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(Seminario El camino).
I. PRINCIPIOS BIBLICOS FUNDAMENTALES
Dios es el creador del ser humano y, por lo tanto, es quien creó en nosotros la
capacidad para pensar, razonar, investigar, sacar conclusiones y perennizarlas por
escrito en nuestro propio lenguaje. Dios conoce nuestras capacidades y limitaciones,
por lo tanto, si realmente tuvo el deseo de darse a conocer, tuvo que comunicar Su
verdad de modo que sea posible ser comprendida. Sin embargo, la forma en que
transmitió Su verdad requiere esfuerzo, dedicación, requiere pensamiento y
consideración profunda. En Juan 5:39 Jesús dijo a los líderes religiosos de su época:
“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida
eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.” Escudriñar significa “investigar,
buscar diligentemente, examinar con atención.” Para poder comprender el mensaje
que Dios transmitió en Su Palabra escrita es necesario leer, pensar, y usar la lógica y el
razonamiento.
Muchos líderes consideran que la palabra de Dios es “locura” y que sólo se entiende
“por fe,” y que la razón no tiene parte en la comprensión de realidades espirituales
transmitidas por medio de la escritura en nuestro propio lenguaje. Pero “fe” significa
confianza, convicción y acción basada en determinada información. Pero si no
comprendemos la información recibida ¿cómo podremos confiar, desarrollar
convicción y actuar en base a ésta? Si yo digo a alguien: “por favor alcánzame la Biblia
que está sobre la mesa” y esa persona no sabe qué es una Biblia y qué es una mesa, y
no comprende el significado del verbo “alcanzar” ¿cómo actuará conforme a esa
información? Del mismo modo, para poder desarrollar confianza y convicción en la
Palabra de Dios para actuar conforme a Su voluntad, debemos comprender el sentido
de Sus palabras, y para ello debemos utilizar el razonamiento y analizar cómo utilizó
Dios determinadas palabras a través de toda Su Escritura.
Pasajes como 1 Cor. 1:18 dice que la Palabra de Dios es “locura” para los que se
pierden pero “poder de Dios” para los que “se salvan.” Esto significa que, para aquellos
que no desean acercarse a Dios, la Palabra y la predicación con respecto a la salvación
traída por medio de Cristo es totalmente irracional, pero para quienes han creído que
Jesús es Señor y fue resucitado, logrando la redención del hombre, las Escrituras son
totalmente lógicas y encajan perfectamente. Entonces, si creemos que la salvación es
real y la Biblia es cierta, entonces debemos usar nuestros razonamientos para
investigar su sentido.
Deuteronomio 5:16
Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean
prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.
Lucas 14:26
1 Juan 4:20-21
Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su
hermano.
¿Cómo haré para tener “fe” en estos pasajes sin utilizar mi razonamiento para
comprender lo que están transmitiendo? ¿Cómo haré para honrar a mi padre y
aborrecerlo al mismo tiempo? ¿Cómo haré para aborrecer a mi hermano (como dice
Lucas) y no aborrecerlo (como dice 1 Juan) al mismo tiempo? Sin el razonamiento y la
investigación jamás podré obedecer “toda” Escritura. Es así como los cristianos
terminan por elegir entre dos pasajes aparentemente contradictorios el que más le
conviene, para dejar de lado el resto. Pero esta no es una forma correcta de tratar la
Palabra de Verdad. Como sabemos estos pasajes se razonan a la luz de entender
expresiones y figuras idiomáticas propios del lenguaje humano como son: el griego y el
hebreo de la cultura oriental de los tiempos bíblicos.
¿Sumerios? Corroborados.
¿Asirios? Corroborados.
¿Cananitas? Corroborados.
¿Hititas? Corroborados.
La Biblia menciona la existencia del templo de David y una muy cercana mención fuera
de la Biblia de ese templo está en la piedra de Tel Dan — no está 100% corroborada.
La biblia es un registro histórico que nos permite retornar a hechos que a través del
símbolo, nos permiten comprender épocas a las cuales ya no podemos acceder (por
cuestiones temporalidad) y de las cuales hay signos que perduran en la actualidad.
El mundo natural en el que vivimos podemos palparlo con nuestros sentidos físicos y
no así al mundo invisible, aun así estos dos mundos no están separados, sino
absolutamente entrelazados.
Hay mundos invisibles que están en el plano de lo físico, aunque nuestro cuerpo no
puede tener contacto con ellos de forma directa, como las ondas de radio y televisión,
las transmisiones inalámbricas o satelitales, los microbios y bacterias microscópicas,
son totalmente invisibles e impalpables a nuestros sentidos físicos, aunque se puede
acceder a ellos de forma indirecta con instrumentos diseñados para tal propósito. No
obstante el reino de Dios también está “ausente” e invisible a nuestros sentidos físicos
como los otros mundos invisibles, pero con la diferencia de que no se puede acceder a
lo sobrenatural con ningún instrumento creado por el hombre. Solo nuestro espíritu
tiene la esencia capaz de tocar el mundo sobrenatural del cual nos dan testimonio las
Sagradas Escrituras.
El Job inocente que sufre y se pregunta por qué, el Qohelet que señala el carácter
absurdo de la condición humana, el frescor del amor de dos enamorados en el Cantar
de los Cantares, los gritos de sufrimiento o de admiración de muchos salmos, todo eso
es en parte nuestra vida que se nos ofrece como en un espejo para que podamos
reflexionar en ella... A través de la proeza del éxodo se indica nuestra sed de
liberación; los gritos de los profetas que reclaman la justicia y el respeto a los pobres
coinciden con nuestras reivindicaciones sociales; las reacciones violentas o no
violentas frente a la persecución de Antíoco traducen nuestras actuales opciones y su
ambigüedad...
Esto que es válido para cualquier hombre lo es de manera particular para el creyente.
San Pablo, refiriéndose al AT dirá: "Todo esto les acontecía en figura, y fue escrito para
aviso de los que hemos llegado a la plenitud de los tiempos" (1 Co 10, 11). La Biblia,
pues, no sólo tuvo algo que decir a los hombres de su tiempo, también tiene algo que
decir a los hombres de todos los tiempos. De hecho, así fue comprendido en la Iglesia
desde el principio; a partir de los santos Padres la Biblia ha dado pie a la predicación
homilética, a los escritos de pastoral y espiritualidad, sugiriendo aplicaciones para la
vida de los creyentes de todos los tiempos.