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LA C ULT URA COi\,iDORHUASI


ONI NOROESTE ARGENTINO I

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(aPul'iTrrs PRELTuTNARES PARA SU ESTUDTO) @a,6 I

pcr ÁLBERTO REX GO¡iZALEZ


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I. INrnoovccróx
Este trabajo l-ierre por objeto poner de relier-e, mediante ia presen-
tación de algunos moteriales r)ueyos y de observ¿¡ciones persouales, ia
grarr irnportancia que tiene la cultura de Corrdorhutrsi para Ia arqueo-'
logía ciei N. O. argentino y esbnear alguuos de los problemas que cou
ella se rciacionau.
/ Hasta ahora Condorl.,urri se hu clasific¿.io corno .estiio ceránrico,,
como otipo tle alfrrrería, v, excepcionalrnente, conro .cultrr¡¿1'/Ert este
últin¡o caso no se daba la descripción del coule-xto pertiuente, sal.ro la
mención tie dos o tres elerr¡er¡tos aislados. El puuto de r.ista {undanlental
que arluí e.\porrcrnos cs que se tlata, cri cl'e'cLo, cle urr¿r criltura de gr:an
importancia, cuyos bienes patrimoniales básicos tratanlos rle estable-
cer. Entiéndase que esta exposición se refiere a los hechos y t:ooclusio-
nes genérales y que uo e¡ltrar¡ros en ella en la descripción particular de
las fuentes qlie nos han servido para las induccicn_es. Lit e.xposición sis-
ternática cie atluéllas requeriría un trabajo mucho más extenso, bien fue-
ra de los iíulites equí propirestos.
La primera noticia corxxeta r{rre posee¡nos, conduceute a aislares-
ta mod¿rlidad cultural del v¿rsto cornplejo arqueológico de nuestro N.
C)., es Ia que brinrió Antonio ljerrano, en 19{3, en un artículo publicado
eu ol,a Preusa, cle Buenos Aires r, en el que, acertatlamente, creó un
uueyo o-tipo cerámico, que llamó de Contlorhuasi, tipo de caracterís-
ticas bien definidas -v clistintas al resto de la alfarería clel N. O. Algunas

1 S¡¡rn.Lxo, 19-i3.

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a hallazgos sirnilares en Santiagc riei Estero. Con posterioridad a esta


piezas sirnilares ya eran conocidas por trabajos auteriores 2, piezas que
publicación, Serrano ha insistido en que .. . .la cerámica tipo Condor-
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I

habírrn suscitado comentarios, en algunos casos, por su aspecto peculiar 3. I


I
huasi, por los ele¡nentos figurados de ella (rrariguera en media luna, fal-
En aquel primer artícuio, S_errano esiablec.e.-la-s qqracterística,s ti- 1
dellín corto) puede corresponder a otra cu-ltura...»7.
puiógicas -esenciales del nuevo estilo, basándcse en las obser.,.acienes
Por el contrario, W-endell Bennett, en su exceiente síntesis sobre ia'
hechas err cierta cantidad de ruaLerial inétlito, examinado en clistiñ- ' .. arqueología del N. O. argentino, dice cautelosame¡1¿s' «The Condor- *
tas colecciones. Como estos especímenes procedían, en su mayoi' parte,
huasi Polychrorne style does not fit into any of the above cultures (las'
de ia pequeña localidad de Condorhuasi, en el departarnento de Belén,
culturas del 1\. O.) there is not sufficient evidence to call it a separate
en la provincia de Catamarca, se uüilizó este nombre para bautizar el
culture, t. Para Palavecino, Condorhuasi tendría el carácter de uu nes-
rueYo tipo de alfarería.
tilo decoratiyo menor», comparado con las facies de Angualasto, Santa
lqs características fu¡rdamentales de la nueya cerámica eran, se- Nlaría y Barreal e.
gún su descliptor, las siguientes: «yasos antropomorfos, cu-va boca se
Recientemente Ibarra Grasso señaia. en distintos trabajos 10, Ias
abre siempre sobre la cabela del personlje,, .p_i_en¡rs abultadas,, nya-
afinidades existentes eutre algunas piezas de cerámica del tipo Condor-
sos de fondo plano), «álgunos.rasos de tbrmas complejasr, pero el ele-
hue,si y otras de la cultura de la Candelaria, conjunto pala el que pro-
merrto más típico lo daba la decoración, obtenida mediante uq,lsugole
pone la designación de Cultura Tucumana.
rojo-ocre lustroso y sobre éste, Ios dibujos realizaclos en negro, bordea-
dos siempre por gruesas lí¡reas biauc¡rs,. Aigunas piezas olrecían vá-
riantes en el uso del color, como dibujos ejecutados únicarnente en blan- II. ANrscpoENTES DE L.{. rNyESTrc-{cróN EN EL TERRENo.
co, pero se agrupaban en la misma fbrma dentro de las series estable-
r;itias. ,¡l arqueológico de Corrd.oriruasi pucdc scr citacLo conro ejern' -
Después de señalar algunas afinidades con piezas publicadas por "entro
plo irquetípico de un mal crónico que desde hace Inuchas décadas afec-
Debenedetti y los hermanos \l'agner, el autor seilala arralogías basadas ta nuestra arqueología, y especialmente el área diaguita: mal de etio-
en la técnica decorativa de este estilo con el de la quc.brada de Huma- logía demasiado polimorfa para que nos detengamos a aualizarlo ar¡uí.
huaca, y, sobre todo, con el atacarneiro chileno e, irrdirectamente, l.e Nos relerinlos al olvido, casi absoluto eti algurtas áreas, de ios trabajos
inf'luencias tiahuanacotas. En su párrafo final, el autornos dice «. . .qui- sistemáticos de campaña, fuente esencial del conocimiento arqueoló-
zás esta cerámica represente una nueya ucultura, dentro del complejo gico. Errtre nosotros la labor de investigación más importante de los úl-
diaguita,. timos veinticinco años pareció concentrar sus esfuet'zos más decididos,
El go trabajo posterior, algo más completo, el autor amplía sus por un lado en la descripción de piezas, a rnenudo aisladas, y extraídas
ideas sobre ia cerámica tipo Condoriruasi a, reafirmando las simililudes sin los requisitos elementaies de técde'a,ypor otro en Ia rebusca de las
de este estilo con las series chilenas publicadas por la Dra. Grete Most- f fuentes escritas, con cuyo .concurso tratabalr de interpretarse, a todo
ny, bajo el título de ucuarto estilo,5. En este nueyo trabajo descarta trorce, aquellos materiales.l-Ei hecho de interpretar los materiales ar-
la posibilidad de que tanto el est,ilo chileno afín como el Condorhuasi queológicos, no mediante la metodología de esta ciencia, sino valiéndose
puedan considerarse como epígonos de Tiahuanaco 6, al mismo tiempo de la crónica histórica ha producido, paratlójicamente, unft falta com-
que amplía la descripción original con el aporte de nuevos especímenes, pleta de la perspectiva histórica del N. O]donde los restos hallad.os se
procedentes de Ias provincias de Catamarca y La Riojrr y la referencia clasifican sin discri¡ninación como omagllacas, diaguitas, atacamas,

, Ausnosrrrr, 1899; Bourx, 1927-1932, fig. 50


3
7 Snnn¡.:¡o. 1917. p. 50.
Bnecexre, 1936, p. :3áT. 6 Burr*¡rr-r, 1948, p. 1IB.
I Srnnexo, 1944. t
e
§ Mosmrv, L912, L944; Sennexo, 1944, p. Per,avrcrro, 1948, p. 57.
4. 10 I¿,tnne Gn.rsso, f950, 19i1.
6 SsRRexo, 194-1, p. 7.
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"-e"na/o
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según eI área del hallazgo, sin que se haya intentado, en el mayor nír- mente hacia el su¡. No hay pequeña localidad donde no abunden los
mero de los casos, averiguar la sucesión histórica o la cronología que pozos de los buscadores profesionales. Desde La Esiancia hasta L¿ Agua- t FOLfO
podría corresponderies. Algo análogo a lo que ocurría hace muchos da y desde Yaco-Ulula a Las Manzas, (fiS. 1) el saqueo de tumbas no
años en el Perú, cuando se atribuía a los lnca.s cualquier resto arqueo- ha conocido límites. Prácticamente cada localidad tiene un «exper[o, 3
lógico hallado dentro de la esterá geográfica de su influeñóia. Por otro e «§¿qrjsa'n6» eñ la búsqúe*da de antigüedades y en su comercialización-
lado, gran parte del esfuerzo científico parece dedicado a establecer, - - Gran parte, de este colEercie es fomentadq por, los aficionados y, lo
en primer término, Ias vinculacioues cultu¡ales más alejadas, a estudiar que es peor, también por algunos Museos, que periódicamerrte compran
las procedencias de los complejos culturales y los desplazamientos ét- a los buscadores piezas seleccionadas de las extraídas. Una vez
nicos continentales. Y si bien es cierto que los desplazamientos étnicos iniciado este comercio, su mantenimiento es un círculo vicioso: dichas
y estudios de procedencia están deutro de los objetivos fundamentales instituciones compran aseguran- para evitar que las piezas cai-
de la Arqueología, presuponen siempre un metódico trabajo de análi
-nos
gan en mancs de particulares y se dispersen; los buscadores, a su Yez,
sis previo, sobre los aspectos esencialmente locales de cada área. NIal excavan y saquean para mantenerlos satisfechos, y los pocos que se in-
podemos establecer el orden seguido por las olas de influencias clltr- teresan en poner coto a la depredación luchan en yano tratando de hacer
raies andirras o amazónicas, en el área diaguita, si no conocemos pre- cumplir una ley que es letra muerta y con las dificultades de no poder
viamente las secuencias culturales habidas en gsq: área, y.-es. imposible emprender los trabajos mínimos de campaira que se requieren, por fal-
establecer tales secuencias con la sola labor de observación y.compara- ta de fondos, ya que tales trabajos, siempre costosos, son los únicos que '

ción tipológica hecha en ei laboratorio. La única solución posible es la podrían C4lynl plra la cie,119ia parte de este patrirnonio que pertenece
ejecución de cuidadosos trabajos de campaña, ejecutados con la téc- a Ia Nación.
nica adecuada. fl-as p.imeras piezas halladas en este importante centro arqueoló-
:So¡r. Cooao.lrruri no tene¡noJ, hasta ahora. no obstante su extra- gicfrue es el extremo meridional del r¡alle del Hualfin, cuyo punto más
ordiñária importaacia, una sola descripciórr sobre condiciones de ha- importante es Condorhu.asr, corresponden a los descriptos por Lafone
llazgo de los materiales arqueológicos de esa zona. pese a que las piezas 11. Allí se describen e ilustran distintas piezas procedentes de
Quevedo
excavadas en sus cementerios deben surnar ya muchos milefl En efecLo, -Í Aondorhuasi " y se rnencionan las localidades de )aco-Litula, Las Gra- i
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lo t¡rtc rnás rros irnprcsiorró crr l,r plirncra ¡'corta visita, cl ?tc nrayo de \ nadillas 13, La Agutda la y Puerla de San JosalSoblc la inrportaucia I
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1951, bé el extraordinario glado de saqueo que presentan ttxlos los arqueológica y estratégica de esta última, Lafoñé hizo diversos comen- i

-vacimientos arqueológicos de los al¡ededores de la localidad típiElNo tarios, situando en elia el límite del valle Caichaquí'ó. Sobre Las Gra-
hay pequeña lomada o cerro en donde los pozos profundos de los f,usca- nadillas, clue identifica con Ld Estancia, hace notar la extraordinaria
clores de antigüedades no hayarr dejado sus huellas. lrecuencia con que se encuentrarr en ella los restos arqueológicos 16. En
Eu los lugares de los cementcrios más ricos. el suelo-está prúctica- cuanto a las piezas de estas localidades, la mayoría .o.r.sporrd.o ui'ti*
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mente acribillado de pozos de distintas profundidades. vestigios de aque- I
po que hoy derrominaríamos Draconiano o Barreai, con sus dos varie-
Ilas búsquedas al margen de la ley. En algunos casos, como en lavieja dades: pintado -v grabado (Ciénaga Policroma y Huiliche }lonocrorna,
finca abandonada de D. Bernardo Guerrero, en Corral de Ramas, sitio de Bennett). I

de donde proceden algunas de las más hermosas piezas de la Cultura Es posible que, en su recorrido, Lafone no pasara al O. de Puertu !

Condorhuasi, eutre ellas las figuras antropomorfas de la colección del :

padre Vázquez, qve describió Sgrlqpo, losbuscadores de uantigüitas,,


segírn la pintoresca jelga local, excayaron verdaderas galerías por de- tr L¡¡'oNe Qurvroo, 1908, p. 369 y sig.
I

I
t2 op. cit., fig. 43. l
bajo de los cimientos del viejo rancho, en busca de alguna turnba más, I
tz op. cit.,
I

p. 369.
que les proporcionara especímenes curiosos, de alto precio en el merca- I

tr op. cil., fig. 16 y sig. I


I

do activísimo que ya se ha establecido. Y no son sólo los al¡ededores de _)


'5 op. cít., p. 3l'a. I

Condorhuasi: el saqueo de las tumbas indígenas se prolonga especial- 16 op. cil., pp. 3{0, 3+2. I

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de San José. En esa época, como hov, las antigüedades se bajaban de


ios más escondidos rincones del valle hasta esa localidad, de fácil acceso,
pol.tl camirro de Belén.
Al.§ y al N. O. del valie, escasean o faltan por completo los especíme-
pu.u tener noticias de nuevos haliazgos
Hualfin e i¡ mucho más
nes. Es necesario salir de los límites del valle del
de tipo Coridorhuasi en
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ll,as investisaciones arqueológic_as Eás impr:rtantes de las efectua- d {.
esta dirección,_mientras que al O. y al S. O. del valle, por el contrario,
das hasta ahora y las únicas bien documentadaq de que disponemós,
aunque por desgracia inédilas, son las efectuadgien distintos períodos parece hallarse el verdaáero centro de-eTta-tulturaTDárem-bs una des.
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y cripción de conjunto y endetalle de esta zona-{mffi de la lám. IIQ.
diferentes expediciones,/ior Benjamín NlunilBarreto, qr" fr..oo . t
dirigi-das primero por \''ladtfriro Weiser y, a su muerte, por Francisc
11'olters. Las primeras excavaclonei de \Yeiser en el centro arqgeoló- a) L.+ CrÉ¡¡act.
gico áe Condorl¿uasí las efectuófdel 19 de marzo al 8 de.abril a{OZO!
durante el transcurso de Ia VIII expedición arqueológica 17. Esta expe- Esta población se encuentra sobre la margen derecha del río Hual-
dición fué desgraciadamente la última en que participó aguel inteli- fin. Su riqueza arqueológica es conocida desde hace mucho tiempo, pues
gente y laborioso trabajador de nuestra Arqueología, cuyos méritos sólo
{ ya en la colección Lafbne existían piezas llevadas de sus inmediacio-
serán suficientemente apreciados cuando, algún día, se publiquen los nes 16; Bruch también coleccionó aquí diversas piezas; Casanova excavó
valiosísimos materiales que excavó en forma concienzuda. Después de gn cernenterio al S. del río Giiiyischi (Huiliche), al N. de La Ciénaga ts1.
la muerte de Weiser, Wolters prosiguió las excavaciones en el rincón l_Weiser excavó. a partir de 1925, una serie de cementerios especialmente
meridio¡ral del valle y realizó búsquedas en clistintos yacimientos, como en ei área cornprendida entre La Ciénaga y el río del Seiruelo, y también-,
el extraordinariamente importante cle La Aguada y otros como yaco- más al N. del mismo, hasta casi la localidad d,e Palo Blanco. En total, I
-
Utula,etc.TambiénexcavóenestazonaRodoIfo-Schreiter,porcuenta Ios cementerios explorados dentro del áreg.que delimitan los dos pun-
de la Urriversidad de Tucunrán, pero carecemos de inlbrmación docu- tos citados en primer térrnino*fueron I4,-lcon'un total de muchos ce¡te-
menlgl al respecto. nares rle tumbas. EI inr¡entario complet"ó"de los ajuares fúnebres se en-
cuentra en las libreias de canrpaña depositadas en el Nluseo. Piezas ais-
lEstas observaciones y comentarios están basados parcialmente
;en la lectura de las libretas de viaje y de los materiales excavados por ladas de estas tumbas fueron ilustradas por Dcbenedetti 20 y l\{árquez
\lieiser -v \\'olters y, sobre todo, err nueslras p¿opias cxcavaciones, Nliranda 2r. La mayoría de estos cemeuterios y tumbas corresponden a
llevadas a cabo entre los meses abril-junio de 1952f que permanecimos la cultura Ilámada genéricauiente de los Barrealcs, cultura que debió
err Ia zona d.e Condorhu¿.si. Excavaciones que ilÑamos a cabo corno corresponder a un largo períod.o de tiempól lá ciue cronológicamente
parte de un plan de investigación sistemática en el valle del Hualfin, es posible subdividir en dilerentes facies o aún en culturas distiutas.
patrocinaCo por el \fuseo de La Plata y realizado cou la ayuda de la
Fundación Wenner-Gren. de Nueva York. y ¿,n cemcnlerio N.o 7/t, explorado por Wolters, en jurtio de 192?,
es!á s_ituado entre los cauces secos de los río-s El Diablo y La NIanga,
al sur del río Güiyischi (Huiliche), a unos 8 l(rn...d;I-N.Te La Ciéuaga.
III. S¡r:ros Anquuor,ócrcos. Estos rícs. hoy casi secos, son afluentes del Hualfin. El cementerio I[."
14 se halla situado a urlos 2C0 ó 300 mts. de este último. Los sep,rlcros
Es muy curioso ei hecho de que la mayor cantidad de restos arqueo- se hallaron a disti¡rtas protundidades, algunos a 2,50 m. No se halla-rou
lógicos atribuíbles a la cultura Coudorhuasi proceda del ángulo S. O. piezas del tipo Condorhuasi Policromo o Condorhuasi Clásico, pero,
del r.alle del Hualfin. Estos comienzan a aparecer a orillas del río Hual- -basándome en afiuidades tipológicas, creo c.[ue es posible atribuir varias
&, ul N. de La Ciénaga, pero, según yeremos, estos restos son escasos
y mal definidos o quizás se refieran a una nfacie, de la misma cultura.
rE L¿ro¡¡B Quer.roo, 1908.
te Cesexov.r, 1930.
'Wrrsnn, 1925, 1926, p. to Dr¡nxnorrr¡. 1931.
17 42 y sig,
!r MÁnqrrez Mrnen'o.r, 1946.
4Z
43
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de las tumbas de este cementerio q unq .de las facies de Condorhuasi, / .r r


