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SALA DE CASACIÓN SOCIAL

Ponencia del Magistrado Doctor JUAN RAFAEL PERDOMO

En el juicio de cobro de indemnización por enfermedad profesional,


salarios retenidos, diferencia en prestaciones sociales e indemnización por despido
injustificado, seguido por la ciudadana BELKYS BLANCO PÉREZ, representada por
los abogados Gerardo Mille Mille y Migdalia Valdéz, contra la sociedad mercantil
C.V.G. CARBONES DEL ORINOCO, C.A. (C.V.G. CARBONORCA), representada
por los abogados Zaida Vhaliz, Alfredo Sosa Bartolozzi, José Carlos Blanco Rodríguez,
Gustavo Adolfo Blanco Rodríguez, Carlos Moreno Malavé, Belzahir Flores González,
Zaddy Rivas Salazar, Desiré Salazar Coll, Nelson Arturo Francia Chávez, Joana Piñero
Hug, Johlainy Rincón Adrianza, Maoly De Jesús Medina Del Nogal, Severo Riestra
Sáiz, María del Carmen Gutiérrez, Carmelo De Grazia Suárez y Horacio De Grazia
Suárez, el Juzgado Segundo Superior del Trabajo de la Circunscripción Judicial del
Estado Bolívar, conociendo de la apelación de las dos partes, en sentencia publicada el 2
de marzo de 2007, declaró parcialmente con lugar las dos apelaciones y parcialmente
con lugar la demanda, modificando la decisión del Juzgado Primero de Primera
Instancia de Juicio para el Régimen Procesal Transitorio del Trabajo de la misma
Circunscripción Judicial, que declaró parcialmente con lugar la demanda.

Contra esta decisión de Alzada, la parte demandada anunció


oportunamente y formalizó recurso de casación. No hubo contestación.
Cumplidas las formalidades legales con el nombramiento de ponente en
la persona del Magistrado quien con tal carácter suscribe, la celebración de la audiencia
oral, pública y contradictoria y la emisión de la decisión inmediata contemplada en el
encabezamiento del artículo 174 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, pasa en esta
oportunidad la Sala a reproducir y publicar la sentencia en los términos siguientes:

RECURSO DE CASACIÓN

Con fundamento en el ordinal 2° del artículo 168 de la Ley Orgánica


Procesal del Trabajo, denunció el formalizante que la recurrida incurrió en falta de
aplicación del artículo 87 de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la
República.

Señala el formalizante que la recurrida dejó de aplicar el artículo 87 de


la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República cuando condenó a la
demandada al pago de la indexación conforme a los índices de precios al consumidor,
cuando debió hacerlo a la tasa pasiva de los seis (6) primeros bancos del país, como lo
ordena la norma.

Aduce que con ello le causó un daño patrimonial a los intereses del
Estado puesto que la tasa pasiva bancaria es menor que el Índice de Precios al
Consumidor (IPC), por lo cual la recurrida debe ser anulada.

La Sala observa:

El artículo 87 de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la


República establece que en los juicios en que sea parte la República, la corrección
monetaria debe ser fijada sobre la base del promedio de la tasa pasiva anual de los seis
(6) primeros bancos comerciales del país.

El artículo 24 del Decreto con Fuerza de Ley de Reforma Parcial del


Estatuto Orgánico del Desarrollo de Guayana dispone que la Corporación Venezolana
de Guayana y sus empresas tuteladas tendrán las mismas prerrogativas y privilegios
otorgados por la ley a la República.

En el caso concreto la recurrida ordenó la corrección monetaria del


monto condenado a pagar con base en los Índices de Precios al Consumidor (IPC)
determinados por el Banco Central de Venezuela, siendo lo correcto ordenar la
corrección monetaria sobre la base de la tasa pasiva promedio de los seis (6) primeros
bancos comerciales del país como lo ordena el artículo 87 de la Ley Orgánica de la
Procuraduría General de la República, el cual es aplicable en este caso de conformidad
con el artículo 24 del Decreto con Fuerza de Ley de Reforma Parcial del Estatuto
Orgánico del Desarrollo de Guayana, razón por la cual, incurrió en falta de aplicación
de las normas mencionadas.

Por las razones anteriores se declara procedente esta denuncia.

De conformidad con lo previsto en el artículo 175 de la Ley Orgánica


Procesal del Trabajo, al haberse encontrado procedente la denuncia planteada por el
formalizante, la Sala debe pronunciarse sobre el fondo de la controversia.

DECISIÓN SOBRE EL FONDO DE LA CONTROVERSIA

Alega la parte actora que prestó servicio desde el 2 de noviembre de


1992 para la sociedad mercantil C.V.G. CARBONES DEL ORINOCO, C.A. (C.V.G.
CARBONORCA), como Analista de Proyectos, hasta el 16 de junio de 1997, cuando
fue despedida sin justa causa encontrándose de reposo médico acordado por el Instituto
Venezolano de los Seguros Sociales.

Señala que el salario básico mensual devengado a la fecha de su despido


era Bs. 89.070,00, el cual debió ser incrementado el 27 de septiembre de 1996 en Bs.
43.500,00 por aplicación de la Cláusula 8° de la Convención Colectiva de Trabajo.

Igualmente advierte que aun cuando fue despedida el 16 de junio de 1997


le pagaron su liquidación de prestaciones sociales y otros conceptos laborales el 11 de
noviembre de 1997, cuatro (4) meses y diecinueve (19) días después de la fecha del
despido, razón por la cual reclama la indemnización por mora prevista en la Cláusula 84
de la Convención Colectiva de Trabajo, así como la diferencia en el cálculo de sus
derechos laborales.

Explica que el 6 de junio de 1996, la Dra. Delia Flores de Hernández,


médico autorizado por Carbonorca, suscribió un informe en el cual remite a la actora al
Servicio de Neumonología del Hospital Carlos Fragachán del Instituto Venezolano de
los Seguros Sociales, señalando que la misma no debe permanecer en su área de trabajo
ya que el ambiente donde labora es de alta contaminación y que se le deben emitir
reposos mes a mes para aislarla.

Agrega que prestó sus servicios en la zona industrial de Matanzas de


Puesto Ordaz, centro de trabajo que se caracteriza por tener excesiva concentración de
polvos generados por las actividades de la empresa, que crea un ambiente laboral
altamente contaminado y peligroso para los trabajadores, el cual afectó sus vías
respiratorias superiores, lo cual quedó constatado definitiva y formalmente al
practicarse una tomografía en fecha 4 de julio de 1996, que recomendó que se sometiera
a una intervención quirúrgica que tuvo lugar el 21 de agosto de 1996, siendo necesario
un reposo post operatorio hasta el 23 de marzo de 1997 según la Historia Médica N° 02-
22-96 del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales.

Durante los reposos post operatorios, la Dra. Delia Flores de Hernández,


médico autorizado por Carbonorca emitió un informe de fecha 15 de noviembre de 1996
en el cual indicó que la actora seguía presentando patología bronquial, específicamente
“Bronquitis Coagudizada” y “Rinosinusitis Crónica” recomendando examen especial
del tórax para descartar patología pulmonar ocupacional.

Por último, informa que la Dra. Odallis Cortez en fecha 6 de mayo de


1997 concluyó de su examen de una tomografía de los senos paranasales que la actora
adolece de Sinusitis Frontoedmoidomaxilar, rinopatía obstructiva por desviación septal
e hipertrofia de cornetes inferiores; que la Dra. Nelly Saavedra Berti, Médico
Neumonólogo al servicio de la División de Tuberculosis y Enfermedades Pulmonares
del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, en informe de fecha 11 de julio de 1997
indicó que la actora padecía la enfermedad conocida con el nombre de “Pansinusitis” y
que esta patología pudiera ser secundaria a su patología respiratoria superior.

Finalmente, el 7 de agosto de 1997, el Instituto Venezolano de los


Seguros Sociales en Planilla de Evaluación de Incapacidad Residual para solicitud o
asignación de pensiones, consideró que se mantenía el cuadro irritativo de las vías
respiratorias superiores; que no fue factible la reubicación laboral por el tamaño de la
empresa y por los altos niveles de contaminación con polvo; y, solicitó la incapacidad
parcial y permanente.

Por causa de esta enfermedad laboral y por la falta de cumplimiento de


las normas de seguridad e higiene por parte de la demandada pretende: indemnización
por incapacidad parcial y permanente de conformidad con el artículo 33 de la Ley
Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo; indemnización por
daño moral; indemnización por incapacidad parcial y permanente como consecuencia de
la prestación de servicios en áreas altamente contaminadas, de conformidad con la
Cláusula 57 de la Convención Colectiva de Trabajo; así como los derechos laborales
señalados al inicio del libelo como son: diferencia salarial según Convención Colectiva
de Trabajo; diferencia en prestaciones sociales, intereses sobre prestaciones sociales;
indemnización por despido injustificado; e; indemnización por mora en el pago de las
prestaciones sociales según la Convención Colectiva de Trabajo; todo lo cual suma Bs.
211.159.931,00.

Después de la reposición de la causa por falta de notificación a la


Procuraduría General de la República, la demandada en su contestación alegó lo
siguiente: que la demanda debía declararse inadmisible por no cumplir con los
requisitos del artículo 123 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo y por no haber
cumplido con el procedimiento administrativo previo a las demandas contra entes que
gozan de los mismos privilegios y prerrogativas de la República; admitió la fecha de
inicio y de terminación de la relación laboral y el salario básico; negó que se debiera
diferencia salarial pues ese aumento era para los trabajadores activos y ella no estaba
activa por estar de reposo; negó que se debiera indemnización por despido injustificado
pues la relación laboral terminó porque los reposos excedieron el lapso de doce (12)
meses establecido en la Ley para la suspensión de la relación laboral, comenzando el 7
de junio de 1996 hasta el 16 de junio de 1997 cuando terminó la relación laboral; negó
la procedencia de diferencia en prestaciones sociales pues no está de acuerdo con el
salario normal alegado por la actora además de que la antigüedad de la trabajadora no
comprende el lapso de suspensión de la relación laboral de conformidad con la Ley
Orgánica del Trabajo; negó el pago de la indemnización de 500 salarios establecido en
la Convención Colectiva porque la relación de trabajo no terminó por enfermedad
profesional o incapacidad permanente sino por la duración mayor a doce (12) meses de
la suspensión de la relación laboral por reposos médicos; negó en forma pura y simple
que le debiera a la actora la indemnización por mora en el ofrecimiento de pago de las
prestaciones sociales; negó que la enfermedad tuviera origen ocupacional alegando que
las condiciones de trabajo son seguras y las afecciones respiratorias son de causas
múltiples como hábitos tabáquicos y afecciones hereditarias; alegó que la empresa
cumple con las obligaciones que establece la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones
y Medio Ambiente de Trabajo para mantener condiciones de trabajo seguras y buenas
condiciones de higiene, que no incurrió en negligencia respecto a las condiciones y
medio ambiente de trabajo, que la actora estaba inscrita en el Instituto Venezolano de
los Seguros Sociales, por lo que no le corresponde pagar las indemnizaciones previstas
en la Ley Orgánica del Trabajo ni en la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y
Medio Ambiente de Trabajo; y por último alegó que no incurrió en ningún hecho ilícito,
que la trabajadora nunca notificó alguna circunstancia peligrosa para su salud, ni
demostró cuál es la aflicción moral que le ocasiona su estado de salud, por lo que
considera que no es procedente el daño moral pretendido.

Adicionalmente en el escrito de contestación de la demanda impugnó el


documento anexo a la demanda marcado E, la opinión médica de la Dra. Cabeza de
fecha 28/07/1997, la evaluación de incapacidad residual de fecha 07/08/1997, la
marcada K1 de fecha 15/11/96, la tomografía realizada el 04/07/1996, el presupuesto
quirúrgico del 05/08/1996, la constancia suscrita por el Dr. Fermín Castillo el
23/08/1996, la factura de fecha 22/08/1996, el informe médico del 18/03/1997, el
marcado P del 06/05/1997 y el marcado Q suscrito por la Dra. Saavedra Berti, por
cuanto tales instrumentos emanan de terceros. También impugnó el certificado de
incapacidad residual del 17/05/2004 oponiéndose a ese acto administrativo.

Por último, la demandada en la contestación de la demanda, opuso la


prescripción de la acción por cuanto desde la fecha de constatación de la enfermedad
hasta la fecha de citación de la empresa transcurrió más de dos (2) años.

En el caso concreto, del análisis del libelo y de la contestación ha


quedado establecida la existencia de la relación de trabajo, que inició el 2 de noviembre
de 1992 y terminó el 16 de junio de 1997, que el último salario básico fue de Bs.
89.070,00 y que los reposos médicos comenzaron el 7 de junio de 1996.

Admitida la relación laboral es oportuno pronunciarse sobre la


inadmisibilidad de la demanda y la prescripción alegada.

En relación con la inadmisibilidad de la demanda por no cumplir con los


requisitos establecidos en el artículo 123 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, se
evidencia de las actas del expediente que la demanda fue interpuesta el 6 de mayo de
1998 bajo la vigencia de la Ley Orgánica de Tribunales y de Procedimiento del Trabajo,
la cual establecía en su artículo 57 los requisitos que debía contener toda demanda que
se intente ante los tribunales de primera instancia del trabajo, requisitos que fueron
cumplidos cabalmente en el libelo de demanda interpuesto por BELKYS BLANCO
PÉREZ, contra la sociedad mercantil C.V.G. CARBONES DEL ORINOCO, C.A.
(C.V.G. CARBONORCA), razón por la cual, se declara improcedente esta solicitud.

Respecto a la inadmisibilidad por no haber cumplido con el


procedimiento administrativo previo a las demandas contra entes que gozan de los
mismos privilegios y prerrogativas de la República, la demandada C.V.G. CARBONES
DEL ORINOCO, C.A. (C.V.G. CARBONORCA) goza de estos privilegios a partir de la
publicación del Decreto con Fuerza de Ley de Reforma Parcial del Estatuto Orgánico
del Desarrollo de Guayana de noviembre de 2001, el cual en su artículo 24 dispone que
la Corporación Venezolana de Guayana y sus empresas tuteladas tendrán las mismas
prerrogativas y privilegios otorgados por la ley a la República. La demanda fue
interpuesta el 6 de mayo de 1998, antes de la promulgación de este Decreto Ley que
otorgó los privilegios y prerrogativas a la demandada, por lo cual no existía para ese
momento la obligación de agotar el procedimiento administrativo previo en las
demandas contra la CVG y sus empresas tuteladas (CARBONORCA), razón por la cual,
considera la Sala que la parte actora no estaba obligada a cumplir con este requisito y
por tanto es improcedente esta petición.

En relación con la prescripción, el artículo 62 de la Ley Orgánica del


Trabajo establece que las acciones para reclamar la indemnización por enfermedades
profesionales prescriben a los dos (2) años a partir de la constatación de la enfermedad.

El ordinal a) del artículo 64 de la Ley Orgánica del Trabajo establece que


la prescripción de las acciones laborales se interrumpe por la introducción de la
demanda antes de expirar el lapso de prescripción, siempre que el demandado sea
notificado dentro de los dos (2) meses siguientes a la expiración del mencionado lapso;
y el ordinal d) establece la interrupción de la prescripción por las otras causas señaladas
en el Código Civil.

El artículo 1.969 del Código Civil dispone que para que la interposición
de la demanda produzca la interrupción de la prescripción, deberá registrarse copia
certificada de la demanda con la orden de comparecencia en la Oficina correspondiente
antes de expirar el lapso de prescripción a menos que se haya citado al demandado
dentro de dicho lapso.

En el caso concreto, que la enfermedad se constató el 7 de junio de 1996


como consta del Justificativo Médico de fecha 7 de junio de 1996 que cursa al folio 184
de la primera pieza, donde se señaló que la actora sufría bronquitis aguda, por lo cual
ordenaron reposo a partir del 7 de junio de 1996, la demanda se interpuso el 6 de mayo
de 1998 y fue consignada en el expediente copia certificada del registro de la demanda
con la orden de comparecencia en fecha 1° de junio de 1998, antes de expirar el lapso
de prescripción, con lo cual se interrumpió la prescripción, de conformidad con los
artículos 64 ordinal d) de la Ley Orgánica del Trabajo y 1.969 del Código Civil.

Por los motivos expresados considera la Sala que el lapso de prescripción


comenzó el 7 de junio de 1996 fecha de constatación de la enfermedad y fue
debidamente interrumpido el 1° de junio de 1998, con el registro de la copia certificada
de la demanda y de la orden de comparecencia, razón por la cual, la acción no está
prescrita.

Ahora bien, conteste con lo previsto en el artículo 68 de la Ley Orgánica


de Tribunales y de Procedimiento del Trabajo y ahora en los artículos 72 y 135 de la
Ley Orgánica Procesal del Trabajo, el régimen de distribución de la carga probatoria en
materia laboral, se fijará de acuerdo con la forma en la que el accionando dé
contestación a la demanda.

La carga de la prueba en lo relativo a que la enfermedad es profesional,


la existencia del hecho ilícito y el daño emocional sufrido corresponde a la parte
actora; y, corresponde a la parte demandada probar el motivo de terminación de la
relación laboral, las eximentes de responsabilidad por la enfermedad y el cumplimiento
de las obligaciones demandadas establecidas en la Ley Orgánica de Prevención,
Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo, pues quedó admitida la relación laboral.

A continuación se valorarán las pruebas que constan en el expediente a


los fines de establecer cuáles de los hechos controvertidos en el proceso han sido
demostrados.

Consignó la parte actora anexas al libelo las siguientes documentales:

B: Acta de Inspectoría del Trabajo de fecha 2 de octubre de 1997, la cual merece valor
probatorio mas como no señala los motivos del reclamo, no aporta elementos para la
solución de la controversia.

C: Planilla de cálculo y liquidación de prestaciones sociales, la cual fue admitida por la


demandada y merece valor probatorio. De ella se desprende que la relación laboral
terminó el 16 de junio de 1997, que se elaboró la planilla el 4 de noviembre de 1997,
que se pagaron 150 días de prestaciones sociales calculadas con un salario básico de Bs.
89.070 añadiendo la asignación de transporte, la asignación de vivienda y el factor de
utilidades.

D: Convención Colectiva de Trabajo 1996-1998 de CVG CARBONORCA, respecto de


las cuales, la Sala aclaró en sentencia Nº 535 de 2003 que si bien es cierto que la
convención colectiva tiene su origen en un acuerdo de voluntades, también es cierto que
una vez alcanzado el mismo debe necesariamente suscribirse y depositarse ante un
órgano con competencia pública, concretamente ante el Inspector del Trabajo, quien no
sólo puede formular las observaciones y recomendaciones que considere menester, sino
que debe suscribir y depositar la convención colectiva sin lo cual ésta no surte efecto
legal alguno. Estos especiales requisitos, le dan a la convención colectiva de trabajo un
carácter jurídico distinto al resto de los contratos y permite asimilarla a un acto
normativo que debido a los requisitos que deben confluir para su formación y vigencia,
debe considerarse derecho, razón por la cual, no es procedente su valoración.

E: Informe médico de fecha 6 de junio de 1996 que sugiere se otorguen reposos mes a
mes, el cual fue impugnado por la demandada en el escrito de contestación y al no ser
demostrada su autenticidad no se le otorga valor probatorio.

F y G: Informe del Consultorio de enfermedades profesionales del Instituto Venezolano


de los Seguros Sociales de fecha 28/07/1997 y Evaluación de Incapacidad emanada del
Instituto Venezolano de los Seguros Sociales de fecha 7/08/1997, los cuales fueron
impugnados por la demandada en la contestación de la demanda, los cuales son
documentos públicos administrativos que gozan de una presunción de veracidad y
legitimidad, lo que es característico de la autenticidad, razón por la cual merecen valor
probatorio. De ellos se desprende que durante el mes de julio la actora seguía
padeciendo afecciones respiratorias y que el 7/08/1997 el Instituto Venezolano de los
Seguros Sociales declaró la incapacidad parcial y permanente.

H, I, J y K: Certificados de Incapacidad que otorgan reposos continuos desde el 18 de


abril de 1997 hasta el 15 de agosto de 1997, los cuales merecen valor probatorio y se
explican por sí solos.

K: Informe de Consulta del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales de fecha 15 de


noviembre de 1996, el cual fue impugnado por la demandada, pero que al ser un
documento público administrativo se le otorga valor probatorio. De él se desprende que
en noviembre de 1996 la actora continuó con afecciones respiratorias y sugiere
completar estudios para descartar patología pulmonar ocupacional.

L: Informe sobre Tomografía de fecha 4 de julio de 1996, el cual fue impugnado por la
demandada y al tratarse de un documento privado emanado de tercero no ratificado en
juicio no se le concede valor probatorio.

M1, M2 y M3: Presupuesto, constancia médica y factura de operación de agosto de


1996, las cuales fueron impugnadas y al tratarse de documentos privados emanados de
terceros no ratificados en juicio no se les concede valor probatorio.

N1 al N7 Justificativos Médicos del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales que


otorgan reposo desde el 15 de julio de 1996 hasta el 21 de febrero de 1997; marcado N8,
Certificado de Incapacidad del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales que otorga
reposo del 22 de febrero hasta el 22 de marzo de 1997, los cuales merecen valor
probatorio. De ellos se desprende que fueron concedidos reposos continuos desde el 15
de julio de 1996 hasta el 22 de marzo de 1997.

O y P: Informe Médico de fecha 18 de marzo de 1997 e informe sobre tomografía


computarizada de fecha 21 de mayo de 1997, los cuales fueron impugnados y al tratarse
de documentos privados emanados de terceros no ratificados en juicio no se les concede
valor probatorio.

Q: Copia de Informe Médico de Instituto Venezolano de los Seguros Sociales


consignado luego en original de fecha 11 de julio de 1997, el cual fue impugnado pero
que al ser un documento público administrativo se le otorga valor probatorio. De él se
desprende que en julio de 1997 la actora continuaba con afecciones respiratorias.

R, S y T: Copia fondo negro de Título de Ingeniero Industrial, su respectivo registro y


partida de nacimiento de la hija de la actora, los cuales merecen valor probatorio y aun
cuando no están relacionados directamente con el objeto de la controversia se valorarán
como elementos para estimar la cuantía del daño en caso de ser necesario.
En el escrito de promoción de pruebas, la actora promovió el mérito
favorable de los documentos acompañados a la demanda y promovidos antes de la
reposición de la causa. En relación con lo cual, ha explicado la Sala de Casación Social
en reiteradas ocasiones, que éste no es un medio de prueba sino la solicitud de
aplicación del principio de la comunidad de la prueba, o de adquisición, que rige en
todo el sistema probatorio venezolano que el Juez está en el deber de aplicar de oficio
siempre, razón por la cual, al no ser promovido un medio probatorio susceptible de
valoración, esta Sala considera que es improcedente valorar tales alegaciones.

Las documentos consignados con la demanda ya fueron analizados y


antes de la reposición de la causa se promovieron y evacuaron las siguientes pruebas:

A: Acta de Inspectoría del trabajo la cual ya fue analizada.

14 Recibos de pagos, que como ya fue admitido el salario básico no aportan nada a la
controversia.

C: Informe médico privado recibido con sello húmedo original de CARBONORCA, el


cual no fue impugnado y merece valor probatorio, pero su contenido no aporta nada a la
solución de la controversia.

D: Informe médico original de fecha 11 de julio de 1997, el cual ya fue analizado.

E: Certificados de Incapacidad del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales en el


cual se otorgan reposos del 22 de febrero al 22 de marzo de 1997 y desde el 14 de abril
de 1997 hasta el 15 de agosto de 1997, los cuales ya fueron valorados anteriormente.

F: Justificativos Médicos del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales que otorgan
reposo desde el 7 de junio de 1996 (folio 184 de la primera pieza) hasta el 21 de febrero
de 1997, los cuales merecen valor probatorio. De ellos se desprende que se otorgaron
reposos médicos continuos desde el 7 de junio de 1996 hasta el 21 de febrero de 1997.

G y H: Autorización para consulta médica los días 11, 16 y 17 de abril de 1997, con
sello húmedo de CARBONORCA, los cuales no fueron impugnados y merecen valor
probatorio. De ellos se desprende que la actora solicitó permiso para asistir a consulta
médica los días 11, 16 y 17 de abril de 1997.

I: Constancia de atención médica del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales con
sello húmedo de CARBONORCA, de fecha 25 de abril de 1996, la cual no aporta nada
a la solución de la controversia.
J1, J2, J3 y K: Constancia de operación, factura, carta aval y copia de cheque para cubrir
diferencia en la operación, las cuales no aportan elementos para la solución de la
controversia.

K1 al K6, N1 al N4: Órdenes de exámenes, radiografías y récipes emanados de terceros


con sellos de terceros, reposos de terceros e informes de terceros, que no se les concede
valor probatorio.

M: Constancia del Departamento de Tuberculosis del Instituto Venezolano de los


Seguros Sociales de 20 de febrero de 1997 con sello húmedo de CARBONORCA, el
cual merece valor probatorio, pero sólo se refiere a consulta y orden de exámenes por lo
que no añade nada a la solución de la controversia.

O: Memorando Interno de Carbonorca que informa reposos desde el 21 de enero al 20


de febrero de 1997, el cual no añade elementos para la solución de la controversia pues
los reposos fueron demostrados con instrumentos emanados del Instituto Venezolano de
los Seguros Sociales.

P: Informe original del Consultorio de Enfermedades Profesionales del Instituto


Venezolano de los Seguros Sociales de fecha 28 de julio de 1997, el cual merece valor
probatorio y señala que la actora no debe exponerse a ambientes altamente pulvígenos y
sugiere su reubicación laboral.

Q y R: Autorización para la consulta neumonológica y su respectivo informe de fecha


16 de abril de 1997, lo cual coincide con las pruebas ya valoradas marcadas G y H.

S: Convención Colectiva de Trabajo 1996-1998, ya analizada anteriormente.

T: Copia de Planilla de cálculo de prestaciones sociales, la cual ya fue analizada


anteriormente.

Z: Informe de Unidad de Tomografía de fecha 6 de mayo de 1997, la cual no añade


elementos para la solución de la controversia, pues la enfermedad ya fue demostrada
con los informes del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales.

Prueba de Informes al Departamento de Tuberculosis y Enfermedades Pulmonares del


Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, el cual consta en el folio 11 de la Pieza 2;
al Instituto de Otorrinolaringología, que consta en el folio 105 de la pieza 2; y, al
Instituto Clínico Unare, folio 96 de la Pieza 2, los cuales confirman el tipo de
enfermedad de la actora y la operación en el Instituto de Otorrinolaringología.
Exhibición de la Planilla de cálculo de Prestaciones Sociales, el Certificado de
Incapacidad y los documentos marcados: Q, I, G, H, F, C, M, O y R, los cuales constan
en copias suministradas por la parte actora y fueron consignados por la demandada,
razón por la cual merecen valor probatorio y ratifican los hechos ya demostrados con
otros instrumentos.

Inspección Judicial al Centro Médico Dr. Renato Valera (folio 2, Pieza 2); Centro de
Salud Fragachán (folio 47, Pieza 2); y, Carbonorca (folio 49, Pieza 2), las cuales
merecen valor probatorio y ratifican los hechos ya demostrados con otros instrumentos
respecto a los reposos y las consultas médicas.

Inspección Judicial al Departamento de Control de Riesgo de Carbonorca (Folio 54,


Pieza 2), la cual merece valor probatorio y de la cual se desprenden los implementos de
seguridad que deben utilizar los empleados y visitantes de la planta; y, no consta la
entrega de las mascarillas a la actora pues ese control corresponde al departamento de
almacén.

Experticia sobre tipos de contaminación o sustancias químicas generadas en la planta, la


cual no fue evacuada y no hay prueba que valorar.

