis, que es la verdad única de todos esos conocimientos, debe recuperarse en la praxis, que ha de reunir en sí misma la
pues posee el secreto de su utilidad. En el segundo aspecto, la actividad directa y su lenguaje. Se trata de alcanzar la efectiva
contraposición se da entre la autodestrucción crítica del viejo posesión de la comunidad de diálogo y del juego temporal que .
1
lenguaje común de la sociedad, por una parte, y su recompo- la obra poético-artística sólo representaba. ,,f
sición artificial en el espectáculo mercantil (la representación
ilusoria de lo no vivido), por otra.
188.

186. Cuando el arte independizado representa su mundo con bri-


llantes colores, un momento de la vida ha envejecido, y no es
Al perder la sociedad el tipo de comunidad carcterística del posible rejuvenecerlo con esos colores. Solamente se deja evo-
mito, debe perder también todas las referencias de un lenguaje car como recuerdo. La grandeza del arte no se hace evidente
realmente común, hasta el punto en que la escisión de la co- más que en el ocaso de la vida.
munidad inactiva pueda ser superada mediante el acceso a la
comunidad histórica real. El arte, que fue ese lenguaje común
de la inacción social, en cuanto se constituyó como arte inde- 189.
pendiente en sentido moderno, separándose de su primitivo sen-
tido religioso y convirtiéndose en producción individual de obras El tiempo histórico que invade el arte se expresa en princi-
separadas, conoció, como caso particular, el movimiento que do- pio en la propia esfera del arte, a partir del Barroco. El ba-
mina la historia del conjunto de la cultura separada. Su afirma- rroco es el arte de un mundo que ha perdido su centro: el úl-
ción independiente es el comienzo de su disolución. timo orden mítico reconocido por la Edad Media, tanto en el
cosmos como en el gobierno terrenal -la unidad de la Cris-
tiandad y el fantasma del Imperio-, se ha derrumbado. El ar-
187. te del cambio debe llevar en sí mismo el principio de lo efí-
mero, que ha descubierto en el mundo. Ha elegido, en palabras
1,1:
La pérdida del lenguaje de la c01nunicación es el hecho que de Eugenio d'Ors, "la vida contra la eternidad". El teatro y la
expresa positivamente el movimiento de descomposición m o- fiesta, la fiesta teatral, son los momentos dominantes de la obra
155
154
barroca, en la cual toda expresión artística particular cobra sen- Por vez primera, las artes de todas las civilizaciones y de to-
tido por referencia al decorado de un lugar construido, a una dos los pueblos pueden ser conocidas y admitidas al mi~mo
construcción que ha de ser para sí misma un centro unifica- tiempo. Se trata de una "colección de recuerdos" de la ~lsto-
dor; y este centro es el tránsito como equilibrio amenazado ria del arte cuya posibilidad significa, en cuanto tal, el fin del
por el desorden dinámico del todo. La importancia, a veces mundo del arte. En esta época de museos, cuando ya no pue-
excesiva, que el concepto de lo barroco ha adquirido en la de existir comunicación artística alguna, todos los monumen-
discusión estética contemporánea, indica la conciencia de la im- tos del pasado del arte pueden admitirse en igualdad d~ c~n­
posibilidad de todo clasicismo artístico: los esfuerzos por lo- diciones, pues ninguno de ellos sufre más que otro la perd1~a
grar un clasicismo o un neoclasicismo normativo, desde hace de sus condiciones de comunicación específicas, dada la per- 1
tres siglos, no han sido más que construcciones efímeras y so- dida actual de todas las condiciones de comunicación en ge-J
fisticadas expresadas en el lenguaje externo del Estado, de la neral.
monarquía absoluta o de la burguesía revolucionaria travesti-
da con ropajes romanos. Del romanticismo al cubismo, asisti-
mos a un arte de la negación cada vez más individualizado, 190.
que se renueva perpetuamente hasta la fragmentación y la
completa aniquilación de la esfera artística, que ha seguido el El arte de la época de su disolución, en cuanto movimiento
trayecto global del Barroco. La desaparición del arte histórico negativo que persigue la superación del arte en una sociedad
ligado a la comunicación interna de una élite, cuya base so- histórica en la cual la historia no ha llegado aún a ser total-
cial semiindependiente estuvo constituida por las condiciones mente vivida es un arte del cambio y, al mismo tiempo, la ex-
particularmente lúdicas de las últimas aristocracias, refleja tam- presión más ~ura de la imposibilidad del cambio. Cuanto más
bién el hecho de que el capitalismo ha conocido el primer ti- elevadas son sus exigencias, más lejos se sitúa de su verdade-
po de poder de clase que se exhibe despojado de toda cuali- ra realización. Es un arte forzosamente de vanguardia, un ar-
dad ontológica, y cuyas raíces como poder (que se hunden en te que no es. Su vanguardia sería su desaparición.
la mera gestión de la economía) representan asimismo la pér-
dida de toda destreza humana. La composición barroca, que
desde hace mucho tiempo es una unidad perdida para la crea- 191.
ción artística, se recobra en cierto modo en el actual consumo
de la totalidad del pasado artístico. El conocimiento y reco- El dadaísmo y el surrealismo son las dos corrientes que se-
nocimiento histórico de todo el arte del pasado, retrospecti- ñalan el final del arte moderno. Aunque de un modo sólo rela-
vamente convertido en arte mundial, lo relativiza en un des- tivamente consciente, son contemporáneas del último gran asal-
orden global que constituye, a su vez, un edificio barroco aún to del movimiento revolucionario proletario; y el fracaso de
más elevado, edificio en el cual se funden la producción del este movimiento, que las dejó encerradas en aquel mismo terre-
arte barroco propiamente dicho y todas sus resurrecciones. no artístico cuya caducidad habían nacido para proclamar, es

