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LA DIALÉCTICA
Vohdendo a la dialéctica: para que aparezca con completa transparencia,
para que no sea un hecho de la naturaleza o una ley empírica e inintel^-
ble, como la ley de los cuerpos que caen, tiene que ser en sí inteligible.
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ALCANCE Y PROPÓSITOS
La reconstrucción intentada por Sartre no podía, de hecho, pesar sobre
la Historia en cuanto tal. Su propósito era establecer por anticipado la
inteligibilidad dialéctica de las estructuras elementales y formales de las
cuales la Historia es la «totalización sin totalizador». Estaba interesado en
forjar de la experiencia regresiva los instrumentos para la comprensión
dialéctica de la Historia, en «descubrir la inteligibilidad de las estructuras
prácticas y las relaciones dialécticas que unen a las diferentes formas de
la multiplicidad activa».*'
Tengo que demostrar ahora, poY medio de algunas citas bastante largas,
cómo la circularidad de ciertos argumentos sartreanos constituye el objetivo
de ima advertencia expresa del propio Sartre. Sartre delimita de manera
muy precisa el alcance y propósitos de su trabajo: «La experiencia de la
dialéctica es en sí dialéctica: esto quiere decir que procede y se organiza
a sí misma a todos los niveles. Es al mismo tiempo la experiencia de vivir,
por cuanto vivir es actuar y sufrir, y la racionalidad de la praxis. Sin
embargo, debo advertir que el experimento intentado aquí, aunque de por
sí histórico, al igual que cualquier otro proyecto, no pretende ser im estudio
del movimiento de la historia, de la evolución del trabajo, de las relaciones
de producción, de la lucha de clases. Su meta es simplemente descubrir
y establecer la racionalidad dialéctica; esto es, la compleja función de la
praxis y la totalización.
««Cuando hayamos alcanzado las condiciones más generales de éstas; esto
es, la materialidad, será tiempo de reconstruir, desde el punto de partida
DESARROLLO DE SARTRE
Antes de continuar y plantear la cuestión de la adecuación de la Critica
a la investigación marxista, me gustaría sugerir ciertas reflexiones sobre
la relación de la Critica con El Ser y la Nada, las vicisitudes del cogito
sartreano y el problema de la alienación.
Uno de los propósitos de El Ser y la Nada fue facilitar una base para la
sicología y, más especialmente, para el sicoanálisis, librándolos de las expli-
caciones mecánicas y aportando una base teórica para un método que, en
la práctica, implicaba para el individuo la posibilidad de rehacerse a sí
mismo y de hacerse dueño de su elección exístencial, Sartre comienza
expulsando de la conciencia los objetos que los psicólogos han situado
allí, en su intento por «explicar la vida física»; imágenes, sensaciones, senti-
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20 Ibídém^.pp. 358-77.
»» mdtm. p. 373.
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LA INTELIGIBILIDAD DE LA ALIENACIÓN
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ESCASEZ
Me limitaré ahora a dos observaciones. Una se refiere a la significación
atribuida por Sartre a la escasez; la otra se refiere a las transformaciones
reversibles de la serie al grupo. Sartre destaca que «la escasez es el motor
pasivo de la historia», la precondición material de la historicidad, el funda-
mento de toda posibilidad de la historia. Es la sintesis negativa de la plura-
lidad humana, una negación impuesta al hombre desde afuera por la
naturaleza, que se repite como negación del hombre por el hombre. En
otras palabras, la escasez, es el fundamento definitivo de la historia como
lucha de clases. Como tal, la historia no puede ser historia natural, sino
que es más bien una anti-fisis: esto es, la n^ación en la práctica de una
negación original de facto. Esto no se aplica solamente a los países subde-
sarrollados. Tanto la teoría como la realidad de la impenetrabilidad relativa
en las sociedades capitalistas solamente pueden comprenderse si se tiene
en cuenta el hecho de la escasez. Un manásta, partiendo del análisis de
la Critica, podría demostrar que el desarrollo industrial reproduce la escasez
a otros niveles —escasez de tiempo, de hombres, de recursos primarios, de
energía, etc.— y que toda nueva escasez, incluyendo las que se han mani-
festado en los países socialistas, emanan precisamente de esa escasez básica.
