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COI\GRESO DE TEORIA
Y METODOLOGIA
DE LAS CIENCIAS
Oviedo, Abril 1982
PENTALFA EDICIONES
uno o dos líderes o treinta y cuatro)' Estoy intentando extrapolar de un
gas de EL CIERRE CATEGORIAL APLICADO
;ñ;;;;;;áá no¡i'ttorr*, utt^qo" no se-puede ni siquiera extrapolarlacosas A LAS CIEI\CIAS FISICO-QUIMICAS
tienen voluntad. Si un Robinson tiene idea
;;i;id".r"p;rque los "rli""r"á en imaginación 9ue hay-a'lt'l:"-:1ti",.::l::
de que alguien. aunque J;i;;."
Es decir' que lo unlco
áui,-"n,ol]"ot ,'ambia su comportamienlo Iotalmenle'
d.iríaalosSociólogos"rq,"upt"t'danalgoquizáslescuentenlosFísicos'por-
respuestas al menos
que es posibl" qo" pur"',rrott'ot ¿" tot [totl"-ts haya
parciales.
(I ustavo Bueno Martínez
JOSE LUIS FUENTES
(Madrid)
INTRODUCCION
haciendo un tras-
A través de su exposición me ha parecido que ha estado
piticu u la Sociológía Humána; pero yo me pregunto si se 1. Mi propósito, en esta ocasión del Primer Congreso de Teoría y Meto-
uuru-"orrti.t.,o ¿" ru
agotarse en
que lai leyes de la Física parecen rlologÍa de las Ciencias de Oviedo, es presentar las líneas generales de la Teo-
puede hacer ese trasvase, dado
mientras que eI irombrá no parece agotarse en esas leyes' sino que su r Ía del Cierre Categorial desde la perspectiva de las ciencias físico-químicas.
Ia Física, a tra-
;;ñ;;ili;;lo t irtori"u*ente viene siendo conducido diversamente I rr Teoría del Cierre Categorial no quiere ser solamente una metodología para
cosmológicas' Otra pregunta
fot valores, la ética,la utopía o visiones ,.1 análisis gnoseológico de las ciencias físico-químicas, puesto que pretende
"árá"
qo! i" qr.".iu hacer es .á*o ftoi"¡re produce un sistema de
retroacción en lr.l'erirse a cualquier género de ciencia y precisamente en tanto que cada géne-
"f ro de ciencia pueda ser diferenciado, desde los mismos fundamentos de su
lá evolución de la naturaleza.
cicntificidad, de otros géneros de ciencia. Con esta declaración queremos insi-
rrrrar aquÍ que la virtualidad que pueda atribuírsele a la TeorÍa del Cierre Ca-
MANUEL GARCIAVELARDE
t lgorial no dimanará sólo de su eventual congruencia con una ciencia o un gé-
es relativamente pe- rrcro de ciencias determinado (como puedan serlo las ciencias físico-
La primera pregunta lo que muestra es que la Física
comparuJ, pli. eiempto. con la Sociología. Esdecir; la Física ,¡rrímicas), en sí mismo considerado, sino sobre todo por su eficacia discrimi-
oueña v banal
Sociología o la Biolo- rirdora de unas ciencias y géneros de ciencias respecto de otras (es la cuestión
[:;;"í, á"'ri^¡á Á?h;;d, .orio qL" ta sociotogía. La
;ü; ;ucho *ás .i- qu" ta hísica' desde él punto de v.ista del Físico' tla unitate et distinctione scientiarum). Por consiguiente, una exposición global
;;;";
B;;;;;;", tu, t"y"t áá 1u Tisica no to' iut mismas hov que-hace cincuenta rlc Ia Teoría del Cierre Categorial con aplicación a 1as ciencias físico-químicas
tu, -itÁus dentro de cincuenta años' No se han acabado
de rr na exposición global, es decir, no una utilización detallada de Ia misma en el
;;;;;;;;;en que efectivamente la ;rn¿ilisis «micrognoseológico»- se mantendrá, por decirlo así, en su propio te-
á"r",iutit ieyes Físicasl É;" id;" que podemos tener de
muv estableci- r leno, si se consagra a determinar los lugares en donde aparecen las diferen-
¿;;;;;;i"$ciología, t"d;;; "u*uiu v predecir que dentro de cincuenta
la Física parece como
ti¡rs entre estas ciencias y otros géneros de ciencias, ante todo, los colindantes
JJ, Ll"ttái"t"*"it" itt"o,,ecta' Se pu'ede
que no tenemos ahora
años en los libros de t""1o ¿"-fiti"a na¡rá .ótus ,r",,ut
lomo las ciencias biológicas- pero, también, «auxiliares» -Ias ciencias mate-
rrriiticas- y, por último, las ciencias más alejadas y aún opuestas -las llamadas
ni siquiera imaginadas.
La segunda pregunta es cómo se retroalimenta sobre
la naturaleza' La .r'ioncias humanas» o «ciencias del espíritu».
único animal que realmente Ahora bien, teniendo en cuenta que Ia Teoría del Cierre Categorial no
pregunta es t rry .o-piájá potq"" eI hombre.es el
¿" lnurr".', i"'y diriamos; el resto de los.animales lst.á publicada salvo fragmentariamente -a pesar de que venimos, junto con
retroaliment" "o"tti""te ol ras personas, trabajando en ella hace casi ya tres lustros-, me ha parecido
tambiénretroalimentanp".o'roexactamentecomoelhombre'ElinpuÚmás rrr:is adecuado, en atención a los oyentes, ofrecer una exposición global toman-
imnortantedelaretroalimentaciónhumanaeslatransmisióndecultura.Y
i.i'ü.jii; r¿"*at es-decir' el niño salvaje es irrecuperable' rlo como referencia las ciencias fÍsico-químicas, aún a riesgo de que queden
Dos niños igout", .ot el mismo material cerebral, uno de ellos
"t";ioq"i,,,i"o, r )( ultos muchos de los criterios en los cuales se apoya la Teoría, y ello natural-
l"r""i" v a "ru"tu-"rrt"
otro civilizidS u"ulu" ,i".r¿o totalmente distintos porque Ia cultu- rr(,nle. en perjuicio suyo. Tanto más cuanto que las re[eráncias físico-
de vida formando la ,¡rrímicas que podremos considerar aquí han de ser forzosamente muy parcia
ra actúa bioquímicamelrfá á" ro, ¿o, o tres primeros años de informa-
¿e carácter-intormativo, de trañsmisión y procesado lcs y elementales, digamos, tomadas de la ciencia clásica aunque en el fondo,
;;;;ü" . I o no tiene, en principio, por qué menoscabar eI alcance general de estas re-
I
ción.
I tlencias. Pues una Teoría de Ia Ciencia debe dar cuenta, ante todo, de la cien-
, irr r;lásica (en nuesiro caso: de la tabla de Mendeleiev o del átomo de Bohr),
, 'r r un sentido similar a como una teoría de la música sinfónica debe dar cuen-
l;r, ilnte todo, de las Sinfonías de Haydn o de las de Brucknet. Así, pues, lo que
¡,rrctlo anunciar no es un análisis informa, desde la teoría del cierre catego
r i:rl, de las ciencias físico quÍmicas, (propósito que sería, por otro lado, utópi-
,'o, puesto que se sobreentiende que este análisis debe llevarse a cabo de
rrrodo «micrognoseológico» y, por tanto, debe ser realizado por especialistas),
ni larnpoco una aplicación efectiva de la teoría del cierre categorial orientada
,r rliscriminar las ciencias físico-químicas de las ciencias triológicas, de las ma- 101
100
Una exposición global de la teoría gnoseológica del cierre categorial, con
temáticas, o de las ciencias humanas (de las cuales al menos tendr'é ocasión de
aplicación a las ciencias físico-químicas, constituye entonces la mejor ocasión
decir algo en mi segunda ponencia en este Congreso), sino,. simplemente, pára presentar la propia teoría en contraste dialéctico con las demás teorías
como he"comenzad.o áiciendo, una exposición global de la teoría con referen-
álternativas del sistema polémico, y no ya en abstracto (o tomando referencias
cia a las ciencias físico-químicas clásicas.
heterogéneas), sino con aplicación a las mismas referencias gnoseológicas.
2. La Teoría del cierre categorial es una teoría de la ciencia que se pre-
senta como una alternativa a las otras teorías de la ciencia «vigentes», s «dispo- En conexión con este objetivo, quizá sea conveniente decir dos palabras
nibles». El conjunto de estas teorías es ya, en nuestros días, muy numeroso, acerca del alcance de nuestras referencias a los clásicos griegos, especialmen-
aún cuando de éste conjunto sólo algunos de sus elementos han alcanzado una te a Platón y a Aristóteles. Porque siendo las ciencias físico-químicas produc-
notoriedad tal (muchai veces debida a mc¡tivos extrafilosóficos) que les ha tos genuinos de nuestra época (a partir de Ia revolución industrial)
permitido eclipsar aI resto de las teorías, distorsionando la escena y encu- -supónemos que en Grecia no hubo Física ni menos aún Química (Ia doctrina
Lriendo el veráadero estado de la cuestión. Particularmente, cuando se adop- de los elementos de Empédocles o la de los átomos de Demócrito serían doctri-
ta el punto de vista de la historia de estas notoriedades, el punto de vista de su nas metafísicas, según hemos expuesto en nuestra Metafísica Presocrática)-
,o."iiór, cronológica, como si la sucesión de estas teorías de la ciencia fuese ¿no es extemporáneo tomar como referencias, para hablar de estas ciencias, a
quivalente del deiarrollo mismo de la gnoseología. (Tal es el caso de la obra de Platón o a Aristóteles? Más aún, ¿no es un indicio sospechoso, eI que unas
Suppes). por otra parte, si nos atenemos a criterios meramente históricos o ideas filosóficas sobre la ciencia actual puedan (y de un modo no meramente
.oóittOgi"ot, la enumeración de las teorías y metodologías _gnoseológicas se ornamental) invocar a Platón o a Aristóteles, un indicio de que estas ideas es-
convierte en una empresa puramente empírica. Me permito llamar por eso Ia tán «a la zaga del tiempo»? Nuestra respuesta es negativa y su justificación se
atención aquí sobre éste punto: que lna téoría de Ia ciencia ha de tener (entre basa en la necesidad de distinguir entre Ciencia y Filosofía' Si bien sería im-
otras responsabilidades)iapacidad para sistematizar las alternativas posibles procedente (o meramente ornamental) invocar a los clásicos, como se acos-
que hoy éxisten en la teoríJ de la ciencia; tiene que poder ofrecer una «teoría iumbra (sobre todo entre los autores alemanes) a propósito de los rayos cató-
áe teorías de la ciencia» posibles. Una teoría de la ciencia que carezca de esta dicos, sería improcedente no citarlos cuando hablamos de los «razonamientos
capacidad no es completa, o es insuficiente. Su falta de capacidad en este or- circulares», Que, en general, en Filosofía, podamos (y debamos) regresar, en
den es indicio de qué Ia teoría en cuestión no es adecuada. Por Io demás,1a su historia sistemática, mucho más atrás (hasta Platón) de lo que pueda regre-
teoría de teorías cónstituye un proceso él mismo crítico (dialéctico), puesto sarse en Química, en Biología, o en Lingüística (puesto que en Geometría, al
q"á, po. un lado, esta teoría ha d-e suponer, de algún modo, la propia teoría (o, menos, puede regresarse hasta Euclides), es ya una prueba de las diferencias
por'Iá merros, contenidos esenciales suyos) y, por otro Iado ha de suponer la de escala que convienen a la filosofía y a las ciencias categoriales. Y si esto es
iapacidad d.e la propia teoría para redefinif y asimilar, desde sus propias así, habrá que concluir que quién no perciba la presencia de Platón y de Aris-
coordenadas, a laintégridad de [as demás teorías alternativas (con la mayorfi- tóteles en eI planteamiento de los problemas filosófico-gnoseológicos más ac-
delidad posible). Ello iignifica, por de pronto, concederles beligerancia, es de- tuales, es porque no ha advertido precisamente la verdadera naturaleza de los
cir, poder entenderlas náda n enos que como alternativas lógicas dadas dentro problemas que tiene entre manos, porque no se da cuenta que la perspectiva
deÍ ilanteamiento general y no como simples aberraciones, o como puras in- gnoseológica quedó aproximadamente constituida en la época de la filosofía
g"rr.ridud"r (comprénsibles, a lo sumo, deade categorías psicológicas, socioló- clásica griega. Y es este un saber que ya no es extrínseco o accidental a la natu-
!i.ur, o históricai; en una palabra, extragnoseológicas). Pero este otorgamien- raleza misma de los problemas gnoseológicos más actuales. Porque no se trata
io de'beligerancia gnoseo[ógicu no incluye necesariamente escepticismo, de- precisam.ente de suponer que nuestros planteamientos son tributarios de los
claraciónáe Ia íntrinseca ináeterminación para escoger alguna de las alterna- clásicos cuanto de advertir que Ia escala de nuestros problemas gnoseológicos
tivas entre las otras. Lo que efectivamente juzgamos es que entre las alternati- envuelve ya a los mismos clásicos. Nuestra invocación a los clásicos de Ia filo-
vas posibles hay una mái adecuada que, además, sólo cobra su figura dialécti- sofía griega, por tanto, encierra al mismo tiempo una intención crítica, Ia «crí-
camLnte (apagógicamente), por discusión y separación de las otras alternati- tica del presente», la crítica de la superficial ilusión de quién percibe ciertas
vas. Só1o en el-cónjulto de las teorías alternativas ella alcanza su verdadera fi- lórmulas actuales como si hubieran sido sugeridas por los últimos descubri-
gura; por ello, la téoría propuesta podrá llamarse de a1gún modo dialéctica, en mientos científicos, ignorando que ellas toman su dibujo en otro horizonte y
iu *"áidu, annque sólo seá, de la necesidad declarada de configurarse por la sólo en él puede medirse su alcance.
mediación de licrÍtica a las posiciones alternativas, en el interior del «sistema 3. Dos palabras relativas a la denominación de la alternativa gnoseológica
polémico»; aI propio tiempó que la alternativa propuesta pide la unicidad. (lue vamos a exponer aquí, el «cierre categorial».
:
i'ues dialéctica es ünu situációñ, sin duda, en la que hacemos I p v q v r v s ] 1,
sólo cuando p:1, y no siendo q, r' s' proposiciones exteriores, inertes, sino ne- A) La expresión «cierre» procede obviamente de las disciplinas formales
cesarias para el sentido de P' (Matemáticas, tógicas); en las cuales, como es sabido, se habla de operaciones
(En nuestra terminología hemos reservado la palabra gnoseología -etr t'crradas (frente a operaciones abiertas) o bien de conjuntos cerrados (frente a
contrapuesta a epistámología, «ocupada» ya pol. e,scuelas tan influyen- conjuntos abiertos) o bien de sistemas dxiomáticos cerrados (frente a sistemas
"r.rrto
tes como la Efistemolo§ía Genética de Piaget, que no sólo, se interesa por las rle axiomas abiertos).
ciencias sino por el desárrollo del conocimiento en general, o por la Epistemo- (1) Una operación cerrada, en principio, es una operación interna (por
logía de Bachélard- para designar, por antonomasi4, a la Teoría del Cierre Ca-
r'cspecto al conjunto al c¡ral pertenecen los términos o el término original de
te[orial, pero en la medida en que-esta teoría tenga capacidad para reexponer' lri aplicación). La operación «+» (adición de naturales) es interna a N, puesto
á-ulJu r"'r propias coordenadas, a las otras grandes alternativas disponibles de
,¡rreli x e N, y e N, también (x + y) e N. La terminología es ambigua, sin embar-
teoría de [a ciencia que, en consecuencia, también podrán ser consideradas
por nosotros coherentemente como gnoseológicas)' llo, puesto que, en eI caso del llamado ptoducto interno (o escalar) entre vecto- 103
102
(3) Un sistema de axiomas (P, Q, R) se llama cerrado (a veces saturado)
res, estamos ante una operación externa respecto del conjunto de vectores
cuando no es posible introducir un nuevo axioma sin comprometer su consis-
tencia, Pero el cierre propio de un sistema de axiomas es un caso de cierre
[f,u'....i], dadoqueE ,': lRl .lu'l .1",p:Lr (desuerrequeuno proposicional, daclo que los axiomas son proposiciones. Sin embargo, el con-
ín vector,-si.to ,r, eicalar) y, contrariamente, el prdducto vectorial se llama
e's cepto gnoseológico de cierre es más amplio, puesto que afecta también, como
externo annque es una operación cerrada hemos visto, a términos, que no son proposiciones (sino, por ejemplo, vecto-
--) --) ---) res). Hablaremos entonces de cierre objetual, La noción de cierre utilizada en
AAB:C, la teoría del cierre categorial es originariamente afín a Ia idea del cierre obje-
tual, puesto que la teoría del cierre categorial no es una gnoseología proposi-
cionalista (es decir, una teoría que pone el centro de gravedad del análisis de
que es otro vector, o, aI menos, un pseudo vector (d.ado que su_sentido cambia
las ciencias en eI análisis proposicional, a1 modo de la Lógica formal, de los
don la orientación del espacio). Páo Ia ambigüedad se resuelve_ teniendo en
Primeros Analíticos). Esto, sin perjuicio de reconocer que el nivel de construc-
cuenta que en las operaciones de multiplicación de vectores las denomlnacro-
ción objetual no puede llevarse a cabo sin que se desarrolle de inmediato el ni-
nes de «exterro, o .iirrt"r.,.o» se toman di la relación de la dirección perpendi-
vel proposicional, con todo el cúmulo de reiaciones específicas que en é1 se ge-
cular del vector resultante (con sentido de avance de
neran (la mera operación a+b:c ya arroja una proposición cuando se conside-
ra al nivel de Ia relación «:»). La visión proposicionalista de las ciencias (la
7, u7,) concepción de las ciencias conto sistemas de proposiciones, eminentemente,
como sistemas hipotético-deductivos -pero también como sistemas de propo-
respecto del plano formado por Ia dirección de los factores: en eI pro-ducto siciones inductivas-) nos parece totalmente inadecuada. Ni siquiera un siste-
veciorial, Ia dirección del veótor resultante es exterior al plano formado por ma de proposiciones axiomatizado puede considerarse como una serie hipoté-
los factores, al ser perpendicular a este plano, mientras que en el producto es- tico-deductiva, porque los axiomas no se deducen unos de otros y por esta sola
calar, es interno, porque el resultado de razón su unidad ya no será formal («primoanalítica») sino material (usegun-
doanalítica»).
(4) En Termodinámica, un sistema se llama cetado cuando su estado fi-
?' '7' nal llega a ser el mismo que el estado inicial. «Cerrado» se opone a «abierto»;
per:o abierto también suele utilizarse a veces como opuesto a aislado, con 1o
se considera dentro de la dirección de vectorfz, en el que se incluye el «com- cual se induce a confusión. (Un sistema aislado es aquel que no intercambia
de?, sobreTr. materia o energía con su entorno; el sistema cerrado puede ser abierto, no ais-
ponente interior»
lado, y aún lo es si aumenta su entropía. Se arreglaría esta confusión termino-
Itigica oponiendo aislado a comunicado (y no a abierto) o bien distinguiendo
En cualquier caso, cuando hablamos de «cierre categorial» sobrentende-
abierto-a (frente a cerrado) abíerúo-b (frente a aislado). Ahora bien, un sistema
mos, no el ciérre asociad.o a una operación aislada, sino precisamente aI sisÚe-
gnoseológico cerrado, teniendo en cuenta que puede ser tratado como un sis-
ma de las operaciones ligadas a Iá categoría de referencia (por-esto, no es la Icrna de unidades de información, y que a estos sistemas se les aplica Iafun-
estructura «grupo», sino lá estructura nci¡-erpo, aquella que puede dar la esca-
la propia dei concepto de cierre cate§orial). De este. modo, si el cálculo vecto-
rión entropía (como inversa de la información), podría entenderse: o bien
( omo un sistema no abierto-a (por ejemplo, como un sistema circular, en el
rial es una categoría (o subcategoríalmatemática cei¡rada, constitutiva de una
ctral las conclusiones resultan ser a su vez los mismos principios y recíproca-
interioridad sislemática, ello esáebido a que su interior está constituido por el
rnente) o bien como un sistema no abierto-b (es decir, como un sistema aisla-
sistema de sus operaciones. Y aunque Ia óperación producto escalar de vecto-
rlo), o bien 1as dos cosas alavez. Cuando entendemos una ciencia como un sis-
res sea externa,iin embargo, su resultado ¡t (un escalar) vuelve a ingresar-en
lr.ma cerrado, desde luego no queremos hablar en ninguno de estos sentidos.
eI recinto del cáIculo, inco"rporándose a su corriente, mediante 1a operación
«producto de un escalar por un vector» ,\ [o sumo, y analógicamente, el concepto de «categoría cerrada» tendría algo
(lr¡cr ver con el primer sentido (el circular); pero, desde luego, un sistema cien-
t íl ico no es un sistema aislado, ni clausurado. Cerrado se opone más bien aquí
tl.f :s't rr :rrnorfo, o aindeterminado.
B) En cuanto al adjetivo «categorial» está obviamente relacionado con Ia
ya que el resultado B' ,r.r vector que tiene la misma dirección y sentido de t coría de las categorías, iniciada por Aristóteles, de quien recoge idea tan cen-
--> ", t r':rl (aunque desvanecida de vez en cuando) que se despliega en los siguientes
A. r;tsgoS:
(1) La naturaleza arquitectónica de cada categoría, considerada como to-
(2) En Topología, un abierto es toda parte o subconjunto de l: {a, b, c'-d[
t;¡lirlad atributiva respecto de sus partes, y no meramente como totalidad dis-
que pertenec e a p": \ (a), (b), (a,b)...(a,b,cil, es decir, -al «conjunto de partes del
trilrutiva, como un género en el sentido de Porfirio (en la práctica, como una
conjuntor. Pero'el conjunto pes cerrado respecto de las operaciones n y U. r r¡lu ica meramenle taxonómica).
En íodo caso, un conjuíto ce'rrado ro ne."iuriamente un conjunto estable;
(2) La naturaleza plural de las categorías, en cuanto irreducibles las unas
como pueda serlo eI conjunto {-1,0+1f"rdado en eI anillo Z de enteros raciona- ,, lir s otras (la «incomunicabilidad de los géneros», de la Aritmética y de la Geo-
i*, ruip".to d.e la operaóión producto. Pues también Z es cerrado respecto del ,,rllt'ía).
producio y no es esiable. La idea del cierre no incluye, pues , estabilidad, inmo'
A1 asociar la idea del cierre (de alcance más bien sintáctico, digamos ope-
iitiaua, fiiitua. La idea de cierre es compatible con'Ia infinitud, y con el movi- rrrlorio) a la idea de categoría (de alcance eminentemente ontológico- 105
104 miento.
ante todo' contra t:ió clurante siglos y siglos la Geometría de Euclides, (inmune a todo contagio
sernántico), la expresión ocierre categorial» quiere subrayar' i,i;;i;¿i¿; -ef un «corte epistemológico»-, separada de_las demás
ontológió' que ol cierre qrre-investiga en las cierr
ál *."itrn" gnoseológico y
el de los sistemas axio- ,,ie.rciis físicas "iríud"de
o biológicas e igual a ií -is*u en la intemporatidad d-e sus de-
;i;;; ;t;;.ament;l;iei'á ti"í¿tti'ó (por ejemplo' torlo' un cierre «de las co- ,,iár[""i"""r eternas)io pued"e mantenerse corlo ciencia cerrada. Ha en de ser
;;i."t, q;"s genérico o proposicional) sino, iobre tanto que' de algún modo' ,,riu abierta, abieria incluso a las ideologías. La introducción las
que son t.uiJaut'po' las ciencias, en "i"r"iu
sas mismas»
(representadas por los términos' simples o com- ,,i"rr.iu, físico químicas d.el concepto de irreversibilidarl, o de la noción de
.u" cosas mismas aquí
"ttut En modo al- ínestabilidad, dicen Prigogine&stengers, responde a la influencia del contacto
plejos) aquellas q.ro putu" llormar parte de ia ciencia categorial'
pues, la ciencia como un sistema de proposiciones y' t:ultural e incluso ideoióg"ico o, pu.i decirlo mejor, expresan ,,1'ouverture ef-
suno oodrá concebirse, i".tlu", -uf purecer, lo más opuesto al cierre- de 1a ciencia, al medio en el que
?,:;o;;r, ;;;;;rl;;'e,uj". uunqu" esré 'bien hecho'' La teoría del cierre parte, puede
aludir a una concepción gnoseológica se desarrolla. Sólo de ,r, *oáo retórico, afirmamos por nuestra
catesorial quiere,.o,, ,r?"ilá,inación, interpretación -como retóricas suelen ser también
por etlo no es una teoría 1ó- lnantenerse semejante
ffil;;il];; ilAi;;;;ri" "o,.ru o,rtología.
;,;;;;t;¿*r, tan ensalza¿as'-. Aunque las ciencias reciben, sin duda, las in-
oico-formal. sino que ;; doctrina lógico-material. No se mueve por el te- ideológico, segregan de él desde dentro; no porque pue
il;;;;;;ÁrÑátJtet ";
del medio se
ri¿ en sus Primer os Analíticos' sino por el campo que l luencias
pórque p.eden combinarse con irleolo
"t rlan aislarse d.e toda influáncia, sinó
Aristóteles roturó en sus Segundos Analíticos'
""l oropiu
t'p;;Lfi;;;,-;i;r" <le la palabia categoría en contextos gno-seológicos, eá, áp-""rtur. El darwinisn,o, ,ru ue, corrsolidado como ciencia,
se combinó
tarto con
Aristóteles" i,."to.o1 el materialismo ateo como con el espiritualismo cristiano,
aI mismo
rru¿á irrsólito y tiene u.a larga ttadición, sin contar
'ñ';;-"p*;
,ro I,l igualitarismo como con el aristocratismo racista. Aunque las ciencias coo-
"r ;;;"goii., ;;i;;;té.Iiá' (las «diez catec1?1-:1''T3l'^*'.li,l'id'd' de problemas comunes' lo cierto es que
como cnterro para ¡,erán intensamente en Ia resolución
*áii¿uá, etc.) füron propuestas ya por-algún escolástico caractórÍsticos (y por ello cobra sentido el
desarrollar una clasitfcaJió. matlriál de l.-as ciencias: según Bonetti habría i,".Ár""""" fieles a sus métodos Y aunque no están dispuestas a
la ciencia de la canti- ¡,.opio .o"""pto ¿e Ia interdisciplinariedad).
diez ciencias rrrrau*""á1".r11a ciencia de la sustancia, l,,urii""u, do[*us, por Ia mera fidelidad al pasado, lo cierto es que no. hay rup-
.i"rr"iu lioüoi tl" todut las categoriast La exnllslón^"te1oría ca-
ñ;.-l;;;rru al parecer' hacia 1.904' a ,;;;;; ;i ,idiera iambios catastróficos de. nparadigmas» (ta relatividad sólo
explícito t3"iáo gnoseológico srirge'
i,*áá """rtruirse sobre Ia física clásica, q,. laaporta
teporialu de Ias tran:formaciones de
exlien.de inmediatarrrente a la leorra axro
.á?, J"l rrabalo de tohn Dewey ) se
\,ir"n ; la mecánica ondulatoria se upoya er-t ec*ación clásica de las ondas
mática de la ciencia *"¿i¿á en que ella tiene que ver de algún modo con
"r-riu cuyas interpretacio- ,,rtn"io"uri.r). La teorÍa d.eI cierre caiegorial, en todo caso, solamente ctrando
las interpretacio.t", ,"*át'ticas (nuniistema axiomático r,,l;i;t".p;;ía metafísicamente (identificando el cieme col el aislamiento de
en el Manual de H'
,*t-t"" Jir"ifares, se ffu-o .ut"gb'ico o isomorfo» Ieemos al menos en la utilización r I rra esencia megárica, que permaneciese
flotando en sí misma, inmóvil y sepa-
ii"r-"tilll. Se diría q"" de-categoría'
"l "of""pto
orre ¿e éI hizo el movimiento estrricturalista,ie ha ententlido
más bien en el ,.,,;;á; iur ¿"dar) pódií. arrastrar connotaciones opuestas a las tendencias
rrctuales de las cienóias más características. En cuanto concepción dialéctica'
:;;r;il'#iá, Li.iiá"¿", distributivas, en conexión con Ia teoría de los iso- r,l cierre de un sistema d.e operaciones no implica aislamiento-respecto del
morfismos. (2). rrredio ideológico, tecnológicó o cultural, sino acaso enfrentamiento con ese
Lateoríad.elcierrecategorialtomalairleadecategoríaenunsentidogno- rrredio, fracttira, corte. Ni"implica alejamiento lespecto de otros sistemas
de
que ver efecti-
,"ofogl"o, fu meaiaa en qul las c.ategorías ontológicas tengan presentan como ,,¡,".u"iá""r, siáo afirmación de 1a piopia autonomía y potencia operatoria.
""
con las ciencias ionstituidas, en tanto ellas se nos
"á*"itu escolástica: en ñi, pá. .iftl*o, implica inmutabilidád, puesto que es el mismo desarrollo de
irreductibles las unas u iur ottu.. Pero invirtiendo la relación ,,,,'iirt"*u cer..udó sobre un material siempre abstracto aquello q_ue con¿uce
Iugar de partir de de las categorías para.apoyar sobre
"";;;;á;;tológica
ciencias. propone pafiir de la pluratidad irreduc' ,l¡aiécticamente al desbordamiento del sistéma, el que condul'o de la Aritméti-
f rii.¡"r"nciación r.le las
"ii* la tabla de categorías. En lugar de r.ir cle los números naturales a la de los números coniplejos, de Ia Geometría
p"r" sobie e]1ás
tible de las ciencias
"p"v., dirá: «Tantas categoría-s cuantas ,,,,,,1idiuru a la no euclidiana, o de la Química clásica de los elementos, a la
á""ir, "1.urrtus cienciai ..,.ur.lur categorías»,
r¡,ímica de los isótopos, que rompe Ia tábla de los elementos y cond,ce a la fí
y por tanto suboid'inadas a otras cuantas ciencias subor-
ciencias» nuclear.