Continúa el escrito de promoción con la consignación del registro de


copia certificada de la demanda y orden de comparecencia el 1° de junio de 1998 y el 27
de mayo de 2004, las cuales merecen valor probatorio y demuestran que con el primer
registro se interrumpió la prescripción, como ya se explicó anteriormente; la Evaluación
de Incapacidad Residual de fecha 7 de agosto de 1997 y Evaluación N° 646 de fecha 27
de mayo de 2004, ambas del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, que fueron
impugnadas por la demandada en la contestación de la demanda, los cuales son
documentos públicos administrativos que gozan de una presunción de veracidad y
legitimidad, lo que es característico de la autenticidad, razón por la cual merecen valor
probatorio. De ellos se desprende que a la actora desde el 7 de agosto de 1997 se le
solicitó la declaratoria de incapacidad parcial y permanente y que el 27 de mayo de
2004 el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales describió la incapacidad como
rinosinusopatía crónica de origen ocupacional 20% y Glaucoma de ángulo abierto de
origen común 10%.

Por último promovió prueba de informes a la Comisión Nacional para


Evaluación de la Incapacidad del Ministerio del Trabajo (Instituto Venezolano de los
Seguros Sociales); y, Dirección de Afiliación y Prestaciones en Dinero. División de
Prestaciones del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, de las cuales desistió la
promovente (folio 48 , Pieza 3).

La demandada, en el escrito de promoción de pruebas, promovió el


mérito favorable de los documentos y testigos promovidos antes de la reposición de la
causa; e impugnó las documentales consignadas por la parte actora marcadas: E, F, K1,
L, M1, M2, M3, O, P, Q y G, lo cual ya fue tomado en cuenta al analizar los
instrumentos impugnados.

Consignó la demandada antes de la reposición de la causa, 6 folletos “El


Supervisor”; aviso de seguridad acerca de uso de respiradores; aviso de seguridad sobre
condiciones inseguras; Manuales de Primeros Auxilios y Prevención y Extinción de
Incendios; y, Material de Apoyo sobre investigación de accidentes, los cuales no fueron
impugnados y merecen valor probatorio. De ellos se desprende que la demandada sí
informaba sobre accidentes, primeros auxilios, uso de respiradores y condiciones
inseguras en el trabajo.

También Promovió antes de la reposición de la causa: la declaración de


los testigos Hortensia Seekats, Eugenio Gonzáles y Edward Spooner, los cuales fueron
contestes en sus respuestas y por tanto se valoran sus dichos, coincidiendo todos en que
la actora participó en las charlas de seguridad y seguridad industrial; y, que se le
entregaron los instrumentos de seguridad, especialmente las mascarillas 3M; Inspección
Judicial al Hospital Carlos Fragachán y prueba de experticia sobre origen de la
enfermedad y fecha de contagio, las cuales no fueron evacuadas y no hay instrumentos
que valorar.

En su escrito de promoción de pruebas, la demandada consignó las


siguientes documentales:

A: Planilla de Registro de Asegurado de la actora en el Instituto Venezolano de los


Seguros Sociales, la cual no fue impugnada y merece valor probatorio. De ella se
observa que la actora fue inscrita en el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales
desde el 2 de noviembre de 1992.

B: Constancia de asistencia de actora a Programa de Inducción el 12 de noviembre de


1992, la cual no fue impugnada y merece valor probatorio. De ella se desprende que la
actora participó en el curso mencionado.
C: Contrato Individual de Trabajo, el cual no fue impugnado y merece valor probatorio.
Del mismo se observan las condiciones de trabajo que imperaban en la relación laboral.

D y E: Planilla de cálculo de Prestaciones Sociales, comunicación y cheque de pago. La


planilla fue también consignada por la actora y del Cheque se observa que tiene fecha
13 de noviembre 1997.

Por último promovió la prueba de Informes al Comité de Higiene y


Seguridad Industrial de Carbonorca (folio 50, Pieza 3); al Hospital Carlos Fragachán, el
cual no fue evacuado y al Centro Topográfico Familia, el cual fue consignado después
de la audiencia de juicio. El informe del Comité de Higiene y Seguridad Industrial de
Carbonorca sólo está firmado por cuatro (4) de los ocho (8) miembros que lo
conforman, que no constituyen mayoría de sus miembros, razón por la cual no se le
otorga valor probatorio.

De conformidad con el establecimiento de la carga de la prueba y el


análisis concatenado de los aportes probatorios antes señalados, concluye la Sala que la
actora sí padece una enfermedad profesional, como lo estableció el Instituto
Venezolano de los Seguros Sociales; que estuvo de reposo desde el 7 de junio de 1996
hasta el 22 de marzo de 1997 y desde el 18 de abril de 1997 hasta el 15 de agosto de
1997, como consta en los certificados de incapacidad y justificativos médicos del
Instituto Venezolano de los Seguros Sociales; que recibió las prestaciones sociales y
demás conceptos laborales el 13 de noviembre de 1997 como consta en la fecha del
cheque consignado por la demandada; que la demandada sí informó a la actora de los
riesgos de su trabajo, le suministró instrumentos de seguridad y le dio charlas sobre
seguridad cumpliendo con la normativa establecida en la Ley Orgánica de Prevención,
Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo, según la inspección judicial, los manuales
y avisos de seguridad, la constancia de participación en el programa de inducción y la
declaración de los testigos; que la actora estaba inscrita en el Instituto Venezolano de
los Seguros Sociales desde el inicio de la relación laboral; y, que la parte actora no
logró demostrar el hecho ilícito del patrono.

La Convención Colectiva en su Cláusula N° 2 AMBITO DE


APLICACIÓN establece que las estipulaciones de la misma se aplicarán a los
Trabajadores de la Nómina Diaria y a los empleados que disfrutan actualmente de los
beneficios contemplados en los contratos individuales de la denominada Nómina
Mensual, salvo las excepciones expresamente establecidas en cualesquiera de las
Cláusulas de la Convención, en las cuales se refiera a alguna de estas categorías en
particular.

El contrato individual de trabajo firmado entre las partes el 2 de


noviembre de 1992 establece en el N° 21, que este contrato anula y sustituye a cualquier
contrato firmado con anterioridad y tendrá vigencia mientras la trabajadora no sea
beneficiaria del Contrato Colectivo de Trabajo, en cuyo caso éste último sustituirá al
presente en todas sus partes.

De las normas anteriores se desprende que la trabajadora sí estaba


amparada por la Convención Colectiva y que esto estaba previsto en el contrato
individual de trabajo.

El artículo 93 de la Ley Orgánica del Trabajo de 1990 establece que la


suspensión de la relación de trabajo no pondrá fin a la vinculación jurídica existente
entre el patrono y el trabajador.

El artículo 94 literal a) eiusdem dispone que serán causas de suspensión


el accidente o enfermedad profesional que inhabilite al trabajador para la prestación del
servicio durante un período que no exceda de doce (12) meses, aun cuando del
accidente o enfermedad se derive una incapacidad parcial y permanente.

El artículo 95 eiusdem establece que durante la suspensión, el trabajador


no estará obligado a prestar el servicio ni el patrono a pagar el salario, salvo las
prestaciones establecidas por la Seguridad Social o por la Convención Colectiva y los
casos que por equidad determine el Reglamento, dentro de las condiciones y limites que
éste fije.

En el caso concreto quedó establecido que la actora, por enfermedad


profesional estuvo de reposo desde el 7 de junio de 1996 hasta el 23 de marzo de 1997
(8 meses 16 días); y, desde el 18 de abril de 1997 hasta el 16 de junio de 1997 cuando
fue despedida (1 mes 28 días). Durante estos períodos, ambos menores a doce (12)
meses, la relación laboral estuvo suspendida y por tanto la actora no estaba obligada a
prestar servicio, ni el patrono a pagar el salario. Sin embargo, desde el 24 de marzo
hasta el 17 de abril de 1997, la actora sí prestó servicio pues no constan reposos para
estas fechas y se puede deducir de los permisos que solicitó el 11 y 16 de abril para
asistir a consultas médicas, por lo cual durante este período no estaba suspendida la
relación de trabajo y el patrono sí estaba obligado a pagar el salario.
La Convención Colectiva en su Cláusula N° 8 AUMENTO DE
SALARIO establece que la empresa conviene en aumentar a sus trabajadores los
salarios básicos que han regido hasta la fecha en la forma siguiente: 1) A partir de la
fecha de depósito legal de esta Convención Colectiva la cantidad de MIL
CUATROCIENTOS CINCUENTA BOLÍVARES (Bs. 1.450,00) diarios, a los
trabajadores de la Nómina Diaria; y de CUARENTA Y TRES MIL QUINIENTOS
BOLÍVARES (Bs. 43.500,00) mensuales a los Trabajadores de la denominada Nómina
Mensual.

De conformidad con la Cláusula parcialmente trascrita, durante el


período entre el 24 de marzo y el 17 de abril de 1997, le correspondía a la actora el
aumento en su salario básico de Bs. 43.500,00, el cual no fue cancelado por la
demandada, razón por la cual se ordena el pago equivalente a Bs. 43.500,00 mensuales
por el período de 25 días, lo que da un resultado de Bs. 36.250,00.

Respecto al cálculo de las prestaciones sociales, el artículo 108 de la Ley


Orgánica del Trabajo de 1990 establece que cuando la relación de trabajo termine por
cualquier causa después de tres (3) meses de servicio, el patrono pagará una
indemnización equivalente a un (1) mes de salario por cada año de antigüedad a su
servicio o fracción superior a seis (6) meses.

El artículo 97 de la Ley Orgánica del Trabajo de 1990 en su último


párrafo establece que la antigüedad del trabajador comprenderá el tiempo servicio antes
y después de la suspensión, salvo disposiciones especiales.

En el caso concreto la relación de trabajo comenzó el 2 de noviembre de


1992, se suspendió el 7 de junio de 1996 y se reanudó desde el 24 de marzo de 1997
hasta el 17 de abril de 1997, terminando el 16 de junio de 1997; es decir, que tuvo una
duración de 3 años 7 meses y 5 días inicialmente y 25 días durante 1997, lo que da un
total de 3 años y 8 meses. Por este período le corresponde una indemnización de
antigüedad de 4 meses de salario calculados con el aumento salarial de Bs. 43.500,00
antes señalado.

Salario normal: salario básico más aumento por Convención Colectiva más asignación
por transporte más asignación por vivienda más alícuota de bono vacacional y alícuota
de utilidades = Bs. 89.070,00 + Bs. 43.500,00 + Bs. 2.000,00 + Bs. 2.000,00 + (Bs.
60.000,00 / 12) + (89.070,00 + 43.500,00 +2.000,00 + 2.000,00) / 30 x 120 / 12 = Bs.
187.093,33 mensuales que equivalen a Bs. 6.236,44 diarios.

Indemnización de antigüedad: 4 meses x Bs. 187.093,33 = Bs. 748.373,32.

La empresa pagó, según la planilla de Liquidación de Prestaciones


Sociales, 150 días por un total de Bs. 802.611,00, cantidad mayor que la estimada por
esta Sala, razón por la cual no debe diferencia por prestaciones sociales.

En relación con la indemnización por despido injustificado, la


demandada alegó que la relación laboral terminó por haber durado los reposos un lapso
mayor a doce meses, lo cual no fue demostrado, quedando establecido de los
certificados de incapacidad y justificativos médicos emanados del Instituto Venezolano
de los Seguros Sociales que hubo 2 períodos de reposo, uno por 8 meses 16 días; y, otro
por 1 mes 18 días, por lo cual considera la Sala que la relación laboral terminó por
despido injustificado.

El artículo 125 de la Ley Orgánica del Trabajo de 1990 establece que en


caso de despido injustificado el patrono deberá pagar el doble de la prestación de
antigüedad prevista en el artículo 108 más el doble de lo que le habría correspondido
por el preaviso no utilizado en los casos de los literales a, b y c del artículo 104.

Como quedó establecido que la relación laboral terminó por despido


injustificado y en la Liquidación de Prestaciones Sociales se observa que la empresa no
pagó nada por concepto de preaviso, le corresponde pagar el doble de antigüedad, es
decir, Bs. 748.373,32, más el doble del preaviso de un mes que le corresponde al actor
de conformidad con el artículo 104 de la Ley Orgánica del Trabajo, es decir, Bs.
273.140,00 (2 x Bs. 136.570,00). En total por indemnización por despido injustificado
la empresa debe Bs. 1.021.513,32.

En relación con la mora en el pago de las prestaciones sociales, la


Cláusula 84 de la Convención Colectiva establece que en caso de terminación de la
relación laboral la empresa tendrá un plazo de 5 días hábiles para el pago de las
indemnizaciones legales y/o contractuales correspondientes; y, en caso de
incumplimiento, pagará al trabajador los días de mora en que incurriera contados a
partir del día hábil siguiente a la terminación de la relación de trabajo a razón del
respectivo salario básico.
Fue admitido por las partes que la relación laboral terminó el 16 de junio
de 1997 y quedó demostrado con la copia del cheque entregado a la trabajadora por sus
prestaciones sociales y demás conceptos laborales que el pago correspondiente se
realizó el 13 de noviembre de 1997, razón por la cual, la empresa debe pagar 150 días
de mora calculados con el salario básico (89.070 + 43.500), es decir, 150 x (Bs.
132.570,00 / 30) = Bs. 662.850,00.

Como no fueron pagados en su oportunidad el diferencial de salario, la


indemnización por despido injustificado y la indemnización por retardo en el pago de
prestaciones sociales, de conformidad con lo previsto en el artículo 92 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, y la jurisprudencia de la Sala de
Casación Social, se ordena el pago de los intereses de mora sobre la cantidad
condenada, causados: para el diferencial de salario desde el 30 de abril de 1997, fecha
en la cual debió pagarse el diferencial de salario por el tiempo trabajado durante 1997;
para la indemnización por despido injustificado, desde el 17 de junio de 1997, día hábil
siguiente a la fecha en que terminó la relación laboral; y, para la indemnización por
retardo en el pago de las prestaciones sociales, desde el 13 de noviembre de 1997, fecha
en que se pagaron las prestaciones sociales y debió pagarse la respectiva indemnización
por mora, los cuales se determinarán mediante experticia complementaria del fallo, por
un único perito designado por el Tribunal si las partes no lo pudieran acordar;
considerando para ello una tasa de interés de 3% anual hasta la entrada en vigencia de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, y las tasas de interés fijadas por
el Banco Central de Venezuela, a partir de la entrada en vigencia de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela hasta la fecha efectiva de pago.

Respecto al reclamo de la indemnización prevista en la Cláusula 57 de la


Convención Colectiva, la misma establece que en los casos de enfermedades
profesionales que ocasionen incapacidad parcial y permanente certificada por I.V.S.S.,
que le impida al trabajador volver a desempeñar su trabajo habitual, la empresa le
someterá a entrenamiento durante 6 meses para adaptarlo a un trabajo apropiado a sus
condiciones. Si en el plazo señalado el trabajador no puede capacitarse para sus nuevas
funciones y la empresa decidiera prescindir de sus servicios, le pagará al trabajador las
indemnizaciones legales y contractuales que le corresponderían como si se tratase de un
despido injustificado y una bonificación adicional equivalente a 500 salarios básicos.
En el caso concreto, la incapacidad parcial y permanente fue certificada
por Instituto Venezolano de los Seguros Sociales en el Informe de fecha 7 de agosto de
1997, y el porcentaje de incapacidad, el 27 de mayo de 2004, después de la terminación
de la relación laboral; y, la relación laboral terminó por despido injustificado y no por
incapacidad parcial y permanente, razón por la cual, no se dan los supuestos de hecho
previstos en la Convención Colectiva, como son, incapacidad parcial y permanente
certificados por el I.V.S.S.; y, que en el plazo de 6 meses de entrenamiento, el trabajador
no pueda capacitarse para sus nuevas funciones y la empresa decida prescindir de sus
servicios, lo que lleva a la Sala a concluir que no procede la indemnización reclamada.

En relación con las reclamaciones por enfermedad profesional debe


asentar la Sala que en la actualidad el régimen de indemnizaciones por enfermedad
profesional está previsto, esencialmente, en cuatro textos normativos distintos, que son:
la Ley Orgánica del Trabajo, la Ley del Seguro Social Obligatorio, la Ley Orgánica de
Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo y el Código Civil.

Las disposiciones previstas en la Ley Orgánica del Trabajo en relación


con las indemnizaciones por enfermedad profesional están contenidas en el Título VIII
del citado texto legislativo, “De los infortunios en el trabajo”, y están signadas por el
régimen de la responsabilidad objetiva del empleador, contemplada en el artículo 560
eiusdem, según el cual el patrono debe responder e indemnizar al trabajador por los
accidentes de trabajo o enfermedades profesionales, provengan del servicio mismo o
con ocasión de él, aunque no haya imprudencia, negligencia, impericia o inobservancia
de los reglamentos por parte de la empresa o de los trabajadores. La propia Ley
Orgánica del Trabajo, establece el monto de las indemnizaciones que por concepto de
incapacidad debe recibir el trabajador o sus familiares en caso de muerte de aquél.

Dispone el artículo 563 de la Ley Orgánica del Trabajo que el patrono


queda exceptuado del pago de las indemnizaciones al trabajador si: a) el accidente
hubiese sido provocado intencionalmente por la víctima, b) se debiera a una causa
extraña no imputable al trabajo, y no concurriere un riesgo especial preexistente; c)
cuando se trate de personas que ejecuten trabajos ocasionales, ajenos a la empresa del
patrono; d) en caso de los trabajadores a domicilio, y e) cuando se trate de miembros de
la familia del empleador, que trabajen exclusivamente por cuenta del mismo y vivan
bajo el mismo techo.
Entonces, según las previsiones del artículo 560 de la Ley Orgánica del
Trabajo, y siempre que no concurra alguna de las circunstancias eximentes previstas en
el artículo 563 eiusdem, el patrono responderá ante la mera ocurrencia del accidente de
trabajo o del padecimiento de la enfermedad profesional, sin que fuere relevante las
condiciones en que se haya producido el mismo.

Para que prospere una reclamación del trabajador en estos casos bastará
que se demuestre el padecimiento de la enfermedad profesional, y la demostración del
grado de incapacidad sobrevenida será relevante a los fines de determinar el monto de la
indemnización.

El artículo 585 eiusdem establece que en los casos cubiertos por el


Seguro Social Obligatorio se aplicarán las disposiciones de la Ley especial de la materia
y las disposiciones de este Título, en ese caso, tendrán carácter supletorio para lo no
previsto por la Ley pertinente.

En el caso concreto, quedó establecido que la actora estaba inscrita en el


Instituto Venezolano de los Seguros Sociales desde el inicio de la relación laboral, razón
por la cual no proceden las indemnizaciones previstas en la Ley Orgánica del Trabajo.

Por su parte, la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio


Ambiente de Trabajo tiene como objeto regular la parte preventiva de los riesgos
laborales, según se expresa en su artículo 1°, y a tal fin dispone en su artículo 33, un
grupo de sanciones patrimoniales, administrativas y penales para los casos en que el
accidente de trabajo o la enfermedad profesional se produzca por la no corrección por
parte del empleador, de una condición insegura previamente advertida y conocida por el
empleador.

Concretamente, en el caso de las sanciones patrimoniales dispone la Ley


Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo, en los Parágrafos
Primero, Segundo y Tercero del artículo 33, que el empleador debe indemnizar al
trabajador por las incapacidades ocasionadas por enfermedades profesionales o
accidentes de trabajo, o a sus parientes en caso de muerte del trabajador, cuando dichos
infortunios se produzcan como consecuencia del incumplimiento de las normas de
prevención, sabiendo el empleador que sus trabajadores corrían peligro en el desempeño
de sus labores y no corrigió las situaciones riesgosas.
En este caso, el empleador responde por haber actuado en forma culposa,
con negligencia, imprudencia o impericia, y siempre será preciso que en caso de
reclamación de la indemnización correspondiente, el trabajador demuestre que el
patrono conocía de las condiciones riesgosas.

En el caso concreto, quedó demostrado mediante las documentales y la


declaración de los testigos que el patrono conocía la condición riesgosa de la actividad e
informó a la actora sobre los riesgos de su trabajo y le dio charlas sobre seguridad, con
lo cual quedó demostrado el cumplimiento de la demandada de las normas de la Ley
Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo, razón por la cual,
no procede la indemnización prevista en el artículo 33, Parágrafo Segundo de la Ley
Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo.

Adicionalmente, debe acotar la Sala que el trabajador que ha sufrido


algún infortunio de trabajo o enfermedad profesional puede reclamar la indemnización
por daño moral y en aplicación de la “teoría del riesgo profesional”, la responsabilidad
patronal de reparar dicho daño es objetiva, es decir, debe ser reparado por el patrono
aunque no haya habido culpa en la ocurrencia del infortunio de trabajo.

En sentencia N° 116 de 2000, caso FLEXILÓN, la Sala explicó que la


Ley Orgánica del Trabajo prevé expresamente una responsabilidad objetiva por daños
provenientes de accidente o enfermedad profesional del trabajador en virtud del riesgo
profesional que asume el patrono.

La teoría de la responsabilidad objetiva nace del supuesto de que el daño


causado por un objeto debe ser reparado por su propietario, no porque el dueño haya
incurrido en culpa, sino porque su cosa, su maquinaria ha creado un riesgo, sobre el cual
debe responder, indemnizando al trabajador tanto por el daño material como por daño
moral.

Lo expuesto en el párrafo anterior, es conocido en nuestra doctrina como


la responsabilidad objetiva por guarda de cosas, estipulada en el artículo 1.193 del
Código Civil, el cual dispone:

Toda persona es responsable del daño causado por las cosas que tiene bajo
su guarda, a menos que pruebe que el daño ha sido ocasionado por falta de
la víctima, por el hecho de un tercero, o por caso fortuito o fuerza mayor.
De todo esto se desprende que la teoría del riesgo profesional, tuvo su
origen en la conocida responsabilidad objetiva por la guarda de la cosa, y por lo tanto,
como bien lo ha señalado la doctrina y la jurisprudencia, en virtud de dicha
responsabilidad objetiva se debe reparar tanto el daño material como el daño moral.

Es por ello que la teoría del riesgo profesional, aplicable al patrono por
los accidentes o enfermedades profesionales que sufran sus empleados, lo hace
responder objetivamente, es decir, independientemente de la culpa, tanto por el daño
material como por el daño moral, siempre que “el hecho generador (accidente o
enfermedad profesional) de daños materiales pueda ocasionar, además, repercusiones
psíquicas o de índole afectiva al ente moral de la víctima” (S.C.C. 23-03-92).

En el caso concreto, la parte actora reclamó la indemnización por el daño


moral causado por la enfermedad profesional de la actora, con fundamento en los
artículos 1.193 y 1.196 del Código Civil, lo que equivale a solicitar el resarcimiento del
daño moral tanto por responsabilidad objetiva como por hecho ilícito.

Como ya se explicó, la Ley Orgánica del Trabajo establece la


responsabilidad objetiva del patrono en la indemnización por el daño material y moral
ocasionado por accidentes laborales y enfermedades profesionales, razón por la cual,
establecido que la actora sufre una enfermedad profesional que la ocasionó una
incapacidad parcial y permanente describiendo la incapacidad como rinosinusopatía
crónica de origen ocupacional 20% y Glaucoma de ángulo abierto de origen común
10%, la Sala examinará los criterios objetivos que le permitan estimar prudentemente la
indemnización que mitigue el daño moral sufrido.

Respecto a la entidad del daño, fue declarada por el Instituto Venezolano


de los Seguros Sociales una incapacidad parcial y permanente de origen ocupacional
20%, para realizar el trabajo que venía desempeñando como Ingeniero Químico en
Carbonorca. Se considera que el daño psíquico es leve.

En segundo lugar, no quedó demostrada la culpa de la demandada por las


documentales y la declaración de los testigos, pues se cumplió con los procedimientos y
la dotación para garantizar la seguridad de los trabajadores.

En relación con la conducta de la víctima, no quedó demostrada la culpa


o la intención de la trabajadora en la ocurrencia de la enfermedad profesional, pues no
quedó demostrado que la actora no usara los implementos de seguridad suministrados.
Por otro lado, la actora es ingeniero industrial, con un nivel de
instrucción superior, con una hija y regular condición social y económica; y, la empresa
demandada, es por todos conocido que es una empresa del Estado que pertenece a todos
los venezolanos que mantiene una alta utilidad por la actividad que desarrolla, por lo
cual puede responder a la actora.

Sobre los atenuantes a favor del responsable, no consta en el expediente


conductas que hubieran ayudado a la actora a su reubicación o a sobrellevar su
enfermedad.

Sobre el tipo de “retribución satisfactoria que necesitaría el accionado


para ocupar una situación similar”, considera la Sala que es equitativa una
indemnización suficiente que le permita a la actora prepararse para desempeñar su
carrera en una empresa que no afecte su salud o en forma independiente y así mantener
su situación económica.

Por último, en cuanto a “las referencias pecuniarias estimadas por el Juez


para tasar la indemnización que considera equitativa y justa para el caso concreto”, en
virtud de que la entidad del daño es leve; que la demandada no fue negligente en la
preparación del trabajador en materia de seguridad; que la actora tiene una hija y es de
regular condición social y económica; que la empresa tiene capacidad para responder
por el daño moral causado; y, que la actora es ingeniero industrial, esta Sala fija una
indemnización por daño moral de 2 años de salario mínimo urbano (24 x Bs.
614.790,00) equivalente a Bs. 14.754.960,00, que le permitirá prepararse para
desempeñar su carrera en forma independiente o en una empresa que no afecte su salud;
obteniendo así una indemnización justa y equitativa.

Siendo procedente la corrección monetaria para preservar el valor de lo


debido y de conformidad con la sentencia N° 116 de 2000, se condena a la parte
demandada su pago, cuyo monto se determinará mediante experticia complementaria
del fallo, la cual se debe practicar considerando: 1º) Será realizada por un único perito
designado por el Tribunal si las partes no lo pudieran acordar; 2º) El perito, a los fines
del cálculo de la indexación de la indemnización por la Convención Colectiva de
Trabajo y la Ley Orgánica del Trabajo, ajustará su dictamen al promedio de la tasa
pasiva anual de los seis (6) primeros bancos comerciales del país, conforme a los
respectivos boletines emitidos por el Banco Central de Venezuela, desde la notificación
o citación de la demandada hasta que la sentencia quede definitivamente firme,
excluyendo de dicho cálculo los lapsos sobre los cuales la causa se haya paralizado por
acuerdo entre las partes, por hechos fortuitos o de fuerza mayor, tales como huelga de
funcionarios tribunalicios, por la implementación de la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo y por vacaciones judiciales; y el monto correspondiente al daño moral, desde la
fecha del decreto de ejecución hasta la ejecución del mismo. En caso de no
cumplimiento voluntario de la sentencia el Juez de Sustanciación, Mediación y
Ejecución del Trabajo competente, aplicará lo preceptuado en el artículo 185 de la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo.

En resumen se condena al pago de:


Diferencia salarial Bs. 36.250,00
Indemnización por despido injustificado Bs. 1.021.513,32
Indemnización por retardo en el pago de prestaciones sociales Bs. 662.850,00
Daño Moral Bs. 14.754.960,00
Total Bs. 16.475.573,32
Más los intereses de mora y la indexación que resulten de la experticia complementaria
del fallo.
Como consecuencia de lo anterior se declara parcialmente con lugar la
demanda intentada por la ciudadana BELKYS BLANCO PÉREZ, contra la sociedad
mercantil C.V.G. CARBONES DEL ORINOCO, C.A. (C.V.G. CARBONORCA), y se
ordena pagar la cantidad de DIECISÉIS MILLONES CUATROCIENTOS SETENTA Y
CINCO MIL QUINIENTOS SETENTA Y TRES BOLÍVARES CON TREINTA Y DOS
(Bs. 16.475.573,32) que equivalen a DIECISÉIS MIL CUATROCIENTOS SETENTA Y
CINCO BOLÍVARES FUERTES CON CINCUENTA Y SIETE CÉNTIMOS (BsF.
16.475,57) por concepto de diferencial de salario, indemnización por despido
injustificado, indemnización por retardo en el pago de las prestaciones sociales; y daño
moral por enfermedad profesional; así como los intereses de mora y la corrección
monetaria de los montos mencionados que resulte de las experticias complementarias
del fallo.