156 157
la razón fundamental de su desmovilización. Aunque históri- za de la disolución de lo comunicable, la tendencia más mo-
camente vinculados, el dadaísmo y el surrealismo se contra_ derna de la cultura espectacular -y la más ligá'da a la prácti-
ponen. En esta contraposición, que para cada uno de ellos ca represiva de la organización general de la sociedad- in-
constituye asimismo la parte más consciente y radical de su tenta recomponer, mediante "trabajos en grupo", un medio
contribución, se muestra la insuficiencia interna de su crítica neoartístico complejo, a partir de elementos descompuestos,
que uno y otro desarrollan exclusivamente en una dimensión: esecialmente en el caso de las investigaciones integradoras de
El dadaísmo quiso suprimir el arte sin realizarlo, el surrealis- residuos artísticos o de híbridos tecno-estéticos urbanísticos.
Ello es el reflejo, en el plano de la seudocultura espectacular,
mo realizar el arte sin suprimirlo. La posición crítica elabora-
da luego por los situacionistas puso de manifiesto que la su- del proyecto general del capitalismo avanzado, que se orien-
presión y la realización del arte son dos aspectos inseparables ta hacia el restablecimiento del trabajador aislado como "per-
de una misma superación del arte. sona bien integrada en un grupo", tendencia descrita por los
3
últimos sociólogos norteamericanos (Riesman,Z Whyte, etc.).
En todas partes se trata de un mismo proyecto de reestructu-
192. ración sin comunidad.

El consumo espectacular, que conserva la vieja cultura co-


mo en hibernación, incluyendo la repetición desgastada de 193.
sus manifestaciones negativas, se ha convertido explícitamente,
en la esfera cultural, en lo que ya era implícitamente en su La cultura íntegramente convertida en mercancía debe con-
totalidad: la comunicación de lo incomunicable. Encontramos vertirse a su vez en la mercancía estelar de la sociedad espec-
ahí la más extrema destrucción del lenguaje, plenamente re- tacular. Clark Kerr, 4 uno de los más avanzados ideólogos de es-
ta tendencia, ha calculado que el complejo proceso de producción,
conocida como un valor oficialmente positivo, pues se trata
de operar una reconciliación con el estado de cosas domi- distribución y consumo de conocimientos acapara ya, anual-
nante, del que se declara gozosamente ausente toda comuni- mente, un 29% del producto nacional de los Estados Unidos; y
cación. La verdad crítica de esta destrucción, que es la vida prevé que, en la segunda mitad del siglo XX, la cultura des-
real de la poesía y del arte modernos, queda evidentemente empeñará el papel de motor del desarrollo económico que en
oculta, pues el espectáculo cuya función es hacer olvidar la
2 David Riesman es coautor del célebre ensayo La muchedumbre solitaria
historia mediante la cultura, aplica con la seudonovedad de
(trad. cast. N. Rosemblat, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1971).
sus medios modernistas la estrategia misma que en profundi- 3 William W. Whyte Jr. es autor de El hombre organización (trad. cast. F. C. E.
dad le constituye. De este modo ha podido aparecer como de México).
novedad una escuela neoliteraria que simplemente postula la 4 Clark Kerr es autor, junto con otros sociólogos norteamericanos, del volu-