ái;;d; . átiu, ciencias. "át"gotiut
T"ampoco en este punto queremos incurrir en e1
peca- sica
su Curso' Comte h-abla' aunque sea
áo J" ittrrouu.ión: en laLecciónprimera dé
«las cinco grancles categorías» que se deducen de las cinco gran-
á; ñ;á", ds
d.es ciencias reales que acaba de presentar'
por último _y -"rrt"oiardonos en el terreno de las aclaraciones al senti-
que algunos dan a Ia
¿o aá iut páráb#- de;;;;ti, ut puto de la interpretación
la ciencia incompatible con el
teoría det cierre categáii;i;;;;;".epción de
cienciaJde nuestros días, que proclamaría.1a libertad y Ia aper-
áriuáo ¿" las
il;;;;iq;i", .rti-.,lo áxterior d'e toáa iñvestigación
"igitlf'T'-ll'Tterdis-
crencra que no
áipii"uri"aá¿, y ello comenzando por las ciencias físicas. una dice permane-
hacia simisma, inmutable' como se
quiere permanecer vuelta
(1) H. Hermes, Ein fühntng in ilie mathematische Logi( Stuttgart' 1963' p' 147'
(2)S.Paper1,Sh'ucfuresetcategories'ell.n§queetconnaisancescientifique,París,Pléiade,
pgs. 486-51 1.
I. TEORIA DE, LAS TEORIAS GNOSE,OLOGICAS cién nacid.o, hasta el niño maduro, de doce o catorce años, el niño que ha cris-
talizado el grupo INRC) y fracasa en el momento en que intenta aplicarse al
desarrollo ñist-órico de la ciencia (porque es ridículo pretender formular la
clistancia entre la física de Demócrito y la de Aristóteles como distancia entre
el estadio IIIa a IIIb, pongamos por caso). o bien, cuando el lógico formal ve
l.UnaTeoríagnoseológicaesunateoríadelaciencia,sinduda.Peroin- r:n las ciencias, ante tódo,ionjuntos de proposiciones y consirlera sus encade-
algo
curriríamos .r, irrp?.aonubie ingenuidad silretendiésemos haber dicho la namientos y relaciones formales descubriendo aspectos de la. mayor impor-
p;;;ir; con esto. üna teorÍa pyeáe^ser,por de pronto, científica
(,,Teoría de tancia. Pero tampoco asume por ello la perspectiva gnoseológica, porque las
¿" ei"rt"l") o fitosófica (nTeoríá de las Ideas», de Platón) -sin proposiciones y ius sistemas ion sólo partes materiales y no sonpartes forma.
helatividad.r,
Santo To- ies he las ciencias (Gustavo Bueno, Ensayos materialistas, Taurus, 1'972, p'
contar las nteorías teológicas» («Teoría de la transustanciación»' de
;á;j-. q"e género deieorías pertenecen las teorías,gnoseológicas? 32e).
JÁ
'Es"*uy «ciencia Para determinar propiamente, no ya el significado preciso de la «ciencia
t é.oért" sobreenténder que la teoría de la ciencia es 1amuy
de Ia ciencia, y que' con ello, se ha dicho (al menos en pro-yecto) algo pre- de Ia ciencia», sino inólusb el significado de la «teoría de la ciencia», en gene-
.lro. f,u irrg"rríiáui es aquí íodavía mayor, como resultado de aplicar reflexi- ral, a escala gnoseológica -una escala que no se reduce a la escala epistemoló-
quÉ ya hemos citado, el de NicolasB-onetti, cuando creía gica, a la escála lógico formal, o a Ia informática- es necesario «comprometer-
vamente ,r,
se másr, d.escendei a la especificación de cuestjones más precisas. P-or nuestra
páder definir"rqo"Áu .i"""iu á partir de una esfera categorial presupuesta. cam-
""u p"ro él esquema definicional permanece:_la vida deter- parte, eÍ criterio es bien terminante: la escala gnoseológica es aquella según la
biarán las categorías,
minará la ocien"cia dá ia vida, o Biología; el hombre la «ciencia del
hombre» o cual la ciencia queda analizada por medio de la teoría del cierre categolial y,
Nuát á" extraño tiene, áentro de este esquemal que se crea de- por tanto, de lai teorías expresables en sus términos. Ahora bien: con objeto
Ánt-pofogiu.
;i;;k" ¿Jfirri".áJ " U ó""tl"f"gíá (nMetaciencia» oTeoría de la ciencia) ile ofrecer indicaciones no vinculadas a este criterio, en un momento en el que
como la «ciencia de la ciencia». todavía no ha sido expuesto, podríamos referirnos, aunque de forma sólo
En realidad, ná trl-or definido nada. Pues aún en el supuesto
de que la aproximada, a ciertas situaciones históricas: Aristóteles, la tradición escolás-
teoría de la ciencia fuese una teoría científica (supuesto que no compartimos, tica y Kant. Los Segundos Analíticos de Aristóteles constituirían la primera
po'q""defendemoslanaturalezafilosóficadelasteoríasgnoseológicas!s-e.r!a cjecúción de un tipó de análisis llevado a efecto prácticamente a escala gno-
naturaleza. Esto es debido sáológica. Porque ios Segundos analíticos no se mantienen (como es eI caso de
ir"Jiro acudir a áiro, ".lt"rios para determinar sua analizar científicamente la los piimeros analíticosfen el plano lógico formal, en el de la verdad formal
á qr" tu «escala» áár¿. f. cual nos dispusiéramos
tendría por qué ser propia- (desarrollada por Aristótel"s ár, r., teoiía del silogismo), sino, que p-retenden
.iÉ".iu poariu fol:-ut parte de otra ciencia 9'".'9
;;á Éor ejemplo, la Sociología (y'. entonces' la teoría de la cntrar en el teireno semántico de la verdad material, Y no de la verdad mate-
inoseotógica- Iial en su universalidad, sino de aquella verdad material que aparece como re-
ciencia sería soclologir¿" ciencia), o bienia Lógica formal (y, entonces, Ia
i.
teoría de ta cierrcia se?ia lógica for-rnal aplicada), o bien de la Psicología
(y, enton- sultado de una prueba o demostráción, de una verdad construida. Por ejem-
a la evidencia
ces la teorÍa de la ciencia es «epistemología genéticar), o bien
de la Teoría de la In- ¡rlo, Ia verdad résultante de el juicio procesal, que no se limita
teorías de la itel'testigo presencial, sino que exige ia aportación de pruebas (y, por. cierto, la
formación. No queremos insinuar "or, "rtá que ninguna de estas
.i"r"i, ¿"i"" ¿é u..oiur potentes luces sobró su objeto'«ciencia Decimos que estas.lu- irlentifiáción del ucrrtuáo según diversas categorías: «¿quién es?»
Neürath, su"teoría de la ciencia unitaria, es, en rigor, un pluralismo de.los áÚo- sí mismos de significado y hay que interpretarlos propiamente como recursos
mos científícos, cada uno de ellos concebido como conectable a cualquier otro; ¡rara condensar, sistematizar o almacenar un caudal de información. It{o hace
porque Io que niega la teoria de la ciencia unitaria es que haya c-lases de cien- lalta subrayar las concomitancias entre el descrípcionismo y el convenciona-
cias, mes que disiinciones entre ellas; y son estas distinciones las que se lle- lisrno y su coincidencia en la interpretación de la forma de la ciencia de modo
ur" tr".tu ius propias «moléculas»). El descripcionismo, ante todo, cristalizó sustantivado, a saber, como Ia misma lógica formal o las matemáticas.
en el terreno de lai nciencias del espírit11», en la Psicología de la Escuela esco- Y es aquí en donde (creemos) reside el error original de las gnoseologías
cesa (T. Reid, Dugald Steward, Jouffrey) origntada a regjstrar hechos.de con- rlcscripcionistas, al menos en su versión fisicalista-nominalista. Porque al in-
ciencia, huyendoáe tbda especulación metafísica, tanto_de.sigrro espiritualista lcrpretar los esquemas lógicos y matemáticos como formas de las ciencias em-
(Berkeíey) como de signo materialista (Hartley, Priestley). El po-sitivismo de ¡rÍricas, aI mismo tiempo que abre un estilo de anáIisis muy fertil (y que even-
Áugusto Óomte constituyó en cierto modo una reacción contra el descripcio- I r¡ulmente conduce a resultados interesantes, sobre todo en el terreno crítico,
nisáo escocés; una reacción que conservó siempre la huella de su origen, a sa- rr saber, en la crítica a la conceptuación especulativa que se mantiene al mar-
ber, Ia tendencia hacia la deciipción positiva, si bien ésta se desplazase hacia ¡¡cn de todo material empírico) distorsionan sistemáticamente la función que
Ios irechos externos de las ciencias naturales. Por ello, no es un azar que Ia Fe- corresponde a la lógica y a las matemáticas (que, por otra parte, no son en
nomenología de Husserl, al polemizar contra el positivismo, recayese de nue- rnodo alguno ciencias formales, según el punto de vista de Ia teoría del cierre
vo en un lescripcionismo de las vivencias mucho más depurado, sin duda que lrrl.egorial) en el momento de ser utilizadas por las ciencias empÍricas, así
eI escocés, pe.ó su misma línea. Sin embargo, el lositivismo- clásico no se t'onro también impiden una adecuada compresión del alcance constructivo de
"n
mantuvo en los postulados descripcionistas con todo el radicalismo que po- lirs leyes científicas que se establecen por Ia mediación de las fórmulas mate-
114 dría haberse espérado. Lo suavizaron las ideas de Comte sobre las leyes gene- rrr¿iticas o lógicas. Tomemos una sencilla ley física concreta para determinar, 115
en torno a ella, el alcance de la gnoseología descripcionista: la «ley de Hooke». F : -kx : m.a : m.v dv/dx; m.v.dv : -kxdv
Establece esta «ley» una conexión regular entle los alargamientos empíricos x
de un resorte dado y los valores y de las fuerzas que los producen. Estas fuer-
zas son constantes para cada resorte (segun la naturaleza del metal del que
está fabricado), es áecir, k: F/x; por Io que la ley podrá escribirse de este ff,"^o': l"; kxdx;l/z(mv,¡- (t/z)mv]:
modo: F: k,x, en cuya expresión k es un parámetro. La ley de Hooke podrá re-
presentarse entonces según el diagrama o modelo correspondiente a Ia fun-
ciónlineal: :- (-t / Z) k x2 ; (1 / Z) (mv2 ) + (K :
y (1 / Z) x2) t, /Zm vf,
tiría, a su vez, recoger una gran porción de los métodos popperianos de análi- ¡rero sí en un sentido material, en tanto ellos representan a la realidad y, a su
sis gnoseológico.
'-
lravés, también puede representarla la conclusión, cuando el silogismo origi-
(b) Postériormente (Objetive Knowledge,1972),inspirado en la definición rrado a partir de esos principios es correcto. Cuando estos principios se ponen
tarskiana de 1a verdad, Popper ha intentado aproximar las formas teoréticas a ,.n relación con Ia experiencia empírica, Ia gnoseología adecuacionista puede
la materia por medio de su concepto de verosimiliÚud: dadas dos teorías cientí- clminar muy cerca del positivismo sin recaer en él (en lo que tiene de descrip-
ficas h y h' (cada una de las cuales tiene consecuencias falsas), cabrÍa definir cionismo), ¿No cabría ver a las concepciones gnoseológicas de Mario Bunge
la verosimilitud mayor de h' respecto de h [VER (h') > VER (h)] a partir, sobre ( omo concepciones que caminan por esta tercera vía?..., «tanto el físico expe-
todo, de la circunstancia de que el conjunto de proposiciones falsas de h'esté rimental, como el teórico se ocupan de estudiar cosas en sÍ, tal como existen
incluido en el conjunto de proposiciones falsas de h (CF (h') c CF (h), es decir, irrdependientemente de ellas mismas» (dice en sttEpistemología, Ariel, 1980,
cuand.o h tenga más consecuencias falsas que h'. Pero esta aproximación a la ¡rig.89).
verdad es sóló un intento vano, pues suponer que cabe declarar a una teoría El adecuacionismo gnoseológico -históricamente, Ia primera teoría de la
que contiene un número indefinido de consecuencias falsas más verosímil , icncia- es una concepción muy potente en cuanto a su capacidad de análisis
que otra, es una suposición incompatible ya con los principios genérico- ,lr, las instituciones científicas. Pero es filosóficamente muypoco profunda. Su
118 formales y el llamado «teorema de verosimilitud» de Tichy, Harris y Miller ¡rorler es aparente y se reduce a la «estrategia de la duplicación», de las formas 1 19
ca, en su último libro, en los cinco poliedros regulares). De aquÍ que la necesi-
enlam.ateria.Entodocaso,lateoríadeladecuacionismonoofreceunaposibi- clad, que va ligada siempre a la demostración científica (al syllogismo episfe-
y la materia. Postula solamen-
lidad de comprender 1, "áí*iá" ""tre Ia forma moniiós) queáe automáticamente interpretada como necesidad del mundtr
(realismo ingenuo' realismo modera-
te su paralelismo más ";;;;;Ñ1""1 trascendente al sujeto, aquel mundo que se refleja en los principios de las
queda exrerior aI propio.pro-
p".o iá.rui"r¡u. la verdad,
;;:;";it;;;;;iii-r. ciencias. Y este necesarismo del mundo, particularmente del mundo astronó-
cesodeConslrucclonClenti[iCa.puesloquedebeserremitidaalosprtnctptos a las mico con sus leyes deterministas, etelnas, continuará siendo propuesto como
(en su caso, u to, t o,i' E;;iñ;;;';á! ¿u t' verdad como algo previo ver- conrlición ontológica imprescindible de toda ciencia, incluso después de que
"ctciencias solamente manipulan y reconstruyen estas
:;;".üñ;que las eI cristianismo háya enseñado el carácter contingente de toda la realidad físi-
que deberán estar a su vez
;;;;;r:, ;i:;;rát t"* til nuevas conclusiones la materia' Pero Ia verdad es ca (porque sólo Dios es el ser necesario, el ser por esencia). Seguirá viéndose
en correspondencia "";;í;;;t utpgtlot de iá Ari.oromía (cuyas leyes refleja., aú. en Kepler, en Newton o en Laplace
/'itii"tr" priÁcipiorum o nor los sent¡dos) a laciencia' "r,
siempre dada (por el orden divino neceiario) el prototipo de 1a ciencia que se adecua a verdades
"l
por ello, en úttima inr,rn|iu. ;;.[;; ffi''bl" áti"r"n"i".los principios ernpíri' transcendentes (respecto del sujeto discursivo). Pero cuando 1a fe en la inmu-
cos de los principios d; ;'f;, tt"*pr:" -qo" éstos conduzcan a conclusiones tabilidad del mundo astronómico, en la eternidad de sus movimientos regula-
lo que siempre esposible'
también coordinables "on res y cíclicos, se quiebre (Ia indefectibitidad del sistema solar llegará a ser vis-
para "^["ti"ntias'
á"i, i."ai.ión aristorélica. cabrÍa hablarde
referirn"r. ta cámo pora aparierrcia, eternización abstracta de las trayectorias de un con-
una correspondencia,
"ürri¡[r.l".. de. Aristóteles' entre-eI dualismo
su-
junto deiuerpós, e' Ia medida que pueden considerarse, desde nuestra pers-
"í;i;;;l""tiento /"ormal (algo así como
;;;; ;;;"r"J; ti)ia¡"ti- iiiii¡ao propia del curso silogístico (como discur-
y el dualism o verdad pectiva terresire, como formandb un sistema de dos cuerpos) entonces ¿',no ha-
ia validez, en el sentido d;¿;;;ñi principios' Habien- ilrá de quebrarse también la idea aristotélica de la ciencia y, muy especial-
so inlelectua[, sub¡etiuoiy n)i'á'ud mat'eriat' propia de los rlente, él necesitarismo que parece llevar asociado? Por 1o rnenos, el funda-
do Arisrótele, .".t".uí"'ni" i"li*iirá" el
conocimiento cienlífico G.l factum mento de la necesidad irabr'ía de replegarse hacia la subietividad inmanente,
,,, p"t pruebas' demostrativo-(no inmedia-
de la ciencia) .o*o a la forma silogís- hacia la conciencia del idealismo subjetivo. Ahora bien, entre la transcenden-
to) y presuponiendo q';
""o"o""i*i;;i;
J;;ostración ha de aiustarse
cia del realismo adecuacionísta y la inmanencia del idealismo subjetivo (en
ii"ri tli".iá".ia es de rit';;;
ton"r"io"es')' Aristótcles cree poder probar tam-
términos gnoseológicos d.elteor'eticismo) se abre camino eltranscendentalis-
ü;i"";;; t-1""" áá'principios' oPrue6a' por así decirro'
;iá'i;;;;;;il;;; que se refiere a la mo de las"entidadei corpóreas (inaugurado por Kant, aunque desde una pers-
Ia necesidad a" to, p.in"ipjá' t'"o p'o"bu mótareórica'
virtud rle un pectiva más psicológica, y aun mentalista,,que gnoseológica) en virtud del cual
existencia de los princii;;{ ;; ulut iunr"niaos categoriales).en
podrÍamos d-ecir qué las relaciones formales necesarias para vincular a los ob-
razonamienloapagógico:sinohubieraprincipioselloocurriríaobienporque jetos corpóreos del mundo son transcendentales (es rlecir, ni inrnanentes ni
por otros y asi ad infinitum (y en-
los principios, u ,r,r",,"r'i";; ;;; pt"ú"dos iranscenáentes), respecto de los propios objetos (no respecto del suieto, en el
bi"n po.qr* ros principios descansan circu-
tonces nada sería demástrable). o sentido kantianó). Entre estos obietoi hay que contar también las manos de los
lu, .on.t,'i;;; (;;;"'cés todo seríá demosrrable' A: A)' Debe
Iarmente principio-s son los cana- hombres, y por 1o tanto las operaciones tecnológicas, «quirúrgicas»._El funda-
"n
ffi#;;;];;itát .i rr"v á" r'á"í'o á"''ott'aciones' Los Y como Aristó- mento de la necesidacl de las relaciones que las ciencias pueden establecer en-
les por donde la verdu¿ ii"t"rli u, el curso de liciencia. tre objetos corpóreos contingentes (incluyendo los astros) habría que ponerlo
"rrt.u de la oposición suieto/objeto' no
teles se mantiene ti";ü;;; h perspecti'a en el mismo siitema de relaciones transcendentales entre las cosas físicas que
razón de t"i d" lu verdad material de
podrá ir a buscar a tus'conctusionesia incluyen al sujeto corpóreo operatorio, principio de toda racionalidad (Gusta-
principios una verdad cuyo
los principios, y r","* olii;;á;' atribuir
a estos
vo Bueno Maitínez, E1 papel de la Filosofía. Madrid, 1970, págs' 94 sgtes')' La
que pertenece la verdad (in-
al
conocimienlo p".,"n*IJJ'uTgénero dis¡into Iey de la gravitación newtoniana, en cuanto Iey universa-l .y transce_ndental,
se despiende en el capítulo XV'
manenre al sujero) ¿" i"r.ontñ"iones' según no se conforma con atri-
sóio pudo'ser formulada, es cierto, a partir de las leyes de Kepler,subordina
3 de los Segundos Ana;;.#;;t".iá-queiristótelei de los.principios clas a una disposición coyuntural, no sólo de una galaxia, sino de la distribu-
externa, haciendo
buir a sus principios """ "".á.¿ sloua¡ ción de sus tiagmentos (tál corno la explica, por ejemplo, la hipótesis de,Jeans)
hipóterir, y ali'l"tt" á"'r^ ciencia' una simple serie hipotético- y de la posición de Ia T'ierra (lugar de los observatorios astronómicos) entre
meras
ástructura misma intraproposi-
deductiva formal. erirt"t"r", ¿"r"iár¿" a la para que éstos sean ver-
i:llos. Póro esto no significa que, desde otras posiciones, desde las cuales las
ii"*¡ ¿" f"t principiJsl ct""airit'ución
poaot eslablecer-que'
rq0'aüro de un predicado a un srl-
regularid.ades keplerianas no se configufan, no sea posible alcanzar ninguna
dacleros, deben contener''nu otia regularidad transcendental, virtualmente implicada en la «regularidad»
inrerpretan como presidida por el principio
leto, una atribrrción que algunos en una identidad analítica (I'
r:onstituida por la recurrencia de los sujetos corpóreos.
de identidad, ,nu u,.iü'ili l'" t" tátor'ería
"Áiira, (4) Aunque el adecuacionismo admite que Ia verdad científica es rna
M. Le Blond, toe¡qur"ii chez Arislotte. Paris. Vrin. 1973. pág. 92). ,erdad formalmente construida, conoce Ia necesidad de mantener el contacto
a espaldas del circuito mismo Que
como si Ia atribución idárti.u p"ai"." darse r:on la materia real y es por conducto de los principios (de 1as premisas) por
tut el desarrollo material del
pasa por las conclusiái-es.y-qti",t"" -?)",,1loitan rlonde pretende que la corriente del curso científico reciba la alirnentación de
(pero sintéticamenle' a lravés del lérmino me-
suielo tógico en cuanlo idéntico una verdad necesaria' verdades que neiesita. Es aquí donde reside su principal diferencia con las
de
dio) at predicado. v.;;;';;;i;' áltun'u" la forma
del ,,oncepcioies falsacionistas, para las cuales tto es eI conducto de los prinrri
pero dada la disociacilól #rü¿ri"" á"t* la forma (subjetiva inmanente)prin- Jrios, sino el camino regresivo de las conclusiones
el lugar por donde.las prrr
tra-scendente) de los
,iágn"" t"r*ái ipri"r*ti*ili. ^"i.¡r(obietiva,
que ia necesidad del enlace material l,osiciones científicas lógrarían mantener el contacto (al rnenos negativo) corr
cipios (posteriorlsticosi se c-oáp."ra".a la realidad.
pueda ser explicada ontológi-
entre los términos d;i;;;;i;;ipios, solamente mundo' apelando a la conviene recapitular la razón por la cual (contemplada desde la })erspe(:
camente apelando . i;;;;;;ii^e de los conteniios
del
según un or- t.iva d.e la teoría del cierre categorial) eI adecuacionismo gnoseológico se desa
astros girando eternamente
necesid.ad. del mundo eterno, con sus
tanto desembo- Irolla como una teoría de los principios de la ciencia, y, eminentemellte, (:otl)o
(u"uro orden de la Geometría de Euclides en
120 den geométri.o
"i
el primer modelo histórico de ciencia, a saber, 7os Elementos de Euclides (o de
teoría de la Axiomática. Partiendo de la forma efectiva de la verdad científica
(como verdad demostrada) y reconociendo a la vez que esta verdad dice rela- Teudio), sobre cuyo análisis el aristotelismo habría visto justamente como in-
viable esta opción. Pues desde el punto de vista del cierre categorial, los prin-
ción de adecuación a la materia, se hará imprescindible establecer unos cana-
les a través de los cuales lamateria eierza su influencia sobre lafotma cientÍfi-
cipios del sistema de Euclides (Ias nociones comunes, los postulados, las defÍni-
ciones) no habría que entenderlos como evidencias previamente dadas a los
ca. Estos canales son los principios, Principios, porque deben entenderse en
inmediato contacto con la materia (si recibieran la verdad de otras fuentes, és- teoremas o a los problemas, sino como fórmulas anafóricas respecto de esos
mismos teoremas o problemas, a la manera como el punto no es ya un concep-
tas serían los principios, que en ningún caso podrían aplazarse ad.infinitum).
to previo a la línea, ni ésta lo es a la superficie o ésta a su vez al sólido (Strong:
Aristóteles también consideró otra posibilidad, a saber: La de que los princi-
Procedures andMetaphysics, apéndice sobre Euclides). El propio principio del
pios recibieran su verdad de las mismas conclusiones (su verdad: no mera-
silogismo podría ser reinterpretado circularmente cuando desplazamos su
mente su falsación, que, en todo caso, si es posible, lo será por la efectividad peso hacia la materia. Y precisamente de este modo serÍa posible responder a
de Ia «vía positiva» de la verdad). Pero consideró absurdo este circularismo,
la acusación de tautología (círculo vicioso) habitual desde Ramus o Descartes.
que veía como equivalente a un modo de «probar Io mismo por 16 pi51¡6», a un
Precisamente de este modo la mayor «Todo hombre es mortal» sólo podría ad-
procedimiento por eI cual «todo puede ser probado». El adecuacionismo termi-
mitirse si la conclusión («Pedro es mortal») se supone ya válida. Es la misma
ña postulando unos principios últimos de Ia ciencia (empíricos, o esenciales)
objeción que se levanta contra la regla de la probabilidad simple de Laplace:
precisamente forzado por su misma perspectiva: Si la verdad ha de ser sumi- «Para calcular, por p : n / N, la probabilidad de un acontecimiento futuro a
nistrada a la ciencia de Ia materia ad extra, los principios no podrán ser infini- tengo que conocer todos los casos posibles N, por tanto, también a». Ante todo,
tos (no habría «alimentación») ni dados en forma circular (porque la conclu- hay que recordar que estas ejemplificaciones de silogismos aristotélicos son
sión se concibe como conclusión lógico-formal, por lo que el círculo formal no incorrectas, porque el silogismo peripatético se mueve entre clases
permitiría 1á asimilación de Ia materia, y nos mantendría en la pura tautolo- (x) (Hx-+ Mx)'r(x)(Gx-+ Hx)-+ (x)(Gx+ Mx)
gía).
mientras que el silogismo citado resuelve en elementos de clases, según el es-
Sin embargo, tan pronto como retiramos el presupuesto adecuacionista, quema:
los caminos que Aristóteles veía obstruidos, aI menos, el camino circular (x) (Hx--+ Mx)nHy+ My.
(pues el regressus ad infinitum puede seguir siendo rechazado por motivos for-
La situación es muy diferente porque en caso del paso del individuo a la
males, genéricos), se nos abre de nuevo. No se trata, pues, de intentar hacer
clase (si tenemos en cuenta que la clase distributiva es ya individuante, es de-
confluir ambos caminos, llevando al límite aquella ingeniosa observación de cir, contiene en su intensión la forma de la individualidad) no hacemos propia-
Lewis: «Un cÍrculo parece menos vicioso cuanto más amplio ts¿ 5u ¡¿flio» (una mente otra cosa sino construir la propia clase, digamos, un esquema de identi-
construcción circular dejarÍa de ser viciosa si sus eslabones fuesen infinitos). dad (una definición) más que un teorema. La regla I.G. (introducción del gene-
Se trata de advertir que el rechazo de Aristóteles al circularismo (por larazón
ralizador) de la «deducción natural» de Gentzen enmascara este punto, preci-
formal de que «lo mismo quedaría probado por lo mismor) queda neutralizado
samente por su formalismo, al sugerir que estamos ante una inferencia: «Lo
al retirar el presupuesto adecuacionista. Si Ia maferia pudiera ser considerada
que vale para un caso cualquiera vale para todo caso»; pues se trata de que «un
como algo que está presente en eI interior mismo del proceso formal construc-
caso cualquiera» es precisamente «todo caso» y es pura apariencia fingir que
tivo (lo que implica entender la relación forma/materia según el esquema dia- «si paso de ese triángulo a todo el triángulo es en virtud de I.G.» El «caso cual-
mérico de los conceptos conjugados, de acuerdo con el cual la forma lógica no quiera» es la regla operatoria material que me permite construir la clase (lo
es un orden sobreañadido a la materia, sino la interconexión misma de partes
que a su vez ya es un proceso circular). Ahora bien, en Ia fórmula de las proba-
materiales diversas) entonces no cabría decir que apoyar los principios sobre
bilidades simples (que es la fórmula fundamental de este cálcuto) estamos
las conclusiones, así como éstas sobre aquéllos, es apoyar nlo mismo sobre lo
más cerca del silogismo aristotélico que de la mera construcción de un esque-
mismo», puesto que esto «mismo» es ya una materia compleja, y no una propo-
ma de identidad. Al menos, sólo en esta proximidad desaparece el círculo vi-
sición.
cioso. Pues la regla de Laplace no compara n/N sino nr /Nr con nz/Nz (Borel:
El circularismo, una vez retirados los presupuestos adecuacionistas, po- «Si de 100.000 nacimientos de franceses, 51.200 son varones, por tanto la po-
drá equivaler aI reconocimiento de la posibilidad que un material completo sibilidad de nacer varón es p:0,512, para otros 100.000 nacimientos, inferiré
dado (a escala ya «tecnológica», es decir, no como material «virgen», o «salva- que p:0,512»). La inducción es aquí el paso de una clase nr a otra clase nz a
je») ofrece para ser reconstruido según el ajuste mutuo de sus partes, para ser
través de N y no es ningún círculo vicioso precisamente porque Nr y Nz for-
reconstruido por medio de una racionalidad sui generis, que se apoya en los
man otra clase atributiva (Nr + Nz) que debe, por la materia, confirmar la pro-
mismos resultados de su proceso, aquel en el cual las formas se reabsorben de
babilidad primera. (También eI silogismo inductivo de Aristóteles -«el mulo,
nuevo en la materia.
el asno y eI caballo son animales sin hiel...»- se mueve entre clases). Ahora
La cuarta opción gnoseológica, la que nosotros defendemos bajo la forma
bien, el silogismo peripatético, lejos de contener una mera petición de princi-
de teoría del cierce categoríal, es una opción circularista o, si se prefiere, es el pios constituye (cuando se atiende a las relaciones materiales entres sus cla-
intento de recurrir al camino circular que Aristóteles conoció ya, pero como ses) un audaz proceso dialéctico, porque efrtonces vemos cómo precisamente
camino inviable. Según esto, la unidad de una ciencia y su distinción de otras la mayor sólo es verdadera cuando la conclusión 1o sea también. Desde la
ciencias brotará no de la materia (d"escripcionismo) ni de la forma constructiva perspectiva material, no cabe decir que la mayor haga superflua o redundante
(teoreticismo) ni del paralelismo de ambas a la ve z (ailecuacionismo) sino de la
la conclusión. Por el contrario, la mayor es una identidad sintética que no pue-
construcción de partes materiales dadas según lazos circulares derivados de de ser conocida previamente a Ia conclusión, sino que se apoya anafóricamen-
las propias características materiales (la id.entidad sintética), nexos en los que
te (y, por ello, se supone que el tiempo operatorio del discurso ha sido elimina-
haremos consistir la forma de una ciencia y su verdad.