de los cerros que forman la cadena que cierra el valle del Hualfin al po-
la que preserita más afiridades con la alfarería c[rgg lg,qrg con decora- nieqie y que se conocen con el nombre de La Falda (ver mapa de la fig
1) ..\'isto desde Io ailo de estos cerros, todo el ancho del r-alle del }Iualfin
ción geométrica (Facie La Ciénaga de la llamada Cultura de los Ba-
rreaies).' ap3I999-SqEq erosionada, cortada por nulnero-
' 'i.iaI,orurirolNo-iejos del cemeuterio N.o 11, antes mencionacio, sos cauces de altas NIás o merios a la mitad dei camino entre
hacia el O.-del misño, se encuentra, pró.xinro al cauce seco que allí exis- Cindorhuasí y La Ciénaga, se encuentran aproximadamente sobre
te, un sitio (S.-_l*8 de nuestra libreta de campaíra), eue, como toda la ei-inismo páraléló, se halla una alfa=terraza, muy bien definida, que so-
zona próxima, se encuentra sumamente erosionado con pequeñas barran- brepasa en algunos lugares los 30 mts. de altura. Esta terraza permite
cas hasta de 2 mts. de alto. Al pie de estas barrancas, en una extensióIt observar los inmensos depósitos de loess cuaternario que rellenan gran
de unos 100 mts. de radio, la canticlad de fragmentos de alfarería es ex- parte del vailelse tratade un loessamarilloclaro o pardo, pr,lvsrulento
traordinaria.fln alprnos casos la superficie se halla cubierta de frag- en los pisos srfferiores, más consolidado y de color más obscuro en los
mentos en uif espesor de 15 a 20 cms. Junto a estos fragmentos de cerá- inlériores. En la base de este loess se halla un espeso manto^. de grandes
mica se hallan lárninas de basalto y núcleos. Existen conanas alargadas rodados, alternando con capas de arena de distinto tarnañqi
y manos tle molino circulares, achataclas, muy grandes, del tipo doble. Toda Ia zona de la primei'a terraza se halla cortada en grándes len-
También se encuentran pequeíros l'ragrnentos de hueso, restos de carbón guas longitudinales, por efecto de la erosión, que la desfleca e interrurn-
pe cou mil entrantes y salientes, separadas por los cauces ercayados en
.v piedras amontonadas y se recogierorr dos puntas de proyectil con pe-
dÍrncul<i.llas conanas se encuentran a veces en grupos de 2ó:JqLa at-., el espesor de los setiimentos.,Es sobre esta terraza, en una de esas len-
farerír¡ éi casi toda doméstica, to-sca, de paredes relativamentJ?elga- "' guas alargadas de loess, tendida de E. a O. aI pie del faldeo, donde se
das, con antiplástico de arena fina o mediana (Condorhuasi Tosca). Ex- halla la localidad de Condorhuasí,.pequeño villorrio de no más de una vein-
cepcionalmente aparece asociada a ella una cerámica negra grabada, teua de casas desparra¡nadas alio largo de los ríos Corral de Ramas y-
del tipo Condorhuasi Gris Grabada. Tambié¡r hallamos aquí un frag- de Los N{orteros, siiuadas en Io alto o escondidas en los profundos ve-
mento de Condorhuasi Roja.lIonocroma y otro de tipo excepcional: ricuetos de Ias ¡núitiples barrancas qrie confluyen hacia la comúu cou-
Co-¡id_o-tjlpasi-Xfipplp¡- No estaba exento de mezcla el basurero, pues cavidad del terreno por donde se escurren los ríos principales.
tambiéu recogirnos algurrcs frtrgurr:ntos dc alfhrerío Sauagast3 y del tipo El agua rumorosa de las acequias nutre la vegetación que interrurn-
FfuilicLe i\folrocromo de Benrrertri pe, 'con su mancha yerde obscuro o amarillo oro, segúu las cstacioucs,
la monotonía cromática del tapü que forman las plantas espinosas y
En la misma zona identificamos otros basureros artálogos a éste. achaparradas que cubren toda la falda de los cerros -v las llanuras veci-
En nuestro primer viaje no sabíamos a qué cultura atribuir estos basu- nas y en eI que sólo se destacan, altivamente erguidas, fiias intermina-
reros que se distinguían perfectanrente de los muy próximos, perleue- bles de rectos cardones.
cientes a otras culturas como Belén o Sanagasta. Hasta pensábamos Alejado de los grandes centros, ya que sólo es posi.ble llegar hasta
en uno facie cultural desconocida. Posteriormente, elhallazgo de algunos allí por caminos de herradura, la mayoría de la población conserva en
fragmentos especílicos y el examen del material del cementelio N.o 14, la sangre y eu las modalidades fuertes resabios de su remoto pasado que
nos orientó en el diagnóstico. preseryaron hasta hace poco de contaminación las distancias y las as-
pL-rezas del camino. Pero aquellas supervivencias no han escapado a
ó/ Coxoonnu,rs¡ 22. la avalancha de los tiempos nueyos, y ceden a los procesos de una rá-
>- Condorhuasí es el nombre del pequeño villorrio que, a su yez, da nom- pida aculturación.
bre a la zona vecina. Se encuentra situado a unos 3 ó 4 Km. al oriente La población actual vive del producto de las viñas, de los árboles
frutales, de las rnajadas de ovejas y cabras; tambiéu quedan algunas
r! Esie nombre es muy común en ei N. O. argentino. Solamente en la provincia
pocas llamas que se crían en lo alto de las mesadas, donde crecen abun-
de Catamarca existen varios así denominados. Lin la zona próxima a Andalgalá hay
dantes pastos duros. La altura de la población es, aprorinradamente,
dos localidades con esta de¡ominación. (ver mapa de Lafone Quevedo, 1906).

44 45
( (

1950 m- s. n. m- Elmalu y el trigo se cultivan bastante bien y los fruta-


Ies producen en abundancia. un pequeño ar¡:aacén y una escuelita com- de Condorhuasi, con el río de Los }{orteros y desde'allí, con este nom-
pletgn el inyentario principal de todo el pueblo. bre, se dirige hacia eI naciente para encontrar al Hualfin en el fondo del
valle y frente a la localidad de La Puerta de San José.
*D9n41 el purrto de vista arqueológico, los hallazgos prirrcipales que
aquí*nos interesan se han efectuddo erlos alredédores d.l pr"bloi;; Al pie de los cerros de La Falda, al sur del río Corral de Ramas"
- se extiende una seric de-loinadas de loess amarillo, restos de la primera
los lugares que iremos-enu¡nerando a conlinuación. -l terraza del valle, los que también presentan la forma de lenguas alarga-
das que delirnitan barrancas a pico que-bordeán los profundos carces.
c/ Con-nl.r, o¡: Rr-r¡.ls. Estas lomadas (Altos) y los respectivos cauces, que sólo esporádicamen-
''. t. llu""n ,g,r", rGáiI-"n distintos nombres, Los principales son: Alto del
Se halla a dos Km. y medio de Condorhuasi. Es una pequeña
que- Medio, Alto de los lVlorteros, Alto Grande, Alto de la Hoyada, Alto de
bratla que se halla justarnente. al pie de ios contrafuertes de La
Falda, Doña Marta, etc. En todos ellos existen huellas de cientos de sepulcros
que, como los dedos de una marro gigantesca, avaruan hacia
el plano violados. pa oll"r".iu de superficie es bastanté abündarüe] nosotros
incliuado de olas mesadas, y se hunden pronto en las capas de o]oess,
hiclmos colecciones con miras a la aplicación-del método porcentual.
Ce la primera terraza. Por el fbndo cle la quebrada corre
el río del mismo flÁbu,,da,, también las huellas de graudes casas-pozo'.I +-
rtombre; a sus orillas, en alto de las barrancas, es donde se realizan L
los hallazgos En el puesto, hoy abandorrado, de don
§ie-pr. al pie de los cerros de La Falda .u *tcrtdn". entre las co-
Ber- tas & Ios 2.200 y Ios I.600 m. s. n. m. 25, una serie de poblados'l a veces
riardo Guerrero, es donde SC laron las piezas de la colecciórr Vázq_uez, de no más de 3 ó 4 ranchos dispersos$ituados generalmente ala entra-
que sirvieron a Serrano para fundar el tipo eerárnico Condorhuasi. lEn
da de las quebradas,isobre las lomas vec.inas a las corrientes principales
este lugar tarnbién excavó schreiter, según mi guía, que le sirvió
de qeua _ele se dirigÉn hagia el Egltlir. l-E., todos estos lugares se han
ces de peón. sobre la margen derecha der río, y a unos 800
mts. der"rrdor-
pues- .. reálüado intereéantes hallazgo§ arqueoiógicos. a menudo en.relación con
to mencionado, enccrntramos nosotros Ia primera casa-pozo típica ex-
li.!
' lq cultura Condorhuasi, y cqriosamente siernpre al S. de Corral de Ra-
cavada en el li. O. argentino 2r.
mas y al pie de La Falda. Hacia el N. faltan hasta ahoia por completo
En las proximiclades de corral c]e Ramas comenzó \lreiser sus ex-
Ios hallazgos de tipo Condorhuasfl
cavacicnes y recorrocimieotos el 19 de marzi,r de 1926, durante el trans_ (Los sitios de rnayor interés.Eituados hacia el sur de Condorhuasi
curso de la VIII expedición arqueológica de B. Nluriz Barreto, que po¡: -
desgracia fué la última que dirigió 2*. con tod.a precisiórr aquel pulcro
v Cb.ral de Ramas, stnr Las Barrancas, Las Juntas, Gla.nadillas, l'ozo
de Piedra, La Torna, Yacoutula y La Aeup-da. to_g[qg*s¡tgg.dos" en direc-
iuvestigador dejó se.tado en su diario de notas que la forma y
cié' N.a'slun po"o *á* hacia el o".ffiil.. -;,,*il4;'Éstancir,
rado del matcrial extraído en algunos de los sepulcros difería de "l,r..o-
tod.o oTro*lugar fe inte.és (ver lánr. II).
lo que hqbía encontrado en el transcurso cre Ias rargas expediciones an- 2i
tericres.';Los sepulcros ercavados aquí por \l;eiser fueron áe muy diver-
* -los Barroncas: está a { ó 5 K¡n. ai S. tle Condorhuasi,Jdesde dcn-
dc se*ilega por penosos caminosqu() suben y bajanlos mil y-un a..o¡*os
sgs tipos: sólo unos pocos pertenecen a lo que delrominaría*o.
úoy y zanjones que descienden desde el pie de los cerros.LE_s posible que Las
tula--condorh'asif otros corresponden a ras culturas Berén. su,,ü"..; ".rl-
Barrancas y:,1:_"L.i.{S:s,, e1n-ecillrne¡te el pie de los cerios, fuera'
y a las dos facies*de la l.lamada hasta ahora curtura Barrear. facieJque,
ur c-éññofGIa -cfft[ia Qó-{orlruasi, ruás importante atin que los nal-
nosotros denominamos de La Aguad{r,y de La ciénaga, respectivamente.
tro.§,, cerca del pueblo.gpónimo. Aquí se han hallád"ó tugbs con piezas
El río corral de Rarnas corre hacia er fonclo det vatie y, luego de
recibir otros afl¡Jentes, se junta, después de haber pasado la pobláción !ípigas de gran interés{ ilf uchos de los cientos dé ejemplares de Ia colec;
Cu.u proceden ddesta localidad. Numerosas piezas que se clan co*
"ió.rprocedentes de Condorhuasi fuerou en realidad halladas cerca de
mo
r Rrx Goxzfu.rz, tr-as Bauancas, pero debido al hecho de que los mejores uespecialistas»
195J.
'r Weiser falleció en Buenos Aires cuatro meses más tarde.
:¡ Hoja 28-6i C, Belén del I. G. Nf.; edición 193.i.
46
47
( (

en eI sagueo de tumbas procedían de condorhuasi, aunque ertendieron ;En esta estrecha faja de tierra enterraron sus muertos y quizá yivieron
,
su radio de acción y excava,on cerca de Las Ba'anc"a, loa comprado- \/ FOL'O
los especializados artífices que nos dejaron las más brillantes muestras
res rotularon las piezas de acuerdo con el sitio de origen del exca',nado. A del arte cerámico de la cultura Barreal (nuestra facie La Aguada) y los
y no^segrin el lugar original del hallazgo. de la cultura Condorhuas.i, Quizá no hubo aquí üviendas y sóló fué d¡f,
jrs sitios de interés arqueqlóglco p¡óximos a. Las Barrancas-son lugar {e -enter¡q.tgriq$P gsgraciadamente nosotros no pud imos excayar
in¡üinerablesi Existen mucr,os ."qo.uJo, i;.;-ñ. estos lugares, como habíamos proyectado en un principio. El esfuerzo
""*".,t.iio,
,Jel pueblo.En estos siiios hry- también "; de casas-po--- ,
numerosas hü-e[as requerido en excavar las' grandes casas-pozo, cerca de Condorhuasi
zo' pero es difícii determinar sin grandes excavaciones, a qué .rrtr." consumió el tiempo que habíamos destinado a La Aguada. -
pe?'e.ecen.por- de tipq--Q-ogdorhuasi-genáralmente están.r ,
Las barrancas del río La Aguada alcanzan hasta I0 m. de alto. Es-
a gran profundidad ".*..rterios
0 más metros- y en ra actualidad se requiere tán lbrmadas por loess amarillo pulverulento, el que descansa, como
-2 localizar
' n¡ucha suerte para poder
siquieia ,ru tu-¡á,| pr., to, .itio. en todo el valle, sobre una capa de rodados que alternan con capas de
donde hubo señales exteriores están hoy alterados por-ttipteto. grava y arena. Al destruirse casualmente estas barrancas se realizaron
cerca de Las Barra,cas no existen sitios de construccitnes de pa- h1]l zg-os de tumbas, que fueron comunicados por don Salomón Aybar
redes de piedras ni andenes como enAsampay. Los halrazgos que a D. Francisco \Yolters, que a la sazón se hallaba acampado en Yaco-
aquí
se hacen, aparte de ros de tipo condoüuasi, correspo.rd"n utula. \Yolters gomisionó a dos de sus más expertos trabajadores: Fe-
a otras cur-
tu¡a-s- Nuestro b*en amigo Dn. Benigno Rodríguez,-progresista lipe NIéndez y Belisario Sosa !7 para que intentaran aigunas búsque-
vecino
de Las Barrancas, haló tres grandes urnas de tipo sanagasta; nosotros
{a¡, que éstos cumplieron con éiito, decidiendo los trabajos posterio-
no hallarnos en nuestros recorridcs vestigios de basureros superficiales, res en gran escala. Nosotros no hemos hallado signos exteriores de ha-
sólo esporádicos fragmentos de arfarería de la curtura de bitaciones ni de basureros en los lugares explorados por.\Yolters y sólo
Los Barreales.
l-Íacoalula o Yaco-Lltula: sitio situa{o al O.. de La Toma y al N. O. algu^na que otra huella de las viejas excavaciones
de Aguada Jes mencionado frecuen;;;;""
"ju'r#"queyedo
.Ia ;; x6, {-Um gran cantidad de sepulcros del centenar- fueron
quien ilustró muchos objel.os de esta procedencia. -pasan
J-._a X expeclición de exciiados por Wolters en La Aguada. Aquí halló los ejemplares más f
B. lvlu¡riz Barreto, a cargo de \\brtersjexcavó sitiol de diferente curtu_ extraordinarios de la cerámica habitualmente denominada udraconia-
.ra en los alrg{edores de este pequeño caserío. sobre el rugar denomina- na,. Algunos sepulcros alca¡rzaron la profunditlad ae O g] por lo r¡ue su
Lorna una población con habitaciones de pu.Jd.s de piedra excavaciórr requirió ingentes esfuerzos. Al lg_{o de Jos sepulcros de la
9o.
(pirca)' fialló
"o. perteneciente a ra cultura Berén. También se han halraclo se_ cultura Barreal aparecieron, con un ajuar absolutamente distinto, .unos y
.