DECISIÓN

Por las razones antes expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia, en


Sala de Casación Social, administrando justicia en nombre de la República y por
autoridad de la ley, declara: 1º CON LUGAR el recurso de casación anunciado y
formalizado contra la sentencia publicada el 2 de marzo de 2007, dictada por el Juzgado
Segundo Superior del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar; y, 2°
PARCIALMENTE CON LUGAR la demanda intentada por la ciudadana BELKYS
BLANCO PÉREZ, contra la sociedad mercantil C.V.G. CARBONES DEL ORINOCO,
C.A. (C.V.G. CARBONORCA).

Se ordena a la sociedad mercantil C.V.G. CARBONES DEL ORINOCO,


C.A. (C.V.G. CARBONORCA) pagar la cantidad de DIECISÉIS MILLONES
CUATROCIENTOS SETENTA Y CINCO MIL QUINIENTOS SETENTA Y TRES
BOLÍVARES CON TREINTA Y DOS (Bs. 16.475.573,32) que equivalen a DIECISÉIS
MIL CUATROCIENTOS SETENTA Y CINCO BOLÍVARES FUERTES CON
CINCUENTA Y SIETE CÉNTIMOS (BsF. 16.475,57) a la ciudadana BELKYS
BLANCO PÉREZ por concepto de diferencial de salario, indemnización por despido
injustificado, indemnización por retardo en el pago de las prestaciones sociales; y daño
moral por enfermedad profesional; así como los intereses de mora y la corrección
monetaria de los montos mencionados que resulte de las experticias complementarias
del fallo.

No hay condenatoria en costas de conformidad con el artículo 59 de la


Ley Orgánica Procesal del Trabajo.

El Juez de Primera Instancia de Sustanciación, Mediación y Ejecución


del Trabajo notificará a la Procuraduría General de la República del presente fallo con
oficio y copia certificada de la decisión, de conformidad con el artículo 95 de la Ley
Orgánica de la Procuraduría General de la República.

Publíquese, regístrese y remítase el expediente a la Unidad de Recepción


y Distribución de Documentos de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, a los
fines de que lo remita al Tribunal de Primera Instancia de Sustanciación, Mediación y
Ejecución del Trabajo correspondiente. Particípese de esta remisión al Juzgado Superior
de origen, antes identificado, todo de conformidad con el artículo 176 de la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo.

La presente decisión no la firma el Magistrado, ALFONSO VALBUENA


CORDERO por no haber estado presente en la audiencia pública correspondiente.

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación


Social, del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los diecinueve (19) días del mes
de febrero de dos mil ocho. Años: 197º de la Independencia y 148º de la Federación.
El Presidente de la Sala,

____________________________
OMAR ALFREDO MORA DÍAZ

El-

Vicepresidente Ponente, Magistrado,

_______________________ _______________________________
JUAN RAFAEL PERDOMO ALFONSO VALBUENA CORDERO

Magistrado, Magistrada,

_______________________________ _________________________________
LUIS E. FRANCESCHI GUTIÉRREZ CARMEN ELVIGIA PORRAS DE ROA

El Secretario,

_____________________________
JOSÉ E. RODRÍGUEZ NOGUERA

R.C. N° AA60-S-2007-001261
Nota: Publicada en su fecha a las

El Secretario,
SALA DE CASACIÓN SOCIAL

Ponencia de la Magistrada Dra. CARMEN ELVIGIA PORRAS DE ROA

En el juicio de cobro de diferencia de prestaciones sociales y otros


conceptos laborales que sigue el ciudadano NÉSTOR LUIS GARCÍA, titular de la
cédula de identidad Nº V- 5.796.913, representado judicialmente por los abogados José
Gregorio González Zambrano y Zoraida Hernández Guerra, inscritos en el Instituto de
Previsión Social del Abogado bajo los números 46.409 y 67.628 respectivamente,
contra PETROQUÍMICA DE VENEZUELA S.A. (PEQUIVEN) inscrita
inicialmente ante el Registro Mercantil de la Circunscripción Judicial del Distrito
Federal y Estado Miranda en fecha 1º de diciembre de 1977, bajo Nº 35, tomo 148- A,
representada judicialmente por los abogados Leonte Landino Martínez, Oscar Vivas
Landino, Sergia Valbuena Landino, Ángel Delgado, Luis Duque, Javier Socorro
Alvarado, Julio Boscán R, Daisy Cardozo, Sandra Trillos Trillos, Constanza Quevedo
González, Efraín Ramírez Echeto, Zulay Urdaneta, Ricardo Baroni, Noris R. Lara,
Douglas Rodríguez y Auslar López Villegas, inscritos en el Instituto de Previsión Social
del Abogado bajo los números 8.304, 51.655, 24.035, 13.594, 91.937, 57.132, 84.306,
46.685, 32.945, 28.282, 12.234, 9.755, 49.220, 93.661, 3.585 y 10.555 en su orden; el
Tribunal Superior Primero del Circuito Judicial Laboral de la Circunscripción Judicial
del Estado Zulia publicó sentencia el 14 de abril de 2005, mediante la cual declaró sin
lugar el recurso de apelación interpuesto por la demandada, con lugar el recurso de
apelación ejercido por el actor, parcialmente con lugar la demanda y modificó el fallo
proferido por el Juzgado Primero de Juicio para el Régimen Procesal Transitorio de la
referida Circunscripción Judicial, en fecha 18 de marzo de 2004, que declaró con lugar
la prescripción de la acción por cobro de prestaciones sociales, sin lugar la prescripción
de la acción por indemnización de enfermedad profesional, parcialmente con lugar la
demanda, y condenó al pago de indemnización por enfermedad profesional, lucro
cesante y daño moral.

Contra la sentencia de alzada, la empresa accionada anunció oportunamente


recurso de casación, el cual fue admitido y formalizado en el término legal. No hubo
impugnación.

El 14 de diciembre de 2005, se dio cuenta del asunto y se designó ponente al


Magistrado OMAR ALFREDO MORA DÍAZ.

El 27 de julio de 2006, el presidente de la Sala, en uso de las facultades


conferidas en el artículo 20 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia,
reasignó la ponencia a la Magistrada doctora CARMEN ELVIGIA PORRAS DE ROA,
quien con tal carácter suscribe la decisión.

Concluida la sustanciación del recurso, tuvo lugar la audiencia oral, pública


y contradictoria en fecha 1º de agosto de 2006, y se dictó fallo oral e inmediato,
conforme a lo previsto en el artículo 174 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo.

La Sala, pasa en esta oportunidad a publicar la sentencia correspondiente, en


los siguientes términos:

Por razones de estricto orden práctico y metodológico se altera el orden de


las denuncias formalizadas en el escrito recursivo.

CAPÍTULO I
RECURSO POR INFRACCIÓN DE LEY
I
A tenor de lo previsto en el numeral 2, artículo 168 de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo denuncia falsa aplicación del artículo 623 de la Ley Orgánica del
Trabajo.
Aduce el recurrente que el ad quem al determinar como fecha de
constatación de la enfermedad profesional el 21 de marzo de 2001, incurrió en falso
supuesto e inexacta aplicación de la norma denunciada, por cuanto, de las actas del
expediente, específicamente en el escrito libelar, el actor confesó que fue el 8 de
noviembre de 1999 cuando se le diagnosticó la presunta enfermedad profesional, y
dicho error de juzgamiento fue determinante en el dispositivo del fallo ya que, conllevó
a desestimar la prescripción de la acción.

Así las cosas, el artículo 623 de la Ley Orgánica del Trabajo establece:

Artículo 623. Las empresas del sector privado que introduzcan en su


funcionamiento disposiciones similares a las establecidas para los
organismos del sector público en los artículos anteriores gozarán de
protección especial. El Ejecutivo Nacional dictará por vía de reglamentación
normas que tiendan a concretar y regularizar esta protección y a estimular la
participación laboral, la cual dará derecho a un trato preferencial en la
medida en que contribuya a la armonía de los factores de la producción con
miras al desarrollo social y económico y al aumento de la productividad.

De la norma transcrita, se colige que no guarda hilación lógica con el


contexto de la denuncia, ya que su contenido está orientado a reglamentar la
estimulación y protección especial a empresas del sector privado que adopten políticas
del sector público; mientras que la delación señala que la recurrida partió de un falso
supuesto al indicar que la fecha de constatación de la enfermedad fue el 21 de marzo de
2001 y no el 8 de noviembre de 1999, por lo que, a su criterio, era procedente la
prescripción de la acción de indemnización por enfermedad profesional.

Ahora bien, en aras de garantizar la justicia, la Sala procede a revisar el


contenido del artículo 62 de la Ley Orgánica del Trabajo que preceptúa lo relativo al
lapso de prescripción de la acción para reclamar la indemnización derivada de los
accidentes de trabajo y enfermedades profesionales:
Artículo 62. La acción para reclamar la indemnización por accidentes o
enfermedades profesionales prescribe a los dos (2) años, contados a partir de
la fecha del accidente o constatación de la enfermedad.
En ese sentido, de seguidas se pasa a reproducir lo dictaminando por el ad
quem en cuanto a la fecha de constatación de la enfermedad y el lapso de prescripción
de la acción:

(…) por otra parte en relación a la defensa de fondo de la prescripción de la


enfermedad profesional, fundamenta la misma en el hecho de haber
transcurrido más de dos (2) años contados desde al fecha que se le
diagnóstico la enfermedad desde septiembre de 1.999 por lo cual hasta la
fecha de la notificación el 29 de julio de 2002, habían transcurrido más de
dos (2) años.
Omissis
Para resolver esta Superioridad observa:
Omissis

En el caso de autos, se evidencia de las actas procesales que la constatación


de la enfermedad profesional se efectuó el día 21 de marzo de 2.001, y que
la demandada fue notificada el día 11 de julio de 2.002, por lo que se puede
determinar de un simple cálculo que no habían transcurrido los dos (2) años
previstos en el artículo 62 de la Ley Orgánica del Trabajo, en consecuencia
esta Juzgadora debe declarar improcedente la defensa de fondo de
prescripción de la enfermedad profesional opuesta por la parte demandada.
Así se decide.

Del escudriñamiento de las actas procesales y del extracto de la sentencia


trascrito se constató que la enfermedad profesional fue diagnosticada el 21 de marzo de
2001, a través de originales de estudio funcional pulmonar, y evaluación de incapacidad
expedida por el médico legista del Ministerio del Trabajo (Inspectoría del Trabajo) del
26 de marzo del citado año. Las anteriores instrumentales que tienen pleno valor
probatorio, en virtud de no haber sido desconocidas por la empresa accionada en la
oportunidad procesal correspondiente. Así se decide.

En mérito de las consideraciones expuestas, la Sala procede a desestimar la


denuncia formulada por infracción de ley.

II

De conformidad con el numeral 2, artículo 168 de la Ley Orgánica Procesal


del Trabajo denuncia falsa aplicación del artículo 59 eiusdem.
Refiere el formalizante que el demandante reclamó diferencias por cobro de
prestaciones sociales e indemnizaciones por enfermedad profesional, ante lo cual alegó
la defensa de prescripción de la acción, que fue declarada en cuanto a la primera de las
acciones indicadas, de tal manera que el efecto procesal inmediato era declarar
parcialmente con lugar la demanda; sin embargo, la recurrida condenó en costas a la
empresa demandada apelante por lo que incurrió en falsa aplicación de la normativa
contenida en artículo 59 de la ley adjetiva laboral.

Continúa el recurrente:
(…) El Juez de la recurrida aplicó falsamente la citada norma jurídica, por
cuanto la parte demanda no resultó totalmente vencida. (…) En
consecuencia al declarar procedente esta defensa de fondo interpuesta por la
parte demandada no puede aplicarse el vencimiento total que señala la
norma aplicada y por otra parte el actor no obtuvo en definitiva la totalidad
de su pretensión. (…) Ahora bien, en caso de ser declarada la prescripción
de la acción, si bien no hay declaratoria sin lugar de la demanda intentada
por no existir pronunciamiento sobre el fondo del asunto, el actor no obtiene
en definitiva la totalidad de su pretensión, lo que lo hace susceptible de ser
condenado en costas del proceso, como así ya lo ha efectuado esta Sala de
Casación Social en sentencias de fechas 14-02-02 y 04-07-00.

Del estudio de la denuncia, la Sala considera pertinente reproducir el


contenido del artículo 59 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo:

Artículo 59. A la parte que fuere vencida totalmente en un proceso o en una


incidencia, se le condenará al pago de las costas.

De la recurrida se puede extraer el alegato sostenido por la empresa


accionada en el recurso de apelación, vale destacar:

(…) Negó, Rechazó y Contradijo, los hechos narrados por el trabajador-


actor sobre la enfermedad que dice padecer actualmente de NEUPOTIA
QUÍMICA SEVERA CRÓNICA así como razones, consecuencias y
responsabilidades detalladas en el libelo. Y finalmente negó, rechazó y
contradijo tanto los hechos como el derecho, poniendo como defensa de
fondo la prescripción de la acción referida a la reclamación de prestaciones
sociales y otros conceptos laborales, así como también la prescripción de la
acción de la enfermedad profesional.

la Sala, indica que las costas procesales constituyen una institución


procedente en los procesos en que la parte resultó totalmente vencida en juicio a través
de sentencia definitivamente firme o en una incidencia del proceso. En el caso sub
examine el punto central de la sentencia que causó gravamen a la accionada y fue objeto
del recurso de apelación versó sobre la declaratoria sin lugar de la prescripción de la
acción por indemnización de enfermedad profesional, igualmente declarada
improcedente por el ad quem, lo que trajo como secuela procesal la declaratoria sin
lugar del recurso de apelación; por tanto, la recurrida, en pleno uso de sus atribuciones,
procedió a cumplir con lo previsto en artículo 59 de la ley adjetiva laboral y condenó en
costas a la parte demandada apelante por resultar perdidosa en la referida incidencia.
Por los motivos anteriormente citados se desecha el estudio de la denuncia
formulada por falsa aplicación. Así se decide.

III
En atención a lo establecido en el numeral 2, artículo 168 de la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo denuncia falsa aplicación del artículo 1185 del Código
Civil.
Expone el recurrente qué, en cuanto a la responsabilidad subjetiva, el actor
debe demostrar la comisión del hecho intencional, negligente o imprudente por parte del
patrono, la relación de causalidad entre el supuesto acto dañoso y el daño; no obstante,
el ad quem consideró que el trabajador satisfizo los extremos previstos en el artículo
1185 del Código Civil, y ordenó el pago de las indemnizaciones derivadas de la
enfermedad profesional, a saber, daño material, lucro cesante y daño moral, incurriendo
en falsa aplicación de la norma en referencia, y ello resultó determinante en el
dispositivo del fallo.

Señala el formalizante:
(…) La recurrida condena a pagar a la demandada, indemnizaciones
provenientes de un presunto hecho ilícito civil, sin que el actor hubiese
demostrado la identificación del Agente (sic) del Daño, (sic) como tampoco
la ocurrencia de hecho intencional, negligente, imprudente o carente de
pericia o efectuado en desacato de las ordenanzas por la demandada; como
tampoco la relación de causalidad entre el supuesto acto dañoso y el daño
alegado por la víctima (…) Esto arrastra a la conclusión de que la recurrida
aplicó erróneamente el artículo 1185 del Código Civil. (…) la recurrida no
aplicó la doctrina establecida en sentencias reiterada (sic) y vinculantes que
ha pronunciado esta Sala Social en casos similares, donde se condena al
Seguro Social a pagar la indemnización que sea procedente que derive de
una (sic) accidente laboral conforme a la responsabilidad objetiva; no tiene
el actor que entrar a demostrar, por estar fundamentado en el riesgo al que
indefectiblemente está condenando a soportar el empleador.

La Sala, señala que la falsa aplicación consiste en la incorrecta elección de


la norma jurídica aplicable, lo cual se traduce normalmente en una omisión del precepto
que debió ser aplicado; no obstante, del contexto de la formalización se desprende que
está orientado a denunciar la suposición falsa que se refiere forzosamente a un hecho
positivo y concreto que el Juez establece de manera inexacta en la sentencia a causa de
un error de percepción, entre otras razones, porque no existen las menciones que
equivocadamente atribuyó a un acta del expediente; vicios éstos perfectamente
recurribles en casación bajo el numeral 2, artículo 168 de la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo.

Así las cosas, resulta importante destacar lo preceptuado en el artículo 1185


del Código Civil que establece:

Artículo 1.185. El que con intención, o por negligencia o por imprudencia,


ha causado un daño a otro, está obligado a repararlo.
Debe igualmente reparación quien haya causado un daño a otro, excediendo,
en el ejercicio de su derecho, los límites fijados por la buena fe o por el
objeto en vista del cual le ha sido conferido ese derecho.

El precitado artículo contempla la responsabilidad civil

extracontractual derivada del hecho ilícito, por tanto, corresponde al actor que

pretenda ser indemnizado por concepto de lucro cesante, demostrar que el

daño proviene del hecho ilícito del patrono; tal como lo estableció la Sala en

sentencia Nº 388 de fecha 5 de mayo de 2004 (caso: José Vicente Bastidas

Liscano contra Molinos Nacionales, C.A. Monaca.):

En cuanto al lucro cesante, resulta necesario señalar que para


que el mismo sea procedente deben cubrirse los extremos del
hecho ilícito, es decir, para que la indemnización por lucro
cesante sea estimada, deben necesariamente cubrirse los
extremos del hecho ilícito invocado, o sea, el daño, la relación
de causalidad y la culpabilidad del supuesto causante del
hecho, así lo ha señalado la doctrina de la Sala, tal como lo
expresa la sentencia anteriormente citada, cuando
textualmente señala que ‘...Respecto a la procedencia de la
indemnización por daño moral y lucro cesante, corresponde a
la actora probar el hecho ilícito, la existencia del daño y la
relación de causalidad entre el hecho ilícito y el daño
causado...’
Omissis

A su entender, quien pretenda ser indemnizado por concepto


de lucro cesante, debe: demostrar que la existencia de una
enfermedad o accidente (el daño) sea consecuencia de la
conducta imprudente, negligente, inobservante, imperita del
patrono (hecho ilícito), es decir, que además de demostrar el
daño sufrido y el hecho ilícito generador, debe comprobar que
la primera es producto, un efecto consecuencial de la otra.

Lo antes expuesto, obliga a verificar lo dictaminado por la


recurrida en cuanto a la procedencia de las indemnizaciones derivadas
del hecho ilícito:

(…) Como anteriormente se observó, el trabajador también


puede exigir al patrono la indemnización por daños materiales
prevista en el artículo 1.185 (sic) del Código Civil, siempre que
compruebe que el accidente de trabajo o la enfermedad
profesional son producto del hecho ilícito del empleador. En
este supuesto el sentenciador para decidir la procedencia de
dichas pretensiones, deberá aplicar la normativa del derecho
común.
Omissis

Es decir, el trabajador que demanda la indemnización de daños


materiales superiores a los establecidos en las leyes
especiales, deberá probar de conformidad con el artículo 1.354
(sic) del Código Civil, los extremos que conforman el hecho
ilícito que le imputa al patrón, la extensión del daño y al
relación de causalidad entre el hecho ilícito del patrono y el
daño producido.
Con respecto al hecho ilícito, la Sala de Casación Social del
Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia de fecha 13-07-
2000, señala lo siguiente: (…) Como elementos del hecho ilícito
se señalan: (…) 1) incumplimiento de una conducta
preexistente; 2) carácter culposo del incumplimiento en sentido
lato; 3) que el incumplimiento sea ilícito; 4) daño; 5) relación de
causalidad entre el incumplimiento y el daño.
Omissis

(…) este Tribunal (sic) considera que la parte demandada


incurrió en culpa al faltar a su obligación de seguridad industrial
y esa culpa envuelve por consiguiente, la comisión de un hecho
ilícito que genera la correspondiente responsabilidad civil
prevista en el artículo 1.185 (sic) del Código Civil y obliga a la
reparación del daño producido.

Del extracto de la recurrida y del escudriñamiento de las actas


procesales, se observa que el ad quem, acogiéndose a los criterios
establecidos por la Sala en cuanto a la distribución de la carga de la
prueba en el marco de la responsabilidad subjetiva, y de conformidad con
los artículos 72 y 135 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, estableció
que el actor debía demostrar la negligencia, imprudencia e inobservancia
(culpa) en que incurrió el patrono, que a su vez, le ocasionó la
enfermedad profesional aducida y del acervo probatorio se constató que
el actor demostró la existencia de la enfermedad profesional (daño) y la
relación de causalidad entre el daño y el agente del mismo; empero, el
requisito sine quanon relativo a la comprobación de la culpa en que
incurrió el patrono no fue demostrado, por tanto, se declara con lugar la
denuncia bajo estudio. Así se decide.
En virtud de haberse declarado procedente esta denuncia, se hace inoficioso
pronunciarse sobre el resto de las delaciones formuladas por la parte demandada. En
consecuencia, pasa la Sala a emitir su decisión sobre el fondo de la controversia de
acuerdo con lo establecido en el artículo 175 de la Ley Orgánica Procesal de Trabajo.

DE LA TRABA DE LA LITIS

Se inicia el juicio mediante demanda incoada por el ciudadano Néstor Luis


García por cobro de diferencia de prestaciones sociales, enfermedad profesional y otros
conceptos laborales, contra la sociedad mercantil Petroquímica de Venezuela, S.A.
(PEQUIVEN).
Afirma el demandante que comenzó a prestar sus servicios personales para
la empresa accionada el 3 de octubre de 1977, como operador de primera, y finalizó
como supervisor de turno de la gerencia de operaciones en fecha 1º de septiembre de
2000, por jubilación por incapacidad parcial y permanente.

Agrega el actor que durante el desempeño de su trabajo se exponía a


productos químicos como monocloruro de vinilo, dicloretano, dripoleno, aceite pesado,
cloro, etilenos, úrea y amoniaco, entre otros, y que por más de diez (10) años no existió
sistema de drenaje cerrado e incineradores de gases en las áreas de clorinación,
purificación y craqueo; que para cumplir sus funciones de supervisor en el
almacenamiento y despacho de úrea, debían mantener las puertas cerradas para lograr
una temperatura promedio de 38°, produciendo un polvillo que al ser inhalado se
impregnaba en la piel.

Continúa señalando que comenzó a sentir malestar en su cuerpo por lo que


decidió acudir al médico de la empresa, quien ordenó una serie de exámenes que no le
fueron entregados, y se le diagnosticó un problema de tensión arterial, por lo que en
fecha 8 de noviembre de 1999 el médico de la empresa, Francisco Andrade, recomendó
a la demandada PEQUIVEN estudiar la posibilidad de incapacitarlo ya que su evolución
no era satisfactoria al tratamiento médico.

Alega que su condición física se vio fuertemente deteriorada y en virtud de


la negativa de los médicos de la empresa de suministrarle información sobre su
enfermedad, se trasladó a un médico privado, quien le diagnosticó “bronquitis química
crónica”, enfermedad profesional sobrevenida derivada de la inhalación de sustancias
químicas por un espacio prolongado (más de 21 años), que lo ha llevado a sufrir en la
actualidad de “neupotía química severa” que dicha enfermedad es progresiva e
irreversible y le produce un “déficit ventilatorio respiratorio severo, obstructivo
moderado que ocasiona trastornos respiratorios mixtos con predominios de
componentes obstructivos al respirar, el cual no responde a broncodilatadores”. Enfatiza
que sufre incapacidad física que le imposibilita trabajar y realizar actividades cotidianas.
Aduce el actor que para la fecha de su egreso percibió un salario diario
integral de cuarenta y siete mil ochocientos cuarenta y nueve bolívares con cinco
céntimos (Bs. 47.849,05), un salario normal de treinta y dos mil trescientos treinta y
siete bolívares con tres céntimos (Bs. 32.337,03) y un salario básico de veintisiete mil
doscientos veinticinco bolívares con tres céntimos (Bs. 27.225,03), que la accionada,
con base en este último salario (básico) le pagó por concepto de prestaciones sociales, la
cantidad de dieciocho millones ciento ochenta y seis mil trescientos cincuenta bolívares
con ochenta céntimos (Bs. 18.186.350,80), que incluye indemnización de antigüedad
acumulada, compensación por transferencia, intereses y corte de cuenta.

El accionante demanda el pago de los siguientes cantidades por concepto de


diferencia de prestaciones sociales e indemnizaciones derivadas de la enfermedad
profesional: veinte millones doscientos un mil ochenta y ocho bolívares con sesenta
céntimos (Bs. 20.201.088,60), por concepto de antigüedad legal; veinte millones
doscientos un mil ochenta y ocho bolívares con sesenta céntimos (Bs. 20.201.088,60),
por concepto de antigüedad normativa; tres millones trescientos cinco mil seiscientos
setenta bolívares con cuarenta céntimos (Bs. 3.305.670,40), por efecto de utilidades en
la antigüedad; tres millones de bolívares (Bs. 3.000.000,00), por concepto de
compensación por transferencia; dieciocho millones ciento siete mil trescientos ochenta
y ocho bolívares con trenita y dos céntimos ((Bs. 18.107.388,32), por concepto de
intereses sobre la antigüedad y compensación por transferencia; cinco millones ciento
veintidós mil doscientos setenta y un bolívares con quince céntimos (Bs. 5.122.271,15),
por concepto de antiguedad legal; noventa y cinco mil seiscientos noventa y ocho
bolívares con diez céntimos (Bs. 95.698,10), por concepto de pago adicional de dos (2)
días por año por concepto de antigüedad; ochocientos ocho mil cuatrocientos treinta y
siete bolívares con cincuenta céntimos (Bs. 808.437,50), por concepto de vacaciones
fraccionadas; (Bs. 808.437,50), novecientos seis mil quinientos noventa y tres bolívares
con cuarenta y nueve céntimos (Bs. 906.593,49), por concepto de bono vacacional
fraccionando; dos millones novecientos setenta y nueve mil cincuenta y nueve bolívares
con catorce céntimos (Bs. 2.979.059,14), por concepto de utilidades; dos millones
novecientos diez mil trescientos treinta y dos bolívares con setenta céntimos (Bs.
2.910.332,70), por contribución única y especial por jubilación; cuarenta y siete mil
seiscientos dieciséis bolívares con cincuenta y ocho céntimos (Bs. 47.616,58), por 6%
aporte (FAP) PEQUIVEN; dos millones doscientos setenta y ocho mil seiscientos
cuarenta y un mil bolívares con treinta céntimos (Bs. 2.278.641.30), por efecto de las
utilidades sobre las prestaciones sociales; conceptos que suman la cantidad de setenta y
nueve millones novecientos sesenta y tres mil ochocientos ochenta y cinco bolívares con
ochenta y ocho céntimos (Bs. 79.963.885,88).

Adicionalmente, demanda la suma de cincuenta y dos millones trescientos


noventa y cinco mil doscientos dos bolívares con cincuenta céntimos (Bs.
52.395.202,50), por concepto de indemnización por incapacidad parcial y permanente
para el trabajo como consecuencia de enfermedad profesional, según lo establecido en
el artículo 33, Parágrafo Segundo, numeral tercero de la Ley Orgánica de Prevención,
Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo; doscientos setenta y nueve millones
cuatrocientos cuarenta y un mil ochenta bolívares (Bs. 279.441,080,00), por concepto de
daño material y lucro cesante derivado del hecho ilícito del patrono por no haber
proveído las condiciones de higiene y seguridad industrial, y cien millones de bolívares
(Bs. 100.000.000,00), por daño moral, de conformidad con lo establecido en el artículo
1185 del Código Civil.