do) precisamente en ella, ratificándola. La mayor cierra el proceso, delimita eI
Es esta cuarta opción una opción que, entre otras virtualidades, tiene Ia
ámbito del género (una clase de clases) al que afecta el predicado y si en la me- 123
122 virtualidad de reinterpretar sistemáticamente la funpión de los principios en
nor (que una especie) no estuviese el predicado de la mayor, entonces el gé-
es sólo D -+ A, sino también A -+ D. Podríamos ejemplificarlo con el teorema 15
,r".o ,o quedaría desarrollado. Por 1o demás, las clases habrán de poder ser del libro primero de Euclides' En cambio un teorema tal en el que D -+ A,
atributivás y no meramente distributivas, como ocurre con los intervalos de pero, en cámbio no se da la recíproca es decir, que aunque D conduzca a A, sin
una funcióícontinua y: F (x) cuya función derivada f' (x) establece una ley de ómbargo, dado A no es necesario D (incluso son compatibles otros supuestos
variación interna que fue, a su vez, obtenida por el paso de unos intervalos a D', D".:.) tendrá un grado de verdad inferior. Los grados de verdad no son en-
otros, comparados por sus razones. tonces grados de apioximación, sino más bien grados entre una verdad clara y
distinta, nula (0) y la total (1); grados de la verdad confusa y oscula, parcial. El
ANALISIS GNOSEOLOGICO DE UNA CIENCIA concepto de grados d.e verdad tiene así que ver con el de fertilidad, con la capa-
cidadhe unirelación para incorporar más o menos partes del contexto deter-
1.-Una ciencia, según la teoría del cierre categorial, tiene Ia forma de un minante, y en general, delmaterial,
círculo formado por los mismos materiales que van componiéndose según de- No qüeremos decir, al definir la ciencia como construcción de verdades,
terminad.os corsbs operatorios, de suerte que en esa composición re_sllten qo" r.ru ói"rr"ia se resuelva enteramente en ellas. Las ciencias también contie-
verdades apodícticas. La ciencia es construcción, construcción interna de ver- ,i"r, y algo que no son rii verdades ni errores. Pero Io que sí queremos
dades, no es predicción externa (sólo es predicción en Ia medida en que la pre- decir"t.or"t
es queias ve.dades científicas son los eslabones o nudos que atan a los
dicci.ón es una manera particular de construcción). hilos en su tejido: sin las verdades, la trama de la ciencia se aflojaría hasta ter-
La verd.ad interna a las relaciones entre partes del propio material la po- minar por d.eéhacerse. Las diversas ciencias se constituyen cuando, a partir de
nemos en. la misma identidad sintética, en cuanto verdad construida (proba- rtn núcleo inicial de cristalización (un teorema, en rigor, un racimo de teore-
da), pero objetiva. Esto no significa que las verdades científicas hayan de ser rnas) organizado en e1 seno de un material heteróge.neo, se_va formanrlo un
toflai ellas concebidas unívocamente, como si tuviesen el mismo rango' como r:írculo óperatorio capaz de incorporar nuevos materiales y de segregar otros,
uniformes -la uniformidad que se expresa formalmente por su evaluación a 1. que seráñ captados eventualmente por otro cÍrculo operatorio, o bien perma-
Es evidente que las verdades cientÍficas presentan grados muy diferent-es de necerán flotantes al margen de todo tipo de cierre. El proceso de constitución
evidencia. Sóio que estos grados no deberían entenderse como «grados de ve- de las diferentes ciencias podría representarse -si nos atenemos, como es fre-
rosimilitud» o dánaproximación» a Ia verdad (que son conceptos epistemológi- Cuente, al mar, como símbolo de Ia materia aún no organizada por Ia ciencia-
cos). Porque gnoseólógicarrente, si Ia verdad es interna a la construcción, no Irl proceso de formación de múltiples torbellinos en un mar de orillas invisi-
cabe hablar de aproximación a una verdad (externa). Pero el concepto de los trles. Cada ciencia corresponde a uno de estos vórtices que, girando en torno a
grados de verdadtiene sin duda una significado gnoseológico,_y se trata de re- rrn eje, va incorporando capas sucesivas de moléculas a su movimiento, mien-
áefinirlo. La ver¿ad del «teorema de Bohr, (del que luego hablaremos) no es lras que otras permanecen al margen de su esfera de influencia. Los torbelli-
del mismo grado que Ia verdad del «teorema de Newton» o del «teorema dePi- rros pueden tanibién fundirse, o abiorberse en terceros más potentes (la-Diná-
tágoras». ¿Qué es to que mide, estos grados de verdad? No una distancia a un rnicá y la Termodinámica, en la Estadística de Boltzman); pueden interferir y
oráen extérno (la disfancia de la no verdad proposicional a la verdad hipotéti- rreutráIizarse, pueden permanecer en estado estacionario (como, segúlr Kant,
ca) sino una relación interna (de la verdad ya conseguida, de la identidad,azo' lra.bría permanecido ta lógica formal de Aristóteles, que no habría dado ni un
nas diversas d,el contexto d.eterminante). Diríamos: no es de la aproximación a ¡raso ad.-elante desde la época de su fundador)'
la verdad de 1o que hablamos, cuando hablamos de grados de verdad, sino de El proceso de un ciérre categorial que se gelera, como en un torbellino,
(,rr un campo dado no equivale al agotamiento de este campo, a su reestructu-
la amplitud o frinja de la verdad por relación a la totalidad de su contexto de-
terminante D, al iadio de Ia verdad. Más bien lo que medimos es el grado de r.irción totáI, a s1 racionalización absoluta, precisamente porque un cierre ca-
confusión o claridad de la verdad, Las series de Balmer, tal como fueron esta- ICgorial se establece siempre entre momentos abstractos o parciales del cam-
a la estructu-
blecidas hace un siglo, no constituirían, segrn esto, una aproximación a la ver- ¡,,,. Por ello el material del campo trasciende o desborda siempre
dad de la física atómica rrenor que las ecuaciones de Bohr (salvo que tautoló- i-:rción cerrada que en su seno haya podido constituirse, de suerte que esa ma-
gicamente, se entienda por «verdad de la física atómica» precisamente estas tt,ria c|esbordanle .epresentará no ya un mero material residual, w:t caput
écuaciones). Diremos que las series de Balmer, cuanto a la materia, son ya tnortuum, sino también una orla de caoticidad (respecto del determinismo del
verdaderas, manifiestan una verdad interna (no una aproximación desde la no r.icrre) capazdedesempeñarlafuncióndemanantialdevirtualespertlrrbacio-
verdad) aunque de un grado menor al que corresponderá a la teorÍa de Bohr (a rr0s y limilaciones del orden científicamente establecido. También habría que
su vez de un grado menot que el de las teorías de Sommerfeld, etc') porque la
I r Ir rc:ir que la naturaleza abstracta o parcial de los cierres dados en un campo se
franja delcampo D q.,e cubre estaid,entidad sintética es menos amplia que las ¡ rrrlnifi-esta, a través del mismo curso diamérico de los desaryollos de sus lí-
franjas cubierias poi las construcciones ulteriores dentro de1 contexto dado. I n{,as, en Ia forma de las incomensurabilidades mutuas que brotan del mismo
l)r.oceso de construcción de las magnitudes medidas, irracionalidades
que
Podiíamos porrer, co*o lÍmites rle estas franjas, precisamente los valores [0;
,, ¡,rrecen precisamente en el curso mismo de la conexión de los órdenes racio-
1] de suerte que el grado x de una verdad científica Se encuentre en el interva-
Ió o<x< 1. Los tímites 0,1 son límites claros y distintos, pero por motivos di- ,,,,1es, caoiicidades que brotan en el decurso del desarrollo de las series deter-
versos, gue podríamos denominar de la verdad nula y de_la v-erd ad tota.l. Adver- r¡rinistas. Conmensurabilidad e inconmensurabilidad, racionalidad e irracio-
timos qúe ei grado 0 significará aquí, no ya tanto que la identidad científica- rrrrlirlad, azar (o caoticidad) y determinismo son sitüaciones conjungadas. No
.,()n dos mitades separadas en un todo, sino modo que se dan los unos como la
mente establJcida es eriónea (igual a 0) -puesto que si es errónea no es cientí-
fica- sino que su grado de amplitud es 0, es decir, que no se rebasa a-sí misma. t0r.ma misma del nexo entre partes de los otros. Este descubrimiento, en la
Podemos interprétar a las tautologías (A:A) en cuanto aportan información Iorrna de descubrimiento de los irracionales, tuvo lugar históricamente a par-
nula, a los autologismos (que, sin embargo, tienen un significado pragmático) rrr.tlel proceso de la racionalización (conmensuración) de la diagonal por el
en términos de eite valor. El grado .l corresponderá a un teorema o verdad l;rrl() criadrado. Si se prefiere, lo infinito caótico comenzó,aquí a mostrarse a
124 científica o ictentidad A que reconstruyese todo el contexto D. Diríamos: no ¡,:rrtir de lo finito, pero tanto como recíprocamente. Pues V2 puede expresarse 125
por medio de una fracción continua que, aunque sea indefinida, contiene ya sino campo, es decir, múltiples objetos o términos que se componen para dar
una regla no caótica. Incluso cuando un número cuya expresión decimal ya no lugar a otros nuevos, formando un círculo y muchas veces círculos concéntri-
es periódica porque es imposible predecir si la cifra que ocupa eI puesto ené- cos o interferidos, de suerte que resulte delimitado un recinto «desde su pro-
simo sea par o impar (como ocurre en n: 3' 14 15...) tampoco nos lleva al terre- pio interior». Sólo refiriéndonos a estos términos múltiples podremos aproxi-
no del caos absoluto, puesto que cabe una expresión por productos infinitos, marnos a una más adecuada definición de una ciencia: Así, no diremos que la
ia de John Wallis (n/2: 2/L.2/3.4/3.4/5.6/5.6/7 .8/7 .8/9...)- o bien una ex- Física se ocupa del cuerpo móvil, o de la materia, sino que diremos que se ocu-
presión polinómina (como la de Leibniz: r1/4: 1- 1/3 + 1,/5 - 1/7...). En todo pa de las velocidades, de las masas, de las fuerzas, de las temperaturas; y no
caso las relaciones que se establecen entre los términos de un campo y que definiremos a la Biología como nla ciencia de la vida», sino como la ciencia que
cierran en las identidades sintéticas tienen lugar siempre en el ámbito de un se ocupa de los ácidos nucleicos, de las células, de los tejidos. Ni siquiera nos
contexto determinante, a escala de las operacisnss «q¿irúrgicas». No son, por creemos autorizados a definir la Geometría euclidiana como la ciencia del es-
tanto, relaciones absolutamente independientes del propio sujeto operatorio, pacio tridimensional, sino como ciencia que se ocupa de figuras lineales o pla-
aún después de elirninadas las operaciones. Esto no significa que no sean obje- nas, de poliedros o de esferas.
tivas. Absorben al propio sujeto gnoseológico, pero a partir de é1. Esto es tanto Desde un punto de vista lógico, el campo de una ciencia podría ser pensa-
como reconocer que las leyes de la naturaleza (que son conjuntos de esas rela- do siempre como una multiplicidad de clases de términos
ciones) no son leyendas metafísicas o absolutas, sino leyes de la naturaleza IA:(ar, d2,a:3,.,,&r), B:(br, bz, bs,...b"), C:(cr, cz, ce, cn)]
«centrada en torno al hombre», es decir, leyes del mundo del hombre, sin que
por esto pueda decirse que el hombre es «la medida de todas las cosas» pues es Necesariamente el campo de una ciencia deberá constar de más de una clase
el hombre quien las mensura), Si supusiéramos, no ya que eI mundo del hom- de términos: con una única clase no sería posible la construcción científica,
bre hubiera sido otro (en cuyo caso eI hombre mismo sería diferente) sino que porque una construcción no tautológica requiere la confluencia de diversas
el escenario, dentro del mismo mundo, fuese distinto es decir que el hombre clases, dados que es en esa confluencia en don«le tiene lugar la síntesis de Ia
hubiera estado situado en otro lugar del mundo; que, si en lugar de haberse identidad. Por vía de ejemplo: el campo de la Geometría euclidiana consta de
desarrollado eI hombre en la Tierra que gira en torno al sistema solar, se hu- varias clases de términos elementales, como puedan serlo los puntos, Ias rec-
biera desarollado en un planeta que girase en torno a una estrella doble, no tas, los planos y las figuras sólidas; el campo de'la Lingüística consta, por lo
hubiera sido posible la ley de la gravitación de Newton (que se apoya a su vez menos, de dos clases de términos, los significantes y los significados; el campo
en las leyes de Kepler). Ahora bien ¿quiere esto decir que, por tanto, las leyes de la Mecánica se resuelve en clases de términos tales como masas, longitu-
físicas sólo son válidas no ya sólo para el hombre, sino para eI hombre situado des, fuerzas; en el campo de Ia Química clásica, encontramos los elementos
en un cierto lugar del mundo y, por tanto, las leyes físicas no son ni siquiera químicos (hidrógeno, sodio, nitrógeno, yodo...), cada uno de los cuales consti-
aplicables a la materia corpórea, es decir que ni siquiera cabe hablar de leyes tuye una clase de términos (el hidrógeno es «la clase de las moléculas rle hi-
de transformación de unos sistemas de coordenadas a cualquier otro sistema? drógeno»). Si solamente existiese una clase de elementos químicos (si todos
No enteramente, porque, ante todo, habrá que distinguir diversos tipos de los elementos se resolviesen en el hidrógeno, de acuerdo con la vieja teoría de
leyes físicas. Las leyes termodináicas seguirían siendo muy similares con rela- Prout) habría que concluir que la Química sería gnoseológicamente imposible
ción a esa estrella doble. Las leyes de Newton, en tanto se apoyan en las de Ke- como ciencia. (Por esta razónes absurda la Teología natural como ciencia de-
pler (el cuadrado de las distancias procede del cubo de la tercera ley de Ke- finida por referencia a un objeto que se concibe como la clase unitaria o como
pler, cancelado al componerse con otras relaciones) no se hubieran formula- el elemento único de esa clase, a saber, Dios).
do, pero habría otras leyes dinámicas también universales, Un núcleo de de- 3.-La multiplicidad de contenidos del campo de una ciencia junto con las
terminismo parece imprescindible, dentro de la teoría del cierre categorial, operaciones de los sujetos que los componen o disocian (pues aunque los su-
para poder hablar de la ciencia. Postular este determinismo no es apelar a un jetos operatorios sean individuales, es imposible que un solo sujeto pueda
acto de fe en las «leyes eternas y trascendentes de la naturaleza», sino Ia evi- construir una ciencia, lo que se prueba a partir de las propias dimensiones su-
dencia trascendental de que la propia recurrencia del sujeto corpóreo opera- perindividuales del campo, como se ve claramente con la Astronomía) requie
torio incluye un mínimun de leyes deterministas. Porque si las manos del ren un principio de clasificación que permita de algún modo su análisis' Un
hombre se mantienen, también han de mantenerse las cosas del mundo sobre principio ineludible es el que opone los componentes o factores objetivos alos
Ias cuales aquellas operan. componentes subietívos, dado que no cabe hablar de una «gnoseología sin su-
2.- Se comprende por 1o que acaban¡os de decir, que, para la teoría del jeto». Pero no es necesario entender aquí al sujeto como sujeto epistemológico
cierre, tenga muy poco sentido cualquier intento de comenzar definiendo una (como un cognoscente que reproduce conceptualmente, o por imágenes, los
ciencia determinada por medio de una delimitación ontológica previa a Ia objetos mismos, haciendo una suerte de duplicado subjetivo suyo); porque el
construcción de su objeto (al modo de Nicolas Bonetti, pero también al modo sujeto gnoseológico (S. G.) no tiene por qué ser un sujeto «especulativo», que
de tantos otros de nuestra época empeñados, por ejemplo, en Ia tarea de defi- refleja en su mente (o en su cerebro) los objetos de su campo (una duplicación
nir el «objeto de la Biología». Y ello porque el objeto o material en torno al cual inútil, salvo para el adecuacionismo). Los objetos de la ciencia son las cosas
versa una ciencia no es algo independiente de Ia ciencia misma. Por ello, salvo rnismas, o las clases de esas cosas, que tampoco tienen por qué entenderse
que se definan los objetos de una ciencia por autoreferencia a la ciencia mis- t:omo entidades subjetivas (segund.o-genéricas). Las clases son entidades obje-
ma como institución (por ejemplo «vida es el conjunto de fenómenos estudia- tivas (terciogenéricas) (Gustavo Bueno Martinez, Ensayos materialistas, op.
dos por Ia Biología», una aproximación a la conocida definición humorística de r:it., pág. 291). Y cuando consideramos figuras evidentemente artificiosas («ar-
Física que dio Eddington: «Física es 1o que se contiene en elHandbuch der Phy- lL'factos», por ejemplo, deformaciones resultantes en un sistema de coordena-
sik») lo que es tanto como decir que no estamos definiendo nada, resulta un rlas ortogonales a las que referimos puntos de una esfera) tampoco tendría-
despropósito tratar de presentar un objeto (material o formal) para delimitar, rnos por qué verlas como subjetivas, puesto que su objetividad gráficas queda
en torno a é1, el ámbito de una ciencia. Porque una ciencia no tiene objeto, siempre salvada y esta objetividad también puede remitir a una tercera. 127
126
J
En el lado del sujeto pondremos, en cambio, sobre todo, las operaciones y clusivamente lingüístico-fonético. Decimos que eI lenguaje fonético llega a de-
todo 1o que ellas implican. Y teniendo en cue[ta la multiplicidad de sujetos sarrollarse en una fase de su evolución cuando fragua un proceso lógico alge-
(organizádos en comunid,ades de científicos, comunidades vivientes tanto por braico como un sistema de múltiples articulaciones sonoras (Ia primera gran
suJalianzas, como por sus conflictos y tensiones) habrá que reconocer la ne- escritura algebraica, sonora por cierto, creada por los hombres). Por ello, el
cesidad que las ciencias tienen de un lenguaje, puesto que sóloa través de un lenguaje puede ser imitación de la esencia de las cosas. Al menos, sólo enton-
lenguajebs posible la construcción intersubjetiva, cooperativa. En-rigor, la ne- cesll lenguaje es adecuado ( óp0ótrltog , dice Platón)' Una imitación que no
que la ciencia tiene de símbolos puede ser reducida ya de su mismo es meramente musical (onomatopéyica) porque entonces sólo podríamos ha-
""siduá
carácter bperato.io, puesto que Ias operaciones, por la recombinabilidad de blar con verdad de las cosas so[oras. Es una imitación nominativa, una imita-
los términbs que implican, requieren valerse de signos que liguen aI sujeto ción de la esencia por medio dd las sílabas y los fonemas ( outrtr0Bor§ rr Ko.r
operatorio en las fases sucesivas de su operación. Este nexo es aquello que, en y!,«UpGorv i¡ ¡,rr¡"rtor¡ ). Es decir, es una imitación operatoria, una re-
términos psicológicos, se llama «memoria»: el sujeto operatorio (el experi- construcción de la esencia. Re-construcción, porque la esencia ya había sido,
mentadorfpor ejemplo) «tiene que acordarse» de las percepciones anteriores, al menos en su esbozo, previamente construida «quirúrgicamsnls», manual-
identificar las observaciones actuales con otras observaciones previas muy mente (el homo faber eS homo loquens a partir de un cierto punto de,su desa-
concretas; por lo cual el elemento empírico de las ciencias no puede ser redu- rrollo). La palabra, como la lanzadera, es herramienta, instrumento opYcvov
cido al ar¡rtí t ahora de la sensación (como enseñó ya Platón et d Teeteto y He- (Cratilo 338 c). Por eso, ya desde esa perspectiva operatoria cabe dudar de Ia
gel en la Fenomenología del espíritu). Pero el enlace de mis sensaciones actua- realidad de ese abismo abierto por la tradición del empirismo (y del neopositi-
les con las pretéritas (recordadas) y con las futuras (previstas) sólo a través de vismo) entre las ciencias formales («sermocinales») y las ciencias reales. Puesto
signos (pof ejemplo, de «proposiciones protocol¿1i¿5», €11 el sentido de O' Neu- que, en gran medida, puede afirmarse que las ciencias formales se desarrollan
,alh¡ puede éstablecerse. Y esto cuando nos referimos a las relaciones de cada á partiráe sistemas lingúísticos dotados de una lógica operatoria muy afín a la
sujetó consigo mismo; mucho más obviamente cuando nos referimos a las re- dé los sistemas tecnológicos, a partir de los cuales se han desarrollado las
laóiones cooperativas entre los diversos sujetos de la ucomunidad» o sociedad ciencias naturales. cabría decir: si la Geometría se desarrolló a partir de la
científica. Los signos parecen, pues, intercalados en el propio proceso coope- tecnología de la agrimensura, la lógica se desarrolló a partir de la tecnología
rativo y operativo pero muy especialmente los signos lingüísticos. Y ello aun- gramatical (el arté de los escribas traductores, por ejemplo). Xn cualquier
que no seá más que porque el lenguaje humano (originariamente un lenguaje óaso, y aquí es a donde queríamos ir a parar, Io que déseamos subrayar es que
fonético y, a partir de é1, atfabético) es, él mismo, un sistema operatoriamente no es pof ,-,na circunstancia externa a la ciencia (pongamos por caso, por la be-
(cooperatoriamente, díalógicamente\ realizado, una suerte de álgebra' Que nevoléncia del sabio que desea comunicar a los demás su ciencia y para ello se
aproiima de un modo sorpiendente el lenguaje humano, en general (cualquie- vale del lenguaje) sino por motivos intrínsecos, por Io que no cabe pensar en
ra que sean sus contenidos), a la actividad científica misma. una ciencia dada al margen de Ia forma lingüística (una ciencia como hábito
AI menos, cuando el lenguaje humano es considerado desde su última intelectual, el concepto psicológico de la ciencia como «conocimiento del sa-
esencia, según el modo de considerarlo que inició Platón, particularmente en bio»).
el cratilo. Porque Platón -esto es Io que es preciso subrayar en esta ocasión- EI lenguaje acompaña necesariamente a las ciencias y' como vemos, no es
comienzapor ver allí allenguaje fonético enrelación conlaverdad. No se trata fácil compiender por qué ello es así. En cieito modo está justificada la visión
solamenté del lenguaje comunicativo o expresivo (pragmático), sino, ante de las ciencias como «lenguajes bien hechos» -el caso del Algebra o de Ia Quí-
todo, del lenguaje sémántico, de las proposiciones apofánticas, del lenguaje en mica es, en este punto, muy ilustrativo-' Dada la posición que atribuimos al
cuanto es uñ nhablar de las cosas» y un «hablar o decir verdadero» ( áI40r¡ lenguaje en el conjunto del proceso científico, como cauce de interconexión
).éyer.v , 385 b) que hace posible el decir falso. Ahora bien, el Ienguaje fonético entie las operaciones intra e inter subjetivas y los objetos, se comprende la
es, él mismo, una acción, una praxis -dice Platón textualmente. No cabría, se- apelación a la estructura del lenguaje, a lo menos como medio indirecto o hilo
gún esto, oponer las palabras a las cosas. El lenguaje es ya él mismo,_construc- cónductor (en el sentido kantiano) útil para establecer una mínima sistemati-
óión de paiabras que son cosas (todavía Austin no habÍa escrito How to do zaciót de Ia multiplicidad de los contenidos formales de una ciencia. Pues
thinghs with Words). Y ello porque las palabrás son ellas mismas instrumen- aunque la ciencia no pueda en modo alguno reducirse al lenguaje (la Quimica
tos, como pueda serlo la lanzadera para tejer (Cratilo, 388 b: todavía Wittgens- no ei el lenguaje químico, digamos, los libros de Química, sino también los la-
tein no había hablado de la «caja de herramientas»). Hoy podemos decir, con boratorios, las manipulaciones de los químicos en é1, los reactivos etiquetados
absoluto rigor, que el hablar es un proceso operatorio y que las operaciones y aforados...), sin embargo, en el lenguaje habrá de reflejarse toda la diversi-
lingüísticas son tan operatorias como las «quirúrgicas». No son las manos_ y sus dad de contenidos de Ia ciencia'
deáos, pero sí los músculos que gobiernan las cuerdas vocales (el cricoides, el En virtud de consideraciones que aquí no podemos reproducir, por falta
aritenoides...) y, mucho más, 1os músculos de los órganos supralaríngeos (so- de tiempo, hemos utilizado la teoría de las tres dimensiones del lengrraje de K.
bre todo la lengua, porque sólo San Reparato, por milagro, podía hablar des- uühler, coordinadas con la célebre distinción de sus funciones debida a ch.
pués de que le iuese cortada) aquellos que pueden llegar a moverse segrin un Morris, para establecer el sistema de los tres siguientes ejes gnoseológicos
iiste*r predominantemente booleano, aunque complejo (oclusiva/fricativa; (merced. a una adecuada subdivisión, a escala gnoseológica, de esos ejes, origi-
sonora/sorda, etc.). Los lenguajes (al menos ciertos lenguajes, como pueda nariamente lingúísticos):
serlo el griego), por ser operatorios-booleanos, son ya, por su estructura for- I.Eie sintáctico, subdividido en tres sectores: Términos, relaciones, opera-
mal, sin contar su contenido, lógicos. Y, por ello, en cierto modo, el regreso al r:iones. Los contenidos de una ciencia, considerados en supelspectiva sintácti-
lenguaje (1o que Platón llama a veces anamnesis) es la condición para resolver ca, serán o bien términos, o bien relaciones, o bien operaciones. En una cons-
muchos problemas, incluso matemáticos. (Como observa Emilio Lledó' lo pri- lrucción, hablamos de operaciones cuando consideramos, como resultado, un
mero que Sócrates pregunta, eL el Menón, al esclavo es esto: «¿Hablas grie- tórmino del mismo orden lógico que el de los factores. En a+b: g hay opera-
128 go?»). No queremos afirmar, con todo, que el pensar lógico sea un proceso ex- ción cuando consideramos c, en cuanto término segregado de a y de b y recom- 129
binables con ellos; hablamos de relación cuando consideramos la estructura a las ciencias de sus propios objetivos, al mismo tiempo que éstas Ia necesitan
resultante de orden superior a los «factores», en el ejemplo, el predicado «:». para cumplirse.
4. Los abigarrados «universos» que llamamos «ciencias físico-químicas'
II. Eje semánLiico, subdividido también en tres sectores: fisicalísta, feno-
se deian descomponer cómodamente en los diferentes momentos que hemos
menoló gico y ontoló gico (esencial).
distinguido como característicos de cada eje, momentos que, por otra parte,
Una ciencia ha de tener necesariamente un estrato fisicalista. Fundamos
están mutuamente entretejidos de todas las maneras posibles (circunstancia
esta necesidad, no ya meramente en motivos ontológicos o epistemológicos que suministra un criterio para establecer una tabla de figuras gnoseológicas
(«sólo lo corpóreo existe» o bien «sólo lo corpóreo puede ser conocido») sino
de diferentes órdenes). Por otra parte, es indudable la necesidad de una des-
en la misma naturaleza operatoria de la ciencia. Las operaciones (nquirúrgi-
composición semejante, dado que las partes o figuras así obtenidas tienen di-
cas» o lingüísticas) son aproximacíones o separaciones de entidades corpóreas.
ferentes funciones gnoseológicas y cooperan al proceso global de la construc-
Por ello, sólo si hay términos corpóreos en una ciencia cabe hablar en ella de
ción científica de diverso modo. Por ello, sólo tras un cuidadoso anáIisis, pode-
operaciones (las operaciones lógicas son operaciones con signos algebraicos, mos estar en condiciones de no confundir las funciones de unos contenidos
ellos mismos corpóreos).
con los que corresponden a otros, o de diferenciar las funciones de contenidos
La necesidad del sector fenomenológico puede deducirse de la multiplici- que, desde otro punto de vista, podrían parecer anáIogos.
dad de los sujetos operatorios siempre que entendamos por fenómenos no ya : 5. Ante todo, hay que distinguir en las ciencias fÍsico-químicas las figuras
sólo Io que oculta a la cosa, como engañosa apariencia, ni tampoco Ia manifes-
sintácticas de primer orden, que son las que hemos considerado.
tación de la cosa en sí al sujeto cognoscente, considerado en absoluto, sino la (1) Como términos (simples o complejos) de los campos físico-quÍmicos
cosa misma en tanto está siendo percibida por un sujeto que, a su vez, está
consideramos, por de pronto, a los «hechos corpóreos mismos» en tanto que
siendo conocido por otro, por ejemplo, un astro que está siendo percibido por están identificados mediante símbolos lingüísticos. No nos referimos aquÍ a
el astrónomo Sr en tanto sabe que hay otro astrónomo Sz y recíprocamente, y,
los «hechos de grado cero», a esas «sensaciones» enteramente artificiosas de
entre ambos, se forma el concepto de «paralaje». las proposiciones protocolarias, no menos artificiosas («a las 3,15 Otto regis-
El sector ontológico contiene, sobre todo, las esencias, que son estructu- tra áqui y ahora chasquido de las 3,14», etc.), sino a los objetos corpóreos mis-
ras ideales (por ejemplo, «gas perfecto», formado por corpúsculos esféricos mos con los cuales las ciencias manipulan. Con esto queremos decir, princi-
elásticos) orientadas a establecer la conexión entre los momentos fisicalistas palmente, también lo siguiente: que los términos de la Química, por ejemplo,
y los momento§ fenomenológicos. Por lo demás, estos tres estratos semánticos
no son meramente los símbolos químicos de los elementos, en tanto elemen-
ion determinables incluso en las ciencias formales (lógicas o matemáticas). El tos de una cierta álgebra o lenguaje, ni las sensaciones de amarillo registradas
triángulo diametral inscrito en un nredondel» es un contenido físico; que en e1
a las 3,15 en el protocolo de Otto, sino que son los elementos químicos mismos
ángu[o opuesto al diámetro aparezca como rectángulo, es un fenómeno (empí- (el sodio, el hidrógeno), en tanto están identificados por medio de sÍmbolos.
rico) para quien quiera que le aplique una escuadra. Pero sóIo en el plano de
Por este motivo, las igualdades químicas no son tautogóricas y en esto se dife-
Ia esencia (eI círculo, como clase infinita de semicÍrculos) el triángulo diame-
rencian de las igualdades algebraicas (Vid. Gustavo Bueno Martínez: Opera-
tral es necesariamente e internamente ( ¡1a0' ouó ) rectángulo. ciones autoformantes y heteroformantes, El Basilisco, números 7 y 8). Pues
III. Por último, el eje pragmáúico contiene alos autologismos' a los dialo- mientras en [(a + b)z : uz +b2 + Zabl no necesitamos salir fuera de Ia suposi-
gismos, a las normas, Pues los sujetos gnoseológicos deben comunicarse por ción formal de los símbolos literales o numéricos para alcanzar el sentido ma-
iigrros sus impresiones actuales con las pretéritas y futuras, deben «comuni- temático («2ab» nos remite al par de menciones del grupo ab, resultantes de Ia
car consigo mismo» («debemos hacer recuentos para tener Ia seguridad de que aplicación de la distributividad) en cambio [Hz + Iz + 2IH] sólo alcanzamos el
no omitimos nada» prescribe Descartes en las reglas de su método) y deben co- significado químico cuando Hz represente algo que esté fuera de los símbolos,
municarse con los demás; han de estar sometidos a unas normas (que identifi- la molécula de hidrógeno (y que sólo por accidente puede estar formando par-
caríamos con las normas de Ia Lógica formal) que no se pueden transgredir. A te de la sustancia de la cual están hechos los propios símbolos).