Porque el marxista de hoy debe negarse a aislar a los países desarrollados
de los otros; debe, por el contrario, situarlos en un contexto global, en el
cual cada victoria local y parcial sobre la escasez trae consigo un desplaza-
miento de la escasez hacia otras zonas. Sólo esto nos permite comprender
la agudización de las guerras imperialistas, de las luchas interimperialistas
y hasta de las pugnas recientes dentro del campo socialista. Esto, induda-
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2S
Véaie N. Poulantzas, obra citada.
>• Critique, pp. 428 y tiguientes.
'' Ibtdtm, p. 429.
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EL ESTADO REVOLUCIONARIO
Las descripciones que hace Sartre de la metamorfosis del grupo tienen, sin
embargo, un interés contemporáneo muy particular, porque esquematizan
la moderna experiencia histórica de la formación de los Estados y burocra-
cias después del ímpetu revolucionario. Sartre se refiere miphcitamente (y
a veces explícitamente) a las revoluciones francesa, rusa, cubana y argeUna.
Es bien sabido que para Sartre, las «leyes formales de la dialéctica» condu-
cen inevitablemente al grupo fusionado - u n a comunidad activa y soberao
a cabaUdad- hasta el punto en que es disipado, echpsado y señalizado. El
movimiento mandsta no ha eliminado aún su herenm stahmsta; ello no
, ^ ,. . „„„« „Tia desviación mas o menos accidental,
autoriza a ver al staUmsmo como una aesvi<ujuu ,
ni a negarse a tratar de comprender el proceso en virtud del cual todas las
revoluciones pasadas han terminado asumiendo formas burocráticas más
o menos petrificadas, aun cuando - ^ m o en Yugosla>aa- se hayan
hecho e s f u ^ por combatir esto. Tampoco debernos r^udiar como stah-
11 ^ * _ j - ^«Tnnrender las leyes dialécticas de esta
nistas a aquellos que tratan de comprenocí i<» j
clase de proceso. .
Es cierto que, para Sartre, el grupo fusionado represento la ejnunaaón
de la alienación serial, pero no puede ser una ehminación perdurable « i
un mundo de escasez y de lucha. El grupo fusionado existe como e instante
del apocaUpsis revolucionario, de la Ubertad plena, cuando la totalización
se prSuce en dondequiera y en todos, bajo la soberanía de todos cuando
1 1- . •• '». MÍ r.mrinnes Cada consigna y cada inicia-
no hay dirigentes, m jerarquías, ni lunciones. oAua a, j
tiva es reconocida . ; de
1 •inmediato
j'_*» por
r»^.- raHa
caoa individuo
inuiviu«« como una consigaa
a
y una iniciativa comunes, al servicio de una meta común.
El grupo fusionado, en el cual todos los hombres son hermanos, se produce
corno una unidad en maicha por una multipUcidad de smtesis mdividuales,
todas las cuales comparten una meta común, y al hacerlo, demandan y « « -
tentan esta unidad. «La unidad de grupo es inmanente a la multiphcidad
de sus síntesis», esta unidad «nunca es la de mía totahdad consmnada, smo
la de una totaüzación en formación». «La intehgibilidad del grupo como
praxis se basa en la mteUgibiüdad de la praxis del mdividuo».
'* IbU»m. p. 432.
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=>» Sartre comidera que la dictadura del proletariado —como ejercicio real del
poder por la totalidad de la dase obrera— no ha existido nunca y que «la imposi-
bilidad del proletariado para ejercer la dictadura se demuestra fonnalmente por la
imposibilidad de que el MMpo, en no importa cuál forma, se constituya en hiperor-
ganismo», Op. cit., pp. 630. (N. de R.)
3» Critique, p. 630.
«» lUdtm. p. 609.
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