Finalmente, solicita la corrección monetaria de los montos condenados a


pagar y las costas procesales, estimando la demanda en la cantidad de quinientos once
millones ochocientos mil ciento sesenta y ocho bolívares con treinta y ocho céntimos
(Bs. 511.800.168,38).

En la contestación de la demanda, la empresa accionada admitió que el actor


comenzó a prestar sus servicios personales el 3 de octubre de 1977, como operador de
primera, y finalizó como supervisor de turno de la gerencia de operaciones en fecha 1 de
septiembre de 2000, fecha en la cual se le otorgó, a solicitud del accionante, el beneficio
de jubilación por incapacidad (parcial y permanente) por presentar tensión arterial.
Negó y rechazó el salario diario integral alegado por el actor para la fecha
de terminación de la relación de trabajo de la cantidad de cuarenta y siete mil
ochocientos cuarenta y nueve bolívares con cinco céntimos (Bs. 47.849,05), igualmente
rechazó y negó el salario normal de treinta y dos mil trescientos treinta y tres bolívares
con tres céntimos (Bs. 32.337,03), y señaló como salario diario integral la cantidad de
veintisiete mil doscientos veinticinco bolívares con tres céntimos (Bs. 27.225,03) y
alegó que con base en este salario, en fecha 31 de agosto de 2000, la empresa pagó las
prestaciones sociales al trabajador.

Negó y rechazó los conceptos de antigüedad legal, efecto de utilidades en la


antiguedad, compensación por transferencia, intereses sobre antigüedad, antigüedad
legal, pago adicional de dos (2) días de salario por cada año de servicio, vacaciones
fraccionadas, bono vacacional, utilidades, contribución única y especial por jubilación,
6% aporte (FAP), efecto de las utilidades sobre la prestación sociales, que el accionante
estima en la cantidad de setenta y nueve millones novecientos sesenta y tres mil
ochocientos ochenta y cinco bolívares con ochenta y ocho céntimos (Bs.
79.963.885,88), por cuanto considera que pagó todos los conceptos derivados del
vínculo laboral con base en el salario percibido por el ex trabajador. Así mismo, negó,
rechazó y desconoció el concepto de antigüedad normativa, en razón que el actor
demandó el concepto de antiguedad por separado pretendiendo el pagó doble del
mismo.

Negó, rechazó y desconoció las condiciones alegadas por el actor en cuanto


a la prestación del servicio, que se empleara la sustancia química denominada úrea para
la manufactura de productos; negó la enfermedad profesional denominada ‘neupotia
química crónica’, por cuanto dicha enfermedad no está registrada en la etiología médica
y alegó que otorgó la jubilación al trabajador por que éste padecía de hipertensión
arterial, enfermedad común, más no profesional, y por ende no sujeta a la
indemnización prevista en la Ley Orgánica del Trabajo.

Negó y rechazó las cantidades demandadas por concepto de


indemnizaciones derivadas de enfermedad profesional, a saber, cincuenta y dos millones
trescientos noventa y cinco mil doscientos dos bolívares con cincuenta céntimos (Bs.
52.395.202,50), por concepto de indemnización por incapacidad parcial y permanente
para el trabajo como consecuencia de enfermedad profesional, según lo establecido en
el artículo 33, Parágrafo Segundo, numeral tercero de la Ley Orgánica de Prevención,
Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo; doscientos setenta y nueve millones
cuatrocientos cuarenta y un mil ochenta bolívares (Bs. 279.441,080,00), por concepto de
daño material y lucro cesante y la cantidad de cien millones de bolívares (Bs.
100.000.000,00), por concepto de daño moral, por considerar inexistente la enfermedad
aducida.

Alega que en las acciones por infortunios laborales, en las que el actor
demanda indemnizaciones de daños materiales superiores a las establecidas en la Ley
Orgánica del Trabajo, como la indemnización prevista en el artículo 33 de la Ley
Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo; lucro cesante y
daño moral, el actor debe demostrar, de conformidad con la normativa del artículo 1354
del Código Civil, los extremos que conforman el hecho ilícito que imputa el actor.
Agrega que en caso de demostrarse la enfermedad, no puede aplicarse la teoría del
riesgo a que se refiere el artículo 560 de la Ley Orgánica del Trabajo, toda vez que el
actor no reclamó dicha indemnización.

Adujó la prescripción de la acción por haber transcurrido más de dos (2)


años calendario consecutivos desde el mes de septiembre de 1999, fecha en la cual el
actor tuvo conocimiento de la enfermedad, según lo indicó en el escrito libelar, hasta el
10 de julio 2002, fecha de citación de la demandada que se realizó en la persona del
Gerente de Recursos Humanos, y, a través de una simple operación aritmética, se
evidencia que han transcurrido dos (2) años y ocho (8) meses, sin que conste en autos
ningún medio legal de interrupción de la prescripción de la acción por indemnización de
enfermedad profesional.

Asimismo, adujó la prescripción de la acción por cobro de diferencia de


prestaciones sociales con el alegato de que desde la fecha de terminación de la relación
laboral -1º de septiembre de 2000 - hasta la fecha de citación de la accionada - 10 de
julio de 2002- transcurrió un lapso superior a un (1) año y diez (10) meses, sin que
conste en autos medio interruptivo de la prescripción, lo cual supera el lapso establecido
en la norma para operar la prescripción de las acciones ordinarias.
DECISIÓN DE MÉRITO
PUNTO PREVIO
I
De la prescripción de la acción por indemnización de enfermedad profesional

La sociedad mercantil accionada opuso la defensa de prescripción de la


acción por indemnización derivada de la enfermedad profesional, con base en que
transcurrió más de dos (2) años desde la fecha de constatación de la enfermedad
profesional por parte del trabajador, septiembre de 1999, hasta la fecha en que fue
practicada la citación de la demandada 10 de julio de 2002.

Para decidir la Sala, observa:

De las actas que conforman el expediente -específicamente los folios 90,


91y 92 de la primera pieza- cursa en original la evaluación médica cardiovascular y
pulmonar realizada el 21 de marzo de 2001 por el ciudadano Alejandro Soto, médico
internista y neumonólogo, inscrito en el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social bajo
el Nº 9924, en la cual diagnosticó: 1) “déficit ventilatorio restrictivo severo y
obstructivo moderado”, 2) “neumopatia química crónica”, 3) “cardiopatía hipertensiva
severa”. Seguidamente (folio 101 primera pieza) obra en original, informe médico de
fecha 26 de marzo de 2001 expedido por el servicio médico del Ministerio del Trabajo,
Inspectoría del Trabajo del Estado Zulia, en el cual se observa estampado el sello
húmedo de la Oficina de Medicatura Legal, suscrito por la médico legista Liria
Rodríguez, quien diagnosticó “…déficit ventilatorio respiratorio severo, obstructivo
moderado, trastornos respiratorios mixtos, no responde a broncodilatadores como
secuela de neupotia química crónica…”.

Las anteriores instrumentales no fueron impugnadas en su contenido y firma


por la empresa demandada, por tanto, a tenor de lo establecido en el artículo 429 del
Código de Procedimiento Civil se tienen como fidedignas en su contenido en cuanto a la
existencia de la enfermedad profesional aducida por el reclamante denominada
“neumopatia química crónica”; cuya fecha de constatación fue 21 de marzo de 2001.
Indicado lo anterior, resulta vinculante reproducir el contenido del artículo
62 de la Ley Orgánica del Trabajo, relativo al lapso de prescripción de la acción por
indemnización de accidentes y enfermedades profesionales:

Artículo 62. La acción para reclamar la indemnización por accidentes o


enfermedades profesionales prescribe a los dos (2) años, contados a partir de
la fecha del accidente o constatación de la enfermedad.

Del contexto de la norma se colige que el lapso de prescripción de la acción


por indemnización de accidentes o enfermedades profesionales, es de dos (2) años
contados a partir de la fecha en que se constató la enfermedad u ocurrió el accidente. En
el caso sub iudice, quedó demostrado que la constatación de la enfermedad acaeció el
21 de marzo de 2001 y la fecha de citación de la demandada, según las actas del
expediente, fue el 11 de julio de 2002, es decir, dentro del lapso legal de dos (2) años
previstos en el precepto transcrito ut supra. En consecuencia, se declara sin lugar la
defensa de prescripción de la acción por indemnización de enfermedad profesional. Así
se decide.

II
De la prescripción de la acción por cobro de prestaciones sociales

Alegó la demandada la defensa perentoria de prescripción de la acción


ordinaria de cobro de diferencia de prestaciones sociales, con fundamento en que
transcurrió más de un (1) año contado desde la fecha de terminación del vínculo laboral
que operó el 1º de septiembre de 2000 hasta la fecha de notificación de la demandada 10
de julio de 2002.

Para resolver este máximo Tribunal en Sala de Casación Social, pasa a


indicar el contenido de los artículos 61 y 64 de la Ley Orgánica del Trabajo relativos a
la prescripción de las acciones laborales y formas de interrupción:

Artículo 61. Todas las acciones provenientes de la relación de trabajo


prescribirán al cumplirse un (1) año contado desde la terminación de la
prestación de los servicios.
Artículo 64. La prescripción de las acciones provenientes de la relación de
trabajo se interrumpe:

a) Por la introducción de una demanda judicial, aunque se haga ante un juez


incompetente, siempre que el demandado sea notificado o citado antes de la
expiración del lapso de prescripción o dentro de los dos (2) meses
siguientes;

b) Por la reclamación intentada por ante el organismo ejecutivo competente


cuando se trate de reclamaciones contra la República u otras entidades de
carácter público;

c) Por la reclamación intentada por ante una autoridad administrativa del


Trabajo. Para que la reclamación surta sus efectos deberá efectuarse la
notificación del reclamado o de su representante antes de la expiración del
lapso de prescripción o dentro de los dos (2) meses siguientes; y

d) Por las otras causas señaladas en el Código Civil.

Al respecto, la Sala ha señalado en reiteradas oportunidades que la


prescripción extintiva o liberatoria es un medio de libertarse de una obligación por el
transcurso del tiempo y bajo las condiciones determinadas por la ley. Esta institución
supone la inercia del acreedor para exigir el cumplimiento del crédito por parte del
deudor y está regulada por los artículos 64 de la Ley Orgánica del Trabajo y 1967 y
1969 del Código Civil, según los cuales la prescripción se interrumpe natural o
civilmente, esta última, en virtud de una demanda judicial aunque se haga ante un juez
incompetente, de un decreto o de un acto de embargo notificado a la persona respecto de
la cual se quiere impedir el curso de la prescripción, o de cualquiera otro acto que
constituya en mora de cumplir la obligación. En el caso de una demanda judicial, para
que ésta produzca interrupción, deberá registrarse en la oficina correspondiente, antes
de expirar el lapso de la prescripción, copia certificada del libelo con la orden de
comparecencia del demandado, autorizada por el Juez, a menos que se haya efectuado la
citación del demandado dentro de dicho lapso.

En el caso sub examine se constata que el vínculo laboral terminó el 29 de


agosto de 2000; la demanda fue presentada el 3 de julio de 2001, y la citación de la
demandada ocurrió el 11 de julio de 2002, es decir un año (1) y ocho (8) días después de
presentada la demanda, toda vez que la parte actora no logró realizar ningún acto
interruptivo dentro de los dos (2) meses siguientes al vencimiento del lapso de
prescripción (29 de agosto de 2001) de conformidad con lo preceptuado en artículo 64
literal a) de la Ley Orgánica del Trabajo, en concordancia con el artículo 61 eiusdem.

En mérito del razonamiento que antecede, se declara con lugar la


prescripción de la acción por cobro de diferencia de prestaciones sociales. Así se decide.

Pruebas de la parte demandante:

I. instrumentales:

a) Copias fotostáticas de planillas de recibos de pago de fechas 11-98; 12-


98; 01-99; 02-99; 03-99; 04-99; 05-99; 06-99, 07-99; 08-99; 09-99; 10-99; 11-99; 12-
99; 01-00; 02-00; 03-00; 04-00; 05-00; 06-00; 07-00 y 08-00. Las anteriores
documentales demuestran de manera detallada el pago mensual efectuado por la
accionada a favor del trabajador Néstor Luis García correspondiente a los años 1998,
1999 y 2000, y no fueron impugnados en la oportunidad procesal, por lo que se les
otorga valor de plena prueba en cuanto a su contenido. Así se decide.

b) Copia fotostática de planilla de informe diario de operaciones, de la


supervisión general del complejo Zulia El Tablazo, de fecha 24 de diciembre de 1994.
c) Copia fotostática de planilla de informe diario de tratamiento de efluentes
de laboratorio central de fecha 24 de diciembre de 1994.

d) Planilla de coordinación de operaciones de fechas 24 y 25 de diciembre


de 1994.

e) Copia fotostática de historial médico por “consulta especialista”.

Las anteriores instrumentales no fueron impugnadas por la empresa


accionada, y la parte accionante solicito su exhibición la cual fue evacuada el 14 de
agosto de 2002. Al acto compareció, por la empresa accionada, su representante legal, el
cuál expuso: “…que no reposan (sic) de estas originales que ha solicitado el actor en
poder de PEQUIVEN…”.
La Sala, observa que se cumplieron todos los extremos exigidos por el
artículo 436 del Código de Procedimiento Civil para la admisión y evacuación de la
prueba de exhibición. Ahora bien, ante la negativa del intimado de exhibir los
documentos solicitados, y del escudriñamiento de las actas procesales (folios 58 al 87 y
93 al 98 primera pieza), se verificó que el promovente acompañó a su solicitud los
medios necesarios para hacer presumir la tenencia de los documentos intimados, por
tanto, se evidencia que la demandada tuvo a su disposición las planillas de informe
diario de operaciones de la supervisión y de tratamientos de efluentes de laboratorio
central, marcadas con las letras b, c y d, en las que consta que la empresa emplea para el
desarrollo de su objeto comercial sustancias químicas, entre otras, amoniaco, úrea,
etileno, propileno, dripoleno, cloro, gas, soda cáustica, ácido clorhídrico, aceites
pesados, e igualmente se constata en las originales de las historias médicas de consulta
de especialista (marcada letra e) que indicaban el paciente no respondía a los
tratamientos debido al carácter progresivo de la enfermedad sugiriéndose incapacitar al
trabajador actor.

En consecuencia, las instrumentales analizadas quedan firmes en su


contenido y constituye plena prueba de la existencia de la enfermedad profesional
derivada de la prolongada exposición a sustancias químicas tales como, amoniaco, úrea,
etileno, propileno, dripoleno, cloro, gas, soda cáustica, ácido clorhídrico empleadas por
la accionada para el desarrollo del objeto comercial, todo ello, a tenor de lo establecido
en el artículo 429 del Código de Procedimiento Civil.

f) Original de evaluación cardiovascular y pulmonar de fecha 21 de marzo


de 2001.

g) Original de planilla de reporte estudio funcional de fecha 21de marzo de


2001 y 31de julio de2002.

Dichas instrumentales, por ser documentos emanados de terceros, a tenor


del artículo 431 del Código de Procedimiento Civil, debieron ser ratificadas en juicio
por su autor, ciudadano Alejandro Soto, médico internista y neumonólogo inscrito en el
Ministerio de Sanidad y Asistencia Social bajo el Nº 9924. De la revisión de las actas
procesales esta Sala verifica que el referido galeno, en fecha 21 de marzo de 2001
reconoció el contenido, circunstancias, fecha y firma del diagnóstico médico de la
enfermedad profesional “neumopotía química crónica” y un “efecto respiratorio
restrictivo y obstructivo entre los grados de severo y muy severo, acompañado de un
déficit en la capacidad ventilatoria pulmonar global entre los grados de moderado y
severo”, por lo que se le otorga pleno valor probatorio a las mismas. Así se decide.

h) original de planilla de servicios médico legal.

De las actas del expediente (folio 101 primera pieza) obra en original
informe médico de fecha 26 de marzo de 2001 expedido por el servicio médico del
Ministerio del Trabajo, Inspectoría del Trabajo del Estado Zulia, el cual se encuentra
estampado con el sello húmedo de la Oficina de Medicatura Legal y suscrito por la
médico legista Liria Rodríguez, quien diagnosticó “…déficit ventilatorio respiratorio
severo, obstructivo moderado, trastornos respiratorios mixtos, no responde a
broncodilatadores como secuela de neupotia química crónica…”; que por tratarse de ser
un instrumento emanado de autoridad administrativa del Trabajo perteneciente al Estado
venezolano, en su contenido goza de fe pública. Del mismo se desprende que el médico
legista incurrió en un error material al transcribir el nombre de la enfermedad padecida
por el actor, el cual fue subsanado a través de diligencia suscrita por el tercero, de
manera que el diagnóstico de la enfermedad profesional es: “neumopatía química
crónica”.

Dicha instrumental, al no ser atacada por la parte accionada en la


oportunidad procesal, y a tenor de lo establecido en el artículo 429 del Código de
Procedimiento Civil, demuestra la constatación de la enfermedad profesional por el
trabajo, en virtud de la exposición prolongada a una variada gama de productos
químicos durante la relación laboral, que ocasionó al trabajador accionante incapacidad
parcial y permanente y reducción de capacidad para el trabajo del 95%. Se tiene como
fidedigna en su contenido y firma. Así se decide.

i) Copias fotostáticas de registro de notificación de accidentes de trabajo y


enfermedades profesionales y lista de la Oficina Internacional del Trabajo relativa a
enfermedades profesionales.
Del análisis de esta prueba se observa que se corresponde a informe
emanado de la Oficina Internacional del Trabajo, de la cual Venezuela es miembro, y
produce la convicción de la existencia de nuevas enfermedades profesionales. La
anterior instrumental es fuente material del derecho, a tenor del artículo 60 literal c) de
la Ley Orgánica del Trabajo y por tal motivo no es objeto de prueba. Así se decide.

II Testimoniales:

Promovió testimoniales de los ciudadanos Daniel Soto, Eliceo Galíndez,


Ricardo Moreno, Nelson Ojeda, Félix Parra, Pedro Paz Flores, Liria Rodríguez y
Alejandro Soto, venezolanos, mayores de edad, domiciliados en Maracaibo, Estado
Zulia.

De las deposiciones rendidas de los ciudadanos Daniel Soto, Eliceo


Galíndez, Ricardo Moreno, Nelson Ojeda, y Félix Parra, se evidencia que han intentado
reclamaciones de carácter laboral contra la empresa demandada PETROQUÍMICA DE
VENEZUELA, S.A. (PEQUIVEN), que pudieran tener interés en las resultas del juicio
viciando la imparcialidad en sus dichos; motivo suficiente para desechar las referidas
testimoniales a tenor de lo dispuesto en los artículos 478 y 508 del Código de
Procedimiento Civil. Así se decide.

Testimonial rendida por el ciudadano Pedro Paz Flores de cuya deposición


se desprende que hace mención a ciertas circunstancias relacionadas con la enfermedad
profesional alegada por el actor Néstor Luis García, producto de la exposición
prolongada a sustancias químicas sin la debida protección; sin embargo, afirma que sus
dichos los obtuvo por haber visto un informe médico del cual no señala datos de
identificación; por tanto, dicha testimonial se desecha de conformidad con lo
establecido en el artículo 508 del Código de Procedimiento Civil. Así se decide.

La ciudadana Liria Rodríguez, no compareció en el día y la hora señalado


por el tribual, motivo por el cual no hay deposición que valorar. Así se decide.

Testimonial del ciudadano Alejandro Soto, la cual fue promovida con el


objeto de ratificar la evaluación cardiovascular y pulmonar de fecha 21 de marzo de
2201 y el original de planilla de reporte estudio funcional realizados el 21 de marzo de
2001 y 31 de julio de 2002, por el precitado ciudadano en su condición de médico
especialista en neumonologia, así como para ilustrar al tribunal acerca de los
conocimiento científicos sobre la enfermedad profesional y sus causas. La Sala estima
que el testigo es hábil para testificar y demuestra con su deposición un nivel intelectual
acorde con su profesión; por lo que al estar conteste con los particulares formulados, de
conformidad con los artículos 508 y 510 del Código de Procedimiento Civil, se le
otorga valor de plena prueba a dicha testimonial, en cuanto a la existencia de la
enfermedad profesional y sus causas. Así se decide.

Pruebas de la parte demandada:

Invoca el mérito favorable de las actas procesales. En cuanto a este


particular, se ha determinado que el mismo no constituye un medio de prueba, sino un
deber del jurisdicente, por lo que al no ser promovido un medio probatorio susceptible
de valoración, se desecha. Así se decide

Informes:

A tenor del artículo 433 del Código de Procedimiento Civil solicita del
tribunal requiera informe al Banco Venezolano de Crédito, relativo a las cantidades de
dinero que depositó al ciudadano Néstor Luís García en esa institución por concepto de
fideicomiso, abonos en cuenta con ocasión del corte de cuentas, antigüedad,
compensación por transferencia, intereses, utilidades, beneficios laborales desde la
fecha de inicio de la relación laboral, hasta la fecha de entrada en vigencia de la Ley
Orgánica del Trabajo, es decir por espacio de veintiún (21) años y dos (2) meses, hasta
el 31 de diciembre de 1998.

Solicita del tribunal, requiera informe al Banco Provincial (agencia


PEQUIVEN) sobre las cantidades de dinero que fueron depositadas a favor del
ciudadano Néstor Luís García en esa institución por concepto de fideicomiso, abonos en
cuenta, corte de cuentas de fideicomiso, abonos en cuenta con ocasión del corte de
cuentas, antiguedad, compensación por transferencia, intereses, utilidades, beneficios
laborales desde al fecha de inicio de la relación laboral, hasta la fecha de entrada en
vigencia de la Ley Orgánica del Trabajo, es decir, por espacio de veintiún (21) años y
dos (2) meses, hasta el 31 de diciembre de 1998.

Al folio 175.primera pieza, corre agregado carta misiva del Banco


Venezolano de Crédito de fecha 16 de septiembre de 2002, sin número, debidamente
suscrita por el representante del departamento de auditoría, en el cual informa que el
ciudadano Néstor Luis García, titular de la cédula de identidad Nº V- 5.796.913,
mantiene una cuenta corriente desde el 16 de junio de 1997 (nómina de Pequiven) bajo
el Nº 051-00110310; y que éste no mantiene registros de fideicomiso con dicha
institución.

Al folio 248 segunda pieza, se observa carta misiva emanada del Banco
Provincial de Venezuela de fecha 11 de marzo de 2003, Nº 3197-02, suscrita por el
representante de la dirección de seguridad operativa, en la cual informa que el
ciudadano Néstor Luis García, titular de la cédula de identidad Nº V- 5.796.913 no
aparece registrado como fideicomitente en dicha institución.

De los informes que preceden se evidencia en su contenido que no aportan


elementos de prueba sobre el objeto de la litis, por tanto, se desecha su valoración. Así
se decide.

Para decidir la Sala, observa:

Del análisis del acervo probatorio, esta Sala puede colegir que en el caso
sub examine quedó demostrada la existencia de la enfermedad alegada por el ciudadano
accionante; sin embargo, tal como lo ha señalado la jurisprudencia de esta Sala, es
requisito sine qua non para la procedencia de cualquier indemnización por daños
materiales o morales derivados de enfermedad profesional –tanto si se trata de
responsabilidad objetiva o subjetiva-, que la enfermedad o estado patológico padecido
por el trabajador haya sido contraído con ocasión del trabajo o por exposición al medio
ambiente de trabajo (de conformidad con las definiciones consagradas en los artículos
562 de la Ley Orgánica del Trabajo y 28 de la Ley Orgánica de Prevención,
Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo), para lo cual será indispensable establecer
la relación de causalidad entre la prestación de servicios -considerando las condiciones
en que se realizaba- y la aparición de la enfermedad.

En cuanto a este requisito de procedencia, la doctrina jurisprudencial de la


Sala dejó sentado en sentencia Nº 505 del 17 de mayo de 2005 (caso: Álvaro Avella
Camargo contra Sociedad Mercantil Costa Norte Construcciones, C.A.):

(…) La relación de causalidad, es pues una cuestión de orden físico


material, más que jurídico, se trata de saber si un daño es consecuencia de
un hecho anterior y para su estudio es necesario definir los conceptos de
causa, concausa y condición. En este orden de ideas, la causa, es el origen,
antecedente o fundamento de algo que ocurre, es el hecho que ocasiona
algo, una cosa o acontecimiento que puede producir uno o más efectos; la
concausa, es aquello que actuando conjuntamente con una determinada
causa, contribuye a calificar el efecto, es un estado o circunstancia
independiente que actúa con la causa, que puede ser preexistente,
concomitante o sobreviviente.
Omissis

(…) para definir la relación de causalidad que debe existir entre la


enfermedad y el trabajo realizado, a efecto de que pueda ordenarse la
indemnización correspondiente, es menester considerar como causa sólo la
que mayor incidencia ha tenido en la génesis del daño (ésta sería la causa
principal) y considerar o llamar concausa a otras causas o condiciones que
han influido en la producción y la evolución del daño. Es así, que serían
causa las condiciones y medio ambiente del trabajo (si es que fueron el
principal desencadenante de la lesión) y concausa la predisposición del
trabajador a contraer la enfermedad.
Omissis

En este sentido, se hace necesario tener en cuenta si la causa incriminada


(las condiciones de prestación del servicio) es capaz de provocar el daño
denunciado y en caso de producirse una complicación evolutiva, poder
establecer si alguna otra causa (concausa), alteró esa evolución, de esta
manera el juez podrá decidir si hubo o no vinculación causal o concausal
con las tareas realizadas por un trabajador; determinar dicha vinculación
resulta indispensable, pues no resultará indemnizable el daño sufrido por el
trabajador ocasionado conjuntamente por la tarea realizada y por la acción
de una concausa preexistente, en la medida en que esta última (concausa)
haya incidido.
Omissis

A tal fin será preciso realizar un análisis de las circunstancias vinculadas con
las condiciones y medio ambiente del trabajo, es decir, realizar un análisis
de las tareas efectuadas por la víctima, en este sentido el trabajador deberá
detallar en su libelo la tarea que ejecuta o ejecutaba y no limitarse a la
mención tan común del oficio desempeñado; luego se analizarán los detalles
y pruebas existentes en autos sobre el ambiente laboral y los elementos que
el trabajador consideró pernicioso para su salud. Una vez realizada dicha
determinación, corresponde estudiar las circunstancias vinculadas con el
trabajador, es decir, estudiar el diagnóstico de la enfermedad padecida lo
cual obviamente sólo será posible con la ayuda del profesional médico; debe
estudiarse además las condiciones personales del trabajador, edad, sexo,
constitución anatómica, predisposición y otras enfermedades padecidas.

Tal como lo ha expuesto la jurisprudencia patria, para determinar la relación


de causalidad entre el trabajo prestado y la enfermedad profesional, es indispensable
examinar las condiciones del medio ambiente laboral y la naturaleza de los servicios
realizados.

En el caso bajo estudio, se advierte que de los términos en que efectuó la


accionada la contestación de la demanda y del alegato de prescripción de la acción por
indemnización de enfermedad profesional, ésta admitió expresamente la existencia del
daño (enfermedad profesional); igualmente del acervo probatorio valorado ut supra, se
determina a través de los informes médicos, que el daño se ocasionó al trabajador
accionante por estar bajo la exposición prolongada a agentes químicos, con lo cual se
configura la relación de causalidad; empero, en cuanto a la culpa, es decir, la
imprudencia, negligencia e inobservancia por parte de la empresa para cumplir con las
condiciones de prevención, higiene y seguridad que demostraran el hecho ilícito
cometido por el patrono, no fue demostrada por el trabajador actor quien a tenor de los
artículos 72 y 135 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo tiene la carga de la prueba,
por tratarse de un hecho extraordinario el objeto de la demanda. En consecuencia, no
son procedentes las indemnizaciones por daño material y lucro cesante reclamadas por
el actor. Así se decide.