contetnplación de lo escrito en sí mismo. Por otra parte, jun- men colectivo Industrialism and Industrial Man (Harvard University Press,
to a la mera proclamación de satisfacción referida a la belle- 1961)
159
158
la primera representó el automóvil y en la segunda mitad del parte, la crítica espectacular del espectáculo llevada a cabo por
siglo XIX los ferrocarriles. la sociología moderna, que estudia la separación exclusiva-
mente con los recursos e instrumentos materiales y concep-
tuales de la propia separación; por otra parte, la apología del
194. espectáculo se constituye como pensamiento del no-pensa-
miento, del olvido inducído de la práctica histórica, en las di-
El conjunto de conocimientos que actualmente continúa de- versas disciplinas en las cuales hunde sus raíces el estructura-
sarrollándose como pensamiento del espectáculo debe justificar lismo. No obstante, y en la medida en que se trata de pensamientos
a una sociedad que carece de justificaciones, constituyéndose sumisos, no hay diferencia entre la falsa desesperación de la crí- 1
como ciencia general de la falsa conciencia. Esta ciencia está tica no dialéctica del espectáculo y el falso optimismo de la pu- ,f
enteramente condicionada por el hecho de que no puede ni ra publicidad del sistema.
quiere pensar que su propia base material reside en el sistema
del espectáculo.
197.

195. La sociología, sobre todo en los Estados Unidos, ha comen-


zado a poner en cuestión las condiciones de existencia que im-
El pensamiento de la organización social de las apariencias plica el actual desarrollo; pero, por muchos datos empíricos
está en sí mismo obnubilado por la subcomunicación genera- que en este sentido haya podido aportar, ignora absolutamen-
lizada que defiende. No sabe que el conflicto está en el origen te la verdad de su objeto, pues no encuentra en él la crítica que
de todas las cosas de su mundo. Los especialistas del poder es- le es inmanente. De modo que la tendencia de esta sociología,
pectacular, un poder absoluto en el interior de sus sitemas de sinceramente reformista, no se apoya más que en la moral, la
lenguaje sin respuesta, están absolutamente corrompidos por sensatez y las miserables apelaciones a la mesura. Tal forma de
su experiencia del desprecio y del triunfo del desprecio, pues crítica, al desconocer lo negativo que está en el corazón de su
encuentran la confirmación de su desprecio en el conocimien- mundo, no hace más que insistir en la descripción de una es-
to de ese hombre despreciable que es el espectador. pecie de excrecencia negativa que parece inundar desagrada-
blemente la superficie, como una proliferación irracional de pa-
rásitos. Esta buena voluntad indignada, que incluso en condición
196. de tal sólo llega a atacar las consecuencias externas del siste-
ma, se cree crítica porque olvida el carácter esencialmente apo-
A medida que el propio funcionamiento del sistema plantea logético de sus presupuestos y de su método.
nuevos problemas, se opera una nueva división de tareas en
el pensamiento especializado del sistema espectacular: por una
161
160
198. 200.

