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La argumentación cotidiana ( y también la científica) se ocupa en muy pocas ocasiones

de una relación “necesaria” entre hipótesis y conclusión (es decir, de una implicación),
sino que más bien se dedica a una relación de probabilidad, credibilidad, etc.

No obstante podemos diferenciar las estructuras argumentativas sobre la base del tipo
de relación entre HIPÓTESIS y CONCLUSIÓN: la derivabilidad (sintáctica) en un cálculo
formal, la implicación (semántica) o entailment y finalmente las conclusiones
(pragmáticas).

Para armar la estructura argumentativa, tiene que haber una base para relacionar las
conclusiones y para relacionar semánticamente (condicionar) las circunstancias en las
que se basa la conclusión. Una categoría de este tipo podría denominarse “garantía” o
“legitimidad” que autoriza a alguien a llegar a una conclusión determinada.

La base general para la argumentación, la denominaremos en la categoría de


LEGITIMIDAD de la argumentación. Así deducimos o justificamos debido a la relación
general (la regla) que existe entre un elemento y el que le sigue.

Eventualmente podemos explicar mejor esta legitimidad mediante la explicación. De


esta manera damos un REFUERZO a nuestra demostración, al indicar claramente que y
como tiene que ver un proceso con otro.

Podemos decir también que la relación entre una premisa y otra, solo es importante en
una situación determinada. Igual que en los textos narrativos denominaremos MARCO
del argumento a esta especificación.

En la superestructura de la demostración hasta ahora solo esquematizada, podemos


establecer diferencias más precisas. Si necesitamos una explicación más precisa de las
circunstancias, incluiremos un ARGUMENTO en la demostración. De esta manera se
puede, complejizar una estructura argumentativa mediante la recursividad de la
categoría ARGUMENTO.

La estructura canónica de las argumentaciones puede modificarse sobre la base de


transformaciones: determinados puntos de partida pueden quedar implícitos
(dependiendo del contexto), y una JUSTIFICACIÓN también puede seguir a una
aseveración expresada anteriormente, cuando es evidente que esta aseveración es una
CONCLUSIÓN del hablante.
Existen condiciones expresas para una demostración correcta. El hecho de omitir
circunstancias que puedan influir negativamente sobre la conclusión final, el no
garantizar la validez general de una justificación, o el hecho de ser irrelevante debido a
la ausencia de un refuerzo especial, puede llevar a una estructura argumentativa
incorrecta.

Evidentemente, una manipulación de este tipo no aparece directamente: el lector/


oyente primero percibirá las estructuras textuales correspondientes las entenderá y las
almacenará en la memoria, y luego sacará sus conclusiones, que podrán modificar los
conocimientos, las posturas y las intenciones de acción. En este proceso actúan los
conocimientos previos, las suposiciones sobre las intenciones del hablante (y su
credibilidad, etc.), los criterios las posturas existentes, los deseos y los proyectos.

Relato y argumento

Narrativa y argumentación no sólo dan origen a una multiplicidad de formas de


comunicación sino también son reconocidas como modos de conocer y percibir el
mundo, como tendencias para elaborar el pensamiento.

Existen relatos infinitos. Tantos como personas los disparen. Aprendemos a conocer el
mundo a través de relatos que unen hechos conocidos con datos nuevos.

La clave de los relatos está en contar el mundo y la existencia y también en provocar o


construir realidad.

La argumentación debe considerarse como parte de un lenguaje que intenta modificar a


otro, persuadir a otro, en base a una idea de obediencia a la regla, a las leyes.

La persuasión, es entendida como un efecto para que sea obedecido. La persuasión


eficaz se impone por su propia fuerza y el efecto es la obediencia. Pero, para que esto
ocurra, primero es necesario estar persuadido, luego, se podrá persuadir. Todo este
proceso se realiza en base a lo verosímil.

Si la persuasión es eficaz, no hay acoso, no hay coacción sino que produce un efecto.
Para llegar a él, la persuasión debe estar reglada por determinados criterios.

Precisamente, la retórica es un sistema que intenta ver en qué condiciones se puede


persuadir, no tiene como objetivo persuadir sino el buscar el momento de hacerlo. La
misión de la retórica es descubrir la posibilidad de persuadir.
Los elementos de la retórica son:

Ethós: El que habla y tiene autoridad moral para hablar.

Logos: Palabra argumentada. Sujeta a una dialéctica y a una lógica

Pathós: El destinatario que es afectado en su alma.


El discurso produce un efecto tal que puede decirse que se mueve el alma del
destinatario.

Pero también se debe tener en cuenta la necesidad de encontrar la circunstancia,


entendida ésta como el momento y, también, el espacio, donde se debe operar con el
discurso argumentativo.

Los problemas de la argumentación hoy pasan por buscar a qué se le otorga credibilidad
y cómo logran legitimidad ciertos formatos de expresión.

Si pretendemos persuadir, tenemos que entrar en comunidad intelectual primero.