En cuanto a la reclamación intentada por el trabajador actor con fundamento


en el artículo 33, Parágrafo Segundo, numeral tercero de la Ley Orgánica de
Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo; el cual señala:

Artículo 33. El empleador debe indemnizar al trabajador por las


incapacidades ocasionadas por enfermedades profesionales o accidentes de
trabajo, o a sus parientes en caso de muerte del trabajador, cuando dichos
infortunios se produzcan como consecuencia del incumplimiento de las
normas de prevención, sabiendo el empleador que sus trabajadores corrían
peligro en el desempeño de sus labores y no corrigió la situación riesgosa.
Del escudriñamiento de las actas procesales, se observa que el actor no
demostró el incumplimiento por parte del patrono de las normas de prevención, higiene
y seguridad, requisito indispensable según se desprende del contenido de la norma en
referencia; por tanto, resulta forzoso para este máximo Tribunal, en Sala de Casación
Social, decidir que no es procedente la reclamación incoada con fundamento en el
artículo 33 Parágrafo Segundo, numeral tercero de la Ley Orgánica de Prevención,
Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo. Así se decide.

Ahora bien, demostrado el daño y la relación de causalidad como elementos


integrantes de la responsabilidad objetiva (incapacidad parcial y permanente otorgada al
trabajador) resulta aplicable en el caso bajo análisis el régimen de indemnizaciones por
enfermedad profesional establecido en los artículos 560 y 573 de la Ley Orgánica del
Trabajo, según el cual, el patrono debe responder e indemnizar al trabajador por los
accidentes de trabajo o enfermedades profesionales que provengan del servicio mismo o
con ocasión directa de él, exista o no culpa o negligencia por parte de la empresa o por
parte de los trabajadores.

Seguidamente, esta Sala en aplicación del artículo 573 de la Ley Orgánica


del Trabajo que establece:

Artículo 573. En caso de accidente o enfermedad profesional que produzca


incapacidad parcial y permanente, la víctima del accidente tendrá derecho a
una indemnización que se fijará teniendo en cuenta el salario y la reducción
de la capacidad de ganancias causadas por el accidente, según el
Reglamento.

Esta indemnización no excederá del salario de un (1) año, ni de la cantidad


equivalente a quince (15) salarios mínimos, sea cual fuere la cuantía del
salario.

En el caso bajo examen esta Sala observa que para el año 2001, fecha de la
constatación de la enfermedad profesional el salario mínimo decretado por el Ejecutivo
Nacional se correspondía a la cantidad de ciento cuarenta y cuatro mil bolívares (Bs.
144.000,00), en virtud, de ello se estima procedente indemnizar al trabajador por
responsabilidad objetiva a tenor de lo previsto en las precitadas normas en la cantidad
de dos millones ciento sesenta mil bolívares (Bs. 2.160.000,00). Así se decide.

Finalmente, debe acotar la Sala que el trabajador que sufre de una


enfermedad profesional puede reclamar la indemnización por daño moral y en
aplicación de la ‘teoría del riesgo profesional’, debe ser reparada por el patrono aunque
no haya habido culpa en la ocurrencia del infortunio de trabajo. Indemnización que en
este caso se considera procedente, previa ponderación de las siguientes circunstancias:

1) La entidad del daño sufrido. Del análisis de las pruebas quedó establecido
que el demandante padece de 95%, de incapacidad parcial y permanente la cual le
impide desempeñarse en las labores que venía realizando antes de la ocurrencia de la
enfermedad profesional, puesto que no debe exponerse a sustancias químicas, en virtud
del déficit ventilatorio restrictivo severo, obstructivo moderado como secuela de la
enfermedad denominada “neumopotía química crónica”, que alteró sustancialmente su
forma de vida.

2) La importancia tanto del daño físico como del daño psíquico. En cuanto
al daño físico se evidencia de las pruebas analizadas que presenta una sintomatología
constante producto de la enfermedad profesional, compatible con disnea, dolor toráxico,
hipertensión arterial, nefropatia, edema en los miembros inferiores y cardiopatía
hipertensiva severa, que ocasionó secuelas funcionales, las cuales traen como
consecuencia un menoscabo de su vida normal desde el punto de vista laboral y social
que afectó su psiquis.

3) La condición socio-económica del trabajador y su grado de educación y


cultura. Se evidencia de las actas del expediente que éste se desempeñaba como
supervisor de turno dentro de la gerencia de operaciones, que su nivel de instrucción es
básico, y su grupo familiar está conformado por ocho (8) hijos, entre ellos dos (2)
adolescentes que debe mantener.

4) Grado de participación de la víctima. Se considera que no hay ningún


indicio que indique ánimo del demandante en querer contraer la enfermedad profesional
denominada “neumopotía química crónica”.
5) Grado de culpabilidad de la accionada. En el caso que se examina debe
concluirse que no quedó demostrada la responsabilidad directa e inmediata del patrono
en el acaecimiento de la enfermedad profesional.

6) Las posibles atenuantes a favor de la empresa demandada. Consta en


autos una serie de historias médicas y consultas con especialista en neumonología, en
las que se recomienda incapacitar al trabajador por no responder satisfactoriamente al
tratamiento médico y ésta asumió dicha recomendación.

Ahora bien, esta Sala considera como retribución satisfactoria para el


accionante, con miras a todos los demás aspectos analizados, acordar en atención al
principio de equidad la indemnización por daño moral en la cantidad de cincuenta
millones de bolívares (Bs. 50.000.000,00). Así se resuelve.
DECISIÓN

Por las razones antes expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala
de Casación Social, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad
de la ley, declara: 1) CON LUGAR el recurso de casación interpuesto por la sociedad
mercantil Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), 2) ANULA el fallo proferido
por el Tribunal Superior Primero del Circuito Judicial Laboral de la Circunscripción
judicial del Estado Zulia de fecha 14 de abril de 2005; 3) PARCIALMENTE CON
LUGAR LA DEMANDA , 4) Prescrita la acción por cobro de diferencia de
prestaciones sociales, 5) Condena a la demandada al pago por responsabilidad objetiva
por la cantidad de dos millones ciento sesenta mil bolívares (Bs. 2.160.000,00), 6)
Condena a la accionada al pago de la cantidad de cincuenta millones de bolívares (Bs.
50.000.000,00) por concepto de daño moral.

Se ordena indexar los montos condenados a pagar desde la fecha de la


sentencia hasta la ejecución definitiva el fallo en caso de incumplimiento voluntario, a
tenor del artículo 185 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo.

Dada la naturaleza el fallo no hay condenatoria en costas.


Publíquese, regístrese y remítase el expediente al Tribunal de Sustanciación,
Mediación y Ejecución del Trabajo del Circuito Judicial Laboral de la Circunscripción
Judicial del Estado Zulia. De conformidad con el artículo 176 de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo, remítase copia certificada del fallo al Juzgado Superior
mencionado.

No firma la decisión el Magistrado Dr. OMAR ALFREDO MORA DÍAZ,


quien no asistió a la audiencia por motivos justificados.

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación


Social del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los ocho (08) días del mes de
agosto de dos mil seis. Años: 196° de la Independencia y 147° de la Federación.

Presidente de la Sala,

____________________________
OMAR ALFREDO MORA DÍAZ

El
Vicepresidente, Magistrado,

________________________ ________________________________
JUAN RAFAEL PERDOMO LUIS. E FRANCESCHI GUTIÉRREZ

Magistrado, Magistrada Ponente,

_______________________________ _________________________________
ALFONSO VALBUENA CORDERO CARMEN ELVIGIA PORRAS DE ROA

Secretario,

_____________________________
JOSÉ E. RODRÍGUEZ NOGUERA

R.C. Nº AA60-S-2005-002030
Nota: Publicada en su fecha a El Secre
El Secretario,

SALA DE CASACIÓN SOCIAL

Ponencia del Magistrado Doctor ALFONSO VALBUENA CORDERO.

En el juicio que por cobro de indemnización por accidente de trabajo, lucro


cesante y daño emergente sigue el ciudadano ENYERBERG MANUEL BASANTA
MEDIAVILLA, representado judicialmente por los abogados Celia Del Valle Figuera,
Rosalba García Contreras, Oswaldo Méndez Villalba, Ligia Aranguren, Aracelis Barrios
Acosta e Iraima Cárdenas contra la sociedad mercantil C.V.G. BAUXILUM, C.A.,
representada judicialmente por los abogados Gustavo Adolfo Blanco Rodríguez, José
Carlos Blanco Rodríguez, Carlos Moreno Malavé, Zaddy Rivas Salazar, Nelson Arturo
Francia Chávez, Mahuampy Alcántara Ruiz, Adriana Del Valle Álvarez Inojosa, Berlice
Berlu González Salas, Joana Piñero Hug, Ernesto José Guevara Malavé, Fabiola
González Valladares, Severo Riestra Saiz, María Del Carmen Gutiérrez, Carmelo De
Grazia Suárez y Horacio De Gracia Suárez; el Tribunal Superior Cuarto del Trabajo de
la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, dictó sentencia en fecha 21 de marzo del
año 2007, siendo la misma reproducida el día 28 del mismo mes y año, mediante la cual
declaró sin lugar el recurso de apelación interpuesto por la parte demandante,
confirmando así el fallo apelado que declaró sin lugar la defensa de inadmisibilidad de
la acción, sin lugar la prescripción de la acción y sin lugar la demanda.

Contra la decisión anterior, anunció recurso de casación la abogada Celia


Del Valle Figuera en su carácter de apoderada judicial de la parte demandante, el cual
una vez admitido fue formalizado oportunamente. No hubo impugnación.
Remitido el expediente, fue recibido en esta Sala de Casación Social,
dándose cuenta del asunto en fecha 31 de julio del año 2007, y en esa misma
oportunidad se designó ponente a la Magistrada Carmen Elvigia Porras de Roa.

En fecha 09 de abril del año 2008 fue reasignada la ponencia al Magistrado


Alfonso Valbuena Cordero.

Fijada el día y la hora para la realización de la audiencia oral y pública,


comparecieron las partes y expusieron sus alegatos.

Concluida la sustanciación con el cumplimiento de las formalidades


legales, pasa esta Sala de Casación Social a reproducir la sentencia dictada en
fecha 15 de abril del año 2008, bajo la ponencia del Magistrado que con tal
carácter la suscribe, previa las siguientes consideraciones:

RECURSO DE CASACIÓN

-ÚNICO-

De conformidad con el artículo 168, numeral 3° de la Ley Orgánica Procesal del


Trabajo, se denuncia que la sentencia recurrida incurrió en el vicio de contradicción en
la motiva.

El formalizante sobre el particular señala lo siguiente:

Por las mismas razones que se han expuesto en la denuncia anterior,


consideramos que el fallo recurrido incurre también en el vicio de
contradicción en la motivación toda vez que habiendo admitido que el
trabajador probó la existencia de la enfermedad que padece y que la misma
se produjo en ocasión del trabajo que ejecutaba para la demandada,
concluye señalando que no existe responsabilidad de la empresa con
respecto a los daños que ha sufrido el demandante, declarando sin lugar la
demanda, lo cual hace contradictoria la motivación del fallo y así
solicitamos sea declarado.

Para decidir, la Sala observa:

Ciertamente, constata esta Sala que incurre el sentenciador de alzada en el vicio de


motivación contradictoria, pues aun y cuando establece la existencia de una enfermedad
profesional a tenor de lo dispuesto en el artículo 562 de la Ley Orgánica del Trabajo, sin
embargo, declara improcedente la responsabilidad patronal alegada por la parte actora.

En consecuencia, se declara procedente la denuncia. Así se resuelve.


Dada la procedencia de la presente delación, este alto Tribunal se abstiene de conocer
las restantes denuncias formuladas en el escrito de formalización. En consecuencia, se
ANULA el fallo recurrido de fecha 21 de marzo del año 2007, reproducido el día 28 del
mismo mes y año por el Tribunal Superior Cuarto del Trabajo de la Circunscripción
Judicial del Estado Bolívar y pasa a dictar sentencia sobre el fondo de la controversia,
todo ello en conformidad con el artículo 175 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo,
en los siguientes términos:

SENTENCIA DE FONDO

Se inicia el presente juicio por reclamo de indemnización por enfermedad


profesional, lucro cesante y daño emergente mediante demanda incoada por el
ciudadano Enyerberg Manuel Lasanta Mediavilla contra la sociedad mercantil C.V.G.
Bauxilum, C.A., en la que afirma que ingresó a prestar servicios para la demandada, en
una primera oportunidad, en fecha 01 de julio del año 2001, desempeñándose bajo el
cargo de almacenista I, en la modalidad de contrato a tiempo determinado; que la
relación de trabajo culminó el día 30 de noviembre del año 2001; que al momento de
ingresar a la empresa se le practicó su correspondiente examen médico de ingreso que lo
calificó como apto para el trabajo, sin embargo cuando se produce la terminación del
primer contrato de trabajo no se le practicó el respectivo examen de egreso; que en
virtud de su insistencia, la empresa demandada accedió en enero del año 2002 a que se
le practicara el examen correspondiente, resultando que padecía una discopatía
degenerativa L4-L5 y L5-SI con desecación discal y hernia central.

El ciudadano actor continúa aduciendo, que estuvo cesante hasta el día 01 de


junio del año 2002, fecha esta cuando vuelve a ingresar a la empresa como personal
contratado hasta el 30 de noviembre del año 2002; que el día en que firmó el respectivo
contrato, se le indicó que debía pasar por el consultorio del médico ocupacional a objeto
de realizar los exámenes respectivos; que el médico ocupacional en ese mismo
momento concluyó que el trabajador no se encontraba apto para el trabajo; que luego se
le practicó una resonancia magnética la cual arrojo el padecimiento de una hernia discal
lumbar L4 y L5 discopatía discal degenerativa lumbar a nivel de L4 y L5; que la
incapacidad parcial fue corroborada por el médico legista de Ciudad Bolívar; que la
parte demandada ante tal situación decidió rescindirle el contrato de trabajo y no
permitirle el acceso al área de trabajo; que ante tal situación decidió hacer un reclamo
ante la Inspectoría del Trabajo sin encontrar solución alguna.

En virtud de lo anterior, el ciudadano actor demandada a la empresa CVG


BAUXILUM, C.A. por el pago de las siguientes indemnizaciones: por enfermedad
profesional la cantidad de Bs. 3.204.360; por concepto de lucro cesante la cantidad de
Bs. 11.592.000; y por concepto de daño emergente la cantidad de Bs. 308.448.000.

En fecha 18 de septiembre del año 2006, la empresa C.V.G. Bauxilum, a


través de sus apoderados C.A., comparece ante el tribunal de la causa, a fin de dar
contestación a la demanda, oponiendo en primer lugar “que no debió admitirse la
presente demanda”, por no llenar la misma los requisitos establecidos en el artículo 123
de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo; que igualmente es inadmisible la presente
acción, pues no se agotó el procedimiento administrativo previo a las acciones contra la
República. Asimismo, como defensa subsidiaria alegó la prescripción de la acción.
Ahora bien, con relación al fondo de la controversia la representación
judicial de empresa demandada convino que efectivamente el actor prestó servicios para
su representada desde el 01 de julio del año 2001 hasta el 30 de noviembre del mismo
año; que la enfermedad que alegó padecer el actor es de origen degenerativo. Asimismo,
la parte demandada alega que sufragó los gastos del tratamiento correspondiente, así
como los gastos de traslado a otras ciudades a los fines de que se practicara los
exámenes requeridos, sufragando además los gastos del tratamiento de fisioterapia que
debía practicarse en el hospital de la empresa. Por consiguiente, la parte demandada
aduce que en ningún momento actuó de forma dolosa, ni con intención de causar daño
al trabajador.

Por otro lado, negó, rechazó y contradijo que el actor haya estado expuesto
al esfuerzo físico y que la enfermedad la haya adquirido durante el tiempo que laboró
para su representada, por consiguiente negó que los supuestos daños sufridos sean causa
directa del desempeño de sus labores como almacenista I.

Asimismo, negó que la empresa haya sido negligente al adoptar las medidas
necesarias destinadas a prevenir los daños en la salud de sus trabajadores, ya que la
empresa realiza campañas informativas sobre prevención e higiene en cuanto a la
seguridad industrial; negó, rechazó y contradijo que el demandante presente una
afección como discopatia degenerativa L4-L5, L5-SI con desecación discal y hernias
centrales, y que ésta sea una enfermedad ocupacional.

Por ultimo, negó, rechazó y contradijo que su representada adeude al actor


las siguientes indemnizaciones: por enfermedad profesional la cantidad de Bs.
3.204.360; por concepto de lucro cesante la cantidad de Bs. 11.592.000 y por concepto
de daño emergente la cantidad de Bs. 308.448.000.

Pues bien, teniendo esta Sala de Casación Social la facultad de emitir la sentencia de
fondo de acuerdo a lo establecido en el tercer párrafo del artículo 175 de la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo, pasa a dictarla bajo las siguientes consideraciones:

La parte actora en la oportunidad correspondiente, aportó las siguientes pruebas:

1) Pruebas documentales: a) del folio 10 al 22 en copia fotostática, contrato individual


de trabajo-nómina mayor. Esta Sala desecha dicha prueba por cuanto no aporta ningún
elemento de convicción acerca de los hechos controvertidos; b) al folio 23, 24, 97 y 98
en copia fotostática, informes de fecha 07 de enero y 11 de junio del año 2002 relativo a
pruebas de resonancia magnética. Dichas pruebas, a tenor de lo dispuesto en el artículo
79 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, no son valoradas por esta Sala en razón que
no se encuentran suscritas por representante alguno de la demandada, sino que emanan
de terceros que no son partes en el juicio lo que impide le puedan ser opuestas a aquel;
c) al folio 25 y 96 en copia fotostática, informe médico suscrito por Dr. Trino Eulalio.
Dicha prueba al no ser impugnada, esta Sala le otorga pleno valor probatorio a tenor de
lo dispuesto en el artículo 77 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, observándose de
ella, que según el estudio realizado por el médico legista, el actor padece o sufre de
hernia discal lumbar a nivel de L4-L5, así como discopatía degenerativa lumbar a nivel
L4-L5; d) del folio 99 al 113, copia certificada del registro de la demanda, de su
admisión y de la orden de comparecencia realizado por ante el Registro Inmobiliario del
Municipio Heres del Estado Bolívar en fecha 06 de enero del año 2004. Dicha prueba al
no ser impugnada, esta Sala le otorga pleno valor probatorio a tenor de lo dispuesto en
el artículo 77 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo

2) Prueba de informe: a) a la oficina de Control de Registro del Asegurado


del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales. Con relación esta prueba, esta Sala no
tiene nada que valorar, pues no consta en autos respuesta alguna; y b) a la oficina del
médico legista dependiente de la Inspectoría del Trabajo de Ciudad Bolívar. Consta en
autos al folio 235 las resultas de la misma, por lo que esta Sala le otorga pleno valor
probatorio. De dicha prueba se desprende, que en fecha 18 de junio del año 2002, se le
practicó al ciudadano Enyerberg Manuel Lasanta Mediavilla un examen médico,
resultando que padecía de una hernia discal lumbar L4-L5 Y L5-S1 y de una discopatía
lumbar a nivel L4-L5 y L5-S1.

Por su parte, la querellada aportó las siguientes pruebas:

1) Pruebas documentales: a) al folio 121 en original planilla del Registro de Asegurado


del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales. Dicha prueba al no ser impugnada,
esta Sala le otorga pleno valor probatorio a tenor de lo dispuesto en el artículo 77 de la
Ley Orgánica Procesal del Trabajo; b) del folio 122 al 138 planilla de oferta de
servicios copias, certificado otorgado al ciudadano Enyerber Lasanta por Qualitechnic
Consulting y contrato individual de trabajo- nómina mayor suscrito entre la empresa
C.V.G. BAUXILUM, C.A. y el ciudadano Lasanta Mediavilla Enyerberg Manuel. Con
relación a dicha prueba esta Sala las desecha por cuanto no aportan ningún elemento de
convicción acerca de los hechos controvertidos; c) del folio 139 al 141 planilla de
liquidación final por terminación de trabajo, copia de autorización de pago y solicitud
de terminación de servicios. Dichas pruebas, al no ser impugnadas esta Sala le otorga
pleno valor probatorio a tenor de lo dispuesto en el artículo 77 de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo, desprendiéndose de ellas, los conceptos cancelados por la empresa
al trabajador con motivo de la terminación del contrato de trabajo, d) del folio 142 al
165 “deposiciones de testigos peritos en la materia” que se encuentran en el expediente
N° 10.435 que cursa ante el Juzgado Primero de Transición de Primera Instancia de
Juicio del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar. Con relación a
dicha prueba esta Sala las desecha por cuanto no aportan ningún elemento de
convicción acerca de los hechos controvertidos

2) Prueba de informe: a) al Comité de Higiene y Seguridad Industrial de la


empresa CVG BAUXILUN, C.A. (CVG BAUXILUM), en la zona industrial Matanzas
de Puerto Ordaz. Esta Sala no tiene nada que valorar, pues no consta en autos las
resultas de la misma.

Pues bien, adminiculadas las pruebas anteriormente mencionadas, pasa de


seguida esta Sala de Casación Social a decidir el fondo de la controversia, no sin antes
señalar que respecto a las defensas de fondo opuesta por el demandado, relativas a la
admisibilidad de la demanda por no haberse cumplido los extremos previstos en el
artículo 123 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo; y por no haberse agotado el
procedimiento administrativo previo a las acciones contra la República, así como la
defensa sobre la prescripción de la acción; las mismas no serán sometidas al
conocimiento de esta Sala de Casación Social en virtud que la decisión tomada al
respecto por los jueces de instancia, no fue atacada a través del recurso de casación,
razón por la cual es forzoso declarar sin lugar las defensas previas opuestas. Así se
decide.

Pues bien, una vez establecido lo anterior, sólo nos resta resolver, la
existencia del padecimiento por el cual se demanda (hernia discal lumbar L4-L5 Y L5-
S1 y discopatía lumbar a nivel L4-L5 y L5-S1) y si dicho padecimiento puede
calificarse como una enfermedad profesional en el sentido de que existe la relación de
causalidad entre la enfermedad y el trabajo prestado.

Adminiculadas las pruebas anteriormente mencionadas y recayendo en el demandante la


carga de demostrar la enfermedad profesional que dice padecer y la relación de
causalidad entre dicha enfermedad y el trabajo prestado, esta Sala constata lo siguiente:

Que el ciudadano actor, logró demostrar la existencia de la enfermedad que padece, es


decir, la existencia de la hernia discal lumbar L4-L5 Y L5-S1 y la discopatía lumbar a
nivel L4-L5 y L5-S1.

Ahora bien, con respecto a la existencia de la relación de causalidad entre la enfermedad


en cuestión y el trabajo prestado, es menester señalar que la cuestión de la relación de
causalidad adquiere fundamental importancia en el ámbito que nos ocupa, en el cual,
obviando disquisiciones filosóficas acerca de los alcances que se deben atribuir a la
conducta humana, es preciso determinar cuándo y en qué condiciones el patrono debe
responder ante la lesión de que es víctima su empleado. La relación de causalidad, es
pues una cuestión de orden físico material, más que jurídico, se trata de saber si un daño
es consecuencia de un hecho anterior y para su estudio es necesario definir los
conceptos de causa, concausa y condición. En este orden de ideas, la causa, es el origen,
antecedente o fundamento de algo que ocurre, es el hecho que ocasiona algo, una cosa o
acontecimiento que puede producir uno o más efectos; la concausa, es aquello que
actuando conjuntamente con una determinada causa, contribuye a calificar el efecto, es
un estado o circunstancia independiente que actúa con la causa, que puede ser
preexistente, concomitante o sobreviniente, en medicina la concausa preexistente se
llama “estado anterior” que se refiere a estados patológicos de la víctima y la concausa
concomitante o sobreviniente se llama complicación; la condición es empleado en el
sentido de condicionar, es decir, hacer depender alguna cosa de una condición. (Pavese-
Gianibeli. Enfermedades Profesionales en la Medicina del Trabajo y en el Derecho
Laboral. Editorial Universidad. Buenos Aires. Argentina).

En sintonía con lo anterior, y para definir la relación de causalidad que debe existir entre
la enfermedad y el trabajo realizado a efecto de que pueda ordenarse la indemnización
correspondiente, es menester considerar como causa sólo la que mayor incidencia ha
tenido en la génesis del daño (ésta sería la causa principal) y considerar o llamar
concausa a otras causas o condiciones que han influido en la producción y la evolución
del daño. Es así, que serían causa las condiciones y medio ambiente del trabajo (si es
que fueron el principal desencadenante de la lesión) y concausa la predisposición del
trabajador a contraer la enfermedad. En este sentido, se hace necesario tener en cuenta si
la causa incriminada (las condiciones de prestación del servicio) es capaz de provocar el
daño denunciado y en caso de producirse una complicación evolutiva, poder establecer
si alguna otra causa (concausa), alteró esa evolución, de esta manera el juez podrá
decidir si hubo o no vinculación causal o concausal con las tareas realizadas por un
trabajador; determinar dicha vinculación resulta indispensable, pues no resultará
indemnizable el daño sufrido por el trabajador ocasionado conjuntamente por la tarea
realizada y por la acción de una concausa preexistente, en la medida en que esta última
(concausa) haya incidido.

A tal fin será preciso realizar un análisis de las circunstancias vinculadas con las
condiciones y medio ambiente del trabajo, es decir, realizar un análisis de las tareas
efectuadas por la víctima, en este sentido el trabajador deberá detallar en su libelo la
tarea que ejecuta o ejecutaba y no limitarse a la mención tan común del oficio
desempeñado; luego se analizará los detalles y pruebas existentes en autos sobre el
ambiente laboral y los elementos que el trabajador consideró pernicioso para su salud.
Una vez realizado dicha determinación, corresponde estudiar las circunstancias
vinculadas con el trabajador, es decir, estudiar el diagnóstico de la enfermedad padecida
la cual obviamente sólo será posible con la ayuda del profesional médico; debe
estudiarse además las condiciones personales del trabajador, edad, sexo, constitución
anatómica, predisposición y otras enfermedades padecidas. Por consiguiente, cumplidos
los presupuestos señalados, le resta al juez determinar la vinculación o nexo causal entre
el trabajo, sus condiciones y la lesión incapacitante.

Pues bien, en el caso que nos ocupa, como ya se estableció, el actor logró demostrar la
existencia de la enfermedad (hernia discal lumbar L4-L5 Y L5-S1 y de una discopatía
lumbar a nivel L4-L5 y L5-S1); sin embargo, no logró demostrar que por ocasión de las
labores que ejecutaba (las cuales no describe) se originó la lesión sufrida (hernia discal
lumbar L4-L5 Y L5-S1 y de una discopatía lumbar a nivel L4-L5 y L5-S1), en otras
palabras, no demostró la causa del daño y por consiguiente no demostró la vinculación o
nexo causal entre el trabajo, sus condiciones y la lesión incapacitante, lo que nos
conduce a deducir, que la lesión que sufre el actor se debió a una concausa preexistente
o sobrevenida, por lo que no debe considerarse el padecimiento descrito con una
enfermedad ocupacional.

Por consiguiente, se declara sin lugar la demanda incoada por el ciudadano


ENYERBERG MANUEL BASANTA MEDIAVILLA contra la sociedad mercantil
C.V.G. BAUXILUM, C.A.. Así se resuelve.

