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La experiencia numinosa
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Universidad del Salvador
Facultad de Filosofía, Letras y Estudios Orientales
Escuela de Letras
Mendieta Leticia
Para un mejor entendimiento, el desarrollo del presente trabajo posee dos etapas:
la primera parte presenta el fenómeno de la experiencia numínica que introduce el
teólogo protestante alemán Rudolf Otto. En una segunda etapa, se relacionan los
conceptos antes desarrollados a la literatura y a un fragmento de la Biblia. En
cuanto a la literatura, trataré específicamente la obra de José Zorrilla y de Tirso de
Molina, ambos autores españoles, quienes tienen versiones diferentes del mito de
Don Juan Tenorio. Por último, relacionaré dicha experiencia con el converso Pablo
de Tarso, quien a través de diferentes vivencias llega a su revelación.
La experiencia numínica
Rudolf Otto, marca que todas las ideas teístas de Dios han pensado la divinidad a
través de elementos personales y racionales que el hombre posee en sí mismo,
aunque de forma más limitada y restringida. La Fe es una convicción por la que se
adhiere a estos conceptos y se opone a la idea de sentimiento.
Para analizar esta peculiar experiencia religiosa, el autor introduce otro término:
numinoso (numen: “divinidad”, incluso “inspiración”) el cual aparece de diversas
maneras, entre estos matices podemos destacar que es vivido como presencia,
por otra parte es también el sentimiento de criatura al cual Schleiermacher
denomina dependencia. Más adelante, nos presenta un nuevo concepto ligado a lo
numinoso: mysterium tremendum, atributo mayor de la experiencia religiosa, no
conceptualizable, no comprensible y que causa temor, no es el miedo
convencional, sino una especie de reverencia honda y piadosa. En palabras de
Otto: “El objeto realmente misterioso es inaprensible e incomprensible, no solo
porque mi conocimiento tiene respecto a él límites infranqueables, sino además
porque tropiezo con algo absolutamente heterogéneo, que por su género y esencia
es inconmensurable con mi esencia, y que por esta razón me hace retroceder
espantado”. (Otto, 1988, p.40)
Otro elemento que forma parte de la experiencia numínica es el dominante, se
expresa al obrar, hay una excedencia, algo que sobrepasa (coinfidentia
opositorum).
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Mysterium, entonces surge como lo absolutamente otro, algo que excede a nuestra
realidad, es sobrenatural y supramundano, es imposible de explicar con palabras.
Lo numinoso es fascinans entendido como gracia y misericordia deslumbrante y
abarcadora, el temor se traduce en veneración o respeto reverencial ante lo
inefable que se manifiesta como un estremecimiento, está más allá de todo miedo
paralizante.
En cuanto a la energía del numen podemos decir que se percibe con gran
intensidad en la orgé o cólera, y evoca expresiones simbólicas como la vida,
pasión voluntad, fuerza, etc. El símbolo es una característica principal del ser
humano ya que permite las coincidencias, fundamental en toda experiencia
religiosa y recupera la unidad perdida.
La vivencia numínica es la identificación del fenómeno religioso con las
objetivaciones, es decir, se dan en una tradición cultural. Es inherente a lo
humano, aunque puede inhibirse, pero de una forma u otra logra manifestarse.
Citando al autor: “del objeto numinoso solo se puede dar una idea por el peculiar
reflejo sentimental que provoca en el ánimo. Así, pues, es aquello que aprehende y
conmueve el ánimo con tal o cual tonalidad”. (Otto, 1988, p.21)
Podemos destacar que lo ético en lo numinoso recobra mucho peso, siempre hay
una especie de tensión dialéctica entre estos dos aspectos, sin embargo hay que
distinguir por una parte que lo numínico requiere de una observación aparte, por
otra, distinguir la experiencia numínica del rito/ estado de éxtasis, ya que lo
primero forma parte de la objetivación y en la segunda aparece la perplejidad,
finalmente diferenciar la vivencia numínica (creer) de la fe, y que su puente es el
amor. Según Otto: en las manifestaciones primeras y más tocas de este pavor
numinoso, el sentimiento constituye la verdadera nota distintiva de la llamada
<religión de los primitivos>, en donde se presenta en forma de terror demoníaco,
de una primera conmoción, ingenua y sin desbastar. Más tarde, este sentimiento y
los fantasmas que ha engendrado son superados y desalojados por las formas y
grados más altos a que llega la evolución de este misterioso impulso, el mismo
justamente que se manifestó por vez primera toscamente en aquellos hombres; es
decir, el sentimiento del numen” (Otto, 1988, p.25)
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Esta experiencia se puede dar en culturas religiosas o no, tal como lo remarca
Rudolf en el texto: “Aquello de que hablamos y queremos dar idea o ,mejor dicho,
hacer palpable en el sentimiento, vive en todas las religiones como su fondo y
médula; sin ello no serían éstas, en modo alguno, tales religiones” (Otto, 1988,
p.14)
En una sociedad laica existen dos posibilidades, un modelo A: que relega las
objetivaciones religiosas o un modelo B que las prohíbe. Sin embargo en ambos
modelos lo numínico puede aflorar.
