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RECURSIVIDAD EN ACCIÓN.
Organiza todos los recursos que tienes a tu alcance y ponlos en juego para resolver problemas,
abrir posibilidades, producir oportunidades y crear valor. Etiqueta los elementos y haz
combinaciones, a partir de ahí traza una hoja de ruta.
El bloqueo mental se puede manifestar de diferentes maneras, pero lo más usual es la sensación
de no poder pensar con claridad. En esos momentos nuestra capacidad para organizar los
pensamientos merma considerablemente y no logramos solucionar problemas que en otras
circunstancias habrían sido pan comido. A menudo también se experimenta una sensación muy
incómoda de inmovilismo, ya que por mucho que nos esforcemos, sentimos que no logramos
avanzar.
Esta sensación puede ser puntual y aparecer en periodos de gran estrés o cuando estamos muy
cansados, pero también puede perdurar a lo largo del tiempo, como cuando hemos sufrido un
trauma. En estos casos, el bloqueo mental suele venir acompañado con un bloqueo emocional y
se convierte en un obstáculo que nos impide avanzar, generando emociones negativas como el
miedo, la tristeza, el enfado o incluso la culpa.
El problema es que cuanto más bloqueados estamos, menor será nuestra capacidad para sentir
y pensar con libertad, por lo que si no salimos rápido de esta situación, corremos el riesgo de
caer en un círculo vicioso muy dañino.
Sin embargo, hay que señalar que el bloqueo mental no es ni bueno ni malo. Piensa que estos
bloqueos mentales son un mecanismo de defensa para protegernos frente a situaciones que nos
superan. Por lo tanto, no se le puede considerar malo. Pero, por otro lado, también es verdad
que estos bloqueos mentales nos impiden actuar, cuando, en determinadas situaciones, sería
una necesidad. Y, por lo tanto, no se le puede considerar bueno, tampoco.
El bloqueo mental tiene un origen multicausal. Es decir, no se da únicamente por una razón, sino
que influyen varios factores.