través del eje pragmático, a la altura de su sector dialógico, estableceríamos la La base delmaterialismo gnoseológico que propugramos se reduce a esta
conexión entre la ciencia (por ejemplo, la llamada «investigación») y la ense- tesis: Que son las cosas mismas corpóreas (y no los símbolos de las cosas, o
ñataa.Laenseñanza, como concepto gnoseológico, no puede entenderse como sus imágenes o conceptos) aquello que forma parte de aI menos un cierto es-
una función que comienza una vez que la ciencia ha sido ya ultimada, como trato de los términos de los campos de las ciencias físico-químicas. En el mo-
una función de difusión o propagación de ciencias previas, porque esta fun- mento en que distinguiéramos entre el plano de la realiilad (por ejemplo, el
ción, sin perjuicio de su importancia social o tecnológica, no es intrínsecamen- plano de los elementos químicos de la naturaleza) y elplano d.el conocimiento
te científica. La enseñanza tiene una participación interna en el proceso de de la realid.ad (entendido, en el mejor caso, como una reprodución isomorfa
contrucción de la ciencia misma. La ciencia necesita de la enseñanza a fin de de aquel) estaríamos poniendo a Ia ciencia en un horizonte subjetivista, que
realizar la misma multiplicidad del sujeto operatorio. Conceptos gnoseológicos sólo mediante un gratuito postulado ad. hoc de adecuacionismo cabría neutra-
muy importantes podrían ser reexpuestos en esta perspectiva. El mismo con- lizar. Nuestro realismo es así mucho más radical que el que se desprende del
cepto de «explicación científica» que, para muchos, es eI concepto gnoseológi- realismo epistemológico (tanto del ingenuo, como del crítico). Pues nuestro
co central («la ciencia es explicación») es sóIo acaso un concepto pragmático' realismo gioseológico no consiste tanto en postular que tras los lenguajes (o
dialógico. «Explicar» es explicarle a otro, en cierto modo, una dimensión se- los pensamientos) de las ciencias hay cosas que se les asemejan, cuanto en
cundária cuando se la compara con el construir; Por último, sería un error constatar que esas cosas están dentro de la misma ciencia. Cuando son las co-
pensar que el concepto de enseñanza se reduce enteramente aI orden científi- sas mismas aquello que consideramos como los términos propios de las cien-
co; pues no ya la enseñanza de los contenidos no científicos, como es obvio' cias naturales, la oposición epistemológica entre ciencia-conocimiento y reali-
sino la propia enseñanza de los contenidos científicos está, a su vez, goberna- dad desaparece en gran medida, porque es la realidad misma aquello que se
130 da por leyes no gnoseológicas, que desvían dialécticamente y constantemente .econoce ya presente en el ámbito de la ciencia. No podemos suscitar aquí las 131
ríamos a ver el microscopio como un operador, es decir, como una «ley de
d.ifíciles cuestiones que este punto de vista implica' y cuyas consecuencras transformación» de ciertas figuras perceptuales en otras figuras que guarden
puedenparecer,alaprimeramirada,porcompletoextravagantes(porelem- con las primeras relaciones definidas (eI concepto ds «caja negra» es incompa-
olo. habría que reconocer a los planetás como formando parte de la Astrono- tible con la construcción científica, salvo que se utilice como una alegoría del
ordinariamente que no
irirl. si" "*b*.go. también es verdad que se admite laboratorio de química. mecanismo de abstración). El microscopio es así en Ia ciencia natural el equi-
árUá nu¡fur de clencia química sin tener en cuenta el
valente del signo «x» en la ciencia formal. Pero no todos los instrumentos cien-
p"ro el laboratorio éstán clasificadas, etiquetadas y aforadas (identifica-
"" diferentes reactivos y Ia Química no es el Manual de Química'-Ahora tificos son operadores. Hay tambien aparatos que desempeñan la función de
das) los
(un relatores. La balanza, con la cual se establecieron las bases de la Química (La-
bieá no es lo mismo pensar á lu Qrí-i.u como un conjunto de símbolos voisier, Dalton) es un relator de masas («El compuesto -decía Proust- es un
i";g";i"-;"; ,""u" ,ób"" nlas susiancias» que pensarla como un conjunto de
re- ser que la Naturaleza ha creado con la balanza en Ia mano»), juntamente con
,"r?""i,i"á identificadas o conceptualizadas por medio de símbolos que seque Ios matraces, probetas aforadas, campanas, etc., que son relatores de volúme-
lacionan y componen entre sí, según modo-s característicos' Cabría decir nes. La balattza equilibrada, en Química será pues el eqüivalente del signo «:»
a" iá q"" traia ("n Gnoseología) es, ver a 1o-s símholos a través de las sustan-
de los sÍm- en Aritmética cuando se interpone entre los miembros de una ecuacion verda-
cias aias que representan, más"que de ver a las sustancias a través dera. Y, en este sentido, no es otra cosa sino una suerte de balanza, por ejem-
Ñ;; "" más cerca dé la perspectiva epistemológica)'
al" q;testáría
""--il;iil.ipal plo, el pirómetro óptico con el cual se estudiaron las leyes empíricas de las ra-
dificultad que plantea esta coñcepción a una gnoseología
de la disiincÚn entre términos de campo accesibles a las
diaciones del cuerpo negro (Stefan, Wien), porque, por medio de ese instru-
op"ru"iá"irtá deriva
pa- rnento, lo que se buscaba era establecer la relación de igualdad (tal como apa-
;;;;;;i;;"";anuales y términos de campos que' aunque sean.corpóreos' en- recía a la percepción optica) entre el brillo de fondo del horno y el del filamen-
récen inaccesibles a estas operaciones. Prácticamente la oposición antigua
to por el cual pasaba una corriente a su vez controlada por un amperímetro en
ti.ltlliii i¡elo (y modernamente habría que agr.egar el mundo ultramicros-
(en razon de su em- cuya escala se habÍan traducido ya los equivalentes de las temperaturas.
cópico). Distinción muy desatendida por el neopositivismo
las táctiles de Supuesta esta visión radicalmente realista del sector sintáctico de las re-
piii.llr, q"" nivela laá sensaciones-ópticas astronómicas con gnoseológico' no laciones, podemos desarrollar sistemáticamente la interpretación de los mo-
ios terrestres manipulados), pero cuyo significado
"rurpó, ya ampliamente conocido en la época moderna' desde Aleian- delos (en tanto puedan ser contemplados como complejos de relaciones, aun-
*átáiááá,rc que sin olvidar que, en parte, son tambien operadores, a los cuales nos habre-
* - á" U"*Uolát, hasia Augusto Comte (Vid' Horacio Capel)'modo' en los posi-
á.á
rnos de referir después) como una representación de las relaciones reales, in-
Ñ;;;t- punio de vista gnoseológico se repliega, de.este y realism.o a las virtiendo 1a optica popperiana que nos inclina a ver a las relaciones reales
ble, de las poiémicas episteinológicals en-torno alidealismo el como una aproximación a los modelos que brotan de la forma interior de la
r¡olémicas iobre si la eifericidad?e los planetas o las trayectorias elípticas
de
del espacio o sólo ciencia. Es evidente que, desde una perspectiva pragmática (la del finis ope-
il;;ffi;r *, i"a"p*ai."te de nuestrás representaciones rantis, el investigador científico) los modelos son empleados como «artefac-
tenga slgnificado en el horizonte de nuestras «formas a priori de
la representa-
caracrerística tos» o «redes» que arrojamos a la realidad para ver qué es lo que podemos ex-
;;;;;;;?ú; p*t" ¿.la objetividad d.e los términos, como una traer de ella. Pero el punto de vista pragmático no ha de hipostasiarse hasta el
n.oolá a"'tot tu.po, de las ciencias nalurales y considera sistemátieamente
en fun- oxtremo de hacernos olvidar Ia objetividad de las mismas relacionés repre
i;r";rp";;niei iub¡etiros (los símbolos tingüísricos. porconeiemplo) eI punto de vis- sentadas. Acaso la consecuencia inmediata de esta perspectiva materialista
.iá" áá á* p.uria, sin incurrir en lá confusión
"¡¡"tiridrá rlue sugerimos en Ia interpretación de los modelos, sea la necesidad de des-
ta epistemológico.
' (Z) Las rilaciones entre los términos (simples o complejos) de los_campos Jrrenderse de la disyuntiva: «modelos convencionales», conceptuales o «mode-
Ios reales». Porque 1o queocurriría es que un modelo, para serlo efectivamen-
de las'ciencias físico-químicas también los éntenderemos como relaciones
un modelo de un campo real, tiene que constar de relaciones objetivas,
;;.i;;, en sentido radital. Relaciones entre cosas -no sólo relaciones entre l.e,
,i*¡"i", a" cosas (salvo que estos símbolos se tomen ya como cosas). No sig- ¡rero sólo en parte, pues tiene que comprender relaciones «artefactos», si quie-
re ser modelo y no mefamente la realidad precientÍfica misma. Dicho de otro
,riti"u to mismo el símboló « ¡ » interpuesto entre dos términos del campo
de
físicos' nrodo, nuestra perspectiva sugiere que, en lugar de considerar los modelos
los irumeros que este mismo sÍmboló interpuesto entre dos cuerpos (:omo construcciones reales enfrentadas a la materia real, se consideren como
menos, una
como relació.r d" 16 masas. Y esto nos da pie para interpretar, al
óieniíficos como relatores genuinos lonjuntos de relaciones reales del campo compuestas o desamolladas con con-
g.;r, p""t" de los instrumentos o aparatos
jrrntos de relaciones exteriores aI campo (en Física: curvas gráficas, montajes
á;;;;i;"g"oseológica. Con lo cüal obtenemos, dicho sea de paso, una rede-
rlc computador, como cuando traducimos las relaciones efectivas entre partí-
ii"i"iálg""3eológica"de los instrumentos o aparatos científicos (al menos, de culas radiantes y las cifras de un contador de partÍculas). Lo que equivale a
;;;;;"'¡..te de"ellos). Pues se da el caso de que los.instrumentos científicos srrstituir el problema epistemológico de la relación sujeto/objeto por el pro-
:;y;;iÉifi"ación intárna aI proceso pittq áe las instrucciones científicas
lrlema gnoseológico de la conexión entre las relaciones del campo y las rela-
praáiiüil."t" nadie discute, por motivos históricos y prácticos_evidentes- que rriones externas a é1, constitutivas de un mxtum compositum peculiar, de ca-
;;;1"; ser conceptualizados ántes mediante fórmulas epistemológicas rrrcterísticas nuevas.
Asi, el microscopio es entendido, desde luego, como un «instru-
Á"ár""Iági""r. para aumentar (3). Todo cuando hemos concedido, en eI terreno de la objetividad, a las
il;t, cirya virtualidad científica estribada en su.capacidad A nues- rclaciones, hemos de retirárselo alas operaciones. Porque las operaciones son
la visión résolutiva de nuestro ojo (y otro tanto se diga del telescoplo).
de entender estos instrumentos, como lomponentes que quedan enteramente del lado de la subjetividad, son activi-
tio juicio no es este el modo adecuado rlrrdes del sujeto gnoseológico (S.G.) y sería antropomorfismo atribuírselas al
á"lpá"""t"r formales de una ciencia. Pues las funciones funciones gnoseológicas del
no puede,n confundirse con sus percep- lirrnpo mismo de las ciencias naturales. Es eI químico quien compone operato-
-i"rlr"oplo o del telescopio h,ma- riamente, graduando las temperaturas, el hidrógeno y el yodo para obtener el
i"ul"r t¿"i *ismo modo que tampoco las funciones perceptuales del ojoinclina- yoduro de hidrógeno (Hz +Iz + 2IH). SerÍa puro antropomorfismo atribuir el 133
132 p""i"" confundirse con la ciéncia óptica). Gnoseológicamente nos
"o
signo «+» a la misma reacción, como es absurdo, ya en Aritmética, sobrenten- Medir es así operar según ciertos cánones muy precisos: es costruir tér-
der que en 5+7: 12, son las cifras mismas 5 y 7 aquellas que se adicionan (en minos en función de otros términos como unidad, de suerte que aparezcan re-
una verdadera «gnoseología sin sujeto»), como si la operación adición fuese di- laciones matemáticas entre ellos. Pero la medida, aunque utiliza relaciones
sociable del matemático. La subjetividad de las operaciones (si se prefiere, su genéricas (numéricas) sólo alcanza su sentido propio cuando se reinterpreta
exterioridad y oblicuidad respecto del campo de términos y relaciones) puede en la categoria correspondiente. Lo importante no es conocer las relaciones
deducirse de su propia naturaleza. Entendemos la operación como un unir o cuantitativas entre las rayas de los espectros expresados en las fórmulas de
separar cuerpos diferentes y esto Io advirtió con claridad Dalton en el terreno Balmer, porque estas relaciones son genéricas (fenoménicas) sino interpretar
de la Química: «El análisis y la síntesis químicas no son otra cosa sino separa- en términos físico-químico los «contextos determinantes» de esas relaciones
ción de partículas o reunión de las mismas. No hay creación o destrucción de (lo que a veces se llama «determinar las causas»).
matéria» (Ya Francisco Bacon había dicho: «Ad opera nil aliud potest homo, Por último, bajo la figura de los operadores hay que incluir casi Ia totali-
quam ut corpora naturalia admoveat et amoveat; reliqua Natura intus transi- dad de los aparatos o instrumentos, de los que ya hemos hablado, sin los cua-
git» (Novum Organum, I, 4). En Ia misma línea, se mantuvo J. Locke (Essay, Li- les las ciencias naturales no podrían haberse desarrollado, y esto sin perjuicio
bro II, cap. 1,2).Perc esto equivale a introducir un espacio de relaciones apoúé- de que también los aparatos puedan desempeñar el papel de lo que luego lla-
úicas que sólo pueden configurarse en eI ámbito de la subjetividad segundo ge- maremos «contextos determinantes» (papel que no excluye su condición de
nérica. Es cierto que los físicos hablan fls «genios de Laplace» o de «demonios operadores). Esta conceptuación explica inmediatamente y de modo interno
de Maxwell» (estos son los verdaderamente operatorios, porque el genio de el significado de la tecnología como precursora de las ciencias físico-químicas,
Laplace es más bien especulativo), como si se tratasen de sujetos operatorios; así como las conexiones recíprocas, y el hecho observado de la dependencia
pero también es cierto que nadie da a estas formas de hablar más alcance que de ramas enteras de una ciencia respecto de un aparato o instrumento (in-
el que pueden tener las figuras retóricas. cluyendo la diferencia entre el taller y ellaboratorio). Porque si la ciencia es
Ahora bien: Así como al hablar de las relaciones parecía preciso esforzar- operatoria, constructiva, las mrevas operaciones, los nuevos aparatos, logra-
probar que ellas podían ser objetivas (que no someramente «relaciones rán que se determinen cursos cientÍficos también nuevos. Para que sean cien-
se en
de razón», sobreañadidas a las cosas por los científicos) asÍ al hablar de las
tíficos deben conocerse g6¡¡1e «leyes de transformaciónr, no deben ser «¡¿j¿g
negras», opacas, como hemos dicho, puesto que Ia ciencia misma es la que
operaciones de las ciencias naturales parece que el esfuerzo ha de orientarse
debe dar cuenta de los mecanismos operatorios. Sospechamos que Ia inrpor-
a mostrar que ellas no son objetivas, que no se dan entre los términos por sí
tancia que ha alcanzado el concepto de la «saj¿ nsgra» en la teoría de la ciencia
mismos, sin intervención del sujeto operatorio. Pues ¿acaso no tendemos a re-
está fundada gnoseológicamente, pero tiene que ver más con el proceso de se
presentarnos el gas hidrógeno y el yodo como componiéndose espontáneamen-
gregación de las partes exteriores a la estructura que va cerrándose que con
te, dadas ciertas condiciones (que el químico puede preparar, pero que pue-
los recintos internos del campo que se supone quedan en la penumbra. Por Io
den darse por vía natural) para producir yoduro de hidrógeno?. Y acaso la
demás, la figura de los instrumentos científicos como operadores, debe enten-
composición no es ya una operación, así como la reacción inversa, la descom-
posición también espontánea del yoduro de hidrógeno en sus elementos, no es derse en un sentido muy amplio. Por ejemplo, en la Química clásica desernpe-
equiparable a la operación de anáIisis?. ¿Habrá que reducir las operaciones, ñaron el papel de operadores, capaces de transformar términos dados, rom-
piéndolos o componiéndolos con otros, principalmente el calor (los hornos,
pues, al temeno de los símbolos químicos, a la manipulación puramente sim-
retortas), Ios propios reactivos o catalizadores y aún las corrientes eléctricas
bólica?. Sin duda, esta manipulación está intercalada con Ia actividad de la
débiles, del orden de los 96.540 culombios, un faradio (con objeto de no tras-
disciplina química, pero evidentemente las operaciones químicas, el análisis y
pasar las coronas atómicas).
la sínfesis de Dalton, son manipulaciones con sustancias reales. ¿Cómo ellas
6. En cuanto a ias figuras del eje semántico (fisicalistas, fenomenológicas,
no son también entonces reales?.
esenciales) hay que decir ante todo que ellas afectan principalmente al sector
Nuestra respuesta (que exponemos aquí, de un modo muy sumario) es la de los términos y a las relaciones (y sólo, a su través, a las operaciones).
siguiente: La operación química no se corresponde con la reacción química Parecerá redundante insistir en la presencia del momento fisicalista en
(en la aproximación o choque -función de la temperatura, según Ia fórmula las ciencias fÍsico químicas, pero no lo es el intento de determinar la razón de
debida a Arrhenius, K : Ae-Ea/Rr- de lamoléculas de hidrógeno y yodo) ni se esa presencia. Nosotros Ia encontramos en el caracter operatorio de toda
«proyecta» sobre ella sino, por decirlo así, con las clases constituidas por esas constmcción científica, que afecta también a las «ciencias del espíritu», a las
reacciones (que ya no son una reacción) y de sus inversas. Es decir, con el sis- cuales, en consecuencia, habrá que asignar un momento fisicalista. Por consi-
tema de las diversas aproximaciones o separaciones de las diferentes sustan- guiente, si cabe establecer algún tipo de diferencia entre ambos géneros de
cias para una misma temperatura, o bien, para una misma sustancia, de las di- ciencia, ésta no residirá en la presencia o ausencia del momento fisicalista,
versas temperaturas, pues sólo en esta totalización aparece afectivamente la considerado en abstracto, sino en la posición de este momento respecto de los
operación química con un alcance científico (y no como mera aproximación rnomentos fenomenológico y esencial. Diríamos que lo característico de las
empírica ocasional, o aun puramente tecnológica, de dos sustancias). Tampo- ciencias físico-químicas es que sus momentos fenomenológicos y esenciales
co dos rectas que se cortan formando ángulos iguales incluyen, por sí mismas, giran en torno al momento fisicalista y son reexposiciones suyas, Io que no
una operación; pues simplemente son una disposición figurativa. La opera- ocurrirá en las ciencias del espíritu.
ción «corte de dos rectas», en el contexto del teorema 5 del libro primero de Más dificultades presentará el justificar la presencia de los fenómenos,
Euclides, tiene lugar precisamente cuando Ia disposición dada se contempla no ya en el proceso de Ia investigación (ordo inventionis) sino en el sistema
como una entre otras multiples (infinitas) posibles, que tienen como limite la mismo (ordo cloctrinae) de las ciencias naturales. Pues podría pensarse que
superposición de ambas rectas en una única. Sólo de este modo cabe hablar de los fenómenos deben quedar atrás, relegados a la historia o a la psicología de
operación «intersección de dos rectas» como orientada a la constitución de re- la ciencia. Sin embargo, los fenómenos en las ciencias físico-químicas forman,
134 laciones verdaderas, de teoremas. desde luego, parte interna de su campo de términos y de relaciones. Fenóme 135
nos son todas las llamadas tradicionalmente «cualidades secundarias» de los tos) mediante la cual la conciencia aparece en presencia inmediata de la ver-
cuerpos, tales como los colores o los sabores, al margen de los cuales Ia Quími- dad, sin necesidad de pasar por la relación pragmática con el sujeto. Pero esta
ca, por ejemplo, no sólamente no podría haberse desarrollado, sino que tam- relación del sujeto consigo mismo, el autologismo, es indispensable para la
poco, una vez desarrollada, podría sostenerse y realimentarse. También son construcción científica, y no ya por motivos genéricos (necesirlad de Ia memo-
fenómenos las perspectivas geométricas, Ias posiciones de Ia Luna respecto de ria, etc., contra los cuales Descartes trata de protegerse: «Hacer recuentos»)
las estrellas fijas, posiciones cambiantes según ia situación del sujeto observa- sino específicamente gnoseológicos. La sensación actual de las proposiciones
dor, las «ilusiones ópticas» relativas a la evaluación de la distancia del Sol, o la protocolarias sólo significa algo en tanto es un punto de un proceso que Ie an-
ilusión del movimiento o del reposo relativos, tan importantes en la teoría de iecede y Ie sucede. Y no sólo en las experiencias naturales; en las matemáti-
la relatividad. Y son fenoménicas las impresiones de resistencia que están a la cas, los atulogismos son constantes. Si puedo probar que (a" : 1), es porque' a
n n: ¿o.
base del concepto de fuerza de Ia Dinámica. Los fenómenos, como hemos di- través de mi acción anterior, recuerdo que a" / a":1, y que a" / ¿n:
cho, no pon sólo apariencias que encubren la realidad, dado que, alavez,la
manifiestan a una escala determinada. Por ello son necesarios no sólo en el
momento del origen de la ciencia, sino también en el de su conclusión. Esta te- III. LA LIN1DAD IN'IERNA DE UNACIENCIA
sis queda oscurecida por el alejamiento de los orígenes que comporta el desa-
rrollo mismo de una ciencia y por el creciente grado de evidencia que sus re- 1. Una cjencia es un curso circular (mejor: múltiples cursos circulares
sultados van logrando al ajustar con nuevos contextos que incluso pueden ha- entretejidos en un sistema categorial) de construcciones (cursos objetuales
cer superfluos a los ferrómenos originarios (en el caso límite, estos fenómenos, que comportan simultáneamente los cursos proposicionales) de términos que
pueden ser efímeros, y por tanto, inencontrables en el presente). Pero aún en van sin duda acumulándose a lo largo de su proceso histórico, pero que co-
este caso todo 1o que habrá ocurrido es Ia sustitución de un cuerpo de fenóme- mienzan a ser científicos precisamente en el momento en que brotan, en las
nos por otro; por lo demás, la sustitución nunca es completa. ¿Quién se acor- confluencias (sintéticas) de estos cursos, relaciones de conexión. necesaria (si
dará, salvo que sea historiador de la ciencia, al recorrer la actual física atómi- nexíones) que determinan verdades definidas internamente dentro de las lí-
ca, de los fenómenos espectroscópicos analizados en el pasado siglo por Bal- neas mismas de estos cursos circulares. Las verdades cientÍficas, aunque de-
mer? Pero también es verdad que Ia doctrina física expuesta «axiomáticamen- terminadas por los cursos operatorios (subjetivos) son objetivas, es decir, son
te» al margen de los fenómenos (exposición impuesta, en gran medida, por las relaciones entre objetos. La verdad científica Ia concebimos como el nexo mis-
exigencias de la transmisión del conocimiento) se convierte en una dogmática. mo objetivo entre términos dados a lo largo del proceso operatorio. Por consi-
La teoría atómica actual, expuesta sistemáticamente no difiere por su estruc- guiente, como la misma realidad de este nexo (y no como una relación exterior
tura de la teoría de los eones de los gnósticos. Esto es debido a que Ia ciencia de las conexiones de términos a otras referencias situadas más allá de ellos).
no puede recluirse en el contenido dogmático de sus resultados esenciales Por ello, entendemos la verdad científica como tenien«lo lugar por medio de Ia
aunque éstos sean verdaderos (en su sentido epistemológico), puesto que pide identidad (eminentemente sustancial) entre términos construidos en cursos
el proceso mismo de ajuste de los fenómenos y los contenidos fisicalistas por diversos confluyentes, vinculados, por tanto, sinectivamente. Por ello tam-
mediación de los contenidos esenciales, y es en este proceso en donde reside bién, y dado que estas confluencias sólo pueden realizarse operatoriamente,
la verdad en su sentido gnoseológico. suponemos que Ia objetividad de las verdades científicas incluye de algún
Las esencias son figuras determinadas conceptualmente para establecer modo la necesidad de una neutralización (que equivale a una eliminación) de
la conexión entre los fenómenos,.con contenidos intencionalmente fisicalis- las operaciones subjetivas que, sin embargo, han producido los cursos de
tas, eminentemente cuantificables. No hay ciencia natural sin esencialización. construcción en los cuales la verdad aparece.
Esencial es el concepto de inercia, o el de línea geodésica; esencial es el con- (1) La verdad lógica, en el sentido de I'rege, se sitúa en un mismo plano
cepto de fuerza virtual, o el concepto de órbita circular o elíptica de los astros ontológico que la falsedad. Los valores o referencias 1,0 son igualmente obje-
o de los electrones; esencial es el concepto topológico de «toro», o el de dado tivos (aun cuando esta objetividad acaso no necesite rebasar el terreno de las
perfecto. Las figuras esenciales de las ciencias naturales interfieren muchas manchas de tinta de sus figuras simbólicas). Tales valores, exteriores a las va-
veces con las figuras esenciales de las matemáticas y esta es la razón por Ia riables proposicionales, p, q, ...r, s representan muy bien a las situaciones ob-
cual es imposible el desarrollo de las unas al margen de las otras. jetivas que se supone verificarían o falsarían a los sistemas de proposiciones
7. Por último, Ias figuras del eje pragmático sor. tan decisivas en las cien- científicas dentro de la teoría tarskiana de Ia verdad. Pero cuando concebimos
cias fÍsicas y químicas como puedan serlo en las ciencias del espíritu, por no la verdad científica como una característica interna a las propias construccio-
decir que lo son más. Basta pensar en el conjunto copiosísimo de normas, con- nes científicas, entonces no es posible poner en el mismo plano la verdad y la
vencionales en principio (relativas a unidadés, taxonomía, etc.), pero obliga- falsedad. La verdad será la objetividad misma de las conexiones, su realidad
das una vez establecidas. Esta superabundancia de figuras pragmáticas, que (la adecuación de las cosas «consigo mismas», siempre que este «mismas» sea
pasan a confundirse muchas veces con las propias figuras esenciales o, al me- definido al margen de la reflexividad, para evitar la tautología y la posibilidad
nos, con las fenoménicas (se sustancializan las unidades de masa o de fuerza, de «probar todo» de la que ya habló Aristóteles) y, en rigor, decir que una co-
se consideran reales los ejes de rotación de un planeta o de sus órbitas), expli- nexión es verdadera, no es decir otra cosa que esa conexión misma (lo que el
ca la renovada vitalidad de las teorías convencionalistas de la ciencia, El con- mismo Tarski reconoce a s.u modo al establecer su «criterio de adecuación, de
cepto gnoseológico de autologismo (para referirnos solamente a esta figura, y la definición de verdad: «Decir que la nieve es blanca es verdad es decir que la
muy fugazmente) es tanto más necesario cuanto que toda una teoría de.la ci€n-
l
nieve es blanca»). Lo que equivale a concluir que la falsedad no estará en el
cia, de inspiración cartesiana (intuicionista), desearía suprimir el sujeto del mismo plano en el que se dibuja Ia verdad: si ésta habita en el mundo de la obje-
proceso mismo científico -suprimir la memoria (como facultad falible), el re- t ividad, la falsedad vivirá en el terreno de la subjetividad. Y aún cabría pensar
I
conciencia». Cabría concluir, según esto, que la falsedad se reabsorbe en la nexión o relación de dos términos (A I B) identificados esencialmente, de
verdad, y que ésta prevalece como también prevalece, por reiteración indefi- modo sui generis, en cuanto partes de un todo o contexto determinante. Una
nida, el valor 1 de Frege en esta secuencia ilustracción muy puntual del concepto de identidad sintética que venimos ex-
poniendo nos la suministra Ia consideración de la igualdad entre la masa de
[ | l{rnr:1):ol
:t | :r] : t "' inercia y la masa gravitatoria, en cuanto igualdad «construida» por la teoría de
Ia relatividad y aducida, por cierto, como uno de sus más brillantes resultados.