Quienes denuncian el carácter absurdo o peligroso de la in- La sociología cree poder aislar del conjunto de la vida social
citación al despilfarro de la sociedad de la abundancia econó- una racionalidad industrial que funcionaría separadamente, y
mica, ignoran para qué sirve el despilfarro. Condenan ingrata- por eso llega a considerar las técnicas de reproducción y trans-
mente, en nombre de la racionalidad económica, a los buenos misión independientemente del movimiento industrial global.
guardianes de lo irracional sin los cuales se vendría abajo el Por este motivo, Boorstin diagnostica que la causa de los re-
poder de la racionalidad económica. Por ejemplo, Boorstin, que sultados que describe no sería sino la desdichada coinciden-
describe en La Imagen el consumo mercantil del espectáculo cia, casi fortuita, de un aparato técnico de difusión de imáge-
americano, no llega jamás a alcanzar el concepto de espec- nes excesivamente grande y una atracción, igualmente excesiva,
táculo, pues cree que puede salvar de esa desastrosa exagera- de los hombres de nuestra época hacia lo seudosensacional.
ción la vida privada o la noción de "honestidad mercantil". No En consecuencia, la causa del espectáculo sería que el hombre
comprende que es la propia mercancía la que dicta las leyes moderno es demasiado espectador. Boorstin no compren-
cuya "honesta" aplicación debe dar como resultado tanto la rea- de que la proliferación de "seudoacontecimientos" prefabrica-
lidad específica de la vida privada como su posterior recon- dos que denuncia se deriva del mero hecho de que los hom-
quista mediante el consumo social de imágenes. bres en la realidad masiva de la vida social actual, no viven en
abs~luto los acontecimientos. La propia historia atormenta a la
sociedad moderna como un espectro, y por ello encontramos,
199. en todos los niveles del consumo vital, una seudohistoria cons-
truida para preservar el equilibrio inestable del actual tiempo
Boorstin describe los excesos de un mundo que se nos ha congelado.
hecho extraño como si se tratase de excesos ajenos a nuestro
mundo. Pero la base "normal" de la vida social, a la cual se re-
fiere implícitamente cuando califica el reino superficial de las 201.
imágenes -en términos de juicio psicológico y moral- como
producto de "nuestras extravagantes pretensiones", carece de La afirmación de que la congelación del tiempo histórico de
toda verosimilitud, tanto en su libro en particular como en su este breve período es su definitiva consolidación, consciente o
época en general. Boorstin no puede comprender en toda inconscientemente proclamada, constituye la base innegable
su profundidad la sociedad de la imagen porque la supuesta de la actual tendencia hacia una sistematización estructuralis-
vida humana real de la que habla sólo existe en el pasado, un ta. El punto de vista en el que se sitúa el pensamiento antihis-
pasado que incluye la resignación religiosa. La verdad de esta tórico del estructuralismo es el de la presencia eterna de un sis-
sociedad no es otra cosa que la negación de esta sociedad. tema que no ha sido creado ni será destruido. El sueño de la
dictadura de una estructura previa e inconsciente sobre toda

