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Brig. Gral.

JUAN MANUEL DE ROSAS


(ASPECTOS POCO CONOCIDOS DE SU VIDA Y SU FAMILIA)
(Gonzalo V. Montoro Gil. - Mayo 2018)

ESCUDO DE ARMAS DE LOS ORTIZ DE ROZAS


Sumario: Palabras Preliminares del Prof.Antonio Caponnetto-I-Introducción- II.-
Rosas y Personajes vistos desde la historia- III.- La batalla de Caseros IV.-
Consecuencias de la derrota en Caseros- „antirrosismo‟ de algunos familiares
supérstites y antiguos federales V.- Vida De Rosas en el exilio- VI- El Caserón de
Palermo de San Benito- VII- „Arrepentimientos‟ tardíos de sus enemigos- VIII.- El
trato recibido por Juan Manuel de Rosas en Inglaterra – IX.-La importancia de las
mujeres en la vida de Rosas- X.- Repatriación de sus restos y reivindicación
histórica- XI.-Inauguración del monumento en su Palermo- XII-Documentación
encontrada en la actualidad- lugar donde se encuentra XIII- Poesía: “Y la historia
juzgó” (G.V.M.G.) 1977- XIV- Árbol genealógico materno del autor- XV.- Apéndice
Fotográfico -XVI.-Índice Bibliográfico-.-

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PALABRAS PRELIMINARES

El autor de este libro tan peculiar, cuenta con varias ventajas para haberlo escrito.
En rigor, son dones o atributos más que prerrogativas. Pero dones a los que ha
sabido dar buen cauce, fructuoso desarrollo y mejor fruto.
El primero de ellos es la fiel familiaridad con Don Juan Manuel de Rosas. No se
trata solamente de una legítima cuestión genealógica y de una probada
descendencia directa del Restaurador. Su parentesco es más fuerte que el que le
señala su linaje, sencillamente porque ha descifrado la genuina valía política del
héroe y le mantiene admirativa lealtad.
Rosas está en la sangre de Gonzalo V.Montoro Gil; pero además está en su
espíritu. Porque aprendió a descubrir, a rescatar y a asumir como herencia lo
mejor del personaje y de su obra. Y no son muchos los que están en condiciones
de entender que lo mejor aquí mencionado es, precisamente, lo que lo aleja y
distingue al prócer de toda comparación indebida con personajes posteriores de
nuestro desdichado devenir institucional.
Este desciframiento de la identidad verdadera del hombre investigado, se nos
hace hoy de una singular importancia, en medio de tantísimas falsificaciones
perpetradas a diestra y a siniestra. Rescatar al arquetipo de la masa es misión de
señores. Limpiarlo de las afrentas, ya en forma de tales o de presuntos
encomios,es además, misión de testigos.
El segundo don,consecuencia en parte del precedente, es que su condición de hijo
de chozno de Don Juan Manuel, le ha permitido moverse con soltura en un
universo casi siempre vedado al común de los historiadores: ciertos documentos
de primerísima mano y un frondoso cuanto sugestivo anecdotario doméstico.
Diríamos que el libro se hace fuerte en estos dos acotados ámbitos. Pues por lo
demás, el mismo autor declara y constata que ha tomado sus informaciones o sus
criterios de la conocida bibliografía a la que remite.
No tiene la obra en tal sentido pretensiones de originalidad libresca, y el grueso de
las noticias aportadas son sabidas por los especialistas. Pero tienen sí, ese sabor
único de los papeles caseros presentados en público, y hasta de las charlas de
sobremesa propias de un hogar con lejanas raíces en la patria vieja. El grueso
apéndice de ilustraciones variadas comprobará esta amable característica que le
adjudicamos.
El tercer don es casi una paradoja. El autor no pertenece –para su gloria- a los
autoproclamados profesionales de la historiografía, ni tampoco a esa camada
deshonrosa de neo-revisionistas, que tomaron por asalto el rosismo para ponerlo
al servicio de las peores causas partidocráticas e ideológicas. Se mueve sin
“oficio”, pero con la intuición de un narrador y la lógica de un hombre engalanado
por el sentido común. Ojalá los infatuados profesionales que medran de los
cargos académicos oficiales y oficiosos, tuvieran o recuperaran este decantado
olfato hacia el pretérito que esplende aquí con absoluta naturalidad.

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La soltura de su relato es la propia de un cronista, de un recopilador, de un
antologista y aún la de un viajero del pasado. Cuenta lo que ha leído y le parece
oportuno compartir. Lo que ha escuchado en su ambiente familiar y juzga
pertinente comunicarnos; y sobre todo, lo que ha podido discernir y evaluar con
criterio propio, tras años de dedicación al tema.
El resultado de esta conjunción de dones es una obra que cumple con las
expectativas de su título: Rosas: aspectos poco conocidos de su vida y de su
familia.
Y en verdad es así. Porque aunque el grado de “pocos conocidos” de estos
aspectos puede variar según la consagración del lector a la labor investigativa
sobre el hombre y su tiempo abordados en estas páginas, no dudamos en afirmar
que, en su conjunto, lo que aquí se ha seleccionado para presentar al público en
general, es un repertorio de detalles, minucias, asociaciones, inferencias y
confidencias que nos dejan gratamente asombrados.
No creo, con sinceridad, que aún a los mejores estudiosos de Rosas, les pueda
resultar enteramente conocidos estos aspectos poco conocidos. Como no creo
que, tras dicho conocimiento, pueda resultarles indiferente lo revelado en orden a
mejorar la calidad o el detallismo de próximas o eventuales obras.
Hay otro par de dones del autor, y no quisiéramos callarlos, porque la omisión de
lo necesario suele ser pecaminosa.
Tienen sus juicios una rara equidad. Si hay que señalar aspectos amargos o
pequeñeces morales, se señalan. Así los blancos u objetos de tales objeciones y
reproches sean antepasados directos o personajes de mundano brillo.
Paralelamente, si hay que destacar y subrayar gestos en los que irradian la virtud
y el decoro, se asume la conducta apologética sin desmesuras. Si no fuera un
lugar común –o un tópico trillado y peligroso- diríamos que el Rosas que se deja
entrever tras este ejercicio de la equidad es un Rosas humano.
No en lo que el anunciado tópico implica de abajamiento del Singular o de
homologación con los sujetos vulgares y corrientes. No; nada de eso. El Rosas
humano que brota de la equidad de nuestro autor, lo es por el concurso que se
deja ver en él de los dolores sabiamente ofrecidos, de las renuncias resignadas,
de las tristezas recurrentes, de los júbilos inclaudicables, de los rencores
indisimulados, de las predilecciones teñidas de argentina pasión, de los amores
preñados de penas y de las penas iluminadas de amor.
El Rosas humano, no es –como dicen los sofistas- el que ha sido despojado del
bronce. Es el que mereció y merece la estatua, el mármol, el lienzo o el broncíneo
túmulo, justamente porque su humanidad es sinónimo de excelencia. Aristocracia
es la palabra: no busquemos otra.
Junto a la equidad, Gonzalo V. Montoro Gil, nos regala el recuerdo de una frase
de Chesterton, que retrata su propia conducta ante el pasado y también ante el
presente o el porvenir que Dios nos depare. Dice el inmenso inglés: “El verdadero
soldado no lucha porque odie lo que hay frente a él sino por amor a lo que tiene
detrás”. Si algo se necesitaba para inteligir en plenitud nuestro nacionalismo, he
aquí la cifra.

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Siguen escarbando con malicia unos, o con taimada retórica otros, sobre las
razones por las cuales Don Juan Manuel fue a dar con sus huesos a Inglaterra,
tras el drama de Caseros. Como queriendo decirse con la sentencia, que es lo
mismo que Mikael se fuera de viaje de placer por el Averno. La Gran Bretaña en la
que el héroe halló refugio, respeto, reposo y pobreza postrera, no era una nación
con la cual debía él conservar o alimentar un litigio que ya ha había librado
victoriosamente. Más bien fue esa victoria en desigual reyerta lo que le garantizó
su días de ostracismo. A la otra, a la Albión belicosa y siniestra, ya le había
mostrado sus puños y sus cadenas. Ningún examen de patriotismo tenía que
aprobar.
Por eso es tan oportuna la frase de Chesterton. Porque, por un lado, completa la
descripción veraz de Rosas, que se ha venido enhebrando. Mas por otro lado,
enseña el modo más cristiano de ser un patriota: no odiando el patriotismo del
prójimo, mientras sea virtuoso y aunque esté frente al mío. Sino amando, como el
soldado del aforismo, “lo que tiene detrás”. Y aquí también –como en el caso de la
aristocracia- hay una sola palabra adecuada: Tradición.
Le agradecemos a Gonzalo V.Montoro Gil este libro ágil, vivaz, oportuno,
didáctico. Lo instamos a que siga recogiendo aspectos desconocidos de nuestra
historia. Porque curiosamente será el mejor modo de conocerla. Y conociéndola
mejor, mejor podremos por ende servir a La Argentina, que es un deber
irrenunciable y es, además, un mandato.

Antonio Caponnetto
Ciudad de la Santísima Trinidad, 2018, en Mayo.

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I.-INTRODUCCIÓN

A modo de presentación quisiera manifestar que para realizar este trabajo he


consultado diversas fuentes documentales, formales e informales, a fin de conocer
y compartir aspectos poco tratados o inexplorados de la vida diaria de Don Juan
Manuel de Rosas, sus familiares, sus amigos y enemigos a partir de la batalla de
Caseros, así como también las actitudes que tuvieron para con él sus
compatriotas coetáneos. Me he basado en distintos libros y materiales de autores
diversos y, como descendiente directo, apelé a otros elementos extraídos de la
tradición oral: aquellos relatos transmitidos de generación en generación dentro de
nuestro grupo familiar. He complementado la investigación con fotos, algunas
pertenecientes a la familia, propias o cedidas con generoso desinterés, inéditas y
por lo tanto desconocidas para el público en general.
A lo largo del presente ensayo se verán documentos escritos por los
protagonistas, pero si bien no deben dejar de tenerse presentes sus palabras y
declaraciones, las hemos considerado valiosas si los hechos suscriben lo
manifestado.
Esto es así pues es común que las personas afirmen una cosa, pero luego no
actúen u obren en consecuencia. Lo que realmente importa son los hechos. Las
acciones son las que en definitiva nos dirán si lo dicho o declarado es
efectivamente de esa manera. En otros términos, si determinadas declaraciones –
públicas o privadas- no son refrendadas por los hechos, deberemos quedarnos
con éstos, ya que son los que finalmente nos dirán la verdad acerca del tema en
cuestión. Los hechos públicos y privados de las personas nos darán un hilo
conductor acerca de su vida y nos permitirán conocer su verdadero modo de
pensar, más allá de lo que pudieran haber expresado en cualquier carta o
declamación y más allá de lo que se haya dicho sobre ellos.
Si lo declarado por los protagonistas en sus memorias o cartas coinciden con sus
hechos, tanto mejor, pues demostrará una coherencia entre ambos aspectos.
Por una cuestión de orden, se acompaña al final un APENDICE FOTOGRÁFICO
(con referencia numérica y las citas de las fuentes, cuando éstas son conocidas),
compuesto por las fotos a las cuales remite el texto en varias oportunidades y un
ÍNDICE BIBLIOGRÁFICO
Este trabajo, además de citas bibliográficas y elementos escritos u orales traídos
al tiempo actual por la familia, es el resultado de la lectura de ciertas y precisas
obras. Entre ellas, la de la escritora Reyna Carranza “Una Sombra en el Jardín de
Rosas”, en la que podemos encontrar aspectos psicológicos de ciertos personajes
y la vida de J. Bautista Ortiz de Rozas en Brasil. Se destaca también a la
enjundiosa obra de Roberto D. Müller “Noticias de Burgess Farm”, que bucea en la
vida de J.M. en el exilio y sus relaciones personales con parientes y políticos del
momento.
Todo este material cierra un cuadro bastante coincidente en cuanto a la figura de
J.M. en el exilio, más allá de algunos detalles que puedan diferir. Esto se explica
teniendo en cuenta que la interpretación de alguno de los hechos relatados puede
ser distinta según la visión de cada uno, o bien debido a las humanas

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contradicciones de los propios actores, quienes, con el paso del tiempo, a veces
cambian ciertas concepciones o enfoques de hechos pasados...
Quiero agradecer la inestimable y desinteresada colaboración tanto en los aportes
de datos y documentación familiar e histórica (fotos, manuscritos, transmisión en
forma oral de hechos o situaciones por conocimiento directo de las personas
involucradas, etc.), como así para la corrección de este trabajo, de:
Dr.José María Soaje Pinto
Dr.Andrés Rivas Molina
Heraldista y Genealogista Esther Rodríguez Ortiz de Rozas de Soaje Pinto
Prof.Susana Martínez Mendiberry
Dr.Miguel Espeche Gil
Lic.María Cristina Perez Cid (correctora del trabajo cuyo profundo conocimiento
de la gramática castellana ha sido de ayuda invalorable)

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II.-ROSAS Y PERSONAJES VISTOS DESDE LA HISTORIA

En una apretada síntesis intentaremos, por un lado, revelar algunos de los


aspectos menos conocidos de la biografía de Rosas, como los detalles domésticos
o la relación con su familia y con antiguos federales, y, por otro lado, entender el
“antirrosismo” de algunos de sus descendientes.
La idea es encarar este estudio partiendo de los tiempos previos a la batalla de
Caseros para luego analizar las consecuencias históricas y familiares que ésta
tuvo en la vida del Restaurador de las Leyes, en algunos descendientes y figuras
políticas de la época, pero interpretando los hechos y las personas desde la
historia; esto es, conceptualizándose la idea del mundo y de la sociedad que se
tenía en aquellos tiempos y desde allí entender los comportamientos humanos de
ese entonces, sus aciertos, sus intenciones, la valoración ética de sus conductas.
Si solo estudiáramos o juzgásemos a las personas desde el siglo XXI, difícil sería
entender por qué sucedieron –o no – ciertos hechos, sus causas, sus
motivaciones.
*
Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rozas y López de Osornio nació el 30 de
marzo de 1793 en Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata. Su casa
estaba situada en la calle que en ese entonces se denominaba Santa Lucía (hoy –
y no en forma casual- llamada Sarmiento Nro.645, entre San Martín y Florida,)
(Ver Foto 1)
Fue luego su domicilio la casa materna de los Ezcurra que se encontraba en la
esquina sudoeste de Bolívar y Moreno (Ver Foto 2). En ese solar actualmente
está el llamado Palacio Raggio. (Ver Foto 3). En 1838, luego del fallecimiento de
Encarnación Ezcurra a los 34 años, a causa de un paro cardiorrespiratorio (se
cree que sufría de alta presión), se mudó al Caserón de Palermo. La residencia
era una mezcla de estilo hispánico y criollo, a la vez. (Ver Foto 4)
El tipo de alimentación a la que acostumbraba J.M. era frugal: le gustaba el asado,
el puchero, el locro. Comía mucho dulce (de zapallo o de batata) y tomaba un
poco de vino diluido en agua. No almorzaba regularmente; cuando estaba en el
campo, comería algo mientras hacía las tareas rurales junto a la peonada con la
que se sentía a gusto y a la que entendía su idiosincrasia por estar tanto tiempo
en su compañía.
J.M. nunca quiso posar para una foto que por aquellos tiempos era una novedad
(el daguerrotipo), ni siquiera cuando vivía en Inglaterra pues lo consideraba
despectivamente como „una cosa de gringos‟.
El 16 de marzo de 1813, se casó con Encarnación Ezcurra con quien tuvo tres
hijos biológicos: Juan Bautista Pedro, María y Manuela, y uno adoptado: Pedro
Pablo Rosas y Belgrano, producto de la relación entre Manuel Belgrano y María
Josefa Ezcurra, hermana de Encarnación, esposa de J.M
Juan Bautista Pedro nació el 29 de junio de 1814 y murió el 3 de julio de 1870.
María, la segunda hija de Rosas, nació el 26 de marzo de 1816 y murió a las
pocas horas.
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Manuela nació el 24 de mayo de 1817 y falleció el 17 de septiembre de 1898.
Lo que pocos saben es que Pedro tuvo una activísima participación como
diplomático actuando como mediador entre Rosas y las distintas tribus aborígenes
tejiendo muy bien las alianzas entre ambos sectores. Fue la mano derecha y
hombre de confianza de J.M.
Además, colaboraba con J.M. en el manejo de sus estancias, administrándolas
con mucha capacidad y sapiencia.
Pedro, Luego de la derrota en Caseros, no sufrió persecuciones y ejerció distintas
funciones en distintos gobiernos. Fue Juez y brillante soldado. Fluctuó entre
guerrear en las filas de los unitarios contra Hilario Lagos, antiguo amigo de él, y
pelear en las huestes de los federales de Urquiza en la batalla de Pavón.
Prosiguiendo con J.M. podemos decir que fue un devoto hijo y en las fechas de
fallecimiento de sus padres hacía colectas para sus almas, como lo atestiguan un
documento de 1845 y otro de 1846. (Ver Foto 5)

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III.- LA BATALLA DE CASEROS

Al referirnos a Caseros debemos primero hacer una aclaración:


No fue simplemente una guerra civil entre Federales y Unitarios, como se
enseñaba y aún se enseña en las escuelas. Fue mucho más que eso.
Esclarezcamos las cosas porque de otro modo se esconde la realidad,
sojuzgándose no solo la soberanía territorial sino también la verdad histórica: fue
una guerra entre la Argentina y el Imperio del Brasil que quiso cobrarse venganza
por la derrota de Ituzaingó en 1827, que finalmente logró.
Bajo la excusa burda de que Rosas no le daba a la Confederación una
Constitución y así el país no podía „organizarse‟ se pronunció Urquiza contra su
propio gobierno.
Un pequeño detalle nos revela la farsa de tal invocación: que se sepa y hasta el
día de hoy, Gran Bretaña NO TIENE CONSTITUCIÓN y nadie puede alegar que
no esté sumamente organizada convergiendo una serie de naciones en su interior:
Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte.
Pero la razón era otra y mucho más prosaica: Urquiza era un hombre de enorme
fortuna personal producto, entre otras cosas, por la exportación clandestina de oro
desde aduanas escondidas en Entre Ríos.
Rosas prohibió la exportación del oro, lo que le trajo a Urquiza pérdidas
económicas por la imposibilidad legal de la utilización del puerto de Entre Ríos a
tales fines.
Además, no debemos olvidar que Urquiza comenzó a envidar la popularidad de
Rosas, no solo en el país, no solo en América toda, sino también en Europa
(llamado „el Gran Americano‟). Algo que su ego, su vanidad y delirios de grandeza
no pudieron soportar.
Esto fue tenido en cuenta por los franceses e ingleses que a través de los
brasileños vieron la oportunidad de introducir una cuña e intentar desmembrar a la
Confederación en varias republiquetas. Y los brasileños, a su vez, lograr la
independencia del Paraguay, quedarse con las Misiones Orientales, el Uruguay y
la navegabilidad libre de los ríos interiores. Y además, que Corrientes y Entre Ríos
se separaran de la misma, para formar un nuevo „Estado-Tapón‟
Brasil, históricamente, con su política sempiternamente expansionista, sea en la
época de Vuelta de Obligado, como en Caseros o cuanta oportunidad tuvo intentó
desmembrar a la Confederación Argentina sin respetar nunca la línea que
demarcaba las tierras hispanas de las lusitanas impuestas por el Papa Alejandro
VI en 1493 y por el Tratado de Tordesillas en 1494.
Por supuesto, todo esto con el acicate de los Unitarios que con tal de la toma del
poder, no escatimaron en su conducta traicionera para con el gobierno legítimo de
su país, lo que no fue óbice para que el propio Sarmiento convertido poco después
de Caseros en acérrimo enemigo del entrerriano, le escribirá desde Chile el 13-10-
52 : "Se me caía la cara de vergüenza al oírle a aquel Enviado (del Brasil) referir la
irritante escena y los comentarios: ¡Sí, los millones con que hemos tenido que

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comprarlo (a Urquiza) para derrocar a Rosas! Todavía, después de entrar en
Buenos Aires, quería que le diese cien mil duros mensuales".
Pedro Calmón escribió en su „Historia de la Civilización Brasileña‟ (1937) que en
1849 el Imperio auxilió directamente a los sitiados en Uruguay buscando apoyo del
Gral. Urquiza. Tres años antes de la Batalla de Caseros, Urquiza ya complotaba
contra el gobierno de su país.
Y pensar que Cipriano José de Urquiza,-el hermano del Gral.Urquiza – en la
oportunidad Gobernador provisorio de Entre Ríos, fue asesinado por los Unitarios
del 26 de Enero de 1844 en Nogoyá. Ni tal hecho familiar hizo que Urquiza dejare
de intrigar y traicionar a su país.
Brasil además de sus propias tropas, contó con la ayuda de los ejércitos de
Paraguay, Uruguay –luego de la defección de Oribe-, y milicias correntinas y
entrerrianas al mando de Urquiza. Podemos colegir fácilmente por la
documentación y la actitud de Urquiza, que éste sólo fue un peón, el caballo de
Troya, el títere de los brasileños, mas allá de sus propios intereses mezquinos.
La unión de los brasileños, entrerrianos, correntinos, paraguayos, uruguayos y
mercenarios de países europeos sumaban – en números redondos y según
conteo de diversos autores- alrededor de 29.000 hombres: los brasileños eran
alrededor de 16.000 soldados profesionales, hombres perfectamente
pertrechados. Mercenarios alemanes alrededor de 3.000. Mercenarios italianos
alrededor de1.500. Los uruguayos, aproximadamente 2.000. El ejército de Urquiza
–correntinos y entrerrianos- constituía el resto (una minoría en la alianza), milicias
armadas y pertrechadas por los brasileños.
La mayoría de los soldados Confederados que sitiaban a Montevideo y fueron
tomados prisioneros en la derrota de Oribe, fueron obligados a pelear, ahora, del
lado de Urquiza bajo pena de ser fusilados: 4.500 porteños y 1.700 orientales..
Cabe señalar que italianos también los hubo del lado de la Confederación
Argentina, provenientes de las distintas sociedades italianas que había en la
misma, que participaron en calidad de voluntarios.
Rosas reunió a 22.000 soldados, todos argentinos pero no muy bien entrenados y
demasiado jóvenes o de edad avanzada.
El Marqués de Caxias, jefe de las tropas brasileñas en Caseros, informa al
ministro de guerra Souza de Melo: “La 1º División, formando parte del ejército
aliado que marchó sobre Bs.As., hizo prodigios de valor recuperando el honor de
las armas brasileras perdido el 20 de febrero de 1827” .(Haciendo referencia a la
batalla de Ituzaingó, victoriosa para las tropas argentinas)
No es de extrañar entonces que, a pesar de que la derrota de Rosas fue el 3 de
febrero, el ingreso triunfal de las tropas de la alianza internacional se haya
producido recién el 20 de febrero (día y mes del triunfo de las armas argentinas en
Ituzaingó). Sin duda se trató de una imposición de los brasileños que Urquiza
acató.
A Urquiza no le gustó que la tropa brasileña entrara a Buenos Aires y menos el día
20 de febrero, por temor a que ello produjera irritación en la población, pero quedó
claro que quien mandaba, y fue la cabeza de la alianza, era el Imperio brasileño:

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El Marqués le contestó firmemente: “La victoria de esta campaña es una
victoria del Brasil y la división Imperial entrará en Buenos Aires con todas las
honras que le son debidas lo encuentre conveniente V.E., o no”. Urquiza tuvo
que hocicar y guardó silencio humillado.
De paso, el Imperio le recuerda dos cosas: la deuda económica que tiene ahora el
nuevo gobierno argentino por haber sido financiado por el Brasil y las concesiones
territoriales que Argentina debía hacer por el apoyo recibido.
El traidor y, a su vez, traicionado Urquiza se muestra furioso y responde que es
Brasil el que le debe a él, pues “Rosas hubiera terminado con el Emperador y
hasta con la unidad brasileña si no fuera por mi”...También… “Si yo hubiera
quedado junto a Rosas, no habría a estas horas Emperador”. Mayor confesión de
traición a su patria difícil encontrar en la historia
Urquiza siempre especuló y se inclinaba en sus decisiones según „soplara el
viento‟, negando con sus hechos cuanto decía en palabras. Todo esto motivado
por cuestiones económicas o por su sueño de ser el Jefe Supremo o bien de la
Confederación –ya que sentía envidia por Rosas- o de alguna republiqueta
mesopotámica independiente, cuya conformación iba a ser Paraguay, Corrientes,
Entre Ríos y el Uruguay.
- En el tratado de Alcaráz intenta separarse con Corrientes y Paraguay (Rosas le
hizo dar marcha atrás)
- En 1847, en plena agresión anglo-francesa-unitaria trataba con el enemigo para
separar la Mesopotamia.
- En Caseros se dio vuelta y pasó al bando enemigo con todo el ejército de la
Confederación, cobrando mucho dinero por ello gracias al Brasil.
- En la década de 1850 “jugaba” a aliarse con el Mariscal Francisco Solano López
de Paraguay contra Mitre y transaba a escondidas con Brasil e Inglaterra,
vendiéndole caballada a Brasil para, posteriormente, ir a cobrarle a Mitre y los
británicos su traición.
- En Pavón luego de vencer en el campo de batalla, inesperadamente desapareció
y se recluyó en su Palacio San José dejando que la dupla Mitre-Sarmiento
oprimiera a las provincias y masacrara a todos los federales (militares o no, y
hasta a pobres gauchos).
- Le prometía al Chacho Peñaloza que se "pronunciaría" a su favor, y "lo dejó solo"
para que lo mataran.
- Lo mismo hizo con Felipe Varela: “Debemos tener absoluta confianza en el señor
general Mitre – le escribía al Chacho – Sus intenciones son leales: lo creo capaz
de afianzar las instituciones nacionales en todo su vigor sobre las bases del orden
y la fraternidad” (Urquiza a Varela. San José. 21 de noviembre de 1863. AGNA.
Arch. Urquiza, leg. 77. AGM. “Proceso...” t. II. p.122).
Nadie mejor que nuestro José Hernández para definirlo en pocas palabras
“Urquiza era el Gobernador Tirano de Entre Ríos, pero era más que todo el Jefe
Traidor del Gran Partido Federal, y su muerte, mil veces merecida, es una justicia
tremenda y ejemplar del partido otras tantas veces sacrificado y vendido por él. La
reacción del partido debía por lo tanto iniciarse por un acto de moral política, como
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era el justo castigo del jefe traidor.” (José Hernández, en carta a Ricardo López
Jordán, fechada en Buenos Aires, el 7 de octubre de 1870.)
¡Y pensar que hoy grandes monumentos, barrios y calles honran a Urquiza, lo que
demuestra palmariamente, fácticamente, que a la fecha –año 2018- no hemos
vuelto a ser una nación soberana!
En la historia, los imperios siempre se han apoyado en infieles de las naciones
que han atacado. Buscan, hasta encontrar, aquella alma débil, ambiciosa en lo
personal, a quien cebar con títulos y honores. Lo consiguieron con Urquiza, la
espada principal de la Confederación.
A su comportamiento renegado, se suman la del Gral. Garzón, otrora jefe del
Estado Mayor de Oribe, quien, sin pudor, lo abandona y se pliega a las órdenes de
Urquiza y la por lo menos sospechosa deserción del Gral. Pacheco, principal
General que tenía Rosas, días antes de la batalla de Caseros,
El Paraguay y, años después Urquiza junto a otros perjuros a su país, se
arrepintieron-supuestamente- de su alianza con Brasil y Uruguay pues éstos se
volvieron en su contra en la guerra de la Triple Alianza. Pero ya era tarde.
La batalla contra la Confederación comenzó en mayo de 1851 con el
pronunciamiento del principal Jefe Militar de la Confederación, Urquiza, alzándose
contra su propio gobierno central. Tuvo su final el día 3 de febrero de 1852 en la
Batalla de Caseros. Allí la Argentina fue derrotada por el Brasil y sus aliados en
una batalla que no duró mucho. A las 3 de la tarde estaba todo terminado.
Desde ese momento nuestra Nación nunca más volvió a ser soberana, condición
que perdura hasta hoy día. Lo que explica -y mucho- la causa de nuestra actual y
perenne decadencia como nación.
La derrota de la Argentina se dio por una serie de hechos que convergieron para
que así sucediera:
1) El ejército de la Confederación fue manejado y guiado durante años por su
jefe, J. J. de Urquiza, razón por la cual, el día de la batalla estaban muy
disciplinados y excelentemente equipados. Por su parte, Rosas quedó
prácticamente sin su primer general y su mejor ejército.