Haciendo brotar Ia verdad gnoseológica de Ia identidad misma de los tér- La igualdad (isología) entre ambas masas, constaba con anterioridad a Eins-
minos intersectados en la confluencias de los cursos de construcción -una tein, pero la pregunta es esta: «¿La identidad entre ambas clases de masa será
identidad sintética, por tanto- y siendo en consecuencia algo así como el nudo puramente accidental o tendrá una significación más profunda?». «Acciden-
que mantiene unidos a estos cursos por el hecho de progresar o regresar (cir- ¿¿l» quiere decir algo gnoseológicamente preciso: que no tiene influencia en la
cularmente) a estos puntos de confluencia -es decir, por ei hecho de mante- construcción de Ia mecánica (lo dicen explícitamente Einstein-Infeld). Ahora
nerse categorialmente cercados- podría afirmarse que el cierre categorial tie- bien, en la mecánica clásica, la igualdad entre masa de inercia y masa gravita-
ne lugar en la verdad misma de la ciencia, así como recíprocamente, la verdad toria es accidental, diríamos, utilizando Ia terminología kantiana: no es analí-
científica es su mismo cierre y éste, junto con la verdad, es el criterio de la ob- tica, sino sintética, pero sintética a posteriori. Por el intermedio de los cursos
jetividad. Esto no significa, por tanto, como ya hemos dicho, que las ciencias operatorios constitutivos de la teoría de la relatividad generalizada, la identi-
puedan resolverse en cursos puros de verdades encadenadas, precisamente dad entre masa de inercia y masa de gravitación deja de ser «empírica» o «acci-
porque las verdades son solamente los núcleos de la red, y entre los eslabones dental». ¿Acaso porque se ha convertido en una identidad analítica? ¿Hemos
hay componentes que no son ni verdades ni falsedades e incluso hay errores de considerar analítica a toda confluencia operatoria dada en Ia teoría general
subjetivos de algún modo necesarios. de la relatividad? Tan inadecuado sería llamar analítica a esta identidad,
El concepto de identidad sintética está formulado, por lo demás, como al- como considerarla a príori («sintética apriori»), si es que lo a priori se piensa
ternativa al concepto de identidad analítica, que, según algunos, es la identi- por contraposición a lo empírico, o 1o que, por ser universal y necesario, ante-
dad sin más, siendo el «principio de identidad» el canon mismo de las verdades cede a Ia experiencia, aunque derive (cognoscitivamente, psicológicamente)
de razón, para hablar el lenguaje de Leibniz, de los juicios analíticos o tautoló- de ella. Porque la relación de igualdad (isología) entre Ia masa de inercia y la
gicos, para hablar el lenguaje kantiano. Por nuestra parte, decimos que el con- masa de gravitación es, desde luego, una relación de identidad, pero no es ana-
cepto de la identidad analítica es un concepto utópico y, a 1o sumo, un caso me- lítica, ni independi, te de la experiencia, puesto que establece la síntesis de
ramente límite de la identidad, pues la identidad analítica supone la reflexivi- experiencias opera.-rias muy distintas, y se apoya en ellas: es una identidad
dad originaria de la relación («todo término es idéntico consigo ¡rrisrn6») y esta sintética. La identidad sintética, al darse en la intersección de diversos contex-
reflexividad, aparte de que es, de por sí, contradictoria (el término ha de «des- tos confluyentes, implica que tales contextos estén estructurados en torno a
doblarse», por 1o que ya son dos) es gnoseológicamente estéril. Una relación esquemas de identidad material, pide más de un esquema material de identi-
no puede ser originariamente reflexiva. La identidad sintética no puede ser, ni dad capaz de confluir sintéticamente ion otros. Se comprende que sóIo ha-
siquiera terminalmente reflexiva, puesto que es relación interpuesta precisa- ciendo consistir en Ia identidad sintética la ve, ,.1 objetiva (en cuanto rela-
mente entre términos diversos aunque necesariamente vinculados (sinexión). ción de adecuación, no ya del entendimiento co. ''osa, sino de una cosa con
Pero su verdad reside en la identidad que sobre estas sinexiones se determi- otra cosa, parte de un todo o contexto, por la m' rción del entendimiento,
nan, y sólo a través de la relación de identidad aparece Io que está vinculado mejor que como adecuación del entendimiento con>rgo mismo, por mediación
necesariamente como constituyendo una unidad o totalidad común. Una rela- de la cosa) es posible hablar de la objetividad de Ia verdad, de la verdad como
ción de identidad reflexiva, aunque no Io sea inicialmente, supondrÍa, como la realidad misma y no como algo sobreañadirlo o reflejado a ella. Sólo así es
hemos dicho, un desdobiamiento del término de ia relación, enteramente pro- comprensible exigir la condición (presente en el ncriterio de adecuación» del
blemático, puesto que a este desdoblamiento, en rigor, sólo puede llegarse me- propio Tarski) segrin la cual el «predicado verdad» no añade nada a Ia proposi-
diante la inserción del término en contextos diferentes sintéticamente enfren- ción verdadera (decir que «la nieve es blanca» es verdad equivale a decir Ia
tados (la reflexividad, en general, como hemos dicho, la suponemos no origi- nieve es blanca). Esto implica, en cambio, que el error no puede ponerse,
naria, sino a lo sumo, resultado límite de una construcción, por ejemplo, la re- como hemos dicho, en el mismo plano de la verdad. EI error es subjetivo.
ducción de una aplicación a su forma canónica biyectiva). Si designamos la ¿Quiere esto decir (si la verdad es identidad) que no cobe hablar de verdades
identidad sintética mediante el símbolo I y a Ia sinexión por el Ff , declara- cuando los contenid-os proposicionales expresen distinciones objetivas y que
remos vacía a la relación de identidad analítica o reflexiva (x) xlx : Z.Lo mis' éstas, por tanto,jamás podrán llamarse verdaderas? No propiamente. Quiere
mo para x pf x. Por análogas razones tampoco habrá que considerar la identi- decir que una diversidad o distinción sólo se nos presentará como objetiva por
dad sintética como una relación binaria inmediata entre dos términos x, y, en modo dialéctico, a saber, como negación de una identidad material de referen-
la forma x fl y. Estos términos, en cnanto figuran como diferentes, no podrían cia que ha de suponerse establecida. Cuando esto no ocurra, la diversidad no
soportar inmediatamente una relación de identidad. En rigor, la identidad sin- será objetiva, es decir, establecida entre cosas objetivas determinadas (finitas,
tética no es una relación simple, sinoun complejo de relaciones y de operacio- positivas), sino subjetivas (esto es, relativas no a cosas, sino a símbolos o pen-
nes. Sólo cuándn los términos de la relación se suponen (en el regressus) in- samientos sobre cosas o clases de cosas). Según esto, la afirmación de la diver-
mersos en contextos envolventes que confluyen, tales que sean capaces de sidad objetiva habrá de ser considerada como el aspecto negativo correlativo
mostrar precisamente (en el progressus) la identidad de los términos (podría de una verdad material y no como teniendo sentido sustantivo por sí misma'
utilizarse, en m.uchos casos, el esquema formal «producto relativo») cabría ha- Este momento negativo, correlativo de la verdad, permitirá introducir preci-
blar de identidad como nexo entre dos términos, cada uno de los cuales, ade- samente el concepto ds «amplitud» o «franja» de la verdad, respecto de su con-
más, ha de ser complejo. Podríamos llamar isología a este momento binario de texto determinante, del que antes hemos hat¡lado como concepto capaz para
138 la identidad sintética, es decir, a esta identidad en tanto se resuelve en una co- redefinir eI utópico concepto popperiano de la «aproximación a Ia verdad». La 139
se por sí misma). Por ello, la teoría clel cierre categorial tiende a explicar
reiación 5 + 7 * 13 es (formalmente), por su evaluación dentro de 0,1 tan ver- la
metábasis de la subjetividad, principalmente opelatoria, a la objátividad,
dadera como la relación 5 +7 :1.Z;peio materialmente, 5 +7 *13 se resuelve,
como un elemento de la clase {e las relaciones que no son iguales (5 + 7 < 13) _como un
proceso de netLtralización que tiene lugai no ya por la eliminación de
las operaciorres (o por u, previo «coite epistemótogi.or¡, rr,ro po.
en la siguiente alternativa: [(5 + 7 < 13) V(5 + 7 > 13)]. Si de ambos rniemhros etecto
porqrl. 12 es una parte de 13 (12 + 1: f3)' v generado en el curso misrno de ellas, un efecto cle neutralizaóiór, "i[""
qir",
sóto et [rimero es verdadeio, rr",
".
esto lo conociri Leibniz en la prueba deI axioma nel todo es mayor que la parte»
de agradecer Ia eliminación, se nutre precisamente de la superabuirdancia "rr de
París, 1901, pág. 204' También en Hobbes, De las operaciones. Es Io que, de hecho, dc.,r.e en ras ciencia, ó.,u,ldo
(Couhrrat, La logique du Leibniz, b,ir.or,
minos diferentes para alcanzar «por convergencia» los mismos resultados,
iorprr", ies. lllcap. VIII, pág. 106 ¿el volumen I de las Opera philosophica, pongamos por caso, diversos procedimientos operatorios para llegar
"u-
reiilpreso por Scientia Verlag, Aalem). Por 1o demás, la isología de la identj- a esta-
blecer Ia misma evaluación dei «núms¡6 de Lodschrnid.tr. La neutrañzación de
dad sintética suele aparer:er muchas veces baio la forma de una relación de
igualdarl (*: y). Aunque propiamente, habrá que hablar aquí de isología y no
las operacio,es no comienza,pot: tanto, por prescirrdir de ellas y r"""rro
nos necesita comenzar por un corte epistémológico de 1os prejuicios metafísi- -"
tie ig.atdad (r,: la prueta e.s que 1a iglaldad incluye reflexividad, cuando justa-
cos o ideológicos (ahora en el sentido literal dJBachelara), puesto q.,","
,rr"t-tt", en los casos de isología, la reflexividad queda explícitamente excltrida au
por la materia). Así, en el teorema 17 del Libro I de Euclides (ulos ángulos en el cur:so mismo de su desarrollo, precisamente cuando éuo., aorrdr""r-,
u
una identidad sintética. Podemos ilustrar este proceso de neutralización de
i)puestos por el vórticc forrnados por dos rectas que se cortan son iguale.s,) se
las opera^cio'es por rnedio de la célebre «demostiación» que Fermai
eicribe (o-cp)n(y:ó) , r:uando et iigor hubría que escribir(0Itp)i\(Ytó).Ertcli- of.eció de
la ley de Snell-Descartes, relativa a la refracción de la tuz (vl¿. ¡. n¿*rr, ¡r¡r¿r-
des utiliza lii I,oz t6og, r¡,oy . En efecto: los ángutos 0 y Q (o Y y ó¡son idénticos,
nisológicos, (yrtivroE ibog) , esencialmente, nó sustal)cialnrente (otrró ipsum) ria d.e la Mecáníca, trad. esp. enflspasa-Catpe, pág. Zf Z sgts.). O"J" iL p".,
pectiva del teorema de. Fermat, la l,ey de snell-bJscartes"poáría purn.
en crranto cliferentes, y no Son supr:rponibles (son opuestos) como sj.fueran
dos t(¡rminos o figurai aisladas, enrpíricas; ni siquiera porque midiéndoias una propo-sición empírica, como una descripción (desde siitemas áxterrros "o,,o
de
coordenadas y líneas auxiliares) de lo que oi.,".re en la realidad
con .n tercer ángiilo se igualen a ésie (no es necesario medir para probar el q.,,,
teorerrra). Son idi:nticas e! ta.to que ellas for.nan parte de un contexto deter-
el rayo de luz que a velocidad vr incide según un ánguro 0 (.".p."tá "r,pí.i"o,
á" tu ,ro.
mal) en un medio refractante. se refracte iegún un áigulo cp y á una velocidarl
ntínante constittrido por dos csquen)as materi¿rles de identidad (las rectas a y
vz proporcional, tal q.e, sen 0 /sen {p: v t /vz.
b), q¡e se entrcte jen'r¡raterialménte, porquc sobre la recta a, la semirrecta BO ¿por quétecimás que esta ley .s
empírica y descriptiva desde un sistema de lineasiuxiliares? Ánte todo prr.
forrir¿r rlos ii¡grrlo.s (6,ó) quc v¿rle¡ u¡ llano (teorema 111); asimisrro sobre h, se
que sólo desde este sistema (operatorio) cabe hablar de ángulos0,cp-ñoiuy
¡rrrrr¿r. Ir;s áng*los (rp,gi, qrre valen,n llano; cc¡r¡o ó es el mismo e¡ ambos
(i11éntir:os sustitrlci¿rltlrente, o1¡o) al elirlinarlo,g l0(es decir: g en a es isoiógi- posibilidad de forniular la rey ar margen de su figuración geámétrióá, áer cu,,
texto determinanúe. sin ernbargo, enlá figura, nolodas las iíneas ,"
co a en b. siendo a y b el lnisnto esqtlelna ese¡ncial). La identidad, adernás,
en un mismo plano simbólico: la línea que representa el rayo tiene -urrti"n.,,,
rrerrtr¿rliza [a operacióir «corte de rcctas» porque la identidad se da cualqrriera una inlcrr
(lrrc sea el ringrito cle intersección, es decir, es válida para cualquier hngulo, en ción semántica distinta de las líneas qr" ."p.".",-rtan la noimal (incluso éstrrs
se dibujan punteadas), pues estas rínbas són, más bien, pragmáiicas (autor,r
til qt,t' las o¡reraciones dlferentes arrojan el rtrismo resultado'
' Pero la isología no se m¿rniliestn siempre lorrnaltltetrte como igualrlad: gismos,_por ejemplo). Pero los ángulos 0 y q y sus senos respectivos,
son ob jc
ptrerle darse utin arl igttalclac), claramente sintetica (del tipo lím senx/ x:1) tivos.. El carácter empírico de esá objetividah procedería «le la ciráunsta¡t:irr
"n semántic¿ mi_spa según la cuar suponemos que el rayo de ra figura.ep."s",,t,,
ladir.ección del.rayo real y sóro pór ero manriene táres inchn?á;;;;i;"" .',,
en rlonde se ve tambíen que la isología está sirnbolizada por «l», como podría relacionan con las velocidades, támbién aportadas «de fuera»). fr,,rrlur" ,-,,,,
simbolizarse por «O» (por: ejemplo, eñ ,qg - BA : O, para expresar la identidad pírico-descriptiva, diríamos que las
sintética AB: BA en ei proáucto conmutativo; sintética porque no e s analítico entre velocidades del r.ay. y
sus inclinaciones son extrínsecas, que "onerion".
no se manifiesta conexión necesariir
que todo producto sea óonmutativo y porque, aíln el caso aritmético más sen entre ellas y que su verdad se resuelve en Ia mera coexistencia d.e ciertos corrr_
.illo, S ,i --l x S, nos remite a situaciones tan distintas cono priedan serlo ponentes del'contexto (velocidades y ángulos). Echamos de menos la-razrirr
ncinco veces siete» y «siete veces cinco»). por la cual ello debe ser así, Es cierto qué (desde una perspectiva ótnst.r,,ri
vista) esa razón o causa no está ausenre deI rodo. pu", io qr" o"r.r"
da.y1a razón genérica o externa de esa coexistencia (ordo cogror."raii ", árl,r,,
qu" ,,.,
(2) La transición desde la subietividad operatoria, sólo a través de la así) fenoménica, para conectar velocidades y ángulos, .ruido to q.,á úrr.u
mos es warazón ínterna de esa conexión.. Una raión que no es necesariamen
cual pueden darse las confluencias de los cursos constructivos, a la objetivi
te la razó_n única, pero sí algún componente interno dél contexto determin¿ldo
dad áe ias verdades científicas, no habrá que formularla como e1 resultado
que pueda vincular a los restantes componentes. Esta razón interna
propio de las mismas operaciones (de su posición), porque esto e,quivaldría a su[)o[e
cursos operatorios adicionales, no la eliminación de las operaciones.
áetinir ad hoc estas operaciones enesta perspectiva cle la metábasis que se
busca (nel conocimienfo es la operación del sujeto que le conduce a la realidad
Fe-rga! regresa (para iniciar su curso demostrativo) u .,r, característica
general de Ia luz (que se supone probada a su vez):
rnismar). Más bien diríamos que Ia metábasis hay que formularla, de algún eue, para una trayectoria
dada, la velocidad serÍa lamayor posible y que, por tántojet rayo de hiz inver-
modo, como una neutraljzación o elitninación de las operaciones, digamos de
la subjetividad. De este modo, el concepto de neliminación de las operaciones, tirá el tiempo más breve. De este modo la línea he ra figura quL representa la
cubre gran parte de lo que G. Bachelard llamaba «corte epistemológico»' Pero trayectoria del rayo podrá también representar el tiempo míiirno. '
el cortle epiitemotógico, co*o la abstracción escolástica, es también un con- Fermat intrbduce entonces en Ia figura otra línea-trayectoria que pudiera
cepto ari hn., po.qr,ó supone ya dada 1a obl'etividad cuya configuración se bus- ser la recorrida por el rayo.en el tiempo más breve. supoie (autológicámente)
ca (bastaría eiiminar Ioi velos subietivos para que ta obietividad resplandecie que es infinitamente próxima a Ia primera (supuesto anafórico,
140 iuesto que 141
3646'13 x1"6 / (16-4); Hv:3646'13 x25 / (25-4)... y de una fracción de la for-
maln2 / (nz -lz )1. Las regularidades aritméticas descubiertas operatoriamen-
te en series empíricas (regularidades que obligan a pensar en ciertas estructu-
ras geométricas responsables de las rnismas), combinadas con otras relacio-
nes genéricas (V: crl) y vueltas a manipular (multiplicando y dividiendo por
4 la expresión
o2
3.1018
3.646',13
{'-=l
a fin de eliminar el numerador 22 y regtlarizar el segundo factor, condujeron
a la expresión
3.10.18.4 1 I
^^.^..^ (\ z'- nz
3-646'13 )
está pensado anticipando e, sultado de Ia eliminación de la distancia NM de dentro de la cual la fracción 4/3.616'1,3 (que es ya, en principio' un pulo arte-
los puntos de incidencia y di ictica, puesto que si lo fuera no podría repre-
facto) fue destacada como una constante, la constante R de Rydberg, un térmi-
sentarse). Lo importalte es q. -, geométricamente (en virtud de la relación de
no llamado a desempeñar papeles decisivos en ulteriores momentos de los
semejanzas de trayectorias), puede escribirse (a efectos de comparar las dos
cursos de la ciencia física.
trayectorias alternativas representativas del misrno tiempo):
2. Si Ia eliminación, por neutralización, de las operaciones que mueven
Ios cursos constructivos puede tener lugar en el mornento en que en su con-
scn tl - CNI AN,l - sen 0'- PN,l NN,l fluencia brota una relación necesaria en el universo (que no puede ser sino la
sen q = ND Nts - scn q N(J l\N,l unidad o identidad misma dada en ese complejo de términos diferentes) así
l)c uonde: l'Nt - scn tl Nl\t también, recíprocamente, la verdad científica podrá hacerse consistir en esa
i\Q sen q i\Nt identidad sintética mediante la cual las operaciones pueden ser neutralizadas
sin suspensión de su propio ejercicio, sino precisamente por é1 y a través de
é1. Una imagen (pero sólo una imagen) de este proceso de constitución de una
Ahora bien: EI principio general dcl tiempo mínimo permite establecer Ia
igualdad entre las razones PM / r, r \(.) / r'z ; portanto PM / NQ : vt f vz. identidad sintética, en el seno de la confluencia de cursos diversos de opera-
Pero, por otro lado, PM / NQ : s('rr(J s|rrtp (¡rrecisamente porque en el curso ciones convergentes, nos Ia ofrece la representación matricial (para utilizar el
operatorio neutralizamos o cancelarrros t,l .trr.tefacto» NM, Ia distancia supues- contenido sintético de las relaciones confluyentes de las horizontales y las
ta entre Irrs t mvcctorias). Por 1o cual, obtenemos la ley de snell -Descartes: Vr
verticales del plano) de realización material (númerica) del siguiente esque-
ma general de igualdad:
/vz : sen 0 sen tp. r,n la forma de un teorema demostrado. No es un teorema
geométrit'o, l)uesto que la premisa PM / NQ : vt /vz supone una referencia a
las velocidades, concepto no geométrico. Pero el no serlo no se debe a que sea :n [,f (xr),;[ (x;)]
un dato empírico, pues si es empírico o material lo es en el mismo sentido en ,f [3t"',",1]
que lo serÍa el ángulogeométrico 0, sino a Ia introducción del tiempo; desde é1,
su contenido empírico queda absorbido en el principio general del mínimo.
En resolución: es en,el mismo proceso operatorio múltiple cuando pue- (siendo/, 0 h formaciones operatorias):
den brotar relaciones objetivas que, precisamente, neutralizan unas operácio-
nes respecto de otras («precisamente»: porque las hacemos independientes
respecto de la operación, o porque las propias operaciones pueden ser con-
templadas desde la relación y no a la inversa). Es ordenando artificiosamente
las cifras que expresan correlaciones entre diferentes pruebas y multiplican-
do trasversalmerlte términos correspondientes, como Spearmann pudo adver-
tir una igualdad imprevista, la que expresó en la en otro tiempo famosa «ecua-
ción tétrada». EIla indica una conexión objetiva, cualquiera que sea la inter-
pretación que ulteriormente pueda recibir. Otro ejemplo distinguido, éste en
la Historia de la física: las manipulaciones o transformaciones aritméticas, to-
talmente artificiosas (es decir, independientes de los procesos físicos que las
fórmulas representan), a las que fueron sometidos los resrrltados empíricos de l
h
las medidas de las rayas del espectro de hidrógeno (la raya I Ia rtja de A:6563 Á;
Xt+ Xj
Hp verde :4871A ; la Hv azul oscura 4341 ,\ r'tc.), en (.u¿rnto podrían venir
:
142 expresadas en función del número 3646'13 (ltc:3646'13 x 9 / (9-4); Hs:
l 143
La fórmula general del esquema de igualdad precedente no es ni analítica Pues los teoremas (si llamamos «teoremas» a las unidades mínimas delateoría
ni sintética; en si misma, carece de contenido de verdad material, pues sólo es cientÍfica) no son sólo teoremas en el sentido proposicional, por ejemplo, los
un esquema de identidades posibles. No es una fórmula end.ogórica (como pu- teoremas de los Elementos de Euclides (sin contar que en los Elementos no son
dieran serlo otras fórmulas algebraicas en las cuales la relación de igualdad todo teoremas, puesto que también hay problemas). Lo que construimos me-
vincula a los propios resultados de las operaciorles literales), sino una fórmu- diante las operaciones son proposiciones (esto es relaciones), pero también
la exogórica, como las fórmulas químicas, aunque sin necesidad de referirse a términos, Y las proposiciones las construimos a través de proposiciones
entidades no tipográficas. La igualdad de Ia fórmula general se refiere aquí a (como en Euclides) pero también a partir de términos. A estas diversas mane-
la relación simbolizada en el rectángulo inferior derecho de la matriz. Esta ras de construir corresponden otras tantas clases de funtores y Curry ha dis-
contiene ya materia numérica (términos xr, xj del campo de los números ente- tinguido los funfores piedicativos (los que sacan relaciones, proposiciones, de
ros, por ejemplo; operaciones tales como g, f, h y relacjones intermedias como términos), los funtores nominativos (los que sacan términos de términos) y los
,i + xi : *r). Péro, sóbre todo, contiene la confluencia circular, en el rectángulo funtores conectivos (los que sacan relaciones de relaciones) (Curry, Leqons de
cortado por la diagonal, de los resultados de transformaciones horizontales-y Logique algébrique, Paris - Louvain, Gauthier - Nauwelaerts, 1952, pág. 38).
verticalés, confluencia que manifiesta la identidad de esos resultados (2*'*"t, Esto sugiere Ia posibilidad de distinguir cuatro figuras posibles en los proce-
2'i.2'\ en un término común, aunque indeterminado, de la clase de los núme^ sos de construcción de un campo, figuras que pueden coordinarse sin violen-
ros naturales. Diríamos, pues, que la expresión general, cuando f, g y h se in- cia con los que se llamaron tradicionalmente modos científicos (modi scendi:
terpretan del modo dicho ( en la fórmula general no son nombres de operacio- definición, división, demostración), sin más que agregar una cuarta, que po-
nes, sino nombres de nombres de operaciones), es una verdad, porque es una dríamos hacer corresponder con los modelos científicos.
identidad sintética, una sintésis que reside en Ia confluencia de los algorit- En efecto:
mos, no meramente en las operaciones (como acaso Kant ya previó). (1) O bien consideramos el proceso en virtud del cual los términos del
Ahora bien, las confluencias conducentes a identidades sintéticas serían campo determinan relaciones, y estamos en el caso de los modelos.
puramente aleatorias si los cursos operatorios partieran de los términos del (2) O bien las relaciones determinan términos, y entonces podremos ha-
óampo tal y como se dan en las clases originarias (por ejemplo, Ios términos de blar de clasificaciones (o divisiones).
las álases rectas y puntos del plano euclitliano). En realidad, Ios términos del (3) O bien los términos determinan términos, como ocurre en las defini-
campo se nos dan ya entrelazados entre figuras que, aunque se resuelven en ciones.
ellas, contienen ciertas relaciones privilegiadas (en función de la fertilidad (4) O bien las relaciones determinan relaciones, situación que correspon-
para dar lugar a las confluencias de las que resultan las verdades científicas). de a las d.emostraciones.
Llama*os á estas figuras de términos, relaciones y operaciones «contextos de- Mod.elaciones, divisíones, defíniciones y demostraciones se nos presentan,
terminantes». Estos contextos determinantes no son previamente verdades según esto, como las figuras más generales según las cuales tendría lugar la
-acaso porque en ellos no se ha dado aún confluencia significativa alguna- si construcción científica. Son figuras, desde luego, que siempre han de ir entre-
-bien
no más «catalizadores» para que las confluencias puedan tener lugar' Los tejidas (la demostración presupone definiciones, como las definiciones presu-
contextos determinantes son esquemas de identidad. Por ejemplo, el contexto ponen divisiones, etc). Pero, sin embargo, el proceso del cierre no tendría por
determinante más importante del plano reglado y punteado euclidiano es aca- qué darse exclusivamente según una única figura, no tendría que ocurrir que
so la circunferencia. Porque ésta se resuelve íntegramente en los términos del todas las figuras se subordinen, por ejemplo, a la demostracioón (como si ésta
campo, a saber, en puntos y segmentos de rectas. Pero estas rectas y puntos es- fuera Ia única forma de la ciencia estricta, tal como lo enseña la tradición aris-
tán áispuestas de un modo peculiar. Haciendo pasar por la circunferencia a totélica). De otro modo, los teoremas, en el sentido gnoseológico, no tendrían
otros tórminos, simples o complejos (cuerdas, triángulos'..) podemos cons- por qué ajustarse exclusivamente a la figura de Ia demostración; también ha-
truir identidades (verdades) que, fuera de la circunferencia, serían innacesi- bría teoremas organizados como clasificaciones (el «teorema de la tabla de
bles o incluso carecerían de sentido. (La demostración que Euclides da en los Mendeleiev») y habría teoremas dados bajo la forma de modelaciones (acaso
últimos teoremas de su primer libro, del teorema de Pitágoras, está desarro- los problemas de Euclides). Sugerimos, sin entrar en la discusión de una cues-
llada a través de la circunferencia, en servivio de contexto determinante). si la tión tan espinosa, que la diferencia entre teoremas y problemas puede tener
circunferencia tiene algún privilegio gnoseológico entre otras figuras del pla- que ver con la distinción entre demostraciones y modelaciones, en el sentido
no igualmente objetivas (una espiral, una elipse...) no es por motivos metafísi- dicho. Estilísticamente, los teoremas euclidianos se terminan con la fórmula:
cos («el ser redondo» de los eleáticos) o psicológicos («la buena forma» de los «que es 1o que había que probar, ( 6¡ep Éber ótr,tt ), mientras que los proble-
gestaltistas) sino por motivos lógico-matemáticos: su estructura homógenea, mas se terminan con la fórmul¿¡ «que es 1o que había que hacer» (ónep ÉbeL
perpetuarriente uniforme (las equidistancias de los puntos periféricos al cen- f[olTloc[). Desde una perspectiva constructivista, sin embargo, el prob¿ir es
iro,-la igualdad de los arcos, etc') puede desempeñar el papel de esquema de también un hacer, un construir, un generar (es extragnoseológico el criterio
identidad en las construcciones de la Geometría elemental. Tomamos, pues, de Proclo: los teoremas nos remiten a la esencia, los problemas a Ia genera-
como regla que las identidades sintéticas, las verdades, no se establecen en el ción). La diferencia habría que buscarla en diversas formas de la construc-
campo puro de las ciencias, sino en el campo determinado por los contextos ción. Pues bien, en los teoremas (por ejemplo la proposición47 deT libro I: «El
deteiminantes. (Los sistemas de coordenadas, indispensables en las ciencias cuadrado del lado que subtiende el ángulo recto de los triángulos rectángulos
naturales, pueden conceptuarse gnoseológicamente precisamente como con- es igual alos cuadrados de los lados que Io comprenden») partimos derelacio-
textos determinantes; pero también serían contextos determinantes figuras nes (cuadrados, respecto de lados, etc.) y determinamos otras relaciones (rela-
tales como «recinto vacío», «sistema inercial» o «cuerpo negro,). ciones de identidad, entre el cuadrado de la hipotenusa y la suma del cuadra-
3. La construcción propiamente científica, tal como la estamos concibien- do de los catetos); en los problemas (por ejemplo, en la proposición 45 del li-
do, se comprende que no pueda reducirse a un proceso de construcción de bro I: «En un ángulo rectilíneo dado construir un paralelogramo igual a una fi-
144 preposiciones (de d,émostráciones por la derviación de axiomas' por ejemplo). gura rectilínea dada») partimos de términos (ángulo rectilíneo dado) y deter- 145
minamos relaciones (la relación, también de identidad, entre ese término y tilcomo pueda ejercerla un modelo o mito verosímil, Podemos citar ejemplos
otro término construido según eI modelo de un paralelogramo de área dada). muy claros: elperpetuummobile de primera especie es un mito absoluto, como
Y también habría teoremas que se nos presentan como definiciones, por ejem- Io es el perpetuum mobile de segunda especie; pero sólo en función de ambos
plo «eI principio de la inercia», considerado como una definición real, o inclu- mitos, como imposibles o contramodelos, se ha edificado la Termodinámica.
so el segundo principio de Newton, entendido como definición real del con- (Cabría discutir si el valor científico que quepa otorgar aLa República de Pla-
cepto dinámico de fuerza. tón no residirá justamente, no ya en su condición de mito verosímil, de posibi-
Habría ciencias (o regiones de una ciencia) en las que cabrÍa observar lidad inalcanzable, sino en su condición de contramodelo, literalmente, de
una densidad mayor de alguna de estas figuras. Esta circunstancia podría ser- utopía y de ucronía). Por último, dirernos que rnuchas veces los modelos pue-
vir para caracterizarlas gnoseológicamente. Suele concederse que la Biología den asimilarse a alegorías (metáforas desarrolladas) cuando su arquitectura
sistemática es, ante todo, una ciencia taxonómica, es decir, una ciencia que está tomada de un campo ya dado en el cual se suponen implantados (por
utiliza casi únicamente d, modo de la clasificación; según algunos, Ia Econo- ejemplo, el modelo «bola de billar del átomo» o el modelo «sistema solar,).
mía política sería una ciencia de modelos, no de demostraciones, lo que equi- Aquí, el modelo es una transformación y la teoría deberá regresar hacia los
valdría a ocupar un rango inferior (Papandreu). También Ia Astronomía clási- componentes abstractos que fundamentan esa transferencia. Cuando la arqui-
ca (la del limeo platónico, la de Tolomeo y aún la de Copérnico o la de Kepler) tectura del modelo es ad hoc, no transferida (por ejemplo, una simulación al-
es una construcción llevada a cabo por medio de modelos geométricos (círcu- gebraica abstracta) entonces no cabe hablar propiamente de metáforas ni de
los, epiciclos, elipses) que han alcanzado un cierre empírico en la época mo- alegorías.