162 163
la praxis social procede de una abusiva generalización a partir dez transhistórica de la sociedad del espectáculo; es, al con-
de los modelos estructurales elaborados por la lingüística y la trario, la sociedad del espectáculo la que se impone masiva-
etnología ees decir, por el análisis del funcionamiento del ca- mente como una realidad que sirve para confirmar el gélido
pitalismo), modelos ya abusivos en sus propias circunstancias sueño del estructuralismo.
Y tal generalización ha sido posible gracias a un pensamient~
universitario de mandos intermedios tempranamente satisfe-
chos, un pensamiento íntegramente anclado en el elogio ma- 203.
ravillado del sistema establecido, y que por tanto remite llana-
mente toda realidad a la existencia del sistema. No cabe duda de que el propio concepto crítico de espectá-
culo puede también vulgarizarse y convertirse en parte de esas
fórmulas huecas de la retórica socio-política, así como ser utili-
202. zado de forma abstracta para explicar y denunciar cualquier co-
sa, poniéndose así al servicio de la defensa del sistema espec-
Como en toda ciencia social e histórica, es preciso siempre tacular. Pues es evidente que ninguna idea puede llevar más
tener en cuenta, para comprender las categorías "estructuralis- allá del espectáculo actualmente vigente, sino tan sólo más allá
tas", que las categorías expresan condiciones y formas de exis- de las ideas existentes sobre el espectáculo. Para destruir efec-
tencia. Y así como no ha de medirse el valor de un hombre por tivamente el espectáculo hacen falta hombres que pongan en
el concepto que él tiene de sí mismo, tampoco puede valorar- práctica una fuerza operativa. La teoría crítica del espectáculo
se -ni admirarse- esta sociedad concreta considerando abso- no será verdadera más que si se unifica con la corriente prácti-
lutamente verídico el lenguaje que utiliza para hablar de sí mis- ca de negación de la sociedad, y esta negación (al servicio de
ma. "Las épocas de transformación no pueden evaluarse conforme la lucha de clases revolucionaria) tomará conciencia de sí mis-
a la conciencia de sí que tienen tales épocas; al contrario, hay ma cuando desarrolle la crítica del espectáculo, que es la teo-
que explicar la conciencia a partir de las contradicciones de la ría de sus condiciones reales, de las condiciones prácticas de la
vida material" .5 La estructura es hija del poder establecido. El actual opresión, y que desvela parcialmente el secreto de lo que
estructuralismo es el pensamiento garantizado por el Estado podría llegar a ser. Esta teoría no espera milagros de la clase
que piensa las actuales condiciones de la "comunicación" co- obrera. Se plantea la nueva formulación y la realización de las
mo si fueran un absoluto. Su forma de estudiar el código de exigencias proletarias como una tarea de larga duración. La dis-
los mensajes en cuanto tal no es sino el producto y el recono- tinción entre la lucha teórica y la lucha práctica es artificial, da-
cimiento de una sociedad en la cual la comunicación existe ba- do que, sobre la base aquí definida, tanto la constitución como
jo la forma de una cascada de señales jerarquizadas. De modo la comunicación de tal teoría no puede siquiera concebirse sin
que no es que el estructuralismo sirva para demostrar la valí- una práctica rigurosa; lo cierto es que el oscuro y difícil cami-
no de la teoría crítica deberá también formar parte de un mo-
5
Marx y Engels, La ideología alemana. vimiento práctico que actúe a escala de toda la sociedad.
164 165
204. genitivo -que fue considerada como la clave del estilo epigra-
mático de Hegel- es la expresión de las revoluciones históricas
La teoría critica debe comunicarse en su propio lenguaJ·e que ha quedado consignada en la forma del pensamiento. Al
. d . ./ , que
es e 11enguaJe e la contrad1ec10n; una contradicción que ha d preconizar la sustitución del sujeto por el predicado, el joven
se~ .tan dialéctica en su forma como lo es en su contenido. E~ Marx, siguiendo el uso sistemático que de ella había hecho
cnt1ca de la totalidad y critica histórica. No es un "grado cer0 Feuerbach, llega al uso más consecuente de este estilo insu-
de la escritura" sino lo contrario. No es la negación del estil 0 rreccional, que extrae la miseria de la filosofía a partir de la fi-
sino el estilo de la negación. ' losofía de la miseria. 6 Este desplazamiento subvierte las con-
clusiones críticas anteriores, que se han convertido en verdades
respetables, es decir, que se han transformado en mentiras. Kier-
205. kegaard ya hizo un uso deliberado de esta subversión, aña-
diendo incluso su denuncia: "Pues, así como la confitura ter-
Expresada en su propio estilo, la exposición de la teoría dia- mina siempre en la fresquera, terminarás por dejar que se deslice
léctica es un escándalo y una abominación, si la medimos con- una palabrita que no es tuya, y que inquieta por el recuerdo
forme a las reglas del lenguaje dominante y del gusto educa- que revela" (Migajas filosóficas). La obligación de marcar una
do en ellas, puesto que, cuando los conceptos vigentes se distancia con respecto a lo que ha sido falsificado como ver-
emplean de modo positivo, este empleo incluye tanto la com- dad oficial determina este uso de la subversión del genitivo, que
prensión de su fluidez recobrada como la de su necesaria des- Kierkegaard describe también en el mismo texto: "Todavía una
trucción. últim8_ observación acerca de tus numerosas alusiones en las
que te quejas siempre de que mezclo en mi discurso palabras
ajenas. No lo niego, ni oculto tampoco que lo hice deliberada-
206. mente: en la continuación de este escrito, si alguna vez llego a
redactarla, tengo intención de llamar a las cosas por su nombre
y de revestir el problema con un ropaje histórico".
Este estilo, que contiene su propia critica, debe expresar el
dominio de la critica presente con respecto a todo su pasado. De
acuerdo con esto, el modo de exposición de la teoría dialécti-
207.
ca debe indicar el espíritu negativo que habita en ella. "La ver-
dad no es como esos productos en los que no queda huella al-
guna del útil" (Hegel). Esta conciencia teórica del movimiento Las ideas pueden mejorarse. El sentido de las palabras parti-
cipa de esa mejora. El plagio es necesario. Está implícito en el
en la que debe estar presente la propia huella histórica de es~
movimiento, se manifiesta en la inversión de las relaciones es-
tablecidas entre los conceptos, así como en la subversión de to-
6
Miseria de la filosofía es, en efecto, el título de una obra que Marx escri-
bió como respuesta a la Filosofía de la miseria del socialista "utópico" P. ].
das las adquisiciones de la critica anterior. La permutación del Proudhon.
166
167
cipa de esa mejora. El plagio es necesario. Está implícito en el to con la acción histórica y con la corrección histórica, que es
progreso. Se ciñe estrictamente a la frase de un autor, se sirve su verdadera fidelidad.
de sus expresiones, borra una idea falsa y la sustituye por otra
adecuada.
210.