pulturas de tipo Barrcal -v piezas típicas de la cultura condo.huasi? pocos sépülcios pertenecientes a la cultura Cgldorhug! "y, dentro de
es un pequeño vallecito secundario situado a a lefras {a misma área, ótros dé dislíntas culturas, algunas urnas Belérr y hasta
: :&",^Aguada,
e.uer$-d9 §an José. escondido en el rincón más austrar der
i 49,.-!'l valle uná ié'llultura de influencia incaica, con aríbalos rojos asocia{os a pu-
' dcl tlualfinjEstá rodeado por cerros bajos que apenas arcanzan los 200 coi deco.ados erl negro -v rojo, coir el clásico dibujo de umanos, de la
mj¿ contratuertes que se desprenden de La plda por un lado y .llamada civilización chaco-santiagueña.'
de la
, sierra de Belén por otro y que confluyen al[Lr.l.pequeño va]le
no tienc '1 i '
, más de t 1(m- de ancho en el sitio donde se han rearizado
los halrazgos IV. P.rrnnro¡üo
i m-1s-.iryportantes. Estos se hallan sobre ra orilla norte del
río La Agua-
cuLTURAL.

#Jn"iiimo ái lugar donde el cauce hace un recodo, cambiando de rurn- rI El contexto de los elernentos culturales atribuídos a Condorhuasi
bfgara dirigirse hacia er oriente, en busca de ras márgenes del Hualfin. .L
espacio de tierras laborabres situado entre raJmárgenes -lo EZmos hecho basándonos:
y el.;§l
del río
pre de los cerros apenas si arcanza s00 m. a) En el contenido de las tumbas atribuídas a esta cultura;
en su parte más ancha.
:3 Llrorr Qunvroo, 1908. 27 Informe de este último, mi guía en 1951 y 1952-

48 49

l!
( (

ól qn el examen de los sitios de vivienda y


orillas del río Hualfin;
basureros hallados a

c/ En las similitudes o afinidades de índole tipológica determinadas


en el estudio de piezas sueltas procedentes de museos o colecciones priva-
tumbas excavadas en el Y--alle, surge en forma clara
tenecen a períodos cronológicos
¡iresentados offi
*."y
*rra:i¿"s
di:t+El
que las mi§m,l,!,!::-
períodos
crlt#á"-É&o,
.-IJn cjerto núnero de tumbas, sin embárlo, contenía material
gue están re-
Sanagasta
.v
diferente
f^-arreal.-
i;
\:
,:

\.,:
tr
piezas que ha-bían a'traí-
das, piezas qüe en su casi totalidacl carecen de docul¡rentación adecuadaJ .r' - a la. de'esas-sulturas y eratr-las quc contenían las
p.i_"ro _nuestra atencióty taTbién las pocas piezas del tipo cog4E=
--_áo
f,urS .iáric" 28. Otra corcioiiót imporlante de aquella ordenación sis-
tLa conclusión que se desprende del examen de esos elementos es que
Cóndorhuasi es una cultura, con bienes patrimoniales y posición ;;ffiffii- que Ia cultura llamada de Ios Barleales presenta distintas
cronológica propialperfectamente separable del resto de la cultura del facies, al,s q,e corresponden,.a no dudarlo, valores cronológicospropios.
N. O. Examinareñs algunos de los elementos integrantes de su pa- La descripción cle los tipos óerámicos que damos no se ajusta del
simplemente
trimonio. todo a lus ."gia, de la moderna metodología' pero éste es'
más adelante'
un primer ensayo provisional, destinado a ser ampliado
A.) Alfarería De cualquie, *".r"|", hemos tratado de satisfacer url deseo expresado

enlg4g2e,nacidodelanecesidaddedardescripcionesceramológicas
Desde hace tiempo, reconiendo las viejas colecciones del museo másomenoscompletas,talescomolasqueseusanenNorteamérica'30-
donde las Dormas metódicas están ya establecidas a este
respecto
de La Plata, habíamos reparado en algunas piezas de cerámica que nos
habían atraído poderosamente la aterrción por su forma o su tipología En América del Sur ya ha comenzado a usarse eI mismo sistema ". Dis-
particular. Pensábamos por entonces agrupar y definir, en lo posible, tintosautoreshanexpuestoprincipiosaseguirenestosestudioss2.En
los distintos contextos arqueoiógicos que se presentaban en nuestro nuestro país, el profesor Serrano prepara un
«corpus' Seneral de la ce-
- l\. O. y esas pie᧠rie allhréiíá no tenían lácil cabida en los cuadros rámica del N. O., siguiendo los mismos principios normativos 33;-
conocidos. Estas piezas distintas procedían de Catamarca y perte- ()
o) Con-ponnu,lsr Tosc-r' Piezas de este se hailan en la co-
tipo
necían a las colecciones Nfuniz Barreto y Lafone Quevedo. Nuestro T

conocimien[o y la interpretación de las mismas adquirió más senticlo l- 1..#ón cura y en la N,[uniz Bareto. En ]os basureros que atri_buímos
después de nuestro primer viaje a Catamarca, en 1951, en que tuvimos a la cultura Clndorhuasi, esta cerátnica eJmás de un 90 /6 del total'
ocasión de ver muchísimos otros ejemplares en la-s:itistintas colecciones,
el \{useo Calc}raquí, de la ciudad de Catamarca, la colección del Sr, PJlsta:Contienegrancantidaddeantiplásticoconstituídoporare.
Estos gra-
Eduardo P. Cura, de Belén, y la del Sr. P. Gervan, de la localidad de na cuarzosa, de granos pequeiros, pero viiüIes a simple vista.
nos se visualüan en eI interior de la pasta en los pedazos fragrnentados,
La Puerta, así como Ia del Seminario de Catamarca, la pequeña serie
cie ia parroquia «ie B'elén, Ia dei P. Yázquez, de Sta. María, la del no en la suPerficie del vaso'
Nluseo de la Universidad de Tucumán y las piezas de excepción que Tetlura: Migajosa o granulosa' Dureza de 2'5 a 3'
coleccionara don Ricardo Hirsch y que guarda en Buenos Aires su ,, color:ELdelasoperficieexternaesamarillentogrisáceoeigual
señora esposa. I.a gran mayoría de los especímenes de nuestro interés - en la suPerficie interna'
procedían del valie del Hualfin y sólo unos pocos tenían semejanzas
evidentes con las piezas del estilo Condorhuasi de Serrano. Pero la por pri-
término se usa aquí y en a<Ielante para designar el tipo descripto
28 Este
valoración exacta de esos materiales sólo fué posible establecerse una (Sn*.t-o, 1943), ei Policromo' de Bennett
mera vez por Serrano 'Condorhuasi
vez completada la tarea de ordenación de los inventarios patrimoniales (19a8, p. I02).
2e Rrx Goxz.í.r-rz, 1949, P. 481.
de las tur¡fbas excavadas por las expediciones Muniz Barreto, en el
- 30 Cor-tox y Hencnevn, 1937'
valle del Hualfin y de nuestra labor de carnpaña. La ordenación de 31 la obra de Reichel-Dolmatoff (1951)'
Puede consultarse
esos materiales requirió más de un año de labor ardua; p..ofu,u u., 1 :2 HsR.r-iNoPz »a Ar-o.1, 1949.
agrupados los elementos de cada una de las aproximadamente 1100 33 S¡nntro, l9í2'
51
50
( (
Cocción: Se realizó en atmósfera oxidante.
SuperJicie exlerna: Alisada groseramente, conserya
dad al tacto.
cierta rugosi-

Forma: Gran variedad. Por los fiagrnentos se observa que predo-


b-orn¿a: Diversas, pero con carateres comunes. Gran parte de estas
piezas posee cuerpo globular. Entre el cuerpo y el cuello eriste, en la
uiá]oría. una porción intermedia muy característica. Esta porción in-
tl

\-
.
ffi
9{r
termedia es una zona cu)¡o radio de curvatura es distinto al del cuerpo
minan las piezas globulqres. Un ejenrplar de la colección Cura, que ilus- o al dci eueilo, tie manera que se destaca nítidar¡ente del rcsto del vaso.
tramos en Ia lám. V-1, ileva ¡:naserie deprotul.erancias o salientes diyer- las proporciones de Ta
-rnismá son váiiábles, pues puetle ser una ínlima
ticula¡es globuloscs. En la colección Barreto, procedente del ajuar fú- par-te del yaso.o tener oasi las rnismas dimensiones que el cuello o el
nebre de una tumba de La Aguada, existían piezas divididas en dos sec- cuerpo. El cuello es cilíndrico y los labios rectos.
cio¡res: en una, el cuerpo está provisto de una serie simétrica regular Tamaño: Yariable. La mayoría mide entre los 15 y 20 -c-n+. de alto,
de estos Civertícuios; en otra, el cueilo es cilí.drico, liso, de la forma pero dos ejemplares alcanzan 35 cm. El espesor oscila alrecled.or de los
típica de mur:has piezas de esta cultura. También existen vasos carcei- 3 mm.
formes dentro de este tipo. Fondo: Es por lo general conyexo. No hemos observado ningún
Apéndíces: Por lo general están desprovistos de ellos. ejemplar de fondo plano. No existeu asas y, en un solo caso, un espé-
Fondo: Cóncavo o conyexo. JI s¡ cirnen, que lleva una figura antropomorfa err relieve, tiene itrs orejas
Medida: Variable. Por Io .general piezas glandes. hasta de 40 cm. i agujereadas, a rnauera de dos pequeitas aoas vertic'alr,s.
cle alto; excepcionalmente vasos chicos. El espesor oscila entre 4 y 6 mm
D_ecoración: Por lo general son piezas lisas, pero algunas llevan una c) Coxoonnu.lsr Brcor-on. Sólo conocemos tres piezas de este tipo,
serie de líneas incisas, lbrmando ángulos o series paralelas, dispuestas pero las similitudes de la técnica alfarera son talr completas y bien i
especialntente en el cuello. definidas que no dudamos en separarlos en un tipo distinto. Qos de i
t
Relaciones: Es muy sirnilar o casi idéntica la cerámica doméstica Ias piezas conocidas corresponden a figuras antroporuorfas; Ia tercela :
I
que se halla en lós basurerosCo ia facie de La Ciénaga, <iela cuitura Ba- es una figura zoomorfa. I
t
rreal, la que se distingue netamente de la cerámica tosca de la cultura ¡
LJ

Belén-Sanagasta. Posla; Es homogénea. No parece que se le agregó antiplástico al- i


I
ó/ Cow»onuulsr Nloxocnor¡r Ro¡¡.. Este tipo se encuentra, fre-
cuentemente, en las tumbas ]- en los basureros de la cultura Condor-
huasi. En la colección Cura existen siete vasos de este tipo sin rot¡rlar.
)I >< guno. .

Coccíón:
tiiá
Ilnatm6sfela oridaute.
muy definida del tipo es el gran grosor de las pa-
t
I
¡i

"ara.t"rÍstica I
Otros tres ejemtrllares lievan los Nos. 63, T0 y Zl. Las tres últimas pie- redes'que les da un peso considerable; silas cornparamos con otraspie- II
zas proceden cle Ia localidad de Las Juntas. En la colección Cen,an, zas del mismo tamaño y de otlos tipos. !a
I
cleIa localidad de la Prrerta, existen otras piezas iguales. En el Nluseo .Decoración: Está realizada por el pintado en dos colores: el blanco ü

amarillento o crema y el rojo subido, distribuídos convenientemente


,1
dcl Instituto dc Arqueclogía dc la uriiversidad de córdoba e-xiste otro !
espécimen (N." 46, 7), adquirido en la localidad de La Puerta, Belén, y combinados err secciones que se delimitan por líneas o puntos graba- f
t
pero cuyo origen real debió ser el pie de los cerros de La F'alda. dos o de salientes en relieve, de la misma pieza. t
I
En la tám. Y 2 y 2' , reproducimos el ejernplar N." 102 de la co-
Pasta: Homogénea, conpajuelas de mica más o menos abundantes. lección Cura, procedente cle Ccndorhuasi. Se trata de la reproducción I
Coccíón: En atmósfera.oxidante. La pasta aparece casi uniformen- de una mujer arrodillada, que lieva. sostenido por una banda frontal,
I
mente roja; a yeces lleva áreas obscuras, debido a defectos de cocción, un cántaro a las espaldas. Toda la parte superior de la cabeza, donde
que impidió el libre contacto con el oxígeno. se representa el peinado, partido al medio, está pintado en color crema-
I
{
Superfície: I,a externa es puiida, a yeces bruñida, con enlucitlo o Las cejas están representadas en relieve. reforzadas por pintura roja,
&

pintura espesa de color rojo uniforme, aunque de tonos variabies de un con la que se dibujaron también líneas quebradas en las mejillas imi- I
I
ejemplar a otro, pudiendo llegar al color morado. tando pinturas faciales. Los ojos son oblicuos y están reproducidos al I
52
( (