derna. La modelación (para referirnos, y aún brevísimamente, en particular, 1. Será necesario tomar una verdad científica de la Física, lo suficiente-
solamente a este modus sciendi, en la imposibilidad de considerar aquí a los mente compleja, para poder, mediante su análisis, poner de manifiesto los
restantes) nos ofrece situaciones en las cuales se manifiesta, con una gran cla- principales momentos gnoseológicos que hemos venido presentando como ca-
ridad, el proceso del cierre categorial, siempre que entendamos eI modelo no racterísticos de la construcción científica y, particularmente, el proceso de
como un mero «artefacto hipotético» susceptible (fértil, por tanto) de ser en* construcción de una verdad por la identidad sintética y de sus relaciones con
sayado en un campo fenoménico, (1o que es suficiente en Ia perspectiva del el error. Es decir, sobre contenidos simples y que sólo fingidamente son conte-
ordo inventíonís) sino como un arco o bastidor (un conúexto determinado) por nidos de las ciencias (del estilo: «Aquí y ahora chasquido» o bien «todos los
medio del cual puedan ser construidos conjuntos de fenómenos insertos en un cuervos son negros») no es posible captar ninguna estructura gnoseológica.
plan indeducible del plano en el que se dibuja el modelo. De aquí, el interés Hemos elegido el que pudiera llamarse «teorema del átomo de Bohr», entre
gnoseológico principal que revisten los modelos matematizados. Pues un mo- otras cosas porque su lejanía histórica permite enjuiciar mejos los límites de
delo matemático es, ante todo, un modelo que contiene programas para la su verdad o, si se quiere, el alcance de la misma.
construcción empírica de fenómenos que se repiten y que pueden, por tanto, El átomo de Bohr puede considerarse como la confluencia de cursos de
ser tratados cuantitativamente según esquemas de clasificación aportados por operaciones científicas muy heterogéneos y, en principio, mutuamente des-
el modelo. Si tenemos presente que el modelo, respecto del material modela- vinculados. Hasta el punto de que es fácil incurrir en anacronismo cuando nos
do, mantiene las relaciones propias de la parte a la parte, dentro del contexto representamos esos cursos como las «fuentes» destinadas a desembocar en la
determinante (como totalidad), y que estas relaciones pueden ser isológicas o teoría atómica. Distinguimos, por 1o menos, seis grandes corrientes o cursos
heterológicas por un lado y atributivas o distribufivas por el otro, podríamos operatorios cuyo origen y desarrollo fue mutuamente independiente, y, desde
obtener un criterio para distinguir los modelos en cuatro especies principa- luego, independiente de la propia constmcción de Bohr: (I) el curso de la Me-
les: (1) Mefros, cuando la relación es isológica atributiva, como sería el caso de cánica clásica, de las ecuaciones elementales que expresan la fuerza centrífu-
nuestro sistema solar respecto de otras galaxias que se analizan desde aquel. ga
(2) Paradigmas (modelos isológicos distributivos), como Ia tangente a una cur-
va con respecto a la velocidad. (3) Protoúipos (heterológicos atributivos), como ¡¡:'n'?'/'¡
pueda serlo, en la teoría de Oken, el cráneo como modelo de las vértebras o re-
cíprocamente. (4) Cánones, o modelo heterológico-distributivo, como pudiera el trabajo, etc., etc. (II) Et curso de la Quírnica clásica (que señala, por ejem-
serlo la fórmula de Mc Laurin en cuanto «cánon» de las funciones polinómicas. plo, el puesto del hidrógeno en el sistema periódico. (III) El curso de Ia Espec-
La eficacia constructiva de los modelos tendría lugar por mecanismos si- tometría (espectómetro clásico, como contexto determinante) en el cual apa-
milares a los de la alegoría: Ios modelos científicos serían alegorÍas rigurosas, recerá la constante de Rydberg. (IV) El curso del electromagnetismo, en el que
fértiles, que conducen a cierres internos dados en un campo material. Y, por se formulan las leyes de atracción de Coulomb, Ias ecuaciones de Maxwell. (V)
ello, los modelos tienen mucho que ver con los mitos platónicos. Si se prefiere, Los fenómenos de la radiofísica, las experiencias con «luz difusa» en contextos
Ia función gnoseológica de los mitos platónicos (que no excluye otras funcio- delerminantes tales como los (ubos de vacío {Pluck. 1869: Crookes, 1879) y.
nes epistemológicas, o puramente estéticas o didácticas suyas) sería precisa- después, los rayos X, el polonio, el radium y Ia obra de Rutherford. (VI) El cur-
mente esta: la de ser modelos de muy diverso tipo. En esta perspectiva es tri- so de la teoría cuántica, que tomará su origen en el ámbito de las radiaciones
vial la «paradoja de Bachelard»: que los modelos, tales como el de Bohr, co- del cuerpo negro (como contexto determinante).
mienzan a ser científicos cuando prescindimos de ellos; pues ésta es la esen- No podemos exponer aquí, por falta de tiempo, como sería preciso, las
cia de la alegoría, por su naturaleza hetero-lógica (metafórica). Los modelos, trayectorias de estos cursos, único modo de demostrar hasta qué punto po-
sin embargo, no tendrían por qué ser entendidos meramente como alegorías drían considerarse independientes, sin perjuicio de sus contactos e interfe-
hipotéticas, paradigmas verosímiles. Esto incluso cuando los modelos son mí- rencias. La más importante, a nuestros efectos, es la de los cursos IV y V lleva-
ticos, y en su sentido más fuerte, es decir, utópicos y ucrónicos, ímposibilia. da a cabo por Rutherford al introducir el modelo planetario, como modelo de
Porque un mito absoluto, un imposible, es, por Ia materia, w contramodelo composición del átomo (el átomo de la Química clásica, que los nuevos opera-
146 que, cuando es riguroso, ejerce apagógicamente una función científica tan fér- dores, Ios de Ia radiofÍsica, habían descompuesto, desbordando el cierre cate- 147
gorial del sistema periódico mediante el concepto de los isótopos, principal- de donde,teniendoen cuenta E:vh ; V':E/hc,
ñente). Porque el modelo planetario de Rutherford no es una mera metáfora,
una alegoría didáctica o heurídtica, un puro diagrama mnemotécnico o estéti-
co, sino que es un modelo metódico, tomado de la Física tradicional (Maxwell 7, Eij mztzZ2eo
IV) con objeto de construir las radiaciones (emisiones de energía) como deri-
vadas de lá aceleracióil (en un campo electromagnético) de una carga en movi-
f
hc ++)
miento.
La verdad de toda la construcción de Bohr se nos aparece en el momento
Bohr asumió plenamente este modelo de Rutherford (en su cuarto postu-
lado), que no se oponía, al parecer, a ninguna de las leyes tradicionales y los en el cual esta última fórmula (cuyo segundo bloque global ya es muy similar
insertó en los contextos pertinentes (los de Newton y Coulomb, los de Max- por estructura a las fórmulas de la «serie de Balmer») y por mediciones inde-
pendientes, arroja un valor del primer bloque prácticamente idéntico, hasta
well, los que contienen el concepto de número atómico Z dependiente del cur-
so II), paia obtener, corno expresión de Ia velocidad hipotética del electrón, los decimales, al valor de Ia constante de Rydberg, 109.677'758 cm-l .
De hecho, fue esta identidad la base en la que estribó lo que venimos lla-
v : Zef/mw. Ahora bien, diríamos que Bohr advierte que la apelación a este
modelo sirve, en principio, más para destruir el átomo que para construirlo. mando el «teorema de Bohr»... Pero ¿cómo interpretar gnoseológicamente esta
Pues conforme emite su energía, el electrón se aproximará en espiral al nú- identidad?
Desde luego, contemplada desde las fórmulas de Bohr, la «coincidencia,
cleo, a la vez que Ia onda emitida modificará su frecuencia. Pero si lo que se
podía tomarse como una prueba de que no estamos ante construcciones espe-
busca es dar cuenta de la estabilidad del átomo, y no de su disipación, será
preciso admitir que el eletrón, sin perjuicio de moverse orbitalmente, no emi- culativas, puesto que estas construcciones resultaban ser las mismas, por su
contenido, que ciertas fórmulas consideradas como representativas de la rea-
ie energía, pese a Maxwell. El segundo postulado de Bohr suele ser considera-
do comó una ruptura revolucionaria ante Ia que Bohr no retrocedió. Con todo,
lidad fenoménica (los espectros). Pero ¿cómo explicar la coincidencia, cómo
podrÍamos subiayar las líneas de continuidad con Maxwell, como el camino construirla? Difícilmente (nos parece) podríamos hablar de un azar, de una
casualidad, dada la complejidad del número y su modulación en otras situa-
áe Bohr es, en todo caso, una transformación de Ia situación maxweeliana: El
giro del electrón implica pérdida de energía y aproximación al centro del giro. ciones. Por ello mismo, también nos parece inadecuado por completo el análi-
Áhora bien, si no hay aproximación ¿por qué habría de perder Ia energÍa? Sin sis del caso que es capaz de ofrecer la teoría popperiana. Aquí hay algo más
que un acuerdo negativo. Habría que acudir, por lo menos, al esquema de la
duda, por ser un movimiento acelerado (dentro del esqueleto geométrico de la
órbita circular). De hecho, Bohr viene a reconocer que el electrón se acerca al correspondencia que aquÍ sería una auténtica «armonía preestablecida». Pero
núcleo, sólo, que de un modo discontinuo, por saltos (correspondientemente' tampoco se aplica fácilmente a nuestro caso: el número de Rydberg no es pro-
piamente una medida empírica, sino el resultado de manipulaciones muy arti-
se dirá que se aleja del centro si gana energía). Y es entonces cuando Bohr acu-
de a loicuantos, a lo que hemos considerado dentro del curso IV. Porque si
ficiosas aunque perfectamente legítimas. Sin duda, contiene menos hipótesis
que la fórmula alcanzada por Bohr pero en cualquier caso ambas son producto
hablamos de emisiones, de radiaciones, y suponemos que éstas se regulan por
de cursos operatorios muy elaborados. Hay que descartar también la hipóte-
los cuantos, procederá cuantizar las órbitas de los electrones planetarios, ex-
presando su energía (o trabajo) como múltiplo del cuanto de acción: 2nrmv: sis de la tautología, pues aunque ambas tienen mucho de construcción mate-
mática, no son en modo alguno fórmulas matemáticas (contienen datos numé-
ñtr. Oe esta ecuación (que permanece en un nivel gnoseológico aproximada-
mente similar a aquel en el cual, en nuestro ejemplo de confluencias, corres- ricos empíricos, enteramente extramatemáticos). El esquema de l,a verdail
r---'--'fórmula Í
pondía a la como identidad sintética nos parece, pues, el más apropiado. Porque no pres-
J [9{"""'l] :n [,f (xr)';f (x;)] cribe una correspondencia o ajuste entre el pensamiento (o el lenguaje) y la
realidad, sino entre partes de la materia (a la vez real y señalada simbólica-
mente) entre sí, a través del lenguaje o del pensamiento. Por ello Ia verdad o la
se obtienenpor pura transformación o manipulación algebraica, las definicio-
: nh/Znmv, identidad se nos muestra como el criterio mismo de la realidad objetiva, del
nes: V: nh/2nrm
;r
ajuste de la estructura de la materia, fragmentada y desarrollada por medio de
Ahora bien: combinando todos estos principios y otros similares Bohr Iargas cadenas, consigo misma, a la manera como ajustan los bordes de la hoja
puede expresar Ia situación de la variación de energía del átomo de hidrógeno plegada que se ha recortado, desdoblado y vuelto a pegar.
cuando un electrón salta de una órbita a otra por la fórmula: Por lo demás, aquello que subsiste de la verdad establecida por Bohr es
precisamente esa identidad.Lafranja de su verdad es, sin duda, comparativa-
Eij: (Ei-Ej)
mzfizZ2eq mznzZ2eq mente muy estrecha (aunque susceptible de ampliarse, y eI propio Bohr la am-
plió ya al resolver los materiales presentados por Fowler, relativos al espectro
,t''h' o?.h,
de la estrella Zeta-Puppis). Pero el resto de sus construcciones envolventes se
ha transformado con el tiempo, incluso todo aquello que sirvió para conducir
fórmula que puede transformarse, por pura manipulacíón aritmética, en esta a la identidad fundamental -las órbitas circulares, tratadas aI margen de las
otra: ecuaciones relativistas. Tranformaciones que no son tampoco gratuitas ni
abruptas, sino resultado de rectificaciones (por ejemplo, las órbitas elípticas
de Sommerfeld), y ampliaciones a partir del mismo núcleo de la verdad funda-
mental.
5. La construcción cientÍfica se lleva a cabo según modos diferentes, pero
148
Eij : mztzZ2eq
h2 (+ +)
susceptibles de ser identificados en tipos comunes a las diversas ciencias. He-
mos distinguido, como modos gnoseológicos, a las definiciones, las clasifica- 149
ciones, las modelaciones y las demostraciones. Estos modi sciendi dan lugar ya tancia semejante), entonces vemos cómo de ninguna manera el principio es
sea a contextos determinantes, ya a separación de los mismos' ya a prepara- tautol^ógico,
_pues
lo que él prescribe es no sólo que estos compuéstos han de
ción de confluencias de cursos constructivos, ya a identidades sintéticas. estar formados por los mismos componentes (Nz y o) 1o cual ya es una afirma-
En cualquier caso, los métodos constructivos científicos (a diferencia de ción que e_n modo alguno es analítica (no repugna que cuaridades globales re-
otras formas de construcción: musical, poética, etc.) se mantendrían dentro de sulten de factores diferentes) sino también que han de estar dadas én igualdad
ciertas normas inmanentes que podríamos poner en correspondencia con los proporcional (28 gr. de Nz y 16 de O en la primera muestra; 42 gr. de"Nz y 24
llamados «principios de las ciencias» y que, en cuanto están destinados a fun- de O en la,segunda, de suerte q:ue 28/1,6:42/24). Lo que eiprincipio de
dar identidades, habrían de consistir eminentemente en fórmulas de identida- Proust establece es entonces la necesidad de que un compuesto o totilidad
des. química de características definidas y propias (globales) sdresuelva en com-
Los principios de las ciencias no se confunden, por tanto, con las premi- ponentes dados en proporciones tarnbién definidas -porque sólo en estas con-
sas formales de los silogismos o cadenas deductivas de la deducción natural. diciones cabe hablar de una combinación química. La lei de proust delimita,
Son principio s materíales, es decir, que se resuelven en los contenidos catego- por tanto, el cierre de la Química clásica, segregando sus"construcciones ope-
riales característicos del campo y determinan los caminos del cierre. En rigor, ratorias de 1o que son simples mezclas.
son principio s de ciete. A veces este punto no parece evidente, porque deter- _ El «Principio de Proust» no se reduce, por tanto, como sugiere Kuhn, a la
minados principios categoriales adoptan un aspecto que sugiere su interpreta- Iey de Dalton, porque mientras la ley de Proust establece la iáentidad del re-
ción como simples lemas, o como apelaciones a normas lógico formales, o aca- gr"essus o análisis en_partes a partir del todo (o compuesto) dado -el compuesto
so, a principios metafísicos. Pero las normas lógico formales pertenecen al eje tiene componentes definidos pero sin determinar nada acerca de éstos jinclu-
pragmático -y aquí nos referimos a los principios de las ciencias en su dimen- so permitiendo pensar que estas partes sólo puedan componerse en tales pro-
sión semántico-categorial. Consideremos dos principios o leyes generales to- porciones)- la ley de Dalton abre la posibilidad (en el prágressus/ de diversas
mados de ciencias naturales muy distintas que jugaron y juegan un papel muy proporciones de componentes, si bien cada una de ellasionduce a un com-
importante en su constitución y que interpretamos como principios de cierre puesto específico (NzO: óxido nitroso; NzOz : óxido nítrico; NzOs: anhídrido
categorial aunque se presentan muchas veces como principios lógicos- nitroso; Nzo+ : peróxido de nitrógeno y Nzos : anhídrido nítrico). La identi.
formales: el «principio de las proporciones constantes» en Química y el «prin- dad sintética realizada en el cumplimiento (empírico) de la ley de proust po-
cipio cero» de Ia Termodinámica. dría representarse de un modo similar a la identidad sintéticá entre las fün-
(1) El «principio de las proporciones constantes», formulado por Proust ciones aritméticas anteriormente consideradas (f es ahora semejanza; h es
en 1791 (durante su estancia en Madrid) establece que un compuesto químico adición; qr, q2. etc.. son pesos).
contiene siempre los mismos elementos químicos que otro igual que él y los
contiene combinados en las mismas proporciones. Este principio tiene, sin
duda, un aspecto tautológico, debido a Ia presencia del término <<igual»: pues si
-f -+
los compuestos son iguales -se dice- será porque tienen los mismos eleme- Nz (qr ) Ná (qi)
'l
nos; si no los tuviesen., no serían tan iguales. Sin embargo, 1o cierto es que si
este principio pudiera resolverse de este modo, hubiera carecido de todo inte- o (q.-) o'(q!)
rés gnoseológico, y no se comprendería como habría pasado siquiera a la His-
toriá de la Química; a lo sumo sería la forma de un autologismo (una tautolo- NzOGg
-f--+
+, rulotqál
l^
gía similar a la del silogismo formal, en eI cual la conclusión ya debe estar re-
éonocida en las premisas para que estas alcancen su validez). Kuhn cree que
-f
eI principio de Proust es tautológico, al menos cuando se le contempla desde
eI principio de Dalton; pero esto es, a nuestro 1'uicio, un grave error gnoseoló- (2) El llamado «principio cero» de la Termodinámica parece una mera
gico, según trataremos de demostrar. aplicación del.principio lógico de la transitividad de la relaiión de igualdad:
Porque la igualdad utilizada en la formulación del principio de Proust no «cuandci dos sistemas están a igual temperatura que un tercero, estáñ a igual
es una relación formal ya dada, sino una relación que sóIo cabe reconocer temperatura entre sí». Pues cabría decir que si no ocurriera de este mod.o, no
como real cuando efectivamente aparecen dados sus términos en el proceso podrÍa afirmarse que dos sistemas están a igual temperatura, dado que la
mismo de la transformación. La igualdad se refiere a los pesos de las sustan- igualdad implica no sólo la simetría, sino también la trañsitividad.
cias compuestas y a las de sus componentes, y hay que tener en cuenta que se ,
P.ero esta interpretación es puramente escolástica (para decirlo de algún
trata de sustancias que, a su vez, están caracterizadas por cualidades que tam- modo) y, a 1o sumo, tiene significado en cuanto a Ia utiliáación de la palabia o
bién pueden ser relacionadas por la relación de igualdad (no sólo por Ia seme- concepto de «igualdad». Efectivamente no cabría decir qre son igualei en tem-
janzi); igualdad de brillo, de color, de temperatura. Además, ya la mera igual- peratura dos sistemas si no estuviese asegurada la transitividad. pero el prin-
dad enpeso de dos muestras de sustancias de la misma clase suprimiría Ia tau- cipio no se refiere a esto. Lo que el principio dibuia es la coincidencia en tem-
tología a Ia ley de Proust, puesto que equivaidría a considerar a estas mues- peratura como una relación de igualdad, precisamente al extenderla a terce-
tras (necesariamente situadas en lugares o tiempos diferentes) como remi- ros. No dice que los dos sistemas han de coincidir en temperatura entre sí por
tiéndonos a iguales componentes, independientemente de influencias ambien- ser igu,ales (a un tercero), sino que dice que son iguales a un tercero porque
tales (incluidas las «conjunciones astrológicas» de los alquimistas). En este coinciden en la temperatura. El principio es entonCes claramente sintéiico, no
plano ya la ley de Proust es una ley de cierre, que remite los compuestosigua- es analítico, pese a su apariencia. Pues, por decirlo así, la transitividad no bro-
Ies a componentes iguales, en virtud de su propia composición interna' Cuan- ta aquí d-e la igualdad supuesta (como un constitutivo suyo), sino que es la
do los compuestos i[uales considerados no son compuestos de igual peso (una igualdad la que puede aceptarse después de que se ha reaiizado Ia tiansitivi-
150 muestra de 44 gramos de óxido nitroso NzO y otra de 66 gramos de una sus- dad, previamente establecida. sólo cuando se prueba, en cada caso, la transiti- j51
vidad térmica se estará autorizado a hablar de igualdad (supuesta la sime- Física, pero no es Física etc. contra esta perspectiva categorial s,e enfrenta
tría). El principio cero de la Termodinámica define, pues, como relator, al ter- siempré la concepción de la ciencia unitaria o bien la idea de que las divisio-
mómetro, y es un principio de cierre. Pues él prescribe, por ejemplo, que la ,r"r qo" separan ias diferentes ciencias son externas, convencionales (de ori-
subida o el descenso de la columna termométrica están determinados por el gen adminiitrativo -burocrático, por ejemplo). Una fórmula muy extendida es
calor, al margen de Ia estructura química o biológica de los sistemas (las cua- ésta: nNo hay ciencias, tray problemas y estos suelen ser interdisciplinares».
les quedan «segregadas»). Es un principio sintético porque establece que dos Sin embargo, esta fórmula es muy capciosa. Hay, sin duda, problemas inter-
cuerpos A y B igualados previamente en el termómetro no intercambiarán ca- disciplinar"es, pero también hay problemas que no lo son y cuyo correcto.plan-
lor ent re sí. teamiento requiere precisamente su inserción en una categoríadeterminada
6. El concepto gnoseológico de los principios materiales, como principios y Su correlati'io desmarcamiento respecto de otras categorías colindantes' Los
de cierre, permite plantear cuestiones importantes a la teoría de la ciencia, Elementos de Euclides, como ya vimos, están construidos po1. teoremas y pl.o-
cuestiones prácticamente aún no planteadas en el análisis gnoseológico. So- blemas; pero los problemas son tan geométricos categorialmente _como los
bre todo la cuestión del número. ¿Por qué tres principios de Ia Mecánica de teoremas. Más aún, si hay problernas interdisciplinares es porque hay disci-
Newton? ¿Hay alguna razón gnoseológica? Habría que buscarla en la estruc- plinas diferentes las cuales iuponen, de un modo u otro, categorías diferentes.
' Es preciso formular ahora la siguiente cuestión: ¿Por qué-los círculos de
tura del campo. Habría principios de términos, de relaciones y de operacio-
nes. Y, según, Ias clases de términos de las que consta un campo, así habrá las cienóias tienen un radio limitado, por qué no hay una ciencia de radio infi-
principios de términos, no sólo de primer orden, sino de orden binario, etc. Si nito, en cuyo círculo se comprendan todas Ias demás? ¿Se trata de una imposi
el campo de la Mecánica consta de tres clases de términos (cuerpos L, rnovi- bilidad a priorí, gnoseológica, o bien Ia multiplicidad de las ciencias es sólo un
mientos T y fuerzas F) debería haber tres principios binarios: uno que esta- hecho, el'factum de las cátegorías? La cuestión es de importancia central en
blezca la conexiones entre cuerpos y movimientos (Primer principio), otro las teoría de la ciencia porque ella comprende la cuestión de la posibilidad misma
conexiones entre movimientos y fuerzas (segundo principio) y por último otro de una mathesis univerialis. Aquí sólo podemos dejar planteada la cuestión,
entre los cuerpos y fuerza (tercer principio). desde el punto de vista de la teoría del cierre categorial (cuestión que tiene
que ver con la Idea de symploké) limitándonos a postular, como cues.tión de
Éecho, la multiplicidad de categorías. Tan sólo diremos quer 9n principio, no
parece incompátible con la idea del cierre categorial la posibilidad-de_ que to-
TY. LA DIVERSIDAD DE LAS CIE¡./CIAS das las categorías se redujeran a una sola, la posibilidad de lfl unicidad de una
Y S U CO¡úSTlT U CI ON ÉIIST O RI CA categoría dáda. Lo que sí es incompatible con la idea de lasymploké es que esta
supriesta categorÍalnica abarcase la totalidad de la materia, Y es el monismo
1. Hay diversas ciencias porque el círculo de términos enlazados desde (pór ejemplo, en la forma de ese mecanicismo determinista que suele ir aso-
dentro por los cursos operatorios cerrados tiene un radio limitado, porque el ciado át nómbre de Laplace) la atmósfera que confiere su verdadero sentido a
área por él barrida no incorpora Ia totalidad de los términos del universo sino la idea de una ciencia unitaria, de una categoría omnicomprensiva. Porque Ia
que, por el contrario, deja fuera, precisamente en el momento mismo de ce- premisa que enlaza Ia idea gnoseológica de Ia ciencia única con la tesis ontoló-
rrarse, y por: cerrarse, a otros materiales en cantidad indefinida. Y ello incluso gica monista es la premisadel continuismo, que establece que no es posible
cuando hablamos de cursos operatorios que podrían parecer muy afines y óorro"". científicamente nada firme y definitivo si no se colloce Ia totalidad de
análogos a juzgar por el isomorfismo de sus construcciones, como ocurre con las cosas en sus lnutuos encadenamientos. Retirado el principio del conti.nuis-
las leyes de la gravitación de Newton respecto de las leyes de Coulomb. mo, en nombre del principio de la symploké, enunciado por Platón en EI Sofis-
Una imagen del proceso de segregación producido a consecuencia del cie- fa («si todo estuviesé vinculado con todo no podríamos conocer nada») hay que
rre de los cursos operatorios nos lo ofrece ese triángulo rectángulo que gira contar con la posibilidad de verdades categoriales perfectamente establecidas
sobre uno de sus catetos, generando una superficie cónica. Esta superficie es en su esfera,ii, que por ello haya que pensar que esta esfera ha agotado la
tL contexto deteminante de múltiples problemas y teoremas geométricos, pero materia en cuyo seno se ha formado. Por ejemplo, puede concebirse un cierre
fuera de ella quedan las relaciones físicas o biológicas. E1 cono procede de la categorial de ia Química clásica, una constitución de verclades perfectamente
rotación de un triángulo y este sólo puede ser pensado (imaginado) como rea- estaÉlecidas en ei nivel de la tabla periódica, previamente al regressus hacia la
lizado necesariamente en algún material corpóreo (madera, latón...). Pero ca- estructura del núcleo atómico. Es cierto que siempre cabrá suscitar la duda
recería de sentido que, después de concebir eI movimiento rotatorio del trián- sobre si estas construcciones, que como las de la Química clásica, o las del
gulo generador del cono, preguntásemos: «¿Y a qué velocidad debe darse el mendelismo (respecto del descubrimiento de los ácidos nucleícos) no han re-
giro?» (no porque no lleve ninguna, sino porque es indiferente cualquiera). gresado a sus elementos internos, la duda sobre si son construcciones esencía
«¿Cuánto tiempo tardará en generar el cono?» -otra pregunta que carece de ies o si son construcciones meramente fenoménicas y, por tanto, no son cien
sentido geométrico, tanto como esta otra: «¿De qué color es eI cono resultan- cias en sentido estricto. Sin embargo, y en la medida en que contamos con la
te?». Ocurre, pues, cómo si la construcción de una figura geométrica, aún par- idea de los gratlos o franjas de la verdad, parece más adecuado hablar de cien-
tiendo de componentes físicos, los dejara fuera, porque ellos no quedan esla- cias efectivás a un deter'minado nivel o giado de verdad que de meras organi
bonados por el cierre. No porque estos componentes no existan o porque sean zaciones de fenómenos.
eliminados en virtud de una abstracción que nos remite a una esfera subsis- Hay, pues, una multiplicidad de categorías que se reproduce, de algun
tente. Quedan solamente indeterminados los unos ante los otros. mod.o, en é1 á*bito mismo de cada categoría, en la forma de Ia «incomunicabi
La teoría del cierre categorial presupone que existen categorías de cien- lidad de los géneros, que Aristótelcs (siguiendo en este punto la idea platónica
cias diferentes, aunque unas puedan asentarse sobre las otras. La Lingüística d,e la symplikél conoció con toda claridad referida a la Aritmética y a la Geo-
se asienta sobre la Psicología, pero no es Psicología- y la lucha contra el psico- metrÍa. Ei proceso de interiorización de una ciencia supone, pues, la segrega-
152 logismo fue obligada en toda su primera etapa; la Química se asienta sobre la ción de loJ campos que pueden, a su vez, resultar ceruados por otra ciencia. 153
Implica, por tanto, ia diversidad y oposición entre ciencias diferentes, La se- Concepto riguroso) sino porque esta palabra «emergencia», tal como se usa en
gregación tiene lugar a lo largo de un dilatado proceso histórico característico teoría de Ia ciencia, abarca muchos conceptos distintos y de muy diversa con-
de cada ciencia, pero no debe confundirse con la segregación respecto de otros textura. Y de lo que se trata es de aislarlos, de deshacer el embrollo. «Emer-
cÍrculos que no son ciencia, es decir, no debe confundirse con el «corte episte- gencia» es una expresión con la que se designan situaciones muy diferentes
mológico» respecto de las ideologías o respecto de la filosofía. Los cortes epis- (incluyendo situaciones metafísicas), reunidas por un lazo de semeianza meta-
temológicos se produceD sólo después del cierre categorial, en gran parte son fórica muy débil y oblícua, a partir del sentido originario, en sí mismo riguro-
debidos a él mismo. Pero ni siquiera es necesario que sobreven§an y-un curso sor eme.góncia como el surgir (emergere) en una superficie líquida de¡na for-
puede cerrarse en su círculo manteniéndose en el seno de una filosofía o de ,na corpéreu que estaba sumergida (por tanto, oculta, encubierta). Emerge,
una ideología que no lo estorba y que incluso indirectamente ha podido «cata- poes, oiigirrariarnente, lo sumergido, lo que estaba oculto' pero ya prefigura-
lizar» el principio de su cristalización (la rnitología solar, respecio de Kepler, áo: es esté un concepto preciso de una situación habitual, al que denominarc-
la busca del paraíso terrenal, respecto de tantos paleontólogos que son sacer- mos «emergencia poiitivar. Ahora bien, extender el concepto de emergencia a
dotes cristianos). En todo caso, estos catalizadorés icleológicos o filosóficos de otros procesos en los cuales no hay prefiguración, porque no consta o porque
una ciencia no deben considerarse como sus generadores formales y, en otras queda explícitamente excluida (como cuando se dice que el todo emerge de las
ocasiones, los cierres han sido justamente bloqueados por los prejuicios ideo- partes nporque es más que la suma de ellas») es destruir el concepto positivo.