DECISIÓN

En mérito de las consideraciones anteriores, esta Sala de Casación Social del Tribunal
Supremo de Justicia, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad
de la Ley, declara: 1) CON LUGAR el recurso de casación interpuesto por la parte
demandante contra el fallo proferido por el Tribunal Superior Cuarto del Trabajo de la
Circunscripción Judicial del Estado Bolívar de fecha 21 de marzo del año 2007,
reproducida el día 28 del mismo mes y año. Se ANULA el fallo recurrido; y 2) SIN
LUGAR la demanda incoada por el ciudadano Enyerberg Manuel Basanta Mediavilla
contra la sociedad mercantil C.V.G. Bauxilum C.A..

De conformidad con el artículo 64 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, no hay


condenatoria en costas del proceso.
Publíquese y regístrese. Remítase el expediente a la Unidad de Recepción y
Distribución de Documentos de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, para los
fines legales consiguientes. Particípese de esta remisión al Tribunal Superior antes
identificado.

La presente decisión no la firma la Magistrada CARMEN E. PORRAS DE


ROA porque no estuvo presente en la Audiencia Pública correspondiente.

Dada, firmada y sellada en la sala de Despacho de la Sala de Casación


Social del Tribunal Supremo de Justicia en Caracas a los veintidós (22) días del
mes de abril de dos mil ocho. Años 198° de la Independencia y 149° de la
Federación.

El Presidente de la Sala,

____________________________
OMAR ALFREDO MORA DÍAZ

El Vicepresidente, Magistrado Ponente,

________________________ _______________________________
JUAN RAFAEL PERDOMO ALFONSO VALBUENA CORDERO

Magistrado, Magistrada,

_______________________________ ________________________________
LUIS E. FRANCESCHI GUTIÉRREZ CARMEN ELVIGIA PORRAS DE ROA

El Secretario,

_____________________________
JOSÉ E. RODRÍGUEZ NOGUERA

R.C. N° AA60-S-2007-001600
Nota: Publicado en su fecha

El Secretario
SALA DE CASACIÓN SOCIAL

Ponencia del Magistrado Doctor JUAN RAFAEL PERDOMO

En el juicio de cobro de indemnización por enfermedad profesional,


pensiones por incapacidad, lucro cesante y otros conceptos que sigue el ciudadano
RAFAEL BELTRÁN LÓPEZ, representado judicialmente por los abogados Nilda
Gleciano Martínez y Ernesto Carini González, contra el CONSEJO LEGISLATIVO
DEL ESTADO ANZOÁTEGUI, representado judicialmente por los abogados Juan
Bautista Ortiz Jiménez, Yumelys Guzmán y Glabiela González Quintana, el Juzgado
Primero de Primera Instancia para el Régimen Procesal Transitorio del Trabajo de la
Circunscripción Judicial del Estado Anzoátegui, en sentencia definitiva publicada el 22
de febrero de 2005, declaró sin lugar la demanda.

El Juzgado Primero Superior para el Régimen Procesal Transitorio del


Trabajo de la misma Circunscripción Judicial, conociendo por apelación de la parte
actora, en sentencia publicada el 28 de noviembre de 2005, declaró sin lugar la
apelación, confirmando la decisión apelada.

Contra esta decisión, la parte actora anunció y formalizó recurso de


casación. No hubo contestación.

Cumplidas las formalidades legales con el nombramiento de ponente en


la persona del Magistrado quien con tal carácter suscribe, la celebración de la audiencia
oral, pública y contradictoria en fecha 7 de junio de 2006 y la emisión de la decisión
inmediata contemplada en el encabezamiento del artículo 174 de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo, pasa en esta oportunidad la Sala a reproducir y publicar la
sentencia en los términos siguientes:
RECURSO POR DEFECTO DE ACTIVIDAD

Con fundamento en el ordinal 3° del artículo 168 de la Ley Orgánica


Procesal del Trabajo, se denuncia la violación del artículo 159 en concordancia con los
artículos 69 y 11, de la misma Ley, y, el artículo 509 del Código de Procedimiento Civil,
al no examinar, la recurrida, exhaustivamente todos los medios probatorios que las
partes incorporaron al proceso, toda vez que no se pronunció sobre las documentales
que en copia certificada consignó la parte actora en la audiencia de apelación, las cuales,
a su decir, demuestran el reconocimiento que hace el Consejo Legislativo del estado
patológico del actor, al aceptar expresamente que se encuentra incapacitado para el
trabajo, dándole un trato como enfermo en reconocimiento de sus derechos.

Señala el formalizante que de haber aplicado el sentenciador las normas


violadas como consecuencia del vicio denunciado, hubiera condenado a la demandada,
en el dispositivo del fallo, a pagar las cantidades de dinero correspondientes a la pensión
por invalidez de conformidad con la ley y la Cláusula 30 de la Convención Colectiva de
los Trabajadores al Servicio del Poder Legislativo del Estado Anzoátegui, del cual alega
ser beneficiario.

La Sala observa:

La motivación, ha dicho la Sala debe estar constituida por las razones de


hecho y de derecho que dan los jueces como fundamento del dispositivo. Las primeras
están formadas por el establecimiento de los hechos con ajustamiento a las pruebas que
los demuestran; y las segundas, la aplicación a éstas de los preceptos legales y los
principios doctrinarios atinentes.

Según reiterada jurisprudencia de la entonces Corte Suprema de Justicia


y de este Tribunal Supremo de Justicia, se presenta el vicio de inmotivación del fallo por
silencio de prueba cuando el Juez omite toda mención de la existencia de un acta
probatoria o cuando, aun señalando su existencia, se abstiene de analizarla y señalar el
valor probatorio que le asigna.

En el caso examinado la Sala aprecia que previo al pronunciamiento de


fondo correspondiente, la Alzada luego del resumen de los alegatos expuestos por la
partes en la audiencia de apelación, señaló lo siguiente:

...Finalmente, solicita la representación judicial del actor, se declare con


lugar el recurso de apelación y procedente al caso bajo estudio, la
aplicación de la Convención Colectiva de los Trabajadores al servicio
del Poder Legislativo del Estado Anzoátegui, consignando a los fines de
demostrar que el ente demandado ha reconocido el estado patológico de
su representado, un legajo de documentales.

...(0missis)...

En lo atinente a la solicitud formulada a esta Alzada, respecto a la


declaratoria de procedencia de la pensión de invalidez a favor del actor,
contenida en la Contratación Colectiva invocada, observa esta
Juzgadora, previo análisis exhaustivo del material probatorio y de su
adminiculación con las reglas de la lógica y máximas de experiencia,
que en modo alguno, el hoy recurrente cumplió a cabalidad con los
presupuestos establecidos para la procedencia del beneficio solicitado,
tal como acertadamente estableciera el a quo, debiendo concluirse en la
inaplicabilidad al caso bajo examen del instrumento colectivo invocado
y como consecuencia de ello la improcedencia de la Pensión de
Invalidez solicitada, y así se decide...

No obstante haber realizado tal advertencia, la misma no fue tomada en


cuenta por la recurrida a la hora de emitir el pronunciamiento de fondo, pues, si bien es
cierto que en la sentencia se analizan y valoran las pruebas promovidas por las partes en
el juicio, también lo es que, el Tribunal de alzada aun cuando señaló que la parte actora
consignó en la audiencia de apelación, un legajo de pruebas documentales, contentivas
de dos copias certificadas de Actas de Sesión Ordinaria del Consejo Legislativo del
Estado Anzoátegui, de fechas 29 de enero de 2002, y, 6 de marzo de 2003, la misma
omitió su análisis y valoración en la sentencia hoy recurrida, pues pese a su referencia e
incorporación al expediente, se limitó a interpretar el contenido y aplicabilidad, al caso
concreto, de la cláusula 30 del Contrato Colectivo de los Trabajadores al servicio del
Poder Legislativo del Estado Anzoátegui, del cual alega ser beneficiario la parte actora,
sin hacer ningún tipo de consideración sobre el mérito que tales pruebas arrojaban al
proceso, situación ésta que al ser determinante del dispositivo del fallo, configura el
vicio de silencio de pruebas.

En tal sentido, al incurrir la Juez de alzada en el vicio de inmotivación


del fallo, por silencio de pruebas, impidiendo con ello a la Sala ejercer el control sobre
la legalidad del fallo cuestionado que es la función principal del Tribunal de Casación, y
no cumplir el fallo con la finalidad de resolver la controversia con suficientes garantías
para las partes, declara procedente la presente denuncia.
Por los motivos expuestos la Sala considera inoficioso entrar a analizar
las restantes denuncias formuladas.
La Sala en conformidad con lo previsto en el artículo 175 de la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo, anula la sentencia recurrida y procede a decidir el fondo
de la controversia, con base en las siguientes consideraciones:

DECISIÓN SOBRE EL FONDO DE LA CONTROVERSIA

Antes de entrar a decidir sobre la procedencia o no de las pensiones de


invalidez solicitadas por el accionante, con fundamento en la cláusula 30 del Contrato
Colectivo de los Trabajadores al Servicio del Poder Legislativo del Estado Anzoátegui,
la Sala estima necesario hacer un recuento de las actuaciones que cursan en el
expediente, toda vez que la presente causa se inició y se sustanció bajo la vigencia de la
Ley Orgánica de Tribunales y de Procedimiento del Trabajo, motivo por el cual las
pruebas promovidas y evacuadas se analizarán de conformidad con las reglas de
valoración establecidas en el Código Civil y el Código de Procedimiento Civil, en los
siguientes términos:

ALEGATOS DE LA PARTE ACTORA

Alega el actor, en la demandada presentada en fecha 21 de marzo de 2002, que


prestó servicios personales desde el 1° de marzo de 1994 hasta el 27 de abril de 2000,
como vigilante y seguridad para el Consejo Legislativo del Estado Anzoátegui, en la
sede de la demandada, constituida por cuatro pisos, los cuales de manera ritual y bajo
las órdenes de su patrono, debía recorrer durante el tiempo que prestaba sus servicios,
lo que le originó una enfermedad de origen ocupacional.

Señala que previa evaluación médica realizada por el jefe del Departamento de
Traumatología del mencionado Instituto, le fue diagnosticado, un cuadro severo de
lesión en ambas rodillas, con ruptura de meniscos, presentando osteoartrosis,
sugiriéndole a la accionada un cambio en las funciones que debía desempeñar,
ordenando realizar sólo trabajo liviano de oficina, cuya enfermedad fue siempre
conocida por la accionada, pues los reposos que le expedía el Instituto Venezolano de
los Seguros Sociales (IVSS) fueron recibidos por ella, en las oportunidades
correspondientes, esto es, 3 de mayo y 9 de septiembre de 1999.

Que ante el diagnóstico presentado, la demandada le ordenó que siguiera


cumpliendo con las funciones de vigilancia, recorriendo los cuatro pisos, lo que le
agudizó la lesión que presenta en ambas rodillas, y como consecuencia, del dolor,
acudió nuevamente en fecha 12 de enero de 2000 al Departamento de Traumatología,
indicándosele otro reposo médico hasta el 16 de marzo de 2000, el cual no fue
cumplido, pues la ciudadana Rosa Barnus, encargada del proceso de reestructuración
para esa fecha, no aceptó dicho reposo y le informó que volviera al trabajo, motivo por
el cual, ante esa situación regresó a sus labores habituales.

Posteriormente, en fecha 25 de abril de 2000, ante el dolor general producido al


caminar, volvió al IVSS, ordenando el Departamento de Traumatología remitir su caso
a la Junta Médica para realizar evaluación de Incapacidad Residual en las extremidades
inferiores, sugiriendo a la demandada su intervención quirúrgica, realizar terapias de
rehabilitación y reubicación en otro sitio de trabajo más adecuado o que lo
pensionaran. Dos días después de tal diagnóstico, pese a su situación de minusvalía por
la enfermedad ocupacional presentada, fue despedido ilegalmente por la ciudadana
Rosa Barnus, Presidenta de la Comisión Regional, para ese momento, del cargo que
venía desempeñando, en contravención a la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela, la Ley del Seguro Social, la Ley Orgánica del Trabajo, y, la Convención
Colectiva del Consejo Legislativo del Estado Anzoátegui, colocándolo en una situación
de inseguridad legal, social y económica, y la de su grupo familiar, dada la incapacidad
presentada, sin permitirle realizar el examen médico pre-retiro, ni evaluación médica
alguna, para determinar, para la fecha, la gravedad de la lesión y constatar si se
encontraba en estado estacionario o en estado degenerativo que pudiera agudizarse o
dañar otras partes de sus extremidades inferiores.
No obstante, en fecha 31 de octubre de 2001, la Dirección de Salud del Instituto
Venezolano de los Seguros Sociales, previo estudio de los informes médicos, lo
incapacita de manera total y definitiva para el uso del miembro inferior derecho y
rodilla derecha, concluyendo que presenta una lesión de tipo degenerativa, con ruptura
del menisco bilateral de ambas rodillas y osteoartrosis de rodilla bilateral, presentando
bloqueo articular de la rodilla derecha, con limitación de la flexión y extensión de la
rodilla derecha, que le impide marchar, ameritando intervención quirúrgica, con el
riesgo de que en caso contrario se produzca otras lesiones adicionales.

Para concluir señala que producto de la enfermedad ocupacional sufrida, ha


quedado a los 59 años de edad, impedido para caminar, e incapacitado para trabajar, al
no haber garantizado la demandada las condiciones de higiene y salud laboral, y no
haber puesto en funcionamiento algún método, procedimiento o sistema necesario para
prestarle la asistencia médica requerida.

Con base en estos hechos pretende el pago de la cantidad de treinta y tres


millones novecientos setenta y dos mil novecientos veintidós bolívares (Bs.
33.972.922, 00), por concepto de indemnización por incapacidad absoluta y
permanente para el trabajo; la cantidad de cuarenta y siete millones quinientos sesenta
y dos mil noventa un mil bolívares (Bs. 47.562.091,00) por concepto de lucro cesante;
la cantidad de treinta y tres millones novecientos setenta y dos mil novecientos
veintidós bolívares (Bs. 33.972.922,00), por concepto de indemnizaciones por las
secuelas o deformaciones de carácter permanente y por último, la cantidad de dos
millones doscientos treinta y tres mil ochocientos treinta y seis bolívares (Bs.
2.233.836,00) por concepto de pensiones por incapacidad dejadas de pagar, de
conformidad con la cláusula 30 de la Convención Colectiva del Consejo Legislativo
del Estado Anzoátegui.

ALEGATOS DE LA PARTE DEMANDADA

En la oportunidad de la contestación a la demanda, la accionada admitió la


prestación de servicios; y alegó que la relación de trabajo comenzó el 1° de marzo de
1994, con el cargo de vigilante, hasta el 28 de abril de 2000, fecha en que fue
despedido, y negó que dentro de las funciones que desempeñaba debía supervisar los
cuatro pisos que conforman el Palacio Legislativo, ya que sólo el Consejo Legislativo
funciona en dos pisos y, el resto se encuentra ocupado por la Contraloría General del
Estado.
De igual forma reconoció la enfermedad que padecía el accionante, pues a
mediados del año posterior a su ingresó, consignó ante la Dirección de Personal un
justificativo médico de su estado de salud, y otros con posterioridad, de los cuales se
desprende, a su decir, que la enfermedad que el demandante alega sufrir no es producto
o resultado del trabajo realizado para su representada, sino de un cuadro degenerativo
producto de su avanzada edad, manifestando que para el momento del despido, el
trabajador desempeñaba sus funciones en el primer piso del edificio donde funcionan
las oficinas del Consejo Legislativo Regional.

Que en fecha 18 de febrero de 1999, el Director de Personal le solicitó un


informe médico del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, que lo incapacitara
absoluta y permanente, y hacer efectivas sus pensiones respectivas, presentando el
demandante un certificado emanado de dicho Instituto, que lo considera incapacitado
para trabajar temporalmente, y lo ordena reincorporarse a sus labores el 16 de marzo de
2000. Cumplido el reposo ordenado, el trabajador salió a disfrutar de sus vacaciones
anuales de conformidad con la Ley, al término de las cuales continuó laborando
normalmente.

Negó y rechazó que la demandada no haya puesto en práctica o en


funcionamiento algún método, procedimiento o sistema necesario para prestarle la
atención médica requerida, ya que era beneficiario de una Póliza Colectiva de Seguro
que protege a todos los trabajadores del organismo, la cual le facilitaba la atención
médica en cualquiera de las clínicas afiliadas. Aunado a ello, la labor desempeñada por
el actor era la de vigilar, lo cual hizo, luego de los consecuentes reposos médicos, se le
comisionó para trabajar en la planta baja del edificio.

Señala igualmente la accionada, que al haber acudido el demandante al Instituto


Venezolano de los Seguros Sociales, el 31 de octubre de 2001, es decir, con
posterioridad a la fecha de su despido, el 28 de abril de 2000, mal podría su
representada otorgarle un beneficio que no le había sido concedido en su oportunidad
por la autoridad competente.

Por último, y, en relación con el beneficio de incapacidad que pretende la


accionante, al no estar cubiertos los extremos establecidos en el artículo 20 del
Reglamento de la Ley del Estatuto sobre el Régimen de Jubilaciones y Pensiones de
los Funcionarios de la Administración Pública Nacional, de los Estados y Municipios,
esto es, al no haber sido declarada la incapacidad por el Instituto Venezolano de los
Seguros Sociales, organismo acreditado para ello, mal podía otorgársele el beneficio
solicitado y menos aún aplicarle lo establecido en la Convención Colectiva.

Con fundamento en ello, negó que se le deba a la parte actora, la suma de Bs.
117.741.771,00, ya que para el momento del despido no había nacido el derecho a
dicho beneficio, lo cual no originó ningún compromiso o deuda, salvo las prestaciones
sociales, que fueron oportunamente canceladas al trabajador.

DE LA TRAMITACIÓN DEL JUICIO

Sustanciadas y evacuadas las pruebas promovidas por ambas partes, y


encontrándose la causa en estado de sentencia, entró en vigencia la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo en fecha 13 de agosto de 2003, motivo por el cual el Juez del
Juzgado de Primera Instancia de Juicio del Trabajo, se abocó al conocimiento de la

causa y ordenó la notificación de la parte actora, del Consejo Legislativo y del


Procurador General del Estado Anzoátegui, para la reanudación de la causa, siendo
debidamente notificados, según consta de las boletas y oficios consignados en autos,
por el alguacil encargado de su práctica.

En fecha 22 de febrero de 2005, el mencionado Juzgado de Primera

Instancia de Juicio dictó sentencia definitiva, y declaró sin lugar la demanda.

Notificadas de la decisión, la parte actora ejerció el recurso de apelación,

circunscribiendo dicho recurso sólo a la pensión de invalidez demandada con

fundamento en la Cláusula 30 del Contrato Colectivo, la cual no fue ordenada pagar por

la recurrida, aun cuando a su decir, le es aplicable el contenido de la misma.

Tramitado el recurso de apelación, y, una vez remitidas las actuaciones al

Juzgado Superior competente, se le dio entrada fijándose la audiencia oral y pública,

para el día 11 de noviembre de 2005, a las 2:30 p.m., compareciendo únicamente la

parte actora, la cual consignó, en dicha oportunidad, pruebas documentales que se

ordenaron agregar a las actas del expediente, previa su apreciación en la definitiva.


Realizada la audiencia en el día y hora señalado, se difirió el dispositivo del fallo para el

quinto (5°) día hábil siguiente, esto es, el 21 de noviembre del mismo año, oportunidad

en la cual, con la comparecencia de la parte actora, el Tribunal declaró sin lugar el

recurso, confirmando la sentencia apelada.

En fecha 28 de noviembre de 2005, se publicó el texto íntegro de la

decisión, la cual declaró sin lugar la demanda, sólo en relación con la pensión de

invalidez solicitada con fundamento en la Cláusula 30 del Contrato Colectivo tantas

veces mencionado, quedando definitivamente firme la improcedencia de las restantes

indemnizaciones reclamadas por el actor, en virtud de que el recurso de apelación se

circunscribió únicamente a la improcedencia, declarada por primera instancia, de la

aplicación de la pensión de incapacidad prevista en la Cláusula 30 del Contrato

Colectivo, ya citado.

CONSIDERACIONES PARA DECIDIR

Como quedara señalado anteriormente, en fecha 11 de noviembre de

2005, en la oportunidad fijada para la celebración de la audiencia oral, con motivo del

recurso de apelación, la parte actora consignó un legajo de pruebas documentales,

contentivas de copias de Actas de Sesión Ordinaria del Consejo Legislativo del Estado

Anzoátegui, de fechas 29 de enero de 2002 y 6 de marzo de 2003, certificadas por el

Secretario de Cámara de conformidad con lo previsto en el artículo 13, ordinal 12 del

Reglamento Interior y de Debate del Consejo Legislativo, el 16 de julio de 2005, la

última de las cuales se celebró con posterioridad al 21 de marzo de 2002, fecha de

interposición de la demanda, y era desconocida por el trabajador para la fecha de la

demanda y durante la secuela del juicio en primera instancia, concretamente durante el

lapso de promoción de pruebas, motivo por el cual, al tratarse de una prueba, de cuyo
contenido se evidencia un hecho sobrevenido que guarda relación directa con los hechos

controvertidos en el presente caso, la Sala estima necesario determinar, la naturaleza de

dicha prueba instrumental y su admisibilidad en segunda instancia, para así poder

establecer el mérito probatorio que la misma arroja al caso concreto, de la siguiente

manera:

La Sala Constitucional en sentencia N° 1307, de fecha 22 de


mayo de 2003, expediente N° 02-1728, ratificada en sentencia N° 4992,
de fecha 15 de diciembre de 2005, expediente N° 05-0465, al referirse a
los documentos públicos administrativos, señaló lo siguiente:

...El concepto de documento público administrativo ha sido tratado


ampliamente por la jurisprudencia de la Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo y de la Sala Político Administrativo, y se
fundamenta en que los actos escritos emanados de la Administración
Pública gozan de una presunción de veracidad y legitimidad, lo que es
característico de la autenticidad; formalmente para que un acto sea
auténtico se requiere que esté firmado por el funcionario competente
para otorgarlo, y que lleve el sello de la oficina que dirige...

Tomando en consideración el criterio antes expuesto, la Sala valora las

copias certificadas de las Actas de las Sesiones Ordinarias del Consejo Legislativo del

Estado Anzoátegui, como un documento público administrativo, que goza de la

presunción de veracidad y legitimidad en virtud del órgano del cual emanan, admisible

en segunda instancia, por tratarse de una prueba sobrevenida en el proceso, ello, de

conformidad con lo previsto en los artículos 11 y 70 de la Ley Orgánica Procesal del

Trabajo, y por aplicación analógica de los artículos 434, 435 y 520 del Código de

Procedimiento Civil.

Establecido lo anterior, se pasa a analizar el contenido de las copias

certificadas, para determinar su apreciación y mérito en el caso concreto:


Sesión ordinaria del Consejo Legislativo del Estado Anzoátegui,

celebrada en la ciudad de Barcelona , a los 29 días del mes de enero de 2002, en la cual

se señala lo siguiente:

...Se dio lectura al derecho de palabra solicitado por el Leg.


FRANCISCO GUACARÁN para referirse al presunto despido
injustificado del trabajador Rafael Beltrán López, quien laboró en este
Consejo Legislativo en agosto del año 2000, pidió la palabra el Leg.
FRANCISCO GUACARÁN para explicar que este trabajador según sus
informes médicos del Seguro Social, presenta lesión traumática
degenerativa y ruptura de los meniscos en ambas rodillas diagnosticado
en el año 99, actualmente tiene 60 años de edad y a reclamado en varias
oportunidades ante el parlamento que fue botado estando de reposo
médico sin respuesta favorable. Con el permiso del presidente leyó el
Oficio N° AI-230 de fecha 24-04-2000 dirigido al afectado, donde la
Comisión Legislativa Transitoria lo cesantea motivado a la
reestructuración decretada por la Asamblea Nacional constituyente y
ratificada por esa comisión, firmado por Rosa Banus presidenta para
esa época, sin embargo el 8 de agosto de ese año según el Oficio N° 702,
Banus explica al nuevo presidente Leg. RAFAEL VELÁSQUEZ las
consideraciones del caso y le pide que estudie la posibilidad de
incapacitarlo con base al diagnóstico médico que también conoció y
avaló el D., Juan Bautista Díaz, integrante de esa Comisión Tripartita,
por lo cual supone que se dieron cuenta del error cometido y solicitó al
nuevo presidente que enmendara su error. Agregó que el 31-10-2001, el
Traumatólogo tratante del Seguro Social diagnostica ruptura bilateral
de ambas rodillas con ostero-artrosis y el médico legista de la
inspectoría dictamina que debe ser incapacitado. Igualmente presentó
un informe médico del conocido traumatólogo Agustín Mata que
recomienda el cambio de trabajo ligero a la incapacitación del paciente.
Luego de la exposición solicitó que el consejo estudie la posibilidad de
jubilar o incapacitar al S., López, por cuanto si este acude a los
tribunales será otra demanda perdida para el organismo. Afirmó que el
afectado no ha demandado porque está a la espera de la contesta a
todas las diligencias que ha hecho ante el ente Legislativo. Agregó en
caso de no tener respuesta positiva le facilitará el apoyo legal para que
proceda a entablar la respectiva demanda. Finalmente pidió que el caso
sea discutido en la Comisión de Mesa, Pidió la Palabra el Leg.
ORLANDO ÁLVAREZ para exhortar a los legisladores a llevar el caso a
la Comisión de Mesa para darle una salida definitiva y positiva a favor
del Sr. Beltrán López. Tomó la palabra el presidente para proponer que
el caso sea pasado a la Comisión de mesa, resultando aprobado...
Sesión ordinaria del Consejo Legislativo del Estado Anzoátegui,

celebrada en la ciudad de Barcelona, a los 6 días del mes de marzo de 2003, la cual se
declaró abierta con la asistencia de diez (10) Legisladores, en la cual se señala lo

siguiente:

...Antes de pasar al siguiente punto pidió la palabra el Leg.


FRANCISCO GUACARÁN, para solicitar un punto previo, consistente
en anexar como parte del Presupuesto Interno aprobado, las
jubilaciones de Gonzalo Barreto, Nancy Millán de Galindo, Asdrúbal
José Lunar, Omar Guzmán, Enrique Rodríguez y el otorgamiento de una
pensión por incapacitación a Beltrán López, este último, por una acción
de gracia del Consejo Legislativo a petición de la Sra. Rosa Banus,
quien fuera Presidenta de la Asamblea y considera que se cometió una
injusticia contra ese trabajador, cuando fue despedido bajo su mandato
al encontrarse prácticamente de reposo. Pidió la palabra el LEG.
JESÚS ORELLANA, para dar apoyo a la propuesta...Tomó la palabra
EL PRESIDENTE para someter a consideración la propuesta del Leg.
Francisco Guacarán, resultando aprobada por 7 votos...
Ahora bien, del análisis realizado a las actas en referencia, observa la

Sala, que la parte demandada, Consejo Legislativo del Estado Anzoátegui, en la Sesión

Ordinaria celebrada el 6 de marzo de 2003, previa solicitud formulada por el Leg.

Francisco Guacarán, con la adhesión de otros legisladores, acordó con el voto de 7 de

los 10 Legisladores presentes, el otorgamiento de una pensión por incapacidad al

ciudadano Beltrán López, por una acción de gracia, a petición de la Sra. Rosa Banus,

quien fuera Presidenta de la Asamblea para la fecha, al considerar que se cometió una

injusticia contra el trabajador, al ser despedido encontrándose prácticamente de reposo.

