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“ial orginal LA PRECESSIONS DES SIMULACRES LIEFFET [BEAUBOURG A L'OMBRE DES MAJORITES SILENCIEUSES ‘iaducléa: Antoni Viens y Pedo Rov (© 1998 by Jean bana (© 1078 by Eaions Gece (© 1978 by Editions Upc © de ln icin en catellane 17R by Bt Kars, S.A, Primera edicidn: Septembve 1978 sim oiia: Febrero 2012 ISBN-10:84.7248.298.0 ISBN-13, 97884-7215.298-5 Dep. Lega 8-6.1082012 Impresin yencuadeseis: Indic, SI, li, 8187. 08019 Bacon {pm cea nine be oe “ee ein en Cs gratis baci oma ety cs stn eet oe stron spn ops |. LA PRECESION DE LOS SIMULACROS ‘Si he podido parecernos la més bella alego- via de la simulacién aquella fabula de Borges en que los certégrafos del Imperio trazan un mapa ‘tan detallado que llega @ recubrir con toda exac- titud el territorio (aunque el ocaso del Imperio ccontempla el paulatino desgarro de este mapa {que acabe convertido en una ruina despedazada cuyos girones se esparcen por los desiertos —belleza metafisica la de esta abstraccion arrul- nada, donde fe del orgullo caracteristico del Imperio y a Is vez pudriéndose como una carrofa, regresando al polvo de la tierra, pues no es raro que las imitaciones lleguen con el tiempo ‘2 confundirse con el original) pero ésta es una {abula caduca para nosotros y no guarda més que el encanto discreto de los simulacros de segun- do orden, Hoy en dia, la abstracci6n ya no os Ia del mapa, la del doble, 1a del espojo o la del con- cepte, La simulacién no corresponde a un tert. torlo, a una referencia, @ una sustancla, sino que es la generacién por los modelos de. alga real ain origen ni realidad: lo hiperreal.El terri. torio ya no precede el mapa ni le sobrevive, En adelante seré el mapa el que preceda al terri- 9 La precesién de los simulacros torlo —PRECESION DE LOS SIMULACROS~ y el que lo engendre, y si fuera preciso retomar Ja fabula, hoy serian los girones del territorio los que se pudririan lentamente sobre la super- ficie del mapa. Son los vestigios de lo real, no os del mape, los que todavia subsisten. espar- ccldos por unos desiertos que ya no son los del Imperio, sino nuestro desierto, El propio desier- to de lo real. De hecho, incluso invertida, la metafora es Inutilizable. Lo tnico que quizé subsiste es el cconcepto de Imperio, pues os actuales simula. cr08, con el mismo imperialismo de aquellos car- tégrafos, intentan hacer colncidir fo real, todo Jo real, con sus modelos de simulacién. Pero no ‘se trata ya ni de mapa ni de territorio. Ha cam- biado algo mas: se esfumé la diferencia sobera- ‘na entre uno y otro que producia el encanto de la abstracclén, Es la diferencia la que produce imulténeamente 2 poesia del mapa y el em- |[brujo del territorio, 1a magia del concepto y el hechizo de lo real. El aspecto imaginario de la ropresentaciin —que culmina y a la vez se hun- de en el proyecto descabellado de los cartégra- fos— de un mapa y un territorio idealmente su- perpuestos, es barrido por la simulacién —cuya operacién es nuclear y genética, en modo algu no especular y disoursiva, La metafisica entera desaparece. No més espelo del ser y de las apa- tlencias, de lo real y de su concepto. No més coincidencia Imaginaria: la verdadera dimensi6n 10 La precesién de los simulacros de la simulacién es la minlaturizacién genética, Lo real es producido @ partir de células minia- turlzadas, de matrices y de memorlas, de mode- los de encargo— y @ partir de ahf puede ser re- producido un numero indefinido de veces. No po: ‘see entidad racional al no ponerse a prueba en proceso alguno, ideal o negativo, Ya no es mas ue algo operativo que ni siquiera es real puesto que nada imaginario lo envuelve, Ee urthiperreal, el producto de una sintesis irradiante de mode- los combinatorios en un hiperespecio sin atmés- fera En este paso a un espacio cuya curvatura ya no es la de lo real, ni Ia de Ia verdad, la era de {a simulacién se. abre, pues, con la liquidacién de todos Ios referentes —peor an: con su re- surrecci6n artificial en los sistemas de signos, materiel mas ddctil que el sentido, en tanto que 0 ofrece @ todos los sistemas de equivalencias, 4 todas las oposiciones binarias, a toda el slge- bra combinatoria. No se trata ya de imitacion nde. reiteracién,. incluso ni-da_ parodia, sino dde_una suplantacién de lo real por los signos de lo real, es decir, de una operacién de disuasién de todo proceso real por su doble operativo, ma quina. de fndole reproductiva, programatica, im- pecable, que ofrece todos los signos de lo resl y, fon cortocircuito, todas sus peripecias. Lo real ‘0 tendré nunca més ocasién de producirse —tal es la funcién vital det modelo en un sistema de ‘muerte, 0, mejor, de resurreccién anticipada que " La precesi6n de los simulacros no concede posibilided alguna ni al fenémeno ‘mismo de la muerte. Hiperreal en adelante al abrigo de lo imaginario, y de toda distincién en- tre lo real y lo imaginario, no dando lugar més ‘que a la recurrencia orbital de modelos y a la generacién simulada de diferencias. Disimular es fingir no toner lo que se tiene. ‘Simular es finglr tener lo que no se tiene, Lo uno remite a una presencia, lo otro a una ausencia, Pero la cuestién es més complicada, puesto que simular no es fingir: «Aquel que finge una enfer- medad puede sencillamente meterse en cama y hacer creer que esté enfermo. Aquel que simula tuna enfermedad aperenta tener algunos sinto- mas de ella» (Littré). Asi, pues, fingir, 0 disimu- lar, dejan Intacto el principio de realidad: hay tuna diferencia clara, slo que enmascarada, Por su parte la simulacién vuelve a cuestionar la diferencia de lo «verdadero y de lo «falso», de lo «reals y de lo simaginarios. EI que simula, {zesté © no esté enfermo contando con que os tenta «verdaderos» sintomas? Objetivamente, no se le puede tratar ni como enfermo ni como rno-enfermo. La psicologia y la medicina se de- tienen abi, frente @ una verdad de la enfermedad inencontrable en lo sucesivo. 