J.M. contaba con el Gral. Hilario Lagos, el Gral. Jerónimo Costa, el Gral.
Lucio Mansilla, los coroneles Vicente González y Santa Coloma, y los
Generales de pensamiento político unitario Martiniano Chilavert y Pedro
José Díaz. Desde el punto de vista civil, prohombres que estuvieron al lado
de J.M. tenían un pensamiento unitario, por lo menos al comienzo del
gobierno de Rosas, como J. R. Balcarce y Tomás Guido.

También confiaba en los conocimientos diplomáticos del Gral. Carlos María


de Alvear, pero este hombre tenía una personalidad acomodaticia,
intrigante y si bien se había vuelto uno de los jefes del unitarismo, pronto y
viendo el cariz que tomaban los hechos históricos, se acercó a J.M. al
comienzo de su mandato. Éste, conociendo su capacidad pero también su
perfil oblicuo, de alguna manera se lo „sacó de encima‟ físicamente y lo

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envió como representante diplomático a los EE.UU. Costumbre que se
repite todavía en estos tiempos.

El caso de Tomás Guido tiene una particularidad: fue mandatario de


Rivadavia, luego de Dorrego, después fue Ministro del gobierno unitario de
J. Lavalle, posteriormente colaboró con Viamonte y terminó siendo durante
años funcionario de primer orden de J.M y la Confederación.

Esto demuestra que no era tan esquemáticamente una guerra entre


Federales y Unitarios, sino que se trataba de una guerra entre Argentina, y
Brasil y sus aliados de adentro –muchos unitarios y otros federales tentados
por cargos y honores- y de afuera del país.

Un dato para tener en cuenta es que, como ya se mencionó, tanto


Chilavert, quien luchó valientemente en la Vuelta de Obligado y en Caseros,
como el Gral. Facundo Quiroga, se declaraban unitarios en cuanto a sus
creencias sobre el modo de constituir el país. (Quiroga era primo de
Domingo Faustino Sarmiento cuyo apellido completo era Quiroga
Sarmiento).

Chilavert le dijo a J.M. que, si bien él era unitario, no concebía que fuerzas
extranjeras quisieran sojuzgarnos y tampoco admitía la traición de Urquiza
al aliarse a los brasileños.

Quiroga, reconoció que era unitario, pero como el pueblo creía que la mejor
forma de gobierno era la Federal, él dejaba de lado sus ideas personales y
apoyaba la voluntad del pueblo.

Todo esto no hace más que mostrar diáfanamente lo que expresamos


anteriormente: la batalla de Caseros fue una guerra entre la Argentina y
el Brasil, -fogoneada por Ingleses y Franceses tras bambalinas-
ayudado por nativos perjuros y mercenarios extranjeros alemanes e
italianos.

Digamos también que los hechos llevaron a Rosas a profesar finalmente su


federalismo. En principio al igual que José de San Martín, Rosas se
declaraba equidistante de las dos pasiones que devoraban a los argentinos.

Era un pragmático y veía más allá de lo que muchos de sus coetáneos lo


hacían. En 1832 en una carta a Facundo Quiroga le expresaba: “…siendo
federal por íntimo convencimiento, me subordinaría a ser Unitario si el voto
de los pueblos fuese por la unidad”. (Según Roberti, Miguel Ángel
(2007. «Juan Manuel de Rosas». Historia para Todos. Consultado el 13 de
septiembre de 2012).

Poquísimo antes de la batalla renunció el Gral. Ángel Pacheco, el mejor


militar que tenía Rosas. Las razones fueron poco claras y había
sospechas fundadas de un acuerdo con Urquiza a cambio de asegurársele

13
el respeto a sus propiedades y bienes, y en un futuro, la concesión de algún
cargo político.

Aparentemente Urquiza, aguijoneando la miserabilidad de Pacheco, le


habría prometido el gobierno de la Provincia. de Bs.As. (ver testimonio del
Sr. Cabrera, Juez de Paz, quien había oído en una reunión un año antes de
la batalla de Caseros, que se había brindado para que Urquiza lograse
invadir a Buenos Aires y derrotase a Rosas y que el Gral. Pacheco había
participado de ese brindis -citado por Saldías).

La actitud demostrada por Pacheco dio la razón a quienes así pensaban.


Abandonó su puesto un par de días antes de la batalla y se recluyó en su
casa. Ya en los meses anteriores a la batalla de Caseros no dejó de hacer
cuanto movimiento militar fuera necesario para perjudicar al gobierno
nacional. ¡Qué distinta la actitud de Chilavert que dio su vida por defender a
su nación disparando hasta su último cartucho!

Tal deslealtad se la enrostró el Gral. Hilario Lagos al propio Pacheco en una


carta del 27 de diciembre de 1845.

La sospecha defección de Pacheco le fue advertida a Rosas por sus


oficiales, pero éste no lo creyó posible y por lo tanto no tomó medida
alguna. Esto nos advierte ciertamente de un error de estrategia militar y
política del noble J.M.

En cambio, algunos otros historiadores han expresado que Rosas siempre


supo de la doble conducta de Urquiza, pero necesitaba tenerlo a él y a su
ejército a su lado creyendo que iba a poder „manejarlo‟ y controlar sus
acciones.

El 26 de mayo de 1851 Southern le envía una carta a Palmerston donde


hace una descripción puntillosa de la personalidad fluctuante de Urquiza
donde fulmina su capacidad de gobernante diciendo que solo le importa el
dinero.
“Buenos Aires 26 de mayo de 1851
Vizconde Palmerston G.C.B. Mi Señor. Ciertas cosas en la mente de
Urquiza, su vanidad desordenada, su estupenda ignorancia, su ciega
ambición, lo han arrojado últimamente en las manos de algunos
aventureros revolucionarios, que lo han convencido de que él está
destinado a ser el reorganizador de la Confederación y el Regenerador de
Sud América”.

A su vez, J. Pandá Cologeras, en su libro “Formaçao Historica Do Brasil”


citado por Rosa J.M. Hist. Arg. t. VII, p.117 dice:
“…No había en Urquiza la pasta de un hombre de estado; no pasaba de un
condotiero...Permaneció inactivo por lo tanto. De hecho, traicionaba a
todos. …Urquiza, a pesar de ser inmensamente rico, tenía por la
fortuna un amor inmoderado; el general Osorio le conocía el lado flaco”

14
La actitud de Pacheco fue la misma que posteriormente tomó Urquiza luego
de la batalla de Pavón, al entregar la Nación a Mitre, transformando en
derrota lo que había sido una victoria en el campo de batalla. Todo a
cambio del respeto a su vida y sus bienes en Entre Ríos, masonería de por
medio, por supuesto.

2) Del lado del ejército “rosista” se habían podido reclutar sólo soldados
porteños que huyeron prontamente a poco de comenzar la batalla al verse
desbordados, salvo el batallón Palermo al mando de Chilavert. Los
soldados del interior no llegaron a tiempo para apoyar materialmente su
jurada fidelidad al Gral. Rosas.

Las tropas federales fieles a Rosas que habían sitiado durante 7 años
seguidos la ciudad de Montevideo, al defeccionar Oribe fueron reclutadas
por Urquiza para pelear contra la Confederación. Cuando se dieron cuenta
de esta maniobra, huyeron en masa a Buenos Aires a ponerse a las
órdenes de Rosas. Estaban agotados, envejecidos, sin uniformes y
hambreados, de modo que poco pudieron hacer. Cuando fue derrotado
Rosas, fueron masacrados, fusilados y degollados, en una carnicería
inenarrable, así lo mencionan todos los historiadores. Durante días sus
cabezas „adornaban‟ los caminos que iban al Caserón de Palermo.

3) Se le ocultó a Rosas el real poder y fuerza militar con la que contaba. El


secretario confidencial que copiaba sus notas y despachos tenía un hijo que
estaba en connivencia con Urquiza. Por su intermedio, este empleado
durante mucho tiempo le envió copias a Urquiza anticipándole sus planes
militares.

4) Rosas, excelente gobernante, con una inteligencia superior a la media, gran


estratega político, con altísima capacidad diplomática, defensor
inconmovible de la soberanía de la nación, ya en los tiempos de la batalla
de Caseros como militar tenía sus bemoles y el cansancio de tantos años
de lucha no jugó papel menor.

Tantos años de gobernar al país, con guerras intestinas interminables,


teniendo una actividad política que lo obligaba a un permanente
sedentarismo, lo perjudicaron en este último encuentro contra el imperio del
Brasil y sus socios externos e internos. Y decimos socios „externos‟ pues al
Brasil, Uruguay, Paraguay se le sumaban las permanentes intrigas de
Inglaterra y Francia. ¡Una verdadera coalición mundial!

Rosas tal vez haya equivocado su accionar. A pesar de que sus generales
le habían aconsejado pelear en las cercanías de Buenos Aires, en su
entrada, para dar tiempo a que las huestes aborígenes leales del sur de la
provincia llegaran para defenderlo y los ejércitos de los gobiernos del
interior, optó por dar pelea inmediatamente en Caseros y Morón.

15
No sabemos las razones por las cuales Rosas tuvo la actitud de desoír los
consejos de sus generales. Si fue por exceso de confianza en su ejército;
por no creer que los brasileños y los soldados correntinos y entrerrianos se
animasen finalmente a atacar a la Confederación; por creer en algún
designio del cielo; por el cansancio de tantos años de guerras para
defender nuestra tierra y volver todo a un punto muerto o por un conjunto
de todo esto.
Debemos considerar que Rosas comenzó su actividad política muy
temprano, apartándolo ésta de sus intereses rurales. Las organizaciones
municipales lo buscaban para ordenar la vida de los pueblos
permanentemente en anarquía o caos.
Así fue elegido alcalde por el Partido de San Vicente en 1820, cargo que no
aceptó. Este hecho es bastante ignorado en los libros, sobre todo teniendo
en cuenta que, curiosamente su primer Alcalde había sido José de San
Martín.
No sabemos ni existe documentación que pueda justificar o comprender la
decisión de Rosas de no tomar las medidas de defensa correctas cuando
se le había advertido, de la „renuncia‟ (sic) o traición del Gral. Pacheco y de
los avances de los brasileños y Urquiza sin oponérseles resistencia.
Cuando tomó conciencia de todo ello, fue demasiado tarde. Rosas pudo
oponer a la falta de organización militar la arenga, su propia persona en el
campo de batalla o su alta capacidad política, pero eso ya no fue suficiente.
Carlos Ibarguren interpreta ese cansancio de Rosas de lidiar durante años y
años contra las fuerzas antiargentinas de adentro y de afuera con el hecho
de que las adhesiones personales y las que tenía en el interior iban
menguando con el paso de los años.
En el mismo sentido Vicente Sierra hace notar que J.M. en las cartas a
Felipe Arana por el año 1848, advertía que el mundo avanzaba
inexorablemente a políticas y gobiernos liberales y aunque ello redundara
en perjuicio para la nación, poco se podía hacer ya que el apoyo por parte
de las clases altas menguaba debido a que se estaban aburguesando y por
lo tanto se cansaban de las eternas luchas que perjudicaban sus negocios.
Esto se sumaba al hecho de que las clases populares que, si bien seguían
apoyando a Rosas, también deseaban finalmente una sociedad más
tranquila, y creían, ingenuamente, que con Urquiza podía volver a
establecerse una sociedad sin más guerras.
Por supuesto que viendo cómo se sucedieron los hechos en los años
siguientes, fue un error y el pueblo todo sufrió las consecuencias de su
visión equivocada de un futuro que se presentaba pacífico e idílico.
La batalla se conoce como de „Caseros‟ pues allí estaban apostadas las huestes
brasileñas. El grueso de los soldados de Urquiza estaba en Morón, pero como los
que comandaban eran los brasileños y fueron en definitiva quienes escribieron
esta historia, ellos le dieron el nombre de batalla de „Caseros‟.

16
Podemos decir que los soldados de Urquiza, a regañadientes pelearon bajo sus
órdenes pues tenían como aliados a los brasileños. Aquellos mismos contra los
cuales pelearon durante años, por esta razón se sentían consternados, incómodos
y sin ánimo de pelear contra Rosas, en definitiva, contra el gobierno legítimo de su
país.
El pueblo de la Provincia de Corrientes, el de la Provincia de Buenos Aires y la
propia ciudad, no recibieron precisamente de buena manera a Urquiza y sus
tropas: lo sabían desleal, ¡pero…qué podían hacer! .... Su silencio y el cierre de
las ventanas de sus casas fueron el modo en que manifestaron su disgusto.
Un dato de color: en Paraná cuando las tropas correntinas y entrerrianas
comenzaron a marchar hacia Buenos Aires, en silencio, adustos, sin demasiado
convencimiento de lo que estaban haciendo, se oyó una sola voz entre ellos que
gritó „¡¡Muera Rosas!!l‟ que no encontró eco en los demás soldados. Era la voz de
Evaristo Carriego (abuelo del futuro escritor del mismo nombre). Paradójicamente,
con el tiempo fue otro „arrepentido‟, ya que luego de la batalla de Pavón, se
convirtió en acérrimo enemigo de Justo José de Urquiza.
Según mencionamos precedentemente, entre las tropas invasoras se encontraban
muchos mercenarios alemanes, e italianos partidarios del asesino Garibaldi. En
1864, éste estuvo en Inglaterra, en Southampton, y fue recibido como huésped de
honor por parte de las autoridades inglesas, tratado como una eminencia ante la
ovación de la muchedumbre. En esa oportunidad quiso visitar a Rosas para
conocerlo personalmente, pero J.M. no se le acercó ni intentó hablarle. En otras
palabras, „le dio la espalda‟. Como debía ser.
Con la derrota a manos de Brasil y sus aliados (Paraguay, Uruguay, Entre Ríos,
Corrientes, más personajes como Salvador María del Carril, Agüero, Varela, etc),
la Argentina perdió las Misiones Orientales que pasaron a territorio brasileño; la
soberanía de los ríos interiores Uruguay y Paraná que habían sido sostenidos y
acordados luego de la guerra contra Francia e Inglaterra en 1845 y los territorios
del Paraguay y el Uruguay por los que habían luchado Artigas, Lavalleja y Oribe
durante tantos años. Este Uruguay también perdió parte de su territorio a manos
del Brasil por medio de un tratado compulsivo.
Alberdi, “el arrepentido” (sic), muchos años después, fue uno de los propulsores
jurídicos más importantes para lograr la libertad de la navegación de los ríos
interiores para todos los países del mundo. Esto se vio reflejado en la
Constitución liberal de 1853, hija putativa de la derrota de Caseros por la alianza
extranjera. El mismo Alberdi que requería imperativamente “que la Argentina
pidiera y se llenara de préstamos en el extranjero, que empeñáramos nuestras
rentas y bienes nacionales para empresas que harán prosperar al país” („Bases…‟
en Obras Selectas, T.X, pág.86)
La mayoría de los oficiales de la Confederación, luego de la batalla y
absolutamente derrotado Rosas y en retirada todo su ejército, se pasaron a las
órdenes de Urquiza (Arana, Lahitte, Baldomero García, Nicolás Anchorena y el
Gral.Guido).. Esto fue informado por el diplomático inglés Gore a sus superiores
en una carta enviada días posteriores al 3 de febrero.
Con el tiempo y a fin de atraer a los antiguos federales para pelear contra Mitre y
los unitarios que lo habían manipulado para alzarse contra el gobierno legal de
17
Rosas, Urquiza nombra a antiguos “rosistas” para asumir cargos públicos (mucho
de los citados en párrafos anteriores).
Se conocen los detalles de la ida de J.M. a Inglaterra, pero debemos considerar
que junto a él y su familia fueron exiliados el Gral. Jerónimo Costa, el Gral.
Pascual Echague (por poco tiempo) y el General Lucio N. Mansilla, héroe de la
independencia y de las guerras contra los ingleses en Vuelta de Obligado. Estaba
casado en segundas nupcias con Agustina Ortiz de Rozas, de 15 años en ese
momento, y la más bella de las hermanas de J.M. Fueron padres ambos del
también conocido militar y escritor Lucio V. Mansilla.
Echague se instaló en España (Cádiz, Madrid) recuperando su status-quo y bienes
al volver a los dos años a Buenos Aires.
Lucio N. Mansilla, hombre inteligente y con luces no solo militares sino políticas y
sociales, en el año 1834 siendo Jefe de la Policía de la ciudad creó y reglamentó
el Instituto de „Serenos‟ que dio inicio a las luminarias de las calles de Buenos
Aires, y estuvo vigente durante muchos años hasta entrado el siglo XX. Este
sistema fue luego copiado en Brasil y Uruguay
Mansilla, a diferencia de J.M. se fue a vivir a París, Francia, visitaba
frecuentemente a la Corte de Napoleón III quien lo tuvo en alta estima y le
brindaba un trato privilegiado. Trataba con consideración a Mansilla y a Rosas –a
quien ofreció ir a vivir a Francia- a pesar de que éstos habían sido enemigos de su
Imperio, por entender que habían defendido su patria como él lo hubiera hecho si
algún extranjero hubiera querido invadir Francia y abatir su independencia. Años
más tarde, Mansilla regresó a Buenos Aires donde murió en 1871.

18
IV.- CONSECUENCIAS DE LA DERROTA EN CASEROS- „ANTIRROSISMO‟ DE
ALGUNOS FAMILIARES SUPÉRSTITES y ANTIGUOS FEDERALES

Sabemos que por cuidar „su piel‟ y por cuestiones materiales, como se ha
mencionado anteriormente, muchos que eran declarados „rosistas‟ y juraron
defender la patria, traicionaron hasta sus propios dichos sólo días antes de
comenzar la batalla de Caseros.
Podemos decir que en Inglaterra J.M. era un hombre ensimismado y dolido por la
actitud de aquellos en quienes más confiaba y por quienes fue traicionado.
Aquellos que silenciaron su nombre, lo ignoraron a él o ignoraron lo que había
hecho por ellos y por la Nación.
Estaba sorprendido por el proceder de sus supuestos adeptos y sufría mucho más
por los federales que lo habían abandonado (Gral. Ángel Pacheco, Felipe
Elortondo, Rufino de Elizalde, Pastor Obligado, Saturnino Segurola, Pedro
José Agrelo, etc) que por los propios unitarios de los que ya conocía sus
pensamientos y acciones.
Hubo antiguos federales que se habían beneficiado durante la gestión de Rosas, y
luego de su derrota, no sólo le negaron ayuda, sino que hasta lo crucificaron con
silencios, y lo denostaron en aras de mantener sus vidas y sus bienes. Entre ellos
el canónigo Miguel García y Saturnino Segurola quienes no vacilaron en
„cambiar de bando‟ apenas el triunfo de Urquiza.
Fue traicionado por muchos de los federales de buena posición social y
económica, comenzando por el Gral. Ángel Pacheco, como ya comentamos
anteriormente.
Debemos tener en cuenta el contexto histórico. Reconozcamos que era difícil ser
federal en esos tiempos tan turbulentos, luego de la Batalla de Caseros. Había
que tener un carácter fuerte y sólido en los ideales para aguantar el embate
„social‟ del unitarismo triunfante, con peligro de caer en desgracia y el riesgo cierto
de ser ejecutado sin demora.
Pero bueno…como vemos, Judas los hubo siempre
También sus familiares, principalmente los Anchorena, quienes, si bien crecieron
económicamente en la época de Juan Manuel, y eran sus primos segundos,
fueron los únicos que nunca se desempeñaron como funcionarios ni tuvieron
cargos políticos durante todo el período que Rosas estuvo en el poder. El mismo
día que cayó Rosas, le dieron la espalda para unirse a Urquiza a cambio de no
perder sus posesiones y bienes (tal vez también sus vidas). Algo que aún es
frecuente en nuestra tierra en estos días.
A ellos J. M. se refería con estas palabras: "¡Esos Anchorena! Y muy
especialmente el tal don Nicolás. ¡Qué hombre tan malo, tan impío, tan hipócrita y
tan bajo, tan asqueroso e inmundo!". Queda bien clara la opinión que tenía sobre
algunos de sus parientes que se apartaron luego de Caseros.
Un caso notable es el de Felipe de Elortondo, que fue director de la Biblioteca
Pública durante todo el gobierno de J.M, y apenas caído Rosas, rindió homenaje a
Urquiza para conservar su puesto. Quizá se trate de uno de los traidores que
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más impudorosamente ha quedado expuesto en nuestra historia, junto a Rufino
de Elizalde y Pastor Obligado, como veremos más adelante.
Estos federales „rosistas‟ dadas las circunstancias violentas imperantes luego de
Caseros, -cabe recordar que hubo muchos asesinatos y fusilamientos-, se
volvieron porteñistas. Éste era un grupo que aglutinaba a los „unitarios‟ y los
antiguos federales de la Provincia de Buenos Aires, contra los federales del
interior. En sus filas encontramos personajes que habían sido furiosamente
„rosistas‟ como los Anchorena, Pastor Obligado, Rufino de Elizalde, Agrelo,
Vélez Sarsfield. Estos cuatro últimos luego de la caída de Rosas, fueron los
promotores principales de que lo declararan reo de lesa patria y le
confiscaran sus bienes.
Pastor Obligado, fervoroso y antiguo partidario de Rosas, como un cobarde y
traidor, luego de Caseros, fue nombrado en 1853 Gobernador de la Provincia de
Buenos Aires, súbitamente se volvió liberal, y no solo eso: procesó y mandó a
fusilar a decenas de amigos y antiguos federales „rosistas‟, entre ellos al Gral.
Jerónimo Costa el 2 de febrero de 1856 por haber mantenido la dignidad de seguir
defendiendo la soberanía nacional como oficial del Gral. Hilario Lagos.
Los historiadores entienden que las razones por las cuales aquellos que en su
momento se declararon fervientes sostenedores de la libertad de la patria siendo
„rosistas‟ ejemplares, y cambiaron de bando sin sonrojarse, han sido las que se
repiten con frecuencia en la historia, y siguen vigentes aun hoy en día: cobardía,
miedo, resentimiento, ansias de poder, bajeza de sus almas, maldad, instinto de
conservación, entre otras.
Paradójicamente, los que rechazaron la confiscación de los bienes de Rosas por
entender su real honestidad fiscal y patrimonial, fueron Félix Frías, Carlos
Tejedor y el mismo Salvador María del Carril. Todos ellos a pesar de haber sido
sus opositores y habiéndolo denostado en otros aspectos destacaron su honradez.
¡Cosas de nuestra historia!!!!
El resultado de la votación en la Asamblea Legislativa fue 21 votos a favor de la
expropiación y 12 en contra.
Otra incongruencia más. Adolfo Alsina, junto a Vicente Quesada (padre del
historiador Ernesto Quesada que más tarde y siendo ya mayor, reivindicó a Rosas
y su obra) y a los detractores mencionados precedentemente entre otros
personajes, fueron los propulsores de la confiscación de los bienes de J.M. Y aquí
aparece una singularidad: con el transcurso del tiempo, el nieto de Rosas, J. M.
León, fue adlátere y socio político de Alsina, principal ideólogo de la incautación
ilegítima del patrimonio de su abuelo.
Pero, tengamos presente que Valentín Alsina se casó en Mayo de 1827 con
Antonia Maza, a la sazón hija del abogado Manuel Vicente Maza y hermana de
Ramón Maza, teniendo ambos como hijo a Adolfo Alsina. Como veremos más
adelante, los Maza fueron primero Federales pero luego traicionaron a J.M. y a su
legítimo gobierno, razón por lo cual fueron muertos. Esto nos permitiría entender
el odio de los Alsina hacia Rosas.
Otro ejemplo de incoherencia es el caso de Máximo Terrero: Mientras él se
desempeñaba como cónsul de Paraguay en Londres, su sobrino político J. M.