Pues bien, ante la manifestación de voluntad del Consejo Legislativo de

pensionar por incapacidad al ciudadano Beltrán López, los argumentos argüidos por la

representación judicial de la demandada, en el acto de contestación a la demanda, en

relación con que no había nacido el beneficio de incapacidad para el momento en que

fue despedido, cuestión que impedía a su representada, otorgar un beneficio que no

había sido acordado en su oportunidad legal por la autoridad correspondiente, ceden

ante la decisión tomada posteriormente por la accionada, motivo por el cual, al haberse

otorgado de manera graciosa el beneficio de incapacidad, solicitado por el actor en el


libelo de la demanda, se ordena a la demandada darle cumplimiento al mismo, debiendo

para ello aplicar el contenido de la Cláusula 30 del Convención Colectiva de los

Trabajadores al Servicio del Poder Legislativo del Estado Anzoátegui, al quedar

incapacitado el trabajador para la prestación del servicio, con una pensión por

incapacidad, equivalente al cien por ciento (100%) de su salario integral, el cual para la

fecha del despido, según la planilla de liquidación que cursa en autos, reconocida por la

demandada, era de Bs. 558.459,00.

En consecuencia, se declara parcialmente con lugar la demanda intentada

por el ciudadano Rafael Beltrán López contra el Consejo Legislativo del Estado

Anzoátegui, y, se ordena pagar las pensiones de invalidez dejadas de percibir desde el 6

de marzo de 2003, fecha ésta en que lo acordó de manera graciosa la demandada, a

razón del salario integral que para la fecha del despido era Bs. 558.459,00 más los

aumentos legales o contractuales que se acuerden, para lo cual se ordena practicar una

experticia complementaria del fallo, a los fines de cuantificar las pensiones dejadas de

percibir, en los términos y parámetros expuestos, por un único perito designado por el

Tribunal si las partes no lo pudieran acordar.

En relación con el pedimento de la indemnización por daño moral, la

Sala no lo acuerda porque no fue demandado.

Asimismo, por razones de equidad no hay corrección monetaria.

DECISIÓN
Por las razones antes expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia, en

Sala de Casación Social, administrando justicia en nombre de la República y por

autoridad de la ley, declara: 1º CON LUGAR el recurso de casación propuesto por la

parte actora, y en consecuencia se anula la sentencia proferida en fecha 28 de noviembre

de 2005, por el Juzgado Primero Superior para el Régimen Procesal Transitorio del
Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Anzoátegui; y, 2º PARCIALMENTE

CON LUGAR la demanda intentada por el ciudadano RAFAEL BELTRÁN LÓPEZ

contra el CONSEJO LEGISLATIVO DEL ESTADO ANZOÁTEGUI. En consecuencia,

se ordena pagar las pensiones de invalidez dejadas de percibir desde el 6 de marzo de

2003, fecha ésta en que lo acordó de manera graciosa la parte demandada, a razón del

salario integral que para la fecha del despido era Bs. 558.459, más los aumentos legales

o contractuales que se acuerden, para lo cual se ordena practicar una experticia

complementaria del fallo, a los fines de cuantificar las pensiones dejadas de percibir, en

los términos y parámetros expuestos, por un único perito designado por el Tribunal si

las partes no lo pudieran acordar.

No hay condenatoria en costas de conformidad con el artículo 33 del


Decreto de Reforma de la Ley Orgánica de Descentralización, Delimitación y
Transferencia de Competencias del Poder Público y el artículo 74 del Decreto con
Fuerza de Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República.

Publíquese, regístrese y remítase el expediente a la Coordinación Judicial


del Trabajo del Estado Anzoátegui, para que lo remitan el Juzgado correspondiente.
Remítase copia certificada de esta decisión al Juzgado Primero Superior del Trabajo de
la misma Circunscripción Judicial.

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación


Social, del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los trece (13) días del mes de
junio de dos mil seis. Años: 196º de la Independencia y 147° de la Federación.
El Presidente de la Sala,

____________________________
OMAR ALFREDO MORA DÍAZ

El Vicepresidente-Ponente, Magistrado,
________________________ _______________________________
JUAN RAFAEL PERDOMO ALFONSO VALBUENA CORDERO

Magistrado, Magistrada,

_______________________________ ________________________________
LUIS E. FRANCESCHI GUTIÉRREZ CARMEN ELVIGIA PORRAS DE ROA

El Secretario,

_____________________________
JOSÉ E. RODRÍGUEZ NOGUERA

R.C N° AA60-S-2006-000120
Nota: Publicada en su fecha a las

El Secretario,

SALA DE CASACIÓN SOCIAL

Ponencia de la Magistrada dra. CARMEN ELVIGIA PORRAS DE ROA

En el juicio de cobro de prestaciones sociales y otros conceptos laborales


que sigue el ciudadano WILLIAM ANTONIO OLIVEROS GÓMEZ, venezolano,
titular de la cédula de identidad Nº V-7.760.859, representado judicialmente por los
abogados Cecilio González Hurtado, Allan Augusto Arcay González y Reina Romero
Castro, inscritos en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo los números
29.038, 83.349 y 28.948 respectivamente, contra la sociedad mercantil PRIDE
INTERNACIONAL C.A., inscrita inicialmente en el Registro Mercantil Segundo de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia, el 12 de febrero de 1982, bajo el Nº 1, tomo
2-A; representada judicialmente por los abogados Edith Urdaneta de Lameda, Gladis
Guerrero de Noel, José Vicente Moscoso Lobo, Dalia Urdaneta de Cardozo, David
Fernández Bohórquez, Aurea Fátima Montiel de Bohórquez, Joaquín Jesús Silvera
Calderin, Luis Enrique Fereira Molero, Carlos Alfonso Malave González, Joanders José
Hernández Velásquez, Nancy Chiquinquirá Ferrer Romero, Alejandro Enrique Ferreira
Rodríguez y Marcy Vilchez, inscritos en el Instituto de Previsión Social del Abogado
bajo los números 5.451, 40.816, 87.713, 4.332, 10.327, 14.812, 29.234, 5.989, 40.718,
56.872, 63.982, 79.847 y 113.446 en su orden, el Tribunal Segundo de Primera Instancia
de Juicio del Circuito Judicial Laboral de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia,
en fecha 22 de febrero de 2006 declaró sin lugar la defensa de prescripción de la acción
y parcialmente con lugar la demanda.
El Juzgado Superior Primero del Circuito Judicial Laboral de la referida
Circunscripción Judicial, mediante decisión del 13 de junio de 2006, declaró sin lugar el
recurso de apelación interpuesto por la parte demandante, parcialmente con lugar la
demanda y confirmó el fallo con distinta motivación.

Contra la sentencia de alzada, ambas partes anunciaron recurso de casación


el 20 de junio de 2006, los cuales fueron admitidos y formalizados en el término legal.
Hubo impugnación por la parte demandada.

El 8 de agosto de 2006 se dio cuenta del asunto y se designó ponente a la


Magistrada doctora CARMEN ELVIGIA PORRAS DE ROA, quien con tal carácter
suscribe la decisión.

Concluida la sustanciación del recurso, las codemandadas comparecieron a


la audiencia oral, pública y contradictoria celebrada en fecha de octubre de 2007, y
se dictó fallo oral e inmediato, a tenor de lo previsto en el artículo 174 de la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo.
En esta oportunidad, pasa la Sala a publicar la sentencia, de conformidad
con lo establecido en la citada disposición legal.

DEL RECURSO DE CASACIÓN DE LA PARTE DEMANDANTE


Único

Arguye el formalizante:

…La juzgadora pronuncia su fallo en los términos siguientes: …


TERCERO: Se confirma la sentencia apelada con distinta motivación…
Nada dice la juzgadora del quantum condenado (justo es inferir que es el
mismo quantum condenado por la Sentenciadora (sic) del a quo…) Sin
embargo, declara que por la complejidad del asunto… difiere la publicación
del fallo para el quinto día hábil siguiente. Es decir para el 13 de junio de
2006. Efectivamente, aquel día trece leemos el dispositivo del fallo, está
igual al proferido el día seis, nada dice sobre el quantum enterarnos que se
trata de la pírrica cantidad de ONCE MILLONES QUINIENTOS MIL
BOLIVARES (Bs. 11.500.0000, 00) ¿Por qué? Si la sentencia del a quo (…)
está ajustada a derecho… Ciudadanos Magistrados…la narrativa de la
motivación (…) esta plagada de: errores gramaticales, cambios de fecha,
contradicciones, falta de sindéresis, sostenida en el mal uso de
apuntaciones… falsas suposiciones, por ejemplo “que la parte demandante
no probó el estatus económico de la demandada”; que no demostró la
aflicción sufrida por causa de la operación y cuantas más. Pero, es un hecho
notorio y basto conocido por la Sentenciadora (sic) que PRIDE
INTERNACIONAL, C.A., es una trasnacional cuyo objeto social es la
explotación de hidrocarburos,… que contrata especialmente con PDVSA,
contratos que son publicados generalmente en el diario el Panorama… y en
cuanto a las aflicciones, sufrimientos y cosas del ánimo, éstos son propios
de las personas que dicen padecerlos.

Para decidir la Sala observa:

Del contexto de la formalización se desprende que la recurrente delata


defecto de forma por contradicción en el fallo por cuanto, a su decir, el ad quem declaró
sin lugar el recurso de apelación interpuesto por la parte demandada confirmó el fallo
recurrido, empero, con distinta motivación respecto al quantum de la indemnización por
daño moral, lo cual se traduce en una flagrante contradicción, razón suficiente para
declarar la nulidad del fallo.

Respecto al vicio de contradicción en el dispositivo del fallo, la Sala de


Casación Civil, en sentencia Nº 830 de fecha 6 de noviembre de 2006 (caso: Ever
Contreras contra Manuel Gómez Coelho), señaló:

El dispositivo fallo recurrido en concreto es del tenor siguiente:

‘...PRIMERO: SIN LUGAR la apelación interpuesta por el ciudadano


abogado EVER CONTRERAS contra la decisión dictada por el Juzgado
Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Miranda, en fecha 25 de septiembre de
2001 que declaró parcialmente con lugar la demanda por honorarios
profesionales interpuesta en contra del ciudadano MANUEL GOMES
COELHO.

SEGUNDO: SIN LUGAR la apelación interpuesta por el ciudadano


MANUEL GOMES COELHO, a través de su apoderado, en contra de la
referida decisión. TERCERO: SE MODIFICA el fallo que fue objeto de
apelación, declarándose que la parte actora tiene derecho a percibir
honorarios por las siguientes actuaciones (...) CUARTO: Dada la
naturaleza de la presente decisión, y la improcedencia de los recursos de
apelación ejercidos, no hay expresa condenatoria en costas. QUINTO:
CON LUGAR la indexación solicitada por el actor en su libelo de
demanda…’.

Ha sido criterio pacífico en la doctrina de la Sala, que el vicio de


contradicción en el fallo al que se refiere el artículo 244 del Código de
Procedimiento Civil, sólo puede encontrarse en el dispositivo del mismo, de
modo que las resoluciones contenidas en él sean de tal manera opuestas, que
no sea posible ejecutarlas simultáneamente por excluirse las unas a las otras,
no pudiendo determinarse el alcance de la cosa juzgada, vicio que no debe
ser confundido con el de contradicción entre los motivos, o entre los
motivos y el dispositivo, incompatibilidades que de existir y ser
fundamentales, hace inmotivada la sentencia por inobservancia del requisito
establecido en el ordinal 4º del artículo 243 eiusdem.

Omissis

De los extractos de la recurrida, anteriormente transcritos, se desprende


palmariamente la contradicción en el dispositivo del fallo, que acarrea su
nulidad absoluta, dado que el juez declara sin lugar las apelaciones, tanto de
la parte demandante como de la parte demandada, lo cual claramente
determina la conformidad del juez de alzada con la decisión apelada de
primera instancia, y posteriormente establece en su particular tercero, que se
modifica la sentencia objeto de apelación, lo cual es claramente
contradictorio, al no existir entonces tal conformidad con la sentencia objeto
de apelación. De igual forma, al fallo de alzada también es contradictorio en
su dispositivo y por ende nulo, al acordar el juez de la recurrida la
indexación judicial de los montos condenados, mediante experticia
complementaria del fallo, según lo acordado en el numeral tercero del
mismo dispositivo, el cual como ya quedó establecido, es el que comprende
la modificatoria de la sentencia apelada de primera instancia, lo que
confirma la disconformidad del juez de alzada con la sentencia de primera
instancia y su modificación, derivando de esto por lógica jurídica la
procedencia, en mínimo como parcialmente, de la apelación ejercida que
logró la modificación del fallo apelado, lo cual lo hace a todas luces que sea
inejecutable. Por consiguiente, y en virtud de las consideraciones
anteriormente expuestas, esta Sala, evidencia que sí existe contradicción en
la sentencia recurrida entre los considerándos (sic) de la parte dispositiva, lo
cual hace que sea procedente la presente denuncia, por infracción del 244
del Código de Procedimiento Civil. Y así se decide.

A juicio de esta sala, es evidente que la contradicción a la que se


refiere el artículo 244 del Código de Procedimiento Civil, debe estar contenida en
el dispositivo del fallo, de lo cual resultaría que la sentencia no pueda ejecutarse
ante la imposibilidad de comprender lo decidido, por tanto, no ocurre este vicio
por existir incompatibilidad entre los motivos y el dispositivo, o porque la
contradicción tenga lugar solo en la parte motiva del fallo.

En efecto, el artículo 244 del Código de Procedimiento Civil,


establece:

Artículo 244.- Será nula la sentencia: por faltar las determinaciones


indicadas en el artículo anterior; por haber absuelto de la instancia; por
resultar la sentencia de tal modo contradictoria, que no pueda ejecutarse o
no aparezca que sea lo decidido; y cuando sea condicional, o contenga
ultrapetita.

Ahora bien, en el dispositivo del fallo, el Juzgado Superior Primero


del Circuito Judicial Laboral de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia,
señaló:

En tal sentido al concluir esta alzada con el análisis de fondo


de la presente controversia verifica de los autos en especial de la
sentencia recurrida, que ciertamente el dispositivo dictado por esta
alzada coincide en cuanto a la declaratoria parcial de la pretensión
interpuesta por el trabajador demandante, con el dispositivo dictado
por la juzgadora de la Primera Instancia; no obstante, los
argumentos de hechos y de derechos que se encuentran explanados
en dicha decisión y que son los motivos que fundamentan dicho
fallo, se encuentran bajo otra óptica, con relación a los argumentos
de hechos (sic) y de derechos (sic) que se encuentran contenidos en
al presente decisión lo cual conlleva a esta alzada a confirmar el
fallo de la primera Instancia, (sic) pero, con distinta motivación,
en virtud de los argumentos verificados en el presente fallo. Así se
decide.

En consecuencia, esta instancia Superior, en virtud de lo


expresado anteriormente considera que la acción interpuesta ha
prosperado parcialmente y otorga al trabajador demandante la
cantidad total de ONCE MILLONES QUINIENTOS MIL BOLÍVARES
CON CERO CÉNTIMOS (Bs. 11.500.000,00), por motivo del
reclamo interpuesto por el ciudadano WILLIAN OLIVEROS por
motivo cobro de indemnización por Daño Moral solicitado. ASÍ SE
DECIDE.

Omissis

PRIMERO: SIN LUGAR el recurso de apelación interpuesto


por la parte demandada recurrente contra la sentencia dictada en
fecha 22 de febrero de 2006 dictada por el Juzgado Segundo de
Jucio del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia.

SEGUNDO: PARCIALMENTE CON LUGAR la demanda


interpuesta por el ciudadano WIILIAM ANTONIO OLIVEROS, en
contra de la Sociedad mercantil PRIDE INTERNATIONAL C.A.

TERCERO: SE CONFIRMA LA SENTENCIA APELADA, con


distinta motivación.

CUARTO: SE CONDENA EN COSTAS A LA EMPRESA


DEMANDADA de conformidad con lo establecido en el artículo 59
de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo. (Mayúsculas, negrillas y
subrayado de la recurrida).

Del análisis de los extractos de la recurrida se colige que existe


contradicción, ya que la sentencia contiene varias manifestaciones de voluntad
en una misma declaración de certeza, que se excluyen mutuamente o se
destruyen entre sí, de manera que la ejecución de una parte implica la
inejecución de la otra.

Ciertamente, la recurrida declaró sin lugar el recurso de apelación


interpuesto por la sociedad mercantil Pride Internacional, C.A., contra la
sentencia proferida por el Tribunal Segundo de Primera Instancia de Juicio del
Circuito Judicial Laboral de la Circunscripción judicial del Estado Zulia, de fecha
22 de febrero de 2006, que declaró sin lugar la prescripción, parcialmente con
lugar la demanda intentada por el ciudadano Antonio William Oliveros Gómez,
por diferencia de prestaciones sociales e indemnización de enfermedad
profesional y condenó a la demandada a pagar la cantidad de cincuenta
millones setecientos cincuenta mil bolívares (Bs. 50.750.000,00) por daño
moral y daño emergente.

No obstante a lo anterior, declaró parcialmente con lugar la


demanda, confirmando la sentencia apelada, aunque con distinta motivación, y
en cuanto al daño moral, consideró que la naturaleza de la lesión sufrida por el
trabajador no había afectado su funciones motoras para la prestación del
servicio en situaciones similares, y estimó la indemnización por este concepto
en la cantidad de once millones quinientos mil bolívares (Bs. 11.500.000,00),
pese a la declaratoria sin lugar del recurso de apelación que, se advierte, le
imposibilitaba para conocer el fondo de la causa y realizar modificaciones en el
dispositivo del fallo. Tal proceder acarrea la nulidad de la sentencia recurrida,
dado que el ad quem, al declarar sin lugar el recurso de apelación ejercido por
la parte demandada, determinó su conformidad con la decisión del a quo por lo
que mal podía confirmarla con distinta motivación; de esta manera, se
materializó el vicio de contradicción denunciado. Así se resuelve.

Con base en los razonamientos precedentes debe declararse con


lugar la denuncia bajo estudio. Así se decide.

La Sala deja constancia que se abstiene de analizar las demás


denuncias contenidas en los escritos de formalización de las partes actora y
demandada, por considerarlo inoficioso, y de conformidad con el artículo 175
de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, pasa a decidir el fondo de la
controversia.

CAPÍTULO I
SÍNTESIS DE LA CONTROVERSIA

Alega el ciudadano William Antonio Oliveros Gómez, que fue contratado


por la sociedad mercantil Pride internacional, C.A., el 4 de abril de 2001, para realizar
las funciones de obrero taladro en el equipo de reparación PRIDE 205 ubicado en el
campo La Concepción en Maracaibo, Estado Zulia, que sus funciones consistían en
levantar tuberías, cuñas, collarines, barras, mechas, portamechas, levantadores y
organizar el equipo de reparación y mantenimiento en general, que tuvo una jornada de
trabajo bajo el sistema de guardias rotativas así: diurna de 7:00 a.m. a 3:00 p.m;
nocturna de 11: 00 p.m. a 7:00 a.m. y mixta de 3:00 p.m. a 11: 00 p.m., con descanso
en cada jornada de una hora y dos días por cada guardia.

Sostiene que al momento de su ingreso le fue practicado examen físico de


rutina cuyos resultados fueron satisfactorios, que posteriormente el 1º de febrero de
2002, el departamento médico de la sociedad mercantil accionada le diagnosticó “hernia
inguinal derecha” e inmediatamente expidió orden médica para intervención quirúrgica
ambulatoria, la cual se realizó el 8 de febrero de 2002, que al día siguiente de la
operación se presentó ante el cirujano y manifestó el intenso dolor que padecía, ante lo
cual se indicó tratamiento oral.
Señala que el 15 de febrero de 2002, se apersonó en la oficina de recursos
humanos y notificó el lacerante dolor que sentía porque a su decir, el corte de la cirugía
no había sido suturado, que nuevamente la demandada extendió orden médica para su
hospitalización y, posteriormente, el 22 de febrero del referido año, consultó con un
especialista privado quien diagnosticó: “tumoración sólida a nivel del conducto inguinal
derecho e hidrocele tabicado izquierdo pequeño”.

Relata que en fecha 13 de mayo de 2002, una valoración médica privada


indicó necrosis “mortificación o gangrena de los tejidos del organismo destrucción de
un tejido que amerita orquiepidectomia”, que pidió de manera insistente a la demandada
la orden para una segunda operación, la cual se realizó el 29 de julio de 2002, con
prescripción de reposo hasta el 22 de agosto del mismo año, fecha para la que aún no
cesaba el intenso dolor, por lo que ameritó extensión del reposo médico, que el 19 de
octubre de 2002, cuando fue a cobrar la semana de trabajo el gerente de la oficina de
recursos humanos de la empresa Pride Internacional C.A., le indicó que no efectuaba el
pago porque debía estar trabajando, que pasara por la liquidación el 26 de octubre del
referido año, y al hacerlo, le informaron que por estar de reposo médico debía efectuarse
el pago de la semana correspondiente.

Estima que fue despedido injustificadamente el 19 de noviembre de 2002,


que el pago de sus prestaciones sociales se cálculo con base en un salario inferior al
percibido en el cargo de obrero de taladro, que la afección física no cesó, que en fecha 6
de enero de 2003, fue intervenido por tercera vez cubriendo los gastos de la operación y
recuperación con el activo de su liquidación.

Finalmente, con base en el Contrato Colectivo Petrolero, demandó por


diferencia de prestaciones sociales el pago de las siguientes cantidades y conceptos:
diferencia de cláusula 9 y 65: treinta y tres millones novecientos noventa y un mil
novecientos treinta y tres mil bolívares con treinta y tres céntimos (Bs. 33.991.933,33);
indemnización por daños materiales, según los artículos 57 LOT y 33 de LOPCYMAT:
diez millones novecientos catorce mil novecientos setenta y tres bolívares con cuarenta
y cuatro céntimos (Bs.10.914.973,44); por concepto de indemnización legal: veintidós
millones seiscientos nueve mil quinientos ochenta y siete bolívares con ochenta y cuatro
céntimos (Bs. 22.609.587,84); daño emergente: setecientos cincuenta mil bolívares (Bs.
750.000,00); salario retenido de la primera semana de noviembre del año 2002:
doscientos noventa y un mil cuatrocientos trece bolívares con cincuenta y un céntimos
(Bs. 291.413, 51); por daño moral: cien millones de bolívares (Bs. 100.000.000,00); la
suma de estas cantidades arriban a ciento cuarenta y cinco millones novecientos
cuarenta y ocho mil trescientos veinte bolívares con veintiocho céntimos (Bs. 145.948.
320, 28).

CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA:

Con fundamento en los artículos 61 y 64 de la Ley Orgánica del Trabajo, en


concordancia con el artículo 1969 literal d) del Código Civil, alegó prescripción de la
acción de los conceptos ordinarios y de la enfermedad profesional; explicó que el actor
demandó en fecha 28 de abril de 2003, ante el extinto Tribunal Segundo de Primera
Instancia del Trabajo y Estabilidad Laboral bajo el régimen de la Ley Orgánica de
Tribunales y de Procedimiento del Trabajo, -exp. 152.86- y posteriormente el Juzgado
Séptimo de Primera Instancia de Sustanciación, Mediación y Ejecución del Circuito
Laboral Transitorio de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia, declaró terminado el
procedimiento por inasistencia de las partes en fecha 2 de abril de 2004, lo que
presupone que a partir de esa fecha comenzó a discurrir el lapso de prescripción, y no
obstante, en fecha 15 de marzo de 2005, el ciudadano William Antonio Oliveros Gómez,
interpuso demanda mas no diligenció para la admisión y notificación, a los fines del
registro e interrupción de la prescripción de la acción.

Hechos admitidos:

Que el actor comenzó a prestar servicios el 4 de abril de 2001, que cumplió


funciones de “obrero de taladro” -para lo cual se asistía de equipos técnicos- en una
jornada bajo sistema de guardias rotativas en forma semanal, es decir, una semana de
guardia diurna, nocturna y mixta, mas no guardias interdiarias como lo señaló el actor,
que devengó un salario diario integral de treinta y seis mil ochocientos doce bolívares
con cincuenta y tres céntimos (Bs. 36.812,53) y un salario diario normal de veinticuatro
mil ciento diez bolívares con cincuenta y seis céntimos (Bs. 24.110,56).

Hechos controvertidos:
Negó, rechazó y contradijo responsabilidad solidaria con la empresa
PDVSA Petróleos de Venezuela, S.A., que la relación laboral culminó el 28 de enero de
2002, fecha en la que se realizó el examen médico pre-retiro de la “obra taladro 205”,
que se diagnosticó hernia inguinal, que los traumas que vivió el actor en su proceso de
recuperación no pueden ser imputados en términos de responsabilidad subjetiva.

Rechazó, negó y contradijo pormenorizadamente cada uno de los conceptos


reclamados y la estimación global de la demanda de ciento cuarenta y cinco millones
novecientos cuarenta y ocho mil trescientos veinte bolívares con veintiocho céntimos
(Bs. 145.948. 320, 28).

Para decidir la Sala observa que previo a la decisión de merito, debe analizar
la prescripción de la acción por cobro de diferencia de prestaciones sociales y la
indemnización por accidente de trabajo.

La demandada alegó que el Juzgado Séptimo de Sustanciación, Mediación y


Ejecución del Circuito Laboral Transitorio de la Circunscripción Judicial del Estado
Zulia, en fecha 2 de abril de 2004, declaró terminado el procedimiento por inasistencia
de las partes y, posteriormente, el 15 de marzo de 2005, el ciudadano William Antonio
Oliveros Gómez, interpuso demanda sin diligenciar para la admisión y notificación, a
los fines del registro interruptivo de la prescripción, por tanto, considera que operó la
prescripción de la acción de los derechos reclamados por vía ordinaria y de las
indemnizaciones por enfermedad profesional.

Ahora bien, con relación a la prescripción ordinaria prevista en el artículo


61 de la Ley Orgánica del Trabajo, la Sala observa, que del escudriñamiento de las actas
procesales y la audiencia de juicio, que el ciudadano William Antonio Olivares Gómez,
en fecha 28 de abril de 2003, interpuso demanda por cobro de diferencia de prestaciones
sociales e indemnización por enfermedad profesional ante el extinto Juzgado Segundo
de Primera Instancia del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia, y con
la entrada en vigencia de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, conoce la sociedad
mercantil fue notificada a efectos de la celebración de la audiencia preliminar ante el
Juzgado Séptimo de Sustanciación, Mediación y Ejecución del Circuito Laboral
Transitorio de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia; no obstante, dada la
incomparecencia de las partes, el tribunal declaró desistido el procedimiento en fecha 2
de abril de 2004, de conformidad con el artículo 130 de la Ley Orgánica del Trabajo.

Advierte la Sala que transcurridos noventa (90) días continuos desde la


fecha en que se dictó el auto que declaró desistido del procedimiento, la parte
demandante goza de la facultad de interponer nuevamente demanda; empero, dicho
lapso, en aplicación del principio de integridad de los lapsos procesales, debe dejarse
transcurrir íntegramente, y, posterior a él debe computarse el lapso de prescripción de la
acción.

En el caso bajo examen, los noventa (90) días transcurrieron íntegramente el


2 de julio de 2004, y la demanda fue admitida el 7 de abril del 2005, vale decir, dentro
el lapso legal, por lo que resulta forzoso declarar sin lugar la defensa de prescripción de
la acción por cobro de diferencia de prestaciones sociales. Así se decide.

En cuanto a la prescripción de las indemnizaciones por enfermedad


profesional, el artículo 62 de la Ley Orgánica del Trabajo, dispone que las acciones para
reclamar la indemnización por accidentes de trabajo o enfermedades profesionales
prescriben a los dos (2) años contados a partir de la fecha del accidente o de la
constatación de la enfermedad, y las formas de interrupción de la prescripción de las
acciones laborales están contenidas en artículo 64 eiusdem.

