You are on page 1of 8

Población: grupo de individuos que vivan en un área determinada durante un mismo periodo, pertenecientes a

la misma especie y capaces de reproducirse entre sí generando descendencia fértil.

Propiedades de una población

Tamaño: cantidad de individuos existentes por unidad de área.

Densidad: relación existente entre la superficie de un lugar y el número de individuos de la misma especie que
lo habitan; se expresa como habitante/km2, individuo/ha o muestra/cuadrante.

Distribución: patrón de espaciamiento de los individuos en la población; es decir, la forma en que se distribuyen
físicamente en el área. Existen tres tipos de distribución:

Al azar. Cuando la ubicación de los individuos no responde a ningún arreglo espacial preconcebido o forzado
por las condiciones del medio.

Uniforme u homogénea. Cuando la ubicación de los individuos sigue una pauta geométrica equidistante,
regular y predecible.

Aglomerada. Refleja condiciones topográficas, edafológicas o sociales que obliga a organismos similares a
juntarse en grupos, sobre el área dada.

Tasa de natalidad
Es la relación entre el número de individuos que nacen en la población, en relación con la población existente,
durante un periodo, y se expresa en porcentaje.

Tasa de mortalidad
Es la relación entre el número de individuos que mueren, en relación con la población total, por unidad de tiempo
(generalmente un año) y se expresa como porcentaje.

Migración
Es el desplazamiento colectivo de animales de una especie, provocado por la combinación de un estímulo
externo con uno interno, que determina el movimiento hacia otros lugares con ciertos parámetros: más luz,
menos calor, más alimento. Existen varios tipos de migración:

Temporales. Estacionales, diarias, bianuales, etc.


Medios de migración. Aire, agua, tierra, etc.
Origen y destino. Emigración e inmigración.

Crecimiento poblacional: El crecimiento de las poblaciones está determinado por diversos factores químicos,
físicos e incluso genéticos. Tipos de crecimiento:

Crecimiento lineal o aritmético. Se basa en una progresión matemática donde a una cantidad original se le
va sumando un valor constante.

Crecimiento exponencial o logarítmico. El aumento de la población según una progresión exponencial, quiere
decir que una cantidad se multiplica a cada paso por un valor constante.

Crecimiento logístico o sigmoide. Patrón de crecimiento que plantea que toda población tiene un tamaño
poblacional máximo que no puede superarse.

Regulación poblacional
El tamaño de toda población se ve afectado por distintos factores, intrínsecos y extrínsecos, a los que se les
llama factores de regulación poblacional. Entre los factores intrínsecos, pertenecen las características de la
población misma: sexo, edad, fisiología, comportamiento y genética. Factores extrínsecos, que no son parte de
la población en sí misma, pero que la afectan directamente, tenemos: depredadores, disponibilidad de alimento,
enfermedades, parásitos, clima, refugio, etc.
Construye cadenas y redes alimenticias (flujo de energía)
Todas las moléculas orgánicas que forman los tejidos de los organismos vivos contienen energía potencial
elevada. La producción de materia orgánica a partir de la inorgánica comprende una ganancia de energía
potencial, en tanto que su descomposición incluye una liberación de energía. Así, en una comunidad, tenemos
básicamente dos tipos de organismos: productores y consumidores. Los productores (plantas verdes, algas y
bacterias fotosintéticas) cumplen la función de formar moléculas orgánicas de energía potencial elevada para
su organismo, a partir de la materia inerte de baja energía del medio: dióxido de carbono, agua y unos cuantos
compuestos disueltos de nitrógeno, fosforo y otros elementos. Esta conversión es posible por la energía
luminosa que absorbe la clorofila. Por su parte, todos los consumidores, saprofitos y desintegradores de detritos
(materia muerta) toman de los productores la energía que necesitan para moverse y para otras funciones
corporales, como comer y descomponer materia orgánica.

Productores
Son plantas verdes que aprovechan la energía de la luz para elaborar azúcar (glucosa, energía química
almacenada) a partir de dióxido de carbono y agua. Esto lo realizan a través de la fotosíntesis, proceso en el
que se libera oxigeno como subproducto. (investigar las reacciones que ocurren en la fotosíntesis).

La clorofila que contienen las células de las plantas absorbe la energía del Sol para extraer átomos de hidrogeno
de las moléculas de agua (H2O), que se unen a átomos de carbono tomados del dióxido de carbono y se enlazan
en una cadena para empezar a formar moléculas de glucosa.

Como puedes ver, además de la glucosa, la fotosíntesis produce moléculas de oxígeno, que se liberan al aire y
que los organismos aeróbicos podrán utilizar para la respiración. La glucosa les permite a las plantas
elaborar biomoléculas como proteínas o polisacáridos, que a su vez son los componentes de tallos, hojas,
raíces, flores y frutos. Además, la glucosa también proporciona energía a la planta, ya sea que la utilice de
inmediato o que la almacene en reservas de almidón.

Consumidores y otros heterótrofos


A diferencia de las plantas y las algas, que son los principales organismos autótrofos del planeta, el resto de los
organismos son incapaces de producir su propio alimento, así que prácticamente todos dependen de la
fotosíntesis que realizan las plantas.

Los consumidores obtienen la energía que necesitan al alimentarse de plantas o de otros animales. Esta energía
les permite moverse y realizar diferentes funciones metabólicas: bombeo de sangre, crecimiento,
mantenimiento, restauración del cuerpo, etc.