'cpastillaje». Las orejas Iler¡an una serie de adornos bastante complica- tribución armónica de los motivos y en la elegancia y equilibrio de las FOL''
dos. Ei cuerpo es de color rojo obsc*r'o, de superficie bi.uñida, donde formas, al mismo tiempo que el acabado de las mismas revela la seguri-
apenas destacan, sobre el pecho, ambos serios. Ller-auna serie de ador- dad y destreza técnicas que habían alcanzado,l,,sélo comparables, en nues-
nos en Ia cintu¡a, a manera de faja. Fste motivo de tras culturas aborígenes, con algunas de larrtejores piezas de la cultu-
_la mujer que lleva
un cántaro a la espalda, sostenido por u-na banda frr¡ntal, fué erplotadó - ra Barreal, iacie de Ea Agi;ada. Eir este tipo, pese a-queeljuego-cromáti-
por los alfareros-tle lasdistintas cuituras peruanas de diyersas épocas, co es de menor efecto quq el_ que-presenta 9!tino Condorhuasi Policromo
hasta la incaica. El. segundo e¡templar de este tipo pert,enece a Ia co- o Clásico, no deja de ser menos equilibrado y hermb§ó.
Iecciór \'ázquez, de Sauta l\Iaría, y procede del yalte del Cajón. por Similitudes y rel,aciones: El aspecto formal, el colorido, sobre todo
' último, un ejemplar zoomorrb, p.ocedente cle la zona de coudo"rhuasi y cuando presentan forrdo amariiiento, y los motivos escalonados, les dan
que pertenece al t{u=seó CáIthaquí. a los grandes yasos subcilíndricos aspecto.*liqt",B$ggdt-bastante mar-
iado. Difieren de ellos en Ia presencia de asq o algo en la forma. I as va-
d/ \,'I, I y 2). Ejemplares tipos: Nos.
Corr-oonuu¿.s¡ Tnrcor,on (lám. loi subglobulares son, por los motivos y detalles, mu-v parecidos a al-
101 y la colecciónE. P. Cura, Belén, procedentes ambos deCondor-
19 de
huasi y los Nos. 2203, 2626 y 2515, procedentes de Andalgalá, pertene-
I gunas piezas chilenas, por ejemplo, la.pieza ilustrada por Oyarzun, pro-
veniente de Rauten aa.
cientes a la colección del N,Iuseo Calchaquí, cie .Catamarca. IJna forma de vasos algo semejante a los de este tipc tirnhal apare-
ce en Ia cultura de y, culiosarnente, allí también están a veces
-!"q. {g-la
Forma: \'asos cilíndricos o subcilíndricos con .tendencia a ensan- 'decoradas con motivos escalonados ¡ó. Estos elementos no serían las
charse hacia la boca o hacia el fondo o adquiriendo a r,eces tendencia únióas reminiscencias Condorhuasi que encontramos en la cultura de
a Ia forrna de timbales, pero con mayor predominio .del,diámetro verti- i:¡J.lll; ellas vuelven a aparecer en las piezas zoomorfas de esta loca- 5
cal que el que se nota en estas piezas. Otra,forma es la de vasos globu- l_r_dari y del Alfarcito {6.
lares o semiglobula.es de fondo plano, como en las piezas anteriores. e) CoNoonuu.tsr L¡so Pur-r»o. (lám. VII). Toda una interesante
Las asas son anillos planos verticales. serie de ¡iiéias se agrupa en este tipo, cuyas- características técnicas
Pasla: Homogénea, de color claro o blanquecino. No se ol¡serya corresponden al tipo C sobre Ant"e-, coll e\cepción de }os C,
airtiplásIico.
-Rojo
motivos pintados en rojo, que caracteriza a aquéllot. fllu,ru ]a aten-
Cocción: Probablemente err atmósfera oxidante. ción la frecuencia en este tipo de u¡ra serie de forrnas absolutarneute
Superficie: Interna lisa, e-rterua muy pulida, frecuentemente bru- diferentes a toclas las que conocemos del N. O. argeurinolquq sólo f,ienen
ñida. Engobe de color blanco, crenta o bien anrarillento.
' semejanza corr otros especírnenes de la nrisma cultura o d Ia de La Can-
Decoración.' Pintada en colol' rojo de diversos tipos. aun cua¡rdo delaria. Dos son los modelos fundamentales de estas curiosas fori¡ras:
es un rojo apagado, con tendencia al rnañón. El otro color usado es el ii;-¡;ioñ"ru son las denominadas ufiguras dobles,, pues se trata de un
legro. Lo1 gotiyg¡ *eserrciales estárr constituídos por guard¿s, los rnás "tuerpo cilíndrico, provisto de cuatro apéndices cónicos, en forma de pa-
frecuentes de toclos realizados terierrrio corno base el motivo escalonado. tas, y en ambos e.xtremos de este cuerpo aparecen modelados, por una
E.xisten dir¡ersos motivo:" geomí'tr.iccs, sobre todo figuras de rombos parte, una cabeza zoomorfa, frecuerrtemente un felino, o una cabeza
o diarnantes. t.iá.r!.iior opuestos por el vértice, tqdos pintarlos en negro antropomorfa, y por el otro, un largo cuello cilíndrico-fuue, ert el caso ilus-
sobre el fondo blanco amariilento o crer¡la. trado cn la lám. VII, 1, se halla subdividido por una porción intermedia
Medidas: La pieza N.' l0l mide 19 cm. de altura máxima y 16 crn. y lleva, además, superpuesla, una figura estilizada, en relieve. En algu-
de ancho; la l{.o 19 mide 27 cm. de altura y el diámetro de la base es rlos casos la cabc'za del fcliuo se ha reernplazado por Ia de una llama, Ile-
de 9 cm.
El vaso dq Ia lám. YI, 3 presenta, sobre el borde, una cara antropomor- aa Ov.rnzux, 1912, fig. 13.
fa en relieve. hoda la serie que integra este tipo ,u""lo gur- r5 Dcsrxnor,r¡,
"r "*.utuoi.
1910, fus. ?5, 78.
to que caractlrüaba a los alfareros de la cultura condorhuasi en Ia dis- s Danrnoourrr, 1918.

54 DD
( (

yando Ia caleza antropomorfa en el otro extremo de Ia pieza, tal como Ia pi.eza de la Iám. VIII, 1, de la colección Ruysch procedente de La To- FOLI¡
sucede con el hermosísimo ejemplar, de tipo Condorhuasi clásico, halla- ma.iEstas piezas parecen el resultado de una estilización extrema de figuras,
do en un entie¡ro cerca de Belén, que se guarda en el Museo Calchaquí, zoomorfas u ornitornorfas.,/El cuerpo es siempre de forma cónica, lle-
análogo a otro de la colección Lafone-Quevgflo, procedente de Choya, ván¿ó dos pequeños muñones, a nlanera d.e pies, en la parte más enüñ-
-E§lLe¡o)._Ot¡S¡jqrtplar del tips C Rojo sobre Ante:
(Santiago dgl
- - clia+. En esta misrna zona va dibujada una cara en reliel'e, cuyos qjos
I{.'104 bis, de la colección Cura, Ileva una sola cabeza de lJama en uno solá*iplicados en relieve casi siempre, k-r mismo que la boca o picoJEn
dr: los exh'ernos. - uu caso (Pieza li-.' 25, colee. Cura), este pico es sumamente-achatado
Yasos de tan originales formas como éstas de las ufiguras dobles, -L'' eu.el sentido transversal, pllQ:de gran desarrollo en el vertical, 19 que
s.on. excepcionales en la arqueología sudamericana. sólo conocemos urr le da una fisonomía sumamente extraña, dilÍcil de comparar cou imá-
ejemplar procedente de Ectradgr, que ilustra Benirett (Baxxnrr, genes conocidas. La apariencia or¡ritomorfa de estos especímenes se ha-
195{, p. 130, fig. 1,19) y los especímenes de la cultura del MoJle, en el lla eu parte desvirtuada por los apéndices auriculares, más o menos gran-
valle de Elqui, Chile, ilustrados por Cornely az. Pero la misma ideJque pre- J des, que llevan modelados en relieve./Otra característica inconfundible
side la creación de estas «piezas dobles, es Ia que vernos reaparecer, con- l.t
\ de estos ejernplares la constituye un lñguísimo cuello tubular que sale.
siderablemente canbiada, en los llamados «jarros patos» del área dia- w , de la parte superior de la cabeza/dándoles un extraño aspecto dsflo-
guita chilena. En estas piezas no se rep.odlce ir--figriu ¿6[ls», sino reros. Es indudable que estas pieZás debieron tener un uso práctico muy
la de una única figura antropo o zoornorfa, en el extremo de un cuerpo rglalivo.IE1 .u.i.egir.o qrarf igual que en la cerá¡nica peruana más.
globular y en el otro un cuello cilíndrico, pero de altura mucho menor eIáüo."du]ñstuvieron estoíejemplares especialmente dedicados al ri-
gue ella, que encontramos en nuestras piezas de Condorhuasi. Por otra tual fúnebñ]l Lá certificaría el hecho de que no hayamos encontrado
parte, en estas piezas chilenas priman los diámetros transyersos, por restos de los-mismos en los basureros examinados, cosa que ocurre tam-
oposición a la Condorhuasi, en que priman los yerticaies. Tenemos la bién eon Ias distintas culturas del Perú, en que Ia cerámica funeraria
impresión de que los ojarros p&tos» son urla adaptación utilitaria y más no se halla sino en porcentaje mínimo en los sitios de vivienda ae. Dentro
reciente de las nfiguras dobles, de condorhuasi. una variación impor- del mismo tipo incluímos la pieza reproducida en la lám. YII, 3 y 3' proce-
tante de las ufig¡¡¡ut dobles, en que ape¡as se reconoce el modelo origi- dente de Condorhuasi, que lleva el N." 103 (bis) de la colección Cura. Se
nal es aquélla err que uno de los extrc¡nos está transforrnado en un largo trata de una figura humana con el rostro err relieve, de barbilla y nariz
cuellc¡ cilíndrico, y el otr'<.r, o bierr representa la parte posterior de urra como sucede en. obras representaciolles análogas, ell clue se
Bro,1¡-ri_nqgte,
figura zoomorfa, corno la pieza chilena de El ilIolle, o bien está transfor- srlperpone a una cabeza zoomorfa, provista de orejas mti-v salientes y
mado en una simple abertura, como ocut.re con muchas de las piezas de enormes coimillos. S_obre Ia cabeza antropomorfa existe el clásico
de La Isla, ilustrada por Debenedetti as, que nosotros creemos lejana- .
cu.ello t,¡bular que.hernos visto en otras piezas de la serie. tr'i conjunto
meiite ieiacionadas con Ia cultura Condorhuasi, relaciones que se ha- de esta pieza mantiene urr color aproximadamente ante natural, con man-
brían establecido a través de los yacimientos de la zona de Laguna Biari- chls i"siás irreguláres, en zonas cou rnala oxidación, sin pintura de nin-
ca, donde la cultura Condorhuasi hahría persisticlo más tardíarnente guna clase. El espesor de Ia pieza es de 3 a 4 mrl. NIide 19 cm. de alto
que en los sitios de Hualfin. J
má-rimo y 16 de largo. La pasta, homogénea, lleva muchas pajueias.
t"
"- La segunda forma característica es'da que ilustramos en la lám. VII, 2,
J
de mica. La superficie está bien alisada en este caso.
illamada de ocuerpo cónico, qrre también en otrps tipos de alfhre-
ría, siempre en losatribuídosa la"pu.#"
cultura Condorlluasif tat como el C
Rojo sobre Antc- ilustrado en Ia lám. YIII, 2. fañ¡ién áirarece esta - , - f ) Co:¡oonsu.lsr Brrxco soenn Ro¡o. Integran este grupo 5 pie-
/ ! zas del cementerio N.o 14, de orillas del Hualfin, excayadas por las er-
forma en el tipo condorhuasi clásico en variarrtes dei rrrismo corno en I
I pediciones NIuniz Barreto. Otra serie procede de cementerios de La Agua-
f,

a8 Dr¡r,vroerr¡, 1910, figs. 140, 1.11, 139 y p. 193, 6gs. I.12, 143 rs Fon-o, 1949, p. 32.

56 5T
I 1

da. También se incru,ve aquí Ia pieza N.o 2629, de ras corecciorres a FOLIO
IIuseo Caichaguí.
del lVlanufacluro.' como toda la serie cerámica que aquí se describe,
Pasla: la misma que se obserya en el tipo Rojo sobre el méiodo usado en la fabricación tlebió ser el de¡od-etes en espiral,'pero
Arite. €s muy difícil encontrar las huellas de este procedimiento en vasos,'pro- 'a t-
Dureza: 3 a 3,S.
vistos por lo general de cuellos muy estrechos, que impiden examinar ñ::#-
- Color: 9!__1a
.alternando
sqp-e_r_ljc¡_e_iltsglq.¡l_resenta
con mancha.
_color:ua¡eón pajiz6 o_a.n!-e,
l,rien el interior.
ob..u.as.te zonas no oxidadas.
su.perfíc¿re.' la exter'a es to¿ar¡ne"t" ,o.;*1ei;-tñ-.;; - Dureta: de 3 a 3,5.
r,ariabre, por. Color: la superficie natural externa es de color fiue vrdel rojizo ma-
'desigualdades en su apric,acián. \üiía en ros
diversos especíme,es y aún
.en un misrno ejemplar- Este rrón al ante bien definido. Sobre esta superficie alternan manchas ne-
color se d-e,hg,g_uqa'eapa_de=pl.rtura toja,
Fs lisa y pulida o bien. bruñida. gruzcas, en sitios de mala oxigenación. La superficie interna es pareci-
p'm.1_s_ cg1¡iente en este tipo da a la externa.
,, .!or^?,- es la globular corr cuello ci-
t(ndnco. Algunas de estas piczas llevan Cocción: en atmósfera- oxidante.
una «pars intermedia,. Superfícíe: externa alisada o pulida, con apariencia de pseudoen-
Fondo: conycro.
'rtIedidas: lucido e¡r algunos casos. La interna está simplemente alisacia.
varían entre 15 y 25 cm. de alto; erespesor es de
4 mm. - . Forma: muy variada. Existen las figuras zoomorfas de cuello ci-
tórmino ¡riedio. 1\o existe, apéndices o se trata
de mamelones pequeños Undrico y cuerpo cónico,'!.que describimos anteriormente, por ejem-
sobreagregados. Las asas oueden ser semianillos
l-erticales. L;rra pieza plo, la de la lám. YIII, 2.[Ótra forma sou los ,*asos en aniilos con a<ii-
de este tjpo corresponde a las figuras zoomorfas
de curtrpo cónico, pero iam-eqtos en relieve y cilíndrico v .ó.,iuo].o*o en el caso del iius-
este ejemplar carece cie ros aditamentos que,
en tares piezas, indican "o"lio
trado en la lám. D(, 1. También incluímos, aunque con ciertas dudas,
la cabeza' Termina simpremente en un cueno
cilíndrico, como ias dos pues presenta uu fondo ermegrecido, una figura antroporrnorfa feruenina
. piezas rie lir cultura de El l,Iolle,
ilustrada por Cornely so-
Decoración: líneas bla¡rcas, pintadas en (láu. IX, 2), seméjánte eu su corrceptión géuerai-a la it." 452 tie la ¡¡risrne,
series paralelas, que termi-
nan sobre el boráé det suetio, iambién colección. ibtra fo.ma común err este tipo es Ia cle vasos globuiares de
io.*urrdo;;;;l;;i;iángutos lbndo con%io, provistos de cuellos cilíndricosf,
Ilenos, En uno cre ros cic ra corección B;.;";;.T;uu iroi;"o. oir-
lados en forma de X en 'asos el c.e[o. Los vasos globulares recuerdan cn algo fApóndices: pueden existii asas,f sobrc todilen los vasos globulares.
Ia rc¡rua de algunos especírne,es de i. co-*ta i Sont de tipo semicircular, colocadr-erticalmcnte.
peruana del ,amado ]ro- I ' foIedida: algunas de las figuras zoomorfas de cuerpo cónico alcanzan
¡izonte Blanco sobre Itojo. I
!