Situar el escenario que nos permitirá dialogar. Inclusive antes de pensar en argumentos
bien vale desdoblarse par aponerse a ambos lados de ese diálogo imaginario.

En la línea de “persuadir y convencer” están quienes conciben al destinatario como un


auditorio ideal y universal. Tal perspectiva asimila la argumentación a la retórica,
definida desde Aristóteles como la disciplina que estudia las técnicas que se utilizan en
la persuasión.

Otros, en cambio,2 consideran la argumentación como una actividad esencialmente


dialógica, modulada por las réplicas explícitas o implícitas de un oponente que puede
contraargumentar, negociar y aun hacer fracasar con un contradiscurso el que le ha sido
dirigido.

Esta visión de la argumentación como actividad de intercambio la asimila a la dialéctica


por su aspecto confrontativo. El proceso discursivo está regulado aquí en forma de una
división cooperativa del trabajo entre proponentes y oponentes, que se lleva a cabo
mediante la tematización de un objeto de discurso, y las razones que fundamentan un
punto de vista que se pretende válido.
Conectate con los conectores

Mabel Marro y Amalia Dellamea, “Producción de textos”, pág. 161.

Este repertorio de conectores está organizado según el tipo de conexión que se realiza
en el texto: espacio, orden, causa, etc. Muestra las relaciones lógicas más
frecuentemente utilizadas para conectar las proposiciones contenidas en oraciones o
párrafos subsiguientes.
Este listado puede resultar muy útil en el momento de la producción ya que sirve como
material auxiliar en la elección de conectores, puede resolver casos de repeticiones
innecesarias y puede despejar dudas acerca del significado de algunos de ellos.

Conectores

AMPLIACION: Para ampliar: Y, e, o, por añadidura, también, además, de acuerdo con,


sumado a esto, asimismo, además de esto, al mismo tiempo, paralelamente, a
continuación, en otros casos, de la misma manera.

CAUSA-EFECTO: Para establecer relaciones de causa y efecto: Porque, entonces, por


esta razón, consecuentemente, en consecuencia, puesto que, debido a, por ello, por
esta causa, por lo antedicho, de lo antedicho se desprende que, lo que antecede
permite deducir, de ahí que, por lo tanto, así, en efecto.

FINALIDAD: Para mostrar propósitos o intenciones: Para, en orden a, con el propósito


de, con el fin de, con el objeto de, con tal objeto, a fin de, a estos efectos, en procura
de, para eso (ello).

CONTRASTE: Para mostrar oposición respecto de algo dicho anteriormente en el


discurso contrastar ideas: No obstante (lo dicho), sin embargo, en oposición a, con todo,
aun, aunque, aun cuando, contrariamente a, pero, si bien, en contraste con, empero, a
pesar de, pese a (lo expuesto), en cambio, inversamente, al contrario.

CONCESION: Para hacer una concesión a algo dicho recién en el discurso: Pero, aunque,
no obstante, bien que, sin embargo.

CONDICION: Para relacionar ideas en la que una es condición de otra(s): Si…


entonces…si (tal cosa) tal (otra).
TIEMPO: Para relacionar ideas temporalmente: antes (anterioridad), después
(posterioridad), mientras (simultaneidad), anteriormente, más tarde, actualmente,
previamente, posteriormente, un momento después, mucho tiempo antes, hasta que,
cuando, finalmente, después, ya.

EXPOSICION U ORDEN: Para mostrar relaciones de orden entre partes del discurso o
señalar continuidad discursiva en una exposición: Primero, en primer lugar, luego, a
continuación, más adelante, en tercer lugar, finalmente.

LOCACION O ESPACIO: Para relacionar ideas en el espacio: Aquí, allá, acá, en ese lugar,
donde, allí, al lado, debajo, arriba, a la izquierda, en el medio, en el fondo.

MANERA O MODO: Para mostrar la manera en que los fenómenos se relacionan: Como,
de modo similar, del mismo modo, de igual manera, de diferente modo, de esta
manera, similarmente, inversamente.

EJEMPLIFICACION Y ESPECIFICACION: Para explicar algo relacionándolo con lo


anteriormente dicho: Por ejemplo, tal es el caso de, para ejemplificar, en otras palabras,
es como, es decir, en particular, es precisamente, lo que quiere decir, dicho de otra
manera, o bien.

RESUMEN Y CONCLUSION: Para resumir o concluir un discurso o fragmento de discurso


relacionándolo con lo anteriormente dicho: En resumen, en síntesis, para concluir, para
terminar, sintéticamente, en forma sumaria, por último, en definitiva, para concretar,
en suma.

ENFASIS: Para destacar ideas más importantes en relación con el resto: Sobre todo, lo
que es más importante, es preciso señalar, repetimos, subrayamos, conviene poner
énfasis, cabe destacar, cabe resaltar, en otras palabras. Los distintos tipos de discurso
utilizan con más frecuencia, es decir prefieren, unos conectivos en detrimento de otros.

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