208. La negación real de la cultura sólo conserva de ella su senti-


do. No puede ser ya una negación cultural. Por tanto, es lo
La subversión estilística es lo contrario de la cita, de la auto- que queda, en cierto modo, en el nivel de la cultura, aunque
ridad teórica, siempre falsificada por el mero hecho de haber- en una acepción totalmente distinta de este término.
se convertido en cita, fragmento arrancado de su contexto, de
su movimiento y, finalmente, de su época como referencia glo-
bal, aislado de la precisa función que cumplía en el interior de 211.
esa referencia, errónea o exactamente reconocida. El estilo
subversivo es el lenguaje fluido de la antiideología. Aparece En el lenguaje de la contradicción, la crítica de la cultura se
en aquella comunicación que sabe que no puede pretender en presenta unificada en la medida en que domina 1~ totalidad
cuanto tal ostentar ninguna garantía definitiva. En su expresión de la cultura -tanto el conocimiento como la poes1a- Y en la
más elevada, es el lenguaje que no puede esperar confirmación medida en que ya no se separa de la crítica de la totalidad so-
alguna por referencias supracríticas a la antigüedad. Se carac- cial. Esta crítica teórica unificada es la única que sale al en-
teriza, por el contrario, por su coherencia consigo mismo y con cuentro de la práctica social unificada.
los hechos posibles, lo que puede confirmar el antiguo núcleo
de verdad al que remite. El estilo subversivo no apoya su cau-
sa en nada exterior a la propia verdad de su crítica actual.

209.

Aquello que aparece abiertamente subvertido en la formula-


ción teórica, desmintiendo cualquier pretensión de autonomía
duradera por parte de la teoría expresada, haciendo intervenir
mediante esta violencia la acción que perturba y derrumba to-
do orden establecido, nos recuerda que la existencia de la teo-
ría no es nada en sí misma, y que no ha de conocerse sino jun-
169
168
IX. LA IDEOLOGÍA MATERIALIZADA

"La conciencia de sí es en sí y para sí porque es en sí y para


sí para otra conciencia de sí, es decir, que no es sino en cuan-
to que es reconocida":

Hegel (Fenomenología del Espíritu)

212.

La ideología es la base del pensamiento de una sociedad de


clases en el transcurso conflictivo de la historia. Los hechos ideo-
lógicos nunca fueron simples quimeras, sino conciencia defor-
mada de realidades y, en esa medida, factores que ejercen se-
cundariamente una acción deformadora de lo real. Tanto más
en el caso de la materialización de la ideología que comporta
el particular éxito de la producción económica autonomizada
bajo la forma del espectáculo, pues en ella se confunden prác-
ticamente la realidad social y la ideología que ha conseguido
troquelar íntegramente lo real de acuerdo con su modelo.