En una sociedad edificada, el desarrollo ético puede tener su fuente en lo
numínico o lo filosófico, generan regulaciones en donde afloran estas experiencias.
Las religiones, no agotan las experiencias numínicas. El hombre no puede
desembarazarse de esta, ya que está en el origen del logos: amor, dolor, vida,
muerte. -
Si no hay tradición no hay religión ya que allí el hombre codifica su experiencia
numinosa. En ella las objetivaciones se comportan como mediadores que permiten
a un individuo religar su vivencia, podemos destacar dos tipos: subjetiva y objetiva,
la primera se manifiesta en el testigo y en la segunda en el objeto.
Las religiones de revelación, suponen un testigo/profeta y cumple la función de
comunicar su experiencia numínica en palabras de tal manera que en ella susciten
a los que en la religión estén. A la palabra que comunican se llama revelación
(quitar el velo) esta comunicación se produce entre el testigo y la divinidad. Es un
dato comunicado por el testigo a los seguidores, imposible de conocer si la
divinidad no lo da a conocer.
Es entonces que nos quedan tres tipos de grados de dicha experiencia, por un
lado tenemos el de simple sorpresa, por otro el de paradoja y, por último el de
antonimia. Lo mirum es lo absolutamente heterogéneo y por esta razón es
inaprehensible e incomprensible; lo akatalepton es aquello que escapa a nuestros
conceptos porque trasciende todas las categorías de nuestro pensamiento. Otto:
“no sólo las rebasa, no solo las hace ineficaces, sino que, en ocasiones, parece
ponerse en contraposición a ellas y derogarlas y desbaratarlas” (1988, p.43).
Entonces este aspecto del numen se convierte no solo en incompresible sino que
además se vuelve paradójico por parecer ir en contra de la razón. Y su forma
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extrema es lo que Rudolf llama antonimia que es aún más que la paradoja. Estas
dos manifestaciones extremas han de encontrarse en la teología mística.
“Precisamente la mistica es, en su raíz, una teología del mirum, de lo
“absolutamente heterogéneo”, de paradojas y antonimias, de opposita y
coincidenta oppositorum” (Otto, 1988, p. 44)
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produce el desafío, cuando don Juan invita a la estatua a cenar esa noche con él.
La misma acude a esa cena y quedan citados nuevamente la noche siguiente en la
capilla. Al darle la mano a la estatua, el fuego recorre el cuerpo del burlador,
mientras confiesa no haber deshonrado a doña Ana. Finalmente se hunde en el
sepulcro y muere. Doña Ana es pedida en matrimonio por el marqués de la Mota.
En el siglo dieciséis, con esta obra de teatro, Tirso fue el primero en poner las
características de este personaje, aparentes en la cultura española, en una figura
literaria. Se creó un mito o leyenda que sigue hasta el presente. Así mismo fue
también el primer dramaturgo en elaborar el tema nacional de Don Juan, figura
típica del barroco español: El ansia nunca satisfecha de goces sensuales.
El mensaje de Tirso es que don Juan recibe lo que es justo al final, su castigo de
muerte y el infierno, su mensaje con matiz teológico es claro: solo mediante Dios
se puede llegar a la felicidad.
En definitiva, este don Juan no es salvado por el amor de una mujer, sino que se lo
lleva la muerte por haber llevado una vida descarrilada.
Sin embargo poco antes de morir tiene una experiencia numinosa, al experimentar
el temor tremendo propio de la misma, citando a Otto: “Perturba las ideas de
quienes solo quieren reconocer en la divinidad la familiaridad, la dulzura, el amor,
la bondad y, en general, atributos y aspectos en relación positiva con el hombre”.
Es decir a partir del mysterium tremendum que siente al ver a la muerte, don Juan
intenta confesarse, redimirse de todos los pecados, pero el castigo de Dios es
inminente.
