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EL CEREBRO SOCIAL Y EMOCIONAL

El siguiente capítulo busca entender al cerebro social y emocional, su influencia en los


comportamientos, capacidades y eficacia de las personas, y como contribuye notablemente
para que los líderes implementen cambios organizacionales a gran escala a favor de las personas
y de la empresa.

Emociones

La emoción es un proceso influenciado por nuestro pasado evolutivo y personal que desata un
conjunto de cambios fisiológicos y comportamentales claves para nuestra supervivencia. La
emoción, entonces, involucra al comportamiento en sí, y también cambios corporales internos
(viscerales y sistema nervioso autónomo), el tono de la voz (prosodia) y los gestos (que incluyen
la expresión facial).

El sentido del amor

El amor es uno de los tópicos más elaborados por las obras artísticas. De la misma manera,
el amor es un elemento fundamental en la tradición mítica y en la historia social. También
constituye un interesante desafío para la neurobiología. Sobre la base de la investigación en
la neurociencia social, podemos intentar definir el amor como un estado mental subjetivo
que consiste en una combinación de emociones, de y funciones cognitivas complejas. Es una
experiencia que involucra masivamente los sistemas cerebrales de recompensa y está
íntimamente relacionado con la perpetuación de la especie y, por lo tanto, tiene una función
biológica de crucial importancia.

El amor modifica nuestro cerebro. En otras palabras: la corteza frontal, vital para el juicio,
se apaga cuando nos enamoramos y así logra que se suspenda toda crítica o duda. El amor
también está relacionado con algunas activaciones específicas en las áreas del cerebro que
median funciones cognitivas complejas, como la cognición social, la imagen corporal y
asociaciones mentales que se basan en experiencias pasadas.
El amor maternal y el amor romántico son claramente diferentes, ambos activan áreas similares
del cerebro involucradas en la emoción, la recompensa, la motivación y la cognición. Los
estudios del cerebro y el amor conforman un campo de la neurociencia social aún incipiente y
hay muchas áreas nuevas para abordar.

¿se puede medir la felicidad?

Esta palabra, “felicidad”, forma parte del repertorio cotidiano y representa un elemento central
para el sentido de existencia de los sujetos, las familias, las comunidades, que no ha sido aún
abordado cabalmente por ciertas disciplinas científicas. Es que existen críticos que argumentan
que la felicidad es un concepto amplio y vago y, por lo tanto, dudan de que alguien pueda medir
la felicidad científicamente.

Los avances científicos son el resultado de cierta capacidad e inquietud que define al ser humano
como tal: la búsqueda permanente del conocimiento. Pero estos, como cada acción que se
realiza en la vida cotidiana, o lo que hacen las sociedades con sus planes y sus elecciones, deben
conducir a la promoción del bienestar general, es decir, crear las condiciones para la felicidad.
Doble desafío para la ciencia, entonces, es el deber de abonar ese camino y entender, a la vez,
cuál es el mapa de ese estado al que peregrinamos.
Biología de la belleza

¿Se puede tener una percepción objetiva de la belleza?, Las personas dentro de una cultura
determinan aquello que representará lo bello y lo feo. Pero existen cualidades de lo que se
considera atractivo que son, según estudios antropológicos, comunes entre las distintas culturas
del universo. Algunas de estas características más bien universales están asociadas a la simetría,
es decir, a la forma en que los atributos físicos se distribuyen a través de la línea media vertical.

Existirían al menos dos posibles mecanismos evolutivos, aunque no excluyentes entre sí, sobre
por qué ciertas caras son consideradas más bellas que otras. La primera posibilidad es que las
características atractivas representen los atributos fenotípicos que son deseables en nuestras
parejas. La segunda posibilidad es que la atracción por las caras haya surgido como una función
agregada del proceso que extrae información facial necesaria y general, aun si dicha evaluación
no es intencional o útil.

El valor de la creatividad

En la actualidad, entendemos que el talento creativo no solo no está reservado para unos pocos,
sino que existe en todos los aspectos de la vida y es parte fundamental de todas las profesiones.
La creatividad se origina en el cerebro. Es por eso que las neurociencias están intentando
estudiar las bases biológicas de este fenómeno.

Aunque no existe aún una definición de creatividad, en términos generales se considera creativo
a todo aquello que presente una visión novedosa u original sobre un problema dado.

¿Cómo nacen las ideas creativas? Ninguno de los grandes creadores tuvo una idea genial sin
haberle destinado muchísimo tiempo previo a pensamientos profundos y obsesivos sobre
un tema determinado. De hecho, hay más relación entre obsesión y creatividad que entre
coeficiencia intelectual y creatividad.

Para ser creativo hay que estar preparado, ser un poco obsesivo, un poco loco (aunque no
mucho), entender el problema de manera simple (muchas veces queremos hacerlo
inteligentemente y, en realidad, todo es más sencillo), ser valiente, estar dispuesto a
equivocarse y estar relajado. La creatividad no está circunscripta a una práctica específica,
sino que es vital para todas las realizaciones humanas.
Interpelación sobre la normalidad

El arte transforma en novedoso lo cotidiano, en original lo repetitivo y ordinario. La obra de arte


permite interpretar con nuevas claves lo conocido y construir, de esta manera, nuevos sentidos
colectivos.

Diversos estudios sugieren una asociación entre la enfermedad bipolar y la creatividad en figuras
eminentes. Personas con afectación progresiva del lóbulo frontal pueden desarrollar talento
creativo luego del comienzo de la enfermedad, más allá de no haber tenido una historia personal
de producción artística previa. Una hipótesis es que los sistemas de inhibición se liberan luego
del daño frontal. Algunos proponen que la innovación surge cuando áreas del cerebro que no
están generalmente conectadas logran comunicarse y coactivarse. La creatividad, puede ser
entrenada pero también hay una carga genética que la predispone.

EL CEREBRO SOCIAL
El estudio sobre la cognición social tiene sus raíces en la psicología social, existen teorías que
sostienen que el tamaño del cerebro se relaciona mayormente con el alcance del contacto social
en cada especie. A partir de esto, muchos se han preguntado si la complejidad de nuestro
cerebro no se debe justamente a la complejidad social de nuestra especie. Otros investigadores
postulan que el desarrollo de la capacidad de manipular a los demás (o el engaño táctico) fue
crucial para la evolución de nuestro cerebro.

La cognición social se relaciona con el resto de las capacidades cognitivas con el objetivo último
de guiar nuestra vida en sociedad, con estrategias a veces involuntarias y automáticas y muchas
veces debajo de los niveles de nuestra conciencia.

Más sobre la interacción social

El ser humano es básicamente una criatura social. Es por eso que crea organizaciones que van
más allá del propio individuo, desde la familia hasta las comunidades nacionales o globales. A
partir de estas premisas, podemos arribar a la evidente conclusión de que el grado de vitalidad
de la especie humana depende de la interacción social, es decir, del carácter de los vínculos que
uno establece con los otros.

Cerebros empáticos

El término “empatía” se aplica en el campo de las neurociencias a un amplio espectro de


fenómenos, desde sentimientos de preocupación por los demás, hasta la capacidad de expresar
emociones que coincidan con las experimentadas por otra persona e, incluso, la capacidad de
inferir qué es lo que está pensando o sintiendo.

La empatía cumple un rol crucial en el juzgamiento moral. La gracia de la armonía es lograrla no


solo cuando tenemos ideas comunes, que resulta siempre más confortable y menos
estimulante, sino también posiciones divergentes. La cualidad empática está en conseguir hacer
de la diferencia una virtud.

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