Los alimentos que llegan a nuestro estomago e intestino (almidones, grasas, proteínas) se convierten en
moléculas más simples que llegan a todas las células a través de la sangre. La energía se libera en las células
a través de la respiración celular, (investigar el proceso inverso a la fotosíntesis).

La respiración celular produce dióxido de carbono y agua, que son los elementos que las plantas transforman
en la fotosíntesis gracias a la luz del Sol.

Las estomas son orificios diminutos que están localizados en la superficie de las hojas y permiten la entrada de
dióxido de carbono y la salida del oxígeno en la planta. Además, la mayor parte de la transpiración se hace por
las estomas, siendo estos un mecanismo de regulación o adaptación.

En la mayoría de las plantas, las estomas están ubicados principalmente en la epidermis inferior o envés de la
hoja, esto con el fin de reducir la perdida de agua por evaporación e impedir ser obstruidos por el polvo o los
insectos.

Saprofitos y desintegradores
Los desintegradores se alimentan de detritos (por lo que también se les llama detritívoros), que consisten
principalmente en hojas secas, la parte leñosa de las plantas y los desechos fecales de los animales. La celulosa
no la pueden aprovechar la mayoría de los consumidores, pero los desintegradores son los organismos que la
asimilan. Las termitas y otros saprofitos digieren el material leñoso gracias a que tienen microorganismos
desintegradores en su sistema digestivo.

Casi todos los desintegradores realizan la respiración celular. Así, los detritos se descomponen en dióxido de
carbono, agua y nutrientes minerales. Del mismo modo, se libera calor; por eso pareciera que las pilas de abono
o estiércol desprenden “vapor” en los días fríos.
Algunos desintegradores, como ciertas bacterias y levaduras, llevan a cabo una forma de respiración celular
que se llama fermentación, la cual consiste en una oxidación parcial de la glucosa, en ausencia de oxígeno.
La fermentación genera alcohol etílico, gas metano y ácido acético.

Transformación y conservación de la energía


La ley de la conservación de la energía o primera ley de la termodinámica establece que la energía de un
sistema no se crea ni se destruye, sino que solo se transforma. La prueba de que los seres vivos transforman
la energía se aprecia en la capacidad para generar calor y la capacidad de movimiento, actividades que son
posibles debido a la transformación de la energía química –contenida en las moléculas de los alimentos– en
energía mecánica.

Sin embargo, aunque no haya movimiento o generación de calor, en nuestro organismo se realizan varias
funciones que necesitan de esta transformación de energía; probablemente las más complicadas sean las que
realiza el sistema nervioso porque es el encargado de los procesos mentales.

La transformación de energía se manifiesta también en la renovación de las moléculas que nos constituyen.
Estos cambios difícilmente los notamos –en nosotros o en el resto de los seres vivos–, pero están ahí presentes,
incluso en las neuronas, de las cuales antes se consideraba que se mantenían intactas toda la vida.

Fuentes de energía
La gran fuente de energía de la que dependemos todos los seres vivos es el Sol; las plantas toman una pequeña
parte de la energía luminosa que llega del Sol a la Tierra y la transforman en la energía química de diferentes
sustancias. Esta situación convierte entonces a los vegetales en los organismos más importantes e
imprescindibles en el camino de la utilización de la energía solar, como transformadores de la energía luminosa
en energía de enlaces químicos, fundamentalmente de la glucosa. Además, las plantas también pueden
elaborar a partir de la glucosa otros azucares, así como grasas y proteínas, o al menos los componentes de
estas: los aminoácidos. Por otra parte, al mismo tiempo que las plantas nos ofrecen la energía del Sol ya
transformada en energía que podemos aprovechar, la de los enlaces de la glucosa y otras sustancias nos
proporciona simultáneamente materiales que también nos sirven para esa constante renovación de las
moléculas. Las plantas, asimismo, producen constantemente el oxígeno indispensable para la vida.

Una vez transformada la energía solar en la de los enlaces de los azucares y otras sustancias, son los animales
los que la aprovechan. En ellos, el proceso es un tanto, al contrario; ahora se trata de convertir esa energía de
los enlaces de las moléculas, proveniente de la luz del Sol, en otra que puedan aprovechar sus células y tejidos
a fin de funcionar. Lo que hacen los animales es transformar de nuevo la energía de los enlaces químicos de
los azucares y otras sustancias, en una forma de energía directamente aprovechable por distintos sistemas.

Para ello realizan, vista de manera general, la reacción inversa a la que realizaron las plantas: la respiración
celular. En dicho proceso, las células deben convertir esa energía en otra forma directamente aprovechable por
la fibra muscular, y para eso se utiliza una sustancia llamada ADP (adenosín difosfato), que en su estructura
contiene dos fosfatos. Esta molécula se puede convertir en ATP (adenosín trifosfato), que tiene tres fosfatos,
como resultado de la respiración celular. Si ahora agregamos ATP a una fibra muscular, esta se contrae, pero
al mismo tiempo rompe el enlace que se había formado y queda nuevamente el ADP y un fosfato libre. Cuando
el fosfato se libera del ATP, se genera la energía necesaria para muchas de las reacciones del metabolismo.
Esta reacción que tiene lugar durante la contracción de las fibras musculares ocurre en muchos otros procesos
que requieren energía. El combustible “universal” de las transformaciones de energía en los seres vivos es el
ATP, y se puede utilizar para muchísimos procesos.

You might also like