I
una altura de 3 cm. por 27 de largo. Los vasos globuiares son, por lo
g/ cor-oonurrasr Ro¡o I general, pequeños, aun cuando algunos llegan hasta los 40 cur. tle al-
-soBRE Ax::e. Algunas piezas de este tipo I
son las siguientes:.N*.'210 (16)
, tura. El espesor de estas piezas oscila entre 3 y 5 mm.
cre t" Lafone (rám. \'III, 2);
t
por líneas o
"oi"."ió.,
12594, de la orilla Norte del río La Aguada,
Belén, colecció'Barreto;
I lDecoración: el eiemento caracteristico está formacid
12572 de Ia misma procedencia y coleccióIn
¡
r-¡g!,.ivos triangulares de color rojo. En las piezas globulares estas iírieas
; además, Ia N.. 46, 6, de Nluseo
de Arqueología cie la t,nive.sidad de córdoba,
I
I
se disponen alrededor del cuello. En los vasos giobulares pueclen exis-
adquirida en la rocari- tir caras antropomorfas en relieve, colocadas en la base del cuello, como I

1rd 9. Ia Puerta, por lo que lioy se supone que proviene


clel área de
I
I
Condorhuasi; la N." 25 de Ia colecció.
I
elerncnto decoraiivo ..rp..pu..t3.}
i.,ra, procedente de Conclorhuasi. I
Pasla: de textura homogéuea, bien unida, I
de fractura neta. I
BibliograJía: quüás a este tipo corresponde una figura ilustrada
Antíplástico: no parece existir ántiplástico I
por 51,
y en la superficie se advierten pajuelas .ie urica,especial. En la pasta I Rusconi cu-vo único dato de procedencia es que fué hallado en

tenida en la arcilia utilieacla.


que detrió estar cou_ i
la provincia de Catamarca.
L ñ) CoNoonru.r,s¡ Gnrs Gn.rseoo. Asociada a los otros tipos cerá-
5o Conrr:r,r, 19,15, p. 82.
5r Ruscor,r, 19{2, fig. 22, N.. 759.
58
59

I
t
f
I (
miccs se halla, e, la curtura condorhuasi, una
cerárnica gris o negra B) Ornos ELEITENTos DEL p.{,Tnr}roNro.
grabada, bastante semejante a la que aparece
en las facies de ra cultu-
tura de los Barreale,s, con Ia cual se Ia ha conr'undido hasta
ahora. sin a) Funebria: en la lám. IX, 3 y 4, reproducimos la planta de dos se-
embargo, el estudio-i er análisis cuidadoso de esa cerámica permite pulcros pertenecientes a la cuitura Condorhuasi. Corre"ponden a una
distinguirla netamente de aquélra, especiarmente por
ios caracteres de- serie de scis análogos, excayados en la orilla del norte del río La Aguada,
corativos y formares. Aquí no presentaremos sino
álgu.,o. a. ro. I en el vallécito del mismo nonrbre, dentro dei gran vaile del Hualln.-La
tos diagnósticos más característicos de este tipo,
sin eornpletai,"r.."r_
por el I Aguacla es ei centro arqueológico de ia cultura de los Barreales que sir-
rrromento, su descripcis¡¡. 52b;s I
ve, precisamente, para caracterizar una facie de la misma, aquéllas que
En esta cerámi.a no aparece nunca ra figura .denomi¡rada
' I
draco- I emplea en sus motivos decorativps Ia figura denominada dracorriana.
niañ'a. Se trata en ella de áotivos geométricos
diversos, aunque bien La lám. lX, 3 corresponde al§,epulcro N.o lafl$e los cementerios de
diferenres de los que caracrerizan la facie
d" t" Cié;;;;;¿r*lu .rtt,rru la oriila norte del río La Aguada, según las anotaciones de Ia página
Barreal' Tales motivos -son: Iíneas paraleras,
verticares ar cuello,rc¡mbos t 4 de la libreta de carnpaña de la XI y última expedición arqueológica
formados pór [neas paralelas g.u"lu, y
rellenos rle puntos i".ir;i,'.;;: f de Benjamín NIuniz Barreto, dirigida por Francisco \folters. fCorr.r-
tángulos hechos con la rrrisma técnica y 1

er mismo deco.ado; series al- ponde a la tumba de un adulto y el ajuar se conrpone de un obleto de
ternas de á,g*ios reJlenos de puntos ir.iro., I
formando campos o zonas hueso trabajado, un brazalete de metal -v piezas de alfarería del tipo
clefinidas' llfotivos en forma cle equis, formados
por lí,eas paraleras Conclorhuasi clásico- Este a 1.80 m. de profundidad
también rellenos con puntos; series de líneas q^uebradas, 'rli..nu.r¿oy I
I La Iám. IX, 4 ra{de h página 6, de la
con grupos de líneas paralelas incisas. Las
formas de estas piezas son I misma libreta de expedició Es la*sepultura áe unádulto, a 2 rn. de pro-
muy variables. una de las más características
es un jarro tronco-cóni_ I fundidad. Contiene varios o platos de piedra, una pipa de pie-
co' con Ia base menor rracia abajo, d.e fodo prano
y asa vertical en se- t dra, algunas cuentas de malaquita y varias piezas de el
miañiiio áciiltaao, otrá forma es"ra a.
¡ur.ito. de cuerpo aburtado y cue- (
sepulcro en el
provistos de asa. Un elementJ tipico es ta suelo. Es de tipo Corr-
1':-,:'}!q,.:,...1otr1.. srb-
cllYlsron mütiple del cuerpo, mediante profundos ,unil.. dorhuasi, Barreal. Sin
verticeles, Z- VIA
que dan a estas piezas er aspecto cle frutos.
Tambióu existen iarritcs éñ5árgo,-el examen de los aiuares fúnebres revela diferencias funda-
de aspecto periforrne y cuello cilí*clrico estrec'o.
de e,stas piezas pueden ser cóncavos]'i
i;li;rr¿l*;" o,*r,ro, rner¡talcs cn el colrterrido]
Áparte de estas tumlas aquí ilustradas, existen tumbas análogas
estas piezas están cocidaf en atmósfera
^ .^f"*
que
redr¡cida, es clecir_
rorrn'n parte de ra gran tradición arfarera de cerámica
contntierros múltiples. Otras características, dentro de este rubro son: fbJ)
que conrerizó e¡r Ia nrás antigua cultura
g.i. y nrg.* el uso limitado de entierros de pán'ulos en urnas. sacrificio ritual de
de los Barreul..lv pl.Ju.ó has_
ta períodos reiari'amenre iecienres, pero perdie,d" cl-éliaos y cerárnica funeraria especial, poco frecuente o desconocida
portancia con respecto ar número total dá;i;;re im- én los basureros. Las diferencias en los ajuares fgrrebres de las distintas
de ra cerámiá de cad.a época,. tümbas sugieren importantes diferencias socialesl Por Írltimo, y con ca- '
desde los iriicios hasta la cultura Santamariana 52.
rácter provisional, podemos incluir las tumbas 6icavadas directamente,
pero provistas de cámara lateral.
,, bi"
En Ia lámina V, fig". 5 y 6 de nuestro En varias sepulturas se hallaron ofrendas rituales de ceramios an-
lógicas (Ror Goxzir,nz, 1955) iiustram". ;rc;;.trabajo sob¡e Ias secuencias crono-.
este tipo de alfarería.
especímenes característicos de tropomorfos, figura de un hombre y mujer, asociados a parejas de ani-
¡2 Asociadas a Ia cultura males (fe[go).'En-u]iá-tüiiiba dé la cultu¡a Barreal, facie La Ciénaga,
Santamariana existen en escaso porce¡rtaje
tipos de cerámica de Ia vieja tradición arfarera algunos táiu6ién se halló una pareja de figuras animales, pero trabajadas en piedra-
n"g.u o gris, sirnilar a argu,os tipos
Bar¡eales y que c¡omo aquéros están cocidos
uiio.r".u ¡éductora. Los especirne-
nes de estos tipos de ros úItimos_períodos "o
se distinguen fác,mente de los coriespon-
dientes a los períodos anteriores, de ros que ción de uno de tales tipos aparecerá en el trabajo de tesis que, bajo nuestra dirección,
oo .oo .ioo un tardío resabio. La descrip_
efectuó el alumno Mario Cigliano en el valle del Cajón.
60
61

I
(
(
tb) Objeto d,e piedra. En Ias tumbas han aparecidoig.ord". pipas, V. Posrslss srrBDrvrsroNEs
trabajadas en iócas no muy duras, especialmenie *n *rpfrrit. (rám. x)- ?ol.l¡
Son de forma acodada y de gran tamaño.f ft-,¡1so delte*betá, simple o Es indudable que la cultura Condorhuasi aunque no haya tenido
doble] en la cultura condorhuasi, esrá ¡f,ediante lr. pi.iu; tanta duración como la cultura Barreal, debió existir durante un pe-
- ant@omorfas de cerámlca qge_Jlevan estos"#.,p.ó¡"áó y dr
ador¡os por un ejemplar ríodo de tiempo bastante considera.ble. Es rnuv proballe entonces, que en
trabajado en malaquita, hallado en una tumba de Laggna Blanca. La el futurot estemos-en-.condiciones de deter¡ninar las facies que marcan'
- técnica lítica de esta cultura estuvo muy desarrollada;.Lxi"ten mor:te- Ios diyersos períodos cronológicos de la misma.
ros con figuras antropo o zoomorfas esculpidas, tambiFn hachas zoo- Cól
-
carácter puramente provisional, indicanios alguncs elernentos
morfas. Las hachas de piedra más comunes son del tipo de cuello com- que podrían justificar una subdivisión:
piet-g. otro elemento al parecer característico, es er uso de grandes
recipierrtes playos, de forma rectangular u oval sernejantes a fuentes A: Es probable que en la facie más antigua no se conociera
iFacíe
trabajados en piedras duras. el tifio de alfarería del Condorhuasi clásico de Serrano, llamado Condor-
c) objetos de metal. Brazaretes, pi¡rzas, campanilras y argunas otras huasi policromo por Bennett. Así inducen a pensar los hallazgds idá1!-
piezas posibleme¡ite de cobre.. En la zona de Laguna BIáncJexisten zados en el cementerio N." 1.1,, de orillas del Hualfin, explorado por las
ar-
gunas plaquitas de plata qríe quizás pertenezcan a esta cultura. expediciones Rarreto. La ahhrería característica es la de vasos globula-
res o subglobulares, pintados de blanco (Condorhuasi Blanco sobre Ro-
d)''.conslrucciones. Las habitaciones debier,n ser de materiar pe-
j9) y vasos sumamente parecidos a Ia alfar:ería gris o negra de la facie,
recible. No sería muy difícil gue se háya usado 1o ;;;;1,i.;ff
La Cié.n.-qgg, de la cultura Barreal. Es probable que en este período no
ffi.rp"rficiales de grandes coro.-poá en er área de cond&fiuasi son hubieran llegado aún ilfluencias de Ia cultura de La Candelaria.
q.b"l{q!!-S=q. pero las casas_excavadas por nosotros Do corresporrden a
Facie B: En esta facie habrían aparecido nueyos tipoi de alfhrería,
esta cultura 53.
algunos de ellos con caracteres plásticos muy particulares. Es aquí don-
e) Armus. Es muy probable que desconocieran el uso del arco y de aparecen las extrañas formas coir-ápénilices o d.ivertículos globulosos
la. ftgqha y'ü§aran.únicamente er propursor. En muchas tumbas apare- ploylgto¡ de salientes múltiples en el cuerpo de los ceramios, elementós
cieron, repetidas vd&s, puntas de obsidiana co.,pedí,rcuro y aletas ape- t9.d.9s que apuntan relaciones con la cultura dq L1 Candelarig"-lHasta el
nas esbozacios o bieu sin alctas.l corno hernos"encóiitiaao esta misrna piesente no se ha individualizado esta facie eir sitio aparte ftu t*pr-
clase de implementos en ]os bai.eros, no duda¡nos que pertenecen ración obedece únicamente al criterio tipológico, por lo r¡ue su confir-
a
esta cultura. Estas puntas pedunculad.as se distinguen perfectamente mación necesita ma]-or número de pruebas. pn esta facie habrían apa-
de otras de la misma especie que aparecen e. la misrna área y se ase- recido los tipos cerámicos policromos, como el Condorhuasi Clásico y
mejqn g fc¡rya¡-¡11tagóniggq, que quüá corresponden a un complejo el Tricoloi.l va d.escritos.
las )"
precerámico no identificado aúrn.
f)hconcmía. Yida agrícola y pastoril. EI uso de ra rama está ates- YI. CnoxolocÍ¡.
ti-g-u-ado] ino sólo por la presencia de restos óseos, sino por representa-
cio:res plásticas ¿bundantes. Te presencia de huesos de camélidos, pro- No es posible etudiar los restos arqueológicos de una cultura cual-.
bablemente llamas, en algu,as'sepulturas y la abu,dancia de la repre- quiera sin encarar el problerna de su ubicación temporal. Desgraciada-
sentación cerámica de las mismas sugieren un papel importante de es- mente, la cuestión de Ia cronología absoluta o aún relativa de las di-
tos animales en la economía y en el rituar de esta cultura. Los abundantes ferentes culturas que habitaron el N. O. argentino es Ia más olvidada
basureros indican una población relatiyamente densa. de nuestra arqueología. En ninguna forma podemos encarar los proble-
mas cronológicos de una cultura aislada. Siempre será necesario cono--
cer el paiiirnonio de las culturas que la precedieron y de las que la su-
6¡ Rrx Goxzírs,z, 1.95Z cedieron en el tiempo, pero tratar aquí, en conjunto, el complicado pro-

62 63
(

blema cronológico del N. O. nos llevaría muy fuera de los Iímites que le que el problema cronológico debe resolverse con la la- a FOLIO
hemos fijado a este artículo. El asunto de la cronología requeriría un
2.
- Cree
bor en el terreno. con respecto a este último punto, aporta el resultado rf
extenso examen de los argumentos aducidos y, sobre todo una extensa desuspropiasinvestigacione§,lasquelollevanalaconclusiónfunda- §
rxposición de los hechos y observaciones efectuados en el terreno, por mental-de qr. Iu alfarería (estilo) draconiana o Barreal es contemporá-
d:f,
lo que sólo expo.'dremos el prcblerra .en sus linearnientss generales, a,l. nea'Con
-el Sarrtamariano, y cfr e esta-ul+ima persistió-hasta la conquista'
'mismo tiempo que adelantamos algunas sugerencias preiirninares de
io, urgo*..ttos-.qq grd ¡-u.u sy hipóle1§ son, fundamentalmente' los
los-esquemas en los que trabajamos actual¡nente. siguientes:
EI primero que intentó establecer una cronología para eI N. O. ar-
gentino fué, como es bien sabido, I\Iax Uhle* en su conocido trabajo, 1.")Hallazgodefragmentosdealfareríadraconianadentrodeur-
presentado al Congreso de Americanistas, reunido en Buenos Ail'es 57. nasdeltipoquepo§teriormentesedenominósanagastaoAngualasto'
En dicho trabajo, el gran arqueólogo alemán, después de hacer algunas que el urto, hu.. contemporáneas con eI estilo Santamariano'
.2.gLasurnashabríansidolosYasosfunerariosylaspiezasdra.
consideraciones muy importantes, que tendrían validez aún hoy, sobre
la necesidad imprescindible de la cronología para establecer relaciones tonianas, la vajilla casera.60'
culturales dabalsu cuadro cronológico basado en las siguientes premisas 3.") En los sitios donde fueron reducidos los diaguitas históricos'
¡le orden metóálco: los basureros contienen alfarería draconiana'
" " I. 4.")Laalfareríadraconianaestáasociada,enlasuperficie'enal-
- Asociación de tipos cerámicos locales a objetos de cerámica
incaica, de cronología bastante bien definida. gunos puntos, a tipos de alfarería incaica
6t'
-- E.tos son los argumentos de fondo. No consideramos otl.os, coüro
. 2. Determinación de k¡s períodos preincaicos locales, mediante pár-
-
Jos sitios y cementerios libres de aquellas influéncias. por ejemplo eI hecho de identificar lo diaguita con el entierro de
iulos de urnas, los que, según Boman, (...soll demasiado especiales
3. Estudio de las afinidades estilísticas conducentes a crear los
- períodos
.distintos cul[urales. paraquepudiesenhaberperterrecid.oapueblosyépocasdistintas»'pues
4. Relación entre los estilos de las culturas locales y los de las su valor es Prácticamente nulo'
- peruanas preincaicas previamente establecidos.
'secuencias lg^ ot.o trabajo, en colaboración esta Yez oon Greslebilr' Boman
I-Ian de transcurrir muchos años, pese a las interesantes sugestio- ,.*.1*" sus ideas de esta manera: oEl eslílo dracouiauo es contempo-
solarnente
nes contenidas en el trabajo de tlhle, para que el problema de la cro- ráneo con el santamariano, diferellciárrdose e§tos dos eslilos
nología del N. O. yuelva a ser objeto de interés. Esta vez es Boman por su dispersion geográfica y no por ser de épocas distintas' I,qc dos
)stilos han eristido duranle el úttimo o dos itltímos síg/os irunediatamente
-v argumentos contrarios a la hipótesis cro-
.quien erpone sus ideas
nológica de L.,'hle 58. ,.r,.r.... a la qqnquista española y aíln han perdurado cierto p'
tiempo
después de eila,l(subrayado es nuestro) (Boman' 1923 b' '50)'
lBonran, que parecía ilrclinado a aceptar las secuencias culturales y de Bo-
entrtsvistas por Debelredetti en la quebrada de Humahuaca 5e, rechaza Alrecledor de las ideas básicas y de los argumentó§ rte Lihle
man pueden agruparse todas las opiniones posteriores' Sin
embargo'
de plano Ia sucesión cultural gue propone Qtrle. Sus argumentos y Ia dela cronolo-
.es .recesario recalcar el hecho de que, si bien el probiema
metodología con gue encara el nroblemg[pueden resumirse brevenlente
gía es esencia]mente un problema para §er resuelto en el terreno' como
.de Ja manera siguiente:
lo erpresara Bornan, Jas observacio,es clirectas en co-
. . 1. Las vinculaciones que establece Uhle entre las culturas del ácertadamente
N. O. y- las peruanas están basadas en Ia comparación de elementos de nexión
-- con este asunto fueron mínimas'
prestó
carácter demasiado general para que puedan tener validez. ÍQ"frl el autor que, con posterioridad a los autores citados,
ma)G atención al probleura cronológico ha, sido Se¡rano' En su traba-
57 Ur¿r, 1919.
58 Bourx, 1923. Bo ibid., p. 2i
Borllx, 1923, p- 4. ot ióid., p. ?5
,üe