12 La precesin de los simulacros Pues si cuslquler sintoma puede ser «produ- ccido y no se recibe ya como un hecho natural, toda enfermedad puede considerarse simulable y simulada y la medicina pierde entonces su sen- tido al no saber tratar més que las enfermedades svetdaderes> segin sus causes objetivas. La slcosomética evoluciona de manera turbia en Jos confines del principio de enfermedad. En cuanto al psicoandlisis, remite el sintoma desde ‘el orden orgénico al orden inconsciente: una vez més éste es considerado més «verdadero» que fl otto, Pero, por qué habria de detenerse el ssimulacro en las puertas del Inconsciente? Por {qué el «trabajo» del inconsclente no podria ser sproducido» de la misma manera que no impor- {ta qué sintoma de la medicina clésica? Asi lo son ya las suefios. Claro est, el médico allenista pretende que existe para cada forma de alienacién mental un orden partloular en la sucesién de sintomas que cl simulador ignora y cuya ausencia no puede ‘engafier al médico alienist». Lo anterior (que data de 1865), para salvar a toda costa un prin cipio de verdad y escapar asi a.la problemética que la simulacién plantes —a saber: que la ver- 13 La precesin de los simulacros dad, la referencia, 1a causa objetiva, han dejado e existir definitivamente. 2Qué puede hacer la ‘medicina con lo que fluctda en los limites de la enfermeded 0 de la salud, con la reproduccién de la enfermedad en el seno de un discurso que ya no es verdadero ni fale? zQué puede hacer ‘1 psicoanlisis con la repetiolsn del discurso del inconsciente dentro de un discurso de simule. cin que jamés podré ser desenmascarado al ha. ber dejado de ser falso? 20U6 puede hacer el ejércite con los simu dores? Tradicionalmente, los desenmascara los castiga en base 2 patrones fijas, y preclaros, de deteccién. Hoy por hoy, puede reformar al ‘mejor de los simuladores como si de un homo: sexual, un cardiaco o un loco «verdaderos~ se ‘ratara, Incluso la psicologia militar retrocede ante las claridades cartesianas y se resiste a lle- vvar a cabo la distincién entre lo verdadero y lo falso, entre el sintoma «producido» y el sintama ‘auténtico: «Si interpreta tan bien el papel de loco es que lo esté.» Y no se equivoca: en este ‘sentido, todos fos locos simulan, y esta indistin- clén constituye la peor de las subversiones, Pre- cisamente contra lla se ha armado la razén clésica con todas sus categorias, pero las ha des- bordado y ol principio de verdad ha quedado de ‘nuevo cubierto por las aguas, Mas allé de la medicina y del ejército, cam pos predilectos de la simulacién, el asunto remi- te a la religién y al simulacro de Ia divinidad: “4 Le precesién de los simulacros der qulere escenificar su propia muerte para re- ccuperar algin brillo de existencia.y legitimided. Por ejemplo, el caso de los presidentes nortes- mericanos: los Kennedy morfan porque tenien ‘in cierta dimensi6n politica; los demas, John- ‘son, Nixon, Ford, debian contentarse con atenta- dos de pacotilla a base de asesinato simulado. ‘Sin embargo, precisaban el aura de una amenaza artificial para ocultar que no eran més que ma- rionetas del poder. Antafo, el rey debia morir (también el dios) y en ello residia su fuerza. En la actualidad, el lider se afana miserablemente fen la comedia de su muerte a fin de preservar la gracia del poder. Sin embargo, esta gracia se ha perdido ya, Buscar sangre fresca en fa propia muerte, re- 45 La precesién de los simulacros lanzer el ciclo a través del espelo de la crisis, do la negatividad y dal antipoder, es la tnica so- lucién-coartada de todo poder, de toda instity- cl6n que intente romper el circulo vieioso de su ltresponsebilidad y de su inexistencia funde- mental de su estar de vuelta y do au estar yo 46 Le precesién de los simulacros La impostbilided de escenificar la tlusién, es del mismo tipo que ta imposibitidad de rescatar tun nivel absoluto de realidad, La ilusién ya no es posible porque la realidad tampoco lo es. Este fs of planteamionto del problema politico de la parodia, de la hipersimulacién 0 simulacién ofen- siva, Toda negatividad politica directa, toda es: trategla de relacién de fuerzas y de oposicién, no 8 més que simulacién defensive y regresiva. Por ejemplo, seria interesante comprobar cuén- do el aparato represivo reacciona més violenta- mente, si ante un holdup simulado o ante un hold-up real. Pues el segundo no hace mas que cambiar el orden de las cosas, el derecho a la propiedad, mientras que el primero atenta contra ‘el mismo principio de realidad. La transgresién, Ja violencia, son menos graves, pues no cuestio- nan més que el reparto de lo real, La simulacién fs Infinitamente més poderosa ya que permite siempre suponer, més allé de su objeto, que el ‘orden y Ia ley mismos podrian muy bien no ser ‘otra cosa que simulactén (recordar el engafio de Urbino) Pero Ia dificultad el peligro: je6mo fi t6 cortada a la medida ir un delito y probar que a7

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