20
León peleaba a las órdenes de Mitre y Urquiza en la guerra contra el Paraguay.
Una contradicción más de nuestra historia patria.
Por supuesto que hubo honrosas excepciones –más allá de sus familiares- que
estuvieron al lado de Rosas en esos momentos aciagos: alguna de sus
hermanas, el Gral. José de San Martín, Lorenzo Torres, los Costa, Mariano
Balcarce, Tomas Guido –con sus matices-, Pascual Echague, , los Terrero, los
Mansilla, Roxas y Patrón (fundador del Banco de la Provincia de Bs.As. en 1836,
hecho olvidado por completo hasta el día de hoy), Dalmacio Vélez Sarsfield (en
su vejez luego de haberlo combatido toda su vida), los descendientes de
Martiniano Chilavert (cobardemente fusilado luego de la batalla de Caseros junto
al Gral. Santa Coloma y decenas de federales fieles), los Ezcurra, la mujer de
Facundo Quiroga, su amiga Eugenia Castro y sobre todo Josefa Gómez quien
le escribía usualmente y bregó durante años por su reivindicación.
Así se escribe nuestra historia. Las distintas circunstancias podrán explicarse con
palabras, pero nada de lo que pueda decirse podrá rebatir los hechos sucedidos.
Y muchas veces, las motivaciones reales de la forma de proceder de los
protagonistas permanecen en el silencio de sus pensamientos.
*
J.M. de Rosas fue al único a quien se le confiscaron sus propiedades después de
la derrota en Caseros.
Quienes acompañaron y crecieron bajo el gobierno de Rosas, incluidos familiares
directos e indirectos, no sufrieron confiscación alguna luego de la batalla de
Caseros (la propia Manuelita, Lorenzo Torres, Felipe Arana, Ángel Pacheco, el
Gral. Lucio N. Mansilla, los Terrero, entre otros) y pudieron adaptarse a los
nuevos tiempos sin dificultad.
Manuelita, ya muy mayor, en el año 1886, viajó brevemente a Buenos Aires, y
pudo recuperar sus posesiones heredadas por la rama materna. Volvió a
Inglaterra y nunca retornó al país, ni su marido, Máximo Terrero, ni sus hijos.
Cabe recordar que los niños habían nacido en Inglaterra y para ellos esa era su
patria, hablaban castellano con fuerte tonada y dicción inglesa.
Todos los hermanos de Rosas (la mayor, Gregoria; Prudencio; Gervasio;
Mercedes; Andrea; María -Mariquita-; Manuela; Juana y la menor Agustina -la
belleza de la confederación-), pudieron seguir desarrollando sus vidas con
normalidad, conservaron sus bienes y nunca fueron molestados en su diario vivir.
El trato que éstos mantenían con Rosas luego de su caída fue diverso. Los cinco
primeros se desentendieron de J.M. y jamás le enviaron ningún tipo de auxilio
económico, abandonándolo a su suerte allá en Inglaterra.
Esta actitud de algunos de sus propios hermanos le causó una profunda tristeza,
puesto que se le hacía difícil comprenderlos, o sencillamente quizás no quiso
hacerlo.
Pero sus otras hermanas: Agustina, María, Manuela, y Juana, siguieron en
contacto con él, tratando de ayudarlo económicamente cuando les resultaba
posible.

21
¿Por qué razón muchos de los descendientes y parientes de Rosas fueron,
paradojalmente, 'antirrosistas' a pesar de que J.M. y su nación habían sido
derrotados y humillados por Brasil y sus socios?
La respuesta, poco conocida, podría ser un conjunto de causas y situaciones
convergentes que desembocaron en lo referido. Todos ellos se desentendieron de
J.M. y jamás le enviaron ningún tipo de auxilio económico, abandonándolo a su
suerte allá en Inglaterra.
1) Gregoria (la hermana mayor), de nobles sentimientos, estaba casada con
Felipe Ignacio Ramón Ezcurra Arguibel (hermano de Encarnación), llevó una vida
austera, dedicada al hogar. Se destacó por su generosidad, mereciendo de don
Valentín Alsina, el calificativo de anciana venerable. Sin embargo, no ayudó a su
hermano en el exilio.
2) Andrea, hermana de J.M estaba casada con Francisco Braulio Saguí de
Lamadrid, miembro de una familia eminentemente unitaria. Estos tuvieron una
hija, también llamada Andrea, que se casó con un hermano del Gral. Mitre:
Federico Mitre.
Recordemos que el Gral. Gregorio Araoz de Lamadrid, héroe de la independencia,
si bien era unitario, se puso a las órdenes de Rosas en cierto momento, para
ofrecer su espada a fin de combatir a los franceses en su bloqueo.
Lamentablemente, al igual que otros, luego se dio vuelta nuevamente y combatió a
Rosas (quien, valga el dato, era padrino de dos de sus hijos).
A Braulio Saguí de Lamadrid se le había ofrecido que integrara el Tribunal de
Comercio, pero por el hecho de no ser federal, Rosas - que estimaba a su cuñado-
lo rechazó, dejando de lado el nepotismo característico de nuestra historia hasta
hoy en día.
Esta actitud puede haber ofendido de algún modo a Andrea, su hermana, y
explicaría porque tuvo un trato frío con J.M. y jamás lo ayudó económicamente
aun cuando éste lo necesitaba imperiosamente en el exilio.
Justificable la actitud de J.M. si consideramos también el hecho (no tenido en
cuenta por Mercedes Fuentes, mujer de J.Bautista), que el mencionado traidor
Lamadrid, fue el encargado de ejecutar la orden de Lavalle de fusilar a Manuel
Dorrego, su amigo, lo que le suma a su carácter de traidor, el de asesino.
En los tiempos en que Buenos Aires era una aldea, era común el casamiento entre
los miembros de las distintas familias distinguidas. Esta costumbre traía
aparejadas disputas no sólo sociales, sino también políticas, algunas de ellas
sangrientas, como se ha explicado.
3) Mercedes, hermana de J.M. estaba casada con Miguel Rivera, quien
aparentemente fue cesado de su cargo en la Universidad por no ser Federal. Esto
nos lleva a pensar que tal situación podría ser el motivo de su distanciamiento con
J.M.
4) Gervasio, su hermano. Fue mandado a detener por J.M. por ser sospechoso
de ser miembro de los Libres del Sur, pretendida revolución de terratenientes. Se
vio obligado a huir al exterior en 1839. No sabemos con certeza si estuvo
implicado, ya que algunos autores lo niegan y otros, como su hermano Prudencio,

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afirman que estaba entre sus partidarios. Lo que sí es indudable es que estaba en
contra del sistema de gobierno de su hermano. Con el tiempo Gervasio volvió al
país, pero la relación con J.M. nunca mejoró. Era previsible que no le enviara
dinero cuando estaba en Inglaterra.
Pero extrañamente, hubo dos personas que no ayudaron a Rosas en el exilio y
cuya actitud le causó sorpresa y dolor
5) Prudencio, su hermano, furibundo „rosista‟ y jefe militar. En palabras de
Roberto D. Mûller: “Por demás extraño es que no se hayan conservado datos
sobre algún apoyo financiero que pudiera haberle prestado Prudencio a su
hermano, más aun cuando, llegado a Europa, se estableció primero en Lisboa,
pasó luego a Cádiz y finalmente se radicó en Sevilla, donde llevó una vida
dispendiosa, en un palacio de la calle de San Vicente, relacionándose con la mejor
sociedad andaluza, a la vez que trababa amistad con el Duque de Alba, Eugenia
de Montijo y el Duque de Montpehsier. Viajó también a Madrid y a Paris, y llegó a
conocer a Napoleón III. Falleció el de julio de 1857 en Sevilla, dejando una gran
fortuna.”
El autor citado se pregunta, y con razón, sobre Prudencio: “Estando en Europa,
¿no tuvo interés alguno en visitar a su hermano o en provocar al menos un
encuentro entre ambos?, No le debía acaso cargos, tierras y fortuna? Así como
viajó por Portugal, España y Francia, ¿No pudo llegarse basta Southampton, para
ver una vez más a don Juan Manuel? Estas preguntas quedaran posiblemente sin
respuesta, como también la que podríamos hacemos ahora: ¿Por qué Rosas, tan
proclive a proclamar la ingratitud de sus familiares y amigos nunca pronunció una
queja en contra de su hermano Prudencio?
Preguntas sin respuestas que puedan certificarse de modo alguno.
6) María Josefa Ezcurra, inexplicablemente no lo ayudó en el exilio. Fue en su
momento „rosista‟ de primera línea y ferviente defensora del gobierno de su
cuñado. Era una mujer de enorme fortuna. No es un dato menor, considerando
que J.M., para tapar el deshonor que aconteció cuando tuvo un hijo con Manuel
Belgrano, lo adoptó y le dio su apellido.
Ante tamaña desconsideración J.M. le escribió desde Inglaterra, llamándola
„ingrata‟ entre otros adjetivos, por haberle dado la espalda cuando más la
necesitaba.
7) J. Bautista Pedro Ortiz de Rozas, su único hijo varón. Fue una personalidad
gris, taciturna, algo oscura políticamente hablando, y que no tuvo participación
política alguna en la época de su padre. Vivió prácticamente a la sombra de éste,
quien no sólo nunca lo tuvo en consideración, sino que además lo subestimaba en
su capacidad:
Tenía buen corazón, era amigo de sus jóvenes amigos (aunque estos fueran
unitarios, no hacía distinción ideológica en cuanto a sus afectos) y fue muy querido
por su hermana Manuelita y por su abuela Agustina López Osornio, madre de J.M.
Su situación política y financiera en el exilio hizo que J.M. se mantuviera triste y
preocupado en extremo, y ello podría haber coadyuvado a descuidar a su hijo J.
Bautista y a desentenderse aún más de su nieto, J. M. León.

23
Sobre todo porque, como se sabe, J.M. no era precisamente una persona muy
demostrativa en el momento de expresar sus sentimientos íntimos.
No es posible afirmar que J.M. no haya querido a su hijo J. Bautista, aunque sólo
le haya demostrado su afecto en el escaso intercambio epistolar que mantuvieron
cuando éste fue a vivir a Brasil en el año 1855, donde permaneció algunos años
antes de irse finalmente a Buenos Aires
Según puede deducirse de sus cartas, la distancia que Rosas mantuvo con J.
Bautista pudo haber sido producto de la subestimación y desilusión que éste le
había provocado. Tal vez J. M. no pudo apreciar cómo era realmente su hijo
varón ni reconocer sus valores y capacidades., Por el contrario, siempre lo
desaprobó por no ser parecido a él mismo; en definitiva J. Bautista no era COMO
ÉL HUBIERA QUERIDO QUE FUESE. Actitud parental bastante frecuente aún en
nuestros días.
J. Bautista era una persona afable, a quien sobre todo le atraía la vida de la
ciudad: las mujeres, el teatro, el circo (se encandilaba con la destreza de los
magos), las fiestas… Disfrutaba con todas las actividades sociales, y se mostraba
totalmente ajeno a la política.
Analicemos un dato tal vez menor, pero que resulta muy gráfico al respecto.
En una oportunidad, Rosas le había cedido a su hijo J. Bautista como adelanto de
herencia, algunos campos que pertenecían a Encarnación Ezcurra para que los
administrase. Éste no supo o no quiso hacerlo, en parte debido a que no le no le
interesaba en absoluto vivir permanentemente en el medio rural, ni administrar sus
campos, ya que le atraía la vida de la ciudad.
Como esos campos daban pérdida, y J. Bautista no quería seguir haciéndose
cargo de éstos, J. M. se vio obligado a comprárselos, abonándole lo que
correspondía, y en su lugar designó como administrador a su hijo adoptivo, Pedro
Rosas y Belgrano.
Rosas consideró el pago realizado como un adelanto de la herencia para su hijo.
Esto se vio reflejado en su primer testamento del 28 de agosto de 1862.
En La Clausula 9na. Dice
“A mi hijo Juan Ortiz de Rosas, entregué al poco tiempo luego del fallecimiento de
su Madre, todo lo que le tocaba por Herencia Materna –Consistía en las Estancias
“Encarnación” y “San Nicolás”, con veinte leguas de tierra cuadradas, cinco mil
ochocientas cabezas de ganado vacuno, de año arriba, incluso lo que ya había
recibido antes en el Azul, y los caballos, yeguas, ovejas, útiles y demás
correspondientes. Se recibió también de un terreno sobre el Riachuelo en la
ciudad de Buenos Aires, en la parte interior, con los fondos hacia la convalecencia,
cuya superficie tiene cómo de noventa a cien, o más cuadras
cuadradas. Posteriormente se las compré sabiendo yo que Juan estaba próximo a
vender esas veinte leguas cuadradas, se las compré, y pagué a mi dicho hijo
Juan, en cuatrocientos mil pesos, esas mismas referidas veinte leguas de tierra
cuadradas, correspondientes a las Estancias “Encarnación, y San Nicolás”. –Y los
ganados con sus poblaciones, los compré al Sr. Dn. Simón Pereyra, a quien los
había ya vendido dicho Juan”.

24
El disgusto de Rosas hacia J. Bautista se hizo más evidente en una modificación o
codicilo hecho el 22 de junio de 1873 que en su Cláusula 6ta, dice:
“En cuanto a la clausula 9ª, agrego, que además de lo referido en ella, recibió mi
hijo Juan la Estancia en el Azul, que vendió a Dn. Pedro Rosas Belgrano;
cincuenta mil pesos importe de la que compró en la Matanza; quince mil pesos
cuando estuvo en el campamento de los “Santos Lugares”. - “Que la casa que
ocupó algunos años, desde su casamiento, era mía, habiéndola recibido
amueblada; y que también durante los años que la ocupó gratis, comió en mi casa
con su Esposa en la mesa de mi familia”.
Analizando lo expuesto precedentemente, podemos sacar algunas conclusiones.
J.M. (junto con su hijo adoptivo Pedro) tuvo que recomprar a desgano, los campos
que le había dado a J. Bautista. Consideró el dinero que le había entregado por la
recompra, como un adelanto de su herencia (en el testamento de 1862 no le cedió
ninguna propiedad, sólo le otorgó la mitad de sus libros, la otra mitad le
correspondió a Manuelita).
El disgusto de J. M. con su hijo se puede percibir más claramente cuando remarcó
en la modificación testamentaria de 1873 que la casa que había ocupado Juan
Bautista desde su matrimonio con Mercedes, era de su propiedad. No obstante
ello, el Restaurador detalló que por la misma J.B., nunca había abonado nada, ni
siquiera el mobiliario y llegó a destacar el hecho de que la familia de su hijo había
comido gratuitamente durante años en su mesa.
Estos documentos ponen en evidencia los sentimientos ambivalentes de J.M.
hacia su hijo y, por extensión hacia su nuera Mercedes, para quien todo esto no
pasó desapercibido. Además, seguramente – y como veremos más adelante- el
fusilamiento de Ramón Maza, marido de su hermana Rosa, por orden de Rosas,
no hizo más que aumentar la distancia afectiva con J.M.
Rosas también demostraba mayor cercanía – no demasiada, tampoco- hacia sus
nietos Rodrigo Tomás y Manuel Máximo (hijos de Manuelita y Máximo Terrero), a
quienes incluyó en su testamento. No hizo lo mismo con su otro nieto, J.M. León,
hijo de J. Bautista, poniendo de manifiesto una vez más las diferencias que hacía
entre sus hijos.
Por su parte Manuelita, como se dijo, en contraste con la actitud de su padre,
sentía mucho cariño hacia su hermano. Lo cuidaba, apañaba y protegía cuanto
podía.
8) Mercedes Fuentes y Arguibel (nuera de J.M.). Fue la mujer de J. Bautista y
madre de J. León. Nunca simpatizó con su suegro, a quien detestaba
principalmente porque su cuñado Ramón Maza (marido de su hermana Rosa)
había sido fusilado en 1839 por orden de Rosas por conspirar para derrocarlo,
junto a varios Unitarios y Federales traidores y a los franceses que bloqueaban el
puerto (Lavalle, Gral.Paz, Carlos Tejedor, etc).
Manuel Vicente Maza, padre de Ramón, había sido asesinado el día anterior, pero
no es seguro si por federales exaltados por su traición al igual que su hijo, o por
unitarios que sospecharon que iba a arrepentirse para salvarlo. La esposa de
Manuel, Mercedes Puelma, ante tanta desgracia acabó suicidándose. Ni su nuera
ni J. Bautista, quien estuvo de parte de su mujer, se lo perdonaron nunca
25
9) J. M. León Ortiz de Rozas nieto de J.M., hijo de J. Bautista. Cuando éste tuvo
que emigrar junto a su padre a Inglaterra, envió a su hijo único, J.M. León, a
estudiar a París, Francia. Allí, el joven pasó algunos años, casi sin contacto con
su padre y menos aún con su abuelo, con quien tuvo una relación distante.
El nieto de Rosas siempre se mostró ajeno a las ideas de su abuelo (aún más que
su propio padre) y hasta llegó a rechazarlas. El motivo de esa conducta, sería la
conjunción de varios factores:
a.) el escaso interés en la política que siempre demostró Juan Bautista, su padre.
b.) el poco contacto con su abuelo, quien nunca demostró mucho afecto hacia él,
compenetrado en sus desgracias personales y económicas;
c.) las ideas revolucionarias que seguramente influyeron en el joven J. M. León
durante su juventud en París;
Si bien no son justificables las actitudes de alejamiento del hijo y del nieto de
Rosas, puede decirse en sus descargos que J.M. tenía un carácter un tanto hosco
y no fue, precisamente un padre y abuelo presente, cariñoso y demostrativo.
Siempre tuvo con ellos un trato correcto pero distante.
Desde el punto de vista personal, J. M. León, tenía una personalidad fuerte, era
sumamente culto y dominaba varios idiomas. Fue un hombre honrado, de gran
prestigio.
No está en discusión que pueda haber sido en su vida privada un buen padre y
abuelo, cariñoso con sus nietos, honesto en su vida personal y familiar, pleno de
virtudes y capacidades, tal como me han transmitido. (Ver Fotos 06-07-08-09 y
10)
Desde el punto de vista ideológico, podemos decir que creció económica y
políticamente bajo el ala de los unitarios, liberales y quienes lo apreciaron y
cobijaron.
Con el correr de los años, J. M. León seguía consolidando su prestigio personal y
político entre varios unitarios que pelearon contra su abuelo (Florencio Varela, los
Alsina, Mitre, etc.) muchos de los cuales pertenecían a la masonería.
La masonería, donde “la fraternidad estaba por encima de la nacionalidad”, podría
llegar a explicar la huida de Urquiza luego de derrotar en el campo de batalla a
Mitre en el combate de Pavón. Y también explicaría el ascenso político y social de
J. M. León, junto a otros masones como Sarmiento, Mitre, Derqui, etc.
Veamos el discurso de Mitre en 1868 a la delegación masónica norteamericana en
la „Logia Constancia':
"La Historia política de la República Argentina, sus luchas y sus conquistas están
representadas en los cinco presidentes constitucionales que se cuentan en su
historia constitucional. La primera, la de Rivadavia fue la más fecunda de todas...
Los otros cuatro presidentes, Hermanos, se han encontrado una vez juntos y
arrodillados al pie de estos altares; el General Urquiza que acababa de de serlo; el
doctor Derqui que lo era entonces; yo que debía ser honrado más tarde con el
voto de mis conciudadanos y el Hermano Sarmiento, que va a dirigir bien pronto
los destinos de la Nación” (Del brindis pronunciado par el presidente Mitre en
1868 a la delegación masónica norteamericana, en banquete ofrecido en la Logia
26
Constancia, en ocasión de la próxima asunción del mando por el Hermano
Sarmiento- en „Arengas de Mitre‟, edic. de La Nación, Bs.As. 1902, T.I, pág.270)
(Ver Foto 11)
Si bien J.M. León no fue masón, según me aseguraron en el núcleo familiar, es
claro que en aquellos tiempos en que absolutamente casi todo el arco político y
social lo era o confraternizaba con la masonería, su buena relación con ellos, junto
a su natural capacidad, debe haber facilitado su ascenso económico y político. Los
hechos nos muestran que se rodeó de ellos y de aquellos unitarios y federales
renegados que hicieron la desgracia del país y de su abuelo.
Difícilmente alguien que alabara a J. M. de Rosas o a la Confederación en
aquellas décadas pudiera acceder a cargos públicos o políticos encumbrados.
Veamos los hechos a los que nos referimos:
1- J.M. León, se dedicó al comercio y a la política. Se alió, con Florencio Varela y
Mitre, socio de Alsina principal ideólogo de la incautación ilegítima del patrimonio
de su abuelo. Peleó bravamente en la guerra de la Triple Alianza contra los
paraguayos (donde fue herido) bajo las órdenes de Mitre, aliado a los brasileños y
al renegado y felón Urquiza.
Este suceso, con seguridad debe haber sido deplorado por su anciano abuelo
desde Inglaterra, ya que, así como el Gral. José de San Martín le donara su sable,
Rosas tuvo la intención el 17 de febrero de 1869 de legarle su propio sable al
Mariscal paraguayo Francisco Solano López por su titánica lucha (donación que
luego fue controvertida en su último testamento). Esto pondría en evidencia el
concepto de Nación realmente antifederal que sostenía J.M. León.
2- Urquiza había derrotado a Rosas en Caseros, pero esto no pareció importarle
en demasía, ya que se desligó completamente de su abuelo y durante el período
en que Urquiza dirigió el país, se rodeó con cuanto traidor a la Confederación y a
Rosas hubo; personajes responsables del exilio forzado de su abuelo, y de la
pauperización y dolor infinito del mismo hasta el día de su muerte.
Yo me pregunto y pregunto al lector ¿Ud. mantendría vínculos con aquellos que
pudieran haber lastimado y hundido a su abuelo, condenándolo a un destierro
eterno?
Otra incongruencia que mencionamos anteriormente, fue cuando Máximo Terrero
era cónsul de Paraguay en Londres, mientras J. M. León, sobrino político de
aquél, peleaba a las órdenes de Mitre y Urquiza en la guerra contra el Paraguay.
3- Este ´antirrosismo‟ del hijo y del nieto de J.M (o por lo menos distanciamiento
afectivo e ideológico) queda también claramente plasmado en el hecho que no
consta que alguno de ellos se haya movilizado para lograr su reivindicación
personal y patrimonial, sabiendo las penurias económicas sufridas él en el exilio.
Penurias causadas por aquellos con los que J.M. León se codeaba en Buenos
Aires y a quienes debía su ascenso social y económico. Nunca ayudó a su abuelo
con dinero alguno, habiéndolo podido hacer.
Además, se puede corroborar en la sucesión de Encarnación Ezcurra cuando J.
M. León se refirió en forma de algún modo crítica a su abuelo o al gobierno que
éste representó, según se me ha referido oralmente.
27
En este trabajo se intentan describir las actitudes personales de los distintos
protagonistas de este período histórico, no sólo en su faz privada, rica en detalles,
sino también la relevancia que tuvieron sus acciones en la faz pública y sus
efectos en la justísima defensa que hicieron -o no- de la Nación.
Obviamente, quien esto escribe, no puede juzgar a J. M. León en forma directa por
no haberlo conocido, pero desde el punto de vista de su actitud pública frente a
quienes traicionaron al país, mancillaron a su abuelo, lo acusaron injustamente de
traidor a la patria y lo confinaron a un destierro ignominioso, no puede dejar de
señalar la situación omisiva y silenciosa, como una afrenta consentida por él. Esto
es algo incontrastable.
Por lo menos no se oyó su voz oponiéndose a tales hechos. Si bien algunos
descendientes me han informado tener documentación que lo avala que cuando
Manuelita requirió que el gobierno nacional le devolviese los bienes confiscados a
los Ezcurra, que le correspondían por herencia (finalmente lo logró luego de
muchísimos años), J. M. León habría „adherido‟ (sic) a tal pedido. Si esto ocurrió
en realidad, respondería más a una formalidad, que a un deseo legítimo porque
así ocurriese no hubiera esperado muchísimos años para reclamar, ya que de su
parte no hubo previamente a esto ninguna acción en tal sentido en forma personal
mas teniéndose en cuenta que adhiere a la solicitud de Manuelita a la devolución
de los bienes de Encarnación, pero no a pedido alguno por los bienes de
J.Manuel, su abuelo.
Primero, no consta que se haya opuesto a la confiscación cuando tuvo la edad y la
posición política y económica para hacerlo.
Segundo, el pedido de devolución de los bienes confiscados, no nació de él sino
que se habría adherido a un pedido de su tía Manuelita (según me han relatado
existiendo prueba documental en tal sentido), por los bienes de Encarnación pero
no por los bienes de Juan Manuel.
Tercero, a lo largo de su vida nunca se molestó en proclamar la injusticia de tales
confiscaciones y del destierro de su abuelo. No se conoce ningún artículo
periodístico o declaración pública suya al respecto.
En fin, si bien a J. M. León no le confiscaron sus bienes personales ni fue
perseguido como su abuelo y su tía Manuelita, por una cuestión de dignidad
debería haber protestado públicamente no sólo por el destierro y la confiscación,
sino también debió haberlo hecho por el odio que manifestaban en privado y en
público por su abuelo, aquellos con los que trataba diariamente, anatemizando su
vida, su obra, su gobierno. No hay ninguna constancia que haya obrado en tal
sentido.
El hecho de que Rosas, su hijo J. Bautista y Manuelita fueran los únicos a los que
se les habían confiscado sus bienes, debe haber profundizado el distanciamiento
de su familia, y provocado que J. M. se sintiera „abandonado‟ por sus parientes.
Los demás Ortiz de Rozas no sufrieron confiscaciones ni persecuciones y
siguieron con sus vidas cotidianas en Buenos Aires, a pesar de los eternos
conflictos políticos y guerras civiles.
Juan Manuel León Ortiz de Rozas se afilió al partido Autonomista, fue director del
Banco de la Provincia de Buenos Aires, diplomático, ocupó distintos cargos
28
públicos (diputado, ministro) y llegó a ser Gobernador de la Provincia de Buenos
Aires, función que sólo ejerció durante tres meses debido a su fallecimiento.(Ver
Foto 12)
Murió el 1 de Septiembre de 1913. Su sepelio y exequias tuvieron gran pompa,
asistió la aristocracia porteña en pleno, y sobre todo, no faltaron los políticos y las
grandes familias de ideas unitarias contra los que había combatido su abuelo,
quienes fueron responsables de su caída, destierro y pobreza. (Ver Foto 13 y 14)
.J. M. León se casó con Malvina Enriqueta Bond y tuvo varios hijos. Una de ellas
fue María, mi bisabuela, quien se desposó con Rodolfo Molina Salas, mi
bisabuelo.
10) Rodolfo Molina Salas también era un acérrimo „antirrosista‟, según me ha
transmitido a mi persona mi madre y otros familiares. La razón es claramente
comprensible,. Su tío segundo, Avelino Viamonte, hijo del Gral. J. J. Viamonte,
fue muerto supuestamente por la Mazorca por orden de J. M. por conspirar en su
contra y colaborar en su derrocamiento. No queda muy claro de quien provino la
orden. Pudo haber sido de Encarnación, su mujer, ya que en ese momento J. M.
se encontraba en la Campaña del Desierto Este acontecimiento nos llevaría a
entender el rechazo de los Molina Salas hacía J. M.
Ahora bien, Rodolfo Molina Salas y María Ortiz de Rozas tuvieron tres hijas
mujeres, tataranietas del J.M: mi abuela Malvina Raquel, María y Alicia..
1- Malvina Raquel, mi abuela, conocida en la familia como „Cota‟ (ver foto 15, 16
y 17- junto a su padre Rodolfo y su hijo, mi tío Rodolfo Gil de los años 1912-
1950 y 1956 respectivamente -en esta última, conmigo)
Se casó con el que fuera luego mi abuelo, Emilio Natalio Gil, que tampoco era
„rosista‟ ni federal, tal como se estilaba en aquellos tiempos educar a los
argentinos. Ambos tuvieron dos hijos, mi tío Rodolfo Gil Molina, y mi madre
Malvina Gil Molina (la tercera Malvina en la familia).
Ella se casó con Vicente Montoro Hunt y tuvieron dos hijos: mi hermana Andrea
Malvina y Gonzalo Vicente, el autor este trabajo. Por lo tanto, mi madre es
Chozna de Rosas, y mi hermana y yo, hijos de Chozno.
Mis tías abuelas:
2- María Molina Salas, conocida como „Mima‟, (ver foto 18) fue a quien más he
tratado porque fue la última en fallecer. Pudo participar de la repatriación al país
de los restos de su tatarabuelo, y ver su reivindicación política, de la cual ella
estaba profundamente orgullosa ya que, como mujer de criterio propio, supo ver la
valía de J.M., la honorabilidad de su persona y su defensa de la patria.
Ella se sentía profundamente federal y „rosista‟, al igual que su marido Julio Rivas
Argüello, abogado, juez Federal quien además era estudioso y conocedor de la
historia argentina hasta en sus más mínimos detalles. Fue miembro del poder
judicial en la primera presidencia de Perón.
La pareja tuvo tres hijos: Julio, Andrés y Rodolfo. Andrés (llamado en la familia
„Pancho‟). Él, al igual que su madre, supo ver la verdad sobre la vida de J.M,
seguramente por encima de la educación que estaba impregnada en la sociedad
de entonces
29
3- Alicia Molina Salas estaba casada con Luis Héctor Sánchez Viamonte y no
tuvieron descendencia. Su marido era hermano del renombrado abogado y jurista
Carlos Sánchez Viamonte („Carloncho‟). Ambos eran bisnietos del general Juan
José Viamonte y prominentes dirigentes del Partido Socialista.
Como puede colegirse, tanto por el lado de Rodolfo Molina Salas (cuyo
ascendiente se dijo que era el Gral. Viamonte) como por el lado de su hija Alicia,
casada con Luis Sánchez Viamonte, existía una línea de parentesco ascendente y
descendente con los Viamonte. Esto pone en evidencia el cruzamiento de familias
de distinto color político y explica por otra vía el „antirrosismo‟ de algunos
descendientes de J.M. o por lo menos su silencio respecto a su gobierno y su
obra.
##