,64 6'a

5
( (

jo de 1936 nos adelanta su pensamiento al respecto, y nos da el siguiente rreal hasta la época incaica, basado en algunos hallazgos inéditos, rea-
,r:íft\r
'lo FOLiO .\
cuadro cronológico 62. lizados en Animaná, y €tr algunas referencias históricas, el autor nos ' r! ,// C!
dice, al referirse al criterio de Bennett, que cada cultura principal del 'r tJf-*§{ *' ''
1.'-- Período de salvajismo. N. O. representa un período distinto de tiempo, <...este criterio no t'-'-3-r".i..
2.'- Del desarrollo de las cultu¡as locales. parece responder a la realidad. Cada cultura se desarrolla i{rdependien-
-3:!- De la compenetración' dc las culturas locales y unÍicación temente y se expande interfiriéndose f complementáiidbse bbn ótras
del idioma. ve.cina§. Los diagraqas de disposición ho:izoBtal no podríaa,explicar_,
4." De los incas."{ nunca el fenómen<i cultulal de nuestro noroeste y habría que idear dia-
-
grslgas de curvas ascendentesr.
El autol acepta la mayor antigüedad en sus orígenes de la cultura lDentro de la misma línea de ideas, se orientan otros autores; así
Barreal, basándose en las pruebas de superposición de tumbas, aduci- porajemplo Márquez Miranda ilustra como diaguitas los elementos
das por Schreiter 63, pero se adhiere a la idea de Boman de la conüem- arqueológicos de las distintas culturas excayadas dentro del área de los
poraneidad de esta cultura con la Calchaquí,,de acuerdo con los mismos diaguitas históricos, inclusive la alfarería Barreal y Condorhuasífs.
argumentos de éste. Con pocas variantes S#rano repite posteriormente EI sincronismo de las culturas Barreal y Belén se afirma ,ñá ..-
estas ide¿s 61. Sin embargo, recientemente, en un trabajo presenlado ciente publicación del P. Dreidemie, basándose en Ia mezcla "* superfi-
al Congreso de Americanistas- d.e New YorÉ 65 introduce algunas modi- cial de fragmentos de uno y otro trpo, que ocurre en los sitios donde efec-
ficaciones importantes a sus cuadros antbriores. Si bien se trata de,un tuó extensas excavaciones en el Yalle de Abaucan 6e. -.-
corto trabajo de resumerl upu..c. en forma gráfica, claramente exfir- Por otro lado, §ntre los que comparten, en forma general, la hipó-
esto,'Isu cuadro cronológico. En este cuadro ha desaparecido el Período tesis del diacronismb'de las culturas del N. O. hay que mencionar a De-
del Sflr,ajismo pera ser reemplazado por un Horizonte Básico, común a benedetti,iquien,'si bien expresó sgs ideas cronológicas en un trabajo
todo el N. O., horjzonte muy entiguo, de alfareríassinpintar,qu'edebió, 'cie índolf g"o.ril ..p".ulativa 70,[áxteriorizó en otras oportunidades
a su yez, ser precedido por un período anterior sin alfarería. Enraizados su opinión de que la cultura Belén-Angualasto y Barreal significaban
en eI Horizonte Básico, y por influeucias diversas, que llegarr desde fue- distintos períodos de tiempo, siendo esta última anterior a aquéllai|,.
ra, se- desarrollan las distintas culturas (estilos): Condorhuasi, Cande- Las observaciones de Debenedetti en el área Humahuaca eviáán-
Iaria, Cajón, Barre¡1. ct{, Ias qrlc se clesarrollcn paraleln y sirrcrórrica- cian una preocupación constante por el prol,-lema cronolóE1ico, tal cual
mente, sin excepción, hasla Ia época de la conquista incaica 66. Como se le presentaba en el terreno 72.
no se trata de un trabajo específico sobre cronología, el autor no nos da {Ó.t"oora hizo suyas las ideas del maestro y cree en el diacronismo
los argumentos básicos cle su tabla; sin embargo, un breve surnario dc de iis principales culturas d.el área diaguita.l Sus argumentos deriyan
esas ideas estaba ya expuesto en el comentario de Serrano al libro de de las observaciones efectuadas en el terred tales como el estado de
Bennett 6?, en el que luego de reafirmar la persistencia de la cuJtura Ba- los esqueletos hallados en las tumbas de una y otra cultura, en la falta
de elementos hispáricos y en la comparación de elementos de orden ge-
neral «entre Ia decoración de la alfarería gris rojiza y los estilos de l\az-
52 Srnnuo, 1936, p. 89.
6¡ Scrrnuren, 1936.
gta en la región diaguíta" Publicaciones del Instituto de Antropología de la Facultad
6r SEnntxo, 1938, p. l62i 1947, p. 52 y sig.
65 SrRnu*o, 1952, p- 324. de Filosofía, Ictras y Ciencias de la Educación, N.o 1. Universidad Nacional del
Litoral, Rosario, 1953).
66SrnnrNo, 1952, fig. l. 66
6- Publicado en MÁneusz Mrne-roe, 1946.
la Eeo¿slo de la Uniaersida.d de Cóiloba, 30 (5.); 19{8. En ot¡o 6s Dnrroantrr, 1951.
trabajo, aparecido después de estar escrita esta monogralía, Serrano proporciona 70 Dreexr»nrrr, 1912.
los argumentos esenciales de la evolución de los motivos decorativos en que se basa 71 DeerñE¡rrr¡ l9L7;1930, p. 11.
su cuadro cronológico (Axroxro Srnn.r¡¡o, Corcidero¿iorns soó¡e e/ arle y la cronalo- 72 Dsanxrpprrr, 1918, p. 33.

66 67
a FELT'
ca yTiahuanaco». Aun cuando observamos que en el Santamariano hayan encontrados en el N. O. sean incaicos, pues las inl'luencias
aparecen motiyos de supervivencia Barreal, supone que entre una y Tiahuanaco en la costa peruana, por ejemplo, significan distancias no
otra época debió existi¡ un período de transición 23. Entre los autores mucho mayores que las que existen hasta nuestro N. O. Con respecto a.
gue creen en el diacronismo de las primitivas culturas dei área diagui- al _problema de las asociaciones, hemos comp.robado la asociación de
ta hay que mencionar, entre los ertranjeros, a Tello 7a, y entre los na- ceramios incaicos con piezas dé la cultura Belén, en el piio no remoyido
ciouales, a Canals Frau 75; Sin embargo, el mayor apcrte con que hasta de habitaciones excavadas en las-orillas de úo Quillay, al N. de-La Cjé- -
ahora contamos para el estudio integral de la cronología del N. O. argen- naga. Por otra parte, dos tumbas de La Aguada, excavadas por Wol-
tino es la obra de Wendell C. Bennett y colaborado¡ss z6l do impecable ters, permitieron comprobar nuevamente esta clase de asociación.
enfoque metódico, Ia que hemos'iéseñado oportunu-.rr#", cuyos cua- En cuanto al argumento de la asociación en superficie de fragmen-
dros, si bien sujetos a posibles variaciones futuras,.como lo prevé el au- tos de alfarería de distintoe tipos, sabemos que carece totalmente de
tor, sorr los esquemas que creemos que se aproximan más a la realidad. valor probatorio desde eI punto de vista cronológico, aunque debemos
Con respecto a! enfoque metódico de algunos de los autores pasa- mencionar el hecho de que, aun conociendo el valor negativo de esta
dos en reVista, querríamos hacer algunos comentarios. Hoy no es po- prueba, no dejó de impresionarnos, en los primeros üas de nuestra re-
sible intentar una cronología basada ert la comparación de caracteres corrida por los yacimientos del Hualfin, la extraordinaria asociación de
tan generales como pueden ser la presencia de rasgos parecidos en el los más diversos tipos de alfarería, en la superficie del terreno. Sólo las
adorno frontal de una figura estilizada, tales como los usados en deter- observaciones prolongadas y cuidadosas de muchos yacimientos pudie-
minado momento por Uhle y Debenedetti para establecer corelaciones ron hacer que descartáramos las conclusiones equivocadas que pudieron
entre las culturas del N. O. y la Protochimú (N'fochica), Tiahuanacq, lraber surgido de esas pri_mgrqs impresiones. Un hecho que hay que tener
etc. Correlaciones de este tipo sólo pueden conducir-a inieñinaiies en cuenta co¡r resp_ecto { Ja mezcla de superficies. en el N. O., es el de los
polémicas, ya que las apreciaciones sobre similitudes y afinidades que- efectos de la intensísima erosióu reciente de la capa superficial del te-
''dan
libradas, en gran parte, al juicio subjetivo. Caso muy distinto es rreno, sobre la que han insistido, en general, arqueólogos y geógrafos.
el que nos proporciona el hallazgo de piezas de tipología y valor crono- Los efectos de la extraordinaria erosión son muy visibles en Jas foto-
lógico definido, en un área de crouología desconocida: la cronología ocru- grafías aéreas de algunos de los sitios, que ttrvinlos oportunidad de to- i

zada, 7s. Tal cosa ocurre cou los materiales incaicos hallados en terri- mar 61. IJn ingerrioso lnétodo ha pennitido calcular la erosión media
torio argenti¡ro. Por desgracia no posecmos objetos pertenecientes a anual, que oscila entre 1,5 y 2,7 cm. por año en algunos lugares 82.
otras culturas del Perú o Bolivia que tengan idéntico interés cronoló- En cuanto a la circunstancia, obseryada por Boman y usada tantas
gico, sobre todo pertenecientes a los estilos que definen uHorizontes, veces corno argumento del sincronismo de ]a cultura Barreal y Angua-
arqueológicos, como los denominó Kroeber 7e. Un vaso chimú hallado, lasto. del_hallazgo en el int_erior de típicas urnas Sanagastas de frag-
al parecer, en Tucumán carece de valor probatorio, pues se ignoran los mentos de alfarería negra draconiarra, no tiene mayor valor que el argu-
elementos a que estaba asociado, y además por el carácter tardío de esta mento de la asociación de superficie. Si se estudian las condiciones en
cultura e. No deja de ser extraño que los únicos objetos foráneos que se que fueron halladas las urnas que contenían fragmentos de alfarería
draconiana en su interior, se observa que las tapas de dichas urnas
73 Ces,lxove, 1930, p. 143. estaban fracturadas; por esas fractu¡as se deslizó una cierta cantidad
7' Trno, 1942, lám. 7 f¡ente a Ia p. 126. de tierra que llevó consigo los fragmentos en cuestión. 83-
75Ce¡.¡¡¡-s Fneu, 1935, p. 886 y sig. Y bien es sabido en qué forma a-bundan en esa región los fragmen-
. 76Bexxn,r, et al., 1948.
7 Rn:< Goxzitez, l95L a. -
ran las condiciones del hallazgo X.sobre todo la asociación de gsas piezas, es decir no
78 Re-x Goxálsz,
1951 b.
nos sirven para este tipo de cronología.
7e Knoontn, 194.1, p. 108 y sig.
sr REx Goxzirnz, L952.
t0 Rrctrerno, 1949, p. 202. También en la colección de Lafone
Quevedo existen a2 Huecr, 1951.
piezas del llamado diagüta chileno encontradas en el N. O. argentino, pero se igno- E3 Borrex, 1927-1932, p. 26, 3{, 38.

68 69

I
I
( (

tos draconianos, tanto que se los encuentra en el mii mo cementerio ticos que esporádicamente aparecen en la ,oou.'-En el valle Calchaquí
actual de Aimogasta 8r. el tipo de Ayampitín está representado por eI yácimiento de Yapói cer-
En este momento no_es posible seguir manteniendo cl sincronismo ca de S'an José, en el que $ethfessel coleccionara cuantiosos materiales
cultüal del N. O. argentino. Esta etapa debierá-estea-definitivarne¡üe- - a ti.rós det iigió puJááo"flá. puntas de proyectil de Yape son de tipolo-
superada.r Ei pro-blema radica ahora-rn la depuració!"-J- afinamiento gia'algo distinta a ias Liásicas A¡-ampitín y no hay duda que en el fu-
de Jos cüáfl¡os cronológicos. En un trabajo reciente expusimos, en forma turo necesitaremos nuevas subdivisiones para esta cultura, pero por el
provisional, una secuencia del área Central (Rex GonzáIe2,1955). momento dejamos eI cuadro con esta denominación. -
Iio cremos que los cuadros en que exponemos estas series estén com- En La Rioja las puntas de Ayampitín aparecen en el yacimiento
puestos de unidades inconmovibles. Sería mucha preten.ión de nuestra descrito por Boman hace ya muchos años, pasando inadvertido hasta
parte que así fuera, ya que se trata de un problema que ha permanecido ahora, el que con los nueyos hallazgos vuelve a cobrar actualidad 88.
en pie cuarenta años y aún en la actualidad muchos arqueólogos de no- En Córdoba la cultura Ayampitín va precedida por los hallazgos hechos
ta sostiencn todavía ia contemporaneidad o casi contemporaneidr d de en la gruta de Candong'a, publicados por Castellanos (Castellanos 1943),
la mayoría de las culturas, qut,, sin discriminación califican a menudo y comentados luego por Bryan favorablemente. En cuanto a San Luis
como diaguitas. De cualquier manera creemos que nuestra secuencia contr mos con el excelente hallazgo de Intihuasi donde Ayampitín pre-
es un paso adelante en la intriucada cuestión, urr esquema que aunque cede al Ongamirense en forma harto definida. EI Ongamirense corres-
deba en el futuro interpolar nueyos términos o alterar el orden 86 es una ponde a un hallazgo hecho en 1940, por el ingeniero Nlorttes y eI autor
. excelente base para los futuros trabajos. en sus excavaciones del abrigo de Ongamira (Rex González 1953 b) y
En el cuadro adjunto damos, esencialmente, nuestros puntos de luego subdividido en las nuevas excavaciones de 1950 hechas con el Dr.
vista actuales con respecto a la cronología del valle ilel Hualfín. §ccun- N{enghin. Como puede yerse en el cuadro elperíodoprecerámicoen Cór-
dariamente incluímos las regiones aledarlas las que creemos en relación doba es de mayor düráción que en el N'. O.-La ubicación exacta es bas-
I tante dilícil. Por el momento, colocamos en contemporaneidad el perío-
con aquéI. También incluímos las zouas de Córdoba y San Luis (Sie
rras Centrales) puesto que en la actualidad disponemos para esa región do Comechingón, o sea Ia aparición de los puebios históricos en Cór-
de u¡ra secuencia cullural, basada en pruebas estr'trtigráficas, como no doba, con el Sanagasta y el Belén I por el hecho de que er el Beléu I
exisle, fuera de Patagonia, en el ¡esto del país. aparecerr casas-pozo que luego constituyen uno de los elementos típi-
, Observando nuestro cuadro la columna correspondiente al valle
eos de la cultura protohistórica de las sierras cordobesas. Es rnuy pro-
del T{ualfíu, rremos un primer horieonte que cor{gsponde a la cultura bable que la aparición de las mismas en Córdoba sea algo más tardía
- precerámic{Oue hace 14 años descubriéramos en"fampa d-e Olaen¿ en que en el li. O. Pero por el mornerrto carecemos de elementos de juicio
la provincia de Córdoba, y cuya posición relativa &jár^*6g estableCida para una correlación más cornpleta. En eI cuadro correspondiente y en
er las excar¡aciones de Ia gtta de Intihuasi eu San LuiS az. E¡ el valle época más reciente colocámos ei grupo Sanaviróu, el que hemos creído
del }Iualfín hemos e¡rcontrado ta¡"Ií¿ig-*! pxntas de proyectil de aque- identificar con determinados elernentos culturales hallados en Córdo-
lla cultura, pero hasta ahora ignoramos si fué este el ¡rivel arqueológico I
ba. Por último el período colonial, en esta zona estaría reprsentado por
Cge plecedió ilmediatamente a las culturas ceramistas o si entre Ayampi-
la cerámica que er su oportunidad bautizáramos cou el nornbre de Olaen
tín y las primeras culturas agro-alfareras se interpone elguna otra fa- Nfonocroma (I9a9, p. 482). Yolviendo a la column¿ correspondiente
cie precerámica*| como podrían hacerlo sospechar algunos elementos Ií- I
allvaile del Huallín teuemos que inrnediatamente después del período
q1f¿S"É$r.!S por la doble línea- aparece en plgno des-
-separado
ú{ Bou,rx, 1927-1932. Nota N.. 3 al pie de pág. 16. arrollo la importantísima facie de La Aguada, parte de lo que hasta aho-
86 Culturas tan bien estudiadas como son las de Hopewell y Adena, del S. E.
de los EE. UU. han cambiado, de un día para otro, según es notorio, sus posiciones
ta Bouex, 1920. La prernt¡ra con que, por carsas personales tuvimos que redac-
cronológicas relativas con la aplicación de los modernos métodos de fechado por el -t--
C. 14.
!