213.

Cuando la ideología, que es la voluntad abstracta de lo uni-


versal y su ilusión, se encuentra legitimada por la abstracción
universal y por la dictadura efectiva de la ilusión, como suce-
de en la sociedad moderna, ya no es la lucha voluntarista de
lo parcial, sino su triunfo. De ahí que la pretensión ideológica
adquiera una especie de exactitud luminosa y positivista: ya no
se trata de una opción histórica, sino de una evidencia. En esa
171
afirmación, los nombres concretos de las ideologías se desva- está sometido", es la fase superior de una expansión que ha
necen. Y el mismo trabajo propiamente ideológico al servicio vuelto la necesidad contra la vida.• "La necesidad de dinero es,
del sistema no se concibe ya sino como reconocimiento de un pues, la verdadera necesidad producida por la economía polí-
"subsuelo epistemológico" que se imagina a salvo de todo fe- tica, y la única necesidad que ella sola produce" (Manuscritos
nómeno ideológico. La ideología materializada carece en cuan- de economía y filosofía). El espectáculo extiende a toda la vi-
to tal de nombre, así como de programa histórico formulable. da social el principio que Hegel, en la Realphilosophie de ]e-
Ello equivale a decir que la historia de las ideologías ha termi- na, concibe como el principio del dinero: es "la vida de lo muer-
nado. to que se mueve a sí mismo".

214. 216.

La ideología, conducida por su propia lógica interna hacia la Contrariamente al proyecto resumido en las Tesis sobre Feuer-
"ideología total" en el sentido de Mannheim, es decir, como bach (la realización de la filosofía en la praxis, que supera la
despotismo ejercido por un fragmento que se impone como seu- oposición entre materialismo e idealismo), el espectáculo con-
dosaber de un todo petrificado, como visión totalitaria, se serva a la vez que impone, en lo seudoconcreto de su uni-
encuentra hoy realizada en el espectáculo inmóvil de la de- verso, los caracteres ideológicos del materialismo y del idea-
tención de la historia. Su realización es asimismo su disolu- lismo. La dimensión contemplativa del materialismo antiguo,
ción en el conjunto de la sociedad. Con la disolución prác- que concibe el mundo como representación y no como activi-
tica de esta sociedad debe desaparecer también la ideología, dad -y que termina por idealizar la materia- se cumple en el
última sinrazón que obstaculiza el curso de la historia. espectáculo, pues en él las_ cosas concretas se convierten au-
tomáticamente en dueñas de la vida social. Al mismo tiempo,
la actividad soiiada del idealismo se realiza igualmente en el
215. espectáculo, con la mediación técnica de los signos y señales
que terminan por materializar un ideal abstracto.
El espectáculo es la ideología por excelencia, porque expo-
ne y manifiesta plenamente la esencia de todo sistema ideoló-
gico: empobrecimiento, servidumbre y negación de la vida real. 217.
El espectáculo es, materialmente, "la expresión de la separa-
ción y del alejamiento de los hombres entre sí". La "nueva po- El paralelismo entre ideología y esquizofrenia establecido por
tencia del engaño" concentrada en su base, en torno a esta pro- Gabel (La falsa conciencia) debe enmarcarse en este proceso
ducción mediante la cual "con la masa de objetos, crece también económico de materialización de la ideología. La sociedad se
el nuevo dominio de los seres extraños a los que el hombre ha convertido en aquello que ya era la ideología. La exclusión
172 173
de la praxis y la falsa conciencia antidialéctica que la acompa- sedad que garantiza la organización de las apariencias. Quien
ña, es lo que se impone en todo momento en la vida cotidia- sufre pasivamente una suerte con frecuencia sentida como aje-
na sometida al espectáculo, que hay que entender como orga- na es, pues, arrastrado hacia una locura que realimenta iluso-
nización sistemática del "socavamiento del derecho de reunión" riamente esa misma suerte, recurriendo a técnicas mágicas. El
sustituido por un hecho social alucinatorio : la falsa concienci~ reconocimiento y el consumo de mercancías están en el cen-
de reunión, la "ilusión de reunión". En una sociedad en la cual tro de esta seudorespuesta a una comunicación que no admi-
nadie puede ser reconocido por los demás, cada individuo ter- te respuesta. La necesidad de imitación experimentada por los
mina siendo incapaz de reconocer su propia realidad. La ideo- consumidores es, justamente, una necesidad infantil, condicio-
logía está en su sitio, la separación ha construido su mundo. nada por todos los aspectos de su fundamental desposesión.
En los términos que Gabel aplica en un nivel patológico muy ,J 1
diferente, diríamos que "la necesidad anormal de representa-
218. ción compensa en este caso un sentimiento torturante de ha-
llarse al margen de la existencia".
"En los cuadros clínicos esquizofrénicos", dice Gabel, "en-
contramos al mismo tiempo una degradación de la dialéctica
de la totalidad (cuya forma extrema es la disociación) y una 220.
degradación de la dialéctica del devenir (cuya forma extrema
es la catatonia)". La conciencia espectadora, prisionera de un Si la lógica de la falsa conciencia no puede conocerse verí-
universo plano, limitada por la pantalla del espectáculo, tras dicamente a sí misma, la búsqueda de la verdad crítica acer-
el cual ha sido deportada su propia vida, sólo encuentra in- ca del espectáculo debe también ser una crítica verdadera.
terlocutores ficticios que la alimentan unilateralmente con sus Tiene que luchar prácticamente junto a los enemigos irre-
mercancías y con la política de sus mercancías. El espectácu- conciliables del espectáculo, y avenirse a estar ausente allí
lo, en toda su extensión, es su "signo especular". Tal es la fal- donde ellos estén ausentes. Las leyes del pensamiento domi-
sa salida del autismo espectacular. nante -el punto de vista exclusivo de la actualidad- se re-
conocen en la abstracta voluntad de eficacia inmediata, tan-
to cuando cae en los compromisos del reformismo como
219. cuando se orienta hacia las acciones corrientes de los seudo-
revolucionarios residuales. En ambos casos, las mismas posi-
El espectáculo, que es el desvanecimiento de la distinción ciones que pretendían combatirlo reconstruyen el delirio. La
entre el yo y el mundo por destrucción del yo asediado por la crítica que va más allá del espectáculo debe, por el contrario,
presencia-ausencia del mundo, es también el desvanecimiento saber esperar.
de la distinción entre lo verdadero y lo falso por represión de
toda verdad vivida en beneficio de la presencia real de la fal-
174 175