En apretada síntesis sinóptica:


Las razones del „antirrosismo‟ familiar, tanto por parte de algunos miembros Ortiz
de Rozas como de los Molina Salas pueden identificarse en distintos hechos y
comportamientos, :
- Juan Manuel de Rosas mantuvo un trato diferenciado con los miembros de su
grupo familiar. Fue más afectuoso con su mujer Encarnación, su hija Manuelita, y
su hijo adoptivo Pedro Rosas y Belgrano que con su hijo J. Bautista. Éste era de
bajo perfil, y tuvo escasa relación con su padre. El hecho que a J. Bautista no le
interesara mucho la política, debilitó aún más el vínculo entre ambos.
- El fusilamiento de Ramón Maza, cuñado de Mercedes Fuentes y Arguibel, mujer
de J. Bautista, provocó el alejamiento de parte de la familia de su nuera.
- La educación en París de J. M. León, donde fue enviado por sus padres, lo
imbuyó de las filosofías liberales de la época. Rosas nunca le prestó mucha
atención a su nieto (ni siquiera lo despidió cuando el muchacho se volvió a
América junto a sus padres)
- El alejamiento afectivo de algunas hermanas de J.M. se debió no sólo al hecho
de que sus maridos estaban lejos de las ideas federales por pertenecer a grupos
familiares unitarios, sino también debido a que algunos de ellos en la época de
Rosas, podrían haber sido perjudicados profesionalmente por dicha causa.
Repasemos algunos casos:
Andrea estaba casada con Francisco Braulio Saguí de Lamadrid, miembro de una
familia eminentemente Unitaria. La hija de ambos, sobrina de J.M., también
llamada Andrea, se casó con un hermano del Gral. Bartolomé Mitre: Federico
Mitre.
Mercedes estaba casada con Miguel Rivera, quien fue cesado de su cargo en la
Universidad por no ser Federal.
Una de las hijas de J. M. León, mi bisabuela María, se casó con Rodolfo Molina
Salas, acérrimo „antirrosista‟, descendiente directo del Gral. Juan José Viamonte.
A su vez, una de sus hijas, Alicia, también se casó con otro descendiente de los
Viamonte: Luis Sánchez Viamonte.

30
- El círculo respecto a las causas del liberalismo y „antirrosismo‟ de la mayoría de
los descendientes de J. M. (salvo honrosas excepciones como por ejemplo, mi tía
abuela Mima y mi tío Andres-„Pancho‟) se cierra con la educación de la época: la
ominosa pedagogía jacobina que se daba entonces acerca del período de Rosas.
Todo comienza con el latiguillo „Tirano‟ Rosas, su „Tiranía‟ o “primera tiranía” como
fundamento o base política para la toma del poder o el mantenimiento del mismo,
„machacando‟ mecánicamente y con profuso bombardeo periodístico hasta
convertir todo eso en leyenda.
Acerca de éste último punto podemos decir que „…La creación de una leyenda es,
en determinadas circunstancias, fácil tarea. Y con pocos escrúpulos resulta
asimismo fácil y cómodo emplearla como instrumento para la defensa de intereses
dudosos, para el descargo de una responsabilidad, o para la simple satisfacción
del odio, la venganza, el resentimiento o la antipatía.
Con demasiada frecuencia se prefiere en nuestros días urdir laboriosamente un
complicado tejido de falsedades a mantener a pecho descubierto la propia razón y
sostener gallardamente los propios actos y creencias.
Al servicio de todo eso -pasiones, temores, enconos o intereses- la creación de
una leyenda se emprende como una tarea sistemática. Ella no es difícil si se
tienen a mano instrumentos de poder y de riqueza para su difusión y toda una red
enmarañada de intereses creados dentro de un área de soborno, de complicidad o
de sumisión.
Una vez compuesta la versión falsa, pero verosímil, de los hechos a cuya luz la
propia posición queda exaltada o segura y envilecida o comprometida la del
enemigo, todo es dejar que esa versión se lance por la pendiente de la inercia, de
la estulticia, de la cobardía o de la complacida malevolencia de las gentes.
Al principio la falsa moneda de la leyenda solo es admitida por la manchada
conciencia de sus autores y divulgada por sus cómplices indirectos. Acógenla en
seguida los innumerables que apenas viven para otra cosa que para captar
noticias -las que sean- y difundirlas deportivamente. Muchas veces solo por el
gusto de hablar. Otras por resentimiento, por envidia de cualquier fortuna, o
porque en su congénita mezquindad siempre prefieren en la duda la versión mas
dañina.
Un poco más tarde las gentes situadas a mayor distancia de los hechos -de la
intimidad de las causas y razones de los hechos-, gentes sencillas, aun de buena
fe, entran a participar, por pereza mental o por dificultad de acceder a la verdad,
en la versión legendaria. Aceptada por la fe o por la maldad la leyenda cunde y se
consolida.
En vano los que honrada y valerosamente conocen la verdad de los hechos
desvirtuados, tratan de combatirla. El intento se traduce en una atmosfera de
angustia y de asco. Con lo que aún le queda a la leyenda, a la mentira
sistematizada, cumplir el estrago peor, porque los conocedores de la verdad, que
fueron los mismos protagonistas de los hechos deformados, hartos y fatigados por
su lucha desigual contra esa ingente fuerza, acaban por rendirse, por hacerse
indiferentes, a no ser - lo que todavía es peor - que acaben perdiendo la memoria
y acomodándose claudicantemente a la versión común que el tiempo se encargará

31
de hacer inapelable. De esta manera se extingue el sano apetito por la verdad que
es un valor social de primer orden.
¿Quién en estos días que vivimos no siente la angustia y está al borde de caer en
el desaliento de la pasividad que produce la sensación de la impotencia ante un
mundo de mentiras? Mentiras que tergiversan hechos históricos, que condenan a
pueblos enteros, que infaman a personas con honor y con ideal, o exaltan a los
que no lo tienen, que tratan, en fin, de defender o salvar una situaci6n, un mundo
de situaciones difíciles, por ese medio cómodo y envilecedor de la leyenda.
Así y toda la responsabilidad de emperezarse en esa atmosfera es muy grande.
Ante una situación universal de ese volumen creo que cada uno ha de procurar
enfrentarse con la parte de leyenda que más de cerca le toque para intentar
destruirla y restablecer la verdad”.
Para sorpresa de algunos lectores, estas manifestaciones no se dirigen a J.M. de
Rosas ni tampoco transcurren en el siglo XIX. Se trata de una declaración hecha
en Madrid, España, en octubre de 1946, por Ramón Serrano Suñer refiriéndose a
José Antonio Primo de Rivera, en el prólogo escrito por el autor a su libro ‟Entre
Hendaya y Gibraltar‟. Pero, „mutatis mutandi‟, difícilmente podría haber algo más
exacto sobre J.M. y que se pueda aproximar tan claramente a su vida y a su
época:
Se‟ hizo‟ una historia acomodada a intereses ideológicos, como dijo Salvador
María del Carril, en carta a Lavalle luego del fusilamiento de Dorrego:
“…la posteridad consagra y recibe las deposiciones del fuerte o del impostor que
venció, sedujo y sobrevivió... Yo no dejaría de hacer algo útil por vanos temores.
Si para llegar siendo digno de un alma noble es necesario envolver la impostura
con los pasaportes de la verdad, se embrolla; y si es necesario mentir a la
posteridad se miente y se engaña a los vivos y a los muertos”.
Recordemos que quien asi se expresaba era un confeso masón que fue
posteriormente Vice-Presidente de la Corte Suprema de Justicia,
A confesión de parte, relevo de prueba. El fin justificó los medios-cualquier medio-
para los Unitarios y lo que se nos ha presentado como historia es una “política de
la historia” como supo decir Nestor Genta..
Esto nos lleva a pensar que la naturaleza humana, con tal de tomar el poder y
mantenerlo a lo largo del tiempo, no trepida en utilizar cualquier recurso real o
falso que le permita lograr dicho objetivo. De modo que después de muchos años
de repetir e insistir con determinada visión o concepción de los hechos, en el
inconsciente o consciente colectivo termina creyéndose que ese relato es la
verdad.
Así, George Orwell escribía, refiriéndose a la política del imperio británico: “El
lenguaje político o, con variaciones, para todos los partidos políticos, desde los
conservadores hasta los anarquistas– tiene como objetivo hacer que las mentiras
suenen verdaderas...” (“Politics and the English Language”).
Puede entenderse así, porqué los descendientes de J.M. sostuvieran ideas
liberales y hasta “antirrosistas”, con algunas dignas excepciones, pero ello no
justifica que no tuvieran en consideración lo que sufría el Gral. en el exilio. No se

32
solidarizaron con él cuando se sintió abandonado por culpa de aquellos que
crecieron social y económicamente bajo el manto de la Confederación, y luego le
dieron la espalda y fueron promotores de su destierro y confiscación ilegítima de
sus bienes, con sus acciones y con sus ominosos silencios.
*
Un dato interesante para compartir es que muchos descendientes de J. M. de
Rosas viven en la actualidad en los Estados Unidos. Don Alejandro Manuel Ortiz
de Rozas, doctor en bioquímica, dejó la Argentina en 1955. Se instaló en los
Estados Unidos y cambió su apellido Ortiz de Rozas por Rosas., también por
cuestiones familiares.
Uno de sus hijos, Alejandro (h) o Alexander, se casó con una señorita de nombre
Kathy O'Connor con quien tuvo ocho hijos. Han sido estudiosos de la historia de
J.M. y todos ellos manifiestan admiración y orgullo por el Restaurador.
Todos sus descendientes son renombrados profesionales (abogados, médicos
cirujanos, etc.), y la mayoría reside en la ciudad de Los Ángeles, California.

33
V.-VIDA DE ROSAS EN EL EXILIO-

En todas las cartas de J.M. desde Inglaterra se percibe claramente la intención de


mantener su dignidad, pero se cuela en ellas algo de resentimiento, y en no pocas
ocasiones también se observa cierta humillación. Esto se hace evidente cuando le
escribe a varios de sus familiares y aún a antiguos enemigos como Urquiza para
rogarles, casi presionando, que le enviaran dinero.
A veces hasta adoptaba un tono imperativo ya que consideraba injustas las
confiscaciones de sus bienes y los de su mujer e hija. Y estaba en lo cierto, ya
que jamás había tocado un peso del erario y fue ésa una de las mayores
falsedades que se han sembrado en nuestra rica historia, hecho que no resistió la
profusa documentación que justamente demostró lo contrario.
En una de sus obras, Roberto D. Müller nos grafica esos ruegos, a través de una
carta de Rosas dirigida a Urquiza fechada en noviembre de 1859. En la misma lo
presiona con palabras cargadas de desesperación, casi humillándose frente a
quien fuera su enemigo y traidor al país, para pedirle dinero para sobrellevar su
condición de pobreza. Como persona de honor que era, una vez que le fueran
restituidos sus bienes confiscados, se comprometía a devolver todo agregando los
intereses que pudieran corresponder:
“Desde que llegó a mis manos, la muy apreciable de V. E. Febrero 15 de 1859,
que contesté el 8 de Abril ninguna carta, ninguna contestación, ni palabra alguna
he recibido de V. E.- En 5 de Julio, 5 Agosto de 61, y en 4 de Febrero del 62,
escribí a V. E.- Porque no me ha contestado V. E -? Por qué no me ha hecho
conocer de algún [sic] manera [su] desagrado por escrito o de otro modo-? O no
ha creído V. E. en mis palabras de la más fina amistad, de gratitud y de respeto-?
Cual es, Exmo. Señor, mi falta para no haber merecido de V. E, algún aviso de
recibo, alguna demostración, ni palabra alguna-? Permítame V E. [este] desahogo
tan natural...Continuando privado de mis propiedades por tan largo tiempo, me
encuentro ya, precisamente obligado a salir de esta casa, a dejar todo, pagar algo
de la que debo, y reducirme a vivir en la miseria- Y en tal estado si V. E. puede
hacer alga en mi favor, es llegado el tiempo en que yo pueda admitir las
generosas ofertas de V. E, para sacarme, a aliviarme, en tan amarga y difícil
situación- Cualquier cantidad, o cantidades, que V. E. pudiera acordar a mi favor,
haciéndolas entregar en Bs. As. a los Agentes de SS. G. F. Dickson y Compañía o
estos mismas SS en Londres, llegaran con seguridad a mis manas- Lo que fuere
lo devolveré a V. E. can el correspondiente interés, luego que me fueran
entregadas mis propiedades; y en mi muerte para ese tiempo, para mi Albacea, a
quien a desde ahora encarga pagar esa deuda sagrada, casa de contraerse”
La vida de Rosas en Inglaterra tuvo sus altos y bajos en cuanto a su situación
económica. No debemos de dejar de tener presente que permaneció allí durante
veinticinco años y en ese tiempo tuvo momentos de buen pasar, que le
permitieron, por ejemplo, costear trabajos de carpintería para la iglesia católica St.
Joseph en Southampton, donde residía.
J. M. se vio obligado a pedir préstamos bancarios por 3.000 libras esterlinas
anuales con un interés del 3% (lo usual por aquellos tiempos en Inglaterra), por

34
ello, una parte importante del dinero que le enviaban desde Buenos Aires, era
para pagar esa deuda.
Él manifestaba que para poder cumplir con sus obligaciones sociales con
personas de alto nivel socioeconómico, tenía la necesidad de disponer de un
coche, caballo y un lugar acorde a tales fines, condiciones que su Farm no ofrecía.
Por eso tenía dos propiedades, a las que nos referiremos más adelante.
A partir de 1857 comenzó su declive económico hasta hacerse grave en 1863. El
propio Rosas afirmó que, debido a sus estrecheces económicas se vio obligado a
vender la vaina de su espada con empuñadura de oro que le había obsequiado la
honorable Junta de Representantes por sus victorias en la Campaña del Desierto.
Durante sus últimos años de vida J.M. consiguió el apoyo económico de algunas
personas, como el Coronel Prudencio Arnold y Carlos Ohlsen (amigo de Urquiza)
a los cuales apremió para que lo ayudaran. Les enviaba cartas en las que se
quejaba amargamente de su penosa situación y de la carencia de recursos para
poder subsistir. Asimismo, cuando moría alguno de sus benefactores, les
solicitaba a sus herederos que le continuaran enviando divisas tal como lo venían
haciendo sus antecesores.
Los Terrero y Roxas y Patrón le enviaban dinero. Este capital sumado al remitido
por otros allegados, le resultaba suficiente para cubrir sus necesidades y gozar de
un buen pasar. Entonces, cabe preguntarse el porqué de su actitud de súplica
mendicante, pidiendo y hasta presionando para que se le enviara más y más
dinero. La respuesta puede hallarse en el hecho de que J.M. no tenía demasiado
status político o social en Inglaterra, y solo un patrimonio importante podía
garantizarle el respeto y la posición que él entendía ser merecedor. En aquellos
tiempos únicamente se obtenía por medio de títulos nobiliarios o riqueza.
Rosas llevaba un registro bastante escrupuloso de quienes lo ayudaban
económicamente, nombres y montos de los préstamos, etc.
Pero también llevaba un fiel listado de quienes lo ignoraron olímpicamente ante
sus requerimientos. Aquellas personas a las cuales J.M. estando en el poder,
ayudó a crecer y expandirse económicamente. Entre ellos, algunos de sus
hermanos y sobre todo, los Anchorena.
A quienes le prestaban dinero, Rosas les prometía su devolución, más los
intereses que pudieran corresponder, apenas le restituyeran sus propiedades
injustamente confiscadas o cuando los Anchorena le pagasen lo adeudado por
todos los años que J.M. había administrado sus propiedades.
Los Anchorena nunca contestaron las cartas enviadas por J.M. y mucho menos, le
enviaron suma alguna a lo largo de los 25 años de exilio, desentendiéndose de
todo su pasado y de ese modo intentar borrarlo.
En lo cotidiano, ¿cómo se relacionaba Rosas con su círculo cercano? Los
ingleses que lo frecuentaban, es decir aquellos que lo invitaban a asistir a salidas
de caza e ir a las carreras, lo describían como una persona caritativa y bondadosa
en el trato con los demás.
Pero tuvo sus luces y sus sombras. La principal razón era el hecho de que Rosas
tenía toda su energía dirigida a reivindicar su nombre y lograr la devolución de su

35
patrimonio injustamente confiscado por los unitarios. La angustia contenida que
esta situación le generaba, sumada al tiempo que le insumía gestionar los
reclamos, actuó en desmedro de su relación con la familia.
En un primer momento, pensó que iba a poder recuperarlo todo. Por esa razón
utilizó gran parte del dinero obtenido por la venta de su Estancia San Martin (en la
actual zona de Lomas de Zamora), en el alquiler de una casona en Southampton,
que si bien era muy costosa, estaba a la altura de quien la habitaba, según propias
palabras de J. M. en algunas de sus cartas.
Debemos reconocer que de alguna manera, gracias a Urquiza se pudo concretar
la operación de venta a José María de Ezcurra, uno de sus familiares. La misma
se llevó a cabo en el breve interregno en que se anuló la confiscación.
Ese período se extendió desde el 7 de agosto hasta el 11 de septiembre de 1852.
Año en que Buenos Aires se separó de la Confederación Argentina y en el que el
gobierno de la ciudad volvió a decretar la confiscación de todos sus bienes.
La Casona a la que nos referimos anteriormente se llamaba “Rockstone House” y
estaba ubicada en „Carlton Crescent‟, un barrio bastante elegante de la ciudad de
Southampton. Sólo pudo sostenerla hasta 1865. (Ver Fotos 19 y 20)
Para encontrar las causas por las cuales debió rescindir del alquiler, debemos
remontarnos a 1861, cuando la confiscación de los bienes de Rosas se hizo
definitiva, luego de la derrota de Urquiza en Pavón. Recordemos que J. M.
también alquilaba desde octubre de 1862 una Chacra llamada „Burgess Farm‟ en
las afueras de Southampton. La medida confiscatoria terminó con sus
aspiraciones en cuanto a vivienda, ya que al tomar conciencia que no contaba con
los recursos económicos suficientes para mantener ambas propiedades, optó por
conservar la Chacra y dejar la Casona.
La chacra en cuestión estaba en una pequeña localidad: Swaythling (no
Swanthling o Swarthling, como se ha escrito generalmente) distante a 3 millas del
centro urbano de Southampton (Southampton y localidad de Swaythling (punto
amarillo)-(Ver Foto aérea actual 21)
Según me han comentado, actualmente en „Burgess Farm‟, se encuentra un
„Country Club‟ en el que todavía funciona el „Pub‟ al que J.M. iba de vez en
cuando: el „Red Lion‟, ubicado en 55 High Street, Rock Stone Place.
Un grupo de compatriotas admiradores de J. M. se ha puesto en contacto con los
propietarios del Pub a fin de llevar un retrato suyo y una divisa punzó para
exponerlos en las paredes del local. Ojalá esto pueda concretarse a modo de
reconocimiento y homenaje. (Ver Foto 22)
Retomaremos ahora un tema que habíamos tratado precedentemente. J.M. estaba
convencido que le iban a devolver su patrimonio. Recién luego de la batalla de
Pavón en septiembre de 1861, momento en el que Urquiza perdió todo poder y
prestigio, reconoció que aquello nunca iba a suceder.
No sólo confiscaron sus campos y el caserón de Palermo. También le fueron
incautadas otras tierras cercanas, que hoy pertenecerían al barrio de Belgrano.
Alsina fue el responsable de su subdivisión y venta a terceros con títulos
insalvablemente nulos.