I
tar nuestro trabajo pubücado en Runa (Rnx Goxzír,r2,7953 b) nos impidió incluir
87 Rnx Go¡vz.itaz. L952. I éste, para nosotros importantísimo artículo,
I
;
,

70 7L
l
ra se dió en llamar cultura de los Barreulgf y .uyo, elementos patrimo-
niales ya hemos enumerado. (Rex González, L9!5). Todos los autores
incluso Bennett (1948, p. 117) haiían dado a la cultura de los Barreales
(
que poseímos para las culturas que hemos pasado en revista. En efecto,
[ii.pq¡u Í.a Aguada y La Ciénaga disponíamos de los patrimonios com-
?letos de muchos centenares de tumbas, y del estudio de numerosísi-
ffi\
'W
como una unidad bastante definida. El único que trató de subditidirlá' mos sitios, para la cultura Condorhuasi los elementos de
en sus distintas etapas ha sido Ibarra Grasso_(19{9), aunque sin llegar
a concretar cuadros patrimoniales amplios. j-A la facie de La Aguada
si§u? Ia que hemos denominado La Ciénaga.cuyo§ tlkiñrenio§-ésériciile3

i .¡

iEntre el período de La Aguada y el de La Ciénaga,,tal como los he-


mosla definido{-se interpone un períod.o de Transicfd. No hemos po-
dido establecer hs elementos culturales característicos o contextos ab-
solutamente definidos, pero esta facie de transición que podemos llamar en Ia escasez comprobada hasta ahora, dq entierros de párvulos en ur-
9r_él-uqUl, resulta clara al comparar los elementos cerámicos y, sobre nas y en la gran frecuencia que ocurre en sus motivos decorativos, la
todo, el cambio experimentddo en algunos de los motivr¡s decoratiyos figura felínica,lsugiriendo que juega un papel importantísimo en el cul-
de los ceramios. Serían típicas de esta etapa las figuras degeneradas del -
to y.en el celtmonial.
motivo udraconiano, en franca desintegración y transformación" hacia ' ]$-centro típico de la cultura Condorhuasi debió estar ubicado en
Ios motivos puramente geométricos que caracterizan el Ciéuaga UJ SAt" u, sitio hastá ahora desconocido. Desde allí debieronpartirinfluencias
la contemplación de cuadros con numerosos ejemplos puede ffistrar hacia distintos lugares del N. O. Estas influencias quizás comenzaran
en forma clara sobre el elemento diagnóstico de este período. I a ela- á1 fiiral de la facie de La Aguada y se hicieran más manifiestas durante
boración de tales cuadros de motivos se basa, primordialrnente, en la Ia de La Ciénagal
ubicac-i-óq quq le,c¡rrresponde a lasBiezas en el proceso de seriación de -- '{lVtás fácil.d es Iá ubicación de los períodos subsisuientes- EI Belén:
las tumbas donde fueron halladas. pn cuanto a Ia correlación de estas I e§taría caracter-izado por la cerámica de tipo Beién, pero carece de'
dos lhcies con los valles aledaños iesulta en algunos casos rnuy claro. áiquitectura de paredes de piedra. Las yiviendas de esta época son grandes
En La Rioja en numerosos sitios aparece el equivalente a La Aguad{ casas-pozo como las que descubrimos en Ia 2ona QSldpfu§Lhn nues-
Hallazgos de esta época se han hecho,en Talancan, Bañados del Pantano, tras excavaciones de )952. Tampoco habr'íarl c.xislido cn esta época los
Sarr Blas, etc. (Bornan, lg27-Lg32).fEn el valle Calchaquí algunos ha- aDdeles y graDdcs obras de irrigacióu caracterírrticas de los pcríodos que
llazgos esporádicos certificarían la &isterrcia del.misrno períotlo. Pero siguen. {Al-guno. hallazgos en los pisos cle las habitaciones excavados
hasta ahora no se ha descrito ningún sitio típico,lquizá por el hecho de slgiéren-algunas influencias Sanagastas, venidas quüá desde La llioja.
que lo más reciente cubre por cornpleto los restoilde la época más anti- El Belén II está caracterizado por habitaciones de paredes de piedra"
gua y toda Iá atención se ha prestado únicamente a lo encontrable más i
pero sin fJi.n", verdaderos pueblos. No hay en este período influencia
.fácilmente y a los restos de mayor amplitud y apariencia como son los in.ui"u. El sitio típico son las ruirras del Cerrito Coloradfifrente a. La r=i
I

de la época Santamcriaua y afirres. El período de La Ciénaga parece. CññáEá, también ercavad.as en nuestras investigaciones-áe l95z$g
estar representado en Pampa Grande, que aunque algo fuera de los Ií- cuanto al Belén III se caracteriza por las influencias incaicas: Dumero-
mites de los valles calchaquíes incluímos dentro de ese cuadro (Arnbro- riilriEáflo"fotáu. arüaloides, olias co, el típico pie y asa recurvadil
setti, 1906). etc.-!l{osotros poseemos los patrimonios de d.os tumbas halladas en La
Sigue ahora el problema más difícil y para el que hemos esbozado hdr¿, en que se asocian elementos incaicos o de influencias incaicas
especialmente este esquema de cronología: Ia ubicación que dentro de a urnas Belén. Lo mismo ocurre en otras tres tumbas de Palo Blanco-
él corresponde a la cultura Condqlhuqgi. Por desgracia hasta ahora, Pero hay que hacer notar que esta cerámica Belén, es distinta o se dis-
si bien hemos podido estableeer el corrtexto característico de Condorhua- tingue fácilmente de la que hasta ahora lleva ese nombre, aunque se ad-
si en el valle del Hualfín, los elementos de juicio son más pobres que los. yierte de inmerliato el estrecho parentesco. Aparte de este tipo de alfarería

1' rJ
(
(

hemos hallado también cerámica Belén crásica asociada a aríbaloe en


cl piso de una gran habitación de planta circular excayada en las ruiuas en algunos casos, a las de tipo San José, aunque se distinguen de aqué-
de Quillay al N. de La ciénaga. varios autores se disputan haber llas por la pesta y algunos motivos decorativoilCreemos que las piezas
des- ,
clbjerto_la co,temporaneidad de la cultura Berén con ra conquista his- encontradas son intrusivas en esta zona, procdiendo de su área típica
pánica. Yo creo que el problema a-ctuál radica más bien eu áircarar más al sur. Estas influencias debieron ser muy marcadas, tanto que ha-
Ia
s,bdivisión de los períodos Belén cou descripqiones cpmpretes-y adecua-
das de sus distintas etapas.
j2rían trasce¡¡tlido-el valle-del-Ilualfín para llegar hasta Santa María.
li,o. ,ittirro incluímos con posterioridad al períod.o de influencia incaica,
\k-=%/
?um¿¡iar'al cóló-lñfllos apioximadamente 100años que costó la reduó-
ción definitiva de lo§'lndígenas, época que éstos perrnanecieron con in-
v,lr,ls calcuequl YALLE DEL xurlríx LA NIOJ.{
SIENRAS CENTRALES
dependencia casi cornpleta es decir, hasta la caída de Chelemin, ocu-
s.rN JU-\¡¡
rrida precisamente dentro del valle que estudiamor.lbrt. período que
Colonínl Coloníal
conocernos por las fuentes históricas debe separarse frl típicamente co-
Colonial Colonizl lonial, proponeruos llamarlo Hispano-Indígena pues ya se operaba en
flispano Iudigena Ilispano Indígena éIf, según consta en la documentación de la época.ftn intenso proceso
á acultlrracrón.I
.de
Paya - rnca Belén III J
(Inca) Sana Es interesante un anáiisis de coujunto de los elementos patrirnonia-
Viron
Sauta tlla¡ía Beléu Sanagasta les de los distintos contextos que hemos esbozado ya que ponen en evi-
11 ¡t
.dcucia similitudes que servirán, una rrez elaboradas y plenamente com-
Sau José (l) Belén I
p
probadas, para Ia suMivisión, períodos o etapas más amplias. Asf,f,a
Aguada, La Ciénaga y Condorhuasi tienen algunos elementos coltru-
Condorhuasi nes en Ia alfarer'ía. En todos ellos predominan los tipos cerámicos coci-
Pampa Grandc Comechingón
(Ciénaga)
Ciénaga dos a atmósfera réductora{Quizá este carácter puede ser englobado d.en-
Ciénaga II
Ciénaga I tro de lo que los autores drericanos califican de tradición alfarera (pot-
(p)
tery tladition¡.fEn los períodos posteriores, si bien no sorl desconocidos
Aguada Aguada Ongamira I los cspecímenesb tipos cerámicos de este carácter, su proporción es in-
I t t finitarnente menor por haber sido suplaltaclos casi en su totalidacl por
.l
le Ongamira II
i I
alfarería cocid.a a atmósfera oxidantiil§'er nota de página áe). fambién
I
Yape Totoral comparter\los grupos antes nombrñÍ«ls otros elenlentos como\uizáiél
Ongamira III
(Áyampitín) uso de laliradera;¡por oposición al arco que aparecería. según dijiinh,
(Ayampitín) Ayampitín Ayampitiu
eu períodos poster$res. Otro elemento cornúrn, por Io menos a dos de
Candonga esos períodos es el haclla d.e piedra de cuello y las hachas de metal del-
gatlas con aletas pequéñas, por oposición a las hachas de metal provistas
Ya a ser más difícii justipreciar ra ubicación exacta y de tubo liueco pará el mango, típicas de periodos más tardíos.
el valor de
las influe¡rcias de la cultura sanagasta en el área der No hay duda que enfocado así el estudio de estas culturas, el pro-
Huarfín. Bennett
la coloca en períodos muy tardíos pero parece ser que su grama esencial será la formación de los contextos hasta sus mínimos
infruencia en
el vaile cornenzó ya en el Berén I. Las tumbas que co,tierre' detalles. Contextos que se formarán a medida que progresen los estu-
un r,ipo cle
u,ras semejantes al sanagasta se encuentra en el Huarfín, dios rnetódicos de campaña con Ia técnica a la que nos hemos referidc
hasta ahora,
formado grupos aislados de otras culturas. I\io heryos podido de paso. Algunos elementos ya insinúran su ubicación dentro de las asc¡-
locarizar .ciaciones, se llamen estas culturas, facies o etapas. Por ejemplo, cree-
tumbas de adultos correspond.ientes a este período.[Las
urnas nu" ..ur-
mos se corresponden a ras sanagastas de La Rioja mos poder ubicar ya algunos tipos de las figuras antropomorfas del N.
fta, Juau semejan ,O. dentro de los contextos respectivos. Estos interesantes elementos han
74
IJ
(

:::,"j:L j*:T,l;i"'-J,lil',i:1ff ::T*-:'ff hemos


,if.:Ji:r::,TJ*!"i:
sido tratados hasta ahora de Ia más diversa manera, clasificándolos de
acuerdo a variados conceptos, poco menos que arbitrarios, a menudo pa- señalado
;;;;;;tio']Este método'-crr¡iif iiebilidades que las afinidades '; "r'L -$l
ra servi¡ a lejanas y esotéricas vinculaciones que no sabemos de dónde ";:ul-ti-
vienen ni a dónde van. En ningún caso se trató de clasificarlos de acuer- i*.t,"-ur¿"te la falla que' en el supuesto dequeda por averiguar de "^:"-l^,? -:.i"
do a los contextos respectivos, buscar a qué elementos iban _asociados. pológicas sean exactas, que no siempre lo son' i,¡ ,r r*'
las infl¡e¡c-ias
La técnica era-agru.parlos.en montón yver las diferencias morfológicas -_""f""a dóntie se ejeicieron
¿¿oa"
de acuerdo a prineipios clasificatorios establecidos por el clasificador; n.-".-**"io.,*ao la,primera idel{e Serrano_, {e vincular e! _
a Ia alfarería de Humahuaca y a la atacameña'
El factor histórico y cultural, paradójicamente, poco o nada interesaban- ";.rk"; ó""¿".t ruti
el ciclo de los estilos tihuanacoides,-1en el sentido
de
Este es un solo ejemplo, que hemos escogido pues nos toca de cerca, ya integrando ambos
asimiló la ttrámica Condor-
que caímos en el error común, en una época que nuestros enfoques en K¡oeber 8e. Posteriormente, prácticamente
de Ia arqueóloga Gre-
arqueología eran muy distintos a los actuales. huasi, tipo Condorhuasi clásico, al ocuarto estilo'
que la cerámica
.. -- Otra consecuencia esencial del cambio del punto de vista será el te lVIostny, haciendo algunas diferencias e ir¡dicando
«cuarto estilo» pueden consi-
I
relegar la interpretación mediante Ios textos históricos al papel que es- típica de bondorhuasi y la más típica del e0'
derarse como un estilo epigonal, con respecto a Tiahuanaco
--';'i;";;,;s
trictamente le corresponda. Ya nos hemos referiCo al crónico mal de con'el estilo tia-
que las un"iáo{.. que pueden señalarse
interpretar a todo trance el documento arqueológico por la documenta- des*i-
ción histórica, olvidando que ésta sólo puede iluminar en un reducidí- htü;;;.;;de orden g"t"lPot ejemplo las que indicamoso aIbien afi-
simo período de Ia larga historia cultural del N. O. o cualquier otra re- bir los motivos d..o.uii'os dá estilo Condorhuasi Tricolor'
gión. Específicarnente, en nuestro caso, las dos últimas subdivisiones nidadesformales,existenteentrepiezasdelCondorhuasiClásicoypie-
de la pieza de
del largo cuadro. Todo Io demás debe interpretarse y estudiarse con los ;ti.-ri"U""rrcotas. Co'opárense, por ejemplo' Ias fbrmas
Casanova (1912)'
argumentos y la metodología exclusivamente a¡queológica o de las cien- I la lámina VI, l, de Se'-tu"o (1944) con la fig' 12 de
ningu,a pieza típica'
cias auxiliares de Ia arqueología.fEl.r.o. radicaba en dar al gran con- S;;;;.*",[r,"er" ahora no se ha e¡rcontradopara indicar un sincro-
que sirva
junto de elementos arqueológicos*sftr discriminación, el nombre de dia- ,r. .." i"iischiblemeote tiahuanaco'
guita, y arrojarlo en una inmensa mezcla informe de cosas, de distintas nismo exacto de ambas culturas)f
con el chu-
épocas, y luego interpretar a los diaguitas, su yestido, peinado, costum- Ibarra Grasso señala afinid#es del estilo condorhuasi
que no acepta Serrano e1'
bres, con piezas y nlatcrialcs dc pueblos gue erair para los diaguitas his- ouisaca (Yampara) rle Bolivia, afinidades
""*ít*"."o* orr. iu cultura Condorhuasi presenta afi^idades estrechas
tóricos tan uarqueológicos, como lo son éstos para nosotros mismol\ nombre de
colega chileno Cornely ha identificado con el
-' Por fortuna la nueva generación tle arqueólogos que se está forrnarl:' ""riln"..l se establecen mediante afi;
do tiene ya clara conciencia del cometido que ie espera. Se trata ya no Lctiltura ie Bt ¡1oíte.er. Estas correlacio,es
delpatrimonioj
nidades específicas deia alfarería y elementos esenciales
Bri.. f". últi*o. tenemos, en la cultura de EI Molle y Condorhuasi:
sólo de dar validez histórica a las etapas de desa.rrollo cultural, sino que
si pretendernos mantener nuestra arqueología al ritmo que sigue en los
dernás países de América debemos pensar en un programa de proyeccio-. hl uro del tembetá. 1
Ia cista'
nes más amplias, el que contemple clasificaciones de índole más vasta,
ls"prltrr.^. directas, en hoyos cilíndricos' faltando \
es decir, no solamente la formación de los contextos cuiturales y su erro--
l_Uso de pipas de piedra. i
lución temporal, sino también en un plano de abstracción más elevado,
y el anillo
pero siempre sobre bases inductivas estrictas, la agrupación y estudio Elementos similares de cobre, por ejemplo el brazalete
de los grupos socio-políticos y el cambio temporal de éstos.
8e SBnnexo, 1943.
\-II. ConneL.{croNES. eo SERRANo, l9'f{, P. 7.
p. 20; Ssnn'L'ro, 19-14' nota p' ?'
e1 fg¡.nn¡. Gnesso, 1950,
,No habiéndose determinado aún con precisión la ubicación de la
í
e2conrvnr-y,1945;Lercx,L,lr,I9d0;con-ruy,1951;Inrs¡nnnxc¡r.rn¡'rx,1953'
cultura Condorhuasi en el tiempo, la única posüilidad de correlación
nn
¡¡
to
I