1
221.

Emanciparse de las bases materiales de la verdad tergiversa-


da: he ahí en lo que consiste la autoemancipación de nuestra
época. La "misión histórica de instaurar la verdad en el mun-
ÍNDICE
do" no pueden realizarla ni el individuo aislado ni la muche-
dumbre atomizada sumisa a la manipulación, sino, hoy como
siempre, la clase capaz de convertirse en la disolución de to-
das las clases y de devolver todo su poder a la forma desalie-
nada de la democracia realizada, el Consejo obrero, en el cual
la teoría práctica se controla a sí misma y quiere su acción; so-
lamente ahí están los individuos "directamente vinculados a la
historia universal", solamente ahí el diálogo es capaz de lograr
la victoria de sus propias condiciones.

176
PRÓLOGO···································································· 7

PRÓLOGO PARA LA TERCERA EDICIÓN FRANCESA .......... 33

I. LA SEPARACIÓN PERFECTA ....................................... 37


Il. LA MERCANCÍA COMO ESPECTÁCULO ......................... 51
III. UNIDAD Y DIVISIÓN EN LA APARIENCIA .................... 61
IV. EL PROLETARIADO COMO SUJETO Y

COMO REPRESENTACIÓN .......................................... 75


V. TIEMPO E HISTORIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
VI. EL TIEMPO ESPECTACULAR .................................... 133
VII. LA ORDENACIÓN DEL TERRITORIO ........................ 143
VIII. LA NEGACIÓN Y EL CONSUMO DE LA CULTURA ..... 151
IX. LA IDEOLOGÍA IVIATERIALIZADA ............................. 171

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