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En más de una oportunidad, antiguos federales le insinuaron o directamente le
propusieron que volviera a la Argentina para dirigir nuevamente el rumbo de la
Nación. En esa época nuestro país vivía de revolución en revolución, en la
anarquía y el caos y nada presagiaba que esto fuera a acabar. Por esta razón, los
ojos de algunos se volvieron hacia Rosas, al reconocerlo como el último líder
capaz de restablecer un orden. Él se negaba contestándoles que, si ello no le era
solicitado por todo el espectro político de aquellos tiempos, no estaba dispuesto a
hacerlo. Algo similar a lo que había hecho antes el Gral. José de San Martín.
Rosas nunca tuvo ansias de poder político, aunque su retorno le fuera propuesto
reiteradamente por federales arrepentidos, sus renuncias a tomar las riendas de la
Confederación fueron continuas, y prefirió dedicarse a sus ocupaciones privadas.
En realidad, lo que le obsesionaba era lograr que le restituyeran los bienes que le
habían sido injustamente confiscados, que le devolvieran el honor mancillado y
que lo dejaran vivir tranquilo y en paz.
Todo esto acentuó la tristeza de Rosas, pero a la vez, también su humanidad,
engrandeciéndolo aún más a la vista de la historia. Si a una nación se la conoce
por la grandeza de sus hombres, podemos sentirnos íntimamente regocijados de
quienes somos gracias a hombres como J. M. de Rosas.
Otra persona que le ofreció ayuda económica fue Lord Palmerston, pero J. M.
dignamente no la aceptó a pesar de haber tenido trato durante los años en que
estuvo en Inglaterra.
Si bien J.M mencionaba que con Palmerston tenía una estrecha amistad, ciertos
autores entienden que tenían una buena relación, pero que distaba mucho de ser
muy cercana como para considerarla „amistad‟. No lo sabemos, a ciencia cierta.
Con seguridad, Rosas debe haberse sentido muy herido al tener que
prácticamente mendigar dinero a través de cartas a sus familiares y compatriotas.
No quería ver a casi nadie ya que, sumado a su carácter huraño, las
incomodidades producto de su vida frugal le impedían concretar invitaciones
sociales debido a que tenía poco para ofrecer, acaso sus recursos le alcanzaban
sólo para sostenerse.
Volviendo al tema familiar, su orgullo herido y la necesidad de reivindicar su
nombre, lo llevó a tener poco trato no sólo con su hijo y su nieto, sino también
hasta con Manuelita, su hija adorada, y a la cual veía, pero tampoco con mucha
frecuencia.
Recordemos una anécdota que pone en evidencia su personalidad: J.M. no asistió
a la boda de Manuelita con Máximo Terrero porque no estaba de acuerdo con el
casamiento.
La situación económica de Manuela y su marido Máximo Terrero no era
acomodada, sino más bien difícil y por lo tanto poco podían hacer para ayudar a
su padre. Además, vivían en Londres, que, si bien no quedaba muy lejos, en
aquellos tiempos los medios de locomoción que no eran como los de hoy, hacían
muy complejo el traslado desde Londres a Southampton.
La autoestima de J.M. debe haber influido en el hecho de no querer que sus hijos
y nietos lo vieran en el estado de privación en que vivía en su chacra. Aunque no

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lo frecuentaban muy seguido, se alegraba cuando Manuel Máximo y Rodrigo
Tomás Terrero iban a visitarlo y les brindaba un trato afectuoso. La diferencia en la
relación con J.M. León., hijo de J. Bautista, era palpable.
Algunos autores mencionan que, si bien el trato con los hijos de Manuelita y
Máximo era bueno, tampoco era de apego importante. Esa aparente indiferencia
de Rosas produjo desinterés de sus nietos hacia él, quienes de algún modo le
pagaron con la misma moneda.
*
Ya habíamos adelantado que J. Bautista y su mujer Mercedes Fuentes y Arguibel
acompañaron en el barco a J.M. en el exilio y se establecieron en Inglaterra hasta
1855, y como no se adaptaron a vivir allí, se trasladaron a Itajaí, Brasil, por varios
años, hasta que finalmente se instalaron en Buenos Aires.
¿Por qué razón no fueron directamente a Buenos Aires?
Cuando emprendieron el regreso a Buenos Aires, les aconsejaron que no llegaran
hasta la ciudad, porque las guerras civiles asolaban al país y podía ser peligroso
permanecer allí. Por eso decidieron radicarse en Itajaí, Brasil, donde vivieron muy
modestamente durante casi siete años. Él trabajaba como profesor de piano y ella,
como profesora de inglés. J.M. León estuvo un par de años con ellos ya que
apenas pudo, se volvió a Buenos Aires.
Estando en Itajaí, Brasil, J. B. le envía una carta a Mitre (enemigo acérrimo de su
padre y partidario de su destierro y del suyo propio) felicitándolo por su victoria
contra Urquiza en la batalla de Pavón en 1861 (en realidad, el triunfo de Mitre fue
en los cenáculos masónicos más que en el campo de batalla). Probablemente esa
carta fue una estrategia de J. B, que tendría como intención preparar su regreso a
Buenos Aires, donde estaba viviendo su hijo desde 1858 con la familia de su
madre, Fuentes y Arguibel.
En otros términos, podría entenderse como una hábil jugada política para que le
tendieran un „puente de plata‟ a fin de volver al país sin problemas. Y lo logró, ya
que así ocurrió. Esa carta explicaría por qué razón, después de tantos años fuera
del país, pudo volver a la Argentina con toda su familia sin que tuvieran ningún
perjuicio.
Al momento de su retorno, su hijo, el jovencísimo J.M. León ya hacía tres años
que estaba en Buenos Aires, viviendo con la familia de su madre. Recordemos
que ni él, ni sus progenitores se encontraban proscriptos.

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VI.-EL CASERÓN DE PALERMO DE SAN BENITO

A lo largo de algunos años desde 1838, Rosas fue adquiriendo tierras en lo que
llamó San Benito de Palermo. En total fueron 535 hectáreas en 36 escrituras, y el
predio llegaba hasta el Barrio de Belgrano actual. Se realizaron tareas de diseño
ambiental, de un paisajismo naciente.
El nombre del predio deviene de San Benito –primer santo negro católico desde
1809- monje franciscano nacido en Palermo, Sicilia y fallecido en 1589.
El proyecto del Caserón fue diseñado por José Santos Sartorio de acuerdo con
planos hechos por el ingeniero y matemático español Felipe Senillosa. Nicolás
Descalzi junto a Miguel Cabrera fueron los encargados de las obras exteriores, del
paisaje y los jardines.
En el momento de la compra de los terrenos ya había una casa pequeña que
luego y con los años fue conocida como „Café de Hansen‟. Posteriormente, en los
comienzos del siglo XX y durante añares solía ser un reducto de tango.
El mobiliario de sus casas era despojado, tanto en sus primeros domicilios como
en la Casona de Palermo. No había en ella ni cuadros, ni alfombras, ni cortinas.
Pero eso sí, como a J. M. le gustaban mucho los espejos, había varios venecianos
en su casa. En los pasillos y en las habitaciones acostumbraba encender
sahumerios.
Su dormitorio tenía una cama de bronce, un armario, una estufa grande y un
importante espejo. Mesas llenas de expedientes y un par de chiffoniers de caoba
donde guardaba celosamente los dineros del Estado en uno, y los propios en el
otro.
Al igual que en toda la casa, el piso del cuarto era de baldosas rojas muy brillantes
y tampoco tenía alfombras, ni cortinas, ni cuadros.
Antes de ingresar al dormitorio había una pequeña sala de recepción con muchos
espejos.
El cuarto de Manuelita era muy luminoso, pero no era muy amplio. Allí, como
excepción, había una alfombra grande de buena calidad.
Luego de la caída de Rosas, el Caserón de Palermo, orgullo del Brigadier y de la
Confederación Argentina, sufrió sucesivos cambios hasta su demolición en 1899.
Primero, fue residencia de Urquiza, quien permaneció allí durante 7 meses luego
de su llegada a Buenos Aires. Posteriormente, durante la presidencia de Domingo
F. Sarmiento, fue sede de la Escuela Militar entre 1870 y 1892. Por último, hasta
1898, se estableció la Escuela Naval. (Ver Foto 23)
Como nota de color, cabe recordar que, en 1866 en parte de su parque, donde
actualmente se encuentra el Planetario, se creó el „Buenos Aires Cricket Club‟. Allí
se jugó el primer partido de futbol de nuestra historia el 20 de junio de 1867. Era
una especie de mezcla de „Foot-Ball‟ y „Rugby‟. El encuentro que se inició a las
12.30 hs duró casi dos horas. Participaron 16 jugadores, 8 por bando, uno
capitaneado por Tomas Hogg y otro por Walter Heald. El equipo de Hogg se
impuso 4-0.
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Durante todo ese tiempo, el Caserón de Palermo no fue mantenido
adecuadamente, y por este motivo fue deteriorándose poco a poco. Hasta el
propio Sarmiento deploraba el estado de abandono diciendo que la residencia
parecía más una „tapera en lugar de un palacio histórico‟ reconociendo con ello la
envergadura y valor del edificio el cual había denostado y criticado durante el
gobierno de la Confederación, demostrando de este modo que sus diatribas y
denuestos tenían una pura intencionalidad política („…fortuna será que no se
venga abajo la construcción bárbara del tirano, notable y digna de conservarse por
su originalidad arquitectónica como por su importancia histórica‟). Primero la
designa como la construcción bárbara del tirano, e inmediatamente después y, sin
sonrojarse ante su contradicción, declama la originalidad arquitectónica e
importancia histórica de la obra.
Más aún, Sarmiento logró que la Legislatura aprobara en 1874 su proyecto de ley
para crear en las tierras de Rosas un parque al que llamó „3 de Febrero‟, en
alusión a la batalla de Caseros. Lo que la ley no pudo evitar es que el pueblo
porteño lo siguiera llamando „Palermo‟ tal como se denominaba en los tiempos de
J.M. En la actualidad, si algún turista preguntase a un lugareño dónde queda el
Parque 3 de Febrero (como consta en los mapas) es muy probable que
respondiera que no lo conoce, pero en cambio si preguntara por los bosques de
Palermo, casi con seguridad, le sabrían indicar su ubicación.
La zona permaneció en estado de franco abandono durante muchos años, hasta
que se fue recuperando gracias a la gestión del intendente Marcelo Torcuato de
Alvear, quien en 1889 le devolvió parte de su prestancia y calidad.
Tal como mencionamos anteriormente, desde 1892 hasta 1898 se había
establecido allí la Escuela Naval y en esos tiempos se comenzó a pensar en su
destrucción, más por razones políticas que por cuestiones edilicias. La actual
Avenida del Libertador pasaba cerca del Caserón. Luego se cambió su traza y la
de la Avenida Sarmiento para que coincidieran con parte del solar y de esta
manera, justificar su destrucción. Existen fotos actuales que han podido establecer
donde estaría exactamente hoy el Caserón de Palermo (Ver Foto 24)
El intendente Adolfo Jorge Bullrich quien ejerció el cargo durante la segunda
presidencia de Julio Argentino Roca, entre 1898 y 1902, ordenó que la Casona
fuera dinamitada. El funcionario contaba con el apoyo del diario „La Prensa‟ que
estimulaba y acicateaba la pronta destrucción del Caserón.
Si bien no se sabe a ciencia cierta quien finalmente dio la orden para la
demolición, si fue el intendente por iniciativa propia o fue el presidente Roca, se
cree que fue impulsada por Bullrich, quien manifestaba un odio visceral contra
todo lo que fuera Rosas y aquello que lo representase. Y así, con saña y supina
ignorancia, ejecutó la destrucción.
El derribamiento tuvo lugar a las 00 hora del día 3 de febrero de 1899, pues
Bullrich quería que coincidiera con tal fecha „de modo que el sol de Caseros no
alumbre más ese vestigio de una época luctuosa y que fue la morada del
tirano…ninguna razón habría para empeñarse en mantener en pie una
construcción vulgar…cuya vista solo remueve memorias de sangre, de crimen y
de opresión y barbarie. Abajo pues el odioso baluarte del más cruel de nuestros

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caudillos‟ publicaba el Diario „La Prensa‟ en sus ediciones del 14 y el 26 de enero
de 1899.
La decisión de Bullrich fue fríamente calculada, fundada en razones políticas,
proselitistas y demagógicas. Eligió la medianoche, para que las luces eléctricas
que comenzaban a verse en Buenos Aires se mezclaran con las explosiones
luminosas de la dinamita, a modo de luces y fuegos de bengala resplandecientes
propios de un festejo, mientras la Casona volaba en mil pedazos. La triste
ceremonia concluyó con la invitación a los asistentes a un asado y cerveza hasta
la mañana siguiente. (Ver Foto 25)
El intendente fue muy criticado por tal decisión, hasta por las propias autoridades y
políticos del momento que también aborrecían a Rosas, como Mitre, Sarmiento y
Avellaneda. La diferencia con Bullrich era que ellos odiaban la idea de nación que
él representaba e hicieron lo posible por derrocarlo, pero su encono no era a nivel
personal. Pudieron distinguir las discrepancias ideológicas del valor cultural de las
construcciones históricas ricas en arquitectura y diseño que pudieran existir, como
por ejemplo la Casona de Palermo.
En este tenor también se expresó José Zeferino Álvarez Escalada ,‟Fray Mocho‟ ,
„Rozas, lo que queda en pie‟- en Caras y Caretas – Nro. 18 del 4-2-1899 donde
dice que Bullrich „…emplea la piqueta de sus peones en demoler un viejo edificio,
sugestivo y típico …sin razón, sin motivo y solo inspirándose en rancias
preocupaciones, venga un espíritu que ni es de político, ni de historiador, ni de
pensador, ni de nada, sino el de un empresario anónimo de la multitud, a demoler
de un puntapié algo que a los sabios del futuro les contará muchas vigilias
reconstruir‟. Es lapidario. Lo tilda de burro, mercantilista, ignorante.
A los pocos días de dinamitarse la casona, fue contratado el arquitecto y paisajista
Carlos Thays para remodelar ese enorme espacio verde y hacer, a imagen de
París, los parques y jardines que hoy conocemos.

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VII.- „ARREPENTIMIENTOS‟ TARDÍOS DE SUS ENEMIGOS

Aquellos que combatieron con fervor a Rosas, en sus últimos años de vida
demostraron una actitud diferente. Por ejemplo el masón Urquiza, quien se
mostró supuestamente „arrepentido‟ (sic) de haberlo derrocado cuando vio que la
anarquía imperante en el país hacía imposible concretar sus intenciones de unirlo
por un „cuadernito‟ llamado „Constitución‟.
Hablamos de „supuesto arrepentimiento‟ pues más allá de sus declaraciones,
nunca sabremos sus reales sentires. Cuando vio que corría riesgo de perder sus
propiedades, solucionó el tema aliándose secretamente con Mitre luego de la
batalla de Pavón. Le dejó todo el protagonismo político a éste a cambio de que lo
dejaran volver a Entre Ríos y no confiscaran sus bienes. Siguió aliándose con
Mitre contra los paraguayos en la guerra de la Triple Alianza, contradiciendo en los
hechos su proclamado „arrepentimiento‟.
Podemos concluir que Urquiza vivió tramando y traicionando a cuanto aliado tuvo
y terminó su vida ajusticiado, sufriendo en carne propia lo que él había hecho
antes a su patria y a sus hombres.
Algo que pocos historiadores señalan es que casi todos los políticos y militares de
aquella época participaban en la masonería, que ordenaba victorias y derrotas
respondiendo al adagio: ‟fraternidad está por encima de nacionalidad‟.
Consideremos este hecho como argumento que valida la precedente afirmación.
Sarmiento, Mitre, Alsina, Varela y Urquiza, entre otros, aparentemente eran entre
si adversarios a ultranza. En 1871 López Jordán, que había luchado con Urquiza
contra Rosas en Caseros, invadió Entre Ríos porque no pudo perdonar a Urquiza
el haberse entregado a Mitre en la batalla de Pavón. Esta invasión causó estupor
en la masonería, y en su reunión del día 6 de mayo la logia masónica
„Confraternidad‟ resolvió unirse contra López Jordán.
Ahora bien, López Jordán acusa a Urquiza de haber traicionado a la causa federal,
pero ¿no fue él también un traidor a la Federación cuando se alió con los
extranjeros y con Urquiza en Caseros, para luchar contra el gobierno legítimo de J.
M. de Rosas?
Otro caso difícil de entender es el de Leónidas Echague, hijo del glorioso
gobernador de Entre Ríos y Santa Fe, el confederado Gral. Pascual Echague, que
luchó junto a Rosas y lo acompañó al exilio luego de Caseros. En 1870, como
gobernador de Entre Ríos, con el apoyo del presidente Sarmiento (que había
combatido denodadamente contra su padre), ordenó todo tipo de atropellos y
crímenes. Desplazó a todos los Federales de los puestos públicos, incluyendo
curas y maestros, y expulsó a los colonos de sus tierras para repartir cargos y
propiedades a los amigos Unitarios del gobierno provincial y nacional. Esto nos
muestra que la historia argentina está jalonada por una interminable serie de
traiciones, aun dentro de las propias familias.
Otro ‟arrepentido‟ (sic) fue Juan Bautista Alberdi quien comprendió tardíamente lo
injusto del derrocamiento ilegal hecho a Rosas, a quien entendió y valoró a
destiempo. Paradójicamente terminó sus días en Francia, en la pobreza y olvido
como J. M.
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Estos supuestos „arrepentimientos‟ epistolares en las postrimerías de sus vidas
por parte de algunos personajes de la historia como Urquiza o Alberdi, más allá de
las dudas que generan, aunque fueran ciertos, no sirven para remediar el enorme
mal que ambos han hecho a la Argentina soberana aliándose al extranjero en
forma tan ruin.
El comportamiento de Urquiza fue descripto detalladamente en el presente trabajo.
Respecto al perjuicio a la patria de parte de Alberdi, lo encontramos en sus
„Bases Y Puntos De Partida Para La Organización Política De La República
Argentina‟ del año 1852 y en toda su acción pública contra la Confederación y
contra Rosas a lo largo de los años.
Obsérvese contradictorio de Alberdi. Después de haber escrito “Las Bases…” y
haber sido un apologista en lograr una Constitución escrita como panacea para la
organización nacional, razón por la cual combatió a Rosas, cambió de parecer. En
el año 1871 escribió su libro „Cartas Quillotanas‟, en una de ellas llamada
„Peregrinación de Luz del Día‟, manifestó una opinión contraria “…Las
constituciones escritas en el papel están expuestas a borrarse todos los días; las
que no se borran fácilmente son las escritas en los hombres, es decir, en sus
costumbres”.
Esta última afirmación se aproxima más a una declaración hecha por J.M. de
Rosas, que a una hecha por Alberdi. Éste, en cierto modo, finalmente coincidiría
con J.M. al reconocer que la costumbre crea, cimienta y solidifica el derecho,
adjudicándole más valor que a un `cuadernito‟ llamado Constitución (que, en rigor,
podríamos decir que nunca fue aplicada hasta el día de hoy). ¿para eso escribió
“Las Bases…”? ¿Para renegar de décadas de luchas para conseguir su
aplicación?
Los reconocimientos a la grandeza de Rosas hechas por Alberdi y Urquiza,
arrepentidos de sus desvaríos, traiciones y envidias, no alcanzan siquiera a
suavizar el daño que provocaron a nuestra nación: ayudando a desmembrarla y a
ser invadida desde el exterior. En otros términos, los supuestos
„arrepentimientos‟ no produjeron un cambio en el „status quo‟ del Restaurador ni
en las condiciones políticas de la Argentina.
Las palabras se las lleva el viento: „FACTA NON VERBA‟.
Muchos se han preguntado ¿cómo es posible que aquellos que combatieron
ferozmente a Rosas y a su política soberana imputándole cuanto horror pueda
imaginarse, luego hayan „confesado‟ que en realidad J. M. no había sido tan
nefasto como habían sostenido en su momento, y comenzaron a resaltar sus
virtudes reales?.
A simple vista, podemos percibir arrepentimiento en algunas figuras históricas,
pero si hacemos una lectura más profunda llegaremos a pensar lo contrario:
Daremos algunos de entre tantos ejemplos:
Cuando Sarmiento dice ““Debo decirlo en obsequio de la verdad histórica, nunca
hubo un gobierno más popular y deseado ni más sostenido por la opinión...que el
de Don Juan Manuel de Rosas” “Rosas era la expresión de la voluntad del pueblo
, y en verdad que las actas de elección así lo muestran…..grandes y poderosos
ejércitos lo sirvieron años y años impagos…entusiasmo era el de millares de
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hombres que lo proclamaban el Grande Americano. La suma del Poder Público le
fue otorgada por aclamación. „Senatus Consulto‟ y Plebiscito, sometiendo al
pueblo la cuestión”
¿Qué debemos entender? ¿Arrepentimiento por el contenido de sus
declaraciones, o considerar sus acciones en contra a lo largo de tantos años?
El Gral. Cesar Díaz, mano derecha de Urquiza en Caseros lo siguiente:
“Tengo la profunda convicción, formada por los hechos que he presenciado, de
que el prestigio del poder de Rosas en 1852 era tan grande o mayor tal vez de lo
que había sido diez años antes y que la sumisión y la confianza del pueblo en su
superioridad de genio, no le habían jamás abandonado” (Diario „El Nacional‟ de
Buenos Aires 4-11-1879)
¿También se puede entender que Díaz se arrepintió de lo hecho?
De ninguna manera.
No confiesan arrepentimiento por haber combatido ferozmente durante años a la
Confederación Argentina. Nos dicen que debieron hacer lo que hicieron para
lograr sus objetivos políticos a pesar de que SIEMPRE SUPIERON la falsedad de
sus pensamientos y la ilegitimidad de sus acciones e imputaciones a Rosas y su
gobierno.
Dicho en otros términos: „perdonen todas nuestras mentiras y miserias, pero
tuvimos que hacerlo para lograr el poder aun a costa de la verdad histórica, a
costa de derramar sangre de patriotas, a costa de la traición aliándonos a
potencias extranjeras, cuando vimos que el pueblo todo nos daba la espalda,
cuando intentamos despedazar el territorio y cederlas al capital foráneo.‟
A confesión de parte, relevo de prueba.
Nuestra nación, luego de Caseros, se construyó sobre la sangre argentina
derramada, y se fundamentó en aquellos fraudulentos pensamientos y en los
traidores personajes que los sostenían.
Como una digresión, permítaseme decir que de „Federal‟ nuestra actual
Constitución tiene solo el nombre y los enunciados. La realidad es que la política
fue siempre, y sigue siendo hasta hoy en día, Unitaria. Las provincias son
cautivas del poder central y deben mendigar migajas a cambio de su sometimiento
político. Rosas no se equivocó cuando anticipó que una Constitución no resolvería
la situación del país, sino que por el contrario produciría años de anarquía y
revoluciones.
No puede entenderse como „arrepentimiento‟ genuino lo que han dicho y hecho
estos personajes. Su soberbia malsana da a entender que nadie fue más justo,
honrado y querido por su pueblo que Rosas, y dejan entrever que las mentiras y
asesinatos fueron medios para lograr a fuerza de muertes y falsedades históricas
lo que no pudieron lograr por persuasión e ideas.
San Martín, además de donarle su sable, le escribe diciéndole “El objeto es
tributar a Ud. Mis más sinceros agradecimientos al ver la constancia con que se
empeña en honrar la memoria de este viejo amigo; como lo acaba de verificar en
su importante mensaje del 27 de Diciembre pasado, y que como argentino me
llena de verdadero orgullo, al ver la prosperidad, paz interior, el orden y el honor
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restablecidos en nuestra querida patria; y todos estos progresos efectuados en
medio de circunstancias tan difíciles, en que pocos Estados se habrán hallado. Por
tantos bienes realizados, yo felicito a Ud. sinceramente, como igualmente a toda la
Confederación Argentina. Que goce Ud. De salud completa y que al terminar su
vida pública sea colmado del justo reconocimiento de todo argentino, son los votos
que hace y hará siempre a favor de Ud. este apasionado amigo y compatriota.
QBSM (B. Sur Mer, 6 de mayo de 1850)
J.M. en testamento (codicilo 16) de fecha 28 de agosto de 1862 dona, a su vez,
SU PROPIA espada a su amigo José María Roxas y Patrón, al fallecimiento de
éste a ser entregada a su mujer e hijos, y a sus fallecimientos a los herederos de
Juan Nepomuceno Terrero.:
, “16ª…Y tanto por los servicios enunciados con que el Señor Roxás me ha
auxiliado, y servido, como también por los que con las luces de su ilustrada
capacidad, con su pluma y los sabios consejos de su gran práctica, y estudios en
los grandes Negocios de Estado, me ha ayudado en el trabajo de las obras, o
sean apuntes, que he escrito en este País, desde 1852, sobre la Religión del
hombre, sea cual fuere su creencia, la una sobre la Ley Pública la otra; y sobre la
ciencia médica la otra; mi Albacea le entregará también, la espada puño de oro,
que me presentó la Honorable Junta de Representantes de Buenos Aires, por las
Victorias en la Campaña a los desiertos del Sud en los años 33 y 34.- Esa espada
está sin la vaina que he vendido para atender a mis urgentes necesidades- Muerto
el Señor Róxas, pasará a su Esposa la Señora Da Manuelita, por muerte de ésta a
cada uno de sus hijos e hijas, por escala de mayor edad, y por muerte de éstos, a
cada uno de los hijos e hijas, de mi primer amigo el Señor Dn Nepomuceno
Terrero, por la escala de mayor edad.”.
“23 - La Medalla con sesenta o más brillantes, que me presentó la Honorable
Representación de la Provincia de Buenos Aires en testimonio de gratitud por la
Campaña a los desiertos del Sud en los años 33 y 34, la regale a mi hija Manuelita
de Rosas de Terrero, para que hiciera de ella lo que mejor le agradare”.
El sable le fue entregado por la Honorable Sala de Representantes el 30 de Marzo
de 1836, día de su cumpleaños, y un año antes, el 25 de Mayo de 1835, por el
mismo motivo, le habían hecho entrega de la Medalla de oro y brillantes.
La vaina del sable, como se dijo anteriormente, Rosas tuvo que venderla en su
exilio debido a sus apremios económicos, desconociéndose quien la compró.
La medalla de oro con brillantes se la regaló en vida a su hija Manuelita, pero aún
no se sabe cuál ha sido su destino final.
A la fecha del presente trabajo, se desconoce adónde se encuentra el sable, ya
que hay uno en el Museo Histórico Nacional donado por Manuel B. Belgrano que
había adquirido en una subasta pública en Azul en 1862. El sable había estado
desde 1834 frente a la imagen de la Virgen en la iglesia de Azul, donada por el
propio J.M cuando volvía de la Campaña del Desierto. Pero creemos que éste no
es el sable principal que lo acompañó al destierro y que él mismo donó
testamentariamente a su amigo Roxas y Patrón.