En el caso sub examine, esta Sala, de conformidad con lo dispuesto en el


artículo 175 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, verifica que la enfermedad
profesional se constató el 1º de febrero de 2002, fecha en la que fue practicado el
examen pre-retiro al ciudadano Wiliam Antonio Oliveros Gómez, con el diagnóstico
hernia inguinal en el testículo derecho, que el trabajador demandó por primera vez el 28
de abril de 2003, y el desistimiento del procedimiento fue declarado el 2 de abril de
2004; ahora bien, transcurrido el lapso de noventa (90) días a que hace referencia el
parágrafo único del artículo 130 de la ley adjetiva laboral, a partir del 2 de julio de 2004
nace un nuevo lapso de dos (2) años por efecto interruptivo de la prescripción para
interponer la demanda por cobro de indemnizaciones derivadas de enfermedad
profesional, la demanda fue admitida el 7 de abril de 2005, es decir, dentro del lapso
legal previsto en el artículo 62 de la ley sustantiva laboral, por lo que, resulta forzoso
declarar sin lugar el alegato de prescripción por indemnización de enfermedad
profesional. Así se decide.

Indicado lo anterior la Sala procede a valorar los medios de pruebas


promovidos por las partes a fin de resolver el contradictorio, en los siguientes términos:
Pruebas de la parte demandante:

I. instrumentales:

a) Copia fotostática simple de informes médicos expedidos por la consulta externa de


Hospital Clínico Maracaibo, C.A., marcadas con la letra “A 1 y A2” (folios 38 y 39).

Dichas instrumentales fueron impugnadas por la parte demandada en la


audiencia de juicio, y la parte actora no insistió en su validez a través de ningún medio
de prueba, por lo tanto, no existe medio de prueba que valorar. Así se decide.

b) Original de informes médicos expedidos por el Dr. Luis G. Paz Bracho (folios 40 y
41) de fecha 08y 15 de marzo de 2002 respectivamente, marcados con las letras “B” y
“C”.

De conformidad con el artículo 79 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo,


las precitadas documentales deben ser ratificadas en juicio por emanar de u tercero, y al
no constar en el expediente tal actividad, por lo tanto, se desestiman su valoración. Así
se decide.

c) Original de certificación médica expedida por el Dr. Antonio Arrieta, de fecha 1º de


abril de 2002, marcadas con la letra “C1” (folio 42).

La precitada instrumental emana de un tercero, por tanto, a la luz del


artículo 79 de la Ley Orgánica Procesal de Trabajo, debe ser ratificado en juicio, tal
actividad no cursa agregado en autos y en tal virtud no existe medio de prueba que
valorar. Así se decide.
d) Originales de órdenes de asistencia médica expedidas por el departamento médico de
la sociedad mercantil Pride Internacional, C.A., signadas bajo los números 5581, 5686 y
7365 en su orden, de fechas 4 y 18 de abril y 15 de julio de 2002 respectivamente,
marcadas con las letras “D”, “E” y “G” (folios 43, 44 y 45), cuyo contenido se contrae
en el renglón diagnostico “ post operatorio tardío, hernoplastia derecha, epididimitis
aguda, tratamiento médico valoración en 15 días para decidir reintervención,
incapacidad desde el 04-04-02 al 20-04-04”; “orquiepididimitis derecha post traumática
requiere tratamiento médico referido al urólogo, incapacidad desde el 20 /4/02 al
15/05/02.”, “quiste en el testículo derecho mas hidrocele” en observaciones: “exámenes
pre-operatorios mas valoración cardiovascular”.

Dichas instrumentales no fueron impugnadas por la parte demandada, por lo


que, a tenor del artículo 77 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo merecen valor de
plena prueba, de su contenido se desprende que la empresa accionada estaba en
conocimiento de la enfermedad profesional, de la probabilidad de reintervención
quirúrgica y de las incapacidades otorgadas al trabajador por la enfermedad presentada.
Así se decide.

e) Original y copia fotostática simple de orden de atención médica marcadas con la letra
“H” (folios 46 y 47) emanada del Centro Médico El Pilar C.A.

Dicha documental fue impugnada por la parte demandada y la parte


promovente no insistió en su validez por ningún otro medio de prueba, razón por la que
se desestima del proceso. Así se decide.

f) Copia fotostática simple de certificados de incapacidad emanados del Instituto


Venezolano de los Seguros Sociales (I.V.S.S.) marcadas con la letra “I” (folios 48 al 61).

Estas fueron impugnados por la parte demandada en la audiencia de juicio,


por lo tanto, de conformidad con el artículo 78 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo,
no existe medio de prueba que valorar. Así se decide.
g) Copia fotostática simple de informe médico emanado del Dr. Nelson Ortega Rosales,
marcada con la letra “K” (folio 62).

Dicha instrumental fue impugnada en la audiencia de juicio por la


representación legal de la sociedad mercantil demandada, por lo tanto carece de valor
probatorio. Así se decide.

h) Original de examen médico de ecograma testicular emanado de la Dra. Sonia


Cucuzzo, marcada con la letra “L”, (folio 63).

De conformidad con el artículo 79 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo,


dicha instrumental debe ser ratificada en juicio por ser un documento emanado de un
tercero, la cual no cursa agregada, por lo tanto, se desestima su valoración. Así se
decide.

i) Original de orden de asistencia médica numero 7385 de fecha 18/7/02, emanada del
departamento médico de la empresa mercantil Pride Internacional, C.A, marcada con
letra “M”, (folio 64).

Dicha instrumental fue reconocida en su contenido y firma por la parte a


quien se le opuso, de la que se desprende que el actor acudió a la consulta post-
operatoria por seguir sufriendo padecimientos físicos derivados de la intervención
quirúrgica. Así se decide.

j) Original de constancia de reposo y valoración médica expedida por el Dr. Wilfredo


Salazar, marcada con la letra “N” (folio 65).

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 79 de la Ley Orgánica


Procesal del Trabajo, dicha prueba debe ser ratificada en jucio por emanar de un tercero,
por lo tanto, se desecha su valoración. Así se decide.

k) Original de recibo de pago correspondiente al periodo 28 de octubre al 3 de


noviembre de 2002, marcada con la letra “P (folio 66).
Dicha documental fue reconocida expresamente por la parte demandada en
la audiencia de juicio, de cuyo contenido se desprende que el actor durante el periodo 28
de octubre al 3 de noviembre de 2002 percibió su salario. Así se decide.

l) Original de libreta de ahorros del Banco Provincial perteneciente al trabajador


William Antonio Oliveros Gómez, marcada con la letra “O”(folio 67).

Dicha documental fue reconocida por la parte demandada en la audiencia de


juicio, por tanto, merece valor de plena prueba; de su contenido se desprende el pago
del salario al actor durante la suspensión de las labores en el periodo comprendido del 7
al 27 de noviembre 2002. Así se decide.

m) Copias fotostáticas simples de constancia médica e informe de servicio de


ultrasonido de fechas 26 de noviembre de 2002, marcadas con las letras “R” y “S”
(folios 67, 68).

Las precitadas instrumentales fueron impugnadas por la parte demandada en


la audiencia de juicio, y la parte contraria no insistió en su validez, razón suficiente para
que este alto Tribunal desestime su valoración. Así se decide.

n) Original de informe médico de fecha 26 de noviembre de 2002, emitido por el


Médico Legista de la Inspectoría del Trabajo del Estado Zulia, marcada con la letra
“T1” (folio 69).

Dicha instrumental por ser un documento público administrativo goza de


presunción de veracidad en cuanto a su firma y contenido, salvo prueba en contrario; la
parte demandada lo impugnó en la audiencia de juicio, y de su contenido se observa que
se trata la solicitud por parte del servicio médico legista de requerir valoración de un
especialista en Urología, lo cual a criterio de la Sala, no aporta nada al proceso, razón
por la que se desestima. Así se decide.
ñ) Original de informe médico del Dr. Jorge Vera, de fecha 26 de noviembre de 2002,
marcada con la letra “T2” (folio 70).

La documental fue atacada por la parte demandada en la audiencia de juicio


en virtud de emanar de un tercero que no la ratificó mediante la prueba testimonial,
conforme a lo dispuesto en el artículo 79 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, por
lo que no existe materia para valorar. Así se decide.

o) Original de informe médico expedido por la Dra. Liria Rodríguez, Médico Legista de
la Inspectoría del Trabajo del Estado Zulia, de fecha 27 de noviembre de 2002, marcado
con la letra “V” (Folio71), en el cual indicó que el trabajador William Antonio Oliveros
Gómez, debía ser intervenido nuevamente para “eliminar el testículo doloroso” con la
recomendación de incapacitarle.

Dicha instrumental, por ser documento emanando de una autoridad


administrativa del Trabajo, presentado en original, de conformidad con el artículo 77 de
la ley adjetiva laboral, goza del valor de plena prueba; de cuyo contenido se hace
evidente el estado físico del trabajador, y la indicación de intervención quirúrgica para
eliminar el testículo doloroso. Así se decide.

p) Originales de examen médico -espermatograma- marcado con la letra “V” y


constancia médica de fecha 6 de enero de 2003 marcado con la letra “W” (folio 72 y
73).

Las referidas instrumentales, por ser emanadas de un tercero, deben ser


ratificadas en juicio de conformidad con el artículo 79 de la Ley Orgánica Procesal de
Trabajo, lo cual no cursa agregado al expediente, por lo que se desestima su valoración.
Así se decide.

q) Original de certificados de incapacidad expedidos por el Instituto Venezolano de los


Seguros Sociales de fechas 13 y 21 de noviembre de 2002 al ciudadano William
Antonio Oliveros Gómez, marcados con las letras “X” y “Z” (folios 74 y 75).
Dichas instrumentales, a tenor del artículo 77 de la Ley Orgánica Procesal
del Trabajo, gozan de plena prueba, de cuyo contenido se evidencia el diagnóstico de
“epididimitis crónica dolorosa, hidrocele residual”, por lo cual se extendió certificado
de incapacidad para los periodos 13 al 20 de noviembre de 2002, y seguidamente del 21
al 31 de noviembre del mismo año. Así se decide.

II) Ratificación de pruebas emanadas de terceros

Solicitó al Tribunal de la causa, ordenara la citación de los terceros que


expidieron constancias médicas reseñadas ut supra; a los fines de su ratificación, en
sujeción al artículo 79 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo.

Advierte la Sala, que a la luz del nuevo proceso laboral constituye carga del
promovente la presentación de los testigos o terceros para la ratificación de sus dichos,
por lo que, dicha prueba resulta inadmisible. Así se decide.

Pruebas de la Parte Demandada:

I) informes:

a) Solicita al Tribunal de Juicio, requiera informe de la oficina de Archivos Judicial de


la Circunscripción Judicial del Estado Zulia, del expediente Nº 15.286 que cursó ante el
Juzgado Segundo de Primera Instancia del Trabajo de la Circunscripción Judicial del
Estado Zulia, en el que aparece como parte demandante William Antonio Oliveros
Gómez, y demandada sociedad mercantil Pride Internacional, C.A., en el que corre
agregado auto de fecha 2 de abril de 2002 que declaró desistido el procedimiento copia
fotostática simple del mismo fue agregado a los autos.

Advierte la Sala que la precitada prueba no cursa en el expediente; no


obstante, en la celebración de la audiencia de juicio, la parte actora reconoció la
existencia del expediente 15.286, de los sujetos procesales y de la fecha del auto que
declaró desistido el procedimiento, por lo que se le otorga valor probatorio, a efectos de
la defensa perentoria de prescripción de la acción ordinaria y de las indemnizaciones
por enfermedad profesional alegadas. Así se decide.

b) Solicitó se oficiara al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS), Banco


Provincial y Policlínica Maracaibo, que rindan informes sobre la fecha de suspensión e
incapacidad otorgada al ciudadano William Antonio Olivares Gómez, pago de la nómina
de abril a noviembre de 2002, y la fecha de intervención quirúrgica del trabajador
demandante.

Cursa a los folios 122 al 145, resultas de la prueba informativa requerida al


Banco Provincial, en la que se evidencia que el ciudadano William Antonio Olivares
Gómez, es titular de la cuenta Nº 0108.0306-320200111110, nómina de la empresa
Pride Internacional, C.A., de abril de 2001 a noviembre de 2002. Así se decide.

De igual manera, al folio 148 cursa informe remitido por la Policlínica


Maracaibo, de fecha 30 de enero de 2006, en el que indica que el día 8 de febrero de
2002, el paciente Wiliam Antonio Oliveros Gómez, de 41 años de edad, fue intervenido
quirúrgicamente por el Dr. José Luis Paz Díaz, por presentar hernioplastia inguinal
derecha; dicha prueba fue impugnada por la parte actora; empero, en la declaración de
parte se admite que el actor fue operado por el referido galeno por el padecimiento
mencionado, por lo tanto, se le otorga valor de plena prueba. Así se decide.

II) testimonial

Promovió la testimonial de los ciudadanos María Mora, Francis Sandino y


Antonio Sánchez.

Los precitados ciudadanos no comparecieron en el día y la hora señalado


por el tribunal de juicio, motivo por el cual no hay deposiciones que valorar. Así se
decide.

Para decidir la Sala, observa:


Quedó admitido por ambas partes el inicio de la relación laboral 4 de abril
de 2001, y el cargo desempeñado de obrero taladro; la parte demandada sociedad
mercantil Pride Internacional, C. A., negó el salario alegado por el actor adujo como
salario básico diario la cantidad de veintitrés mil ciento cincuenta y un bolívares con
veintisiete céntimos (Bs. 23.151,27) y un salario diario integral de treinta y seis mil
ochocientos doce bolívares con cincuenta y tres céntimos (Bs. 36.812,53), que la
relación laboral se extendió hasta el 26 de octubre de 2002, fecha de liquidación del
contrato de trabajo ya que la prestación efectiva de servicio terminó el 1º de febrero de
2002, fecha del examen médico pre-retiro por terminación de la obra en el Taladro 205,
fue diagnosticada la hernia inguinal derecha.

Que al determinarse la hernia inguinal derecha se entregó la orden para la


intervención quirúrgica, por lo que, resulta suspendida la relación laboral cumpliendo
con el pago del salario mensual hasta el día 26 de octubre de 2002, cuando culminó la
obra en el Taladro 205 y recibió el pago de sus prestaciones sociales por la cantidad de
ocho millones seiscientos ochenta y seis mil trescientos cincuenta y cuatro bolívares con
cincuenta y cuatro céntimos (Bs. 8.686.354,54), cantidad ésta que a decir del actor fue
calculada con base en un salario inferior al percibido, ello demandó el pago de una
diferencia de catorce millones ciento setenta y cuatro mil cuatrocientos cuarenta y seis
bolívares con veintiún céntimos (Bs. 14.174.446,21).

Así las cosas, del examen realizado a la referida liquidación se observa que
no existe diferencia en el pago efectuado por la demandada por lo que se concluye que
la empresa mercantil Pride Internacional, C.A., cumplió con el pago de las prestaciones
sociales conforme a ley, razón por lo que declara improcedente los conceptos que por
diferencia reclama el actor. Así se decide.
Paralelamente reclama el actor la aplicación de las Cláusulas 9 y 65 del
Contrato Colectivo Petrolero 2002-2004, que contemplan el pago de los días
transcurridos desde la fecha del despido injustificado hasta el día en que recibió el pago
efectivo de sus prestaciones sociales que a su decir, generó un crédito a su favor por la
cantidad de treinta y tres millones novecientos noventa y un mil novecientos treinta y
tres bolívares con treinta y tres céntimos (Bs. 33.991.933,33).
Del escudriñamiento de las actas procesales, se observa que las precitadas
cláusulas establecen una sanción para la empresas que incumpla con el pago inmediato
de las prestaciones sociales al terminar el vínculo laboral; no obstante, la sociedad
mercantil Pride Internacional, C.A., pagó en forma inmediata las prestaciones sociales
al ciudadano Wiliam Antonio Oliveros Gómez, por lo que resulta improcedente la
aplicación de las cláusulas en referencia Así se decide.

De igual modo, afirma la Sala que en el caso sub examine quedó demostrada
la existencia de la enfermedad profesional alegada por el trabajador; sin embargo, tal
como lo ha señalado la jurisprudencia de esta Sala, es requisito sine qua non para la
procedencia de cualquier indemnización por daños materiales o morales derivados de
enfermedad profesional –tanto si se trata de responsabilidad objetiva o subjetiva-, que la
enfermedad o estado patológico padecido por el trabajador haya sido contraído con
ocasión del trabajo o por exposición al medio ambiente de trabajo (de conformidad con
las definiciones consagradas en los artículos 562 de la Ley Orgánica del Trabajo y 28 de
la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo), para lo
cual será indispensable establecer la relación de causalidad entre la prestación de
servicios -considerando las condiciones en que se realizaba- y la aparición de la
enfermedad.

En cuanto a este requisito de procedencia, la doctrina jurisprudencial de la


Sala dejó sentado en sentencia Nº 505 del 17 de mayo de 2005 (caso: Álvaro Avella
Camargo contra Sociedad Mercantil Costa Norte Construcciones, C.A.):
(…) La relación de causalidad, es pues una cuestión de orden físico
material, más que jurídico, se trata de saber si un daño es consecuencia de
un hecho anterior y para su estudio es necesario definir los conceptos de
causa, concausa y condición. En este orden de ideas, la causa, es el origen,
antecedente o fundamento de algo que ocurre, es el hecho que ocasiona
algo, una cosa o acontecimiento que puede producir uno o más efectos; la
concausa, es aquello que actuando conjuntamente con una determinada
causa, contribuye a calificar el efecto, es un estado o circunstancia
independiente que actúa con la causa, que puede ser preexistente,
concomitante o sobreviviente.
Omissis

(…) para definir la relación de causalidad que debe existir entre la


enfermedad y el trabajo realizado, a efecto de que pueda ordenarse la
indemnización correspondiente, es menester considerar como causa sólo la
que mayor incidencia ha tenido en la génesis del daño (ésta sería la causa
principal) y considerar o llamar concausa a otras causas o condiciones que
han influido en la producción y la evolución del daño. Es así, que serían
causa las condiciones y medio ambiente del trabajo (si es que fueron el
principal desencadenante de la lesión) y concausa la predisposición del
trabajador a contraer la enfermedad.
Omissis

En este sentido, se hace necesario tener en cuenta si la causa incriminada


(las condiciones de prestación del servicio) es capaz de provocar el daño
denunciado y en caso de producirse una complicación evolutiva, poder
establecer si alguna otra causa (concausa), alteró esa evolución, de esta
manera el juez podrá decidir si hubo o no vinculación causal o concausal
con las tareas realizadas por un trabajador; determinar dicha vinculación
resulta indispensable, pues no resultará indemnizable el daño sufrido por el
trabajador ocasionado conjuntamente por la tarea realizada y por la acción
de una concausa preexistente, en la medida en que esta última (concausa)
haya incidido.
Omissis

A tal fin será preciso realizar un análisis de las circunstancias vinculadas con
las condiciones y medio ambiente del trabajo, es decir, realizar un análisis
de las tareas efectuadas por la víctima, en este sentido el trabajador deberá
detallar en su libelo la tarea que ejecuta o ejecutaba y no limitarse a la
mención tan común del oficio desempeñado; luego se analizarán los detalles
y pruebas existentes en autos sobre el ambiente laboral y los elementos que
el trabajador consideró pernicioso para su salud. Una vez realizada dicha
determinación, corresponde estudiar las circunstancias vinculadas con el
trabajador, es decir, estudiar el diagnóstico de la enfermedad padecida lo
cual obviamente sólo será posible con la ayuda del profesional médico; debe
estudiarse además las condiciones personales del trabajador, edad, sexo,
constitución anatómica, predisposición y otras enfermedades padecidas.

Tal como lo ha expuesto la jurisprudencia patria, para determinar la relación


de causalidad entre el trabajo prestado y la enfermedad profesional, es indispensable
examinar las condiciones del medio ambiente laboral y la naturaleza de los servicios
realizados.

En el caso bajo estudio, se advierte que de los términos en que efectuó la


sociedad mercantil accionada la contestación de la demanda y del alegato de
prescripción de la acción por indemnización de enfermedad profesional, ésta admitió
expresamente la existencia del daño (enfermedad profesional); igualmente del acervo
probatorio valorado ut supra se determina, a través de los informes médicos, que el
daño se ocasionó al trabajador accionante por realizar trabajos pesados como obrero de
taladro, con lo cual se configuró la relación de causalidad; empero, en cuanto a la culpa,
es decir, la imprudencia, negligencia e inobservancia por parte de la empresa para
cumplir con las condiciones de prevención, higiene y seguridad que demostraran el
hecho ilícito cometido por el patrono, no fue demostrada por el trabajador actor quien, a
tenor de los artículos 72 y 135 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, tenía la carga de
la prueba por tratarse de un hecho extraordinario el objeto de la demanda. En
consecuencia, no son procedentes las indemnizaciones reclamadas por el actor por daño
material y lucro cesante previstas en el artículo 1273 del Código Civil. Así se decide.

En cuanto a la reclamación intentada por el trabajador actor con fundamento


en el artículo 33, Parágrafo Segundo, numeral tercero de la Ley Orgánica de
Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo; el cual señala:

Artículo 33. El empleador debe indemnizar al trabajador por las


incapacidades ocasionadas por enfermedades profesionales o accidentes de
trabajo, o a sus parientes en caso de muerte del trabajador, cuando dichos
infortunios se produzcan como consecuencia del incumplimiento de las
normas de prevención, sabiendo el empleador que sus trabajadores corrían
peligro en el desempeño de sus labores y no corrigió la situación riesgosa.
Del acervo probatorio, se observa que el actor no demostró el
incumplimiento por parte del patrono de las normas de prevención, higiene y seguridad,
requisito indispensable según se desprende del contenido de la norma en referencia; por
tanto, resulta forzoso para este máximo Tribunal, en Sala de Casación Social, decidir
que no es procedente la reclamación incoada con fundamento en el artículo 33
Parágrafo Segundo, numeral tercero de la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y
Medio Ambiente de Trabajo. Así se decide.

Así las cosas, respecto al daño emergente que reclamó el actor con ocasión
del valor específico de la –tercera- intervención quirúrgica que se realizó con dinero de
su peculio, producto del activo de su liquidación, y cuyo costo ascendió a la cantidad de
setecientos cincuenta mil bolívares (Bs. 750.000,00), la cual quedó plenamente
demostrada en autos, resulta procedente. Así se decide.

Ahora bien, demostrado el daño y la relación de causalidad como elementos


integrantes de la responsabilidad objetiva (incapacidad parcial y permanente otorgada al
trabajador), se constató que el ciudadano Wiliam Antonio Olivares Gómez, está inscrito
en el Instituto Venezolano de los Seguros Social Obligatorio (I.V.S.S), por lo tanto, de
conformidad con el artículo 585 de la Ley Orgánica del Trabajo, no corresponde a la
empresa demandada el pago de las indemnizaciones derivadas de la enfermedad
profesional. Así se decide.

Finalmente, debe acotar la Sala que el trabajador que sufre de una


enfermedad profesional puede reclamar la indemnización por daño moral y en
aplicación de la ‘teoría del riesgo profesional’, debe ser reparada por el patrono aunque
no haya habido culpa en la ocurrencia del infortunio de trabajo. En el caso que se
examina tal indemnización considera procedente, previa ponderación de las siguientes
circunstancias:

1) La entidad del daño sufrido. Del análisis de las pruebas quedó establecido
que el ciudadano William Antonio Olivero Gómez, quedó incapacitado de manera
absoluta y permanente para desempeñarse en las labores que venía realizando “obrero
taladro” antes de la ocurrencia del accidente laboral, por cuanto, no puede realizar
trabajos que impliquen fuerza bruta, y ello alteró su forma de vida.

2) La importancia, tanto del daño físico, como del daño psíquico. De las
pruebas analizadas se evidencia que al accionante le fue extirpado el testículo derecho,
luego de dos cirugías previas, lo cual trae como consecuencia menoscabo de su vida
normal desde el punto de vista laboral, social y sexual que afectan su psiquis.

3) La condición socio-económica del trabajador y su grado de educación y


cultura.
Del acervo probatorio quedó demostrado que el trabajador se desempeñó
como obrero taladro, que su nivel de instrucción es básico y contaba con 44 años de
edad para el momento del accidente.

4) Grado de participación de la víctima. Del examen efectuado a las actas


procesales se considera que no hay ningún indicio que evidencie ánimo del demandante
de participar voluntariamente en el acaecimiento de la enfermedad profesional.
5) Grado de culpabilidad de la accionada: la demandada no cumplió con su
deber de guardián sobre las cosas o sujetos que están bajo su responsabilidad por cuanto
quedó demostrado que luego de diez meses de dolores físicos y de dos (2)
intervenciones quirúrgicas hubo que intervenir por tercera vez al trabajador demandante
para extirparle el testículo derecho, lo que se traduce en poca diligencia de la sociedad
mercantil demandada en el periodo de recuperación.

Así las cosas, esta Sala considera como retribución satisfactoria con miras a
todos los demás aspectos analizados, y en atención al principio de equidad, acordar
indemnización por daño moral en la cantidad de cincuenta millones de bolívares (Bs.
50.000.000,00). Así se resuelve.
De conformidad con lo dispuesto en el artículo 185 de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo forzosa, podrá el Juez de Sustanciación, Mediación y Ejecución
ordenar de oficio la indexación de esta cantidad a partir de la fecha del decreto de
ejecución, hasta la oportunidad del pago efectivo, cuyo monto se determinará mediante
experticia complementaria del fallo de conformidad con lo previsto en el artículo 159
eiusdem, la cual se debe practicar: a) por un único perito designado por el tribunal, y b)
el perito ajustara su dictamen a los índices de precios al consumidor conforme a los
respectivos boletines emitidos por el Banco Central de Venezuela. Así se decide.

DECISIÓN

En mérito de las consideraciones anteriores, esta Sala de Casación Social del


Tribunal Supremo de Justicia, administrando justicia en nombre de la República y por
autoridad de la Ley, declara: 1) TEMPESTIVOS los escritos de formalización
presentados por las partes recurrentes ; 2) CON LUGAR el recurso de casación
interpuesto por la representación legal de la parte demandante contra la sentencia
dictada el 13 de junio de 2006, por el Juzgado Superior Primero del Trabajo del Circuito
Judicial de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia, con sede en Maracaibo; 3)
ANULA el fallo recurrido; 4) desciende a las actas procesales; 5) se considera
inoficioso el pronunciamiento sobre el recurso de casación interpuesto por la sociedad
mercantil demandada.
Dada la naturaleza de la decisión, no hay condenatoria en costas.

Publíquese, regístrese y remítase el expediente a la Unidad de


Recepción y Distribución de Documentos de la Circunscripción Judicial del
Estado Zulia, con sede en Maracaibo, a fin de que sea enviado al Tribunal de
Sustanciación, Mediación y Ejecución competente. De conformidad con lo
dispuesto en el artículo 176 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, particípese
de esta decisión al Tribunal Superior de origen de la referida Circunscripción
Judicial.

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación


Social del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, al primer (01) día del mes de
marzo de dos mil siete. Años: 196° de la Independencia y 148° de la Federación.

Presidente de la Sala,

___________________________
OMAR ALFREDO MORA DÍAZ

Vicepresidente, Magistrado,

_______________________ _______________________________
JUAN RAFAEL PERDOMO LUIS E. FRANCESCHI GUTIÉRREZ

Magistrado, Magistrada Ponente,

______________________________ _________________________________
ALFONSO VALBUENA CORDERO CARMEN ELVIGIA PORRAS DE ROA

Secretario,

_____________________________
JOSÉ E. RODRÍGUEZ NOGUERA

R.C. Nº AA60-S-2006-001281
Nota: Publicada en su fecha a
El Secretario,

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