lógicos. Es utilizar el nombre de emergencia en situaciones que no son emergentes
En cualquier caso, las ciencias no proceden de la filosofía o de la religión. (como cuando se dice que la «propiedad P emerge del conjunto x cuando P no
_ es propiedad de ningún componente de x», según la definición de Mario Bun-
Sus precedentes más directos hay que buscarlos en las tecnologías desarrolla-
das por los diversos oficios artesanales ge). Esta extensión del concepto de emergencia a situaciones que no son emer
-la agrimensura para Iá Geometría, la
metalurgia y la cocina para Ia Química, etc. etc. El problema histórico- [entes se funda en la débil semejanza subietivo operatoria que tienet con los
gnoseológico rnás general podrá entonces formularse de este modo: procesos emergentes objetivos, en los cuales brota algo oculto y de otro géne-
¿por qué, io. Cabría postular, sin duda, que se entiende por emergencia, precisamente
dadas determinadas tecnologías, brota una ciencia? planteamos así ét proble-
ma del origen de la ciencia, supuesto que no es ninguna respuesta apeiar a la este surgir objetivo de propiedades nuevas, esta evolución de características
«necesidad del saber» (a la r.rrúus dormitiva). si las tecnologías están-a la base no conteniclas en las premisas, Pero esto mismo puede entenderse en dos pla-
de las ciencias parece que es en las propias relaciones entré tecnorogías diver- nos rliferentes: uno lógico y otro ontológico. Cabe aplicar el nombre de emer
sas (por ejemplo, en sus conflictos o inionmensurabilidades, del tipá: imposi- gencia, en el plano lógico-psicológico (cognitivo) a las situaciones en las cuales
bilidad de medir Ia diagonal del cuadrado tomando el lado por unidad, o úi".r, áe un conjuñto de partes brota una propiedad P que no se predica de esos
imposibilidad de subir el agua más allá de cierta altura, a pesar de disponer cle componentes porque es «cualidad del todo» o «de la figura». Pero este concepto
bombas bien ajustadas, aquella que condujo a las teoríasiobre ei ru.ío¡, dorr- de emergenciá r-tos pa.ec" poco interesante gnoseológicanente, por su excesi.-
de habría que ir a buscarlas. Pues evidentemente de las técnicÍrs solas no bro- va amplilud: Habríá emergencias en todas las situaciones en las cuales tiene
ta Ia ciencia; incluso es la ciencia quien, a su vez, hace posible el desarrollo de lugar una totalización (por ejemplo, si acumulo cinco barras de un kilogramo
las tecnologías rnás avanzadas. suscribimos la conocida tesis de Kovre: «La en un paquete, el todo adquiere Ia propiedad p ds «pesar cinco kilogramos»,
ciencia [de Galileo y Descartes] no es obra d.e ingenieros o artesanos, sino de propiedad que no la poseen las barras; habría que decir que esta propiedad es
hombres cuya obra rara vez rebasó el orden de la teoría. La nueva balística fue emérgente). Pero el concepto de emergencia, al menos gnoseológicamente, in-
elaborada no por artificieros o artilleros, sino en contra dé estos. y Galileo teresá cuando sirve para discriminar categorías científicas o, al menos, subca
no aprendió su oficio de personas que trabajaban duramente en los arsenales y t.egorías (como puedan serlo 'la micro y la macro-evolución biológica), cuando
astilleros de venecia. Muy al contrario: les enseiró el suyo». (A. Koyré: Galíleo lo que se computa como propiedad P que brota de un conjunto de partes ins-
y Platón, en lournal of the History of ldeas, N.o 4 octubre , Lg43: Inóluido en Ia l.auia una nueva categoria (o, al menos, una subcategoría gnoseológica). Por
compilación Estudios de historia de Pensamiento científico, S. XXI, 1977 p. eiemplo, Ia «vida», en cuanto propiedad que brota de ciertos acúmulos de ami
r5 r). noácidos, nos pone delante de la categorÍa biológica, no reducible a la catego-
ría química. (Pero los cinco kilos de nuestro conjunto de barras constituyen
2. Las diversas categorías gnoseológicas no coustituyeu,. sin embargo, una
rrna propiedad que habita en la misma categoría en la que habita cada barra).
mera multiplicidad amorfa. Entre las categorías median relacioDes de inclu-
Aun-cuándo, puts, la emergencia de una cualidad o propiedad nueva pueda
sión (de especie a género, por ejemplo), de interseccióri o de muchos otros ti-
irnplicar ta aparición de una propiedad global que no se predica de-todos y
pos.Yestoesloquesrrscilapennanen(enrentclacuestirill delajararquíaysu-
,',,áa una de las partes (1o cual no es siempre exacto: el conjunto puede alcan
balternación de las categorías científicas, de las ciencias, es decir, Ia cuestión.
zar propiedades que ya poseía alguno de los componentes, o puede alcanzar
de su ordelración en series ). por ralllo. el con[licto ('onstanre entre las renden.
cias hacia los límites extremos delreduccionismo (de 1o complejo a lo simple) ¡'rofiedádes que precisamente son poseídas por catla componente, de suerte
quilanovetlacl emergente, en cierto modo paradójica, consistirá en que el todo
y del proccsionismo (de lo simple a lo compleio), del /rolisn¡o. Ha1 ranrbiérr urra
,i,prod.uce las propiédades de las partes, como cuando la barra ferromagnéti-
tercera vía, en tiempos propuesta por Alexauder (Space time attd Deit1, 1g20) cir reproduce én su conl'unto la polarización N/S propia de cada dipolo, o de
el eme_rgentísmo, ala que ho1. se vuelve una y ot¡a vez. Pt¡ró.nos parece que los dóminios microscópicos que 1a componen, o como cua¡do la sociedad de
csta vía tercera es más aparenle que efectiva.
l,lstarlos civilizados reproduce la guerras de las tribus bárbaras, que consti
Nuestra crítica al uso cornún. en ontología 1 err reoría de la ciencia, del I r ryen cada Estado y las reproducen a una escala mayor y nueva,
«emergentes»,
concepto de «emergencia» es una crítica radical, porque no critica la imperfec- l)orque la guerra verdadera comienza con la civilización). Sin embargo, la
ción de un concepto, su falta de desarrollo, su osiuridad embrionaria eic. cri- , onslitucióñ de u¡a propiedad nueva en un todo no dice siempre emergencia,
tica su condición misma de concepto, porque lo que pone en duda es que sea I ,;lrlvo pOr decreto convencional: el llamado «efecto Barkhausen» no eS emer-
154 siquiera un concepto. Y no porque sea.sólo una metáfora (ella podría ser un 11,'rrte,'pues alií Io emergente es el amplificador y el altavoz conectado' 155
i
Y en el plano ontológico, emergencía se utiliza en el contexto de lametába- todo resultante pertenece muchas veces a la rnisma categoría o género de las
sis hacia otra categoría y, desde luego, como emergencia sin prefiguración, partes, es decir, no es emergente, en el sentido gnoseológico.
como evolución creadora. Pero esta acepción de emergencia (que podría lla- El principio «el todo es más que la suma de las partes», como principio de
marse «emergencia creadora» recordando a Bergson y Alexander) es pura- emergencia ontológica, lo confunde todo, por su carácter universal: Es un
mente metafísica, porque justamente 1o que resulta ininteligible es el coñcep- principio holótico confuso, porque confuso es el concepto de suma o de compo-
to de creación Es un concepto que sólo tiene una claridad aparente, en su uso iición y confuso son los conceptos de todo y partes (dada la variedad de sus
denotativo, para designar aquellas transformaciones en las que brota o emer- modos). Cuando se utiliza el principio en este sentido gnoseológico general,
ge un quid novum de algún material dado; en donde 1o problemático es justa- «suma» no podÍa ser sólo la operación adición (que requiere totalidades mate-
mente eI emerger. Pues 1o que preguntamos es cómo puede emerger algo no máticas) siño cualquier composición de partes, y siempre se dará algún tipo de
prefigurado sín ser creado, es decir qué condiciones debe reunir el material o emergencia, como hemos dicho. La suma es oper:ación conmutativa que sólo
fondo de 1o que emerge. Podemos establecer así nuestro balance: (1) Emergen- puedé aplicarse a situaciones en donde existan simetrías entre las partes. Si
cia es un nombre que designa situaciones conceptuales muy heterógeneas y irma esbperación física de aproximación, cabrá hablar de suma de bolas esfé-
confusas. (2) de ellas, laemergencia positiva, o emergencia con prefiguración, ricas, puei las composiciones de ellas en el montón darán cantidades equiva
constituye un concepto preciso y utilizable -pero es justamente aquel que no lentes, mientras que la suma de hexaedros tendrá que someterse a las leyes
quiere ser considerado por los emergentistas, que se atienen más bien a (3): topológicas de composición de las aristas. En ningún caso, el todo procedente
Emergencia metafísica o creadora. Y, por último (4): Emergencia designa tam- cle está suma es igual a las partes. Es más que ellas, en los todos aditivos y en
bién otras situaciones confusas que deben ser reconceptualizadas. los todos no aditivos puede ser igual (la suma de temperaturas parciales de un
El concepto de emergencia recibe un uso gnoseológico cuando se le utiliza recinto es idempotente). Tampoco están especificadas las partes, ni siquiera
para formular las relaciones entre los campos de ciencias diferentes que se en las totalidades aritméticas: pueden ser partes alícuotas, o partes pares o
apoyan los unos en los otros, pero sin reducirse los unos a los otros. Por ello, impares, o factores, etc. Y por ello, a veces, la suma de estas partes reprodtrce
cuando se habla de que unos «emergen» de otros, con esto solo no se explica el iodo (Ios llamados números perfectos) y otras veces no. (Este ejemplo fue
nada sino precisamente se pide el principio. propuesto en el Congreso por el Doctor Alvarez Bautista).
La cuestión principal, en nuestro caso, es distinguir la perspectiva ontoló- En resolución, hay situaciones en las que el todo es igual a la suma de las
gica de la perspectiva gnoseológica en el momento de analizar los procesos partes, otras en las que esto no ocurre; hay situaciones en las que suma man-
confusamente designados como emergencias. Pues cuando se habla de evoh¡ liene un sentido riguroso, otras en las que designa sólo composición de partes.
ción creadora, o de emergertcia d.e estructuras (o, lo que es equivalente, de «sal- Lo que demuestra que, gnoseológicamente, no es pertinente apelar sin más a
tos cualitativ6s») se está pensando en el plano ontólogico (es decir, no cons- fos procesos gestaltistas de supersumatividad para dar cuenta de la emergen-
tructivo -operatorio, pues es en la realidad en donde se supone que tendrían cia. Sobre todo, porque hay procesos supersumativos, en el plano ontológico,
lugar las emergencias: por eiemplo, de la cantidad emergen cualidades nue- que no tienen efectos gnoseológicos, porque aunque el todo sea más que la
vas). Gnoseológicamente, lo que nos importa es establecer el proceso de cons- surna de las partes, sigue perteneciendo a la misma categoría de éstas. Así, las
(lstructuras de la Química orgánica tienen propiedades nuevas respecto de
trucción y para ello lo mejor es atenernos a las categorías holóticas (de todos y
partes). Una totalidad consta de partes, estratificadas necesariamente en di- sus componentes inorgánicos (carbono, nitrógeno, etc.) sin perjuicio de lo cual
Ia Química orgánica categorialmente sigue siendo Química. No ocurre Io mis-
versos rangos (compuesto total, subconjuntos de rango n-1, n-2 etc). No habla-
rno con la célularespecto de sus componentes aminoácidos, por ejemplo, y me-
remos entonces de cantidades y cualidades, de causas y efectos evolutivos, al
rros aún con las estructuras antropológicas respecto de sus componentes bio-
hablar de emergencia, sino de partes (o conjuntos de partes) y de todos, pero
Irigicos o zoológicos. Por consiguiente, parece una pura simplificación «armo
sin restringir arbitrariamente el concepto de totalidad al esquema de las cla-
nista» (no dialéctica) el tratar de concebir como episodios de un mismo proce-
ses (y, correspondientemente, el de parte al de elemento de clases), por Ia sen-
so d.e emergencia la aparición de propiedades nuevas, en virtud del mismo rne-
cilla razón de que en la mayor parte de las situaciones denotadas por el térmi-
cunismo de complejización progresiva de las estructuras organizadas las unas
no de emergencia, el fondo del que emerge la figura emergente, no guarda, ni
por asomo, la relación del elemento a su clase (la figura fotográfica P que sobre las otras. En el fondo, es la perspectiva evolutiva de Herbert Spencer,
scgÍrn Ia cual de lo homógeneo e indiferenciado podría decirse que emerge lo
emerge del negativo x tras el revelado no es una clase por relación a los ele-
lrt'-terogéneo y diferenciado, de suerte que sería lo mismo el paso del átomr¡ a
mentos, ni es propiedad de un conjunto al que pertenece x). Por lo demás, la
cantidad es ya un conjunto de partes y las cualidades o propiedades pueden lil molélula que el paso de la molécula a la macromolécula, de ésta a la célula,
muchas veces referirse al todo; \a causa puede ser también redefinida como
rlr'ésta al organismo y de éste al superorganismo social. En todo caso, este es-
{lilcma no es pertinente para nuestro asunto gnoseológico, por la sencilla ra-
conjunto de partes o con causas y también el conjunto de partes es otras veces
,,irr de que rtiut r"""s, eñ el proceso de complejización, aparecen categorías (y
un género respecto de la estructura evolutiva o resultante (que es una espe-
, ir,rrcias) nuevas, por ejemplo, las biológicas y otras veces no, y de esto se tra-
cie).
I ir.
Cuando nos atenemos a 1as categorías holóticas, lo más urgente es criticar En el proceso de composición (suma) de totalidades a partir de elementos
ese principio, con el que se pretende justificar la emergencia creadora, segin (p:rrtes) -proceso mediante el cual formulamos la evolución o transformación
el cual «el todo es mayor» (o diferente) que la suma de las partes» o bien, «el , [,, rrn material que dá lugar a formas o estructuras propias, o bien Ia transfor-
todo tiene propiedades emergentes que no poseen las partes». Porque si el rrr:rción de la cantidad en cualidades nuevas o el desarrollo del género en las
principio se tomase como universal, habría que postular una emergencia uni- , .;¡rccies- distinguiremos, en primer tugar, aquellos procesos en los cuales las
versal, que desvirtuaría el concepto.§iempre que se forma una totalidad apa- r,,i¡rlidades resultantes (aún siendo nuevas e irreductibles ontológicamente)'
recen cualidades o propiedades nuevas. Pero aunque ontológicamente ello |
,( ,r'rrranecen en las mismas categorías a las que pertenecen las partes de aque-
156 fuera así, lo cierto es que gnoseológicamente, ello serÍa irrevelante, pues el I l, rs cn los cuales esto no ocurre. En segundo lugar distinguimos aquellos pro- 157
A
I
cesos en lo§ cuales las partes se mantienen en su figura originaria (desde la transformación equívoca (con metábasis a otro género de categoría) haya ana-
cual son operadas) en el todo (corno las piezas en el puzzle) y aquellas en las mórfosis, sin embargo, puede haber anamórflosis sin metábasis equívoca, pues
que esto no ocurre (las partes deben ser rectificadas respecto de su figura ope- la anamórfosis puede darse también en el ámbito de la misma categoría.
ratoria). Hablaremos así de transformaciones endocategoriales o unívocas Tanto la emergencia positiva como la anamórfosis son procesos dialécti-
(errdogenéricas) y transformaciones equívocas, por un lado, y de transforma- cos, en diverso grado de profundidad, por cuanto incluyen un regressus que
-rl- ciones conservativas (con mantenimiento de partes) y críticas o disipativas (de rectifica la figura de las partes sobre las cuales, sin embargo, nos apoyamos
las partes), por otro lado. para obtener el resultado. Mientras en las transformaciones unívocas corrser-
Los cuatro tipos de transformaciones resultantes serán obviamente: uní- vativas estamos en un progressus acumulativo, no inrnediatamente dialéctico
vocas conservativas o unívocas disipativas, equivocas conservativas o equívocas (laevolución rle Spencer) ahora estamos de algún modo poniendo un carnpo de
disipativas. Algunos de estos conceptos son problemáticos, sobre todo el con- partes cuya composición nos remite a su crítica regresiva. llna situación muy
cepto de las transformaciones unívocas disipativas y el de las equívocas conser- clara de emergencia positiva nos Ia ofrece el campo en que trabaja un arqueó-
vativas, puesto que lo «unívoco conservativs» y lo ((equívoco disipativo» parece logo, en el cual aparece, por ejemplo, un conjunto de fragmentos de cerámica
Io único propio. Sin embargo, en el esquema de Spencer dirÍamos que hay una de cuya recomposición resulte un vaso etrusco. La forma del vaso emerge del
evolución conservativa y a la vez equívoca -y este sería acaso un buen modo conjunto de los fragmentos, pero debido a que el vaso estaba prefigurando en
de redefinir laemergencia, en uno de sus sentidos: conservando las partes sur- ellos (en tanto eran partes formales suyas). Cabría decir que estaba «escondi-
ge o emerge una totalidad diferente equívoca. Y justamente esto es Io que la do» en ellos, como el pez sumergido en la superficie homogénea. Lo que hace-
hace problemática, pues este quíd novum parece una creación o, en todo caso, lnos es una crítica a las partes materiales, al concepto que de ellas teníamos
una petición de principio, porque 1o que no se entiende es ese emerger. como ajenas a toda forma global (cuando en rigor: eran partes posteriores al
Querernos subrayar que en las transforntaciones unívocas, incluso con- todo). El esquema de la emergencia positiva se aplica también a los procesos
servativas, no debe pensarse que todo sea homogeneidad, monotorría. Unívoco biológicos de preformación, a los ácidos nucleicos de una célula en tanto de
es el género que se diversifica en especies muy distintas entre sÍ, pero que no ellos emerge un nuevo organismo. AI esquema de la emergencia positiva se
rebasan el género y que se reducen por tanto a é1. Gnoseológicamente tal es el acogen las concepciones «procesionistas» y «holistas» que atribuyen a semillas
caso de la genericidad zoológíca respecto de la especifidad antropológica, Re- procedentes de otras galaxias el origen de Ia vida en la Tierra á partir de los
ducir el lenguaje humano a comunicación animal (zoológica), el tabú del inces- aminoácidos (si bien, en este caso, Ia aplicación del esquema no está probada).
to a Ia evitación de ciertos contactos arrimal.es, la mano humana a la garra La anamórfosís es un concepto que cubre situaciones mucho rnás comple-
prensil de los primates, no signif\ca que reduzcamos la especie homo sapiens jas. Pues ahora, al no estar prefigurado el resultado (es la situación de la epi
sapiens al género (o familia, orden) de los primates, de los mamíferos. El len- génesís) la crítica de las partes no puede guiarse ya por un canon fijo y deter
guaje humano podrá ser específico, como el incesto, o la mano, pero a la mane- rninado (el resultado). La crítica de las partes ha de ir ahora más allá de lo que
ra como es específico el lenguaje de los gorilas respecto del de los lemures. ¡rueda ser una crítica a nuestros conceptos de esas partes (por ejenrplo. a los
Las diferencias específicas se mantienen dentro del género (si se habla de lragmentos del vaso etrusco en su apariencia de trozos independientes), pues
«emergencia del hombre», también habrá que hablar de «emergencia del le- son las partes rnismas aquellas que resultan modificadas por su propio con-
mur o del gorila»). Cuando hablamos de especificidad como irreducibilidad de iunto. Sin ernbargo, no sólo modificamos, sino que criticamos el proceso de la
una categoría respecto de otras, hablamos no de una transformación dentro r:onstrucción del todo desde esas partes que, en realidad, ya no podrán mante-
del mismo género, sino de una metábasis. nerse como tales, porque han desaparecido en cierto modo. Se habla a veces
Consideremos ahora principalmente las transformaciones equÍvocas. He- cn esta situaciones de «co-órdenes» o conjuntos «co-operativos» de partes;
mos dicho que Ia emergencia es pensada como transformación equívoca y que, I)ero estas comparaciones no son sino un modo de ocultar 1o que a veces es el
en el supuesto de que la emergencia fuese conservativa, no se comprendería rrrismo proceso dialéctico, a saber, la desaparición de esas partes como tales.
su posibilidad, salvo por nevolución creadora». I,il regressus crítico puede exigir, en efecto, incluso ir más allá de la propia ca-
Podernos, sin embargo, reconstruir un concepto de emergencia entera- It,goría en Ia que se dibujan las partes, puede suponer una resolutio usque ad
mente positivo introduciendo el plano delas apariencias, de 1os fenómenos, en Irrndamenta, una resolución que acaso no puede ser precisada en conceptos
el que se mueven las operaciones.Laemergencia será entonces unproceso fe- ¡rositivos y que nos lleva a lamaterialidad trascendental. Y todo esto, a Ia vez,
noménico, positivo, pues emerge aquello que estaba oculto, escondido tras el siendo posible que se mantengan otras estructuras o que refluyan otras. Por-
fenómeno, tras Ia apariencia superficial. Por ello, el.concepto confuso de (lue, a veces, la anamórfosis comporta la aparición, no ya de propiedades nue-
«emergencia» debe resolverse en otros conceptos que impliquen precisamen- r:rs, específicas, sino de propiedades genéricas, refluencias (como el calor de
te transformaciones críticas de las apariencias o fenómenos, en el sentido di- I os organismos vivientes, o su polarización eléctrica).
cho. Ahora bien, cabe pensar en dos modos de esta crítica, según que ella se La anamórfosis es un proceso dialéctico mediante el cual comenzamos po-
refiera a partes en tantos estas o su conjunto contienen prefigurado el todo o nir¡ndo unas partes sobre las cuales parece edificarse una totalidad, resultan-
I (, de esas partes de algún modo, pero tal que, conforme la totalidad cristaliza,
resultado, aunque éste permanezca oculto, o bien según que el conl'unto de es-
tas partes no contenga la configuración del todo. Hablamos de emergen cia po-
I
lr:ur de ser retiradas las partes originarias. como tales partes. Ni siquiera cabe
sifiva en el primer caso (positiva: porque ahora el resultado está prefigurado ,rr¡rrí decir que «el todo es más que las partes» -pues aquí el todo es el «disol-
en el conjunto de las partes, una vez criticadas éstas y de anamorfosis en el se- r.nte» de las partes. Cuando en Ia explicación (construcción) de ciertos com-
gundo caso (por analogía de 1o que se llama «anamórfosis» en Optica, una ¡rrrt'stos de elementos químicos, dados en la tabla periódica, se hace preciso
transformación en la que tiene lugar una distorsión o desviación astigmática r(,grcsar al nivel nuclear, «criticando» ia corteza atómica, estamos ya practi-
, ;rnrlo un esquema de anamórfosis; cuando en la explicación (o construcción)
de la figura proyectada en la pantalla). Podría decirse, en el límite de la ana-
mórfosis, que las partes de la figura, sus segmentos, se desvían en diversos ,ll r¡na forma cultural compleja, una Sonata de piano, recurrimos a la mano
158 grados, de su forma originaria y desaparecen. Sin embargo, aun cuando en una ,l.l músico, se hace preciso regresar más allá de la estructura zoológico- 159
anatómica de esta mano, puesto que lo que ella produce está condicionado, a tener algo similar a un plano, a un círculo, como contexto determinante, a un
su vez, por el propio instrumento, sin perjuicio de que a su vez, éste fuese pro- teorema?. La situación de la Química es todavía más ilustrativa. Se comienza
ducido por los hombres; de donde la sonata no será tanto el resultado de la ac- su historia con las primeras técnicas metalúrgicas y se consideran puestas ya
tividad manual de un primate (como pueda serlo mucho más el lecho de hojas en su «verdadero camino» la doctrina de los cuatro elementos de Empédocles.
que se prepara un gorila) cuanto de una mano ya intercalada en otras estruc- Pero, ¿cómo llamar Química a las especulaciones de Empédocles ni, menos
turas y que, además, puede ser eliminada ulteriormente en un piano mecáni- aún, al atomismo especulativo de Demócrito? ¿Es que ellos pudieron llevar a
co. Hay anamórfosis, y no emergencia, cuando de un conjunto de moléculas de cabo una sola construcción química? Más aún, ni siquiera alcanzaron el nivel
uranio, en el punto crítico, brotan propiedades adscritas a la fisión; hay ana- de un sólo término del campo de la Química: los cuatro elementos lo bloquea-
mórfosis cuando las moléculas del agua electrizada desaparecen y se transfor- ban en cierto modo, y sólo cuando estos elementos (haces de cualidades) se
man en gas, oxígeno o hidrógeno (aunque en este caso, estamos más cerca de rompieron -cuando Ia tieta se descompuso en mercurio, calcio, azufre y pota-
la emergencia positiva). sio, ya hacia 1705, cuando el fuego y el aire se resolvieron en oxígeno, en nitró-
En la anamórfosis, por tanto, puede darse el caso de que el desarrollo de geno, en hidrógeno, hacia 1765 y cuando el agua pudo construirse a partir de
una especie dada dentro de un género nos conduzca (por el regressus de las O y H (Cavendish, 1783) y descomponerse (tras la pila de Volta) hacia 1800
partes de este género) fuera de su horizonte, es decir, a una metábasis, a otra (Nicholson) podremos afirmar, de acuerdo con nuestros principios. que la
categoría (de la Química clásica a la Física nuclear, de la Etología a la Antro- Química clásica comenzó a existir como tal ciencia. Antes, existían sin duda
pología). Pues Ia Humanidad brota de los primates superiores por anamórfo- los materiales químicos en Ia naturaleza, pero no estaban dibujados a la esca-
sis, no por emergencia, (ni positiva ni metafísica); porque en la anamórfosis, el la conveniente. Este dibujo comienza a darse en el siglo XVIII y todas las cosas
resultado no está prefigurado holísticamente, como ocurre en la emergencia más cotidianas del mundo que rodeaban al hombre comenzaron a set: analiza-
positiva. Sin embargo, la anamórfosis dice apelación a componenetes abstrac- das desde la nueva escala peculiar. Una prehistoria de cientos de siglos había
tos implícitos en el conjunto de las partes o resultantes de las condiciones de transcurrido hasta que Ia Química constituyó sr campo propio. Simultánea-
su misma conjunción, tales que ya no cabe resolver en el plano de las partes, mente a Ia determinación de Ia escala de este campo, aparecieron los contex-
cuando estas se consideran como equivalentes, intercambiables, desordena- tos determinantes, retortas, calor, balanzas. Y, con ellos, los principios consti-
das, caóticas, etc. Sea un fluido homogéneo (aceite de silicona) que se calienta tutivos, principios que aunque fueron enunciados a veces como principios fi-
uniformemente: en la superficie de este tíquido aparecen «células» cuya foto- losóficos o incluso metafísicos, funcionan, sin embargo, claramente como
grafía nos las presenta similares a granos de r.rraíz (una preciosa fotografía de principios de cierre. Esto se aplica, ante todo, a |¿ «Isy de Lavoisier». FIa sido
M. García Velarde así nos lo sugiere -«Convection>>, et Scientific Amerícan, aducida inveteradamente por el materialismo tradicional (el de Büchner, pero
'l
Yo1.243, n.o , pag. 92, 1980). De 1o que era homogéneo «emerge» una estruc- también el de Engels) como su prueba científica y para ello se Ie ha formulado
tura reticul¿rr. En rigor no hay tal emergencia: anteriormente a esas «células» en términos metafísicos: «La ley de Lavoisier es la ley de la conservación de la
no había nada similar. Mejor sería hablar de anamórfosis, pues en el fluido ho- materia, Ia ley que prescribe que Ia materia no se crea ni se destruye, sino que
mogéneo, el calor hornogéneo no ha producido al azar ese reticulado, que re- sólo se transforma». Pero esta fórmula de la ley de conservación es desorbita-
sulta de las corrientes de convección que impulsan a ascender a las capas infe- da, pues cubre el campo del marco material íntegro, desborda el campo de la
riores, mientras descienden las superiores, más frías. Si ambas tendencias Química clásica. Como principio químico, la ley de Lavoisier dice: «En una
opuestas pueden dar lugar a movimientos regulares de partículas es porque el reacción química permanecen constantes los pesos o masas totales de las sus-
líquido «se cuartea» por diferentes puntos regulares. Pero, ¿por qué por ellos tancias del compuesto». Si combinamos dos gramos de hidrógeno y dieciséis
y no por otros? No porque estuviesen prefigurados los futuros recintos en el de oxÍgeno, la ley dice que se obtendrán dieciocho gramos de agua, y que des-
líquido. Lo que está determinando de algún modo son las paredes del recipien- componiendo estos dieciocho gramos de agua se reobtendrán los dos gramos
te. Lo reconocen M. G. Velarde y Normand en su estudio: «The pattern actua- de hidrógeno y los dieciséis de oxígeno. Si partimos de tres gramos de oxigeno
lly observed depends strongly on the geometry of the experimental apparatus. y dieciseis de hidrógeno, el gramo excedentario que no interviene en la reac-
The pattern cannot now be deduced from first principles, but there are well- ción estaría propiamente s egregado de la ley de Lavoisier, ese gramo podría di-
established empirical rules...» (artículo citado, pag. 101). siparse por irradiación, podría ser aniquilado al modo de Berkeley. La ley de
3. El proceso histórico de constitución de una ciencia, prácticamente ina- l,avoisier es pues un principio de cierre de los análisis y síntesis químicos,
bordable desde las otras teorías de la ciencia que hemos señalado, admite un l)ero es compatible con hipótesis del tipo de las de la «creación de la materia»,
planteamiento muy preciso en la teoría del cierre categorial. Pues desde ella l)uesto que aunque esta hipótesis sea admitida, eI químico tendrá que regular-
es evidente que no puede hablarse de una ciencia hasta que no está configura- se por Ia ley de Lavoisier o no podrá construir nada.