45
En aparente contradicción con lo expuesto, el 17 de Febrero de 1869 en una carta
a Roxas y Patrón, J. M. expresa su intención de donárselo al Mariscal Solano
López, por su lucha contra el Imperio del Brasil y sus aliados
“Febrero 17 1869
Dn José María Roxas y Patrón (…)
Por mi parte he registrado en mi testamento, la siguiente cláusula, entre otras
adicionales.
“Su Excelencia el Generalísimo, Capitán General Dn José de San Martín, me
honró con la siguiente Manda. „La Espada que me acompañó en toda la guerra de
la Independencia, será entregada al Gral. Rosas, por la firmeza y sabiduría, con
que ha sostenido los derechos de mi patria.
Y yo Juan M. Ortiz de Rozas, su ejemplo, dispongo que mi albacea entregue a Su
Excelencia, el Señor Gran Mariscal, Presidente de la República Paraguaya y
Generalísimo de sus Ejércitos, la espada diplomática y militar, que me acompañó
durante me fue posible sostener esos derechos; por la firmeza y sabiduría con que
ha sostenido los derechos de su Patria, el equilibrio, entre las Repúblicas de Plata,
el Paraguay y el Brasil (…) Rosas”
(Carta de Juan Manuel de Rosas a José María Roxas y Patrón, en A.G.N.
“Correspondencia Rosas-Roxas y Patrón”. 1868-1870)”.
Se trata de una mera carta, no es un testamento con todas sus formas y por lo
tanto entiendo que éste sería el único documento legalmente valido
testamentariamente hablando.
Su amigo Roxas y Patrón le contestó prontamente el 23 de marzo de 1869
explicándole que todos sus papeles y su espada deberían estar en un Museo
Argentino.
Seguramente Rosas debe haber desistido de la donación a Solano López, pues en
la modificación de su testamento en el año 1873 no cambia el codicilo 16º
(agréguese el hecho de que el 1 de Marzo de 1870 el Mariscal López había
muerto y no podría eventualmente acceder a tal sable).
No se sabe, en fin, la suerte del mencionado sable ni el de la medalla de oro y
diamantes referida, también entregada a Rosas por la Asamblea Legislativa de la
Confederación por sus triunfos en la Conquista del Desierto y que J.M. usaba con
su uniforme en reuniones formales y con la que siempre se lo ve en sus distintos
cuadros.
.

46
VIII.- EL TRATO RECIBIDO POR JUAN MANUEL DE ROSAS EN INGLATERRA

¿Por qué Rosas fue bien recibido por los ingleses, contra quienes combatió
durante años?
No hay demasiados datos en concreto que expliquen en forma directa tales
motivos, pero contamos con muchos elementos que nos permiten inferir una
respuesta.
Rosas, durante su gobierno, había tratado bien a los súbditos ingleses que vivían
en la Argentina, quienes siempre tuvieron un buen concepto sobre él porque les
permitió vivir en paz, crecer económicamente en el país y gozar de la seguridad
jurídica que brindaba la Confederación, respetándoseles sus propiedades y sin ser
molestados ni en el período del bloqueo. Más aun, ellos mismos estaban en
contra de dicho bloqueo porque los perjudicaba en sus actividades comerciales.
Esta posición la expresaba el Ministro Gore al gobierno inglés antes de Caseros.
Sostenía que, si bien era contrario al régimen de Rosas, a Inglaterra no le
convenía que derrocaran su gobierno pues protegía la vida y los bienes de los
extranjeros, manteniendo el orden jurídico en el país.
Gilbert K. Chesterton decía que “El verdadero soldado no lucha porque odie lo que
hay frente a él sino por amor a lo que tiene detrás”. Más claro y sintético,
imposible.
Podemos decir que Rosas no era enemigo de los ingleses, sólo defendía los
derechos de la Confederación Argentina. Cuando fuimos respetados por ellos, se
los respetó.
Obsérvese que, en el certificado de defunción donde debe completarse la
ocupación, dice “EX PRESIDENTE OF ARGENTINIA CONFEDERATION”. Lo
que nos demuestra que más allá de todo, J.M. fue visto y tratado, aun en el exilio,
no sólo como Gobernador de una Provincia, sino como Jefe de Estado.
Tal vez su único enemigo declarado era el Imperio del Brasil. Es discutible si ello
se extendía a los franceses dado que durante muchos años se estampaba la frase
„Mueran los Salvajes Unitarios‟ y luego „Mueran los asquerosos Inmundos
Franceses‟. Seguramente por una cuestión ideológica ya que todas las doctrinas
libertarias e iluministas venían de Francia y chocaban con el hispanismo
tradicional de Rosas quien privilegiaba el orden y las jerarquías. A pesar de todo
esto, los franceses, incluido Napoleón III, respetaban a J.M. por el ahínco y
nobleza con los que defendía la independencia de su nación.
Dejemos hablar a Leonardo Castagnino que sintetiza lo antedicho: “Los ingleses,
como los franceses, admiraron el gesto de Rosas: ellos hubieran hecho lo mismo
de haber nacido argentinos. Lord Howden llegado a Buenos Aires por 1847 para
hacer la paz, fue apasionado admirador de Rosas. Lo cual no quiere decir que
dejara de ser muy inglés y tratase de sacar las ventajas posibles para su patria.
Para el buen inglés no había cotejo posible entre Rosas y los unitarios. Aquél era
un enemigo de frente, que los había vencido en buena lid, y digno de todo respeto;
en cambio éstos eran agentes sin patria que necesitaba como auxiliares en la
guerra, pero a los cuales despreciaba. Los pagaba, y nada más.
47
Esta posición de los imperios con sus servidores nativos, no la pudo entender
Florencio Varela cuando fue a Londres en 1848 a gestionar a Lord Aberdeen la
intervención permanente británica en el Plata, el apoderamiento por Inglaterra de
los ríos argentinos, y el mayor fraccionamiento administrativo de lo que quedara
de la República Argentina.
Fue don Florencio a Londres muy convencido de que los ingleses lo recibirían con
los brazos abiertos por estas ofertas, pero Aberdeen lo echó poco menos que a
empujones del despacho: le dijo claramente que Inglaterra no necesitaba el
consejo de nativos para dirigir su política de expansión en América, y sabía
perfectamente lo que debería tomar y cuándo podía tomarlo; que Varela se
limitara a recibir el dinero inglés para su campaña en el “Comercio del Plata” en
contra de la Argentina, sin considerarse autorizado por ello a alternar con quienes
le pagaban”.
Era y es muy común en los ingleses el hecho de tender una especie de „puente de
plata‟ a aquellos que hayan combatido y caído contra ellos lealmente sin traicionar
a sus patrias, dejándoles huir de batallas o establecerse en posteriormente
Inglaterra. No sabemos cuáles serían los motivos encubiertos de tales medidas.
Puede ser el brindar una imagen de magnanimidad frente al mundo, de supuesta
liberalidad, de pretendida y falsa civilización.
La única duda que no hemos podido disipar es por qué J. M .de Rosas, luego de
llegar a Inglaterra donde fue tratado con la reciprocidad que él tuvo para con los
ingleses inmigrantes y comerciantes del Plata y al que se le dio trato de Jefe de
Estado, se quedó allí en vez de tentar ir a otras tierras tal vez más benignas con
él, en cuanto al clima e idioma como España, donde además tenía parientes en
Burgos de donde procedía su familia.
Lo mismo se preguntó Juan Nepomuceno Terrero al escribirle a J.M. el 30 de
diciembre de 1853 sobre los motivos por los cuales permanecía en Inglaterra
cuando podía radicarse en Italia, Francia o España.
Sabemos que fue invitado a vivir a Francia y que personalidades de la talla del
citado Napoleón III lo tenían en alta estima, así como Lord Palmerston, Lamartine,
Mackau, Lord Northumberlad, la Reina Victoria y los presidentes de EEUU y
Latinoamérica de esa época.
Debemos mencionar que Rosas nunca salió de Inglaterra. No visitó ningún país de
Europa mientras vivió en el destierro.
Tal vez la razón estribe en el carácter de J.M. Remitiéndonos a su análisis,
intentaremos develar los motivos.
J.M. tenía como característica básica de su personalidad EL ORDEN. En todos los
aspectos de su vida.
Era ordenado en su ámbito privado, en sus actividades cotidianas y sus labores
diarias en el campo. Era meticuloso al extremo en su vida pública, conocido por
su puntillosidad en las cuentas del erario público y privado. Amaba el orden más
allá de cualquier idea política y le irritaba de sobremanera todo lo que pudiese
entenderse como anarquía y revolución contra la estabilidad institucional
legalmente establecida.

48
Ese rasgo de personalidad, tan conocido y difundido en sus escritos era visible y,
en tiempos del destierro, Inglaterra, en plena época victoriana representaba
estabilidad en sus instituciones y era ajena a revoluciones y guerras.
Seguramente esta particularidad le atraía a J. M., ya que el contexto de Francia y
España era totalmente opuesto debido a su inestabilidad política. A esta situación
debemos agregar un dato no menor anteriormente citado: en Inglaterra fue
respetado y tratado con honores de Jefe de Estado.
Todo lo expuesto es sólo una interpretación deductiva extraída de su carácter y
modo de ser para identificar algunas de las razones „in pectore‟ que pudo haber
tenido Rosas para tomar la decisión de quedarse afincado en Inglaterra. También
debemos tener presentes las ideas y formación política de J.M., que se asemejaba
en algunos aspectos al modo inglés de representación.
Durante su gestión en el gobierno, algunos de sus aliados como Quiroga y otros
caudillos del interior, como Ibarra, le requerían continuamente que organizase al
país, que le diese una Constitución Federal, creyendo que con eso se iban a
solucionar las guerras internas y externas y la paz reinaría en la Confederación.
Los hechos después de 1852 y 1853 demostraron lo contrario.
Es que como quedó comprobado las proclamas de los unitarios, brasileños y
europeos en el sentido que solo una organización constitucional daría la paz a la
región eran meros subterfugios para atraer a federales tibios: la idea siempre fue
desmembrar a la nación, imponer el libre comercio y beneficiar con ello a los
franceses e ingleses y a sus agentes internos.
En 1873 Ernesto Quesada visitó a J.M, en sus conversaciones, éste, le decía que
se había negado durante mucho tiempo a ello, por más que deseara los mismo.
Consideraba que en esos momentos la nación estaba en anarquía permanente y
hasta que no existiese orden en toda la República, y se arraigase al pueblo en
hábitos de vida democrática no era posible. Requería tareas largas y penosas y
un simple „cuadernito‟ como solía decir Facundo Quiroga, no iba a cambiar nada
sino por el contrario iban a aumentar la desintegración de nuestra Confederación.
Tal cual sucedió después de Caseros.
Ya en el exilio, llegó a conocer las ideas y actividades socialistas y revolucionarias
que se expandían por Europa que tanto le disgustaban. Le preocupaba que
llegase a hacerse del poder en algún estado.
¿Era este el modo real de pensar de Rosas?
El tiempo le dio la razón en el sentido que una Constitución, supuestamente
Federal, no logró pacificar ni organizar al país. Al contrario, debido a las luchas
fratricidas que comenzaron con la derrota en Caseros y que la Constitución
deseada o declamada, no pudo detener las revoluciones que le siguieron y los
incontables fusilamientos y torturas de los Federales que quedaron luego de
Caseros..
Esta gente, lo que no logró con Lavalle, lo logró con la traición de su primer jefe:
Justo José de Urquiza.
Como razona Americo Piccagli, la actitud que tuvieron a lo largo de nuestra
historia las coaliciones internacionales junto a los disidentes internos invocando

49
motivos de „humanidad, libertad, progreso y civilización‟ y la supuesta falta de una
„Constitución‟ atacaron cada vez que pudieron a los gobiernos legales intentando
voltearlos con dicho objetivo declarado pero la realidad era siempre un tema
ECONÓMICO –escondido tras posturas ideológicas y políticas- a fin de lograr la
libre navegación de los ríos interiores de nuestro país (el Paraná
fundamentalmente) para un libre comercio y lograr asi introducir sus manufacturas
por la fuerza (esto es, un dominio económicos que era su objetivo final), y no la
defensa de aquellos principios, como bien lo vio desde siempre el Gral.San Martín
en sus cartas con Guido quedando, además, evidenciado ello en los hechos
posteriores.
Luego de Caseros, con una Constitución sancionada, las guerras civiles, con
orgías de sangre, degüellos y torturas, se acrecentaron y nunca fueron tenidas en
cuenta por aquellos que se decían liberales o humanistas y las prescripciones de
la tan cacareada existencia de un librito llamado „Constitución‟, fueron dejadas en
el olvido.
Apenas finalizada la batalla de Caseros, durante por lo menos mas de 20 años,
comenzó una matanza de civiles y militares federales, incluidos Gobernadores del
interior.
Había alrededor de 20 fusilamientos, ahorcamientos públicos, degüellos, etc.. por
día de personas ya rendidas luego de Caseros, sin ningún tipo de juicio previo ni
respeto las leyes.
Y pensar que luego de Caseros hubo un decreto de Urquiza aboliendo la pena de
muerte por causas políticas!, lo que implica una ironía e hipocresía.
Y estos fusilamientos, confiscaciones, desapariciones, torturas y venganzas
Unitarias que sucedieron NO EN EL CAMPO DE LAS DISTINTAS BATALLAS Y
PRODUCTO DE LA LUCHA, sino a posteriori y con los Federales detenidos o
rendidos en las distintas batallas desde 1952 (iniciadas con las ejecuciones de
Chilavert y Santa Coloma) y, como referencia, hasta la muerte de Urquiza en 1874
(22 años aproximadamente), entre civiles y militares suman mas de 10.000
personas. Muchos de estos ejecutores eran los uruguayos Sandes, Rivas,
Arredondo, Irrazabal y Paunero y otros mas que, como verdugos, esbirros,
cometieron incontables asesinatos que cumpliendo órdenes de los unitarios
triunfantes (Mitre, Sarmiento, Urquiza en su momento, Derqui, etc, como lo ha
probado documentalmente en detalles minuciosos Piccagli en su obra citada “La
Argentina Violenta y Contradictoria” el que menciona con nombre y apellido, por lo
menos, más de 600 en este período.
Aún más, la supuesta Constitución Nacional declaraba que se instituía el sistema
Federal de Gobierno, lo cual en la práctica y hasta el día de hoy, es aparente solo
en la letra, ya que en realidad es Unitaria y centralista, como comentamos
anteriormente.
En el fondo, más allá de sus justificaciones, suponemos que Rosas, con
sagacidad y conocedor del tema, abominaba el sistema electoral producto de una
supuesta organización bajo una Constitución y que él creía en un sistema
absolutista de gobierno.

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Comenta un anécdota al respecto citada por Roberto D.Müller: Rosas conversaba
con el Capitán del buque que lo llevaba a su destierro y éste le habría preguntado
por qué no había organizado constitucionalmente el país, a lo cual J.M. le
contestó:
“.no había más sistema de gobierno eficaz que el absoluto, y que convencido de
esto, jamás pensó llamar a los pueblos a que se dieran una Constitución. El
coronel Costa interrumpió a Rosas, diciéndole: .-¿De modo, señor General que
para eso nos ha hecho Vd. pelear veinte años?"- Y qué?, recién lo conoce Vd?”,
contestó el ex- Restaurador lo cual generó aparentemente un altercado y el
Coronel Costa se trasladó a otro buque y en poco tiempo volvió a la Argentina”.
Sea verdad o no, éste diálogo deja en claro que el pensamiento de Rosas se
acercaba más a un régimen autocrático y con tintes absolutistas – al igual que San
Martín y Belgrano- que a uno democrático y jacobino. Como afirmamos
precedentemente, parecería que el tiempo le dio la razón puesto que ni la
Constitución sancionada con posterioridad a Caseros, ni los partidos políticos
sirvieron para pacificar al país; al contrario, nos envolvieron en una anarquía de
sangre sin fin.
Y decimos „al igual que San Martín‟ porque, a pesar de aquellos que pretenden
una formación e ideas liberales de nuestro Libertador Gral.José de San Martín, el
mismo en carta a Guido (17-12-1835) tanto en los hechos como en la palabra, da
por tierra con esos declamaciones iluministas, afirmando sin hesitación que era
necesario “…el establecimiento de un gobierno fuerte, o mas claro absoluto,
que enseñase a nuestros compatriotas a obedecer. Yo estoy convencido que
cuando los hombres no quieren obedecer a la ley, no hay otro arbitrio que el
de la fuerza”
Agregaríamos que „el orden‟ es una condición necesaria para el desarrollo de una
nación, pero también entendemos que no es un fin en sí mismo.
Desde Europa, el General San Martin le escribe a Tomas Guido el 1º de
noviembre de 1831, y el uno de sus párrafos el expresa textualmente:
"Ya es tiempo de dejarnos de teorías, que 24 años de experiencia no han
producido más que calamidades. Los hombres no viven de ilusiones, sino de
hechos: ¿qué me importa que se me repita hasta la saciedad que vivo en un país
de libertad si por el contrario se me oprime?... ¡Libertad! désela usted a un niño de
tres años para que se entretenga por vía de diversión con un estuche de navajas
de afeitar, y usted me contará los resultados. ¡Libertad! Para que un hombre de
honor se vea atacado por una prensa silenciosa, sin que haya leyes que lo
protejan y si existen se hagan ilusorias. ¡Libertad! Para que si me dedico a
cualquier género de la industria, venga una revolución que me destruya el trabajo
de muchos años y la esperanza de dejar un par de bocados a mis hijos.
¡Libertad! Para que se me cargue de contribuciones a fin de pagar los inmensos
gastos originados porque a cuatro ambiciosos se les antoja por vía de la
especulación, hacer una revolución y quedar impunes. ¡Libertad!
¡Libertad!...Maldita sea la libertad, ni será el hijo de mi madre el que vaya a gozar
de los beneficios que ella proporciona, hasta que no vea establecido un gobierno
que los demagogos llamen tirano y me proteja contra los bienes que me brinda la
actual libertad". (Carta del Gral. San Martin a Tomás Guido. 1º de noviembre de
1831)
51
Estos pensamientos del Gral.San Martín fueron escondidos, escamoteados, por
quienes siempre han querido lograr un falsificación de nuestra história para
imponer sus ideas y, como decía Salvador M.del Carril a Lavalle en 1828, “ si es
necesario envolver la impostura con pasaportes de la verdad, se embrolla_ y si es
necesario mentir a la posteridad, se miente y se engaña a los vivos y a los
muertos”
Igualmente nada de esto se le escapaba al Gral.San Martín que si bien siempre se
opuso a desenvainar su espada para verter sangre de argentinos, no dejaba de
entender las acciones y comportamientos de los Unitarios: Ya el 13 de abril de
1829 en carta a O‟Higgins le hace ver que dado el estado permanente de
enfrentamientos la única solución –lamenta el Gral.San Martín- es el exterminio de
un partido sobre otro y que la culpa de todo esto son “….los autores del
movimiento del 1º de Diciembre, son Rivadavia y sus satélites, y a usted le consta
los inmensos males que estos hombres han hecho a este país, y al resto de la
América, con su infernal conducta. Si mi alma fuese tan despreciable como las
suyas, yo aprovecharía esta ocasión para vengarme de las persecuciones que mi
honor ha sufrido de estos hombres; pero es necesario enseñarles la diferencia que
existe entre un hombre de bien, y un malvado.
Esos males que dice el Libertador y que condena son los que ha hecho Lavalle
derrocando a Dorrego y detrás del cual detrás del cual se encontraban Rivadavia y
sus „satélites‟ amigos, Segundo de Agüero, Del Carril, Varela, Agrelo, etc.
Y finalmente y perdiendo el sosiego y la templanza le dice al Gral. Iriarte
sumamente irritado y desilusionado días antes de irse definitivamente a vivir a
Europa en 1829: "Sería un loco si me mezclase con estos calaveras. Entre ellos
hay alguno, y Lavalle es uno de ellos, a quien no he fusilado de lástima cuanto
estaban a mis órdenes en Chile y en Perú…son muchachos sin juicio, hombres
desalmados...
Queda en evidencia la concepción política de José de San Martín y de J.M. de
Rosas. Ambos, el Libertador y el Restaurador de las Leyes imbuidos de un mismo
ideal, escamoteado por la falsificadores de la historia que han inculcado desde la
escuela, colegios, diarios, un sistema educativo que ha tenido como base no solo
una interpretación de los hechos sino también la descripción de los hechos y
actuaciones de nuestros antepasados que ha llevado a tal punto la mentira que
hasta los institutos Sanmartinianos han inventado hasta hoy, hasta el presente,
una imagen del Gral.San Martín totalmente alejada de la realidad, de su
pensamiento político, maquillándolo y haciendo del Libertador un militar liberal y
hasta diría, jacobino, cuando la verdad extractada de sus palabras y hechos a
través de toda su vida dista totalmente de ello.
Que por razones que el mismo San Martin explicó aceptó el sistema Republicano
por ser lo que la mayoría del pueblo argentino quería y por lo tanto, dijo, jamás
resolvería a diezmar a sus conciudadanos para obligarlos a adoptar un sistema
que no conformase al pueblo, pero eso no significó abdicar de lo que él creía
mejor como sistema de gobierno: absolutista, monárquico hablando ya el 6 de
Abril de 1829 en carta a Guido de la necesidad de “un gobierno vigoroso” y de
buscar “un salvador” con “un brazo vigoroso".

52
Lejos la realidad de lo que nos han querido hacer ver en nuestras escuelas y en el
Instituto Nacional Sanmartiniano, que, falsificando la historia, han enterrado en el
silencio el real perfil del Libertador, su ideario, sus acciones, bajo una túnica liberal
fraudulenta.
Ya Rosas exiliado seguía la evolución de la política europea. Durante los últimos
años en Inglaterra pudo conocer las ideas políticas revolucionarias, socialistas y
comunistas. Estas ideologías lo irritaban porque causaban la insolencia de la
plebe y el avance de ideas extremistas cuyo liberalismo iba a ser el prolegómeno
de la anarquía. Auguraba, por tanto, épocas difíciles para los países europeos,
criticando a Mazzini, Víctor Hugo, entre otros pensadores.
Rosas tuvo tiempo de expresar sus ideas respecto a la llamada democracia y los
partidos políticos, y pudo declarar cuál era a su entender el mejor sistema de
gobierno. Esto no ha sido una opinión aislada, sino algo que ha sostenido en toda
su vida y su pensamiento político, mínimamente desde 1832 a 1872.
“Es necesario desengañarse de una vez con esa falsa fusión con ciertos partidos,
sugerida y propagada con astucia por las logias, para adormecer a los federales,
que no conocen todo el fundo de perversidad y obstinación de que están poseídos
nuestros enemigos. Es muy triste y degradante que el crédito de la República y la
reputación de sus hijos más ilustres esté a merced de los caprichos y perversidad
de ambulantes aventureros que, sin dar la cara, tienen libertad para ultrajar y
difamar impunemente” … (carta a Facundo Quiroga, del 28 de febrero de 1832);
“Formas constitucionales considero que son aquellas más conformes al estado y
posición de las cosas y que por lo mismo son las más a propósito para preservar
de males al cuerpo político y hacer que se conserve en tranquilidad y orden del
mejor modo posible. Si ellas no fuesen de esta naturaleza ni produjeran estos
saludables efectos, no pueden llamarse constitucionales, porque no tienen
ninguna relación con la salud del Estado. En tal caso, o estarían de más, sin
producir bien alguno y se llamarían formas superfluas, o si producen o abren la
puerta a grandes males, más bien que constitucionales deberían denominarse
formas anárquicas” … (carta a Pascual Echagüe, del 23 de julio de 1836);
“Es que se quiere vivir en la clase de licenciosa tiranía que llaman libertad,
invocando derechos primordiales del hombre, sin hacer caso del derecho de la
sociedad a no ser ofendida… Las elecciones son farsas inicuas de las que se
sirven las camarillas de entretelones, con escarnio de los demás y de sí mismos,
fomentando la corrupción y la villanía, quebrando el carácter y manoseándolo
todo” … (carta a Josefa Gómez, del 17 de diciembre de 1865);
"Nunca pude comprender ese fetichismo por el texto escrito de una constitución,
que no se quiere buscar en la vida práctica sino en el gabinete de los doctrinarios;
si tal constitución no responde a la vida real de un pueblo, será siempre inútil lo
que sancione cualquier asamblea o decrete cualquier gobierno. El grito de
constitución, prescindiendo del estado del país, es una palabra hueca. Y a trueque
de escandalizarlo a usted, le diré que para mí el ideal del gobierno feliz será el
autócrata paternal, inteligente, desinteresado e infalible, enérgico y resuelto a
hacer la felicidad de su pueblo, sin favoritismos. Por eso busqué yo solo realizar el
ideal de gobierno paternal en la época de transición que me tocó gobernar” … “He
despreciado siempre a los tiranuelos inferiores y a los caudillejos de barrio,
53
escondidos en la sombra; he admirado siempre a los dictadores autócratas, que
han sido los primeros servidores de sus pueblos" (entrevista con Vicente Quesada.
(1873).
Más claro, imposible.
Rosas llegó a leer textos de Karl Marx, pero –y esto es lo curioso- Marx
aparentemente conocía quien era J.M de Rosas: Existiría un libro escrito por Karl
Marx y prologado por J.Raed Spalla llamado “Palmerston, Rosas y El Río de La
Plata”, (https://www.marxists.org/espanol/m-e/1853/lord_palmerston.pdf) que hasta
la fecha, no he podido encontrar. No se debe confundir con otro anterior sobre
Lord Palmerston: “Historia de Vida de Lord Palmerston” escrito en 1853, también
con el prólogo de J.Raed Spalla, que puede leerse en el sitio recién mencionado,.
J.M. en su exilio, además de escribir sobre temas variados, llegó a escribir un
cuento. Solamente uno a lo largo de toda su vida. Se llamaba “Desespera y
Muere”. Si bien no se sabe con certeza la fecha exacta en que lo escribió, se
supone que fue escrito después de 1858.
El historiador Dardo Corvalán Mendilaharzu lo encontró en el Museo Histórico
Nacional, escrito en una libretita en la cual Rosas solía garabatear ideas. En sus
páginas, en letra manuscrita y con la buena caligrafía de J.M. pudo leer este
cuento.
Lo llamativo del tema es que EL protagonista es en verdad, LA protagonista. Es
decir, una mujer: María, que habla sobre su hombre amado y sus desgracias. Si
invirtiéramos los géneros de los personajes, y fuese un hombre el que le hablase a
su mujer, aparecerían, como por encanto, muchos de los pensamientos tristes y
melancólicos que tenía Rosas en su vida real en esos momentos de destierro y
penurias económicas. ¿Una especie de Alter Ego, tal vez? No lo sabemos.
No podemos omitir el hecho que J. M. en sus repetidas cartas e incluso en su
testamento, registró con puntilloso orden todo el dinero que le había sido
entregado por pocos amigos y familiares para subsistir durante esos aciagos años.
Rosas siempre consideró ese dinero como un préstamo, dato que se refleja en su
testamento cuando dispuso que el mismo fuera devuelto con un 3% de interés
(correspondiente al interés fijado por los bancos ingleses). ‟Cuando se le
devuelvan los bienes injustamente confiscados‟
Juan Manuel de Rosas murió pobre y prácticamente solo el miércoles 14 de marzo
de 1877 a las 7 de la mañana, puesto que en ese momento estaban su médico, su
consecuente empleada Mary Ann, su hija Manuelita y los hijos de ésta, Rodrigo
Tomás y Manuel Máximo Terrero. Su yerno, estaba en Buenos Aires tramitando la
devolución de los bienes maternos de Manuelita.
Fue enterrado en el Cementerio de Southampton, en la capilla católica de
Buglestreet, con la sola presencia de las personas citadas anteriormente.
Se acompañan. Certificados de Defunción (Ver Foto 26 y 27) un plano original
del cementerio y la ciudad (ver Foto 28)- y una foto original del sepulcro tomada
en el año 1914 por la familia (ver Foto 29)
Cabe señalar que antes de traer de vuelta al país los restos del Restaurador,
debió abrirse el ataúd para verificar la existencia de su cuerpo.