A diferencia del don Juan de Zorrilla, este no logra la salvación mediante el amor,
sin embargo no deja de vivir su experiencia numínica pero la experimenta no
mediante el amor, como el don Juan de Zorrilla, sino mediante el temor tremendo,
que se manifiestan física y espiritualmente en los siguientes versos:
Don Juan: Deja que llame
quien me confiese y absuelva.
(…)¡Que me quemo! ¡Que me abraso!
¡Muerto soy!
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Queda así de manifiesto el principio teológico típico del drama del Barroco, que
constituye el fundamento de esta obra. Durante su transcurso más de una vez don
Juan para poner freno a su conducta, recuerda la existencia de la muerte y el juicio
de Dios. En el verso 2759 es la respuesta que constantemente ha usado el
protagonista, irresponsable, indudablemente y que a su vez representan el
concepto romano carpe diem, el goce del momento, sin preocuparse por los días
que vendrán después. Llega la muerte y, con ella la justicia de Dios para don Juan,
que sin dudas es un alma creyente pero como ya lo dijimos, descarriada.
Tirso ha sabido delinear en el Burlador el carácter de don Juan: arriesgado,
valiente en el manejo de las armas pero cobarde para asumir las consecuencias
de sus actos, lleno de atractivo personal, pero profundamente inmoral. Carece de
virtudes verdaderamente viriles: honor, franqueza. El autor lo trata con todo rigor al
personaje, enfrentándolo con las postrimerías: muerte, juicio, infierno y gloria.
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Pablo de Tarso.
Fue apóstol del cristianismo. Tras haber destacado como furibundo fustigador de la
secta cristiana en su juventud, una milagrosa aparición de Jesús convirtió a San
Pablo en el más ardiente propagandista del cristianismo, que extendió con sus
predicaciones más allá del pueblo judío, entre los gentiles: viajó como misionero
por Grecia, Asia Menor, Siria y Palestina y escribió misivas (las Epístolas) a
diversos pueblos del entorno mediterráneo. Los esfuerzos de San Pablo para
llevar a buen fin su visión de una iglesia mundial fueron decisivos en la rápida
difusión del cristianismo y en su posterior consolidación como una religión
universal. Ninguno de los seguidores de Jesucristo contribuyó tanto como él a
establecer los fundamentos de la doctrina y la práctica cristianas.
Este mismo apóstol antes de tener la milagrosa aparición de Jesús perseguía a los
cristianos. Podríamos señalar este acontecimiento como su profunda experiencia
numínica. Analicemos el texto bíblico para poder destacar paso por paso los
elementos propios de la vivencia.
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Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco,
repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;
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y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues?
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El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura
cosa te es dar coces contra el aguijón.
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El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le
dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.
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Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz,
mas sin ver a nadie. (Hechos 9, vv. 3-7)
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haber visto esa luz desconocida, Pablo muestra reacciones físicas propias del
tremendo temor por oír una voz que provenía de una luz antes desconocida.
Presente en el versículo 6, tenemos la parte más importante de esta vivencia,
porque ante él se revela el mismísimo Jesús, preguntando el porqué de la
persecución. Siguen presentes en el los síntomas inexplicables de la vivencia
numíca, en donde se encuentran el temblor y la sudoración, entonces, pregunta
qué es lo que debe hacer. Jesús le indica que hacer.
Se inicia desde este momento un antes y un después en la vida de Pablo. Su
primera etapa de vida es la de perseguidor de cristianos, y luego a partir de la
aparición milagrosa de Jesús, se convierte en un apóstol, quien difunde y defiende
las doctrinas cristianas.
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Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo
en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.
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Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en
casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora,
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y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos
encima para que recobre la vista.
(Hechos 9, vv: 10- 12)
Esta es la etapa en donde Dios decide devolverle la vista a Pablo para que pueda
profesar como apóstol. Aunque quienes lo conocían, sobre todo los cristianos,
desconfiaban por saber de la fama que él ya traía, de perseguir a cristianos y
matarlos.
El dolor y la muerte era el entorno de la vida del apóstol antes de que Jesucristo se
presente ante él, sin embargo luego, la vida y el amor de cristo lo reconforta, la
piedad de Cristo al devolverle la visión.
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Referencias bibliográficas:
Casualdero, J. (1975). Acierto y popularidad de Don Juan Tenorio, Madrid , España pp-
136-140
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