do, de algún modo, su campo, es decir, sus términos enclasados, aunque sea en El proceso histórico de las ciencias, tal como se ha presentado a la teoría
regiones muy limitadas del campo total, e insertados en ciertos contextos de- tlel cierre categorial, no es, desde luego, un proceso progresivo uniforme, Ii-
terminantes. Porque Ia constatación del campo es ya, a su vez' indicio de que rreal, continuo. Só1o en trechos muy cortos del tiempo histórico los cursos de
funciona algún contexto determinante, algún principio y algún teorema. Pero construcción se desarrollan de este modo. Lo nomral será, más bien, el desa-
si no es posible, en una época histórica determinada de una ciencia, citar uno lrollo del campo a partir de núcleos distintos de «cristaliza¿ifin» que en éI se
solo de sus teoremas, o uno de sus contextos determinantes, o ni siquiera algu Irayan producido y que luego pueden llegar a confluir, muchas veces de modo
na región del campo ya enclasada, entonces sólo podríamos hablar de «prehis- lrrrbulento. Más generalmente la historia de una ciencia consistirá en la reite-
toria» de esa ciencia, o de tecnología o incluso de filosofía. Y este criterio ajus- r':rción de alguna situación de equilibrio que, en todo caso, no tiene por qué
ta, por Io demás, muy bien, con Ia situación histórica efectiva, aunque haya l concebirse como algo meramente estático («escolástico», «ciencia normal»)
que enfrentarlo con la costumbre de tantos historiadores de la ciencia. Por l)uesto que este equilibrio está dandose frente al oleaje cotidiano de los he-
ejemplo, Se comienza la historia de la Geometría con los egipcios, con los cal- clros a los cuales cada ciencia ha de asimilar, aunque sea según sus patrones
I
160 deos, pero, ¿acaso no hay que esperar a los griegos, a Tales o a Pitágoras, para I orrlinarios. Queremos decir con esto que el desarrollo de una ciencia y su per- 16t
petuación a través de los siglos no tiene por qué confundirse con su obligada el procedimiento utilizado para exponer sus ideas, a saber, la teoría de los pa-
transformación, de la misma manera que la propagación de una especie vi- radigmas y Ia de los cambios de paradigma. Pues su teoría de los paradigmas,
viente tampoco consiste siempre en su metamorfosis. Y no vive «fuera del pre- dada la ambigüedad gnoseológica de1 concepto, no significa nada por sí misma,
sente)», como «pura perpetuación del pasado», un organismo que, aún reprodu- salvo lo que queramos que signifique en cada caso. Si paradigrna (en su prime-
ciendo las pautas de sus antecesores, tiene que enfrentarse con las realidades ra acepción global, que Kuhn mismo ha precisado como «matriz disciplinar»)
del presente, siempre nuevas en su existencia. La variaciones que obligada- significa: «todo los compromisos compartidos por un grupo (una cornunidad,
mente se producen en la ciencia no deberán ser pensadas sólo desde la óptica concepto también ideológico) de científicos», se cornprerde que un cambio
de Ia «persistencia del pasado», al que se le agregan sólo «nuevos decimales». histórico sea siempre utt cambio de paradigrna. de compromisos {y no etttra-
Los «nuevos decimales» significan que la ciencia íntegra está reproduciéndose mos en la discusión de esta definición puramente social -«comprornisosr- del
y asimilando nuevos hechos (y todos estos mecanismos esenciales quedan paradigma); pero si paradigma se toma en el sentido más estricto del tercer
eclipsados por la distinción kuhniana entre ciencia normaly revolución cientí- componente de esa «matriz disciplinar» (que contiene generalidades simbóli-
fica). Sin Ia persistencia de fondo del pasado, no cabría hablar de ciencia ya lo- cas, modelos y ejemplos) entonces tampoco nos dice gran cosa por sí misrno,
grada, porque la ciencia no puede concebirse en su historia como una suce- pues esos ejemplos nuevos (¿los problemas, frente a los teorernas?) sólo son
sión de creaciones que hagan dela ciencia permanente una ciencia falsa. La muestras de un cambio histórico que se ha incubado en otros lugares. Si la no-
«investigación», en suma, no tiene por objeto gnoseológico exclusivo el cons- ción de paradigma y de cambio de paradigma ha tenido alguna utilidad es por-
truir nuevas fórmulas insospechadas -es esta una meta puramente subjetiva y que ha introducido la perspectiva general de la evolución de las ciencias, fren-
pragmática- sino también reiterar las identidades ya establecidas entre los te a la ideología intemporalista de algunos científicos neopositivistas y porque
hechos actuales, «mantener en forma» sus verdades, más a Ia manera como las señala un criterio de cambio concreto, principalmente el cambio de los ejem-
metas de una orquesta sinfónica no se reducen tanto a estrenar constante- plos. Pero este cambio es el que debe a su vez ser analizado. Pues, en rigor, no
mente nuevas obras cuanto a interpretar obras consagradas. Queremos decir, se tiene derecho a decir que la ciencia cambia al cambiar de paradigmas (que
por tanto, que las transformaciones de las ciencias no sobrevendrán tanto por no están definidos gnoseológicamente: ¿so1t definiciones? ¿son contextos de-
la «voluntad innovadora de los investigadores» cuanto porque los hechos mis- terminantes? ¿son modelos?) porque es cuando se ha apreciado un cambio
mos obligarán a esta transformación. Los hechos mismos, es decir, el material histórico cuando puede decir Kuhn qué paradigma ha cambiado. Pero el con-
del campo científico surcado por cursos constructivos procedentes de centros fundir estos aspectos, al operar con esa idea tan confusa de paradigma qt:e
diversos de cristalización, que convergen generalmente de forma turbulenta. está cambiando sin saber qué órgano de Ia ciencia cambia, se está intentando
En cualquier caso, el esquema general que la teoría del cierre categorial hacer una historia confusa que sólo Ia erudición puede hacer eventualmente
propone para pensar el desarrollo histórico de una ciencia, no es el esquema interesante.
de las rupturas (el de las catástrofes), el esquema de las revoluciones científi- 4. Por últirno, la teoría de1 cierre categorial ofrece una visión de la ciencia
cas, como momentos brillantes en los que se alcanzan los logros fundamenta- que, por su objetivismo, pretende dar cuenta del significado que la ciencia
Ies, frente a los cuales las etapas no revolucionarias son sóIo ciencia normal y puede tener (porque no es necesario siempre que lo tenga) al confluir con el
deslucida. Ruptura y revolución son conceptos propagandísticos, tomados de desarrollo tecnológico. Elmaterialismo filosófico, cuando se utiliza como mar-
otros lugares de la historia de la cultura o ni siquiera eso, inventados ad hoc, co en cuyo ámbito se desarrolla la teoría del cierre categorial (que, a su vez, se
Hay cambios profundos, esto es evidente. Lo que queremos decir es que estos muestra como apoyo decisivo de este marco) nos preserva de cualquier tipo de
cambios sólo tienen sentido como re-orgarlización de las formaciones consoli- «cientificismo», de la tendencia a entender a las ciencias como la misma reor-
dadas y sólo en función de ellas son posibles. La «revolución no euclidiana» no ganización racional del universo y el único criterio de la racionalidad. Seme-
equivale a la creación de una Geometría nueva, pues, aparte de los preceden- jantes pensamientos, a la luz de la idea de materia ontológico general, no po-
tes, el cambio del quinto postulado tenía lugar sólo en el contexto de una per- drán menos que hacernos sonreír. Las categorías de las ciencias no recubren
manencia de los postulados restantes; la «revolución relativista» tampoco es Ia realidad, ni la agotan. Hay que abandonar este lenguaje metafísico que nos
pensable con independencia de la «infraestructura clásica» que permanece ín- dice que «la naturaleza está escrita en lenguaje matemático, como premisa de
tegra. todo racionalismo científico. La estructura matemática no corresponde a la
Se comprenderán, estos esquemas supuestos, nuestras reservas ante las «rnateria», sino a la materia intersectada con las operaciones humanas. Si pu-
difundidas fórmulas de Kuhn y discípulos para pensar la historia de las cien- rliéramos hablar espacialmente, diríamos que las categorías tan sólo reorgani-
cias y de las revoluciones científicas como la historia de los momentos creado- zan las franjas de Ia realidad que llegan a tocar al hornbre (el sistema solar, in-
res de la ciencia. Pues estos esquemas suelen ir envueltos en una concepción cluso las galaxias). Pero ttldo esto no es nada en comparación con lo que sigue
ideológica -inspirada acaso en el proceso de las dinastías de los grandes em- siendo la matería envolvente. Ahora bien, de aquí no es lícito extraer ninguna
presarios americanos- que contraponen los grandes momentos creadores a conclusión escéptica o agnéstica: laf ranja que conocemos científicamente, mí-
los momentos vulgares de Ia «ciencia normal». Con ello se distorsiona el senti- r r i ma por su extensión, tiene una estructura que no puede variar si a la vez no
do de Ia historia, pues queda sugerido que los momentos creadores son los se destruye el propio cuerpo humano. En este sentido, las categorías científi-
que introducen las formas que la ciencia normal se encargará meramente de , irs ofrecen las bases más seguras para la posibilidad misma de la vida del
administrar (a lo sumo, de desarrollar «en decimalss»). Pero, como hemos di- l rornbre en el mundo (siempre que esta vida se suponga ya dada). Etr todo caso,
cho, las llamadas «revoluciones científicas» son más bien procesos de reajus- lir más importante es precaverse de un «cientificismo progresista», puesto que
te, tras un terremoto, que momentos de «creación» (que siempre es ex níhílo; ¡
rlccisamente la confluencia con los irttereses de Ia tecnología (ligada, a su vez,
de otra suerte, no es creación). Y, por eIIo, la ciencia normal,la que se limita a :r otros intereses políticos y de clase) es 1o que hace que las direcciorles que la
«extraer decimales», no es Ia ciencia muerta, sino precisamente la ciencia viva , icncia toma no estén siempre marcadas de un modo autónorno, ni pueden es-
que prueba y cierra sus verdades, Ia que se alimenta y respira regularmente. t;rr'lo. Y, en este sentido, la misma historia de las ciencias nos las muestra
162 Lo peor de Kuhn, con todo, creemos que reside no ya en su ideología, sino en ,,r¡no envueltas en un proceso much.o más vasto y la crítica de la ciencia co- 163
mienza a se1' una tarea cada vez más importante,
orientada a disociar lo que
y.sus implicaciones
coLoQUIO DE LA COI\FEREI\CIA
;;;ffi";;;i i"t.Á;*í][; ,irt"*eti".i de cada
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ciencia
interior no podría DE GUSTAVO BI]EI\O
;;;;;ñJ;;i&i¿;;, .i" ü;';"d";,?" rormas' aquei
tódo caso, tendría el contenido que de hecho tiene'
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«EI cierre categorial aplicado a Ias
ciencias físico-químicas»
NOTA
(Notal.Paiginalll)"Cultivarlasocioloqíafisicalistanocstriursfcrirlaslcy'cstlclaFísicaaltlsscrcsri.
compiltcitin clc AYcr- /'r¡sl-
vos y a los grupos qu" f.r.n,,,,i.. ,, Ñ.,.:,r"in. .s," ¡,, logí« art Iisit ulisrtto. cn
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tivis-tno l(tgito, FCE. prg 366'
MARIOBT]NGE
I
I , lr:l giro de un astro con respecto a otro, de un electrón con respecto a otro, etc. 169
168
no creo que tenga ningún sentido al margen de un sistema de coordenadas, ciertos aspectos la ciencia en ciertas situaciones, está rnás atrasada que en
q.re a su rrez supone siémpre un centro de coordenadas (incluso los tensores otras en cuanto tal ciencia, por ejemplo, porque se ha mecanizado demasiado,
iomienzan presumiéndolas). Siempre tiene que haber una referencia a unas porque los propios científicos no entienden lo que hacen, porque son rutina-
operacionei, aunque luego se eliminen (en lugar de «proyectarse» como decía iios, porque creen estar h.aciendo otras cosas de lo que hacen, por Io que sea.
Piaget). Y esto nolmplica subjetivismo, porque la objetividad estaría salvada Habrá un crecimiento, diríamos mecánico, de investigaciones que en su con-
preóisamente apelando a las relaciones objetir,as que brotan e_ntre las cosas. junto acaso constituyen un regreso porque van al tuntún' porque no saben a
P"ro no qulere decir que ellas sean cosas e¡ si. para decirlo en términos áónde van, porque no está asegurado que sean armónicas, porque son un des-
"ro Serían cosas que están siempre e'n hrrrr:ión de los fenómenos; de
kantianos. pilfarro. Globalmente, sin duda, es mejor investigar que no investigar, y glo-
suerte que si desaparecen l.os fenómenos desapat'ece todo sentido y toda refe- talmente, aplicando las leyes de la selección natural, seguramente es mucho
rencia áe las ciencias. Las exposiciones de la teoría atómica según el orden mejor que haya muchas investigaciones, aunque sean insignificantes, a que no
axiomático, que tienen lugar por necesidad en un centro de enseñanza, donde haya ninguna; pero de ahí a pensar que toda investigación, todo pr:ograma de
no están dados los fenómenos ni pueden estarlos' convierte me parece, en investigación, cualquiera que sea, signifique progreso, hay un gran trecho.
principio, a la teoría atómica en una especie de teoría de los eones (Ia de Va-
ientÍn^o de carpócrates). sencillamente se introduce dogmáticamente de en- CARLOS MINGUEZ (Universidad de Valcncia)
trada un conjunto de términos esenciales (átomos, órbitas, niveles, pisos, etc.)
y si no están dados los fenómenos (Ias pruebas) de los que aquellos proceden Dos preguntas. La primera pregunta se formularía así: dentro de la teoría
(pruebas y fenómenos que se consideran a veces por razones-obvias ya muy del ncierie cátegorial» ¿cómo quedarían encuadradas, por ejemplo, dos cate-
anticuados), porque, ¿quién se acuerda de los espectroscopios de Balmer?, me gorías como el espacio y el tiempo que, dentro de unq concepción, muy gene-
parece que sé coñvierté inmediatamente la exposición en el relato de un mito, ial, quizá ingenua, tendríarr qu.e atravesar todos los vórtices, pllesto que esta
con su iconografía simbólica incluida. ba háblando de unos principios muy específicos en cada uno de ellos?
La segunda pregunta remita a la historia de Ia ciencia y parece ser que el
JOSE SALA (Investigador en Historia de la Biología, Madrid) ncierre caÍegoria1, puede tener gran utilidad para cerrar los límites de cada
una de las ciencias y se ha puesto el ejemplo de la Química con Lavoisier, que
Yo le preguntaría a Vd., profesor Bueno, cómo compaginaría dos afirma- coincide, por otra parte, con la concepción que tradicionalmente se tiene en la
ciones que ha hecho: por un lado parece valorar vd, en la historia de la ciencia historia d-e la ciencia:la química nace con Lavoisier y la utilización de Ia ba-
un crecimiento en el volumen general de operaciones conceptuales tendentes lanza. Mi pregunta es si en los estudios de historia de la ciencia que.elprofe-
a una progresiva captación o formación de disciplinas científicas. Ypor otro, sor Bueno y sü eq.ipo están realizando, se ha advertido alguna precisión que
ha hecho ia afirmación de que no hay un progreso en la ciencia' ¿Cómo com- no coincid.a con la historia más o menos centra.lizada y normalizada de la cien-
paginaría ésto? cia.
GUSTAVOBUENO GUSTAVOBUENO
A la primera pregunta, relativa al espacio y al tiempo. Sin duda, objetiva-
Quizá me he expresado yo mal, dentro de un contexto que es insuficiente.
Lo del progreso yo creo que es un concepto metafísico, si no se precisan mu- mente son ideas que atraviesan muchas categorías. l,a pregunta que hay que
chas cosas. «Progreso global»: sinceramente no encuentro sentido a Ia expre- hacer aquí es, me parece, si estas ideas, en el momento de atravesar las catego-
sión. Pero en fin, hay opiniones. Quiero decir que si el progreso se define en r'ías, siguen permitiendo un cierre categorial o no. Es decir, en una palabra, si
términos muy precisos, como pueda ser, por ejernplo, que determinado.apara- t,l tratámienlo del espacio y el tiempo, en términos absolutamente universa-
to sirve mejor-que otro para determinados rendimientos, entonces evidente- lcs, es objeto de las matemáticas o no (si es objeto de algo que no es ciencia,
mente hay ú, piog.eso. Pero cuando se usa Ia expresión en términos muy glo- sino que es filosofía). En el primer supuesto, claro,cabría decir que hay una
bales («progreso globalr) se pierden las referencias. Que hay progresos relati- r.ategorÍa de las categorías, y por tanto una especie de maúhesis universalis,
vos de unas-fases con respecto a otras, sí, eso parece evidente; pero concebir a siempre que esa categoría de las categorías, a su vez, fuese lo suficientemente
la ciencia como un progreso global (que parece que implica un punto de parti- , omprensiva como para no solamente extenderse a todas las categorías, sino
da y un puer:to de llegada hacia algo) compromete, me parece' a definiciones :rgotárlas. Es un poco la discusión que esta mañana se ha insinuado en Ia expo-
inviablei. Si yo he expresado mi opinión de que no había progreso en historia sir:ión del profesor García Velarde. Si las refluencias genéricas que aparecen
de la ciencia, habrá sido en este segundo sentido. Ahora, que haya un incre- ,,rr cada caiegoría nos remiten a una ciencia general, o bien si las especificacio-
mento, naturalmente d.e operaciones, de sofisticación, de artefactos, de artifi- rrcs de cada categoría son irreductibles a estas refluencias, en cuyo caso el
cios, un dominio de zonas de realidad más precisas, eso parece evidente. Lo :r¡relar a las categorías genéricas no es más que replantear la cuestión, no es
que no creo que tenga sentido es el progreso orientado hacia el conocimiento ,,i'[arar nada. A mi me parece que es mucho más fácil pensar que estas ideas
definitivo dela reatidad, ni, por tanto, el progreso indefinido. El progreso ni si- r¡rre trascienden diferentes categorías, aunque puedan cubrir prácticamente
qliera podría traducirse erel sentirlo general rle un progreso histórico, en el lotlas las categorías, no las agotan (y entonces prácticamente es tomo si no las
sentid.o de Ia ley de Comte (la ciencia orientada hacia los fines de la Humani- , u lrriesen), que pensar Io contrari.o. Es el problema de la ciencia unitaria, me
dad, etc.). En esta dirección iba, por eI terreno de la Filosofía de la Historia. ¡,,,,'óce a mi. Todo esto está relacionado con problemas lógicos y con proble-
En resumen: el progreso habría que definirlo en situaciones muy precisas y rrr:rs fácticos. Es decir ¿real.mente la ciencia es unitaria, o no? Se podía simpie-
muy definidas en su contexto, porque en cuanto se desdihujen las referencias, rrr t¡te partir de ahÍ. Cuando se habla de ciencia unitaria, de interdisciplinarie-
el cbncepto de progreso es puramente ideológico, y podría hablarse tamhién ,l;rrl, etc. ¿se está hablando de intenciones o de realidades? Si se me argumenta
¡rrr, en el futuro los intercambios entre las ciencias han de ser mucho mayores
171
170 de regreio. Podría incluso decirse, yo creo que con cierta seguridad, que en ,
y que en el siglo XXI todas las ciencias se reducirán a una sola, con diferentes te, se trata de una división enteramente superficial, clada Ia continuidad de
aplicaciones, entonces todos tendremos que esperar a que llegue el sigto XXI. métodos e incluso de estructuras.
En cuanto a la segunda cuestión, muy certera, diré que, por 1o que yo he
visto, las correcciones mayores (respecto de los esquemas históricos comu- GONZALOBARRENA
nes) se refieren, por ejemplo, a la Historia de la Biología, a la Historia de Ia Fí-
sica. l,a BiologÍa es mucho más cornpleja, precisamente por la amplitud del Pero es vigente en Ia Universidad actual.
nombre de «Biologíar. Por ejemplo, si por Biología se entiende, pongamos por
caso, no la «ciencia de la vida», sino una ciencia en cuyo campo han de figurar CARLOS PARIS
de algún modo las células, por ejemplo (los aminoácidos de Miller u Oparin
son Bioiogía en tanto «conducen» a la célula) para hablar de ciencia biológica Si, pero, ¿no podía tener un sentido pedagógico?
hará falta que esté formado el concepto de célula, porque si no el campo no
está formado rnínimamente. Habrá órganos, habrá tejidos, habrá humores, ha-
GUSTAVOBUENO
brá cabezas, sin haber concepto de células. La clase de las células quizá podría
tomarse como un. criterio necesario para poder formar el campo de la ciencia
biológica. Pero la clase de las células, hasta el siglo pasado (1838-1839) prácti, De acuerdo, si, tendría un sentido pedagógico, sin duda, pero esto no im-
plica un sentido gnoseológico profundo. En cambio la distinción tras el rompi
camente no se construye: La teoría celular botánica, de Matías Schleiden y la
zoológica de Teodor Sóhwann. Hasta el siglo pasadó, según esto, habría que miento del átomo, creo que puede ya ser profunda, porque ya los operadores
decir que no hay Biología, que todo Io que hay anteriormente no es biología, es son distintos. Si se consideran las corrientes eléctricas de un faradio corno
otra cosa distinta (es una taxonomía, una ciencia de jardineros, o de veterina- operadores (corrientes débiles) que utilizó la Quírnica clásica, cuando se tras-
rios, o de médicos o de Io que fuera), yo que sé como podía llamarse, a pesar de pasa ese límite, efectivamente se rompe el campo otra vez, pasamos a otro ni-
Aristóteles. Aquí la correción que impone la teoría del cierre categorial es vel distinto, más allá de la corona del átomo. Ahí si que me parece existir una
muy t'uerte, porque las Historias de la Biología consideran a Aristóteles, Teo- distincitin profunda, l)orque se t'eorqaniz¿ur incluso los plo¡rios axiumas dt, la
frasto, Linneo incluido, como episodios esenciales. Pero si suponemos que es trrlrl:r plri,idicit.
imposible decir una palabra científica sobre un organismo sin introducir la
teoría celular, entonces todo lo que antecede a la teoría habría que descartar- CARLOS PARIS
lo de Ia historia de la biología, habrÍa que ponerlo en su prehistoria, igual que
a Empédocles en Ia prehistoria de la Química. Hablar de organismos antes de Por supuesto no conozco suficientemente bien la teorÍa de mi amigo el
conocidas las células es como hablar de compuestos químicos de fuego, agua, Profesor Gustavo Bueno sobre el cierre categorial, pero en todo caso creo que
tierra y aire. No sería Quírnica., sería otra cosa distinta, aunque tratase la mis- si Ie puedo hacer una observación global. Me parece que él aplica esta teoría
ma materia. Esto recortaría notablemente lo que llamamos historia de mu- tomando en cuenta un modelo del pensamiento científico estructurado según
chas ciencias, y obligaría a replantear de otro modo las fases «prehistóricas». ciencias, que es como el modelo tradicional que ha dominado el pensamiento
La única ciencia que quedaría en pie, al menos el único embrión de ciencia científico, que tiene sus imágenes -el árbol de la ciencia, por ejemplo, en nues-
que quedaría en pie, entre los griegos, serían las matemáticas, me parece, la tro Consejo de Investigaciones Científicas- etc. Pero yo no sé si este modelo
geometría. La demas «disciplinas» no serían ciencias, sino cosas parecidas. Y de división del pensamiento científico en ciencias es un modelo que está un
además, por imitación de la geometría, como sabemos, generalmente. Y enton- tanto en crisis. Por ejemplo el tema de la interdisciplinariedad a que é1 ha alu-
ces Ia Historia de Ia ciencia tendría que sufrir una reorganización total, pero dido, tema sobre el que he publicado alsrnos trabajos, me parece que es bas-
con criterios que yo creo serían bastante finnes, bastante precisos. La prehis- tante fundamental y tendríamos que pensar más bien en eI pensamiento cien-
toria de la ciencia tendría un significado histórico importantísimo. Habría que tífico organizado en torno a núcleos que serían las teorías, por ejemplo, la teo-
explicar por qué fue tan tardía la aparición de una determinada ciencia, expli- ría de la evolución, la teoría cuántica aplicada a diferentes dorninios, Ia ecolo-
cación que no podría cargarse a acontecimientos externos, o a la inteligencia gía. Según esto quizá habría que reestructurar un poco esta concepción del
de los que estaban propiciándola o a otras circunstancias, sino que habría que cierre categorial si pensamos que en este otro modelo o en esta otra reestruc-
buscarla precisamente en el propio desarrollo de las tecnologías y en las pro- turación del pensamiento científico se produce entonces una tectónica distin-
pias interinfluencias de unas ciencias en otras, más que en influencias filosó- ta dentro del pensamiento científico, En relación con esto, yo preguntaría en
ficas. qué medida la teorÍa del cierre categorial -que me parece que está en conside-
rable medida inspirada por la teoría de los grupos* es compatible con el si-
GONZALO BARRENA (Pravia, Asturias) guiente hecho que ocurre constantemente en el pensamiento científico y es
que el desarrolló de una óiencia lleva a trascender dicha ciencia en determina-
A la luz del cierre categorial, la división clásica entre Química Orgánica y dos momentos, ya para replantear problemas filosóficos (como ha ocurrido,
Química Inorgánica, ¿sería prehistórica, sería histórica, o sería meramente por ejemplo, con la crisis de la física a principios de nuestro siglo) ya para en-
f olklórico-did áctic a? contrarse con otras ciencias distintas. Por ejemplo el desarrollo en teoría de
las macromoléculas nos lleva a la aparición de Ia biología molecular. En este
caso tenemos una ciencia fronteriza entre Ia biología en el sentido tradicional
G TSTAVO BUENO y las ciencias fisicoquímicas. Tampoco veo muy claro en el cierre categorial el
proceso de idealización que hay en Ia ciencia; el principio de inercia, por
Pues no se, es una pregunta que no podría responderla asÍ, directamente, ejemplo, que no se verifica,.. Yo estoy pensando ahora en lo que él decía sobre
172 sería frívolo por mi parte responder a una pregunta de este tipo. Posiblemen- los modelos. En qué medida la concepción que él tiene del concepto rle modelo 173
o de ciertas abstraciones científicas es muy realista y en qué medida salva esta
haber más clases ya de números, salvo que se hable de cosas de otro orden,
quiero decir, cuaterniones y cosas por el estilo, que no rompen Ia estructura
idealización que es característica del pensamiento científico, pues hablamos
general.
siempre de unos cuerpos químicos que no existen de hecho en la naturaleza,
Y por último, respecto al problema de la idealización, o de la teoría de los
de gases id.eales, habúmoJ de modelos económicos de mercado, que no es el
meicado real y rnanejamos unos principios en termodinámica o en mecánica modelos: son cuestiones tan amplias que casi yo prefiero renunciar a abordar-
Ias. Urricamente sugerir que, efectivamente, la idea de idealización está por lo
que son también unas abstracciones no reales.
rnenos considerada muy ampliamente en Ia teoría del cierre categorial como
componente de todo lo que en la teoría se llama esencias, recoE¡iendo delibera-
GIISTAVOBUENO
damente el concepto husserliano de esencia. A mí me parece que la idealiza-
ción no podría definirse rnás que en términos realmente de algún modo fisica-
Voy a ser muy rápido, porque las observaciones de Carlos Paris son muy
listas. Entonces que la idealización estaría no ya en la presentación de los que
certerai todas elás. Ante tódo,Carlos Paris encuentra difícil adaptar o conci- no fuesen reales, porque sería imposible, sino en las relaciones entre modelos
Iiar Ia teoría del cierre, que en principio se presenta como reconociendo }a reales.
pluralidad irreductible de cienciás, de categorías, con ciertas tendencias., dice,
áe las ciencias actuales donde estas esferas clásicas han ido desapareciendo,
transformándose en pfoyectos interdisciplinares en torno a núcleos o progra-
mas de investigación, etó. n¿i respuesta es la siguiente: que la teoría del cierre
categorial preóisamente cree estar preparada para dar cuenta de esta situa-
ciónles deóir, cuando se dé; cuando precisamente unos círculos sean engloba-
dos, asumidos por otros o interferidos o englobados por terceros, entonces ha-
brá una cienciá común; cuando esto no ocurra, no se dará. Esa es la respuesta
de tipo global. si, por ejemplo, la teoría cuántica va cada vez incorporando
*ás camlpos, va d.evorando, por así decir, la biología molecular, etc' etc', hasta
el punto de dar cuenta de prácticamente la totalidad de las leyes celulares,
puls entonces, la teoría del iierre, en virtud de sus principios, diría que efecti-
vamente había desaparecido la distinción entre esas ciencias. La teoría del
cierre no lo niega, simplemente dice que hasta que no se de no hay ciencia co-
mún; y ademas áportainstrumentos conceptuales par_a analizar el proceso. Lo
que sóstiene es p.,es que hoy por hoy el estado actual, sobre todo de las cien-
cias naturales, impide hablar de esa ciencia unitaria, porque la interdiscipli-
nariedad precisamente presupone la diferencia. Lo que se discule, en una pa-
labra, colestos argomeñtos, no es la idea del cierre categorial, sino el número
de caiegorías y las relaciones efectivas en cada caso, cuestión que es totalmen-
te distinta.
Segund.a cuestión, que es muy importante. Si, efectivamente, la teoría del
cierre t"iene mucho que ,rer con el concepto de grupo, pero más que con el gru-
po tiene que ver coLel concepto de cuerpo,y esto por un motiv_o decisivo: por-
que el cu^erpo supone varios grupos combinados; un grupo sólo incluye una
óperación y su irversa y no daría lugar a una ciencia, al no ser posible 1a neu-
tialización'operatoria. Naturalmente, Ia propia teoría de los cuerpos queda re-
ducida u ,, .uro particular de la teoría del cierre, porque hay otras muchas
formas de construir cerradamente que no conducen a grupos ni a cuerpos. Es
d.ecir, Ios grupos, o los cuerpos o los anillos serían formas eminentemente ar-
tificiales y"expresarían el ciérre en un terreno que por sus características for-
males, expreiarían el cierre de un modo mucho más riguroso y-mucho más
terminante, hasta el punto de poderse establecer el «teorema úItimo» de la
Aritmética y cosas poi el estilo.En cambio, eI hecho de que las construcciones
con términos natuiales -vamos a decirlo así- sean siempre abstractas y par-
ciales, explicaría perfectamente que esos cierres sean siempre abstractos y
puedan dár lugar (aquí pongo yo piecisamente uno de los lugares de inserción
áe la dialécti.á¡ ut rór"pi*lento áel campo mismo que han ido construyendo.
El caso de Ia Química pódía ser un ejemplo. Ese desarrollo interno de los pro-
pios cierres púede desbordar 1a propia ciencia. Esto es prácticamente inexpli-
cable en el terreno de las cienciás formales, porque de hecho la rotura de los
cierres se ha prod.ucido parcialmen.te, en las ampliaciones del campo de los
nirmeros; eI cámpo de loJnúmeros se ha ido ampliando y se han ido rompien-
175
174 do los cierres próvios, hasta que se ha llegado a un momento donde no puede