54
Además de dicha certificación „in visu‟, se encontraron en su interior:
Una cruz de madera muy deteriorada, con cuatro pequeñisimas rosas
confeccionadas en tela que por su estado fue difícil saber de qué tipo de material
se trataba. (ver Foto 30)
Un plato de fondo blanco con dibujos azules, típicamente inglés, que era el plato
en el que comía habitualmente J.M.
Rosas –más allá de vida campera- cuidaba mucho su estética. Tuvo una de las
primeras dentaduras postizas que hubo en el mundo. Al morir y luego al traerse
sus restos apareció en su ataúd. Tal su importancia histórica por la época en que
se hizo fue solicitada por nuestra Facultad de Odontología para estudiar el
material y la forma de realización. Sin embargo, la familia se negó a donarla por
cuestiones de pudor e intimidad. (Ver Foto 31).
Otro elemento que daría cuenta del interés por cuidarse estéticamente por parte
de Rosas estaría dado por una información –no sabemos si fue real o no- dada
por la Revista Caras y Caretas del 24 de Octubre de 1908.
En una carta de Sir Woodbine Parish, diplomático británico en Buenos Aires de
1825 a 1832 a una tercera persona le comenta que un día se acercó a Rosas que
se estaba afeitando y que lo llamó a acercarse con familiaridad preguntándole
como hacía el Brig. General para tener la piel tan suave y perfumada teniendo en
cuenta la vida al aire libre que llevó siempre J.M con su vida en el campo y las
rudas tareas que hacía.
El mismo le comenta, entusiasmado, que desde hace años solo se enjabonaba y
afeitaba con una pasta que le había conseguido Manuelita de un químico
norteamericano que le dio la formula supuestamente secreta: Timol, aceite de
olivas, aceite de almendras dulces, bromo, ácido Horacio y goma benju.
Esa fórmula –continúa diciendo la Revista- con que Rosas conservaba su tez tan
tersa es la desde fines del siglo pasado (esto es, siglo XIX) que se usa en todo el
mundo y en las Cortes de Europa y se conoce con el nombre de. JABÓN
„REUTERS‟. (Ver Foto 32)

55
IX.-LA IMPORTANCIA DE LAS MUJERES EN LA VIDA DE ROSAS

La importancia de las mujeres que acompañaron en su vida pública a Rosas, es


un tópico a analizar profundamente en alguna otra oportunidad. Si bien ya ha sido
estudiado, merecería una investigación más sistemática ya que en este trabajo
nos referimos someramente a ello.
La impronta de su madre Agustina López Osornio, forjó el fuerte carácter de
J.M., quien no trepidó en desobedecerla y casarse con Encarnación Ezcurra a
pesar de su oposición. Ese carácter acompañó a J.M. toda su vida pública y fue lo
que le permitió sostener prácticamente solo y durante muchos años el manejo de
la cosa pública frente a tanta anarquía.
Su mujer, Encarnación Ezcurra, estéticamente no muy agraciada, fue su socia y
consejera, siendo ella la única persona a quien verdaderamente escuchaba.
Manejaba su actividad política sin „medias lenguas‟. Era muy directa y expeditiva
en sus acciones y órdenes, en otras palabras, era muy poco diplomática. Repartía
premios y castigos en forma rigurosa y férrea mientras su marido se ausentaba de
la ciudad. Aun cuando éste se encontraba presente, tejía alianzas, identificaba a
aquellos que se declaraban Federales, pero conspiraban contra la Confederación,
etc. Podemos decir que se trataba de un matrimonio, pero en cierta forma
conformaban una sociedad políticamente perfecta.
Manuelita, al contrario de su madre, era más persuasiva y diplomática. Con su
belleza, gracejo y donaire cautivaba e hipnotizaba a quienes se acercaban al
Restaurador tendiendo puentes y acercando posiciones políticas encontradas
entre la Confederación y los emisarios diplomáticos extranjeros. Una vez en el
exilio, cuidó abnegadamente hasta el último suspiro a su „tatita‟ (como ella lo
llamaba).
Muchos entienden que Manuelita tenía un ascendiente directo sobre J.M. para
lograr que modificara una condena a muerte, un destierro o una medida grave
contra alguna persona. Otros piensan que se trataba más de una puesta en
escena entre ambos, que mostraba la comunidad y entendimiento político que
tenían. Esta “alianza padre-hija” la podemos encontrar en aquellas oportunidades
en las que Rosas quería cambiar una orden, una idea o perdonar alguna acción.
En lugar de hacerlo directamente él, ‟aparecía‟ (sic) en el escenario Manuelita,
quien utilizando compasión, „lograba persuadir‟ (sic) a su „Tatita‟ para que
conmutara una pena o cambiara una decisión. Esta estrategia permitía a J.M.
torcer sus órdenes sin que públicamente pareciera débil, sino que era un gesto
„piadoso‟ ante un „ruego de clemencia‟ (sic) de parte de su hija.
Una alegoría muestra el „Aromo del Perdón‟ donde se suponía que Manuelita iba
al encuentro de su padre con una carta en la mano con el pedido de clemencia o
indulgencia para alguien, como puede verse en una foto oficial. (Ver Foto 33).
Actualmente existe un retoño de tal árbol en Av. del Libertador y Av. Sarmiento, en
el barrio porteño de Palermo. (ver foto 34)
Josefa Gómez, pasó su vida actuando de correo diplomático entre Rosas en el
exilio y las distintas personalidades políticas y militares en la Argentina, a fin de
reivindicar su nombre y conseguir que le devolvieran sus bienes injustamente
56
incautados. También organizaba colectas dinerarias para enviárselas a J.M. para
que pudiera subsistir decorosamente. Josefa Gómez –junto a Roxas y Patrón- fue
la más firme y solidada defensora de Rosas, en una época en la que era muy
difícil sostener tal actitud en medio de los gobiernos unitarios que gobernaban en
Argentina cuyos funcionarios la hostigaban mediante insultos y agresiones
verbales. Ella era una mujer que poseía tierras y establecimientos ovinos. Se
supone que fue amante del cura Felipe Elortondo, del que ya hemos hablado, y
quien la había contratado supuestamente como „ama de llaves‟.
Eugenia Castro, fue dada en tutoría a Rosas por su padre ante la inminencia de
su muerte. Se trataba de uno de sus coroneles, Juan Gregorio Castro. Entró con
13 o 14 años a la Casa de los Ortiz de Rozas para cuidar a Encarnación, que
estaba muy enferma y se encontraba postrada. La atendió con permanentes
muestras de cariño y piedad durante algunos años hasta su fallecimiento. Esto ha
sido reconocido por el propio J.M. y su familia. Luego de la muerte de
Encarnación, alrededor de 1841, comenzó a ser íntima del viudo Restaurador, con
quien tuvo cinco hijos. Tenía aproximadamente 20 años (no, 13 o 14 como se ha
dicho. En el Censo de 1855 declara tener 35 años, por lo que habría nacido en
1820). Se encargaba del cuidado y manejo de las cuestiones domésticas de la
Casona, convirtiéndose en una concubina más o menos evidente. Manuelita, que
la tenía en muy alta estima, se encargaba mientras tanto de las cuestiones
sociales y diplomáticas de su padre.
Esa „alta estima‟ se desdibujó cuando Eugenia le inició juicio de afiliación a J.M
por sus cinco hijos. Manuelita, amén de rechazar el reclamo, no se refirió hacia
Eugenia con palabras precisamente agradables.
En aquellos tiempos, la diferencia de edad entre los miembros de una pareja era
bastante común. Por ejemplo, Martín Rodríguez, Martín Pueyrredón Bernardino
Rivadavia, Lucio Mansilla, Domingo F. Sarmiento y otros le llevaban 30 años o
más a sus mujeres.
J.M. invitó a Eugenia para que lo acompañara a su exilio junto a dos de sus hijos,
pero ella se negó a hacerlo si no llevaba a todos, para quedarse en el país a
cuidar a sus hijos. El hecho que se puede criticar a Rosas es el de no haber
reconocido a los hijos de ambos, sobre todo considerando que adoptó y le dió su
apellido a Pedro Pablo Rosas y Belgrano, nacido de la relación entre Manuel
Belgrano y la hermana de Encarnación, María Josefa Ezcurra.
De todos modos, -y sin querer justificar los hechos, solo comprenderlos- partiendo
del concepto que la historia debe estudiarse desde la mentalidad del tiempo que
transcurren los hechos y no desde la forma de pensamiento del presente, todo
podría comprenderse, ya que en aquellos tiempos era común que los hombres de
familias tradicionales que tenía hijos con alguien de condición social inferior
escondieran la prole que pudiesen concebir.

57
X.- REPATRIACION DE SUS RESTOS Y REIVINDICACIÓN HISTÓRICA

Contaba mi abuela Malvina Raquel, „Cota‟ (tataranieta de J.M, bisnieta de J.


Bautista y nieta de J.M. León) que su padre, Rodolfo Molina Salas, tenía
PROHIBIDO EN LA FAMILIA HABLAR DE J.M. de ROSAS, NI SIQUIERA
PODIAN NOMBRARLO En la propia casa, y en honor a la verdad, continuaba
diciendo mi abuela, no se hablaba ni a favor ni en contra de J.M. Su vida y obra
era un tema tabú que no se tocaba. Esto me fue confirmado por mis familiares
mayores: en nuestros hogares no se hablaba de J.M, en ese sentido reinaba un
silencio absoluto
Yo mismo, como autor de este trabajo, para comprender y conocer la historia, debí
transitar la época de Rosas con mis propias ideas y recursos investigativos, lo que
supuso luchar contra un ambiente cultural y social algo adverso en algún sentido.
Seguramente la familia debe haberse debatido en una contradicción afectiva y
cultural. Por un lado, como descendientes directos del Restaurador sentirían
cierto grado de afecto, pero, por otro lado, la educación recibida desde el ingreso
escolar les inculcaba una mirada negativa. Su nombre era sinónimo de „tirano‟ y
su régimen se calificaba como una feroz „dictadura‟, dando a entender con tal
término que su gobierno era ilegal. Evidentemente no se conocía lo que significan
los términos „tiranía‟ y „‟dictadura‟
“El tirano, es una persona que es un intruso en el ejercicio del gobierno y que no
ordena al bien común la multitud que le está sometida sino al bien privado de él
mismo” (Santo Tomas de Aquino).
Quedó ratificado en los hechos y no sólo en las palabras, que J.M. de Rosas no ha
sido tirano. Accedió al gobierno luego de haberse negado a ello en más de una
oportunidad, y finalmente lo hizo ante el ruego de la gente de todo el país. Es
dable destacar que, durante su gestión, las finanzas públicas fueron tan
ordenadas, que hubo superávit en su último año de gobierno. Algo inédito en
nuestra historia, como lo aceptan, aun a disgusto, sus propios enemigos.
La “dictadura”, la “tiranía” de Rosas fue elegida por la Legislatura antes de ser
nombrado Gobernador y ratificada por un plebiscito los días 26, 27 y 28 de Marzo
de 1835, cuyo resultado fue contundente: 9.324 votos y solo hubo 4 en contra,
algo que fue reconocido hasta por el propio Sarmiento (“No se tiene aún noticia de
ciudadano alguno que no fuese a votar al plebiscito del 26, 27 y 28 de marzo de
1835 en Buenos Aires por el cual la ciudadanía se pronunció en concederle la
Suma del Poder Público a Rosas” ).
En realidad, aquellos que fueron ajusticiados por orden de Rosas, no lo fueron por
sus pensamientos políticos, sino por haberse alzado en armas contra la autoridad
legítimamente constituida.
Un ejemplo de esto es la gran cantidad de unitarios que vivieron tranquilamente en
la época de Rosas y nunca fueron molestados ni perseguidos; es más, muchos
combatieron al lado de Rosas contra los invasores extranjeros, SIN RENEGAR

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JAMÁS DE SUS IDEAS UNITARIAS. Rosas, los acogió de buena gana, les dio
cargos de importancia y lucharon a su lado.
A modo enunciativo, el primero y más conocido fue Martiniano Chilavert. También,
José Álvarez de Arenales (guerrero de nuestra Independencia), el Almirante
Brown, Facundo Quiroga, el General Manuel Corvalán que siendo de pensamiento
unitario no dudó en ponerse a las órdenes de J.M. para combatir a los ingleses y
franceses en Vuelta de Obligado, el Gral.Pedro José Díaz (guerrero de la
Independencia y hombre honorable) a quien Rosas valorando sus sentimientos
patrióticos a pesar de profesar ideas unitarias, le restituye su jerarquía militar con
pago de haberes sin RENUNCIAR NI UN MOMENTO A SUS PENSAMIENTOS
UNITARIOS, luchando codo a codo con Rosas ante el avance de fuerzas
internacionales en la batalla de Caseros, dándole –conjuntamente con Chilavert -
enorme poder de mando J.M.
Según A. Saldias (en „Historia de la Confederación Argentina‟ -1888), a tenor de
los dichos de Antonino Reyes en carta que le enviara el día 15 de septiembre de
1886, Díaz le dice a éste que ante el pedido de Rosas de llevar el mando de sus
tropas, que “…aprecio su distinción y la confianza con que me honra. Que aunque
unitario he de cumplir con mi deber cuando llegue el caso, como soldado a las
órdenes del gobiernos de mi patria”. Tampoco el Brig. General de la
independencia Eustoquio Díaz Vélez, unitario confeso, durante el gobierno de
Rosas sufrió ningún tipo de persecución y vivió tranquilo.
Como dice Americo Piccagli a J.M. no le importaba tanto la ideología de las
personas sino que se soliviantaran contra el orden jurídico. Tan es así que por
ejemplo, no tuvo inconvenientes en que se le reconociera el derecho a la jubilación
al padre de Lavalle y a un hermano de éste lo designó Tesorero de la Aduana –
lugar sensible si lo hubo- todo a fin de intentar limar resentimientos y con el objeto
de ir unificando al país.
Otro ejemplo que menciona puntillosamente el autor mencionado y que es
extraído de su propia documentación personal es el siguiente y que citaremos en
detalle ya que lo amerita:
Se trata de una anécdota de un inglés que vivía por el año 1938
aproximadamente, de nombre Enrique Ford que tenía el oficio de herrador de
caballos… “ En la familia nos dice nuestra informante María Elvira Ford, por
transmisión oral se cuenta lo siguiente: “Un día le trajeron un caballo para ser
herrado con la recomendación de hacerlo de tal forma, una y otra vez, porque el
Gral.Rosas -decía el emisario- le gustaba hecho con prolijidad y ajustado a ciertas
normas. Don Enrique Ford dio cumplimiento a lo solicitado. Otra persona distinta a
la primera que condujo el caballo vino a retirarlo observando el trabajo realizado a
la vez que preguntaba si se habían ajustado a las instrucciones. Finalmente
Enrique perdió la paciencia y le dijo: - Si el General Rosas está conforme bien, y
sino que se vaya a la m….- En ese momento quien había ido a retirar el caballo
le dijo:-Yo soy el General Rosas-.y se despidió sin más trámite. Enrique Ford tuvo
una fuerte conmoción y se le tradujo en desarreglos estomacales; una de las
versiones dice que se metió en la cama y esperó a que la Mazorca lo viniera a
buscar para hacerle pagar por su improperio. Pero nada de ello ocurrió y
finalmente Enrique Ford terminó poniendo el retrato de Rosas en su casa”

59
Todo esto prueba de forma concluyente que a Rosas no le importaba el
pensamiento político de la gente –civiles o militares- mientras no hubiera
atentados o levantamientos contra las autoridades legalmente elegidas.
A diferencia del gobierno de J.M., los gobiernos unitarios mandaron prontamente a
fusilar o degollar a Gral. Alejandro Heredia (gobernador de Tucumán), Gral. Pablo
de la Torre, El Gral. Iturbe (gobernador de Jujuy), el Gral. Facundo Quiroga
(gobernador de la Rioja), el General Nazario Benavidez (gobernador de San
Juan), Manuel Dorrego, Mesa, Manrique, etc.
Volviendo a los relatos familiares, contaba mi tía abuela María („Mima‟) que una
vez, siendo ella muy pequeña, le preguntó a su abuelo J.M. León, si J.M. había
sido un tirano, y éste le contestó con ternura “El tiempo lo dirá, m‟hija…el tiempo lo
dirá”.
Esta anécdota nos demuestra indirectamente que en la sociedad de entonces
estaba incorporada férrea y dogmáticamente en el imaginario social la creencia
que Rosas era un tirano. Con seguridad, esos términos los habría oído la
entonces niña María, y de allí surgió la curiosidad de consultar a su abuelo.
Podemos afirmar que el tiempo respondió a la pregunta que „Mima‟ le hizo a su
abuelo J. M. León. La figura del Restaurador fue reivindicada y cuando sus restos
fueron repatriados desde Inglaterra, se les brindó una espontánea recepción
nunca antes –ni después- vista.
En Rosario, primero, el 30 de septiembre y luego en Buenos Aires, el 1 de octubre
de 1989. Acompañada por sus hijos, „Mima‟, ya con 86 años, siendo la mayor
descendiente en ese momento, pudo ser testigo, gracias a Dios, de este
acontecimiento histórico. Presenció la repatriación y el amor desbordante del
pueblo que festejaba en las calles, en los balcones, en las plazas, con unción el
regreso con honra del que consideraban su padre. (Ver foto 18 de “Mima” con
su hijo Andrés Rivas Molina)
No tengo presente que el pueblo se haya manifestado con tanto entusiasmo (en
realidad con ningún entusiasmo) por figuras como Mitre, Sarmiento, Urquiza o
Roca a quienes se les han erigido muchos monumentos en su honor. A pesar de
intentar dar una imagen falsa sobre J.M. y su gobierno durante años y años; a
pesar de bombardear culturalmente a través de libros, diarios y textos escolares
denostando la figura del Restaurador de las Leyes, no pudieron apagar el amor de
su pueblo por él. Amor dormido que, como un volcán, subió a la superficie con la
repatriación de sus restos. Para el pueblo, quien volvía no era un cadáver en un
ataúd, era la personificación viva de Don J.M. de Rosas.
Podemos afirmar que la presión por parte de los unitarios con su intento de „lavar‟
(sic) la cabeza de los argentinos durante décadas inculcando el odio a J.M. hasta
en nuestros días, han sido en vano. Pretendieron borrar de nuestra historia sus
actos heroicos y hasta su nombre, pero como puede verse, la verdad finalmente
salió a la luz.
Todo el pueblo, a pesar de la educación falseada de la historia con que lo
martirizaron desde el 3 de febrero de 1852 (a las 15 horas), llevó siempre
internamente en su alma una cintilla punzó.

60
Esto puede graficarse con la anécdota de un político y escritor inglés quien
comentaba que muchísimos años después de Caseros, había oído a los gauchos
en la frontera de Bahía Blanca y en otros lugares del interior entrar a las pulperías,
clavar su facón en el mostrador, beber aguardiente o caña y luego de mirar al
gringo de reojo y en modo desafiante gritar „¡¡VIVA ROSAS!! (R.B. Cunningham
Graham “El Río de La Plata”-editorial Wertheimer, Lea y Cía., Londres 1914 -
pag.5)
Esto también ha sido vislumbrado por Manuel Gálvez: “Don Juan Manuel de
Rosas no ha muerto. Vive en el espíritu del pueblo, al que apasiona con su alma
gaucha, su obra por los pobres, su defensa de nuestra independencia, la honradez
ejemplar de su gobierno y el saber que es una de las más fuertes expresiones de
la argentinidad.” (Manuel Gálvez)
Asimismo, fue reivindicado por Ernesto Quesada, que había sido educado en el
odio a Rosas por su padre el “antirrosista” Vicente Quesada y quien cuando era
ministro de Buenos Aires en 1877 fue promotor de declarar a J.M. „reo de lesa
patria‟.
Ernesto conoció a Rosas en Inglaterra cuando lo visitó junto a su padre –Vicente-
siendo un niño. En esa oportunidad tomó nota escrita de las conversaciones entre
ambos (Vicente y J.M.) Ya de adulto las recuerda, y vistas a la distancia con el
correr de los años, le permitieron tomar conciencia de la real dimensión de la
figura del Restaurador y su importancia política.
Podemos dar algunas precisiones poco conocidas respecto al momento en que la
historia finalmente le hizo justicia a Rosas, es decir cuando se realizó la
repatriación de sus restos.
Los trámites para tal fin comenzaron muchos años antes de que se concretara ese
acontecimiento histórico.
Primero se formó una Junta de Repatriación en la que participaron activamente
sus descendientes, como nuestro embajador Carlos Ortiz de Rozas, los hermanos
José María y Juan Manuel Soaje Pinto, Martín Silva Garretón, Andrés Rivas
Molina y Eugenio Rom Ezcurra entre otros.
Sin lugar a duda fueron los organizadores principales de la repatriación (Ver Fotos
35 y 36). Los restos de J.M. salieron de Inglaterra, pasaron por París para llegar
finalmente a nuestro país el 30 de septiembre de 1989 a la ciudad de Rosario.
Antes de partir del lugar de su exilio, se tomaron fotos de su residencia en
Southampton: Rockstone House que se encontraba en un barrio bastante elegante
llamado „Carlton Crescent‟ (Ver Foto 37)
Carlos Ortiz de Rozas se ocupó tanto de restaurar y cuidar la bóveda en Inglaterra
como de mantener el Mausoleo en el cementerio de la Recoleta en Buenos Aires.
Finalmente, llegó el día en que el cuerpo del Ilustre Restaurador de las Leyes,
Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, regresó con todos los honores
primero a Rosario (Ver Fotos 38/47) y luego a Buenos Aires (Ver Fotos 48/61)
La vida puso las cosas en su lugar:
J.M. no quiso ser enterrado en su patria HASTA que se reconociera –ya que en
vida no pudo obtenerlo- “…la justicia debida a mis servicios. Entonces será
61
enviado a ella previo permiso de su Gobierno y colocado en una sepultura
moderada, sin lujo ni aparato alguno, pero sólida, segura y decente” (testamento
del 22 de Abril de 1876).
El odio contra él y contra aquello que representaba, fue inculcado durante más de
130 años, en las mentes de generaciones y generaciones de argentinos que
fueron educados en la mentira. Sin embargo su intención no pudo prosperar a
pesar de los denodados esfuerzos de la minoría extranjerizante que se había
apropiado del país y escribió su versión de la historia, deformada según sus
intereses mezquinos.
El propósito de los Unitarios que regresaron después de Caseros y se apoderaron
del gobierno era destruir todo vestigio del régimen „rosista‟. Mintieron, denigraron,
vilipendiaron a Rosas, a su obra, a sus seguidores, y aún más, buscaron
directamente borrarlo de la historia. Contaron con el apoyo de la prensa que no
permitía difundir nada que no fuera contrario al período de la Confederación. Para
ello usaron a la historia inventada, creada por ellos y que en su momento y hasta
hace pocos años era la considerada "oficial” y única.
La predicción fervorosamente deseada, eyectada al futuro y no cumplida de José
Mármol, cuando en su poema "A Rosas" de 1843, maldice al "salvaje de las
pampas que vomitó el infierno" y repite en dos estrofas distintas que "ni el polvo de
tus huesos la América tendrá". Es el mismo Mármol que fue arrestado en abril de
1838 por sus constantes agresiones e insultos a Rosas. El que estuvo detenido
sólo por pocos días, con las rejas abiertas de su celda y a quien se le permitía
movilizarse en la cárcel, donde pasaba amenas veladas jugando al ajedrez o a las
„damas‟ con los guardias. Es el mismo que se fue a Montevideo sin que nadie lo
echara, haciéndose pasar por víctima de los „horrores‟ del Gobierno de Rosas.
Los historiadores están contestes en confirmar que mucho o todo el odio de José
Mármol por Rosas estaba causado por la razón de que estando perdidamente
enamorado, como muchos jovenzuelos, de Manuelita ésta no correspondió a ese
encendido amor y de ahí el resentimiento del poeta.
Pues bien, la famosa frase que mencionamos anteriormente, no se cumplió. El
pueblo sigue con su inalterable fidelidad, firme y decidida hacia Rosas, igual que
antes que lo derribara la coalición internacional y vernácula aliada a ésta.
Este texto "poético" contiene una verdadera sentencia política que fue ejecutada
prolijamente por el aparato cultural del sistema durante más de 130 años. Pero la
mentira no pudo llegar más allá.
“Llegará el día en que desapareciendo las sombras sólo queden las verdades, que
no dejarán de conocerse por más que quieran ocultarse entre el torrente oscuro de
las injusticias.” (Juan Manuel de Rosas. 1857)
Los restos mortales de Don Juan Manuel tuvieron que aguardar hasta 1989 para
que pudieran descansar en la tierra que lo vio nacer, cumpliéndose así su última
voluntad.
Rosas recuperó su honor y su lugar en nuestra historia: descansa en nuestra
tierra, bendecido por su pueblo. Tiene sus monumentos, y su nombre está en sus
calles, sus edificios y escuelas, sus barrios...