t
( (
ilustrado por cornely er, son ra réplica de los halazgos en sepurturas
Condorhuasi. tas de esta cultura, no soil menos apasionantes las afinidades más leja-
. La alfarería también presenta estrechas afinidades: los yasos tari nas que pueden entreverse. Aunque los elementos de juicio que posee-
típicos, del tipo ilustrado por Cornely, en Ia página 32, podrían mos en estos primeros intentos de reconstruir su contexto y su cronolo-
haber gía son magros por demás y no permiten sino vagas inferencias, no po-
qidq ¿auados e,n e! yqlle del Huqllin, lo mismo ras piezas
ilustradas en
Ia figura de Ia página 39 y las diversas piezas de .erá.i"u gri. demos dejar de rozar algunos hechos cuya significación plena alcanza¡e-
- de cuerpo globular y ;;;;, mos algún día más o menos lejáno, pero a tos quc el argoeólogo no puede--
cueilo cilíndric,¡.- Es necesario dejar sentado " argu- .,
nas diferencias en el detalle: así, por ejemplo, el tembeiá pasar por alto en homenaje a una-¡rudelcia que estrecharía el horizon-
de pied-ra alar-
gado ea, no se halla en Ia cultura condorhuasi; te de esta ciencia para reducir su cometido aI límite de la-descripción--
en cambio upir".. er tipo
chato, corto e5. puramente local de hechos y cosas. Por fortuna la arqueología de toda
Mayor diferencia tiporógica existe entre las grandes pipas de América ayanza día a día a pasos agigantados y sus conclusiones, basa-.
ra
cultura condorhuasi y ras pequeñas dobles de Ia de EI NIolre. das en hechos estudiados con una técnica cada vez más precisa, permi-
Las .eprr- ten hoy una reconstrucción histórica que nos ofrece cuadros cada yez
turas de Ia primera no están indicadas por círculos de piedra,
como en
Ia segunda, pero estos detailes pueden ser modalidades locares. más claros y exactos que sirven como marco de referencia para ubicar-
Es pro- los hechos aislados o locales. El avance extraordirurio de los estudios
bable que el día en que podamos estabrecer ras facies temporares
de Ia arqueológicos en las áreas denominadas uNucleares,, Centro América
cultura condorhuasi, aumenten las afinidades específicas entre
una y y Perú, ofrecen argumentos para la interpretación histórica de hechos
otra. Por el momento, es cre interés señalar la circunstancia
de que en
la cronología del área diaguita chilena, estabrecida por el mismo ocurridos en las áreas periféricas a las mismas.
cor- Hoy sabemos con bastante certeza que el comienzo del uso de.
nely e6, la cultura de El Molle prececie cronológicamente
a la cultura I
la alfarería en el Perú puede ubicarse a fines del segundo milenio A. C. e8
con-entierros en cistas y provistos de otros elementos cerámicos
más
.
I
gran interés obseryar que algunos tipos de las alfarerías más an-
ricos, entre ellos el tipo de alfarería policroma del llamado «cuarto
,"tilo,. I ' -y es de
En el área condorhuasi habría ocurrido un desarroilo similar. tiguas presentan similitudes muy grandes con tipos que en nuestra área
Es-_-
ta cultura no sólo precede en el tiempo a curturas que introdujeron corresponderían también a las series más antiguas. Es muy interesante
ra l también apuntar el hecho de que en estos grupos cerálnicos se hallan
sepultura en cistas, si,o que, dentro de eila
misrna, vis]umbramos una
secuercia err que el estilo poricrorno del tipo coriclorhuasi representadas también similitudes con los tipos más antiguos cle Arné-
crásico está ..
rica Central como por ejemplo- la cerárnica de registros pun-
que sería er que pre- I
precedido por u, período de cerár¡lica más pobre, -
-tales
teados es, y otros elementos aún más característicos.
sent¿ las afinidadcs más eslrechas con ]a cultura
de El trIolle.
Entre éstos tendríamos en primer término, los vasos estribos cuya
- lDentro del territorio de nuestro país, ya hemos i,dicado afinida-
áreas arqueológicas orientares, especiarmente con ra cultura distribución a par[ir de las culturas preclásicas de lléjico habría alcan-.
$9s -con de
Lb candelda e7, como también - zado una amp!ísima área, llegando por un lado al S. E. de los EE. UU. y
las induf,ables relaciones con la cultu_
por otro el Perú. En nuestro N. O. no existen vasos estribos típicos como
1a de La kluy Arfarcito, cultura que debió recibir influencias a través
de los yacimientos más septentrionales de condorhuasi, los de la costa norte de Perú. Pero dos ejemplares excepcionales han
ros de ra zona
de Laguna Blanca. \ aparecido en la prov. de Catamarca. IJno se halla en el Museo de An-
--¡extñiirdinario interés
§r son de tropología de la Universidad iYacional de Tucumán y está registrado,
Ias posibles yinculaciones inmedia_
bajo el N". 2175. Esta pieza, por algunos motivos escalonados hechos
con pintura negra podría asimilarse, quizás, a Ia cultura Condorhuasi-
e3 Conxrr-r:, 7941, fr,g. 12. El segundo ejemplar se halla en el nluseo de La Rioja. Ambos repro-
er fn¡nAnn¡¡v Cmnr,rN, 1953, figs. 2, J, S, 20, ZL.
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t00 lbid., p. 40; Pxrr-r,re et al. 1961, p. L?2.
-tB
79
( (
É¡1,
aq2
ducen formas muy primitivas y toscas de vasos estribos.'oo En Mé5ico ,<- )
la antigüedad de esos vasos es superior al primer milenio A. C. -quizás dc
mediados del segundo "'. En Perú estos yasos aparecerían en Chavin
en fechas mucho más tardías, y por consecuencia lógica, en su área más BIBLIOGRAFIA
_ periférica su llegada- s§{q }xslgqte plqle¡iqq. -No deja dq-ser susestivo
de que aparezcan en Ia cultura Condorhuasi una gran cantidad de formas
'Boletín de!,Insliluto
p¿o Geo--
Ailrsnosnrfl, Ju,rx B.: Nofas ile Arqueologta Calcha4ul,
- .cerárcicas-de*botellon¿s, y--de efigies-animalistas, al igual que lo que gtáñco Argenti¡er, vol. XVII y siguientes; Buenos Aires' 1899'
ocurre en las culturas peruanas más antiguas y en el horizonte preclá-
-:Etplora.cionzsarqtuollgícosenloPampoGrande'en'PülicacionesdelaSec-
sico de Méjico 102. A esas similitudes en el arte allarero habría que apun- ciórAntropológica', N'" 1; Buenos Aires' 1906'
tar muchas diferencias, entre ellas la lhlta, hasta ahora, en todas las cul-
des wí¿ner Ma'
turas del It[. O. argentino, de cerámica de técnica negativa. Sin embar- BsG(¡n-DorsNEn, Erre: Die Nord,uestorgenlinischen satntnlun4en
seums für vólkerkande, en .Archiv für Yolkerkun¿e», vol. Y, pp. 1-103y vols-
go, asociadas a elementos Condorhuasi hemos visto algunas piezas que
YI-VII, PP. 229-362; Wien' 1950'
en un principio tomamos por decoradas con esa técnica, y evidentemen- Hístory. ,American llfuseurn of Natural
Berxrrr, iv"or"rr,, c.: Andean culture
te existen especímenes en los que se usó una especie de pintura o pig- Ilistory Handbook Series', N'o-I5; New York' 1949'
mento {e tipo especial («resistente,) como aparece en esa clase de al- . Brxrett, W¡xo¡l,l, C.; Br-rrr'nn, Evrnrr F' y Souurn' Fn-t¡tx H': Norlhuesl Ar-
gentinc Archeanlogy' en 'Yale University Publications in Anthropology" N'o
38;
farería.lotros elementos que sugieren afinidades con Arnérica l\uclear,.
siempretdentro de los contextos ofrecidos por las dos culturas ya mencio- New Haven, 1948.
Modern Art'
Bnvxrr, , W¡¡mBr,r-, C.: Arcient Arts of the Andes' 'The Museum of
1

nadas, serían: Ia presencia de figuras antropomorfas, el uso de peque-


New York, 1954.
ñas mascarillas de terracota, la deforrnación craneana de tipos especí- Bonrrnr, Flarc: Antíquílés de la région anJíru de ia Républíqtu
Argenliru et du ü*¡t -
ficos y Ia abundancia de motivos felínicos en las representaciones de la . d'Alacama, 2 vols. Parío, i90C'
plástica Condorhuasll De gran interés y supeditados a Ios futuros estu- _:VorspaníscheWohnstiitten,steirul:ershstdllenund,PetroglyphentnderSier¡ade
.dios es el uso de grañdes montículos (Alpataucas) por la cultura Barreal, Fa alina, en nZeitschrift des Deutschen Wissenschaftlichen Yereins zur KuI-
tur und Landeskunde Argentiniens', pp' 26-30; Buenos Aires' 1920' .
según observaciones realüadas en el transcurso de nuestros trabajos Los ensayos d,e eslablecer una cronologla pre-hi.spánic<t en Ia regíón
Diaguila, ea
de 1952 en Catamarca. -l.Boletín de la Academia Nacional de la Historia', vol' YI' pp' I-31; Quito'1923'
La talea de valorar todas las influencias y conexiones, mediatas
-:Esludiosarqueológicosriojanos,err'Analesdel]\{useoNacionaldeBuenosAi-
1-308; L927-32'
e inmediatas y reconstruir, juntarnente con la totalidad de su patrimo- res,, vol.XXJ(V, PP-
de la región din-
nio, las secuencias del desarrollo de la cultura que la precedió y subsi- Bou.rx, Enrc y Gnrsr,nrix, IlÉc.ron: AIJar*ía de estílo d.raconíano
guila (RepíLblica Argenlina)' Buencs Aües' 1923'
guió en el tiempo es tarea que deberá completarse en los futuros traba-
B*ri^*rB, Oo¡lre: Ensayo d.e clasiJtcacíón de la cerámi¿a del noroesle argenÍ'inoi Bue- -
jos de investigación del terreno más que con la mera especulación habi- nos Aires, 1926.
tual de gabinete. Aquí no hemos hecho sino esbozar los problemas que
esos primeros trabajos plantean y la orientación que deseamos dar a C,rs,er-r-txos,Ar¡nr»o:Antígüedad'geológicadelyacímíentoilelosrestoshumatas
nuestra labor: el comentario ilnparcial y constructivo, que ayude a abre- d.e la nGrafa ile Candonqa" (Córdoba), en
del Instituto de Fisio-
'Publicaciones
-l-iar eI camino de la obra común es la única recornpensa a que aspiramos. grafía y Geología', N'" XIV; Rosario, 1943'
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84

El Yalle de¡ HualfÍn


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-Situacióu de los lugares en que se han hecho hállazgcs pertenecientes a la cultura I .,io
Condorhuasi: 1. Area del Hualfin y Laguna Blanca. 2. Valle del Cajón. 3. -- .¡
o_
Valle de Yocayil.- 4. Andalgalá. 5. Zona d.e\ Ambato.- 6. Zona de Capayán. i
7. -
Zona de San Blas.- 8. La Banda. 9. -
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L.írux.r, \r [,írr¡¡r \'l

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: Procede de Condorhuasi,
.., 1.
N.' 107, colección E. Cula, Be- i
lén. Dibujo de M. A. l\[oreno
Kierman. 2/3 t. n. 2 y 2'.
-
Procede de Condorhuasi, N." 102
:-
colección E. Cura. Dribujo de
Es¡ela Lascano, tomado de fo-
tografí¿ Kodakhrome. 2/3 7. n.

1. Procede de Condolhuasi, N.' 19.


-
colección E. Cura. Dibujo de Estela
Lascauo, tomado de fotografía Ko-
dakhrome. Oliginal 26 Cm. de alto.
2. Procede de Andalgalá. N.o 2.026,
-
colección lIuseo Calchaq:rÍ. Dibujo de
Estela Lascano, tomado de fotografía
Kodakhrome. Alto, 13 Cm, 3. -- Pro-
cede de Andaigalá. N.. 2.515, eolec.
ción Museo CalchaquÍ. Dibujo de bs-
tela Lascano, tonládo de fotoglafía
en blaneo y negro.
i
\ 1i Í(

q tt
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L.í¡ox¡ VII

Liurx¡ YIII

1. Procedente de La Toma, Catamarca; co¡eccióE W. Ruysch. Dibujo de trI. A. Moreao


-
Kierman. 2. Procede de los alrededores de Andalgalá, N.' 2{0 (16), colección Lafone
- Quevedo. Dibujo cle M. A. ilforeno Kierman.

colec' Hirsc-h;'#,"*Hr*tÜ:i-P;'it#''":l ;&t:


r - Procede del vaile del Hualfín'
Dibujo de IrI' A' DiÑjo de ssteta
ii,r ril'c"i"Iiio"-¡ii'*"t' ""I1"i"il'..Jrift.2/:tC,,;.
103 de
i^ll J. i.o""au de condoihuasi' N'"
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- ' ^--^-:-;;:;;;;io fotograffa Korlakh¡onre'
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Liuñ-r X

1. Puerta de San José, N.o 46{ de la coleceión


del- Museo de Arqueologfa de la UrriversidáC de
Córdoba. Alto, 14 Cm. 2. Belén, ),i.' 307, co-
-
lección Museo CalchaquÍ. Alto, 25 Cnt. 2

3 y 4. Planta de dos sepulcros pertenecientes


-
a la cultura Condorhuasi.

5 {

Pipas pertenecientes a la cultura Condorhuasi:


1. N.' 12.60?, longitud, 30 Cm.2. N.o 12.5{{. Iongitud. 22 Cm.3. N." 12.59t,
-
Iongitud, 32 Cm. 4.
-
N." 12.616, longitud. 46 Cm. 5.
-
N.o 12.581, longitud, 2{ Cm.
-
'lodas fueron encoutradas -
en tumbas de los cementerios del vallecito de La -{guada,
Dto. de Relén, Catamarca. Están trabajatlas en saponita.

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cias Naturales; La Plata, L925-1926 a.
l"$";*3§
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-
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