62
Como bien dijo alguien: Si J.M. aun estuviera vivo no le habría quedado un solo
vello sin erizarse, al oír el giro de cuerpos y el chocar de botas, obedientes a una
voz que ordena: “Al señor Brigadier General don Juan Manuel de Rosas, ¡vista
derecha!”. Esto sucedió en el momento de descender en Rosario su ataúd con la
bandera argentina, azul y blanca (no la unitaria celeste y blanca con la que nos
han querido hacer creer durante tantos años y falsamente que es la nuestra) y
bajo la algarabía de toda una nación que lo acompañó.
Ese merecido recibimiento que no pudo ser hecho en vida, fue concretado
después de muerto. La nación, el pueblo interiormente y con plena consciencia
nunca lo olvidó, a pesar de los esfuerzos de aquellos miopes que intentaron en
vano que así lo hicieran.
Al recuperar la faz humana de J.M., con sus fortalezas y debilidades, lo
enaltecemos. Recordemos que, en aquellos tiempos del destierro, tuvo que
sobreponerse ante muchas adversidades prácticamente solo, sosteniendo sobre
su alma el dolor de haber dado tanto por su nación. ¿Qué le devolvió ésta en
pago? El rechazo y desprecio de las clases políticas desde su caída, pero no el
de su pueblo, que con silencio resignado lo guardó en su corazón y su mente, y
transmitió dichos sentimientos a sus descendientes, hecho que posibilitó que hoy
día El Restaurador sea fielmente reivindicado por los herederos de aquellos.
Recordemos la idea expuesta al respecto por el músico y escritor argentino
contemporáneo Litto Nebbia, en una de sus obras: “Si la historia la escriben los
que ganan, eso quiere decir que hay otra historia: la verdadera historia, quien
quiera oír que oiga.”
Hoy los restos de Rosas descansan en paz y tal como lo quiso, con el
reconocimiento de su pueblo. Se encuentran en la cripta familiar del Cementerio
de la Recoleta, según consta en el certificado de titularidad. Ver Fotos 62 y 63)
Una reivindicación aún pendiente que sería de estricta justicia es la de reconocer e
incorporar a Don Juan Manuel de Rosas como Jefe de Estado y que, por lo tanto,
se inscribiera este hecho en las páginas de nuestra historia y se pusiera su retrato
junto a los demás presidentes o Jefes de Estado de nuestra Nación.
Me baso en dos elementos que fundamentan lo manifestado.
1) Rosas fue Jefe de Estado: ya que, como tal, estaba a cargo de las relaciones
exteriores, del manejo de la moneda, de la política económica general y de la
Aduana en particular en todo el país.
Todas las provincias le delegaron a Rosas la gestión de dichas funciones y más
adelante fue ratificado y designado por las distintas Salas de Representantes
“Presidente de la Confederación Argentina” (el 25 de Enero de 1850, Salta),
“Supremo Director de los Negocios Nacionales de la República Argentina” (26 de
Febrero de 1850, La Rioja), “Supremo Jefe Nacional” (Abril de 1851, Catamarca),
“Jefe Supremo de la Confederación Argentina” (2 de Julio de 1850, Córdoba). Del
mismo modo procedieron, Jujuy, Tucumán, San Juan, San Luis, Mendoza y
Santiago del Estero.
Félix Luna se refiere sobre este tema afirmando que “…Aunque ninguna norma lo
definiera existía sin duda un Poder Ejecutivo Nacional que ejercía la política
exterior de la Confederación en sus múltiples aspectos, incluido el ejercicio del
63
patronato eclesiástico. Este Poder Ejecutivo regulaba la economía de todo el país
a través de las tarifas aduaneras de Buenos Aires, y adoptaba medidas generales
como prohibir la extracción de oro o la promoción de reducciones de derechos de
tránsito interprovinciales, las subvencionaba en situaciones particularmente
críticas (caso de Santiago del Estero) o mediaba eventualmente en sus conflictos
(gestión Quiroga en, 1835). Ejercía el comando general de las fuerzas de mar y de
tierra de la Confederación. Tenía a su cargo las relaciones con los indios. Sacaba
ciertas causas del fuero judicial común para tramitarlas en una especie de justicia
federal (proceso a los Reynafé). Estos son sólo ejemplos: podrían enunciarse
muchas atribuciones más del Poder Ejecutivo Nacional que de hecho ejerció
Rosas y que no se diferencian, en esencia, de las que se maneja el Estado
Nacional a partir de la sanción de la constitución de 1853”
Al respecto y salvando las distancias, un ejemplo actual serían España y los
Estados Unidos de Norteamérica, entre otros países.
España tiene diferentes regiones AUTÓNOMAS, que pertenecen a un país. El
gobierno central maneja el ejército, la economía, la moneda y las relaciones
exteriores. Igual que en el gobierno de Rosas
Los Estados Unidos, tiene estados AUTÓNOMOS pero que a su vez forman parte
de un país. El gobierno central maneja el ejército, la economía, la moneda y las
relaciones exteriores. Igual que en el gobierno de Rosas
En ambos casos, nadie negaría que existen y existieron Jefes de Estado o
Presidentes, que son considerados como tales sin controversia alguna y sin
importar el sistema de elección por el que accedieron al poder.
2) En Inglaterra, como se expuso anteriormente, al confeccionar el certificado de
defunción de Rosas, donde debía completarse la ocupación, registraron “EX
PRESIDENT OF ARGENTINIAN CONFEDERATION”. Lo que pone de manifiesto
que más allá de toda argumentación, J.M. fue visto y tratado, aun en el exilio, no
sólo como Gobernador de una Provincia, sino como Jefe de Estado
Otro dato que corrobora el reconocimiento pendiente es el hecho de que Rosas
fue el Encargado de las Relaciones Exteriores de la Nación.
Por ello, y considerando lo antedicho, debe considerarse al Brigadier General Don
Juan Manuel de Rosas como Jefe de Estado con los honores del caso y agregar
su retrato en la Galería de Presidentes que funciona en nuestra Casa de
Gobierno.

64
XI.-INAUGURACIÓN DEL MONUMENTO EN SU PALERMO

Y lo que son las vueltas de la vida… El 8 de noviembre de 1999, se inauguró el


Monumento al Restaurador de las Leyes, en los predios de Palermo, los mismos
que fueron de su propiedad y que le fueron confiscados ilegítimamente en 1852
por los depredadores de nuestra historia y soberanía de ayer y de siempre. Los
títulos correspondientes se encuentran actualmente en la Academia Nacional de
Historia.
El monumento está erigido sobre el solar donde antiguamente estaban las
dependencias del Caserón de Palermo, y como particularidad, pareciera que está
mirando fijamente a Sarmiento, cuyo monumento se encuentra emplazado donde
estaba el dormitorio de Rosas
Veamos algunas de las tantas fotos originales de esos momentos (Ver Fotos 64
a 71)

65
XII-DOCUMENTACIÓN ENCONTRADA EN LA ACTUALIDAD- LUGAR DONDE
SE ENCUENTRA-

En estos últimos años se ha conocido fehacientemente que Rosas tenía en el


exilio un enorme archivo con documentación que había tenido la precaución de
llevarse a Inglaterra. Incluía tanto documentos personales propios y de
Encarnación Ezcurra y su familia, como otros relativos a su gestión de gobierno.
Parte de dicha documentación había quedado en Buenos Aires. Existe una carta
manuscrita de Máximo Terrero que explica el derrotero la misma.
Según consta en la esquela, en el año 1857 el Gobierno del Escribano Victorino
Cabral retiró todos los expedientes, sin conocerse su localización hasta 1883
cuando llegaron sin saber cómo a manos de Terrero, quien los conservó en su
propia oficina (Ver Fotos 72 a 76)
En 1881, Manuelita le envió una parte de la documentación que estaba en
Inglaterra a Adolfo Saldías, que se la había solicitado para su enjundiosa obra
sobre la Confederación Argentina.
Ese material incluía no solo la documentación original producida en las épocas en
que Rosas estaba en el país, sino también la que se acumuló durante los 25 años
del exilio (cartas, órdenes políticas y de manejo administrativo de sus propiedades,
los títulos que acreditan la propiedad de J.M. de sus bienes y sobre todo del predio
de Palermo, que le había sido entregado por el Virrey Liniers. Propiedades que
fueron confiscadas vilmente por el Estado a lo largo de los años.
Cuando murió Manuelita, su marido Máximo Terrero remitió a Saldías todos los
baúles, que contenían 20 cajas con los documentos faltantes del Archivo de J.M.
Posteriormente, toda la documentación quedó en manos de J. M. León Ortiz de
Rozas, nieto de Rosas.
Al fallecer J. M. León, todo recayó en sus hijos: primero en Ricardo Ortiz de
Rozas; luego en Sara Ortiz de Rozas (casada con Alejandro Cesar Fernández
Sáenz). Después, llegó a manos de la hija mayor de ésta, Ana Rosa Fernández
Sáenz de Abriani y posteriormente a sus descendientes Alejandro Fernández
Sáenz Ortiz de Rozas y Arturo Abriani.
Todos ellos vivieron en departamentos ubicados en el edificio de la calle Juncal
2100/70 en la ciudad de Buenos Aires (Ver foto 77)
Entre los años 2000 y 2002 al conocerse donde se encontraba toda esa
voluminosa documentación, tomó intervención una comisión „ad-hoc‟ presidida por
el Gral. Oscar R. Chinni, que procedió a evaluarla y contabilizarla. Asimismo,
sugirió dónde entregar todo, sin tener en cuenta que se trataba de documentación
privada y no pública.
Entre otros documentos, allí se encuentran, tal como se adelantó, el testamento de
Encarnación Ezcurra, cartas públicas y privadas de J.M. de Rosas y de su familia,
detalles precisos de la rendición de cuentas durante su gestión de gobierno, entre
otros escritos personales.

66
La familia Abriani, sin autorización del resto de los herederos de Rosas,
procedieron a fin del año 2016 a donar inconsultamente a la Academia Nacional
de Historia, todo el material en cuestión. De este modo, se perdió
irremediablemente la posibilidad de hacer visible, en forma documentada, los
derechos y los actos de J.M. tanto en el país como en el exilio.
Otro elemento que influyó contra de la posibilidad de exponer al público ese
gigantesco material (por calidad y volumen) de altísimo valor histórico, fue la
postura contraria a la persona y la actuación de Rosas y la Confederación, que
siempre ha mantenido la Academia. Ese error o desinterés por parte de los Abriani
al elegir esa institución como depositaria, ha imposibilitado ver o estudiar los
documentos tanto antes como después de su entrega. Situación que sigue
vigente actualmente en el año 2017. (Ver fotos 78 a 88)
La citada Academia ha informado en Noviembre de 2017 que hasta que no se
„pongan en orden‟ (sic) todos esos documentos, el público -ni siquiera su familia-
podrá acceder a su lectura y estudio. Culminada la organización y ordenamiento
del material, no habría inconvenientes para exponerlos. Con el tiempo se sabrá si
esto es verdad….
*
Como epílogo, podemos decir que el „rosismo‟ (sic) concluyó con Rosas hasta el
advenimiento del Revisionismo Histórico, pero desde el punto de vista familiar, se
terminó de diluir con J. Bautista. Salvo las honrosas excepciones ya mencionadas,
que las hubo, y es dable reconocer y valorar, sobre todo porque se dieron en un
marco político, histórico y cultural sumamente difícil.
Como puede apreciarse, la historia no es tan lineal. Está llena de traiciones,
abnegaciones, luces y sombras…Cosas de la historia que se construye y trata
sobre seres humanos con sus méritos y desgracias, defectos y virtudes.
Debemos, como revisionistas de la historia, enfocar a nuestros antepasados
alejados de todo mito y humanizándolos bajándolos del bronce impoluto así como
de falsas imputaciones sobre su supuesto barbarismo, como ha sucedido en
nuestra falseada educación que nos ha llevado a admirar personajes históricos
para acomodarlos a intereses subjetivos de quienes en su momento vencieron sin
importar si ese maniqueísmo representaba y representa la verdad de los hechos,
volviéndose todo ello cada vez más alejado de la realidad de lo sucedido. Puesto
que la mente de los niños –sobre todo en edad escolar- es fácilmente maleable e
influenciable, los que han absorbido y absorben aun hoy sin filtro lo que se
enseñaba y lo que todavía se enseña una falsa historia de los hechos tal como
han realmente acontecido según profusa e interminable pruebas documentales
que poco a poco se irán desenterrando de donde fueron escondidas y
escamoteadas a las generaciones pasadas y actuales.
En la actualidad, parte de la familia ha recuperado el orgullo de su antecesor con
firmeza y sapiencia de la verdad oculta durante tantos años. Esperemos que las
generaciones futuras tomen el bastón o el „littorio‟ romano y el desafío de seguir
por esas sendas.

67
XIII-“Y LA HISTORIA JUZGÓ”…(G.V.M.G.) - 1977

"Si la historia es la que juzga y quien venció a los anglo-franceses


pues que juzgue como es debido: a fuerza de sangre y diez cañoncitos!
quienes nos inculcaron
el renegar de nuestro hispanismo Quien se unió al extranjero
y quien elevó ese valor íntimo allá en Caseros, mi amigo
que a nuestros hijos ha ennoblecido! y quien luchó junto a un criollo
que solo a traición pudo ser vencido!
Quienes quisieron con parricida instinto
que fuera de Bs.As. no hubiera argentinos Así es que la historia juzgó
y quien unió a las provincias Juzgó como era debido
y dio a la patria, su digno sentido! a un Brigadier General, y a su sable
que heredó con honor altísimo
Para quienes juego de salón era con el que restauró a la bandera, el sol
con reglas de afuera, patria y destino y su orgullo de haber nacido!"

68
XIV- ÁRBOL GENEALÓGICO MATERNO (SOLO DEL AUTOR)

León Ortiz De Rozas


CASADO CON

- Agustina López Osornio


HIJO

J.M De Rosas Y López Osornio

CASADO CON :

- Mª. Encarnación Ezcurra Y Arguibel

HIJOS

-Manuela Ortiz de Rozas │

69
-Juan Bautista Pedro O. De R.Y Ezcurra

CASADO CON

- Mercedes Fuentes Y Arguibel

HIJO

J.M. León O. De R. Y Fuentes Arguibel

CASADO CON

- Malvina Enriqueta Bond

HIJA

70
Mª. Mercedes O. De R.
CASADA CON

-Rodolfo Molina Salas (Sobrino Nieto Del Hijo Del Gral.Viamonte)


HIJAS

Alicia,

María („Mima‟) Y

Malvina Raquel („Cota‟) Molina Salas Ortiz De Rozas


CASADA CON

- Emilio Natalio Gil


HIJOS

71
Rodolfo Emilio Gil Molina │

Malvina Gil Molina


CASADA CON

Vicente Montoro Hunt


HIJOS

Gonzalo Vicente Montoro Gil -

Andrea Malvina Montoro Gil

72
XV.-APÉNDICE FOTOGRÁFICO
Foto 1

Foto 2

73
Foto 3

Foto 4

Foto 5

74
Foto 6

75
Fotos 7, 8, 9, 10 y 11

76
77
78
Foto 12

Foto 13 y 14

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80
Foto 15

81
Fotos 16

Foto 17

Foto 18

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Foto 19

Foto 20

83
(foto aérea actual 21)

Foto 22

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Foto 23

85
Foto 24

Fotos 25

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Foto 26

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Foto 27

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Foto 28

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Foto 29

Foto 30

92
Foto 31

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Foto 32

Foto 33

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Foto 34

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Foto 35

Foto 36

96
Foto 37

97
Fotos 38/47

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99
100
101
102
Fotos 48/61

103
104
105
106
107
108
109
110
Fotos 62 y 63

111
Fotos 64 a 71

112
113
114
115
116
117
Fotos 72 a 76

118
119
120
121
122
Foto 77

(Fotos 78 a 88)

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131
132
133
134
XVI.-ÍNDICE BIBLIOGRAFÍCO

BARROSO, Gustavo („A Guerra do Rosas‟-pag. 159)


CALABRESE, Humberto („J.M. De Rosas-Cien Respuestas Acerca De Su
Dictadura‟ - Ed. Hostería Volante- 1975)
CAPONNETTO, Antonio („Notas Sobre J.M. De Rosas‟-Ed. Katejon-2013)
CARRANZA, Reyna („Una Sombra En El Jardín De Rosas‟- Ed. Planeta-2004)
CASTAGNINO, Leonardo („Juan Manuel de Rosas, Sombras y Verdades- Ed. La
Gazeta Federal-‟ 2009)
CHAVEZ, Fermín („La Confederación –un Proyecto Nacional Olvidado‟- Ed.
Cuaderno de Crisis -1976)
CHAVEZ, Fermín („La Iconografía de Rosas y la Confederación‟-Ed.Oriente S.A.-
1970)
CHAVEZ, Fermín („"Historicismo e Iluminismo en la Cultura argentina"- Centro
Editor de América Latina-1982)
DE LAFERRERE, Roberto („El Nacionalismo de Rosas‟- Ed. Haz-1953)
DOALLO, Beatriz Celina („J.M. De Rosas, - El Exilio Del Restaurador‟- ed. Fabro-
2012)
GALVEZ, Manuel („Vida de Juan Manuel de Rosas‟-ed. Claridad-2007)
GALVEZ, Manuel („El Gaucho de los Cerrillos‟-ed. Dictio-1980)
GENTA, Jordán Bruno („Correspondencia Entre San Martín Y Rosas (1838-1850)‟-
Ed.del Restaurador-1950)
GENTA, Nestor („Historia Confidencial‟-www.periodicodetribuna.com.ar -16-12-
2004)
GIMENEZ VEGA, Elías S. („Cartas a un Joven Rosista‟ – Luis Laserre Editores
S.A.-1970)
GOTTA, Cesar, ALEXANDER, Abel, Schávelzon, Daniel („El Caserón de Rosas-
fotografía de la Escuela Naval Militar‟-Olmo Ediciones-2013
GRADENIGO, Gaio („Italianos Entre Rosas Y Mitre‟ - ed. Ediliba-1987)
IBARGUREN, Carlos („Juan Manuel de Rosas. Su historia, su vida, su drama‟-
ed.Theoria-1951)
IRAZUSTA, Julio („Vida Política De Juan Manuel De Rosas A Través De Su
Correspondencia‟-Ed. Albatros-1947)
LUNA, Félix („Rosas 100 años después‟- Revista „Todo es Historia‟- Marzo 1977-
pag‟43 y 44)
MUÑOZ AZPIRI, José Luis („Rosas Frente Al Imperio Inglés‟ -Ed. Theoria-1960)

135
MÜLLER, Roberto D.(„‟Noticias de Burgess Farm-Vida de Rosas en el Destierro) –
Olmo Ediciones-2010)
PICCAGLI, Americo Enrique („La Argentina Violenta y Contradictoria‟-. Año 2000
PICCAGLI, Americo Enrique y TAURIZANO, Zulma („Historia Documental de San
Pedro-Pcia.de Bs.As.‟ Tomo II de la Villa al Pueblo 1809- Ed. Rafael de Armas y
Asoc.-1990) Ed.
PRADÈRE, Juan A.(„Juan Manuel de Rosas-su Iconografía‟- Ed.Oriente S.A.-
1970)
RAFFO, Víctor (“El Origen Británico Del Deporte Argentino” Gráfica MPS, Agosto
2004)
RIVANERA CARLÉS, Raúl („Rosas‟- Ed. Liding S.A.-1979)
SALDÍAS, Adolfo („Por Qué Surgió Rosas‟- Ed. Plus Ultra-1973)
SALDÍAS, Adolfo („Historia De La Confederación Argentina: Rozas Y El Juicio
Histórico‟- Biblos Editorial-1881/3)
SARMIENTO, Domingo F. („El Carapachay‟ –Ed.Eudeba, Bs.As.1975)
SAMPAY, Arturo Enrique („Las Ideas Políticas de J.M.de Rosas‟- Juárez Editor-
1972)
SULÉ, Jorge Oscar („Cinco Mujeres De Rosas „–Ed. Fabro-2013)
SIERRA, Vicente („Historia de la Argentina‟- Ed.Buenos Aires, Cientifica
Argentina,1972 )

136
El autor
El Dr. Gonzalo Vicente Montoro Gil es oriundo de la Ciudad de La
Plata, Pcia. de Buenos Aires, donde cursó sus estudios secundarios
en el Colegio Nacional y los universitarios en la Facultad de Ciencias
Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata de donde
egresó en el año 1982.-
De familia de abogados (su abuelo el Dr. Vicente Montoro fue uno
de los fundadores del Colegio de Abogados de la Ciudad de La Plata
en el año 1920) el autor comenzó su carrera docente en la Facultad
de Derecho de la Universidad de Buenos Aires en el año 1990 en
materias como Política Social, Teoría General del Derecho del
Trabajo y Elementos de Derecho del Trabajo y de la Seguridad
Social, en la cátedra del Dr. Humberto Podetti.. Luego durante
algunos años con el Dr.Miguel A. Sardegna y el Dr.Juan Carlos
Fernandez Madrid
Actualmente es docente en la Cátedra de la Dra. Amanda Caubet en la Facultad de Derecho de la
U.B.A.
También es Docente en Derecho del Trabajo en la Facultad de Ciencias Económicas de la
Universidad Nacional de Buenos Aires, desde el año 2005 en la cátedra de la Dra. Paula Sardegna
.
Profesor en Extensión Universitaria en la Universidad Kennedy de la Ciudad de Buenos Aires.
Es así mismo miembro titular del Instituto de Derecho del Trabajo del Colegio Público de Abogados
de la Capital Federal en donde ha desarrollado labores a través de dictámenes como por ejemplo,
sobre “ Bases y Propuestas para un Anteproyecto de Reforma Laboral” presentado al Colegio para
su consideración por el equipo de trabajo del Dr. Hector Pedro Recalde ( C.G.T.) en el año 1993.-
Ha sido autor de diversos artículos en la Revista de Derecho del Trabajo (ed. La Ley) desde el año
1991. Así tambien en el Suplemento de Actualidad de la La Ley desde hace unos años y otras
publicaciones y revistas sobre temas jurídicos, como Patagonialegal.com , ELDIAL.COM, etc.
Docente en diversas instituciones y fundaciones sobre problemáticas laborales, tanto en Argentina
como en otros países latinoamericanos (Guatemala, Perú, etc).
Del mismo modo ha publicado libros sobre variados temas del Derecho del Trabajo y Seguridad
Social
Aparte de sus actividades jurídicas, el Dr. Montoro Gil desde hace más de 30 años, viene
realizando investigaciones y publicaciones sobre Historia Argentina; Ciencias Políticas; Historia
Política de España de principios de Siglo; Historia Política e Institucional de Roma en el Siglo XIV;
Política Económica de Alemania PostWeimar, ensayos literarios, sociológicos y filosóficos, etc,
habiéndose formado en sus comienzos en el Instituto Superior Cardenal Cisneros cuyo Director y
docente fue el latinista de su Santidad Juan Pablo VI Prof. Carlos A. Di Sandro; posteriormente
cursó estudios en el Centro del Altos Estudios Nuestra Señora de la Merced teniendo como
docentes a los Profesores Don Julio Irazusta, Don Ricardo Curutchet y Don Antonio Caponnetto,
y como así también al Profesor de Historia y Ciencias Políticas de la Universidad de Milán Dr. Gaio
Gradenigo

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